Confianza.._1_ - ven a cantar un canto nuevo

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Luisa Piccarreta
Confianza
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Todo sobre Confianza
Luisa Piccarreta
PD: a partir del volumen 2 comienzan las doctrinas sobre confianza.
Volumen 1
28 de Febrero de 1899
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Por pura obediencia comienzo a escribir.
Tú sabes, oh Señor, el sacrificio que me cuesta hacerlo, y que me sometería a mil muertes antes que escribir
una sola línea de las cosas que han pasado entre Tú y yo. ¡Oh mi Dios! Mi naturaleza se estremece, se siente
aplastada y casi deshecha al sólo pensarlo. ¡Ah, dame la fuerza, oh Vida de mi vida, a fin de que pueda
cumplir la santa obediencia! Tú, que diste la inspiración al confesor, dame la gracia de poder cumplir lo que me
es mandado.
¡Oh Jesús, oh Esposo, oh fortaleza mía! A Ti me dirijo, a Ti vengo, en tus brazos me introduzco, me abandono,
me reposo. ¡Ah, consuélame en mi aflicción y no me dejes sola y abandonada! Sin tu ayuda estoy cierta que
no tendré fuerza de cumplir esta obediencia que tanto me cuesta, me vencerá el enemigo y temo ser repudiada
justamente por Ti por mi desobediencia. ¡Ah! Mírame y vuelve a mirarme, oh Esposo santo en estos tus
brazos, mira de cuántas tinieblas estoy circundada, son tan densas que no dejan entrar ni siquiera un átomo de
luz en mi alma…
(…)Tan es verdad que no creía que se necesitara al sacerdote para liberarme y que esto sucedía por la
santidad del confesor, que cuando llegó el tiempo, él se fue al campo, entonces una mañana, después de la
comunión el Señor me hizo entender que debía ser sorprendida por ese estado, me invitó a hacerle compañía
con participar en sus penas, pero yo súbito le dije: “Señor, ¿cómo haré? El confesor no está, ¿quién me debe
liberar? ¿Quieres acaso hacerme morir?” Y el Señor me dijo solamente:
“Tu confianza debe estar sólo en Mí, estate resignada, pues la resignación hace al alma luminosa, hace
estar en su lugar a las pasiones, de modo que Yo, atraído por esos rayos de luz voy al alma y la uniformo toda
en Mí y la hago vivir de mi misma Vida.”
Yo me resigné a su Santa Voluntad, ofrecí aquella comunión como la última de mi vida y le di el último
adiós a Jesús en el sacramento; y si bien estaba resignada, pero mi naturaleza lo sentía tanto, que todo aquel
día no hice otra cosa que llorar y pedir al Señor que me diese la fuerza. En verdad me resultó demasiado
amargo todo ese hecho, y sin pensarlo ni saberlo me encontré con una nueva y pesada cruz, que creo que
haya sido la más pesada que he tenido en mi vida. Mientras estaba en aquel estado de sufrimientos, yo no
pensaba en otra cosa más que en morir y en hacer la Voluntad de Dios. Los familiares, que también sufrían al
verme en aquel estado, trataron de llamar algún sacerdote, pero ninguno quiso venir, uno por una cosa, y otro
por otra; después de diez días vino el sacerdote que me confesaba cuando era pequeña, y sucedió que
también él me hizo salir de ese estado, y entonces me di cuenta de la red en la que el Señor me había
envuelto…
(…)¿Quién puede decir cuán amargo me resultó este hecho, que para liberarme de ese estado de
sufrimientos se necesitaba al sacerdote? ¡Cuántas veces he pedido, derramando lágrimas amarguísimas, que
me libere de esto! Muchas veces hice positivas resistencias al Señor cuando Él quería que me ofreciera como
víctima y aceptara las penas, y le decía: “Señor, prométeme que Tú mismo me liberarás, y entonces acepto
todo, de otra manera no, no quiero aceptar.” Y resistía el primer día, el segundo, el tercero, ¿pero quién puede
resistir a Dios? Me insistía tanto que al fin me veía obligada a someterme a la cruz. Otras veces le decía de
corazón y con confianza: “Señor, ¿cómo es que haces esto? ¿Cómo es que entre Tú y yo has querido poner a
un tercero? Y este tercero no quiere prestarse. Mira, podríamos estar muy contentos Tú y yo solos; cuando
me querías para sufrir, yo inmediatamente aceptaba, porque sabía que Tú mismo me debías liberar, pero ahora
no, se necesita otra mano, te ruego, libérame, pues así estaremos ambos más contentos.”
A veces fingía no escucharme y no me decía nada, otras veces me decía:
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“No temas, Yo soy quien da las tinieblas y la luz, vendrá el tiempo de la luz. Es mi costumbre que mis
obras las manifiesto por medio de los sacerdotes.”…
(…)Después de volver del campo no pasó ni un mes cuando supo que debía irse. Esto fue doloroso
para mí, no porque estuviera apegada a él, sino por la necesidad que tenía. Entonces dije al Señor mi pena y
Él me dijo:
“No te aflijas por esto, Yo soy el dueño de los corazones y puedo moverlos como a Mí me parece y me
place. Si él te ha hecho el bien, no ha sido más que un instrumento que recibía de Mí y te lo daba a ti, así haré
con los demás, ¿de qué temes entonces? Amada mía, mientras tú tengas tu mirada puesta, ahora a la
derecha, ahora a la izquierda, y la dejes que se pose ahora en una cosa, ahora en otra, y no la mantengas fija
en Mí, no podrás caminar libremente el camino del Cielo, sino que irás siempre tropezando y no podrás seguir
el influjo de la Gracia. Por eso quiero que con santa indiferencia mires todas las cosas que suceden en torno a
ti, estando toda atenta solamente a Mí.”
Después de estas palabras mi corazón adquirió tanta fuerza, que poco o nada sufrí por la pérdida de
ese confesor que tanto bien había hecho a mi alma. Así fue como cambié confesor y volví al que me
confesaba cuando era pequeña. Sea siempre bendito el Señor que se sirve de esos mismos caminos, que a
nosotros nos parecen contrarios y que casi como que deberían llevar un daño a nuestra alma, para nuestro
mayor bien y para su gloria. Así sucedió que comencé a abrirle a él mi alma, porque hasta ese momento no
había dicho nada a ninguno, por cuanto me dijeran no lo lograba, más bien más impotente me veía para decir
las cosas de mi interior, era tanta la vergüenza que sentía al solo pensar en decir estas cosas, que me era más
fácil decir los más feos pecados. ¿De dónde procedía esto? No sé decirlo; por parte del confesor creo que no,
porque él era muy bueno, me inspiraba confianza, era dulce y paciente para escuchar, tomaba cuidado
detallado de mi alma, tenía la mirada en todo para que se pudiera caminar derecho. Por parte mía tampoco,
porque sentía un obstáculo en mi alma y tenía toda la voluntad de vencerlo y de saber al menos como pensaba
el confesor, pero me sentía imposibilitada para hacerlo. Yo tengo para mí que fue una permisión del Señor…
(…)Una mañana, no recuerdo muy bien, creo que habían pasado cerca de tres meses desde que
empecé a estar continuamente en la cama, mientras estaba en mi acostumbrado estado vino mi dulce Jesús
con un aspecto todo amable, como un joven como de dieciocho años, ¡oh cómo era bello! Con su cabellera
dorada y toda rizada, parecía que encadenaba los pensamientos, los afectos, el corazón. Su frente serena y
amplia, donde se miraba como dentro de un cristal el interior de su mente y se descubría su infinita sabiduría,
su paz imperturbable. ¡Oh cómo me sentía tranquilizar mi mente, mi corazón, es más, mis mismas pasiones
ante Jesús caían por tierra y no se atrevían a darme la mínima molestia. Yo creo, no sé si me equivoco, que
no se puede ver a este Jesús tan bello si no se está en la calma más profunda, tanto que el mínimo asomo de
intranquilidad impide tener una vista tan bella. ¡Ah sí! al solo ver la serenidad de su frente adorable, es tanta la
infusión de paz que se recibe en el interior, que creo que no hay desastre, guerra más feroz que ante Jesús no
se calme. Oh mi todo y bello Jesús, si por pocos momentos que te manifiestas en esta vida comunicas tanta
paz, de modo que se pueden sufrir los más dolorosos martirios, las penas más humillantes con la más perfecta
tranquilidad, me parece una mezcla de paz y de dolor, ¿qué será en el Paraíso? Oh, cómo son bellos sus ojos
purísimos, centellantes de luz; no es como la luz del sol que queriendo mirarla daña nuestra vista, no, en Jesús
mientras es luz, se puede muy bien fijar la mirada, y con sólo mirar el interior de su pupila, de un color celeste
oscuro, oh, cuántas cosas me decía. Es tanta la belleza de sus ojos que una sola mirada suya basta para
hacerme salir fuera de mí misma y hacerme correr tras Él por caminos y por montes, por la tierra y por el cielo,
basta una sola mirada para transformarme en Él y sentir descender en mí algo de divino. ¿Quién puede decir
además la belleza de su rostro adorable? Su piel blanca, parecida a la nieve teñida de un color de rosas de las
más bellas; en sus mejillas sonrosadas se descubre la grandeza de su persona, con un aspecto
majestuosísimo y todo divino, que infunde temor y reverencia y al mismo tiempo da tanta confianza, que en
cuanto a mí, jamás he encontrado persona alguna que me dé al menos una sombra de la confianza que da mi
amado Jesús, ni en mis papás, ni en los confesores, ni en mis hermanas. Ah sí, ese rostro santo, mientras es
tan majestuoso, al mismo tiempo es tan amable, y esa amabilidad atrae tanto que el alma no tiene la mínima
duda de ser acogida por Jesús, por cuán fea y pecadora se vea. Bella es también su nariz afilada,
proporcionada a su sacratísimo rostro. Graciosa es su boca, pequeña, pero extremadamente bella, sus labios
finísimos de un color escarlata, mientras habla contiene tanta gracia que es imposible poderlo describir. Es
dulce la voz de mi Jesús, es suave, es armoniosa, mientras habla sale de su boca un perfume tal que parece
que no se encuentra sobre la tierra, es penetrante, en modo que penetra todo, se siente descender por el oído
al corazón, y oh, cuántos afectos produce, ¿pero quién puede decirlo todo? Además es tan agradable que creo
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que no se pueden encontrar otros placeres como los que se pueden encontrar en una sola palabra de Jesús.
La voz de mi Jesús es potentísima, es obrante, y en el mismo acto que habla obra lo que dice. Ah sí, es bella
su boca, pero muestra más su hermosa gracia en el acto de hablar, entonces se ven sus dientes tan nítidos y
bien alineados, y exhala su aliento de amor que incendia, saetea, consuma el corazón. Bellas son sus manos,
suaves, blancas, delicadísimas, con sus dedos proporcionados y que mueve con una maestría tal, que es un
encanto. ¡Oh, cómo eres bello, todo bello, oh mi dulce Jesús! Lo que he dicho de tu belleza es nada, es más,
me parece que he dicho muchos desatinos, ¿pero qué quieres de mí? Perdóname, es la obediencia que así lo
quiere, por mí no me hubiera atrevido a decir ni una palabra, conociendo mi incapacidad.
Ahora, mientras veía a Jesús con el aspecto ya descrito, de su boca me envió un aliento que me
investía toda el alma, y me parecía que me atraía con ese aliento tras Él y comencé a sentir que el alma salía
del cuerpo, me la sentía realmente salir de todas partes, de la cabeza, de las manos y hasta de los pies.
Siendo ésta la primera vez que me sucedía, dentro de mí comencé a decir: “Ahora muero, el Señor ha venido
a llevarme.” Cuando me vi fuera del cuerpo, el alma tenía la misma sensación del cuerpo, con esta diferencia,
que el cuerpo contiene carne, nervios y huesos, el alma no, es un cuerpo de luz; entonces sentí un temor, pero
Jesús continuaba enviándome ese aliento y me dijo:
“Si tanto te da pena el estar privada de Mí, ahora ven junto conmigo porque quiero consolarte.”
Y Jesús tomó su vuelo y yo tomé el mío junto a Él, giramos por toda la bóveda del cielo, ¡oh! Cómo era
bello pasear junto con Jesús, ahora apoyaba la cabeza sobre su hombro y con un brazo detrás de su espalda y
con la otra mano en su mano, ahora se apoyaba Jesús en mí. Cuando llegábamos a ciertos lugares donde la
iniquidad más abundaba, ¡oh, cuánto sufría mi buen Jesús! Yo veía con más claridad los sufrimientos de su
corazón adorable, lo veía casi desfallecer y le decía: “Apóyate en mí y hazme partícipe de tus penas, pues no
resiste mi alma el verte sufrir solo.” Y Jesús me decía:
“Amada mía, ayúdame que no puedo más.”
Y mientras así decía acercaba sus labios a los míos y vertía una amargura tal, que sentía penas
mortales cuando entraba en mí ese licor tan amarguísimo; sentía entrar como tantos cuchillos, puntas, saetas
que me traspasaban de lado a lado, en suma, en todos mis miembros se formaba un dolor atroz y volviendo el
alma al cuerpo le participaba estos sufrimientos al cuerpo; ¿quién puede decir las penas? Sólo Jesús mismo
que era testigo, porque los demás no podían mitigar mis penas estando en aquel estado de pérdida de los
sentidos, y se esperaba cuando estaba presente el confesor, porque también con la obediencia se mitigaban.
Sólo Jesús me podía ayudar cuando veía que mi naturaleza no podía más y que llegaba propiamente a los
extremos y no me quedaba más que dar el último respiro. ¡Oh, cuántas veces la muerte se ha burlado de mí,
pero vendrá un día en que yo me burlaré de ella! Entonces venía Jesús, me tomaba entre sus brazos, me
acercaba a su corazón y oh, como me sentía regresar la vida; después, de sus labios vertía un licor dulcísimo y
así se mitigaban las penas. Otras veces mientras me llevaba junto con Él girando, si eran pecados de
blasfemias, contra la caridad y otros, vertía ese amargo venenoso; si eran pecados de deshonestidad, vertía
una cosa de podredumbre apestosa, y cuando volvía en mí misma sentía tan bien aquella peste, y era tanto el
hedor que me revolvía el estómago y me sentía desfallecer, y a veces tomando el alimento, cuando lo devolvía,
sentía que salía de mi boca aquella podredumbre mezclada con el alimento. Alguna vez me llevaba a las
iglesias y también ahí mi buen Jesús era ofendido, oh, como llegaban mal a su corazón aquellas obras, santas,
sí, pero descuidadamente hechas, aquellas oraciones vacías de espíritu interior, aquella piedad fingida,
aparente, parecía que más bien insultaban a Jesús en vez de darle honor. ¡Ah! sí, aquel corazón santo, puro,
recto, no podía recibir esas obras tan mal hechas. ¡Oh! cuántas veces se lamentaba diciendo:
“Hija, también la gente que se dice devota, mira cuántas ofensas me hacen, aun en los lugares más
santos, al recibir los mismos sacramentos, en vez de salir purificados salen más enfangados.”…
(…)Ahora, sucedió que pasado aquel periodo de tiempo se empezó a oír que entre Italia y África había
guerra. Yo le rogaba al buen Jesús que librara a muchas víctimas y que tuviera piedad de tantas almas que
iban al infierno. Una mañana, según lo acostumbrado me transportó fuera de mí misma y veía que casi todas
las gentes estaban convencidas de que debía vencer Italia, me pareció encontrarme en Roma y veía a los
diputados que tenían consejo ente ellos acerca del modo como debían conducir la guerra para estar seguros
de hacer vencer a Italia. Estaban tan inflados de ellos mismos que daban piedad, pero lo que más me
impresionó fue el ver que estos tales, casi todos eran sectarios, almas vendidas al demonio. ¡Qué tristes
tiempos! Parecía que propiamente reinaba el reino satánico, y su confianza en vez de ponerla en Dios la
ponían en el demonio. Ahora, mientras estaban deliberando, mi bendito Jesús me dijo:
“Vayamos a oír que se dicen.”
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Entonces me pareció entrar en su círculo junto con Jesús. Jesús se paseaba en medio de ellos y
derramaba lágrimas sobre su miserable estado. Cuando terminaron de deliberar sobre el modo de cómo
debían hacer, vanagloriándose de estar seguros de la victoria, Jesús se dirigió a ellos y les dijo
amenazándolos:
“Confiáis en vosotros mismos y por eso os humillaré, esta vez perderá Italia.”
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Volumen 2
Mes de Abril, 1899
Como la humildad es la pequeña planta.
La humildad sin confianza es virtud falsa.
Después de haber pasado algunos días de privación y de lágrimas, yo me encontraba toda confundida
y aniquilada en mí misma, en mi interior iba diciendo continuamente: “Dime, oh mi Bien, ¿por qué te has
alejado de mí, en qué te he ofendido que no te dejas ver más, y si te muestras es casi ensombrecido y en
silencio? ¡Ah, no más me hagas esperar y esperar, que mi corazón no puede más!”
Finalmente Jesús se ha mostrado un poco más claro, y viéndome tan aniquilada me ha dicho:
“¡Si tú supieras cuánto me agrada la humildad! La humildad es la planta más pequeña que se pueda
encontrar, pero sus ramas son tan altas que llegan hasta el Cielo, están en torno a mi trono y penetran hasta
dentro de mi corazón. La pequeña planta es la humildad, las ramas que produce esta planta es la confianza;
así que no se puede dar verdadera humildad sin confianza. La humildad sin confianza es virtud falsa.”
Por las palabras de mi Jesús se ve que mi corazón no sólo estaba aniquilado, sino también un poco
desanimado.
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Mayo 2, 1899
Cómo en la Iglesia está reflejado todo el Cielo.
Esta mañana Jesús daba mucha compasión, estaba tan afligido y sufriente que yo no me atrevía a
hacerle ninguna pregunta, nos mirábamos en silencio, de vez en cuando me daba un beso y yo a Él, y así ha
seguido haciéndose ver algunas veces. La última vez me hizo ver la Iglesia diciéndome estas palabras:
“En mi Iglesia está representado todo el Cielo: Así como en el Cielo una es la cabeza, que es Dios, y
muchos son los santos, de diferentes condiciones, órdenes y méritos, así en mi Iglesia una es la cabeza, que
es el Papa, y hasta en la tiara que rodea su cabeza está representada la Trinidad Sacrosanta, y muchos son
los miembros que de esta cabeza dependen, o sea, diferentes dignidades, diferentes órdenes, superiores e
inferiores, desde el más pequeño hasta el más grande todos sirven para embellecer mi Iglesia, y cada uno
según su grado tiene un oficio que le ha sido dado, y con el exacto cumplimiento de las virtudes viene a dar de
sí en mi Iglesia un esplendor olorosísimo, de modo que la tierra y el Cielo quedan perfumados e iluminados, y
las gentes quedan tan atraídas por esta luz y por este perfume, que resulta casi imposible no rendirse a la
verdad. Te dejo a ti el considerar a aquellos miembros infectados, que en vez de producir luz dan tinieblas,
¡cuántos destrozos hacen en mi Iglesia!”
Mientras Jesús así me decía, he visto al confesor junto a Él, Jesús con su mirada penetrante lo miraba
fijamente; después, dirigiéndose a mí me ha dicho:
“Quiero que tengas plena confianza con el confesor, aun en las mínimas cosas, tanto que entre Mí y él
no debe haber diferencia alguna, porque en la medida de tu confianza y de la fe que des a sus palabras, así
concurriré Yo.”
En el momento que Jesús decía estas palabras me acordé de ciertas tentaciones del demonio, que
habían producido en mí un poco de desconfianza, pero Jesús con su ojo vigilante, de inmediato me ha tomado
nuevamente junto a Sí, y en ese mismo instante me sentí quitar de mi interior esa desconfianza. Sea siempre
bendito el Señor que tiene tanto cuidado de esta alma tan miserable y pecadora.
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Mayo 26, 1899
Luisa ve su propia nada. Jesús le enseña
acerca del desprecio de uno mismo.
Esta mañana me encontraba en un aniquilamiento tal de mí misma, hasta sentirme odiosa y fastidiada, me
parecía ser la más abominable que se pudiera encontrar; me veía como un pequeño gusano que se movía y se
movía pero siempre quedaba allí, en el fango, sin poder dar un paso. ¡Oh Dios, qué miseria humana! No
obstante después de tantas gracias que me has dado, soy tan mala todavía. Y mi buen Jesús, siempre
benigno con esta miserable pecadora, ha venido y me ha dicho:
“El desprecio de ti misma sólo es loable cuando está bien investido por el espíritu de Fe, pero cuando no está
investido por el espíritu de Fe, en vez de hacerte bien te podrá dañar, porque viéndote tal y como tú eres, que
no puedes hacer nada de bien, desconfiarás, permanecerás abatida, sin animarte a dar un paso en el camino
del bien, pero apoyándote en Mí, esto es, invistiéndote del espíritu de Fe, vendrás a conocer y a despreciarte a
ti, y al mismo tiempo a conocerme a Mí, confiando del todo en poder obrar todo con mi ayuda; y he aquí que
haciendo de esta manera caminarás según la verdad.”
Cuánto bien hizo a mi alma este hablar de Jesús, he comprendido que debo entrar en mi nada y
conocer quién soy yo, pero no debo detenerme ahí, sino que en seguida, después de haberme conocido a mí
misma, debo volar al mar inmenso de Dios y ahí detenerme a tomar todas las gracias que se necesitan para mi
alma, de otra manera la naturaleza queda debilitada y el demonio buscará medios para arrojarla en la
desconfianza.
Sea siempre bendito el Señor y siempre sea todo para gloria suya.
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Agosto 22, 1899
Jesús le comunica sus virtudes.
Mi amado Jesús continúa viniendo, todo amable y majestuoso. Mientras estaba en este aspecto me ha
dicho:
“La pureza de mis miradas resplandezca en todas tus obras, de modo que subiendo de nuevo a mis
ojos me produzca un resplandor y me distraiga de las porquerías que hacen las criaturas.”
Yo he quedado toda confundida ante estas palabras, tanto que no osaba decirle nada, pero Jesús
alentándome, para darme confianza ha comenzado a decirme:
“Dime, ¿qué quieres?”
Y yo: “Cuando te tengo a Ti, ¿hay alguna otra cosa que pudiera desear?”
Pero Jesús ha insistió más de una vez que le dijera lo que quería, y yo mirándolo he visto la belleza de
sus virtudes y le he dicho: “Mi dulcísimo Jesús, dame tus virtudes.”
Y Él abriendo su corazón hacía salir tantos rayos distintos de sus virtudes, que al entrar en el mío me
sentía reforzar en las virtudes.
Después ha agregado: “¿Qué otra cosa quieres?”
Y yo, acordándome que en los días pasados por un dolor que sufría no lograba que mis sentidos se
perdieran en Dios, le he dicho: “Mi benigno Jesús, haz que el dolor no me impida el poder perderme en Ti.”
Y Jesús tocándome con su mano la parte donde sufría, ha mitigado la agudeza del dolor, de modo que
puedo recogerme y perderme en Él.
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Septiembre 9, 1899
Jesús le habla de la nada y del amor que le lleva.
Jesús continúa viniendo pero con un aspecto todo nuevo. Parecía que de su corazón bendito salía un
tronco de árbol que tenía tres raíces distintas, y este tronco, de su corazón entraba en el mío, y saliendo de mi
corazón el tronco formaba tantas bellas ramas cargadas de flores, de frutos, de perlas y de piedras preciosas,
resplandecientes como estrellas fulgidísimas. Ahora, mi amante Jesús, viéndose a la sombra de este árbol, se
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recreaba todo, mucho más que del árbol caían tantas perlas que formaban un bello adorno a su Santísima
Humanidad. Mientras estaba en esta posición me ha dicho:
“Hija mía amadísima, las tres raíces que ves que contiene este árbol son: la Fe, la Esperanza y la
Caridad. Y lo que tú ves, que este tronco sale de Mí y se introduce en tu corazón, significa que no hay bien
que posean las almas que no venga de Mí; así que después de la Fe, la Esperanza y la Caridad, el primer
desarrollo que hace este tronco es el hacer conocer que todo el bien viene de Dios, que de ellas no tienen otra
cosa que su propia nada, y que esta nada no hace otra cosa que darme la libertad de hacerme entrar en ellas y
hacerme obrar lo que quiero; mientras que hay otras nadas, esto es, otras almas, que con la libre voluntad que
tienen se oponen, entonces, faltando este conocimiento, el tronco no produce ni ramas ni frutos, ni ninguna otra
cosa de bueno. Las ramas que contiene este árbol, con todo el aparato de las flores, frutos, perlas y piedras
preciosas, son todas las diversas virtudes que puede poseer el alma. Ahora, ¿quién ha dado la vida a este
árbol tan bello? Ciertamente las raíces, esto significa que la Fe, la Esperanza y la Caridad abrazan todo,
contienen todas las virtudes, tanto, que son puestas como base y fundamento del árbol, y sin ellas no se puede
producir ninguna otra virtud.”
Así que he comprendido también que las flores significan las virtudes, los frutos los sufrimientos, las
piedras y las perlas el sufrir únicamente por el solo amor de Dios. He aquí por qué aquellas perlas que caían
formaban ese bello ornamento a Nuestro Señor. Ahora, mientras Jesús se sentaba a la sombra de este árbol,
me miraba con ternura toda paterna, entonces, tomado por un rapto amoroso, que parecía que no podía
contener en Sí, abrazándome fuertemente ha comenzado a decir:
“¡Cómo eres bella! Tú eres mi candorosa paloma, mi amada morada, mi templo vivo, en el cual unido
con el Padre y el Espíritu Santo me complazco en deleitarme. Tu continuo penar por Mí me alivia y consuela
de las continuas ofensas que me hacen las criaturas. Debes saber que es tanto el amor que te tengo, que
estoy obligado a esconderlo en parte, para hacer que tú no enloquezcas y puedas vivir, porque si te lo hiciese
ver no sólo enloquecerías, sino que no podrías continuar viviendo, tu débil naturaleza quedaría consumada por
las llamas de mi Amor.”
Mientras esto decía yo me sentía toda confundir y aniquilar, y me sentía hundir en el abismo de mi
nada, porque me veía toda imperfecta, especialmente notaba mi ingratitud y frialdad a las tantas gracias que el
Señor me hace. Pero espero que todo redunde a su gloria y honor, esperando con firme confianza que en un
esfuerzo de su Amor quiera vencer mi dureza.
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Volumen 3
Noviembre 26, 1899
Complacencia de la Santísima Trinidad ante el sufrir de Luisa.
Encontrándome en medio de grandes sufrimientos, mi amable Jesús ha venido y me ha puesto el brazo
por detrás del cuello, en acto de sostenerme. Ahora, estando cerca de Él empecé a hacer mis habituales
adoraciones a todos sus santos miembros, empezando por su sacratísima cabeza. En el momento que esto
hacía me ha dicho:
“Amada mía, tengo sed, quítame la sed con tu amor, que no resisto más.”
Y tomando aspecto de niño se puso entre mis brazos y se puso a mamar; parecía que sentía un gusto
grandísimo y quedaba todo reconfortado y calmaba su sed. Después de esto, queriendo como jugar conmigo,
con una lanza que tenía en la mano me traspasaba el corazón de lado a lado; yo sentía un dolor acerbísimo,
pero ¡oh! cómo estaba contenta de sufrir, especialmente porque eran las mismas manos de mi sólo y único
Bien las que me hacían sufrir, y lo incitaba a desgarrarme mayormente, tanto era el gusto y la dulzura que yo
sentía. Y Jesús bendito, para contentarme más me ha arrancado el corazón, tomándolo entre sus manos, y
con esa misma lanza lo abrió por la mitad y encontró una cruz resplandeciente y blanquísima. La ha tomado
entre sus manos complaciéndose grandemente, y me ha dicho:
“Esta cruz la produjo el amor y la pureza con que sufres. Me complazco tanto en el modo con el que tú
sufres, que no sólo Yo, sino que llamo al Padre y al Espíritu Santo a complacerse conmigo.”
En un instante miré y vi Tres Personas que circundándome se deleitaban en mirar esta cruz, pero yo,
lamentándome con Ellos dije:
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“Gran Dios, demasiado poco es mi sufrir, no estoy contenta sólo con la cruz, sino que quiero también
las espinas y los clavos, y si yo no lo merezco, porque soy indigna y pecadora, Vosotros ciertamente podéis
darme las disposiciones para merecerlo.”
Y Jesús enviándome un rayo de luz intelectual me hizo comprender que quería que hiciera la confesión
de mis culpas. Me sentí aterrar ante las Tres Divinas Personas, pero la Humanidad de Nuestro Señor me
inspiraba confianza, así que dirigiéndome a Él dije el ‘yo pecador’, y después empecé a hacer la confesión de
mis culpas. Ahora, mientras me encontraba toda inmersa en mi miseria, una voz ha salido de en medio de
Ellos que decía:
“Te perdonamos, y tú, no peques más.”
Yo esperaba recibir la absolución de Nuestro Señor, pero en ese momento desapareció.
Poco después volvió crucificado y me participó los dolores de la cruz.
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Diciembre 27, 1899
La Caridad debe ser como un
manto que debe cubrir las acciones.
Jesús continúa haciéndose ver como sombra y como rayo. Mientras me encontraba en un mar de
amargura por su ausencia, en un instante se ha hecho ver diciéndome:
“La Caridad debe ser como un manto que debe cubrir todas tus acciones, de modo que todo debe
relucir de perfecta Caridad. ¿Qué significa ese disgustarte cuando no sufres? Que tu Caridad no es perfecta,
porque el sufrir por amor mío y el no sufrir por mi amor, sin tu voluntad, todo es lo mismo.”
Y ha desaparecido dejándome más amargada que antes, queriendo tocar una nota muy delicada para
mí, y que Él mismo me ha infundido. Entonces, después de haber derramado amargas lágrimas en mi estado
miserable y por la ausencia de mi adorable Jesús, ha regresado y me ha dicho:
“Con las almas justas me porto con justicia, las recompenso duplicadamente por su justicia,
favoreciéndolas con las gracias más grandes y con hablarles con palabras justas y de santidad.”
Sin embargo yo me encontraba tan confundida y mala, que no me atrevía a decir una sola palabra, es
más, continuaba vertiendo lágrimas sobre mi miseria. Y Jesús queriéndome infundir confianza ha puesto su
mano bajo mi cabeza para levantarla, porque no la sostenía, y ha agregado:
“No temas, Yo soy el escudo de los atribulados.”
Y ha desaparecido.
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Enero 3, 1900
La paz.
Continúo viéndome toda llena de miserias, y no sólo eso, sino también inquieta. Me parece que todo mi
interior se ha puesto en armas por la pérdida de Jesús; y estaba pensando entre mí que mis grandes pecados
me habían merecido el que mi adorable Jesús me hubiese dejado, y por eso no lo vería más. ¡Oh, qué muerte
cruel es este pensamiento para mí! Es más, pensamiento más despiadado que cualquier muerte. ¡No ver más
a Jesús! ¡No oír más la suavidad de su voz! ¡Perder a Aquel del cual depende mi vida y del cual me viene
todo bien! ¿Cómo poder vivir sin Él? ¡Ah, si pierdo a Jesús para mí todo ha terminado! Con estos
pensamientos sentía una agonía de muerte, todo mi interior trastornado porque quería a Jesús, y Él, en un
destello de luz se ha manifestado a mi alma diciéndome:
“Paz, paz, no quieras turbarte. Así como una flor olorosísima perfuma el lugar donde se pone, así la
paz llena de Dios al alma que la posee.”
Y como relámpago se ha ido. Ah Señor, cuán bueno eres con esta pecadora, y en confianza te digo
también, cómo eres impertinente, pues nada menos debo perderte a Ti, y ni siquiera quieres que me turbe o
me inquiete, y si lo hago, me haces entender que yo misma me alejo de Ti, porque con la paz me lleno de Dios
y con turbarme me lleno de tentaciones diabólicas. ¡Oh mi dulce Jesús, cuánta paciencia se necesita contigo,
porque cualquier cosa que me suceda, ni siquiera puedo inquietarme, ni turbarme, sino que quieres que me
esté en perfecta calma y paz.
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Luisa Piccarreta
Confianza
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Enero 6, 1900
La confianza: Escalera para subir a la Divinidad.
Esta mañana he recibido la comunión y me he encontrado con Jesús, estaba también la Mamá Reina, y
¡oh! maravilla, veía a la Madre y veía el corazón de Ella transformado en Jesús niño; miraba al Hijo y veía en el
corazón del niño a la Madre. Mientras estaba en esto recordé que hoy es la epifanía, y yo, a ejemplo de los
santos magos debía ofrecer alguna cosa al niño Jesús, pero veía que no tenía nada que darle. Entonces,
viendo mi miseria, me ha venido el pensamiento de ofrecerle por mirra mi cuerpo con todos los sufrimientos de
los doce años que he estado en cama, dispuesta a sufrir y a estar todo el tiempo que Él quisiera; por oro la
pena que siento cuando me priva de su presencia, que es la cosa más penosa y dolorosa para mí; por incienso
mis pobres oraciones unidas a las de la Reina Mamá, a fin de que fueran más aceptables al niño Jesús.
Entonces hice el ofrecimiento con toda la confianza de que el niño aceptaría todo. Parecía que Jesús con
mucho gusto aceptaba mis pobres ofrecimientos, pero lo que más le gustaba era la confianza con la que se los
había ofrecido. Entonces me ha dicho:
“La confianza tiene dos brazos, con uno se abraza a mi Humanidad y se sirve de Ella como escalera
para subir a mi Divinidad, con el otro se abraza a la Divinidad y a torrentes toma las gracias celestiales, así que
el alma queda toda inundada por el Ser Divino. Cuando el alma confía, está segura de obtener lo que pide, Yo
me hago atar los brazos, la hago hacer lo que quiere, la hago penetrar hasta dentro de mi corazón y por sí
misma le hago tomar lo que me ha pedido. Si no hiciera esto me sentiría en un estado de violencia.”
Mientras esto decía, del pecho del niño y del de la Madre salían tantos ríos de licor (pero no sé decir
propiamente como se llamaba eso que digo licor) que me inundaban el alma. Y la Reina Madre ha
desaparecido.
Después de esto, junto con el niño hemos salido fuera, en la bóveda de los cielos, su gracioso rostro lo
veía triste y he dicho entre mí: “Tal vez quiere leche y por eso está triste.” Entonces le he dicho: “¿Quieres
mamar de mí, porque la Reina Mamá no está?” Pero antes de hacer esto he sentido temor de que fuera
demonio, entonces para asegurarme lo he persignado varias veces con la cruz y le he dicho: “¿Eres Tú
realmente Jesús Nazareno, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, el Hijo de María Virgen Madre de
Dios?” El niño aseguraba que sí. Entonces asegurada, lo he puesto a mamar de mí. El niño parecía que se
reanimaba tomando un aspecto alegre, y yo veía que chupaba parte de aquellos ríos de los que Él mismo me
había inundado. Y mientras esto hacía me sentía jalar el corazón, porque parecía que de él venía aquella
leche que Jesús chupaba de mí. ¿Quién puede decir lo que pasaba entre el niño Jesús y yo? No tengo lengua
para poderlo manifestar, no tengo palabras para poderlo describir.
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Enero 31, 1900
Correspondencia a la Gracia.
Después de que Jesús ha venido varias veces, pero siempre en silencio, yo me sentía un vacío y una
pena porque no oía la voz dulcísima de mi dulce Jesús y Él, regresando, casi para contentarme me ha dicho:
“La Gracia es la vida del alma. Así como al cuerpo le da vida el alma, así la Gracia da vida al alma.
Pero al cuerpo no le basta para tener vida el tener sólo al alma, sino que necesita también de un alimento para
nutrirse y crecer a debida estatura; así al alma no le basta tener la Gracia para tener vida, sino que necesita un
alimento para nutrirla y conducirla a debida estatura, ¿y cuál es este alimento? Es la correspondencia. Así que
la Gracia y la correspondencia forman esa cadena que la conduce al Cielo, y a medida que el alma
corresponde a la Gracia, son formados los eslabones de esta cadena.”
Después ha agregado: “¿Cuál es el pasaporte para entrar en el reino de la Gracia? Es la humildad. El
alma, mirando siempre su nada y descubriendo que no es otra cosa que polvo, que viento, toda su confianza la
pondrá en la Gracia, tanto que la hará dueña, y la Gracia tomando el dominio sobre toda el alma, la conduce
por el sendero de todas las virtudes y la hace llegar a la cima de la perfección.”
¿Qué será el alma sin Gracia? Me parecía como el cuerpo sin el alma, que se vuelve pestilente y se
llena de gusanos y podredumbre por todas partes, tanto que se hace objeto de horror a la misma vista humana;
así el alma sin la Gracia, se vuelve tan abominable que da horror a la vista, no de los hombres, sino de aquel
Dios Tres veces Santo.
¡Ah Señor, líbrame de tanta desgracia y del monstruo abominable del pecado!
Luisa Piccarreta
Confianza
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Febrero 4, 1900
Desconfianza.
Encontrándome en un estado lleno de desaliento, especialmente por la privación de mi sumo Bien, esta
mañana apenas dejándose ver me ha dicho:
“El desaliento es un humor infeccioso que infecta las más bellas flores y los más agradables frutos y
penetra hasta el fondo de la raíz, de modo que aquel humor infeccioso, invadiendo todo el árbol lo marchita, lo
vuelve escuálido, y si no se le pone remedio regándolo con el humor contrario, como aquel humor malo se ha
introducido hasta la raíz, seca la raíz y hace caer por tierra al árbol. Así le sucede al alma que se embebe de
este humor infeccioso del desaliento.”
A pesar de todo esto yo me sentía todavía desalentada, toda encogida en mí misma y me veía tan mala
que no me atrevía a arrojarme hacia mi dulce Jesús, mi mente estaba ocupada pensando en que para mí era
inútil esperar como antes las continuas visitas de Él, sus gracias, sus carismas; todo para mí había terminado.
Y Él, casi reprendiéndome ha agregado:
“¿Qué haces? ¿Qué haces? ¿No sabes tú que la desconfianza deja moribunda al alma? Y ésta,
pensando en que debe morir no piensa más en nada, ni en adquirir, ni en comerciar, ni en embellecerse más,
ni en poner remedio a sus males, no piensa otra cosa sino que para ella todo ha terminado. Y no sólo vuelve al
alma moribunda, sino que la desconfianza pone a todas las virtudes en peligro de expirar.”
¡Ah Señor! Me imagino ver a este espectro de la desconfianza, triste, mustio, medroso y todo
tembloroso, y toda su maestría, no con otra astucia sino sólo con el temor conduce las almas a la tumba. Pero
lo que es peor es que este espectro no se muestra como enemigo, porque entonces el alma podría burlarse de
su miedo, sino que se muestra como amigo, y se infiltra tan dulcemente en el alma, que si el alma no está
atenta, pareciéndole que es un amigo fiel que agoniza junto y llega a morir junto con ella, difícilmente se sabrá
liberar de su artificiosa maestría.
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5 de febrero de 1900
Efectos del conocimiento de la propia nada.
Continuando el mismo estado, con un poco más de ánimo, aunque no perfectamente libre, mi
amadísimo Jesús al venir me ha dicho:
“Hija mía, a veces el alma siente una lucha en alguna virtud, y el alma esforzándose supera aquel
combate; entonces la virtud queda más resplandeciente y más radicada en el alma. Pero el alma debe estar
atenta para evitar que ella misma no suministre la cuerda para hacerse atar por la desconfianza, y esto lo hará
al restringirse siempre, sin salir jamás, en el círculo de la verdad, que es el conocimiento de la propia nada.”
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Junio 12, 1900
La obediencia la hace pedir a Jesús que la
haga sufrir para impedir los castigos.
Esta mañana al venir mi amable Jesús he comenzado a decir: “Señor, ¿qué haces? Parece que te
adentras demasiado con la Justicia.” Y mientras quería continuar hablando para excusar las miserias
humanas, Jesús me ha impuesto silencio diciéndome:
“Calla, si quieres que me entretenga contigo ven a besarme y a sanar con tus acostumbradas
adoraciones todos mis miembros sufrientes.”
Así he comenzado por la cabeza, y después, poco a poco por los otros miembros. ¡Oh, cuántas llagas
profundas tenía aquel cuerpo sacrosanto, que el sólo mirarlas daba horror! Entonces, no apenas había
terminado ha desaparecido, dejándome con poquísimo sufrimiento y con un temor: ¿Quién sabe cómo se
derramará sobre las gentes, porque no se ha dignado derramar sobre mí sus amarguras?
Luisa Piccarreta
Confianza
10
Poco después ha venido el confesor y le he dicho lo anterior, y él me dijo que hoy, por obediencia
absoluta, cuando haga la meditación debes pedirle que te haga sufrir la crucifixión y que deje de mandar los
flagelos. Entonces, cuando hice la meditación, en cuanto se hizo ver le he rogado de acuerdo a la obediencia
recibida, pero no me puso atención, es más, ahora se hacía ver que volteaba la espalda a la gente, ahora que
dormía para no ser importunado por mí, y que sé yo, me sentía morir porque no se preocupaba por hacerme
hacer la obediencia; entonces he tomado valor y poniendo toda la confianza en la santa obediencia lo he
tomado por un brazo, y moviéndolo para despertarlo le he dicho: “Señor, ¿qué haces? ¿Este es el amor que
le tienes a tu virtud predilecta de la obediencia? ¿Estos son los elogios que tantas veces le habéis dado?
¿Estos son los honores que le habéis prodigado, hasta decir que te sientes sacudido y no puedes resistir a la
virtud de la obediencia y te sientes cautivar por el alma que se dona a esta virtud, que ahora parece que no te
importa el hacerme obedecer? Mientras esto y otras cosas decía, y que me alargaría demasiado si quisiera
escribirlas, el bendito Jesús se ha sacudido, y como golpeado por un vivísimo dolor ha roto en abundante
llanto, y sollozando ha dicho:
“Tampoco Yo quiero mandar flagelos, es la Justicia que me obliga casi a fuerza, pero tú con este hablar
me quieres herir a lo vivo y tocarme una fibra muy delicada para Mí y muy amada por Mí, tanto que no quise
otro honor ni otro título que el de obediente. Y para hacerte ver que no es que no me importe hacerte
obedecer, con todo lo que la Justicia me obliga a no hacerlo, te participo en parte los dolores de la cruz.”
Mientras esto hacía ha desaparecido, dejándome contenta porque me ha hecho obedecer y con un
disgusto en el alma, como si hubiese sido causa de hacer llorar al Señor con mi hablar. ¡Ah Señor, te pido que
me perdones!
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Junio 29, 1900
Jesús y Luisa se reconfortan recíprocamente.
Estando aún amargada, mi adorable Jesús teniendo compasión de mí ha venido, y parecía que me
sostenía entre sus brazos. Después, transportándome fuera de mí misma veía que reinaba un profundo
silencio, una tristeza, un luto por todas partes. Era tanta la impresión que causaba en el ánimo el ver en aquel
modo a las gentes, que se sentía una estrechura en el corazón. Entonces el bendito Jesús llevándome aparte
me ha dicho:
“Hija mía, alejemos por poco lo que nos aflige y reconfortémonos mutuamente.”
Mientras esto decía ha comenzado a acariciarme y a besarme, pero era tanta mi confusión que no me
atrevía a devolverle los besos y las caricias, y Él ha agregado:
“¡Cómo! Yo te reconforto a ti con besos y con caricias, ¿y tú no quieres reconfortarme a Mí dándome
tus besos y tus caricias?”
Así me he sentido con la confianza de pagarle con la misma moneda, y mientras esto hacía ha
desaparecido.
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Agosto 1, 1900
La Humanidad de Jesús es el
espejo de la Divinidad. Castigos.
