Victimologia desde el abordaje del Trabajo Social

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U.N.C. - Esc. de Trabajo Social - Sem. Anual de Criminología y Trabajo Social
“Victimología desde el abordaje del Trabajo Social”
Introducción
A la hora de realizar el siguiente trabajo, pusimos en discusión nuestra
experiencia con respecto al tema de “víctimas de delitos”, y surgieron los
siguientes interrogantes: ¿Qué es ser víctima del delito?, ¿cómo se considera la
“víctima” de un delito desde la profesión?, ¿qué tipo de abordaje se realiza?,
¿cuáles serán las políticas o programas que se desprenden del Estado para tratar
esta temática?, ¿a dónde recure una “victima de algún tipo de delito?, ¿cómo se
asesora a una persona en situación de “victimaria”?, ¿Qué tipo de respuesta se le
puede brindar desde el Trabajo Social?, ¿cómo analizar el problema complejo de
la relación víctima y victimario?.
Luego de profundizar la discusión, pudimos comprobar que en algún
momento de nuestras prácticas pre-profesinales tuvimos la posibilidad de
contactarnos con personas víctimas de algún delito, pero ante dicha situación nos
encontramos ante un vacío teórico y práctico (importante) de cómo intervenir o
asesorar a las mismas. Es por eso que desde este ensayo intentaremos clarificar
y buscar posibles respuestas a los interrogantes que se nos presentaron en
relación a la temática seleccionada.
También, desde este trabajo, consideramos fundamental no acotar la mirada
de la Criminología en el Trabajo Social, ya que percibimos que por lo general se
analiza la misma como una especialidad que solo puede ser ejercida por los
trabajadores sociales en el Sistema Penitenciario. Desde nuestro punto de vista,
creemos que lo anterior es una visión muy reducida que impide que veamos las
potencialidades que dicho campo de trabajo nos ofrece, como por ejemplo
trabajar desde la prevención, capacitación de los trabajadores sociales a otros
profesionales que se desempeñen en el área, los aportes que la profesión puede
brindar a la Criminología (entendiendo que la misma es una especialidad
compartida por varias profesiones de la Ciencias Sociales), etc.
Asimismo, en el siguiente ensayo plantearemos propuestas alternativas de
trabajo, (pero no que por ser alternativas sean irreales o disociadas de las que
actualmente se practican), que nos permitan entender la complejidad que rodean
las problemáticas criminológicas.
De acuerdo a lo anterior creemos oportuno especificar que el siguiente
trabajo contara con los siguientes puntos a desarrollar:
 Introducción teórica.
 Desarrollo del tema, donde incluiremos entrevista a profesionales del
área, análisis de la misma y relación con el marco teórico
seleccionado.
 Propuestas de intervención.
 Conclusión del ensayo elaborado.
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“Victimología desde el abordaje del Trabajo Social”
Referencias teóricas de la Criminología
Comenzaremos exponiendo una introducción teórica acerca de lo que es la
criminología y sus corrientes teóricas, para así poder reflexionar sobre la relación
entre Criminología y Victimología.
La criminología nació a fines del Siglo XIX produciendo impacto a nivel
jurídico y social. Es una disciplina que posee un campo teórico y un campo
práctico de investigación que ha sido utilizado en instituciones de control social y
en los engranajes de la administración de justicia. Es una herramienta de estudio
que contribuye a la comprensión de las leyes humanas.
Los problemas estudiados por la criminología pueden clasificarse en:
 Tradicionales: temas convencionales sobre estudios de los
delincuentes en las prisiones (infraestructura, alcoholismo,
prostitución, fármaco dependencia).
 Modernos: son los estudios basados en el delito de cuello blanco
(ecológicos, los cometidos por empresas trasnacionales, corrupción
administrativa, evasión impositiva, etc).
La criminología es para estudiar y resolver el problema de la criminalidad y
de los delincuentes. En sus orígenes era la criminología de los pobres y
estigmatizada por una sociedad dirigida por los detentadores del poder;
actualmente también es la criminalidad de los ricos.
La criminología actúa criminalizando el delito como:
 Combinación de factores personales.
 Como un gran problema (que impacta a todos los sectores
sociales)
 Como una cuestión moral.
 Como una cuestión política.
Teniendo en cuenta que la criminología es la ciencia que estudia la política
criminal, ésta es entendida como la política estatal de control social y solución de
conflictos dirigida hacia las acciones humanas. Siendo sus objetos prioritarios 1:
 Reducir la violencia.
 Reducir la frecuencia de delitos contra la propiedad.
 Adecuar la violencia de la respuesta de la justicia penal al
delito e igualmente instrumentar respuestas alternativas a la
prisión.
La política criminal debe señalar cuando entra en juego el sistema penal y
cuando debe intervenirse desde la política social. Es por ello que debe ser integral
(victimas y victimarios) y multisectorial. Por su parte la criminología apunta a
conocer distintas posturas teóricas: el paradigma positivista (clásica y clínica), el
estructural-funcionalismo, y el paradigma del control social.
Elías Carranza. “Justicia Penal y sobre población carcelaria, respuestas posibles”. Siglo XXI. Año
2001. Editorial Amorrourtu.
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Aproximación a las Corrientes Criminológicas.
Criminología Clásica y Clínica:
Benigno Di Tullio la define como la ciencia de las conductas antisociales y
criminales basada en la observancia y el análisis profundo de casos individuales,
normales, anormales o patológicos. Esta corriente intenta dar una explicación
integral a cada caso, considerando al ser humano como una entidad biológica,
psicológica, social y moral. Se dice que proviene de Lombroso. Sus antecesores
son por ejemplo Maucdesey, Londres en 1888; Francisco Giner, Madrid en 1899 y
De Los Rios, Buenos Aires en 1907.
Se le denomina Criminología Clínica porque proviene del griego CLINE: Lecho,
cama. El medico clínico tiene como labor la de observar, diagnosticar, pronosticar
al paciente en la cama. Estos son los grandes objetivos de la criminología clínica.
La premisa es la de que la conducta humana esta condicionada por múltiples
factores biológicos, psicológicos y social. Hay que averiguar en cada caso, cuales
de estas circunstancias hacen que la persona cometa un delito.
Dentro de los métodos tenemos:
1. Entendimiento directo con el delincuente.
2. Examen medico.
3. Examen psicológicos para obtener datos sobre la personalidad del individuo.
4. Encuesta social en donde el trabajador social investiga el medio en que se
desarrollo la persona.
El trabajo clínico debe ser interdisciplinario, en términos generales se ha
vinculado con el funcionamiento de las prisiones. Este trabajo da respuesta al que
hacer con el individuo, realizado así el diagnostico pronostico y tratamiento.
La peligrosidad es un concepto clave de la escuela clínica, que se basa en el
supuesto (que causa llevar a la persona al delito) se puede determinar si los va a
seguir cometiendo y en que medida. Este concepto tiene dos aspectos:
a) La Capacidad Criminal: Que es la cantidad de delito que puede cometer el
criminal.
b) Adaptabilidad: La capacidad de adaptación al medio en que vive.
La escuela clínica trata de analizar al delito para establecer un diagnostico,
pronostico y tratamiento. Este es el central de esta escuela.
Un diagnostico se utiliza para determinar el grado de peligrosidad de un individuo,
entrando en juego los dos aspectos antes mencionados. Lo más importante es el
paso al acto y existe 4 fases importante:
a) Consentimiento Mitigante: Concibe y no rechaza la posibilidad del delito del
delincuente.
b) Consentimiento Formulado: Donde la persona decide cometer el delito.
c) Estado de Peligro.
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d) Paso al Acto: La comisión del delito.
SUTHRERLAND, elaboro en la criminología clínica, El delito del cuello blanco y la
definió: " Es un delito cometido por una persona de respetabilidad y estrato social
alto en el curso de su ocupación".
Las conclusiones:
1. La delincuencia de las empresas y los ladrones de cuello blanco son
reincidentes.
2. Tiene miedo a la denuncia.
3. Los hombres de negocios expresan el mismo despreció a la ley que los otros.
4. Son crímenes bien organizados. A diferencia del ladrón común, el de cuello
blanco no se ve como delincuente.
5. Expresa públicamente adhesión a la ley, aunque en privado la viole.
6. Es un delito oculto, Una manera de lograr la imputabilidad es a través de
expertos abogados.
7. En términos históricos se dio cuenta que muchas de las grandes fortunas se
deben a, la practica ilícita.
Esta investigación de SUTHERLAND cambia toda la criminología, ya que como
frecuentemente se decía que el delito debía explicarse con los problemas
psicológicos y no es así. Además la criminología no se basa, ni en dinero ni en
promesa. Concluye señalando que hay que incluir a las clases medias y altas en
el fenómeno de la criminología.
