Subido por moises.hernandez

Seamos uno con Cristo, seamos Suyos hoy

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Seamos uno con Cristo, seamos Suyos hoy.
Mensaje pronunciado en la Conferencia de Barrio Revolución julio 2022 por Moisés Hernández Contreras.
Permítanme hacerles una importante invitación
en este momento: más allá de las palabras que
salgan de nuestra boca -o que se canten en los bellos
himnos- deben saber que ustedes recibirán o ya
están recibiendo un mensaje personalizado por
medio del Espíritu Santo, esa voz suave les inspirará
para saber qué es lo que deben mejorar y cómo
lograrlo. Debido a que Su voz es delicada eliminen las
distracciones que les pudieran hacer perder ese
mensaje, más bien anoten las ideas y pensamientos
que vienen a ustedes, eso es lo realmente valioso
esta mañana.
Por favor sepan que les amamos, ustedes son
personas maravillosas, hijos e hijas de Dios y por lo
tanto compartimos en nuestras venas la misma
“sangre” espiritual que nos hace hermanos y
hermanas. Hoy aprovechemos esa verdad y
disfrutemos de las bendiciones que se están
derramando al participar juntos de esta reunión
sacramental.
Una de las experiencias increíbles al servir en la
presidencia de Estaca ha sido poder conocer mejor a
estos maravillosos hombres de Dios: mis consejeros
y los secretarios. Me asombra que 4 personas que
eran relativamente extrañas -nunca fuimos del
mismo barrio, ni servimos antes juntos en ningún
llamamiento, ni siquiera sabía dónde vivían la
mayoría de ellos- ahora podamos trabajamos juntos
en unidad. Me ha maravillado cómo podemos
colaborar unos con otros siendo tan diferentes, cada
uno con experiencias y desafíos distintos, con edades
distintas -en la presidencia nos llevamos 10 años de
edad- por lo que crecimos en diferentes décadas, en
fin, no podríamos ser más distintos uno del otro,
pero eso no nos ha impedido lograr unidad.
¿Cómo es eso posible? ¿cómo puede lograrse la
unidad entre personas que nunca han trabajado
juntas y que parecen tener tantas diferencias? Es
porque esas diferencias NO son importantes para
nosotros porque todos tenemos el mismo objetivo:
amar a Dios con todo nuestro corazón y servirle lo
mejor que podemos al amarles y servirles a ustedes.
Simplemente es posible porque estamos unidos en
nuestro compromiso de seguir a Cristo, y así Él toma
esas aparentes diferencias y las usa para que
podamos complementarnos y lograr mucho más en
Sus manos de lo que podríamos hacer como
individuos.
Si lo pensamos bien sólo estamos siguiendo el
ejemplo de la Trinidad, Ellos son 3 seres diferentes,
no son iguales, pero han declarado que son uno1. La
Guía para el Estudio de las Escrituras en su entrada
para la Trinidad explica: “Integran la Trinidad tres
personajes distintos: Dios el Eterno Padre, Su Hijo
Jesucristo y el Espíritu Santo. Creemos en cada uno
de Ellos (AdeF 1:1). Estos tres personajes son uno en
perfecta unidad y armonía de propósito y doctrina.”
Y después describe las diferentes funciones y
características de cada uno de Ellos. Realmente esto
es testimonio del poder que proviene de la unidad.
La unidad no sólo es un bonito deseo o un anhelo
utópico, es un mandamiento.
Cristo dijo: “Sed uno; y si no sois uno, no sois
míos.” (D&C 38:27). Podemos ver que el mandato del
Señor es muy claro y también sabemos que Él no da
mandamientos sin preparar una vía para que ustedes
y yo podamos cumplir eso que ha mandado (véase 3
Nefi 3:7), entonces, ¿cuál es ese camino que nos
llevará a la unidad?
