Subido por Slictik moderador del taller de humor

Cómo tratar a un enfermo mental PDF

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CÓMO TRATAR A UN ENFERMO MENTAL I
CURSILLO DE YOGA MENTAL
APÉNDICES
CÓMO TRATAR A UN ENFERMO MENTAL
Después de la clase algunos me habéis pedido sugerencias de cómo debéis tratar
a vuestros familiares que padecen una enfermedad mental. Os daré algunas nociones
básicas que iremos ampliando en otras clases. Como enfermo mental que he sido y soy
estoy preparado para saber muy bien cómo reaccionamos los enfermos a ciertas
conductas.
PRIMERA: Un enfermo mental necesita mucho cariño, todo el mundo lo necesita,
pero un enfermo más que nadie, es como si los demás estuvieran caminando por un
paraje civilizado y necesitaran agua, es fácil que la encuentren, en cambio un enfermo
mental está en el desierto y si nadie le da agua se morirá de sed. Puede que no reciban
bien ese cariño, ese afecto, que estén distantes o incluso molestos o malhumorados o
incluso agresivos si están en crisis. No importa. Hay que dar cariño siempre y con
paciencia. Esto abrirá un boquete en su bunker y por esa grieta, que iremos ampliando
poco a poco, podremos llegar hasta él.
SEGUNDA: Como enfermo mental muchas veces me he preguntado si acaso
nosotros no tenemos los mismos derechos que los demás. A los demás, sean quienes
sean, se les guarda un respeto mínimo y se aceptan sus derechos, en cambio el
enfermo mental parece que no tiene derechos ni es digno de respeto. Se juega con
nuestra libertad, se toman decisiones por nosotros sin contar con nuestra opinión,
algunos creen que somos como niños o tontos con los que no se puede contar para
nada. EL RESPETO A LA LIBERTAD DEL ENFERMO ES ESENCIAL PARA MANTENER UNA
BUENA RELACIÓN CON ÉL. Si se intenta controlarle, manipularle, decidir por él, se
sentirá en una prisión y ya sabemos que la primera ley del recluso es la fuga. Si
queremos algo de un enfermo mental, respetemos su libertad, si está en crisis y hay
que internarle, tal vez tengamos que forzar un poco su libertad, pero luego siempre se
le piden disculpas y se habla de ello.
TERCERA. Un familiar que quiere a un enfermo mental y desea ayudarle debe
informarse de la enfermedad que padece, buscar asesoramiento, buscar información
teórica y práctica. Si no sabemos la enfermedad que padece nuestro familiar mal
vamos a ayudarle. Deben informarse y deben ser conscientes de que la enfermedad la
tiene el otro y no ellos, el tratar de vivir la enfermedad por el otro, sufrir como él e
intentar curarse en su lugar no sirve. Un familiar está mejor y puede ayudar más si
procura estar bien, que la enfermedad de su familiar le afecte lo menos posible y
siendo muy conscientes de que el enfermo es una entidad independiente y no una
prolongación nuestra. Y esto va especialmente por las madres.
CÓMO TRATAR A UN ENFERMO MENTAL II
Comprendo la preocupación y angustia de los familiares cuando no pueden llegar
al enfermo, cuando se sienten impotentes para hacer algo por él. Desde mi experiencia
como enfermo mental puedo hablaros de los problemas que tuvieron mis familiares
conmigo y lo que me llegaba y lo que no. Hoy hablaremos un poco de la comunicación
con el enfermo mental. Repasad el capítulo anterior porque es básico.
CÓMO COMUNICARSE CON UN ENFERMO MENTAL
-Lo primero es no asumir que el enfermo nos odia y no quiere saber nada de
nosotros. Aún recuerdo los lloros de mi madre cuando me decía que había dejado de
quererla y que la odiaba. No es cierto. Un enfermo mental no se comunica porque no
puede hacerlo, especialmente en las crisis agudas. Su enfermedad hace que se
repliegue en sí mismo y cree un bunker a su alrededor.
-Los enfermos mentales tenemos una extraordinaria capacidad para mandar a
los seres queridos, las personas del primer círculo, al segundo o incluso al tercero. Es
una capacidad tan extraordinaria que no es fácilmente entendida por otras personas.
Las razones de ello son las siguientes:
-Lo que más quiere un enfermo mental es curarse. Sabe que nadie puede
hacerlo, ni los terapeutas ni los familiares, por eso, especialmente cuando está
desesperado, huye de la comunicación. Si lo que más quiero en esta vida no me lo
puede dar nadie, ¿para qué relacionarme y comunicarme?
¿Qué hacer entonces? Es inútil intentar convencer al enfermo mental con
razonamientos, no sirven de nada, el razonamiento no cambia su situación: es un
enfermo mental y nadie puede curarlo. Deberemos asumir esto y repetírselo al
enfermo mental cuantas veces sea necesario, con naturalidad y sin machacar, no es
necesario.
UN ENFERMO MENTAL NO PUEDE SER CURADO POR SUS TERAPEUTAS, NI POR
SUS FAMILIARES O SERES QUERIDOS, NO PUEDE SER CURADO POR MILAGROSAS
MEDICACIONES… UN ENFERMO MENTAL SOLO PUEDE SER CURADO POR SÍ MISMO
La voluntad del propio enfermo es básica. Nadie puede curarse si no quiere. No
obstante el familiar no puede hacer nada, por mucho que insista y machaque no va a
conseguir que el enfermo tenga voluntad. Recordemos los primeros principios, sino
respetamos la libertad del enfermo mental y si no lo tratamos como un ser adulto y
capaz nunca llegaremos a él ni conseguiremos nada de él.
CÓMO COMUNICARNOS
Tendiendo puentes. La comunicación es cosa de dos y los puentes se tienden
entre dos orillas. De nada sirve apoyar un pilar muy sólidamente en nuestro terreno si
no hay apoyo en la otra orilla. El puente se vendrá abajo porque la ley de la gravedad
es implacable.
Lo mismo sucede con la comunicación con el enfermo mental. Podemos amar
intensamente, ser generosos, darlo todo, ser pacientes, cimentar un solidísimo pilar en
nuestra orilla, pero si el puente no llega al otro lado todo es inútil.
-Para llegar al otro lado necesitamos: el permiso del enfermo mental, luego su
colaboración y finalmente su decisión libre de utilizar ese puente.
-Una vez tenemos el permiso buscamos terreno sólido y edificamos, siendo muy
conscientes de que no hay terreno sólido permanente en la orilla del enfermo mental.
Hoy podemos construir un pilar muy sólido y al día siguiente una simple lluvia hace que
la tierra se corra y todo se hunda.
-Tenemos que ser flexibles y pacientes. Si ya no nos sirve lo construido en esa parcelita
de terreno… pues busquemos otra y volvamos a construir. Seamos flexibles, seamos
pacientes, estamos en terreno pantanoso. Nada dura mucho en la orilla del enfermo
mental.
Un puente está bien, pero debe utilizarse en las dos direcciones. Cuando
tenemos un puente vamos a por otro y luego a por otro. Cuando tenemos ya una
maraña de puentes descubriremos que la relación y la comunicación con el enfermo
mental puede ser incluso mejor que con nuestros seres más queridos, pareja o
familiares. Cuando un enfermo mental recibe mucho y se ha construido una maraña de
puentes no hay persona más generosa, devuelve el mil por uno. Pero hay que llegar y
construir puentes y esa es una tarea dura, complicada y muy dolorosa.
Un familiar debe aceptar que no puede curar al enfermo, solo puede estar a su lado,
ayudarle, apoyarle, construir puentes, intentar comunicarse.
UN FAMILIAR DEBE ESTAR BIEN, DEBE CUIDARSE, DEBE INCLUSO SER MEJOR ATLETA
QUE EL PROPIO ENFERMO, DEBE PODER CORRER LA MARATÓN MEJOR QUE EL PROPIO
ENFERMO. SI UN FAMILIAR ESTÁ PEOR QUE EL ENFERMO MENTAL HABRÍA QUE
TRATARLE A ÉL, INCLUSO CON MAYOR PRIORIDAD QUE AL ENFERMO.
Seguiremos con este tema y con otros. Se puede pensar que el esfuerzo no merece la
pena. Sería como tirar a un bebé a la basura porque nos exige demasiado. Si le damos
todo cuando se haga mayor recibiremos el mil por uno de cariño. Así de duro, pero así
de verdad, despreciar a un enfermo mental es como tirar a un bebé a la basura. Hay
bebés que nos crispan los nervios porque están siempre llorando y no comen, y están
enfermos, y… Todos sabemos que no hay mayor satisfacción que criar y cuidar a un
hijo y que éste de mayor nos quiera con un amor que ni siquiera pudimos imaginar.
http://www.youtube.com/watch?v=G6LYnQckxDs
CÓMO TRATAR A UN ENFERMO MENTAL QUE SUFRE UNA CRISIS AGUDA EN SU
ENFERMEDAD
Lo primero que debe tener en cuenta un familiar o cuidador de un enfermo
mental es que las crisis de la enfermedad no sobrevienen como una granizada, que
puede caer en cualquier momento y en cualquier parte. La enfermedad mental es un
proceso parecido al de una enfermedad física, solo que con algunas diferencias
peculiares debido a la propia enfermedad y al carácter del enfermo.
La enfermedad mental, dependiendo del tipo de patología tiene unas etapas y
evoluciona de una determinada manera. No es lo mismo una depresión que se
prolonga en el tiempo, meses o años, con diferentes etapas y ciclos, que el delirio de
una esquizofrenia o psicosis o un trastorno de personalidad. Tampoco es lo mismo un
trastorno bipolar, con fases muy marcadas, que una crisis de ansiedad o una neurosis o
una fobia, etc
Un familiar o cuidador, si está atento y si conoce bien al enfermo, puede ir notando
síntomas, signos de la crisis que se avecina. Lo que nunca se debe hacer es esperar a
que la crisis se produzca para actuar, como si esperáramos a que lloviera para abrir el
paraguas. Como decía aquella frase famosa de una campaña de publicidad sobre
sanidad: Es mejor prevenir que curar. Si la enfermedad se intensifica o agudiza tal vez
sea imprescindible tomar algunas medidas:
-Acudir al terapeuta que lo trata habitualmente y solicitar que le cambie y ajuste
la medicación o simplemente que hable con el enfermo.
-Buscar el momento adecuado para una conversación sincera con el enfermo sobre lo
que le está pasando.
-Si se sabe el proceso que sigue determinada enfermedad o patología sería
conveniente anotar los síntomas que se están produciendo en una especie de agenda
o diario que hemos abierto al efecto. Si uno no conoce bien la enfermedad hay que
informarse de forma urgente.
-Tener siempre en cuenta que una enfermedad mental no es como una enfermedad
física, no se le puede dar una pastilla al enfermo para que no sufra y mejore, estar
atento para limpiarle y cambiarle. La enfermedad mental es una enfermedad global de
toda la personalidad del enfermo, por lo tanto no podemos centrarnos exclusivamente
en que tome la medicación, pensando que ya no se puede ni se debe hacer nada.
-No hay mejor mediación para un enfermo mental que el cariño de los suyos, la
compañía, la comprensión y la comunicación. Si esto lo hacemos antes de que se
produzca la crisis es posible que ésta no llegue a manifestarse, al menos no en toda su
intensidad. ¿Pero qué ocurre cuando la crisis se ha manifestado ya?
MEDIDAS PARA TRATAR AL ENFERMO EN PLENA CRISIS
-Lo primero que hay que tener en cuenta es que la violencia del enfermo mental
que está en crisis aguda, tiene mucho de leyenda urbana y de mito. En general el
enfermo mental es menos agresivo y violento que la mayoría de las personas que se
autodenominan como “normales”. Esto se debe a que los enfermos somos más
sensibles y empáticos y sufrimos mucho cuando vemos sufrir a los demás,
especialmente si creemos que es por nuestra culpa. De hecho, si pudiéramos bloquear
un poco esa empatía y sensibilidad nuestra enfermedad mejoraría y sufriríamos
muchas menos crisis. Estamos muy atentos a no ofender, a no agraviar, a no hacer
daño a los demás, y eso nos genera angustia, estrés, sentimientos de culpa.
-Cuando un enfermo mental se pone agresivo, incluso violento, suele ser porque su
patología está muy agudizada porque ha llegado al límite de su evolución, porque la
medicación no le está ayudando mucho, porque sus seres queridos no le están
haciendo mucho caso y porque las personas de su entorno están hurgando en su
herida sin la menor sensibilidad.
-Hay que tener siempre muy en cuenta que es más fácil que un enfermo mental se
haga daño a sí mismo, se autolesione, intente el suicidio que no que agreda, hiera o
incluso produzca daños físicos irreversibles. Los casos en los que un enfermo mental ha
llegado a lesionar gravemente, incluso a causar la muerte a personas de su entorno
son tan insólitos que por ello mismo hacen que los medios de comunicación se ceben
en ellos. Teniendo en cuenta la estadística de enfermos mentales que existen en
nuestro planeta, simplemente con que un enfermo mental de un millón produjera
graves lesiones o causara la muerte a alguien de su entorno, tendríamos noticias
frecuentes en los medios de comunicación y eso no es así. La misma estadística,
aplicada a personas que se consideran “normales” nos daría un índice mucho más alto
de agresiones y homicidios, salvo que haya gente que aún piense que los delincuentes
son todos enfermos mentales y los psicópatas y asesinos en serie son “per se”
enfermos mentales. Nada más incierto. De hecho si los psicópatas, sociópatas y toda
clase de asesinos en serie sufrieran una patología o una enfermedad mental típica
habría muchas menos posibilidades de que causaran la muerte a sus semejantes. El
hecho de que haya personas que hayan perdido la empatía, que no sean capaces de
ponerse en la piel del prójimo, que hayan perdido toda base moral, toda noción de lo
que un ser humano puede hacer o no hacer, no significa que estén enfermos
mentalmente. Una persona mala no es un enfermo mental “per se”, ese es un
gravísimo error que nos ha hecho mucho daño a los enfermos mentales, lo mismo que
una persona buena no tiene por qué ser “per se” una persona sin ningún trastorno
mental. La bondad y maldad forman parte del carácter de una persona, lo mismo que
ser calvo, tener pelo, ser delgado o gordo, forma parte de las características físicas de
una persona, pero no dicen nada de su hipotética enfermedad mental.
-Los familiares y cuidadores deben tener muy en cuenta que rara vez un enfermo
mental les agredirá físicamente salvo que se les provoque o no tomen mediación
alguna y entren en un delirio mental de consecuencias imprevisibles. Los enfermos
mentales somos muy susceptibles al cariño y no hay mejor método para controlar una
crisis aguda, una agresividad patológica en un enfermo que el cariño, la comunicación,
la sensibilidad.
-Hay que tener muy en cuenta que un enfermo en crisis aguda no deja de ser persona,
ni se convierte en un tonto, ni deja de comprender lo que le decimos, ni deja de
razonar. Salvo en casos muy puntuales de delirios o trastornos de personalidad muy
agudos en los que el enfermo pierde gran parte de la consciencia o del sentido de la
personalidad, todos, incluso en fase aguda, comprendemos lo que se nos dice,
razonamos, podemos comunicarnos, tenemos nuestra propia visión de lo que nos
sucede, de nuestra enfermedad. Lo que no soportamos es el insulto, la burla, la
insensibilidad, el que nos traten como si fuéramos idiotas o estuviéramos
incapacitados… Cuando un familiar o un cuidador se salta todas las líneas rojas y pierde
el respeto al enfermo y no respeta sus derechos fundamentales, cuando ni se le tiene
en cuenta a la hora de anular su libertad, aunque sea solo por un tiempo, la respuesta
del enfermo es siempre agresiva y a veces violenta. Algo que por otro lado lo sería
mucho más en una persona “normal” a la que se tratara de la misma manera. Que
alguien intente secuestrar, forzar, llevar “de las orejas” a una persona normal y que
vaya reservando hospital si no tiene más fuerza física que el otro. En cambio nos
permitimos el lujo de tratar al enfermo como si fuera ganado, lo introducimos a la
fuerza donde no quiere y le tratamos a patadas, le insultamos, le humillamos… ¿Y aún
nos quejamos de su reacción? ¿Qué esperamos del enfermo mental, que sea un
cordero que vaya al matadero sin abrir la boca? Gracias a Dios los tiempos han
cambiado, pero a mí aún me toco sufrir todo esto y más. Estuve atado con cadenas en
un sótano, se me obligó a tomar comida por un embudo de plástico cuando me
declaré en huelga de hambre, fui pateado, pisado, me dieron patadas, puñetazos, me
arrastraron por un suelo de cemento. Sufrí tandas de electroshock que anularon mi
memoria y me angustiaron hasta límites inimaginables para una persona normal. El
trato que sufrí no lo sufren ni los asesinos en serie en las cárceles de alta seguridad
actualmente. ¿Alguien piensa que se puede tratar así a un enfermo mental y esperar
que éste se comporte como un corderito balador llevado al matadero? Muchas veces
los problemas que generan los enfermos mentales que sufren crisis agudas de su
enfermedad son causados por terapeutas incompetentes, por familiares que nada
saben de su enfermedad ni quieren saber, que les quieren muy poco y tienen muy
poca sensibilidad hacia su familiar enfermo. Un familiar que conozca la enfermedad,
que quiera al enfermo, que sepa tratarle cuando sufre crisis, ni tiene por qué temer
una reacción violenta del enfermo ni siquiera tendrá que internarle a la fuerza, el
enfermo aceptará hacerlo voluntariamente si se le convence de que es necesario,
aceptará tomar medicación y llorará de agradecimiento si el familiar le abraza y la
acaricia. Hay algunos casos extremos que trataremos en otro capítulo.
COMENTARIOS DE LOS LECTORES Y RESPUESTAS
27032014
Dora
(16:41:15)
:
Aprendí mucho con estos relatos. MUCHAS GRACIAS.
¿Cómo tratar a un Enfermo Mental? - Casa de Salud, Clínica Especialzada en el
Tratamiento de Depresión, Bipolaridad y Esquizofrenia.
papus21
(18:19:57)
:
(02:26:23)
: editar
Gracias a ti, querida amiga. Hablo desde el punto de vista de un enfermo mental, tal como
me sentí yo cuando se me trató de cierta manera. Puede que los terapeutas, familiares o los
meros observadores lo vean desde otro punto de vista. El mio es el del enfermo. Un saludo.
isabel (@mixabelg)
(10:56:30)
:
También soy yo enferm@ mental y lo que has escrito sobre la enfermedad mental en mí se
ha dado punto por punto. Gracias al amor, comprensión, respeto y fé de mi terapeuta me
he curado.
19052014
papus21
(11:45:37)
:
Gracias por tu comentario Isabel. Nada como el amor para curar la enfermedad
mental. He puesto en funcionamiento este blog en cumplimiento de la ley de
Ahmra, quien recibe un don espiritual está obligado a ponerlo a disposición de sus
hermanos sin pedir nada a cambio. Te sugiero que estés atenta para ayudar a otros
enfermos mentales que la ley de ahmra ponga en tu camino, debemos ayudar lo
mismo que hemos sido ayudados. Un saludo.
9062014
Adriana
(03:40:40)
:
No encuentro la manera de expresarle mi más sincero y profundo agradecimiento
por su escrito. A través de él, Ud. me ha dado la oportunidad de asumir una actitud
renovada y optimista frente a la enfermedad de mi mamá, y me ha motivado a
dialogar con ella abiertamente y sin ningún temor, con la confianza en que entre
todos encontraremos la mejor forma para brindarle el bienestar que tanto merece
vivir. Gracias de corazón.
papus21
(10:38:24)
:
Gracias a ti, Adriana, por intentar comunicarte con nosotros los enfermos mentales, no
somos fáciles pero si se intenta comprendernos no debería haber ningún problema en la
comunicación y en el trato. Mi punto de vista es el del enfermo, como no podría ser menos,
imagino que los familiares tienen otro punto de vista y nada me gustaría más que lo
expresarais también aquí. El mutuo conocimiento nos enriquecerá y nos ayudará a superar
obstáculos. Este blog está abierto también a todos los familiares de los enfermos que
necesiten expresar su opinión, sugerencias o simplemente una palabra amable y de
esperanza. Si alguno no se siente a gusto expresándolo públicamente os podéis dirigir a mi
correo electrónico y procuraré contestaron lo antes posible. Mi correo
es [email protected] Un abrazo y cuídate mucho al tiempo que cuidas de tu
madre. No podrás ayudarla si tú no estás bien.
rosco (03:14:39) : editar
( MUCHISIMAS GRACIAS POR DEJARME OPINAR, Y ESTO ES LO QUE PIENSO)Bueno teniendo
en cuenta que el 90/100 de las discapacidades fisicas acaban por ayudarse de temas
psquiatricos para llegar al minimo de minusvalia establecido,se deberia de seguir luchando
para integrar a las personas ( por otra parte completamente aptas dentro de un limite de
estress que no deberian traspasar, es decir, vida normal sin abusar en ciertos aspectos) lo
dicho se deberia de seguir luchando para que las personas con discapacidad por nervios
puedan acceder a todo tipo de estudios y trabajos. Aunque no vayan a vivir de ciertas
profesiones por lo menos dejarlos sacar el titulo de tal o cual cosa ( por ejemplo para sacar
el carnet de camion ponen obstaculos a veces que ni el propio psiquiatra dando permiso es
capaz de solventar y de solucionar, lo mismo le ocurre a policias o vigilantes o gente sin
mas que quieren hacer un curso ó de tiro con arco o tiro olimpico de pistola,y muchos
otros oficios que ponen en duda que puedas realizar tal o cual tarea, aunque sea cuidar de
alguien ) ¿ como hacer entender a la gente que tomandote tu pastillita mañanera o
nocturna eres completamente normal? ¿ como quitar de la cabeza enfermedad mental y
delincuencia y agresiones, que ocurre con gente super progresista en otros aspectos que
cuando les dices tengo nervios o llamalo si quieres enfermedad mental acaban hasta por
negarte el derecho a conducir o tomarte un trago de cerveza, y hablan siempre de ti con
pena para ellos sentirse mejor, como pasandote el problema por la cara y estigmatizando
con sus comentarios? ¿ como evitar que cuando tienes un problema laboral o personal con
alguien incluso grave de irse de palabras la gente se de cuenta de que no siempre la culpa
es del “ enfermo mental´´ ? ¿ TENGO MUCHAS INQUIETUDES RESPECTO A ESTE TEMA ME
COMPRENDEIS ? (Espero no imponer mi criterio solo es mi opnion particular y gracias
nuevamente por dejarme opinar desde mi punto de vista )
papus21 (11:23:21) : editar
Gracias por tu comentario. El tema de la marginalidad de los enfermos mentales o
discapacitados o de otros colectivos es sangrante y nunca se hablará lo suficiente de ello.
Nuestra sociedad gusta de poner etiquetas, pegatinas, marcas en la frente de las personas
que les molestan por una u otra razón. Es la marca de Caín que los supuestos buenos, los
“Abelitas”, ponen a todo el que es diferente por una o por otra razón.Para´mi
fundamentalmente indica una falta de sensibilidad humana, de espiritualidad, pero sobre
todo una inconsciencia rayana en la tontería. Quienes no hayan descubierto aún que la vida
es frágil, que todo cambia y que al final todos morimos, es que es un inconsciente. Todos
podemos ser mañana enfermos mentales o discapacitados o formar parte de un colectivo
marginal. ¡Es tan fácil caer en una depresión profunda tras la muerte de un ser querido, o
tener un accidente de automóvil y quedar parapléjico o gravemente lesionado, o que te
echen del trabajo y terminar como un vagabundo, durmiendo en los cajeros de los bancos,
o…. La fragilidad forma parte de la naturaleza humana y aún teniendo mucha suerte en la
vida y pudiendo decir que todo te ha ido bien siempre hay algo que nadie puede evitar, y
que es la muerte o la enfermedad física, el dolor. Con este bagaje las discriminaciones y la
marginalidad a que nos somete la sociedad es de una insensibilidad y de una estupidez
rayana en la ceguera más absoluta. Por mi parte no pido una visión espiritual de la vida, lo
que en esta sociedad es tanto como pedir peras al olmo, pero sí al menos la justicia
elemental de permitirte demostrar tu valía en plan de igualdad y con los mismos medios
que se conceden a los demás. Vivimos tiempos duros para todo y es entonces cuando los
marginados somos utilizados como chivos expiatorios de los errores de otros. Al menos
nunca deberíamos que callaran nuestras voces. Que escuchen lo que tienen que oír, aunque
no les guste. Un saludo..
marta maria (13:07:42) : editar
los enfermos mentales se curarían solos si por un solo segundo dejaran de pensar en ellos
mismos y pensaran en los demas, es mucho el sufrimiento que ocasionan y no les importa,
dejar de exigir tanto a los que estan a vuestro lado que tambien tienen sus problemas y
empezar a aportar algo a la humanidad
papus21 (14:01:40) : editar
Querida Marta-María: Solo le pido a Dios que nunca, nunca en tu vida, conozcas lo que es
una depresión profunda por la muerte de un familiar, de un ser querido o que caigas en
una fobia social porque en el trabajo te han estado acosando durante 15 años, o que jamás
tengas alzheimer o demencia senil o que no tengas un accidente de tráfico y te quedes
tetrapléjica y la mente se vaya al delirio y no puedas regresar. Solo le pido a Dios que de las
infinitas causas que te pueden provocar una enfermedad mental, tú no sufras ninguna.
Porque entonces vivirías en tu piel lo que estamos viviendo miles, millones de enfermos
mentales, y no tendrías que escuchar de boca de personas como tú la vieja cantinela de que
los enfermos mentales solo pensamos en nosotros mismos y si hiciéramos algo por los
demás, como ir a una ONG o a la India, a trabajar con los parias de la tierra, se nos curaría
todo. Es una vieja y estúpida cantinela de que nosotros somos enfermos mentales porque
queremos, porque somos unos niños malcriados, nos niegan algo y ¡Ale!, depresión al
canto. Somos incapaces de enfrentarnos a la realidad y nos fugamos en delirios. Nos
pasamos la vida quejándonos de haber estado en psiquiátricos, con medicaciones tan
fuertes que nos convierten en vegetales, de haber llegado a tocar el abismo de la
desesperación e intentado suicidarnos. Nos quejamos de no ser capaces de vivir un
momento de alegría, porque la depresión no nos permite movernos. Nos quejamos de
pasarnos las horas muertas tumbados, encamados, sin poder hacer nada ni pensar en otra
cosa que en morir. Lo buscamos adrede y nos refocilamos en ello, porque seríamos capaces
de cualquier cosa por hacer daño a nuestros seres queridos, a nuestra familia, a nuestro
entorno, a la humanidad en general. Somos gente mala, canalla, miserable, no merecemos
estar vivos, que nos gaseen como en los campos de concentración nazis, así la humanidad
no tendrá que llevar este furgón de carga que la entorpece tanto.
Queridísima Marta-María, tienes que ser joven, te tiene que faltar experiencia, porque con
que solo hubieras tenido un caso de depresión severa en tu familia te darías cuenta de lo
que es la enfermedad mental. Repito, solo le pido a Dios que nunca permita que por alguna
causa (la vida es frágil, el ser humano es aún más frágil) caigas en cualquier tipo de
enfermedad mental y te pases los días con la mente hibernada por la medicación o
encerrada en centros psiquiátricos sin nada que hacer excepto mirar las telarañas de los
techos. Solo le pido a Dios que no te conceda la aleccionadora experiencia de sentirte
impotente para hacer las cosas más elementales, de ver sufrir a las personas que más
quieres, por tu causa, y ser incapaz de hacer nada. Solo le pido a Dios que no tengas nunca
que arrepentirte de tus palabras, porque ni tú ni nadie está libre de la enfermedad mental,
como no lo está de sufrir un cáncer, por ejemplo, y no me parece que seas capaz de
burlarte de los enfermos de cáncer, por mucho que tu insensibilidad te lleve a expresar
palabras tan hirientes para quienes sufren.
No queremos ser el número 1 en el ranking del sufrimiento universal. Los niños que
mueren de hambre o son reclutados para la guerra sufren y no creo que te atrevieras a
decirles que si se ocuparan de los demás sufrirían menos; millones de niñas y mujeres son
violadas y torturadas, ellas sufren. Las víctimas de las guerras, del terrorismo, sufren. Los
que no tienen nada, absolutamente nada y ven a sus hijos, desnutridos, al borde de la
muerte, sufren. Imagino que puedes captar ese sufrimiento, imagino que no te atreverás a
decir que si pensaran en los demás sufrirían menos. ¿Por qué lo haces con los enfermos
mentales? Porque no sangramos, no podrías ver nuestras heridas aunque nos
desnudáramos, porque son heridas del alma, enfermedades del alma, de la mente, de la
psiquis, de las emociones. ¿Crees que una herida en el alma duele menos que una herida
en el cuerpo? Entonces es que eres muy joven y no has tenido que pasar por experiencias
como la muerte de un ser querido, preferirías mil veces la mordedura del dolor físico que
sufrir ese dolor infernal que brota del fondo del alma y que no eres capaz de atenuar con
nada.
Los enfermos mentales no queremos que se nos ponga por delante de todas estas
personas que sufren tanto, pero tampoco vamos a consentir que quien nada sabe de
nuestra enfermedad porque ni siquiera ha sufrido una depresión leve y corta por una
ruptura sentimental, pongamos por caso, se atreva decirnos que no somos enfermos, que
solo manipulamos a los demás para hacerles daño, para hacerles sufrir, que todo es un
gigantesco engaño, los laboratorios que fabrican nuestros antipsicóticos y antidepresivos lo
hacen solo para ganar dinero; los psiquiatras han elegido una profesión inútil para ganar
dinero, en lugar de hacerse cirujanos y cortar trozos de carne, al menos parece que el
salario es más justo. Que la OMS, la Organización Mundial de la salud, celebre un día de la
enfermedad mental es solo para ver si dejamos de quejarnos y vamos a trabajar todos los
días como los demás, en lugar de estar tumbados en la cama, mirando al techo, pensando
que la muerte sería maravillosa; es solo para que los “improductuvos” seamos señalados
con el dedo y perseguidos como gusanos y alimañas.
Querida Marta-María: Estoy perdiendo todo este tiempo que empleo para escribirte estas
líneas solo porque pienso en ti, porque trato de ser empático contigo, de ponerme en tu
piel, porque te veo como una hermana, porque veo en tu interior un alma, un espíritu, una
chispa divina. Si pensara solo en mi mismo no hubiera aprobado tu comentario, para luego
tener que responderlo de forma tan extensa. Estaría mejor pensando en cómo evitar que
sufran las personas sanas, “normales”, esas maravillosas personas que te miran como si
fueras un idiota o un canalla idiota, lo que aún es más grave, capaz de cortarse las venas
para hacer sufrir al otro, capaces de pedir que nos encierren durante años en prisiones
llamadas centros psiquiátricos, solo para que nuestros familiares sufran lo que “se
merecen”. Seríamos capaces de cortarnos el cuello solo para hacer sufrir a los que nos
rodean, en serio, solo tendríamos que afilar el cuchillo y con mano firme poner el filo en la
piel y hundirlo con fuerza y sentir todo el dolor que brota de las terminaciones nerviosas y
ver cómo la sangre nos empapa y en sentir la angustia del que va a morir y no tiene la
certeza de que exista el más allá. Solo porque los demás sufran, porque los sanos y
normales sufran, porque ellos se merecen todo el daño que les estamos haciendo.
Queridísima Marta-María, porque he pensado en ti he perdido todo este tiempo que bien
hubiera podido emplear en hacerme político para que todo el mundo tenga más y viva
mejor, para que no se nos vaya de las manos la sociedad de consumo, hedonista,
materialista, para que todos, todos, puedan ser felices con un montón de cosas que no
necesitan. En lugar de ello me has hecho pensar en mi pasado de enfermo mental y he
sufrido otra vez aquel calvario y me he dicho que hubiera estado mucho mejor pensando
en los demás, pensando tal vez en ti, bailando contigo en una discoteca, si eres joven, o
yendo de botellón, o tomándome un café contigo después del trabajo y hablando de todo y
de nada, del tiempo, de la política, de lo de siempre, en lugar de estar aquí, pensando en tí
y escribiéndote todas estas cosas. Debería pensar siempre en los demás y hacer que sus
vidas no tengan el menor tropiezo, que sean siempre felices, en lugar de ser improductivo
y pasarme la vida sufriendo para que los demás sufran. Debería sacrificarme por los demás
e ir a trabajar en su lugar cuando tienen una gripe, mientras yo me muero de angustia
pensando en que la muerte sería lo mejor, así ellos no sufrirían, porque al fin y al cabo mi
sufrimiento no es tal, lo dicen ellos, los que han estado dentro de mí, sabiendo que solo
soy un maldito manipulador que quiere hacer sufrir a los demás, especialmente a las
personas que más me importan. Lo dicen ellos y yo debería hacerles caso, porque me lo
está diciendo un niño africano que se muere de hambre, que tal vez esté enfermo de Ébola,
o una niña hindú violada en un autobús, o los familiares de las víctimas asesinadas por el
terrorismo, o los torturados en cárceles ignotas para sacarles una verdad que los
torturadores no son capaces de percibir en sus vidas. Lo dicen ellos y yo debería hacerles
caso, porque son los familiares que cuidan a los enfermos de Alzheimer, a los enfermos de
demencia senil, a psicóticos y esquizofrénicos, a depresivos, a fóbicos…
Queridísima Marta-María, si tú fueras una de esas personas, te prometo que me pondría de
rodillas ante ti y juraría que dejaría de preocuparme de mi enfermedad mental para pensar
en ti, aunque luego volviera a tener una nueva crisis de mi enfermedad y me tumbara en el
sofá, encogiéndome como un fetillo para pensar solo en la muerte. Pero no sé quién eres,
te escondes en el anonimato para decirnos a los enfermos mentales lo que somos y lo que
no somos. Pero ¿quién eres tú? Por qué no nos dices quién eres y las razones que tienes
para odiarnos tanto y pensar que somos una especie de canallas manipuladores que nos
dedicamos a haceros sufrir a los demás, a los “normales” a los “sanos”, porque somos unos
sádicos, disfrutamos tanto haciéndoos sufrir como los verdugos torturando a las víctimas
para sacarles un supuesto secreto que no han sabido sacarles con la ternura y el amor.
¿Quién eres tú, Marta-María? Dínoslo. Calla mi boca para siempre, dime que tu sufrimiento
merece que yo me quite la vida para que tú no sufras ni te sientas molesta. Convénceme y
lo haré, porque soy un maldito canalla que quiere hacerte sufrir y tú eres una maravillosa
mujer que se merece todos los sacrificios, hasta el de mi vida, para que un maldito paria,
un enfermo mental, no le amargue sus cálidos y hermosos días de sol. Dímelo, Marta-
María, dime que tu sufrimiento es superior al mío, cuéntanos por qué sufres, convéncenos
a todos y te prometo que me quitaré la vida solo para que tú no sufras, dulce Marta-María.
Karmen (18:56:24) :
Papus 21 me gusto tu artículo, pero lo que le escribes a Marta-María está muy tirado al
drama y muy manipulador, con eso deprimes a cualquiera, creo que escribió las cosas de
una manera muy dura y te ofendió, no creo que un enfermo se pueda curar por si solo, creo
que todos necesitan ayuda pero si es verdad que no hay nadie que pueda curar a una
enfermo mental, ni los terapeutas, ni las medicinas, ni la familia si el enfermo no tienen la
voluntad de hacerlo, no hay nada que pueda ayudarle, creo que esa era la intención de su
comentario. Hay familiares que no van a dejar solo a su enfermo pero nada de lo que hagan
sirve si el enfermo no se ayuda a sí mismo. ¿Pero y quien ve por esas personas, por esos
familiares?, ¿acaso ellos no sufren? ¿Acaso ellos no tienen sus propios problemas?. Claro
que si, y con todo y lo suyo van a estar al pendiente de las medicinas, de su familiar, de
cuidarlo para que este seguro, de darle cariño, comprención, de sacarlo adelante, de
ayudarle a hacer una vida lo mas normal, de sentir horrible cuando lo tenga que dejar en un
hospital porque ya no sabe como hacer para ayudarle, de ír por el y regresarlo a casa, y así
una y otra vez lo mismo porque sencillamente deja de tomar las medicinas porque ya no
las quiere, o porque se le ocurrio echarse un cigarrito de marihuana o una copita sabiendo
que no debia hacerlo. Yo creo que el que no quiere luchar, no quiere luchar y punto hablese
de cualquier persona enfermo mental o no, en este caso los familiares pueden terminar
hasta igual o peor que el propio enfermo. Los familiares no la tienen fácil, al menos no los
que si desean ayudar, claro hay algunos que les vale y prefieren abandonar o hacer lo que
les diga la gente o lo que ellos creen mejor sin investigar, no se cuál tipo de familia te toco,
pero bueno cada quien habla de como le va en la feria. En fin, por favor no te quites la vida
por Marta-María, ni por cualquiera que sea su sufrimiento, aunque te lo diga, seguramente
ni te conoce ni le importa y si te la quitas tampoco se va a enterar, así que no viene al caso.
Es más no te quites la vida por nadie, de verdad no tiene caso. Saludos!
papus21 (13:22:48) :
Querida Karmen: He tenido que empezar desde el principio este comentario que ya estaba
casi acabado. Era muy largo, muy sentido, pero me temo que alguien, allá arriba, no quiere
que yo diga lo que estaba diciendo. Creo en estas cosas, las fuerzas que dirigen el universo
no nos son favorables en determinadas ocasiones, e imagino que con razón. Tal vez mi
comentario era excesivamente personal, narcisista y egoísta puesto que de alguna manera
estaba confeccionado en mi propia defensa. Como le dice don Juan a Carlos Castaneda, un
guerrero impecable debe perder la importancia personal y asumir que solo es una partícula
subatómica en un universo infinito, que el simple hecho de que alguien piense en nosotros
y nos vea al mirarnos debería alegrarnos porque no es fácil ver a una partícula subatómica.
A pesar de que el anterior comentario se me fue y había perdido mucho tiempo
escribiéndolo, no puedo por menos de contestarte y dejar aquí expuestas algunas ideas.
Me pareces una mujer de una gran sensibilidad y equidad al aceptar que Marta-María se
pasó al despreciar nuestro dolor, el de los enfermos mentales, pero que al mismo tiempo
tampoco me ofendió tan gravemente como para escribir ese comentario que escribí tan
melodramático y manipulador. También te preocupas por mí y eso es algo que indica tu
buen corazón. Debo decirte que soy escritor y como tal a veces escribo “novelas”, “ficción” y
actúo como actuarían mis personajes o me gustan las parrafadas retóricas, como si
estuviera en la política. El comentario que escribí fue más propio del escritor ofendido que
de la persona. Por eso pido disculpas a Marta-María pero no puedo evitar seguir
manteniendo la esencia de lo que dije, porque creo en ello y porque lo siento en lo más
profundo de mi alma. Al final de este comentario os remitiré a otro blog donde subo mis
textos literarios para que os hagáis una idea de lo que hay de literario en el comentario
anterior.
Debo decirte que no debes preocuparte porque me suicide, ni por Marta-María ni por
nadie, era un párrafo retórico y literario. Aún así debo decir que lo intenté en mi juventud y
estuve a punto de morir. Con aquel recuerdo escribí el comentario y aún hoy día, muchos
años después, superadas muchas cosas, no puedo soportar que nadie me diga que aquel
joven que estuvo a punto de morir en un intento de suicidio, en la más absoluta de las
soledades, era un manipulador, un malvado, un canalla, una mala persona. Además hice
todo lo posible porque mis padres y familiares más cercanos no se enterarán. Me negué a
darles sus nombres y dirección a los médicos. Había sido una decisión personal y yo solo
tenía que afrontar las consecuencias.
Es importante que quede claro que yo pienso que la convivencia entre familiares, seres
queridos, o personas en general que piensen que un enfermo mental es un manipulador,
una mala persona, que usa su enfermedad mental para hacer daño, para “vengarse”, para
conseguir metas egoístas que no puede obtener de otra forma y el enfermo mental es de
todo punto imposible, lo mismo que es imposible que el día y la noche convivan, a lo más
pueden encontrarse y besarse en la mejilla al alba y al ocaso. Me duele decir esto pero ya se
lo he dicho a mis familiares. Si están convencidos de que mi conducta durante las crisis es
propia de mi carácter como persona y de que en realidad me escudo en mi enfermedad
mental para manipularles, nuestra convivencia es imposible y cuanto antes se den cuenta
mucho mejor. Si yo estuviera convencido de que esas palabras proceden de un sentimiento
profundo prolongado a lo largo de los años y no de un calentón verbal, hace ya tiempo que
me hubiera alejado de ellos, cuanto más lejos mejor, me iría con los pingüinos al polo
norte si fuera preciso.
En mi pasado rompí con mi familia de sangre más cercana porque no podían aceptar esto.
No tendría ningún problema en romper con mi familia “afectiva” si estuviera convencido de
que piensan así realmente. ¿Qué persona soportaría convivir con otra si esa otra persona le
considerara un malvado, un canalla, un manipulador, un maltratador, un acosador, una
mala persona, un egoísta, un miserable? No tendría sentido. ¿Por qué lo hacen los
familiares de un enfermo mental? Porque en el fondo están convencidos de que su
conducta es propia de su enfermedad y que ellos no son así, cuando están bien no son así,
entonces hay que concluir que su conducta durante las crisis de su enfermedad procede de
su enfermedad y no de su “maldad congénita”. No hay nada que más nos duela a los
enfermos mentales que nos llamen manipuladores, egoístas, miserables, tiquismiquis,
blandengues, etc. Encima que tenemos que sufrir nuestra enfermedad del alma durante
toda la vida, que vivimos un infierno, encima tenemos que soportar que nos llamen de
todo. Es insufrible, inaceptable. Nadie se hace una idea de lo que fue mi sufrimiento en los
intentos de suicidio. Nadie puede decirme que soy un maldito egoísta, blandengue,
manipulador, sin que reciba una respuesta adecuada, una respuesta expresando todo lo
que siento al respecto. Lo mismo que una víctima de la tortura no soportaría que le
achacaran que tuvo culpa en que el verdugo se “encariñara” con él, lo mismo que no
disculparía la brutalidad e inhumanidad del verdugo, porque entonces estaría sufriendo el
síndrome de Estocolmo, yo no voy a sufrir ese síndrome y disculpar a todos los que me
hicieron daño a sabiendas ni aceptar que mis sufrimientos y mis torturas mentales y
espirituales se deben a una blandenguería y cobardía infinitas, a un egoísmo atroz e
inaceptable.
Querida Karmen. Este verano sufrí una grave crisis que estuvo a punto de costarme la
relación de pareja y aún estoy intentando reconducir la situación, la relación con mi querida
hija, la relación con mi entorno, con mi pasado. Todo lo conseguido estuvo a punto de irse
por el retrete en un momento de crisis. ¿Es esto manipular al ser querido, quedarse sin su
afecto, quedarse sin nada, abrir un abismo con su pasado? ¿Alguien pensaría que un
corrupto que se ha pasado toda la vida acumulando riquezas con sus trapicheos y luego las
tirara al mal estaría en su sano juicio? ¿Alguien puede pensar que los enfermos mentales
manipulamos a nuestros seres queridos para quedarnos sin su afecto, en soledad, para
conseguir cosas que nunca conseguimos ni conseguiremos, porque somos unos sádicos y
nos gusta hacer daño? Esto no es manipulación, esta es la realidad de nuestra situación. Se
nos puede aceptar como enfermos mentales o no, se nos puede querer u odiar, se nos
puede tratar como a malvados o como a enfermos que sufren patologías concretas, se
puede decidir que ya se nos ha sufrido y soportado bastante y dejarnos a nuestro albur,
pero lo que no se puede es mantener ambas posturas a la vez. Muchos enfermos mentales
son muy conscientes de ello y se han planteado un millón de veces dejar a sus familiares y
seres queridos, para no hacerles sufrir, porque no soportan sus recriminaciones, les
gustaría poder vivir solos en un piso, lejos de ellos, pero por desgracia somos pocos los
enfermos mentales que tenemos un trabajo y una independencia económica. Porque esa es
otra, además de la enfermedad, de la incomprensión y recriminación de muchos familiares,
no tenemos independencia económica, ni podemos mirar hacia el futuro, y dependemos de
la bondad, la compasión, la sensibilidad de una familia, una sociedad, un Estado…
Dependemos de todos casi para todo y si a cambio nos piden que nos humillemos, que
perdamos nuestra dignidad humana, como personas, que nos pasemos la vida pidiendo
perdón a todo el mundo por todo, que aceptemos que la culpa de todo la tenemos
nosotros y solo nosotros, que debemos cambiar nuestro carácter y conducta y dejar de
escudarnos en nuestra enfermedad mental, que debemos “sanar” cuanto antes, ahora
mismo, y devolver a la sociedad lo que le quitamos, la felicidad a nuestros seres queridos, y
que transformemos un mundo miserable, violento, cruento, injusto, materialista, hedonista,
en algo maravilloso, entonces, de verdad, se nos está tomando el pelo. Se nos puede pedir
que luchemos contra nuestra enfermedad a brazo partido, que aportemos algo a la
sociedad, que dejemos de quejarnos y nos pongamos en marcha; se nos puede pedir que
pensemos en el sufrimiento de nuestros seres queridos y procuremos evitárselo en lo
posible, pero que alguien nos pida que nos curemos de hoy para mañana, que reparemos
el daño causado y que transformemos el mundo como si fuéramos maestros espirituales,
gurús, es una tomadura de pelo en toda regla. Somos enfermos del alma y se nos pide que
actuemos como gurús, somos incapaces de mantener un trabajo y se nos pide que nos
arrodillemos para recibir limosna y a cambio aceptar todas nuestras culpas y hasta las del
mundo entero, somos unos pobres hombres que luchamos en un infierno de dolor, de
compulsión, de delirio, y se nos pide que razonemos mejor que las mentes más
privilegiadas de nuestra sociedad. Aceptemos lo que hay y procuremos establecer un
acuerdo, un protocolo entre los enfermos mentales y sus familiares, entre la sociedad y los
enfermos mentales. Si alguien quiere “exterminarnos” en campos de genocidio nazis (esto
sí es una clara y consciente manipulación por mi parte, puesto que estoy exagerando) que
lo haga, si alguien quiere considerarnos malvados y canallas que nos considere así, pero
por Dios, que sean sinceros con nosotros, que nos lo digan a la cara, que nos abandonen a
nuestra suerte, si creen que les hemos hecho sufrir demasiado, por mi parte prefiero estar
solo como un perro y morir en la más absoluta soledad antes que aceptarme como el
canalla-malvado-miserable que no soy. Mi dignidad como ser humano y espiritual me lo
impide. Puesto que todos nos queremos y estamos dispuestos a aceptar nuestros errores y
manipulaciones mutuas establezcamos un punto de encuentro, un terreno común, un
protocolo (ahora tan de moda) y que cada uno acepte sus responsabilidades errores. Los
enfermos mentales no podemos escudarnos en nuestra enfermedad mental para hacer
daño a los demás sin sufrir las consecuencias, pero los demás no se pueden escudar,
cuando les interese, para convertirnos en vegetales, incapacitarnos o tratarnos como
basura. No lo somos y no aceptaremos nunca esa condición. Establezcamos un pacto
razonable, equitativo, conozcámonos mejor todos y procuremos que la convivencia esté
presidida por el amor, pero por Dios, ¿qué puedo yo decirle a alguien que me llama
manipulador, malvado, cobarde, blandengue, después de haber estado tantas veces entre
la vida y la muerte, absolutamente solo, desamparado, salvado por los milagros que hacen
los de arriba cuando ciertas personas aquí abajo ni siquiera somos capaces de sonarnos la
nariz, hablando metafóricamente? ¡Que alguien me diga si puedo amordazarme después de
haber estado sobre la línea que separa la vida de la muerte y abrir los ojos a dimensiones
que nadie cree que puedan existir!
Tojo123 (13:08:06) :
Necesito ayuda. No puedo curarme, no tengo ninguna fuerza de voluntad. No puedo poner
nada de mi parte. Estoy hundido y mi psiquiatra ya no sabe que hacer
papus21 (15:21:16) :
Hola amigo. Me has pillado en mal momento porque justo me voy de vacaciones. Antes he
echado un vistazo al blog y me encuentro con tu llamada de auxilio. Te dejo mi correo
electrónico pero no podré contestarte hasta pasados los Reyes Magos.
Es [email protected] No me dices dónde vives. Te podría dejar mi número de
móvil para hablar pero antes quiero que me des más datos por correo. Nunca me tomaré a
broma ninguna llamada de auxilio de un enfermo mental. Yo la hice de joven al teléfono de
la esperanza, no me supieron tratar y acabé intentando el suicidio. No les echo la culpa, los
enfermos mentales tenemos que hacernos responsables de nuestras decisiones y no
acostumbrarnos a echarle la culpa a los demás o a la sociedad. No obstante estoy muy
sensibilizado con estas llamadas de socorro, en mis tiempos no me ayudaron por eso ahora
quiero hacer lo posible por otros hermanos que sufren la enfermedad como yo. Quiero
decirte que yo estuve en tu misma situación y de nadad me sirvió buscar la muerte, no es
solución para nada y puede que nos deje secuelas como me ocurrió a mí. No existen los
milagros, nadie te va a curar. Esto es una larga lucha como guerrero impecable, tampoco
sirve de nada pensar que algo va a ocurrir y nos va a librar de que justo ahora o mañana
nos hundamos en el abismo. No sabemos dónde está el abismo ni cuándo nos asomaremos
a él, ni qué ocurrirá cuando nos asomemos. Solo está en nuestras manos el momento
presente, el instante, el guerrero impecable hace lo que tiene que hacer cuando tiene que
hacerlo. Te pido por favor que actúes como un guerrero impecable, sobrevive ahora,
sobrevive mañana y si quieres mándame un correo, cuéntame tu problema, dónde resides y
veremos qué podemos hacer los dos. Tu vida está en tus manos, no en la mía, pero cada
guerrero acepta a otros guerreros que le salen al encuentro. Yo soy un fóbico social pero
esta Nochevieja he reservado hotel y voy a cenar por ahí, si encuentro restaurante, que esas
es otra. Estoy solo, podría haberme quedado en mi apartamento, haberme emborrachado y
haber pensado en cosas oscuras, pero he tomado una decisión de guerrero. No sé lo que
me deparará el mañana, pero hoy he tomado mi decisión. Intenta hacer lo mismo. Feliz
Nochevieja, y no es una tomadura de pelo, la felicidad está en nuestras manos y debemos
luchar por ella. Feliz año y espero contestar a tu correo a la vuelta. Un abrazo, hermano.
Tojo123 (16:03:50) :
Gracias Papus, ya te he enviado un breve Mail. Como tu sugieres, comentaremos con mas
calma a tu vuelta después de reyes. Feliz año y un abrazo
apus21 (13:08:33) : editar
Ya sabes que cuando el cuerpo físico se deteriora es complicado que nos responda. Se
puede utilizar el yoga mental o cualquier otra técnica para que le llegue energía al cuerpo
físico o se sintonice con nuestro yo más profundo, pero es como ocurre con el vehículo,
por mucho que el conductor esté bien y conduzca de maravilla, a veces hay que llevar el
coche al taller y ver qué pueden hacer los mecánicos. Yo tengo también problemas con mi
úlcera. Llega la primavera y tengo que cuidar mucho más la alimentación y tratar de evitar
el estrés. Vamos para viejos, Miguel, hay que aceptarlo y sobrellevarlo lo mejor posible. Un
abrazo.
Miguel Olabarri (13:34:18) :
Muchas gracias, en ello estamos. Emocionalmente lo estoy llevando bastante bien. Un
fuerte abrazo
Miguel o Tojo
[email protected] (12:11:53) :
Ojalá pueda, pero lo del pis va muy mal, la medicación no me esta haciendo efecto. Tengo
hora con un nuevo urólogo el 12 de marzo. Por lo demás, bien de ánimos!!! Es solo que la
vejiga me tiene casi impedido
Un MILLON de gracias Cesar
Abrazo
Miguel
papus21 (13:08:33) :
Ya sabes que cuando el cuerpo físico se deteriora es complicado que nos responda. Se
puede utilizar el yoga mental o cualquier otra técnica para que le llegue energía al cuerpo
físico o se sintonice con nuestro yo más profundo, pero es como ocurre con el vehículo,
por mucho que el conductor esté bien y conduzca de maravilla, a veces hay que llevar el
coche al taller y ver qué pueden hacer los mecánicos. Yo tengo también problemas con mi
úlcera. Llega la primavera y tengo que cuidar mucho más la alimentación y tratar de evitar
el estrés. Vamos para viejos, Miguel, hay que aceptarlo y sobrellevarlo lo mejor posible. Un
abrazo.
augusto (01:57:40)
hola papus, soy augusto vivo en lima peru tengo 50 años, lei con mucha atencion tu
experiencia y creeme estoy muy interesado en saber algunos consejos de como poder
ayudar a mi madre es una anciana de 77 años sufre de parkinson artrosis y los psicologos y
la psiquiatra q la trato dice q tiene demencia senil leve, pero yo la veo muy avanzada tal
demencia, esta perdida casi todo el dia me confunde con mi padre, dice tener sus hijos
pequeños kiere ir a buscarlos a la escuela no reconoce su casa, y yo la verdad le hablo
mucho trato de hacerle entrar en razon le explico hago de todo pero me parece inutil xq no
razona sigue siempre en lo mismo, y yo me pongo nervioso, es la primera vez que veo esta
enfermedad en mi familia, bueno te contare q deje de trabajr para cuidarla y ahora me
dedico todo el dia atenderla es totalmente dependiente,no se como crear es puente del que
hablas, te pido porfavor ayudame desde ya muchas gracias, ha te dejo mi email;
papus21 (10:49:03) :
Hola Augusto. Te dejo mi correo privado por si quieres escribirme y darme más detalles
privados. No me extraña que estés nervioso y muy preocupado, te enfrentas a una
experiencia muy difícil. La base de mi consejo es muy sencilla, aunque si quieres te la
puedo ampliar por correo. A un enfermo mental que está desligado de la realidad no se le
puede llegar a través de la mente o de la palabra, solo se le puede llegar a través del cariño,
del amor. El amor es un lenguaje universal que entienden todos los seres humanos, están
como estén. No intentes convencerla de que eres una determinada persona, intentando
razonar con ella. Si está delirando, si está desvinculada de la realidad, no te va a hacer caso
porque ella vive en otro mundo, en otra realidad. El único puente será tu afecto y tu cariño.
Tú mismo irás comprobando cómo reacciona a tus conductas y decidiendo a qué debes
renunciar y a qué no. Sé que es durísimo renunciar a que tu ser más querido no te
reconozca como hijo, pero no importa, si le das cariño y ella reacciona bien, da lo mismo
que te llame hijo o que te considere su esposo, lo único que importa es que ambos deis y
recibáis cariño. Te dejo mi correo y puedes contarme más cosas si
[email protected] Un abrazo.
Ana (02:00:43) :
Tengo dos hermanos con enfermedad mental me es muy difícil lidiar con este tema a pesar
de que ya han pasado muchos sus recaídas me.producen ansiedad… Me pregunto el por q?
No hay respuesta bueno si la hay para mí hay un fondo de carencias de las cuales no voy a
hablar ahora el tema es q esto es sumamente complicado cada vez todos seremos más
viejos y mi.madre algún día no estará… Que pasará con ellos?? Pues parece como q son
incapaces y no luchan por salir adelante esperan q todo se les ponga en las manos sin
tener en cuenta q tambien los hermanos tenemos obligaciones y familia. Esto lo espereso
por desahogarme porq realmente la situación es jodida y lo único que me queda es vivir el
presente sin pensar en que va a ocurrir… Pero los familiares sufrimos mucho por verlos mal
y por ver que no son responsables con sus horas de sueňo comidas y sus adicciones
cuando parece q están controlados. Yo solo quiero decir q estoy agotada y solo tengo 39
aňos que no todos los enfermos piensan en sus familiares ni en sí mismos cuando están
bien. Buenas noches a todos.
papus21 (09:29:07) :
Querida Ana: Imagino que no te importa que tu comentario se haga público, puesto que en
otro caso me hubieras pedido mi correo privado para comentarme estos detalles. De todas
formas, si quieres hacerlo te lo dejo aquí. A mí me interesaría saber más de la enfermedad
de tus hermanos y de tu situación personal y familiar, pero si no deseas nada más que
desahogarte encantado de que este blog te pueda servir. Como enfermo mental que soy me
cuesta menos ponerme en la piel del enfermo que del familiar, no obstante debo decirte
que comprendo muy bien tu situación. En mi caso cuando mi esposa y mi familia
decidieron que ya me habían aguantado bastante y como dijo mi ahora “ex” su vida
conmigo había sido una mierda, decidí que no tenía sentido seguir conviviendo. Ahora
mismo estoy viviendo solo en un apartamento y no hago daño a nadie. Es posible que
pueda sobrevivir o que no lo consiga, pero eso no me importa, si no quieren convivir
conmigo pues vivo solo con todas las consecuencias. Puede que mi caso sea excepcional
porque he conseguido conservar mi trabajo, no sin esfuerzo puesto que intentaron
incapacitarme, he conseguido dejar de tomar la medicación y sostenerme solo con el yoga
mental y mejor o peor hago la compra, cocino y trato de llevar una vida normal. Puede que
otros enfermos no estén capacitados para hacerlo, aunque mucho me temo que en parte
puede ser culpa del familiar. Si se nos trata como a niños a nosotros nos resulta muy
sencillo aprovecharnos de ese trato. Si a un niño se le malcría y se le dan todos los
caprichos luego no podemos quejarnos de que se nos suba a las barbas y sea el amo de la
casa. Un enfermo mental es un enfermo, pero no es un niño, ni está incapacitado salvo que
lo esté, ni es irresponsable, ni es un aprovechado, un gorrón, ni está ahí para fastidiar la
vida de sus seres queridos e impedirles que sean felices.
No podemos echar la culpa al enfermo de lo que es culpa exclusiva nuestra. Si al enfermo
no le obligamos a pedir perdón por sus errores, a hacerse responsable de sus actos, de sus
palabras, de su vida; si no le hacemos ver que por muy enfermo que esté tiene también sus
obligaciones y sus familiares pleno derecho a vivir su vida y a ser felices en lo posible, lo
que estamos haciendo es tratar al enfermo como a un niño malcriado y eso será culpa
nuestra. Nadie pide al familiar un comportamiento heroico. Yo estaré eternamente
agradecido a mi “ex” y a mi familia por haber estado conmigo en mis peores momentos,
haberme apoyado y haberme dado todo lo que estaba en su mano, pero yo no les pedí que
lo hicieran, no al menos hasta esos extremos y si la relación se hubiera roto hace años tal
vez no hubieran desperdiciado su vida a mi lado tantos años. Es posible que yo entonces
no hubiera aguantado y habría acabado suicidándome, pero eso no me importa, yo no pido
nada a nadie, si me quieren aceptar como soy, estupendo, si no quieren que no me pidan
que me convierta en actor y que sea lo que no soy porque si quiero interpretar me voy al
teatro o escribo una obra de teatro, la vida es otra cosa. Yo no pido que soporten mis
crisis, pero que no me pidan que no las tenga porque entonces no sería un enfermo y por
mucho que intenten convencerme de lo contrario no es culpa mía, salvo si hay algo kármico
de por medio, que lo hay en todas las vidas, incluso en las “normales”.
Un familiar debe decidir y asumir la consecuencia de sus decisiones. Puede decidir que no
quiere saber nada del enfermo, en ese caso hay posibilidades legales de encomendar la
tutoría a otras instituciones. Por mi profesión conozco el tema legal y sé que siempre
puede haber una solución. Si el familiar decide hacerse cargo del enfermo puede decidir
hacerlo de forma razonable o pensar que le ha caído encima un pedrusco y que lo único
que puede hacer es hundirse con él. Hacerse cargo del enfermo de forma razonable
implica: Conocer su enfermedad y saber cómo debe ser tratado; saber que salvo casos
excepcionales no es un incapaz y por lo tanto si puede hacer algo, lo que pueda hacer,
debería hacerlo (yo soy un enfermo y hago la compra, cocino, mantengo un orden y
limpieza elementales en mi apartamento, trabajo y lo hago bien, intento relacionarme
aunque a veces no lo consiga); como les digo a mis alumnos de yoga mental, un enfermo
no tiene bula papal para hacer lo que quiera, lo que otros no pueden hacer sin sufrir
consecuencias, debe pedir siempre perdón por sus errores y aceptar su responsabilidad, lo
que no implica que los que le hagan daño a él no deban también pedirle perdón y asumir
sus consecuencias; hacerse cargo de un enfermo no significa consentirle todo, como
educar a nuestros hijos no significa darles todo, consentirles todo y malcriarlos.
Por lo que dices imagino que tus hermanos podrían sufrir algún tipo de adicción. Si es así
la cosa se complica porque las adicciones son las más difíciles de tratar, pero si quieres
comentarlo por correo te daré mi opinión. Mi sugerencia ahora mismo es que revises tus
ideas respeto a la enfermedad mental, al enfermo mental y a lo que debes y no debes hacer
por ellos. Si eres creyente que sepas, estoy seguro de ello, que Dios no te pide que
sacrifiques tu vida por nadie, como les digo también a mis alumnos, dentro de nosotros
hay una chispa divina, todos somos hijos de Dios y no veo el menor sentido a respetar
tanto a la chispa del prójimo que sacrifiquemos nuestra vida por él y en cambio no
hagamos el menor caso de la chispa divina que hay en nosotros y la hagamos vivir en la
basura. Tenemos tanto derecho a ser felices nosotros como los demás, o incluso más,
puesto que nuestra primera obligación es ser felices nosotros mismos. Creo que deberías
plantearte si tu sacrificio heroico por tus hermanos no es otra cosa que dejarte liar por
ellos. Si ellos pueden hacer algo y cuidar de sus propias vidas de alguna manera deberían
hacerlo, si tú les consientes que te carguen todo encima y te utilicen como una mula de
carga es tu problema y no el suyo, no deberías echarles la culpa a ellos sino a ti. Infórmate
de su enfermedad y de lo que se puede hacer y no trates de hacer lo que es imposible
porque si nos damos cabezazos contra la pared sufre nuestra cabeza y no la pared.
Querida Ana si quieres decirme algo más te dejo mi correo privado. Un
beso. [email protected]
Si eres española y estás cerca de donde yo vivo, en Manzanares, Ciudad Real, podrías
acudir alguna vez a alguna de mis clases presenciales o podríamos vernos y charlar. Lo
estoy haciendo con algunas personas y no me costaría nada hacerlo contigo.
yalila
(18:59:36)
:
hola amigo te cuento mi experiencia yo tengo un hijo con emfermedad mental y
leyendo tu recuento me doy cuentas que tienes toda la razon que somos nosotros
los iperprotectivos de las personas enferma y no los alludamos para que
desarrollen ahunque sea un poquito de autonomia gracias por tus palabras
Responder
20062015
papus21
(12:53:45)
:
Gracias por cuidar de un hermano, y sí es verdad que especialmente las madres
consentís demasiado a los enfermos mentales, la sobreprotección no es buena. Te
dejo la página en facebook para el grupo de autoayuda para enfermos mentales y
familiares. Un beso.
Chalita (06:04:22) :
Me gustó mucho lo que escribiste, no es fácil hablar de cómo tratar a un enfermo mental,
mi esposo, un ser sumamente inteligente, sufrió traumatismo craneal hace 4 años, los
pronósticos eran terribles, a la fecha es una persona productiva y conserva su inteligencia,
sólo tiene 2 o 3 crisis al año, pero sé cómo y cuándo van a ocurrir, afortunadamente
siempre estoy con él para apapacharlo y escucharle , eso es lo que sirve para calmarlo, un
par de horas después lo platicamos y llegamos a acuerdos para evitar ese tipo de crisis, él
me dice cómo se sintió y cómo puedo apoyarlo en lo presente y futuro … en fin, es muy
difícil saber que en cualquier momento puede ocurrir pero el mismo amor me da fuerza y
me hace estar alerta para ayudarlo; efectivamente nunca me ha agredido, a nadie, eso sí, ha
roto muchos objetos, pero como bien dices no está completamente fuera de sí ya que
rompe objetos sin valor! Dentro de su crisis se da el tiempo de escoger qué rompe, es
decir, rompe un florero de cerámica en vez de romper un celular de 10 mil pesos
.
Gracias por tus consejos, sabes lo que dices, espero seguir leyendo mas del tema.
papus21 (09:28:47) :
Querida amiga: Muchas gracias por cuidarle, escucharle y darle cariño, esa es sin duda la
mejor terapia. Si quieres hacerme una consulta en privado te dejo mi correo
electrónico [email protected]. Si como dices las crisis son imprevisibles y no hay
signos que las anuncien deberíais hacer un protocolo de comportamiento durante ellas. Es
bueno, es fantástico que él te hable de lo que siente durante las crisis y que tú le escuches
y también que controle un poco su agresividad, a mí me pasaba lo mismo y también
prefería romper un plato que agredir a una persona, eso está bien, pero también se puede
mejorar, especialmente con las técnicas de yoga mental. Mi sugerencia es que vayáis a un
profesional y haga un diagnóstico de su enfermedad, a partir de aquí os informáis sobre
ella y con la ayuda del profesional establecéis un protocolo. Si estás atenta siempre
descubrirás signos de que la crisis se avecina, es entonces cuando hay que poner en
marcha ese protocolo de emergencia. El cariño es fundamental, maravilloso, y perdona que
te lo diga con esta claridad y tan directamente, pero a algunos enfermos, por ejemplo a mí,
el sexo nos viene muy bien, es un excelente remedio. Si necesitas algo ya sabes dónde
estoy. Un beso.
Marcelo (07:18:35) :
Hola papus, soy Marcelo de Argentina, simplemente gracias, tu explicacion desde tu punto
de vista de enfermo o exenfermo me ayuda hoy a seguir tratando de ayudar y comprender
a mi hermano que esta enfermo y es muy dificil de llevar por sus crisis, gracias hermano, la
mejor de las suertes.
Marcelo (07:25:26) : editar
Me olvidaba, si tienes un tiempito me seria de mucha utilidad que me cuentes lo mas
detallado posible como se siente un enfermo justo en el moemnto de su crisis, mi hermano
resulta molesto con migo y mis padres y reclama y culpa a nosotros y otras personas por
sus penas y sufrimientos, es como si se descargara agrediendo verbalmente a sus
familiares cercanos, por eso es tan dificil poder sostener una conducta tranquila, ya que su
trato a nosotros cuando esta en crisis es bastante malo, como podriamos hacer para poder
contenerlo?? el sufre de un tipo de trastorno de personalidad con raiz emotiva, se siente
discriminado y despreciado por todo el mundo pero es realidad nos es asi, el mismo lo
imagina, de ahi su reaccion para con los demas. Saludos y nuevamente gracias por tu
tiempo hermano.
