con ficciones llenas de chistes privados y esoterismo, historiografía y notas sarcásticas. Son breves, a menudo con inicios bruscos. Borges hace uso de laberintos, espejos, juegos de ajedrez e historias de detectives, creando un complejo panorama intelectual, aunque su lenguaje es claro, con matices irónicos. Presenta la más fantástica de las escenas en términos simples, seduciéndonos a ingresar en la bifurcada vía de su aparentemente infinita imaginación. Las propias influencias de Borges van desde Paul Valery a Arthur Schopenhauer, desde Dante a Beowulf y la Kabbalah. Tradujo a Walt Whitman, Edgar Allan Poe, James Joyce, William Faulkner, Virginia Woolf, André Gide, Franz Kafka y poemas épicos en inglés antiguo y nórdico antiguo. Admiraba a Mark Twain, Robert Louis Stevenson, Lewis Carroll, Joseph Conrad y a los relatos de Henry James y Ring Lardner. "Borges logró el máximo exponente de la fusión alto-bajo", dice la crítica Marcela Valdés, "mezclando material sensacionalista (historias de detectives, escenarios de ciencia ficción) con estructuras arquitectónicas y preocupaciones filosóficas. Amaba a Buenos Aires, pero el mundo que él creó en su ficción era esencialmente un mundo hecho de una biblioteca". Las preocupaciones e innovaciones de Borges están espléndidamente exhibidas en Ficciones. Fue un pionero en mezclar géneros, por ejemplo. "El jardín de senderos que se bifurcan", una historia del 1916 que tiene como protagonista al doctor Yu Tsun, un espía chino descendiente de un gobernador Hunnan que "abandonó todo para hacer un libro y un laberinto", es "una gran adivinanza, o parábola, en la que el tema es el tiempo" y una historia de detectives. Su primera publicación en Estados Unidos fue en la revista Ellery Queen Mystery. En su ficción fantástica "Las ruinas circulares", Borges inventa un mago que se recluye en un antiguo templo para soñar a otro hombre en ser "y dotarlo de realidad". Surge un típico misterio borgiano: ¿El narrador es el que sueña o es él mismo que aparece en sueños? como Borges escribe en la historia, "Vi una pequeña esfera tornasolada de brillo casi insoportable. Al principio pensé que estaba girando; luego me di cuenta que ese movimiento era una ilusión creada por el vertiginoso mundo que lo limitaba. El diámetro del Aleph era probablemente un poco más de una pulgada, pero todo el espacio estaba allí, real y sin disminuir". Además, la compresión de Borges sobre la Biblia, la Cábala Judia, las primigenias literaturas europeas, la literatura clásica y la filosofía le permitieron construir un estilo ordenado, formal y preciso sobre las ficciones que elaboraba, pues combinada cada uno de estos temas sin que ninguno de ellos desentonara. El legado creado por el escritor argentino al perfeccionar este estilo lo llevo a consagrarse como una de las grandes plumas del Siglo XX, e incluso, llamarlo el autor más importante de este periodo. SÍMBOLOS APARECEN EN FORMA REITERADA EN LA OBRA DE BORGES. Uno de ellos es el espejo. El espejo es un elemento que convoca el infinito, ya que permite la repetición de multiplicidad de planos. Además, ataca la consistencia del mundo e incluso la identidad humana, porque desdobla la realidad, la repite e invita a cuestionarse cuál es la verdad y cuál la imitación. A modo de ejemplo, puede leerse el poema Los espejos Otro símbolo frecuente son las bibliotecas, en general, enormes, inabarcables, incomprensibles... Estas representan el conocimiento universal, meta y móvil del hombre, siempre inalcanzable para la razón humana. De esto trata el cuento La biblioteca de Babel. También es frecuente encontrar referencias a laberintos, palacios enormes, mansiones llenas de recovecos... El Tigre: Borges escoge al tigre de fuego de las Canciones y no al pobre tigre andrajoso, desaliñado y triste del dibujo con el que Blake acompaña su poema. El tigre del dibujo no interesa a Borges, porque es un tigre que simboliza la realidad cotidiana. Le interesa el tigre de oro, el tigre metáfora de un sol encarcelado, el tigre metáfora de Draupnir que engendra la crueldad de lo eterno. A la ceguera del tiempo sólo le es permitido un color: el del oro de los tigres, de los ponientes, de los mediodías gloriosos. El Laberinto: Todo ser vive en un oscuro laberinto y todo ser espera la embestida de un temible Acteón. Todo ser espera y busca su Ariadna para alimentar la esperanza del regreso y la felicidad en el caso de una victoria sobre la fiera del destino. Ésa es la idea rara que nos provoca el espejo, la perplejidad, y que nos construye la literatura El Reloj de Arena: El tiempo, materia deleznable. Pero sobre todo imperfecto en la percepción que los seres humanos podemos tener de él. Sólo existe para nosotros en una delgada línea, en una sucesiva cascada de pequeños granos de arena. «El tiempo transcurriendo en medio de la noche», como diría Tenysson, y como dijo Borges, «el enigma esencial». La Biblioteca: Como el solitario habitante de Babel, Borges vivió rodeado de libros. Y es que el universo para él es una biblioteca compuesta de un número indefinido e infinito de libros, de galerías hexagonales. El universo no es más que libros que remiten a otros libros, letra sobre letra, discursos que se tejen y constituyen la materia del ser. Prisionero entre los anaqueles, el lector se pierde dentro de ese laberinto, preguntándose si en verdad el mundo existe más allá de esos muros o es apenas una extensión dudosa de la que sólo se tiene una cifra, el número de libros de cada anaquel. Obra del azar o de demiurgos malévolos, el hombre es un bibliotecario imperfecto. En cambio, ese universo de anaqueles con sus enigmáticos tomos y sus infatigables escalones, sólo puede ser obra de un Dios. Las Monedas: Las monedas dictan el destino de los hombres: el destino del amor divino, pero también humano; el destino de la traición miserablemente recompensada, el peso de la culpabilidad. ¿Quién tensa el arco y dispara sin recordar que lo ha tensado y disparado muchas veces antes?. ¿Un soldado de oro?. ¿El arquero pintado en aquel vaso oriental? .