Corriente Estructural-Funcionalista:
Los representantes de la corriente estructural-funcionalista que mayor
trascendencia tuvieron en el tema de la criminología, fueron Durkhein, Parsons y
Merton. Todos los cuales de una u otra forma coinciden en reconocerle a la
organización estatal una alta cuota de representatividad en el Control Social de la
conducta desviada. El sociólogo francés Emile Durkheim se destaca en el ámbito
del estudio delictivo por su tesis sobre la normalidad de la criminalidad y el
importante rol que juega esta última en el mantenimiento de la cohesión y la
solidaridad social; llegando a afirmar que el delito representa un "factor de salud
pública" por cuanto garantiza la movilidad y alternancia de la generalidad de las
normas sociales, incluidas las que promulga el Estado a través del Derecho. Uno
de los principales méritos científicos de este autor radica en la aportación del
concepto de "anomia", entendido como la ausencia o carencia de efectividad de
las normas sociales de todo tipo, aspecto que a su modo de ver, genera una
especial desorganización colectiva por la pérdida de la capacidad reguladora del
control social normativo.
Idéntica tónica funcionalista caracteriza la obra de Talcott Parsons, autor que
siguiendo la línea de Durkheim reconoce en este último la profundidad del
tratamiento respecto a la naturaleza del Control Social y a la significación de la
conformidad moral. Parsons enfoca el concepto de desde la óptica psicosociológica, estableciendo una relación congruente entre la desviación y la
carencia de control. Su principal trascendencia científica estriba en el profundo
reconocimiento del Derecho como manifestación del Control Social, destinado
como toda variante controladora a garantizar el orden social; cuestión con la que
discrepa de la pretendida dicotomía o alejamiento entre la función de control y la
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gestión estatal sostenida originariamente por los miembros de la Escuela de
Chicago.
Teorías de la criminología crítica:
Nuevas posiciones teóricas dentro del contexto criminológico y
denominadas criminología crítica, nueva criminología, criminología alternativa, se
basaron en la prédica del Labelling Approach de Becker y Lemert, teniendo por
sentado que es la sociedad la que etiqueta como desviados determinados actos y
asigna tal rotulación en particular solamente a determinados individuos.
El paradigma del control: el "Labelling Approach", surge en EE.UU. como
un nuevo paradigma criminológico conocido indistintamente como Teoría de la
Reacción Social, modelo del etiquetamiento, labelling approach, Paradigma del
Control, etc. Con un claro sustrato interaccionista, este novedoso enfoque superó
con creces la valoración lineal y simplista que caracterizaba a la Criminología
Positivista Clásica. Para los representantes del labelling approach (LEMERT,
CHAPMAN, BECKER Y PAYNE) la determinación causal del delito se configura
como un proceso problemático y relativo, pues afirmaban que tal fenómeno se
construye socialmente a partir de procesos de definición y selección.
A raíz de esta teoría la interdependencia entre los fenómenos de la desviación
social y de la reacción social sufre un vuelco perspectivo de interpretación que
invierte la relación de determinación de la delincuencia aceptada hasta ese
momento. El modelo etiológico de explicación del delito presumía que la
existencia de la desviación generaba la reacción controladora de la misma, sin
embargo la teoría del etiquetamiento o labelling approach asegura que por el
contrario, el control social crea la criminalidad; se produce así una correlación
configurativa en la que la reacción social se interpreta como factor preexistente y
constituyente de la desviación. "El control social –sus agentes y mecanismos—no
se limitan a detectar la criminalidad y a identificar al infractor, sino que crean o
configuran la criminalidad: realizan una función constitutiva".
Para el "Labelling Approach" la selección de cuál individuo específico debe ser
procesado (etiquetamiento) no se rige por criterios técnico-jurídicos, sino según
estereotipos criminales que se estructuran en el imaginario de los operadores del
Derecho Penal. "El mandato abstracto de la norma se desvía sustancialmente al
pasar por el tamiz de ciertos filtros altamente selectivos y discriminatorios que
actúan guiados por el criterio del estatus social del infractor". Por tanto, si en le
proceso definitorio de la criminalización primaria se escogen conductas, en la
criminalización secundaria se concretiza individualmente la secuencia selectiva,
definiéndose a las personas delincuentes.
Dentro de las posiciones del Paradigma de la Reacción Social se prestó especial
atención a los efectos criminógenos de la atribución del status de delincuente
(criminalización secundaria), racionalizándose que el etiquetamiento del individuo
y su consecuente estigmatización producían un fenómeno identificado como
"desviación secundaria", consistente en la potenciación de la desviación
caracterizada porque la persona etiquetada rompe definitivamente su nexo con el
orden social normativo, reforzando su "fidelidad" a la desviación y produciendo un
cambio de identidad o "reconstrucción" adaptativa de la personalidad (ajuste de
imagen), en la que el individuo asume coherentemente las estereotipadas
expectativas sociales que le asignan y se comporta de manera correspondiente.
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En nuestras pretensiones de resumen parcial de los postulados que sobre el
Control Social Penal realiza el "labelling approach", acudimos a la excelente
síntesis que al respecto realiza Garcia-Pablos de Molina, cuando afirma que este
significativo paradigma ha destacado tres elementos básicos del Control Social
Penal: su comportamiento selectivo y discriminador, su función creadora de la
criminalidad y la secuela dañosa y estigmatizante que se deriva de la acción del
Sistema Penal.
La evaluación de los desaciertos del Modelo de la Reacción Social debe
contemplar la evidencia de que no nos encontramos ante una teoría de la
criminalidad, sino ante un modelo de criminalización, para el cual el crimen
propiamente dicho parece no interesar; el eje central de su teoría gravita
alrededor del efecto criminógeno y estigmatizador del Control Social Formal. Lo
anterior nuclea gran parte de los cuestionamientos críticos a este paradigma, al
que se le achaca un vicio metodológico consistente en un fundamentalismo
antideterminista, que soslaya la existencia de los factores etiológicos del delito.
Se parte así del razonamiento erróneo de que la criminalidad se constituye
únicamente por la interdependencia condicionante entre las agencias del Sistema
Penal y un sector de la sociedad.
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Desarrollo de la temática seleccionada
Victimas en el contexto de la seguridad
Para el desarrollo de la temática de “Víctimas del Delito”, consideramos
oportuno retomar la discusión actual sobre la “Seguridad”, para así poder
comprender el contexto que rodea a aquellas personas que deben sufrir distintos
abusos en ámbito público, y que a partir de dicha situación se posicionan como
víctimas que reclaman asistencia, sobre todo, al Estado (considerado como un
Estado de Derecho).
La cuestión de la seguridad ciudadana ha emergido desde la segunda
mitad de la década del 90 como tema central capaz de poner en juego la
capacidad del Estado de cumplir con sus funciones básicas. Este problema exige
políticas responsables y soluciones efectivas para la protección de los derechos
de las personas.
“No es ocioso considerar el proceso que ha llevado a nuestra sociedad a
hacer de estos temas un asunto de preocupación central. Esta centralidad no
debe aparecer como natural o autoevidente. El protagonismo de la seguridad
ciudadana, hoy tomado como lógico, es el fruto de un proceso por el que distintos
fenómenos relacionados con la violencia se incrementaron y esto aparece como
un problema que debe resolverse. La oportunidad que tiene esta sociedad, a
diferencia de otras, es que aún existe el recuerdo de una situación distinta, el
recuerdo de una sociedad en la que el riesgo de quedar excluido de toda
distribución de bienes sociales era casi nulo. La dimensión de la exclusión vigente
avanza sobre ese recuerdo estructurando una sociedad dual. Esa dualidad, por
su parte, es el terreno para la potencial construcción de un antagonismo social
que aún no se ha terminado de constituir plenamente. En este enfrentamiento de
la sociedad se identificaría el mundo de la ley con los sectores incluidos en la
distribución de bienes y el mundo del delito, con los excluidos. Si bien esta visión
tiene una amplia difusión, aún se encuentra en un estado latente, como prejuicio
aun vergonzante. Como todavía este antagonismo no está cristalizado como
evidencia, merece ser evaluado como una oportunidad para no llegar a una
situación antagónica”2.
La seguridad ciudadana involucra problemas básicos de la relación entre
ciudadanos, entre éstos y las instituciones y entre las instituciones entre sí. Por
ello, resulta fundamental pensar y describir estos problemas en toda su
complejidad. Ello implica cuestionar algunas descripciones que, por simplificar, no
sólo ponen en riesgo la seguridad personal, sino también los derechos de los
ciudadanos. Sólo una comprensión en el marco de esta complejidad puede tomar
en consideración todos los derechos que están en juego, sin reducirlos a una
dimensión meramente defensiva. Sólo un nuevo enfoque del tema, permitirá
encarar una política de seguridad inclusiva que amplíe el ejercicio de los
derechos, en lugar de restringirlo.
Hacerse cargo del reclamo por mayor seguridad de un modo responsable
significa otorgarle su real dimensión, resolverlo en un contexto de respeto por los
“Más seguridad, más derechos. Políticas públicas y seguridad en una sociedad democrática”. Editado por
La Asociación de Defensores de Derechos Humanos, entre otras organizaciones. Buenos Aires. Argentina.
