PASCUA DE RESURRECCION DIOS HABLA 1ª lectura: Hch 10, 34a.37-43 2ª lectura: Col 3, 1-4 Evangelio: Jn 20, 1-9 EXÉGESIS PRIMERA LECTURA Los discursos, sobre todo de Pedro, que aparecen en Hechos son redacción de Lucas y no notas taquigráficas de lo que decían los primeros predicadores. Sin embargo contienen elementos claros del primer anuncio cristiano. Nos remontan, si los sabemos leer, a aquellos momentos iniciales del cristianismo, no para satisfacción histórica solamente, sino para algo más. Inicialmente nos sitúan en los fundamentos de nuestra fe, pero mucho más importante es volver a percibir en qué medida nos comprometen hoy. En realidad fueron escritos con esa finalidad. Los elementos esenciales del cristianismo, tal como se decían en un principio y han de decirse siempre, son: existencia histórica y real de Jesús, con su acción liberadora y presencia de Dios salvadora entre nosotros. Realización y culminación de esa acción en la muerte y resurrección de Cristo. Repercusión salvadora de todo ello en los creyentes de entonces y de todos los tiempos. Conocemos bien estos elementos, pero tenemos una acusada tendencia a no ver el bosque por causa de los árboles. Los cristianos actuales, no sólo los de a pie, sino probablemente más aún los dirigentes, tendemos a añadir a los fundamental una serie de parafernalias eclesiales que, en realidad, ocultan más que muestran lo esencial del mensaje. El cristianismo existe porque existió Jesús y no porque exista la iglesia, que es algo claramente subordinado a pesar de todo. El mensaje de Jesús puede reducirse a ese "pasó haciendo el bien". Quería decir que Dios estaba a favor del ser humano de modo incondicional y real. No se trataba de enseñar una moral o de poner en marcha mecanismos religiosos. Tales cosas vendrían por añadidura y sólo son necesarias en la medida en que realicen de veras la transmisión y vivencia del mensaje de Jesús. Mensaje que no es mero anuncio, sino Persona que ama y es amada por sus seguidores, que vive y da vida a quienes se abre a Él. Convendría profundizar y centrarse en ese núcleo cristiano, que resulta atractivo también ahora de forma especial, olvidándonos del resto. Porque, si somos sinceros, la iglesia institución es hoy el principal obstáculo para creer en Jesús. Por eso tenemos que volver a lo central que se nos presenta en esta lectura. FEDERICO PASTOR [email protected] SEGUNDA LECTURA El autor de este texto, probablemente un discípulo del Apóstol y no él mismo, desarrolla el tema de la unión del creyente con Cristo. Pero Cristo Resucitado. El texto está muy lejos de considerar la Resurrección como un suceso que afectó sólo a Jesucristo, sino lo concibe en su relación con el creyente. Tampoco quiere especular demasiado sobre en qué consiste exactamente esa unión entre cristianos y Cristo resucitado, sino pretende sacar las consecuencias para la vida real de cada uno. Es un hecho que somos solidarios del Resucitado en modo análogo a cómo Él se hizo solidario con nosotros en su vida terrestre. Pero esa solidaridad es más fuerte que cualquier otra cosa. La Resurrección es una Vida total en la que participamos de alguna manera, aunque desde luego nos cuesta trabajo percibir ese hecho, envueltos como estamos en mil otras preocupaciones de todo tipo. Para un creyente auténtico la realidad de esa vida junto con Cristo es más importante que lo demás. Lo importante es lograr que nuestra vida sea coherente con ese dato fundamental. Es posible, por desgracia, que ello no suceda y que vivamos haciendo caso omiso de nuestra condición básica. Por eso se nos exhorta aquí a que ello no ocurra. Y no es que el autor ignore que gran parte de las consecuencias de esa unión con el Viviente no han aparecido totalmente en nuestra existencia. Por eso recuerda que habrá todavía una desvelación futura. Pero ello no quita para que seamos conscientes de cuanto ya somos e intentemos vivir de un modo no del todo ajeno a ello. Y además podemos ir adelantando esa futura revelación en nuestro cotidiano vivir. FEDERICO PASTOR [email protected] EVANGELIO El sepulcro sin el cadáver es un primer nivel de realidad, que debe ser completado