ZALACAÍN EL AVENTURERO Pío Baroja RESUMEN Martín Zalacaín nació en Urbía, un pueblo vasco de la montaña, en un caserón cedido por una familia aristócrata, los Ohando. Sus padres trabajaban para ellos. Cuando murió su padre, Martín se quedó solo con su madre y la Ignacia, una hermana todavía bebé. Al contrario que sus padres, siempre demostró ser un niño muy vivaz, despierto y audaz, lo cual le hizo ganar enemigos como Carlos Ohando y protectores como Miguel de Tellagorri, tío abuelo de Martín, viejo sabio pícaro que se encargó de hacerlo hombre y de cuidarlo a él y a su hermana cuando su madre murió. De pequeño no quería ir a la escuela porque le aburría, tan solo aprendió a leer y a escribir. El hijo de la señora que les cedía el viejo caserón, Carlos Ohando, le odiaba, y una vez llegaron a las manos, pero sin embargo a la hermana de este, Catalina, le resultaba muy simpático. Siendo un muchacho, Carlos retó a Martín a jugar un partido de pelota vasca por equipos. Carlos escogió al Cacho, un joven fuerte y bravucón con ganas de gresca. Martín escogió al panadero Bautista Urbide, y a partir de ese momento se hicieron inseparables. Al final ganaron, lo que acrecentó el odio y la envidia que Carlos sentía por él. Un día que paseaba con Tellagorri, el secretario del ayuntamiento de Urbía, don Fermín Soraberri, le reveló un documento que había encontrado acerca de cómo el noble Martín López de Zalacaín había sido asesinado a traición por un amigo de Mosen de Sant Pedro d´Ohando tras haberle retado en el año 1412. Esto descubre el origen noble de Zalacaín y funciona como una profecía, tal como se ve más adelante. La infancia y primera adolescencia de Zalacaín termina de súbito con la muerte de su madre por el accidente en el circo (episodio en el cual conoce a Linda, la niña que bailaba con el oso) y posteriormente de su tutor Tellagorri, el cual le había instruido en la supervivencia, en la firmeza ante el peligro y en la picaresca, y le había dejado todo lo que tenía. "¡Firmes!, siempre firmes"- solía decir. Por último y para rematar el enfrentamiento de Martín y Carlos Ohando, nuestro protagonista se hace novio de la hermana de este, Catalina, lo cual da tanto coraje a Carlos que intenta vengarse cortejando a la Ignacia para luego dejarla tirada y en mal lugar. Sin embargo todo le sale al revés, porque Martín, al darse cuenta de la jugada, aprovecha la mutua atracción existente entre Bautista e Ignacia para acordar la boda. Carlos llega incluso un día a disparar a traición a Martín con objeto de acabar con su enemigo. Con lo que le deja Tellagorri, Martín empieza a comerciar y a pasar productos de contrabando a los carlistas por la frontera francesa, junto a su amigo Bautista. Pero un día los reclutan contra su voluntad en la banda del Cura, un sacerdote guerrillero carlista (que de cura tenía más bien poco). Los dos I amigos están un tiempo entre los hombres del Cura, pasando buenos ratos, alegres, cantando, contando historias, etc. Por aquel entonces Zalacaín, no tenía una postura definida, no se movía por intereses políticos, sino económicos, y todo lo que le importaba era que su negocio fuera bien, daba igual a quien vender. Su etapa con los carlistas termina con el asalto a la diligencia, momento que aprovechan Martín y Bautista para escapar, salvando al mismo tiempo a un extranjero periodista y dos damas, la señorita Rosita Briones y su madre. Al final del altercado, Zalacaín cae herido, y Rosita se lo lleva a su casa para curarle. Allí, por unos instantes, se olvida de Catalina. Cuando se repone, inmediatamente se embarca en un nuevo proyecto cuando le ofrecen una suma considerable si lleva unas letras a una serie de personajes influyentes en las filas carlistas, incluyendo al mismísimo pretendiente. Bautista, como no, se ofrece para acompañarle. En su recorrido se encuentran con el extranjero al que habían salvado la vida y los tres juntos parten para Estella. Allí entregó la última letra y se enteraron de que estaban Carlos Ohando y el Cacho, de