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Parador Ayamonte

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Las Puertas De Hércules
AYAMONTE
Y su Parador
“Tan inmenso que es, ¿oh mar!, el cielo,
Como es el mismísimo en todas partes,
Puede el alma creerlo tan pequeño...
Enclavado a lo eterno eternamente
Por las mismas estrellas,...
¿Qué refugiados nos sentimos
bajo su breve infinidad definitiva!”
Juan Ramón Jiménez
P
orque así lo convinieron aquellos míticos dioses y semidioses;
porque así lo decidieron ídolos y héroes aguerridos: porque
todas éstas y todas las geografías amanecieron de todas las madres de
todas las guerras; que es decir: de todas las ambiciones de todos los seres
humanos que todavía están tan presentes como siempre jamás.
Y todo, casi todo, por ambiciones de dominio y poderes; tal vez
mucho más políticos que nacionalistas o que religiosos... También, por
razones económicas. Todos aquellos imperios serían aventureros y
avaros de poderes desmesurados. Como Pizarro o Cristóbal Colón...
Estos mares Mediterraneos fueron, por aquellos siglos, el Gran Lago de
la Cultura Occidental.
Por todas estas costas trajeron culturas, artes, lenguajes, leyes y
costumbres hasta nuestras costas ibéricas. Pero también trajeron rechazos;
y guerras defensivas contra unos extraños invasores... Finalmente, se
haría, inevitablemente, una paz convenida y compartida –conveniente
para ambas partes: Así, poco más o menos, serían divididas aquellas
geografías entre los Orientes Mediterráneos hasta las más peligrosas
fronteras de las columnas de Hércules. Pero unos y otros acarrearon
pillajes de ida y vuelta: especias por metales; cultivos por esclavos...
Aquellos primeros tiempos de las invasiones fenicias, griegas, romanas,
árabes, y casi finalmente cristianas o acristianadas estuvieron por siglos
justificadas por un sentimiento común entre las deidades imperantes:
“...El mundo lo hizo Dios, pero con ayuda de Alá...”.(Dicho Árabe)
A lo que la Historia quiere suponer, estos Occidentes fueron producto
de un pacto casi de no agresión: de convivencia convenida, sólo
aparentemente convencida: Serían estos pactos suficientemente jugosos
para ambas partes. Y así, finalmente, se diseñaría el reparto de casi todos
estos contornos terrestres.
AYAMONTE Y SU PARADOR
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Por largos tiempos resultaría el reparto claramente ventajoso por todas
las partes... Aunque, con el paso de los siglos, el pulso resultaría desigual:
Ganarían los cristianos por abrumadora mayoría.
No se confunda el viajero: Estos Mediterráneos “finisterres” son “Las
puertas de Hércules”. Grata e inevitable frontera; paso antaño
dificultosamente franqueable, es hoy de indisoluble puente intercontinental.
Resulta ser la menos mala de estos transitares entre las Áfricas y las
Europas: Tan próximas –a sólo una docena de kilómetros– que aproximan
tentadoras, pero también traidoras fronteras, definidas y controladas por
procedimientos compulsivos impuestos por sistemas represivos. Tanto la una
como de la otra margen del Estrecho.
Junto a ello, había que dejar firme constancia de aquella realidad
llamada Reconquista. Jamás debemos perder la memoria: la mitad o más
de estas “Hispanias” tenemos sangre y almas árabes. ¿Qué es Andalucía?
¿No será también una mixtura compleja, pero de excelente compostura
entre intrépidos cruzados, con esencial ayuda de judíos y mahometanos?
Recuerde el visitante que todo ello y mucho mas es esta península
ibérica en esas y otras culturas, tolerantes y suavemente invasivas: todos y
cada uno de nosotros somos descendientes de aquellas convivencias tan
vecinales como bien avenidas. Por todos aquellos inmensos tiempos
nacería un nuevo término que, finalmente y hasta hoy mismo, convenimos
en llamar “convivencia”.
