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OSCAR LAMORGIA FORT DA

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REAL <> REALIDAD
por Oscar Lamorgia
El Tao es como
un cubo que no tiene ángulos,
una gran vasija sin contorno,
un gran tono sin sonido,
una gran figura sin forma.
El Tao es oculto y sin nombre.
Pero es generoso dando y sosteniendo.
Tao Te Ching (Lao Tsé)
1 - ¿CUÁL REALIDAD? I (lo Imaginario)
Veamos esta imagen que se conoce como “Esquema R” y
que tiene que ver tiene que ver con la realidad. La idea es
someter a una imagen plana y temprana en la obra de
Lacan, a un ejercicio topológico no muy ambicioso, pero
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que tal vez ponga a producir los elementos que lo
componen, de un modo un tanto más fértil.
Es un esquema, decía, bastante temprano que presenta
Lacan como también ocurre con el esquema I, y se
corresponde con los primeros años de la enseñanza y que
no ha sido modificado sensiblemente a posteriori. Esto sí
ha ocurrido cuando se quiere demostrar qué es lo que
opera en la psicosis por ejemplo. En nuestro caso nos
sirve para ver qué ocurre en la estructura(ción) subjetiva
y cuál es la función del objeto “a“ que -a simple vista- en
este esquema no aparece en ningún lado, al menos de
forma explícita.
Las minúsculas (a - a’) no representan al objeto a. Se trata
en este caso, del yo y del semejante.
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Acude a mi memoria una anécdota para ilustrar el objeto
a, que tiene que ver con Yukio Mishima, escritor
extraordinario y recomendable que en el año 1971 se
suicidó practicándose “seppuku” (en occidente lo llaman
Hara Kiri) luego de un frustrado golpe de estado en Japón
organizado por él.
Mishima, es el título de una película biográfica sobre él.
Confesiones de una máscara es la novela que recomiendo
para iniciarse en la lectura de Mishima. Es autobiográfica
y tiene que ver con el despertar de su condición
homosexual, cuestión compleja, ya que provenía de una
tradición Samurai. Traigo a este autor en relación a que el
objeto a no aparece explícitamente en el esquema
presentado, lo cual no significa que no esté operando allí.
La anécdota con Mishima, quien fuera un hombre de
mucho dinero, es visitado un día por un periodista de
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origen inglés quien lo entrevista en su mansión de
muchas habitaciones. Una de las mismas estaba
ambientada en estilo provenzal; otra en estilo Luis XV,
otra en estilo Colonial Baja California y así todas
diferentes. El periodista le pregunta dónde estaba “lo
japonés”. Mishima le responde: “En lo que no se ve”…
Justamente en lo más sutil es donde estaba el estilo, y
como sabemos, al estar de Lacan, el estilo es el objeto. Es
debido a ello que, al menos en la escritura, el estilo no se
corrige. Se corrige, gramática, sintaxis, ortografía, pero
no el estilo.
Esto me trae otro recuerdo y tiene que ver conmigo y las
artes marciales. Mi primer maestro en artes marciales
desde 1971 a 1987 era okinawense, quien tenía detrás de
su negocio de tintorería salón de práctica denominado
Doyo (Dōjō ). En ese lugar había un altar budista
Había una pajarera similar a una pagoda de varios pisos
realizada con cañas de bambú. Le pregunté qué
significaba esa pajarera y me respondió: “Representa la
libertad”. Frente a lo que le pregunto que cómo es eso?
¿Cómo una jaula podría representar la libertad? Y me
responde: “Porque esta vacía”. Una vez más, lo que no se
ve, le da sentido a todo lo demás.
Este esquema es muy útil y orientativo.
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Es una especie de GPS, mismo que con los elementos que
hemos adquirido hasta aquí, podemos utilizar y explotarlo
al máximo.
En el triángulo superior izquierdo, en su vértice esta la fi
minúscula, imagen de a, en i(a) y la letra “m” de moi.
La I mayúscula designa el triángulo de lo Imaginario.
La letra m es el moi imaginario a diferencia del Je que es
también el yo, pero más orientado a pensar en el sujeto.
El Je es la parte inconsciente del yo.
Hay una flecha desde el moi hasta la imagen del moi que
es la imagen del i(a). Eso es Imagen del Yo. Por ello afirmé
que ése tampoco es el objeto a. Es la imagen que el
espejo le devuelve al infans.