oficiales carlistas. Dio la casualidad de que a Ohando lo trasladaron herido a la posada donde estaba Martín y lo descubre, por lo que este debe huir. Cuando se reencuentra con Bautista según lo planeado, este le confiesa que Catalina está recluida en el convento de Recoletas, en Estella. Pero cuando van a acordar escapar juntos, esa misma noche le meten en la cárcel no se sabe por qué motivos, y él se escapa, se viste con lo primero que encuentra (un uniforme carlista) y se va a buscar a Catalina, a la que permiten salir acompañada de la superiora y el demandadero, quienes a mitad de camino descubren el engaño. Tras una serie de incidentes con los perseguidores carlistas acaban apresados, pero Martín recurre a la influencia del capitán Briones (padre de Rosita) para liberarse. El capitán invita a Zalacaín a su casa y allí, de nuevo junto a Rosita, se olvida de Catalina. Cuando vuelve ya es demasiado tarde y no puede encontrarla ni a ella ni a Bautista. Mientras busca desesperado a sus amigos llega un criado diciendo que vaya a ver a su señora, una amiga de infancia de Zalacaín, a la que este tarda en reconocer. Se trata de Linda, la niña de los gitanos, que ha progresado y va a casarse con un marqués. Su estancia allí le aleja aún más de Catalina, hasta que se da cuenta de que debe marcharse. Un día se encontró por casualidad con Bautista, en Logroño, y le preguntó por Catalina, pero éste nada sabía. Buscando a Catalina dieron a parar con el ejército del capitán Briones, liberal, y tras una apuesta se ofrecieron para tomar ellos dos solos la ciudad de Laguardia, sitiada por los carlistas. Aunque parezca increíble, lo consiguen, y son recibidos como héroes. La tercera etapa, Las últimas aventuras de Zalacaín, se inicia con la boda de Martín y Catalina en Zaro, pues ella se preocupó al final de contactar con él y se reencontraron; y con el nacimiento del hijo de ambos, llamado José Miguel por la promesa que le había hecho al moribundo Tellagorri. Zalacaín continúa con sus labores de comerciante y un día le da por visitar su pueblo natal, Urbía. Allí lo encuentra todo abandonado, envejecido y destruido por la guerra. En su antigua casa se reencuentra con el extranjero, quien le pone al tanto de las barbaridades de la Deshecha carlista. Vuelve a casa. II En otro de sus viajes, Bautista y Martín se encuentran al comandante liberal Briones, hermano de Rosita, quien le presenta al mismísimo Alfonso XII sin que Zalacaín ni siquiera lo sepa (El nombre de Alfonso XII no aparece en ningún momento, pero se deduce de lo que se dice de él). El Rey lo convence para que se una a los liberales para reducir a los últimos carlistas, y Zalacaín sirve por primera vez en su vida a una causa ideológica y política. A Catalina no le hace ninguna gracia. Junto con el capitán Briones consigue echar a los últimos carlistas hacia Francia en la batalla del Monte Aquelarre. Por primera vez no le pareció bien el aprovechamiento que los comerciantes estaban haciendo de esa situación. Catalina preguntó por su hermano, pues no tenía noticias de él desde hacía tiempo, y le dijeron que estaba enfermo y se había ido con el Cacho a Varcarlos, ciudad destrozada por la guerra. Van a buscarlo y en la posada se encuentran con el extranjero, y también con Carlos. Pero Carlos al verla, en lugar de alegrarse le escupió a la cara y le dijo que había deshonrado a los Ohando. Martín se le echó encima como una fiera, diciendole cobarde y que se arrepintiera, pero de lejos el Cacho le disparó y lo dejó muerto. Se había repetido la historia de 1412 que actuó como una profecía. Años más tarde la tumba de Zalacaín en Zaro recibió la visita de tres viejecitas: Linda, quien dejó una rosa negra; Rosita, que dejó una roja; y Catalina, que respetó las anteriores y puso una blanca. III COMENTARIO CRÍTICO Zalacaín el aventurero es una obra larga y compleja como para comentarla íntegramente. Hace falta pues desglosarla en los diversos aspectos que la componen, aspectos muy variados que poco tienen que ver