Grupo 7 Sociología del Trabajo

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Grupo 7 Sociología del Trabajo
Coordina: Miguel Ángel García Calavia (Universidad de Valencia)
LA COMPLU EN… MOVIMIENTO: PRECARIOS Y “ESTABLES” FRENTE A
LA DEGRADACIÓN DE LAS CONDICIONES DE TRABAJO Y VIDA EN LA
EDUCACIÓN PÚBLICA UNIVERSITARIA.
María José Díaz Santiago
Universidad Complutense de Madrid
Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales
Sección III de Sociología (Educación y Estructura Social), Despacho 105
C.P. 28223, Pozuelo de Alarcón, campus de Somosaguas, Madrid (Spain).
Correo electrónico: [email protected]
Teléfono: 616202814
Abstract /resumen
Frente al discurso conservador, se han adscrito diferentes movimientos sociales que han
tenido como punto de inflexión el movimiento 15-M y que han generado, como diría
Bourdieu, “nuevas formas de expresión” que han permitido la comunicación no sólo
con aquellas personas que pertenecen a la Universidad Pública sino, también, con otros
grupos que, como ellos, ven cómo se amplía la brecha de las desigualdades sociales.
Diferentes iniciativas coordinadas de trabajadores y trabajadoras, surgen en la
Universidad Pública como “fuente de esperanza” ante la emergencia de una resistencia,
que surgida desde los más desfavorecidos, involucra a diferentes perfiles en una acción
política que aúna esfuerzos.
Esta propuesta reflexiona, a través del caso de la iniciativa La Complu en la Calle, sobre
la defensa colectiva a favor de la Universidad Pública y contra la pauperización de las
condiciones de trabajo y vida de las personas que trabajan en ella.
Palabras clave: movimientos sociales, universidad pública, condiciones de trabajo,
condiciones de vida, obrero colectivo.
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1. Introducción
En el último año han surgido diferentes movimientos sociales que vieron en el
15-M un punto de inflexión, «nuevas formas de expresión» que, como diría Bourdieu
(2009), han permitido la comunicación entre aquellos grupos que ven como se amplían
las brechas de las desigualdades sociales.
La Universidad Pública española, al igual que ha ocurrido en otros países
europeos, se ha relacionado con estos movimientos aportando su capital cultural para
enfrentarse a un ataque ideológico y práctica política neoliberal que se está traduciendo
en una degradación de las condiciones de trabajo y vida de buena parte de la comunidad
universitaria. «Movimiento sociales […] [que, sin embargo,] proporcionan pautas
significativas para potenciales transformaciones futuras» (Giddens, 2001, p. 148).
Esta ponencia reflexiona, a través del caso de la Universidad Complutense de
Madrid, sobre la lucha contra la pauperización de las condiciones de trabajo y vida de
las personas que trabajan en la universidad pública y las respuestas colectivas, por parte
del profesorado, surgidas en torno a la defensa de los derechos laborales y de empleo de
la comunidad universitaria. Los objetivos específicos son conocer el contextos en el que
se articulan estas luchas; las respuestas colectivas como movimiento social obrero; así
como, analizar los motivos por lo que uno de esos movimientos, la Complu en la Calle,
ha conseguido traspasar las fronteras de la Universidad Complutense y aglutinar al
profesorado en una situación laboral precaria y a funcionarios en un mismo
movimiento.
En este sentido es necesario conocer, no sólo, qué es lo que aniquila la lógica
ciudadana y el progreso social (García, 2008) a través del sentimiento de inutilidad de
las reivindicaciones del discurso dominante, sino, sobre todo, lo que suma y moviliza a
las personas que están afectadas.
La metodología se basa, fundamentalmente, en la utilización de técnicas como la
observación participante, la revisión documental y bibliográfica de carácter científico y
divulgativo, así como, de otros medios; la utilización de datos cuantitativos, de carácter
secundario, e información de carácter cualitativo de orden primario como la entrevista
abierta o semiestructurada en profundidad.
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Esta ponencia da cuenta de un estudio, todavía de carácter exploratorio, que se
está llevando a cabo sobre la precarización de las condiciones laborales de la
universidad pública por lo que en estas páginas se aporta parte del análisis del trabajo de
campo realizado hasta la fecha sobre las reivindicaciones surgidas en su defensa.
En el momento de enviar esta ponencia se han realizado, dentro del conjunto de
la investigación, dieciséis entrevistas. De las cuales, siete, una de ellas en grupo, están
focalizadas principalmente en los objetivos marcados en esta comunicación.
2. Los hijos de la Universidad Públicai. Capital cultural degradado en el activismo
universitario del 15-M
En la última década se ha producido una activación de las movilizaciones y
acciones colectivas debido al mayor número de protestas, sobre todo en los países más
castigados por la crisis. En España, al igual que en el resto de países europeos, se han
producido movilizaciones en contra de la guerra de Irak, las reformas laborales, los
recortes en sanidad y educación pública…, que se comprenden dentro de esa gran
pluralidad existente en la actualidad de movimientos sociales obreros, feministas,
ecologistas, vecinales, urbanos y de okupación, pacifistas, de cooperación, LGTBQ,
antirracistas, etc.
Los movimientos sociales se encuentran en transformación, articulando nuevas
fórmulas de protestas sociales pacíficas, como ya hicieron los movimientos feministas,
con la intención de influir en la agenda política a corto y medio plazo. Como explica
Luis Enrique Alonso, para los movimientos sociales juveniles, los jóvenes - pero,
también, se podría decir para los no tan jóvenesii-, protestan contra el sometimiento de
la política y la sociedad a los dictados del mercado y de la economía neoliberal, que
están suponiendo una pérdida de derechos democráticos y sociales que lastran su futuro
y se han acercado al movimiento de los indignados y del 15-M, que se perfilan como
una especie de regeneracionismo comunitarista, asamblearia y popular que trata de
representar una ciudadanía "auténtica", con intereses generales unificados y
radicalmente diferentes a los que tienen los poderes financieros y políticos sumisos
(Alonso, 2012a). «Movimientos sociales [que] permiten vislumbrar futuros posibles y
[que] son en parte vehículos para su realización» (Giddens, 2001, p.151), a los que
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seguramente se podría llegar, tal vez, de otra manera, pero que son fundamentales para
aumentar la conciencia ciudadana, en un momento, de crisis, donde el discurso
dominante tiene eco y un canal asegurado en los medios de comunicación, que están
concentrados en unas pocas manos y siguen los designios de aquél que ostenta el poder
(Gaupp-Berghausen,2012).
