1 “La diversidad en la escuela: nosotros y los otros. Elementos para la reflexión.” Dra. Liliana Pantano.1 Presentación. La escuela como ámbito socializador. De lo diverso. La diversidad en la escuela. “Comprendiendo” la diversidad. Hacia la “formación permanente” en la diversidad. Concluyendo. ------------------------------------------------------------------------------------------------------------- Presentación: En un artículo de Brooke Allen (1) para el New York Times y traducido y publicado por el Diario “Clarín” se cuentan algunos pormenores contenidos en una biografía de Hans Christian Andersen, “La vida de un narrador” de Jackie Wullschlager: “De chico, Andersen tenía una apariencia bastante rara. Más alto que lo común, torpe y feo, era además sumamente afeminado. Mientras los otros chicos jugaban afuera, él prefería quedarse en casa cosiendo ropa para muñecas y ensayando con su teatro de títeres. Su madre alentó esa obsesión por el arte e hizo todo lo que pudo por brindarle los rudimentos de una educación. Como su maestro lo golpeaba, la madre lo inscribió en la escuela judía de Odense, una decisión increíblemente lúcida para alguien de su época y su clase”. Según lo dicho, Andersen, de acuerdo a su aspecto, impactaba por una evidente “diferencia”, primero con los niños y luego con los hombres de su época. Por lo visto, en algunos casos, como con su maestro, esto podía despertar reacciones violentas. Sin embargo, su madre buscó un continente más flexible, “otra” escuela, una escuela judía en este caso. Y pudo hacerlo, porque ella evidentemente aceptaba la diferencia y también porque tuvo la alternativa de encontrar otro ámbito educativo. Este ejemplo nos conecta, precisamente, con el tema a tratar: la escuela, las diferencias, el promedio y la diversidad; la homogeneidad vs. la heterogeneidad; las reacciones, las valoraciones; ... categorías de notable vigencia en diferentes contextos. 1 Liliana Pantano es Doctora en Sociología (UCA) Investigadora del Conicet y Asesora nacional e internacional en temas relativos a la situación social de la discapacidad. El presente artículo ha sido elaborado sobre una conferencia preparada el 1r. Congreso Internacional. “Entre Educación y Salud” 1r Encuentro Nacional del Instituto Dr. Domingo Cabred. 13, 14 y 15 de septiembre de 2.001-Sheraton Córdoba Hotel- Córdoba. 2 Una posible respuesta, puede ser la variedad de alternativas que se ofrezcan. Pero crear alternativas a las diferencias, supone, primeramente reconocerlas y aceptarlas. Es decir, tener en cuenta la existencia de la diversidad. Max Weber, en sus trabajos sobre objetividad científica señalaba como un reaseguro de la misma el hecho de explicitar el ángulo desde el que un autor elabora un trabajo. Voy a referirme aquí desde la mirada sociológica, particularmente lo que respecta a la experiencia del investigador y en un tema en el que he trabajado y trabajo, como es la situación de la discapacidad. Señalo como propósito el reflexionar sobre la diversidad en sus posibles expresiones –diferencias humanas, socioculturales, raciales, de género, de nacionalidad., etc...- y en orden a comprender la situación en la escuela, entendiendo a ésta como ámbito de socialización y de formación de identidad social. De eso trata precisamente este artículo y a ello nos abocaremos. La escuela como ámbito socializador: Desde los primeros conceptos que transmite, la Sociología toma a todo individuo como un ser único e irrepetible, un compendio de personalidad y experiencia social. (Cooley, Mead, Freud). Es decir, puede considerarse como un producto de su sociedad y de su cultura, en tanto es en su ambiente social donde desarrolla y actualiza las potencialidades con las que nace. Adquiere costumbres, creencias, objetivos, valores, respuestas emocionales y actitudes que responden a patrones culturales. A su vez, este conjunto de elementos se organiza dentro de la estructura que se conoce como la “personalidad” del individuo, que se apoya en bases fisiológicas y anatómicas. Ello se produce en ese proceso que llamamos “socialización” y que conlleva que los individuos internalicen normas y pautas de los grupos de pertenencia y de referencia, lo que sumado a la educación que reciban explica, en gran medida, las formas de conducta que adopte durante su vida. Por otra parte, sabemos también que hay dos categorías bien distinguibles de personas de las cuales el niño adquiere creencias y conocimientos de su cultura: quienes tienen autoridad sobre él y quienes tienen igualdad con él.