Continúa mi adorable Jesús viniendo poquísimas veces y por poco tiempo. Esta mañana me sentía
toda aniquilada y casi no me atrevía a ir en busca de mi sumo Bien, pero Él siempre benigno ha venido, y
queriéndome infundir confianza me ha dicho:
“Hija mía, ante mi Majestad y pureza no hay quien pueda estar de frente, más bien todos están
obligados a estar por tierra y golpeados por el fulgor de mi Santidad. El hombre quisiera casi huir de Mí,
porque es tal y tanta su miseria, que no tiene valor para sostenerse delante del Ser Divino. Entonces haciendo
uso de mi Misericordia asumí mi Humanidad, la que atenuando los rayos de la Divinidad, es medio para infundir
confianza y ánimo al hombre para venir a Mí, el cual poniéndose de frente a mi Humanidad, que expande rayos
atenuados de la Divinidad, tiene el bien de poderse purificar, santificar y hasta divinizar en mi misma
Humanidad deificada. Por eso tú estate siempre de frente a mi Humanidad, teniéndola como espejo en el cual
limpiarás todas tus manchas, y no sólo esto, sino como espejo en el cual reflejándote adquirirás la belleza, y
Luisa Piccarreta
Confianza
11
poco a poco irás adornándote a semejanza de Mí mismo, porque es propiedad del espejo hacer aparecer
dentro de sí la imagen similar a aquella de quien se mira en él; si así es el espejo material, mucho más es el
divino, porque mi Humanidad sirve al hombre como espejo para mirar mi Divinidad. He aquí por esto que todos
los bienes para el hombre derivan de mi Humanidad.”
Mientras esto decía me sentía infundir tal confianza, que me ha venido el pensamiento de quererle
hablar de los castigos, tal vez me escuchara y haría el intento de aplacarlo del todo; pero mientras me disponía
a esto como rayo ha desaparecido, y mi alma corriendo detrás de Él se ha encontrado fuera de mí misma, pero
no lo he podido reencontrar más, y con suma amargura mía he visto muchas personas que iban a las cárceles,
a otros sectarios que salían para atentar contra otras vidas de reyes y de otros jefes; veía que se carcomían de
rabia porque les falta el medio para salir entre los pueblos y hacer matazón, sin embargo llegará su tiempo.
Después de esto me he encontrado en mí misma, toda oprimida y afligida.
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Volumen 4
Noviembre 10, 1900
Jesús le enseña donde está el verdadero amor.
Jesús continuaba sin venir y yo me sentía inmersa en la más grande amargura, mi alma quedaba
desgarrada de mil modos, entonces sentía como una sombra junto a mí y oía la voz de mi adorable Jesús, pero
sin verlo, que me ha dicho:
“El amor más perfecto está en la verdadera confianza que se debe tener hacia el objeto amado, y
aunque se viera perdido el objeto que se ama, entonces más que nunca es tiempo de demostrar esta viva
confianza. Este es el medio más fácil para ponerse en posesión de lo que ardientemente se ama.”
Dicho esto ha desaparecido la sombra y la voz. ¿Quién puede decir la pena que siento por no haber
visto a mi amado Bien?
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Diciembre 3, 1900
La naturaleza de la Santísima Trinidad está formada
de Amor purísimo, simplísimo y comunicativo.
Esta mañana encontrándome fuera de mí misma, me he encontrado con el niño Jesús entre los brazos,
y mientras me deleitaba en mirarlo, sin saber como, del mismo niño ha salido un segundo, y después de breves
instantes un tercer niño, los dos semejantes al primero, si bien distintos entre ellos. Asombrada al mirar esto
he dicho: “¡Oh, cómo se toca con la mano el misterio sacrosanto de la Santísima Trinidad, que mientras sois
Uno, sois también Tres!” Me parecía que los Tres me decían, pero al salir la palabra formaba una sola voz:
“Nuestra naturaleza está formada de Amor purísimo, simplísimo y comunicativo, y la naturaleza del
verdadero Amor tiene como propiedad especial producir de sí mismo imágenes todas semejantes en la
Potencia, en la Bondad, en la belleza y en todo lo que él contiene, y sólo para dar un realce más sublime a
nuestra omnipotencia pone la marca de la distinción, de modo que esta nuestra naturaleza, derritiéndose en
amor, como es simple, sin ninguna materia que pudiera impedir la unión, de ella forma Tres y volviéndose a
derretir forma Uno solo. Y es tan cierto que la naturaleza del verdadero Amor tiene esto de producir imágenes
todas similares a sí, o de asumir la imagen de quien se ama, que la segunda Persona al redimir al género
humano asumió la naturaleza y la imagen del hombre, y comunicó al hombre la Divinidad.”
Mientras esto decían, yo distinguía muy bien a mi amado Jesús, reconociendo en Él la imagen de la
naturaleza humana, y sólo por Él tenía la confianza de permanecer ante la presencia de ellos, ¿de otra manera
quién se habría atrevido? Ah, sí, me parecía que la Humanidad asumida por Jesús había abierto el comercio a
la criatura, a fin de hacerla subir hasta el trono de la Divinidad para ser admitida a su conversación, y obtener
reescritos de gracias. ¡Oh, qué momentos felices he gustado, cuántas cosas comprendía! Pero para escribir
algunas cosas necesitaría escribirlas cuando mi alma se encuentra con mi amado Jesús, porque entonces me
parece liberada del cuerpo, pero al encontrarme de nuevo aprisionada, las tinieblas de la prisión, la lejanía de
mi místico Sol, la pena de no verlo, me vuelven incapaz de describirlas y me hacen vivir muriendo, pero estoy
Luisa Piccarreta
Confianza
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obligada a vivir atada, encarcelada en este mísero cuerpo. ¡Ah! Señor, ten compasión de una miserable
pecadora que vive enferma y prisionera, rompe pronto los muros de esta cárcel para volar a Ti y no regresar
más.
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Julio 16, 1901
El principio del mal en el hombre. Diferencia
entre el amor de Jesús y el amor humano. Para
entrar en el Cielo el alma debe estar toda
transformada en Jesús.
Después de varios días de privación, esta mañana se ha dignado venir transportándome fuera de mí
misma. Ahora, encontrándome ante Jesús bendito veía mucha gente y los males de la generación presente; mi
adorable Jesús los miraba con compasión y dirigiéndose a mí me ha dicho:
“Hija mía, ¿quieres saber de dónde comenzó el mal en el hombre? El principio es que el hombre en
cuanto se conoce a sí mismo, o sea, empieza a adquirir el uso de la razón, se dice a sí mismo: ‘Yo soy algo’, y
creyéndose alguna cosa se separa de Mí, no se fía de Mí que soy el Todo y toda la confianza y fuerza la toma
de él mismo, y de esto sucede que pierde hasta todo buen principio, y perdiendo el buen principio, ¿cuál será
su fin? Imagínalo tú misma hija mía.
Después, separándose de Mí que contengo todo bien, ¿qué puede esperar de bien el hombre, siendo él
un océano de mal? Sin Mí todo es corrupción, miseria y sin ninguna sombra de verdadero bien, y esta es la
sociedad presente.”
Yo al oír esto sentía tal aflicción que no sabía expresarla, pero Jesús queriéndome consolar me ha
transportado a otra parte, y yo encontrándome sola con mi amado Jesús le he dicho: “Dime, ¿me amas?”
Y Él: “Sí.”
Y yo: “No estoy contenta con el sí solo, quisiera que me explicaras mejor cuánto me amas.”
Y Él: “Es tanto mi amor por ti, que no sólo no tiene principio, sino que no tendrá fin, y en estas dos
palabras puedes comprender cuán grande, fuerte y constante es mi Amor por ti.”
He considerado todo esto por un poco de tiempo, y veía un abismo de distancia entre mi amor y el
suyo, y toda confundida he dicho: “Señor, ¡qué diferencia entre mi amor y el tuyo! El mío no sólo tiene
principio, sino que en el pasado veo vacíos en mi alma de no haberte amado.”
Y Jesús compadeciéndome toda me ha dicho:
“Amada mía, no puede haber igualdad entre el Amor del Creador y el de la criatura, sin embargo hoy te
quiero decir una cosa que te será de consolación y que no has entendido. Debes saber que cada alma durante
todo el curso de su vida está obligada a amarme constantemente, sin ningún intervalo, y no amándome
siempre quedan en el alma tantos vacíos por cuantos días, horas, minutos ha dejado de amarme, y nadie
podrá entrar al Cielo si no ha llenado estos vacíos, y sólo podrá llenarlos: o amándome doblemente el resto de
su vida, o si no alcanza los llenará a fuerza de fuego en el purgatorio. Ahora, tú cuando estás privada de Mí, la
privación del objeto amado hace duplicar el amor, y con esto vienes a llenar los vacíos que hay en tu alma.”
Después de esto le he dicho: “Dulce Bien mío, déjame ir junto contigo al Cielo, y si no quieres para
siempre, al menos por un poco, ¡ah, te lo pido, conténtame!” Y Él me ha dicho:
“¿No sabes tú que para entrar en esa bienaventurada morada el alma debe estar toda transformada en
Mí, de manera que debe aparecer como otro Cristo? De otra manera, ¿qué papel harías en medio de los
demás bienaventurados? Tú misma tendrías vergüenza de estar junto con ellos.”
Y yo: “Es verdad que soy muy desemejante de Ti, pero si quieres puedes volverme tal.” Entonces para
contentarme me encerró toda en Él, de modo que no me veía más a mí misma sino a Jesucristo, y en este
modo nos elevamos hacia el Cielo; llegados a un punto nos hemos encontrado ante una luz indescriptible,
delante a aquella luz se experimentaba nueva vida, alegría insólita, jamás sentida, ¡cómo me sentía feliz! Más
bien me parecía encontrarme en la plenitud de toda la felicidad. Ahora, mientras nos adentramos en esa luz,
yo sentía temor, hubiera querido alabarlo, agradecerlo, pero no sabiendo que decir he recitado tres Gloria Patri,
y Jesús respondía junto conmigo; pero apenas terminadas, como relámpago me he encontrado en la mísera
prisión de mi cuerpo. Ah Señor, ¿cómo es que tan poco ha durado mi felicidad? Parece que es demasiado
duro el barro de mi cuerpo, pues se necesita mucho para romperse e impide a mi alma marcharse de esta
miserable tierra. Pero espero que algún golpe impetuoso lo quiera no sólo romper, sino pulverizar, y entonces,
Luisa Piccarreta
Confianza
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no teniendo ya casa donde podernos estar aquí, tengas compasión de mí y me acojas para siempre en la
celestial morada.
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Noviembre 22, 1901
El yo lleva la marca de todas las
Ruinas; sin el yo todo es seguridad.
Después de haber pasado días amarguísimos de lágrimas, de privaciones y de silencio, mi pobre
corazón no puede más; tanto es el dolor fuera de mi centro Dios, que continuamente soy arrojada entre
profundas olas de fiera tempestad, en estado de fuerte violencia en que sufro a cada momento la muerte, y lo
que es más, no poder morir. Entonces, encontrándome en esta situación, por poco se ha hecho ver y me ha
dicho:
“Hija mía, cuando un alma hace en todo la voluntad de otra, se dice que tiene confianza en aquella, por
eso vive del querer de la otra y no del suyo, así cuando el alma hace en todo mi Voluntad, Yo digo que tiene
Fe, así que el Divino Querer y la Fe son ramas producidas de un solo tronco, y como la Fe es simple, la Fe y el
Divino Querer producen la tercera rama de la simplicidad, y así el alma readquiere en todo las características
de paloma. ¿No quieres tú entonces ser mi paloma?”
En otra ocasión me dijo:
“Hija mía, las perlas, el oro, las gemas, las cosas más preciosas, se tienen bien custodiadas dentro de
algún cofre y con doble llave. ¿Por qué temes tú entonces si te tengo bien custodiada en el cofre de la santa
obediencia, custodia segurísima donde no una, sino dos llaves tienen bien cerrada la puerta para tener
prohibido el ingreso a cualquier ladrón, y aun a la sombra de cualquier defecto? Sólo el yo lleva la marca de
todas la ruinas, pero sin el yo todo es seguridad.”
+ + + +
Marzo 2, 1902
Efectos de la Fe.
Esta mañana me sentía toda pensativa, como si el Señor quisiera nuevamente sustraerme su
presencia, y por tanto quitarme los sufrimientos, también sentía un poco de desconfianza. Entonces, después
de mucho esperar, en cuanto ha venido me ha dicho:
“Hija mía, quien de la Fe se nutre adquiere Vida Divina, y adquiriendo Vida Divina destruye la humana,
esto es, destruye en sí los gérmenes que produjo la culpa original, readquiriendo la naturaleza perfecta como
salió de mis manos, semejante a Mí, y con esto viene a superar en nobleza a la misma naturaleza angélica.”
Dicho esto ha desaparecido.
+ + + + Diciembre 26, 1902
Las calumnias, las persecuciones, las
oposiciones, sirven para justificar al hombre.
Encontrándome en mi habitual estado, me sentía toda oprimida y con temor de recibir persecuciones,
oposiciones, calumnias, no sólo yo, pues de mí no me preocupo porque soy una pobre criatura que valgo nada,
sino por el confesor con otros sacerdotes. Así que sentía el corazón aplastado por este peso, sin poder
encontrar calma. En este momento ha venido mi adorable Jesús diciéndome:
“Hija mía, ¿por qué estarte turbada e inquieta perdiendo el tiempo? Por tus cosas no hay nada, y
además todo es providencia divina que permite las calumnias, las persecuciones, las oposiciones, para
justificar al hombre y hacerlo regresar a la unión con el Creador, a solas, sin apoyo humano, como salió al ser
creado. Y he aquí como el hombre, por cuan bueno y santo fuese, siempre le queda alguna cosa de espíritu
humano en su interior, como también en su exterior no es perfectamente libre, siempre tiene alguna cosa de
humano en la que espera, confía y se apoya, y por la cual quiere obtener estima y respeto, así que la
providencia divina hace que sople un poco el viento de las calumnias, persecuciones y oposiciones, ¡oh!, qué
destructora granizada recibe el espíritu humano, porque el hombre viéndose combatido, mal visto, despreciado
Luisa Piccarreta
Confianza
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por las criaturas, no encuentra más satisfacción entre ellas, es más, le viene a faltar todo junto: Ayudas,
apoyos, confianza y estima, y si antes iba en busca de ellas, después él mismo les huye, porque a donde se
vuelve no encuentra más que amarguras y espinas. Así que reducido a este estado permanece solo, y el
hombre no puede estar, ni está hecho para estarse solo, ¿qué hará el pobrecito? Se volverá todo, sin el
mínimo estorbo a su centro Dios, y Dios se dará todo a él, y el hombre se dará todo a Dios, aplicando su
inteligencia en conocerlo, su memoria en recordarse de Dios y de sus beneficios, la voluntad a amarlo. Y he
aquí hija mía, justificado, santificado y rehecha en su alma la finalidad para la cual fue creado. Y aunque
después le convendrá tratar con las criaturas, si ve que se le ofrecen ayudas, apoyos, estima, los recibe con
indiferencia, conociendo por experiencia quiénes son, y si se sirve de ellas lo hace sólo cuando ve en ello el
honor y la gloria de Dios, quedándose siempre sólo Dios y él.”
+ + + +
Volumen 5
I. M. I.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Señor, ven en mi ayuda, ata esta mi voluntad rebelde que quiere siempre ir contra la santa obediencia,
y me pone en tal estrechez que mientras a veces parece muerta, entonces más que nunca, como serpiente la
siento viva y me roe por dentro, por eso átame con nuevas cuerdas, es más, lléname de tu santa y adorable
Voluntad hasta desbordar fuera, de manera que mi voluntad quede consumida en la tuya, y entonces podré
tener la felicidad de no luchar más contra la santa obediencia. Y tú, oh santa obediencia, perdóname si te hago
siempre la guerra y dame la fuerza para poderte seguir en todo plácidamente, aunque a veces parece que yo
tenga toda la razón. ¡Cómo luchar contra ti como en este escribir por cuenta del confesor! Pero bueno,
hagamos silencio, no hagamos más demoras y comencemos a escribir.
Como mi pasado confesor se encontraba muy ocupado, mucho más que en el curso de los años en que él me
dirigía, cuando no podía él venir venía el confesor presente, pero yo no había pensado jamás que debía
encontrarme en las manos de éste, sobre todo que yo estaba contenta con aquel y en él tenía toda mi
confianza. Cerca de un año y medio antes de que el presente fuera mi confesor, estando en mi acostumbrado
estado, el bendito Jesús me dijo no estar contento con que mi pasado confesor no se ocupara más de mi
interior, y del modo como él concurría con Nuestro Señor sobre mi estado, diciéndome que:
“Cuando pongo en las manos del confesor almas víctimas, el trabajo de su interior debe ser continuo, por eso
dile: O me corresponde, o te pongo en manos de cualquier otro.”
Y yo: “Señor, ¿qué dices, quien será tan paciente que deberá tomar esta cruz de venir cada día a
sacrificarse como este confesor?”
Y Jesús: “Le daré luz, nombrando al presente confesor, y vendrá.”
Y yo: “Cuán imposible es que él tome esta cruz.”
Y Jesús: “Sí, vendrá, y además, cuando no me oiga a Mí mandaré a mi Madre, y él, que la ama, no le
negará este favor; porque, ciertamente que a quien verdaderamente se ama no se le niega nada. Sin embargo
quiero ver otro poco qué cosa hace éste, y dile todo lo que te he dicho.”
Cuando vino el confesor le narré todo, pero pobrecito, una nueva ocupación tomada por él lo
imposibilitaba a ocuparse de mi interior, se veía que no era su voluntad sino la impotencia por lo que no podía
ocuparse de mí. Cuando se lo decía se empeñaba más, pero pronto volvía a no ocuparse de mí, como antes.
Jesús bendito se lamentaba de él y yo se lo volvía a decir al confesor. Un día él mismo me mandó al padre
presente, y yo, también con él abrí mi alma diciéndole todo lo que he dicho, él aceptó venir y yo quedé
maravillada de que había dicho que sí, y decía entre mí: “Tenía razón Jesús.” Pero pronto cesó la maravilla,
no sé decir cómo, duró apenas cuanto dura una sombra que rápido huye, vino apenas dos o tres días y no se
vio más, también como sombra huyó y yo continuaba estando en las manos del confesor pasado, adorando las
disposiciones de Dios, yo estaba contenta con él, que tantos sacrificios había hecho por causa mía. Después
de que pasó cerca de otro año, y yo sintiendo una necesidad de conciencia lo dije al confesor pasado y me dijo:
“Te mando a Don Genaro.” Es decir al padre presente, invistiéndose de mi necesidad.
Pensativa sobre una tempestad sucedida entre ellos, Jesús ha repetido: “No muevas las cosas, todo lo
he dispuesto Yo y todo lo que ha sido hecho, todo ha sido bien hecho.”
Luisa Piccarreta
Confianza
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Volumen 6
Abril 11. 1904
Jesús agradece a Luisa.
Continuando mi acostumbrado estado, después de haber esperado mucho, en cuanto he visto a mi
adorable Jesús me ha dicho:
“Tú que tanto me querías contigo, ¿qué cosa quieres, qué te importa más?”
Y yo: “Señor, nada quiero, lo que más me importa eres sólo Tú.”
Y Él ha repetido: “Cómo, ¿no quieres nada? Pídeme cualquier cosa, la santidad, mi gracia, las
virtudes, que Yo todo te puedo dar.”
Y yo de nuevo he dicho: “Nada, nada, te quiero sólo a Ti y lo que quieres Tú.”
Y de nuevo ha agregado: “¿Entonces no quieres nada más? ¿Yo solo te basto? ¿Tus deseos no
tienen otra vida en ti que Yo sólo? Entonces toda tu confianza debe estar sólo en Mí, y a pesar de que
no quieres nada obtendrás todo.”
Y sin darme más tiempo, como relámpago ha desaparecido. Entonces yo he quedado muy
disgustada, especialmente porque por cuanto más lo llamaba, no regresaba, y pensaba entre mí: “Yo
no quiero nada, no pienso, no me ocupo sino solamente de Él, y Él parece que no se interesa de mí,
no sé como su buen corazón puede llegar a tanto.” Y tantos otros disparates que yo decía. Ahora,
mientras estaba en esto, ha regresado y me ha dicho:
“Gracias, gracias. ¿Qué es más, cuando el Creador agradece a la criatura o cuando la criatura
agradece al Creador? Ahora, debes saber que cuando tú me esperas y tardo en venir, Yo te agradezco
a ti; cuando vengo pronto, tú estás obligada a agradecerme a Mí. Entonces, ¿te parece poco que tu
Creador te dé la ocasión de poder quedar obligado contigo y agradecerte?”
Yo he quedado toda confundida.
+ + + +
Julio 29, 1904
La fe hace conocer a Dios, pero la
confianza lo hace encontrar.
Continuando mi habitual estado, apenas he visto a mi adorable Jesús le he dicho: “Señor mío y
Dios mío.” Y Él ha dicho:
“Dios, Dios, sólo Dios; hija, la fe hace conocer a Dios, pero la confianza lo hace encontrar, así que la
fe sin la confianza es fe estéril. Y a pesar de que la fe posee inmensas riquezas para que el alma pueda
enriquecerse, si falta la confianza queda siempre pobre y desprovista de todo.”
Entonces, mientras esto decía me sentía atraída a Dios, y quedaba absorbida en Él como una gotita
de agua en el inmenso mar, por más que miraba no encontraba ni los confines a lo ancho ni a lo largo,
ni a lo alto, Cielos y tierra, viadores y bienaventurados, todos estaban inmersos en Dios. Después veía
también las guerras, como la de Rusia con Japón, los miles de soldados que morían o que morirán, y
que por justicia, aún natural, la victoria será del Japón 1 ; también otras naciones europeas están
tramando maquinaciones de guerra contra las mismas naciones de Europa. ¿Pero quién puede decir
todo lo que se veía de Dios y en Dios? Para terminar pongo punto.
1
El 2 de enero de 1905 se rindió el general ruso Anatoli Mijáilovich Stësel.
Luisa Piccarreta
Confianza
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16
Diciembre 3, 1904
Dos preguntas para conocer si es Dios
o el demonio quien obra en Luisa.
Continuando mi habitual estado, me he encontrado fuera de mí misma, arrojada en la tierra, de
cara al sol, sus rayos me penetraban dentro y fuera haciéndome quedar como extasiada. Después de
mucho tiempo, habiéndome cansado de aquella posición, me arrastraba por tierra porque no tenía
fuerza para levantarme y caminar; luego de mucho esperar ha venido una virgen, que tomándome por
la mano me ha conducido dentro de una habitación, sobre una camita, donde estaba el niño Jesús que
plácidamente dormía. Yo, contenta por haberlo encontrado me he acercado a Él, pero sin despertarlo.
Después de algún tiempo, habiéndose despertado se ha puesto a pasear sobre el lecho, y temiendo que
desapareciera he dicho: “Querido de mi corazón, Tú sabes que eres mi vida, ¡ah! no me dejes.”
Y Él: “Establezcamos cuántas veces debo venir.”
Y yo: “Único bien mío, ¿qué dices? La vida es necesaria siempre, por eso siempre, siempre.”
Mientras estaba en esto han venido dos sacerdotes, y el niño se ha puesto en los brazos de uno de ellos
ordenándome que yo platicara con el otro, éste quería cuentas de mis escritos, y uno por uno los
estaba revisando, entonces yo, temiendo, le he dicho: “Quién sabe cuántos errores tienen.”
Y él con una seriedad afable ha dicho: “Qué, ¿errores contra la ley cristiana?”
Y yo: “No, errores de gramática.”
Y él: “Eso no importa.”
Y yo tomando confianza he agregado: “Temo que todo sea ilusión.”
Y él, mirándome a la cara ha dicho: “¿Crees que tengo necesidad de revisar tus escritos para saber si
eres ilusa o no? Yo con dos preguntas que te haga conoceré si es Dios o el demonio quien obra en ti.
Primero, ¿crees tú que todas las gracias que Dios te ha hecho tú te las has merecido, o bien, han sido
don y gracia de Dios?”
Y yo: “Todo por gracia de Dios.”
“Segundo, ¿crees tú que en todas las gracias que el Señor te ha hecho, tu buena voluntad ha
precedido a la Gracia, o la Gracia te ha precedido a ti?”
Y yo: “Cierto, la Gracia me ha precedido siempre.”
Y él: “Estas respuestas me hacen saber que tú no eres ilusa.”
En ese momento me he encontrado en mí misma.
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Marzo 23, 1905
Gloria y complacencia de Jesús.
Encontrándome en mi habitual estado, por poco tiempo ha venido el bendito Jesús y yo le he
dicho: “Señor, ¿es tu gloria mi estado?”
Y Él: “Hija mía, toda mi gloria y toda mi complacencia, es que te quiero toda más en Mí.”
Después ha agregado: “El todo está en la desconfianza y temor del alma en sí misma, y en la
confianza y firmeza en Dios.”
Dicho esto ha desaparecido.
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Luisa Piccarreta
Confianza
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Volumen 7
Julio 28, 1906
Atrevimiento del alma, Jesús la defiende.
Continuando mi habitual estado, por breve tiempo ha venido el bendito Jesús, y yo en cuanto lo he visto
lo detuve y lo he abrazado, pero tan fuerte como si quisiera encerrarlo en mi corazón. Mientras estaba en
esto veía personas en torno a mí que decían: “Cómo es atrevida, se toma demasiada confianza, y cuando
uno se trata con confianza no se tiene la estima y respeto que se debe tener.” Yo me sentía sonrojar al oír
esto, pero no podía hacer de otra manera, y el Señor les ha dicho:
“Sólo se pude decir que se ama, se estima y se respeta un objeto, cuando se lo quiere hacer propio, y
cuando no se lo quiere hacer propio significa que no lo ama, y por lo tanto no se le tiene estima ni respeto,
como por ejemplo: Si se quiere conocer si alguien ama las riquezas, hablando de ellas se ve que las tiene en
gran estima, respeta a las personas ricas, no por otra cosa sino porque son ricas, y todas las riquezas
quisiera hacerlas suyas; si en cambio no las ama, al sólo oír hablar de ellas se fastidia, y así de todas las otras
cosas.
Entonces, en vez de criticarla merece alabanzas, y si me quiere hacer suyo significa que me ama, me
estima y me respeta.”
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Enero 3, 1907
La verdadera confianza reproduce
la Vida Divina en el alma.
Continuando mi habitual estado, en cuanto he visto al bendito Jesús me ha dicho:
“Hija mía, quien mucho teme, es señal de que mucho confía en sí misma, porque no descubriendo en sí
misma otra cosa que debilidades y miserias, naturalmente y justamente teme; y quien nada teme, es señal
de que confía en Dios, porque confiando en Dios, las miserias y las debilidades quedan perdidas en Dios;
sintiéndose investida por el Ser Divino, no más obra ella, sino Dios en ella, ¿y qué puede temer? Así que la
verdadera confianza reproduce la Vida Divina en el alma.”
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Volumen 8
Enero 22, 1909
Cuando Dios es deudor del alma.
Estaba pensando en las tantas privaciones de Nuestro Señor y en que años atrás, una vez, habiendo
esperado varias horas a Nuestro Señor, cuando vino yo me lamentaba con Él porque me había hecho
esperar para venir, y el bendito Jesús me dijo:
“Hija mía, cuando Yo te sorprendo previniendo tus deseos de quererme y vengo sin hacerte esperar, tú
quedas deudora de Mí, pero cuando te hago esperar un poco y después vengo, Yo quedo deudor tuyo, ¿te
parece poco que un Dios te dé la ocasión de ser deudor tuyo?”
Luisa Piccarreta
Confianza
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Y decía entre mí: Entonces eran horas, pero ahora que son días, ¿quién sabe cuántas deudas ha
contraído conmigo? Creo que son innumerables, porque muchas me está haciendo. Pero después pensaba
entre mí: “¿Y para qué me sirve tener un Dios deudor? Creo que para Jesús lo mismo es tenerlo como
deudor que ser uno deudor de Él, porque Él en un momento puede dar tanto al alma, que equivalga y
sobrepase las deudas que tenga, y he aquí que las deudas quedan anuladas.” Pero mientras esto pensaba,
el bendito Jesús en mi interior me ha dicho:
“Hija mía, tú dices disparates, además de los dones espontáneos que Yo doy a las almas, están los dones
de vínculo. A las almas, dones espontáneos puedo darles o puedo no darles, en Mí está la elección, porque
ningún vínculo me ata; pero a las almas de los dones de vínculo, como en tu caso, me siento vinculado,
obligado a darle lo que quiere, a concederle mis dones. Imagínate un señor y dos personas, una de estas
dos personas tiene su dinero en manos de aquel señor, la otra no; tanto a una como a otra ese señor puede
dar lo que quiera, ¿pero quién está más segura de obtener del señor en caso de una necesidad, la que tiene
su dinero en manos de aquel señor o la que no tiene? Ciertamente la que tiene su dinero depositado
tendrá las buenas disposiciones, el valor, la confianza para ir a pedir lo que está depositado en las manos
de aquel señor, y si lo ve titubear en darle, le dirá francamente: “Dámelo pronto, porque finalmente no te
pido lo tuyo, sino lo mío.” Mientras que si va la otra persona que no tiene nada en manos de aquel señor,
irá tímida, sin confianza y estará a lo que aquél quiera, si quiere darle alguna ayuda o no. Ésta es la
diferencia que hay entre el tenerme de deudor y no tenerme como tal. ¡Si tú comprendieras los bienes
inmensos que produce este contraer crédito conmigo!”
Agrego que mientras escribía, pensaba entre mí otra tontería: “Cuando esté en el Cielo, mi amado
Jesús, sentirás enfado de haber contraído tantas deudas conmigo, mientras que si vienes aquí, quedando
yo deudora, Tú que eres tan bueno, en el primer encuentro que tengamos me perdonarás todas mis
deudas; pero yo que soy mala no lo haré, me haré pagar aun un respiro de espera.” Pero mientras esto
pensaba, en mi interior me ha dicho:
“Hija mía, no sentiré enfado sino contento, porque mis deudas son deudas de amor, y deseo más ser
deudor que tenerte como deudora mía, porque estas deudas que contraigo contigo, mientras son deudas
para Mí, serán prendas y tesoros que conservaré en mi corazón eternamente, que te darán el derecho de
ser amada por Mí más que a los demás, y esto será una alegría, una gloria de más para Mí, y tú tendrás
pagado aun el respiro, el minuto, el deseo, el latido, y por cuanto más seas prepotente y avara en el exigir,
más me darás gusto y más te daré. ¿Estás contenta así?”
Yo he quedado confundida y no he podido decir nada más.
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Volumen 9
Mayo 16, 1909
El sol es símbolo de la Gracia.
Continuando mi habitual estado, en cuanto ha venido el bendito Jesús me ha dicho:
“Hija mía, el sol es como un símbolo de la Gracia, el cual donde encuentra vacío, aunque fuera una caverna,
un subterráneo, una fisura, un agujero, con tal que estén vacíos y haya alguna pequeña abertura para entrar, entra
y todo lo llena de luz; con esto no disminuye su luz en los otros espacios donde está, y si la luz no ilumina más,
no es que le falte la luz, sino que le falta el terreno para poder difundir de más su luz. Así es mi Gracia, más que
sol majestuoso envuelve a todas las criaturas con su benéfico influjo, pero no entra sino sólo en los corazones
vacíos, y por cuanto vacío encuentra, tanta luz hace penetrar dentro de los corazones. Pero, ¿cómo se forman
estos vacíos? La humildad es la pala que excava y forma el vacío; el desapego de todo, aun de sí mismo, es el
vacío mismo; la ventana para hacer entrar la luz de la Gracia en este vacío es la confianza en Dios y la
Luisa Piccarreta
Confianza
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desconfianza de sí mismo; así que por cuanto confía en Dios, otro tanto ensancha la puerta para hacer entrar la
luz y tomar de ella mayor Gracia; la custodia que guarda la luz y la engrandece es la paz.”
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Volumen 10
Mayo 19, 1911
La confianza rapta a Jesús. Él quiere que el
alma se olvide de sí misma y se ocupe sólo de Él.
Continuando mi habitual estado, mi siempre amable Jesús se hacía ver todo afligido, y yo me estaba junto a
Él para compadecerlo, amarlo, abrazarlo y consolarlo con toda la plenitud de la confianza, y mi dulce Jesús me
ha dicho:
“Hija mía, tú eres mi contento, así me agrada, que el alma se olvide de sí misma, de sus miserias, que se
ocupe sólo de Mí, de mis aflicciones, de mis amarguras, de mi amor, y que con toda confianza se esté junto a
Mí. Esta confianza me rapta el corazón y me inunda de mucha alegría, porque como el alma se olvida de sí
por Mí, así Yo olvido todo por ella y la hago una sola cosa para Mí, y llego no sólo a darle, sino a hacerle tom ar
lo que quiere. Al contrario el alma que no olvida todo por Mí, aun sus miserias y se quiere estar en torno a Mí
con todo respeto, con temor y sin la confianza que me rapta el corazón, y como si quisiera estar con temerosa
compostura conmigo y toda reservada, a esta tal nada le doy y nada puede tomar, porque falta la llave de la
confianza, de la soltura, de la simplicidad, cosas todas necesarias, para Mí para dar, y para ella para tomar, por
lo tanto, con las miserias viene y con las miserias se queda.”
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Octubre 6, 1911
Jesús se esconde para poder castigar. Con Jesús
el alma puede todo, sin Él, no puede nada.
Estaba pensando para mí misma: “Cómo va a ser posible que Jesús bendito para castigar a los pueblos me
deba privar de su amable presencia, quisiera ver si no es que va a otras almas para hacerse ver; creo que sean
excusas, o que haya en mí alguna cosa que le impida venir.” Y Jesús, haciéndose apenas ver me ha dicho:
“Hija mía, es verdad que por los castigos no vengo frecuentemente; y aun admitiendo que vaya a alguna
otra alma, esto no dice nada, porque el todo está en el estado al cual han llegado las almas con mi Gracia, por
ejemplo: Si Yo fuera a un alma principiante, o bien que no haya llegado a la posesión de Mí como si fuera todo
suyo, poco o nada me haría, no tendría aquel atrevimiento, aquella confianza de desarmarme, de atarme como
le plazca. Éstas están ante Mí todas tímidas, y con razón, porque no han entrado en Mí como dueñas para
poder disponer como quieran, en cambio el alma cuando ha llegado a poseerme es atrevida, confiada, conoce
todos los secretos divinos y puede decirme, y con razón: “Si eres mío, quiero hacer lo que quiero.” He aquí
por qué para poder obrar me escondo, porque sufrirían mucho al unirse conmigo en castigar, o bien me lo
impedirían. He aquí hija mía la necesidad de que no me manifieste, de otra manera, quiero oírlo de ti misma,
¿qué me harías? ¿Cuánto no te opondrías?”
Y yo: “Cierto Señor, debería comportarme en todo como me has enseñado Tú mismo, amar a las criaturas
como tus imágenes y como Tú mismo. Si yo te viese como antes, jamás podrías permitir la guerra en Italia, Tú
te escondes y yo permanezco nada y la pura nada, contigo puedo todo, sin Ti no puedo nada.”
Y Jesús: “¿Has visto? Lo dices tú misma, así que viniendo a ti la guerra se reduciría a un juego, mientras
que mi Voluntad es que lleve tristes y graves consecuencias. Por eso te repito mi estribillo: “Animo, estate en
paz, seme fiel, no te comportes como niña que a cada cosa hace berrinches, sino como heroína; no te dejo
verdaderamente, sino que me estaré escondido en tu corazón, y tú continuarás viviendo de mi Querer; y si no
hacemos así los pueblos llegarán a tales excesos, que dará terror y espanto.”
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Noviembre 2, 1911
Luisa Piccarreta
Confianza
20
Jesús le da un corazón de luz, y le dice
que hará todo por medio de este corazón.
Continuando mi habitual estado, en cuanto ha venido el bendito Jesús me lamentaba con Él de que venía
brevemente, y que no me daba tiempo de decirle nada de las tantas necesidades que hay, con la añadidura de
que al venir, ahora me estrecha fuerte, ahora me transforma tanto en su Voluntad que no me deja ni siquiera un
pequeño espacio para poder perorar por sus criaturas, y Jesús me ha dicho:
“Pero hija mía, siempre quieres saberlo todo, está bien, te lo digo. Las cosas serán graves, gravísimas, he
ahí todo el por qué, y si me pusiera en confianza contigo, tú me atarías y no me dejarías hacer nada, en cambio
debes tener paciencia y por ahora Yo te ataré a ti.”
Después ha tomado un corazón de luz y me lo ha puesto dentro de mi interior agregando:
“Amarás, hablarás, pensarás, repararás, todo lo harás por medio de este corazón.”
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Volumen 11
Abril 10, 1912
Las almas que tienen más confianza son el
desahogo y el entretenimiento del Amor de Jesús.
Continuando mi habitual estado, en cuanto ha venido el bendito Jesús me ha dicho:
“Hija mía, las almas que más resplandecerán, como refulgentes gemas en la corona de mi Misericordia,
son las almas que tienen más confianza, porque por cuanta más confianza tienen, tanto más dan campo al
atributo de mi Misericordia para derramar cualquier gracia que esas almas quieran; en cambio quien no
tiene verdadera confianza, ella misma me encierra las gracias dentro de Mí y permanece siempre pobre y
desprovista, y mi Amor queda contenido en Mí y sufro grandemente por esto, y para no sufrir tanto y para
poder más libremente desahogar mi Amor, trato más con las almas que tienen confianza que con las otras,
porque con éstas puedo desahogar mi Amor, puedo jugar, puedo tomar amorosos contrastes, porque no
tengo que temer que se molesten, que se dejen llevar por el temor, más bien se hacen más atrevidas y en
todo encuentran como amarme más. Así que las almas con confianza son el desahogo y el entretenimiento
de mi Amor, son las más agraciadas y las más ricas.”
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Agosto 16, 1912
El pensar en sí mismo es oscuridad, el
pensar sólo en Dios es luz a la mente.
Esta mañana, mi siempre amable Jesús me ha dicho:
“Hija mía, el pensar en vosotros mismos ciega la mente y os forma una especie de encanto humano, y
este encanto humano forma una red en torno al hombre; esta red está formada de debilidad, de
opresiones, de melancolías, de temores y de todo lo que de mal contiene la naturaleza humana, y por
cuanto más se piensa en sí mismo, aun bajo aspecto de bien, más densa se hace la red y más ciega queda el
alma. En cambio, el no pensar en sí mismo, sino pensar sólo en Mí, sólo en amarme, cualesquiera que sean
las cosas, es luz a la mente y en ella se forma un dulce encanto divino, y este encanto divino también teje
en la mente su red, y esta red está formada toda de luz, de fortaleza, de gozo, de confianza, en suma, de
todos los bienes que poseo Yo mismo, y cuanto menos se piensa en sí mismo, más densa se forma esta red,
así que no se reconoce más. ¡Cómo es bello ver al alma envuelta en esta red que en ella ha tejido el
Luisa Piccarreta
Confianza
21
encanto divino, cómo es agradable, graciosa y amada por todo el Cielo! Lo contrario para el alma que
piensa en sí misma.”
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Agosto 20, 1913
Para vivir en la Divina Voluntad, la vida
de la propia voluntad debe terminar.
Mientras rezaba veía en mí a mi siempre amable Jesús y a otras almas en torno a mí, las cuales decían:
“Señor, todo has puesto en esta alma.” Y extendiendo sus manos hacia mí me decían: “Ya que Jesús está
en ti, y con Él todos los bienes, toma y danos a nosotras.” Yo he quedado confundida por esto, y el bendito
Jesús me ha dicho:
“Hija mía, en mi Voluntad están todos los bienes posibles, y el alma que vive en Ella es necesario que
esté con confianza obrando junto conmigo como dueña. Todo esperan las criaturas de esta alma, y si no lo
tienen se sienten defraudadas, ¿y cómo puede dar si no está con toda confianza obrando junto conmigo?
Por eso al alma que vive en mi Voluntad le es necesaria la confianza para dar, la simplicidad para
comunicarse a todos, con el desinterés de sí para poder vivir toda para Mí y para el prójimo. Tal soy Yo.”
Luego ha agregado: “Hija mía, a quien en verdad hace mi Voluntad le sucede como al árbol injertado,
que la fuerza del injerto tiene virtud de hacer destruir la vida del árbol que recibe el injerto, así que no más
los frutos, las hojas del primer árbol se ven, sino los del injerto, y si el primer árbol dijera al injerto: ‘Quiero
retener para mí al menos una pequeña ramita para poder dar también yo algún fruto, para poder hacer
conocer a todos que yo existo aún.’ El injerto le respondería: ‘Tú no tienes ya razón de existir, después de
que te has sometido a recibir mi injerto la vida será toda mía.’ Así el alma que hace mi Voluntad puede
decir: ‘Mi vida ha terminado, no más mis obras saldrán de mí, mis pensamientos, mis palabras, sino las
obras, los pensamientos, las palabras de Aquél cuya Voluntad es mi vida.’ Así que Yo digo a quien hace mi
Querer: ‘Tú eres vida mía, sangre mía, huesos míos.’ Entonces sucede la verdadera, real, Sacramental
transformación, no en virtud de las palabras del sacerdote, sino en virtud de mi Voluntad. En cuanto el
alma se decide a vivir en mi Querer, mi Voluntad me crea a Mí mismo en el alma, y a medida que mi Querer
corre en la voluntad, en las obras, en los pasos del alma, tantas creaciones mías recibe. Sucede
propiamente como a un cáliz lleno de partículas consagradas, por cuantas partículas hay, tantos Jesús
están, uno en cada partícula. Así el alma, en virtud de mi Voluntad me contiene en todo y en cada parte de
su ser; quien hace mi Voluntad hace la verdadera comunión eterna, y comunión con fruto completo.”
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Volumen 12
Octubre 8, 1919
Efectos de la confianza.
Continuando mi habitual estado de penas y de privaciones, me la paso con Jesús casi en silencio, toda
abandonada en Él como una pequeña bebita. Entonces mi dulce Jesús haciéndose ver en mi interior
me ha dicho:
“Hija mía, la confianza en Mí es la pequeña nube de luz en la cual queda el alma tan envuelta,
que le hace desaparecer todos los temores, todas las dudas, todas las debilidades, porque la confianza
en Mí no sólo le forma esta pequeña nube de luz que la envuelve toda, sino que la nutre con alimentos
contrarios, que tienen la virtud de disipar todos los temores, dudas y debilidades. En efecto, la
Luisa Piccarreta
Confianza
22
confianza en Mí disipa el temor y nutre al alma de puro amor, disipa las dudas y le da la certeza, quita
la debilidad y le da la fortaleza, es más, la hace tan atrevida conmigo, que se aferra a mis pechos y
chupa, chupa y se nutre, no quiere otro alimento, y si ve que chupando no recibe nada, y esto lo
permito para ejercitarla en la más alta confianza, ella ni se cansa ni se separa de mi pecho, es más,
chupa más fuerte, golpea la cabeza en mi pecho y Yo complacido la hago hacer. Así que el alma que
verdaderamente confía en Mí es mi sonrisa y mi complacencia, quien confía en Mí me ama, me estima,
me cree rico, potente, inmenso; en cambio quien desconfía, no me ama en verdad, me deshonra, me
cree pobre, impotente, pequeño, ¡qué afrenta a mi Bondad!”
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Diciembre 25, 1920
La suerte Sacramental de Jesús, es más
dura aún que su suerte infantil.
Encontrándome en mi habitual estado, me he encontrado fuera de mí misma y junto con Jesús hacía
un largo camino, y en este camino ahora caminaba con Jesús, ahora me encontraba con la Mamá
Reina; si desaparecía Jesús me encontraba la Mamá, y si desaparecía la Mamá encontraba a Jesús; en
este camino me han dicho muchas cosas; Jesús y la Mamá eran muy afables, con una dulzura que
encantaba, y yo he olvidado todo, mis amarguras, aun sus mismas privaciones, creía que no los
perdería más. ¡Oh, cómo es fácil olvidar el mal ante el bien! Ahora, al final del camino la Celestial
Mamá me ha tomado en sus brazos, yo era pequeña, pequeña y me ha dicho:
“Hija mía, quiero confirmarte en todo.”
