Unión Europea: construcción política e ideológica

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LA UNIÓN EUROPEA:
CONSTRUCCIÓN POLITICA E
IDEOLOGICA
ÍNDICE
-Introducción…... pag. 2
-Las ideas primigenias de integración europea…… pag. 4
-Los conflictos bélicos del siglo XX. La necesidad de la integración……
pag. 8
-El plan Marshall como precursor de la integración…… pag. 11
-Primeros pasos hacia la UE……pag. 12
-El Tratado de Roma: la CEE…… pag. 16
-El Acta Única Europea…… pag.17
-El tratado de la UE…… pag.18
-Bibliografía…… pag.
Introducción
El movimiento de organización de Europa moderno, así como la
construcción de las actual organización supranacional europea surgen a
partir de las ideas y construcciones teóricas que aparecen durante el
siglo XX y sobre todo tras los movimientos europeos surgidos tras la
Segunda Guerra Mundial.
La propia idea de Europa como concepción política, ya se vislumbraba
desde la Antigüedad y en la Edad Media: Con la constitución de los
Estados Modernos aparece la necesidad de formar alguna forma de
unión política europea solución para zanjar el estado de guerra continuo
o de su latente amenaza. Surgen así diversos proyectos de organización
de la sociedad europea para procurar una paz permanente.
Actualmente nos encontramos tras la sexta ampliación de la Unión
Europea, con la inclusión de Bulgaria y Rumania. Anteriormente, con la
quinta ampliación, habían pasado a ser miembros de pleno derecho diez
estados más, con lo que se puede hablar ya de la “Europa de los 27”.
Actualmente son 27 los países que forman parte de la UE:
1) Los miembros originarios: Alemania, Bélgica, Francia, Italia,
Luxemburgo y Países Bajos.
2) La primera ampliación: Dinamarca, Irlanda y Reino Unido.
3) La segunda ampliación: Grecia.
4) La tercera ampliación: España y Portugal.
5) La cuarta ampliación: Austria, Finlandia y Suecia.
6) La quinta ampliación: Polonia, Rep. Checa, Hungría, Estonia,
Letonia, Lituania, Eslovaquia, Eslovenia, Chipre y Malta.
7) La sexta ampliación: Bulgaria y Rumania.
El proceso de unificación quiso iniciarse según los esquemas
elaborados de diversos teóricos, pero su realización en el campo
práctico no fue factible. Debido a ello se tuvieron que buscar otros
métodos para construir la unión que se buscaba. Se puede decir que se
quiso empezar por la unión política para luego pasar a la integración
económica desde la que lograrían múltiples formas de cooperación
entre todos los sectores socioeconómicos. La forma de lograr la unión
finalmente ha sido justamente al contrario de
cómo se había
propugnado, empezando por la cooperación socioeconómica para
acabar en una unión política, aun no finalizada.
Las ideas primigenias de integración europea
La Unión Europea no es solamente un espacio geográfico y
económico: Europa es una región del mundo en la que las raíces
históricas van en profundidad. Europa, comunidad de culturas, ha
dejado en la historia huellas de su voluntad de unificación y de su
resuelta decisión de llevarla a cabo. La integración europea no ha sido
una idea original o espontánea propia del siglo XX, sino una constante
utopía en el pensamiento europeo.
Una explicación a esta idea constante de unificación en nuestra
historia reside en la existencia de una comunidad de culturas, basada en
varios factores, como importantes movimientos artísticos y literarios un
pensamiento político mas o menos homogéneo, unas raíces jurídicas
comunes, la tradición humanista y creencias religiosas comunes.
Todos estos factores explican que se haya ido formando un caldo
de cultivo propicio para que fuera prendiendo la idea de la unión
europea y que ésta encontrara su momento y su lugar después de la
Segunda Guerra Mundial y posterior mente cuando Europa se quebraba
entre los dos bloques de la Guerra Fría: la Europa Occidental o libre y la
Europa Oriental o comunista.
