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Identidad nacional y su relación

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Identidad nacional y su relación
La identidad nacional se basa en una condición social, cultural y territorial. Es la identidad
basada en el concepto de nación, es decir, el sentimiento de pertenencia a una colectividad
histórico-cultural definida con características diversas, rasgos de cosmovisión definidos con
mayor o menor localismo o universalismo, costumbres de interacción, organización social y
política. La identificación con una nación suele suponer la asunción, con distintos tipos y
grados de sentimiento de las formas concretas que esas características toman en ella.
Según la socióloga, antropóloga e historiadora estadounidense Liah Greenfeld la identidad
nacional es la identidad fundamental, en el mundo moderno frente a otras identidades en
cuanto que se considera definidora de la esencia misma del individuo. Ella define al termino
nacionalismo en un sentido general como el conjunto de ideas y de sentimientos que
conforman el marco conceptual de la identidad nacional.
Dentro de ese ámbito, las palabras que emiten los medios de comunicación masiva no
reconocen fronteras ni necesitan de visa para entrar no sólo a los países, sino a los hogares.
La preocupación por lo que ahora sucede y por sus consecuencias en el futuro se mostró
claramente en la reunión de 1995 del International Institute of Communications . Allí se
planteó la necesidad de mantener la identidad cultural y de respetar las diferencias étnicas
y religiosas.
Incluso desde la cultura y la lengua dominantes surgen consideraciones que señalan las
limitaciones y el empobrecimiento que sufriría la comunidad internacional si se utilizara el
inglés como lengua única.
La identidad de una nación -entendida como grupo étnico- tiene como un atributo
fundamental, sin duda, el idioma que se aprende en el hogar durante los primeros años de
vida. Es posible cambiar de costumbres -de vestuario, de alimentación, de ideas-, pero la
lengua de la infancia se mantiene e incluso surge como sustrato cuando se aprende una
nueva.
México y los EE. UU. La televisión y la Internet han hecho que esa lengua actúe como
adstrato virtual, junto con otras que también se transmiten, en todas las regiones donde se
reciben.
Esta situación, de acuerdo con Cebrián Herreros, es un hecho totalmente novedoso y que
tiende a incrementarse por las rápidas y crecientes transformaciones de la televisión.
Las nuevas circunstancias requerirán, consecuentemente, nuevos planteamientos para
evaluar la influencia y la interacción lingüísticas.
Dentro de las nuevas consideraciones está la necesidad que tienen los medios de utilizar
una lengua homogénea y estable.
La verticalidad del mensaje, como puede advertirse, no se rompe, sino que se acentúa. Y
esto se constata con ejemplos que ofrece la misma autora, cuando entrevista a diversas
personas. En la que hace al responsable de una radiodifusora, éste le dice que han hecho
un programa donde se habla en español sobre la lengua náhuatl.
Indigenista ubicada en el Estado de Guerrero, representa una proposición más
participativa. Esa estación, que trasmite en español y tres lenguas indígenas mixteco,
tlapaneco y náhuatl es, como dice Alain Derbez, «la primera radio al servicio de los
indígenas hecha en un 90% por ellos».12 En el convenio que le dio origen se establece
explícitamente la necesidad de impulsar el desarrollo de las lenguas indígenas de la región.
Comunicación para hacer de la sociedad civil parte fundamental en el ejercicio y la toma de
decisiones sobre comunicación social, garantizándose la participación indígena en su
integración.
Las comunicaciones son de suma importancia, para una sociedad, ya que gracias a ellas
podemos convivir, socializar y conocer nuevas personas mediante el dialogo, y los medios
de comunicación son de gran ayuda para, ciertas situaciones como lo es el caso de la
pandemia, no nos podemos comunicar con muchas personas y el estar conectados nos ha
permitido seguir conviviendo como una sociedad.
Durante i a segunda mitad del siglo XIX y una parte del presente, la historiografía mexicana
sobre la guerra de 1847 no pudo escaparse de las acusaciones partidistas e imputaciones
personales. Historiadores liberales y conservadores deslindaron responsabilidades por la
derrota y repartieron culpas entre los distintos protagonistas de la guerra. Sin embargo,
recientemente, la historiografía de la guerra ha intentado ir más allá del debate político
interno de aquella época. Una línea de investigación, particularmente prometedora, ha
buscado colocar a la guerra de 1847 en el contexto más amplio del proceso de formación
nacional.