Y parecía que con su santa mano me signara la frente, como si escribiera y pusiera un sello;
después como si escribiera en los ojos, en la boca, en el corazón, en las manos y pies, y luego ponía en
ellos el sello. Yo quería ver lo que Ella me escribía, pero no sabía leer lo escrito, sólo en la boca he
visto unas palabras que decían: “Aniquilamiento de todo gusto.” Y de inmediato he dicho: “Gracias
Mamá de que me quitas todo gusto que no sea Jesús.” Quería comprender más, pero la Mamá me ha
dicho:
“No es necesario que lo sepas, ten confianza en Mí, te he hecho lo que se necesitaba.”
Me ha bendecido y ha desaparecido, y me he encontrado en mí misma. Después ha regresado
mi dulce Jesús, era un tierno niño, gemía, lloraba y temblaba por el frío; se ha arrojado en mis brazos
para que lo calentara; yo me lo he estrechado fuerte, fuerte, y según mi costumbre me fundía en su
Querer para encontrar los pensamientos de todos junto con los míos y circundar al tembloroso Jesús
con las adoraciones de todas las inteligencias creadas; las miradas de todos, para hacerlas mirar a Jesús
y distraerlo del llanto; las bocas, las palabras, las voces de todas las criaturas, a fin de que todas lo
besaran para no hacerlo gemir y con su aliento lo calentaran. Mientras esto hacía, el niñito Jesús no
gemía más, ha cesado de llorar y habiéndosele quitado el frío me ha dicho:
“Hija mía, ¿has visto qué cosa me hacía temblar, llorar y gemir? El abandono de las criaturas.
Tú me las has puesto a todas en torno mío, me he sentido mirado, besado por todas y he calmado mi
llanto, pero has de saber que mi suerte Sacramental es más dura aún que mi suerte infantil: La gruta, si
bien fría, era espaciosa, tenía aire para respirar; la hostia también es fría, es tan pequeña que casi me
falta el aire. En la gruta tuve un pesebre con un poco de heno por lecho, en mi Vida Sacramental aun
el heno me falta y por lecho no tengo más que metales duros y helados. En la gruta tenía a mi amada
Mamá que frecuentemente me tomaba con sus purísimas manos y me cubría con besos ardientes para
calentarme, me calmaba el llanto, me nutría con su leche dulcísima; todo lo contrario en mi Vida
Sacramental, no tengo una Mamá, si me toman siento el toque de manos indignas, manos que huelen a
tierra y a estiércol, ¡oh! cómo siento más esta peste que la del estiércol de la gruta; en vez de cubrirme
con besos me tocan con actos irreverentes, y en vez de leche me dan la hiel de los sacrilegios, de los
Luisa Piccarreta
Confianza
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descuidos, de las frialdades. En la gruta, San José no dejó que me faltara una lamparita de luz en las
noches, aquí en el Sacramento, ¿cuántas veces quedo en la oscuridad, aun en la noche? ¡Oh! cómo es
más dolorosa mi suerte Sacramental, cuántas lágrimas ocultas, no vistas por ninguno, cuántos gemidos
no escuchados. Si te ha movido a piedad mi suerte infantil, mucho más te debe mover a piedad mi
suerte Sacramental.”
+ + + +
Volumen 13
Septiembre 21, 1921
Dios quiere dar sus bienes a sus hijos.
El obrar en la Divina Voluntad es día.
Encontrándome en mi habitual estado, mi siempre amable Jesús al venir me ha dicho:
“Hija mía, en qué dolorosas condiciones me ponen las criaturas. Yo soy como un padre riquísimo, y que ama
sumamente a sus hijos, pero sus hijos son sumamente ingratos, porque mientras el padre quiere vestirlos, éstos
rechazan las vestiduras y quieren quedar desnudos; el padre les da el alimento, y éstos quieren quedar en ayunas, y si
comen, se alimentan de alimentos sucios y viles; el padre les dona sus riquezas, los quiere tener a su alrededor, les da
su misma habitación, y los hijos nada quieren aceptar y se contentan con andar errantes, sin techo y pobres. ¡Pobre
padre, cuántos dolores, cuántas lágrimas no derrama! Sería menos infeliz si no tuviera qué dar, pero el tener los
bienes y no tener qué hacer con ellos y ver perecer a sus hijos, esto es un dolor que supera a cualquier dolor. Tal soy
Yo, quiero dar y no hay quien tome, así que las criaturas son causa de hacerme derramar lágrimas amargas y de tener
un dolor continuo; ¿pero sabes tú quien enjuga mis lágrimas y me cambia el dolor en alegría? Quien quiere estar
siempre junto conmigo, quien toma con amor y con filial confianza mis riquezas, quien se alimenta a mi misma mesa y
quien se viste con mis mismos vestidos; a estos Yo doy sin medida, son mis confidentes y los hago reposar sobre mi
mismo seno.”
Después de esto me he encontrado fuera de mí misma, y veía surgir nuevas revoluciones entre partidos y
partidos y cómo esto será causa de mayores combates; y mi dulce Jesús me ha dicho:
“Hija mía, si no se forman los partidos no pueden suceder las verdaderas revoluciones, especialmente contra
la Iglesia, porque si no estuviera el partido faltaría el elemento contra el cual se quisiera combatir, pero cuántos de
este partido que aparentemente se dice católico son verdaderos lobos cubiertos con el manto de corderos, y darán
muchos dolores a mi Iglesia; muchos creen que con este partido será defendida la religión, pero será todo lo
contrario, y los enemigos se servirán de él para clamar mayormente contra Ella.”
Después he regresado en mí misma, y era la hora cuando mi amado Jesús salía de la prisión y era llevado de
nuevo ante Caifás, yo he tratado de acompañarlo en este misterio, y Jesús me ha dicho:
“Hija mía, cuando fui presentado ante Caifás era pleno día, y era tanto el Amor que Yo tenía hacia las
criaturas, que salía en este último día ante el pontífice todo deformado, llagado, para recibir la condena de muerte;
pero cuantas penas debía costarme esta condena, y Yo estas penas las convertía en días eternos, con los cuales
circundaba a cada una de las criaturas, a fin de que alejándole las tinieblas, cada una encontrara la luz necesaria para
salvarse y ponía a su disposición mi condena de muerte para que encontraran en ella su vida. Así que cada pena y
cada bien que Yo hacía, era un día de más que daba a la criatura; y no sólo Yo, sino también el bien que hacen las
criaturas es siempre día que forman, así como el mal es noche. Sucede como cuando una persona tiene una luz y se
encuentran cerca de ella diez, veinte personas, a pesar de que la luz no es de todas, sino de una sola, las otras gozan
de la luz, pueden trabajar, leer, y mientras ellas se aprovechan de la luz no hacen ningún daño a la persona que la
posee. Así sucede con el bien obrar, no sólo es día para ella, sino que puede hacer el día a quién sabe cuántas otras; el
bien es siempre comunicativo y mi Amor no sólo me incitaba a Mí, sino que daba la gracia a las criaturas que me aman,
de formar tantos días en provecho de sus hermanos por cuantas obras buenas van haciendo.”
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Luisa Piccarreta
Confianza
24
Volumen 14
Marzo 3, 1922
El Agricultor Celestial siembra su palabra.
Continuando mi habitual estado, mi dulce Jesús vino pero sin decirme nada, todo taciturno y sumamente
afligido, y le dije:
“¿Qué tienes Jesús que no hablas? Tú me eres vida, tu palabra me es alimento y yo no puedo estar en
ayunas, soy muy débil y siento la necesidad continua del alimento para crecer y mantenerme fuerte.”
Y Jesús todo bondad me ha dicho: “Hija mía, también Yo siento la necesidad de un alimento, y
después de que te he alimentado con mi palabra, esa misma palabra masticada por ti, habiéndose convertido
en sangre, germina el alimento para Mí; y si tú no puedes estar en ayunas, tampoco Yo quiero estar en ayunas,
quiero la correspondencia del alimento que te he dado y después volveré de nuevo a alimentarte. Siento
mucha hambre, pronto, quítame el hambre.”
Yo he quedado confundida y no sabía qué darle, porque nunca he tenido nada, pero Jesús con sus
dos manos tomaba mi latido, mi respiro, mis pensamientos, los afectos, los deseos, cambiados en tantos
globitos de luz y se los comía diciendo:
“Esto es el fruto de mi palabra, es cosa mía, es justo que me los coma.”
Entonces parecía que tomaba un poco de reposo y después ha agregado.”
“Hija mía, ahora conviene que me ponga de nuevo al trabajo, para trabajar el terreno de tu alma y
poder sembrar la semilla de mi palabra para alimentarte. Yo hago como el campesino cuando quiere sembrar
su terreno, forma las zanjas, hace los surcos y después arroja la semilla en ellos, luego regresa a cubrir de
tierra las zanjas y los surcos donde ha puesto la semilla, para tenerla defendida y darle tiempo para hacerla
germinar, para recogerla centuplicada y hacer de ella su alimento; pero debe estar atento a no ponerle mucha
tierra, de otra manera sofocaría su semilla y la haría morir bajo tierra y él correría peligro de quedarse en
ayunas. Así hago Yo, preparo las zanjas, formo los surcos, ensancho la capacidad de su inteligencia para
poder sembrar mi palabra divina y así poder formar el alimento para Mí y para ella, después cubro las zanjas y
los surcos de tierra, y esta tierra es la humildad, la nada, el aniquilamiento del alma, alguna pequeña debilidad
o miseria suya, esto es tierra y es necesario que la tome de ella, porque a Mí me falta esta tierra y así cubro
todo y espero con alegría mi cosecha. Ahora, ¿quieres saber qué pasa cuando sobre mi semilla se pone
mucha tierra? Cuando el alma siente sus miserias, sus debilidades, su nada, y se aflige, piensa tanto en esto
que pierde el tiempo y el enemigo se sirve de ello para arrojarla en la turbación, en la desconfianza y en el
abatimiento; todo esto es tierra de más sobre mi semilla. ¡Oh, cómo mi semilla se siente morir, cómo se le
dificulta germinar bajo esta tierra! Muchas veces estas almas cansan al Agricultor Celestial y él se retira. ¡Oh!
cuántas de estas almas hay.”
Y yo: “Amor mío, ¿soy yo una de esas?”
Y Él: “No, no, quien hace mi Voluntad no está sujeto a poder formar tierra para sofocar mi semilla, es
más, muchas veces no se encuentra ni siquiera la humildad, sino solo su nada que produce poca tierra, y
apenas una capa puedo poner sobre mi semilla, y el Sol de mi Voluntad la fecunda y pronto germina, y Yo hago
grandes cosechas y regreso pronto para arrojar mi semilla, y puedes estar segura de esto, ¿no ves cómo
vuelvo continuamente a sembrar nuevas semillas de verdad en tu alma?”
Ahora, mientras esto decía, sobre el rostro de Jesús se veía una tristeza, y tomándome de la mano me
ha transportado fuera de mí misma y me hacía ver diputados y ministros, todos trastornados y como si ellos
mismos hubieran preparado un gran fuego, en el cual quedaban envueltos en las llamas; se veían los jefes
sectarios que cansados de esperar el lanzarse contra la Iglesia, o querían ser dejados libres para iniciar luchas
sangrientas contra Ella, o bien se querían retirar de gobernar; veían faltarles el piso bajo sus pies, tanto por
finanzas como por otras cosas, y para no hacer el ridículo querían retirarse de regir la suerte de la nación,
¿pero quién puede decirlo todo? Y Jesús, todo doliente ha dicho:
“Terribles, terribles son los preparativos, quieren hacerlo todo sin Mí, pero todo servirá para
confundirlos.”
+ + + +
Noviembre 11, 1922
Luisa Piccarreta
Confianza
25
Jesús dio vida en la Divina Voluntad a los actos de todas las
criaturas; en esta obra asoció a su Madre Santísima, y ahora
llama al alma para repetirlo.
Mi siempre amable Jesús al venir me ha atraído a Él, dentro de una Luz inmensa, y me ha dicho:
“Pequeña hija de mi Querer, esta Luz inmensa que ves es mi Suprema Voluntad, de la cual nada
escapa. Tú debes saber que al crear el cielo, el sol, las estrellas, etc., a todo le fijé sus límites, su lugar, su
número, no pueden crecer ni decrecer, todas las cosas las tengo como en un puño. Así al crear al hombre, al
mismo tiempo creé todas las inteligencias y cada uno de los pensamientos, todas las palabras, las obras, los
pasos y todo lo demás del hombre, desde el primero hasta el último que deberá existir, y esto era connatural en
Mí, mucho más que Yo mismo debía ser actor y espectador hasta de un pensamiento; y si el hombre no lo
podía hacer sin Mí, ¿cómo no debía Yo saberlo y conocer hasta el número? Así que en mi Voluntad nada todo
el obrar de las criaturas, como los peces nadan dentro de un vasto mar. Pero habiendo creado al hombre no
esclavo, sino libre, porque no era decoroso para Mí, ni obra digna salida de mis manos, si hiciera salir a este
hombre atado, sin libertad, ni podría decir hagámoslo a nuestra imagen y semejanza si no lo hacía libre; quería
dotarlo con la libertad. Yo era libre, libre también él, pues no hay cosa que más torture a una persona que dar
un amor forzado, además causa desconfianza, sospechas, temores y casi asco en quien lo recibe. Ve dónde
tiene origen cada acto de criatura, aun un pensamiento, en la Santidad de mi Voluntad, con esta diferencia, que
si el hombre quiere, ese pensamiento, palabra, etc., puede hacerlo bien o mal, santo o perverso. Ahora, mi
Voluntad tuvo un dolor al ver en tantos, cambiados sus actos, de los cuales era actora, en actos mortales para
Mí y para ellos, por eso quise que mi Voluntad haciéndose doblemente actora de cada acto, extendiera sobre
todos otro acto divino, que debía corresponderme según la Santidad de mi Voluntad con otros tantos actos
divinos; pero se necesitaba alguien para hacer esto, y he aquí a mi Humanidad Santa, libre también Ella, que
no queriendo otra vida que la sola Voluntad Divina, nadando en este mar inmenso iba duplicando cada
pensamiento, palabra y obra de criatura, y extendía sobre todo un acto de Voluntad Divina, y esto daba
satisfacción y glorificaba al Padre divino, de modo que Él pudo mirar al hombre y abrirle las puertas del Cielo, y
Yo anudaba con más fuerza a la voluntad humana, dejándola siempre libre de no separarse de la Voluntad de
su Creador, causa por la que se había precipitado en tantas desgracias. No estuve contento sólo con esto,
sino que quise que mi Mamá, también Santa, me siguiera en el mar inmenso del Querer Supremo y junto
conmigo duplicara todos los actos humanos, poniendo en ellos el doble sello, después del mío, de los actos
hechos en mi Voluntad sobre todos los actos de las criaturas. Cómo me era dulce la compañía de mi
inseparable Mamá en mi Voluntad, la compañía en el obrar hace surgir la felicidad, la complacencia, el amor de
ternura, la competencia, el acuerdo, el heroísmo; en cambio el aislamiento produce lo contrario. Entonces,
conforme obraba junto con mi amada Mamá, así surgían mares de felicidad, de complacencia de ambas partes,
mares de amor que haciendo competencia, uno se arrojaba en el otro y producían gran heroísmo. Y no para
Nosotros solos surgían estos mares, sino también para quien nos habría hecho compañía en nuestra Voluntad;
es más, podría decir que estos mares se convertían en tantas voces que llamaban al hombre a vivir en nuestro
Querer para restituirle la felicidad, su naturaleza primera y todos los bienes que había perdido con sustraerse
de nuestra Voluntad. Ahora vengo a ti, después de mi Madre Celestial te llamé a ti para hacer que todos los
actos humanos tengan el primer sello hecho por Mí, el segundo hecho por mi Mamá y el tercero por una
criatura de la estirpe común; mi eterno Amor no estaría contento si no hubiera elevado a una de la estirpe
común, la cual debía abrir las puertas a quien se dispusiera a entrar por ellas para vivir en nuestro Querer; he
aquí el por qué de mis tantas manifestaciones, los tantos valores y efectos que te he hecho conocer de mi
Voluntad; estos serán imanes potentes para atraerte a ti y después a los demás a vivir en Ella; pero para entrar
en nuestra Voluntad y seguir el sublime vuelo de mis actos y los de mi indivisible Mamá, siendo tú de la estirpe
común, no habrías podido entrar en nuestro Querer si no tuvieras al menos, o hubieras sido transformada en la
naturaleza que salió de mis manos antes de que el hombre se sustrajera de nuestro Querer; esta es la razón
de mis tantas gracias, para reducir tu naturaleza, tu alma, a aquel primer estado; conforme te iba dando esas
gracias, así te quitaba los gérmenes, las tendencias, las pasiones de la naturaleza rebelde, dejando siempre
libre tu voluntad. Era necesario para mi decoro, Santidad y dignidad, que debiéndote llamar al centro de mi
Querer para hacer ahí vida común para hacerte recorrer todos los actos hechos por Mí, y que las criaturas no
han conocido aún, reducir tu naturaleza a este estado feliz, de otra manera no habrías podido correr conmigo
en los interminables actos de mi Querer, ni estar conmigo con la familiaridad que se necesita para obrar juntos.
Las pasiones, los gérmenes de las tendencias no buenas, hubieran sido como tantas barreras de división entre
tú y Yo, a lo más habrías estado a las órdenes de mi Querer, como tantos otros fieles míos, pero hacer lo que
hice Yo, habrías estado muy lejana, y ni tú ni Yo hubiéramos sido felices, mientras que el vivir en mi Querer es
Luisa Piccarreta
Confianza
26
propiamente esto: ‘Vivir plenamente feliz en la tierra, para después pasar a vivir más feliz en el Cielo.’ Por eso
te digo, verdadera hija de mi Querer, primer parto feliz de mi Voluntad, seme atenta y fiel, ven en mi eterno
Querer, te esperan mis actos que quieren el sello de los tuyos, te esperan los actos de mi Mamá, te espera
todo el Cielo porque quieren ver todos sus actos glorificados en mi Voluntad por una criatura de la estirpe de
ellos, te esperan las presentes y las futuras generaciones, para que les sea restituida la felicidad perdida. ¡Ah!
no, no, no terminarán las generaciones si no regresa el hombre a mi seno, bello, dominante, como salió de mis
manos creadoras, no estoy contento con haberlo redimido; aun a costa de esperar, tendré paciencia todavía,
pero debe regresar a Mí tal como lo hice, en virtud de mi Voluntad. Con hacer su voluntad descendió en el
abismo y se transformó en feo; con hacer mi Voluntad subirá y adquirirá la nueva transformación en la
naturaleza por Mí creada, y entonces podré decir: Todo lo he cumplido, el orden de toda la Creación me ha
regresado y me reposaré en él.”
+ + + +
Volumen 15
I. M. I.
Fiat
Diciembre 8, 1922
Sobre la Inmaculada Concepción.
Escribo por obedecer y ofrezco todo a mi dulce Jesús uniéndome al sacrificio de su obediencia para
obtener la gracia y la fuerza de hacerla como Él quiere. Y ahora, ¡oh mi Jesús! dame tu santa mano y la Luz
de tu inteligencia y escribe junto conmigo.
Estaba pensando en el gran portento de la Inmaculada Concepción de mi Reina y Celestial Mamá y
en mi interior he oído decirme:
“Hija mía, la Inmaculada Concepción de mi amada Mamá fue prodigiosa y del todo maravillosa,
tanto que Cielos y tierra quedaron estupefactos e hicieron fiesta. Las Tres Divinas Personas hicieron
competencia: El Padre hizo salir un mar inmenso de Potencia; Yo, Hijo, saqué un mar infinito de Sabiduría y
el Espíritu Santo un mar inmenso de eterno Amor, que fundiéndose formaron un solo mar y en medio de
este mar fue formada la Concepción de esta Virgen, elegida entre las elegidas; así que la Divinidad
suministró la sustancia de esta Concepción, y no sólo era centro de vida de esta admirable y singular
criatura, sino que este mar le estaba alrededor, no sólo para tenerla defendida de todo lo que pudiera
ensombrecerla, sino para darle a cada instante nuevas bellezas, nuevas gracias, Potencia, Sabiduría, Amor,
privilegios, etc. Así que su pequeña naturaleza fue concebida en el centro de este mar y se formó y creció
bajo el influjo de estas olas divinas, tanto, que no apenas fue formada esta noble y singular criatura, la
Divinidad no quiso esperar como es su costumbre con las demás criaturas, quería sus abrazos, la
correspondencia de su amor, sus besos, gozarse sus inocentes sonrisas, y por eso no apenas fue formada
su Concepción le di el uso de razón, la doté de todas las ciencias, le hice conocer nuestras alegrías y
nuestros dolores en relación a la Creación; y desde el seno materno Ella venía al Cielo, a los pies de nuestro
trono para darnos los abrazos, la correspondencia de su amor, sus tiernos besos, y arrojándose en nuestros
brazos nos sonreía con tal complacencia de gratitud y de agradecimiento, que arrancaba nuestras sonrisas.
¡Oh!, cómo era bello ver a esta inocente y privilegiada criatura enriquecida con todas las cualidades divinas,
venir en medio de Nosotros toda amor, toda confianza, sin temor, porque solamente el pecado es lo que
pone distancia entre Creador y criatura, rompe el amor, hace perder la confianza e infunde temor; así que
Ella venía en medio de Nosotros como Reina, que con su amor, dado por Nosotros, nos dominaba, nos
raptaba, nos ponía en fiesta y se hacía raptora de otro amor, y Nosotros la hacíamos hacer, gozábamos del
amor que nos arrebataba y la constituimos Reina del Cielo y de la tierra. Cielo y tierra exultaron e hicieron
Luisa Piccarreta
Confianza
27
fiesta junto con Nosotros por tener después de tantos siglos a su Reina, el sol sonrió en su luz y se creyó
afortunado por tener que servir a su Reina con darle luz; el cielo, las estrellas y todo el universo sonrieron
de alegría e hicieron fiesta, porque debían alegrar a su Reina haciéndole ver la armonía y belleza del
firmamento; sonrieron las plantas, pues debían nutrir a su Reina, y también la tierra sonrió y se sintió
ennoblecida al deber dar habitación y por tener que hacerse pisar por los pasos de su Emperatriz. Sólo el
infierno lloró y sintió perder las fuerzas por el dominio de esta Soberana Señora.
¿Pero sabes tú cuál fue el primer acto que hizo esta Celestial criatura cuando se encontró la primera
vez ante nuestro trono? Ella conoció que todo el mal del hombre había sido la ruptura entre su voluntad y
la de su Creador, y Ella se estremeció y sin dejar pasar el tiempo ató su voluntad a los pies de mi trono, sin
ni siquiera quererla conocer, y mi Voluntad se ató a Ella y se constituyó centro de vida, tanto que entre Ella
y Nosotros se abrieron todas las corrientes, todas las relaciones, todas las comunicaciones, y no hubo
secreto que no le confiáramos. Fue propiamente esto el acto más bello, más grande, más heroico que hizo,
el deponer a nuestros pies su voluntad, y que a Nosotros, como raptados, nos hizo constituirla Reina de
todos. ¿Ves entonces qué significa atarse con mi Voluntad y no conocer la propia?
El segundo acto que hizo fue ofrecerse a cualquier sacrificio por amor nuestro.
El tercero fue restituirnos el honor y la gloria de toda la Creación, que el hombre nos había quitado
con hacer su voluntad; y aun desde el seno materno lloró por amor nuestro, porque nos vio ofendidos y
lloró de dolor por el hombre culpable. ¡Oh! cómo nos enternecían estas lágrimas inocentes y apresuraban
la suspirada Redención. Esta Reina nos dominaba, nos ataba, nos arrancaba gracias infinitas, nos inclinaba
tanto hacia el género humano que no podíamos ni sabíamos resistir a sus repetidas instancias; ¿pero de
dónde le venía tal poder y tanta ascendencia sobre la misma Divinidad? ¡Ah! tú lo has entendido, era la
Potencia de nuestro Querer que obraba en Ella, que mientras la dominaba la hacía dominadora de Dios
mismo. Además ¿cómo podíamos resistir a tan inocente criatura poseída por la Potencia y Santidad de
Nuestro Querer? Sería resistir a Nosotros mismos, Nosotros descubríamos en Ella nuestras cualidades
divinas, como olas afluían sobre Ella los reflejos de nuestra Santidad, los reflejos de los modos divinos, de
nuestro Amor, de nuestra Potencia, etc., y nuestro Querer, que era su centro, atraía todos los reflejos de
nuestras cualidades divinas y se hacía corona y defensa de la Divinidad habitante en Ella. Si esta Virgen
Inmaculada no hubiera tenido el Querer Divino como centro de vida, todas las demás prerrogativas y
privilegios con los cuales tanto la enriquecimos habrían sido una nada frente a eso. Fue esto lo que le
confirmó y le conservó los tantos privilegios, y no sólo, sino que a cada instante le multiplicaba nuevos. He
aquí la causa por la qué la constituimos Reina de todos, porque cuando Nosotros obramos lo hacemos con
razón, sabiduría y justicia: Porque jamás dio vida a su querer humano, sino que nuestro Querer fue siempre
íntegro en Ella. ¿Cómo podíamos decir a otra criatura, tú eres Reina del cielo, del sol, de las estrellas, etc., si
en lugar de tener nuestro Querer por dominio fuera dominada por su querer humano? Todos los
elementos, cielo, sol, tierra, se habrían sustraído del régimen y dominio de esta criatura, todos habrían
gritado en su mudo lenguaje: ‘No la queremos, nosotros somos superiores a ella, porque jamás nos hemos
sustraído de tu eterno Querer; tal como nos creaste así somos.’ Habría gritado el sol con su luz, las
estrellas con su centelleo, el mar con sus olas, y así todo lo demás. En cambio, como todos sintieron el
dominio de esta Virgen excelsa, que casi como hermana suya no quiso conocer su voluntad sino sólo la de
Dios, no sólo hicieron fiesta, sino que se sintieron honrados por tener su Reina y corrieron en torno a Ella
para hacerle cortejo y tributarle sus homenajes, con ponerse la luna como escabel de sus pies, las estrellas
como corona, el sol como diadema, los ángeles como siervos, los hombres como esperando; todos, todos
le rindieron honores y le hicieron sus homenajes. No hay honor y gloria que no se pueda dar a nuestro
Querer, sea que obre en Nosotros, en su propia sede, sea que habite en la criatura.
¿Pero sabes tú cuál fue el primer acto que hizo esta noble Reina cuando saliendo del seno materno
abrió los ojos a la luz de este bajo mundo? Cuando Ella nació, los ángeles le cantaron canciones de cuna a la
Celestial Bebita y Ella quedó extasiada, y su bella alma salió de su cuerpecito, acompañada por legiones
angélicas y giró por tierra y cielo y fue recogiendo todo el Amor que Dios había esparcido en todo lo
Luisa Piccarreta
Confianza
28
creado, y penetrando en el empíreo vino a los pies de nuestro trono y nos ofreció la correspondencia del
amor de todo lo creado y pronunció su primer gracias a nombre de todos. ¡Oh! cómo nos sentimos felices
al oír el gracias de esta bebita Reina, y le confirmamos todas las gracias, todos los dones, para hacerla
superar a todas las demás criaturas unidas juntas. Después, arrojándose en nuestros brazos se deleitó con
Nosotros, nadando en el océano de todos los contentos, quedando embellecida de nueva belleza, de
nueva luz y de nuevo amor, suplicó de nuevo por el género humano, pidiéndonos con lágrimas que
descendiera el Verbo Eterno para salvar a sus hermanos, pero mientras esto hacía, nuestro Querer le hizo
saber que bajara a la tierra, y Ella de inmediato dejó nuestros contentos y las alegrías y partió, ¿para hacer
qué cosa? ¡Nuestro Querer! ¡Qué potente imán era nuestro Querer habitante en la tierra en esta recién
nacida Reina! No nos parecía ya extraña la tierra, no nos sentíamos ya para castigarla haciendo uso de
nuestra Justicia, teníamos la Potencia de nuestra Voluntad que en esta inocente niña nos despedazaba los
brazos, nos sonreía desde la tierra y cambiaba la Justicia en gracias y en dulce sonrisa, tanto, que no
pudiendo resistir al dulce encanto, el Verbo Eterno apresuró su carrera. ¡Oh prodigio de mi Querer Divino,
a Ti todo se debe, por Ti se cumple todo y no hay prodigio más grande que mi Querer habitante en la
criatura!”
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Julio 5, 1923
Jesús presentado por los judíos a Pilatos.
Dónde está y cuál es el verdadero reino.
Estaba acompañando a mi penante Jesús en las horas de su amarguísima Pasión, especialmente
cuando fue presentado y acusado por los judíos ante Pilatos, y él, no contento con las simples acusaciones
que le hacían, volvía a los interrogatorios para encontrar, o causa suficiente para condenarlo o para
liberarlo. Y Jesús, hablándome en mi interior me ha dicho:
“Hija mía, todo en mi Vida es misterio profundo y enseñanzas sublimes, en las cuales el hombre
debe mirarse como en un espejo para imitarme. Tú debes saber que era tanta la soberbia de los judíos,
especialmente por la fingida santidad que profesaban, por la que eran tenidos por hombres rectos y
concienzudos, que creían que sólo con presentarme ellos y decir que me habían encontrado culpable y reo
de muerte, Pilatos debía creerles y sin interrogarlos debía condenarme; mucho más porque estaban
tratando con un juez gentil que no tenía ni conocimiento de Dios ni conciencia. Pero Dios dispuso
diversamente para confundirlos y para enseñar a los superiores que por mucho que parezcan buenas y
santas las personas que acusan a un pobre reo, no les crean fácilmente, sino que las interroguen
cuidadosamente para ver si están en la verdad, o bien, ver si bajo aquel vestido de bondad hay algunos
celos, rencores, o es para obtener de los superiores, haciéndose camino en sus corazones, algún puesto o
dignidad que ambicionan. El escrutinio hace conocer a las personas, las confunde y se muestra que no se
tiene confianza en ellas y al no verse apreciadas se quitan el pensamiento de ambicionar puestos o de
acusar a otros. Cuánto mal hacen aquellos superiores cuando a ojos cerrados, fiándose de una fingida
bondad, no de una virtud probada, los ponen en un puesto o dan oídos a quien acusa a otro de alguna
falta. Cuánto no quedaron humillados los judíos al no ser creídos fácilmente por Pilatos y al sufrir tantos
interrogatorios, y si cedió en condenarme no fue porque les creyera, sino forzado y para no perder su
puesto; esto los confundió, de modo que quedó como marca sobre su frente una extrema confusión y una
humillación profunda, mucho más que descubrían más rectitud y más conciencia en un juez gentil que en
ellos. Cuán necesario y justo es el escrutinio, arroja luz, produce calma en los verdaderos buenos y
confusión en los malos. Y cuando queriendo examinarme Pilatos me preguntó: “¿Tú eres rey? Y ¿dónde
está tu reino?” Yo quise dar otra sublime lección con decir: “Yo soy rey.” Y quería decir: “¿Pero sabes tú
cuál es mi reino? Mi reino son mis dolores, mi sangre, mis virtudes; éste es el verdadero reino, que no fuera
Luisa Piccarreta
Confianza
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de Mí, sino dentro de Mí poseo; lo que se posee por afuera no es verdadero reino ni seguro dominio,
porque lo que no está dentro del hombre le puede ser quitado, usurpado y será obligado a dejarlo; en
cambio lo que está dentro nadie se lo podrá quitar, el dominio será eterno dentro de él. Las características
de mi reino son mis llagas, las espinas, la cruz, donde no hago como los demás reyes que hacen vivir a sus
pueblos fuera de ellos, en la inseguridad y tal vez en ayunas; Yo no, Yo llamo a mis pueblos a habitar en las
estancias de mis llagas, fortificados y defendidos por mis dolores, quitada su sed por mi sangre,
alimentados por mi carne; y sólo esto es el verdadero reinar, todos los demás reinos son reinos de
esclavitud, de peligros y de muerte; en mi reino está la verdadera vida. Cuántas enseñanzas sublimes,
cuántos misterios profundos en mis palabras, cada alma debería decirse a sí misma en las penas y dolores,
en las humillaciones y abandonos de todos, al practicar las verdaderas virtudes: ‘Este es mi reino, no sujeto
a perecer, nadie me lo puede quitar ni tocar; es más, mi reino es eterno y divino, semejante al de mi dulce
Jesús, mis dolores y penas me lo certifican y me vuelven el reino más fortificado y aguerrido, tanto, que
ninguno podrá hacerme guerra en vista de mi gran fortaleza.’ Este es reino de paz, que deberían
ambicionar todos mis hijos.”
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Volumen 16
Noviembre 5, 1923
Los actos hechos en el Divino Querer forman los accidentes que
aprisionan a Jesús en el alma, y forman en ella su Vida real.
Me sentía oprimida por la privación de mi dulce Jesús, con la añadidura de que el confesor, como no
había yo tenido la confianza de abrirme con él y porque soy mala, me había negado la absolución. Después,
habiendo recibido la Santa Comunión, me abandonaba en brazos de mi dulcísimo Jesús y le decía:
“Amor mío, ayúdame, no me abandones, Tú sabes en qué estado me encuentro por tu privación, no
obstante por parte de las criaturas, en vez de ayuda agregan penas a penas, así que sin Ti no tengo a nadie, o
contigo o sola a llorar mi dura suerte de haberte perdido. Esto debería incitarte mayormente a no dejarme
sola, al menos para hacer compañía a una pobre abandonada que vive muriendo en su duro exilio, por eso Tú
que eres el Sumo entre los sacerdotes, dame Tú la absolución, dime que me perdonas las culpas que hay en mi
alma, hazme oír tu voz dulcísima que me da vida y perdón.” Mientras desahogaba mi dolor con Jesús, se ha
hecho ver en mi interior y los velos sacramentales formaban como un espejo, en el cual Jesús estaba dentro,
vivo y verdadero; y mi dulce Jesús me ha dicho:
“Hija mía, este espejo son los accidentes del pan que me tienen aprisionado en ellos. Yo formo mi Vida
en la hostia, pero ella nada me da, ni un afecto, ni un latido, ni el más pequeño ‘te amo’, ella está como
muerta para Mí, permanezco solo, sin la sombra de alguna correspondencia, y por eso mi Amor está casi
impaciente por salir, por romper este espejo y bajar a los corazones, para encontrar en ellos la
correspondencia que la hostia ni sabe ni puede darme. ¿Pero sabes tú dónde encuentro mi verdadera
correspondencia? En el alma que vive en mi Voluntad; Yo, en cuanto desciendo en su corazón, pronto
consumo los accidentes de la hostia, porque sé que accidentes más nobles y a Mí más queridos están listos
para aprisionarme, para no hacerme salir de aquel corazón que me dará no sólo vida en él, sino vida por vida;
no estaré solo, sino que estaré con mi más fiel compañía, seremos dos corazones palpitando juntos, amaremos
unidos, nuestros deseos serán uno solo, así que Yo permanezco en ella y en ella hago vida, vivo y verdadero,
como la hago en el Santísimo Sacramento. ¿Pero sabes tú cuáles son estos accidentes que encuentro en el
alma que hace mi Voluntad? Son sus actos hechos en mi Querer, que más que accidentes se extienden en
torno a Mí y me aprisionan, pero dentro de una prisión noble, divina, no oscura, porque sus actos hechos en
mi Querer, más que sol la iluminan y la calientan. ¡Oh! cómo me siento feliz de hacer Vida real en ella, porque
Luisa Piccarreta
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me siento como si me encontrara en mi morada celestial. Mírame en tu corazón, como estoy contento, como
me deleito y siento las alegrías más puras.”
Y yo: “Mi amado Jesús, ¿no es una cosa nueva y singular lo que Tú dices, que en quien vive en tu
Voluntad Tú haces Vida real en él? ¿No es más bien esa Vida mística que Tú haces en los corazones que
poseen tu gracia?”
Y Jesús: “No, no, no es Vida mística, como para aquellos que poseen mi Gracia pero no viven con sus
actos fundidos en mi Querer, y por eso no tienen materia suficiente para formarme los accidentes para
aprisionarme; sería como si faltara la hostia al sacerdote y quisiera pronunciar las palabras de la consagración,
las podría decir, pero las diría en el vacío y ciertamente mi Vida Sacramental no tendría existencia; así me
encuentro en los corazones, que mientras pueden poseer mi Gracia, pero no viven del todo en mi Querer,
estoy en ellos por gracia, pero no realmente.”
Y yo: “Amor mío, ¿pero cómo puede ser que Tú puedas vivir realmente en el alma que vive en tu
Querer?”
Y Jesús: “Hija mía, ¿no vivo acaso en la hostia sacramental vivo y verdadero, en alma, cuerpo, sangre y
Divinidad? ¿Y por qué vivo en la hostia en alma, cuerpo, sangre y Divinidad? Porque no hay una voluntad que
se oponga a la mía; si Yo encontrara en la hostia una voluntad que se opusiera a la mía, Yo no haría en ella ni
Vida real, ni perenne, y es también ésta la causa por la cual los accidentes Sacramentales se consumen cuando
las criaturas me reciben, porque no encuentro una voluntad humana unida conmigo, de manera que quieran
perder la suya para hacer adquisición de la mía, sino que encuentro una voluntad que quiere obrar, que quiere
hacer por sí misma, y Yo hago mi breve visita y parto. En cambio para quien vive en mi Voluntad, mi Querer y
el suyo son uno solo; y si lo hago en la hostia, mucho más lo puedo hacer en él, mucho más, pues encuentro un
latido, un afecto, mi correspondencia y mi utilidad, lo que no encuentro en la hostia. Al alma que vive en mi
Voluntad le es necesaria mi Vida real en ella, de otra manera, ¿cómo podría vivir de mi Querer? ¡Ah! tú no
quieres entenderlo, que la santidad del vivir en mi Querer es una santidad del todo diferente de todas las
demás santidades, y quitadas las cruces, las mortificaciones y los actos necesarios de la vida, que hechos en mi
Voluntad la embellecen de más, no es otra cosa que la vida de los bienaventurados del Cielo, que como viven
en mi Querer, en virtud de Él cada uno me tiene en ellos como si fuera para uno solo, vivo y verdadero, no
místicamente, sino realmente habitante en ellos; y así como no se podría decir vida de Cielo si no me tuvieran
en ellos como vida propia, y si faltara aun una pequeña partecita de mi Vida en ellos no sería ni completa ni
perfecta su felicidad, así quien vive en mi Querer no sería ni plena ni perfecta mi Voluntad en ella, porque
faltaría mi Vida real que emite esta Voluntad. Es verdad que son todos prodigios de mi Amor, es más, el
prodigio de los prodigios, que hasta ahora mi Querer ha retenido en Él y que ahora quiere hacerlo salir para
alcanzar la finalidad primaria de la creación del hombre. Por eso mi primera Vida real la quiero formar en ti.”
Yo al oír esto he dicho: “¡Ay! amor mío, Jesús, a pesar de todo esto me siento tan mal por todas estas
circunstancias, y Tú lo sabes; es verdad que esto me sirve para abandonarme más en tus brazos y pedirte a Ti
lo que no me dan, pero con todo y esto siento un hálito de turbación que turba la paz de mi alma, ¿y Tú dices
que quieres formar Vida real en mí? ¡Oh, cuán lejana estoy de eso!”
Y Jesús de nuevo: “Hija, no te preocupes por eso; lo que quiero es que tú no pongas nada de lo tuyo y
que obedezcas por cuanto puedas. Se sabe que todas las demás santidades, esto es, la de la obediencia y de
las otras virtudes no están exentas de pequeñeces, de turbaciones, de contiendas y de pérdida de tiempo que
impiden formar un hermoso sol, a lo más forman una pequeña estrella; sólo la santidad de mi Querer es la que
está exenta de estas miserias. Y además, mi Voluntad encierra todos los Sacramentos y los efectos de ellos;
por eso abandónate del todo en mi Voluntad, hazla toda tuya y recibirás los efectos de la absolución o de
alguna otra cosa que te fuera negada. Por eso te recomiendo que no pierdas tiempo, pues con perderlo vienes
a obstaculizar mi Vida real que estoy formando en ti.”
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Luisa Piccarreta
Confianza
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Febrero 5, 1924
Privaciones. Penas de Jesús, tristeza del alma. Efectos de la
alegría. El alma no puede salir de la Divina Voluntad, porque
su voluntad está encadenada con la inmutabilidad de la Divina.
Me sentía amargada por la privación de mi sumo y único bien, me sentía extenuada, sentía que no más
vendría Aquél que era toda mi vida, sentía que todo lo pasado había sido un juego de fantasía. ¡Oh! si
estuviera en mi poder habría quemado todos los escritos, a fin de que no quedara ningún vestigio de mí.
También mi naturaleza sentía los dolorosos efectos de su privación, pero es inútil escribir lo que ha pasado,
porque también el papel es cruel y no tiene ninguna palabra de consuelo para mí y no me da a Aquél por el
que tanto suspiro, más bien el decirlo exacerba más mis penas, por eso mejor sigo adelante. Ahora, mientras
me encontraba en tan duro estado, mi siempre amable Jesús se hacía ver con una varita de fuego en la mano y
me decía:
“Hija mía, ¿dónde quieres que te pegue con esta varita? Quiero castigar al mundo, por eso he venido a
ti para ver cuántos golpes quieres recibir tú, para dar el resto a las criaturas, por eso dime dónde quieres que
te golpee.
Y yo amargada como estaba he dicho: “Donde quieras golpearme pégame, yo no quiero saber nada,
no quiero otra cosa que tu Voluntad.”
Y Él de nuevo: Quiero saber por ti donde quieres que te golpee.”
Y yo: “No, no, yo jamás lo diré, quiero donde quieras tú.”
Y Jesús me ha preguntado de nuevo, y viendo que yo siempre respondía, no quiero otra cosa que tu
Voluntad, ha repetido:
“Así que ni siquiera quieres decir dónde quieres que te golpee.”
Entonces, sin decirme otra cosa me golpeaba; aquellos golpes eran dolorosos, pero como partían de las
manos de Jesús me infundían la vida, la fuerza, la confianza. Después de que me ha golpeado, de manera que
me sentía toda maltratada, me he puesto cerca de su cuello y acercándome a su boca he intentado chupar,
mientras hacía esto venía a mi boca un líquido dulcísimo que me fortalecía toda, pero no era esa mi voluntad,
más bien quería sus amarguras, que las tenía en demasía en su corazón santísimo, y después le he dicho:
“Amor mío, que dura suerte es la mía, tu privación me mata, el temor de que pudiera salir de tu
Voluntad me aplasta, dime, ¿en qué te he ofendido? ¿Por qué me dejas? Y a pesar que ahora estás conmigo,
no me parece que hayas venido para quedarte conmigo como antes, para estar juntos, sino de paso. ¡Ah!
¿cómo estaré sin Ti, vida mía? Dilo Tú mismo si es que puedo hacerlo, y mientras esto decía he roto en llanto,
y Jesús estrechándome a Él me ha dicho:
“Pobre hija mía, pobre hija mía, ánimo, tu Jesús no te deja, ni temas que pudieras salir de mi Voluntad,
porque tu voluntad está encadenada con la inmutabilidad de la mía, a lo más serán pensamientos, impresiones
que sentirás, pero no verdaderos actos, porque estando en ti la inmutabilidad de mi Voluntad, cuando la tuya
estuviera por salir de la mía sentirás la firmeza, la fuerza de mi inmutabilidad y quedarás más encadenada. Y
además, ¿te has olvidado que no sólo estoy Yo en tu corazón, sino todo el mundo y que desde dentro de ti
dirijo la suerte de todas las criaturas? Lo que tú sientes no es otra cosa que la forma en como está el mundo
conmigo, y las penas que me dan, estando Yo en ti, repercuten sobre ti; ¡ah hija mía, cuánto nos hace sufrir el
mundo! Pero ánimo, cuando vea que no puedes más, Yo dejo todo y vengo a estarme con mi hija para
reanimarte y reanimarme de las penas que me dan.”