Europa comienza a tener conciencia de sí misma a partir de los
siglos XV y XVI, tras la aparición del Estado moderno, liberado de la
tutela del Imperio y del Papado. De esta época resaltan, entre otros:
a) Un proyecto para hacer que la paz sea perpetua entre los
soberanos cristianos, escrito por Saint - Pierre, en el que
propone una federación cuyos órganos serían un Senado, una
secretaría permanente y un ejército confederal.
b) La idea de una organización europea desarrollada por Kant en
su libro “Sobre la paz perpetua”.
c) También la política de la época intentó organizar el mapa
europeo de los siglos XVI y XVII mediante el “sistema de Estado
europeos” esbozado en la Paz de Westfalia (1648).
En el siglo XIX a pesar de estar dominado por las ideas
nacionalistas, estas no pudieron sofocar la utopía de la unión europea.
Supone a su vez el inicio de una cooperación institucionalizada al
formarse
por
organizaciones
voluntad
de
los
internacionales:
Estados
se
europeos
trataba
de
una
las
primeras
cooperación
voluntaria, basada en el pleno respeto a la soberanía de los Estados, con
el fin de resolver problemas comunes y satisfacer intereses comunes en
materia de comunicaciones, técnicas y científicas.
Los conflictos bélicos del siglo XX. La necesidad de la integración.
El siglo XX se inicia con la Primera Guerra Mundial (1914-1918) a
la que condujeron los nacionalismos de la época. Con su finalización se
produce el declive de las grandes potencias europeas ante y hacen
aparición las superpotencias. El hecho de que EEUU no quisiera
participar en las Sociedad de Naciones, a la cual contribuyó a crear, y el
hecho de que la URSS fuera finalmente expulsada por la invasión de
Finlandia, ocultó la decadencia política de Europa.
Durante el período de entreguerras se comienzan a fundar
numerosas asociaciones y publicaciones periódicas de europeístas en
defensa y difusión de sus tesis federalistas que pretenden acabar con el
odio generado por el nacionalismo. Destacan las ideas de varios
autores:
Las ideas de Arístides Briand, que proponía la coordinación de los
Estados europeos en el propio seno de la misma Sociedad de naciones
mediante la creación de una Conferencia europea, un Comité político
permanente y una Secretaría. Se trataba de crear una federación fundada
sobre la idea de unión, y no de unidad, en el respeto a la independencia
y soberanía nacional de cada uno de sus Estados.
También Coudenhove – Kalergi, que defendía un proyecto de una
Europa Confederal es difundido en su Manifiesto Paneuropa y suponía
un movimiento a favor de la unificación europea. Abogo por una Unión
Paneuropea apoyada en un sistema bicameral, un Consejo Federal
formado por un delegado de cada Estado, y una Asamblea compuesta
por delegados de los Parlamentos nacionales, así como un Tribunal
Federal y una Cancillería o Gobierno controlado por las Cámaras. Se
reconocía a su vez una especie de ciudadanía europea vinculada a la
ciudadanía nacional y la protección de la unión a la identidad cultural y
nacional de sus pueblos.
También en el entorno de Churchill, tras el final de la Segunda
Guerra Mundial se intentan poner soluciones que frenen estos
devastamientos cíclicos en la historia de Europa que suponían los
conflictos entre naciones, por lo que se propone justo a su finalización
la adopción de una estructura federal para los estados europeos. Es en
este momento cuando capas de la población se empapan de este
espíritu europeista constructivo.
Proyectos como de unificación como los acuerdos que crearon el
Benelux (1943) entre los Gobiernos, entonces en el exilio, de Bélgica,
Países Bajos y Luxemburgo triunfaron. Esta Unión Económica, entre
estos tres países después de 1945, se vio a su vez forzada por la Unión
Económica belgo–luxemburguesa creada en 1921.
