Subido por Paula Ehrlich

CLINICA DEL SUJETO EN LA ADOLESCENCIA

Anuncio
"Clínica Del Sujeto En La Adolescencia"
(*)este Trabajo Fue Presentado En El Marco Del "congresso Internacional De Psicanálise E Suas Conexoes". "o Adolescente
E A Modernidade", Del Que Participé Como Conferencista Invitada. 19 De Agosto De 1999, Río De Janeiro. Brasil. Texto
Revisado Y Corregido.
Analía Meghdessian De Nanclares
Adolescencia y modernidad.
El interés peculiar que desde hace tiempo me despierta el trabajo clínico con los jóvenes,
interés referido a las diversas posiciones siempre debatidas en el campo de la formalización
clínica respecto de la estructura en juego y la posición del analista en la transferencia para un
tiempo singular en la vida del sujeto, me condujo a replantear dicha clínica a partir de los
vaivenes propios que nos viene deparando la modernidad.
La incidencia que la "subjetividad de la época" presenta en las patologías de los jóvenes de
nuestro tiempo, como signos propios del malestar en la cultura actual, nos trae aparejado un
ineludible replanteo ético.
El tema de la adolescencia por un lado y el de la modernidad por el otro, darían cada uno en
sí mismos lugar a múltiples abordajes, diversas reflexiones, y tal vez encendidos pero
necesarios debates que excederían el propósito de mi trabajo.
Sin embargo no impide que su conjunción me conduzca a expresar algunos planteos y
reflexiones.
Se ha señalado desde siempre, no sin razón, que atender las necesidades y los deseos de los
jóvenes constituye una verdadera apuesta por el
porvenir y crecimiento de los pueblos. No obstante los hechos que llaman nuestra atención
diaria revelan, con insistencia, el marcado descuido y desamparo real al que los jóvenes de la
época están expuestos.
- Página 1 de 13 Copyright 2011 - EFBA - Todos los derechos reservados
No deja de sorprendernos que desde hace tiempo ellos son "protagonistas" de una serie de
episodios cuya diversidad requiere algunas observaciones y no pocas preguntas.
¿Qué caracteriza la época en la que se inscribe, se enmarca el sujeto adolescente?
¿Cuáles son los ideales que la época les ofrece para movilizarlos?
¿Cuáles los incentivos con los que cuentan?
Voy a acercarme a estas preguntas a través del relato de dos situaciones que, con el talento
que les es propio a los jóvenes, dejan indicadas de manera incisiva el marco en el que las
mismas hallan su contexto.
No hace mucho, en las paredes del frente de una facultad se podía leer la siguiente consigna
con la que los jóvenes universitarios de nuestra ciudad eran invitados a votar a sus
representantes.
La convocatoria era la siguiente: "Vote a Nadie". "Nadie te da bolilla", es decir: "Nadie te da
importancia". "Nadie piensa en vos: votá a Nadie". Una precisa ironía en la que se dejaba leer
con absoluta claridad, que el gran candidato, la mejor opción, su líder era votar a o por
"Nadie". Ciertamente si "Nadie" les da bolilla, la única opción es votar a Nadie. ¿Cuál sería el
sentido de movilizarse en otra dirección?
Pero Nadie, escrito como nombre propio, designa, la única posibilidad electiva de estos
jóvenes universitarios. Nombra la impotencia real y denota por esta vía la inconsistencia de
una función que no alcanza a hacer ni apariencia, ni ilusión.
"Nadie" es el nombre propio que se le asigna a la impotencia real, el lugar vaciado de causa
que aliente al movimiento del deseo.
Otra de las situaciones a las que me refería estaba representada por un graffitti que plasmaba
de manera literal lo que sucedía con los jóvenes en una ciudad veraniega. Una de las
ciudades más frecuentadas por los adolescentes para celebrar la finalización de su año
lectivo.
El texto del graffitti en cuestión decía lo siguiente: "Ayudá a la cana, pegate solo". "Cana" es la
forma en que la lengua coloquial designa a la policía.