Por Los Principios
De Todos Los Tiempos
P
or aquellos tiempos millonarios surgirían lenta, pero
inexorablemente, civilizaciones y, luego, culturas a veces tan
afinadas como un instrumento de alta definición musical. A no mucho
tardar explotó una invasión cultural sostenida y propiciada por hábiles
artesanos, alarifes y otros numerosos artistas con discreta y prudente
obediencia a los cánones obligados.
Así nacerían puentes, acueductos, huertas, regadíos e innumerables
costumbres: industriales –como los curtidos, los tejidos, las artes y
artesanías...
Ayamonte resultó ser una muy eficaz lanzadera premonitoria de
aquellas culturas. Por estos Mediterráneos se ensayaron las “almadrabas”,
sistemas de pesca y/o caza, altamente eficaces; tanto que hasta hoy son
utilizados para capturar todo tipo de peces.
Muy antes de nuestra cristiana Historia estos apartados parajes estaban
invitados y habitados por los bienvenidos “Tartesos”. Aquellos tartesos
invasores construyeron notables ciudades; unas en los márgenes marítimos
y otros en los interiores, por los contornos de las Sierras de Aracena
Y así hasta hoy están las cosas. No perdamos la memoria; que todos y
cada uno de nosotros pertenecemos a la misma cepa. O, por el contrario,
¿Cómo entender o explicar la excelente convivencia en los usos y
costumbres urdidos y tramados en artesanías, ritos, músicas y gustos y
hasta olfatos que, aún hoy, por suerte, compartimos en la vida cotidiana?
Aquellos aguerridos navegantes faenaban –frecuentemente con afanes
de pillaje– por las ricas costas de lo que hoy limitarían el “Coto de
Doñana”. Costeaban prudentemente el litoral. Y desde estas costas
navegaban hasta los nortes de Europa para traficar con estaño y armas
diversas, siempre defensivas.
Casi no hay más que repasar nuestro propio lenguaje sabiamente
contaminado por las sabias mahometanas. Como “alicatar”, técnica tan
elemental como eficaz para rematar paredes mágicas y magistrales. O la
técnica de las “yeserías”, inmortales filigranas que aún perduran hasta en
la mezquita de Córdoba. Y en innumerables localidades sureñas. E,
inevitablemente, el mudéjar, que salpica y contamina milagrosamente
muchas tierras castellanas: Salamanca, Zamora, Tordesillas, Toro y otras
incontables geografías...
Los tartesos descubrieron la inmensa rentabilidad minera de estas tierras,
en especial por los yacimientos de cobre, entonces generosos y abundantes.
Así descubrirían el bronce –mezcla de estaño y cobre– de gran estima para
los pueblos mediterráneos. Más bien por razones militares, aunque también
utilitarias: aperos, vasijas, armas...
Junto a todo y, entre medias, este barroco andaluz que ni quiere ni
puede disimular sus gustos y ambiciones conquistadoras. Ahí está Écija, la
ciudad más sevillana y más barroca de nuestra península. O Cardona; o
Lepe... O Linares. Que es espinazo fronterizo. Y, enseguida Baeza y Úbeda,
con diseños, lenguajes y costumbres radicalmente peculiares: un hablar
exclusivo; son altivos y aceituneros: así se quieren diferenciar.
Finalmente, esta prehistoria resultó ser decisoria y decisiva: por los
aledaños de Huelva construyeron alguna que otra ciudad-fortaleza con
intenciones defensivas. Tras el recinto amurallado, artistas y artesanos
venían de todos los contornos. Amanecería una sorprendente lucha,
espoleada por gustosas ambiciones de dominio, allá por el siglo III antes de
nuestra era.
Sería, finalmente, el general Escipión el Africano quien
decidiese abrir las puertas de esta península a los imperiales
ejércitos romanos. Y la llegada del romano invasor acarreó
leyes y luces que abrirían unos horizontes europeos.
“To er mundo no puede nacer en “Cai”. Es claro que conviven muchas
Andalucías. Como Cádiz es “Cai”, ciudad y gentes
orgullosas de si mismas, por algo la Constitución quiso
nacer allí, con milagrosa fortuna.