Dicho esto ha desaparecido, yo he quedado reanimada, sí, pero con una tristeza de sentirme morir; me
sentía como sumergida en un baño de amarguras y aflicciones, tanto, que no sentía la fuerza de decirle a
Jesús: Ven. Luego, mientras hacía mis acostumbradas oraciones, mi amado Jesús ha regresado diciéndome:
“Hija mía, dime, ¿por qué estás triste? Mira, Yo vengo de en medio de las criaturas con las lágrimas en
los ojos, con el corazón traspasado, traicionado por muchos, y por eso he dicho entre Mí: Me voy con mi hija,
Luisa Piccarreta
Confianza
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con mi pequeña recién nacida de mi Voluntad, a fin de que me enjugue las lágrimas, con sus actos que ha
hecho en mi Voluntad me dará el amor y todo lo que los demás no me dan, me reposaré en ella y la reanimaré
con mi presencia, y tú en cambio te haces encontrar tan triste que debo hacer a un lado mis penas para aliviar
las tuyas. ¿No sabes tú que la alegría al alma es como el perfume a las flores, como el condimento a los
alimentos, como el colorido a las personas, como la maduración a los frutos, como el sol a las plantas? Así que
con esta tristeza no me has dejado encontrar un perfume que me recreé, ni un alimento sabroso, ni un fruto
maduro, estás toda descolorida, tanto, que me das piedad. Pobre hija, ánimo, estréchate a Mí, no temas.”
Yo me he estrechado a Jesús, habría querido estallar en llanto, sentía que se me ahogaba la voz, pero
me he hecho violencia y ahogando el llanto le he dicho:
“Jesús, Amor mío, mis penas son nada en comparación de las tuyas, por eso pensemos en tus penas si
no me quieres agregar otras amarguras. Deja que te enjugue las lágrimas y particípame de las penas de tu
corazón.”
Entonces me ha participado sus penas y haciéndome ver los graves males que hay en el mundo y los
que vendrán ha desaparecido.”
+ + + +
Volumen 17
Septiembre 2, 1924
Cuánto daño causa la desconfianza en el alma.
Me sentía muy oprimida, pero toda abandonada en los brazos de Jesús, y le pedía que tuviera
compasión de mí, pero mientras esto hacía sentí perder los sentidos, y veía que salía de dentro de mí una
pequeña niña, débil, pálida y toda absorta en una profunda tristeza, y Jesús bendito, yendo a su encuentro
la tomaba en sus brazos y moviéndose a piedad se la estrechaba al corazón y con sus manos le acariciaba la
frente, marcándole con signos de cruz los ojos, los labios, el pecho y todo el resto de la pequeña niña;
mientras esto hacía la niña se revigorizaba, adquiría el color y se sacudía del estado de tristeza, y Jesús
viendo que la niña readquiría las fuerzas, se la estrechaba más fuerte para mayormente vigorizarla y le
decía:
“Pobre pequeña, a qué estado estás reducida, pero no temas, tu Jesús te hará salir de este estado.”
Entonces mientras esto sucedía yo pensaba entre mí: “¿Quién será esta niña que ha salido de mí y
que Jesús ama tanto?” Y mi dulce Jesús me ha dicho:
“Hija mía, esta niña es tu alma, y Yo la amo tanto, que no tolero verte tan triste y débil, por eso he
venido para infundirte nueva vida y nuevo vigor.”
Entonces yo, al oír esto le he dicho llorando: “Amor mío y vida mía, Jesús, cuanto temo que Tú me
dejes, ¿cómo haré sin Ti? ¿Cómo podré vivir, a qué estado deplorable se reducirá mi pobre alma? ¡Qué pena
tan desgarradora es el pensamiento de que Tú puedas dejarme! Pena que me lacera, me quita la paz y me
pone el infierno en el corazón. Jesús, piedad, compasión, misericordia de mí, pequeña niña, no tengo a
nadie, si me dejas Tú todo habrá terminado para mí.”
Y Jesús, hablando de nuevo ha agregado: “Hija mía, cálmate, no temas, tu Jesús no te deja. Yo soy
celoso de tu confianza, no quiero que desconfíes mínimamente de Mí. Mira, Yo amo tanto que las almas
estén con toda confianza conmigo, que muchas veces escondo algún defecto o imperfección de ellas, o
alguna incorrespondencia a mi Gracia, para no darles ocasión de que no estén conmigo con toda confianza,
porque si pierden la confianza el alma queda como dividida de Mí y toda encogida en sí misma, se pone a
distancia de Mí y queda paralizada en el arrojo del amor, y por eso paralizada en el sacrificarse por Mí. ¡Oh!
cuánto daño hace la desconfianza, se puede decir que es como esa helada primaveral que apaga la vida a
las plantas, y muchas veces si la helada es fuerte las hace aun morir; así la desconfianza, más que helada
Luisa Piccarreta
Confianza
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detiene el desarrollo a las virtudes y pone el hielo al más ardiente amor; ¡oh! cuántas veces por falta de
confianza quedan detenidos mis designios y las más grandes santidades, por eso Yo tolero cualquier
defecto excepto la desconfianza, porque jamás le pueden producir tanto daño. Y además, ¿cómo puedo
dejarte si he trabajado tanto en tu alma? Mira un poco cuánto he debido trabajar.”
Y mientras esto decía hacía ver un palacio suntuoso e inmenso, construido por las manos de Jesús
en el fondo de mi alma y después ha agregado:
“Hija mía, ¿cómo puedo dejarte? Mira cuántas estancias, son casi innumerables; por cuantos
conocimientos, efectos, valores y méritos en mi Voluntad te he hecho conocer, tantas estancias formaba
Yo en ti, para depositar todos esos bienes. No me queda otra cosa que agregar alguna que otra variedad
de otros diferentes colores para pintar otras raras bellezas de mi Suprema Voluntad para dar más realce y
honor a mi trabajo. ¿Y tú dudas, pensando que pueda dejar tanto trabajo mío? Me cuesta demasiado, está
mi Voluntad comprometida, y donde está mi Voluntad está la Vida, Vida no sujeta a morir. Tu temor no es
otra cosa que un poco de desconfianza de parte tuya, por eso fíate de mí y estaremos de acuerdo y Yo
cumpliré el trabajo de mi Voluntad.”
+ + + +
Abril 9, 1925
Con el hilo de su Voluntad Jesús ata al alma. La Divina Voluntad
obrante en la criatura y sus actos hechos en ella, forman una
nube de Luz, que sirve a Jesús y al alma.
Después de muchos días de amargura y de privación, mi dulce Jesús me ha transportado fuera de
mí misma y tomándome entre sus brazos me puso sobre sus rodillas. ¡Oh! cómo me sentía feliz, después
de tantas privaciones y amarguras, en el regazo de Jesús, pero me sentía tan tímida, sin voluntad de querer
nada ni de decir nada, ni con la confianza mía acostumbrada que tenía con Jesús cuando antes estaba
conmigo. Mientras tanto, Jesús me estrechaba fuerte a Él, tanto de hacerme sufrir, me ponía la mano en la
boca casi quitándome el respiro, me besaba, y yo, nada, no le daba ninguna correspondencia, no tenía
ganas de hacer nada. Su privación me había paralizado y me había dejado sin vida; sólo que lo dejaba
hacer, no me oponía a nada, aunque me hubiera hecho morir no me habría rehusado. Entonces Jesús,
queriendo que yo dijera algo me ha dicho:
“Pequeña hija mía, dime al menos, ¿quieres que tu Jesús te ate toda, toda?”
Y yo: “Haz como Tú quieras.”
Y Él tomando un hilo, hacía pasar aquel hilo en torno a mi cabeza, ante los ojos, sobre las orejas,
sobre la boca, por el cuello, en suma, sobre toda mi persona, hasta los pies, y después viéndome con una
mirada penetrante agregó:
“Cómo es bella mi pequeña hija, atada toda por Mí. Ahora sí que te amaré más, porque el hilo de mi
Voluntad no te ha dejado nada que tú puedas hacer, sin constituirse Ella vida de toda tú, y esto te ha
agraciado tanto que te ha hecho toda agradable y bella a mis ojos. Así que mi Voluntad tiene esta Virtud y
Potencia de volver al alma de una belleza tan rara, tan preciosa que ningún otro podrá igualar su belleza, es
tan fascinante que atrae mis ojos y los ojos de todos a mirarla y a amarla.”
Dicho esto me encontré en mí misma, confortada y reforzada, sí, pero sumamente amargada
pensando en cuándo regresaría, y que ni siquiera le había dicho una palabra de mi duro estado. Luego, me
puse a fundirme en su Santísimo Querer y mi amable Jesús ha salido de dentro de mi interior y formaba en
torno a mí una nube de Luz, y Jesús apoyaba sus brazos sobre esa nube y miraba a todo el mundo; todas
las criaturas se han hecho presentes ante su mirada purísima, y, ¡oh! cuántas ofensas de todas clases de
personas herían a mi dulce Jesús, cuántas tramas, cuántos engaños y fingimientos, cuántas maquinaciones
de revoluciones, estando listas para iniciarse con incidentes imprevistos. Y esto atraía los castigos, tales
Luisa Piccarreta
Confianza
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que ciudades enteras quedaban destruidas. Mi Jesús apoyado en aquella nube de Luz, movía la cabeza y
quedaba amargado hasta lo más íntimo de su corazón, y volteándose hacia mí me ha dicho:
“Hija mía, mira el estado del mundo, es tan grave que sólo a través de esta nube de Luz puedo mirarlo, y si
lo quisiera mirar fuera de esta nube lo destruiría en gran parte; ¿pero sabes tú qué cosa es esta nube de
Luz? Es mi Voluntad obrante en ti y tus actos hechos en Ella; por cuantos más actos haces en Ella, tanto
más grande se hace esta nube de Luz que me sirve de apoyo y para hacerme mirar con aquel Amor con el
cual mi Voluntad creó al hombre, Ella pone un encanto a mis amorosas pupilas y haciéndome presente
todo lo que hice por su amor, me hace nacer en el corazón una Voluntad de compasión y me hace terminar
con compadecer a quien tanto amo. Y a ti esta nube de Luz te sirve en modo maravilloso, te sirve de Luz a
todo tu ser, se pone en torno a ti y te hace extraña la tierra, no permite que entre en ti el gusto de
personas o de otras cosas, aun inocentes, y poniéndote también a ti un dulce encanto a tus pupilas, te hace
ver las cosas según la verdad y como las ve tu Jesús. Si te ve débil, esta nube se te estrecha en torno y te
da su Fuerza; si te ve inactiva, entra en ti y se hace obrante, es más, celosa sumamente de su Luz, también
es la centinela para que no hagas nada sin Ella y que Ella nada haga sin ti. Entonces hija mía, ¿por qué tanto
te afliges? Deja que mi Voluntad haga en ti y que no le conceda ningún acto de vida a tu voluntad, si
quieres que se cumplan en ti mis grandes designios.”
+ + + +
Agosto 2, 1925
¿Qué cosa es el te amo?
Estaba rezando y fundiéndome en el Santo Querer Divino, quería girar por todas partes, hasta en el
empíreo para encontrar ese te amo supremo que no está sujeto a ninguna interrupción, quisiera hacerlo
mío a fin de que también yo tuviera un te amo jamás interrumpido que pudiese hacer eco al te amo eterno,
y poseyendo en mí la fuente del verdadero te amo pudiese tener un te amo por todos, por cada uno, por
cada movimiento, por cada acto, por cada respiro, por cada latido y por cada te amo del mismo Jesús. Y
mientras me parecía llegar al seno del Eterno, haciendo mío su te amo iba repitiendo por todas partes y
sobre cada cosa el estribillo de te amo para mi Supremo Señor. Ahora, mientras esto hacía, mi
pensamiento ha interrumpido mi te amo diciéndome: “¿Qué haces? Podrías hacer otra cosa y además,
¿qué gran cosa es este te amo?” Y mi dulce Jesús moviéndose como de prisa en mi interior me ha dicho:
“¿Qué cosa? ¿Qué gran cosa es el te amo para Mí? Hija mía, el te amo es todo, el te amo es amor, es
veneración, es estima, es heroísmo, es sacrificio, es confianza hacia quien es dirigido; el te amo es poseer a
Aquél que encierra el te amo; te amo es una palabra pequeña, pero pesa cuanto pesa toda la eternidad; el
te amo encierra todo, abarca a todos, se difunde, se estrecha, se eleva en alto, desciende hasta lo bajo, se
imprime dondequiera pero jamás se detiene. ¿Cómo que es cosa de nada mi te amo hija mía,? Su origen es
eterno, en el te amo el Padre Celeste me generó, y en el te amo procedió el Espíritu Santo, en el te amo el
Fiat eterno hizo la toda la Creación, y en el te amo perdonó al hombre culpable y lo redimió; así que en el te
amo el alma encuentra todo en Dios y Dios encuentra todo en el alma, por eso el valor del te amo es
infinito, está lleno de vida, de energía, no se cansa jamás, supera todo y triunfa sobre todo; por eso quiero
ver este te amo dirigido a Mí sobre tus labios, en tu corazón, en el vuelo de tus pensamientos, en las gotas
de tu sangre, en las penas y en las alegrías, en el alimento que tomas, en todo. La vida de mi te amo debe
ser larga, larga en ti, y mi Fiat que reina en ti pondrá el sello del te amo divino.”
Después de esto, frente a mi mente se ha presentado en un punto altísimo un sol, su luz era
inaccesible, de su centro salían continuas llamitas, conteniendo cada una un te amo, y conforme salían se
ponían en orden alrededor de esta luz inaccesible, pero estas llamitas quedaban como atadas por un hilo
de luz a aquella luz inaccesible que alimentaba la vida de esas llamitas; estas llamitas eran tantas que
llenaban Cielo y tierra. Me parecía ver a nuestro Dios como principio y origen de todo, y las llamitas, la
Luisa Piccarreta
Confianza
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Creación toda como parto divino y de puro amor; también yo era una pequeña llamita y mi dulce Jesús me
incitaba a tomar mi vuelo por cada llamita para poner en ellas el doble te amo. Yo no sé cómo me he
encontrado fuera de mí misma para girar en medio de esas llamitas e imprimir mi te amo en cada una de
ellas; pero eran tantas que me perdía, pero una fuerza suprema me hacía volver a tomar el orden y el giro
de mi te amo.
Después me he encontrado en un vasto jardín, y con gran sorpresa mía he encontrado a mi Reina
Mamá, la cual acercándose a mí me ha dicho:
“Hija mía, ven junto conmigo a trabajar en este jardín, debemos plantar flores y frutos celestiales y
divinos; ya casi está vacío y si algunas plantas hay, son terrestres y humanas, por lo tanto conviene
arrancarla para hacer que este jardín sea del todo agradable a mi Hijo Jesús. Las semillas que debemos
plantar son todas mis virtudes, mis obras, mis penas, que contienen el germen del Fiat Voluntas Tua; no
hubo cosa que Yo hiciera que no contuviera este germen de la Voluntad de Dios; me habría contentado con
no hacer nada, antes que obrar, sufrir sin este germen. Toda mi gloria, la dignidad de Madre, la altura de
Reina, la supremacía sobre todo, me venía de este germen; toda la Creación, todos los seres me reconocían
dominante sobre ellos porque veían en Mí reinante a la Voluntad Suprema, por eso todo lo que hice Yo y
todo lo que has hecho tú con este germen del Querer Supremo, lo uniremos junto y plantaremos este
jardín.”
Entonces hemos fundido juntas las semillas que tenía la Mamá Celestial, que eran muchas, y las
pocas mías, que no se cómo me las he encontrado y hemos comenzado a formar surcos para poner las
semillas. Pero mientras esto hacíamos, fuera de los muros del jardín, que eran altísimos, se oían rumores
de armas, de cañones y que se golpeaban en modo horrible, así que nos hemos visto obligadas a correr
para prestar ayuda; habiendo llegado se veían gentes de varias razas, de diversos colores, y muchas
naciones unidas juntas que hacían batalla y daban terror y espanto. Pero mientras esto veía me he
encontrado en mí misma, pero con tal espanto, y con el dolor de no haber dicho ni siquiera una palabra a
mi Celestial Mamá acerca de mi duro estado. Sea siempre bendita la Santísima Voluntad de Dios y todo sea
para gloria suya.
+ + + +
Volumen 18
Volumen 19
Mayo 18, 1926
Así cómo la Virgen para obtener al suspirado Redentor y concebirlo en ella debió abrazar todo, y
hacer los actos de todos, así quien debe obtener el Fiat Supremo, debe abrazar a todos
y responder por todos.
Estaba fundiéndome en el Santo Querer Divino, y mientras había girado por todas las cosas
creadas para sellar en ellas mi “te amo”, a fin de que dondequiera y sobre todos resonase mi “te amo”
para corresponder a mi Jesús por su tanto amor, he llegado a aquel punto de corresponder a mi Dios
por todo aquel amor que tuvo en el acto de quedar concebido en el seno de la Mamá Celestial.
Mientras estaba en esto mi amado Jesús ha salido de dentro de mi interior y me ha dicho:
“Hija mía, mi inseparable Mamá para concebirme a Mí, Verbo Eterno, fue enriquecida de mares
de Gracia, de Luz y de Santidad por la Majestad Suprema, y Ella hizo tales y tantos actos de virtud, de
amor, de oración, de deseos y de ardientes suspiros, de sobrepasar a todo el amor, virtud y actos de
todas las generaciones que se necesitaban para obtener al suspirado Redentor. Entonces, cuando vi en
Luisa Piccarreta
Confianza
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la Soberana Reina el amor completo de todas las criaturas y todos los actos que se necesitaban para
merecer que el Verbo fuese concebido, encontré en Ella la correspondencia del amor de todos, nuestra
gloria reintegrada y todos los actos de los redimidos, hasta los de aquellos a los que mi Redención
debía servir de condena por su ingratitud, y entonces mi Amor hizo el último desahogo y quedé
concebido; por eso el derecho de nombre de Madre para Ella es connatural, es sagrado, porque con
abrazar todos los actos de las generaciones, sustituyéndose por todos, sucedió como si a todos los
hubiese parido a nueva vida desde sus entrañas maternas.
Ahora tú debes saber que cuando hacemos nuestras obras, la criatura que es elegida y a la cual
le es confiada la obra, debemos darle tanto amor, luz, gracia, que pueda darnos toda la
correspondencia y la gloria de la obra a ella confiada. Nuestra Potencia y Sabiduría no se pondrían
desde el principio de una obra nuestra en el banco de la criatura como en acto de fallar, así que en la
criatura que es llamada como acto primero, nuestra obra debe quedar al seguro en ella, y Nosotros
debemos rescatar todo el interés y gloria equivalente a nuestra obra confiada a ella; y aunque después
nuestra obra fuese comunicada a las demás criaturas, y por su ingratitud estuviese en peligro de fallar,
para nosotros es más tolerable, porque a quien fue confiada al principio nos hizo rescatar todo el
interés de los fallos de las otras criaturas. He aquí por qué todo dimos y todo recibimos de Ella, a fin
de que todo el capital de la Redención pudiese quedar íntegro y por su medio nuestra gloria
completada y nuestro Amor correspondido. ¿Qué hombre sabio pone desde un principio su capital en
un banco que está por quebrar? Primero se asegura y después confía su capital; pero puede ser que
con el tiempo quiebre, esto no puede hacerle gran daño, porque por los tantos intereses recibidos se ha
rehecho su capital. Si esto hace el hombre, mucho más Dios, que su Sabiduría es incomprensible, y no
se trataba de una obra cualquiera, de un pequeño capital, sino que se trataba de la gran obra de la
Redención y todo el costo y el valor infinito e incalculable del Verbo Eterno; era una obra única, no se
podía repetir un nuevo descendimiento del Verbo Eterno sobre la tierra, y por eso debíamos ponerla al
seguro en la Soberana Celestial. Y así como todo a Ella le confiamos, hasta la misma Vida de un Dios,
así Ella, como poseedora de nuestra confianza debía respondernos por todos, hacerse fiadora y
responsable de esta Vida Divina confiada a Ella, como en efecto lo hizo. Ahora hija mía, lo que hice y
quise de mi Celestial Mamá en la gran obra de la Redención, quiero hacer contigo en la gran obra del
Fiat Supremo. La obra del Fiat Divino es una obra que debe abrazar todo: Creación, Redención y
Santificación, esta obra es la base de todo, es la vida que corre en todo y todo encierra ella, porque no
tiene principio, es principio de todas las cosas y fin y cumplimiento de nuestras obras. Ves entonces
cómo el capital que queremos confiarte es exuberante, tú no lo has calculado, ¿pero sabes tú qué te
confiamos en el Fiat Supremo? Te confiamos toda la Creación, todo el capital de la Redención y aquél
de la Santificación; mi Voluntad es universal y en todas las cosas ha estado Ella obrante, así que lo que
a Ella pertenece, es justo que sea confiado a ti, ¿acaso quisieras tú mi Voluntad sin sus obras? Nosotros
no sabemos dar nuestra Vida sin las obras y bienes nuestros, cuando damos, damos todo, y así como a
la Reina Celestial con darle al Verbo concentró en Sí sus obras y sus bienes; así a ti, con darte nuestra
Suprema Voluntad reinante y dominante en ti, te damos todas las obras que a Ella pertenecen; por eso
te estamos dando tantas gracias, conocimientos, capacidad, a fin de que el Fiat Supremo, desde el
principio, no pueda recibir ningún fallo y tú, poniéndolo al seguro debes darle la correspondencia del
amor y de la gloria de toda la Creación, de la Redención y de la Santificación; así que tu trabajo es
grande, es universal y debe abrazar a todos y a todo, de modo que si nuestra Voluntad comunicada a
las otras criaturas sufriera cualquier tropiezo, en ti debemos encontrar el resarcimiento del vacío de los
otros, y poniéndola al seguro en ti, con el darnos el amor, la gloria y todos los actos que las otras
criaturas deberían darnos, nuestra gloria será siempre completa y nuestro Amor rescatará su justo
interés. Así que también en ti depositaremos nuestra confianza, serás la responsable de la Voluntad
Divina confiada a ti y su fiadora.”
Ahora, mientras Jesús esto decía, me ha venido tal espanto y comprendía todo el peso de mi
responsabilidad, y temiendo fuertemente que pudiese poner en peligro nada menos que todo el peso y
Luisa Piccarreta
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obras de una Voluntad Divina he dicho: “Amor mío, gracias por tanta bondad tuya hacia mí, pero
siento que es demasiado lo que quieres darme, siento un peso infinito que me aplasta, y mi pequeñez e
incapacidad no tienen ni fuerza ni habilidad, y temiendo poderos desagradar y no poder abrazar todo,
vete a otra criatura más capaz, a fin de que todo este capital de tu Suprema Voluntad pueda estar más
seguro y Tú puedas recibir todo el interés equivalente a un capital tan grande. Yo no había pensado
jamás en una responsabilidad tan grande, pero ahora que me la haces entender siento que me faltan las
fuerzas y temo por mi debilidad.” Y Jesús estrechándome a Él para aliviarme del temor que me
aplastaba ha agregado:
“Hija mía, ánimo, no temas, es tu Jesús que quiere darte demasiado. ¿No soy tal vez libre de
darte lo que quiero? ¿Quieres tú poner un límite a mi obra completa que quiero confiarte? ¿Qué
dirías tú si mi Mamá Celestial quisiese aceptarme a Mí, Verbo Eterno, sin sus bienes y los actos que se
necesitaban para poderme concebir? ¿Sería esto verdadero amor, verdadera aceptación? Ciertamente
que no. Así que tú quisieras mi Voluntad sin sus obras y sin los actos que a Ella convienen. Tú debes
saber, a fin de que quites este espanto, que todo lo que te he dicho, esto es, este capital tan grande, ya
está en ti y después de que te he hecho tomar la práctica de darme la correspondencia de la gloria y
del amor de toda la Creación, Redención y Santificación, haciéndote abrazar todo y a todos, y
habiendo visto que el interés debido me venía con facilidad, ahora te he querido hacer conocer con
más claridad el gran capital de mi Voluntad que te he confiado, a fin de que conozcas el gran bien que
posees, y conociéndolo, puedo firmar la escritura del capital a ti confiado y al mismo tiempo dar por
recibido el interés que me das. Si tú no lo conocieras no se podría hacer ni la escritura del capital, ni
dar por asentado el interés, entonces, he aquí la necesidad de hacértelo conocer, y además, ¿por qué
temes hasta quererme mandar a otra criatura? ¿No tienes tú en ti un amor que dice te amo por todos
y por todo, un movimiento que me corresponde por el movimiento de todos y que todo lo que tú
haces abraza a todos para darme como dentro de un solo abrazo los actos, las plegarias, la gloria, las
reparaciones de todos? Si ya lo haces, ¿por qué temes?”
Mientras estaba en esto veía en torno a mí a otras almas, y Jesús ha ido a ellas y parecía que las
tocaba para ver si a su toque salía el movimiento de su Vida Divina, pero no salía nada. Entonces ha
regresado a mí y tomándome la mano me la ha estrechado fuertemente, a su toque ha salido de mí
una luz, y Jesús todo contento me ha dicho:
“Esta luz es el movimiento de la Vida Divina en ti, he ido a las otras criaturas, como tú has visto,
y no he encontrado mi movimiento, ¿entonces, cómo puedo confiarles el gran capital de mi Voluntad?
Por eso te he elegido, y basta, sé atenta y no temas.”
+ + + +
Agosto 1, 1926
El secreto de Jesús. La fuerza y el bien de su secreto.
Estaba suspirando por mi dulce bien, la Vida de mi vida y no viniendo pensaba entre mí:
“¡Cómo es dura su privación! ¡Ah! Jesús no me quiere más, y no sólo han terminado las caricias, los
besos, sus grandes demostraciones de amor que con tanta abundancia me daba antes, sino también su
amable y arrobadora presencia se hace siempre esperar.” ¡Oh Dios, qué pena, qué martirio
continuado, qué vida sin vida, sin aire, sin respiro! Jesús mío, ten piedad de mí, de tu pequeña
exiliada.” Pero mientras esto y otras cosas pensaba, mi siempre amable Jesús ha salido de dentro de mi
interior y apoyando sus brazos sobre mi pecho me ha dicho:
“Hija mía, tú te engañas diciendo que no te quiero como antes, más bien tú debes saber que mis
besos, caricias, demostraciones de amor que te hacía eran el desahogo de mi Amor, que no pudiendo
contenerlo en mi interior te lo demostraba con tantos signos amorosos, y como entre tú y Yo no había
un gran trabajo que realizar me divertía contigo con tantas señales y estratagemas de amor, pero esto
Luisa Piccarreta
Confianza
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servía para prepararte al gran trabajo que entre tú y Yo se debía desarrollar, y cuando se trabaja no
hay tiempo de divertirse, pero con todo y esto el amor no cesa, sino que viene centuplicado,
reafirmado y sellado. Ahora hija mía, habiéndote demostrado el desahogo de mi Amor contenido, he
querido pasar a darte lo que contenía dentro de Mí, he querido comunicarte el gran secreto del reino
de mi Voluntad, dándote los bienes que él contiene, y cuando se comunican secretos importantes, y
siendo este el secreto más importante de toda la historia de la Creación, se hacen a un lado las
diversiones, los besos y las caricias, mucho más que el trabajo del reino del Supremo Querer es
exuberante y el más grande que puede existir en toda la historia del mundo. Por lo tanto, el
manifestarte mi secreto supera todos los amores juntos, porque en el secreto está la participación de la
propia vida, de los propios bienes; en el secreto hay confianza, hay esperanza; ¿y te parece poco que
tu Jesús tenga confianza en ti, y que tú seas el objeto de mi esperanza? Pero no de una confianza y
esperanza cualquiera, sino la confianza de confiarte el reino de mi Querer, la esperanza que pongas a
salvo los derechos de Él, que lo hagas conocer. Ahora, habiéndote confiado el secreto de mi Voluntad,
la cual es la parte esencial de la Vida Divina, y Yo no sabría darte cosa más grande que ésta, ¿cómo
dices entonces que te amo menos que antes? Debes decir más bien que es el gran trabajo que se
requiere de ti y de Mí en el reino de mi Voluntad. Tú debes saber que estoy siempre ocupado y todo
atento a trabajar en ti, ahora ensancho tu capacidad, ahora te enseño, muchas veces paso a trabajar
junto contigo, otras veces te suplo, en suma, estoy siempre ocupado y esto dice que te amo siempre
más, pero con amor más fuerte y sustancioso.”
+ + + +
Volumen 20
Volumen 21
Marzo 16, 1927
En cuanto Jesús fue concebido formó en Él el reanudamiento de
su reino con las criaturas. En la Divina Voluntad están los
actos universales que se necesitan para impetrarlo.
Estaba pensando en el Fiat Supremo y en el modo como puede venir y ser realizado este reino, y mi
amado Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
“Hija mía, en cuanto tu Jesús fue concebido, anude de nuevo el reino de mi Voluntad Divina con las
criaturas. Era necesario que Ella tomara dominio absoluto en mi Humanidad y tuviese su Vida libre en todos mis
actos para poder extender su reino como quería en mi Humanidad. Así que todo lo que Yo hacía: obras,
oraciones, respiro, latido y sufrimientos, eran vínculos, reanudamientos del reino de mi Fiat con las criaturas. Yo
representaba el nuevo Adán, que no sólo debía dar los remedios para salvarlos, sino debía rehacer, restituir lo
que el viejo Adán perdió; por eso me fue necesario tomar la naturaleza humana para poder encerrar en ella lo
que la criatura había perdido, y por medio mío darlo de nuevo. Era de justicia que mi Voluntad Divina tuviera
una naturaleza humana a su disposición y que en nada se opusiera, para poder de nuevo extender su reino en
medio de las criaturas, mucho más que una naturaleza humana le había quitado sus derechos de reinar, por eso se
necesitaba otra que le restituyera sus derechos. Así que mi venida a la tierra no fue por la sola Redención, más
bien la primera finalidad fue para formar el reino de mi Voluntad en mi Humanidad para darlo nuevamente a las
criaturas; si esto no fuera así, mi venida sobre la tierra sería una obra incompleta, no digna de un Dios, que nada
menos no habría podido restablecer la obra de la Creación, el orden como salió de nuestras manos creadoras,
que en todo debía reinar nuestra Voluntad. Ahora, para que estos reanudamientos que formó mi Humanidad de
mi reino con las criaturas pudieran tener validez, vida y ser conocidos, era necesario que eligiera a una criatura, y
dándole por oficio especial que hiciera conocer este reino de mi Querer, vinculara con ella todos estos
reanudamientos que había formado mi Voluntad con mi Humanidad, dándole capacidad de transmitir estos
reanudamientos de mi reino a las otras criaturas. Por eso estoy en el fondo de tu alma manteniendo la Vida del
Luisa Piccarreta
Confianza
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Fiat Supremo, para vincular estos reanudamientos y extender en ella su reino, y te hablo tanto de Él como a
ningún otro hasta ahora le he hablado. Por eso sé atenta, porque se trata de la cosa más grande, cual es
restablecer el orden de la Creación entre el Creador y la criatura.
No sólo esto, sino que era necesario que escogiera primero una criatura que viviera en el Fiat Divino para
recibir de ella actos universales, porque mi Voluntad es universal, se encuentra por todas partes, no hay criatura
que no reciba su Vida. Ahora, el hombre con sustraerse de mi Voluntad rechazó un bien universal, quitó a Dios
la gloria, la adoración, el amor universal; así que para dar nuevamente este reino, estos bienes universales, quiere
por derecho que primero una criatura viviendo en este Fiat, se le comunique este acto universal, y conforme
ama, adora, glorifica, reza, se constituye junto con su mismo Querer amor universal por todos, adoración y gloria
por cada criatura, y difundiendo su oración como si cada una rezara, ruega en modo universal que venga el reino
del Fiat Divino en medio de las criaturas. Cuando un bien es universal se necesitan actos universales para
obtenerlo, y sólo en mi Voluntad hay estos actos. Conforme tú amas en Ella, tu amor se extiende dondequiera
que Ella se encuentra, y mi Voluntad siente tu amor en todas partes, se siente seguir por doquier, por lo tanto
siente en ti el primer amor como había establecido que la criatura la amara en el principio de la Creación; siente
su eco en tu amor, que no sabe amar con amor pequeño y finito, sino con amor infinito y universal; siente el
primer amor de Adán antes de pecar, que no hacía otra cosa que repetir el eco de la Voluntad de su Creador y se
siente como atraída por estos actos universales, que la siguen por todas partes, para venir a reinar de nuevo en
medio a las criaturas; por eso te escogí hija mía, y de en medio de su estirpe, no sólo para manifestarte los
conocimientos, los bienes, los prodigios de este Fiat, sino para hacer que tú, viviendo en Él, con tus actos
universales inclinases a mi Voluntad para venir a reinar nuevamente como al principio de la Creación en medio a
las criaturas. Por eso a ti te es dado unir a todos, abrazar a todos, a fin de que encontrando a todos y todo en ti,
como todo se encuentra en mi Voluntad, harás que se pongan de acuerdo, se darán el beso de paz y mi reino
será restablecido en medio de las criaturas. He aquí el por qué la necesidad de los conocimientos de las
maravillas de mi Fiat Divino, para disponer a las criaturas, para animarlas a desear, a querer, a suspirar este reino
y los bienes que hay en él; y la necesidad de elegir primero a una criatura que viviendo en él, con sus actos
universales que le suministra mi mismo Querer, que son actos divinos, consiga el reino de mi Fiat a las criaturas.
Yo hago como un rey cuyo pueblo ha sido rebelde a sus leyes; el rey usando de su poder, a quién mete a la
cárcel, a quién manda al exilio, a quién le quita el derecho de poseer, en suma, a todos da el castigo que
justamente merecen. Ahora, con el andar del tiempo el rey tiene compasión de su pueblo, escoge a uno de sus
ministros más fieles y abriendo su corazón doliente dice: ‘Quiero fiarme de ti, escucha, he decidido darte el
mandato de que me llames a los pobres exiliados, que liberes a los prisioneros, que restituyas el derecho de
poseer los bienes que les quité, y si me son fieles les duplicaré sus bienes, su felicidad.’ Y trata largamente con este
ministro de su confianza, planeando todo lo que se debe hacer; mucho más que este ministro estaba siempre
junto al rey rogando por su pueblo, que diese a todos gracia de perdón y de reconciliación. Entonces después de
haber planeado juntos todo en secreto, llaman a los demás ministros dando orden de que hagan llegar la buena
noticia en medio de todo el pueblo, en las prisiones, en el exilio, de cómo el rey quiere hacer la paz con ellos,
que quiere que cada uno regrese a su puesto y todos los bienes que el rey les quiere dar; y mientras se esparcen
estas bellas noticias, desean, suspiran, se disponen con sus actos a recibir su libertad y el reino perdido por ellos;
ahora, mientras se difunden las noticias, el fiel ministro está siempre junto al rey urgiéndolo con ruegos incesantes
para que el pueblo reciba el bien establecido entre ellos. Precisamente esto es lo que he hecho Yo, porque lo que
se puede hacer entre dos, al tú por tú, en el secreto del dolor y del amor de dos seres que se aman y que quieren
el mismo bien, no se puede hacer entre muchos. Un secreto dolor y amor de tu Jesús, unidos con el alma que
elijo, tienen tal poder: Yo de dar y ella de impetrar lo que se quiere; el secreto entre tú y Yo ha madurado los
tantos conocimientos que te he dado del reino de mi Fiat Divino, ha hecho resurgir tus tantos actos en Él; el
secreto entre tú y Yo me ha hecho desahogar mi dolor tan grande y de tantos siglos en los cuales mi Voluntad,
mientras estaba en medio de las criaturas, era vida de cada acto de ellas, no la conocían, la tienen en estado de
agonía continua. Hija mía, un dolor mío, desahogado en el secreto del corazón de quien me ama, tiene la virtud
de cambiar la Justicia en Misericordia, y mis amarguras se cambian en dulzuras. Entonces, después que me he
fiado de ti, planeando juntos todo, he llamado a mis ministros dándoles orden de hacer conocer al pueblo las
bellas noticias sobre mi Fiat Supremo, sus tantos conocimientos, y cómo llamo a todos a que vengan a mi reino,
que salgan de la cárcel, del exilio de su voluntad, que tomen posesión de los bienes perdidos, que no vivan más
infelices y esclavos de la voluntad humana, sino felices y libres en mi Voluntad Divina. Y como este secreto ha
tenido virtud de decirnos corazón a corazón las tantas manifestaciones maravillosas del eterno Fiat, saliendo
Luisa Piccarreta
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fuera este nuestro gran secreto, hará tanto camino en el pueblo, que sorprendidos rogarán con suspiros que
venga mi reino que pondrá término a todos sus males.”
+ + + +
Mayo 6, 1928
Los hijos de la Divina Voluntad no tocarán la tierra.
Amarguras de Jesús. El hilo eléctrico.
Estaba según mi costumbre toda inmersa en aquel Fiat Divino que más que sol resplandece en mi pobre
alma, y mi siempre amable Jesús, moviéndose en mi interior me ha dicho:
“Hija mía, será tal y tanto mi amor hacia los hijos de mi Voluntad, que no permitiré que toquen la tierra;
extenderé mis pasos debajo de sus pies a fin de que si caminan, toquen mis pasos, no la tierra, de modo que
sientan la vida de mis pasos, los cuales comunicarán la vida de los pasos de mi Querer Divino a los pasos de los
hijos de mi Voluntad; si obran, sentirán el toque de mis obras, que comunicarán la virtud de mi Voluntad a las
obras de ellos; si hablan, si piensan, sentirán la vida de mis palabras y de mis pensamientos, que invistiéndolos les
comunicarán la virtud de mi Fiat a la mente y a las palabras, así que seré Yo mismo el portador de los hijos de mi
Querer, seré celoso de que nada toquen, a fin de que en nada tomen parte y sientan mi Vida correr
continuamente en ellos, que forma la Vida del eterno Querer en la suya. Por eso ellos serán las más bellas obras
de mis manos creadoras. ¡Oh, cómo se reflejará en ellos la obra de la Creación y serán el triunfo de mi
Redención, todo triunfará en ellos! Por eso, entonces podré decir: Mis obras están completas y tomaré reposo
en medio de mis hijos de mi Fiat Supremo.”
Ahora, después de haber puesto en el papel lo que está escrito en estos días pasados, mi pobre mente era
molestada por temores y dudas; pensaba que no era verdad que Jesús bendito me había dicho tantas cosas, sino
más bien eran fruto de mi imaginación y decía entre mí: “Si no ha sido Jesús que me ha hablado, serán escritos
sin vida, porque sólo cuando habla Jesús corre la vida en su palabra, y yo escribiéndola, queda en los escritos la
vida de las verdades que Él me ha dicho, de modo que quienes las leerán, sentirán la virtud comunicativa de una
vida que se infunde en ellos y se sentirán transformados en la vida de la verdad que leerán. En cambio si no es
Jesús, serán escritos sin vida, vacíos de luz y de bienes, y entonces, ¿en qué aprovechará hacer el sacrificio de
escribir?” Ahora mientras esto pensaba, mi dulce Jesús ha salido de dentro de mi interior y poniendo su cabeza
cerca de la mía se ponía en actitud de tristeza y me ha dicho:
“Hija mía, tú amargas mi fiesta, porque cuando Yo manifiesto una verdad, lo hago porque quiero festejar
con la criatura, y si ella no me da plena confianza y se pone en dudas, la fiesta viene interrumpida y se convierte
en amargura. Yo hago como dos íntimos amigos, uno de los cuales amando mucho al amigo, quiere poner en el
corazón del amigo todo lo que él contiene y mientras le confía sus secretos, sus escondidas alegrías, lo pone al día
de lo que posee; el amigo que escucha muestra no creerle y pone en duda lo que el amigo le está diciendo; éste
amarga al amigo y convierte su desahogo en amargura, y doliéndose casi se arrepiente de haberse confiado y
lleno de amargura se retira. En cambio, si el amigo le cree, no sólo no lo amarga sino que toma parte en sus
bienes y festejan juntos las alegrías que el amigo posee y su amistad queda vinculada con dobles vínculos de
amor. Tal soy Yo, más bien, más que amigo, amando mucho a aquélla que he elegido como mi pequeña
secretaria, quiero vaciar mi corazón y confiar a ella mis secretos, mis alegrías, mis escondidos dolores, mis
verdades sorprendentes, para festejar junto con ella y comunicarle tantas Vidas Divinas por cuantas verdades le
voy manifestando. Si veo que ella me cree, Yo festejo y pongo fuera las alegrías, la felicidad que puede poseer
una Vida Divina que posee la infinitud de todos los bienes, y el alma queda llena y festeja junto conmigo, pero si
la veo titubeante quedo amargado y ella queda sin la Vida que quisiera confiarle. Tú, frecuentemente me repites
estas escenas de desconfianza, por eso sé atenta y no quieras convertir mis alegrías en amarguras.”
Yo he quedado toda confundida y no he sabido qué responder. Después de esto seguía mi giro en el
Querer Divino y mi dulce Jesús ha agregado:
“Hija mía, en cuanto el alma entra en mi Querer, así pone en Él su hilo eléctrico, el cual llega hasta donde
se quiere hacer llegar la luz, porque la luz no es formada donde se mete el hilo, sino donde termina,
concentrando la electricidad de la luz en una lamparita. La voluntad humana conforme entra en la mía, a los
reflejos del Sol de mi Fiat se convierte en luz y ahí forma su pequeña luz, y la electricidad de mi Voluntad alarga
el hilo de la voluntad humana y forma su pequeña luz, más que lamparita eléctrica, hasta donde el alma quisiera
llegar, delante a Dios, el cual viendo la pequeña luz de la voluntad humana la inviste y con la electricidad de su
Luisa Piccarreta
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Luz divina la convierte en sol y con ella forma el más bello adorno de su trono divino. También es bello y
deleitable el ver que el alma desde la tierra, conforme entra en mi Querer Divino pone en Él su hilo eléctrico para
el Cielo y se alarga tanto, que llega hasta su centro que es Dios, y ahí forma su adorno de Luz y estas luces son
convertidas en sol.”
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Volumen 22
Volumen 23
Volumen 24
Mayo 30, 1928
La Creación es el ejército divino, el Fiat la bandera celestial.
Ejemplo del niño y el padre rico. Jesús quiere pueblos
enteros que rueguen. Quienes son estos pueblos.
Estaba haciendo mi giro en el Fiat Divino, y reuniendo a toda la Creación para llevarla delante de la
Majestad Suprema como el más bello homenaje, la adoración más profunda y el amor más intenso y más
grande a Aquél que la había creado, me parecía que no había cosa más bella que llevar a mi Creador, que la
magnificencia y el continuo prodigio de sus mismas obras. Ahora, mientras esto hacía, mi amado Jesús,
moviéndose en mi interior me ha dicho:
“Hija mía, no hay homenaje más bello y digno de nuestra Majestad adorable, que el ofrecernos
nuestras mismas obras; conforme tú giras en la Creación, así reúnes nuestro ejército divino para dárnoslo
como gloria nuestra y como ejército aguerrido que pide con insistencia y violencia el reino de la Divina
Voluntad, por eso, conforme tú giras, pones delante a cada cosa creada el Fiat Divino como bandera noble y
divina, que con su oculto hablar piden con Fuerza divina el reino de mi Voluntad sobre la tierra. ¡Oh, cómo es
bello ver a toda la Creación abanderada con el Fiat Divino, desde la más pequeña cosa a la más grande, todas
poseen la bandera del Fiat puesta por mi pequeña hija, parece un ejército formidable que agitando con
imponencia su noble bandera, piden con repetidas instancias lo que ellos poseen, esto es, el reino de mi
Voluntad sobre la tierra.”