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derechos y no limitarlo a una demanda que busca solamente reducir el riesgo de
que ciertos delitos ocurran. La negación de las múltiples facetas del problema
sólo conduce a la restricción y no a la protección de los derechos.
Que las políticas de seguridad requieran de la comprensión de esta diversidad de
factores no debería sorprender.
Es propio de toda política pública abarcar tal pluralidad, ya sea en el
campo económico, laboral, educativo, etc.
Por el contrario, se profundiza el problema al insistir con un discurso que pretende
que la seguridad puede abordarse con soluciones simplistas y restringidas que
sólo dependen de la voluntad de luchar contra el delito.
“Dar una respuesta que contemple esta complejidad no implica suspender
la acción. Por el contrario, implica aprovechar experiencias que ya dieron
resultados positivos en la protección de derechos; sumar la capacidad de otras
instituciones públicas –además de aquellas tradicionalmente involucradas en las
políticas de seguridad– y desarrollar políticas de seguridad cuya dinámica
promueva mayores niveles de integración social. Por otra parte, implica un
rechazo activo de las concepciones reduccionistas y autoritarias frente al
problema de la inseguridad. El recorte arbitrario del problema que estas
posiciones sostienen es evidente; su fracaso es comprobable y su continuidad
sólo profundizará la crisis”3.
Abarcar esta complejidad requiere, entonces, pensar más acá y más allá
de la mera respuesta al hecho delictivo, respuesta que también debe ser
pensada. Más acá, porque existe un contexto en el que emerge el hecho delictivo,
que incluye las características de la convivencia social y la relación de los
ciudadanos con las instituciones, en particular, con las encargadas de la
seguridad. Más allá, porque tanto el infractor como la víctima son parte de un
sistema que los excede, y que abarca los modos en que los ciudadanos
desarrollan sus vínculos y resuelven sus conflictos, modos que retornan sobre la
sociedad fortaleciendo su integración o su segmentación.
Discursos sobre seguridad.
Entre los discursos sobre la seguridad se encuentran también aquellos se
describen el problema tratando de incorporar dimensiones omitidas, por ejemplo,
las diversas manifestaciones de la violencia, como la violencia delictiva común, la
institucional y la doméstica, y colocan estos problemas en el contexto de la
exclusión social económica y política. Este grupo de discursos también menciona
el decaimiento del imperio de la ley pero parte de una noción más amplia de
ciudadanía, una ciudadanía que no se restringe a la no interferencia de los otros,
sean estos particulares o públicos, y que incluye el goce de derechos económicos
y sociales. Al esbozar una definición más amplia de ciudadanía, surge una noción
más vasta y compleja del problema de la inseguridad, al menos en su
enunciación.
Este grupo de discursos puede ser efectivo en articular acciones de
resistencia ante los avances de la demagogia punitiva, pero su capacidad se
muestra reducida al momento de construir propuestas y consensos que estén al
nivel del diagnóstico realizado. Así, el análisis de la situación se organiza
“Más seguridad, más derechos. Políticas públicas y seguridad en una sociedad democrática”. Editado por
La Asociación de Defensores de Derechos Humanos, entre otras organizaciones. Buenos Aires. Argentina.
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alrededor de dos argumentos fundamentales: las instituciones estatales son parte
central del problema de la inseguridad y la enorme desigualdad social es fuente
de violencia. Sin embargo, al momento de diseñar medidas de intervención sobre
ambos conjuntos de problemas se adoptan perspectivas simplistas, que no se
corresponden con la diversidad del diagnóstico.
“En primer lugar, al problema sobre el decaimiento del imperio de la ley y la
crisis de las instituciones públicas sólo se le busca respuesta mediante
propuestas de reingeniería del poder punitivo del Estado, ya sea con las reformas
institucionales de las policías o de sus capacidades de investigación y represión
del hecho delictivo. Reformas necesarias pero, al mismo tiempo, claramente
insuficientes para mejorar la capacidad del Estado para actuar sobre el problema
de la inseguridad y generar un marco institucional que restablezca el pleno
Estado de Derecho. De este modo, al momento de las propuestas se mantiene el
eje en la detección y castigo del hecho delictivo, foco en el cual se incluye una
posición crítica sobre la violencia institucional y el modo en que se ejerce dicha
represión.
En segundo lugar, la referencia a las condiciones de desigualdad y
exclusión como una variable fundamental al momento de analizar cuestiones tales
como la falta de respeto a la ley, el incremento de algunas prácticas delictivas o
de los niveles de violencia, termina funcionando como una línea de escape al
momento de diseñar propuestas útiles en materia de seguridad ciudadana. Las
respuestas se derivan a una mejora genérica de las condiciones socioeconómicas, como si los problemas de seguridad se solucionaran por añadidura a
una mejoría general de dichas condiciones. Por ello, las políticas de seguridad
parecen paralizarse a la espera de una mejora del contexto y de soluciones
estructurales que reduzcan los niveles de delito. Esto, entre otros problemas,
excluye reflexionar sobre el modo en que determinadas prácticas delictivas son
parte de los procesos que generan exclusión y acrecientan las dificultades de
acceso a distintos bienes”4.
El hecho delictivo sigue ocupando el lugar central de las medidas
propuestas. Las variantes se limitan a proponer diferentes modos de uso de la
fuerza –más intenso o más regulado– y permanecen en una lógica de
gerenciamiento del poder coercitivo. Por lo tanto, se restringen a una sola
dimensión de la cuestión. Como coinciden en esta simplificación, tiene sentido la
discusión maniquea entre "mano dura" y "garantismo", tal como suelen plantearla
los defensores de la intensificación del uso de la fuerza. Si se piensa la demanda
de seguridad como un pedido de orden fáctico, lo único que resta acordar es la
intensidad en la que se debe imponer dicho orden.
Es necesario cambiar el punto de vista para pensar la seguridad ciudadana y
rechazar la lógica con la cual ha sido comprendida hasta el momento por amplios
sectores. Un análisis del problema de la violencia delictiva e institucional desde la
óptica de los derechos demanda el reconocimiento de que éstas no sólo afectan
el derecho de los ciudadanos a la no interferencia, sino que también involucran
cuestiones básicas de la convivencia social y de la confianza de los ciudadanos
en las instituciones. Es preciso que los objetivos y las propuestas sean
Más seguridad, más derechos. Políticas públicas y seguridad en una sociedad democrática”. Editado por La
Asociación de Defensores de Derechos Humanos, entre otras organizaciones. Buenos Aires. Argentina.
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consistentes con esta descripción y no la restrinjan a una mera declaración de
principios.
“Un enfoque responsable debe tomar en consideración el proceso previo al
aumento de la violencia en general y el delito en particular, y de la manera
diferencial en que ambos afectan a distintos grupos sociales. Como se ha dicho
en este documento, la separación de nuestra sociedad en grupos antagónicos y
desiguales no ha borrado el recuerdo y el ideal de una sociedad más igualitaria.
Esta oportunidad, sumada a la centralidad que se le asigna en el debate a la
seguridad ciudadana, exige un punto de vista consistente con una noción amplia
del problema. En este sentido, implica la responsabilidad de actuar bajo la noción
de que las políticas públicas deben perseguir un efecto compensatorio de las
desigualdades y no solamente considerar las condiciones de exclusión
económica, social y cultural para implementar políticas que centran la atención en
los sectores empobrecidos y fomentan su estigmatización. Implica, además,
tomar en cuenta las características de la interacción social y de los vínculos entre
ciudadanos e instituciones”5.
Esta visión, además, exige intervenir sobre los sectores de la actividad
delictiva más protegidos por su relación con el
Estado, que gozan de impunidad y presentan mayores dificultades para ser
sancionados.
Tal pensamiento obligará a trasladar a las propuestas la complejidad
asumida en la descripción de los problemas y en el concepto de ciudadanía
involucrado. Así, será necesario otorgar un lugar central a las políticas sociales, a
las políticas institucionales y el desarrollo de acciones en materia de seguridad
que no reproduzcan la exclusión y la estigmatización social.
Desde esta mirada más amplia se planteará claramente que la seguridad
de los ciudadanos es en sí misma una cuestión que hace a sus garantías, y no un
límite a éstas. Que el respeto a los derechos humanos es una condición de
eficiencia de estas políticas y no un obstáculo para que alcancen su objetivo. Y
que un concepto de seguridad acorde a un concepto amplio de ciudadanía no
puede remitir sólo ni fundamentalmente al derecho a la no interferencia sino
también a garantizar determinadas condiciones para el ejercicio tanto de
derechos individuales como colectivos.
