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LUIS SEBASTIÁN PASCUAL
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MAPAS
DE APRENDIZAJE
Una herramienta de memorización
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EDITORIAL CCS
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Página web de EDITORIAL CCS: www.editorialccs.com
© Luis Sebastián Pascual
© 2010. EDITORIAL CCS, Alcalá, 166 / 28028 MADRID
Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra sólo
puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a
CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear
algún fragmento de esta obra.
Diseño de portada: Juan Manuel Redondo
Composición Digital: Safekat
ISBN (epub): 978-84-9023-633-8
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Índice
Portada
Créditos
Prólogo
CAPÍTULO 1.
PRESENTACIÓN
El texto
Máquinas retóricas
Árboles
Ruedas
Tablas
Mapas
Mapas conceptuales
Mapas mentales
Mapas de aprendizaje
En resumen
CAPÍTULO 2.
CREAR UN MAPA DE APRENDIZAJE
Estructura
La hoja de papel
El título
Ramas
Conceptos
Mayúsculas
Colores
Imágenes
CAPÍTULO 3.
PROCEDIMIENTOS
Procedimiento general
Paso 1. Prelectura
Paso 2. Subrayado
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Paso 3. Dibujar el mapa
Paso 4. Finalizar el mapa
Paso 5. Repaso
Procedimiento para libros
Procedimiento de actualización
Paso 1. Dibujar el mapa
Paso 2. Análisis del texto
Paso 3. Repasar
CAPÍTULO 4.
ELEMENTOS DE LOS MAPAS DE APRENDIZAJE
Enlaces
Llaves
Vallas
Nubes
Numeración
Notas personales
Atrezzo
Fotografías
Signos y onomatopeyas
Imaginación
Ejemplo
CAPÍTULO 5.
MAPAS DE APRENDIZAJE Y MEMORIA
Orden
Comprender
Imágenes
Breve
Atractivo
CAPÍTULO 6.
PRINCIPIOS DE LA MNEMOTECNIA
Atención
Imaginación
La historieta
Asociación
Método de la cadena
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CAPÍTULO 7.
DAR SENTIDO AL SINSENTIDO
Símbolos
Ciudades y países
Palabras sustitutas
Nombres propios
Idiomas
Imaginar buenas escenas
CAPÍTULO 8.
MEMORIZAR MAPAS DE APRENDIZAJE (I)
Método «loci»
Mapas de aprendizaje
Mapas de referencia
Ramas secundarias
CAPÍTULO 9.
MEMORIZAR MAPAS DE APRENDIZAJE (II)
Interferencias
Variaciones
En la calle
Especialidades
La familia
Tu cuerpo
Palacios de la memoria
CAPÍTULO 10.
Y AHORA LOS NÚMEROS
El código fonético
Convertir números en palabras
Ejemplo 1
Ejemplo 2
CAPÍTULO 11.
CASILLEROS NUMÉRICOS
Las 100 palabras clave
Ventajas del código fonético
Ejemplo
El casillero auxiliar
Ejemplo 1
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Ejemplo 2
ANEXOS
Anexo I. El ordenador
Ventajas e inconvenientes
Conclusiones
Programas informáticos
Anexo II. Mapas propios y ajenos. Trabajo en equipo
La gran cuestión
Mapas de otras personas
El trabajo en equipo
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PRÓLOGO
Tras la publicación de mi anterior libro, Consigue una excelente memoria, dedicado a las
técnicas de memorización, recibí comentarios de muchos lectores que tuvieron la
amabilidad de escribirme con sus opiniones. Y también con sus dudas.
Una de las cuestiones que se planteó varias veces fue la siguiente: «¿Cómo lo pongo
en práctica?». Es decir, comprendían perfectamente qué son y cómo funcionan las
técnicas de memorización, pero no sabían aplicarlas para memorizar la materia que
estuvieran estudiando.
Es entonces cuando surge la idea de un libro como este que tienes en tus manos.
Aunque se trata de un proceso muy particular, pues cada cual tiene su forma de
trabajar, el objetivo era encontrar una herramienta que desmembrara los textos y
mostrara la información, como suele decirse, «en bandeja», de forma que aplicar las
técnicas de memorización resultase muy fácil.
Esa herramienta son los mapas de aprendizaje, que constituyen el punto central de esta
obra.
La primera parte está dedicada a la creación de mapas de aprendizaje: qué son, cómo
se construyen, los elementos que los forman, etc. Será de gran valor para todos aquellos
que deban enfrentarse al análisis y comprensión de textos, independientemente de que
persigan o no su memorización.
En este punto debo hacer un inciso. Los mapas de aprendizaje tienen múltiples
aplicaciones y son útiles para muchos fines. No obstante, esta obra trata solamente su
vertiente como herramienta para el estudio de textos y ayuda a la memorización.
La segunda parte del libro nos introduce en el fascinante mundo de la mnemotecnia y
nos muestra las técnicas de memorización, pero sobre todo, cómo aplicar esas técnicas a
la memorización de los mapas de aprendizaje (o la información que muestran los mapas
de aprendizaje).
Resultará interesante tanto para aquel que descubre la mnemotecnia por primera vez
como para quien, teniendo ya unos conocimientos de la materia, quiere saber cómo
aplicarlos a la memorización de los mapas de aprendizaje.
En cualquier caso, que no espere nadie un texto erudito con una explicación extensa y
detallada de cualquier aspecto que de estas materias se pueda derivar; no es el propósito
de esta obra. Más bien, al contrario: se han omitido muchos aspectos que no
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considerándolos imprescindibles, o siendo complejos, se han obviado en favor de un
texto breve y de lectura fácil.
No obstante, estoy convencido de que poniendo en práctica las técnicas descritas en
estas páginas, lograrás el éxito que te ha de animar a superar mayores dificultades. Que
así sea.
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Capítulo 1
PRESENTACIÓN
EL TEXTO
¿Cuál es la forma natural de comunicarnos? Hablando. Si tienes alguna información que
deseas transmitir a otra persona, simplemente abres la boca y se la cuentas.
Si esta persona no está presente, trasladas al papel las palabras que desearías decir, de
forma que el texto escrito —el eco de tu voz— transmita esa información a quien lea el
documento.
Así pues, quizá la escritura sea un medio de comunicación lógico, e incluso natural,
pero tiene un problema: es muy poco eficiente.
Pondré un ejemplo. Supongamos que debes explicar por escrito qué tipo de flor es una
margarita. ¡Uf! Seguro que llenarás más de una página tratando de describir de la forma
más fiel posible el diseño de los pétalos, su número, el color, etc. Y aun así es posible
que tu lector se haga una idea equivocada.
¿Te ha ocurrido alguna vez que, tras oír la descripción de alguna cosa, al verla pienses
«pues no se parece en nada a lo que había imaginado»?
Pero supongamos que en lugar de palabras, puedes mostrar el dibujo o incluso una
fotografía de la flor. ¡Esto es otra cosa! Seguro que ahora todos comprenderán qué es
una margarita de forma exacta, y mucho más rápidamente que leyendo cualquier
documento.
Es decir, transmitir una información o unos conocimientos mediante el texto escrito
—como este mismo que estás leyendo ahora— no es la forma más eficiente de lograrlo.
Se trata de un problema conocido desde la antigüedad, y siempre se ha buscado alguna
forma de compensarlo mediante dibujos, esquemas y diagramas que acompañando al
texto —o incluso sustituyéndolo— permitan una comprensión más rápida y eficaz del
material expuesto.
En este sentido, la historia nos deja figuras interesantes que, aunque someramente,
vale la pena conocer. Vamos a descubrirlas mediante un sencillo ejemplo. Pongamos por
caso el siguiente párrafo:
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El zodiaco se compone de doce signos, ordenados en cuatro apartados relacionados cada uno de ellos con
uno de los cuatro elementos clásicos, a saber: fuego, tierra, aire y agua. Al fuego le corresponden los signos de
Aries, Leo y Sagitario. Asociados a la tierra están los signos de Tauro, Virgo y Capricornio. Al aire pertenecen
los signos de Géminis, Libra y Acuario. Por último, se relacionan con el agua los signos de Cáncer, Escorpio y
Piscis.
¿De qué otra forma —además del texto escrito— podríamos presentar esta
información?
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MÁQUINAS RETÓRICAS
Aunque ya aparecen en antiguos libros de la Edad Media, es con el desarrollo de la
imprenta, a partir del sigo XVI, cuando diversas figuras empiezan a ser conocidas bajo el
nombre genérico de «máquinas retóricas».
En su momento supusieron un gran descubrimiento con el que, en palabras de un autor
de la época, se buscaba «hacer visible el saber». Destacaré las siguientes:
Árboles
Una de las figuras más habituales eran los árboles. Estos árboles podían dibujarse bien
de forma natural... (Figura 1)
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... bien de forma más estilizada, a modo de esquema de llaves (Figura 2).
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Ruedas
Otra figura poco utilizada hoy día, pero que en su momento gozó de popularidad, son los
diagramas circulares o en forma de rueda. Los gráficos de tarta podrían considerarse su
versión más moderna.
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Tablas
Y cómo no, también están presentes las tablas y cuadros.
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MAPAS
Estas figuras, con todas sus variantes, resultan ser muy útiles, pero su diseño siempre
queda a expensas de la inspiración del autor; por lo general, no hay una norma definida
que señale cómo deben construirse.
Pero, aproximadamente, sobre la década de 1970 surgen nuevos diagramas como
resultado, no de una idea feliz, sino de unos estudios que perfilan las formas de nuevas
figuras diseñadas conforme a una serie de principios que garanticen un resultado óptimo.
De entre los nuevos tipos de diagramas, para nuestro propósito conviene señalar los
siguientes:
Mapas conceptuales
Los mapas conceptuales surgen a partir de las investigaciones de Joseph D. Novak sobre
la psicología del aprendizaje, siguiendo las teorías cognoscitivas de David P. Ausubel.
Se caracterizan por exponer conceptos enmarcados dentro de figuras geométricas
(habitualmente óvalos) y establecer las relaciones existentes entre ellos mediante flechas,
partiendo de un concepto raíz. Estas flechas deben incluir un texto que defina el carácter
de la relación.
Pueden diseñarse siguiendo una estructura jerárquica (de árbol invertido)... (Figura 4)
... o bien presentarse en forma de red (radial) (Figura 5).
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Mapas mentales
Los mapas mentales aparecen de la mano de Tony Buzán (Use your head, 1974), que los
hará muy populares a través de programas de televisión, libros y artículos. «Mapa
mental» es un término registrado y propiedad del propio Tony Buzán, inventor.
Su figura es muy característica: desde un punto o título central, van apareciendo en
todas direcciones ramas, que a su vez de subdividen en otras ramas y sobre las cuales se
van ubicando los diversos conceptos. Buscan tener un aspecto natural y su principal
novedad será la inclusión de dibujos y colores (Figura 6).
Mapas de aprendizaje
El éxito de estos mapas promueve la aparición de otras figuras casi idénticas bajo el
nombre de «mapas cognoscitivos», «mapas de ideas», etc. A menudo se trata de casos
particulares dentro de un concepto más genérico.
Es dentro de este pequeño donde surgen también los mapas de aprendizaje.
El mapa de aprendizaje se define como una figura a medio camino entre los mapas
mentales y los mapas conceptuales, pues aunque comparte el mismo diseño y se
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construye con los mismos principios de los mapas mentales, también contempla
elementos y objetivos propios de los mapas conceptuales.
Los mapas de aprendizaje tendrán, pues, el mismo aspecto —o muy similar— que los
mapas mentales de Tony Buzán.
NOTA. A menudo se utilizan los diversos nombres de mapas como sinónimos unos
de otros y es comprensible, ya que todos comparten puntos en común. Pero no me
entretendré en remarcar diferencias ni establecer precisas definiciones, pues esto no
aportaría ninguna ventaja, además de faltar al carácter práctico del libro.
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EN RESUMEN
No puede decirse que la idea subyacente tras los mapas sea nueva. Un profesor italiano
del siglo XVI escribía: «Se puede también obtener materia de la forma siguiente:
escribiendo siempre el tema principal en el centro de una hoja de papel y poniendo
alrededor todas las cosas principales que el hombre puede imaginar que se hacen al
respecto, eligiendo las más conformes a su pensamiento» (Orazio Toscanella, Modo di
studiare le pistole di Cicerone, Venecia, 1560).
Y si echamos la vista más atrás, encontraremos a Porfirio (filósofo griego, 232-304 d.
C.) a quien suele citarse como precursor en establecer clasificaciones lógicas y presentar
información ordenada, desde lo general a lo particular.
