UNIVERSIDAD NACIONAL DEL COMAHUE FACULTAD EN CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN “El lugar que ocupa la evaluación de los procesos de enseñanza y aprendizaje en la organización escolar desde un análisis institucional”. Escuela secundaria neuquina” (Caso escuela privada en la ciudad de Rincón de los Sauces) ESPECIALIZACIÓN EN ASESORAMIENTO EDUCACIONAL TRABAJO DE INTEGRACIÓN FINAL PRESENTADO POR: FABIO ALEJANDRO COLOMBINI DAVID AGÜERO C Índice: Fundamentación de la Elección del Tema 2 Objetivos 7 Estado del Arte 8 Marco Teórico 22 Metodología 43 Referencias 50 1 Tema El presente trabajo aborda el lugar que ocupa la evaluación de los procesos de enseñanza y aprendizaje en la organización escolar desde la perspectiva institucional, en la escuela secundaria neuquina. En este sentido se lleva a cabo en una escuela pública de gestión privada confesional de la ciudad de Rincón de los Sauces, abarcando en la presente investigación los ciclos lectivos 2018-2019 y teniendo en cuenta que son dos años en los cuales se está discutiendo por primera vez en la historia del sistema educativo provincial, el nuevo diseño curricular para la escuela secundaria de la provincia del Neuquén. Es un Trabajo de Investigación Teórico, poniendo en tensión las corrientes teóricas actuales que circulan en el ámbito académico educativo argentino sobre evaluación en el marco de lo institucional en relación con los procesos de enseñanza y aprendizaje. Fundamentación del Tema Las motivaciones que nos llevan a realizar dicha investigación pretenden generar soportes teóricos y empíricos que nos permitan realizar intervenciones efectivas dentro del campo del asesoramiento educacional y que contribuyan a mejorar la calidad de los procesos evaluativos de enseñanza y aprendizajes dentro de las escuelas secundarias, comprendiendo el lugar que ocupa la evaluación como política evaluativa del nivel, dentro de la organización escolar, desde la perspectiva institucional. En este sentido y para encuadrar el trabajo dentro del marco nacional que regula la política pública educativa, es necesario hacer referencia, a la Ley de Educación Nacional 26.206, sancionada en 2006 en la República Argentina, donde instituye el Nivel Medio y lo consagra en carácter de obligatorio y, por ende, exige implementar una política que debe 2 promover la universalización de la escuela secundaria garantizando el acceso, la permanencia, el egreso y el reingreso de adolescentes y jóvenes de todo el país. Ya a nivel provincial recién en diciembre del 2014 se aprueba la Ley Orgánica de Educación de la provincia del Neuquén Nº 2.945 que le da también un marco normativo a la escuela secundaria en simetría con las Políticas Educativas a nivel nacional. Dentro de este marco, la escuela secundaria comienza a constituirse en una preocupación constante (desde que se sancionó la Ley de Educación Nacional N° 26.206) para toda la comunidad educativa, comenzando por las escuelas, docentes, sociedad, investigadores y políticos, pudiéndose observar debates de la misma, en congresos, capacitaciones y políticas que se implementan ya sea desde el Estado Nacional como Provincial, con el fin de regular el nivel secundario. En la actualidad se está trabajando con todas las escuelas secundarias de la provincia de Neuquén sobre el nuevo diseño curricular y su estructura. Se establece una metodología de participación con instancias escolares, distritales y provinciales y se crea la Mesa Curricular Provincial. Un total de 143 escuelas secundarias participan según sus diferentes modalidades (Escuelas Medias -que incluye aquí la modalidad de educación de Jóvenes y Adultos y educación en Contextos de privación de la libertad, Técnicas y Agropecuarias), bajo la coordinación de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional del Comahue. Desde un punto de vista más estructural, con la sanción de la LEN 26.206, la obligatoriedad del nivel ha hecho resurgir las falencias del sistema educativo y especialmente hacia el interior de las escuelas, manifiestas en las desigualdades sociales y culturales, a través del abandono y la repitencia, profundizando la fragmentación del nivel. De este modo, los indicadores de repitencia y deserción, el nivel académico que alcanzan 3 los estudiantes secundarios y las deficiencias para el acceso a estudios superiores, o al ámbito laboral, serían algunas de las inquietudes que nos movilizan a investigar la presente temática. Las múltiples dimensiones que atraviesan la cotidianeidad escolar hacen de ésta una realidad caracterizada por la complejidad. A pesar de abordar los aspectos institucionales, los contextos dinámicos, hablar con los actores, describir las realidades, no podemos desconocer que en el alcance de este trabajo quedarán aspectos pendientes sin abordarprofundizar, que podrán ser retomados en posteriores investigaciones. Problematizar estas realidades desde lo institucional (Fernández, L. 1998) nos permitirá abordar a la evaluación educativa como parte de una trama de significados en la cual se inscriben y cobran sentido las acciones que atraviesan a los establecimientos educativos y a quienes los habitan. Pensar la evaluación como parte de esa trama implica comprender las múltiples representaciones que poseen los distintos actores institucionales, los acuerdos comunes (juicios previos consensuados), los usos que se hacen de manera explícita e implícita desde los diferentes roles y que exceden a lo explicitado en los proyectos institucionales. Desde la intervención del asesor/ra educativo/a se pretende contribuir al mejoramiento de las prácticas institucionales y especialmente a la evaluación de los procesos de enseñanza y aprendizaje. Partimos de algunas preguntas que permiten desnaturalizar e interpelar la evaluación de los procesos de enseñanza y aprendizaje, y a la vez comprender los supuestos teóricos que surgen de dicha actividad evaluativa. ¿Qué representa la evaluación dentro de una institución educativa? 4 ¿Cuáles son los significados que les atribuyen los distintos actores educativos? ¿Cuáles son los enfoques o perspectivas que circulan en la escuela sobre la evaluación de los procesos de enseñanza y aprendizaje? Para comprender los aspectos y manifestaciones de la evaluación en los procesos de enseñanza y aprendizaje en el entramado escolar de la escuela secundaria, enfocaremos la mirada en algunos temas de relevancia que circulan en la actualidad, desde tres entradas analíticas (lo institucional, la evaluación de los procesos de enseñanza y aprendizaje y los supuestos teóricos sobre evaluación) que nos permitirán cumplir con los objetivos planteados. 5 Objetivos: Objetivo general • Comprender el lugar que ocupa la evaluación de los procesos de enseñanza y aprendizaje, dentro de la organización escolar desde la perspectiva institucional, en una escuela secundaria de la ciudad de Rincón de los Sauces. Objetivos Específicos • Describir las concepciones teóricas que circulan en la actualidad sobre evaluación educativa. • Identificar las concepciones teóricas de evaluación que los docentes revelan a través de sus prácticas evaluativas desde un análisis institucional. 6 Estado del arte Este apartado tiene como propósito presentar el estado actual de las investigaciones sobre evaluación educativa desde distintas perspectivas, como parte de la organización institucional. Para su elaboración se indagó fundamentalmente en lo acontecido en las dos últimas décadas, recurriendo a textos, artículos, ponencias e investigaciones, que dan cuenta de avances teóricos, resultados de investigaciones o de evaluaciones referidas al tema y que le dan luz al presente trabajo, por el cual algunas investigaciones aportaron conocimientos y en otros casos se generan discusiones y análisis reflexivos que llevaron a enriquecer el trabajo. A continuación, se presentan los aportes encontrados organizados de acuerdo con los distintos enfoques y el lugar que se le da a la evaluación en el ámbito educativo: ➢ Desde una perspectiva de corte funcional y que esta funcionalidad permitiría dar respuesta a los distintos problemas que existen en las escuelas al momento de evaluar los procesos de enseñanza y aprendizaje. En este sentido encontramos los siguientes trabajos: • Toranzos (2014) en el artículo “Evaluación Educativa: hacia la construcción de un espacio de aprendizaje”, de la revista Propuesta Educativa de Flacso, aborda las diversas significatividades, sentidos y representaciones otorgadas por los integrantes de las instituciones escolares a la evaluación. En este sentido el trabajo pretende desnaturalizar dichos dispositivos para volver a revisarlos y si es posible transformarlos en buenas enseñanzas. Por otro lado, la autora se hace la pregunta ¿de qué hablamos cuando nos referimos a la evaluación en el ámbito escolar? Referencia a los últimos 20 años en los cuales la 7 evaluación educativa se ha destacado por excelencia en investigaciones, en los gobiernos de turno como mejora en la calidad educativa, en discusiones, congresos, etc. Otro aspecto relevante que la autora atribuye a los que están al frente de las políticas educativas, gobiernos, investigadores, etc., es que, a pesar de los grandes esfuerzos por la construcción de un nuevo paradigma de la evaluación, sigue siendo como lo fue en los años 90´: la evaluación como dispositivo de control externo, de sanción, de selección, etc. Ya pensando hacia el interior de la escuela, más precisamente en los procesos de enseñanza y aprendizaje, concordamos con la autora en que la evaluación viene a cumplir una función normalizadora a través de la calificación, la medición, la estandarización, etc. El pensamiento que tiene la autora sobre la evaluación es que ésta debiera ser una herramienta que contribuya a la calidad de los