DIPLOMADO: POR UNA PSICOLOGÍA, UN COUNSELING Y UNA PSICOTERAPIA EN DIÁLOGO Capítulo 1: CHIARA LUBICH. EL PARADIGMA DE LA UNIDAD MARISA MACOR [email protected] INTRODUCCIÓN En junio de 1996 Chiara Lubich recibía el primero de una serie de doctorados honoris causa, en este caso en Ciencias Sociales otorgado por la Universidad Católica de Lublín, Polonia. En el elogio académico el Decano de la Facultad, el profesor Adam Biela, decía: Chiara Lubich, por medio de la actividad del Movimiento de los focolares, ha creado un nuevo fenómeno de integración social inspirado en el Carisma de la unidad evangélica, que evidencia nuevas dimensiones psicológicas, sociales, económicas y religioso-espirituales. Se trata de una inspiración viva y ejemplo de aplicación de un nuevo paradigma interdisciplinario de unidad que puede constituir una revolución copernicana para las ciencias sociales puesto que (…) dicha inspiración y ejemplo adquieren una fuerza nueva de aplicación, capaz de curar y prevenir la patología social.1 La conciencia de que a la raíz de las realizaciones tanto teóricas como prácticas que a lo largo de los años desde su nacimiento hasta el presente han surgido del carisma de la unidad, concedido por Dios a Chiara Lubich, se encuentra una novedad en la concepción de la persona, de la sociedad, del conocimiento, de la realidad en general, se va haciendo cada vez más manifiesta a medida que dichas realizaciones se confrontan con otras cosmovisiones pasadas y contemporáneas. Es el objetivo del presente capítulo mostrar en su conjunto los principales elementos de este nuevo paradigma, con especial referencia a sus orígenes fundacionales y sus principales encarnaciones o realizaciones históricas. 1. Biografía y obra Los inicios No se puede hablar del paradigma de la unidad sin hablar de la vida y obra de Chiara Lubich. Encontraremos al final del capítulo un índice de referencias donde ampliar la información. Aquí destacaremos brevemente de los datos biográficos e históricos lo que nos atañe para la comprensión del paradigma de la unidad. 1 Citado en: Lubich, Ch., Una cultura nueva para una nueva sociedad, Ciudad Nueva, Buenos Aires, 2003, p. 9. Más tarde, en 2002, el profesor Biela, a la pregunta: “¿Qué cosa lo había convencido entonces a promover tal doctorado?” responde: “(…) comprendí que el aspecto fundamental de las realizaciones nacidas de la aplicación del pensamiento de Chiara en los campos económico y social consistía en aplicar un nuevo paradigma, el «paradigma de la unidad». Entonces sentí que podía afirmar que ello representaba una innovación conceptual con alcances similares a los que ha tenido la revolución copernicana en astronomía.”: Cfr. Rivista Economia di comunione. Una cultura nuova, n. 16, 2002, p. 25: http://www.edconline.org/it/header-pubblicazioni/archivio-documenti/notiziari-edc-varie-lingue/notiziario-edc/2294-edc16/file.html. 1 Presentar en pocas páginas a Chiara Lubich y la Obra a ella ligada no es tarea fácil dada la riqueza y profundidad de una personalidad, de una espiritualidad, de una vida y de una labor como la suya. Chiara falleció el 14 de marzo de 2008 y es todavía para miles de personas en el mundo, además de una de las más grandes personalidades del siglo XX e inicios del XXI, una madre, una guía, un modelo espiritual, con la que han tenido un contacto frecuente, a las que les ha dado un sentido grande por el cual vivir, universal, fascinante, una utopía realizable; como amaba repetir sobre todo a los jóvenes: un mundo unido, la fraternidad universal, realización de la oración que Jesús dirigió al Padre antes de morir: “Padre, que todos sean uno”, la unidad. Pero ella no solo ha señalado esa meta dejando un patrimonio doctrinal para los siglos, sino que ha marcado el rumbo abriendo caminos concretos de diálogo y unidad en muchos frentes, insospechados para la Iglesia (de la cual el Movimiento por ella fundado hace parte) y la humanidad. En su funeral han dado testimonio de su amor a 360° personas de distintas religiones e Iglesias, de distintos movimientos eclesiales, y de los ámbitos político, económico, cultural. Chiara Lubich ha sido el instrumento que Dios ha elegido para un nuevo carisma, un don del Espíritu Santo: el carisma de la Unidad que ha originado una nueva corriente de espiritualidad y de acción, que es alma del Movimiento por ella fundado: el Movimiento de los Focolares u Obra de María, difundido en 182 países2. En los años 70, Chiara visita por primera vez a los focolarinos médicos enviados por ella a Fontem, Camerún, para ayudar a la tribu banwa que se estaba extinguiendo a causa de una enfermedad que provocaba alta mortalidad infantil. Los focolarinos, gracias a su trabajo y amor y a la movilización de todo el Movimiento en el mundo, habían logrado no solo el control de la enfermedad sino iniciar junto a los banwa el desarrollo y promoción de este pueblo en el respeto de su identidad. El rey de la tribu, de religión animista, de acentuada cultura polígama, le dice a Chiara: “Tú eres una mujer, por lo tanto no vales nada. ¿Cómo es que pudiste hacer todo esto? “Tiene razón -le dijo Chiara muy naturalmente - porque no lo hice yo. Esto es Obra de Dios”3. Pero digamos algo de su historia: ¿Cuál es la clave para entenderla? Cuando Dios toma en sus manos a una criatura – dirá Chiara- para hacer surgir una obra suya en la Iglesia, la persona elegida no sabe lo que tendrá que hacer. Es un instrumento. Éste, creo, puede ser mi caso” (...) “Los instrumentos de 2 3 Cfr. https://www.focolare.org/download/scheda-movimento-dei-focolari/ . Cfr. Coen, M, Entrevista a Chiara Lubich, video documental 5/12/1990. 2 Dios suelen tener una peculiaridad: la pequeñez, la debilidad... Mientras un instrumento se mueve en las manos de Dios, él lo moldea. De este modo, lo hace cada vez más adecuado al trabajo que debe realizar. Hasta que, adquirida una profunda conciencia de sí mismo y una cierta intuición de Dios, el instrumento puede decir con competencia: yo soy nada, Dios es todo. Cuando la aventura comenzó en Trento, yo no tenía un programa, no sabía nada. La idea del Movimiento estaba en Dios, el proyecto estaba en el Cielo”. Chiara nace en Trento en 1920, la segunda de cuatro hijos. El padre, socialista y antifascista. La madre, de fuerte fe religiosa tradicional4. A los dieciocho años se gradúa de maestra. En su deseo de conocer más a Dios, intenta ser admitida en la Universidad Católica de Venecia para estudiar filosofía, pero no lo consigue y su familia no tiene suficiente dinero para ir a una universidad privada o a otra ciudad. Desconsolada al ver que se le cerraban las posibilidades de estudiar, siente una voz interior que le dice: “Yo seré tu maestro”. En 1939 participa a un encuentro de estudiantes católicas en la ciudad de Loreto donde, según la tradición, dentro de una gran iglesia se conserva la casita de la Sagrada Familia de Nazareth. Aquí Chiara siente que algo nuevo y divino la envuelve e intuye su vocación. Comprende que su camino tiene que ver con esa convivencia de la familia de Nazareth, con la presencia de Jesús entre ellos. Más tarde, a los 23 años, advierte que Dios la llama a donarse por entero y solicita enseguida el permiso de un sacerdote para consagrarse totalmente a Dios. Es el 7 de diciembre de 1943, fecha considerada más tarde como el inicio del Movimiento que se desarrollará seguidamente, aunque si ese día Chiara no tiene intención alguna de fundar algo, simplemente “se casaba con Dios”. Otras jóvenes quieren seguir su camino de radicalismo evangélico que, en medio de los bombardeos que sacuden a Trento, las llama a tener a Dios en primer lugar poniendo en práctica el Evangelio a la letra. La lección que Dios nos ofrecía a través de las circunstancias resultaba clara: todo es vanidad de vanidades, todo pasa. Pero, al mismo tiempo, Dios suscitaba en mi corazón una pregunta y con ella, una respuesta: ‘¿Habrá un ideal que no muera, que ninguna bomba pueda destruir, y al que podamos entregarnos con todo nuestro ser?’ Sí, Dios. Decidimos entonces hacer de Dios el ideal de nuestra vida. Nacía así, poco a poco, a partir de nuevas comprensiones del Evangelio que Dios le inspiraba a Chiara y que enseguida ella transmitía a sus compañeras primero y después a todos los que la conocerían, 4 Para una breve pero completa biografía, consultar la página del Centro Chiara Lubich: http://www.centrochiaralubich.org/es/chiara-lubich/biografia.html . Esta página trae información y documentación fidedigna acerca de la figura y obra de Lubich. En efecto, el Centro que la difunde fue creado en 2008 “para mantener viva su persona, para colaborar (…) en la profundización y divulgación de su pensamiento; para conservar y poner a disposición (…) el rico patrimonio de documentos impresos y multimedia que Chiara Lubich ha dejado.” 3 una espiritualidad que se puede llamar individual y comunitaria a la vez, por la cual no se va a Dios solo sino con el hermano. Señalamos aquí solo dos episodios concretos que ocasionan el descubrimiento de dos de los doce puntos centrales de esta espiritualidad que Chiara delineó en los primeros años de su liderazgo espiritual: la Unidad y Jesús Abandonado. Un día, en un sótano, a la luz de una vela, abren al azar el Evangelio, el único objeto que llevan a los refugios, y leen el llamado testamento de Jesús antes de morir: “Padre, que todos sean uno” (Jn 17, 21), un pasaje difícil y misterioso para su preparación. Sin embargo, esas palabras parecían iluminarse una a una, y una fuerte convicción no se quitaría de sus vidas: para ‘esa’ página del Evangelio, para la Unidad, que Jesús había pedido al Padre, ellas habían nacido. A través de otra circunstancia, conocerán el secreto que les permitirá realizar el testamento de Jesús. Un sacerdote les dice que el dolor más grande de Jesús fue cuando en la cruz gritó: ‘Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?’. Chiara queda profundamente marcada y decide: “Si el mayor dolor de Jesús fue el abandono por parte de su Padre, nosotras lo elegimos como Ideal y lo seguiremos así”5. Desde ese momento, lo elegirá como el único Esposo de su vida. Vivir las Palabras del Evangelio en los hechos cotidianos demuestra que estas son verdaderas. Este estilo de vida es contagioso y en pocos meses más de 500 personas son profundamente tocadas. Al principio la actividad se focaliza en la ayuda a los necesitados del tiempo de la guerra, después se extiende a todo prójimo que se encuentre. Otro episodio: la fiesta de Cristo Rey y el salmo del día: “Pídeme y te daré en posesión las gentes y en dominio los confines de la Tierra”. Con fe y simplicidad piden “los últimos confines de la Tierra”: Dios todo lo puede. Las comunidades como la surgida en Trento se multiplican y la expansión por toda Italia y por el mundo entero es veloz. Primero por Europa y entre los 50 y los 60 a los demás continentes. Chiara y el Movimiento surgido es estudiado durante un largo y doloroso período6 hasta la primera aprobación vaticana en 19627. Desde ese momento, la historia de Chiara se funde con la del Movimiento. 5 Lubich, Ch., La doctrina espiritual, Ciudad Nueva, Buenos Aires, 2005, p. 54. Chiara compara este período a “una sucesión de dolores, semejantes a los que preceden el nacimiento de una criatura, ecos parciales del grito de Jesús. Esos dolores tenían siempre un único motivo de fondo: el temor por la disolución del Movimiento”. Paradójicamente, este es uno de los períodos de más rápida difusión del carisma de la unidad. Cfr. Lubich, Chiara, El grito, Ciudad Nueva, Buenos Aires, 2001, pp.71-85. 7 Un estudio histórico detallado acerca del discernimiento del carisma de la unidad desde su primera aprobación y bendición por parte del arzobispo de Trento Carlo de Ferrari hasta su primera aprobación de la Iglesia de Roma se encuentra en la obra: 6 4 Nacen en él distintas vocaciones con variados compromisos en el ámbito eclesial y social pero todas enraizadas en la misma espiritualidad de la unidad. Desde 1961, dicha espiritualidad se arraiga entre hermanos de otras Iglesias cristianas, desde 1977 comienza un fecundo diálogo con creyentes de otras religiones y desde los inicios se abre al diálogo con personas no creyentes de buena voluntad, llegando a una colaboración cada vez más estrecha a lo largo de los años. También los jóvenes son llamados en primera persona a hacer suyo el Ideal del amor evangélico de Chiara y de sus primeros compañeros y en 1967 funda el Movimiento Gen, segunda generación del Movimiento, jóvenes de todo el mundo- y más tarde adolescentes y niños, la tercera y la cuarta generacióncon la meta de llevar el anhelo de unidad sobre todo entre sus contemporáneos. El ideal de la unidad se concreta en un compromiso social unificado y diversificado a la vez a través de movimientos de amplio alcance: Familias Nuevas para renovar el mundo de las familias; Humanidad Nueva, para el cambio de las estructuras sociales; Parroquias Nuevas en el ámbito eclesial. Con su constitución por naturaleza internacional, multicultural, multiétnica y multirracial, la Obra y las obras fundadas por Chiara Lubich realizan a través de estas características la unidad en la diversidad tan propia de su carisma. El Paraíso del ’49 y la Escuela Abba No podemos dejar de centrarnos en un evento muy importante de la vida de Chiara y de sus primeros compañeros por la importancia que tuvo en su vida y en el nacimiento y desarrollo de la Obra que nació. Además, es sumamente pertinente para el enfoque que estamos dando a este capítulo que se centra en el “paradigma de la unidad”. En 1948, Igino Giordani, estudioso, escritor reconocido y por entonces diputado conocerá a Chiara y reconocerá en su carisma la potencia universal que tiene para producir una verdadera revolución tanto en el ámbito social como del pensamiento, protagonizada antes que nada por los laicos. Con Foco, como lo llama Chiara, se abre un período de iluminación muy particular llamado Paraíso ’49. El 16 de julio de ese año, Chiara Lubich e Igino Giordani, conscientes de la propia nulidad que Abignente, Lucia: “Qui c’è il ditto di Dio”. Carlo de Ferrari e Chiara Lubich: il discernimento di un carisma, Città Nuova, Roma, 2017. 5 intentan vivir con la medida del abandono de Jesús en la cruz, piden a Jesús Eucaristía apenas recibido por ambos que selle un Pacto de unidad entre ellos. Este Pacto es el comienzo de una experiencia mística de Dios que envolverá no solo a Chiara, quien es la que recibe visiones intelectuales y comprensiones muy novedosas sobre Realidades de la fe, sino a Giordani y a sus primeras compañeras. Con toda seguridad, este Pacto de Unidad es un verdadero evento en la historia que posiblemente se comprenderá como tal en los siglos, porque no solo permitió que se desvelase a este primer grupo una visión de las cosas desde lo Alto, desde Dios (siempre adaptada a la capacidad humana de recibir estas comprensiones), sino que reveló que esto acaece cada vez que se den las disposiciones justas, aun cuando las visiones místicas no sucedan sensiblemente. No se comprende cabalmente el paradigma de la unidad sin esta experiencia de iluminación que está en su origen, manifestación particular del carisma que Chiara ha recibido del Espíritu Santo y transmitido. La doctrina que emana del Paraíso ’49 no es solo espiritual sino que puede ser vista y estudiada desde las diversas disciplinas humanas, ya que contiene, a través de los textos escritos en ese período, luces que pueden iluminar comprensiones nuevas en los principios de cada ciencia, el germen, precisamente, de un nuevo paradigma. Es la labor que desde 1990 viene haciendo la Escuela Abba, un grupo de estudiosos que junto a Chiara comienzan a leer los textos recogidos en un volumen llamado precisamente Paraíso ’498 y a extraer la doctrina que contiene. También la Psicología puede obtener de allí una concepción de hombre y de psique, de relaciones interpersonales y sociales en cierta manera nuevas, que sustenten un nuevo paradigma para ella. El núcleo de una doctrina espiritual La vida y obra de Chiara Lubich ha generado una corriente espiritual enucleada en algunos puntos de la doctrina cristiana, surgidos directamente del Evangelio9. Una espiritualidad que podemos definir “espiritualidad de comunión”, ya que su “plus” respecto a otras corrientes espirituales surgidas en la historia está en la “reciprocidad del amor hasta la unidad”, y como tal abre un camino hacia Dios individual 8 Este texto se encuentra en preparación de publicación. Estos se identifican en 12 puntos: Dios Amor, la Voluntad de Dios, la Palabra de Dios, el amor al hermano, el amor recíproco, la Eucaristía, la Unidad, Jesús Abandonado, María, la Iglesia, el Espíritu Santo, Jesús en medio. Para una profundización sintética y completa a la vez de estos puntos, cfr. Ebook Spiritualità dell’Unità en: https://www.focolare.org/download/ebookspirtualita-dellunita/?wpdmdl=171037&ind=1543098376069, primera parte. 