por un segundo nivel de realidad: la resurrección de Jesús. El texto de Juan nos ofrece el conjunto del proceso llevado a cabo por los primeros creyentes. Un proceso de maduración y no de imaginación exaltada o de alucinación, como en ocasiones se ha escrito. Los primeros creyentes no fueron proclives a la resurrección de Jesús ni tuvieron predisposición para la misma; fueron, más bien, todo lo contrario. Si llegaron a ella, si la aceptaron, fue porque ella se les impuso con toda su fuerza de realidad. Podemos estar bien seguros de la resurrección de Jesús; los primeros creyentes son nuestra total garantía. Sólo nos falta que, como ellos, nos dejemos impregnar de esa resurrección de Jesús. Para quien cree de verdad en ella, cambia por completo el modo de entenderse a sí mismo y de entender al mundo; para quien cree de verdad en ella, todo el drama mismo de la vida y el misterio de la condición humana se iluminan con luz nueva, no sólo porque la creencia en esa resurrección da una suprema esperanza al hombre destinado a la muerte, sino porque transforma la concepción de la vida. Casi toda la filosofía antigua enseñaba que el cuerpo es un mal, una cárcel, una cadena, incluso una tumba. Por el contrario, el cristianismo, al asociar la carne al triunfo eterno del alma, afirma al hombre en su totalidad, compuesto de un alma y de un cuerpo, ligados entre sí por una mutua responsabilidad. El desprecio del cuerpo ya no es posible, puesto que éste está llamado a participar en la gloria eterna del ser íntegro. La resurrección de Jesús, primicia de la resurrección de cada cual, es la afirmación de la dignidad humana; lejos de ser una leyenda o un símbolo literario, la resurrección de Jesús es testimonio del más sano y lógico realismo. ALBERTO BENITO [email protected] NOTAS PARA LA HOMILIA LA LOSA QUE NOS CAYÓ Todos tenemos experiencia de sentir el peso de una losa que nos cae encima y parece aplastarnos. A todos nos han dado una mala noticia y la tristeza, el desánimo, la angustia, el dolor o el desencanto nos invaden paralizándonos y haciéndonos penetrar en la oscuridad de la desorientación o el pesimismo. ¿Qué pasaría si a los pobres del mundo se les diera la noticia insistente de que su condición no va a cambiar nunca y no tienen posibilidad de arreglo? ¿Cómo nos sentiríamos si nos anunciaran que la crisis económica y social que nos rodea no va a tener fin y va a establecerse definitivamente entre nosotros con sus secuelas de paro, carencia, recortes, aparcamiento de proyectos, disminución de salarios, aumento de horas laborales, disminución de nóminas? ¿Cómo nos sentiríamos si el médico nos anuncia la presencia de un cáncer en nuestro organismo con perspectivas muy negativas? O que la violencia se apodera del mundo y se extiende por todas parte contagiando cada día a más personas? ¿No nos dejaría atenazados el anuncio, científicamente demostrado, de que la muerte es la última realidad humana y que ella es nuestro destino final? Todo este conjunto de convicciones, anuncios o promesas, constituirían una pesada losa en nuestra condición de vida y en nuestra sicología. Un gran peso nos caería encima rompiendo todo sentido de esperanza y confirmando los peores augurios y temores. Nos diría que, definitivamente, no tenemos arreglo ni salvación. Somos una pura ilusión sin cumplimiento, una definitiva insensatez instalada en el mundo y clavada como un dardo en nuestra entraña sin posibilidad de hacer extraer. HOY ES RETIRADA Hoy, en la fiesta que celebramos, rompemos a cantar con la palabra tan característica de este día: el aleluya. Todo lo que los agoreros decían y siguen diciendo. Todo el pesimismo vital y la fatalidad del mundo se rompe. La visión insensata (sin sentido) de la realidad queda descartada. La esperanza ha roto las barreras que la tenían comprimida dentro de un pequeño recinto en la oscuridad de un sepulcro. El futuro ha podido con los proyectos de enterramiento que los profetas de la noche tenían en fase de realización. La vida ha ganado su primera batalla en esta tenaz lucha contra la muerte. La alegría contra el desánimo. El peso de nuestra condición, que aplastaba a los seres