procesos de enseñanza y aprendizaje de los alumnos. Plantea el desafío de construir un concepto más comprensivo de la evaluación, donde genere información útil para generar conocimiento retroalimentador. Se hace las preguntas ¿qué evaluar y para qué evaluar? También hace referencia a construir el objeto de la evaluación y el ámbito en el cual se desarrolla y por último especifica el propósito y finalidad que la misma debe tener en la escuela. Al final sintetiza, diciendo que debemos definir el objeto, el ámbito y el propósito de la evaluación. • Sverdlick (2012), en su libro “¿Qué hay de nuevo en la evaluación educativa?”, realiza un análisis crítico sobre las políticas de la evaluación educativa, visibilizando los discursos contradictorios de las políticas y prácticas evaluativas que predominan en la escuela y en el sistema educativo de la Argentina. Además, presenta una crítica al modelo 8 neoliberal de evaluación y cómo subyacen sus teorías detrás de políticas y prácticas de evaluación llevadas adelante por gobiernos progresistas de la actualidad. En este sentido, en el presente trabajo se recuperan algunos de los análisis generales presentados por la autora, para luego centrarnos en la especificidad de la escuela secundaria Argentina. Desde esta perspectiva particular, la evaluación educativa en el nivel secundario debería conceptualizarse en cada contexto específico, ya que cada nación o región tiene atribuciones y finalidades muy distintas de otros contextos. Otra propuesta para reflexionar en el campo de la evaluación de los procesos de enseñanza y aprendizaje, lo plantea Hoffmann (2013), proponiendo una evaluación mediadora para el acto de evaluar. Hace una diferenciación entre una concepción de evaluación clasificatoria y otra de carácter mediadora. Refiere a la clasificatoria planteando que tendría la finalidad de seleccionar, comparar, clasificar. Por otro lado, caracteriza a la evaluación mediadora, como aquella que observa, acompaña y promueve mejoras en el aprendizaje. Dirá que es de carácter individual e inclusiva, resaltando tres principios que hacen referencia por un lado a lo ético, es decir todos los alumnos aprenden siempre; a lo pedagógico, tendiente a la mejora de los procesos y oportunidades de aprendizaje y por último a los aprendizajes significativos enfatizando la estabilidad y calidad de los mismos. En ese mismo sentido es que la autora hace referencia a que el proceso de evaluación comprende tres tiempos: uno que es el de observar, otro el de analizar y por último brindar mejores oportunidades de aprendizaje. Además, se dirige a los evaluadores, en donde los define desde una misión que deben cumplir, es decir deben conocer, comprender, acoger a sus alumnos en sus propias diferencias de aprendizajes. 9 Otro punto nodal de su trabajo es que concibe a la evaluación mediadora, como multidimensional, sobre las distintas posibilidades que se pueden dar en los aprendizajes escolares. Hace énfasis en la necesidad de generar distintas oportunidades dentro del aula, colocando a los aprendices en un lugar de respeto y valorando las diferencias individuales. Plantea que toda relación de saber se da a partir de la interacción del alumno con el conocimiento, de la relación con los otros y consigo mismo. Desde esta perspectiva, la evaluación es situada, como parte un contexto específico, que rescata “la sensibilidad, el respeto al otro, la interactividad”, desde la “pedagogía del diálogo” (p.78). ➢ Otra perspectiva tiene que ver con un enfoque crítico constructivo, haciendo énfasis en los orígenes y funciones de la evaluación. • En este sentido la destacada investigadora, Litwin (2008), en su libro “El oficio de enseñar”, realiza aportes muy valiosos al presente trabajo al incluir el carácter polisémico del concepto “evaluación”. Dirá la autora que la evaluación como concepto es polisémico dentro de un ámbito, en este caso el escolar, complejo y en un contexto socio histórico donde intervienen personas con intereses diversos. Este es uno de los desafíos que tenemos los que estamos en este campo, donde el análisis interpretativo tiene que estar, para desentrañar su significación propia de las prácticas evaluativas que suceden en las escuelas secundarias. Pero a medida que incorporamos experiencia, nos damos cuenta de que no es están sencillo, que es complejo el juzgar, frente a las múltiples variables que surgen de la evaluación educativa. 10 Para ejemplificar más claramente este párrafo nos remitimos a la autora cuando dice, “El considerar solamente una única perspectiva de análisis, nos remite al control y no la evaluación” (p. 165). En este mismo sentido y siguiendo los aportes de la autora, con la multiplicidad de variables que la evaluación nos depara en el campo educativo es importante tener claro el propósito por el cual vamos o estamos evaluando dentro de la escuela. Es ahondar en lo profundo, lo oculto, lo poco visible dentro de las escuelas y las realidades e intereses socioeducativos de los distintos actores intervinientes en las prácticas escolares, es poner en palabras lo que plantea Litwin (2008): “entender la urdimbre de una Institución nos permite desentrañar sus prácticas y comprenderlas según su propia lógica” (p. 187). • Otro aporte muy relevante al presente trabajo lo hace Susana Celman (1998) con el tema, ¿Es posible mejorar la evaluación y transformarla en herramienta de conocimiento? La autora plantea que abordar el tema de la evaluación educativa suele ser una invitación a dar lugar a por lo menos una de las tres tendencias siguientes: por un lado, caer en la tentación de desarrollar un discurso a la vez complejo y abstracto acerca de sus orígenes, trayectoria y connotaciones actuales. El otro punto que expresa es el opuesto y consiste en reducir el foco de atención solamente al análisis, construcción y elaboración de propuestas concretas destinadas a mostrar y ejemplificar en el campo de las prácticas áulicas, una serie de metodologías e instrumentos. En este aspecto, el cual nombra la autora, se orienta parte de este trabajo, ya que en este punto específicamente se puede detectar, cómo se vivencia en las prácticas evaluativas dentro de la escuela muchas veces un modelo reduccionista, mecanicista y 11 tecnicista, independiente de los procesos de enseñanza y aprendizaje de nuestros educadores y educandos. Una tercera tendencia, bastante frecuente y que la autora juzga con serias posibilidades de banalización y superficialización, es intentar responder a las preguntas ¿Qué? ¿Cuándo? ¿Cómo? evaluar, de manera directa y específica. La autora comenta que esta tendencia como la anterior, solo se queda en el discurso y escritos ordenadamente, con el objetivo de aislar la evaluación educativa de las prácticas y que solo se necesitan ciertas cuestiones técnicas para su solución. En este caso se puede agregar a lo expresado por la autora que estas preguntas son parte de la rutina en los inicios de cada ciclo lectivo cuando debemos aunar criterios y acuerdos de evaluación, en donde se inicia con estas y otras preguntas, y lo que creemos que es importante dentro del proceso de aprendizaje. Pero que a medida que avanza el año escolar estas pautas van perdiendo sentido, coherencia y fuerza (ya que cuesta realizar un seguimiento a la evolución de los criterios y acuerdos, avances, aciertos, desaciertos, etc.) dentro del proceso de enseñanza y aprendizaje. Su foco en cambio está en responder a los intereses y necesidades de los docentes preocupados por la calidad educativa de su trabajo, preocupación que por supuesto comprende a las prácticas evaluativas. Esta postura es consistente con su visión de la evaluación como parte del proceso de enseñanza aprendizaje y espacio generador de interrogantes. • Otro de los trabajos es el de María del Carmen Palou de Maté (1998), que aborda la evaluación de las prácticas docentes y la autoevaluación. En este sentido la autora propone visibilizar conceptos que ayuden al docente a repensar la evaluación 12 y que a su vez brinde líneas de trabajo que puedan ayudar a mejorar las prácticas escolares. Un primer aspecto que desarrolla tiene que ver con los modos que asume la evaluación en el campo de la didáctica. Para ello propone analizar la evaluación desde una dimensión política, desde una perspectiva psicológica, desde un marco sociológico y desde la intervención del cientificismo. En un segundo momento propone tomar la tarea del docente como proyecto áulico, esto va a permitir que a través de la evaluación pueda analizar su propuesta didáctica. Para eso plantea la autoevaluación de la enseñanza. La autora le asigna un lugar de relevancia a la evaluación dentro del proceso de enseñanza y aprendizaje y que es parte constitutiva de las prácticas pedagógicas. Además, para comprenderla, hace un recorrido, primeramente, sociohistórico de la evaluación, tomado como punto de partida la revolución industrial para su conformación con más fuerza, vinculando al sistema escolar (y por ende a la evaluación) a intereses productivos, respondiendo de esta manera a aspectos de verificación, control, eficiencia, para una mejor obtención de los resultados. Subsiguientemente introduce la dimensión política de la evaluación, ya que ésta es constitutiva de la práctica humana dentro de la escuela, en donde está ligada al ámbito de poder. Por último, la evaluación desde el ámbito del aula expresa que ésta se la asocia a la instancia de la acreditación de los conocimientos, en este sentido plantea que la evaluación se puede concebir de dos maneras, por un lado, como inherente al ámbito del enseñar y aprender y como acreditación, es decir que conlleva a rendir cuenta de los resultados que se esperan. Concluye en “resaltar la naturaleza diferente de ambos conceptos, reconociendo que en la complejidad de la práctica educativa ambos se entrecruzan, se encuentran y/o se homologan” (p. 100). 