Yes que la guerra, como ningún otro episodio, evidenció la "debilidad" de México como
nación. Fue u n verdadero nadir en el difícil proceso de constituir una identidad nacional
propia y de establecer un Estado nacional.
En 1850 Luis Gonzaga Cuevas identificó al partido liberal como el "partido anexionista" e
inversamente ensalzó el problema del patriotismo de los partidos políticos volvió a
plantearse cuando el gobierno del presidente José Joaquín de Herrera tuvo que hacer
frente a la cuestión de Texas.
No es sorprendente que las diversas facciones políticas hubieran hecho uso del asunto de
Texas con fines propagan-dísticos antes de iniciada la guerra. Pero una vez que las tropas
estadounidenses invadieron el territorio nacional, las pugnas políticas, lejos de ceder ante
la palpable agresión externa, adquirieron mayor encono.
Escritores mexicanos y estadounidenses contemporáneos de la guerra destacaron la
diversa matriz cultura l a la que pertenecían las dos partes en conflicto: una anglosajona y
protestante, y la otra española a y católica. La invasión estadounidense exacerbó estas
fracturas, pues dio un nuevo aliado a grupos que habían sido subyugados o que por alguna
otra causa.
Incluso para los grupos indígena s sedentarios que habían vivido por siglos bajo las
instituciones coloniales, la idea de mexicanidad era bastante ajena. Una ola de rebeliones
indígena s sacudió al país durante los años de la guerra.
Aún en el centro y el Bajío, donde la presencia española a y las instituciones coloniales
habían sido más robustas, quedaban profundas divisiones étnicas que impedían o limitaban al menos el florecimiento de un sentimiento de unidad nacional.
El proyecto nacional impulsado desde la capital del país a partir de 1821 encontró grandes
obstáculos en las regiones.
El faccionalismo político, la diversidad étnica, y sobre todo la red de intereses económicos
locales y regionales que prevalecieron en las distintas zonas, limitaron enormemente la
capacidad del gobierno para "mexicanizar" efectivamente a la población del país.
La guerra contra Estados Unidos vino a exacerbar estas divisiones y a revelar la diversidad
de intereses subyacentes. En vista de la amenaza de invasión, y de la incertidumbre y el
caos político que prevalecía en el gobierno nacional, los estados reasumieron en mayor o
menor grado su soberanía.
Factores tan cambiantes como la relación política de ca-da gobernador con el presidente, el
balance de poder en cada estado, o simplemente la disponibilidad de hombres y dinero
hacen difícil cualquier generalización sobre él comporta-miento de los estados durante la
guerra. Pero aun así es claro que los estados del centro fueron los que en conjunto
colaboraron más decididamente en la defensa del país.
También otros estados y territorios fronterizos amenazaron con separarse.
Alta California había estado prácticamente separada del resto de la federación desde
principio s de 1845, y al inicio de la guerra muchos de sus habitantes empezaron a
considerar independizarse de México y llegar a algún otro arreglo que proporcionara
seguridad y estabilidad. Algunos lídere s locales como Juan Gandini simpatizaban con la
causa de Estados Unidos mientras que otros pedían inde-pendencia bajo la protección
británica o francesa.
Por su parte los departamentos del sur mostraban similares tendencias secesionistas,
aunque moderadas por la ausencia de u n polo de atracción como lo era Estados Unidos en
el norte.
No puede decirse que ocurre una transición cultural en México porque, por definición, las
culturas se transforman constantemente. Es frecuente que, extrapolando los modelos
mecánicos, se considere que hay una transición cultural en paralelo a, o subsumida en una
transición democrática, pero esta perspectiva no permite ver que existe un proceso
profundo y multicausal de transformación de la cultura y de las culturas en México. Pensar
en una transición cultural como dominio autónomo haría necesario definir un punto de
partida que llevaría a otro punto deseable. Esto no puede postularse ni en la teoría ni en la
práctica de las acciones culturales.
