Subido por JAVIER ALBERTO ACUNA MOHR

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Volumen 2 / Nº 2 / enero-febrero 2000
En síntesis
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No basta con que las empresas
sean ágiles y rápidas. Ninguna
puede apostar a ingresar con
éxito a un mercado sin una definición clara de cómo posicionarse; dicho de otro modo, sin tener
una estrategia.
Para crecer con altas tasas de
rentabilidad, las compañías están
obligadas a lograr la “eficacia
operativa”, por cuanto esa condición les permitirá tener menores
costos o fijar un precio
mayor a sus productos.
Según Porter, las empresas que logran una ventaja competitiva sustentable hacen elecciones estratégicas; es decir, establecen límites para
sus actividades. Además, se diferencian mediante una posición única y
exclusiva para su negocio.
El camino
que conduce a la
diferenciación
Por Michael Porter
En lugar de
concentrarse en sus
competencias centrales,
las empresas deben
encontrar la posición
de mercado que las
destaque y diferencie.
Profesor en la Escuela de Negocios de Harvard.
Autor de la famosa Estrategia Competitiva,
su último libro, de 1998, se titula On Competition.
V
ivimos en una época en la
que las empresas se perfeccionan rápidamente, son
más productivas y hacen las cosas de
manera más eficiente. Dan grandes
pasos para incrementar la calidad
de los productos y servicios. A lo largo de la última década, sin embargo, la rentabilidad promedio de la
industria norteamericana, al igual
que la de muchos otros países, ha
descendido.
¿Cómo se explica este fenómeno?
Mi tesis es que la caída en las ganancias refleja una grave crisis de estrategia. La mayoría de las organizaciones con las que trabajo toman iniciativas, asumen responsabilidades,
encaran cambios, pero no tienen
una estrategia.
El problema empieza por la meta. Y
sólo existe una meta confiable para
orientar la estrategia de una compañía: rentabilidad mayor al promedio
de su sector industrial. ¿Por qué es
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tan importante? Porque si una empresa no está primordialmente
orientada a obtener una ganancia
mayor, cualquier camino sirve. Por
ejemplo: si todo lo que usted quiere
es ser grande, bastará con hacer determinadas transacciones y comprar
algunas empresas. Si lo que usted
quiere es crecer rápido, reduzca el
precio de su producto a la mitad. Lo
difícil es volverse grande, o crecer rápidamente, con alta rentabilidad. Y
eso exige hacer elecciones estratégicas. De otra forma recorrerá diversos
caminos y, a largo plazo, todos conducirán al desastre.
Muchas empresas ya se han fijado el
desafío de lograr una rentabilidad
superior, lo cual es un avance notable en materia de gestión. Al mismo
tiempo, en otras muchas empresas se
advierte la sensación de que hay cosas que ya no importan. Existe, incluso, una línea de pensamiento según
la cual nadie necesita de una estrategia; con ser ágil, rápido y eficiente,
todo se resuelve. Sin embargo, cuando analizamos los datos a fondo, vemos que demuelen ese argumento.
Hicimos una investigación entre empresas norteamericanas de los más
variados sectores de la economía y
que cotizan en la Bolsa. Identificamos a las que tuvieron un desempeño superior en 1994: operaban en
buenos sectores, contaban con un
germen corporativo sólido y registraban un retorno por encima del
promedio de sus pares. Después
rastreamos lo que ocurría con ellas
13 años antes y, ¡bingo!, descubrimos
que su desempeño ya era elevado en
ese entonces.
¿Qué prueba eso? Que la estrategia
importa, y mucho. Porque sólo las
empresas con un buen posicionamiento mantienen un desempeño
coherente durante largos períodos.
No deje que alguien lo engañe. No
piense que, en la economía actual, lo
mejor es flotar como un corcho en el
mar de los cambios y de las transiciones. Ninguna compañía puede apos-
tar a ingresar a un mercado competitivo sin una definición clara de cómo
posicionarse en su sector; en otras
palabras, sin tener una estrategia.
Rentabilidad superior
El punto de partida para reflexionar
sobre la estrategia es la capacidad de
una compañía de ser superior en materia de rentabilidad o de desempeño. Y ya sabemos que hay dos maneras de lograrlo: cobrando un precio
mayor que el de los competidores o
produciendo a menor costo. ¿Cuál es
la situación de su empresa? ¿Cuál es
su desempeño relativo? ¿Está por encima o por debajo de la media del
sector? ¿Por qué? ¿Sus productos
aceptan un precio “premium”? ¿Sus
costos son menores? ¿Por qué? ¿En
qué actividades es muy eficiente? ¿En
cuáles de ellas crea valor para el
cliente de un modo único? ¿En cuáles está quedando rezagada?
