La ley de Cuotas (Ley Estatutaria 581 del 2000) Un análisis crítico de la ciudadanía de la mujer en los escenarios de participación política en Colombia. Introducción El presente documento tiene como objetivo realizar un análisis crítico sobre la Ley Estatutaria 581 del 2000 por la cual se reglamenta la adecuada y efectiva participación de la mujer en los niveles decisorios de las diferentes ramas y órganos del poder público, y cómo a partir de su promulgación se pueden evidenciar o no, impactos en los procesos de representación política y de fortalecimiento de la ciudadanía en las mujeres colombianas. En ese sentido, en primera instancia, expondré brevemente la concepción de ciudadanía con la cual abordaré la temática; en segunda instancia, se mostrará una contextualización de la Ley de Cuotas, y, por último, concluiré con el análisis el propuesto. Ciudadanía El concepto de ciudadanía ha sido objeto de múltiples discusiones teóricas debido a su evolución en relación con el desarrollo y transformación del Estado y la sociedad. Por lo tanto, en un Estado monárquico, la ciudadanía era determinada por condiciones de clase, privilegiando a unos en detrimento de los sectores de baja categoría como los campesinos y las mujeres, mientras que, Estados más modernos como los democráticos, con objetivos y principios de integración y reivindicación social y política de todos los sectores, promueven una concepción más amplia, igualitaria, participativa y crítica. Sin embargo, el término ciudadanía sigue transformándose conforme a las necesidades y presiones existentes en el sistema político y social. En este caso, las perspectivas críticas de la ciudadanía se hacen necesarias para comprender la importancia de integrar social y políticamente a sectores marginados, abriendo paso a reivindicar sus derechos y promover procesos de participación efectivos. En ese orden de ideas: El ciudadano es un ser político, pero también está conformado por una dimensión social y moral. Lo anterior indica que la construcción de la ciudadanía no es el aprendizaje mecánico de unas normas (jurídicas, legales y políticas), sino la realización efectiva de una forma de vida y de convivencia entre los seres humanos en sociedad. La ciudadanía, en esta dirección, implica una tarea activa en su defensa y en la ampliación de sus límites, así como en el ejercicio mismo de sus atributos. Una ciudadanía que no ejerce su condición de tal manera deja de serlo para convertirse en otra cosa. (Giraldo, 2015,pp.88) En el caso de las mujeres, estudios e investigaciones resaltan la necesidad de comprender la ciudadanía desde una perspectiva de género, con el propósito de reconocer las limitaciones presentes en la sociedad y el Estado que impiden el ejercicio participativo y crítico de estas, en especial en escenarios políticos. La filósofa española María Xosé Agra (2002) reconoce que la lucha por la ciudadanía de las mujeres no recae en el hito del acceso al voto, por el contrario, abre campo a seguir cuestionando el estudio de la ciudadanía y el rol de la mujer en la sociedad como “ciudadana de segunda categoría”. Esto significa que el problema de la ciudadanía para el feminismo no se pueda reducir solo a una cuestión estadística. La presencia o ausencia de mujeres en los diferentes ámbitos o niveles de la ciudadanía viene determinada por la propia historia y naturaleza de la ciudadanía, por la relevancia de la diferencia sexual, por la relación estrecha entre género y ciudadanía. De lo que se trata, en definitiva, es de construir una ciudadanía guiada por la lógica igualitaria y democrática, de desarrollar una concepción amplia, incluyente. (pp.02) En ese sentido, una concepción crítica de la ciudadanía cuestiona el por qué las mujeres no han podido participar efectivamente como sujetas de derechos, también reconoce las limitaciones históricas, políticas, económicas, sociales y culturales que han reducido su inserción en espacios decisorios como los cargos políticos. Ya que, existen condicionantes como los estereotipos, la dependencia, la maternidad y la falta de oportunidades académicas y laborales para ejercer el rol de ciudadanas. La ley de Cuotas (Ley Estatutaria 581 del 2000) En Colombia con la promulgación de la Constitución Política de 1991 se dio apertura a diversos sectores de la sociedad como la comunidad afrodescendiente, los indígenas, las mujeres y demás sectores que habían sido marginados y vulnerados por años en Colombia. No obstante, para el caso de las mujeres ha sido difícil participar como candidatas en procesos de elección popular, puesto que históricamente, El cuerpo femenino, fue sinónimo de pasiones desembocadas, emociones incontrolables e intuiciones misteriosas, fue visto con sospecha, objeto para ser domesticado y dominado. Por contraste, la razón, atributo necesario para participar del debate público, fue asumida como imparcial, etérea, desatada de las particularidades del mundo físico y de las exigencias de la naturaleza, aun cuando paradójicamente su ejercicio se le asignó única y exclusivamente al sexo masculino. (Wills, 2005, pp. 46). Lo anterior, se corrobora con la desigual representación de las mujeres en el congreso, a las gobernaciones, a las alcaldías y los concejos en relación con los hombres, puesto que todavía el sistema político colombiano está permeado por las creencias machistas y misóginas que ha caracterizado la historia en Colombia. A partir de lo anterior, se evidencia que en el año 2000 fue estipulada la Ley Estatutaria 581 del 2000, conocida como la Ley de Cuotas, las cual, en términos generales, constituyen medias compensatorias y redistributivas tendientes a revertir situaciones de desigualdad, puesto que a través de esta Ley se da la inclusión