Después he continuado mi giro y no sólo en toda la Creación, sino también en todos los actos hechos
por Adán en el estado de inocencia, en todos aquellos hechos por la Virgen reina, como también en aquellos
hechos por Nuestro Señor, y yo ponía en ellos mi Fiat Divino, mandándolos como un ejército ordenado en torno
a la Divinidad para que pidiesen su reino, y Jesús ha agregado:
“Hija mía, Cielos y tierra ruegan, todos mis actos, los de la Soberana Reina, como también los de Adán
inocente, que estaban todos investidos por mi Fiat Divino, tienen todos una voz que resonando entre ellos
como un eco dulcísimo y fuerte, piden: ‘Venga tu reino.’ Hija mía, al crear al hombre Yo hice como un padre
riquísimo, que habiendo tenido su niño quisiera entretenerse con su pequeño dándole todas sus riquezas y le
dice continuamente: ‘Hijo, toma lo que quieras y cuanto más puedas.’ El pequeño se llena las bolsas, sus
pequeñas manitas, pero tanto, que no pudiendo contenerlas se le caen por tierra, y el padre instigándolo le
dice: ‘¿Esto es todo lo que has tomado? Vamos, toma más, toma todo.’ Y el niño se ve apurado y regresa a
tomar, pero su pequeña capacidad no puede tomar más, y el padre sonríe y se entretiene con su pequeño. Así
hice Yo con el hombre, le hice don de todas mis riquezas, y él, como pequeño niño, era incapaz de poderlas
tomar todas, y Yo animándolo le decía: ‘Toma, toma hijo mío, toma mucho, toma todo si puedes, por cuanto
más tomes tanto más gozaré y haré fiesta.’ ¿No lo estoy haciendo así contigo, hasta querer darte el reino de
mi Voluntad Divina? Por eso te hago girar en toda la Creación, en las obras de mi Redención, ni siquiera te
privo de los dominios de la Soberana del Cielo, y mientras tú giras en nuestras obras y dominios te voy
susurrando al oído: ‘Toma lo que quieras mi pequeña hija.’ Y para darte el derecho te hago marcar todas
nuestras obras y nuestros dominios con tu te amo, con este tu te amo que repite su estribillo: ‘Dame tu Fiat
Divino’, y parece que estén entretejidos juntos, Fiat y te amo, y Yo conozco que lo que tú quieres y pides es la
cosa más grande y un reino divino en el cual no sólo tú, sino todos aquellos que estarán en este reino, sean
todos reyes y reinas. ¡Si tú supieras qué cosa me pides! Cielos y tierra están por eso maravillados y están
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todos mirando la audacia de tu petición y mi Bondad toda paterna, que con Amor excesivo te contempla, te
sonríe para darte más confianza para pedirlo con más audacia, porque, hija mía, siendo un reino tan grande
que debo dar, Yo quiero un pueblo entero que me lo pida, y el primer pueblo es toda la Creación, que tú con
girar en medio de ella mueves a todos a pedir que venga el reino de mi Voluntad Divina sobre la tierra; el
segundo pueblo son todas mis obras y las de mi Mamá Celestial que fueron hechas sobre la tierra, estos
pueblos son pueblos divinos e interminables; después está el pueblo de la baja tierra que es quien recita el
Padre Nuestro, y los pocos que conocen en algún modo mi Voluntad Divina piden que venga a reinar sobre la
tierra. Y cuando pueblos enteros me piden, y a la cabeza de ellos está aquélla a la cual ha sido confiada una
misión tan grande, con más facilidad se concede lo que Nosotros queremos dar y con insistencia nos es
pedido. ¿No sucede así en el bajo mundo? Si se debe elegir un rey, un jefe de un país, hay quien mueve al
pueblo a gritar: ‘Queremos a tal por rey, a aquél otro por dirigente de un país.’ Si se quiere una guerra se hace
gritar al pueblo: ‘Queremos guerra.’ No hay cosa importante que se haga dentro de un reino, en que no se
recurra al pueblo para hacerlo gritar y aún hacer tumulto para darse la razón y decir: ‘Es el pueblo que lo
quiere.’ Y muchas veces el pueblo mientras dice que lo quiere, no sabe lo que quiere, ni todas las buenas o
tristes consecuencias que de eso vendrán. Si esto hacen en el bajo mundo, mucho más Yo. Cuando debo dar
cosas importantes, bienes universales, quiero que pueblos enteros me lo pidan, y tú debes formar estos
pueblos, primero con hacer conocer todos los conocimientos sobre mi Fiat Divino, segundo girando por todas
partes, moviendo Cielos y tierra a pedir el reino de mi Divina Voluntad.”
+ + + +
Agosto 30, 1928
Diferencia entre Humanidad y Divinidad de Jesús. Cómo el reino del
Fiat está todo preparado por Él, sólo se necesitan aquellos que lo
habiten. El lenguaje que Jesús tuvo en la Redención y el que tiene
para el reino de la Divina Voluntad, son diferentes uno del otro.
Mi amable Jesús se hacía ver como pequeño niño, que estrechándose a mí me hacía muchos mimos
amorosos. ¡Oh! cómo es bello verlo en su infantil Humanidad, todo amor, todo confianza; el alma siente tal
confianza con Jesús porque ve en Él su Humanidad que le semeja tanto que se hermanan juntos, se identifican
y uno se transforma en el otro, así que el velo de la Humanidad de Jesús en el cual encierra dentro su
Divinidad adorable, sirve como medio de confianza, en el cual la pobre criatura pierde todo el temor y se está
con su Jesús toda amor, más que hijo entre los brazos de su Padre Celestial, es tanto el Amor de Jesús que
dice a la criatura: “No temas, soy tuyo, similar a ti, vestido como tú, y es tanto mi Amor que escondo la luz
interminable de mi Majestad dentro de mi Humanidad para hacerte estar conmigo como una pequeña niña en
mis brazos.” En cambio cuando mi amado Jesús hace salir de Sí su Divinidad, su misma Humanidad queda
eclipsada en aquella Luz interminable, y yo siento la gran distancia entre mí y mi Creador, su Majestad Divina
resplandeciente me aniquila, me abismo en mi polvo y no sé a donde ir para huir de su Luz, porque no hay
punto donde no se encuentre, yo soy el pequeño átomo que quedo abismado en su misma Luz. Me parece
que estoy diciendo desatinos, por eso mejor sigo adelante. Entonces mi sumo bien Jesús me ha dicho:
“Hija mía, el reino de mi Voluntad está todo preparado en mi Humanidad, y Yo estoy pronto a ponerlo
fuera para darlo a las criaturas; se puede decir que he formado los fundamentos, he erigido las construcciones,
las habitaciones son innumerables y todas adornadas e iluminadas no con pequeñas luces, sino con tantos
soles por cuantas verdades he manifestado acerca del Fiat Divino, no se necesita otra cosa que aquellos que lo
habiten, habrá lugar y habitación para todos, porque es vasto, más que todo el mundo. Con el reino de mi
Voluntad todo será renovado en la Creación, las cosas se pondrán en su estado primero, por eso es necesario
y vendrán muchos flagelos, para hacer que la divina Justicia se ponga en equilibrio con todos mis atributos, a
fin de que equilibrándose deje el reino de mi Querer en su paz y felicidad. Entonces, no te maravilles si a este
gran bien que estoy preparando y que quiero dar lo preceden muchos flagelos, es mi Justicia que reclama sus
derechos a fin de que equilibrada, se ponga en paz con las criaturas sin darles más molestia, mucho más que
los hijos del reino de mi Fiat Divino no lo ofenderán más, y mi Justicia divina se cambiará para ellos en amor y
misericordia.”
Después de esto seguía todos los actos que había hecho Jesús en la Redención, y mi dulce Jesús ha
agregado:
“Hija mía, mi lenguaje fue muy diferente en la Redención de aquél que he tenido para el reino de mi
Divina Voluntad, porque en la Redención mi lenguaje debía adaptarse a personas incapaces, débiles,
Luisa Piccarreta
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enfermas, sordas, mudas y ciegas, y muchas sobre el borde de la tumba, por eso para hablar me serví de
parábolas, semejanzas del bajo mundo, que ellos mismos podían tocar con la mano, por eso ahora les hablaba
como médico, y les llevaba las medicinas para curarlos; ahora como padre, que esperaba su retorno aunque
fuesen hijos licenciosos; ahora como pastor que iba en busca de la oveja perdida; ahora como juez que no
pudiendo atraerlas por vía de amor, buscaba atraerlas al menos con las amenazas y con el temor; y tantas
otras semejanzas. Este mi lenguaje dice que a aquellos a los cuales Yo hablaba no me conocían, no me
amaban, mucho menos hacían mi Voluntad, más bien estaban lejanos de Mí, y que Yo con mis parábolas hacía
las búsquedas y extendía la red para pescarlos y dar a cada uno el remedio para curarlos, pero cuantos me
huían y Yo aumentaba las búsquedas y las enseñanzas para dar luz a tantos ciegos, a fin de que salieran de
su obstinada ceguera.
Ahora ve cómo es diferente mi lenguaje que he tenido al manifestar las verdades sobre mi Divina
Voluntad, que deben servir para los hijos del reino de Ella, mi lenguaje sobre el Fiat ha sido como el de un
padre en medio a sus amados y amantes hijos, todos sanos y que poseyendo cada uno mi misma Vida en
ellos, en virtud de mi Querer serán capaces de entender mis lecciones más altas, y por eso he pasado más
adelante poniéndoles enfrente las bellas semejanzas del sol, de los cuerpos celestes, del cielo, del mismo
modo de obrar divino que se extiende hasta el infinito, porque teniendo en ellos a mi Fiat Divino, tendrán en
ellos a Aquél que ha creado el Cielo, las astros, el sol y les dará virtud de hacer copiar en ellos todo lo que ha
creado y sus mismos modos que tiene en su obrar divino; estos serán los copiadores de su Creador, y por eso
Yo he sido tan magnánimo al manifestar las verdades acerca de mi Fiat, lo que no hice en la Redención,
porque eran parábolas que contenían modos humanos y finitos, por lo tanto no tenían tanta materia para
poderme extender tanto, en cambio las semejanzas que respectan a mi Voluntad son de modos divinos y por lo
tanto hay tanta materia para decir que se vuelven inagotables, ¿quién puede medir la vastedad de la luz del sol
y la intensidad de su calor? Nadie. ¿Quién puede dar un termino al cielo y a las múltiples obras mías divinas?
¡Oh, si tú supieras cuánta sabiduría, amor, gracia, luz, he puesto al manifestar mis verdades sobre mi Fiat
Divino, tú quedarías ahogada de alegría, tanto, que no podrías seguir viviendo y amarías que el trabajo de tu
Jesús fuese conocido, para hacer que un trabajo tan exuberante, que cuesta un precio incalculable, tenga su
gloria y comunique sus benéficos efectos a las demás criaturas.”
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Volumen 25
Volumen 26
Volumen 27
Volumen 28
Marzo 9, 1930
Los conocimientos sobre la Divina Voluntad contienen la ciencia
de formar su Vida y el pueblo de su reino. Al solo recuerdo de
lo que Jesús hizo y padeció, su Amor se renueva, se inflama
y desborda fuera en bien de las criaturas.
Mi abandono en el Fiat continúa, me siento estrechada entre sus brazos de luz, y tan fuertemente que no
me es dado el separarme ni siquiera un poquito, y mucho menos yo quiero hacerlo, me cuidaría muy bien de
separarme de su seno de luz; me parece que sea un acuerdo entre el Querer Divino y yo, que ambos no nos
podemos separar. ¡Oh Querer Santo, cómo eres amable y potente! Con tu amabilidad me atraes, me raptas, me
fascinas, y yo extática no sabría cómo hacer para no estar fija en Ti, y con tu Potencia te mantienes firme sobre
mi pequeñez, te viertes a torrentes, de modo que he perdido el camino para salir de tu luz interminable, pero
feliz pérdida. ¡Oh Fiat adorable, haz perder a todos el camino, a fin de que no conozcan otro camino que aquél
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que conduce a tu Divina Voluntad! ¿Pero cómo podrán hacer las criaturas para conocer un bien tan grande?
Mientras esto pensaba, mi dulce Jesús haciéndose oír en mi interior me ha dicho:
“Hija mía, los conocimientos sobre mi Querer Divino son caminos que pueden conducir a las criaturas a
los brazos de luz de mi Fiat Divino. Los conocimientos son semillas, y esta semilla hace nacer el principio de la
Vida de mi Divina Voluntad en la criatura; los conocimientos, cada uno de los cuales será como sorbos de vida,
que formarán en la criatura la maduración de esta Vida Divina. Por eso te he dicho tantas cosas sobre mi Fiat
Divino, cada conocimiento llevará, quien el germen, quien el nacimiento, quien el alimento, quien el respiro,
quien el aire, quien la luz y el calor para madurar la Vida de mi Querer en las almas. Cada conocimiento
contiene un grado de más de maduración, por eso, por cuanto más busquen conocer lo que he manifestado sobre
mi Fiat Divino, más se sentirán madurados. Mis conocimientos sobre Él moldearán las almas, y con su toque
apagarán los males del querer humano; estos conocimientos harán de madre piadosa, que a cualquier costo
quiere sanar a su hijo y verlo sano y bello. Si supieras qué significa un conocimiento sobre mi Divina Voluntad,
ellos contienen la ciencia de formar la Vida de Ella, la ciencia para formar el pueblo de su reino. Mira, también
en el orden natural sucede así, quien quiere hacerse maestro es necesario que conozca lo que concierne a las
ciencias, y si no se quiere aplicar a conocer las ciencias, jamás estará maduro para ser maestro, y según los
grados de las ciencias que ha estudiado, poseerá más o menos los grados de instrucción: si pocas ciencias,
podrá ser maestro elemental, y si ha estudiado muchas ciencias, podrá ser profesor de escuelas superiores. Así
que según se conoce, tanto en las artes como en las ciencias, tanto más son maduros en aquel bien que conocen,
y son capaces de hacer madurar en los demás el bien, las ciencias, las artes que poseen. Ahora, con el haberte
dicho tantos conocimientos sobre mi Divina Voluntad, no ha sido para darte una bella noticia, no, no, ha sido
para formar la ciencia de Ella primero en ti, y después en medio a las criaturas, a fin de que conocida esta
ciencia divina y toda de Cielo, pueda hacer madurar la Vida de mi Fiat Divino y formar su reino.”
Después de esto estaba siguiendo mi giro en el Querer Divino, y ahora me detenía en un punto, y ahora
en algún otro de lo que había hecho y padecido mi amado Jesús, y Él, como herido por sus mismos actos que yo
le ponía alrededor con decirle: “Amor mío, mi te amo corre en el tuyo; mira oh Jesús, cuánto nos has amado,
sin embargo te falta otra cosa por hacer, no has hecho todo, te falta darnos el gran don de tu Fiat Divino como
vida en medio a las criaturas, a fin de que reine y forme su pueblo; pronto, oh Jesús, ¿qué esperas? Tus mismas
obras, tus penas, reclaman el “Fiat Voluntas Tua come in Cielo così in terra.” Pero mientras esto pensaba, mi
dulce Jesús ha salido de dentro de mi interior y me ha dicho:
“Hija mía, cuando un alma recuerda lo que Yo hice y sufrí en el curso de mi Vida acá abajo, me siento
renovar mi Amor, por lo cual se inflama y desborda, y el mar de mi Amor forma olas altísimas para verterse en
modo duplicado sobre las criaturas. Si tú supieras con cuanto amor te espero cuando giras en mi Querer Divino
en cada uno de mis actos, porque en Él todo lo que Yo hice y sufrí, está todo en acto como si realmente lo
estuviese haciendo, y Yo con todo amor te espero para decirte: ‘Mira hija, esto lo hice para ti, lo sufrí por ti, ven
a reconocer las propiedades de tu Jesús, que son también tuyas.’ Mi corazón sufriría si la pequeña hija de mi
Querer Divino no reconociera todos mis bienes; tener ocultos nuestros bienes a quien vive en nuestro Fiat
Divino, sería no tenerla como hija, o bien, no tener con ella nuestra plena confianza, lo que no puede ser, porque
nuestra Voluntad nos la unifica tanto, que lo que es nuestro es suyo. Así que para Nosotros sería más bien una
pena, y nos encontraríamos en las condiciones de un padre riquísimo que posee muchas propiedades, y los hijos
no saben que el padre posee tantos bienes, por lo que no conociéndolos se habitúan a vivir como pobres, a tener
modos rústicos, no se visten noblemente; ¿no sería un dolor para el padre que tiene ocultas sus propiedades a
estos hijos? Mientras que con hacerlas conocer cambiarían hábitos en el vivir, vestir, y usarían modos nobles
según su condición. Si dolor sería para un padre terreno, mucho más para tu Jesús, que es Padre Celestial.
Conforme te hago conocer lo que he hecho y padecido, y los bienes que posee mi Querer Divino, así mi Amor
crece hacia ti, y tu amor crece siempre más hacia Mí, y mi corazón se alegra al ver a la pequeña hija nuestra rica
de nuestros mismos bienes. Por eso tu girar en mi Querer Divino es un desahogo de mi Amor, y me dispone a
hacerte conocer cosas nuevas y a darte una leccioncita de más de todo lo que nos pertenece, y te dispone a ti a
escucharla y a recibir nuestros dones.”
+ + + +
Junio 2, 1930
Luisa Piccarreta
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La Divina Voluntad es paz y seguridad. Dudas y
temores. Sólo Jesús es autor de las leyes. Necesidad
de la venida diaria de Jesús. La desconfianza,
el acto débil de nuestros siglos.
Me sentía oprimida por las privaciones de mi dulce Jesús. ¡Oh Dios, qué pena! Es pena sin
misericordia, sin alivio, sin apoyo; faltando Jesús falta todo, por eso se siente que falta la Vida de quien puede
dar vida; es pena que convierte a todo el pobre ser humano en voces que llaman a Aquél que puede darle la vida;
es pena de luz que revela con más claridad quien es Jesús. Pero mientras nadaba en el duro dolor de su
privación, otro dolor se agrega, que me martillaba mi pobre inteligencia, me habían dicho que se dudaba de mis
escritos porque se encontraba en ellos que Jesús me había besado, abrazado, y casi diariamente había venido a
mí. Mi pobre mente no soportaba y disparatando decía: “Mira Amor mío qué significa el no hacerte ver y no
darte a conocer por todos, si lo hicieras ellos caerían en la red de no poder estar sin Ti y te harían caer a Ti para
no poder estar sin ellos.” Yo me sentía torturada por las dudas, por temores que no es necesario poner sobre el
papel. Y mi dulce Jesús teniendo compasión de mí, todo bondad me ha dicho:
“Hija mía, tranquilízate, tranquilízate, tú sabes que jamás he tolerado en ti dudas y temores, porque son
harapos viejos de la voluntad humana; mi Fiat Divino, donde Él reina no admite estas miserias, porque por su
naturaleza es paz y seguridad, y así vuelve al alma que se hace dominar por su luz. Por eso Yo no quiero nada
más de ti, sino que tu respiro, tu latido, todo tu ser, no sea otra cosa que Voluntad mía y amor. El amor y la
Divina Voluntad unidos juntos forman el más grande ofrecimiento, el más bello homenaje que la criatura puede
hacer a su Creador, el acto que más se asemeja a nuestro acto. Por eso estémonos en nuestro puesto de amarnos
siempre y de no interrumpir jamás nuestro amor. Una Voluntad Divina siempre cumplida y un amor nunca
interrumpido, es la cosa más grande que se puede encontrar en el Cielo y en la tierra, y esto es sólo de nuestro
Ser Divino y de quien se da en poder de nuestro Querer. Además hija mía, ¿por qué te afliges tanto por lo que
han dicho? Yo soy el autor de las leyes y ninguno me puede someter a ninguna ley, y por eso hago lo que
quiero y lo que más me agrada; el disponer de las almas, el cumplir en quien un designio mío, en quien algún
otro, es derecho que he reservado para Mí solo, y además, ¿qué es más, el recibirme Sacramentado todos los
días, entrar en su boca, descender en el estomago y aun en personas llenas de pasiones para comunicar mi Vida,
mi sangre para mezclarla con la sangre de ellos, o dar un beso, un abrazo a quien me ama y vive sólo para Mí?
¡Oh! cómo es verdad que la vista humana es corta, y hacen grandes las cosas pequeñas, y las cosas grandes las
hacen pequeñas por la sola razón de que no son comunes a todos. Además de esto, todo lo que ha pasado entre
Yo y tú, las intimidades, los tantos excesos de mi Amor, mis repetidas venidas, lo requería el decoro de mi
Divina Voluntad que debía hacer conocer por medio tuyo. Si Yo no hubiera venido frecuentemente, ¿cómo
podía decirte tantas cosas acerca de mi Divina Voluntad? Si no hubiera hecho en tu corazón mi sede, como mi
templo vivo, no habrían sido tan continuas mis lecciones, por eso deberían comprender que todo lo que he hecho
a tu alma debía servir a mi Divina Voluntad, la cual todo merece, y el oír mis tantas condescendencias amorosas
debía servir para hacer comprender cuánto amo a la criatura, y cuánto puedo amarla, para llegar a elevarla a mi
puro Amor y a la plena confianza que debe tener hacia quien tanto la ama, porque si entre la criatura y Yo no
hay plena confianza, no se pueden elevar a vivir en mi Divina Voluntad. La desconfianza siempre pone
obstáculo a la unión entre Creador y criatura, es la que le impide el vuelo hacia quien tanto la ama, la hace vivir
a ras de tierra, y aun a pesar de que no caiga, le hace sentir a lo vivo sus pasiones. Mucho más que la
desconfianza ha sido el acto débil en el curso de los siglos, y a veces aun las almas buenas han retrocedido en el
camino de las virtudes por causa de la desconfianza, y Yo para quitar este entorpecimiento que produce el
espectro de la desconfianza, he querido mostrarme contigo todo amor y a lo familiar, más que padre e hija, para
volver a llamar no sólo a ti, sino a todos los demás a vivir como hijos, como arrullados en mis brazos; y Yo he
gustado, y también tú, cómo es bello tener a la criatura toda amor y toda confianza conmigo; Yo puedo dar lo
que quiero, y ella no tiene ningún temor de no recibir lo que quiere, así que puesta en orden la verdadera
confianza entre la criatura y Yo, viene quitado el mayor obstáculo para hacer reinar mi Divina Voluntad en sus
almas. Entonces hija mía, Yo sé hacia donde tienden mis miras, y a qué deben servir, sé lo que hago de grande
y bello cuando elijo a una criatura, y ¿ellos qué saben? Y además, siempre tienen algo que decir sobre mi obrar,
Luisa Piccarreta
Confianza
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mi breve vida acá abajo no fue perdonada, cuando mi santísima Humanidad estaba en medio a ellos y Yo era
todo amor para ellos, no obstante si me acercaba demasiado a los pecadores tenían qué decir, decían que no era
decoroso para Mí tratar con ellos, y Yo los dejaba decir, y sin dar importancia a su hablar hacía mis actos, me
acercaba de más a los pecadores, los amaba de más para atraerlos a amarme; si hacía milagros tenían qué decir,
pues como me creían hijo de san José, decían que no podía salir de un artesano el Mesías prometido, e iban
suscitando dudas acerca de mi Divina Persona, tanto de formar nubes en torno al Sol de mi Humanidad, y Yo
suscitaba los vientos para desembarazarme de las nubes y reaparecía más refulgente en medio a ellos para
cumplir la finalidad de mi venida a la tierra, la cual era la Redención. Por eso no te maraville el que hayan
encontrado qué decir sobre el modo como me he comportado contigo, y si bien han formado nubes en torno al
modo de obrar que he usado contigo, pero Yo suscitaré mis vientos para desembarazarme de estas nubes, y si
aman la verdad conocerán que el modo como me he comportado contigo, a pesar de que no lo he usado con
otras almas, era necesario para nuestro Amor, porque debía servir a nuestra misma Voluntad para hacerla
conocer y hacerla reinar.”
Después ha agregado con un acento más tierno:
“Hija mía, pobrecitos, no están habituados a caminar en los campos de la luz de mi Divina Voluntad,
por eso no es maravilla que su inteligencia haya quedado como deslumbrada, pero si se habitúan a mirar la luz
verán claro que sólo mi Amor podía llegar a tanto; y como amo tanto que se conozca mi Divina Voluntad para
hacerla reinar, he querido ser exuberante en el exceso de mi Amor que contenía en mi corazón. Es más, todo lo
que he hecho contigo se pueden llamar preludios de lo que haré a aquellos que se harán dominar por mi Fiat.
Pero te digo que así como todos aquellos que tuvieron qué decir sobre mi Humanidad estando en la tierra, y que
no se rindieron a creer ante la santidad de mis obras, quedaron en ayunas del bien que Yo vine a traer a todos y
quedaron fuera de mis obras, así será de aquellos que dicen del cómo, del modo de lo que he dicho, si no se
rinden, también ellos quedarán en ayunas y fuera del bien que con tanto amor quería traer a todos.”
+ + + +
Julio 9, 1930
Valor de la voluntad humana cuando entra en la
Divina. Temores por causa de juicios competentes.
Respuesta de Jesús y sus enseñanzas.
Mi pequeña inteligencia siente la extrema necesidad del Querer Divino, porque sólo Él es mi apoyo, mi
fuerza, mi vida. ¡Oh Voluntad Divina, no me abandones! Y si yo, ingrata, no he sabido seguir tu vuelo, tu luz,
perdóname, y reforzando mi debilidad absorbe en Ti el pequeño átomo de mi existencia, y viva perdida en Ti
para vivir sólo y siempre de tu Voluntad Suprema. Pero mientras mi mente se perdía en el Fiat Divino, mi dulce
Jesús haciendo su pequeña visita a mi alma me ha dicho:
“Hija mía, ánimo, estoy Yo contigo, ¿de qué temes? Si conocieras la belleza, el valor que adquiere la
voluntad humana cuando entra y hace continua morada en el Fiat Divino, no perderías un instante de vivir en Él.
Tú debes saber que en cuanto la voluntad humana entra en la Divina, nuestra luz la inviste y la embellece de una
rara belleza, el alma queda tan ensimismada que no se siente extraña con su Creador, más bien se siente que ella
es toda del Ser Supremo y el Ser Divino es todo suyo, y con libertad de hija, sin temor y con confianza raptora
se eleva en la unidad de la Voluntad de su Creador, y en esta unidad, el átomo de la voluntad humana emite su
te amo, y mientras forma su acto de amor, todo el Amor divino corre, circunda, abraza, se transmuta en el ‘te
amo’ de la criatura, y lo hace tan grande cuanto es grande nuestro Amor, y Nosotros sentimos en el pequeño ‘te
amo’ de la criatura las fibras, la vida de nuestro Amor, y Nosotros le damos el valor de nuestro Amor, y
sentimos en el pequeño ‘te amo’ la felicidad de nuestro Amor. Este pequeño te amo no sale más de dentro de la
unidad de nuestro Querer, y mientras queda, se expande tanto en la orbita del Fiat, que no hace otra cosa que
seguir por todas partes a la Divina Voluntad; y así de todos los otros actos que se propone hacer en nuestra
Voluntad. Tú debes pensar que una Voluntad creadora entra en el acto de la criatura, y por eso debe hacer actos
dignos, cuales sabe hacer y convienen a una Divina Voluntad.”
Luisa Piccarreta
Confianza
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Después, me sentía oprimida más que nunca, mi pobre mente estaba entristecida por pensamientos que
me aplastaban y me quitaban la bella tranquilidad del día de la paz gozada siempre por mí, y que Jesús mismo
tanto estimaba y era celoso de mi paz, y no permitía que ninguna cosa me turbase. Y ahora siento que ruidos de
tempestad quieren hacer llover sobre mi cabeza, y esto porque habiendo leído personas competentes algún
volumen de mis escritos, han encontrado dificultades sobre la intimidad que Jesús había usado conmigo, el
verter sus amarguras en mi indigna alma, y tantas otras cosas; que no era de la dignidad divina obrar en este
modo con la criatura, y como yo estaba en mi simplicidad, habiéndome asegurado mis pasados confesores y
también personas santas y competentes, a las cuales yo, temerosa preguntaba si fuese Jesús o no que obraba así
conmigo, y ellos me aseguraban que era Jesús, diciéndome que es su costumbre entretenerse sobre la faz de la
tierra con sus criaturas, y yo creía sus aseveraciones y dándome en poder de Jesús lo dejaba hacer lo que quería
de mí, y aunque me sometiera a penas atroces y aun a la misma muerte, yo me sentía feliz, como tantas veces
sucedía, porque, contento Jesús, decía, me basta, mucho más que lo que ha hecho conmigo mi dulce Jesús, sea
que vertiera, sea que me llevase junto con Él, o cualquier otra cosa que me hiciera, yo no recuerdo jamás haber
sentido en mí sombra de pecados, tendencias no buenas y santas, más bien su toque era puro y santo y me sentía
más pura, su verter de su boca en la mía, que como una fuentecita salía de la boca de Jesús y se vertía en la mía,
a las penas que yo sentía tocaba con la mano cuanto sufre Jesús, cuan feo es el pecado, y habría puesto mil veces
la vida antes que ofenderlo, y me sentía convertir mi pequeño ser todo en reparaciones para poder defender a mi
dulce Jesús. Por eso al pensar que había sido interpretado tan mal un acto tan santo de Jesús, me sentía tan mal,
que no tengo palabras para expresarme. Entonces el bendito Jesús teniendo compasión de mí se ha hecho ver, y
todo afligido y ternura me ha dicho:
“Hija mía, no temas, mi modo de obrar es siempre puro y santo, cualquiera que sea, y aunque parezca
extraño a las criaturas, porque toda la santidad no está en el acto externo del modo de obrar, sino depende de la
fuente de la santidad interna de donde sale, y de los frutos que produce mi modo de obrar, si los frutos son
santos, ¿por qué querer juzgar mi modo? Así me agradaba y por eso lo hacía, por los frutos se conoce el árbol,
si es bueno, mediocre o malo, y me disgusta sumamente que en vez de juzgar los frutos, han juzgado la corteza
del árbol y no la sustancia y la vida del mismo árbol. Pobrecitos, ¿qué cosa pueden comprender con mirar la
corteza de mis modos, sin descender a los frutos que he producido? Quedarán más a lo oscuro y pueden incurrir
en la desgracia de los fariseos, que mirando en Mí la corteza de mis obras y palabras, no la sustancia de los
frutos de mi Vida, permanecieron ciegos y terminaron con darme la muerte. Y además, ¿así se da un juicio, sin
implorar la ayuda del Autor y Dador de las luces, y sin interpelar a aquella que con tanta facilidad ellos juzgan?
Y además, ¿qué males hacía Yo, y que era lo que tú recibías cuando Yo vertía de mi boca en la tuya la
fuentecita que salía de la fuente de mis amarguras que me dan las criaturas? No vertía en ti el pecado, sino parte
de los efectos y por eso tú sentías la intensidad de las amarguras, la nausea, cómo es fea la culpa, y tú al sentir
estos efectos aborrecías el pecado y comprendiendo por ello cuánto sufre tu Jesús, trasmutabas tu ser, y también
cada gota de tu sangre en reparación para tu Jesús. ¡Ah! tú no habrías amado tanto el sufrir para repararme si no
hubieras sentido en ti los efectos de la culpa y cuánto sufre tu Jesús al ser ofendido. Pueden decir que porque lo
hacía de la boca, lo podía hacer de otra manera, pero así me agradaba, Yo he querido hacer contigo como un
padre hace con su pequeña hija, porque pequeña se deja hacer lo que quiere, y su padre se vierte en su pequeña,
con modos tan afectuosos y amorosos como si encontrase en ella su propia vida, porque sabe que nada
rechazaría a su padre, aunque se requiriera el sacrificio de la propia vida. ¡Ah hija mía! mi delito es siempre el
amor y es también el delito de quien me ama; no encontrando otra materia de que juzgar, juzgan mi demasiado
amor, y aquél de mis hijos, que tal vez han puesto la vida por ellos mismos. Y además, ahora pueden juzgar
como quieran, pero ¿cuál no será su confusión cuando vengan ante Mí y conozcan con claridad que he sido
propiamente Yo Aquél que he obrado en ese modo condenado por ellos, y que su juicio me ha impedido una
gran gloria mía y un gran bien en medio a las criaturas, cual es el conocer con más claridad qué significa hacer
mi Divina Voluntad y hacerla reinar? No hay delito más grave que el de impedir el bien, por eso hija mía, te
recomiendo que no quieras turbarte ni alejar nada de lo que pasa entre tú y Yo, asegúrame que mi obrar tenga su
cumplimiento en ti, no me quieras dar ningún dolor por parte tuya. Yo quería difundir el bien fuera de ti, pero la
voluntad humana se atraviesa a mis designios, por eso ruega que sea vencida la voluntad humana y que no
quede sofocado el reino de mi Divina Voluntad en medio a las criaturas.
Luisa Piccarreta
Confianza
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Pero te digo que los conocimientos sobre mi Divina Voluntad no quedarán sepultados, ellos son parte de
mi Vida Divina, y como Vida no están sujetos a morir, a lo más podrán quedar escondidos, pero morir jamás,
porque es decreto de la Divinidad que el reino de mi Divina Voluntad sea conocido, y cuando Nosotros
decretamos no hay potencia humana que nos pueda resistir, a lo más será cuestión de tiempo. Y a pesar de las
oposiciones y juicios en contra de estas personas competentes, Yo me haré camino, y si éstos con sus juicios
querrán sepultar tanto bien y tantas Vidas Divinas de mis verdades, Yo los pondré a un lado y me haré camino,
disponiendo a otras personas más humildes y simples, y más fáciles para creer en mis modos admirables y
múltiples que Yo uso con las almas, y con su simplicidad, en lugar de encontrar cavilaciones y dificultades,
reconocerán como don de Cielo lo que Yo he manifestado sobre mi Divina Voluntad, y éstos me servirán
admirablemente para propagar en el mundo los conocimientos sobre mi Fiat. ¿No sucedió lo mismo en mi
venida sobre la tierra? Los sabios, los doctos, las personas de dignidad no quisieron escucharme, es más, tenían
vergüenza de acercárseme, su doctrina les hacía creer que Yo no podía ser el Mesías prometido, en modo que
llegaron a odiarme y Yo los hice a un lado y escogí humildes, simples y pobres pescadores, los cuales me
creyeron y me serví admirablemente de ellos para formar mi Iglesia y propagar el gran bien de la Redención.
Así haré de mi Divina Voluntad, por eso hija mía, no te abatas al oír tantas dificultades que ponen, no nos
separemos en nada de lo que pasa entre tú y Yo, y sigue haciendo lo que te he enseñado que tú hagas en mi
Divina Voluntad. Yo nada dejé de hacer de lo que debí hacer para la Redención, a pesar de que no todos me
creyeron, todo el mal quedó para ellos, a Mí me convenía hacer mi curso que había establecido hacer por amor
de las criaturas. Así harás tú, sigue tu abandono en mi Divina Voluntad y tus actos en Ella, y Yo no te dejaré,
estaré siempre junto contigo.”
+ + + +
Volumen 29
Marzo 23, 1931
Sentir la propia voluntad es una cosa, quererla esotra. El más bello reposo que quiere dar la Divina
Voluntad. Actos triples
en el acto de la criatura.
Mi abandono en el Querer Divino continúa, pero son tales y tantas las circunstancias en las que
actualmente me encuentro, que mi pobre voluntad humana quisiera como salir de todas las partes de mi
ser para tener algún acto de vida, y yo siento todo el peso enorme, me siento aplastar, triturar bajo mi
humano querer, ¡oh! cómo es verdad que es el más cruel tirano. Jesús mío ayúdame, no me abandones, no
me dejes en poder de mi voluntad, si Tú quieres puedes, ponla bajo el dulce imperio de tu Divina Voluntad.
Y mi amado Jesús haciéndose ver y oír me ha dicho:
“Hija mía, ánimo, no te preocupes tanto, sentir el peso de la propia voluntad dice nada, es una pena
más dolorosa que todas las otras penas, y si tú lo hubieras querido no sería más pena, sino que la pena se
cambiaría en satisfacción; sentir es una cosa, querer es otra, por eso quítate el pensamiento de que
cometes siempre pecados porque sientes tu voluntad. Por eso no temas, Yo te estoy mirando, y cuando
veo que ella quiere la vida en tus cosas, Yo te doy la pena para hacerla morir de pena, por eso fíate de tu
Jesús, porque lo que te hace más mal es la desconfianza, ¡ah! es siempre ella la que me hace estar inquietas
a las almas, aun cuando las tengo estrechadas en mis brazos. Y además, esta pena de sentir el peso de la
voluntad humana, ¡oh! cuánto la sintió más a lo vivo tu Jesús, me duró toda la vida, por eso la mía y la tuya
unámoslas, y ofrezcámoslas por el triunfo de mi Voluntad en las almas. Pon todo a un lado y ven a
reposarte en mi Divina Voluntad, Ella con todo amor te espera en el centro de mi corazón para amarte, y el
más bello amor que quiere darte es el reposo en las penas que tú sufres, ¡oh! cómo es dulce, refrescante,
ver reposar a nuestra hija que amamos y nos ama, y mientras reposa quiere hacer llover sobre ti el celestial
rocío de la Luz de mi Divina Voluntad; Ella en la unidad de su Luz hace siempre un acto, no cesa jamás de
Luisa Piccarreta
Confianza
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hacerlo, y un acto solamente se puede llamar completo cuando no está sujeto a interrupciones, este acto
jamás interrumpido dice todo, abraza, ama a todos, desde la altura en la cual este acto jamás dice basta,
hace salir una infinidad de efectos, que le hace tener como en un puño cielo y tierra, y comunica a las
criaturas el rocío celestial de los efectos de su Santidad, de su Amor y de su Vida Divina, pero estos efectos
para las criaturas se convierten en actos, de modo que siente en sí el acto de la Vida Divina, de la Luz, de la
Santidad, del Amor, y la criatura que vive en mi Voluntad de ellos forma su vida, su alimento, y crece bajo la
lluvia del rocío celestial, del acto único de su Creador. Y estos efectos cambiados en actos en la criatura,
forman su pequeño sol, que con sus pequeños reflejos dice: ‘Amor, gloria, honor continuos a quien me ha
creado.’ Así que el Sol Divino y el sol formado por mi Voluntad Divina en la criatura se encuentran
continuamente, se hieren, se trasforma el pequeño sol en el inmenso Sol del Eterno y forman vida juntos,
amándose con amor recíproco y jamás interrumpido. Este amor continuo embriaga y adormece al querer
humano, y da el más bello reposo a la criatura.”
Después de esto continuaba mis actos en la Divina Voluntad, y comprendía cómo cuando nos
disponemos a hacer un acto, el Querer Divino antes que nosotros hagamos el acto pone su acto primero
para dar la vida del acto en la criatura; y mi dulce Jesús ha agregado:
“Hija mía, en cada acto de criatura hay un triple acto: Primero forma el acto la Fuerza creadora; la
criatura sobre el acto de la Fuerza creadora forma el acto de su amor obrante, que viene alimentado por la
Fuerza creadora, y según la intensidad del amor de la criatura, su prolijidad, el bien, el valor, que contiene
su acto, así recibe más o menos alimento del acto de la Fuerza creadora, porque no hay gusto y deleite
para Dios, más bello y grato, que alimentar los actos de la criatura, y esto porque viendo de lo nuestro en el
acto humano, nos sentimos dueños, reconocidos por ellos, nos los sentimos unidos, no los hijos lejanos
sino cercanos, más bien ensimismados con Nosotros, que como tantos hijos nos hacen corona, que
justamente quieren de lo nuestro, y Nosotros con todo amor, de buena gana damos nuestro alimento a los
actos de ellos, mucho más que alimentados por Nosotros crecerán como nobles hijos dignos de su Padre
Celestial. Ahora, al acto de la Fuerza creadora y al acto del amor obrante de la criatura, sigue el acto del
amor de cumplimiento; cada acto no se podría decir completo, ni dársele el justo valor, si faltara una coma,
un punto, una pincelada cualquiera; un trabajo si no es completo no sólo no se puede dar el valor, sino que
no se puede rescatar honor y gloria. Entonces, después del amor obrante surge el amor de
reconocimiento, de agradecimiento y de dar a Dios lo que es de Dios; la criatura ha recibido de Dios el acto
primero de su obrar, lo ha seguido con su amor obrante, pero alimentada por Dios lo completa con un
amor más grande, con dar a Dios lo que de Dios ha tenido principio. Éste es el último punto y la más bella
pincelada del acto de la criatura, al cual Dios mismo benignamente da su apreciación divina y se siente
honrado y glorificado del pequeño don recibido. Y en virtud de esto, da otras ocasiones de hacer otros
actos a la criatura para tenerla siempre junto y en continua correspondencia.”
+ + + +
Julio 23, 1931
Fecundidad de luz. La Creación, fiesta de Dios y de
la criatura. La Divina Voluntad régimen y regla.
Estoy de regreso en los brazos del Fiat Divino, me parece que su Luz inmensa corre como mar a mi
alrededor, y conforme yo hago mis actos de amor, de adoración, de agradecimiento, tomo de dentro de
esta Luz el Amor que posee la Divina Voluntad, pero tomo cuanto puedo tomar, porque como criatura no
me es dado el tomarlo todo, pues es inmenso y yo no tengo ni capacidad ni espacio donde encerrar este
Amor interminable, sin embargo me lleno toda, de modo que a pesar de que soy criatura, mi amor hacia
quien me ha creado es pleno y total; así mi adoración, porque los actos hechos en el Querer Divino deben
poseer tal plenitud, que la criatura debe poder decir: “Mi ser se ha resuelto todo en amor, en adoración,
Luisa Piccarreta
Confianza
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nada me ha quedado.” Y el Creador debe poder decir: “Todo el amor que podía darme me ha dado, nada
se ha quedado para sí.” Ahora, conforme hacía mis pequeños actos en este mar se formaban las pequeñas
olas, que descargándose en mi inteligencia se cambiaban en luz de conocimientos sobre la Divina Voluntad.
Y mi siempre amable Jesús me ha dicho:
“Hija mía, quien vive en mi Divina Voluntad tiene siempre qué hacer con la Luz, jamás con las
tinieblas, y como la Luz es fecunda, da a luz en el alma las verdades que ella posee. La virtud de la Luz es
maravillosa y milagrosa, y mientras que al mirarla no se ve otra cosa que Luz, por dentro posee la plenitud
de los bienes, pero comunica estos bienes no a quien sólo la ve, sino a quien se hace tocar, modelar,
estrechar, besar con sus besos ardientes; conforme toca purifica, conforme modela transforma, conforme
estrecha así encierra su Luz en el alma, y con su fecundidad que no sabe estar jamás ociosa, su trabajo es
incesante, comunica el bello arco iris de los colores y bellezas divinas, y con sus besos infunde las verdades
más bellas y los secretos inefables de su Creador. Vivir en la Luz de mi Divina Voluntad y no estar al día de
las cosas divinas, de nuestros secretos, no sentir la virtud fecundadora de esta Luz, sería como si Dios
quisiera hacer vida separada de su criatura; en cambio fue éste el único objetivo, que queremos que
nuestra Voluntad sea también la de la criatura, porque queremos hacer vida junto y permanente con ella.
Por eso sería absurdo vivir en mi Querer y no sentir la fecundidad de sus bienes que esta Luz posee, la cual
es la de hacer vivir del mismo Dios a la criatura.”
Después ha agregado: “Hija mía, por eso en la Creación hubo tantos preparativos, como
preparación a una de las más grandes fiestas solemnes, que nuestra Divinidad quería solemnizar con la
criatura desde el principio de su existencia. ¿Qué cosa no preparamos para hacer que esta fiesta fuera una
de las más solemnes? Cielos tapizados de estrellas, sol resplandeciente de luz, vientos refrescantes, mares,
flores y frutos encantadores con la variedad de tantos sabores y dulzuras. Después de haber preparado
todo, creamos al hombre para que festejara, y Nosotros junto con él; era justo que el Señor de la fiesta,
que con tanto amor la había preparado, asistiera y gozara junto con él. Mucho más que la sustancia de la
fiesta la forman la compañía de los invitados que se quisieron en la fiesta, y para hacer que esta fiesta no
fuera jamás interrumpida entre Nosotros y el hombre, le dábamos nuestra misma Voluntad que regulaba
nuestro Ser Divino, a fin de que uno fuera el régimen y la regla entre Dios y la criatura. En cuanto el
hombre se sustrajo de nuestra Voluntad, perdió nuestro régimen y nuestra regla, y terminamos de festejar
por ambas partes. Por eso, conforme tú haces tus actos en Ella y nos recuerdas todo lo que hicimos en la
Creación para preparar nuestra fiesta a la criatura, sentimos que nuestro Fiat es tu régimen y tu regla, esto
nos ata y estrecha de nuevo y nos forma la nueva fiesta, y nos hace repetir la de la Creación.”