Después de ese autoanálisis empieza
el pensamiento estratégico: “Muy
bien, sé que necesitamos cobrar un
precio mayor o lograr un costo menor. Y sé que debemos hacerlo cambiando la manera en que conducimos nuestro negocio. Pero, ¿cómo
dar el próximo paso?”.
Tanto para poder fijar un precio mayor, como para obtener un costo menor, hay dos abordajes posibles. El
primero es el que denomino “eficacia operativa”; consiste, esencialmente, en perfeccionar las mejores prácticas del mercado. Los programas de
calidad total son útiles, al igual que
muchas otras herramientas y técnicas
similares. Pero eso no significa tener
una estrategia. Limitarse a hacer
bien las cosas es, solamente, un presupuesto de la estrategia. Por lo tan-
“En los últimos 10 años, las
empresas han perdido de vista
la estrategia. Toman iniciativas,
encaran cambios, mejoran,
pero no tienen una estrategia.”
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to, hay que ir un paso más allá: usted
está obligado a crear una posición
única y exclusiva para su negocio,
una manera singular de competir
que le permita destacarse y diferenciarse. Eso es estrategia.
Pero hemos constatado que muchas
empresas se detienen en el primer
abordaje, y que las cosas no funcionan como deberían. Algunos culpan
a las condiciones de la “nueva economía”, sin querer reconocer que se
trata de un fracaso estratégico.
Un juego de elecciones
El ejemplo de un fabricante de
jabones servirá para dos pequeños
tests, que le permitirán saber si su empresa tiene o no una estrategia. Veamos el primero: ¿La táctica de llegada
al mercado de su compañía es diferente de la de su competidor? Preste
atención a lo que ocurrió, en los Estados Unidos, con Neutrogena. Los
competidores, como Procter & Gamble, ofrecían jabones desodorantes, jabones para limpieza profunda y jabones comunes, de uso diario. Neutrogena optó por una línea diferenciada:
un producto muy suave, que no deja
residuos, no irrita la piel, tiene un PH
equilibrado y se enjuaga fácilmente.
Ahora pasemos al segundo test: ¿usted realiza las actividades de su negocio de manera diferente? ¿Se acuerda
de la cadena de valor? ¿De esas actividades que incluyen producción, logística, ventas y marketing, entre otras?
Bien, si las lleva a cabo del mismo modo que su rival, debe cambiar.
Es lo que se ve, muy claramente, en
el caso de Neutrogena. Para obtener
la calidad distintiva deseada, la compañía tuvo que apelar a un proceso
de producción “menos eficiente”
que el de los competidores, con menos barras de jabón fabricadas por
minuto. Al mismo tiempo, porque
quiere que sus jabones sean vistos como un producto para el cuidado de
la salud, dirigido a dermatólogos,
Neutrogena decidió no vender en supermercados, sino en farmacias. Por
todo eso, la compañía está en condiciones de fijarle un precio premium
a su producto. Tiene una estrategia.
Si usted está tentado a competir en
todos los negocios, no tiene una estrategia. Estrategia implica establecer
límites. Los más comunes tienen que
ver con las variedades de productos
o de servicios que se ofrecerán. Es lo
que hace Neutrogena. Otra forma de
límite es definir el grupo de clientes
al que usted desea llegar, y, en este
sentido, hay dos enfoques: limitar a
los clientes según sus necesidades, o
en función de su intención de atender a unos y no a otros.
Otro ejemplo de elección estratégica
es el de una empresa de alquiler de
automóviles de los Estados Unidos:
Enterprise Rent-a-Car. Se trata de la
segunda compañía del mundo en su
tipo y, también, de la más rentable.
¿Cuál es su estrategia? Enterprise trabaja, básicamente, con autos urbanos
sustitutos. Mientras casi todas las empresas del sector alquilan automóviles para realizar viajes, Enterprise se
concentra en prestar servicios a personas que, por alguna razón, no pueden usar sus propios autos o prefieren no hacerlo. En vez de tener grandes locales en el centro de las ciudades, en aeropuertos o en zonas turísticas elegantes (que son caros), Enterprise posee pequeños locales (baratos) diseminados por todas partes.