La comunidad ideológica había cambiado después de de 1945. De
la feroz lucha entre nacionalismos, democracia y comunismo la Europa
superviviente quedo ideológicamente amputada de su mitad oriental,
bajo el dominio soviético. Las divisiones políticas y la crisis económica
hacían temer la persistencia de los particularismos, agravándose los
desequilibrios por fundados temores de nuevos enfrentamientos
armados. Por ello, la idea de recupera la idea de la unidad europea se
hizo urgente. Se constituyeron multitud de asociaciones pro
–
europeístas de carácter privado, movimientos de la opinión pública, que
no respondían a gobiernos. Entre ellos destacaron organizaciones
sindicales, los universitarios, personalidades, intelectuales y artistas...
Los actos europeístas se sucedieron por toda Europa Occidental y
demostraron tener un amplio apoyo popular.
Aparecen estas ideas animadas por corrientes federalistas que
buscan combinar un poder central con poderes múltiples, que no tengan
necesariamente que sustituir la soberanía de los estados por una
soberanía central europea.
El error de las corrientes federalistas
europeos de la época fue buscar un paralelismo entre la unificación
europea y la de Estados federales o los EEUU.
Pero todas las propuestas que desde el medioevo hasta 1950 se han
ido haciendo por pensadores y políticos han tenido un fundamento
común: la cultura y la común identidad cultural europea.
El plan Marshall como precursor de la integración
La destruida economía europea tras la Segunda Guerra Mundial se
basaba en la autarquía y en el trueque; Europa sólo contaba con las
ruinas de una larga guerra devastadora. La situación de penuria que se
vivía en este continente hacía temer que la mitad occidental pudiera caer
en manos de la URSS.
Esta situación movió a los EEUU a idear el “Plan de Reconstrucción
Europea” o “Plan Marshall”, que descansaba en la gran fortaleza de la
economía norteamericana, cuya industria no sólo no conoció la
destrucción de la guerra, sino que se potenció gracias al conflicto
armado y fue reconvertida rápidamente hacia la industria civil: pero su
producción necesitaba mercados, y Europa no estaba en condiciones ni
de comprar ni de producir. La potente industria norteamericana
necesitaba de mercados exteriores y de ávidos consumidores. Pero los
Estados europeos occidentales carecían de las divisas y de los medios
necesarios para producir, que le permitiesen exportar y poner en
marcha sus economías.
La economía europea era de autarquía, apenas regulada mediante
unos cuantos acuerdos bilaterales, y ni las mercancías ni las divisas
circulaban entre los Estados europeos occidentales. La alternativa a esta
situación la dio el Secretario de Estado norteamericano George Marshall
que propuso un plan de ayuda para la reconstrucción europea. El Plan
Marshall
consistía
en
que
el
Gobierno
norteamericano
directamente a los exportadores norteamericanos que
productos
a
los
Gobiernos
o
a
los
fabricantes
pagaría
vendieran
europeos.
Los
importadores europeos pagaban en sus monedas nacionales y este pago
se giraba a una cuenta a nombre del Gobierno de los EEUU en los Bancos
centrales nacionales (contravalor); el contravalor quedaba inmovilizado y
no afectaba a la compra de dólares y no se utilizaba por el Gobierno
estadounidense. Al inmovilizarse estas fuertes cantidades se producían
deflación. Por su parte, el Gobierno de los EEUU aceptaba poner a
disposición de los Gobiernos europeos esas cantidades inmovilizadas
para llevar a cabo inversiones.
A tal fin, Marshall sugería la necesidad de un acuerdo entre los
Estados europeos sobre sus necesidades de desarrollo y un programa
que pusiera en marcha la economía europea. La iniciativa, según
Marshall debía venir de Europa. La respuesta fue inmediata: 16 Estados
europeos se reunieron al mes siguiente. Después se decidió gestionar
en común la ayuda americana mediante la creación de la Organización
Europea de Cooperación Económica (OECE), beneficiándose del Plan
Marshall.