Y yo: “Mi amado Jesús, por cuanto más quiero vivir en tu Querer y morir antes que no hacer tu
Santísima Voluntad, sin embargo me siento mala, sucia, entonces ¿cómo puedo repetirte esta fiesta? Y
Jesús ha respondido:
“Es tanto nuestro Amor por quien está decidida a vivir en Ella y hacerla siempre, que se hace pincel
de luz, y pintando con su toque de luz y calor, purifica a la criatura de cualquier mancha, a fin de que no se
avergüence en nuestra Presencia adorable, y la pone con toda confianza y amor a festejar junto con
Nosotros. Por eso déjate pintar por mi Divina Voluntad, aun a costa de sufrir cualquier pena, y Ella pensará
en todo.”
+ + + +
Octubre 26, 1931
Los actos buenos hechos en la Divina Voluntad se
cambian en luz. Efectos admirables del abandono
en los brazos de Jesús. Quien se hace dominar por
la Divina Voluntad se convierte en pueblo de su reino.
Luisa Piccarreta
Confianza
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Estoy siempre en los brazos de la Divina Voluntad, la cual forma su día de luz en mi pequeña alma, y
si bien alguna nube se asoma en este día, la potencia de su luz la fija, y la nube viéndose fijada escapa, se
disipa, y parece que dice: “Se ve que no hay lugar para mí en este día que forma la Voluntad Divina en la
criatura.” Y Ella parece que le responde: “Donde estoy Yo no hay lugar para ninguna, porque de la criatura
quiero hacer un acto solo de mi Voluntad, la cual no admite nada que a Mí no pertenezca.” ¡Oh! Voluntad
Divina, cómo eres admirable, potente y amable, y sumamente celosa donde Tú reinas, ¡oh! ponme siempre
en fuga mis miserias, las debilidades, las nubes de mi voluntad, a fin de que mi día sea siempre perenne, y el
cielo de mi pequeña alma sea siempre sereno. Pero mientras esto pensaba, mi amable Jesús me ha dicho:
“Hija mía, el bien es luz, y si este bien se hace en mi Divina Voluntad, se forman tantos rayos por
cuantos actos buenos se hacen, y mi Fiat fija estos rayos de luz en la circunferencia de su Luz eterna. Así
que estos actos toman lugar en nuestros actos y hacen doble oficio, de alabanza, de adoraciones, de amor
perenne hacia nuestra Majestad adorable, y de defensa, de misericordia, de ayuda, de luz hacia el género
humano, de acuerdo a las circunstancias en que se encuentra. Por el contrario si los actos buenos no son
hechos en mi Voluntad y con su Potencia, por cuanto son luz, no tienen la fuerza de extenderse para fijarse
en la circunferencia de nuestra Luz, y quedan sin sostenes y como rayos divididos, y por eso no tienen vida
perenne, y faltando la fuente de la luz hay peligro de que poco a poco se extingan.”
Después de esto, siguiendo mi abandono en el Querer Divino, me sentía toda afligida por la
privación de mi dulce Jesús, su privación es como un martillo que siempre golpea para recrudecer
mayormente el dolor, y sólo cesa de golpear cuando el Huésped Divino sale de su escondite para hacer su
visita a su amada criatura; su dulce presencia, su trato amable hace resurgir del mismo dolor la alegría, y el
martillo detiene su trabajo cruel; pero en cuanto el Celestial Visitante se retira, comienza su golpear de
nuevo, y mi pobre alma se siente toda ojos, toda oídos, quién sabe si pudiera verlo y oírlo de nuevo, y
ansiosa espera y sigue esperando a Aquél que habiéndome herido, sólo Él tiene el poder de cicatrizar la
herida que me ha hecho, ¡ay de mí! demasiado dolorosa. Pero mientras desahogaba mi dolor, mi dulce
Jesús ha regresado y abrazando mi pobre alma me ha dicho:
“Hija, estoy aquí, abandónate en mis brazos y repósate en Mí, tu abandono en Mí llama a mi
abandono en ti, y forma mi dulce reposo en tu alma. El abandono en Mí forma la dulce y potente cadena
que me ata tanto al alma, que no puedo desvincularme de ella, hasta volverme su amado y dulce
prisionero. El abandono en Mí da a luz la verdadera confianza, y ella tiene confianza en Mí, y Yo tengo
confianza en ella, tengo confianza en su amor que jamás disminuirá, tengo confianza en sus sacrificios que
no me rechazará jamás nada de lo que quiero, y tengo toda la confianza de que puedo cumplir mis
designios. El abandono en Mí dice que me da libertad y soy libre de hacer lo que Yo quiero, y Yo
confiándome a ella le manifiesto mis más íntimos secretos. Por eso hija mía, te quiero toda abandonada en
mis brazos, y por cuanto más abandonada en Mí, más sentirás mi abandono en ti.”
Y yo: “Amor mío, ¿cómo puedo abandonarme en ti si me huyes? Y Jesús ha agregado:
“El abandono sólo es perfecto cuando viéndome huir te abandonas más, esto no me da lugar para
hacerme huir, más bien me ata más.”
Después ha agregado: “Hija mía, la vida, la santidad, consiste en dos actos: Dios en dar su
Voluntad, y la criatura en recibirla, y después que ha formado la vida en sí de aquel acto de Voluntad Divina
que ha recibido, darlo de nuevo como acto de su voluntad, para recibirla de nuevo; dar y recibir, recibir y
dar, en esto está todo. Dios no podría dar de más que su acto continuo de su Voluntad a la criatura; la
criatura no podría dar de más a Dios, por cuanto a criatura es posible, que su Voluntad Divina recibida en
ella como formación de Vida Divina. En este modo, dar y recibir, recibir y dar, mi Fiat Divino toma el
dominio y ahí forma su reino, y todo el interior de la criatura forma como el pueblo del reino de la Divina
Voluntad: La inteligencia, pueblo fiel que se gloría de ser dirigida por el Soberano Comandante del Fiat
Divino, y la multitud de los pensamientos que se estrechan en torno y ambicionan conocer siempre más y
amar al gran Rey que se sienta como en un trono en el centro de la inteligencia de la criatura; los deseos,
los afectos, los latidos que salen del corazón, aumentan el número al pueblo de mi reino, y ¡oh! cómo se
Luisa Piccarreta
Confianza
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juntan alrededor de su trono, están todos atentos para recibir las órdenes divinas, y poner aún la vida para
seguirlas; qué pueblo obediente, ordenado, es el pueblo del reino de mi Fiat, no hay discusiones, no
divergencias, sino toda esta multitud de pueblo del interior de esta afortunada criatura quieren una sola
cosa, y como ejército aguerrido se ponen en la fortaleza del reino de mi Querer Divino. Entonces, cuando
el interior de la criatura se convierte todo en pueblo mío, sale fuera del interior y aumenta el pueblo de las
palabras, el pueblo de las obras, de los pasos, se puede decir que cada acto que forma este pueblo
celestial, contiene la palabra de orden escrita con caracteres de oro: ‘Voluntad de Dios.’ Y cuando esta
multitud de pueblo se mueven para ejercitar cada uno su oficio, ponen enfrente la bandera con el emblema
Fiat, seguido de las palabras escritas de viva luz: ‘Pertenecemos al gran Rey del Fiat Supremo.’ Ve
entonces, cada criatura que se hace dominar por mi Querer forma un pueblo para el reino de Dios”.
Siempre Deo Gratias
y bendita la Divina Voluntad
Volumen 30
I. M. I.
In Voluntate Dei! Deo G.
Noviembre 4, 1931
La confianza forma los brazos y los pies del alma. Dios continúa
el trabajo de la creación en el alma que hace su Voluntad.
La Voluntad Divina cemento de la humana voluntad.
Jesús mío, centro y vida de mi pequeña alma, mi pequeñez es tanta, que siento la extrema necesidad
de que Tú, Amor mío, me tengas estrechada entre tus brazos y te muevas a piedad de mi gran debilidad. Soy
pequeña, y Tú sabes que las pequeñas tienen necesidad de fajas para afirmarse los miembros y de la leche de
la mamá para alimentarse y crecer, y yo siento la viva necesidad que Tú me fajes con las fajas del amor, y
estrechándome a tu pecho divino me des por alimento la leche de tu Divina Voluntad para alimentarme y
crecer. Escucha, ¡oh! Jesús, siento la necesidad de tu Vida para vivir; quiero vivir de Ti, y entonces Tú
escribirás, no yo, y podrás escribir lo que quieras y como quieras. Por eso el trabajo es tuyo, no mío y yo sólo
te prestaré mi mano y Tú harás todo el resto. Así quedamos de acuerdo, oh Jesús. Entonces, abandonándome
en los brazos de Jesús escuchaba susurrarme al oído su voz dulcísima que me decía:
“Mi pequeña hija, por cuanto más abandonada estés en Mí, tanto más sentirás mi Vida en ti, y Yo
tomaré el puesto de vida primaria en tu alma. Debes saber que la verdadera confianza en Mí forma los brazos
del alma, y los pies para subir hasta Mí y estrecharme tan fuerte, de no poderme separar de ella, por lo tanto
quien no tiene confianza no tiene brazos ni pies, así que es una pobre lisiada, por eso tu confianza será tu
victoria sobre Mí y Yo te tendré estrechada en mis brazos, pegada a mi pecho para darte la leche continua de
mi Divina Voluntad.
Ahora, tú debes saber que cada vez que el alma hace mi Voluntad, Yo me reconozco a Mí mismo en la
criatura, reconozco mis obras, mis pasos, mis palabras, mi Amor; por ello sucede que el Creador se reconoce a
Sí mismo y sus obras en la criatura, y la criatura obrando se proyecta en el Creador y se reconoce en Él. Este
reconocerse recíprocamente, Dios y el alma, llama al primer acto de la Creación, y Dios sale de su reposo y
continúa el trabajo de la Creación con esta criatura que vive y obra en mi Querer, porque nuestro trabajo no
ha terminado, sólo hemos tomado un reposo y la criatura, con hacer nuestra Voluntad nos llama al trabajo,
pero dulce llamada, porque para Nosotros el trabajo es nueva felicidad, nuevas alegrías y prodigiosas
conquistas. Por eso no hacemos otra cosa que continuar nuestros desahogos de Amor, de Potencia, de
Bondad y de Sabiduría inalcanzable, los cuales dieron principio en la Creación, y la criatura siente que su Dios
Luisa Piccarreta
Confianza
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no reposa para ella, sino que continúa el trabajo de su obra creadora; y conforme obra en nuestro Querer, así
siente sobre su alma la lluvia del Amor obrante de Dios, su Potencia y Sabiduría que no están inactivas, sino
que trabajan en su alma. ¡Oh! si tú supieras el agrado, el placer que sentimos cuando la criatura nos llama al
trabajo: Con llamarnos nos reconoce, con llamarnos nos abre las puertas, nos da el dominio y nos da toda la
libertad de hacer lo que queremos en su alma. Por lo tanto haremos un trabajo digno de nuestras manos
creadoras, por eso no dejes escapar jamás nuestra Voluntad Divina si quieres que nuestro trabajo sea
continuo, Ella será tu portavoz y el nuestro, donde tú emitirás tu voz para llamarnos, y Nosotros oiremos el
dulce susurro, y rápido descenderemos en nuestro mismo Querer en tu alma para continuar nuestro trabajo,
porque tú debes saber que los actos continuos forman vida y obras completas, lo que no es continuo se puede
llamar efecto de mi Querer, no vida que se forma en la criatura, y los efectos poco a poco se desvanecen y se
queda en ayunas. Por eso, ánimo y confianza, y siempre adelante a navegar el mar de la Divina Voluntad.”
Después de esto estaba siguiendo los actos que mi sumo bien Jesús había hecho en su Humanidad
cuando estaba en la tierra, y haciéndose oír ha agregado:
“Hija mía, mi voluntad humana no tuvo ningún acto de vida, sino que estaba en acto de recibir el acto
continuo de mi Divina Voluntad, que Yo como Verbo del Padre Celestial poseía, por eso todos mis actos y
penas, oraciones, respiros, latidos que hacía, recibiendo mi voluntad humana la Vida de la Voluntad Divina,
formaba tantas ataduras para volver a anudar las voluntades humanas a la mía, y como estas voluntades
humanas eran como habitaciones, algunas en ruinas, otras lesionadas, y otras reducidas a escombros, mi
Voluntad Divina obrando en mi Humanidad, con mis actos preparaba las ayudas para sostener a las que se
encontraban en peligro de caer, para cimentar las lesionadas, y para volver a construir sobre los mismos
escombros a las habitaciones destruidas. Yo nada hacía para Mí, no tenía ninguna necesidad, hacía todo para
rehacer y rehabilitar las voluntades humanas, mi única necesidad era el amor y que quería ser amado. Ahora,
para recibir todas mis ayudas y todas mis penas y obras como obras actuantes, voz hablante, y mensajeros que
ayudan, la criatura debe unir su voluntad a la mía, y rápidamente se sentirá atada de nuevo a la mía, y todos
mis actos se dispondrán alrededor para hacer su oficio, para sostener, cimentar y levantar nuevamente la
voluntad humana. En cuanto la criatura se une y se decide a hacer mi Voluntad Divina, todos mis actos, como
ejército aguerrido se ponen a defensa de la criatura, y forman la barca de seguridad en el mar tempestuoso de
la vida. Pero para quien no hace mi Voluntad, podría decir que nada recibe, ni puede recibir, porque sólo Ella
es la dadora de todo lo que Yo hice por amor de las criaturas.”
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Volumen 31
Volumen 32
Agosto 13, 1933
Delirio y pasión divina del Querer Divino por querer vivir
junto con la criatura. Su acto nuevo y el Pintor divino. Qué significa vivir en el Querer Supremo.
Estoy siempre de regreso en los brazos de la Divina Voluntad, parece que suspira el tenerme siempre
con Ella para darme su Vida continua, y yo suspiro por recibirla, sin Ella sentiría que me falta la tierra bajo los
pies, el latido en mi corazón, y sufriría un hambre tremenda, sin que ninguna otra cosa me pudiera dar ni
siquiera una migaja para saciar el hambre. ¡Oh! Voluntad Divina, si quieres volverme feliz vivamos juntas, y
pueda encontrar en mí la felicidad de tu misma Vida. Pero mientras mi mente se perdía en el Fiat, mi amado
Jesús haciéndome su breve visita me ha dicho:
“Hija mía bendita, podría decir que es un delirio, una pasión divina de mi Voluntad, que quiere hacer
vida junto con la criatura, cediendo la suya para tener la pequeñez humana, pero, ¿sabes por qué? Tú debes
Luisa Piccarreta
Confianza
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saber que mi Querer Divino tiene siempre pronto un acto nuevo para dar a la criatura, pero si no vive junto, no
se habitúa a hacer sus actos unida con mi Querer para formar de ellos uno solo, y no lo puede dar, primero
porque no sería digna de recibirlo, segundo porque no entendería el valor del gran don que recibe, y no
tendría virtud de absorberlo en sí como vida propia. Con el vivir junto con mi Divina Voluntad se adquiere
nueva vida, modos divinos, ciencia celestial, penetración de las cosas más profundas, en suma, como mi Fiat es
el Maestro de los maestros y el que crea la ciencia más alta, hace conocer las cosas no veladas, sino como son
en realidad, por lo tanto, viviendo junto con la criatura no la quiere tener ignorante, la instruye, le hace sus
sorpresas, le cuenta su historia divina, y esto la transforma y la vuelve capaz de recibir su acto nuevo que mi
Querer le quiere dar, y el alma en cada acto que hace unida con Ella, adquiere una nueva prerrogativa de
semejanza divina. Con el vivir junto con mi Querer, el alma se afina, se embellece, y se vuelve en nuestras
manos creadoras como la tela adecuada en manos del pintor, que por cuánto más bella, más fina es la tela,
tanto más bella queda la imagen que quiere pintar sobre esa tela, parece que sus pinceles y sus colores
adquieren más arte, son más capaces, mucho más porque ponen a lo vivo los colores sobre de una tela
finísima. Así que la tela se cambia en imagen, que dando a lo vivo los colores adquiere tal valor, de volverse
admirada quién sabe por cuántos pueblos. Ahora, más que pintor divino es mi Voluntad, y no se cansa jamás
de dar nueva belleza, santidad y ciencia nueva, y está esperando un acto hecho junto con Ella para
enriquecerla, para hacerse conocer de más y hacer uso de sus pinceles divinos, para elevarla a tal altura y
especial belleza, de hacerla ser admirada quién sabe por cuántas generaciones, de modo que todas la llamarán
bienaventurada, y quien tiene el bien de mirarla se sentirá feliz; todos los actos nuevos recibidos de Dios, en
virtud de que ha obrado en mi Querer, la alabarán y ensalzándola la harán conocer como la obra más bella de
mi Fiat Divino. Su querer abajarse a vivir con la criatura, su delirio divino, es señal de que quiere hacer cosas
grandes de ella y dignas de su Potencia creadora, por eso vivir junto con mi Fiat es la fortuna más grande, y
debería ser el delirio, la pasión vehemente y la ambición de todos.”
Después de esto oía en mí y fuera de mí el mar murmurante del Fiat Divino, ¡oh! cómo es dulce, suave
su murmullo, murmura y habla, murmura y acaricia a su amada criatura, murmura y la besa, y estrechándola
entre sus brazos le dice: ‘Te amo.’ Y pide amor. No hay cosa más bella, más agradable, que el que un Querer
tan Santo le diga ‘te amo’, y pide por correspondencia el pequeño amor de la criatura. Yo me sentía correr
este murmullo divino como vida en todo mi ser, y mi dulce Jesús ha agregado:
“Hija mía, ¿quieres saber qué significa hacer y vivir en mi Voluntad Divina? Conocer dónde se
encuentra, con quién tiene qué hacer, qué puede recibir, no olvidar el bien que ha recibido, todo esto es señal
de que el alma vive en mi Divina Voluntad, porque decir que vive en Ella y no conocer dónde se encuentra la
morada divina que se presta a hacerle de habitación, sería no apreciar, porque las cosas, las personas, los
lugares cuando no se conocen, no se aprecian, decir vivo en el Querer Divino y no saberlo es absurdo, y si no lo
conoce no es una realidad, sino un modo de decir, mientras que la primera cosa que hace mi Voluntad es
develarse, hacerse conocer a quien quiere vivir junto con Ella. Por lo tanto, conociendo dónde se encuentra,
conoce qué tiene que hacer con un Querer tan Santo que quiere todo para darle todo. Por eso se pone en
acto de recibir su Santidad, su Luz, y se pone en acto de vivir de los bienes de Aquél que convive junto, porque
conociéndolo no siente más el deseo de abajarse en su voluntad humana, mucho más que ya no es suya. Con
este conocimiento la criatura adquiere el oído para escucharlo, la voz para hablar de él, la mente para
comprenderlo, la confianza en modo divino para pedir todo y recibir todo, así que no ignora los bienes que
posee, es más, es toda ojo para custodiarlos y agradece a Aquél que tanto se ha abajado a vivir con ella.
Ahora, si alguno lee estas líneas que te he hecho escribir y no comprende lo que está escrito, y quedando
maravillado pondrá en duda verdades tan sacrosantas, y hasta dónde puede llegar la criatura con vivir junto
con mi Querer, es señal de que no vive con Él; ¿cómo lo puede comprender si no tiene en sí esta Vida tan
Santa, no ha probado jamás sus delicias, no ha escuchado jamás sus bellas lecciones, su paladar no ha gustado
jamás este alimento celestial que sabe dar mi Voluntad? Por eso ignoran lo que sabe hacer y dar mi Fiat, y si lo
ignoran, ¿cómo pueden comprenderlo? Cuando un bien no se conoce, si no se sienten al menos las
disposiciones de quererlo creer, lleva la ceguera de la mente y la dureza del corazón, y se puede llegar aun a
Luisa Piccarreta
Confianza
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despreciar aquel bien, que para quien lo conoce y lo posee forma su fortuna y su gloria, y daría su vida humana
para poseer la Vida de mi Fiat y sus bienes que ha conocido, y conociéndolo es toda oído para escucharlo, es
toda ojo para mirarlo, es toda corazón para amarlo, es toda lengua para hablar de Él, más bien quisiera tener
quién sabe cuántas lenguas para decir el bien que conoce, las prerrogativas de Aquél que posee como vida,
porque la suya no le basta para poder decir todo lo que conoce. Por eso cuando quiero dar un bien, un don,
especialmente el gran don de mi Voluntad como vida en la criatura, la primera cosa que hago es la de hacerla
conocer, no quiero dar la luz y ponerla en lugar oculto como si no la tuviera, ni mis dones para esconderlos y
como para sepultarlos en ella, ¿en qué aprovecharía darlos? Y si no los conoce, ¿cómo podría la pobre criatura
corresponderme, amarlos y apreciarlos? Si doy es porque quiero que hagamos vida junto y unidos gocemos el
bien que le he dado. Es más, tu Jesús se hace vigilante centinela para custodiar lo que he dado a mi amada
criatura. Así que conocer significa poseer, poseer significa conocer, para quien no conoce, las verdades se
vuelven difíciles y sin vida. Por lo tanto sé atenta y goza lo que tu Jesús te ha dado y hecho conocer.”
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Octubre 1, 1933
Escenas encantadoras que Jesús goza en el alma que vive en su Voluntad. Llamadas continuas que hacen
Dios y la criatura.
El Querer Divino no me deja jamás, me parece que siempre está dentro y fuera de mí, como en acto de
sorprenderme, porque quiere poner su acto en todo lo que hago, si ruego, si sufro, si trabajo, y también si
duermo quiere darme su reposo divino en mi sueño, quiere darse siempre para obrar y en cada cosa me llama
diciéndome: “Hazme descender en lo bajo de tus actos, y Yo te haré subir en la altura de los míos, nos
pondremos en competencia, tú a subir y Yo a descender.” ¿Pero quién puede decir lo que dice la Divina
Voluntad en mi alma? Su Amor excesivo, su condescendencia, su continuo ocuparse de mi pobre alma; pero
mientras me encontraba bajo el imperio del Querer Divino derramándose sobre de mí, mi sumo Bien Jesús,
sorprendiéndome me ha dicho:
“Hija mía buena, no hay escena que más me conmueva y me rapte, que el ver a la pequeñez humana
bajo el imperio de mi Voluntad, lo divino en lo humano, lo grande en la pequeñez, lo fuerte en lo débil, aquel
esconderse el uno en el otro, vencernos mutuamente, es tan bello, tan encantador, que encuentro las puras
alegrías, la felicidad divina que puede darme la criatura, si bien veo que es mi Voluntad la que me las da, pero
me las da por medio del canal de la voluntad humana; si tú supieras cuánto me deleito, para darme placer te
harías vencer siempre por mi Voluntad, puedo decir que dejo el Cielo, mientras quedo en él, para venir a gozar
las puras alegrías que me sabe dar mi Voluntad Divina en el pequeño cerco de la criatura en la tierra. Tú debes
saber que quien hace mi Divina Voluntad, y deja que su Vida corra en sus actos, llama continuamente a Dios y
a todos sus atributos, Dios se siente llamar siempre por la criatura, ahora lo llama porque quiere su Potencia,
ahora porque quiere su Amor, ahora porque quiere su Santidad, su Luz, su Bondad, su Paz imperturbable, en
suma, está siempre llamándolo porque quiere de lo suyo, y Dios está siempre esperándola para dar lo que
pide, y para corresponderle, se siente llamado y la llama, para darle confianza y decirle: ‘¿Qué otra cosa
quieres de mi Ser Divino? Toma lo que quieras, es más, en cuanto tú me llamas, Yo ya te preparo mi Potencia,
mi Amor, mi Luz, mi Santidad que se necesitan en tu acto.’ Así que Dios llama al alma, y el alma llama a Dios, y
este llamarse siempre mutuamente, la criatura para pedir y recibir, y Dios para dar, forma la Vida de mi
Voluntad en la criatura, la madura, la hace crecer y forma el dulce encanto a su mismo Creador. Un acto
continuado encierra tal potencia, que Dios no se sabe desvincular de la criatura, ni ella de Dios, más bien
sienten la irresistible necesidad de permanecer unidos el uno con el otro, y sólo mi Voluntad sabe producir
estos actos continuos que no cesan jamás, y forman el verdadero carácter del vivir en mi Voluntad. En cambio
Luisa Piccarreta
Confianza
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un carácter cambiante, un obrar descontinuado, es la verdadera señal de vivir del querer humano, el cual no
sabe dar ni firmeza, ni paz, y no sabe producir otra cosa que espinas y amarguras.”
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Volumen 33
2
I. M. I.
Fiat!!!
In Voluntate Dei! Deo Gratias
Noviembre 19, 1933
Quien se dispone a hacer la Divina Voluntad forma el pasaporte,
la vía, el tren. Jesús quiere rehacerse a Sí mismo en la
criatura. El firmante y el motor celestial.
Mi soberano celestial Jesús, y mi gran Señora Reina del Cielo, vengan en mi ayuda, pongan a esta
pequeña ignorante en medio a vuestros corazones santísimos, y mientras yo escribo, mi querido Jesús me
sugiera lo que debo escribir, y mi Mamá Celestial, como a hija suya, me lleve la mano sobre el papel, de modo
que mientras escribo estaré en medio de Jesús y de mi Mamá, a fin de que ni siquiera una palabra de más
escriba de lo que ellos me dicen y quieren. Con esta confianza en el corazón doy principio a escribir el
volumen 33, tal vez será el último, pero no lo sé, si bien tengo toda la esperanza de que todo el Cielo tenga
compasión de la pequeña exiliada, y que pronto la hagan repatriarse con ellos, pero del resto ¡Fiat! ¡Fiat! …
Después continuaba pensando en la Divina Voluntad, vida y centro de mi pobre existencia, y mi dulce
Jesús repitiendo su fugaz visita me ha dicho:
“Mi buena hija, tú debes saber que en cuanto el ama se dispone a hacer mi Divina Voluntad, forma el
pasaporte para entrar en los interminables confines del reino del Fiat; pero, ¿sabes tú quién te presta lo
necesario para formarlo, y quién se presta a firmarlo y darle el valor de pasaje en mi reino? Hija, es tan grande
el acto de disponerse a hacer mi Voluntad, que mi misma Vida, mis méritos, forman el papel, la escritura, y tu
Jesús es el firmante para hacerla conocer y darle libre entrada; se puede decir que todo el Cielo corre en ayuda
de quien quiere hacer mi Voluntad, y Yo siento tanto amor que tomo lugar en la afortunada criatura y me
siento amado por ella por mi misma Voluntad. Ahora, viéndome amado por ella por mi misma Voluntad, mi
Amor se hace celoso y no quiere perder ni siquiera un respiro, un latido de amor de esta criatura. Imagina tú
misma mis premuras, las defensas que tomo, las ayudas que doy, las estratagemas amorosas que uso, en una
palabra quiero rehacerme en ella, y para rehacerme me expongo Yo mismo para formar otro Jesús en la
criatura, por eso pongo todo mi arte divino para obtener mi intento, no ahorro nada, hago todo, doy todo,
donde reina mi Voluntad no puedo negar nada, porque me lo negaría a Mí mismo.
Ahora, el disponerse a hacer mi Voluntad forma el pasaporte, el comenzar el acto forma la vía que
debe recorrer en Ella, vía de Cielo, santa, divina, por eso a quien entra en Ella Yo le susurro al oído del corazón:
‘Olvida la tierra, ya no es más tuya, de ahora en adelante no verás otra cosa que Cielo, mi reino no tiene
confines, por lo tanto tu vía será larga, por eso conviene que con tus actos apresures el paso para formarte
muchas vías y así tomar mucho de los bienes que hay en mi reino. Entonces el comenzar el acto forma la vía,
el cumplirlo forma el tren, y Yo cuando veo formado el tren hago de motor para ponerlo en veloz camino, y
¡oh! cómo me es bello, agradable, pasear en estas vías que la criatura se ha hecho en mi Voluntad. Estos actos
hechos en mi Voluntad son siglos que encierran de méritos y de bienes incalculables, porque está el motor
2
Este libro ha sido traducido directamente del original manuscrito de Luisa Piccarreta.
Luisa Piccarreta
Confianza
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divino que camina, el cual tiene tanta velocidad que en minutos encierra los siglos, y vuelve de tal manera rica
a la criatura, bella y santa, de darnos el honor ante toda la corte celestial, señalándola como el más grande
prodigio de su arte creadora.
Además de esto, conforme la criatura va formando su acto en mi Divina Voluntad, así las venas del
alma se vacían de lo que es humano, y corre en ellas, podría decir, una sangre divina, la cual hace sentir en
sustancia las virtudes divinas en la criatura, que tienen virtud de correr casi como sangre en la misma vida que
anima a su Creador, que los vuelve inseparables Uno de la otra, tanto que quien quiere encontrar a Dios lo
puede encontrar en su puesto de honor en la criatura, y quien quiere encontrar a la criatura la encontrará en
el centro Divino.”
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Febrero 4, 1934
Amor de Dios oculto en la Virgen. La Paternidad Divina le da la
Maternidad Divina, y genera en Ella las generaciones humanas como sus hijos. La inmensidad Divina vuelve
inseparables todas sus obras.
Mi abandono continúa en el Querer Divino, y encontrando todo lo que ha hecho Él, el pequeño átomo
de mi alma gira y vuelve a girar para dar también un pequeño te amo mío por todo lo que en el giro de la
eternidad ha hecho por amor de todas las criaturas, y mi amado Jesús me ha detenido en las olas de amor
interminable de la Concepción de mi Mamá Celestial, y todo bondad me ha dicho:
“Pequeña hija de mi Querer, tu te amo, por cuan pequeño sea, hiere a nuestro Amor, y de aquellas
heridas que nos hace nos da ocasión para hacer salir nuestro Amor escondido, y hacerse revelador de nuestros
íntimos secretos y de cuánto hemos amado a las criaturas. Tú debes saber que Nosotros amábamos a todo el
género humano, pero estábamos obligados a tener oculto en nuestro Ser Divino todo el fuego inmenso de
nuestro Amor, porque no encontrábamos en ellos ni belleza que raptara nuestro Amor, ni amor que
hiriéndonos hiciera salir nuestro Amor para inundarlos para hacerse conocer, amarlos y hacerse amar, más
bien estaban inmersos en el letargo de las culpas, tanto de hacernos horrorizar al sólo verlos. Pero nuestro
Amor ardía, lo amábamos y queríamos hacer llegar nuestro Amor a todos, ¿cómo hacer? Debíamos usar una
gran invención de nuestro Amor para llegar a esto, y he aquí cómo: Llamamos a vida a la pequeña Virgencita
María, y creándola toda pura, toda santa, toda bella, toda amor, sin mancha de origen y haciendo concebir
junto con Ella nuestra misma Voluntad Divina, a fin de que entre Ella y Nosotros hubiera libre acceso, perenne
unión e inseparabilidad. Ahora, la Celestial Reina con su belleza nos raptaba, y nuestro Amor corría, corría;
con su amor nos hería y nuestro Amor desbordando se escondía en Ella, y mirando a través de su belleza y de
su amor a todas las criaturas, nuestro Amor se desahogaba y amaba con amor oculto en esta Celestial Reina a
todas las criaturas. Así que a todos amamos en Ella, a través de su belleza no nos parecen más feas, nuestro
Amor no estaba más restringido en Nosotros, sino difundido en el corazón de una criatura tan Santa, que
comunicándole nuestra Paternidad Divina y amando a todos en Ella, adquirió la Maternidad Divina para poder
amar a todos como hijos suyos, generados por su Padre Celestial; en cuanto sentía que Nosotros amábamos a
todas las criaturas en Ella, así sentía que nuestro Amor formaba la nueva generación de todo el género
humano en su corazón materno. ¿Se puede dar invención más grande de amor, estratagemas más amorosas,
que el que nuestra Paterna Bondad para amar a las criaturas, y también a aquéllas que nos ofendían, eligiera
de esta misma estirpe a una criatura, formarla cuanto más bella podíamos a fin de que nuestro Amor no
pudiese encontrar obstáculos para poder amar a todos en Ella, y hacerla amar a todos? En esta Celestial Reina
todos pueden encontrar nuestro Amor escondido en Ella, mucho más que poseyendo nuestra Voluntad Divina
nos dominaba y nos hacía amar a todos, y Nosotros con nuestro dulce imperio la dominábamos a Ella para ser
Luisa Piccarreta
Confianza
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la Madre más afectuosa de todas. El verdadero amor no sabe estar sin amar, y usa todas las artes, toma
ocasión de las más pequeñas cosas, como también de las más grandes para amar, nuestro Amor ahora se
esconde, ahora se hace patente, ahora directamente y ahora por vía indirecta, para hacer conocer que
amamos con amor incesante a aquélla que sacamos del fondo de nuestro Amor. Don más grande no
podíamos dar a todas las generaciones, que dar a esta inigualable criatura como Madre de todos, y como
portadora de nuestro Amor escondido en Ella, para darlo a todos sus hijos.”
Después de esto continuaba pensando en la Divina Voluntad, el pensamiento de que mi Mamá
Celestial poseía en su materno corazón el amor escondido con el cual me amaba mi Creador, me llenaba de
alegría, y el pensar que yo era mirada por Dios desde dentro de mi querida Madre Celestial, a través de su
Santidad y de su Belleza raptora, ¡oh! cómo me sentía feliz y llena de confianza, porque ya no debía ser amada
y mirada sola, sino amada y mirada junto con mi Mamá. ¡Ah! Ella para hacerme amar más por mi Jesús, me
cubrirá con sus virtudes, me vestirá con su Belleza y esconderá mis miserias y mis debilidades. Pero un
pensamiento quería afligir mi alegría: “Que Nuestro Señor hizo esto mientras la Reina del Cielo vivió sobre la
tierra, pero cuando se la llevó al Cielo esta invención de Amor divino terminó.” Y mi dulce Jesús regresando ha
agregado:
“Hija mía bendita, nuestras obras continúan siempre y son inseparables de Nosotros, así que nuestro
Amor oculto continúa en la Reina del Cielo y continuará siempre, no sería obrar como Dios si todo lo que
hacemos pudiera separarse de Nosotros y no tener vida perenne. Por eso Nosotros amamos, nos vertemos
sobre las criaturas, parece que nuestro Amor parte de Nosotros, pero no, parte y queda con Nosotros, y el
amor que se vuelca sobre las criaturas es inseparable de Nosotros y vuelve inseparable a aquélla que ha
recibido nuestro Amor; así que todas nuestras obras, Cielo y tierra, criaturas que salen a la luz del día, parece
que parten de Nosotros, pero no, todas son inseparables de Nosotros, y esto es en virtud de nuestra
Inmensidad, que envolviendo todo, no hay punto donde no se encuentra y vuelva inseparable todo lo que
Nosotros hacemos, por eso ni nuestras obras se pueden separar de Nosotros, ni Nosotros de ellas, se puede
decir que forman un solo cuerpo para Nosotros, y nuestra Inmensidad y Potencia es como circulación de la
sangre que mantiene a todo y a todos la vida, a lo más pueden ser obras distintas una de la otra, pero
separables jamás.”
Entonces yo al oír esto, maravillándome he dicho: “Sin embargo Amor mío, los réprobos ya están
separados de Ti, pero también ellos son obras salidas de Ti, ¿cómo es entonces que no te pertenecen más?”
Y Jesús: “Te equivocas hija mía, no me pertenecen por vía de Amor sino por vía de Justicia, mi
Inmensidad que los envuelve tiene su poder sobre ellos, y si no me pertenecieran mi Justicia que castiga no
tendría qué castigar, porque si las cosas no me pudieran pertenecer, al instante perderían la vida, pero si esta
vida existe, es que hay quién la conserva y quién justamente la castiga. Por eso nuestro Amor escondido hacia
cada criatura la Soberana Señora lo posee todavía en el Cielo, es más, es su más grande triunfo y contento,
porque siente que su Creador ama en su materno corazón a todas las criaturas, y Ella haciendo de verdadera
Madre, cuántas veces me las esconde en su amor para hacerlas amar, en sus dolores para hacerlas perdonar,
en sus oraciones para hacerles dar las gracias más grandes. ¡Ah! Ella es la que cubre y que sabe cubrir y
disculpar a sus hijos ante el trono de nuestra Majestad, por eso hazte cubrir por tu Mamá Celestial, la cual
pensará en las necesidades de su hija.”
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Mayo 26, 1935
Luisa Piccarreta
Confianza
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El temor, virtud humana; el amor, virtud divina. La confianza
rapta a Jesús. Quien hace la Divina Voluntad se encuentra
con todas las obras divinas y queda confirmado en ellas.
Si bien me siento abandonada en los brazos del Querer Divino, pero mi mente la sentía llena de aprensiones y
temores, pero los ofrecía a mi dulce Jesús a fin de que los invistiera con su Fiat y me los cambiara en paz y
amor, y Él haciéndome su breve visita, todo bondad me ha dicho:
“Hija mía bendita, el temor, aún cuando sea santo, es siempre virtud humana, rompe el vuelo del amor
y hace nacer el miedo y el cansancio al caminar en el camino del bien, hace mirar siempre a derecha e
izquierda, y llega a temer de Aquél que tanto la ama, quita el dulce encanto a la confianza que la hace vivir en
los brazos de su Jesús, y si teme demasiado pierde a Jesús y la hace vivir de sí misma. En cambio el amor es
virtud divina, y con su fuego tiene la virtud purificadora de purificar al alma de cualquier mancha, la une y la
transforma en su Jesús, y le da tal confianza, de hacerse raptar por su Jesús, el dulce encanto de la confianza
es tal y tanto, que se raptan recíprocamente, y uno no puede estar sin el otro, y si mira, mira sólo si ama a
Aquél que tanto la ama. Así que todo su ser viene encerrado en el amor, y como el amor es hijo inseparable
del Querer Divino, por eso da el primer puesto de dominio a mi Divina Voluntad. Ella se extiende en todos los
actos de la criatura, humanos y espirituales, ennoblece todo, y si bien los actos humanos quedan en la forma y
materia de la cual son formados, no sufren ningún cambio externo, todo el cambio queda en el fondo de la
voluntad humana, quedando todo lo que hace, aun las cosas más insignificantes, cambiadas en divino y
confirmadas por la Divina Voluntad. Su trabajo es incesante y sobre todo lo que hace la criatura extiende su
morada de paz, y como verdadera Madre no hace otra cosa que enriquecer con conquistas divinas a su amada
hija. Por eso aparta cualquier temor, en mi Querer no tienen razón de existir ni temores, ni miedos, ni
desconfianza, no son cosas que nos pertenezcan, y tú no debes hacer otra cosa que vivir de Amor y de mi
Voluntad. Tú debes saber que una de las más puras alegrías que me puede dar la criatura, es la confianza en
Mí, con ella me la siento hija mía, y puedo hacer lo que quiero, puedo decir que la confianza me hace conocer
quién soy Yo, que soy el Ser Inmenso, mi Bondad sin término, mi Misericordia sin límites, y por cuanta más
confianza encuentro, más la amo y más abundo sobre las criaturas.”
Después seguía mi abandono en el Querer Divino, y le rogaba que se vertiera sobre mi pequeña alma y
me hiciera resurgir toda en el Fiat Divino. ¡Oh! cómo quisiera ser un acto solo de Divina Voluntad, y mi dulce
Jesús retomando su decir me ha dicho:
“Hija mía, tú debes saber que todas las cosas creadas, y todo lo que hice y sufrí en la Redención, corren
en pos de la criatura para decirle: ‘Te traemos el Amor de tu Creador para recibir el tuyo, somos sus
mensajeros que mientras descendemos en lo bajo de la tierra, volvemos a subir a lo alto para llevar como en
triunfo tu pequeño amor a nuestro Creador.’ Pero ¿sabes el gran bien que recibes? Tú quedas confirmada en
su Amor y en sus obras, en su Vida, en sus penas, en sus lágrimas, en todo. Así que, hija mía, tú te encuentras
y corres en todas nuestras obras, nuestra Voluntad te lleva por todas partes, y Nosotros nos encontramos
confirmados en ti, sucede un intercambio de actos y de vida, la criatura en el Creador y el Creador en la
criatura, ella se hace repetidora de los actos divinos. Gracia más grande no podría hacer, ni la criatura recibir,
esta confirmación en nuestras obras reproduce en ella todos nuestros bienes. Nuestra Santidad, Bondad,
Amor, nuestros atributos vienen trasmitidos a ella, y Nosotros raptados la contemplamos, y en nuestro énfasis
de amor decimos: “Bello, Santo, Perfecto es nuestro Ser en nuestra Inmensidad, Luz, Potencia, Sabiduría,
Amor, Bondad interminable, pero bello también ver encerrada esta nuestra Inmensidad de atributos en la
criatura. ¡Oh! cómo nos glorifica y nos ama, parece que nos dice: ‘Soy pequeña, no me es dado el encerrar y
contener toda tu Inmensidad, pero tal cual Tú eres, tal soy yo, tu Divina Voluntad te ha encerrado en mí, y te
amo con tu mismo Amor, te glorifico con tu Luz, te adoro con tu Santidad, todo puedo dar porque poseo a mi
Creador.’ ¿Qué cosa no puede hacer mi Voluntad Divina en la criatura cuando se hace dominar por Ella?
Todo. Por eso sé atenta si quieres todo y dar todo.”
Luisa Piccarreta
Confianza
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+ + + +
Volumen 34
Diciembre 24, 1936
La Madre Celestial y Divina, y la Madre humana. Carrera veloz
del Amor de Dios, en la cual hace generar de esta Madre en
virtud del Fiat a su Jesús en cada criatura.
Sigue el mismo argumento sobre la Virgen Santísima. Una luz que desciende del seno del Eterno
inviste mi pobre mente, pero es una luz parlante que dice tantas cosas de la Soberana Celestial, que yo no
sé cómo hacer para decirlas todas. Pero mi amado Jesús con su acostumbrada bondad me dice:
“Ánimo hija mía, Yo te ayudaré, te suministraré las palabras, siento la irresistible necesidad de hacer
conocer quién es mi Madre, las dotes, los privilegios, y el gran bien que hace y que puede hacer a todas las
generaciones. Por eso escúchame y te diré cosas jamás pensadas ni por ti ni por otros, de modo de
estremecer a los más incrédulos, ingratos y pecadores, y hasta dónde llega nuestro Amor. Entonces,
nuestro Amor no se daba paz, corría, corría, pero con una rapidez tal, que comprometía todo nuestro Ser
Divino a dar en tales excesos, de dejar atónitos Cielo y tierra, de hacer exclamar a todos: ‘¿Será posible que
un Dios haya amado tanto a las criaturas?’ Ahora escucha hija mía qué hace nuestro gran Amor; las
criaturas tenían un Padre Celestial, pero nuestro Amor no estaba contento, y en su delirio y locura de amor
quiso formarles una Madre Celestial y una Madre terrena, a fin de que si no le fueran suficientes las
premuras, el amor, la ternura de la Paternidad celestial para amarlo, el amor, las ternuras indecibles de esta
Madre Celestial y humana habrían sido el anillo de conjunción, que habiendo desterrado toda distancia,
miedos y temores, se habrían abandonado en sus brazos para hacerse vencer por su amor, para amar a
Aquél que la había formado por amor suyo y para hacerse amar, por eso eran necesarios portentos
estrepitosos y un amor que jamás dice basta, y que sólo un Dios puede tener; ahora escucha qué hace para
conseguir el intento, llamamos de la nada a esta Santa Criatura y sirviéndonos del mismo germen de las
generaciones humanas, pero purificado, le dimos la vida; desde el primer instante de esta vida se unió la
Virtud celestial de nuestro Fiat Divino y formó junto Vida Divina y vida humana, el cual la crecía divinamente
y humanamente, y participándole la Fecundidad divina formaba en Ella el gran prodigio de poder concebir
un hombre y un Dios; con el germen humano pudo formar la Humanidad al Verbo encarnado, y con el
germen del Fiat pudo concebir al Verbo Divino. Con esto la distancia cesaba entre Dios y el hombre, esta
Virgen con ser humana y Celestial acercaba al hombre y a Dios, y daba el hermano a todos sus hijos para
que todos pudieran acercársele, hacer vida juntos y mirando en Él y en Ella las mismas facciones, investidas
por la misma naturaleza humana, habrían tenido tal confianza y amor de hacerse conquistar, y amar a
quien tanto la amaba; ¿cuánto amor no cosecha una buena madre de sus propios hijos? Mucho más que
era poderosa, rica, y habría puesto la vida para poner a salvo a sus propios hijos, y ¿qué cosa no ha hecho
para volverlos felices y santos? Así que la Humanidad del Verbo y la Madre Celestial y humana son como
garantías para ganarse el amor de todos y decirles con todo amor: ‘No teman, vengan a Nosotros, nos
semejamos en todo, vengan y todo les daremos, mis brazos estarán siempre listos para abrazaros, y para
defenderos, os encerraré en mi corazón para daros todo, basta deciros que soy Madre y que es tanto mi
amor que os tengo concebidos en mi corazón.’