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Entre el moi, en el sentido del yo corporal, y pensando en
el bebé y la imagen del Yo, existe un desbalance, una
discrepancia estructural.
Lacan hace referencia al Teorema de Stokes, un teorema
de física que tiene que ver con la energía potencial que es
el contraste entre los dos polos de una batería eléctrica y
es el mismo contraste o desbalance lo que genera
energía. También está el ejemplo de los dos baldes en
desnivel unidos por una canaleta en donde el flujo del
agua surge como energía potencial debido a la asimetría
de la altura en la que están colocados.
Es también lo que ocurre entre el Yo corporal y la imagen
del Yo.
Si imaginamos colocar por debajo de la barra los datos
propioceptivos atomizados, es decir el cúmulo de
sensaciones dispersas anárquicas que vivencia
corporalmente el bebé sin ningún tipo de perímetro
limitante, debido a que no está unificado con respecto a
sus excitaciones corporales y tampoco lo está en el
sentido de recortarse del cuerpo de la madre.
Entonces a ese maremágnum de sensaciones sin un
parámetro que les dé forma, es donde aparece la utilidad
del espejo que va a devolver a esos datos, un yo corporal
unificado. Las sensaciones ingresan en una “bolsita”, le
hago un nudito y todo lo atomizado comienza a unificarse
en el cuerpo del niño, ya que la imagen del cuerpo le
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retorna a través del prisma de la mirada de la madre. Esa
sería la matriz más conocida del estadio del espejo,
sabiendo que hay también otra matriz simbólica, puesto
que no alcanza con la exposición del niño frente al espejo
en brazos de la madre, sino que dicha matriz (¿Mátrix?)
implica que la mamá señalando el espejo le diga además:
“ése sos vos”, con el júbilo que de allí proviene. Ve que la
mamá que lo tiene en brazos, está en el espejo, ergo, el
bebé que está en brazos de ella no es otro que él. Y eso
genera el efecto unificador de lo que se va a llamar el yo
corporal.
Pero si hablamos del Teorema de Stokes y de la energía
potencial, de ese ir y venir energético surgiendo del
desbalance entre lo sentido y lo visto, uno podría decir
que en éste caso no está el agua. Tampoco está la
electricidad y entonces de que energía estamos
hablando..? Cómo llamamos a lo energético en
psicoanálisis?
Libido es la manera más precisa de llamar la energía en
psicoanálisis. Lacan, a la libido la representa con fi
minúscula en este esquema.
Va a haber idas y vueltas entre el yo y su imagen, tantas
veces como se necesiten que esa imagen quede
debidamente calibrada, aunque, según se verá, nunca es
un producto terminado.
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A esa imagen de la bolsa a la que me refería, como la de
residuos de consorcio pues Lacan le llama a lo que hay
adentro de ella: “le corps morcelée”. Cuerpo de la
morcilla y en las morcillas hay picadillos de coágulos
sanguíneos mezclado con nueces según las variantes de
preparación, queda embolsado en una tripa con dos
nuditos en los extremos. Ese picadillo atomizado
encuentra su identidad en la forma de la morcilla que es
el bebé. Suena desagradable contarlo así pero es muy
didáctico. La estructuración del sujeto es también en el
campo Imaginario. Registro, que como sabemos goza
incomprensiblemente, de “mala prensa”…
También hay una expresión del “cacho de carne arrojado
al mundo”, o la de traer al mundo a un “ser para la
muerte” que no tiene que ver con esto que estamos
tratando ahora, pero que es complementario pues “cacho
de carne” se refería al protosujeto o sujeto a advenir que
posteriormente se talla o arma con el significante. Con el
término “cacho de carne”, Lacan se saca de encima la
cuestión del psiquismo fetal o de que hay aparato
psíquico antes del nacimiento. En realidad considero que
estas últimas son cuestiones delirantes, pero que las
piensa el común de la gente. Por ejemplo, hay gente que
piensa que si está el bebe en la panza y se hace sonar
música de Vivaldi, va a ser para él mejor que si le pasan
temas de Iron Maden o de AC/DC. Y en realidad es lo
mismo pues no está formado el aparato psíquico y no
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guardará registro. Es por esto que Freud desestima de
plano el concepto de trauma de nacimiento de Otto Rank.