«Los devastadores efectos sobre las condiciones laborales y los proyectos de
vida […] que ha supuesto la última crisis financiera han producido cambios
significativos en las expresiones del conflicto social contemporáneo, así como,
novedades en las formas de movilización social» (Alonso, 2012b, p.4). Acciones cívicas
que podrían ser parte continuación, parte reformulación y parte renovación del ciclo de
protestas anterior que han ido cambiando y transformarse según la urgencia de la
respuestas política. Son movimientos sociales que desafían a los mercados y sus
políticas neoliberales a través de la resistencia social. Así, el movimiento 15-M recicla
sus materiales discursivos y simbólicos, de los diversos movimientos antiglobalización,
trasladándolos al ámbito local y que se imprime en la práctica a través de la
recuperación de la asamblea directa, cercana a los barrios y a una tendencia de
ocupación y asentamiento de espacios públicos (Alonso, 2012b).
Para Noam Chosmky, “las movilizaciones del 15M son una ilustración
inspiradora que muestra qué es lo que puede y debe hacerse para no continuar la marcha
que nos está llevando a un abismo, a un mundo que debería horrorizar a todas las
personas decentes, que será incluso más opresivo que la realidad existente hoy en día”
(Navarro, 2011).
El 15-M ha sido uno de los movimientos inspiradores de los movimientos
Occupy norteamericano y británico que recoge a la clase media desposeida (
Fernández,2012; Heikkilä, 2012) y la raíz de movimientos locales, dentro del panorama
nacional, como los surgidos en la Universidad: La Complu en la Calle, Plataforma de
Trabajadores UCM, etc.
Muchos de los miembros del 15-M, anteriormente participaron en los
movimientos estudiantiles anti-bolonia y, ahora, forman parte de las diferentes
plataformas e iniciativas universitarias como La Complu en la Calle.
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Con una estructura horizontal y asamblearia. El 15-M nace bajo un discurso
identitario multiplicador que intenta acoger a aquellas personas no movilizadas, que
acopiarán los movimientos sociales universitarios. Para Alonso «el sujeto imaginario
que unifica la movilización es el precariado […] esto es, ese conjunto de jóvenes
cualificados cuyas inversiones educativas han quedado desvalorizadas radicalmente por
el empleo, el subempleo o el malempleo generalizado y sin perspectivas razonables de
mejora» (Alonso, 2012b, p. 5) y que se oponen a la mercantilización y recorte
tardocapitalista de lo público y que les lleva a la pauperización de sus condiciones
laborales y sociales.
Estos críticos, hijos de la universidad pública en su mayor parte, estos
indignados,iiiposeen una retórica contrainstitucional, antimercantilista y comunitarista
que difunden fácilmente a través de las redes sociales, que usan para comunicar y
visibilizar la precarización, y que ha sabido no dejar indiferente a nadie, tampoco a los
medios de comunicacióniv.
3. La colectivización de los movimientos sociales universitarios fuera del
movimiento obrero tradicional
El movimiento obrero puede ser considerado como el movimiento social por
excelencia, sobre todo, para aquellos que han asociado modernidad y capitalismo, y
aunque para sus detractores sólo tuvo impacto en las primeras fases de la sociedad
industrial. Sin embargo, no cabe duda, que el sistema de clases y su lucha son
importantes actualmente a pesar de la existencia de otras iniciativas que antes estaban
aglutinados dentro del movimiento obrero tradicional (Giddens, 2001)
La aparición en el último año de diferentes iniciativas dentro de la Universidad
Complutense y la separación de estos movimientos sociales universitarios de sus
representantes legales puede reflejar esa elevada conciencia de «los riesgos de graves
consecuencias que trae consigo el desarrollo industrial, sea o no organizado, bajo los
auspicios del capitalismo» (Giddens, 2001, p. 151)
En la Universidad Complutense sigue habiendo una tradición sindical relevante
respecto a otras universidades más recientes. Existen numerosas secciones sindicales,
cinco en el Comité de Empresa, que actualmente, gozan de cierta serenidad entre ellos,
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como reconocen, y al que se les une, al menos, cinco plataformas importantes dentro de
la comunidad universitaria.
En relación a estas últimas, por un lado, existe un grupo de plataformas que
defienden los derechos y condiciones laborales de trabajadores y trabajadoras de la
universidad, cada una de estas tres, defiende los intereses específicos del colectivo que
representan: la Plataforma de Profesorado No Permanente que engloba a Contratados
doctores, Ayudantes doctores, Titulares Interinos y Asociados con trayectoria
académica; La Plataforma de Trabajadores de la UCM que integra a personal de
administración y servicios (PAS) y profesorado docente e investigador (PDI); Y la
Plataforma del PDI que acoge exclusivamente a docentes e investigadores. Por otro
lado, destacan dos iniciativas en defensa de la Universidad Pública: la Plataforma de
estudiantes, que defienden sus derechos como colectivo a una educación de calidad y en
igualdad de oportunidades, y La Complu en La Calle que defiende, también, una
Universidad Pública independiente, con autonomía, crítica y que intenta atraer a toda la
comunidad universitaria.
Movimientos que se encuentran en una continua transformación, uniones y
separaciones de colectivos, buscando su especificidad y un posicionamiento concreto.
Como por ejemplo, la Plataforma de PDI, de la que luego se escindió la plataforma de
Profesorado No permanente (PNP) y que participa en La Uni en la Calle, dentro de sus
coordinadoras y sus diferentes performance.
Estos movimientos universitarios nacidos al albor y la lógica del 15-M, en su
mayor parte, comenzaron a surgir a mediados y finales del año 2012 como la plataforma
de PNP, la de trabajadores UCM y La Complu en la Calle, entre otras, que influidos por
el espíritu del 15-M, y en defensa de sus derechos laborales y autonomía universitaria,
se definen como antiinstitucionales y asamblearios.
Con un discurso que no es antisindical, sin embargo, son muchas las críticas que
dirigen a los sindicatos de clases (aprovechamiento de privilegios, lentitud y mala
organización y arcaísmo en las lucha, etc.) pero a los que reconocen su papel como
actor social en la negociación colectiva que defiende los derechos laborales y
estabilidad de la plantilla. Este reconocimiento está, sobre todo presente, en la
plataforma de trabajadores de la UCM, donde hay un gran número de trabajadores del
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personal de administración y servicios: el colectivo más sindicalizado en esta
universidad.
Ante la complicada situación actual en la universidad, una de las cuestiones, que
une a plataformas con los dos sindicatos mayoritarios, es la poca firmeza mostrada por
el Rectorado ante las políticas de la Comunidad de Madrid y la connivencia con los
recortes en el capítulo 1 de los Presupuestos sobre gastos en personal, sin buscar otra
alternativa. En este sentido fue crucial el fracaso en las negociaciones entre el sindicato
y el rectorado, en junio de 2012.