Este interés por mostrar los datos de forma organizada obedece a la necesidad de
encontrar una fórmula que facilite el estudio de cualquier texto o materia. Y esa fórmula,
hoy, son los mapas de aprendizaje, que como comprobarás resultan una herramienta de
gran valor para analizar, comprender y memorizar.
Así pues, expuestos los antecedentes y realizada la presentación, es hora de entrar en
materia.
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Capítulo 2
CREAR UN MAPA DE APRENDIZAJE
ESTRUCTURA
La característica más destacable de los mapas de aprendizaje es su estructura natural:
desde un punto central (materia) parten una serie de ramas (temas principales) que se
dividen en ramas más pequeñas (temas secundarios) hasta llegar a lo que podríamos
considerar las hojas del árbol (conceptos o datos finales).
No hay normas que nos obliguen a dibujar tantas ramas a la izquierda como a la
derecha, de esta forma o la otra. Los mapas de aprendizaje son fundamentalmente
espontáneos, abiertos. Pero sí hay algunos puntos a tener en cuenta:
La hoja de papel
Utiliza hojas grandes sin renglones ni cuadrículas (tamaño carta o DIN A4,
preferiblemente DIN A3 o cuadernos de dibujo). Disponlas en formato horizontal o
apaisado.
Ponerlas en modo horizontal es un detalle importante porque normalmente escribimos
de izquierda a derecha (en líneas horizontales), lo que hace que el mapa tienda a
ensancharse hacia los lados.
Si utilizases el clásico formato vertical, en seguida te quedarías sin espacio y te verías
obligado a retorcer las ramas hacia arriba o abajo, lo que al final daría al mapa un
aspecto muy raro e intrincado, haciendo difícil seguir los conceptos a través de las
ramas.
El título
Escribe el título del mapa en el centro de la hoja. De esta forma podrán salir ramas en
todas direcciones. Debe resaltarse este punto central de forma que de un simple vistazo
destaque claramente el asunto sobre el que trata el mapa de aprendizaje.
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Para lograr este efecto, se suele escribir el título dentro de figuras (un círculo, un
cuadrado, una estrella, etc.). También puedes recurrir al truco de, más que escribir,
dibujar las letras, o darles un aspecto en tres dimensiones, o cualquier otra estratagema
que se te ocurra.
Ramas
A partir del punto central, trazar ramas en todas direcciones, de forma que vayan
ocupando todo el espacio en blanco alrededor del título.
Para darle al mapa un aspecto más natural, las ramas principales se dibujan con líneas
gruesas; las ramas secundarias, conforme se van subdividiendo y alejándose del centro,
con trazos cada vez más finos, simulando la naturaleza de un árbol.
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CONCEPTOS
Sobre cada rama debe haber una palabra que representa el concepto o tema sobre el que
trata esa rama.
En ocasiones resulta una tentación ponerse a escribir frases enteras (típico de
principiantes), pero se trata de un error que se debe evitar. Veamos el porqué:
1. Los mapas de aprendizaje no son explicativos, sino representativos. Es decir, una
rama no debe contener la explicación de un concepto o una idea —cuestión que
requeriría muchas palabras—, sino la palabra clave que representa a ese concepto o
idea. Por tanto, insisto, sobre cada rama una sola palabra o a lo sumo dos si se trata
de algún dato concreto (por ejemplo, nombre y apellido de alguna persona).
2. Señalar también que cada rama ha de ser, como mínimo, tan larga como la palabra
que la define, de forma que ninguna letra quede fuera.
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MAYÚSCULAS
Escribe siempre en mayúsculas, imitando la letra de imprenta. ¿Por qué?
Un mapa de aprendizaje debe leerse con facilidad y normalmente nuestra letra resulta
más legible cuando utilizamos mayúsculas. No tiene sentido dibujar un mapa que
después ni nosotros mismos somos capaces de entender.
Como no es práctico perder dos horas tratando de descifrar esa palabra que escribimos
con tantas prisas, aunque cueste un poco más, utiliza mayúsculas y traza letras bien
legibles.
NOTA. A pesar de lo dicho, algunos autores prefieren escribir en minúsculas y
reservan las mayúsculas para darle un efecto llamativo a aquellas palabras que, por
cualquier razón, quieren resaltar.
Otros tienen la costumbre de escribir los temas de las ramas principales en
mayúsculas y los conceptos finales en minúsculas, diferenciando así —por el tipo
de letra— si un concepto contempla otros elementos (está en mayúsculas) o es un
punto final (está en minúsculas).
Personalmente, prefiero la estrategia de escribir unas mayúsculas muy grandes en
las ramas principales y unas mayúsculas más pequeñas en las ramas secundarias. En
cualquier caso, lo importante es que escribas siempre con buena letra, fácil de leer y
entender.
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COLORES
Utiliza colores. Cada rama debe dibujarse con un color distinto. Esto es importante, pues
ayuda mucho a la claridad del mapa: simplemente viendo el color ya sabes cada
concepto a qué rama o apartado corresponde.
Así pues, cada vez que te dispongas a crear un mapa de aprendizaje debes tener a
mano lápices o rotuladores de diversos colores; o al menos los cuatro colores clásicos
(negro, azul, rojo y verde), de forma que si para una rama repites color, que no coincida
con el de las ramas circundantes.
NOTA. Los ejemplos que ilustran este libro están en blanco y negro solamente por
razones de imprenta. La norma es emplear siempre mucho colorido.
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IMÁGENES
Un buen mapa de aprendizaje debe incluir tantas imágenes como palabras o conceptos
figuran en el mismo. Es un detalle importante y a lo largo del libro insistiré en lo
conveniente de acompañar cada concepto, cada dato, con un dibujo representativo del
mismo.
Aquí es cuando muchas personas tuercen el gesto y ponen caras raras, pues si no se
ven capaces ni de trazar una línea recta, mucho menos de hacer un dibujo medianamente
decente.
Pero no se trata de competir con Miguel Ángel pintando la Capilla Sixtina; un simple
garabato basta. Por ejemplo, ¿quieres pintar un hombre? Pues mira:
Ya está. Fácil, ¿no?
Que hay que dibujar un coche…
… una ambulancia…
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… la felicidad…
… la justicia.
Aunque tu sobrino de cuatro años sepa hacerlo mejor, no importa. Los dibujos no son
para mostrarlos al público o competir en algún concurso, son exclusivamente para tu uso
particular, para tu mapa de aprendizaje.
Así pues, aunque te consideres un pésimo dibujante, no importa: trata de incluir
siempre dibujos que acompañen a los conceptos presentes en tus mapas de aprendizaje.
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NOTA. Dibujar es un excelente ejercicio de atención y observación. Cuando
dibujes un coche y el resultado sea un auténtico desastre, tendrás que prestar
atención y fijarte bien en cómo es un coche, e incluso estudiar algunos dibujos de
coches para tratar de imitarlos y conseguir un buen resultado. Este trabajo de
perfeccionamiento es muy positivo (y recomendable).
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Capítulo 3
PROCEDIMIENTOS
Podemos crear un mapa de aprendizaje a partir de diversas fuentes. Es una forma muy
válida de tomar notas en clase, en una conferencia o en una reunión de trabajo. También
resulta un modo eficaz de plasmar en papel los pensamientos que revolotean por nuestra
mente, ayudándonos a ordenar las ideas y tomar decisiones.
Pero lo más habitual es que generemos los mapas de aprendizaje a partir de un texto
escrito que debemos estudiar. Aunque se trata de un proceso bastante sencillo, describiré
paso a paso un método de trabajo que pueda servir de referencia.
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PROCEDIMIENTO GENERAL
Paso 1. Prelectura
El primer paso es echar una rápida ojeada al texto para hacerse una idea general de la
materia. Leer por encima, rápidamente, sin entretenerse demasiado.
Esto nos permitirá decidir si podemos presentarlo todo en un solo mapa, o si conviene
dividirlo en dos o tres partes, o si hay algún punto muy complejo que requiera una
atención especial.
No conviene hacer mapas abigarrados y siempre hay que dejar espacio por si en el
futuro queremos añadir alguna cosa más. Por tanto, si hay mucha materia, puedes
considerar dividirla en dos partes (y hacer dos mapas).
También puede darse el caso de tropezar con un apartado que resulte muy complejo;
en tal caso, crearemos un mapa general y otro específico que desarrolle ese punto en
cuestión (debemos evitar que, por intentar reflejar toda la materia en un solo mapa,
encontremos ramas principales breves junto a otra de enorme extensión, con multitud de
divisiones y subdivisiones).
Todo esto hace que sea importante tener claro, antes de empezar, por qué vamos a
estudiar este texto, cuál es el objetivo que perseguimos. ¿Se quiere obtener una idea
general de los puntos que trata o se está buscando información sobre un tema concreto?
Esto permitirá decidir qué partes pueden omitirse, o estudiarse superficialmente, y en
qué otras habrá que invertir más tiempo.
Paso 2. Subrayado
Ahora realizaremos una nueva lectura del texto más detenida. Con ayuda de lápices o
rotuladores iremos señalando las palabras clave que posteriormente formarán, en una
primera aproximación, las ramas y subramas de nuestro mapa de aprendizaje.
Aún no estamos trazando el mapa, tan sólo analizando el texto. Por ejemplo:
El zodiaco se compone de doce signos, ordenados en cuatro apartados relacionados cada uno de
ellos con uno de los cuatro elementos clásicos, a saber: fuego, tierra, aire y agua. Al fuego le
corresponden los signos de Aries, Leo y Sagitario. Asociados a la tierra están los signos de Tauro,
Virgo y Capricornio. Al aire pertenecen los signos de Géminis, Libra y Acuario. Por último, se
relacionan con el agua los signos de Cáncer, Escorpio y Piscis.
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Observa las distintas formas de subrayado: utilizo un recuadro para señalar el término
principal del párrafo, líneas dobles para la información importante y otras líneas simples
para los datos secundarios (es sólo un ejemplo, cada cual tiene su propio estilo).
Pero sobre todo, observa cómo no se subrayan frases o renglones enteros, sólo
palabras.
Algunos apuntes sobre el subrayado:
• Únicamente deben subrayarse las palabras significativas, aquellas que concentran la
idea principal del texto.
• Los títulos, resúmenes, incluso el texto a pie de foto suelen ser buenos indicadores
de la palabra clave o palabra resumen que debes subrayar.
• También hay un truco que ayuda a identificar esa palabra clave. Consiste en
preguntarse, si tuvieras que poner un título a ese párrafo o fragmento de texto, ¿qué
palabra sería? Pues esa es la que debes subrayar. Si no aparece en el texto, escríbela
en el margen.
Los márgenes son muy útiles tanto para hacer anotaciones (o dibujos) como para
señalar mediante signos (flechas, asteriscos, etc.) algún fragmento de texto que quieras
resaltar por cualquier cuestión. ¡Aprovéchalos!
Por cierto, recomiendo utilizar siempre el lápiz para después, si procede, poder hacer
alguna rectificación.
Si se presenta algún apartado muy denso o enrevesado que no logramos entender, no
pasa nada, aún no es el momento de enfrentarse a ello. Para no perder tiempo, lo
marcamos como pendiente y seguimos adelante.
Aunque cada cual tiene su estilo, una forma sencilla de marcar un fragmento de texto
es mediante el trazo de una línea vertical en el margen e identificarla con un código (por
ejemplo, A1: fragmento 1 del apartado A).
Paso 3. Dibujar el mapa
Este paso se desglosa en dos fases: una primera lectura en la que se dibuja el esquema
general del mapa, con las ramas principales reflejando los conceptos importantes, y una
segunda lectura más detallada en la que se completa el diseño del mapa, incluyendo ya
todos los conceptos del texto.
Así, en la primera lectura aprovechamos el trabajo realizado en el punto anterior para
trazar las primeras ramas conforme vamos encontrando los términos subrayados del
texto.
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Una segunda lectura más detenida nos permite completar el mapa con el dibujo de
tantas ramas secundarias como sean necesarias para reflejar en el mapa todos los
conceptos.
No obstante, si has hecho un concienzudo trabajo de subrayado o la materia no resulta
excesivamente compleja, ambas fases pueden unirse en una sola, y completamos el mapa
al mismo ritmo que vamos encontrando en el texto las palabras subrayadas en el punto
anterior (paso 2).
Con todo, si volvemos a tropezar con algún apartado complejo que no acertamos a
plasmar en el mapa, señalamos una rama como pendiente de desarrollo y seguimos
adelante. Esta rama deberá incluir el código del fragmento de texto señalado y, si es
posible, el número de página donde aparece.
Paso 4. Finalizar el mapa
Si la materia tratada no es muy difícil, en este momento el mapa de aprendizaje estará
prácticamente finalizado.