Freud desestima la inscripción de lo traumático desde el
nacimiento, diciéndole que de nada sirve hallar la
lámpara de alcohol que inició un incendio, una vez que el
fuego se adueñó de cortinas y alfombras. Al revés de
Rank, que sostenía, palabras más, palabras menos, que
“encontrando la lámpara, se apagaba el incendio”.
Volviendo al psiquismo fetal, y al tema de la música desde
el embarazo, lo que digo es que no va a tener inscripción
en ningún psiquismo. Y si el parto fue traumático para la
madre y se continúa con el mito de ese nacimiento y los
comentarios preponderantes en la familia, a veces
durante la sobremesa, donde se menciona lo doloroso del
parto, lo complicado del embarazo y esos comentarios los
capta y escucha el niño desde chiquito como retahíla que
arma la leyenda de, lo que a la postre, será su novela
familiar, lo que se inscribe efectivamente es por vía del
discurso. Y no es por la experiencia musical vivida por
Vivaldi o Rata Blanca. Lo traumático está en la madre
cuando el obstetra le dijo que tuvo al hijo en el momento
en que se lo está quitando. Le dice que tuvo al hijo
cuando ya no lo va a tener más. Es un primer
desprendimiento que equivale a una primera castración.
Luego en la vida se continúa con una sumatoria de
pérdidas, cuando el niño pierde el pecho, luego las heces,
luego la angustia de castración, etc. Hay toda una
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sumatoria de pérdidas donde se le añade esta que
preexiste al sujeto a advenir y que conecta con el acto de
nacimiento. Y allí aparece algo parecido al objeto a que es
la placenta. Como ejemplo lo más parecido a la ilustración
del objeto a es la placenta que al no ser totalmente de la
madre, tampoco del niño y al mismo tiempo es de los dos
es algo que condenado a perderse.
Entonces si hay algo traumático a inscribirse, es por la
experiencia posnatal, que vehiculizada por el Otro
materno, promueve una inscripción más o menos
sórdida.
También está lo que se llama identificación positiva y
negativa. El hacer por ejemplo un ambiente de una
música elegida por la familia, puede darse linealmente o
contrariamente por el rechazo de esa música. Hablando
del discurso familiar. El gusto por la música en muchas
familias se siembra durante la formación del niño a lo
largo de la vida. Y el efecto puede ser positivo o negativo.
Y en eso interviene el lenguaje.
Continuando con el esquema anterior vemos que en la
franja que está en el medio dice REALIDAD…
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Y nos encontramos arriba con la a minúscula y abajo con
a'. Pueden ser colocadas al revés. No tiene importancia
pues en definitiva es Yo y el semejante. Ya no es el moi y
la imagen del moi.
En a - a’, hablamos de quien habla, y de quienes son sus
semejantes. Ahí seguimos en el plano imaginario puesto
que la diferencia entre el Yo y el semejante requiere de
un par ordenado teórico clínico y a través de la cual me
separo de los otros y construyo mi singularidad. La
agresividad en psicoanálisis es el correlato del narcisismo.
Luego aparece otra flecha en donde yo puedo a la
mañana levantarme y estoy espléndido. Me encuentro al
salir de mi casa con el portero y me dice: “Qué le pasa? lo
veo cansado…” pero sigo caminando por la calla
pensando que la vida me sonríe y al llegar al consultorio,
una vecina me dice:.. “te pasa algo..?”
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Existe una no coincidencia entre el estado armonioso con
el que salí de la cama y la mirada del otro sancionado algo
diferente.
A la inversa de esto puede pasar que un día me levanto
con las piernas pesadas, o que tengo una arruga más o
que estoy más gordo o cosas así y al salir a la calle me
dicen lo contrario, elogios o piropos. Es decir que ahí
también aparece un descalibrado entre cómo yo me
siento y cómo me ven mis semejantes.
Entonces poseo dos calibres, uno entre el moi y la imagen
del moi- repasado en rojo- y otro en cómo me veo o
siento yo y cómo me ve mi semejante.- repasado en azul.
Esas negociaciones que hablan de un balance energético,
y que tiene que ver con la energía potencial del teorema
de Stokes, son las negociaciones que uno tiene que hacer
sin darse cuenta. Uno lo tiene que hacer todo el tiempo
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salvo que uno sea la actriz Brenda Gandini en la
publicidad de cosméticos y si se ve ojerosa, se coloca base
de maquillaje para salir bien en T.V. Ella ahí se da cuenta
de la disparidad explicitada, precisamente porque está
trabajando para una publicidad sobre el tema.