“Me hubiera gustaría que el rector dijera: esto lo tengo que defender […] Ha
vendido su alma al diablo […] Optar salvar a la universidad a costa de los
trabajadores […] se le voto para reorganizar la universidad pero no así. Repensar
la Universidad es bueno, como se puede ver en el informe de los expertos, pero
hay que pensar, buscar más fondos, dar salida a los edificios. En esa línea no
sobran títulos… No se ha hecho… y, evidentemente, la masa social que le voto
va a ser muy difícil que lo haga” (E.5)
Pero si les une su posicionamiento respecto al rectorado y la Comunidad de
Madrid, sin embargo, la pérdida de confianza por parte de la comunidad universitaria en
los discursos y acciones sindicales, marca el distanciamiento de las plataformas respecto
a los sindicatos. Pérdida de confianza en las secciones sindicales universitarias que, por
una parte, y a la estela de sus sindicatos de clase, adolecen en comunicación y acción
social efectiva. Y que, por otra, se enraízan en la dificultad de negociación por la
disparidad de perfiles dentro de la comunidad universitaria que tienen condiciones
laborales y necesidades muy diferentes.
Al igual que en muchas organizaciones actuales, una adecuada comunicación es
una de las fallas del sindicato con sus representados y demás trabajadores. Falta de
información, rapidez y calidad de los comunicados son objeto de parte de las críticas
que llegan al Comité de Empresa. Para el representante del Comité de Empresa
entrevistado, este problema de comunicación es difícil de solucionar cuando los
recursos son limitados y la información cambiante. Sin embargo, se espera
constantemente debido a la facilidad que otorgan las nuevas tecnologías y convirtiendo
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a la comunicación y a la información en un arma de doble filo que estresa al emisor y
receptor.
“Hemos recibido siempre muchas quejas, de mayor información, de nuestros
afiliados y plataformas […] pero es que a veces no hay nada. A veces, no había
más información de la que se daba. Nos reuníamos más de cuatro horas y la
conclusión no era nada […] es verdad que podíamos haber dicho… “nada”
pero… Además, había reuniones en que a veces no tenías claro qué… Sobre la
rapidez o no es un debate sin fin […] Se quejan de que quieren más
información… Muchos no estamos liberados y llegamos hasta donde llegamos
[…] Articular lo que quiere la gente no es sencillo. Hay una sensación de que lo
que quiere la gente no llega. La gente cada vez es menos receptiva […]. Si haces
un comunicado de una página, es simplista, y si lo haces de tres, la gente no se lo
lee […] La gente de derechas lo ha hecho muy bien con mensajes cortos y
simples: «Sindicalistas vagos»” (E.5)
La confianza en los sindicatos se ha quebrado y, tras el 15-M, muchos
movimientos sociales dicen abiertamente no sentirse representados por partidos y
sindicatos; de ahí, su contestación y organización. Para el entrevistado anterior, esa
pérdida de confianza en los sindicatos es, por un lado, responsabilidad del propio
sindicato que no ha sabido llegar a la gente y hacerles entender que “como en el caso de
las pensiones, es esto o algo peor” (E.5), y, por otro, de la campaña de descrédito que
se ha realizado sobre ellos, como por ejemplo, ha ocurrido con los liberados y que es
resultado de que haya calado el discurso dominante antisindical.
“Escuchar a gente de izquierda comentarios que veían, podías ver en Libertad
Digital […] Todo el mundo conoce un liberado que… Yo conozco a muchos, no
sé… conozco muchísimos casos con costes personales. Hay gente que quiere
otro modelo pero me cuesta muchísimo pensar que sin representación… Lo que
veo es que al final hay cien aquí, otros cien aquí y no hacemos nada […] Esta
universidad tiene 10.000 trabajadores y no podemos hacer una asamblea para
10.000. Además, no es fácil […] Yo creo que algunas de las cosas que se decían
eran injustas, hay gente del Comité de Empresa que también está afectada” (E.5)
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Por otro lado, como anteriormente se ha adelantado, la falta de acción
implacable, la inmovilidad, anacronismo o lentitud en sus acciones, son otras de las
cuestiones que se critican por parte de algunos colectivos como la plataforma de
estudiantes y las plataformas de trabajadores de la UCM:
“Los sindicatos son interlocutores fundamentales, desempeñan una función
importante, pero, es verdad, que en estos tiempos, sus vías de actuación, de
respuestas a las situaciones de injusticia, los tipos de protestas que estamos
sufriendo adolecen de un cierto anacronismo, han dejado de ser funcionales, han
dejado de ser operativos y no…. Y no por nada existe el mismo divorcio entre
políticos y ciudadanos, como entre trabajadores y sindicatos, porque de alguna
manera ya tampoco los trabajadores se sienten representados por sus
representantes por muchas razones, muchas razones… sobre todo por esas, las
formas de respuesta ya no son operativas, por ejemplo, en el colectivo de la
universidad que pueden ofrecer los sindicatos como mecanismos de negociación,
pues una huelga de unos días contados, dejas de ir a trabajar, eso para una
persona que tenga dos dedos de frente no sirve para nada” (E.3)
Algo que rebate el representante sindical, pues en relación a las huelgas, para él
“hay una parte de la población que se ha vuelto muy cómoda [y en la Universidad] pasa
mucho eso. No sé si hay cierto conformismo o el que no se puede hacer otra cosa ha
calado” (E.5). Personas que piensan que no se les puede tocar, que legitiman ese
discurso de inmovilismo del “no se va a conseguir nada”, del miedo o la pérdida del
jornal del día.
Comodidad o conformismo que, sin embargo, también, aprecia la representante
de la Plataforma de Trabajadores de la UCM, “casi el grueso de trabajadores y
estudiantes no tenemos una cultura de movilizaciones […], comodidad… tenemos vidas
muy estructuradas que cuando te sacan… […] Ahora mismo hay una desesperanza…
Conseguir cosas son años […] yo creo que la gente piensa: “pero, si no se puede hacer
nada”. Son muchas cosas. Nos movemos cuando ya está hecho. El recorte salarial casi,
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casi, se ha aceptado, si no hay una respuesta contundente es que se está aceptando.”
(E.6)
Existe una sensación, casi generalizada, de dificultad en concienciar a la gente
de que “si se puede”, que salpica a todos los movimientos, pero que se visibiliza sobre
todo respecto a los sindicatos:
“Aquí hay gente que tiene trabajo porque lo hemos peleado y no sale. No sé por
qué no cala […] La gente cree que no hacemos nada los sindicatos pero los
empresarios no nos quieren… […] será por algo. En organizaciones donde los
sindicatos son fuertes se hacen menos cosas contra los trabajadores, la unión los
protege” (E.5)
Además, si se puede hacer una crítica al sindicato de pecar de exceso de
burocratización -dado quizás por su tamaño-, también hay que tratar sobre los
condicionantes legales a los que se ve inmerso constantemente, donde las acciones
obreras, sobre todo las más tradicionales, como las huelgas y manifestaciones, se
encuentran cada vez más reguladas.
