Subido por Carlos Díaz Lastreto

Primero lo primero Stephen Covey

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Primero lo primero. Stephen Covey
Ya he hablado antes en este blog de gestión del tiempo (1) (2) y (3) y sobre Stephen Covey
en particular. Tengo algunas críticas hacia algún sesgo religioso que creo se inmiscuye en
su libro sobre gestión pero creo que varias de sus ideas en “Los Siete hábitos de la gente
altamente efectiva” son atendibles y razonables si uno piensa en cómo hacer mejor su
trabajo y coordinar mejor la acción con otros.
El tiempo es escaso en todos lados. La gente se queja a cada rato que no le alcanza el
tiempo. A veces es por exceso de actividades ya que con la tecnología actual tendemos a
realizar muchas más actividades que las que realizábamos antes, como explica Vince
Poscente en La era de la velocidad. Otras veces es por “mal uso del tiempo”. A veces una
mezcla de ambas cosas.
En su libro Los siete hábitos de la gente altamente efectiva Covey realiza algunas
distinciones que me parecen útiles y prácticas para abordar el tema, las que quisiera
compartir en este post.
Para introducir el tema se pregunta: ¿qué puede hacer usted, que no esté haciendo ahora
y que, si lo hiciera regularmente, representaría una tremenda diferencia positiva en su
vida personal? Con esta pregunta desafía las rutinas y sobre todo propone pensar en un
cambio que tenga impacto en la vida personal.
No lo dice en su texto, pero me parece que la pregunta que debería venir luego es ¿y por
qué la persona no está haciendo aquello que dijo que si lo hiciera podría tener un
tremendo impacto en su vida personal?, seguramente porque no tiene tiempo, de modo
que si organizara mejor el tiempo, podría ser factible realizar aquello.
Creo que esto tiene aplicaciones no sólo para la vida personal, también para la vida
organizacional, por lo que una buena pregunta para el gerente de una empresa también
sería, ¿Qué no está haciendo la empresa, que si lo hiciera, la llevaría a tener una tremenda
diferencia positiva en sus resultados?. En mi propia experiencia he visto como muchas
veces las organizaciones se dedican a actividades que son poco relevantes para sus
resultados importantes y pierden el tiempo con procedimientos y prácticas
defintivamente irrelevantes.
Desde esta perspectiva el autor se pronuncia acerca de la importancia de ser proactivo y
no reactivo. Reactivo significa que las circunstancias determinan lo que hacemos, en vez
de ser nosotros de manera consciente quienes tomamos las decisiones que necesitamos
tomar, priorizando lo importante, para conseguir los resultados que queremos. Para ello
es necesario “empezar por lo primero”, realizar aquello que es coherente con nuestra
misión, valores, propósitos, sin perder el rumbo.
Propone que la administración del tiempo ha pasado por cuatro etapas:
1ª confeccionar notas y listas de tareas, de manera de dar reconocimiento a la totalidad
de los múltiples requerimientos planteados a nuestro tiempo y nuestra energía.
2ª seguir agendas, reflejando el intento de mirar adelante y programar los
acontecimientos y actividades del futuro.
3ª priorizar, comparando la importancia relativa de las actividades sobe la base de su
relación con ciertos valores. Se centra en establecer metas, objetivos a corto, mediano o
largo alcance, de modo de orientar el tiempo y la energía acorde con aquello. También
incluye el concepto de planificación diaria, el plan específico para alcanzar las metas y
actividades más valiosas.
4ª más que administrar el tiempo, administrarnos a nosotros mismos, preservando y
realzando al mismo tiempo las relaciones y en alcanzar resultados. Para lograr esto,
propone una matriz de administración del tiempo, basada en la urgencia y la importancia,
enfatizando la importancia en enfocarse en el cuadrante II: lo importante y no urgente.
Lo urgente es aquello que necesita una atención inmediata, “ahora ya”. Las cosas
urgentes actúan sobre nosotros. Son materias muy visibles, nos presionan, reclaman a la
acción.