Sería al menos oportuno señalar que en más de una ocasión los jóvenes son objetos de tratos
indebidos, cuando no violentos en nombre de lo que se llama el reconocimiento de identidad.
- Página 2 de 13 Copyright 2011 - EFBA - Todos los derechos reservados
La ligereza, la desmesura y la arbitrariedad de los hechos sociales a los que se enfrentan los
jóvenes de nuestra época, tornan imperiosa la necesidad de interrogar la legalidad en la que
estos hechos se originan y hallan su fundamento. Ya que su regularidad, tanto como el
desenfreno al que conduce, nos enfrenta al permanente fracaso en el que encallan las
instituciones sociales como soportes de una función legitimadora que preserve el lazo social, y
ponga a resguardo la función instituyente de la palabra para el sujeto.
Epoca en la que el cinismo y el fetichismo hacia los que la sociedad eyecta a los jóvenes,
triunfan con desenfado por sobre las ilusiones capaces de dar cohesión y rumbo.
Al borde ya del siglo XXI, la ausencia de una perspectiva crítica que vaya más allá de
interpretaciones maniqueas sobre el real social de nuestro tiempo, en la que la educación, la
salud, los derechos a la palabra, la participación política de nuestros niños y jóvenes han
perdido protagonismo, se hace imprescindible alumbrar el camino con las reflexiones que el
psicoanálisis puede y debe aproximar.
Es innegable la incidencia que el discurso psicoanalítico produce desde siempre en el campo
social, al dejar en descubierto los sitios en los que la relación que guardan el saber y la verdad
pretenden silenciarse de manera ominosa.
A partir de esta posición, el valor de nuestras reflexiones debieran permitir albergar la
esperanza de hacer conjugar los intereses propios a nuestra ética de analistas. La que nos
permite sostener la tesis lacaniana según la cual, "la ética es el peso de lo real, sitio en el que
se sanciona el punto de nuestra presencia"(1).
Me parece un interesante punto de partida para poder pensar y debatir la posición del analista
ante la incidencia de la modernidad en las patologías actuales, de las que el sujeto
adolescente, a través de sus expresiones clínicas, suele ser un exponente real. Un testimonio
fiel de la marcada declinación de la función paterna como instancia legitimadora en la
estructura.
Adolescencia: estructura, tiempo y acto.
Abordar el tema de la adolescencia desde la perspectiva psicoanalítica, destacando las
observaciones a las que conduce la clínica con adolescentes, lleva de manera inevitable a
preguntarnos por la particularidad, la diversidad de sus manifestaciones y la relación que ellas
guardan con la estructura en juego para un tiempo de innegable conmoción en la subjetividad
del mismo.
- Página 3 de 13 Copyright 2011 - EFBA - Todos los derechos reservados
Esta conmoción real a la que nos enfrentamos en la clínica con los adolescentes, conmueve el
clásico lugar del analista en la transferencia.
¿Cuál es la estructura en juego para este tiempo por el que transita el adolescente?
¿Qué relación podemos establecer entre dichas manifestaciones clínicas y la posición del
analista en la transferencia?
Voy a recorrer, de manera sumaria, algunas referencias iniciales.
Desde Freud, la relación del Inconsciente con la estructura de la neurosis, sus desarrollos
conceptuales referidos a la producción sintomática y la evolución que los mismos tuvieron en
el camino del tratamiento analítico, no han podido ser pensados por fuera de lo que Freud
llamara: la "neurosis infantil".
La referencia a la etiología de los síntomas ha tenido, como núcleo ordenador, las vicisitudes
de la sexualidad infantil enmarcadas en el mito Edípico.
La calificación freudiana de "neurosis infantil" no tarda en deslizarse hacia la polémica, cuando
algunos hacen coincidir los tiempos de institución subjetiva con el acabado preciso de una
estructura.
El trazado definido de la represión instituyente daría por concluido desde el tiempo inicial el
anudamiento del sujeto, escindido entre el saber y el goce, anudado a la falta real
constituyente. Por lo tanto el niño haría su presentación a través de las formaciones del
Inconsciente.