10082015
papus21 (10:45:13) : editar
Gracias a ti, Marcelo, por cuidar de tu hermano. Si quieres hablarme más del problema de
tu hermano te dejo mi correo electrónico privado. Me voy de vacaciones en dos días, pero a
la vuelta, en septiembre podremos hablar del tema. Mi correo
es [email protected]. No obstante te dejo algunas consideraciones sobre cómo
podéis afrontar sus crisis.
-Los familiares de un enfermo mental deben aceptar que su ser querido padece una
enfermedad, sino lo hacen es imposible cualquier tipo de ayuda o apoyo. Yo mismo me
divorcié hace un año porque mi familia no aceptaba que yo fuera un enfermo. Como les
dije, si no se acepta que ciertas conductas son patológicas y producto de una enfermedad
mental solo queda asumir que nuestro ser querido es una mala persona, un canalla y
entonces solo existe una decisión a tomar, yo siempre me mantendré lo más alejado
posible de las malas personas. Esta es la peor de las decisiones posibles, mala para el
enfermo, mala para sus familiares. Muchas veces los familiares se niegan a aceptar que lo
que le ocurre a su ser querido es una enfermedad porque consideran que están siendo
manipulados, chantajeados, que con la disculpa de la enfermedad mental el enfermo quiero
imponer un tipo de conducta inadmisible. Es lo que me ocurrió a mi. Comprendo que es
difícil distinguir entre patología de la enfermedad y enfermo desvergonzado que se
aprovecha de su enfermedad para obtener cosas que no podría conseguir de otra manera,
pero si ponemos un poco de nuestra parte no creo que sea tan difícil distinguir cuándo la
conducta es patológica y cuándo el enfermo nos está tomando el pelo, intentando
manipularnos. Si un enfermo de cáncer nos insultara en un momento de crisis, sufriendo
terribles dolores porque la morfina no le hace efecto, todo el mundo lo entendería y
disculparía. Si ese mismo enfermo tuviera una remisión de su enfermedad y se encontrara
muy bien y de pronto nos recordara lo “malito” que estuvo y que por lo tanto tenemos que
ser sus esclavos nos enfadaríamos mucho con él. No es aceptable que en enfermo nos
chantajee con su enfermedad, pero tampoco lo es que un familiar se niegue a aceptar que
lo que le ocurre a su ser querido es una enfermedad y pretenda que se cure en dos días.
Seamos realistas, la enfermedad mental es crónica y dura toda la vida. Yo no me considero
un “ex enfermo mental”, siempre pongo la comparación del alcoholismo, un alcohólico
puede llevar años sin probar una gota, pero si mañana lo hace todo comenzará desde cero,
como si nunca hubiera estado sobrio. Los enfermos mentales podemos llevar años sin
crisis, pero mañana mismo tenemos una y todo vuelve a empezar. Un familiar debe aceptar
la enfermedad de su ser querido, que cada enfermedad tiene una patología y que durante
las crisis el comportamiento del enfermo es propio de su enfermedad. Si no acepta esto no
habrá la menor posibilidad de entendimiento con el enfermo mental. Los familiares no
deben escudarse en que no saben cuándo el enfermo está en crisis y actúa bajo una
enfermedad en momentos de crisis o cuándo les está intentando manipular y chantajear, en
el ejemplo anterior la cosa estaba clara y también debe estarlo en el caso del enfermo
mental, que no por ser una enfermedad mental e invisible es menos enfermedad.
-En momentos de crisis hay pocas cosas que se puedan hacer por un enfermo mental, solo
se puede llegar a él a través del cariño. Vale más un abrazo natural y sincero que cualquier
diálogo o razonamiento. Cuando está en crisis el enfermo no está preparado para razonar,
es fácil que esté en bucle, con manías obsesivo-compulsivas y entonces cualquier cosa que
se le diga será inútil. El trabajo debe hacerse antes o después de las crisis, hay tiempo para
el diálogo, para una relación afectiva, cuando llega la crisis solo se puede hacer una cosa:
escucharle, con atención, con afecto, darle cariño y procurar que reciba la medicación o
terapia que se le haya recetado por el profesional.
-Es muy importante que los familiares entiendan que durante las crisis los insultos, la
agresividad, las conductas del enfermo son propias de su enfermedad y deben asumirse
como tales. No es lo mismo un insulto durante una crisis de la enfermedad que cuando el
enfermo está bien y pasa una buena racha, como no es lo mismo que alguien nos insulte
cuando está sano que cuando está en una enfermedad terminal. Eso sí, todo enfermo debe
pedir perdón por sus insultos, su agresividad, su conducta, sus actos durante las crisis. Los
enfermos debemos hacernos responsables de todo, incluso de lo que decimos o hacemos
durante las crisis, intentando luego repararlo de la mejor manera posible. Es inaceptable
que un enfermo nos pisotee durante las crisis y luego ni se moleste en pedirnos perdón.
Eso no se debe consentir y el familiar que lo consiente está haciendo del enfermo mental
un niño malcriado. Todo enfermo mental debe hacerse responsable, pedir perdón, tratar de
reparar el daño causado, pero lo que no se nos puede pedir es que evitemos las crisis y
esas conductas, si pudiéramos evitarlas no seríamos enfermos. Es cierto que con el tiempo
se consigue que las crisis se produzcan muy espaciadas, que sus efectos sean menos
intensos, que uno pueda controlarse mejor, que consiga mayor calidad de vida, mejor trato
con sus seres queridos, pero no nos engañemos si pedimos peras al olmo estamos
fugándonos de la realidad. Los enfermos somos como somos, o se nos acepta o se nos
rechaza. Aceptar a un enfermo no significa aceptar todas sus manipulaciones, mentiras,
caprichos, etc, lo mismo que educar a un niño no implica darle todos los caprichos. Nos
pongamos como nos pongamos el niño será niño hasta que deje de serlo y no podremos
estirarle, hacerle adulto poniéndole en un potro de tortura y haciendo que los miembros se
estiren y crezcan. Este ejemplo es muy plástico, los enfermos, especialmente durante las
crisis somos como niños y ya sabemos que lo que más llega a un niño es el cariño. Es
infalible, el niño más rebelde se volverá manso como un corderito si le damos todo el
cariño que necesita.
-No debemos centrarnos en las crisis, en evitarlas, es como intentar parar un ciclón, un
tornado, nos llevará con él. El auténtico trabajo con el enfermo mental se realiza antes y
después de las crisis. Durante ellas el familiar no debe sentirse culpable de nada ni
proponerse curar a su ser querido a cualquier precio, si solo puede escuchar deberá
escuchar, si el enfermo no acepta un abrazo hoy lo aceptará mañana, pero si el familiar no
es capaz de abrazar y dar cariño que piense que parte, una parte importante del problema
de la relación con su ser querido, enfermo mental, es suya. Que no se engañe.
Creo que no puedo extenderme más hasta saber cómo se comporta tu hermano durante las
crisis y otras circunstancias de su pasado. Regreso en septiembre y podremos hablar más
extensamente si quieres. Un abrazo.
Ambar (15:25:53) :
Hola yo tengo a mi mama enferma, ella tiene un desgaste cerebral y un poco de daño
cognitivo pero entiende todo muy bien pero no quiere hacer aseo ni nada,ella no se
preocupa por nosotros su familia sus obligaciones de dueña de casa no las cumple y hace
el almuerzo mal y al lote . tiene mucha ansiedad se fuma mas de 25cigarros pero ahora ella
nos ha pedido que nos hagamos cargo de los cigarros nos roba, plata para comprar
golosinas se comporta como una niña ya no doy mas no me gusta retar la pero todos los
días hace algo para que yo la rete y no se como trata la porque si la dejo ser se fuma
10cigarros en una hora y come dulces por doquier.
apus21 (17:47:22) : editar
Hola, perdona el retraso pero acabo de regresar de mis vacaciones. Por lo que me cuentas
de tu madre parece tratarse de un problema mental debido a la edad, aunque no me dices
qué edad tiene. Es importante saber que en la enfermedad mental no hay edad y que no se
puede hacer una diferencia entre la enfermedad de un joven o persona madura y la
enfermedad de un anciano con demencia senil, Alzheimer o cualquier otro problema de
memoria o mental. Todas son enfermedades mentales y todas deberían tratarse de acuerdo
a principios básicos:
-A un enfermo mental solo se le llega con el cariño, los razonamientos no sirven de nada.
-Escuchar a un enfermo mental es básico y le ayuda mucho, se busca el momento se
utilizan pequeños trucos y conseguimos que nos hable, así sabemos cómo se siente y a él
le vendrá muy bien.
-A un enfermo mental no se le debe tratar como a un niño porque no lo es, ni se le deben
permitir cosas ni se le debe castigar como se castiga a los niños. Un enfermo mental debe
ser responsable siempre y asumir las consecuencias de sus actos. Si falla su memoria no se
le puede exigir que actúe como si la tuviera al cien por cien, pero tampoco hay que
consentirle todo. Si tratamos a un enfermo mental como a un niño, luego no nos podemos
quejar de que nos utilice y manipule con farsas de control. Si a un niño le das todos los
caprichos, por muy niño que sea, acabará orinándose encima de ti, en expresión muy
popular y plástica.
El desorden y la dejadez son típicas de la enfermedad mental, me sucede a mí que no
tengo demencia senil ni soy tan mayor y que estoy bastante bien. Sus adicciones también
son típicas. La adicción nace de esa necesidad de compensar el dolor con el placer. El
principio del placer y el displacer de Freud. Si sufre mucho buscará compensarlo con
pequeños placeres a su alcance, el tabaco, los dulces, lo que pueda.
Las adicciones son muy difíciles de encauzar y nunca se consigue nada con castigos
severos. Hay algo que nunca falla: si das cariño la adicción disminuye. Intenta darle
abrazos, besos, decirle palabras agradables y observa cuántos pitillos se fuma ese día. El
ser humano no es tonto, si recibe cariño y amor no lo cambiará por tabaco, dulces o
cualquier otra cosa. Si las buscamos es porque nos falta cariño.
Hay algo básico en el comportamiento de tu madre que debes tener en cuenta. Todo indica
que ha tomado la decisión, de la que hablo en otro texto del blog, cuando el enfermo
decide que no quiere vivir todo lo malo se apodera de él, las adicciones, los chantajes y
manipulaciones en las relaciones interpersonales, todo. Puede que su falta de deseo de
seguir viviendo se deba a la muerte de un ser querido, a que sus ilusiones no se han
realizado y cree que nunca se realizarán, a que nota el deterioro de su mente y sufre
miedo, pánico, terror. Nada como el mido para que nuestra psiquis se deteriore. Si tiene
miedo de la muerte o de no valerse por si misma o de que su personalidad sea mutilada
gravemente lo menos que podéis esperar es que caiga en estos vicios. Lo más es que acabe
pensando que quitarse la vida no es tan malo.
Todo enfermo mental necesita un diagnóstico, una terapia y la medicación necesaria. Si tu
madre tiene diagnóstico, medicación y está siguiendo alguna terapia a los familiares solo
os queda la receta de Bautista, el de las historias de Bautista, escucha, escucha siempre, da
cariño y no vivas su enfermedad por él, tienes que estar mejor que él si quieres ayudarle.
Mi receta particular es que nunca le trates como a una niña, es una adulta y debe ser
responsable, si hace algo que está mal o que te disgusta no la pongas buena cara, pero
tampoco la enfrentes ni la recrimines, si te empeñas en una lucha con alguien que ha
perdido el deseo de vivir siempre te ganará. Tienes que intentar darle alicientes para que
recobre esa ilusión por estar viva y no creo que haya nada mejor que el cariño. Conmigo
funciona siempre, si quiero morir y la vida me parece una mierda y recibo cariño me olvido,
al menor por el momento de que lo mejor que podría hacer es morir.
Te dejo mi correo privado por si quieres contarme algo más personal y por favor no te
empeñes en una lucha que tienes perdida de antemano, da cariño, trátala como una adulta
responsable y no como a una niña, y si tienes que darle un presupuesto para tabaco o
dulces hazlo, y que cuando se acabe se atenga a las consecuencias, y si tienes que guardas
la “plata” hazlo sin remordimientos. Un abrazo fraternal.
Alicia Teodoro (13:29:10) :
He leído el texto y aunque comparto gran parte. Que ocurre cuando el enfermo no es
consciente no atiendo y no se deja ayudar. Que pasa con los familiares que lo intenta todo
y el enfermo no quiere aceptarlo y el terapeuta educadamente dice que ha de ser el propio
enfermo el que vaya. No hay ningun tipo de ayuda, ni el asistente social, ni el hospital
NADIE. Ves que unA persona a la que quieres no vive en la realidad, pero Si intentas
ayudarle dice que te denunciara. Solo alguien Hace Algo cuando Pasa Algo grave, se
lesiona, agrede…entonces solo entonces se interviene y a veces es ya tarde. Que podemos
hacer cuando reconocemos una crisis pero el enfermo insiste en que no le pasa nada.
papus21 (14:34:27) : editar
Querida Alicia: En otros textos menciono mi idea de que los enfermos mentales somos
igual que el resto de las personas, solo que además sufrimos una enfermedad. Como
sabrás entre las personas normales hay muy buenas personas, buenas, regulares, malas,
muy malas y malísimas. La enfermedad con cambia el carácter, si una persona era mala
antes de sufrir la enfermedad, lo seguirá siendo con ella y además su patología hará que
los peores defectos de su carácter destaquen más. Con esto quiero decir que un enfermo,
“per se”, no es buena persona porque sufra una enfermedad, por lo tanto hay que analizar
cómo era antes de ser enfermo y cómo es ahora cuando sufre las crisis. Por ser un enfermo
no se le pueden consentir todos los caprichos, ni se le debe tratar como a un niño
consentido, como ya dije en otro comentario, si educamos al enfermo como a un niño
malcriado acabará orinándose en nuestros pies.
Cada enfermo es un mundo, como cada persona normal es un mundo, no se puede tratar a
todos por igual, el trato siempre debe ser personal. Otro tema muy interesante es el grado
de deterioro que sufre un enfermo. Si el deterioro es gravísimo y creemos que ha perdido
totalmente el contacto con la realidad, el trato que deberemos darle no es el mismo que a
otro enfermo que tiene una buena calidad de vida, solo que durante las crisis pierde el
control. En textos que iré subiendo de Diario de un enfermo mental hablaré largo y tendido
de si creo que pueda existir la locura total, la desconexión absoluta de la realidad, la
demencia irreparable. Mi opinión personal es que no, y lo digo por experiencia propia, creo
que en todo enfermo siempre hay una vinculación con la realidad,por pequeña que sea,
algo de consciencia y es a esa pequeña chispa a la que hay que llegar con cariño.
Pero por lo que me cuentas no creo que sea ese el caso de tu ser querido, con enfermedad
mental. Parece más bien el típico caso de un enfermo que utiliza el chantaje emocional, las
farsas de control a las que te remito en este blog, para conseguir sus objetivos, que no
quiere hacerse responsable de sus actos, que puede mentir y manipular para evitar las
consecuencias de su conducta. En mis clases de yoga mental siempre digo a mis alumnos,
enfermos mentales, que no podemos, nosotros menos que nadie, no aceptar la
responsabilidad por todo lo que hacemos, decimos, incluso pensamos y sentimos. Incluso
cuando sufrimos crisis graves y no controlamos, luego debemos hacernos responsables y
pedir perdón e intentar reparar el daño causado. Cualquier otro tipo de comportamiento no
es aceptable ni se lo debemos consentir si no queremos educar a un niño malcriado. Si su
crisis hace aconsejable su internamiento deberemos ponerlo en manos de su terapeuta o
psiquiatra, y los familiares deben aconsejárselo con respeto y cariño.
Querida Alicia, no sé en qué país resides, en España hay medios legales para conseguir que
un enfermo mental que sufre una crisis grave pueda ser internado, contra su voluntad si es
preciso. Esto se puede hacer y se debería hacer cuando el enfermo es impermeable a toda
terapia y su rebeldía le lleva a prescindir de la medicación y adoptar un comportamiento
insufrible, incluso violento. Pero si se hace esto siempre debe ser decisión del psiquiatra o
terapeuta y no de sus familiares, y estos siempre deben hablar con el enfermo, con respeto
y cariño, aunque él no lo haga. Cualquier comportamiento que no respete al enfermo como
persona, que sea insultante y no cariñoso, que sea ofensivo, que no sea sincero y que a
“posteriori” cuando ya esté bien, no se le pida perdón por coartar su libertad, explicándole
que era preciso hacerlo y no quedaba otro remedio, cualquier otro comportamiento, repito,
que no se ajuste a este tipo de conducta, será recibido por el enfermo como una agresión,
como una falta de respeto, como una coacción a su libertad y no como una conducta
cariñosa, sino vengativa, malévola, por parte de alguien que no le quiere y lo único que
busca es quitárselo de encima. Así es y quien no se lo crea y siga con sus conductas
irrespetuosas, insultantes, humillantes, coactivas, denigrantes, se enfrentará a reacciones
del enfermo mental realmente violentas, y no las voy a justificar, por supuesto, pero yo
mismo, fui atado con cadenas en un sótano infecto, se me pegó una paliza de muerte y se
me obligó a comer, cuando me declaré en huelga de hambre por dignidad, a través de un
embudo sujeto por un arnés, lo que estuvo a punto de ahogarme y matarme. Esto por
supuesto ocurrió hace muchos años y no creo que suceda ya salvo en alguna parte del
mundo que aún siga en la Edad Media, pero con ello quiero decir que hay que tener mucho
cuidado con lo que se obliga a hacer a un enfermo mental, porque podemos llegar a
tratarle como a un animal basándonos en la supuesta necesidad de reducir su rebeldía. En
España existen medios legales e imagino que en otros países también, se deben utilizar,
siempre bajo la supervisión del psiquiatra, solo cuando es preciso y no haya otro camino y
los familiares siempre deben tratar al enfermo con respeto y cariño y luego pedirle perdón
por lo que se vieron obligados a hacer. El enfermo también deberá pedir perdón por sus
conductas, aunque provocadas por sus patologías, y deberá reparar en lo posible el daño
causado. Si se niega y es insultante y rebelde los familiares deberán hacérselo ver con
cariño, decirle que su enfermedad no de autoriza, no le da bula papal para ser una mala
persona y comportarse como tal.
Por último, querida Alicia, decirte que a todo enfermo mental, fuere el que fuere, tenga la
enfermedad que tuviere, haya sido una buena o una mala persona antes de sufrir la
enfermedad, se le puede llegar a través del respeto y el cariño, escuchándole, tratándole
como a un ser humano. Es cierto que a veces convivir con un enfermo mental puede llegar
a ser un infierno, pero es preferible, yo al menos lo prefiero, que me dejen solo con mi
enfermedad, expuesto a un intento de suicidio que acabe con mi vida, llevando una vida
miserable, con una calidad de vida muy baja, lo prefiero y lo preferiré siempre a soportar a
familiares que no hacen sino quejarse por todo, incluso por algo que el enfermo no puede
evitar y es padecer su enfermedad,que te tratan como a una basura, que te insultan, que te
consideran una mala persona, violento, criminal, que no dejan de reprocharte cada uno de
los segundos de tu vida lo que hiciste en el pasado, en muchos casos producto de la crisis
de tu enfermedad.
Querida Alicia, un familiar de un enfermo mental debe decidir si está dispuesto o no a
convivir con esa persona, en qué condiciones y buscando siempre las mejores soluciones,
tanto para el enfermo mental como para ellos mismos. Sé que mis palabras te pueden herir,
querida amiga, pero yo ahora estoy solo, divorciado tras la última crisis, mi hija no quiere
saber de mí, he tenido que salir adelante este año poniendo toda mi voluntad de guerrero
impecable. Podría haber salido mal, podría haberme hundido y haber intentado suicidarme
y acabado con mi vida, pero todo eso hubiera sido preferible a seguir soportando que mi
familia pueda considerarme un canalla, una mala persona, un miserable, un monstruo. Ante
un dilema así un enfermo con dignidad se marcha y vive o muere solo, sin pedir nada, sin
humillarse, aceptando lo que le venga.Lo mismo que te he dicho que no se puede tratar al
enfermo como un niño malcriado y consentirle todo, también te digo que a un enfermo no
se le debe faltar al respeto y su dignidad como ser humano, si es difícil saber cuándo el
enfermo se conduce mal por su enfermedad, porque está en crisis, o por su carácter,
porque es mala persona, también para nosotros los enfermos es difícil saber cuándo
nuestros seres queridos nos aguantan porque nos quieren realmente, porque nos
consideran enfermos y no por el qué dirán, por un tema social, o porque creen que serían
despreciados si actuaran de acuerdo a lo que piensan, que somos malas personas y que
estaríamos mejor muertos o encerrados y que no merecemos ni su respeto, ni su cariño, ni
su amor, porque lo que nos pasa no es que seamos enfermos sino que somos unos
miserables, unos malnacidos que nos aprovechamos de nuestra enfermedad para hacer
caño. En ese caso, querida Alicia, querida amiga, con todo el respeto y el cariño del mundo,
su tú crees que tu ser querido no es un enfermo mental, sino una mala persona, mi consejo
es que le dejes a su aire, que no te ocupes de él, que busques la solución para “librarte” de
él. Lo digo en serio. Yo ahora que estoy solo preferiría mil veces la muerte y la absoluta
degradación, viviendo como un animal en mi apartamento, que se me acogiera por
compasión cuando en realidad se piensa de mí que soy una mala persona, un canalla y no
un enfermo. Mejor morir que soportar semejante indignidad.
Así pues, si aceptas que tu ser querido es un enfermo tienes que aceptar todo lo que ello
conlleva, que debes informarte sobre ella, que debes hablar con el terapeuta, que debes
decidir si quieres cuidarle, como harías con un enfermo de cáncer, por ejemplo, aunque la
enfermedad mental sea invisible, o prefieres abandonarle a su suerte. Eso no te obliga a
pensar que todas sus conductas son producto de su enfermedad y que por el hecho de ser
enfermo ya tiene que ser una buena persona, ni tienes que aceptar todos sus abusos y
niñerías, todas sus mentiras y manipulaciones, su rebeldía, su maltrato físico o psicológico.
Eso no, si lo hicieras harías mal y la culpa sería tuya. Pero antes o después tendrás que
decidir si tu ser querido es o no un enfermo mental, deberás informarte, deberás saber
distinguir lo que es una conducta patológica producida por su enfermedad y lo que es la
conducta de una mala persona que quiere herirte.
Tienes mi correo privado en el blog si quieres que hablemos más extensamente y sobre
temas concretos de la enfermedad que padece tu ser querido. Pero con todo el cariño del
mundo te digo que si no crees que sea un enfermo mental, solo una mala persona, hagas
lo que yo aconsejé a mi “ex mujer” y a mi hija, casi mi “ex hija”, sino creéis que sea un
enfermo mental tenéis que aceptar que soy una mala persona y si es así cuanto más lejos
estéis de mi y yo de vosotras, incluso en las antípodas, mejor para todos, para vosotras que
no tendréis que soportarme, que no tendréis que sufrir mi maldad y el maltrato, y para mí
que no tendré que soportar la indignidad de aceptar que soy un canalla, una bestia infernal,
para no estar solo. Soy una buena persona, aunque sea un enfermo, hago lo que puedo y
cuando actúo mal pido perdón, incluso de rodillas e intento reparar el daño causado. No he
sido un enfermo modelo, no he sido la mejor de las personas, pero no soy una mala
persona y he luchado toda mi vida contra la enfermedad,he conseguido logros que jamás
imaginé, estar vivo a mis casi sesenta años, a pesar de algunos terribles intentos de
suicidio, poder dejar la medicación tras veinte años simultaneándola con el yoga mental,
vivir mis crisis a pelo, sin medicación, sin internamiento, haber dejado de intentar el
suicidio, dar la cara, tener un blog para ayudar en lo que pueda, trabajar y ganarme el pan
o el garbanzo como una persona normal, desnudar mi alma para que otros aprendan de mi
enfermedad. No, rotundamente no, no me considero una mala persona y si alguien me
considera así me alejaré de él hasta la otra punta de la galaxia, si fuera preciso. Los
enfermos no pedimos compasión, ni que nos soporten porque no pueden tirarnos a la
basura, no pedimos que se nos trate mejor que a cualquier otra persona, pero tampoco
peor, tenemos nuestros derechos, nuestra dignidad y si algún enfermo es mala persona es
porque lo era cuando no estaba enfermo y lo seguirá siendo aunque se cure, la bondad o
maldad no va con la enfermedad, va con la persona, cada enfermo es un mundo y cada
familiar también lo es. Entendámonos, respetémonos, querámonos. Los enfermos
necesitamos mucho cariño, mas incluso que los familiares que nos sufren. Yo por mi parte
prefiero vivir y morir solo, como un perro abandonado, que perder mi dignidad de ser
humano, jamás aceptaré que me consideren una mala persona y no un enfermo, y si tengo
que morir solo en mi apartamento, en la más absoluta miseria y degradación, lo haré
encantado, mi dignidad no se vende. Y aunque jamás me atreverá a aconsejar a enfermos o
familiares, para mí siempre, siempre será preferible el abandono de un enfermo mental que
hacerle perder la dignidad tratándole como a una mala persona o a una basura. De verdad,
si hay algún familiar que piense que su ser querido no es un enfermo, que lo abandone a
su suerte, ¡por Dios!, será siempre mejor que convertir la vida de unos y de otros en un
infierno.
Y siento mucho esta explosión emocional pero de verdad para mí es insoportable que
encima de sufrir una enfermedad angustiosa y terrible que ha convertido mi vida en un
infierno tenga que intentar convencer a todo el mundo de que soy un enfermo y no una
mala persona. Acepto y asumo la responsabilidad por mis actos, por todos, incluso por los
que cometí siendo un enfermo y con la consciencia tan atenuada como una llama de una
vela en un túnel, pero que no me pidan que renuncie a mi dignidad como ser humano,
antes muerto, antes solo y abandonado que admitir que soy una mala persona, no soy una
rata para vivir en las cloacas, viviré a la luz del día, aceptando mi enfermedad y aceptando
mis defectos de carácter, como todo el mundo debería aceptar.
Un abrazo fraternal, querida Alicia, y mi absoluto respeto y cariño por cuidar de un
enfermo, por lo que estas sufriendo, pero por favor, sino le consideras como tal, sino como
una mala persona, te lo pido de rodillas, es mejor que no sigas cuidando de él. Un beso.
lali (23:28:31) :
Mi ex sufre algun tipo d enfermedad mental,no se cual ni el porque, solo se q sufre d
algo,toma medicación y tiene sintomas,no duerme, esta decaido,se obsesiona,distorsiona la
realidad,dice q las cosas q hace el,se las hacen los demas a el…tambien dice cosas super
raras,q su cabeza es como un ordenador q no puede parar d pensar cosas sin sentido y q la
cabeza le mete galletas, esta bajo d animo,con ansiedad y dice q a veces piensa q se va a
volver loco, yo q se…yo no entiendo nada d esto,lo unico q se es q me a liado una q flipas,
contra mi y toda mi familia, lo he tenido q dejar, no razona ni nada,solo insulta,amenaza y
hace el mal a mi y a mi familia, yo paso, me a hecho mucho daño a mi y a toda mi familia,lo
he tenido q dejar y sigue ahi obsesionado haciendo el mal en mi entorno, q este mal lo
entiendo,pero q haga daño asi a los demas con sus rayadas,eso no,paso mucho,al final voy
a acabar yo mal por su culpa,nadie nunca me a hecho tanto daño y yo no me lo merezco,si
conozco a otra persona asi,salgo corriendo.
papus21 (11:36:37) : editar
Querida amiga: Hay dos cosas que me han llamado la atención en tu comentario, por un
lado parece que identificas enfermedad mental y maldad y por otro que tengas tan pocos
conocimientos de la supuesta, yo creo que real, enfermedad mental de tu “ex marido”. Si
me permites voy a contestarte con todo el respeto y el cariño del mundo, pero también con
toda la sinceridad y contundencia que requieren estos temas. Ya he comentado muchas
veces que el enfermo mental no es otra cosa que una persona normal que además sufre de
una enfermedad que no es física, sino mental y por lo tanto invisible. Lo mismo que hay
personas buenísimas, buenas, regulares, malas, malísimas y medio pensionistas como digo
yo en broma, entre los enfermos mentales hay el mismo tipo de personas, por lo que no se
puede generalizar, es como si yo tildara de corruptos y delincuentes a todos los normales
porque entre ellos hay este tipo de personas. La enfermedad mental no nos hace buenas
personas, pero tampoco malas, lo único que hace es que las debilidades de nuestro
carácter se hagan más llamativas puesto que la patología las pone a la luz pública. Creo
que es un gran error hacer el siguiente silogismo o concluir de la siguiente manera: mala
persona, ergo = enfermo mental. Eso no es así. Todos sufrimos las consecuencias de
convivir con malas personas, sean estas enfermos mentales o se consideren personas
normales puesto que no han sido diagnosticados como enfermos. Yo he sufrido mucho,
muchísimo la maldad de personas “normales” y no por ello creo que todas las personas
normales sean malas. Durante quince años sufrí acoso en el trabajo, mobbing, y estuvieron
a punto de acabar conmigo. El jefe sabía muy bien que yo era un enfermo mental y a pesar
de ello me acosó. Hubiera podido acabar suicidándome, pero ya entonces era un guerrero
impecable y luché hasta el final. Yo no creo que esta persona fuera un inconsciente, sabía
lo que hacía, sabía que podía acabar matándome, consiguiendo que yo me suicidara, y sin
embargo siguió con el acoso. Mis compañeros sabían que yo era un enfermo mental y que
había intentado suicidarme antes, sabían que si no me apoyaban podía acabar muy mal,
pero no lo hicieron, apoyaron al jefe. Para mí estas personas eran malas, sin paliativos, no
les importaba que yo me suicidara con tal de que dejara de ser un obstáculo en su camino.
Y lo peor es que el acoso comenzó por una actitud justa y razonable por mi parte, comenzó
porque quise que el jefe repartiera el trabajo y no lo hicieran compañeros que incluso
tenían una categoría profesional inferior a la mía y no podían darme órdenes. Esto les llevó
a acosarme con todas las consecuencias. Y estas personas no eran enfermos mentales
como yo ni sufrían patología alguna, simplemente eran malas personas que buscaban
acabar conmigo. Por eso me molesta que identifiques maldad con enfermedad mental,
mala persona con enfermo mental. No es así y me temo que yo he encontrado peores
personas entre los que se llaman normales que entre los enfermos mentales.
Eso por un lado, por otra parte me llama la atención que hayas convivido con tu pareja y no
sepas ni la enfermedad mental que padece, ni siquiera tengas la seguridad de que es un
enfermo mental. Tampoco sabes qué medicación toma y supongo que nunca le
acompañaste al psiquiatra o al profesional que lo tratara, porque de otra manera no es
posible que fuera medicado. Desconozco cuánto tiempo has estado casada con esta
persona y si él se comportaba así desde el principio. Por mi parte puedo decirte que yo me
casé con una mujer a la que le expliqué que era un enfermo mental y todo mi pasado, no
se casó ignorando estos extremos. Me he divorciado de ella porque no aceptó mi
enfermedad mental y atribuía la conducta patológica durante mis crisis a maldad, a que yo
era una mala persona. Comprenderás que esté muy sensibilizado con este tema.
Me sorprende que no sepas nada de su enfermedad. Entiendo que cuando te encuentres
con otro enfermo mental salgas corriendo, espero que me entiendas también a mí, con
todo el respeto y el cariño del mundo te diré que yo también saldría corriendo si me
encontrara con una mujer como tú, que no sabe si su ex marido era o no enfermo mental,
ni la medicación que tomaba, ni le acompañó nunca a visitar al psiquiatra, que lo único que
sabe es que delira y es mala persona, supuestamente. Esto sería inaceptable si tu “ex”
sufriera una enfermedad física como la diabetes, por ejemplo y tú no supieras ni qué es
esta enfermedad, ni que hay que inyectarse insulina, ni que hay que seguir una dieta ni las
consecuencias que puede tener un shock hipoglucémico. Si esto fuera así yo le aconsejaría
a ese hombre que saliera corriendo y no volviera a ver a esa mujer porque esa relación de
pareja no puede ir a parte alguna. Si uno convive con un ser querido éste debe por lo
menos informarse de la enfermedad que padece el enfermo mental, debe acompañarle a
ver al psiquiatra y hablar con él, debe informarse de la medicación que está tomando, de la
patología de la enfermedad… Un ser querido al que le importe un bledo la enfermedad de
su pareja es para salir corriendo, te lo aseguro. No niego que convivir con un enfermo
mental sea difícil, a veces es un infierno, por eso fui yo quien tomó la decisión del divorcio
cuando mi pareja no aceptó mi enfermedad y achacó mi conducta a que soy una mala
persona. Lo mejor que se puede hacer con las malas personas es salir huyendo de ellas y
cuanto más lejos mejor. Por eso es preferible abandonar a un enfermo mental si no se cree
en su enfermedad que seguir conviviendo con él si se le considera mala persona. Eso tiene
que estar claro. Lo que no significa que uno deba aceptar la maldad de una persona por el
simple hecho de ser un enfermo mental. Pero no creo que sea tan complicado saber cuándo
su conducta es producto de su enfermedad o de su maldad de carácter. Si cuando es
persona está bien es bondadosa, cariñosa, generosa, adorable, y cuando está mal, en crisis
de su enfermedad es todo lo contrario, está claro que su conducta patológica es producto
de su enfermedad y si cuando está bien se comporta igual de mal que cuando está en crisis
está claro que es una mala persona y que su enfermedad lo único que hace es intensificar
sus conductas canallescas.
Lo siento amiga, pero no puedo aceptar que se equipare enfermo mental a mala persona,
mi experiencia me dice que me he encontrado en la vida peores personas entre los que se
consideran normales que entre los enfermos mentales. Y lo siento si te sientes herida, pero
creo que si has convivido con una persona en pareja y no sabes ni la enfermedad mental
que padece, ni la medicación que toma, ni le has acompañado al psiquiatra, ni te has
informado de cómo son sus crisis, entonces me temo que si tú estás muy feliz lejos de él, a
él le vendrá muy bien estar lejos de ti. Hay que aceptar la enfermedad mental como
enfermedad, aunque no sea física, aunque sea invisible, sino se acepta cuanto más lejos del
enfermo mental mejor para todos. Ahora que ya no convives con él imagino que no te
importará mucho saber qué enfermedad padecía, ni las conductas patológicas que genera
esta enfermedad, ni qué es un delirio en un enfermo mental o una alucinación o cómo se
comporta un depresivo o un fóbico o un esquizofrénico que oye voces, etc, pero si te pica
la curiosidad, aunque sea una curiosidad morbosa, aquí, en este blog, en esta sección
podrás encontrar muchos textos que te ayuden a comprendernos a los enfermos mentales.
No conozco a tu “ex” y por lo tanto no puedo decir si es que es y era mala persona o
simplemente se trata de un enfermo mental con una enfermedad grave como
esquizofrenia, psicosis o cualquier otra, si sufre delirios, si oye voces, si no ha sido bien
diagnosticado o bien tratado, eso no lo puedo decir, pero tampoco que sea una mala
persona, no le conozco y no doy nada por supuesto en el caso de los enfermos mentales.
Pero quiero dejar bien claro que para mí es inaceptable considerar mala persona a un
enfermo mental solo por el hecho de serlo y sufrir las crisis de su enfermedad, nunca lo voy
a aceptar y lucharé toda mi vida por ello, tampoco voy a negar el sufrimiento de los seres
queridos y su conducta heroica en algunos casos. Mi deuda de gratitud con mi “ex”, con mi
hija, con mi hijo, con mi suegro, serán eternas, les debo mucho, mi ex pareja estuvo
conmigo en los peores momentos de mi vida, me amó, me apoyó, me dio cariño, me lo dio
todo, mi deuda será eterna y nunca la podré pagar, pero eso no implica que su incapacidad
para aceptarme como enfermo mental y comprender la enfermedad haya hecho imposible
la convivencia. Tanto enfermos como familiares deberíamos conocernos mejor, hablar más,
no ocultar la enfermedad, no tener miedo al qué dirán, no consentir, los enfermos,
permanecer en las cloacas, como las ratas, porque no lo somos y los familiares tampoco
deberían sentir vergüenza de sus familiares enfermos mentales, como si fueran monstruos,
porque no lo son. Deberíamos estar juntos y juntos luchar para que la sociedad conozco
mejor a los enfermos mentales y los acepte y no les margine. Esa es mi lucha y no cejaré
hasta que me llegue la muerte. No se trata de pesar en la balanza el sufrimiento de unos y
de otros, sino de conocernos, comprendernos y querernos. Este es el camino que te invito a
seguir. Ya no convives con tu ex, tal vez pienses que no necesitas informarte, pero nunca
se sabe, puede que aparezca en tu vida otro enfermo mental, incluso un familiar muy
cercano o tu misma puedes acabar enferma mental, nadie está exento de la enfermedad y
nadie es tan guapo que Dios le vaya a conceder lo que no nos ha concedido a otros, la
gracia de librarnos de esta enfermedad. Un abrazo y espero que reflexiones, porque si hay
malas personas éstas no están siempre en el lado de los enfermos mentales.
Danae (10:16:16) :
Estoy total de acuerdo con César. La maldad es una cosa, y la enfermedad mental otra. En
mi vida me he encontrado igual con muchas personas malas, aprovechadas, y crueles (que
aparentemente eran normales) y otros con enfermedad mental (tratada y diagnosticada)
que son un encanto de personas. Cierto, que cuando tienen un brote psicótico pueden
cambiar su manera de ser y comportamiento, pero ya no son “ellos” sino la enfermedad en
si.
papus21 (11:35:52) :
Muchas gracias Lola por echarme un capote, no esperaba menos de ti. En efecto, esa
ridícula mentalidad de que todo enfermo mental es una mala persona nos hace mucho
daño y debería ser una de nuestras tareas prioritarias intentar cambiar lo que yo considero
la base de la leyenda negra del enfermo mental. No podemos consentir que se siga
diciendo que somos enfermos mentales porque somos malas personas y que si fuéramos
buenos no seríamos enfermos mentales. Es inaceptable y siempre que lo escuchemos
deberíamos responder y responder con contundencia. Es tan tonto como achacar a un
enfermo de diabetis que lo es porque come mucho dulce y si dejara de comerlo acabaría
con su enfermedad, una enfermedad en gran parte genética y con muchas otras causas.Los
enfermos mentales no somos malos “per se” y quien así lo crea es que no nos conoce por lo
que les invito a irnos conociendo. No se puede amar lo que no se conoce, ese es sin duda
el primer paso. Un abrazo.
jose (19:50:26) :
Gracias estuve leyendo material mi esposa está pasando por su tercera crisis con lo que
leído voy a centrarme más en entender la en darle más cariño y apoyo casi siempre en su
crisis la agarra con migo y siempre trato de hacerla entender que lo que me dice o imaginar
No es real
20112015
Slictik (10:44:11) : editar
Gracias a ti por ser paciente con una enferma mental. Solo hay una forma infalible de llegar
a un enfermo mental, escucharle siempre y darle apoyo y cariño, no hay otra manera. En el
blog tienes mi correo electrónico por si quieres hablarme en privado del problema de tu
esposa. Desconozco su enfermedad pero si sufre delirios necesita medicación y recuerda
que siempre se puede llegar a un delirante a través del cariño, es el único puente que
siempre está en pie. Un abrazo.
diik (12:14:43) :
Hola yo tengo a mi hermano que es imposible comunicarse con el y no hace caso a
nadie.tiene paranoias a todas horas y continuas faltas de respeto hacia mi padre y mi
madre.no sabemos donde acudir ni que hacer estamos desesperados que puedo hacer
.gracias
Slictik (13:32:42) : editar
Hola. Entiendo tu desesperación. No me das muchos datos, si quieres ampliar tu consulta
puedes utilizar el correo que aparece en el blog. Por lo que me cuentas no parece que
tengáis muy claro qué enfermedad padece. Lo primero es un diagnóstico. Necesitáis ir a un
profesional que le diagnostique y le ponga medicación, si la necesita y comience alguna
terapia. No me dices tampoco de dónde eres. Si fueras de España aquí existe la posibilidad
de un internamiento forzoso vía judicial. Solo tienes que ir al fiscal que corresponda a tu
domicilio y hablarle de la situación, él se encargaría de todo. Promovería una demanda ante
el juzgado correspondiente, lo vería el forense, haría un diagnóstico y el juez podría
acordar un internamiento forzoso durante un tiempo hasta que se le diagnosticara más a
fondo y mejorara. Lo que me dices de sus “paranoias” es bastante vago, eso no significa
que sea un esquizofrénico paranoide, puede que simplemente sufra de ideas obsesivocompulsivas. El término paranoia se emplea muchas veces en lenguaje coloquial para
hablar de ideas fijas, obsesiones, manías. La esquizofrenia paranoide tiene mucho que ver
con los delirios, alucionaciones, etc. Veo que no sabes mucho de lo que le pasa a tu
hermano, por lo tanto tiene que intervenir un profesional cuanto antes, si él quiere hacerlo
por las buenas buscáis un psiquiatra o psicólogo para que le haga un primer diagnóstico. Si
no quiere voluntariamente tendréis que hacer un internamiento forzoso vía judicial, si
estáis en España, o si sois de otro país tendréis que adaptaros a la legislación vigente en
ese país, tal vez no os vendría mal una consulta con un abogado. No me dices nada
tampoco sobre si consume drogas o alcohol o esto le ha venido a raíz de un trauma
personal o familiar, algo que haya ocurrido en vuestras vidas y que le haya afectado mucho.
Como digo en los textos del blog a los enfermos mentales se nos llega con el respeto y el
cariño. Si le miráis como a una persona “normal” sus desplantes, insultos, agresividad, falta
de respeto sería de todo punto inaceptable, tendríais que concluir que es una mala persona
y tomar las medidas que se toman con las “malas personas” alejarse de ellas, buscar
soluciones legales, intentar defenderse de su agresividad, etc etc. Pero si es un enfermo
mental nada de esto os va a servir. Puede que esté sufriendo una crisis de su enfermedad y
por lo tanto su conducta es patológica, lo mismo que un enfermo físico tiene una forma de
conducirse diferente a cuando está sano. Si está en su mundo, si se ha fugado de la
realidad, de nada sirve razonar con él. Solo podréis llegar a él a través del respeto y el
cariño. Tenéis que escucharle, tenéis que intentar convencerle con cariño y con respeto, de
que se ponga en manos de un profesional. Recordad que si respondéis a su falta de respeto
y a sus insultos de la misma manera entraréis en un bucle del que nadie saldrá bien
parado. A un enfermo mental se le llega a través del respeto y el cariño, se le escucha y una
vez que hemos llegado a él es más fácil convencerle de que se ponga voluntariamente en
manos de un profesional. Si no lo quiere hacer habrá que recurrir al internamiento judicial y
una vez que esté diagnosticado, con medicación, será posible hablar con él con
normalidad. Un abrazo.
rosa del carmen martinez (21:33:47) :
César, como un esfuerzo a que mi hijo se abra con alguien y tal vez, acepte comunicarse y
aceptar su enfermedad, sería mucho pedirte que le envíes un mensaje, a ver si responde? (
mírame, la que va a dejar de controlar, jeje)
Slictik (21:46:47) :
Hola, antes de mandar el mensaje permíteme que te pregunte si eres Gloria, la de los
anteriores comentarios, puesto que ahora te llamas Rosa o no eres Gloria, entonces tienes
que darme más información, porque ando perdido. Si eres Gloria te sugiero que antes le
hables de mí y le pidas permiso para que yo le escriba, si lo hago sin que sepa nada de mí y
sin su permiso sería contraproducente. Créeme, lo sé muy bien, los enfermos mentales
somos muy defensores de nuestra dignidad y nuestros derechos y llevamos mal que
alguien se meta en nuestras cosas sin antes haberle dado nuestro permiso. Estaría aún
mejor si tu le dieras mi correo, le hablaras de mí y le animaras a que me escribiera. Ya me
dirás si quiere hacerlo o se niega en redondo, en ese caso aún no ha llegado el momento.
Que Dios te bendiga a ti. Un abrazo.
rosa del carmen martinez (21:17:56) :
Soy Rosa del Carmen Gloria, pero como es tan largo, me gusta más Gloria. Ok le platicaré
de ti, espero tener suerte. Mil gracias. Dios te bendiga
Slictik (10:49:07) : editar
Hola Gloria: Gracias por tu sinceridad aunque podías haberme dado estos datos por correo,
si a ti no te importan que sean públicos, por mi parte ningún inconveniente. No puedo
ayudarte mucho con el tema legal porque no conozco la ley en México, aquí sí podría
encaminarte bien. En cuanto a lo que me preguntas de llevarle engañado al psiquiatra te lo
desaconsejo, toda mentira acaba generando problemas porque antes o después se desvela.
Como dice un refrán castellano, antes se pilla a un mentiroso que a un cojo. Los enfermos
mentales solemos reaccionar muy mal a los engaños o manipulaciones, incluso con
agresividad, nos molesta mucho que nos traten como a niños. Tu hijo ya tiene edad para
ser una persona responsable de sus propias decisiones y actos, cualquier engaño, aunque
pudiera parecer que al menos a corto plazo podría dar buenos resultados, a la larga
siempre crea más problemas de los que pretende evitar.
En cuanto a lo que me dices de que sufrió maltrato de niño eso explica muchas cosas, los
niños maltratados siempre sufren un grave trauma que acaba por aparecer de una manera
u otra a lo largo de la vida. Que sea en forma de psicosis no es nada extraño. Si ha
consumido marihuna, aunque sea una droga blanda, no es sorprendente que sufra delirios
y que esté agresivo, la marihuana, aunque sea considerada como algunos como hierba
medicinal, en realidad desconecta de la realidad y crea e intensifica los delirios. Si sufre
algún tipo de psicosis lo peor que puede hacer es fumar marihuana. Por otro lado si se ha
convertido en adicción hay que enfrentarse a otra patología muy complicada, puesto que
las adicciones son muy difíciles de superar y requieren una terapia intensa y prolongada.
No es extraño que no pueda con sus estudios, es que incluso con una buena medicación y
terapia le costaría mucho sacarlos adelante. Entiendo que cuando me hablabas de escuela,
te referías a la universidad. Aquí, en España, escuela es siempre de niños.
Mi sugerencia sobre lo que puedes hacer es la siguiente: Tienes que hablar con él, con
respeto, con cariño, escogiendo un buen momento y decirle con claridad, sin titubeos, que
si no quiere que su vida se convierta en un infierno debe enfrentarse a la realidad y asumir
su posible condición de enfermo mental, que solo con un diagnóstico, una medicación y
una terapia adecuada conseguirá salir adelante. Que si no lo hace todo irá a peor de forma
irreversible. Puedes comentarle si quieres mi caso, cómo he conseguido salir adelante
cuando fui desahuciado por psiquiatras y nadie apostaba un ochavo por mí. Tuve que
medicarme y con el tiempo, el yoga mental y la filosofía del guerrero impecable, he salido
adelante, llevo una vida normal y no tomo medicación. A pesar de ello sigo sufriendo crisis
en mi enfermedad, la última me costó el divorcio, pero acepto lo que soy y trato de vivir de
la mejor manera posible, luchando como un guerrero. Si se lo dices con respeto y cariño es
posible que con el tiempo, cuando reflexione acepte que no podrá salir adelante sin un
diagnóstico y una medicación. Desconozco la ley en México, aquí en España te aconsejaría
un internamiento forzoso, pero no sé cómo está la ley allí ni cómo está la sanidad mental ni
cómo están los psiquiátricos. Cuando yo estuve internado aquí, hace ya muchos años, los
psiquiátricos eran auténticas cárceles, verdaderos infiernos, yo no aconsejaría a un familiar
un internamiento en aquellas condiciones, pero imagino que si el deterioro es muy grave
habría que tomar alguna decisión, por muy dolorosa que fuera.
Tienes que tener en cuenta que los enfermos mentales, salvo un deterioro total e
irreversible, seguimos siendo personas, somos conscientes, tenemos nuestros derechos,
somos libres para decidir, aunque esa decisión nos lleve al abismo. Somos responsables de
nuestros actos, un familiar no puede sufrir y curarse por nosotros, vivir por nosotros, tomar
las decisiones por nosotros. Eso no funciona. Como dice Milarepa hemos venido a la vida
para aprender lecciones espirituales, puede que algunos se nieguen a aprenderlas y sufran
mucho, pero eso no es posible evitarlo sufriendo por él, tomando decisiones por él. Una
vez que hables con él y le digas con claridad, con respeto y cariño lo que te he dicho, la
decisión es suya. Si elige vivir en un infierno deberá asumir las consecuencias. Los seres
queridos solo pueden escuchar, dar cariño y apoyo, y si las circunstancias se hacen
imposibles pueden y deben tomar decisiones. Un internamiento legal, forzoso, puede ser
una buena solución en determinadas circunstancias, lo que no funciona es mentir y mucho
menos hacerle tomar una determinada medicación con engaños. Aunque parezca extraño
los enfermos mentales somos bastante inteligentes y conscientes, intuimos si nos engañan
y desde luego que los efectos de la medicación le harían entender que no es para lo que se
le dice. Creo que lo mejor es hablarle claro e intentar que acepte un ingreso voluntario, que
se le diagnostique, se le medique y reciba una terapia. Es importante hablarle claramente
de que la marihuna solo está agravando sus estados mentales, suelen negarse a aceptarlo y
buscan todo tipo de disculpas que en realidad solo son fugas de la realidad. Como se trata
de una adicción requiere una terapia específica, no se le puede coaccionar para que la deje
sin más porque eso siempre es contraproducente y acaba generando efectos contrarios.
Creo que eso es todo, querida Gloria, si quieres comentarme algo más o seguir
escribiéndome a mi correo privado te atenderé encantado. Te deseo mucha suerte, será un
camino difícil. Que la paz profunda te acompañe siempre en el camino. Un abrazo.
Gloria (21:05:35) :
Cesar, te agradezco tus palabras, tu opinión me parece importante, me da otra visión y
enfoque de mi problemática. Es cierto, no puedo vivir por él, tengo mi propia vida. Es
difícil, soltar y dejar de pensar que puedo controlar y decidir por el. Cierto, ha sido y es un
camino difícil. Pero tengo esperanza y fe. Te agradezco nuevamente tu atención. Recibe
bendiciones.
Juan (16:00:29) :
Gracias a su articulo, no creo estar muy lejos de la realidad de seguir apoyando a mi esposa
mediante el carino y la comprension y paciencia que he tenido. Aveces decaigo pero me
levanto y sigo luchando dia con dia para vencer esta situacion. Ya llevo 2 anos y medio asi.
Muchos me han dicho que la debi dejar pero hoy comprendo que si esto hubiera pasado
ella estaria en un gran problema ya que hasta su failia dejo de hablarle por la misma
situacion que desconocian hasta hace poco.
Ella pacede de celos incontrolables… Me ha acusado de andar con muchas mujeres, hasta
su propia familia y la mia. No puedo estar cerca de una mujer o hablarle de alguna por que
piensa que tengo algo que ver con ella. Ha iro a casas de ellas para reclamar algo que
nunca exisio. Una vez golpeo a una conocida. Hay tiempos o periodos que esta muy bien y
en armonia, pero aveses pasan periodos con ataques hacia mi persona sosteniendo que soy
lo peor por acostarme con muchas mujeres.
Eso no se le quita de la cabeza ni un momento, que me valgo de estrategias para acostarme
con todas las que ella menciona.
En el circulo solo somos ella (46 anos)mi hijo de 8 anos y yo (47 anos).
Su familia en un principio la apoyo y ayudo a escaper de mi. Pero hace 2 meses se dieron
cuenta de su problema cuando los ataco a ellos tambien.
Ya no los frecuenta a ellos. Yo sigo visitandolos a mi hijo y ella cada fin de semana ya que
trabajo en otra ciudad. Despues de su salida de la casa las cosas han mejorado ya que no
estamos todos los dias juntos. Los dias que los veo es muy amena la comunicacion. Y como
lo dije haveces tiene temporadas muy graves por los ataques psicolojicos hacia mi y aveces
no los tiene, pero son temporadas.
Yo sigo apoyando en todo lo que est a mi alcance, Nunca quiso reconocer su situacion, ni
acudir al doctor, solo dice que yo soy el enfermo que yo valla. Y en lo personal yo ya visite
2 terapeutas y un psicologo. Los tres me dicen que quieren verla pero ells no hacepta que
esta mal ni mucho menos quiere ir.
En lo personal esta situacion empezo de repente en el ano 2013 octubre con mucha
aggression. has ido bajando de ritmo pero me ha costado mucha paciencia lagrimas y
esfuerzo.
Que mas tengo que hacer?
Su vida con mi hijo es normal, lo quiere mucho lo proteje mucho. Mi hijo ya sabe que no
hay que contradecirla ni pelear con ella.
Una particularidad de ella es que todo lo que va a hacer en el dia lo anota desde antes, asi
ha sido toda la vida. muy organizada.
Su actitud si es un poco agresiva aveces, pero debido a mi paciendia la puedo controlar.
Los atques psicologicos hacia mi si son frecuentes cuando esta en esta situacion y solo
dejo que hable, no contradigo nada.
Todo el tiempo hemos ido a la iglesia y seguimos llendo.
Solo para finalizar, desde que nos casamos hemos guardado la promesa que establecimos
ambos en el altar de estar juntos si fallarle uno al otro.
Saludos y espero pueda recibir un consejo mas de apoyo a mi situacion.
Slictik (19:13:06) : editar
Hola Juan, lamento tu situación, no es fácil afrontar el problema que tienes. Mucho me
temo que el único paso que podría mejorar a tu esposa sería que aceptara que la viera un
profesional, que fuera diagnosticada y puesta en tratamiento. Lo malo de esta situación es
que debido a los celos tu no eres precisamente la persona más indicada para convencerla,
cualquier cosa que intentes hacer por ella lo verá como una estrategia por tu parte para
hacerle daño. Me dices que en el primer círculo solo estáis vosotros y el niño que debe
estar viviendo unos momentos muy difíciles. Es una pena que no puedas recurrir a nadie
más, alguien de la familia que pudiera hacer de intermediario. La patología de los celos es
muy difícil de tratar porque en este caso la fuga de la realidad es tan sutil e insidiosa que
encontrará todo tipo de razones y de motivos para seguir convencida de que el mundo
fantasioso que se ha construido es real. Dada la edad que tiene me sorprende que no
hubiera dado muestras de la enfermedad desde mucho antes, concretamente en su
juventud que es cuando se suelen producir las primeras crisis y como consecuencia el
diagnóstico. Uno nunca sabe qué es lo que va a desencadenar la enfermedad y cuándo. Tal
vez el nacimiento de su hijo hubiera sido un momento más lógico para el
desencadenamiento de la crisis, lo que se suele llamar la depresión posparto. Tampoco me
cuentas de ningún hecho concreto que pudiera hacer pensar que fue la causa de la crisis
actual. La patología de los celos tiene mucho que ver con el delirio, con la fase delirante de
ciertas enfermedades mentales. Hay muchas clases de delirios, según la temática
recurrente de la obsesión. En el caso de la esquizofrenia suele ser muy frecuente el delirio
profético, el enfermo cree que está destinado a cumplir una gran misión, habitualmente
salvar a la humanidad del cercano apocalipsis. Yo mismo tuve una época en la que sufrí con
fuerza este delirio y soy muy consciente de la enorme dificultad de intentar pararlo. No
sirven los razonamientos, no sirve acumular supuestas pruebas, una tras otra, no sirve
buscar personas que intente hacer ver al enfermo que sufre una crisis delirante y que la
realidad es otra. En mi caso cualquier cosa que me sucedía la interpretaba como una
reafirmación de lo que yo pensaba sobre mi supuesta misión salvadora. Los delirios suelen
aprovechar nuestros defectos de carácter y nuestras necesidades más profundas para
enraizarse. Cuando tienes la autoestima muy baja, como era mi caso, que tuve que sufrir
que me llamaran loco, me insultaran y marginaran, la necesidad de “redimirse”, de
encontrar una razón para no creer que eres una “mierdecilla” me llevó a buscar algo tan
impalpable como una misión salvífica para encontrar una pizca de autoestima.
El delirio de los celos es aún peor que el delirio profético, al fin y al cabo en éste intentas
salvar a toda la humanidad y esa dispersión hace que no te centres en una persona
concreta. En cambio en los celos solo hay una persona, un solo objeto del delirio y ésta
recibe toda la intensidad delirante del enfermo. Una fase delirante es muy difícil de cortar
sino es a través de una medicación de apoyo y una terapia larga que vaya reparando los
enormes daños psíquicos que han dado lugar al delirio. El formidable problema del delirio
de los celos es que el objeto de este delirio es casi el menos indicado para intervenir
puesto que el enfermo encontrará mil motivos para achacar todo lo que estás haciendo en
su favor como sutiles estrategias para dañarle y buscar su perdición. En este caso la
intervención y mediación de un terapeuta es imprescindible. No me dices de qué país eres
pero tal vez debieras comenzar a plantearte la posibilidad de un internamiento forzoso, vía
judicial. Esto permitiría un diagnóstico y tal vez administrarle una medicación que fuera la
base de una terapia posterior.
El delirante actúa como actúa porque está convencido de que sus delirios son reales, no se
trata de la interpretación de un actor que hace su papel para engañar, sino de alguien que
vive en una realidad que nada ni nadie puede echar abajo mediante razonamientos. Como
ya he dicho en otros textos, cuando no puedes llegar a un enfermo con nada, ni con
palabras, ni tendiendo puentes, solo hay una forma de poder llegar a él, el cariño. Hay que
escuchar, con calma y con respeto. Esto en el caso del delirio de los celos es especialmente
difícil puesto que afecta directa y profundamente a la pareja que la está escuchando. A
pesar de ello y mientras no tenga un terapeuta y una terapia ni otras personas cercanas que
puedan darle algo de apoyo te corresponde a ti intentar llegar hasta ella. No intentes
convencerla de que delira, de que está fuera de la realidad, no intentes aportar pruebas de
que se equivoca, esto se convertiría en un agotador partido de tenis que no acabaría nunca
ni llegaría a parte alguna. No puedes aceptar entrar en su delirio, en su mundo, y adaptarte
a él, dejar de hacer tu vida, dejar de relacionarte, acumular prueba tras prueba para
demostrarle que es imposible que la estuvieras engañando tal día a tal hora porque estabas
con fulanito o en tal sitio o en tal otro. Ella encontrará en su delirio siempre razones
suficientes para descubrir algún agujero en tus pruebas y razonamientos. La mejor forma
de ayudarla es intentar aproximarte a ella y que te permita darle cariño. Es muy difícil que
en plena crisis te permita acercarte y que se deje abrazar, puedes intentarlo, pero si
reacciona con agresividad no deberías insistir. Luego en otro momento todas las muestras
de cariño que ella permita serán la mejor forma de recuperarla. El contacto físico,el abrazo,
los gestos de cariño,las palabras amables serán el mejor puente para llegar a ella. En los
celos se ha perdido totalmente la confianza en la pareja y cuando se pierde la confianza en
otra persona es muy, muy complicado restablecer la relación. No hay otra forma de
restablecer una confianza perdida que a través del afecto, el cariño y el amor. Es como la
lluvia suave y persistente, hasta la tierra más reseca acaba agrietándose y dejando que
penetre en su interior para fecundarla.
En vuestro caso hay un tercer elemento muy importante, y es vuestro hijo. El pobre sufrirá
el trauma de la situación y poco puede hacer puesto que en este caso tampoco entenderá
qué sucede con los celos, es algo que a un niño le resulta del todo incomprensible. No se le
puede utilizar como instrumento para llegar al otro o como escudo defensivo. El niño se
sentirá perdido y aún más traumatizado. En mi opinión lo mejor es explicarla las cosas con
claridad y sencillez, con enorme cariño. Cuando presencia los estallidos de celos deberías
hablar con él en el momento más adecuado y explicarle que su madre puede estar enferma,
que tú no has dado motivos para que ella se comporte así, un niño puede entender muchas
más cosas de las que pensamos si se le explican bien. No le alejes de ella, no hagas que le
tenga miedo, al contrario explícale que su madre necesita más cariño que nunca,
simplemente que cuando uno tiene una gripe necesitará superarla utilizando los medios
más adecuados. Es muy lamentable que no puedas echar mano de ningún familiar o
persona de confianza, pero eso es algo que tendrás que afrontar tú solo, cuando uno está
solo depende de sí mismo, como un guerrero impecable. Yo mismo vivo una situación
parecida, estoy solo, debo afrontar mis problemas como un guerrero impecable y hacer lo
que está en mi mano sin sentirme culpable por aquello que no puedo hacer.
En el blog tienes mi correo personal si quieres comentarme más detalles o hacerme una
consulta más amplia. Como sabes no soy un profesional, un terapeuta, por lo tanto lo
primero es buscar un auténtico profesional. No obstante por mi experiencia como enfermo
mental sí puedo hacerme una idea de lo que le está pasando a tu esposa. Sin un
diagnóstico profesional es difícil saber si es una enferma mental, aunque por lo que me
cuentas tiene todos los síntomas, ni la enfermedad que padece, pero para mí está claro que
está en fase delirante y en este terreno, como enfermo que ha vivido muchas veces en
delirio, sí puedo decirte que lo que más nos llega siempre es el cariño, el respeto, el que el
familiar nos diga que nos quiere, que está dispuesto a hacer lo que esté en su mano por
nosotros, que no nos abandonará si nosotros no le obligamos. Eso sí, como sucede en
estos casos con todos los enfermos mentales, no podemos ni debemos dejar que nos
utilicen, que nos hagan chantaje emocional, que utilicen farsas de control para salirse con
la suya, sean celos, sea una depresión con ideas de suicidio, si les tratamos como a niños,
consintiéndoles todo, acabaremos como acaban los familiares de los niños malcriados,
soportando todo, convirtiéndose en auténticos esclavos y terminando fácilmente ellos en
una enfermedad mental. No debes contemporizar, cuando te acuse de infidelidad debes
decir la verdad y atenerte a ella, debes insistir y sobre todo decirle con claridad que la
quieres, que estás con ella porque la quieres, que te permita abrazarla. Sé firme en esto, no
hay que bailarle el agua a un enfermo mental, no hay que tratarle como si fuera un niño
con una pataleta, te compramos el juguete y crisis resulta. Si no eres infiel debes decírselo
con claridad y firmeza y debes aconsejarle que vaya a un terapeuta, mejor dicho, que vayáis
los dos. Tal vez esto la pueda convencer mejor. Es fácil que ella te diga que tú eres el
culpable, que tú eres quien debería ir a un terapeuta. Respóndele que estás dispuesto a ir
con ella, a ir los dos. No tienes la culpa de todo, pero admites tu parte de culpa.
Resumiendo. No creo que esta situación pueda mejorar sin una intervención profesional.
Ella necesita un diagnóstico y una terapia. Los celos son siempre problema de pareja, por lo
tanto una terapia de pareja, en forma conjunta, podría ayudar mucho.
Si la quieres y estás dispuesto a conservarla aunque tengas que hacer un gran sacrificio
deberías plantearte seriamente la posibilidad de un internamiento forzoso, si no hay otro
remedio, pero antes utilizar todos los medios, ofrecer una terapia conjunta de pareja,
ofrecerte a apoyarla en todos y cada uno de sus pasos y sobre todo darle constantes
muestras de cariño. Como ya he dicho en otros textos el delirante no está absolutamente
fuera de la realidad, se puede llegar a él, y por mucho que uno sufra un delirio de celos
sabe muy bien que si tu pareja te da cariño, está siempre atento contigo, hace un gran
esfuerzo por conservar la relación de pareja no puede estar siendo infiel al mismo tiempo.
Todos sabemos que si somos infieles el amor, el cariño hacia nuestra pareja disminuye, ese
es uno de los signos claros de una infidelidad, en que la relación se resiente porque la
pareja infiel le está dando el cariño a otra u otro y está menos atento a la realidad de su
propia pareja. Si hay una forma de convencer a un delirante de celos de que estos son
infundados es intensificando el afecto, el cariño, las muestras de amor. La paciencia que
debe desplegar la pareja de un enfermo mental con delirio celotípico es infinita, por eso
debes prepararte para luchar como un guerrero para superar este trauma. Te pongo un
enlace sobre el tema, tú mismo puedes buscar otros. Un abrazo.
verroespsicologos.blogspot.com.es/2011/06/delirio-celotipico-abordaje-terapeutico.html
Gloria (20:51:47) :
Cesar, te seré más explícita: Somos mexicanos, César mi hijo, así se llama también, sufrió
violencia infantil, por su padre. Fue un niño inquieto,que yo suponía normal. Actualmente
tiene 25 años, hace 4 años inició su consumo de marihuana, por lo que se le interno, con
su autorización, en un centro de rehabilitación contra adicciones, aproximadamente dejo
su adicción por 9 meses. posteriormente volvió al consumo. Durante el periodo de
internamiento mostró conductas psicóticas y se le canalizó a un hospital psiquiátrico,
estuvo medicado por un año, después se ha negado a tomar el medicamento. Durante los 2
últimos años, se ha vivido en casa, muchos eventos de violencia, sobre todo hacia su padre.
Ha tenido que abandonar la escuela en 4 ocasiones, por considerarse que presenta
conductas extrañas. Habla y se ríe solo, en ocasiones dice incongruencias. En septiembre
pasado, reinicio estudios a nivel universitario, con calificación buena en el primer periodo.
Actualmente, se encuentra en el segundo periodo, pero ya me reportaron que presenta las
conductas que ya te mencioné y me recomiendan tratamiento psiquiatrico, sin embargo,
como te comento, Cesar no acepta ningún tratamiento.
Conmigo es con la única persona que habla, y se deja abrazar y besar. Trato de darle cariño
pero creo necesita de esa atención psiquiátrica, tengo miedo de que empeore.
Te pregunto, ¿Será bueno llevarlo con engaños al psiquiatra? y que crea que el
medicamento es para atender otra enfermedad?
No se que hacer, estoy desesperada.
Slictik (10:49:07)
Hola Gloria: Gracias por tu sinceridad aunque podías haberme dado estos datos por correo,
si a ti no te importan que sean públicos, por mi parte ningún inconveniente. No puedo
ayudarte mucho con el tema legal porque no conozco la ley en México, aquí sí podría
encaminarte bien. En cuanto a lo que me preguntas de llevarle engañado al psiquiatra te lo
desaconsejo, toda mentira acaba generando problemas porque antes o después se desvela.
Como dice un refrán castellano, antes se pilla a un mentiroso que a un cojo. Los enfermos
mentales solemos reaccionar muy mal a los engaños o manipulaciones, incluso con
agresividad, nos molesta mucho que nos traten como a niños. Tu hijo ya tiene edad para
ser una persona responsable de sus propias decisiones y actos, cualquier engaño, aunque
pudiera parecer que al menos a corto plazo podría dar buenos resultados, a la larga
siempre crea más problemas de los que pretende evitar.
