MORIR PARA VIVIR. En el año que murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo. Por encima de él había serafines; cada uno tenía seis alas; con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies, y con dos volaban. Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria. Y los quiciales de las puertas se estremecieron con la voz del que clamaba, y la casa se llenó de humo. Entonces dije: ¡Ay de mí! Que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos. Y voló hacia mí uno de los serafines, teniendo en su mano un carbón encendido, tomado del altar con unas tenazas; y tocando con él sobre mi boca, dijo: He aquí que esto tocó tus labios, y es quitada tu culpa, y limpio tu pecado. Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí. Isa 6:1-8 INTRODUCCIÓN: Cuando hay otro rey impide que el verdadero rey se manifieste. Tiene que morir el otro rey. El pasaje empieza diciendo: En el año que murió el rey Uzías vi yo al Señor. ¿Cuántas veces entró el profeta en el templo antes de ese día inolvidable cuando vio la gloria de Dios? ¿Por qué el profeta experimentó la gloria de Dios después que murió el rey Uzías? De acuerdo a la tradición rabínica, Isaías era primo hermano del rey Uzías. Ninguno tiene espacio en su vida para dos reyes. Fue solo después de que el rey Uzías murió que el “otro Rey” pudo manifestarse en la vida del profeta. Pensaba que la gloria del rey anterior era increíble porque no conocía la gloria del Otro. El escribió: vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo. Algo le ocurrió ese día que lo cambio para siempre. Treinta segundos bastaron para que su ministerio fuera diferente. Después de la muerte del rey la dependencia hacia Él nuevo Rey se empieza a manifestar en Isaías. Dios no puede ser el rey en su vida hasta que el otro rey se muera. Mientras Isaías dependía del rey Uzías Dios nunca se manifestó. I.- DEBEMOS DESARRAIGAR EL SÍNDROME DE UZÍAS. La única cura para el síndrome de Uzías es una experiencia sobrenatural de Dios como la de Isaías. Aunque ora diciéndole al Señor muéstrame tu gloria, mientras haya otro rey El no manifestara su gloria. a) La muerte del rey carnal abre el camino o paso al Rey de reyes, quien mostrará su gloria. Cuantas veces el profeta entró al templo y le sirvió con su ministerio, pero no lo vio. Cuantas veces has salido de eventos o celebraciones con una gran experiencia de que algo paso. El Programa salió bien etc. ¿pero… viste la gloria de Dios? Hay más que eso, “la gloria de Dios”. “Su presencia manifiesta” etc. b) Cuando solo hemos experimentado algunas manifestaciones de su poder sin haber visto su gloria y experimentar su presencia manifiesta, nos enorgullecemos por lo que hacemos por los buenos programas y aunado a esto se oyen los lamentos de quienes supuestamente son siervos que están teniendo éxito. c) Al leer los primeros cinco capítulos del libro de Isaías notaremos que los contextos son puros ayees: Ay de mi… ay de ustedes… ay del mundo etc., pero después del encuentro que tuvo con la gloria de Dios y su presencia manifiesta cambio todo. Sesenta capítulos respaldan su ministerio con increíbles profecías respaldadas por Dios. II.- ¿Cuál fue la diferencia? Isaías vio la gloria de Dios, después que el rey Uzías murió. En su experiencia él se sintió morir por causa de su pecado. En su experiencia vio que un serafín voló hacia el con un carbón encendido del altar el cual toco su boca por el cual fue limpio de culpa y de pecado. a) Eso significa que la vida que llevaba en su ministerio antes de este encuentro bajo el rey Uzías era de pecado y solo después de este evento quedo limpio de pecado. Tiene que morir el rey que te hace tener una vida de pecado. El otro rey es lo que domina tu vida. Eso está en ti. La aplicación clara de esta explicación en tu vida es que debes morir para que El reine en ti. La Biblia describe este acto de la siguiente manera: Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro. Romanos 6:11. b) Considérense muertos al pecado. Y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos. 2Co 5:15. Ya no vivan para sí. Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. Gal 2:20. Y ya no vivo yo. Quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados. 1Pe 2:24. Estando muertos al pecado. El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará. Mat 10:39. Y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará c) La expresión de Pablo es: considérense muertos al pecado. Ya no vivan para sí. Y ya no vivo yo. Estando muertos al pecado. Y Jesús dijo: el que pierde su vida por causa de mí, la hallará. Estas expresiones implican que la relación con Dios conlleva morir al pecado. Cuando hay pecado es seguro que hay otro rey en tu vida y mientras ese rey te gobierne, ante Dios serás culpable y pecador, aunque estés funcionando en tu ministerio. Aunque tu ministerio esté funcionando, el lamento vendrá a tu vida, porque tu confianza estará en lo humano y terreno. Te sucederá lo mismo que Isaías, profetizando y lamentándose. Nunca podrás ser libre de culpa y de tu pecado sin que Dios se te manifieste de una manera maravillosa y espectacular. El rey todopoderoso con su presencia y gloria lo primero que hace es quitar tu culpa y tu pecado. Al hacerte limpio y puro a través de su presencia manifiesta, se cumplirá en tu vida la expresión de pablo cuando dijo: De modo que, si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. 2Cor. 5:17 CONCLUSIÓN: Tienes que morir a ti mismo, dejar de reinar tu vida y dirigirla y deja que Dios a través de su presencia te gobierne. Solo así podrás tener su presencia y su poder se manifestará en ti. El encuentro más importante con Dios en su vida podrá ocurrir el día que regreses del funeral. Cuando haya enterrado sus sueños terrenos, la muerte de su ministerio terrenal, lo llevará a la presencia de Dios para mirar su gloria. La muerte de usted mismo a la ambición de vivir la vida de su ministerio a su manera provocará que usted vea la gloria del rey sublime quien en su manifestación gloriosa te limpiará de tu culpa y tu pecado para prepararte como su siervo llenándote de poder para que cumplas tu llamado.