La controversia que tomó al campo lacaniano, tanto en sus fundamentos estructurales como lo
referente a la posición del analista en la transferencia, no tardó en desplazarse hacia la
formalización de la clínica con adolescentes, centrada en el establecimiento del fantasma.
También aquí podremos encontrar una manera de relación definida del sujeto adolescente
tanto al deseo como al goce, producto de la eficacia de la operación de castración que, por el
lenguaje, permitiría el anudamiento de los tres registros R.S.I.
Sin embargo, el trabajo con estos pacientes en mi consultorio, y tareas de coordinación e
investigación clínicas que desde hace años llevo a cabo en un hospital de nuestra ciudad con
niños y púberes con trastornos emocionales severos - niños que discurren por escuelas
llamadas "de psicóticos", hospital de día y adolescentes internados -, me han permitido por
comparación disentir con estas formulaciones teóricas.
- Página 4 de 13 Copyright 2011 - EFBA - Todos los derechos reservados
No es propósito, al menos del presente trabajo, detenerme en la particularidad clínica de los
llamados pacientes psicóticos, sí servirme del contrapunto que he podido establecer entre
ellos y los púberes que se perfilan hacia una configuración neurótica, con el fin de extraer las
necesarias consideraciones de estructura referidas exclusivamente a éstos últimos.
Que un niño nazca, pertenezca al mundo de una configuración que otorga de hecho normas y
funcionamientos que hacen a la convención necesaria del lenguaje, no otorga la habilitación
requerible para sellar la pertenencia subjetiva a una nosografía que lo suponga de hecho
sujeto.
Sus disímiles manifestaciones clínicas distan lo suficiente de estas afirmaciones como para
hacernos pensar que la eficacia subjetiva, en tiempos instituyentes sería producto de un solo
corte, que defina de una vez por el mismo acto un modo de relación del sujeto niño al deseo,
al objeto y a su falta.
La adquisición de esta condición subjetiva, no podrá ser obtenida sin que en el niño se
produzcan las operaciones lógicas necesarias, en tiempos cronológicos no menos esenciales
que garanticen, de cumplirse con eficacia estructural, en otro tiempo, el de la pubertad, las
instancias nominantes para su acreditación como sujeto.
Es a partir de esta afirmación que propongo pensar la clínica con pacientes que atraviesan por
este tiempo de "segundo despertar sexual", como una clínica de entre – tiempos lógicos. Entre
- tiempo apto para incidir en la ratificación o rectificación de la estructura conforme pueda
operarse una adecuada escisión entre el agujero y su borde, como condición escritural del
fantasma. Previa trabajo de reinscripción del borde imaginario del objeto, del –, como
condición de inscripción del objeto a.
¿Qué razones hallaríamos para sostener, por oposición al planteo teórico inicial, la propuesta
que formulo?
Sabemos que el trayecto del lenguaje a la palabra no es sin consecuencias ya que el
ordenamiento simbólico del universo en el que nos constituimos, no introduce la diferencia
como natural. "Esta problemática en torno a la verdad, planteada desde Freud, introduce la
consideración de que el sujeto se estructura en el desajuste radical entre el saber y el sexo".
No hay niño que transite la infancia por fuera del desajuste estructural que implica el
encuentro del viviente, de todo sujeto hablante con la palabra y con la demanda del Otro.
Cierto es que hay desajustes y desajustes. No es lo mismo estar afectado de una inhibición o
- Página 5 de 13 Copyright 2011 - EFBA - Todos los derechos reservados
de manifestaciones que reclaman por esta vía una intervención que permita un ordenamiento
para proseguir su camino, de aquél que por el tipo de manifestación que presenta pareciera
quedar por fuera de esta chance.
No es lo mismo intervenir a través del juego y de las operaciones lúdicas para que siga
transitando su neurosis infantil - operada la redistribución de su economía de goce -, de los
niños cuyas estructuras requieren la introducción de elementos suplementarios y reales para
la configuración de una marca diferencial en cuanto a su goce, de la que se revelan carentes.
Distintas serán sus formas de anudamiento.