(2) , es decir sus padres y maestros y sus pares (hermanos, compañeros de escuela, otros niños de su edad, etc.). Por estas consideraciones, la escuela aparece entonces como un interesante y contundente ámbito socializador. En este sentido, precisamente se la enfoca en esta exposición. Es decir, aparte de enseñar contenidos aporta pautas que influyen en la concreción tanto de la propia identidad como en conductas y relaciones sociales. Allí el niño empieza a independizarse de la relación con sus padres, incorporando valores y pautas variados en relación con los adquiridos en familia y conoce también personas y costumbres diversas, lo que resulta de gran importancia porque complejiza, “enriquece”, sus relaciones sociales. 3 Y todas esas situaciones a que da lugar la escuela, como escenario y como actor social, tienen que ver con una amplia gama de procesos que se dan afuera de sus límites, en la sociedad en general. Particularmente, interesa aquí lo que tiene que ver con la discriminación, negación u ocultamiento de las diferencias. Esto último supone muchas veces, más que negar: hacer creer que el problema existe pero “afuera” o bien que el conflicto inherente a la discriminación se da entre partes iguales, considerándoselo “obvio” o “normal”. (Sinisi) (3). Para abordar el tema con efectividad, sería importante tratar de descubrir los variados mecanismos de valoración de la diferencia, de consolidación de estigmas y de adjudicación de los mismos, en ese ámbito, el escolar, y que –por supuesto- a su vez están imbricados en procesos sociales más amplios, entre los cuales las relaciones de poder características de una sociedad, tienen un lugar importantísimo. Si educar en la diversidad es un desafío fuerte, mucho más lo es cuando la mayoría de nosotros hemos sido educados desde la homogeneidad. De ahí la necesidad de enfrentar los propios prejuicios, y de tratar de superarlos a partir de la observación y de la reflexión en relación a nuestro propio entorno. Pues debe tenerse en cuenta que operar sobre la práctica y la intervención social, supone revisar la ideología, los valores y los supuestos que le dan lugar. Y de ello no escapa lo educativo. De tal suerte apuntaremos aquí algunos conceptos y reflexiones en tal sentido que pueden ser entendidos como marco de encuadre a abordajes más específicos De lo diverso: Leíamos al principio: “Más alto que lo común , ..... feo,.... afeminado”. Por los dichos del biógrafo, Andersen llamaba la atención porque era diferente a lo común. Quienes hace muchos años nos hemos quedado extasiados escuchando o leyendo “El patito feo”, “El soldadito de plomo” y otros cuentos, nos sorprende conocer estos detalles, pues lo que habíamos descubierto era un poder casi mágico para entretenernos y permitirnos soñar. Entrábamos al conocimiento de Andersen como narrador y el resto parecía quedar sin cuidado, se le reconocía su mérito, distinguiéndolo . Pero vemos aquí que también tuvo Andersen otros rasgos que lo hacían en su tiempo impopular, hasta ser objeto de violencia. Esto nos lleva a pensar en la diversidad, en las características diferenciadoras y en las reacciones que despiertan. Pero... qué es la diversidad? Según el Diccionario de la Lengua Española: “Diversidad: 1) Variedad, desemejanza, diferencia. 2)Abundancia, copia, concurso de varias cosas distintas”.(4). Etimológicamente (...) “el prefijo “di” alude a dos o más, en tanto “versidad” alude a versación o versar. Ello quiere decir que hay al menos dos versiones sobre las cosas, que cada una de ellas depende de una multiplicidad de factores individuales, institucionales, sociales, culturales y políticos, que coexisten diferentes 4 interpretaciones sobre el mundo físico y social, diferentes modos de ver y preferir (...)”