que, como Sísifo, buscaban como impulsados por un instinto loco y fatal, ha pasado a mejor vida. Podemos tener esperanza. Jesús ha resucitado. ¡¡ALLELUYA!! Ya no somos seres para la muerte. Ya no tenemos como horizonte solamente un sepulcro. Ya no es definitivo el presente. Ya todo puede cambiar, incluso nosotros, incluso las condiciones de vida de los más necesitados, incluso el corazón humano tan frío y duro puede ser cálido y lleno de ternura. Hasta la noche puede transformarse en luz y aparecer una nueva aurora en un nuevo día de una nueva semana, como comienza el evangelio de hoy. Ha empezado un tiempo nuevo para que seamos seres nuevos en un mundo que algunos se empeñan en que no creamos ni tengamos esperanza. LA MISA DE HOY SALUDO El Amor de nuestro Padre Dios, que ha manifestado su predilección por la Vida en la Resurrección de Jesús, el Señor, y nos da su Espíritu para hacernos sus testigos en el mundo, esté con todos nosotros. ENTRADA En algunos lugares, esta noche han lanzado la vajilla de casa por la ventana. En otros, la medianoche ha sido momento de hacer arder fuegos artificiales, o sonar las sirenas de los barcos, o voltear alegremente las campanas de los templos. Esta noche nos ha congregado a los cristianos alrededor del altar para la celebración del fin del Triduo Pascual. Signos de renovación, de alegría, de fiesta, ante los acontecimientos más importantes de nuestra fe. En la celebración que ahora comienza, os invitamos a ser como los discípulos de Jesús que aquella mañana, la del primer día de la semana, fueron hasta el sepulcro donde le habían puesto, y vivieron una experiencia radical. Ojalá hoy salgamos todos del templo distintos, como les ocurrió a ellos. Bienvenidos a esta celebración del día de la Pascua. RITO DE LA ASPERSIÓN El agua limpia. El agua refresca. El agua da vida. Precisamente por eso el agua cumple un lugar tan importante como símbolo en la Pascua. Nos recuerda nuestro bautismo, que es una forma de recordar nuestro segundo nacimiento, el nacimiento a la fe. Nos recuerda que también en nuestro bautismo se nos limpió del pecado, y que debemos caminar siempre en una tarea constante de limpieza en la que evitarlo y procurar el bien. Nos recuerda también que en el bautismo Dios nos hizo sus hijos, y que ése es el mayor aliento y refresco que podemos tener cuando nos cansamos en el camino de la vida. Que el agua que vais a recibir os recuerde que sois hombres y mujeres nuevos, y que caminando como tales os veáis llenos de fuerza, de vida y de su aliento, para poder de esa manera manteneros limpios de pecado hasta la vida eterna. ORACIÓN COLECTA En tu gran amor hacia tus hijos has querido, Señor, regalarnos la vida, y por Jesús, tu enviado, has hecho que esa vida triunfe sobre la muerte. Haz, Padre, que la acojamos con la alegría que llena nuestro corazón al descubrir la resurrección de tu Hijo. LECTURA DE HECHOS ¿De qué hablaban los primeros discípulos tras irse Jesús? Podrían haberlo hecho sobre la experiencia dura de aquellos días en que le crucificaron. O de sus miedos. O de si se podía o no conciliar lo que creían y esa sensación de fracaso e incluso engaño que les quedó. Pero la experiencia de la pascua, de Jesús resucitado, lo transforma todo, incluso su discurso, y se convierte en el acontecimiento fundamental de la fe, porque le da sentido a todo. Escuchémoslo. LECTURA APOSTÓLICA “Hoy empiezo una nueva vida”, solemos decirnos a menudo. O sea, decidimos morir a lo viejo y empezar desde cero, como un recién nacido… bien, pues hoy todos nosotros empezamos una nueva vida. ¿Y qué debemos hacer para empezarla? Pablo se lo dijo a los cristianos y nos lo repite hoy a nosotros, escuchémosle. LECTURA EVANGÉLICA A Jesús le habían enterrado en un sepulcro nuevo, habían corrido una pesada piedra a la puerta, y se habían ido a cumplir con la obligación de descansar el sábado. Pero al llegar el domingo allí se encontraron con la sorpresa. ¿Cuál fue su reacción? escuchemos y veamos cuál es también la nuestra. ORACIÓN DE LOS FIELES Dios cumple siempre sus promesas, y hoy, alumbrados por la luz deslumbrante de su Resurrección, nos cuesta menos tener esa