13 • Otra de las investigaciones con un enfoque transformador de la educación y por ende de las prácticas evaluativas, es la que realizan un grupo de docentes de la Facultad de Ciencias de la Educación y la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional del Comahue. Grupo que está compuesto por Litwin et al. (2006). Ellas proponen en su libro la comprensión de las prácticas evaluativas de los docentes y sus vínculos con la tarea de enseñar. En este sentido y a los fines de la presente investigación describimos los aportes que están en el capítulo tres del presente libro que lleva el nombre de “autoevaluación y aprendizaje transformador: una relación dialéctica. Proponen una autoevaluación que debería realizar el docente desde la reflexión de su propia práctica, con el motivo de transformarla. En este sentido hacen mucho énfasis en la reflexión, como función constructiva y resignificante de los procesos de enseñanza y aprendizaje tanto para los docentes y los alumnos. Lo hacen desde el enfoque de la perspectiva de la transformación propuesto por Mezirow (2000), donde el autor construye un marco al proceso de reflexión. La intención de este grupo de estudio en este capítulo es plantear un enfoque holístico para analizar teóricamente las transformaciones en las prácticas docentes. De esta manera, es que entienden como principio necesario diferenciar el aprendizaje informativo como “acción de rellenar una forma ya existente” del aprendizaje transformador en donde “pone en riesgo de cambio la forma misma”. Así es que Mezirow (2000), dice que “el aprendizaje transformador implica, para el docente, la reconstrucción de sus marcos de referencia para hacerlos más abarcativos, integrados y capaces de cambios que involucren la subjetividad” (p. 234). 14 De esta manera el autor propone llevar a cabo esta transformación desde lo epistemológico, en donde establece tres tipos de reflexiones que debe hacer el docente, la primera es sobre los contenidos, la segunda reflexión es sobre los procesos y la última reflexión permite revisar los marcos de referencia. En este mismo enfoque las autoras de este capítulo toman los aportes de Dewey (1998) donde éste señala que “lo que constituye el pensamiento reflexivo es el examen activo, persistente y cuidadoso de toda creencia o supuesta forma de conocimiento a la luz de los fundamentos que la sostienen y las conclusiones a las que tiende” (p. 25). Para proponer una perspectiva amplia, holística que el docente puede adoptar al momento de reflexionar de su propia práctica y los procesos de enseñanza y aprendizaje, dejando expuesto la responsabilidad fundamental del docente por su práctica, es decir la pasión por la autoevaluación de las prácticas y la relevancia por construir el oficio de enseñar. ➢ Otra de las perspectivas de la evaluación es la relación con la calidad educativa. Nos parece oportuno aclarar que cuando hablamos de calidad, estamos haciendo referencia a dos posicionamientos contrapuestos pero constitutivos uno de otro, es decir que se dan ambos en el entramado educativo, desde una política educativa hasta el trabajo institucional de una escuela. Esto es, que la calidad educativa con un énfasis en la evaluación puede ser abordada desde un paradigma democratizador o desde uno elitista, es decir, uno que responde a las demandas de todos los argentinos en el derecho a la educación y otro que responda a las demandas del mercado (Filmus ,1995 p.13, 16). 15 • Evaluación y calidad educativa de la educación, en este apartado, un abordaje particular lo hace Tejido de Suñer, Elvira en el libro “Los condicionamientos de la calidad educativa” de Daniel Filmus del año 1995. La autora hace un análisis de la calidad educativa y la ubica como una realidad muy compleja. Desde este sentido es que ella reflexiona acerca de la calidad educativa y toma un aspecto fundamental, que es el significado del sistema educativo. Que a través de la escuela permita que el alumno logre un recorrido en el cual se desarrolle hasta alcanzar una capacitación profesional que le permita adaptarse a los cambios y exigencias de la sociedad. Desde este abordaje, dice la autora que hablar de calidad educativa es decir bien, es concebir la educación como buena, y acá introduce el concepto de evaluación relacionada con la calidad educativa. Cuando hablamos de evaluación, lo debemos hacer desde una perspectiva integral, es decir que aborde al sistema educativo incluyendo a la escuela y a los actores responsables que intervienen en la educación. Toma la evaluación como un instrumento que permita brindar información del estado del sistema educativo y de ahí se desprenden dos análisis que incluye, por un lado la responsabilidad social y política en relación con sus objetivos planteados de antemano, y por otro, la relación de la funcionalidad entre las propuestas del sistema educativo y el accionar concreto en la escuela. Consideramos que las categorías referidas a la calidad educativa y la evaluación de los procesos de enseñanza y aprendizaje desarrolladas por la autora nos proporcionan importantes aportes para el desarrollo de nuestra investigación. • Un aporte interesante constituye el artículo titulado: “Evaluar el rendimiento interno y académico: un Desafío para la macro y la micro política. Lecciones a partir de un estudio de caso”, de Silvina Gvirtz y Ángela Inés Oría (2010). El recorrido teórico vincula 16 el rendimiento académico y la repitencia con el fracaso escolar y con el desafío de la justicia educacional, temáticas que forman parte de algunas de las inquietudes de este trabajo. El artículo investiga las implicancias del rendimiento interno y académico sobre la política educativa. Se concentra principalmente en el problema de la repitencia concebida como la antesala del abandono y, por lo tanto, un asunto que reclama la atención de todos los actores del sistema comprometidos con la justicia educacional. Se analiza el caso argentino y, en este contexto, ‘Escuelas del Bicentenario’, un Proyecto de articulación público-privado cuyo objetivo es colaborar con el Estado y los actores de distintos niveles del sistema en su función principalísima de brindar educación de calidad. Se comparten las estrategias de trabajo sobre la repitencia, los modos de evaluación académica y los logros obtenidos. A continuación, se enuncian algunas de las conclusiones a las que arriba: La política educativa no debe entenderse como sinónimo de ‘macro política’ sino que toda estrategia política debe operar en simultáneo en los tres niveles: macro, meso y micro. Si bien la ‘provincialización’ del sistema permite que las escuelas pasen a gobernarse desde las distintas jurisdicciones, ocurre al mismo tiempo una recentralización del gobierno educativo en el nivel provincial. A su vez, se exponen algunas debilidades del sistema educativo para alcanzar la justicia educativa: las líneas de gobierno intermedias con espacios de acción y grados de autonomía limitados para la toma de decisiones; la carencia de espacios institucionalizados para atender las necesidades de equipos directivos en cada escuela y otros actores de la comunidad local; la ausencia de diseños institucionales que fomenten la participación real 17 de padres y comunidad en la vida de la escuela conforme a lo expresado por la Ley Nacional de Educación (2006). También como parte de las conclusiones, se muestran algunos caminos posibles tendientes a la mejora: Posibilitar nuevas formas de organización escolar a fin de que las escuelas puedan llevar adelante proyectos institucionales propios; involucrar a todos los niveles del sistema educativo en la construcción de justicia educacional, es decir, quienes diseñan las políticas educativas, supervisores del nivel intermedio y miembros de la comunidad educativa. Atribuye los logros en la baja de la repitencia y la mejora en los aprendizajes centralmente al maestro, al director y al supervisor que conviven cotidianamente con la institución escolar y sus desafíos. Por otra parte, cuando la situación de repitencia es constante a lo largo de los años, dirán que el problema no es coyuntural sino estructural y que la solución demanda una revisión profunda del modelo de provisión del sistema. Finaliza con una idea muy interesante que En el diseño de acciones y políticas orientadas a la solución de la repitencia se juegan los derechos de la infancia a una buena educación y el desafío de la justicia educacional. • El artículo de reflexión “La evaluación y su incidencia en la deserción escolar: ¿Falla de un sistema, de las instituciones educativas, del docente o del estudiante?”, de Luz Marina Silvera Fonseca fue publicado en el año 2016. En el mismo se aborda el problema de la evaluación asociada a la deserción en instituciones educativas colombianas. 