Sostener que las políticas de seguridad deben involucrase con otras
políticas públicas, como las políticas sociales, no significa entender que estas
últimas son exclusivamente las políticas que operan sobre la inclusión material y
de bienestar. Por el contrario, la articulación entre las políticas de seguridad y
otras políticas públicas incluye, no sólo variables relacionadas con la actividad
laboral de las personas y políticas de empleo sino también acciones relacionadas
con el espacio público, los vínculos sociales y la salud. Implica a las políticas que
intervienen sobre los modos de la convivencia y proporcionan recursos para el
mejoramiento de la calidad del lazo social. Como ejemplo, podríamos mencionar
a las políticas tendientes a una resolución alternativa y pacífica de aquellos
conflictos que habitualmente encuentran soluciones autoritarias, que pueden
derivar en violencia entre ciudadanos o requerir la intervención de la violencia
estatal.
“ Más seguridad, más derechos. Políticas públicas y seguridad en una sociedad democrática”. Editado por
La Asociación de Defensores de Derechos Humanos, entre otras organizaciones. Buenos Aires. Argentina.
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“La implementación de mecanismos participativos y autogestionados de
resolución de conflictos en barrios con altos índices de violencia es un mecanismo
ha resultado eficaz tanto para una resolución democrática y pacífica de los
conflictos, como también para promover la reconstrucción de vínculos sociales
que la exclusión económica y social deterioraron. La experiencia piloto de los
Foros de Convivencia –desarrollados en el marco del Proyecto Comunidades
Justas y Seguras de la Universidad de Rosario y la Universidad de Toronto, por
ejemplo– constituidos en barrios de extrema pobreza de la ciudad de Rosario
proporciona un ejemplo en este sentido. Los Foros de Convivencia, al brindar un
modelo monitoreado de abordaje de conflictos interpersonales –y de las
condiciones genéricas que los producen– a poblaciones excluidas del acceso a
este tipo de alternativas, evitan la criminalización de conflictos, reducen la
intervención de las instituciones de seguridad y la violencia institucional ejercida
sobre la población y restituyen capacidades de autogobierno. De este modo, se
promueve otra cultura de resolución de conflictos6 y se establecen vías de
sostenimiento de la convivencia distintas a las que producen y sostienen la
interacción entre las fuerzas de seguridad y los sectores sociales estigmatizados
a través del uso de la fuerza”6.
La incorporación de la perspectiva de políticas sociales en materia de
seguridad no es una característica de las políticas de seguridad sólo necesaria en
sociedades con altos niveles de exclusión, sino una cualidad que se observa en
políticas de seguridad de sociedades integradas y sin graves problemas de
pobreza. Sin embargo, en nuestro contexto cobra una importancia fundamental
por diferentes razones: en primer lugar, por tratarse de un contexto de mayor
exclusión y desigualdad, la dimensión social resulta fundamental para operar
sobre los conflictos relacionados con la inseguridad. Una relación eficiente entre
políticas de seguridad y políticas sociales implica necesariamente desarticular
aquellas articulaciones entre políticas públicas que incrementan la conflictividad
social, provocan la violación de derechos e inclusive distorsionan las instituciones.
“La judicialización de un amplio espectro de las políticas sociales
destinadas a la infancia y juventud es uno de los ejemplos más claros de
intervenciones públicas en materia social que hoy contribuyen a incrementar la
conflictividad y la violación de derechos en lugar de operar para su resolución. En
la mayor parte del territorio nacional la llamada "justicia de menores" está
encargada de gestionar medidas destinadas asistir a familias y a los niños y
adolescentes con problemas o conflictos que no están vinculados a las leyes
penales. A su vez, la situación de personas menores de edad en conflicto con las
leyes penales es resuelta por ese mismo mecanismo judicial o por una instancia
judicial similar, que carece de las más básicas garantías legales. Esto provoca,
por una parte, una mala gestión de políticas sociales por parte de una
organización judicial absolutamente carente de diseño, estructura y capacidad
para administrar estas medidas asistenciales, a lo que se suma un régimen
discrecional de internaciones y otras medidas privativas de la libertad de personas
menores de edad, estén ellas o no en conflicto con leyes penales. Como
resultado de este sistema perverso aparece un reclamo de mayor dureza sobre
“Más seguridad, más derechos. Políticas públicas y seguridad en una sociedad democrática”. Editado por
La Asociación de Defensores de Derechos Humanos, entre otras organizaciones. Buenos Aires. Argentina.
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U.N.C. - Esc. de Trabajo Social - Sem. Anual de Criminología y Trabajo Social
“Victimología desde el abordaje del Trabajo Social”
los niños y adolescentes cuando se está frente a uno de los sistemas con mayor
nivel de internación de la región”7.
El otro ejemplo en el que aparece claramente la distorsionada relación que
se plantea actualmente entre políticas sociales y de seguridad es el modo de
enfocar la cuestión de la protesta social, representada ampliamente por los
piquetes y cortes de ruta.
Por otro, resultan equivalentes funcionales de aquellas instancias de
mediación institucional que se han deteriorado, como los sindicatos.
Las visiones meramente reactivas sobre el fenómeno de la protesta social
sólo se preocupan por mantener el orden, y responden con subsidios a la
demanda social una vez que el conflicto ya está en la calle. Por el contrario, una
visión proactiva y verdaderamente universalista del problema, que valorice el
carácter institucional de la protesta y la ciudadanía de quienes demandan,
permitirá anticiparse al conflicto con la satisfacción de los derechos sociales
actualmente vulnerados. La ausencia de criterios claros y estrictos para la
distribución de prestaciones sociales, tendió a legitimar distintas protestas
sociales como uno de los modos fundamentales para la obtención de beneficios.
Este puede ser analizado como ejemplo de una dinámica contraproducente entre
políticas sociales y políticas de seguridad. Un mecanismo arbitrario de distribución
de beneficios sociales tiende a negarles su categoría de derechos y promueve el
conflicto como mecanismo de asignación10. Medidas como el establecimiento de
claros criterios en la asignación de prestaciones sociales están orientadas a
reconocer los derechos vulnerados y a evitar que la capacidad de generar
conflictos sea una regla para la distribución de las políticas sociales.
“Si muchas veces la inseguridad emerge de un cruce de situaciones
variadas donde se combinan distintas negaciones de derechos básicos y
prácticas excluyentes, en esos casos las medidas en materia de seguridad
deberán desarrollarse en el marco de intervenciones públicas más amplias que
tomen en consideración esta pluralidad de factores. En tal sentido, el éxito de la
respuesta estatal dependerá de la incorporación de líneas de acción vinculadas a
otro tipo de intervenciones (vivienda, derechos políticos, salud, uso del espacio
público, canales de participación política, etc.). En tal sentido, ha sido una seria
falencia de la política oficial que el Programa de Protección Integral de Barrios –
vigente desde noviembre de 2003 y gestionado por la secretaría de Seguridad
Interior– no haya sido acompañado sistemáticamente por otras políticas, que
esporádicamente fueron anunciadas. Si podían desprenderse impactos positivos
de estos operativos estaban sujetos a la incorporación de otras agencias que
superaran el enfoque fundamentalmente policial. Al no ser así, sus consecuencias
resultan altamente lesivas para las prácticas cotidianas de quienes habitan esos
barrios y consolida las condiciones negativas que motivaron la intervención
inicial”8.
Diversos tipos de intervención que articulan políticas sociales y de
seguridad apuntan desde los mecanismos de resolución pacífica de conflictos
interpersonales a partir de la participación activa de la propia sociedad civil, hasta
la generación de empresas sociales con jóvenes en situación de vulnerabilidad
como forma de promover una integración social distinta. También abarcan la
“Más seguridad, más derechos. Políticas públicas y seguridad en una sociedad democrática”. Editado por
La Asociación de Defensores de Derechos Humanos, entre otras organizaciones. Buenos Aires. Argentina.
8
“Más seguridad, más derechos. Políticas públicas y seguridad en una sociedad democrática”. Editado por
La Asociación de Defensores de Derechos Humanos, entre otras organizaciones. Buenos Aires. Argentina.
7
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U.N.C. - Esc. de Trabajo Social - Sem. Anual de Criminología y Trabajo Social
“Victimología desde el abordaje del Trabajo Social”
ampliación del papel de la escuela como referente social y cultural en barrios
donde las alternativas de recreación son nulas o escasas. En Argentina, sólo se
han manifestado este tipo de iniciativas en un plano experimental y queda un
enorme camino por recorrer al respecto, tanto en la promoción de cursos de
acción innovadores como en su institucionalización.
Para intentar gobernar la inseguridad urbana, operando sobre la
desigualdad y la exclusión social, es preciso tanto trabajar en la articulación de
políticas sociales y de seguridad existentes, como también en la generación de
nuevas líneas de acción. Para que la multiagencialidad no quede como una
enunciación y se comience a innovar en nuevas líneas de acción pensadas a
partir de la articulación de políticas sociales y políticas de seguridad pública, es
importante que se generen marcos institucionales para el diseño de estas
políticas. Esta articulación entre agencias debe darse tanto entre carteras con
agendas distintas (de seguridad, sociales, etc), como también entre distintas
instancias de gobierno (municipal, provincial, nacional) que deben procurar la
máxima consistencia posible entre sus políticas. Nuevos cursos de acción han
surgido de esquemas de cooperación entre agencias, desde los que diversos
actores estatales y no estatales (algunos comprometidos tradicionalmente con la
tarea de controlar el delito, otros que asumen nuevos roles en este marco y
organizaciones de la sociedad civil) pueden generar prácticas conjuntas. Estos
esquemas han sido institucionalizados de manera diversa en distintos países,
generalmente trazando un vínculo entre el ámbito del gobierno central y el ámbito
del gobierno local.