Y Ayamonte participó y participa de similar
condición. Son estas gentes revoltosas, pero
jamás revueltas. “...Nosotros somos muy
nuestros...” Es un sentimiento común y
participativo. Pero no se confunda el viajero:
Ayamonte está aquí pero también un poco más allí. Es una
villa atlántica y obligadamente fronteriza. Participa, sin excesivo
entusiasmo, con modismos lingüísticos, a veces confusos por voluntad
propia.
AYAMONTE Y SU PARADOR
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Unos mil años antes de nuestra era aparecerían por estas costas
mediterráneas los fenicios, navegantes con afanes de pillaje y sed de nuevas
culturas: a la caza de modas y modos de vida para ellos tan extrañas como
apetitosas. Tan así sería que, a no mucho tardar, las tropas fenicias
invadirían esta península con su comercio notablemente competitivo: Todo
se compraba; todo se vendía. Simultáneamente las tropas invasoras supieron
obtener excelentes provechos de las casi inagotables minerías de los Ríotintos
onubenses. Como Río Tinto, hoy escultura hacia la nada.
Estos y otros pueblos fueron visitados e invadidos por cartagineses y
fenicios. Simultáneamente hubo continuos escarceos, guerras y guerrillas;
saqueos y bandidajes. Con frecuencia de gente celtas, de notable
agresividad y enormes afanes de conquista. Al decir de la Historia
hurtaron la mayoría de los rebaños de estas regiones. Sin embargo, los
romanos instalaron ingeniosos artilugios mineros a base de riesgo de sus
vidas o las sus esclavos.
Sería aproximadamente por los finales del siglo III antes de Cristo
cuando cartagineses y romanos se disputaron el dominio de esta ibérica
península. Plagada, por cierto, de mitos y leyendas y de gentes de difícil
comunicación. Inexorablemente hubo guerras ambiciosas y codiciosas de
poder: fueron, en principio, combates navales. Final, aunque
provisionalmente, los cartagineses se apropiaron de los más apetitosos
botines de aquellos tiempos.
a Ayamonte en especial y mágico que llama la atención de todos los que la
visitan: es la luz. La llaman “La luz de la Puerta de España”, y según los
paisanos y vecinos es la responsable de que existan excelentes artistas en
su villa
Ayamonte puede presumir y presume de su patrimonio artístico. Del
siglo XV son la iglesia de San Salvador y la de San Francisco,
magníficamente conservadas muestran su estilo mudéjar.
Para los visitantes amigos de atesorar recuerdos de sus viajes Ayamonte
ofrece sorpresas escasamente imaginables y milagrosa artesanías. Si
siempre soñó con una maqueta de barco; en esta ocasión podrá encontrar
una maqueta perfecta de barcos de pesca, de los que hoy faenan por estos
mares.
Ayamonte siempre ha estado orgullosa de ser una villa marinera y de
tener valientes marinos oriundos de esta población; se dice que fue
Ayamonte la ciudad de la provincia de Huelva que contribuyó con un
número mayor de sus vecinos en la conquista de America : pilotos
expertos, religiosas, colonizadores, comerciantes...
Si se tuviera que mencionar uno sólo de aquellos valientes marineros,
muchos coincidirían en Rodrigo de Xerés. Colón fue quien le envió a las
Indias; le nombró embajador, y le entregó unas cartas de los Reyes
Católicos para entrevistarse con el Gran Khan. Y según confirma la
Historia nunca llegó a entrevistarse con aquel personaje. Pero en el
trayecto del viaje se cruzó con unos hombres que llevaban en sus manos
un tizón y que chupaban y aspiraban aquéllo. Así descubrió el tabaco, de
ahí que la historia habla de Rodrigo de Xeréz como el descubridor del
tabaco, que introdujo en Europa, había aprendido a producirlo y
fumarlo.
Aunque también se cuenta que le costó diez años de encierro carcelario
por la Santa Inquisición como respuesta a una denuncia de su propia
esposa que aseguraba que echaba el demonio por la boca y la nariz.
Parador De Ayamonte:
La Luz De Las Puertas
Del Mundo
“Arriba canta el pájaro
Y abajo canta el agua.