Lo más positivo e importante del
Plan fue que la gestión en
común de las ayudas enseñó a Europa occidental las posibilidades de su
unión, y esta supo aprender de la OECE las mejores lecciones sobre la
organización de una Europa con energías propias. Europa Occidental
sepultó las ruinas de la guerra y construyó un nuevo paisaje que
fomentó la convivencia entre los estados mismos para ir desterrando las
causas de los conflictos bélicos e ir creando una red de intereses
comunes que hicieran inviables nuevas guerras.
Acontecimientos como el Congreso de Europa, reunido en La Haya
en
mayo
de
1948,
contaron
con
la
participación
decenas
de
organizaciones federalistas pro – europeístas. Con posterioridad al
Congreso
decidieron
federarse
las
distintas
asociaciones
en
el
Movimiento Europeo.
En aquella asamblea ya se hicieron notar las dos grandes
corrientes europeístas que persisten hoy en día:
1) Aquellos que pretendían una cooperación intergubernamental.
2) Los que soñaban con una integración de carácter federal.
En el plano político, el Congreso proponía una transferencia de
soberanía a favor de una unión política y económica. En lo económico y
social se inclinaba por la desaparición completa de aranceles y
restricciones al comercio para lograr un día la unión aduanera y la
unificación monetaria.
Las dos corrientes desembocaron en creaciones organizativas
distintas:
La creación del Consejo de Europa, que daba satisfacción a las
corrientes intergubernamentales, apoyadas por los británicos, que no
deseaban hacer cesión alguna de soberanía con la creación de
instituciones
internacionales
con
poderes
importantes
sino
una
cooperación intergubernamental mediante instituciones con poderes
consultivos.
Por otro lado, las corrientes federalistas, partidarias de la cesión
parcial de soberanía, insatisfechas con el Consejo de Europa, que
encontraron una vía alternativa con la creación de la CECA, iniciándose
así el actual proceso de integración europea.
Primeros pasos hacia la UE
Las primeras organizaciones europeas se constituyen como
organizaciones de cooperación, no de integración.
La primera organización europea reseñable fue la Unión Aduanera
entre Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo, conocida como Benelux, que
entro en Vigor en 1948. La Unión Aduanera será ampliada a Unión
Económica. Finalmente se creará el Tribunal de Justicia del Benelux.
La organización tiene como fines la libre circulación de personas,
bienes, capitales y servicios en los Estados miembros.
Coincidiendo en el tiempo con los trabajos para la constitución de
la OECE los Estados miembros del Benelux, Francia y el Reino Unido
crean la “Unión Occidental” en marzo de 1948 con la finalidad de
asistencia mutua en caso de agresión y colaboración en materias de
económica, sociales y culturales y así confirmar un poder autónomo en
Europa Occidental, considerando que había llegado el momento de
consolidación de la misma. En 1955 pasa a denominarse Unión Europea
Occidental (UEO) y queda patente su carácter primordialmente militar
debido al fracaso del proyecto de la Comunidad Europea de Defensa.
Las consecuencias del Congreso de Europa de Mayo de 1948 son
las numerosas gestiones encaminadas a crear una Asamblea Europea. En
Mayo de 1949 se firma el tratado que vislumbra la creación de la nueva
organización que se denomina Consejo de Europa y fija su sede en
Estrasburgo. El Consejo de Europa está destinado a consolidar la paz,
fundada sobre la justicia y la cooperación internacional, para la
preservación de la especie humana. Se proclama que la unidad europea
ha de basarse en los valores que constituyen la herencia común de sus
pueblos, que son el origen de los principios de libertad individual,
libertad política y preeminencia del derecho sobre los que se funda toda
democracia verdadera. Para conseguir tal unidad se ha de favorecer el
progreso
social
y económico
y los Estados miembros han de
comprometerse a asegurar a toda persona sometida a su jurisdicción el
disfrute de los derechos humanos y las libertades fundamentales. Las
actividades del Consejo de Europa son amplias y diversas, aunque
destacan su acción en el plano político y la protección de los derechos
humanos.