“Por último, en el contexto local, la articulación entre políticas sociales y de
seguridad no sólo es importante porque la dimensión social resulta clave, sino
también porque existe un generalizado consenso que indica a las instituciones de
seguridad y de justicia criminal como parte del problema. Desde el regreso de la
democracia, las instituciones de seguridad han sido progresivamente
cuestionadas por su responsabilidad en violaciones a los derechos humanos, su
participación en redes de ilegalidad e inclusive su capacidad de funcionar como
articuladoras de oportunidades delictivas. Que las políticas de seguridad queden
circunscriptas sólo a las mismas instituciones policiales que requieren ser
reformadas ha sido una de las debilidades de los intentos de reformas en las
políticas de seguridad. Este diagnóstico, demanda una mayor intervención de
otras instituciones públicas, no sólo para que sumen distintas capacidades, sino
para acompañar a estas intervenciones de una legitimidad que las instituciones
de seguridad no pueden brindar. También es necesario introducir nuevos actores
capaces de generar dinámicas que interrumpan las redes de ilegalidad y evitar
que las políticas de reforma sean rehenes de los grupos, expertos e instituciones
que activamente defienden las lógicas corporativas de las policías o la justicia”9.
“Más seguridad, más derechos. Políticas públicas y seguridad en una sociedad democrática”. Editado por
La Asociación de Defensores de Derechos Humanos, entre otras organizaciones. Buenos Aires. Argentina.
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U.N.C. - Esc. de Trabajo Social - Sem. Anual de Criminología y Trabajo Social
“Victimología desde el abordaje del Trabajo Social”
Víctimas de delitos en Córdoba
Para introducirnos en el tema específico de las víctimas de delitos, en primer
lugar aclaramos que nuestro trabajo se enfocará a los delitos que se receptan y
tratan desde el Programa de la “Asistencia a la Víctima del Delito”, y el rol del
Trabajo Social en dicho ámbito. En este sentido intentaremos aclarar algunos
conceptos que se relacionan con el tema a desarrollar. Los mismos son:
 Victima: Persona que padece daño por culpa ajena o por causa fortuita.
 Victimario. Aquella persona que daña o mata a otra.
 Delito: Desde una perspectiva técnica se define el delito como acción u
omisión típica, antijurídica, culpable y penada por la ley. La acción es un
hecho previsto en la ley penal y dependiente de la voluntad humana. La
acción delictiva puede consistir en un acto en sentido estricto, cuando hay
una realización de un movimiento corporal; en una omisión pura o propia si
se trata de un no hacer algo, o una combinación de ambas posibilidades,
llamada comisión por omisión u omisión impropia. La acción debe
depender de la voluntad de una persona.
 Denuncia: Denuncia, en Derecho penal, declaración oral o escrita
realizada ante un órgano judicial, la policía o el ministerio fiscal y por la que
se comunica la comisión de un hecho que puede ser constitutivo de delito o
falta. El concepto se utiliza en el ámbito administrativo y tributario, sólo que
lo hechos suelen revestir el carácter de delito o falta administrativos. En tal
caso, el órgano que la recibe estará obligado a informar el grado de
culpabilidad a la autoridad judicial para que ésta provea en orden a la
aplicación del código penal y esperar su resolución como criterio más
prudente, a fin de aplicar las sanciones administrativas que procedan, y no
incurrir en una duplicidad de castigos, prohibida a partir del principio
constitucional denominado non bis in diem (no dos veces por el mismo
delito). Sin embargo, un sector amplio de la doctrina entiende que nada
tienen que ver las actuaciones contempladas desde el prisma de un
ordenamiento penal y otro administrativo, por lo que no se infringe el
principio en cuestión y puede sancionarse al mismo tiempo la conducta en
los dos ámbitos .Las leyes de cualquier país suelen prever la obligación de
presentar denuncia a quien presencie la perpetración de un delito público,
poniéndolo de inmediato en conocimiento de las personas encargadas de
perseguirlo. La misma regla rige respecto a quienes tuvieren conocimiento
de hechos punibles aunque no los hubieran presenciado.
Los términos mencionados anteriormente se corporizan a nivel social de
diferentes maneras, son conceptos que no debemos entenderlos de manera
disociada sino dentro del actual contexto social, que entiende que estos
problemas deben ser controlados específicamente por los organismos judiciales
pertenencientes al estado. Es por ello que entendemos que las victimas de delitos
están relacionadas, entrelazados a la estructura social vigente y los problemas
coyunturales que de ella se desprenden. Por ello la criminología hace referencia a
la política criminal vigente y se vincula con lo expresado por E. Zaffaroni“la
seguridad y política de seguridad o política criminal son dos cosas un poco
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U.N.C. - Esc. de Trabajo Social - Sem. Anual de Criminología y Trabajo Social
“Victimología desde el abordaje del Trabajo Social”
distintas. Me pregunto si hay realmente, a nivel nacional, una política de
seguridad vigente. Es decir, el lenguaje jurídico que trasciende al público de
alguna manera hablar nos hace hablar en términos de víctimas, de victimarios, de
delitos. Lo que en la realidad social encontramos son conflictos de mucha,
mediana y mínima gravedad, pero son conflictos. La seguridad no es una cuestión
que tenga que vérselas con el delito: tiene que vérselas con los conflictos. Esto
hay que tenerlo en claro de lo contrario, vamos a entrar a vernos con una
construcción jurídica y las mismas no se peleen ya que son abstracciones. Frente
a una enorme conflictividad social hay distintos modelos de solución de los
conflictos. Se puede intentar resolver conciliatoriamente o de modo reparador.
Este último acepta que se produjo un daño y se determina la forma de repararlo,
quién lo sufrió, qué exige, cómo se arregla. Otra forma de resolver el conflicto es
decir: aquí parece que al protagonista o al desencadenante del conflicto le esta
pasando algo raro, hay algún error de conducta y analizamos de que manera
intentamos modificar la conducta lo que constituiría un modo terapéutico de
resolución de conflictos”2
En relación a lo anteriormente mencionado, podemos decir que el gobierno
de la Provincia a implementado recientemente dos Programas complementarios
para abordar la problemáticas emergentes actualmente, los mismos son:
“Programa de Violencia Familiar” y “Programa de Asistencia a la Victima del
Delito”. Consideramos que al implementarse dichos Programas, se a
problematizado, o sea, se a puesto en cuestión, los problemas referidos a la
violencia en el ámbito domestico (que en caso de no abordarlos quedarían
anclados en el ámbito privado domestico, y tal vez sin la posibilidad de que los
actores implicados puedan resolverlos), y los conflictos referidos a las personas
víctimas y víctimarios de diferentes delitos que pueden vivenciarse tanto en el
ámbito público como privado.
Es importante mencionar que la aprobación de la Ley de Violencia Familiar,
(ley 9283), promovió que estos problemas, que hasta hace unos años eran
abordados o contemplados solo desde el punto de vista judicial, ahora son
resueltos, o al menos se los aborda desde un punto de vista multidisciplinario. Si
bien sabemos que el sistema puede tener algunos problemas de falta de
recursos, (por ejemplo económicos o humanos), es un avance importante en lo
que refiere a intervención estatal.
Específicamente hablando del Programa de Asistencia a la Victima del
Delito3 de la ciudad de Córdoba, a continuación destacamos desde un punto de
vista teórico y práctico como se realiza la actividad de asistencia técnica.
Se entiende que el problema victimológico es de índole social, es por ello
que se considera que la misma sociedad tiene un papel protagónico.
Es un punto clave en la cuestión victimológica, que la comunidad logre unir
con responsabilidad sus esfuerzos humanos, económicos, materiales,
institucionales, profesionales, y de solidaridad en la intención compartida de
disminuir la gravedad de las secuelas del delito que en ella se genero.
Desde la perspectiva del centro de Asistencia a la Víctima del delito, la
inserción del trabajo social dentro de la comunidad es abordada desde una óptica
Zaffaroni, Eugenio. “Criminología, aproximación desde un margen”. Editorial Temis. Colombia. 1993.
Programa Asistencia a la Victima de delito, dependiente del Ministerio de Justicia de la Provincia de
Córdoba.Victimología. Documento número 7. Año 1993.
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3
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U.N.C. - Esc. de Trabajo Social - Sem. Anual de Criminología y Trabajo Social
“Victimología desde el abordaje del Trabajo Social”
peculiar, en cuanto no se manejan programas de organización, desarrollo y apoyo
a los movimientos comunitarios, que integrarían la visión del espacio profesional
del trabajador social comunitario.