–Arriba y abajo
se me abre el alma–.
Mece a la estrella el pájaro
A la flor mece el agua.
–Arriba y abajo me tiembla el alma
Juan Ramón Jiménez
S
e encuentra el Parador situado en una de las localidades más
pobladas de la provincia de Huelva. Y, sin duda, famosa por sus
hermosísimas playas. El lugar donde se emplaza hoy el Parador fue, desde
siempre, un lugar estratégico donde antaño se alzaba un castillo; desde él
se controlaba la desembocadura del río Guadiana, justamente en la
frontera de España y Portugal.
Son muy valoradas por todos los que le visitan las vistas panorámicas
de los pueblos del río y del mar. Pero existe otro elemento que transforma
Del siglo XVI la capilla de San Sebastián resulta una magnífica
combinación de las ciencias, artes y artesanías góticas y mudéjares. En el
paseo sosegado por Ayamonte se disfrutará, sin duda, del gusto barroco
integrado en este singular pueblo. Varios edificios que iremos encontrando
pertenecen a los siglos XVII y XVIII: la gótica Santa Clara. Las de estilo
barroco sin olvidar el mudéjar. En la calle Huelva, llama la atención la
llamada “Casa Grande”.
Y sin duda el palacio del Marqués de Ayamonte, que se hizo
famoso por su deseo de separar Andalucía de España. El mausoleo que
Ayamonte conserva en la punta del Moral quiere presumir de su
antigüedad.
Presumen, con legítimos motivos, los paisanos de Ayamonte de su
barroca imaginería religiosa. Y hay que dejar constancia de la fama e
importancia de su Semana Santa... Es muy valorado el Cristo de la
Buena Muerte de la escuela de Martínez Montañés.
A los amantes de la buena pintura, Ayamonte enseña varios estudios de
excelentes pintores, como los de Aguilera, Oliva y Borrego entre otros. No
se olvide que la luz parece ser el maestro de alguno de ellos.
Pero entre los visitantes hay una gran parte que gusta de hacer compras
gastronómicas para familiares y amigos. En Ayamonte se deben considerar
muy seriamente a las Conservas y Salazones. Opinan los que saben que
hay que contar con las Huevas Secas, verdadera joya de este paraje y la
AYAMONTE Y SU PARADOR
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Bien lo sabrá el auténtico onubense y costero: por aquí se dan, se pescan
y se comen los peces más ricos de todos estos mares. Y es verdad; pero,
acaso, algunos de los distraídos turistas tal vez no hayan caído en la
cuenta de que por todos estos contornos se cultivan y cocinan diversas y
excelentes calidades de arroces transformados en platos singulares.
magnífica Mojama de
Atún, exquisitez suprema de
esta cocina de Ayamonte.
Y para los golosos y muy golosos la gente del lugar suele recomendar
un establecimiento con aires musicales: “La Flor de la Canela”. No
obstante siempre es recomendable preguntar a los del lugar, que en
Ayamonte son gente agradable, amistosa y servicial.
Porque habrá que recordar que desde principios del pasado siglo,
numerosos arroceros valencianos se instalaron en estas marismas de los
Guadalquivires. Tanto sería así que llegó a ser Sevilla la primera
productora del arroz de la Península. Y también las vegas del Guadiana,
en Badajoz... las tierras mediterráneas. Y las vegas del Guadiana... Y
también en Badajoz se cultivó y se cultiva un arroz de excelentes calidades.
LAS RECETAS SECRETAS
Estas costas, montes y vegas las recetas –que son mucho más que
arroces– tienen misterios insondables de arroz importado desde las costas
valencianas como:
LA SOPA DE ARROZ A LA HIERBABUENA
No queremos ni podemos dejar de mencionar que hasta hace
relativamente poco tiempo Ayamote no contaba con el magnífico puente
actual, y sin embargo la utilización de barcas que cruzaban la frontera
tenían muchos inconvenientes: las esperas y las pérdidas de tiempo; pero,
en contrapartida añadía el encanto de mirarlo todo, de conocer gente, de
comprar regateando. Sin perder nuestro puesto en el orden de subir al
barco con nuestro coche con rumbo al país vecino. Hoy nada es igual, ni
siquiera existen las aduanas...