Las Comunidades Europeas
La Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA) fue la
primera de las Comunidades Europeas. Al término de la Segunda Guerra
Mundial los aliados establecieron en los Acuerdos de Postdam un
sistema de distribución de la producción de la cuenca del Ruhr, a fin de
poner en marcha un sistema general de reparaciones y así para limitar y
controlar el nivel expansivo de la industria alemana. Al surgir diferencias
entre las potencias que se habían repartido la explotación de la cuenca,
en 1949 se acordó la internacionalización del Ruhr con la participación
de Alemania junto a los aliados en la explotación y en control del carbón
y del acero de la cuenca. A partir de la experiencia de este sistema de
administración internacional de la cuenca del Ruhr, Francia daría el paso
siguiente: una administración europea.
El proceso de la integración europea, que nació de forma
inmediata con la CECA, se desencadenó gracias a la “Declaración
Schuman”, presentada por el Ministro de Asuntos Exteriores Francés,
Robert Schuman, pero concebida y elaborada por Jean Monnet. El
propósito político principal consistía en acabar con la enemistad franco
alemana al introducir un objetivo económico. Para él, la unificación
política se operaría implícitamente: derivaría de la solidaridad de hecho,
de la fusión de intereses de las naciones europeas.
A la declaración respondieron, además de Alemania, Italia y los
tres Estados del Benelux. El Reino Unido declinó la invitación debido a
sus intereses económicos centrados en la orientación económica hacia
la Commonwealth. El Tratado se firmó entre esos seis Estados el 18 de
Abril de 1951 en París y entró en vigor en Julio de 1952.
El Plan Schuman suponía el fin al régimen de internacionalización
de la cuenca del Ruhr, accediendo Alemania a su explotación en
condiciones de igualdad en el marco de la CECA.
Los pilares básicos de la CECA se fundaban en el establecimiento
de un mercado común y unos objetivos comunes, así como de unas
instituciones dotadas de poderes efectivos e inmediatos.
Con
la
CECA
se
iniciaba
así
un
proceso
irreversible
de
federalización, basado en la progresividad, que afectaba a un sector
bien concreto y limitado, pero decisivo en la estrategia económica y
política de esos seis Estados fundadores de la CECA. El éxito político –
económico de la nueva Comunidad fue muy reconocido; el propio Reino
Unido lograba firmar un acuerdo de asociación a la CECA el 21 de
Diciembre de 1954.
Una vez creada la CECA nace en estos seis países una euforia
comunitaria que les lleva a intentar acelerar y profundizar el proceso de
integración ampliándolo al ámbito militar y al estrictamente político.
Antes de la entrada en vigor del Tratado de la CECA, el Primer
Ministro francés René Pleven presentó un proyecto de Comunidad
Europea de Defensa (CED) que dio lugar al Tratado de París de 27 de
Mayo de 1952 por el que se constituía esa Comunidad que preveía el
establecimiento de un ejército europeo. Pero la CED no llegó a nacer.
Casi al mismo tiempo, por iniciativa de los Ministros de Asuntos
Exteriores de los Seis, se acordó que una Asamblea preparara un
proyecto
de
conseguiría
Comunidad
la
unión
de
Política
pueblos
Europea,
y
mediante
Estados
la
cual
se
reconociéndose
la
personalidad propia de cada uno de ellos, con igualdad de derechos y
obligaciones. Sin embargo, este proyecto de Comunidad Política Europea
siquiera llegaría a plasmarse en un tratado tras el fracaso de la CED.
El tratado de Roma: la CEE
Los Seis no se resignaron a detener la integración europea; el 25
de Marzo de 1957 se firma en Roma el Tratado constitutivo de la
Comunidad Económica Europea (CEE), en vigor desde 1 de Enero de
1958. Desde la modificación llevada a cabo por el Tratado de la Unión
Europea (Tratado de Maastricht) de 7 de Febrero de 1992, esta
Comunidad pasó a denominarse, simplemente, Comunidad Europea
(CE).