9 6 e intensamente comunitario a la vez, que no puede ser solitario sino junto con el otro, gracias al otro, por el otro. Ligada como está la salud psicológica a la salud de las relaciones interpersonales que a lo largo de la vida van moldeando la persona y su personalidad, esta espiritualidad tan centrada en la calidad de las relaciones interpersonales se convierte en un instructivo muy útil para el ámbito psicosocial. Veámosla aquí en algunos de sus pilares fundamentales. Mencionamos los más pertinentes para nuestro enfoque psicosocial, tomando como indicador el discurso que Chiara hiciera en Malta con ocasión de recibir el doctorado honoris causa en Literatura y Psicología, el 26 de febrero de 1999. Para los detalles biográficos que narran su descubrimiento remitimos al texto entero, el cual tiene carácter de fundamento para el presente diplomado10. Dios Amor: la conciencia profunda de ser amados inmensamente por un Padre que es Amor, da a la persona las raíces fundamentales de su dignidad y con ella de su autoestima, a la vez que descubre el valor de los otros sobre ese mismo fundamento. Dicha conciencia despierta la confianza en ese Amor ilimitado y el deseo de amar a su vez, a imitación del Amor experimentado. Hacer la voluntad de Dios: es la consecuencia directa de ese deseo de responder al Amor. En lugar de alienar la voluntad humana o sus deseos o impulsos, adecuar la propia voluntad a la de Dios, reconocida a través de un proceso de discernimiento libre, produce una liberación e integración de las fuerzas y facultades humanas hacia la realización de un proyecto o sentido de la vida mediante cada decisión ponderada a través de un criterio de orientación superior a las situaciones del momento. El amor al prójimo: Además, el estar proyectado en el amar a Dios y al prójimo, núcleo de todo el querer de Dios, permite realizar esa “salida de sí mismo” que constituye la maduración desde un ego infantil, encerrado en sí mismo, a un yo capaz de trascenderse. El amor recíproco: es el mandamiento “nuevo” de Jesús y constituye en el plano humano la plenitud de las relaciones interpersonales. La reciprocidad permite el equilibrio y la felicidad psicológica individual y comunitaria, porque acorde a la naturaleza de las relaciones humanas, aun en aquellas que por su propia esencia la reciprocidad no sea totalmente simétrica. La reciprocidad en el amor evita los abusos de poder, en definitiva, las relaciones alienantes. En cambio, sin la reciprocidad que reconoce a la otra persona como 10 En Lubich, Ch., Una cultura nueva para una sociedad nueva, op. cit., pp. 105-119. 7 “otro yo”, esto es, como un igual a mí pero al mismo tiempo distinto, no se puede dar un normal proceso de identidad. Jesús crucificado y abandonado: ahora bien, cuando esa reciprocidad no es la adecuada para el caso de relación interpersonal que se trate, la persona tiene la posibilidad de no caer en la alienación precisamente a través de una clave que es la medida sin medida de aceptación y superación a través de un amor incondicionado que no busca la respuesta. Es la renuncia, el desapego, el desinterés, es la capacidad de sacrificio y de sufrimiento porque estos han encontrado un sentido que no despersonaliza, al contrario, conduce a la máxima donación, como Jesús en el abandono de su Padre, aun si aparentemente no llega la reciprocidad. Estas experiencias de lo arduo, de la propia abnegación hasta la libre entrega, son necesarias para la maduración del propio yo, para alcanzar el más alto nivel de personalización. Aun así, esta actitud básica pero muy madura de la personalidad, no se incompatibiliza con el deseo y la búsqueda de la reciprocidad, ambas características de la plenitud de la relación que es la Unidad. Vivir la Palabra: sin duda las palabras del Evangelio exigen una medida grande como la expresada anteriormente, pero tienen como contrapartida la promesa de una reciprocidad que viene de lo Alto, promesas que se realizan cuando se viven radicalmente. Esta seguridad en la reciprocidad divina da a la persona más estabilidad en su personalidad. Las palabras del Evangelio, además, se convierten en una norma de vida que la sostiene como firme columna vertebral, siempre en el discernimiento inteligente en medio de los vendavales de la vida. Imitar a María: Ella es humanidad realizada, en el sentido que, aun siendo totalmente de “nuestra raza”, cumple a cabalidad con todos los puntos anteriores, por lo que es el ser humano psicológicamente plenificado. La Unidad: Es un don que adviene de Dios pero no sin la participación humana. En efecto, el amor recíproco entre dos o más (también a nivel social), es condición necesaria (aunque si no suficiente) para que en las relaciones interpersonales se produzca ese salto de calidad que es la conformación de un “nosotros” que no es simplemente la suma de los individuos y de sus relaciones, sino un tercer y a la vez único “sujeto” que involucra y envuelve a los que se aman. Esta experiencia abre psicológicamente hablando a una plenitud de identidad por la cual esta es concebida no en contraposición con los otros sino justamente por una identificación en común que no se confunde, sin embargo, con la masificación sino, por el contrario, con la más alta personalización. No se trata solo de un justo equilibrio entre individualidad 8 y colectividad como si una anulara a la otra sino, al contrario, se trata de una dinámica por la cual a la máxima comunión corresponde la máxima personalización, porque somos sujeto y comunidad a la vez, somos lo uno si somos lo otro. Es el fenómeno de la comunión, que contiene la mayor identificación con el otro con el cual se comulga, porque en cierta manera “se vive el otro” y, a la vez, la mayor identidad consigo mismo, porque el amor, que es dar, nos hace ser. La unidad es más que un grupo de ayuda mutua o de autoayuda, más que la simple necesidad de agregación o socialización a distintos niveles aun cuando comprenda todas estas necesidades humanas: ella es la construcción y la plenitud siempre renovada de una intersubjetividad no exterior a los agentes sino interior a los mismos, constituyente de la personalidad de cada uno y, se podría decir, de una personalidad colectiva, común. 2. Un nuevo paradigma La nuestra ha sido caracterizada muchas veces como una época de crisis. Para nombrar sus características principales, tomamos las palabras del teólogo Piero Coda que se refieren precisamente a los desafíos frente a los cuales la espiritualidad de la unidad está en capacidad de responder por tener una “potencialidad cultural” conforme para nuestros tiempos: “… en tiempos de la crisis del sujeto descubierto por la modernidad, y de la fragmentación de los saberes que ésta propicia; en tiempos del estallido del pluralismo y la complejidad y a la vez en pleno apogeo de la globalización, con sus oportunidades y sus peligros, se trata de volver a encontrar el núcleo que ilumina y da verdad a lo múltiple que se reúne en el Uno que es Trino porque es Amor; y esto sin sofocar la verdad en la uniformidad masificadora y sin perderse en la nada de la dispersión y del sinsentido. También la larga sombra de la ausencia de Dios que gravita sobre gran parte de la cultura contemporánea puede entenderse e iluminarse -a la luz de Jesús abandonado, que Chiara Lubich llama “el Dios de nuestro tiempo”- como la “noche oscura epocal y colectiva” que prepara el alba de una civilización nueva del amor, de la que será protagonista toda la humanidad en todas sus expresiones y riquezas multiformes.”11 Queremos mostrar aquí por qué hablamos de un nuevo paradigma cuando nos referimos al paradigma de la unidad y de cómo este responde a las expectativas y retos del mundo de hoy. Los paradigmas en las revoluciones científicas Según Thomas Samuel Kuhn (1922-1996) en su famoso libro: La estructura de las revoluciones científicas12, la ciencia no se desarrolla según un progreso lineal sino siguiendo un modelo evolucionista; 11 12 Coda, P., Un carisma y una obra de Dios, en Lubich, Ch., La doctrina espiritual, op. cit., p. 16. Kuhn, T., La estructura de las revoluciones científicas, Fondo de Cultura Económica, 1971. 