(5) Pero... cuáles son las diferencias que hacen que un individuo sea discriminado, ignorado, ocultado,..? En qué circunstancias? Sabemos que por naturaleza “todos los hombres”, únicos e irrepetibles, son “diferentes entre sí”. Pero en ciertos casos, algunos son diferentes a la mayoría. La “mayoría” de una sociedad viene representada por un conjunto de individuos que, aun siendo diferentes entre sí, muestran una serie superior de semejanzas que de diferencias en cuanto a su forma de comportarse, vivir, actuar y funcionar en los distintos niveles de su existencia dentro del contexto social al que pertenecen. Así entendida, la “mayoría” será la que determine los baremos o normas con que se compare a cada individuo de la sociedad. Esto se debe a la tendencia estadística que relaciona “norma” con “frecuencia”, de tal suerte que lo “normal” es lo “frecuente”. Y para lo “frecuente”, para lo normal, para lo homogéneo es para lo que habitualmente se tiene respuesta. De alguna manera, puede decirse que la sociedad, como estructura social, y la cultura, como compendio de normas y valores, tienden a responder y a construirse para la “mayoría”. En este orden, un individuo encarna una desviación de una norma cuando se manifiesta diferente a los otros en alguna dimensión significativa que puede ser considerada como valor negativo. De tal suerte, podemos decir que no es la diferencia lo que crea la “desviación” sino la diferencia “valorada negativamente”. Teniendo en cuenta, entonces, que tanto la normalidad como sus posibles desviaciones son definidas socialmente de manera subjetiva y variable según los diferentes contextos culturales e históricos, puede concluirse que se trata de un concepto relativo y que no se halla en la persona sino fuera de ella. Es decir la “idea de diferencia”, entendida como “diferencia con la norma” se encuadra en el conjunto de roles sociales, valores asignados a ellos y su interpretación por quienes la perciban. Dicho de otro modo, “las diferencias humanas son interpretaciones subjetivas construidas (sic) y percibidas por las personas, grupos y culturas, producto de las comparaciones que se establecen entre las personas y modelos, reales o imaginarios, explícitos u ocultos considerados valiosos” (Martínez Domínguez) (6) La diversidad en la escuela: La escuela aparece entonces como el lugar donde se hallan también las diferencias y donde los varios actores traen sus propios valores y los procesos de diferenciación propios de la sociedad en general. Téngase en cuenta que “la diversidad es una característica presente en todos los componentes de la realidad escolar y afecta a los alumnos/as, a los profesores/as y al propio Centro (escuela) como institución” (Puigdellivol) (7) 5 De tal suerte la escuela puede ser entendida como un campo de múltiples interrelaciones, negociaciones, mediaciones y relaciones de poder que se interconectan con la sociedad global de la que forman parte (Sinisi). La escuela, como ya dijéramos, no es el mero ámbito donde sólo se enseña y se aprende. Es también un espacio de sociabilidad: diferentes actores sociales jugando diferentes roles, personas diferentes unas de otras, unas más que otras por sus propias características y por sus valoraciones, con aprendizajes y saberes previos que operan sobre esas relaciones. Por otro lado, es sabido que históricamente se ha alimentado una tendencia a reducir el impacto de las diferencias mediante “el respeto” y “la tolerancia”, lo que no siempre parte de aceptar y comprometerse con la diferencia conllevando en la práctica, muchas veces, una tendencia a la homogeneización. Dijimos también que el verdadero asunto, más que la diferencia es la valoración negativa que de ella se hace. Y esas valoraciones negativas se expresan en prejuicios y estereotipos, en negaciones y ocultamientos, que se producen tanto asumiendo esquemas elaborados por otros como a través del medio en que se crece. Y se refieren a una amplia gama de diferencias humanas como el sexo, el aspecto personal, la situación (por ejemplo de enfermedad crónica o de discapacidad), la cultura, la religión, la nacionalidad, la raza, la situación de clase, más todas sus posibles combinaciones. No estamos refiriéndonos a una mera “bolsa de gatos”: debe tenerse en cuenta que, cada diferencia , a su vez debidamente observada e investigada, podrá mostrar su propia especificidad, en relación a lo cual se elaborarán las debidas respuestas sociales. Pero desde lo general o lo común, estos procesos de señalamiento y discriminación de personas “portadoras de diferencias” no se dan necesariamente de manera aislada o