18 Inicia realizando una revisión bibliográfica tensionando el paradigma de la evaluación técnico instrumental, con el paradigma emancipador sociocrítico. Refiere al técnico instrumental asociándolo al mundo de la medición, la competitividad y la normativa, tensionando a las instituciones educativas como a los actores académicos (estudiantes, docentes, padres de familia), y al mismo sistema educativo. Dirá que el interés técnico constituye un asunto fundamental por el control del ambiente mediante la acción, de acuerdo con reglas basadas en leyes con fundamento empírico. Tal interés ha llevado a reducir la evaluación a la simple medición del rendimiento académico, orientada por el control del medio para obtener unos resultados que generalmente define el docente (técnico) cuyo papel es esencialmente mecanicista. Respecto del paradigma emancipador sociocrítico, dirá que la evaluación no puede tratarse como un aspecto separado del proceso de construcción del currículo. Que los procesos de evaluación no son azarosos, ni restrictivos ni mecánicos, tampoco son punitivos, sino que posibilitan el desarrollo de un pensamiento crítico, una acción autorreflexiva, responsable, autónoma. La evaluación estará recíprocamente integrada en el proceso. Luego trasladada el análisis hacia las dinámicas culturales, económicas, políticas y sociales las que presionan hacia los resultados. En ese contexto, la presión por los buenos resultados genera problemas como la deserción, el fracaso académico o repitencias en los niveles de educación básica. Como parte de las conclusiones dirá que en los últimos años se realizaron grandes esfuerzos a nivel local, nacional e internacional tendientes a cambiar a un sistema de evaluación de carácter cualitativo, humanizante e integral del alumno. Pero que dichos 19 esfuerzos no han sido suficientes para lograr una verdadera transformación del sistema de evaluación, ya que hay necesidad de algo más que cambios en el discurso y la legislación educativa, dado que el sistema de evaluación estandarizado, coercitivo, punitivo, autoritario, que privilegia la comparación y el éxito, continúa dominando las prácticas evaluativas. Conclusiones Preliminares Con relación a las producciones de conocimiento teórico y empírico de los trabajos expuestos anteriormente y su estrecha relación con la presente indagación, podemos resaltar la importancia manifiesta de comprender, conocer y desnaturalizar en profundidad el contexto institucional-organizacional en dónde se desarrollan las prácticas educativas vinculadas a la evaluación y los procesos de enseñanza y aprendizaje. En este caso resulta significativo el aporte de los investigadores, en cuanto a la importancia de habilitar espacios de construcción y acuerdos, revisando los dispositivos de evaluación, dando lugar a nuevas reflexiones y construcciones que permitan acompañar los procesos de aprendizajes de nuestros alumnos/as. También como significativo, en este sentido, podemos rescatar la polisemia del término evaluación, para poder adentrarnos a las significaciones que circulan en los establecimientos educativos de manera expresa en algunas ocasiones e invisibilizadas en otras; tomando las distintas variables y perspectivas que se ponen en juego en la escuela y así realizar transformaciones que nos lleven a una educación más justa y con igualdad de oportunidades para todos/as. 20 Marco Teórico Partimos desde una posición crítica y constructivista en la investigación, esto es, hacerse preguntas sobre aquello que está naturalizado en la escuela, hacer tajos como dice Foucault, sobre lo que se da por establecido de antemano, lo prescripto, lo “normal”. Esto nos permite en primer lugar acercarnos a las concepciones que circulan en la escuela sobre la evaluación institucional que están plasmadas en los documentos institucionales, que el plantel docente organiza y planifica para su currículo escolar. En segundo lugar, hacer visible las percepciones que tienen los docentes sobre los documentos y normativas de la evaluación y por último describir los efectos que produce la evaluación en los procesos de enseñanza y aprendizaje en los alumnos. Para adentrarnos en el propósito de esta investigación, primero es necesario comprender cómo funcionan las instituciones educativas, y lo haremos desde algunos supuestos teóricos que nos permitan ver con claridad la urdimbre escolar. Al referirnos a las instituciones educativas, y parafraseando a Frigerio (1992), debemos comprender que estamos investigando escuelas reales con educadores que hacen de la escuela un espacio de privilegio para la construcción de experiencias de enseñanza y aprendizaje, atravesadas por imágenes, conceptualizaciones y representaciones. Estas últimas, generalmente inconscientes y otras consientes que, producidas por cada sujeto y por cada grupo social, se interponen entre el productor y los otros sujetos tiñendo sus relaciones, sean estas interpersonales, sociales o vínculos con el conocimiento socialmente relevante y por la complejidad de lo educativo y particularmente del nivel. Es decir que debemos ser prudentes ya que estamos con escuelas que tienen su trama particular, sujetos con pertenencia de su tarea, con estudiantes que necesitan ser educados, 21 guiados, contenidos y un contexto que constantemente atraviesa las prácticas educativas produciendo sus efectos sobre las mismas. Enfoques teóricos de las Instituciones Educativas Hablar de instituciones en el sentido más general es complejo, ya que distintas corrientes teóricas se confrontan poniendo en tensión la dinámica escolar. En este sentido Fernández (1998) nos acerca un concepto clásico, “Institución se utiliza entonces como sinónimo de regularidad social, aludiendo a normas y leyes que representan valores sociales y pautan el comportamiento de los individuos y los grupos, fijando sus límites” (p.13). Es decir, las instituciones educativas regulan a través de distintos mecanismos un orden para todos los actores, desde sus comportamientos, ideas, palabras, como así también desde el diseño curricular con sus saberes prioritarios y los acuerdos institucionales que norman la convivencia. Por otro lado, se considera institución según Kaes (1996) “a una formación cultural y psíquica; un adentro y un afuera, una construcción de existencia bifronte” (pág. 23). En tanto formación cultural representa el conjunto de "(...), formas y estructuras sociales instituidas por la ley o por la costumbre" (p. 24), que preexisten a cada sujeto. En tanto formación psíquica se refieren a lo social internalizado-externalizado, conformando -con otros- espacios psíquicos comunes, espacios de relaciones interpersonales. Desde esta doble manifestación de las instituciones, es que podemos analizar, interpelar, comprender la evaluación de los procesos de enseñanza y aprendizaje en la escuela secundaria neuquina. A la doble expresión simultánea de las instituciones educativas es que Fernández (1975) dice: 22 La tolerancia a la ambigüedad y la incertidumbre, la capacidad de sostener el doble análisis durante el tiempo necesario y el rigor en el tratamiento de los datos provenientes de ambas fuentes se convierten entonces en cualidades centrales para el sujeto que se involucra en el análisis de las instituciones. (p. 7) Esto nos puede ayudar a realizar un análisis holístico, complejo y multidimensional del contexto en el que se da la evaluación de los procesos de enseñanza aprendizaje. Siguiendo el análisis desde el interior de las escuelas, podemos decir, que lo educativo es complejo, dinámico y casi imposible aprehender todo lo que sucede en una sola acción. En este sentido entendemos que debemos construir marcos teóricos que estén contextualizados sobre una realidad cambiante que nuestras acciones pondrán en tensión, obrando en coyunturas en las que a la vez producimos. Estas producciones fueron en un tiempo determinadas y determinante por los actores de ese momento y los tiempos que son dinámicos y cambiantes, los avatares de nuestras vidas hacen que dichas producciones pasen a ser parte del pasado y pierdan consistencia al momento de abordar la realidad. Entonces volveremos a encontrar falencias, inconsistencias y descuidos de lo realizado. Pero como dice Frigerio (1997), el deseo de saber persevera, la búsqueda de sentido organiza nuestra actividad cotidiana y seguimos, continuamos, volvemos a empezar, sabiendo que mañana será necesario pensar todo de nuevo. Y agrega que en educación siempre se está recomenzando, es característico de nuestro accionar y es parte constitutivo de la trama institucional. 23 Otro aspecto relevante en las instituciones es la unidad organizacional, y dentro de ese marco las distintas variables que dinamizan diariamente la evaluación, ya sea la mirada que se tiene desde el alumnado, las familias, el equipo directivo, los asesores pedagógicos y los propios docentes. Además, es importante tener en cuenta los espacios que a ella se le dedican, la relevancia de los criterios y acuerdos que se alcanzan, y los efectos que se producen hacia el interior del aula y los propios procesos de enseñanza y aprendizaje. Una mirada profunda de lo institucional favorecerá la comprensión de las singularidades que caracterizan a las instituciones educativas y de esta manera focalizar sobre la evaluación de los procesos de enseñanza y aprendizaje. En este caso los atributos que a continuación vamos a describir pueden ser el reflejo de lo que sucede hacia el interior de las instituciones educativas. El primero de ellos es la “especificidad”, en este caso estamos hablando de saberes y vínculos sociales propios de una determinada escuela y que la distingue de otras instituciones. Es lo que le da un sentido único, que lo pueden describir solamente las personas que en ellas las habitan, lo que ocurre en ella, el vínculo que se crea con el otro y a la vez con el conocimiento que se construye. Otro de los atributos es de carácter “intermediario”, entre lo privado y lo público, aquello que tiene que ver con el desarrollo de proyectos políticos sociales, entre distintos actores en un mismo lugar. También como aspecto constitutivo es productor de “multiculturalidad”, esto hace que las instituciones sean “complejas”. Otro atributo de relevancia es la “multidimensionalidad”, en un espacio educativo en el cual confluyen distintas estrategias para abordar la evaluación escolar. Y por último encontramos la “multirreferencialidad” término que aduce a las lecturas plurales que 24 encontramos en las prácticas sociales que se producen en la escuela, que requiere de diversos marcos de referencia para comprender el concepto polisémico de la evaluación. Concepciones Teóricas y Empíricas de la