Subido por Carlos Federico Candelaria Silva

Leví 1981. El Arte de Ser Uno Mismo

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V.L. LEVI
«EL
zA R T E
CDE
‘S E R j
UNO
E ditorial Mir Moscú
JleBH B . ¡JI.
HcKyccTBO 6biTb co6ofi
fí3düT6A bC T80 <r3HÜHUe»
Traducción del ruso por
Miguel Sosa Herrera
Ha HcnaHCKOM asbiKe
Impreso en la U R S S . 1981
© H3flaTeJibCTBO «3HanMe», 1977
© Traducción al español. Editorial M IR . 1981.
Introducción
Los prob lem as de la formación del hom b re nuevo y del
desarrollo m u l ti l a t e r a l de la p ersonalidad ocupan un gran
l u g ar en nu estra re alid ad socialista. Estos conceptos abarcan
u n sinnúm ero de cualidades entre .las que se encuentran,
por c i ta r sólo las m ás fu n d am en tales, la aspiración de servir
a la causa com ún, consagrando a la m ism a to d as las fuerzas
creadoras de que se dispone y to d a la energía esp iritu al,
la ca p acidad de en fren tar la r u t i n a y el estan c am ien to y,
en fin, todo lo que im pide edificar u na n u ev a v id a , así
como la h a b ilid a d de su b o rd in ar los intereses personales
a los colectivos.
E s ta s cualidades, características de u n a p erso n alid ad so­
cia lm e n te ac tiv a , su grado de conciencia, v o lu n ta d y deseo'
de t r a b a j a r fru ctíferam en te en bien de la sociedad soviética
no siem pre se m an ifiesta n en ,cada persona en la m ed id a
adecuada. E llo puede tener su explicación, ta n t o en las
condiciones de la educación como en las p a rtic u la rid a d e s
de la idiosincrasia.
La sociedad soviética crea las posibilidades m á x im a s para .
desarro llar la cap acid ad de cada uno de sus m iem bros y
a u m e n ta r su a c tiv id a d laboral. Sin em bargo, en muchos
aspectos es decisiva la autoeducación y el au to p e rfec cio n a-'
m ien to. Cada in d iv id u o puede d esa rro llar en sí cu alid ad es
socialm ente positiv as. P a ra ello sólo se necesita h a l l a r el
enfoque correcto, a d iv in a r el secreto de n uestro “ y o ” . En
otras p ala b ras , ap ren d er el arte de ser dueño de sí mismo.
E n este sen tido puede brin d arn o s un m agnífico au x ilio el
presente libro, obra de un a u to r que adem ás de ser médico
psico terapeu ta, es escritor.
Los profundos conocimientos profesionales y la rica expe­
rien cia en el cam po de la m ed icin a p e rm iten al a u to r orien­
tarse librem ente en los útilísim o s aspectos de la psicotecnia
p rá ctica, d ar recomendaciones y consejos con moderación
y tac to y arg u m en tarlo s seriam ente. En el libro ocupa un
5
lu g ar especial la p rá c tic a del en tre n a m ie n to , que hoy día
suscita vivo interés, ta n t o entre los especialistas de la m a ­
teria como en la gran m asa de lectores.
E l a u to r h a enriquecido esta edición con nuevos m ateria les:
se am plió el aspecto práctico, en g ra n m e d id a apoyado en
correspondencia con la psico terap éu tica. Se hizo u na selec­
ción de ca rtas y respuestas de im p o rta n c ia general, de m a n e ­
ra que al lector le sea m ás fácil co n fron tarla con su propia
experiencia y que p u eda obtener resu ltad o s m á s palpables
en el dom inio del arte de la introspección y la a u to e d u ca­
ción.
Contenido
A C ER CA D E
LA U T I L ID A D E I N U T I L I D A D D E LAS
P E R O G R U L L A D A S ........................................................................ 9
ACERCA D E LA LOGICA F E M E N IN A , Q U E ES P R O ­
P IA T A M B IE N
DE
EL PENDULO
DEL
LOS H O M B R E S ..............................18
S E N T ID O C O M U N ......................27
O R D E N E NO E N F E R M A R S E ...............................................40
U N D IA B L O A L CUAL YO CONOZCO.......................... 49
E L G E N IO D E LA A T E N C I O N .......................................... 69
LA F U E R Z A ES TA E N LA Q U I E T U D ............................ 84
N U E S T R A M U S IC A .................................................. ................... 99
LA F A L T A D E V O L U N T A D COMO P R E J U I C I O ....105
R E S P I R A CON T O D A E L A L M A ......................... v .....129
M A N T E N F R I A LA C A B E Z A .......................................‘....1 4 0
R E C U R R I E N D O A M O R F E O ............................................... 154
E L IN C O N C E B IB L E A R T E D E V I V I R ...................... 168
B R E V E G U IA D E L A E ..........................................................214
U D . T A M B IE N
AYUDO
A E S C R I B I R ESTE . L IB R O
lo que hay de m ás auténtico en el individu o, lo que en últim a
instancia le constituye a él m i s m o , es su potencialidad, la cual
se revela con indeterminación por su historia.
Paul
Valery
1 ACERCA DE LA UTILIDAD
E INUTILIDAD
DE LAS PEROGRULLADAS
E l dese o de a u to p e r fe c c io n a m ie n t o es tan v i e j o c o m o la h u m a n i d a d . La g am a de
dif e re nc ias entre l o s h om b re s es inm e nsa ; c ada i n d iv i d u o es ún ico. T o d o s nos se n­
t i m o s i m p u l s a d o s a c a m b ia r, n u n c a es tarde para comen za r. Los a x i o m a s de la i n ­
tr osp e c ción. Teners e en e st i m a si g n ifica ser e x i g e n t e c o n s i g o m i sm o .
Uri escándalo consigo m ism o
todos los buenos consejos h a n sido dados. Todas
l as reglas de s ab id u ría y dom inio de sí m ism o
■
fueron elaboradas müclio antes de n u e s tra era,
y desde los tiem pos dé Marco Aurelio no se les
h a a ñ a d id o n a d a esencial. El hecho in fo rtu n a d o de que
h a s ta el presente dichas fórm ulas h a y a n ay u d a d o a pocas
personas tien e m ú ltip le s causas. H e aq u í por lo m enos dos
de ellas:
cuando las personas pueden ayudarse a sí m ism as, con
frecuencia no lo desean. Muchos se in clin an de m an era in­
consciente al sufrim iento. A otros les ag rad a m a n te n e r una
a c titu d de im p o ten cia pueril;
cuando las personas desean sinceram ente ay u d a rse guiándose
por las sugerencias de alguien, ellas, en su m ay o ría , des­
conocen como hacerlo, y a que p ara todo b uen consejo se
necesitan otros diez de cómo realizarlos.
La m a y o r d ificu ltad reside en que m u ch as personas poseen
u n débil desarrollo de las fuerzas conscientes que podrían
c o n tro la r el poder del inconsciente en la dirección elegida.
N u e stra n a tu ra le z a to d a v ía confía poco en nuestro ra cio ­
cinio. P o r eso es m u y fácil a d o p ta r cua lq u ie r decisión ra-
li
*
tl]
9
cional en lo que respecta a uno m ism o y dificilísimo ejecu­
ta rla . La arm o n ía perfecta en tre la conciencia y la subconciencia se encu en tra con no más frecuencia que un m a ­
trim o n io feliz. Pero el m étodo predilecto de acción de la
subconciencia es proceder como si t a l cosa no existiera,
cómo si la conciencia fuera la que lo con tro lara todo por
com pleto. Y cuando la conciencia se da cuenta de la m a la
pasa da que le han jugado com ienza el escándalo consigo
m ism o...
Este libro no proporciona fórm ulas de felicidad, sino que
hace referencias a ciertos procedim ientos de a y u d a conscien­
te a n u estra subconsciencia. Estos procedim ientos, englo­
bados en lo esencial bajo el concepto de “ a u to s u g e s tió n ” ,
están al alcance de todo el que desee llegar a do m in arlo
y sobre todo, que se tom e tiem p o p a r a ello.
Nos referimos a u n a técnica ele m e n tal p ara m a n e ja r nuestro
“y o ” , las pala n cas de auto co n tro l m ás fu nd am en tales.
de “ alum nos por co rresp o nd en cia” . Pero no puedo a te n d er
t o d a la correspondencia que recibo, ni tam p o co me es p o ­
sible re cib ir a todo el m u n d o ... E n esta ra m a h a y m a g n í­
ficos especialistas a u n q u e es escaso su núm ero: Así de n u ­
merosa es la d em a n d a de personas que necesitan de medios
auxiliares p a r a co n tro la r su organismo y su psiquis. ¿En
qué m ed ida, pues, el a u to r dom ina el m étodo que describe?
E n la m ed id a que le baste a él m ismo. Es posible que h a s ta
u n m o m en to d ete rm in a d o : es in d u d ab le que a y u d a r a los
demás es m ás fácil que ayu d arse a sí m ism o. E l A E 110
h a hecho de m í un dechado de la perfección, pero me lia
ay u d a d o a lib ra rm e de m uchas co n tra ried a d es y algunos
de m is t u te la d o s h a n ido m ás lejos.
M ientras no t r u e n e ...
No se puede obligar a nadie ataque se autoperfeccione m e­
d ia n te la persuasión, la am enaza o la hipnosis si para ello
no tien e m o tivacio n es interiores p ropias. La m ism a im p e r­
fección con frecuencia nos coge desprevenidos. El in d iv id u o
comienza a n o ta r su deficiente dom inio en sí m ism o en las
dificu ltad es de la v id a d ia ria : la carga excesiva y co m p leji­
d ad del tra b a jo , las situaciones de tensión, los conflictos, las
enfermedades, los años... Es aqu í donde se descubre que
m u ch a s personas están como necesitadas de ap ren d er las
cosas sencillas o te r m i n a r de aprenderlas: la concentración
y m ovilización, el cam bio de a c tiv id a d y el re aju s te emo­
cio nal, el re la ja m ie n to , el reposo y el su eñ o ...
E l au to c o n tro l es difícil ,sobre todo cuando es m u y necesario.
U n inm enso n úm ero de personas n unca lo e s tu d ia n de m an e ra
especial. |No es so rp ren d en te que a los exám enes se asista
sin estar preparadol
Bueno, ¿y U ds. mismos?
La sa b id u ría h u m a n a , in clu id a la que concierne al a u t o ­
control, no conoce lím ite s en tre la ciencia, el árte, los
rito s y la v id a c o tid ian a . Se necesita estar ciego p a r a no
ver que los m étodos de que se vale el actor p a r a com penetrarse
con el personaje, las reglas a observar en los conjuros, en
la autosugestión, así como las n o rm as c u r a tiv a s y de la
v id a d iaria , son en esencia, u n a sola cosa. E s cierto que
a veces se requiere hacer cierto esfuerzo p a r a p ercib ir lo
que h a y de com ún en todo esto, pero entre el au to e n tren am ie n to m oderno (AE)*, el yoga an tig u o y otros m étodos
viejos y nuevos de perfeccionam iento es p iritu a l y corporal
se h a n encontrado m ucho m ás coincidencias que diferencias,
en su m a y o r p a r te originales. P o r supuesto, el remedio
univ ersal no existe y, p rob a b le m en te, no ex istirá, y a que
la severa ciencia de la perso n alid ad apenas da sus prim eros
pasos. Pero existe u n flujo vivo del p en sa m ie n to al que
puede incorporarse t o d a persona, u na encru cijad a del cono­
cim ien to donde se h a b l a de lo m ism o en diferentes idio­
mas.
Con posterioridad a m is prim eros artículo s y libros comencé
a re cib ir un sinnúm ero de cartas. Apareció u n gran núm ero
Las diferencias en tre las personas
t a n t o las físicas como las psíquicas, a. veces re s u lta n m ás
n o tab les que las diferencias en tre los anim ales de d is tin ta s
especies. U n a m is m a persona en d is tin ta s circ u n stan cias
puede diferenciarse m ás de sí m ism a que de o tra persona.
De aq u í se deduce que es difícil crear un sistem a u n iversa l
p a r a la salud. Sin em bargo, la d em an d a de tales sistem as
h a existido siem pre, al igual que las proposiciones sobre
los mismos.
M anuales como " E l desarrollo de la fuerza m ag n é tic a y
el forta lecim ien to de la m e m o r i a ” , “G im nasia de la v o lu n ­
♦ A u t o e n t r e n a m ie n t o , o e n t r e n a m ie n to a n tóge no: l it e r a lm e n t e “a u ­
t ó c t o n o ” es u n c o n ju n to de m é t o d o s de auto rreg u la ción ps íq uic a
c o n s c i e n te a l o s c u a l e s h a c e referencia e ste libro.
10
[1 ]
11
t a d ” , “La escuela del dom inio de sí m i s m o ” , “ La fuerza
de v o lu n ta d en los negocios y en la v id a c o t i d i a n a ” , “Cinco
m in u to s al día p ara la s a l u d ” , “Cómo t e rm in a r con la a g ita ­
ción emocional y com enzar a v i v i r ” ... vieron la luz en
los siglos pasado y antep asad o , y ho y día, como es lógico,
su n úm ero es a ú n m ay o r. E n algunos de ellos h a y m u ch as
cosas ú tiles, pero el re su lta d o global, ev id e n te m ente, siem ­
pre respondió a esta fórm ula: “los in telig en tes se hicieron
m ás intelig en tes y los to n to s m ás to nto s, m ie n tra s que
otros m iles no e x pe rim entaron n i n g ú n c a m b io ” . A p rin c i­
pios de siglo se hizo p o p u lar en E u ro p a y Am érica el sistem a
de M uller. Al parecer no se p o d ía h ab e r concebido n ad a
m á s n a t u r a l y arm ónico: aire, sol, m o v im ie n to s diversos,
m oderación en to d o ... T o d av ía existen p a r tid a rio s de este
sistem a, m as su m ism o creador se desconoce porque tu vo
u n a m u e rte b a s ta n te p re m a tu ra . P o r o tra p arte , si incluso
el sistem a no pudo a y u d a r a su propio creador, ello no
significa aú n que no sea válid o , al igual que si h u b iera
sucedido lo contrario. Les daré m i opinión: todo sistem a
es v á lid o a su m an e ra si se le sigue con fe, pero si esa fe
es ciega...
•
f
U n ejem plo de ello lo tenem os en el yoga in d ú , qué organiza
al in d iv id u o de a r rib a hacia abajo, física y e s p iritu alm en te ,
y to d o .e llo d u ra n te años. P a ra o btener lo que se desea del
yoga, es necesario reencarnarse lite ra lm e n te en yoga, v iv irlo
sin in terru p ció n , a d a p tars e a él y a d a p ta rlo a nosotros m is­
mos. E s t a lab o r co nstituy e u n a devoción s in g u lar y un
estilo de v id a p eculiar. E l ca rác ter global del yoga no ex ­
cluye la u tiliz a c ió n de diferentes m étodos, pero desvincu­
lados del sistem a su v alo r d ism in uy e n o tab lem e n te .
E n lo que se refiere al a u to e n tre n a m ie n to , por el m o m én to
éste co n s titu y e u n con ju n to de m étodos que no h a llegado
a convertirse en u n sistem a que lo ab a rca todo. Lo m ás p ro ­
bab le es que esto sea lo m ejor. H a s t a ahora su fin a lid a d
es a y u d a r a aqu ellas personas que llev an u n m odo de v id a
h a b i t u a l , es decir, m ás o menos sin sistem a. A l igual que
el yoga, la p rin cip a l deficiencia del A E es su restringido
cam po de in d iv id u alizació n ]
Muchas personas que se c o m p o rta n im p eca b lem en te en so­
ciedad y m a n tie n e n la sangre fría en situacio n es de m ay o r
peligro, no son capaces de hacer nad a cuando la necesidad
les im pone es tu d ia r o bien no pueden contenerse an te la
v is ta de u n a copa de vino. Las personas o rden ad as y orga­
n izadas suelen ser irrita b le s o tím id a s. U nas pierden el
control de sí m ism a s cuando tien en que com parecer en
público, o tras lo hacen en los exámenes, h a y a quienes
se lo sucede solam ente en situaciones ín tim a s ' y están
aquellos que lo p ierden cuando tienen que t r a t a r a alguien
a solas. E n u n á p a la b ra , cada cual tiene sus esferas de a u t o ­
control m ín im o y m áx im o . Y es poco p ro b a b le d e-q u e sea.
necesario que el in d iv id u o se sepa d o m in ar en todo m om en to
de la m is m a m an era.
Yo no pod ría d ete rm in a r esta m ed id a, pues ca d a cual debe
d e te rm in a rla p a r a sí m ismo. P ara com prender por qué una
persona en un caso d ete rm in a d o es d u eñ a de sí m ism a,
y en otro no, a veces h a y que an a liz ar su v id a desde los
p rim eros años de la infancia, tener en cu en ta factores como
la herencia y la educación, y m ien tras ta n to , los psicoterapeiltas ro m p en lan z as... Pero uno m ism o puede llegar a com ­
p ren der m uchas cosas teniendo en cuenta
m ed ia docena de v erd ad es t r i l l a d a s
a las que el a u t o r a rrib ó
basándose, en p a r te , en sus propios .errores.
1.
2.
3.
4.
No h a y perfectos
5.
No existe persona alg u n a que se h a y a d o m inad o siem pre
en c u a lq u ie r circun stan cia, como tam p o co h a y alguno que
n u n ca se h a y a m o strad o dueño de sí m ismo.
12
[i]
N o es posible cambiarse en la dirección deseada sin estu­
diarse constantemente.
N o es posible estudiarse a sí mismo sin intentar cambiar
uno mismo.
N o es posible hacer un estudio, de sí mismo, sin estudiar
a l mismo tiempo y con igual grado de interés a otras
personas (por lo menos a una sola persona; pero si son
más, tanto mejor).
N o se puede estudiar a una persona fríam ente; por este
camino es incognoscible, ya que su naturaleza es contra­
ria a l estudio como algo im puesto; sólo ayudándole se
puede llegar a comprenderlo verdaderamente.
N o hay otro modo de hacer un estudio de sí mismo y de
los demás si no es en la a c tiv id a d y en las relaciones socia­
les.
13
6.
E l estudio de un. individuo y el autoestudio son,
cipio, inagotables, porque e l hombre es un
abierto" que cambia im previsiblem ente en
aspectos: m ás que cualquier otro ser, e l hombre
sino que “se hace”.
en p r in ­
“sistema
muchos
no “es”,
a) no lo que debiera (21,3%),
b) no todo lo que debiera (15,7%),
c) otra cosa co m p leta m e n te diferente (13%).
Otros cálculos arrojan que la c a n tid a d de atención que
se in v ierte en la lectu ra de un libro en el consum idor medio
de m ateria les impresos es sólo dos veces más a lta , por tér­
m ino m edio, que la que se in v ierte en a t r a p a r u n a mosca
y 33,3 veces m en o r que la consum ida en m i r a r un p artid o
de hockey o de fú tb o l donde p a rtic ip a n los principales
equipos del club. Es posible que la gente llegue a fatigarse.
E ste es el siglo de la locura y es difícil concentrarse... El
a u to r debe ten e r paciencia, ser ate n to , debe ex p licar y m as­
tic a r ... E l a u to r m ism o tiene la culpa si escribe m al, sí
no es capaz de cap tarse la atención y v a h ilv a n a n d o un
g a lim a tía s incom prensible, es decir, crea Barreras del Id io m a
y Barreras de la C ultu ra . Y m ie n tra s ta n to , el lec tor...
Pero no vam os a seguir perorando acerca del autoperfeccio nam iento ; sim ple m en te querem os hacer u n a ad v e rten c ia
sobre ciertas dificu ltad es relacio n ad as con la lectu ra y la
m an e ra de llegar a estas verd ad es m encionadas.
Si alguien considera que el cam ino seguido por el libro
h as ta llegar a las m an o s del lector corresponde al recorrido
a ut o r
— m a n u s c r i t o — r e d a c c i ó n
(in stan ­
cias)
— t i p o g r a f í a
(instancias) — l i b r e r í a —
a l m a c é n (biblioteca) y si piensa que u n a vez recibido
el libro ya lo posee como u n a p ro p ied a d , es decir, como
u n cuerpo m a te r ia l y es p iritu al, dich a persona es
a) ingenua,
b) irre m ed iab lem en te ingenua,
c) le asiste el derecho a no leer este libro.
La v erd ad era b a r r e r a i n f r a n q u e a b l e com ien­
za desde el m o m en to en que el lector abre el libro^ E ,incluso
antes, m ucho antes...
“Re sp e ta b le doctor'.
Leyendo su libro “ Y o y N o s o t r o s ” me descubrí una psic osi s maníaca y uno
esquizofrenia en fase de tres signos de admiración.
Aconséjeme qué hacer en lo adelante.
R e s p e t u o s a m e n t e — O,"
"Compañero autor:
T ra b a j o de bombero y practico el siste ma yoga. L am e nt ab le m e nt e, en su l i ­
bro no hay nada de dicho sistema que se puede a p l ic a r a m i profesión. E sp e re ­
mos que en la p r ó xi m a edición esta f a l t a sea reparada.
" M u y estimado profesor, V l a d is l a v Yákovl evt ch :
E n su libro “E n b u sc a d e l p e n s a m i e n t o ” despertó m i interés... A d e m á s , leí su
libro “Cómo v i v i r c on sigo m i s m o ” y en él me asaltó una duda...
»
P o r anticip ad o
S u lectora N .
le da
saluda — Z . ”
Desde luego que el nivel general, la instrucción elem en tal,
etc., tienen im p o rta n c ia , pero lo fu n d a m e n ta l es ver las
ven d as que ta p a n nuestros ojos y el cerebro ajeno, o sea,
las barreras de cualesquiera d ispositivos y filtros interiores.
Esto ta m b ié n se ca p ta en sí m ismo, pero requiere b a s ta n te
tiem p o ...
Resum iendo, el a u to e n tre n a m ie n to es necesario incluso p a­
ra la lectura, de m an era que ¡al granol L a p rim era condición
es:
las gracias,
H e aq u í un d ilem a... Deberé, acaso, escribirle a m i agrade­
cida lectora inform án d o la que el libro que ella m enciona no
es “ E n busca del p e n s a m ie n to ” , sino “ La caza del p en sa m ie n ­
t o ” , que yo no soy V ladislav Y ák o v levich , ni tam poco
soy profesor, sin o m itir p u n to n i coma y que no es “ ..........
v iv i r c o n ...” . ¿Y si ella no llegase a leer la carta? No es
que yo sea un form alista, pase por lo de profesor, pero,
¿cómo ex p licar ese ex trañ o velo d ela n te de los ojos, esa sor­
p re n d ente im precisión y m engua de la percepción?...
Barrera de la A tención. Leo num erosas ca rtas y en los ratos
libres saco algunos cálculos. E l re su lta d o es lam en ta b le ,
p o r lo menos uno de cada dos lectores cuando pasea la vista
por u n libro con las mejores intenciones,
m ira y no ve,
o m ira, pero ve:
14
Le
á m a te a tí m ism o como a tu s sem ejantes
El poeta invocaba estas frases iró n icam ente y el filósofo,
en serio. Pero el am o r por sí m ism o es re a lid a d , el prim er
deber del hom bre. P or supuesto, nadie siente afecto por
los engreídos y, por otra p arte, m uchas personas excelentes
sufren de inconform idad consigo m ism as. Pero la persona
que no sienta un m ín im o de aprecio por sí m ism a es terrible.
Sólo aquel que sienta aprecio por sí m ismo, con seguridad
[1]
15
y sin vacilaciones, es capaz de m an ife s ta r afecto por otros.
B asta fijarse en las personas m ás en can tad o ras, buenas y
francas y U d. se convencerá de que esto es así: se estim an
a sí m ism as con u n a t r a n q u i l i d a d t a l que no necesitan re­
c u r rir a la au to afirm ació n p ara re sp ald ar este sen tim ien to ,
tam p oco les hace fa lta o cu ltar con dem asía sus defectos,
n i tien en por qué tem er a las b u rlas y censuras. E ste afecto es
n a t u r a l y, po r lo m ismo, im p erc ep tib le y libre de todo
a r tific io .' Así son estas personas: derrochan am o r a todo
m o m en to y enseñan que el am o r a sí m ism o no tien e n ad a
en com ún con la presunción y ni siquiera con lo que llam an
egoísmo o egocentrism o...
Lo que m ás se asemeja a esto que acabam os de explicar
es la m a n e ra de com portarse consigo m ism o cuando usted
era niño: esa s ab ia y audaz c u a lid a d del ser vivo, lá sensa­
ción i n t u i t i v a de su propio vale r sin a t e n ta r en modo alguno
c o n tra el v ale r de los demás. Entonces, to d a v ía inconscien­
tem en te , usted am a b a en sí a todo el m u n d o y la irrepetible
o rigin alid ad de ser único que Ud. es en re alid ad . E sta
t r a m a de genes, esta bib lioteca de la m em oria, este ser
v ivo, sensitivo, ex trañ o , conocido, variab le, precisam ente
éste y no otro ser. n un ca antes h a existido y no surgirá otra
vez: este ser es Ü d. Cada u n a de sus propiedades y c u a li­
d ades es p rob a b le que p u ed a n darse por separado en alguna
persona, o algo parecido, pero h a lla rla s c o m b in ad a s — es
sólo u n a p ro b a b ilid a d entre u n a v id a posible.^
La p erso n alid ad es, a la vez, m ás joven y más^ an tig u a
que la civilización. Cada cual llev a en sí, adem as de las
inclinaciones de a p titu d e s conocidas que d e m a n d a la re a li­
d ad contem poránea, otras “ N ” desconocidas que ya o to ­
d a v ía no son necesarias.
Es posible que ahora este libro lo esté leyendo el Genial
Recolector de R aíces (época precav ernaria), el Gran H e ch i­
cero (barbarie) o el Campeón M u nd ial de P o litló n Telepático
(siglo X X X ) y hoy día el aju s ta d o r de sexta categoría.
Somos cem enterios de enigmas silenciosos. Si no existiera
esa v a s ta , in d e te rm in a d a y m isteriosa ab u n d a n c ia cerebral
que se c a lie n ta en las cabezas h u m an a s, ¿cómo p odría la
H is to ria en cada época descubrir los genios que necesita,
siem pre diferentes y desiguales?
¿Acaso no es ev id en te que c u a lq u ie r persona es m ucho m ás
g rande, v a s ta y profunda de lo que puede m anifestarse,
sea el cam po de su profesión, los versos o el aspecto exterior?
Los jalones de la estim ación en que nos colocamos a nosotros
m ism os son irriso riam en te pequeños y obtusos. Vale la pena
16
a m a r el m isterio no revelado en nosotros mismos, la in co m ­
p arab le concentración del pasado, presente y futuro. Y lu
p rim era condición de todo au toperfeccionam iento, incluso
el deficiente y e le m e n ta l que m enciona este libro, es a c e pt a r s e a s í m i s m o , concederse el derecho al am or
por sí m ismo, con todos los defectos, in d ep e n d ie n tem en te
de quién sea o de lo que sea, es decir, el eterno derecho
de ser uno m ismo. Sólo con este c o m p o rta m ie n to hacia la
p ro pia persona tiene sentido incluso t r a b a j a r sobre uno
m ism o, pues, ¿para qué perfeccionar lo que no se aprecia?
11]
para que los hombres puedan aplicar con provecho la
autosugestión consciente hay que enseñársela de la misma
forma que se les enseña a leer y escribir.
E m i l Cue
2 ACERCA
DE LA LOGICA FEMENINA,
QUE ES PROPIA TAMBIÉN
DE LOS HOMBRES
E s ú t i l sa b er que en la c abe za se encuentra sie m p r e lo que n o c o n o c e m o s . La su b ­
c o n sc i e n c i a t a n ' p r o n t o se ad e l a n ta a la c o n c ie n c i a c o m o qu ed a rezagada de ésta
por m u c h o ti e m p o : t i e n e su prop ia lógica. A ca da i n s t a n t e co n je tu r a m o s in c o n s ­
c ie n t e m e n t e sobre n os otr os m i s m o s . E l az ote d e l s i g l o so n lo s e s t a d o s paradógicos..
E l Cí rcu lo del A b s o l u to .
¿Somos a u tó m a ta s ?
jr* ^ * { 1 0 uede decirse que v iv im o s u n a vid a forzada: ta n
I)
poco depende de n u e s tra v o lu n ta d lo fu n d a m e n tal
I
que s u s ten ta n u estra existencia.
■■
La m á q u in a b io q u ím ic a del organismo nos obliga
a v iv ir y nos perm ite t o m a r conciencia de nu estra p ropia
vida: todos esos billones de células que com ponen nuestro
cuerpo a s im ilan y elim in an , disocian y s in te tiz a n algo sin
que sepam os ab s o lu ta m e n te n a d a y sin cesar nos enfrentan
a n te el hecho consum ado de que somos nosotros. Sin p re­
g u n t a r nuestros deseos t r a b a j a n los riñones, el hígado y
el bazo; en silencio ren uev a la sangre la m é d u la ósea, el
corazón la te con persisten cia... Cada uno de los cabellos
vive su v id a ... No es n u estra v o lu n ta d la que pone en m archa
este ap a ra to , n i tam p o co ella, con algunas excepciones,
la que lo detiene.
Pero eso es poco. E n la m ism a conciencia h a y u na m asa
que no depende de ella. La con-ciencia... E s u n a incontable
18
c a n tid a d de p atro n e s interpersonales que al dejar su im p re n ­
ta en el cerebro producen sen tim ien to s e impulsos, p en sa­
m ientos y juicios, decisiones y con d u ctas que consideram os
nuestros. ¿E xiste algo propio, que no sea com binaciones
nuevas de lo ya ex isten te y asim ilado?
Pero el a u t ó m a t a que se ha percata d o de su a u to m a tis m o ,
deja s en cillam ente de ser a u tó m a ta . Cuando p en e tra en la
esencia y en los vínculos de las cosas, cuando ve.con cla rid ad
las relaciones de causa y efecto aparece la p o sib ilid a d de
calcular. Lo que viene después sólo es cuestión de c o m b inar
correctam ente los actos y entonces ya es posible crear.
El m u ltifa c é tic o in co n scien te
“Voy a casa, subo la escalera, m e 'a cerco a la p u e r ta ... E n
m i m an o ya se encuentra la llav e necesaria. Cómo apareció
en m i m an o no lo noté, el hecho ocurrió del modo más
h a b i t u a l y la conciencia sólo registró el resultado: he aquí
la llav e” . A veces, sin n o tarlo y sum ido en algunas m e d i­
taciones, abro la p u e rta , penetro en la h a b ita c ió n , enciendo
la luz y me q uito el abrigo...
“S ubconsciencia” , “su bconsciente” , “in co n scie n te” son p a­
lab ra s que solam ente se escuchan cuando se h a b la de la
psiquis h u m a n a . Desde tiem p o s in m em o riales se conocía
la existencia de esta .colosal y confusa esfera cerrada den tro
de nosotros, pero h asta el mohiento no se h a definido con
ex actitu d .
¿Y, sin embargo?
“Por a lg ú n m otivo ella decidió cerciorarse... E n efecto, no 'tenía
las llaves ... L a mano buscó distraídam ente por la hierba... [¡Por
fin , aquí están! S e habían caído, pero no se dio cuenta de cuándo^
sucedió... M enos m a l que notó su f a l ta ... S u acompañante se re­
cordó entonces que una hora atrás, aproximadamente, había escu­
chado cierto sonido d é b il, pero no le había dado im portancia... E v i­
dentemente, ese mismo sonido lo había oído ella pero no estaba p a ­
ra eso, mientras que su cerebro durante todo ese tiempo trataba de
resolver subconscientemente qué podría significar dicho sonido y,
en el momento oportuno, aunque no directamente, trasladó la so­
lu ció n ..."
¿No ocurren así estas cosas?..
In e sp eradam en te y de forma in ex p licab le N. ofendió a su
m ejor amigo. P ara el m ismo N. la cansa se debió al oom-
p o rta m ie n to escandaloso y a la presunción de M. Pero la
r e alid ad es que no hubo ta l c o m p o rta m ie n to escandaloso.
S encillam ente, N ., h om bre d esafortunado, sin sospecharlo
él m ism o, hac ía tiem p o que e n v id ia b a los éxitos de M. y
sen tía celos de su m u je r por este ú ltim o , la cu al h ab laba
bien del m ismo. N. e n v id iab a subconscientem ente a M. y
sin darse cuen ta buscaba un p re te x to p a r a u n a d isp u ta,
que, fin alm en te , hubo de estallar.
No h a y n ad a de e x tra o rd in a rio ...
A U d. le proponen m e d ita r sobre cierto problem a. “ E sta
bien, lo pensaré” — responde Ud. Y, como ocurre casi siem ­
pre, deja el m om ento de las reflexiones p ara u n a fecha
i n d e te rm in a d a , como si fuera olvidándose de todo. D e re­
pente, tran scu rrid o cierto tiem p o , el p ro b lem a surge en su
cerebro por sí solo, se presenta claro en casi todos los detalles
y la solución está lista: la “ ord en” resultó eje cu tad a. Por
ta n to , ¿tuvo Ud. una concentración subconsciente?
Así, pues, volviendo a la t e n t a t i v a de deducir u n a defini­
ción: es lo que en este m om en to tiene lu g ar en el cerebro,
pero no se deja conocer. Sin em bargo, nosotros mismos
(u o tra persona) direc ta o in d ire c ta m e n te nos convencemos
de que esto h a sucedido, sucede y su cederá... -
t o m a m edicinas, deja de fu m ar, de nuevo practica la i m i t a ­
ción, compone, siente sospechas...
De esta forma, a p ro x im a d a m e n te , se puede re p rese n ta r el
escalón que v a desde el nivel de fa lta ab so lu ta de conciencia
h a s ta la to m a d efin itiv a de conciencia. H a s t a un lector
in exp erto d istin g u e cuán imprecisos son estos lím ites: el
“nivel s u p e r io r” de la falta de conciencia y el “nivel in ferio r”
de la conciencia traspasan co n stan te m e n te -sus respectivas
fronteras y a veces no se puede decir con fa cilid a d cómo
a c tú a y piensa una persona, es decir, si lo hace consciente
o subconscientem ente.
D u ra n te la tem p o ra d a de exámenes, al p asar por el m etro
“ U n iv e r s id a d ” , pueden verse estu d ian tes leyendo p o r el ca­
m ino. Con la m ira d a casi fija en el libro estos jóvenes ca ­
m in an con la suficiente seguridad: como para no tropezar
con nadie, a p a rta rs e a tiem p o y no re alizar n in g ú n m o v i­
m ien to superfluo. De esa forma, sin a p a r t a r la v is ta del
libro, ab a n d o n a n la escalera a u to m á tic a ... Desde luego, a
■ pesar de esto ellos ven lo que les rodea con el ra b illo del
ojo...
E s in con tab le el n ú m ero de actos semiconscientes o semisubconscientes de este tipo. El acto de lanzarse el portero
sobre el balón puede ser a la vez deliberado y to ta lm e n te
inconsciente: él “se l a n z a ” y sólo al i n s ta n te sig u ien te sé
p ercata de lo que ha ocurrido.
Un estrato de lo inconsciente' está siem pre presente en la
psiquis, en cualquier m om ento, incluso cuando parece que
el m ismo trab a jo de la subconsciencia se ha hecho accesible
a la conciencia (como ocurría, por ejemplo, d u ra n te los
destellos creadores del m atem á tic o Potincaré). N a tu r a l m e n ­
te, no es posible conocer en tin m om ento dado el contenido
de nu estra subconsciencia, pero podemos hacernos u n juicio
sobre ello m ás tard e , por vía indirecta, y es posible prever
su funcionam iento. P o d ríam o s d ar la definición sig uien te:
la conciencia es la “cúspide del iceberg” de la subconscien­
cia. F orm ulam os, pues, nuestro p o stü lad o fu n d a m e n t a l : no
hay nada subconsciente que larde o temprano no pueda hacerse
consciente, y no hay nada consciente qUe no pueda pasar a
la subconsciencia.
E sto siem p re ocurre en nosotros
E x t r a c o n s c i e n t e m e n t e
trabaja el bazo, el hígado, la médula ósea, los glóbulos
blancos y otros componentes materiales internos del orga­
nismo, incluyendo la mayoría de las células cerebrales...
I n c o n s c i e n t e m e n t e
él hombre da vueltas en la cama durante el sueño, grita
de dolor, se lleva las manos a la zona adolorida, recurre a
la imitación, trata de no estar solo, de perpetuar la especie,
y de procurarse su parte de placer y sufrimiento...
S u b c o n s c i e n t e m e n t e
se preocupa por el futuro cuando aún no existen motivos
para ello, experimenta vacaciones prohibidas, trata de pre­
sentarse en un aspecto mejor, incluso cuando es innecesario,
al mismo tiempo conoce su verdadero valor, repara en un
cúmulo de cosas, sospecha de algo, construye planes quimé­
ricos y completamente reales, con frecuencia siente envidia,
a veces resuelve problemas y compone algo...
C o n s c i e n t e m e n t e
g u a rd a el. dinero en la caja de ahorros, v ia ja en los aviones
de Aeroflot, dice cum plidos, cuando hace frío se abriga,
20
Ese e n ro lla d o un iv erso
No se sabe cuán to s sentim ientos, con jetu ras e ideas viven,
duerm en o m u eren en nosotros, perm aneciendo “e n ro lla d o s ”
sin llegar a la “sup erficie” . El tiem po de “ v i d a ” de una u
[2]
21
cosa, pero en ú ltim o caso; cualquier cosa, menos ésta —
— tac h ar lo innecesario.)
Y todo esto llega a la conciencia en forma de una señal
in tern a íntegra: “s i ” o “ n o ” (“deseo” o “ no deseo” )... P e­
ro esto aún no es todo: antes de dar una respuesta de “s ali­
d a ” , Ud. tiene tiem p o p ara conciliar sus intereses p u ra m e n te
digestivos con los que son de otra índole. Puede darse el
caso de que Ud. sienta enormes deseos de comerse ese plato,
pero la d ieta o la e tiq u e ta no se lo p erm ita o, por el c o n tra ­
rio, la etiq u eta le obliga a comer en co ntra de su v o lu n tad .
Q uedan to d a v ía varios “si o n o ” ...
Yo in vertí cerca de diez m in u to s p ara describir, de la forma
m ás superficial, lo que ocurre en el cerebro en u n a décinta
de segundo, —pues, por lo común, respondemos “ tengo de­
seos” o “no tengo deseos” , sin p en sarlo — y escogí esta
cuestión del estóm ago in ten cio n a lm e nte , como una de las
sencillas.
E l p roblem a consiste en que el mecanismo que d ete rm ina
las respuestas internas como “s i ” y “n o ” , “e s to ” o “esto
n o ” , etc., es único y universal en su m ism ísim o fund am en to .
Este mecanismo es el m ismo, ya se tra te de que Ud. pregunte
acerca de los deseos que siente su estómago, la ca p acidad p a ­
ra s a lta r por encima de u n a zanja o de escribir u n artículo.
Todo ello co nstitu y e una a u t o p r e v i s i ó n s u b c o n s ­
ciente.
Ello tiene lu g ar en nosotros in in te rru m p id a m e n te .
He aqu í u n modelo.
otra idea, sen tim ien to , pensam iento, etc., en la conciencia
es fácil de d eterm in ar, pero en la subconsciencia este tiem po
es in d eterm in a d o : ta n t o el eco del pasado, como los c o nto r­
nos del futuro se m ueven en ella como algo fofo y sin fuertes
lazos que los u nan , y por esta razón nunca se puede estar
co m p leta m e n te seguro de lo que allí existe o no existe...
El círculo del absoluto
Todo lo que existe en el m undo, todo lo que se refleja en
n u estra conciencia y subconsciencia, el cerebro lo descom­
pone m ás o menos según el esquema siguiente: en el mismo
centro se en c u en tra u n a zona que podríam os d en om in ar
co nvencionalm ente Esfera que No A d m ite D u d as o Círculo
de la Fe Absoluta.
Después siguen las esferas de Lo Cierto, Lo Dudoso, Lo
Poco P rob ab le y Lo Im p ro b a b le (aquí ta m b ié n se d an de­
finiciones convencionales).
E l Círculo del A b so lu to es en lo que creemos no sólo con el
intelecto y la lógica, sino también con los sentidos. E n otras
palabras: son aquellas impresiones, p en sam ientos e ideas que
pueden llegar a convertirse en nuestros estados.
La m á q u i n a de a fir m a r y negar
Ahora quiero describir cierto proceso ab u rrid o . U d. está
sentado a la mesa y le b rin d an esto y lo otro. E sto quiere
decir que deberá ac ep tar el ofrecim iento con g r a t i t u d o
rechazarlo con co rtesía... Pero, desde el p rim e r in s ta n te Ud.
no sabe que responder; p rim eram en te debe con su ltarlo con­
sigo m ism o: en ese corto in s tan te de la pre g u n ta que Ud. se
hace in terio rm e n te su rostro adquiere un a expresión sin ­
gular, ú nica en su género, m ie n tra s qué en el cerebro, a
u n a velocidad enorme, se efectúa un cálculo colosal, en
co m p aració n con el cual las operaciones de todas las com, p u ta d o ra s electrónicas que h a y en el m u nd o no son más
que un deplorable d iletan tism o .
Veam os cu ál sería el'tesquema a p ro x im a d o de los hechos:
1. ¿Deseo, en realidad, comer?
(sí, atro zm en te; sí, ¿cómo no?; es posible; ¿quién sabe?;
m ejor no acepto; no, de n in g u na m an e ra —su b ra y a r lo
necesario.)
2. S i lo deseo, ¿quiero precisamente este plato?
(deme por lo menos un poco; quiero b a s ta n te y esto sobre
todo; sólo quiero esto; esto puedo pasarlo; lo m ejor sería otra
22
Los estados paradójicos
A nte Ud. se encutfhtra un tronco de m ediano espesor y . h a y
que pasar por encim a del m ismo. Ud. pasa t r a n q u ila m e n te . •
Lo rep ite u n a y otra vez con absoluta seguridad. ••
Veamos otra situación.
E l tronco se h a lla a u n a a ltu ra de m etro y m edio. Ud.
pasa, pero con menos seguridad, se ta m b a le a v aria s veces
sobre él.
Y ahora el tronco se h a lla a gran altura. Ud. no pasa.
Es terrible, ¡qué decir! Pero, ¿acaso no es éste, el m ismo
tronco por el cual Ud. pasa con t a n t a facilid ad cuando
se h a lla sobre el suelo? No se ha puesto m ás estrecho, no.
Se puede c a m in a r p o r él con s o ltu ra. ¡Ud. lo sabe!
Pero no b as ta saberlo... Ya Ud. no cree que p ued a p asar
por él. No lo cree porque siente tem o r y tem e p o rq u e no
lo cree. Y si ca m in a con este tem or, entonces se caerá de
v erd ad ...
[2]
23
H agam os ahora un poco de esfuerzo m e n ta l e inten tem o s
com p ren d er qué ocurre.
E x p licac ió n su b jetiva del m o tiv o de la caída: “S en tí m a ­
reo... P erd í el e q u i l i b r i o .. . ” E l fisiólogo arg u m e n tará que
esto es el resultad o de m o v im ie n to s in v o lu n ta rio s y de
la v ariación del flujo de los im pulsos de los músculos del
cuerpo. E sto fue lo que m o tiv ó la p érd id a del equilibrio.
Pero, entonces, ¿por qué esto no ocurrió en el m ism o tronco
que se h a lla b a sobre el suelo?
P o rq u e la subconsciencia tiene su pro p ia lógica inconsciente,
ta n t o en la percepción como en la acción. E n este caso, a
esta lógica es posible expresarla ap ro x im a d a m e n te de la
forma siguiente:
1. “E l tronco... E s lo bastante grueso como para pasar 'por él.
E s t á a baja a ltu r a ... N o hay peligro de caer. E s posible caerse,
pero no tiene importancia si ocurre o no. L a probabilidad de la
caída se puede no tomarla en cuenta y caminar por él tranquila­
m e n te ”.
2. “E l tronco, pero es el m ism o... ¡ Y está alto! ¡Es el tronco más la
a ltu r a !... E s peligroso caer de esa a ltura. N o es lo mismo>caer que
no caer.. H a y que ev ita r la caída. Cualquier cosa es preferible,
menos caer... Por ta n to , hay que contar con esta probabilidad a l
m áxim o. ¡Puedo caerme! ... N o puedo descuidarme... Y sin embar­
go, p u e d o ...”
Y entonces los m úsculos se co n traen para m a n te n e r mejor
el eq u ilibrio y el a p a ra to v es tib u lar alcanza el estado de
excitación: en todo caso es como si Ud. h u b iera comenzado
a caer... Este pronóstico de sí m ism o y la emoción se funden
en un efecto que tom a la d ela n te ra: Ud. resu lta v íctim a
de un in v o lu n ta rio exceso de cau tela.
Se' produce la paradoja. ¡Precisam ente el hecho de que
“no debe caerse” a u m e n ta la p ro b a b ilid a d de la caída!
¡P ro b a b ilid ad su b jetiv a que se convierte en objetiva! La
conciencia dice p ersu asiv am en te: “ Esto no ocurrirá porque
nó debe o c u r rir” , m ie n tra s la subconciencia responde: “ E s­
to no debe ocurrir, por ta n t o puede o c u r r i r .. . ”
E s t a es, en general, u n a p a r tic u la rid a d in tere san te de la
subconsciencia: l a ; d e desplazar la p ro b a b ilid a d su b jetiv a
del hecho en dependencia de su im p o rta n c ia potencial.
E xisten estados paradójicos de signo opuesto o sustituciones
defensivas en las cuales, por ejemplo, se ignora en forma
inconcebible u n a am enaza p alp a b le e in ev itab le.
24
Ahora Ud. no se asom brará si le digo que el t a r t a m u d o
con frecuencia ta rt a m u d e a sólo porque siente un excesivo
deseo de no t a r t a m u d e a r y el que padece de insomnio no
duerm e a consecuencia del desmedido deseo de dormirse;
que u n h o m b re en una situación ín t im a sufre un fracaso
por la sencilla razón de que se siente en la obligación de
estar a la a ltu ra de las circunstancias, cueste lo que cueste...
Se co m prenderán, asim ismo, muchos arran q u es neuróticos
que se producen cuando se les espera subconsciéntem ente,
como los del tip o siguiente: “Con ta l de que n o . . . ” Tal
es la emoción que p araliza a dep o rtistas, actores y a los
que p asa n u n exam en. ¿Y por qué es t a n difícil “nó pensar
en u n mono b la n c o ” ? ¿Qué nos induce i n e v ita b le m e n te a
estremecernos y d erram ar u n vaso lleno, si se nos ha pedido
no d erram ar ni u n a gota? ¿No es lo m ism o que impele al
ciclista inexperto a chocar forzozameñte co n tra el obstáculo
que se l e v a n ta a u n lad o del camino? Eso m ism o es lo que
sencillam ente lo “h a l a ” h acia el obstáculo. E s el m ism o
m ecanismo por el cual el tem o r se tran sfo rm a en realid ad
debido al d esplazam iento emocional de las p ro b a b ilid ad e s
internas. La culpa de todo la tiene la lógica de la
subconsciencia, esa m ism a lógica según la cual el fruto
prohibido es siempre delicioso.
Y bien, ¿quién será el que pase por el tronco s itu a d o en
lo alto?
Por supuesto, lo h a r á un acró b ata especialm ente e ntre nad o .
P asará con absoluta so ltu ra y facilidad, hacien d o incluso
juegos m alabares. Y eso, precisam ente, es lo que le ay u d a .
Los obreros que t r a b a j a n en altu ra s ta m b ié n lo dicen: una
vez que h a n logrado a p a rta r esa idea y p ensar en otra cósa
menos en la a ltu ra , entonces todo m arch a a p ed ir de boca.
Lo pasará ta m b i é n u n in d iv id u o bajo h ipnosis profunda
a quién se le h a y a inculcado la idea de que el tronco se
h a lla a poca a l t u r a o que él es un ac ró b ata h á b il y audaz
(un adolescente que h ip no ticé y al cual le hice creer que
era u n célebre v o latin ero , cam inó sin d ific u lta d por el
larguero superior de un a portería de balom pié).
Lo pasará, ad em ás (y corriendo), el que in t e n t a salvarse
de u n peligro m o rtal. Tales casos se h a n registrado: personas
que tra t a n d o de salvarse o de salv ar a alguien apenas por
u n pelo h a n sorteado abismos. E n este caso un clavo saca
otro.
Y, por ú ltim o , lo pasará aquel que h ay a a d q u irid o sufi­
ciente dom inio del A E ...
¡Querido lector! Es una suerte para Ud. si en su vida no exis­
25
ten, no h a n existido o no ex is tirán “tro n co s ” como éste, iin
ca d a uno de nosotros p uede aparecer u n estado paradójico.
E ste surge ta n t o m ás fácil cu a n to m ás im po rte p ara Ud.
d icho m om ento, asunto o persona...
V a m o s a h a b la r de los medios que p e rm ite n si no en to ta l,
al m enos en p a rte (pero ya como recurso salvador) c o n tro ­
larnos en tales in stan tes: la distrib u ció n consciente del Cír­
culo del A bsoluto y el Control del m ecanism o de la fe i n ­
d iv id u a l. Pero aq u í no podemos lim ita rn o s a u n a sim ple
receta p rescrip tiva. Lo m ás im p o rta n te es acercarnos a la
comprensión de la esencia. Lo m ás esencial es que tra b a j e
el propio p e n s a m i e n to ’y el a lm a franca, que busque y con­
fíe...
... como la fiebre,
la bruma de inclinaciones rebeldes
o la lucha de ardientes pasiones
siempre se agita ' de extremo a extremo
del paraíso a l infierno, del infierno a l paraíso
P .A . Viazem ski
3 EL PÉNDULO
DEL SENTIDO COMUN
Se trata de cóm o y por qu é nos dife re n c ia m o s m u c h o m á s de nosotros m i s m o s qu e
de otros. V alor es y v a l orac ion e s: relación y difere ncia. Los l í m i t e s de l c o n tr o l
volitivo.
¿Qué cosa es arm on ía interna?
H a b le m o s de tem as in so lub le s
M j iQ
■ f l ''■» &
j HL. .JIL
ay cosas im p o r t a n t e s i e insignificantes y otras
que no significan a b s o lu tam en te n a d a , como por
ejemplo, con cuáles dedos su jetar el cigarrillo,
aunque ello p ueda tener im p o rtan cia p ara la téc­
nica de seguridad contra incendios.
La mesa a la que me encuentro t ra b a ja n d o en este m om en to
tiene dos precios: uno es el precio comercial; el otro, elprecio-para-m í, que no puede medirse en dinero (pues la
mesa es u n a re liq u ia de mis antecesores). A este precio-p a ra-m í lo denom ino valoración interna. Incluso, puedo decir
lo siguiente: esta mesa es un objeto de m i valor in­
terno.
¿E stá claro h a s ta aquí?
Sistem a de valores, escala de valores, juegos de valor, o rien ­
taciones de v a lo r... Tales com binaciones de p ala b ra s po­
demos en c o n tra rla s cada vez con m ay o r frecuencia en las
obras de sociólogos y filósofos, psicólogos y m atem á tic o s.
Los fisiólogos y p s iq u ia tra s h a b la n de valoraciones y t a m ­
bién de valores...
Veamos el siguiente psicologema:
13]
27
¿Qué vida aprecia Ud. más: la de su padre, la de su madre, la de
su hijo pequeño o la suya pro pia ? ¿A quién salvarla primero en caso
de ocurrir una catástrofe, u n incendio, por ejemplo?
...¿Y p o r q u é n o a l a m a d r e ? P o sib le m e n te
ten g a Ud. m ás hijos, pero otra m a d re o p ad re...
\Vaya tema detestablel ¡El m ismo p en sa m ie n to es sacrilego
y nos indigna h a s t a la p o sib ilid ad m ism a de p ensarlo!...
E n efecto: estas cosas no pueden saberse h as ta llegado el
m om ento en que todo se decida y en este caso no queda
otro recurso que confiar en la subconsciencia.
H e a q u í en to d a su dim ensión lo que p od ríam o s d en om inar
s o b r e v a l o r a c i ó n : los p adres norm ales sobrevaloran la v id a de sü pequeño hijo, los hijos norm ales, la v id a
de sus p adres y cu a lq u ie r persona n o rm al sobrevalora su
propia vida. Y la defensa in tern a con tra esta so b rev alo ra­
ción en situaciones que están por encim a de n u estra s fuerzas
es ignorar in v o lu n ta ria m e n te , rechazar el objeto m ismoi
o lv id arlo, es lo que sencillam ente produce la p érd ida del
conocimiento,^ el choque psíquico, el desmayo. E ste es el
conocido c o m p o rta m ie n to del av e stru z: oculta su cabeza
en la arena, y así se resuelven los p ro b lem as insolubles.
Es de esta forma que las m ujeres o lv id an los dolores de
parto ; de igual modo vivim os olvid án do n o s de l a . m u e r t e ,
las enferm edades y la guerra, de nuestros defectos físicos
y de nuestros deberes, de los re m o rd im ie nto s, de los actos
desleales p ara con nuestros seres queridos y con el prójim o,
de los terrib les golpes asestados a n uestro am o r propio.
Pero este tipo de olvido nunca suele ser com pleto. El juego
donde “se apuesta la vida” es el principal juego de
la evolución, que representa el Juego de los Juegos para
ca d a cual y por eso se com prende por qué. la p a rtic ip a c ió n
de la conciencia en ese juego es t a n li m i t a d a . N uestra n a ­
tu rale za es m ás an tig u a q u e1nosotros m ism os y la am b igu a
co m plejid ad del intelecto se oculta fácilm ente tr a s la sen­
cilla aparien cia de u n a seguridad an im a l. Incluso cuando
no se t r a t a de la v id a como ta l h a y algo en nosotros que
pone al m ism o nivel de aq u élla ta n t o u na cosa como la
otra, algo que busca la p le n itu d sin restricciones. T al vez
se deba al in s tin to de lucha, a la necesidad de tensiones,
de am or, o al hecho de a t r i b u i r dem asiado v alo r a las cosas.
Podejnos lla m a rlo de v aria s form as... A qu í t a m b ié n es im- .
p o rta n te volver a señalar que n u estra s p rin cip a le s v a lo ­
raciones se desvían de nuestro cam po visual inm ed iato ,
se confunden y se pierden en las s o m b ras... ¿Se las puede
apreciar o b jetiv am en te ?
28
B rom ean d o con pequeñeces
L idia K , C a n d id a ta a Doctora en Ciencias Filosóficas y
persona agradable en todos los sentidos, llenó p erso n al­
m en te dos cuestionarios.
E l p rim ero se denom inó:
"L a jerarquía de sus valores en orden decreciente (desde lo más im ­
p ortante hasta las pequeñeces más insignificantes). M ín im o de
pu nto s: 10\ m áxim o 1 0 0 ”.
Se o b tu vo lo siguiente:
1.
2.
3.
4.
5.
tí.
7.
S e n t i r qu e so y ne ces ar ia y ú t i l a lo s de m ás, a la so c i e d a d y a ía h u m a n i d a d '
Salud.
F e l i c i d a d en el am or y en la v i d a familiar .
U n trabajo crea do r intere sa n te.
C o n o cim ien t o s. A m p l i a c i ó n del h or izon te in te le c tu a l ,
C o m u n ica c ió n , bu en a s r ela c io n es en el c o le c ti v o .
B i e n e s ta r m at e rial.
18. B o n i t o s z apatos, a t o n o con la moda .
55. O pinión f avor ab le de María G av rflo v n a sobre m i v i d a personal.
71. O p in ió n p o s i t i v a de lo s h om b re s sobre m i asp ec to e xter ior.
80. M ant ene r l i m p i o el fregad ero de la c o cin a .
101. P re se n c ia de c u c h i l l o s y s e r v il l e t a s en el c o m e d o r a d o n d e v o y a c o m e r 'en
raras ocasione s.
Segundo cuestionario:
' “Enumere sus alegrías y sinsabores por m otivos concretos en or­
den decreciente.
A. ¿Qué es lo que m ás le alegra y la pone de buen humor?
B. ¿Qué le irrita , le agobia y la pone de m al humor?
{M ínim o: 10 puntos; máximo-, 100)”.
He aq uí los resultados:
A. Alegrías
B. Disgu st os
1. La s e sc asa s l la m a d a s por te lé fono
de N . , a u n q u e él se e n c u e n tr e de
m a l h u m o r (com o su e le suceder)
2. U n p e inad o b ie n hecho
3. Lo s
halagos
del
4. La p o s ib i li d a d de
n a r i z a T ania G.
[3]
jefe
res tregarle la
1. Oue N. est é c o n s t a n t e m e n t e o c u p a ­
do y su s relac io n es con K.
2. Los c h i s m e s desc arados de T a t i a ­
na G.
3. E l robo c as i a di ar io de p e r ió d i­
cos del buzón
4. E l hecho de no h a lla r un buen
peluque ro
29
A. Alegrí as
5. U n a i n t e rv e n c ió n m a g n í fi c a en el
se m in a r io
6. Un buen libro
i
7. La p u b lica c ión de m i artículo.
8. Un a bu en a p e l íc u l a o e sp ectácu lo
.9. U n b u en esta d o del t i e m p o
10. U n e n tu s ia s m o i n m o t i v a d o (de ve z
en c ua nd o)
u n a m ira d a al esquema 1, la escala del tono o el péndulo
de la ac tiv id a d , que es el m ás im p o rta n te de todos. A este
esquema nos referiremos m e n ta lm e n te en m ás de u n a oca­
sión, pues representa a todos los dem ás péndulos (y entre
éstos se encuentra otro im p o rta n tís im o : el pén d u lo de las
emociones, la escala de relaciones y estados de ánimo).
E n esta escala es donde se realizan las m a ra v illa s del autoentren a m ie n to .
El esquema es sencillo y la vida resulta com pleja. El péndulo
de la a c tiv id a d , p rin cip a l m o to r del cerebro y v o lan te de la
vida, posee u n ritm o básico de 24 horas que va desde el
sueño h a s ta la vigilia, además, en él se producen m últiples,
oscilaciones en m u ch as capas que dependen de la a l i m e n t a ­
ción o del estado del tiem po, de situaciones o de estados
de ánim o, de cómo se hallen los vasos, de la composición
de la sangre y de otros muchos factores... E x isten estados
extrem os, ciertas zonas de reserva, p ro h ibid as, que sólo
aparecen en situaciones excepcionales y en casos p ato ló g i­
cos, a saber: estados frenéticos y convulsivos, por u n a p arte,
y profundos trastornos, letargo, choque y coma, por la
o tra...
Si se tom a en cu enta que todos los péndulos están relacio­
nados entre sí; que una persona que no llegó a tiem p o p ara
comer no es la m ism a que la que ya comió y que la que
siente deseos de comer no piensa igual que aq u ella que
h a satisfecho su ap etito ; si tom am o s en consideración que
son dos casos c o m p leta m e n te diferentes, el h om bre que d u r­
mió m a l con el estómago vacío y el que d u rm ió bien con el
estómago lleno, la co m p lejid ad del cuadro general adq u iere
contornos siniestros. Y sin em bargo, h a b la n d o ya en serio,
todo esto es necesario conocerlo p a r a co m p ren d er y percibir
los lím ites del auto co n tro l consciente, t a n t o para nosotros
como p ara los demás.
P reste atención al p u n to medio s itu ad o en tre la Animación
y la Calma, o sea, al P u n to de E q u ilib rio que no es fácil
de alcanzar. Pero, supongam os ahora, .al leer estas líneas,
Ucl. se h alla p recisam ente en ese p u n to; supongam os que
ese es el p u n to de concentración. ¿Qué le im p id e, sin soltar
el libro de sus m anos, cerrar los ojos y p a s a r a la zona de
calm a que ta n t o desean muchos? ¿El libro acaso? Pero
éste no es u n im p ed im en to de consideración: t a n t o la a n i ­
m ació n como la calm a co n stitu y en ligeras oscilaciones del
p é n d u lo de la a c tiv id a d s itu a d a s en los lím ite s de la vigilia
c o tid ia n a y en este caso la v o lu n ta d se h alla en el m ism o
nivel de dom inio que las circunstancias. Es p erfec ta m en te
B. Disgu st os
ñ. Las d e te s ta b l e s sonrisas m a l ic i o sa s
que desd e la escalera m e dir ige
el v e c i n o con el que nu nca ha blo
6. Las obs er vac io n es fuera de luga r de
María G a v r í l o v n a con relación a
las a m i sta d e s qu e me v i s i ta n .
7. E l p é sim o s e r v ic io que prestan en
el t a lle r de reparación de enseres
d o m é st i c o s
8. La demora en pa sarme a un pu esto
su perior
55. Mi e da d: logré hac er pocas c o sa s...
60. U n a de presión i n ju s tif ic a d a
100. (¿I)
99. A u se n c ia
n e c es it o
de
cie rta
literatura que
Confronte los respectivos p u n to s del cuestionario y ¿qué
n o ta rá Ud.? E n efecto, resu lta que la je ra rq u ía de los valores
declarados y la jera rq u ía de sen tim ien to s por m o tiv o s con­
cretos no concuerdan, que de cierto modo h a n cam b iad o
de lug ar los niveles superiores e inferiores y que en algunas
p arte s no existe lógica. Incluso parece que en cierto sentido
las emociones v a n en co n tra de los valores, los rechazan y
desm ienten.
Así m ism o me ocurre a m í y posiblem ente a U d ., pero ¿a
qué se debe eso, querido lector? ¿Por qué con t a n t a frecuencia
parece que los hechos im p o rta n te s de la v id a nos dejan ex­
t r a ñ a m e n te indiferentes y, las insignificancias al parecer,
nos in q u ie ta n de m an e ra insólita?
A q u í es necesario precisar las p ala b ras: ¿coincide o no y
es lo m ism o el valor y la valoración? G uiándonos por el
sentido com ún responderíam os que sí, m as este ú ltim o no
siem pre nos dirige. Pero al c o ntra rio , en nosotros existen
ta m b ié n otros m ecanism os de dirección —LOS B IO P É N D U L O S — , ocupados en su a c tiv id a d
De día y de noche
Ya he h a b la d o de ellos en artículos y en otros libros; aquí
Ud. oirá h a b l a r de ellos en algunos pasajes m ás y con se­
g u rid a d que ten d ré que repetirlos otra vez. Ahora eche
30
[3]
31
por ejemplo, en u n simple episodio de esclarecim iento de
relaciones s a lta a la zona de lo incontrolable, tiene lugar
un viraje traid o r, se desplazan las coordenadas y los valores
c a m b ia n de orxien. ¿Por qué razón se p re g u n ta rá, un hom bre
bien e n tra d o en los cu aren ta años, se c o m p o rta como un
jovenzuelo en la biblioteca, en la calle o en el trab a jo ; con
su esposa no pasa de ser u n adolescente, él m ismo es un
niño con sus hijos, terco y to nto , además, y cuando se e n ­
ferma se vuelve u n a cria tu ra? ¿Por qué en s itu acio n es de­
cisivas en alguno de nosotros aparece o p e r a tiv a m e n te un
mono, y en situaciones de lucha aguda por la ex isten c ia ,
un cocodrilo, una boa o un tigre con dientes de sable, nsj
como moluscos y otros bichos atractivos? ¿Qué ocurre con
los valores ta n t a s veces declarados y afirmados?
Con seguridad que esto: los acelerados péndulos los ex trin guen con sus valoraciones p asajeras y efímeras, pero p ode­
rosas. Es de pensar que los valores y las valoraciones que
se encuen tran d entro de nosotros co n stitu yen algo diferente
aunque relacionado entre sí. Un valor, por m u y s u b jetiv o
que éste sea, puedo com pararlo con algo, expresarlo y tener
conciencia de él incluso ta rd ía m e n te (“n a d ie sabe lo que
tiene h as ta que lo p ie rd e ” ), m ien tras que la valo ració n...
Aquí com ienzan los gestos y las exclam aciones. Tom em os
esta definición: u n valor es una valoración de la que se
tiene conciencia y la valoración es u n valor subconsciente.
E n efecto, los valores internos se m iden ex a c ta m e n te igual
que los exteriores y los m ateriales, m e d ia n te su co m p a ra ­
ción con otros eq u iv alen tes (“ la salud es ante t o d o ” , “ la
lib e rta d es m ás preciosa que la v i d a ”); pero las valoraciones
no pueden m edirse de este modo, sino con arreglo a nuestros
es t ados
internos, ellas m ism as constituyen dichos .es­
tados. E n el h ab la , los valores, al menos, son expresados
por medio de p alab ras, y las valoraciones, m e d ia n te las
entonaciones. ¿Cuál es para Ud. el valor in tern o deí cordón
de su zapato? Es pro b able que sea casi nulo. ¿Y si está
a p u n to de perder el tren y se le rom pe el cordón?... ¿Cuál
es el valor de un vaso de agua? ¿Y cuál es la v aloración
cuando se siente u n a sed espantosa en medió de un
desierto?...
Si los valores y las valoraciones coinciden, el in d iv id u o
es íntegro, armónico y sincero, por lo menos an te sí mismo.
Si son a n ta g o n istas surge el conflicto e s p iritu al, una c o n tra ­
dicción entre los sentidos y el intelecto, un a falta de a r­
m o n ía intern a. E n la vida co tid ian a , dicho sea de paso,
la discordancia se encuentra a cada in s ta n te y, a monos
posible ir m ás lejos y alcanzar el peldaño siguiente: si se
ha alcanzado la calm a no es difícil p asar al re la jam ien to.
E n el fondo de la anim ación, si Ud. no está fatigado, enfer­
mo o disgustado, el ánim o aparece por sí solo. Una vez
alcanzado el re la jam ien to es fácil adormecerse...
— ¡Qué va, ni pensarlo! — dicen algunos. E n efecto, para
m uchas personas el sim ple re la jam ien to y la concentración
o rd in aria co n stitu y en serios problem as: nos referimos pre­
cisam en te a estos casos.
Pero seguir ad e lan te, ¡qué difícil es! Cuánto m ás cerca se
h a lla n de sus extrem os, ta n t o m a y o r es la in ten s id ad con
que ciertas pertinaces barreras in te rn a s rechazan n u estra
v o lu n ta d en sentido contrario, hacia atrás, hacia el centro.
Y hacen lo justo, al rechazarlo, si no existe u n a p r e d i s p o s i c i ó n i n t e r n a . ■ P or supuesto, si Ud. tiene
deseos t e r r i b l e s de d orm ir, pero está en vela porque
e s n e c e s a r i o , ’ sólo tiene que reclinarse sobre algo...
Y, n a tu ra lm e n te , si Ud. se h a lla en el colmo de la irritac ió n,
pero se contiene a m ás no poder, b a s ta rá que alg u ien ...
de ese estado y
Entonces ya será difícil l i b e r a r s e
re to r n a r al estad o a n te rio r... E n to n ce s lo único que queda
es esperar h a s ta q u e - se logre u n a c o m p e n é a c i ó n
(te rm in a r de g rita r , de pelear, de dorm ir,’ e s p e r a r 'a que
cesen nuestros arranques) o bien c o rta r por lo sano m ed ian te
im pulsos recibidos del ex terio r o los m edicam en to s. Una
persona vencida por el sueño es t a n incapaz de defenderse,
como la que sufre convulsiones, o la que es presa de una
ra b ia frenética, un am o r apasionado, u n pánico desesperado
o u n a p rofun d a nostalgia.
L a m á x im a reza: “ No b as ta con lev an tarse, h a y que desper­
tarse a d e m á s ” . P or las m aña n as, en las horas “p ic o ” , po­
dem os ver en el tra n s p o rte urban o u n gran n úm ero de p er­
sonas soñ olien tas que, a p rim era v ista, parece que están
c o m p le ta m e n te despiertas. E l a u to r no les aconseja e n ta b la r
conversación con ellas, precisam ente por el hecho de que
ex iste u n a estrecha relación en tre el p é n d u lo del vigor y
el pén d u lo del estado de á n i m o : . l a in ercia de uno influye
en el otro, a u n q u e “ por la m a ñ a n a em piezan las buenas
obras” .
Todos los biopéndulos actúa n por inercia. Todos ellos, en
v i r t u d de u n a an tig ü e d a d an im a l, funcio n an rú s tic a m e n te ,
en form a in d e te r m in a d a y en dem asía; torpes y ru tin a rio s ,
no p ueden seguir los cam bios operados en las su tiles in d i­
caciones de la conciencia, los cuales, a su vez, no pueden
seguir a la v id a . Y cuando el péndulo de las emociones,
32
[3 ]
33
Sobre el papel to do es liso
y aquí, sobre el papel, los valores internos y las valoraciones
que les corresponden pueden dividirse en rangos convencio­
nales conocidos p erfectam en te por todos en la vid a coti­
d ian a (véase tabla).
Ran­
gos
Sig n o s c o n ­
v e n c io n a le s
D e fi n i c i o n e s de
valo re s
D e fi n i c i o n e s de la v alorac ión
de us o co m ú n
(0)
=s
“da i g u a l ” , “no h a y d i f e r e n c i a ” ,
“ m e i m p or ta un c o m i n o ” , “n o t i e ­
ne i m p o r t a n c i a ”
esfera de la in f o r ­
m ac ió n
e x trae valuativa
(1)
?
“es c u r io s o ” “ toiriar en c on sid e r a­
c i ó n ” “tene r en c u e n t a ”
valore s de la infor­
m ac ió n
“es pr e fer ib le ” ,
mejor”
“es
valore s c o n v e n c i o ­
nales
"está b i e n ” , “está m a l ” , “ tiene
gran i m p o r t a n c i a ” , “es im p o r ta n ­
t e ” , “grabárselo en la m e n t e ”
— ■ — •—
en grados a sc endentes
valore? ín d u d a l b e s
“lo m á s f u n d a m e n t a l ” , “ i n f i n i t a ­
m e n t e i m p o r t a n t e ” , “est o es todo
para m í ” , “ igual (pie la v i d a ” ,
“ m ás qu e la v i d a ” (Círculo del
-Absoluto)
supe rv alo res
(2)
(3)
1
l!l
(4)
oo
V
34
m i e n t o es p r e c i s a m e n t e
un m e d i o
de
i r d i n a r las v a l o r a c i o n e s y los v a e s, el in s tru m e n to de tra b a jo de la armonización
rna.
igamos, ■ adem ás: el a u to e n tre n a m ie n to sólo influye en
p arato de las valoraciones in tern a s: los valores, a su
se aceptan como algo que no tiene duda! E llo es nece) p ara que sea denom inado trab a jo consigo mismo, pero
iem pre b asta. La variación de los valores es h arin a de
costal.
A
que no rebase cierto grado, se considera norm al, pero las
cosas m ás descarnadas pertenecen a la patología. E n psi­
q u i a t r í a se conocen estados como la lla m a d a “ insensibilidad
m ó r b i d a ” : los pacientes se l a m e n ta n de que no son capaces
de am a r n i de sufrir, todo el m u n d o les parece desprovisto
d© a tra c tiv o y todo les resu lta indiferente. Pero debido a
ese m ism o estado e x p e rim en tan atroces suplicios, se culpan
de fríos e insensibles y se o d ian a sí m ism os...