9 lo hace a través de revoluciones que eclosionan cuando los paradigmas, definidos como amplios marcos teóricos (macroteorías) aceptados mayoritariamente por la comunidad científica dentro de los cuales los estudiosos de una determinada ciencia se mueven para su investigación, ya no logran sustentar las respuestas a nuevos problemas. El mérito de Kuhn fue el de advertir que los científicos están orientados durante su indagación en la “ciencia normal” no solo por principios y leyes de una teoría científica general, tratando de amoldar a ella los problemas y soluciones para aclarar sus posibles fallos, sino que ellos mismos y la ciencia que hacen no son totalmente asépticos sino que muchas veces son guiados, consciente o inconscientemente, por un paradigma más amplio todavía, conformado por creencias, principios e intereses personales y colectivos, incluso a veces “externos” a la ciencia misma, entendida esta de modo positivista: son elementos religiosos, éticos o filosófico-metafísicos, que condicionan su visión general del mundo y de la realidad, y por tanto de la misma teoría y objeto científico del caso y por tanto influyen en la actividad científica. A un cierto momento surge una crisis cuando un paradigma aceptado por la mayoría no logra explicar satisfactoriamente ciertos hechos y genera una situación de inconsistencia. Se produce entonces una competencia entre paradigmas hasta que finalmente se impone en la comunidad científica un paradigma más satisfactorio. Dicha imposición se tratará de una “revolución científica” en la medida que el nuevo paradigma no es una modificación accidental de los anteriores, no se obtiene por un progreso acumulativo desde los antiguos paradigmas, sino que comporta un salto de visión, incompatible en parte o en el todo con la anterior, una reestructuración a partir de nuevos fundamentos no solamente de los principios y categorías elementales de la disciplina sino también una consecuente reconstrucción de sus métodos y objetivos. La crisis actual del paradigma del sujeto Es bien conocida en el campo filosófico la crisis que está sufriendo aún hoy el paradigma moderno del sujeto, concebido como punto focal y globalizante tanto del conocimiento como del quehacer y de 10 toda la vida social13. Las denuncias al respecto abundan en los pensadores más agudos del siglo XX, postulando incluso su desintegración o deconstrucción14. El paradigma del sujeto, cuyo padre coinciden todos en señalar a Descartes con su ego cogito, fundamento inconmovible del radical giro con la cosmovisión precedente, se disuelve en una insatisfacción creciente cuya causa está en el fracaso de sus consecuencias más criticadas: el sueño de un sujeto racional puro ajeno a toda la dimensión pasional de la subjetividad (como lo es el deseo y la voluntad de poder) y, por lo tanto, el perseguimiento de una objetividad utópica de la verdad; la supremacía del pensamiento científico objetivante y el poderío-control de la sociedad tecnocrática con sus consecuencias de masificación y cosificación; el solipsismo de un sujeto constituyente del sentido de las cosas que desconoce que el sentido es construido intersubjetivamente; el extremo contrario, el de un sujeto Absoluto anulador en última instancia de la subjetividad de los individuos concretos, Espíritu que se encarna en formas colectivas autoritarias. El post-modernismo, liderando el desencanto de esta idolatrización del sujeto moderno, se embate en medio de la crisis optando generalmente, entre los paradigmas que entran en competencia en la filosofía y en las ciencias humanas, por el historicismo y el relativismo. Necesidad de un nuevo paradigma El fracaso del paradigma del sujeto moderno hace manifiesta la necesidad de una revolución precisamente a la raíz de la concepción del hombre y junto a esta a la aparición de una nueva cosmovisión de profundidad metafísica y teológica. Revolución que concernirá primeramente a las ciencias humanas, pero como consecuencia a las demás. 13 Presentamos un resumen del surgimiento de este paradigma en las palabras de Álvarez, E. en: El Dasein y la crítica de la filosofía del sujeto en Ser y Tiempo, en AAVV, La cuestión del sujeto. El debate en torno a un paradigma de la modernidad, Universidad Autónoma de Madrid. Facultad de Filosofía y Letras, Madrid, 2007, pp. 89-90: “La concepción moderna del sujeto se formula como un principio crítico que se alza en contra del dogmatismo, sobre todo religioso, y cuyo rendimiento ha incidido tanto en el campo del saber como en el de la organización práctica de la vida social. Esa nueva idea del sujeto como sustrato y fuente de todo valor y legitimidad contribuye a socavar el orden de la sociedad premoderna, en tanto establece el principio de no aceptar como válido más que aquello a lo que el propio individuo presta su consentimiento -en el terreno de la ordenación práctica de la vida-, o de lo que él mismo se asegura a través del uso de sus facultades naturales -en el plano teórico-. Se refleja así en el terreno intelectual la compleja tendencia de transformación económica y social de la sociedad europea, que impulsa la secularización, promueve la iniciativa del individuo y el nacimiento del liberalismo, y que en el terreno más difuso de los principios y los valores alcanza su más señalada expresión con el humanismo, cuyo origen -formando parte del amplio proceso de secularización- se puede rastrear a partir del Renacimiento, pero que se desarrolla con especial fuerza desde la Ilustración.” 14 Un recorrido muy interesante del proceso que sufre el sujeto moderno desde su descentramiento a su deconstrucción postmodernista lo encontramos en: Pinillos Díaz, J.L., La deconstrucción del sujeto en el pensamiento post-modernista, en Anales de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, N° 71, 1994, pp. 55-85. 11 El siglo XX vio también otra forma de crítica al sujeto moderno proponiendo su sustitución por la persona entendida en su carácter integral como una alternativa superadora. Es el personalismo15 que, partiendo sobre todo de la distinción individuo-persona, ha encontrado en esta categoría de raíces profundamente cristianas y presente en una cierta manera en la filosofía pre-moderna, el equilibrio entre el individualismo y el colectivismo que han polarizado las posturas teóricas y prácticas de los dos últimos siglos y que aun hoy se debaten fuertemente en el terreno político y social. Sin duda, la sensibilidad más contemporánea acentúa en la noción de persona su ser esencialmente “en relación”, noción que, por tanto, va más allá de la clásica fórmula boeciana: “sustancia individual de naturaleza racional”, y que es un avance de la antropología de no pocos filósofos personalistas que con matices variados ponen el acento tanto en el carácter sustancial como relacional de la persona. Pero no obstante los intentos de este pensamiento por salirse de la noción de relación como una categoría débil porque mero accidente de la sustancia tal como es considerada en la metafísica clásica, la noción de persona queda muchas veces encerrada en una idea de sustancia clausurada, adecuada para concebir a los seres meramente materiales e impersonales, pero que no explica hasta el fondo ese ente cuyas relaciones, sobre todo las interpersonales, constituyen su ser mismo (psicológico y también ontológico), y a la vez se distinguen de él. Es necesario un paradigma ontológico, surgido de una antropología teórica y vivencial, que logre explicar el ser tan sui generis de la persona. Es más, cabría pensar que no solo los mega-marcos metafísicos que un paradigma ofrece para entender al hombre y todo lo que le concierne no son suficientes si se deducen a partir de los entes impersonales sino, por el contrario, que es a partir de la persona (el ente que posee el ser en mayor plenitud), que cabría buscar las categorías ontológicas que puedan fundamentar también el ser de todos los entes. Se trata de explicar al hombre no desde claves cosmológicas, sino explicar el cosmos desde claves personales, antropológicas y por qué no, teológicas. Es esta inversión de perspectiva la que ofrece el Paradigma trinitario de la Unidad. 3. El paradigma de la Unidad Con las premisas puestas en el punto 2, queremos analizar a continuación algunos elementos del paradigma de la unidad que nos parecen más nucleares. 15 Para un panorama del personalismo y sus autores cfr. Burgos, J. M., El personalismo, Palabra, Madrid, 2003. 