Mares Y Costas
De Gastronomías Cultas Y
Ocultas
P
or casi cualquiera de estas costas y costaneras hay quien prefiere
resignarse a los guisos y platos –excelentes, por cierto–,
exquisitos y abundosos; que son modelos gastronómicos. Como la propia
cocina de este Parador de Ayamonte, que muestra y ofrece: la sopa de
Arroz a la hierbabuena, el Arroz con bacalao o la Perdiz de Río
Tinto. Pero también la ínclita Tortilla de Ayamonte, a base de
mollejas y riñones, según todas las recomendaciones poco hecha.
O los Coquitos de Huelva, de sabia aunque simple elaboración: Una
vez dorada la cebolla se sofríen los coquitos enharinados. Se prepara una
salsa al gusto con algo de cebolla y se hacen a la cazuela. Y así al gusto
del cocinero o comensal. O la Salsa Playera. Que viene a ser una especie
de”Boullabaise” que impide la invasión de cualquier pez ajeno a esta
agua; siempre a condición de que goce de la compañía de hierbas como
cilantro o alcaravea.
Se prepara a base de cebollas salpicadas con dientes de ajo, en picadura
fina, con pelín de aceite. Se agregan algunos trozos de calamar y se saltean
en tomate. Se incorpora, cuando se pueda, el arroz y la hierbabuena;
inmediatamente se cubre con el caldo de cualquier pescado Todo ello se
cuece durante 10 ó 15 minutos.
ARROZ CON BACALAO
El bacalao con arroz es un plato de simple pero de delicada y paciente
elaboración: tras unas horas –según tamaño, pasarlo por varias aguas–
habrá que saltear la cebolla y los suficientes dientes de ajo. En una fuente
se rehoga todo ello con un chorro de aceite hasta que la cebolla resulte
transparente. Se añade cuando sea el caso el bacalao en torno a diez o
quince minutos. A continuación se incorpora el arroz y, después de
ligeramente rehogado se añade el agua precisa hasta el primer hervor.
Luego se baja el fuego y deja cocer unos 15 minutos.
TORTILLA DE AYAMONTE
Debe llevar en la misma proporción mollejas y riñones, los huevos
necesarios y los precisos dientes de ajo: En una fuente se rehoga todo ello
con un leve chorro de aceite hasta que la cebolla resulte transparente. El
bacalao se rehoga en torno a 10 o 15 minutos. Se incorpora al arroz y se
añade el agua precisa hasta en primer hervor. Luego se baja el fuego. El
secreto es que debe estar poco hecha.
CHOQUITOS DE HUELVA
Poner en la sartén una cebolla picada; una vez dorada colocar sobre
ella los choquitos rellenos con sus patas. Se rocían de harina. Aparte se
tiene preparado medio kilo de tomates con cebolla, perejil, un puñadito
de pan rallado y jamón picado. Bien cocida la salsa, se distribuye sobre
los chocos, y se añade la tinta con un poco de agua: arrimar la cazuela al
fuego y dejar que se hagan lentamente. Se sirven con picatostes.
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SOPA PLAYERA
Es una especie de “Bouillabaisse” que no admite más pescados que los de
esta costa. La suelen condimentar con cilantro o alcaravea.
PERDIZ DE RÍO TINTO
Se asa la perdiz y se tiene preparada una col con hojas grandes y
blancas, escaldada con sal; un caldo de gallina, carne y jamón de Huelva
y un manojo de finas hierbas. Se untan las hojas de col con mantequilla
y se cubre la perdiz con ese preparado. Aseguran por aquí que sabe
mejor la perdiz si se acompaña con vino del Condado.
De Placeres Y Jugosas
Reflexiones
“A
l margen, pero inevitablemente cerca, de artes, artesanías,
gastronomías, playas y otros placenteros paseos se percata el
viajero de que está en estos últimos bordes de todas las Europas.