Pero nosotros, que no trabajamos para ninguna
publicidad, estamos haciendo ese equilibrio todo el
tiempo, automatizado siendo muy raro que coincida
cómo yo me siento a como yo me veo y como yo me
siento respecto de cómo me ven los demás. Es muy raro
que eso coincida. Y en general eso está llamado a no
coincidir. En realidad esto no importa demasiado salvo
que alguien esté demasiado capturado por la cuestión de
la imagen como podría ser en sus momentos Graciela
Alfano o Ricardo Fort, o en aquellas personas que son
prácticamente adictos al bisturí con operaciones
estéticas reiteradas a los fines de lograr seguir iguales a si
mismas siempre. Y esto tiene un ribete horroroso.
La película del año 1962 con Bette Davis y Joan Crawford
que se llama “Qué fue de Baby Jane?” lo ilustra.
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Bette Davis era una actriz niña al estilo de Shirley
Temple, quien luego cae en desgracia – al igual que esta
última – y seguía vestida de niña al estilo de Alicia en al
país de las maravillas, siendo una mujer de 60 años.
Persona psicótica que vivía con la hermana discapacitada.
La tenía en el primer piso presa en una casa derruida. Se
pinta el patetismo de este esfuerzo por seguir instalada
en una edad que no se corresponde con la que uno tiene.
2 – ¿CUÁL REALIDAD? II (lo Simbólico)
Llegamos al segundo triángulo que sería el de lo
Simbólico.
Por eso está la S en el medio de ese triángulo.
En el vértice superior derecho encontramos nuevamente
a minúscula y está ahí porque la M mayúscula junto a ella
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representa a la madre y que es el primer semejante con el
que se encuentra el niño y con quien puede recortar su
imagen desde la imagen del otro. La recorta de su madre
o de quien funcione como tal.
La madre tiene triple función: ser la mamá M, ser el
primer semejante a' y también ser el otro primordial A.
Por ello lo que encontramos a la derecha de la M es el A
mayúscula barrada.
. Es el Otro primordial y este
barrado en el mejor de los casos, sería bueno que sea una
madre deseante, lo que implica que no necesariamente
mire a su compañero, pero al menos que mire hacia otro
lado que NO sea sólo el niño. Decimos orientado a
cualquier otra cosa, su compañero, un hobby una
vocación. El asunto es salir del agobio y de que el niño no
sea su Alfa y Omega.
Vemos también que desde allí bajan dos líneas:
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Desde la línea de M, baja hacia la letra P, del padre. Allí
estaría bien poner "Nombre del Padre” también: NP.
La línea que termina en la letra FI mayúscula
y que
proviene del A barrado. Es decir que en ése vértice
inferior del triángulo simbólico, tendremos “falo
simbólico".
En el vértice superior izquierdo falo imaginario, opuesto a
éste último. Tengamos en cuenta que salvo un par de
excepciones en el álgebra lacaniana todo lo que está
escrito en minúscula es imaginario y lo que está escrito en
mayúsculas es simbólico.
Las excepciones son el objeto “a” y la otra excepción es la
“d” minúscula en el grafo del deseo puesto que el deseo
es eminentemente simbólico. El deseo se escribe con d
minúscula diferenciándolo de demanda, donde se lo hace
con D mayúscula.
En realidad Demanda, estaría a mitad de camino entre
imaginario y simbólico.
Ahí tenemos completados esos dos triángulos y vemos
cómo la franja de la realidad que queda en el medio esta
circunvalada por la imagen del Moi, el Yo y el semejante.
Falta subrayar que en ángulo inferior izquierdo, leemos
las letras I(A), que es el Ideal. Otro de los nombres que
tiene el ideal es RASGO UNARIO. Rasgo en el cual el
sujeto se identifica y se repite en lo diverso de sus
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elecciones. En la diversidad de elecciones de vida que va
haciendo hay un rasgo repetitivo al cual el sujeto está
identificado y que es la identificación simbólica del sujeto
a un significante privilegiado.
Vamos a otro razonamiento:
Imaginemos que de éste esquema, primero
desprendemos la franja o campo de la realidad:
Y el resultado es el siguiente:
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Es otra imagen delimitada por el moi, la imagen del yo, el
yo y el semejante.
Si hacemos otro dibujo, troquelando o eliminando esos
dos triángulos agudos o puntas que tiene el esquema
anterior tendremos el siguiente resultado:
Cuando escindimos los triángulos, nos va a quedar una
cinta que es un rectángulo largo.