12 El castillo exterior. El “plus”: la reciprocidad del amor hasta la unidad La novedad de la espiritualidad de la unidad, cuyos principales puntos hemos mencionado más arriba, “… su secreto y su encanto están en que pone en movimiento de reciprocidad y de pericoresis16 mutua todos los valores humanos y divinos, en una divina revolución en la que todo es don y todo encuentra en la unidad su punto de llegada y de partida”17. Esto que se dice de su espiritualidad, vivenciada en lo cotidiano, es origen y fruto a la vez del nuevo paradigma que ahora tratamos de ilustrar en sus elementos principales. El descubrimiento tangible que Chiara y sus primeras compañeras hacen de la presencia de Jesús en medio de dos o más unidos en su nombre (Cf. Mt. 18,20), esto es, unidos en la reciprocidad del amor con la medida del ejemplo de Jesús (“ámense los unos a los otros como yo los he amado”: Jn, 13, 34), se hace experiencia cotidiana basilar para los seguidores de su carisma. La centralidad de esta experiencia constituye un “plus” en la tradición de la espiritualidad cristiana más centrada en un camino de unión personal con Dios o de servicio a los hermanos, pero sin atender demasiado a la reciprocidad del amor. Esta reciprocidad es imprescindible para que esa presencia divina constituya un verdadero salto de calidad en la relación, no simplemente ético sino ontológico: la presencia real de un tercero que es tercero y a la vez presencia real en los otros dos, circulación de la vida divina trinitaria encarnada en las relaciones interpersonales. Es la realidad mística y a la vez experiencialmente alcanzable de lo que Chiara Lubich llama, comparándolo con el “Castillo interior” de Santa Teresa, el “Castillo exterior”: El Castillo interior de Teresa de Jesús, centrado por entero en la experiencia personal de Dios, con frutos de caridad y de apostolado e incluso de una mística del servicio, se convierte en Chiara Lubich en la parábola del “Castillo exterior”, en el que Dios fija su morada en medio de nosotros para introducirnos en la vida trinitaria: es un ideal nuevo de santidad comunitaria, que se vive estando juntos con los mil reflejos de la reciprocidad, según el principio del dinamismo trinitario del amor que se realiza en la entrega total de uno mismo.18 “Referida a la Trinidad, pericóresis significa el mutuo contenerse, la recíproca presencia, inclusión, compenetración entre las Personas divinas, que se unen distinguiéndose y se distinguen uniéndose (…) San Juan Damasco lo expresaba así: las tres Personas de la Trinidad «están unidas pero no se confunden, están la una en las otras y esta pericoresis se da sin fusión y sin mezcla»”: Cambón, E. , Vivir la Trinidad, Ciudad Nueva, Buenos Aires, 1998, p. 23. Este particular tipo de relación puede aplicarse analógicamente a las relaciones humanas. 17 Lubich, Ch. La doctrina espiritual, op, cit. p. 25. 18 Íbidem. 16 13 La reciprocidad del amor se convierte en la parte que le toca al “hacer” humano para obtener la presencia divina. Pero esta no es mágica sino un don de Dios. Un don que, sin embargo, no se da sin este esfuerzo y esta conciencia que interpelan la libertad humana. Podemos decir, entonces, que en el paradigma de la Unidad son centrales las relaciones interpersonales cuya esencia es el amor, entendido este como donación desinteresada de sí que llama a la reciprocidad y que genera un “nosotros”19. Punto de partida, la intersubjetividad en el amor es también punto de llegada. Es el lugar y el método desde donde conocer y entrar en contacto con toda la realidad, método que es diálogo entre los que en el amor viven y conocen y lugar porque es el seno del Sujeto plurisubjetivo del “nosotros” desde donde se conoce y se vive. La unidad: don de Dios La unidad no es simple convivencia armónica de seres humanos producto de un acuerdo o consenso para vivir civilmente en sociedad compartiendo determinadas buenas actitudes. La unidad es presencia divina, una promesa ligada a ciertas condiciones sí, pero que proviene de la iniciativa y bondad de Dios20. Ahora bien, como promesa que es no deja de realizarse cuando circula el amor entre los miembros, lógicamente dentro de los límites del vivir humano terreno. El modelo perfecto de esta Unidad es la vida de las Personas de la Santísima Trinidad. Jesús, sobre todo en su evento pascual de pasión, llevada hasta la anulación del abandono y la muerte que da como fruto la resurrección y la efusión del Espíritu, nos revela el Ser de la Trinidad como Amor. El Padre genera por amor al Hijo, se “pierde” en Él, vive en Él, se hace, en cierta forma, “no-ser” por amor y precisamente así, es: es Padre. El Hijo, como eco del Padre, vuelve, por amor al Padre, se “pierde” en Él, vive en Él, se hace de alguna manera “no-ser” por amor y precisamente así, es: es Hijo. El Espíritu Santo que es el recíproco amor entre Padre e Hijo, su relación de unidad, se hace también Él, en cierta forma, “no-ser” por amor y precisamente así, es: es el Espíritu Santo.21 Aun siendo un modelo inalcanzable para criaturas humanas, este tiene eficacia en la vida interhumana no solo como causa ejemplar (como modelo exterior que invita a la imitación), sino como causa eficiente interior, porque es la vida divina misma la que fluye entre los miembros de un único cuerpo, los cuales no se relacionan “exteriormente” sino “pericoréticamente”, y es precisamente gracias a esa recíproca relación de amor que ellos no dejan de conservar y acrecentar su propia identidad. El “nosotros” (…) no es «el grupo», ese colectivo masificante – y de naturaleza meramente sociológica. El “nosotros” es una Persona – Jesús en medio – en la cual toda persona humana encuentra su lugar y su realización”: Morán, J. (Co-presidente del Movimiento de los Focolares) en: https://www.focolare.org/download/in-comunione/?wpdmdl=169442&ind=1542450268149 20 En efecto, Jesús pidió la unidad al Padre: Padre, que todos sean uno (Jn. 17, 21). Por lo tanto, es una gracia que viene de Él. 21 Lubich, Ch., Una cultura nueva…, op. cit., p. 33. 19 14 ¿Cómo se realiza esta experiencia divina y a la vez profundamente humana en el paradigma de la Unidad que quiere ser una respuesta al hombre y a la sociedad de hoy? Antes de responder veamos la llave que nos permite realizarla. Jesús Abandonado, el Dios contemporáneo, llave de la Unidad Existe una clave para acceder a ese amor que no es mero sentimiento o filantropía. Como dijéramos, el amor, que es don gratuito de sí tiene en la espiritualidad de la unidad la medida del Abandono del Padre que experimenta Jesús en la cruz22: “kenosis”23 de la propia vida, para perderla en el otro y volver a recuperarse más sí mismo, en una continuidad siempre más creciente. Chiara Lubich ha llamado a Jesús Abandonado “el Dios de nuestro tiempo”: Jesús, en su abandono, se volvió -como dice la Escritura- “pecado” (Cr. 2 Cor 5, 21), “maldición” (Cf. Gal 3, 13) para hacerse uno con los alejados de Dios. Por eso Jesús crucificado y abandonado parece realmente el Dios de nuestro tiempo. Es la divina respuesta a los abismos de sufrimiento y de prueba abiertos en el corazón de la humanidad por el ateísmo, que impregna una gran porción de la cultura moderna; a la miseria de millones de desheredados; a la búsqueda de sentido y de ideales de las nuevas generaciones desilusionadas y desorientadas.24 Es descubriendo en cada forma de desunidad, de dolor y de sufrimiento un rostro de Jesús Abandonado que recuerda su donación total precisamente en la mayor situación de separación pensable (la Unidad indisociable con su Padre) que podemos encontrar la posibilidad de realizar la Unidad más allá de todo trauma. Ahora bien, Jesús Abandonado constituye en este paradigma el secreto para encarnar fácticamente la unidad entre los seres humanos, en las condiciones de la limitación humana. Limitación de su realidad carnal espacio-temporal, de sus condicionamientos psíquicos y morales, de su estrechez espiritual. Representa el lado oscuro del ser humano que debe asumirse hasta el fondo, es más, amarse; la dificultad “Es el momento en el cual él experimenta la separación más abismal que se pueda pensar. Experimenta en cierta forma, la separación de su Padre con el cual es y sigue siendo una sola cosa. De esta manera da a todos los hombres una unidad nueva y más plena que la que perdieron con el pecado. Da la unidad con Dios y entre ellos como participación en su unidad con el Padre y con nosotros. Él es, por lo tanto, la clave de comprensión y de realización de la unidad”: Lubich, Ch, Ídem, p. 35. 