¿El guerrero que acompaña al libertador uruguayo, al “treinta y tres caballero oriental”? ¡Quién sabe! Las monedas caen sobre la mesa y el destino de los hombres queda irremediablemente escrito en su dibujo. La Brújula: La brújula y la muerte, la brújula y el misterio del mundo, la orientación en los entresijos del destino. Alguien o algo escribe cada día el guión de la existencia, de la vida de los hombres, desde Roma o Cartago hasta hoy mismo. Y en el centro el enigma, el azar, la discordia de Babel. Una explicación literaria de los misterios del mundo necesita de la apoyatura fenomenológica: la esencia permanece detrás de las apariencias, detrás del nombre está su «más allá», lo que no se nombra, y la brújula nos ofrece el instante en que puede entreverse esa dirección, ese sentido. En el papel, la brújula marca los puntos cardinales del artificio, los confines del arte. El Ajedrez: El juego de los juegos, el juego de la inteligencia que es la metáfora del mundo y su creador. Un juego que quizás nació en la legendaria Atlántida y que ha permanecido hasta nuestros días como el más excelso de los juegos, como un combate capaz de abolir el azar, como el juego infinito. Los antiguos caballeros a los que la crueldad del tiempo y las batallas han reducido a sus monturas. Negros o blancos, agresivos, marcan el nervio del combate entre los contendientes; los antaño marfiles de los elefantes, hoy sólo alfiles, pálidas sombras de los caballeros desmontados, no saben qué manos son las que gobiernan sus destinos. – Borges mantuvo una relación sumamente original con la filosofía. Prueba de ello son las incontables menciones filosóficas presentes en su obra ensayística y literaria, así como también su influencia sobre importantes filósofos y pensadores contemporáneos, como Michel Foucault, Ilya Prigogine, Richard Rorty, Umberto Eco y Fernando Savater. Sin ser propiamente filósofo Borges era, no obstante, un ávido lector de filosofía. Uno de los elementos originales de su abordaje es que en sus textos las ideas filosóficas aparecen de forma tal que producen en los lectores su vivencia antes que su conceptualización. Borges rescata ciertas ideas y las representa en clave literaria, destacando lo que éstas tienen de vívido y de maravilloso, apelando a la intuición del lector antes que a su captación conceptual o argumentativa. Las ideas así presentadas son comprendidas en toda su fuerza expresiva. Para generar este efecto, uno de sus procedimientos consiste en asumir las premisas propias de un determinado sistema filosófico y recrear el universo tal como sus partidarios lo perciben. Por ejemplo, en su cuento Tlön, Uqbar, Orbis Tertius,95 Borges ilustra el idealismo filosófico al presentarnos un mundo —Tlön— cuyos habitantes conciben lo real como un producto de la mente. Según Nicolás Zavadivker,96 Borges no nos habla en esa historia sobre el idealismo, sino que nos presenta directamente un mundo construido según las premisas idealistas SOBRE EL RELATO, «LOS DOS REYES Y LOS DOS LABERINTOS» Este relato es uno de los diecisiete cuentos del “Aleph” (1949), una de las obras cumbre de Jorge Luis Borges. El laberinto aparece como eje central en toda la obra de Borges; lo tenemos en «La biblioteca de Babel», en el relato titulado «La casa de Asterión» y en «Los dos reyes y los dos laberintos». Pero no es una temática exclusiva de Borges; desde los comienzos de la literatura hasta nuestros días el laberinto se muestra como símbolo de confusión, de lo enigmático del destino, de prisión que priva al hombre de libertad, de soledad, de búsqueda y de maravilla (dice Borges en «Los dos reyes»). «El mito del minotauro, el laberinto y Dédalo», por ejemplo. O el cuento de Hans Christian Andersen «Hansel y Gretel», «El nombre de la rosa» de Umberto Eco y «Alicia en el país de la maravillas» de Lewis Carroll son muestras de la presencia del laberinto en la literatura. «Los dos reyes y los dos laberintos» es un breve relato que trata dos temas. Por un lado la soberbia que muestra el rey de Babilonia al construir el laberinto (un laberinto no natural, sino hecho por la mano del hombre); con esto atenta contra Dios porque “la confusión y la maravilla son operaciones propias de Dios”. Por otro, el tema de la venganza; el rey de Arabia se siente vejado y su venganza es tremenda “estragó Babilonia” y apresó al rey. Aparece otra vez el tema del laberinto, pero esta vez como un laberinto “natural” no hecho por los hombres sino obra de Dios; es el desierto, donde la venganza se cumple. Les cuento una experiencia personal: a mi hija la inscribí en una academia de preparación para la Cayetano Heredia, pueden creer que mi hija se aburría terriblemente porque un profesor mientras explicaba la clase se ponía a armar su diapositiva; la de Lenguaje explicaba en una pizarra blanca como si estuviera en presencial; el profesor de Biología no usaba diapositivas, tenía una cámara de pésima resolución y no se veía bien su pizarra. Otro profesor, más era lo que hablaba y hablaba y no hacía participar a los alumnos. Mi hija me pidió que la cambie: eso hice porque yo me puse a observar las clases y me daba sueño. En esa academia la mayoría de docentes estaban con carencias digitales.