entre sí y que le dan a la historia un aire tópico y diferente al mismo tiempo respecto a otras obras literarias conocidas por casi todos. • Martín y Bautista Estos dos amigos se conocen en el partido de pelota vasca que proponen como reto Carlos Ohando y el Cacho. El arrojo de uno combinado con la templanza del otro dan la victoria al equipo protagonista, que a partir de este momento no se vuelve a separar. Se podría decir que Bautista es el eterno secundario, el auxiliar típico de los antiguos romances caballerescos, el personaje que por sí mismo quizá no destacaría mucho, pero que es imprescindible para que el protagonista lleve a cabo sus aventuras. Mientras que Martín es activo, apasionado e impulsivo; Bautista es pasivo, tranquilo, ordenado y calmado. Pero poseen una característica común que les hace invencibles: el no tener miedo. Bautista, aunque a veces no entienda lo que quiere su compañero, va con él a donde sea porque es su amigo y porque en el fondo no le importa, ya que no tiene miedo. Esta curiosa pareja se contrapone a su vez a otra: la formada por Carlos Ohando y el Cacho. Protagonista y antagonista tienen a sus auxiliares. En el caso de Carlos, el punto en común con el Cacho no es la aristocracia del primero ni la brutalidad del segundo, sino la maldad, la crueldad y el odio que manan de ambos. Esta maldad que les ciega, fruto de la envidia, es lo que hace que salgan perdiendo siempre respecto a Martín y Bautista. De hecho, la única manera que tienen de vencerles es asesinando a Zalacaín. • Mitología y Épica La inclusión continua de elementos mitológicos y épicos es lo que proporciona mayoritariamente el interés a la obra. Estos elementos están inteligentemente mezclados con la historia, para que ésta, a pesar de no ser espectacular, a pesar de no haber ocurrido hace cientos o miles de años, tenga el encanto especial y el regusto a la gloria y a la magnificencia de las leyendas mitológicas y los poemas épicos. Para empezar, la descripción inicial de Urbía pretende mentalizar al lector de la antigüedad de los hechos, hacer que sucesos recientes nos parezcan lejanos en el tiempo; sin que nos demos cuenta empezamos a meternos de lleno en el ambiente épico de la historia. Asimismo, el pueblo de Urbía podría ser cualquier pueblo vasco, ya que posteriormente Baroja mencionará en los recorridos de Zalacaín multitud de ciudades, pueblos y villas reales, pero lo cierto es que no existe, y esto también es intencionado. Urbía se nos presenta como una ciudad de leyenda, un lugar que nadie puede identificar hoy en día para que no pierda el tono épico, como el Camelot del Rey Arturo o la Troya de los griegos. IV La vida de Zalacaín es fácilmente comparable a la de los héroes griegos. Podría ser Ulises, Perseo, Jasón, Teseo, o Aquiles, el héroe homérico de la Ilíada, instruido por un centauro Quirón que bien podría ser el viejo Tellagorri. La presentación de Zalacaín como futuro héroe se da desde su niñez. La prueba de los jabalíes es similar a una de las doce pruebas de Hércules (el jabalí de Erimanto); como ya he dicho, todo héroe tiene un instructor (Aquiles y Quirón), que en este caso es Miguel de Tellagorri; y casi siempre está determinado por el destino (Perseo, Jasón, Edipo, Teseo y Belerofontes), un destino que en la mitología griega predicen los oráculos (Delfos) y que en Zalacaín se presenta como una profecía manuscrita que lee Fermín Soraberri. La profecía no es tal, sino un documento que explica el conflicto entre dos familias nobles, Ohando y Zalacaín, por cuestiones de honor y amor en el año 1412; conflicto que acaba con el asesinato a traición de Zalacaín por un secuaz de Ohando. Este documento revela el origen noble de Zalacaín (también algo típico de la épica) y al mismo tiempo su futuro, pues la historia se repite. Además de parecerse a los héroes griegos, Martín se puede también comparar con héroes medievales como el Cid Campeador o Rolando, pues el mismo Baroja da pie a ello: "Martín Zalacaín de Urbía, el que, más tarde, había de