Esa pregunta me hizo pensar en cuando era
pequeño y me gustaba jugar a crear naves con cubos
para armar, como estos, al unir las piezas con el
objetivo de crear poderosas naves para mis
aventuras podía lograr algo mucho más interesante
1
que un conjunto de bloques sin mucho chiste. Es
importante notar que para que esto sea posible las
piezas tienen una sección para “conectar” y otra para
“ensamblar”, es decir, hay una parte que “da” y otra
dispuesta a “recibir” para que entonces puedan
unirse y funcionar juntas. Esta misma relación es la
que vemos en un rompecabezas, todas las piezas
tienen una parte que encaja y otra donde pueden
encajar, todas las piezas son diferentes, pero al
unirse una con otra forman un cuadro completo, y
no es que una pieza sea más importante que otra,
pero si tenemos que pensar en una que sea
importante, siempre será la que falte, porque sin ella
la imagen no estará completa. Quizá por eso el Señor
nos dice que si no somos uno no somos suyos,
porque estaríamos incompletos, y Él no desea que
regresemos a nuestro hogar celestial solos.
El presidente Russell M. Ballard, del Cuórum de
los Doce Apóstoles, preguntó:
“¿Hay alguna forma de evitar esta tendencia
humana que puede separarnos a unos de otros?”
Entonces él respondió de la siguiente manera:
“El evangelio de Jesucristo tiene el poder de unirnos.
En el fondo tenemos muchas más similitudes que
diferencias. Como miembros de la familia de Dios,
somos verdaderamente hermanos y hermanas.
Pablo declaró: ‘Y [Dios] de una sangre ha hecho todo
el linaje de los hombres, para que habitasen sobre
toda la faz de la tierra’. (Hechos 17:26).
“A ustedes, presidentes de estaca, obispos y
líderes de cuórum y de las hermanas, les pido que
piensen en cada miembro de su estaca, barrio,
cuórum u organización como un miembro que puede
contribuir y servir […] y participar de muchas
maneras.” (Esperanza en Cristo, M. Russell Ballard,
Conferencia
General
Abril
2021,
https://www.churchofjesuschrist.org/study/general
-conference/2021/04/28ballard?lang=spa
Por lo tanto, la manera de lograr la unidad es
estando aquí donde estamos hoy, reunidos para
renovar nuestros convenios con Cristo por medio de
la Santa Cena, reunidos para aprender mejor cómo
vivir Su Evangelio, reunidos para reconocer nuestras
similitudes y agradecer por ellas, reunidos para
servirnos unos a otros, reunidos para ser edificados
en “un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre
de todos.”2
Entonces, como estas piezas de cubos para
armar o rompecabezas, todos tenemos algo que
ofrecernos y también debemos permitirnos recibir lo
que otros nos ofrecen, así iremos encajando en una
obra maestra que nos hará más poderosos que el
seguir intentando lograr las cosas solos. Dios no nos
envió a esta tierra para estar solos, Él nos envía como
parte de un grupo familiar, e incluso sabiendo que
siempre es mejor ser más, nos da barrios, cuórumes
y organizaciones para que podamos hacer equipo.
Si hay algo que puede terminar abrupta y
rápidamente con el poder de la unidad entre
nosotros, en este o cualquier barrio es la contención.
Cristo advirtió al respecto en las primeras horas de
su visita a las Américas:
“Porque en verdad, en verdad os digo que aquel
que tiene el espíritu de contención no es mío, sino es
del diablo, que es el padre de la contención, y él irrita
los corazones de los hombres, para que contiendan
con ira unos con otros.
“He aquí, esta no es mi doctrina, agitar con ira el
corazón de los hombres, el uno contra el otro; antes
bien mi doctrina es esta, que se acaben tales cosas.”3
La contención siempre causará división, cuando
contendemos nos concentramos en nosotros
mismos, olvidamos el amor y buscamos que nuestra
voluntad prevalezca sobre la de Dios. Contender no
solo nos aleja de los demás, también nos aleja de
Cristo.
2
Otra acción que destruye la unidad es la crítica,
por eso el Señor amonesta claramente al respecto
dando este mandamiento:
“Cesad de ser ociosos; cesad de ser impuros;
cesad de criticaros el uno al otro…”4
El presidente David O. McKay enseñó que
“aquellos que se quejan y murmuran contra los
líderes de la Iglesia pierden su fe. Un testimonio del
evangelio está basado en el Espíritu. Si nos quejamos
contra los siervos del Señor, los cielos se ofenden, y
el Espíritu se retira, y se acaba la fe de ese individuo.
… Murmurar contra el sacerdocio o los líderes
auxiliares es uno de los venenos más potentes que
se pueden encontrar en el hogar de un Santo de los
Últimos Días” (Improvement Era, marzo de 1969,
pág. 3).