Es obvio que en tales estados deja de funcionar el ap a rato
de las valoraciones, pero perm anecen los valores; de lo
con trario , ¿por qué to rtu ra rs e ? ... E x isten ta m b ié n estados
direc tam en te opuestos, escándalos de las valoraciones “ al
d esn u d o ” : excitaciones hueras, n o stalg ia in m o tiv a d a ,, odio
vago, éxtasis “ v acíos” e incluso el am or “en g e n e ra l” , es
decir, por todos y por nad ie en específico. Todo ello consti­
tu y e la a c tiv id a d de los péndulos que h a n com enzado a
balancearse, la p re d isp o n ib ilid ad in te rn a en su form a p u ra.
“ Déjalo que se ap a cig ü e” , “ no v ay a s a caer en m an o ard ie n ­
t e ” , estos consejos de la sab id u ría psicológica co tid ian a
por lo visto, tienen en cu e n ta in tu it i v a m e n te que la v a lo ra ­
ción “ p u r a ” busca y en c u en tra por sí m ism a con b a s ta n te
facilidad el objeto.
'
Ahora bien —y esto h a b rá que repetirlo una y o tra v e z todo lo que hace que nos transform em os de an im ales en
personas, de niños en adultos, de ind iv idu o s en persona­
lidades, lo que con stitu y e la m adurez del ser h u m an o , es
decir, el control consciente y v o litiv o de la conducta, el
control ta s a tiv o de las valoraciones, es ju s tam en te, desde
el p u n to de v ista de la n a tu ra leza y de su Juego de Juegos,
lo m ás ju v en il, inm ad uro y ambiguo.
La a c tiv id a d den tro de los lím ites de la razón sólo se g aran ­
tiza fisiológicam ente por u n a fran ja re la tiv a m e n te estrecha
de la posición cercana al centro de los péndulos: por el
m om en to, aquí to d a v ía los valores se tran sfo rm an en v alo ­
raciones o sucede otra cosa diferente: los valores se convier­
ten en estados; pero c u a n to m ás cerca se esté de los extrem os
con t a n t a m ay o r razón sucede lo con trario : la valoración
pasa a ser valor y el estado a l valor. “ E l a p e tito viene con
la c o m i d a . .. ” Las personas que s e d e j a n
l l ev ar
por una discusión, un im pulso amoroso o la bebida, aún
en cierto m o m en to saben y sien ten que dicen no lo que
deben decir, hacen no lo que deben hacer, s i e n t e n no
lo que tienen que sen tir: y, sin embargo, es por eso ...
Pero, ¿para qué t o d a esta charla sinuosa?
N o ta bene, u n poco de paciencia: e l a u t o e n t r e n a -
“es
pe or ” ,
E s tim a d o lector, todo esto no es ta n complejo y por eso
no es necesario m em orizarlo; lo único que im p o rta es tener
conciencia de ello o más ex a ctam en te , volver a tener concien­
cia y aprender de tiem po en t i e m p o ’ a recordarles a sus
[3]
35
sentidos ciertas verdades sencillas y evidentes que les con­
cierne a ellos mismos, a saber:
entre las posiciones extre m as de los péndulos, entre los
abismos y las cum bres, entre el “ t o d o ” y la “n a d a ” se en­
c u e n tran vastos espacios: colinas, valles y mesetas;
aquí es posible que a veces sea un poco a b u rrid o pero no
es. menos cierto que crecen las flores del eq u ilib rio y las
espigas del sentido común; a q u í, en la “fran ja m e d i a ” ,
vive y prospera m u l t i t u d de sutiles atractiv o s, cerca de
los cuales las personas de los extrem os y las personas de
los abismos y las cum bres p asa n velozmente, sin n o t a r ­
lo;
a su vez, el h om bre cabal en todos los sentidos debe cono­
cerlo todo: los nevados picos y las sim as, los p an ta n o s
y los campos y los pacíficos prados en medio del bosque;
son necesarios los arran q u es de ofuscación que quem an;
las frías tin ie b la s y el calor norm al, libre de convulsiones;no vale la pena m enospreciar n ad a y h a y que saber m u y
bien estar allí donde se quiera.
P s i c o l o g e m a i n f a n t i l
R espu esta: sí ... Si no son suyos o si Ud. se ha convertido
en otra persona.
P a ra d o ja de la so.brevaloración
— es lo que ocurre
an te el m iedo a la m u erte e incluso u n a ficticia am en aza
a la salud,
cuando se s ienten celos;
en los exámenes, al defender una tesis o al hacer uso de
la p a la b ra an te personas cuyas opiniones y apreciaciones
sirven de p u n to de referencia interno;
*
an te cu a lq u ie r am enaza al am or propio y a la p ropia es­
tim ació n ;
en todos los casos de fa lta crítica .de tiem po;
en todos los casos de creciente espera, cu a n d o antes de
lograrse u n objetivo cercano surgen obstáculos; d u ra n te las
in terru p cio nes insignificantes que se p roducen en cu alq u ier
cola,
en todos los conflictos, escándalos, discusiones, sobre todo
entre las personas que se estim an , etc. E n efecto, estos
son p recisam ente los estados paradójicos, aquel m ism o “ tro n ­
c o ” ...
E s t á bien claro lo que sucede con el p én d u lo : c u a n to más
fuerte éste se desvía hacia u n lado, t a n t o m a y o r es la fuerza
—p o te n c ia lm e n te — con que se dispone a moverse hacia
el otro lado. E l pén d u lo de la ac tiv id a d va. del tenáo estado
de v ig ilia al sueño profundo (en las personas sanas); dé
las convulsiones a u n coma av anzad o (en los epilépticos).
E l péndulo de las emociones se m ueve del Infierno al P araíso •
(un trag o de agua lim p ia para el sediento) y viceversa- (en
los n arcóm anos)... Se com prende ahora por qué una b i e n - _
av e n tu ra d a calm a está p re ñ ad a de pánico, cómo tra s la fiesta
sigue la tristeza como u na som bra, por qué n uevas alegrías
son nuevos desasosiegos, como co m p ra r un a u to m ó v il y
otras, es decir, círculos v erd ad eram en te viciosos que hace
tiem po hicieron n o ta r los sabios orientales, quienes reco­
m e n d a b a n d estru ir los deseos en aras de alcanzar el eq u i­
lib rio es p iritu al: P o r otra p arte , el valor in tern o puede com ­
pararse con u n clavo en el cual se balancea el péndulo de
las valoraciones.
E s ta s oscilaciones n a tu ra le s p e n e tra n en to d a n u estra vida
es p iritu a l y su com prensión a y u d a a prever y co n tro lar
ciertas cosas. P or ejemplo, si a Ud. le ignoran m a n ifie s ta ­
m en te ello significa que se in teresan por Ud., pero presen­
... Lloraban abuelo y abuela, Y la G a llin ita R ia b a
les dice:
“N o llores abuelo. N o llores abuela. Les traeré otro huevo, no de
oro, sino corriente...”
Se p r e g u n ta :
1. ¿A qué nivel de valoración ( = , ?,
!,oo) se h a lla b a
en este caso el huevo de oro? ¿Y a qué nivel el huevo corrien­
te? ¿Cuál es el rango del v alo r de uno y otro?
2. ¿Cuáles huevos son m ás rentables?
Las respuestas son claras: el huevo de oro es u n sobrevalor
típico; el huevo corriente es un v alo r y al m áx im o el valor
in d u d able. E l anciano y la an c ian a son pacientes típicos
de un dispensario de psiconeurología que h an sido v íctim as
de su prop ia sobrevaloración (que pasó por el pénd u lo em o­
cional de p o sitiv a a n eg a tiv a , del P araíso al Infierno).
E n cu a n to a la G a llin ita , ésta, después de d esem peñar p r i ­
m era m en te el pap e l de agente p s ic o tra u m a tiz a n te , de te n ­
ta d o ra fatal, reflexiona, sin em bargo, con rapidez pasa a
desem peñar el p ap e l de p sico terap eu ta: en lugar de pro ­
m eter pájaro volando, les ofrece en m an o u n huevo norm al,
de valoració n m edia.
P reg u n tam o s, ad em ás: ¿puede tenerse conciencia de una
sobrevaloración o d'e un su p erv alor subconsciente?
36
il
37
extenso: ¿por qué razón las situaciones graves y críticas
m o v iliz an y e s tim u la n a algunos a d a r de sí lo m ejor y a
otros, por el co n trario, los deprim en, desfiguran y defor­
man?
Pienso aq u í que la cuestión consiste, al menos en p arte,
en las p ropiedades in d iv id u a les de los mismos péndulos:
en algunos éstas se afian zarán con firmeza de los “ c la v o s ”
de los valores y, en otros, serán m ás inestables y se esca­
p a r á n fácilm en te a las zonas libres d.e control:' bien hacia
la p a r te de a c tiv id a d excesiva o bien —y aq u í encontram os
la m ism a d ia lé c tic a — a la d irec tam en te opuesta.
De aq u í se desprende una im p o rta n te co n clusió n :-cad a cual
tien e su zona óp tim a o registro de valoración, donde el re­
s u lta d o de. la a c tiv id a d corresponderá de la m ejor forma
al valor. P or consiguiente, no siem pre en todo la valoración
ó p tim a debe ser del m ism o rango que su v alo r correspon­
d ien te. M archarse con el fin de quedarse o retroceder con
m iras a vencer...
Todo de lo que se h a b la rá m ás ad e lan te está dedicado a
esto. Cuando estudiam os, tra b a ja m o s o am a m o s ponemos
en alto un as valoraciones e inferiorizam os otras; todo lo
que en nosotros h a y de hu m an o ha sido creado po r esta
doble p alan ca y el genio, t a l vez sea, n ad a menos que aquél
que la dom ine a la perfección.
tad o esta forma, resulta claro. ¿Pero qué respondería Ud.
si le digo que la persona que Ud. a d m ira g an a rá m u y fá­
cilm en te su desprecio?... No se so rp ren d a tam poco si el
m ás g a la n te caballero del b an q u e te re su lta ser u n v illan o en
la calle o en su casa, pues esto es t a n corriente como pasar
de los em briagadores besos a las bofetadas y viceversa, y
no dude Ud, que el in d iv id u o a te n to y servicial siempre
es un sádico. Si existe alguien que es propenso a la burla
contenida, podem os estar seguros de que esa persona es
irascible y se desconcierta con facilidad. E l m ism o nivel
de valoración, pero con signo co n tra rio : ta l es la a m p litu d
de la ob ligad a env erg adu ra del péndulo. E n el t r a t o con
los dem ás nos sentim os inclinados a contagiarnos del estado
del m ism o nivel de v aloración de n uestro in terlo cu to r, bien
de signo h o m ó nim o (s in cerid ad —sin cerid ad , desenvoltura —
d esen vo ltu ra, a n t i p a t í a — a n t i p a t í a , pánico— pánico), o bien
de^ signo co n tra rio (desenfreno—ale ta rg a m ie n to , a d m i r a ­
c i ó n - d e s p r e c i o ) . M ien tras m ás alto es el nivel de v a lo ra ­
ción, ta n t o m ás intensas las influencias recíprocas, ta n to
las p o sitiv a s como las n egativas. Pero no olvidem os que
existen valores y valoraciones aparentes, que entre la m a n i ­
festación de sen tim iento s y la tensión in tern a de los mismos
es m ás frecuente ver u n a relación inversa que direóta y
estas divergencias son t a n t o m ás agudas, c ua n to m ás de­
sarrollad o esté el intelecto. E l in d iv id u o que por sus m a n i ­
festaciones exteriores no rebasa los lím ite s de los dos p r i ­
meros niveles de valoració n , en muchos casos se asemeja por
den tro a u n a cald era de v ap o r: un buen día puede re v e n ta r
o bien puede suceder lo que es m ás frecuente: las ex p lo ­
siones se in terio riz an y a d o p ta n la forma de cie rta h ip e r­
tensión. O bien lo co n tra rio : los sujetos ex pansivos o los
que p or su género de a c tiv id a d (un a r tis ta , por ejemplo)
arro jan c o n tin u a m e n te las sobrevaloraciones hacia el ex ­
terior, en su v id a in te rn a tien d en al justo térm in o medio
y estas personas tien en m ayores p ro b a b ilid a d e s de v iv ir
u n a larg a vida.
¿Acaso merece la p ena h a b l a r sobre los abism os que m ed ian
en tre la discreción y el h erm e tism o , entre la d esenvoltura
y el desenfreno, en tre la firm eza y el fa n atism o , y con c u á n ta
fa cilid a d s a lta n de unos a otros nuestros péndulos? E l más
im p o rta n te de los sentidos es el de la m ed id a, en el cual
ta m b ié n h a y que o bservar el sen tid o de la m ed id a, en el
c u a l...
Pero a q u í vam o s a fo rm u la r u n a ú l t i m a p re g u n ta con la
que darem os fin a este c a p ítu lo que se va h aciendo algo
38
[3]
Compórtese como si y a fuera fe liz y U d. sentirá que lo es en
realidad.
D a l e Carnegio
4 ORDENE NO ENFERMARSE
(ni un sólo día sin autosugestión)
por no decir todos, ocurren gracias a la autosugestión. Yo
ex p e rim en to diferentes estados, ya se t r a t e de asistir a
un funeral o a u n a boda; en mi estado de ánim o siem pre
h a y algo para- m í y algo para los d em ás... “ Nos dam os
c u e r d a ” a nosotros m ism os cuando nos p reparam o s para
la in e v ita b le re y erta y to m am o s m edidas p ara refrenarnos
cuando deseamos aplacar un conflicto. Todo ello ocurre a
veces de modo t o t a lm e n te inconsciente, pero puede obtener
u n a forma consciente y precisa. Desde cierto p u n to de v ista,
la autosugestión es todo lo que nos ocurre. E s ta m o s sujetos
a la co nstan te hipnosis del m ás grande h ip n o tiz a d o r —la
r e a l i d a d — , y su agente p rin cip a l —el a m b ie n te 'humano*
Todo lo que ocurre se nos inculca, pero sólo si llegamos
a percibirlo.
Yo me eligo a m í m ism o
Hipnosis de Ja realidad
U[
i difícil h a l l a r un m o m en to en que esto no ocu■ p b i r r a - ¿ S e rá ^ ta l vez en el sueño? Es precisam ente
e* sueño donde se afianzan con m ás fuerza
las p rin cip a le s autosugestiones del día.
Desde muy temprano, apenas acabamos de despertarnos v
adquirir de nuevo conciencia de sí, es decir, una vez que
conectamos la corriente de las percepciones a la memoria,
—queramos o n o— comenzamos a ponernos a punto.
¿H an re p ara d o ustedes cómo se co m p orta una m u jer que se
acicala a n te un . espejo? E lla inculca con in ten sid ad a sí
m ism a que su aspecto es b a s ta n te ag radab le y, tal vez,
a t r a c t i v o ... E n ese m o m en to no se da cu en ta, desde luego!
que esta eje rcitan d o la autosugestión, que sim p le m en te la
esta p oniendo en p rá ctica. U n chófer de t a x i que se dispone
a re alizar el recorrido de la r u t a , m ie n tra s se acerca al
au to y cruza algunas brom as con sus com pañeros de tra b a jo ,
es p ro b a b le que no sospeche que en cierto lu g ar de su su b ­
consciencia, “o c u l t a m e n te ” , y a sus p iern a s se han puesto
tensas como si estu v iera a p u n to de a p r e ta r el acelerador,
su h a b i t u a l estado de atención aparece en escena, está presto
a re acc io n ar a las luces de los semáforos, a t r a t a r con los
p asa je ros...
Una m i r a d a m á s a t e n ta a nosotros mismos nos p e r m itirá
p erc a ta rn o s de que m uchos de nuestros cam bios psíquicos,
40
Si estoy acostado, no estoy sentado, y si estoy sentado,
no estoy de p ie... E n cada m o m en to podem os hallarn o s
en u n a sola posición, esto se com prende. Pero si estoy
de pie yo sé que puedo s en tarm e, si me encuentro acostado
(estando sano) sé que puedo le v a n ta rm e ... E n otras p a l a ­
bras, tengo la p o sib ilid ad de o tra posición, cierta p ro b a b il i ­
dad de ella. Incluso puedo p ararm e de cabeza si lo deseo.
To d a la serie de m is posibles posiciones el m a te m á tic o la
d en o m in ará “espacio de los grados de l i b e r t a d ” de m i
cuerpo.
De igual m a n e ra en cada m o m en to dado nos h a lla m o s en
un d ete rm in a d o estado psíquico. Pero la psiquis en su es­
pacio de lib e rta d lleva en sí en cada m om en to otras posi­
bilidades.
U n perro le viene a Ud. encima lad ra n d o . Tiene U d., por
lo menos, tres m odos posibles de reaccionar: echar a correr,
enfrentarlo agresiv am en te o p erm anecer pasivo. Im aginem os,
en p rim e r lugar, que sus actos se realizan conform e al p rim er
im pulso; supongam os que Ud. se asustó y h u y ó , que el
perro le dio alcance, se aferró a su p iern a y s i n t ió . U d . un
dolor ag u d o ... E n ese m o m ento el susto puede fácilm en te
trocarse en có le ra-y que, en todo caso, se reduce a cero la
p ro b a b ilid a d del estado de p asiv id ad que desde el m ism o
inicio era lo menos p ro b a b le ... Pero la reacción es im p u lsiv a ,
la elección de dicho estado la realizó la subconsciencia
y Ud. sólo resultó ser el ejecutor au to m á tic o de su “ vo­
lu n tad ” .
H e aquí otra v a r ia n te de la situación. Ud. es nn hom bre
41
joven, le aco m p añ a u n a m uch a ch a de la que está enam orado
ar d ie n tem en te. E l m a ld ito perro se lan za de nuevo y otra
vez el p rim e r m o v im ie n to suyo es retroceder, pero al in s ta n te
le golpea u n p en sa m ie n to : “ ¡Aquí está E l l a ! ” Y como es
lógico, en esta situ ació n Ud. m a n ifie s ta firm eza y pasa
a los actos enérgicos.
La autosugestión obró, pero Ud. no se dio cu en ta; sin em ­
bargo, ¡hubo autosugestión! Se le p o d ría ll a m a r incluso
sugestión: la presencia de su am ig a le sugerió valor, pero
ello no c a m b ia la esencia del problem a.
La autosugestión es la fuerza que a c tú a en el cam po de
lib e rta d de la psiquis; no to m a n ad a de la n a d a , sino que
lo único que hace es i n c re m e n ta r la p ro b a b ilid a d de uno
de sus posibles estados a expensas de otros. E s la redistri­
bución de laS' valoraciones internas. Es su elección de sí
m ismo. Elección que ra ras veces es consciente, pero en ello
reside su p ro p ia sab id u ría .
am istosa donde se suponía que todos debían estar alegres.
Pero, cosa ra ra, nadie estab a alegre, sino que todos se sen­
tía n dom inados por una fuerte ten sió n ... Lo único que todos
s ab ían era q u e h a b ía que estar alegres... Todos, en general,
lo deseaban, pero eso no b as tab a , era necesario que hubiese
algo m ás, que se crease un estado de án im o ... Se empezaron
a oír los acordes de la m úsica, comenzaron a contarse chistes,
h isto rietas y anécdotas (estamos considerando un grupo de
personas que son re la tiv a m e n te sobrias). Algunos em p e­
zaron a anim arse un poco, otros ib an a la zaga, p ro b a b le ­
m ente porque eran dem asiados los deseos que s e n tía n ...
A su vez, los que se m a n te n ía n rezagados c o n s titu ía n unq
tra b a p ara los dem as... La situ ació n se estab a to rn an d o
tensa, lan g u id ec ían las risas... Uno de ellos, con aire de
seriedad, por p rincip io no se reía. H a s ta que al fin se deslizó
un chiste ocurrente que provocó risas estrepitosas, el ins­
p irad o n a rra d o r se ap resu ra b a por co n ta r otros m ás, i n t e r r u m ­
pía otro que acab ab a de recordar algo chistoso, el c a m ara d a
que a d o p ta b a un aire de seriedad se sumó e sp o n tán e am en te
al jovial grupo: todo iba bien, se arm ó el bullicio y se desper­
tó la atm ó sfera... ¿No les resulta fa m ilia r esta situación?
A hora m irem os la cuestión desde el p u n to de v is ta psicoló­
gico y preguntém onos: entonces, en esencia, ¿de qué se
o cupaban estas personas en los p rim eros m in u to s del en­
cuentro?
R espuesta: de la autosugestión ,y de sugestionarse unos a
otros. De la re d istrib u c ió n de las valoraciones in tern a s que
ya h ab íam o s mencionado.
E stas personas se dieron sem isubconscientem ente el encargo
de “estar alegres” y b u scab an las vías p ara llegar a ' e s e
estado. N ecesitaban “ a b r ir s e ” . Las llaves p a r a ello fueron
los chistes, las anécdotas, en fin, la s itu a c ió n gen eral...
P or la esencia del p ro blem a, no o tra cosa es la que ocurre
cu an do "encargam os u n e s t a d o ” d u ra n te el A E o en otras
autosugestiones d e .c a rá c te r especial, como por ejemplo, en
los papeles que d esem peñan los artis ta s . Al p rin cip io sólo
se t r a t a de un im p ed im en to , una so m bra a lo sum o, el
esquema de la emoción o un signo convencional to d a v ía
sin v id a... Después, la v iv a sensación hecha carne que es
a rro jad a de la subconsciencia.
Esto es m u y p arecido a un recuerdo. C uando in te n ta m o s
recordar u n a p a la b ra o el apellido de alguien, estam os t r a ­
t a n d o de sacar de su e n v o ltu ra la form a oculta de n uestro
conocim iento que vive en la conciencia s o lam en te como
certidumbre del conocim iento en un m o m en to determ inad o .
Los s entid o s no deben ser c o ntro la b le s
con excesiva fa c ilid a d
Se necesita ser u n F la u b e rt p ara que n u es tra te m p e r a tu ra
suba v e rtigin o sam e n te m ie n tra s describimos la fiebre- es
necesario ser un G orki p a r a que al describir un pasaje donde
la h ero ín a es ap u ñ a le a d a lancem os u n g rito de dolor y vea­
mos u na m a n c h a roja en n uestro cuerpo. Sería dem asiada
t a i t a de ingenio si pud iéram o s, a m odo de robots, a d o p ta r
d ete rm in a d o s estados o prim iendo unos botones s itu ad o s en
el cerebro: con o p rim ir un bo tó n ex p e rim e n ta ría m o s éxtasis
y entusiasm o; con otro, nos conm overíam os y rom p eríam o s
a ’i ° r a r; un tercero nos tra s la d a ría a u n estado de jocosi­
d a d ... No h a r ía n fa lta la m úsica, la poesía o el teatro .
P o r el co n trario , lo m a ra v illo so es que los estados anímicos
no abedezcan a p ro g ram as p re v ia m e n te confeccionados, que
cu an do se h a b la de la necesidad de divertirse, sobrevenga
el a b u rrim ie n to . La p ro fu n d id a d del ser h u m a n o hace milem os que se m ofa de la necia in flex ib ilid ad .
Sin em bargo, es posible co n tro la r las sensaciones: h a y ce­
rr a d u ra s secretas p ara las cuales, con un poco de esfuerzo,
se p uede h a l l a r la llav e m ae stra que necesitamos.
E s t a d o “ po r e n c a rg o ”
D im e cuáles son tu s autosugestiones y te diré quién eres...”
Cierto g rupo de personas se re u n ió p ara celebrar una fiesta
42
[4]
43
Ya yo sé que.se, pero aú n no sé qué es lo que sé... E n tre la
subconsciencia y la conciencia está ten d id o el p u e n te de
los sí y los no. Y com ienzan a sucederse los esfuerzos in te r­
nos, “uno en el clavo y ciento en la h e r r a d u r a ” , tien e lugar
u n ta n te o de v a ria n te s ... La conciencia “e m p u j a ” a la sub­
consciencia... No, no es eso>.. Sí, eso m ism o es...
¿Acaso no es esto lo que ocurre cuando se t r a t a de resolver
un p ro b lem a difícil? Lo único que hace fa lta es recordar
poner al descubierto la solución cómo si ésta ya se en co n trara
o culta en algún lu g a r... E s decir, “e m p u j a r ” a la subcons­
ciencia a re alizar algunos esfuerzos tenaces... E n el caso,
de no ocurrir n a d a , se im pone lib era r n u estra m ente, dejar
de pensar, relajarse y seguir de largo (continúa el tan teo
interno) un a, dos, tres y h a s ta cinco veces... Con freóuencia
el recuerdo o la solución emerge po r si sola d u ra n te u na
pausa. A d e la n tán d o m e, diré que de m an e ra igual “sale a
la s u p erficie” el estado solicitado d u ra n te el A E . Es como
si la subconsciencia lo recordara.
les su m in is tra un a porción considerable de veneno: la creen­
cia es que sólo m o rirá el verdadero culpable.
L a autosugestión actúa cuando la cuestión está plan tead a así:
“ o esto o lo otro”; cuando el p l a t i l l o de la balanza oscila. S ú
efecto debe ser anticipado, tratando de penetrar a „ tiempo
en la subconsciencia, m oviliza r las reservas y desarrollar
una reacción en cadena antes de que logre hacerlo u n agente
de efecto contrario.
Considero, por ejemplo, que algunas personas se "embriagan
d esm ed id a m e nte por el sim ple hecho de que m a n tie n e n una
a c titu d irresponsable hacia su co m p o rta m ie n to . Y esta irres­
p o n s ab ilid ad no sólo consiste en la alteració n de la dosis
o reglas alim en ticias, etc., sino que es más, estas personas
no desean o no saben ap lica r una au to sug estió n p re v ia que,
con la m ism a concentración de alcohoj en la sangre m a n t e n ­
dría su estado aním ico y su co m p o rta m ie n to al n iv el debido.
El hecho de que esto es posible, de que tiene g ra n im p o r­
t a n c ia una predisposición previa, lo conoce todo sim ple
con su m id o r de b ebidas alcohólicas. P recisam en te, en este
a u to c o n dic ion am ien to previo consiste, por lo visto, el secreto
p rim o rd ial del llam ad o “ arte de b e b e r” (Lo dicho no sig­
nifica que el a u to r apruebe la p rá ctica de em briagarse
h áb ilm en te).
Nos queda to d a v ía un pro b lem a b a s ta n te p ráctico, como
es el caso de un resfriado o una infección... Una persona
aú n está sana, pero atra p ó u n , f u e r t e resfriado o se pone
en contacto con u n enfermo; existe un a seria am enaza. La
cuestión que se p la n te a es la siguiente: ¿enfermarse o no
enfermarse?
Los mecanismos de causa y efecto del cuerpo y la psiquis
son complejos en extrem o, casi nunca se puede saber con
e x a c titu d por qué el ser h u m an o se enferm a o por qué no
se enferma. Pero yo lo sé con certeza por experiencia propia
(basada en un núm ero b a s ta n te grande de observaciones):
a pesar de que me h ay a resfriado, no im p o rta con quien
me h ay a puesto en contacto, si yo logro p re v ia m e n te ejerci­
t a r u na in ten sa autosugestión (desprovista de palab ras, pero
carg ada del sen tido siguiente: me m a n te n d r é sano), ni el
resfriado ni la gripe- me a t r a p a rá n . Lo i m p o rta n te es no
dejar escapar el m o m en to ...
Quiero que me c o m p re n dan co rrectam en te. Al ser h u m an o
no se le puede obligar a no enferm arse, pero el m ismo puede
im ponerse esa obligación. No son raros los casos opuestos: una
persona se enferma en un m om ento to ta lm e n te in o p o rtu no ,
como si fuera adrede, cuando eso 110 puede p erm itirse de
Dé órdenes de no enferm arse
N o es fácil comprender la naturaleza de la autosugestión
porque ésta casi siempre se entrelaza con otras fuerzas más
evidentes. Podemos confiar en ella, pero ésta no se somete
a cálculo. Dos enferm os que padecen de la m ism a enferme­
dad t o m a n el m ism o m ed ica m en to prescrito po r un m ismo
f a c u lta tiv o . Uno de ellos m ejora y el otro em p e o ra... Por
supuesto, la causa puede buscarse en la diferencia de consti­
tu ción física, en la desigual composición q u ím ic a del or­
ganism o que in te ra c tú a con el m ed ica m en to . P ero la e x p li­
cación t a m b ié n puede darse p o r la diferencia de te m p e ra ­
m entos psíquicos: uno tiene esperanzas de sanar, pero el
otro no ... Es posible que uno de ellos mejoró sólo en cierto
m om en to, en form a casual, y ello resultó suficiente para
que la fuerza de la autosugestión se p usiera en m arch a y
creara una reacción en cadena, m ie n tra s que con el otro
sucedió lo co n tra rio ...
P or experiencia profesional y personal me consta que la
au to su g estión puede t a n t o in ten sificar como a te n u a r el efecto
que ejerce todo tip o de fenómenos quím icos sobre el orga­
nism o y el cerebro. Claro está que la autosugestión no puede
e v i t a r el efecto de grandes dosis nocivas y tóxicas. Pero
si al m enos ex istiera un m ín im o de p o s ibilid a d es... En
algunas trib u s salvajes aú n existe la costum bre de buscar
a los culp ab les entre un grupo de sospechos a los que se
44
[4]
45
nin g ú n m odo ... Usta situ ació n es parecida a loä estados
parad ó jico s (véase m ás atrás). E s b a s ta n te grande el n úm ero
de personas que saben enfermarse cuando lo necesitan ¡Y
se en ferm an de verdad!
Rpcibí u n a ca rta de u n lector en la que expone u n a idea
curiosa. La esperanza m ed ia de v id a en el ser h u m an o , de
70 años ap ro x im a d a m e n te es —en opinión del a u to r de la
c a rta
el re sulta d o de u n a sugestión m u t u a en tre las p er­
sonas p ra c tic a d a a gran escala. D u ra n te to d a su v id a los
seres h u m an o s se inculcan unos a otros la idea de u n espacio
de tiem p o casi como éste y po r ello viven ta l nú m ero de
años. Pero si se u b ica ra a un a persona c u a lq u ie ra en una
sociedad de longevos donde “es c o s t u m b r e ” viv ir, po r ejem ­
plo, h a s ta 200 años —de lo con trario , no se concebiría
esa i d e a — dicha persona h a r ía un esfuerzo por v iv ir un
n um ero de años m ás o menos igu al...
E ste ra zo n am ien to no es ta n fan tástico . P or supúesto, el
envejecim iento es un proceso de m ucha co m p lejid ad , que
tiene u n a gran c a n tid a d de cam bios orgánicos por el m o m en to
irreversibles e incontrolables, p ro gram ad os en lo f u n d a m e n ­
t a l desde el p u n to de v is ta genético. Pero la fuerza p síq u ica
—esa que d en o m in an v o lu n ta d de v i v i r — , desempeña en
el caso de la vid a un enorme p ap e l y esto lo saben los m is­
mos ancianos y aquellos que les rodean. Cuán rá p id a m e n te
envejece quien está p síq u icam en te destrozado y cuán i n ­
q u e b r a n ta b le es la convicción en la p ropia s alu d, y sobre
todo, en la necesidad de c o n tin u a r v iviendo, de aq u ellas
personas que viven largos años. E n efecto, a q u í n un ca se
sabe cuál es la causa y cuál el efecto: si el ánim o es re sulta d o
de la autosugestión o la autosugestión es re su lta d o del
ánim o. Pero ésto no re su lta t a n i m p o rta n te , sino que al
menos uno sirve de apoyo al otro.
como no sea a trav és de la propia tensión, y del tim b re
depende que se e m ita u n a corriente o no, es aq u í donde
se ponen de m anifiesto estas facultades excepcionales.
Mis colegas extranjero s, los doctores Lang, K a m iy a y Miller
no d a b a n instrucciones ni tam poco e s tim u la b a n a las per­
sonas que h a b ía n dado su c o n se n tim ien to en someterse a
un ex p e rim en to : sim p le m en te les p edían conectar un t im b r e
y a c o rta r las franjas reflejadas sobre una p a n t a ll a del modo
que ellas e s tim a ra n convenientes.
— ¿Pero, cómo, si no tengo n in g ú n botón?
— H a g a el i n t e n t o ... A d op te un estado ta l, de modo que
eso suceda.
— ¿Qué estado?
— P ruebe u ste d ...
La señal del tim b r e o las franjas conectaron a unos c a p ta ­
dores que se encargaban de t r a s la d a r los ritm o s del cerebro
p rovenientes de las cabezas de las personas s o m etid as al
experim ento y, en otras p ruebas efectuadas, los ritm o s ca r­
díacos y los índices de la tensión sanguínea. ¡Y la m ayo ría
de estas personas lograron lo que querían al cabo de cierto
tiempo! Al re g u la r el sonido del tim b re, la lo n g itu d de la
fran ja, etc., re g u la b a n sus ritm o s cerebrales y cardíacos,
la tensión sanguínea y algu n as o tras funciones del orga­
nismo.
A cada una de estas personas les costaba t r a b a jo describir
lo ocurrido. A lgunas de ellas “h u r g a b a n ” algo en su interior;
otras t r a t a b a n , cada cual a su m odo, de relajarse o m a n t e ­
nerse en estado de ten sió n ... Lo p rin cip a l era h a lla r “ese”
estado al menos u na vez: entonces ya re s u lta b a b a s ta n te
fácil repetirlo y fijarlo.
Un ta n te o intern o de los estados, divagaciones accidéntales,
p ruebas y errores y cierta com unicación inversa, que da
la señal del cam bio de funciones: he aq u í todo lo que se
refiere al m étod o de m e te r “c la v o s ” ... “ Los c la v o s ” se
m eten en los estados propios de cada cual, pero la atención
está dirig id a a las señales de la com unicación inversa.
E l A E e x p e rim e n ta l
H a ce varios años qué los hom bres tu v ie ro n conocim ientos
de las fa cu ltad es de yoga de los an im ales. Las ra ta s , los
perros y los gatos p u ed en a u m e n ta r y d is m in u ir la frecuencia
de su pulso, re g u la r la ten sió n s an g u ín ea, m o d ificar la ac­
t i v id a d de lös riñones, in flu ir sobre las corrientes biológicas
del cerebro y la afluencia de la sangre al oído derecho o
izq uierd o : en u n a p a la b ra , hacen consigo m ism os todo lo
que les plazca con ta l de e v ita r el dolor y procurarse los
alim en to s. Si por ejemplo, en c u a n to baja la tensión suena
un t im b r e y no existe otro m odo de influ ir sobre el tim b re,
46
U n rezo para sí m ism o
Cuando se reflexiona en las experiencias de la autoregulación ex p e rim en tal em piezan a com prenderse de una m anera
n ueva algunos hechos s o b ra d am en te viejos.
¿Qué hace el creyente cuando pide salud, inspiración o
éxitos? ¿Acaso no realice in v o lu n ta ria m e n te el m ism o “em ­
p u j o ” de la subconsciencia? ¿No está p ra ctican d o la auto[41
47
sugestión, aunque de un a forma po ética y ela b o rada d u ra n te
siglos?
E l creyente se fía de un a poderosa fuerza ex tern a en cuya
existencia cree, sin sospechar que esta fuerza se h a lla en
él m ismo. Se ha acostu m b rad o a considerarse un ser b a s ta n ­
te insignificante. P ide m ilagros a un ser s o b re n atu ral y
los obtiene de sí m ismo. E l aspecto esp iritu al del ritu a l,
n a tu ra lm e n te , no se agota con la fisiología.
Vencer la ira es mucho m ás d ifíc il para aquel que todavía
no sospecha que tiene ese defecto, pero más fácil para quien
haya advertido que en él existe, pues ya sabe contra qué debe
actuar, quién es su verdadero enemigo', ya siente que en todos
los hechos y situaciones irritantes su acción debe estar en­
filada en lo fundam ental no contra esos hechos y circunstan­
cias, sino contra su propia ira... entonces triunfará sobre
e lla indefectiblemente y las circunstancias y los hechos
que la producen desaparecerán después por sí solos,
N . V . Gógol
5 UN DIABLO
AL CUAL YO CONOZCO
(Qué cosa es el AE)
Otras acla r ac io n es que h a r e m o s sobre la té cn ic a gene ra l de la a u t o s u g e sti ó n . El
a u t o e n t r e n a m i e n t o es el c o n tr o l c o n s c i e n t e de lo i n c o n sc ie n te . U n sobrio a u t o ­
a n á l i s i s y un p l a n t e a m i e n t o claro de los pr oble m as in tern os so n c o n d i c io n e s del
é x i t o . El Con trola do r In ter no es la Libert ad lnt orna . E l retor no a la a u t o i n t u i o o n .
P a ra los que p ien san seguir leyendo
1
a u to r tu v o el p re sen tim ie n to de que este libro
sería leído por dos categorías ex tre m as de lecto ­
res. A u n a de ellas no le gusta elegir; exige p re ­
cisión, sistem atización, consecuencia y carácter
concreto, es decir: qué, para qué y cómo. A la o tra no
le agrad an las instrucciones ni las orientaciones, es sen ­
sible a las triv ia lid a d e s y busca alim en to p ara el in te le c ­
to y las emociones estéticas.
E n t r e estos ú ltim o s h ab rá, posiblem ente, quienes aprueben
la idea del A E , pero sin embargo, no se d ecidirán a ejerci­
tarlo. Los m o tiv o s pueden ser diversos. Uno de ellos es
la resistencia in te rn a a lo obligatorio, p ro p ia de casi todas
las personas. En efecto, son t a n t a s las obligaciones que
tenem os...
49
q ,u isiera sep a rarm e de n adie. P o r supuesto, el A E
e n pq?«U|i f e . p roporci.0 ^ a r J 1° que se tom e del mismo; pero
en este lib ro no se deja de m en c io n a r que cada uno de no-
SV? deSea ° no’ de unaíorma uotra
ta
pDrac°tican
ra c tic a ?laa imPt°r
autosugestión
y ejercita consigo m ism o cierto
u to e n tre n a m ie n to in d iv id u a l con frecuencia sin notarlo.
sí sÍ W « !naí
cómo
tid o
r 6St® Iibr° esta tarea se hace más fácil,
r T m ' S m9S co m p re n sib le en cierta m ed ida
p ender de S1 « « « n o , consideraré cu m p lido m i come-
¿Y Ud.?
A n te Ud. h a y cinco au tov alo racio n es típicas. A unque en
a fnclu?rsfi°finX1Ste U,?a oí)jetividad rigurosa, pruebe usted
a incluirse en una de esas categorías.
1. “Vida s in esperanza, sin a leg ría ”.
Mi estado es siem pre penoso, a to rm e n ta d o y catastrófico,
no soy en ab solu to asi como debe ser u n a persona cabal
y s alu d able ; no me controlo en lo m ás m ín im o : es m i estado
el que me gobierna.
2 . “R a ro s resplandores”.
La m a y o ría de las veces me siento y com porto no como
yo quisiera; solo a veces h ay m o m en to s en que me siento
co m p leta m e n te dueño de m í m ism o y ex p e rim en to u n a arm o ­
n ía in terio r, asi como arm o n ía en tre el m u n d o y yo
P ero estos in s ta n te s son raros y yo quisiera hacerlos per­
m an en tes.
v
8. “Con éx ito s a
l
t
e
r
n
o
s
5. "R esplandor total”.
Controlo el estado de m i cuerpo y de m i psiquis co n stan te
e i n in te rru m p id a m e n te , no esixten m om entos en que ellos
no me obedezcan. A cada in s ta n te soy por com pleto dueño
de m is actos, in d ep e n d ie n tem en te de las condiciones ex terio ­
res. Según m i parecer, me propongo a d o p ta r determ inados
estados de acuerdo con m is pro g ram as y los consigo sin
d ificu ltad . Puedo t r a b a j a r al 100% de mi capacidad cuando
ello es necesario y, cuando es posible, disfru to del descanso,
la t r a n q u i l i d a d y las distracciones. A mi todo me sale bien
siempre.
Las calificaciones pueden ab arcar períodos largos y cortos:
es posible que, por ejemplo, en un día se logre el “suspenso"
y en cinco m in u to s el " so b re s a lie n te ” . Lo decisivo, al p a ­
recer, es la sum a de calificaciones,, su pred o m in io . Los que
h a y a n obtenido suspenso de calificación t o ta l necesitan asis­
ten c ia m édica. P a r a los que tien en “raros r e s p la n d o re s ”
les re su lta ta m b ié n m u y conveniente: por lo menos, n e­
cesitan de vez en cu an d o tener un co n tacto personal con
un p sico terap eu ta. T a n to los “suspensos” como los “re g u ­
la r e s ” necesitan, in d u d a b le m e n te , del A E y p a r a aquellos
que están “en o r d e n ” e incluso para los que se califican
como “re sp la n d o r t o t a l ” tiene sentido d o m in a r el A E desde
el p u n to de v is ta p rofiláctico.
Origen del AE
“A ú n ante s de que comience a oirse el sonido de S u voz, aún cuando sólo la
escucho m en tal m en te o aparece Ud. en m i imaginación, cuando nada, abrrluta mente nada sucede, y a yo siento que se establece un contacto'. M e es tan
j á c i l conseguirlo t o d o fi ándome de esta sensación tan i m po r ta n te y saber que Ud.
existe. Pero me pare ce que en todo esto desempeño un p a p e l que si no ex f u n ­
d a m e n ta l no deja de ser menos im p o rta n te : todo ¡o que Ud. da se hace mío y
está a m i disposición, y me parece que sobre esa m ism a base pueda creñrme yo
mis mo, puedo i n v e n ta r mis e s t a d o s . . . ’’
D e l diario de un paciente
'
No puedo decir que esté c on te n to conmigo m ism o, pero
tam poco quiero l a m e n ta rm e . Todo puede ocurrir: períodos
depresivos, p érd id a del estado de án im o, del vigor y del
au to c o n tro l a veces aparecen n a t u r a l m e n t e por sí solos
pero lo m ás frecuente es que se pro d u z can bajo el influjo
de causas b a s ta n te com prensibles. Pero, en líneas generales
lo deseo
°’ ^
E n los años 20—30 de nuestro siglo,- el p sico terap eu ta a le ­
m á n doctor S hültz se dedicaba a la hipnosis, les inculcaba
a sus pacientes la idea de un estado de calm a, re la ja m ie n to
y sueño p a rc ia l o t o t a l h asta que se dio cu e n ta que ellos
m ismos p o d ían autosugerirse esos estados. M ientras m ás r á ­
pido lo lo g rab a n , t a n t o m ejor m a rc h a b a la curación, d is ­
m i n u ía y desaparecía la dependencia del m édico y aparecía
la confianza en sus p ro p ias fuerzas. E s tim u la d o por este
éxito o b tenido por alg un a s personas, Shültz comenzó a e n ­
señar a todos sus p ac ien tes m étodos de co ncentración y
SÍempre puedo d o m in arme. No siem pre
4. “E n orden”.
E n el fondo, no puedo q uejarm e. Sólo en d ete rm in a d o s
m o m en to s —u n a fuerte fatig a o sob re carg a— siento que
se hace m as difícil m a n te n e r el control de m i estado. E n
esos m om en to s to m o m is m ed id as y me norm alizo con
facilidad.
50
[5]
51
bien. Esto no es solam ente un “ diag n ó stico ” , sino el co­
mienzo de la superación. Si m iram o s la faz de nuestro estado
fijam en te y sin tem or, éste, en la m ay o ría de los casos,
no resistirá esta m ira d a ...
Sin d u d a que la tare a no consiste en entregarse a la autocontem p lac ión : ésta sólo es necesaria d u ra n te u n tiem po. E sto
es igual que e v a lu a r la posición en u n a p a r ti d a de ajedrez,
en la cual deben analizarse las v aria n tes y la p ró x im a jugada.
El trab a jo con v istas a la puesta del orden in tern o debe
ocupar, a fin de cuentas, u n m ín im o de tiem po.
H e aqu í un ejemplo de precisión en el p la n te a m ie n to de
los problem as internos.
autosugestión y creó ejercicios p ara la curación de las n eu­
rosis que recibieron el n om bre de “en tre n a m ie n to a u tó g e n o ”
o a u to e n tren am ien to . “V ía de e n tre n am ien to hacia la autoh ip n o s is ” es la denom inación que S hültz les dio a estos
ejercicios, a u n q u e h a s t a el .presente diferentes médicos y
psicólogos en tiend en po r “ a u to h ip n o s is ” d is tin ta s cosas.
Los m érito s del doctor Shültz son grandes, pero este es
u n cam po donde es difícil h a b la r de p rio rid a d . E l sucesivo
re la ja m ie n to de Jacobson, los m étodos de autosugestión de
Cue, A sturel, los m étodos de n uestro célebre c o m p a tr io ta
B éjterev y otros: todo esto se parece en muchos aspec­
tos.
Los m étodos de autosugestión pasan de unos cam pos a
otros, c a m b ia n su dirección pero no su esencia. A ntes esta­
b a n unidos a la m ag ia y la religión y ahora se acercan cada
vez m ás a los aspectos p a rtic u la re s y u ti li t a r i o s de la v id a ...
Es ev id en te que h a y verdades que necesitan ser redescubier­
ta s co n stan te m e n te. Cada época les confiere su p ro p ia re­
sonancia.
E l A E h a hecho su e n tra d a en el m u nd o . E l p rin cip io de
indep en d en cia se s u s ten ta de m uchas formas: algunos m é­
dicos al acercar de nuevo el A E a la hipnosis, organizan
una enseñanza a base de la fuerte dependencia del preceptor,
es decir, m e d ia n te la hipnosis se llega al a u to e n tren am ien to .
Otros t r a t a n de h a l l a r m étodos que p u ed a n ser aplicados
de m a n e ra in d ep e n d ie n te y que estén al alcance de todos,
o sea hacer del A E u n a c u ltu ra p síquica general (a estos
ú ltim o s pertenece el a u to r de estas líneas).
De u n a y otra forma el A E hace tie m p o que ha rebasado
el m arco de la m edicina, personas c o m p leta m e n te sanas
—deportistas, por e je m p lo ,— aplica n u n a v arie d ad del m is­
m o den o m in ad a “en tre n a m ie n to p s ico rreg u lad o r” . Algunas
v a ria n te s se a p lica n en la pedagogía, en el tra b a jo con
adolescentes, en el estudio de lenguas ex tra n je ra s y así
sucesivam ente. La cuestión se en cam ina h acia la creación
de u n a m u l t i t u d de v aria n tes.
“ M U enemigos internos son los siguientes:
1. Indolencia, pereza, inercia, d i f i c u l t a d p ar a dar inicio a una a c t i v i d a d
y p a s a r a o tr a ; resistencia constante a lo necesario; siempre busco y hall o
mo tiv o p a r a el a pl aza m ien to .
2. .Inse gu rida d en m is relaciones, temor a la torpeza, a l absurdo, a las bur­
las y reprobaciones, y de ahí, j a i t a de decisión y excesiva brusquedad.
3. Cons ta nte “ machaqueo” interno de todo lo malo, inquietud, cierta vaga
preocupación, debido a esto re su lta d if íc il quedarme dormido.
E st o aún no es t odo, pero es proba ble que sea lo f u n d a m e n t a l e n este momento.
Pero veamos el "proyecto del yo" que quisiera r e a l i z a r cuanto ante s con a y u ­
da del aut oe ntrenami ento:
. . . . . . .
>
1. E n el trabajó, los reflejos: "hace f a l t a — lo hago , te rm in e
desconec­
té", ánimo, fa c ili da d, precisión.
2. E n las relaciones sociales: seguridad n a t u ra l , serena benevolencia.
,1. A solas consigo mismo: o p t im i s m o , buena disposición de ánimo.
B . G . , c ola b orad or c i e n t í f i c o ” .
La definición ex a cta de los “enemigos i n t e r n o s ” y la con­
fección del “proyecto del y o ” , ya es un gran logro. Pnrn
aquellos que no desean v iv ir una sim ple v id a anim alv eg e tativ a, esta operación, por lo visto, debe repetirse de
tiem po en tiem po a diferentes escalas: desde un in stan te
—ahora y a q u í — h as ta la revisión de la v id a com pleta
(hacer u n a confesión a otra persona es f u n d a m e n ta lm e n te
un m edio de hacernos la confesión a nosotros mismos).
E n efecto, para alg u nas personas este tip o de au to exam en
se convierte en u n a distracción in d iv id u a l a la que se le
dedica enorme c a n tid a d de tie m p o pero sin m o v im ien to ,
m as en este caso no se puede ind icar u n a m edida.
u n a sim p le co stu m b re
M uchas personas no p ueden controlarse por la sencilla razón
de que no se d a n cu e n ta con suficiente c la rid ad de qué
es lo que les ocurre. Se dejan “ a r r a s t r a r ” y no t r a t a n de
darse p o r enterad o de la situación.
P o r otra p arte , sólo u n au to a n álisis, una definición de
nuestro estado en u n m o m en to dete rm in a d o hacen un enorme
¿Cuándo se puede comenzar?
La capacidad p ara la autoobservación co n cen trad a en una
persona corriente se desarrolla a p r o x im a d a m e n te hacia los
12 años, con un m argen m ay o r o m enor de dos años. E sta
es la edad ap ro x im a d a en que se puede p ra c tic a r el AE. Para
rtsi
53
p lan tea rse tareas in tern a s conscientes (estar sereno, superar
la pereza, etc.) se necesita cie rta o b je tiv id a d y es p íritu
crítico consigo m ismo.
P or supuesto, no es posible establecer u n riguroso lím ite
de edades: en algunos ad u lto s a d a p ta d o s a la vid a el m ín im o
i n te le c tu a l necesario p a r a el a u to a n á lisis no se alcanza.
Otros son dem asiado vagos en sus m o tiv acio n es y e x tre ­
m a d a m e n te dependientes. A estas personas les a y u d a n más
las formas de ocupación colectivas.
el AE. P ara cada cual que lo p ra ctiq u e es térra incógnita
(tierra desconocida).
Ud. busca su óptim o , sus posibilidades ocultas. En esta bús­
q ueda tendrá, in e v ita b le m e n te que colocarse en nuevas
condiciones, ..realizar acciones inusuales y alejarse de ciertas
costum bres. A ciertas personas desconfiadas esta necesidad
causa in q u ietu d desde el p rim er m om ento. Y de repente
cu a lq u ie ra sabe lo que puede o cu rrir... no sería preferible
dejar las cosas como están: el diablo que y o 'c o n o z c o es
mejor que el diab lo desconocido. La ab u n d a n c ia de lo des­
conocido y lo in d eterm in a d o , la necesidad de au to a n a lizarse y, sobre todo, de decidir por sí m ism o cómo ac tu ar
en el fu tu ro puede causar en las personas propensas a la
inseguridad y a la tensión un estado de tensión a ú n m ay or.
C o n sta n tem ente e x p e rim en tan el tem or de que cu a lq u ie r
cosa que h ag a n no la hacen como es debido, a alg u n as de
estas personas les es im posible prescindir del apoyo que
les b rin d a la sugestión desde afuera; adem ás, esta tensión
asociada al tem or de no com prender las exigencias del m é­
dico o re su lta r “no s u g es tio n ab le” se presenta con frecuencia
en las sesiones de sugestión.
A veces una fuerte in q u ie tu d in tern a hace que rechacemos
los ejercicios de autosugestión, pero si a pesar de esto se
logra no tem erla, casi siem pre se arreglan las co sa s.'A veces
ta m b ié n h ay que detener a los a u to e x p erim en tad o res de­
m asiado celosos. Más tard e les a y u d a y a el m ism o AE,
ya que éste es un m edio que crea el sen tid o de la
m ed ida.
A veces es ú til recordar que tod a n uestra v id a h a b itu a l
ta m b ié n no es más que un experim ento, u n a sola cosa de
la masa de lo posible, pero inconscientem ente consideramos
esto como algo que por sí solo se sobrentiende. Toda pres­
cripción m édica t a m b ié n es un ex p erim ento , puesto que su
efecto no es predecible en el 100% . N u estra natu ra leza
co n s tan te m e n te busca y ex p e rim en ta ella m ism a y no está
m al que la ayudem os.
¿Quién puede y q u ién no puede practicar?
“A n t e todo no causar daño". E l A E se aju s ta por entero
a este p rim e r precepto de la m ed icina. E n to d a mi profesión
no he observado ni u n solo caso de com plicación relacionado
con el A E . Es cierto que en el c o n te xto del A E h a tenido
lu g ar el em p e oram ien to de algunos pacientes, pero el m ismo
A E no h a sido cu lp ab le de ello. No es posible p ra c tic a r
el A E s olam ente en el c o nte x to de enferm edades que tienen
un desarrollo m a r c a d o —vasculares, infecciosas y p s íq u ic a s — :
en ese m o m en to no se puede predecir el efecto de toda
oscilación co m p le m e n ta ria que tiene lug ar en d ete rm in a d o
estado. Pero entonces, por lo general, no es el m o m en to
p a r a él A E . E ste puede ser incorporado más adelan te,
cuando el estado esté su ficien tem en te definido.
Si Ud.‘ es p rá c tic a m e n te sano en todos los sentidos, pero
sólo sufre, por ejemplo, de un a excesiva tim id e z, puede
p ra c tic a r el A E sin necesidad de la consulta p rev ia de
un médico. E ste tip o de consulta es deseable si Ud. tiene
desajustes en el sistem a card io v ascu lar, la c o ntra íd o una
en ferm edad psiconeurológica o padece de ta rta m u d e z . No
está excluido que el médico no le dé a Ud. u n a respuesta
p o sitiv a o n eg a tiv a . E n este caso Ud. es libre de decidir
por si m ism o , la a y u d a que podemos darnos a nosotros
m ism os no excluye c u a lq u ie r otro tip o de a y u d a . La p rá ctica
del A E de n i n g ú n m odo entorpece el efecto de los m ed ica­
m entos y procedim ientos fisioterapéuticos. P o r lo contrario,
u n a cosa a y u d a a la otra, y a que en todos los tipos de cu ra­
ciones está presente la autosugestión.
Todo marchará a la perfección si Ud. actúa metódica y consecuen­
temente, intensificando de manera gradual las exigencias p a r a con­
sigo mismo.
E l te m o r a que no s alg a bien.
Regla de la a u to e x p e rim e n ta c ió n
M ediante p ruebas cuidadosas comience nuevas m ed id as y
ejercicios. Los pequeños s ín to m a s negativos no deben des­
concentrarle al principio, esto es sim p le m en te una m a n i ­
Si existe el deseo de c a m b ia r s eriam ente en algo, el autoexperim e n to es in e v ita b le como quiera que se h a y a concebido
54
[5]
55
festación de la inercia. Escúchese a sí mismo atenta y con­
fiadamente y Ud. logrará todo lo que desea.
perversión co tid ian a de la civilización se las ingenian de
c ie rta form a p ara atenerse a lo n a tu ra l con facilidad y sere­
n id ad . E stas personas son m o deradas, vivaces, flexibles en
su régim en; no se p erm iten excesos n i razo n am ien to s es­
peciales, siem pre saben y hacen lo que v erd ad eram en te ne­
cesitan. Son u n a especie de talen to s de la autoconservación
y al parecer co n stitu y en el esqueleto m ás s alu d ab le y longevo
de la h u m a n id a d .
Es posible que d entro de poco los datos de la ciencia y la
sa b id u ría i n s t in t i v a - in t u i t i v a del organism o confluyan en
un todo único: en el arte y la ciencia de v iv ir correctam ente,
es decir, la ortobiosis con que soñó M échnikov.
;
Una a t e n ta y serena autoobservación a y u d a a restablecer
por lo menos u na p a rte de la a u to in tu ic ió n ahogada y a te n ­
der de nuevo a su verdadera n a t u r a l e j a ; se puede ser exigente
y ate n to consigo m ism o sin m an ife s ta r celo excesivo, se
puede confiar en su propio estado de ánim o como en un
amigo; escucharse a sí m ismo como a un sabio preceptor,
pero no como a un m an u a l de m ed icina que d iv ulg a todo
género de enfermedades.
U d. sabe de si m ism o m á s de lo que piensa
f í a y voces que resuenan desde las m ism as profu n d idad es
de nuestro ser. Son las quejas y las proposiciones del orga­
nismo, los ruegos y las órdenes del cerebro m ismo. A veces
se oyen ta n alto que no nos queda m ás remedio que obede­
cernos de in m ed iato , pero la m ay o ría de las veces son sordas
e incom prensibles.
E n cada uno de nosotros existe la au to in tu ic ió n n a tu ra l.
Mas solo los niños la conservan h as ta cierto tiem p o en forma
pura, m ie n tra s to d av ía están m ás cerca de sus bestiales
antep asad o s que de sus padres. E n forma p u ra , pero inconsciente y po r la m ism a razón im p o te n te ... El em barazo
y algunas enferm edades agudizan la a u to in tu ic ió n . A su
vez la persona que se va h aciendo a d u lta , al someterse
a las exigencias ex te rn as oye con m a y o r dificu ltad las voces
internas. E sta persona come cuando no quiere y no duerm e
cuando lo desea, su m o v ilid a d es frenada desde la m ism a
infancia, cuando al p rin cip io lo oprim en con pañales y
despues no dejan de asediarlo: “no des v u e l t a s ” , “ deja de
m o v e r t e ” , “sié n ta te con t r a n q u i l i d a d ” ... Se le olv id a correr,
saltar, tre p a r y g a te a r y al poco tiem p o deja de ser un politlo n is ta n a tu ra l; t a p a los postigos y en lug ar de aire respira
los desechos de su organismo, a un q u e to d as sus células
exigen la afluencia de iones frescos y de oxígeno. Un gran
num ero de reflejos condicionados am biguos confunden por
com pleto sus deseos y aparece u n a nebulosa m u l ti t u d de
seudodeseos y seudonecesidades que ahogan las verdaderas.
£j1 p rim e r cigarrillo y la p rim era copa de licor son d ete sta­
bles, casi todo lo d an ino o superfluo se hace n o ta r con sen­
saciones desagradables au n q ue lig era m e n te perceptibles, pe­
ro esclavo de la civilización forzándose h ero icam en te a sí
m ism o logra que su organismo al parecer dé su consenti­
m ien to a todo. H a s t a u n m o m en to d ete rm in a d o.i.
E l m a l consistiría en que la a u to in tu ic ió n se ahogara en
nosotros por com pleto. P o r suerte, en los m om entos de
s e n o s peligros ésta se despierta en la m ay o ría de los casos
y no re s u lta ta n fácil som eternos por la fuerza d e f in itiv a ­
m ente. Pero esto se refiere, en lo fu n d a m e n ta l, a las bruscas
y m o m e n tá n e a s alteraciones del eq u ilib rio interno. Las m ás
peligrosas son las pequeñas, ya desagradables pero aún to ­
lerables desviaciones. Sólo algunas personas dentro de una
56
Sobre los lím ite s de lo posible
AL ser h u m an o , según todas las apariencias, no le va peor
si sabe que sus alegrías y deleites dependen de los im pulsos
em itidos por ciertas partes del .cerebro. Incluso cua n do ya
tiene certeza absoluta, no le van m ejor las cosas por el
conocimiento que tiene de que su dolor o pésimo h u m o r
co nstitu y en el resu ltad o de la a c tiv id a d de p eq u eñ as células
“ in fernales” ...
Pero de to d as m an eras es m u y i m p o rta n te saber esto. •
Cuando comenzamos a com pren d er con c la rid a d que den tro
de nosotros existen mecanismos que producen estados de
ánim o paradisíacos e infernales, a c tiv id a d o pereza, soño­
lencia o insomnio, que son precisam ente estos mecanismos
los que colorean con tonos ra d ia n te s o som bríos nuestro
cuadro del m u n do , incluyéndonos a nosotros m.isinos; si
nos hemos dado cu en ta p ro fu nd am en te que el estado de
ellos es nuestro estado, con m ay o r razón a d q u irim o s la
base p a r a u n sobrio esp íritu autocrítico. Yo sé con seguridad
que m i h u m o r y estado de ánim o en todo m o m en to no son
un sim ple reflejo de los influjos externos, sino una función
in dependiente con sus ciclos internos y con su ritm o com plejo
y yo adquiero la p o sib ilid ad de predecir la base m ás interna
de m i propio “ y o ” ,
[5]
57
P o r ejemplo, se puede p rever cuándo deben llegar los “ días
negros” (en las mujeres con frecuencia esto se asocia al
ciclo m enstru al) y p repararse con tiem p o . D u ra n te el tiem po
que dure dicho estado es im p o rta n te recordar su propia
‘^preparación n e g a t i v a ” , desconfiar de sí m ism o y proteger
a los demás de sí m ism o. E s m ucho m ás fácil s o p o rtar un
“h u m o r n e g ro ” cuando se sabe que d ela n te veremos de nuevo
la luz. ¡Y ésta siem pre se en cu entra delantel
E n estos casos tiene im p o rtan cia especial la autosugestión
an ticip a d a.
Los influjos dél A E pueden a ta ja r, en lo p rim o rd ia l, los
estados neg ativ os e insoportables en sus comienzos: el A E
puede cortarles el paso con facilidad, pero ra ra vez, .elimi­
narlos cuando están en su apogeo.
\S in embargo, si Ud. domina bien el A E no hafyrá apogeo, ya que
el A E , aparte de otras cosas, desarrolla también la capacidad de
autoprevisiónl
Cinco p rin cip io s para in ic ia n te s
Prim er principio: e l p r o b l e m a i n t e r n o .
Lo subrayo una vez más: ¡en esto reside la m ita d del éxito!
A n t e s de comenzar el curso, estratégicamente, y antes de
cada actividad, tácticamente, trate una y otra vez, con la
mayor precisión posible, de definir en sí mismo, lo que hace
f a lta elim in a r y, ¡sobre todo! lo que usted desea lograr.
Segundo principio: f a n a t i s m o d o s i f i c a d o .
No p ra ctiq u e el au to a n álisis d u ra n te sus ejercicios de a u to ­
sugestión, h á g a lo .s o la m e n te antes y después. Lo único que
Ud. necesita d u ra n te sus ac tiv id a d es es u n a fe creciente
en que ha de llegar el estado necesario. Se t r a t a de una fe
“a p r io r i”, fa n á tic a y ciega p ara ese m om en to, un estado
de autosugestión en desarrollo. Poco a poco Ud. ap ren d erá
a a d a p ta rlo con facilid ad y rapidez.
P or supuesto, no es posible e lim in a r por com pleto el reflejo
de nuestro estado en la conciencia y adem ás, no es necesa­
rio. E n los prim eros m om entos del A E m uchas veces se va
desarro llan do u n au to a n álisis espontáneo que no se debe
c o m b a tir d elib erad am e n te ya que sólo desaparecerá en cu a n ­
to Ud. se acostum bre m ás o menos a p ra c tic a r el A E. De
igual modo, al desarrollarse la ca p acid a d de concentración
desaparecerán po r sí solas las ideas y pensam ientos extraños
y disociativos. E n sen tid o general, no está dentro de las
reglas del A E el c o m b a tir algo, ap la sta rlo , ex tirp a rlo ,
58
etc. Cuando Ud. ap ren da a ten e r confianza, todo lo
que está de m ás o sirva de estorbo se ale ja rá por sí solo.
Tercer principio: no_ t e n g a m i e d o d e s í m i s m o .
Al p rin cip io es h a b i t u a l que todos ex p erim en tem o s cierto
grado de in seguridad in q u ie ta n te . Pero ta rd e o tem p ra n o
aparece la sensación opuesta de u n a p ro fu nd a, firme e in ­
teligente serenidad.
Cuarto principio: ( t ó m e s e s u t i e m p o l
D u ra n te cierto tiem p o —es difícil precisar c u a n t o — a p li­
qúese Ud. m ism o u n a p o lític a h áb il p lan teá n d o se tareas
difíciles sin exigir de sí n i n g ú n é x i t o , ni esperar,
n in g ú n tipo de cam bio. E n n in g ú n m o m en to se haga Ud.
reproches ni se rep rend a a sí m ism o. La ausencia de resul­
tad o percep tib le no significa que éstos no ex istan en general:
lo que sucede es que se están abriendo paso hacia la sub­
consciencia. Siem pre vale la pena recordar que en tre los
procesos conscientes y la subconsciencia existe n o rm a lm e n te
una falta de coincidencia en el tiem p o: la subconsciencia
coloca a la conciencia ante el hecho consum ado, o por el
con trario , la “p a rte in fe rio r” subconsciente con todo su
viejo y volum inoso m ecanismo biológico no acude a tiem po
a las m o m en tán e as e im pacien tes d em a n d as de la “ p a rte
s u p e rio r” . La “p a rte in fe r io r” es inerte desde tiem p o s in ­
m em orables y a d o p ta con dificu ltad un nuevo ritm o ; cuesta
tra b a jo hacer que se incorpore a ^lgo, pero cu a n do se su elta
es difícil d etenerla. Tiem po, tiem p o , y u n a espera paciente:
he aquí lo qtie necesita en dem asía p ara que puede d e m o s tra r­
se de la m ejor forma.
N u n c a se apene si su autosugestión no se realiza de inmediato.
Tenga en cuenta que ni una sola autosugestión se pierde en vano.
E n cada oportunidad la subconsciencia “se abre paso" con más ra­
pidez y facilidad, aunque siempre son posibles desviaciones impredecibles. Lo que importa es la tendencia general, el resultado glo­
bal de muchos intentos. A s í pues, considere ú t i l el hecho de que
Ud. y a .e s tá practicando el A E aunque aparentemente con resul­
tados nulos.
Desde los prim eros m om entos en que el a u to c o n tro l es aún
insuficiente y el nivel de i n q u ie tu d es b a s ta n te alto, tra t e
de organizar los ejercicios de forma t a l que no se piense
en el tiem po. Sería bueno, por ejemplo, que el que tu v ie ra
dos horas libres y de ellas dedicara 40 m in u to s al A E , y
el resto del tiem p o a pasear. M ientras se encuentre Ud.
aprendiendo el A E no debe tem er de ningún modo llegar
r*i
59
se puede p ra cticar por la m a ñ a n a y en pleno día, o tam b ién
en los recesos laborales.
Recuerde: el re su lta d o del AE (sobre todo cuando se t r a t a
de u n profundo relajam ien to ) depende, entre otras cosas,
de cu ál m om ento del día Ud. lo p ra ctiqu e. E sto está d ete r­
m in ad o por su r itm o diario in d iv id u a l y no. sólo depende
..del estado situ acio n al en un m o m en to d e te rm in a d o (en una
situación de languidez el A E puede insuflar a c tiv id a d , en
una situ ación de excitación y agitación, un estado de calm a
e q uilib rad o ), sino ta m b ié n de la oculta tendencia de un
fu tu ro in m ed iato . Si, po r ejemplo, de acuerdo con su ritm o
debe sobrevenir un estado de somnolencia al c a b o -d e-u na,
hora, el A E puede acelerar este m o m ento , pero tam b ién
puede retrasarlo. Póngase a p rue ba Ud. mismo. Tome nota de
lo que ocurre y en c o n trará que el m om ento ó p tim o para sus
ejercicios está com p ro m etid o con las p o sibilid a d es externas.
E n ciertos estados (irrita b ilid a d o tira n te z en horas t e m p r a ­
nas) es preferible ejercitar el A E en la p rim era m i ta d del
día. Asimismo, se obtienen, buenos resultados antes y des­
pués de una a c tiv id a d física in ten siv a (incluyendo el deporte).
E l A E no debe practicarse en una s itu ació n de h a m b re
in tensa ni in m e d ia ta m e n te después de u na co m id a a b u n ­
d an te . Es lógico que las necesidades opuestas al com er y
al beber deben ser satisfechas.
El m o m e n t o
ideal
es el que sigue después del
sueño nocturno y antes de dormirse. La e n tra d a y la salid a
del reino de Morfeo son los m om entos de a u to h ipn o sis fa­
vorables p ara la autosugestión en general. E sto se puede
ap rovechar in d ep e n d ie n tem en te de los e n tre n am ien to s d iu r­
nos. Los a u to e n tre n a m ie n to s anteriores y posteriores al sue­
ño ay u d a n ta n t o a la reorganización estratég ica a largo
plazo de la psiquis, como a las necesidades corrientes del
auto co n trol.
ta rd e a algún lu g ar (una vez dom in ado el A E ya Ud. no
tem erá n a d a si no lo desea). Plantéese u n m ín im o de tarea
por u n id a d de tiem p o, pero no t r a t e de hacer m ucho en el
tiem p o asignado, y a que n ad ie lé p id e cuentas por su plan.
E l tiem po dedicado al A E solam ente le pertenece a Ud,
y a su tra n q u ilid a d .
Quinto principio: t o d o s e e n c u e n t r a e n U d . m i s m o .
Tenga en cu enta que los estados que Ud. logra con la a y u d a
del A E y a los conoce en lo fu n d a m e n ta l: éstos surgieron
en U d. in v o lu n ta ria m e n te en unos u otros m o m en to s de la
v id a, pero es p ro b a b le que se olvidó de ello ya que eran
inestables, efímeros y sobre todo, no d espertaba su interés.
Al p ra c tic a r el A E Ud. no ap o rta n ad a ex tra ñ o a sí iniámo,
lo único que hace es sacar lo que se en c u en tra en su interior,
fortaleciéndolo y desarrollándolo mejor.
¿Que aspecto tiene?
U n a persona que hace ejercicios físicos enseguida llam a la
atención. E l que p ra ctica el A E exte rio rm en te da la im p re­
sión de que está descansando o a d o p ta d o a u n a ' p o stura
de m e d itac ió n : es'tá acostado o sentado con los ojos cerrados
o abiertos, a veces m ueve los labios sin ruidos o hace m o v i­
m ien to s apenas p erceptibles...
Ud. puede incluso no darse cu en ta en absoluto de n a d a :
u n a persona puede estar c h a rlan d o g en tilm en te, leyendo o
incluso corriendo y sin embargo p ra ctica el A E en esos
m ism os m om entos. E n efecto, tales cosas sólo puede per­
m itírse las quien h a y a ad q u irid o el dom inio del A E , pues
le re s u lta n del m odo m ás n a tu ra l.
E n general, no c o n s titu y e un prob lem a e n c o n t r a r
u n l u g a r donde se p ued a re alizar el A E . Al prin cip io
lo m ás recom endable es u n rincón aislado de la casa, por
ejemplo, u n a h a b ita c ió n t ra n q u ila , u n sillón cómodo, un
d iv án ... pero de no co n ta r con esto comience la p rá ctica
en c u a lq u ie r situ ació n . Esto es m ás difícil pero proporciona
m ay o res re sulta d o s y a que los h á b ito s prácticos se necesitan
que rio estén encerrados en u n a ca m p a n a de cristal. El
que comience los ejercicios en u n cómodo aislam ien to de
todos m odos te n d rá que tras la d arlo s al ajetreo cotidiano.
L a h o r a de
efectuar
los
entrenamientos
siem pre debe ajustarse al tiem po de que dispone cada cual.