Se trata más bien de un criterio institucional que considera que ese individuo
victima de un delito, o en situación de riesgo es parte de un grupo y de una
comunidad, que también se ven afectados por las consecuencias del hecho del
delito, y que a la vez contienen el potencial necesario para apoyar el tratamiento
victimológico.
Es aquí donde se ubica al trabajador social que, en relación interdisciplinaria
e interinstitucional, cumple su función en dos niveles básicos:
 De contención: de la situación victimológica del delito y del grupo
familiar (propósito que se comparte con otras disciplinas) como también
la posibilidad de contener los sentimientos de impotencia, frustración en
la búsqueda de soluciones y estrés que experimentan las instituciones de
base que se ven afectadas y requeridas por las situaciones de
sufrimiento de uno o varios de sus usuarios.
Esta contención a las instituciones actúa también a modo de prevención
de la estigmatización y victimización institucional.
 De activación y coordinación: de redes comunitarias e institucionales
que deben cumplir un papel fundamental en la recuperación de la victima
y su familia.
A través del apoyo y contención a la institución surge en ella y con
claridad sus posibilidades de movilización efectivas respecto al problema
victimológico y para diagnosticar y prevenir otras situaciones de riesgo.
Para cumplir con estos objetivos se trabaja básicamente con recursos
técnicos profesionales, siendo estos a su vez la oferta objetiva que tiene
la institución Centro de Asistencia a la Victima del Delito. En el plano de
las necesidades materiales, económicas y problemáticas específicas
como el alcoholismo, drogadicción y enfermedades psíquicas o físicas
que agravan la situación victimológica, el tratamiento se proyecta para
dar intervención a otras instituciones especializadas en estos problemas
que realizan su atención en forma complementaria y simultanea. Se trata
aquí de elaborar estrategias de intervención conjunta, un trabajo
coordinado que posibilite ofrecer alternativas coherentes no
contradictorias, y que respeten la integridad de la persona en su
situación. En este sentido el trabajador social se posiciona como un
profesional que gestiona recursos a nivel institucional, ya sean a nivel
interno y externo. Por ejemplo gestionando recursos que provienen de los
mismos Programas estatales, o bien gestionando recursos que
provengan de otras instituciones no gubernamentales. En este sentido es
el principal promotor de generar y mantener el trabajo institucional “en
red”.
El trabajador social mediante su bagaje teórico y sus herramientas metodológicas
promueve el entendimiento de los problemas sociales de manera compleja,
comprendiendo que los mismos no son inherentes a cada persona o familia sino
que son efecto de una compleja red de relaciones sociales, donde se
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U.N.C. - Esc. de Trabajo Social - Sem. Anual de Criminología y Trabajo Social
“Victimología desde el abordaje del Trabajo Social”
entremezclan la familia, la economía, la educación, la cultura, la religión, el
Estado, etc.
Introducción a las propuestas
Promover el control de la violencia implica repensar las condiciones en que
las instituciones de seguridad se insertan en la sociedad e intervienen en la
circulación social de la violencia, de modo tal de evitar dinámicas violentas en la
gestión de conflictos. Implica comprender que la pretensión estatal de monopolio
de la fuerza tiene sentido como instrumento para la protección de los derechos, y
no para el mantenimiento del orden fáctico.
“Controlar la violencia implica asumir que el problema no se circunscribe a
la violencia estatal y reconocer los puntos estructurales de su circulación en el
contexto nacional. Pero para ello no se puede desconocer la función de
protección y reproducción que el Estado ha ejercido en relación con las lógicas
violentas, así como en la incapacidad que históricamente ha demostrado la fuerza
estatal para desandar los circuitos de violencia, sin provocar con ello una
vulneración de derechos más aberrante que aquella que se busca prevenir.
Repensar las condiciones en que las instituciones de seguridad se desenvuelven
en la sociedad implica asumir que la violencia institucional es parte del contexto
de violencia que se intenta controlar democráticamente. Esto es, un
reconocimiento de la doble condición de las agencias policiales: formar a la vez
parte de las políticas públicas para reducir la violencia y tener entre sus
capacidades las de ejercer distintos niveles de violencia como instrumento para
intervenir”10.
En relación a lo anteriormente mencionado, discutir las instituciones de
seguridad implica revertir la crisis que atraviesa el uso de la fuerza por parte del
Estado, crisis cuya profundidad se expresa en distintos niveles. En primer lugar, el
uso de la fuerza pública aparece como elemento que reproduce las lógicas de la
violencia y la inseguridad más que como una herramienta capaz de intervenir
eficazmente en la desarticulación de esas dinámicas para solucionar potenciales
conflictos. En segundo lugar, las instituciones que administran la fuerza pública
tienen grados altísimos de deslegitimación frente a amplios sectores sociales con
quienes deberían interactuar a fin de proteger sus derechos15. En tercer lugar, no
se han desarrollado prácticas de gobierno y control de las instituciones de
seguridad que las incorporen dentro de la institucionalidad democrática.
El probado aumento de la violencia institucional en los últimos tiempos no tiene
justificación en proporción al aumento de la violencia delictiva. Reducir la
violencia de las instituciones de seguridad no es sólo una cuestión de
principios, esta violencia es en sí misma un riesgo para la vida y la
integridad de los ciudadanos16 y componente del problema de la
inseguridad. Es importante tener en cuenta las propuestas que se refieren
a controles administrativos, políticos y ciudadanos, como también aquellas
orientadas a la desmilitarización de las policías. Pero, aún más allá,
también es preciso poner en cuestión los incentivos institucionales a esta
“Más seguridad, más derechos. Políticas públicas y seguridad en una sociedad democrática”. Editado por
La Asociación de Defensores de Derechos Humanos, entre otras organizaciones. Buenos Aires. Argentina.
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U.N.C. - Esc. de Trabajo Social - Sem. Anual de Criminología y Trabajo Social
“Victimología desde el abordaje del Trabajo Social”
violencia, tales como la obligación de los agentes de portar armas y de
intervenir cuando están fuera de servicio, la protección que las agencias
policiales otorgan a funcionarios con múltiples denuncias de violencia y la
incapacidad de las mismas instituciones policiales para identificarse a sí
mismas como organizaciones cuya función es intervenir en situaciones de
conflicto protegiendo los derechos ciudadanos.
En vistas a reducir la violencia ejercida desde las instituciones policiales es
esencial desarticular las estructuras de corrupción y su autonomía, ya que
controlar la fuerza del Estado implica también quebrar la posibilidad de que las
policías continúen funcionando como gerenciadoras de la estructura de
oportunidades criminales. Para lograrlo se requiere no solamente garantizar un
control político de las instituciones de seguridad que aumente su transparencia,
sino también eliminar las barreras impuestas a la circulación de la información,
propias de estas estructuras militarizadas. Existen normas disciplinarias en las
fuerzas de seguridad que desincentivan la denuncia por parte de sus agentes de
las ilegalidades cometidas por otros miembros. Estas normas tienden a establecer
un control férreo sobre la información institucional y restringen la transparencia de
su funcionamiento.
“Si bien recientemente algunas instituciones policiales han realizado
reformas normativas tendientes a transformar esta obligación en una opción, no
han acompañado dichas disposiciones de acciones tendientes a alterar los
componentes de la cultura institucional que promueven este uso de las armas
riesgoso para la vida de los ciudadanos, sean estos o no, funcionarios policiales.
No se trata tanto de mantener un estricto control sobre rutinas policiales que
ponen en riesgo constante los derechos ciudadanos, como de generar nuevas
prácticas de intervención19. La afectación de derechos no puede justificarse
como un costo necesario para proteger otro bien, sino en la certeza de que no
existen modos alternativos menos lesivos y que resulta estrictamente necesario
proceder. Una sociedad democrática debe garantizar a todos la libertad de
circulación, así como la integridad física frente a los funcionarios públicos. Estos
derechos no pueden ser exclusivos de aquellos sujetos mejor integrados al
sistema económico y político”11.
Poner luz sobre el modo en que las instituciones policiales participan o agravan el
problema de la seguridad no implica sostener que el problema de la violencia se
agote allí. Intervenir en aquellos ámbitos con mayor nivel de violencia, no significa
agudizar la fuerza pública aplicada sobre cada uno de los hechos violentos, sino
operar sobre las condiciones inmediatas que lo posibilitan o producen. Con una
mirada de más largo plazo, se deberán atender las condiciones estructurales
desde los distintos sistemas de control y de asistencia. Distintas políticas eficaces
para reducir los niveles de violencia –algunas de las cuales se mencionan en
otras secciones de este documento– desarrollan estrategias de intervención
multiagenciales.