En cuanto a lo que me dices de que sufrió maltrato de niño eso explica muchas cosas, los
niños maltratados siempre sufren un grave trauma que acaba por aparecer de una manera
u otra a lo largo de la vida. Que sea en forma de psicosis no es nada extraño. Si ha
consumido marihuna, aunque sea una droga blanda, no es sorprendente que sufra delirios
y que esté agresivo, la marihuana, aunque sea considerada como algunos como hierba
medicinal, en realidad desconecta de la realidad y crea e intensifica los delirios. Si sufre
algún tipo de psicosis lo peor que puede hacer es fumar marihuana. Por otro lado si se ha
convertido en adicción hay que enfrentarse a otra patología muy complicada, puesto que
las adicciones son muy difíciles de superar y requieren una terapia intensa y prolongada.
No es extraño que no pueda con sus estudios, es que incluso con una buena medicación y
terapia le costaría mucho sacarlos adelante. Entiendo que cuando me hablabas de escuela,
te referías a la universidad. Aquí, en España, escuela es siempre de niños.
Mi sugerencia sobre lo que puedes hacer es la siguiente: Tienes que hablar con él, con
respeto, con cariño, escogiendo un buen momento y decirle con claridad, sin titubeos, que
si no quiere que su vida se convierta en un infierno debe enfrentarse a la realidad y asumir
su posible condición de enfermo mental, que solo con un diagnóstico, una medicación y
una terapia adecuada conseguirá salir adelante. Que si no lo hace todo irá a peor de forma
irreversible. Puedes comentarle si quieres mi caso, cómo he conseguido salir adelante
cuando fui desahuciado por psiquiatras y nadie apostaba un ochavo por mí. Tuve que
medicarme y con el tiempo, el yoga mental y la filosofía del guerrero impecable, he salido
adelante, llevo una vida normal y no tomo medicación. A pesar de ello sigo sufriendo crisis
en mi enfermedad, la última me costó el divorcio, pero acepto lo que soy y trato de vivir de
la mejor manera posible, luchando como un guerrero. Si se lo dices con respeto y cariño es
posible que con el tiempo, cuando reflexione acepte que no podrá salir adelante sin un
diagnóstico y una medicación. Desconozco la ley en México, aquí en España te aconsejaría
un internamiento forzoso, pero no sé cómo está la ley allí ni cómo está la sanidad mental ni
cómo están los psiquiátricos. Cuando yo estuve internado aquí, hace ya muchos años, los
psiquiátricos eran auténticas cárceles, verdaderos infiernos, yo no aconsejaría a un familiar
un internamiento en aquellas condiciones, pero imagino que si el deterioro es muy grave
habría que tomar alguna decisión, por muy dolorosa que fuera.
Tienes que tener en cuenta que los enfermos mentales, salvo un deterioro total e
irreversible, seguimos siendo personas, somos conscientes, tenemos nuestros derechos,
somos libres para decidir, aunque esa decisión nos lleve al abismo. Somos responsables de
nuestros actos, un familiar no puede sufrir y curarse por nosotros, vivir por nosotros, tomar
las decisiones por nosotros. Eso no funciona. Como dice Milarepa hemos venido a la vida
para aprender lecciones espirituales, puede que algunos se nieguen a aprenderlas y sufran
mucho, pero eso no es posible evitarlo sufriendo por él, tomando decisiones por él. Una
vez que hables con él y le digas con claridad, con respeto y cariño lo que te he dicho, la
decisión es suya. Si elige vivir en un infierno deberá asumir las consecuencias. Los seres
queridos solo pueden escuchar, dar cariño y apoyo, y si las circunstancias se hacen
imposibles pueden y deben tomar decisiones. Un internamiento legal, forzoso, puede ser
una buena solución en determinadas circunstancias, lo que no funciona es mentir y mucho
menos hacerle tomar una determinada medicación con engaños. Aunque parezca extraño
los enfermos mentales somos bastante inteligentes y conscientes, intuimos si nos engañan
y desde luego que los efectos de la medicación le harían entender que no es para lo que se
le dice. Creo que lo mejor es hablarle claro e intentar que acepte un ingreso voluntario, que
se le diagnostique, se le medique y reciba una terapia. Es importante hablarle claramente
de que la marihuna solo está agravando sus estados mentales, suelen negarse a aceptarlo y
buscan todo tipo de disculpas que en realidad solo son fugas de la realidad. Como se trata
de una adicción requiere una terapia específica, no se le puede coaccionar para que la deje
sin más porque eso siempre es contraproducente y acaba generando efectos contrarios.
Creo que eso es todo, querida Gloria, si quieres comentarme algo más o seguir
escribiéndome a mi correo privado te atenderé encantado. Te deseo mucha suerte, será un
camino difícil. Que la paz profunda te acompañe siempre en el camino. Un abrazo.
Gloria (20:51:47) :
Cesar, te seré más explícita: Somos mexicanos, César mi hijo, así se llama también, sufrió
violencia infantil, por su padre. Fue un niño inquieto,que yo suponía normal. Actualmente
tiene 25 años, hace 4 años inició su consumo de marihuana, por lo que se le interno, con
su autorización, en un centro de rehabilitación contra adicciones, aproximadamente dejo
su adicción por 9 meses. posteriormente volvió al consumo. Durante el periodo de
internamiento mostró conductas psicóticas y se le canalizó a un hospital psiquiátrico,
estuvo medicado por un año, después se ha negado a tomar el medicamento. Durante los 2
últimos años, se ha vivido en casa, muchos eventos de violencia, sobre todo hacia su padre.
Ha tenido que abandonar la escuela en 4 ocasiones, por considerarse que presenta
conductas extrañas. Habla y se ríe solo, en ocasiones dice incongruencias. En septiembre
pasado, reinicio estudios a nivel universitario, con calificación buena en el primer periodo.
Actualmente, se encuentra en el segundo periodo, pero ya me reportaron que presenta las
conductas que ya te mencioné y me recomiendan tratamiento psiquiatrico, sin embargo,
como te comento, Cesar no acepta ningún tratamiento.
Conmigo es con la única persona que habla, y se deja abrazar y besar. Trato de darle cariño
pero creo necesita de esa atención psiquiátrica, tengo miedo de que empeore.
Te pregunto, ¿Será bueno llevarlo con engaños al psiquiatra? y que crea que el
medicamento es para atender otra enfermedad?
No se que hacer, estoy desesperada.
Gloria (19:32:13) :
Buenas tarde Juan: después de leer tus artículos, te agradezco la información. Sin embargo,
me siento perdida, no se que hacer. Tengo un hijo, 25 años, que presenta señales de
enfermedad mental, ideas delirantes, habla solo, se ríe solo, delirios de persecución,
depresión, conductas compulsivas, pero no acepta ningún tratamiento, ni psiquiátrico, ni
psicológico. Cómo convencerlo de atenderse, el cree que está bien. Ha presentado
conductas agresivas, ira descontrolada, problemas en la escuela, no tiene amigos, en fin, es
una gran problemática y lo peor es como lo ayudo, lo engaño y lo llevo al psiquiatra, estoy
desesperada. Ayuda por favor
Slictik (20:08:05) : editar
Hola Gloria, soy César, no Juan, como me llamas por error y soy el autor del blog y de los
artículos que aquí se publican. Si quieres puedes utilizar el correo que hay en el blog para
contarme más detalles de tu hijo. Por lo poco que me cuentas deduzco que lo que le está
pasando no es algo que haya aparecido de repente, debido al consumo de drogas o a otra
circunstancia sino un proceso que lleva años ocurriendo. Por su edad está justo en el
momento más dramático de la manifestación de la enfermedad mental. A mi me
diagnosticaron a los diecinueve años y a los veinticinco estaba en la peor época de mi peor
etapa como enfermo mental. Creo que ha llegado el momento de que sea diagnosticado y
se enfrente a la realidad, sea ésta la que fuere, si es un enfermo mental tendrá que
acostumbrarse a aceptarse como tal, a tomar medicación, si es preciso, a seguir una terapia
y a visitar y estar controlado por el psiquiatra o psicólogo correspondiente. Si sus ideas
delirantes, de persecución, no son producto del consumo de drogas es fácil que pueda ser
esquizofrénico paranoide, aunque este diagnóstico es tan serio que debe hacerlo siempre
un buen profesional. El problema de las conductas agresivas y la ira descontrolada siempre
va a más y hay que atajarlo por su bien y el de las personas que con él conviven. No acabo
de entender muy bien lo que me dices de la escuela. Puede que te haya entendido mal y
que la que tengas 25 años seas tú y tu hijo sea aún un niño y vaya a la escuela. En ese caso
todo cambia. La enfermedad mental en los niños es muy compleja y requiere profesionales
especializados, si es muy niño no creo que sea esquizofrénico, a tan corta edad el
diagnóstico es muy complicado. Podría sufrir autismo u otro tipo de problema. Si es un
niño es imprescindible que lo lleves a un psicólogo clínico especializado en niños o a un
psiquiatra con esta especialidad. Es de todo punto imprescindible. No me dices nada de
esposo o padre por lo que deduzco que puedes estar separada y debes enfrentarte sola al
problema. No creo que pueda ayudarte mucho más hasta obtener datos imprescindibles,
puedes escribirme si quieres a mi correo privado que está en el blog. Necesito saber qué
edad tiene, si 25 años o es un niño y los veinticinco los tienes tú. Si va a la escuela normal
o es otro tipo de escuela. Si estás sola y eres tú la que debes tomar las decisiones o hay un
marido y padre. Tampoco entiendo muy bien lo que me dices de la escuela, si es un niño y
sufre lo que me estás contando en la escuela se han tenido que dar cuenta, han tenido que
hablar contigo, tal vez tengan algún psicólogo. Si tiene 25 años debes decirme a qué
escuela te refieres y las circunstancias de la misma. En cuanto a cómo llevarlo al psicólogo
o psiquiatra está claro que dependerá mucho de su edad, si es menor de edad tú tienes la
patria potestad y puedes tomar decisiones por él, podrías consultarlo primero tú con un
profesional y que él te hablara de la mejor forma de llevarlo a la consulta. Si es mayor de
edad, de 25 años, tal vez no te quede otro remedio, con el tiempo y conforme aumente su
agresividad que utilizar el cauce legal. Si eres española puedes acudir al Fiscal de tu
localidad, exponerle el caso y que él inicie un trámite de internamiento forzoso para ser
diagnosticado y tratado. Lo siento Gloria, pero con los datos que me das es muy
complicado decirte nada más. Solo lo que digo en general en mis textos, el cariño es
siempre la mejor forma de acercarse a un enfermo, hay que tener paciencia, hablar con él,
ser respetuoso y no convencerle de nada con razones sino con cariño. A veces un abrazo
funciona mejor que un millón de razones o de conversaciones intentando convencerle de
algo. Un cariñoso abrazo.
Carolina (01:05:21) :
Leerte a ti fue ver a mi mamá en partes aunque ella tiene neurosis cronica, depresión y
bipolaridad es muy difícil y doloroso, se sufre mucho pero amo a mi mamá
9052016
Slictik (19:16:21) :
Gracias amiga. No hay mayor impotencia para un familiar que ver sufrir a un ser querido sin
poder hacer nada. Así es, la enfermedad mental no se cura con un medicamento milagroso.
Es una enfermedad del alma y solo existe una medicación efectiva, el cariño y el amor. Si tu
madre está recibiendo amor puedes estar segura de que está recibiendo la mejor medicina
que podría encontrar nunca. Un abrazo.
Tatico (00:57:10) :
Hola . Quisiera que me ayudaras con tu EXPERIENCIA pues el asunto es el siguiente mi
ESPOSA tiene una condition de salud mental …ella es muy especial .atenta ,educada ,trata
bien a las personas es pausada Y tranquila .siempre esta pendiente de los demas antes que
Ella misma .se sonrie con facilidad no parece que tenga una condition de salud Y sin
embargo pasan varios meses Y tiene una crisis o SE esta sintiendo mal Y no cambia es la
misma persona .cuando no esta bien tiene panico ideas que le quieren hacer mal ansiedad .
Voces e ideas suicidas Y al final pseudoconvulsiones Y hospitalizacion pero yo no veo
cambio en ella . Cuando pasa la crisis ella dice que no me habla de SU problema para no
preocuparme para que no este triste pero entonces como puedo ayudarla …quisiera que
por favor me expliques que puedo hacer para prevenir esto Y poder llevarlas al medico
antes de la crisis.
Slictik (13:44:42) : editar
Querido amigo: Ya he visto que me has escrito al correo, te contestaré por ese medio. Para
los lectores de tu comentario recordar lo básico. A un enfermo no se le puede dejar solo,
hay que darle apoyo, y el primer paso es siempre llevarle a un profesional para que haga un
diagnóstico, que recete una medicación, si es necesario, y establezca la terapia que mejor
le venga. Los familiares y seres queridos del enfermo sufren mucho por su impotencia para
ayudarle, recordad que lo que más necesita un enfermo es cariño, es la mejor medicina que
se le puede dar. Por muy grave que sea la crisis o el brote un enfermo nunca se desvincula
completamente de la realidad y el cariño es la puerta mágica para acceder a él. Hay que
escucharle siempre que quiera decirnos algo, animarle a comunicarse, porque lo que no
sale al exterior se pudre dentro y hacerle saber que nunca le faltará el cariño. Los familiares
deben asumir que la enfermedad mental suele ser crónica, salvo patologías más leves como
una depresión exógena generada por algún acontecimiento traumático o neurosis de
angustia generadas por el estrés, por ejemplo. Las patologías más graves son crónicas,
aunque al parecer van mejorando conforme avanza la edad del enfermo, es mi caso y creo
que es así. Un familiar debe asumirlo y tratar de que el enfermo logre la calidad de vida
más alta posible. Enfermos y familiares solemos llevarnos las manos a la cabeza y decir
aquello de “qué he hecho yo para merecer esto”. Puede parecer muy injusto, aunque ya
veremos en otros textos que iré subiendo al blog, que para quienes creemos en la
reencarnación, en el karma, y en las fuerzas poderosas que controlan la evolución de la
humanidad y del Cosmos, hasta los acontecimientos más injustos pueden tener pleno
sentido a largo plazo. No estamos aquí para siempre, no somos inmortales, somos muy
frágiles y por lo tanto lo primero que hay que cambiar es esa mentalidad de que la vida lo
es todo, de que la muerte está siempre muy lejana y es solo una teoría. La vida es solo una
etapa evolutiva y somos tan frágiles como una flor bajo la tormenta, debemos agradecer el
don de la vida y vivirla con intensidad, aceptando todo lo que nos sucede, no como un
castigo sino como un reto para alcanzar la condición de guerrero impecable. Un abrazo.
Maira Riquelme (07:15:25) :
Me ha sido muy muy muy útil tu publicación, gracias por escribir, me gustaría que lo
continúes, es tan bueno conocer el punto de vista del enfermo, soy estudiante de
enfermería y la teoría a la práctica es tan diferente. ahora con tus sabias palabras me has
ayudado, porque el cariño no te lo enseñan en los libros. Buen día para ti. Saludos desde
Argentina. Atentamente Maira.
Slictik (10:47:39) : editar
Gracias a ti, querida amiga. En el blog hay varias series de textos sobre el enfermo mental
que iré completando poco a poco, entre ellos la serie Conociendo y queriendo al enfermo
mental, donde analizaré desde el punto de vista del enfermo toda nuestra problemática. Si
eres estudiante de enfermería te pediría por favor que nunca olvides que el enfermo es
mucho más que un chasis al que se le cambian o reparan las piezas defectuosas, es una
persona a la que siempre-siempre se podrá llegar con cariño. Por desgracia la sanidad
occidental, tan pomposa ella, se limita a eso, a cambiar piezas del chasis. ¿Te imaginas que
alguien llevara su coche al taller y se lo dejaran perfecto, pero al acabar le dieran tal paliza
al conductor que éste no pudiera ni sentarse al volante? Suena a gag de película de cine
mudo. Pues bien, eso es lo que suele hacer la medicina occidental y todo el mundo se
queda tan pancho y hasta aplaude con las orejas. De nada sirve curar el cuerpo sino
curamos el alma y a ésta solo se puede llegar a través del cariño, del amor, no hay otro
camino, por mucho que nos empeñemos. Por desgracia en nuestra sociedad el cariño es
tan escaso y precioso como los diamantes. El dinero y todo lo material parece estar en la
cúspide de la pirámide de valores y a nadie parece interesarle el cariño, porque como decía
la canción “ni se compra ni se vende el cariño verdadero”. Y ya sabemos que en esta
sociedad lo que no se puede comprar o vender no existe. Dar cariño supone tal apertura de
corazón, de alma,tal altura espiritual, que estoy convencido de que muchos preferirían ir
dando monedas por ahí que abrazos. El cariño no alimenta el cuerpo, es evidente, no
podemos sobrevivir solo con cariño, pero muchos, entre los que me encuentro, y sobre
todo los enfermos mentales, preferiríamos morirnos de hambre si a cambio nos dieran
mucho cariño. Nunca te olvides de ello y piensa que todas las técnicas de enfermería no
valen nada si luego eres incapaz de dar un abrazo y un beso a un enfermo. Un cariñoso
abrazo para ti.
Godi (01:04:00) :
Tenemos hijo bipolar de 30 anños de seamos entenderle mas .
Slictik (11:23:55) : editar
Gracias por vuestro comentario. Yo tengo varios amigos bipolares y conozco bien su
enfermedad. El hecho de que deseéis conocerle mejor ya indica que habéis dado el paso de
aceptar su enfermedad y eso es muy importante. No reiteraré aquí todo lo que ya he dicho
en los textos de cómo tratar al enfermo mental y otros, como Errores de conducta respecto
al enfermo mental, pero sí debo hablar de lo importante que es que se establezca un
protocolo de conducta entre familiares y enfermos, con la ayuda del terapeuta,
especialmente para las crisis. Como ya he dicho en otros textos no se puede tratar al
enfermo mental como si no estuviera enfermo, el hecho de que su enfermedad sea invisible
no significa que no sea enfermedad y en muchos casos muy grave. Pero tampoco hay que
tratar al enfermo como a un niño mimado al que se le consiente todo debido a su
enfermedad, todos sabemos los conflictos que genera un niño malcriado. En los textos
sobre “Errores de conducta respecto al enfermo mental” analizo todo esto y hablo
especialmente de la “bula papal” que a veces nos concedemos los enfermos mentales,
autorizándonos a cualquier tipo de conducta porque nuestro sufrimiento es tan intenso que
creemos debemos compensarlo con todo lo imaginable. No se les pide a los familiares
comportamientos heroicos ni una generosidad sin límites respecto al enfermo, pero sí lo
elemental, que se preocupen de conocer la enfermedad, de cómo tratar al enfermo y que le
den lo que básicamente necesita todo enfermo: que se le escuche y se le trate con respeto
y dignidad y que se le de apoyo y cariño. A un enfermo siempre se le llega con cariño por lo
que los familiares deberán replantearse su conducta cuando no son capaces de llegar al
enfermo y la relación con él es cada día más conflictiva y erosionante. Y de nuevo reiterar
que un familiar no puede vivir la vida por el enfermo, ni le puede curar, es algo que si no
asumen les impedirá tener una buena relación con el enfermo. Tampoco sirve el quejarse y
estar todo el día repitiendo las consabidas letanías: ¿Qué he hecho yo para merecer esto?
Dejando aparte conceptos tales como reencarnación y karma, se supone que los familiares
no han hecho nada para merecer cargar con un enfermo mental, pero también se supone
que el enfermo no ha hecho nada para ser castigado con ella. No podemos pedirle cuenta s
a Dios, ni enmendar sus designios, ni fugarnos de la realidad. Estamos ante un enfermo
mental y todos deben asumirlo, el primero el propio enfermo a quien le cuesta mucho
aceptarse como tal. Un guerrero impecable no mira las desgracias que le suceden como un
castigo sino como un reto al que enfrentarse para mejorar y alcanzar grandes logros. Una
vez que enfermos y familiares aceptan la enfermedad, establecen un protocolo de conducta
entre ellos y toman todos los medios para que el enfermo obtenga la mejor calidad de vida
posible, una vez que aceptan que la enfermedad mental suele ser crónica, de por vida,
salvo en casos muy leves, como neurosis o ansiedades, solo queda asumir que nuestras
vidas son lo que son, que la vida es siempre un regalo, y que todo es un misterio, la vida, la
existencia, el nacimiento, la muerte, el universo, el ser humano, un guerrero impecable es
humilde y acepta el misterio, el misterio de por qué unos nacen ricos y otros pobres, unos
nacen sanos y vitales y otros enfermos, algunos cojean toda la vida y otros son capaces de
correr la maratón como si fuera un paseo hasta el parque. No sabemos por qué suceden las
cosas, un guerrero las acepta y dentro de la escasa libertad que le concede la vida convierte
su conducta en impecable, diamantina, no se queja por las esquinas de lo que le ocurre,
hace lo que tiene que hacer y enfermo mental, familiar o “no enfermo” siempre acepta las
responsabilidades por sus actos y se comporta en todo momento con la impecabilidad que
se le exige a un guerrero. Os voy a pasar también un enlace al blog de un amigo, enfermo
bipolar, que él llama el rincón del bipolar. Aunque discrepamos un poco respecto a la
enfermedad, como se puede apreciar en mis comentarios a sus textos, nada como escuchar
a un enfermo bipolar hablar de su enfermedad para concerla mejor. Un abrazo fraternal y
aquí estaré siempre, en el blog, para lo que necesitéis.
https://wordpress.com/stats/day/guerreroimpecable.wordpress.com
https://wordpress.com/stats/day/guerreroimpecable.wordpress.com
https://elrincondelbipolar.wordpress.com/author/elrincondelbipolar/
gloria (00:06:47) :
Toda la imformacion es valiosa.pero quiero hacerte una pregunta.que hacer para que sea
mas constante el que el emfermo asuma su emfermedad.
16072016
Slictik (12:57:59) :
Estoy de viaje te contesto a mí regreso también tengo un largo texto que subiré cuando
pueda gracias
21072016
Slictik (18:33:55) :
Hola Gloria, perdona por el retraso. Sí, en efecto, la aceptación de su enfermedad por parte
de los enfermos mentales es uno de los pasos más difíciles en el largo camino de la
enfermedad mental. Conozco muchos enfermos que llevan años con su enfermedad a
cuestas y aún son incapaces de aceptar que padecen una enfermedad mental. Te dicen eso
de que lo único que les pasa es que son más sensibles que los demás, que tienen una
sensibilidad especial, que es culpa de la sociedad, una verdadera selva, que hay mucha
gente insensible e inhumana, etc. Incluso cuando he conseguido que lo reconozcan, tras
una conversación difícil y un tanto agresiva por su parte, es algo puntual, en otro momento
se sienten ofendidos si les digo que son enfermos mentales como yo y su conducta y sus
palabras demuestran a las claras que siguen sin aceptar su condición. Es fácil que alguien
que te reconozca en un momento determinar ser un enfermo mental, al día siguiente lo
niegue.
Sé muy bien lo que me costó a mí, por eso mi comprensión y mi paciencia con ellos es
infinita. No existe terapia ni medicación que pueda conseguir que el enfermo dé este paso,
aunque todo puede ayudar. Se trata de una decisión personal, vital, en la que los demás
podemos hacer poco, salvo, en mi caso, el ejemplo y aún así no veo precisamente muchos
resultados. Lo mismo que cada persona decide escoger un camino en la vida y toma
decisionesimportantes en cada encrucijada, los enfermos deciden también cómo quieren
vivir su vida y ahí no hay nada que hacer, salvo aceptarlo y darle mucho cariño, con el
cariño se llega a todas partes y si no se llega al menos estaremos unos pasos por delante
de donde estábamos antes.
No es fácil para un enfermo mental aceptar su condición cuando el estigma de la
enfermedad está por todas partes, cuando sabe de la marginación y el trato que recibimos
los enfermos. Hay que ser un héroe de leyenda para luchar en esta guerra. No obstante
cuando el enfermo abre los ojos y se entera de lo que piensan en realidad de él en su
entorno, sabiendo qué hay detrás de las falsas palabras, la falsa compasión y los gestos
hipócritas; cuando por ejemplo sorprendes una conversación privada en la que hablan de ti,
sin darse cuenta de que estás escuchando, como me ocurrió a mí, entonces y solo entonces
puedes ser capaz de asumir con dignidad tu condición, porque cualquier cosa es mejor que
soportar esa repugnante hipocresía.
Incluso cuando vives una experiencia tan aleccionadora muchos enfermos son incapaces de
dar el paso, de aceptar que su dignidad como personas es más importante que seguir
ocultándose. Puedes ocultar que tomas medicación (no a tu familia), puedes disimular tus
crisis intentando hacer ver que estás bajo de ánimo y necesitas unos días de soledad, pero
al final, en tu entorno, todo el mundo se acaba enterando. Pocas cosas ten deprimentes
para mí como escuchar a enfermos mentales hablar como “normales” sobre sus relaciones
interpersonales, sobre cómo los ve su entorno, cuando antes he tenido que escuchar lo que
realmente piensan de ellos, cómo los ven, la fama que tienen. Se te cae el alma a los pies
cuando ves que los enfermos están tan ciegos, tan sordos que no se enteran de nada…
bueno, en realidad lo saben muy bien, solo que se fugan de la realidad y por eso son tan
convincentes, por eso les cuesta salir de casa, relacionarse, hacere cosas, porque lo saben.
No es preciso llevar una pancarta en el pecho anunciando que eres un enfermo mental, no,
eso sería contraproducente, pero no tiene sentido relacionarte de forma continua con
personas que han presenciado tus crisis o a las que has oído hablar de ti cuando creían que
no estabas escuchando y seguir haciendo teatro, eso está muy bien, para el escenario, por
supuesto, pero no para la vida.
Yo cometí muchos errores hablando de mi enfermedad a personas que acababa de conocer
y me fue muy mal, en cambio me fue muy bien cuando tras una buena relación en un
momento determinado salí del armario, algunos me abandonaron, pero con otros la
relación mejoró. Mejor saber ahora que una persona te va a mandar a la mierda, con
perdón, cuando se entere que eres un enfermo mental, aunque la relación ya sea amistosa,
que saberlo más tarde, cuando ya hay una relación profunda. Se sufre menos cuando la
vinculación no ha llegado muy hondo, cuando no se han echado raíces. Lo sé por propia
experiencia.
Muchas familias prefieren vivir en el teatro, lo tuyo es teatro, puro teatro, que aceptar y
asumir la realidad. Muchos enfermos preferen engañarse, creen que sufren menos, porque
tienen periodos de calma, pero cuando llega la tormenta de nada sirve que te hayas
disfrazado, porque vas desnudo y todos lo ven.
Un enfermo tiene derecho a decidir sobre su vida, pero si no se acepta como enfermo
mental vivirá a salto de mata, escondiéndose de todo y de todos. No se puede hacer otra
cosa que darle apoyo y cariño y esperar a que él decida. Eso sí ayuda mucho, que las
familias no se sientan avergonzadas de él, es lo que más te duele, ese esfuerzo
esperpéntico que realizan para ocultar a otros tu condición. Algunos familiares me dicen:
está muy bien la documentación, conocer la enfermedad y al enfermo; está muy bien que
lleves un diario y sepamos cómo eres y cómo es la enfermedad mental, pero… pero qué
demonios podemos hacer nosotros.
No ceso de repetirlo una y otra vez, al enfermo solo se le puede escuchar, darle apoyo y
cariño y dejarle decidir, no lo coacciones, no le obligues a hacer lo que no quiere, no le
fuerces, no le ates a la pata de la mesa. No intentes hacer más de lo que puedes, de lo qu
está en tu mano hacer, eso no funciona, no intentes llevar en tu mochila su dolor y
sufrimiento, eso no funciona.
Querida Gloria, en cuanto pueda subiré un texto de la serie “Errores de conducta respecto
al enfermo mental”. Allí verás el tema con mayor detenimiento. Sé muy bien lo que es
pasarse media vida esperando que el enfermo reaccione sin que esto ocurra. Lo sé muy
bien porque mis padres murieron sin verlo. Ahora soy un guerrero impecable y ellos no
están. Mi familia ya no puede ver mis progresos porque se produjo la ruptura. Pero aún así,
tras muchos años de lucha, aunque esté solo, me siento muy orgulloso de mis logros. No
pidamos peras al olmo, el familiar del enfermo de diabetes sabe que eso es para toda la
vida, salvo que se produzca un milagro de la ciencia, siempre posible. La enfermedad
mental es así, como las lentejas, las tomas o las dejas, no hay término medio. Sabes que
vas a sufrir mucho si te quedas al lado del enfermo y que éste adoptará muchas veces
conductas inaceptables que no nacen de su enfermedad sino de la bula papal que él mismo
se ha otorgado porque ha sufrido mucho. Solo queda escuchar, dar apoyo y cariño. No hay
otra cosa. Si preferimos que el enfermo sea un vegetal, embutido de medicación que esté
todo el día dormido, como un zombi, allá cada cual con su conciencia y responsabilidades.
La medicina está bien, pero sin cariño el enfermo no va ni “palante” ni “patrás”, mejor dicho
es más fácil que vaya para atrás que se deteriore. Puede llevar años lograr que un enfermo
acepte con naturalidad su enfermedad, que hable de ella como un enfermo físico lo haría,
que pida ayuda cuando note acercarse la crisis. Todo en la enfermedad mental es largo y
complejo y terriblemente doloroso, no en vano es una enfermedad del alma. Si hemos
venido a esta vida para aprender lecciones espirituales muy importantes y para superar a
veces karmas terribles, de los que la propia enfermedad mental es un signo, no podemos
pedir que esto se arregle en dos días. No es un dolor de tripa, es un profundísimo dolor del
alma que tal vez llevemos arrastrando muchas vidas. Alcanzar la iluminación, convertirse
en gurú o maestro, puede llevar miles de vidas, superar una enfermedad mental es un paso
tan extraordinario en ese camino que hasta una vida parece poco. Para los que solo creen
que exista una vida, un tiempo limitado, la desesperación por no poder superar la
enfermedad y llevar una vida aceptable les puede parecer una terrible tragedia, para los
que creemos en la reencarnación y en que tendremos muchas oportunidades solo nos
preocupa el que los pasos sean firmes, sin vuelta atrás, aunque para ello tengamos que
soportar una enfermedad mental una vida entera. Un abrazo.
A.M (00:47:22) :
Lo que has escrito está muy bien para los enfermos que se dejen querer. Mi madre tiene
una enfermedad mental desde hace más de 30 años y no se ha dejado ayudar nunca y
mucho menos querer, no sé si lo habremos hecho mal o bien…, pero te puedo asegurar
que hemos hecho lo que hemos podido. Ella ha acabado con toda la familia y nos ha
llegado a destrozar psíquicamente. El sufrimiento del enfermo es infinito, pero el daño
psicológico que sufre el familiar, es brutalmente devastador. Mi madre no te deja ni
articular palabra cuando intentas “hablar” con ella y tampoco voy a intentar un ingreso más
involuntario, no ha servido de nada, ninguno de ellos, la medicación no se la tomado en la
vida. Cada día es una auténtica pesadilla y así mes tras mes y año tras año.
14102016
Slictik (21:50:04) :
Hola estoy de viaje te respondo a la vuelta pero necesito más datos. Enfermedad de tu
madre. Quien eres tú etc Por un momento he pensado que eras conocido o conocida invito
a los familiares con quienes hablo a visitar el blog pero hay cosas que no coinciden si
quieres hablar en privado escríbeme al correo que aparece en el blog un saludo
21102016
Slictik (13:42:40) :
Hola, ya estoy de regreso. Comentarte que me faltan muchos datos para dar una opinión
sincera y realista el respecto. No sé si eres hombre o mujer, no sé la edad que tiene tu
madre ni cuándo fue diagnosticada ni de qué. Desconozco si eres tú solo quien la atiende o
hay más personas y cómo ha sido la relación con vuestra madre desde hace tiempo.
Tampoco sé si vuestra madre es viuda, cómo fue la relación con su marido o cómo es
actualmente si él estuviera vivo. No sé casi nada para darte una opinión concreta y realista
al respecto. Solo decir que aquí no se trata de ver quién sufre o ha sufrido más, esto no es
una competición de sufrimiento o de ver quién ha destrozado más a quién, de lo que se
trata es de intentar que la relación con una persona con enfermedad mental sea lo menos
destructiva posible para ambas partes, de establecer un protocolo de conducta que ayude a
ambas partes y de aclarar ciertos aspectos de la relación con una persona con enfermedad
mental que siempre, siempre, son muy complicados, difíciles de aceptar y de sobrellevar.
En el blog puedes leer los textos titulados “Errores de conducta respecto al enfermo
mental”. Allí estoy tratando en concreto y en profundidad los temas más delicados y
conflictivos, por lo que sería contraproducente tratarlos aquí tal como lo estoy haciendo ya.
Solo algunas cosas generales pero importantes.
Desconozco si tu madre ha estado ingresada en centros psiquiátricos, cuántas veces,
cuánto tiempo y con qué resultado. Tampoco sé, aunque parece que lo das a entender, que
ya estuvo ingresada de forma forzosa en alguna ocasión, sin mucho éxito al parecer. Hay
cosas que me llaman la atención, por ejemplo que aunque no quiera tomar medicación
estando en casa no la haya tomado en sus ingresos. Sé por experiencia que es muy difícil
librarse de tomar medicación cuando estás ingresado, si ni siquiera los profesionales que la
atendieron fueron capaces de hacerla tomar medicación aquí está pasando algo extraño
que sólo tú puedes hacerme saber si quieres, bien en una respuesta o bien a través de mi
correo electrónico, que está en el blog, si consideras que son temas demasiado íntimos y
delicados para tratarlos en público.
Coimo ya he dicho en muchos de mis textos las personas con enfermedad mental no
somos mejores ni peores que las “normales”, lo único que nos cambia es la enfermedad
que tiene su propia y concreta patología. Como dije hace poco en una charla pública, la
enfermedad no nos hace peores ni mejores de lo que ya éramos antes de ser enfermos y lo
mismo que entre las personas “normales” o no enfermas hay de todos, buenos, malos,
regulares, buenísimos, malísimos y auténticos demonios, entre los enfermos mentales tiene
que haber la misma clase de personas puesto que la enfermedad solo nos añade un
adjetivo “enfermos”.
No puedo juzgar lo que está pasando o si tu madre es un auténtico “monstruito” capaz de
acabar con una familia o con medio mundo o si vosotros le habéis dado suficiente cariño
sin respuesta por su parte, o si habéis cometido graves errores de conducta que respecto a
un enfermo mental tienen incalculables consecuenicas. No sé nada de esto porque no me lo
has dicho.
Sí puedo decirte, como lo hago en los textos que te he comentado, que si se cometen
gravísimos errores con el enfermo mental no se puede esperar nada de él. No se puede
tratarle como a un incapaz, sin dignidad, porque su respuesta será contundente. No se le
puede privar de la misma libertad que se concede a otros sin que él reaccione con fuerza,
incluso con violencia. No se puede pensar que se da cariño cuando en realidad se están
poniendo condiciones para ser tratado mejor o peor, según reaccione. Te puedo comentar
que yo mismo he presenciado comportamientos que a mí me ponen los pelos de punta y
que sin embargo a los familiares les parecían muy bien. No se le puede decir a un enfermo
que antes de darle cariño nos lo tiene que dar él a nosotros. Como dije en otra charla eso
es como pedirle a una persona con una cojera de nacimiento que la medicina no puede
curar que corra los cien metros lisos en las olimpiadas, que gane la medalla de oro y que
luego hablamos. Eso y no otra cosa es lo que hacemos con un enfermo al que le pedimos
que nos de él cariño primero para que luego nosotros podamos decidir si se lo damos o no
de acuerdo a sus supuestos merecimientos. Yo he presenciado esa escena y les he dicho a
los familiares que eso es darse cabezazos contra la pared, nunca la derribaremos, solo
conseguiremos abrirlos la cabeza. Un enfermo nunca o rara vez nos dará cariño a nosotros
antes de que se lo demos primero a él, estamos demasiado desesperados, bloqueados
emocionalmente, sentimos absoluta desconfianza hacia los demás por el trato que hemos
recibido. Un familiar debe dar siempre el primer paso con un enfermo mental y si no lo
hace, ya puede esperar sentado. Cómo enfermo mental sé muy bien cómo nos sentimos en
estos casos y puedo decirte que si un enfermo mental da primero cariño para recibir es un
milagro un caso excepcional.
También he presenciado cómo a una mujer con enfermedad mental se la trataba con una
brutalidad que es incomprensible. Ella sufría una enfermedad que hacía imprescindible que
dejara de fumar, pues bien, un hijo le dio un manotazo al pitillo que llevaba en la mano y la
puso a caer de un burro, unos insultos que son inaceptables para una persona no enferma,
mucho más para un enfermo. Como le dije, si pretendes conseguir que deje de fumar a
manotazos y con esos insultos te estás dando cabezazos contra la pared. Un fumador es un
adicto, lo sé muy bien porque yo soy fumador, e intentar obligarle a que deje de fumar a
manotazos o con insultos es una tontería solo comprensible en personas ignorantes,
insensibles y que creen que todo el mundo puede hacer cualquier cosa si se lo propone,
que si no lo hace es porque no quiere. Una adicción es un tema serio y una enfermedad
mental también lo es, no podemos curar ninguna de estas cosas a manotazos.
He visto cómo muchos familiares consideran que lo están dando todo por el ser querido
enfermo mental, solo porque le aguantan, le soportan, porque le dan de comer, le
mantienen a su costa, porque aguantan sus insultos, sus conductas agresivas. No se trata
de ser un héroe de comic o un santo canonizable que se
A.M (17:14:24) :
Gracias por haber leído mi mensaje y sobre todo por haber respondido y por haberme
prestado algo de su atención.
Mi madre lleva enferma más de 30 años y yo tengo 40 años y soy mujer. Todos los
recuerdos que tengo de mi vida en familia, son desagradables, negativos y duros, siendo
ella el centro de atención en todo momento, poco importaba la vida de mi padre, mi
hermana o la mía. Siempre había q estar pendiente de ella y bailando a su son para que ella
pudiera estar lo mejor posible, pero no lo debiamos hacer muy bien bien porque nunca lo
ha captado como tal. Todo lo contrario, para ella hemos sido lo peor, no la queremos, la
hacemos daño, estamos detrás de un complot para volverla loca, la rompemos,
descolocamos y destrozamos cosas de su casa continuamente para encerrarla, también
permitimos q entren en su casa cuando ella no está para destrozarle las cosas y en la calle
ordenamos a la gente, junto con médicos, para que la vigilen y la persigan. Todos estos son
sus delirios, las cosas se las debe romper y destrozar ella, esto nunca nos lo hemos
explicado muy bien…, como no puede ser consciente cuando lo está haciendo.
Llegó un momento cuando yo tenía 20 años que mi padre se tubo que ir de casa pq mi
madre ya no lo aguantaba más, la tenía dada con él y la convivencia ya era insoportable. Mi
padre se fue sin querer hacerlo, lo hizo pq se lo pedimos mi hermana y yo, una vez más
pensando q mi madre así estaría un poco mejor (gran error). A día de hoy mi padre ya no
vive. Mi hermana se fue a vivir lejos de mi madre, viene de vez en cuando, pero cada vez
menos, cada vez que viene, mi madre se piensa que vienen a hacerla daño y a destrozar su
casa, la presión es tal para todos, incluyendo su marido y dos hijas, que prefiere no venir.
Solo quedo yo, con ella, el resto de familia viven en otra comunidad. A mi me tiene
machacada, ha hecho siempre lo que ha querido conmigo, bien sabe Dios que he hecho y
me he desvivido por ella, vivo pensando todo el día, que hacer y como hacer para que esté
bien, que no se enfade, que no vea nada, que salga, darla conversación, que se distraiga…
Pues también lo he debido de hacer fatal, pq ella ve todo lo contrario, según ella no la
quiero y soy todo lo peor, soy la que doy permiso a todos para que la hagan daño. Llevo
toooooda una vida escuchándola, a día de hoy sigo haciéndolo, se puede tirar horas enteras
tooodos los días hablando de sus delirios sin permitir que hablemos de otra cosa, todo ello
acompañado de siempre estar mala y continúas llamadas de atención. Yo no vivo con ella,
me independicé.
A lo largo de estos 30 años la hemos ingresado tres veces, en contra de su voluntad.
Ninguna sirvió de nada, al salir dejaba la medicación y no quería ver a los doctores, yo y mi
hermana decidimos que ya no lo íbamos a hacer más, pq es algo horrible para ella y
nosotras y no se consigue nada. Lo médicos dicen que es una mujer compleja, es muy
independiente, cabezona y con mucho carácter.
No se puede hablar con ella ni de médicos y menos de enfermedad, ellos están detrás de
las cosas que la hacen, según ella.
Yo actualmente estoy yendo a una psicoterapeuta pq tengo terror a mi madre y me ha
destrozado. Ya no puedo mas, cada vez que tengo que ir a verla, lo paso muy mal y no lo
controlo.
Ella vive casi todo el año mal con sus delirios, cuando está un poco mejor, aprovecho y
salgo con ella, hago algún viaje con ella, lo que está en mi mano para que viva , se ría y
desviar su pensamiento.
No creo que haya maltratado a mi madre nunca, aunque ella lo perciba así y usted me lo
haya dado a entender. He intentado y intento tener muuuuucha paciencia con ella. Cariño
físico ya no me atrevo a darselo, sabiendo q me ve como a su enemiga, no se deja querer,
me limito a escucharla durante horas, ya no se ni que decirla, como ve que no la ayudo
dentro de sus delirios se pone echa una energúmena conmigo, yo lo único q la puedo decir
es que yo no estoy detrás de nada, que la quiero, que jamás la haría daño o la engañaría.
A su familia tampoco la quiere ver pq dice que también la quieren hacer daño, por lo que
apenas tiene contacto con nadie.
Reconozco que alguna vez he perdido la paciencia con ella y la he respondido de malas
maneras, soy humana… Últimamente ya he comprendido que no puedo hacer nada por ella,
y que como siga así voy a caer yo también. Cuando veo q estoy mal y que ella me está
tratando mal y me falta al respeto, me tengo que separar de ella una temporada y dejar de
verla.
Esta es nuestra historia, para mi muy desesperanzadora y de futuro negro.
Un abrazo.
angela (07:57:11) :
Hola mi nombre es Angela,
Primero que nada quiero agradecerte por compartir tu experiencia, la verdad es que tengo
un hermano que esta pasando por una situation muy peculiar, el nunca ha sufrido de
trastornos mentales, esquizofrenia o adicciones a drogas, pero de hace 4 anos conoció un
amigo que lo introdujo en una secta que se llama viviendo en gracia, al principio pensamos
que era una religion mas, pero con el tiempo nos hemos dado cuenta que cada día esta
peor, primero hablaba muy bonito de la fe en Cristo, ahora dice que el es el enviado, pero
lo peor de todo es que le infundieron en la cabeza que el pecado no existe que el puede
hacer todo lo que quiera que nada puede afectarle y esta consumiendo toda clase de droga,
llego al limite de aspirar soda cáustica, esto nos dejo paralizados. Yo creía que el estaba
fanatizado por la religion pero ahora estoy convencida que tiene un problema mental, el
cree que nada le hace dano, no cree en Doctores, no cree en el amor de la familia no cree
en nada. Yo tengo mucho miedo que se haga dado y no se que hacer o como tratarlo, me
gustaría mucho que me aconsejaras.una persona que intente contra su vida es porque esta
mentalmente mal.
5112016
Slictik (11:38:54) :
Hola Ángela: Gracias por tu confianza y por hacer público tu problema, que seguro ayudará
a otros en parecida situación. No me dices si eres española y de otra nacionalidad, es
importante porque en España sé cómo funcionan las cosas legalmente y podría
encaminarte mejor que si eres de otra nacionalidad porque desconozco cómo están las
leyes en esos paises. La verdad es que si ya es complicado que ell enfermo mental acepte
su enfermedad, tome la medicación correspondiente, siga las terapias recomendadas y
trate de convivir de la mejor forma posible con la familia, cuando además de eso se
introduce el terrible tema del lavado de cerebro por sectas o grupúsculos, entonces
estamos hablando de palabras mayores. Me das muy pocos datos para saber si tu hermano
está conviviendo contigo o está con ese grupo, viviendo con ellos y le tienen férreamente
controlado. Si fuera ese el caso te aconsejaría que buscaras por Internet a profesionales o
asociaciones expertos en este tema, del lavado de cerebro y de las sectas. Yo poco puedo
ayudarte en este sentido.
Sí tienes razón en que si tu hermano ha sido captado con tanta facilidad es que ya había
una enfermedad mental soterrada. A mí no me pueden decir que porque lo diga san
Periquitín el pecado no existe, puedo tomar droga, puedo hacer daño a los demás, puedo
buscar el mal por el mal, soy una persona con criterio propio, culta y no caería en esas
tonterías, pero como enfermo mental sé muy bien en qué delirios llegué a caer y lo fácil
que nos resulta otorgarnos esa bula papal de la que hablo en los textos “Errores de
conducta respecto al enfermo mental”.
Sin duda tu hermano ya padecía una enfermedad mental más o menos soterrada y por eso
le ha sido tan fácil a ese estrambótico grupo captarle. Sus ideas son tan peregrinas que dan
risa. Se puede ser agnóstico, ateo, no creer en el pecado, ser una persona racional y
cientifista sin caer en esas tonterías, quienes lo hacen es porque sufren patologías propias
de un enfermo mental.
No puedo ayudarte mucho si ha sido captado y está retenido en algún edificio propiedad de
esta secta, tendrías que establecer contacto con profesionales o asociaciones dedicadas a
sacar a personas de las sectas. En cuanto a la enfermedad mental que puede padecer tu
hermano me temo que si antes no se le libra de esta secta va a ser difícil que acepte ser
diagnosticado por un profesional, tomar medicación y comenzar una vida propia de un
enfermo mental, algo que otros hemos tenido que hacer antes o después. En España se
podría intentar la vía judicial para internarle y que lo diagnosticaran y le obligaran a tomar
medicación o bien la vía de la incapacitación legal, si estuviera tan mal, con nombramiento
de tutor y que éste tomara las medidas necesarias para mantenerle a salvo de esta secta y
tratado como un enfermo mental. Pero si no eres española tendrás que informarte tú de
cómo está la ley en tu pais.
Lo importante es que no te dejes hundir con él. Si alguien quiere arrojarse por un precipicio
lo primero que deben hacer los que están cerca es tratar de que no les lleve con ellos en su
caida. Esto es esencial, bajo ningún concepto debes permitirle que te hunda en su
disparatada huida de la realidad, si él quiere meterse en la droga, utilizar su dinero para
hacer todo tipo de tonterías y acabar con su vida porque no encuentra sentido a nada, por
lo menos que tú estés a salvo. No debes permitirle que se inmiscuya en tu vida, que te pida
dinero y que te lleve con él en su caida. Una vez que tú estés a salvo puedes intentar hacer
lo que esté en tu mano por él, pero nunca sentirte culpable por aquello que no puedes
hacer, que no está en tu mano, un grave error que cometen muchos familiares de enfermos
mentales. Analiza lo que puedes hacer por él y una vez lo hayas hecho ya no te
corresponde intentar salvarle del abismo. Lo que sí te puedo decir es lo mismo que vengo
repitiendo a otros familiares de enfermos mentales, el cariño es la única medicación que
funciona, si alguien no es capaz de aceptar el cariño que le ofrecen y cambiar es que ya
nada le cambiará.
Si quieres darme más datos, bien aquí o bien por el correo electrónico del blog, te daré una
opinión más concreta. Desconozco si tu hermano sigue viviendo contigo, si está viviendo
con los miembros de esa secta, cómo es ese grupito, si tiene algo en Internet que pueda
mirar, desconozco la edad de tu hermano, si está soltero, supongo, si tiene trabajo, si
estáis solos o hay más familia, padres, etc. Todos los datos que quieras darme me
ayudarán. Suerte y un abrazo fraternal.
22102016
Slictik (13:00:07) :
Querida amiga: Muchas gracias por tu sinceridad y por hacer pública tu historia -podrías
haberme escrito un correo electrónico- algo que seguro vendrá muy bien a otras personas
en parecida situación a la tuya. Me ha vuelto a ocurrir que un gatito se ha lanzado sobre el
teclado, antes de que pudiera evitarlo, y he perdido lo que ya había escrito, por suerte no
mucho. Estos diablillos están obsesionados y alucinados con el ordenador y me temo que
voy a tener que tomar decisiones, bien escribir solo cuando ellos duerman -por suerte
duermen mucho durante el día- o bien una decisión más drástica, por ejemplo dejarlos en
el jardín y cerrar la puerta de casa cuando me ponga al ordenador y mantenerme firme a
pesar de sus maulliditos que parten el corazón, te lo aseguro. No les echo la culpa de lo
ocurrido porque es solo culpa mía, ellos actúan de acuerdo a su naturaleza gatuna. Tendría
que haber preparado uno de los dormitorios que no uso como despacho y así podría cerrar
la puerta cuando me pusiera a escribir y no tendría estos problemas. De todas formas me
viene bien porque así puedo utilizar este ejemplo respecto a tu madre. En el anterior
comentario que ya no recuerdo para reproducirlo tal cual hablaba precisamente de esto, de
que algunos familiares, con la mejor voluntad, a veces con una dedicación realmente
heroica son capaces de pasarse años cuidando a un enfermo mental, dejando que éste
destroce sus vidas y creyendo que lo están haciendo muy bien. En los textos del blog que
hacen referencia a los errores de conducta respecto al enfermo mental hablo de todo esto
por lo que no voy a repetirlo aquí, solo trazar algunas líneas generales que puedan
ayudarte.
Es increíble que se pueda tratar al enfermo mental como si fuera un niño, aún peor que a
un niño puesto que ni siquiera a ellos se les consienten cosas que se consienten a un
enfermo mental, se les mima demasiado y los niños acaban haciéndose dueños de la casa,
de la familia y de todo lo que esté a su alcance, si quieren orinar en nuestros zapatos lo
hacen porque saben que no les va a pasar nada. Si hacemos esto con un enfermo mental no
debemos quejarnos luego de las consecuencias, como a mí me ocurre con mis gatitos, si
les dejo que hagan lo que quieran tendré que dejar de sentarme al ordenador y mi vida
estará a expensas de sus caprichos gatunos. Si soy yo el que comete errores no les voy a
echar la culpa a mis gatitos, sencillamente tendré que tomar decisiones. Los enfermos
mentales podemos ser muy manipuladores y aprovecharnos de la compasión de los demás,
podemos otorganos una bula papal que diga que como sufrimos mucho, más que los
demás, podemos hacer lo que nos de la gana y los demás nos tendrán que aguantar. Si
consentimos que un enfermo mental actúe de acuerdo a la bula que se ha otorgado, seguro
que nos destrozará la vida, tal como os ha ocurrido a vosotros, ha destrozado vuestra
familia y convertido vuestras vidas en un infierno y aún os sentís culpables por no haber
hecho más por ella. Es un grave error que estáis pagando con mucha dureza.
Perdona que te diga, con todo el respeto y el cariño del mundo, que habéis cometido un
grave error y que estáis pagando las consecuencias, puede que vuestra madre sea una mala
persona (también las hay entre los enfermos lo mismo que entre los sanos) pero me temo
que su conducta patológica es la típica de ciertos enfermos a los que no se les debe
consentir que campen por sus respetos o luego no habrá quien pueda con ellos. También
tengo que decirte que bien por despiste o bien porque no lo sabes no me dices nada de su
diagnóstico, como te pedí. Esto me indica, tal vez esté equivocado, que ha habido un gran
desenterés por su enfermedad. Si un familiar no hace el esfuerzo de saber sobre la
enfermedad que padece su ser querido, de informarse, de intentar saber cómo es la
enfermedad, su patología, y qué cosas se pueden y no se pueden hacer, la verdad es que
nunca sabrá tratar al enfermo mental y a mí particularmente me suena muy raro que se le
quiera tanto y se le permita destrozar nuestra vida sin hacer antes un mínimo esfuerzo por
saber sobre su enfermedad. No es lo mismo un enfermo mental que padece una
esquizofrenia, en sus diversos tipos, que un enfermo bipolar, que un simple depresivo, que
alguien sufre de trastornos obsesivo-compulsivos o adicciones o simplemente es un
neurótico o sufre de estrés o está angustiado. Cada enfermedad tiene su patología, su
gravedad y debe ser tratada de diferentes formas y con diferentes terapias. Lo primero que
hay que hacer cuando se convive con un enfermo mental es informarse sobre su
enfermedad, bien de su terapeuta, bien por Internet, bien leyendo libros, bien hablando
con personas que saben algo sobre el tema. Si no sabemos nada de la esquizofrenia o de la
esquizofrenia paranoide de nada nos servirá escuchar sus delirios durante horas, de nada
dejarnos maltratar, insultar o incluso agredir, de nada pasarnos años sacrificándonos por él
y dejarle hacer sus caprichos porque así parece que estará más tranquilo y nosotros somos
unos santos que estamos sufriendo y ganándonos el cielo. No, la buena voluntad es
maravillosa, sufrir por los demás puede estar muy bien e indicar el alto grado de
generosidad que poseemos, pero si queremos hacer algo por un enfermo mental el primer
paso es enterarse de su enfermedad. A mí me resulta asombroso que ciertos familiares me
digan y me repitan hasta la saciedad que sufren mucho por su ser querido, enfermo
mental, y ni siquiera puedan decirme la enfermedad que padece, no tiene el menor sentido.
No quiero decir que sea tu caso, pero es muy frecuente, por eso te rogaría,si no te importa
que me dijeras qué es lo que le han diagnosticado a tu madre.
Tu historia, la de tu hermana, la de tu padre, es dramática, es terrible. Es evidente que
todos habéis sufrido mucho, que vuestras vidas han sido un infierno, pero sigo sin ver en
tu madre un monstruo de maldad. Parece una mujer de armas tomar, pero hasta a una
mujer de armas tomar se le puede poner en su sitio. Puede que tenga un caracter complejo
e insufrible, pero yo hasta ahora solo veo a la típica enferma mental que no ha aceptado su
enfermedad, que se niega a tomar medicación, que es manipuladora hasta decir basta, que
se ha otorgado su propia bula papal para hacer lo que quiera porque considera que ha
sufrido mucho. Veo a una mujer a la que se ha mimado mucho, a la que se ha consentido
demasiado, a la que nunca se ha puesto en su sitio, veo a una mujer que ha sido tratada
como una niña sin exigirle las responsabilidades de un adulto y al final, año tras año os ha
ido comiendo el terreno y convirtiendo vuestras vidas en un infierno. Es una persona adulta
con sus responsabilidades, el hecho de que sea enferma mental no le da bula papal para
hacer lo que quiera y convertir en un infierno las vidas de los que le rodean.
Ayer mismo estuve al teléfono hablando con una enferma mental, amiga, que tras unas
circunstancias personales que han ocurrido en días anteriores estaba tan deprimida, tan
hundida, sufría tanto, que quería suicidarse. Me repetía una y otra vez que no intentara
convencerla de lo contrario. No lo hice, me limité a decirle que su vida era suya y que si
quería suicidarse solo tendría que responder ante sí misma y ante Dios, en todo caso, pero
que por favor me escuchara, que sus problemas no eran tan graves como ella los veía, que
todo tenía solución y le dí, punto por punto, las soluciones y las decisiones que debería
tomar. Esta misma mujer no quiso verme cuando yo estuve en su ciudad, hace unos días, la
llamé por teléfono, la dejé un wasap, le dije que iría esos días y que me dijera cuándo le
venía mejor para verme. No quiso. Lo entiendo porque cuando estamos mal no queremos
ver a nadie, pero ya le he dicho por activa y por pasiva que debe cambiar esa conducta
patológica, que si tiene confianza en mí, si somos amigos, no deberia tener el menor
problema para llamarme cuando esté mal, más sabiendo que estoy jubilado y que tengo
todo el tiempo del mundo. Como enfermo mental que intentó suicidarse en repetidas
ocasiones durante su juventud sé muy bien cómo nos sentimos en estos casos y cómo
desearíamos ser tratados. No podía repetir los errores que cometieron conmigo ni tampoco
actuar con ella como yo sé muy bien que jamás debieron actuar conmigo. No debemos
aceptar la manipulación de un enfermo mental, nunca, mucho menos cuando nos amenaza
con un intento de suicidio, si queremos ser sus esclavos no hay nada mejor que hacer lo
que ella quiere que hagamos cuando nos amenaza con quitarse la vida. Yo no podía dejarlo
todo y salir corriendo con el coche para evitar un supuesto intento de suicidio, mucho
menos cuando ella había tenido ocasión de verme un par de días antes. Esto es
manipulación y es inaceptable. Ya se lo he dicho muchas veces, yo soy un enfermo mental
como ella, no se me puede manipular porque conozco todos los trucos, no se me puede
controlar con farsas de control utilizando la compasión, como le he dicho, yo he sufrido
tanto como tú o más, mucho más, así que no me vengas con que yo no sé lo que es sufrir,
lo que te pasa, lo que es estar tan mal para intentar el suicidio. Lo sé, y por eso no te voy a
permtir que me manipules ni me tengas corriendo detrás de ti cuando me dices que vas a
suicidarte. Es algo que no se debe hacer nunca, pero tampoco despreciar como se hace
muchas veces, muérete y déjame en paz, si quieres yo mismo te preparo la escena del
suicidio. Esto es algo bestial y me consta que algunos familiares han llegado hacerlo,
aunque solo sea por desesperación.
Te cuento todo esto porque por muy manipuladora que sea tu madre, por mucho que os
haya amenazado con el suicidio, por muy de armas tomar que sea, nunca le debisteis
permitir que destrozara vuestras vidas. Es un error vuestro. Hay que decir las cosas que hay
que decir en su momento. Yo sé muy bien cuándo no puedo decirle la verdad pura y dura a
un enfermo mental porque sé cuál sería su reacción y lo poco que conseguiría, pero
también sé que hay momentos en los que él puede aceptar esto. También sé que hay
formas y formas de decir las cosas, que si antes le das un abrazo y un beso y te muestras
cariñoso un enfermo puede aceptar que le digan cosas que no aceptaría de nadie en otros
momentos y circunstancias. Hay que ponerse en la piel de un enfermo, tener capacidad de
empatía y saber qué está sintiendo, por lo que está pasando, de esta forma es más fácil
saber cómo llegar a él. Desconozco el diagnóstico de tu madre y por tanto su patología,
tampoco sé si existen antecedentes de enfermedad mental en vuestra familia, no sé si ha
ocurrido algo que haya podido llevar a tu madre a la enfermedad, pero todo parece indicar
que ha sido una niña mimada, consentido, que siempre se ha salido con la suya, una
manipuladora nata a quien nadie le ha cantado las cuarenta. Así no es de extrañar que en
cuanto ha caído en una depresión o en cualquier otra enfermedad mental no haya tenido el
menor reparo en destrozar todo lo que se movía a su alrededor.
No conozco vuestras vidas, solo sé lo que me cuentas, pero esto al menos parece muy
claro. Ahora no se puede cambiar lo que se hizo mal durante treinta años, desconozco si tu
madre vive sola, si alguien la cuida, no sé la edad que tiene, puede incluso que pueda tener
algún problema de demencia senil o un deterioro mental grave. ¿Qué haría yo en tu lugar?
La abordaría con respeto, con cariño, le pediría permiso para darle un abrazo y un beso, la
escucharía, intentaría ganarme su confianza y cuando fuera el momento oportuno le diría
con claridad lo que pienso al respecto, con absoluto respeto y cariño pero no le doraría la
píldora ni haría caso de sus manipulaciones ni me arrojaría al suelo para suplicarle que no
se suicidara. En realidad los enfermos mentales no somos tan complejos, simplemente
necesitamos un poco de cariño, que se nos diga la verdad cuando podemos aceptarla y no
cuando estamos pensando en suicidarnos, antes, que se nos trate como a adultos y no
como a niños mimados, que se respete nuestra libertad, incluso cuando vamos a darnos un
cabezazo contra la pared, ya aprenderemos, que se nos de algún aliciente para seguir
viviendo y luchando en la vida. No se puede pedir a un enfermo mental que sufre una grave
enfermedad, que ha sufrido mucho a lo largo de años, que la enfermedad ha destrozado su
vida, sus planes de futuro, que está solo, que no tiene ni el cariño de sus gatitos,como
tengo yo ahora, que haga un esfuerzo inhumano para contentarnos, que se tome su
medicación, que trate de ser mejor persona, que nos agradezca lo que hemos hecho por
ella, que intente cambiar en un día un carácter que se ha formado durante años. Los
enfermos mentales necesitamos alicientes para seguir luchando y nada mejor que el cariño,
si esto no nos cura nada nos podrá curar.
No voy a hablar ahora de la maldad y la enfermedad mental porque lo dejo para un capítulo
de “Errores de conducta respecto al enfermo mental”, solo apuntar que aunque parezca
realmente complicado diferenciar entre la conducta de una mala persona, de un malvado,
de un canalla, y la de un enfermo mental, no lo es tanto, ni mucho menos, como veremos
en ese texto.
Solo me queda desearte lo mejor, que puedas superar tanto sufrimiento, que la terapia te
ayude, que vuestra familia pueda recuperar un poco de normalidad y de felicidad. Y en
cuanto a tu madre, nadie os pide que destrocéis vuestras vidas por ella. También ella debe
asumir responsabilidades por sus actos, saber que si es libre para hacer lo que quiera
también es responsable de lo que haga. Como digo siempre a los enfermos mentales con
los que hablo, siempre debemos pedir perdón por el daño causado, aunque haya sido
durante las crisis de nuestra enfermedad, debemos reparar los daños en la medida de lo
posible, debemos esforzarnos en conseguir que nuestra enfermedad no mande en nuestras
vidas sino nosotros en ella. Y sabiendo que volverá a ocurrir lo mismo en la próxima crisis,
volveremos a hacer lo mismo, pedir perdón, reparar los daños causados,
responsabilizarnos de las consecuencias de nuestros actos y seguir luchando, una y otra
vez, siempre como guerreros impecables que no pueden ser nunca vencidos porque se
limitan a hacer lo que tienen que hacer cuando tienen que hacerlo. Así de sencillo. Un
abrazo fraternal.
Responder
6112016
angela (06:51:10) : editar
Hola, Muchísimas gracias por tu respuesta, y por tus consejos, la situación de mi hermano
no la tengo clara, yo no vivo con el. Mi hermano vive en Colombia con una jovencita, el
tiene dos hijas ya mayores que tienen sus hijos, Mi hermano tiene una fabrica de acabados
de construcción y el vive en la fabrica donde preparan los acabados. yo vivi con el en
Bogota hace 8 anos y el es muy cariñoso, amigable buen hermano. jamas vi absolutamente
nada anormal de el. hace 10 anos me case y me fui al exterior a vivir con mi esposo.
siempre regreso en Diciembre para esta con mi familia. Mi familia vive en Colombia,
Nosotros somos 4, dos hermanas y dos hermanos. ya somos adultos y cada quien hizo su
vida. siempre que regresaba a Colombia siempre veía a mi hermano normal y aun lo veo
normal. el problema radico hace como 4 anos atrás que mi hermana me contó que mi
hermano estaba con un trabajador de el, que le estaba enseñando sobre la bibliba, y el
empezó a decir que nosotros vivimos por gracia y no por otra cosa, mi mama es cristiana
evangélica y discutia mucho con mi hermano porque no se ponian de acuerdo, yo estuve
hablando con el en muchas ocaciones y todo lo que el decía me parecía relevante,
aceptable hasta cierto punto, el empezó a decirle a mi mami que ella no era su mama, que
nosotras ya no éramos sus hermanas que las mujeres no teníamos que hablar que solo el
hombre tenia derecho a hablar, me pareció normal porque la mayoría de religiosos son así.
pensé que el estaba en un tipo secta, pero no le paramos mucha atención, porque cuando
no hablábamos de religión no había ningún problema, podíamos hablar normal, ir a cine,
comer juntos, jugar un partido de futbol, o hacer cualquier actividad sin problemas.
pasaron los anos y no prestamos atención a eso porque el no da nada que hacer el solo
decía que nosotros vivimos por gracia y que nada es pecado y que el tenia que tocar fondo
para conocer el pecado, una cosa es decirlo de boca para afuera y otra es hacerlo, mi
hermano conocido esa niña que tiene serios problemas, su mama es alcohólica ella vivía en
la calle, mi hermano le ofreció techo y comida pero la niña aspiraba super, y lo indujo a mi
hermano a aspirar super, eso paso este ano como en febrero, yo estaba en Colombia y le
dije que estaba muy mal el nos dijo, ustedes no me entienden pero algún día me
entenderán, yo pensé que el ya estaba muy grandesito para ponerse con esas estupideses y
le dije a mi mama el ya esta muy viejo para que se ponga a aspirar super para sactifacer a
la joven, mi hermano también lo advirtió, y mi hermano nos respondió ustedes no
entienden la única que me entiende es mi novia porque Dios me la envío, y ella lo aceptaba.
ella es una jovencita que no sabe donde esta parada no tiene education y viene de una
familia muy pobre que no tienen ni para comer. yo pienso que ellos tuvieron una
sobredosis de super y mi hermano penso que había muerto y que había resucitado
nuevamente,y empezó decir que el es el enviado. EL actua muy normal, es por esa razón
que nunca nos preocupamos o pensamos que tenia un problema mental. Nosotros abrimos
los ojos hasta hace 3 días cuando un amigo nos contó que el estaba consumiendo toda
clase de droga y que el les decía a ellos que la droga no le hacia dano a el porque el es el
enviado, que le hace dano a la carne pero no a el y eso hace tres días, mi familia estaba
muy preocupada y queríamos meterlo a un hospital mental, pero afortunadamente mi Dios
es muy grande y estamos buscando asesoramiento, mi hermano actua completamente
normal. Sabemos que esta mal cuando dice que el vive por gracia y esta cien por ciento
convencido que es así, y esta haciendo cosas que lo pueden llevar a terribles situaciones, le
dijo a la hija que el se iva ha ir muy lejos y que le dejaba la fabrica porque el tenia que
viajar pero no tiene idea para donde, mi hermana que vive en Colombia ayer lo invito a
tomas café, tomaron fotos, se banaron en la piscina y la pasaron super, pero no le tocaron
el tema y como si nada y no mete nada de droga porque no es adicto y nunca lo ha sido, lo
que quiere es demostrar que nada puede hacerle dano.Nosotros recibimos tus consejos lo
estamos trayendo hacia nosotros nuevamente con mucho amor porque lo amamos y el se
deja amar. creo que el mayor problema fue dejarlo solo que otras personas abusaran de el
estado de el. afortunadamente ya nos dimos cuenta y primero queremos crear un puente
con el para poderlo llevar a un especialista para que lo trate, y a la joven que vive con el
también porque es la única que le lleva la cuerda a el, yo pienso que ella también esta mal y
nasecita ayuda. gracias nuevamente.