La CEE se convertirá en la más importante de las Comunidades y
eje de todo el sistema comunitario. Los objetivos generales de la CEE
eran:
1) Promover
el
desarrollo
armonioso
de
las
actividades
económicas en el conjunto de la Comunidad.
2) Una expansión continua y equilibrada.
3) Una estabilidad creciente.
4) Una elevación acelerada del nivel de vida.
5) Relaciones más estrechas entre los Estados que la integran.
Los medios generales conducentes a esos fines eran:
1) El establecimiento de un mercado común.
2) La progresiva aproximación de las políticas económicas.
La noción de mercado común se fundaba sobre cuatro libertades
fundamentales para el mercado:
1) Libre circulación de mercancías en un régimen de competencia
libre y leal.
2) Libre circulación de trabajadores y de servicios.
3) Libertad de establecimiento.
4) Libre circulación de capitales.
La CEE, además de una unión aduanera, es un mercado común:
abarca todos los factores de la producción e inserta en el mercado
común las políticas comunes, así como prevé una acción común para
superar dificultades de la balanza de pagos y una política económica
común.
Como respuesta a la CEE, el Reino Unido y otros seis países no
comunitarios crearon la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA) en
1960. Sólo un año después, tras el evidente éxito económico de la CEE,
el Reino Unido inició negociaciones para su ingreso. Pero, en enero de
1963, el presidente francés Charles de Gaulle vetó la candidatura
británica, especialmente por sus estrechos lazos con Estados Unidos. De
Gaulle volvió a vetar la entrada de Gran Bretaña en 1967.
Las metas económicas básicas del Tratado de la CEE se fueron
cumpliendo gradualmente y las tres comunidades (CEE, CECA y Euratom)
fusionaron sus respectivos ejecutivos en julio de 1967. Este hecho
supuso el nacimiento de la Comunidad Europea (CE). Sin embargo, no se
hizo ningún progreso sobre ampliación o cualquier otra propuesta hasta
que De Gaulle hubo dimitido como presidente de Francia en mayo de
1969. El siguiente presidente francés, Georges Pompidou estaba más
abierto a nuevas iniciativas en el seno de la CE. En diciembre de 1969 y
a su propuesta, se celebró una reunión de los líderes de los estados
miembros en los Países Bajos. Esta cumbre preparó el terreno para la
creación de una forma de financiación permanente de la CE, el
desarrollo de un marco de cooperación en política exterior y la apertura
de negociaciones para el ingreso de Reino Unido, Irlanda, Dinamarca y
Noruega.
En enero de 1972, después de dos años de negociaciones, se
firmaron los tratados para la adhesión de los cuatro países aspirantes el
1 de enero 1973. Reino Unido, Irlanda y Dinamarca se adhirieron como
estaba previsto; sin embargo, los noruegos votaron en referéndum en
contra de su ingreso.
En el Reino Unido continuó la oposición a la pertenencia a la CE.
Después de que el Partido Laborista volviera a ocupar el poder en 1974,
llevó a cabo su promesa electoral de renegociar las condiciones de la
pertenencia británica (especialmente las financieras); la renegociación
acabó en cambios marginales, pero creó un periodo de incertidumbre en
el interior de la CE. Un gobierno laborista dividido confirmó la
pertenencia a la CE y convocó un referéndum nacional sobre el tema en
junio de 1975. A pesar de la fuerte oposición de algunos grupos, el
pueblo británico votó a favor de la permanencia.
En 1979 y 1980, el gobierno británico, que afirmaba que el valor
de su contribución superaba con mucho el valor de los beneficios
recibidos, intentó una vez más cambiar los términos de su pertenencia.
El conflicto se resolvió en la primavera de 1980, cuando varios países
miembros aceptaron pagar una mayor contribución a los costes de la
CE. En 1984 se acordó que el Reino Unido recibiría una disminución
parcial de su contribución anual neta a la CE, comenzando con una
rebaja de 800 millones de dólares para ese año.