confianza. Por eso, sabiendo que Él siempre nos escucha y quiere lo mejor para nosotros, presentémosle nuestros deseos. -Por la Iglesia universal, y por cada una de las iglesias locales y comunidades en que nos reunimos. Para que a pesar de nuestras dudas, desconfianzas o temores sepamos estar en medio del mundo no como los discípulos encerrados por miedo a los judíos, sino como los que salían a la calle a gritar la resurrección de Jesús. Roguemos al Señor -Por cuantos reciben el bautismo. Los niños, que tienen aún su fe como un germen, para que sus padres cuiden esa semilla y la hagan crecer y fructificar. Los adultos que se lanzan a la aventura de la fe, para que en nosotros encuentren ejemplo y apoyo. Roguemos al Señor -Por cuantos siguen atrapados a las cadenas de la muerte. Los que por su tristeza o depresión no le encuentran sentido a la vida. Los que por sus adicciones no consiguen caminar libres y resucitados. Los que sufren en su carne la enfermedad y eso les impide tener el alma resucitada. Los que caminan a oscuras sin encontrar sentido ni plenitud a sus vidas. Para que el sepulcro vacío de Jesús les haga llegar sus mismas palabras: ¡Paz a vosotros! Roguemos al Señor -Por nuestros difuntos. Para que sigan vivos en nosotros, y para que el Señor les premie con el esfuerzo que en sus vidas hicieron por salir de las tinieblas e ir hacia su luz. Roguemos al Señor -Por nosotros y nuestra Comunidad. Para que la alegría de la Pascua nos contagie a unos y otros, y nos haga vivir haciéndole sitio al resucitado para que Él sea siempre el centro de nuestra Asamblea. Roguemos al Señor Atiende, padre, las súplicas que te presentamos. Las dirigimos a ti con la confianza de los hijos hacia su padre, y lo hacemos por tu Hijos, Jesucristo, que vive y reina, resucitado y glorioso, por los siglos de los siglos. ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS El grano de trigo muerto da vida al pan que presentamos. La uva exprimida, pisada y derramada se recoge para dar vida a este vino que ofrecemos. Que entregártelos para que tú los transformes nos recuerde siempre que también entregarte nuestras vidas dará el fruto de unas vidas más plenas. PREFACIO Nuestro corazón está lleno de alegría al descubrir también que la muerte ha sido derrotada por tu resurrección. Tú, que prometiste tantas cosas, has hecho realidad hasta la más difícil de tus promesas. Confiamos en ti, y por eso sabemos que la muerte ya no manda en nuestra vida, y que podemos vivir como resucitados, libres, tomados de tu mano, lejos del pecado que es la peor de las muertes. Por eso nos unimos a toda la humanidad y a toda la creación dándote las gracias por este gran regalo de tu amor. ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN Desde la experiencia de tu amor por nosotros te presentamos, Señor, nuestros corazones agradecidos, pidiéndote que nunca nos falte la luz suficiente como para poder ver tu acción en nuestras vidas y que así sepamos reconocerte y caminar siempre iluminados por ti. BENDICIÓN FINAL -Que el Padre del cielo, que firmó y reiteró con la humanidad su pacto de salvación, os llene ahora de sus bendiciones. -Que su hijo Jesús, el Resucitado, se haga presente en vuestras vidas y os transmita su mensaje de paz. -Y que su Espíritu os sea transmitido como lo fue para los primeros discípulos al conocer la resurrección, como aliento de vida. EQUIPO DABAR CANTOS PARA LA CELEBRACION Entrada. En la mañana de resurrección; Canta con júbilo (1CLN-219); Alegre la mañana (de Espinosa); Resucitó, resucitó (de Kiko). Rito aspersión. A las fuentes de agua viva; Un solo Señor. Gloria. De Angelis. Salmo. Este es el día (de Manzano). Aleluya. Canta aleluya al Señor. Ofertorio. Llevemos al Señor (disco “16 Cantos para la Misa”); Al altar donde Tú vienes (disco “15 Cantos para la Cena del Señor”). Santo. De Aragüés. Aclamación al Memorial. 1CLN-J 2. Comunión. Christus vincit; Acuérdate de Jesucristo (de Deiss); Himno a Jesucristo (disco “12 Canciones religiosas y litúrgicas para el siglo XXI”); Acerquémonos todos al altar (1CLN-O 24); Oh Señor, delante de Ti. Final. Hoy, Señor, te damos gracias; Regina coeli (gregoriano).