E n general, se recom ienda la segunda m i ta d del d ía: en
casa, después del t r a b a jo p ara e lim in a r la ten sió n... pero
60
D u ra ció n del curso del AE
Se calcula en las v a ria n te s fa c u lta tiv a s en plazos de 4 —5
a 12 y h as ta 30 sem anas. Gomo puede Ud. ver el m argen es
b a s ta n te am plio; es n a tu ra l, todo depende de la c a n tid a d
de p roblem as plan tea d o s y de las in d iv id u a lid a d es . Algunas
personas “con dotes a u tó g e n a s ” logran todos los resultados
con sorprendente rapidez, m ie n tra s otras av a n z a n con len­
t i tu d . ¡Sin embargo, la rapidez con que se av an za no es
e q u iv a le n te al provecho que pueda sacarse de los ejercicios!
E l curso que aq u í se propone está calculado p ara 15 sem anas,
[5]
61
a p ro x im a d a m e n te , pero los que p ra c tic a n el A E no deben
fijarse plazos rígidos. Lo único que se necesita es re g u la ri­
dad.
— Doctor, ¿y qué palabras tengo que decir para que no me duela la
cabeza?
Si la persona cree de esta forma que las p ala b ra s en realid ad
pueden a y u d a rle ... Pero, por suerte o por desgracia, cada
vez es m en o r el n úm ero de personas que tienen esa fe en
la fuerza m ágica de las p ala b ras. P a ra el que cree in g en ua­
m en te en las p ala b ras, la cuestión se resuelve sin d ificu ltad :
sólo hace fa lt a s u m in is tra rle p ala b ras, no im p o rta cuáles
sean éstas con t a l de que in fu n dan a u to rid a d , |y la cosa
está hecha! P a ra aquellos que h an alcanzado el nivel del
em pleo consciente de las p ala b ras, el pro b lem a se com­
plica.
La au to su g estión del A E puede form ularse v erb alm en te y
ex tra v e rb a lm e n te . S upongam os que Ud. necesite s e n tir calor
en su m an o : sen cillam en te, que Ud. puede “e n v i a r ” a ese
lu g ar la sensación de calor y puede hacer esto re p itien d o
m e n ta lm e n te o en voz a lta en estado de concentración •
“Mi m an o siente c a l o r ” .
¿De qué form a es mejor?
Sólo Ud. m ism o , después de hacer la p ru e b a, puede dar
la respuesta. P ued e que no s u rta efecto n i u n a cosa ni la
otra, pero que se crea la idea im a g in a ria de que su m ano
se encuentre s itu a d a bajo u n sol abrasador. Al m ism o tiem p o
se pueden p ro n u n c ia r las p ala b ras , p ro d u c ir la imagen y
en v ia r la sensación.
Con un buen grado de concentración esto ocurre por sí
solo.
,
Las p a la b ra s co nstitu y en ú n ica m e n te una eta p a de la a u to ­
sugestión en la que el h á b ito se hace au to m á tic o y el cam in o
m as directo nos conduce hacia aqiiélla. Pero m ie n tra s la
autosugestión se va abriendo paso, las p a la b ra s pueden de­
sempeñar- el papel de arietes.
La fórm ula verbal es la d em a n d a que la conciencia p la n te a
a la subconsciencia, la solicitud de una de sus p osibilidades
disponibles. Pero las p a la b ra s son el lenguaje de la con­
ciencia; éstas sólo proporcionan a la subconsciencia una
alusión, un esquema de b ú squeda. Al m ism o tiem p o , m e­
d ian te las p a la b ra s debe ocurrir el “e m p u j e ” in ten siv o de
su estado, la bú sq ued a a un nivel ex tra v erb a l.
Las p ala b ra s de autosugestión pueden pro nu n ciarse en voz
alta , a m ed ia voz, b ajito y m e n ta lm e n te .
Veamos los req u isitos básicos que deben re u n ir las fo rm u ­
laciones verbales:
1. S en c ille z y precisión.
Si Ud. se dice a sí m ism o: “ Tengo la im presión de que mi
m ano se está h aciendo un poco m ás pesada de lo que era
hace algunos i n s t a n t e s ” o “Mi m iem bro superior derecho
a u m e n ta co n stan te m e n te su peso v i v o ” , puede ser que sienta
cierta pesadez en la lengua. Lo correcto es decir: “ Mi m ano
se hace p e s a d a ” , “ La m ano se hace p e s a d a ” , “ La m ano se
pone p e s a d a ” , “ La m an o está p e s a d a ” .
Las p ala b ras deben ser fam iliares y sencillas. El, cerebro
no debe co n su m ir energía y tiem p o en la transform ación
de estru c tu ras verbales com plicadas. P o r otra p arte:
2. L as palabras no deben ser demasiado gastadas.
La absoluta tr i v i a l i d a d ta m b ié n dism in uy e la eficacia de la
percepción, al igual que una excen tricid ad verbal. H ace
falta cierto térm in o m edio entre lo h a b i t u a l y lo novedoso,
lo que se busca c o n s tan te m e n te en el arte. Las personas
sensibles en extrem o a lo estereotipado necesitan em p lear
62
[5]
E nto n ces, no ha hecho la prueba.
¡ Y o soy e l Cons umi dor Im pa cie nt e! ¡Necesito m ila gr o s rápidos con m ín im o
gasto de energía! M i credo es éste: aprender un idioma en una tarde y con­
vertirme en maestro del deporte a l p r i m e r intento. A f i r m o con toda respon­
sa b i l id a d que el ent renamiento autógeno es mera tontería. A y e r , cuando con­
versaba con m i m uj er , tra té de re l a j a r m e , ¡pero no o b t u v e ningú n resultado!...
¿C uánto tie m p o es necesario d ed icar a u n solo ejercicio?
E n algunos casos (neurosis graves, por ejemplo) se reco­
m ie n d a n largos e n tre n am ien to s con d uración de 3 horas.
Estos e n tre n am ien to s prolongados p ueden ser útiles, ya que
nos a y u d a n a liberarnos de fastidiosos estados (in q u ietud
o a b a tim ie n to ) o a sentirnos predispuestos para algo m u y
im p o r t a n t e . Pero es im posible p ra cticarlo en m asa pues,
¿de dónde t o m a r ta n t o tiem po?
P rá c tic a m e n te , p ara d o m in ar el curso que aqu í se propone,
sólo b asta, que Ud. le dedique al A E a lo sum o, unos 30
m in u to s al día, por ejemplo, 5 m in u to s por la m a ñ a n a ,
20 d u ra n te el día (1 0 + 1 0 ) y 5 m in u to s antes de acostarse.
No i m p o rta t a n t o la c a n tid a d de tiem p o como la ca lidad :
au n q u e sean 5 m in u to s al día, pero con el m á x im o de apro­
vecham iento.
La e n to n a ció n personal
63
frases frescas o bien ningunas. Al cabo de cierto tiem p o
h a y que v a r ia r incluso las fórm ulas acertadas.
Pero cada cual tiene su norm a de b a n a lid a d : lo que resu lta
rid ícu lo p ara uno, p a r a otro es u n a revelación.
3. L a s palabras deben tener una significación personal.
Son necesarias ciertas p a la b ra s que en p a r tic u la r a Ud. le
cu adren, ju s ta m e n te aq u éllas con las que esté co m p e n e tra ­
do...
Pero lo fu n d a m e n ta l, lo repito , no son las p ala b ras mismas.
Lo i m p o rta n te es el “re c o rd a to r io ” a la subconsciencia,
la ento nació n in te rn a . Pues h asta u n as excelentes líneas
poéticas pueden declam arse con indiferencia y leerse las
m ás mediocres, en especial con ac o m p añ am ien to m usical,
de ta l form a que estas p ala b ra s mediocres re su lta se n algo.
La en to n a ció n in tern a no es m ás que la valoración in tern a
que se presenta en la form a ú n ica m e n te accesible a la con­
ciencia y a la subconsciencia: es la m úsica q u e ' s e h alla
d en tro de nosotros.
Algunos profesores que im p a rte n la autosugestión recom ien­
d a n a los alu m n o s que ad o p te n p ara consigo mismos un
tono de exigencia severa, de m a n d a to e incluso dp regaño.
Es cierto que esto es eficaz en d ete rm in a d o n úm ero de casos,
pero en otros la reacción es de p ro testa o a p a tía . No h ay
ni puede h ab e r u n a ento n ació n ú n ica p ara todos. E l tono
puede ser ap a cib lem en te amistoso, s u av em en te persuasivo,
im p asib lem en te descriptivo, de p erseverante solicitu d, e
incluso, jocoso, —todos ellos p ueden e n c a ja r— . Lo único
que no debe f a lt a r es el trasfondo de seguridad, las notas
lastim era s de n in g u na m an e ra sirven. S eguridad significa
a la vez, que tras la fórm u la v erb al se en cu en tra la dispo­
sición subconsciente.
Los doctores G. S. B eliáiev y A. A. M azhbits, psicoterap e u ta s leningradenses, aconsejan ap lic a r fórm ulas con un
tono categórico g ra d u a lm e n te creciente:
La derecha está pesada.
La mano está pesada.
E ste es u n m étodo to ta lm e n te válido p ara m uchas otras
fórmulas. Su esencia consiste en que la persona se propor­
ciona a la vez tiem p o y cierto espacio intern o para que
“se abra p a s o ” la autosugestión; el m o m en to en que el
, deseo pasa a ser afirm ación resulta apenas perceptible.
Un ejercicio típ ico del curso
A las seis de la ta rd e Ud. regresa a su casa. Si rio siente
h am b re, puede com enzar en seguida a p ra c tic a r el AÉ,
después de ponerse una ropa de casa m ás h olgada y to m ar
(lo cual es deseable) una d ucha refrescante a u n a te m p e ra tu ra
m oderad a. Si llega la hora de comer es m ejor pasear un
poco después de la com ida antes de com enzar el A E , do lo
contrario éste se co n v e rtirá en el sim ple sueño que sigue
a la com ida (lo que, dicho sea de paso, t a m b ié n reporta
provecho).
He aq uí un modelo a p ro x im a d o p ara el registro del a u t o ­
control:
Día y hora
para realizar
lo s ejer cicios
E s t a d o anterior al
AE.
25/111/1972
1 8 . 2 5 — 1 8.35
. F a tig a , t e n sió n , pe ­
sa d ez en la cabeza ,
pie n so en u n a c o n ­
versación de sagr a­
d a b le, no te n g o d e ­
seos de e stu d ia r
1
E stad o
du ra n te
el 'AE
Éstado
desp ués
del A R
T o t a l r e la ja m ie n to sin
lle gar
al ad o r m e c i ­
m i e n t o , ligerez a agra ­
d a b l e , ca beza d e s p e j a ­
da, deseos de est ud ia r,
cap ac id ad de c o n c e n ­
tración
Las p rim eras tres colum nas se llenan antes de los ejercicios
y las dos ú ltim a s , después. S em ejantes anotaciones no son
obligatorias, pero si preferibles.
La tare a in tern a está form u la d a. Ahora el tiem p o quQ Ud.
se asignó está a su disposición. Si éste está d e lim ita d o en
su horario, antes de a d o p ta r la postura del A E ponga el
desp ertado r (por ejemplo, para d entro de 15 m inutos) y
apriete el botón; el zum bido le dará la señal que es hora
de te rm in a r, de modo que d u ra n te los ejercicios no tiene
Ud. que preocuparse.
Y bien, todos los p re p ara tiv o s están hechos y Ud. adopta
Yo deseo enormemente que mi mano derecha se pon­
ga pesada .
Deseo enormemente que mi mano derecha se ponga
pesada.
Deseo que mi mano derecha se ponga pesada.
Que mi mano derecha se ponga pesada.
M i mano derecha se ponga pesada.
La derecha se ponga pesada.
64
Tarea
[5]
65
)*ianzatUVa ^
A E l ensim ism am iento Para infundirse cc
Ud. efectúa ejercicios de concentración, a u to rre la ja m ie n to
y realiza la autosugestión o rie n ta d a en el orden que Ud.
determ in o p ara sí con antelación.
Predisposición fu n d a m e n ta l:
Ud. realiza una tarea que a la vez es absolutam ente necesaria y
agradable, u n deber ante sí mismo y u n descanso feliz. S e trata de
u n encuentro consigo mismo; es importante todo lo que ocurrirá
en estos m inutos.
A m í m ism o me ay u d a n e x tra o rd in a r ia m e n te , sobre todo
en m i tra b a jo que requiere un grado de atención m u y i n ­
tenso (las sesiones de psicoterapia). Son verdaderos bastones
de apoyo. Si se to m a ra n estos breves in terv a lo s en un día
com pleto, re s u lta ría que ten d ría m o s un a gran c a n tid a d de
tiem po p ara el A E.
Con el m agnetófono
(contemplación constante)
se puede p ra c tic a r después de g ra b ar n u estra s p ropias p a l a ­
bras de autosugestión o escuchando las grabaciones hechas
especialm ente por un médico. E sta v a r ia n te les convienes
en p a rtic u la r, a las personas que con facilid ad se disocian
y son in q u ietas y la m ism a desvía el A E “en dirección
o p u e s ta ” , es decir, hacia la hipnosis. Su d esv e n ta ja con­
siste en que se ejercita poco la propia a c tiv id a d psíquica
y su v e n ta ja , en que se obtiene un re su lta d o estable casi
g aran tizad o . E n efecto, esta es tab ilid ad ta m b ié n tiene su doble
d in á m ic a : acostu m brarse a la m ism a g rab ació n conduce,
a la postre, casi de m odo in ev itab le, á un ado rm ecim ien to
dem asiado rá p id o o a la excitación. P asad o cierto tiem po
h a y que c a m b ia r grabación.
E s q u e m a a p r o x im a d o de u n ejercicio del AE
{quinta semana)
(0).
Preparación del lugar y toma de notas. Tarea
interna (1 minuto).
( 1). Adopción de la postura. Deshacerse de las
tensiones general y local , relajamiento de la res­
piración (2 — 3 minutos).
(2). Autosugestión para producir calor en el cuerpo
(5 minutos).
(3). Autosugestión con un fin especial ( “Estoy,
tranquilo. Me siento bien con la gente") (5 mi­
nutos).
(4). Salida, tonificación ( 1 — 2 minutos).
Estirarse y hacer ejercicios ligeros para desentu­
mecer los miembros (3 — 4 minutos).
¿Es siem p re necesario el au toco n tro l?
“ ¡Escuche U d . ! ” — h ab la el Controlador In tern o . “ ¡Escú­
cheme con atención! Deseo el b'ien p ara U d . y por eso le
pido que recurra con m ás frecuencia a m i ay u d a . No olvide,
por favor, que yo existo. Yo puedo in tensificar su atención
y hacer que Ud. se concentre en c u a lq u ie r c o s a , . puedo
adormecerlo y despertarlo en los m om entos que sean nece­
sarios. P or m i conducto Ud. puede en cargar p ara sí cüalq uier estado de ánimo, sólo con la condición de que crea
que yo existo re alm en te y puedo hacerlo. ¡No te m a Ud.,
no le p riv aré de su n a tu ra lid a d ; por el co n tra rio , si ha
de creerme, yo soy la n a t u r a l id a d misma! Ud. no necesita
en absoluto controlarse co n stan te m e n te, ¡claro que no! Ud.
lo que debe hacer es llevarse bien conmigo, es decir, consigo
m ismo, consciente y subconscientem ente. Lo m ás im p o r­
t a n t e para m í es la confianza suya: ¡créame, yo todo lo
puedo y todo lo h a r é ! ”
T o ta l: 20 m in u to s, ap ro x im a d am en te.
M in ie n tre n a m ie n to
o m icro A E
es como yo denom ino a los brevísim os
au to e n tre n a m ie n to s que d u ra n desde algunos segundos —ins­
ta n te s m ás b i e n — h a s t a 2, 3 ó 5 m in u to s y los cuales pueden
efectuarse en c u a lq u ie r circ u n stan cia, u tiliz an d o , por ejem ­
plo, los m o m en to s de obligada espera en una cola, en el
tran sp o rte , etc. E s ta s pequeñas m ed itac io n e s proporcionan
m ucho m as de lo que pueden hacerlo el fum ar, decir h a ­
b lad u ría s, etc.
Lo f u n d a m e n t a l que p ro p orcio n a el AE
es esa sensación m arav illosa de qne por fin Ud. se h a con­
v ertid o en dueño de sí m ismo. ¡Por fin! Ud. ha e n tra d o en
[5 ]
67
posesión real de lo que hace tiem p o le pertenecía por derecho.
D en tro de Ud. se extiende un vasto espacio, a la vez nuevo
y de a n ta ñ o conocido: la lib e rta d in te rn a .
EstacL atentos hasta el final como al principio y realizaréis
lo emprendido.
L ao-Tse
P a r a los que p ien san p ra cticarlo
A ntes de com enzar los ejercicios regulares, lea este libro
a t e n ta m e n te h a s ta el final. A m e d id a que lo v a y a leyendo
U d ., desde luego, es poco probable que re p rim a el deseo
de poner en p rá c tic a algunas cosas en el acto, según vaya
e n tra n d o en m a te ria . H a g a la p ru e b a si así lo desea, pero
no quisiera que estas p rim eras p ru e b as d e te rm in a ra n su
decisión. T ra te de trazarse sus tare as con la m a y o r precisión
posible. Después de co n s u lta r con u n médico, si fuera nece­
sario, fije lo m as im p o rta n te y lo- que tiene p ersp ectiv a
p a r a Ud. (por ejemplo, a algunos les interesa de m om en to
re la ja r los m úsculos; a otros, los ejercicios de ca len tam ien to).
A ju stán d o lo a las condiciones reales, fíjese el tiem p o que
dedicará a la p rá c tic a re g u la r del A E .
Comience los ejercicios. Y o jalá que el libro le acom pañe
siem pre, o al m e n o s d u ra n te los dos o tres p rim eros me-
Todo lo verdaderamente grande se hace a paso lento, impercep­
tible.
Sén eca
0 EL GENIO
DE LA ATENCION
I.os primeros pa so s de a u t o e n t r e n a m i e n t o . E je rc icios que in te n sifica r á n sn atenc ión
y forta lece rán su m e m o ria y c ap ac id ad de trabajo. La a te n c ió n de be ser rUmicn .
No pensar en n a d a y pens ar en n ad a no es la m i sm a cosa.
Cómo se m o n ta u n a novedad
If
[L
e siento a -*a 151683 y en -lugar de escribir empiezo
a d ib u ja r caras. Perp ahora lo haré, en c u a n to
~
term in e de d i b u ja r esta fisonom ía p ara e s tim u la r
la im ag in ació n . E sto no puede f a lt a r en el dibujo,
la cara debe ten e r cejas sim étricas, la b arb a re to c a d a ... .
no, m ejor p in to és ta... así, éste soy yo... C uernitds... He .
aq uí u n d iab lillo. A propósito, por poco me olvido .que
h a y que telefonear a B. y p re g u nta rle cómo le va con la
m u d an z a. Marco un n úm ero, pero suena ocupado. De p a s o '
me acuerdo que tengo que hacer o tra lla m a d a . ¿Qué pasa?
E s tá n llam an d o a m is vecinos. ¡Diablos, no h ay donde
m eterm e, no h ay condiciones para n a d a , m ucho ru id o , lo
disocian a u n o l...
La atención puede ser a la vez obediente y caprichosa:
esó lo sabe todo el que ha t r a ta d o de co ncentrarse por lo
menos en algo.
Si nosotros detenem os n u estra atención m ás allá del tiem p o
d ete rm in a d o , u n a fuerza in te rn a , p ercep tib le casi físicam en­
te, echa afuera la aten ció n y ta n t o m ás in te n s a m e n te lo
hace, c ua nto m ás tiem p o se prolonga. (E scuchar es más
difícil que h ab la r.) E v id e n te m e n te , la aten ció n debe mo-
[6]
69
™ V ' UeS eI m o ^ mie,nto es su estado n a tu ra l. L a p rim era
operación que realiza la civilización con e] cerebro es prelecth¡a
s o m etim ien to de la atención, su sujeción sePero, po r otra p arte , desplazar la atención hacia otro o b jeti­
vo con excesiva rapidez ta m b ié n fatiga. P or lo visto, para
ello existe cierto ritm o op tim o que se d icta desde adentro.
A p a rtán d o se de h ac ia dónde la estam os dirigiendo, la a t e n ­
í a
a d h i e r e a algo m ás que puede ser ag rad ab le o desa­
g ra d ab le o indiferente, menos a lo que es necesario. P ara
a psiq u is el tra b a jo es to d a atención forzada. Y so lam ente
una fuerza que se h a lla den tro de nosotros* es capáz de do­
m i n a r po r com pleto la atención: la fuerza de las emocio­
nes.
.
* . ,
La verdadera concentración siem pre es emocional. La emócion puede ser de diferentes signos: p ositiv a, cu a n d o es­
cucham os una m úsica deliciosa; n eg a tiv a , cuando tenemos
la idea obsesiva de un in m in e n te disgusto y vaga o c o m u n i­
cativ a, cuando oímos una no ticia sobre un hecho i m p o rta n te
pero a u n desconocido para nosotros.
La aten ció n se alim e n ta , bien de lo que d irec tam en te des­
p ierta las emociones, es decir, de lo que tiene alg u n a i m ­
p o rtan c ia para nosotros, o de lo que puede tenerla, es decir,
de la n ovedad. U na vez que “d e v o r a ” la novedad, la a te n ­
ción va en busca de otras “ra c io n e s ” . La escasez de hechos
novedosos por u n id a d de tiem p o genera un im pu lso de la
desviación de la atención; si dicha desviación no ocurre,
entonces t r a t a de d is m in u ir la in ten s id ad de la atención
o sea, el grado de vigilia (el sueño es la to ta l “n u lid a d de
la a t e n c i ó n ”). Con cierta aprox im ació n, a sem ejanza de
la ley de la conservación de la energía, se puede fo rm u la r
la ley de la ocupación de la a te n c i ó n ” ; si la aten ció n se
desconecta de algo, quiere decir que se dirige h acia otra
cosa. E sta ley es ju sta, al menos dentro de los lím ites de Ja
vigilia. Que nos d u rm am o s o desplacemos n uestra atención
es la exigencia que nos im p o n e el ab u rrim ie n to .
Pero t o d a v ía queda u n a v ía: el triunfo de la imaginación
o la invención.
M ientras una m an c h a de t i n t a no es más que u n a m ancha
de t i n ta re su lta a b u rrid a , pero en c u a n to Ud. com ienza a
buscar y h a l l a r en ella objetos, an im ales o personas, cobra
vida y lo a n im a a Ud.
La atención no es sólo u n proyector, es ad em ás un m o n ta d o r
que v a a rm a n d o con los d istin to s “la d r i l l o s ” de la psiquis
bloques y e stru c tu ras com pletas. De un m odo creador, es
decir, produciendo la novedad en el in terio r, o dicho con
otras p ala b ras, recurriendo a la im agin ac ió n y a la a u t o ­
sugestión, la aten ció n puede m antenerse por m ucho tiempo.
La retención de la atenció n siem pre causa u n sin g u lar estado
de la psiquis que no tiene que ser necesariam ente negativo.
Este estado puede ser u ltra p o s itiv o y e x tra o rd in a r ia m e n te
pro d u ctiv o . Hace tiem p o que esto fue descubierto por hom ­
bres de m e n ta lid a d creadora y, a su m an e ra, los em p iristas
de la psiquis en sus cultos religiosos. Las re ite rad a s rep e­
ticiones, los conjuros rítm icos, los estrem ecim ientos, las
contem placiones y las autoconcentraciones se h a n u tiliz a d o
desde que el m u n d o es m u nd o para causar estados de éxtasis
o de tran ce.
’
El A E ta m b ié n comienza a p a r ti r de tareas que se en co m ien ­
d an a la atención. Al principio son m u y sencillas, tan fáciles
como las concentraciones o rd in arias de la vida, e incluso,
más elem entales. Pero, a diferencia de las p erm u tacion es
sem iespontáneas corrientes, las tareas de la aten ció n se de­
te rm in a n con precisión y orden en el A E . U d . ' controla
el tiem p o y la in ten s id ad de la concentración. A unque
esto n u n ca se logra al ciento por ciento, la ten de ncia hace
su obra y el i n t e n to conduce al objetivo.
Es suficiente u n a capacidad de concentración o rd in a ria ,
pues esta se desarrolla en el transcurso de los ejercicios. Sin em bargo, algunos p rin cip ian te s ex p e rim e n ta n d ific u lta d
debido al escaso poder de coqtrol sobre su aten ció n . Les
cuesta tra b a jo concentrarse con la in te n s id a d y duración
necesaria; aquello que es necesario “se lo lleva la c o r rie n te ” ,
es decir, i n v o lu n ta ria m e n te es desplazado por algo¡ En a l­
gunas personas no funciona con la debida precisión y rapidez
el m ecanismo de p erm u ta ció n de la aten ció n (capacidad
de concentración inerte).
¡Infúndese esta idea!
•
70
[6]
He aq u í u n círculo vicioso. P a ra poder concentrarnos bien
es necesario que nos infu nd am os esta idea y p ara in fu n d arla
h ay que concentrarnos.
'
¿Por dónde empezar?
*
El estado de concentración que nos hemos p ropuesto a l ­
canzar no debe ser en m odo alguno n eg a tiv o : no es con ese
fin que practicam o s el A E , para a to rm e n ta rn o s , sino pre­
cisam ente lo contrario. U n a co ncentración p o sitiv a , que
linde con la inspiración es lo ideal. Pero nosotros somos
realistas y prim ero tendrem os al pájaro en la mano; cren71
n w ® P »r 1° mei\ ° S “una c a Pacid «d de concentración com u­
n ic a tiv a , la cual eg engen d rad a d ia ria m e n te por una sen­
cilla p a la b ra : [ a t e n c i ó n !
Incluso siendo Ud. la persona m ás ina ctiva del p la n e ta , Ud. co­
noce m u y bien el estado que origina esta p a la b r a . S e trata de una
capacidad de concentración comunicativa sugestionada” \es concen­
trarse en la concentración
Ademas, existen ciertos estados psíquicos y determ inados
tipos de personas con una fijación p re do m in a n te de la aten ­
ción en una u otra esfera. E l llam ad o tip o in tro v ertid o
es mucho m ás-propenso a concentrarse en las esferas interna y
p.e5 Ur®a ’ ^ ue
^ P ° opuesto, el extrovertido, La o rienta­
ción fija en la esfera in tern a ta m b ié n se produce en ciertos
estados m orbidos, como, por .ejemplo, Ja lla m a d a hipoc o n d n a , en la cual el in d iv id u o está c o n tin u a m e n te ocupado
con sus propias sensaciones y tem erosam ente presta oídos a los
mas^ m ín im o s m o v im ie n to s que ocurren en su in terio r...
lista claro para nosotros que no sólo a un ac to r le. es im p o r­
t a n te saber co n tro la r la fijación de su atención. A p re n d a ­
mos, entonces, el p rim er ejercicio.
Cuatro esferas de la m ag ia in d iv id u a l
Después de co m prender como a r ti s t a que el control de la
atención es el control de sí m ismo, C o n stan tin Serguéievich
b t a m s l a v s k i propuso un esquema conciso, según el cua]
el ac to r puede con tro la r el volum en de su aten ció n y, a
través de esta, sus propios sentidos y su co m p o rtam ien to.
E n este esquema S ta n isla v sk i d iv id ió todo el E spacio de
la A tención en tres esferas.
La esfera g rande es todo el espacio visible y perceptible
(en u n te a tr o es tod a la sala de espectadores).
:
La esfera m ed iana es la esfera de com unicación in m e d ia ta
y de orien tación (en un tea tro es la escena donde aparecen
los, a r tis ta s i n t e rp r e ta n d o su papel).
.
La esfera p equeña es el ac to r m ism o y el espacio m ás cercano
d o n d e este se m ueve y a c tú a.
.
A u n q u e éste e s ^ u n esquem a sim p le en extrem o, resulta
m u y acertado . E n la v id a co tid ia n a n u e s tra atención se
o rien ta p rá c tic a m e n te hacia estas tres esferas, sólo que a
qilas les a ñ a d iría la esfera in te rn a , o sea, aq u ella parte
de la aten ció n que está ocupada con los hechos que ocurren
d en tro del m ism o ser h u m a n o , pues podem os estar ocupados
a la vez con n uestros pensam ientos y con ciertas sensacio­
nes...
La fijación de la atención depende m ás que n a d a de la ac­
t i v id a d en u n a s itu a c ió n concreta. P o r ejemplo, cuando
Ud. esta cazando, su aten ció n está fijada, p rim o rd ia lm e n te ,
en la esfera grande; cu an d o U d. va de com pras, en la esfera
m ed ian a ; cu an d o se e n c u en tra en el b año, en la pegueña,
y cu an d o está an te la mesa de com er o su escritorio, en
las esferas p equeña e in te rn a , pero, desde luego, de modo
diferente. Cuando se le da u n a fuerte c h u p a d a a u n cigarri­
llo, en casos de tos, esto rn u do y alg u n a s funciones n atu ra les,
la a te n ció n se dirige casi e n te ra m e n te a la esfera in tern a .
Cuando nos d o rm im o s la esfera de la atención se hace m í­
n im a .
El “ p r o y e c to r”
.
‘
i A tenciónl E n m i cabeza se halla un proyector. Su
rayo de luz puede ilum inar cualquier cosa con cla­
ridad e intensidad colosal. Cuando está enfocado hacia
algo, ya no existe ninguna otra cosa, todo lo
demás sé sume en tinieblas. ¡Este proyector es M i
A tención! Y o controlo su rayo de luz como me p la z c a ;
este rayo de luz es omnipresente y penetrante. M o ­
viéndose, con facilidad ilum ina lo necesario con enor­
me claridad e intensidad..."
E ste tip o de autosugestión (por su esencia) debe preceder
a todos los ejercicios de concentración. El “ p ro y e c to r” ' es
u na im agen exclu siv am en te au x iliar, pero quizás a Ud
se le ocurra algo mejor.
Seleccione cierto pu nto en la esfera grande: por eje m p lo , una lucecita m u y lejana o una estrella (incluso puede ser u n p u n to audi­
tivo, un ruido sordo y alejado cualquiera). Tome otro p u n to en el
lim ite de las esferas pequeña e interna: puede ser u n dedo o e l. ex­
tremo del m entón no visible para Ud. ( los que tienen una barba
larga y espesa tendrán que contentarse con la p u n ta de la nariz).
A hora , con el proyector” de la atención, vaya dando “brazadas”
de p u n to en p u n to y a la inversa. E l ejercicio puede efectuarse con
los ojos abiertos o cerrados, es decir, las “ brazadas” deben ser exclu­
sivamente internas, m entales. Combinarlas.
72
[6]
73
¡No olvide: el “p ro y e c to r” abarca cada p u n to con la m áx im a
concentración, ta n t o en un o como en otro! Aférrese a estos
p u ntos con todos sus sentidos, como si los fuera a devorar,
in cin erar o h ip n o tiz a r y Ud. m ism o m étase d entro de ellos.
Y ahora, c a l m a . .. Ud. está fuerte, seguro e in d iso lu b lem en te
u nid o a ellos y esto no exige de Ud. n in g ú n esfuerzo...
R itm o s de tiem p o de las .“b r a z a d a s ” : una por segundo,
en 10 segundos o en u n m in u to , en “n ” segundos, d u ra n te
la inspiración — espiración, etc. y haga variaciones.
¡.. Y si yo separo del lib ro
Los^ ojos y m ás a lia de la v e n t a n a s itú o la m ira d a ,
Qué cerca q u e d a rá to d o , qué p ró x im o quedará.
P ropio y a la m e d id a de m i corazón!
,
Pero debo adaptarme m ás p ro f u n d a m e n te a la p e n u m b ra
Y a d a p t a r el ojo a las in m en sid ad es n o c tu rn a s ...
Es m u y i m p o rta n te ap ren d er a 'reconocer la fijáción de
la propia atenció n y c a m b ia rla a r b itr a ria m é n te .
'
P o r ejem plo, si su aten ció n estuvo m u cho tiem p o dentro
de los lím ites de la esfera pequeña (ejercicios intensivos,
escritura a m á q u in a , etc.), el descanso debe desviai; aquélla
hacia la esfera grande (pasear, a d m i r a r la n atu ra leza ) o,
$n caso extrem o, hacia la m ed ian a (juegos deportivos de
m ovim ientos). Los juegos como el ajedrez, las ca rtas e in ­
cluso el b illa r con su re la tiv o m o v im ie n to , donde la atención
permanece fu n d a m e n ta lm e n te en la esfera pequeña, no son
adecuados. Asimismo, el descanso será ta m b ié n la desvia­
ción de la aten ció n hacia el círculo in tern o : A E , relajación,
sueño.
Aprendo a m i r a r
{contemplación constante)
,
E n una postura cómoda, desenvuelta y relajada mire fijam ente
durante 1 — 2 — 3 {hasta 5 )m inutos e ilu m in e con el “proyector”
de la atención cualquier objeto {una moneda, una caja de fósforos,
un lápiz, su dedo, una taza, etc.).
Puede pestañear cuantas veces quiera, pero la mirada debe per­
manecer dentro de los lím ites del objeto. E s posible que note que la
atención, pese a que Ud. continúa mirando, trata de apartarse del
objeto, de alejarse hacia alguna parte por la cadena de las aso­
ciaciones internas: haga que vuelva a, su lugar una y otra, vez. E x a ­
m ine el objeto de cabo a rabo, halle los más m ínim os detalles...
74
R e p ita este ejercicio hasta que su atención se detenga fácilm ente en
el objeto. {Esto significa que ella m ism a h a lló su ritmo óptimo.)
'
■
Aprendo a a te n d e r
{contemplación rítm ica)
Escoja u n objeto cualquiera. \Atención\ Enfóquelo fijam ente con
el “proyector” y haga una inspiración sosegada. Después, espire
también sosegadamente. E n la espiración cierre los ojos: “borre”
la impresión. E n la inspiración ábralos de nuevo y u n a vez más
enfoque el Objeto, mírelo. Continúe así hasta 50 veces y después
haga lo contrario: contemplación durante la espiración y “borra­
d u ra ” durante la aspiración. A d o p te otro ritm o cualquiera, por
ejemplo: a los cinco conteos internos a b r a ’los ojos y Ud. m ira el
objeto; a los dos siguientes cierre los ojos. Se puede combinar el
conteo con lá respiración. Ud. notará que la concentración rítm ica
se logra con mucha más facilidad.
P a ra el A E estos ejercicios tienen im p o rta n c ia como en ­
tre n a m ie n to general de la concentración. E l segundo ejer­
cicio nos da u n a b uena preparación para el m éto d o de respi­
ración r í tm ic a en la autosugestión, el cual tra ta re m o s más
adelante.
»
A prendo a es ta r absorto
{concentración m enta l)
C ontem ple ininterrum pida o rítm icam ente cualquier ob jetó 'd u ra n ­
te 3 — 4 (o más) m inutos. A cto segundo: cierre los ojos durante
3 — 4 m in u to s y trate de producir la imagen m en ta l — visual
del objetó, en todos sus detalles. D espués de a b rir los ojos, con­
fronte la “fo to ” m e n ta l con el objeto real. R ep íta lo 5 — 10 veces
en cada ejercicio. L a tarea suya consiste en lograr una n ítida v i­
sión interna. Por supuesto, ésta no será tan clara como en la rea­
lidad, sino que a l principio la imagen se parecerá a una silueta bo­
rrosa en una profunda oscuridad, pero la perseverancia hará su
parte.
Después de ap ren d er a “a b s o r b e r” y a c o n te m p la r m e n t a l ­
m en te algunos objetos y figuras, U d. podrá p asar a cuadros
y tex tos m ás am plios. Su m em oria visual se hará m ucho
m ás potente. Por m edio de contem placiones m entales con­
te]
75
secuentes y d eta lla d as , Ud. podrá d o m in ar rá p id a y s ólid a­
m en te cualquier- m a te r ia l.
.
Aún los pintores del R e n a c im ie n to practicaban, este ejer­
cicio con algunas v aria n tes. E l h á b ito que ellos ad qu iriero n
de co n tro la r la m em oria visual, puede aplicarse en la a u to ­
sugestión con magníficos resultad o s.
,
El videoscopio in tern o
E n el intervalo de un medio m inu to a 2 — 3 m inutos “absorba” con
la mirada a u n objeto, por ejem plo, una caja de f ó s f o r o s y des­
pués, a otro, digamos u n vaso. Que ámbos objetos se queden “ im ­
presos(” nítidam ente en el cerebro. D espués coloque m e ntalm ente
la caja en el vaso. L a superposición puede ser doble, triple, alter­
nando el ritm o, etc.
.
Los ú ltim o s tres ejercicios son útiles sobre todo a los que
desean d esarrollar u n a fuerte im ag in ac ión v is u a l—espacial.
E l dom inio de los mismos abre la vía hacia la libre opera­
ción con imágenes y a la creación de uh “video sco p io ” in ­
terno —vigoroso i n s tru m e n to de la autosugestión y, del in ­
telecto.
•
s
Sin em bargo, por m ucho que lo in te n te n , ciertas personas
no logran p ro du cir la im agen visu al. No se áflija, pues
/ ^ s o quiere decir que a Ud. le re s u lta n m ás fáciles que a otros
los ejercicios de otro tipo.
Cómo e n t r a r en n u estro propio dedo
La superficie del cuerpo, como y a sabemos, es el lím ite
entre las esferas ex terna e in te rn a de la atención. E n cu al­
quier p u n to de esta superficie puede ser concentrada la
atención, como ocurre in v o lu n ta ria m e n te d u ra n te los dolo­
res, picazón,, placeres sensuales, etc. N u estra tarea consiste
en ap ren d er a alcanzar, m e d ia n te u n a atención positiva
y consciente, cu alq u ier p u n to del cuerpo y de igual forma,
desviar fácilm en te la aten ció n del m ism o p unto.
La f i j a c i ó n
d e l d e d o es uno de los ejercicios
m ás sencillos. E ste puede servir de llave a todo el arsenal
del A E .
Los prim eros ejercicios se realizan con el dedo índice de
la m an o derecha (para los zurdos, con la izquierda).
V a ria n te con los ojos abiertos (preparato ria)
M ire atentam ente el extremo de su dedo índice como si lo estu v ie ­
ra viendo por primera vez y tuviera la intención de hacer u n estudio
76
r
serio del mismo; en una palabra, contémplelo como un objeto ex­
terno (p á g . 75). Se puede aplicar también la contemplación r í t ­
mica. Sería una buena señal si ya con este tipo de contemplación
Ud. siente calor y latidos en el dedo.
V a ria n te con los ojos cerrados (principal)
A d o p te una postura desenvuelta, cómoda, sentado o acostado, pero
es indispensable adoptarla de forma tal que su dedo índice no esté
suspendido en el aire, sino que se h a lle encima de algo: sobre su
rodilla, encima de la cama o sobre el brazo del sillón. Cierre
los ojos y, sin pensar en nada, oriente enseguida la atención
hacia la p u n ta del dedo índice. A Ud. sólo le interesa esta pe­
queña parte de la superficie cutánea que está en contacto con su
base. E l l a ocupa ahora su atención; en ella se ha reunido todo y
en ese momento no existe en el mundo nada más interesante: única­
mente su atención concentrada y la p u n ta del dedo. Ahora éste es
el único p u n to de su contacto con el mundo y a través d& é l Ud.
lo percibe todo. E s una enorme superficie receptora...
Respire con más libertad, no tense la mano ni él dedo, no los m ue­
va, pero tampoco trate de mantener una inm o vilidad absoluta.
E l dedo, sólo la p u n ta del dedo. A Ud. le agrada sentir su contacto
con otra m ateria... T rate de representarse visualm ente cada m i­
límetro, cada micrón de superficie cutánea, la línea de contacto,
como si los estuviera observando bajo u n microscopio; imagínese
cómo salen desde a l l í los im pulsos, las corrientes que llegan al
cerebro... E n ese lugar arde una lla m ita ... Im provise, invente, lo
que sea, para que la atención siga manteniéndose...
E n la fase final del ejercicio se ex p e rim en ta una clara sen­
sación de calor y de latid o s en el dedo y con frecuencia
se crea la ilusión de que a u m e n ta de tam añ o e incluso cam b ia
de forma.
.
Este ejercicio, al c o n s titu ir de por sí u n buen e n tre n am ien to ,
abre el cam ino h acia el AE vascular, del cual hablarem os
m ás ad e lan te. Como tod a concentración, ésta causa un es­
tad o de au to h ip no sis parcial.
D e s f i j a c i ó n - . Para eliminar la fijación selectiva de la aten­
ción en u n p u n to del cuerpo "haga brazadas con el proyector" hacia
la esfera grande.
[6]
77
Después de d o m in ar la fijación del' dedo h as ta el p u n tb
en que el pulso comienza a sentirse en un in terv a lo de medio
m in u to y con esa m is m a rapidez desaparece d u ra n te la
desfijación, realice el ejercicio de esa m ism a forma con los
demás dedos de las manos y de los pies, uno por uno y tod5s
ju n to s y haga diferentes com binaciones.
Más ad e lan te se puede pasar al en tre n a m ie n to de la con­
centración en otros p untos. A qu í se puede im p ro v isar i l i ­
m ita d a m e n te .
E n los ejercicios de p sicoterapia he n o tad o que la con­
centración en ciertas com binaciones de puntos — “figuras
g eo m é tric as” del cuerpo— puede c o n trib u ir a la au to s u ­
gestión de determ in ad o s estados psíquicos. Ello se explica,
e v id en tem en te, p o í el hecho de que cada uno de nuestros
estados co n stitu y e cierto “ d i b u j o ” del estado de los m úscu­
los, la piel, los ligam entos, etc. Cuando ex p erim entam o s
u n a sensación de seguridad, por ejem plo, desencogemos los
hombros; cuando ad o p ta m o s una a c titu d de resolución
apretam os ligeram ente los puños y colocamos firm em ente los
pies y cuando nos calm am os, los m o v im ie n to s del tórax
ca m b ia n su a m p litu d . Así, la atención in v o lu n ta ria fija
todos estos cambios en forma de m odificaciones del “di­
b u j o ” del cuerpo que se presenta al cerebro.
^
No voy a e n tra r en detalles, pues los “e sq u e m a s” corpóreos
de los estados psíquicos son m u y in d ivid u a les. Pero si Ud.
m ism o hace un ex p erim en to , según este , principio, es po­
sible que descubra p ara sí algo qué sea de u tilid a d .
Concentración significa regreso
.
(observaciones sobre los ritm os óptim os de atención)
•
Acerca de las autosugestiones perniciosas
“A l p r i n c i p io sólo p en sar é que- me pue de doler la cabeza
vientre, la co lum na v e r te b r a l .. .) y entonces me empezará a
más m e ' d u e l a , tanto m as pien so; m ie n t ra s m ás pien so, tanto
y cuando alejo de m í este p en sa m i en to , todo marcha bien,
Una vez más_ recordemos los biopéndulos y el hecho de
que m ientras estamos vivos todo se m ueve y vibra dentro
de nosotros. Los in stru m en to s m uestran que incluso en un
centinela que m an tie n e una in m o v ilid ad pétrea, el cuerpo
efectúa balanceos r í t m i c o —arítm icos. Los ojos, a' pesar de
que están fijos en un p un to , realizan micromtfviinientos.
Incluso u n puño fuertem ente apretado: si lo analizamos
bien, veremos que se aprie ta y afloja sucesivam ente, lo
que pasa es que sucede con m ucha rapidez, como dos opera­
ciones u nid as en u n a sola...
‘
De igual forma se mueve y oscila la atención, h asta cuando
parece que está fija e inm óvil sobre algo.
¡La concentración no es de ning u n a m an e ra u n a rigidez
inconm ovible: es el regreso reiterado al objeto de la a t e n ­
ción, el regreso a un ritm o óptimo! Cuando el ritm o es óptim °i sólo entonces se produce ln sensación de d is c o ntin u id ad .
Todo lo que de p o r sí m o tiv a la concentración, todo lo que
“aso c ia” , está sujeto a 1111 ritm o em pezando por los más
sim ples actos fisiológicos y term in an d o por los ritm o s del
arte. Si Ud. desea que las autosugestiones del A E aporten
el m áx im o de provecho, éstas deben tener un carácter rítmico-recurrente.
La regla fu n d a m e n tal de Ja concentración reza:
¡TVo tema a la desviación, tema a no regresar!
P a ra gustos ...
( e l corazón, el
doler; m ien tra s
m ás me duele
pero...”
P a ra el lector está claro de cuáles estados se tra t a . Estos
se producen con b a s ta n te frecuencia. Las autosugestiones
perniciosas aparecen por el m ecanismo de los estados p ara­
dójicos.
¿De qué forma no pensar en u n oso blanco? Muy sencillo:
pensando en u n perro negro, en un cocodrilo verde o en una
jaspeada jira fa ... U n a concentración solam ente puede ser
vencida por otra. Asimismo, el A E desempeña el papel
de concentración disociativa en m uchas neurosis.
•
‘
.
Los ejercicios de p a lp a r con p ala b ras y com penetrarse cotí
la idea a y u d a rá n en las fu tu ras autosugestiones o rien tad as '
hacia un objetivo. Lo más indicado es realizarlos en un
estado de previo re la jam ien to . En cada representación c o n ­
centrarse de 1 a 10 m in u to s.
.
1. T rate con la mayor claridad posible, incluso hasta la alucinación,
de ver y retener con la visión in te r n a :
.
’
blanqueadores blancos m u y blancos;
añil azul, m u y azul;
corteza nudosa carm elita;
yem a am a rilla , m u y am arilla;
p in tu ra roja bonita;
hierba verde.
[6]
79
Evoque una imagen, trate de sentir el saborí
l im ó n : ácido, m u y ácido, acabado de cortar:
ca v ia r: rojo, chispeante.
,
Evoque una imagen y una sensación táctil;
u n a aguja punzante;
algodón suave;
p lu m a suave;
C óm o p en sa r en nada?
(iejercicios especiales para dispersar la concentración)
La tare a de éstos es d irec tam en te opuesta a todas las ant e n o re s : c r e a r 'u n a t o t a l dispersión de la aten ció n , la d iv a ­
gación de ésta, no p erm itirle que se detenga en n a d a , algo
así como el estado en que n o rm a lm e n te suelen encontrarse
las cria tu ras que están en vela, cuando no les hace falta
nada.
.
, La duración de los ejercicios es de 1 a 5 m in u to s.
P r i m e r a
v a r i a n t e : con los ojos abiertos. “ Desliz a m ie n to .”
Ia s ,.ÚItimas d °s representaciones se puede p asar a la
de hu n d irse en un b lando colchón de plu m as: esto es un
magnifico com plem ento para el re la jam ien to general “Su­
m é rja s e ” en el baño, “balancéese” en una em barcación que
navegue lenta e ind o len tem ente, en una h am a ca, etc).
Vflnní l l v ar>rePresentacil nes figuradas con la m áxim a claridad:
vapor caliente de agua hirv ien d o en una estufa; .
la iría hoja de acero de un cuchillo;
el ra m a je seco que arde estrep ito sam en te en una hoguera*
u n pañuelo h úm edo y frío sobre la frente.
no? u eia-
’
_
Acostarse o sentarse clavando la vista en u n p u n to (supongamos
que el p u n to se encuentra sobre una pared a dos m ettos de d ista n ­
cia), Con la vista trace frente a Ud. u n círculo con el centro en este
p u n to de u n metro de diámetro aproximadamente; A l cabo de un
segundo más o menos trasladar la vista a cualquier otro p u n to de.
este círculo; a l cabo de u n segundo más a otro p u n to y así sucesi­
vamente, en u n m ovim iento “ browniano” caótico. Todos los pen­
samientos y representaciones son ahuyentados: Ud. sólo está ocupa­
do en deslizarse de u n .p u n to a otro.
Representaciones de argum entos en autodesarróllo; u n ejemplo:
na p lay a en el m ar. E l día es caluroso y arde el sol Ud
Miron ! n f ntrrM en 4j®ie d ? , bañ0 y 30 e s tira con p la c e r...'
'
de los bañistas11
° CIOn al m a r ' “C a b rilla s ” ... lag cabezas
n Í j ! Sf “ ej° r e n kla Iínea del horizonte .¿Qué apare¿¿ allí
(la s ilu eta de un barco, nubecillas, un avión en el cielo...)?
S e g u n d a v a r i a n t e : ídem , pero Ud. no obliga a .
su m ira d a a deslizarse, sino que ella m ism a se deslizará
a donde quiera, dentro de los lím ites del círculo. A Ud.
no le interesa n a d a m ás.
.
,
s
T e r c e r a v a r i a n t e : con los ojos cerrados, sen tad o
*
o acostado.
.
Ud. sencillamente cierra los ojos y trata de no pensar en nada. E sto
no se logra ya que surgen pensamientos, representaciones, recuer­
dos espontáneos’, etc', entonces Ud. hace lo mismo que en la .p r i ­
mera variante, apenas surja determinado pensam iento o imagen
Ud. trata de que se “deslice” suavemente hacia otra cosa, de a llí
a una tercera y así por el estilo (“U n Gato... Una B u fa n d a ... Una
P la n tilla del zap ato”). Ahora Ud. no piensa en nada porque piensa
,?n
nprrn una
qU® pelo
° T Tta...).
a lre d ed o r> en ^ orilla (niños jugando,
u n perro,
£1 sol le quem a b a s ta n te , arde in ten sam en te , Ud. tiene
que virarse de costado, tiene deseos de bañarse, se m ete en
el agua. E l agua está fría ...
La evocación v o lu n ta ria de representaciones claras h as ta *
hLi' S n D 10B Sé ? Cepta in cIu irla en el “escalón s u p e r io r ”
ooiÍtTk-'
j r ° j a c1iertas P e o n a s estas representaciones les
lo, « ¿ n 1!
Í m iS m ?, Prin c iPio 7 ^ s ay u d a n a do m in ar
los escalones in feriores” (ejemplo: a través de la repre­
sen tació n yo estoy en la p l a y a ” , se evoca la-sensación de
calor en el cuerpo). E l éxito se d ete rm in a no sólo por la.
pro fu n d id ad de la concentración, sino por el tipo de per­
cepción, y pensam iento. E n las personas con una forma de
pensam iento concreto-figurado surgen fácilm ente las re­
presentaciones de a rg u m e n to y, a través de éstas, autosuges­
tiones de diferentes estados. E n las personas que piensan
mas con categorías ab stractas, se evocan con más facilidad
d i s t in t a s sensaciones que no están relacionadas con repre­
sentaciones de n in g ú n tipo.
en todo.
Lo atención vuela de representación en representación “en
una sola p a s a d a ” . Después de hacer esto 2— 3 m inutos, de
nuevo libere por com pleto la atención, perm ítalo que se
vay a hacia donde ésta busque. Una vez más haga lo mismo
en forma a lte rn a d a . D u ra n te tales ejercicios puede aparecer
80
[6]
81
la soñolencia y a algunas personas les a y u d a n e s tu p e n d a ­
m en te a dormirse.
C u a r t a v a r i a n t e : el “r e n a c im ie n to ” sólo se logra
en aquellas personas que h a n com prendido a la perfección
la esencia de la auto su g estió n .
Cierre los ojos. Ordénese a sí mismo con intensidad: “lo olvidé todo.
N o sé nada. Todo es d e s c o n o c i d o D e inmediato durante 2 — 3
m in u to s efectúe una “p a sada ” interna, después abra rápidam ente
los ojos.
,
■
E n el caso^ do que la autosugestión funcione, Ud. verá
u n a situ ació n conocida, como si la viera por prim era vez
e x tra ñ ad o . R e p ita esto cinco veces y cada vez que lo haga
el efecto se intensificará; U d ., en cierta m ed id a, se acercará
a aqu e lla visión p rim itiv a , o m ejor dicho, a la prim era sen­
sación de las cosas que U d. tuv o en la niñez y que sólo es
propia de u n ad u lto en las p rim eras fracciones de segundo
que siguen a u n s ú b ito d esp ertar: superficies lim pia s, for­
m as colores, con in d efin id a significación, con una incom ­
prensible relación recíp ro ca... E s ta visión es im posible m anten e rla por largo tiem p o , pero re su lta s atis fac to ria si ésta
se prolonga algunos segundos.
. '
Los ejercicios para dispersar la concentración, sobre’ todo
el re n a c i m i e n t o ” sirven de a y u d a en u n a a c tiv id a d creadora
inten sa, contrib uy en d o ; a la vez qué descansen y em erjan
de la subconsciencia las n u evas ideas. La com binación r í t ­
m ica de la conceñtración y desconcentración proporciona
m agníficos resultados. H e aq u í uiia de las varian tes.
P u l s a c i ó n d e l a a t e n c i ó n (ejercicio especial
para los que re alizan un tra b a jo in telec tu a l y que sirve
para e n t r e n a r - l a m o v ilid a d psíquica).
Concéntrese en cualquier objeto, representación o acción interna\
Que esto sea por lo menos u n “ triángulo isósceles” o la m u l t i p l i ­
cación 395 X 648. D u ra n te 1 5 — 2 0 ,— 30 segundos practique una
concentración in te n siv a , después de lo cual la interrum pe de sú­
bito, se entrega a u n estado de total postración y relajam iento,
cerca de 10 segundos. Después concéntrese nuevam ente y una vez
m á s interrum pa la concentración, así hasta 10 veces.
Im provise. E ste ejercicio está concebido para a n a liz a r las
reservas subconscientes de la concentración.
¡Lectoras y lectores que se h an p lan tea d o la tarea de d om i­
n a r la psicotecnia! Uds. sólo po d rán tene r u n a idea com pleta
sobre el A E al leerse todo el libro en su ¿onjunto, de cabo
82
a rabo. Regrese pues de vez en cuando a este c a p ítu lo y
a los ejercicios dados en él. Ni uno de ellos por separado
g aran tiza u n m ilagro, pero cada uno le a y u d a a descubrir
lo que h a y de. nuevo en uno m ismo y facilita la búsqueda
in d epe n die n te de lo ó p tim o in d iv id u a l, que es probable
resulte efectiv am en te u n m ilagro.
Libera los músculos, la fuerza está en la quietud.
No pre cisam en te así como Jo deseamos
Del H a th a Y oga
Todos los m úsculos del cuerpo, como debe saber u n escolar
cu a lq u ie ra, se d iv id en en v o lu n tario s e in v o lu n ta rio s. Los
i n v o lu n ta rio s son los “lis o s ” , y los v o lu n tario s, “e s tria d o s ” .
Con los in v o lu n ta rio s, como los m úsculos de los intestinos
o los de la p u p ila, en general no podemos hacer riada, ya
que éstos no están som etidos al influjo directo de la v o lu n ­
t a d , sino que se co n traen y re la jan por sí mismos. A su
vez, los m úsculos v o lu n tario s como, por ejem plo, los bíceps
o las p a n to rrilla s, podemos contraerlos y relajarlos a nuestro
antojo. Pero es m ás, no así como lo deseamos, sobre todo
re la jarlo s...
La cuestión consiste en que en los músculos que se controlan
a v o lu n ta d existe un com ponente i n v o lu n ta rio de la acción
el cual se m an ifiesta en lo que se acostu m bra a d en o m in ar
tono m u scu lar. Se t r a t a de la a p t i t u d para la acción o in ac­
ción.
Cuando estoy in d o len te y relajado el tono de mis músculos
es m ín im o , si Ud. está anim oso o ex citad o el tono m uscular
que h a y en U d . en este m o m en to es m u y alto . Cuando se
e x p e rim en ta u n susto todo lo que h a y en nosotros se pone
en seguida en tensión; cuando se tiene u n grado extrem o
de te rro r las piernas después d^ re lajad as pueden flaq u ear,
etc., pero todo esto ocurre inconsciente y a u to m á tic a m e n te .
¿Acaso depende de n u estra vo lu n tad?
Todo lo que se hace verazmente, se hace con facilidad.
A firm ación
7
de
un
autor
desconocido
LA FUERZA ESTÁ
EN LA QUIETUD
¿Sabe U d . esta r acostad o? ¿Y se n t a d o ? .. E l f u n d a m e n t o de l A E c o n s i s t e en liberar
los m ú s c u lo s de la te n sió n . La h a b i li d a d de lib er a r l o s m ú s c u lo s en el m o m e n t o
neces ario es u n h á b i to de enorm e i m p o r t a n c ia .
E s to somos nosotros
’1 tra b a jo m uscu lar co n stitu y e to d a la a c tiv id a d
v i t a l que v a desde la digestión h as ta el pensa­
m ien to . Y a se h a aclarado e x h a u s tiv a m e n te que
la m u s c u la tu ra d eco rativ a de los a tle ta s es bas­
ta n t e insignificante por su im p o rta n c ia v i t a l y que sus
potentes bíceps p ro b a b le m en te sólo tien en valor como carac­
teres sexuales secundarios. P o r otra p a rte los principales
m úsculos de los cuales dependen los estados del organismo
son sencillos y poco visibles. E l m úsculo cardíaco que i n ­
fa tig a b le m en te bom bea la sangre, el diafragm a que g aran ­
tiza la respiración, los delicados m úsculos de los vasos y
órganos internos, incluso los músculos abdom inales y pel­
vianos que m a n tie n e n órganos m u y im p o rta n te s : he aq u í
en qué se basa nuestro b ien e sta r y no sólo el físico.
E l estado de los músculos es t a m b ié n u n estado psíquico.
Todos los m úsculos tienen sus representaciones en el cerebro,
las cuales reciben informes y dan órdenes. E stas represen­
taciones se rela cio n an unas con o tras de una forma compleja
y diversa y sólo nos dam os cu en ta de u n a pequeña p arte de
su a c tiv id a d . E s ta no cesa m ien tras h ay a vida en noso­
tros.
Sólo h a s ta cierto grado. Después de un d esp e rtar indolente
se puede t r a t a r de in fu n d irse ánim o con u n e je rc ic io ,. un
m asaje, fricciones de agua fría, etc.; m o m e n tá n e a m e n te t a m ­
bién se puede sin ningún tip o de influencia adicio nal llegar
al grado extrem o de ánim o con sólo m ira r el reloj. Pero
el tono puede no obedecer.
Se pueden cerrar los ojos, m a n te n e r los p árp ad o s cerrados
c u a n to tiem p o se quiera y abrirlos cuando nos plazca. Pero
h a y m om entos en que los ojos se cierran in siste n te m en te
por sí solos. E sto ocurre cuando se tien en fuertes deseos
de d o rm ir y ocurre porque los m úsculos de los párpados
se re la ja n in v o lu n ta ria m e n te , es decir, decae su tono pro­
fundo. E l deseo de d o rm ir en el 80% de los casos no es
otra cosa que una sensación de re la ja m ie n to in v o lu n ta rio
de los músculos: de los párpados, del cuello y de los demás
que les siguen.
84
[7]
85
C ualquiera que sea la p ostura en que Ud. se h a lla b a en el
m o m en to de leer estas líneas, preste atención: ¿le resulta
cómoda? ¿Acaso es la p o stura óp tim a? ¿Se acomoda perfec­
ta m e n te a la a c tiv id a d que está realizando y al estado que
desea tener?
¿Por qué está Ud. sen tad o en el borde de la silla, con las
piern as recogidas y dobladas? ¿Por qué está encorvado?
¿Por qué tiene una m ano ap re ta d a do una m an era ta n poco
n a t u r a l y los dedos oprimidos?
'
¿Y sabe Ud. perm anecer acostado? ¿E stá seguro de que la
posición a d o p ta d a por Ud. antes de dorm irse es la mejor?
Una p o stu ra puede ponernos de un h u m o r de perros, causar m iedo e in q u ietu d , encaden ar la m en te y la im aginación.
Y al contrario, puede prop o rcio n ar t r a n q u i l i d a d , d a r á n i­
mos y seguridad.
U n a p o stu ra correcta, n a t u r a l en c u a lq u ie r a c tiv id a d que
se realice, en cu a lq u ie r m o m en to, es una de las condiciones
p ara un a buena disposición de ánim o y el auto c o n tro l.
E sto no es u n a m era to n te ría , como p u d ie ra parecer, sino
u n arte.
E n efecto, no siem pre la p o stu ra depende de nuestros d e­
seos, sino de las exigencias del tra b a jo , del decoro o de la
fa lta de co m o d id ad ... No solam ente la posición tiene im p o r­
ta n c ia , sino ta m b ié n la d istrib u ció n in te rn a de las tensior
nes musculares; podem os ad a p ta rn o s casi a c u a lq u ie r po stu ra,
inclusive en un ó m n ibu s con exceso de pasajeros.
E l carácter ó p tim o de la p o stu ra no es sólo la correcta elec­
ción de la posición, sino t a m b ié n el d o m inio del pro p io *
tono m u scu lar y c u lt i v a r el dom inio del tono es u n arte.
Y sin e m b a rg o se p u e d e ...
P a ra el que ahora lea estas líneas, es probable que no co n s ti­
t u irá n in g ú n esfuerzo a p r e ta r el puño in s ta n tá n e a m e n te con
violencia y fuerza. Pero pruebe a hacerlo acab ad o de desper­
tarse, en el lecho, cuando tiene Ud. deseos de seguir d u r­
m ien d o ... E sto no será fácil: h a b r á que realizar u n gran
esfuerzo de v o lu n ta d (la que se necesita, por ejem plo, para
re la ja r los dedos en estado de ira).
Entretanto su mente ya está activa, Ud. ya recordó qué tafeas le
esperan en el día de hoy, incluso han acudido a Ud. ciertas ideas.
E sto exige u n estado m u y activo de los delicados grupos m uscula­
res que dirigen el lenguaje interno y de los finos músculos del
ojo...
i
,
Por o tra p arte , los músculos esqueléticos grandes por el mom entó están ad orm ecidos... Diferentes grupos m usculares
pueden hallarse m o m e n tá n e a m e n te en un tono diferente; p re­
cisam ente gracias a esto nosotros podemos, tr a b a j a n d o con
unos músculos, in flu ir en el tono de otros, a trav é s de éstos en
otros m ás y así sucesivam ente. E n esencia, esto no es más
que el control de sí m ism o en el sentido fisiológico. Cada
uno de nuestros estados en cada m o m en to puede represen­
tarse como cierta com binación de los tonos de diferentes
grupos de m úsculos, como u n a relación inversa que se re­
fleja en el cerebro.
Como es fácil deducir, puede ex istir un núm ero in fi n i t a ­
m en te grande de com binaciones como éstas,
H e a q u í lo que se necesita hacer p ara que el puño se apriete
con facilid a d : h a y que abrir los dedos v aria s veces con ener­
gía. E sto es m ás fácil de hacer en estado de som nolencia:
cuando se produce u n a d ism inu ció n general del tono, los
músculos extensores p re d o m in a n de todos modos. E x t i e n ­
da los dedos h a s ta m ás no poder, u n a y o tra vez... ¿No lo
siente? A u m en tó ta m b i é n el tono de los músculos flexores.
A hora el puño se ap retó fácilm ente y puede m antenerse
en ese estado.
Incluso h a s ta es m ás fácil a p r e ta r la otra m ano.
Tengam os esto presente p ara cu a n d o h ablem os de la tonificación.
¿Sabe U d . perm a n ec er acostado?
.
|L ecto r de estas líneasl Es posible que Ud. ahora esté sen­
tad o o quizás, acostado en u n sofá.
86
L a p o stu ra del A E
-
;
L a más conocida es la posición del "cochero”: sentado sobre una
s illa , en u n sofá o taburete, las rodillas separadas en u n ángu­
lo de 45°, aproximadamente, los antebrazos se apoyan en las cade­
ras; el cuerpo, apoyado sobre las manos, ligeramente inclinado
hacia adelante; la cabeza suelta libremente. E s ta postura es a la
vez firm e y relajada; con ella se puede dormitar y además ho per­
m ite que nos durmamos profundam ente. Otra posición es la de acos­
tado (por lo común, boca arriba), se relaja el cuerpo a l máxim o.
E n tre estas posturas hay una intermedia: recostado en u n silló n
profundo, las manos puestas sobre el brazo del silló n y la cabeza
apoyada en el respaldar.
[7]
87
•
Son posibles otras po stu ras: por ejem plo, sentarse a la mesa
s u jetan d o la cabeza con las m an o s o deja rla p u es ta sobre
las m an o s en reposo. Lo que m ás im p o rta son la sencillez,
n a t u r a l id a d y estab ilid ad .
N a tu r a lm e n te , en n in g u n a p o stu ra se necesita m a n te n e r
u n a t o t a l in m o v ilid ad , como si estu viéram os pasm ados.
Incluso cuando se duerm e pro fu n d am en te el ser h u m a n o se
reserva el derecho de voltearse de lado. Pero, por o tra p arte ,
es com prensible que se exija una p o stu ra están d a r, pues al
cabo de cierto tiem p o , de acuerdo con el m ecanism o del re­
flejo condicionado h a b i t u a l , la posición del cuerpo se con­
vierte en u n m edio de echar a a n d a r todo u n co n ju n to de
reacciones necesarias (existen personas que se acuestan po r­
que les e n tra sueño y otras sienten sueño porque se acues­
tan). E l ca rác ter e s tá n d a r de la posición en la sesión del A E
es uno de los elem entos de la s iste m atizac ió n y de la disci­
p lin a i n te rn a .
^
Pero la p ostura fija y ó p tim a p ara su persona Ud. sólo la
p uede a d o p t a r en condiciones m ás o m enos típicas, en casa,
d u ra n te las horas asignadas a las ocupaciones regulares,
o en o tra situ ación adecuada. ¿Y si no existe este tipo de
s itu ació n , pero es necesario re alizar el A E o al mertos el
m in ia u to e n tre n a m ie n to ?
'
'
La p o stu ra e s tá n d a r es u n a cosa p ositiv a ; no o b stan te,
no se puede depender de ella. P o r eso es necesario, adem ás
de los en tre n a m ie n to s en situaciones sim ilares, efectuar una
p a r te de los m ism os en o tras situaciones lo m ás diversas
posibles y durante el movim iento. Mas ad e la n te m o s tra re ­
m os que esto es p erfec ta m en te posible.
D u ra n te los a u to e n tre n a m ie n to s regulares efectuados en la
casa se recomienda' despojarse de todo aquello que oprim a
el cuerpo: c in tu ró n , co rb ata, zapatos, etc., y d esabrochar­
se el cuello.
,
Pero incluso éste tiene u n a im p o rta n c ia r e la tiv a : una vez
que a p r e n d a n a relajarse correctam ente, Uds. n o ta ra n que
les re s u lta m u y fácil s o p o rtar todo aquello que sirve para
o p rim ir y m olestar.
Relájese
E stoy acostado ju n to con el gato en el sofá. Observo
xe éste y trato de im itarlo. S i n embargo, no es cosa
costado de ta l manera que ni u n solo músculo se ponga
iré que lúe d ifíc il notar y determinar este u otro músculo
como duerfácil estar
tenso... No
en tensión.
Tampoco es d ifíc il liberarlo de una contracción excesiva. Pero lo
peor es que no haces más que librarte de la primera tensión cuando
inm ediatam ente aparece una segunda, una tercera y así hasta lo
in fin ito ...”
'
E n el libro de S ta n is la v s k i “ E l tra b a jo del actor consigo
m is m o ” h a y u n c a p ítu lo que se d enom ina “ La liberación
de los m ú s c u lo s ” de donde fueron to m ad as estas líneas.
Todo lo que necesita saber en este aspecto el actor novel,
le hace fa lta a Ud. tam b ién .
Ud. a d o p ta la p o s tu ra del AE; se sien ta como u n cochero,
se recuesta en u n sillón o se acuesta en u n a ca m illa; todo 1
está n o rm a l...
¿Pero acaso esto es todo? Pasee el rayo de la atenció n por
todo su cuerpo. H á g a lo u n a y o tra vez.
Su ta re a consiste ahora en liberarse al m á x im o de todo lo
que op rim a los m úsculos, eso que S chültz d enom inó “t e n ­
siones re s id u a le s ” . E s ta s tensiones, en su m a y o r p arte ,
no son perceptibles a la conciencia, pero crean el fondo de
la disposición de ánim o. E x p u ls a r estas tensiones, lib era r los
m úsculos, es el comienzo obligatorio de c u a lq u ie r ejercicio
del A E. La a m p l i t u d de los re su lta d os que se alcanzan va
desde dormirse con facilidad h as ta ad qu irir d esen v o ltu ra
en las relaciones sociales.
“ ... Cuanto m ás caso se hace de las tei\siones y contracciones del
cuerpo, tanto más aum entan éstas. S e aprende entonces a d is tin ­
guir dentro de uno mismo aquellas sensaciones de las que antes
no se percataba. E so... ayuda a descubrir tensiones cada vez más
nuevas y m ientras más se descubren otras tantas nuevas se apa­
recen. Por breve tiempo me fue posible librarme de una tensión
en la región de la espalda y el cu ello ... Comprendí entonces que
en nosotros existen muchas tensiones musculares perniciosas y sup erflu a s que a nadie les hacen f a lta y de las cuales no sospechamos
s
i
q
u
i
e
r
a
•
¿Se dio Ud. cuenta? P a ra librarse de la tensión m u scu lar
es necesario hacer por lo menos un m o v im ie n to pequeño,
que apenas se note. H a g a ese m o v im ie n to ... E s te m icrom ov im ie n to , yo d iría que es u n h á l i t o
interno;
al realizarlo el m úsculo incluso no se m ueve, sino m ás bien
se asien ta su a v e m e n te ...
^
Al prin cip io u n a atención excesiva a los músculos puede
89
ocasionar no re la jam ien to , sino por el contrario, tensión.
La sensación de re la ja m ie n to sólo puede “ c a p t a r s e ” g ra­
d u alm en te , como de p asada. ¡R elajarse es defícil porque
p a r a ello no se necesita re alizar n in g ún esfuerzo!
Schültz c u ltiv a b a en sus pacientes el “sentido m u s c u l a r ” .
“ Pienso —escribía é l — que el estado nervioso es un con­
j u n to de tensiones m usculares desordenadas con las cuales
el ser h u m an o , v o lu n t a r i a o in v o lu n ta ria m e n te , respon­
de a las excitaciones del m edio e x t e r i o r ” . A su vez, S ta n is­
lavski exigía de sus alu m n o s que en su n a tu ra le z a física
i n tro d u je ra n u n “co n tro lado r m u s c u l a r ” , que lo c o n v irtie ­
ra n en su segunda n a tu ra le z a y les ex h o rta b a que apreudieran eso de los gatos y los niños pequeños los cuales se
re la ja n a las m il marayillas.¡
.
•
" ... A hora , a l acostarme, me fue posible atenuar las tensiones
m ás fu ertes y estrechar la esfera de la atención hasta el lím ite de
m i propia nariz. L a cabeza se me nubló igual que cuando empeza­
mos a sentir mateo y me quedé dormido del mismo modo que duer­
me m i Gato. R e s u lta que el relajam iento m uscular unido a l estre­
chamiento sim ultáneo de la esfera de atención, constituye u n mag­
nífico recurso contra el insomnio."
que no se detectó que en esos m om entos a la actriz se le le­
v a n t a b a lig eram en te la ceja derecha... E ra la fatíd ica ten ­
sión. Se procedió entonces al re la jam ien to de los músculos
•del rostro. E l re su lta d o que se obtuvo fue sorprendente:
“L a sensación interna logró la salida libre a l exterior, desde lo
m ás recondito de la subconsciencia, era como si la hubieran extraí­
do de u n saco para lanzarla a la libertad”.