La llamada Raya de Portugal no sería casualidad ni milagro. La
decisión fue tan sencilla como complicadamente política. Sería
consecuencia de una partición y repartición de los territorios de aquellos
mundos monopolizados por españoles y portugueses. Decisión que sería
propiciada y compartida por gobiernos y gobernantes laboriosamente
diseñada por unos y otros con debidas venias y bendiciones papales. Así
se quiso definir en el Tratado de Tordesillas: Eran unas geografías
demasiado ambiciosas para gobiernos y países con mermadas capacidades
–económicas ,culturales y militares– para manejar tan lejanos e inmensos
territorios. A aquellas Españas se le hurtaron mucho más que territorios.
Se podaron drásticamente todos los contornos atlánticos; desde Huelva
hasta los principios de las norteñas Galicias...
Curiosamente, sólo por casualidad la Raya de Tordesillas vendría a
coincidir con la llamada Vía de la Plata; que por decisiones de los
imperios romanos abrieran vías de comunicación entre tierras y
costumbres hermanadas desde siempre: costumbres, lenguajes,
culturas...
Tanto es así que si el curioso viajero tuviera la oportunidad de cruzar la
península siguiendo aproximadamente el curso de la ancestral Vía de la
Plata, advertiría notables y confusos panoramas entre ambos territorios y
pueblos fronterizos. Como estas Huelvas colmadas en Ayamonte divididas
sólo por las orillas del río.
Y llegando a Verín ,Tuy, fronteriza y bellísima. Capaz de compartir
tierras y mares y lenguajes y costumbres que difícilmente son
diferenciables.
Isla Cristina
Su principal atractivo son sus magníficas y extensas playas de arenas
finas y un clima excepcional. Las actividades más frecuentes de esta
ciudad son las relacionadas con la pesca; tienen importantes fabricas de
salazones. Y en agricultura poseen magníficos cultivos de invernaderos,
fresas y cítricos. Desde el punto de vista gastronómico: Raya al
Pimentón, Cazón con Tomate, Ovas de Choco y un largo
repertorio que harán las delicias de los amantes del pescado.
De repostería tienen variedad:desde la típica galleta isleña que llaman
“Borregos” o Sultanas de Coco y Huevos o Cocas como las
mallorquinas. La gente es muy amable, no dude en preguntar.
La Ruta Colombina
En torno a Palos, La Rábida y Moguer: los tres mástiles de la
aventura marinera “Colombina”. Por cualquiera de estos contornos, el
forastero encontrará huellas evidentes de los no tan alejados tiempos de La
Conquista. Se encontrará el forastero con las lagunas de Las Madres y
Palos y el Estero de Domingo Rubio: Juntan una extensión de más de
mil hectáreas.
Marismas De Odiel
Pero se pueden elegir otras alternativas: Si por los ponientes se quiere
encaminar, en la otra margen de la ría de Huelva, se zambullirá en el
Paraje Natural de “Las Marismas de Odiel”. Reconocido como
Reserva de la Biosfera. Resulta ser éste el segundo humedal onubense. Son
algo más de siete mil hectáreas, que incluyen las reservas naturales de las
Marismas del Burro y las de las Islas de “Enmedio”. Recuerde que
estas marismas son, también, acogedor invernadero de las protegidas y
transmigrantes especies voladoras.
Punta Umbría
Aproximadamente por aquí, amanece Punta Umbría; con playas
señeras y de rancios orígenes. Ni el paso de los
tiempos ha conseguido empañar sus
costumbres: Nacería, casi, como
factoría de salazones cuando
por aquí anduvieron
O en tierras de Badajoz, capital hispana apenas a un kilómetro de los
hermanos portugueses. Otro tanto se puede decir de Ciudad Rodrigo:
desde su hermoso e histórico Parador se divisan a simple vista las tierras
portuguesas. Al igual que ocurre en Zamora, frontera imposible entre las
gentes de un lado y del otro... Desde Toro, por ejemplo el Duero se inclina
mansa, pero generosamente, abriendo generosas vegas portuguesas de
gozosas panorámicas.