Evaluación de los Procesos de Enseñanza y Aprendizaje Para poder comprender conceptualmente las prácticas de evaluación, será pertinente tomar como punto de partida los marcos regulatorios que se encuentran en la Ley Nacional de Educación Nº 26.206, en la que se establece el carácter de obligatoriedad del nivel secundario y de inclusión educativa. A partir de allí, se empieza a sobredimensionar los instrumentos de evaluación de los aprendizajes, como son los exámenes, controles de población escolar, pruebas estandarizadas nacionales e internacionales. En este mismo sentido también estas prácticas de evaluación escolar son aprovechadas por el estado como estrategias para superar el abandono y el fracaso escolar. Hacia el interior de las escuelas, se observa un fuerte incremento en las instancias de control por parte del gobierno sobre los resultados del proceso de enseñanza y aprendizaje: planillas de seguimiento del alumno, resultados de exámenes, repitencia, pases, abandono, sobreedad, cantidad de alumnos por sexo, etc. constituyen un caudal de información que se busca centralizar por parte del estado. Además, debemos decir que también hay un crecimiento constante en la burocratización por parte de las escuelas y el docente, a través de la rendición de cuentas. Al respecto, Mizuraca, Cerrutti y Szilak (2014) advierten sobre “(…), los riesgos de que las políticas de evaluación generen nuevas formas de reproducción y profundización de las diferenciaciones sociales existentes sino se garantiza la adquisición de aprendizajes significativos en las escuelas”. (p. 83) 25 Siguiendo esta misma línea podemos plantearnos algunas preguntas, ¿realmente estamos evaluando para que nuestros alumnos aprendan o para que ellos puedan acreditar un espacio curricular?; ¿Se está desplazando lo pedagógico y dando lugar de preeminencia a la burocracia escolar? Pensar en profundidad sobre estos interrogantes, tal vez pueda conducir a la revisión de las políticas de evaluación y de nuestras prácticas escolares desde un mismo plano, para encontrar y que se encuentren ambos aspectos con el propósito de mejorar los procesos de enseñanza y aprendizaje y por ende la evaluación, considerada dentro de ese proceso. La obligatoriedad de la escuela secundaria trajo consigo la preocupación por mejorar y actualizar los aprendizajes y en este sentido se presenta el desafío del sistema educativo de generar estrategias políticas para asegurar la inclusión educativa y la retención de algunos sectores que antes estaban excluidos del nivel medio. Como dicen Mizuraca, Cerrutti y Szilak (2014) “Entre estas propuestas identificamos que la política para la evaluación de los aprendizajes adquiere un lugar destacado dentro de las prioridades tendientes al logro de la inclusión socioeducativa”. (p. 12) Pensar la política de evaluación educativa de los aprendizajes cobra importancia en las escuelas ya que permite hacer visible los distintos instrumentos de la misma, para hacer énfasis en mejorar la enseñanza y los aprendizajes escolares. Por otra parte, la evaluación se ha constituido obligatoriamente en un buen número de despliegues de la política educativa, ha adquirido en los últimos años nuevos significados, es parte de innumerables debates, congresos y está presente en las políticas educativas tanto nacionales como jurisdiccionales. 26 Haciendo un recorrido histórico desde los años 70´, podemos observar que la evaluación tenía un enfoque basado para la acreditación, una forma rígida y tecnicista. Luego con el tiempo esta pasó a ser una evaluación más flexible, formativa y democrática, pero que, para llegar a esta perspectiva, fue necesario recorrer varias décadas. En los años 70´ predominó una perspectiva de la evaluación tecnicista y rígida, en donde la confiabilidad estaba en el instrumento apareciendo la figura del examen. Álvarez Méndez (2001) nos aclarar esta perspectiva, “exclusivamente desde el punto de vista de su aplicación y de las técnicas que más se ajustan para los mismos fines […] es una interpretación funcionalista de la educación, en la que ni los sujetos singulares, ni los intereses de las personas concretas tienen cabida”. (p. 36) Este enfoque tiene sus raíces en una ideología tecnocrática, en donde el estudiante es un sujeto de la enseñanza, en donde la escuela y el docente obedecían una lógica de control. En este sentido, en los años 80´ se incorporan al sistema educativo una serie de modificaciones en las políticas de evaluación de los aprendizajes con una cierta similitud a la década pasada, es decir que se seguía manteniendo el examen como único instrumento central de la enseñanza. Desde la década de los 90´ con el ingreso del neoliberalismo del gobierno de Carlos Menem se introducen una seria de cambios a nivel político, económico, cultural, social y educativo. Los programas de evaluación educativa aparecen en la Argentina en la década de los 90´, en relación directa con las pruebas internacionales (LLECE, OSDE y AIE), además las pruebas nacionales (ONE) y luego en algunas ciudades como CABA tuvieron sus propias herramientas de evaluación. En este sentido los datos de abandono y repitencia en los 27 primeros años de la escuela secundaria llevan al sistema educativo a elaborar distintos instrumentos de medición hacia el interior de las instituciones que puedan reflejar la situación, pero que en realidad, los objetivos no explicitados estaban enfocados hacia el control de las escuelas, el seguimiento de los docentes y los procesos de enseñanza y aprendizaje. Este modelo neoliberal acarreó modificaciones a nivel del sistema educativo, pero como dice Mizuraca, Cerrutti, y Szilak (2014), “(…) se visualizan cambios que, paradójicamente, interpretamos como un avance pedagógico en la concepción de evaluación. Pasó a ser considerada como parte del proceso de “enseñanza-aprendizaje” y a presentar un carácter integral”. (p. 14) A partir del año 2003 se comienza una etapa en donde el sistema educativo vuelve la mirada hacia la inclusión educativa. Con la sanción de la Ley Nacional de Educación en el año 2006, se inicia un plan de evaluación de la calidad educativa con el fin de garantizar el acceso, la permanencia y el egreso de todos los estudiantes del nivel secundario. Ahora sí, para adentrarnos en las distintas concepciones teóricas que abordan la evaluación y que ayudan a la construcción de un corpus teórico del tema de investigación, comenzaremos con los aportes de Stufflebeam, precursor en la Argentina sobre la evaluación, quien nos proporciona una definición de la misma y que desde el punto de vista que se plantea la investigación, nos ayuda a introducirnos en la dimensión de la evaluación. Al respecto dirá que dentro del marco socio histórico en el que se construye el conocimiento en las escuelas, se encuentra el sistema de evaluación con todas sus complejidades y contradicciones, pero como parte constitutiva de los procesos de enseñanza y aprendizaje Stufflebeam (1987). 28 Posicionados desde la tarea de asesor educativo, dentro de la complejidad del espacio escolar, será condición indispensable conocer el marco institucional y por ende socio histórico, en el cual se desarrolla la evaluación de los procesos de enseñanza y aprendizaje a la hora de pensar en las intervenciones de asesoramiento educativo. En cuanto al surgimiento del concepto de evaluación, distintos teóricos coinciden que el mismo deviene de la Revolución Industrial, para articular el sistema educativo con el mundo del trabajo. Desde esta perspectiva los objetivos que se persiguen son vertebrales para la adquisición de los resultados que se esperan. Las experiencias vividas hacia el interior de las escuelas nos marcan que en los periodos de cierre de trimestre y a fin de ciclo, la evaluación aparece con fuerza montándose una serie de instrumentos (como son las pruebas masivas, carpeta completa, lecciones orales, trabajos prácticos) que deben implementar los docentes, para cumplimentar por un lado lo administrativo (como lo es una nota numérica para la acreditación del espacio curricular) y por otro lado que esa información suministrada por esos instrumentos, permita definir el momento en el cual está el alumno, es decir, en qué etapa del proceso de enseñanza y aprendizaje se encuentra. Esta serie de acciones y momentos de tensión en las instancias de evaluación de los aprendizajes de los alumnos pone en evidencia los supuestos que prevalecen en la actualidad en las escuelas, es decir la acreditación, el control, la nota numérica, el “evaluar para acreditar”, por sobre los buenos aprendizajes, las buenas prácticas, el “evaluar para aprender”. De esta manera podemos afirman aún más este concepto, con los aportes de Palou de Mate (1998) cuando dice: 29 Esta evaluación que se relaciona con el proceso de industrialización de Estados Unidos se refiere especialmente al desarrollo de los conceptos vinculados al manejo científico del trabajo. Es decir, que, desde el surgimiento de la significación de este vocablo, la connotación ideológica está ligada al ámbito del control administrativo, esto es, tiene un carácter técnico que con métodos e instrumentos intenta dar cuenta y rendir cuenta. (p. 95) También debemos resaltar los múltiples significados que tiene el concepto de evaluación para los actores escolares y las concepciones que circulan hacia el interior del aula. Para eso es importante ahondar en los distintos investigadores que abordan la evaluación desde esta perspectiva que busca resaltar esa multiplicidad de la misma hacia el interior de la escuela. En este caso Bertoni, Poggi y Teobaldo (1995) señalan lo siguiente: • En primer lugar, evaluar parece involucrar el hecho de medir con precisión, en este sentido, expresar una cantidad precisa, cifrada. • En segundo lugar, evaluar implica