. .
¡Así de sutiles son los hilos fisiológicos de los cuales penden
estratos com pletos de n uestro estado de ánim o y de nues­
tr a conducta!
■ .
,
Las tensiones m usculares p ueden localizarse en cu a lq u ie r
p a rte del cuerpo, pero a pesar de esto cada persona las ti e ­
ne casi siem pre en zonas específicas.
Los superciliares, el entrecejo y los párpados se encu en tran
bajo u n a tensión m u y acusada y p erm a n en te en las perso­
nas que tien en la co stu m b re de p ensar co n c en tra da e i n ú ­
t i lm e n te en los p roblem as agobiantes, in clu y en do el de su
p ro p ia salud.
L a boca, los labios, la m a x ila y la m a ndíbula son las zonas
de las que sufren debido a la soledad, son irrita b le s y q u e ­
jum brosas.
E l cuello, la nuca y los hombros p re sen tan el aspecto de un a
“com b a d u ra t ó n i c a ” , de u n “ h u n d i m i e n t o ” en personas
inseguras de sí m ism as, con frecuencia a ú n m u y jóvenes.
L as manos en los codos y los dedos de las manos d en o ta n una
tensión propia de personas excitab les e in tra n q u ila s , a p re n ­
sivas y excesivam ente activas.
>
L a laringe, la faringe, el diafragm a y los m úsculos abdomi­
nales están en tensión d u ra n te la respiración, sobre todo
en el h ab la. E s ta s tensiones co n trib u y e n a la inseguridad,
al m a l h u m o r y con frecuencia co n s titu y e n un com ponente
i m p o rta n te de la ta rta m u d e z .
Las com binaciones de diversas tensiones son in n u m e ra ­
bles. Después que se h a y a estado o bservando cierto tiem po
a sí m ism o en su v id a y d u ra n te los ejercicios de A E , Ud.
p o d rá d ete ctar sus tensiones “ p re d ile c ta s ” y entonces, ten ­
drá sentido ocuparse de ellas en p a rtic u la r.
Y en eso consiste su e stra teg ia
¿H a re p ara d o Ud. en cómo se m ueve el haz de luz del pro ­
y ecto r que busca el objetivo? Al p rin cip io re aliza m o v i­
m ien to s sueltos de reconocim iento, después se estrecha con­
centrándose en ciertas zonas. De tiem p o en tiem p o los m o v i­
m ien to s de reconocim iento se re p ite n y n u e v a m en te se pro ­
duce la concentración ...
1
E l pro y ecto r sigue u n a estra teg ia ó p tim a de búsqueda.
S ígala t a m b ié n Ud. q u itán d o se las tensiones m usculares
d u ra n te el A E . E n los prim eros segundos t r a t e de lib e ra r­
se de la ten sió n de m a n e ra que sea t o t a l e i n m e d ia ta en to ­
dos los p u n to s del cuerpo: esto y a se lo p ro p orcio n a en p arte
la p o stu ra. Que el pro y ecto r de í*a aten ció n recorra dos o tres
veces su cuerpo sin dem orarse m u ch o : las tensiones m ás
fuertes “e m e rg erá n ” por sí solas.
U n a a v e n ta ja d a a lu m n a de S ta n is la v s k i h acía m ucho tiem p o
que no p o d ía a c t u á r con to d a la fuerza necesaria, era co­
mo si su ta le n to estu v iera bajo la presión de algo y cu a n ­
do te n ía que i n t e rp r e ta r los pasajes im p o rta n te s de la obra
ad o p ta b a un a p o stu ra forzada, p e rd ía la n a t u r a l id a d .. . N in ­
g ú n m éto do de en tre n a m ie n to le sirvió de a y u d a , h asta
90
Las g am as del a u to rr e l a j a m i e n t o
Me decían que estos ejercicios son aburridos. E s to y de acuer­
do. Pero p ractíq u elos p ac ien tem en te y Ud. o b ten drá re[7]
91
su ltad os que su perarán sus esperanzas. E l músico que de­
sea llegar a ser un virtuoso no desdeña las gamas.
l a ^ í m W n g ° ? ra c tic a r s e c a m e n t e las gam as de' autorred e , P as,0 - a y u n o s ejercicios com plem entarios
J5or separado
n
" Part6 ^
A E r e g u k r y aPlicarSe
Tornando como p u n to de apoyo el codo, relaje totalm ente la m a­
no derecha de manera que ésta quede colgada y efectúe movimientos
con ella. Trate de lograr que ésta esté suspendida con soltura, co­
mo u n látigo. H aga lo mismo con la mano izquierda, con ambas
manos a la vez y alternando.
T rate de relajar los dedos hasta una blandura cérea, de manera que
cada articulación tenga la mayor soltura posible. E sto resulta
d ifíc il, ya que los dedos por lo general se h a lla n doblados. E l to ta l
relajam iento de los dedos es ya de por sí u n buen medio para procu­
rarse sosiego.
Sentado o acostado en la cam a’, los hombros aflojados en posición
vertical (u horizontal). M u e v a el antebrazo y dóblelo formando
u n ángulo recto. Déjelo caer libremente, como u n látigo, de m anera
que caiga exclusivam ente por su propio peso. Perciba el contraste
entre la tensión que se produce durante la flexió n del codo y el
relajam iento que se origina a l h a j a r lo . R ealice el ejercicio por el
lado derecho y el izquierdo, altern ativam ente y por los lados a la
vez. Combine el ejercicio con el relajam iento de las manos y los
dedos.
D e pie, sentado, acostado y caminando con paso uniforme levante
el brazo recto hacia arriba y déjelo caer libremente. A lte r n e con el
otro brazo y. después haga el ejercicio con los dos a l mismo tiempo.
Logre que los brazos se m u eva n con libertad como las m angas hue­
cas de la ropa.
D e p i e , sentado y caminando con paso uniforme: haga oscilar los
brazos relajados, a modo de péndulos, aum entando o dism inuyen­
do gradualm ente la a m p litu d de las oscilaciones ( “mangas huecas
movidas por e l viento”).
Acostado: presione sobre la cama poniendo todo el brazo tenso y
después, suéltelo. Perciba el contraste. A ltern e con cada brazo
y hágalo con los dos a la vez.
Parado sobre u n soporte a baja altu ra o sobre u n libro grueso: mue92
1
va libremente una pierna en suspensión como u n péndulo y des­
pués, m ueva la otra. Sentado, con las piernas ligeramente sepa­
radas y dobladas en las rodillas: m ueva las caderas, cerrando y
abriendo las rodillas. Después de extender una pierna, levánte­
la ligeramente y déjela caer libremente. A lte r n e el ejercicio con
cada pierna y realícelo con las dos a l mismo tiempo.
Acostado, después de doblar ligeramente una pierna, el ta ló n roza
la cama: m ueva la cadera a la izquierda y derecha. A ltern e con ca­
da pierna y después haga el ejercicio con las dos a la vez. Después
de flexionar tas piernas en las rodillas y en la articulación coxal,
levántelas, separándolas de la cama, de forma ta l que e l peso de-,
las m ism as se m antenga uniform em ente p or la articulación coxal.
M u e v a las caderas a derecha e izquierda, hacia adelante y hacia
atrás, a modo de charnela. Combine el ejercicio con el relajam iento
de brazos, manos y dedos.
Parado, a l ig ual que en el ejercicio anterior, flexione por la rodi­
lla una de las piernas suspendidas y déjela caer libremente. D es­
pués, repítalo con la otra. H a ga lo mismo parado en el piso y le­
vantando las rodillas lo más alto posible. Sentado, con las pier­
nas ligeramente separadas y dobladas en las rodillas: suelte una
pierna para que ésta se deslice con libertad sobre el talón. H aga
lo mismo con la otra. Después hágalo con las dos a la vez y alter­
nando cada una. R e p ita el ejercicio, peto acostado.
Sentado, con las rodillas, flexionadas a u n ángulo de 100° apro­
ximadamente', flexione la p la n ta del pie apoyándose en el talón y
llevándola a la rodilla, suéltela, libremente. Realice el ejercicio
con las dos piernas a la vez y alternándolas. D espués de estirar
las piernas ligeramente separadas y apoyadas en los talones: mue­
va las p la n ta s de los p ies a izquierda y derecha, libremente, a modo
de charnela, alternadamente y con los dos a la vez. R e p ita lo
mismo acostado.
,
No resulta fácil re la jar la p la n ta del pie: en el ad u lto , d e­
bido a u n a co n stan te carga estática, la p l a n t a del píe se
encu en tra bajo una tensión crónica, m ie n tra s que en los
bebés suele estar to ta lm e n te relajad a. Más difícil aú n es
re la ja r los dedos de los pies; pues en la m ay o ría de las per­
sonas tienen una m o v ilid ad b a s ta n te escasa, como si e s tu ­
v ie ra n contraídos.
93
Sentado y de píe: levante bien alto los hombros y luego déjelos
caer libremente. A lte r n e el hombro derecho con e l izquierdo y des­
pués haga el ejercicio con los dos a la vez.
D e pie: inclínese libremente hacia adelante (deje caer la m ita d del
cuerpo) y después póngase derecho.
Sentado derecho: reclinarse libremente hacia atrás sobre el respal­
dar del sillón.
.
:
Sentado derecho, los codos sobre las caderas: dejarse caer libremen­
te hacia adelante flexionando la cintura', la cabeza debe estar in cli­
nada y los brazos resbalan con soltura.
Desde la posición de sentado derecho, aflojando los brazos, echar­
se a u n lado, con todo el peso sobre el brazo del s illó n o sobre el
sofá. A derecha e izquierda y alternadamente.
Acostado: levantar el tronco y dejarlo caer libremente.
.
D e p ie o sentado: incline la cabeza sobre el pecho, como una per­
sona que se duerme cuando está extremadamente cansaáa. H aga
el mismo movimiento de pie, apoyando los codos sobre la mesa.
E n esta posición es fácil mover la cabeza de lado a lado. (De
pie: efectué una rotación con la cabeza', hágalo sin apurarse,
con suavidad y p lasticidad (esto ayuda en algunos tipos de dolores
de cabeza),
Acostado boca arriba: levante levemente la cabeza y déjela caer
libremente. Voltearla hacia u n lado y déjela caer. Id e m , bota abajo,
voltearla hacia uno u otro lado.
Veamos u n m o v im ie n to recom endado por los yogas: acosta­
do sobre u n a alfom bra, boca arrib a, sin alm o h ad a , los b r a ­
zos colocados a lo largo del cuerpo con las p a lm a s de las
m anos h ac ia a r rib a ( “p o stu ra de o lv i d o ” , d p ara t o m a r “ un
baño de s o l” ); v o lte a r l e n ta m e n te la cabeza sin l e v a n ta rla ,
de derecha a izqu ierd a y de izq u ierd a a derecha, diez veces.
Los yogas creen, q u é - e s te m o v im ie n to confiere m o v ilid a d
al cuello y m ejora la irrigación san g uín ea de la base del
cerebro. P o r otra p arte , es un m agnífico m edio de pro p o r­
cionar sosiego y re la jam ien to . Otro m o v im ie n to del m ismo
tipo : acostado t a m b ié n boca arrib a, m over le n ta m e n te la
nuca, como si Ud. quisiera estira r u n a tela arrugada.
A p riete la m a ndíbula y la m a x ila y a fló jela s ( “m asticación”),
abra bien la boca ("bostezo”) y suelte la m an d íb u la a la posición
que e lla m ism a adopte. Fíjese que cuando la m andíbula y la m a­
x ila están m u y apretadas o m u y abiertas se retiene la respiración,
m ientras que estando en posición relajada se respira con más alivio.
Oprima la lengua contra el palad ar y suéltela. O prím ala contra
los dientes inferiores, superiores, a la derecha y la izquierda. Saque
94
la lengua, todo lo m ás que pueda. S u éltela . (La lengua 'suelta
libremente se adhiere por sí m ism a a los dientes superiores).
La m i ra d a d irigida hacia abajo y h acia ad en tro con los
p árp ad o s caídos, la m a n d íb u la lig eram en te fláccida y a l ­
go pro y e ctad a hacia ad e lan te con la lengua re la jad a, de
m an e ra que roce levem ente los dientes superiores es lo que
se d enom ina “rostro de r e la j a m i e n t o ” . E ste se está p r a c t i - 1
cando con fines especiales en algunas v a r ia n te s del AE
a p licad as en m edicina. E l "rostro de re la j a m i e n t o ” sirve de
a y u d a p a r a p asa r con m ay o r rapidez a las fases p rofundas
del A E .
U n a sonrisa para sí m ism o
A p ren d er a d o m in ar la expresión dql rostro es p a r t i c u l a r ­
m ente difícil e im p o rta n te . El rostro es el centro de la m u s­
c u la tu r a “p s íq u ic a ” .
Los ejercicios, al igual que en la m u s c u la tu ra corporal,
se e s tru c tu ra n sobre la base del co ntraste de la tensión y
el re la jam ien to y de la “c a p t u r a ” de sensaciones. T am b ién
a y u d a un espejo.
A rrugue la frente, levantando las cejas ( “asombro”), relájela.
Trate de m antener la frente absolutam ente lisa durante un m in u to .
Frunza las cejas ( “estoy enojado”) y relájelas. A b ra bien los ojos
( temor”) y relaje los párpados. Ensanche las fosas nasales ( “hue­
lo aromas”), relaje los párpados y cejas. E ntorne los ojos ( “terror”)
y relaje los párpados, estreche la hendidura orbital y relájela. L e­
vante el labio superior, arrugando la nariz ( “desprecio”) y relá­
jelos. M uestre los dientes ( “fu r ia ”) y relaje las m e jilla s y la boca.
Estire hacia abajo el labio inferior ( “repugnancia”) y relájelo
después.
E n todos estos y en otros ejercicios im pro visad o s la tarea
p rin cipal es inten sificar la sensación m u scu lar del rostro
y co n tro la r el tono de los músculos m im éticos. Liberarse
de las tensiones faciales con stitu y e u n buen m edio p ara m a n ­
tener el auto co n tro l en situaciones de tensión. Además, es
probable, que Ud. note que el juego m ím ico intensivo estim u ía la ac tiv id a d in telec tu a l.
Por otro^ lado tenemos la sonrisa. E n cierto mcido no quiero
p ro n u n c ia r ju n to con ella la p ala b ra “e n t r e n a m i e n t o ” . Si
se desea, la sonrisa puede descomponerse en elementos com ­
p onentes de las contracciones y re lajam ien to s musculares,
95
pero la cuestión no consiste en eso. Lo im p o rta n te es que
la sonrisa no sólo es h ija del deleite, sino que t a m b ié n en­
gendra a este. No vale la pena esc a tim a r el tiem p o que se
requiere p ara predisponerse a sonreír, sobre todo en el caso
de aq u ellas personas que son propensas al m al h u m o r y a
estados de anim o irritab le s. No es necesario crear una sonrisa
p ara alguien en p a rtic u la r, sonría p ara sí: solam ente u n a
a u te n tic a sonrisa que venga desde ad e n tro puede s u rtir
t a m b i é n un buen efecto en otras personas. Dicho sea de p a ­
so, el n irv a n a , ese estado de beatífica y ensim ism ada qu ie­
tu d tiene u n a expresión m ím ic a que semeja una leve son­
risa (la sonrisa de Buda). E s ta expresión se logra estirando
u n poco h ac ia atra s y hacia a rrib a las com isuras de la boca
y el ra b illo del ojo y poniendo en tensión las m ejillas; como
si la persona quisiera llev ar un t a n t o hacia atrá s sus orejas
(realm ente esto lo logran ciertas personas). T ra te de con­
ferir a su rostro ta l expresión y m a n té n g a la uno o dos m i­
nutos. b u estado de ánim o cam b iará.
Cómo m i r a r a los propios ojos
E l p ap e l de estos en la form ación de nuestros estados psí­
quicos es enorme, pues no en bald e h a s ta los m ism os esta­
dos se l e e n ” en los ojos. Nosotros m ism os no vemos huestros ojos, m ie n tra s que u n a m i r a d a al espejo m o m e n tá n e a
e in e v ita b le m e n te alte ra la v erd ad era expresión. ,¡Qué h a ­
cer entonces?
.
N uestros objetivos po r el m o m en to son sencillos, no a r tí s ­
ticos. A hora una sola cosa es lo que nos im p o rta : el re la ja ­
m ien to de los ojos, prem isa p ara lograr el sosiego general.
Pero adem ás de los músculos de los párpados, cuyo estado
podem os observar d irec tam en te, la m ira d a es co n tro la d a
por los músculos ocultos de loá globos oculares. Se puede
ap ren d er a re alizar el re la ja m ie n to de unos u otros.
B a je ligeramente los párpados superiores de modo que sean visi­
bles a Ud. N o ta rá u n temblor. Trate de que éste cese. A l principio
no se logra, incluso se intensifica el temblor. Pero después de va­
rios ejercitam ientos puede irlo dism inuyendo y fin a lm e n te , eli­
m in a rlo , por completo. Sobre todo se hace mejor si se m ira a lo
lejos.
A propósito, he a q u í un p rocedim iento sencillo y m u y bue­
no para autotran-quilizarse que a veces se usa inconscien­
tem en te : pasarse s u av em en te los dedos por los párpados,
las cejas, la frente y alrededor de los ojos. Con estos mismos
m o v i m i e n t o s s e puede t r a n q u iliz a r y hacer d orm ir al bebé.
E n estas zonas, al parecer, se h a lla n las ex tre m id a d es n er­
viosas “h ip n o g én ica s ” (generadoras del sueño).
Siéntese frente a úna pared a una distancia de 2 a 5 metros. Fíjese
dos p u n to s en la pared, uno debajo del otro, separados unos 50 cen­
tímetros. Pasee su mirada de u n p u n to al otro lentamente, con más
len titu d a ú n ... Y cada vez, más lentamente. Ud. notará que los pár­
pados se relajan poco a poco y se tornan pesados y que cada vez
se hace más d ifíc il levantar la m irada; trate de percibir esa
sensación, ya que ésta le resultará ú t i l en el momento de sumirse
en una profunda autohipnosis y de controlar el sueño.
C o n tem plar un p u n to a u n a distancia de 5 m etros ap ro x i­
m a d a m e n te d u ra n te 10— 20 m in u to s es uno de los proce­
d im ie n to s del yoga p ara procurarse reposo y realizar la
autohipnosis.
Desplace la mirada hacia adentro y hacia arriba y los párpados
■comenzarán a descender autom áticam ente. Trate de que la mirada
retorne a la posición original. Haga esto varias veces; es m uy
probable que Ud. sienta un leve mareo y somnolencia. E sto tam ­
bién es uno de los procedimientos para el relajam iento profundo
de los músculos de ojos, ú t i l en caso de insomnio.
Veamos otro ejercicio.
.
Acostado o sentado en un sillón. Los ojos bien abiertos y la mirada
extraviada a lo lejos, no dirigida a parte alguna, durante 3 m in u ­
tos. Que los pensamientos jlu y a n como quieran, pero es mejor rete­
ner en la cabeza u n concepto abstracto cualquiera, por eje m p lo ,
"eternidad”.
Esto ejercita el re la ja m ie n to de los ojos bien abiertos y
co nstitu y e un m agnífico descanso psíquico.
'
Al im p ro v isar con los ojos, Ud. descubrirá que precisam en­
te en ellos se h a lla n las ocultas y, yo diría, e x tre m a d a m e n te
delicadas fuentes del a uto a pacig u am ien to, tohificación y c a m ­
bio de estado de hum or. Aquí lie dado la línea más general
de búsqueda.
Si Ud. tomó la decisión de estu d iar s is te m áticam e n te lodo
el curso de A E , p ara ejercitar los re la jam ien to s locales h a ­
Cierre los ojos. A hora baje los párpados libremente, a la posición
que ellos mismos adopten. S i está Ud. despabilado, los párpados de­
ben encontrarse entreabiertos. R e p ita esto varias veces tratando
de lograr la posición de m áxim o relajamiento.
96
[7]
97
bré que in v e rtir cerca de dos o tres sem anas. Algunas perso­
nas necesitan un plazo m ás largo y p a r a los in div id u o s que
son propensos a una in h ib ició n general, tiene sen tid o efec­
t u a r estos ejercicios con constancia y ten acidad , sin in­
terru m p irlo s ni un solo día. Poco a poco, el C ontrolador
n tern o ap ren d era a estar al acecho de Jos m úsculos a todas
horas y por doquier. La liberación de las tensiones puede
com binarse en cu a lq u ie r proporción con otros ejercicios.
“ E l pén d u lo d e s l iz a n te ”
L a prisa es buena cuando se cazan pulgas.
S a b id u r ía
po p u lar
8 NUESTRA MUSICA
A l g u n o s p r o c e d im ie n t o s para ejercitar las v e lo c i d a d e s psíq uicas. Al d o m in a r su
r it m o in te rn o U d . aprenderá a apurarse sin agitarse. Cómo ayudarse con la m úsic a.
.
es la quintaesencia de los ejercicios anteriores. E s ta se lo­
gra sobre todo cuando la sensación m u scu lar está b a s ta n te
desarrollada.
■
|E1 r itm o y n a d a m ás que e] ritm o!
"H a y t i e m p o e s t a aseveración es mi p r i n c i p a l enemigo y p o r
su c u l p a he per di do t a n t a s clisas que rio vale la pe na contar,..
H a y tie m po ", me digo y continúo acostado en "mi cama y se me
hace tarde p a r a ir a l trabajo. "H a y t ie m p o ” , y m ie n t r a s más im p o r ta n t e
es un t rab aj o tant o m á s me empeño en d i l a t a r su ejecución. T o m é concien­
cia de esta horrible fó rm u la de la in di sc ip li na después de haber recibido
una terrible rep rimenda cuando en cierta ocasión no c u m p l í un asunto
i m p o r ta n t ís im o . \''B asta"\ — me gr i t é a mi m i s m c . A p a r t i r de mañana
tu f ór m u la será: “I m p o s t e r g a b l e . Ur gen te. .. I n m e d i a t a m e n t e . . . Cueste lo
que^ cueste... h n este mismo i n s t a n t e . . . " A p a r t i r de m a ñ a n a .. . ¿Pero , p o r
qué no h o y i { E s t o y volv ien do a las a nd ad a s ? N o , estás bromeando, T iene
que ser ahora o nunca".
P u s e m anos a la obra, como un escarmentado, como al gu ie n que se libra, de la
muerte. E s t e equipo lo m ont é an te s del p l a z o fi ja d o y p o r vez p ri m er a,
p o r extraño que parezca, apareció e n t mí una reserva de tiempo U b r e : no tenía
que po sp on er nad a. .. Co nt r a ri a m e nt e a lo h a b i t u a l , comencé a senti rme libre
de presiones. M e ocupé de una cosa que hacía tiempo tenía en mente y fue aQui
donde tuve la sensación repe ntina de que la fó rm ul a “ahora o nunca" se había
al oj a do en m í . . . A d e m á s , surgió esta otra: "lo p r i n c i p a l e s tener tiempo para In
f u n d a m e n t a l ” ... M e r es u ltó interesante ejerc ita r esa o p o r t u n i d a d “ instantánea^.
Comencé a v i v i r como si siempre e stu vie ra retrasado y e l conocimiento secreto de
que en re a l id a d esto es fal so, de que es un juego, algo conven cion al, me colma de
al egría. E l r it m o de m i vida se hizo m á s rápido, siempre saco v e n ta j a de tiempo
a todo, no porque esto constituya un p l a n , sino porque me a y ud a a mí mismo y
me e s t i m u l a . . .
'
'
S i Ud. desea librarse rápidamente de la tensión, la inhibición y
el cansancio, realice leves y débiles flexiones y extensiones m us­
culares sucesivamente en todas las articulaciones principales del
cuerpo, desde los pies hasta la cabeza y viceversa unas 2 — 3 veces
y de 3 a 5 flexiones y extensiones por articulación. S e puede comenzar
bien por la cabeza (leves movim ientos y meneos), “bajando” , ó por los
dedos de los pies (mediante un solo m ovim iento, todos los dedos
de ambas p la n ta s de los pies a la vez o alternadamente), “subien­
do (flexión.
extensión de las p la n ta s de los pies, las rodillas,
las caderas en la articulación coxal, etc.). Los movim ientos deben
ser leves, despreocupados, como si estuvieran en charnela.
E ste ejercicio p roporciona los resu ltad o s m ás n o tab les en
la posición de acostado. Se puede re alizar lo m ism o al p rin ­
cipio que al final del A E ya que a y u d a al re la ja m ie n to y
a la tonificación.
¡Queridos lectores! P o r experiencia de la p rim era edición,
el a u t o r se convencio de que la ab u n d a n c ia de ejercicios
causa confusión en algunos: es como si sobre la mesa h ub ie­
ra u n a gran c a n tid a d de p lato s diversos. ¿Cuál escoger como
p rim ero y como segundo?
U n a vez m ás recom iendo in siste n te m en te que al p rin ci­
pio pasen re v ista a todo sin apurarse y piensen solos en qué
es lo que necesitan de sí mismos, ya que ello fa cilita rá
la elección y vale la pena probarlo todo. P o r m i p arte , les
propongo algo así como un itin e rario que Ud. enco n trará ai
final del libro.
G .,
radiotécnico”.
“Cu an do co mprendí que m i defecto f u n d a m e n t a l era un ne rviosismo a g i ta do
y ansioso, una p r i s a fe b ri l que ahogaba todo lo rhejor de m i persona, i n ­
cluso e l h a b l a , decidí ju g ar m e la carta. D e t e r m i n é entonces que lo que yo
necesitaba era ir m ás despacio y comencé a a d o p t a r ese rit mo tentó día tras
día has ta ll e g a r a los ex tremos de f a n a ti sm o. T a n p ro n to como p od ía me
r e l a ja b a , imagi ná ndo me que era una cin ta cin em atográfica dando v u e l t a s a
la velocidad más peq ueñ a, o bien una t ort ug a o un caracol; me figuraba que
es tab a en la p l a y a y que p o r todas m is venas f l u í a una pereza abrumadora;
que el tiempo se había detenido y que p o r de lan te de m í había toda una e te r­
nid ad . Yo no me c on v er tí en un fle m át ic o, p u e s a veces atravieso m o m e n ­
tos febriles, pero me siento con mucho menos tensión...
D . , es tu di an te en proceso de t i t u l a c i ó n ” •
[8]
99
“ ... E l ritm o del tiem po influye m ecánica, in tu itiv a .o cons­
cien tem en te en n u estra v id a in tern a , en nu estras sensa­
ciones y v iv e n c ia s ” .
... Es el am igo m ás allegado y el colaborador de las sen­
saciones porque es m u ch as veces el e s tim u la n te directo,
in m e d ia to y, en algunos casos, mecánico, de la m em oria
em ocional y, po r ta n to , de la m ism a vivencia i n t e r n a ” .
“ No es posible tener sensaciones adecuadas si el ritm o del
tiem p o es incorrecto e in com p atib le.
No se puede h a l l a r el r itm o de tiem p o correcto sin experi­
m e n t a r s im u ltá n e a m e n te las sensaciones que le correspon­
den”.
Así S tan isla v sk i definió y corroboró estos juicios con la ex­
periencia.
.
M ediante los ritm o s del tiem p o “p u r o s ” que se re g is tra­
b a n con un m etrón o m o, fue posible “po n er en m a r c h a ”
d ete rm in a d os estados de los actores y j u n to con aquéllos,
t o d a u na serie de vivencias acu m u lad as. A los actores —
discípulos se Ies propuso u n a escala convencional que
constaba de 10 ritm o s del tiem p o :
No. 1 — m á x im a p asividad;
No. 2, 3, 4 — paso g ra d u a l a un estado de ánim o' vivaz
• y de energía;
No. 5 — disposición p ara c u a lq u ie r acción;
,
No. 6 — atención alerta, ritm o de decisiones;
No. 7 — superación de serios im p ed im en tos, acción enér­
gica, a la rm a y alegría;
No. 8, 9 — ritm o febril de vida;
No. 10 — m om ento antes de una caída, comienzo de la
im pru d en cia.
P a ra el t e a tro esto fue u n a revélaCión. Pero en u n sen tid o
am plio, el d escubrim iento del efecto psíquico del r itm o del
tiem p o fue realizado en épocas inm em oriales. ¿Qué cosa
es la m úsica si no u n m edio de conexión rítm ic a dé Jos es ta ­
dos psíquicos?
P a r a los fines prácticos es suficiente saber que en cada m o­
m ento viv im o s en cierto r itm o psíquico. E s un a especie
de velocidad in te rn a ú n ica, m ás bien la re s u lta n te de todas
las velocidades q u e se tra n s m ite n al cerebro desde afuera
y desde ad e n tro y la relacio n ad a con el tono, las emociones,
la atención y los m o v im ien to s. E x p re s a r ésta en m a g n i t u ­
des ab solu tas es difícil p orque cada cual tien e su r itm o in ­
terno in d iv id u a l y, po r consiguiente, su sistem a de có m p u ­
to. Pero pese a esto la a m p l i t u d es a p ro x im a d a m e n te igual
en todos, lo que, h a p e r m itid o crear u n a escala de ritm o s
100
m usicales com prensible para todos. Los ritm os m usicales
c o n s titu y en los exponentes externos de los ritm o s psíqui> eos globales.
De esta forma, p a r a unos el problem a consiste en a p u r a r ­
se y para otros, proceder con menos rapidez. ¡Pero yo per­
so nalm en te deseo env ia r una
im aldición a la prisa!
Todo el m u n do está apurad o , tra jin a , va de un lado para
otro; se a p rem ian unos a otros, se em p u jan , se in q u ietan ;
cada cual t r a t a de g an ar la d ela n te ra, dejar a t r á s . a los
otros, a p a r t a r a los demás, ocupar un asiento, atro p ellar,
arran c ar botones, colarse delante; todos están tre m e n d a ­
m en te ocupados, excesivam ente retrasados, e x tre m a d a m e n ­
te excitados. Se oyen frases como* éstas: “no se demore,
a p ú res e” , “ ¿no puede a n d a r m ás de p ris a ? ” , “rápido, r á ­
p i d o ” , “ u rg e n te ” , cam ine, ¿por qué se d e tie n e ? ” , no Je
deje pasar sin cola...
E ste nerviosismo que a nadie le hace falta, este estado de
excitación febril, este tem or por la falta de tiem p o que da
v u eltas en torno a la subconsciencia, esta picazón en los
pies, en las manos, en las sup ra rren a les... Más bien sirve
de estorbo, de freno y e s tan c am ien to ... Una persona que
sufre de neurosis colectiva de la prisa no se da cuen ta in­
cluso de cu á n to tiem po pasa in ú tilm e n te y qué perjuicios
le reporta. In v ierte el tiem p o fen la prisa, consume la m a ­
teria m ás preciosa del cerebro y no hace m ás que d ar tro­
piezos. T o d av ía n in g u n a cola se ha m o vid o en un segundo
m ás rá p id o por el hecho de que los c iu d a d an o s que están
de pie se sien tan roídos de im paciencia y, por otro la d o ,'
c u á n to s hom bres-horas y hombres-cerebros se precisan' p a ­
ra aclarar m alen te n d id o s y h asta qué p u n to se dificulta,
que en tales condiciones la gente empiece a ra zo n ar y t r a ­
t a r uno al otro.
N uestra tesis es sencilla. P or c u a n to todos nosotros v iv i­
mos en u n estado de p re m u ra crónica, refleja, es necesario,
por ta n to , que contarrestem os esto, apren d ien d o a to m a r
las cosas con m ás calm a.
■
V ístem e despacio que estoy de prisa
Al observarse a sí m ism o d ia ria m e n te t r a t e de reconocer,
ta n t e a r y p a lp a r toda la a m p litu d de sus ritm o s y co m ien ­
ce a d o m in ar una dism inución in tern a plástica.
[8]
101
L en ta y suavemente, hasta donde pueda, apriete y afloje los dedos
de las manos, todos ju n to s y uno por uno, de una sola mano y de las dos
a la vez. Trate de que no se produzca la m ás m ín im a sacudida o
interrupción. E fectúe de esa m ism a forma otros movimientos.
Traslade lentam ente los ojos de u n objeto a otro. H ágalo con m u­
cha lentitud. Con m ás le n titu d aún.
Acostado boca arriba, sobre una almohada baja ( liberación de ten­
siones), lentamente hasta donde pueda, m ueva la cabeza a la de­
recha e izquierda', con los ojos cerrados es mejor. H aga el ejerci­
cio 10 — 12 veces.
Pronuncie algunas palabras y frases despacio y en forma alar­
gada.
■
Cambio gradual: lleve el conteo de su p u lso en voz a lta y m e n ta l­
m ente cuente 30 pulsacionesj después cuente de dos en dos, o sea,
20 pares de pulsaciones y seguidamente cuente de tres en tres, o
sea, 10. Proceda de la m ism a manera con la respiración (como u n i­
dad de conteo se toma cada inspiración — espiración) y a la in ­
versa.
.
D urante 2 — 4 m in u to s realice actividades corrientes, como si a
Ud. se le hubiera tomado una pelícu la en cámara lenta.
Ahora, todo eso hágalo con más rapidez. I m i t e un estado de prem u­
ra agitada e inquieta. \acelérese\ \Ud. corre por la habitación,
está buscando algo\ Y, súbitam en te,... aleje de sí y disuelva el
estado creado mediante la dilación interna, libérese de las tensio­
nes... A d o p te ahora un ritm o moderado, conservando en éste la dis­
posición para actuar con le n titu d o rapidez... Que alguien dé ins­
trucciones de pasar de u n ritm o a otro (lentam ente... rápidam ente...
moderadamente... rápidam ente... moderadamente... lentam ente... rá­
pidam ente... lentam ente...) A c tú e de modo irregular y en forma
p a u la tin a .
Para comenzar, trate de apretar y aflojar el puño de u n a -m a n o
a u n ritm o lento, y la otra, a un ritmo rápido. Cambie bruscamen­
te: la derecha despacio y la izquierda rápido; la derecha rápido y
la izquierda despacio.
E sto se logra b a s ta n te pronto, pero s im u ltá n e a m e n te b a­
lancear la p iern a izquierda a un ritm o m oderado, ap re­
t a r y aflojar la p a lm a de la m an o derecha a un ritm o rá p i ­
do y la de la izquierda a un ritm o lento, al princip io parece
u n a tarea irrealizable. Ud. n o ta rá que los difereifltes ritm o s
armoniosos se superponen mejor unos sobre otros cuando
tien en ciertas razones num éricas regulares, como, por ejem ­
plo, 1/3 ó 1/4.
*
U n a vez que se h ay a aco stu m b rad o a percibirse de su pro­
pio ritm o y que h ay a aprendido a sentirlo y regularlo, Ud.
estará en posesión de un a poderosa p alanca adicional de
au to co ntro l y su psiquis se h ará más* libre y fuerte. E l ejercitam ien to del ritm o armonioso psíquico ta m b ié n está com ­
prendido en el A E : la “ e n t r a d a ” en el re la ja m ie n to a u t ó ­
geno es siem pre un retraso interno y la “s a l i d a ” , es la ace­
leración h asta el grado que sea necesario.
E l mejor a u x ilia r en el aspecto del ritm o armonioso del AE,
así como en todos los demás es
L ajm úsica
V ivim os en una época en que la persona que se preocupa
de su psiquis necesita buscar la forma de estar a salvo de
la música. Pero la culpa no la tiene la música, sino la mal a
educación de la gente que t r a t a a ésta y uno al otro. _
.
E l tesoro m usical de la h u m a n id a d es ta n in finito y los .
m edios de grabación y radiodifusión t a n accesibles y. có­
modos que es sencillam ente un pecado no l la m a r a la m ú ­
sica en auxilio de nuestro cerebro. E ste lla m a m ie n to p u e - '
de ofender a los ad m irado res apasionados, para los cuales
la belleza de la m úsica es sagrada. Pero, en p rim er lugar,
existen los festines festivos y el alim en to co tid ian o y, en
segundo lugar, los ritu ales musicales más elevados son,
sin embargo, m e n ta lm e n te higiénicos por su esencia.
P a ra que la música se cojtivierta en el a u x ilia r co tid ian o suyo
es necesario que estudie a te n ta m e n te cierto tiem po sus reac­
ciones musicales. El mejor de los m edicam ento s psíquicos
es una correcta selección in d iv id u a l y un modo correcto de
escuchar la música. No voy a dar nin g un a receta, pues
el repertorio debe ser en te ram en te d ete rm in a d o por sus gus­
Los pasos de un r itm o lento a uno acelerado y, viceversa,
sirven de m agnífico to n ificad o r y ejercitan la p lasticid ad
psíquica. P recisam en te el cam bio fácil de ritm o s y la con­
servación de la ligereza y p la s tic id a d en la rapidez son ca­
racterísticos de la organización del te m p eram en to m ás ade­
cu a d a: el sanguíneo.
La e ta p a m ás com pleja de estos ejercicios es co m b in ar d i­
ferentes crono-ritmos.
102
’
ta]
m:!
tos e inclinaciones. E n caso de un t o ta l desapego a la m ú ­
sica, no se puede, n a t u ra lm e n te , h a b l a r de su uso pero
las personas que están p riv a d a s de su apoyo no s a h e í ín
que_ irre p ara b lem en te pierden.
P y ’
ben lo
t r i í 6! 1 T q ^ el día C0,m i ! nce y term in e con m úsica. Me­
jo r to d a v ía si d u ra n te el día se logra in te rc a la r al menos
un in term ed io m usical, ac o m p añ ar con m úsica el A E o
“N o te desanimes ni te desesperes si no te es dable del todo
realizar en tus actos todo lo bueno que desearías. S i has caí­
do de tu a ltu r a , t r a ta de levantarle de nuevo... y de buen gra­
do, conscientemente, volver a tr á s , a tus principios".
Marco A u r e l io
9on
di™ dUier
^ ac HvidacL
la a b u n d ancia a c tu al de m e­
dios de reproducción de m úsica, esto, re p ito , no es complejo
y lo fu n d a m e n ta l es saber hacer uso de la m úsica va aue
H e X u U o p rin c ip é m a y ° r ’ 86 COnVÍerte « ¿ « " e n t e ’en h .
S f iíí:
~
música lenta apacible y p ara la tonificación, una música
an im a d a está claro para todos, pero la cuestión no consiste
solam en te en esto. Nunca escuche una música que provoque
*
° í aS “ m i m a P ^ t e s t a in te rn a contra su género la
les etc La
asociac.i ones desagradables cas’uasuya ! d e ^ u preferencia6
9 LA FALTA DE VOLUNTAD
COMO PREJUICIO
(las sutilezas del ánimo; “debo” y “quiero” )
La a b u lia es el d e s c o n o c i m ie n t o de s! m i sm o . U n a cosa es sa ber c o la r café y otra sa ­
ber tom arlo . L o s m é t o d o s de t o n if ic a c ió n son i n n u m er a b le s, pero h a y alg u n o s qu e
q u izá se ajusten a U d . La v i d a p lena está deparada s o l a m e n t e a los ené rgicos, s ó ­
l o los e n érg ico s hacen la v i d a , pero n a d ie co n oc e la verd adera m e d id a de su energía.
Oda al desc anso. La m a r a v il l a de l E c o -im á n .
e M l U S m ” ¡ " ^ " d ic io n a lm e n t e
2. La audición debe sér la m ín im a ó p tim a , es decir-ser no
m a y o r de la que es suficiente p a ta no poner en tensión el oído
3 E l tiem p o de d u ración ta m b ié n debe ser el m ín im o ópti-
¿Qué cosa es el estad o de” ánimo?
T - eCte a ?decaer.
US1Ca 6n Cuant0 e m Piece a notar que su
efecto -comienza
»Cómo hacer para que mi ánim o sea bueno, para
que me sien ta lleno de v ita lid a d y energía?
E ste es el problem a que día a día y m in u to n
m in u to se p la n te a n las personas que desean
v iv ir y t r a b a j a r a p len itu d ; problem a que, por lo demás,
es personal y, si es v álid a la expresión, de [la economía
n acional.
‘
U n a persona se siente anim osa, con bríos. T ra d u cid o al
lenguaje fisiológico esto significa que están listos p ara t r a ­
b a ja r no sólo los m úsculos, sino ta m b ié n todos los órganos,
el corazón y la respiración; todo el organismo y fu n d a m e n ­
ta lm e n te el cerebro, que solicita trab ajo .
•
U n a persona es indolente, pasiva, inerte. Todo lo que en
estado de a c tiv id a d se desvive in d iv id u a lm e n te por e n tra r
en com bate ahora im plora que no lo toq u en , que le p e r m ita n
descansar. E l cerebro se protege con la in h ib ic ió n : la per­
cepción se restringe, la atención decae...
E l á n im o tiene sus centros en el núcleo del cerebro. Cerca
de allí se en c u e n tra n los centros del estado de ánim o general
que están ocupados en hacer el balance global de todo nues-
4. Debe renovarse el reperto rio de vez en cuando. P a ra lograr
\
m i s m o .t l P° (digamos, de una tonificación por las
mañanas) es conveniente disponer, al menos, de tres o cuatro
Ho oíft m u s ??a !?s Para altern ar. P o r otra p arte, “la capacidad
n r n n ^ ü r ^|C101i CT°n' UDa pieza musica1’ »1 igual que todas las
propiedades de la percepción m usical, es in d iv id u a l.
, ^ i w ? Cai'fa c i l it a ,eJ t r a b a JO de tip o m ecánico (incluyendo
n i n ! + ? uai C0m0
o p t a c i o n e s de co m p u tación , aun q u e
no en to d as las personas), pero generalm ente sirve de estorbo
a una lab o r v in cu lad a con el análisis de u n m a te ria l y la
adopción de nuevas decisiones. E n estos casos, la audición
previa ejerce u n buen efecto.
[9]
105
tro m edio in tern o . Estos centros reaccionan sensiblem ente a
toda co n traried ad y, al in q u ietarse , producen vagos m ales­
tares en los orígenes de las enferm edades y reaccionan al
cambio de tiem p o si el organism o no llega a ad a p ta rs e al
m ismo. Pero suele ocurrir que se estropean ellos mismos y
entonces los médicos tien en que diag n osticar estados poco
palpables como la h ipocondría, la neu rastenia, la neurosis
asténica y así sucesivam ente...
rrirá lo im posible: su ánim o se hará superior al que tenía
antes, que no era el ó p tim o , pero sólo u n a vez cada eren
años nace un A lejandro D um as. De igual modo, las personas
están dotadas desigualm ente de las posibilidades de ánimo,
como de todas las demás, y cada cual tiene su norma de des­
canso. Pero ú n a elevada cap acidad de tra b a jo es posible
incluso con un ánim o b a s ta n te discreto: lo principal estriba
en el modo de utiliz arlo . Por a tra y e n te que sea el ánim o su
im p o rtan cia es re la tiv a : “Cuando me sentía plenam ente sa­
lu d ab le — escribía una persona m uy em inente — no era
incluso capaz de prestar la atención necesaria para las a c ti­
vidades in telectu ales y para aprovechar a p le n itu d todas
mis capacidades me era necesaria la e n f e rm e d a d ..!”
>
Hablem os, pues, an te todo, de los procedim ientos de tonificación “t á c t i c a ” : ¿Qué se puede hacer para in ten sificar
nuestro ánimo, au n q u e sea por un corto tiem po , por lloras
y m inutos? Esto hace falta ta n to en la vida como en los ejer­
cicios de a u to e n tren am ien to .
¿ E x is te u na receta general?
Parece que ahora voy a ofrecer la trad ic io n a l charla sobre
la m an era d ep o rtiv a de vivir, el aire fresco, el régim en o la
a b s tin e n c ia ...
.
P a ra el ser h u m an o todo esto es lo m ism o que el suelo; el ca­
lor, el agua y la luz solar para la p la n ta . Todo esto es nece­
sario, pero, insuficiente, y por cierto, no siem pre posible.
E l te s ta r u d o ánim o
E l decaim ien to del ánim o o la astenia — el más g en erali­
zado de los m alestares psicofísicos — puede ser el resultado
de los más diversos desórdenes internos. E n la m ay oría de
los casos no se t r a t a de u n a enferm edad p ro p iam e n te dicha,
sino de cierta insuficiencia pasajera. P a ra algunas personas,
como se sabe, tien e im p o rta n c ia p rim o rd ial el aire fresco:
se re a n im a n solam ente cuando se en c u en tra n en las afueras
de la c iu d a d y cuando están en ésta se “d e s a n im a n ” in e v ita ­
b lem ente. H a y quienes necesitan de grandes ca n tid a d es de
v ita m in a s o de otras su stan cias, quienes sólo se sienten bien
a u n ritm o determ inado de v id a sexual, quienes dependen por
com pleto del estado del tiem po y quienes, sencillam ente,
necesitan d o rm ir lo requerido para recuperarse...
E x is te n estados asténicos prolongados y penosos, cuya
causa no se logra establecer. H a y personas m anifiestam ente
propensas a tales estados que reaccionan de m anera asténica
a cu a lq u ie r c o n tra ried a d .
R eg u lar el án im o es u na tarea que a veces re su lta m u y com ­
pleja, incluso con el esfuerzo con ju n to del paciente y de un
médico ex p erim en tado . No o b stan te, después de haberse
observado, U d . m ism o es probable que h allará, al menos,
ciertos m om entos in d iv id u a le s de los cuales depende su ánimo.
Un ánim o ó p tim o sólo se lo proporcionará la organización
ó p t i m a de todos los aspectos de su v id a, a todos los niveles.
Y p artie n d o de estas condiciones, como es lógico, no ocu­
106
T o n ifica ción o p e ra tiv a
No voy a re p etir que en el in te n to de a u to d o m in io no hay
necesidad de asp ira r a algo sobrenatural; sólo basta realizar
un buen aprendizaje en nosotros mismos. Y ahora no revelaré
ning ú n secreto si digo que cada día y en ciertas ocasiones, más
de u n a vez hacemos uso in v o lu n ta ria m e n te de un m étodo
viejísimo de la tonificación: desperezarse... U d se levantó
de la mesa después de estar sentado largo ra to y sus mismas
manos, espalda y cuello hacen estos m o v im ien to s: en esta
ocasión, la tensión es agradab le y liberadora, el pecbo.se
ensancha y al i n s p ira r fuertem ente por sí sola tiene lugar
la retención de la respiración.
•
H e aq u í un procedim iento tam b ién antig u o . Su p ro to tip o
son los m o v im ie n to s convulsos de la m a n d íb u la y la m ax ila
de ún pez, lanzado a tierra. Las ranas bostezan y a de m anera
to ta lm e n te civilizada. ¿En qué radica el sen tid o del bostezo?
Es que ju n to con la m an d íb u la que se repliega hacia atrás
en m o v im ie n to convulsivo, “se d esp ereza” todo el rostro,
se intensifica el reflujo venoso, el aire entra con fuerza en la
p arte superior de los pulmones y al ser retenido en la in s p i­
ración por u n breve espacio de tiem po, queda como impreso
en los alvéolos: el cerebro recibe una porción adicional de
oxígeno.
Después de h ab er observado la "Iconología” de eslos aclos
n atu ra les, Ud. puede reproducirlos conscientem ente.
[91
107
A l efectuar los m ovim ientos que im ita n u n desp e rta m ie n to invo­
luntario “ im p r im a ” en sí mismo el aire retenido en la inspiración
(no es necesario que para hacerlo se ponga demasiado esmero, hasta
que se hinchen las venas).
Una de las varia ntes: bajar la cabeza, apoyar la barbilla contra
el pecho, cubra su nuca con las dos p a lm a s de las manos abiertas,
expandiendo hasta donde sea posible los codos y ' l o s hombros hacia
arriba y a los lados; seguidamente se efectúa una inspiración de
profundidad media, se retiene y se realiza el movim iento contra­
rio: el cuello se endereza y las p a lm a s de las manos presionan so­
bre la nuca impidiendo que la cabeza se levante, mientras que los
codos se desvían aú n m ás hacia arriba y a los lados. Tensión
estática pasajera. Espiración. R ep etir 5 — 7 veces.
E ste es un magnífico m edio de tonificación periódica d u ra n te
intensas ac tivida des intelectuales.
E j e r c i c i o s de
e s t i r a m i e n t o . E l prototip o
de estos ejercicios es el desperezamiento de los anim ales.
Con este procedim iento nuestros herm ano s cu adrúpedos se
ponen en estado animoso e incluso estos son sus ejercicios
físicos. Los ejercicios de estira m ie n to t a m b i é n los conocen
los d e portistas: su objetivo es el d esentum ecim iento, o sea,
poner los músculos en plena a p t i t u d .
Enderezar enérgicamente los dedos de una mano con la otra (o apo­
yándose en algo duro). Soltarlos. L le v a r las muñecas a u n lado
y soltarlas. Enderezar los brazos por los codos con las p a lm a s de
las manos apoyadas en la pared y soltarlos. A ltern a d a m e n te y a
la vez. L le v a r todo el brazo con el hombro hacia un lado y soltarlo.
H acia arriba. D e manera análoga, estire las piernas y enderécelas
por todas las articulaciones, sentado, de pie y acostado, con apoyo,
sin apoyo y con ayuda de las manos. Enderece el tronco apoyando, las
manos en la pared. Sentado, con la cabeza apoyada en la pared o
en el respaldar de una silla , incline el pecho hacia adelante y suél­
telo...
E l e stira m ie n to , al tonificar, dism in uye al mismo tiem p o
la tensión m uscular. Efecto s im ila r su rte n las sacudidas,
que no es necesario ilu s trar.
de re la jam iento profundo, pues el re la jam ien to es necesario
contro larlo, saber salir de él con ra pidez, elim inando la pe­
reza y la soñolencia, si éstas surgen. E n efecto, el re lajam ien ­
to, como Ud. se convencerá, es de por sí u n magnífico to nifi­
cante, pero sólo en un régimen de post-acción pendular,
es decir, con el m á x im o de efecto después de cierto tiem po...
P ra c tiq u e entonces, la tonificación y al mismo tiem p o trate
de do m in ar los ejercicios de re la jam iento, observando este
orden: re la jam ien to — tonificación en cada e n tre nam iento.
Vamos a considerar que en este m om ento Ud. se halla en
u n estado de re lajam iento superficial ( I a fase del AE),
en el cual las tensiones musculares están e l i m i n a d a s 'y la
respiración se realiza sin dificultad. En este mismo instante
Ud. necesita ponerse animoso y activ o al m áx im o. ¿Qué
debe hacerse?
“S a l t o c o n i m p u l s o ” . Se tiene en cuenta, n a t u r a l ­
m ente, u n salto psíquico, una creciente aceleración del
ritm o interno.
Cuente interiormente hasta 20 (o en el peor de los casos, hasta 10)
a u n ritm o acelerado, de forma tal que los primeros tres, números
se cuenten con excepcional le n titu d y los ú ltim o s se sucedan a l ins­
tante. Cuando termine de contar los últim o s, levántese con energía.
Este método se com bina perfectam ente con la tonificación
re spiratorio-m uscular. Todo el conteo puede efectuarse re te ­
niendo la respiración en la inspiración y estirand o los m ú s ­
culos en forma estática.
Como com plemento, puede imaginarse que en efecto Ud. se im p u l ­
sa y salta: a l producirse el “s a lto ” im agina rio , levántese con ener­
gía', también puede imaginarse u n embudo giratorio y cuand.o Ud.
“s a lta ” hacia la boca de éste, le v á n te s e ... Otra imagen es la de una
flor que despunta con rapidez: cuando los pétalos estén com pleta­
mente abiertos, abra los ojos y póngase de pie. O también esta va­
riante: Ud. se imagina que es un m uelle que se desenvuelve...
E l “ p é n d u l o d e s l i z a n t e ” a u n ritm o, acelera­
do, hasta 3 veces (véase pág. 98), se com bina perfectam ente
con autosugestiones mentales y verbales:
\M is piernas son ligeras, flexibles, ágiles,
m is manos son ligeras, flexibles, ágiles,
todo rebota con facilidad, quiere ponerse en m o v i­
miento,
E l resorte y el relám p ago
R esu lta m u y conveniente d o m in ar los métodos de tonifica­
ción en el A E antes de com enzar los ejercicios sistem áticos
108
[9]
109
yo soy todo m o v ilid a d , ligereza, vigor,
iodo en m i es bullicio, iodo es1 znda,
vigor aumenta,
me em puja — ¡de /?¿e!
i
V a ria n te “ t o n i f i c a c i ó n
Mirovski):
K .N .
No olvide que si cu alquiera de estos métodos no es suficiente
h a y otros a su disposición. Después de lev antarse, p artie n d o
de la postura del A E, Ud. puede r e a liz a r e n forma co m p lem en­
t a r i a algunos m o vim ie ntos enérgicos tipo ejercicios físi­
cos, como un pequeño au to m asa je intenso. Los m ov im ie ntos
de carga estática y los elementos de au to m asa je pueden pra c­
ticarse casi sin ser notados por las personas que nos rodean,
por ejemplo, sentado en la sala de lectu ra de u n a b iblio teca.
Ten e r en cu e n ta el principio del péndulo
,
Ud. tomó un a ducha estim u lan te, se aplicó el masaje, se sien­
te re an im ado, vivaz y activ o como n unca : ¡perfecto! P6ro
resu lta que el tiem p o va p asando... y el tono, por alguna
razón, va decayendo... ¿De dónde viene esa creciente pereza,
a p a t ía y soñolencia...? ¿Adonde ha ido a p a r a r todo?
Recuerde los péndulos y no se preocupe. Todo se ha quedado
dentro de Ud. E n el organismo y en la psiquis, al igual que
en la n atura leza , al m al tiem po sigue un tiem po magnífico
y d u ra n te un día de buen sol m a d u ra u na to rm e n ta .
*
Tras la exaltació n ta rd e o tem p ra n o viene el d ecaim iento y, en
ca mbio, el decaim iento crea la posibilidad de la exaltación.
Dentro de nosotros todo es com p leta m e nte rítm ico y cíclico.
La digestión y los vasos tienen sus propios ritm os, el higndo
suele doler a una m ism a hora y la m édula ósea es p u n tu a l, co­
m o E m m a n u e l K a n t. Incluso los sueños se producen do
acuerdo con un horario.
estoy colmado de una fuerza fle x ib le ,
siento una insólita afluencia de vigor,
una concentración de energía,
una concentración de la voluntad,
estoy cargado p o r todas p a r te s ,
la reacción es fulminante,
atención:
¡explosión]
O de u n m odo m ás breve:
Y o soy e l relámpago
¡Cayó un rayo\
un
(según
Se pone a funcionar una ducha fría,
la siento p o r todo el cuerpo,
me refresco todo,
los hombros y la espalda tienen un agradable esca­
lofrío,
siento un hormigueo p o r el cuerpo,
un ligero temblor,
1
los deseos de moverme son cada vez m ás fuertes,
y m ás intenso el escalofrío.
.
M e pongo todo tenso como un muelle,
todo comprimido, todo está listo para saltar,
atención: \de pie!
,
E x iste un ejercicio tonificador com p lem e nta rio que se re a­
liza in m e d i a t a m e n te después de salir del re la jam ien to y que
es una modificación del “águila p l a n e a d o r a ” del yoga:
pararse recto, enderezar la espalda y echar hacia atrás la cabeza
todo lo más que se pueda, llevar los brazos hacia atrás
separados', manteniéndolos en alto, alejar a l máximo las ruanos
del antebrazo y abrir los dedos de ambas manos en abanico', inspi­
rar profundam ente y después de retener la respiración pararse so­
bre la p u n t a de los pies; permanecer así de 5 a 30 segundos. Descen­
der espirando enérgicamente, soltando los brazos hacia abajo y
relajando la cabeza y la espalda (3 — 5 veces).
Ejercicios m í m i c o s tonificantes (dan buenos resultados,
sobre todo d u ra n te los intervalo s cuando se realiza un t r a b a ­
jo in telec tu a l intenso):
. '
arrugue bruscam ente la frente m an te n ie n d o dicha posición
d u ra n te 2 ó 3 segundos (15 ó 20 veces).
E n to rn e y abra bru sc am ente los ojos (hasta 10 veces).
Muestre bruscam ente los dientes y lleve las comisuras de la
boca hacia a rrib a y hacia abajo, poniendo en tensión al mismo
tiem po el m úsculo p latis m a (15 ó 20 veces).
Form ulaciones v e r b a l e s superto nificantes ( “salida ex­
p l o s i v a ”). Sólo tienen sentido cuando existe suficiente “comp e n e t r a b i l i d a d ” con las pala bras:
v a sc u la r”
roí
111
tan a las dorm idas. Los e s tim u lan tes más corrientes de la
vida d iaria — el té y el café — hacen lo mismo. ^
A d v e r t e n c i a : ¡todos los e s tim u lan tes están d i r i ­
gidos a las reservas in tangibles de la energía nerviosa!
Si se em plean irra zo nab le m e nte pueden consum irse con
m u cha facilidad, h asta alcanzar límites peligrosos; la ex ­
tenuación o un a b a t im i e n t o crónico difícil de superar. La
vía se conoce: al principio se desarrolla una fuerte necesi­
dad, h ay que a u m e n ta r las dosis y tom arlas con más frecuen­
cia y después, un callejón sin salid a, pues el e s tim u la n te cesa
de s u r t i r efecto o surte efecto por un tiem po m u y corto y no
se puede pre scindir del m ismo...
_
'
,
De m anera que si fuéramos a expresar, digamos, un a opinión
teórica, entonces estoy a favor de que no se empleen esti­
m u la n te s de nin g ú n tip o , i n c l u y e n d o e l té y el café, sin ha­
blar ya de los farm acéuticos. ¡De ningún tipo! Pero, en la
p ráctica, la m ayo ría de los que ahora están leyendo estas
líneas, incluyendo al au to r ya no conciben la vida y el t r a ­
bajo sin una taza de té fuerte o café. ¿Es razonable o no disen­
t i r de este p unto de vista?
^
Sí, sobre todo si la cafeína provoca en Ud. s ín to m a s c o la te ra ­
les bas tan te frecuentes (taq u ic a rd ia , insom nio e i n t r a n q u i ­
lidad) y si U d., en ca mbio, ha aprendido los m étodos n a t u ­
rales de estim u lació n: por masajes, m otora, re s p irato ria y
psíquica.
No, si el té o. el café ya hace tiem po que se h a n revelado como
aux iliares inocuos.
^
La estim ulación producida por el té y el café puede a p l i c a r ­
se en dos formas. La primera forma debe ser regular, con un
empleo b a sta n te m oderado (dos tazas c o m o m áxim o, de for­
taleza m edia, por la m a ñ a n a o d u ra n te el día). Con este em ­
pleo h a b i t u a l , el e s tim u la n te pasa a formar parte de la com ­
posición quím ica del r itm o tónico y cierto au m e n to en el
consumo se compensa con la llegada del re la ja m ie n to (luían­
te el sueño. Se m an tien e el equilibrio del ánim o. Así ocurro
en la m ayo ría de las personas que es tán a c ostum b radas, pero
sin ap asion am iento, a estas bebidas.
•
La segunda forma consiste en ingerir el e s tim u la n te en
raras ocasiones, o sea, la estim ulación p ropiam en te dicha.
U n té fuerte o un café deben tom arse en caso de que lia y a
necesidad de re alizar un tra b a jo m uy intenso. Con una con­
dición im prescindible: después de este tipo de a c tiv id a d se
requiere descansar bien, dar un paseo y dorm ir lo suficiente.
¡No realice estas ac tiv id a d es más de dos veces a la semana!
Además, si Ud. desea realizarlas con más frecuencia, no obten-
Pero la m edicina r í tm ic a apenas está empezando. Al médico
le re su lta difícil m an te n e r una vigilancia continua sobre
todos los péndulos, al contrario, Ud. m ismo puede hacer
esto en cierta m edida, puesto que Ud. no se separa de sí m is­
mo.
#
P rác tic a m e n te es i m p o rta n te e s tu d iar dos clases de p én d u ­
los que Ud. posee: el péndulo del tono y el péndulo del esta­
do anímico. Estos oscilan a ritm os complejos y variables con
diferentes escalas de tiem p o (graduadas en días y en u n i ­
dades inferiores, en semanas, meses y en unidades su p erio ­
res), dependen de u na gran c a n tid a d de influencias externas
y de los propios caprichos internos y , como es n a t u r a l , no
es posible seguir todas las oscilaciones. No obstante, las f u n ­
d am entales, sobre todo las que m olestan, siem pre pueden
notarse. “Comprender para prever, prever para d o m i n a r ” . Des­
pués de aprend er a pro nosticar los “ v a iv e n e s ” se puede a p ren ­
der aun que no a elim inar, pero al menos a te n u a r, m i ti g a r y
d i s m in u i r el ca rácter pronunciado de desagradables de­
caim ien tos...
_
,
Observe a los anim ales y a los niños pequeños cómo m uchas
veces, ante cualquier p osibilidad, se las ingenian para des­
cansar. Ellos to m a n el descanso en pequeñas porciones y,
con frecuencia, p a u l a tin a m e n te . Este es el principio más
seguro y hacia éste hace regresar de nuevo el AE. E l rela­
ja m ie n to es cierta desviación del péndulo de la vigilia a la
zona del sueño y, al mismo tiem po, un leve balanceo dé todas
las funciones del organismo. E s t e s e puede com parar inclusive
con la “ puesta en p u nto m u e r t o ” que los chóferes conocen,
o sea, la desconexión de todas las velocidades, a u n q u e el
au to continúe moviéndose y el m o to r funcionando...
¿Sabe U d . t o m a r café?
./
,
E l agua caliente y la fría tonifican al igual que un ham bre
m oderado y u n a com ida frugal y t a m b i é n el t r a b a jo y el
descanso. P uede servir de es tim u la n te ta m b ié n un a fu m ada
de u n cigarrillo y, por el contra rio, el ansia de fu m ar, una
copa de bebida alcohólica o llegar al estado de sobriedad.
Pero, asimimo, todo lo que hemos enumerado, puede sum irlo
a Ud. en la pereza, el a b a t im i e n t o o la inhibición. Todo de­
pende de cuál es la situación q u ím ic a que se crea precisa­
m en te en ese m o m en to en el m o to r e s tim u la n te del cerebro.
Los estim u la n te s químicos influyen en aquél directam ente,
sirven de acicate a las células que están tra b a j a n d o y despier112
[ 9]
113
riat v a Unoa h0a br4UpefS df0Sp?,és de dos 0 tres estim u la cion es diasuficiente para l « S » Esr ™ces*rl° un espacio de tiempo
lante se restablezca
e q U l l , b n ° qUÍmÍC° del m ° t0r
medio de^descansar que moverse: d a r un a vuelto, re alizar
una especie de ejercicio breve, correr un poco, re spirar aire
puro, pararse de cabeza, lo que se desee. Esto se comprendo
como dos por dos son cuatro y, sin embargo, c uá ntas perso­
nas de gran .talento co n tin ú an sontadas en sus “ perchas do
g a l l i n e ro ” d u ra n te los llam ados recesos llenando sus p u l­
mones de h um o y la cabeza de tonterías. Do esta forma, están
incu ba ndo un cansancio crónico y la esclerosis pre m a tu ra.
Como descanso puede servir t a n to un r e la ja m ie n to co ncentra­
do y breve (liberación de tensiones, re spiración fácil, “ pén­
dulo d e s liz a n te ” , “un re nacer" y m uchas otras cosas) como
los ejercicios tonificadores. Como el mismo a u to r se ha
convencido, lo que m ejor efecto surte es la s u c e s ió n : movim ien­
to — relajamiento — tonificación, la cual puede ser r e p a rtid a en
unos tres o cinco m in uto s. Una vez llegado el m o m en to pó nga­
se de pie re s ueltam ente, bote ahiera todo lo que tenga en la
cabeza y efectúe varios m ov im ie n to s intensivos: tra baje con
los pies en la posición dec úbito, de brincar, etc., y des­
pués, dé un salto brusco, pase el re la jam ien to d u ra n te el
cual ya puede Ud. n uev a m en te, de la forma más corriente,
concentrarse en el tra b a jo ( “ ...sólo esto, sólo esto me interesa
••■”)> y, finalm en te, m e d ia n te una ligera y rá p id a tonifica­
ción, regrese enseguida a su tarea. E n estos breves, frecuen­
tes y bruscos descansos uno puede m an ten e r una elevada ca­
pacidad de trabajo b a s ta n te tiempo, ya que por sí mismo
so crea u n magnífico y óptim o ritm o de trabajo. Por supues­
to, aquí ta m b i é n hace falta uno m edida. T am b ién son nece­
sarios largos in tervalos de total distracción, cam biar de ac ti­
vid ad y la dirección de Jos p ensam iento s e incluso en estos
grandes intervalo s tam b ién hace falto un r i t m o flexible.
Descansar es un arte. El descanso es una a c tiv id a d nó menos
i m p o rta n te que el m ismo trab a jo y el número de personas
que saben descansar es ex a ctam en te el mismo de los que
saben t r a b a j a r bien: am b as habilidades coinciden siempre.
Lo mas com plicado, como en todas las cosas, es su perar l¡\
inercia in tern a , s a l t a r de una “ o l a ” a Ja otra. Si Ud. deja
el tra b a jo ex te n u ad o en un estado que no puede m over ni una
sola circunvolución y se confía al dolor de cabeza a b r a z a n d o
el televisor, no estamos ante un descanso, sino ante la pos­
tración anim al y el m ara sm o. Por el contrario, el verdadero
descanso requiere cierto género de atención, yo diría que re­
quiere el c u ltivado s o m etim ie nto de la propia subconscien­
cia. Comience, pues, a preocuparse de su descanso como una
m ad re de su pequeño. Tengo la seguridad de que a] poco
tiempo Ud. n otará una re gula ridad sorprend ente: en la me-
^
D ejan d o atras el cansancio
al n u m o tiem po que llega e incluso antes, el cansancio n é
c o m iñ n 'í/T emtb ?rg°'
tieM ‘*]es
oma T e ¡»Ció, y
comienza a perfilarse con gran re traso.
Y
bolo en un num ero r e la tiv a m e n te pequeño de personas é s te
en seguida se m anifiesta en dolores de cabeza^v oirás . en
p o T a p o T d e datab! eL ,d e m fa ' P° r Io eC"8Ml ”
■
ln Z I T p u
m a que casi es ^ p o s i b l e diferenciarbajo de l a E í ? ' r ? qUG enfrentam os u su alm en te en el tra3 ) de la inercia de nuestro mecanismo m e n t í ] Tin
resueIve' lM
w™
ó¡¡»
“N o ^ n t í e n d o n T K L “ P' rCat“ í e su Pr 0 P<» ^ « l i d a d .
memoria F i l i l í P
c e n t r a r m e . N o retengo en la
mem oria. E l problem a no me s a l e ” — cuando se t o m a rnn
ppsíquico
S » puede,
„ u e t S Ten Votros
1 mcasos,
al M Vadoptar
' " ^ laE forma
l
de unaó
■
a i e t e c i s t 7 c a an,°,He U” T I ” “ e ex cila clí“ ¡» ta d a d ó . ü „
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o ? ssu
u ' error
error v a n°a s ju gadas
^ mjugada
erróneatiene
que
p agar
por
ás adelante
npro
■,]
m om ento de t o m a r u na decisión le pareció la m eior
£®scanse m e n t a l m e n t e antes de que empiece a n o ta r cansanCon seg urid ad que Ud. ha tenido más que suficientes ocasio­
nes para darse cuenta de cuá nto tiem p o después de iniclap r o b a S e ^ 1 m 3 6 4 -bh
f,u ertem ente cansado: lo m á s
probable a las 3 o 4 horas, quizas, al cabo de una hora o a los
!0 n im u os. Según los casos, la cuestión es cuándo y có
mo. En c ua lquie r caso el comienzo del descanso debe a v e n
“t v
i,n
sr a r ai ello,
r sdebev Ud.- in1:t,e rc a l a r alg una a c tiv id a d , v a ria r hasAlgoUdeentProe deaUH P]reSeniÍr. a u t o m á ticom ente el cansancio.
¿Cómo descansar, pues?
¿ é m p r T j g L ’ eñ p ” .' "deSCanSar •
c"m bi«r *
activ id a d ”'
Si se t r a t a de un tra b a jo sedentario, entonces no hay m e jo r
1\4
19]
115
d id a en que Ud. se im pónga con m ayor firm eza la obligación
de descansar, t a n t o mayores serán sus deseos de tra b a j a r
(por supuesto, sólo en el caso de que el trab a jo al monos
tenga cierto interés v ital para Ud.)
Los planes y la re a lid a d
estar dos días sin a p e tito, pero al tercero se le presenta mi
ham b re canina, no tener casi necesidad de dorm ir d u ra n te
tres noches y después dorm ir dos días como un lirón...
Estos son los polos opuestos. El in d iv id u o corriente se halla
situ ad o en alguna parte entro estos dos polos.
Entonces, no es necesario decir que en el régimen h a b itu a l
do la jo rnad a labora l a los rítm icos les va bien, a los sernirr ítm icos regular, m ientras que el disrítm ico se encuentra
en la situación de una catástrofe crónica. Si este ú l t im o se
somete a los ritm o s de] medio so siente mal. Si 110 so somete,
t am b ién se siente m al, puesto que nadie so Jo perdona. De
acuerdo con mis observaciones no son tan raras las ocasiones
en que los disrítmicos resultan ser desde el pundo de vista
psíquico eficientes y bas tan te capaces y físicamente fuertes
y resistentes, pese a cu alquier tipo de m alestar. Sólo que la
eficiencia psíquica y física de estas personas son desiguales,
caprichosas y están d istrib u id a s a su antojo en el tiem po.
Con relación al régimen riguroso ad o p ta d o por la sociedad,
la organización in te rn a de aquéllas es lógicam ente errónea,
pero ello no significa que no c o n s titu y a n u n tipo más per­
fecto si nos atenem os a criterios de otra n a tu ra leza .
Si d u ra n te varios años Ud. m a n t u v o h o n ra d a m e n te un ré­
gim en y probó diferentes v aria ntes d u ra n te u n tiem po bas­
ta n t e prolongado, pero de todos modos no obtu vo resultados,
entonces es probable que Ud. sea disrítmico. Esto significa
que para Ud. no tiene sentido aspirar a un régim en severo,
sino que es m ás conveniente atenerse, según sea posible, al
hora rio caprichoso de la vida y el trabajo que le dicta su
organismo. Siga un régimen lo más flexible posible (reco­
nozco to da la endeblez de este consejo para muchas personas
que dependen del hora rio de traba jo de institu ciones socia­
les, del tran s p o rte , de empresas, etc.). No exija de si m ismo
una a lta eficiencia en las horas y días en que el organismo
no está en condiciones de proporcionársela, a t ra p e el mo­
m en to conveniente y apliqúese ca balm ente. D u erm a y coma
cuando tenga deseo y cuando pueda. Es posible que después
do estudiarse a sí mismo. Ud. logre c a p t a r ciertas re g u­
laridades incluso cuando su estado fluctúe irregiilarm enle.
P or otra parte, todo ca m b ia : quizás con el tiem p o varíen
ta m b i é n los ritm o s de su organismo; es posible que se hagan
m ás sencillos y coordinados. En lodo caso no se cousidere
menos salud able y com pleto que las personas que m antiene n
un régim en con facilidad.