Pero la mayoría de veces las cosas no resultan tan fáciles como quisiéramos; se habrán
quedado algunos apartados por desarrollar, esos que resultaban complejos y que hemos
señalado como pendientes. Es el momento de volver a ellos y enfrascarse en su solución
hasta que, finalmente, podamos ya dar el mapa por terminado.
En el peor de los casos, es posible dejar el mapa tal y como está: incompleto, pero
válido, ya que la rama por desarrollar al menos incluye una referencia que señala el
párrafo o fragmento de texto que corresponde a este punto.
No es la situación ideal porque, primero, siempre tendrás que llevar el texto junto con
el mapa de aprendizaje (para poder consultarlo) y, segundo, el repaso o análisis del mapa
se verá interrumpido siempre que llegues a una rama por desarrollar (cuando te pongas a
buscar el fragmento de texto que corresponda).
En cualquier caso, dibujar ramas con referencias al texto constituye una técnica válida
si el fin que se persigue es emplear el mapa sólo a modo de índice, sin que resulte
necesario incluir el contenido.
Paso 5. Repaso
Una vez finalizado el dibujo del mapa de aprendizaje, debemos echar un último vistazo y
repasar el resultado final.
En esta fase es cuando aprovechamos para incluir un dibujo o corregir ese otro que
nos ha salido fatal. Incorporaremos algún elemento de atrezzo y puede que también
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alguna nota personal que se nos ocurra a última hora (ver capítulo siguiente).
En ocasiones, es el momento en que tomamos la decisión de «pasarlo a limpio» y
rehacerlo, porque nos damos cuenta de que hay dos ramas que podríamos unir en una
sola, o hay algún dato irrelevante, o un concepto en una rama equivocada… o
sencillamente porque no nos gusta y queremos lograr algo más claro y ordenado.
Filtrando el resultado del primer dibujo siempre se obtienen mapas mucho más
acertados; no dudes en rehacer un mapa siempre que veas la posibilidad de mejorarlo.
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PROCEDIMIENTO PARA LIBROS
Los pasos descritos en el apartado anterior también son válidos para el análisis de textos
extensos, como por ejemplo, un libro.
Tan sólo señalar que, en estos casos, contamos con la ventaja de un prólogo, donde los
autores suelen explicar el propósito y contenido del libro, y un índice, que nos muestra la
materia ya ordenada y clasificada por capítulos.
Debemos aprovechar el índice para crear un primer mapa de carácter general que nos
sirva de guía para navegar entre los diversos asuntos tratados en el libro. Posteriormente,
desarrollaremos estos asuntos dedicando a cada uno un mapa de aprendizaje propio
(normalmente suele salir un mapa por capítulo).
Por lo demás, no hay nada que añadir a lo expuesto en el procedimiento general.
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PROCEDIMIENTO DE ACTUALIZACIÓN
Un caso especial es cuando ya tenemos unos conocimientos previos de la materia que
vamos a estudiar. Pensemos, por ejemplo, en un abogado frente al nuevo texto de una ley
que ha sido reformada, o en el médico que está poniéndose al día en los avances del
tratamiento de cierta enfermedad.
También resulta muy útil como repaso para ver cuánto recordamos de un tema que se
supone conocemos bien.
El proceso es sencillo.
Paso 1. Dibujar el mapa
Sin leer el texto, vamos a dibujar el mapa de aprendizaje a partir de nuestros
conocimientos actuales.
Paso 2. Análisis del texto
Ahora haremos una lectura detenida del texto y sobre las ramas que ya hemos trazado,
añadiremos aquellos conceptos que, presentes en el texto, no habíamos incluido en el
dibujo del mapa, bien porque son nuevos, bien porque no los recordábamos.
Es muy posible que tengas que tachar algunas ramas que habías dibujado
originalmente y crear otras nuevas. No importa, pues tras el paso 2, siempre viene el
paso 3.
Paso 3. Repasar
Repasar, y si es necesario —que casi siempre lo es— rehacer el mapa, tal y como se ha
explicado en el procedimiento general.
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Capítulo 4
ELEMENTOS DE LOS MAPAS DE
APRENDIZAJE
Vamos a completar el diseño de los mapas de aprendizaje con una serie de elementos
que, no siendo imprescindibles, sí van a aportar mucho valor. Conozcámoslos.
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ENLACES
Es posible que durante el diseño de un mapa de aprendizaje encuentres, en ramas
distintas, conceptos comunes o que guardan cierta relación entre sí.
Para resaltar este hecho, debes hacer un círculo alrededor de estos conceptos y unir
ambos círculos mediante una línea. Para no confundir esta línea con el trazo de una
rama, dibújala de forma discontinua (- - - - -) o punteada (··········).
Es conveniente, sobre la línea de enlace, escribir una palabra que indique el carácter
de la relación.
Ejemplo: «En la poesía española del siglo XV, cabe destacar autores como el marqués
de Santillana, Gómez Manrique, Jorge Manrique (sobrino del anterior) y Juan del
Enzina».
Otra posibilidad es reservar un color exclusivamente para los enlaces. Personalmente
tengo la costumbre de dibujar los mapas con colores oscuros y reservo los claros
(amarillo, rosa) para enlazar conceptos comunes. O bien podría dibujar las ramas con
rotuladores y los enlaces a lápiz. En cualquier caso, se trata de evitar una posible
confusión entre el trazo de una rama y el trazo de una línea de enlace.
Hay otra estrategia que puedes emplear para no estropear el dibujo del mapa con
líneas de enlace que vayan de un extremo a otro: utilizar símbolos. Por ejemplo, puedes
reservar las letras del alfabeto griego (alfa α, beta β, gamma γ, etc.) como símbolos de
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enlace, de forma que cuando encuentres dos conceptos relacionados entre sí, en lugar de
enlazarlos con una línea, les adjuntes la misma letra griega.
No obstante, es preferible trazar líneas de enlace, que muestran claramente los
conceptos relacionados, antes que distraerse con la búsqueda de qué conceptos aparecen
señalados con el mismo símbolo.
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LLAVES
Un caso similar es cuando dos o más ramas contiguas presentan un denominador común
o pueden agruparse en una misma categoría. La forma de señalar esta característica es
incluir en el mapa una llave que agrupe esas ramas.
Ejemplo: «Multiplicación: el número que se repite, se llama multiplicando; el número
que dice las veces que se repite, se llama multiplicador; y el resultado, producto. El
multiplicando y el multiplicador también se llaman factores».
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VALLAS
Hay quien tiene la costumbre de delimitar la extensión de cada rama principal mediante
una línea, a modo de valla.
También, en vez de delimitar el contenido mediante el trazo de una línea, se puede
simplemente colorear el fondo (o hacer ambas cosas).
Esto es especialmente útil cuando, por cualquier razón, se han dibujado todas las
ramas del mapa con el mismo color y a simple vista no se ve si un concepto final
pertenece a esta o aquella rama.
También se puede emplear para destacar alguna rama en particular.
Sin embargo, esta técnica tiene un inconveniente. Si en el futuro intentas añadir un
nuevo concepto, como la rama principal está limitada, tendrás que dibujar la rama
secundaria saltando por encima de la valla… Por tanto, es preferible diferenciar el
contenido de las ramas principales mediante colores y dejar el mapa abierto a nuevas
incorporaciones.
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NUBES
Aunque no es aconsejable, en ocasiones no querrás evitar incluir en el mapa una frase o
un texto asociado a algún concepto. Por ejemplo, una cita textual, el título de un libro,
etc.
En estos casos se emplean globos o bocadillos, como en las historietas (donde se
escriben los diálogos de los personajes). Estos bocadillos pueden ser cuadrados,
circulares o en forma de nube, tal y como en los cómics se muestran las reflexiones o
pensamientos de los protagonistas.
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NUMERACIÓN
Al finalizar el dibujo de un mapa de aprendizaje, tendremos todos los conceptos
perfectamente distribuidos dentro de las ramas y subramas correspondientes.
No obstante, es posible que además sea necesario reflejar un orden determinado, del
más nuevo al más viejo, o del más grande al más pequeño, o del más cercano al más
lejano, etc.
En tal caso, simplemente numeramos los conceptos añadiéndoles un número (del 1 al
que corresponda). Además, si es posible, dibujaremos las ramas ordenadamente en el
sentido de las agujas del reloj.
Ejemplo: «Los países de mayor extensión en el continente americano son, en este
orden, Canadá, Estados Unidos, Brasil, Argentina, México y Perú».
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NOTAS PERSONALES
Los mapas de aprendizaje deben incluir notas personales, conceptos que no aparecen en
la materia de nuestro estudio, pero que nos vienen a la mente cuando empezamos a trazar
las ramas del mapa.
Es decir, un buen mapa de aprendizaje debe reflejar los conceptos derivados de la
materia de estudio más todas aquellas ideas que nos inspire dicha materia.
Se suelen añadir como un concepto más dentro de la rama que corresponda. No
obstante, generalmente nos interesará distinguir qué conceptos son nuestros y cuáles
pertenecen al texto que estamos estudiando.
Para este fin podemos reservar un color, que utilizaremos exclusivamente para trazar
las ramas de inspiración personal. Pero para no interrumpir la armonía de colores —que
todos los trazos de una rama principal sean del mismo color—, es preferible optar por la
alternativa de escribir nuestras notas personales sobre ramas con alguna característica
especial. Por ejemplo, que el trazo de la rama sea ondulado, o que las palabras estén
subrayadas, o entre paréntesis, etc.
Ejemplo: «El período denominado Reconquista se inicia con la batalla de Covadonga
de 722 encabezada por Don Pelayo. Finaliza con la toma de Granada por los Reyes
Católicos en 1492». Si te llama la atención que la toma de Granada es el mismo año en
que Colón descubre América, puedes señalarlo con una nota personal.
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ATREZZO
Un elemento que ayudará tanto en el diseño como en la comprensión del contenido de
los mapas de aprendizaje son los objetos de atrezzo o utilería, adornos que si bien no
constituyen un elemento básico en el diseño del mapa, sí lo complementan y enriquecen:
fotografías, símbolos, etc.
Fotografías
Si durante la creación del mapa aparece en una rama el nombre de un personaje
histórico, evidentemente no vas a ponerte a dibujar un retrato del mismo. Pero si has
encontrado una foto suya en alguna revista, puedes recortarla e incluirla en el mapa cerca
de la rama donde figura dicho nombre.
Signos y onomatopeyas
Existen símbolos y expresiones con un significado concreto que pueden acompañar a los
conceptos expuestos en las ramas del mapa para expresar una idea.
Por ejemplo, tengo la costumbre de dibujar el signo de interrogación cuando aparece
un concepto que no me resulta muy claro o que me suscita alguna duda. Sin embargo,
cuando encuentro un dato que me parece genial, escribo «¡olé!».
Puesto que son elementos que no forman parte de los conceptos expresados en las
ramas, llevaré cuidado de que no haya posible confusión, incluyéndolos cerca pero no
sobre el trazo de la rama. Además, utilizaré un color especial reservado exclusivamente
para los atrezzos (personalmente tengo la costumbre de escribirlos o dibujarlos siempre a
lápiz).
Ejemplo: supongamos que hay cierto asunto que finalmente termina en manos de la
justicia. Si me parece bien, dibujaré la rama incluyendo un signo de «visto bueno»:
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Si, por el contrario, me parece que así solamente se logra alargar el proceso
haciéndolo muy tedioso y/o soporífero, la rama quedará de esta forma:
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IMAGINACIÓN
Después de todo lo dicho hasta ahora, si hay alguna característica de los mapas de
aprendizaje que deba destacar por encima de las demás es la libertad que nos ofrecen
para que cada cual los construya a su manera.
Del mismo modo que no hay dos personas iguales, no hay dos mapas iguales, aunque
se hayan dibujado a partir del mismo texto. Cada cual tiene su propia forma de
interpretar las cosas, de representarlas, de exponerlas. Por tanto, es lógico y normal que
cada cual desarrolle su propio estilo y ante un imprevisto o una dificultad, se tomen
caminos distintos y se encuentren diferentes formas de afrontar el problema.
Por tanto, el último elemento que completa los mapas de aprendizaje está en tu
imaginación, en aquello que improvisarás y que dará a tus creaciones un sello personal.
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EJEMPLO
El fragmento de mapa de aprendizaje de la página siguiente muestra algunos de los
elementos descritos en este capítulo.
Utilizamos una línea de enlace para destacar cómo Einstein participa tanto en la teoría
de la relatividad general como en la teoría cuántica.
Las nubes nos permiten incluir en el mapa dos frases muy famosas dichas por Einstein
y Bohr.
Por último, incluimos como atrezzo una foto de nuestros protagonistas.