23 “En griego kénosis significa “vaciar” (como por ejemplo un recipiente de agua). Es utilizado en el Nuevo Testamento para expresar a qué punto llega el amor de Dios por la humanidad que se “vació” de su divinidad, anonadándose hasta hacerse uno de nosotros en Jesús de Nazaret (Fil 2, 6-11). Esta kénosis, este no-ser-por-amor que permite ser más plenamente, es la condición de posibilidad de una unidad de tipo trinitario”: Cambó, E, op. cit., pp. 45-46. 24 Lubich, Ch., Ídem, pp. 35-36. 22 15 y todo lo que sabe a negativo que debe aceptarse incluso gozosamente para injertarlo en una línea de sentido más global25. Si no existiera este ejemplo y a su vez esta fuerza interior para realizarla, la unidad sería mera quimera. Unidad y diversidad. Otra concepción de la mismidad y la alteridad No hay que concebir la Unidad como uniformidad. La Unidad incluye y se alimenta en su interior de la diversidad, de una “diversidad reconciliada” donde, como dice el Papa Francisco, (…) los conflictos, las tensiones y los opuestos pueden alcanzar una unidad pluriforme que engendra nueva vida. No es apostar por un sincretismo ni por la absorción de uno en el otro, sino por la resolución en un plano superior que conserva en sí las virtualidades valiosas de las polaridades en pugna.26 La conflictividad, gracias al secreto de Jesús Abandonado, se convierte en posibilidad de riqueza y contra lo que podría parecer, la identidad de quienes están unidos se perfila aún más definidamente en la medida que mayor es la unidad. Ciertamente, una unidad basada en el amor que deja ser al otro, en su libertad. Pero hay un paso más todavía, que hace de la Unidad un paradigma revolucionario. La semejanza de la unidad entre las relaciones humanas al modelo excelso de Unidad trinitaria implica un cambio muy grande en el entender la mismidad y la alteridad, porque no se trata de tener una armonía “exterior” con los demás, de una mera tolerancia de las diferencias, sino de, en cierta manera, “ser el otro”, “vivir el otro”, “mirar el mundo como el otro lo ve”. En esta Unidad, entonces, la diversidad no implica una verdadera alteridad entre extraños. La alteridad no existe entre dos polos sino que está al interno de cada uno de los polos, ya que el amor que alimenta y circula en la Unidad no es tanto el reconocimiento del otro como otro, sino en hacerlo ser en el interior de mí. Por esto la Unidad es posible, porque tomamos conciencia de que el otro soy yo porque ya previamente somos uno. Porque esta es la realidad más profunda de las cosas, puede hacerse realidad en las relaciones humanas, encarnarse en una praxis que, a pesar de sus limitaciones, con sus limitaciones y gracias a sus limitaciones, tiene como modelo humano 25 26 Véase la sintonía profunda con el sentido que tiene el sufrimiento para Viktor Frankl. Papa Francisco, Exhortación apostólica Evangelii gaudium, n. 228. 16 y fulcro posibilitante del continuo “no-ser” que “es”, de ese Amor que es ley de todas las cosas, a Jesús Abandonado. El Ser como Amor Llegamos así a un núcleo metafísico duro del paradigma que estamos analizando. Se trata del misterio del ser27. Podríamos verlo desde dos ámbitos que están muy relacionados entre sí. El primero entendido desde el aspecto de la objetividad, y el segundo desde el aspecto de la subjetividad. Veamos el primero. Con distintos modos de expresarlo la intuición originaria del pensamiento humano ha sido siempre: el ser es. Es ese “…mar enorme de la existencia, en el que (el pensamiento humano) se encuentra inmerso en comunión con todos y con todo”28. En la filosofía clásica occidental, ha prevalecido la tendencia de considerar al ente que posee la capacidad de ser-en- sí, es decir, que posee una cierta subsistencia y, por tanto, que no depende de otro, la forma más eminente de ser: es la sustancia; aquello que tiene la capacidad de permanecer por debajo y a través de los cambios accidentales. Para el paradigma de la Unidad, como hemos visto, la relación no solo se considera como categoría no meramente accidental, sino que, porque se trata de la relación de Amor, dicha relación es “sustancial”. Y esto ocurre no solamente para las relaciones interpersonales “sustanciadas” por el amor recíproco, sino que el Amor también “sustancia” las relaciones de todas las cosas entre sí. Ciertamente lo que estamos diciendo no se puede entender sino a partir del sentido de la creación. En efecto, en esta visión, la creación es la manifestación de la relación amorosa de un Dios Creador que crea como acto de Amor: “…participación de Su propio Ser, la manifestación de Dios como Trinidad, su 27 Remitimos al entero texto de Lubich, Ch: El carisma de la unidad y la filosofía, en La doctrina espiritual, op. cit., pp. 259264, que seguimos aquí. 28 Ídem, p. 260. 17 crear por amor”29. Sobre este fundamento, el Amor es también la ley profunda de todas las relaciones en la Naturaleza y el Cosmos, incluyendo el operar humano cuando este continúa “por amor” la actividad creadora. Así, se ve también “la relación persona-naturaleza (…) en el contexto de toda la relacionalidad presente en la creación (…) mediante la categoría “amor”: (Las cosas) estaban vinculadas entre sí por el amor: todas -podríamos decir- enamoradas las unas de las otras. Por eso si el arroyo terminaba en el lago era por amor. Si un pino se erguía junto a otro era por amor.30 … Yo fui creada como don para quien está a mi lado y quien está a mi lado ha sido creado por Dios como un don para mí. Como el Padre de la (en la) Trinidad es todo para el Hijo y el Hijo es todo para el Padre. En la tierra todo está en relación de amor con todo: cada cosa con cada cosa. Hay que ser el Amor para encontrar el hilo de oro entre los seres.31 Ahora bien, relación de amor en este paradigma viene a significar una nueva específica visión del Ser: el Ser como Amor que es “no-siendo, por amor”32. En efecto, cuando se quiere afirmar el propio ser, separándose de la comunión con los otros seres (sin relación, como la sustancia), no se es, se recae en el vacío, en la nada. Solo se es más plenamente si, por amor, cada ser se anula a sí mismo, para que otro sea, cuando, por amor, se está completamente transferido en el otro. Esta operación que es inconsciente en la naturaleza, se puede convertir consciente y voluntaria en el ser personal que, siguiendo esta dirección, solo se encuentra consigo mismo si se “pierde” en la Unidad con la entera Realidad, a comenzar con los otros seres personales. De esta manera, abordamos el Ser como Amor desde la subjetividad. El hombre es aquella criatura que puede conocer y libremente adherir a esta lógica del Ser como Amor que es no-siendo. Explica Chiara con un ejemplo sencillo: 29 Rondinara, S., La relación persona humana-naturaleza a la luz de los escritos de Chiara Lubich. Algunas premisas a la actividad humana, en Como un Arco Iris, Ciudad Nueva, Buenos Aires, 2000, p. 384. 30 Lubich, Ch., citado por Rondinara, S., ídem, p. 385. 31 Íbidem. 32 En la naturaleza se descubre, en definitiva, la misma dinámica que existe en la Santísima Trinidad, revelada por Jesús en el abandono: “Jesús abandonado ilumina así el ser, revelándolo como amor. Y con esto nos revela que el mismo Ser Absoluto es Amor, (…). Es Amor en la realidad de las tres divinas Personas en relación dinámica la Una con la Otra, la Una por la Otra, la Una en la Otra. Tres son las Personas de la Santísima Trinidad, y sin embargo son Uno, porque el Amor no es y es al mismo tiempo. Es decir, en la relación de las Personas divinas, cada una, porque es Amor, es completamente no siendo, pues está pericoréticamente en la otra Persona, en un eterno darse. A la luz de la Trinidad, el Ser se revela, por así decir, custodiando en su intimidad el no-ser que consiste en el don de sí: no ese no-ser que niega el Ser, sino el no-ser que revela el Ser como Amor. El Ser que es las tres Personas divinas”: Lubich, Ch., La doctrina espiritual, op. cit., p. 262. 