■
H a y personas para las cuales observar un régim en exacto,
complejo y polifacético es un h o b b y singular. E s ta s personas
s ab e n lo que deben hacer en el m om ento siguiente, todo lo
tien en pro gram ado. Otra s se co m p o rta n así por necesidad,
debido a la gran c a n tid a d de trabajos diferentes que tienen
que re alizar. ¡Honrados y loados seanl Pero para la inm ensa
m ay oría , esta exacta distribución del tiem p o es irreal, pues
su v id a depende dem asiado de circunstancias externas im p re ­
visibles. P or eso, el principio más i m p o r t a n t e a seguir en la
confección de un hora rio es éste: cu a n to menos p untos se
h a y a n pre visto en aquél, tan to mejor. El amigo que vino a
visitarnos, un a lla m a d a telefonica o un c a u t iv a n t e p rog ra­
m a de televisión destruyen con facilidad nuestras buenas
intenciones. Ud. se enfadará consigo m ismo y con los demás,
pero m a ñ a n a Ud. m ismo con su necesidad aprem iante hará
añicos los planes de su amigo. Es preferible desechar por
c om p leto este régim en que sufrir co n s tan te m e n te debido
a su violación. Para crear un régim en es necesario, ante
todo, tener en cuenta la re alidad del m u n d o exterior. Pero
no olvidem os tam poco la del m u n d o interior. Las personas
no sólo se diferencian por su a c t i t u d consciente hacia un
régim en, sino t a m b i é n , si se a d m ite la expresión, por sus
a p t i t u d e s para el m ismo. Algunas personas pueden m an ten e r
el ré g im e n del día casi sin esfuerzo, incluso en condiciones
desfavora bles, como si aquél em a nara por sí m ismo de la n a ­
tu rale za de tales personas. Yo a estas personas las llam o “r í t ­
m i c a s ” . No me comprometo a afirm ar cuál es el origen princi­
pal de este fenómeno: si u n h áb ito p re m a tu ra y fuertem ente
desarrollado o u na ca p acid a d de coordinación psicofisiolò­
gica congènita .
El otro polo son las personas disrítm icas. Aquí ocurre todo
lo c o n tra rio : a estas personas les re sulta difícil m a n te n e r
u n régim en y no porque no teng a n deseos. ¡J u s ta m e n te los
deseos son enormes, debido a las d ificu ltad e s que confron­
tan! P ero ni el cerebro ni el organismo de estas personas pue­
den en m odo alguno ajustarse a n i n g ú n t i p o de régim en:
sus ri t m o s interno s son demasiado com plejos, variables,
poco predecibles y se controlan m al. Un d isrítm ic o puede
116
[9]
117
Los zigzags
Si Ud. se atiene a d ete rm in a d o siste m a de vida y los asun­
tos se encuen tran atascados, el régim en no re sulta pro v e­
choso, el estado aním ico no se regulariza o el t ra b a jo 110 a v a n ­
za, tiene sentido p ro b a r un a y otra vez ro m per el sistema,
como se dice, h a c e r . u n zigzag, m o dificar algo que sea h a ­
b i t u a l o indefectible.... S upongam os que Ud. por lo com ún
se le v a n ta a las siete de la m a ñ a n a . Pues entonces, lev á n ­
tese u n a vez a las cuatro y póngase a observar cómo t r a n s ­
curre el día. Cánsese físicamente en gra do extrem o, y por
el contrario, pase u n día en ca ma; pase ham b re uno ó dos
días, efectúe u n viaje a otra ciu da d y cam bie c o m p le ta m e n ­
te su régim en por un a sem ana ...
.
Los zigzags son necesarios p ara e l i m i n a r el e q uilibrio de
fuerzas desventajoso y formado desfavorablem ente en el
organismo. Es recurrir a la casualidad, la cual debe re velar
lo no casual.
'
C ualq uier e s tim u la n te fuerte poco usual puede desempe­
ñ a r el pape l de " zig zag” : el te a tr o o el cine si hace tiem po
que no va, el baño de vapor, si no ha estado allí desde hace
un mes e incluso la com pra de u n nuevo v e s t i d o / P e r o . . i
T a m b i é n en los zigzags es necesario ser comedido
Un fanático que p ra cticab a el au to perfeccionam iento re a­
lizó, a modo de zigzag, una excursión de 40 k ilóm e tro s en
esquíes bajo u n frío intenso, sin comer y vestido con ropa
ligera. E l resultado fue que se le helaron los pies, la nariz
y las orejas y cayó en cam a con p u lm o n ía bila te ra l. Otro
v o lu n ta rio no -probó carne, leche ni pan d u ra n te varios
meses y se ganó u n a anem ia. No se recomienda privarse
t o t a l m e n t e del sueño nocturno incluso en aras del zigzag.
Si los zigzags c o n stitu yen el sistem a de su vida, es difícil
esperar algo den tro de sí, excepto los zigzags.
R eflexiones sobre el s ín drom e de la “ a b u l i a ”
... Y yo sigo cayendo en ese error: v e r b a lm e n te y por es­
crito persuado y exhorto, censuro y me indigno y crucifico
d e s p iad a d am en te a los llam ados abúlicos, porque eso está
m al, es incorrecto, im p ro d u ctiv o y carente de perspectivas,
E sta s personas no tienen derecho a ser abúlicas y punto.
E sto c o nstituye cierto reflejo neg a tivo de arrear al in d i­
viduo. N unca, n u nca da los resultados deseables.
118
Cuando se a c um ula n muchos “ d e b o ” que no se desean y
la carga de su pesado fardo recae no sólo en la conciencia,
sino tam b ién en la subconsciencia; cuando no sale n ada Con
la auto a firm ación , cuando es difícil hacer un a elección, se
tem e ava n zar hacia el objetivo escogido y alguien nos s u ­
surra (o nos susurram os nosotros mismos): “ Observa, él
puede, es magnífico, actú a, estudia, se esfuerza, hace esto
y lo otro, m ie n tra s que t ú . . . ” , tales estados son peligrosos
porque descarrilan la autovaloración.
La sensación de la propia in capacid ad y n u lid a d , el Senti­
m ien to de culpa, los continuos desengaños consigo mismo,
las decepciones e incomprensiones de persohas allegadas
que esperaban algo de nosotros y, cuando más, la falsa im a ­
gen de tales decepciones, todo ello es sim ila r a un nudo que
nos va apretando poco a poco...
.
H a y determ inados tipos de caracteres propensos a este “s ín ­
d r o m e ” . Muchas veces re sulta que son personas ag radables,
s im páticas, sensibles, francas y dotadas de v iv a afectividad
e im aginación.
La edad comienza con la eta pa escolar siiperior y term in a
ap ro x im a d a m e n te a los c u a ren ta años. Lá pers o n alid ad aún
no ha ad quirid o su to t a l autoa firm ació n. Ejercen grah p r e ­
sión las exigencias y deniandas de las personas allegadas
( ¡arriba!, ¡apúrate!, ¡estudia! ¡avanza!), exigencias que poj
co tiem po después sé convierten en nuestras propias exigen­
cias, ya que la au to valoración depende considerablem ente
de la sensación de qüe correspondemos a estas exigencias.
Poro t o d a v ía no existen estereotipos formados en el t r a b a ­
jo y en el sistem a de vida y YA no existert los medios p s i ­
cológicos defensivos de la niñez, como la fa n ta s ía y la des­
preocupación. E l llombi'e cae en un a tra m p a b a s ta n te d e ­
s agradable, surge en él Una v o lu n ta d fr enada, en esencia,
un a de las v aria n tes del estado paradójico.
*
E n el “s í n d r o m e ” se desarrollan a veceS complicaciones.
Una de ellas es la em briaguez, cuando se hebe para ahogar
au nque sea por poco tiem po, la sensación crónica de la p ro ­
pia impoteilcift. Es un indicio de que lá cósa ha. ido lejos,
de que lá per sonalidad está a p u n to de s a lta r hacia abajo,
a la degradación.
¿Existen recetas?..
T od avía siendo un estu d ian te toe leí casi todos los folletos
y libros relacionados con Ja l l a m a d a fuerza de Voluntad.
En su m ayoría, estos libros fueron escritos por entusiastas
sinceros y en ellos se percibía que los autore s se tom aron
considerables molestias antes de llegar a mi p u n to d e t e r ­
119
m i n a d o , y como suele suceder, decidieron hacer extensiva
esta expe riencia padecida a sus semejantes. A la p a r con
los lugares comunes, algunos de estos m anua le s contenía n,
adem ás, observaciones sutiles y juiciosos consejos como, por
ejemplo, imponerse la obligación de hacer cada día al m e­
nos algo difícil au nqu e sea un a simpleza, lo que precisa­
m en te no se tiene deseos de hacer; crearse todo género de
estím ulos, ingeniárselas p ara trocar lo que carece de interés
en interesante, lo desagradable en agradable; sentir Ja presión
de u n r i t m o severo, colocarse en situaciones desesperadas,
irritarse en extre m o consigo m ism o y aplicarse castigos se­
veros y, po r el co ntrario, re currir a todo lo que sirva como
m edio de estím ulo e inspiración y v iv ir con la co nstante
autosugestión fa n ática que reza: “Soy una persona con vo­
l u n ta d , p ara m í no h a y n ad a imposible; yo todo lo p u e d o ” ,
etc.
. . ..
Estos libros ejercían u na influencia ale n ta d o ra pasajera que
se evaporaba t a n t o m ás r á p id a m e n t e cu a n to m a y o r era la
inspiración que se ponía en ellos. Este mismo efecto extra ño de
alejam ien to lo he observado ta m b ié n en otras personas que
h a n leído sem ejantes m anu a le s (lógicamente, cuando t r a ­
bajo en uno mío, no puedo ab a n d o n a r la esperanza de que
éste co n s titu irá un a excepción). Conocí a un a persona, que
h a b ía co nstruido el sistem a de su v id a ajustándose al viejo
libro “ La fuerza de v o lu n ta d en los negocios y en la vida co ti­
d i a n a ” (lam en tablem ente, olvidé el apellido del autor). Esta
persona, un gran científico que cada m i n u to de su vida estaba
sujeto a una rigurosísim a d istribució n del tiem p o af ir m a ­
ba que dicho libro h a b í a cam b iado ra d ic a lm e n te su vida
en la t e m p r a n a j u v e n tu d . S in embargo, en mí so creó la
impresión, t a l vez errónea, de que este genio de lo m e t ó ­
dico h a b ía nacido así. E n todo caso, h a b í a una cosa que
estaba clara: p ara ap ro vech ar fructífera m ente los consejos
sobre el desarrollo de la v o lu n ta d hace fa lta una enorme
fuerza de volu n tad . E nton ces p ensaba que sólo yo, sujeto
e x t r e m a d a m e n te abúlico, tenía que casi recomenzar a vi­
vir día a día. Al fin y al cabo esto hace tal presión sobre
la psiquis que uno siente deseos de ex p e rim e n ta r un cam ­
bio to ta l, de ta c h a r o e lim in ar cosas, como u n borrador mal
hecho...
Cuando descubrí que igu alm ente avergonzados se sienten
muchos de aquellos que aún no h a n hecho un adem án con
indiferencia con la m an o d e fin itiv am en te , me calmé un poco.
Cierto tiem p o después se me ocurrió que esto era no rm al y
llegué a pensar que un a nueva vida, si incluso no totaí120
m ente independiente del pasado, se puede comenzar ni m e­
nos en algú n aspecto diferente t a n t a s veces como sea po­
sible, m ie n tra s estas t e n t a t i v a s no confluyan en algo único,
de forma sim ila r a como confluyen eii una luz continua las
fulguraciones, de una lám para de corriente alterna. Segu­
ram en te, decidí yo, la v o lu n tad del Jiombre se puede medir
por el num ero de veces al día que éste es capaz de volver
a empezar.
Después —y h asta ahora —lie tenido que ocuparm e de bas­
t a n te s personas que se la m e n ta n de su v o l u n t a d y (o) de
personas cuyos allegados los consideran en la categoría
de los abúlicos (yo m ismo me incluía entre tales persona?
m ucho antes de que adquiriera Ja re pu ta ción de ca m ara d a
con b a s ta n te voluntad).
¿Cuál fue, pues, el resultado de m is observaciones y refle­
xiones?
'
Ojalá que no causen extrañeza mis p a l a b ra s a algunos lec­
tores que respetan las h ab itu ale s com binaciones de p a l a ­
bras como “fuerza de v o l u n t a d ” cuando afirmo que éste es
un concepto insustancial y sin n in gun a validez, una espe­
cie de perjuicio que hace tiem po debía estar archivado.
No existen personas abúlicas, como no existen personas sin
hígado o sin corazón. Pero existen personas c o n stitu id a s de
diferentes formas, personas que de d is tin ta s m an e ras —
ac ertada o desacertad am ente — se a d a p t a n a las exigencias
que provienen del exterior y a las propias exigencias para
consigo mismo. No existen abúlicos y no hay volitivos, si­
no ind ivid uos cuya atención y m em oria tienen u n a o rg a n i ­
zación diferente y que poseen d i s t in t a sugestionabilid ad y
dependencia respecto a los estados emocional y fís ic o .'S e
puede encontrar un tono diferente, ritm o s distintos, diver­
sos intereses e inclinaciones, diferentes interrelaciones entre
la conciencia y la subconsciencia, en fin, decenas y cientos
de diferencias disímiles, de las cuales se forma la c a p aci­
dad o in capacid ad de com enzar de nuevo y c o n lin u a r ...
Con b a s ta n te frecuencia existe el m o tivo y la posibilidad
de modificar estas diferencias, de aju s tarla s y surge el-“h o m ­
bre de v o l u n t a d ” , pero a veces es necesario c a m b ia r t a m ­
bién las exigencias. ¡Cuán súbito y c a tastrófica m en te fra­
casan a veces los llam ados caracteres resolutos!
Al t r a t a r de orientarse en estas ab ig a rrad a s interrelaciones
el psicoterapeuta tiene que devanarse los sesos diariam en te.
Si vamos a em plear pa la b ra s usuales, yo diría que el hom­
bre “a b ú l i c o ” es aquel que un m o m ento dete rm ina do cree
que es abúlico y el “ de v o l u n t a d ” os el que cree que lo es.
[ 9]
121
•
La diferencia la d ete rm in a u n a a p t i t u d desarrollada o no
desarrollada p a r a la autosugestión, un a fortificada o so­
ca v ad a fe en sí m ismo.
_
Es m u y i m p o rta n te la dependencia del estado^ emocional.
H a y personas que son capaces (o, t a l vez, están acostum ­
bradas) de ac tu a r fecunda y firm em ente én m edio del su­
frim iento e incluso necesitan de éste p ara a c tu ar, personas que
viven en u n ‘'in fie r n o ” , q u e , con s tan te m e n te sup eran las
dificultades y a sí m ism as, personas heroicas, pero que no
m o t iv a n en m í ningún tip o de envidia. O ttas se quedan
to t a l m e n t e p aralizad a s a la m ás m í n im a vivencia n egativa,
m ie n tra s que cuando se sienten en el “p a r a í s o ” realizan pro­
digios de eficiencia, pero a éstas tam poco les envidio.
¿Qué es necesario, entonces? ¿Qué es lo deseable en u n i d e a l {
Es necesaria la arm o nía. Conocerse y anticip a rse a sí mismo
y hacer u n h á b i l uso de n u estras pala ncas interiores, be
necesita, además, resistencia a las tensiones, h a b i l i d a d p a ­
ra hacer la v id a fácil y agradable, esp íritu espartano y si­
b aritism o , lujo y ascetismo. E n d i s tin ta s personas el peso
específico” de la autosuperación en la vida es diferente y desi­
gual en d istintos períodos: aq u í no se pueden establecer ñor*
mas. Pero pienso que la autosu peración en forma de lucha
directa, de com ba te consigo m ism o debe m inim izarse lo
m ás posible: a veces es necesario, pero como sistem a no
lleva a n a d a bueno. Supera rse a sí m ism o como enemigo,
a d o p t a r m edidas d rá stic as o excepcionales son indicios de
d e b ilidad, pues cua nd o se t r a b a j a p a r a la propia formacion
(como en cua lquie r otro trab ajo) no se v a lejos Solo con el
heroísmo. E l que desee lograr de sí m ism o algo estable y
ser p síq u icam en te fuerte, debe aprend er a v iv ir en paz con­
sigo m ismo. P a r a ello se necesita que uno mismo, una per­
sona cualqu iera, u n a n i m a l o u n a m á q u i n a sean enfocados
con u n a gran dosis de i n v en tiv a. E l g obernante sabio d i r i ­
ge de t a l m an e ra que no se nota.
E l eco-im án
¿Cómo en seis p a la b ra s revelar el secreto del gran arte de
conc entra rse en lo necesario?
.
,
O l v i d a r q u e lo n e c e s a r i o es í r t d i s p e n E n el m u n d o existen dos clases de necesidades: la Necesi­
dad E x t e r n a y la Necesidad I n te r n a . La E x t e r n a es el tipo
“ debo re alizar las t a r e a s ” , “ debo com prar un regalo . d e ­
bo hacer el i n fo rm e ” , ejecutar, escribir,
debo
rteüo .
E n el m u n d o todos son infinitos " D e b o ” , todas nuestra s
Obligaciones.
A su vez, a la In t e r n a la denom inam os D E S E O . i el
D E S E O , como se sabe, es lo que SE D E S E A , lo que es
difícil olvidar.
^
¿Por qué él no hace lo que debe hacer? ¿Por qué Ud. no h a ­
ce lo que debe hacer? ¿Por qué yo no hago lo que debo h a ­
cer? ¡Pues, precisam ente porque d e b o
hacerlo! En un
í)9%, ¡sólo por esta razón! " D e b o ” : escuche Cuánto celo
in q u e b ra n ta b le h a y en esta p a la b ra ... Desde luego, un “ ti e1) o ” categórico, un “ d e b o ” im puesto por el deber, un
“ d e b o ” som etido al tem or de un disgusto, privaoión o cas­
tigo se ejecuta cuando no hay lu gar para el retroceso, con
el crujido de la violencia y u na semisonrisa deforme... La
Ley es la Ley, la Obligación es la Obligación, existe el celo
por la Ley y el celo por la Obligación. Pero observe a c u a l­
quier persona que m u estre ese tipo de celo y verá Ud. que
es gobernada por el Deseo, que a veces se en cuentra b a s t a n ­
te lejos de la esencia de la Obligación...
¿H a visto Ud. alg una vez a un escalar negligente que haya
c a m b ia d o su m an era de ser como re su lta d o de im properios
y reproches?.. Y, sin embargo, la m ay o ría de estos m u c h a ­
chos testaru dos re alm ente d e s e a n cam biar, tienen m u ­
chos deseos, pero, ¡un Deseo c o n s c i e n t e , significa d e­
b o, y ¡ah! solam ente d e b o...
'
Diga: d e b e s
sim p a tiz a r con alguien, d e b e s
amar
a alg uien...
_
¿E x iste u n m edio m ejor p ara rechazar la s i m p a tía y el
amor? Y esta es una per ogrullada, pero que d u ra n te m i le ­
nios no da re su lta d o ... ¿Será, tal vez, porque existe d e p o?
Por ello afirmo que todos los dichosos que no se olvidan
de lo necesario, que recuerdan todo género de O bligacio ­
nes y las cum plen bien son, en re alidad, virtuosos del autoengaño: la subconsciencia de éstos de una forma o de otra h a ­
lla una salida p ara hu ir de la Obligación hac ia el Deseo
y ella m ism a transfo rm a el “ Yo d e b o ” en “ Yo q u i e r o ” .
Entonces, eso es posible.
_
, ’ ,
E l e c o - i m á n es una autohipnosis operativa para incor­
porarse a cualquier actividad y estado.
E sto y sentado a Id tnesa. Todo está preparado. M i s ojos es­
tán cerrados y yo inmóvil.
_
t
“ ¡Puedo escribir. P uedo escribir. Puedo escribir. Escrib o...
E s c r ib o ! ..” Pro n uncio estas pa la b ra s 8 ó 12 veces m e n t a l ­
m en te o casi susurrando —a u n r itm o ascendente, desde
la indiferencia m ecánica hasta la vehemente exigencia —
123
122
— y después callo .de súbito y me relajo, me reclino en el res­
p a ld a r do un sillón (los ojos, como al principio, ostán ce­
rrados). El vacío.. ¡ N o d e s e a r nada. N o e s p e r a r .
No
escribir!
S im plem ente, despreciar todo eso,
olvidarse en absoluto de todo, desaparecer... Asi, perfecto...
Pero porque entonces en este dichoso vacío mío, como en
un pozo sonoro, comienza casi de in m e d ia to a r e p e t i r ­
s e la frase, Sale a la superficie, llega y se va siem pre la
m ism a exigencia, m a n d a to , ruego...
Desde algún lug ar del in terior ya vaga o c la ram en te nos sen­
tim os em pujados, tentados, hala d os y la m ism a m ano t o ­
m a la p lu m a y escribe lo que Ud. acaba de leer... P ararse es
atascarse, com prim irse... F uera to d o ...
Volver a la posición a n te rio r y s a l t a r otra vez al vacío...
Y de nuevo, como una resonancia sorda, se mueve y retorna
la frase “ Yo p u e d o . . . ” Y se propagó más lejos. Las fra­
ses, fó rm ulas y ruegos pueden hacerse como quiera (sólo
de corta duración y con precisión —al grano), y todo este
m étodo re presenta en sí la má¿ sencilla conversación de la
conciencia con la subconsciencia, en la que am bas p artes se
dan a sí m ism a y u n a a la o tra espacio y tiem po, sin entor­
pecerse n i interrum pirse .
'
nómeno. Me ponía a leer un m anu a l, pura tenía que p r e p a ­
rarm e para un exámen. Me decía que d e b o leer, por Jo
menos, unas quin ien tas páginas al día y sentirm e fé rream en­
te ata d o a este comprom iso. Me entregaba con entusiasm o
a este suplicio y leía m ien tras 110 flaqueara interiorm ente,
me esforzaba...
Pero llegaba el m o m en to de rebelarm e, de decir ¡no!, pues
pensaba que 110 h a b ía posibilidad alguna de pro fundizar
en la significación histórica de Nabucodonosor, por m ucho
que siguiera “m a r t i l l a n d o ” .
Sin embargo, d e b o leer; d a b o aprobar el exam en. Y,
entonces, no sé por qué, surgía 011 m í un m arcado interés
por saber lo que vendría después, por s a lta r unas cinco o
diez páginas más adelante. Voy a m irar, solam ente m irar
y después regreso enseguida atrás, pues al fin y al cabo, te n ­
go derecho a echar una ojeada... Pero re sulta que... Mejor
sería así... Parece ser bueno, esto Nabucodonosor. ¿Y eso?
¿Por qué se le ocurrió salir de cam paña?
Todo re sulta diferente cuando uno se procura un poco de
l ib ertad; cualqu ier cosa que se nos ocurra con tal que sea
c o n tra ria al d e b e r , cua lq uie r esc apato ria incluso den­
tro del mismo d e b e r . Y si se halla tal escapatoria, vere­
mos que resulta m u y fácil volver a afron tar e l d e b e r ,
¡puesto que ya SE DESEA!
.,
.
Veamos cómo se desarrolla a p ro x im a d a m e n t e el diálogo i n ­
terno en el Eco-imán (Fase de “ Vacío):
E s to y tranquilo. Tranquilo. Tranquilo...
M e es fácil. Fácil. F á cil...
Y o trabajo. Y o trabajo. Y o trabajo...
Tres frases del E co-im án: “ R u e g o ” - “V a c ío ” - “A cción”
(estado). S e r e p i t e n m e d i a n t e c i c l o s r e i ­
terados.
.
H e aq u í lo que .ocurre en el cerebro: los anillos de las cadenas
nerviosas re p ite n re ite ra d a y a u t o m á tic a m e n te las ex c ita­
ciones encom endadas u n a y otra vez. De esta forma el ce­
rebro siem pre t r a b a j a por sí solo. Así, im perc eptible m ente
p a r a nosotros mismos, realizam os de m a n e ra oculta todo
t ipo de esfuerzo consciente, de encom ienda p ropia: recor­
dar, decir, hacer; todo esto ocurre a trav é s de u n cierto pe­
ríodo de “ t r i l l a r el c a m in o ” (conciencia — subconsciencia
— ap a ra to s ejecutores — relación inversa). P o r séptim a vez
al día: he olvidado el apellido, el núm ero del p asa p o ite ,
el teléfono... ¿Qué estam os haciendo? Nos decimos:
“T en­
go que recordar, ahora me voy a a c o r d a r ”
y nos relaja­
.
C onciencia:
... bueno, ah ora no debo hacer nada.
Subconsciencia: Mientes, tu debes. Presen tas el deseo como re a l i d a d .
Conciencia:
Te digo que no debo hacer n a d a . P u e d e s l e v a n t a r t e
e i rt e ... ¡Anda, anda, vete!
•
S ubconsciencia: Pues no me l e v a n ta ré ni me iré.
C o nciencia:
Vete, te repito. ¡Aro debo hacer nada!
Subconsciencia: Pues te d em o s tra ré que tu debes...
De esta y no de otra forma se puede engañar astuta, m ente
al demonio contrad icto rio que está m etid o dentro de n o ­
sotros. E l éxito depende de tres factores:
1) La fuerza de 1a. “invocación". H a y que poner la m ayo r
c a n t id a d posible de pasión, empuje, insistencia y perseve­
rancia. Pero, n a t u ra l m e n t e , la entonación óp tim a , el r i t ­
mo y el grado de rapidez de cada cual, deben ser propios.
2) La. autenticidad del “vacío”. E stado de to t a l re la jam ien­
to, de autoliberación. Cuanto m ayo r sea el contrasto, con
m ay o r intensidad funcionará el mecanismo del Eco-imán
mos...
i . !
•
Como seguram ente les ha pasado a m uchos lectores, en ruis
años de escolar observaba que m e ocurría un e xtra ño fe124
,
[91
125
P
y e l d e b e r fee convierte en D E S E O con m ay o r brus­
quedad.
3) Confianza en su propio im p u ls o ." S o lta rs e ” (la expresión
fa v o rita del pedagogo t e a tr a l Nikolai V asílievich D e m i­
dov, com pañero de trabn jo de Stanislavski).
E n el i n s ta n te en que el Eco-im án comienza a t r a b a j a r (y
éste no puede dejar de comenzar a funcionar), entregarse
a sí m ismo, soltarse, p e r m i t i r que sus propios im pulsos se
desarrollen, confiarse a sí m ismo, confiar en la fuerza do
su D E S E O propio sin t a p a rlo con el desconfiado "debo".
Todo ocurrirá del modo m ás n a t u r a l , ya que las dos p a l a n ­
cas principales del cerebro comienzan a t r a b a j a r en eq u i­
librio armónico.
'
E l secreto fu n d a m en ta l de la transición del deber a D E S E O .
La “i n v oca ció n” significa deber: intensa presión sobre la
atención, fuerza sobre la m ism a, es aquella fuerza do la
cual se protege el cerebro poniendo en m arc h a las emocio­
nes negativas, el infierno interno. Pero el infierno, p ara l i ­
brarse de sí mismo, t r a t a de s e p a r a r s e de la fu ente
de tensión, de desviar la atención hacia algún lugar, como
ocurre, por ejemplo, cuando i n v o lu n ta ria m e n te lo volve­
mos la espald a a u na persona desagradable o siú intención
olvidam os el pago de u na deuda. C uanto m ás forzada sea
la atención, t a n t o m ayo r será la tensión, t a n t o m a y o r será
el infierno y t a n t o m ás difícil será c o n tin u a r forzándola:
este es el círculo vicioso de los alum nos desafortunados.
Pero Ud. puede hacer una M A N IO B R A , un viraje de 180°:
¡se relaja Ud. m i s m o y ya el infierno no tiene n ad a quo
hacer! ¿H a conectado Ud. alguna vez la ducha de agua ca­
liente in m e d ia ta m e n te después de la fría? Este m ism o re­
corrido del péndulo desde un infierno re la tiv o a u n paraíso
re la tiv o, u n recorrido pequeño pero suficiente, ocurre ine­
v i t a b l e m e n t e en la segunda fase del Eco-imán. E n el “v a ­
c ío ” Ud. se siente b i e n, su estado se to rn a p o s i t i v o
y entonces las “ invocaciones” del Eco ya resuenan en el
fondo interno que espon táne am ente m ueve a la a c tiv id a d ,
es decir, en el fondo del D E S E O .
Vari aci one s:
^
La invocación se puede hacer m e n ta lm e n te . Después de
efectuar un a pro fu nda inspiración y re te ner el aire (esta
rete nción del aire s atu ra considerablem ente el cerebro de
oxígeno y la excitación se to rn a m ás intensa) se puede p a ­
sar al “v a c ío ” expulsando a la vez el aire y, a p a r t i r de
ahí, re spirar norm alm en te .
L a invocación verbal puede su stituirse por la im ag in aria :
126
por ejemplo, en lu gar de decir “ yo escribo” , Ud. puede p ro ­
ducir la imagen de sí m ism o escribiendo o sim p lem ente
la im agen de las m anos sosteniendo una p lu m a que recorre
un papel; e n - lu g a r de decir “estoy t r a n q u i l o ” , puede for­
marse una idea-recuerdo, como el susurro de un arroyo o
la im agen de u n cielo despejado. H a g a Ud. la prueba, ya
que la autosugestión es una ac tiv id a d ta n creadora como la
poesía o la in v en tiv a; más aún, es el fu n d a m e n to de todas
las creaciones y, como to da labor creadora, perece con el
estereotipo. Es u n error pensar que existe en cierto almacén
del tesoro psíquico u n conjunto de procedim ientos para to­
dos los casos de la vida. De n ing una m anera, en e l m u n d b
no existe tal m úsica. P e r o é s t a
es
posible.
Supongam os que Ud. es un in d ividuo inqu ieto, e x t r e m a d a ­
m en te c um p lid or y que en situaciones decisivas es p ro p e n ­
so a tensiones convulsas, o lo que se p o d ría definir como
“tensión v a c í a ” o “ vacío te n s o ” ... ¿De acuerdo? E n to nce s
no h a y dudas de. n i n g ú n tipo: el énfasis p rin cip a l en el. Ecoim á n no lo ponga en la “ in v o ca ció n ” , sino pre cisam ente en
el " v a c í o ” , después de h aber quedado claro para Yd. que
este vacío no debe ser tenso en modo alguno; la “ invoca­
c i ó n ” funciona en Ud. dem asiado bien: en Ud. la m ism a
s itu ación sirve de invocación, o m ejor dicho, ac tú a como
un a cuña ... ¡No tenga miedo, pues, de relajarse! P rec is a­
m en te lo que Ud. tiene que c u l t i v a r en sí m ism o es la des­
preocupación, tiene ese derecho.'
Después de descubrir para mí el Eco-im án olvidé, en fin,
cuáles eran los suplicios de la abulia y m ás de una decoun
de personas que la p adecían, desde escolares h as ta profeso­
res, se curaron con este método.
¿Ya ha hecho la prueba?..
'
Se realiza f á c i l e im perc ep tib le m ente, en c u a lq u ie r s i ­
tu ació n, en c ua lq uie r tarea in d iv id u a l, y proporciona exce­
lentes resultados a las personas inactivas, irre solutas, que
no tienen confianza en su propia v o luntad y a todas las que
tienen un deficiente dominio de su prop ia ate nció n...
¡Pero qué ton terías estoy diciendo! \No haga nadal N o me
crea. Por nada del mundo aplique el Eco-imán. N o desarro­
lle su vo lu n ta d , p ues corre el riesgo de convertirse en un ge­
nio. N o se libere a sí 'mismo, la felicidad le amenaza...
I m p ro v is a c ió n con el E co-im á n
(según el relato de u n expaciente, escritor)
"... E ra corriente que me sentara a tra b a ja r después de dos
o tres noches do insomnio consecutivas (en tal estado, el
[9]
au to e n tr e n a m ie n to am e naza b a llevarm e al sueño.) P e r m a ­
necía sentado exp rim ién dom e el cerebro y creando un pro­
fundo g a lim a tía s o a b so lu ta m e n te n a d a : m e sen tía com ple­
t a m e n te pre sionado, em botado. Sólo b a s ta b a con a p r e t a r un
poco m ás y correrían las tuercas...
¡Pero que cosa más absurda! ¡Si h a y cosas más im p o rtan tes
de qué ocuparme! Me pongo de pie y empiezo a m asticar
una fru ta que, por principio, guardo para estos casos; me
siento a n te el piano o actúo con m ás desenvoltura, me des­
pojo de mi ropa, tien do una alfom bra y me dejo caer en el
piso: pongo en p ráctica mi Nuevo Yoga. E l principio fun­
d a m e n ta l del escalón inferior es la ausencia de todo dogma,
a la creación m era m en te personal. Al cuerpo h a y que. h a ­
blarle con el corazón en la m ano.
— “ ¡Qué tal, m a rtiriz a d o cuerpo mío! ¿Qué deseas? Res­
ponde, ahora te pertenezco, sólo a tí. Bien, tú d i r á s . . . ”
— No sé... yo m ismo ya no sé qué desear. He sido tan so­
m etid o a la forma sede nta ria de vida.
— ¡Vamos, no seas tonto! ¿Puedo sugerirte un ejercicio?
— Hazlo, por favor...
— Mira, ¿te das cuenta? Se t r a t a de colocar esta pierna
sobre este ho m b ro y llevar esta otra al vientre, ¿tfes? No,
pero así no... A ver, a ver... No está m a l . .. Sólo que tienes
que enderezar la espalda. Gira un poco el cuello... Estira
la pierna con la m a n o ... ¡Así! Eso ya me gusta. Es un estado
de tensión so rpre n den tem e nte ag rad ab le ... M antengam os es­
ta posición, no te apresure s... A g u a n ta un poco la respira­
ción... ¡Magnífico! ¡El cielo está con nosotros! Probem os
otra vez... Bueno, es suficiente. Vamos a hacer el ejercicio
al revés, sobre el vientre. Las m anos hacia a trá s ... Los
talones tom ad os de las m anos... U na vez, otra vez... Alto.
Ahora adoptem os u na posición con la cabeza hacia abajo:
la Bicicleta S im i e s c a . .. ” .
La m ay o ría de las veces el cuerpo en re a lid a d pide lo que
constituy e p ara nuestros parientes del zoológico u n modo
h a b i t u a l de vida (es fácil a d i v i n a r por qué), pero a veces
desea re p ta r u n poco, hacer las veces de pez y algo así como
un a m edusa o a m e b a... ¡Y de re pente un empuje! ¡Rápido!
“Como si no hubiera cansancio! ¡La tensión desapareció!
¡Y los dedos ya p id e n ..., — yo sé que ha funcionado aquello
m i s m o — por eso corriendo a la m e s a . , . ”
Querido lector, ¿sabe Ud. ser libre?
[9]
Escucha tu respiración y escucharás el ritmo del Universo.
'
Del Yoga.
E s ú ti l reírse, los médicos lo aconsejan...
S holom -A leijom .
10 RESPIRA CON TODA
EL ALMA
,
La respiración s u y a es un a poderosa palan ca del to no y d e l e st a d o a ní m ic o . El AE
respiratorio le ay ud ará a so la s c on si go m i sm o y en c o l e c ti v i d a d . La respiración
y ol hab la es todo uno, H a l l e su vo z .
.
R esp ire p ro fu n d a m e n te . U d. está em ocio nado
al era el consejo que daba a sus amigos el conocido
O.
Bender. Nos p erm itim os hacer n o ta r que el
venerable com endador p artía en este caso del
principio de la hom eopatía, “lo sem eja nte se
cura con lo sem ejatito” , ya que, un in d iv id u o em ocionado
hasta cierto p unto respira con más pro fund id ad que una
persona en estado norm al.
'
E n efecto, .pasando a-co s as de ab soluta seriedad, merece
la pena siquiera escudriñar en nosotros mismos (o, tal vez,
re spirar hacia adentro) para que in m e d i a t a m e n te gea
revelado qué gra n c a n t id a d de cosas dentro de nosotros
están relacionadas con este acto tan viejo como la vida.
Sí, este acto lo es todo: es composición de la sangre, m o v i­
m iento, sensación e intelecto; en una p ala bra, la música
de la existencia. S a n cta sa nctó ru m del organismo, al igual
que el pulso, la respiración es el principio de la expresión
y la comunicación.
El cambio de respiración es u na preparación para el cam bio
de ac tiv id a d , y al mismo tiem po, una señal. Al c om un ica r­
nos, nos “leemos” la respiración unos a Jos otros. Este es
u n im p o rta n te canal de la tra nsm isión em ocional semiinconsciente y continúa ac tu an d o por la radio y por el teléfono.
Esto se ve perfectamente claro cuando la respiración se
convierte en risa, llanto u otra manifestación ruidosa. Pero
[10]
129
existen ta m b i é n otros gestos mimótico-emocionales de tipo
re spiratorio: en casos de sorpresa re pen tina o de asombro
lleno de indignación efectuamos u na brusca y breve inspi­
ración, y para denotar desprecio, un a breve espiración, una
risa entrecortada. E n lo más profundo se deslizan s u t i lí ­
simos m atices respiratorio-vocales que den otan s i m p a tía o
a n t i p a t í a , sinceridad o hipocre sía... Las personas extrém a d a m e n te sensibles a los estados anímicos de otras, tienen,
por lo visto, u n "oído re s p ir a t o r i o ” agudizado.
Sin p reten der a un riguroso nivel científico, se pueden hacer
algunas acotaciones sobre la relación que existe entre la
respiración y el tem p eram en to . P or las inspiraciones in­
i n te rr u m p id a s y profundas y las enérgicas espiraciones' se
puede conocer al im pacie n te e irritable colérico, al “ neuras­
ténico a c t i v o ” . Una respiración ruidosa con resoplidos, si
se excluye la enfermedad, m uestra al individuo propenso
a las tensiones, de carácter difícil, al cachazudo desconfiado,
pero en ciertos casos, bondadoso. Una respiración vigorosa,
uniform e, como el m ov im ie nto de 1111 buen t r a s a tlá n tic o ,
pertenece a la persona segura de sí m is m a , animosa o in ­
conteniblem ente ac tiva , m ien tras que el típico sanguíneo
respira tal como se m ueve u n a utom ó vil de m arca superior.
Las inspiraciones frecuentes y profundas seguidas de una
lenta espiración, te s tim o n ia n que ante Ud. se halla un
melancólico incorregible.
Pero todo esto; n a t u r a l m e n t e , es b a s ta n te aproxim a do, pues
la respiración es, an te todo, hija del m om ento.
E sta es una típica función se m ia rb itra ria . El nivel “supe­
r i o r ” , apa rente m e n te sujeto por entero a nuestro dominio,
lo controla la corteza cerebral: controlando la respiración,
controlamos ta m b ié n el h ab la . Podemos hacer lo que q uera­
mos: re ta rd a r l a , acelerarla, respirar m ás profundo, retenerla
e incluso no respirar ab s o lu tam en te n a d a ... Pero no es así.
E x isten lím ites m ás allá de los cuales so incorpora u n im ­
pulso forzado. P o r m ucho que uno se entreno en la retención
de la respiración, llega un m o m ento en que las convulsiones
nos obligan a realizar una inspiración. La respiración pro­
funda e intensa — la h ip erve ntila ción — ta m b ié n , al fin
y al cabo, te rm in a con la pérdid a del conocimiento.
Es suficiente que el organismo se resie nta de un disgusto
o un arreb a to emocional y el control libre de Ja respiración
está perdid o: sobreviene la disnea, acceso de asm a, risa
convulsiva, l l a n to ... El ata q u e de histeria casi siem pre em ­
pieza con una respiración ruidosa y convulsiva.
Pero el carácter lim i t a d o de nuestro dom inio sobre la res­
istí
piración se m anifiesta en diversas formas. Influencias in ­
conscientes penetran en el nivel “s u p e r io r” más alto y lo
m a tiz a n con sutiles a u tom atism o s. Las retenciones i n v o l u n ­
taria s de la respiración ocurren no sólo an te diversas e m o ­
ciones, sino ta m b i é n casi en todos los estados de tensión,
especialmente cuando se realiza una intensa labor intelectu al.
E n casos de tensiones psíquicas prolongadas no^ cambia
la frecuencia ni la p rofundidad, sino el dibujo tónico, la
“ l e t r a ” de la respiración. E x te rio rm e n te , esto, incluso, p ue­
de no ser notado , a menos que se trate de u n observador
agudo. Y a veces puede verse con ab solu ta claridad que
una persona respira y conversa “ a p r e t a d a m e n t e ” . (Ueroi;demos otra expresión s im ilar: “ no respira p a r e j o .. . ’’)
Los impulsos provenientes de los músculos de los órganos
respiratorios (diafragma, bronquios, laringe, cuerdas vo­
cales, etc.) están comprendidos, de la forma más ín tim a ,
en el aspecto subjetivo de las emociones y los estados de
ánimo.
•
'
, .
,
.
U na persona que e xp e rim enta un melancólico desasosiego
con u na sensación de vaga opresión en el pecho, no sospecha,
incluso, que Jos ejecutores de este estado son los pequeños
músculos do los bronquios (pero, desde luego, no son ellos
solamente). E l tono de la respiración,^ el “e s t i l o ” re spira­
torio hace u n sólido ap orte a la creación del fondo omocio-'
nal interno. V a riar la letra emocional de la respiración es
tan difícil como v a ria r la l e t r a .y a asentada en la escriturn,
pero no es un caso irrem ediable.
La A c adem ia de las Ciencias R e s p ira to r ia s
H a y palabras que re sumen tesis y monografías. Una de
ellas es la p alabra descanso.
.
¿Acaso se necesita exp licar esto? El descanso es el des­
canso. “ D e s ” es un prefijo que denota alejam iento, s e p a ra ción, desunión (véanse las palabras des-aparocer, des-pei ir,
des-unir) y el descanso cpmo su sinónimo tiene la palabra
“r e spiración ” .
E l descanso, por ta n to , es aquella actividad eir la cunl
el hom bre se libera de su propia respiración _dificultoso.
Pero sin duda no ex -pira... Sólo ins-pira y es-pira. Su alma
obtiene un des-ahogo, un des canso.
Se h a n propuesto estas fórmulas verbales de auto s u g es ­
tión:
m i respiración está totalmente libre de dificultad,
respiro con desenvoltura,
131
fá c il y desembarazadamente,
rítmicamente,
me fío de m i respiración
y hasta
me causa pereza respirar.
.
’
^ * lsJe” me.tod.os e.s Pecia!es como respirar contando, aiunent a r y d is m in u ir a lte r n a d a m e n te la pro fundidad y la dura cion, etc ¿Que es, entonces, lo fu nd a m e ntal?
frecu®ncia h í ,Ia P rofundidad. Lo fu n d a m e n t a l ,
° Uan -° se. tra b a j a con los músculos, es d o m in a r
respiración. La letra de esta ú l t im a debe ser
g
y corresponder arm ón ic am ente a las tare as internas.
7* c a m P° de a c t iv i d a d es re confortan te: es m u y fácil con­
centrarse en la respiración.
el
fiJíf»
E s t o r n u d a r con deleite
,
'
^
•
•
■
^ n pac iente que tenía la respiración “c o m p r i m i d a ” le
uqU! ° ada Un^ de sus inspiraciones debía ten e r un
t a n t o de bostezo y cada u na de las espiraciones debía ser
casi un estornudo. “ Entonces, ¿estornudar a diestra y si­
n i e s t r a ? ” — p re g u n ta b a él.
•
E sto no tiene n ada de brom a. E l placer de resp irar es el
m om en to fu n d a m e n ta l que h a y que aprender,
l o d o m odela la inspiración elem ental de la atenuació n.
Este i n v o lu n ta rio “cam bio de a l i e n t o ” es como si b orrara
tensión, genera u n fugaz e im p erc eptib le placer, pero,
u n placer, al fin y al cabo: una sensación de sosiego y re a­
nim ación. H a y que agarrarse a este i n s ta n te y hacer de éste
un sistem a.
•
Si pre stam os atención a nuestra re spiración, se puede n o t a r
que en ella esta presente este m om ento. Y t a n t o en la inspiración corno en la espiración aparece este leve deleite na­
tu ra l, inh erente a la realización de c ua lquie r función del
organismo, incluso la m ás prosaica. R esp irand o y perci« ?nt ,a sensación de la propia respiración, tra te aprender
intensificar el placer que proporciona m over desenvuelta
t u ltm !cai,n ente el to rax y llen ar los pulmones de aire ...
d. n o t a r a que, en efecto, el placer se h ará m ás intenso.
Ejercicio: l i b e r a c i ó n
de la r e s p i r a c i ó n ”
(hacerlo preferentem ente en u n local bien ventilado).
Postura del A E {eliminación de tensiones). E s mejor tener los ojos
'■errados, pero no es indispensable. Respire con el ritmo normal
132
de U d ., sin hacer más profunda la respiración ni retenerla. Lo
im portante para Ud. es prestar atención a su respiración, una aten­
ción p o sitiv a , alegre, entusiasta. Preste oído atento al “placer
respiratorio”. N o realice n in g ú n esfuerzo ni nada que sea a r t i f i ­
cial. A l cabo de cierto tiempo, la respiración, por espontaneidad,
se hará un poco más lenta y más profunda y se realizará con mayor
uniformidad. A sim ism o , los músculos de todo el cuerpo estarán
más relajados-, posiblemente aparezca una leve sensación de calor,
relacionada con el relajamiento de los vasos. Ahora ya Ud. se de­
leita con una respiración desenvuelta, se embriaga con ella. El
corazón adquiere un ritm o concentrado y tranquilo. A u m e n ta lasensación de calma, evidente frescor y de u n agradable leve ensi­
m ism amiento. M e n ta lm e n te sugiérase la. idea de que ese estado
se hace permanente, que le acompaña a todas partes y encualquier si­
tuación. Respire siempre sin d ific u lta d y su respiración le obede­
cerá en todo momento-, sólo depende de Ud.
Después de re spirar en esa forma por espacio de 10 m inutos
(más o menos), dígase a sí mismo m e n ta lm e n te : “Continúa
de esa m a n e r a ” , después de lo cual se puede te rm i n a r el
ejercicio y pasar a otros sin lenpr que efectuar cambios,
especiales.
E n cu alqu ier opo rtu n id ad y, en p artic ula r, en las s i t u a ­
ciones de tensión, pero, preferéntómente, cuando éstas son
previstas, se puede re alizar esto ejercicio en un micro-AE
“re d u c id o ” . Es sencillo y eficaz. El b lin d a d o autógeno de
la respiración es, p rob ablem ente, el m ejor recurso conlrn
las influencias extern as que nos tom an por sorpresa, incluso
contra la descararifez, ya que constituye un escudo del equi­
librio emocional. Al n o tar Ja respiración tensa, procedar á p id a m e n te a e lim in a r las tensiones; conociendo los s i t u a ­
ciones en las cuales estas tensiones suelen surgir, haga fu n ­
cionar por an ticip a d o la respiración desenvuelta.
Si Ud. suele tener la respiración co m p rim id a, si nota que
esta sensación es concom itan te con sus estados negativos,
comience cada au to e n tr e n a m ie n lo ordinario —después dn
haber a d o p ta d o la p o s tu ra — por liberar la respiración, y
sólo después que h ay a logrado un ritm o a u to m ático , proceda
a e lim inar Jas tensiones musculares. Poco a poco aprenderá
a poner en marcJia la respiración desenvuelta, como un a u tó ­
m a t a , y para m an ten e rla no se requerirá ta n ta atención
como al principio. Es verdad que la inlensidad del “ placer
[10]
133
m uías e imágenes "queden im p re s a s” en el cerebro, es
posible que 110 se idee n ad a mejor.
De esta forma, con un ritm o respiratorio se puede producir
cualquie r tipo de autosugestión: las que están reguladas
y programadas' conforme al A E y las im provisadas. Cuando
domine la respiración, ésta se producirá en Ud. espon tá­
neamente.
de la re s p iració n ” d is m in u irá inevitab lem e nte , pero, por
otro lado, la respiración desenvuelta ahora será el fondo y
la norm a de su vida, u n ca p ita l co nstante de sosiego y
seguridad.
C a rá c te r rítm ico de la respiración
Este método, que yo he probado exitosam ente en psicote­
ra pia especial, algunos lo aplican sin darse cuenta.
La dura ción m edia de un a frase es igual a la duración media
de u n im pulso respiratorio (por algo decimos: “sin tom ar
re s p ir a c ió n ”). E l ciclo i n s p ira c ió n —espiración es la un id ad
psicofisiològica del lenguaje oral y musical. Precisam ente
este ciclo, como ta m b i é n el volum en de la m em oria opera­
tiv a con el cual se relaciona, d e lim ita la lon gitud de la
frase. Cuando sentim os el deseo de in iciar el discurso pro­
ducimos una inspiración, y en la espiración hablamos.. C uan­
do la espiración term inó, la frase o u n a parte de ella es cor­
ta d a por una cesura restringida —una nueva in s p irac ió n —
y el ciclo siguiente proporciona un a n ueva “ p o rc ió n ” de
sentido.
El principio del carácter rítm ico de la re spiración és m uy
sim ple: to d a la autosugestión queda d esa rticu lad a por el
ritm o de respiración y se enhebra en éste. Cuando tiene
la au tosugestión m e n t a l y verbal, las p ala bras y frases de
la autosugestión “e s p i r a n ” rítm ic a m e n te .
Si se com para este proceso con el corte de leña, la in spira• ción sería “el a d e m á n ” , y la espiración, “el g o lp e ” . En
cada espiración (y pausa entre espira ción e inspiración)
se enhebra d e te rm in a d a fórmula lacónica com p leta, por
ejemplo:
. .
La respiración onírica
“ ... Al parecer, duerm e... Sí, respira u n i f o r m e m e n t e .. . ”
Cuando se duerme pro fund am ente la respiración siempre
es m u y uniform e y rítm ica. E n com paración con el que está
despierto, el que duerme tiene una respiración m ucho más
sosegada y profunda. Apenas se oye re spirar a algunas per­
sonas y otras hacen bas tan te ruido’ al respirar...
Volviendo entonces a lo que explicábam os, si se i m it a la
respiración de alguien que está durm iendo, precisam ente Ja
que Ud. suele tener en el sueño (a condición de que sea sin
ronquidos), se puede alcanzar un estado parecido al sueño.
¿Cómo lograr esto?
A Ud. m ismo, por supuesto, le resulta u n poco complicado
saber cómo es su respiración d u ra u te el sueño. Sin embargo,
se puede averiguar: por la m a ñ a n a , cuando se acabe de
despertar y se baile to d av ía sem idorm ido, “ por in e r c i a ”
su respiración seguirá siendo un ra to más la m ism a de la
noche anterior, a menos que 'súbitam ente Ud. se acuerde
de preocupaciones y cosas desagradables. T ra t e de cap tarla
y de fijarla en la m em o ria... T ra te de presta r atención a
la respiración de las personas que duermen. H a ga u n día
la prueba de re spirar al unísono con alguien que esté d u r ­
miendo y percibirá enseguida que un sopor se va apoderando
de U d ...
^
La “respiración o n í r i c a ” con stitu ye el grado más alto de
liberación, el predominio absoluto del r itm o n atu ra l del
reposo. La e n tra d a en la “respiración o n í r i c a ” es la “ res­
piración l i b r e ” y después, sencillam ente, Ud. se m antiene
“ f l o t a n d o ” dentro de ésta. Puede valerse de recursos a u x i ­
liares: imagínese, por ejemplo, que en cada inspiració n y
espiración lo lev a n ta una ola de m ar o lo mece un colum pio...
No escatime tiempo en perfeccionar la “respiración o n í r i c a ” :
ad q u irir á Ud. una de las llaves más seguras para abrir la
puerta que conduce a la tra n q u ilid a d in tern a .
La “respiración o n í ri c a ” es un método m agnífico para tener
acceso al re la jam iento profundo, del cual hablarem os más
inspiración — espiración — pausa — inspiració n — espira^
'
ción — pausa.
m i mano se calienta...
m i hiano se calienta...
inspiració n — espiración — pausa — inspiración — espira­
ción — pausa —
estoy tranquilo...
estoy tranquilo...
Ventaja de este m étodo: la respiración “so s tie n e” la con­
centració n y devuelve rítm ic a m e n te la fórm ula a la con­
ciencia.
Si se produce una autosugestión no verbal (búsqueda de
una sensación, im agen o idea), la sensación (imagen o idea)
“se r e ú n e ” o “se e n c a rg a ” ‘(“ debe ser a s í ”) en la inspiración
y “se e n v í a ” en la espiración ( “así e s ”). P a ra que las fór134
'
[10]
135
f 5 - a”i e ‘ i Este ^ ede a P^carse también como un método
individual pera dormirse más rápido.
Ud. está “en v o z ” . Pero ta m b ié n existe la relación recíproca:
si u d . se ha m e tid o “en la v o z ”, ¡Ud. se siente mejor!
Al joven, del cual h a b la b a , fue posible ayudarlo.
Le aconsejé que hiciera como Demóstenes: alejarse regu­
la rm e n te a .un l u g a r a p a rta d o (ai bosque o al campo) y
8 i £rij a r '
gritar! Vociferar, desgañitarse a más no
poder, desarrollando las cuerdas vocales y fortaleciendo el
a p a ra to m u s c u la r respiratorio-fonatorio y la relación recí­
proca entre éste y el cerebro; re producir en el registro del
grito conversaciones ru t i n a r ia s , recitar versos en voz alta,
vocear frases y palabras, d i l a t a r d istintos sonidos, c a n tar...
Este joven notó que después de re alizar estos ejercicios
su voz se hacía más firme y segura (este efecto positivo
a posteriori está relacionado, evidentem ente, con el f o r ta ­
lecim iento directo del tono de las cuerdas vocales). La voz,
sin. tensión de ningún género, comenzó a resonar con más
fa cilidad, exuberancia y e s ta b ilid a d , como solía ocurrir en
los raros m om entos de bienestar. Por otra parte, en las
re aciones sociales le sirvieron de ayuda ejercicios elem en­
tales basados en la interpretación do papeles.
E l papel que el joven asumió in terio rm e n te fuo el siguiente:
Soy u n ex m i l i t a r acostu m b rad o a m a n d a r ” . La tare a
consistio en i m p r i m i r ” su lenguaje en el cerebro de su
interlocutor, poner con fuerza una respiración vigorosa en
Ja voz y llev ar su resonancia hasta una expresividad emocio­
nal artística . Tal vez no se alcanzó un a u té n tic o nivel a r t í s ­
tico, pero se logró lo f u n d a m e n ta l: eJ joven dejó de temer
a su voz, consiguió que ésta “se . a b r i e r a ” .
De esta forma, la relación entre la respiración y la voz,
el tono y las emociones está clara en líneas generales; A llora
voy a p ro p o ne r.a lgu nos ejercicios especiales que cada cual
d ete rm ina rá fácilmente por sí mismo Ja necesidad que tiene
de ellos. E l objetivo que persiguen los mismos es el estado
emocional en la comunicación y son de u tilid a d a aquellas
personas que se tu rb an y pierden la voz cuando tienen (pie
hacer uso de la palabra en m om entos cruciales y a muchas
de las que padecen Ja ta rt a m u d e z n eurótica.
Estos ejercicios es mejor realizarlos a solas, pero nó vendría
m al que U d., desjmos de vencer la barrera psíquica, pudiera
efectuar algunos en presencia de personas, con la m isma
seguridad con que los deportistas pra ctican ejercicios físicos,
si los necesitan, sin cohibirse ante nadie.
H á g a s e a m ig o de su voz
E n cierta ocasión recibí una carta-confesión de un ioven
^uya tragedia consistía en tener una voz débil e insegu­
i r m f F l 0Ív n 76Sta V° Z,’ Dadíe Puede ^ s e n , i r ^ P e t o
fntL^v *
i
,
coloca enseguida por debajo de mi
d"sm nuido"’ F n
P 6 rd b e i n sta n tá n e a ine n te que me siento
d is m in u id o ... E n esas ra ras ocasiones en que aparece en
d ife r e n te ° nuedo
T 8,,me SÍ6nt° U" a persona c o m PÍetamente
v todo m / i l o v
10n^ rm e COn faciJidad y desenvoltura
y todo me sale bien.;. Mi voz es mi peor en e m ig o ”
Naturalmente, este es un caso de los más extremos oue
s ^ n u e í t o ' l i d T Í ®Socif d0 a cambios endocrinos. Pero, por
supuesto, Ud. h a b r a n o tad o que: las veces que se ha sentido
S
Í n Tsean
a rraras),
a s ^ 11’
Y anÍmclara,
ad°
" c i­
siones
su voz resuena
firme v sonora
e n t o n a d o n S b F n yi
y Cargada de ricas ? t i b i e s
„Íf
? Ios hom bres yue incluso h abla n n o rm al5
v b a ríton o
^ ail COn DÍtÍdeZ ]as notas m 0 y ° res ^
ni L L i
3 ocasiones. m ien tras que en las
mujeres la voz resuena con agradable y melódica expresiviper®°nas se p ,o nen sem iinconsciente m ente a canw s e a ^ l o W 6n
m ° m e n l 0 ' inclusive, puede obserde tensión !
^
inten s id ad en Io3 m om entos
E l propio lenguaje, percibido por el oído y a través de
sensaciones pro venientes de las cuerdas vocaíes, la laringe
hombre1"eu'°ía ™
P"ra eI C8l"d° « ¿ « d » ” ." dSi
,
comunicación, aproximadamente lo mismo ■
E n ! a,f ®ensací ones Provenientes de los músculos de las
piernas para el equilibrio cuando se ca mina
E s ta es la sensación de “s o s t é n ” en la comunica ción, la
í n i n t l ° n i n v .eTsa ,que se necesita para m a n te n e r una cadena
"
^ a c e r t a d o s , y, a la vez, es siem pre la
sensación de como nos percibe nuestro interlocutor. (En los
con°el f i n T L ? ? i 6™ 1?
Ia V° Z’ P6r0 no sól° ^ no lan to
uno i í í m n
" ?
parte c o n t r a r i a - como de sentirse
v el
7 “ decidld0 e i m t a d o . . . ) Cuando el h u m o r
L
j de anim o a tra v ies an un m al m om ento, la voz
se hace sorda, “se encoge” .y d ebilita, pero si se siente bien
136
(E lim inación de tensiones). Después de inspirar sin dificu lta d,
espire lentam ente, pronunciando las vocales “a-a-a” , “o-o-o”,
[10]
137
etc., las consonantes “m -m -m ” , “ n -n -n ” , /as sílabas “ba-a",
“da-a-a" y así sucesivamente, confiriendo a la voz una resonancia
segura, fuerte y vibrante. Varíe la intensidad, la a ltu r a y la
duración y pase a diferentes registros, pero en todos los casos
trate de conservar la soltura y facilidad en la respiración. Sólo
poner en tensión el dia fra gm a , el vientre, la p arte inferior del tórax
y dejar relajados a l m áxim o los hombros, el cuello y la garganta.
Pronunciar 7 veces cada un a de las siguientes palabras comenzan­
do por u n registro bajo, a media voz, e incrementando la inten si­
dad y la saturación emocional (efectuando rítm icam ente la inspi­
ración — espiración):
.
so ltu ra
fuerza
sol
concentrado
claram ente
alegría
seguro
firm em ente
a lto
'
Pueden utilizarse también otras palabras, pero es conveniente ele­
gir aquellas que correspondan a l estado que se busca. In cluso p u e­
den construirse frases completas. Logre el m áxim o de expresividad
en la resonancia. E n cuanto a l contenido de las palabras y frases,
éste se convertirá, de u n modo n a tu ra l y espontáneo, en u n m ate­
ria l de autosugestión de otro n ive l.
,
Lea en voz a lta , con diferente intensidad y velocidad, pero siguien­
do el mismo p rincipio que rige para un verso o u n fragmento en pro­
sa, entone melodías de canciones cuyo contenido se avenga a l estado de
ánimo que se desea. La. calidad escénica de la actuación no tiene
importancia’, lo único que importa es que Ud. mismo “se m e ta ” emo­
cionalmente dentro de ella y perciba la unidad entre su voz, la
sensación y el contenido.
E n ta b le conversación con interlocutor imaginario. E n caso de ha­
blar alto, imagínese que dicho interlocutor se h a lla en otro piso de
la casa, en la orilla opuesta de u n río, etc. y Ud. necesita decirle
algo im portante y levantar su voz por encima del ruido que hace
una enorme muchedumbre... S u interlocutor tan pronto se acerca
como se aleja y Ud. necesita lograr que todo lo que Ud. le diga
“ llegue” hasta donde se encuentra aquél...
No se desanim e si su irónico intelecto se ríe a h u rta d illa s
de la apariencia ridicu la de estos ejercicios. E n todo caso,
138
.
no se apresure a declararlos una tontería sin probarlos como
es debido.
Como co ntrolad or de la resonancia puede servir un m agne­
tófono, pero en los casos en quo la propia voz se perciba
como e x t r a ñ a . y desagradable, es mejor prescindir de aquél.
Estos ejercicios desarrollarán en Ud. la seg urid ad respiratorio-fonatoria y la audacia en la en tonación. Tam bién le
s ervirá de ayud a i m i t a r a personas conocidas que posean
esas cualidades. Una vez que se haya a c o stu m brad o a esto,
inclusive a un nivel lejano del nivel artístico, ad quirirá
Ud. seguridad y soltura hasta un grado que antes parecía
inalcanzable.
¿Ha aprendido Ud. a alegrarse de las dificultades?
en el m ism o núcleo del cerebro, ju n to a los centros em o­
cionales. Aquéllas em iten órdenes: al corazón, que l a ta con
más o menos fuerza, con más o menos frecuencia; a los
vasos, que se c o n tra igan o dilaten. Es h a b i t u a l que s i m u l ­
táneam en te, a través de los centros subordinados, cambie
tam bién el tono de los músculos, la a c t iv i d a d de las glán ­
dulas sudo ríparas y la te m p e r a t u r a del cuerpo, pero esta
s im u lt a n e i d a d no siem pre es obligatoria.
.
E l 99% de los fenómenos vasculares ocurren esp o n tán e a­
m ente. O bien la conciencia no los percibe en absoluto o
bien los fija pasivam e n te . A propósito, en este fenómeno
se basa precisam ente el fu ncion am iento de a p a ra to s como>
el detector de m entiras. Incluso Avicena se an tic ip ó a ellos.
Un adolescente de la fa m ilia do zar lang uidecía día tras
día debido a una enfermedad desconocida y nadie podía
darse cuenta de na d a , hasta que un día el médico, t o m á n ­
dole el pulso, ordenó que pasaran todas Jas bellezas de
la corte delante del enfermo...
Los mecanismos emocionales, los cuales controlan las fuen­
tes de abastecim iento, producen lo que se les antoja. Bajo
la apariencia de los intereses generales del organismo t r a ­
bajan para sí y poseen un aba ste cim iento especial. Y ahora
ha llegado el m om en to de hacer una pequ eña disgresión para
detenernos en uno de los problem as que m ás a to rm e n ta n
a las personas tím id a s.
i
In sc ri p c ió n h a l l a d a sob re una piedra en el
Ttbet.
11 MANTEN FRÍA
LA CABEZA...
U n paso m á s ha ci a el perfecto aut ocontrol: el c on tr ol v o l i t i v o de los vasos. Este
h á b i t o pr oporcion a la base para la “c o m u n i c a c i ó n ” con c u a l q u ie r órgano del cuero. Cómo c om u n i c a rs e con e l corazón. Cómo o l v id a r y aprender a ruborizarse. Jrrai e calor y U d . m i s m o se nti rá m ás calor.
•
S
Las leyes del ab a s te c im ie n to
ecuerdo cómo en el prim er curso del I n s t i t u to de
Medicina m e impresionó el espectáculo del árbol
*■
H
de los vasos sanguíneos: se m ostró un pre para do
donde los vasos sanguíneos, im pregnados de una
m a t e r ia colora nte, se h ac ían visibles. |F o rm id a b le y su t i lí s i ­
m a red que todo lo atra viesa! Desde los conductos de las g ra n ­
des venas y a rte rias h a s ta los microscópicos capilares que
cubren con sus finísimos velos los espacios interiore s de los
huesos y cada célula del cerebro; desde el corazón, el centro
activ o de la red, h asta el ú ltim o vaso pericelular, y de nuevo
al corazón: t a l es el cam ino que recorre cada glóbulo rojo.
E l sistem a vascula r re presenta , dentro del “ E s t a d o ” que
es el organism o, la red de tra n sp o r te , aba ste cim iento y
purificación. J uzg ue Ud. por sí m ismo cuán im p o r t a n t e
resu lta en este caso el orden. La m ás m ín im a interrupción
y enseguida com ienzan las contrariedades. A todo lo largo
de su recorrido, en todas las ra mificaciones de esto árbol
se en tre laza n con él las ra m a s de otro no menos ubicuo:
las finas ra m a s de los nervios atra v ie s a n el corazón, per­
siguen y envuelven, como lianas, cada vaso en cada órgano,
p e n e tra n en el in terio r de los capila res... Los abastecedores
no hacen n a d a por su c ue nta’: son controlados por un vigi­
lan te ap a rato de a d m in is trac ió n , ya que h a y que abastecer
a todos, pero según rangos y necesidades.
Las instancias centrales de la regulación vascular se hallan
140
¿Por qué César e s tim a b a a los que se rubo riz ab an?
La lá m p a r a de señales de la subconsc iencia
“ El ru bor m o tiv a d o por el pudor es la m ás pec ulia r y h u ­
m a n a de las expresiones de nuestro rostro, —escribía Darvvin
en su obra “Sobre la expresión de las Sensaciones en el
hom bre y en los a n i m a l e s ” . - - . .. E l rubo r m o tiv a d o por
el pudor se debe a que los pequeños vasos del rostro se sobres a t u r a n de sangre. Podemos provocar la risa m e d i a n t e el
cosquilleo de la piel; el llanto o el enfurruñado con el'golpe;
el t e m b lo r se presenta a causa do la esperanza del su fri­
m iento, etc. Pero no podemos provocar el ru b o r por ningún
medio físico... La influencia en este caso debe e s tar dirigida
a la m ente. Por ese m otivo, los idiotas casi nunca se ru b o ­
rizan”.
P or tan to , según D arw in, la capacidad de ruborizarse es
uno de los rasgos distin tiv o s dol hom bre norm al. ¿Por qué
entonces algunos jóvenes se avergüenzan de este don?
Por cierto, si una persona no so ruboriza tam poco es obli[11]
141
g ato ria m e n te uri id io ta . Como en to das las dem ás cosas,
existen grandes diferencias in d iv id u a les : a algunos todo les
im presiona, y a otros, casi na d a . H a y fa m ilias en teras donde
todos sus m iem bros se r u bo riz an debido a causas hereditarias.
E n u n a fa m ilia —según re la t a b a D a r w i n — el padre, la
m a d re y los diez hijos se ru b o r iz a b a n de la forma m á s in ­
verosím il, y en las h ijas, h a s ta la " situ ación g eográfica”
de las m an c h as rojas re petía a la m a t e r n a . Esto, desde
luego, es un ca pricho de los genes. Pero todos olios se r u ­
borizaban solam ente cuando conversaban con otras personas,
es decir, ¡bajo el influjo de es tim u la n te s socialesl Lo más
sorprendente, sin em bargo, es la relación que existe entre
el ruborizarse y el t ra to con la gente:
“ V o y p o r la c a l l e , m,e e n c u e n t r o a u n a p e r s o n a c o n o c id a y m e r u b o r i z o . . . S i
l a s p e r s o n a s q u e no co noz co m e d i r i g e n la p a l a b r a o. s i m p l e m e n t e m e m i r a n ,
m e r u b o r i z o . Y s i m e l l a m a n a l a p i z a r r a c u a n d o es to y e n la c l a s e , m e t i ñ o todo
de r o j o . . . ”
•
¡E stán m irándom e! (O m ira r á n .) ¡Se h a n fijado en mí!
(O se fijarán.) Es precisam ente este p ensam ien to , e incluso
no u n pensam iento, sino una sensación fugaz t o d a v í a sub­
consciente, lo que causa el rubor.
;
E l rubo r se produce debido a u na espera o a u h encuentro
inesperado, a u na censura o a u n elogio. E l interés emocional,
en p rim e r lugar, y en segundo, la atención hacia nuestra
persona, son p ro b a b le m en te los e s tim u la n te s m ás im p o r­
t a n te s del ru bo r, los cuales a c t ú a n generalm ente juntos y
siem pre a través de los ojos de los circunstantes. Las personas
con u na organización ¿s íq u ica m u y delicada y u na gran
ca p acid a d de sugestión pueden ru borizarse sólo porque el
in te rlo c u to r podía en un m om en to dado suponerle algo com ­
p ro m e te d o r cómo, por ejemplo, el interés de la m u je r hacia
el h om bre m encio nado en la conversación, a u n q u e t a l in te­
rés no exista en r e a l i d a d ... E l que se ru boriz a fá cilm ente
lo hace por c u a lq u ie r m otivo.
E l hecho s u b jetiv o de sentirse ru b o riz ad o y el ruborizarse
de v erdad, no siem pre coinciden: h a y quien se ruboriza
sin n otarlo y quien, por el contrario, cree que está ru b o r i­
zado y que su rostro “ a r d e ” cuando, en re alid ad , no se le
n o ta n ad a exterio rm ente. Pero en sí no es esto lo que im porta.
La incógnita fu n d a m e n t a l es esta: ¿por qué el ser h um an o
pasa t a n m alos ra to s cuando se ruboriza, ya sea re al o im a ­
gin a ria m e n te ? ¿Qué es lo que le hace sentirse em barazado
p or un defecto lleno de encanto que m ás bien yo llam aría
v irtud?
H e hecho estas p re g unta s s u tilm e n te a m u cha gente que
142
se an gustia por este problem a, pero en la m ayoría de los casos
no he logrado obtener una respuesta razonable: “ R ub orizarse
causa m a le s ta r porque es d e s a g ra d a b le ” . Otros afirm an que
es desagradable porque en esos m om entos se no ta lo t u r b a ­
dos que están. Cabría p re g u n ta r: ¿y qué hay de m alo en
m o s t ra r tu rbac ión ? ¿O acaso es m ejor m o stra r descaro? Una
persona t u r b a d a no se dism in uyo ni un ápice an te los ojos
de los demás, al contra rio. Además, el rubor del rostro en
sí, no significa n ad a to d av ía, pues se puede enrojecer de
ira o alegría o s im p lem ente porque nos sentim os bien...