Luego procedo a torsionar las puntas pegando, con
cualquier pegamento. Es decir procedo a unir los
extremos de la misma para finalmente obtener una
banda de moebius.
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De esa manera y en la banda se dará la posibilidad de
circulación a los 4 elementos que estaban en posición
superior del cuadrado R. Moi, imagen de moi, yo y mi
semejante. Circularán por la banda todo el tiempo a la
manera de bolillas en un sistema perpetuo de
funcionamiento dinámico.
Hagamos otro ejercicio. Volvamos atrás con uno de los
dibujos.
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No habremos de troquelar ni recortar sus puntas, como
hacíamos anteriormente.
En este paralelogramo que dibujamos, tenemos un lado
largo, el inferior y otro más corto, el superior. Uniendo los
dos extremos de la línea corta y luego los dos extremos
de la línea larga. Resulta de ello una especie de vaso o
cubilete, como se usa para agitar los dados en el juego de
La Generala.
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Es la parte del cuero cocido del cubilete, que descosido da
la imagen del paralelogramo que comentamos arriba.
Para obturar el proyecto de cubilete, y finalizarlo, se debe
agregar un redondel de base.
Hecho nuestro cubilete le introducimos 4 dados.
Imaginemos que en un dado, en sus 6 caras anotamos
moi. En otro dado dice i(a) en las 6 caras también. En el
tercero dice en en cada cara a'. Y en el cuarto dado dice a
también en las seis caras.
Los metemos en el cubilete y tiramos los dados.
En el orden en que salgan comprobaremos lo aleatorio de
cada tirada leyéndolas de derecha a izquierda.
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Otra tirada, por ejemplo, daría por resultado lo siguiente:
Esa aleatoriedad da cuanta del anarquismo que hay
entre:
●
●
●
●
Cómo Yo imagino que me veo.
Cómo Yo me siento.
Cómo el otro me ve.
Cómo yo veo al otro
Esas posiciones diferentes de los dados es aleatoria, es lo
que pasa todos los días, sólo que uno tiende, como fruto
de la identificación sucesiva, ya sea viéndose al espejo, ya
sea por el retorno que nos devuelven los semejantes a la
construcción de una imagen que no es como sucede en la
esquizofrenia, en donde a través del signo del espejo, uno
necesita estar mirándose todo el tiempo para constatar
que sigue siendo el mismo.
A nosotros no nos pasa eso pero, aunque hay gente que
es más apegada al espejo que otra y está más o menos
pendiente de cómo está el pelo, la vestimenta, los
colores, las "patas de gallo", canas, o lo que sea.
En consecuencia, contamos con dos dinámicas, a saber:
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Una consistente en tener todo el tiempo corriendo esos
dados por la banda de moebius...
… o la del cubilete, que cuando salen despedidos sus
dados pueden hacerlo de cualquier manera.
Esto obliga a coherentizar los dados a través de una
acción motora que nos permita funcionar en el mundo
con una identidad de percepción con nosotros mismos
sobre nosotros, pero que siempre va a estar torpedeada
por los desbalances que hoy estuvimos revisando.
Volviendo al primer dibujo:
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Dónde podríamos decir que está el objeto a, allí donde
explícitamente no está escrito? ¿Dónde estaría lo
japonés? Como diría nuestro amigo Mishima: "en lo que
no se ve".
Tengamos en cuenta que en el esquema, la franja de la
realidad, no es lo real.
Otra manera de llamarle a las formaciones del objeto a,
es formaciones del ello pulsional. Entonces en este
esquema el objeto a, estaría arriba a izquierda, en el
lugar de la fi minúscula…
Fi minúscula, usada por Lacan para ilustrar a la libido y
ése juego de fuerzas permanentemente en litigio
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generando ordenamientos de las imágenes y de los
diferentes lugares.
Aquí, lo más parecido al objeto a, es esa energía propia
del Ello pulsional que llamamos libido.
Si bien esto se ve en dos planos como un dibujo chato, en
realidad es algo dinámico que está en movimiento todo el
tiempo. Es por ello que hicimos las ficciones en los
dibujos del troquelado, realizamos el cubilete,
recortamos los extremos y reconvertimos el rectángulo
en una banda de moebius, pues es allí donde se ven los
efectos del objeto a produciendo el combustible de la
comedia entre todos estos elementos en juego que
intervienen a la hora de la constitución subjetiva.