Y entrega el auto en el lugar solicitado por el cliente, haciéndose cargo
de todos los trámites.
Paralelamente, Enterprise se especializa en automóviles antiguos, en modelos fuera de línea, y, mantiene su
flota de autos más tiempo que la
competencia. Por todas esas razones,
está en condiciones de alquilar autos
“Sólo las empresas que tienen
un posicionamiento correcto
y distintivo en el mercado
logran un desempeño coherente
durante largos períodos.”
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a tarifas bastante más reducidas, y lo
suficientemente buenos como para
satisfacer las necesidades básicas de
sus clientes, que son mucho más sensibles al precio que los clientes típicos de las empresas de alquiler de
autos. Además, Enterprise no tiene
un sistema de reservas muy grande,
no trabaja con representantes, y su
marketing apunta directamente a los
clientes. No anuncia en televisión;
sus empleados se vinculan con corredores de seguros o con concesionarias de automóviles para establecer
relaciones. En pocas palabras, definió una línea de acceso al mercado
muy específica: no intenta ofrecer de
todo. Estableció límites. Y adaptó sus
actividades a esos límites.
Ventaja sustentable y “trade-offs”
Existe, actualmente, la noción de
que ya no es posible sostener una
ventaja competitiva durante mucho
tiempo. El razonamiento es el siguiente: “Estamos en un mundo en
transformación, un mundo de enormes oportunidades para perfeccionar las mejores prácticas, un mundo
lleno de óptimos competidores, un
mundo en el que la información se
difunde velozmente; por lo tanto, no
podremos preservar nuestra ventaja.
Lo que necesitamos es ser ágiles y rápidos”. Pero, a mi juicio, ninguna
empresa puede vencer por el solo
hecho de ser ágil y rápida. Además,
estoy convencido de que la ventaja
competitiva puede mantenerse.
Volvamos al ejemplo de los jabones.
¿Por qué el producto de Neutrogena
es tan popular? ¿Por qué ha mantenido su posición durante tanto tiempo? ¿Por qué nadie intentó imitarla?
Porque Neutrogena hizo muchos
“trade-offs”. Un trade-off es un trueque; implica dejar de hacer algo,
deliberadamente, a fin de ser único
y exclusivo en otra actividad. Los
trade-offs son la base de la sustentabilidad y se encuadran en cuatro
categorías básicas:
1. Características incompatibles del
producto. Es lo que ocurre con los
jabones, por ejemplo. Si quisiéramos
hacer lo que hace Neutrogena, no
podríamos, al mismo tiempo, tener
un jabón desodorante, porque dejará residuos. “Ser desodorante” y “no
dejar residuos” son características incompatibles.
2. Configuración de actividades incoherentes. Si usted montó sus actividades de producción para hacer una
cosa, eso es incoherente con hacer
otra. Algo que también es verdad en
el caso de Neutrogena, en lo que se
refiere, por ejemplo, a un sistema de
producción menos eficiente, en aras
de una mayor calidad.
3. Incompatibilidad de imagen o de
reputación. Si usted conquistó una
reputación por algo, no puede conquistarla, al mismo tiempo, por otra
cosa. Finalmente, su imagen será
muy confusa, difícil de distinguir por
el consumidor. Neutrogena hizo muchos trade-offs de este tipo. Sus directivos dijeron: “Tenemos un producto orientado al cuidado de la salud; por lo tanto, lo vamos a distribuir a través de las farmacias. Apuntamos a los dermatólogos y, por ese
motivo, no haremos campañas publicitarias en televisión”.
4. Claridad organizacional. Cuando
la empresa es clara en transmitirles a
sus empleados quiénes son sus clientes, qué ofrecerles y cómo hacerlo,
son capaces de trabajar mucho mejor que si recibieran un mensaje de
este tipo: “Vamos a atender a algunos
de estos clientes y a algunos de aquéllos, y haremos un poco de esto y un
poco de aquello”.
Enterprise Rent-a-Car también hizo
varios trade-offs. Uno de los más evi-
“Las organizaciones que tienen
una estrategia diferenciadora
no tratan de hacer todo.
Establecen límites, adaptan sus
actividades a esos límites.”