Para las instituciones policiales esta perspectiva implica tener capacidad para
articularse de modo positivo con otras instituciones públicas en lugar de
obstaculizarlas o desplazarlas. Estas intervenciones que vinculan las lógicas
policiales con las acciones que desarrollan otras instituciones a nivel nacional,
provincial o municipal20, no debería implicar un sometimiento de las otras
políticas públicas a las lógicas policiales.
“Más seguridad, más derechos. Políticas públicas y seguridad en una sociedad democrática”. Editado por
La Asociación de Defensores de Derechos Humanos, entre otras organizaciones. Buenos Aires. Argentina.
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U.N.C. - Esc. de Trabajo Social - Sem. Anual de Criminología y Trabajo Social
“Victimología desde el abordaje del Trabajo Social”
Por otra parte, implica organizar el uso de la fuerza pública a fin de proteger y
acompañar el despliegue de las estrategias de otras instituciones, implementar
acciones que otras agencias no pueden ejecutar y desarrollar estrategias de
intervención destinadas a desarticular y dificultar las condiciones de desarrollo de
las redes criminales cuyo accionar produce los hechos de violencia más
gravosos. Las instituciones de seguridad tienen una responsabilidad fundamental
en la reducción de las oportunidades criminales, en especial en desarmar las
arquitecturas de protección para lo cual se requiere una intervención inteligente y
coordinada de la policía y la justicia.
“Para el desarrollo de estas políticas son necesarias instituciones con un
diseño que facilite, en lugar de clausurar y reducir a su mínima expresión su
interacción con otras agencias y que puedan ser gobernadas y controladas
democráticamente Colocar las instituciones de seguridad bajo la autoridad
efectiva de los responsables políticos del área es una acción necesaria pero está
lejos de ser suficiente. Para insertar a las instituciones de seguridad en las
dinámicas democráticas es necesario revisar sus lógicas cotidianas de gobierno,
sus prácticas, sus relaciones con otras instituciones y poderes, sus relaciones
internas –necesariamente burocráticas y jerárquicas– y sus vínculos con la
sociedad civil. Garantizar el acceso a la información y su circulación interna,
incorporarlas en esquemas de controles cruzados, asemejar la estructura y
cultura policial a la de otras agencias profesionales-burocráticas-jerarquizadas
separándolas del modelo y cultura militar en la que se han reproducido”12.
Esto implica necesariamente garantizar los derechos de los funcionarios policiales
al interior de la institución, así como su acceso a derechos económicos y sociales,
pasos necesarios para su desenvolvimiento como miembros de la sociedad. La
carencia de derechos devalúa la noción que tienen acerca de los derechos
ciudadanos en general. Su acceso, por el contrario, revaloriza la noción que los
policías tienen de su función como servidores públicos en una sociedad que los
respeta23.
Replantear el gobierno y control de las instituciones de seguridad implica
necesariamente rediseñar y fortalecer los mecanismos de participación de la
sociedad civil --campo en el que deben evitarse las interpretaciones simplistas e
ingenuas. Es peligroso desconocer que el autoritarismo, las prácticas
discriminatorias o segregacionistas no son sólo producto del accionar estatal
autónomo o aislado, sino modos de articularse entre los ciudadanos y las
instituciones.
Sin caer en perspectivas elitistas, debieran ponderarse los riesgos de muchas de
las apelaciones a la comunidad que se observan actualmente desde las políticas
de seguridad pública –desde los foros de vecinos convocados por las
instituciones policiales a las redes de vecinos que se concentran en alertas
comunitarias– que evocan imágenes de fortaleza y movilizan a los ciudadanos
para defenderse de los extraños, reproduciendo y amplificando los procesos de
estigmatización y exclusión social, o reducen la participación de la sociedad civil a
la ramificación de lógicas vigilantistas.
La participación de la sociedad civil en el gobierno y control de las políticas de
seguridad debe comenzar por revisar las disposiciones normativas que impiden
requisitos básicos para el control de las policías por parte de la sociedad
“Más seguridad, más derechos. Políticas públicas y seguridad en una sociedad democrática”. Editado por
La Asociación de Defensores de Derechos Humanos, entre otras organizaciones. Buenos Aires. Argentina.
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U.N.C. - Esc. de Trabajo Social - Sem. Anual de Criminología y Trabajo Social
“Victimología desde el abordaje del Trabajo Social”
civil. Es necesario, además, fortalecer mecanismos que ya se utilizan para
promover la participación de la sociedad civil en otros sectores del Estado, y
generar, por ejemplo, la participación y control de los ciudadanos mediante
instancias que den racionalidad y transparencia en la designación de funcionarios
jerárquicos. Es fundamental abrir canales que promuevan una mayor influencia de
la sociedad civil en la determinación de la agenda institucional, en particular en
las problemáticas locales, y para ello es imprescindible contemplar que estos
mecanismos compensen, en lugar de reproducir, las marcadas diferencias de
acceso a las instituciones que padecen los distintos grupos sociales.
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U.N.C. - Esc. de Trabajo Social - Sem. Anual de Criminología y Trabajo Social
“Victimología desde el abordaje del Trabajo Social”
Propuestas de Intervención en el área de Asistencia a la Víctima
del Delito.

Articular de manera integral los Programas existentes.

Crear una fuente de datos común a los dos Programas existentes, en
donde en la misma aparezca la información de los casos tratados por
ambos programas, a fin de que las intervenciones profesionales en cada
caso no se superpongan y de esta manera no se dilapiden esfuerzos y
recursos.

Consolidar el lugar del trabajador social demostrando que su actividad
jerarquiza la atención a la victima, ya que a través de la implementación
de herramientas metodológicas favorece la resolución de las problemáticas
gestionando recursos, brindando información, capacitación y
asesoramiento, esto lo posiciona en un lugar estratégico en dichos
programas de atención a la víctima.

Favorecer la creación e implementación de programas preventivos donde
el trabajador social tome el rol de capacitador y que desde ese lugar
revalorice la importancia de trabajar la información como un recurso
ciudadano, al que todos podamos acceder por el simple hecho de serlo.

Promover la circulación de información, acerca de los centros asistenciales
y de los programas existentes para que sean difundidos en todos los
sectores de la población, por ejemplo escuelas, centros comunitarios,
parroquias, Ong´s, cooperativas, comisarías, hospitales, dispensarios, etc.

Consolidar en forma definitiva o al menos estable, la articulación entre el
trabajo que se realiza desde los programas y las organizaciones del tercer
sector, con el fin de contener las problemáticas en sus distintos niveles y
que no solo sea un trabajo del estado, de este modo propiciar el ejercicio
de la ciudadanía.
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U.N.C. - Esc. de Trabajo Social - Sem. Anual de Criminología y Trabajo Social
“Victimología desde el abordaje del Trabajo Social”
Entrevista. Trabajador Social del Programa de “Asistencia a la
Víctima del Delito”. Ciudad de Córdoba, (calle Rivadavia 77)..
Lic. Jorge Tfanghe.
Nota: La entrevista fue realizada el día martes 20 de febrero de 2007, a las 17:00
hs. La misma se desarrollo en el horario laboral del profesional, quien de manera
amable se dispuso a brindarnos la información necesaria para la realización de
dicho trabajo. Por este motivo el tiempo de la entrevista fue acotado.
Es importante destacar, que cuando buscamos las oficinas de esta repartición se
nos dificulto bastante ya que la dirección que teníamos era la antigua y los
empleados con los que consultamos no nos sabían indicar correctamente donde
se encontraba funcionando dicho Programa.
A: alumnas.
P: profesional.
A: hola buenas tardes, nosotras somos estudiantes de Trabajo Social, estamos
cursando el Seminario de Criminología, y para realizar el trabajo final pensamos
en abordar la temática de la Asistencia a la víctima del delito. Quisiéramos saber
como se trabaja desde esta área, saber que programas existen, como es el grupo
de profesionales?....
P: Bueno les explico, existen dos programas que son Violencia Familiar y
Víctimas del delito, los dos se incluyen dentro de lo que es el Ministerio de
Justicia de la provincia. Yo soy el único Trabajador Social del equipo técnico, hay
abogados y psicólogos. En el Programa de violencia familiar existen mas
profesionales porque son diez trabajadores sociales, mas los psicólogos y un
psiquiatra. Acá en este programa recién hace poco mas de un año que estoy yo
como trabajador social; por eso es difícil insertar el trabajo social acá porque
siempre hubo una mirada muy jurídica con respecto a los casos que llegan.
A: Contanos ¿que tipo de demandas receptan?
P: Bueno…generalmente receptamos gran cantidad de demandas por abuso y
violación, porque las demandas de violencia física y psicológica las derivamos al
programa de violencia que funciona en la calle Alvear casi 25 de Mayo. Hacemos
esto porque tratamos de no superponer el tratamiento de las demandas. Las
personas que llegan con problemas son de todas las clases sociales. No
necesariamente pobres o personas vulnerables
A: ¿Las personas que llegan son derivadas por otras instituciones,
necesariamente tuvieron que hacer una denuncia, o por voluntad propia?