ser llamado Zalacaín el aventurero." "De conocer Martín la Odisea, es posible que hubiese tenido la pretensión de comparar a Linda con la hechicera Circe, y a sí mismo con Ulises; pero como no había leido el poema de Homero, no se le ocurrió tal comparación." "A lo lejos, un clarín guerrero hacía temblar el aire de Roncesvalles. Así se habían estremecido aquellos montes con el cuerno de Rolando." Son solo algunos ejemplos, a estos hay que sumárseles el Romance de Lanzarote (pag 100) y el epitafio final, (pag 189-190) del cual supuestamente alguien parecido a un juglar compone una canción o poema épico. Otro componente épico importante es la muerte temprana; el héroe muere joven y se convierte en mito. El conflicto Ohando - Zalacaín Se presenta en la pelea que tienen de niños debida al insulto que "dedica" el pequeño Carlos a la familia de Martín, y se confirma, como ya se ha dicho, en "la profecía" de 1412, ya que "... el destino de los dos era estorbarse y chocar el uno contra el otro." Con el paso del tiempo, el odio y la envidia de Carlos van aumentando, de manera que desemboca en lo inevitable: el asesinato de Zalacaín. Carlos hace en la obra el papel tradicional del padre de la novia (normalmente el rey respecto a la princesa, que podría ser Catalina), matizado por Baroja al hacerlo hermano de ésta y no padre, pero cumpliendo al fin y al cabo la misma misión. Hay que destacar, sin embargo, que el odio de Ohando no surge por el romance entre Martín y Catalina, sino por algo mucho más simple, que se revela en el libro: • V " Esta audacia ofendía profundamente a Carlos, y hubiese querido humillarle para siempre, hacerle reconocer su inferioridad." " Sobre todo, lo que más hería a Carlos, aunque no lo quisiese reconocer, lo que más le mortificaba en el fondo de su alma, era la superioridad de Martín, que iba y venía sin reconocer categorías, aspirando a todo y conquistándolo todo. Aquel granuja era capaz de subir, de prosperar, de hacerse rico, de casarse con su hermana, y de considerar todo esto como algo lógico, natural... Era una desesperación." Así pues, lo que no soporta Carlos es que un simple pueblerino sin educación y sin clase lo supere a él, aristócrata acomodado, en todos los aspectos de la vida. Es la envidia lo que le corroe, y no el espíritu protector hacia su hermana. • La marca de Baroja Considero este apartado como el más importante y complejo. He tenido que dividirlo en varias partes. Cada una de ellas habría resultado extensísima, con lo que he tenido que abreviar bastante y seguramente me dejo cosas atrás. Intentaré reflejar de todos modos lo que he podido extraer en conclusión de la obra respecto a su autor, el natural, realista y al mismo tiempo fantástico Pío Baroja. -La personalidad de Zalacaín. Zalacaín pretende ser, a pesar de todas las connotaciones épicas medievales que se le dan, el prototipo de héroe vasco, el vasco castizo y puro de la montaña, "echao palante", robusto y temerario. Todo ello está reflejado en la frase "Yo les pego a todos", que el mismo Martín dice de niño. Expresa la superioridad que siente el vasco respecto a los demás, la fortaleza física que le caracteriza y el espíritu decidido y emprendedor; algo que forma parte de su genotipo y que ni siquiera se plantea, por que es así y ya está. No tiene objetivos, actúa por impulsos, es un hombre de acción y punto: "He crecido salvaje como las hierbas y necesito la acción, la acción contínua." "Pues yo estoy vivo, eso sí; pero la misma vida que no puedo emplear se me queda dentro y se me pudre. Sabe usted, yo quisiera que todo viviese, que todo comenzara a marchar, no dejar nada parado, empujar todo al movimiento, hombres, mujeres, negocios, máquinas, minas, nada quieto, nada inmóvil..." Pió Baroja hace un homenaje a su tierra: Euskadi es el reino y Zalacaín el héroe. Va por los vascos. -Elementos realistas; el contexto histórico. Combinado con el ambiente épico comentado anteriormente, Baroja se ocupa de situar su historia en un contexto concreto y