Lo importante tiene que ver con los resultados. Algo es importante cuando realiza una
aportación a nuestra misión, a nuestros valores, a nuestras metas de alta prioridad. Las
cuestiones importantes que no son urgentes, requieren más iniciativa, más proactividad.
“tenemos que actuar para no dejar pasar la oportunidad, para hacer que las cosas
ocurran”.
Aquí están los cuatro cuadrantes:
Cuadrante I: Urgente e Importante. Tiene que ver con resultados significativos que
reclaman atención inmediata. Las actividades en este cuadrante solemos llamarlas crisis o
problemas. Este cuadrante agota y consume a muchas personas que son administradores
de crisis, personas orientadas hacia los problemas, productores que trabajan al borde de
los plazos. Mientras uno más se centra en el Cuadrante I este más crece hasta que nos
domina.
He visto como muchos ejecutivos en organizaciones viven en este cuadrante de manera
permanente ya que les da adrenalina, entusiasmo, pasión y sobre todo porque además les
permite cultivar una identidad de líder heroico, imprescindible, que golpea la mesa, que
da golpes de timón. El lado oscuro de este estilo es que genera dependencia e impotencia
en todos aquellos que están cerca, quienes no pueden tomar otras decisiones y
“necesitan” la presencia permanente de este ejecutivo.
Cuadrante III: Urgente pero no importante. Se reacciona ante cosas urgentes, suponiendo
que también son importantes. A veces la urgencia de estas cuestiones se basa en las
prioridades y expectativas de otros.
Cuadrante IV: Ni urgente ni importante. Básicamente escapismo y pérdida de tiempo.
Las personas que dedican su vida casi exclusivamente a los cuadrantes III y IV llevan vidas
básicamente irresponsables según Covey. Las personas efectivas permanecen fuera de
estos cuadrantes, porque urgentes o no, no son importantes. También reducen el
cuadrante I pasando más tiempo en el cuadrante II.
Cuadrante II: Aquello que es importante y no urgente. Se trata de actividades como
construir relaciones, trabajar sobre la misión personal, planificación de largo alcance,
mantenimiento preventivo, preparación, cosas que sabemos que hay que hacer pero que
solemos eludir porque no son urgentes.
Las personas efectivas no se orientan hacia los problemas sino que hacia las
oportunidades. Piensan preventivamente. También tienen crisis propias del cuadrante I,
que requieren atención inmediata, pero su número es relativamente pequeño. Al
centrarse en lo importante, tienen un alto poder para generar capacidad.
Estar en el cuadrante II es fundamental para hacer cosas significativas, para trabajar en lo
sostenible y en aquello que de verdad hace una diferencia en nuestras vidas personales y
organizacionales. Requiere enfoque y claridad.
Para tener más tiempo para el cuadrante II hay que sacarlo de los otros cuadrantes,
fundamentalmente del cuadrante III y IV ya que las actividades del cuadrante I no se
pueden ignorar, aunque se pueden reducir en la medida que se permanece más tiempo en
el cuadrante II, se tienen menos incendios porque se ha invertido tiempo en prevenir que
ocurran.
Una de las prácticas que tiene que desarrollar alguien que quiere estar en el cuadrante II
es aprender a decir que no a otras actividades en apariencia urgentes. Para ello es crucial
tener siempre claro cuáles son nuestros objetivos, valores, principios, en definitiva, cuáles
son nuestras prioridades.
Aprender a decir que no, de manera educada, gentil y respetuosa es una tremenda
competencia en los tiempos que corren. Si ya en la vida personal puede ser difícil, más en
la vida organizacional donde existe jerarquía de por medio. Por ello un ejecutivo tiene que
aprender a aceptar que quienes trabajan para él le digan que no de vez en cuando, sobre
todo cuando pide tareas que sacan a sus equipos de aquello que es importante.
Por ello para mantenerse dentro del cuadrante II es crucial tener claro los roles clave que
desempeñamos, seleccionar las metas y resultados importantes (principio de Pareto) y
programar el tiempo en periodos más largos que un día, como una semana, un mes o un
año, destacando en la agenda las actividades que contribuyen a esos propósitos.
Carlos Díaz Lastreto
20, diciembre, 2019.
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