6112016
Slictik (11:29:50) : editar
Hola Angela: La verdad es que con los nuevos datos me has descolocado por completo. Yo
imaginaba que tu hermano sería relativamente joven y que se le podía estar manifestando
la enfermedad mental a través de una captación o lavado de cerebro, pero por lo que me
dices entiendo que tu hermano es ya mayor, abuelo, por lo que si no se le ha manifestado
ninguna enfermedad mental a lo largo de su vida, hasta ahora, puede ser una enfermedad
mental por deterioro, es decir tal vez pueda estar entrando en una demencia senil
prematura o le falta riego sanguíneo y su cabeza comienza a funcionar a tirones. Sería
interesante que me dijeras su edad.
Por lo que me cuentas parece que vivía solo en su fábrica hasta que encontró a esta chica
joven en la calle. Creo que no me dices nada de si enviudó o se divorció y si sus hijas viven
en la misma ciudad y se relaciona con ellas y sus nietos o permanece aislado. Si es así, si
estaba viviendo solo y tenía poca relación con la familia, es fácil que un empleado le fuera
metiendo en esta secta que es justo lo que no necesitaba. Recuerdo de mis estudios -yo
estudié en un colegio religioso en mi juventud- el estudio teológico que hicimos de la
salvación por la gracia. Es decir, Dios te salva de todas todas porque su gracia lo puede
todo, puede incluso con tus mayores pecados. Con este concepto no es de extrañar que tu
padre haya encontrado una mina para probar lo que no se atrevió a hacer a lo largo de su
vida. Si fue un hombre de ideas conservadoras que se comportó como lo hizo por el qué
dirán, si no tuvo criterio propio, ahora ha encontrado el momento para probar y
experimentar todo lo que no se atrevió a hacer a lo largo de su vida. La idea de esta secta
de que estamos salvados, hagamos lo que hagamos, a él le viene de perlas para dar una
justificación a sus actos. Si estoy salvado haga lo que haga, ¿por qué no experimentar con
el pecado y ver qué se siente, o con el mal, porque todos hablan del mal sin saber qué es el
mal realmente? Semejante conducta es tan infantil que solo encuentro la explicación de que
pueda sufrir algún deterioro mental debido a la edad o que ha estado tan solo y falto de
cariño que se deja llevar por lo que le diga cualquiera.
Lo que más me preocupa es su deseo de experimentar con las drogas. A su edad no tiene
el menor sentido y si además sufre algún problema de falta de riego sanguineo o una
demencia senil prematura las drogas pueden acabar con la estabilidad de su mente. Me
dices que le da lo mismo la clase de droga, blanda, dura, es como ir probando con cuchillos
a ver cuál de ellos tiene el filo más afilado para cortarse el cuello. Da lo mismo que no
probara las drogas a lo largo de su vida y que ahora solo lo haga por experimentar, una vez
que uno se mete en el camino de la droga es facil que pueda acabara en la adicción casi sin
darse cuenta.
El caso de tu hermano me recuerda a esas leyendas literarias en el que un hombre mayor
vende su alma al diablo, a Mefistófeles, para conseguir lo que por su edad ya no es fácil
que logre, el amor de una chica joven, la salud física, todos los placeres de la vida…No le
parece salir tan malparado del cambio puesto que su alma no le preocupa demasiado. Tu
hermano tiene la ventaja de haberse convencido, yo creo que por propio interés, de que
haga lo que haga está salvado, así tiene manga ancha para hacer todo lo que siempre quiso
hacer y no se atrevió. Reconozco que la tentación es fuerte, yo mismo me sentiría tentado a
buscar todo el sexo que pudiera en las jovencitas y a matarme de mil formas, comiendo
como en La Gran comilona, la película de Marco Ferreri, tomando drogas que me volaran la
cabeza impidiéndome darme cuenta de lo duro que es estar solo. A mi edad, divorciado,
jubilado, solo, puedo ponerme en la piel de tu hermano y comprender qué es lo que está
buscando realmente, aunque lo que no me encaja es esa necesidad de justificarse con una
supuesta creencia que le autorice, le de bula papal para hacer todo lo que quiera. Eso es
muy infantil y me hace pensar en la posibildiad de un deterioro mental por la edad.
Os sugeriría que le convenciérais para que se hiciera un chequeo médico, a ver si encuentra
algún problema como falta de riego sanguíneo o una enfermedad prematura de
envejecimiento mental. Tal vez se haya sentido muy solo estos años por lo que la familia
debería de hacerse presente con frecuencia y desde luego tener en cuenta a la joven con la
que está viviendo. Si es una buena chica querrá que a él no le pase nada, lo que parece
altamente improbable dado el camino que ha iniciado.Si además tiene un negocio y
posibilidades económicas lo más fácil es que se deje deslizar por el togobán, tengo una
justificación, haga lo que haga estoy salvado por la gracia de Dios, tengo dinero y puedo
permitirme hacer ciertas cosas que otros no pueden, quiero probar el sexo con jovencitas,
quiero probar qué se siente con las drogas…Desde este punto a llegar a cualquier tipo de
degeneración moral no hay largo trecho, ¿por qué no probar a ver qué se siente matando, o
torturando, o…? Es un camino muy peligroso el que ha iniciado. Yo entiendo que tal vez
tenga mucho que ver una posible degeneración mental porque estas conductas tan
infantiles son propias de personas de avanzada edad que sufren un importante deterioro
mental. Creo que la familia debería estar ahora más cerca que nunca, arroparle, darle
cariño y procurar que se haga los chequeos médicos necesarios. El hecho de que en
cualquier otro tema se comporte con normalidad y solo se salga de madre cuando se le
menciona el tema religioso no significa que su mente se haya rayado como un disco de
vinilo en un determinado surco, toda su personalidad sufre un grave trastorno que le
resulta más sencillo de ocultar cuando los temas tienen que ver con conductas que tiene
asumidas a lo largo de toda su vida. Os deseo mucha suerte y creo que deberíais hacerle un
chequeo médico y procurar que la familia le acompañe el máximo tiempo posible y que
reciba mucho cariño. Un abrazo fraternal.
angela (06:19:56) : editar
Hola, nuevamente gracias pr tu respuesta, mi hermano tiene 46 años. ya te ha había
contado que mi hermano vive con una jovencita, estuve hablando con la mama de esta
joven y me dijo que su hija era adicta al pegante y me entere que ellos inhalaban pegante.
El problema es que el ya hablaba de Dios antes de conocer esta joven, porque el estaba
viviendo con otra joven antes, pero ellos terminaron y mi hermano se deprimió mucho y fue
cuando el amigo le empezó ha hablar de vivir en gracia, fue cuando empezó a decir que la
mujer no tenia derechos, que el hombre era el único que podia hablar, y luego conocido
esta joven y empezó a empeorar porque empezó a inhalar super. el se levantaba todos los
días a las 6 de la mañana a trabajar, y ahora le da igual trabajar o no. Creo por lo que lei
que el pegante no deja que el oxigeno llegue al cerebro y hace que la persona se siente
imbensible, Mi mami trato de convencerlo para ir al medico y el no quiere ir, dice que no
cree en ellos, no sabemos como convencerlo para que valla al medico, y también para que
se aleje de esa joven que esta mas mal que el. que me aconseja que haga.
angela (06:54:40) : editar
Hola, Muchas gracias por tu tiempo, tus consejos, y por tu interés en ayudarme en esta
situación. estuve investigando y creo que mi hermano tiene un trastorno delirante extraño,
no estoy completamente segura pero es lo que mas se aproxima a el. yo estuve hablando
con el por teléfono por una hora y es como hablar contigo, completamente normal le
pregunta por la empresa, por sus hijas por todo y el es muy consiente de todo. El problema
radica en en su creencia, el cree que es el salvador pero el trata de no decirlo porque sabe
que nadie se lo cree pero el si se lo cree, y su creencia lo llevo a cometer esa clase de
errores. como? Un amigo de mi otro hermano le dijo a mi hermano que necesitaba empleo
y mi hermano se lo llevo a mi hermano que tiene el problema, este joven es adicto a las
drogas y mi hermano le conto de su creencia que el era el enviado entonces este le siguió
la cuerda a mi hermano para pedirle plata para drogas, como era el único que lo escuchaba
se hicieron amigos y mi hermano le daba dinero, luego el le dijo a mi hermano que le iba a
traer amigos para que se convencieran que el era el enviado, el le trajo tres amigos mas
para que lo escucharan hablar, pero era solamente para sacar provecho del el y sacarle
dinero para las drogas, mi hermano en su trastorno no sabe lo que hace el dice que nada le
hace porque el es el enviado. Mi hermana fue a casa de mi hermano y saco esa gente de
hay, les llevo la policia para que los sacara, y ahora ella esta pendiente de el. Mi hermana
hablo con el y le dijo que lo que el estaba haciendo estaba mal, y mi hermano lo acepto se
dio cuenta que las drogas no es el buen camino. y como nunca ha sido adicto a ellas para el
es fácil no hacerlo. El problema no es la droga el problema es el trastorno que el tiene, su
creencia. Quisiera que me aconsejara que debemos hacer la familia en esta situación, como
tratarlo. Nosotros no queremos tratar el tema. el actua completamente normal en todo
sentido, maneja, maneja la fabrica, jamas nos habríamos dado cuenta que tiene un
problema, si no hubiera hecho lo que hizo. aspirar soda cáustica para demostrarle a los
amigos que era el salvador. eso fue lo que nos hizo reflexionar a todos.porque su
comportamiento no ha cambiado, es completamente normal, cariñoso, con sus hijas,
hermanos y mama. El siempre ha vivido cerca de sus hijas y de nuestra mama. Mi mami es
muy cariñosa y siempre lo visitaba, pero de un tempo para acá ellos se contradecían
mucho, mi mami es cristiana evangélica, y cuando mi mami iva a visitarlo mi hermano le
decía: tu no eres mi madre my padre es DIOS, pero como te dije antes lo decía de una
manera tan normal que no le prestamos atención, porque yo lo agarraba y le daba un beso
y le decía te amo y tu si eres mi hermanito preferido y siempre lo vas hacer y el lo aceptaba
se reía y ya. No se si el problema radico también porque el vive donde fabrica el estuco, y
son químico que con el tiempo han podido afectar las neuronas o algo parecido. Su hija
trabajaba con el en la fabrica pero el la echo cuando empezó con su creencia, decía que la
mujer no tenia que opinar que solo el hombre opinaba, y el tiene trabajando en la fabrica al
esposo de su hija, el fue el que nos aviso de todo lo que estaba pasando. Al principio
pensábamos que era fanatismo por lo que el creía pero con el tiempo se convirtió en un
trastorno delirante que el cree. Quisiera saber que tenemos que hacer la familia.como
tratarlo, como convencerlo que se haga ver de un psiquiatra, jamas le hemos dicho
seriamente que el necesita de psiquiatra, cuando el decía lo que decía siempre le decíamos
,estas super equivocado, pero es algo natural en las familias cuando no se ponen
desacuerdo en algo, pero ahora es diferente, decirle que valla donde el psiquiatra es algo
que yo misma no lo puedo aceptar, me parece tan increíble, que no sabemos como
convencerlo. Gracias por tu interés en ayudarnos y te mantendré al tanto de lo que pase. yo
viajo para Colombia el 13 de Diciembre para ocuparme directamente de el. nuevamente
gracias.
9112016
Slictik (11:52:49)
Hola Angela: No me dices la edad que tiene tu hermano, es importante para saber si puede
tener algún problema de riego sanguíneo o alguna enfermedad degenerativa del cerebro.
Os sugeriría que le convenciérais para hacerse un chequeo de salud física en una clínica y
allí un psiquiatra podría disimularse como doctor y hacerle unas preguntas que le podrían
indicar si realmente padece un trastorno delirante. Es fundamental descartar una
enfermedad física del cerebro, si padeciera alguna necesitaría con urgencia medicación y
cuidados médicos. Si no fuera así habría que centrarse en su delirio. En el blog hay algún
texto sobre delirios, creo que en la serie de Conociendo y queriendo al enfermo mental.
Con una persona delirante es imposible razonar, no sirve de nada, la única forma de llegar
hasta él es a través del cariño.Cuando uno tiene suficiente cariño es más fácil que deje lo
que yo llamo el delirio profético, cuando recibes suficiente afecto acabas dejando de pensar
en salvar a la humanidad y tus ideas megalómanas sobre tu condición de profeta o de
salvador de la humanidad se atenúan mucho. Por experiencia propia sé muy bien que
cuando recibes suficiente afecto no necesitas compensar su falta con ideas proféticas que
te permitan subir tu autoestima pensando que recibes mensajes de salvación que nadie
más recibe y que la humanidad no puede salvarse si tú no intervienes directamente. La
medicina del cariño es lo que más sube la autoestima, algo lógico dado que quien se siente
querido tiene que pensar necesariamente que algo verán en él los demás para quererle. En
mis etapas de delirio profético siempre me sentí muy solo y falto de afecto, todo ese
sufrimiento y esa sensación de ser una basurilla hubieran desaparecido con cariño. Si él se
siente arropado por la familia y recibiendo suficiente afecto no necesitará buscar en el
delirio de salvación cómo llenar el vacío de su vida. Espero que todo vaya lo mejor posible y
os deseo mucha suerte. Por supuesto que me gustaría recibir noticias de cómo va todo. Un
abrazo.
11112016
Slictik (12:06:25) :
Hola Ángela: Pensaba que tu hermano era mucho mayor, de ahí mi insistencia en que se le
hiciera un chequeo porque podía sufrir falta de riego sanguíneo o alguna enfermedad
degenerativa del cerebro, pero ya veo que has centrado y acotado bien su problema. En
efecto si está consumiendo alguna droga, y el pegante o pegamento es también un tipo de
droga, su cerebro tiene que estar sufriendo las consecuencias y no es de extrañar que haya
caído en el delirio profético, como lo llamo yo, uno de los delirios más típicos en estos
casos. La drogadicción suele acabar con mucha frecuencia en algún tipo de enfermedad
mental y si hubiera antecedentes familiares o propensión de algún tipo a la enfermedad es
casi seguro que con el tiempo, sino se pone remedio acabará sufriendo alguna severa
patología mental.
La drogadicción es la más terrible de las adicciones y requiere una terapia adecuada y una
durísima lucha para conseguir librarse de ella. Puede que tu hermano no hubiera
consumido droga hasta hace poco, pero si convive con una chica que es adicta y lleva un
tiempo conviviendo con ella el deterioro ya es importante y la adicción segura aunque esté
en las primeras etapas. En España hay asociaciones de lucha contra la drogadicción
bastante fiables, no sé en vuestro país, pero supongo que tiene que haber algo. Te
sugeriría que te enteraras de las asociaciones más fiables en tu país y te pusieras en
contacto con ellos para que te dieran algunos consejos. El camino para sacar a un adicto de
la droga es uno de las caminos más difíciles que tiene un ser humano, pero nada es
imposible si el enfermo o adicto realmente quiere curarse.
Todas las adicciones tienen parecidas causas: Falta de voluntad, falta de valores humanos y
espirituales, un hedonismo feroz que les hace buscar el placer a cualquier precio y
despreciar cualquier tipo de dolor o esfuerzo, la huida de algún problema grave o alguna
tragedia vital que les haya ocurrido (en el caso de tu hermano una ruptura sentimental, con
toda la carga dramática que conlleva puede haberle empujado hacia ese camino) o
simplemente una decisión consciente basada en una filosofía paupérrima de la vida que se
podría resumir en “la vida es corta es frágil, carpe diem, bebamos y comamos que mañana
moriremos”. Cuando no existen sólidos valores humanos y espirituales uno hasta encuentra
cierta lógica en este tipo de decisiones, sé que la muerte es inevitable, que la vida es muy
corta, que todo son obstáculos y desdichas, así pues voy a buscar algo que me permita
disfrutar de la vida lo más posible o en todo caso voy a encontrar algo que me permita
fugarme de la realidad y sufrir lo menos posible. De esta forma cada cual cae en la adicción
más próxima a su carácter, a su forma de ser, los hay que caen en el juego, ludópatas, en
el sexo, en el alcohol, alcohólicos, en el tabaquismo, en el narcisismo buscando la fama a
toda costa, en el ansia de poder, los caracteres más controladores y manipuladores. Se
puede decir que todos somos adictos a algo porque todos necesitamos compensar el
sufrimiento de la vida con algún tipo de placer, el principio del placer y el displacer de
Freud, o todos necesitamos fugarnos de alguna manera de los problemas reales de la vida.
Yo mismo soy adicto al tabaco y mi afición a escribir o a la cultura también tiene un
componente adictivo, puesto que me ayuda a encontrar placer y a fugarme de mis propios
problemas. Pero cuando uno cae en adicciones graves, terribles como es la droga, el
deterioro del cerebro y la creación de una especie de triste paraíso artificial que siempre
termina convirtiéndose en un infierno dantesco, hace que controlar esta adicción se
convierta en un camino de titanes.
Es muy complicado que alguien que ha caído en esta adicción por falta de voluntad ahora la
recupere y en grado máximo para subir por la pared que le ha resultado tan fácil de bajar;
que alguien que carece de valores humanos y espirituales ahora los recupere, sin más, para
encontrar un poderoso asidero para trepar; que alguien que ha buscado ferozmente la
huida de problemas ahora sea capaz de enfrentarse a ellos sin recurrir a lo más fácil, si no
ves el problema, este desaparece para ti. De acuerdo a la filosofía budista todo sufrimiento
es causado por el apego, nos apegamos a las cosas, a las personas, a los engaños de
nuestra mente y como todo es frágil y fugaz no encontraremos la paz en nada puesto que
todo nos será arrebatado, antes o después. La filosofía del guerrero impecable nos permite
luchar por alcanzar el desapego y centrarnos en hacer lo que tenemos que hacer sin
plantearnos nada más. No será facil que tu hermano logre encontrar valores, estímulos,
filosofías de la vida que le permitan emprender esta lucha, pero debe intentarlo o estará
perdido.
Siempre insisto en lo mismo porque estoy absolutamente convencido de ello, el cariño es la
mejor medicina para todo, cuando tenemos cariño dejamos de buscar sustitutos inútiles. El
cariño nos da vitalidad, salud, alegría, estímulo, nos proporciona valores sólidos, nos hace
más generosos,más sensibles, más humanos, incluso el cariño nos proporciona un placer
de muchísimos kilates a cuyo lado el resto de placeres palidece. El cariño tiene muchas
formas y aspectos, pero en el fondo su naturaleza es la misma. El cariño de un ser querido,
el cariño de un amigo, el cariño de tu pareja, el cariño de la familia, el cariño desprendido y
generoso de un desconocido, todo nos servirá para alimentar nuestra alma y cuando
nuestra alma está sana, vital, alegre y fuerte cualquier camino que emprendamos será
posible. Incluso el cariño del sexo, aunque parezca pobre es básico, es por eso que tu
hermano lo ha buscado, aunque haya tenido la mala suerte de encontrarse con una chica
adicta. El sexo, sin más, es muy pobre porque solo nos da placer y algunos piensan que un
placer muy sobrevalorado, pero lo cierto es que es un maravilloso instrumento, bien
utilizado, para la comunicación más íntima y las relaciones interpersonales más intensas y
profundas. En el caso de tu hermano el hecho de que la chica sea adicta lo complica todo
puesto que obtiene muy poco del sexo, poco placer, poco cariño porque la adicción
destruye todo lo que hay a su alrededor, y al mismo tiempo se siente muy esclavizado por
todo ello. Lo peor que podéis hacer es intentar librarle de la chica con razonamientos o
coacciones de cualquier tipo, su respuesta será tan dura y tan intensa en sentido contrario
como la fuerza que vosotros apliqueis. De nuevo solo el cariño puede alcanzar metas que
parecen imposibles. Si no le hacéis consciente de en qué situación está a través del cariño
no lo podréis conseguir de ninguna otra manera.
El deterioro de un drogadicto es rápido y terrible, pierde todo interés en las cosas más
elmentales de la vida, dejará de trabajar, de hacer cualquier otra cosa que no sea dejarse ir
a su paraíso artificial, cuando tu pareja te ayuda y te apoya con su cariño es más fácil, pero
en este caso es todo lo contrario. Es muy complicado que un drogadicto decida por sí
mismo ponerse en terapia y enfrentarse a su adicción, es por eso que te recomiendo que te
pongas en contacto con alguna asociación dedicada a recuperar drogadictos que sea de
fiar, ellos tienen mucha experiencia y saben mejor cómo conseguir que un drogadicto se
haga consciente de su problema e intente desintoxicarse. La posibilidad de que tu hermano
pueda terminar con una enfermedad mental es alta, pero creo que ahora lo importante es
sacarle de la drogadicción y darle apoyo y cariño en un entorno que le permita tener alguna
posibilidad de recuperar su voluntad y su deseo de vivir. Aunque un drogadicto no es lo
mismo que un enfermo mental sí tenemos cosas en común: la pérdida del deseo de vivir, la
falta de voluntad, la desconfianza en los otros, la necesidad de cariño, el uso de fármacos
que en el caso del enfermo mental son legales aunque no por ello dejan de ser adictivos y
tener efectos secundarios. Creo que básicamente tu hermano debería ser tratado como un
adicto, puesto que sus delirios proféticos nacen de ahí y su deterioro tiene esa causa. Es
muy complicado hacer que recupere lo que ya ha perdido y que le ha arrojado al abismo,
pero no va a quedar otro remedio porque es la única palanca que puede elevarle, necesita
recuperar la voluntad, los valores, el deseo de vivir y para ello el mayor estímulo será
siempre el cariño que reciba. Te deseo mucha suerte. Un abrazo fraternal.
28112016
Nancy Matthei (11:58:36) : editar
Yo cuido a una abuela que tiene demencia senil , y los hijos no me dejan que le diga la
verdad cuando ella pregunta X sus padre o algún otro familiar , que por supuesto están ya
fallecidos , ellos le hacen creer que están vivos y bien, mi pregunta es , es bueno o no
decirles la verdad y hacerle ver la realidad?
Responder
28112016
Slictik (12:31:04) : editar
Hola amiga: Yo sigo siempre la máxima evangélica en estos casos: La verdad os hará libres.
Yo desde luego preferiría que me dijeran la verdad por muy dolorosa que fuera. Pero cada
persona es un mundo y es muy libre de vivir la vida como mejor le parezca. En tu caso
tendrías que tener en cuenta los siguientes principios: El primero que los familiares y seres
queridos de una persona tienen preferencia absoluta a la hora de decidir lo mejor para su
ser querido y no solo en el terreno legal, también en el terreno ético y afectivo. Así pues si
ellos han tomado una decisión, fuere la que fuere, tú no puedes obstaculizarla. En segundo
lugar habría que tener en cuenta el estado de su enfermedad y sus reacciones ante la
realidad cotidiana, de nada serviría por ejemplo, decirle la verdad un día si al día siguiente
no se va a acordar y hay que volver a decírsela y así un día tras otro, sería hacerla sufrir
inútilmente, una especie de tortura sin sentido. La memoria es parte fundamental de
nuestra personalidad, como dijo alguien nuestra personalidad es un 98 por ciento de
memoria y el resto habría que buscarlo, una persona sin memoria ha perdido en gran parte
su personalidad y por lo tanto no se la puede tratar de la misma forma que se la trataba
cuando su personalidad estaba íntegra. En estos casos hubiera sido muy necesario que la
enferma, antes de llegar a un deterioro muy grave hubiera manifestado su deseo de cómo
ser tratada, en ese caso primaría su voluntad sobre cualquier otra consideración. Yo mismo
me he planteado esa posibilidad, estoy divorciado, vivo solo, estoy jubilado y con una edad
de la que solo puedo esperar un deterioro progresivo con los años. Pues bien, si llegara el
momento, dejaría por escrito muy claramente cómo deseo ser tratado en el caso de que
pueda sufrir enfermedades que conlleven la pérdida de la memoria, Alzheimer, demencia
senil o un deterioro grave de la salud.En España existe lo que se llama el testamento vital,
en el que un enfermo manifiesta su deseo de cómo ser tratado en el caso de que su
enfermedad le impida tomar decisiones conscientes, si desea ser desenchufado de las
máquinas que prolongan inútilmente la vida de su cuerpo o si quiere recibir todos los
cuidados posibles que prolonguen su vida al máximo. También debería hacerse para estos
casos de deterioros graves de la memoria y de la personalidad, aunque en estos casos
legalmente, al menos en España, el enfermo sería incapacitado, le sería nombrado un tutor
y él decidiría sobre todas las cuestiones referentes al enfermo. Es algo que el enfermo no
puede evitar una vez incapacitado. No obstante yo haré un testamento vital o al menos
expresaré mis deseos por escrito para que quienes tengan que hacerse cargo de mí tengan
que plantearse si deciden seguir mi voluntad o quieren torcerla en base a sus propias
razones. Yo pondría muy claro que en caso de pérdida de memoria se me dijera siempre la
verdad, a pesar de cualquier tipo de consecuencias, que no deseo se prolongue mi vida
más allá de lo razonable según los conocimientos médicos del momento, que no quiero
vivir artificialmente, que no deseo ser cuidado por ningún familiar y que en el caso de que
no pueda tomar decisiones conscientes y legales se me ingrese en una residencia o
institución que pueda ser pagada con mi pensión hasta mi muerte, que nunca deberá ser
prolongada por medios artificiales.
En tu caso en España se hubiera incapacitado a la enferma, se la habría nombrado un tutor
y él decidiría siempre sobre estas cuestiones y nadie más estaría capacitado para hacerlo,
salvo el juez que lleve el asunto. Si es así, si ha sido incapacitado y hay un tutor a su cargo
es él quien debe tomar cualquier decisión.Tú te puedes plantear cuestiones éticas, como es
la de no engañarla, aplicando el principio también evangélico de no querer para los demás
lo que no queremos para nosotros, pero tus ideas o decisiones no pueden prevalecer sobre
la de sus seres queridos, en este caso sus hijos. Ya sería una cuestión personal si crees que
la enferma no merece que se la engañe de esa manera, de abandonar su cuidado. Me temo
que en circunstancias tan dramáticas como éstas debería ser el enfermo, quien notando su
deterioro, dejara instrucciones para su cuidado o un testamento vital, entonces ya sería una
cuestión ética de sus familiares el respetar o no su voluntad. Como te digo en mi caso
tengo muy claro cómo me gustaría ser tratado en el caso de perder la memoria o sufrir un
deterioro tan grave que no me permitiera tomar decisiones por mi cuenta, otra cosa sería si
quienes luego estuvieran a mi cuidado las respetaran o no, pero eso ya no estaría en mi
mano y como seguidor de la filosofía del guerrero impecable no me preocupo por las
cuestiones que no están en mi mano, solo por lo que tengo que hacer aquí y ahora. Mi
sugerencia es que hables con los hijos expresando tus ideas y una vez que ellos las
conozcan ya no estaría en tu mano hacer otra cosa que respetar la prioridad que tienen los
familiares a tomar decisiones sobre el enfermo. Un abrazo.
alba (07:18:21) : editar
Es maravilloso leerte. Mi marido esta enfermo mentalmente todo era un caos antes de
saberlo. Ahora q lo se me vuelco en el y le nuestro mi apoyo y cariño. El ha mejorado
mucho.tus letras tienen toda la verdad.gracias
Responder
29112016
Slictik (13:21:54) : editar
Gracias amiga, sigue cuidándole y dale todo tu cariño, el cariño no cura definitivamente
pero nos hace mejorar mucho. Un abrazo para los dos.
Responder
30112016
Slictik (11:32:37) : editar
Muchas gracias Elena, los budistas creemos que el cuerpo causal o alma solo se alimenta
de felicidad, si su alimento es escaso enferma y transmite su enfermedad a los restantes
cuerpos, incluido el cuerpo mental. La enfermedad mental no sería otra cosa que una
enfermedad del alma. Una inyección de cariño en vena no puede curar definitivamente pero
nos ayuda mucho, es lo único que nos hace mejorar realmente. Los enfermos necesitamos
que se nos escuche, se nos apoye y sobre todo se nos de mucho cariño. La enfermedad es
dura para todos, enfermos y familiares, pero con cariño se puede andar el camino.Los
enfermos estamos aprendiendo la lección de que el cariño es lo único que merece la pena
en esta vida y además es gratis, al menos el verdadero cariño, la humanidad debería
aprender que solo el camino del cariño lleva a alguna parte, las cosas materiales ayudan al
cuerpo físico pero no alimentan el alma. Los enfermos lo aprendemos con suma dureza
pero tal vez esa sea nuestra misión en la vida, transmitir un mensaje de amor e iluminar la
oscuridad que la materia pone ante nuestros ojos. Un abrazo fraternal para ti y para tu
familiar.
Victor manuel cu panti (16:51:26) : editar
Me puede enviar la continuacion de su tema como tratar a un enfermo mental. Y toda la
informacion necesaria al respecto. Soy padre de un caso similar ( ezquisofrenia). Gracias.
Responder
12012017
Slictik (17:36:05) : editar
Hola amigo: Todo está en el blog, solo tienes que cliquear en las etiquetas. Te pongo los
enlaces:
-Cómo tratar al enfermo mental
https://guerreroimpecable.wordpress.com/tag/como-tratar-el-enfermo-mental/
Errores de conducta respecto al enfermo mental.
https://guerreroimpecable.wordpress.com/tag/errores-de-conducta-enfermo-mental/
En la sección de cómo tratar al enfermo tienes todos los textos
https://guerreroimpecable.wordpress.com/category/como-tratar-al-enfermo-mental/
También te puede interesar la sección: Conociendo y queriendo al enfermo mental.
https://guerreroimpecable.wordpress.com/category/todo-sobre-el-enfermo-
mental/conociendo-y-queriendo-al-enfermo-mental/
Si quieres hablarme de tu problema en el blog tienes mi [email protected]
También tienes el teléfono si quieres hablar. Un abrazo.
Maria (03:54:50) : editar
Me sirve tu artículo tengo una hija con esquizofrenia y no se que hacer en algunas
situaciones se quiere ir de viaje cuando Está en crisis
Responder
13022017
Slictik (12:12:45) : editar
Hola María, puedes escribirme al correo si quieres contarme más cosas. En cuanto a lo que
me dices es típico de nosotros, los enfermos mentales, ese ansia de viajar, especialmente
cuando estamos en crisis. Nos resulta difícil aceptar que por muy lejos que nos vayamos
siempre nos llevaremos a nosotros mismos, como dijo alguien. Si el problema está en
nosotros, irnos lejos no soluciona nada. Está en la naturaleza humana, lo mismo que en la
naturaleza del universo, el buscar lo que no se tiene. Cuando estamos quietos queremos
movernos, cuando vivimos en el día queremos que venga la noche, cuanto estamos solos
queremos estar acompañados y cuando estamos acompañados queremos estar solos. Esto
forma parte de la evolución en el tiempo, que implica siempre movimiento. Todos los
enfermos mentales sentimos con intensidad esta necesidad, en ciertas enfermedades y
ciertas patologías más que en otras. En el caso de la esquizofrenia las voces suelen tener
una gran importancia. Curiosamente siempre piden lo contrario de lo que tenemos, nos
piden que nos movamos cuando estamos parados, que hagamos lo que no hacemos
habitualmente, que nos transformemos en lo que no somos. Nunca nos dicen que vayamos
a trabajar cuando lo hacemos todos los días, o que comamos cuando lo hacemos con
ganas. Parece que nunca están contentas con la situación presente. Esto tiene su lógica ya
que no tendría sentido que pidieran que siguiéramos haciendo lo que hacemos. Es bastante
frecuente en las crisis que surjan delirios peripatéticos o de viajes, algunas voces porque
las voces acucian con cumplir esta obsesión y en otras ocasiones porque la fuga de un
entorno que nos resulta molesto se hace imperiosa. Mi experiencia en este sentido me
indica que la necesidad de marcharme de mi lugar habitual siempre tuvo que ver con evitar
ponerme agresivo, descontrolarme, huir de conflictos, de broncas. También tiene mucho
que ver con la necesidad de cariño. Lo mismo que cuando uno tiene mucha hambre busca
alimento, allí donde esté, el enfermo mental siempre está hambriento de cariño y se
engaña pensando que tal vez lo encuentre lejos si no puede encontrarlo cerca.
Cuando vivía en familia era muy común que me marchara con el coche a la montaña. Esto
resultaba insoportable para mi familia, pero para mí era algo imprescindible. Ya en otras
crisis había perdido el control y sentía pánico de volver a perderlo y hacer o decir cosas que
luego no podían cambiarse. El pánico del enfermo mental a perder el control durante las
crisis tiene causas muy lógicas, en anteriores ocasiones hemos acabado internados o con
exceso de medicación, hasta convertirnos en vegetales, o hemos insultado gravemente a un
ser querido o incluso hemos tenido comportamientos agresivos, que si no han
desembocado en agresiones físicas sí han ocasionados espectáculos muy desagradables,
como romper cosas, por ejemplo. Es como el enfermo físico de una enfermedad
gravemente contagiosa, su tendencia es a permanecer aislado para no contaminar a otros.
No sirve de mucho razonar cuando el enfermo está delirante, intentar convencerle de que
no se marche de viaje cuando quiere hacerlo solo suele generar agresividad por su parte.Es
mucho mejor redoblar el cariño y las atenciones. Los enfermos mentales nunca
despreciamos el cariño, salvo cuando es falso o se nos ofrece a cambio de condiciones
inaceptables para nosotros, auténticos chantajes de si haces esto o lo otro te daré un
besito. En el fondo todo lo que hacemos, todo lo que hace el ser humano es buscando
cariño. Como dijo un escritor cuando le preguntaron por qué escribía: escribo para que me
quieran. Todo lo hacemos para que nos quieran, para que nos den cariño, los enfermos
mentales aún más. Si queremos viajar es porque en nuestro delirio pensamos que lejos
encontraremos ese cariño que nos falta, si lo encontramos donde estamos esa necesidad
decrece.
No es fácil en momentos de crisis que el enfermo acepte el cariño, así sin más, hay que
tener mucha paciencia y hacerle saber que siempre nos tendrá cuando nos necesite. Yo
solía encamarme, dejaba de comer y de hablar, así es complicado dar cariño, pero al menos
hay que intentarlo.
Solemos ser muy susceptibles con nuestra enfermedad, cuando nos dicen que no podemos
viajar pensamos que es porque creen que estamos incapacitados y eso nos molesta mucho.
Por eso siempre es conveniente que cuando estén bien se les ofrezca ese viaje que no pudo
realizarse cuando estaban mal. Lo mismo que cuando alguien está griposo no es
conveniente que se vaya a esquiar, cuando está bien puede hacerlo con normalidad. Este
razonamiento puede ser comprendido por el enfermo mental que siempre necesita que se
le de alguna razón para lo que se le pide.
Lo que no se debe hacer es darle la razón si creemos que no la tiene, facilitarle un viaje
cuando está tan mal que las cosas solo pueden salir mal, caer en sus chantajes emocionales
o permitirle que se salga con la suya con su bula papal. Como he sufrido tanto, si quiero
irme me voy, si quiero hacer esto lo hago…Es inaceptable y el enfermo tiene que
acostumbrarse a saber que por muy mal que esté no se le van a dar todos los caprichos,
como a un niño mimado. Si no está incapacitado legalmente, si es mayor de edad, poco se
puede hacer para impedirle que viaje o haga lo que hacen todas las personas normales con
plenitud de derechos legales, pero al menos debe dejársele muy claro que la libertad
conlleva responsabilidad y que cuando uno toma decisiones debe asumir las
consecuencias. La enfermedad no nos hace irresponsable y es imprescindible que al
enfermo se le deje bien claro esto.No puedes irte sin más y esperar que luego vaya a
buscarte si algo se tuerce, o te voy a dar dinero, sacándolo de donde pueda, para que tú
lleves a cabo un capricho que sabes que no es el momento de realizar.
Es muy frecuente también que los entornos puedan convertirse en verdaderos infiernos
para el enfermo, especialmente cuando sufre una crisis grave. Sabe cómo se le mira, ha
escuchado insultos y risas a sus espaldas, ha tenido que pasar por comportamientos
hipócritas sin sentido, falsas conductas compasivas y humillantes. Nada hay peor para un
enfermo mental que un entorno agresivo, que no comprende ni quiere comprender su
enfermedad, que no le apoya, especialmente durante las crisis, cuando estamos
extremadamente susceptibles. A veces es cierto que creemos ver lo que no existe o
escuchar lo que no se ha dicho, pero también es cierto que hay mucha hipocresía en estos
casos y un afán de engañar al enfermo mental diciéndole que no le han insultado, que eso
está en su mente delirante, que oye voces, cuando nosotros mismos hemos comprobado
que, en efecto, algún insensible le ha insultado. Recuerdo que estos comportamientos eran
de los peores para mí, insoportables. ¿Cómo me dicen que fulanito no ha dicho en voz baja,
para que no le oyera, que estoy loco, como un cencerro, si lo he escuchado perfectamente?
Al enfermo hay que decirle la verdad en estos casos, fuere la que fuere, de lo contrario se
le hace pasar por tonto y no hay nada peor. Si se burlan de él y nos pregunta le decimos la
verdad, pero poniendo las cosas en su sitio, ha sido un insensible, no todo el mundo es así,
no siempre, cuando crees que te han insultado, es así, a veces estás tan susceptible que
oyes lo que no se ha dicho. Si se le dice con respeto y cariño se le puede decir incluso en
plena crisis, y si no es posible, se habla luego con él del tema.
Mis recuerdos de estas experiencias son muy tristes. Sabía que mi familia sufría mucho,
pensando que podía intentar el suicidio, o que estaba tan mal que me podía pasar
cualquier cosa, un accidente, perderme en el monte, despeñarme. Yo siempre fui muy
consciente de ello pero pesaba más la posibilidad de agredir a un ser querido o decirle
cosas que luego no tendrían remedio. Es importante que al enfermo se le haga saber que
uno está dispuesto a darle cariño, que no habrá represalias si pierde por un momento el
control y nos dice algo duro, pero también hay que hacerle responsable de sus actos y
palabras. Si la situación se hace tan tensa y el enfermo está decidido a marcharse a
cualquier precio a veces hay que respetar su libertad o tomar decisiones dolorosas. Siempre
hay riesgo de que un enfermo se vaya de viaje en plena crisis, pero todo en la vida es
riesgo, a veces hay que asumir riesgos. Si éstos son inaceptables a lo mejor hay que tomar
decisiones dolorosas, un internamiento, por ejemplo. Hay que calibrar muy bien el estado
en el que está el enfermo, si no está muy mal a lo mejor que aprenda una lección puede
venirle mejor que mantenerle encerrado contra su voluntad. Si está tan mal que es evidente
que puede pasarle algo grave, tal vez es conveniente tomar decisiones dolorosas. Yo
mismo me interné voluntariamente en alguna ocasión en que fui consciente de que estaba
muy mal, en cambio en otras me pareció inaceptable y llevé muy mal un internamiento a la
fuerza.
Es difícil saber cómo comportarse en estos casos, pero siempre hay que tratar de escuchar
lo que el enfermo nos dice, hablarle con naturalidad, no como si estuviera ido o tonto, él
nos entiende, eso está claro. Podemos expresarle nuestras reservas a sus decisiones y darle
razonamientos sólidos. Todo lo que sea darle cariño será la mejor de las estrategias. Y si
todo se pone muy mal habrá que tomar alguna decisión, por muy dolorosa que sea. Espero
que mis palabras te hayan servido de algo. Un abrazo fraternal.
16042017
yassmin quintana (19:31:11) : editar
Tengo un hijo vetiañero, estudiante universitario, diagnosticado con trastorno esquizoide,
actualmente quiso atacar a su padre con un arma blanca, porque este le insulto y grito, su
padre quiso agredirle tambien y al yo rogar e intervenir se calmo, usted cree que pueda
llegar a matarle como el mismo lo dice?, ya es insoportable la convivencia familiar, ahora
mi esposo tiene mucho rechazo a su propio hijo y me planteo el divorcio ademas, creando
otro problema quizas
Responder
17042017
Slictik (20:16:38) : editar
Querida amiga: Agradezco tu confianza y lamento que estés viviendo una situación tan
dramática.Me gustaría poder decirte que algo así no se va a repetir nunca más, pero no es
cierto. La posibilidad de que se repita dependerá de si tu hijo está tomando medicación y
siendo supervisado habitualmente por su terapeuta. También dependerá del trato que
reciba. Lo peor que se puede hacer en estos casos es el enfrentamiento directo, la
agresividad, el insulto, el buscar reducirle por la pura fuerza bruta. Los resultados son
siempre nefastos y es una suerte que no haya habido lesiones o consecuencias más graves.
No me concretas el diagnáticos, me dices que sufre un trastorno esquizoide, pero no es lo
mismo que sufra una esquizofrenia paranoide, que tenga rasgos en su personalidad
esquizoides o psicóticos. En el caso de que sufra de esquizofrenia paranoide, escuche
voces, sufra delirios y alucinaciones, la reacción de tu marido es la peor de todas las
reacciones posibles y es un milagro que no haya ocurrido nada más, por lo que me cuentas.
No es extraño que me digas que la situación es insoportable, seguramente será un
auténtico infierno. No se puede convivir en un ambiente de absoluto recelo, temiendo a
cada instante que uno provoque y el otro reaccione con violencia, utilizando incluso armas
blancas. Eso desde luego no es vida. Entiendo que te gustaría saber más concretamente el
riesgo que estáis corriendo, un cincuenta, un noventa… Eso no es posible calibrarlo ni
serviría de nada. Desde luego si tu marido no cambia de actitud eso sería más que posible.
Mi sugerencia es que os informéis a fondo de su enfermedad con el psiquiatra o terapeuta,
cuando uno se enfrenta a algo, sea lo que sea, cuanta más información se posee mejor se
reacciona. El podría indicaros también cómo reacciona vuestro hijo a ciertas situaciones y
cuándo es más que probable que lo haga con violencia. Es preciso también que tu marido
acepte que su hijo padece una enfermedad y no se está enfrentando a un asesino en
potencia. El que la familia acepte la enfermedad es un paso imprescindible, como lo es
también que lo haga el enfermo, pero en este caso es mucho más complicado, requiere
mucha paciencia y mucha ayuda y cariño. También es preciso establecer un protocolo de
conducta en estos casos y en general para toda la convivencia. Hay que hablarlo y si es
posible a presencia del terapeuta.
En gran medida la posibilidad de que se vuelva a repetir depende de vosotros,
especialmente del padre. Una gran parte de culpa de que el enfermo mental actúe con
violencia depende siempre del trato que recibe. Es cierto que en algunos casos, cuando no
se toma medicación, cuando el enfermo sufre delirios o alucinaciones, escucha voces que le
conminan a actuar de una u otra manera, la violencia se puede producir con más facilidad.
También influyen otros factores como puede ser la adicción a las drogas, el alcohol o algún
trauma severo que haya sufrido el enfermo en su infancia o adolescencia, como pueda ser
algún abuso o maltrato. Todas estas circunstancias agravan el peligro de una conducta
violencia, no obstante te remito en el blog a la sección de Las historias de Bautista donde
podrás observar cómo mi buen amigo nunca sufrió violencia o agresiones en el trato con
enfermo mentales graves, sobre todo de sus primos, ambos esquizofrénico-paranoides,
salvo la primera vez que trató a uno de ellos, cuando no conocía qué era la enfermedad
mental y cómo tratar al enfermo. Esto le hizo preguntarse por qué un enfermo podía
odiarle de tal manera si no le había hecho nada y qué podían ver los enfermos en las
personas no enfermas para reaccionar así. Comprendió que había cometido algunos errores
y desde entonces jamás tuvo un solo problema con enfermos mentales. Si un enfermo
mental es bien tratado es muy complicado que pueda reaccionar con violencia, salvo
circunstancias excepcionales. También te remito a los textos titulados “Errores de conducta
en el enfermo mental”. Puedes buscarlos en las etiquetas que aparecen al lado derecho de
la página, son palabras en las que tienes que cliquear y que te llevarán a todos los textos
que se hayan titulado igual.
Es evidente que la situación no puede seguir así y hay que tomar decisiones. No se pueden
cambiar las cosas si no se toman decisiones. Los actos hacen a un guerrero impecable, no
las palabras, los pensamientos, las emociones. Pero para poder tomar una decisión es
imprescindible tener una escala de valores, una pirámide, en la que hayamos situado, de
forma prioritaria y escalonada todos nuestros valores. No se puede tomar una decisión sin
saber qué valores son prioritarios para nosotros porque entonces estaríamos en un callejón
sin salida. Las decisiones puramente emocionales y no ajustadas a la prioridad que damos
a los valores suelen conducir a contradicciones, bloqueos y a no servir de nada. En tu caso
veo que tu hijo es prioritario, como por otro lado es natural. En ese caso si tu marido no
acepta su enfermedad, se informa sobre ella, sobre cómo hay que tratarle, modifica su
conducta para con él, lo acepta, asumiendo que todo es riesgo en la vida pero en el caso
del trato con el enfermo mental es riesgo es aceptable, sobre todo si el enfermo es bien
tratado, si tu marido ha decidido o decide que no puede aceptar ni volver a convivir con su
hijo y tú en cambio has decidido que tu hijo es prioritario, es lógico que haya una
contradicción, tú no podrías vivir con tu hijo y tu marido a la vez y si eliges a tu hijo el
divorcio sería una consecuencia lógica a corto plazo. No obstante yo le plantearía a tu
marido la posibildad de darse un tiempo para conocer la enfermedad, para saber cómo hay
que tratar a los enfermos mentales, para aceptar y asumir que tiene un hijo enfermo y que
no es culpa de nadie, ni suya ni mucho menos de su hijo que no ha buscado y aceptado la
enfermedad, sino que le ha caído encima. Si tu marido hace ese esfuerzo, guiado por el
terapeuta, si logra cambiar su mentalidad y su conducta, y sobre todo, si está dispuesto a
lo que sea por conservarte, es posible que todo pueda ir cambiando, poco a poco y con
gran dificultad, pero al fin y al cabo, cambiando.
La convivencia con un enfermo mental puede ser un auténtico infierno si no se acepta que
es un enfermo, si uno no se informa sobre su enfermedad, si no se sabe cómo tratarlo y
sobre todo si se le enfrenta con insultos, humillaciones, agresividad, coaccionándole
constantamente a hacer lo que no quiere. Un enfermo tratado con cariño, respetando su
libertad y su dignidad, asumiendo que sus conductas patológicas no son las propias de un
canalla, de una mala persona, si no de un enfermo que va a necesitar un tratamiento, una
medicación y una terapia a largo plazo, puede ser absolutamente inofensivo. La leyenda, el
estigma de que los enfermos mentales somos agresivos y violentos por naturaleza y de que
solo buscamos una ocasión para sacar a relucir lo peor de nosotros mismos, es solo eso,
una leyenda sin fundamento. Un enfermo tratado con cariño puede ser la más cariñosa de
las personas. Ahora bien, hay que aceptar que se trata de una enfermedad, que
probablemente sea crónica, para el resto de la vida, que va a ser muy duro enfrentarse a
determinadas patologías de conducta nacidas de su enfermedad y que lo que de alguna
manera se le está pidiendo al familiar es un enorme sacrificio, casi una heroicidad que solo
los que verdaderamente aman y aman con todas las consecuencias y hasta el límite, podrán
ser capaces de llevar a cabo.
Espero haberte servido de ayuda. En el blog hay más textos sobre cómo somos los
enfermos mentales, cómo se nos debe tratar y también historias concretas de enfermos
que permiten saber que no somos monstruitos ni asesinos, solo necesitamos mucho
cariño, bastante más que el resto de las personas y que si no se nos da, si se nos trata
como la gente cree que debe tratarse en esta sociedad al resto de personas, normalmente
con hipocresía, forzando al cumplimiento de reglas estúpidas e inútiles, sin dar el menor
aliciente al enfermo, entonces luego no podemos quejarnos de que todo vaya de mal en
peor.
Si necesitas decirme algo más privado o prefieres seguir consultándome más cosas fuera
de la publicidad del blog puedes hacerlo a través de mi correo privado, que está arriba,
junto con mi teléfono. Un abrazo fraternal, que tengas mucha suerte, y no dudes que en
todos los casos, pero aún más en este, siempre es mejor tomar decisiones que dejar que
todo se nos eche encima.
Responder
18042017
Gloria (16:26:48) : editar
Hola Yassmin, me permito comentarte lo siguiente: Yo he vivido una situación muy similar
a la tuya, un hijo diagnosticado con esquizofrenia paranoide, violencia con el padre, un
padre incomprensivo de la enfermedad, agresiones etc, yo estaba enmedio de la situación,
y no quería aceptar la enfermedad, hasta que en la última agresión, en donde se requirió de
la policía para calmar a mi hijo, este aceptó ingresar a un hospital psiquiatrico, a partir de
ahí, y tomando se medicación, lo que también nos costó trabajo que hiciera, empezó a
tomar mayor conciencia de sí mismo, ahora, aproximadamente a 6 meses de la última
crisis, mi hijo pide la medicación y ha estado controlado, ya participa en actividades con el
padre, quien por su parte, estuvo en terapia y entendió la enfermedad. En resumen, esta es
mi experiencia, para llegar al resultado que te narro, transcurrieron aproximadamente 4
años, de violencia, angustia, tristeza e incertidumbre para toda la familia. Mi solución fue la
medicación para mi hijo y la terapia para la familia.
Fortaleza y luz para que tú y tu familia encuentre el camino. Un abrazo
21042017
Mirta (05:26:11) : editar
Pero como el enfermo que es el único que lo sabe porque nadie nota sus cambios de
actitud su comportamiento, básicamente no tiene a nadie con quien hablar y desahogarse y
a liriado con esto solo, pero ahora ya no puede mas ya llego al limite, pero si le dice a su
familia no le creería porque simplemente no le interesa y este siente que no puede seguir
así y no quiere ser una carga para su familia y tampoco ser estigmatizado por la sociedad.
Que se puede hacer?
Responder
21042017
Slictik (12:29:40) : editar
Hola Mirta: Por mi parte solo puedo hablarte de mi experiencia personal como enfermo
mental. Lo mismo que cada persona, cada enfermo mental es un mundo y hay que tenerlo
muy en cuenta. Es cierto que la sociedad sigue sin aceptarnos, seguimos marginados,
estigmatizados. Solo hay que ver en las televisiones las campañas que se hacen con otras
enfermedades, donde se habla de prevención y de cómo afrontarlas con absoluta
naturalidad, y en cambio sigue llamando la atención muy poderosamente que no haya una
sola campaña sobre prevención y tratamiento de la enfermedad mental y cuando la hay
parece algo extraordinario, un verdadero milagro.
Suele ser frecuente que cuando un enfermo mental es diagnosticado ya ha pasado todas las
líneas rojas y adoptado conductas que no pueden pasar desapercibidas en su entorno.
Cuando alguien se preocupa por nuestra enfermedad es porque hemos intentado el
suicidio o adoptado conductas patológicas durante mucho tiempo. Entonces sí, a alguien se
le enciende la bombilla en la cabeza y dice “tate, aquí hay tomate” y se preocupa de
llevarnos al psiquiatra y que nos diagnostique. Es como si a un enfermo de cáncer se le
diagnosticara un cáncer terminal, ya poco se puede hacer. Hay que prevenir mucho antes y
para ello la enfermedad mental debería ser de una vez una enfermedad y no un estigma.
Muchos enfermos mentales no se atreven a dar el paso por su cuenta de ir al psicólogo o al
psiquiatra para ser diagnosticados y enfrentarse cuanto antes a lo que tenga. Se debe en
gran parte a que el propio enfermo no es capaz de aceptar que lo que le está ocurriendo es
“realmente” una enfermedad y no se trata de una especie de maldad congénita que no sabe
de dónde le viene ni puede controlar. Es como si pensara que es una mala persona, tal vez
porque en una vida anterior fue más malo que la quina y ahora, aunque intenta ser bueno
no lo consigue. Los familiares suelen tener una clara tendencia a pensar así. No es un
enfermo porque si se le mirara a fondo en un hospital, con todos los aparatos posibles, no
se encontraría nada físico -al menos hasta ahora- que pudiera dar a entender qué
trastorno físico padece. No nos encontrarán un desarreglo grave en algún órgano del
cuerpo, ni que las neuronas están locas, bailando su especial danza de la locura, ni que un
gen travieso se ha torcido y está destrozando nuestro cerebro. No, al menos hasta ahora,
no hay forma de que nos pasen por rayos X, por el escaner, que nos hagan un análisis de
sangre, o de médula, o de lo que sea, y se encuentre que efectivamente hay algo que no
funciona. Parece que se está avanzando en descubrir algún gen que pueda tener con
determinadas enfermedades mentales, pero como sabemos el tener un gen de algo no
indica necesariamente que vayamos a sufrir esa enfermedad, solo que hay tendencia,
posibilidad. De esta forma, al ser una enfermedad invisible, al menos hasta que se avance
más en su diagnóstico, todo queda en manos del propio enfermo, de sus familiares y
entorno y de los profesionales.
A los enfermos no nos costaría tanto dar el paso de ir al terapeuta para ser diagnosticados
si todo el mundo estuviera de acuerdo y aceptara que lo que nos pasa es una enfermedad y
no una maldad de alguien que ha decidido ser malo, y punto. Sigue sin aceptarse la
enfermedad mental como una enfermedad y ese es un paso muy importante que la
sociedad tendrá que dar antes o después, más bien antes, si no quiere que esto se
convierta en una pandemia sin remedio.
El enfermo sabe que le ocurre algo, pero lo va dejando, hace todo lo posible por retardar el
enfrentamiento con la enfermedad. Sabe que si se lo dice a su familia o lo comenta en su
entorno las reacciones más normales son siempre negativas. A ti lo que te pasa es que eres
un vago de siete suelas, no das palo al agua, y eso se soluciona de una manera muy fácil, a
ti te mandaba yo a picar piedra -en expresión muy de mi época- y se te pasaban todos los
males y depresiones y tonterías. A ti lo que te pasa es que no tienes voluntad, no tienes la
menor voluntad, eres un apático que no mueve un dedo si no le obligan. A ti lo que te pasa
es que te escudas en la enfermedad para no trabajar, para no enfrentarte a los problemas
de la vida, cuando surge un problema ya sales con eso de que estás deprimido, de que
estás muy mal… No es de extrañar que el enfermo se sienta muy remiso a dar cualquier
paso que no sea disimular y aguantar mientras pueda. Pero llega un momento en que ya no
aguanta más, todo estalla, y podemos darnos con un canto en los dientes si el primer
intento de suicidio fracasa y el enfermo tiene una segunda oportunidad.
En mi caso no supe ver lo que se me venía encima. Una gravísima crisis debida a una
decisión dramática que tuve que tomar a los dieciséis o diecisiete años, teniendo que elegir
entre seguir con mi vocación sacerdotal o abandonar, porque ya no creía en dogmas ni
consideraba que ese fuera mi camino, me llevó a una depresión profunda, abismal, que yo
confundí con la angustia generada por la toma de esa decisión. Así comenzó la
manifestación de mi enfermedad mental. Si hubiera habido un protocolo de prevención de
la enfermedad mental alguien se hubiera dado cuenta de lo que realmente me ocurría y se
hubieran puesto en marcha los mecanismos preventivos, tal vez no hubiera tenido que
pasar por todo lo que pasé. A mí solo me hizo un test un psicólogo y fue para ver mis
posibilidades como estudiante, si era un superdotado, en realidad yo era del montón,
aunque tenía alguna facilidad para la expresión por escrito. Nunca se preocuparon de
hacerme un diagnóstico sobre problemas psicológicos, afectivos, en las relaciones
interpersonales. Eso era algo inaudito en mi época, por desgracia hoy las cosas no han
mejorado mucho. A un niño, a un adolescente, a un joven, se le lleva al psicólogo cuando la
situación ya no se puede soportar más. No hay psicólogos que se ocupen de la prevención
en los institutos y colegios, ni tampoco en el entorno laboral o familiar. No podemos ir al
psicólogo como vamos al médico de familia por un catarro o una gripe. Eso sería algo
insólito, y sin embargo es la única forma de diagnosticar a tiempo un comienzo de
enfermedad mental o un trastorno de conducta o de la personalidad.
Un enfermo no puede comunicarse con su familia ni con su entorno porque sabe cómo
reaccionarán. Es lo que dije antes, será tratado de abúlico, de apático, de manipulador, de
sinvergüenza, de caradura, de todo menos de enfermo. Nosotros sabemos muy bien que
quienes piensan y nos dicen eso sabrían perfectamente lo que nos pasa si sufrieran una
depresión grave como la que sufrimos nosotros. A veces nos tenemos que reprimir para no
ser mezquinos y desearles que caigan en una depresión como la nuestra para que sepan de
qué hablamos. Y es cierto, solo cuando una persona que se burla del enfermo mental, cae
en una depresión grave y se encuentra con que no puede salir por sí mismo, no sabe lo que
le pasa, simplemente no es capaz de hacer nada, de ser como era antes, solo está triste y
desea morir, es entonces cuando el que se burlaba de nosotros deja de hacerlo y
comprende que lo que nos ocurría era realmente algo serio y no una de nuestras tonterías.
Uno de los miedos más inhabilitantes que sufre el enfermo es el de que le diagnostiquen
una enfermedad mental grave, como una esquizofrenia, por ejemplo y tenga que
enfrentarse a lo que supone tomar toda la vida una medicación muy fuerte que le
incapacita en buena medida para desarrollar una vida normal. Esto supone también no
poder trabajar, depender de la familia, ser siempre una carga, convertir a los seres
queridos en enfermeros sin horario, estar siempre dispuesto a escuchar con paciencia que
somos una carga insufrible, que Dios les ha castigado en nosotros, que encima no
ponemos nada de nuestra parte, nada, no les queremos como ellos nos quieren, somos
unos auténticos canallas porque les vemos sufrir y en lugar de poner una voluntad de
hierro para que la enfermedad no sea tan gravosa, nos entretenemos en mentir, manipular,
chantajear… Vamos que somos lo peor de lo peor, la hez de la humanidad.
Esto es absolutamente inaceptable y ningún enfermo mental está dispuesto a vivir esta
situación sin rebeldía y en muchos momentos sin llegar a actos de auténtica desesperación.
O nos aceptan como enfermos o necesariamente tienen que vernos como malvados,
canallas, gente mezquina y miserable, no hay término medio. Otra cosa, como ya he
tratado en muchos textos del blog, es que el familiar tenga que tragar todas las conductas
patológicas del enfermo, consentirle todo como a un niño mimado, caer en sus chantajes y
farsas de control, aceptar su bula papal de que como sufre más que nadie puede hacer lo
que le de la gana. Esto no es así y ya lo he tratado en profundidad en otros textos. Una vez
que todo el mundo acepta la enfermedad, hay que saber a qué nos enfrentamos, ver cómo
funciona esa enfermedad y ver cómo uno se puede enfrentar a ella. Si es cierto que muchas
veces es difícil separar la línea roja de una conducta de un auténtico sinvergüenza de la de
un enfermo mental, creo que está claro que el enfermo solo actúa así cuando está mal,
sufre crisis, tiene brotes, normalmente es una buena persona, que trata de ayudar en lo
que puede, que es solícito, cariñoso, generoso. El sinvergüenza lo es siempre, aunque lo
disimule con mayor o menor éxito.
En mi caso no supe lo que me pasaba hasta que tuve mi primer intento de suicidio,
entonces tuve que aceptar que yo era un enfermo y no solo un joven trastornado por una
decisión angustiosa. A partir de ahí me vi enfrentado también a la incomprensión de la
familia que no sabía lo que era una enfermedad mental y que se negaba a aceptarla y la
escondía a la sociedad. Mi madre siempre lo vio como un castigo de Dios. En estas
condiciones no es fácil para el enfermo dar los pasos que le llevarán a enfrentarse a su
enfermedad, tanto en privado como en público, y buscar las fórmulas mejores para llegar a
obtener una buena calidad de vida sin ser una carga insostenible para su familia. Uno de
mis recuerdos más terribles y decepcionantes fue ver cómo mis propios padres escondían
mi enfermedad al resto de la familia, yo era un chico raro al que le gustaba mucho leer y
estar solo, pero no se hablaba de mis intentos de suicidio ni de mis internamientos
psiquiátricos. De alguna manera se avergonzaban de mí y escuchar conversaciones con
otras personas cuando creía que yo no estaba presente o no estaba escuchando, fue una de
las experiencias más lastimosas de mi vida. En el entorno laboral pasa lo mismo, tienes que
escuchar que eres un vago, que estás siempre de baja, que no tienes consideración con tus
compañeros, que tienen que hacer tu trabajo. A mí me intentaron incapacitar y no lo
lograron de milagro.
He salido adelante por varias razones: Porque acepté mi enfermedad, acepté tomar
medicación durante dos décadas, acepté incluso que me tomaran como conejillo de indias
para probar todos los nuevos fármacos que salían al mercado. Cuando vi que la medicación
me impedía llevar una vida normal busqué otras alternativas. Casi al mismo tiempo
comencé a estudiar yoga mental, a informarme sobre budismo, zen, todas las filosofías
orientales, me informé sobre control mental, técnicas de relajación, cualquier técnica sobre
el dominio de la mente. Practiqué relajación todos los días durante al menos un cuarto de
hora, estudié y practiqué meditación, hasta conseguir, con el paso de los años, poder decir
“hasta aquí he llegado” y abandonar la medicación y las visitas al psiquiatra, hasta
conseguir aguantar las crisis a pelo, sin medicación y sin ayuda psiquiátrica. Fue terrible,
fue infernal, y no se lo aconsejo a nadie, simplemente quiero dejar constancia de que no es
imposible hacer lo que yo hice y de que la fuerza de nuestra voluntad, la fuerza de nuestra
mente, la decisión inquebrantable de enfrentarse a la enfermedad mental y salir adelante,
es posible. Jamás aconsejaré a ningún enfermo mental que deje la medicación y haga lo
que yo hice, especialmente con enfermedades graves como la esquizofrenia, pero sí quiero
dejar bien claro a todos los enfermos que si yo pude conseguirlo, y no soy un ser
excepcional, cualquiera lo puede conseguir, pero siempre es mejor hacerlo ayudado con
medicación y con el apoyo y cariño de la familia. Yo no lo tuve hasta que me casé y a pesar
de las limitaciones del entorno y familia respecto a la comprensión y aceptación de la
enfermedad mental, sí puedo decir que sin el apoyo de la familia yo no hubiera logrado
salir adelante.
El tercer y último paso fue salir del armario, en expresión muy conocida y coloquial. Yo no
tengo por qué avergonzarme de manifestar que soy un enfermo mental porque yo no elegí
la enfermedad ni creo que se deba a que soy una mala persona y recibo el castigo que
merezco. Considero que bien por causas genéticas, de entorno familiar y social durante la
infancia, de educación, o incluso por cuestiones kármicas, por la influencia de vidas
pasadas en ésta, yo soy un enfermo. No lo oculto, no me escondo, no me avergüenzo, lo
acepto con naturalidad. Sé que éste es un paso muy complicado y que algunos enfermos no
se atreven a dar ni nunca se atreverán. Les entiendo perfectamente. Yo tuve que soportar
que me llamaran loco y que me trataran como una basura. Fui el loco de mi ciudad, pero
debo decir que para mí es infinitamente mejor dar la cara y decirle a todo el mundo lo que
soy y que reaccione como quiera, que escuchar a mis espaldas esas palabras insensible,
inhumanas, que tuve que soportar durante una buena parte de mi vida. Por mucho que me
cueste, por muy doloroso que me resulte, al relacionarme con otras personas, tener que
decirles que soy un enfermo mental, que mi enfermedad consiste en depresiones muy
graves con intentos de suicidio, en una fobia social que me impidió relacionarme y que
incluso ahora supone una grave carga para mi, por mucho que me cueste hablarles de mis
patologías de conducta, de mis manías obsesivo-compulsivas, para mí es mucho mejor,
aunque las reacciones puedan ser muy negativas, que tener que escucharles cómo me
ponen a caer de un burro cuando creen que no les escucho.Aunque este es un paso que
pocos nos atrevemos a dar yo se lo aconsejo a todos los enfermos mentales, por muy duro
que les resulte, sobre todo al principio, acabarán dándose cuenta que es mejor que
soportar miraditas y cuchicheos. A lo largo de mi vida he conocido a muchos enfermos
mentales que se negaban, incluso con rabia, a darse a conocer en su entorno como tales
enfermos. A mí se me caía el alma a los pies cuando luego comprobaba que todo el mundo
en su entorno, en su pueblo, en su barrio, en su ciudad, sabía quién era, que era un
enfermo mental, sus comportamientos y conductas insólitos y rechazables. Unos se lo
tomaban mejor y otros peor, algunos reaccionaban como auténticas bestias insensibles,
llamándoles locos, burlándose de ellos, acosándoles, y en cambio otros eran más
compasivos, algunos muy hipócritas, cierto, pero al menos intentaban ser compasivos.
Cuando he escuchado lo que hablaban de algunos hermanos enfermos mentales me
preguntaba si éstos eran tan tontos como para no darse cuenta. En absoluto, tanto por mi
experiencia, como incluso por el tardío reconocimiento de estas personas, sé que no es así.
Somos conscientes, lo que ocurre es que si no te das a conocer públicamente como
enfermo mental, tienes la sensación de que la mayoría no te conoce, no sabe lo que eres, e
incluso los que te conocen no las tienen todas consigo y que cuando estás bien puedes
pasar perfectamente desapercibido. Es muy triste comprobar que nada de esto funciona.
Puedes pasar desapercibido mientras estás bien, pero cuando estás mal todo el mundo se
da cuenta, por lo tanto es inútil intentar disimular. En el trabajo puedes pasar por una
persona perfectamente normal hasta que tienes una crisis y te quedas de baja por
depresión durante meses, o sufres un ataque de cólera ante un insulto y reaccionas con
desmesura, o cuando estás delirando y dices cosas sin pies ni cabeza que a los otros les
parecen disparates.