César prefería t o m a r como soldados suyos a los que se ru ­
borizaran fá cilm ente y no a los que palidecieran. Y segúh
Darw in, las circ asianas que poseyeran eso don disfru taba n
de los m ayore s privilegios en el harén del s u ltán . Sin e m b a r­
go, todos estos argum entos surten poco efecto, pues el que
so ruboriz a se siente em barazado por la sensación m isma
de su sonrojam iento y por la atención que le p re s ta n otras
personas (que es im a g in a ria en un 90% o más) y sencilla­
m ente no puede creer que otras personas tenga n u n a actitud
p o sitiv a hacia su sonrojam iento. Pero si p ene tram o s en el
quid del problem a, lo que sucede en la m ay o ría do los casos,
es que le cuesta m ucho t r a b a jo creer que los demás tengan
una a c titu d p o sitiv a hacia su persona,
i
Es cierto que m ucha gente se ruboriza, pero eso constituyo un
problem a precisam ente para aquellas personas que en todas
partes y en todas las cosas tenfen indecib lem ente la desa­
probación, las censuras y las burlas; p ara aquellos que
piensan que todo el m un do nada más está ocupado en ob­
servarlos crítica m en te y para aquellos que son propensos
a rela cionar u n a m i ra d a o una p a la b ra cu a lq u ie ra con su
propia persona...
’
H a y que creer una vez en el hecho siguiente, au nqu e al
principio sea ra zon ablem en te:
“L a atención que merezco es, ni más ni menos, la que merece cual­
quiera otra persona. E s té ruborizado o pálido, los demás se mues­
tran conmigo de una forma absolutamente n o rm a l” ,
, '
O la v a r ia n t e m ás enérgica:
.
‘'Que me mire el que quiera. Y o soy como soy y me encuentro acep­
table. N o voy a ser diferente, ni tampoco quiero serlo”. Corresponde después poner en p ráctica el A E , sobre todo
la p a r te den o m in ad a “l ib e ra c ió n ” , la cual debe aplicarse
direc tam en te en el t r a t o social haciendo todo lo posible
porque so logra en el fondo un estado de re la jam ien to
p erm an ente y leve.
m i
E n cua nto al hecho de ruborizarse, les digo a todos una
¡ « j n o r t b p . r m i t a w el hacerlo, sino, además, alégrense
de ello. Muchos quisieran y, sin embargo, no pueden. I n c lu ­
sive, no solo alegrense, t r a t e n de ruborizarse por cu alquier
m otivo y a que - s e lo a s e g u r o - este fenómeno encierra
ex tra o rd in a rio encanto y s i m p a t í a . Cierto es que cuando
ü d s . se esfuercen en lograrlo no les s ald rá ta n bien.
¿Y si se lo propone?
D a rw in ll a m a b a la atención sobre el hecho de que en equellos
países donde se ac o s tu m b ra a a n d a r desnudo o semidesnudo
sus h a b i t a n t e s ex p e rim en tan ru b o r en todo el cuerpo o en
aquellas zonas del cuerpo que h a b i t u a l m e n t e están sin cu brir
M i ó se debe a los m ismos m otivo s que a p u n tá b a m o s
‘
La atención dirigida a cierta p a r te del cuerpo frena la
contracció n n orm al e stim u la n te de los vasos sanguíneos de
esta zona, debido a lo cual éstos se rela ja n en mayor o menor
medida y se llenan a l momento de sangre a rteria l”
E s te es, según Darw in, el m ecanism o fisiológico de la r u ­
b o r i z a r o n . Todo obedece a la lógica. La atención puesta
en un organo, ya sea la m an o o c ua lq uie r otro órgano se
.
ha asociado d u ra n te m illones de años de evolución a' la
preparación del m ismo para ponerse en fu ncio nam iento. Pero
la a c tiv id a d requiere un intenso s u m inistro de sangre. Mien­
tra s m ejo r sea la circulación sanguínea, t a n t o m ás intenso
sera el m etab o lis m o y, p o r consiguiente, t a n to m ás alta
la ca p acidad de tra b a jo . E n la relación lógica atención —
su m in is tro de sangre — m etabolism o se encierra, p o r lo vis­
to, la p o s ib ilid a d de influir direc tam en te sobre los órganos
y que los yogas u tiliz a n cuando “p e r s u a d e n ” o " d a n órd e n es ”
a sus organos.
Pero a q u í qued a n a ú n m ucha s cosas sin entender. ¿Por
■ qué, por ejemplo, la. persona que se rubo riza con facilidad
no puede, sin embargo, hacerlo si se lo propone? Digam os
que dirige la atención a sus m ejilla s... No, responden los
vasos sanguíneos; en tal caso ignoramos esa atención cons­
ciente. Nosotros necesitamos una atención subconsciente...
i
u í ' 1]
i '*le d i l a t a r los vasos sanguíneos es uno de
los h á b i t o s fu n d a m e n ta le s que se ad quie ren con el AE.
.
Calor v o l i ti v o
i
E l gato de su casa le enseñará esta lección de s a b id u ría ,
dila ta c ió n de los vasos sanguíneos del cuerpo favorece
144
el sosiego y la reposición de fuerzas. E n efecto, por eso
todos los an im ales procu ran descansar en un lugar cálido
y no dejan escapar la o p o rtu n id ad de calentarse. Cuando
Ud. se acerca.a la estufa o al a p a ra to de calefacción huyendo
del frío, h a b r á podido n o tar qué sensación de bienestar
causa el “ d esh ielo ” del cuerpo y cómo a veces eso provoca
un sueño irresistible. Pero, ¡qué difícil es dormirse cuando
se tienen las m anos y los pies fríos! (Aunque es cierto que
un grado extre m o de congelación, cuando s e 'i n t e r r u m p e
t o t a lm e n te la circulación sanguínea, ta m b ié n va ac o m p a ñ a ­
do de una irresistible somnolencia.)
El sosiego y e l . adorm ecim ien to no significan .solamente
el relajam iento de los músculos, sino "también ei r e la ja ­
m iento de los vasos sanguíneos, o dicho con m ás ex a c titu d ,
la redistribución de su tono: los vasos sanguíneos del cuerpo
y de los órganos internos se d il a t a n y se llenan de sangre
y, a su vez, del cerebro refluye la sangre. Este hecho se
demostró ex p e rim e n ta lm e n te : se acostó a una persona des­
pierta sobre un plano horizontal en estado de equilibrio
y cuando ésta se durm ió los pies pesaban más, quedando
la cabeza m ás le v a n ta d a . Por otra parte, su cabeza pesaba
más cuando pensaba in ten s am en te y ex p e rim e n ta b a emocio­
nes. Cuando esta m ism a^p ersona se im a g in a b a que estaba
bailando, la sangre afluía nu eva m en te a los pies.
E l técnico e in ven to r Serguéi Sesguéievich Iogansen d iseñó,’
en colaboración conmigo, un in stru m en to pequeño y sen­
cillo que consta de un am p erím etro y un generador t e rm o ­
eléctrico. Este generador se fija en un dedo o en cualqu ier
otra p a r te del cuerpo. Después de sor fijado éste, la aguja
está en m o v im ie n to .durante algún tiem p o h a s ta que logra
cierto equilibrio y entonces, el ins tru m en to puede in d icar
los cambios de te m p e r a t u ra en Ja piel m o tiv a d o s p o f su ­
gestión y autosugestión. Cuando uno se inculca la sensaciónde calor en el lu gar donde está fijado el generador, se puede
hacer ava n zar la aguja v arias divisiones hacia ad elante.
Hacerlo en sentido opuesto resulta más difícil, pero pese
a ello se puede lograr hasta cierto pun to .
.
Inclusive, sin la sugestión de calor se pUede lograr s im p le ­
m ente que la aguja se mueva. A v arias personas que no
se les había inform ado nada sobre la instalación del i n s t r u ­
mento, les pedí que procedieran de esa forma. ¿Y cúnl
fue el resultado? Pues que todas decían que la piel situada
debajo del generador se Jes ca len tab a y algunos sentían hasta
p u n z a d a s ” y “corrientaz o s” .
llecordem os aliora uno de los ejercicios prelim inares de
la c o n c e n t r a c i ó n : la f i j a c i ó n d e l . d e d o
(págs. 7 6 —77). La sensación de pulsación en el dedo y el
ca le n ta m ie n to subjetivo de éste se observan no rm a lm e n te
h a s ta pre scindiendo de la autosugestión especial para pro­
ducir calor.
La fijación del dedo puede ser el p u n to de p a r ti d a para
desarrollar este tipo de ejercicio. Si Ud. logra s e n tir calor
y pulsaciones, al menos en el dedo índice de la m ano derecha
o izquierda, no le costará gran d ificultad provocar esa m isma
sensación en los dedos contiguos y en todos los demás. A
veces esto se produce espontáneam ente. Luego, la sensación
de calor pasa rá sin d ificu ltad a la m an o y después, a todo
el brazo. Se puede comenzar t a m b i é n por toda la m ano
d irec tam ente.
,
(Postura del A E , eliminación de tensiones. Respiración libre).
Concéntrese en la mano derecha (o en la izquieda, si es zurdo). E m p ie ­
ce a imaginarse que su mano se calienta. Proceda con persistencia
y continuidad.
Form ulaciones verbales (prefe rentemente cpn respiración r í t ­
mica):
,
m i mano se Calienta,
'
m is dedos sienten agradable calor,
'
la p a lm a de m i mano se calienta cada vez m á s,
m i mano se colma de tenue calor,
m is dedos se ponen completamente cálidos,
e l calor flu ye a lo largo de m is dedos,
llena las p u n ta s de éstos,
inunda m is uñas.
E l beatífico calor se acentúa en m i brazo,
la p a lm a d é j n i mano está cada vez m ás cálida, m ás
caliente,
e l calor me produce pulsaciones,
y un agrada ble cosquilleo...
E l calor cubre m i muñeca,
m i codo se calienta por todas partes,
siento todo m i brazo tibio, cálido,
desde los hombros hasta lós dedos...
146
Como regla, la sensación de calor se provoca fácilm ente:
lo más probable es que éste sea el elemento más fácil de
todo el auto e n tren am ien to . Ud. siente que el calor se en­
gendra dentro de la m ism a m ano y es como si la s a tu ra ra ...
A veces parece que la m ano se calienta con algo del exterior,
pues el calor la ciibre con su invisible y transparente velo...
Las pulsaciones en los dedos y en la muñeca co nstituyen un i n ­
dicio de que la atención se concentró en los débilps estímulos
pro venientes de los vasos sanguíneos y que, por lo común,
110 llegan hasta la consciencia.
Si las fórmulas m en tales y verbales no son eficaces, im agí­
nese que Ud. intro duce la m ano en agua tib ia o que la tiene
puesta sobre un ra d ia d o r caliente o a cierta a l t u r a de un
quem a do r de gas; im agine que su m ano es un algodón que
está em papado de agua tibia, una /día en la que se vierte
leche caliente o algo sim ilar..,
A propósito, ¿por qué empezar por el brazo?
Porque el brazo, m ás valioso que cualquier otra parte del
cuerpo en v irtu d de su finalidad activ a y el ca rácter u ni­
versal de sus funciones, está dotado de in e rv a c ió n 'e sp o n tá ­
nea. E s ta es realm ente la p a i t e más sabia del cuerpo y a
la que m ás fácil se puede llegar m e d ia n te instrucciones
conscientes.
Con frecuencia, después de provocarse la sensación de calor'
en u n brazo, puede observarse cómo esta sensación, por
sí m ism a, pasa al otro brazo y se esparcé por todo el cuerpo...
El sistema v ascular es propenso a reacciones típicas y todo
el árbol del s u m inistro comienza a estremecerse cuando se
d an las órdenes desde arriba. Este fenómeno ta m b ié n p.uede.
aprovecharse s im u ltá n e a m e n te , es decir, provocar la sen..
sación de calor en ambos brazos y pies con un solo ejercicio.
E l calor inunda ambos brazos,
.
los dos están llenos de calor flu c tu a n te ,
— hasta los hombros, las clavícula s y los omóplatos...
Los pies, todo el cuerpo, el tórax, el estómago,
la espalda, la cintura, el sacro, la p e lv is ...
Schültz re com endaba sobre todo concentrarse en la fórmula
siguiente:
m i p le x o s o l a r irradia calor.
El plexo solar es la concentración de los nervios de los
órganos internos y se baila j u stam en te entre el tó rax y el
estómago. “ El plexo solar irra dia c a l o r '’ significa que hay
calor, t a n t o en e l . t ó r a x como en el estóm ago, y que, por
ta n to , están relajados los músculos lisos de los órganos
internos: el esófago, el estómago, los intestinos, los riñones,
la vejigá...
E s ta fó rmula, en efecto, presta u na m agnífica a y u d a en
algunas neurosis de los órganos internos, pero en el AE
corriente no es im prescin dible a las personas saludables. D i­
cha fórm ula puede ser s u s t it u i d a por la “curación con la
m a n o ” , m étodo que describiremos m ás adelante. La eta p a
final del ejercicio térm ico completo — la sensación de calor
esparcido po r todo el cuerpo — se cierra con las fórmulas
siguientes:
Cuando somos propensos a la sensación de frío Causada
por ala rm a, podemos p ro c u ram os ca lm a m e d ia n te el calor,
sin que lo acompañem os de un re la jam ien to profundo: lite­
ra lm e n te habla ndo , os como si ca m iná ram os con un ca len ­
tad o r psíquico. E n casos de hipertensión, las autosugestiones
que infunden calor (especialmente “calor en los p i e s ”) con­
t rib u y e n a d is m in u ir la presión sanguínea; o su. vez, ln
presión sanguínea de los hipotensos se estabiliza, sobre todo,
si al salir, se re alizan las formulas “ vasc u la res ” de len ifi­
cación.
'
Algunos virtuosos del A E dilatan los vasos sanguíneos al
in sta n te y de tal forma que se ensanchan v isible m ente en
las manos, éstas se enrojecen y su piel se ca lie nta a p r o x i ­
m a d a m e n te en un grado después de 5 ó 10 m inutos de c o n ­
centración. Un paciente mío, que padecía de una g r a v o
estenocardia, se olvidó de lo que eran los ata q ues después
que hubo de d o m in ar el A E vascular, sobre lodo, el calen­
t a m ie n to del brazo izquierdo, del hom bro y del om óplato.
El dom inio del AE m e d ia n te calor es una tarea profiláctica
p ara todas las personas saludables m ayores de 40 años.
A los fumadores es a quienes les re sulta más difícil el AE
para p rodu c ir calor, ya que sus vasos sanguíneos, en la
m ay o ría de los casos, se h a lla n en espasmo crónico y no
obedecen como es debido. Por otra p arte , existen dos casos
en los que está contraindicado el A E para produ cir c a l o r : '
el p rim er caso lo constituyen las lesiones graves del corazón
(edemas, desviación de la reacción sanguínea h a c i a el lado
ácido), y el segundo, los infartos y trombosis recientes,
d u ra n te los cuales los vasos sanguíneos necesitan el m áxim o
de reposo.
.
yo irradio calor p or todo m i cuerpo,
me transformo en sol,
yo soy un sol.
U na p a r te de este ejercicio en el conju nto general del AE
puede ser diferente. E n los varia n tes cu r a tiv a s es frecuente
que el “c a l o r ” se combine con la au tosugestión de “p e s a d e z ” ,
de la que m ás abajo se h ab la . Pero, por regla general, estas
autosugestiones no se re alizan con igual grado de fa cilidad.
P o r lo general, es m ás difícil provocar " p es ad e z” , m ientras
que el “c a l o r ” se puede aplica r de modo to t a l m e n t e inde­
pen d ie n te o com binarlo con cu a lq u ie r grado de re la jam ien to
m uscular:
,
la mano está suave, cálida, relajada
y, en fin, con cualquier otro ejercicio del AE.
E n p a r ti c u la r, surte buen efecto cuando se com bina el “c a l o r ”
con la respiración libre.
Respire como se describe en la pág. 131, Que su atención flu ctú e:
durante toda 1a, inspiración y la primera m ita d de la espiración,
el placer de respirar debe ocupar su atención, mientras que en ta
segunda m ita d de la espiración y en la pausa intermedia, la atención
debe trasladarse a los p u n to s de calentam iento psíquico (estos p u n ­
tos pueden ser los brazos, los pies o todo el cuerpo a la vez). A l m is­
mo tiempo, imagínese que al inspirar Ud. “absorbe” calor y que,
a l espirar, lo “e n v í a ” a los p u n to s de calentamiento. E ste ejer­
cicio es bastante agradable y atrae, como casi todos los ejercicios con
respiración rítmica. Pero no deje atraerse más de la cuenta ni
aumente la a m p litu d de la respiración. Una vez que se domine este
complejo ejercicio, se le pueden añadir otras autosugestiones.
148
Cabeza fría ...
“M antón la cabeza en el frío y los pies en el c a l o r ” — reza,
la sab iduría popular. H a s t a para t r a n q u i l i z a r las cabezas
calientes ya hace tiem po que se viene re com endando ln
ducha fría.
La sensación de color, de afluencia de sangro a la cabeza,
t a n conocida por las personas que lian exp e rim en tado fuertes
reacciones emocionales, es Ja señal de que el “s u m inistro
e sp e cial” a los centros emocionales se hace más intenso.
E n efecto, la sensación de frescor en la cabeza-es in co m p a­
tible con las emociones vio)otilas. Después de cerciorarse
de que la te m p e r a t u ra de la cabeza re alm ente desciende
d u ra n te el sueño hipnótico, Scliull.z propuso esta fórmula
de autosugestión:
[11]
149
m i frente está fresca,
m i frente está ligeramenre fresca.
■
La fórmula global p ara el ap a c ig u a m ie n to vascula r es és­
ta:
m i cuerpo está caliente (relajado y caliente, pesado
y caliente, blando y caliente) ,
m i frente está fresca.
La autosugestión p ara causar frescor en la frente es posible
realizarla, pero es m ucho más difícil que causar calor y,
de hecho, m uchas veces no se puede lograr. Por ello, no
vale la pena in sistir en la m ism a. E n cdsos de propensión
a los espasmos vasculares con dolores de cabeza, lo m ejor
es desecharla y s u s titu irla por otra como ésta:
m i rostro está relajado, caliente,
m is m e jilla s están blandas y cálidas,
m is sienes se ponen calientes...
(Por lo visto, este es el caso en que en lu gar de “la cábeza en
el frío y los pies en el c a l o r ” , corresponde seguir el precepto
del in o lv id a b le G a rg a n tú a : “ La cabeza y los pies abrígalos
m ás e i m it a a las fieras en todo lo d e m á s ”).
. Y corazón a rd ie n te
Dicen los yogas que el corazón tiene el carácter de un cabailo de raza: es caprichoso y asustadizo. Al corazón —afir­
m a n ellos— es necesario t r a t a r l o con diferencia y ternura,
persuadirlo am a ble m ente, pero no asustarlo: éste no es un
hígado cua lq uie ra con carácter de burd égano, al que se
le puede alz ar la voz.
No está m al que un médico t era p eu ta de experiencia o el
m édico que siem pre lo atiende a Ud. conozca su corazón.
E n caso de detectarse fallos (por ejemplo, una lesión o una
estenocardia establecida), debe m anten e rse un contacto per­
m an e n te con el médico.
Pero t a m b i é n Ud. puede ayudarse a sí mismo, por sus pro­
pios ^ medios, ajustándose to t a l m e n t e a las prescripciones
médicas. E l re la ja m ie n to de los músculos y de la respiración,
así como una psiquis eq u ilib rad a , siem pre benefician al
corazón.
150
lo presione Ud, m ismo
A las personas de ca rácter desconfiado se les presentan
con frecuencia sensaciones desagradables en Ja zona pre­
cordial. A, veces estas sensaciones se convierten en ataques
dolorosos y, sin embargo, no se re gistran cambios objetivos
ni en el corazón ni en los vasos coronarios: son dolores
neuróticos. Es verdad que m ien tras no se h aya determ in ado
que se t r a t a de una “s eu doesteno cardia” , la persona afectada
tiene m otiv os p ara m artirizarse y para m a r t i r i z a r a los
médicos.
Los falsos dolores y las sensaciones desagradables en, la
zona del corazón, pueden aparecer tam b ién en algunos p r i n ­
cipiantes del AE. De acuerdo con mis observaciones, esto
suele ocurrir en personas excitables y desconfiadas que tom an
el A E con m ucho celo, pero no consiguen librarse de un
tem or subconsciente. En estos casos recomiendo d is m in u ir
un poco la in tensid ad de los ejercicios (pero no la re g u la ri­
dad): sim plem ente, no esforzarse tan to ni sentirse presionado
por lograr el resultado a toda costa. Por regla general,
todos estos inconvenientes desaparecen rá p id a m e n t e y sin
dejar huellas.
'
En el A E usual no es necesario tener un tra t o especial con
el corazón. Si éste se está quejando co nstante m e nte, y los
médicos^ después de búsquedas tenaces no e n c uentra n riada,
eJlo significa que las relaciones entre el corazón y el a p a ra to
emocional funcionan mal. A su disposición, pues, está el
AE. Si rela jar los músculos y la respiración no re sulta s u ­
ficiente, si tam poco sirven de a y u d a las autosugestiones
para produ cir calor, sobre todo en el brazo izquierdo, se
puede re currir entonces a fórmulas más precisas, como las
siguientes:
'
M i corazón funciona, sosegada y
sosegada y suavemente,
sosegadamente y con precisión,
sosegadamente, y con seguridad,
sosegada y vigorosamente,
a un ritmo uniforme de sosiego.
M e fío de m i corazón.
uniformemente‘
.
'
Si ad m itim o s la “ a u s c u lt a c i ó n ” del corazón, ésta debe hacoi se con apacible alegría: escucho el r itm o de su corazón
con afecto, como si estuviera escuchando una música
agradable.
M i pecho está desoprimido
y relajado m i tórax.
U n calor me corre po r todas las c o stilla s,
siento un ligero calor detrás del esternón,
el lado derecho detrás del esternón se calienta,
la c la v íc u la izquierda se calien ta,
en e l costado izquierdo siento un agradable calorr
está tibio m i hombro izquierdo,
bajo el omóplato izquierdo siento calor...
Concentrándonos de esta forma, el corazón se tra n q u iliz a ,
se d i l a t a n los vasos sanguíneos de la región cardíaca y
somos menos propensos a los espasmos y a las m alas p asadas
que nos juega el sistema vascular.
■
Con n u es tra pro pia m ano
E s casi seguro que m ás de una vez Ud. ha observado en si
m ismo y en otras personas, que cuando u na parte de nuestro
cuerpo está contusa o ad olorida, i n s t in t i v a m e n te llevam os
la m ano hacia esa zona, con el fin de sostenerla o de pasar
la m ano por la m ism a ... La natura leza m ism a nos sugiere
el m éto do p ara la autocu ración : el calor de la m an o y el
m asaje, al d i l a t a r los vasos sanguíneos de la zona afectada,
m ejora n la circ ulación sanguínea y, además, am o rtig u an
los im pulsos que se dirigen al cerebro, m e d ia n te un estím ulo
leve y superficial. ¡Qué sensación de alivio se ex perim enta
a veces si reposa una m ano suave sobre la cabezal.. Algunos
m édicos con tendencia a la curan dería obtienen magníficos
resultados curando con el m étodo de “colocación de la m a n o ”
en el lu gar afectado o cerca de éste: por m u y ingenuo o
p ri m i t iv o que parezca este procedim iento a p rim e r a vista,
lo considero b a s ta n te sabio, ya que en el m ism o la sugestión
psicológica se com bina con la agrad able y n a t u r a l influencia
que se ejerce sobre los vasos sanguíneos y los nervios de
la zona en cuestión.
Pues bien, uno m ismo puede hacer todo esto. Pero no se
debe proceder en forma subconsciente, como se hace por
lo común, sino con plena consciencia de la esencia del pro­
b lem a y, f u n d a m e n ta lm e n te , con la d ebida concentra ción.
Si este m étod o se aplica con un poco de paciencia nos brinda
i m p o rta n te s servicios en m uchos estados desagradables, a
152
saber: distin to s dolores, espasmos, cólicos, picazón y así
sucesivamente.
Se hace todo de una forma sencilla:
Ud. coloca su maño-en el lugar r equerido (por ejem plo , en el vien­
tre o la región precordial) y provoca la sensación de calor por el
método que ya Ud. conoce, empezando por la mano. Cuando la mano
se ha calentado sensiblemente, comience a inculcarse la idea de que
el calor que emana de ella se traslada a l lugar necesario. La auto­
sugestión puede estar acompañada de ligeros masajes.
.
P ron to Ud. sentirá que, en efecto, ln p a r le del cuerpo s i t u a ­
da debajo de la m ano se ca lie n ta cada vez m ás y más, luistíi
ex p e rim e n ta r la sensación de que su m ano so ha conv e rtido
en un a bolsa de agua caliente o en una ca ta p la s m a .
Si Ud. logra esto, los inconvenientes de ca rácter espnsmódico (incluso aquéllos como el ata q u e de estenocardia) tienen
prob a b ilidad e s de desaparecer. A algunos pacientes míos,
el m étodo elaborado cíe "curación con la m a n o ” los ha
exim ido del empleo de m edicam entos. Por otra p arte , este
método, al igual que todos los demás, proporciona los mejo­
res re sultados aplicándo lo por a de lantado, es decir, cuando
“ a t a j a m o s ” u n estado n egativ o: en realidad', esta es la forma
más provechosa de aplica r la m ano.
Hemos llegado al mismo centro del AE. No está excluido
que a p a r t i r de hoy haga Ud. algún descubrim iento in terio r
que lo sitúe en el cam ino de la arm o n ía t a n t o tiem po busca­
da; mas, tal vez, vislum bre solam ente el destello de una
débil lucecita y se encuentre nu eva m en te a tientas, en- la
oscuridad..'. En cu a lq u ie r caso que sea, no se forje ilusiones
ni tam poco se desespere. El A E es un amigo suyo para toda
la vida y es tan irrazonable no confiar en él como exigirle
m ás de la cuenta. Como todo amigo, el A E necesita de su
atención y se ofende cuando se le olvida, pues la tare a con­
creta de éste es recordarle y dem o strarle que el más sabio,
confiable e ingenioso Doctor se halla siem pre a su lado.
Cada día renuévate totalmente.
nuevo.
Recom endación
lo una y otra vez de
e s c ri t a ,
s e gú n
la
le y e n d a ,
e n e l b a ñ o de u n o d e los e m p e ra d o r e s
chinos.
12 RECURRIENDO
A MORFEO
H e a q u í , p o r f i n , u n a a u t o h i p n o s i s c o m p l e t a : el a u t o r r e l a i a m i e n t o p r o f u n d o , c la v e
p a r a c o n t r o l a r el to n o , e l e s t a d o a n í m i c o y e l f u n c i o n a m i e n t o d e l a m e n t e . E n el
r e l a j a m i e n t o U d . se c o n f í a p o r e n t e r o a l a s u b c on s c ie n c ia . E l s u en o d e ja de ser
u n p r o b l e m a . Los es tad os e x t r a ñ o s s u e l e n se r n e c esa rio s. L a a s t u c ia d e la v o l u n t a d
se ne ces ita m ás p o r l a m a ñ a n a y p o r l a t a r d e , p e r o t a m b i é n p o r e l d í a . H u m o r n o
me no s de 12 veces a l d í a .
La pesadez m ás ligera
Las manos se ponen pesadas,
los p ie s se ponen pesados,
los párpados se tornan pesados,
se llenan de pesadez,
cada vez se llenan más de pesadez,
todo el cuerpo está pesado, relajado...
[j
t
'
n un a sesión de h ip n o tis m o estas pa la b ra s son
/ usuales: yo las pro nuncio casi a diario en mi
H
A gabinete. La sensación de pesadez en los múscu;
los es el signo subjetivo de un profundo re la ja­
m ien to : es así como los músculos dan a conocer al cerebro
que no desean obedecerlo, que necesitan reposar. Esta sen­
sación aparece e sp on táne am ente en caso de un fuerte ca n ­
sancio y cuando se desea dorm ir.
La sensación de pesadez puede ser desagradable. Pero si
nos entregam os ai descanso, ésta a d o p ta el carácter de una
ag radable y profunda languidez. E sto es lo que hay que
lograr, si Ud. desea re la jar p rofu ndam en te los músculos.
154
(E xp u lsión de
lor”) .
k r.
Respiración
libre:
M i brazo derecho se pone pesado,
la pesadez llena m i brazo,
entra en él como p lo m o ,
aum enta,
' m i brazo p esa , etc.
“Ca­
•
Ideas por medio de imágenes: la mano es una pesa, un plo­
mo, se llena de mercurio, etc. O la sim ple “concentración
de una sensación ” .
La sensación de una pequeña y agradable pesadez en los
músculos puede aparecer ya e sp ontán e am en te d u r a n te la
eliminación de ten s io n es ” : en este caso, aquélla se convierte
con singular fa cilidad en somnolencia y si Ud. no desea
dorm irse rá p id a m e n t e es mejor que no 't r a t e do detenerse
en la pesadez.
Combinaciones con el calor:
la mano está pesada, cálid a,
se llena toda de agradable y tibia languidez...
A u m e n ta n d o el re la jam ien to :
la mano está blanda, rela jad a, indolente,
fláccida, pesada...
'
Esqu em a corriente para autosugorirso pesadez: p r im e r a m e n ­
te las manos, una después de la otra (los zurdos deben eomenzai poi la izquierda) o am bas a la vez v después, los
pies. Guando esto se logra, todo el cuerpo comienza a ría
recer pesado:
So y todo suavidad, relajam iento, flaccidez,
estoy pesado,
cálido, me encuentro en una languidez
y perezosa...
agradable
’
En realidad, ésta es la pesadez más ligera. Una vez que se
lia alcanzado este estado, sobre todo c o m binado con el ca­
lor esparcido, cuando la respiración está libre de i m p e d i­
m entos (la del sueño) y el rostro, relajado, son contados
los pasos que quedan para llegar al sueño. P recisam ente
este estado se puedo llam ar auloliipnólico en todo el sen­
tido de la palab ra, pmliéndosn concluir ron el A 1*1 preoní-
rico, es decir, adormecerse, y el m ism o con stitu ye un fon­
do magnífico para diversas autosugestiones. E n dicho estar
do se puede “ i n s e r t a r ” c u a lqu ie r fórm ula m e n ta l y oral
(sobre todo da buenos re sultados al aplica rla al r itm o de
la respiración) o cua lquie r idea en forma de imagen.
La ú nica d ificultad consiste en m a n te n e r el estado en sernivela, pues algunas personas se h u n d e n en el sueño con dem a­
siad a rapidez. Pero esto no constituy e un im p ed im en to
de im p o rta n c ia : ¡concéntrese bien en la fórmula necesaria
antes de autosugerirse la pesadezl Entonces la fórm ula po­
drá expresarse subconscientem ente un buen núm ero de veces
y fijarse. Duérm ase por u n tiem p o perm isible y que lo des­
pierte a Ud. el tim b r e del despertador. Pero si en re alid ad
no tiene deseos de dorm ir, los m étodos de tonificación (págs.
107 — 112) están a su disposición en cua lquie r momento*
m ie n tra s no esté Ud. durm ien do to d av ía.
A algunas personas ex citables e in q u ie ta s les re su lta com­
p le ta m e n te im posible lograr la sensación de pesadez o bien les
cuesta m ucho t ra b a jo provocarla y, en lu gar de esta sensación,
e x p e rim e n ta n in m o v ilid ad o tensión. En ese caso, o b v ian ­
do este ejercicio, preste atención a los re la jam ien to s loca­
les. Como, una forma de compensación,, los ejercicios para
generar calor suelen ser fáciles para estas personas.
No h a y que inculcarse la sensáción de pesadez solam ente
en la cabeza.
E n cargo para la noche
... Ya Ud. se en cuentra acostado. Precisam ente en ese m o­
m e n to la idea de las calam idades, trastornos o achaques
que Ud. padece es m ás p u n z a n te e insoportable. Este pen­
sam iento se le echa a Ud. encima, le oprime y quem a y lo
llena todo con su presencia. Pero, finalm ente, llega un m o ­
m en to en que los pensam ientos comienzan a mezclarse y a
dispersarse.
E n ese mismo instante, antes del desvanecimiento, comience a re­
petir en un susurro silencioso, monótonamente, con voz rápida, en
tono indiferente, ausente, sin sombra de expresión, como si no le
concerniera y otra persona lo hiciera por Ud., las siguientes p a la ­
bras: “Esto pasará... E sto pasará... E sto p a s a r á ...”.
R e p íta s e estas p a la b ra s 50 veces y m ás y llágalo con la m is­
m a indiferencia y m o n otonía , ingenua y m ec án icam e n te
como los niños, h a s ta que quede Ud. sum ido d e fin itiv a m e n .
156
te en el sueño. Por la m a ñ a n a , yn después de la prim era vez,
sen tirá Ud. un n otable alivio. Hágalo día tras día y con
asom bro descubrirá que sus ac haques le ab a n d o n a n ...
Antes de que apareciera el a u to e n tr e n a m ie n to , éste era
a p r o x im a d a m e n te el m étodo que enseñaba a sus pacientes
E m ile Cue, uno de los iniciadores de la autosugestión tera­
péutica en E u ro p a do los tiem pos modernos. De esta forma
c urab a él todo género de enfermedades psíquicas y c o rp o ­
rales.
Como toda novedad de la m edicina, este sencillo método
estaba p redestinado a pasar el pasajero pico del éxito, fue
su s titu id o luego por la decepción con algunos tenues aso­
mos de entusiasm o, h a s ta que, finalm ente, cayó en un ol­
vido c a s i com pleto... La ola de entusiasm o que en gran m e­
dida determ inó el mismo éxito, no podía d u ra r etern am ente.
Por otra parte, este olvido es, desde luego, inmerecido.
Del m étodo de Cue se h a n to m ad o aspectos e x t r a o r d i n a r ia ­
m ente im p o rtan tes . E n p rim er lugar, el re la jam ien to preonírico y el n a tu ra l estado auto h ip n ó tico del cerebro. En
segundo lugar, el tono p arad ó jicam e n te indiferente y el
balbuceo infan til sem iausente. ¡Hábil truco psíquico, e n ­
gaño de la subconsciencia! En realidad, no existe ni pue­
de existir indiferencia hacia lo que es v i t a lm e n te im p o r­
t a n t e : en este caso, la indiferencia es sólo un disfraz para
que no surja un m arcado contraste entre el deseo y la r e a ­
lidad, p ara que no se acentúe un autopronó stico uegativ 0 -"
*■
i
,
E l m étodo de Cue — la autosugestión p r e o m n e a — donde
m ejor cu a d ra es en dos casos: en prim er lugar, cuando hay
que librarse de cierto estado ato rm e n ta d o r, persistente, y
obsesivo que nos consumo día tras día (sea enfermedad o
un am or no correspondido) y. en segundo lugar, cuando
estam os próxim os a afro n tar situaciones de especial im p o r­
tancia (un exam en o una com parencia pública). En el p r i ­
m er caso no es de esperar un éxito rápido; en el segundo,
es posible.
C u m p la todas las eta p as de re lajam iento, respire c o n , as­
pecto soñoliento inculcándose para si su foim ula. Si lo que
está por suceder le in q u ie ta hasta tal. p u n to que aparece
el insomnio (Ud. se encuentra excesivamente tenso y al
acostarse siente que no hay indicios de somnolencia, ni
ha podido do m in ar el au to rr e la ja m ie n to como es debido),
puede utiliz a r un ca lm a n te, como golas de valerian a, o en
caso extremo, un leve soporífero, y a los primeros indicios
de somnolencia, com enzar la autosugestión, h n lugar de
“ esto p a s a r á ” se. puede u t i li z a r cua lquie r otra fórmula.
Al acostarse a dorm ir puede encargarse a sí m ismo la so­
lución de un prob lem a difícil, deciéndose a sí m ism o: “ lo
re solveré” . Las posibilidades serán m ayores al día siguien­
te, sobre todo, si U d., adem ás de la autosugestión n o ctu r­
na p ra ctica la m a t u t i n a , i n m e d i a t a m e n te después de des­
pertarse.
T o m an d o el ejemplo de S aint-Sim on, a quien su criado des­
p e r ta b a in v a ria b le m e n te con estas p a la b ra s: “ ¡Levántese,
conde, que le esperan gra ndes o b ra s!” (Ud., desde luego,
no tiene un criado, pero, de todos modos, le esperan g ra n ­
des obras), plantéese el objetivo de aprender, apenas se des­
pierte, a “a tra p a r” inm ediatamente a su cerebro con la fór­
m u la necesaria del estado anímico y del f i n q u e se p ersigue: tó ­
mese desprevenido, tibio como una c r ia tu ra . Si posee Ud.
u n magnetófono, la grabación necesaria (preferiblemente,
pa la b ra s ac om pañada s de música, pero, esto, segúii los ca­
sos) se puede preparar por la noche y conectarla por la m a ñ a n a ,
con sólo exte n der la mano. Si a Ud. le espera una m añ a n a
de trab a jo , pero Ud. es uno de esos hom bres de negocios
que le gusta quedarse acostado un ra to más, la grabación
que oiga por la m a ñ a n a debe inten sificar su v iv ac id a d y
p erentoried ad con b a s t a n t e ra pidez y será m ucho m ejor
si de paso le hace reír. (Pues n adie debe o lv id ar que el h u ­
m or no es un estorbo p ara la autosugestión.) Pero si no dis­
pone de un magnetó fono e incluso su radio no funciona, t a n ­
to m ejor: en c ua nto se h ay a despertado, r á p id a m e n t e pon­
ga a funcionar la grabación necesaria en su cerebro. R esul­
t a m ara v illoso cuando el día, desde que empieza h as ta que
t e rm in a , está gobernado por la v o l u n t a d del espíritu . Su
m ism o organismo le proporciona a Ud. un estado excelen­
te y receptivo dos veces al día como m ín im o , pero cuando
h ay a ap rendido a re lajarse pro fu n d am en te, podrá Ud. crear­
lo cada vez que lo necesite. ¡Y cada cual Sea su propio h i p ­
notizador!
A propósito, vam os aquí a c o m p a rtir con el lector un& ex­
periencia personal de uno de m is colegas p sicoterap eutas
m ás allegados a m í (con la au torización personal de él).
Sobre la base de la autohipnosis, a c o m p a ñ a d a de profundos
y pasa jeros re la jam ien to s (de 10 a 15 m in u to s, u n a o dos
veces al día), ya hace vario s años que este doctor m a n t i e ­
ne un modo de vida intenso y forzosamente^ arrítm ic o que
co m pa rte entre la gente y su traba jo, du rm iendo , por tér­
m in o medio, no m ás de 4 a 5 horas al día. Sin recom endarle
a n ad ie que viva de esa forma, esto m ismo colegn, sin em158
bargo, no se queja: “hasta ahora — afirma él — vivo como
quiero y como p u e d o ” . La autohipn osis concentrada le ayuda
especialm ente antes de iniciar largas sesiones de h ip n o tis­
m o con sus pacientes, las cuales desarrolla con e x t ra o rd i ­
naria in tensidad . Cuesta trabajo creer que hace unos diez
años, cuando aú n no d o m in ab a el A E , este campeón de la
hipnosis era el neurótico m ás insoportable con todos los
complejos que sólo en este m u n d o suelen haber. J3ste h o m ­
bre luce m ucho m ás joven p ara sus años (tiene 56), se ve
fresco, alegre y travie so como un niño y su electrocardio­
gra m a está lim pio como las p rim eras nieves, pese a que fu ­
m a m ucho y otras cosas por el estilo. Lo que m ás le a y u d a —»
asegura él — es la autohipn osis m ie n tra s va ca m in a n d o :
un a inusual m archa rá p id a , d u ra n te la cual, este colega
se relaja al m á x im o física y emocioQaJmente y se concen­
tra m e n ta lm e n te . Si Ud. alguna vez ve en u na de las calles
de Moscú a un h om bre de aire preocupado que anda de prisa
como un au to m ó v il de carreras, susurrando algo y sonrien­
do como B u da, puede Ud. estar seguro de que tra b a ja en
uno do los i n s titu to s de ps iq u ia tría .
Como a p r e n d e r de nuevo a d orm ir
Se aconseja no comer demasiado antes de re tirarse a dor­
m ir: dar, por lo menos, un paseo corto; to m ar una ducha
o lavarse loá pies con agua tem p lada ; ingerir m edio vaso
de agua h erv ida y tib ia , proferjbJemente con m iel, antes
del mismo m om ento de ir a do rm ir... Asimismo, se reco­
m ien da un lecho cómodo, ni demasiado blando ni demasiado
duro, un a a lm o h a d a ni demasiado alta ni dem asiado baja,
aire fresco en la hab itac ió n , tra n q u ilid a d r e la t iv a ...
Todo esto es sencillo. Más difícil es lograr estas dos cos/is:
acostarse a dormir en el momento oportuno.
E s ta r interiormente preparado para el sueño.
¿Qué significa acostarse en el m om ento oportuno?
¿Quiere decir que es indispensable acostarse a una misma
y d ete rm in a d a hora?
'
Es lo deseable. Pero a veces resulta que hoy la hora a p r o ­
p ia d a es a las 12 y m a ñ a n a será a las 10.
No voy a m encion ar las charlas a deshora, las “ l ib a c io n e s ” ,
el preferance y otras ocasiones en que la gente renuncia
al sueño por su propia v o lu n ta d : aquí no hay n ad a de qué
l am en tarse, como no sea de las tentaciones. ¿De qué f o r ­
m a ay u d a r a los que no puedmi ceñirse al gráfico del sueño
por causas que, evidentem ente, no dependen de ellos?
[12]
159
— ¿Cuál?
— R en u n cia r al deseo de dormir.
— No entiendo cómo puede ser eso, pues yo deseo d orm ir
y sueño con ello.
— Sin embargo, cuando renuncie a esa idea, sólo e n to n ­
ces vendrá el sueño.
— Pero, ¿Cómo?
— Es m u y sencillo. El sueño significa in a c ti v i d a d de la
conciencia, ¿no es cierto? Si la conciencia está on activ idad
no puede h aber sueño y si se siente sueño, quiere decir que
la conciencia no_ está activa. La conciencia 110 puede a t r a ­
par el sueño; lo único que puede hacer es a h u y e n ta rlo . C uan1
do Ud. se pregunta a sí m ism o: “ ¿Estoy d urm iend o o n o ? ” ,
“ ¿Cuando lograré d o r m i r m e ? ” , no hace m ás que ponerse
tra b a s para dormirse; ¡Y pre cisam ente porque Ud. tiene
deseos de dormir!
Ln la prá ctica psicoterapéutica no pasa un día sin que se
produzca una conversación como la descrita.
En efecto, el insomnio es nocivo en un 9 0 % , mas no en sí
mismo, sino por sus fenómenos psicológicos. El principal
de éstos es el efecto em ocional que produce esa convicción
estereotipada y p rofun dam ente arraig ada do que “h a y que
d o r m i r ” . “ H a y que dorm ir, porque todos duerm en por la
noche y yo mismo lo hacia en otros tiempos. Se sabe que la
norm a clel sueño es de 7 n 8 horas... H a y que dorm ir, por­
que el insomnio resta fuerzas y agola el organism o... ¿Có­
mo voy a t r a b a j a r d u ra n te el día si no lie podido dormir?
H a y que dorm ir, porque si no duermo, quiere decir que algo
dentro de mí no está funcionando b i e n . . . ”
.
l a l e s razonam ientos, más o menos conscientes, producen
in v o lu n ta ria m e n te una fuerte tensión neg ativ a. La idea de
que “hay que d o r m i r ” llega a sohrevalorarse y el recono­
cim iento de que “ no puedo d o r m i r ” se torn a catastrófico.
Aún antes de acostarse a dorm ir, incluso sin pensar en ello*
la persona ya está esperando con tem or subconsciente la
h a b itu a l to rtu ra del insomnio. E l m ecanismo del estado
paradójico actúa con todas sus fuerzas: el sueño se invo­
ca con t a n t a ansiedad y desesperación que hasta un difunto
de taberna se pondría de pie y la “c o n t r a r i a d a ” subcons­
ciencia se encoleriza, estableciendo su pronóstico emocio­
nal negativ o: “Vaya, de nuevo no puedo pegar ni un solo
ojo... Me desperté otra vez y seguro que no vuelvo a dor­
m irm e..,”
^ ^ desde luego, cada cual considera que su insomnio ps
único y excepcional.
Si desde que empieza a anochecer a Ud. le entra sueño (Ud.
es una “ a l o n d r a ” por su tipo o sencillam ente tiene un fuer­
te cansancio al fin alizar el día o precisam ente hoy se siente
e x tre m a d a m e n te cansado), t r a t e lo m ás rá p id a m e n t e po­
sible de dejar lo que está haciendo p ara la m a ñ a n a siguien­
te (¡siempre se puede a c t u a r de esta forma, cuando se ha
re basado la pegajosa inercia nocturn al) y de acostarse. Lo
m ejor que puede hacer es l ev a n ta rse m ás te m p ra n o que de
co s tu m b re , pero por la noche no espante el sueño, sea obe­
diente consigo m ismo y no pierd a la o p o rtu n id ad de do rm ir­
se por la vía n a tu ra l.
Si no obstante, las circunstancias le obligan a sobreponer­
se al sueño, t r a t e de h a l l a r ocasiones para el mismo- o al
m enos para el re la jam ien to por el día, aunquo sean 5 m i ­
n u to s : d u ra n te los m om entos de espera, cuando utilic e los
m edios de tran s p o rte , etc. E n los períodos en que se pro­
duce un déficit obligado de sueño (ocasionado por él trabajo
o los hijos) es p a r ti c u la rm e n t e im p o rt a n t e perm anecer bas­
t a n t e tiem po al aire libre y no p ermitirse nin g ú n tipo de exce­
so. Lo que im p o rta no es el núm ero de hora s de sueño, sino
en qué m ed id a el cerebro logra volver a carg ar su s,m ecanis­
m os.del tono.
•
Si, por el contrario, la to nicidad a u m e n ta por la ríoche y
su cerebro lo que hace es “ desencadenarse” y p rod uc ir un
to rre n te de ideas, deseos o ac tiv id a d (Ud- es u na “ le c h u z a ”
in n a t a o está ac ostu m b rado a eso), no h a y problem as de
nin gún ti-po en caso de que no tenga necesidad de levantarse
tem p ra n o . Pero si tiene que hacerlo, entonces h a b r á que
m odificar el gráfico de la ton icid ad. H a g a uso del AE. Un
profundo re la jam ien to le a y u d a rá a dorm irse con m a y o r r a ­
pidez. Inclusive, si de todos modos Ud. y a a permanecer
despierto largo ra to, los ejercicios de re la ja m ie n to de la
noche le a ñ a d i r á n una considerable c a n t id a d de reposo que
Ud. no d ejará de percibir por la m a ñ a n a . Esfuércese u n ti e m ­
po por levantarse m u y tem p ra n o y esto le a y u d a rá am o di­
ficar el gráfico del tono. Los rela jam ientos diurnos ta m b ié n
a y u d a n a alc anzar la m ed id a del reposo.
El sueño nb es nad a ; el descanso lo es todo
‘
— Dígam e si estoy o no en lo cierto: ¿Ud. primero se sien­
te de mal hu m o r porque no puede dorm ir y después no pue­
de do rm ir porque se siente de m al humor?
— E x a c ta m e n te . Es una especie de círculo vicioso.
— Pues le propongo salir del m ismo m ed ian te un método
sencillo y probado.
160
[ 12]
161
Sin d u da que h a y que dorm ir, pero, ¿qué ca n tid a d de ti e m ­
po? Esto quien m ejor lo sabe es el m ismo cerebro, el pén­
dulo de su tono, al cual no le interesan en absoluto nues­
tros vagos conocimientos sobre las norm as del sueño. P r i ­
v a r al cerebro de la dosis de sueño que .necesita no resulta
m ás fácil que pa ra liz a r el corazón a v o lu n ta d propia. La
ca p acid a d del cerebro p ara to m a r, perceptible o im percep­
tib le m e n te , su porción de sueño, incluso cuando las circuns­
tan c ia s obligan a g u a r d a r u na constante vigilia, es senci­
llam en te sorprendente: ello lo demostró la guerra y lo con­
t i n ú a d em ostrand o el insomne desvelo de las m adre s lac­
t an tes. P or supuesto, cuando el cerebro tiene que “ r o b a r ”
el sueño al estado de vigilia, éste sufre daño y se resiente...
Pero, pese a todos los suplicios y s ín to m a s peligrosos, to­
davía no se ha m u e rto nadie en el m u n d o ni se ha vuelto
loco por estar p rivado del sueno. Podem os c ita r casos de
personas que accedieron v o l u n t a r i a m e n te a someterse a un
insomnio e x p e rim en tal de varios días y sólo necesitaron
dorm ir una vez por espacio de 10 a 12 horas para el re s ta­
blecim iento p rá cticam e n te t o t a l de su estado norm al.
La dosis de sueño y el gráfico del ciclo sueño-vigilia no sólo
son diversos en diferentes personas, sino que ta m b i é n pue­
den ser e x tra o rd i n a r ia m e n t e varia bles en una_ m isma per­
sona, en dependencia de un gran num ero de circunstancias
ex tern as e in tern a s (edad, clim a, época del año, estado del
tiem po, a c tiv id a d laboral, alim entac ión y tensión emocio­
nal). Todas estas variaciones son co m p leta m e n te n a tu ra -
C u m plirem os el p lan de sueños anles del plazo fijado
(carta con respuesta)
"¡Estimado V. L . t
Ocurre lo si gui ent e: después que un ami go mío ¡/ yo t u v i m o s conocimiento del
A E p o r un as r e v i s t a s que consegui mos, nos d imo s de i nmedi at o a la tarea ríe
p ra c ti ca rl o . A m í todo me va n o r m a l m e n t e , pero a mi ami go se le empezó a
p r e se nt a r un estado ex tr año, después de varios dí as de ejercicios. De s pu é s de
r e la jar se p r o f u n d a m e n t e , ciert os mú sc ul o s del oído se le p u s ie r on un poco
tensos e s p on tá ne a me n te y p e rc ib i ó un ruido débi l. De p r o n t o se si nt i ó “arr as­
t r a d o ” y le pareció que e mp e la b a a d a r v u e l t a s j u n t o con la c ani a, e l techo e
incluso con toda la h a b i t a c i ó n , e xp er ime nt ando la e xt ra ña sensación de que se
e st a ba hundi endo en una especie de abi smo. D e s p u é s no recordó nada. A p a r ­
t ir de e nt onc es, empezó a prov oc ar i nt en c io n ad a me n te e st a sensación en su
persona: p o r ¡a noche se acost aba en la c ama, se r e l a ja b a y t ensaba ‘a
v o l u n t a d ciert os músc ul os del oído; de nuev o, a l cabo de cierto t i e m p o , e m p e ­
zaba a “ dar v u e l t a s ” p a r a "h und ir s e” después en e l abi smo. Y , como de c o s t u m ­
bre, se de sp ert aba a las siete de, la maña na.
D e s d e que. comenzó a e x p e r i m e n t a r dicho estado ha dejado de tener sueños.
E n ciert a ocasión t rat ó de hacerlo con los oj os abiertos. E l e xper ime nt o
re sult ó: su madre fue a de sp ert arl o y pensó que s i m p l e m e n t e est aba acostado
con los o jo s abi et ros , a u n q u e , en r eal ida d, dormía p ro f u n d a m e n t e . D e s pu és
d i esto, probó r e a l i z a r el e xp er im ent o p o r el día. E l r es ul tado fue sor pre n­
dente y a f i r m a que p a r a él esa es la mej or f orma de descansar. A h o r a , p r a c ­
t icando este método puede, descansar p o r el día y p o r la noche.
i Q u é clase de estado es ese? E l ruido en los oídos da m o t i v o s para p e n sa r que
se t ra t a de uno de los t rast orn os del a p ar at o v es ti b ul a r. Per o, entonces, ¿de
qué descanso t o t a l se pue de h a b l a r en este caso?
L a sensación de descanso t o t a l da razones p a r a p e n s a r que ést a es una varié- .
dad de trance ( a u t o h i p n o s i s ) . Quisiera a ñ a d i r que, en mi caso, no se produce
nada parecido a dicho estado.
E s t i m a d o V. L . , m i ami go y yo tenemos grandes deseos de. conocer en qué con­
s ist e ese fenómeno. P o r f av or , e sc rí ba nos, si no le es m o le st i a.
A.O.”
“ E s t i m a d o A. G.: •
.
fíac e tiem p o que en la p ráctica del A E so conocen leñómenos sim ilares a los que expe rim entó su amigo. Son- lns
lla m a d a s “ descargas a u t ó g e n a s ” . El doctor Schultz las ohservaba en sus pacientes, pero sobre ellas podem os encon­
tr a r datos en otras fuentes m ucho m ás rem otas: en los yogas,
monjes budistas, anacore tas cristianos y otros aficionados a
estos experim entos, quienes cotí unos u otros finos, so sum ían
en un estado a u to h ipn ótico, de trance. (Como es n a t u ra l , las
personas de creencias religiosas in te rp r e ta b a n estos fe nóme­
nos como señales d ivinas o como alucionaciones diabólicas.)
E n efecto, d u ra n te el re la jam ien to profundo, en la fase
en que se han alcanzado el calor y la pesadez y se está pró­
xim o a caer en el sueño, en los pra cticante s del A E s u r­
gen a veces, estados extra ño s e imprevistos, espo ntánea­
m ente, en algunos casos, y en otros, bajo el influjo de cier­
tos esfuerzos internos. E n estos casos puede aparecer la
P a r a aquellas personas en las que el sueño ha llegado a
c o n s t i t u i r u n problem a, es razonable, por supuesto, que
consulten a u n médico. E n algunos casos es im posible pres­
c in d ir de u na p ru d e n te ad m in istrac ió n de sedantes o sopo­
ríferos bajo el estricto control del médico. (Por cierto, entro
los m étodos de curación del insomnio, re cientem ente a p a ­
reció uno “ p a r a d ó jic o ” ; la prescripción de leves preparados
estim u la n te s en las horas de vigilia, desde por la m a ñ a n a ,
a fin de a j u s t a r las oscilaciones del péndulo.y Pero la clave
p rin c ip a l p ara co n tro la r el sueño la t e n d rá Ud. cuando
a prenda a a d o p t a r u n a a c t it u d serena frente al insomnio, es
decir, cuando deje de considerarlo como lal; consciente de
este “ a u to e n g a ñ o ” , no es Ud. quien re su lta engañado, sino
el insomnio. E s t u d i e a t e n ta m e n t e todos los m étodos de re­
l a j a m ie n to descritos en este libro. Todos ellos se com binan
e ntre sí con fa cilidad y de diferentes modos y todos sirven
de a y u d a al sueño.
1e n
[12]
163
sensación de que el cuerpo da v u eltas en el espacio, que
se produce u na vibración in terna , que varía el t a m a ñ o del
cuerpo o de algunas de sus partes, o bien, la sensación de
que “d esaparecem os” o nos disolvem os... A veces, deste­
llos que pasan an te los ojos o ciertos “son id o s ” engañan
p as ajeram ente a nuestros sentidos. Otras veces se escucha
de re pente un a frase o m elodía o inesp erad am e nte “echa
a a n d a r ” la película de los recuerdos. E n algunos casos estos
fenómenos re visten la, fo rm a de cierto estado inusual e ine­
fable, m a tiz a d o a g radable m e nte la m ay oría de las veces.
E n algunos casos, después de aparecer en uno o dos ejercícios, estas “ descargas” desaparecen sin dejar huellas, pero, en
otras ocasiones, como en el caso de su compañero, se repiten
con re g ula rid ad . E l estado emocional y la presencia de án i­
mo casi siem pre m ejora n n o ta b le m e n te después que aq u é­
llas pasan, como si el cerebro se h ubiera despojado de algo
superfluo. T a m b i é n yo he n o tad o este fenómeno en m is p a ­
cientes y algunos de ellos se asu stab a n . Pero en estos ca­
sos no h a y n a d a an o rm a l en modo alguno; por lo visto, se
t r a t a de cierta reacción n o rm a l del cerebro en el l í m ite de
la vigilia y el sueño, pues algo s im ila r ocurre en el &aso de
un sim ple sopor. A su co m pañero se le ponen tensos ciertos
“ músculos de los oídos” — esto ya es una p a r ti c u la ri d a d
personal de él — pero, en todo caso, esta sensación singu­
lar no co n s titu y e u n “t r a s t o r n o ” v e stibu lar.
La n a tu ra le z a de las descargas autógenas h a s ta el m om ento
no se ha esclarecido. Pero existen razones p ara pensar que el
m ecanismo de ellas es afín a los sueños. E l hecho de que su
com pañero h a y a dejado de tener sueños es un a corroboración
m á s de este aserto. Se ha dem ostrado ya que en el t r a n s ­
curso de un día debe tener lu g ar en nuestro cerebro un dete r­
m in ad o nú m ero de descargas “ de su eñ o s” ; es como si el
cerebro t r a t a r a de c u m p lir el p la n de producción de sueños.
E v i d e n te m e n te , con la a y u d a del A E su com pañero em pe­
zó a c u m p lif re g u la rm en te este plan . No se desaliente si a
Ud. no le pasa lo m ismo; es posible que con el tiem p o lo
logre. E n caso contrario, significa que a Ud. no le hace fal­
ta ”.
....
Pues bien, los “estados r a r o s ” en las fases profundas del AE
co n stitu y e n u n hecho frecuente, pero no siem pre tien en que
ocurrir necesariam ente, y m ie n tra s algunos se in q u ie ta n
cuando éstos de producen, otros se aflijen por lo contrario.
Una vez m ás lo re pito para todos: compórtese ante dichos
estados como Ud. lo hace con los sueños y confíese t o t a l m e n ­
te a ellos. Incluso los sueños desagradables tienen su sentido
positivo: es como si éstos arrojasen al exterior las tensiones
psíquicas innecesarias. Se sobreentiende que un sueño lleno
de pesadillas es un aviso de que existe cierto m alestar i n te r­
no y que degpüés de este sueño lo persona no siente que ha
descansado. Pero no son las pesadillas las que tienen la culpa,
pues éstas sólo representan señales, a semejanza del jadeo
cuando se carga un peso excesivo o del ruido producido en el
estómago cuando se revuelven los in testinos. E n cuanto a
las “ descargas a u t ó g e n a s ” , los m om entos desagradables que
las ac o m p añ an son excepcional y e x t r a o rd in a r ia m e n te raros
y no t a n frecuentes como los que se producen cuando, d o rm i­
mos en un lug ar cu alquiera de un tren o en una' Liariiaca,
Si dichos m om entos se re p ite n persistentem ente en Ud. y
no existe la posibilidad de con sultar a un pSicoterapeuta que
conozca el A E , no se ala rm e en lo m ás m ín im o ni tam poco
'd e j e el A E; modifique Ud. mismo el orden de sus ejercicios,
sacrificando la in ten s id ad de los mismos en aras de a b a l ­
ear un m ay o r núm ero de ellos. Dedique la atención princi­
pal a la sim ple liberación do los músculos y de la re spira­
ción y a Jas diversas formas de n u to rre lajam ienlo; ejercite
la atención en estado de vigilia, relájese en rnovimienio,
etc. Es m u y probable que después de regresa ral punto de
pa r tid a , Ud. podrá , al cabo de cierto tiempo, pasar a las
fases profundas y a com pletam ente serenado.
•
Variantes de autosugestiones
a l salir del relajamiento profundo.
1. HS a lid a d i l a t a d a m e levanto con pereza, len­
tamente. M antengo todo el tiempo una leve serrino- ,
lencia, un agradable estado de relajamiento.
■
4. uS a lid a neutral"', descanse bien; me levanto //
permanezco tranquilo.
3. Tonificante y supertonificante (véase págs.
107 - 112).
.
A Ud. no le es difícil decidir por sí mismo cuál es la salida
que ju s ta m e n te le hace falta en el orden in d iv id u a l. Ello
depende del tip o de persona que Ud. sea (las personas exci­
tables y las que viven en a g ita d a tensión, necesitan la salida
“ d i l a t a d a ” ; las que se fatig an y se sienten decaídas, el “ to­
n i f i c a n te ”) y de la tare a concreta en un m om ento d e te rm in a ­
do. Corro el riesgo de caer eñ cierta pedantería, por sólo
repito, que l a i m a g e n general d e l e s t a d o q u e s e
[121
b u s c a — ya sea a través de p alabras o representaciones —
es necesario que uno se la cree por anticip a d o , antes de e n tre ­
garse al re lajam iento. Supongam os que Ud. ha decidido so­
meterse a un a autohipnosis de 15 m in u to s. Su t^rea consiste
en relajarse con la m ayor profundid ad posible y después lev a n ­
tarse enseguida fresco, animoso y activo como nunca se ha
sentido. Propóngase, además, hacerlo ju sta m e n te an te s de
a d o p t a r la postura del A E u tiliz an d o para ello un esquema
verbal como, por ejemplo, “re la jam ien to — a n i m o s i d a d ”
o bien u na im agen: “ m e d u s a g a v i lá n ” . P o r ejrnplo, sup o n g a­
mos que ahora Ud. se convierte en un a m edusa enorme en
la que se desarrollará u n gavilán; al principio es m u y d im i­
nu to , pero después irá creciendo poco a poco hasta que fin a l­
m en te se a rrancará de aq u é lla ... T am b ién se puede probar con
o tra cosa q u e s e a to t a l m e n t e d is tin ta , pues lo que i m p o rta es
que d u ra n te algunos in stan tes esta im agen previa “desem­
peñe su p a p e l ” en la in aginación suya. Todo irá bien, ya que
la im agen “se pone a t r a b a j a r ” e s pon táne am ente en la s u b ­
consciencia. Luego pase al re la ja m ie n to norm al subsecuente
con todas las fórmulas necesarias. D u ra n te la salida, formule
de nuevo la autosugestión necesaria con imágenes o palabras
(me leva nto con ánim o, ligero, sereno, como u n halcón,
como un relá m pago, como u n resorte, y así sucesivam ente,
según lo que uno mismo im provise.) Precisam ente en estos
casos, si Ud. desea “s o l i c i t a r ” una im agen deberá pedirla
en el acto a la subconsciencia y ésta le proporcionará todas
las que h agan falta.
Y un a vez m ás téngalo presente: la autosugestión lo mismo
se realiza de golpe, m odificando el estado en que Ud. se
encuentre con asombrosa rapidez e in tensidad, que ta m b ié n
en forma d ila ta d a , gradual, y, a veces, de m odo ab so lu tam en te
im percep tib le. E n cualquie ra de estos casos no pierda la
confianza. E l estado necesario se puede crear incluso “gra­
nito a g r a n i t o ” y, por ello, t a n t o más estable será.
Pues bien, ante nosotros ya tenemos ex a m in a d a en sus
II.
III.
R elajam iento
p re o n í ri c o )
(V. R e l a j a m ie n to
inducido)
profundo
to tal
Fases
P r i m e r a seman a
Se g u n d a s e ma n a
Tercera semana
Guaría sema na
Q uin ta sema na
Se x t a se m an a
S é p t i m a sem ana
Octa va se m an a
N o v e n a sema na
I. L e ve
relajam iento.
la
postura,
aulo-
10. Sueñ o
R e l a j a m i e n t o de los m ús c ul o s 4 - ejercic ios de c o n c e n ­
t r a c i ó n . “ P r o y e c c ió n de la a t e n c i ó n ” ,
R e l a j a m i e n t o ' de los m ús c ul o s -| eje rcicios de c o nc e n­
tr a c i ó n . C o n te m p la c io n e s .
t
R e l a j a m i e n t o de los m Asco tos 4 ejercicios de ro n c e n t.ración. “ F i j a c i ó n del d e d o ” .
R e l a j a m i e n t o s locales. R e s p ir a c ió n libre
R e l a j a m i e n t o s locales. R e s p ir a c ió n libre,
C a lo r . T o n i N c a c i ó n .
'
Id em .
R e s p ir a c ió n l ib r e . C a l o r — pesadez.
C a l o r — pesadez,. R e s p i r a c i ó n o n í r i c a ,
_
C a l o r — pesadez — p r o f u n d i z a c i ó n ; to n if ift a ci on
rentes r it m o s .
D éc im a se m an a
Oncena sem ana
di fe -
■
Calor" — pesadez H- f ó r m u l a s
do
au to s ug es ti ón
pa ra d i s ­
t i n t a s sit ua c io n es .
D u o d é c i m a s e ma n a
Calor -
pesadez —
imagen,
situación,
di sposici ón
de á n i m o .
D e c i m o t e r c e r a s e m an a
D e c i m o c u a r t a s e m an a
D e c i m o q u i n t a s e m a na
A d o p c ió n de
tra ció n
(sueño
Esquema aproximado de un curso de A E de 16 semanas
C a lo r — pesadez, r á p i d o a d o r m e c i m i e n t o y t o n i f i c a ción r í t m i c a , m o v i l i z a c i ó n u l t e r i o r
las resorvas
de la m e m o r i a
y
do la c o n c e n tr a c ió n , f o r m u l a s de o b j e t i v o preciso.
M o m e n to s pr incip ales
0. E s ta d o de fon do
0. C a lo r
7. Pesadoz
8. Car gas autóg en as
9. “ C a í d a s ” eu el sopor.
(estmlo
Esto, desde luego, os un. esquema inco m p leto y convencio­
nal. Algunos niveles pueden ca m b ia r de lu gar (por ejemplo,
aparecer el punió fi ya en la [ase pí’im era o incluso (ín I.al 0).
Pero la esencia dol mismo no esta en un orden rígido, si­
no en la tendencia. Cuando Ud. aprenda a crear, según su
propio parecer, cualquier taso o nivel de re la jam iento en si
mismo y adquiera la hab ilid ad de tonificarse, obtendrá
la clave para llegar a la Gran Autorregulación.
d e ta lle s la
scala del relajamiento autógeno
4. R e l a j a m i e n t o de los m úsc ulo s f ó r j a ­
les, es pe c ia lm e n t e Jos de los ojos
5. R e s p ir a c ió n o n ír ic a
R e la ja m ie n to moderado
’
_____________ __
Ya están dis trib u id a s las principales etapas. Esto es
el comienzo del cam ino que nos lleva a nuestro yo ,
es la pista para el despegue do la tierra. No obstante,
no se ha te rm inad o el libro. Es posible que lo que lean
ade lante, tam b ién les concierna a Uds.
con c en ­
1. R e ta r d a c i ó n intern a
2. E l i m i n a c i ó n de te n sio n e s
3. R e sp ir a c ió n libre
--------------------- ;_____ i___1............................... ............
"
[ 12 ]
solo
so. o
aun
nms
tr»7
Yo no hago milagros ni nunca he curado a nadie; lo único
que hago es enseñar a las personas cómo curarse a sí mismas.
E m i l e Cue.
13 EL INCONCEBIBLE
ARTE DE VIVIR
“ ...Se me ha hecho m ás fácil e inte re sa n te vivir.
“ iV l a d t m t r Lvóvlchl
D i s c ú l p e m e , p o r haber demorado t ant o t ie mp o en co nt es tar , pero es quí nunca
h a l l a b a la ocasión. L os a su n t o s p e r so n al e s me t en ía n t an a t u rd i d a que sen­
c i l l a m e n t e no p e n sa b a en ot ra cosa. Vero a U d . , p o r supue st o, no es eso lo que
le interesa saber, sino cómo van los ejercicios aut ógenos y cuá les son los r es u l­
tados. Quis iera escri bir de la m e j o r ma ne r a. .. N u es t r o p a d re era u n terrible
beodo y un pendenciero. H a s t a los 16 años no conocí ni una sola noche de
t r a n q u i l i d a d , ni un solo día n or ma l. N a t u r a l m e n t e , me s ent ía a su s ta d a y
a t em or iz ad a. Todo me i n f u n dí a un miedo c e r va l : l as pe rs on as , mi s jefes,
cualquier contrariedad me abatía hasta caer enferma. Y est a si t ua ci ón con­
t inuó h as ta que leí su a rt í cu lo .
Esc og í la f ó r m u l a que Ud. sugería:
.
“ tengo el cuerpo c a li e nt e y p esad o,
'
i
la f rent e f r í a . . . "
N o r m a l m e n t e , soy t an perezosa que. es rara la ocakióri en que m i pac ie nc ia
dura largo r a t b . S i n embargo, y a l levo m ás de un año p ra c t i c a n d o los ejer­
cicios sin se nt irme pre s io na da en modo al gun o. •
H a y que decir que he obt enido é xit os s i g n i f i c a t i v o s . N o serón nt íl ables, pero
de acuerdo con m i capaci dad¡ re pre se nt an mucho. Lo m á s i m p o r t a n t e es que
se me ha hecho m ás f ác il , s enc ill o e i nt er es ant e v i v i r y m i s relaciones con las
p er so na s se d e sa rr ol la n sin d i f i c u l t a d e s . . .
'
Lora
í T / J S j n t e . ,ustede.s aparecerá n fragm entos de comuni/
W P c? ci0n Psi c° te ra p é u tic a con algunas inodifica•X
Cl0Tl eS »“ A d u c i d a s por el autor. Es razonadlo
.
profund izar en ellas no sólo con el fin de en*
r°!í ? £ í ? ° uque tenga re]acíón con uno mismo, sino
que ta m b ié n h a y que reflexionar en otros casos y, ade­
mas, familiarizarse con la técnica de la tera p éu tica misZ rfia¿ , mefn ° S Ga 8 v a r ia n te e p isto lar... Escriben personas
de diferentes edades y profesiones, nivel de instrucción e
intereses diversos, pero a todas las une la aspiración de lle­
gar a ser, con todo derecho, los dueños de su “ y o ” , a d i s t in ­
tos m v eles y con una comprensión diferente de la pregunta
¿para que
E s ta correspondencia es algo así como un la­
boratorio colectivo. Algunos “corresponsales” han hallado
por sí mismos interesantes m étodos de autosugestión y ori­
ginales combinaciones de los m étodos del A E , exponen ideas
curiosas y todo esto, incluso si a Ud. no le re su lta ú t i l en el
orden personal, estoy seguro, sin embargo, que le d ará ánim o
y le m o s tra ra c u a n tas cosas se pueden lograr en la labor de
autoform ación aun que al principio no prom eta nada bue­
no. l a n t o la i n g e n u id a d como los errores son in stru ctivo s,
r o r m u y acertado que sea un consejo o im presio nan te la
a u t o ri d a d del que lo a d m i n i s t ra , sólo Uds. mismos podrán
en c o ntrar su " y o ” , ya que “ser dueño de sí m i s m o ” es una
ciencia, en sentido general, y un arte , en sentido in d iv id u a l.
168
¡
V .”
“ ... A u m en to de Ja ca p acid a d de traba jo
b as ta una m a g n i t u d i n c r e í b l e . . . ”
“ | E s t i m a d o dociorl
H i c e un esfuerzo, reuní a l g un o s d at o s y decidí escribirle.
E n p r i m e r l uga r, le diré sin m ás p r e á m b u l o s q ue, p a r t ie n do de mi experienci a,
se deduce c l a r am en t e que el método de l A E , combi nado con el a u t o a n á l i s i s
de nuestro estado y con la vari aci ón f l exi bl e de las f ó r m u l a s , c o ns t i t u y e un
a r m a m u y poderosa p a r a c o m b a t i r el exceso de cansancio.
H e tomado muchas cosas de los mét o do s suyos la p r i n c i p a l es la i nf luencia
m edi ant e la p a l a b r a .
.