De igual modo, no es lo mismo el adolescente que se presenta por no saber quién es él para
los otros, su padecida inadecuación social, su dificultosa relación a un grupo que le dé
pertenencia, las inseguridades que le infunden sus sensaciones corporales de las que dice
sentirse preso, sus temores e inhibiciones para acercarse al partenaire del otro sexo, y que no
siempre será del otro sexo, la ineludible sensación de no verse "en forma" frente al espejo; del
adolescente que quiere matarse o de aquel otro que debe ser internado por una crisis
episódica o por un desencadenante psicótico.
La diversidad de las manifestaciones hace pensar en dimensiones clínicas del goce
diferenciales que reenvían a diferentes fallas de nominación, que el desfallecimiento de la
función paterna puede presentar en los tiempos de institución subjetiva.
¿Qué sucede desde el inicio en el plano de la configuración estructural?
Sabemos que el niño que viene al mundo, viene determinado por las marcas que en su cuerpo
real inscribe la demanda del Otro.
Este destino de la condición humana, hace que el niño se aloje tanto en el narcisismo de los
padres como en el lugar que la falta del Otro dona a su advenimiento, alojamiento que lo
significa como siendo el objeto de esa falta.
Debe "matrizarse" en el deseo de la madre para constituir la ecuación niño - falo, hecho que
implicaría ya la castración en la madre es decir la localización de su deseo - el de la madre con relación a una falta estructurante, que delimite el rechazo necesario de cierto goce para
alojarlo como siendo el objeto de su falta. Notación que en el álgebra lacaniana nombramos
como – falo imaginario.
Del devenir que la lógica de los tres tiempos del Edipo imprime para el niño, - en el pasaje por
las formas de negativización, los tiempos de escritura de la falta, frustración, privación,
castración - obtendrá "los títulos que guardará en el bolsillo" para poner a prueba en otro
- Página 6 de 13 Copyright 2011 - EFBA - Todos los derechos reservados
tiempo no menos importante para la rectificación o confirmación de la estructura.
En este sentido el niño entra al Edipo como objeto del Otro para salir de él, en el mejor de los
casos como sujeto dividido por la palabra.
"Se humaniza" en el proceso de diferenciación con el Otro, diferencia que permite dar una
primera inscripción de la significación fálica que engendra la castración con relación a una
pérdida de goce absoluto y la localización de un saber en falta.
Quiero destacar que la producción de saber Inconsciente - S2 - es subsidiaria del vaciamiento
del saber absoluto del Otro, eficacia producida por la metaforización del deseo materno que
interdicta el goce del Otro al tiempo que abre la hiancia necesaria para recortar allí en ese
hueco, el objeto de goce.
Sin embargo esta primera vuelta de la represión con consecuencias metapsicológicas para el
niño debe aguardar otro tiempo para poner en juego su titularidad, es decir su acreditación.
Recordemos que es con el advenimiento de la pubertad que Freud asigna el comienzo de las
transformaciones que conducirían el temprano florecimiento sexual infantil "hacia su definitiva
constitución normal."
La emergencia que el real sexual desencadena en las formas del cuerpo, halla de manera
inevitable correlato en el registro imaginario. El cuerpo, cautivo en lo real de la metamorfosis
puberal, pasa a constituirse en una verdadera molestia para su portador, quien no sabe muy
bien de qué se trata lo que allí está sucediendo.
Su condición de ser hablante, es decir la relación que guarda con el lenguaje y la palabra, no
basta por sí mismo a constituirse en barrera eficaz a esta emergencia de goce pulsional que
los fracasos de la represión introducen con desmedida.
Ni los exime de la contrariedad a la que se ven expuestos frente a la discordancia entre lo que
sienten y lo que la pantalla refleja.
El aflojamiento de la cuerda real e imaginaria se presenta la aptitud necesaria para que por su
hendidura se filtren manifestaciones ruidosas, inespecíficas en apariencias, los inevitables
acting out hasta el reconocido suicidio del adolescente.