operaciones como estimar, apreciar, aprehender, en otros términos, pronunciar un juicio cualitativo y, eventualmente, aproximativo sobre una realidad. Por su parte Ardoino, J. & Berger, G. (1998), sostienen que: “es la mirada crítica de la experiencia cotidiana como el instrumento más sofisticado de estimación o apreciación de proyectos más organizados” (p. 96). Estos aportes de distintas perspectivas nos dicen que la evaluación como concepto es polisémico dentro de un ámbito, en este caso el escolar y en un contexto socio histórico donde intervienen personas con intereses diversos. Este es uno de los desafíos que tenemos 30 los que estamos en este campo, donde el análisis interpretativo tiene que estar, para desentrañar su significación propia de las prácticas evaluativas que suceden en las escuelas secundarias. Pero, a medida que incorporamos experiencia, nos damos cuenta de que no es tan sencillo, que es complejo el juzgar, frente a las múltiples variables que surgen de la evaluación educativa. Para ejemplificar más claramente este párrafo nos remitimos a Litwin (2014) cuando dice: “El considerar solamente una única perspectiva de análisis, nos remite al control y no la evaluación” (p. 165). En este mismo sentido y siguiendo, con la multiplicidad de variables que la evaluación nos depara en el aula, es importante tener claro el propósito por el cual vamos o estamos evaluando dentro de la escuela. Diremos que “Evaluar un proyecto implica conocerlo, comprenderlo y juzgarlo” (Litwin, 2014, p.183). Es ahondar en lo profundo, lo oculto, lo poco visible dentro de la escuela y las realidades e intereses socioeducativos de los distintos actores intervinientes en las prácticas escolares. En este mismo sentido Litwin (2014) nos dice que, “entender la urdimbre de una Institución nos permite desentrañar sus prácticas y comprenderlas según su propia lógica” (p. 187). La opinión, el sentido común, los comentarios de pasillo, entre otros se transforman en el saber último de las virtudes y no de un proyecto educativo. Por otro lado, desde la política de estado, se han creado ciertos marcos normativos del nivel, que hacen centrar la mirada en el sujeto que está en proceso de subjetivación, en cambiar el paradigma de evaluación tradicional y de control por uno más holístico, democrático, horizontal y reflexivo. Se procura generar instancias de evaluación participativas, de construcción y formativas tendientes al desarrollo de transformaciones 31 pedagógicas que lleven a la aprehensión de conocimientos socialmente relevantes y culturalmente pertinentes para los alumnos/as. En este sentido las aulas son espacios privilegiados para estas instancias evaluativas, en donde se torna cotidiano lo que sucede. De este modo se puede empezar a desnaturalizar la evaluación de los procesos, a poner la mirada en el cómo circulan y operan las corrientes teóricas en los propios docentes y las percepciones de los alumnos/as. Otra de las acciones en este trabajo consiste en sacar la evaluación de ese lugar de control, de rendir examen, como si estuviera por fuera de los procesos de enseñanza y aprendizaje, y para eso traemos a Álvarez Méndez (2001) para reflexionar sobre el tema: La evaluación no es ni puede ser un apéndice de la enseñanza ni del aprendizaje; es parte de la enseñanza y el aprendizaje. En la medida que un sujeto aprende, simultáneamente evalúa, discrimina, valora, critica, opina, razona, fundamenta, decide, enjuicia, opta… entre lo que considera que tiene un valor en sí y aquello que carece de él. Esta actitud evaluadora, que se aprende, es parte del proceso educativo, que, como tal, es continuamente formativo (p.145). Celman (1998), quien en uno de sus trabajos aborda el tema de la evaluación escolar, advierte del peligro de caer en la tentación de desarrollar un discurso a la vez complejo y abstracto acerca de sus orígenes, trayectoria y connotaciones actuales. Como así también, y en sentido opuesto a lo antes dicho, reducir el foco de atención solamente al análisis, construcción y elaboración de propuestas concretas destinadas a mostrar y ejemplificar, los procesos de evaluaciones áulicas, las metodologías e instrumentos implementados. Esto se recupera en el presente trabajo, ya que en las escuelas se puede observar en las prácticas 32 evaluativas modelos reduccionistas, mecanicistas e independientes de los procesos de enseñanza y aprendizaje de nuestros educadores y educandos. Una tercera tendencia, bastante frecuente y que la autora juzga con serias posibilidades de banalización y superficialización, consiste en intentar responder a las preguntas ¿qué? ¿cuándo? ¿cómo? evaluar, de manera directa y específica. La autora comenta que esta tendencia solo se queda en el discurso y escrito ordenadamente, con el objetivo de aislar la evaluación educativa de las prácticas y que solo se necesitan ciertas cuestiones técnicas para su solución. En este caso se puede agregar a lo expresado que estas preguntas son parte de la rutina en los inicios de cada ciclo lectivo cuando se procura aunar criterios y acuerdos de evaluación. Pero en la medida que avanza el año escolar, estas pautas van perdiendo sentido, coherencia y fuerza (ya que cuesta realizar un seguimiento a la evolución de los criterios y acuerdos, avances, aciertos, desaciertos, etc.) del proceso de enseñanza y aprendizaje. Por último, podemos decir que los aportes de Susana Celman dejan en este trabajo, nuevas puertas para ingresar al campo de la evaluación educativa con un modelo distinto al que uno fue formado y en el cual uno vive a diario, la evaluación de la constatación, la medición y la comparación de los saberes. En este caso, como aporte al campo de la evaluación educativa, es posible mejorar la evaluación y transformarla en una herramienta del conocimiento y formación. Podemos decir a pesar de los grandes esfuerzos realizados, que aún se encuentran representaciones sociales dentro del ámbito educativo atribuidas a la evaluación como son el control externo, la acción penalizadora, la misma sanción, la diferenciación entre pares, al valor de un objeto, el juicio de valor sin tener en cuenta el contexto, el criterio para premios y castigos. Y la mayoría de las discusiones hacia adentro de las escuelas de los 33 procesos de evaluación se basan en estos sentidos atribuidos, generando desigualdad y contradicciones. Para afirmar esto, traemos a la luz los aportes de Toranzos (2014) cuando afirma: La relación calificación-acción muy propia del ámbito escolar, ha ido permeando sobremanera la definición de evaluación en su sentido más amplio y, a su vez, ha contribuido a la generación de un conjunto de estereotipos que dificultan modificar e instalar una práctica evaluadora renovada” (p. 9). Este paralelo de calificación y acción se plantea de una forma escindida del proceso de enseñanza y aprendizaje y lo que produce es la fragmentación, no permitiendo que los actores intervinientes puedan tener la posibilidad de participar en el desarrollo de una evaluación participativa, constructiva y democrática con el fin de mejorar la información para luego ir realizando transformaciones de mejora hacia adentro de la escuela. Por otro lado, en las instituciones educativas al momento de evaluar se piensa en múltiples objetos de evaluación, refiriendo a los alumnos, los docentes, las instituciones, los aprendizajes, diseños curriculares, las políticas de evaluación, etc. Cuando esto pasa existen dificultades al momento de definir específicamente tanto el objeto, como el sujeto. Este aspecto lo describe con claridad Toranzos (2014) al plantear que “hay cuatro objetos bien diferentes como son los aprendizajes, las instituciones, el desempeño de los docentes y el sistema educativo” (p. 11). Es cierto que estas dimensiones de la educación se entrecruzan y están íntimamente ligadas, pero que conceptual y metodológicamente tienen sus diferencias. En este trabajo se entrecruzan el sistema educativo, sus políticas que lo regulan, la propia escuela y sus actores. 34 Volviendo a la autora incorpora la noción de ámbito de la evaluación, como un elemento complementario al momento de definir el objeto de la evaluación. En el concepto de ámbito refiere al espacio en el que acontece el proceso de evaluación y plantea los límites dentro de los cuales tiene efecto los resultados de dicho proceso. Toranzos (2014) agrega: El ámbito de la evaluación determina la necesidad de precisar el alcance de ésta y el conjunto de herramientas e instrumentos que por su adecuación se seleccionarán para llevar a cabo dicho proceso, contribuyendo a una mejor definición del alcance y el marco metodológico más adecuado a utilizar (p. 12). Entonces podemos inferir que, al momento de definir el objeto de estudio, debemos tener en cuenta el ámbito correcto y adecuado para que se desarrolle dicho proceso evaluativo, y que es diferente a otros ámbitos. Continuando la discusión con los distintos aportes que hacen los autores, en relación con las prácticas de evaluación dentro de la escuela, podemos decir que las prácticas de evaluación en la escuela ayudan a los estudiantes a profundizar la comprensión, a la vez que realizan grandes aportes para la reorientación de la enseñanza (Vázquez Mazzini, 2003). Ya insertos en la propia escuela, la autora, le adjudica a la institución escolar el propósito de inculcar contenidos y reglas culturales a las nuevas generaciones. En otras palabras, “a través de la participación en las prácticas escolares, los estudiantes se sumergen en los patrones de una cultura dominante naturalizada que deja poco espacio para la manifestación de culturas alternativas” (Vázquez Mazzini, 2003). 