Para mí la actitud más digna y la mejor siempre, a largo plazo, es ser digno, aceptar lo que
eres, decirlo, intentar que te comprendan, pedir perdón cuando hay que hacerlo, intentar
reparar el daño causado cuando se pueda hacer y no vivir escondido, como una rata en una
cloaca, teniendo que escuchar a tus espaldas cómo te llaman loco, te dicen que estás
grillado, escuchar sus risas asquerosas, ver cómo te dicen cosas muy serios cuando estás
presente y cómo se ríen a carcajadas de ti cuando estás escondido en el servicio
escuchándoles. Creo que tanto en la enfermedad mental como en cualquier otra
enfermedad, lo natural, lo digno, es dar la cara, no avergonzarse, no caminar mirándose la
punta de los zapatos, como hacía yo, sino decirlo claramente: soy un enfermo mental, soy
depresivo, bipolar, esquizofrénico, mi enfermedad consiste en esto, no soy peligroso,
tengo crisis y brotes que pueden ser controlados, no tengo la culpa de ser un enfermo,
pediré perdón y repararé los daños que cause, pero que no me pidan que me avergüence y
me humille, que no me pidan que me esconda con las ratas, porque yo no soy una rata, soy
un ser humano, una buena persona, que tiene la desgracia de sufrir una enfermedad que
no se ha buscado.Sufro mucho, intento que mis seres queridos sufran lo menos posible, no
quiero ser una carga ni para ellos ni para la sociedad, por eso trabajo aún con medicación,
aunque tenga que permanecer de baja durante algunos meses, pongo todo de mi parte y
espero ser comprendido.
¿Qué se puede hacer? Entiendo que a otros enfermos les cueste dar el paso que yo di, pero
sigo convencido de que es lo mejor. Como yo suelo decir, prefiero morir de pie que vivir de
rodillas. Un abrazo fraternal.
María (18:20:33) : editar
Muchas gracias por ayudar con tu experiencia.
Responder
26042017
Slictik (19:49:26) : editar
Gracias a vosotros por intentar comprendernos, algo que no es fácil. Un abrazo fraternal.
3052017
Aura Aglae Domínguez Juárez (00:20:10) : editar
Que aliente eres al contar tu historia y que está sirva de ayuda.
Mi papá está enfermo, tengo 19 años y no sabía muchas cosas que tú mencionas, ¿Hay
manera de contactarte?
Responder
3052017
Slictik (12:22:48) : editar
Hola Aura: ¡Si supieras lo fácil que es hacer lo que antes ni imaginabas que pudieras hacer
cuando lo has perdido todo y no tienes nada que perder! Los valientes son los que tienen
algo que perder y aún así se arriesgan. Puedes contactar conmigo a través del correo
electrónico o por teléfono o wasap. Los tienes en la página, arriba, a la derecha, en el perfil.
Te los pongo aquí por si no los encuentras [email protected] 619912773 Un
abrazo fraternal.
8082017
Clara (19:46:22) : editar
Gracias por la información, me ha resultado muy útil. La verdad, que es muy poco o nada lo
que sabemos sobre esta enfermedad, y lo peor es que se le tiene mucho miedo y cuesta
mucho enfrentarse a esté doloroso conflicto.
Responder
9082017
Slictik (11:15:23) : editar
Gracias a ti, querida amiga. Acostumbro a decir que no se puede amar lo que no se conoce
y por lo tanto el primer paso debe ser siempre el darse a conocer. Los enfermos mentales
tenemos un serio problema en este sentido puesto que el estigma y la leyenda negra que
pesa sobre nosotros, nos hace temer que cualquier paso en ese sentido es tan arriesgado y
peligroso que se nos quitan todas las ganas de hablar públicamente de nosotros mismos y
darnos a conocer. Como he dicho en otras ocasiones, sin duda los enfermos mentales
seremos los últimos en salir del armario y posiblemente solo lo hagamos cuando ya todos
los que tenían que salir hayan salido, reivindicado sus derechos, logrado su puesto en la
sociedad, tal vez entonces comencemos a preguntarnos qué es lo que hacemos nosotros,
escondidos en el fondo del armario, contemplando el mundo por una rendija. En mi caso
como no tengo nada que perder puedo permitirme el gran privilegio de darme a conocer
como enfermo mental, públicamente, sin miedo, sin vergüenza, sin buscarle tres pies al
gato, que no los tiene. Mis experiencias están al servicio de los demás y si ayudan mejor
pero no es mi intención convertirme en paladín de los enfermos mentales, su caballero
andante, dando mandoblazos a diestro y cortando cabezas, porque aquí de lo que se trata
es de que todos nos conozcamos mejor, familiares y enfermos, la sociedad y todo aquel
que comprenda que todos vamos en la misma barca y que quien hace un agujero en su
fondo, sea el que fuere, está contribuyendo a que todos nos vayamos a pique. No defiendo
sin más ciertas posturas y conductas de los enfermos mentales, porque son indefendibles,
como la bula papal, de que hablo en mis textos, pero tampoco puedo defender ciertas
posturas y conductas de familiares, el primer paso que debemos dar es el de conocernos
unos a otros y el segundo jurar solemnemente que no nos dedicaremos a hacer agujeros en
el fondo de la barca donde vamos todos, lo queramos o no. Un abrazo.
8082017
Clara (19:46:22) : editar
Gracias por la información, me ha resultado muy útil. La verdad, que es muy poco o nada lo
que sabemos sobre esta enfermedad, y lo peor es que se le tiene mucho miedo y cuesta
mucho enfrentarse a esté doloroso conflicto.
Responder
9082017
Slictik (11:15:23) : editar
Gracias a ti, querida amiga. Acostumbro a decir que no se puede amar lo que no se conoce
y por lo tanto el primer paso debe ser siempre el darse a conocer. Los enfermos mentales
tenemos un serio problema en este sentido puesto que el estigma y la leyenda negra que
pesa sobre nosotros, nos hace temer que cualquier paso en ese sentido es tan arriesgado y
peligroso que se nos quitan todas las ganas de hablar públicamente de nosotros mismos y
darnos a conocer. Como he dicho en otras ocasiones, sin duda los enfermos mentales
seremos los últimos en salir del armario y posiblemente solo lo hagamos cuando ya todos
los que tenían que salir hayan salido, reivindicado sus derechos, logrado su puesto en la
sociedad, tal vez entonces comencemos a preguntarnos qué es lo que hacemos nosotros,
escondidos en el fondo del armario, contemplando el mundo por una rendija. En mi caso
como no tengo nada que perder puedo permitirme el gran privilegio de darme a conocer
como enfermo mental, públicamente, sin miedo, sin vergüenza, sin buscarle tres pies al
gato, que no los tiene. Mis experiencias están al servicio de los demás y si ayudan mejor
pero no es mi intención convertirme en paladín de los enfermos mentales, su caballero
andante, dando mandoblazos a diestro y cortando cabezas, porque aquí de lo que se trata
es de que todos nos conozcamos mejor, familiares y enfermos, la sociedad y todo aquel
que comprenda que todos vamos en la misma barca y que quien hace un agujero en su
fondo, sea el que fuere, está contribuyendo a que todos nos vayamos a pique. No defiendo
sin más ciertas posturas y conductas de los enfermos mentales, porque son indefendibles,
como la bula papal, de que hablo en mis textos, pero tampoco puedo defender ciertas
posturas y conductas de familiares, el primer paso que debemos dar es el de conocernos
unos a otros y el segundo jurar solemnemente que no nos dedicaremos a hacer agujeros en
el fondo de la barca donde vamos todos, lo queramos o no. Un abrazo.
Victor Cu Panti (14:47:58) : editar
Gracias. Su informacion me ha sido muy util. Esperaré la siguiente con ansias. Dios le
bendiga.
Responder
10082017
Slictik (18:24:32) : editar
Gracias a ti. Puedes encontrar más textos en las etiquetas del blog, a la derecha de los
textos, no solo cómo tratar al enfermo, que hay más capítulos sino también Errores de
conducta respecto al enfermo mental, cartas sobre el enfermo mental o conociendo al
enfermo mental. Un abrazo.
18082017
Sandra (11:10:52) : editar
Necesito mucha ayuda con mi hijo, he llegado a no soportarle y me siento fatal
Responder
18082017
Slictik (11:56:34) : editar
Hola Sandra. Sabes que tienes mi correo electrónico en el perfil o mi número de móvil, si
quieres utilizar el wasap o llamarme. Quiero decirte antes que nada que es normal lo que
sientes, y lo patológico sería adorar a un hijo que, aunque no me concretas nada, puede
que te insulte, te trate mal, haya decidido utilizar lo que yo llamo en muchos textos “la bula
papal” para hacer lo que le da la gana sin responsabilizarse de nada ni dar cuenta a nadie,
solo porque como enfermo mental sufre mucho, ha sufrido mucho y posiblemente seguirá
sufriendo mucho toda su vida. Esto es inaceptable como digo en otros textos y el familiar
que se sienta mal porque reacciona de forma lógica y natural a estos comportamientos
debe ir pensando si no estará cayendo en el chantaje emocional del enfermo, cediendo a
sus farsas de control, como describo en la correspondiente sección del blog. No me dices
nada de su enfermedad ni de su comportamiento, pero no creo que sea muy diferente del
de otros enfermos mentales. Si quieres hablarme más extensamente de ello, bien aquí, bien
por correo o por teléfono te escucharé y te daré mi sincera opinión.
Nadie nos pide que seamos héroes con un enfermo mental, que pongamos la otra mejilla,
que permitamos que convierta nuestra vida en un infierno, y encima si reaccionamos de
forma natural, como con cualquier otra persona que se comportara así y no fuera un
enfermo mental, nos sentimos culpables, nos creemos malas personas, pensamos que la
culpa es toda nuestra y solo nuestra, que incluso somos peores personas que el propio
enfermo. El familiar que comienza este camino y no se para a reflexionar y da marcha atrás
acabará en el infierno, si es que no lo está ya. Solo te voy a dar algunos puntos para
reflexionar, si quieres concretar más la enfermedad de tu hijo y sus conductas podré
hacerme una idea más concreta de cómo se le puede tratar.
-Un enfermo mental es un enfermo y no una mala persona, si no aceptamos esto, o
separamos nuestras vidas del enfermo o ambas vidas se convierten en un infierno.
-La enfermedad mental no nos hace mejores, pero tampoco peores. Un enfermo es la
misma persona que sería si no estuviera enfermo… solo que con las características y
patologías propias de la enfermedad. Hay buenas personas y malas personas, una buena
persona que padece una enfermedad, tendrá comportamientos patológicos propios de la
enfermedad, especialmente en momentos de crisis, pero cuando la crisis pasa se
comportará como la buena persona que es. Una mala persona con una enfermedad mental
se comportará estando enfermo de la misma manera que se comportaría estando sano,
solo que con las conductas propias de la enfermedad, y con una intensidad desmesurada
en ciertas conductas manipulatorias y chantajistas. Un enfermo es un enfermo, hay que
aceptarlo como tal, estudiar su enfermedad, ver la mejor manera de tratarle, y asumir las
condiciones que tiene cada enfermedad. Hay que diferenciar entre conductas propias de la
enfermedad y conductas de una mala persona que intenta hacernos daño y que lo sigue
haciendo antes de la enfermedad, durante y después. Entonces no podemos achacar la
“maldad” a la enfermedad sino a la persona.
-Un familiar debe informarse de la enfermedad del ser querido, saber cómo tratarle y saber
aceptar que la enfermedad seguramente será crónica y tendrá picos, crisis, brotes, muy
duros de sobrellevar. Lo que nunca debe hacer un familiar es permitirle al enfermo
conductas basadas en lo que yo llamo “la bula papal” y que explico extensamente en otros
textos. Un enfermo no puede hacer lo que le de la gana amparándose en que es un
enfermo y sufre mucho. Son conductas inaceptables. Un familiar puede y debe exigir que el
enfermo acepte su enfermedad, tome la medicación prescrita, haga todo lo que esté en su
mano para que la enfermedad no guíe sus pasos y se convierta en un zombi de los
trastornos de personalidad. Un familiar debe exigir al enfermo respeto, incluso durante las
crisis, y luego que pida perdón e intente reparar los daños causados en lo posible. No debe
tratar al enfermo como si fuera “tonto”, como si no se enterara de nada, como si su
enfermedad lo incapacitara para tomar decisiones y regir su vida, como si fuera un juguete
roto que no tiene remedio y al que hay que permitir conductas propias de un mecanismo
roto.
-Un familiar no puede echarse todo el sufrimiento del enfermo sobre sus espaldas, no
puede aceptar que éste convierta su vida en un infierno con sus conductas manipulatorias,
agresivas, infantiloides, irresponsables. Al enfermo hay que decirle que por muy enfermo
que esté no se le van a permitir ciertas conductas y si cae en ellas deberá hacerse
responsable de las consecuencias.
-Lo que no consiga el cariño, tanto de un enfermo como de cualquier otra persona, no lo
conseguirá ninguna otra cosa. El familiar que está convencido de ello encontrará la forma
de darle cariño al enfermo, de saber cuándo éste no lo aceptará o responderá con
agresividad, de saber respetar la libertad y los derechos del enfermo al tiempo que le exige
lo mismo a él, con firmeza, con respeto y con cariño.
-Si un enfermo decide despeñarse por un precipicio lo que no debe permitir el familiar es
que lo lleve con él en la caída. En esto hay que mantenerse firme como una roca. Es más,
puede llegar el momento en el que el familiar tenga que elegir y con todo el dolor de su
corazón decida que ya no es posible la convivencia con el enfermo y busque otras
alternativas y soluciones. Si un familiar se deja arrastrar al abismo por el enfermo la culpa
es del familiar y no del enfermo. Sería ridículo mesarse los cabellos y clamar al cielo aquello
de “qué he hecho yo para merecer esto. Un enfermo mental, salvo casos absolutamente
excepcionales, es consciente de lo que hace, al menos cuando no sufre una crisis o un
brote, por lo tanto no se le puede tratar como un animal salvaje que sigue su instinto
porque no tiene otra cosa y al que hay que encerrar o matar porque no hay otras
alternativas. Un enfermo sigue siendo una persona, libre, responsable, que debe asumir las
consecuencias de sus actos, al que no se le debe permitir nunca hacerse irresponsable de
lo que hace, achacándolo todo a la enfermedad mental. El enfermo debe tener muy claro
que sus familiares no le van a permitir ciertas conductas y por lo tanto o cambia y se
controla o se atiene a las consecuencias. No le está permitido insultar, ser agresivo,
manipulador, caprichoso, irresponsable… y si lo es tendrá que pagar el mismo precio que
pagan todos los demás. Si se convence, debido a nuestra conducta, de que todo le está
permitido porque es un enfermo y no se le van a pedir cuentas estamos haciendo lo mismo
que con un niño mimado y rebelde con el que cedemos siempre ante cualquier pataleta. Le
convertiremos en un monstruo.
Espero que te haya servido de algo, si quieres darme más detalles te daré mi sincera
opinión al respecto. Un abrazo fraternal.
8092017
karina (05:50:51) : editar
Muchísimas gracias !!!!! Gran aportación. Y Muchas Felicidades por la valentía y enteresa de
este relato. Mi papi después de 41 años que son los que tengo. Entiendo que el esta
enffermo.. Siempre mi amor y respeto para ti. Un abrazo apapachador !!!!
Responder
8092017
Slictik (11:49:25) : editar
Gracias a ti, Karina,, pocos sacrificios más duros que cuidar de un enfermo mental, gracias
a ti por cuidar de tu padre y aquí me tienes para lo que necesites. Por lo de apapachador
entiendo que eres mexicana, hay muy buenos amigos mexicanos en el blog. Un abrazo
fraternal.
Responder
18082017
Maria zayda (22:42:06) : editar
Gracias.
Alex (00:45:56) : editar
Hola, Gracias por tu artículo, me ha servido mucho, mi hermano lleva enfermo 20 años, el
diagnóstico es depresión, neurosis obsesiva y trastorno de la personalidad, sale bastante
de noche y bebe alcohol, está dilapidando todo el dinero, a mi madre la trata fatal muchas
veces, y estos motivos hacen que me aleje cada vez más de él, y el no para de echarmelo en
cara. No sé cómo tratarle estoy desesperado!
Responder
25102017
Slictik (11:42:57) : editar
Hola amigo: Puedes mirar también en las etiquetas “Errores de conducta respecto al
enfermo mental”, allí se habla de estas conductas tan típicas de muchos enfermos
mentales. Ya he dicho en otros textos que la droga y el alcohol son puro veneno para
nosotros, los enfermos mentales tenemos un grave problema para controlar nuestra mente
y las drogas y el alcohol son precisamente lo más nefasto que uno se puede echar al cuerpo
si quiere controlar un poco su mente. Cuando un enfermo mental se droga o bebe mucho
alcohol hay que empezar por ahí, porque de otra forma no conseguiremos nada. Imagino
que tampoco toma medicación y casi mejor que no lo haga si bebe demasiado, por
desgracia en mi juventud viví una dramática experiencia con un amigo que tomaba
medicación y un día se emborrachó, acabó en un hospital, en coma, y cuando le fui a ver
estaba en una silla de ruedas y no me reconoció. Hay que tener mucho cuidado con
mezclar medicación y alcohol o droga, casi mejor que no tome medicación si lo hace,
aunque suele ser muy habitual que dejen de hacerlo si beben mucho. Beber mucho sale
caro, también lo sé por experiencia, en mi juventud conviví con un amigo alcohólico al que
tenía que pagarle el alcohol que bebía en lugar de pagarle alquiler por vivir en su casa, me
salió mucho más caro, es increíble lo que uno se puede gastar en alcohol si bebe mucho.
Me dices que lleva veinte años así, es mucho tiempo, imagino que no toma medicación y
que no la ha tomado salvo esporádicamente. A pesar de que su diagnóstico no parece muy
grave y que podría controlarse bastante bien con una terapia y la medicación, cuando se
abusa de la bebida y se lleva una vida disipada y sin control, el deterioro mental cada día es
más grave. Si nunca aceptó su enfermedad va a ser difícil convencerlo de que es un
enfermo y de que debe afrontar la enfermedad si no quiere terminar delirando y con la
mente completamente fuera de la realidad. Te remito también a otros textos en los que
hablo de la “bula papal”, así la llamo yo, que suele otorgarse el enfermo mental para
adoptar conductas que a nadie se le permiten en esta sociedad. Con la disculpa de que un
enfermo mental sufre mucho, que nunca se va a curar, que es una lucha terrible con muy
pocas compensaciones, el enfermo tiende a concederse todo tipo de bulas y dispensas para
adoptar conductas patológicas que destrozan a la familia con la que convive y que generan
enorme hostilidad en el entorno. Muchas veces los familiares se las permiten porque no
saben qué otra cosa hacer y tienen miedo de que pueda volverse agresivo. Como digo
también en mis textos, esto se parece mucho al niño rebelde, consentido y mimado que
consigue todo a través de rabietas y pataletas y que acaba por mearse en nuestros
pantalones en público, ya no tiene ningún control.
Lo que yo haría en tu caso es hablar claramente con tu hermano, con todo el respeto y el
cariño del mundo, pero sin bailarle el agua, las cosas claras y al pan, pan, y al vino vino.
Debes hacerle ver que sufre una enfermedad mental, que debe aceptar y asumir que es un
enfermo, que tiene que seguir una terapia y medicarse, que la bebida le está destrozando y
que no puede seguir así. Que el es una persona libre, que puede tomar sus propias
decisiones, que puede decidir cómo vivir su vida, pero que los demás no le vais a seguir en
su camino hacia el abismo, que si él quiere arrojarse al fondo, allá él, pero que no os pida
que le acompañéis en ese viaje infernal. Le dejaría bien claro que puede contar con mi
apoyo y cariño en su lucha contra la enfermedad, pero que no cuente conmigo para su
particular viaje al infierno. Es inadmisible que un enfermo mental intente llevar consigo a
toda su familia y entorno, como si hubiera decidido irse al infierno pero no fuera capaz de
hacerlo solo y necesitara toda la compañía posible. También es inadmisible el trato que
según me dices está dando a su madre, no puede ser disculpa la enfermedad mental para
esta clase de conductas, hay que cortar por lo sano. Si no hay respeto por su parte, si no
quiere aceptar y luchar contra su enfermedad, si no quiere dejar la bebida, seguir una
terapia y medicarse, que no pida compañía para su particular viaje al infierno. Nunca debes
ceder por mucho que él te lo eche en cara, tu respuesta debería ser siempre la misma,
inquebrantable: puedes contar conmigo para que te apoye y ayude en tu lucha contra la
enfermedad, soy tu hermano y te quiero, pero no voy a acompañarte en tu viaje al infierno,
y si continúas así te vas a quedar solo, no me puedes pedir que me arroje al abismo
contigo y no lo haré.
No me dices si tu hermano vive con tu madre y contigo, si es así hay que ponerle unas
normas y si no las cumple debería buscarse dónde vivir. Tampoco sé si su agresividad
verbal ha llegado a la agresividad física, en ese caso hay que tomar medidas serias y cuanto
antes. No se puede convivir con una persona así, cualquier tipo de agresividad o violencia
debe ser bloqueada con las medidas que sean necesarias, incluyendo un internamiento
judicial forzoso en un centro psiquiátrico o cualquier otra medida que sea necesaria. Los
familiares suelen sentirse culpables la primera vez que internan a un enfermo mental, pero
si es necesario, si su conducta es agresiva y no acepta tomar medicación o seguir alguna
terapia, hay que internarlo o la situación se irá degradando más y más.
Te remito a los restantes textos del blog que hablan de ello, Conociendo y queriendo al
enfermo mental, Errores de conducta respecto al enfermo mental, cartas sobre el enfermo
mental, etc. Si quieres escribirme puedes hacerlo al correo que aparece en mi perfil, por si
te resulta más cómodo contar más cosas en privado. Un abrazo fraternal.
10112017
Rosemarie (14:31:17) : editar
Hola soy estudiante de trabajo social, y hice mis prácticas en un hospital de salud mental,
ya que el tema me encanta, y porque tuve un familiar que padecio una enfermedad mental.
Lei su articulo y me ayudó mucho en varios puntos de mi tesis. Queria saber si me podría
ayudar a contestar esta pregunta ya que por mi poca experiencia me cuesta redactar. La
pregunta sería ¿Cómo es la convivencia de una familia con un integrante que padece una
enfermedad mental?
Responder
10112017
Slictik (16:05:26) : editar
Hola Rosemarie: Gracias por tu trabajo a favor de los enfermos mentales, para mí mis
hermanos, y ya sabes que según el evangelio, lo que haces por un hermano lo haces por
mí. Si has tenido un familiar con enfermedad mental ya tienes que saberlo complicado que
es convivir con una persona que sufre una enfermedad mental. Imagino que la pregunta
tiene que ver con los estudios que estás realizando. No tengo ningún problema en contarte
mi experiencia, desde el punto de vista del enfermo, por supuesto, porque yo soy un
enfermo mental. No me cuesta nada ponerme en lugar de mis familiares y seres queridos y
ser consciente de que ellos sufrieron por mi enfermedad, pero desde luego mi perspectiva
tiene que ser necesariamente la del enfermo, por muy objetivo que intente ser.
Te puedo decir que desde mi punto de vista el problema básico de convivencia es la
aceptación por ambas partes de la existencia de una enfermedad. En otro caso la
convivencia resulta imposible, un infierno, y lo lógico en estos casos es que el familiar
decida abandonar a su suerte a quien considera una mala persona, no un enfermo.
Cualquier otro tipo de conducta, cuando se piensa que se está ante una mala persona, un
canalla, y no un enfermo es patológica. No me gusta hacer comparaciones que puedan dar
lugar a malos entendidos, pero no puedo evitar pensar en el maltrato y la violencia de
género. Una mujer maltratada por su marido debería alejarse de él a la mayor velocidad
posible, aceptar que es una mala persona, que le puede hacer mucho daño y protegerse a
sí misma y a sus hijos. Cualquier otro tipo de actuación tiene más que ver con el miedo y
algún trastorno psicológico que le haga sugestionarse con que su marido no es un mal
tipo, solo que a veces pierde los estribos y ella sufre daño físico. En el caso del familiar de
una persona con enfermedad mental que no asuma que su ser querido sufre una
enfermedad mental con una determinada patología, no le queda otra que asumir que está
ante una mala persona. Por desgracia no hay término medio, y si alguien lo ha encontrado y
tiene el más mínimo sentido, me gustaría conocer ese término medio para reflexionar
sobre ello. No es así, o eres un enfermo o no lo eres, si lo eres tu responsabilidad está
atenuada por la enfermedad, aunque en el blog hablo muy extensamente de la bula papal
que se otorga el enfermo para creer que porque sufre mucho puede hacer lo que le de la
gana. Esto es inaceptable, como ya he repetido por activa y por pasiva. El enfermo que en
una crisis genera lo que yo llamo “daños colaterales” debe luego, cuando está bien, pedir
perdón e intentar reparar estos daños en la medida de lo posible e intentar poner los
medios a su alcance para que esta situación no se vuelva a repetir. Cuando estamos ante
un enfermo nuestra conducta nunca debería ser la misma que cuando estamos o creemos
estar ante una persona malvada, manipuladora, agresiva e incluso violenta. La mejor
decisión que podemos tomar ante una persona mala y violenta es poner tierra de por medio
y los medios a nuestro alcance para que no pueda hacernos daño. Cuando estamos ante un
enfermo lo lógico sería, como ocurre en la enfermedad física, informarnos de la
enfermedad, consultar a profesionales, intentar que el enfermo acepte su enfermedad, que
sea diagnosticado y reciba el tratamiento correspondiente. Si el enfermo no pasa por ello y
su conducta es cada vez más agresiva y violenta, o se toman medidas drásticas, de tipo
judicial, como el internamiento forzoso o la incapacitación, o se pone el enfermo en manos
de algún organismo público, o sencillamente se le abandona, si la ética del familiar no da
para más. Esto suena muy duro, pero no me arrepiento en absoluto de decirles a los
familiares que no son capaces de tratar a un enfermo mental, que le faltan al respeto, que
le insultan, le coaccionan, intentan cambiarle por la fuerza, casi a patadas, que para un
enfermo, y eso es algo personal, yo lo prefiero, respetando la forma de pensar de otros
enfermos, como te digo es mucho mejor que el familiar lo abandone a su suerte que seguir
en esa guerra terrible que no lleva a ninguna parte y en la que todos salen perdiendo,
familiares y enfermos.
Prefiero hablarte de mí que de otros casos que conozco, bien personalmente, bien a través
del blog. Ahora soy plenamente consciente -antes lo era, pero de otra manera- de que
ciertas conductas mías eran inasumibles para mis seres queridos. Esto es así y no me
duelen prendas en reconocerlo, aunque nunca aceptaré que esas conductas eran generadas
por mi maldad como ser humano. La patología de mi enfermedad me llevaba a
comportarme de cierta forma que no hubiera realizado de no haber sido un enfermo
mental. Eso lo tengo claro. Como también lo tengo que ciertos errores en mi forma de ver
las cosas entonces propiciaron la agudización de esas conductas. Reconozco que llegué a
utilizar la bula papal, no hasta extremos graves, pero sí muy molestos. Uno de mis
razonamientos favoritos era que un enfermo como yo que había intentado suicidarse una
docena de veces, que había estado internado largas temporadas en psiquiátricos, con el
tratamiento que entonces se daba al enfermo mental, espantoso, que sufría tanto con su
enfermedad, no podía aceptar que se comportaran con él como si buscaran hundirle en el
abismo para que se suicidara. Desde luego que esto era una exageración por mi parte, pero
no podía evitar pensar que cuando se comportaban así conmigo, incluso un familiar, un ser
querido, yo tenía el derecho supremo de tratarle como a un enemigo, puesto que,
razonaba, quien hace lo mismo que hicieron otros y que me condujo a graves y muy
dolorosos intentos de suicidio no podía ser tratado como un ser querido, si no como un
enemigo. Lo mismo sentí cuando sufrí acoso en el trabajo, en buena parte debido a mi
enfermedad mental. Para mí todos ellos eran enemigos, puesto que buscaban mi muerte, y
no podía aceptar que no fueran conscientes, para mí lo eran, y lo siguen siendo, aunque
ahora disminuyo su responsabilidad. Con el tiempo he logrado poner las cosas en su sitio.
Mis seres queridos no eran mis enemigos, aunque no supieran tratarme. Hubiera debido
poner más de mi parte para que me comprendieran y en caso extremo, la imposibilidad de
la convivencia, tomar la decisión que acabé tomando con el tiempo,alejarme de ellos.
Puedo ponerme en su piel e intentar empatizar con lo que sufrieron. Que de repente una
esposa, unos hijos, vean que estoy triste todos los días, que apenas hablo, que no les
muestro cariño, como si tuvieran la culpa de algo, que me niego a tomar medicación o ir al
psiquiatra o internarme cuando yo mismo me doy cuenta de que estoy muy mal, de que
tras una discusión que no debería haber llegado a más, me encamo y permanezco allí días
y días,sin comer, sin hablar, como si estuviera muerto, todo eso tiene que ser muy
doloroso y angustiante para el ser querido. Lo entiendo, lo asumo y me hubiera gustado
comportarme de otra manera, pero entonces no podía. Si un familiar piensa que estas
conductas no están generadas por una enfermedad mental, tiene que aceptar que quien las
causa es una mala persona, y entonces necesariamente tiene que ponerse en marcha el
protocolo que todos deberíamos utilizar con las malas personas, intentar que se haga
consciente de su conducta y en caso contrario alejarse de él.
Conductas como las que he descrito, como algunas más, son inaceptables para el familiar,
lo entiendo, pero si el familiar no hace nada por aceptar que lo que tiene su ser querido es
una enfermedad, si no hace nada para informarse de esa enfermedad, si no busca la mejor
manera de tratar a un enfermo mental, lo que no puede hacer es echarle toda la culpa al
enfermo, convertirle en un chivo expiatorio fácil y lavarse las manos como Pilatos. Esto no
se hace con los enfermos físicos, me pregunto por qué se hace con los mentales y mi
respuesta no puede ser otra que porque no se acepta la enfermedad mental. Y no se acepta
porque es invisible, no sale en las radiografías, porque no hay nada en el cuerpo físico del
enfermo que funcione mal, porque sus conductas muchas veces son tan parecidas a las de
un niño rebelde, consentido, que siempre quiere salirse con la suya, o tan parecidas a las
de una mala persona, mentirosa, manipuladora, agresiva e incluso violenta, que lo más fácil
es etiquetarle como un malvado que hace daño porque disfruta haciéndolo que como un
enfermo, puesto que entonces la responsabilidad del familiar crece y éste se ve obligado a
actuaciones que parecen no costar nada cuando la enfermedad es física pero que parecen
inaceptables cuando se trata de una enfermedad mental. Es comprensible debido a la
ignorancia de la enfermedad, al estigma social, a la leyenda negra que nos ha acompañado
a los enfermos mentales a lo largo de la historia, a la actitud social, de desentenderse de
un problema que no consideran suyo, no se sienten culpables, aunque como dijo
Krishnamurti, un enfermo no debería avergonzarse de estar enfermo en una sociedad que
está enferma hasta el tuétano de sus huesos, no se nos puede pedir a los enfermos
mentales que no suframos una enfermedad que en parte es causada por vivir en una
sociedad, agresiva, violenta, competitiva hasta la deshumanización, carente de valores,
insolidaria, mezquina, miserable, en una selva donde solo sobreviven los depredadores.
Tos deberíamos asumir nuestra parte de culpa y de responsabilidad, los enfermos
mentales, pero también sus familiares, su entorno, la sociedad. Sería miserable y mezquino
achacar toda la culpa a un enfermo mental cuando ha sido maltratado de niño, se le ha
negado el cariño, ha vivido en una familia desestructurada, con una convivencia infernal, e
incluso en casos más graves cuando se ha sufrido tortura, abusos sexuales o traumas
causados por la vida. Que se nos pida a los enfermos asumir nuestra responsabilidad es
justo y necesario, pero que los demás se laven las manos como Pilatos es miserable e
inaceptable.
Puedo hablarte de mis estallidos de cólera, insultos, amenazas, puñetazos a las puertas,
puedo hablarte de cómo debieron sentirse mis seres queridos cuando tras una crisis y una
discusión cogía el coche y me iba a la montaña y estaba allí varios días. Lo que podría
sentir un ser querido, pensando que podía haberme suicidado, lo que me estaría pasando.
Puedo hablarte de lo que puede sentir un ser querido cuando tienes una fobia social y eres
casi incapaz de salir de casa, no te relacionas y cuando lo haces alguna de tus manías
obsesivo-compulsivas hacen enfadar a personas que no te han hecho nada, les obligan a
reírse de ti, porque realmente estás haciendo el ridículo. Sí, puedo hablarte de eso, pero
también de cómo se siente un enfermo que sabe que sus crisis serían menos intensas si
recibiera cariño, mucho cariño, y no lo recibe, se le niega porque antes él ha estado
agresivo, y como he tenido que escuchar personalmente a un familiar, “yo te daré cariño
cuando tú me lo des a mí primero”. Me gusta en estos casos poner la metáfora siguiente:
¿le pedirías a un cojo que se entrenara para ganar la medalla de oro olímpica de los cien
metros lisos, que la ganara y si no que se olvide del cariño y de hablar contigo? Es tan
absolutamente ridículo que uno no puede evitar echarse a reír. Nadie haría esto. Y sin
embargo algunos familiares lo hacen, y me consta porque lo he presenciado físicamente. Se
le pide a un enfermo que sufre una crisis, un brote, que te abrace a ti primero, te de cariño,
te pida perdón, se ponga de rodillas ante ti y se llame gusano y miserable, y si no lo hace le
desprecias, le dices mil expresiones lógicas que el enfermo no entiende porque en ese
momento no puede entender nada, solo el cariño, incluso puedes llegar a insultarle, eres
un cabrón, un malnacido, te mereces todo lo que te pasa y ojalá te acabes suicidando, y
cuanto antes mejor. Yo mismo he presenciado estos comportamientos, incluso me consta
que algún familiar, hasta el moño del enfermo, y debo decir que con toda razón, ha llegado
a decirle al enfermo que está hablando de que quiere morir, suicidarse, estas barbaridades.
Pues suicídate cuanto antes, e incluso he presenciado, sí lo he presenciado, cómo se le
describía una forma de suicidio al parecer indolora y muy efectiva. ¿Es esto de recibo? ¿No
sería mejor que este familiar abandonara al enfermo, no volviera a saber de él, le bloqueara
en el wasap, en su móvil, no volviera a saber nunca de él, nunca jamás, que decirle estas
brutalidades, que incluso se justificaban porque así el enfermo reaccionaba? ¿Cómo?
Hundiéndose más en el abismo, adquiriendo un trastorno obsesivo compulsivo que le
llevaba a repetir los pasos que podían llevarle al intento sugerido y que no se podía quitar
de encima y que repetía día tras día?
Tal vez, querida amiga, no debiste pedirme que me pusiera en la piel del familiar, porque
enseguida me voy a la mía, a la del enfermo. De todas formas seguro que habrá muchos
lectores del blog que son familiares de enfermos y que pueden contarnos su visión del
tema. La mía tiene que ser necesariamente la del enfermo, y por mucho que me ponga en
la piel del familiar y le anime, a veces, a través del blog, a tomar decisiones drásticas, como
un internamiento forzoso, en casos extremos, me resulta mucho más fácil vestirme la piel
del enfermo que la del familiar, porque es la mía.
Y podría seguir ampliando los comportamientos del enfermo, no solo los míos, sino los que
conozco de otros enfermos a los que trato personalmente o de las historias que me
cuentan a través del blog. Reconozco que muchos familiares son auténticos héroes, que
llevan sufriendo un infierno durante años y más años, porque el enfermo no acepta su
enfermedad, porque no acepta ir a un profesional para ser diagnosticado, porque no acepta
tomar la medicación correspondiente, porque no acepta que lo que le sucede no es un
castigo divino, sino una enfermedad que le ha tocado a él, como otras muchas
enfermedades físicas les tocan a otros y en muchos casos sin la menor culpa. Convivir con
un enfermo que nunca sabes cómo va a reaccionar, que te puede insultar, llamar de todo,
los insultos más terribles y dolorosos, que puede perder los estribos y liarse a puñetazos y
patadas con las puertas, que come de tu plato y vive bajo tu techo y no solo no te lo
agradece sino que te echa la culpa, te insulta, te miente, intenta manipularte, que no mueve
un dedo en todo el día, encamado en su habitación, que no hace por salir de casa, que no
busca un trabajo posible y adecuado, que no hace nada en la casa, como si sus familiares
tuvieran la responsabilidad, por mandato divino, de mantenerlo el resto de su vida de
“bóbilis-bóbilis”, que incluso en algunos casos extremos, se droga y el familiar tiene que
darle el dinero para la droga, sino le pone de vuelta y media, o bebe y el familiar tiene que
darle un dinero que le falta para la casa, o que cada dos por tres monta escándalos de los
que se entera todo el vecindario, o… Y así podríamos seguir en un largo rosario de
despropósitos, de conductas inaceptables, dramáticas, que ponen al familiar al borde del
colapso, que acaba teniendo que tomar él medicación, que no sabe si debería poner cerrojo
por dentro a la puerta de su dormitorio, que no sabe si saldrá vivo de la siguiente crisis.
Todo esto es terrible y no me duelen prendas, por muy enfermo mental que sea y por
mucho que considere a los demás enfermos mentales, como hermanos, que esto no es
aceptable ni asumible por ningún ser humano. Hay que ponerle remedio y deberíamos
hacerlo entre todos, enfermos, familiares, entorno, sociedad, estado, organismos públicos,
una sociedad que carece de valores y tan, tan miserable, que o cambia o todos terminarán
siendo enfermos mentales, y sino al tiempo, y el que no lo acabe siendo será porque ya es
un psicópata, un sociópata, un pervertido, un corrupto sin la menor ética. Una sociedad
que da por buena cualquier cosa que lleve a conseguir dinero, a conseguir el poder, la fama
y el laurel, que no reconoce que piense que esta es una selva y solo sobreviven los
depredadores, pero que luego, con su conducta, lo da a entender claramente.
Querida amiga, tienes que disculparme porque he escrito con el corazón, con las
emociones. Espero que algo de lo que he dicho te sirva. Y sino puedes invitar a los
familiares que leen el blog a que te cuenten sus propias experiencias, desde su piel, porque
la mía, lo quiera o no, está con los enfermos mentales. Un abrazo fraternal.
9012018
Nora de Vita (23:40:11) : editar
Muchas gracias por tan valiosa información. Me conmovió hasta las lágrimas el trato hacia
usted en periodos de enfermedad y la insensibilidad de los “CAPACITADOS” para ayudarle.
Felicitaciones por poder transformar ese dolor en evolución espiritual y brindar orientación
a otros que la estamos necesitando. G R A C I A S !!!!!!
Responder
10012018
Slictik (18:50:01) : editar
Gracias a ti, Nora, por desgracia todo lo realmente importante en la vida solo se puede
conseguir con gran sufrimiento. Lo importante es que ese sufrimiento nos haga mejores y
podamos ayudar a los demás. Un abrazo fraternal.
9022018
Andrea (01:18:56) : editar
Hola! Gracias por tu aporte necesito un consejo mi hermana tiene 18 años y desde el año
pasado se le diagnosticó trastorno bipolar, ella desde pequeña ya hacía muchas cosas
siempre salían con algo nuevo pensábamos que era malcriades porque mi mamá la engreia
mucho cuando era pequeña pero ya en la etapa de la adolescencia empezó con cosas dos
veces consumió drogas, dos veces de las que sabemos hablamos con ella y cambio unos
meses y Luego otra vez salió con que tuvo relaciones que la hizo desangrarse y mintió que
la habían violado luego nos contó la verdad, este año la internaron en el psiquiatrico para
estabilizarla porque la hicieron unas pruebas y le salía que tenía alto en suicidarse yo no sé
cómo tratarla ya que yo no vivi con ella cuando era pequeña, no tiene confianza con
nosotros inclusive no nos considera sus hermanos ( somos medios hermanos), yo quiero
ayudarla pero no se como ,quiero que lleve una vida normal y que no esté solo en la cama,
yo creo que a ella también le afecta el genio de mi mami trata de ayudarla pero mi mami es
muy brava ella se queja de todo, a veces a ella le dice cosas feas mi hermana se ha hecho
corte en los brazos.
No sé cómo acercarme a ella, ella no conversa con nosotras yo la veo como manipuladora.
Cuando está con sus amigas es otra ahí sonríe pero en casa es distinta.
Responder
9022018
Slictik (13:57:54) : editar
Hola Andrea: Algunos de mis amigos son también bipolares, aunque las etiquetas no
significan gran cosa en la enfermedad mental, salvo ciertos síntomas y conductas
patológicas que son peculiares en determinadas enfermedades y solo en ellas. En general
todas las personas con enfermedad mental tienen las conductas patológicas clásicas que
puedes leer en el blog, tal como la bula papal, como yo sufro mucho, más que nadie, me
autorizo a hacer lo que quiera, porque ni aún así me compensaría de tanto sufrimiento.
Por lo que me cuentas de tu hermana y teniendo en cuenta su corta edad parece que el
deterioro ya es muy importante. Lo que más me llama la atención es que haya pasado la
línea roja de la mentira y la manipulación hasta el punto de llegar a acusar a alguien de
haberla violado cuando fueron relaciones consentidas. Esto ya es muy grave, cuando una
persona con enfermedad mental se salta esta línea roja y es capaz de destrozarle la vida a
cualquiera solo para justificar alguna de sus conductas, estamos ante un enfermo con el
que hay que tener mucho cuidado. Especialmente es peligroso si logra salirse con la suya,
porque entonces adaptará este tipo de conductas como estrategias defensivas, pensando
que siempre le van a funcionar, lo que añadido a la bula papal, como sufro más que nadie
me puedo autorizar a hacer lo que quiera, pueden convertir a un enfermo en una persona
realmente peligrosa y con la que hay que tener mucho cuidado. En el caso de las mujeres
enfermas mentales que han decidido justificarse con su enfermedad para salirse con la
suya en las relaciones con los hombres, las situaciones que se pueden generar son
realmente peligrosas, terribles. Una mujer con enfermedad mental que es capaz de acusar
a los hombres de maltrato, de violación, de lo que sea, para salirse con la suya, para
tenerles sometidos o simplemente para justificar ciertas conductas son enfermos
peligrosos y de los que nunca te puedes fiar, esto ocasiona a la larga que las personas que
las van conociendo se alejen todo lo que puedan de ellas para evitar ser destrozados por
este tipo de comportamientos. Cuando una persona con enfermedad mental justifica este
tipo de comportamiento, tan destructivo e inhumano, con su enfermedad, con lo mucho
que sufre, con que todo el mundo tiene la culpa de lo que le sucede, excepto ella, entramos
en un bucle muy peligroso del que es difícil salir. No sé dónde vives, pero aquí en España
este tema es especialmente sensible. Teniendo en cuenta la violencia de género, las
muertes de mujeres que se producen anualmente a manos de hombres, auténticas bestias,
capaces de matar mujeres indefensas y a sus propios hijos, el que una mujer concreta, que
además sufre una enfermedad mental, pueda aprovecharse de este clima social de absoluto
rechazo al hombre-bestia que mata sin dudarlo y sin remordimientos, para acusar a otros
hombres de violación, de maltrato, de lo que sea, indica que se han pasado todas las líneas
rojas y que el enfermo, por muy enfermo que sea, también es una mala persona, muy mala,
y hay que tener sumo cuidado con ella.
En el caso de tu hermana, dada su edad y la tentación que implica querer justificar algún
tipo de relación sexual o promiscuidad sexual libremente buscada con una acusación de
violación, puede parecer muy propio de una persona joven e inmadura y tenemos tendencia
a justificarlo. Pero hay que tener mucho cuidado con cualquier persona que para salir ella
del paso de algún error grave en su vida es capaz de destrozar la vida de otra persona con
falsas acusaciones. Quien ha dado una vez este paso tenderá a seguir con este tipo de
conductas y necesita una terapia larga, concreta y a fondo para ser consciente de que nada
en la propia vida, ni el más terrible sufrimiento puede justificar mentir y manipular para
destrozar la vida de otras personas inocentes.
En cuanto a su enfermedad concreta, la bipolaridad, se trata de una enfermedad muy
insidiosa y aparentemente no tan grave como otras, la esquizofrenia, por ejemplo, pero es
un auténtico suplicio para el enfermo y sus familiares y entorno. Digamos que la
bipolaridad es como estar montado en una montaña rusa, siempre subiendo, siempre
bajando, con unos ciclos más o menos largos o cortos, con unos ritmos la mayoría de las
veces incomprensibles. Para quien no se haya informado de esta enfermedad resulta
desconcertante ver cómo el enfermo hoy está eufórico, te habla de sus proyectos, de salvar
el mundo, como si fuera un superhéroe, y al día siguiente está hundido en el fondo del
abismo y te comenta su deseo de morir, de suicidarse. Los cambios de ánimo son cosa
natural en la psicología humana, pero en el enfermo bipolar es como si se hubiera
producido un terrible caos en la química de su cerebro y las neuronas anduvieran danzando
una danza loca e impredecible. Un enfermo bipolar es tan impredecible como el viento,
nunca sabemos para dónde va a soplar, cómo estará mañana o simplemente cómo estará
en la hora siguiente. Algunos tienen ciclos más largos y pueden estar meses deprimidos,
hundidos, y de pronto salen sin más y les encuentras eufóricos, vitales, capaces de comerse
el mundo, lo que suele originar una hiperactividad desenfrenada, para compensar el tiempo
que han estado hundidos, hibernados. Digamos que son como un motor que ha estado al
ralentí durante mucho tiempo y de pronto alguien aprieta el acelerador, revoluciona el
motor y asusta a cualquiera. En estos periodos el enfermo bipolar está pasado de
revoluciones, habla demasiado deprisa, se mueve constantemente, apenas consigue
dormir, no tiene tiempo para comer y vuelve locos a todos los que le rodean.
Aunque nunca se me diagnosticó una bipolaridad, porque en mis tiempos no existía este
término, sí podría ser que las etiquetas que me pusieron entonces se adaptaran bastante
bien a la bipolaridad, por lo que puedo hablar desde mi propia experiencia. En mi caso los
ciclos suelen ser bastante largos, es decir, puedo estar hundido en una terrible depresión
durante meses y de pronto me vuelvo eufórico, muy activo, muy vital, muy optimista, y
sobre todo muy maníaco. Las manías y las ideas obsesivo-compulsivas son muy propias de
la bipolaridad y tienen efectos demoledores sobre el enfermo que no es capaz de
controlarse y se pasa el día dando vueltas y más vueltas a las mismas ideas que no le llevan
a parte alguna.
Una vez el enfermo diagnosticado y tomando la medicación necesita mucho apoyo,
comprensión y cariño. No sé si tienes gatos o has tenido mascotas. Me gusta comparar a
las personas con enfermedad mental, incluidos bipolares, con los gatos, éstos son
desconfiados por naturaleza, salvo que los adoptes desde cachorritos y te acepten como su
mamá, los demás son desconfiados, huidizos, puedes haberles salvado la vida o recogido
de la calle, alimentado y tratado con cariño, pero para que vayan aceptándote pueden pasar
meses. Un gato necesita una repetición constante de conductas positivas con él,
alimentación, cuidados, premios, cariño, repetición de conductas que les acaben
convenciendo que eres de fiar, y aún así siempre estarán atentos a salir huyendo ante
cualquier cosa rara que no les encaje. Y el hecho de que confíen en ti no signifique que
confíen en los demás humanos, incluso en las personas que conviven contigo, cada uno
debe ganarse su confianza por separado y de forma individual. Algo así ocurre con el
enfermo mental, es desconfiado por naturaleza porque en muchos casos ha sido
maltratado, en otros ha sido marginado, se han burlado de él, e incluso cuando recibe
cariño y ayuda muchas veces es con condiciones, se le trata como si hubiera perdido sus
derechos, como si ya no fuera una persona capaz, libre para decidir sobre su vida. Un
enfermo se vuelve más y más desconfiado con el tiempo y conforme el maltrato psicológico
se hace más intenso. Esto unido a la bula papal que se otorgan todos los enfermos, sin
excepción, hace que acaben pensando que todo el mundo quiere destruirles, encerrarles,
maltratarlos, que todo el mundo se va a burlar de ellos, que en cuanto se descuide será
encerrado, incapacitado, visto como una bestezuela sin remedio, capaz de las peores
conductas. Digamos que el enfermo adopta la naturaleza del gato, desconfiado por
naturaleza, y para conseguir recuperar la confianza de un gato hay que saber respetar su
libertad, su naturaleza gatuna, mantenerse alejado cuando ellos no quieren acercarse,
insistir día tras día dándoles el pienso, acogiéndoles y aprovechando cualquier momento en
el que el gato se muestre cariñoso para darle caricias y mimos. La naturaleza gatuna
seguirá ahí siempre, hay que aceptar al gato como es o dejarse libre y asilvestrado. En el
caso del enfermo mental ocurre algo parecido. Volver a ganarse su confianza no es tarea
fácil, puede llevar años, puede llevar toda una vida, si se ponen plazos es mejor dejarlo. Le
voy a dar un año a ver si mejora, si se enmienda, mejor déjalo porque puede tardar dos o
diez, no hay baremos para medir esto.
En el caso de tu hermana si ha consumido drogas dos veces que se sepa es muy fácil que
haya consumido muchas más veces. No me dices si son drogas blandas o duras, imagino
que pueden ser drogas blandas como marihuana o hachís. Aunque parezcan bastante
inocuas son terribles para una persona con enfermedad mental, y no solo porque son
bastante adictivas y un enfermo mental tiene tendencia a la adicción, de cualquier tipo, al
alcohol, la droga, el tabaco, el juego, el sexo, digamos que en enfermo mental es el
candidato ideal para una adicción. Pero lo pero de consumir drogas blandas para un
enfermo mental es la dificultad que tendrá para controlar su mente, si ya la propia
enfermedad le hace alguien propenso a estar fuera de la realidad, a sufrir delirios, con
estas drogas ese control será casi imposible y los delirios estarán al cabo del día. Hay que
decirles la verdad, que estas drogas les hacen mucho daño y no aceptar sus argumentos de
que son medicinales, calman su dolor o su angustia. Si tienen ya mucha dificultad para
controlar su mente, con estas drogas esa tarea se hace casi imposible. Pueden argumentar
que la medicación es también droga, y no les faltará razón, porque así es, pero solo tienen
que ver los efectos de una y otras drogas, puede que la medicación los duerma, ralentice su
pensamiento, les haga difícil la vida cotidiana, pero estas drogas los convierten en
auténticos delirantes, capaces de creerse todo, hasta que son los salvadores de la
humanidad, los nuevos Mesías. Lo ideal sería poder controlar la enfermedad sin
medicación,, pero si no se puede hay que elegir entre el mal menor y los males mayores.
Si tu madre no es capaz de entenderla y la trata con falta de respeto, pierde fácilmente el
control y trata de cambiarla por la fuerza, incapaz de asumir que sufre una enfermedad, lo
que está haciendo es creando una auténtica guerra en la que las dos saldrán perdiendo. Tal
vez se necesite una terapia de familia y que especialmente tu madre y tu hermana tengan
algunas sesiones conjuntas con el psiquiatra, psicólogo o terapeuta.
El hecho de que con otras personas se comporte de otra manera es muy frecuente y
bastante lógico, si en su entorno familiar ya todos saben que es una enferma y desconfía
como un gato, en nuevos entornos tratará de crearse una imagen distinta, más positiva y
defenderla a toda costa. Pero esto no suele durar mucho porque todos acaban viendo con
el tiempo que es un enfermo mental. En cuanto a tu deseo de ayudarla te sugiero que te
informes sobre la bipolaridad, si tiene un psiquiatra o un psicólogo puedes verle, que te
explique su enfermedad y te sugiera formas de conducta que sean positivas para ella.
Tienes que tener en cuenta que lo mismo que sucede con los gatos, ganarte su confianza
llevará mucho tiempo y tendrás que insistir y repetir ciertas conductas una y otra vez hasta
que vuelva a confiar. Tienes que respetarla siempre, escucharla, y darle todo el apoyo y
cariño que puedas, pero eso sí, nunca debes bailarle el agua y decirle lo que no piensas o
darle la razón cuando utiliza su bula papal para hacer lo que quiere porque sufre mucho y
se merece una compensación. Hay que decirle las cosas claras, con respeto y cariño, pero
muy claras. No ceder y darle la razón para evitar su agresión física o verbal. Tampoco
insistir machaconamente. Se le dice lo que se piensa de sus conductas, se le ofrece apoyo y
cariño y no se permite que nos enrede. Sabes lo que pienso, ya te lo he dicho, tienes mi
cariño, pero consumir droga no te ayuda, lo que hiciste acusando de violación a alguien
que no te violó es inaceptable, piensa en el daño que puedes hacer con estas mentiras, etc.
Una enfermedad mental suele ser crónica y la bipolaridad está en esta categoría, no
conozco ningún caso que se haya curado definitivamente con el tiempo. Tienes que
aceptarlo, tienes que saber que vas a tratar con una enferma toda su vida y que solo con la
medicación, la adecuada terapia, un buen entorno familiar, mucho apoyo y mucho cariño el
enfermo puede llegar a aceptar su enfermedad y asumir que debe adoptar ciertas
conductas, lo mismo que un diabético, pongamos por caso, sabe lo que puede y no puede
comer, cómo debe mirarse el azúcar, como debe tener siempre a mano la insulina y cómo
inyectársela, etc. Una vez que te ofrezcas a tu hermana, le digas lo que piensas, con
claridad, respeto y cariño, ya no puedes echártela a la espalda y pensar que la vas a curar o
que sufrir por ella sirve de algo. Una vez hecho lo que esté en tu mano el resto está en las
suyas y si no quiere enfrentarse a la enfermedad sino tirarse al abismo, tienes que tener
claro que no puedes tomarla la de la mano y dejarte arrastra. Un abrazo fraternal y aquí me
tienes,, puedes utilizar el correo electrónico o el teléfono que aparecen en el blog.
Martha (06:37:51) : editar
Buenas noche,le agradezco porque tengo buena información, para poder manejar la
enfermedad de mi hermano.
Responder
13032018
Slictik (13:00:49) : editar
Gracias a ti, amiga, por cuidar de tu hermano. Espero que todo vaya lo mejor posible y si
necesitas hablar sobre el tema aquí estaré, puedes hacerlo a través del blog o del correo
electrónico que aparece en mi perfil. Un abrazo fraternal.
21062018
Ivette de Jesus (13:59:40) : editar
Nuevamente muchas gracias por tomar de su tiempo y darnos de su ayuda creo que
nuestro como sociedad en cierto sentido somos analfabetos en este tema conocernos muy
poco y hasta que nos toca de cerca nos damos cuenta lo equivocados que estamos,
debemos instruirnos para no lástimar a las personas que padecen de esta enfermedad… un
gran abrazo para usted
Responder
21062018
Slictik (16:49:29) : editar
Gracias a ti por preocuparte de tu amiga. Aquí estoy si necesitas charlar o comentarme algo
más. Un abrazo fraternal y suerte.
Ivette de Jesus (05:06:42) : editar
Hola muchas gracias por compartir su experiencia aprendí mucho, sentí muchas empatía
por todos los que tienen esta enfermedad! Tengo amiga que sufre de delirios de
persecución creeo que nunca a sido diagnosticada ella cree que todo el mundo quiere
manchar su reputación incluso que la envenenan para mi todo esto es nuevo y me siento
frustrada porque no se como poder ayudarla su familia nunca la han ayudado y cuando
trate de explicarle que ella necesitaba ayuda me respondió muy mal ella es bien
inteligentísima y puede juntar la realidad con lo que no es me acusa de estar participando
en contra de ella para ganar dinero la verdad es que no se que hacer!
Responder
20062018
Slictik (10:10:15) : editar
Muchas gracias, amiga, por tu confianza. Sí, tal como lo describes, es bastante probable
que tu amiga sufra algún tipo de enfermedad mental. Es imperativo que sea diagnosticada
cuanto antes o al menos que siga una terapia psicológica que le permita irse haciendo a la
idea de que lo que le pasa no es precisamente “normal”. Una palabra que no me gusta
mucho, porque el hecho de una mayoría dicte una regla o norma no significa que sea lo
mejor, lo más positivo, ni siquiera que esté acorde con la realidad. Yo prefiero hablar de
enfermo mental y no enfermo mental. Hay una línea roja entre ambos estados que no
admite la menor duda. A lo largo de mi vida como enfermo mental he tenido que soportar
algunas expresiones consoladoras de personas que con la mejor intención del mundo me
hicieron sentirme muy mal. Me decían aquello de que exageras, yo también lo paso mal
cuando sufro algún contratiempo de la vida, también paso periodos de mucha tristeza. Me
sentía como si fuera un enfermo de cáncer y alguien con un ligero resfriado y unas décimas
de fiebre me dijera que no debería preocuparme tanto, él también está enfermo y no se
queja como yo, etc etc. Esto es inadmisible y repugnante. La enfermedad mental es algo
demasiado serio para andar con estas tonterías de beatona de pueblo. Lo mismo que uno
sabe que está enfermo físicamente cuando siente un intenso malestar, se toma la fiebre y
tiene 39 o 40 o cuando está completamente agotado sin motivo y le descubren una anemia,
saber que uno es un enfermo mental no es tan complicado. Cuando los demás sienten
mucha tristeza pero no les viene a la cabeza la idea del suicidio, no lo intentan, cuando
hablan de que están deprimidos pero eso no les lleva a largas bajas laborales o a dejar el
trabajo o les impide dar cariño a los hijos o se encaman durante días y días deseando
morir, estas personas no son enfermos mentales, sufren las inclemencias de la vida, pero
no son enfermos. Cuando eres incapaz de salir de casa porque te da miedo la gente o
cuando crees que te persigue todo el mundo o cuando te deprimes tanto que no eres capaz
de mover un dedo y serías capaz de abandonar un trabajo o dejar que la familia rompa
contigo, tienes que empezar a pensar que eres un enfermo mental o estás a punto de serlo.
No valen paños calientes, engañarse, pensar que esto pasará, que le ocurre a todo el
mundo. Hay que afrontar la realidad y vivir de la mejor manera posible.
Todos podemos sentir en algún momento de nuestras vidas que se nos persigue, que la
gente de nuestro entorno no nos quiere, que buscan hacernos daño, y puede que sea
verdad, al menos en parte, pero cuando crees que te persigue todo el mundo, incluso los
que no te conocen, los que no tienen nada contra ti, estás pasando la línea roja, eso es
puro delirio, alucinación, paranoia. Cuando no hay la menor lógica en lo que piensas está
claro que ya andas por el camino de la enfermedad mental. El problema viene cuando te
niegas a aceptarlo, crees que a todo el mundo le pasa lo mismo o algo parecido, que a ti se
te nota más porque eres más sensible, porque llevas peor lo que te hacen los demás, que
en realidad la sociedad es la que tiene la culpa de todo. Dar el primer paso, aceptarse como
enfermo, es lo más difícil, y aquí no se puede obligar. Las normas básicas para tratar con
un enfermo son las siguientes:
-Hay que respetar su libertad, no puedes arrojarte encima de él, ponerle las esposas,
llevarle a la fuerza a una habitación acolchada y dejar que allí pase el resto de su vida. La
libertad es el valor supremo, sin libertad no somos nada. A una persona con enfermedad
mental no se le puede privar de su libertad salvo que sea incapaz de regir su persona y
bienes, como se dice en las sentencias legales de incapacitación, cuando está claro que si le
dejamos tomar todas las decisiones va a acabar con su vida y la de los demás. Entonces hay
que actuar pero no sin antes haberlo intentado todo. Es muy duro ver cómo una persona se
da cabezazos contra la pared, metafóricamente hablando, se nos parte el corazón, pero
como he dicho no podemos privarle de su libertad sin más. En el caso literal y físico de
alguien que se diera cabezazos contra la pared, habría que reducirlo, llamar a urgencias y
que lo internaran. Pero en el caso de la enfermedad mental, salvo el intento de suicidio o la
agresión física a los demás, no se le puede reducir sin más e internarle a la fuerza. Si no se
respeta su libertad la persona con enfermedad mental reaccionará con agresividad. Hay que
tener sumo cuidado con coaccionarle o con obligarle a hacer cosas que no quiere hacer,
salvo en casos extremos.
-Habitualmente los razonamientos no sirven, especialmente cuando el enfermo está
delirante, fuera de la realidad. Es muy complicado hacer que nos comprenda y razone. Es
importante que exista confianza por parte del enfermo, amistad, un vínculo afectivo.
Entonces son más sensibles a cualquier razonamiento que se les haga. Aquí he contado
cómo conseguí razonar con un amigo, alcohólico, que sufría delirium tremens, y llegué a
convencerlo de lo evidente. Pero eso fue porque éramos amigos y había confianza, un
desconocido no lo hubiera logrado. El cariño, la expresión del afecto ayuda mucho a que el
enfermo por lo menos nos escuche. Antes de razonar con él se le puede decir que él
necesita cariño que tú lo necesitas y que os vendría bien un abrazo. Comenzar con una
abrazo estrecho y afectivo todas las conversaciones sobre el tema de la enfermedad no solo
es beneficioso, es imprescindible.
-La insistencia siempre es considerada por el enfermo como una coacción, como un
desprecio. No soy tonto, pensará, me basta con que me lo digas una vez, lo he entendido,
pero soy yo quien decide sobre mi vida. No hace falta repetirle una y otra vez que debe
acudir a un psiquiatra, dejarse diagnosticar. Basta con una sola vez, dos como mucho, por
si creemos que no nos ha entendido bien. Hay que ganarse su confianza, darle cariño y no
bailarle el agua, no darle la razón porque sí, para que no se enfade. No es tan difícil. No se
insiste pero cuando él saca el tema no le decimos que sí, que tiene razón, que adelante, le
dejamos bien claro lo que pensamos y ya le hemos dicho. Eres libre para decidir sobre tu
vida, pero ya sabes lo que pienso, no me pidas que te baile el agua, que te de la razón en
todo, porque no lo voy a hacer, tú verás lo que haces, tu decides, pero sigo pensando
que… deberías ir a un terapeuta, etc.
-En muchas ocasiones estos delirios persecutorios pueden estar propiciados por la
drogadicción o el alcoholismo, si es así lo primero que hay que atajar es la adicción, no
sirve de nada que te diagnostiquen como enfermo mental y te den medicación y terapia si
sigues consumiendo droga o alcohol. Cada adicción requiere una terapia concreta y a largo
plazo. También puede ocurrir que un exceso de fantasía, una viva necesidad de fugarse de
una realidad inaceptable, lleven a la persona a vivir demasiado tiempo en el mundo de la
fantasía, va perdiendo pie con la realidad y de aquí al delirio patológico del enfermo mental
solo hay un paso.
-Saber aceptar que hay cosas que no se pueden hacer por un enfermo mental, como es
curarle, es muy importante. Hay tres cosas que sí se pueden hacer: escucharle, apoyarle y
darle cariño. Parece poco pero es mucho, muchísimo, lo sé muy bien. Un poco de cariño
puede ser tan importante como la medicación o la terapia. No nos engañemos ninguna
enfermedad, pero especialmente las mentales, son exclusivamente enfermedades del
cuerpo físico, en toda enfermedad física hay un componente psicosomático y la
enfermedad mental es claramente una enfermedad del alma y el cariño es la mejor
medicina.
-No podemos estar siempre al lado del enfermo, este se haría demasiado dependiente, no
podemos hacer las cosas por él, evitarle tomar decisiones. Un enfermo es un alfeñique de
la voluntad, no mueve un dedo si consigue que otros lo muevan por él. Pero la voluntad,
como no me canso de repetir a una amiga enferma mental que cree que la voluntad es un
don del cielo, de la vida, que unos la tienen y otros no, es un músculo que puede
entrenarse en un gimnasio, en este caso en el gimnasio de la vida. Quien nunca pisó un
gimnasio no puede sentir envidia de quien sale musculado por la puerta y puede levantarte
con un dedo. Si quieres músculo, entrena, si quieres voluntad entrena todos los días con
pequeñas decisiones, que irán siendo más grandes cada vez, lo mismo que empiezas con
un kilo en las pesas y puedes ir subiendo hasta alcanzar un peso inimaginable.
¿Qué puedes hacer por tu amiga? Puedes escucharla, sin darle la razón como a los locos,
pero sin insistir, dejando bien claro lo que piensas pero sin coaccionar. Puedes darle tu
apoyo cuando necesite compañía o cuando veas que un abrazo es la única manera que
enfrentarse a un delirio, a una paranoia. Puedes dejarle bien claro que crees que necesita
una terapia psicológica, un diagnóstico, pero sin insistir. Pero sobre todo debes aceptar
que hay momentos en los que no puedes hacer nada, que es tontería empeñarse en hacer
lo que no está en nuestra mano hacer. No permitas que te falte al respeto pero si te
necesita a su lado, aunque no puedas hacer nada, no la rechaces.
Creo que es todo lo que puedo decirte de momento. Un abrazo fraternal y suerte.
cili (23:22:17) : editar
Amo mucho a mi hija pero yo misma también soy bipolar y me siento agotada con ella. Ella
tiene 32 años y yo ya entre en la tercera edad , soy quien cuida de ella pero me siento
agotada. Necesito ayuda por favor.
Responder
18082018
Slictik (14:57:50) : editar
Gracias amiga por tu confianza. Siento el retraso pero he estado de viaje estos días.Si ya la
convivencia de los familiares con una persona con enfermedad mental es muy difícil, la
convivencia entre dos personas con enfermedad mental es aún mucho más complicada,
más si no hay otras personas que puedan servir un poco de colchón en esa convivencia y
prestar ayuda. No queda otra que establecer un protocolo de convivencia, si puede ser con
intervención de un terapeuta, y cumplirlo, porque de otra forma la convivencia se hace
imposible. No me dices si vives en España o fuera. Aquí podrías intentar recibir algún tipo
de ayuda de tu ayuntamiento, aunque con los recortes estas ayudas han disminuido mucho.
Puedes ponerte en contacto con asistencia social en tu ayuntamiento y ver si pueden enviar
a una persona que os eche una mano alguna hora al día. También pueden ayudar las
asociaciones de familiares de personas con enfermedad mental, si hay alguna en tu ciudad.
