ELECCIONES COLOMBIANAS: LA APUESTA POR LA CONTINUIDAD Carlos Gutiérrez P. Después de una seguidilla de encuestas electorales, que hasta una semana antes de las votaciones arrojaban un manto de incertidumbre sobre el resultado de las elecciones presidenciales colombianas al mostrarnos que prácticamente existía un empate técnico entre los candidatos Juan Manuel Santos y Antanas Mockus, el día domingo 30 de mayo los más de 11 millones de ciudadanos que concurrieron a las urnas, marcando también un punto alto de participación histórica, despejaron en forma inequívoca el futuro político de su país. Juan Manuel Santos obtuvo el 46.56 % de los votos, mientras que Antanas Mockus solo alcanzó el 21, 49 %. Esto significa, aunque nadie logró la mayoría absoluta, que aparece como evidente que el candidato Santos se impondrá con facilidad en la segunda vuelta, ya que de seguro contará con los votos de Cambio Radical que obtuvo el tercer puesto, con algo más del 10 % de los votos y la dispersión de los que optaron por el Partido Conservador y Liberal. Por lo tanto, con Juan Manuel Santos a la cabeza del gobierno para el próximo período, lo más probable es que se mantenga una línea continua con la obra realizada por el Presidente Alvaro Uribe, sobre el cual descansa la base de sustentación de su Partido de la U que se ampara en el alto grado de aprobación con que termina su mandato, que se empina al 64 %. El discurso central de Santos, después de los resultados del día domingo, ha girado en torno a la unidad nacional en el ámbito interno y a bajar las tensiones con los países vecinos afirmando que no tiene enemigos internos ni externos, los cuales también fueron en forma indirecta actores del proceso electoral. Pero si bien ya existe un camino andado por el actual gobierno en materias de relaciones exteriores y seguridad, Juan Manuel Santos deberá seguir afrontando estos desafíos en los cuales le cupo una actuación destacada como ministro del Gobierno de Uribe y sobre los que también tiene una posición muy estructurada. En cuestiones internas deberá continuar por dar respuestas a demandas de superación de la pobreza y acceso a servicios de salud y educación, y afrontar el punto más sensible relativo a la transparencia de la democracia representativa, que fue la invocación que le dio los mayores réditos a la candidatura de Mockus. Las violaciones a los derechos humanos en una no declarada guerra sucia, los vínculos mafiosos en los cargos políticos, serán situaciones que seguirán presentes en el debate público. Pero sin lugar a dudas que será en el ámbito externo donde enfrentará desafíos altamente complejos, por sus implicancias nacionales y subregionales. Por lo menos tendrá tres frentes claves. El primero será las relaciones vecinales con Venezuela y Ecuador. Con el primero ha mantenido desde el año 2002 un cruce constante de declaraciones descalificatorias, que han tenido sus puntos altos en el Golpe de ese año contra el Presidente Chávez y en la incursión punitiva contra el campamento de las FARC en la frontera ecuatoriana en el año 2008 y que se mantuvieron hasta la actual campaña presidencial. Sin dudas éste será el aspecto más complejo y que independiente de las declaraciones que apuntan a una recomposición, las tensiones se mantendrán e inclusive pudieran aumentar, entre otras cosas porque no solo depende de la actitud de Santos, sino también del propio proceso interno venezolano. El futuro Presidente Santos es un líder que juega en los límites y las opciones riesgosas cuando siente que detrás tiene respaldos suficientes. En esta dirección hay que entender sus propuestas de fortalecimiento y profesionalización de las Fuerzas Armadas, tanto en sus aspectos de recursos humanos como en el tecnológico y equipamiento, que se dirigen a constituir una fuerza que no solo esté en condiciones de lidiar una lucha interna contra grupos subversivos, lo que ha sido su larga tradición, sino que también tenga capacidades operativas para afrontar las amenazas clásicas estatales. Como lo ha planteado él directamente, ha optado por “dotar a las Fuerzas Armadas de capacidades disuasivas”. En un tono menor se encuentra la conflictividad con Ecuador, tanto por el carácter de ese proceso, como por la realidad geopolítica de esa frontera común que incluye a Perú y excluye a