¿Por qué nos olvidamos de Dios? Hna. Daniela Gaete Bustamante 12 de septiembre de 2022 Cuídate de no olvidarte de Jehová, que te sacó de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre. (Deuteronomio 6:12) Día a día en nuestra vida cotidiana olvidamos cosas importantes, como cumpleaños de familiares, compromisos, pago de alguna deuda, incluso olvidamos donde hemos dejado las llaves de la casa, la billetera etc… la mente del hombre es tan frágil, que constantemente necesitamos recordatorios para no olvidar o personas que nos ayuden en esta tarea, como nuestro cónyuge o padres. No obstante, Dios de ante mano, como es nuestro creador, nos advierte acerca del olvido, pero no de cosas triviales sino más bien, de olvidarse de Él. En el libro de Deuteronomio1 Moisés relata una serie de discursos al pueblo de Israel2, exhortándolos a confiar en el Señor, ser obediente a su pacto hecho en Horeb (Sinaí) y les advierte sobre el olvidar a Jehová. Hoy esas palabras “Cuídate de no olvidarte de Jehová” se vuelven hacia nosotros como pueblo de Dios. Y nos hacemos la siguiente pregunta: ¿Por qué nos olvidamos de Dios? Leyendo el libro de Deuteronomio podemos encontrar tres aristas acerca de porque el hombre olvida a su Señor. Primero podemos señalar la idolatría: “Guardaos, no os olvidéis del pacto de Jehová vuestro Dios, que él estableció con vosotros, y no os hagáis escultura o imagen de ninguna cosa que Jehová tu Dios te ha prohibido” (4:23). Básicamente la idolatría es un acto de adoración a un objeto o sujeto que sustituye a Dios, y todos sabemos que Israel cayó constantemente en este pecado, desde personas comunes hasta reyes. Hoy en día, como cristianos no confeccionamos esculturas o imágenes de dioses, pero si a veces el lugar exclusivo que debería ocupar Dios en nuestro corazón se sustituye por otras cosas, como deseos propios, que no son los deseos de Dios. Esto debemos hacer morir en nosotros, lo terrenal que es idolatría, como nos señaló Pablo en Colosenses 3:5. El segundo aspecto peligroso que puede hacer que olvidemos a Dios es el orgullo, nuestro YO: No pienses en tu corazón cuando Jehová tu Dios los haya echado de delante de ti, diciendo: Por mi justicia me ha traído Jehová a poseer esta tierra; pues por la impiedad de estas naciones Jehová las arroja de delante de ti. (9:4); Por tanto, sabe que no es por tu justicia que Jehová tu Dios te da esta buena tierra para tomarla; porque pueblo duro de cerviz eres tú. (9:6). En hebreo, la palabra ge’a viene de una raíz que significa “elevarse”. El orgullo hace que el individuo piense que es mejor que los demás y lo que es peor, pretende negar a Dios o cuestionar sus palabras y acciones. El pueblo de Israel, habiendo visto los milagros en el desierto, y viendo como Dios los ayudó en la conquista de Canaán, a veces caían en el pecado del orgullo. Sin embargo, 1 En el canon hebreo Deuteronomio, se llama Devarim, que significa “palabras” tomado del capítulo 1 versículo 1: “Estas son las palabras de habló Moisés” 2 Segunda generación de la nación de Israel. Esa generación entera de cuarenta a sesenta años de edad (a excepción de Josué y Caleb, quienes eran mayores) había nacido en Egipto y había participado como niños y jóvenes en el éxodo. Aquellos que tenían menos de cuarenta años de edad habían nacido y sido criados en el desierto. Juntos, constituían la generación, que se encontraba a punto de conquistar la tierra de Canaán bajo Josué, cuarenta años después de que habían dejado Egipto. aquí Moisés destacó fehacientemente que la victoria del pueblo no era por la bondad de Israel o porque fuera mejor, sino fue por la impiedad de los cananeos lo que llevó a su expulsión de la tierra. Las escrituras nos dicen en Gálatas 6:3 “Porque el que se cree ser algo, no siendo nada, a sí mismo se engaña” Cuantas veces nos creemos y nos elevamos por sobre los demás, podemos vivir una vida recta y santa a ojos de la iglesia, pero mientras haya orgullo, estamos siendo engañados, y nos olvidamos que Dios nos eligió por misericordia, como lo hizo con Israel, no por nuestra justicia, sino por gracia “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. (Efesios 2:8-9) Y por último, en respuesta a la pregunta ¿por qué nos olvidamos de Dios? podemos ver en el libro de Deuteronomio repetidas veces la frase: guarda los mandamientos y estatutos (4:6; 4:15; 4:15; 4:40; 5:33; 7:11; 8:1; 8:6; entre otros), fue necesario recordar al pueblo de Israel la importancia de andar en el camino que Jehová les había mandado. No obstante, aun recordando la importancia de cumplir y guardar su ley, Israel fracasó en su labor de ser un pueblo moral y espiritualmente único a ojos de las otras naciones, pues constantemente olvidaron a Jehová y sus mandamientos. El olvidar a Dios, por lo tanto, es dejar su Palabra a un lado, es no escudriñarla, es no atesorarla en nuestras vidas. Y así como Moisés le recordaba una y otra vez al pueblo de Israel que guardara los estatutos y mandamientos de Jehová, así también Jesús cuando estuvo en la tierra dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él. El que no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que habéis oído no es mía, sino del Padre que me envió” (Juan 14:23-24) Si amamos a Dios debemos guardar su Palabra, si le amamos es porque no le estamos olvidando, pues estamos en conexión con Él, a través de su revelación. Por el contrario, si no estamos alrededor de las escrituras, olvidaremos contantemente a nuestro Señor y no sabremos como actuar frente a determinadas situaciones y tendríamos que preguntarnos si realmente le estamos amando o nos estamos convirtiendo en solo religiosos y no verdaderos Hijos de Dios. Finalmente, mis hermanos decir, no dejemos que la idolatría, el orgullo y la falta de amor a su Palabra nos aleje de Dios y nos haga olvidarnos de todo lo que Él ha hecho por nosotros, Pues fue Él quien nos sacó de la esclavitud del pecado y nos hizo libres de toda condenación. Amén