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54
Capítulo 5
MAPAS DE APRENDIZAJE Y MEMORIA
A menudo se dice que los mapas de aprendizaje favorecen la memoria. Y es verdad. En
este capítulo vamos a conocer el porqué para que te convenzas, si no lo has hecho ya, de
las virtudes de los mapas de aprendizaje.
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ORDEN
Uno de los mayores enemigos de la memoria es el desorden, el caos. Una cosa que no se
aprende de forma ordenada, luego es muy difícil de recordar.
Imagina por un momento que tu memoria es una biblioteca con cientos, miles de
libros, donde cada libro es un recuerdo. Si estos libros están ordenados y clasificados,
encontrar cualquier ejemplar no debe ser difícil. Pero si estos libros estuvieran
amontonados al azar en una enorme pila, sin orden ni concierto, ¿lograrías encontrar en
ese caos un título concreto? Seguramente, no.
Para que veas hasta qué punto esto es así, te pondré un ejemplo. ¿Serías capaz de decir
todas las letras del abecedario pero sin seguir el orden alfabético? Inténtalo, verás que no
es nada fácil. Citarlas todas siguiendo un orden (a, b, c, d, etc.) no supone ningún
problema y seguro que lo haces en un instante. Pero decirlas sin ningún orden es
complicadísimo; tardarás más y seguro que omites o repites alguna letra.
Otro ejemplo. Busca en el diccionario una palabra de tres sílabas que empiece por
«tu». ¿Cuánto tiempo has tardado? Como en el diccionario todas las palabras aparecen
ordenadas, habrá sido rápido. Bien, ahora busca otra palabra de tres sílabas que termine
en «tu» ¡Ojo! Que termine en «tu». Esta vez el orden del diccionario no sirve de nada y
es como si todas las palabras estuvieran dispuestas al azar. ¿Cuánto tiempo has tardado
esta vez? Pues esa es la diferencia entre el orden y el caos.
Así pues, en tanto que los mapas de aprendizaje muestran toda la información
perfectamente ordenada y clasificada, desde lo general hasta lo particular, están
favoreciendo en gran medida la memoria de toda la información que contienen.
Otra ventaja añadida es que los mapas de aprendizaje nos ofrecen una imagen global
de la materia que estamos estudiando. Gracias a ello, a simple vista podemos ver las
partes o temas en que se divide (ramas principales) y los diversos puntos que contempla
(conceptos reflejados en las ramas secundarias).
Esto hace que podamos utilizar los mapas de aprendizaje como verdaderos «mapas»
(valga la redundancia) que nos guían a través de la maraña de información. Cuando
surge cualquier concepto, resulta fácil localizarlo y ver su relación, cercanía o similitud
con otros conceptos.
Y aún hay más. En el momento en que nace una idea nueva, podemos incorporarla
rápidamente y sin problemas: basta con trazar una nueva rama desde el punto que
corresponda. Los mapas de aprendizaje son fáciles de ampliar, sin que ello suponga
romper el orden.
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COMPRENDER
Si uno de los mayores enemigos de la memoria es el desorden, el otro es la confusión, la
ambigüedad, el sinsentido.
De hecho, muchas veces se dice —y con razón— que entender equivale a recordar.
Esto se pone especialmente de manifiesto cuando tratamos con materias abstractas, como
puedan ser las matemáticas.
Pondré un sencillo ejemplo. Supongamos que debes memorizar el teorema de
Pitágoras, cuya fórmula es h2 = a2 + b2.
Vale, ya sé que se trata de una fórmula muy sencilla y que memorizarla, aun cuando
no sepas qué significa, resulta bastante fácil. Pero se trata de mostrar un simple ejemplo
que pueda comprenderse fácilmente.
Veamos, Pitágoras nos está diciendo que el cuadrado de la hipotenusa (h2) es igual a
la suma de los cuadrados de los catetos (a2 + b2), es decir, si tengo un triángulo
rectángulo con estas medidas…
… y hago unos cuadrados cuyos lados midan lo mismo que los lados del triángulo…
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… resulta que la superficie del cuadrado mayor es justo igual que la superficie de los dos
cuadrados pequeños juntos.
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Curioso, ¿verdad?
Pues bien, en el momento en que entiendas el significado del teorema, la fórmula está
prácticamente memorizada. Cuando se mencione a Pitágoras no tendrás que recordar una
h, una a y cierta b, sino que automáticamente te vendrá a la mente el dibujo del triángulo
y los cuadrados, uno grande y dos pequeños; el grande tiene que salir del lado del
triángulo más grande, que es h, luego el cuadrado de h (h2) ha de ser igual que los otros
dos cuadrados más pequeños juntos (a2 y b2), así pues, la fórmula es h2 = a2 + b2.
Memorizar algo que no se entiende, no sólo conlleva mucho más esfuerzo, sino que
normalmente es un trabajo inútil; como no lo comprendes, no sabrás aplicarlo ni sacarle
provecho (aparte de que lo olvidarás en seguida).
NOTA. De acuerdo, soy consciente de que memorizar algo, aun cuando no se
entienda, viene muy bien para aprobar un examen que está ahí a la vuelta de la
esquina. Pero esa no es, ni de lejos, la situación ideal.
Bien, ¿y qué tiene todo esto que ver con los mapas de aprendizaje?
En cierta medida, los mapas de aprendizaje te obligan a analizar y comprender el
significado del texto, ya que sobre el trazo de la rama no puedes repetir como un loro las
palabras que lees, sino que debes encontrar esa palabra clave que representa el concepto
o la idea que el texto trata de transmitir.
Es decir, sobre la rama escribes la palabra resumen, lo que requiere un análisis y
comprensión del texto y, por tanto, favorece la memorización del mismo.
Además, hay otra cuestión: en los mapas de aprendizaje se aconseja que cada
concepto vaya acompañado de un dibujo, ¿recuerdas? Así pues, si en algún mapa tuviera
que incluir la fórmula del teorema de Pitágoras, sin duda la acompañaría con el dibujo
del triángulo y los cuadrados, lo que me ayudaría a recordarla mejor.
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Y esto, precisamente, me lleva al siguiente apartado del capítulo.
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IMÁGENES
Si antes hablaba de los enemigos de la memoria, ahora citaré a uno de sus mayores
aliados: las imágenes.
Seguro que alguna vez te ha ocurrido ver a una persona y pensar: «La conozco, la he
visto antes, pero no logro recordar su nombre». Se calcula que un adulto puede
reconocer hasta el 70% de los rostros vistos en los últimos 50 años, pero difícilmente
sabrá decir el nombre de apenas un 20%. Esto es debido a que nuestra memoria es muy
buena recordando imágenes (rostros) pero muy mala recordando palabras (nombres).
Es por eso que a la hora de memorizar cualquier cosa, obtendremos mejor resultado si
tratamos de recordar su imagen, que si tratamos de retener su nombre. Es decir, si tengo
que ir a la tienda a comprar jabón, por ejemplo, será mucho más fácil que me acuerde de
la compra si me concentro en la figura de la pastilla de jabón, en vez de pensar en la
palabra «jabón».
Es por esto que, una vez más, en los mapas de aprendizaje siempre se recomienda que
cada concepto vaya acompañado de un dibujo, porque seguramente recordaremos mucho
mejor ese concepto mediante la figura que lo acompaña que a través de la palabra que lo
define.
Y es por esto, una razón más, por la que los mapas de aprendizaje, al incluir imágenes,
favorecen una buena memoria.
NOTA. Se han llevado a cabo algunos estudios para comprobar hasta qué punto
nuestra memoria es realmente buena con las imágenes.
En el año 2007, en Londres, Richard Wiseman quiso repetir un experimento llevado
a cabo en los años setenta por Lionel Standing en la Universidad Bishop, Canadá.
Escogió dos voluntarias que estuvieron observando fotografías durante dos días,
hasta llegar a la enorme cifra de 10.000. El tercer día se sometieron a un test para
ver cuántas de esas imágenes eran capaces de recordar. El resultado fue que
reconocieron un 65% de las fotos (unas 6.500 aproximadamente), una cifra similar
a la del experimento original, donde el porcentaje fue del 70%.
En otros experimentos no tan agotadores, con un número menor de imágenes, los
resultados son mejores, llegando incluso a rozar el 100%. Las conclusiones son que
nuestra capacidad para recordar imágenes es, sencillamente, excelente.
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BREVE
Existe otro factor que, aunque no está directamente relacionado con la memoria, sí
resulta de mucha ayuda. Y se comprende inmediatamente: es mucho más fácil
memorizar algo breve que algo extenso.
Los oradores de la antigua roma, al preparar sus discursos distinguían entre la
«memoria rerum» y «memoria verborum» (una herencia de la cultura helénica). La
memoria verborum consistía en memorizar el discurso palabra por palabra; memoria
rerum era la memorización de las cosas, de los conceptos, que luego convertían o
explicaban con palabras durante su exposición.
Pues bien, Cicerón, hace más de veinte siglos, ya desaconsejaba el uso de la memoria
verborum porque memorizar un discurso, palabra por palabra, suponía —y supone— tal
esfuerzo y dedicación, que no compensaba, no valía la pena.
Y desde entonces, creo que todos los profesores que ha conocido la humanidad han
coincidido en que, a la hora de estudiar una materia, debemos centrar nuestra atención en
las ideas, en los conceptos que transmiten las palabras, no en las palabras mismas (a
excepción de los profesores de gramática, claro).
Si lo piensas bien, es de lo más lógico —y lo digo solamente desde el punto de vista
práctico de la memorización— puesto que, sin lugar a dudas, ha de ser mucho más fácil
retener en nuestra memoria un concepto, que no el extenso discurso que lo desarrolla.
Imagina una semilla. Una semilla es una cosa tan diminuta que no parece nada, y sin
embargo, contiene la esencia de un frondoso árbol. Ese árbol, con sus raíces, ramas e
infinidad de hojas, equivale al texto. La semilla, esa cosa tan diminuta, equivale a la
idea, al concepto: desarróllalo y verás cómo puede dar lugar a un extenso texto formado
por multitud de palabras.
La cuestión es: ¿qué será más fácil de llevar en la memoria, la semilla o el árbol?
Así pues, siempre que abordemos un texto, el primer paso es reducirlo a su mínima
expresión, eliminando toda información superficial, despojándolo de los adornos
gramaticales y sintetizándolo en palabras clave (palabras resumen) que simbolicen o
representen los conceptos desarrollados en el texto. De esta forma, la lista de cosas que
memorizar es mucho más breve (sólo palabras clave).
Y puesto que los mapas de aprendizaje están formados precisamente por palabras
clave —un mapa jamás incluirá frases o párrafos— están favoreciendo la memoria al
mostrar la información de la forma más breve posible, mediante palabras e imágenes
representativas de los conceptos.
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Nos aportan, además, alguna ventaja extra. Por un lado, ahorran espacio (es increíble
la cantidad de información que un mapa de aprendizaje llega a reflejar en una sola hoja).
Y por otro lado, ahorran tiempo: son rápidos de hacer (sólo anotas palabras clave) y
rápidos de leer (basta con ver los conceptos).
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ATRACTIVO
Por último, un detalle que puede parecer trivial, pero que tiene su importancia, a saber,
los mapas de aprendizaje también nos permiten desarrollar nuestra vena artística: trazar
un mapa puede ser como pintar un cuadro, no sólo por los dibujos que acompañan a cada
concepto, también por el uso de los colores, la distribución armoniosa de las ramas, etc.
Que los mapas sean una herramienta de trabajo no significa que no puedan ser
atractivos y agradables a la vista. Es más, deberían ser agradables a la vista, porque no es
lo mismo, ni se estudia con el mismo ánimo, una cosa bonita que una cosa fea.
Evidentemente, no voy a decir que inviertas horas y horas en convertir un mapa de
aprendizaje en una obra digna de exponer en los museos —aunque si tienes tiempo y
quieres aventurarte en el mundo del arte, adelante—, pero por ahorrarte unos segundos,
no omitas ese detalle que dará al mapa un aspecto más atractivo.
Como decía en un capítulo anterior, ocurrirá muchas veces que cuando finalices tu
mapa de aprendizaje dé pena verlo, por lo caótico del resultado. En esos casos, ¿vale la
pena dedicar diez minutos a rehacerlo? Sí, sin duda. No sólo por la destreza que
terminarás adquiriendo —lo que te permitirá en el futuro trazar excelentes mapas a la
primera—, sino porque, además, trabajar en el mapa te ayudará a comprenderlo y
memorizarlo.
Cuando termines un mapa de aprendizaje deberías extenderlo ante ti, contemplarlo y
sentirte orgulloso de lo que has creado.