independiente, sino que parecen intensificarse a la luz de crisis políticas, sociales, económicas y de poder, y se producen en contextos concretos. Por otra parte, cuanto más tendencia haya hacia la homogeneidad cultural en una sociedad o en un grupo social las diferencias serán más evidentes. La percepción de la diferencia, tiene un sentido funcional en cuanto reafirma la propia “identidad” y gesta con mayor claridad el nosotros frente a los otros (alteridad). Lo problemático no reside en distinguir entre “nosotros” y los “otros” sino en construir un “otro” peligroso, deficiente, menoscabado, inculto, sucio, ignorante, etc. , desvalorizando la diferencia y tapando con ella a la persona. Se estigmatiza al que la encarna, por una excesiva generalización y simplificación por la cual, por ej., por ser “hijo de migrantes es sucio” o por ser una “persona con alguna discapacidad es incapaz”. Variadas pueden ser las actitudes y las reacciones en relación a los sujetos de discriminación. Dice Clifford Geertz. “Lo que tiende a ocurrir en las tinieblas –la única cosa que parece permitir una concepción de la dignidad humana acorde con “una cierta sordera hacia la llamada de otros valores” o “una comparación con comunidades defectivas respecto de la nuestra”- es o bien la aplicación de la fuerza para asegurar la conformidad a los 6 valores propios de los que proveen la fuerza; o una tolerancia vacua que, sin comprometerse con nada, nada cambia; o bien (...), donde falta la fuerza y donde la tolerancia es innecesaria, un regateo continuo hacia un fin ambiguo”.(8) Violencia o tolerancia sin compromiso, son las puntas de un largo continuo, que precisamente ponen de manifiesto una relación desigual, donde la persona diferenciada se siente “expuesta” (9), o bien es negada, tratada como si fuera invisible, ignorada, desacreditada. Por lo tanto sobrellevar esa “carga”, generada por la valoración negativa que “los otros” hacen de la diferencia, se convierte en doblemente significativa para el portador, al ser la escuela un marco institucional en el que la norma parece ser, en muchas ocasiones, la homogeneidad. Pero lo que interesa aquí es que, por lo general, “esta marca condiciona la mirada técnica de los docentes y anticipa el modo en que asumirán las relaciones grupales que se establezcan dentro de la escuela” (Holstein) (10). Si bien en estos tiempos, pareciera ya no discutirse la inclusión de niños “diferentes” a la escuela común, tampoco parece discutirse qué hay detrás de las diferencias, adoptándose muchas veces respuestas generalizadas y simplificadas que en última instancia no propenden a una integración real y a un aprovechamiento de las enseñanzas impartidas. Y se nota algo así como un proceso circular por el cual los niños que no se integran van al fracaso escolar. “Comprendiendo” la diversidad. En una época en la que fuertes procesos sociales y económicos diversificaron notablemente la matrícula escolar con niños de otros países como resultado de migraciones de todo tipo, más la presencia de niños de comunidades indígenas en diferentes puntos del país, la fuerza de padres y ONGs para incluir a niños con discapacidad en la escuela común, y ante un empobrecimiento galopante y una apertura distinta hacia la sexualidad, con las consabidas consecuencias culturales y sociales, se pone sobre el tapete una acuciante necesidad de recrear una escuela donde la diversidad sociocultural tenga realmente cabida. No se trata de repartir culpas sino de reconocer la necesidad de una perspectiva de reflexión y de acción más amplia y realista aprovechando el aporte de “las ciencias del hombre”, de tal suerte que nos remita a una mirada de revisión a nosotros mismos, a nuestras creencias y a los mecanismos de valoración de las diferencias. En este sentido resulta apropiado el llamado “paradigma interpretativo” o críticointerpretativo, cuyo supuesto básico es “la necesidad de comprensión del sentido de la acción social, en el contexto del mundo de la vida, y desde la perspectiva de los participantes” (11) . Encuadrarnos en él, implica preguntarnos qué imaginario relacionado con la diversidad se pone en juego en la escuela, generando un espacio de conocimiento para reflexionar precisamente sobre la “alteridad”, sobre los “otros” diferentes, en un sentido holístico. 