Es importante mantener un contacto fuera del círculo de convivencia de vosotras dos,
aunque solo sea poder hablar de vez en cuando. Realizar algún tipo de actividad o taller en
el ayuntamiento o en las asociaciones de familiares siempre ayuda a salir del bucle mental
que suele generar la convivencia entre personas con enfermedad mental. Es importante no
dejar de tomar la medicación y tener unas visitas habituales al psicólogo o psiquiatra que
os esté tratando. Si no es así hay que empezar con la terapia, tal vez una terapia conjunta
os vendría muy bien y os ayudaría a mejorar vuestra convivencia. El protocolo es esencial,
las dos debéis hablar y llegar a un acuerdo sobre las bases de vuestra convivencia, cómo
colaborar en las tareas de la casa, cómo afrontar las crisis de convivencia y los momentos
de enfrentamiento. En toda convivencia es imprescindible que se cumplan unas normas
básicas de las que hablo en la sección La ley de los tres círculos. Una de ellas es la equidad,
no se puede esperar que la convivencia sea buena si uno hace todo y el otro nada, si uno
pone mucho de su parte y el otro nada. No es bueno permitir que el enfermo mental se
escude en su enfermedad para no hacer nada, para dejar que la convivencia se deteriore,
dejándose hundir en las patologías propias de la enfermedad. Más en el caso de la
convivencia entre dos personas con enfermedad mental. Desconozco cuándo fue
diagnosticada tu hija y su evolución en este tiempo, así como la gravedad de su
bipolaridad. Desconozco también si ha trabajado, si ha estado internada, si padece alguna
adicción grave como la drogadicción o el alcoholismo. En este caso, como no me canso de
repetir en el blog, hay que centrarse en estas adicciones, porque sin tener un mínimo
control sobre ellas no se puede mejorar como enfermo mental. Es preciso que hables con
tu hija, con respeto y cariño, pero también con claridad. Si tiene que colaborar en las tareas
de la casa, deberá hacerlo, si no lo hace no es bueno hacerlo todo por ella, hacerle la
comida, lavarle la ropa, dejar que permanezca mano sobre mano sin hacer nada. No es
aceptable que se escude en su enfermedad, más teniendo en cuenta que tú también estás
enferma como ella. Como a un niño consentido hay que dejarle bien claro que las pataletas
no sirven de nada y que debe cumplir su parte si quiere algo a cambio. Desconozco si es
agresiva, si te insulta, si te amenaza, si fuera así tendrías que dejarle bien claro que eso no
es admisible y que no lo vas a permitir. La agresividad y la violencia es una línea roja que
no se debe permitir que el otro la pase, si es así tiene que atenerse a las consecuencias. La
agresividad y la convivencia son un signo claro de que la patología de su enfermedad ha
llegado a un extremo en el que es preciso hacer algo, y ya. No estoy a favor de los
internamientos forzosos, salvo casos de extrema necesidad, pero si el enfermo pierde el
control y llega a la agresividad y la violencia, sería cuestión de plantearse esa posibilidad.
Los enfermos sabemos muy bien que si nos dejamos llevar, si no hacemos nada, si no
luchamos contra nuestra enfermedad, el deterioro se irá haciendo día a día más grave hasta
llegar a depresiones severas, intentos de suicidio o deterioro psíquico y mental que nos
lleva a una apatía de la que luego es muy complicado salir.
Hay que aceptar la enfermedad que se sufre y hacer todo lo que esté en nuestra mano para
paliar sus efectos y alcanzar una calidad de vida por lo menos aceptable. Cuando nuestra
lucha contra la enfermedad también depende de otro enferme hay que establecer un
protocolo de convivencia y hacer que el otro lo cumpla o todos nuestros esfuerzos contra la
enfermedad serán inútiles.
No me dices nada si hay más familiares, aunque imagino que no o que no ayudan, cuando
uno no recibe ayuda, apoyo y cariño de otras personas debe aceptar que debe ser él quien
salga adelante o nadie lo hará por él. Es muy duro pero si el enfermo quiere sobrevivir y
conseguir una calidad de vida aceptable debe plantearse una lucha solitaria, férrea,
inquebrantable contra su enfermedad, como un guerrero impecable que libra solo sus
batallas de poder.
Creo que está claro que debes hacer algo y hacerlo ya. Buscar ayuda en los servicios
sociales del ayuntamiento, ponerte en contacto con alguna asociación de familiares con
personas con enfermedad mental, hablarlo con el psicólogo o terapeuta, si es posible
intentar una terapia conjunta, familiar, seguir tomando la medicación y acudir a la terapia
de forma habitual. Por otro lado es preciso establecer un protocolo de convivencia, mejor a
presencia del terapeuta, y cumplirlo, si ella no lo cumple debe sufrir las consecuencias, si a
un niño malcriado se le consiente todo solo podemos esperar que la situación vaya a peor,
hasta llegar a convertirnos en sus esclavos. Dentro de la flexibilidad y generosidad que es
necesaria en el trato con un enfermo bipolar hay que dejar bien claro que todos somos
responsables de nuestros actos y todos debemos colaborar en las tareas comunes. Si ella
no colabora y pone la lavadora o plancha, por poner un ejemplo, no es bueno que tú lo
hagas para que tenga la ropa limpia y dispuesta para ponérsela mejorando así su imagen
social. Si no quiere lavarse nunca la ropa o plancharla que asuma las consecuencias del
rechazo social. Hacérselo todo no mejora en nada su enfermedad y colabora a que te acabe
considerando su esclava y piense que lo que haces por bondad es un derecho por su parte,
exigible en todo momento. Los enfermos tenemos nuestros derechos, pero también
nuestras obligaciones y responsabilidad, Dejarle esto bien claro al enfermo es un paso
imprescindible para que acepte que su enfermedad no es una bula papal que le permita
hacer lo que quiera y que buscar la compasión debido a la enfermedad no ayuda en nada
puesto que en esta sociedad es difícil encontrar personas que nos comprendan y nos echen
una mano. Un enfermo debe asumir de una vez por todas que lo que él no haga no lo hará
nadie por él, salvo que ocurra alguno de esos milagros tan raros en la sociedad en que
vivimos.
Creo que de momento es todo lo que puedo decirte, no tengo muchos datos que me
ayuden a hacerme una idea más clara de vuestro problema. Un abrazo fraternal.
ERRORES DE CONDUCTA RESPECTO AL ENFERMO MENTAL I
21102015
ERRORES DE CONDUCTA RESPECTO AL ENFERMO MENTAL I
Mi larga experiencia como enfermo mental, así como los comentarios que se han hecho en
el blog y el trato directo con enfermos mentales y sus familiares, me ha obligado a
plantearme la necesidad de que nos conozcamos mejor, para superar ese abismo que nos
separa. No se puede amar lo que no se conoce, ese es mi lema. Tanto en enfermos como
en familiares he observado siempre los mismos reproches, las mismas dificultades para
relacionarse, en unos respecto a los otros y los otros respecto a los unos. Hay errores de
conducta tan graves y tan repetidos que si ambas partes no están dispuestas a replantearse
sus posiciones e intentar llegar hasta el otro casi es mejor que lo dejen. Esto suena duro,
muy duro, pero es lo que creo y lo que he tenido que llevar a cabo yo mismo. No se lo
aconsejo a nadie más porque sé muy bien la dificultad que tenemos los enfermos mentales
para vivir solos y sin relacionarnos, pero mi posición es clara, si no me aceptan como
enfermo mental es mejor que no me acepten de ninguna otra forma, porque eso implicaría
necesariamente que me consideran una mala persona y si es así cuanto más lejos de una
mala persona mejor para todos.
Y es aquí donde aparece el primer obstáculo insalvable para ambas partes. Antes de
proceder a la descripción y análisis de los errores de conducta más frecuentes por ambas
partes, me gustaría sentar unas mínimas bases de entendimiento. En cuanto a los
familiares de los enfermos siempre me dicen lo mismo: no puedo aceptar que me mienta,
me manipule, me chantajee emocionalmente, utilice sus farsas de control, añadiría yo, para
convertir mi vida en un infierno. Mi respuesta es siempre la misma. Cierto. Si le consientes
todo a un niño lo malcrías y se te acabará meando en los zapatos. Los familiares no deben
aceptar las mentiras, manipulaciones y chantajes del enfermo, es cierto, pero deben
distinguir muy bien entre lo que es un chantaje de una persona que ha tenido una crisis
grave en su enfermedad y una persona que aunque esté bien hace recordar al otro esas
crisis para chantajearle. Parece complicado pero creo que no lo es en absoluto. Me gusta
poner un ejemplo bastante claro. Si tienes un familiar enfermo de cáncer en el hospital le
tratarás como a un enfermo grave y tal vez le consientas cosas que no consentirías a nadie
más. Si una vez curado dejas que te chantajee recordando lo mal que estuvo, ese es tu
problema, ahora no tratas con un enfermo sino con quien quiere conseguir algo de ti
recordando lo “malito” que estuvo en el pasado.
No es lo mismo tratar con un enfermo mental que ahora está bien o bastante bien que
tratar con un enfermo mental que está sufriendo una crisis grave y no controla. Si al
primero no le deberías permitir ciertas conductas, en cambio si no asumes que lo que le
ocurre al segundo es consecuencia de una crisis en su enfermedad, no te va a quedar otro
remedio que plantearte muy seriamente si quieres convivir y relacionarte con un enfermo
mental, si estás preparado para ello, si aceptas las consecuencias o tal vez deberías dejar
que se ocuparan otros, profesionales o no. Por mi parte si alguien no acepta mi
enfermedad en las crisis prefiero estar lejos de él, no me importa estar solo, vivir solo,
morir solo, es preferible a la convivencia con alguien que no acepta que eres un enfermo y
por lo tanto debe concluir que eres una mala persona, un canalla. No me meto en las vidas
de los demás, cada cual debe tomar sus propias decisiones.
Este primer obstáculo con frecuencia es el más insalvable. No solo por parte del familiar,
también del enfermo. Un enfermo no puede aceptar que todo el mundo pueda sufrir una
enfermedad , excepto él, debido a que su enfermedad es invisible. Somos el único colectivo
de enfermos que no solo debemos sufrir una enfermedad muy dolorosa y angustiosa, sino
que nos vemos obligados a “convencer” a los demás de que estamos enfermos y no somos
unas malas personas que se aprovechan de la compasión ajena. A un enfermo de cáncer no
se le obliga a demostrar que está enfermo, ni a un diabético, ni a cualquier otra persona
que sufra una enfermedad física. Se acepta el diagnóstico del profesional y se intenta
ayudar en lo posible. En cambio con el enfermo mental se pone en entredicho cualquier
diagnóstico profesional que no interese, se obliga al enfermo a un esfuerzo titánico para
convencer al familiar de que no es una mala persona sino un enfermo mental. Esto es de
todo punto inaceptable, el enfermo no lo va a aceptar nunca y este primer obstáculo será
insalvable. Incluso llegamos a la terrible situación de que muchos enfermos mentales no
aceptan ellos mismos estar enfermos porque eso les margina, les pone la maraca de Caín
en la frente, les convierte en unos monstruitos. Es cierto que la aceptación de la
enfermedad no es una dificultad propia del enfermo mental, muchos enfermos “físicos”
tampoco quieren aceptarla, pero en el caso del enfermo mental no es el miedo a la muerte
lo que les impide su aceptación, es el miedo a la vida, a una vida marcada, marginal, sin
esperanza. Si el propio enfermo mental no acepta su enfermedad mal va a conseguir que la
acepten sus familiares. Aquí, tanto el enfermo como el familiar, tienen que hacer un
esfuerzo o nunca llegarán a superar este primer obstáculo.
No existe otro camino para llegar al enfermo mental que el cariño, como bien dicen las
leyes de Bautista que formulo en las Historias de Bautista, en este mismo blog. Esto no
significa, como hemos visto, antes que haya que pasar por las mentiras y manipulaciones
del enfermo, esto no es cariño, como sucede en la educación del niño, esto es malcriarlo,
consentirle todo, algo que tiene muy poco que ver con el cariño y mucho con la debilidad
de carácter. Y este camino tiene dos direcciones, del familiar hacia el enfermo, pero
también del enfermo hacia el familiar. Como les digo a mis alumnos, no podemos pedir
cariño si no somos capaces de darlo. La farsa de control de la “bula papal” no es de recibo.
Los enfermos tenemos tendencia a pensar que como hemos sufrido mucho, más que nadie,
tenemos derecho a la compasión, per se, sin más, y a hacer lo que nos venga en gana
porque poseemos una especie de bula papal. Nada más incierto y esto supone un obstáculo
considerable en las relaciones de familiar y enfermo.
Es cierto que el enfermo sufre mucho, es cierto que el familiar sufre mucho. Ninguno de los
dos debería intentar convencer al otro de que sufre más que él y por lo tanto tiene más
derecho que el otro a recibir cariño y todas las consideraciones del mundo. Si el familiar se
empeña en convencer al enfermo de que sufre más que él estaremos ante otro obstáculo
insalvable. Confieso que a mí nadie ha logrado convencerme de que ha sufrido más por mi
enfermedad que yo. Una docena de terribles intentos de suicidio, estancias prolongadas en
psiquiátricos, terapias de choque tan duras como el electroshock, sufrir conductas
inhumanas como estar atado con cadenas a una cama de hierro en un sótano infecto. Lo
siento, pero es imposible que alguien me convenza de que ha sufrido más que yo si no ha
pasado por algo tan grave como por lo que yo he pasado. No se trata de convencer a nadie
de nada, no se trata de pesar en una supuesta balanza electrónica espiritual el sufrimiento
de unos y de otros y si uno ha sufrido un átomo más que el otro, éste debe darse por
vencido y entregarse con armas y bagajes. No me pueden convencer sin más de que un
familiar sufre más que yo por mi enfermedad, eso me suena a algo tan mezquino como que
un familiar intentara convencer a un enfermo de cáncer de que él está sufriendo mucho
más porque le quiere mucho. Al margen de lo que unos se quieran a otros, intentar
convencer al enfermo de cáncer de que no debe preocuparse porque el familiar sufre más
que él, resulta de una mezquindad intragable. Esto mismo sucede con el enfermo mental.
Por lo tanto ambas partes deben abandonar esa estúpida competición de ver quién sufre
más que el otro, deben dejarla de lado, olvidarse de ello e intentar encontrar una forma
humana y cariñosa de relacionarse. Ni el enfermo tiene que estar siempre quejándose de lo
mucho que sufre ni el familiar debe intentar convencerle de lo mucho que sufre él por su
enfermedad y supuestamente por su culpa. Esta es la mejor manera de que ambos nunca
logren entenderse y de que nunca lleguen a convivir y a relacionarse de forma cariñosa.
Una vez sentadas unas bases mínimas de entendimiento podemos iniciar un análisis
objetivo y comprensivo, respetuoso y cariñoso de los errores de conducta de ambas partes.
GRAVES ERRORES DE CONDUCTA RESPETO AL ENFERMO MENTAL Y DEL ENFERMO MENTAL
RESPECTO A FAMILIARES Y SERES QUERIDOS
-Por ser enfermo mental no puedes estar esperando que los demás se acerquen a ti, que
sientan compasión por tu sufrimiento, que te permitan conductas que no permiten a nadie,
que te otorguen bula papal para hacer lo que quieres cuando quieres. El enfermo mental es
responsable de sus actos y por lo tanto debe asumir las consecuencias. Si quiere hablar con
alguien no debe esperar a que ese alguien le llame o se acerque a él, da el primer paso. Sé
muy bien lo duro que es, lo humillante, yo lo he vivido en mi propia piel. Llamar a alguien y
esperar que ese alguien te acepte y quiera hablar contigo, que asuma que eres un enfermo
y no un monstruo del que es mejor alejarse. Mi experiencia me dice que estadísticamente
hay muchas más posibilidades de ser rechazado y humillado que de ser aceptado. Eso es
cierto, pero no podemos juzgar a uno por lo que han hecho los demás, lo mismo que no
podemos creer que todos los “normales” son corruptos, por poner un ejemplo, porque
entre los normales haya algunos corruptos, muy pocos. Tampoco los “normales” nos
pueden juzgar a todos los enfermos mentales por el mismo rasero, porque hayan tenido
una mala experiencia con un enfermo mental agresivo o que es mala persona. Porque como
ya hemos visto en otros textos, los enfermos mentales somos personas “normales” que
además sufrimos una enfermedad y como ya dije entre los normales hay excelentes
personas, buenas personas, regulares, malas y muy malas. El que una persona sufra una
enfermedad mental no le hace mejor ni peor, simplemente pone con más facilidad al
descubierto su carácter. Debemos confiar y arriesgarnos, llamar aunque nos cuelguen,
aunque nos humillen, nadie está libre de vivir una mala experiencia, ni enfermos ni no
enfermos.
SI NO DAS TÚ EL PRIMER PASO NO ESPERES QUE EL OTRO LO DE POR TI
-Olvídate de tu sufrimiento, no puedes ir por la vida como un mendigo, pidiendo una
limosna de cariño, de compasión. Puede que tú no tengas la culpa de tu enfermedad, pero
el otro tampoco, salvo casos excepcionales, como deuda kármica o maltrato familiar, por
ejemplo. Los enfermos mentales no somos mendigos de cariño y quien así se vea está
cometiendo un gravísimo error de conducta y sufrirá las consecuencias. Será despreciado y
si alguna vez recibe limosna seguramente será con la condición de no tener que volver a
verle. No mendiguemos. Por el simple hecho de ser personas, seres humanos, tenemos
derecho al cariño y tenemos obligación de dar cariño, en nuestro interior está la chispa
divina de que habla Milarepa, merece todo el respeto y el amor que merece la divinidad.
SI MENDIGAS ERES UN MENDIGO Y SABES MUY BIEN LO QUE LES OCURRE A LOS MENDIGOS
-Si desprecias a un enfermo mental, el enfermo te despreciará a ti, si lo insultas, te
insultará, si lo marginas lo convertirás en un delincuente espiritual. Si crees que nunca te
pasará a ti lo que le está pasando a él, es que no sabes cómo es la vida, lo fácil que se da la
vuelta a la tortilla. No eres superior, no eres más grande que los demás, no eres
incombustible. Cuando te suceda a ti lo entenderás. No esperes que eso ocurra, será
demasiado tarde, comprende ahora, empatiza ahora, sé solidario ahora.
CON LA MISMA MEDIDA QUE MIDIEREIS SERÉIS MEDIDOS
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ERRORES DE CONDUCTA RESPECTO AL ENFERMO MENTAL II
20052016
ERRORES DE CONDUCTA DEL ENFERMO MENTAL FRENTE A LOS DEMÁS Y DE LOS DEMÁS
FRENTE AL ENFERMO MENTAL
Ya hemos visto en el capítulo anterior los errores más graves por ambas partes. Hoy
veremos todo aquello que no puede soportar el enfermo de los demás, ni los demás del
enfermo, digamos que son líneas rojas que nunca deben atravesarse. Utilizaré el formato
del toma y daca, lo que unos no pueden soportar y lo que los otros tampoco. Con ello
intento que ambas partes conozcan qué conductas nunca deben poner en práctica o
atravesarán la línea roja, con las consecuencias lógicas.
LO QUE UN ENFERMO MENTAL NO SOPORTA DE LOS DEMÁS
-Que le consideren una mala persona, un canalla, un malnacido, un cabrón. Quien les trata
como si lo fuera ha cruzado la línea roja y las consecuencias pueden ser imprevisibles. Él
sabe muy bien que si fuera una mala persona haría sistemáticamente lo que hacen las
malas personas, no decir que lo son y actuar disimuladamente, para que no les pillen.
Todos sabemos cómo son las malas personas: Se aprovechan de ti, te instrumentalizan,
son manipuladores, son mentirosos, buscan su propio interés aún a costa de convertir tu
vida en un infierno. Las malas personas no sienten empatía, no son capaces de sufrir
viendo sufrir a los demás, no sufren con ellos, no sienten compasión, son agresivos,
violentos, pueden llegar a matar si saben que no van a ser descubiertos, pueden llegar a
ser asesinos, violadores, pueden ser corruptos y quitar el pan de la boca a unos niños sin
sentir el menor remordimiento. Una mala persona lo es siempre, mientras no se convierta a
la bondad y cambie su vida, no es una mala persona quien tiene un calentón, pierde el
control, e insulta o se comporta de forma agresiva, o te hace “la puñeta”, se venga de lo
que alguien le ha hecho o cree que lo ha hecho. Todas las personas, normales, pierden
alguna vez los estribos o hacen alguna cosa de la que después se arrepienten.
Especialmente no lo son si luego se arrepienten, se enmiendan, piden perdón y tratan de
paliar los daños en lo posible. Mala persona es aquella que adopta una línea de conducta y
nunca la cambia, salvo por miedo o por disimulo. Carece de ética, de moralidad, de
sensibilidad humana, de sentimientos bondadosos hacia el prójimo. Todos las conocemos y
podemos señalarlas, desde las más malas entre las malas, los auténticos demonios, a las
“cabronas” de las que es mejor alejarse. Desde los asesinos, violadores, delincuentes de
“alta gama”, timadores sin escrúpulos, estafadores, corruptos, pedófilos, maltratadores,
asesinos y maltratadores de mujeres, especuladores sin la menor ética que pueden dejar en
la calle a trabajadores, sin pan a familias, que pueden hundir un Estado en su propio
beneficio.
Un enfermo mental no soporta que le confundan con esas personas, por lo tanto quien lo
hace cruza una línea roja y el enfermo mental se considera liberado de ser “amable” con
ellos. Se otorga permiso para ser manipulador, mentiroso, para disimular, para “vengarse”
sutilmente, incluso para insultar, incluso para ser agresivo, incluso puede llegar a la
violencia si las circunstancias son realmente terribles.
La mejor respuesta de un enfermo a este error de conducta es la de ser paciente, amable, la
de explicar con sinceridad y sin avergonzarse lo que le está pasando y por qué actúa como
actúa. Si sus explicaciones no son aceptadas, si sus disculpas no son admitidas, si sus
esfuerzos no son reconocidos, un enfermo mental tratará de alejarse de esas personas todo
lo que le sea posible, incluso romperá “para siempre” y este para siempre no es ninguna
broma. Si no lo hace es porque no tiene independencia económica, porque no soporta la
soledad y prefiere intentar vivir con personas que le consideran un canalla que vivir solo y
arriesgarse a un grave deterioro que le puede llevar a un intento de suicidio. Si un enfermo
mental sigue conviviendo con personas que le consideran un canalla y que no se retractan y
que sus palabras y su conducta lo expresan cada día, será solo por las razones que hemos
visto antes, porque no se siente capaz de tomar la decisión de alejarse de ellas. Los
enfermos mentales no somos tontos, quien así lo crea está cometiendo un error que
veremos más adelante. Nada más lógico que, entre dos males, elegir el menor.
LO QUE LOS DEMÁS NO SOPORTAN DEL ENFERMO MENTAL
-Que se otorgue bula papal para determinadas conductas que sabe muy bien que no se le
permitirían a nadie que no fuera un enfermo. Que no solo no pida perdón por ello sino que
insista y pretenda salirse siempre con la suya. Que no acepte la responsabilidad de paliar el
daño producido en lo posible.
Los demás están muy hartos de aguantar que un enfermo mental les insulte porque está
enfermo o está en crisis, y luego no actúe como suelen actuar “los normales” en estos
casos, o bien con la ruptura o bien con las disculpas y la enmienda. Que eleve el tono de
voz, que monte en santas cóleras cada vez que no está de acuerdo con algo. Que asuma
conductas hirientes, que chantajee o manipule a sus seres queridos con que se va a
suicidar, que no les hable, que no coma, que se encame y permanezca en el lecho días y
días. Que se niegue a tomar la medicación cuando sabe que está mal, en plena crisis. Que
se niegue a ir al terapeuta porque eso le causa sufrimiento.
La mejor respuesta en estos casos es siempre el cariño y escuchar y dar todo el apoyo
posible. Y si no se puede o no se acepta que el otro es un enfermo, si se le considera una
mala persona, un canalla, lo mejor, por mucho que duela a todos, es alejarse del enfermo.
Los enfermos lo preferimos, preferimos quedarnos solos, sufrir, arriesgarnos a una vida
con un gravísimo deterioro, incluso a la muerte por suicidio que soportar que se nos trate
como a canallas. Quienes no dan ese paso lo hacen porque escogen lo que consideran el
mal menor, es decir, es mejor aguantarles que morir o estar solo el resto de sus vidas.
INTENTO DE PROTOCOLO O DE PACTO ENTRE AMBAS PARTES
-Un enfermo mental sabe que no va a poder evitar ciertos comportamientos patológicos
durante sus crisis. Debe asumirlo y poner todo lo que esté a su alcance para que los “daños
colaterales” sean mínimos, es decir, para que sus seres queridos sufran lo menos posible.
Debería hablar con sus familiares y establecer un protocolo de emergencia que le ayude a
superar la crisis de la mejor manera posible y a que sus familiares sepan lo que deben
hacer para ayudarle. Cualquier intento por cortar de raíz estos comportamientos en plena
crisis son inútiles, los milagros ocurren, pero muy pocas veces y aun con la mejor voluntad
un enfermo no puede evitarlos. Sufre una crisis, pide perdón por su conducta, intenta
enmendarse, repara los daños en lo posible… y en la próxima crisis se comporta igual. Si
un enfermo físico no sufriera las consecuencias de su enfermedad, dolores, vómitos, lo que
corresponda, entonces no estaría enfermo. Si un enfermo mental no tuviera estos
comportamientos patológicos durante las crisis no sería un enfermo mental, sería otra
cosa. El enfermo debe aceptarlo como los enfermos físicos aceptan el malestar y los
dolores cuando sufren una enfermedad.
-Un familiar debe saber que el enfermo mental no les odia, no quiere hacerles daño, no
busca manipularles para hacerles la “puñeta”, para vengarse, para salirse con la suya. Si así
lo cree es que no ha aceptado que es un enfermo y lo está considerando como una mala
persona, un canalla. Si actúa así ha cruzado la línea roja y debe atenerse a las
consecuencias. A que el enfermo se marche de casa, intente el suicidio, esté cavilando
sobre las formas más terribles de vengarse, etc. Una vez que se acepta la patología de la
enfermedad, debe tener claro que la mejor forma de evitarla es prevenirla. Debe
comunicarse con el enfermo, hacerle saber que nota síntomas de que algo no va bien o se
está acercando una crisis. Debe hacerlo siempre con cariño y respeto o no será escuchado.
Debe “sugerir” ciertas conductas que considera adecuadas a la situación. Ir al terapeuta,
hablar de ello con los familiares, tomar la medicación si es preciso, decir lo que le está
pasando y cómo se sentiría mejor.
-Un protocolo o pacto está hecho para ser cumplido, por lo tanto no debería pactarse nada
que no se está dispuesto a cumplir, solo para que el otro se quede más contento.
Renunciar a las líneas rojas solo para que el otro no nos mire mal es un grave error que no
funciona. Las líneas rojas deben plantearse con sinceridad absoluta y se pueden
negociarse, se negocian, y si no puede hacerse y hay determinadas líneas rojas que son
incompatibles hay que empezar a aceptar que tal vez la convivencia no sea posible. Si un
enfermo decide que su línea roja es que no va a tomar medicación, porque así lo ha
decidido libremente, asumiendo las consecuencias, debe asumir que también sea la línea
roja del familiar y que éste no se muestre dispuesto a permitir que sufra las crisis sin
medicación. Aquí el enfermo debe ceder o tomar la decisión que corresponda. En mi caso
un día decidí que jamás volvería a tomar medicación, pasara lo que pasara, asumiendo
todas las consecuencias. He sufrido las crisis “a pelo” y he tenido que sufrir las
consecuencias, el divorcio, la soledad, tal vez la muerte por suicidio en un futuro. Pero ha
sido mi decisión, libre, razonable, he elegido lo que para mí es un mal menor y si tengo
que sufrir las consecuencias más graves, lo haré sin quejarme.
-Un protocolo no debe permitir que un enfermo tome decisiones que pongan en peligro la
salud física o psíquica de sus familiares. Ahora está en el candelero el problema de los
enfermos mentales que se niegan a tomar medicación y se comportan de forma agresiva.
No hace mucho pudimos ver en la televisión el caso de un enfermo mental que aterroriza a
un barrio porque porta armas y dada su envergadura física podría ocasionar graves daños
físicos, incluso la muerte. El enfermo mental debe aceptar que esta es una línea roja para
todos, para sus familiares, para la sociedad e incluso para él. Debe asumir que los demás
tomen medidas cuando él se niegue a tomar medicación con estas consecuencias. La
familia y el Estado deben tomar las medidas pertinentes, de acuerdo, pero un enfermo
sigue siendo una persona con todos los derechos, mientras no esté incapacitado, e incluso
entonces seguirá teniendo los derechos que le otorgue la ley y los derechos fundamentales
de la persona, eso por supuesto.
Un protocolo debe ser flexible para permitir la adaptación a circunstancias cambiantes. No
todas las crisis son iguales, no todos los enfermos son clones unos de otros. Puede que
consumir alcohol, incluso una cerveza, en una situación como un cumpleaños, no sea
aceptable, suponga cruzar la línea roja, porque el enfermo siempre que lo hace se pone
agresivo o se comporta de forma violenta. Esto es solo un ejemplo habrá enfermos a los
que el alcohol, incluso en circunstancias tan marcadas como un cumpleaños, les tenga que
ser prohibido por el protocolo y habrá otros a los que negarles una cerveza el día de su
cumpleaños sea una imposición dictatorial del familiar.
Un protocolo debería ser consensuado entre enfermo y familiares y si es posible también
con el terapeuta, incluso en una sesión de terapia. A un enfermo mental no se le deberían
imponer cláusulas o condiciones leoninas porque es la parte débil. Las condiciones deben
ser justas para todos o no funcionarán.
Hablaremos más del protocolo en otros capítulos, hablando y matizando sobre otros
errores de conducta.
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ERRORES DE CONDUCTA RESPECTO AL ENFERMO MENTAL III
28072016
ERRORES DE CONDUCTA RESPECTO AL ENFERMO MENTAL III
Hay una conducta patológica que afecta mucho al entorno familiar y social del enfermo y a
su vez hay una conducta de este entorno que afecta mucho, tanto o más, al enfermo. Si nos
ponemos finos podríamos sacar a relucir la conocida frase evangélica: “Ves la mota en el
ojo ajeno y no ves la viga en el tuyo. Solo que en este caso funciona casi con igual
intensidad en las dos direcciones.
El enfermo tiene un serio hándicap en este terreno. Por muchas debilidades de carácter, a
veces terribles, que tengan los otros, si las ponemos en una balanza de precisión, el platillo
siempre parece inclinarse en sentido negativo para el enfermo mental. Esto no es así de
forma absoluta y sistemática, como veremos, pero la impresión funciona en la mayoría de
los casos en contra del enfermo, lo mismo que un defecto de la vista, pongamos por caso,
siempre funciona negativamente en contra del que lo padece, en el terreno de la vista, haga
lo que haga éste.
Comparados los defectos de carácter de un “no enfermo” con las conductas patológicas de
un enfermo mental, no hay color, en expresión popular, ya que los efectos de los otros
nunca le llegan a la suela del zapato a la conducta patológica del enfermo, sobre todo en
momentos de crisis o cuando el enfermo sufre un brote. Así, los insultos del enfermo son
más terribles que los que le pueden dirigir a él sus familiares o el entorno social, cuando
aquellos pierden el control, los estribos. La mentira y la manipulación del enfermo gana por
goleada a la conducta de los otros, por mucho “calentón” que sufran. No hay color.
En esto estamos de acuerdo y no hay que darle muchas más vueltas. Pero sigamos una
metáfora que nos puede ayudar a comprender la esencia de la situación, aunque como
sabemos ninguna metáfora se adapta al cien por cien a lo que pretende explicar.
ERRORES DE CONDUCTA DE LOS OTROS RESPECTO AL ENFERMO MENTAL
-Imaginemos que un enfermo físico, debido a cualquier circunstancia, accidente, secuelas
de una enfermedad, etc pierde una pierna, porque se la han tenido que amputar para salvar
su vida.
Imaginemos queun familiar, a partir de ese momento, no deja de quejarse de las molestias
y sufrimientos que le ocasiona el enfermo amputado. Al principio, cuando sale del hospital,
el familiar se queja de que tiene que empujar la silla de ruedas, de las antiguas, porque no
le han facilitado una automática por los recortes, porque la sanidad pública está como está.
Solo proporcionan herramientas básicas, como muletas o sillas de ruedas tradicionales, o
porque en la sanidad privada contratada no entra ese plus.
Éste, el enfermo, está tan deprimido, tan hundido que ni quiere empujar la silla, poniendo
las manos en las ruedas, no se ha preocupado de aprender, no tiene voluntad pafra hacer
un esfuerzo, solo quiere morir y terminar de una vez.
Las quejas del familiar pueden tener su razón de ser, su lógica, su verdad. Bien, ¿pero
alguien puede pensar que el familiar hace bien en meterse con el recién amputado y
tratarle como si fuera un estorbo, una basura? Salvo casos puntuales y circunstancias muy
especiales todos pensamos que el familiar no tiene sensibilidad, empatía, no es generoso,
incluso podríamos llegar a pensar que es una mala persona un canallita.
Bien, ¿qué ocurre con el enfermo mental? No se le reconoce su incapacidad o sus
dificultades porque tiene las dos piernas, hablando metafóricamnete, es un hecho y
físicamente nada le impide moverse por si mismo. Correcto. Pero ha podido sufrir una
amputación de su voluntad, como si le hubieran cortado una pierna, solo que en este caso
es algo invisible.
Este es uno de los graves problemas del enfermo mental, como hemos dicho repetidas
veces en otros textos. Su enfermedad no es reconocida por el simple hecho de que es
invisible. Su cuerpo físico está entero, no tiene más enfermedad física que el común de los
mortales. No se ha descubierto aún ninguna malformación cerebral grave que pueda ser
vista con un escáner. Si no hay nada visible que pueda hacernos conscientes de la
existencia de una enfermedad mental hay que concluir que estamos exigiendo a los demás
que crean en lo que no ven. Puede parecer duro, pero hay mucha gente que cree en lo que
no se puede ver, no podemos ver a Dios, porque es invisible, no podemos ver el amor, solo
sus signos, no podemos ver un agujero negro, aunque todos los científicos admiten que
existen. La tendencia habitual respecto a la enfermedad mental es la de no creer en ella,
por lo tanto el enfermo está interpretando, está chantajeando, está utilizando farsas de
control para conseguir sus fines. Se le pide que corra los cien metros lisos y en un buen
tiempo, como si tuviera las dos piernas en buen estado, cuando en realidad la tiene
amputas, hablando metafóricamente. Los enfermos nos rebelamos contra semejantes
exigencias, nos sentimos así, amputados y para nosotros sería lo mismo que a un
amputado físico se le exigiera correr los cien metros lisos como cualquier otro. Nos resulta
repugnante y vomitivo. Un enfermo que sufre una severa depresión no tiene voluntad, está
hundido, hasta respirar le cuesta, en esa situación no se le puede pedir que haga lo mismo
que hacen los que no están enfermos. Es inhumano. No busquemos, por ahora, las causas
de esta depresión, de esta severa falta de voluntad, puede que en parte sea culpa suya,
como veremos, pero lo cierto es que aquí y ahora carece de voluntad, carece de piernas,
hablando metafóricamente, por lo tanto exige un mínimo de respeto y sensibilidad hacia su
enfermedad, hacia su problema. También puede ser verdad que la incapacidad de los otros
por aceptar lo que no se puede ver sea su problema. Puede que sea su problema la falta de
sensibilidad hacia realidades espirituales que no pueden verse. Cada cual tiene derecho a
pensar y sentir lo que considere oportuno, a vivir su vida como le parezca conveniente,
pero si decide ser materialista, agnóstico, ateo, cientifista, “tomasiano”, solo veo que lo
puedo ver y tocar, solo tengo esta vida, solo tengo un cuerpo, pues bien, que viva de
acuerdo a sus creencias siempre que respete las ajenas, pero los que creemos en
realidades espirituales invisibles, los que no necesitamos meter nuestra mano en el costado
abierto de los demás para saber que en su interior habita la chispa divina, que son nuestros
hermanos, también merecemos un respeto. Nos molesta mucho que se utilice con nosotros
la ley del embudo, lo ancho para mí, para que pueda caminar erguido, lo estrecho para ti,
para que debas arrastrarte como un gusano por la vida. No es aceptable, de ninguna
manera. No veo razón alguna para que quienes creen en un Dios que no pueden ver, en un
amor que solo pueden percibir por signos, en un alma que no puede ser fotografiada, en la
existencia de realidades invisibles al ojo humano, luego tengan tanta dificultad para creer
en la existencia de la enfermedad mental, invisible también al ojo humano. Lo entendería
más en los agnósticos, materialistas y cientifistas, pero luego ves sus contradicciones,
creen en el amor, aunque no lo puedan ver, consideran que estar enamorado es cuestión
de química cerebral, pero cuando lo están actúan como si su enamorada fuera algo divino.
Y así podríamos seguir y seguir. Te puedes encontrar con agnósticos, materialistas y
cientifistas que luego son maravillosas personas, que te tratan como si fueras su hermano,
que son capaces de sacrificarse por ti, su generosidad y su humanidad no tiene límites. ¿En
base a qué, si para ellos, teóricamente, solo somos un saco de células? Estas
contradicciones son muy llamativas cuando vemos cómo se nos trata a los que padecemos
una enfermedad invisible. Puedo creer en un agujero negro que no veo, en un Dios que no
ven mis ojos de carne, en el amor que está detrás de ciertos signos, pero que no es visible,
puedo creer incluso en fenómenos paranormales, pero no puedo creer que mi hermano
tenga una enfermedad mental porque es invisible. Esto es inaceptable. Pocas cosas nos
molestan más.
Tenemos que defender que somos enfermos porque solo nos queda la alternativa de
aceptar que somos malas personas. No es justo, no lo es, ¡vive Dios! Es cierto que en parte
es culpa nuestra por utilizar farsas de control, por manipular, por mentir, por utilizar la
bula papal de autorizarnos a hacer cosas que no se permiten a los demás solo porque
hemos sufrido mucho. Es cierto, pero también lo es que no los otros no tienen tantas
dificultades cuando se trata de una enfermedad física, saben muy bien cuándo un
amputado, para seguir con el ejemplo, no puede hacer ciertas cosas y cuándo busca la
compasión y la manipulación para que se lo den todo a la boca. Eso parece estar muy claro
para los otros, pero no lo está en el caso de la enfermedad mental y sigo sin saber la razón.
Como ya he repetido hasta cansarme en otros textos, al familiar solo le queda la opción de
considerar una mala persona al enfermo si no se acepta que sufre una enfermedad. ¿Qué
camino intermedio queda? ¿Esto significa que debe convertirse en su esclavo? Ya sabemos
que con la enfermedad física parece estar todo mucho más claro. Hagamos un esfuercito
para que también ocurra con la enfermedad mental, por favor.
Se puede alegar que las conductas patológicas del enfermo mental se parecen mucho a las
que son propias de la mala persona, que miente, manipula, hace daño a los demás y no
siente remordimiento, que busca su bien, de forma egoísta, que actúa como si en la vida
solo existiera él. Cierto, no vamos a negar a estar alturas el parecido. Pero hay diferencias
muy grandes. Un malvado siempre actúa como un malvado y si no lo hace es porque
disimula, porque se oculta para no ser castigado. Un enfermo mental puede ser una
maravillosa persona cuando está bien y una persona insufrible, incluso malvada en ciertos
actos, cuando está mal. Aquí hay algo que no encaja, nadie se vuelve malo de la noche a la
mañana, luego bueno, luego vuelve a ser malo, etc. Un malvado mata en lugar de matarse.
Un enfermo mental se suicida en lugar de matar a otros. Aquí nos encontramos con el
problema de los asesinos que luego se suicidan, sean terroristas o asesinos de género. Sin
negar lo que ya dije en otro momento, que los enfermos somos personas normales y como
entre los normales, entre nosotros también hay de todo, hasta malas personas, lo cierto es
que en una proporción elevadísima un enfermo mental se suicida antes de matar, puede
actuar muy mal con los otros cuando sufre crisis o brotes, pero luego se echa la culpa de
todo y termina intentando acabar con su vida. No es de recibo que a cualquier asesino se le
considere un enfermo mental porque los otros sean incapaces de aceptar la existencia del
mal y todo el que asesina y hace el mal de forma demoniaca tiene que ser necesariamente
un enfermo mental. Estamos hartos de ser chivos expiatorios. La existencia de asesinos
entre los enfermos mentales es una proporción bajísima, algo que por otro lado no lo es
tanto si consideramos que entre los “no enfermos” hay una proporción mucho mayor, como
de violentos y delincuentes. Un enfermo de cáncer podría ser un asesino, eso está claro,
pero todos sabrían diferenciar entre su enfermedad y su conducta homicida, lo que no se
hace con el enfermo mental, si mata es porque está enfermo de la mente, no es cierto
somos muchos, en una proporción aplastante los enfermos mentales que no matamos, que
no somos violentos, que no somos delincuentes. Si alguien cae en la trampa de considerar
enfermo mental a un asesino, a un terrorista, solo porque lo diga él cuando le conviene o lo
digan otros a los que les conviene que así se crea, no es nuestro problema. Estamos hartos
de ser chivos expiatorios, de que pongan en nuestras filas a todos los desechos que a los
otros no les interesa aceptar en las suyas, porque no son capaces de creer en al mal en
estado puro. Porque hay muchos asesinos que no son enfermos mentales, que han
decidido ser malvados libremente. Si somos libres, somos libres para todo, y quien decide
libremente asesinar, ser corrupto, ser un violador, ser un pedófilo, creer que no existe más
vida que ésta y por lo tanto solo tiene que pensar en sí mismo y en divertirse lo más
posible, aún a costa de los demás, ha decidido ser malvado ejercitando su voluntad,
decidiendo libremente lo que quiere hacer con su vida. Si además es un enfermo mental
habrá que ver si es cierto y no lo está utilizando para librarse por el castigo de sus actos.
Desde luego que es mucho más difícil saber si alguien está enfermo de la mente que del
cuerpo, pero no es imposible, y solo con un pequeño esfuerzo se podría conseguir, en
lugar de seguir utilizándonos como chivos expiatorios, que es lo más fácil.
Los que hemos estudiado lógica sabemos qué es un silogismo falso, sabemos que un
silogismo es falso cuando una premisa también es falsa. Veamos un silogismo falso:
-Quien se comporta de esta manera es una mala persona.
-Tú te comportas así.
ERGO-CONCLUSIÓN
Tú eres una mala persona.
¿Dónde está aquí la premisa falsa? No en “tú te comportas así” Los hechos son
inconmovibles. Pero estudiemos la primera premisa. Puede parecer verdadera sin la menor
duda, pero si analizamos algunas circunstancias concretas descubriremos que esa premisa
exige muchas matizaciones. Uno puede comportarse así porque ha perdido la memoria y
está reaccionando con violencia a estímulos que antes no generaban ese comportamiento.
Puede que alguien se comporte así tras haber sufrido torturas y toda clase de
humillaciones. Puede que a algunos les parezca bien el síndrome de Estocolmo, disculpar a
los torturadores, pero a otros no nos parece tan bien. Puede que una persona, cualquiera
haya sufrido un calentón y diga cosas de las que luego se arrepiente. O puede que un
enfermo esté delirando, esté fuera de la realidad, y tratarle como a un malvado no parece
justo.
Así pues, si la primera premisa necesita matizaciones o se la podría considerar falsa, la
conclusión no puede ser verdadera al cien por cien.
Si no se acepta la enfermedad mental con todas sus consecuencias, la primera premisa no
puede ser cambiada ni matizada y la conclusión tampoco. Es aquí donde los familiares de
los enfermos mentales se sienten atrapados. Si fueran lógicos, al no creer en la
enfermedad, deberían actuar con el enfermo como actúan con los malvados. No hay vuelta
de hoja. Pero no lo hacen. Podría pensarse que se dejan llevar por un falso afecto, una falsa
obligación, lo mismo que el familiar de un asesino dice seguir queriéndole sin negar su
culpa. Pero no es el caso, de hecho es mucho más fácil que los familiares de los asesinos o
grandes delincuentes abjuren de ellos que un familiar lo haga de un enfermo mental. En
realidad quieren creer en su enfermedad pero no pueden aceptar sus conductas y en lugar
de diferenciar entre patología de la enfermedad y conductas manipulatorias inaceptables
prefieren negar la enfermedad porque les resulta más cómodo, así el enfermo haga lo que
haga, esté como esté, es siempre un teatrero al que no hay que hacer caso.
También entran en juego otras consideraciones sociales y culturales. La firme creencia que
los lazos de sangre son sagrados lleva a muchos familiares a soportar a personas a las que
no soportarían si no existieran estos lazos. En realidad como veremos en la ley de los tres
círculos, solo el afecto vincula en el primer círculo, las restantes consideraciones, incluidos
los lazos de sangre o genéticos no sirven de nada. De esta manera si un familiar no quiere
a un enfermo deberían sobrar las consideraciones de sangre, y si le quiere debería actuar
como actúan las personas que quieren a otras.
Curiosamente los familiares que son malas personas acaban saliendo de este dilema mucho
antes que las buenas personas. Abandonan al enfermo a su suerte mientras que las buenas
personas se sacrifican, algunas veces hasta llegar a la heroicidad, otras solo por el qué
dirán, hasta convertirse en auténticos esclavos del enfermo mental, incapaces de
diferenciar su enfermedad y sus conductas patológicas, solo asumibles y con reparos,
durante las crisis o brotes, de lo que es una clara manipulación del enfermo que está
utilizando su bula papal con absoluto descaro.
Nos pongamos como nos pongamos, si el familiar no acepta la enfermedad mental, aunque
sea una buenísima persona, terminará por tratarlo como a una mala persona, como a un
canalla, lo mismo que un maltratado puede llegar a convertirse en maltratador si no tiene
mucho cuidado. Es algo tan inevitable como las consecuencias de la ley de la gravedad, si
te tiras por la ventana sin paracaídas o sin poner un colchón debajo te “esnafras”, ¡menudo
tortazo!
En resumen, no es tan difícil saber cuándo un enfermo mental está haciendo teatro. No
somos actores tan maravillosos como creen algunos, en realidad se nos ve el plumero con
tanta facilidad que luego nos avergonzamos y lo pasamos fatal. Lo que tiene que hacer el
familiar es no caer en las farsas de control. Y me remito a la sección de este blog con el
mismo nombre. Si dejamos que un enfermo mental consiga todo lo que quiera
amenazándonos con ponerse “muy malito” la culpa es del familiar, no del enfermo.
¿Qué ocurre con una enfermedad física? Si vemos que fallan las constantes vitales, la
tensión está por las nubes o bajo mínimos, que su rostro está blanco como el papel, que se
ha desmayado cayendo a plomo sobre el suelo, decidimos que realmente está muy enfermo
y avisamos a urgencias. Con la enfermedad mental también hay signos claros: el delirio, su
postración evidente y prolongada, su agresividad incontrolada y sin motivo, sus
monotemas en la conversación, signos de ideas obsesivo-compulsivas, comportamientos
erráticos y sin sentido, despilfarro, ausencias prolongadas sin explicación, etc etc Hay
infinitos signos de que el enfermo realmente está enfermo y no haciendo teatro.
En estos casos, si nos equivocamos y le tratamos como si hiciera teatro cuando realmente
está enfermo, cuando los signos vitales están descompensados, cuando la tensión le ha
subido por las nubes, hablando de nuevo metafóricamente, nos encontraremos con las
correspondientes reacciones. Muy parecidas a cómo se comportaría alguien que estuviera
para llevarle a urgencias y un gracioso le tomara el pelo con su teatro, más vale que
salgrsea corriendo, porque si el enfermo físico puede moverse irá tras él, lo mismo que
hará el enfermo mental, solo que éste no tiene impedimentos físicos y puede moverse muy
deprisa cuando algo le acucia mucho.
Y con esto damos por terminado este capítulo en el que me he extendido mucho. En el
próximo remataremos la faena y hablaremos con detenimiento de la aceptación de la
enfermedad mental por parte del enfermo. Un tema delicado y harto difícil pero
imprescindible si entre todos queremos llevar la enfermedad mental lo mejor posible. Y de
esta forma responderé a una consulta que se hizo como comentario en el blog.
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ERRORES DE CONDUCTA RESPECTO AL ENFERMO MENTAL IV
10082016
ERRORES DE CONDUCTA RESPECTO AL ENFERMO MENTAL IV
Ahora sí nos centraremos en la aceptación de su enfermedad por parte del enfermo mental
y de esta forma contestaré a una consulta hecha en el blog al respecto. Una enfermedad
mental debe ser diagnosticada, los autodiagnósticos están bien para andar por casa pero
no para tomar las decisiones correctas que nos ayuden a vivir de la mejor forma posible.
Todo diagnóstico debe hacerse por un profesional y nunca viene mal que sea revisado por
alguno más. La enfermedad mental tiene muchas complicaciones, tanto a la hora del
diagnóstico como en las siguientes etapas, el conocimiento de la enfermedad y su
tratamiento, no digamos a la hora de que el enfermo acepte su enfermedad, respecto a los
familiares y el entorno ya hablamos de ello en el anterior capítulo.
Una enfermedad mental no es como una enfermedad física, te duele la barriguita,
pongamos por caso, poniendo un ejemplo y tratando el tema con humor, como a mí me
gusta, y esperas un poco, a ver si mañana estás mejor, si no lo estás comienzas a pensar
qué es lo que te pasa, habré comido algo en mal estado, me habré enfriado, me destapé
anoche, etc. Se toma una infusión digestiva, un caldo caliente, un protector de estómago,
lo que sea, y si el dolor sigue persistiendo se va al médico de familia que nos diagnostica y
nos da medicación, si entiende que puede ser algo más serio te remite al especialista, te
hacen pruebas de todo tipo y al cabo de un tiempo, mayor o menor, acabas sabiendo qué
te pasa y los tratamientos posibles y la evolución de la enfermedad, desde las posibilidades
más leves a las más graves.
En el caso de la enfermedad mental todo es mucho más complicado, infinitamente
complicado. Porque un momento de tristeza lo tiene cualquiera, un periodo de bajón del
ánimo, de profundo decaimiento, también es bastante habitual, sobre todo si se han
producido acontecimientos externos, como el fallecimiento de un ser querido, la pérdida de
un trabajo, una ruptura sentimental, etc. ¿Cómo sabemos entonces si estamos tristes por
una causa “normal” o si es un síntoma de una posible enfermedad mental?
Es la pregunta del millón, por desgracia no existe una cultura en nuestra sociedad sobre el
diagnóstico y tratamiento de la enfermedad mental. La única cultura que ha existido a lo
largo de los siglos ha sido la cultura del “palo y tente tieso”, es decir, todos eran más o
menos raritos, si uno lo era más que el resto, mientras no complicara las cosas podía ser
diagnosticado como “un loco amable”. Si era peligroso y violento, el diagnóstico era
inmediato e inmediato el “tratamiento”, palo y tente tieso. Según las épocas un loco podía
pasar a ser un poseído por el demonio, un brujo o bruja, o aspirante a chivo expiatorio de
los asesinos en serie de la época. Aún hoy día sigue existiendo una incultura supina, crasa
y trascendental, como nos decía a nosotros el profesor de latín, que teníamos ese tipo de
cultura, vamos que éramos unos burritos. En nuestra sociedad hay campañas para la
prevención de diferentes enfermedades, cáncer, enfermedades infecciosas de todo tipo, las
campañas están a la orden del día, pero jamás he visto una campaña o un protocolo para la
detección de una enfermedad mental y cómo deben comportarse familiares y entorno. Aquí
te diagnostican después de un intento de suicidio, si sobrevives, que ese es otro tema que
trataremos en otro momento, porque para la mayoría de la gente comienzas a ser un
enfermo mental después de un intento de suicidio, entonces sí comienzan a tomarte en
serio, pero las estadísticas dicen que somos pocos los que sobrevivimos a serios intentos
de suicidio, es como si a un enfermo de cáncer le diagnosticaran cuando está agonizando,
esto no es de recibo. Es cierto que también comienzan a preocuparse por ti cuando te
encamas y te pasas quince días, pongamos por caso, sin levantarte, sin comer, sin hablar,
etc, entonces un familiar sensible y compasivo decide llevarte al médico de familia por si
tienes anemia o alguna otra enfermedad. Como los adolescentes son muy raritos, esto
suele pasar desapercibido, si lo haces de joven primero se piensa en una enfermedad física,
si te ocurre de adulto enseguida te preguntan si se te ha muerto alguien o has roto con la
novia o has perdido el trabajo. Y si de niño comienzas a presentar síntomas o conductas un
poco “raritas” te llevan al psicólogo para que te trate como a un niño “rebelde” e insufrible.
Normalmente los enfermos mentales somos diagnosticados de jóvenes, de los dieciocho
años en adelante, cuando ya hemos sufrido alguna crisis grave.
Pondré el ejemplo de mi propio diagnóstico para que nadie se sienta ofendido o
avergonzado. Yo ya soy un enfermo mental público, no tengo nada que perder, nadie se va
a ofender o avergonzar por lo que diga y como ya tengo una edad y he vivido la mayor
parte de mi vida como enfermo, para mí hablar de ello es como para un diabético al que
todo el mundo ha visto pincharse, reconocer que efectivamente lo es. En esta loca sociedad
en la que vivimos, caótica, sin valores, agresiva, violenta, competitiva hasta el salvajismo,
en la que vemos y hemos visto tanto, en la que todo el mundo es serio candidato a enfermo
mental, reconozco que darse cuenta de que alguien efectivamente lo es, no es nada fácil.
Incluso las pruebas genéticas, que ya son bastante comunes para ciertas enfermedades
físicas, no dejan de ser una entelequia para la enfermedad mental. El hecho de tener
determinados genes, de haber existido enfermos mentales en la familia, ya indica la seria
posibilidad de que nosotros podamos sufrirla también, pero como me dijeron cuando sufrí
una úlcera de duodeno, la helicobacter pílori, la bacteria causante, la tenemos todos, solo
que a algunos se nos manifiesta y a otros no. La “bacteria” de la enfermedad mental la
tenemos todos, solo que la manifestación dependerá de muchas causas, algunas muy
elementales.
Yo, particularmente, tengo un diagnóstico “mágico” para la enfermedad mental. Claro que
yo no soy nadie y mis manifestaciones deben tomarse como las de un enfermo que se mete
a “autodiagnosticarse”, con mucha reserva. Aún así me atrevo a decir que si observamos
con este “aparatito” mágico de mi invención a las personas, pequeñas o grandes,
encontraremos con facilidad la semilla de la enfermedad. Un niño que no recibe cariño
suficiente o que es maltratado es un serio candidato a la enfermedad mental, con genes o
sin genes. Todas las víctimas del maltrato, de la tortura, los que han sufrido la pérdida de
un ser querido, los que están solos, incapaces de relacionarse, misántropos, bloqueados
emocionalmente, son candidatos a la enfermedad mental. Cuando escucho a los vecinos de
los asesinos en serie, decir aquello de que “parecía una buena persona” porque no “daba
guerra” y saludaba al pasar, aunque en realidad no se relacionara con nadie, se me cae el
alma a los pies, como si “las buenas personas” fueran aquellas que permanecen en sus
casas, sin relacionarse, sin insultar a nadie, capaces de morirse sin dar ni una vez la lata a
un vecino. Esto nos indica el paupérrimo criterio que existe en esta sociedad sobre las
buenas personas, los sanos y los enfermos. No importa cómo seas o lo que hagas o no
hagas mientras estés solito y no te metas con nadie. Esto indica bien a las claras el nivel
espiritual de esta sociedad y lo que podemos esperar de ella. Si no eres productivo,
competitivo, si no eres capaz de triunfar consiguiendo muchos bienes materiales, o fama o
poder, o lo que sea, al menos apártate del camino y no molestes.
Yo fui un niño muy sensible, no es que esto te haga candidato a enfermo mental, pero sí es
cierto que no hago otra cosa que escuchar a los hermanos enfermos mentales
autocalificarse de “sensibles”. En una sociedad como la nuestra, ser sensible, empático,
blandito por dentro, es poner el cuello bajo el hacha del verdugo. Esto es cierto y por
mucho que los “triunfadores” nos digan que el secreto de su éxito es haber sido duros y
haber alcanzado las metas sin echar una lagrimita por el prójimo, yo particularmente
siempre preferiré seguir siendo “sensible”. Una persona sensible, imaginativa, creativa,
empática, tímida, que sufre mucho por todo, que no se “endurece” por muchos palos que la
den es una excelente candidata a enfermo mental. Si además tus padres no son cariñosos o
si has presenciado el maltrato físico o psicológico, si en tu familiar un abuelo o abuela o tío
o tía o bisabuelo o bisabuela, han sido”locos” o enfermos mentales no diagnosticados, lo
más fácil es que te toquen muchos números en la rifa de la enfermedad mental. Si además
sufres una educación represiva en todos los sentidos, como yo la sufrí, si ya de niño te
inculcan que puedes ir al infierno por una mentirijilla y allí quemarte por toda la eternidad,
entonces ya estás en el camino de la enfermedad mental. Si no hubiera sido un niño tan
sensible habría hecho la primera comunión sin antes pedirle al cura que me volviera a
confesar porque había dicho una mentirijilla para salir del paso, o no me habría sentido tan
culpable por masturbarme que no podía dormir por las noches pensando en que si moría
en ese momento me iría al infierno. Mucho cuidado con la educación que reciben los niños
en este terreno, los estamos preparando para la enfermedad mental. No puedes educar a
un niño diciéndole que existe el infierno y se va a ir a él con solo una mentirijilla, no
digamos si se masturba y luego además va a comulgar sin confesarse, o decirle a un
adolescente que bajo ningún concepto arroje la semilla antes del matrimonio o Dios se
enfadará. Incluso en estos tiempos escucho a prelados de la iglesia católica hablar como
me hablaban a mí los frailes que me educaron, y me rebelo sin poder evitarlo. Educar en la
represión, el dogmatismo, sin cariño, con amenazas, con coacciones, destroza la psicología
del niño, que se transforma en un adolescente misántropo y atormentado, luego en un
joven incapaz de enfrentarse a la vida y propenso a la desesperación y al suicidio.
Esa fue en parte mi historia. En mi familia ha conocido algunos casos que hoy se calificarían
de enfermedad mental. Debo admitir que en mí debe haber más de un gen torcido. Si
además nací sensible e imaginativo, creativo, como he demostrado en mi faceta de escritor,
si además, mis padres, por educación y por la época en la que vivieron,no fueron muy
cariñosos, si presencié algunas escenas que hoy podrían calificarse de maltrato físico o
psicológico, aunque entonces eran bastante normales, si además fui educado interno en un
colegio religioso durante ocho años, de forma tan represiva que hoy me da la risa, aunque
no fue tan divertido, como lo cuento en mi novela “Los pequeños humillados”, si además yo
“iba para cura” como se decía entonces, y lo abandoné porque no soportaba el dogma y la
represión, entonces tan solo falta “un pelo” para que algo desencadenara mi enfermedad
mental. Incapaz de relacionarme al salir del colegio, huyendo de las chicas como del
demonio, porque así me habían educado, sin trabajo, a pesar de mi formación, para le
época más que aceptable, el que en un momento determinado intentara el suicidio, me
tirara por una ventana, estaba más que cantado.
No digo que de niño debieron haberse dado cuenta de lo que me pasaba, que de
adolescente estaba claro que yo era un buen candidato a enfermo mental, no digo que
tuviera que ser diagnosticado antes, dada la época que me tocó vivir, pero al menos alguien
debió haberse dado cuenta de lo que me pasaba y llevarme a donde fuera posible en
aquellos momentos, antes de que me arrojara por una ventana. Porque entonces todo fue
muy sencillo. Internamiento en un psiquiátrico, diagnóstico de enfermo mental,
tratamientos de choque… todo demasiado tarde y mal. Debería haber un protocolo para el
diagnóstico del enfermo mental a edad temprana, por mucho que pueda doler a los
familiares y al propio enfermo. Desde luego que yo hubiera preferido que un profesional
me hubiera dicho, a los catorce años, por ejemplo, que necesitaba tratamiento psicológico
porque era candidato a enfermo mental, que no que me lo dijeran después de haberme
roto la crisma al tirarme por una ventana. Aquellos eran otros tiempos, desde luego, pero
hoy estamos en “otros tiempos” y todo sigue igual o casi igual. Creo que en parte la culpa
es del “estigma”, de ser considerados como unos enfermos más ya se habrían establecido
protocolos de diagnóstico y tratamiento a edad temprana, aunque yo sigo creyendo “erre
que erre” que la gran medicina para el enfermo mental es el cariño y debería establecerse
un protocolo de emergencia para que todo el mundo abrazara por la calle a una persona
que acaba de ser diagnosticada como enfermo mental, creo que incluso antes, mucho
antes, si todos recibiéramos cariño suficiente desde el nacimiento y a lo largo de toda la
vida, no digo que no habría enfermedad mental, pero ésta no sería el gran problema
escondido y vergonzoso de la humanidad que es ahora.
Y como siempre me alargo en demasía, dejaré para otro capítulo el proceso que sigue un
enfermo hasta que consigue aceptar su enfermedad y cómo la dificultad de este camino
hace que muchos se echen atrás constantemente y cómo somos muy pocos los que
decimos: sí, aquí estoy, soy un enfermo mental, hago lo que puedo, lucho con garras y
dientes, he vivido esta experiencia, de la que no me avergüenzo porque es una enfermedad
y cada día aprendo más de mi enfermedad, cada día me enfrento a ella, cada día avanzo,
cada día me transformo un poco más en un guerrero impecable. Nos queda un camino tan
largo a los enfermos mentales que yo mismo me asusto. Algún día estas mis palabras
parecerán tan elementales que se asombrarán de que en esta sociedad y en estos tiempos
los enfermos fuéramos tratados como lo estamos siendo, lo mismo que ahora nos
asombrábamos de que en la Edad Media se nos considerara poseídos por el demonio.
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ERRORES DE CONDUCTA RESPECTO AL ENFERMO MENTAL V
1102016
ERRORES DE CONDUCTA RESPECTO AL ENFERMO MENTAL V
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DIAGNÓSTICO Y AFRONTAR LA ENFERMEDAD
El despiste que me hizo perder el último capítulo de Diario de un enfermo mental también
se llevó este capítulo, por lo que tengo que volver a intentar rehacerlo de la mejor forma
posible. Estos despistes suelen formar parte de la patología de una enfermedad mental, el
desorden y el caos que suele presidir la vida de una persona con enfermedad mental suele
traer estos problemillas cuando no problemas más importantes. Es inútil intentar
sugestionarse con eso de que todo el mundo tiene despistes y esto es perfectamente
normal, cuando no estás bien los despistes se suceden y a pesar de tus esfuerzos solo te
queda rezar porque algún despiste no te traiga como consecuencia un serio problema.
Llevo toda la vida luchando contra ellos y nada ha cambiado a pesar de mis esfuerzos, ya
no me sirve pensar que todo escritor es despistado por naturaleza o que mi mente está tan
ocupada en otras cosas que relega las que considero menos importantes, ahora con la
jubilación eso no tiene la menor lógica y sin embargo sigue ocurriendo.
DIAGNÓSTICO
Creo recordar que en la anterior versión hablaba del diagnóstico de una enfermedad
mental, poniendo como ejemplo cómo fui diagnosticado yo. Es evidente que la enfermedad
existe, con diagnóstico o sin él, lo mismo que una enfermedad física existe antes de ser
diagnosticada, te duele la barriga antes de que el doctor te diga que has comido algo en
mal estado y te has intoxicado. Lo mismo ocurre con la enfermedad mental aunque es
mucho más complicado saber cuándo se ha iniciado la enfermedad porque los síntomas no
siempre son lo que parecen y además se puede decir que todo el mundo los tiene, el
apreciar hasta dónde debe llegar la intensidad, las líneas rojas, para saber que estás
enfermo o no puede llegar a ser extremadamente complejo. Así la tristeza es patrimonio
de la naturaleza humana, de todos, cómo saber si sufres una enfermedad mental llamada
depresión es otro cantar. Con la enfermedad mental no se pueden trazar diagramas
perfectos, la depresión comienza a las tres semanas de haber anidado la tristeza en tu
corazón o a los tres meses, la intensidad debería ser de un 80% o de un 50%. ¿Existen
protocolos, baterías de test, algo que nos permita diagnosticar una enfermedad mental con
un mínimo de seguridad?
No hay nada seguro, nada cierto en la enfermedad mental. En mi caso fui diagnosticado
tras el primer intento de suicidio. Resulta realmente dramático que haya que llegar a
semejantes extremos para ser diagnosticado, pero en mis tiempos era así y no creo que
ahora esté mucho mejor la cosa. Yo fui un niño muy “rarito”, hipersensible, fantasioso,
melancólico y tristón, tímido hasta la patología, pero no creo que nada de esto pudiera
considerarse como síntomas de una enfermedad mental. Fui un adolescente complicado,
misántropo, reprimido sexual, religiosamente y en todos los terrenos que a uno se le
ocurran. Sufrí mi primera experiencia cercana a la muerte cuando me diagnosticaron una
anemia que estuvo a punto de transformarse en leucemia. Por primera vez me salvé de
milagro, pero no creo que esta primera experiencia cercana a la muerte me traumatizara en
exceso. Me vi obligado a guardar cama durante muchos meses, apenas era capaz de
moverme, un cansancio infinito se apoderó de mí y hasta mover un dedo suponía un
sacrificio terrible. Supe que mi vida estaba en la cuerda floja, eso sí, pero que yo recuerde
no fue una espantosa tragedia. ¿Se incubó allí la enfermedad mental o en la infancia,
cuando con cinco o seis años me acerqué al cementerio del pueblo y medité larga y
profundamente sobre la muerte y los huesos que estaban allí enterrados? Sin duda en mis
genes hay alguno torcido, la herencia genética está clara, tanto por parte de padre como de
madre hay claros antecedentes de trastornos de personalidad, adicciones, depresiones y
todo lo que se quiera. Puede que ninguno fuera diagnosticado en su tiempo pero no tengo
la menor duda de que mi abuela materna fue una enferma mental, de que mi tío paterno
fue un alcohólico irredento y patético, de que mi tía paterna sufrió un trastorno de
personalidad, de que… podría seguir, y eso solo si hablara de las personas que llegué a
conocer, si me remontara en el árbol genealógico podría encontrar de todo, como
todos. Nadie niega que la enfermedad mental tiene causas genéticas, pero no son las
únicas y a mi juicio tampoco las más importantes. Nadie niega que se puede incubar
durante la infancia cuando se sufre maltrato físico o psicológico o se vive en un entorno
carente de afecto, de cariño, cuando al niño se le priva de lo que más necesita, el cariño.
Pero esa tampoco parece ser la única causa. La enfermedad se puede manifestar tras un
acontecimiento dramático y terrible, violación, tortura, presenciar los desastres de la
guerra, la muerte de un ser querido a una edad muy temprana… hay tantos
acontecimientos dramáticos en la vida de una persona que la lista sería interminable. Pero
no todas las personas que han pasado por ellos llegan a sufrir enfermedad mental.
¿Entonces?