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Capítulo 6
PRINCIPIOS DE LA MNEMOTECNIA
En el capítulo anterior hemos visto cómo los mapas de aprendizaje favorecen en gran
medida la memoria. Sin embargo, por sí solos no garantizan un recuerdo completo y
fiable de la información que muestran. ¿Qué ocurre si deseamos —o necesitamos—
memorizar todos los términos o conceptos que figuran en el mapa de aprendizaje?
En tal caso, nos valdremos de una disciplina tan antigua como fascinante: la
mnemotecnia. A ella dedicaremos los próximos capítulos, pero primero, veamos qué es y
en qué fundamentos se basa.
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ATENCIÓN
Cuando los antiguos filósofos griegos empezaron a reflexionar sobre la condición
humana, una de las facultades que indudablemente les llamó la atención fue la memoria.
Observaron algo curioso: recordamos muy bien aquellos hechos que de alguna forma
nos provocan una fuerte emoción. Por el contrario, aquellas cosas insustanciales,
anodinas, las olvidamos muy pronto (si es que en realidad llegan a entrar en nuestra
memoria).
Tomaré como ejemplo un caso personal. Tengo un compañero que si coincide alguna
vez que pasamos con el coche por una curva, siempre me cuenta la anécdota del día que
a punto estuvo de volcar en esa misma curva porque la tomó a demasiada velocidad con
la furgoneta muy cargada.
Tal fue el susto, que no sólo recuerda la curva, sino que después de tanto tiempo aún
puede decirme la hora que era, a dónde iba, la carga que llevaba, etc. En este caso, el
miedo al posible accidente fue la emoción que hizo que se le grabara todo de forma
indeleble en la memoria.
Ejemplos como este podemos encontrar cientos. Es típico el caso de la persona mayor
que no sabría decir lo que comió ayer, pero que sin embargo, recuerda perfectamente el
menú de aquel día en que falleció un compañero, se declaró a su esposa o en el que
sucedió cualquier hecho relevante que le afectara emocionalmente; y lo recuerda al
detalle por más años que hayan transcurrido.
No es de extrañar entonces que los antiguos griegos concluyeran que, para recordar
cualquier cosa, debemos lograr que ésta nos provoque alguna emoción.
Hoy día sabemos que, en realidad, basta con que esa cosa nos llame la atención.
Por ejemplo, si ahora mismo te asomaras a la ventana y vieses a un señor paseando a
un perro, esto no tendría nada de particular, es una escena bastante común que se repite a
menudo, por tanto, no atraería tu atención y difícilmente te acordarías de ello.
Ahora bien, si este hombre se hubiera olvidado de ponerse los pantalones y andase por
la calle mostrando los calzones, vaya, eso sí que llamaría la atención y seguro que,
incluso tiempo después, cada vez que te asomases a la ventana recordarías aquel día en
que viste a uno loco paseando al perro sin pantalones.
Es como si nuestra mente tuviera un filtro para que todas las cosas habituales,
comunes, ordinarias… nada, no se les hace ni caso y por tanto, no se memorizan. Por el
contrario, todas las cosas inusuales, sorprendentes, extraordinarias… ahí se concentran
nuestros cinco sentidos y se graba todo en la memoria con facilidad.
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Esto es lo que se conoce como efecto Von Restorff: todo elemento que destaque o
rompa las normas será más recordado que los demás.
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IMAGINACIÓN
Siendo la emoción, o la atención, un factor importante en la memorización, no pasaría de
ser una mera anécdota sin aplicaciones prácticas de no ser porque también se da otro
hecho muy curioso: para que una cosa nos llame la atención y se guarde fácilmente en la
memoria, no hace falta que ocurra de verdad, basta con imaginarla.
Siguiendo con el ejemplo que mencionaba antes, conforme mi compañero iba
contando que estuvo a punto de volcar, me imaginaba el desastre que hubiera sido si
realmente llega a suceder: la carga destrozada en medio de la carretera, la policía
parando el tráfico, la grúa remolcando la furgoneta volcada… ¡de menudo lío se libró!
Pues bien, el simple hecho de haberlo pensado, hace que cada vez que paso por esa
curva —aunque vaya yo solo— me acuerde de que ahí, en ese preciso lugar, a punto
estuvo de volcar mi compañero y organizar un desastre de los buenos (es curioso cómo
instintivamente reduzco la velocidad).
Lo interesante de todo esto es que, en realidad, no sucedió nada. ¿Y por qué lo
recuerdo? Porque en mi imaginación, en esa curva, sí ocurrió un hecho extraordinario.
Es como si nuestra mente tuviera dificultades en diferenciar lo real de lo imaginario.
A menudo, el resultado suele ser el mismo, tanto si hemos visto algo de verdad como si
sólo lo hemos visto en nuestra imaginación.
Pues bien, sabiendo que esto es así, ¿por qué no aprovecharlo para memorizar lo que
yo quiera? La fórmula es sencilla, basta con imaginar aquello que quiera recordar en una
situación insólita, extraña, sorprendente… en otras palabras, que llame la atención. Y es
algo que puedo hacer perfectamente, pues el pensamiento es libre; en mi imaginación
puedo componer la escena que me venga en gana.
La historieta
A partir de esta idea, que es la base de toda mnemotecnia, se crean algunos trucos de
memorización. Uno de los más conocidos es el del relato o historieta. Consiste en
inventarse un cuento o una historieta —cuanto más rocambolesca, mejor— donde los
elementos principales son precisamente las cosas que se deben memorizar.
Por ejemplo, quieres acordarte de que los signos de fuego son aries, leo y sagitario;
pues bien, imagina que estás en un campamento sentado frente a una hoguera (fuego)
cuando de pronto ves que salta por encima un carnero (aries) huyendo de un león (leo)
que a su vez también va huyendo de un arquero que le lanza flechas (sagitario).
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Recordar una escena tan original como esta no es complicado, y ahí van implícitos los
datos que te interesan: relacionar el signo de fuego con una hoguera es fácil, ¿y qué
ocurría con la hoguera? Primero saltaba por encima un carnero (símbolo de aries)
perseguido por un león (símbolo de leo) que también iba huyendo de un arquero
(símbolo de sagitario). Quizá la única dificultad sea que no te acuerdes de que el arco es
el signo de sagitario; entonces puedes imaginar un arco muy raro con forma de S (inicial
de sagitario).
Memorizar unos datos sin más puede ser una tarea ardua y poco grata, pero hacerlo
mediante una historieta
—empleando la imaginación— es mucho más rápido, fácil… y divertido.
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ASOCIACIÓN
Otro factor que debemos tener en cuenta es que en nuestra mente los pensamientos no
forman elementos aislados, sino que siempre aparecen relacionados unos con otros. Si
durante unos minutos pudiéramos abstraernos y observarnos a nosotros mismos desde el
punto de vista de un espectador imparcial, veríamos que nuestra mente va pasando de
una idea a otra de forma aparentemente arbitraria. Quizá estamos viendo el volante de
nuestro coche y al cabo de un instante nos sorprendemos pensando en la ciudad perdida
de Machu Picchu. ¿Por qué?
Si pudiéramos seguir el hilo de nuestro pensamiento, veríamos que el volante nos
recordó el coche de nuestro primo, un todoterreno con un tacto muy especial. Alguna vez
hemos tenido la tentación de comprarnos un 4x4 pero claro, si circulamos sólo por
ciudad, no tiene mucho sentido. Si viviésemos en la montaña, con sus ríos, sus
bosques… aunque también es verdad que si los bosques fuesen como en el documental
que vimos ayer sobre el amazonas, tan tupidos que debes abrirte paso a base de
machetazos, de poco nos serviría. Lo cual me hace pensar: ¿cómo se las ingeniarían los
incas? Sin ninguna maquinaria fueron capaces de levantar una ciudad en la cima de una
montaña, en la inmensidad de la selva…
Es decir, la idea del volante nos ha llevado al todoterreno de nuestro primo, éste nos
ha hecho pensar en el bosque, el bosque en la selva, la selva en los incas, los incas en
Machu Picchu. ¿Y si esta secuencia de pensamientos, en lugar de dejarlos al azar,
pudiéramos programarla para que fuera siguiendo los distintos puntos que son de nuestro
interés?
Esto es perfectamente factible con la ayuda de nuestra imaginación. Vamos a verlo
con el método de la cadena.
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MÉTODO DE LA CADENA
A continuación, vamos a ver cómo los tres factores mencionados anteriormente —
atención, imaginación y asociación— se combinan para lograr una memoria capaz de
recordar cualquier cosa. Supongamos, por ejemplo, que debemos memorizar una lista de
palabras como esta:
teléfono – avión – garaje – pantano – cascada
persiana – cohete – almacén – autopista – pino
Vamos a memorizarla mediante una técnica conocida como el método de la cadena.
Consiste sencillamente en crear situaciones llamativas en las que aparecen asociadas una
palabra con otra. Como en una película, vas a imaginar escenas en las que cada uno de
estos objetos interactúa con el siguiente. ¿Preparado? Empecemos con las cinco
primeras.
1. Teléfono: piensa en un teléfono; puede ser el clásico teléfono rojo de las películas
de espía o quizá un teléfono de época o ese mismo teléfono que tienes en casa. El
primero que te venga a la mente servirá.
2. Avión: ahora imagínate ese teléfono situado en el extremo del ala de un avión.
Imagínate a los pasajeros —como en una escena de la película Aterriza como
puedas, ¿la has visto?— saliendo por la puerta de emergencia y gateando, con
cuidado de no ser llevados por el viento, acercándose al extremo del ala del avión
para coger el teléfono y realizar su llamada. Vale, es una escena absurda, pero de
eso se trata precisamente.
3. Garaje: el avión ha aterrizado pero todos los hangares están llenos. Hay un
momento de confusión, pero al final encuentran un garaje de coches desocupado. Al
introducir el avión resulta que no han calculado bien y las alas chocan contra los
muros de la entrada, cayendo en pedazos. Ahora van todos tras el genio al que se le
ha ocurrido tan magnífica idea.
4. Pantano: resulta que se ha puesto de moda construir garajes flotantes en medio de
los pantanos, para aprovechar el espacio. Unos conductores están discutiendo con el
encargado del garaje por la humedad del ambiente cuando otro vehículo, haciendo
maniobras, se ha saltado el bordillo y ha ido a parar al fondo del pantano. Ahora a
ver cómo lo recuperan.
5. Cascada: recientemente han construido un pantano muy original. En vez de
compuertas el agua cae por una cascada muy pintoresca. Cuando se acumula mucha
71
agua, acuden turistas para hacer fotos de la cascada del pantano, con impermeables
para tratar de no mojarse.
¿Bien hasta aquí? Se trata de imaginar escenas que involucren las palabras que
estamos tratando de memorizar, para luego recordarlas siguiendo el hilo de nuestros
pensamientos. Veamos qué tal funciona: sin mirar atrás, intenta repetir estas cinco
primeras palabras. Te echaré una mano, la primera era teléfono… ¿dónde estaba situado
el teléfono?
Al pensar en teléfono seguro que te viene a la mente la escena de los pasajeros
arrastrándose hasta el extremo del ala del avión… ¿Y dónde guardaban el avión? Garaje.
¿Y dónde están construyendo nuevos garajes? Pantano… y así sucesivamente. Ahora
resulta mucho más fácil memorizar una lista de palabras, ¿verdad? Sigamos con las
cinco siguientes.
6. Persiana: pero no sólo hay cascadas en la naturaleza. En el centro comercial una
tienda ha construido una cascada artificial, pero en vez de agua caen persianas que
están de oferta. Una muchedumbre recoge las persianas al caer en cascada.
Imagínate la escena, con algunos niños sentados sobre una persiana y tirándose por
la cascada como si fuera un tobogán.
7. Cohete: en la última misión espacial han puesto persianas dentro del cohete para
que no entre la luz del sol, pero algunas se han atascado y los astronautas no han
podido subirlas para hacer fotos. Imagina al astronauta con sus gruesos guantes
intentando desatascar las persianas del cohete.
8. Almacén: en el aterrizaje del cohete ha habido un error de cálculo y éste ha ido a
estrellarse contra el almacén al final de la pista, organizando un gran alboroto. Ya
había informes que aconsejaban construir almacenes a los lados de la pista de
aterrizaje y no al final. ¡No aprenderán nunca!
9. Autopista: el propietario de un almacén grandísimo —ocupa varias hectáreas— no
ha querido ceder los terrenos para la construcción de la autopista, por lo que han
terminado construyendo la autopista por dentro del almacén. Los operarios que
trabajan allí se han quejado del ruido de los coches a toda velocidad y de la
incomodidad de utilizar pasarelas que crucen por encima de la autopista para ir de
un lado al otro del almacén.