Nunca olvidaré los tres días de encierro que pasamos en un monasterio del siglo XII
disputándonos sobre si el fin último tendría que ser un mayor desarrollo cultural, mayor
diálogo cultural o mayor libertad cultural. Encontramos una formulación posible apenas
hace diez meses, con Amartya Sen, en la discusión sobre las políticas hacia la diversidad
cultural para el Informe de Desarrollo Humano del año 2004. Valga hacer notar el costo de
insertar la «libertad cultural» en un marco de desarrollo humano. Volviendo a la
transformación de la cultura en la actualidad en México, habría que situarla como un
proceso que, aun cuan-do tiene vínculos con la transición política hacia la democracia, está
siendo afectado en mucho mayor grado por un cambio civilizacional global y por una
revolución tecnológica sin precedentes históricos.
Dicho de otra forma, la interactividad cultural en un mundo globalizado ad-quiere una
complejidad que rebasa todos los antiguos debates sobre simples políticas culturales.
Protección del Patrimonio Cultural Intangible que ya está cambiando la mentalidad sobre lo
que es la cultura y las prácticas que la animan. Expresiones Artísticas que se enmarca en la
discusión de la Organización Mundial del Comercio sobre la excepción cultural. Chino de
Ciencias Sociales, debatimos acerca de una nueva con-formación de los intercambios
culturales a nivel mundial.
En México no nos toma por sorpresa este hecho puesto que a lo largo del siglo XX la
política cultural en nuestro país se basó siempre en esa premisa teórica. A ello le debemos
el contar con la mejor infraestructura institucional cultural de América.
Lo que constatamos con gran preocupación es el riesgo de que México pierda este
liderazgo y preeminencia cultural por el vacío de proyecto cultural que se ha generado y
por la banalización de las acciones del Estado y del gobierno sobre la cultura. El riesgo es de
involución cultural.
Lo ocurrido en relación con la conservación del patrimonio cultural arqueológico y
monumental se resume en forma muy pertinente en el artículo problemas antiguos,
soluciones nuevas de Enrique Nalda publicado en 2004. Es muy probable que las mismas
tendencias se observen en años recientes, sin un crecimiento mayor puesto que el
presupuesto asignado al INAH ha sufrido fuertes recortes. Llevar a cabo estas acciones
resulta prioritario frente a los programas actuales de Conaculta y de la secretaria de
Turismo por aumentar el turismo cultural. En la UNESCO, después de una década de
promover el turismo cultural a sitios arqueológicos e históricos, se han hecho evidentes
casos graves de deterioro de estos lugares ante un flujo de turismo no regulado y la
ausencia de un trabajo sostenido de conservación.
Esto se tendría que tomar en cuenta en este rubro en México, dotando al INAH de un
presupuesto adecuado y aumentando la capacitación en administración y gestión de los
sitios, incluyendo proyectos de autofinanciamiento. También, la promoción de literatura y
programas televisivos en relación con este patrimonio, ha tenido gran repercusión tanto a
nivel nacional como entre los migrantes mexicanos en los Esta-dos, tal como lo
constatamos en un estudio reciente.
México, aumentaron sólo de 4 707 en 1989 a 6 200 en 2000. Esta debilidad en la
producción de películas y videos se refleja en la balanza comercial de México puesto que,
en contraste con las décadas anteriores, las exportaciones de películas representaron sólo
52.8% de las importaciones, a pesar de que también han disminuido relativamente las
importaciones de largometrajes cinematográficos.
Esta tendencia, seguramente se relaciona con la expansión de la televisión por satélite, la
industria del video, ahora en formato digital, el Internet y la fotografía digital. Parte de esta
expansión se realiza a través de la piratería, hecho que altera cada vez más el consumo
cultural en el mercado. En términos culturales resulta de gran importancia el hecho que
señala la investigadora Ana Rosas Mantecón con relación a la multiplicación de espacios de
exhibición, en vez de procurar una mayor diversificación en la oferta de películas, está
provo-cando un empobrecimiento de la misma. En condiciones de liberalización de los
mercados, política que México ha llevado a cabo en mucho mayor medida que muchos
países, se pensaría que habría una mayor oferta diversificada de películas de otros países.