Brasil. Las relaciones entre los gobiernos de Colombia y Perú pasan por un buen momento, ambos han tenido problemas históricos con Ecuador, y Brasil no puede jugarse a fondo porque no aparece con notoriedad una implicancia para sus fronteras ni el enigmático espacio amazónico. Por lo tanto, para Colombia seguramente le será más fácil mantener un diálogo y recomposición de sus relaciones con este país. Como seguramente la política vecinal será una constante en la agenda política de su futuro gobierno, ha planteado la creación de un “Centro de Coordinación para la seguridad de las fronteras”, que tendrá en las fuerzas armadas un actor fundamental. Por lo tanto existe una posibilidad cierta de un incremento de la militarización de las fronteras, más teniendo en cuenta que son zonas en que hubo una altísima abstención electoral, la que fluctuó entre el 51 % y el 71 % de la población, con una presencia débil de otros actores estatales y de la continua presencia del movimiento guerrillero y bandas criminales ligadas al narcotráfico. Es interesante destacar la presencia electoral de las dos primeras mayorías en estas zonas. Mientras en la regiones que lindan con Venezuela la votación de Santos está muy por encima de la media nacional, sucede lo inversamente proporcional con la votación de Mockus, lo que habla de una fuerte penetración de ese discurso y sobre todo de la relación con su vecino país. Los resultados específicos fueron: Región Santos Mockus Guajira Cesar Norte de Santander Arauca Vichada Guainía 44.13 % 56.23 % 54.08 % 59.05 % 59.57 % 49.28 % 21.54 % 10.65 % 19.42 % 17.65 % 20.63 % 23.24 % En cambio, en la frontera sur con Ecuador, la votación de Santos está por debajo de la media nacional y la única región en la que perdió a manos de Mockus. Esto habla del efecto en la población de su incursión militar, de la presencia guerrillera y también de la gran sensibilidad fronteriza en personas que viven de su movilidad y de una compleja trama de relaciones. Por esta razón deberá abordar con más cuidado su política en esta zona y avanzar más rápido en una buena relación con Ecuador. Los resultados fueron: Región Nariño Putumayo Amazonas (esta es en la frontera con Perú) Santos 31.24 % 23.35 % 38.59 Mockus 27.57 % 28.89 % 27.39 % Un segundo frente tiene que ver con la continuidad de la problemática de seguridad interior, la lucha contra el narcotráfico y la guerrilla. Si bien en ambas, el gobierno de Uribe usufructúa de grandes éxitos y esto ha morigerado el clima más belicista en la lucha antiguerrillera, la mentalidad de Santos sigue impulsando una “guerra al terrorismo”, buscando la derrota militar definitiva, lo que hace prever un nulo espacio para las negociaciones de paz, intercambio de prisioneros u otras acciones de carácter humanitario. En esta dirección, el programa de gobierno de Santos propone la creación de un “Centro de Coordinación para la lucha contra las bandas criminales y narcotráfico” que incorpora al crimen organizado y al movimiento subversivo. Este centro aglutina la labor de policías y fuerzas armadas bajo la conducción del Ministerio de Defensa, lo que también implica la continuidad y quizás profundización del involucramiento militar en el conjunto de aspectos de la seguridad interna, pero compartiendo desafíos para las fuerzas armadas en el terreno del conflicto clásico. Un tercer frente será la política comercial exterior, porque también se topará con tensiones entre los socios con los cuales ha abierto fuertes relaciones. Por una parte deberá asumir la realidad de la agresiva penetración China, con la cual se espera la pronta firma de un tratado de libre comercio, y la alianza estratégica con Estados Unidos, que seguramente no estará dispuesto a perder espacios económicos privilegiados, a pesar de la tardanza en ratificar su propio TLC con Colombia. Por otra parte, también está involucrado en el acceso a mercados la propia Unión Europea, que para el caso colombiano se traduce en que el 50 % de la inversión extranjera directa viene desde allí, tendencia que se espera sea mantenida en el tiempo. Podemos ver por lo tanto, que Colombia seguirá enfrentando desafíos muy importantes y complejos y que tendrá que asumirlos con un gobierno que será encabezado por un líder menos carismático, menos dúctil y de convicciones más duras.