10. Pino: al proyectar la nueva autopista encontraron un pino centenario en su
trayecto. Para no cortar el pino han construido un extraño puente que se eleva por
encima del árbol. Al ver la copa del pino rozando el puente, un niño exclamó:
«Parece que le esté haciendo cosquillas a la autopista».
Bien, cuesta más de explicar que de hacer, pero, como ya he dicho antes, se trata de
imaginar escenas que involucren las palabras que estamos tratando de recordar. Por
supuesto, estas son las escenas que yo me he imaginado, pero tú eres libre de componer
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las situaciones que quieras, eso sí, cuanto más extravagantes y originales, mejor (así
resultan más fáciles de recordar).
Si se te escapa algún término, repasa las escenas que hemos imaginado e inténtalo de
nuevo. Verás que memorizar una lista de palabras es como un juego de niños.
¿Lo intentamos de nuevo? Aquí tienes una nueva lista con otras diez palabras:
valla – sol – cristales – nata – posada – pato
vecinos – trompeta – helado – proteínas
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Capítulo 7
DAR SENTIDO AL SINSENTIDO
Un paso fundamental en la memorización de cualquier cosa consiste en crear en nuestra
imaginación una representación mental del tema en cuestión. Si tenemos que recordar la
palabra «silla», todos hemos visto alguna vez una silla y no ha de ser difícil crear en
nuestra mente una imagen de este objeto. Pero, ¿y si tenemos que memorizar algo como
«ambrosía»? Ahí la cosa se complica, pues ¿cómo vamos a formar una imagen de algo
inmaterial, abstracto o que sencillamente no sabemos qué es?
Por ejemplo, intenta crear una imagen de «coyuntura», «armonía», «fe», etc. Estos y
muchos otros términos representan conceptos complejos que a menudo tendrás que
memorizar. Así pues, vamos a dedicar este capítulo a estudiar las estrategias que nos
ayudarán a superar estas dificultades.
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SÍMBOLOS
Una de las opciones más sencillas es recurrir a símbolos o iconos que representen el
asunto que queremos memorizar. Un ejemplo que ya hemos visto en un capítulo anterior,
es cuando mostrábamos la justicia con el dibujo de una balanza o la felicidad en forma
de cara sonriente.
Algunos son de uso común y más o menos representan lo mismo para todos. Por
ejemplo, la cruz es el signo universal del cristianismo.
Otros los crearemos sobre la marcha para nuestro uso particular. Por ejemplo,
«educación» puede ser la imagen de aquel viejo profesor que tenías en el colegio de
pequeño.
Veamos algún caso concreto.
Ciudades y países
Los elementos más emblemáticos de cada lugar pueden emplearse como símbolo de ese
sitio.
Por ejemplo, ¿qué es lo primero que te viene a la mente cuando te nombran París? La
famosa torre Eiffel: la utilizaré como símbolo de la capital de Francia. Así, cuando lea en
la biografía del pintor impresionista Monet que nació en París, imaginaré una escena de
su madre poniéndose de parto justo cuando estaba en lo más alto de la torre Eiffel, y
cómo tuvieron que bajarla de prisa y corriendo para llevarla a la maternidad. ¿Te
acordarás de dónde nació Monet? Claro que sí: su madre de parto > torre Eiffel > París.
Si en vez de París hubiera sido Londres, la aventura transcurriría en el Big Ben; si fuese
en Nueva York, en la estatua de la libertad; etc.
También podemos recurrir a los típicos estereotipos, aunque sean más falsos que un
billete de euro y medio. Por ejemplo, un cantante que va a dar conciertos en Italia,
España y México. Para recordar la ruta por los distintos países, esta vez voy a echar
mano del truco de la historieta: puedo imaginar a este cantante actuando en un
restaurante italiano, donde todos están comiendo espaguetis (Italia), pero se va a mitad
concierto porque quiere asistir a una corrida de toros (España) y allí resulta que, en la
plaza, en vez de pasodobles están tocando rancheras (México).
Si en tu imaginación creas escenas vívidas, detalladas, lo recordarás perfectamente: en
el restaurante, pensando que si al público no le gusta la actuación y les da por lanzarle
comida, cómo lo van a dejar perdido de espaguetis; en la plaza de toros, equivocándose
75
de puerta y saliendo al ruedo con los toreros; luego, sentado tras la banda de música
ataviada con el clásico traje mexicano, tocando rancheras con los enormes sombreros
que no le dejan ver nada, etc.
76
PALABRAS SUSTITUTAS
Otra estratagema muy útil, presente en muchas mnemotecnias, consiste en sustituir la
palabra que no sabemos cómo representar por otra que, al pronunciarla, suene muy
parecido.
Siguiendo con el ejemplo de «ambrosía» que veíamos al principio, es posible que no
conozca su significado, pero suena muy parecido a Ambrosio… y recuerdo que no hace
mucho había en televisión un anuncio en el que aparecía un mayordomo —llamado
Ambrosio— ofreciendo bombones a los invitados de una fiesta. Pues bien, para recordar
ambrosía imaginaré a Ambrosio, pero sirviendo bombones con la forma de la letra A
(Ambrosio + A = ambrosía). Es decir, recurro a un término que me es familiar y que
suena muy parecido a aquello que trato de recordar (palabra sustituta u homófona).
La primera vez que se me presentó esta dificultad fue al tratar de memorizar la palabra
tinaja. Vale, ya sé que me tomarás por un inculto, pero en aquel entonces desconocía su
significado. Sin embargo, para mí sí tenía sentido el término tina (tina es sinónimo de
bañera), así que imaginé una bañera riéndose a carcajadas (jajaja): tina + ja = tinaja.
Pondré algunos ejemplos de situaciones en las que suele utilizarse la técnica de la
palabra sustituta.
Nombres propios
Cuando queremos recordar el nombre de una persona, a veces resulta muy sencillo. Por
ejemplo, si tu médico es el Dr. Cuesta, imagina cómo le cuesta subir la cuesta hasta el
centro de salud donde atiende a sus pacientes.
Ahora bien, no siempre es tan fácil, especialmente cuando se trata de nombres
extranjeros. La solución, entonces, es recurrir al sistema de palabras sustitutas.
Por ejemplo, quiero recordar el nombre del autor de un libro, que se llama Bartos.
Bien, es un nombre que no me sugiere nada, pero hay un término muy similar que sí
posee significado: barcos. Así pues, relacionaré al autor del libro, no con uno, sino con
varios barcos. Ahora bien, hay que tener en cuenta que no se trata del escritor «Barcos»
sino Bartos, es necesario introducir algún elemento que nos sirva de alerta para evitar el
equívoco. En este caso es fácil: los barcos van a ser un tanto singulares, pues el mástil
tendrá la forma de letra t (no una t formada por dos palos cruzados, eso no tendría nada
de particular, sino una t tal como nosotros la escribimos a mano, con todas sus
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imperfecciones). Podemos imaginar al autor del libro escribiendo en uno de estos barcos
tan singulares.
También podemos recurrir al truco de dividir el nombre en dos partes. Por ejemplo,
para recordar Bezoya me imaginaré a un personaje que no habla muy bien (pronuncia las
s como z, ceceo) y que a todos los que ve les pide un beso con urgencia: «Bezo ¡ya!». El
autor de nuestro libro, siempre que ve a alguien interrumpe su escritura para salir a
pedirle un beso.
Otros ejemplos: a Valverde le han dado en el supermercado un vale verde (vale +
verde = Valverde); a Bennasar siempre le llaman para asar pollos (ven a asar =
Bennasar); a Andersen le gustaría visitar los Andes en compañía (Andes en = Andersen);
etc. Como observarás, no siempre utilizo elementos que coinciden exactamente letra a
letra con el nombre, sino que me conformo con aproximaciones. Es porque normalmente
primero hemos prestado atención a cómo se escribe el nombre, y lo sabemos bien, de
manera que tan sólo necesitamos una pequeña indicación que nos dé pie a recordarlo. Y
en ese punto, una similitud resulta suficiente.
Si aun con todo necesitas asegurarte de recordar perfectamente todas las letras —
porque has de escribirlo en una carta o un examen o buscar referencias en la biblioteca,
etc.—, seguramente tendrás que recurrir a escenas más elaboradas. Un nombre complejo
como «Shakespeare» podría representarse como un Sha que espera arena: Sha (Sha de
persia), k (que), espe (espera), are (arena). Imagina que Shakespeare conoció a un Sha
persa muy paciente que siempre iba con un reloj de arena; le dedicó una obra: se titulaba,
obviamente, El Sha que espera arena.
Todo lo dicho también es válido para recordar nombres de ríos, montañas o incluso
lugares que nos son desconocidos y para los que no tenemos un símbolo que los
represente.
Idiomas
Aunque es conocido desde mucho antes, es allá por los años setenta cuando se
populariza, como ayuda en el
aprendizaje de idiomas, un método para adquirir vocabulario de lenguas extranjeras
basado en el principio de la palabra sustituta. La técnica de la palabra clave (key word),
nombre con el que se conoce, consiste en lo siguiente: supongamos que quiero aprender
una nueva palabra en inglés, por ejemplo address, que significa dirección o domicilio
donde uno reside. El proceso que debemos seguir es el siguiente:
1. El primer paso consiste en buscar una palabra —palabra clave o sustituta— que al
pronunciarla suene muy parecido al término que quiero aprender. En este caso,
pensando un poco se me ocurre el nombre de un vecino mío llamado Andrés. Así
pues, Andrés será la palabra clave para address.
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2. Ahora imaginaré una escena que vincule la palabra clave (Andrés) con el
significado del término que quiero aprender (dirección). Así, puedo imaginar como
a mi vecino Andrés le han hecho un homenaje y el alcalde ha dado su nombre a mi
calle, por lo que ahora, cuando escribo mi dirección tengo que poner: calle
Andrés… Además han tomado mal mi dirección y cuando me escriben, las cartas
llegan a la casa de mi vecino Andrés.
3. Por último, cuando alguien pronuncie la palabra address, saber su significado será
fácil. ¿Cuál era su palabra clave? Es sencillo, pues su sonido era muy parecido:
Andrés. ¿Y qué imagen tengo asociada con Andrés? El alcalde dando el nuevo
nombre a mi calle, mis cartas que llegan a la dirección de mi vecino… pues está
claro: address significa dirección.
Al principio es necesario seguir la técnica paso a paso, pero con el uso, el recuerdo se
vuelve automático y llega un punto en que no necesitamos recurrir a la palabra clave ni
rememorar la escena imaginada: sencillamente, ya forma parte de nuestro vocabulario
habitual. Es como aprender a conducir: al principio nos faltan sentidos para controlar los
pedales, el volante, el cambio de marchas… pero con la práctica asimilamos los
conceptos y terminamos llevando el coche de forma instintiva, sin necesidad de ser
conscientes de cada movimiento.
Lo importante es, primero, crear una buena palabra clave (address > Andrés) y,
después, realizar una asociación entre la palabra clave y el significado del término
extranjero, mediante el mecanismo que ya conocemos de imaginar una escena llamativa
(Andrés > dirección). El resultado es una forma eficaz y entretenida de adquirir
vocabulario extranjero (address > Andrés > dirección).
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IMAGINAR BUENAS ESCENAS
Como epílogo al presente capítulo, daré una serie de consejos de cómo formar en tu
imaginación buenas escenas, en las que se asocian los términos que memorizar.
1. Como ya he dicho anteriormente, uno de los pilares de la mnemotecnia se basa en
imaginar escenas insólitas, extrañas, sorprendentes… En definitiva, que llamen la
atención. Para lograr esto, un recurso muy útil es darle a los objetos una aplicación
distinta a aquella para la que fueron diseñados. Por ejemplo, ver a una señora
sentada en una silla no tiene nada de particular, pero si imaginamos a esta señora
llevando una silla por sombrero, esto desde luego sí que es original.
2. Debemos dotar nuestras escenas de acción, es decir, lejos de ser como una
fotografía —una imagen estática—, deben ser como un fragmento de película
donde hay movimiento, donde vemos a los objetos interactuar. En el ejemplo
anterior, donde los protagonistas son una señora y una silla, podemos ver a la
señora poniéndose la silla sobre la cabeza, mirándose en el espejo a ver cómo le
queda, ajustando la silla sobre el peinado, etc.
3. Familiaridad. Si esta señora se parece a nuestra tía Enriqueta y la silla que está
probándose a modo de sombrero es como la de nuestro dormitorio —esa donde
dejamos la ropa—, seguramente compondremos nuestra escena con más facilidad
que con objetos que nos resulten ajenos. Además, al tratarse de cosas que nos
atañen directamente, nos acordaremos más fácilmente de ellas.
