Subido por Daniela Salas

La ley de Cuotas

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La ley de Cuotas (Ley Estatutaria 581 del 2000)
Un análisis crítico de la ciudadanía de la mujer en los escenarios de participación
política en Colombia.
Introducción
El presente documento tiene como objetivo realizar un análisis crítico sobre la Ley Estatutaria
581 del 2000 por la cual se reglamenta la adecuada y efectiva participación de la mujer en
los niveles decisorios de las diferentes ramas y órganos del poder público, y cómo a partir de
su promulgación se pueden evidenciar o no, impactos en los procesos de representación
política y de fortalecimiento de la ciudadanía en las mujeres colombianas.
En ese sentido, en primera instancia, expondré brevemente la concepción de ciudadanía con
la cual abordaré la temática; en segunda instancia, se mostrará una contextualización de la
Ley de Cuotas, y, por último, concluiré con el análisis el propuesto.
Ciudadanía
El concepto de ciudadanía ha sido objeto de múltiples discusiones teóricas debido a su
evolución en relación con el desarrollo y transformación del Estado y la sociedad. Por lo
tanto, en un Estado monárquico, la ciudadanía era determinada por condiciones de clase,
privilegiando a unos en detrimento de los sectores de baja categoría como los campesinos y
las mujeres, mientras que, Estados más modernos como los democráticos, con objetivos y
principios de integración y reivindicación social y política de todos los sectores, promueven
una concepción más amplia, igualitaria, participativa y crítica. Sin embargo, el término
ciudadanía sigue transformándose conforme a las necesidades y presiones existentes en el
sistema político y social.
En este caso, las perspectivas críticas de la ciudadanía se hacen necesarias para comprender
la importancia de integrar social y políticamente a sectores marginados, abriendo paso a
reivindicar sus derechos y promover procesos de participación efectivos. En ese orden de
ideas:
El ciudadano es un ser político, pero también está conformado por una dimensión social
y moral. Lo anterior indica que la construcción de la ciudadanía no es el aprendizaje
mecánico de unas normas (jurídicas, legales y políticas), sino la realización efectiva de
una forma de vida y de convivencia entre los seres humanos en sociedad. La
ciudadanía, en esta dirección, implica una tarea activa en su defensa y en la ampliación
de sus límites, así como en el ejercicio mismo de sus atributos. Una ciudadanía que no
ejerce su condición de tal manera deja de serlo para convertirse en otra cosa. (Giraldo,
2015,pp.88)
En el caso de las mujeres, estudios e investigaciones resaltan la necesidad de comprender la
ciudadanía desde una perspectiva de género, con el propósito de reconocer las limitaciones
presentes en la sociedad y el Estado que impiden el ejercicio participativo y crítico de estas,
en especial en escenarios políticos. La filósofa española María Xosé Agra (2002) reconoce
que la lucha por la ciudadanía de las mujeres no recae en el hito del acceso al voto, por el
contrario, abre campo a seguir cuestionando el estudio de la ciudadanía y el rol de la mujer
en la sociedad como “ciudadana de segunda categoría”.
Esto significa que el problema de la ciudadanía para el feminismo no se pueda reducir
solo a una cuestión estadística. La presencia o ausencia de mujeres en los diferentes
ámbitos o niveles de la ciudadanía viene determinada por la propia historia y naturaleza
de la ciudadanía, por la relevancia de la diferencia sexual, por la relación estrecha entre
género y ciudadanía. De lo que se trata, en definitiva, es de construir una ciudadanía
guiada por la lógica igualitaria y democrática, de desarrollar una concepción amplia,
incluyente. (pp.02)
En ese sentido, una concepción crítica de la ciudadanía cuestiona el por qué las mujeres no
han podido participar efectivamente como sujetas de derechos, también reconoce las
limitaciones históricas, políticas, económicas, sociales y culturales que han reducido su
inserción en espacios decisorios como los cargos políticos. Ya que, existen condicionantes
como los estereotipos, la dependencia, la maternidad y la falta de oportunidades académicas
y laborales para ejercer el rol de ciudadanas.
La ley de Cuotas (Ley Estatutaria 581 del 2000)
En Colombia con la promulgación de la Constitución Política de 1991 se dio apertura a
diversos sectores de la sociedad como la comunidad afrodescendiente, los indígenas, las
mujeres y demás sectores que habían sido marginados y vulnerados por años en Colombia.
No obstante, para el caso de las mujeres ha sido difícil participar como candidatas en
procesos de elección popular, puesto que históricamente,
El cuerpo femenino, fue sinónimo de pasiones desembocadas, emociones
incontrolables e intuiciones misteriosas, fue visto con sospecha, objeto para ser
domesticado y dominado. Por contraste, la razón, atributo necesario para participar del
debate público, fue asumida como imparcial, etérea, desatada de las particularidades
del mundo físico y de las exigencias de la naturaleza, aun cuando paradójicamente su
ejercicio se le asignó única y exclusivamente al sexo masculino. (Wills, 2005, pp. 46).
Lo anterior, se corrobora con la desigual representación de las mujeres en el congreso, a las
gobernaciones, a las alcaldías y los concejos en relación con los hombres, puesto que todavía
el sistema político colombiano está permeado por las creencias machistas y misóginas que
ha caracterizado la historia en Colombia.