H e aquí mi método p a r a e l i m i n a r e l cansanci o después de ta j orna da laboral:
E n caso de gran f a t i g a , a d opt a la p o st u r a de re l aj am ie nt o — acostado — y
en t a l a c t i t u d me pongo a escuchar la grabación del texto en un magnetóf ono
(yo mi smo lo grabo).
L a grabación dura. 7— 8 m i n ut o s . L a s . for mul aci one s p r i n c i p a l e s son: "mi
cuerpo est á pesado, caliente, y m i f rent e, f r í a ; est oy a b s o l u t a m e n t e t r a n q u i l a ’’.
P l a c e r r espi rat ori o. E l estado que se produce está m u y cerca d e l n i r v a n a .
U t i l i z a n d o sus f ormul ac iones , p r of undi zo cada vez más el est ado de sosiego,
de s at isf ac ci ón. E l texto o ra l se convierte en mel o dí a s musi cale s, cuyo ri t mo
va a u me n t an do de velocidad: desde un ri t mo lento ( como e l v a l s — bost ón) ha st a
un r i t mo rápi do (el " S i r t a k t ” ). M i e n t r a s escucho la músi ca, t rat o de suge­
rirme imágenes y de p r o f u n d i z a r a ún más mi estado has ta lograr un máx imo
de c a l m a , c alor y pesadez. D e s p u é s hago ejercic.U s p o r el si s te ma de los y ogas
(según un p l a n de 20 semanas) y f i n a l i z o todas con música.
Ent ér es e de una cosa sorprendent e: | logré a u m e n t a r m i c a p a ci d a d de trabaj o
h as ta una m a g n i t u d i nv er o sí mi l p a r a mil
Y no d i s m i n u y e cuando estoi/ en e l t ra baj o. . .
'
'
Andréi
D."
,
[13]
169
Lo p rin c ip a l es a t r a p a r la s e n s a c i ó n .. . ”
|Estimado V ladím ir LvóvlcM
H a c e y a m á s de un año que pract ico e l r e l a j a m i e n t o psi cológi co p o r el si st ema
de a ut oe n fr e na mi en t o. V i v o en el E xt r e m o N o r t e y t rabaj o en condiciones dur a s
y di f íc i le s : en e l verano tengo que so po r ta r un c a lo r de h as ta 35°C luchando
cont ra los m o s qu i t o s, y en el invierno, un frío de más de 45°. E n dí as a l te r no s
t r a b a j a m o s doce horas y ocho horas en el invierno, bajo e l f río. E s n a t u a l que
uno se canse muc ho, tanto f ísi ca como p s íq ui came nt e.
A p a r t i r de m a n o de 19 70 comencé a p r a c t i c a r e l r e l a j a m i e n t o p o r e l si st ema
de a ut o e n t r e na m i e n to . A l cabo de tres meses s ent í un a l i v i o notable y a los cinco
meses, después que t e r mi na b a m i turno de t ra b aj o , p o d í a recorrer unos diez o
quince ki ló m e t r o s y se nt irme bien. E n un t ie mpo m u y breve puedo r e l a j a r m e p o r
c o m pl e t o (a med id a de la percepción)', todos los dí as realizo el a u t oe nt r e na m i en t o
y un m tn t e n t r e n a m i e n t o v ari as veces. P r e s t o e sp e ci a l a tenci ón a l r e la j a m i e nt o
de l rostro y de los ojos. N o me he ocupado de p er fe cc ion ar la r espi raci ón porque
todos los d í a s efectúo carreras a camp o t rav ie s a de cinco a quince ki lóm et ro s. No
bebo ni f u m o ; t a l vez esto me a y u d a a, a r m o n i z a r con el a ut o e n t r e na m i e n to .
E l r e l a j a m i e n t o t o t a l lo real izo con é xit o. A l p r i n c i p i o me dormía y no p o d í a l l e ­
varlo h a s t a e l f i n a l , pero ahora me sale bien. D u r a n t e uno o dos meses no se lo­
gran buenos re sul tado s, p u e s se necesit an muchos d í a s de e nt r e n a m ie n t o s serios.
Lo p r i n c i p a l es a t r a p a r la sensación. Todo e l rayo de la at enci ón debe e s ta r
p u e s t o en uno mis mo . N o se l ogra todo de g ol p e, pero no ha y que desesperarse. E l
método de r e la f a m i e nt o es i n d i v i d u a l y ha y que hacer un esfuerzo p a r a encon­
t rarse y descubrirse a sí m is mo . E l que e x p er im e nt e e l r e l a j a m i e n t o m u s c u l a r
y la a l e gr í a que pro duce e l mis mo , j a m á s dejará de p r a c t i c a r l o . . .
[D . l J . , un ob re ro .’’
a t en ci ón del p ú b l i c o se esc ap ab a. La p a r t e re s ta nt e de l discurso la m u t i l é . , .
¿Qué hacer aho ra? E s t e fracaso me va a e s t a r go lp ean do, seguirá al ime nt ando
m i i ns egur i da d y c o n t ri b ui rá a ú n m á s a p r o d u c i r r e s u l t a d o s n e g a t i v o s en la
a u t oh i pn o s l s . M a l d i t a subconsciencia. A l pare cer , a l g ú n p as o que fue o m i t i d o . . .
'
K . D . , maestro"
E n efecto, las fórmulas eran portéelos y, sin embargo, hubo
algo que no funcio nó... Estas situaciones las conozco bás­
tanle bien: c ua ntas veces se quiera y con la seguridad más
absoluta nos im aginam os un éxito brillan te, y ju sta m e n te en
el m om ento decisivo, perdemos la cabeza, cedemos terreno
y nos sentimos ab a tid o s... Y, por el co ntrario, algunas per­
sonas, cuando tienen que comparecer en público .en cir­
cunstancias im p o rtan tes , están a p u n to de perder la cabeza1
debido a u n estado de desesperada ansiedad, pero en el m o ­
m ento que hace fa lta se las arreglan no se sabe cómo y salen
del tran ce excelentem ente. T a n to en un caso como en el
otro, estas personas no se p ercatan de cómo fue que ocu­
rrieron las cosas.
Y, probablem ente, sólo el ojo de un expe rim entad ísim o psi­
cólogo puede n o t a r que esta seguridad que uno so infundo
carece de cierto toque final, de ciertas notas que se escapan
(posiblemente, las mismas que están ausentes en el perro que
ladra con furia y que, no obstante, tiene miedo). Tal vez,
sólo el fisonomista sagaz vea en esta seguridad una co m p en­
sación convulsiva, u n disfraz subconsciente con el que uno
encubre un estado contra rio. Esta seguridad era fingida, no
exteriorm ente, sino interiormente, o sencillam ente no era
lo bastante profunda y por eso no elim inó, sino que sólo
tapó con leños secos un carboncilo de incredu lidad que ardía
levemente en alguna parte y que se inflamó en cu a n to sopló
el. viento de la situ ació n real. Y viceversa, en el caso de.la
intensa i n q u ie tu d previa que se resolvió felizmente, és pro­
bable que existiera cierto apoyo oculto en el interior.,.
P o r supuesto, es agradab le recibir cartas así y el lector ya
se h a b r á dado cuen ta de qué el au to r no se abstuvo de u t i ­
lizarlas como u na forma de pro pag anda del AE. Sin embargo,
nuestro objetivo no es éste, sino pro fun dizar en lo esencial y
pre sta r un a a y u d a concreta. Si a todo el m u n d o todo le re­
s u lta ra fácil, es poco probable que hiciera fa lta esto libro.
A lianza con la emoción
(icarta con comentarios)
“ . . . M e h abí a p re p ar ad o p a r a una i m p o r t a n t e i nt ervenci ón donde t enía que hacer
uso de la p a l a b r a d e l an te de un p ú b l i c o . Y a habí a p e ns ad o lo que iba a decir
y e l m a t e r i a l me lo sabía de cabo a rabo. P a r a tener é xit o, lo que me hacía
f a l t a , en p r i m e r l uga r, era pe rmane ce r lo s u f ic i en te me nt e t ranqui lo y
l iberar me de l as a t a d u r a s de la t ensi ón. Y esto no b as ta b a. M e hacía j a i ­
ta concentración, se gur id ad, e n t us i a s m o , r a pi d ez de ref lexi ón ideas, i n s p i r a ­
c ió n. .. E n cuant o a l a sereni dad, sólo necesit aba un m í n i m o , p u e s no se
p u e d e ser f l em át ic o en la t r i b u n a . . .
P u s e a f un c io na r e l A E : r e l a j a m i e n t o , e l i m i n a c i ó n de e moci ones.. . M e sen­
t í a a b s o l u t a m e n t e t r an qu i lo y ni una sola de m i s venas t e m b l a b a . . .
. .. P er o, / a y de m i l N o ha bí a hecho m i ap ar ic ió n en la t r i b u n a , cuando y a
ha b ía p e rd i do e l c ont act o con e l p ú b l i c o . R e p e n t i n a m e n t e , se h ab la apoderado
de m í n u e v a m e n t e esa m a l d i t a sensación de e s t a r a t a do , n e u t r a l i z a n d o t odas
m i s b r i l l a n t e s f ó r m u l a s con l as que, a pa r e n t e m e n t e , e s t a b a compenetrado
p o r entero. L o s diez p r i m e r o s m i n u t o s e s t u v e m a s c u l l a n d o cosas con un r i t mo
monót ono, me comí a l a s p a l a b r a s , p er dí a el hi lo de las ideas y se n tí a que la
170
“Aho ra me queda una salida', comenzar todo de nuevo.
. . . S í , lodo de nuevo. Como si nada hubiese ocurrido. M a n t e n e r a cada segundo
una. v i g i l a n t e seguridad. D e s ar r ai g ar de mí. mente, la más i ns ig n if i ca nt e
aut o sensación de t ri un fo , p u e s he tenido unos que o t ros é xi tos en la v ida aunque
ha ya n sido m i n ús c ul os y t o d av ía no ha e xis ti do la p erso na a la que nunca nada
le ha sal i do bien. No tiene ni ng ún sent ido que invoque f ó r m u l a s r e i le t ad ame n ie
si é st a s no e st án r e s p al d a da s p or una conf ianza única en m í m i s mo , si no albergo
la sola y única convicción de que “ dan r e s u l t a d o ” . Debo acari ci ar el tri unfo
a nt e s de que se produzca, es decir, a n t i c i p a r m e a l m is mo . La idea de que "da
r e s u l t a d o ” tengo que c u l t i v a r l a en m í p o r todos los medi os p o s i b l e s y
comparecer en púb li co t odas l as veces que se p re se nt e la p o s i b i l i d a d . . . ”
Estas palabras ya se acercan m ás a lo que hay que hacer.
Recordemos todo lo que se ha dicho acerca de las sobrevaloraciones y los valores elevados en los capítulos 2 y 3 y el
[ 13]
171
cuadro de los hechos internos, en este caso y en otros s im i­
lares, se hará más claro. E n efecto, se t r a t a de un estado pa­
ra dójico: “ojalá que n o . . . ” es una frase que e n tra ñ a un te­
m o r subconsciente, desplazado antes de tiem po; un temor
a la caída, a la derrota, a ser su b es tim ad o por las personas
que nos rodean y a las que damos m ás im p o rtan cia de la
cuenta y, finalm ente, el tem o r al temor mismo, que es el
m ás traicion ero... E l efecto disociador del AE, el re la jam ien ­
to fisiológico respecto al exceso de tensión emocional, la
movilización de la v o lu n ta d , del tono: todo esto hace bien
y es correcto, pero no basta, ya que el A E lucha por lograr
lo ó p tim o en condiciones e x tre m a d a m e n te desiguales; nece­
s ita, además, u n apoyo in terno de otra índole.
.
Habié ndose observado a sí m ismo y a los demás en s itu acio ­
nes consideradas m ás i m p o rta n te s de lo debido, Ud.
podrá n o tar que cu a n do m ejor salen Jas cosas es al estar
presentes dos estados de ánimo básicos que, al parecer, son
to t a l m e n t e opuestos, pero que en cierto sentido coinciden.
El estado de ánim o del p rim e r tip o se puede d en o m in ar
"au to s u ficien c ia” . E n este estado, el in d iv id u o ac túa con­
forme a las circunstancias, conociendo perfectam ente la
im p o rtan cia que tienen dete rm ina do s actos para' tales o
m ás cuales fines; -se m uestra despierto, ale rta, preparado,
etc. N a tu r a l m e n t e , tiene emociones, pero a pesar de eso,
el verdadero “y o ” in tern o que está en lo profundo de su ser,
no se identifica con lo que este in d iv id u o hace y siente, no
lo afectan los juicios positivos o negativos, la derrota o la
victoria. Tal parece que estuviera desdoblado en dos perso­
nas: u na que actú a, lucha, piensa i n s t a n tá n e a m e n te , pro­
nuncia u n vehem ente discurso, etc,, y otra que ni siquiera
com enta lo que Ocurre, que ni observa siquiera: a ésta todo le
d a igual; vive, sencillam ente, a su m anera y si hay algo que
le preocupa es que no la dejen ser como es. Y esta primera
persona que actúa se preocupa y se ag ita, es obediente y se
puede m a n d a r a t r a b a j a r . (¿No le pasa a Ud. eso, aunque raras
veces?..) Es sorprend ente, pero pre cisam ente este “desdo­
b l a m i e n t o ” con frecuencia lleva al éxito en los asuntos más
arriesgados. Así se sienten muchos grandes actores que i n ­
t e r p r e ta n papeles diferentes: frialdad y pasión al m ismo t i e m ­
po, plena identificación o to t a l indiferencia con relación
al personaje. Así suele ocurrir cuando alguien, en la re a li­
dad O en la im aginación , lo ha perdido ya TODO y se ha
despedido de la vida, pero cree posible que to d av ía puede
hacer el papel de que está viviendo: esta es la misma sen­
sación que el au to r de la carta exp e rim e n ta b a algunas ve172
Ces, después de sus desafortunadas comparecencias en pú­
blico...
Yo d enom inaría a este estado la soledad de la fu er/a interna
o el lím ite de la independencia interna. Pero no im porta
cómo se le llame; estoy seguro que para el lector reflexivo
ya está claro lo fu n d a m e n ta l. A ciertas personas osle estado
les es propio como cualidad p erm anen te: son almas fuertes
e independie ntes, siem pre cerradas y autosuficient.es en lo
m ás profundo de ellas. Esta autosuficiencia es ju s ta m e n te una
coraza que las protege de los estados paradójicos y sus funes­
tas consecuencias: así ninguna sobrevaloración del exterior
puede ab rir una brecha en Jo que estas mismas personas
sobrevaJoran para sí. Pero no vamos a discutir si es bueno ó
m alo ser así; estas personas “d o bles” , que precisam ente son
independientes por su in terna d ualidad, pueden ser excep­
cionalm en te a t r a c t i v a s - y tam bién repulsivas: todo depende
de en cuál sistema de valores y de cuál de estas dos personas
ac túa en ellos...
El otro tipo de estado de ánim o puede denom inarse “f u s i ó n ”
o “a u t o e n tr e g a ” . Aquí sucede todo lo contrario: el individuo
mismo no existe para sí; no sólo es único e íntegro, sino que
sencillam ente no vive para sí m ismo y, al m ismo tiem po,
se siente como u n todo, pues a través de él — por su au l« s en ­
sación — actúa cierta fuerza superior. Algo sim ila r se apo­
dera de los impetuosos oradores, de los inspirados pintores
y de los músicos. P ro b ab lem e n te así - - en el m om ento su ­
premo — se sentían los antiguos profetas y los luchadores fa­
náticos; así el sen tim ien to de la tierra y de la familia lanza
a los hombres al combate; así el am or rige el alm a y el cuer­
po y aquí no hay l u g a r para valoraciones, emociones y re ­
sultados: el elemento de la autoentrega no conoce cálculos
ni se prevé a sí m ismo.
•
... ¿Qué es, pues, lo mejor para Ud.? T ra te de buscar, de pro­
bar, de pro fundizar... Podemos señalar sólo una cosa: lodo lo
difícil se logra m ucho mejor cuando el hom bre está libre de sí
mismo (éste es el p u nto de coincidencia de los dos estados de
ánim o básicos de los cuales acabam os de hablar).
Regresemos, pues, al terreno de Jn psicotécnica ru t i n a r ia .
No será una novedad Jo que voy a decir, pero, de lodos modos,
Jo m encionaré: a veces es útii consum ir por a n ticipa do una
tensión, sacarla a la superficie y hacer que reaccione, pnrn que
ésta, com prim ida como un muelle, no salle en el mom ento
más inoportuno. Con frecuencia, a rtistas em inentes se sien­
ten presa de una emoción prcescénica m uy fuerte. En estos
casos, generalmente no se oculta la emoción, sino que,
173
por el contra rio, el actor la u t iliz a para “a t e m p e r a r s e ” .
E n los ejercicios psicoterapéuticos a veces aplico el método
de lo grotesco: se le propone al paciente que ex perim ente y
exprese de la forma más com pleta y n í t i d a posible aquellos
estados de los cuales ansia librarse; por ejemplo, el tem or a las
calles y a las plazas, el tem or por la sa lu d ... Y no son ra ras
las ocasiones en que estos estados desaparecen en forma
p aradójica.
Por ta n to , para todos los que se emocionan excesivamente'.
el re la ja m ie n to an tic ip a d o com binado con la autosugestión
le a y u d a rá a d is m in u ir la emoción h asta u n grado co m p leta­
m ente tolera ble. T ra te de m a n t e n e r el r a la ja m ie n to en una
s itu ació n difícil. P redisponga de an te m a n o su estado de
ánim o “por a r r i b a ” y “ por a b a j o ” , convierta el estado de
ánim o en u n sistema.
Pero:
'
No t r a t e de no emocionarse; esto es engañarse i n ú t il m e n t e a
sí m ism o y sólo h a r á que au m e n te la emoción que so deriv a do
ello. Su tare a no consiste en e lim in a r la emoción, sino en
lograr que ésta le ayude.
Sobre el silencio y otras m u ch a s cosas
>
E n la psicología práctica, probablem ente más que en algún
otro lugar, todo tiene relación con todo y una cosa so deriva
de la otra. Tomem os u n ho m b re completo, do arriba hasta
abajo y re su lta qué siem pre es una concentración única de
las fuerzas de la n atu ra leza , de influencias de la sociedad, de
herencia histórica y cu ltu ra l, pero, sin embargo, siem pre es
una varia ción de u n tem a ya conocido... C ualquier caso
partic u la r, visto en su pro fu ndidad, re sulta un caso general.
Lo que ahora nos ocupa se puede d eno m inar eJ álgebra de la
a rm on ía e s p iritu al. Cada cual posee su irre petible ecuación
personal de “n ” incóg nitas y ésta sólo se puede resolver si se
tiene el conocimiento de las reglas generales y de sí mismo.
Veamos otra c a rta env iada por una de las ta n ta s jóvenes lec­
toras que existen por miles y m illones y la carta-respuesta
dada por el médico, conforme a las necesidades y al nivel de la
d e s t i n a t a r i a .. . La esencia es la m is m a : la paradoja de la sobre valoración requiere soluciones paradójicas, pero la vía a
seguir en cada caso es in d iv id u a l.
“ IV . L . l
.
.
H a c e t ie mpo que t enia que escri birle, pero no acababa de decidirme. Ahor a
comprendo que m i s it uac ió n es de lo m á s desesperada y terri ble, H ac e poco leí
que existen muchas pe rson as t í m i d a s , pero t odaví a no he encontrado una como yo.
E n la escuela me cohibía d e l a n t e de m i s a m i g a s con respecto a los muchachos,
174
m ej o r no h abl ar . T e m í a s a l i r a la c a ll e y trataba, de p a s a r de p r i s a p o r d e l an te
de un t ra ns eú nt e c ual qui er a. M e conf ormarí a con sent irme cohibida y temerosa
d e l a n t e de todos, si a l menos no f uera t a n t ont a y poco conversadora. No se ni
comprendo nada. M a ñ a n a empe zar é a t r a b a j a r en una bi bli ot ec a, p ue s ya t er ­
m i n é la escuela de educación c ul t u r a l , pero no me considero a p t a p ar a nada ni
p o d ré hacer nada Dicen que e l rasgo de la i n t e li g en c ia es la h a b i l i d a d de conversar.
P er o yo si empre e s to y c a l l a d a . . . Ale reprochan que sea c a l l a d a , t í m i d a , poco
locuaz. ¿Qué debo hacer? S o y m u y d esat en ta y pi enso que se debe a f a l t a de i nt e­
l igencia. S i yo supiera raz onar, le p r e s t a r í a a tenci ón a todo. Ten go 20 años
y no tengo a m i g a s ni c o m pa ñ er o s; me ap art o de tod os; una risa ajena o una
voz f uert e me p e r t u r b a . |£¿ yo su pi era p o r qué si empre e s to y ' cal lada\ Só lo
con m i m a m á p ue do c onv er sa r de todo. E n sociedad, incluso en un grupo de
tres p e r s o n a s , todo se me va de la cabeza, pi er do la c a p a ci d a d de c ompr ensi ón
y h a s t a me cuest a t r ab aj o se gui r el hilo de la conver sación, sin h a bl a r y a de
p a r t i c i p a r en é st a. N o p ue do comprender-, soy t o nt a y p o r eso no ha bl ó o esto
se debe a que temo, a todos. O qui zá s sean a m b a s t o sa s, ., i S e p u e d e de a l g un a
f or ma a r r eg l ar m i s i t u a c i ó n ? ¿Por qué soy t a n a b a t i d a ? i E x t s t e a l g u n a
f orma de a y u d a r m e ?
>
( f i r m a i legi ble) "
“Desconocida L e c t o r a :
Tengo el placer de inform arle que no sólo la hab ilid ad de
conversar es un rasgo de la inteligencia. Pero, bueno, v a y a ­
mos al grano. He aquí la receta principal que la recomiendo:
tómese la libertad de sentir temor.
¿Le parece extra ño?
Ud. quiere dejar de sentir tem or y de pronto le recom iendan
que abandone ese deseo. Ud. ansia aprender a relacionarse,
enc on trar amigos y am igas y yo le propongo que deje de a n ­
siarlo.
... U d., n a t u ra l m e n t e , sabe q u e 'u n a persona s itu a d a a gran
al t u ra siente mareos cuando mira hacia abajo, que se puedo
pasar por un t a b ló n estrecho puesto sobre la tierra o suspen­
dido al menos a un m etro del suelo, pero que es im posible
pasar ¡por el m ismo tablón! si éste se encuentra más allá
de cierta altu ra crítica: la altu ra de) p e l i g r o . H a y
ac ró batas-eq uilib ristas y existe Ja profesión de m o n ta d o r
en obras de a ltu ra , y tocias estas personas lo prim ero que de­
ben hacer es acostu m brarse a las altu ras. Ellos le llam an
a esto s im plem ente “o l v i d a r ” . Al prin cip ian te le cuesta t r a ­
bajo, a veces demora tiem p o... Y en re alid ad, desde luego,
nadie se olvida de Jas a ltura s: sim plem ente, para aquellas
personas que so ac ostum b ran, la a l t u ra se vuelve una cosa
ru t i n a r ia , como si no existiera , no provoca emociones, sino
que la atención se concentra en el trabajo; de otro modo, sería
imposible tra b a ja r. ¿Estamos de acuerdo?
Ahora es fácil com pre nder que en sus torm entosas relaciones
sociales o entre personas poco conocidas, Ud. se halla c o n s ­
ta n t e m e n te en la situación del p rin cip ian te de las altu ras.
175
Todos a su alre dedor t r a b a j a n tra n q u i l a m e n te (o conversan)
y Ud. se aferra febrilm ente a cosas hueras, ¡ni siqu iera a
reflexiones! Ud. in t e n t a pasar por el tab ló n lev a n ta d o a una
a l t u ra increíble... Pero el “t a b l ó n ” tín el caso sayo es
la im p o rta n c ia que tiene para Ud. la conversación. Es de­
cir, cómo Ud. (a su modo de ver) luce, cómo se co m porta,
como razona, si es in teligen te o t o n t a a los ojos de alguien,
si agrada o no a g rad a... ¿No es cierto?
Pero yo le propongo b aja r el tablón, o sea, aprender a estar
callada.
" ... ¡Qué me dice! Pero si yo sé hacer eso. | Y más de la cu e n ­
ta!
Pero yo afirmo que U d . no sabe. No me refiero a conversar,
sino pre cisam ente a g u ard ar silencio, ¡Ud. no sabe! Me ex­
plico: precisamente cuando está a c o m p añ ad a , cuando t r a t a a
personas poco conocidas. Sin em bargo, con su m a m á , Ud.
sabe hacerlo.
.
¿Le revelaré un secreto si le digo que existen por lo menos
dos modos de estar callado: uno fácil y otro difícil? La di­
ferencia entre ellos es la siguiente: el silencio fácil es el que
nosotros adop ta m os como el debido, como el n a tu ra l (no
h a y conversación, no hace falta h a b l a r y sé está bien así),
pero el difícil es aquel contra el cual luchamos, el que pro­
duce tensión, del cual deseamos salir...
¿Y no ha n o tad o (precisam ente cu a n do Ud. se comunica con
su m am á) que del silencio fácil se origina sin d ificultad una
conversación, esp ontán e am en te , sin que lo notemos?
¿Y que el silencio pesado de una persona agobia a la otra,
m ie n tra s que el fácil produce un efecto contra rio?,.
E sto no es una re velación: la cualidad más preciada de un
in terlo cu to r es saber estar callado, pero con el silencio fá­
cil que significa saber escuchar, con ese silencio fácil que
libera...
Su tarea, por ta n t o , es co nve rtir su silencio de difícil en fá­
cil. N ada m ás...
Iío y , m i objetivo p r in cip a l y sagrado es el Silencio. Voy a delei­
tarme con el Silencio; voy a regalarlo a la gente, la cual me queda­
rá agradecida por esta porción de tranquilidad, por esta atmósfera
en que flo ta rá n sus palabras y pensamientos. M i Silencio será
ig ua l que el agua tibia y apacible, será descanso, alegría, luz, bál­
s a m o ...”.
■
Con este estado de ánim o — no es indispensable que use las
m ism a s p alabras — pero con este espíritu y, sobre todo,
176
c o n a b s o l u t a c o n f i a n z a , acerqúese a las per­
sonas y tómese la libertad de g u ard ar silencio dela nte de
ellas, im póngase esa obligación. Que el Silencio se convier­
ta en su causa y en su orgullo y Ud. incluso no t e n d r á 'i d e a
de c uá ntas cosas nuevas descubrirá para sí, ni hasta qué
punto se libera a sí m ism a y a los demás,
Le doy un 100%de g a r a n t í a : no escuchará m ás repro­
ches relacionados con su tim idez y poca locuacidad.. Deleí­
tese, pues, con el Silencio, Desconocida Lectora, y ofrézcalo
a la gente. Al fin y al cabo, no en balde se dice: el silencio
es oro...
.
P or consiguiente, el prim er paso es imponerse el compromiso
de callar y de hacerlo con placer... Pero, claro, todo tiene
un lím ite: llegará el m om ento in e v ita b le en que las reser­
vas de su Silencio se agoten y Ud. sienta deseos i n c o n te n i­
bles de hab lar. Es entonces cuando inesperadam e n te para Ud.
m i s m a , ad q u irir ía el don de la locuacidad y la capacida d para
todo tipo de ra zo nam iento. Todo esto lo posee U d ., pero
está aprisionada y c o n tin u a r á así h asta que Ud. no se haya
liberado a sí m ism a. Si al menos se convenciera Ud. sinceremenle de que callar es algo m aravilloso; que las re la cio­
nes con las personas son ú tile s en cualqu ier caso; que es i n d i ­
ferente si Ud. le ag rada o no a alguien y quo lo fu n d a m e n ta l
es que las personas le agraden a Ud., pronto se sorprende­
rá Ud. m ism a: como si se h u b iera una co m puerta en su in ­
terior, las palabras y pensamiento s ¿luirán en t o rre n te i n i n ­
terrum pido y me temo que al principio le costará t r a b a jo
ponerles freno.,.
Por otra parte , t a n to su inteligencia como su aten ció n se
despertarán. Po rqu e la causa f u n d a m e n ta l de su fa lta de
atención no es la “carencia de in te l i g e n c i a ” ni la incapaci-,
dad de ra zonar, sino esa con stante e h ip erin ten sa concentra­
ción en sí misma. La atención suya s enc illam e n te está
ocupada y Ud. no la deja que se ocupe de lo quo debe ocu pa r­
se cuando se relaciona con la gente. ¿Ocuparse de qué? Pues
de las demás personas, de sus compañeros, interlocutores,
conocidos o desconocidos, de los sentim ientos e ideas de
éstos. Ud. nunca en su vida se ha to m ad o la m olestia de ob­
servar a fondo a la gente y por eso no ha encontrado a otras
personas iguales que U d .: ¡sin embargo, existen por m o n to ­
nes! ¡Ud. no las ve y las tiene al ladol Y estoy seguro de que
algunas de ellas le e n v id ia n t a n erróneam ente como Ud. a
ellas...
Está perfectam ente claro que las personas la colocan a Ud,
en un estado de tensión m órbido y la perturban porque
177
corral, corre sólo detrás de los que le huyen, pero retrocede
cuando uno le hace frente...
... Ya conocemos el “ tronco” , el “ t a b l ó n ” y, además, una v a ­
riedad de esa fórmula universal de redistribució n de valo­
res: la fórmula No. 1, para todo el que desee librarse de Ja
m ala suerte, de las to n terías y de la sensación de i m p o te n ­
cia en las esferas más im p o rtan tes do la vida. En el caso
concreto que nos ocupa, la cuestión consiste en no a t rib u ir
d em asiada im p ortancia al “éxito en las relaciones” y a u m e n ­
t a r el “interés hacia las personas” para que el resultado (el
cual no debe desearse, |y ahí está el punto difícil!) se tra­
duzca pre cisam ente en un éxito en las relaciones.
Decía S trav in s k i: “E l arte es algo así como re p ara r barcos
v iejo s” . Lo mismo se puede afirm ar del arte de dom inarse a sí
m ismo: la sab id u ría de an ta ñ o alcanzada requiere una ince­
sante renovación creadora y cada cual debe in v e n ta r su
propia bicicleta. ¿H abrá que explicar, además, que no hay
ni puede haber una Gran Alegría sin Grandes S ufrim ientos
y que incluso los Pequeños Goces están preñados de Grandes
Contrariedades?
El K harm a-Y oga contiene un s orprendente consejo para los
padres. T ra te a sus hijos como si no fueran suyos, recom ien­
dan los yogas (sin presuponer, desde luego, que a los hijos
de los demás bay que trata rlo s mal). Compórtese con ellos
como lo liaría, por ejemplo, una concienzuda niñera in v i­
tada a t r a b a j a r con niños. Esta <js solícita, bondadosa y
previsora, pero éstos no son sus hijos, no son sangre tie su
sangre, no es único el rayo de sol en su v enta na, no son el
ombligo del m u n d o ... “ El niño es un huésped en la c a s a ” —afir­
m an los hindúes. El sentido de esta afirmación reside, por lo
visto, en que el hiño tiene derecho a que se le respete, en qiiQ
su vida no puede ser a d a p t a d a a la de sus progenitores, en
que éste sólo pertenece, en resumidas cuentas, a sí mismo
y a la V ida Unica, como afirm an los yogas.
No hay dudas de que este consejo encierra una fina sutile za.
Parece algo imposible, c o n t ra n a t u ra l, eso de t r a t a r a los
propios hijos como si fueran los de otros. No obstante, si
funciona la d i s p o s i c i ó n
de
á n i m o , se encon­
trará la m ed id a que se busca y esta valora ción se.co lo cará
ju s ta m e n te en el t é rm in o medio donde se b aila la v erdad:
el excesivo am o r hacia el niño perderá su ca rácter despó­
tico y ciego. Esta misma sutileza se observa en la recom en­
dación siguiente: "(rata a lus conocidos como si fueran des­
conocidos y a los desconocidos como si fueran tus allegados” y
serás la persona más encantadora del m undo. ¿Deseas pros-
Ud. no se interesa en ellas y, por ta n t o , no siente afecto por
e l l a s : sim plem ente Ud. no tiene tiem po para eso. Pero, ¡por
Dios!, no v ay a a p e n s a r q u e la estoy re crim inando por insen­
s ibilida d, egoísmo o egocentrismo p re m e dita do : desde luego
que rio. U d . no se concentra en sí m ismo in te ncion a lm e nle ,
sino que esto ocurre espontáneam ente, ind ep e n d ie n tem en te
de su v o lu n ta d , sin que Ud. se de cue nta: esto hace que Ud.
se sienta am orda za da y que su o b s tinada y desconfiada s ub ­
consciencia le aprie te m ás el nud o... De m a n e ra que si ya
hemos ac lara do en qué consiste el problem a, ¡empiece a
aflojar el nudo! Ud. se volverá a te n ta y, además, e n c an tad o ­
ra : pero eso ocurrirá si U d. se esfuerza por poner toda su
atención en los demás. D o ndequiera qué Ud. se encuentre,
no i m p o rta con quién U d . se relacione, s u preocupación fun­
dam e n ta l debe ser com prender a la gente, entender su m u n ­
do interior, sus vivencias, preocupaciones o inquietudes.
Formúlese in num era ble s pre guntas sobre las personas y
busque las respuestas en las observaciones y en las c om pa­
raciones, en los libros y en los destinos hum an os...
E n otras pala bras: hágase psicólogo. E n efecto, ¿puede haber
algo más interesante y ú til que un psicólogo de la yidar
Esa libertad do callar que Ud. misma se ha dado, le vendrá
como anillo al dedo...
P o r t a n t o , empiece a guardar silencio de una forma diferen­
te. Ni Ud. ni yo somos ta n ingenuos como para pensar que
d.espués de leer esta carta, incluso con u n a , c a b a l co m p ren­
sión de la preciosa esencia del Silencio, Ud. se con vertirá
al ins tan te y sin que tenga que salir de su casa, en una v ir­
tuosa de las relaciones sociales. D u ra n te algún tiem po detetm in ad o , seguirá ex p e rim en tan d o tem or y torpeza, perder?»
el hilo de las conversaciones y le acom pañ ara esa sensación
de e m b o ta m ie n to e i n u t i l i d a d . .. Estos estados ta m b ié n
a m í me Son familiares, incluso ahora que h a n quedado
atrás los años eti que estas crisis eran más qile c o m e n t e s : bas­
ta sólo que me ponga a m ira r las m u sara ñas y perm ita ai
“t a b l ó n ” del egocentrismo que se levante u n poco mas de Ja
a l t u ra crítica... Todos estos “a t r a c t i v o s ” que encierra la
palabra “ t i m i d e z ” e s ta r á n ale rta m ie n tra s U d . n o se acos­
t u m b re a la “a l t u r a ” , hasta que su m ism a subconsciencia
le diga a U d . : “ ¡Pero si es de lo m ás fácil, te lo aseguro!...
P o r lo t a n t o : 1) relaciónese todo lo m ás que pueda; ¿) alé­
grese cada vez que tenga la posibilidad de conocer personas
y de ejercitarse en el t r a t o social; 3) prohíbase am bicionar
cualquier tipo de éxito en las relaciones sociales* 4) libérese
del “tem or al t e m o r ” . El miedo, como «ti cobarde perro de
) Hrt
[13]
179
perar en u na activ idad? H az todo lo posible por lograrlo,
pero renuncia a la propiedad m oral del resultado. Al cu m ­
plir tu deber, reconócele ta m b i é n ciertos derechos a la for­
t u n a . ..
_
D is m in u ir o a u m e n ta r la i m p o rta n c ia de las cosas, s u b ir o
b a ja r el “ t a b l ó n ” : eso es precisam ente el arte de dominarse
(“a r b i t r a r i e d a d ” , como se expresó el m ás joven de mis lee*
tores, u n niño de diez años. Asimism o, el conocimiento, o
m ejor dicho, el sentido exacto de cuándo hay que d is m in u ir
o a u m e n ta r esa i m p o rtan cia , re presenta la s ab id u ría . En
cuanto a por qué lo más difícil de todo es m ostrar esa
s a b id u ría en los asuntos propios, espero que ya h aya que­
dado aclarado del todo.
cederse el derecho a la realidad in terna . Sin inducirse a
errores, h a y que establecer consigo mismo convenios que
tengan la fuerza de la convicción, como hacen los artistas
y los niños, que conservan al ac tu ar o jugar, ta n to e! sen­
tido de la realidad como la verdad interna de las “circuns­
tancias i n v e n t a d a s ” .
... A pre ciam o s más Ja verdad que nos enaltece
que miles de verdades o rdinarias
El ser hum ano necesita fantasía o ilusiones; lo im portan te
es que aquéllas no le gobiernen, sino al c on tra rio, y qile
m e d ia n te ellas se gobierne a si mismo,
... No voy a decir cuántas personas re s u lta n v íc tim a s de
la im aginación o de la falla de ésta, pero no h a y tragedia
que no se deba a una fatal sobrevaloración ne g a tiv a , o lo
que es lo mismo, a la fatal carencia de un a p o s itiv a ,.. No
hace m ucho cha rlab a con u na joven de 18 años cuya vida le
salvaro n a duras penas en el In stitu to de Sklivasovski; la
aband onó su prim er hom bre. Yo pensé que se t r a t a b a de
un seductor harto , pero era un m ucha chito tonto ególatra
que recordó que lo primero que tenía que hacer era e s tu ­
diar. Diagnóstico: s ti j e c i ó n d o v a l o r a c i o n e s .
Una conciencia d ism in uida por una sobrevaloración en una
chica n o rm al... ¿Qué se le podía aconsejar? ¿Qué tuv iera
más cuidado al enamorarse?
1
Cuando se presenta esta situación las charlas son poco con­
vincentes y los consejos resultan triviales. S upervaloraciónE n a m o r a m ie n to -S e n tid o de Ja vida — cuando no existe
eso, cuando en la vida no hay un valor igual e incluso m ayor
en tus e n tra ñas nace u na m u erte gris, una a n gustia que g ri­
ta para qué vivir. Pero aquel que por lo menos sabe que el .
sentid o de la vida depende tam b ién de él m ism o, en el m i ­
n u to fa ta l recibe un salvavida s.
[Coleccione valores con tiempo!
Esto hacen los niños que les interesa todo lo que en el m und o
existe; los cónyuges que engendran más de un hijo; los co­
leccionistas; los que reúnen en su casa anim alillos diversos
para procurarse todo género de pasatiempos; los que se en ­
tregan al arte, la ciencia o a cu alqu ier a c t iv i d a d que rebasa
el marco de lo personal. Digam os ta m b ié n de paso que t a m ­
bién son aquellos ind ivid uos a quienes se les re procha el
ser superficiales, incoherentes o in co nstantes: son felices
naturalezas sanguíneas.
La idea está clara: se necesita u n fondo de reserva de los_ valo­
res internos. Se necesita ta m b i é n una reserva in t a n g i b l e ...
Si el sanguíneo s alta de un valor a otro, de éste a un tercero
y así sucesivam ente; si el flem ático escoge un v alo r elevado
como la e x p e rim en tad a am a de casa las verduras y lo gu arda
am orosam ente en el banco del sentido com ún, ¿que han de
hacer entonces los coléricos y melancólicos para quienes
todo es de verdad y para siempre , m ie n tra s que el péndulo
a cada i n s ta n te está presto a desprenderse del clavo y
h undirse en la vorágine del infierno?
^
•
Cuando en estos últim o s se desplom a u n valo r elevado como
el am or o el prestigio, por ejemplo, aparece fácilm ente lo
que en p s iq u ia tría se denom ina “h erm e tism o depresivo .
un a sobrevaloración n eg a tiv a se propaga por el cerebro co­
mo fuego infausto y entonces, r e p e n tin a m e n te , m a t a por
dentro todos los valores a la vez sin excepción de lim ites,
es el fin de los objetivos, de los anhelos e intereses: se pier­
de el sentido de la vida.
Voy a a v e n tu ra rm e a sugerir otro consejo en ese arte de do­
m inarse a sí m ismo y el cual requiere un valor singular! con­
180
'
Una escuela de alegría
Alegrarse de cosas insignificantes, alegrarse do todo,- ale­
grarse de v iv ir es un arte sagrado y original que la infancia
otorga. (Este tam b ién puede aprenderse de los anim ales;
de Jos perros, por ejemplo). ¿Qué so hace de éste después?
¿Adonde va a parar? ¿Por qué sólo poco in dividuo s lo con­
servan al a rrib a r a los años de la madure z y contadas per­
sonas lo tienen al llegar a la vejez?
¿Será tal vez que “el mucho saber trae muchas p e n a s ” ? Sí,
[13]
181
y eso tam b ién . T a m b ié n la esclavitud de las circ unstancias,
las desilusiones, la carencia de salud y el negro foso de la
m u erte ...
¿Pero es sólo esto?
1
¿No nos despojamos nosotros mismos de la alegría debido
a nuestro tem or de e x p e rim en tarla , a nuestra in capacidad
para sentirla, a la igno rante y despectiva a c t it u d que m os­
tram os hacia ella? ¿Acaso no perdemos la costum bre de ale­
grarnos por nuestra propia volu n tad , por una incom pre nsible
terquedad o sim ple y lla n a m e n te por inercia? ¿No nos so­
metemos, por inconsciente sug estibilidad, a los enemigos
de la alegría, escasos, pero tem ibles por su intransigencia?..
E s toy convencido de que la verdadera adultez sólo hace
que a um e nte el núm ero de alegrías posibles y descubre sus
espacios cada vez nuevos. E l arte inclusive, entre otros obje­
tivos que se p lan tea , siem pre ha t r a t a t o de enseñar al h o m ­
bre a alegrarse, de volverlo a enseñar, agudizando el s en ti­
do de lo agradable, lo trágico y lo hu m orístico de la vida.
E sto y dispuesto a firm a r con las dos manos la afirm ación
de P au sto v sk i de que la poesía y el entusiasm o de la vida
son t a n t o m ás accesibles al hom bre cuanto mayores (y, para
ser exactos, cuánto más profundos) sean sus conocimientos.
E s toy convencido, adem ás, de que la m ayoría de las per­
sonas deja de alegrarse n o rm alm en te porque esto se con­
sidera incorrecto. Con b a s ta n te frecuencia ello se debe t a m ­
bién a que se esfuerzan por estar alegres...
Como hom bre que se ha ocupadó m ucho de Jos problem as del
infierno y del paraíso que existen dentro del ser hu m ano,
quiero proponer otra vez al lector una fórmula de arm onía
esp iritu al que p robablem ente sea la más a n t i g u a : esté aten­
to a sus alegrías, cultívelas como un celoso jardinero y 110
desdeñe nada , ni la m ás insignificante hierbecita. Cuanto
más alegrías tenga U d ., t a n t o más alegrías regalará a los
demás. Y tenga en cuenta que, en este caso, en evidente re­
lación con los biopéndulos, actúa cierta ley que yo d en om i­
naría de jerarq uía inversa. Consiste pre cisam ente en esto:
el “in fiern o ” se s ub ordina a la ley de la f u e r z a : un dolor t e rr i­
ble, por supuesto, actúa en nosotros con m u cha más fuerza
que u n dolor insignificante. No ocurre ex a ctam en te lo m is­
mo en el “ p a r a ís o ” : allí el débil puede ser fuerte. La ale­
gría, cuanto m enor es, c u a n to más insignificante es en a p a ­
riencia, t a n t o m ás h onda resulta, o para decirlo con más
e x a c t i t u d , tan to m ás segura es por su efecto. Pese a que se
sabe que “las heridas de los vencedores cicatrizan con m ayor
r a p i d e z ” , t a m b i é n se sabe que las personas a veces muere n
182
.
a consecuencia de inm ensas alegrías. Los entusiasm os a p a ­
sionados 110 se m an tien e n ardien do por m ucho tiem po y
dejan tras de sí Jas brasas, m ie n tra s que las pequeñas ale­
grías crecen sin cesar y se sostienen a sí mismas. La “j e ra r­
quía del in fie r n o ” no está e n te ram en te en nuestra concien­
cia: el dolor es el dolor (aunque en esto caso actúa una
poderosa autosugestión; por otro lado, la “jerarquía del pa­
r a í s o ’, a menos que hayan sido afectadas las zonas s u p ra ­
marginales, narcóticas, se halla t o t a lm e n te en poder del
en ten di miento consciente.
No tiene sentido esforzarse por estar alegre: este acto for­
zado lo único que hace es em p u ja r a un callejón sin salida
y q u eb rar el frágil mecanismo interno (lo que les ocurre tarde
o t e m p ra n o a los narcómanos y alcohólicos). Al contra rio,
de acuerdo con la férrea ley p en d u la r, para regresar a la
posibilidad de sen tir alegría es necesario sufrir mucho. No,
al “ p a r a í s o ” no se le puede forzar. Pero sí se pueden dejar
e n tra r las alegrías y p e r m itir que éstas florezcan. No dañar
brotes tiernecitos y responder e sp iritualm enlo a sus l l a m a ­
mientos tím idos — escuchar y m ira r ...
E n quien guste, en lo que guste
{ejercicios de transformación)
[Lectores de la prim era edición! Este .fragmento ya debe
serles fa m iliar; se ha tra s la d a d o hasta aquí desde el p rin c i­
pio del libro, donde se hab la b a sobro la atención y la c o n ­
centración. Con seguridad que t a n to ustedes como los nue­
vos lectores lian re parado hace rato que a m enudo hago re­
ferencia a la experiencia de los a d o r e s . Ello se debe a que
sencillam ente amo el tea tro y a que la labor do los actores
es un campo in finito y magnífico de experim entos psico­
lógicos del más alto nivel. Precisam ente estoy escribiendo
un libro sobre e] e n tre n a m ie n to Jiistriónico (in terpretativ o),
al cual, en Jos ú ltim os tiempos lo dedico especial atención.
Mientras tanto, tra t a n d o de m ejorar este libro, me Irans­
torino en lector, llegando a la conclusión de que es más ló­
gico h a b la r sobre la técnica de la transform ación — aun que
sea con esbozos — debido a las difícil lindes que se confrontan
en la com unicación social.
Em pecem os por decir que el hom bre es el único ser de la
tierra dotado de la facultad elem en tal de m odificar su p u n ­
to de vista. Si no pudiéram os tan siquiera 1111 poco tra n s ­
formarnos en otros — pensar, sentir igual que ellos, repro­
du cir en nosotros sus viviencias, apreciaciones, decisiones,
[13]
etc. — sería im posible la com unicación m ás allá del nivel
a n im a l o incluso vegetal.
^
Pero esa “ transferencia” al " y o ” propio, esa transform ación
e in teriorización, no sólo son posibles con relación al ser
h u m a n o . Uno ta m b i é n puede colocarse en el lu gar de un
a n im a l y en el de un objeto (pueS desde cierto punto de vis­
t a el hom bre ta m b i é n es un objeto). La operación d<3 identi' ficación in terio r que se produce en este caso es esencialm ente
la m ism a.
^ _
Los ejercicios que a continuación siguen son útiles a lodos,
pero sobre todo a los que tienen el propósito de dedicarse
al t r a b a jo creador. Estos desarrollan la fa n ta s ía, la im a g i ­
nación y ay u d a n a las autosugestiones de todo tipo, espe­
cialm en te las relacionadas con la i n terp retació n de pápen­
les (del tip o “yo soy é l ”).
•
Sobre u n anaquel se h a lla u n libro. M írelo atentam ente y en tor­
no a l mismo habitúe la mirada a l espacio contiguo. H aga cierto
esfuerzo como si estuviera trasladando a este espacio, sin dejar de
mirar, como si Ud. mismo se hubiera convertido, o mejor dicho,
como si desde hace mucho tiempo, desde su nacimiento, Ud. Juera
precisamente este libro. A p a rtir de este espacio mire alrededor,
trate de ver el mundo desde ese p u n to , desde la posición del libro.
Pues bien, ahora U d . es el Libro, uno de los innu m era ble s
re presenta ntes de la t r i b u de los libros. Ud. tiene e x isten ­
cia propia. M edian te su m a te r ia , U d . percibe el m u n d o a
su m anera. U d. se en cu entra en su anaquel; el lím ite de
su “ y o ” eS evidente — la superficie de la encuadernación
m i e n t r a s que a su alre dedor se halla un m u ndo de objetos
móviles e inm óviles... E l m un do de lo cercano y lo d is ta n te ...
El m u n d o d e'lo s contactos... El m un do de las Manos y los
Ojos... Este es ta m b i é n el m u ndo de otros libros ... Pero
Ud. no se relaciona con ellos; Ud. es algo a p a rte, como lo
son todos ellos... Se siente apretado ; por am bos lados le
aprisionan las encuadernaciones vecinas... ¿No siente de­
seos de sacudirse el polvo arrem olinad o entre las paginas?
No, Ud. está in m ó v il y conserva u n a severa dignidad. Ud.
sólo tiene dos funciones, dos estados: esperar y abrirse. U d.
espera, orgullosa y pacientem ente, h as ta que las Manos lo
ag arren, lo saquen del an a q u el y lo a bren ... Es enton ces
cuando Ud. m o strará gustosam ente sus páginas a los
Ojos...
.
En forma s im ila r “s e a ” una estilográfica, un alfiler (cito lo
primero que ven mis ojos), el piulo de la p u erta , una lám ­
para, el filam ento incandescente de un bom billo, un copo
de nieve, el cielo, una ho jita seca, una liojita verde... Con­
viértase en lo que guste y m ien tras más cosas Ud. sea, to n ­
to mejor (pero no t r a t e de imaginarse sólo tonterías como
“ yo soy una t e t e i a ”). Trasládese desde el principio al es­
pacio del objeto y enciérrese dentro del mismo; trate de ex­
p e rim e n ta r ju n to con él las influencias que actúan sobre
' aquél, de sen tir su superficie, su masa, su hechura, sus mo­
vim ientos, su esta b ilid a d e ines tab ilid ad en diferentes s i t u a ­
ciones; en una palab ra, cierta ley in tern a , el carácter de la
cosa. P a t a ello tiene Ud. suficientes reservas de impresiones
sensoriales. Esta com penetración im p ro v isad a, im aginaria ,
s em ifa n tá stic a, puede desarrollarse in te rm in a b le m e n te . Por
supuesto, esto no es más que cierta modelación en el interior
de su propio “ y o ” , de hecho, Ud, no se com penetra con el
objeto, sino que es el objeto, m e d ia n te los esfuerzos que Ud.
hace, el que se com penetra con U d,. Ud. lo an im a y Jo'identifica con una parte de su yo; aquél representa para Ud.
solam ente un p retex to para re velar ciertas facetas de su
propia a l m a ... ¡Y esto es ju s ta m e n te lo que hace falla!
Estos ejercicios son e x t r e m a d a m e n te atra yentes. Sólo ni prin­
cipio parecen difíciles y rebuscados, pero, luego, después
de atra v e s a r cierta barrera (Ud. sim p le m en te regresa a la
sabia lib ertad de la infancia encerrada en Ud. sin m otiv o a l ­
guno), la lógica de la com penetración se apodera im p erio ­
sam ente de U d ., lo lleva lejos ,v crea la clara sensación de
pertenecer a otra existencia. Los lím ites de su “ y o ” se co­
rren; tal parece que recordara algo hace tiem po conocido,
pero olv id ad o ... Las cosas com ienzan a contarle historias
sorpre ndentes, a revelarle nuevas facetas del m u n d o y de
Ud. mismo y hasta u n hueco cualquie ra de una m esita se
convierte en testigo de una novela...
‘
Basándose en las autosugestiones, la personificación misma
les presta un servicio a éstas y b a s ta n te bien por cierto.
P a r a c ita r un ejemplo: Ud. se ha personificado en una hoja
de papel lim pia . Ud. es una hoja lim pia, a b s o lu ta m e n te
blanca, en la que t o d a v ía no se ha escrito n a d a : ¡he aquí una
m agnífica imagen de liberación intornal
•
Voz do m i infancia
respira t r a n q u i l a sobre un papel.
No te apures, no disperses las nubosidades;
Si puedes no escribas...
Aprende a leor las letras deJ silencio
Aprende a querer los tiem pos de la desesperación...
[13]
185
Pase a las personificaciones m entales, compenétrese con los
objetos que en este m om en to Ud. no ve y que solam ente im a ­
gina...
¿Se puede estar ab u rrid o a solas consigo m ismo, si dentro
de Ud. h a y m undos y m und os y siem pre existe la posibi­
lidad de em prend er u n viaje? Ud. regresará con frutos que
le a y u d a rá n en el estudio, en las relaciones sociales y en el
trab a jo . La transform ación puede incorporarse a cu alqu ier
autosugestión del a u t o e n tr e n a m ie n to , reforzarla y en riq u e­
cerla. P o r ejemplo, si después de un buen re la ja m ie n to pre­
vio, Ud. se im aginó que es inglés, le re s u lta rá m ucho más
fácil asim ilar la lección siguiente de dicho idioma; después
de asum ir que Ud. es un tigre, s en tirá , en caso necesario,
u na afluencia de sana agresividad y de am or a la lib ertad,
y después que Ud. se im agine ser su propio hijo, su esposo
o esposa, su jefe, etc., podrá tene r m ás éxito en sus relacio­
nes con ellos.
.
Si tiene Ud. u na vivaz fa ntasía, eso representa un tesoro
para el A E . Al principio, transfórmese enseguida ( “yo soy
el s o l ”) y luego, a ña diend o una nueva cualidad in tern a , pro­
duzca la autosugestión ( “yo estoy fuerte y t r a n q u ilo , yo
irradio calor y l u z ”).
'
Un doble i n fin ito o breves instruccio nes
para a r m a r por sí m ism o u n a personalidad
(de una carta dirigida a u n hombre jo v e n )
¿En qué se basa la posibilidad de transform ación?
E n la m a te r ia p rim a de la infancia. En el hecho de que t a m ­
bién en la personalidad del hom bre a d u lto siem pre h a y re­
servas, u n m a te ria l no u tiliz ad o , esa arcilla con la que los
papeles y circunstancias v itales van confiriendo una forma
que se m oldea poco a poco.
T am bién se puede expresar de esta f o r m a : el hom bre es una
película de m uchas capas, en la que están film adas ocul­
ta m e n te in fin id ad de cosas y los reveladores de esta pelícu­
la son otras personas, papeles y situaciones. Gomo conocen
los fotógrafos, no es t a n fácil en c o n trar u n buen revela­
dor...
E l “y o ” de U d ., por consiguiente, son las “n ” posibilidades
en vidas y papeles, de las cuales en cada m om ento se reali­
za s olam ente u na. Y cada papel (padre, hijo, esposo, jefe,
paciente, pasajero, co m prador, etc.) organiza el m a te r ia l
“y o ” de una m an e ra nueva; cada papel pone de m anifiesto
y refuerza unas propiedades y d e b ilita otras.
186
Tener conciencia — y las m ás de las veces, sólo una vaga
sensación de que el Y o realizado está in fin ita m e n te lejos
del Y o posible, sirve de fuente do esperanzas y desilusiones,
nostalgia y consuelo, sueños y suicidios... ¿Acaso no hablan
de ello nuestro diario ajetreo, todos los m om entos de lu­
cidez e irra cio n alid ad , todos aquellos casos en que nos com ­
portam os y sentim os de una forma que a nosotros mismos
nos sorprende? ¿Y qué decir de los casos patológicos, como
el que se describe en u na monografía especial donde se a l u ­
de n una m ujer que vivió 16 ( ¡diecisoisl) personalidades di­
ferentes que no te n í a n ab s o lu tam en te ningún parecido entre
sí y d u ra n te largo tiem po ninguna de ellas conocía de la
existencia de las demás? Después algunas de ellas se cono­
cieron entre sí, comenzaron a carlearse (no podían concer­
t a r citas) y una de ellas (vestida do up joven) se enamoró
incluso de otra (una muchacha o prim ida por una m u je r que
existía en la m ism a personalidad). ¿Y o,l estado de h ip n o ­
sis profunda en que una persona, m ed ian te la sugestión,
puede convertirse en niño o en anciano, en re y o en esclavo,
en m ujer u h om bre (por el modo do comportarse)?..
El “m a t e r i a l ” , por supuesto, no es todopoderoso: es propio
de éste que m uestre inclinación hacia algunos papeles y
repelencia hacia otros; la plasticidad del “y o ” puede ser
m á x im a y m ín im a . El espectro in terno de las posibilidades
in te rp r e ta tiv a s es am plio y diverso en un in d ividu o y l i m i ­
tado y estrecho en otro; b r i l l a n t e , ,rico en contra stes y m a ­
tices, en un caso; pobre y difuso, en otro, como si fuera de
color gris. Pero el verdadero “ y o ” no se puede identificar
con rasgos “p e r m a n e n t e s ” del carácter, (Lo m ás p erm a n en ­
te en el hom bre suele ser cierto balbuceo.) Nadie sabe qué
cosa es "ser uno m i s m o ” . Pero yo sé, por experiencia per-:
sonal y profesional, que eso en lugar de ser lo más difícil,
lo más im perceptible en nosotros, es lo que "puede s e r ” y,
sin embargo, no " e s ” .,.
He aquí un método de autoperfeccionaraiento que lia sido
probado por mí y por un núm ero considerable de personas:
T r an sfor m ac io n es e sc a lo n a d a s (doble i nf i ni t o)
.
Tres
a d v e r t e n c i a s :
1. ]No tema perder su “Y o ” l Este siem pre está cam bian do
ac cidentalm ente. De ah ora en lo adelanto custodie en sus
m anos lo que le pertenece de derecho.
2. Deje que su fa ntasía se fortalezca y no Lema que se d e ­
sate su im aginación, pero tam poco se sumerja en un inundo
1B7
de ideas ab s tra ctas : sin fatigarse, traslade la imagen creada
a Jas circunstancias de su vida. P a ra sí mismo, Ud. no es
Seriozha Iv a n o v transform ado en E l Tábano, sino El Tábano
tran sform ado en Seriozha Ivanov!
3. Un secreto personal: ¡nadie debe saber esto! Para el m u ndo
u d . co ntin ua siendo Seriozha Iv a n ov, pero tenga la seguri­
dad de que El T á b a n o se hará sen tir en Ud.
E l doble es una persona hecha del mismo m aterial do que
está hecho U d . , con la única diferencia de que aquél está
rehecho de un a m anera d is tin ta . El puede d etectar las de­
ficiencias que tiene, una parle de las cuales las hereda del
“ Y o ” original que Ud. posee y otra parto, por v oluntad pro­
pia • T am bién el Doble puede mostrarse descontento de si
y eso es co m p leta m e n te n a t u r a l : la tarea do éste y la do Ud.
es seguir av a n zad o más lejos.
'
Fase de m o n t a je
Concéntrese d iaria m e n te unos 15 — 20 m in u to s (m añana —
noche) en el nuevo “Y o ” , es decir, esa im agen que posee los
rasgos del ideal suyo. Imagínese cómo se com porta en .cir­
cunstancias de prueba E S A P E R S O N A . Comience a desem­
peñar para sí el papel de aquélla, comience a ser aquélla. Lo
m ismo puede ser un personaje lite rario que un compañero
concreto que U d . , conozca o — t o d a v ía mejor — una per­
sonalidad sin té tic a , i n v e n t a d a por U d ., con su n om bre y
biografía. Conozcala, además, como conocería a un com­
pañero o a u n pariente cercano, con el cual Ud. debe convivir
largos años en un a hab itac ió n . E s tu d ie esa personalidad,
pruebela.
>.
Faso de a s i m i l a c i ó n : tr a n s f o rm a c io n e s en ca de n a
... Pues bien, el Doble suyo tiene ab so lu tam en te los mismos
derechos y deberes que su “Y o ” original. Este, una vez
que tom a conciencia de sus imperfecciones, puede hacer
uso, ex a ctam en te igual que Ud. lo hacía, de la tran sfo rm a­
ción intern a . De la m isma forma que Ud., puede s in te tiz a r
un nuevo “ Y o ” — im agen y, como es n a tu ra l, al hacerlo u t i ­
liza gustosam ente la experiencia ya a c u m u la d a : el Doble
No. 2 pasa a ser el Doble N o.3... Es posible que el Tábano
considere transform arse en Leonardo de Vinci. Bueno, eso
es asunto de él; pero, de todos modos, no estaría mal que
Ud. le confiriera desde el principio al Doble No 1 — a d e ­
más de otras cualid ades — un sentido artístico interno. Este
doble tiene una rica y audaz im aginació n, es capaz de con­
centrarse largo tiem po en un nuevo “Y o ” — imagen y siente
con pro fu ndidad. ¡Feliz viaje! Su V. L . ”
F ase de in tr o d u c c ió n
S im u l t á n e a m e n t e comience estas autosugestiones:
~
s °y ^ s ° y Y 0 s°y E l — ... — Después de tra n s c u ­
rrido u n mes los resultados se percibirán t o t a l m e n t e y se
in iciará la
Cómo llegar a ser psicólogo
,
" \ Est i ma do dociorl N u e s t r a f a m i l i a se t r a s l ad ó p a r a otra c i u d ad cuando y a estu­
diaba el o c ta v o grado. E n la n uev a escuela comencé a n ot a r que me r e su lt a ba
Imp osi bl e i n t i m a r con m i s condiscípulos', t ra t a b a de ser sociable, pero con fre­
cuencia no sabía de qué iba a h ab la r. Aho ra ya est oy en e l i nst it ut o v sigo
c onf rontando la m i s m a d i f i c u l t a d . M e i mpongo la ob li ga c ió n de conversar,
p ue s no se p u e d e e st a r c a l l a d a s ie mp re. . . E s extraño que en la escuela donde
ant es e s t u di a b a tenía a m ig as . E s verdad que t enia sólo dos, pero eran exce­
lentes y nunca experiment é la sensación de no tener nada que decirles. S i n
embargo, ahora siento la necesidad de co mu ni ca r al go, m i voz suena f a l s a , i n si n­
cera. Dicho s i m p l e m e n t e : no p ue do. S i e nt o que iodos me t r a í a n Con desagrado
y tengo la se gur ida d de que p o r d e t r i s de mi dicen cosas poco hal agüeñas. Por
mucho que me esfuerzo en ser m ás s e nc i ll a e i nteresante, no' lo consigo\ me
encuentro en la m ás a b s o l u t a incomuni caci ón. Yo m i s ma me e st o y c ont rol ando
c ons ta nt eme nt e. E s casi seguro que Ud. me aconsejará "ser yo m i s m a ”, |Pero
cuánto hace que trato de hacerlo\ Y en general, ¿cómo "soy yo m i s m a ” ? Necesi to
tener amig os , p ero, no se cómo c omp or ta rme . E n l ug ar de ser "yo m i s m a ” ,
represento el p a p e l de "mí m i s ma ' ’
‘
Di cen que soy e goís ta, que pi enso mucho en mí. Lo sé. Ud. segur ament e dirá
que es necesario p e n sa r mós en los demás, pero aquí está lo terri ble, \ pue s yo ig-
F ase de rev elaci ón
. ..E l doble se va co n v irtien d o en Ud. y comienza Ud. a no­
ta rlo por indicios a b so lu ta m e n te concretos que a veces no
h an sido previstos del todo en la fase de “m o n t a j e ” . Por
ejemplo, si Ud. es t a r t a m u d o y el doble no, entonces su
artic ula ció n tiene grandes posibilidades de mojorar. El do­
ble puede sorprenderlo a Ud. por la cap acid a d que tiene de
m em orizar fá cilm ente los apellidos, cosa que a Ud. le resul­
ta b a difícil. ¿Qué su “ Y o ” original se sentía y se c o m p o rta ­
ba p és im am ente en dete rm in a d as situaciones? Pues su doble
se encarga de d o m in arlas fá cilm e nte...
A d v e r t e n c i a
f u n d a m e n t a l
¡Guárdese de la idea de que así se convertirá Ud. en la P e r­
fección! ¡No, y otra vez no! Esto sólo es un m ov im ie n to.
188
_
[ 13]
189
noro cómo se haceI Y o no p ue do y no se t omar le aprecio a la gente. ¿Cómo hacerme
cari ño sa? I n c l u s i v e , st le doy consuelo a a lgui en¡ me po ng o a p e n s a r en la Im­
presi ón que' voy a pr odu ci r ext eri orme nt e y en lo bueña que yo soy. S o y una p e r ­
sona seca, i ncapaz de e x p e r i m e n t a r emoción a l g u n a . ¿Cómo segui r v i v i e n d o ?.,
Olga
“ ¡Olia!
Voy a re p e tir sus pala b ras: “U d. seguram ente dirá que es
necesario pensar más en los demás, pero aquí está lo terri­
ble, ¡pues yo ignoro cómo se ha c e !”
H a a d iv in a d o Ud. correctam ente lo que yo iba a decirle y,
al m ismo tiem po, ha m ostrado a p titu d e s psicológicas. Me
referiré al desarrollo de éstas, pues pensar en los demás,
significa precisamente ser psicólogo, de grado o por fuerza.
Lo primero que h a y que hacer en este caso es confiar de an­
temano en sí misma.
H a b la n d o en u n . s e n t i d o riguroso, el hombre n u nca puede
estar seguro de que hace una apreciación exacta de sí ln is­
mo, de la consideración que le guardan o de la opinión que
los demás tienen de él. En prim er lugar, porque los datos
que nos su m in is tra n tal inform ación suelen ser bas tan te
pobres y deformes. E n segundo lugar, porque la. opinión
se cuen ta entre las cosas m ás variables de este m u n d o : hoy
es u n a cosa, m a ñ a n a es otra; p a s a d o " m a ñ a n a , será esto,
eso o a que llo ... Y la m ayoría de las veces, h ab la n d o sobre
bases ab so lu tam en te reales, la opinión es vaga. ¿Sabe Ud.
con e x a c t i t u d cómo Ud. m ism a t r a t a a cada Uno de sus com­
pañeros de curso?
^
¿Por qué entonces no ha de creer U d ., aunque sea a t í tu l o
de prueba, que ya es capaz de prod ucir Una im presión favo­
rable? Dice Ud. en su ca rta que antes tenía dos excelentes
amigas con las cuales se sentía bien y sin d ificultades: esto
ya significa que U d . es capaz de ser sociable, que puede in­
t i m a r con personas. Ud. era capaz de eso, por la única r a ­
zón de que lo daba por descontado, no le i n q u ie ta b a , creía
en eso y no sentía especial preocupación por el t r a t o que lo
dispensaban sus amigas; con ellas no t r a t a b a de ser “más
sencilla o i n t e r e s a n t e ” , porque Ud. fera pre cisam ente así.
¿Qué ocurrió después, al traslad arse a lá otra escuela?
Es fácil de com prender: en la n uev a situación, an te nuevas
personas, como le sucede a todo el m u n d o en estos casos,
apareció en Ud. u n estado de excesivo interés por la im pre­
sión que Ud. pudiera producir. Se encontró Ud. en una s i t u a ­
ción que en psicología se llam a “situación de ap recia ció n ” .
E n tales situaciones son pocas las personas que se com po rtan
con n a t u r a l i d a d y desenvoltura; la m ay o ría se siente jus190
S .”
l a m e n te como dice Ud. de sí m ism a: hacen esfuerzos redo­
blados por “d esem peñ ar el papel de sí m is m o s ” , son torpes,
sienten que su c o m p o rta m ie n to fes fJe una falsedad insopor­
ta b le y, paralelam e n te a esto, en la opinión de ellas “ no
ex p e rim en tan n in g ú n tipo de em o c ió n ” ...
A esto lo denom ino ta m b ié n “ ilusión del n o v a t o ” . Ilusión
porque el 70 % , si no más de las apreciaciones, opiniones y
com entarios de to da laya, etc., que se a tri b u y e n a los c i r ­
cu nstante s son producto ele la im aginació n. En esta s i t u a ­
ción tam b ién es característica la sensación de “estar al des­
c u b i e rt o ” . En este estado, al in d iv id u o le parece que lo
están viendo de lado a lado, que la gente se do cítenla de ,
su turbación y fin gim ien to y que casi pueden leer sus pen­
sam ientos. E n re alid ad , nadie sospecha de sú estado y la
impresión que él produce, lo mismo pyede ser a b s o l u t a m e n ­
te norm al que h asta algo “e n i g m á t i c a ” y b a s ta n te suges­
t iv a m uchas veces, en v irtu d ríe esa ilusión que tam bién
padecen los circundantes.
Su trag edia, Olia, consiste ú nica m e nte en que esta ilusión
en Ud. “se hizo cíc lic a ” y se convirtió en crónico. Ud. pienso
que llam a la atención, que todos dicen algo de Ud. Estoy
convencido de que se equivoca ro tu n d a m e n te , de que sobre
Ud. no se habla más que de cualqu ier Otra persona y que
esa atención especial, m ás bien hostil, por parle do “ lo­
d o s ” , no es más que esa desmedida atención quo Ud. pres­
ta á su propia persona y que le qndosa a los demás, es d e ­
cir, esa forma de t r a t a r l a que tiene lo gente y quo Ud. cree
sospechosa (en psicología esto se llam a “ p roy ección ” y
en el h a b la pop ular, “cargar la culpa en cabeza a j e n o ”).
Este autoengáño inconsciente hay que expulsarlo de sí de
la forma más rá p id a y perentoria posible, ya que es peli­
groso estancarse en el mismo.
“M e tratan bien, están a gusto conmigo” : be aquí fórmulas
de autosugestión que Ud. debe intro d u cir en sí misma día
y noche.
Espero que no in terp rete mis palabras en el sentido do que
debe tener puesta la vista fija en sí m ism a. El “ a n t i c i p o ”
de las autosugestiones que infunden seguridad sólo co nsti­
tu y en u n a preparación, sólo una liberación de sí mismo,
y sobre la baso de este anticipo Ud. podrá ap ren d er algunas
cosos de sí m ism a. Le ruego que recuerde con la mayor c l a ­
ridad posible las relaciones que sostenía con sus antiguas
am igas, t r a t a n d o do com pre nder qué era lo que constituía
la base de su am istad con ellas. Es posible que Ud, llegue a
la conclusión de que era la com unidad de intereses, un modo
191
afín de pensar y de razonar; más probable aún, que era la
com unidad de se n tim ie n to s, de estados de ánim o, de coin­
cidencias de criterios con relación al m undo y a la gente
o, tal vez esa confianza especial, singular, con la q u f s ó l o
podían unas a otras revelarse secretos personales, creer como
com o naTiiralidnr ?38
^
CaS° ’ e x istía ta n t 0 sinceridad
com o naturalidad, pero, seguram ente, había algo más' cier
d a eT o ? r o SPeCia1’ i,nefab1.6 '
algunos llam an resonan­
cia, y otro sv arm onía e spiritual o incluso tele p a tía . E x is ­
tía una fusión reciproca, esa sensación a b s o l u t a m e n t e 'i n e quivoca, de que t u eres el otro y el otro eres tú y que no re­
quiere de esfuerzos o de palab ras..
No en balde al verdadero amigo le llam an de an ta ñ o "alter
d udas °TJria ’
o t r o . y ° ” - p ara m í esta situación no ofrece
? 1Sma,.SV! s a b s r l °, representaba para sus a m i ­
gas el verdadero psicologo y médico inclusive y ellas para
Ud. representaban ex a ctam en te lo mismo. Ud. no tenía —
orno tam poco ahora tiene — conocimientos de psicolo­
gía y, sin embargo, desplegaba una colosal lab o r psicoló­
gica, se m o s tra b a t o t a lm e n te ca pa c ita d a para formarse
una opinión de los demás.