7 Como ya dijimos, hay toda una serie de representaciones y sentidos que los actores le damos a las diferencias, hoy notablemente incrementadas por factores como los que señaláramos. Ya no se trata solamente de “tolerar y respetar”, sino de comprender la construcción de esas representaciones y ver cómo afectan al “diferente” y al sistema social todo. Sabemos que las personas asignan distintos significados sociales al mundo en que viven por lo cual sería ingenuo suponer que todos gozamos de la misma comunidad de estructuras de sentido subjetivo para atribuir significación cultural a uno u otro hecho (Cicourel)(12 ). Muchísimas situaciones ilustran esta apreciación. Dice María Saleme, de cuando trabajaba a la orilla del Río Pilcomayo: “Me di cuenta que no funcionaba la alfabetización con estas cartillas en castellano. (Juan) me empieza a enseñar chiriguano y ahí descubro que las palabras nuestras que “lógicamente” tienen una sola definición, remiten e un único referente, para los chiriguanos ese referente se multiplica en función de los significados. Los chiriguanos son gente de río. Y la palabra clave para ellos, viviendo del río, era “agua”. Así que empecé por “agua”, aunque “agua” tiene la letra ”g” que no es alfabetizable desde un comienzo. Tuve que empezar por eso. Pero además agua tiene distintas acepciones según como venga el agua del río: si viene con pesca, si viene mala, es decir crecida, si viene buena para beber. El mismo objeto agua se nombra de distinta manera.” (13). Como decíamos, y como lo muestra este ejemplo, es importante percibir el mundo también desde la mirada del “otro”, particularmente desde la de “algunos otros” y no dar por sobreentendido que lo que provenga de ellos es malo, negativo, desprolijo, violento o peligroso. Y esto, especialmente para aquellos que hemos sido formados en la homogeneidad, tomando como variable interviniente el contexto sociocultural desde el que aparece el discurso de la diversidad. La diversidad, cabalmente entendida, debería llevarnos a diversificar la educación para dar respuestas a todos y a todas según las diferentes necesidades educativas que se presenten. Sería bueno buscar criterios propios, autónomos, que orienten un saber contextuado y útil para el docente que trabaja con grupos particularmente heterogéneos, para enriquecer su práctica y el pensamiento sobre la misma, y trabajar en la propia ideología desde la que son valoradas las diferencias e incorporar los conocimientos que se vayan produciendo desde concepciones antropológicas y sociológicas que puedan resultar apropiadas para la intervención educativa (Martínez Domínguez). Cómo hacerlo? Si bien no es necesario que todo docente se convierta en un investigador debería conocer metodologías que le permitan desarrollar esa capacidad “comprensiva y crítica “ de las diferencias y de las situaciones a que dan lugar. Interesa observar y registrar como ejercicio cotidiano, los significados sociales que atribuye el “otro”, ubicando la mirada más que sobre el mundo objetivo sobre la forma en que los distintos actores “significan” ese mundo. Se conocerá así el 8 sentido dado por los actores, que –como ya se puntualizara - no necesariamente siempre es el mismo que damos “nosotros”. Para ello es indispensable pasar de la observación a la comprensión, guardando la objetividad, ya que no se puede conocer una realidad simbólicamente estructurada sólo por la observación. Supone además de observar, entonces, también registrar, detectar, aprender y comprender lo que es importante y significativo en la mente de los otros, así como el modo en que ellos ven, clasifican y experimentan el mundo. Hacia la “formación permanente” en la diversidad: Esto, que puede parecer tan difícil, no es otra cosa que el cotidiano ejercicio de vivir entre seres naturalmente “diferentes”, algunos” muy diferentes”, pero sin tener miedo a serlo y sin dejarse tentar por la simpleza de reducir las diferencias propias de la diversidad, en la homogeneidad. Por supuesto, se complejiza la función docente, al requerir ese conocimiento crítico y comprensivo al que nos refiriéramos. Dice al respecto Begoña Martínez Domínguez: ”el docente necesita utilizar todo el saber público de la ciencia, la cultura y las artes, así como el surgido de la experiencia propia y ajena. Su