18 Si, por ejemplo, yo tengo una flor y la doy, ciertamente me privo de ella y, al privarme, pierdo algo de mí (es el no-ser); per o en realidad, precisamente porque doy esa flor, crece en mí el amor (el ser). Por lo tanto, mi subjetividad es cuando no-es por amor, es decir, cuando está completamente proyectada, por amor, en el otro.33 Esta nueva lógica del ser como amor, valedera sobre todo para la subjetividad, va contra el paradigma del sujeto moderno que pretende afirmarse separándose de todo lo que constituye el no-yo, percibiéndolo como ajeno, incluso como amenaza, a la que debe dominar. Tan separado está que se erige incontaminado –“como antítesis con la objetividad del ser”- en Sujeto trascendental y hasta en el ente constituyente del sentido último de las cosas, ocupando en cierto modo el lugar del Ser trascendente y Absoluto. Podríamos preguntarnos con: “¿Será verdad que la conciencia de uno mismo y el ser en cuanto afirmación de la realidad en sí, hasta llegar al reconocimiento del Ser Absoluto, no pueden coexistir?”34 Chiara Lubich responde mostrando nuevamente a Jesús abandonado como el modelo de quien “en aquel terrible momento de su pasión, cuando parece desvanecerse la conciencia de su subjetividad”, “con su ser reducido a nada, reducción aceptada por amor al Padre, en quien se vuelve a abandonar35” “alcanza su plenitud”, dándose, perdiéndose en el otro por amor: Jesús abandonado es la revelación máxima de la conciencia como afirmación de sí misma, justo mientras se entrega al otro, a una alteridad que, en su máxima extensión es, precisamente, el ser. La auténtica conciencia de uno mismo es la que nace de la comunión con el ser: una comunión en la cual la conciencia parece perderse a sí misma pero, en realidad, se encuentra, es.36 Esta conciencia de sí mismo es, en definitiva, reconocimiento del ser, pero sobre todo “confesión del Ser Absoluto (…) que la luz misma que brilla en la conciencia del hombre invoca y busca como garantía y certeza, y meta final”37. La secularización actual del mundo tiene su origen en una racionalidad instrumental que ve superficialmente las relaciones entre las cosas y no el amor que es su esencia; ella se ha divorciado de la raíz que es Dios, -que contiene en sí y alimenta de sí la creación-, y por tanto de la verdad y de la belleza de ésta38. Jesús Abandonado vuelve a ser aquí la llave de unidad no solamente de los hombres entre sí sino entre el hombre y las cosas: Él “(…) experimentó y asumió en sí mismo el no-ser de las criaturas separadas 33 Lubich, Ch., El carisma de la unidad y la filosofía, en La doctrina espiritual, op. cit., p. 261. Íbidem. 35 Cfr. Lc 23, 46. 36 Lubich, Ch., El carisma de la unidad y la filosofía, en La doctrina espiritual, op. cit., pp. 261-262. Para profundizar en las consecuencias que esta visión tiene en el ámbito gnoseológico recomendamos el artículo de Zanghì, G. M., “Che cos’è pensare?”, en Sophia 1 (2008-0) pp. 25-34. 37 Lubich, Ch., El carisma de la unidad y la filosofía, en La doctrina espiritual, op. cit, pp. 260-261. 38 Cfr. Ídem, p. 263. 34 19 de la fuente del ser”, transformó este no-ser negativo en sí mismo, “en ese no-ser positivo que es el Amor, como revela la resurrección”39. 4. La realidad es más importante que la idea Con esta frase el Papa Francisco indica uno de los cuatro principios que pueden “orientar específicamente el desarrollo de la convivencia social y la construcción de un pueblo”. Se refiere a la encarnación o puesta en práctica de la Palabra o de la idea que la verifica (la muestra verdadera, la hace verdadera). Es “el criterio de realidad, de una Palabra ya encarnada y siempre buscando encarnarse” 40. También el carisma de la unidad, junto al nuevo paradigma social y cultural que genera, debe ser probado o verificado en la encarnación de sus concretizaciones personales, sociales y culturales. Y a pesar de estar en los inicios, este carisma ya presenta realizaciones en distintos ámbitos mostrando, aun si en estado germinal, su potencialidad y su peso histórico. Como un Arco Iris: encarnación del Amor El Movimiento nacido de esta espiritualidad tiene para conducirse no solo una espiritualidad sino un ordenamiento propio, un estilo de vida que unifica todos los aspectos de una vida normal pero que, al dar el justo valor a cada aspecto, le otorga unidad y armonía al conjunto, equilibrio necesario para vivir ordenadamente. Una intuición gráfica obtenida del fenómeno físico de la luz blanca por el cual esta se descompone al atravesar un cristal en los siete colores del arcoíris, le da a Chiara Lubich la ocasión de expresar cómo el amor, norma única de la vida cristiana, se manifiesta de distintas maneras, desde la comunión de los bienes espirituales y materiales, a la vida de unión con Dios y con los hermanos, a la irradiación del amor a las personas con las cuales uno se encuentra; desde la vida física con todos los cuidados que comporta al cultivo de la sabiduría y la ciencia; del cuidado y la armonía de la habitación y del vestido a la vida de la comunicación que mantiene unidas a las personas41. 39 Íbidem. Papa Francisco, Evangelii Gaudium, n. 233. 41 Para una profundización sintética y completa a la vez de estos aspectos, cfr. Ebook Spiritualità dell’Unità en: https://www.focolare.org/download/ebook-spirtualita-dellunita/?wpdmdl=171037&ind=1543098376069, segunda parte. 40 20 Ahora bien, todas estas expresiones del amor se han desarrollado en el Movimiento de los Focolares no solo como el estilo de vida cotidiana de sus miembros sino en corrientes de pensamiento, de iniciativas y acciones concretas en los distintos ámbitos del quehacer humano. En efecto, (…) la doctrina espiritual de Chiara Lubich no sólo da fe de un cambio de paradigma en la historia de la espiritualidad (…). Puesto que está enraizada en la mística de Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre, que vuelve a vivir hoy por la unidad entre los suyos, esta doctrina ofrece además las premisas para un aporte significativo al cambio de paradigma cultural que nuestra época, con mucho esfuerzo y a veces incluso trágicamente, requiere con urgencia y empieza a presagiar y a configurar de diversos modos, incluso contradictorios.42 Así como lo han hecho otros grandes carismas de la Iglesia también este “engendra de por sí un estilo cultural y deja su huella en las expresiones de lo humano y de lo social”43. Una Obra extensa Mencionamos aquí algunas de estas realizaciones en el ámbito eclesial, social y cultural. La difusión sea en extensión como en diversificación de campos de la Obra fundada por Chiara Lubich ha sido y está siendo muy grande y de gran envergadura: se han desarrollado en el campo de las creencias religiosas y los valores cuatro diálogos: dentro de la propia Iglesia con todas las fuerzas e instituciones para una mayor realización de una Iglesia-comunión; en el campo ecuménico entre personas de distintas Iglesias cristianas; entre creyentes de distintas religiones (diálogo interreligioso); y entre personas no creyentes y de convicciones no religiosas, sobre la base de valores comunes. El diálogo es el método característico en este tipo de relaciones: comienza por el vaciamiento desinteresado de la propia idea para acoger como propia la del otro y con la misma actitud donar el propio punto de vista con desapego, para acercarse cada vez más a un enriquecimiento mutuo y a una unidad de pensamiento y de intentos, en un reconocimiento y en una construcción conjunta de la fraternidad que ya une a quienes entran en diálogo. Lógicamente no es un ejercicio fácil, por lo cual es imprescindible en cierta manera “saber morir” espiritualmente a las propias ideas, deseos y afectos, para dar lugar al otro, para escucharlo, amarlo, servirlo, generando así la reciprocidad. En otras palabras, el diálogo es posible para quien sabe amar. Las innumerables iniciativas (acciones comunes, convenios, convivencias) que se han realizado a lo largo de los años en el Movimiento de los Focolares, en numerosas ocasiones junto a 42 43 Coda, P., Un carisma y una obra de Dios, en: Chiara Lubich, La doctrina espiritual, op. cit., p.15. Íbidem. 