La condición humana, si la analizamos objetivamente, ya sería causa suficiente para una
enfermedad mental. Somos mortales y eso ya es suficiente para sufrir una angustia feroz
que puede llevar fácilmente a la enfermedad. En mi caso aún sigo recordando aquel
episodio del cementerio. El hecho de que fuera un niño de cinco o seis años no me impidió
sufrir una angustia feroz al darme cuenta de que iba a morir, lo mismo que todos, lo
mismo que aquellos a quienes habían pertenecido aquellos huesos que yo intuía blancos,
bajo tierra. Si alguien cree que la mortalidad no es causa suficiente para llegar a padecer
una enfermedad mental es que es un insensible o sencillamente no piensa en ello, huye de
enfrentarse a esta realidad, como hace la mayoría de seres sobre el planeta. Una vez que
estamos vivos, conscientes, que llegamos a la existencia, el solo pensamiento de que
vamos a morir, de que la vida es corta y frágil, de que se sufre mucho, puede traumatizar a
una persona medianamente sensible, tampoco hay que serlo en exceso. La filosofía
existencialista se enfrentó a este hecho y aceptó que la angustia existencial forma parte de
nuestras vidas. Si luego analizamos lo que es la vida, lo que nos espera, cómo es la
sociedad en la que vivimos, si repasamos los telediarios, si intentamos recordar cuánto
afecto y cariño hemos recibido en comparación con la agresividad, la violencia, la
competitividad, la humillación, la degradación, la insensibilidad, la falta de generosidad…
resulta que el peso de la balanza de todo lo negativo, dramático y trágico de la vida es
apabullante. Con mucha suerte hemos podido recibir mucho cariño en el seno de la familia
y tener recuerdos maravillosos de cierta época de nuestra infancia. Con suerte hemos
podido librarnos de acontecimientos dramáticos cercanos, pero la vida es en sí tan dura, la
sociedad tan inhumana, mecanicista, insolidaria, competitiva, repugnantemente
materialista y egoísta, que lo extraño, lo curioso es que la enfermedad mental no sea lo
normal y la “normalidad” el milagro inexplicable.
Nadie sabe qué se ha quebrado en la mente, en la psiquis de un enfermo mental para que
pueda ser diagnostica como tal. Disparamos a ciegas, nos limitamos a constatar lo
evidente. Cuando alguien intenta el suicidio, lo consiga o no, ha cruzado la línea roja, no se
puede superar o casi superar el instinto de supervivencia, el más poderoso de los instintos,
sin que la persona haya caído en un abismo que podemos llamar enfermedad mental o
desesperación o lo que queramos, pero lo denominemos como lo denominemos ahí sí
sabemos que se ha cruzado una línea roja. Pero me pregunto si nuestra sociedad, que ha
avanzado tanto tecnológicamente, que ha logrado tantos adelantos médicos y genéticos
que uno siente vértigo, no es capaz de establecer un diagnóstico mínimamente fiable de la
enfermedad mental, un protocolo de prevención, de seguimiento, de lo que sea.
Antes de que yo intentara suicidarme por primera vez creo que en mi conducta existían
suficientes signos de que algo no iba bien, pero nadie se dio cuenta o no quiso hacerse
consciente de un problema que no le incumbía. Había salido de un colegio religioso, donde
estuve interno ocho años, y era incapaz de salir de casa, de buscar trabajo, de mirar a las
chicas a la cara, me pasaba las horas muertas leyendo en mi habitación, escuchando la
radio por las noches –el loco de la colina- lamentándome de que tantos estudios ahora no
me sirvieran para nada. Sufrí ataques de asma que obligaron a internarme en un sanatorio
antituberculoso, las patologías de mi conducta eran evidentes, pero nadie hizo nada. Mis
padres ni siquiera sabían que existiera algo como la enfermedad mental. A veces algunos
se volvían locos, sin saber muy bien por qué, aunque ciertos acontecimientos dramáticos
parecían justificar ese hecho tan trágico, pero ahí no se podía hacer nada, rezar para que
no te tocara a ti. En mis tiempos no eras un enfermo eras un loco, y la locura era como una
especie de estigma casi bíblico. Algo habrías hecho, algo habrían hecho tus ancestros, algo
sabía Dios de ti como para castigarte con la locura. Salvo raras excepciones, la muerte de
un ser querido, locura por amor, etc si te volvías loco es que tenías que ser muy malo, algo
habías pensado, algo muy malo como para que tu mente se desequilibrara.
Tras largas horas de conversación con el psiquiatra de turno fui diagnosticado. La etiqueta
que me pusieron podría haber sido cualquier otra, me introdujeron en un cajón de sastre
donde estábamos los que no teníamos determinados síntomas. Si no escuchaba voces- en
mis primeras etapas como enfermo mental nunca escuché voces- si no sufrías delirios o
alucinaciones o… entonces no eras un esquizofrénico, si no estabas convencido de que te
perseguían no eras un paranoico, etc etc. Las etiquetas en psiquiatría son como el nombre
que se pone a una nueva especie botánica recién descubierta, tratan de que suene bien,
recurren al latín para darle empaque científico, intentan resumir la esencia peculiar de esa
planta para que el nombre se adecúe, pero no deja de ser un nombre que alguien se ha
inventado y que luego es refrendado por una mayoría de botánicos.
Sabemos que ciertas enfermedades mentales tienen ciertos síntomas que hacen que uno
sea esto y no lo otro, pero seguimos desconociendo las causas profundas de la enfermedad
mental. Solo sabemos que determinadas personas parecen tener más predisposición que
otras a ser enfermas, sabemos también que una persona de carácter, con voluntad firme,
asertiva, tiene menos posibilidades, por muchas tragedias que le ocurran en la vida, que
otras con voluntad débil, timoratos, medrosos, dubitativos. Pero no hay nada, nada que nos
diga por qué ha surgido la enfermedad mental. No hay un virus detectable o una bacteria
malévola o una malformación física, simplemente alguien, al llegar a cierto periodo de su
vida, sufre trastornos de personalidad que obligan a llevarle al terapeuta de turno, quien
tras escucharle durante horas, hacerle alguna batería de test, echa mano de su vademécum
particular sobre la enfermedad mental y te etiqueta, eres esquizofrénico, esquizofrénico
paranoide, bipolar, padeces el síndrome de lo que sea, y ya está, ya has sido diagnosticado
y ahora comienza el tratamiento, medicamentos que parece calman a los que se ponen
gritones o atontan a los agresivos o… lo que sea. No se trata de curar una enfermedad, se
trata de mantener al paciente hibernado o lo suficientemente atontado para que no de
mucha guerra.
Nadie niega que intentar descubrir las raíces de la enfermedad mental es como intentar
meterse en un agujero negro, estudiar todo lo que hay dentro al microscopio y luego salir
sin que tu cuerpo haya sido desfragmentado hasta el infinito. No es fácil, nadie lo niega,
pero algo habrá que hacer. Puede que hasta sea verdad que esta no es nuestra primera
vida, que la reencarnación exista, que el karma funcione, que no podemos rastrear en
nuestra memoria hasta llegar justo al nudo gordiano de la enfermedad mental, eso es
cierto, pero al menos algo debería hacerse.
ERRORES DE CONDUCTA SOBRE EL DIAGNÓSTICO
La conducta del enfermo es bastante disculpable. Nadie se mira al espejo por primera
vez y acepta lo feo que es, nadie asume a las primeras de cambio que su conducta sea un
trastorno de personalidad susceptible de ser diagnosticado y encuadrado en alguna de las
enfermedades mentales aceptadas por la OMS. Nadie quiere asumir, si puede evitarlo, que
en cuanto te etiqueten comenzará para ti una vida de perros, un verdadero infierno. No te
duele nada, sigues haciendo una vida normal, así que si gritas es porque alguien te ha
“cabreado”, si mientes es porque cuando dices la verdad te machacan y tú aguantas poco,
enseguida pierdes la calma y estallas en cóleras explosivas, si tienes miedo es porque en
esta sociedad habría que tener miedo hasta a los ositos de peluche. Las disculpas son
infinitas. Uno puede seguir así años y años, hasta… hasta que ocurre algo tan terrible como
un intento de suicidio. Entonces ya te lo empiezas a tomar en serio. Pero siempre acabas
pensando que has llegado a ese extremo porque no te dan cariño, te odian, eres más
sensible que los demás y te afecta todo mientras ellos son pedruscos que ni sienten ni
padecen. El que aceptes ir a un psiquiatra o terapeuta para que te diagnostique sin haber
llegado antes al intento de suicidio solo es posible cuando el sufrimiento es tan intenso que
algo hay que hacer, lo que sea. Te da pánico que te pongan la etiqueta correspondiente,
porque como sucede con los prospectos de los medicamentos, en cuanto te lo lees crees
tener todos los síntomas y contraindicaciones que en ellos se detallan. En cuanto te dicen
que eres esquizofrénico o psicótico o bipolar, o lo que sea, no puedes ni estornudar sin
pensar que ese es un síntoma de tu enfermedad y que estas muy malito, pero que muy
malito. Antes de que sea demasiado tarde a la persona que comienza a sufrir trastornos de
personalidad debería animársele y ayudarle a ir al terapeuta correspondiente. No es que el
diagnóstico sea el bálsamo de Fierabrás que te va a curar de todo, pero al menos te dará
una perspectiva nueva que tal vez te ayude a encuadras tus desórdenes de personalidad y
asumir que ciertas conductas deben ser tratadas en el marco de una psicopatología de una
enfermedad mental.
Los familiares y seres queridos suelen esperar hasta que ya es demasiado tarde, cuando les
llaman diciéndoles que su familiar está en el hospital porque ha intentado suicidarse, se
llevan las manos a la cabeza, lloran y se preguntan qué han hecho ellos para merecer
semejante desgracia. Pues bien, antes de llegar a ese momento terrible el enfermo ha dado
suficientes muestras de que algo no iba bien. Si nos conformamos con echarle a él la culpa
de todo, porque es un vago, no tiene voluntad, es abúlico, apático, tiene ideas tan
peregrinas sobre todo que no es de extrañar que las cosas le salgan mal, al final un día
ocurrirá algo que nos enfrente a la dura realidad. Vale que el estigma social sigue
existiendo, que ir a un psiquiatra es casi como ponerte en la cabeza una cinta que diga:
estoy grillado, cuidado conmigo, pero cuando a uno le duele la barriguita y no se le cura
con una infusión, pues va al médico de cabecera, cuando una persona sufre trastornos de
conducta que afectan a todo su entorno debería existir un protocolo que pusiera en marcha
los mecanismos preventivos de la enfermedad mental. Si hay que ir al psicólogo o al
psiquiatra, pues se va. Todos sabemos cómo está ahora la sanidad y cómo ha estado y
cómo estará, pero hay momentos en que uno debe quitarle la manta de la cabeza y
enfrentarse a lo que sea. En mi caso fue demasiado tarde, un intento de suicidio y de
pronto me vi etiquetado y enfermo mental de por vida, tal vez si en aquellos aciagos
tiempos hubieran existido psicólogos para algo más que para ponerte un test y decirte lo
inteligente que eras y para qué servías en la vida, una buena terapia a tiempo habría
evitado tantos intentos de suicidio, tanta medicación y tanto sufrimiento para mí, para mi
familia y seres queridos y tantas molestias para un entorno que no comprendía nada
porque los entornos casi nunca comprenden nada.
Bueno, no es lo que había escrito en mi primera versión de este capítulo, tampoco sé si es
mejor o peor, pero es lo que ha salido. En el siguiente intentaremos analizar la enorme
dificultad que tiene el enfermo para aceptarse como tal y cómo le pueden ayudar sus seres
queridos.
ERRORES DE CONDUCTA RESPECTO AL ENFERMO MENTAL VI
9122016
ERRORES DE CONDUCTA RESPECTO AL ENFERMO MENTAL VI
LA ACEPTACIÓN DE LA ENFERMEDAD
Sin duda es el paso más difícil, el que lleva más tiempo y un obstáculo insalvable para
algunos enfermos y familiares. ¿Por qué tenemos que aceptar la enfermedad mental? ¿No
estaríamos mejor si ni siquiera pensáramos en ello? Esto es precisamente lo que piensan
algunos familiares y enfermos e incluso algunos terapeutas. En mi caso me sentí muy mal
cuando tuve que luchar con familiares y terapeutas para convencerles de que eso era
esconder la cabeza bajo el ala, esconder la cabeza bajo tierra como el avestruz, y que no
servía de nada, al contrario hacía mucho más difíciles las cosas. Un terapeuta llegó a
decirme que el día en el que yo dejara de pensar en la locura, dejara de considerarme como
un loco, me olvidara definitivamente de ese problema, ese día estaría curado. Otro
terapeuta intentó quitarme de la cabeza la idea de pensar en la enfermedad mental porque
eso era etiquetarme y mi personalidad era demasiado amplia para ir por la calle con una
pegatina en la frente que dijera “soy un enfermo mental”. No podía pasarme la vida
pensando en mí como en un enfermo mental, pregonándolo a los cuatro vientos, sacando
el tema cada vez que conocía a alguien o alguien me preguntaba algo. Cierto por muy
enfermo que estés no puedes pasarte la vida hablando exclusivamente de tu enfermedad,
como si fuera lo único que existe, pero tampoco puedes pasarte la vida huyendo de la
realidad, porque precisamente la enfermedad mental es una fuga de la realidad y desde
luego el seguir fugándote no es la mejor forma de curar una enfermedad cuya raíz está
precisamente en esa fuga de la realidad. Como fóbico social enseguida comprendí y acepté
que la única forma de curar una fobia es la gradual exposición a la causa de la misma. No
hay otra manera, me decía el terapeuta y yo no tuve nada que oponer a ello, me parecía
totalmente razonable. Lo curioso es que eso mismo terapeuta fue el que me dijo que yo me
curaría cuando dejara de pensar en la locura, en mi locura, en la enfermedad mental. Si no
hay otra forma de curar una fobia que exponerse gradualmente a aquello que la causa
tampoco hay otra forma de curar una enfermedad mental que aceptarla, aunque sea muy
gradualmente, como ocurre en el caso de la fobia, porque si es cierto que no estás
preparado para enfrentarte a la causa de la fobia con toda intensidad y sin graduación,
tampoco te vas a curar si no te expones gradualmente.
Aunque el ejemplo que voy a poner es muy duro y a algunos les va a chocar mucho, cuando
a mí los terapeutas me decían que debería olvidarme de que era un enfermo mental y dejar
de etiquetarme así, pensaba en qué pensarían si les dijeran lo mismo a personas que
acaban de perder a un ser querido por fallecimiento y están pasando el periodo de luto.
¿Les dirían que siguieran pensando que en realidad su ser querido no estaba fallecido sino
que se había ido a un largo viaje, que en algún momento regresaría y todo volvería a ser
como antes, que aunque su cadáver no hubiera aparecido en un secuestro o hecho
violento, deberían conservar siempre la esperanza de que estaba vivo y regresaría a pesar
de todas las poderosas razones en contra? No, no lo hacen, una de las misiones del
terapeuta que trata a un familiar que ha perdido a un ser querido, especialmente si ha
ocurrido con brusquedad, tras un accidente o catástrofe, es la de ayudarle, de forma
gradual, con cariño, con toda clase de paños calientes, si se quiere, pero ayudarle a
enfrentarse a la realidad, porque no hay otra salida. Un familiar que no acepta la pérdida de
un ser querido tras el razonable periodo de tiempo del luto acabará por sufrir una seria
patología y tendrá que ser tratado como un enfermo mental. El luto tiene sus etapas y
periodos, como todos sabemos, y la primera etapa es la negación, el familiar niega
tajantemente que su ser querido haya fallecido y se buscará toda clase de razones, incluso
las más ridículas y peregrinas, para darse alguna esperanza.
Con la enfermedad mental pasa algo parecido. Es duro para el enfermo aceptar que la
persona que era antes de ser diagnosticado ha fallecido, ya no existe, ahora es otra
persona la que debe afrontar la vida. Es como si hubiera muerto una parte de nosotros
mismos, por mucho luto que guardemos a esa personalidad, antes o después habrá que
aceptar su fallecimiento. Luego analizaremos paso a paso las enormes dificultades de
aceptar algo así y de los errores que comenten enfermos y familiares al prolongar el
periodo de luto innecesariamente. Mi experiencia es clara al respecto, solo cuando acepté
que sufría una enfermedad mental, cuando asumí que mi vida ya no sería la misma, que
debería convivir el resto de mi vida con una enfermedad con unas determinadas patologías
y consecuencias y que debería enfrentarme a ella cara a cara, sin fugas inútiles, sin
disculpas, sin intentar esa patética huída de uno mismo que muchos enfermos mentales
expresan con las consabidas frases de “yo no soy un enfermo mental, lo que me ocurre es
que tengo más sensibilidad que el resto, soy hipersensible”, o “yo no soy un enfermo
mental lo que ocurre es que me enfrento a una sociedad que es una selva, donde los
depredadores campan por sus respetos, lo que me ocurre es que me he negado a ser un
depredador y entonces los depredadores me están devorando trocito a trocito”. Como
veremos son disculpas que no llevan a parte alguna y que hacen mucho daño al enfermo.
En mi caso, después de haberme cansado de escuchar a familiares y terapeutas, que yo no
era un enfermo mental, o tenía que dejar de hablar de ello, de pensar en ello, debiendo
actuar como si nada me ocurriera, como si fuera una persona normal, después de haberme
convencido de que tal vez me hubiera pasado hablando de mi enfermedad y poniendo de
manifiesto públicamente mi condición de enfermo mental, ahora me encuentro con la clara
posibilidad de tener que hablarle a mi hija Sara de todo esto como si en realidad ella nunca
hubiera sabido que yo era un enfermo porque nadie le habló de ello. Tras el divorcio
estamos intentando reconducir nuestra relación paterno-filial y me encuentro con su
confusión y con su extraordinaria desazón al tener que explicar que su padre es un
enfermo mental y que en parte el divorcio y la ruptura familiar se deben a esa condición.
Por lo visto ella nunca habló a nadie así de mí y ahora le preguntan, con toda razón, si es
posible que una enfermedad mental tarde tanto en ser percibida y diagnosticada como que
a los sesenta años uno descubra que es un enfermo mental sin haberlo sabido nunca. Para
mí es terrible tener que explicar a mi propia hija, a estar alturas, que aquellas conductas
patológicas que tanto daño la hicieron en la infancia, dejándole secuelas, no eran las
conductas de un hombre extraño ni tampoco eran habituales en los adultos, sencillamente
eran las consecuencias de una enfermedad mental. He recapitulado todos aquellos
acontecimientos y me he dado cuenta de que en realidad yo nunca tuve una conversación
seria con mi hija sobre mi enfermedad mental y nadie le habló, por lo visto, de ello, ni su
madre ni otro familiar ni terapeuta alguno (de ahí la importancia de las terapias familiares
en estos casos). En mi disculpa que bastante tenía con luchar contra la enfermedad y
convencer a terapeutas y familiares de que no era buena idea intentar ocultar algo tan
evidente y demoledor a otros familiares o a la sociedad. Aún así yo debí haber hablado con
mi hija y sobre todo, debí haberle escrito, como le hice cuando escribí un pequeño texto
sobre cómo era la vida y cómo había que afrontarla, sobre mi condición de enfermo mental.
Pienso que hubiera sido lo mejor y habría entendido muchas cosas. Tampoco voy a echar la
culpa a su madre o a otros familiares de que ese problema no se afrontara con claridad, en
familia, y en una terapia familiar. Yo no fui lo suficientemente asertivo para imponer mi
criterio y ahora pago las consecuencias.
¿De qué sirve huir de la enfermedad mental, no afrontar que se es un enfermo, no hablar
de ello, ocultarlo con toda clase de astucias y añagazas, utilizar siempre sinónimos repipis
para decir que estás sufriendo una depresión de caballo y no puedes salir de casa? ¿De qué
sirve no dar el paso de salir del armario y reconocer públicamente tu condición de enfermo?
De nada, puesto que ahora tendré que explicarle a mi propia hija que soy un enfermo,
cómo funciona la enfermedad en mi caso, mis conductas del pasado, y sobre todo tendré
que explicarle que tras toda una vida de silencio y subterfugios ahora tiene que enfrentarse
a que su padre ha salido del armario y públicamente es conocido como un enfermo
mental. ¿De qué sirvió todo aquello, aquella fuga sin fin para no aceptar la realidad? Su
madre pensaba a pies juntillas que yo no debería hacerle esto a mi hija, a mis hijos, cuando
acepté ser grabado en el vídeo sobre enfermos mentales. ¿Era mejor seguir como habíamos
estado siempre, que todos soportaran mi condición de enfermo mental, pero que no se
pudiera hablar de ello y que ahora tenga que empezar desde cero, explicando de la A a la Z
a mi hija cómo soy y cómo me he enfrentado a la enfermedad mental? Sería idiota por mi
parte echar la culpa a nadie, ni a su madre, ni a mis padres y demás familia, ni a los
amigos, ni al entorno, de algo que yo debí hacer a pesar de todo, en contra de todos, de
forma asertiva y drástica, sin dudas, sin miedos. Puede, o es seguro que esa actitud no
hubiera cambiado nada a mejor y sí tal vez a peor, puede que la pareja se hubiera roto
antes, lo mismo que la familia, que mi entorno me hubiera puesto más dificultades, que la
sociedad me hubiera marginado mucho antes y con mayor fuerza. Todo eso es cierto, pero
al menos cada uno habría sabido a qué se enfrentaba y hubiera tomado sus decisiones
libremente. La verdad os hará libres, dice el evangelio, y es una de las máximas que han
presidido mi vida. Si la verdad es dura y hará duras nuestras vidas la mentira acaba siendo
siempre infinitamente más destructiva.
Es por eso que el paso de la aceptación de la enfermedad mental es tan imprescindible,
tanto para enfermos como para familiares. Hay que ser comprensivo con los enfermos
porque se enfrentan al paso más terrible y decisivo de sus vidas, aceptar que sufren una
enfermedad invisible, desconocida, considerada una lacra social, que tiene una leyenda
negra como para caerse de culo, que posiblemente, casi seguro, van a tener que tomar una
medicación fuerte el resto de sus vidas, que les va a recortar su vitalidad, sus posibilidades
como seres humanos, que posiblemente, casi seguro, van a tener serias dificultades para
conseguir un trabajo bien remunerado o al menos tanto como el peor de los trabajadores,
que van a tener que renunciar a la vida de pareja, a la vida de familia, que posiblemente,
casi seguro, tendrán que depender económicamente de su familia, tendrán que vivir con
ella, nunca o tendrán mucha suerte si lo consiguen, podrán ser independientes. Pedirles
que acepten ser marginados por una sociedad que no les comprende ni les quiere
comprender, que les teme, como si fueran asesinos en serie, dispuestos a clavar un cuchillo
al primero que pase, pedirles que dejen toda esperanza, como en el infierno de Dante,
vosotros que entráis, dejad toda esperanza, pedirles que renuncien a una vida normal y se
acostumbren a pasar por los círculos del infierno de Dante para ser torturados por la
depresión, las manías obsesivo-compulsivas, las alucinaciones, los delirios, las voces, el
deseo irresistible de morir y de acabar con todo de una vez, pedirles… es pedirles mucho,
demasiado, así que hay que darles por lo menos apoyo y cariño, hay que intentar
comprenderles, al menos eso, no se puede pedir nada más, pero sí al menos eso.
ERRORES DE CONDUCTA DEL ENFERMO RESPECTO A LA ACEPTACIÓN DE SU ENFERMEDAD
-El primero es pensar que va a estar mejor si consigue olvidarse de todo y convencerse a sí
mismo y a los demás de que en realidad no es un enfermo, es solo una persona sensible
castigada por una sociedad que es una selva para depredadores. Cuando la enfermedad
apriete eso no le va a servir de nada y tendrá que tomar decisiones o dejarse ir por el
tobogán hasta el abismo de la desesperación, el suicidio, la muerte.
-El segundo es sugestionarse con que esto pasará, solo es una mala racha, saldrá pronto,
en cuanto las cosas cambien o él encuentre un poco de voluntad en alguna parte. La
enfermedad mental, especialmente las patologías graves, son crónicas, uno arrastra la
enfermedad toda la vida, cada etapa es diferente, por supuesto, pero nunca puedes dejar
de estar en guardia.
-El tercero es pensar que aceptar su enfermedad le va a suponer una amputación de lo
mejor de sí mismo. Que la medicación anulará su personalidad y le causará trastornos sin
cuento. Que es mucho mejor estar sin medicación que medicado, que es mejor ocultarse
cuando vienen las crisis y luego salir al exterior como si nada hubiera pasado. Por mi
propia experiencia puedo decir que la medicación siempre tiene consecuencias y secuelas,
no hay medicación perfecta que ataque a la enfermedad y no haga sufrir al cuerpo otras
secuelas, esto es así porque como hemos visto en otros textos la enfermedad es algo
global y no se puede tratar una parte con exclusión del todo. En mi caso personal pude
dejar la medicación y salir adelante, porque tenía herramientas y apoyos suficientes y una
voluntad de hierro, pero es muy complicado que otro enfermo lo consiga, especialmente si
sufre patologías graves como la esquizofrenia, por ejemplo. Aceptar que la medicación es
para toda la vida puede llegar a ser un paso imprescindible.
-El cuarto error es dar más importancia a las consecuencias sociales o familiares que a su
propia salud. Salir del armario no es fácil en esta sociedad, como hemos visto, pero es
imprescindible si no quieres quedarte toda la vida en las cloacas, disputándole la basura a
las ratas. Fueren cuales fueren las consecuencias sociales no serán peores que intentar
disimular lo que es de todo punto evidente. En la otra parte de este diario, en “Diario de un
enfermo mental, el gran secreto” hablaré largo y tendido de cómo reaccionaron las
personas de mi entorno a mi etapa como telépata cuando yo era el “loco de León”. Si
alguien piensa que esto era mejor que el paso de darme a conocer como enfermo mental,
con todas las consecuencias sociales, es que realmente está aún más loco que yo. Si
alguien piensa, después de leer todo lo que estoy escribiendo en ese diario y que escribiré,
que es mejor quedarse dentro del armario, encogido y asustado, que salir a respirar aire
puro, es que sabe poco del sufrimiento de un enfermo mental. Por muy mal que reaccione
la familia, también, seguro que las consecuencias no serán peores que intentar ocultarse y
disimular. Mi ruptura de pareja y familiar no se ha debido a que yo diera el paso de aceptar
públicamente mi enfermedad mental sino al contrario, fue consecuencia de que no se
aceptara mi enfermedad en familia y en mi entorno, que no se hablara claramente de ello el
que produjo las consecuencias nefastas que han llegado después. No digo que se hubiera
podido evitar la ruptura de pareja, porque en la pareja hay mil facetas y la enfermedad
mental de uno de los miembros de la pareja, es solo una de ellas. No digo que la relación
familiar hubiera mejorado tanto que aquello se hubiera convertido en un paraíso porque
también en la vida familiar hay mil facetas y el suprimir la enfermedad mental no significa
acabar con todos los problemas. Pero sí digo que hubiera sido mejor afrontar la
enfermedad mental cara a cara por todos los miembros de la familia, del entorno, de la
sociedad. Puede que mi hija hubiera sufrido mucho de haberle yo explicado mi vida como
enfermo mental pero creo que no hubiera sido peor que pasar por lo que está pasando, no
tengo su opinión al respecto pero creo que no me equivoco.
-El quinto error del enfermo mental es asumir lo que le interesa de la enfermedad y no lo
que le perjudica. Darse una bula papal para hacer lo que quiera, hacer chantajes, utilizar las
farsas de control, mentir y manipular, pensar que porque ya no desea seguir viviendo
puede tener en la cuerda floja a todo el mundo diciéndoles que se va a suicidar cuando
quiere conseguir algo que no va a lograr de otra manera. Mi experiencia me dice que solo
cuando renuncié a ello y decidí convertirme en un guerrero impecable salté sobre el abismo
y alcancé metas que nunca creí lograr. Ello no me ha librado de la enfermedad mental ni de
sus consecuencias, ni me libró de la ruptura sentimental ni de perder a la familia, ni de vivir
solo la última etapa de mi vida, pero me ha dado una fuerza increíble, ha sido un milagro.
Mi vida ha cobrado pleno sentido y pase lo que pase y haya pasado lo que ha pasado, me
siento como un guerrero en lo alto de una montaña, oteando el horizonte, libre y fuerte,
tan seguro de sí mismo que se dejaría matar antes de dar un paso atrás en su evolución
como guerrero.
ERRORES DE CONDUCTA EN LOS FAMILIARES DEL ENFERMO MENTAL
-Creo que pocos son los familiares que piensen que es mejor que el enfermo se engañe a
que acepte su enfermedad. Pero hay algunos. Yo mismo tuve que vivir eso de que si me
olvido de que soy un enfermo, si no pienso en ello, si no le doy importancia, si me
considero una persona normal, como las demás, todos mis problemas desaparecerán o
mejorarán. Reconozco que lo hacen con la mejor intención, al menos la mayoría, pero es un
error tan grave como intentar convencer a alguien que ha perdido a un ser querido de que
tenga esperanza, porque puede que no haya muerto o incluso puede que resucite, hasta
ese punto puede llegar la tontería. Un familiar debe asumir la realidad, fuere la que fuere,
y aunque le cueste tanto como al enfermo mental, es un paso imprescindible.
-Algunos familiares temen tanto al qué dirán que llegan a la brutalidad, como en esos
casos de enfermos mentales que hemos visto en la televisión, encadenados y tratados
como bestias por sus familiares. Pienso que es el miedo al qué dirán el que ha guiado ese
comportamiento, porque es evidente que existían otras soluciones mejores que se podían
haber planteado, incluso con su incultura y su escasa sensibilidad humana. La mayoría se
limitan a disimular ante las “visitas” o los vecinos o quien sea, con esas frases melifluas que
dan ganas de vomitar, al menos a mí me ocurría. Eso de que eres “rarito” o estás “triste” o
“es muy tímido y por eso no sale de casa”. Soy un enfermo mental y no veo razón alguna
para que os avergoncéis de ello. Ese es un paso imprescindible en el familiar.
-Algunos familiares creen haber aceptado la enfermedad mental de su ser querido, pero no
dejan de intentar cambiarle, como si fuera un niño caprichoso que hace cosas raras porque
está mal educado y que con mano dura llegará a cambiar. Eso no es aceptar la enfermedad
mental, eso es pensar que un enfermo físico puede curarse sin más de su enfermedad solo
con que deje de quejarse.
-Algunos familiares sufren tanto pensando en la enfermedad mental de su ser querido, se
imaginan tan nefandas consecuencias, se sugestionan creyendo que ellos tienen la culpa,
que Dios les ha castigado por algo, que intentan por todos los medios retrasar el cara a
cara con la enfermedad que saben será inevitable.
-Algunos familiares son incapaces de distinguir entre conducta caprichosa y malévola,
manipuladora, del enfermo y las patologías propias de su enfermedad que se repiten una y
otra vez, una y otra vez, durante sus crisis. Creen que la mano dura es lo mejor y que el
cariño es una debilidad de idiotas, que dar un abrazo a un enfermo mental que les ha
amenazado con el suicidio es darle alas y que al fin y al cabo les ha hecho tanto daño que
debería ser el que diera ese primer paso.
-El mayor error del familiar del enfermo mental es pensar que aceptar su enfermedad es
comprometerse a “soportarle” el resto de sus días y a tener que aceptar sus
manipulaciones, mentiras, farsas de control, su bula papal para hacer lo que quiera. No
tienen ninguna obligación y la legislación les da otras muchas posibilidades que de hecho
muchos familiares han escogido a lo largo de la larga historia de la enfermedad mental. O
si no que me digan qué hicieron los familiares de aquellos enfermos que yo me encontré en
los psiquiátricos, que llevaban allí toda la vida o casi toda la vida, sin visitas,
completamente abandonados. Muchos son mejores personas que todo eso, pero deberían
convencerse de que el enfermo mental nunca les va a agradecer nada que hagan por él sin
la presencia del cariño. Ni que le den de comer o un techo o que le soporten durante años
les va a granjear el agradecimiento del enfermo mental, solo el cariño funciona y eso es un
axioma indestructible. Si bien el enfermo mental tendrá dificultades para romper con los
familiares, sí pueden hacerlo éstos si lo consideran necesario, buscando soluciones sociales
y no dejándose llevar por el maldito “qué dirán”. En mi caso yo fui capaz de romper con mi
pareja y alejarme físicamente de la familia. Otros enfermos también serían capaces si se les
planteara así. Y si no somos capaces siempre pueden ser los familiares los que rompan. Mi
esposa podía haber tomado esa decisión y hace años, no me sirve la disculpa de la
compasión, si bien es cierto que en otros tiempos una ruptura así podía haberme llevado al
suicidio, yo soy capaz de elegir y siempre elegiré la muerte a una vida sin dignidad. Los
familiares deberían convencerse de una vez por todas de que soportar al enfermo por el
qué dirán o por otras e innumerables razones que no tengan que ver con el cariño y con la
libertad que uno tiene para hipotecar su vida por amor a otro, no son válidas y solo crean
problemas. Aceptar la enfermedad mental es asumir que quien la padece realmente es el
enfermo y por lo tanto no se pueden tomar decisiones por él, aunque tampoco estamos
obligados a sufrir las decisiones que toma el enfermo si no estamos de acuerdo con ellas.
Un enfermo es un enfermo pero no está incapacitado, ni deja de ser libre ni responsable de
todos y cada uno de sus actos.
En otros capítulos iremos viendo otros pasos, sin olvidarnos de éste, el más importante y al
que tendremos que regresar una y otra vez, porque en realidad la mayoría de problemas de
convivencia con el enfermo mental nacen de aquí, de la no aceptación del enfermo de su
enfermedad y de la no aceptación del familiar de la enfermedad que sufre el ser querido.
CONOCIENDO AL ENFERMO MENTAL I
5052014
CONOCIENDO AL ENFERMO MENTAL I
EL MIEDO A LA PÉRDIDA DE CONTROL
Comienzo esta serie que tiene como objetivo el que los enfermos mentales sean mejor
conocidos. Hay una auténtica leyenda negra sobre la enfermedad mental y aún en estos
tiempos sigue habiendo personas para quienes los enfermos mentales somos extraños
“monstruitos” a quien la vida ha maldecido con un gen torcido y a quienes la historia ha
llamado “locos” durante mucho tiempo y que hoy, gracias a Dios, nos hemos transformado
en personas “normales” con una enfermedad, que en este caso no es física, sino psíquica,
como también, demos gracias a Dios asimismo, porque las mujeres estén en el camino de
la igualdad de derechos y aquella increíble estupidez aristotélica de que las mujeres no
tenían alma y los hombres sí hoy no deja de ser una “boutade” (salida de tono que pretende
ser ingeniosa aunque no lo consiga) que demuestra lo mucho que hemos evolucionado los
humanos a pesar de que aún nos queda un largo trecho.
Como enfermo mental que ha vivido todas las experiencias posibles creo que estoy en
condiciones de hablar “desde dentro” y no con extrañas terminologías en la boca y con una
perspectiva, que por muy erudita y científica que sea, no deja de ser la de alguien que
contempla “el espectáculo” desde el patio de butacas. Esta serie pretende también ayudar al
enfermo mental a conocerse mejor y a saber por qué le ocurren las cosas y sobre todo a no
sentirse solo y abandonado en un camino que hemos recorrido muchos, con mayor o
menor fortuna.
Si hay algo a lo que un enfermo mental tiene auténtico pánico, es a perder el control, el
control de su mente, con lo que conlleva de pérdida de control de su cuerpo físico, de su
conducta, de las relaciones interpersonales y sobre todo con la pérdida de su propia
autoestima.
Este miedo no es algo gratuito o irracional, se basa en razones poderosas, de ahí que sea
tan difícil extirpar ese miedo con las terapias convencionales. La medicación no la extirpa,
la traslada en el tiempo. Dormir al enfermo, tranformarle en un vegetal, atenuando
drásticamente sus percepciones y la recepción de los estímulos, dormir su mente,
bloqueándola, solo traslada el problema en el tiempo, puesto que no se puede tener al
enfermo mental “dormido” para siempre, no se le puede transformar en un vegetal de por
vida.
Esta es la constatación de que la medicación no cura, solo bloquea por un tiempo las
manifestaciones de la enfermedad, de su patología. Es como quitarle al conductor las llaves
de su coche, ya no puede trasladarse en su automóvil ni vivir la vida de los conductores.
Esto que no sería tan trágico en el caso del conductor, puesto que puede ir andando o ser
llevado en otro vehículo, conducido por otra persona, es absolutamente trágico y drástico
en el caso del enfermo mental, puesto que “privarle” de su cuerpo es reducir su vida a
mínimos, es “privarle” de la vida humana, no de la instintiva o vegetal, puesto que se puede
ser un vegetal sin la mente, pro no se puede “vivir” sin la mente.
El enfermo mental tiene pánico a la falta de control, puesto que sabe muy bien las
consecuencias de la misma. Las ha experimentado en multitud de ocasiones y ha supuesto
la aparición de efectos muy negativos para él. Cada momento de pérdida de control ha
disparado su patología, ocasionándole problemas que van desde conflictos en las
relaciones interpersonales, muy serias, hasta la pérdida de la percepción de la realidad,
llevándole al terreno del delirio, un auténtico infierno cuando no ha podido conservar un
anclaje mínimo en la realidad. Romper relaciones afectivas no es moco de pavo, ser
internado en un centro psiquiátrico durante una larga temporada no es una broma. Pero lo
peor de todo es el sufrimiento. La angustia, el miedo, el dolor psíquico, es tan terrible para
el enfermo mental como la exacerbación del dolor físico en las enfermedades del cuerpo,
incluso puede ser mucho peor, puesto que el enfermo físico tiene la esperanza de que ese
dolor pueda ser atenuado o suprimido mediante medicamentos, la morfina, los
medicamentos que inhiben el dolor.
El dolor psíquico, el dolor espiritual no puede ser suprimido ni siquiera atenuado con la
medicación, solo se puede “dormir” el cuerpo, lo que en la enfermedad física puede ser
algo casi instantáneo, y con efectos durante un tiempo (incluso en los casos de enfermos
terminales el tiempo siempre tiene un límite y la muerte acechante puede ser incluso una
esperanza cuando el dolor es insoportable) en el caso del dolor psíquico o espiritual éste se
prolonga durante toda una vida, que puede ser muy larga. En el caso del enfermo físico el
dolor desaparecerá con su curación o se atenuará o se producirá el fin de la vida con la
muerte, con lo que el dolor, de una forma u otra siempre desaparece. En el enfermo mental
el dolor es de por vida, de ahí que la tendencia al suicidio sea algo casi inevitable en la
mayoría de los enfermos mentales. Puesto que la enfermedad no le mata, busca la muerte
voluntariamente para suprimir el dolor.
Es cierto que el enfermo mental no está en crisis permanente y por lo tanto el dolor, en los
periodos de calma, de relativa calma, puede ser asumible, pero para eso está la mente,
recordando las crisis, reviviendo el dolor pasado. A menudo estas rememoraciones pueden
ser tan vívidas y dolorosas como el propio periodo de crisis y aún más desesperantes
puesteo que no hay razón alguna para sufrir como en un periodo de crisis, cuando no se
está en crisis. Es como si un enfermo físico sufriera dolor físico al recordar la enfermedad,
a pesar de estar ya curado y de que este dolor físico haya desaparecido. Esto no es así,
ningún enfermo físico sufre tanto estando curado como cuando está enfermo, salvo
patologías que ya son enfermedades mentales. La capacidad, terrible, inhumana, de volver
a sufrir dolor psíquico con la rememoración es una de las características más infernales de
la enfermedad mental.
Es el recuerdo de ese sufrimiento el que hace que el enfermo mental sienta pánico a la
pérdida de control, el primer paso hacia el desencadenamiento de la crisis en la
enfermedad mental. Aún siendo terrible la consciencia de la pérdida de afectos, de
personas queridas, de la soledad en las relaciones interpersonales, del internamiento en un
centro psiquiátrico, de la medicación drástica con su efecto de pérdida de la consciencia,
de la capacidad de vivir, nada es comparable a la exacerbación del dolor psíquico.
Un enfermo mental podría llegar a aceptar la ruptura afectiva con los seres queridos, el
internamiento en la cárcel psiquiátrica, la fama de loco, la pérdida de la autoestima, si al
menos no tuviera que sufrir tan intensamente ese dolor psíquico, esa angustia infernal, esa
absoluta pérdida de la esperanza. Para un “sano mental” (no existe el sano mental absoluto)
resulta incomprensible ese miedo a la pérdida de control. El sano lo sufre a diario, se
enfada, está malhumorado, está triste o melancólico, no posee un control absoluto sobre
sus pensamientos y emociones. Es cierto, pero las consecuencias de esa falta de control,
son muy diferentes. A los sanos no se les encierra en centros psiquiátricos, ni pierden el
trabajo, salvo en improbables circunstancias. El remordimiento no se prolonga meses y
meses, la angustia no es infernal, la tristeza o depresión es siempre temporal. Un sano
mental sigue viviendo, mejor o peor, a un enfermo mental se le “suspende” la vida. El
miedo a una dosis de medicación insufrible, a realizar actos que le marcarán de por vida, a
llevar a cabo conductas inadmisibles para la sociedad y sobre todo a sufrir ese espantoso
dolor psíquico durante meses y meses, hace que el enfermo mental esté aterrorizado de
continuo ante la posibilidad de perder el control.
Huye de enfrentamientos con otras personas que generen broncas, insultos, humillaciones,
y sobre todo esa mezquina farsa de control consistente en recordarle al enfermo mental no
solo que es un enfermo, lo que sería hasta cierto punto aceptable, sino que es un “loco”
que no tiene remedio, esperanza, que no puede relacionarse con los demás, que no puede
trabajar y vivir una vida aceptable. Un enfermo mental es capaz de soportar las mayores
humillaciones solo para que alguien no se enfade con él y evitar de esta manera la pérdida
de control en sus reacciones. A menudo ciertos comportamientos de enfermos mentales
producen una inmensa pena en las personas sensibles. Le ven moverse como si pisara
huevos, como si temiera que el menor gesto, la más mínima expresión de su rostro pudiera
ser considerada como una ofensa. No habla por miedo a no expresarse bien y a herir a los
otros. No mira por miedo a que en su mirada se trasluzca ese infinito sufrimiento, a que
alguien pueda observar en sus ojos esa rabia inhumana ante un castigo que él no cree
merecer. No desea comer para que no le puedan achacar que vive a costa de los demás,
que no es productivo. Busca la soledad para no ofender, se transforma en un misántropo
como la única alternativa a la ofensa, desea hacerse invisible, ser tragado por la tierra. Se
convierte en un misógino, o si es mujer en una “odiadota de hombres”. Renuncia a la poca
sexualidad que le queda tras ser “anulado” por la medicación para librar a los demás de su
patética danza de cortejo, para evitar sufrir como un condenado en el infierno de Dante.
Para evitar perder el control un enfermo mental es capaz de renunciar a ser humano, a
trabajar, a relacionarse, a la vida familiar, a la vida de pareja, a la sexualidad… No es
extraño que produzca tanta lástima en las personas sensibles. En cambio las insensibles se
aprovechan de ese “esclavo” que se les ofrece en bandeja, como una diana para sus dardos,
como un factotum sumiso que hará cualquier cosa para que le dejen en paz. A veces
resulta repugnante contemplar cómo los insensibles utilizan y se aprovechan del enfermo
mental. Se convierte en chivo expiatorio de sus problemas, en la diana de sus juegos
sádicos, en el empleado sin sueldo, en la alfombra para que los insensibles limpien sus
pies embarrados.
Pero ni esto funciona, el enfermo mental no pasa desapercibido, al contrario, no se hace
invisible como él desea, no evita los conflictos, no le dejan en paz, y sobre todo, no
soluciona sus problemas, no es feliz, no se siente mejor, no logra ni siquiera atenuar sus
emociones, controlar sus instintos, no puede renunciar a “vivir”.
Al contrario, su huida de ofender hace que muchos se sientan ofendidos, le toman por
tonto, les convence de que no le gusta lo que anhela, de que ciertas conductas no le
ofenden, de que está bien cuando está muy mal. Su falta de asertividad le convierte en un
títere manejado por las manos de todos. No puede renunciar a su naturaleza humana y ese
intento desesperado por conseguirlo hace que la presión se convierta en insufrible y acabe
explotando como siempre en los momentos más inadecuados y con las personas que
menos se lo merecen. Sus seres queridos acaban pagando el pato de los insultos de los
desconocidos insensibles, su agresividad se multiplica por cien al no dejar que ésta vaya
fluyendo poco a poco por los cauces adecuados y aceptables en sociedad. Su sexualidad
despierta, rabiosa, y se manifiesta en formas ridículas o patológicas. Su desesperado
intento por alcanzar el control absoluto acaba manifestándose en el descontrol absoluto. Es
ley psicológica, es ley natural. No es que el enfermo mental no lo sepa, sencillamente está
dispuesto a encadenarse a la montaña y a permitir que los buitres le coman las entrañas,
pensando que tal vez así desaparezca ese dolor psíquico inhumano. Los que no creen en el
espíritu, en el alma, solo en el cuerpo, no pueden hacerse una idea de lo que puede doler el
alma. Lo mismo que el cuerpo físico está hecho de materia, el alma está hecha de energía,
y sus dolores no tienen por qué ser menor, al contrario, la consciencia exacerba el dolor. Lo
mismo que un cuerpo físico puede sufrir graves heridas y enfermedades, un alma puede
ser herida y padecer enfermedad durante años, durante toda una vida, durante muchas
vidas.
Cuando el enfermo mental entra en delirio y pierde por completo el control, toda esta
presión tanto tiempo controlada, estalla como una bomba atómica. Esta desvinculación de
la realidad, unida al odio y a la rabia acumuladas puede llegar a veces, en casos extremos,
a la agresión física que en algunos casos termina con vidas humanas.
No es fácil comprender este proceso y mucho menos las terribles y trágicas consecuencias.
Para evitarlas muchos insensibles estarían dispuestos a terminar con la vida humana del
enfermo mental. Incluso, si no fuese tan irracional y tan poco aceptado, no tendrían la
menor vergüenza de aplicarles la pena de muerte. Es más fácil suprimir el problema
suprimiendo al que tiene problemas que enfrentarse a éste con todas las consecuencias,
poniendo en solfa la terapia que se aplica a los enfermos mentales, la sociedad en la que
viven, generadora de enfermos mentales como el estiércol hace crecer al champiñón. No es
aceptable para ellos una revisión drástica y en profundidad de la vida humana. A lo mejor,
solo tal vez, estamos diametralmente enfrentados a las leyes cósmicas, a las leyes
espirituales, y las consecuencias solo pueden ser el infierno, un infierno de violencia, de
falta de solidaridad, de empatía, una injusticia atroz, una vida hedonista al precio de
convertir al humano en esclavo, de matarle de hambre, de humillarle y degradarle. Tal vez,
solo tal vez, una de las causas profundas de la enfermedad mental sea someter a la
humanidad a una vida degradante, carente de espiritualidad, de fraternidad, de amor. Pero
sería demasiado duro plantearse siquiera esta posibilidad, nos obligaría a todos a un
cambio drástico y en profundidad en nuestras vidas, y eso para muchos es inaceptable.
Mejor pensar que la culpa de la enfermedad mental es del propio enfermo o de un gen
torcido.
Es cierto que el enfermo mental no está libre de responsabilidad en su propia enfermedad.
Ciertos pensamientos, emociones, conductas, acaban general enfermedades mentales, lo
mismo que un atracón genera indigestión o una adicción al alcohol y a las drogas la
pérdida de la dignidad de la persona. Es cierto que algunos enfermos mentales se buscan
su propio dolor y se aferran a él como el náufrago al madero en medio del océano. Es cierto
que uno puede arrastrar efectos kármicos de una vida a otra y sufrir las consecuencias. No
podemos ser tan ingenuos como para cerrar los ojos a estas realidades incontrovertibles.
Pero eso no debe impedirnos la empatía, la solidaridad, la fraternidad consciente, sabiendo
que todos podemos ser mañana enfermos mentales, lo mismo que podemos sufrir un
cáncer. Nadie está libre. Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra y que confíe,
si quiere, en que no le caerá en la cabeza.
¿Cómo luchar contra este terror a la pérdida de control? Es una de las tareas más duras y
complejas a que debe enfrentarse un enfermo mental. Puede que nunca lo consiga del
todo, es lo más fácil. En mi caso aún sigo luchando y seguiré luchando hasta mi muerte por
perder ese miedo patológico a perder el control. Muchas veces no soy todo lo asertivo que
debería por miedo a que alguien descubra mi pasado y tener que escuchar una vez más la
terrible condena: eres un loco, un loco, un loco… y no tienes remedio. Muchas veces
renuncio a la vida por miedo a ofender, a que alguien se sienta molesto conmigo. Renuncio
a metas que considero están a mi alcance por miedo a que la dificultad e intensidad del
esfuerzo me haga perder el control. Muchas veces no digo lo que quiero decir, miento para
evitar la bronca y el conflicto. Tengo que hacer un gran esfuerzo para no salir a la calle
pisando huevos, mirando a mi alrededor para prever posibles conflictos con otras personas.
Me levando dándome órdenes: no te dejes llevar, controla tu mirada, tus pensamientos, tus
emociones, tu agresividad, tu mal humor, tus peores defectos de carácter. No tropieces en
la misma piedra, evita las circunstancias, las personas que te ponen fuera de ti. No huyas
con tu mente cada vez que notas la aproximación de un conflicto. Te resulta fácil utilizar tu
vivísima imaginación para anular la realidad y trasladarte a mundos imaginarios, literarios.
Nada más sencillo que dejarte llevar por el diálogo interno y pasarte el día imaginando
historias, personajes, dialogando como un socrático consigo mismo, empezando desde
cero, sólo sé que nada sé y a partir de ahí poner en solfa todo lo que has aprendido,, lo que
te han dicho, mover como un Sansón las columnas del templo del dogmatismo y observar
cómo todo se desmorona a tu alrededor. Lo haces muchas veces y resulta reconfortante ver
cómo los problemas cotidianos se diluyen, desaparece, ante la fuerza poderosísima de tu
mente. Pero esa no es la solución, perder pie en el terreno de la realidad, levitar en el aire
de la imaginación, mover el punto de encaje e ir a otra realidad a otro universo, no
soluciona nada. Estás aquí y ahora, viviendo esta vida, los problemas no desaparecen
volando sobre ellos, al contrario, se acrecientan. El delirio está a la vuelta de la esquina, al
otro lado de la línea roja en el suelo que tienes a un metro de tus pies.
La filosofía del guerrero impecable ha sido la palanca de Arquímedes, con ella moveré el
mundo. Pero no es fácil, no es fácil levantarse como un general dando órdenes a tus
facultades mentales, como un ejército dispuesto a la batalla. Cambia de acera si ves a… No
te dejes ir por la ensoñación, tienes que conducir hasta el trabajo. Si eres agresivo tendrás
problemas. Es una maldita cárcel de papel, cada vez que doy un paso extiendo la mano
para no golpearme contra la pared.
Pero al menos ahora mi batalla tiene sentido y mis armas son cortantes y duras como el
cristalino filo de un diamante. Haz lo que tienes que hacer cuando tienes que hacerlo.
Levántate cuando suena el despertador, no pienses en que hoy estás mal y no puedes ir a
trabajar. Acepta tus necesidades humanas más bajas, cuida tu aspecto, vives en sociedad.
Atento a la conducción, la vida de los demás es sagrada, y la tuya también. Trabaja
honradamente porque debes aportar a la sociedad lo mismo que ella te aporte a ti. No te
entretengas pesando en la balanza, es mezquino. Los defectos de los demás te hieren lo
mismo que los tuyos hieren a los demás. Sé un guerrero impecable. Si tienes que
defenderte hazlo, pero sin juzgar, sin cebarte en las heridas que causas en tu batalla
impecable. Haces lo que tienes que hacer y no te entregas al remordimiento, a la inútil
compasión. Ama cuando tienes que amar, pelea cuando tienes que pelear, diseña
estrategias cuando sea preciso disponer de estrategias en la lucha de poder. Cuando estás
cansado descansa, cuando estás deprimido sabes que eso es falta de energía, cuando la
fobia te golpea alzas el escudo y sigues haciendo lo que tienes que hacer, una vez y otra y
otra, hasta que la fobia desaparezca. Comes cuando tienes que comer y si lo haces en
exceso sufres las consecuencias, con responsabilidad, sin quejarte ni lamentarte, intentas
aprender la lección y sino la aprendes decides aprenderla. Cada día es un regalo, podrías
estar muerto, lo sabes muy bien, los poderes que controlan nuestras vidas te han librado
de la muerte, una vez, y una vez más. Pero la muerte está a tu espalda, tiene la mano en tu
hombro izquierdo, notas su frío y te estremeces. Puedes estar muerto al minuto siguiente,
por eso la fobia no es importante, es una tontería creada por tu importancia personal. La
enfermedad mental es una cárcel de papel, puedes quebrar la pared con un golpe de tu
puño de guerrero. Si llueve es hermoso y si hace sol es hermoso. Si estás alegre eres feliz y
si estás triste es el movimiento de los astros, implacable, pero fugaz. El tiempo pasa y tu
cuerpo envejece, pero el guerrero es cada día más sabio, más fuerte, más poderoso. No
temes a la muerte porque forma parte de ti, es la mano en tu hombro, como tu cuerpo es la
prolongación de tu consciencia. Las guerras se incuban en la sangre de tus hermanos,
algún día llegarán a tu sangre, pero el guerrero hace lo que tiene que hacer, en la paz como
en la paz, en la guerra como en la guerra. Hay un tiempo para todo, un tiempo para el amor
y un tiempo para la guerra, un tiempo para la risa y un tiempo para el llanto. Cada hora
tiene su afán, cada tiempo su batalla, cada guerrero tiene su talón de Aquiles y su espada.
Cada chispa divina recorre su camino, cada luz ilumina un pedazo de oscuridad. Cada loco
tiene su tema, cada músico su melodía, cada esperanza una meta, cada desesperación es
un enemigo a combatir. Cada batalla tiene su fin, unas veces vences y otras eres derrotado.
La dignidad nace de Dios y Dios habita en ti, en todo, aunque seas débil, eres sabio aunque
yerres a cada paso. Eres día con la luz y noche con la oscuridad. Eres agua que fluye y
viento que sopla, nada permanece y nada ha cambiado. Eres individuo y eres infinito. Eres
gota de agua y eres océano.
Algún día alcanzarás la sabiduría suprema del guerrero impecable, la batalla es lo mismo
que la calma y la enfermedad lo mismo que la salud. El electrón no deja de vibrar, unas
veces en una frecuencia y otras en otra. Unas veces estás aquí y otras allí, vives una vida y
mueres, mures y renaces, recuerdas y olvidas, eres niño y anciano, mujer y hombre, eres
enfermo mental y estás curado.
El guerrero impecable vive el instante como si fuera el último día de su vida y no se lamenta
ni gimotea. Danza en la muerte como en la vida. Crea su propia música y baila con sus pies
sobre el sol y lasa estrellas. No intenta desentrañar el misterio de la vida, porque ningún
misterio tiene sentido cuando uno mira con sus ojos fulgurantes, como carbones
encendidos. Quien ve no necesita hacerse preguntas, ve. Quien vive no se pregunta cuándo
ha nacido y cuándo morirá, abre la boca y respira y el aire empapa sus pulmones como
fuego y todo él se convierte en una tea encendida.
El control y el descontrol son una y misma cosa, el movimiento del guerrero que como un
cometa ardiendo cruza el cielo sin preguntarse en qué galaxia se formó y en qué galaxia se
extinguirá.
Categorías : Conociendo y queriendo al enfermo mental
CONOCIENDO AL ENFERMO MENTAL II
23072014
CONOCIENDO AL ENFERMO MENTAL II
EL DELIRIO
Ya vimos en el capítulo anterior que uno de los mayores miedos del enfermo mental es el
de perder el control. Se podría decir que el delirio es la pérdida de control absoluta por lo
que el enfermo mental no solo le tiene miedo, puede llegar al pánico. Los familiares de los
enfermos temen más que nada a enfrentarse al delirio de su familiar, enfermo mental. No
saben qué hacer en estos casos, no saben cómo tratarles y hasta llegan a pensar que es
otra persona, como si estuviera poseída y todo su interés consiste en quitarse de encima al
enfermo, internarlo y que se preocupen otros.
¿QUÉ ES EL DELIRIO?
Para quienes nunca hayan sufrido uno esto les suena a mal viaje de un drogadicto, a doble
personalidad, a demencia total y absoluta. Quienes hemos sido diagnosticados en algún
momento como enfermos sufriendo un delirio sabemos muy bien que el terreno del delirio
es tan amplio que sino matizamos mucho nos podemos salir del terreno de juego.
En realidad todo delirio tiene como componente básico la imaginación, la fantasía. Vivimos
intensamente esa fantasía hasta el punto de despegarnos, desvincularnos de la realidad. La
doble o múltiple personalidad sería la cúspide del delirio puesto que el delirante no solo se
imagina que está donde no está o que ciertas fantasías de su mente son reales, sino que
incluso llega a perder su propia personalidad y a adquirir otra. Ya analizaremos qué dice el
esoterismo respecto a estos supuestos de múltiples personalidades, ahora nos
conformaremos con saber un poco qué es y cómo enfrentarse a él.
Delirar, lo que se dice delirar, lo hacemos todos. Podemos fantasear con tal intensidad que
la fantasía nos absorbe. Podemos ver una película y vivirla con tal intensidad que nos lo
creemos todo y sufrimos con los actores y “lloramos”. Aquí habría que distinguir entre el
delirio y la empatía. Nos podemos poner en lugar de otra persona, en su piel, imaginar
sentir lo que él siente y ser esa misma persona, ahora bien, si perdemos contacto con
nuestra personalidad, con nuestra realidad, con la vida, estamos delirando, aunque la causa
haya sido la empatía y no la fantasía. No creo mucho en las diferencias entre empatía y
fantasía, mucho me temo que las personas que no tienen imaginación no pueden ser
empáticas puesto que la empatía exige algo que no podemos realizar, llevar a cabo en el
mundo real y por lo tanto nos vemos obligados a servirnos de la imaginación como la única
facultad que puede proporcionarnos eso, ayudarnos a saltar el abismo.
Habría que marcar muy bien los diferentes grados de delirio y sus consecuencias. He sido
testigo en primera persona del delirio de un amigo alcohólico que sufría delirium tremens.
Estaba convencido de que arañas y serpientes venenosas bajaban por las paredes. Estaba
aterrorizado. Y sin embargo era capaz de razonar y su consciencia, aunque embotada,
estaba aún ahí. De hecho me reconoció y de hecho logré convencerle, a través de un
razonamiento lógico e impecable de que no podían estar bajando arañas y serpientes
venenosas por las paredes porque yo puse la mano (en contra de su deseo, me gritó que no
lo hiciera) y la mantuve un tiempo. Luego le dije que no me habían picado y que yo no iba a
morir, por lo tanto tenía que aceptar que lo que él estaba “viendo” (algo real para él puesto
que quiso evitar que yo me arriesgara) era un delirio y aunque siguiera percibiendo
aquellos bichos no podía comportarse de acuerdo a sus percepciones, sino de acuerdo a su
lógica, que aún seguía más o menos intacta.
Desconozco si cuando yo me marché mi amigo siguió actuando como un delirante y si solo
me dio la razón porque nos unía una gran amistad y no quería incomodarme. Lo cierto es
que me reconoció, pude hablar con él y razonar. Esto es muy importante. Hay quienes
creen que un delirio impide hacer todas estas cosas. Por eso es importante matizar que un
delirio depende de su intensidad.
En un centro psiquiátrico, donde estuve interno, un paciente, un esquizofrénico, me
confundió con Napoleón Bonaparte o Julio-César, no recuerdo bien. Juraba y perjuraba que
había visto mi foto en un libro y que yo era el tal personaje. Ignorante de su enfermedad
(acababa de entrar) no le hice mucho caso y llegó a enfadarse tanto que tuvo que intervenir
un celador para que no me agrediera. Estamos ante un caso de delirio máximo, extremo, el
delirante no reconoce la realidad ni a las personas de su entorno y es muy posible que él
mismo sea otra persona. No podemos enfocar estos dos casos de la misma forma, cada
delirio, lo mismo que cada enfermo necesita un trato diferente.
No soy profesional de la salud por lo que todo lo que estoy diciendo aquí no es otra cosa
que la perspectiva de un enfermo a quien le diagnosticaron que sufría delirios. También he
convivido con personas que los sufrían, por lo tanto creo que estoy en condiciones de dar
mi personal y subjetiva opinión con un mínimo de garantía. Quien tenga que enfrentarse a
un enfermo delirante deberá buscar la ayuda y asesoramiento de profesionales de la
medicina y expertos, pero cualquier cosa que pueda ayudarles a comprender este estado
mental debería dárseles. El conocimiento es el primer paso para el afecto y el amor, sino
comprendemos no podemos querer. Esto es muy importante.
¿QUÉ GRADOS DE INTENSIDAD PUEDE TENER UN DELIRIO?
En mi etapa juvenil aún no había conseguido encauzar de forma positiva mi vivísima
imaginación, por eso no me ahorré ni una pizca de sufrimiento. Una vez que encauzas a tu
fantasía hacia tareas creativas el sufrimiento decrece y los resultados mejoran
notablemente. La diferencia entre fantasear vivamente sobre cosas malas que te van a
ocurrir y el poder narrarlas como una historia de ficción, como una novela, es abismal.
Desde que conseguí expresar esas fantasías como escritor, poniendo en palabras tantas
imaginaciones que me asaltaban a lo largo del día, mi mente se equilibró y mi psiquismo
alcanzó una paz que no había alcanzado antes.
Cuando no eres capaz de expresar de una forma creativa estas fantasías puedes acabar
fácilmente en ideas obsesivo-compulsivas que si se mantienen mucho en el tiempo están
abonando el terreno para el delirio. Lejos de mi negar la evidencia de la herencia genética o
de los trastornos físicos con resultados mentales, pero muchas de las raíces del delirio
están en la mente, en nuestra imaginación. Se podría decir que es como la linterna que
portamos en la noche oscura, la linterna no somos nosotros pero nos fiaremos y
adaptaremos nuestra conducta a lo que nos enseñe, a lo que vaya iluminando la luz de la
linterna. Si enfocamos un universo de monstruos nuestra personalidad, que va detrás de la
linterna, vivirá en un mundo de monstruos. Eso es lo que le ocurre al delirante, no puede
controlar su mente, su imaginación, y ésta llega a tener tanto poder como los estímulos
que le llegan de la realidad o más. Está admitido por las nuevas ciencias que la mente es la
que procesa todos los estímulos que recibimos a través de los sentidos. A través de
sencillos experimentos se nos demuestra que podemos obviar una información certera de
un sentido porque la mente al procesarla la ha modificado o bloqueado.
Don Juan le decía a Castaneda que cuando cambiamos el punto de encaje entramos en
mundos auténticamente reales. Esto nos resultará difícil de comprender pero es cierto que
los sentidos están “enchufados” de alguna manera a la mente y si ésta se enchufa a su vez
a otros estímulos y realidades se puede decir que está viviendo en mundos tan reales como
los que percibimos y palpamos en nuestra vida cotidiana, a la que consideramos como la
única real. Quienes no hayan vivido nunca un delirio intenso no saben hasta qué punto
todo lo que se percibe en ese estado es real. Lo mismo que no nos enfrentamos a la
realidad a patadas, porque una pared, por ejemplo, nos podría romper el tobillo, tampoco
deberíamos enfrentarnos al delirio con la cabeza por delante, embistiendo, porque bien
podríamos encontrarnos con paredes reales y rompernos la cabeza.
En el próximo capítulo analizaremos cómo debe enfrentarse un enfermo mental a sus
delirios y cómo sus familiares deben reaccionar frente a estas crisis.
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CONOCIENDO AL ENFERMO MENTAL III
28072014
EL DELIRIO II
LA ATRACCIÓN DEL ABISMO DEL DELIRIO
En otros textos de este blog ya he comentado cómo la mente es una cabra loca que
siempre tira al monte y concretamente le gusta pasear y asomarse a los precipicios y
abismos. Este defecto natural de nuestra mente resulta especialmente peligroso en los
enfermos mentales y sobre todo en aquellos que sufren patologías que pueden generar
delirios en sus momentos de crisis.
En realidad todos somos delirantes, incluso aquellas personas que se consideran sanas y
apegadas a la tierra, a la materialidad, incluso aquellas que no se dedican a otra cosa que a
conseguir dinero, el paradigma de lo material. El delirio más asombroso y más
comúnmente aceptado por todos los mortales es precisamente el de su inmortalidad. Si
preguntamos a cualquier si cree que se va a morir algún día se echará a reír y nos mirará
como si estuviéramos locos. Por supuesto que todos creemos en nuestra mortalidad, todos
estamos convencidos a pies juntillas de que moriremos algún día. Sin embargo nos
comportamos en la vida cotidiana como si fuéramos inmortales, hacemos planes a largo
plazo, despreciamos a los otros como si la muerte no nos acabara igualando a todos algún
día. Este es un delirio típico, el delirante sabe la verdad, razona, no necesita que nadie le
convenza de que está delirando… pero sigue con el delirio, actuando como si tal cosa. Si
alguien le tocara en el hombro y le dijera “pero hombre, no te das cuenta de que estás
delirando”, le daría la razón pero continuaría erre que erre.
Los sanos, que tanto miedo tienen al delirio de los enfermos mentales, que se llevan las
manos a la cabeza y salen huyendo… por si acaso, en realidad son igualmente unos
delirantes, no en vano actúan como si nunca fueran a morir, aún sabiendo que todos
morimos y que nadie se salva. ¿Cuál es pues la diferencia entre el delirio del sano y el del
enfermo mental?
Tal vez la principal diferencia esté en que el sano tiene muy pocos delirios y todos
aceptados socialmente, en cambio el enfermo mental puede sentirse atraído por toda clase
de delirios, cebarse, hundirse en ellos y desde luego ninguno es aceptado socialmente… o
muy pocos.
Uno se pregunta qué encontramos en el fondo del abismo del delirio para que nos atraiga
tanto. Si ya en otra ocasión hemos hablado de que la enfermedad mental no es otra cosa
que una fuga de la realidad, el delirio es la manera más fácil y cómoda de fugarse. Dejas
que la fantasía se apodere de tu mente, se enquiste allí, eche raíces y descubres que los
problemas cotidianos “reales” van perdiendo intensidad y se van relegando a la cola de
nuestras prioridades. El enfermo mental, incapaz de afrontar un problema real, puede
crearse mil problemas delirantes porque le resulta más cómodo enfrentarse a ellos.
Además hay una parte del delirio que es sumamente satisfactoria, casi orgásmica, incluso
mística, son las fantasías creativas o positivas.
DELIRIOS CREATIVOS
Tal vez uno de los paradigmas más conocidos del enfermo mental delirante y creativo sea
el genial pintor Van Gogh. Estoy convencido de que pintó muchos de sus cuadros en pleno
delirio. Mirando sus cuadros no me lo imagino en un estado de consciencia realista, con los
pies en la tierra y la cabeza fría. Esta delirante creatividad puede alcanzar cumbres
sublimes y proporciona al delirante auténticos placeres de dioses. Se podría decir que estos
delirios son reales porque son compartidos por todos los espectadores que contemplan el
cuadro y lo disfrutan.
Hay delirantes creativos que se pueden pasar horas y días delante de un cuadro, sin
acordarse de comer o dormir, sin ser conscientes de que el tiempo ha transcurrido. A los
escritores también nos ocurre algo parecido. Soy capaz de escribir durante horas una
historia que me ha pillado y fantasear durante días sobre alguna idea que se me ha
ocurrido para un relato. Esto no deja de ser un delirio, aunque se podría considerar creativo
y positivo.