35 La evaluación es parte del proceso de enseñanza y aprendizaje en la medida en que el alumno reflexiona, critica, razona y construye saberes, etc. Es el resumen que pone de manifiesto aquello a lo cual se le da valor y a lo que no se da valor. Con este planteo se puede decir que la evaluación desde el lugar que hoy ocupa, el de los resultados o como el final de una etapa, se contrapone a una evaluación dinámica, que se construye colectivamente y con el fin de ser formativa para la vida de una persona. Uno de los conceptos que debemos comprender cuando se hacen evaluaciones institucionales, es el de validez, que permite determinar anticipadamente las virtudes que tiene un instrumento de evaluación para medir lo que se pretende evaluar con él. Este criterio es muy importante a la hora de realizar intervenciones como asesor educativo. Entre los autores que han trabajado especialmente la cuestión dela validez en la evaluación, con el propósito de ampliar y profundizar su significado se encuentra Samuel Messick, quien contrastó el uso tradicional del término y de los distintos tipos de validez con su concepción de una validez unificada e integradora (Messick 1991,1992,1996), postulando seis aspectos de la validez que son interdependientes: de contenido, sustantiva, estructural, generalizabilidad, factores externos y aspectos consecuenciales. Para Messick (como se citó en Anijovich, 2010) “estos seis aspectos en su conjunto siempre deben ser tomados en consideración para la estimación de la validez de las pruebas de evaluación educativa” (p. 28). Para dar una perspectiva marco de la evaluación de los procesos de enseñanza y aprendizaje desde la óptica de lo institucional, podemos decir que la evaluación trasciende los proyectos que se plantean en la escuela y como dice Litwin (2014) “en las instituciones la evaluación debe iluminar aquellos aspectos que se desconocen. Entender la urdimbre de 36 una institución nos permite desentrañar sus prácticas y comprenderlas según su propia lógica”. (p. 187) Y en este sentido creemos necesario resaltar la perspectiva de que a través de la evaluación continua se pueda prever, planificar, revisar acciones y decisiones que toman a diario los distintos actores institucionales, tendientes a la mejora de las prácticas educativas que se desarrollan en la escuela. La Perspectiva del Asesor Educativo. Otra entrada de análisis es el papel mediador que llevan adelante los asesores educativos, en la construcción de nuevos modos de intervenir y analizar la evaluación institucional. Así el proceso de intervención institucional mediadora busca promover mejoras en las oportunidades de los alumnos y la reflexión crítica de las prácticas pedagógicas a partir de los propios docentes. Para ello se propiciarán puntos de encuentro de máxima significatividad de los procesos dialógicos, resignificando tiempos y espacios escolares (como son las jornadas institucionales, reuniones de personal y otros que surjan). La compleja tarea de la práctica educativa y el cambio de paradigma (obligatoriedad) en la escuela secundaria de la Argentina nos lleva a repensar los modos, la formación, las prácticas y procedimientos del trabajo del asesoramiento educacional. Cuando decimos una práctica compleja es porque intervienen actores con distintas edades, necesidades, funciones, historias de vida y experiencias distintas, con la misión de enseñar y educar en un espacio compartido, complejo y contradictorio. Las miradas en torno al asesoramiento educativo aportadas por diferentes autores también son importantes al sustento de nuestro trabajo de investigación. El concepto de 37 asesoramiento vinculado al de proyecto institucional es abordado por Ventura (2008), sobre el cual dice: Pensar el asesoramiento como un proyecto institucional ha representado todo un giro en mi forma de pensar, ya que en un principio estaba más pendiente en interpretar la acción de las aulas, desde las transformaciones que en ellas se iban produciendo, y no valoraba las repercusiones de mi trabajo en la estructura general del centro (p. 5). En un principio, las intervenciones en la organización y el funcionamiento escolar tuvieron una mirada externa, mejor dicho, al estilo clínico y puntual ante el problema. Con el tiempo el enfoque se centra en la construcción y resolución del problema a través del trabajo en equipo, habilitando espacios de escucha y de encuentro. Al respecto, las autoras Montero y Sanz Lobo (2008) dicen: “El orientador, en cuanto asesor interno, debe desprenderse de ciertas rémoras que arrastra sobre su profesión. Las expectativas creadas en torno a esta figura proceden de un sustrato perteneciente a un modelo anterior, externo, de clara intervención clínica “remedial”, puntual” (p. 2). Desde el posicionamiento que se adopta en este trabajo respecto del análisis de experiencias de asesoramiento en las Instituciones Educativas, coincidimos con Montero y Sanz en cuanto a que “el asesor interno trasciende el enfoque técnico, psicologicista o clínico, como lo queramos denominar, y se sitúa en el modelo sociopsicopedagógico, por entender que los fenómenos educativos y por lo tanto también los de la orientación, no se pueden reducir únicamente a unos parámetros técnicos, aunque estos también hagan falta” (p.10). De esta manera, se fortalece el trabajo del asesoramiento interno, teniendo la libertad de innovar, plantear tareas dinámicas e integrar áreas. También entender que la resolución 38 de los conflictos no es actuar sobre el emergente en sí, sino entender el contexto, las distintas causalidades, los actores intervinientes, sus historias de vida y los procesos escolares. De esta manera decimos que nos distanciamos del modelo clínico e interventor focalizado en los casos puntuales, para dar lugar a un asesoramiento que sepa unir las partes, dar lugar al encuentro, a la construcción, a la participación colectiva. Por último y en consideración a la tarea asesora y la experiencia vivida en las escuelas, podemos decir que es constante la confrontación de la práctica con la función misma y esto lo podemos explicar más claramente con los aportes de Montse Ventura (2008) cuando refiere a la tarea del asesoramiento educativo: (…) me coloca en la interrogación constante, replanteándome mi propio campo intelectual, mi mapa de trabajo, mis conceptos, mis imágenes claves y sobre todo abrir otros caminos para mirar el asesoramiento desde mi subjetividad y para continuar pensando otras formas de relación con el saber subjetivo” (p. 7). En función de lo antes mencionado, diremos que la figura del asesor como dinamizador de cambios educativos orientados a la mejora, con una visión de trabajo colaborativo, que analiza el contexto escolar y recontextualiza las estrategias de intervención constituye un punto de partida para la construcción de nuevos corpus teóricos y de guías que orienten la tarea del asesoramiento en las escuelas secundarias neuquinas. Conclusiones Intentar como asesor, describir y darles un formato a las intervenciones en los procesos que hacen los equipos docentes y sus prácticas, nos puede llevar a realizar comparaciones y modelos que lo único que haría es perder el valor, lo espontáneo y original de la práctica educativa. Pero, sí es cierto que debemos ser sensibles y poner en 39 práctica el “oficio de asesor” del cual nosotros mismos tomamos la decisión y determinación de ser parte de esta tarea educativa, de la educación de las nuevas generaciones que vienen detrás nuestro, su futuro y el de la sociedad. Pero tenemos que tener la actitud correcta para el cambio, que es inminente, que nos lleve a saber que la intervención que realizamos es didáctica (la didáctica como herramienta) y relativamente nueva y por ende novedosa, donde están solapadas otras demandas propias del ámbito educativo, sociales, culturales, económicas y políticas. Debemos adoptar un posicionamiento con base teórica que puedan contribuir a generar cambios en las prácticas concretas y situadas, tener una perspectiva crítica que nos lleve a contribuir en transformaciones de las prácticas que se producen en las escuelas, involucrando a todos los actores que son parte de la comunidad educativa. Otro aspecto relevante y que está en coherencia con el trabajo del asesor es el enfoque institucional que se tenga, es decir que es importante rescatar por un lado el análisis institucional que debemos hacer, para comprender en profundidad la dinámica escolar. En este mismo sentido, tenemos que ser sensibles a lo valioso de los actores, sujetos que hacen día a día que la institución funcione, aun con los vientos contrarios que emergen diariamente. Siguiendo este planteo, podemos decir que una de las dificultades institucionales a comprender, es la evaluación, entendida esta como un concepto polisémico, como necesidad de control, de acreditación, de la propia sociedad, del sistema educativo y los actores escolares. Por estos aspectos es que debe construirse un nuevo paradigma que le de legitimidad a la tarea del asesor en las trayectorias escolares de los adolescentes y jóvenes, aportando en los procesos de enseñanza y aprendizaje. Entonces es necesario empezar a construir hilos conectores entre las políticas educativas de Estado con los intereses 40 regionales, locales, con contextos situados, historias de vida y políticas institucionales particulares y complejas de cada escuela. Finalizaremos con una frase de Edith Litwin, quien nos dirá que debemos hacerla propia para nuestras vidas, más allá de lo que hacemos como docente: “si no hay Pasión, Emoción e Integración no hay oficio de enseñar” (Litwin, 2014) 41 Metodología: El proyecto se inscribe en la lógica de un estudio cualitativo, aplicado a la indagación de un caso. Se entiende que el proceso por el cual se estudian los hechos sociales deviene de una construcción realizada a partir de los significados que los actores y el propio investigador atribuyen