21 otras instituciones religiosas y/o civiles, demuestran la eficacia de este método para el avanzar de una comprensión, enriquecimiento y vida compartida en la unidad. El diálogo se desenvuelve también en el ámbito social, profesional, político y económico, con desarrollos en ámbito práctico, con transformaciones en estructuras sociales, y en ámbito teórico, con estudios disciplinarios e interdisciplinarios gracias a la conformación de grupos de estudio internacionales con influencia en: Arte, Derecho, Sociología, Educación, Ecología, Deporte, Economía, Política, Psicología, Medicina, Comunicación, Arquitectura44. Los más avanzados de estos grupos son la Economía de Comunión (EdC)45 y el Movimiento Políticos por la Unidad (MPPU)46 que desde 1991 la primera y 1996 el segundo, a partir de circunstancias e inspiraciones concretas que llevaron a Chiara Lubich a su fundación, vienen desarrollando una cultura de comunión y de fraternidad con proyectos y acciones concretas en esos campos. Remitimos a los links respectivos para acceder a los orígenes de fundación y principios. Pertinentes al presente diplomado son los desarrollos del grupo de la Psicología (Psicología y comunión)47 y de la Medicina (Health-dialogue-culture)48. Otra de las realizaciones de esta Obra difundida en todo el mundo son las 25 ciudadelas o “mariápolis permanentes” en distintas fases de desarrollo y con distintas características según el lugar, la historia y la situación en que se ubican. En ellas y en otras tantas casas de formación se forjan hombres y mujeres a una visión y práctica de la vida al estilo evangélico, abarcando todos los aspectos del amor mencionados más arriba. De hecho, la única ley de la Mariápolis, condición imprescindible para habitar en ella, es el mandamiento del amor recíproco. A través de esta formación y de la irradiación que por sí misma produce la ciudadela sobre quienes la frecuentan, se difunde la cultura de la unidad en los lugares y estructuras de la familia, de las agregaciones religiosas y de la sociedad. 44 Un panorama global de la actividad de estos grupos se puede obtener de los diferentes sitios que se conectan al siguiente link de la página del Movimiento de los Focolares: https://www.focolare.org/es/vive-por-la-unidad/ 45 Cfr. http://www.edc-online.org/es/ 46 Cfr. http://www.mppu.org/es/ 47 Cfr. http://www.psy-com.org/it/ 48 Cfr. http://www.healthdialogueculture.org/es/ 22 A través de una diversificada acción en los distintos campos del quehacer y de los intereses humanos (familias, jóvenes, adolescentes y niños, personas consagradas, profesionales, etc.), como un único pueblo animado por el amor recíproco, la concretización última de los seguidores del carisma de Chiara Lubich es la construcción de la fraternidad universal, en las pequeñas y grandes cosas de la vida. 23 REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS OBRAS DE CHIARA LUBICH: LUBICH, Chiara, Una cultura nueva para una sociedad., Ciudad Nueva, Buenos Aires, 2003. ------------------------- El grito, Ciudad Nueva, Buenos Aires, 2001. ------------------------- Como un arco iris, Ciudad Nueva, Buenos Aires, 2000. ------------------------- La doctrina espiritual, Ciudad Nueva, Buenos Aires, 2005. OTRAS OBRAS CITADAS: ABIGNENTE, Lucia, “Qui c’è il ditto di Dio”. Carlo de Ferrari e Chiara Lubich: il discernimento di un carisma, Città Nuova, Roma, 2017. ÁLVAREZ, Eduardo, El Dasein y la crítica de la filosofía del sujeto en Ser y Tiempo, en AAVV, La cuestión del sujeto. El debate en torno a un paradigma de la modernidad, Universidad Autónoma de Madrid. Facultad de Filosofía y Letras, Madrid, 2007. BURGOS, Juan Manuel: El personalismo, Palabra, Madrid, 2003. CAMBÓN, Enrique, Vivir la Trinidad, Ciudad Nueva, Buenos Aires, 1998. CODA, Piero., Un carisma y una obra de Dios, en Lubich, Ch., en La doctrina espiritual, Ciudad Nueva, Buenos Aires, 2005. FRANCISCO (Papa), Exhortación apostólica Evangelii gaudium, 2013. KUHN, Thomas S., La estructura de las revoluciones científicas, Fondo de Cultura Económica, 1971. PINILLOS DÍAZ, José Luis, La deconstrucción del sujeto en el pensamiento post-modernista, en Anales de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, N° 71, 1994. RONDINARA, Seregio, La relación persona humana-naturaleza a la luz de los escritos de Chiara Lubich. Algunas premisas a la actividad humana, en Como un Arco Iris, Ciudad Nueva, Buenos Aires, 2000 ZANGHÌ, Giuseppe Maria: “Che cos’è pensare?”, en Sophia 1 (2008-0) pp. 25-34 24 Sitios web: Centro Chiara Lubich: http://www.centrochiaralubich.org/es/chiara-lubich/biografia.html Movimiento de los focolares: https://www.focolare.org/ Economía de Comunión: http://www.edc-online.org/es/ Movimiento Políticos por la Unidad: http://www.mppu.org/es/ Psicologia e comunione: http://www.psy-com.org/it/ Health-dialogue-culture: http://www.healthdialogueculture.org/es/ Ecoone: http://www.ecoone.org/it/ 25 PREGUNTAS DE PROFUNDIZACIÓN: 1) Tome alguno de los puntos relevantes del paradigma de la unidad mencionados en el apartado n. 3 y escriba de media a una carilla mostrando la pertinencia de dicho punto en relación con su disciplina o desempeño. ¿Encuentra que le puede aportar algo para su profesión o tarea? 2) Amplíe a través de los sitos web que aparecen en el siguiente link: https://www.focolare.org/es/vive-por-la-unidad/ la información sobre uno de los campos del saber y de la cultura que se mencionan en el punto n. 4 (Arte, Derecho, Sociología, Educación, Ecología, Deporte, Economía, Política, Psicología, Medicina, Comunicación, Arquitectura). Responda: ¿qué puntos del paradigma de la unidad se ven encarnados en dicha realización, iniciativa o investigación teórica que ha elegido analizar? (señale la información que ha seleccionado indicando link de la página y artículo). 26 ÍNDICE INTRODUCCIÓN ................................................................................................................................................... 1 1. Biografía y obra ................................................................................................................................................ 1 Los inicios ............................................................................................................................................................ 1 El Paraíso del ’49 y la Escuela Abba .................................................................................................................... 5 El núcleo de una doctrina espiritual...................................................................................................................... 6 2. Un nuevo paradigma ........................................................................................................................................ 9 Los paradigmas en las revoluciones científicas .................................................................................................... 9 La crisis actual del paradigma del sujeto ............................................................................................................ 10 Necesidad de un nuevo paradigma ..................................................................................................................... 11 3. El paradigma de la Unidad ............................................................................................................................. 12 El castillo exterior. El “plus”: la reciprocidad del amor hasta la unidad ............................................................. 13 La unidad: don de Dios ...................................................................................................................................... 14 Jesús Abandonado, el Dios contemporáneo, llave de la Unidad ......................................................................... 15 Unidad y diversidad. Otra concepción de la mismidad y la alteridad ................................................................. 16 El Ser como Amor .............................................................................................................................................. 17 4. La realidad es más importante que la idea ...................................................................................................... 20 Como un Arco Iris: encarnación del Amor ......................................................................................................... 20 Una Obra extensa ............................................................................................................................................... 21 REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS ................................................................................................................... 24 PREGUNTAS DE PROFUNDIZACIÓN .............................................................................................................. 26 27