“No p[odemos] plantear una huelga de un día para otro. En España, es ilegal,
que parece que no sabemos transmitir eso […] En 2012, hemos hecho el mayor
número de movilizaciones en la historia de la universidad […] Creo que no ha
habido ninguna universidad con más movilizaciones” (E.5)
Otras de las cuestiones, que incide en esa falta de confianza en los sindicatos
universitarios, como se ha apuntado anteriormente, tienen que ver con la diversidad de
perfiles profesionales existentes: donde el PDI y PAS no parten de las mismas
condiciones laborales ni estatus como colectivo y donde dentro de cada categoría
existen condiciones de trabajo muy diferentes que pasan de la máxima estabilidad,
como el personal funcionarial, a la mayor precariedad y temporalidad laboral.
Si los sindicatos generan abundantes críticas, también, éstas, llegan al resto de
movimientos sociales. Si por un lado, se considera que supone una forma de acción
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política que se adapta mejor a unos cambios cada vez más rápidos; por otro, se
consideran parte de la dispersión de la lucha obrera.
“Tú haces una asamblea general y no aparecen profesores, no van. Hay
profesores que están en la Plataforma de Profesores No Permanentes y están
afiliados pues… ¡Joe! ¿Por qué no me has llamado?” (E.5)
Distintas plataformas, que para el representante del Comité de Empresa, tienen
una parte positiva porque manifiestan un descontento pero en las que se debe de tener
en cuenta que son organizaciones muy diferentes a las sindicales. Siendo los sindicatos
los legítimos representantes de los trabajadores por delegación de voto. Y que centra las
cautelas del Comité de Empresa de la Complutense en cuanto a la unión de fuerzas entre
sindicatos y el resto de movimientos sociales obreros universitarios, que sin embargo,
ya existen en otras universidades como la plataforma de trabajadores de la Universidad
Autónoma de Madrid, que integra a los sindicatos:
“Esto tiene su parte buena pero, también, esto de ir como plataforma y ser del
sindicato y, no decir, que se es del sindicato… me parece un poco raro” (E.5)
A lo largo de este apartado, se ha ido vislumbrando como el discurso dominante
y la nueva legislación, cada vez más restrictiva, incide en la incapacidad de los
movimientos sociales obreros que no sólo tiene efecto en las formas de movilización
sino, también, en los costes personales de aquellas personas que están implicadas.
Costes personales muy altos, tanto para las personas que están en los sindicatos,
y que cuentan con menos personal liberado debido a su regulación, por parte de la
Comunidad de Madrid en este caso, como para las personas que forman parte de las
distintas plataformas. Altos, sobre todo, cuando ya de por sí, sus condiciones ya son
difíciles, y que un análisis desde la perspectiva de género, además mostraría la
disparidad y divergencia de situaciones que complican la defensa de los derechos
laborales y que implica al círculo familiar y de amistades, como se desarrollará en el
siguiente apartado con más detalle, para la iniciativa de La Complu en la Calle, y que
aquí, sintetizamos con la solución que tomó una de las entrevistadas ante la
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responsabilidad de cuidado de su hija y las necesidades que conlleva participar en las
movilizaciones.
“Me he traído a la pequeña con un letrero de «Estamos en huelga»” (E.5)
4. La Complu en la Calle. Precarios y “estables” en defensa de la Universidad
Públicav
A lo largo de la ponencia, se ha ido desgranando como dentro del movimiento
social de los trabajadores universitario han ido surgiendo, también, nuevos movimientos
sociales que intentan visibilizar su situación y producir otras formas de respuesta como
acción reivindicativa.
La Complu en la Calle es una de estas iniciativas que pretende hacer ver a la
ciudadanía, y no sólo a la comunidad universitaria, que más allá de la defensa de sus
derechos laborales, “a ellos también les afecta” la degradación y el desmantelamiento
de la universidad pública.
“Una semana antes del 15-M había un ambiente de efervescencia entre los
alumnos” (E.1), de ahí que La Complu en la Calle esté impregnada del 15-M, donde
participaron muchos profesores y alumnos que hoy forman parte de esta iniciativa. La
Complu en la Calle sería muy difícil de explicar sin la existencia del movimiento 15-M
y su detonante, los recortes a la Universidad Pública y, en concreto, a la Complutense.
Momento en el que muchos docentes vieron peligrar su puesto de trabajo y los alumnos
sus carreras universitarias como consecuencia de la subida de tasas.
La Complu en la Calle, defiende un modelo concreto [diferente al modelo
anglosajón], que varía según los docentes pero que, sin embargo, confluye en la
necesidad de una universidad pública donde “cada uno puede tener una visión de la
Universidad diferente pero lo que [les] une es una agresión a la Universidad desde fuera
que nos une a todo tipo de colectivos con todas las diferencias que puede haber entre
nosotros” (E.3)
Para conocer esta iniciática es necesario retrotraerse a sus comienzos, analizar el
cuándo y por qué aparece y su relación con la quiebra de los valores dominantes de la
sociedad, es decir, el contexto en el que aparecen. La Complu en la Calle tuvo su origen
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en octubre de 2012, cuando un profesor de la facultad de Filología, que colaboraba con
diferentes movimientos como el 15-M, y tras varios actos fallidos de movilización con
otros profesores, “había reuniones en las que estábamos sólo [otro profesor] y yo” (E.1),
decidió montar algo individual, más o menos, espontáneo que imitaba a una de las
acciones que ya habían llevado a cabo profesores de secundaria, ciclo donde él estuvo
trabajando veinte años.