En este cuadrado, así enterito como se lo ve, no surge de
ningún lado que el objeto a tenga que ver con eso. Este
grafico es de los años 50 y aún Lacan no había
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formalizado el objeto a. Este último y sus especies
arrancará luego, con los seminarios 10 y 11 aunque ya
venía prefigurado. Es por eso que en este esquema, hay
que inferirlo o razonarlo y ubicarlo, porque ciertamente
está. Y no es que apareció de un día para el otro debido a
una epifanía de Lacan. Sino que surgió de una
propedéutica que es un trabajo en progresión de
diferentes conceptos que son desarrollados, otros
abandonados, otros modificados, otros descartados o
incorporados. Es decir propedéutica: trabajo y avance por
progresiones.
Importante es pescar que el objeto a tiene que ver con la
regulación de la realidad en los campos imaginario y
simbólico. Y que no alcanzaría solamente con esas dos
instancias como para pensar en él.
Dentro de la obra de José Bleger hay varios libros: "La
entrevista psicológica”, otro es “Psicología de la
conducta”, pero el más notable de este autor es
“Simbiosis y ambigüedad”, libro que es un clásico y vale la
pena tenerlo. Bleger fue uno de los tres discípulos más
destacados de Enrique Pichón Riviėre cuando era
psicoanalista. Otro de sus discípulos fue David Liberman y
el otro, Fernando Ulloa. Volviendo al libro “Simbiosis y
ambigüedad”, hay un artículo que le da el titulo al libro y
es una compilación de artículos variopintos que presentó
en diferentes lugares y hay un titulo que es “Psicoanálisis
del encuadre psicoanalítico". Allí cuenta un caso clínico
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en donde un paciente estaba en el tema de comprarse un
departamento. Por un hecho fortuito, el paciente se
entera de que Bleger en ese mismo ínterín, se había
comprado un departamento pues se habían acercado a la
misma inmobiliaria que el paciente. Bleger no le había
dicho lo de su compra, pero el paciente se entera de un
modo totalmente casual. El paciente, ofuscado le
pregunta a Bleger el por qué no lo había consultado ya
que él también estaba en tratativas inmobiliarias. Parece
una pregunta improcedente, pero la cuestión que esto
permitió por asociación, que este paciente contara que
en su familia nunca se tomaba una decisión sin
consultarle a él , por ser el primogénito de una familia
más o menos acomodada.
Entonces el paciente lleva al campo de la transferencia
este reproche mal dirigido a Bleger y que tenía que ver
con su historia.
Bleger cuenta esto y se pregunta, ya que el joven nunca
había hablado de ese aspecto, qué hubiese ocurrido de
no ser por este hecho fortuito. Y sigue diciendo Bleger, a
renglón seguido: “No tengo respuesta para este
interrogante”. Es contrafáctico, pero ¿Que hubiese
ocurrido? En realidad no se puede saber pero es de
suponer que hubiese tardado mucho en aparecer ésa
cuestión, o no hubiese aparecido nunca. Cuando Bleger
dice que no tenía respuesta para esto es porque él,
cojeaba de uno de los registros. Precisamente por no ser
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lacaniano le faltaba el registro de lo Real y que la clínica
esté orientada por lo Real. Bleger tiene la honestidad de
hacerse la pregunta por escrito y por escrito afirmar que
no tiene respuesta, pero ahí es la irrupción de lo Real y
cómo ése real reordena los elementos de cara a que el
trabajo tome un envión distinto y más productivo de lo
que había ocurrido hasta ese momento.
Lo que se lee en la flecha derecha del esquema es
Que el deseo de la madre, es tachado por el significante
del nombre del padre y eso como operación produce lo
que se denomina “significado al sujeto”, dando lugar a la
emergencia del “falo simbólico”. El hecho que aparezca
el Otro primordial tachado habla de un momento
deseante. Verbigracia el significante del Nombre-delPadre, que No forma parte de la cadena sino que ek-siste
a ella, lo que le permite CONSISTIR. Por estar afuera y eksistir permite que la cadena tenga consistencia.
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En la Metáfora Paterna, lo que Lacan llama Deseo de la
madre, y lo pone con D mayúscula, es el goce del Otro,
goce del Otro primordial al que el Significante del
Nombre-del-Padre pone límite, dando lugar a la
emergencia del falo simbólico.
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