Grecia ingresó en la CE en 1981 y, tras ocho años de
negociaciones, en 1986 se adhirieron España y Portugal. Otros
acontecimientos importantes en las décadas de 1970 y 1980 fueron la
ampliación de la ayuda de la CE a países menos desarrollados
(especialmente a antiguas colonias de los países miembros); la
institución del Sistema Monetario Europeo (SME) para dar una cierta
estabilidad a las relaciones entre las monedas de los estados miembros,
y los avances en la eliminación de las barreras comerciales interiores
con la finalidad de establecer un mercado único.
El Acta Única Europea
El calendario fijado para alcanzar el Mercado Único Europeo puso
al descubierto la necesidad de otorgar un mayor poder a la CE para
resolver las cuestiones anejas a la eliminación de las barreras
comerciales antes de la fecha tope. El Consejo de Ministros tenía que
alcanzar acuerdos unánimes sobre cada decisión, con lo que, de hecho,
se daba a los estados miembros poder de veto y se demoraba el proceso
político. El Acta Única Europea, introducida en diciembre de 1985 y
aprobada por los doce miembros en julio de 1987, introdujo los
mayores cambios en la estructura de la CE desde el Tratado de Roma de
1957. Entre las modificaciones incluidas figuró la introducción del
sistema de mayoría cualificada que ayudó a acelerar el proceso de
creación del Mercado Único Europeo.
El
Acta
Única
Europea
introdujo
también
otros
cambios
importantes; el Consejo Europeo, que había aportado el impulso
principal para la consecución del Mercado Único, consiguió personalidad
jurídica; el Parlamento Europeo logró tener mayor voz e influencia; y los
estados miembros acordaron unificar normativas fiscales, sanitarias y
referentes al medio ambiente. Además, se estableció el Tribunal de
Primera Instancia para atender las apelaciones a las decisiones de la CE
que presentaran personas, organizaciones o empresas; y cada Estado
miembro decidió alinear su política económica y monetaria con la de sus
vecinos, utilizando el Sistema Monetario Europeo como modelo.
El Tratado de la Unión Europea
Representantes de cada país de la CE negociaron el Tratado de la
Unión Europea en 1991, y en diciembre el Consejo Europeo se reunió en
Maastricht (Países Bajos) para examinar un borrador. Tras intensas
negociaciones entre los miembros, el tratado final fue firmado por el
Consejo Europeo el 7 de febrero 1992. Una disposición del Tratado
establecía que los electores de cada Estado miembro tenían que aprobar
la Unión Europea por referéndum; el Tratado fue ratificado en octubre
de 1993. La Unión Europea quedó establecida el 1 de noviembre, fecha
en que el Tratado entró en vigor. El 1 de enero de 1995 se produjo una
cuarta ampliación de la UE con el ingreso de Austria, Finlandia y Suecia.
Ese mismo mes, el hasta entonces primer ministro luxemburgués,
Jacques Santer, elegido el año anterior para ejercer la presidencia de la
Comisión Europea, sustituyó a Delors al frente de la misma. El futuro
reto de la UE pasaba por afrontar el cumplimiento de lo acordado en
Maastricht. En este sentido, en diciembre de 1996 se aprobó el estatuto
jurídico del euro (nombre adoptado un año antes para la futura moneda
única europea), el nuevo Sistema Monetario Europeo y el llamado “Pacto
de Estabilidad”, por el que los estados miembros deberían continuar sus
respectivas políticas de convergencia una vez que comenzara la
utilización del euro.
Bibliografía
La Unión Europea: Historia, instituciones y sistema jurídico.
Rosario Besné Mañero, Jose Ramón Carredo Arrillaga, Beatriz Pérez de
las Heras, 1998, Universidad de Deusto, Bilbao.
En los orígenes de la UE: Robert Schuman y Jean Monet. Maite
Barea Mateo.
Asociación para la investigación y documentación
universitaria, 2002.
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