AYAMONTE Y SU PARADOR
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los prepotentes invasores romanos. Recuérdese, que por estos contornos se
conjuró una sorprendente mixtura, elaborada por un procedimiento de
prensado de residuos de pescados llamado “Garum”, especie de paté
golosamente apreciado por los romanos colonizadores.
Siglos después, ya en el XIX estos idílicos lugares fueron descubiertos y
ocupados por unos colonizadores industriosos e industriales ingleses,
engolosinados por los jugosos beneficios de las explotaciones mineras, que
tan abundantes eran por entonces: Las minas de Río Tinto y otros
yacimientos próximos. Así sería cómo Punta Umbría fue, gratamente
invadida, por unos cualificados colonos prepotentes; se instalaron en colonias
veraniegas de trazas y estilos coloniales. Aún hoy permanecen suficientes
muestras.
También se puede optar por una no muy conocida alternativa: Hay un
servicio de barcas llamadas “canoas” que transitan por estas rías
onubenses por muchos de estos
contornos. Y si al transeúnte así le
apeteciera, recuerde o sepa que en
torno a las Marismas de Odiel puede
hacer jugosas compras en el puerto
pesquero; en la Lonja, con garantía
de que, a diario, puede comprar
pescados y mariscos recién
capturados.
Huelva: Capital Y Capitana
Nace la ciudad en la confluencia de los ríos Tinto y Odiel; ambos
recorren la provincia y mueren juntos en el océano Atlántico. Huelva
presume, y con razón, de ser una de las más antiguas ciudades de nuestro
país; existen restos arqueológicos encontrados en el casco urbano que lo
demuestran. Para las personas interesadas en estos temas recomendamos
la visita al Museo Provincial En el paseo por esta entrañable ciudad en
la que aún se respira un aire provinciano, perviven relaciones cercanas
entre sus habitantes: donde las personas son amables y se encuentran
dispuestos a aconsejar a los turistas que les preguntan sobre su tierra. Son
ciudadanos que tienen buen clima y buena voluntad.
Paseando se encontrará con la iglesia Mayor de San Pedro del siglo
XVIII. Y templos renacentistas: la iglesia de la Concepción y la ermita
de la Cinta. Interesante es el convento de las Madres Agustinas, del
siglo XVIII. Conserva un patio
mudéjar.
Es interesante pasear por el
Barrio Obrero Reina Victoria del
siglo XIX; es un buen ejemplo de lo
que los ingleses que llegaron a
trabajar en la explotación la franja
pirítica con su estilo victoriano
transformaron la estética local.
Interesante el hoy Palacio de
Congresos, edificio victoriano, antes
llamado Casa Colón.
El Portil
También espacio protegido de muy
valiosas naturalezas. Hacia los ponientes, se alcanza fácilmente El
Rompido; coqueto pueblo blanco y presumido de sus encantadores
verdores; sin embargo, de gente pescadora.
Si el visitante es amigo de visitar mercados, no se pierda el Mercado
del Carmen, un excelente espectáculo de pescados y mariscos. Si lo que
prefiere son las tapas y el chateo, encontrará una gran variedad y una
inmejorable calidad. Con sólo que pregunte por la zona de tapas, le darán
pelos y señales: Del puerto de Huelva: unas Cigalas a la Plancha o unas
Gambas Cocidas. Y no dejar de probar los “Gurumelos” ni las
“Habas Enzapatás”.o “Coquinas”. Conviene dejarse aconsejar
porque es una gente extraordinariamente amable y una ciudad donde
todavía se estila la simpatía.
Si lo que quiere es comer o cenar no olvide que hay excelentes verduras
de temporada y unos jamones de cerdos ibéricos de “inimaginable” y
sorprendente paladar.
Parador de Ayamonte
El Castillito, s/n. 21400 Ayamonte (Huelva)
Tel.: +34 959 32 07 00 - Fax: +34 959 02 20 19
e-mail: [email protected]
Central de Reserves
Requena, 3. 28013 Madrid (España)
Tel.: +34 902 54 79 79 - Fax: +34 902 52 54 32
www.parador.es / e-mail: [email protected]
Text: Juan G. D’Atri y Miguel García Sánchez Design: Fernando Aznar
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