Pero esta creatividad delirante tiene también una doble cara, un rostro oscuro. Ese rostro
oscuro carece de orejas, podríamos expresarlo así si recordamos lo que hizo Van Gogh. El
delirio positivo y creativo puede transformarse en la horrorosa convivencia con los
monstruos de nuestra mente. No hay ni un paso entre uno y otro, una delgadísima línea
roja los separa.
Es por eso que los enfermos mentales deben tener sumo cuidado con sus delirios, aunque
puedan ser positivos o creativos. La atracción que ejerce sobre ellos el delirio es terrible,
como el canto de las sirenas sobre Ulises. Se empieza con una fantasía agradable que nos
permite aislarnos de la realidad y relegar los problemas cotidianos a un segundo plano y se
termina en un delirio que nos impide reconocer la realidad y vivir en ella.
PROCESO DEL DELIRIO
Estos delirios suelen comenzar con una fantasía más o menos agradable, dejamos que se
materialice y la reproducimos cuando deseamos huir de los problemas. No todos los
delirios comienzan así. En otro capítulo hablaremos de los delirios generados por el
alcohol, las drogas y las diferentes adicciones. También puede darse un delirio tras una
tragedia, tras un accidente o la pérdida de un ser querido, sería el síndrome de estrés
postraumático, el conocido trastorno. Tal vez también existan genes torcidos que generen
estos delirios cíclicamente. No lo sé, no me interesa lo que no puedo controlar porque no
está en mi mano evitarlo, pero sí podemos controlar y bloquear los delirios generados por
nuestra mente.
Salvo casos excepcionales de doble o múltiple personalidad o crisis delirantes de una
intensidad desmesurada, los delirios no suelen desvincularnos de forma absoluta de la
realidad. Digamos que nadamos entre dos aguas, una brazada en el agua del mar de la
realidad y otra en el cielo azul del delirio. Por eso es tan importante que el enfermo mental
sea advertido de su delirio en las primeras fases y se le ponga remedio, bien con la
medicación o la terapia o el afecto de sus seres queridos. Estoy convencido de que si nos
vamos, de que si el delirante se va, se evade de la realidad es por falta de cariño. Si nos
quisieran, si nos quisiéramos nosotros, si quisiéramos a los demás la fantasía sería un
agradable paseo por la playa y no el viaje infernal del buque fantasma. Tal vez no se
podrían evitar los delirios generados por el alcohol, las drogas, las ludopatías, las
adicciones, los genes torcidos, las lesiones cerebrales y medulares, el estrés postraumático,
pero todos los demás, los que nacen y se desarrollan en nuestra mente pueden ser evitados
a través del cariño. Nada como el amor para que no necesitemos buscar nada en el delirio.
LA LÓGICA DEL DELIRIO
Por experiencia sé muy bien lo irreprochablemente lógico que he sido en mis delirios. Un
delirante puede emplear la lógica más aplastante, más estricta, el silogismo perfecto, pero
no es eso lo que falla, el abismo se abre a un paso de la meta. Es como el juego del
ajedrez, el jugador sigue las reglas, diseña estrategias, mueve sus piezas con perfección
casi divina, pero cuando va a rematar la partida hace trampa, se enfada y golpea al rey
contrario con la mano, vuelca el tablero y maldice de todo y de todos.
Ese es siempre el paso que falla en el delirio. Razonamos como Sócrates pero a la hora de
la verdad nos saltamos todas las reglas y nos arrojamos al abismo de cabeza. Nuestros
razonamientos podrían ser ecuaciones matemáticas muy interesantes, que otros pueden
escuchar con respeto y a las que nosotros damos mil vueltas hasta convencernos de que
tenemos razón. El delirante siempre está convencido de que tiene razón. Dos más dos
cuatro y más dos seis y … No, esa no es la solución, algo ha fallado, se ha cometido un
error grave en alguna parte.
El enfermo mental es un experto en estas trampas. Puede convencerse de que los demás le
odian, quieren su mal, de que se portan muy mal con él, de que la culpa es de los otros y
no suya, de que la sociedad no le comprende, no le acepta, le margina, de que él no tiene
la culpa de su enfermedad y por lo tanto no se siente responsable ni considera debe asumir
ningún precio ni karma.
Todo puede comenzar dando una gran patada en el suelo. Aquí estoy yo, esto es el suelo y
estoy pisando realidad. Cierto, pero las cosas no son como empiezan, sino cómo terminan.
Hemos podido constatar la realidad incontrovertible de un insulto, una mirada aviesa, una
conducta poco respetuosa. Eso es cierto, no tiene vuelta de hoja, pero a partir de ahí se
inician una serie de razonamientos, de movimientos de las piezas de ajedrez en el tablero
que no siempre son correctos y ajustados a las normas. Puede que comencemos a hacer
trampas.
Esa persona no me quiere, me odia. Puede ser un salto en el vacío, la trampa del puñetazo
en el tablero. Es cierto que he escuchado cómo hablaba de mí a otra persona, creyendo que
yo no estaba presente y no escuchaba la conversación. Es cierto que de sus palabras se
deduce claramente que esa persona es hipócrita y que conmigo se comporta de una
manera y luego resulta que a los demás les dice que soy tal o cual. Eso no puede ser
negado y cuando alguien intente razonar con un delirante y niegue estas realidades se
encontrará con el rechazo más visceral y la agresividad más rotunda si el enfermo mental
está en crisis. No se puede razonar con los enfermos mentales pensando que son tontos,
idiotas y no se enteran de la misa a la media. Incluso cuando el enfermo mental está
delirando hay que calibrar si su delirio es muy intenso y cómo y por dónde está aún
anclado a la realidad. Al delirante hay que ayudarle a encontrar el fallo en su razonamiento
y hay que hacerlo con cariño. Ir por la vida arrasando y pateando culos no funciona ni con
las personas normales mucho menos con un enfermo mental y si además está delirando…
ni te cuento.
En el próximo capítulo veremos cómo funciona un delirio y qué se puede hacer para
controlarlo y bloquearlo.
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CONOCIENDO AL ENFERMO MENTAL III
11082014
CONOCIENDO AL ENFERMO MENTAL III
EL DELIRIO II PARTE
LA TEMÁTICA DEL DELIRIO
Muchos profesionales asocian determinadas temáticas delirantes a patologías concretas de
ciertas enfermedades mentales. Estando de acuerdo con la evidencia de que algunas
temáticas se repiten y pueden ser asociadas a determinado tipo de delirios, como el
delirium tremens alcohólico con sus bichos repugnantes y monstruos o los típicos delirios
generados por las drogas, o cualquier otro trastorno producido por lesiones cerebrales
concretas, en mi opinión subjetiva y nada profesional puesto que no soy terapeuta ni
profesional de la psicología o la psiquiatría, creo que ciertos delirios que viven enfermos
mentales que padecen enfermedades psicológicas y conductuales generadas por trastornos
de su mente o de su personalidad, están más bien asociados a su carácter que a su
patología concreta. Me explico.
Cuando la cabra loca de la mente toma el control, el mando, los abismos a los que nos lleve
van a tener más que ver con nuestra personalidad, nuestras ideas, nuestros trastornos de
conducta, nuestras fantasías e incluso con nuestra carga kármica que con un esquema
teórico dentro de una patología concreta. Incluso como enfermos mentales seguimos
conservando nuestra propia personalidad, carácter e individualidad, algo que muchas veces
olvidan los terapeutas que desean curarnos. Es la forma típica de tratamiento de taller.
Cuando llevas tu coche averiado a un taller y observan que una pieza está mal la cambian
por otra salida de la misma cadena de montaje y con las mismas características. Esto le
puede ir muy bien al coche pero el ser humano es individual y su consciencia es única e
irreemplazable. Ningún delirio se parece a otro más de lo que una persona concreta se
parece a otra persona concreta.
Aunque todo delirio tiene como base la fuga de la realidad y el camino que elige siempre es
el de la imaginación, la fantasía, en cada delirio está nuestra personalidad con todas sus
cualidades y defectos, con todo lo que somos e incluso lo que fuimos en vidas pasadas. No
obstante, aunque el delirio sea tan individual, sí podemos establecer algunas temáticas que
son típicas del enfermo mental y de ciertas patologías. Ello no quiere decir que las
personas ”normales” no sufran este tipo de delirios en los que se repiten temas muy
concretos. En realidad, como ya hemos visto, toda persona, se considere sana o no, sufre
de delirios de forma más o menos habitual en su vida cotidiana. El primero de ellos y
fundamental es el delirio de la inmortalidad. Vivimos como si fuéramos inmortales y la
aceptación teórica de nuestra mortalidad no deja de ser la estructura lógica corriente en un
delirio hasta que se rompe con el salto en el vacío. Pero existen otros delirios que nuestra
sociedad acepta como normales y propios de personas “sanas”. La mayoría de ellos tienen
una estrecha vinculación con ciertos defectos de carácter o “pecados capitales”. Así, por
ejemplo, entre nosotros, considerados como “perfectamente normales” tenemos a los que
se apegan al dinero, a la riqueza, a los bienes materiales, sería el pecado capital de la
avaricia. Observamos sin pestañear cómo los especuladores viven auténticos delirios
bursátiles, auténticos saltos en el vacío; cómo algunos se montan empresas de la nada y las
venden como tesoros, en lingotes, cuando en realidad son solo humo, coloreado, y a veces
ni eso. Muchas de estas personas sufren de auténticos delirios que envidiaría un enfermo
mental. Crean universos de la nada, diseñan estrategias que parecen tan “reales, lógicas y
materiales” como ya hemos visto que ocurre en las primeras etapas del delirio en un
enfermo mental. Estas personas se convencen de que están con los pies en el suelo y de
que no deliran porque sus cuentas corrientes engordan y no de aire precisamente. Sus
dineros contantes y sonantes en sus bolsas o faltriqueras les hacen creer que tienen los
pies en el suelo y que el peso del vil metal será siempre suficiente para que no salgan
volando como globitos. En realidad todos sabemos que antes o después se produce el salto
en el vacío en este delirio tan lógico e indestructible. Así vemos cómo algunos corruptos
que pensaban nunca iban a ser descubiertos terminan en la cárcel, vemos que empresas
que volaban hacia arriba en los índices bursátiles se desploman como un simple castillo de
naipes ante el soplo de un niño. Resulta increíble pensar cómo estas personas pudieron dar
semejante salto en el vacío, pensar que delinquían pero nunca iban a ser descubiertos, que
vendían humo y nadie se iba a dar cuenta, que su pirámide nunca iba a fallar por la base,
que la economía asimilaría cualquier agujero que ellos crearan, como un queso de gruyere
y la crisis no llegaría nunca.
Aunque nos cueste creerlo estas personas son delirantes, aunque la sociedad se encoja de
hombros y acepte estas conductas como normales en realidad son mucho peores que los
delirios de cualquier enfermo mental, porque el delirio del enfermo mental solo le perjudica
a él y a sus seres queridos que están vinculados por un estrecho afecto. En cambio estos
delirios megalomaniacos de personas que se consideran sanas y al margen de cualquier
lógica o por encima de cualquier ley, pueden hundir en una crisis económica galopante a
todo un planeta o dejar sin trabajo a miles de personas o hacer tales agujeros que ni
echando tierra encima durante décadas se logra rellenar el vacío.
Hemos puesto un ejemplo, la temática de la avaricia para que seamos conscientes de que el
delirio no es algo propio y exclusivo del enfermo mental. Son delirantes los que sufren de
celos extremos llegando al maltrato o a la violencia física; son delirantes los narcisistas que
exhiben sus ropas interiores en los reality shows; son delirantes quienes utilizan la
violencia para masacrar a todo el que les estorba, por motivos políticos, ideológicos o
religiosos. Cada día podemos contemplar en nuestros televisores los efectos de los delirios
de personas que se creen sanas porque están en puestos altos de jerarquías
gubernamentales o militares o tienen riqueza y poder. Si el razonamiento que lleva al salto
en el vacío que supone el asesinato, el genocidio, la muerte de millones de víctimas
inocentes, de niños, de mujeres de ciudadanos de cualquier territorio es impecable,
entonces nosotros los enfermos mentales, los únicos y auténticos delirantes podríamos
reclamar, con toda razón, que se nos quitara de la lista puesto que nuestros delirios jamás
producirán los terribles, infernales efectos que general otros delirios sufridos por personas
que se consideran sanas y que son aceptados por nuestra sociedad con el mismo
encogimiento de hombros que un chaparrón en un día de canícula. Si las personas que
razonan que no es posible impedir que millones de personas mueran de hambre o que las
epidemias en países del tercer mundo no pueden ser controladas hasta que llegan a
nuestro primer mundo y nos afectan, si creemos que todas estas personas están realmente
sanas y su razonamiento es impecable, que no hay salto en el vacío en algún momento de
su especial delirio, nosotros los enfermos mentales podríamos reclamar, con toda razón,
que nos dejaran gobernar el mundo, puesto que nuestros delirios siempre serían más
livianos que los de las personas “sanas” que generan estas consecuencias infernales.
Una vez situado el delirio en su auténtico contexto, podemos intentar analizar un poco los
principales delirios que se atribuyen a los enfermos mentales y que son muy típicos de
determinadas patologías:
DELIRIO PROFÉTICO
Se podría decir que este delirio sería propio de personas que se consideran buenas, de
carácter bondadoso, con ideas religiosas, que cuando tienen que dejarse llevar por su
imaginación hasta el delirio prefieren hacerlo por el camino de la profecía, de la misión
salvadora de la humanidad, de la lucha contra el Apocalipsis que nos aguarda. Tal vez se
produzca en determinadas patologías psiquiátricas más que en otras, pero desde mi punto
de vista va estrechamente asociado a una forma de ser y de pensar.
Como sucede en todo delirio, las primeras fases son de una lógica impecable, y cualquier
obstáculo que se ponga en el camino es orillado con razonamientos ante los que hay que
quitarse el sombrero. Veamos la lógica del delirio profético.
A un delirante profético le podrías decir:
-¿Cómo piensas que Dios te ha elegido a ti, un mierdecilla, para semejante misión
espiritual?
La respuesta lógica sería la siguiente:
-Los últimos serán los primeros (evangelio), sino os hiciereis como niños no entraréis en el
reino de los cielos (evangelio), Dios escribe derecho con renglones torcidos (sabiduría
popular).
-¿No te parece que tu mensaje es estúpido, que tu misión es ridícula, que no tiene el
menor sentido que te pongas a profetizar por las calles sobre el Apocalipsis cuando
maestros tan evolucionados como Jesús fueron crucificados y maestros tan elevados en el
conocimiento como Buda han sido, son y serán despreciados, como unos inútiles utópicos
y delirantes?
La respuesta lógica sería la siguiente:
-Cuando la palabra de Dios late en tu corazón debes sacarla al exterior o explotará dentro
de ti y te destruirá. No sé por qué me ha elegido Dios ni para qué, pero si escucho su voz
debo seguirla.
-Si Dios te ha elegido realmente para alguna misión, ¿por qué no esperas a que te muestre
el camino y te diga el mensaje y te dé señales inequívocas de qué es lo que quiere de ti,
porque si es tan poderoso y sabio y bondadoso como dices no te extraviará por laberintos
de humo, te llevará a los verdes pastos para que puedas gozar de los dones místicos que te
esperan?
Y es aquí donde se produce el salto en el vacío, el puñetazo en el tablero de ajedrez.
Porque ante una pregunta tan lógica y razonable el delirante profético tiene que dar un
salto en el vacío. Es cierto que la supuesta voz de Dios que le habla puede ser tan
poderosa, tan “real” para él que debe hacer algo al respecto, pero si continuara en la
cadena de la lógica esta última pregunta le mantendría a la espera, sin hacerle partícipe de
conductas que todo el mundo consideraría delirantes. Si Dios me ha elegido a mí para dar
un mensaje, veamos primero cuál es ese mensaje. Puede que sea irracional puesto que
contradeciría lo que es Dios, bondadoso (los mensajes de destrucción del prójimo no
pueden provenir de él), omnisapiente (no me necesitaría a mí para saber lo que va a ocurrir
o cómo organizarse para que no ocurra), todopoderoso (no me necesita a mi para nada, ni
a nadie, si nos ha hecho libres él sabrá la razón). Una lógica impecable arrinconaría todos
estos mensajes dogmáticos, destructivos, que en el supuesto nombre de Dios pretenden
acabar con todos los hijos que él ha creado, porque supuestamente les ha elegido a ellos y
desechado a los demás como juguetes rotos.
Una vez que se ha producido el salto en el vacío todo es posible puesto que ya no existe
lógica alguna en el razonamiento delirante y en las conductas delirantes que siguen a
estros razonamientos y emociones. Uno podría creerse un profeta y salir a la calle con un
rifle y matar a todo el que se le pusiera a mano. Una vez que se ha llegado a la etapa
delirante que consiste en dar el salto en el vacío, todo es aceptable y razonable para el
delirante. Las misiones proféticas o salvadoras pueden ser tan variadas e intensas como lo
permita la imaginación del delirante. No hay límites que no se puedan cruzar.
Sin embargo resulta curioso cómo estos procesos delirantes no suelen llegar muy lejos en
los enfermos mentales, que enseguida son observados y catalogados por su entorno social
y acaban siendo encerrados a la fuerza en centros psiquiátricos, medicados y sometidos a
terapia hasta que ponen los pies en el suelo y reconocen su delirio. En cambio estos
delirios en personas supuestamente “sanas” están llegando hasta los extremos infernales
que vemos en las noticias. Terroristas que dan el salto en el vacío y defendiendo cosas
razonables como su propia lengua, cultura y territorio, terminan masacrando sin piedad a
personas inocentes. Han perdido totalmente el contacto con la realidad, ¿cómo sino
podrían matar a otras personas que no les han hecho nada, cómo sino podrían poner por
encima de la vida de otra persona la posibilidad de tener un autogobierno? Creyentes
religiosos que llegan a olvidarse de que Dios está en el fondo de todos nosotros, que
somos habitados por la chispa divina, y una vez que dan el salto en el vacío y entran en un
delirio espantoso podrían acabar con el resto de la humanidad si les dejaran, porque una
vez que te convences de que estás oyendo la voz de Dios, de que Dios solo te habla a ti, y
de que las voces que escuchas en tu mente son la única y verdadera voz de Dios, el salto en
el vacío se ha producido y cualquier atrocidad te parecerá buena con tal de que los demás
reconozcan el mensaje divino y profético para cuya divulgación te han elegido.
Hemos visto las diferentes consecuencias del delirio en enfermos mentales y personas
“sanas y normales”. No podemos hacer nada frente a estas atrocidades generadas por el
delirio de los “sanos” pero sí podemos hacer todo para que nosotros, los enfermos
mentales, podamos bloquear, encarrilar y someter nuestros delirios mentales en el puzzle
complejo que es nuestra personalidad, nuestra psicología y nuestro carácter. En los
capítulos finales de este trabajo analizaremos las diferentes técnicas mentales e
instrumentos que están a nuestro alcance para el control del delirio. Antes veremos las
perspectivas que sobre el delirio tiene el esoterismo, el budismo, el chamanismo y otros
conocimientos y filosofías que nos han acompañado a lo largo de la historia. No doy por
terminado el capítulo sobre la temática delirante, porque aún nos quedan algunas
temáticas muy interesantes, entre ellas “las voces que nos hablan”.
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CONOCIENDO AL ENFERMO MENTAL IV
20092014
CONOCIENDO AL ENFERMO MENTAL IV
CONOCIENDO AL ENFERMO MENTAL IV
EL ENFERMO MENTAL Y LA MANIPULACIÓN
Interrumpo la serie sobre el delirio para centrarme en un tema muy importante para
conocer al enfermo mental y que quiero poner de relieve ahora por motivos personales.
Tras cada crisis de mi enfermedad lo primero que se me achaca, especialmente por mis
seres queridos es la supuesta manipulación a que les he sometido. Parece como si enfermo
mental y manipulación fueran sinónimos y estuvieran estrechamente unidos. No hay cosa
que más me moleste y me enfade.
Lo mismo que sucede en las relaciones de pareja (en las que no se puede buscar un chivo
expiatorio al que echarle la culpa de todo porque en los problemas de pareja los dos tienen
parte de culpa y si la tuviera uno solo el otro sería culpable de no poner de inmediato y
drásticamente fin a la relación) en las relaciones entre seres queridos y enfermos mentales
la manipulación es mutua y buscar la mayor intensidad o culpabilidad en uno o en otros
sería una pérdida de tiempo, puesto que en algunas ocasiones manipularían más unos que
otros. En las relaciones humanas no se puede ser tan mezquino como para pesar en la
balanza cada acto del otro, a ver si nos debe y así poder exigírselo, ni tampoco se puede
ser tan tonto como para aceptar que el otro siempre tiene razón y siempre hace más por
nosotros que nosotros por él y por tanto nuestra deuda será infinita e impagable. Seamos
menos mezquinos y miremos las relaciones interpersonales con elevación espiritual.
Aceptemos que a veces el otro nos manipula y que a veces nosotros manipulamos al otro.
Estoy convencido de que en el juicio divino no se pesarán nuestros actos o manipulaciones
para ver si nos deben o debemos, se pesarán nuestras almas (como en el mito egipcio) y si
no son sutiles y se elevan no pasaremos el juicio.
En las relaciones enfermo mental-seres queridos hay manipulación por ambas partes.
Vamos a ver cada parte y cada manipulación, desenredaremos la madeja e intentaremos
que conociendo cómo funciona podamos hacernos conscientes de cómo somos
manipulados y evitarlo y de cómo nosotros manipulamos y evitarlo. Esto forma también
parte de las farsas de control que trataremos en la serie dedicada al tema. Pero antes
vamos a sentar una premisa.
PREMISA
Una persona que manipula a sus seres queridos es un enfermo mental o no lo es. Si no lo
es y su conducta manipulatoria es tan destructiva y cínica como lo son a veces la conductas
de los enfermos mentales que están sufriendo una grave crisis en su patología, si estamos
convencidos de que quien nos manipula así no es un enfermo mental lo mejor que
podemos hacer es huir lejos, cuanto más lejos mejor, si es posible al otro lado del universo
muchísimo mejor. Y todo ello porque nos estaríamos enfrentando a un sociópata, a un
asesino en serie psicológico que no solo acabará con nosotros sino que nos torturará hasta
hacer de nuestra vida un infierno.
Así de claro, esto se lo he dicho a mis seres queridos y me ratifico en ello y se lo digo a
todo el que quiera escucharlo. Las conductas manipuladoras de un enfermo mental son
inadmisibles e inaceptables salvo que las consideremos como efecto de una patología
mental. Lo mismo que sería inaceptable que una persona sana nos insultara gravemente,
nos faltara al respeto y nos hiciera todo el daño que pudiera, podría ser comprensible, no
diría que aceptable que, por ejemplo, un enfermo terminal que está sufriendo como un
condenado al infierno le diga a la persona que más quiere que su vida a su lado ha sido
una mierda y le insulte gravemente. Esa persona puede decidir que lo que está haciendo su
ser querido es producto de su enfermedad terminal, cuando ya ha perdido toda esperanza,
cuando el dolor es insufrible y lo mismo que no le importa insultar gravemente al ser que
más ha querido y que más le ha querido a él, tampoco le importaría apretar un botón y
terminar con el mundo. Es así, la muerte es terrible, nadie puede enfrentarse a ella con
equidad, salvo unas pocas almas privilegiadas. Un ser querido puede aceptar que el
enfermo terminal no está en sus cabales, como se dice coloquialmente, y sufrir
heroicamente lo que “la vida le tiene destinado”, en frase también muy coloquial, o puede
decidir que bastante ha sufrido, que lo siente mucho pero que al enfermo le cuiden otros,
porque no quiere vivir un infierno.
Todo esto es comprensible, lo que no sería comprensible es negar sistemáticamente que el
enfermo terminal no es terminal, ni siquiera está enfermo, lo digan los médicos que lo
digan, lo muestre el enfermo con sus dolores y su deterioro físico. No, no y no, no está
enfermo, se hace el enfermo y me está manipulando. Esta situación que parece tan ridícula,
se da en el enfermo mental. Hay familiares que niegan la enfermedad de su ser querido. No
está enfermo, dicen, solo se hace el enfermo para manipularnos y hacernos daño. Bien, si
están tan convencidos ¿por qué no abandonan al supuesto enfermo, que no es tal a su
suerte?
¿Consentirían que una persona normal que camina por la calle les hiciera eso, o lo
denunciarían a la policía y tratarían de que fuera a la cárcel? No podemos engañarnos, no
podemos ser hipócritas, si pensamos que alguien no es un enfermo mental y nos hace todo
lo que hacemos los enfermos mentales en las crisis de nuestra enfermedad, hay que tomar
una decisión, ya, ahora, no mañana, y esa decisión debería ser alejarnos de él y cuanto
antes mejor.
Eso se lo dije a mis seres queridos y lo mantengo y acepto todas las consecuencias. Si
determinadas conductas que he seguido durante las graves crisis de mi enfermedad mental
no fueran propias de un enfermo y de su patología concreta, no digo ya que hubiera
esperado de mis seres queridos que me abandonaran y me dejaran morir como un perro
solitario, porque me lo tendría merecido, incluso yo hubiera tomado la decisión de
inmediato. Si alguien piensa de mí que soy un asesino en serie, pongamos por caso, no le
daré tiempo a pensar en alejarse de mí, saldré corriendo como alma que lleva el diablo,
porque si él cree que yo soy peligroso para él, yo estoy convencido de que él me hará vivir
los tormentos del infierno. Seamos personas claras, sinceras, tomemos las decisiones de
acuerdo a lo que pensamos y sentimos y afrontemos las consecuencias. Que mi ser querido
no es un enfermo mental y se comporta así… pues que “le ondulen con la permanén” como
dice la zarzuela, que le ondulen el pelo con la permanente o que le den por donde amargan
los pepinos. Así de claro. No hay medias tintas. Que no soy un enfermo mental y me
comporto así, fuera, se acabó. Ahora bien, no me sirve eso de que soy un enfermo mental
cuando le interesa al otro y cuando no soy una persona normal. Soy un enfermo cuando me
lleva al médico y acepta que me mediquen, no soy un enfermo cuando en plena crisis
manipulo y adopto conductas insufribles. Seamos claros, pensamos con claridad y
afrontemos las consecuencias. Yo prefiero que mis seres queridos me digan que no soy un
enfermo mental y me dejen, que me las apañe como pueda, que viva y muera solo como un
perro o que salga adelante por mis medios, puesto que soy normal y las personas normales
salen adelante por sus medios, a que anden siempre ese toma y daca, no eres un enfermo
mental, no deberías hacer gala públicamente de tu enfermedad, es vergonzoso lo que
haces, tú en realidad eres una persona normal que tiene ciertos problemas de conducta y
que lleva mal ciertas cosas. Nada de eso, si no soy un enfermo y me comporto como me
comporto en las crisis hay que tomar decisiones y ya, nada de “es que siento compasión
por el pobre” “es que tengo miedo de que reaccione mal y me mate” “es que le tengo tanto
miedo que estoy paralizado”. Mentira, no estás paralizado para echarle en cara al enfermo
mental todo lo que tienes que echarle en cara y más. En ese momento no le tienes miedo,
en ese momento no piensas que te va a matar. Se claro, se honesto, toma tu decisión y
acepta las consecuencias como cualquier hijo de vecino. A mí me gustan las cosas claras, al
pan, pan, y al vino, vino. Que me quedo solo, que no puedo superar mi enfermedad mental,
que me suicido, bien eso es cosa mía, tomé una decisión, acepté las decisiones que
tomaron otros, intenté vivir, me enfrenté a la vida, si tengo que morir como un guerrero
impecable, moriré, danzando con la muerte la última danza, pero no me vale eso de que
soy un enfermo mental cuando interesa y cuando no interesa dejo de serlo. Ahora veamos
las manipulaciones por ambas partes, comenzando por las del enfermo mental, puesto que
yo lo soy y es justo que uno saque antes sus defectos que los de los demás.
MANIPULACIONES DEL ENFERMO MENTAL
A menudo me he encontrado con personas que se echan las manos a la cabeza y se
arrancan los pelos. ¿Pero cómo puede ser tan manipulador? ¿Cómo pueden ser los
enfermos mentales tan manipuladores? Bien, a mí no me sorprendería que un muerto de
hambre, en plena inanición, a punto de morir, robara una barra de pan en un
supermercado. ¿A que a ustedes tampoco? Pues bien, por qué les sorprende que un
enfermo mental que es incapaz de enfrentarse solo a la enfermedad, que sabe que si se
queda solo se desmoronará, que se hundirá en la miseria, que incluso puede peligrar su
vida, haga lo posible por mantener a los seres queridos a su lado. ¿Qué miente? ¿Y quién no
miente en esta vida? No me dirán que los corruptos no mienten, y les tienen en la televisión
todo el rato. Los enfermos mentales mentimos, manipulamos, es cierto, pero no más que
los familiares o que cualquier otra persona, a veces menos y a veces más, en plena crisis,
cuando defendemos nuestra supervivencia. “Es que no me puedo fiar del enfermo mental,
es un mentiroso, un trapacero, un manipulador”. Digan esto con voz de pito, como si
interpretaran un papel en una escena humorística. Verán cómo les suena. ¡Ah, sí! ¿Y se fían
de los corruptos porque no son enfermos mentales, y les llevan su dinero como quien lava,
y mira que no son enfermos mentales y por lo tanto dignos de toda confianza? ¿Y se fían de
los políticos y les votan y luego se quejan de que incumplen promesas, mienten y
manipulan? ¿Pero no habíamos quedado en que los únicos que mentimos y manipulamos
somos los enfermos mentales? ¿En qué quedamos?
Esto es pura retórica, como si estuviera hablando en el parlamento. En realidad lo que les
quiero decir es muy sencillo. Todo el mundo miente y manipula. El enfermo mental lo hace
para sobrevivir y causa mucho daño cuando lo hace en plena crisis. Es cierto. ¿Que sus
manipulaciones son más llamativas, y a lo mejor más dolorosas para sus seres queridos? Es
cierto, pero no me vengan ahora con que el enfermo se beneficia mucho con sus
manipulaciones cuando se separa, se queda sin familia, se queda solo, pierde todo lo que
tenía, si es que tenía algo y se condena a pasar el largo o corto periodo de “normalidad”
echándose la culpa de todo. ¿Qué saca el enfermo mental con sus manipulaciones? Solo
sufrimiento y miseria. ¿Es que somos tan idiotas, tan masoquistas que nos dedicamos a
manipular solo para sufrir nosotros y estar peor que antes? ¿Entenderían a un corrupto que
mintiera y manipulara para sacar millones y millones y luego los tirara al mar? Ese tipo está
“chinao” dirían ustedes, está como un cencerro, repetirían, y tendrían razón. ¿Por qué no lo
hacen también con el enfermo mental, solo que en lugar de decir “chinao” y “está como un
cencerro”, digan por sensibilidad humana, aquello de es un enfermo mental, está en plena
crisis, lo que diga y lo que haga hay que tratarlo con reservas, verlo desde esa perspectiva.
Hagan ese esfuerzo, por favor, verán que su visión del enfermo mental cambia.
Seguiremos con las manipulaciones del enfermo mental en la próxima entrega. Gracias.
CHARLA SOBRE LA ENFERMEDAD MENTAL
2052016
NOTA PREVIA: Al contestar un correo-consulta de un familiar de un enfermo mental
mencioné esta charla y al buscarla en el blog para remitirle el enlace descubrí que no
estaba o bien no conseguí encontrarla. Aprovecho para subirla esperando sea de utilidad.
Este fue mi primer paso en el camino, la manifestación pública de mi enfermedad mental.
Todo fue consecuencia de un cúmulo de casualidades, aunque como ya he dicho otras
veces, no creo en ellas, las fuerzas poderosas me indicaron el camino y decidí aceptar el
envite. De no haber estado aquella mañana en casa y escuchado una emisora concreta de
radio no habría conocido a Bautista, a quien los lectores del blog conocerán por “Las
historias de Bautista”. Aún después de escucharle dudé si debería o no dar el paso de
reconocerme públicamente como enfermo mental. Confieso que me costó, pero seguí el
impulso nacido de mi interior. Como guerrero impecable hice lo que tenía que hacer.
Comentando este paso como un amigo le dije que ignoraba si de no haberlo dado habría
evitado el divorcio y sus consecuencias, si bien estaba bastante convencido de que hubiera
hecho lo que hubiera hecho en aquel momento mi camino estaba trazado. No me
arrepiento ni dejo de arrepentirme. He dado un paso que pocos se atreven a dar y asumo
todas las consecuencias. No me avergüenzo de mi condición de enfermo mental ni creo ser
una mala persona, soy como soy, lo acepto y sigo adelante como un guerrero impecable,
haciendo lo que tengo que hacer, en este caso recuperar un viejo texto que creía perdido,
por si puede ayudar a mis hermanos, los enfermos mentales y a sus familiares y seres
queridos. Hoy, recién jubilado y presto a buscar una nueva residencia en la montaña, donde
viviré solo, no abjuro de los pasos dados en el camino, reconozco que muchos estuvieron
equivocados, reconozco que hay en mí un lado oscuro, muy oscuro, pero eso no me impide
apreciar lo bueno que hay en mí ni en postularme como un guerrero impecable hasta la
muerte. No aconsejo ni sugiero nada a mis hermanos los enfermos mentales, me limito a
reconocer públicamente mi condición de enfermo mental, a no avergonzarme de una
enfermedad que no he buscado y contra la que he luchado toda mi vida. Espero que este
testimonio ayude en algo.
CHARLA SOBRE YOGA MENTAL Y ENFERMEDAD MENTAL QUE TUVO LUGAR EN LA CASA DE
CULTURA DE CAMPO DE CRIPTANA, PATROCINADA POR LA ASOCIACIÓN LUZ DE LA
MANCHA.
Nota: Esta fue la guía que escribí por si me perdía, con los nervios del primerizo. De hecho
estuve a punto de perder el hilo en varias ocasiones y no seguí la guía al pie de la letra,
hubo algún corte y algún añadido y la cronología se vino al traste, saltando de acá para allá
como un cangurito gentil. Para quienes estuvieron en la charla esta es una versión que les
ayudará a recordarla, y quienes no estuvieron se harán una idea de lo que allí se habló.
PRESENTACIÓN
Me llamo César y llevo residiendo en Alcázar más de dos años, procedente de León. Quiero
agradecer a la Asociación Luz de la Mancha su invitación para esta charla. Con ella tan solo
pretendo transmitir un mensaje de esperanza para todos los enfermos mentales y sus
familiares. La enfermedad puede curarse y cuando no es posible por alguna razón genética
o de otro tipo que se nos escapa, el enfermo mental puede alcanzar una calidad de vida
muy aceptable, incluso semejante a la que lleva la persona normal.
He decidido dividir esta charla en tres partes: En la primera les contaré mi experiencia
como enfermo mental; en la segunda les hablaré del yoga mental y de lo mucho que me
ayudó a superar mi enfermedad y por último ustedes podrán hacerme las preguntas que
deseen. Las responderé lo mejor que me sea posible.
Para que un enfermo mental pueda curarse, a mi juicio se requieren tres condiciones
básicas:
-Un enfermo mental tiene que desear curarse. Aunque esto parece una verdad de
Perogrullo, lo cierto es que muchos enfermos no se curan porque en realidad no quieren
hacerlo. Son incapaces de enfrentarse a la realidad, a la vida, y se refugian en su
enfermedad como en un castillo al que nadie puede acceder y que ellos controlan a su
gusto. Debe usar su voluntad de forma inflexible y durante toda la vida para conseguirlo.
Desearlo de palabra, con la boquita, no sirve.
-Un enfermo mental necesita el apoyo de su familia, de sus amigos, de su entorno más
cercano. Necesita mucho cariño, mucho amor. Todos lo necesitamos, incluso las personas
más normales lo necesitan. Sin cariño, sin amor, todo el mundo puede llegar a convertirse
en un enfermo mental. Pero para un enfermo mental esto es tan importante como el aire
que respira. En uno de mis relatos, un grupo de enfermos mentales permanece a bordo de
un buque fantasma, como en la ópera de Wagner, y va recalando en un puerto tras otro.
Los normales, los que permanecen en tierra, les reciben muy mal, les llaman locos y se
burlan de ellos. Los enfermos no pueden bajar del buque, que parte de inmediato a la
busca de otro puerto. Y así durante años y años, durante siglos y siglos, hasta que en un
puerto un grupo de niños les reciben encantados, les dan mucho cariño, mucho amor y les
invitan a bajar para jugar con ellos. Entonces se rompe el sortilegio, la maldición y los
enfermos toman tierra, juegan con los niños y se convierten en personas “normales”.
-Tercera condición: Un enfermo mental necesita una herramienta que le permita controlar
las fases agudas de su enfermedad, que le permita atarse con fuerza a un punto de apoyo
sólido cuando va a caerse al abismo. Mi herramienta ha sido el yoga mental. También me
ayudó mucho expresarme a través de la escritura y del humor. La creatividad es
maravillosa, pero sin un mínimo control mental tampoco ella ayuda mucho.
MI EXPERIENCIA COMO ENFERMO MENTAL
Ahora permítanme que les hable de mi experiencia como enfermo mental.
¿El enfermo mental nace o se hace? Esta es una típica pregunta que se formula en las
entrevistas a los creadores y artistas, a los literatos, pintores, etc
Para el yoga, para el budismo, ambas respuestas son válidas.
Pero esto lo trataré cuando hable del yoga mental.
¿QUÉ ES LA ENFERMEDAD MENTAL?
Les confieso que no tengo ni idea. Tampoco sé muy bien dónde están los límites entre la
cordura y la locura, entre la normalidad y la anormalidad.
La normalidad es una raya que alguien traza con tiza en el suelo. A un lado coloca a unas
personas a las que llama normales y a otro lado nos sitúa a otras personas a las que él
llama “anormales”.
¿Se ajusta esta línea a la realidad? Yo estoy convencido de que no. No encuentro razones
válidas para pensar que esa línea es real.
Y sin embargo el enfermo mental existe. Cierto. Pero no necesitamos que nadie trace líneas
en el suelo. Como cualquier enfermo físico sabemos muy bien cuándo estamos enfermos y
cuándo no. Estamos enfermos cuando pasamos largos periodos de tiempo sin hacer nada
(depresión), cuando somos incapaces de salir de casa (fobia social) cuando se apoderan de
nosotros ideas obsesivas, compulsivas, delirantes (psicosis, esquizofrenia, paranoia, etc).
Sabemos que estamos enfermos cuando creamos mundos irreales porque no podemos
convivir con los demás en el mundo real. Sabemos que estamos enfermos cuando nos
sentimos incapacitados para llevar una vida normal.
Pero todo el mundo es en realidad un enfermo mental, aunque esa enfermedad no se le
haya manifestado. Lo veremos cuando habla del yoga mental.
¿CÓMO DESCUBRÍ QUE ERA UN ENFERMO MENTAL?
Fui un niño de una timidez enfermiza, hipersensible y con una imaginación increíblemente
vívida y propensa al delirio. Era un niño triste. Mis periodos de tristeza se alargaban y
alargaban. No necesité que nadie me dijera nada, veía que a los demás les pasaban cosas
parecidas, pero a nadie con tanta intensidad.
¿Qué me estaba ocurriendo? Cuando a los seis o siete años un día me planté delante del
cementerio del pueblo en el que vivía, un pueblecito de montaña, y comencé a pensar en el
sentido de la vida, en la razón de por qué estaba vivo y para qué. Cuando me imaginé en
una de aquellas tumbas, convertido en un esqueleto sin consciencia, supe, de alguna
manera, que yo no era un niño normal. Los niños normales no hacen eso.
Ahora, después de muchos años, de muchas vivencias, de mucha reflexión, soy consciente
de que en realidad yo no era un niño “anormal”, solo tal vez demasiado maduro para su
edad. Lo que yo estaba haciendo se lo hace cualquier persona, con mayor o menor
intensidad, en algún momento de su vida. La consciencia de que vamos a morir, antes o
después, de que somos mortales es una raíz que se hunde en lo más hondo de nuestra
consciencia. De ella ha nacido la filosofía existencialista, el teatro del absurdo y tantas
manifestaciones de la creatividad humana.
No les voy a contar toda mi vida, porque no tendríamos tiempo y porque ni a ustedes ni a
mí nos interesa especialmente. Me limitaré a hablarles un poco de los acontecimientos que
me convirtieron en un enfermo mental y de cómo se fue desarrollando mi enfermedad y
sobre todo de cómo logré salir de ella.
Antes de hacer la primera comunión el párroco nos dio unas clases de catecismo. Fue mi
primer contacto con la religión. Un niño con una imaginación tan viva tenía necesariamente
que verse muy afectado por todo aquello. Así fue, hasta llegué a desear que me llevaran a
Africa para salvar negritos. Estoy hablando de la década de los sesenta, eran otros tiempos.
-A los diez años nos visitó en la escuela del pueblo un fraile agustino. Según nos dijo
estaba buscando vocaciones sacerdotales, era un “pescador de hombres”. Nos habló largo y
tendido pero a lo único que puse atención fue a la descripción del colegio. Supermoderno,
con numerosos campos de futbol, canchas de baloncesto, de balonmano… Por aquel
entonces coleccionaba cromos de futbol, especialmente del Real Madrid, por el que sentía
una gran pasión. Eran los tiempos de Amancio, de Gento… Por eso cuando aquel fraile
pidió voluntarios, alcé la mano de forma impulsiva y sin saber muy bien lo que hacía.
Aquella simple decisión cambiaría mi vida. Ignoro cómo hubiera sido de no haber levantado
la mano, tal vez no me hubiera quedado otro remedio que trabajar como minero del
carbón, lo mismo que hacía mi padre, tal vez ahora estaría muerto de silicosis, la
enfermedad de los mineros del carbón… La vida es impredecible y cada camino que
elegimos en cada encrucijada marca nuestro destino.
Un enfermo mental puede nacer marcado por algún gen defectuoso, pero también su
enfermedad puede surgir de experiencias traumáticas, sobrevenidas a partir de la decisión
de tomar un camino en una encrucijada y no otro. Para el budismo no hay un mal absoluto
y un bien absoluto, no al menos en esta vida. El universo es un perfecto equilibrio entre
ying y yang, sin este equilibrio el universo no existiría. ¿Qué es el ying y el yang? Lo
femenino y lo masculino, pero también el día y la noche, el orden y el caos, la vida y la
muerte… No hay nada que podamos calificar de absolutamente malo o absolutamente
bueno, todo depende del uso que le demos.
Es posible que aquella decisión ayudara con el tiempo a manifestarse algún tipo de
malformación que llevaba en mis genes. De haber tomado otra tal vez la enfermedad
mental no se hubiera manifestado, pero es posible que hubiera ya muerto de silicosis. Mi
viva imaginación infantil fue una carga terrible durante toda mi infancia y adolescencia, me
hacía representarme las fantasías, la mayoría de ellas negativas y oscuras, con tal viveza e
intensidad que tardé más de la cuenta en aceptar que entre la realidad y la imaginación
había una gran barrera, que no todo lo que yo imaginaba era real. De haber carecido de
aquella vivísima imaginación, tal vez mi enfermedad mental no se hubiera manifestado con
tanta intensidad. Es posible, pero sin ella hoy no hubiera escrito todo lo que he escrito, no
disfrutaría tanto escribiendo. Sin falsa humildad me considero un escritor muy imaginativo,
muy original, capaz de idear las historias más increíbles, incluso delirantes. Puede que no
sea un gran escritor pero sí al menos soy un escritor muy imaginativo.
Vuelvo a reiterar, nada es absolutamente bueno o malo, depende el uso que hagamos, de
las circunstancias, de las personas… Estuve ocho años interno en aquel colegio religioso.
Fueron años duros, me veía obligado a estudiar al máximo de mis posibilidades porque de
otra forma no me darían la beca y no podría seguir estudiando. La economía familiar era
muy pobre. Me recuerda al gran Tip, de Tip y Col, imagino que la mayoría de ustedes saben
de quién hablo. Algo así como los José Mota de aquellos tiempos. Tip colaboraba con Luis
del Olmo en un programa de radio en el que leía la biografía de grandes hombres
inventados. Curiosamente todos procedían de familias muy pobres. Algo así me ocurrió a
mí.
A los 18 años sufrí una crisis religiosa. Llevaba dos años estudiando filosofía, teología y
otras asignaturas. La lógica que me enseñaron me ayudó a pensar por mí mismo y decidí
que no podía creer en el infierno. Si Dios era bueno no podía condenarnos al infierno. Y así
una cuestión tras otra. Tras un año de dudas y vacilaciones que me angustiaron y me
produjeron un sufrimiento casi infinito, decidí abandonar mi vocación y regresar a lo que
los frailes de entonces llamaban el mundo, el demonio y la carne.
Aún no lo sabía pero ya llevaba larvada la terrible depresión que me convertiría en un
enfermo mental. De pronto me encontré fuera de mi medio habitual, sin trabajo (en
aquellos tiempos también había problemas para encontrar trabajo) sin poder ir a la
universidad (mis padres no se lo podían permitir) sin futuro porque ni podía trabajar ni
podía estudiar, ni podía salir con chicas porque los curas me habían dicho que eran el
demonio, sin amigos, me pasaba los días y las noches leyendo cuando tenía algo que leer y
pensando, pensando demasiado. Aquello fue lo que me “mató”, hablando en lenguaje
coloquial.
Luego, cuando hablemos del yoga mental, veremos que la mente es nuestro primer y
máximo enemigo. Es una cabra loca que tira el monte y siempre se acerca a los precipicios,
como si sintiera una atracción imposible de vencer. El ocio y la soledad, unidos a la viva
imaginación que poseía hicieron que me representara un futuro negrísimo. Sin trabajo,
dependiendo siempre de mis padres, sin poder llegar nunca a casarme porque las mujeres
me daban miedo, en absoluta soledad porque no conseguía hacer amigos, y con un terrible
sentimiento de baja autoestima porque mis estudios no me servían de nada.
Una noche de verano intenté suicidarme por primera vez. Desde arriba velaron por mí y no
me maté, pero estuve varios meses en un hospital. Cuando salí de allí mis padres pidieron
ayuda y me encerraron en un psiquiátrico durante diez días. Al psiquiatra de turno no se le
ocurrió otra cosa que recetarme una tanda de electroshock. Para quienes ignoren de qué se
trata les diré que te ponen unos electrodos en la cabeza y te dan corriente. Por supuesto
que acabas inconsciente y cuando te despiertas no sabes ni quién eres. Al menos eso me
ocurrió a mí, al menos la primera vez. Me afectó tanto que cuando desperté no sabía quién
era, no recordaba mi nombre, no sabía que estaba haciendo allí. De nuevo mi viva
imaginación me representó lo peor. No se me ocurrió otra cosa que pensar que estaba allí
porque había matado a alguien, porque era un asesino en serie y me habían
“lobotomizado”. Por supuesto que sabía lo que era eso y no se me ocurrió otra explicación
para lo que estaba pasando que alguien me había estirpado parte del cerebro. Si algún
médico o enfermera hubieran estado a mi lado y me hubieran explicado que era
consecuencia del electro, no habría sufrido tanto. Pero entonces, como ahora, como
siempre, y en todas partes, hay buenas personas, regulares y malas. Personas bondadosas,
espirituales, humanas que se preocupan por el prójimo y otras que son como máquinas,
hacen su trabajo y no se preocupan de más.
Sufrí un infierno hasta que comencé a recordar. A los 10 días me tuvieron que llevar a otro
psiquiátrico, en una ciudad distinta, que era gratuito, pero bastante peor. Eran los tiempos
en que a los enfermos mentales nos trataban como a bestias. El menos a mí me tocó vivir
esa última etapa, antes de que se iniciara la antipsiquiatría y a los enfermos mentales nos
permitieran vivir en casa, con medicación y atención regular, pero en casa. Tampoco la
medicación estaba tan avanzada como ahora.
Fue para mí una experiencia terrible. El psiquiatra, muy joven, yo diría que recién salido de
la universidad, se empeñó en diagnosticarme algún tipo de enfermedad mental. No podía
comprender que tal vez mi estado se debiera a la crisis religiosa, el trauma de cambiar un
ambiente religioso casi monástico por la vida en el mundo. Que tal vez mi depresión se
debiera a falta de cariño y a no poder ver un futuro para mí. Al cabo de un mes yo pedí el
alta, no me la dieron porque yo aún era menor de edad (en aquellos tiempos no se era
mayor de edad hasta los veintiún años). Entonces cometí un error, propio de mis pocos
años. Cuando mis padres vinieron a verme monté una escena terrible y salí corriendo por el
patio, quería escaparme de allí. Por desgracia sufría de asma, tal vez una enfermedad
psicosomática. La carrera me agotó y no podía respirar. Me doblé sobre mi mismo
intentando respirar con la boca muy abierta. Entonces llegaron los celadores y me dieron
una terrible paliza. Caí al suelo, no podía respirar, y ellos me pateaban con saña.
Nunca olvidaré aquella escena. Lo peor que se le puede hacer a un enfermo mental, lo
mismo que a un niño, es privarle de cariño. Si además te maltratan, te tratan peor que a
una bestia, entonces las posibilidades de que el enfermo mental se recupere son muy
escasas. Desde arriba debieron vigilarme porque creo que mi caso es muy excepcional.
Me arrastraron por el patio y me llevaron a un sótano, donde me encadenaron. Sí, no estoy
hablando de correas de cuero, estoy hablando de cadenas. La humillación que sentí fue tan
infinita que les hubiera matado, de haber podido. Como estaba encadenado me limité a
declararme en huelga de hambre. Deseaba morir. La vida no merecía la pena si en ella
había personas como aquellas. Pero no me dejaron morir. Cada día venían con un extraño
aparato y un embudo. Me abrían la boca a la fuerza, me ponían algo para que no pudiera
cerrarla y me echaban la comida por el embudo. Fue un infierno. Quise morir, pero no fui
escuchado.
Entonces decidí ganar con astucia lo que no podía conseguir con dignidad. Pedí perdón, me
hice el bueno, me porté como un ángel, y por fin me dieron el alta. Trabajé en lo que pude,
preparé unas oposiciones y conseguí un destino en Madrid. Allí viví una temporada en el
infierno como diría el Rimbaud, el gran poeta francés. Sobre aquella etapa estoy
escribiendo una novela que tal vez no publique nunca o que tal vez deje instrucciones para
que se publique póstumamente, si a alguien le interesa. No voy a contarles demasiados
detalles sobre aquel infierno.
Intenté suicidarme más veces y estuve en varias ocasiones internado en psiquiátricos y en
clínicas. Hasta que tras un intento muy serio y terrible de suicidio me encerraron en un
psiquiátrico donde estaría más de dos años. El psiquiatra me dio por desahuciado y me dijo
que me pasaría el resto de mi vida allí, en aquel infierno. Años más tarde, viviendo con mi
madre, ya viuda, descubriría una carta que aquel psiquiatra les dirigió a mis padres. En ella
les decía que yo era un psicótico maniaco depresivo y que no existía cura para mi
enfermedad, que lo mejor que podían hacer era llevarme al monte y dejarme allí, viviendo
con las cabras. A aquel psiquiatra yo le había contado que la montaña era lo único que me
calmaba, adoraba la montaña.
Nadie daba un ardite por mí. Ni el psiquiatra, ni mis padres, ni en el trabajo (estuvieron a
punto de incapacitarme). Yo era un loco y punto. Esta palabra sería la musiquilla que me
acompañaría durante muchos años más. En aquellos tiempos la enfermedad mental no se
conocía como ahora y los enfermos mentales éramos simplemente locos para la mayoría.
Mi vida estaba acabada antes de empezar. Pero desde lo alto me dieron una oportunidad.
Por entonces cayó en mis manos un libro sobre budismo. Se titulaba “Fundamentos de la
mística tibetana” del lama Anagorika Govinda y me interesó tanto que decidí leer todo lo
que cayera en mis manos sobre yoga, budismo, zen y cualquier otra filosofía oriental u
occidental que me enseñara el control de la mente.
Pasé años, décadas, tomando medicación, creo que probé todas las medicaciones que
fueron saliendo al mercado. Probaron conmigo casi todas las terapias posibles. Creo que la
única que no me hizo daño fue la psicoterapia. No sirvieron de nada.
Yo continuaba estudiando y practicando yoga mental. Sin dejar la medicación y sin dejar de
acudir puntualmente al psiquiatra de turno, todos los días hacía relajación, experimentaba
otras técnicas y con el tiempo aprendí a meditar.
Mi último internamiento fue en Valladolid en una clínica privada, donde una psiquiatra me
hizo numerosos test, me entrevistó largo y tendido y acabó por diagnosticarme que yo no
tenía enfermedad mental alguna, sencillamente las duras circunstancias que viví me
hicieron caer en una fuerte depresión. Claro que era un enfermo mental porque era un
depresivo, pero no sufría ninguna patología crónica que me impidiera vivir con normalidad.
Y entonces se dieron las condiciones para que yo superara mi enfermedad. Tenía voluntad
de conseguirlo. Sin esa voluntad no me hubiera pasado años y años practicando yoga
mental de forma continua. Tenía apoyo de mi familia, porque desde lo alto me habían
concedido un maravilloso don, encontré a C., que hoy es mi mujer ella y mis hijos, D y S,
me dieron todo el cariño que necesitaba. No había nadie más, pero fue más que suficiente.
Una sola persona que nos ame, que nos dé suficiente cariño, es suficiente para que un
enfermo mental pueda salir adelante. Les recuerdo el buque fantasma, el relato que les
comenté al principio de esta charla.
C. luchó a brazo tendido por convencerme de que yo no sufría una patología mental
incapacitante. Le costó Dios y ayuda convencerme, pero lo consiguió. Y con la ayuda del
yoga mental fui logrando superarlo todo. No fue sencillo y hubo momentos terribles en los
que estuve a punto de perderlo todo, a mi mujer, a mis hijos, mi trabajo, la vida. Pero un
día me impuse y me negué a seguir tomando más Prozac, la última medicación
experimental que me habían recetado. No es que estuviera descontento con ella, me hacía
sentirme como supermán… y eso era el problema, porque cualquier día hubiera abierto la
ventana y me hubiera tirado, dispuesto a volar como el famoso héroe. Rompí drásticamente
con todo y apoyándome tan solo en mi familia y en el yoga mental, lo superé.
Bueno… en realidad nunca se supera. Esto es como el alcoholismo, puedes llevar años,
décadas, sin beber, pero un día pruebas el alcohol y regresas al abismo de donde saliste.
Algo así estuvo a punto de pasarme. Por desgracia sufrí un duro acoso en el trabajo, un
mobbing, que hizo aflorar de nuevo la enfermedad, solo que esta vez resurgió en forma de
fobia social. Hubo momentos en los que solo un terrible esfuerzo de voluntad, me permitía
salir de casa e ir al trabajo. Mi mujer me buscó un terapeuta alternativo y durante dos años
trabajó conmigo. A través de la hipnosis regresiva y de una especie de psicoanálisis poco
convencional, logró que poco a poco, muy poco a poco, fuera superando la fobia. La
prueba de que la he superado, al menos de momento, como en el caso del alcoholismo, la
tienen ustedes hoy aquí. Estoy delante de ustedes, estoy hablando en público, y no he
salido corriendo, al menos aún no…
YOGA MENTAL
Y ahora les hablaré un poco de yoga mental y haremos un suave y básico ejercicio de
relajación, de unos diez minutos.
¿Qué es el yoga mental?
Digamos que el yoga es una de las ramas del budismo, uno de los numerosos caminos
hacia el conocimiento, la liberación, el nirvana o shamadi. Es un poderoso instrumento para
controlar la mente. También existe el yoga físico, pero es un camino más complicado,
nosotros nos centraremos en el yoga mental.
Les voy a dar unas nociones básicas. Para el budismo el cuerpo físico no es lo único que
existe, existen otros cuerpos energéticos, somos seres de luz o espíritus o almas o como
ustedes quieran llamarlo. Aparte de nuestro cuerpo físico, con sus órganos y sus sistemas,
respiratorio, circulatorio… existen otros órganos y sistemas invisibles, son los nadis, o
canales energéticos, que se puede decir que van en paralelo con nuestro sistema
circulatorio y los chakras u órganos energéticos, una especie de centralitas energéticas
cuyo buen funcionamiento es imprescindible para que tengamos una buena salud física y
mental.
La meta final del yoga mental es la liberación, superar la ceguera que nos produce el velo
de Maya y alcanzar la liberación última, regresar al Todo, a la Divinidad, pero no como una
parte inconsciente, como un átomo material, no como polvo que regresa al polvo, sino
como una parte de la divinidad que se ha hecho consciente de ello.
Es un largo, largo camino, y muy duro, son muy pocos los que lo consiguen en una vida,
los demás tenemos que reencarnarnos una y otra vez hasta aprender todas las lecciones y
conseguir la liberación. Como dice mi personaje Milarepa, un joven monje budista, la vida
no es otra cosa que una escuela espiritual en la que tenemos que aprender las lecciones
marcadas para ese curso, si no lo hacemos, repetimos curso, y si lo hacemos, ascendemos
otro curso y otro más. Es curioso. Cuando creé el personaje para que me sirviera como
vehículo para algunos relatos y textos sobre budismo, ignoraba por completo que Milarepa
hubiera existido. Su nombre me llegó de forma espontánea, cuando pensaba en un nombre
para el personaje. Solo años más tarde se me ocurrió buscar en Google… y me llevé una
formidable sorpresa. Milarepa existió realmente, fue el primer santo tibetano, un gurú, un
maestro, que alcanzó la iluminación tras pasar por algunas vidas terribles. Desde entonces
tengo la fuerte sensación de que mi personaje es mucho más que eso, de que el mismo
Milarepa me inspiró.
Quien quiera alcanzar la iluminación puede utilizar el yoga mental para ello, pero nosotros,
más humildes, nos limitaremos a utilizarlo como una poderosa herramienta para superar
nuestra enfermedad mental. El control de la mente es fundamental para todo el mundo,
pero para un enfermo mental es tan imprescindible como respirar.
El yoga no es una religión o un sistema dogmático de creencias, se basa fundamentalmente
en la experimentación. No nos pide que creamos lo que no vemos, nos sugiere que
experimentemos por nosotros mismos y luego decidamos.
Las técnicas mentales que yo he utilizado son básicamente cuatro: La relajación, la
concentración, la visualización y sobre todo la meditación. El pranayama o control de la
respiración es muy, muy importante, pero requiere el asesoramiento de un maestro, de otra
forma sería peligroso. Yo me he limitado a utilizar las técnicas más básicas del pranayama.
Con ellas es más que suficiente para recorrer el camino que a nosotros nos interesa.
Y ahora les sugiero realizar una simple y básica relajación de 10 minutos. Los que no
quieran hacerla pueden permanecer tranquilamente sentados, con los ojos abiertos, eso sí,
procuren no moverse mucho y no hacer mucho ruido. Los que quieran hacerla pueden
seguirme, escuchando el sonido de mi voz y dejándose llevar.
RELAJACIÓN BÁSICA
La postura ideal es la postura del loto, que ustedes habrán visto en las películas, esa en la
que el gurú está sentado en el suelo, dobla las piernas y las coloca sobre los muslos, la
espalda rígida y las manos sobre los muslos. Como aquí no se puede hacer y además
resulta muy complicada para los occidentales, vamos a adoptar la postura más sencilla,
sentados, la espalda rígida, que la columna vertebral no esté torcida, separamos
ligeramente las piernas, a la altura de las caderas, ponemos las manos sobre los muslos,
boca abajo o boca arriba, como nos resulte más cómodo. También se puede adoptar la
postura de sentados en el suelo, boca arriba, sobre una superficie que aísle nuestro cuerpo
del suelo, una manta doblada o una esterilla de yoga. Esa puede ser la postura ideal para
relajarnos en nuestras casas.
Vamos a relajarnos con los ojos abiertos y cuando nos sintamos a gusto, sin forzar,
dejaremos que se cierren. Para comenzar nos centraremos en la respiración. Vamos a
inhalar por la nariz y expulsaremos el aire por la nariz o por la boca, como nos resulte más
cómodo. Centrarse en la respiración es la forma más fácil y sencilla de relajarse. Solo
tenemos que dejar que la respiración se normalice y centrarnos en su ritmo, nada más.
Para ayudarnos utilizaremos la técnica de la visualización. Vamos a imaginarnos que en el
centro de nuestra cabeza, en la glándula pineal, hay una especie de gnomito brillante. Es
como un enanito diminuto pero muy brillante. Vamos a imaginar que baja hasta nuestros
pies.
Comenzamos en la planta del pie izquierdo. El gnomo brillante, luz blanca, recorre la
planta del pie. Cuando encuentra un dolor o una molestia se detiene para desbloquear el
nadi o canal energético. Solo un instante. Vamos a realizar una relajación rápida.
Subimos al tobillo, pantorrilla, rodilla, muslo. Bajamos a la planta derecha y repetimos el
proceso. Nos hacemos conscientes de los bloqueos de energía. Es sencillo, donde
percibimos una molestia, un ligero dolor, algo insólito, allí habrá un bloqueo.
Ahora vamos a llegar al bajo vientre y nos vamos a centrar en el perineo, la zona que existe
entre nuestros órganos sexuales y el ano. Ahí está el chakra raíz, el que nos une y vincula a
la tierra, a la realidad material. El chakra es como una estación eléctrica, la energía se
mueve en espiral. Dejamos que el gnomo se introduzca en el chakra y lo alimente de
energía, que equilibre la energía que allí se está moviendo.
Ahora vamos a seguir subiendo, órganos sexuales, intestino, riñones (importantes porque
allí están las glándulas adrenales que controlan nuestra agresividad), hígado, bazo,
páncreas, estómago.
Ahora nos vamos a detener un poco en el plexo solar, en la zona del ombligo. Estamos en
el chakra del plexo solar, que controla la voluntad. Es por eso que cuando tenemos que
hacer algo que nos cueste, presentarnos a un examen, una entrevista de trabajo, una cita
con alguien, solemos sentir molestias en esa zona, como un vacío, como una cerrazón,
ganas de vomitar. Estamos utilizando mucho esa energía y no la reponemos. De ahí el
vacío.
Vamos a seguir subiendo. Diafragma, la membrana que separa el estómago de los
pulmones y que es tan importante en la respiración. Subimos hacia el lado izquierdo y nos
detenemos en el corazón. El chakra corazón controla nuestras emociones y sentimientos.
La sabiduría popular no anda muy descaminada cuando habla de personas de buen
corazón. Significa que este chakra les funciona muy bien y sus sentimientos son generosos
y equilibrados.
Hacemos un recorrido por los pulmones. Muy importantes porque a través de la respiración
no solo surtimos al organismo de oxígeno, sino que también surtimos a los nadis y chakra
de energía, el prana.
Subimos hacia la garganta y nos detenemos. Aquí hay otro chakra, coincidiendo con la
glándula tiroides, la que controla el crecimiento y el metabolismo. Bajamos por el brazo
izquierdo hasta los dedos, luego subimos, muñeca, brazo, antebrazo, hombros. En esta
zona se suelen notar mucho los estados nerviosos y de estrés. En mi adolescencia sufrí un
tic muy especial, los hombros subían y bajaban, y eso durante días. En la enfermería del
colegio pensaron que era un problema nervioso y me dieron un aneurol. Es una zona muy
sensible.
Ahora nos detenemos en el rostro, siempre muy tenso porque intentamos disimular
constantemente nuestras emociones. Mentón, casi siempre tenso. Boca. Cuidado con
apretar los dientes, lengua, paladar. Nariz, entramos por los orificios y nos detenemos un
instante en la glándula pituitaria. Orejas, recorremos los canales auditivos. Ojos, párpados,
frente. Sentimos la energía en nuestro cuero cabelludo.
Ahora nos centramos en el centro de la cabeza, la glándula hipófisis. Aquí está un chakra
muy importante, el chakra corona, que transmuta las energías materiales, haciendo que
suban de vibración para que puedan armonizar con las energías espirituales, de muy alta
vibración, y al revés, nuestro espíritu se pone en contacto con nuestro cuerpo a través de
este chakra, haciendo que la vibración suba o baje para que el espíritu y el cuerpo se
puedan entender.
Y aquí nos vamos a quedar. Esta es la puerta a la dimensión espiritual. En la meditación la
atravesaremos y recorreremos los mundos espirituales. Por hoy ya es suficiente.
Ahora vamos a despertarnos sin prisa. Movemos los dedos de los pies, ligeramente.
Movemos los dedos de las manos. Sentimos que dejamos el estado de quietud y
regresamos a la actividad. Nos hacemos conscientes de que estamos regresando a la
realidad cotidiana. Poco a poco, sin prisas vamos abriendo los ojos. Movemos los pies, las
piernas, las manos, y recuperamos la energía del cuerpo. Estamos de nuevo aquí.
Como ven, no es muy complicado. Con veinte minutos diarios de relajación un enfermo
mental puede mejorar rápidamente al cabo de algunos meses. Pero es importantísimo
practicarla todos los días, sin fallar. Con el tiempo conseguiremos relajarnos en cualquier
lugar y situación, incluso de pie, podríamos hasta dormirnos de pie. Con ayuda de otras
técnicas y sobre todo de la meditación, al cabo de unos años, la enfermedad mental podría
ir remitiendo poco a poco. Yo tardé décadas, más de veinte años, en conseguir dejar la
medicación y las terapias psiquiátricas. Algunos tardarán más, otros menos, habrá quien
nunca pueda dejar la medicación y la terapia psiquiátrica, pero todos, todos acabarán
mejorando y llegarán a poder llevar una vida con una calidad cercana a la de las personas
normales, o incluso superior, porque la calidad de vida de las personas que se dicen
normales deja mucho que desear.
Y ahora pueden hacerme cuantas preguntas deseen, trataré de responderlas lo mejor que
pueda. Gracias.
Tras algunas preguntas y respuestas se dio por finalizada la charla. Ya hay quien se ha
apuntado al cursillo de yoga mental. Aún están a tiempo de hacerlo los que aún no lo hayan
hecho.
Que la paz profunda esté con todos vosotros.
Saludo budista con las manos unidas sobre el pecho, a la altura del corazón.
Este saludo tiene una gran profundidad espiritual. Desde el chakra corazón, con las manos
unidas, en una muestra de profundo respeto, se saluda al otro porque en él está la chispa
divina, es decir el alma o atmán. Somos almas, espíritus, seres de luz, Dios está en
nosotros, por eso saludamos con profundo respeto al otro, sea quien sea y haya hecho lo
que haya hecho, porque en su interior sigue presente la chispa divina. No rechazamos el
mismo saludo, por una falsa e hipócrita humildad, porque en nuestro interior también está
la chispa divina y por lo tanto somos acreedores a ese saludo respetuoso.
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