Esta topología incidida por lo real no puede ser pensada por fuera de los efectos que la deriva
pulsional reintroduce, en los bordes, en el cuerpo del púber produciendo desórdenes de los
más variados en su imagen especular.
- Página 7 de 13 Copyright 2011 - EFBA - Todos los derechos reservados
Esta matriz yoica puesta en cuestión por el resquebrajamiento del narcisismo, paralelamente
al de los ideales parentales puestos a caducar necesariamente en este tiempo, deja al púber
expuesto a los avatares del goce pulsional, a la demanda del Otro real, con consecuencias
clínicas diversas.
Recorte clínico: desde el inicio.
Hacía tiempo que Carla quería consultar a una analista.
La postergación no tuvo que ver con ella. Llamó y solicitó un turno.
De inmediato llamó su madre para aclarar que mi nombre había sido propuesto por el padre
de Carla, su ex esposo.
No había "razones mayores" para negarse, aclara, pero ella proponía otro analista.
La resolución que se dieron entre ellos fue dirimir la elección a través de sendas entrevistas.
Una entrevista conmigo y luego con la otra analista.
No me fue inadvertido en el transcurso de la misma cómo la escena pasaba a convertirse en
una arena más de los múltiples frentes de batalla que esta pareja seguía manteniendo. La
preocupación real por la hija, no alcanzaba a tener el grado de acreditación suficiente para
deponer lo que entre ellos, y de cada uno seguía debatiéndose.
Lo recortaría en el siguiente rasgo: la madre, ni por su presencia ni por su palabra alcanzaba a
tener el grado de ciudadanía necesaria, como mujer y madre, para el padre de Carla. Por su
parte, este padre hacía ostentación de su supuesta superioridad a través de gestos que
dirigidos en pretendida complicidad hacia mí intentaban - por esa vía - ridiculizar, menoscabar
las apreciaciones de la ex mujer, madre de su hija.
Señalé en aquel momento que a pesar de la preocupación que ambos decían tener por lo que
le sucedía a Carla, la pelea entre ellos no le hacía el lugar necesario al pedido que desde
hacía tiempo ella venía formulando: quería ir de un analista. Único punto en el que los padres
estaban de acuerdo, no sin el alto precio de posponer la demanda en favor de una demora por
la elección del analista, sitio en el que se reinstalaba la lucha entre ellos.
Siete meses transcurrieron hasta recibir un nuevo llamado de Carla. No le oculto mi
reconocimiento y sorpresa a su pregunta tímida: si la recuerdo. Tampoco ahorro señalar el
tiempo transcurrido. Ahora es ella quien pide una entrevista. Al sugerirle un día y un horario el
- Página 8 de 13 Copyright 2011 - EFBA - Todos los derechos reservados
silencio que se provoca hace que le pregunte: "¿qué pasa?"
Con marcado pudor, tartamudeando me dice que ese día y próximo al horario que yo le doy
tiene la entrevista con la otra analista.
Se hizo evidente, que después de haber efectuado las entrevistas con las dos analistas sus
padres no pudieron llegar a un acuerdo sobre la elección. Elección que quedó a la cuenta de
Carla.
Agrega casi de inmediato que no importa y que verá cómo hará para llegar.
En ese momento intervengo y le digo que no. Su entrevista no será ese mismo día. Será otro.
Y además le hago una propuesta: le doy un turno un par de días posteriores a la otra
entrevista. Un par de días, no demasiados. Si al cabo de esa entrevista con la analista
propuesta por la madre, siente innecesario tener la entrevista conmigo por entender que para
ella es suficiente, me lo haría saber.
Con vacilación acepta. Al cabo de su entrevista con la otra analista llama para decirme que,
de todas maneras, quiere tener la entrevista conmigo. Hasta ese momento no nos habíamos
visto. Todo había sucedido telefónicamente.
En el transcurso...
No cree que lo que a ella le suceda sea ni "muy raro" ni "muy normal".
Cierto es que no se siente segura de nada. Cursa sin mayores dificultades su escolaridad
secundaria a la que no necesita dedicarle demasiado tiempo, pese a que su padre le señala de manera reiterada - que no hace el esfuerzo suficiente que él entiende debiera hacer.