Pero todo esto no es nada todavía, Yo era Dios, debía obrar como Dios, nuestro Amor corría, corría,
e iba inventando otros encuentros más excesivos de amor, tú misma quedarás sorprendida al oírlos, y
cuando las humanas generaciones los oigan, nos amaran tanto, de correspondernos en gran parte de la
gran carrera de nuestro Amor. Ahora ponme atención y agradéceme hija mía bendita de lo que estoy por
decir: A nuestro Amor no le bastó, como dije antes, que en virtud de nuestro Fiat todos fueran concebidos
en el corazón de esta Virgen, para tener la verdadera maternidad no con palabras sino con hechos, y Ella
Luisa Piccarreta
Confianza
61
fue concebida en cada una de las criaturas para que cada una tuviera una Madre toda suya, y tener el pleno
derecho y la posesión que todos fueran hijos suyos, ahora nuestro Amor pasó a otro exceso. Por tanto
debes primero saber que esta Celestial Reina poseyendo toda la plenitud de nuestro Fiat Divino, el que
posee por naturaleza suya la Virtud generativa y bilocadora, Ella junto con el Fiat Divino puede generar y
bilocar cuantas veces quiere a su Hijo Dios, entonces muestro Amor se impone sobre esta Celestial
Criatura, y dando en delirio, con la virtud de mi Fiat que poseía, le da la potencia de hacer generar a su
Jesús en cada criatura, lo hace nacer, lo hace crecer, le hace todo lo que conviene para formar la Vida de su
querido Hijo, suple a lo que no le hace la criatura: Si llora le enjuga las lágrimas, si tiene frío lo calienta, si
sufre, sufre junto, y mientras hace de Madre y crece a su Hijo, hace de Madre y crece a la criatura, así que se
puede decir que los crece juntos, los ama con un solo amor, los guía, los nutre, los viste, y con sus brazos
maternos forma dos alas de luz, y cubriéndolos los esconde en su corazón para darles el más bello reposo.
Por lo que no bastó a nuestro Amor que el Verbo se encarnara para generar un solo Jesús para todos, y dar
una sola Madre a todas las generaciones humanas, no, no, no habría sido excesivo nuestro Amor, su
carrera era tan veloz, que no encontró quién le pusiera un basta, y sólo se aquietó de algún modo cuando
con su Potencia generó a esta Madre en cada alma, e hizo generar a su Jesús, a fin de que cada uno tuviera
Madre e Hijo a su disposición. ¡Oh! cómo es bello ver a esta Madre Celestial, toda amor y toda atenta en
cada criatura para generar a su Jesús, para formar un portento de amor y de gracia, y este es el honor y la
gloria más grande que su Creador le ha dado, y el amor más fuerte que Dios podía dar a las criaturas. No
hay de qué maravillarse, nuestro Fiat todo puede y puede llegar a todos lados, todo está en que lo quiera,
si lo quiere ya está hecho. Más bien la maravilla está en conocer a cuáles excesos nos ha llevado el amor
hacia el hombre.”
+ + + +
Marzo 18, 1937
La Divina Voluntad hace don de todas sus obras a quien vive
en Ella. El respiro de Dios en sus obras y en todas las obras
santas de las criaturas. La Divina Voluntad se hace
suplidora de lo que le falta a la criatura.
Estaba haciendo mi giro en el Fiat Divino para seguir, por cuanto me es posible, sus actos divinos,
esto es: la Creación, y todos los actos santos de las criaturas, no excluidos los de mi Madre Celestial, ni los
de mi amado Jesús, pero lo grande era que, conforme yo los encontraba se hacían míos, el Querer Divino
me los donaba, y yo como si tuviera derecho sobre todo los ofrecía a mi Creador como el homenaje más
bello, el amor más intenso, la adoración más profunda, a Aquél que me ha creado. Yo me he sentido
investida por el sol, por el cielo con todas las estrellas, por el viento, por todo; todo era mío porque todo
era de la Divina Voluntad. Yo he quedado maravillada, y mi dulce Jesús repitiendo su breve visita me ha
dicho:
“Hija mía bendita, ¿por qué te maravillas? Tú debes saber que todo lo que es santo y bueno
pertenece a mi Fiat, el cual todo quiere dar a quien viva junto con Él, sucede un cambio de ambas partes, la
criatura no quiere tener nada para sí, todo lo quiere dar, y mi Querer quiere dar todo a ella, aun a Sí mismo.
Mucho más que la Creación, la Redención, la Reina del Cielo, todos los actos buenos y santos, no son otra
cosa que respiro de Dios: respiró y dijo Fiat y creó toda la Creación, respiró y llamó a la Virgen Santísima a
vida, respiró e hizo descender al Verbo sobre la tierra, respira y da vida a las obras buenas de todas las
criaturas. Ahora, quien vive en mi Voluntad no hace otra cosa que encontrar todas sus obras, para
encontrar el respiro divino para dárselo de nuevo a Dios, como frutos y potencia del respiro de su Creador.
¡Oh! cómo se siente glorificado, amado, porque encuentra en las obras ofrecidas a Él por la criatura su
respiro, su misma Vida, y por cuantas veces gira en sus obras, tantas veces se siente dar su Vida, su gloria,
Luisa Piccarreta
Confianza
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su Amor. Y ¡oh! cómo espera estos presentes, porque se siente dar lo que ha dado, se siente amar en sus
obras como Él ha amado, siente su Amor, su Potencia reconocida, y es tanta la complacencia divina, que
vierte torrentes de amor, de gracias sobre quien ha conocido sus obras y su Amor. He aquí por eso hija mía
que mi Voluntad, conforme la criatura vive junto con Ella, así con un amor sin par hace don de todo lo que
posee, la vuelve dueña de todo, porque si una cosa no es propia no se tiene el derecho de poderla dar a los
demás, por eso mi Querer, haciéndole don de todo, le da campo de poder dar a su Creador, y de recibir
duplicada su correspondencia. Pero sólo le viene dado este don cuando reconoce nuestras obras, las
aprecia, las ama. El amor le da el derecho de hacer suyo lo que pertenece a mi Querer eterno, si mi Querer
no pudiera hacer don a la criatura de todo lo que es suyo, se sentiría impedido en el amor, separado en sus
obras, porque no podría decir: ‘Lo que es mío es tuyo, lo que hago Yo haces tú.’ Esto no lo soportaría mi
Voluntad y diría: ‘Vivir junto, formar la misma Vida y no poder darle todo, esto es imposible a mi Amor,
sería como si no me pudiera fiar de ella.’ No, no, todo quiero dar a quien viva en mi Voluntad.
Tú debes saber que es tanto el Amor de mi Fiat hacia quien vive en Él, que si la criatura, no por
voluntad, sino por debilidad e impotencia no sigue los actos de mi Querer, o bien por necesidad de
sufrimientos o de otra cosa no corre su vida en Él, es tanto su Amor que hace Ella lo que debería hacer la
criatura, la suple en todo, llama su disposición, su orden, su Amor, a fin de que el alma se sacuda y
reemprenda su vida juntos, y esto para hacer que la vida humana no quede ni dividida, ni separada de la
Suya; si esto no hiciera quedaría el vacío divino, pero su Amor no lo tolera, y hace de suplidora de lo que le
falta a la criatura, porque quiere que su Vida Divina no debe faltar jamás en ella, sino que debe ser continua.
¿Se puede dar Amor más grande que llegue a decir: ‘Ánimo, no temas, ven con toda confianza a vivir
conmigo, fíate de Mí, y si tú llegaras a faltar de correr siempre en mi Fiat, Yo te compadeceré y tomaré Yo
la parte obrante que tú no puedes hacer, y te supliré en todo?’ El reino de mi Querer es reino de amor, de
confianza, de acuerdo de ambas partes.”
+ + + +
Marzo 22, 1937
Necesidad de amor que siente el Fiat Divino de ser amado.
Cómo a quien vive en Él le da tanto amor, de hacerlo amar
en todos los corazones y en toda la Creación, para ser
correspondido por el amor de todos. El alma sin el Fiat
es como la tierra sin agua. Los males de la turbación.
Mi vuelo en el Querer Divino continúa, me parece que no hace otra cosa que derramar Amor sobre
las criaturas, las cuales viéndose amadas tan intensamente, no pudiendo contener este Amor tan grande,
sienten la necesidad de amar a Aquél que tanto las ama; se puede decir que el Amor Divino es tanto, que
sacude, mueve en modo irresistible a las criaturas a amarlo. Las flechas de amor que Él manda para herir a
las criaturas, les sirven para flechar a Aquél que las ha flechado. Ahora, mientras me encontraba bajo este
abismo de amor, mi amado Jesús, mi dulce vida, sorprendiéndome me ha dicho:
“Hija de mi Voluntad, tú debes saber que nuestro Amor es inmenso. Si en nuestro Ser Divino
pudiera entrar la infelicidad, la inquietud, lo que no puede ser, el Ser Divino se volvería el ser más infeliz e
inquieto. Como Nosotros amamos con Amor infinito e incesante, que podemos todo, y ahogar a todos en
nuestro Amor, por eso sentimos la necesidad de ser amados, ¿pero qué? En vano esperamos, y nuestro
Amor gime, da en delirio, y en vez de detenerse corre de más, ¿pero sabes a dónde va a derramarse y
deteniéndose reposa un poco, para rápidamente volver a tomar su vuelo para derramar su Amor continuo?
En las almas que viven en mi Voluntad, porque ellas están ya ahogadas en mi Amor, oyen mis gemidos,
sienten mi necesidad de ser amado, y rápidamente me corresponden en el amor, y así como Nosotros
Luisa Piccarreta
Confianza
63
sentimos la necesidad de ser amados, así sienten ellas la necesidad de ser amadas por Aquél que tanto las
ama.
Ahora hija mía, nuestro Querer circula como sangre en todos los corazones de las criaturas, en toda
la Creación, no hay punto donde no se encuentre, su sede es extensible a todas partes, y con su Amor
potente y creante, como dentro de un solo aliento, conserva y da vida a todo y a todos, y en cada cosa
desarrolla su Vida de Amor. Así que, ¿por qué crea? Porque ama; ¿por qué conserva y circula en todos?
Porque ama. ahora, quien vive en nuestro Querer, queremos sentirla que nos ama en todos los corazones;
cómo es bella la nota de amor de la criatura en cada corazón, y si éstos no nos aman, está quien nos ama,
queremos sentir que nos ama en los pasados y en los futuros; en el cielo, en el sol, en el viento, en el mar,
en todo queremos su nota de amor. Mucho más que nuestro Querer dondequiera la transporta; viviendo
en Él, el primer don que le hace es el Amor, pero da tanto para poder recibir la correspondencia del amor
de todos y de todo. Es tanto el delirio de amor de nuestro Fiat Divino, que transporta esta nota de amor de
la criatura hasta el empíreo y dice a todos los bienaventurados: ‘Escuchen cómo es bella la nota de amor
que vive en la tierra en mi Voluntad.’ Y hace resonar esta nota amorosa en los santos, en los ángeles, en la
Virgen, en la Trinidad Sacrosanta, de modo que todos sienten la doble gloria y festejan a la Divina Voluntad
obrante en la criatura, y junto festejan a la criatura que la ha hecho obrar, así que ella está en la tierra y es
festejada en el Cielo. Mi Divina Voluntad no toleraría que quien vive en Ella no le diera la correspondencia
del amor de todo y de todos. Mi Fiat Divino en el amor de la criatura encuentra todo lo que quiere,
encuentra la vida de ella como suya, encuentra la gloria que le debe, encuentra el aprecio, la estima que le
es debida, encuentra la verdadera confianza filial para poderle dar todo. Así que el Amor es generativo,
que genera todos los bienes divinos. Por eso hija mía sé atenta, ama, pero ama en mi Voluntad, y
encontrarás tanto Amor, que podrás amar a todos y amar por todos a Aquél que tanto te ama.”
Después de esto, por las míseras circunstancias de mi vida que no es necesario ponerlas sobre el
papel, mejor que se sepan en el Cielo, me sentía oprimida, fastidiada y casi turbada, sin mi acostumbrada
paz y pleno abandono en el Fiat Divino, y mi dulce Jesús sorprendiéndome me ha dicho:
“Hija mía, ¿qué haces? ¿No sabes tú que el alma sin la plenitud de mi Voluntad y el pleno abandono
en Ella, es como la tierra sin agua, como las plantas sin sol, como el cuerpo sin el alma? Y la pobre criatura,
como tierra sin agua que no es capaz de producir ni un hilo de hierba, así ella muere de sed, y es incapaz de
hacer un pequeño bien, arde de sed y no hay quien le quiete esta sed, y faltándole el Sol de mi Fiat morirá
en las tinieblas, las cuales le oscurecerán los ojos y no podrá mirar el bien para conocerlo, para hacerlo, y le
faltará el calor para madurar el mismo bien. Y además, sin mi Voluntad se sentirá sin Vida Divina, y así como
el cuerpo sin el alma se pudre y por lo tanto se entierra, así sin la Vida de mi Querer, las pasiones la pudren
y la entierran en las culpas. Además de esto, las opresiones, las turbaciones, detienen el vuelo en mi
Voluntad, pierde la velocidad y no puede seguir todas sus obras, y por eso, si no ha seguido todas nuestras
obras, no puedo llevarla a tomar reposo en el seno de nuestra Divinidad. Por lo tanto sé atenta, pon en las
manos de tu Jesús las opresiones, los fastidios, lo que te turba, y Yo los pondré en la Luz y Calor de mi Fiat,
a fin de que queden quemados, y tú, sintiéndote libre, seguirás más veloz el vuelo en mi Querer, no quiero
que te preocupes, Yo pensaré en todo. Hija mía, estémonos en la paz, de otra manera no podré desarrollar
y crecer como quiero la Vida de mi Voluntad en ti, y esto será el más grande dolor para Mí, no me sentiré
libre de respirar, palpitar, me sentiré impedido para continuar mi Vida en ti.”
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Abril 8, 1937
Todo lo que se hace en el Querer Divino constituye un derecho para
todos, y todos pueden hacer aquel bien. Estos derechos fueron
dados por Adán, por la Reina del Cielo, por Nuestro Señor,
quien nos preparó la vestidura real.
Luisa Piccarreta
Confianza
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Mi pobre mente no hace otra cosa que arrojarse en el mar del Fiat Supremo, y por cuanto siento el
cielo del Querer Divino en mí, muchas veces pierdo a Jesús en la inmensidad de este cielo y no lo
encuentro, y su privación es el más duro martirio de mi pobre existencia acá abajo, y ¡cuánto se necesita
para encontrarlo! Hasta que me hace quedar reducida a un estado en que me siento morir, digno de
compasión, entonces viene, y ahora con una estratagema de amor, o con una verdad más sorprendente,
hace que sienta que me regresa la vida, hasta olvidarme de las penas sufridas. Entonces pensaba: ‘¿Y por
qué Jesús no me lleva a las regiones celestiales, por qué hacerme sufrir y fatigarme tanto?’ Me parece que
veo el puerto y estoy por dar un salto para entrar, pero qué, una fuerza potente me hace retroceder, y
vuelvo a ser la pobre exiliada. Mientras esto pensaba, mi dulce Jesús, todo bondad y compadeciéndome
me ha dicho:
“Hija mía bendita, ánimo, el ánimo abate las plazas más fuertes, vence los ejércitos más aguerridos,
debilita nuestra Potencia, más bien se la apropia y animosa vence lo que quiere, y Nosotros viéndola que
no tiene la más mínima duda de obtener lo que quiere, porque la duda disminuye el ánimo, damos más de
lo que quiere. Hija mía, el ánimo, la confianza, la insistencia sin cesar jamás, el amor, en nuestra Voluntad
son las armas que nos hieren, y debilitándonos hacemos que ella misma tome lo que quiere.
Ahora quiero decirte el por qué te mantengo aún sobre esta tierra, tú sabes que nuestra Voluntad Divina es
inmensa, y a la criatura le falta la capacidad, el espacio de poderla abrazar toda junta, por eso le conviene
tomarla sorbo a sorbo, los cuales los tomas, ahora cuando haces tus actos en mi Querer, ahora cuando te
manifiesta una verdad que le pertenece, si oras, si deseas que venga mi reino, si sufres para obtenerlo,
todos estos son sorbos que ensanchan tu capacidad y forman el espacio dónde encerrar los sorbos de Ella,
y mientras haces esto vienes a encerrar ahora una generación, ahora alguna otra, que deben poseer el
reino del Fiat Divino. Tú debes saber que las generaciones son como una familia en que todos tienen
derecho a la herencia del padre, y como miembros que forman un solo cuerpo, y del cual Yo soy la cabeza;
cuando un miembro hace un bien, lo obtiene y lo posee, los otros miembros adquieren el derecho de hacer
y de poseer aquel bien. Ahora, aún no has encerrado a todas las generaciones que deben poseer mi
Voluntad como vida, por lo tanto se requieren todavía las cadenas de tus actos, tu insistencia, tus penas,
para beber otros sorbos para formar el espacio para dar el derecho de que, queriendo, puedan poseer mi
reino; en cuanto hayas hecho el último acto que se requiere, rápidamente te traeré a la patria celestial.
Ahora hija mía, mi Divina Voluntad con su Inmensidad envuelve a todos y a todo, no hay ser que no
nade en Ella, por eso todo lo que se hace se vuelve derecho de todos, y todos pueden repetir aquel acto,
menos quien no quiere repetirlo y poseerlo, y no quiere reconocer que vive en Ella, que su vida está
animada por el Fiat Divino, estos son como ciegos, que mientras el sol los golpea con su luz ellos no ven y
yacen como si fuera noche para ellos; están como paralizados, que mientras pueden tener el uso de los
miembros para hacer el bien, se contentan con quedar inmovilizados; son como mudos que no saben
hablar; pero son ciegos, paralíticos y mudos voluntarios. Pero todos los demás, como mi Voluntad es vida y
está en comunicación con todos, así todo lo que se puede hacer en Ella es vida y bien y derecho de todos, y
todos pueden repetir aquel acto para formar la Vida Divina obrante en ellos. Los primeros derechos de
hacer poseer el reino de mi Querer a las generaciones humanas fueron dados por Adán, porque él, en la
primera época de su vida sus actos fueron hechos en el Querer Divino, y si bien pecó y perdió
voluntariamente la Vida obrante de mi Voluntad en él, y él en Nosotros, pero sus actos quedaron, pues lo
que se hace en nuestro Querer no sale, porque son nuestros triunfos, nuestras victorias sobre el querer
humano, así que son nuestros, y Nosotros jamás ponemos fuera lo que es nuestro. Por lo tanto quien
entra en Él encuentra el primer amor de Adán, sus primeros actos que le dan el derecho de poseer nuestro
Fiat y de repetir los mismos actos que él hizo, sus actos aún son hablantes, su amor aún está fundido en el
nuestro, e incesantemente nos ama con nuestro mismo Amor. Por eso el obrar en el Querer Divino se
vuelve eterno con Nosotros, y no está sujeto a terminar y se pone a disposición de todos, de modo que
sólo quien es ingrato no lo toma y no se quiere servir de la Vida para recibir vida. Estos derechos de poseer
Luisa Piccarreta
Confianza
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mi Voluntad como vida, fueron dados por la Reina del Cielo, porque también Ella es de la estirpe humana,
pero en modo más extenso y con más sacrificio, porque le costó la Vida de su mismo Hijo y Dios para dar la
posesión del reino de nuestro Fiat a las generaciones humanas, y habiéndole costado tanto, es la que más
suspira y ruega que entren sus hijos en este reino tan santo. Después fue mi descendimiento del Cielo a la
tierra, en que tomando carne humana, cada acto mío, pena, oración, lágrima, suspiro, obra y paso,
constituía un derecho de hacer poseer el reino del Fiat a las generaciones humanas. Puedo decir, mi
Humanidad es vuestra y de todos, y quien quiere entrar en este reino encontrará en Ella la puerta, los
derechos y la vestidura real para entrar, mi Humanidad es la vestidura que debe cubrir y vestir con decencia
a todos aquellos que lo poseerán. Mi Amor es tanto, que llamo a otras criaturas que con gracias
portentosas y con el sacrificio de su vida, las hago vivir en mi Querer, las cuales constituyen nuevos
derechos, pagando con su vida para dar la posesión de mi reino a la familia humana. Por eso tu voluntad
corra siempre en la mía, a fin de que completos tus actos, puedas dar el salto a la patria celestial.”
+ + + +
Junio 6, 1937
Interés que Dios tiene de que la criatura viva en su Voluntad.
Dote que dará. Vigilancia de Jesús para suplir en lo que falta,
y si es necesario hará milagros. Ejemplo de un rey.
Me siento entre los brazos del Querer Divino, y pensaba entre mí: “Me parece difícil que se pueda
vivir perfectamente en Él, la vida está llena de obstáculos, de penas y de circunstancias tales, que queda
como absorbida por ellas y pierde su rápido curso, que como respiro y latido debería correr en aquel Fiat
Divino, y el suyo que como respiro y latido debería correr siempre, sin jamás detenerse, en el nuestro, para
darnos vida.” Y mi dulce Jesús compadeciendo mi ignorancia, todo bondad me ha dicho:
“Hija mía bendita, tú debes saber que la primera cosa más interesante, es que nuestro Ente Supremo
quiere que la criatura haga vida en nuestra Voluntad, siendo este el único fin por el cual le hemos dado la
vida. Ahora, cuando Nosotros queremos, damos todos los medios, las ayudas, las cosas necesarias que se
necesitan para hacer que pueda darnos lo que queremos de ella, y si es necesario un milagro continuado
por parte nuestra, lo hacemos, con tal de obtener nuestro intento. Tú no sabes qué significa un acto
querido por Nosotros y cumplido en la criatura, es tanto su valor, la gloria que nos da, que llega a hacerse
nuestra corona, abraza al Eterno, y es tanto el contento que nos da, que ponemos nuestro Ser Divino a
disposición de la criatura, para hacer que nuestro acto querido y cumplido tenga su vida en ella. Ahora, la
primera dote que damos a quien quiere vivir en nuestra Voluntad Divina, el primer apoyo, la defensa
segura, son las verdades, éstas abren el ingreso, le muestran el camino y celosas se ponen como fieles
centinelas en torno a quien quiere vivir en mi Fiat, la luz de nuestras verdades que pertenecen a Él no se
aparta jamás de sobre la afortunada criatura, la inviste, la acaricia, la modela, la besa, y se da sorbo a sorbo
a su inteligencia para hacerse comprender, y esto por cortejo de la Vida de mi Querer que reina en ella. Las
verdades cuando se desprenden de nuestro seno, tienen su trabajo del bien que deben hacer, las almas
que deben encerrar en la luz que poseen, y por eso son todo ojo sobre de ellas, las fijan tanto, que no les
pueden huir, ni se cansan, aunque pasaran siglos están siempre en su puesto. Mira entonces qué gran dote
daré a quien debe vivir en nuestro eterno Querer, todos los conocimientos que he manifestado sobre de
Ella, los valores inmensos, sus prerrogativas, su Amor, y el amor que me ha empujado a manifestarlas, será
la gran dote, y dote divina que daré a quien quiera vivir en mi Fiat, en la cual encontrarán todas las ayudas
sobreabundantes para volverse ricos y felices. Encontrarán en estas verdades la madre tierna, que
tomándolas en su regazo como pequeñas niñas, les pone las fajas de luz, les pone en la boca el alimento,
las hace dormir sobre su seno; para tenerlas seguras camina en sus pasos, obra en sus manos, habla en su
voz, ama y late en sus corazones, y para tenerlas atentas y divertidas les hace de maestra, diciéndoles las
Luisa Piccarreta
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escenas encantadoras de la patria celestial. En estas verdades encontrarán quién llora y sufre junto con
ellas, quién sabe poner en comercio aun su respiro; las más pequeñas cosas, las mismas naderías las
cambiará en conquistas divinas, y eternos valores.”
Y yo: “Jesús mío, Tú tienes razón, pero la debilidad humana es tanta, que yo temo que haga sus
escapadas de dentro de tu Voluntad.”
Y Jesús retomando la palabra ha agregado:
“Hija mía, tu temor me desagrada, tú debes saber que es tanto mi interés, el Amor que me quema
por querer que el alma viva en mi Voluntad, que tomo el empeño de todo, la suplo en todo, pero hago esto
cuando ha habido una decisión firme y constante de querer vivir en Ella, y por parte suya no falta, hace
cuanto más puede. Hija mía, escucha un secreto y hasta dónde me hace llegar mi Amor, escucha qué hago
cuando por estrecha necesidad de la vida humana, esta vida que es también mía, por penas que Yo mismo
dispongo queda entontecida y extraviada, y por lo tanto no sabe seguir los actos de la Vida que reina en
ella, Yo, que quiero que esta Vida no quede despedazada, porque siendo Ella Vida, no virtud que se pueden
hacer actos a intervalos y a circunstancias, sino que a la Vida hay toda la necesidad del acto continuo, Yo
que estoy de guardia y celoso mantengo la vigilancia, en cuanto veo que ella interrumpe su curso Yo hago
lo que debería hacer ella, entonces mi obrar en mi Fiat la sacude y regresa en sí misma, y sigue su curso en
mi Querer, y Yo sin ni siquiera decirle nada de su detenerse, anudo de donde dejó y dónde siguió mi acto,
de modo que la Vida de mi Fiat no queda despedazada en ella, porque Yo he suplido a todo, mucho más
que en su voluntad, ella quería, pero la debilidad la ha interrumpido. Así que es tanto mi Amor por querer
que se viva en mi Voluntad, que a cualquier costo, aunque se requirieran milagros continuados Yo los haré.
¿Pero has notado mi ternura y mi fuerte Amor? Porque habiendo faltado a su curso Yo no le reprocho, no
le digo nada, y si veo que advierte que ha faltado le doy ánimo, la compadezco para no despertarle
desconfianza, y todo bondad le digo: ‘No temas, Yo te he suplido, y tú estarás más atenta, ¿no es verdad?
Y ella al ver mi Bondad me ama de más. Yo sé que debo dar de lo mío para hacer que la criatura viva en mi
Voluntad, y por eso haré como un rey que ama mucho que su reino sea poblado; aquél hace oír a todo el
mundo que quiere saber si hay alguien que quiera venir a su reino para mandarle el dinero para el viaje, que
le hará encontrar una habitación a su disposición, vestidos y alimentos abundantes; el rey se compromete a
darle tales riquezas, de volverlo rico y feliz; será tanta la bondad de este rey, que hará vida junto con el
pueblo, que lo ama tanto porque con sus riquezas los ha rescatado de las miserias e infelicidad de la vida.
Tal soy Yo, haré saber al mundo entero que quiero el pueblo de mi Querer Divino, y con tal que me den su
nombre y me hagan conocer que quieren venir a mi reino, Yo les daré todos los bienes; en él la infelicidad
no tendrá lugar, cada uno poseerá su reino, será rey a sí mismo, y harán vida junto con su Creador. Yo
desahogaré tanto en el dar, que todos quedarán raptados.
Hija mía, ¡oh! cómo suspiro este vivir de la criatura en mi Voluntad, tú ruega y suspíralo junto
conmigo, y te sea dulce el poner la vida por un reino tan santo.”
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Volumen 35
Agosto 9, 1937
Prodigios de amor en el Querer Divino. Cómo duplica su
Amor para hacerse amar con su mismo Amor. La Reina
del Cielo formará la nueva jerarquía en su heredad.
Mi vuelo continúa en el Querer Divino, y Él me espera con tanto amor que me toma entre sus
brazos de luz y me dice:
Luisa Piccarreta
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“Hija mía, te amo, te amo, y tú dime que me amas para poder apoyar mi gran te amo sobre tu
pequeño te amo, y Yo, lanzándolo en la inmensidad de mi Fiat te hago amar por todos y por todo, y
tú me amas por todos y por todo. Soy la Inmensidad y me agrada dar y recibir de las criaturas mi
Amor inmenso, porque doy y recibo las armonías, las múltiples notas, las dulzuras, los sonidos
encantadores y raptores que hay en mi Amor. Cuando mi Voluntad ama, el cielo, el sol, la Creación
toda, los ángeles, los santos, todos aman junto conmigo y se ponen atentos para esperar el te amo de
aquél a quien ha sido dirigido su te amo, y por eso sobre las alas de mi Querer envío a todos tu te
amo, como para pagarles el que todos te hayan amado junto conmigo. Si se ama es porque se quiere
ser amado, no ser correspondido en el amor es la pena más dura que hace dar en delirio, es el clavo
más traspasante, que sólo puede ser quitado por la medicina, el bálsamo del amor correspondido.”
Después pensaba entre mí: “Dios mío, ¿quién podrá corresponderte y pagarte por tanto amor
tuyo? ¡Ah! tal vez sólo la Reina del Cielo puede vanagloriarse de haber correspondido a su Creador en
amor, ¿y yo? ¿Y yo?” Y me sentía oprimida, y mi siempre amable Jesús haciéndome su breve visita,
todo bondad me ha dicho:
“Hija de mi Voluntad, no temas, para quien vive en mi Voluntad hay sumo acuerdo en el amor,
porque mi Voluntad poseyendo su Vida en la criatura, duplica su Amor, y cuando quiere amar ama en
Sí misma y ama dentro del alma, porque en ella posee su Vida; en mi Querer el amor está en sumo
acuerdo, los gozos, la felicidad del puro amor están en pleno vigor. Nuestra paterna Bondad es tanta
para quien vive en nuestro Querer, que numeramos los respiros, los latidos, los pensamientos, las
palabras, los movimientos, para corresponderlos con los nuestros y llenarlos todos de amor, y en
nuestro énfasis de amor le decimos: ‘Nos ama y la debemos amar.’ Y mientras la amamos hacemos
desahogo de tales dones y gracias, de dejar estupefactos a Cielo y tierra; esto hicimos con nuestra
Reina, desahogamos tanto, ¿pero sabes tú qué significa este nuestro desahogar? Nos miramos a
Nosotros mismos y queremos dar lo que somos y lo que poseemos, la desemejanza nos pondría en
pena, y la criatura viéndose desemejante de Nosotros no estaría con Nosotros con la confianza de hija
y con el dominio de cuando se poseen los mismos bienes, los mismos dones; esta disparidad sería un
obstáculo para formar una sola vida y para amarnos con un solo amor, mientras que el vivir en nuestro
Querer Divino es propiamente esto, una sola Voluntad, un solo amor, bienes comunes, y todo lo que
podría faltar a la criatura se lo damos de lo nuestro para suplirla en todo y poder decir: ‘Lo que
queremos Nosotros quiere ella, nuestro Amor y el suyo es uno solo, y así como la amamos Nosotros
ella nos ama.’
Hija mía, nos faltaría la fuerza si no eleváramos a la criatura que vive en nuestra Voluntad hasta
el nivel de nuestra semejanza y hacerla poseer nuestros bienes, tan es verdad, que mi Madre Celestial
como vivía en mi Fiat, poseía la misma Vida de Él, nos amamos con un solo amor, amamos a las almas
con un amor gemelo. Y es tanto nuestro amor por Ella, que así como Nosotros tenemos la jerarquía
de los ángeles en el Cielo, la diversidad de las órdenes de los santos, Ella, por ser la Emperatriz
Celestial, la heredera de la gran herencia de nuestra Voluntad, cuando este reino se forme sobre la
tierra, la gran Señora llamará a sus hijos a poseer su herencia y le daremos la gran gloria de hacerla
formar la nueva jerarquía, semejante a los nueve coros de los ángeles, así que tendrá el coro de los
serafines, el de los querubines, y así de todos los demás coros, como también formará el orden de los
santos que han vivido de su heredad, y después que los haya formado en la tierra, los transportará al
Cielo circundándose de la nueva jerarquía, regenerados en el Fiat Divino, en su mismo amor, habiendo
vivido en su heredad. Esto será el cumplimiento de la obra de la Creación, nuestro ‘Consumatum
resta’, porque hemos tenido el reino de nuestro Querer en las criaturas en virtud de la celestial
heredera, que quería dar la vida por cada uno para hacerlo reinar. Y, ¡oh! cómo quedaremos
glorificados, felices de que la soberana Señora tenga su jerarquía como la tenemos Nosotros, mucho
más que la nuestra será suya, y la suya será nuestra, porque todo lo que se hace en nuestro Querer es
inseparable. Si tú supieras cuánto ama a las almas esta celestial Reina, Ella, copia fiel de su Creador,
mira en Sí misma y encuentra sus mares de amor, de gracia, de santidad, de belleza, de luz; mira a las
Luisa Piccarreta
Confianza
68
criaturas y quiere darse toda Sí misma con todos sus mares, a fin de que posean a la Mamá con todas
sus riquezas; ver a los hijos pobres mientras la Madre es tan rica, y sólo porque no viven en la heredad
de la Madre, es un dolor, Ella los quisiera ver en sus mares de amor que amaran a su Creador como
Ella lo ama, escondidos en su santidad, embellecidos con su belleza, llenos de su gracia, y no viéndolos
así, si no fuese por el estado de gloria en que se encuentra, donde las penas no tienen lugar, por puro
dolor habría muerto por cada criatura que no viviera en el Querer Divino. Por eso Ella ruega
incesantemente, pone en oración todos sus mares para conseguir que la Divina Voluntad se haga como
en el Cielo así en la tierra. Es tanto su amor, que en virtud de nuestro Querer se biloca en cada una de
las criaturas para preparar el interior de sus almas, las pone de acuerdo a su corazón materno, se las
estrecha entre sus brazos para disponerlas a recibir la Vida del Fiat Supremo, y ¡oh! cómo ora en cada
uno de los corazones a nuestra Majestad adorable diciéndonos:
“Hacedlo pronto, mi amor no puede más contenerse, quiero ver a mis hijos vivir junto conmigo
en esa misma Voluntad Divina que forma toda mi gloria, mi riqueza, mi gran herencia; confiad en Mí y
Yo sabré defender tanto a mis hijos como a la misma Voluntad vuestra que es también mía.”
El amor de esta Celestial Reina y Madre es insuperable y solamente en el Cielo conocerán
cuánto ama a las criaturas y qué ha hecho por ellas. Su acto más exuberante, magnánimo y grande es
querer que posean el reino de mi Querer como lo poseía Ella, y ¡oh! qué no haría esta Celestial Señora
para obtener su intento. También tú, únete con Ella y ruega por esta finalidad tan santa.”
+ + + +
Septiembre 20, 1937
La Divina Voluntad no se detiene jamás y sella con su
eterno Amor todo el obrar de la criatura. Intercambio
de imitación y de vida entre el Creador y la criatura.
Mi vuelo continúa en el Fiat Divino y, ¡oh!, cómo se siente contento con tener a su criatura en su
regazo, con el estar siempre juntos y que obre junto con Él; la compañía de la criatura lo vuelve más
feliz de lo que es, porque encuentra quien lo mira, quien lo ama, quien quisiera igualarlo en ser toda
suya como el Querer Divino lo es de la criatura; si ama, encuentra quien lo ama; si obra, encuentra
quien recibe sus obras; si es ofendido, encuentra quien lo defiende, y muchas veces le hace cambiar la
Justicia en gracias, por eso todas las estratagemas de amor las hace con esta criatura. Pero mientras mi
mente se perdía en el Querer Divino, mi dulce Jesús visitando mi pequeña alma, todo amor me ha
dicho:
“Hija mía bendita, el Amor de mi Querer no se detiene jamás, va buscando siempre nuevos
reencuentros, nuevas invenciones de amor, es más, llega a encerrar a quien vive en Él en los íntimos
escondites de sus secretos amorosos, y le hace ver su íntima creación de siempre nuevo y creciente
amor, con el cual mantiene a los bienaventurados y a los viadores como dentro de un solo aliento de
amor, le descubre nuevos arcanos celestiales de nuestra Divinidad, le da nuevas noticias de hasta dónde
puede llegar su Potencia amorosa, sus prodigios que puede obrar en quien vive en Él. Siempre y
cuando la encuentre en su Voluntad, toma gusto en decirle siempre cosas nuevas y darle nuevas
sorpresas de amor; es más, escucha lo que hace: Se empequeñece en la criatura y al mismo tiempo
permanece Inmenso, y ama en ella para decir: ‘¡Ah! la criatura me ama como la se amar Yo.’ Y como
nada entra en Nosotros que no sea amor, esta mi Voluntad, como empequeñecida en la criatura, todo
lo que ella hace lo convierte en amor, si reza, si adora, si obra, convierte todo en amor, y con una
potencia toda divina, mi misma Voluntad conduce estos actos de la criatura al seno de nuestra
Divinidad y toman su puesto en nuestro Amor, y Nosotros estos actos los vemos que son actos
nuestros, y sentimos en ellos la plegaria eterna de nuestro Amor, nuestra adoración toda de amor,
nuestras obras eternas de amor y, ¡oh!, cómo quedamos glorificados y felices porque la criatura puede
decirnos: ‘Mi oración, mi adoración, mis actos, son eternos y están investidos por vuestro eterno
Luisa Piccarreta
Confianza
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Amor, así me los ha hecho vuestra Voluntad Divina, por eso te amo como Tú me amas.’ Y es
propiamente esta nuestra locura, nuestro delirio de amor, que queremos hacer y amar en la criatura
como hacemos y amamos en Nosotros mismos, pero sólo nuestra Voluntad reinante y obrante en la
criatura puede llegar a tanto, porque Nosotros, si nos abajamos, no es para perder nuestro Ser Divino
en lo finito, sino para elevar a la criatura a lo infinito y darle de lo nuestro, y sellar sus más pequeños
actos, aun su respiro, su movimiento, con nuestro eterno Amor, a fin de que sintamos en ella nuestro
respiro de eterno Amor, nuestro movimiento en el suyo, que no se mueve si no hace brotar Amor.
Por eso toda la Creación no fue otra cosa que un desahogo de amor, queríamos hermanarnos con
nuestras obras, con las criaturas que sacábamos a la luz para amarnos con un solo amor. Hija mía, qué
dolor al no haber sido comprendido esto por las criaturas, por eso no podemos tener el bien de decirle
quiénes somos, de hacernos conocer y decirle que no somos otra cosa que Amor, y que queremos dar
amor para recibir amor, cómo quisiera que todos lo supieran.”
Jesús ha hecho silencio como ahogado en sus llamas de amor; después, como si tuviera
necesidad de desahogarse aún, ha vuelto a decir suspirando, como si quisiera incendiar a todo el
mundo con su Amor:
“Escucha hija mía otra sorpresa más grande de nuestro intenso Amor, y hasta dónde llegan
nuestros delirios de amor: Nuestro Ente Supremo ama tanto a la criatura, que llegamos al exceso de
imitarla, nos empequeñecemos, nos encerramos en ella y queremos caminar con sus pies, obrar con sus
manos, hablar con su boca, mirar con sus ojos, pensar con su inteligencia, latir y amar en su corazón.
Así que para hacer en todo lo que hace y como lo hace la criatura, queremos tener pies, manos, boca,
ojos y corazón como los tiene la criatura, y esto se lo pedimos a ella como si Nosotros no fuéramos los
dueños absolutos de todo, y le decimos: ‘Amémonos, Nosotros te damos de lo nuestro y tú danos de
lo tuyo.’ Porque nuestro Ser Supremo siendo purísimo Espíritu, es paso sin pies, sin caminar se
encuentra por todas partes; hace todo, obra todo sin necesidad de manos; es palabra sin boca; es luz,
ve todo sin ojos. Y como la amamos mucho nos agrada imitarla, y esto es un invento inmenso de
nuestro Amor que sólo un Dios puede hacerlo. Ahora, para poder decirle a la criatura, tú debes
imitarnos, debes hacer como Nosotros hacemos, le decimos: ‘Queremos imitarte y hacer como haces
tú.’ Además, es criatura nuestra, obra de nuestras manos creadoras, salida de Nosotros, de dentro de
la potencia de nuestro Amor creante, por eso no es maravilla si queremos descender en ella como para
imitarla y hacer lo que hace y como lo hace ella, esto no es otra cosa que honrarnos a Nosotros
mismos y dar mayor importancia a nuestras obras; pero esto solamente lo podemos hacer en la
criatura donde reina nuestra Voluntad, en ella todo podemos hacer, desahogarnos en amor, imitarnos
recíprocamente, porque en todo se presta a hacer lo que Nosotros queremos; en cambio donde no
reina nuestra Voluntad, podemos decir que no podemos hacer nada.
Ahora escucha otra sorpresa de amor que llega a lo increíble: Cuando la criatura nos ha dado la
libertad de imitarla, nos ha dado vida en ella, nos ha dado los pies, las manos, la boca, Nosotros la
llamamos a nuestra imitación, y haciéndola entrar en nuestro Ser Divino, la Potencia de nuestro Fiat le
da el paso sin pies y la hace encontrarse por todas partes, en los ángeles, en los santos, en la Celestial
Reina, hasta en nuestro seno divino, y ¡oh! cómo estamos contentos, la criatura no más cercada por la
naturaleza humana, sino libre junto con Nosotros, que obra sin manos, habla sin boca y, ¡oh! cuántas
palabras, con nuestra palabra nos dice la larga historia de nuestro Amor y de nuestro Fiat obrante;
siente verterse en ella nuestra eterna Sabiduría, y ¡oh! cuántas cosas nos dice de nuestro Ser Divino,
habla, habla siempre, y ¡oh! cómo gozamos al escuchar narrar por la criatura lo que Nosotros somos, y
tomada por nuestras mismas llamas de amor siente la necesidad de amarnos sin corazón, porque el
corazón tiene sus límites, mientras que nuestro Amor sin corazón no tiene límites, es inmenso, y la
criatura se desembaraza del corazón y ama en nuestro Amor infinito. Mira hija mía, ¿se pueden dar
sorpresas de amor más bellas que éstas? ¿Sentir el placer, el gusto de imitarla, hacer lo que ella hace
como pretexto de amor para luego llamarla a imitarnos y para hacerla hacer lo que hacemos Nosotros?
Luisa Piccarreta
Confianza
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Los abismos de nuestro Amor son tantos, y lo que es más, va buscando siempre nuevos inventos de
amor.”