Mundial de Cultura indican que hubo un descenso de la asistencia al cine de 1981 a 1998
de 72% y que, del total de películas distribuidas, 97% eran importadas. En estas tendencias
influyen una multiplicidad de factores. En resumen, constatamos lo que tanto se ha dicho,
el descenso marcado de la producción audiovisual, en especial la producción
cinematográfica en México, sin que por ello se haya logrado una diversificación en la oferta
de películas que correspondiera con la configuración de los mercados mundiales
cinematográficos. Las consecuencias del impacto de esta alarmante situación aumentan en
un mundo globalizado en el que se transmiten por los medios de comunicación un número
mucho mayor de procesos con relación a épocas anteriores, desde las campañas políticas,
hasta la apertura de mercados a través de la publicidad para niños muy pequeños.
Otra vertiente del cambio cultural para tomar en cuenta es el que está ocurriendo como
consecuencia de la vertiginosa expansión del Internet. Nos dan un mapa muy aproximado
de quiénes tienen acceso y usan el Internet en México. El proyecto mayor en este campo es
el de e-México, proyecto del gobierno para dar acceso al internet a 10 000 comunidades en
2006, en contraste con sólo 3% conectado al ciberespacio en el 2004. Las prácticas actuales
más reportadas en el internet son la consulta sobre noticias y deportes, las miradas furtivas
a la pornografía y, entre los muy jóvenes de clases altas, el chat con sus amigos.
La tecnología no solo trajo cosas buenas, muchas personas le dan un muy mal uso, y nos las
usan para lo que es debido. Esto no solo sucede aquí, sino que también en muchos otros
casos es igual.
Lo que pudimos captar en trabajo de campo en comunidades rurales de Morelos fue el
mismo tipo de utilización, pero el inicio, que posiblemente se vuelva exponencial, de la
comunicación con los familiares migrantes en Estados Unidos. Pienso que este tipo de uso
del internet crecerá enormemente en un futuro próximo, por las ventajas, sobre todo
económicas que crea para los usuarios. Otro tipo de utilización consiste en que los
migrantes mexicanos en Estados Unidos, crean sitio en la red acerca de sus comunidades
de origen. En nuestra investigación encontramos varios casos en los que, en el propio
pueblo, no existía todavía un local con conexión de internet a pesar de que el sitio ya
funcionaba.
Sin duda este tipo de utilización también crecerá de manera exponencial en los años por
venir, sobre todo porque las redes permanentes de comunicación entre los migrantes, sus
familias y las comunidades harán cada vez más importante este tipo de medio.
Lo importante es trabajar con las comunidades, detectar sus necesidades sociales y decidir
las aplicaciones adecuadas, así como capacitar a la gente para que descubra lo que puede
hacer con estas tecnologías y les dé un uso relevante en su vida. A este respecto habría que
advertir las últimas tendencias en el uso de la cibernética en otros países. Estados Unidos
los estudiantes empiezan a dejar de estudiar a través del internet para regresar a las
bibliotecas y algunas revistas que aparecían solamente en versión electrónica han
regresado a una edición en papel. En términos de transición, es preciso señalar que la
cibernética abre un campo extraordinario de oportunidades culturales pero el que se
realice este potencial dependerá, precisamente, de que la gente adquiera el conocimiento
y habilidades para hacer un uso creativo de esta tecnología.
Es decir, al igual que otras tendencias actuales como la liberalización económica y la
globalización, el internet abre oportunidades y crea riesgos. En estos momentos la moneda
del futuro de la cibercultura en México está todavía en el aire. Internet entre los periodistas
de los principales diarios de México mostró que, aun teniendo pleno acceso a esta
tecnología, los periodistas hacen un uso mínimo de sus posibilidades. Si esto presagia el
futuro, tendríamos que pronosticar que la cibernética tendrá poco impacto sobre la cultura
en México.
Admirable resulta también, y congruente con nuestra historia, la creación en los Estados
Unidos de un movimiento cultural mexicano/chicano distinto, vehemente, alborotado.