4. Adornar, enriquecer las escenas con diversos detalles. Hoy día no es habitual el uso
de sombreros, sin embargo, sí lo era a principios del siglo XX, así que podemos
imaginar a nuestra protagonista con un vestido de época en un ambiente como los
que aparecen en las viejas películas en blanco y negro, probándose sobre la cabeza
una silla de estilo victoriano.
5. Destacar en la escena los objetos que tratamos de memorizar. En nuestra
imaginación podemos crear cierto ambiente para darle originalidad al conjunto,
pero resulta más importante profundizar en detalles de los objetos que nos
incumben antes que en los elementos accesorios. Por ejemplo, pensar en el diseño
del vestido de época de la señora sería darle importancia a un elemento que no lo
tiene, pues no es «vestido» lo que queremos memorizar, sino «señora» y «silla».
Así pues, para reforzar nuestra imagen nos detendremos en detalles de esta señora
(¿es flaca o gorda?, ¿baja o alta?, ¿rubia o morena?, etc.) y de la silla (¿es metálica
o de madera?, ¿las patas son redondas o cuadradas?, ¿el respaldo está recto o
inclinado?, etc.).
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A menudo también se aconseja, como truco para componer una escena insólita,
exagerar —por exceso o defecto— el tamaño de los objetos. Estoy de acuerdo siempre y
cuando no se lleve a unos extremos aberrantes y totalmente sin sentido. Por ejemplo, la
señora Enriqueta, que luce un buen trasero, al sentarse en el tren ha quedado encajonada
entre los reposabrazos del asiento. ¡Si es que los hacen muy estrechos! Ahora no puede
levantarse y otros viajeros están tirando de ella tratando de liberarla… En este caso
hemos exagerado un poco «ampliando» la figura de la señora y disminuyendo el tamaño
de los asientos del tren, de forma que la escena resulta, sin lugar a dudas, de lo más
singular. Ahora bien, hacer una silla tan alta como un edificio, tal que la señora tuviese
que escalar por una de las patas para poder llegar a la cima y sentarse… sería, a mi
juicio, una barbaridad totalmente fuera de lugar.
Aun con todo, no existen reglas fijas. Cada persona es un mundo y los consejos útiles
para unos pueden ser tonterías para otros. De hecho, en muchos libros las explicaciones
van escasamente acompañadas de ejemplos y se incentiva más la creatividad que el
aprendizaje por imitación. Las técnicas desarrolladas por nosotros mismos suelen ser
más eficaces que las dictadas por otros, aunque no por ello dejan de ser útiles como
punto de partida.
Entonces, ¿cómo saber si lo estamos haciendo bien o no? Pues fácil. Si logras
resultados, es decir, si luego recuerdas las palabras que tratabas de memorizar,
enhorabuena, has compuesto una imagen muy eficaz. Si, por el contrario, se te despistan
o recuerdas palabras que no son, ¡ojo!, ahí falla algo que debes mejorar. En ese punto te
serán de ayuda las recomendaciones expuestas anteriormente.
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Capítulo 8
MEMORIZAR MAPAS DE APRENDIZAJE (I)
MÉTODO «LOCI»
Se atribuye la invención del método «loci», o de los lugares, al poeta Simónides de Ceos,
que vivió en la antigua Grecia en el siglo V a. C. Durante muchos siglos fue el método
mnemotécnico por excelencia y aún hoy tiene plena validez; de hecho, es perfecto para
memorizar mapas de aprendizaje. Pero primero descubramos cómo funciona mediante
un sencillo ejemplo.
Ahora estoy en el salón de casa. Mirando alrededor, empezando por la izquierda, veo
la lámpara de pie, unas sillas, el televisor, la mesa, la ventana, etc. En el momento en que
deba memorizar una lista de palabras como
buzo – vino – geografía – planeta – vitaminas – etc.
iré asociando cada término con cada objeto que tengo presente en el salón de casa:
• Lámpara de pie-buzo: imagino que estoy utilizando la lámpara como perchero y de
ella cuelga el traje de buzo con sus gafas, las aletas, etc.
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• Sillas-vino: como en unos dibujos animados donde las sillas cobran vida, las veo
completamente borrachas con una botella de vino en la mano y apoyadas una con
otra para mantenerse en pie.
• Televisor-geografía: mi atlas geográfico lo guardo sobre el televisor, para que
cuando dan alguna noticia de algún sitio que desconozco, poder consultar dónde
está; por cierto, que ahora están emitiendo un documental del «National
Geographics».
• Y así con el resto de palabras.
En el momento en que desee recordar los elementos de la lista, no tengo más que
echar un vistazo alrededor para que cada objeto me vaya evocando la palabra
relacionada. Al ver la lámpara me acordaré el traje de buzo colgando de ella; las sillas
borrachas me recordarán el vino; el televisor, la geografía; etc. Se trata de aplicar los
principios que ya conocemos, pero en vez de asociar o relacionar un término con otro —
como hacíamos con el método de la cadena— lo relacionamos con un objeto que
tenemos presente, de tal forma que repasando los objetos, éstos nos recuerdan el asunto
que memorizar.
¡Pruébalo! Ahora mismo, estés donde estés, echa un vistazo a tu alrededor y utiliza el
método «loci» para memorizar esta lista de palabras:
escultura – rosa – nubes – marte – edificio – camisa
autobús – filete – despacho – cabo
Lo interesante de utilizar el salón de casa como lugar de referencia es que conozco de
memoria la posición de todos los muebles. Esto es importante porque, de no ser así, tan
sólo podría recordar la lista de palabras cuado estuviese en casa con los muebles a la
vista; entonces el sistema no resultaría demasiado útil, ¿verdad? Es decir, debemos
utilizar como referencia un lugar que conozcamos perfectamente de modo que estemos
donde estemos, mentalmente podamos ver los objetos ocupando su sitio. De esa forma
no necesitamos estar físicamente allí.
En el caso de tener que memorizar varias listas, aprovecharé que mi casa tiene varias
habitaciones. Así, podría utilizar los muebles del recibidor para memorizar la primera
lista de palabras, los del salón para la segunda lista, la cocina para la tercera, etc.
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MAPAS DE APRENDIZAJE
De memorizar simples listas de palabras a memorizar un mapa de aprendizaje mediante
el método «loci» sólo hay un paso.
Supongamos, por ejemplo, que deseo memorizar el mapa del zodiaco que ya hemos
visto en capítulos anteriores. Como suelo utilizar mi casa como lugar de referencia,
puedo emplear el recibidor para memorizar los signos de la rama de fuego, el salón para
la rama de tierra, etc.
Los primeros objetos que encuentro al entrar en el recibidor son el espejo, un
perchero, el paragüero, etc. Pues bien, éstos serán los muebles con los que relacionaré
los signos de la rama de fuego: aries, leo y sagitario. Al llegar al salón, veo una lámpara
de pie, unas sillas, el televisor, etc. Como el salón corresponde a la rama de tierra, a estos
elementos asociaré los signos de tauro, virgo y capricornio. Y así sucesivamente.
Así pues, voy a imaginar escenas en las que relaciono el espejo con un carnero (aries),
el perchero con un león (leo) y el paragüero con un arco de flechas (sagitario).
La escena podría ser algo así: al entrar en casa noto que hace mucho calor, y claro, ¡es
que hay una hoguera en el recibidor! (recibidor/fuego). Inmediatamente la apago y echo
un vistazo alrededor para ver si se ha quemado algo. Sobre el espejo oscurecido por el
humo se ha dibujado la extraña forma de un carnero (espejo/aries), el perchero con forma
de león parece que está intacto —siempre cuelgo la chaqueta sobre la curva que hace la
cola del león (perchero/leo)—, pero el paragüero decorado con escenas de caza con arco
ha quedado algo chamuscado (paragüero/sagitario)… Y seguiría así con el resto de
estancias/ramas.
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De esta forma, echando un vistazo alrededor, los objetos de cada habitación me irán
evocando las distintas escenas que he compuesto en mi imaginación, y a través de ellas
recordaré los elementos que quiero memorizar. Es decir, que para recordar los diversos
términos del mapa de aprendizaje, lo único que debo hacer es… ¡pasear por casa!
Se trata de un método sencillo y efectivo, aunque al principio pueda parecer algo
extraño. Deberás ponerlo en práctica para asimilarlo y comprender sus posibilidades.
Cuando alguna vez notes que te estás haciendo un lío, hazlo real. Por ejemplo, en el
caso de zodiaco, coge una hoja de papel y dibuja una hoguera; deja esta hoja en el centro
del recibidor. Ahora toma un bloc de notas autoadhesivas, dibuja la figura del carnero
(aries) y pégala en el espejo del recibidor; otra con el dibujo del león (leo) en el
perchero; la siguiente con el dibujo del arco con flechas sobre el paragüero; etc. No te
preocupes, no serás el primer loco que llena todas las habitaciones de pegatinas.
Ahora sitúate a la puerta de casa, entra en el recibidor y observa a tu alrededor.
¿Sabrás decir los signos de fuego? Por supuesto que sí. Continúa con el resto de
habitaciones. Cuando termines, inténtalo de nuevo desde el principio, pero sin las
pegatinas. No necesitarás más de un par de ensayos para tener el mapa de aprendizaje
perfectamente memorizado.
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Cuando más adelante, días después, necesites recordar el mapa de aprendizaje,
simplemente imagínate a la puerta de casa repitiendo este mismo paseo que acabas de
hacer.
Este ejemplo del zodiaco es muy sencillo y no requiere tanta preparación, pero cuando
se dé un caso más complejo y veas que resulta difícil, simplemente hazlo real con ayuda
de pegatinas.
Tan sólo tener presente una cuestión: el punto débil, tanto en este como en cualquier
método de memorización, es que en tu imaginación no compongas escenas lo
suficientemente llamativas (escenas débiles). Si cuanto estés frente a un objeto no eres
capaz de recordar el concepto que llevaba asociado, repasa la escena que compusiste,
trata de mejorarla, añádele detalles. Si tras nuevos intentos sigues sin ser capaz de
recordar, elimina de tu mente esta escena y crea en tu imaginación otra situación más
eficaz.
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MAPAS DE REFERENCIA
Un mapa base, o mapa de referencia, no es más que la relación de estancias y objetos de
nuestro lugar de referencia dispuesta en forma de mapa de aprendizaje. Por ejemplo, el
mapa de referencia de mi casa sería algo así:
Suelen escribirse en minúsculas (para diferenciarse de los mapas de aprendizaje) y no
es necesario incluir dibujos, ya que todas las palabras representan objetos que
conocemos perfectamente.
Los mapas de referencia no son un elemento obligatorio, pero vienen muy bien tanto
para memorizar un mapa de aprendizaje con el método «loci» como para repasarlo
tiempo después.
Un mapa de referencia debe adaptarse a cada ocasión, pues ha de tener el mismo
diseño y número de ramas que el mapa de aprendizaje que tratas de memorizar.
Por ejemplo, si este es el mapa de aprendizaje que quieres memorizar…
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… este será el mapa de referencia correspondiente:
Como el mapa del zodiaco sólo tiene cuatro ramas principales con tres ramas
secundarias cada una, limitaré el mapa de referencia a cuatro habitaciones con los tres
primeros objetos de cada una de ellas. El mapa de referencia me ayuda a ver, a la hora de
aplicar el método «loci», con qué mueble de casa debo asociar cada concepto del mapa
de aprendizaje.
Cuando ya tengas adquirida mucha práctica, quizá te resulte más cómodo escribir los
objetos del mapa de referencia sobre el propio mapa de aprendizaje. En tal caso,
solamente recomendarte que uses un color exclusivo para los términos del mapa de
referencia, de forma que se distingan claramente y no los confundas con elementos del
mapa de aprendizaje.
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RAMAS SECUNDARIAS
El ejemplo del mapa del zodiaco es muy sencillo y resulta útil para comprender el
mecanismo de memorización, sin embargo, en la práctica nuestros mapas de aprendizaje
serán mucho más complejos. La principal dificultad se presenta cuando una rama
secundaria se divide a su vez en más ramas.
Supongamos un mapa de aprendizaje con esta estructura de ramas:
¿Cómo memorizamos los elementos que contiene el punto 3.1? Existen tres
posibilidades.
a) Si en nuestro lugar de referencia, sobre el que empleamos el método «loci», el
objeto que correspondería al punto 3.1 se puede dividir, el problema está resuelto.
Por ejemplo, si debemos relacionar el punto 3.1 con el frigorífico, podemos abrirlo
y ver qué hay dentro. Así, los huevos corresponderán al 3.1.1, la leche al 3.1.2, la
mantequilla al 3.1.3, etc.