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dentes fue haber resignado la apertura de locales en aeropuertos, en favor de las unidades en barrios. Si usted no hace trade-offs descubrirá,
tarde o temprano, que su buena
idea puede ser fácilmente imitada.
Se convertirá en la próxima “mejor
práctica”, y usted entrará en el interminable juego de imitación en
el que se encuentran tantas empresas y negocios. Lo que nos trae, de
nuevo, al tema de los límites. Porque
los límites son la esencia de una buena estrategia; la esencia de cómo crecer con rentabilidad y de un modo
sustentable.
Sistema de actividades y encaje
En el proceso de elaborar una estrategia, el concepto de “encaje” resulta
crítico. Para entenderlo hay que preguntarse de qué lugar de la empresa
vienen las ventajas. Pero en función
de mi contacto con los ejecutivos he
percibido que, al buscar ventajas
competitivas, muchas empresas se
concentran en los “factores críticos
de éxito”. Los defensores de la existencia de esos “santos griales” dicen
lo siguiente: “Hay poquísimos factores críticos de éxito, razón por la
cual tenemos que dedicar mucha
energía a preservarlos, fortalecerlos
y mantenerlos vigorosos”.
Yo me opongo a esa manera de pensar. Es como si se les diera mayor importancia a los activos que fueron
construidos en el pasado, en lugar de
poner en primer plano el valor para
el cliente que la empresa puede brindarle en el futuro. Además, si creemos que sólo algunas cosas importan,
¿qué haremos? Habrá empresas desesperadas por comprarlas, y vamos a
asistir a una competencia destructiva.
Pero hay una objeción aún más fundamental a ese tipo de pensamiento:
las empresas verdaderamente exitosas no tienen factores críticos de éxito, ni competencias centrales. Su
ventaja proviene de todo lo que hacen, porque todo “encaja”. En otras
palabras, la ventaja nace del encaje
entre sus actividades, y no de ventajas obtenidas en actividades aisladas.
La compañía aérea Southwest Airlines es un óptimo ejemplo de ese encaje. Su rentabilidad proviene de un
aprovechamiento extremadamente
rápido de las aeronaves, en términos
de su uso a lo largo del día. Southwest logra descargar, cargar y volver a
poner un avión en la pista, listo para
despegar, en 15 minutos. Por lo tanto, puede lograr que esos activos, extremadamente caros, generen ingreVolumen 2 / Nº 2 / enero-febrero 2000
sos durante muchas más horas del
día que una empresa aérea típica.
Ese es uno de los motivos por los
cuales sus costos son tan bajos, y sus
pasajes tan baratos. Y, paralelamente,
el principal motivo para mantener
alejados a sus competidores.
¿Cómo lo logra Southwest? En parte,
por la manera en que prepara cada
avión que llega a un aeropuerto, y en
parte por el hecho de ser muy productiva. Pero, además, porque no
ofrece servicio a bordo, no hace reservas de asientos, ni acepta check-in
de equipaje para otro vuelo. Así,
tampoco tiene que preocuparse por
muchas cosas que hacen otras compañías aéreas, como por ejemplo
preparar las comidas, retirar los desperdicios, clasificar el equipaje. ¿Por
qué puede darse el lujo de no ofrecer servicios a bordo? Porque Southwest Airlines se concentra en vuelos
relativamente cortos entre aeropuertos secundarios de ciudades grandes
y medianas, punto a punto.
Si yo siguiera enumerando las actividades de Southwest Airlines, descubriríamos que están íntimamente interrelacionadas. Su competencia
central es todo. Es el encaje el que
constituye la ventaja, y no cada una
de esas actividades en forma aislada.
Otra empresa podría copiar, literalmente, cada una de esas cosas. Pero
copiar el sistema entero le resultaría
muy difícil. Por lo tanto, insisto en la
noción de un sistema de actividades
y en el encaje. Las empresas que
quieren tener éxito deben crear sistemas de actividades en los que el encaje, en sí mismo, es la clave.
En resumen, la crisis por la que pasan las empresas de los Estados Unidos y del resto del mundo es, claramente, una crisis de estrategia, y
no el resultado de la nueva economía o de la ausencia de factores críticos de éxito. Y su compañía no resolverá esa crisis, a menos que ponga en práctica una manera propia y
singular de competir, que involucre
trade-offs, que establezca límites, y
que cuente con un conjunto de actividades que encajen perfectamente
unas con otras. ●
© Trend Management/
Michael Porter
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