Yo no sé decir qué cosa sentía en mi mente, una inmensidad de luz que convirtiéndose en
palabras decían tantos inventos de amor de mi Creador, y mi dulce Jesús ha agregado:
“Hija mía, escúchame un poco más, nuestro Amor es tanto, que parece que no nos da paz si no
hacemos nuevas invenciones de amor para amar y hacernos amar, si esto no hiciéramos nos
condenaríamos al ocio, lo que no puede ser en nuestro Ente Supremo porque somos un acto
continuado de amor que siempre arde, de obras que nunca tienen fin, nuestra sabiduría es tanta que
siempre hace cosas nuevas. Ahora, en la criatura en la que reina nuestra Voluntad nos encerramos en
ella y damos amplio desahogo a nuestro Amor, concentramos todo lo que hemos hecho, hacemos y
todo lo que haremos, repetimos en el alma nuestras obras más bellas, nuestros desahogos de amor, las
nuevas invenciones de nuestra Sabiduría, que sabe hacer tantas, que a la criatura no le es dado el
numerarlas todas, y ¡oh! cuántas escenas conmovedoras hacemos, la criatura se convierte en nuestro
teatro de amor, en el depósito de nuestras obras que jamás cesan de obrar, en el refugio de nuestras
delicias, alegrías felicidad, en el escondite de nuestros secretos y arcanos celestiales, en la exposición de
nuestras variadas bellezas, ¿pero sabes tú para qué? Para gozárnoslas juntos, porque donde reina
nuestra Voluntad nada debe faltar de nuestras obras, Ella nos encierra en el alma y nos hace hacer en
ella lo que hacemos en Nosotros mismos, y esto porque queremos que sepa quiénes somos Nosotros,
qué sabemos hacer, cómo amamos, y para darle una prueba más cierta le damos nuestro Amor, la
hacemos amar como amamos Nosotros, a fin de que toque con sus propias manos cómo ama y sabe
amar un Dios; y para gozar juntos la hacemos hacer lo que hacemos Nosotros. Esto no te debe
maravillar, esta es la naturaleza de nuestra Voluntad y del verdadero amor, unificar a la criatura con
Nosotros, amarla y hacernos amar por ella como Nosotros la amamos; las disparidades no deben
existir, de otra manera sería hacer infeliz a la criatura al ver que Nosotros la amamos tanto y ella no, al
ver que Nosotros sabemos hacer tantas cosas y ella que no sabe hacer nada, pobre hija, estaría en
nuestro Ser Divino bajo el peso de una profunda humillación, como extraña, sin confianza, como una
pobre delante a un rico; estas cosas Nosotros no las sabemos hacer, si está con Nosotros, lo que es
nuestro debe ser suyo, el vivir en nuestro Fiat es unidad, obras y alegrías comunes, y es esto lo que nos
hace más felices y nos da un amplio campo al desahogo de nuestro Amor.”
+ + + +
Volumen 36
Junio 20, 1938
Quien vive en el Querer Divino está en continua comunicación
con Dios. Resurrección y amor que surge, cómo felicita y da
alegría a todos. Cómo Jesús mismo se hará vigilante custodio
de estos escritos, y el interés será todo suyo.
Estoy bajo el imperio del Querer Divino, su Potencia me eleva hasta su centro; su Amor,
embalsamándome me trae su aire celestial; su Luz me purifica, me embellece, me transforma y me encierra
en el ámbito del Querer Divino, de modo que todo se olvida, porque son tales y tantas las alegrías, las
escenas encantadoras del Ente Supremo, que uno permanece arrobado. ¡Oh Voluntad Divina, como amaría
el que todos te conocieran para hacer gozar a todos alegrías tan puras, contentos tan inefables que sólo en
Ti se encuentran. Pero mientras mi mente sentía una felicidad indecible, mi amado Jesús repitiéndome su
breve visita, todo bondad me ha dicho:
Luisa Piccarreta
Confianza
71
“Mi pequeña hija de mi Querer, ¿has visto cómo es bello vivir en mi Querer? Estamos en continuas
comunicaciones con la criatura, le preparamos nuevas alegrías en cada acto que hace para volverla siempre
más feliz en nuestra morada. Las acciones hechas en el Fiat están siempre en acto de hacerse, nuestra Vida
renace continuamente, nuestro Amor surge y formando sus olas inviste a todos y llama a todo en aquel
acto, a fin de que todos lo repitan, y oímos el eco que todos nos aman y nos glorifican. Los ángeles y
santos están todos a la expectativa, y con ansia suspiran el acto de la criatura hecho en la Divina Voluntad,
¿pero sabes por qué? Porque ellos reciben doble gloria: La del Cielo y la nueva gloria, alegría y felicidad del
acto hecho en mi Fiat. ¡Cómo me agradecen y aman a la criatura que les duplica los nuevos contentos y
alegrías sin término! ¿Quién puede no amar a quien vive en mi Querer Divino, que da alegría y felicidad a
Nosotros, que nos da la gran gloria de hacernos hacer lo que queremos en ella, que da felicidad y alegrías a
todos, y no hay bien que de ella no descienda? Por eso quien vive en nuestro Querer no está sujeto a
desconfianza, a temores, la desconfianza no encuentra las puertas para entrar en ella porque todo es suyo,
se siente dominadora de todo, es más, toma lo que quiere, su vida no es otra cosa que Amor y Voluntad
nuestra, tanto, que llega a sufrir nuestras mismas locuras de amor, y se contentaría con dar su vida por
cada uno para darnos la gloria de hacer conocer nuestra Voluntad.”
Después de esto me sentía pensativa acerca de estos benditos escritos, y por la insistencia de mi
amado Jesús al querer que continúe escribiendo y además, después de tantos sacrificios, ¿a donde irán a
terminar? Y mi amado Jesús interrumpiendo mi pensamiento me ha dicho:
“Hija mía, no te preocupes, Yo seré vigilante custodio, porque me cuestan demasiado, me cuestan
mi Voluntad, la Cual entra en estos escritos como vida primaria. Podría llamarlos: ‘Testamento de Amor
que hace mi Voluntad a las criaturas.’ Ella se hace donadora de Sí misma y las llama a vivir en su heredad,
pero con modos tan suplicantes, atrayentes, amorosos, que sólo los corazones de piedra no se moverán a
compasión y no sentirán la necesidad de recibir un bien tan grande. Entonces, estos escritos están llenos
de Vidas Divinas, las cuales no se pueden destruir, y si alguno quisiera intentarlo, le sucedería como a aquél
que quisiera destruir el cielo, el cual, ofendido, le caería encima por todas partes y lo aniquilaría bajo su
bóveda azul, así que el cielo permanecería en su puesto y todo el mal caería sobre aquél que quisiera
destruir el cielo; o bien quien quisiera destruir el sol, el sol se reiría de éste y lo quemaría; o como otro que
quisiera destruir las aguas del mar, el mar lo ahogaría. Demasiado se necesita para tocar lo que te he hecho
escribir sobre mi Voluntad, porque puedo llamarlo nueva creación viviente y hablante. Todo esto será el
último alarde, el último desahogo de mi Amor hacia las generaciones humanas; es más, tú debes saber que
a cada palabra que te hago escribir sobre mi Fiat, duplico mi Amor hacia ti y hacia quienes las leerán, para
hacerlos quedar embalsamados por mi Amor. Así que conforme escribes me das el campo para amarte de
más; veo el gran bien que harán, siento en cada palabra mía las vidas palpitantes de las criaturas que
conocerán el bien de mi palabra y formarán la Vida de mi Voluntad en ellas. Por eso el interés será todo
mío, y tú abandona todo en Mí. Tú debes saber que estos escritos han salido del centro del gran Sol de mi
Voluntad, cuyos rayos están llenos de las verdades salidas de este centro, los cuales abrazan todos los
tiempos, todos los siglos, todas las generaciones. Esta gran cantidad de rayos de luz llena Cielo y tierra, y
por caminos de luz llama a todos los corazones, y ruega y suplica que reciban la Vida palpitante de mi Fiat,
que nuestra Paterna Bondad se ha dignado dictar desde dentro de su centro con los modos más
insinuantes, atrayentes, afables, llenos de dulzura, y con Amor tan grande que da en lo increíble y hace
quedar estupefactos a los mismos ángeles. Cada palabra puede llamarse un portento de Amor, uno más
grande que otro. por eso, querer tocar estos escritos es quererme tocar a Mí mismo, el centro de mi Amor,
mis finezas amorosas con las cuales amo a las criaturas. Yo sabré defenderme a Mí mismo y confundir a
quien quiera mínimamente desaprobar aún una sola palabra de lo que está escrito sobre mi Divina
Voluntad. Por eso continúa escuchándome hija mía, no quieras estorbar a mi Amor, ni me quieras atar los
brazos con el hacer retroceder en mi seno lo que quiero que continúes escribiendo. Demasiado me
cuestan estos escritos, me cuestan cuanto cuesto Yo mismo. Por eso tendré tal cuidado, que ni siquiera
una palabra dejaré que se pierda.”
Luisa Piccarreta
Confianza
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+ + + +
Julio 11, 1938
Cómo el verdadero amor, lo que quiere uno lo quiere el otro.
Cada acto de Voluntad Divina es un camino que se abre entre
el Cielo y la tierra. El Fiat de Dios en la criatura.
Estoy siempre entre los brazos del Querer Divino, y mientras escribía sentía el peso del gran
sacrificio de escribir, y lo ofrecía a mi amado Jesús para obtener que la Divina Voluntad sea conocida,
deseada y amada por todos. ¡Oh, cómo quisiera dar mi vida para poderla hacer conocer por todos! Y como
me sentía sufriente, con trabajo continuaba escribiendo, y mi dulce Jesús para fortificarme me ha dicho:
“Hija mía bendita, ánimo, Yo estoy contigo, y es tanta mi complacencia mientras escribes, que en
cada palabra que escribes te doy un beso, un abrazo, una Vida Divina mía por don, ¿y sabes por qué?
Porque veo copiada en estos escritos nuestra Vida de eterno Amor, la copia de nuestra Divina Voluntad
Obrante, y además, nuestro Amor reprimido por casi seis mil años que se desahoga, que tiene sus
refrigerios a nuestras llamas, que hace conocer cuánto ama a la criatura, y que la ama tanto que quiere
darle su Voluntad como vida, y esto para que podamos decir tanto Yo como la criatura: ‘Lo que es mío es
tuyo.’ El verdadero amor solamente está contento cuando puede decir: ‘Nos amamos con un amor igual,
lo que quiero Yo lo quiere ella.’ Si hubiera disparidad de amor volvería infeliz al amor del Uno y del otro, y si
el Uno quisiera una cosa, y el otro quisiera otra distinta, la unión, el amor cesarían. Entonces, como mi
Amor es verdadero amor, y sabiendo que la criatura posee amor y voluntad finitas, le doy mi Amor y
Voluntad infinita y así podemos decir: ‘Nos amamos con un solo Amor, tenemos una sola Voluntad.’ Si el
uno no llega a ser voluntad del otro, el verdadero amor no existe, ni posee la fuente. Por lo tanto deberías
estar contenta por el sacrificio que haces de escribir, sabiendo que sirve al desahogo de mi Amor por
tantos siglos reprimido y para el refrigerio de mis llamas, que son tantas, que me hacen llegar al delirio; por
eso amémonos con un solo amor y digamos juntos: ‘Lo que quieres tú, quiero yo.’ Di, Jesús, mi voluntad
piérdela en la tuya, y dame la tuya para vivir.”
Después de que los dos hemos declarado querer vivir con un solo Querer, mi amado Jesús ha
agregado con más ternura:
“Mi buena hija, tú debes saber que cada acto hecho en mi Querer, es tanta su potencia, que abre un
camino para el Cielo, para sí mismo y para los demás que vienen detrás, así que cada acto es un camino que
conduce al Cielo. Estos caminos descienden del Cielo, entrelazan la tierra, se difunden dondequiera, y para
cualquiera que quiera entrar se hacen caminos seguros y conductores seguros que lo guían hasta el seno
de su Creador. Mira entonces qué cosa es un acto hecho en mi Voluntad, es un camino de más que se abre
entre el Cielo y la tierra. Cómo es bello el vivir en mi Querer, no sólo es un camino, sino que en cuanto el
alma está por hacer su acto, el aliento divino desciende en su acto y dándoselo llena todo lo creado con su
aliento Omnipotente, y todos sienten el refrigerio, el Amor, la Potencia del aliento creante, que tiene poder
de encerrar a todos y a todo, embalsamándolos con su aire divino y celeste.
Mi Voluntad, obrante tanto en Nosotros mismos como en la criatura, debe obrar prodigios, pero
tanto, que debe poder decir: ‘Soy un acto divino, puedo hacer todo.’ Así que no hay honor más grande
que podamos darle, ni Nosotros recibir gloria que más nos glorifique, nos felicite y nos vuelva gloriosos y
triunfadores por parte de las criaturas, que hacer obrar a nuestra Voluntad en sus actos; nos sentimos
encerrados en el acto de ellas mientras quedamos libres, y obrar en el cerco humano como sabemos obrar
como Dios. Hacer esto es para Nosotros un amor exuberante, amamos nuestro acto en el cual vemos
desarrollar nuestra Potencia y Belleza inaccesible, nuestra Santidad, Amor y Bondad, que cubren todo,
besan y se abrazan con todos, porque quisieran transmutar a todos y a todo en nuestras dotes divinas.
Luisa Piccarreta
Confianza
73
¿Cómo no amar un acto tan grande? Amamos a aquélla que nos ha llamado y nos ha prestado su acto para
hacernos hacer un acto tan grande. ¿Cómo no amarla si nos ha servido como portadora para obrar tantas
maravillas nuestras? ¿Qué cosa no daremos a ella, y quién podría negarle algo? Basta decirte que quien
vive en nuestro Querer deja atrás a todos, es la primera en la santidad, en la belleza, en el amor; sentimos
nuestro eco, nuestro aliento en el suyo; ella no ruega, sino que toma lo que quiere de nuestros tesoros
divinos, por eso, lo que más te debe interesar es vivir en nuestro Querer Divino.”
Después de esto ha agregado: “Hija mía, nuestra Voluntad circula en todas las cosas creadas como
sangre en las venas. El acto primario, el movimiento, el calor, es siempre suyo, pero si encuentra una
criatura que la reconozca y viva en Ella, mientras continúa circulando en todo, en esta criatura se detiene y
forma su apoyo para obrar sus maravillas, y mientras con su Potencia e Inmensidad no deja a ninguno, con
esta criatura abre sus comunicaciones, porque tendrá oídos para escucharla, inteligencia para
comprenderla, corazón para recibirla y amarla. En ésta hará el depósito de sus gracias, de sus finezas de
amor. La voluntad humana que vive en Ella le servirá como espacio donde continuar su acto obrante, en
ella formará su centro, su estancia divina y su desahogo de amor continuo, y conforme haga sus actos en
mi Querer, así renace en Dios y Dios en ella, y estos renacimientos hacen surgir nuevos horizontes, cielos
más bellos, soles más refulgentes, nuevos conocimientos divinos. Cada acto de más que hace en mi
Querer, nos sentimos más llevados a hacernos conocer, sentimos más confianza de confiarnos a ella,
porque estando nuestra Voluntad en ella sabrá custodiar con mucho cuidado lo que le decimos y lo que le
damos, y por eso en cada renacimiento, renacerá a nuevo amor, a nueva santidad, a nueva belleza. Así que
mirándola, en el delirio de nuestro Amor le decimos: ‘Nuestro Querer te hace siempre más bella, más
santa, y por cuanto más estás en Ella, tanto más creces y renaces en nuestro Ser Divino. Cada acto de más
que haces, nuestra Voluntad se impone sobre Nosotros para hacernos darte de lo nuestro, decirte nuevos
secretos y hacerte nuevos descubrimientos de nuestro Amor. Si no diéramos siempre a esta criatura nos
sentiríamos faltar el movimiento a nuestra Vida Divina, lo que no puede ser; y ella tampoco podría estar si
no recibe, se sentiría faltar el alimento del amor, las ternuras de su Padre Celestial. Por eso sé atenta y
reconoce que eres llevada por los brazos de nuestra paternidad divina.”
+ + + +
Deo gratias
Luisa Piccarreta
Confianza
74
La Sierva de Dios
LUISA PICCARRETA
Su vida
Nació el 23 de abril de 1865 en la pequeña ciudad de CORATO, en la provincia de Bari,
al sur de Italia, ahí vivió siempre y ahí murió en olor de santidad el 4 de marzo de 1947.
Ochenta y dos años de vida, sesenta y cuatro de los cuales, sí, sesenta y cuatro, los pasó
en la "celda más pequeña que haya habido en el mundo": su cama. Encima y alrededor
de su cama una ligera estructura metálica de la cual por los cuatro costados pendían
sendas cortinas que hacían de su cama un claustro de escasos dos metros cuadrados;
espacio suficiente para ella y para su Amado: Jesús, que casi a diario la visitaba y la
amaestraba para que ella modelara todo su interior a semejanza de Él. Y no sólo para Él,
sino que también había espacio para la Mamá, la Santísima Virgen, a quien Luisa así
llamaba, la que, con la misma finalidad de hacer de Luisa una copia perfecta del interior
de Jesús y del de Ella, la visitaba también con frecuencia.
Luisa estuvo siempre bajo la potestad de la "Señora Obediencia", ante la que siempre se
doblegó y sometió, y que desde el Obispo le venía por medio del Confesor en turno.
Nuestro Señor intervino para poner a Luisa definitivamente y sin dudas en su estado de
víctima de reparación, para lo cual se sirvió de una epidemia de cólera que en 1886
cosechaba muchas víctimas en la región de Corato. Jesús le pidió que aceptara un estado
de sufrimientos para poner fin a aquel flagelo, y habiendo aceptado Luisa, después de
tres días de sufrimientos desapareció el cólera, que desde meses antes cundía.
Cuando ella tenía 21 años, su nuevo confesor, Don Michele de Benedictis, para conocer,
probar y discernir su espíritu, le impuso por primera cosa que, si debía sufrir, debía
primero pedirlo a la obediencia.
Un año después, Jesús le pidió ofrecerse a sufrir, pero no ya a intervalos, como en el
pasado, sino de modo continuo, y todo para reparar a la Divina Justicia, demasiado
airada, y evitar a los hombres tantos castigos que cada vez más merecían y que estaban
a punto de llover. Luisa hizo saber estos deseos de Jesús al Confesor y le pidió que le
diera la obediencia, pues debía sufrir "por un cierto tiempo" que ella pensaba fueran
cuarenta días; el Confesor asintió y Luisa quedó así definitivamente en cama desde los
22 años, en el otoño de 1887. Y aún debió vivir por otros 60 años, sí, 60, en su "celda",
pues la obediencia le venía renovada, y los vivió así sin haber estado NUNCA enferma
de nada y sin que jamás presentara llaga alguna debido a su estado.
Luisa Piccarreta
Confianza
75
Se inició, entonces, una nueva cadena de gracias singulares. Jesús se hacía ver
frecuentísimamente, disponiéndola a los "Desposorios Místicos" y llevándola a una
perfecta conformidad con la Voluntad de Dios. Jesús continuó preparándola para otros
desposorios, los "Desposorios de la Cruz", y, una mañana, mostrándose crucificado, le
comunicó los dolorosísimos estigmas de su Pasión, pero, consintiendo a los deseos de
Luisa de dejárselos invisibles, ninguna señal externa le dejó. Desde entonces le era
renovada por Jesús mismo la crucifixión. Luisa, que se veía consumir por una hambre
insaciable de sufrir, años más tarde debió aprender que todo, voluntad de sufrir y aun el
deseo de ver sensiblemente a Jesús, todo debía morir en la Divina Voluntad.
Muerto este Confesor, uno nuevo, Don Gennaro di Gennaro, en 1899, la tomó a su
cuidado y así fue durante 24 años. Y por primera cosa le dio la obediencia, dolorisísima
para ella, de escribir todo lo que había sucedido, desde el inicio, entre Jesús y ella, y
empezó a escribir en febrero de 1899.
Jesús continuó enseñándola y preparándola a su excelsa misión, a la máxima gracia y a
un "estado superior": Vivir en y de la Divina Voluntad. En 1900 le habla por primera
vez de esto y da a ella por primera esta Gracia de las gracias y la constituye como la
Pequeña Hija de la Divina Voluntad, iniciando así con ella, en el silencio y en lo
escondido, la nueva era de Gracia, el verdadero REINO DE LA DIVINA VOLUNTAD
EN LA TIERRA, el cumplimiento del Pater Noster: Fiat Voluntas Tua sicut in
Cœlo et in terra. El Hágase Tu Voluntad como en el Cielo en la tierra.
Luisa escribió, a partir de entonces, 36 volúmenes acerca de esta doctrina del vivir en la
Divina Voluntad, y otros escritos, entre los cuales: "Las Horas de la Pasión", de las que
se publicaron cuatro ediciones, en 1915, 1917 y 1921, y "La Reina del Cielo en el Reino
de la Divina Voluntad", de la que se publicaron 3 ediciones, en 1932, 1933 y 1937.
Todas con "Nihil Obstat" e "Imprimatur". La obediencia de escribir cesó y el último
capítulo del Vol. 36 lo escribió el 28 de diciembre de 1938.
El P. Gennaro murió en 1922 y lo sucedió el Can. D. Francesco De Benedictis, quien
murió 4 años después, en 1926. Y, por último, fue nombrado Confesor por el Arzobispo
el Can. D. Benedetto Calvi, quien atendió a Luisa hasta la muerte de ella.
Finalmente, el 4 de marzo de 1947, a las 6 de la mañana, murió, después de una breve
pero intensa pulmonía. Después de 4 días de veneración pública de sus restos, tuvo su
primera apoteosis: sus triunfales funerales, en los que participaron innumerables
personajes de la Iglesia local de Trani, diócesis a la que pertenece Corato, así como de
otras partes, según se puede constatar en algunas fotografías de la época. Actualmente
sus restos mortales reposan, con autorización de la Iglesia, en el interior del templo
parroquial de Corato.
Luisa Piccarreta
Confianza
76
¿Cómo se desarrollaba un día cualquiera de la vida de Luisa? Su último confesor, Don
Benedetto Calvi, ha dejado este testimonio:
"FENÓMENOS EXTRAORDINARIOS
EN SU VIDA"
"Hacia las 6 de la mañana, el Confesor llegaba a la cabecera de su camita.
Luisa se encontraba como si fuera un bloque de mármol, contraída tan
fuertemente que cuando su hermana o alguna otra persona de casa tenía que
sentarla en la cama, en su postura acostumbrada, para obedecer al Confesor o
al Obispo, no eran capaces de moverla a causa del peso, como si fuera un
gran bloque de plomo, ni extenderle ningún miembro, porque tenía una fuerte
rigidez. Sólo cuando el Confesor (o podía ser en determinadas circunstancia
cualquier sacerdote) le devolvía la vida y los movimientos al cuerpo dándole
una bendición y haciéndole una señal de la cruz con el pulgar sobre el dorso de
la mano, el cuerpo de Luisa entonces se reanimaba, empezaba a moverse, y
su hermana podía levantarla y colocarla fácilmente y sin ningún esfuerzo en su
sitio y en su acostumbrada y única posición, sentada en su camita."
"Otro fenómeno extraordinario (ya señalado): en 64 años, sin moverse de su
cama, nunca sufrió ninguna llaga de la piel".
"A continuación seguía la lectura, hecha solamente por su Confesor a su
cabecera, de lo que Luisa había escrito aquella noche acerca de las sublimes
verdades de la Divina Voluntad".
"Y otro hecho extraordinario: ¿Cuál era su alimento? Todo lo poco que comía,
lo devolvía siempre todo, viviendo en una total inedia, desde que quedó en
cama hasta que murió: 64 años. Su único alimento era la Divina Voluntad y
Jesús Sacramentado".
"Estos y otros fenómenos los pudieron observar personalmente y controlar
escrupulosamente, y además los sometieron a severos exámenes, no pocos
doctores o profesores de dogmática, de moral, de ascética y mística, llamados
por nuestros superiores diocesanos para emitir un juicio. Menciono un par de
ellos: el Dr. P. Doménico Franzé. O. F. M. (Profesor de Fisiología y Medicina en
el Colegio Internacional de Roma) y el Dr. P. Consalvo Valls, O. F. M.
(asimismo doctor en Teología Moral, Ascética y Mística), y otros más".
Luisa Piccarreta
Confianza
77
"Después de haber despertado a Luisa mediante la santa obediencia, el
Confesor, o bien otro sacerdote, celebraba la Santa Misa en su cuartito, delante
de su cama. Luego, tras recibir la Santa Comunión, Luisa se quedaba como
dormida, extasiada, en íntimo coloquio con el Señor durante dos o tres horas,
pero sin quedarse rígida ni con la pérdida completa de sus sentidos. Muchas
veces, sin embargo, durante el día le sucedía que Nuestro Señor estaba con
ella en modo sensible, y a veces las personas que le hacían compañía lo
notaban".
"Cuando volvía en sí, se ponía a trabajar sentada en la cama. Cosía y hacía
encajes sobre el "tómbolo" (trabajos finos de tejido, que generalmente eran
ornamentos, manteles, etc., para la Iglesia) y diariamente acudían a ella
algunas jóvenes y niñas, a quienes enseñaba a hacer estos trabajos, pero
sobre todo atraídas por el dulce encanto que emanaba la presencia de Dios en
Luisa... Y con Luisa pasaban todo el tiempo en oración, meditaban "Las Horas
de la Pasión" como lo hacía Luisa (y muchas de esas jovencitas llegaron a
saber de memoria esas "Horas"); hacían horas santas de reparación y otros
ejercicios de piedad. Su vida, pues, aparecía exteriormente así, siempre igual:
trabajo, silencio, oración".
"Hacia las dos y media o las tres de la tarde le llevaban la pequeña porción de
alimento que, como ya se dijo, después de algunos minutos devolvía en un
recipiente destinado a este efecto. Por la tarde dedicaba normalmente otra hora
a la meditación; a un cierto momento le cerraban la cortina de su cama y
durante una hora y media o dos horas la dejaban sola... con la Reina del Cielo,
que venía a visitarla. Después de lo cual proseguía el trabajo hasta las diez o
las once de la noche. Entonces Luisa se ponía a escribir, cuando había recibido
alguna manifestación o comunicación de Nuestro Señor (bien durante el día,
bien durante su estado de "dormición" durante la noche), o a medida que se le
renovaba la orden de seguir escribiendo. Finalmente, ya hacia la media noche
o a la una, Luisa se reclinaba en la cama y entonces la sorprendía la pérdida
de los sentidos y su estado de "muerte"; y si esto le sucedía antes de poder
extenderse en la cama, se quedaba en aquella postura como una estatua de
piedra".
"Y así pasaban los días de toda su vida."
Dejemos la palabra a otro de sus Confesores, si bien sólo Confesor extraordinario por
menos de 2 años, pero que estuvo en contacto con ella durante 17 años, hasta la muerte
de él en 1927; quien se interesó de tal manera en la persona, en los escritos de Luisa y
Luisa Piccarreta
Confianza
78
en la doctrina de la Divina Voluntad, que fue quien publicó las "Horas de la Pasión":
ANNIBALE MARIA DI FRANCIA.
El P. Annibale M. Di Francia llegó a Corato en 1910, iniciando una serie de visitas y un
frecuente e íntimo contacto espiritual con Luisa. Conocerla, para él significó un viraje
trascendental en su vida, y el conocimiento de la Divina Voluntad fue decisivo en su
espiritualidad. El Arzobispo de Trani lo nombró censor eclesiástico en su diócesis y
director en lo que se relacionaba con los escritos de Luisa, en vista de la publicación que
el Padre deseaba hacer.
Entonces el P. Di Francia se dedicó con todos sus deseos y energías a la publicación de
las "Horas de la Pasión", para las cuales escribió una larga introducción, e hizo cuatro
ediciones, siempre con el "Imprimatur" y el "Nihil Obstat". El Padre como censor de
los escritos de Luisa otorgó el "Nihil Obstat" y obtuvo de S.E. Giuseppe Maria Leo,
Arzobispo de Trani el "Imprimatur" para los primeros 19 volúmenes escritos por Luisa,
que eran los que a la sazón había escrito.
Dejémosle, pues, la palabra a él, transcribiendo parte del válido testimonio que de Luisa
dejó escrito:
"Ella quiere vivir solitaria, oculta y desconocida. Por ninguna razón habría
puesto por escrito las íntimas y prolongadas comunicaciones con Jesús
adorable, desde su más tierna edad hasta hoy, y que continúan quién sabe
hasta cuando, si Nuestro Señor mismo no la hubiera obligado, ya sea
directamente por Él o por medio de la santa obediencia de sus directores,
obediencia a la que siempre se rinde con gran violencia por su parte, junto con
una gran fortaleza y generosidad, porque el concepto que ella tiene de la
obediencia le haría rehusar aun la entrada al Paraíso..." "Y esto constituye uno
de las más importantes caracteres de un espíritu verdadero, de una virtud
sólida y probada, y además se trata de cuarenta años en los que con la más
fuerte violencia contra sí misma se somete a la gran "Señora Obediencia", la
que la domina..."
"Esta Alma Solitaria es una virgen purísima, toda de Dios, objeto de singular
predilección del Divino Redentor Jesús, Nuestro Señor, que de siglo en siglo
acrecienta cada vez más las maravillas de su amor, parece que de esta virgen,
a quien Él llama la más pequeña que haya encontrado en la tierra, desprovista
de toda instrucción, ha querido formar un instrumento apto para una misión tan
sublime que NINGUNA OTRA se le puede comparar, esto es, para el triunfo de
la Divina Voluntad en la tierra, de conformidad con lo que está dicho en el
"Pater Noster": "Fiat Voluntas tua sicut in cœlo et in terra".
Luisa Piccarreta
Confianza
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"Esta virgen del Señor, desde hace más de cuarenta años, desde que era
adolescente, fue puesta en cama como víctima del amor divino. Y durante todo
este tiempo ha vivido una larga serie de dolores naturales y sobrenaturales de
embelesamientos de la caridad eterna del Corazón de Jesús. Origen de dolores
que exceden todo orden ha sido una casi continua y alternada "privación de
Dios..."
"A los sufrimientos del alma se agregan también los del cuerpo, todos
originados por el estado místico: sin que ninguna señal aparezca en las manos,
en los pies, en el costado o en la frente, ella recibe de Nuestro Señor mismo
una frecuente crucifixión... Y si Jesús no lo hiciera así, sería para esta alma un
sufrimiento espiritual inmensamente grande... Y esta es otra señal de
verdadero espíritu..."
"Después de cuanto hemos dicho acerca de la larga y continua vida de años y
años en una cama en calidad de víctima, con participación de tantos dolores
espirituales y corporales, podría parecer que la vista de tal desconocida virgen
debería ser una cosa dolorosa y afligente, pues sería ver a una persona que
yace con todas las señales de los dolores sufridos. Pero aquí hay otra cosa
admirable: esta esposa de Jesús Crucificado, que pasa las noches en éxtasis
dolorosos y en sufrimientos de todo género, al verla luego en el día, medio
sentada en su cama, trabajando en sus bordados, nada, nada se transparenta,
ni lo más mínimo, de una que en la noche haya tanto sufrido. Ninguno, ningún
aire de extraordinariedad o de sobrenaturalidad. Se ve en todo con el aspecto
de una persona sana, alegre y jovial; habla, discute y a veces ríe, si bien recibe
a pocas personas amigas..."
"No continúo más. La vida de esta virgen esposa de Jesús es MÁS CELESTIAL
QUE TERRENA y quiere pasarla en el mundo ignorada y desconocida, no
buscando sino a Jesús y a su Santísima Madre, quien la ha tomado bajo su
particular protección"...
Y dijimos que este testimonio es válido porque el Padre Di Francia, que tan bien
conoció a Luisa y durante tantos años, y con tanto fervor publicó "Las Horas de la
Pasión", fue beatificado por el Papa Juan Pablo II el 7 de octubre de 1990 y fue por él
elogiado y puesto como ejemplo para los sacerdotes de nuestros días.
***
Sus escritos
Luisa Piccarreta
Confianza
80
De la vida exterior de Luisa podríamos referir un sinnúmero de anécdotas asombrosas y
extraordinarias, como las narran tantas personas que la conocieron, pero correríamos el
riesgo de desviarnos a cosas secundarias, reduciendo su vida a una serie de episodios,
sin duda milagrosos, piadosos y edificantes, pero dejando a un lado lo más importante
de Luisa y que es lo que la distingue de todos los demás y donde encontramos su
verdadero retrato,e así como su misión.
Entonces ¿quién es Luisa? ¿Qué hizo en su vida? ¿Cuál es su misión?
Las respuestas a estas preguntas, respuestas asombrosas, se encuentran en sus mismos
escritos. No es posible conocer a Luisa sin conocer sus escritos; ellos forman no sólo el
conocimiento de su vida interior, sino que son los conductos por los que nos llega a
nosotros tanto el conocimiento de ella, como la formación de la LA VIDA DE LA
DIVINA VOLUNTAD en ella y en todos los que La quieran acoger.
Pero antes de asomarnos a los escritos, queremos transcribir dos opiniones que dejaron
los ya mencionados Padres Doménico Franzé y Consalvo Valls.
Helos aquí:
"Reverendo Padre:
Hace ya casi un año, precisamente el pasado septiembre, que Vuestra
Reverencia me entregó, también de parte de un importante personaje, dos
ejemplares del libro titulado "EN EL REINO DE LA DIVINA VOLUNTAD" con el
fin de que yo diera un juicio sobre dicha obra, cuyo autor se había atrincherado
en el más estricto anonimato.
Pues bien, R. Padre, como sabe, no me he contentado con leer dicho libro, sino
que he querido conocer además para poder enjuiciarlo mejor a la persona que
lo ha escrito.
Y después de haberlo leído y de haber hablado con quien lo ha escrito, no me
he detenido sólo en mi convicción sino que he solicitado asimismo el parecer
de algunos de entre mis competentes Hermanos religiosos, de uno de los
cuales le incluyo una breve relación; se trata del Padre Consalvo Valls, profesor
de Teología en este nuestro Colegio Internacional de San Antonio y
examinador delegado para la revisión de nuestros libros (esta relación se
incluye más abajo).
Luisa Piccarreta
Confianza
81
En verdad, a quien no tuviera tiempo ni ganas para recorrer el libro, le bastaría
ver el índice del mismo para ver cómo un alma llamada por Dios a la perfección
se eleva con pasos y subida graduales, por los caminos del desapego y del
anonadamiento, de las tentaciones y de las pruebas, entre las cuales hay una
durísima, que se prolonga desde hace ya más de 46 años.
A mí, que soy médico, me causa sencillamente estupor el hecho de que en la
paciente no haya encontrado ninguna llaga o erosión de la piel, en una persona
obligada a estar inmóvil en cama durante un periodo tan largo de años.
A mí, que soy Religioso Regular, me da mucho consuelo haber recibido
seguridades de que, durante tan larga serie de años, ni los médicos, ni los
Confesores, ni los Arzobispos diocesanos, hayan descubierto jamás engaño
alguno, después de haber hecho pruebas exhaustivas.
A mí, finalmente, que soy Sacerdote, se me alegra el alma por haber
comprobado que en la paciente hay no sólo toda la delicada integridad de las
virtudes cristianas, sino además un alma que tiende a la perfección iluminada
por una gracia especial.
Aparte de todo lo que Nuestro Señor parece que se digna obrar en esta alma,
para purificarla y hacerla digno instrumento de misericordia para sus
semejantes, yo noto en estos escritos una idea predominante, que podría
llamar LA IDEA MADRE DE LA EXISTENCIA DE ESTA CRIATURA: LA
DIVINA VOLUNTAD.
La pobre paciente llama a todas las almas a que penetren en el mal de cada
una de las voluntades personales y quiere hacer constatar que, así como uno
es el mal común de todas las voluntades humanas, es decir, el pecado, así una
sola es la medicina universal para todos los hombres pecadores, es decir, que
LA SANTÍSIMA VOLUNTAD DE DIOS SEA LA VIDA DE LA VOLUNTAD
HUMANA.
Si el libro del que hablamos no hiciera más que inculcar en el lector los
derechos de Dios y de su Divino Querer y afirmar su poder supremo sobre
todas las voluntades humanas y sobre todos los poderes y los reinos de
nuestra minúscula tierra, yo diría que eso sería ya mucho para el bien de las
almas.
Reverendo Padre, con juicio de médico y de sacerdote le digo que solamente
un espíritu tan mortificado y perennemente mortificado, SOLAMENTE UNA
Luisa Piccarreta
Confianza
82
VOLUNTAD HUMANA FUNDIDA EN LA VOLUNTAD DIVINA puede llegar a
concepciones tan básicas y fundamentales como las que manifiesta esta alma,
la cual, sin estudios y sin escuela, estando sola en el lecho de su dolor, con
una verdadera cultura literaria, teológica y ascética limitadísima, HABLA CON
VERDADERA COMPETENCIA de los temas más abstrusos, de la solución a
los problemas más difíciles y CONDUCE AL ALMA QUE LEE SUS ESCRITOS
A LOS CAMPOS MAS PERFUMADOS DE LA VIRTUD.
No es ahora el momento, desde luego, de que yo dé cuenta de las pruebas
físicas, psicofísicas y morales que he experimentado en la paciente. Yo tengo
la certeza moral, y también porque quien escribe tiene ya 65 años bien
maduros y es ajeno a todo lo que sabe a mundo y a todo lo que sabe a
inmoderación, yo tengo la certeza moral, repito, por cuanto le es dado al
hombre, de que el libro que Vuestra Reverencia me ha presentado podrá hacer
un gran bien, sobre todo porque procede de un espíritu recto y sin ficción.
Le doy las gracias por la hermosa ocasión que me ha dado y me encomiendo a
sus dignas oraciones, mientras me confirmo de Vuestra Reverencia afectísimo
en Jesucristo".
Fray Doménico Franzé
Médico Cirujano. Profesor de
Fisiología y Medicina misionera
en el Colegio Internacional
San Antonio. Socio de mérito de
la Pontificia Academia Romana de
Misiones. Roma. 20071931"
De la opinión del P. Valls, que el P. Franzé menciona, transcribimos solamente las
afirmaciones principales, y son las siguientes:
"Reverendo P. Franzé:
He leído y estudiado el libro titulado "EN EL REINO DE LA DIVINA
VOLUNTAD". Y después de haberlo meditado en algunos de sus puntos,
puedo declarar lo siguiente:
I. Bajo el aspecto dogmático: Lo he encontrado conforme en todo con las
enseñanzas recibidas de la Santa Iglesia y manifestadas en las fuentes de la
Luisa Piccarreta
Confianza
83
Revelación, incluso cuando habla sólo de paso de cuestiones dogmáticas,
como... (Y sigue una serie de puntos analizados, y los comentarios a los
mismos son: "Exactitud teológica sublime y maravillosa...", "Exactísimo también
el concepto... sin estridencias y con maravillosa armonía", "Nunca se repite,
sino siempre encuentra nuevos y bellísimos aspectos, sin separarse ni por un
instante del recto concepto de esas verdades de Fe". etc.) Es cierto que acá y
allá se encuentran incertidumbres y a veces incluso cosas raras, que
necesitarían alguna explicación; pero es también verdad que por cuanto más
se reflexiona en las mismas, más desaparece la aparente disonancia de la
primera impresión. Por lo demás, Jesús mismo se lo dice al alma cuando la
tranquiliza de los temores que ella siente de escribir disparates...
II. Bajo el aspecto ascético: Es justísimo en todas sus apreciaciones, bien sea
al presentar los medios activos de santificación (oración, trabajo, cumplimiento
de los propios deberes, sacramentos, prácticas de piedad, lecturas,
mortificación, etc.), bien sea especialmente en las amplias enseñanzas que da
sobre las virtudes mismas... Nota: para justificar todos estos puntos (que el
autor enumera) haría falta citar todo el libro...
III. En cuanto a los fenómenos místicos: El libro parece verdaderamente
inspirado (De los numerosos puntos que señala, indicamos, por ejemplo, este:
"Diferencia entre el conocimiento abstractivo y el conocimiento intuitivo de Dios
y del alma misma. La demostración que hace del intuitivo es una demostración
psicológica y experimental de la doctrina teológica acerca del modo de obrar
divino de los dones del Espíritu Santo y de los sentidos espirituales, por
contraposición al modo de obrar humano de las virtudes, etc.)
IV. Por lo que se refiere al autorretrato de esta alma: Se ve que vive
intensamente la vida de la gracia, de la cual hace descripciones tan bellas y
exactas como solamente los dones del Espíritu Santo pueden darle el
conocimiento y además la ciencia de poderlas expresar. De estos dones en
plena actividad proviene esa contemplación de Dios en sus atributos y en su
vida trinitaria, esa contemplación de Cristo y de la Sma. Virgen en sus
misterios, esa visión tan consoladora y maravillosa de la Divina Voluntad que
gobierna al mundo... No de otra fuente, más que de la gracia divina, que
absorbe todo el ser de esta alma, puede proceder esa resolución y esa
generosidad con las que se entrega a los más grandes sacrificios íntimos que
le pide su Amado; esa delicadeza y vivacidad de sentimientos...; igualmente la
inmensa caridad hacia el prójimo, que brota y tiene por fundamento el amor a
Jesús... Y sobre todo, sólo de la gracia puede venir ESA SUBSTITUCIÓN DE
Luisa Piccarreta
Confianza
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SU PROPIA VOLUNTAD POR LA VOLUNTAD DEL SEÑOR, que la hace
permanecer en paz, segura y contenta en medio de las más grandes
tribulaciones, sufrimientos, sequedades, y que constituye la misión particular de
esta alma.
Por todas estas observaciones, hechas así, de volada, acá y allá, y cotejando,
yo nutro la íntima persuasión de que la persona en cuestión es un alma de Dios
y que ES DIVINA LA OBRA QUE SE CUMPLE EN ELLA. No conozco la vida,
ni la historia de esta alma, pero para justificar este concepto mío me basta el
examen de este libro y el efecto QUE YO MISMO he experimentado con su
lectura, la que destilaba en mi espíritu nuevas ansias de mejorar
espiritualmente. Sólo Dios tiene las llaves del corazón y lo hace vibrar hacia la
santidad..." (etc.).
De Vuestra Reverencia, afectuosísimo hermano."
Fray Consalvo Valls, O. F. M.
Profesor de Teología Dogmática y
Mística en el Colegio
Internacional de S. Antonio. Roma."
SUPLEMENTO – Febrero 2 del 2004.
Además de estas opiniones de estos dos Padres, menciono ahora la evaluación teológica de los escritos de
Luisa hechas por el Rev. Cosimo Reho, Profesor de Teología Dogmática, la cuál fue enviada el 18 de diciembre
de 1997 al Tribunal de la Diócesis responsable por la Causa de Beatificación de Luisa como respuesta a su
petición de evaluación. En ésta, el Rev. Padre Reho determinó que estos escritos no contienen nada que sea
contrario a la fe o moral Católica.
Estas conclusiones concuerdan con las del Rev. Antonio Resta, Rector del Instituto Teológico Pontificio del Sur
de Italia, a quien le fue también encomendado esta evaluación sobre los escritos, y quien entregó su reporte al
mismo Tribunal el 2 de junio de 1997. Él tampoco encontró nada en los escritos de Luisa, que sea en contra de
la fe o moral Católica.
Luisa Piccarreta
Confianza
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Estos dos teólogos, independientemente comisionados por el Tribunal para hacer tales evaluaciones de los
escritos de Luisa, han llegado a las mismas conclusiones de los otros individuos de grande reputación ya
mencionados en esta Introducción, y quienes evaluaron los escritos mencionados durante la primera parte de
este siglo, como ya documentado.
También vimos anteriormente cómo el ahora Beato, y en 3 meses ya Santo, Annibale di Francia, fundador de
varias Ordenes Religiosas, quien fue confesor extraordinario de Luisa por 17 años y quien fue elegido por la
Iglesia como censor de sus escritos, tampoco encontró nada contrario a la fe o moral Católica, y cómo él dio el
Nihil Obstat a los primeros 19 volúmenes en 1926 poco antes de su muerte, a los cuáles Su Excelencia
Arzobispo Joseph Leo dio también el Imprimatur, sello y garantía del Espíritu Santo en Su Iglesia.
Como aún más apoyo a que se puedan leer estos escritos con toda confianza, si es que esto fuese necesario,
les recuerdo que en 1966, S.S. Pablo VI, decretó la supresión del Índice de libros, el cual prohibía la lectura de
libros que no tuviesen primero el sello de la autoridad Eclesiástica. Los refiero al decreto de la Sagrada
Congregación de la Fe de fecha 15 de Noviembre de 1966, Cánones 1399 y 1385, Nos. 1 y 2, y de los cuáles
nada ha sido variado en el Código de 1983. En estos escritos, los primeros 19 volúmenes tienen ya el sello de la
autoridad Eclesiástica; la apertura de la Causa de Beatificación de Luisa y la Beatificación, y ahora
Canonización, del Padre Annibale di Francia, garantizan también el resto.
Que la Paz y la Gracia del Señor Jesús sea con Vosotros!
-------------------------------------------------------------------------------------------Los que deseen reproducir y enviar este CD a otros después de haber conocido su contenido y valor, lo pueden
copiar y enviarlos directamente, o me pueden enviar los nombres y direcciones de las personas a quienes
desean enviarlo y con gran gozo lo haré.
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