No es casual que este movimiento naciera dentro del marco de las humanidades,
en un ámbito amenazado en la actualidad en la esfera educativa y que se identifica con
el ideario de la universidad pública tradicional que se está perdiendo, donde el
conocimiento no equivale a la productividad y eficiencia del neoliberalismo, sino con la
reflexión crítica, y que los coordinadores de esta iniciativa justifican como el lugar
idóneo para nacer:
“Lo que es importante es que el conocimiento a veces sea gratuito, inoperantes,
arbitrario y que no sirva para nada porque tiene que producirse todo esto para
que sea realmente crítico. Y que además, a ese movimiento se han unido
profesores de física, medicina, etc […] que sin sus aportaciones no se podría
defender la valía de la Universidad” (E.3)
Desde su creación, al igual que el 15-M, las redes personales y sociales, así
como, su capital cultural y social han sido muy importantes. Con la ayuda de cuatro o
cinco alumnos y un amigo de secundaria que se dedicaba a hacer documentales, se
decidió hacer una clase para grabarla y colgarla en “you tube” como forma de protesta
ante el recorte de cincuenta millones de euros que la Comunidad de Madrid exigía a la
Complutense y que hacía peligrar a la Universidad Pública y el empleo de una
proporción relevante de su profesorado. Pero, “la sorpresa fue cuando estos alumnos y
sus redes sociales empezaron a difundir y se empezó a crear –de manera para mí todavía
inexplicable- una especie de bola de nieve, una cadena asombrosa, los días antes de la
clase que hizo que tuviera un éxito mediático impresionante. Fue una casualidad que
coincidiera con la huelga de estudiantes. Y ahí, los medios de comunicación […]
plantearon la cara más amable, como el profesor que iba a dar clase y no sé qué... Pero,
lo más interesante es que tuvo una repercusión, un éxito impresionantes. Además,
también, éxito a que fueran aproximadamente unas 150 personas a la clase. Muchos
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compañeros […] pero, sobre todo, los medios de comunicación: radios, televisiones. Y
estuve, si esto fue un miércoles, estuve desde el domingo por la tarde, recibiendo
llamadas de la radio para entrevistas, hasta la semana siguiente en la que participé en
una tertulia […]”(E.1)
Con esta acción se dieron cuenta que la Universidad, “a pesar de lo que la
estaban machacando”, tenía un poder simbólico muy grande a diferencia de otras
instituciones como eran los institutos:
“No es lo mismo que salga un profesor de universidad a la calle que un profesor
de instituto” (E.1)
Ante el éxito, convocaron una reunión en la Facultad de Filología donde se
reunieron quince o veinte profesores de la facultad, casi todos de la plataforma PNP
pero, también, consiguieron que se acercara algún otro profesor “algo más pope” (E.1)
Se decidió realizar una salida coordinada, se redactó un manifiesto (rechazo del
aumento de tasas, petición de la estabilización del profesorado laboral, financiación
suficiente, toma de decisiones al margen de bancos y empresas privadas, etc.) y se
decidió que tuviera una estructura descentralizada, es decir, una coordinadora formada
por siete personas entre profesores, alumnos y un amigo del movimiento 15-M,
apoyados por unos veinticinco profesores. Crearon un blog y una dirección de correo y
tomaron la decisión de que tuviera un corte asambleario abierto como el 15-M. Así se
utilizan las mismas lógicas: prolongación, renovación y reformulación del ciclo de
protesta que recicla discursos y símbolos.
Dentro de la coordinadora, el trabajo se divide “por especialidad”, aunque todos
aprendieron a hacer de todo. Un trabajo de inteligencia colectiva “uno hacía y el otro lo
mejoraba” (E.2), donde los alumnos han sido algo fundamental aportando mucho
trabajo en las redes sociales: “Yo recuerdo que muchas veces que terminábamos hasta
con bibliografía […] nos mandábamos bibliografías: “venga léete esto” (E.2). Y se creó
una estructura con personas que lideran y coordinan las acciones y que supone una
reformulación respecto a otros movimientos sociales con toma de decisiones totalmente
asamblearias y que tras el 28 de noviembre de 2012 y para la preparación del 9 de
marzo de 2013, ya como Uni en la Calle, se renovaría como movimiento de ámbito
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autonómico y en el que se crearía un organigrama con una coordinadora general, otra
por universidades y otras por facultades o disciplinas que darían cuenta y trasmitirían lo
decidido en la coordinadora general. Esto favoreció el reparto de trabajo y dotó a la
organización de una red jerárquica en la transmisión de decisiones que favorecía la
racionalización de la comunicación y su cobertura en una doble dirección pero sin el
peligro de convertir la estructura en una pesada máquina, como ocurría en otros
movimientos sociales, y nos comenta una estudiante de la plataforma estudiantil, donde
“se tumban las cosas porque alguna asamblea [de facultad] no quiera hacerlo, por lo que
algo sencillo, se vuelve muy tedioso” (E.4)
Desde esa primera reunión, se concibió la idea de que fuera creciendo para tener
mayor repercusión mediática en el exterior pero, además, sorprendentemente para los
organizadores, tuvo una respuesta importante dentro de la comunidad universitaria de la
Universidad Complutense, produciéndose una cohesión del profesorado al “encontrar
un medio con el que manifestarse y el malestar aumentaba” (E.1)
Unos días antes del 28 de noviembre apenas eran 30 profesores lo que iban a
salir a la calle “y la cosa cambio cuando uno de los profesores consiguió que el
rectorado mandara un correo a todos los profesores y entonces, fue, ahí, cuando
conseguimos un aluvión y toda serie de propuestas de clases” (E.1), teniendo una gran
repercusión simbólica con 135 profesores, 100 clases, 9 espacios de la ciudad tomados y
diferentes espacios cerrados públicos y privados.
Los actores precarizados, en una misma lucha – a pesar del recelo de algunos
compañeros-, al ser una acción fácil-cercana, “minimalista [en sus formas], transparente
y sin rojos, ni negros, colores e iconografías que recordarán a partidos políticos y
sindicatos” (E.2), ha logrado involucrar a diferentes perfiles dentro del profesorado,
aprendizaje del 15-M, en una “performance” considerada por los coordinadores como
“definitiva”.
Con divergencias entre facultades y colectivos, La Complu en la Calle ha
movilizado sobre todo al profesorado. Aunque, serán “los precarios [los que] tienen más
razones para salir, por otro lado, [sin embargo] tienen miedo y dificultades por las
represalias” (E.1) basadas en el llamado “control jerárquico” y que se volvió a ver con
la Uni en la Calle el 9 de marzo en otras universidades como la Universidad Rey Juan
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Carlos y la Carlos III, e incluso, en lagunas facultades de la propia Complutense donde
prohibieron a su profesorado salir a dar clases.
En cuanto al personal administrativo y de servicio (PAS) es un colectivo con
escasa participación dentro de esta iniciativa -a diferencia de lo que pasa en sindicatos y
en la plataforma de Trabajadores de la UCM-, con sólo una decena de personas de
forma individual. Es una iniciativa, que por su tipo de acción, dificulta la integración al
PAS, aunque hay alguna persona de este colectivo que ha participado y que ha dado
clases. Es un tipo de protesta que requiere un profesor para dar clases y alumnos que las
apoyen.
“Tenía que nacer del profesorado […] pero, incluye a todos porque no solo
incluye las reivindicación de derechos laborales sino una Universidad Pública
que llegue a todo el mundo pero está claro que todavía nos queda por hacer y
queremos corregir para próximas iniciativas” (E.3)
Producción simbólica, como se ha dicho identitaria, y bajo una unión cultural y
de valores comunitarios importantes que se transmiten a través de un discurso
movilizador que integra a aquellos que están dentro de la comunidad y que tiene su
objeto de confrontación fuera de la Universidad.