1
lorm aise
Sin lugar a dudas, las personas se diferencian considerable­
m ente unas de otras por su capacidad para este tipo de ac­
t iv id a d psicológica. Incluso, en una pareja de ín tim o s a m i ­
gos uno de ellos tom ara para sí la parte m ay o r de aquélla
y el otro, la menor; uno “p roducirá el so n i d o ” y el otro lo
h ara resonar; uno e x pe rim enta la vivencia, el otro la com­
parte y todo esto se encuentra en m ovim ie nto y cambia
según las circ unstancias. Pero deseo se ñ a la r que él don de
Jas relaciones sociales y el talen to para c u l t i v a r am istades
que existen con evidencia están basados en esa capacidad
só lidam en te desarrollada para c o m p a rtir las vivencias aje­
nas (inherente a cada i n d i v id u o en una u otra medida)
A proposito sigamos unas palabras sobre la m irad a interna
con la cual Ud. se mide a sí m ism a, que le persigue a Ud.
in s P fctoí excesivam ente vigilante y que tan to le
im pid e ser n atu ra l. No hay que temerle, ni merece la pena
expulsarlo de si; es i n ú t il que lo haga m ien tras no se marche
por su propia v o lu n ta d . Pero, sin em bargo, vale la nena
com prender quién es este inspector, de dónde ha salido.
¿Me equivocare si le digo que es su t ra s a d o r interno con los
ojos de alguien cuyas apreciaciones Ud. comparte? Creo
que no me equivocare. Se t r a t a del “ Otro s i n t e t i z a d o ”
que esta dentro de Ud. y que se formó allí poco a poco,
d u ra n te toda la vida tran sc u rrid a; la pérsona que resume
192
todas sus relaciones sociales, lodos los libros que Ud; ha
leído, Jas películas que lia visto, todo; es su moral, su con­
ciencia, su ironía, su auloconciecia, ¡es Ud. misma!
¿Pero por qué entonces este Otro que; es Ud. está separado
de Ud. y vivo su. propia vida en lugar do co ns titu ir con Ud.
un lodo armonico? ¿Por qué le molesta en lu gar de ayudarla?
La respuesta existe y otra vez la lom am os.d e su experiencia
personal. El problema consiste en que ese Otro que está
dentro de nosotros siem pre busca a su doble — e l .h o m b re
vivo, el Olro-fuera-de-nosolros, con el cual quisiera fusio­
narse, identificarse — ya que de osle modo estamos hechos
y tal es la ley de la psicología h u m an a , probablemente, nna
de las m ás im po rtantes. Es que él — el Otro que está den­
tro de nosotros
luvo su origen en los hombres vivos y
quiero regresar a ellos. Se siente mal, está solo y por eso le
fa stid ia. L n el trato con sus amigas no se le percibía porque
se h a b ía encontrado a sí misma en ellas, se había disuelto,
como el i ef le jo fantasmagórico que se formo detrás del cris­
tal de la ventana cuando uno se pega ju n io a ella. El im per­
tinente inspector le ab andon ará de in m ed iato en el mismo
instante en que Ud. de nuevo esto en condiciones de vivir
interio rm en te y de sen tir al unísono con el Otro vivo.
La c o m u n i c a b i li d a d ” empieza por ln atención que Je pres­
temos a las personas. Pero no el tipo de atención que nos lleva
a hacer comparaciones depri m ientas como “ella tiene a t r a c ­
tivos y yo n o ” o bien ésta: “ Oiga, joven, Ud. se m a n c h ó ” .
Se t r a t a de j a atención perm anente, ávida y abnegada con
la que el músico escucha e interpreta la pieza musical. R e­
cuerdo, entre paréntesis, que el gran p ianista llenrich Neigauz, maestro de maestros, era Implacable con los alumnos,
que sufrían, al parecer, de una einocion perfectamente c o m - .
prensible y se sentían torpes d u ra n te las actuaciones. “ E s 1
una gran falta, es un pecado para con la música. Esa torpeza
que Ustedes sienten es un castigo, porque cuando ustedes
tocan no piensan en la música, sino en lo que ustedes mismos
hacen^ en la m ú s i c a ” — afirm aba el gran artis ta.
Lo mismo ocurre eii cualqu ier a c tiv id a d , en cua lquie r Irato
social. Todo el m und o convencerá fá cilmente en que son
m uchas las personas que se preocupan no del trato social,
sino de sí tnismns en el Italo social, Poro en c o n trar a una
persona que reconozca tener esa característica no es fácil...
La dificultad principal estriba en que al individuo mismo le
cuesta m ucho trabajo lo m ar conciencia de la posición que
asume en sus relaciones (y aquí están com prendidas muchas
cosas, la distribución de la atención — a sí mismo y a otra
193
13—2348
persona — el m a tiz que esta tiene — si es benévola u hos­
t i l, si es de ad m ira ción o de desaprobación — los propó­
sitos fu n d a m e n tales que persigue — obtener algún prove­
cho o dejar que otro lo obtenga, erguirse o rebajarse, etc •
es una mezcla de los “p a p e le s ” que in terio rm e n te i n t e r ­
preta.
Las ilusiones del, t r a t o social son innu m erables. H a y in­
dividuos activ os y sociables que se consideran sinceram ente
altru is tas, bienliechedores y conocedores de los demás:
dan consejos, son persuasivos, enseñan, son capaces de pro­
fun dizar en la vida de otra persona, cuentan anécdotas
,
embargo, son cargantes para sus interlocutores... Ni
siquiera sospechan que NO V E N a las personas con las cua­
jes se relacionan y por eso tam poco se ven a sí misinos.
Deseo ll a m a r la atención sobre tres posiciones internas que
se a d o p ta n en el tra t o social.
La primera se puede d en o m in ar “d es c o n ex ió n ” . Es eso que a
m en udo ocurre cuando estarnos v iajan d o , nos encontram os
en el tra b a jo o en el am b ie n te fa m iliar: una persona se baila
al lado de otras, pero no les presta atención, está ocupada en
Jo suyo y le es indiferente si a ella le prestan atención o
no. listo, p ropiam en te dicho, no es contacto social, sino eso
que los artistas llam an “Ja soledad en p ú b l i c o ” , posición
que se observa con frecuencia en la vida, pero que, desde
Juego, no a y u d a a compre nder el m und o de Jos otros.
A la segunda le llam arem os “ posición de escena” : una per­
sona sabe, ve o le parece que se halla en el campo do atención
de las otras. El alu m n o que se pone de pie para re s p o n d er1
el m aestro que explica la lección; el hombre que llega del
trab a jo a la casa y es recibido por los suyos; el que en un va­
gón repleto del tren empieza re p e n tin a m e n te a abrirse paso
con los codos; la m ujer que acaba de estrenarse un nuevo
vestido; una vez tenemos al ar tis ta en escena... El estado
de anim o del in d ivid uo en esta posición puede ser excelente
o terrible: todo depende de cómo perciba la atención puesta
en el, como apro bato ria o desaprobatoria. Pero en cualquier
caso esta posicion produce dentro de ese in d iv id u o cierto
desdoblam iento. P o r u na parte, el depende de las circuns­
tancias exteriores y ca p ta o im agina las señales que parten
de los otros y que tienen que ver con él. Por otra, el centro
o foco de su atención se h a lla en el mismo, lo preocupa si
sus actos son correctos o no, su belleza o fealdad, su éxito
o fracaso e invierte un cúm ulo de esfuerzos para no perder
el vínculo con el control, del exterior, pora desempeñar
bien su papel. Es perfectam ente comprensible que en tal
194
situación, incluso desempenafído brillan tem en te su papel,
el individuo tenga una pésima visión do los demás y los per­
cibe como una aprobación o desaprobación más hacia su
persona. El m undo intorior del Otro es prá cticam ente inac­
cesible al in d iv id u o que se halla “en escena” .
Y tenemos la tercera posición: m oslrnr interés por el Otro.
Aquí hay dos varia ntes:
La primera consiste en Ja simple observación. Un h o m ­
bre observa a otro; lo estudia, t r a ta n d o de compre nderlo,
pero sin mezclar su “ y o ” con aquél: ríe la misma forma que
el juez de instrucción observa al procesado y el in v e s t i g a ­
dor al investigado.
La otra v aria n te consiste en co m p a rtir las vivencias. El
hombre no sólo observa, sino que tam bién se com penetra
v iv am ente, se siente ligado al .Otro, incorporándole sus
pensamientos, su respiración, sus m ovim ientos, los latidos
de su corazón y su alm a. De esta forma observa al actor el
exlasiado espectador, en esta posición se hallan uno con
respecto al otro los amigos y los enamorados...
J u s t a m e n t e en este caso, un in dividuo , al tra b a r relación
con el Otro, tiene el m ayor grado de libertad respecto de
sí mismo. Su estab ilidad personal interior, así como el
“concepto de lo co rrec to ” para él, no ofrecen dudas ni nece­
sitan de un apoyo adicional, puesto que ya no está desem­
peñando ningún “ p a p e l ” , el foco de su atención se halla
fuera de él mismo, es docirj en el Otro.
Desde luego, todas estas posiciones se mezclan en la vida: los
individuos se relacionan, como se dice, con el fin de obser­
var a las personas y de m ostrarse a si mismas; pero, sin e m ­
bargo, se puedo n o t a r que unos observan más, otros “se m ues­
t r a n ” (o, lo que es lo mismo, tra t a n de “ no m o s tra rs e ”) y
los terceros, en su m ayor parto, están disociados. Algunos
sólo observan con fria ld ad, otros com parten las vivencias...
La tarea suya — como ya hemos aclarado — es lograr s a ­
lir de la posición de “e s c e n a ” que a Ud. le m a rtiriz a , pa­
ra pasar a la posición del interés hacia el Otro, a la obser­
vación y a la com penetración, o sea, la fa cu ltad de co m p a rtir
las vivencias ajenas. ¿Cómo hacerlo?
l i e aquí un sencillo ejercicio que Ud. puede p ra cticar en
cualquier m om ento y en cualqu ier lugar, una actividad fas­
cinante. Supongamos, por ejemplo, que Ud. viaja en el tren
del Metro o en ó m nibus y enfrente suyo está sentado alguien
que está leyendo. Es habitual, que muchas personas c u a n ­
do viajan se miren unas a otras. Ud. observará a su lec­
tor frente o frente sin que nadie lo note y todo el q u id do
rAntr^/i consi?.t i r á ’ ®n CÓMO hacerlo. S u atención está conc e n tra d 9 en el y sólo en él. Pero concéntrese con u n b a ­
jam iento total, sin m o s trar deseos de adivinar, leer o comS
f
Ti
S encilIam ente- acerqúese al flujo do vida
noshírn
*** P.6rs.o n a - el cual se m anifiesta a través do su
ronomín UT r Z Vimie,UOrS’ SU “ T " 8’ Su ^ r a c i ó n , Sll
fisonomía. T rate, sin esforzarse, de ser receptiva a todas
n ntrar
t w ” 1*™
?'í° CSLeprecisamente
M t? d ° Y n ° el
esfuorzor
pv o r? “m
pene
constituye
el inte,wo
grado superio
de atención. Este es el estado que Lozanov, in vesUgadoí
búlgaro de la sugestión, denom ina “do co n c ie rto ” En efecto
cuando estamos sentados frente al televisor, en el cine en
el teatro es decir, en re la jam iento activo, nos sentim os más
dÍM?«m N.íet predlsP uestos a ,a com penetración y al a p r e n ­
dizaje. No tem a, pues, ser re ceptiva. En Ud. surge la tenta?a°las r,Ii«0Ptar la mif ™ Pose- fruncir de la misma m a n e ­
ra las cejas, m over el dedo... No obstaculice, no trato de
hacerlo...^Parece que Ud. quiere levanta rse, sí, es verdad
salid a” 15911010
enfrentG se levantó, apurándose hacia la
Algunas personas “inco m u jiicab les” aplican diferentes va­
riantes de estos ejercicios y ello les proporciona éxitos no7
P,Ues sus reIacioI]es se hacen m ás fáciles. “ Dejando
e n tra r de esta forma — o sea, sin t e m o r y con desenvoltu­
ra - a las personas que Ud. t r a t a diaria m e nte, descubrirá
que se hace mas fácil para Ud. conversar con ellas, que las
comprende con m ay o r rapidez y plen itud que antes y que
estas, a su vez, le t r a t a n a Ud. m ás c a lu ro sam ente... M an te­
niendo la predisposición a com penetrarse con los demás
haciendo de esto h áb ito , Ud. se convencerá de que las pala­
b r a s , l o s pensamientos y el estado de ánim o que so requieren
ac udirán por sí solos, sin esfuerzo, de m odo n a t u r a l .. .
’
Ud. escribe en su c a rta : “Yo no puedo y no sé tom arle
aprecio a la gente. ¿Cómo hacerme ca riñ o s a?”
R espondo: Usted^ h as ta el m o m en to no ha amado a nadie
solo por üna razón: porque no se ha interesado de nadie
v erdad eram ente.
Es in ú til infundirse a sí m ismo afecto si ésto no existo, del
m ismo m odo que no es posible tran s fo rm ar el invierno
en verano. Pero es fácil y en gran medida ú til desarrollar
en nosotros e l i n t e r é s : una a c t it u d plurívoca y que
a nada com prom ete. Con interé s puede trata rs e a un amigo,
a un enemigo, sim ple m ente, a una persona ex tra ña. El Ín­
teres siem pre es beneficioso y es el puente entre el egoísmo
y el altruism o, el puente p or el cual es posible moverse en
dos sentidos. Pero si el egoísta puedo quemar tras de sí esto
puente, el altruista no puede hacerlo. El interés no presu­
pone afecto, pero el afecto presupone interés: hay suelo
sin p lantas, pero no h a y plantas sin suelo. ¿Re puedo ap re­
ciar a una persona y no interesarse por ella? R esulta raro,
sin embargo, que m uchas personas demuestren afecto sin
m anifestar interés, Pero, ¿por quién sienten afecto? En este
caso no cal» pre gun ta r “ ¿por q u i é n ” ?, sino "¿a q u é ? ” lo
tienen afecto. Estas personas le tienen afecto a una. imagen
creada por su propia im aginació n y, por lo general, sufren
una cruel decepción...
Ud. replicará: pero, ¿será posible quo haya un papá o una
m am á que pongan en duda que su querid ísim o hijo, sin a b a n ­
don ar un solo in sta n te sus quehaceres, se dedica a re copilar
materiales científicos sobro el tema “Mis padres y cómo lidiar
con ellos” ? ¿Es posible que en el m undo haya maestros que
no sospechen que diaria m e n te, desde el prim or m om ento
de comenzar la clase, ellos representan el objeto más im p o r­
tan te de estudio do los alumnos? ¿Qué médico, cuando exa­
mina a un paciento, no se siente, a la vez, ex am in ado ? ¿Qué
psicólogo no es psicoanalizado d ura nte su trabajo? ¿Y
quién negará que en la vida cotidiana, todos nosotros, a m i ­
gos y enemigos, jóvenes y viejos, inteligentes y ton tos, nos
estamos es tu d ian d o con tin u a m e n te unos a los otros? ( “ Yo
lo conozco” . "No lo conozco en a b s o l u t o ” . “Tú aún no me
conoces...”).
Todo esto, es así y, con todo eso, r.uán poco se intere san de
verdad, es decir, desinteresadamente, unas personas en otras.
Es imposible dar una idea de lo mucho que pierden...
llágase, pues, un Psicólogo Clandestino. Todos los días,
al tra t a r a una persona cualquiera o cuando no lo esté h a ­
ciendo, repita para sí, interiorm ente, y convierta estas
palabras en fundam entales:
“Y o todavía no conozco ni comprendo en absoluto a las personas
(una determinada, cualquiera o ésta precisamente) y deseo conocer­
las y compenderlas (a ella, a él)\ lo ansio y desde ahora toda mi
atención, todas las fuerzas de m i alm a y de mi mente están dirigi­
das a l Otro. N o existe nada m.ás interesante e Importante que esto.
Todos los días formulo m iles de preguntas sobre el Otro y a todo
el que se encuentra frente a mi trato de comprenderlo a fondo, en
lo más recóndito de su ser,.. iQué hace vivir y respirar a esta per­
sonal ¿Cuáles son sus deseos y aspiraciones'! ¿Qué clase de carác­
196
197
ter, temperamento y aptitudes posee? ¿Cómo duerme, piensa y sien­
te y qué aspectos contradictorios tiene? ¿Qué se h a lla en su super­
ficie y en su profundidad? ¿Qué influencias ha recibido de sus p a ­
dres, de sus amigos, de su profesión y de otros factores externos?
¿Qué ocurre por dentro de e lla ? ¿Cómo se valora a sí m ism a y cuáles
son los p u n to s débiles de su amor propio? ¿En qué busca ser recono­
cida y cuál es el p a p el que desea desempeñar en la vida? ¿En qué
circunstancias es falsa y en cuáles franca y n a tural! ¿Por qué
sus relaciones con la, gente, con esta o aquella persona,, adop­
tan esa forma y no otra? ¿En qué situaciones es realista y en cuá­
les es una ilu s a ? ¿Como la ha tratado el destino, cómo la, trata aho­
ra, qué le puede deparar el porvenir? ¿Qué significa en ella ese ges­
to , esa sonrisa, esa palabra, ese silencio? ¿En qué se parece a los
demás, a cierta persona, a mí? ¿No tiene dobles psicológicos que
yo ya no conozca!.., Toda mi atención está dirigida diariamente,
constantemente hacia el Otro y sus relaciones conmigo me intere­
san como una de las manifestaciones de su carácter, pero no m á s . .. ”
Conviértase, pues, en un Psicólogo Clandestino y Empiece
desde hoy a serlo.
'
,
“Pero, ¿por qué “c l a n d e s t in o ” — p re g u n ta rá Ud. ¿Es que
acaso debo o c u l t a r . toda mi psicología del ser humano?
¿ D e b o 'o b s e r v a r a las personas a e sc o n d id a s ?,..”
A escondidas, no; pero si con tacto en la m edida de lo posi­
ble: no h a y nada más detestable que entrom eterse i m p e r t i ­
n ente m e n te en la i n t i m i d a d del ser h u m ano . La atención
a las personas será su propia b rú ju la. Al poco tiem p o se
sorp re nderá Ud, de un a gran ca n tida d de cosas que no espe­
ra b a descubrir en los circun stantes y en sí m ism a.
A propósito, hace poco tuve el placer de conocer a una m ujer
de lo más e n c an tado ra, directora de un j a r d í n in fa n til. La
persona más activa y capaz de com penetrarse que hasta ahora
no h a b ía conocido y por la cantid ad de calor que irra d ia,
más que un horno, yo diría que es todo un hogar de locomo­
tora. “N unca me gustaron los n i ñ o s ” — me confesó ella.
“ ¿Pero cómo es posible?” — pre gunté sorpre ndido. "Así
como lo oye. No me gustaban sim plem ente, hasta que em pe­
cé a t r a b a j a r con ello s ” — fue su respuesta.
E ste raro encanto
o a n t i c i p a d a g ra ti t u d
(de una, carta enviada a u n paciente que m antenía correspondencia)
“ ...Y a le dije en un a carta que la ac titud de los Otros hacia
un in d iv id u o es la que este mismo ind iv id uo inspira: lo que
un in d ividuo E S P E R A subconscientem ente es lo que obtiene
y ello ocurre más rá p id o que el pensam iento , m ed ian te un
intercam bio de “f l u i d o s ” que en esencia no son otra cosa
que los códigos de la mímica espontánea y de Ja entonación,
señales que v an de subconsciencia a subconsciencia.
In icie, pues, los experim entos y convénzase Ud. mismo. .
Al t e n e r trato con alguien, pruebe dos tipos de autosuges­
tiones prelim inares:
1. “ Yo se que Ud. me trata mal; no espero nada bueno de Ud.,
sino burlas, y tra ta ré de coi-responderle de igual f o r m a . . . ”
2. “ Yo sé que Ud. me aprecia; le esloy in fin ita m e n te ag rad e­
cido, le e s t i m o . . . ”
Predispóngase así de a n te m a n o previendo toda suerte de
relaciones y encuentros concretos, y actúe in d e p e n d ie n te m e n ­
te de las condiciones externas que ex is tan : Ud. efectúa
un experim ento, eso es todo. Muy pronto se convencerá de
que tanto uno como otro estndo de ánim o funcionan p rá c ti­
cam ente sin fallar. En un “ terreno n e u t r a l ” , es decir, cuan.
do no existen relaciones de ningún tipo (Ud. ocupa su l u ­
gar en u n cupé donde ya están sentados tres pasajeros des­
conocidos), su estado de ánim o enseguida produce la a t m ó s ­
fera apropiada y al i n s ta n te a Ud. le devuelven “el s a q u e ” .
Es más, Ud. se convencerá de que estas autosugestiones,
.
de tener la fuerza suficiente, son capaces de m a t a r un ani.
biente ya crearlo y que pueden estropear las más exquisitas
relaciones, así como aliv iar las situaciones m ás difíciles y,
por eso, estoy seguro de que preferirá la varia n te número 2...
'
Pero recuerde aigo fu n d a m e n tal:
i Yo soy una fuente!
¡Yo soy un radiador!
¡Yo soy un generador!
¡Este pensamiento, esta sensación, esta fe in q u e b r a n ­
table, deben arder incesantem ente en Ud. independie ntem en-
198
199
te de nada ni de nadie| Ud. mismo, al entrar en comunica­
ción, se expone al ins tan te a las “radiaciones psíquicas” de
los. circunstantes y el igual que ellos, también eslá i n ­
fluido, no i m p o rta de quién sea la victoria.
Cuando Ud. se fije en las personas, descubrirá sin dificultad
que algunas de ellas dependen por completo del estado de
á nim o.de ios circun stantes y se a g i t a n en las olas psíquicas
ajenás como si fueran medusas; otras, por el contrario, son
in dependientes y estables y precisamente con esta e s ta b ili­
dad ejercen influencia. M ientras más intensa seá su a u tosu­
gestión, t a n t o m enor será su estado de dependencia y tanto
m ás fuerte la influencia que Ud. ejercerá. Cada cual crea
su propio campo, cada cual ilu m in a con su propia luz y
m ientras m ás intensa sea Ja fuente, t a n to más b rilla n te será
el reflejo.
¡Yo soy una fuente de luz!
¡Yo soy un radiador de calor! .
¡Yo soy un generador de felicidad!
Es en esta autosugestión a n tic ip a d a , inconsciente, dé in­
fluencia invariable , donde ra d ic a , por lo visto, el secreto
del encanto de las natura leza s “s en c illas” que por algo,
casi siem pre se h a lla n entre esas personas ig u alm en te sen­
cillas, tra ta b le s y solícitas, m ien tras que en el estado do
ánim o opuesto se basa la triste visión de las personas dé mal
carácter, herméticas e in terio rm e n te desconfiadas que,, por
regla genera], son desafortunadas desde el p u n to de vista
social. Es que sólo con una buena disposición de ánim o se
puede ver al Otro, comprenderlo; enviándole los ra yos de
nuestro calor interior, así y sólo así, so abren las puertas de
la comunica ción. Una persona con un estado de ánim o in t e ­
rior defensivo (aun sonriendo con gentileza) está sencilla­
m e n te in c a p a c ita d a desde el p u nto de vista fisiológico para
co m prender a c a b a lid a d a los que le circun dan , pues ella m is­
m a altera la relación recíproca.
D u ra n t e m ucho tie m p o me dediqué a observar con atención
a cuatro a r ti s t a s populare s de variedades y no podía co m p ren­
der en qué ra dic aba su m ágico encanto, su influencio re alm en ­
te hip n ó tic a sobre el público y por qué razón yo, que no apro-
baba el repertorio, por lo menos do dos do olios me sentía,
c ontra mi volu n tad , com penetrado por una irresistible sim ­
patía. F in a lm e n te lo descubrí: ¡es que ellbs rebosan de
g r a titu d anticipada.1 Ellos se deleitan con el éxito do a n t e m a ­
n o , s i n ten er nin gún tipo de derecho lógico a olio! Lo que por
lógica debe ser la culm inación, ni resultado do la c o m u n i­
cación con el espectador — la feliz sonrisa dol éxito, el
disfrute de la inspirada victoria, la tristeza de la separación,
la promesa de nuevos encuentros — , todas estas cosas yá
ellos las han ex p e rim en tad o desde el comienzo, desde las
prim eras m iradas, desde los prim eros pasos por el escenario,
c uando ap a ren te m e n te aún no se ha producido ningún tipo
de. comunica ción, aunque, desde luego, tal comunicación
ex ista. Lo mismo hace el c a m in a n te que va a cruzar un p a n ­
tano: prim e ra m e n te coloca una p értiga y después pone los
pies y no a la inversa. (E ntre paréntesis,’ esta esencia de la
sugestión a n tic ip a d a está im p líc ita en la expresión com pro­
metedora que todos conocemos: “le agradezco de a n t e m a n o ” .
E n este caso, ya estamos ante una especulación, a n te un com ­
promiso moral).
Pues bien, me tomé el interés de averiguar qué clase de
personas eran estos artistas, cómo era su a c titu d h a b i t u a l
hacia los que le rodeaban. Resultó que uno de ellos era exac­
t am en te igual en su vid a como en el escenario: una n a t u ­
raleza jocosa, la nobleza personificada, jaranero e i n t e l i ­
gente; los otros dos eran personas normales, ni cá lidas ni
frías, sin ninguna emanación especial, y el otro, N., el de
más talento y popularidad, se caracterizaba por su glacial
egocentrismo y cinismo. Por lo visto, pensé yo, en este úl­
timo se desarrolló un profesionalismo con características
singulares... Pero, ¿quién sabe? ¿Será que una vez que esta
en escena se convierte en él mismo, m ien tras que en la v id a
lleva una máscara protectora?... De todos modos, no he de­
jado de a d m ira r a N. como a rtista y h as ta el día de hoy,
cuando lo veo actuar, no puedo convencerme de que sea in ­
sincero. Lo sé por experiencia propia: cuando me fesulta
posible creer de a n te m a n o que las personas tienen hacia
mí una a c titu d positiva — es decir, creer ciegamente, sin
tener pruebas, to n ta m e n te — no me siento obligado a ob­
tener pruebas de ello. Cuando aprecio a las personas irre­
flexiva e ingenuamente, sin consultar con la realidad y sin
esperar ni desear nada a cam bio ni tampoco ningún tipo de
sentim iento recíproco, yo m ismo estoy estim ado sin con­
diciones: la re alidad, siem pre inultifacética, me presenta
ella m ism a su faceta jovial. Pero en este caso se necesita te-
200
201
ti QflJt
según me parecía, in e v ita b le m e n te arrastra esa “cruz del
d e s t i n o ” . “ No, — pensaba yo — do eso nad a , qué se le
va a hacer: “el perro ch iq uito siem pre parece un c a c h o rr o ...”
Entonces empecé a n o ta r asom brado que algunos de estos
“a g r a v i a d o s ” no e x p e rim en tan , al parecer, ning ún tipo de
m olestia: no se sienten hu m illa d o s o irritado s ni adolecen
de nin gún complejo de inferioridad. Al co ntrario, se sienten
cómodos, libres do trab as y seguros; tal vez algunos de ellos
son m ás enérgicos, más despiertos y activos: como muelles
dispuestos a s a l t a r de un m om ento a otro. Estos individ uos
obtienen lodo género de éxitos, incluso entre el bello sexo
y lo que es más raro aún, ¡a m enu do estos hom brecitos
lucen más a lto s 1 E n efecto, lucen más altos, im ponentes y (
convincentes que los que parecen tener m ay o r estatu ra y
están parados a su lado. Existen hom brecitos así y h asta los
hay delgaduchos y poco agraciados, pero los demás parecen
pequeños com parados con ellos: ¡son Napoleones entre g e ­
nerales!
Ud. m ismo sabe que en la galería de hombres m u n d ial mente
célebres ab u n d a n los “de m edida c o r l a ” . Mencionaré sólo
los primeros que me han venido a la m ente: Lérm onto v,
Toulouse-L autrec, Charles ChnpÜn, S lr avinski, G linka, el
mismo N apole ón... T alley ran d , un enano por su e s ta tu r a y
deforme por su fisionomía, que no sólo fue un gran político
y diplom ático, sino, además, uno de los más grandes d o n ju a ­
nes de la época... l l a y todavía más nombres, h arto y harto
conocidos, pero no voy a c o n tin u a r m encionándolos, sino
a repetir lo siguiente: la cuestión no radica en los “logros
sobre sa lie ntes” , pues pese a toda la im po rtan cia de la obra
y de las ap titu d e s , el resultado o el re ndim ien to — en cual­
quier ac tiv id a d y, sobre todo, en la de creación — tam bién
es una “ variable i n d e p e n d ie n t e ” , una especie de lotería,
Incluso Einslein, para crear la teoría de Ja re la t iv i d a d , tuvo
que ser afortu nado en eso y él mismo Jo reconocía sin brom ear.
Por otra parte, conozco personalmente a in d ividuo s que no
descuellan tín nad a y, sin embargo, son v erd ad eram en te gra n­
des, de acuerdo con cJ sistema de valoración que ellos y yo
com partim os. E n tre ellos los hay bajitos y -pequeños, pero
le aseguro a Ud. que tienen talla de gigantes.
'
.,
¿En qué radica« pues, la cuestión? He aquí la explicación:
estas personas no adm iten ni. siquiera la idea subconsciente
de que su estatura o cu alquier otra cosa puede ser motivo
de hum illación, Incluso no entienden qué cosa es eso; para
ellas la hum illación no existe. Se com portan de igual a i g u a l ,
t a n t o con los de m ay or como con los de m enor es tatu ra que
ner valor singular y sentim ientos desinteresados, pues vol­
ver la vista atrá s equivale a m o rir como en el caso do Orfeo
y. E u r í d i c é . . . ”
U n a situació n desesperada
o la segunda e s ta tu r a
(de cómo llegar a ser alio, hermoso, d is tin g u id o * etc.)
“V.L. :
N o h a y necesidad de d e s p i l f a r r a r un p a p e l en. una l arga dísgreslón'. con se­
g u r i d a d que y a Ud. se dio c ue nt a p o r mi letra de que en mí no h a y nada
s obr es al ie nt e, aunque sueño con ell o. Seré breve. Tengo 23 años, y m i d o 150 cm.
N o me atrevo acercarme a una muj er . (O m i to e l p á r r a j o e mo c io na l .. . ).
¿Se p ue d e a u m e n t a r de tamaño?
Co mp re nd o que m i p r e g u n t a no es c i e n t í f i c a , que es necesario tener en cuenta
o t r a s p a r t i c u l a r i d a d e s . N o espero una re spu es ta ra di ca l, pero es tan i m po r t a nt e
p a r a mí f o r m u l a r e st a p r e g u n t a . . .
'
/í.”
“ E s tim a d o R .:
Me apresuro a darle una respuesta y bas tan te ra d ical. Su
párrafo emocional es más que co m prensible: el que escribe
estas líneas, así como Ud. (como posteriorm ente se ha reco­
nocido) una de cada dos, si no una de cada una persona do la
tierra, ex perim en tó en su m om en to un gran núm ero dé v iv en­
cias sem ejantes de los más diversos m atices. Como Ud. y
como muchos, por no decir todos, me a to rm e n té largo tiem po
y en ,b a ld e , h a s ta que com prendí, o más e x a ctam en te , hasta
que t u v e l a s e n s a c i ó n de los “d o n e s ” do lodo gé­
nero, todas esas “varia b les i n d e p e n d ie n t e s ” que nos regala
el destino sin que nosotros se los pidam os, incluyendo la es­
t a t u r a física, no son n ad a en comparación con la segunda es­
t a t u r a , la f u n d a m e n t a l ...
E s t a e s t a t u r a no está incluida en los genes ni se determ in a
por las horm onas, sino que se adquiere, se alcanza. Y la
cuestión no radica en absoluto en si una persona ha conse­
guido o no algo “s o b re sa lie n te ” y, en todo caso, no radica
en los centím etros.
^
Mis propios ojos me ayu daron a salir de esa situación; ellos
que o bservaban con interés a la gente, con p a r ti c u la r av i­
dez al principio. Al en co ntrarm e en u na situación co m p a ra­
ble a la suya, yo buscaba en otros lo que me fa lla ba a mí m is­
mo (sin saber que sólo me fa lta ba un a c o s a : la d ig n id a d i n ­
tern a .) Buscaba a personas iguales que yo y peores, para con­
vencerme de qiie no era el ú l t im o , .. Me interesaba inlensam en té to da “deficiencia” , observaba con celo, entre otras,
a las personas de esta tu r a pequeña, t r a t a n d o de compre nder
de qué forma se las arreglaban con esa cosa molesta que,
H*
202
203
ellas, con sus jefes y subalternos, con los adultos y con los
niños y reciben igual t r a t o de éstos.
A nte un interlocutor in teligen te o tonto, bondadoso o
malévolo, estos in d iv idu os se atienen a este axiom a de la
i gualdad recíproca y ello siem pre enaltece a am b as partes.
Se t r a t a de una v irtu d , o si se quiere, de u na fineza del es­
p íritu . A estos in divid uos (que, por cierto, no abu ndan)
los considero ig ualm ente norm ales y grandes.
¿Sabe Ud. que somos nosotros mismos y sólo nosotros los
que determ inam os nuestro valor? ¿Que ninguno de los " p a ­
r á m e t r o s ” que poseemos, j i i los físicos ni los in telectu ales,
tienen la más m ín im a relación con dicho valor?
¿Que ta n negativos son los que se consideran “ por e n c i m a ”
de los demás, como los que se colocan “por d e b a j o ” , cuales­
quiera que sean las "razones o b j e t i v a s ” que existan para
ello? Toda la cuestión consiste en que no existen tales r a ­
zones objetivas ni pueden e x istir: es m ucho m ás sencillo
d em ostrar que todas ellas son convencionales, re la tiv a s y
dependen ú n ic a m e n te de en cuál escala de valores el in di­
v iduo m ismo se coloca.
A su vez, la a c t it u d que el hom bre asum e consigo mismo siem ­
pre se tran s m ite a otras personas, ac tú a como una Influen­
cia. Pero, a condición, claro está, de que sea una a c t it u d
verdadera, profunda, es decir, lo que el hom bre ES para sí
mismo y no lo que quiere parecer. E l que in terio rm e n te se
siente’, "por d e b a j o ” de los demás, nunca logrará respecto
ni am or. (Incluso si estos s en tim ien to s surgieran en una per­
sona, de todos modos, ésta no creería en ellos). Por otra
parte, el que se siente “ por e n c i m a ” , v erd ad eram en te segu­
ro y tra n q u ilo , de forma t a l que no tiene necesidad de de­
m ostrarlo ni a los demás ni a sí m ismo, es capaz de suscitar
ad m ira ción y respeto, del m ismo modo que la en vidia y el
odio. Pero este tipo de persona está sola y se siente infeliz
entre sus sem ejante s...
Tenga en cu e n ta, adem ás, que la esta tu r a , al igual que
to d a la apariencia exterior, es percibida por el in terlo cu to r
a los dos o tres segundos cuando más, de establecerse la rela­
ción, después viene y “empieza a h a b l a r para que pueda ver­
t e . . . ” . Los que no saben ec har al olvido — y t r a n s m i t i r esta
sensación a los demás — cualqu ier aspecto desfavora ble de
su ap arien cia exterior, profesión, edad o posicion social
(la relación de “ p a r á m e t r o s ” puede ocupar toda u n a carta),
son t o d a v ía can didatos a llam arse hombres. Todos nosotros,
inclusive, fuim os en los lejanos años de la infancia, a p a re n ­
te m e n te como debíam os ser...
204
Observe a un niño cualqu iera ele tres o cuatro años, un n i­
ño corriente, que aú n no ha caído interiormente en la t r a i ­
dora t r a m p a de los valores, opiniones y otros menesteres
de la com paración. Este niño aú n no ha logrado mida y no
se sabe si lo logrará; todavía no es bueno ni m alo, no es insig­
nificante ni grande, no es inteligente ni tonto, no es fuerte
ni débil: no es nadie y puedo sor cualquiera. ¿Qué importa
que sea pequeño? Sin embargo, es libre y n atu ra l porque
t o d a v ía no sospecha que representa esta m edida o aquélla.
P ara él todos son iguales y él es igual para todos. Sin darse
cuenta él m ismo, se valora en un plano in fi n i t a m e n t e ele­
vado, es el Universo para sí mismo. ¿Acaso no tiene razón?
Tiene mil veces razón, ya que es hijo de la E t e r n id a d . Esta
justicia infantil es in fin ita m e n te superior a todos los éxi­
tos y talento s que hay en el m undo, ya que es la m ism a vida
y esto lo sienten todos. ¿Acaso h abrá quien se atreva a tasar
el valor de la vida infan til em pleando parám etros cuales­
quiera? ¿Acaso el valor de un niño se dete rm in a por lo que
sea capaz de lograr en d ete rm in a d a circunstancia o aspecto?
¿Acaso el sentido de éste, el sagrado sentido de nacer y vivir
espiritualm enlo, es llegar a ser un académ ico o un d epo rtis­
ta? El niño existe y eso b asta: el niño hombro: en eso está
resumido todo. La condición h u m a n a no cam bia. Por muy
grandes que sean los logros creadores de alguien, por m uy
perfectas que sean las cualidades del intelecto, el talento o
la belleza física, existe un no se qué en el ser h u m an o que
no es com parable con na d a ...
Desde hace algún tiem p o y me consta, además, que lo
más terrible para los “a g r a v i a d o s ” por el destino es inspirar
lástim a a los “ ag r a c ia d o s ” , esa m a g n á n im a benevolencia,
ese “t a c t o ” cauteloso, esa forzada hipocresía con la que e sto s,
últim os ocultan su superioridad. Ah, ipero cu á n to más dulce
re sulta el franco desprecio que e s a s 'in so p o r ta b le s limosnas!
Sem ejante bondad s im plem ente no puede q ued ar im p u n e ...
Cuando compre ndí esto, sin pérdida do tiem p o me dispuse
a hacer fuego contra la compasión y, en prim er lugar, con­
tra mí mismo. |Qué lloro el desgraciado, si, qué llore, si se
le ocurre la to ntería de considerarse tal? ¡Nada de compasión,
nada de lástim al El agravio que inflige el d estino es una prueba
para el E sp íritu . Yo he visto que en el m u n d o de la “ inferiori­
d a d ” hay el mismo núm ero de alm as elevadas y ruines que en
el restq del m undo; la proporción es la m ism a. Pero la “ i n ­
fe rio rid a d ” tiene sus extremos. Me lie tropezado con mons205
h
truos m o ralm ente degradarlos y con verdaderos a tle ta s del
espíritu. Además, conozco a quienes, ap a re n te m e n te , les
ha sido dado to d o : belleza, es ta tu r a , inteligencia, éxitos y
el reconocim iento de estos éxitos. Estos indiv idu os, desde
todos los puntos de vista, son casi el colmo de la perfec­
ción y, sin embargo, h a y quienes son m o ralm en te im perfec­
tos. Son como enanos disfrazados o jorobados que ocultan
su joroba...
He aq u í lo primero que desearía aconsejarle: no escatimo
tiem po y relaciónese con las más diversas personas, y trato
de en c o n trar entre éstas a un a persona, t a m b i é n de corta
es ta tu r a o con otros defectos que salten a la vista, pero
que no se sienta agobiada por ello. Que sea u na m u j e r bas­
t a n t e fea o u n hom bre enano, no i m p o rta , encuentre a esa
persona, obsérvela y t r a t e de com prender qué es lo que le
da fuerza e sp iritu al. Observe a todo el m un do, pues de dos
personas, casi siem pre una de ellas tiene una e s ta tu r a supe­
rior y la otra, inferior; u na es joven y rica; la otra, pobre
y enferma, y casi todos, excepto esos pocos a r istóc ratas del
espíritu, en una u otra m ed id a, en unas u otras situaciones,
e x p e rim e n ta n las m ism as dificultades que Ud.
;
Y después, in ten te desempeñar él p a p el de esa persona.
¿...? É n efecto. D esem peñar el papel de aquélla, inte­
riormente, para sí mismo. Dígase a sí m ismo:
“ ¡Yo soy El! Yo soy El, Yo soy A s í ” : s im ple m ente t r a n s ­
m ítase la orden de ser él y tenga la sag rada convicción de
que esa orden ha sido c u m p lid a. Que nadie conozca este
juego, excepto U d . Después que llegue n creer que Ud. es
E l, U d . ta m b i é n olv id ará que se t r a t a de u n juego.
^
De esta m ism a forma, en secreto, se puede asu m ir ta m b ié n
el papel de cua lquie r compañero alto, seguro y desenvuelto
de los que Ud. conozca y ta m b i é n el de una persona de me­
diana e s t a t u r a .. Pero tenga en cuenta esta: lo m ás i m p o r t a n ­
te aq u í no es representar como aquél se c om p orta , h abla ,
c a m ina , etc., sino lo que yo denom ino “im ita ció n i n t e r n a ” ,
o sea, dejar impreso un carácter con todas sus m a n ife s ta ­
ciones, en su to t a l i d a d ; re producir en uno m ismo la esencia
de esa persona, su estado de ánim o, su a c t it u d hacia el m u n ­
do y hacia ella m ism a. ¿Comprende lo que quiero decir?
Ud . debe efectuar u n traspaso de subconsciencia. U d . ne­
cesita adueñarse de u na p e r s o n a l i d a d .
¿Pero acaso es esto posible?
La prueba la tenemos en la vida co tid ia n a de cada ser h u ­
m ano, con tal que la observemos con un poco más do profun­
d idad . Desde la t e m p ra n a infancia no hacemos más que prac-
1-icar esta im ita ció n in te rn a : dentro do, nosotros están flu­
yendo incesantem ente los sentim ientos, pensamientos y
vivencias de alguien; creamos nuestro espíritu a partir do
otros espíritus, y nos nu trim os do ellos, como se n u tren las
plan tas de agua y luz, como se nu tren los an im ales de las
p lan tas, y de otros animales, sin que lo notemos, sin quo
nos domos cu e n ta...
La per sonalidad de cada ser hum an o, lo quiera éste o no,
es un coctel de personalidades usurpados, una mezcla móvil
y do m últiples capas, con aroma y olor inconfundibles. Por
otro lado, Jo que llam am os “ Y o ” se puede co m p a rar con un
disolvente: unos componentes se asim ilan con rapid ez, fa­
c ilid a d y avidez, y otros, con más l e n titu d y dific u lta d 1.
¿Me ha co m prendido?... Sólo so t r a t a de co n tro la r cons­
c ie n te m en te lo que de una forma u otra tiene lu gar do m anera
espo ntánea. Al “a d u e ñ a r s e ” de la per sonalidad de alguien,
U d ., desde luego, signo siendo Ud. y sólo U d., poro ai m is ­
mo tiempo se hace Otro. La im ita ción externa confiero a la
in te rn a sólo un im pulso sugestivo, pero la esencia, eso de
lo cual estoy hab la n d o , llega en forma de fe — “ Yo soy
E l ” o “Yo soy A s í ” — de una fe que modifica el estado
psicofísico en que Ud. se oncuentra.
'
“ Yo soy el O t r o ” . “ Yo soy E l ” : el objetivo so ha realizado
y Ud. sigue siendo U d., pero un Ud. diferente. Este os ol
g r a n m om en to en que aquello que Ud. desea parecerse t ra n s ­
forma en lo que U d. es . Ud. E n t r a en una nueva imagen
de sí mismo. Su “y o ” adquieró un a nueva existencia. Y,
ad em ás, ésta será suya en la m edida en que lo croa. Des­
pués de infundirse la idea de que Ud. os alto, Ud. s e s e n ­
t i r á alto. Y j u n t o con Ud. no dejarán do sentirlo los de­
más.
•
P ara la im ita ción in tern a no es im prescin dible escoger lina
personalidad viva o real: se puedo hacer uso de u n modelo
literario e incluso uno mismo puedo croar este modelo. Si
Ud. so im agina, por ejemplo, que es O ulliver entro enanos,
su estado do ánim o y su co m postura n ecesariam en te sufri­
rán un cam bio : al e n t r a r en la imagen, Ud. se h a r á bondadoso
y seguro; indulgente y condescendiente; ate n to y cuidadoso;
en Ud. aparecerá una discreta m ajestuosid ad: recuérdela,
consérvela dentro de sí y fíjela una y otra vez. Ilágaso la idea
de que Ud. se h a lla constantemente entre niños pequeños
(lo que, en principio, está cerca do la verdad) y en Ud.
aparecerá una bondad segura. En esta hipóstasis ríe su “ Y o ” ,
Ud. ad o p ta rá una a c t it u d de jovial y condescendiente com ­
prensión hacia aquellos que le considerarán a Ud. in fe r i o ra
207
*>nfi
ellos en es ta tu r a , inteligencia u otros dones cualesquiera;
Ud. les perdonará, fá cilm ente t a n t o la altan e ría como la
ridiculez: ellos ven la superficie, pero Ud, la esencia; ade­
más, Ud. sabe que en el m u n d o existen Liliputienses —•
Gigantes, en co m paració n con los cuales, todas las diferencias
de es ta tu r a entre los Gulliveres carecen s enc illam e n te de
im p o rta n c ia , pues cada uno es, a pesar de todo, un ‘‘hom ­
b r e - m o n t a ñ a ” ...
“ ¿Y eso es todo?... — p re gu nta rá Ud. ¿No hay n ad a m á s ? . . . ”
Esto es lo fu n d a m e n ta l. Pero con esto no se agota n las po­
sibilidades; se puede a b o rd ar a la vez la cuestión desde
otro p u n t o de v is ta d ia m e l ra l m e n t e opuesto. C ualquier per­
sona puede log rar unos 3 ó 5 cm, aunque todas las reservas
horm onales se h a y a n agotado ya. No vam os a forjarnos ilu ­
siones. E n el caso suyo esto no es un fa ctor decisivo, pe­
ro, así y todo, merece la pena p ra cticar unos ejercicios.
Los que yo voy a recom endarle tieneii no sólo u n fu n d a m e n to
físico, sino t a m b i é n psicológico.
La m ecánica fisiológica es b a s ta n te sencilla y, por supuesto,
sim bólica. No se necesita ser médico pnrn estar seguro de
que cada una de nuestras articula ciones tiene u n m a y o r
o m enor grado de. en corvam iento, Fíjese ahora m ismo en
sus dedos. ¿Se da cuenta de que todos ellos están semiencorvados y que el “ l a r g o ” de cada uno de ellos está lejos de ser
el m áx im o . De igual forma (a unque en un sentido algo di­
ferente) está sim ie nco rv a d a la personalidad del llam ad o
hom bré promedio. La colum na v erte b ral del ser h u m an o cons­
ta de 32 articula ciones y cada una de ellas tampoco está todo
lo derecha que pudiera estar. Es más, si logramos enderezar­
las y cada u na de ellas a u m e n ta en 1 m m , el total arrojaría
la cifra de 3 cm. El estado de desencorvam ieñto puede hacer­
se h a b i t u a l ; puede que el organismo seo porfiado, pero al
final sucu m b e a los im p era tiv os categóricos. La postura,
la forma de m antenerse de pie, se convierte en una segunda
fisiología (las m anos de un p ian ista y las manos de un car­
pintero; las piernas de una b ailarin a y las piernas de un
jinete de caballería). ¡Desencórvese, pues, enderécese! Los
ejercicios corrientes en la barra; fija y en las anillas ay u d a n
a ala rg ar la colum na v erteb ral, pues el cuerpo tira de sí
p o f.s u propio peso. Veamos otros ejercicios especiales: sen­
tad o en el piso, con las piernas estirad as y las manos aga rra­
das a las p u n t a s de los dedos de los pies, inclinarse hacia
ade lan te. E n decúbito v en tra l, levantarse sobre las manos
ex te n d id a s hacia adelante, flexionado el cuello. P u ede rea­
lizar este m ismo ejercicio, pero de modo que los brazos ex208
ten didos topen con un sofá, etc., y así sucesivamente* pues
ya sabe Ud. que aquí se puede im provisar.
¡Pero todavía eslo no es lodo!
Cuando Ud. se fam iliaric e con estos ejercicios, o como se
dice, cuando les coja ol gusto, comience n sub ir el escalón
siguiente. Im agínese la ejecución de estos ejercicios m e n ta l­
mente (Pero co n tin ú e su ejecución física). El mejor m om ento
parn producir esta concentración m ental es antes del sueño
y en cua nto acabe de dorm ir, d u ra n le 5 ó 7 m in uto s. P e p i t a
y ejecute con sus pensamientos, sentidos y sensaciones lo
m ism o que hace su cuerpo. Al m ismo tiempo, m e n ta lm e n te
o en voz a lta , repita frases que expresen sus deseos:
"Día tras día m i cuerpo se vuelve cada vez tnás de­
pendiente de mí. D ía a día m i cuerpo trata de crecer
cada vez más. Cada, uno de m is músculos quiere ayudar­
me a ser más alto. Todos m is nervios, vasos sanguíneos
y músculos, todas las células de m i cuerpo están unidos
po r el deseo de hacerme a lto ...
D ía tras día crezco. Siento cémo crezco. Siento cómo
nuevas fuerzas se esparcen por tedo m i organismo y crezco...
P ronuncie estas palabras autosugesUvns im pro v is an d o l i ­
bre mente, sin aferrarse a las palabras, sino sólo a la esencia,
con ca lma y a u t o ri t a r i a m e n t e , seguro y hasta con u n tono
algo indiferente, como algo n a tu ra l, sin e x p e rim e n ta r n in ­
gún tipo de emoción. Ud. sabe que está creciendo. Para ello
incluso no hacen fa lta sus deseos, pues el fenómeno está
ocurriendo y ol resultado está g a r a n tiz a d o ...
'
Esto ya significa pasar del nivel inferior al superior, a-la
“segunda e s t a t u r a ” : Ud. mismo so convencerá de cómo
todo coincide y converge hacia un punto. N a tu r a lm e n te ,
esos 3 ó 5 centím etros adicionales son una v erd adera ni­
m iedad. Simple y llanam en te, sn puede llev ar tacón alto y
además, colocar dentro del calzado una p l a n t i l la que no se
vea, con lo cual ganaría Ud. en total unos 10 centím etros,
si ese es su deseo. Pero los centím etros que Ud. ha creado
y que de por sí no significan nada, pueden conferir una m e­
dida bastan te tergiversada a su a ulov a loración, que no os
más que el diploma con que Ud. mismo se ha recompensado:
no hay necesidad de medirlos solam ente con tina regla. En
lugar de ello, es m ucho mejor quo Añada sus experiencias
sociales, su fantasía y su hum or, y dentro de poco tiem po,
[ 13]
209
estoy seguro de.que aprenderá Ud. a hacer uso do los ejer­
cicios psicofísicos no sólo para a u m e n ta r la lon gitud del
cuerpo. Ud. crecerá in terio rm e n te y . c o n ES TA E S T A T U ­
R A no sólo a y u d a rá a crecer a su persona. Al a d q u i r i r u n a
seguridad verdadera, que se basta a sí m ism a, e x p e r i m e n t a r á
la sensación de que para Ud. está ab ierto u n m u n d o de d i ­
símiles relaciones y Ud. no tem erá acercarse a na d ie ...
n
Su V . L . . ”
■.Pero esta ca rta merece u n com en tario especial.
efecto, ap a ren te m e n te estamos an te el caso de una s i ­
tuación sin salid a: la es ta tu r a es la es tatu ra, del m ism o m odo
que la edad es la edad, la inteligencia es la inteligencia, el
ca rácter es el carácter, Ja situación es la situación y la m u e rte
es la m u e rte ... Se t r a t a de aquello que nos ha sido y que no se
puede cam biar. Entonces, ¿de qué psicoterapia cabe aquí
hablar?
Como hom bre y como médico, desde algún tiem po vengo
utiliz an d o en mi tra b a jo dos definiciones del Desdichado.
E n Ja primera de ellas podría incluir a un enano que tal
vez sea un genial ajedrecista o t elép a ta, pero que realm ente
lo que desea es ju g ar al baloncesto; un Don Quijote que p a r ­
ticipa en un cam p eon ato m u n d ia l de boxeo; u n i n d i v i d u o
que, erróneam ente y en contra dicción con su n a tu ra leza ,
ha escogido como valor elevado el am or, la vida cotid iana
o la profesión y el que no lo ha escogido en ab soluto, peto lo
ha a d m i t i d o inconscientem ente. E n la segunda definición
el Desdichado es aquél que se perm ite sentirse desdichado.
R em em o ra n d o el complejo que en Ja vid a corriente se de­
n om ina envidia, es posible suponer que nadie tend rá feli­
cida d en este pla n e ta , m ie n tra s exista un solo ra toncillo
que tenga el rabo m ás corto que los demás o, por lo menos,
así le parezca. Igno rar a personas así, confiando en un op­
tim is m o de ocasión, no sólo es in h u m an o , sino ta m b i é n peli­
groso.
E x is te n casos sutiles y casos burdos. E n el desigual m und o
vive u n Desdichado de la N a tu r a le z a , u n hom bre que ha
sido castigado aún antes de nacer; vive el Desdichado del
Destino, con u n a biografía desfigurada, ta m b i é n ca stigado
qu ién sabe por quién y por qué. Las enfermedades del D e sti­
no las cura éste, pero si la curación no sé v is lu m b r a , el in­
div id u o m ism o se las arregla a duras penas o escribe car­
ta s y entonces h a y que ap lica r la psicoterapia opistolar.
Lo esencial de esta psicoterapia es sugerir la forma en que
uno puede mofarse del destino: m odificando la posición
interior. Convertirse en O tro...
210
Después de escribir a R. esta c a rta y releerla, al principio
dudé si hacía bien o no en recomendarlo que practicara ejer­
cicios de un “nivel i n ferio r” p ara que lograra un aum ento
prá c tic a m e n te insignificante en la e s ta tu r a física. ¿Acaso
no significa esto ju g ar con esa sobrevaloración que yo mismo
acabo de ecliar p or tierra? ¿Para qué estirarse y enderezarse
si Ja lo n g itu d del cuerpo no es digna en absoluto de atención
alguna? ¿No se contradice el médico con sus pro pias reco­
mendaciones?
Existo, in d u d a b le m e n te , la co ntradicción. Y sin e m b a r­
go, me decidí a t o m a r esa resolución, pues de tales c o n tra ­
dicciones ta m b i é n está hecho el sor h um ano y esto hay que
aceptarlo como u n atrib u to . La m ujer e n t r a d a en años que
ha renunciado a pensar en algún lance amoroso, sigue usando
cosméticos y e vita h a b la r de su edad; el hom bre que sabe
de su incurable enferm edad e inm ine nte m u erte y que no
ob stante p ra ctica ejercicios y so cepilla los dientes... Es
i n ú t il l la m a r a u n hombre al cielo sin s u jetarlo en la t i e ­
rra: “el plano s u p e r io r ” y “el plano i n ferio r” pueden en ­
trar en arm on ía sólo ayud á n dose m u tu a m e n te .
La a c titu d hacia las situaciones irrem ediables no puedo
controlarse m e d ia n te un esquema p u ra m e n te ra cional. El
sufrim iento es n a t u r a l , pero lodo ser viviente liuye de ésle.
El m érito, pues, del ser hum an o consiste en ac eptar cierla
dosis de sufrim iento...
La m uerte de un ser querido, es un hecho insoslayable y
el sufrim iento es inevitable. La a c t it u d hacia este hecho
no puede ser m odificada. T’ero las penas son insoportables
y el in d iv idu o busca un apoyo... En estos casos, ningún
psico terap eula tiene derecho a s u m i n is t ra r consejos tales
-como “réstole i m p o r t a n c i a ” , “ o lv í d e l o ” , “ d i s t r á i g a s e ” y así
por el estilo. N a da puede hacer aquél como no sea pedir
valor y firmeza. No puede hacer nad a , excepto, tal vez",
a n u la r t ra n s ito ria m e n te el insoportable dolor m e d i a n t e los
medicamentos,' la sugestión, el trabajo o la n a tu ra le z a ...
|No, es imposiblo aconsejar “ que 110 so s u f r a ” l Pero, ta n to
el médico como el que sufre co m prenden en lo profundo de
sus alm as que si por delante queda al menos una v id a, las
-cosas deben ser así: el sufrim iento no puede ni tiene de­
recho a ser infinito; cualquiera que haya sido la pérdida;
la a c t it u d c a m b ia rá, si no c u a l it a ti v a m e n t e , al menos c u a n ­
ti ta t iv a m e n t e . El dolor se ap la cará y ello debe ocurrir espon­
táne am ente, en forma n a t u r a l : la vida vuelve a los vivos..,
“Quiero vivir para pensar y s u fr ir ” '.Iiasla ahora no se hn
concebido nad a que sea superio r a está fórmula.
In d u l t o y o b je tiv id a d
(ide una respuesta dada a una persona que piensa (que no ha tenido más
suerte que otras)
¡Estim ado V.l
... E n la tie rn a infancia, cuando aprendem os a cam inar,
nos golpeamos f a ta lm e n te c on tra mesas y sillas. Gritam os,
lloram os... ¿Quién tiene la culpa? |La culpa la tiene esta
silla, que es m u y mala! Vova chocó con ella y está sufrien­
do, pobre cito. H a y que darle una paliza, h a y que castigar
a esa m alévola silla: jaquí tienes tu merecido! ¡Pero Vova
no está conforme, dice que la culpa la tiene P a p á , pues,
¿para qué puso aqu í esta silla? Pero P a p á no se arrepiente
y dice que ese demonio de Vova es el que tuv o la culpa, por
meterse siem pre donde no debe.
|Y a tenemos u n a acusación! La p rim era de todas, la reac­
ción m á s usual a u n fracaso cua lqu ie ra, de c u a lq u ie r m a g ­
n i t u d . Acusación o autoacusación negro o blanco, ¡que más
da! A la v id a , a la policrom a v id a , le es t o t a l m e n t e in d i­
ferente de quien sea la culp a, ya que ella está c o n s titu id a por
in fin id ad de p ru e b as y errores, por innu m era b le s “ de nue­
v o ” ; ella no sabe m ás que lan z ar un a y otra vez una m oneda
al aire y la m o n ed a tiene derecho a caer cara cinco o diez
veces seguidas, pero de to das m an e ras caerá cruz y los re­
s u ltad o s se n iv e l a r á n cuando la m oneda sea lanz ada m uchas
veces...
Ello ocurrirá t a n t o m ás fá cilm ente cu a n to m ás rá p id o v u el­
va Ud. a em pezar después de declarar Un in d u l to general
y libera rse a sí m ism o — al menos por un i n s t a n t e — del
fastidioso deber de ser feliz.
•
La o b je tiv id a d hace al ho m bre igual ni destino y este ú l t i ­
m o tem e m o r t a l m e n t e al análisis. E n cu a n to empezamos
a e s tu d ia r nuestros éxitos, éstos de in m e d ia to se hacen p ol­
vo, t a n t o los pequeños como los grandes; Eso m ism o le
pasó al célebre ciempiés que después de pensar en sus p a ­
tas se le olvidó c a m in a r. \Lo mismo se puede decir de los fra­
casos! Pero aquí ocurre precisam ente lo con tra rio que c u a n ­
do se reflexiona se puede aprend er a c a m in a r y h as ta volar...
H e aq u í lo prim ero que h a y que p ra c tic a r ahora m ism o, en
el m o m e n to en que el destino, según le parece a U d., J e ha
hecho m order el polvo.
No se apresure a leva nta rse. No corra hacia n in g u n a parte.
N o . t é n g a prisa p or e n tra r en el g abine te de un p s iq u ia tra .
No t r a t e tam po co de buscar a un p sicoterápeu ta a m p l i a ­
m en te ca p a c ita d o , pues estos espe cialistas no a b u n d a n .
212
¿H abló Ud. ya con uno de sus ín tim os amigos? ¿No sacaron
n ad a en claro?..
Entonces piense on sí misino. Pero no en p rim era persona,
sino 011 tercera. De este modo:
“¿Qué desea este hombre? E l árbol de sus dem andas, la jerarquía
de valores, lo primordial son los objetivos, lo secundario, lo acce­
sorio o lo derivado... ¿Están bien definidos los fu n d a m en ta les?
¿ Y si los lugares de los fu ndam entales están ocupados, por lo de
n-ésimo valor? ¿No se tortura a sí m ism o? ¿Se preocupa de lo que
de todas maneras no depende de éÚ (E n caso de tener celos, como
Ud.). E l mismo comprende que es una cosa absurda... S i todo eso
se someterla a la lógica... ¿Pero si él va a comenzar otro ju eg o l
Y a que el número de juegos posibles con el destino es in f in i t o , in ­
cluso dentro de los lím ites de aquel lapso breve de tiempo que se
llam a vida...
.
A propósito, le queda por viv ir... vamos a contar... D igam os, cer­
ca de 40 años, 25 de ellos son frescos y los demás son otoños, la
postrimería. S i se calcula lo que lodos sus años “han dado", él
sólo comienza a vivir hoy día (y eso es a s í, sólo hoy día), eso es lo que
s.e necesitaba demostrar. ¿Qué es lo que realmente puede llenar su
vida? (No tocamos la felicidad...) Oh, no, este teorema del amor
se ha demostrado muchos veces y no se obtiene resultados, hay que
cambiar los a xiom as...''
*
Es así, a p r o x im a d a m e n te como hay que pensar en sí mismo,
t r a t a n d o de dejar salir las emociones más allá de la sim p atía
m o dera da. ¿Por qué on tercera persona? Puesto que así>es
m ás fácil acercarse a la o b je tiv id a d : osa es aquella forma
en la c u a l piensa en Ud. otra persona. Es así, precisam ente,
como comienza a pensar en sí m ism a la persona: a la edad
de un año y m edio Vova para sí mismo no es t o d a v í a “ y o ” ,
sino “é l ” , y este p rim er paso del p ensa m ie nto es el m ás co­
rrecto. De la m ism a m ane ra, por la m isma causa, Ud. com ­
pre nderá más p rofunda, r á p id a y e x a c ta m e n te cualq uier
otra persona, si Ud. no va a pensar en ella en tercera per­
sona; “é l ” , “e l l a ” , “ ellos” , sino en la p rim era — “ y o ” ,
introd uciend o en este " y o ” todo lo que Ud. siento en la m is­
ma. Los errores son inevitables; no es ta n fácil desprenderse
de su " y o ” semiciego y envejecido. Pero cu a lq u ie r h á b ito
exige ejercicios.
Así pues, in d u lto y o b jetividad ; es suficiente para que caiga
cruz...
213
Eje rc ic io s
y f o rm a s
de ha c erlos
11. R e l a j a m i e n t o
de los ojos
12.
r
Breve guia del AE
Págs.
1. “P r o y e c c i ó n ”
73
2. Con tem pla ci ón
rít m ic a , c o n ­
tem pl a ci ón
i ni nte rru m pid a
3. C on tem p lac ió n
mental
74-75
4. “Vi de o sc op io
interno”
5. Fijación del
dedo
6. C om p en etr a­
c ió n con las
palab ras y re­
pre sentac iones
7. “D e s l i z a m i e n ­
t o ” y “ren aci ­
m iento”
P u l s a c ió n de la
atención
8. E x p u l si ó n
de te ns io ne s
9. G am as de re la ­
j am ie n t o
10. R e l a j a m ie n t o
del rostro
y ejercicios
mlméticos
76
70— 78
79-80
81-82
87— 91
91-94
94-96
■
Idem
08
1 0 2 — 104
14. ' f o rt if i c a c i ó n
■
(estiram ien to y
o t ro s e je rc ic io s
y procedim ien­
t os)
107 — H O
15.
75
9 0 — 98
E je r c ic i o s con
ritm o (retarda­
c ió n , ncole.roc ió n )
Cuándo y para qué
P re pa r at o ri o para todo el otirso. I n d i v i ­
d u a l m e n t e : para
ejercitar la at e n c ió n ,
c on c en t ra c ió n y desar ro llar la memoriaId em
.
Cuán cío y para qué
E co-im án
Com o e l e m e n t o de e j e r c i t a m i e n t o ge neral
de la a te n c ió n . P ara un rápi do de sc an so
psíquico. Para r eno var las r el ac io n es con el
m u n d o que nos rodea y crear el e st ad o do
á n i m o creador
E l e m e n t o bá s ic o de to d o s los ejer cic ios
del curso. Para u n rá pi do r e l a j a m i e n to
in te rn o en la s m á s d i s i m i l e s s i t u a c i o n e s
E j e r c i c i o de r e l a j a m i e n to ge ne ra l, desa rr ollo
d e l 1 “c o n t r o la d o r m u s c u l a r ” int e rn o . I n ­
d i v i d u a l m e n t e para de sc a ns ar r á p i d a m e n t e
y m ej o ra r el e st a d o de á n i m o
P ara p r of u n d i za r el r e l a j a m i e n t o d u ra n t e
lo s ej er ci c io s d e l cur so. Para c a m b i a r rá­
p i d a m e n t e de e st a d o de á n i m o . Para la
r e a n im a c i ó n m e n t a l . Para dor m irs e m ás
lenificación.
n e rv io so s y
‘
Para
desarrollar
el
a u t o c o n t r o l gonnrnl
( |R e t a r d a c i ó n i n t e r n a al. p r i n c i p i o de cmln
en t r e n a ni i on t o a u t ó g e n o ! )
■
122— 128
Id em y e s p e c i a l m e n t e para Ja me mo ria v i ­
su al. P rep ar aci ón para lo s ej erc ic ios de
tra ns fo r m ac ió n
'
”
,
P ara el e j e r c i t a m i e n t o ge ner al do la autoc o nc en t ra c ió n . Como prepa ra ció n para las
a u t o s u g e s t i o n e s que pr odu cen calor
Pre par aci ón para a u t o s u g e s t i o n e s de to do
tipo
In dividua lm e nte
P a r a el descanso r á p i d o y la
Para
a f l o j a r las tens io ne s,
p s íq u ic a s
,
d DSl i 7/111 t o ”
13.
Ejerc icio s y
formas
de hacerlos
"Péndulo
Piígs.
I
E l e m e n t o de todo s los ej e rc ic io s dol c u r i o .
I n d i v i d u a l m e n l e : p a r a desca nsa r r á p id a
i n e n le y a u m e n t a r la c a p a c i d a d de t r a b a j o .
P a r a m e j o r a r el e s ta d o de tí n iu m
Método
universal
do autosug esl ¡ñu
qun
c o m b i n a el n i v e l m á x i m o de eonce nl rn ■
cl 'm con el r e l a j a m i e n t o i n t e r n o . A p l i c a b l e
en c u a l q u i e r a c t i v i d a d c o m o un a p a la n c a
co ns c ie n te de c o n t r o l de la su bc o ns ci en ci a,
P r o d u c e u n a di s p o s ic i ó n de á n i m o ó p t i m a
pat a t r a b a j a r
10. H e s p i r a c i ó n
libre
133
E l e m e n t o de los ej e rc ic io s del curso. R e ­
curs o i n d i v i d u a l de descanso y e q u i l i b r i o
mental
17. R es p ir a c ió n
rítm ica
13 4
M é t o d o qu e s i r v e de a y u d a a to das las a u ­
tosug estion es
1 8.
13 5
Método
para
tran quilizarse y
p r o f u n d a m e n t e . F a c i l i t a el su eño
“Respiración
o n írica”
10. E j e r c i c i o s
piratoriof o n a l ório s
20. “C a l o r ”
21.
"Frescor”
22.
"Pesadez”
rápido.
res­
130— i 39
144— 148
14!)
15 4— 15G
relajarse
.
P a r a d e s a r r o l l a r la s e g u r i d a d en sí m i s m o
y la d e s e n v o l t u r a en oí t r a t o s o ci al . D e m a ­
ne ra esp ec ial — p a r a los casos de d i f i c u l ­
tades en el h a b l a
•
E l e m e n t o de los e je r c ic io s del curso. P ar a
la sedación g e n e r a l y la a r m o n i z a c i ó n del
f u n c i o n a m i e n t o de los ó i g a n o s
in te rn o s;
sobre to d o , p a r a r e g u l a r la presión s a n ­
g u ín e a A y u d a en casos de di ve r so s fe nó­
m en o s d e s a g r a d a b le s r e la c io n a d o s r on la
a n g u s ti a
E l e m e n t o de r e l a j a m i e n t o g e n e r a l. C o m b i ­
n a d o con el “ c a l o r ” en el c u e r p o a y u d a a
aulososegarso
E l e m e n t o do los eje rc ic io s del curso. P a r a
un r e l a j a m i e n t o p r o f u n d o qu e pued e c o n ­
v e r t i r s e en sueño
214
[ 13]
21!
Ejercicio»
y formas
de hacerlos
23. A u t o s u g e s t i ó n
preonirica
(m é to d o
de Cue)
24. A u t o s u g e s t i ó n
m atinal (des­
pu és d e l sueño)
25. C o m p e n e t r a ­
ción y tran sfo r­
m a c ió n . E n t r e ­
n a m i e n t o hist r ió n ic o :
“ Yo
s o y E l ” ( E lla )
26. Creación del
d o b l e int erno
y t r a n sf or m a ­
c io n e s e s c a l o ­
na d a s. I m i t a ­
c ió n int ern a
27. Cómo enga ñar
al i n s o m n i o
28. E l m e j o r m é ­
todo de auto­
análisis
29. “G ra t it u d
anticipada“
30. “P s i c ó l o g o
Clandestino”
Págs.
156-157
158
184-187,
203-209
183-188
159-162
213-215
200-203
198
Cuándo y para qué
Si e m p r e y don de qu ie r a; on caso de lo s tras­
t o r no s i n t e r n o s m á s d i s í m i l e s y c o m o m e ­
di d a p r o f i lá c ti c a . A n t e s i t u a c i o n e s i m p o r ­
ta nte s; c u an d o se re su e lv e n p r o bl e m a s d i ­
f íc il es
Id em
M ét od o c o m p l e m e n t a r i o para lo s ejer ci­
c i o s d e l curso. I n d i v i d u a l m e n t e : para d e ­
sar r o lla r la i m a g i n a c i ó n , la fa n ta s ía y las
a p t i t u d e s creadoras. Para c o m p r en d e r a
f ond o a la s d e m á s perso nas y des arrollar
lq h a b i l i d a d de r ela cio na rs e con la g e nt e
I d em . P ara de sar ro lla r la p l a s t i c i d a d i n ­
terna tr ans fo rm ar c o n s t a n t e m e n t e la p e r so ­
nalidad
T o d o el l i b r o / C a p t e la esencia de la. par a­
doja d e la s o b r e v a l o r a c i ó n — De see no
t e ne r d e se o s de d o r m i r — R e s t e i m p o r ­
t a n c i a al s u e ñ o — r el á je s e. ..
Cu an d o ocurren fracasos y . . . c o m o m e d i ­
da p r of i lá c t i ca
P ara te ne r é x i t o s en el tr ato s o c i a l , s i e m ­
pre y d on d e q u ie r a
Id e m , m á s el e q u i l i b r i o de la a u t o v a l o ración
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