Su preocupación es otra. Siente que "algo raro" le pasa cuando tiene que hablar con alguien,
así sea con sus amigas. Una suerte de inseguridad se apodera inhibiéndola de decir lo que
piensa. Ni qué decir si se trata de hablar con algún chico. No sería tomada en serio por ellos.
"Es como si tuviera que decir lo que el otro espera que yo diga. Sólo pienso en eso. Miro y
trato de darme cuenta qué es lo que el otro quiere que diga". Situación que de inmediato se
instala en la transferencia.
Pasa gran parte de su tiempo sintiendo que su cuerpo es "demasiado grande", que está
"gorda", que difícilmente pueda agradar a alguien, que los otros no la van a tener en cuenta.
"Me pierdo de decir lo que pienso por temor a que piensen que es una estupidez".
- Página 9 de 13 Copyright 2011 - EFBA - Todos los derechos reservados
En medio de esta situación observo que Carla presenta actitudes de "despiste" que relata de
manera graciosa.
"No sé qué me pasa quería ir para un lado y sólo me di cuenta que estaba en otro a las tres
cuadras."
Esta inhibición que envuelve a Carla no deja de acarrearle un sin fin de consecuencias
desagradables con sus amistades, por cierto escasas, ya que no logra adquirir el grado de
confiabilidad requerido por los otros.
Advierten que se suma sin oposición a todo lo que los demás proponen. Hecho que suele
dejarla sola.
A medida que el análisis avanza comienza a delinearse el lugar que Carla ocupa para sus
padres. La madre acude a ella frente a cada una de las dificultades que la conformación de la
nueva pareja le acarrea en la convivencia. Frente a estos episodios Carla dice de su madre
que es una tonta, que no piensa bien las cosas, no sabe ocupar su lugar hasta confundirse
entre las hijas como una más. Algunas de las escenas descriptas avalarían esta lectura
efectuada por ella. Pero al mismo tiempo observo el exceso y la rapidez en la descalificación
de su madre.
Y el padre, capturado por la pelea que no cesa con su ex esposa, le demanda a su hija que
tome partido en la disputa, enfureciéndose cada vez que ella pretende guardar adecuada
distancia del conflicto.
Encarna el punto de descalificación que el padre tiene de su madre. Por lo tanto Carla queda
perdida en y de su lugar. De hija por un lado y del camino de su sexuación como mujer por
otro.
En medio de este panorama quiere aprender a manejar, para ello necesita del auto del padre.
Él dice querer acompañarla para que practique, no sin recalcarle ante el mínimo error su
ineptitud para agregar que "así no va a aprender a manejar nunca nada".
Establecida la confianza real en la transferencia, condición indispensable para el tratamiento
con los adolescentes, le pregunto: "¿Y vos le crees?"
La puesta en interrogación de las manifestaciones de su padre, interrogación que no puede
ser sino a expensas del analista, las hace extensibles a sus dificultades para acercarse a los
muchachos. "Sabes, los otros días me fui pensando que en realidad mi papá siempre dice que
ningún hombre toma en serio a una mujer. Él hablaba de sus novias, pero pensé si eso
- Página 10 de 13 Copyright 2011 - EFBA - Todos los derechos reservados
también no tenía que ver conmigo". Dirigiéndose con atención hacia mí me pregunta: "¿No te
parece?"
Consideraciones finales.
La constelación edípica, sea cual fuere su insuficiencia, ofrece una coordenada de inestimable
valor clínico para establecer el punto de falla en el que se localizan estas expresiones siempre
dislocadas y anárquicas en apariencia. Ellas representan una verdadera puesta en cuestión
de la dialéctica del sujeto al Otro, que retroactúan sobre la inscripción de la primera vuelta
narcisística, tiempo de matrizado yoico en el que el niño haya su primera ubicación en el
mundo, interrogándolas en el mejor de los casos. Es decir cuando es posible contar con el
hueco estructural que soporte la interrogación y admita como dice Freud que es en la
pubertad que vuelven a jugarse los desafíos de los primeros tiempos.
