Subido por Vanina Leiva

Cómo hacer un artículo de opinión

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¿Cómo hacer un artículo de opinión?
1. Elegir un tema
Cuando te plantees cómo hacer un artículo de opinión o cualquier otro texto, debes saber que todo empieza con la
selección de un tema.
2. Informarte sobre el tema
Una vez selecciones el tema del artículo, procura conocer todo sobre este. El proceso de investigación te dará
elementos suficientes para desarrollar opiniones y argumentos sólidos sobre el tema e, incluso, te dará ideas sobre
cómo desarrollar el texto.
3. Realiza la introducción al tema.
Comienza con una introducción que atrape al público. Además, esta debe ir directo al grano, es decir, tiene que
exponer la tesis que se planteará.
A diferencia de los ensayos, en este tipo de textos no convienen los rodeos y, en cambio, lo ideal es mostrarle al lector
el tema e hilo conductor que seguirá hasta el final.
Claro, con esto no queremos decir que no puedas colocar “adornos” literarios o expresiones llamativas al inicio del
texto, siempre y cuando esto no le quite precisión y relevancia a la introducción.
4. Argumentar sobre el asunto
Luego de exponer la tesis en la introducción e, incluso, tu punto de vista, es importante que comiences con la
argumentación.
Explica el motivo de tu opinión sobre el tema que se desarrolla y, también, la relevancia de hablar sobre ello.
Otra muy buena práctica, que resulta indispensable mencionar cuando se trata de cómo hacer un artículo de opinión,
es respaldar los argumentos con datos y puntos sólidos.
Aunque se trata de tu punto de vista, es importante que demuestres que tus percepciones están basadas en hechos y
estadísticas contundentes.
5. Emplear la voz activa
Es importante que seas directo y que te incluyas en el desarrollo de un artículo de opinión.
Por esa razón, es indispensable que evites la voz pasiva de las noticias tradicionales y, en cambio, optes por la voz
activa.
Por ejemplo, en vez de escribir “se espera que en el año 2020 la mano de obra industrial sea sustituida por máquinas”,
puedes colocar “espero que en 2020 las empresas se den cuenta de que necesario realizar los procesos productivos a
través de máquinas”.
8. Concluir las ideas expuestas
Todo texto debe estar acompañado de una conclusión, que termine de cautivar al lector y, además, que sirva para
reafirmar el mensaje y propósito del artículo de opinión.
Una buena conclusión o cierre debe quedar grabada en la mente de los lectores luego de consumir el material e,
incluso, impactar sus vidas (de forma positiva) o concientizar.
Nuestra deuda impagable con el medioambiente.
A lo largo de más de doscientos años de industrialización, la humanidad ha contraído una deuda con el medio ambiente
que la vio nacer: hemos tomado materiales y sustancias a nuestro antojo, las hemos modificado y luego arrojado sin
importarnos cómo ni cuánto le toma a la naturaleza recuperar su balance, ni cuáles puedan ser las consecuencias a largo
plazo de nuestros modelos de producción. Y como todo el mundo sabe a estas alturas, es posible que esté próxima la fecha
de pago.
En la naturaleza, como en la economía, los recursos son finitos y escasos. No existe casi ninguno que podamos utilizar
de manera indiscriminada y eterna, o al menos no sin tener que enfrentar cierto tipo de consecuencias imprevisibles. Ello se
debe a que el sistema físico, químico y biológico que sostiene el medio ambiente es extremadamente complejo, demasiado
para que podamos aspirar a entenderlo de buenas a primeras, y sin embargo eso no nos impide explotarlo como si de una
mina de oro inacabable se tratase. Y hoy en día, la moneda de dicho préstamo se llama energía.
La energía, como sabemos, es constante en el universo. No puede crearse ni destruirse, pero sí puede transmitirse y
transformarse. Y esto último es lo que mejor hemos aprendido a hacer con el pasar de los tiempos, sobre todo a la hora de
generar energía eléctrica, que consumen todos nuestros aparatos y nos permiten sostener un modelo de vida. Utilizamos
esta energía para producir, para enfriar o calentar nuestros hogares, para iluminar nuestras noches y entretener nuestros
ratos libres, sin tener demasiado en claro de dónde viene y cuánto cuesta conseguirla.
No existe, es importante saberlo, ninguna forma limpia y 100 % ecológica de obtener energía. Todos los métodos que
hasta ahora conocemos tienen lo que podríamos pensar como efectos colaterales, aunque unos sean mucho más perniciosos
a gran escala que otros. La combustión de sustancias fósiles, por ejemplo, es la más eficiente de todas las maneras que
conocemos de obtener energía, pero es también la que más costo tiene, tanto en su extracción, procesamiento y empleo.
Otros métodos, como la energía eólica, suponen un impacto tremendo en la fauna local y generan ruidos molestos a
kilómetros a la redonda, mientras que la energía hidroeléctrica arrasa con los ecosistemas acuáticos y requiere de la
modificación de los cursos de agua. Nada es 100 % verde.
Lo cierto es que todo en el planeta está conectado, y el uso de un recurso debe considerarse un préstamo: de alguna
forma lo habremos de pagar más adelante. Puede que no nosotros directamente, sino otras especies en nuestro lugar, pero
de ellas dependen otras especies y así sucesivamente, hasta que le toque el turno de caer a nuestra pieza de dominó.
No se explica, pues, que sean los mismos sectores económicos que defienden la austeridad y que insisten en que nada
es gratis, quienes pretendan hacer la vista gorda respecto a nuestra deuda medioambiental. O sus convicciones teóricas no
son realmente tan fuertes, o entonces tienen una idea bastante mágica de cómo opera la naturaleza. Dos siglos de vertido
de gases a la atmósfera tiene, inevitablemente, consecuencias. Dos siglos de destrucción del bioma vegetal y de
empobrecimiento de la biodiversidad tiene, obviamente, consecuencias. Y quienes causamos esos fenómenos seremos
quienes debamos afrontar la factura: nosotros, o nuestras generaciones futuras.
De modo que, si entendemos como algo inmoral endeudar a un país durante varias generaciones, ¿Cómo no vamos a
pensar del mismo modo nuestra creciente e impagable deuda ecológica con el medioambiente? ¿No estamos empeñando el
futuro de nuestra especie por enriquecer hoy a unos pocos? Tal vez ha llegado el momento de emprender una austeridad
ecológica. Y como siempre pasa en los escenarios de crisis, la lucha será por determinar a quién corresponde pagar
cuáles porcentajes de la deuda. Es hora de comenzar a pensar en estos asuntos.
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