delimitado, dándole un aire ficticio de crónica que repasa los hechos más importantes de las guerras carlistas desde el punto de vista de personas de toda clase, ya sean carlistas, liberales, pueblerinos, curas, monjas, aristócratas, etc. Se mencionan hechos reales cotidianos, como el caciquismo rural, muy criticado por Baroja y otros escritores de la generación del 98; un espacio y un tiempo concretos, (el País Vasco y sus alrededores; la tercera guerra carlista); estratos sociales bien definidos (campesinos, comerciantes, clero, aristocracia, etc.), que Zalacaín se salta a la torera; características de los diversos pueblos VI de España, a veces sometidas a los tópicos habituales y a comparaciones en las posadas y tascas (aparecen gitanos de circo, vascos de montaña, vascos de ribera, vascoespañoles, vascofranceses, franceses, andaluces [falso tópico andaluz en pag 152], aragoneses, navarros, castellanos...); personalidades históricas que a veces incluso intervienen directamente en la obra, y la visión que el pueblo tenía de cada una de ellas (Carlos de borbón, Alfonso XII, Amadeo I de Saboya, Isabel II, el general Espartero, María Cristina, el Cura, etc.) -Pío Baroja El autor entremezcla la historia con opiniones puestas en boca de personajes, muchas veces ideados solo con este fin y que no vuelven a aparecer, que expresan en realidad sus propias tendencias políticas, en un tono de denuncia y sutil ironía. Critica la realidad histórica de la época de la obra y aplica esa crítica a su época real, como queriendo explicar que los problemas que aparecen en el contexto histórico de Zalacaín traen cola todavía y son en parte el origen de la situación que se vive a finales del XIX y principios del XX. Considera el carlismo como algo tan absurdo que hasta Zalacaín, que no es nada reflexivo, lo ve malo y tonto simplemente por sentido común. Baroja se refleja en cierto modo en Martín como buen vasco que no es separtista, sino que es capaz de compartir aventura y amistad con gente de distinta procedencia sin perder la esencia de su pueblo, como español primero, y después como vasco. La diferencia entre Baroja y Zalacaín es evidente, pero esto también es intencionado, pues pretende hacer ver que no importa el nivel cultural, social o económico, que la opinión política no debe ser cuestión de clases. La crítica al carlismo es total, en todos los aspectos: crítica al carlismo en sí; al carlismo clerical "por el doble delito de ser católico y carlista", ya que el carlismo va contra la esencia misma del catolicismo; al carlismo como divisor del pueblo español, como antiespañol (se fundamenta en los intereses de Francia); al carlismo como símbolo de atraso, sometimiento e ignorancia de la población rural. Estas son precisamente las cosas que denuncia la Generación del 98 respecto a su época, ahí está el paralelismo. Un ejemplo de esta crítica es la historia de Joshé Cracash, a quien el primer momento bueno de su vida se lo interrumpen los carlistas reclutándolo. Esta historia ejemplifica la situación de cientos de jóvenes que veían truncadas sus vidas al luchar por una causa impuesta, que ni siquiera ellos habían elegido. -La cultura vasca Por último, Pío Baroja deja bien claro que es vasco, pues no cesa de incluir elementos de dicha cultura a lo largo de toda la obra, tales como versos, canciones, leyendas, etc. Como no es posible transcribirlos todos, me limito a señalar las páginas en las que aparecen: VII + Canciones populares: pag 65-66, 73, 84-85, 127, 146, 153, 155, 170, 171. + Versos y proverbios populares: pag 21, 29-30, 63. + Historias: Joshé Cracash (86-92), Fernando de Amézqueta (110-115) + Cuentos y leyendas: Teodosio y el Dragón (116), el Aquelarre de las brujas (181) Además encontramos los siguientes vasquismos: + "le" delante del verbo como doble complemento indirecto: "y si le encuentras al viejo Tellagorri, no le hables", "Yo le saludo con más respeto a un perro de aguas que al señor párroco." + Confusión f-p al hablar en castellano: "frática", "palta", "apición", "profinas", etc. + Expresiones: "¡Arrayua!" + Nombres propios, motes y otras palabras: "Cataliñ", "Pichía", "Marquesch", "juanchos" (en lugar de caciques), etc. • En común con otras obras... Zalacaín el aventurero contiene los estereotipos de la narración popular: el caballero/héroe (Zalacaín), el agresor (Carlos Ohando), la princesa (Catalina), el odio del padre (en este caso, del hermano) hacia el héroe que la pretende, el tutor (Tellagorri), etc. La historia está dividida en tres etapas: infancia, adolescencia y juventud, al igual que el Lazarillo de Tormes. También es posible comparar al ciego del Lazarillo con Tellagorri; y la picaresca y el ascenso paulatino que ofrecen ambas historias, si bien es verdad que el Lazarillo no llega ni a la mitad de lo que consigue Zalacaín y no tiene su autoestima y empeño. Con la Odisea de Ulises, además de la comparación general que ya se comentó en el apartado épico, existen semejanzas más concretas, como la variedad de aventuras que emprende, las paradas que hace durante el viaje y los amores que encuentra. Estos son: Rosita (el amor tranquilo y sosegado), Linda (la relación turbulenta y física) y Catalina (el verdadero amor que siempre espera). Rosita podría compararse con una de las sirenas, Linda con la hechicera Circe, y Catalina como la esposa de Ulises, Penélope. La pareja Martín-Bautista bien podría ser la misma que Don Quijote-Sancho Panza. Bautista es el amigo fiel que no comprende bien las ideas de aquel a quien sirve, pero al que de todas maneras acompaña hasta el final. Va con Martín en sus primeras aventuras y luego, al igual que Sancho Panza, se va a su casa con su mujer, hasta que es reclamado de nuevo por su amigo para las nuevas andanzas. Las comparaciones que establezco a continuación bien pueden ser tomadas a risa por algunos, pero de todos modos creo conveniente exponerlas para recalcar que no hay nada nuevo bajo el sol, y que los últimos éxitos en literatura y cine no son del todo originales. VIII Las canciones populares incluidas en Zalacaín se dan en El Señor de los Anillos en versión hobbit o élfica, y suponen uno de los puntos considerados más atrayentes de la trilogía. El antagonismo por envidia de Martín Zalacaín y Carlos Ohando es similar al de Harry Potter y Draco Malfoy, y yo misma tenía en mente a este último cada vez que aparecía en la novela el personaje de Carlos. Además, Draco odia a Harry y a los no-magos (muggles) por no considerarlos de su misma categoría y estos parecen no darse cuenta de ello y se atreven a ponerse a su altura, o incluso por encima de él; exactamente el mismo caso de Carlos Ohando. Martín representa al héroe popular, al prototipo de buen vasco, bueno y simplón; al igual que Forrest Gump es el intento de ensalzar a los americanos mediante un personaje simple (es subnormal), pero simpático y popular. Pero lo que tiene más en común es que ninguno se da cuenta de estar infringiendo las "normas" sociales, y que incluso se relacionan con personas importantes de su contexto histórico sin parecer que tengan conciencia alguna de la exclusividad y la rareza de lo que están haciendo, siendo lo que son; pues mientras Forrest Gump estrecha la mano al presidente Kennedy, nuestro Zalacaín establa conversación con el rey de España, Alfonso XII, y ni el primero ni el segundo se inmutan ante los hechos. • Opinión personal Me ha encantado el libro porque lo encuentro de una riqueza extraordinaria y está escrito sin pedanterías, en un tono muy natural y sencillo de leer, sin que por ello descuide el vocabulario ni la trama de la historia. Lo he leido dos veces porque la primera vez me dejé cosas atrás, y analizarlo para hacer el trabajo ha sido un gustazo. Ojalá se escribieran ahora mismo en España obras maestras como esta, pero claro, los buenos autores escasean, haría falta otra persona con la genialidad de Pió Baroja, y eso no es nada fácil de encontrar hoy día. Al final siempre vuelve una a los clásicos. Lorena Ostos Caliani 2ºC Bachillerato. Curso 2002-2003 IX