A partir de lo anterior, se evidencia que en el año 2000 fue estipulada la Ley Estatutaria 581
del 2000, conocida como la Ley de Cuotas, las cual, en términos generales, constituyen
medias compensatorias y redistributivas tendientes a revertir situaciones de desigualdad,
puesto que a través de esta Ley se da la inclusión de los grupos que han sido históricamente
marginados en las diferentes instituciones públicas. Particularmente, en Colombia, la Ley de
Cuota señala que “el 30% de los cargos de máximo nivel decisorio y otros niveles en la
estructura de la administración pública, deben ser ocupados por las mujeres” (Tula, 2015,
pp.20). No obstante, esta ley no aplicaba para los cargos de elección popular, puesto que se
afirmaba que iba en contra de la libre organización y funcionamiento de los partidos,
movimientos y organizaciones en Colombia.
Hacia mediados de 2010, el Gobierno nacional presentó el proyecto de ley estatutaria que dio
lugar a la Ley 1475 de 2011, que introdujo la cuota de género en las listas electorales. Con
55 artículos en total, esta norma profundizó sobre: 1) los principios y el funcionamiento
interno de partidos y movimientos políticos; 2) el régimen de responsabilidad de dichas
organizaciones y, en especial, de sus directivas; 3) la financiación de partidos y movimientos,
por un lado, y de las campañas electorales, por el otro, y 4) el funcionamiento del sistema
electoral.
Aunque con la Ley 1475 del 2011 se profundizo la normativa para el sistema de partidos
políticos en Colombia, se evidencia que se dio un importante cambio en la Ley de Cuota que
permitió que se ampliara el mínimo del 30% de las mujeres para cargos de elección popular,
lo cual ha permitido que, en las últimas dos elecciones legislativas en Colombia, haya crecido
las mujeres electas en el Congreso de la República.
Finalmente, se evidencia que el sistema político y electoral colombiano al transcurrir los años
y ser producto de múltiples reformas, ha logrado, por ejemplo, que para el año 2022 en las
elecciones legislativas las mujeres electas no tengan un margen tan exhaustivo con relación
a los hombres. Lo anterior no quiere decir que sea equitativo, por el contrario, se reconoce
que todavía falta un largo camino por recorrer para alcanzar la equidad de género en los
cargos de elección popular, pero según los últimos resultados electorales, si ha crecido el
número de mujeres candidatas y electas al congreso de la república.
Análisis
Como podemos evidenciar el sistema político colombiano ha venido generando
transformaciones estructurales como la promulgación de leyes, que incentiven y obliguen a
los partidos, por ejemplo, a incorporar a las mujeres en escenarios de participación y
representación política. No obstante, existen limitantes para el ejercicio efectivo de
ciudadanía de las mujeres.
Si bien, la ley brinda la posibilidad de integrar políticamente a las mujeres, desconoce las
brechas de desigualdad entre hombres y mujeres para asumir cargos públicos y políticos. En
ese orden de ideas, la ley de cuotas se ha convertido en una obligación legal y no en una
iniciativa reivindicativa para los jefes de partidos, quienes muchas veces ponen a mujeres en
las listas de elecciones por responsabilidad legal y cuando estas están en el cargo solo se
convierten en un títere sin voz ni voto. Por lo tanto,
(…) la democracia representativa, una vez que está conseguido el estatus jurídicoformal, no logra incorporar , bajo la abstracción y la neutralidad en relación con el
sexo-género, a las mujeres. La razón de ser de la paradoja de que las mujeres pidan
medidas de discriminación positiva para poder ser ciudadanas plenas, no ciudadanas
de segunda que votan, pero no acceden a la representación y a los ámbitos de poder y
decisión, radica en que las mujeres no son “individuas” en el sentido en que lo son los
individuos varones que acceden al espacio público. Contrapone así el “espacio de los
iguales” al “espacio de las idénticas”, afirmando el carácter ontológico y político del
individuo y reivindicando la igualdad con los “iguales”, la individualidad femenina. El
problema está en que las mujeres siendo ciudadanas no son individuos. El asunto de la
representación política no es su única manifestación, si una de las más visibles y
destacadas. (Agra, 2002, pp.03-04)
Lo anterior, evidencia que la mujer tiene particularidades económicas y culturales que no son
reconocidas en el escenario político. En ese orden de ideas, los estereotipos, la
discriminación, el salario, la maternidad y otros aspectos, configuran en algunas ocasiones
limitaciones para ejercer el cargo en un contexto marcado por la desigualdad de condiciones
laborales. Lo anterior, puede generar incluso que muchas mujeres renuncien a ejercer este
tipo de cargos ante la complejidad para mantenerse.
En ese orden de ideas, las trasformaciones estructurales como las leyes deben ir acompañadas
de transformaciones económicas, políticas, sociales y culturales. En consecuencia, la ley es
importante, pero por si sola no soluciona problemáticas históricas que han aquejado a las
mujeres como el machismo, la desigualdad económica, la falta de oportunidades laborales y
académicas, entre otras.
Bibliografía
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Agra, M. (2002) Ciudadanía: El Debate Feminista. Publicado en Quesada, F. (ed.):
Naturaleza y sentido de la ciudadanía hoy. Madrid, Publicaciones UNED, 2002, pp.
129-160
Giraldo, G. (2015). Ciudadanía: aprendizaje de una forma de vida. Educ. Vol. 18,
No. 1, 76-92.
Ley 1475 de 2011. Por la cual se adoptan reglas de organización y funcionamiento
de los partidos y movimientos políticos, 00de los procesos electorales y se dictan
otras disposiciones. Congreso de la República de Colombia.
Tula, M (2015). Mujeres y política. Un panorama sobre la adopción de las cuotas
de género y sus efectos en América Latina y Colombia. OPERA. Colombia.
Wills, E. (2005). Cincuenta años del sufragio femenino en Colombia 1954: por la
conquista del voto: por la ampliación de la ciudadanía de las mujeres. Universidad
Nacional de Colombia. Bogotá.
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