P: Las personas que llegan no necesariamente lo hacen a través solo de
denuncias, sino pueden venir por primera vez y nosotros los asesoramos a que si
o si hagan la denuncia. Esto es porque no pueden iniciar un proceso de demanda
hacia el victimario si no cuentan con la denuncia penal. Y les cuento… que ese
tipo de denuncia únicamente lo pueden hacer en dos comisarías judiciales que
hay en la Ciudad de Córdoba, una esta en la calle Duarte Quirós, y la otra en la
calle Rondeau. Nuestro trabajo se basa fundamentalmente en el asesoramiento
legal y jurídico, y bueno por supuesto el psicológico y el que realizo yo desde el
Trabajo Social.
22
U.N.C. - Esc. de Trabajo Social - Sem. Anual de Criminología y Trabajo Social
“Victimología desde el abordaje del Trabajo Social”
A: ¿Te costo insertar la visión que tenemos desde el Trabajo Social con respecto
a las problemáticas que abordan?
P: Si actualmente me cuesta porque hace poco que estoy y hay una mirada muy
jurídica de los problemas, se miran de manera muy recortada, y cuesta erradicar
los preconceptos que tienen las otras profesiones y las personas en particular
sobre nuestra profesión.
A: En relación a lo anterior ¿Cómo se distribuyen las tareas en el equipo técnico?
Por ejemplo ¿Cómo receptan las demandas?
P: Bueno, primero se analiza si las demandas son pertinentes a esta área o si es
necesario derivar la persona a otro sector. Luego si es pertinente se realiza la
primera entrevista, que por lo general la realizo yo. Si la persona cuando llega ya
ha realizado la denuncia se le sugiere que inicie un tratamiento psicológico con
los profesionales de acá; en caso que no haya realizado la denuncia se le brinda
apoyo legal y jurídico, aparte del psicológico. En el caso del tratamiento
psicológico no solamente se le realiza un diagnóstico sino que debe continuar el
tratamiento acá.
A: ¿En que parte del proceso de la demanda intervenís?
P: Yo intervengo al hacer la primera entrevista, y después si se constata que la
persona es de bajos recursos gestiono por ejemplo recursos económicos,
institucionales como becas, albergues transitorios, escuela, vivienda. Los
recursos que gestiono pueden ser internos o externos, por ejemplo internos si una
persona es victima de un delito sexual vive en un barrio-ciudad yo puedo
gestionar que se traslade a otro barrio del mismo plan de viviendas favoreciéndole
a la victima en su tratamiento, ya que no va tener que cruzarse en el barrio con su
victimario. En el caso de los recursos externos por ejemplo puedo llegar a
gestionar si la persona debe retirarse de su hogar un albergue transitorio.
A: Por lo que nos contas realizan un trabajo en red, es decir intentan optimizar los
recursos existentes… ¿Es así como tratan de contener los problemas?
P: Si de esa forma tratamos de que haya un abordaje del problema en forma
integral. Yo entiendo que debe haber una mixtura entre lo comunitario, lo familiar
y social; el tratamiento tiene que darse con el apoyo de la familia o por ejemplo de
la escuela, porque es importante involucrar todo tipo de actores, para eso es
necesario realizar un trabajo fuerte de información y prevención, entender que la
información es un recurso trascendente para que se generen cambios y posibles
soluciones. Por ejemplo la escuela es un espacio fundamental a la hora de
brindar información para prevenir delitos como por ejemplo abusos y violaciones.
A: A partir del cursado del seminario de criminología y en relación a lo que venís
diciendo, nosotros tuvimos la certeza de que es necesario capacitar a aquellas
personas que generalmente receptan las demandas sobre todo en las comisarías.
Es decir creemos que desde el trabajo social se podría trabajar capacitando a los
policías que son los que están en los precintos receptando las denuncias y que
muchas veces no cuentan con las herramientas suficientes para entender el
problema de manera integral, por esto muchas veces subestiman la importancia
de la denuncia y generan que la persona desista de realizarla. ¿Cuál es tu opinión
con respecto a esta idea?
P: Yo creo que el trabajador social en su rol de capacitador es un recurso muy
importante a nivel institucional ya que posee herramientas teóricas y
metodológicas que permiten analizar los problemas desde una mirada compleja,
siempre teniendo en cuenta que la persona es un ser social y a la vez esta
influida por una serie de factores familiares, comunitarios e inserta en un
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determinado contexto que lo condiciona para enfrentar o solucionar los
problemas. Con respecto a la policía, el tema es complicado…porque por ejemplo
acá la mayoría de las denuncias que llegan son hacia policías y militares, porque
como saben son grupos caracterizados como autoritarios y violentos, por eso es
difícil insertar otro tipo de alternativa o proyecto, de todos modos estoy de
acuerdo con plantear propuestas nuevas que tiendan a resaltar el rol del
trabajador social como capacitador en cualquier ámbito. Siempre es importante
crear nuevos espacios donde se pueda trabajar desde la información y
prevención y no esperar a que el problema este instalado.
A: ¿Existe algún programa relacionado a esto?
P: No actualmente no existe, pero cualquiera que este interesado en estos temas
puede acudir a la biblioteca especializada que tenemos acá los miércoles de 8 a
13 hs, o buscar asesoramiento en cualquiera de los programas que existen.
A: Nosotros a partir de este trabajo buscamos bibliografía al respecto, y
encontramos que por lo general se habla de “Victimología”, como entienden este
termino?
P: Bueno, nosotros por lo general entendemos que el trabajo, o mejor dicho el
tratamiento, deben ser con la víctima de un delito, pero en la medida que se
pueda también tenemos que trabajar con el victimario (en caso de ser posible
como les dije). Por ejemplo tenemos muchos casos bastantes difíciles de abordar,
ahora se da mucho lo de la pornografía infantil, que es mas difícil de contener que
el narcotráfico de drogas, son temas muy complejos… y como les decía por
ejemplo tenemos el caso de varios nenes que a su vez abusan de otros de igual
edad o mas chicos, y desde acá tratamos de trabajar con el nene que abusa y el
que es abusado, porque la idea es cortar con la cadena de abusos que se están
dando por estas épocas. Ahora estoy haciendo un curso de Pornografía infantil
con otros profesionales, porque me permite saber más del tema. Pero como les
dije… tratamos dentro de lo que se puede de hacer el tratamiento con aquel que
comete el abuso y el que es abusado, para tratar de parar con la cadena de
abusos.
A: Bueno no queremos quitarte más tiempo, y muchas gracias por recibirnos y
por brindarnos esta información.
P: Bueno, cualquier cosa que necesiten estoy de lunes a viernes de 14 a 20 hs.
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Conclusión
Consideramos que el trabajo desarrollado a cerca de “Asistencia a la
Victima del Delito”, nos permitió inmiscuirnos en un tema para nosotros poco
desarrollado o pocas veces abordado a lo largo de la carrera. En este sentido
creemos que es muy positiva la investigación sobre el mismo porque nos permitió
conocer otras aristas del campo criminológico en el trabajo social. También nos
permite visualizar que si bien en la década de los ´90 se profundizo la retirada del
estado en temas como educación salud, trabajo, etc; actualmente a través de
estos programas se hace cargo de los problemas emergentes en cuanto violencia
por ejemplo, poniendo a disposición profesionales y recursos económicos para
abordarlos.
Merece destacarse que la inserción del trabajo social en tratamiento de las
victimas de delitos, a significado un cambio bastante importante en cuanto a la
mirada de los problemas, ya que se entiende que los mismos no pueden ser
vistos solo desde el punto de vista jurídico sino también, que los portadores de
estas problemáticas son seres sociales que están insertos en un tejido social
conflictivo, por lo tanto es aquí donde debe buscarse la solución, entendiendo
además que los problemas no son simplemente carencias sino potencialidades
que movilizan los recursos humanos.
También pudimos constatar al realizar este trabajo que existen recursos
institucionales disponibles para atacar los conflictos emergentes, pero por lo
general los mismos están solo al alcance de aquellas personas que son victimas
de delitos, y por lo tanto no llegan a la sociedad en general, esto impide que
circule la información sobre los mismos y que de esta manera se proteja a las
potenciales victimas. En este sentido estamos convencidos que es importante
hacer hincapié en el trabajo preventivo a través de la educación y capacitación a
otros profesionales que están en contacto con sectores en riesgo por ejemplo
mujeres y niños.
Consideramos optimo acercar herramientas teóricas metodológicas
características del trabajo social a otras profesiones que permitan tener una
mirada mas abarcativa y compleja de los conflictos que se generan al interior de
la sociedad.
Es importante entender la asistencia, el asesoramiento a las victimas
como un derecho que debe ser garantizado por el estado, entendiendo que el
acceso a esta asistencia permite ejercer una ciudadanía plena.
Incluir a otras organizaciones no gubernamentales en la resolución de
conflictos permite que todos tengan la posibilidad de participar en la resolución de
los mismos.
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