de los grupos que han sido históricamente marginados en las diferentes instituciones públicas. Particularmente, en Colombia, la Ley de Cuota señala que “el 30% de los cargos de máximo nivel decisorio y otros niveles en la estructura de la administración pública, deben ser ocupados por las mujeres” (Tula, 2015, pp.20). No obstante, esta ley no aplicaba para los cargos de elección popular, puesto que se afirmaba que iba en contra de la libre organización y funcionamiento de los partidos, movimientos y organizaciones en Colombia. Hacia mediados de 2010, el Gobierno nacional presentó el proyecto de ley estatutaria que dio lugar a la Ley 1475 de 2011, que introdujo la cuota de género en las listas electorales. Con 55 artículos en total, esta norma profundizó sobre: 1) los principios y el funcionamiento interno de partidos y movimientos políticos; 2) el régimen de responsabilidad de dichas organizaciones y, en especial, de sus directivas; 3) la financiación de partidos y movimientos, por un lado, y de las campañas electorales, por el otro, y 4) el funcionamiento del sistema electoral. Aunque con la Ley 1475 del 2011 se profundizo la normativa para el sistema de partidos políticos en Colombia, se evidencia que se dio un importante cambio en la Ley de Cuota que permitió que se ampliara el mínimo del 30% de las mujeres para cargos de elección popular, lo cual ha permitido que, en las últimas dos elecciones legislativas en Colombia, haya crecido las mujeres electas en el Congreso de la República. Finalmente, se evidencia que el sistema político y electoral colombiano al transcurrir los años y ser producto de múltiples reformas, ha logrado, por ejemplo, que para el año 2022 en las elecciones legislativas las mujeres electas no tengan un margen tan exhaustivo con relación a los hombres. Lo anterior no quiere decir que sea equitativo, por el contrario, se reconoce que todavía falta un largo camino por recorrer para alcanzar la equidad de género en los cargos de elección popular, pero según los últimos resultados electorales, si ha crecido el número de mujeres candidatas y electas al congreso de la república. Análisis Como podemos evidenciar el sistema político colombiano ha venido generando transformaciones estructurales como la promulgación de leyes, que incentiven y obliguen a los partidos, por ejemplo, a incorporar a las mujeres en escenarios de participación y representación política. No obstante, existen limitantes para el ejercicio efectivo de ciudadanía de las mujeres. Si bien, la ley brinda la posibilidad de integrar políticamente a las mujeres, desconoce las brechas de desigualdad entre hombres y mujeres para asumir cargos públicos y políticos. En ese orden de ideas, la ley de cuotas se ha convertido en una obligación legal y no en una iniciativa reivindicativa para los jefes de partidos, quienes muchas veces ponen a mujeres en las listas de elecciones por responsabilidad legal y cuando estas están en el cargo solo se convierten en un títere sin voz ni voto. Por lo tanto, (…) la democracia representativa, una vez que está conseguido el estatus jurídicoformal, no logra incorporar , bajo la abstracción y la neutralidad en relación con el sexo-género, a las mujeres. La razón de ser de la paradoja de que las mujeres pidan medidas de discriminación positiva para poder ser ciudadanas plenas, no ciudadanas de segunda que votan, pero no acceden a la representación y a los ámbitos de poder y decisión, radica en que las mujeres no son “individuas” en el sentido en que lo son los individuos varones que acceden al espacio público. Contrapone así el “espacio de los iguales” al “espacio de las idénticas”, afirmando el carácter ontológico y político del individuo y reivindicando la igualdad con los “iguales”, la individualidad femenina. El problema está en que las mujeres siendo ciudadanas no son individuos. El asunto de la representación política no es su única manifestación, si una de las más visibles y destacadas. (Agra, 2002, pp.03-04) Lo anterior, evidencia que la mujer tiene particularidades económicas y culturales que no son reconocidas en el escenario político. En ese orden de ideas, los estereotipos, la discriminación, el salario, la maternidad y otros aspectos, configuran en algunas ocasiones limitaciones para ejercer el cargo en un contexto marcado por la desigualdad de condiciones laborales. Lo anterior, puede generar incluso que muchas mujeres renuncien a ejercer este tipo de cargos ante la complejidad para mantenerse. En ese orden de ideas, las trasformaciones estructurales como las leyes deben ir acompañadas de transformaciones económicas, políticas, sociales y culturales. En consecuencia, la ley es importante, pero por si sola no soluciona problemáticas históricas que han aquejado a las mujeres como el machismo, la desigualdad económica, la falta de oportunidades laborales y académicas, entre otras. Bibliografía Agra, M. (2002) Ciudadanía: El Debate Feminista. Publicado en Quesada, F. (ed.): Naturaleza y sentido de la ciudadanía hoy. Madrid, Publicaciones UNED, 2002, pp. 129-160 Giraldo, G. (2015). Ciudadanía: aprendizaje de una forma de vida. Educ. Vol. 18, No. 1, 76-92. Ley 1475 de 2011. Por la cual se adoptan reglas de organización y funcionamiento de los partidos y movimientos políticos, 00de los procesos electorales y se dictan otras disposiciones. Congreso de la República de Colombia. Tula, M (2015). Mujeres y política. Un panorama sobre la adopción de las cuotas de género y sus efectos en América Latina y Colombia. OPERA. Colombia. Wills, E. (2005). Cincuenta años del sufragio femenino en Colombia 1954: por la conquista del voto: por la ampliación de la ciudadanía de las mujeres. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá.