¿HACIA DONDE IMPULSA EL ESPÍRITU NUESTRA PRESENCIA FRANCISCANA? Encuentro de los misioneros franciscanos de la Amazonía Iquitos, Perú, 2-6 de junio de 2013 “Lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos… lo anunciamos a ustedes para que ustedes también estén en comunión con nosotros” (cf. 1Jn 1, 1-3) Hermanos y hermanas, llegue a ustedes nuestro saludo fraterno de ¡paz y bien! 1. Nosotros, Hermanos y Hermanas de la Familia Franciscana, invitados por el Ministro general de los Hermanos Menores, nos hemos encontrado en el Centro franciscano de Punchana en Iquitos, capital de la Región de Loreto, en el corazón de la selva amazónica peruana, del 2 al 6 de junio de 2013, para celebrar el Encuentro de los misioneros que viven en la Amazonía. Somos unos cincuenta hermanos y hermanas de la Familia franciscana: de Roma, están presentes el Ministro general de los Menores, Fr. Michael Perry, los dos Definidores generales de zona y los dos hermanos Animadores para las misiones y la evangelización de la Orden; seis Ministros provinciales, algunos representantes de OFMCap, una buena representación de las hermanas franciscanas y un laico. También están los dos Obispos de los Vicariatos de Bolivia. 2. En nuestra reflexión nos hemos orientado por el tema La Presencia Franciscana en la Amazonía, ayer como hoy y hacia el futuro, y por el lema ¿Hacia donde nos impulsa el Espíritu en nuestra presencia en la Amazonía? Desde lo que contemplamos, meditamos, vivimos, compartimos y nos comprometemos, queremos comunicarles con mucha sencillez, queridos hermanos y hermanas, este mensaje, con la confianza de encontrar en su corazón la acogida, la sensibilidad y la solidaridad delante de las alegrías, esperanzas, angustias y dolores que experimentamos en nuestra misión en Amazonía. 3. Este Encuentro se sitúa dentro de un itinerario reciente de atención y sensibilidad ante los muchos clamores que parten de la Amazonía y que han recibido diferentes resonancias en la Familia Franciscana, en la Vida Religiosa, en la Iglesia y en la sociedad. En la Orden de los Hermanos Menores esos clamores llegaron hasta la instancia máxima que es el Capítulo general. Ahí, los Hermanos capitulares, en 2009, votaron a favor de un Proyecto integral en Amazonía, asumiendo el compromiso de apoyar y reforzar las presencias existentes desde el siglo XVI, crear nuevas fraternidades interprovinciales y crear una red abierta de solidaridad. El Ministro general con su Definitorio, en colaboración directa con las Conferencias OFM de América Latina, constituyó una primera Fraternidad misionera interprovincial en el Vicariato de Requena y, al mismo tiempo, se siente con el compromiso de continuar promoviendo la concretización del Proyecto en su totalidad. En ese proceso, este Encuentro tiene el significado de mover aguas, de sensibilizar más y más a toda la Fraternidad delante de los muchos desafíos de este complejo mundo amazónico, de animar a los Hermanos y Hermanas misioneros ya presentes, y a extender la llamada para que mucha más gente se deje sensibilizar y se disponga a participar en diferentes formas en la misión en Amazonía. 4. Guiados por la metodología de contemplar, meditar, restituir y celebrar, hicimos memoria de la presencia franciscana en la Amazonía desde el siglo XVI para contemplar, entre luces y sombras, el testimonio de muchos misioneros y misioneras valientes y generosos, dando su vida por el bien de los pueblos amazónicos. También nos propusimos contemplar las presencias actuales, las experiencias significativas de evangelización y promoción humana, el testimonio de vida evangélica y la realidad con sus cambios y sus desafíos. Meditamos sobre los impulsos del Espíritu en la Amazonía para renovar nuestra presencia y nuestras prácticas de vida y misión. Manifestamos nuestra Fe en el Dios que está presente y actuante en la Amazonía con la escucha de su Palabra y la acción de gracias en la Eucaristía, momentos vividos con particular participación gracias a las hermosas liturgias celebradas. “Vayamos a la otra orilla” (Lc 8, 22) 5. Durante nuestro Encuentro muchas veces ha estado en nuestros ojos la imagen de la barca, de la lancha, mediante la cual nos trasladamos con frecuencia de un lugar a otro de la región amazónica. Según la tradición, la imagen hace referencia sobre todo a la Iglesia, que nos involucra a todos nosotros misioneros, al confiarnos la tarea de llevar por todas partes el Evangelio de Cristo. La embarcación se transforma para nosotros en un símbolo muy precioso, capaz de describir nuestra vida misionera. Sobre la barca, por lo tanto, está el timón que para nosotros representa a Cristo – como nos recordó el Ministro General Fr. Michael – que nos indica la dirección, la ruta a seguir cada día; pero no solo, sino que como el timón, el Señor está siempre presente sobre esta barca y su estar con nosotros nos llena de valor y de esperanza. Esta también el motor, que en los últimos años sustituyó los remos y la fuerza de los músculos. El motor es el Espíritu Santo que nos conduce por el camino indicado por Jesús, infundiéndonos energía, perseverancia, fantasía. La barca, además, tiene su punto de partida y de llegada: es el signo de nuestra vida que viaja hacia el Padre y su Casa, que es también la nuestra. Desde su corazón hemos partido y a El volvemos. ¡La barca representa propiamente la vocación del misionero en la Amazonia! 6. La Barca con su espacio interior, hace referencia a la fraternidad, a nuestra vocación de hermanos y hermanas de san Francisco, cada uno con el propio carisma particular. Toda la Familia franciscana amazónica encuentra el propio puesto en esta barca que desea ensancharse para dar lugar a los hermanos y hermanas que han recibido la misma consagración bautismal, valorizando el laicado, sobre todo con la simpatía y la acogida, buscando nuevos modos para una verdadera comunión y para una activa colaboración. Más aun, quiere dilatarse y acoger a todos los hijos de Dios y también a todas las creaturas, que san Francisco nos ha enseñado a llamar hermanos y hermanas porque plasmados de la misma mano por el Padre creador. La barca, como la vocación franciscana, posee en su origen esta actitud de la acogida, del hacer lugar, del entusiasmo que se hace canto al Señor, como también al dolor de uno compartido con los otros. Esta gran barca, que se asemeja al arca de Noé, representa el gozo de ser juntos peregrinos y forasteros, en el aquí y ahora de nuestra historia. 7. La Barca de la vocación franciscana quiere ir por todos lados, alcanzar a todos, y por esto es el gran signo del amor. El amor es siempre dinámico, no soporta paradas muy prolongadas. En efecto, no se puede amar y no partir, como tampoco se puede amar y estar callados. Desde hace cinco siglos la barca de las vocaciones misioneras ha recorrido con heroísmo la inmensidad de nuestra región. Los pies de los primeros misioneros se encaminaron sobre el monte, penetrando en las selvas más profundas, han sobrepasado la multitud de ríos. Nuestra historia nos enseña que el amor supera todo tipo de fronteras para poder alcanzar todas las culturas y grupos étnicos, para andar a vivir en cualquier geografía y clima, adaptándose con gozoso sacrificio a las situaciones más distintas. Del libro de la historia, antigua y reciente, aprendemos que los misioneros de la Amazonía han buscado vivir en sus mismas vidas el despojo de Cristo para revestir con seráfica creatividad los vestidos de los hombres y mujeres que han encontrado en sus caminos. Esta encarnación por amor los ha hecho atentos a las semina Verbi diseminados generosamente en estas culturas; una atención que es respeto, valorización, gran cuidado de los valores vividos por los pueblos indígenas. Y es la misma lógica que los ha conducido a aprender los diferentes lenguajes de la gente para luego ser los traductores del idioma de Dios en el idioma indio. Con la misma fuerza del amor, ellos aún hoy buscan llenar la tierra del Evangelio de Cristo. Con la audacia del amor, con la capacidad de soñar según los sueños de Dios! 8. La simplicidad de la barca hace referencia a nuestra vocación de menores. El Pobrecillo de Asís, fascinado por el ejemplo del Señor, ha elegido para él y sus hijos e hijas el nombre de menores. Aun hoy la Familia de los Menores, laicos, hermanas, hermanos, intentan dejarse atraer de los menores que viven en los bastos espacios amazónicos. Ir hacia ellos, buscarlos, para estar entre ellos y con ellos y como ellos. Con la convicción profunda que ya la estrecha cercanía es evangelización, que el encuentro es por sí mismo un sacramento por donde pasa la presencia de Dios. Y el primer don que proviene de este estar entre, con, como, nos llega propiamente a nosotros misioneros: ¡cuanto es diferente la vida vista a través de los ojos de los pobres, al sentir sus historias, ante su noble dignidad, a veces dramática por las condiciones de miseria en la cual se encuentran! Es precisamente así: los pobres nos evangelizan, son nuestros maestros, ensenándonos grandes lecciones de vida, invitándonos a lo esencial, a la concretez, a la confianza en la Providencia! En este medio milenio de nuestra presencia aquí, vemos con satisfacción todos los esfuerzos, las iniciativas, los miles sacrificios de los misioneros para la educación de la gente mediante la construcción de escuelas, la organización de cursos, las múltiples iniciativas para ofrecer cultura y habilidad para el trabajo. Aun hoy estamos convencidos de la importancia de la tarea educativa, que parte de la valorización de la cultura nativa, con toda su riqueza, recuperando las raíces profundas de su propia identidad, de su sabiduría filosófica. Aun hoy, como familia de san Francisco, somos impulsados a ser pontífices, es decir, constructores de puentes, capaces de unir dos orillas, dos culturas distintas, dos enemigos en guerra. Francisco compuso una canción para conducir a la paz al Obispo y al Podestá de Asís. Cantantes y artistas no faltan en nuestra familia misionera para convocar con fantasía creativa a la justicia, a la paz, a la custodia de la creación. 9. Con su andar decidido hacia la meta, la barca es también el signo de la profecía. Las hermanas y los hermanos de san Francisco, desde el inicio, han querido ser voz. También hoy queremos ser voz de Dios, ante todo, porque llama a la conversión evangélica, comenzando siempre por nosotros mismos. Voz de los pobres: para hacer propios sus derechos, para compartir sus dramas y frustraciones, para la denuncia valiente, inclusive arriesgando la vida – como muchas veces ha sucedido – ante quienes están contra Dios, porque están contra los pobres. Voz de aquel sacramento de la belleza que es la naturaleza, con su gran variedad y generosidad en Amazonía. Sobre todo hoy, los misioneros de la Amazonía se hacen voz de este rostro de Dios, continuamente agredida por la mano perversa de quienes sirven a Mammona. Los misioneros del Amazonas quieren ser esta voz: hablada con la palabra, gritada con el testimonio de la propia vida, hecha aún más fuerte porque voz de toda la familia franciscana. 10. ¡Es esta lancha que hoy es impulsada por el Espíritu! De nuevo y en modos siempre distintos es conducida hacia el corazón del Amazonas y de sus habitantes, en medio de los desafíos de la época que seriamente nos interpelan. Novedad y fantasía son soplos del Espíritu de Dios sobre nuestra familia franciscana, para purificarla, iluminarla e incendiarla de aquel fuego que es el mismo amor de Dios, a tal punto de poder inventar nuevas formas de presencia donde la fraternidad es realmente protagonista; nuevos caminos dentro de la Iglesia local, en colaboración con los obispos y según el dinamismo de la conversión eclesiológica; buscando modos inéditos de colaboración más valientes entre hermanos y hermanas y laicos; nuevos espacios para poder vivir una vida menos estructurada y más libre para seguir los impulsos del Espíritu. En la conciencia que cada redimensionamiento exterior parte siempre desde la renovación interior, aquel de la conversión cotidiana. Y es desde esta lancha que dirigimos una invitación a los hermanos y hermanas, laicos y religiosos, para que suban con nosotros, para vivir juntos el gozo del anuncio en esta maravillosa hermana y madre tierra amazónica. “Tiren las redes…” (Jn 21, 6) 11. El encuentro de las presencia franciscanas en la Amazonía, ha sido un espacio para recuperar la memoria del ayer, que iluminó el presente y dio luces para el futuro. La convocatoria nos permitió encontrar todas las fuerzas franciscanas formando un cuerpo desde la diversidad y unidad a imagen del Dios Trino y Uno. Era único, de hecho, el amor por la misión amazónica que unía a todos los misioneros y era notorio en los diálogos, en la asamblea y en el trabajo de los grupos. Así, en los días del Encuentro, ayudados por la gracia del Espíritu, hemos analizado el contexto en el cual somos llamados a vivir como evangelizadores, hemos profundizado nuestro ser de hermanos y hermanas frente a los desafíos de la hora presente y finalmente, hemos escogido juntos algunas líneas de acción comunes en los diferentes ámbitos de nuestra misión. 12. El análisis del contexto donde vivimos y actuamos, nos ha hecho constatar algunos fenómenos comunes, como: la globalización que ocasiona la pérdida de la identidad, que afecta principalmente a los jóvenes, las tecnologías y la modernidad; la migración provocada por varios factores: estudios, trabajo, violencia; la corrupción que está presente a todo nivel, desde el gobierno hasta las pequeñas comunidades de la ribera de los ríos; las políticas neoliberales, mercantilistas que provocan la deforestación sin respeto a las poblaciones indígenas, el calentamiento global, la contaminación de los ríos. 13. De nuestra parte, es necesario reafirmar algunos compromisos. Aquí los principales: dar un rostro amazónico a la vida religiosa, a la vida de la Iglesia, convencidos de que el Señor llama a otros misioneros a trabajar en esta región; articular mejor nuestras presencias misioneras y tener la audacia para ir más allá de nuestras diócesis, países e institutos religiosos de pertenencia; disponernos a una mayor creatividad para dar respuestas eficaces y valientes a la renovada comprensión eclesiológica; sentir fuerte la necesidad de ser nosotros mismos discípulos, escuchando a la gente y aprendiendo de los pueblos a quienes servimos; como menores y humildes, pero también valerosos testigos del Evangelio, hacer frente a la realidad de las multinacionales y trasnacionales, buscando apasionadamente alternativas estratégicas a su obrar; estar convencidos de que la Fraternidad es fundamental y que nos empuja a revisar nuestra vida buscado modalidades más eficaces para vivir en este contexto como una verdadera familia. Ante los desafíos, experimentamos el fuerte deseo de continuar la presencia en Amazonía, precisamente a partir de las dificultades encontradas. Aquí las líneas de acción que pretendemos seguir en los ámbitos social y eclesial, como Familia franciscana. 14. En lo social Deseamos establecer una relación con los movimientos sociales y otros grupos en defensa de la vida y en el cuidado de la Amazonía desde nuestra identidad franciscana. Para esto, proponemos identificar, conocer y dialogar con los movimientos sociales, grupos de investigación y observadores de Derechos humanos existentes en nuestra región para una colaboración eficaz con ellos. Pretendamos desarrollar los procesos deformación de laicos para que sean y se desempeñen como profetas en defensa de la justicia social y de la vida. Para esto proponemos una cercanía fraterna hacia los laicos para acompañarles en el asumir verdadero protagonismo y liderazgo al interno de nuestras comunidades y en lo social. 15. En la Iglesia Tenemos la intención de entrar en un proceso de conversión pastoral y eclesiológica para una misión compartida según nuestra identidad. Para tal fin, es necesario revisar nuestro trabajo, articulándolo con los planes de pastoral de las diócesis y vicariatos, en la línea profética del testimonio de vida. Es nuestro deseo caminar con la Iglesia local dando mayor atención a las comunidades nativas. Para esto, queremos apoyar a los pueblos indígenas, poniéndonos a su lado y ayudándoles en la búsqueda de la propia autonomía y del respeto a sus derechos. Comprendemos la necesidad de una formación específica de animadores y líderes al interno de las Iglesias particulares. Para esto, pretendemos ser fermento de nuevos procesos formativos y tomar parte activa donde estos procesos ya están presentes. Tenemos la intención de crear comunidades de base y promover los dirigentes del pueblo, poniendo siempre a Cristo al centro de la Evangelización. Deseamos facilitar los encuentros a nivel local para una colaboración fraterna y una coordinación más eficaz. Pretendemos recurrir al uso de los medios modernos de comunicación tanto para la formación como para el servicio pastoral. 16. Como Familia franciscana Nos comprometemos a ser signo vivo de testimonio y de comunión en la vida y en el anuncio del Evangelio, según nuestro carisma. Para que esto sea posible, proponemos facilitar los encuentros a todos los niveles para la animación y formación recíprocas, utilizar los medios tecnológicos, tanto para la formación como para la comunicación, crear una red de información y comunicación donde se pueda compartir solidariamente con todas las presencias misioneras franciscanas en la Amazonía. Deseamos vivamente reafirmar el don de la vida en fraternidad, a partir de una auténtica experiencia de Dios, promoviendo relaciones fraternas con todas las creaturas, en colaboración con la Iglesia local y la sociedad por medio de la mística ecológica y el cuidado del medio ambiente. Para tal fin, deseamos constituir un equipo, al interno de la Familia franciscana, para el servicio a la ecología y al medio ambiente. Es nuestro vivo deseo revitalizar el carisma a través del diálogo con la espiritualidad indígena, compartiendo experiencias de vida con las comunidades laicas y religiosas. Para esto, nos proponemos establecer relaciones estrechas y colaboración eficaz con las entidades religiosas que viven en defensa de la vida y de los derechos humanos. “Comencemos, hermanos…” (1Cel, 103 ) 17. Los participantes en este Encuentro de Iquitos están convencidos de la importancia de momentos como este, de vivir espacios auténticos de animación y formación recíproca para reforzar la comunión fraterna y crear redes efectivas de colaboración. Por este motivo, proponen al equipo que ha organizado el Encuentro Iquitos 2013, presentar las conclusiones del Encuentro al Ministro general y a las Conferencias OFM de América Latina. De estas instancias surgirá la continuidad, buscando involucrar lo más posible la Familia franciscana presentes en la Amazonía. Aquí está, hermanos, lo que hemos podido tocar con la mano: el gran amor hacia la Amazonía. Al trasmitirles esta experiencia, les invitamos a tomar parte también ustedes de este mismo interés, de este mismo amor. ¡La Virgen de la Amazonía nos ayude a todos a sentirnos en comunión en la gran familia de los hijos e hijas de Dios! Iquitos, Perú, del 2 al 6 de junio de 2013.