Ciertamente el tránsito del autoerotismo - cargas de objeto en el propio cuerpo, a la búsqueda
del objeto en el cuerpo del partenaire - no puede producirse sin redefinir el término imaginario
por el cual fue acogido en el campo ilusorio del Otro. Falta que inscribe tanto en el niño como
en la madre la función del padre privador, imaginariamente fálico, quien debiera acoger la
carga erótica del deseo materno, negativizando por ello también al "niño – todo" como única
valencia de goce materno.
Esta tensión desenfrenada que la satisfacción del goce pulsional introduce como posible en el
segundo despertar sexual, requiere la reescritura, la marca literal de la imposibilidad de
satisfacción del goce que la demanda del Otro real introduce al nivel de la pulsión. Marca de
corte que sólo la atribución del padre ideal podrá hacer efectiva en la doble vertiente de la
prohibición.
El renovado pasaje por la castración imaginaria, como operador de la castración simbólica,
hará velar la cara real de objeto de goce que es inscribiéndolo en falta y permitir, como
corolario, transitar la pubertad hacia una nueva y necesaria forma de ilusión amorosa.
Ilusión que no le es ajena al escritor español Vicente Gaos quien con sensibilidad poética nos
dice de la adolescencia:
¡Qué negación de Dios, que sima oscura
cuando llegó la noche poderosa,
hermética tiniebla, inmensa losa
- Página 11 de 13 Copyright 2011 - EFBA - Todos los derechos reservados
sepultando principios de hermosura!
Creía en Dios, creía en la blancura
del mundo, sentí un día la amorosa
mano de Dios sobre mi frente hermosa
de niño ¡La mañana era tan pura!
Sálvame tú, mi amor apasionado,
mi única estrella, mi razón de vida
en la noche sin Dios, súbita y triste.
Necesito vivir iluminado.
Dame tu luz de amor más encendida.
Existe al menos tú, si Dios no existe.
***
NOTAS
(1) Lacan, Jacques: Seminario "La ética del Psicoanálisis". Editorial Paidós. Pág. 32.
Bibliografía.
Amigo, Silvia: "Veinte años después. La práctica del análisis y sus interrogantes hacia el fin de
siglo". Cuadernos Sigmund Freud Nº 17. EFBA.
Coriat, Elsa: "Hacia una formalización del psicoanálisis de niños".Cuadernos Sigmund Freud
Nº 17.
Dolto,Francoise. "La causa de los adolescentes". Editorial Seix Barral.
- Página 12 de 13 Copyright 2011 - EFBA - Todos los derechos reservados
Flesler, Alba: "El duelo de los niños". Cuaderno Sigmund Freud Nº19.
Freud, Sigmund. "Tres ensayos de teoría sexual". (1905)
"Las metamorfosis de la pubertad".
"Introducción del Narcisismo". (1914)
"Pulsiones y destinos de pulsión". (1915)
"La organización genital infantil". (1923)
Lacan, Jacques.
Seminario V "Las Formaciones del Inconsciente".
VII "La ética del Psicoanálisis". Editorial Paidós.
XI "Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis".
Escritos. "Estadio del espejo como formador de la función del Yo".
"La significación del falo".
"Conferencia de Ginebra sobre el síntoma". Intervenciones y Textos 2. Manantial.
"La Tercera". Intervenciones y Textos 2. Manantial.
"El despertar de la primavera". Intervenciones y Textos 2. Manantial.
Meghdessian de Nanclares, Analía: "Alcances y límites de un aprendizaje posible". En "La
salud Mental y el Hospital Público". II Congreso Argentino de prácticas Institucionales con
Niños y Adolescentes. Editorial Polemos. Buenos Aires, 1998
Sarlo, Beatriz: "Instantáneas". Medios, ciudad y costumbres en el fin de Siglo. Editorial Ariel.
1996.
Vegh, Isidoro: "Las intervenciones del Analista" Editorial ACME- agalma. 1997.
- Página 13 de 13 Copyright 2011 - EFBA - Todos los derechos reservados
Descargar