Cuando nos enfocamos en resaltar las
imperfecciones, debilidades, defectos, errores,
pecados o simplemente en señalar que no nos gusta
la forma en que otros hacen las cosas, entonces nos
concentramos en nosotros mismos, olvidamos el
amor y buscamos que nuestra voluntad prevalezca
sobre la de Dios. Criticar no solo nos aleja de los
demás, también nos aleja de Cristo.
Hay muchas maneras de fomentar la desunión,
pero sólo agregaré otra más: Condenar al juzgar
injustamente. Un conocido himno tiene una
poderosa estrofa que describe el compromiso
cristiano que todos debemos vivir basado en las
palabras del Señor registradas en Mateo 7:15 y dice:
Yo a nadie juzgaré; es
imperfecto mi e̮ ntender;
en el corazón se ̮esconden
penas que no puedo ver.
Yo a nadie juzgaré;
Señor, yo te seguiré.
Cuando condenamos a los demás por nuestros
juicios injustos nos concentramos en nosotros
mismos, olvidamos el amor y buscamos que nuestra
voluntad prevalezca sobre la de Dios. Condenar no
solo nos aleja de los demás, también nos aleja de
Cristo, pues Él mismo le dijo a la mujer sorprendida
en adulterio: “Ni yo te condeno; vete, y no peques
más.”6
Si cualquiera de nosotros caemos en la
contención, o nos gusta criticar a los demás, o somos
muy prestos a condenar a nuestro prójimo, mi
consejo en este día, mi súplica para los que estamos
escuchando es simple, directa y clara: “Dejen de
hacerlo desde hoy y para siempre”, decidamos aquí
ser más como Cristo y no caigamos en las trampas
del adversario que buscan destruir nuestra unidad,
uno con el otro y con el Salvador.
Hay mucho más que podríamos aprender hoy
sobre el poder que trae la unidad y cómo esta nos
prepara para llegar a ser más como Dios, pero hablar
de este tema no sirve de tanto como el que
realmente nos comprometamos hoy a hacer a un
lado cualquier cosa que nos impida trabajar juntos.
Satanás no solo es el padre de las mentiras
también lo es de la desunión, una de sus tácticas más
efectivas es fomentar el aislamiento para hacernos
creer que estamos solos. ¿Han visto cómo cazan los
depredadores a las manadas? Ellos se fijan en una
presa que parece débil, entonces trabajan
coordinadamente para separarla de la protección de
la manada porque saben que estando sola pueden
atraparla, Satanás y sus huestes hacen lo mismo,
siembran la discordia con el propósito de destruir la
unidad, si nosotros hacemos cosas para provocar
desunión: contender, criticar y condenar en realidad
estamos trabajando para el diablo y no para Cristo,
pues su misión es llevarnos a todos de regreso a Él.
3
Afortunadamente, todos los que estamos aquí no
somos piezas de plástico que no pueden cambiar su
forma, al seguir a Cristo el nos moldeará para que
podamos amar a todos los demás y verlos como
realmente son: nuestros hermanos, todos miembros
de una misma familia. Por favor no seamos
engañados, no seamos instrumentos de discordia y
desunión.
Yo sé que esto es verdad, por favor unámonos en
Cristo y les prometo que al hacerlo veremos
milagros, veremos Sus alas cubriéndonos en
seguridad y podremos superar cualquier desafío,
porque estando con Jesucristo no hay nada que sea
imposible. Lo sé y lo comparto en Su santo nombre.
Jesucristo. Amén.
1
(véase Juan 17:21–23; 2 Ne. 31:21; 3 Ne. 11:27, 36)
Efesios 4:5-6
3
3 Nefi 11:29-30, véase también: 2 Timoteo 2:23–24 y Mosíah 23:15.
4
Doctrina y Convenios 88:124.
5
“No juzguéis, para que no seáis juzgados.”, para una mejor comprensión de las palabras del Señor conviene consultar la TJS
Mateo 7:1-2: “Estas son las palabras que Jesús enseñó a sus discípulos que dijeran a la gente: No juzguéis injustamente, para que
no seáis juzgados; sino juzgad con justo juicio.”
6
Juan 8:11.
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