conocimiento profesional debe emerger en y desde la práctica, legitimado a través de la experimentación reflexiva y democrática. Y éste será útil y relevante en la medida en que exista una reflexión y una comprensión situacional, que permita la evaluación y adecuación a su contexto de los conocimientos públicos y el análisis de los sesgos subjetivos del conocimiento surgido de su experiencia.” A mi manera de ver, todo ello supone varios aspectos de los que resalto dos en particular: Primeramente, un renovado y renovador ejercicio de la docencia, donde la formación docente suponga asociarse tanto a la adquisición de conocimientos ya experimentados como a producir los propios a partir de la realidad que se vive y se palpa desde la práctica. Por ello, el estudio y la investigación social y educativa no pueden estar ausentes. Aunque entre otras, menciono con énfasis la enseñanza y aplicación de metodologías cualitativas que son las que suponen y realizan los postulados del paradigma interpretativo, para las cuales todas las perspectivas son valiosas ya que no se busca la “verdad” o la “moralidad” sino una comprensión detallada de las perspectivas de las personas (Glaser y Strauss)(14) . Educar para la diversidad supone educarse y/o reeducarse en la diversidad, propia de la cultura y de la sociedad en que vivimos. Por eso no bastará quedarnos en las teorías elaboradas sino tratar de elaborar aquellas que nos permitan entender nuevos procesos sociales, dinámicos y actuales. En tal sentido el docente necesitará de una práctica enriquecedora, en la que no sólo pueda foguearse sino orientar su continua reflexión sobre ella desde el propio pensamiento de la práctica. Y de tal suerte, el otro aspecto a resaltar, asociado por supuesto al anterior, es la labor de equipo que es también una forma de trabajar en la diversidad y desde ella. 9 Esta labor le permitirá intercambiar, confrontar, poner a prueba, sistematizar y aprender sobre los hallazgos cotidianos. Ambos aspectos suponen un docente, una persona social en continua formación, es decir en “formación permanente”, desde la currícula y en el ejercicio de la docencia. Concluyendo: Durante el proceso de realización de este trabajo en relación a la escuela y a la diversidad, he disfrutado y revalorizado lecturas que vienen de la antropología y de la etnografía, aplicadas a la investigación educativa. Curiosamente, esta apreciación la he escuchado también de profesionales de la educación. Y la deformación profesional del sociólogo me lleva a prestarle atención a lo que es una reiteración, lo que resulta una regularidad de la conducta: cómo profesionales ligados a este campo estamos necesitando alimentarnos en el conocimiento del hombre que no es sino una manera de conocernos mejor a nosotros mismos y de adiestrar la comprensión, más profunda y humanizadora que la tolerancia, a mi modo de ver al menos. Es que ignorar la diversidad es no entender al hombre actual y tampoco al histórico, por lo menos en un país como el nuestro, tan extenso, tan heterogéneo y con tan variadas influencias culturales, que combinan poblaciones indígenas con migrantes de procedencia en permanente renovación y dan lugar a numerosas “diferencias”, ya sea sociales y culturales como físicas. Pero necesitamos continuamente entender la diversidad, más que nada, como ya he dicho, porque muchos de nosotros hemos sido educados en la homogeneidad, a pesar de que hay quienes consideran que hoy el tema de la diversidad está instalado y no constituye una novedad. Desde lo educativo, a no dudarlo, eso supone entender que la realidad educativa es heterógenea, que las diferencias humanas son interpretaciones subjetivas construidas, que todas las personas tienen necesidades específicas que deberían ser tenidas en cuenta por la escuela, en relación a su contexto, al medio social y a su finalidad educativa. Ello le propone al docente argentino, en última instancia, también trabajar por su propia identidad, desde lo nacional y desde lo profesional, reconociendo al “otro” diferente como “otro” posible, trabajando de una manera más ética y más justa, ejercitando la democracia. Ello implica trabajar por el hombre y el mejoramiento de su calidad de vida, operar sobre el entorno, cultural y físico, eliminando barreras de todo tipo, equiparando