La Universidad tienen un poder simbólico importante y los profesores son
conscientes de ello. Por ello, La Complu en la Calle fue una metáfora que llevaba a salir
de los recintos universitarios, abrirse a la sociedad, “mostrar la universidad a la
ciudadanía” (E.3). Pero, tras la primera acción individual, no sólo se buscaba una
apertura para implicar a la ciudadanía sino que se buscaba crear un sentimiento de
pertenencia:
“Más allá de conseguir lo que queríamos, lo importante es contribuir a cambiar
la propia dinámica interna de la Universidad. Que uno de pronto empezaba a
hablar de otra manera que cada uno de nosotros quería ser parte de algo que
merece la pena defender” (E.3)
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La Complu en la Calle, antiínstitucional como el movimiento 15-M, es
considerada como iniciativa marcadamente política, no partidista pero que plantea la
misma disyuntiva que el movimiento 15-M “y que se sigue planteando entre ser
militantes, más agresivos, desde el punto de vista político, o ser más “ciudadanista” y
hacer unas reivindicaciones que puedan ser apoyadas por una mayor cantidad de
población aunque sea menos radicales políticamente” (E.1). La Complu en la Calle pone
en discusión los intereses compartidos y la crítica de la desposesión colectiva y que con
las diferentes convocatorias y adhesión de nuevos militantes adquiere una identidad más
política que en la última convocatoria, ya como la Uni en la Calle, que contiene
reivindicaciones claramente más políticasvi.
“No es una iniciativa partidista que intenta englobar a gente que sea de izquierda
y de derechas y lo que sea, pero que tenga claro que quiere una universidad
pública, independiente y bien financiada” (E.1)
En las asambleas se encuentran estás divergencias y la coordinadora general
tiene la labor de poner el punto medio a esa tensión pues “hay trabajadores que salen
para mostrar su trabajo como una labor más humanística: como dar clase a gente que no
puede ir a clase. Y, hay otros militantes, que lo que quieren es que se dé caña a Wert, al
rector, a las autoridades académicas y que quieren que se acentué, el contenido político
concreto” (E.1)
Respecto a los sindicatos, también, se tiene un posicionamiento 15-M, aceptando
a personas que forman parte del sindicato y enviándoles información, pero sin que
exista una vinculación institucional pues La Complu en la Calle se define como una
iniciativa de base.
“Se eligió en asamblea que no queremos que se nos confunda con cierta línea
que se ha ido llevando a cabo. Además, en este tiempo, el sindicato ha sido
desprestigiado y no tenemos porqué cargar con este desprestigio y desconfianza”
(E.2)
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A pesar de que algunos de los profesores pertenecientes a esta iniciativa están
sindicados, existe una sensación de que no se les necesita por lo que en las clases, en las
calles, se pide que no haya ni una sola bandera sindical. Aunque se permita a estas
organizaciones difundir la iniciativa, al igual que al rectorado, ninguno de los dos
instituciones son parte de ella pues “hasta ahora han tenido poca eficacia y nadie ha
querido dar una clase en un sindicato” (E.2) que muestre cierta vinculación.
En cuanto al impacto en las políticas e instituciones universitarias, la repercusión
de La Complu en la Calle del 28 de noviembre supuso un efecto llamada para el resto de
las comunidades universitarias regionales y nacionales: materializándose en una
convocatoria de ámbito autonómico, La Uni en la Calle del día 9 de marzo y en una
posible convocatoria nacional que se ha trasladado de mayo a octubre debido al
tremendo cansancio y costes personales y profesionales que ha supuesto la acumulación
de las dos salidas.
Respecto al rectorado de la Universidad Complutense, su relación con el mismo
es ambivalente. Si mucho del éxito de la iniciativa se basa en la distribución de la
convocatoria por parte del rectorado que llegó a la totalidad del profesorado y aumentó
el número de adhesiones para impartir clases, también, tuvo efectos perniciosos que se
intensificaron con la presencia del rector en el acto final de la jornada del 28 de
noviembre y la aparición de la iniciativa en la web oficial de la universidad. Foco sobre
el rectorado, que con el paso a La Uni en la Calle, se diluyó aunque sin perder la
perspectiva de cuáles eran los rectorados que estaban apoyando, o no, la iniciativa.
“Cuando una acción se le apropia el poder se le quita su potencial” (E.3)
“¿Qué el rectorado se puede aprovechar de ello? Pues, a ver, si se puede
aprovechar de ello ante la Comunidad de Madrid… Pero, no queremos entrar en
política intra UCM” (E.1)
En relación a la Comunidad de Madrid, causante de recortes y asfixia de las
universidades públicas madrileñas y sobre todo de la Complutense, con La Complu en
la Calle no han tenido ningún problema, según la coordinadora, esto tiene que ver con
ser un movimiento muy democrático. Sin embargo el 9 de marzo, a diferencia del 28 de
noviembre, la policía tomó los datos de las personas que eran responsables de cada una
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de las plazas donde se daban clases: la orden que tenían era que en caso de que las
clases molestarán algún vecino, se multara al responsable del lugar. Hecho que movilizó
a las coordinadoras que se pusieron en marcha para buscar asesoramiento legal entre los
colaboradores de la iniciativa y se planteara una posible caja que pudiera subsanar
cuestiones como estás que pudieran encontrarse en el futuro.
Con cada nueva acción aumenta no sólo el número de participantes, el eco de los
medios de comunicación, sino su carácter político y, con ello, aumentaba el acoso
policial orquestado por parte de las autoridades políticas que, en ese momento, estaban
reelaborando el Plan de Ordenación Urbanística del Ayuntamiento de Madrid donde se
revisaba el uso de las calles y espacios públicos por parte de huelguistas, manifestantes
y otros colectivo.
“La iniciativa no va a conseguir nada desde el punto de vista político directo. En
la asamblea realizada tras el 28 de noviembre se decidió hacer La Uni en la Calle
y pequeñas acciones puntuales. La primera, La Uni en la Calle, serviría para salir
en los medios de comunicación pero, la segunda, las acciones puntuales servían
para que “los profesores [se] acostum[bren] a apoyos de base, como una clase en
Celenque, para apoyar a los desahuciados de Bankia, una clase en Alcorcón para
explicar que es Eurovegas y otras, menos políticas como una clase de medicina.
Por ahora, sólo se ha realizado una clase de una profesora en Lavapies” (E.1)
Por último, ese repertorio de acciones, también supone para las personas
implicadas un desgaste importante, sobre todo para aquellas que forman parte las
diferentes coordinadoras y, muy en especial, para las personas que forman parte de la
coordinadora general de la Complutense y que les llevo, como se ha apuntado
anteriormente, tomar la decisión de reorganizar el organigrama diversificando la
coordinación.
“El inconveniente es una iniciativa insensible desde el punto de vista de
esfuerzo, personal y eso que desde la Uni en la Calle lo hemos diluido y hemos
conseguido hacer grupos de coordinación y eso hace que lo llevemos mejor que
en la primera iniciativa que terminamos con problemas familiares, de trabajo,
trabajo atrasado que fue un poco como un terremoto que nos descolocó la vida
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durante un mes […] pero claro, no se puede hacer eso durante tres meses porque
claro…. Llega un momento que te descoloca la vida por eso para esta iniciativa
hubo un momento que nos lo pensamos mucho y dijimos o lo hacemos de otra
manera o no lo podemos hacer” (E.1)
Las implicaciones en las condiciones de trabajo y vida de los participantes es
desigual. Si para el profesorado y alumnado que sólo va a impartir o ver una clase no
tiene especial incidencia en la vida profesional y personal; sin embargo, para aquellos
que participan en la coordinadora tiene fuertes repercusiones. El trabajo del profesorado
docente-investigador es un trabajo extenuante que requiere un grado de concentración,
esfuerzo y responsabilidad, que no es entendida fuera del colectivo ni siquiera por
aquellos que conviven con ellos, y que se intensifica con su participación en la
iniciativa.
“La gente no entiende la dureza psicológica, incluso la gente que está a tu lado
no lo entiende” (E.1)
De ahí, que se justifique, desde los iguales, la escasa movilización que tiene el
colectivo del PDI y la dificultad, ya difuminada, de discernir entre trabajo y ocio:
“Los profesores de la universidad no se movilizan pero hay que entender que el
perfil de un investigador –yo soy especialista en medieval y diferencian entre la
vida activa y la vida contemplativa, que no deja de ser muy medieval pero que
tiene su punto de sabiduría-, y… la persona que está con su mente en un
problema científico, en una cosa de física, química o de no sé qué [...] y tú,
cuando estás en eso es que te hablan y es que ni escuchas y es que cuando te
obligan a salir de eso, es que te han machacado” (E.1)
Mantener el trabajo intelectual y compaginarlo con la militancia o la gestión es
complicado pues requiere capacidades muy diferentes, una de concentración y, la otra,
“un manejo de la dispersión”, de ahí el desgaste que sufren los profesores por el
método docente al que se dirige la universidad:
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“Es como si aún corredor de 100 metros le obligan a correr la maratón pues sus
músculos no están entrenados para correr una maratón y viceversa. Y nos tienen
machacados, yo creo que la mayor parte de los profesores están machacados por
eso” (E.1)
Ante la intensificación del trabajo y cambio de paradigma en la actividad
universitaria, la militancia se vuelve un escollo mayor para la conciliación de la vida
laboral, personal y familiar: inflación de correos diarios, redes sociales, etc. La
confusión entre la vida personal y laboral, hace que el ocio se enrede con el trabajo en
esa llamada vocación, símbolo de estatus, donde el disfrutar es compaginar ocio y
trabajo. Y, donde la militancia, mientras absorbe el espacio personal y el resto del
tiempo de la vida familiar que la agota, se convierte en una cuestión de opciones que se
tienen que sopesar para no terminar con el espacio profesional o familiar.
“Mi mujer está hasta las narices […] cuando te dedicas a la militancia, sacrificas
muchas cosas, por eso entiendo a la gente que no lo hace. Casi, casi, hasta la
admiro […] hay momentos que me gustaría dejarlo pero, claro, luego pasa lo que
está pasando y dices… “pero como me voy… pero es que nos están dando por
todos lados. Hay que seguir” Pero, es que hay momentos... que digo, pero es que
me come, pero es que me está matando. Sinceramente, porque a mí lo que me
gusta, cuando cojo y consigo sacar una mañana para ponerme a trabajar, es que
disfruto que no te lo puedes imaginar. Pero claro, una mañana y luego hasta no
sabes cuándo, con lo cual otra vez te tienes que volver a meter y al final de
mañana… otra media mañana y todo ese rollo” (E.1)
Para el profesor “su ocio y su tiempo libre es lo que le gusta, su tiempo libre es
leer a Kant […] El trabajo y el tiempo libre se mezclan” (E.2), por lo que, también, la
militancia puede fortalecer la pareja que comienza a compartir un tiempo que antes
estaba ocupado por ese ocio vocacional del docente-investigador, pero que, sin
embargo, relega aún más a amistades y familiares que no forman parte de la iniciativa.
“Mi pareja ha pasado de no hacer nada a hacer pancartas pero existe más
estrés…Ves menos a los amigos y a la familia” (E.2)
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Costes profesionales-personales y familiares, trabajo como un todo, que, como
se ha mostrado, aparecen en las diferentes dimensiones de la vida, y que hacen de la
militancia un lujo difícil de soportar en lo familiar y profesiobal:
“No hemos podido hacer un Congreso que teníamos y hacíamos con mucha
ilusión, seminarios, viajes… […] Mi padre en el hospital y yo no estaba allí
porque estaba en una reunión […] Porque no has hecho la compra, porque no
estoy en una asamblea, eso no es una excusa” (E.2)
“Si pero porque yo soy un friki de la investigación y llevo un año investigando
poquísimo y para mí eso me supone un problema importantísimo, vaya. Y no lo
necesito para el currículum. Lo necesito porque me gusta porque para mí es
como si me faltara algo. A mí, me ha supuesto un sacrificio importante pero
también ha supuesto en dormir por las noches, empezar a tener conciencia de
una serie de cosas. Desprenderme de una serie de tics egoístas que uno sigue
conservando al pensar «Bueno, si consigo salvar lo mío»” (E.3)
5. A modo de conclusión
En una de las entrevistas realizadas para esta investigación, uno de los
profesores entrevistados contaba como un día de clase, con método Bolonia, con sus
ciento cincuenta alumnos, contentaba en alto una de las declaraciones del inspirado
Ministro Wert a partir de una pregunta retórica que el profesor lanzaba pero que, sin
embargo, y a diferencia de las declaraciones que en los últimos tiempos realizan
nuestros políticos sí tenía respuesta: “¿Qué sobran profesores en España? Por favor, que
los traigan a esta clase” (E.3)
La realidad se impone pero, sin embargo, el discurso inmovilista traducido en
ese “no sirve para nada” que promueve el discurso dominante, sigue afectando
negativamente a la acción colectiva, junto a las continuas regulaciones que recortan
derechos laborales, disfrazados de “verdades” economicistas, como la necesidad
presupuestaria de reducción de liberados en la Comunidad de Madrid.
Los cambios son rápidos, tan rápidos como cala el discurso dominante, hay
tantas cosas que amenazan el Estado de Bienestar tal como lo conocíamos que las viejas
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estructuras de defensas creadas en torno a ellas no sirven pues ya han sido neutralizadas.
Los movimientos sociales llaman la atención sobre esta degradación.