al objeto. De ahí que los supuestos que guían este proceso sean provisionales y a partir del análisis de la información recabada en el campo, serán modificados a la luz de las conceptualizaciones de base que sustenta el marco teórico. El estudio en profundidad prevé: 1) El conocimiento de la escuela (n° 145) de la ciudad de Rincón de los Sauces que será tomada como caso. La escuela es un Bachiller con la Orientación en Economía Social, funciona en el turno mañana con una matrícula de 100 alumnos aproximadamente, su creación fue en el año 2012, y está ubicada en la zona centro. La matrícula de alumnos es mixta, teniendo una división por año. En este caso un primer año con 27 alumnos, un segundo con 20, un tercero con 21, un cuarto con 12 y un quinto con 20 alumnos. Tiene un proyecto Institucional articulado con Nivel Inicial, Primario y Secundario, funcionando en el turno mañana y por la tarde tiene las materias de contra turno. Tiene una carga horaria semanal en cada curso de 44 hs cátedras, entre catorce y quince materias, dependiendo el año. La planta funcional del nivel está compuesta por un (1) director, dos (2) preceptores 42 por la mañana y uno (1) por la tarde, diecisiete (17) docentes, un (1) administrativo, un (1) auxiliar de servicio por la mañana y otro por la tarde. El perfil de docentes es muy variado, por un lado la mayoría son provenientes de otras provincias y por otro lado se tiene la particularidad en la localidad de contar con algunos pocos titulados, otros con título universitario no docente, y otros habilitados por el título del secundario. Otra característica importante para destacar es la alta movilidad de gente que llega y se va de la ciudad dificultando la estabilidad del plantel docente y los adolescentes y jóvenes. Con relación a la titulación de los docentes, la Institución cuenta, de un total de dieciséis (16), siete (7) con título docente, seis (6) con título habilitante y tres (3) docentes con título supletorio. La organización institucional del alumnado y las horas están organizadas por cursos de 1° a 5° año. El turno mañana inicia a las 7:50 hs y finaliza a las 13:40 hs, dividido en bloques de 40´ a 80´ por materia, las cuales están organizadas en cuatro departamentos según saberes y contenidos afines a los campos disciplinares. El turno tarde inicia a las 14:00 hs y finaliza a las 17:40 hs de acuerdo con la carga horaria de cada curso, estando las materias extracurriculares y los talleres. La tarea de seguimiento pedagógico de los alumnos queda a cargo del director y los preceptores, ya que no cuentan con un asesor pedagógico, ni jefes de departamento. 2) El análisis de Normativas nacionales, provinciales y de la institución que regulan la política evaluativa en el nivel secundario Se prevé buscar información existente acerca de las normas que regulan la política evaluativa y la situación actual de la escuela secundaria surgida de fuentes documentales. 43 La Dirección Provincial de Nivel Medio, la Dirección de Planeamiento y Evaluación Educativa y la Supervisión dependiente del Consejo Provincial de Educación, formarán parte de la búsqueda de documentación de normativas vigentes sobre la evaluación. También se indagará en documentos institucionales elaborados en la propia escuela tales como: Proyecto Educativo Institucional, Proyecto Curricular Institucional, acuerdos, normativas internas, carpetas de los alumnos/as jóvenes, con la finalidad de visibilizar las concepciones en torno a la evaluación institucional. 3) Entrevistas semi estructuradas a: • Directivos • Jefes de departamentos • Asesor pedagógico • Docentes • Estudiantes La muestra se realizará con estudiantes y docentes de 1º a 3º año por encontrarse en el ciclo básico, posibilitando ver la misma selección en un proceso histórico determinado. A los efectos de realizar las entrevistas, se procurará inicialmente contactar informantes que accedan a las mismas voluntariamente. De este modo, se procurará que las entrevistas sean lo más genuinas posible a fin de aproximarnos a la realidad que se vive, en relación a qué sucede con la evaluación dentro de la escuela. 4) Observaciones de distintas clases focalizando la mirada en las prácticas evaluativas de los docentes. • En jornadas institucionales. 44 • Reuniones de personal docente. • En el dictado de clases. Proceso de análisis Proceso a través del cual se van generando distintas producciones escritas tendientes a relacionar fragmento de información empírica en sucesivos niveles de integración entre los mismos y con la necesaria intervención de las referencias teóricas, como posibilidad de argumentación coherente. Partiendo del enfoque teórico y de los objetivos se seleccionarán las siguientes categorías teóricas para su análisis: • Concepciones de evaluación imperantes • Institución Educativa Se realizará una aproximación descriptiva derivada del análisis interpretativo de las concepciones teóricas vigentes contextualizadas en la realidad institucional en el marco de lo dicho en las entrevistas y lo observado en el contexto institucional. Se tendrá en cuenta la descripción de la estructura escolar y la dinámica en la que transcurre la vida de los actores educativos (la cátedra, escuela, centros de estudiantes) en los diferentes momentos identificados como “claves” de la historia y la cultura escolar, a través de testimonios y experiencias directas y el análisis de reglamentaciones y documentos que configuran la política pública de evaluación. La evaluación institucional, y la autoevaluación entre alumnos y docentes en el proceso de enseñanza y aprendizaje, según resultados obtenidos por observación densa de diferentes situaciones en el aula, la caracterización de los grupos, su historia y producción como resultado de entrevistas abiertas será parte del trabajo de campo a realizar. 45 Teniendo en cuenta la particularidad de este proyecto, los criterios elegidos son: • Escuela pública de gestión privada • Periodos de investigación 2018-2019 • La selección es aleatoria. Las fuentes seleccionadas son de origen Primarias y Secundarias: Fuentes Primarias: Observaciones áulicas, reuniones de docentes y jornadas institucionales, tendientes a la comprensión del desarrollo cotidiano de los procesos de enseñanza y aprendizaje en los distintos espacios y con los actores en tiempos diferentes. Las entrevistas a distintos informantes claves de las instituciones escolares y funcionarios del Consejo Provincial de Educación. Fuentes Secundarias El análisis de los documentos y normativas de las políticas educativas y diseños curriculares destinados a la escuela secundaria neuquina: • Neuquén - Plan Educativo 1983-2000 • Plan Jurisdiccional de Fortalecimiento de la educación secundaria 2010-2011 • La Nueva Escuela Secundaria Neuquina 2015 • La Ley Provincial de Educación Nº 2.945 46 También como fuente secundaria, se seleccionarán los distintos documentos y proyectos institucionales para su análisis en profundidad y luego su cruzamiento con los datos obtenidos de las fuentes primarias. Forman parte del dispositivo de indagación, reuniones destinadas a la presentación y el intercambio sobre los avances del análisis, la propuesta interpretativa final será objeto de una información y trabajo especial. Por último, en cada uno de los momentos del trabajo en el campo, se irán registrando aquellas experiencias y propuestas educativas que generen nuevas aperturas teóricas para pensar lo educativo y recuperarlas para su análisis, tanto en el plano de las políticas curriculares como de la enseñanza. Conclusión Creemos que la tarea de asesor en las escuelas, en estos tiempos de redefinición del sentido y la función de la escuela secundaria Argentina, nos permite pensar la construcción de un trabajo compartido desde adentro de las propias instituciones y desde el propio proyecto educativo, haciendo parte a todos los actores educativos con el objetivo de mejorar la calidad de la educación de los alumnos y los ámbitos de trabajo de los docentes. Estar dispuesto a la apertura de los intereses y necesidades de los equipos docentes, en un espacio compartido, colectivo, profundizando las categorías de las situaciones problemáticas, realizando investigación-acción y con una planificación flexible que nos permita recepcionar las situaciones que surgen, es el sentido más importante que debemos tener presente en la fascinante tarea de contribuir a una educación con principios y valores claros para el desarrollo de una sociedad más justa. Por último y de acuerdo a la experiencia desarrollada en este trabajo, podemos decir que la función cumplida (la de asesor) es una experiencia nueva, por lo tanto nos queda 47 mucho camino por recorrer, por construir, dando identidad al trabajo que se realiza en el campo de la educación. Tener claro los objetivos a alcanzar, entender el lugar donde nos movemos y desarrollamos la tarea, construir una forma de trabajo colaborativa, de acompañamiento y orientativa, son medulares en el éxito de una educación de calidad en las escuelas. 48 REFERENCIAS: Altopiedi, M. (2006). Crisis en la institución educativa: percepciones y respuestas de los docentes (Investigación doctoral). Universidad de Sevilla, España. Álvarez Méndez, J. M. (2001). Evaluar para conocer, examinar para excluir. Barcelona, España: Morata. Anijovich, R. (Comp). (2010). La evaluación significativa. Buenos Aires, Argentina: Paidos. Ardoino, J. y Berger, G. (1998). La evaluación como interpretación. Mimeo. Traducido por la Dirección de Extensión y Difusión Universitaria. Universidad Iberoamericana. Con la colaboración de F. Padrón. México. Ardoino, J. (1995). Las posturas (o imposturas) respectivas del investigador, del experto y el consultor, en Ducoing, P. y Landesmann, M. 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