oportunidades, abriendo alternativas para todos y todas. Poder optar... como lo hizo esa campesina pobre porque le pegaban a su hijo en la escuela. Recordar que la palabra “agua “ puede tener más de un significado para el otro y que trabajamos con el otro y para el otro. 10 Dicho de modo muy simple, entender la diversidad es como reconocer que el hombre, único e irrepetible, puede aparecer “empaquetado de maneras diferentes”. Más allá de los discursos esta no es una tarea sencilla. Se construye desde lo cotidiano... pero no hay recetas. Se hace camino al andar. La investigación, la información, la reflexión y la formación docente continua , a no dudarlo, son aquí y ahora, parte de ese camino. NOTAS. 1) Allen, Brooke “El escritor que les habló a los chicos”- en : Clarín- Suplemento Cultura y Nación, domingo 22 de julio de 2001, pág.3- Copyright The New York Times y.Clarín 2001. Traducción de Cecilia Beltramo. 2) Es lo que también se expresa en los dos tipos de moralidad que distingue Piaget: de la “coerción” y de la “cooperación”. La “moralidad de la coerción” es la del deber objetivo, basado en el respeto unilateral por las personas dotadas de autoridad, y sus reglas se consideran superiores, externas, absolutas y situadas más allá de la comprensión. La de la “cooperación” se basa en la comprensión mutua entre iguales, y las reglas no tienen superioridad mística o carácter absoluto en sí mismo, sino que son simplemente los principios fundamentales de la asociación, pasibles de modificarse según las consideraciones racionales y necesidades de los participantes. 3) Véase: Sinisi, Liliana- “La relación nosotros-otros en espacios “multiculturales”. Estigma, estereotipo y racialización”- en ”De eso no se habla- Los usos de la diversidad en la escuela”, María Rosa Neufeld y Jens Ariel Thisted (compiladores), Eudeba, Bs. As., 1999. 4) Real Academia Española- Diccionario de la Lengua Española- Madrid, 1992. Pág. 541. 5) Dirección de Desarrollo de Políticas Educativas- Capacitación en la Escuela. Talleres Institucionales “Escuela y Diversidad”- Cuadernillo n° 2- Ministerio de Educación, Gobierno de Córdoba, Córdoba, 2001. 6) Martínez Domínguez, Begoña- “La investigación educativa desde el enfoque de la diversidad”, en Revista de Educación Especial, N° 25, España.pág. 90. 7) Puigdellivol, Ignasi- “La educación especial en la escuela integrada- Una perspectiva desde la diversidad”- Plan Social Educativo, Presidencia de la Nación- Ministerio de Cultura y Educación de la Nación. Editorial Graó, Barcelona, 1999- pág. 13. 8) Geertz, Clifford- “Los usos de la diversidad”- Paidós I.C.E./U.A.B., 1996- pág. 85. 9) En una investigación llevada a cabo sobre “la situación social de personas con acondroplasia (enanismo disarmónico)”, por ejemplo, se ponía de manifiesto 11 como niños en esta situación, sufriendo la burla de sus compañeros en la escuela común, preferían la escuela domicialiaria para evitar la exposición continua a pesar de reunir las condiciones para la asistencia diaria. (Pantano,Liliana- Tesis Doctoral, FCSE/UCA, 1995). 10) Véase: Holstein, Adriana- “La experiencia de la diversidad en los grupos escolares”- ”- en ”De eso no se habla”- op cit. 11) Para especificar este aspecto se recomienda ver.: Vasilachis de Gialdino, IreneMétodos Cualitativos I- Los problemas teórico epistemológicos”- Centro Editor de América Latina- Buenos Aires, 1992. Expresa la autora en el texto: “En la sociología coexisten en la actualidad tres paradigmas: el materialista-histórico, el positivista y el interpretativo y cada uno de ellos suscita una distinta reflexión epistemológica cuyos resultados no pueden aplicarse a los restantes” (pág. 23). Y aclara :“El paradigma interpretativo está en vías de consolidación y su supuesto básico es la necesidad de comprensión del sentido de la acción social en el contexto del mundo de la vida y desde la perspectiva de los participantes” (pág. 43). 12) Cicourel, A.- “El método y la medida en Sociología”- Editora Nacional- Madrid, 1982. 13) Saleme de Burcheron, María Esther- “Decires”- Narvaja Editor, Córdoba, Primera Edición mayo de 1997. (pág.22). 14) Véase: Taylor, S. J. y Bogdan, R.- “Introducción a los métodos cualitativos de investigación. La búsqueda de significados”- Traducción de Jorge Pitairgosky, Paidós, Bs. As., 1986.