Como se ha visto anteriormente, la representación sindical se vislumbra
insuficiente para todos los frentes y cambios que se avecinan y los movimientos sociales
tendrán que moverse en sus fronteras pero no al margen de ellos pues el mercado ha
mercantilizado el Estado, lo ha debilitado y el movimiento obrero, en este momento,
debe de estar más reforzado que nunca para que no se produzca una división de este.
Los movimientos sociales universitarios, al igual que gran parte de los
movimientos sociales actuales como el 15M, la marea verde, la marea blanca, etc.,
tienen un gran capital cultural pero no poseen el capital económico suficiente para
influir y jugar dentro de las reglas del mercado. Por ello, es necesario hacer visible esas
agresiones que padecen las universidades públicas (Taibo, 2012), como colectivo, y
que los movimiento sociales universitarios, visibilizan.
La Uni en la Calle, en este momento, sin grandes victorias concretas, es como
lluvia fina que cala en la comunidad universitaria y utiliza el saber colectivo como
respuesta para visibilizar el espacio y poder simbólico que tiene la Universidad. Sin
embargo, el desgaste de la reivindicación es importante a pesar de los fuertes lazos
solidarios que se crean ante la desposesión colectiva.
Parafraseando el libro de Vicent Navarro, hay alternativas también para la
Universidad, pero hay que dotarla de financiación para que esta promueva el
conocimiento que satisface necesidades sociales (Navarro, 2011)
En definitiva, los movimientos sociales universitarios, como dice el catedrático
Juan José Castillo, focalizan una situación que sería invisible para muchas personas, por
alejadas a su situación y ponen el foco sobre diferentes situaciones y posiciones, pero,
sobre todo, son una manera de combatir el divide y vencerá de las políticas capitalistas:
“Creo que las luchas colectivas de trabajadoras y trabajadores tienen que
orientarse sobre la base de una visión global y de conjunto. Apreciando que
todos los trabajos deben ser considerados igualmente valiosos, e igualmente
defendibles las reivindicaciones de los colectivos hoy peor situados y
marginados. Lo digo con un ejemplo que me toca de cerca, la Universidad. Hoy
en día, por ejemplo, las reivindicaciones, lucha y organización de los que ahora
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se llaman “profesorado no permanente” son imprescindibles para la defensa de
una Universidad pública y de calidad. Y esas reivindicaciones y lucha nos
concierne a todas las personas que somos la Universidad, profesores,
estudiantes, personal de administración y servicios, personal de limpieza,
subcontratas, etc. Su lucha es la de todos y todas. No es cuestión de ‘apoyarlos’,
es cuestión de ser capaces de apreciar que o es juntos, o no hay solución posible.
Aquí no se salva ni dios si no está organizado con los demás. En otro caso
iremos, sí, de uno en uno, de una en una… y con el carnet en la boca” (Castillo,
2012b).
Bibliografía citada
- Alonso, L.E (2012a): “Un año después del 15-M, ¿el resurgir del conflicto social
juvenil?”, en Temas para el debate, núm. 211 (junio), pp. 34-37.
- ___________ (2012b): “Presentación: Crisis, indignación ciudadana y movimientos
sociales”, en Dossieres Economistas sin fronteras, nº 6, Septiembre de 2012, PP. 4-7.
- Bourdieu, P. y Boltanski, L. (2009): La producción de la ideología dominante, Buenos
Aires, Ediciones Nueva Visión.
- Castillo, J.J., (2013a) "Cuando hablan de productividad quieren decir intensificación,
explotación
y
deterioro
del
trabajo"
disponible
en
http://www.eldiario.es/quehacemos/trabajo_productividad_precariedad_paro_6_121847
821.html
- ______________ (et al.) (2013b): ¿Qué hacemos para que el trabajo responda a
nuestras necesidades y no a los mercados?, Madrid, Editorial Akal.
- Fernández, C.J. (2012): “La otra cara del milagro financiero: las resistencias sociales”,
en Dossieres Economistas sin fronteras, nº 6, Septiembre de 2012, PP. 16-19.
- García Calavia, M. A. (2008): “Despidos laborales. Fracturas sociales e identitarias”,
en Revista Internacional de Sociología, Vol. LXVI, Nº 51, septiembre-diciembre, pp.
123-144.
24
- Gaupp-Berghausen, J. (2012): “El poder nunca ha hecho nada sin una reivindicación
previa. Entrevista a Amy Goodman, directora de Democracy Now!” disponible
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=161531
- Giddens, A. (2001): Consecuencias de la modernidad. Madrid, Alinza editorial.
- Heikkilä, R (2012): “Occupy Wall Street y la indicación del 99%”, en Dossieres
Economistas sin fronteras, nº 6, Septiembre de 2012, pp. 20-23.
- Martí i Puig, S. (2012): “Los movimientos sociales. Reseña crítica del libro de
Donatella Della Porta y Mario Diani” en Revista Española de Sociología, nº 18. Madrid,
proyectos editoriales, pp. 163-167.
- Navarro, V. (et al.) (2011): Hay alternativas. Propuestas para crear empleo y bienestar
social en España, Madrid, Ediciones Seguitur.
- Taibo, C (2012), “Sobre las agresiones que padecen las universidades públicas”
disponible [http://www.rebelion.org/noticia.php?id=156204]
- http://fundacionbetiko.org/
Entrevistas realizadas (a 31/03/2013)
-
E1: Coordinador General La Complu en la Calle.
-
E.G.2: Coordinadores La Complu en la Calle.
-
E.3: Coordinador general La Complu en la Calle.
-
E.4: Alumna participante La Complu en la Calle y Plataforma de alumnos UCM.
-
E.5: Representante del Comité de Empresa, UCM.
-
E.6: Representante de la Plataforma de Trabajadores UCM.
-
E.7: Alumno UCM, no participa en ninguna iniciativa.
i
Con este título se quiere evocar el libro de López Calle, P. y Castillo Alonso, J.J. (2004):"Los Hijos de las
Reformas Laborales: educación, formación y empleo de los jóvenes en la Comunidad de Madrid", UGTMadrid, Madrid.
ii
Y, por qué no recordar a las personas jubiladas que, no sólo quieren un futuro diferente al que les
están llevando, sino, también, para su descendencia. Para todos y todas.
iii
Nombre adoptado del popular libro de Stephane Hesser, Indignaos (Barcelona, Destino, 2011)
iv
Tras las primeras semanas de ocupación, el 15-M se trasladó a los barrios donde sigue su desarrollo
como se pudo ver en la Plaza 2 de mayo con La Uni en la Calle el día 9 de marzo, donde el 15_m del
barrio supuso un gran apoyo logístico para esta iniciativa.
25
v
En este apartado se analizará la iniciativa sólo hasta su transformación en La Uni en la Calle.
Este manifiesto, por cuestiones de tiempo, no pudo ser divulgado en la convocatoria del 9 de marzo.
Utilizándose el manifiesto de 28 de noviembre.
vi
26
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