Mientras allá este movimiento cultural echa chispas entre el brote de nuevos significados y
representaciones como el muralismo, los artistas chicanos, el performance y la virgen de
Guadalupe liberada y plasmada en shorts y zapatos tenis. Hay que reconocer que México
ha destacado por su producción cultural y artística que hoy refrenda a través del impacto
cultural que han tenido los migrantes mexicanos y sus descendientes. Ninguna otra
corriente de inmigración a los Estados Unidos ha tenido un impacto cultural semejante.
Empecemos por reconocer que los migrantes mexicanos llevan en la imaginación y en las
manos, conocimientos y habilidades de una estratigrafía cultural acumulada durante varios
milenios. No es casual que, en contraste con la mayoría de las corrientes migratorias en
Estados Unidos, los mexicanos y sus descendientes haya recreado una corriente artística y
cultural propia, plasmada en el muralismo, las artes plásticas y escénicas y, ahora, en el
performance. Dicha corriente se reconoce como una aportación en la vida cultural de los
Estados Unidos, pero crea relaciones complejas con el arte y las culturas de México. Al
contrario, frente a los desafíos culturales.
A la par de esta lealtad cultural, sin embargo, crece el deseo por asimilar selectivamente
muchos aspectos del estilo de vida estadounidense y mezclarlos con el mexicano.
Concluimos, por tanto, que el impacto cultural de los migrantes en las zonas estudiadas, es
selectivo. Las mujeres migrantes aprecian mucho el mayor respeto a ellas y a sus derechos
en los Estados Unidos, con la consecuente disminución de la violencia doméstica contra
ellas. En la encuesta realizada en la ciudad de México, en contras-te, se expresó una
percepción mayoritaria de que sí han cambia-do las relaciones entre mujeres y varones,
que han quedado atrás el morbo y el sigilo en cuanto a respeto en las relaciones sexuales,
incluyendo las preferencias sexuales.
Todo indica que ocurren en mayor medida por la influencia de los procesos del mercado y
el impacto de las industrias culturales. Por lo tanto, el estudio confirmó la fuerza del arraigo
cultural hacia México, que ya había sido reflejada en otros estudios, entre ellos los de Jorge
Bustamante.
El reacomodo lingüís-tico tiene también un trasfondo político, como era de esperarse, en
un país que en los dos últimos decenios ha sido escenario de «guerras culturales» entre
grupos raciales, cultu-rales e intelectuales. Aplicado al caso de las transculturalidades
mexicanas, el reto es quién, en un futuro, tendrá el poder de definir el canon cultural
derivado de estas creatividades culturales con origen histórico en México. Los migrantes
mexicanos en Estados Unidos están creando sitios en la Red que se convierten en núcleos
de nuevas comunidades culturales en el ciberespacio, como anotamos arriba.
Poco se ha señalado, como tendencia cultural en México lo que sucede con las artesanías.
Se están perdiendo los conocimientos, las habilidades, las redes productivas y comerciales,
de artesanías que significaban el modo de vida de un número muy alto de mexicanos. No
como mosaicos en yuxtaposición, sino como un río arcoíris en el que se distinguen y se
combinan incesantemente distintas corrientes culturales. Un estudio de la Asociación
Mexicana de Arte y Cultura Popular realizó varios diagnósticos que así lo indican.
Se enfrenta, por tanto, la pérdida de dos generaciones que, de continuar así, significaría la
desaparición en los anales de historia en México, de esos oficios, y por ende, de esa
producción artesanal. Cuarta, la caída reciente de la demanda y la consecuente baja de
precios de las artesanías después de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001
en los Estados Unidos.
Como se ha visto nuestra forma de ser, actuar y de vivir como una sociedad con actividades
culturales, tiene que ver mucho con la forma de ser de cada uno, nuestra actitud, el como
somos, que hacemos y sobre todo como hemos aprendido de nuestro pasado.
El aprender de donde venimos a sido de gran ayuda para nosotros como una sociedad para
no cometer los mismos errores, nosotros formamos parte de una nación que a tenido
muchos problemas, y algunos de ellos aun los presenta. Tratamos de mejorar como nación,
como sociedad e individualmente queremos ser mejores.
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