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Pero si no sabes lo que hay dentro del frigorífico, o si el punto 3.1 en lugar de
corresponder al frigorífico corresponde a una baldosa (un objeto único que no se
puede dividir), habrá que considerar la siguiente alternativa.
b) Busquemos otro objeto o lugar relacionado con el objeto correspondiente al punto
3.1 que sí pueda dividirse y actúe de sustituto.
Por ejemplo, si no sabes lo que hay habitualmente dentro del frigorífico, no puedes
utilizar su contenido como referencia, pero… ¿para qué sueles abrir el frigorífico?
Para sacar unas cervezas frescas. ¿Y dónde sueles tomar unas cervezas? En el bar
de la esquina (y allí sí hay muchos objetos que tomar como referencia). Así pues,
utiliza el bar como sustituto del frigorífico.
¿Qué ves al entrar en el bar? El tablón con el menú del día, el camarero, la máquina
de café, etc. Luego asociaremos el punto 3.1.1 con el tablón, el 3.1.2 con el
camarero, etc.
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c) La tercera alternativa consiste en emplear otro método mnemotécnico para
memorizar los ítems del punto 3.1 a partir del objeto que lo representa. Así, puedo
crear una lista de palabras con los elementos del punto 3.1 que memorizaré
mediante el método de la cadena. Pero como el punto 3.1 corresponde al frigorífico,
esa lista de palabras deberá empezar por la palabra «frigorífico»: frigorífico, 3.1.1,
3.1.2, 3.1.3, etc.
Cuando repasando los objetos que tengo en casa llegue al frigorífico, éste me
recordará el punto 3.1, pero al mismo tiempo también dará pie a recordar la lista de
palabras que empezaba por frigorífico (frigorífico, 3.1.1, 3.1.2, 3.1.3, etc.),
obteniendo de esta forma el contenido del punto 3.1.
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Capítulo 9
MEMORIZAR MAPAS DE APRENDIZAJE
(II)
INTERFERENCIAS
Supongamos que utilizo mi casa como lugar de referencia para memorizar un mapa de
aprendizaje. Perfecto.
La duda surge después: ¿puedo volver a utilizar mi casa como lugar de referencia para
memorizar un segundo mapa de aprendizaje?
Si el primer mapa de aprendizaje ya no tiene importancia, has dejado de prestarle
atención y puedes olvidarte de él, la respuesta es sí, adelante, puedes volver a aprovechar
el mismo lugar para memorizar nuevos datos con el método «loci». En nuestra mente se
quedará siempre lo más reciente y aun cuando recuerdes algo del primer mapa, es
información vieja sin valor que no impedirá recordar lo más nuevo, no hay problema.
Por el contrario, si quieres memorizar nuevos datos sin olvidar los anteriores, no
recomiendo volver a utilizar el mismo lugar, pues al estar prestando atención tanto a lo
viejo como a lo nuevo, es posible que cuando vayas a recordar algo no sepas si eso
pertenece al primer mapa o al segundo (interferencias).
Por esta razón se recomienda tener preparados varios lugares además de tu casa (la
casa de la abuela, la escuela u oficina, el gimnasio, la biblioteca, etc.), de forma que si en
un momento dado necesitas recordar varios mapas de aprendizaje, para cada uno de ellos
puedas usar un lugar distinto.
NOTA. Cuando estás memorizando cosas muy diferentes, no hay inconveniente en
utilizar siempre el mismo lugar. Por ejemplo, si estás memorizando un grupo de
alimentos y también otro grupo de piezas mecánicas, cuando al ver la silla te venga
a la mente la imagen de una naranja, está claro que eso pertenece al primer grupo.
Pero si por un lado estás memorizando alimentos buenos y por otro alimentos
malos, entonces es cuando puede aparecer el inconveniente de que te asalte la duda,
y al recordar la naranja no sepas si pertenece al primer o al segundo grupo; lo
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evitarás memorizando los alimentos buenos en un lugar (tu casa) y los alimentos
malos en otro (la oficina).
No olvides que el secreto del método «loci» está en utilizar lugares que conozcas muy
bien, de forma que incluso con los ojos cerrados puedas «ver» las distintas habitaciones,
muebles y objetos que contienen. Por tanto, cuando vayas a utilizar diversos lugares, ten
presente estas recomendaciones:
Primero. Es mejor emplear dos o tres lugares con asiduidad, que tener muchos
lugares sólo de uso ocasional. Porque cuantas más veces utilices la casa de la abuela,
mejor te acordarás de los muebles que tiene. Usa lugares nuevos sólo si te hacen falta.
Segundo. Si vas a utilizar un lugar que no conoces muy bien, o es la primera vez que
lo empleas, haz fotos o un dibujo del sitio, o como mínimo un mapa de referencia del
lugar. Porque ese gimnasio al que sólo has ido tres veces, cuando vayas a utilizarlo,
seguro que te asalta la duda de si lo que hay al lado de las taquillas es el extintor o la
fuente de agua; y además será domingo y estará cerrado, para que no puedas ir a verlo.
Créeme, siempre viene bien tener a mano un mapa de referencia al que poder echar un
vistazo.
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VARIACIONES
En los ejemplos utilizados hasta ahora hemos aplicado el método «loci» empleando
nuestra casa —o sitios equivalentes (escuela, gimnasio, iglesia, etc.)— como lugar de
referencia. Pero éste, en realidad, es sólo un caso particular dentro de un amplio abanico
de posibilidades.
Voy a sugerirte otras alternativas que darán más versatilidad a esta técnica de
memorización.
En la calle
Seguro que en tu ciudad hay calles por las que transitas a menudo y que conoces muy
bien. Pues estas calles son un recurso excelente para el método «loci» (de hecho, es una
forma muy común de usar este método de memorización).
Por ejemplo, voy a valerme de los comercios. Utilizaré las tiendas como puntos de
asociación (como si fueran los muebles de casa): en la calle principal, empezando por el
número 1, donde está el buzón de correos, hay una inmobiliaria, un kiosco de revistas y
un restaurante. Cruza una calle y a continuación, en el bloque donde han puesto unos
nuevos bancos de madera, está el bazar, la zapatería y el estanco. En la acera de enfrente,
en el bloque donde está la plaza de aparcamiento para minusválidos, está el
supermercado, la panadería, una joyería, etc.
Luego puedo componer otros lugares con los comercios de la plaza mayor, la calle
donde vive mi tío, etc. Si cada comercio, a su vez, se divide en todo lo que puedes ver en
su interior, o en su escaparate, la amplitud de elementos que puedes usar como puntos de
asociación es enorme.
Sin entrar en mucho detalle, esbozaré un breve mapa de referencia de la calle principal
para que te hagas una idea de sus posibilidades:
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Partiendo de esta idea, puedes ir a un nivel superior y tomar como referencia toda una
ciudad: establece rutas por distintos barrios, destacando los elementos más emblemáticos
de cada zona.
Un ejemplo: Madrid. Imagínate en la Puerta del Sol. Una ruta puede ir por San
Jerónimo en dirección al Retiro: encontraremos el palacio de Miraflores, el Congreso, el
museo Thyssen y el hotel Palace hasta la Fuente de Neptuno; seguiremos por la Real
Academia Española, el Casón del Buen Retiro, etc. Otra ruta podría transcurrir por la
calle de Alcalá, donde podemos destacar la Real Academia de Bellas Artes de San
Fernando, la iglesia de Las Calatravas, el edificio Metrópolis, el Círculo de Bellas Artes
y el Banco de España hasta llegar a la Fuente de Cibeles; luego veríamos el Palacio de
Comunicaciones y la Puerta de Alcalá; podríamos seguir con la iglesia de San Manuel y
San Benito, Escuelas Aguirre, Editorial CCS (que ha tenido el buen gusto de publicar
este libro), etc. Y qué decir de la cantidad de elementos que pueden salir de cada uno de
estos lugares; para dibujar un detallado mapa de referencia, necesitarías una hoja tan
grande como una pantalla de cine.
Especialidades
Bien sea por afición o trabajo, todos tenemos una materia que conocemos bastante bien.
Podemos aprovechar nuestros conocimientos al respecto para convertir los distintos
elementos de esa materia en puntos de asociación (como los muebles de nuestra casa o
las tiendas de la calle).
Por ejemplo, si eres un gran aficionado al fútbol, seguro que conoces de memoria el
nombre y posición que ocupan en el campo todos los jugadores de tu equipo: úsalos
como puntos de referencia (porteros, defensas, delanteros, etc.).
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Otro ejemplo: si eres un gran lector, podrías crear una rama de libros de aventuras,
otra de literatura fantástica, etc. Dentro de cada rama, podrías incluir a los autores más
destacados; dentro de cada autor, sus obras más famosas; dentro de cada obra, los
personajes principales, etc.
La familia
Una posibilidad muy particular es tomar como puntos de asociación a personas de
nuestra familia. Si perteneces a una familia numerosa, estás de enhorabuena.
Por un lado, están los abuelos. Por otro, los tíos por parte de tu madre (y primos), los
tíos por parte de tu padre (y más primos). Y no olvides a tus hermanos. Si los hay,
incluye hijos, sobrinos, nietos, cuñados... También puedes añadir a tus amigos, vecinos,
etc.
Así, cada concepto que tengas que memorizar lo asocias a una persona de tu familia.
Simplemente repasando la lista de familiares, irás recordando los datos asociados a cada
uno de ellos.
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Tu cuerpo
Otro caso especial es emplear nuestro propio cuerpo como lugar de referencia. Así, por
ejemplo, en lugar de realizar asociaciones con las tiendas de la calle principal, podemos
usar las distintas partes de nuestra pierna (cadera, muslo, rodilla, etc.) o nuestra cara
(frente, ojos [cejas, párpados, pestañas], nariz, boca [labios, dientes, lengua], etc.).
Lo que lo hace este sistema distinto a todos los demás es que, para recordar cualquier
concepto que hayamos asociado a las partes del cuerpo, lo único que necesitamos hacer
es… ¡mirarnos a nosotros mismos!
Palacios de la memoria
La técnica de los palacios de la memoria es el método «loci» como lo veíamos al
principio de este capítulo, pero en vez de emplear nuestra casa, utilizamos una casa
ficticia —virtual— que en realidad no existe; es una casa que sencillamente nos hemos
inventado. Puestos a fantasear, se suelen imaginar casas grandiosas con infinidad de
habitaciones ricamente amuebladas (cuantos más objetos contengan, más puntos de
asociación con los que poder relacionar términos que memorizar).
No voy a desarrollar este punto al tratarse de una técnica un tanto compleja que, más
que ayudar, confundirá a un principiante. No tiene lugar en un libro donde apenas se
están esbozando algunas técnicas de memorización. No obstante, si dispones de
conexión a Internet y te interesa el tema, encontrarás publicado un artículo en la página
web: <www.mnemotecnia.es>.
98
Capítulo 10
Y AHORA LOS NÚMEROS
La principal dificultad que presenta memorizar un número mediante los principios
mnemotécnicos, estriba en cómo formarse una imagen de algo que, efectivamente, nos
sirve para señalar la cantidad de algo, pero que no tiene significado en sí mismo. Es
decir, para la palabra silla tenemos la imagen de un objeto de cuatro patas que sirve para
sentarse; pero, ¿qué imagen representa al número 718.281?
El problema se solucionaría si dispusiéramos de un mecanismo que nos permitiera
convertir los números en palabras, de tal forma que, recordando las palabras mediante
los métodos que ya conocemos, éstas nos señalaran los números que en realidad son el
motivo que estamos tratando de memorizar.
Este mecanismo nos lo proporciona el código fonético.
99
EL CÓDIGO FONÉTICO
Este sistema se basa en relacionar cada número con una serie de consonantes con las que
podremos formar una palabra. Las vocales se utilizarán de comodín, sin tener otra
finalidad que la de relleno para formar la palabra necesaria. La letra «y» se omite por
tener una pronunciación igual a la vocal «i», así como la letra «h» que es muda (no se
pronuncia).
El primer paso consiste en establecer qué consonantes asociaremos a cada número.
Para ello nos valdremos de cualquier estratagema que nos recuerde, aunque vagamente,
algún tipo de similitud entre la letra y el número. Empecemos:
— Uno. El número 1 tiene una grafía similar a la letra t, así pues ésta será la primera
consonante que asignemos. Por similitud fonética, la d se pronuncia de forma
similar a la t: añadiremos también al número 1 la consonante d.
— Dos. Al número 2 le asignaremos la letra n, por aquello de que se escribe con dos
palitos. También la ñ por la misma razón.
— Tres. Siguiendo con este criterio, al número 3 le corresponde la letra m. También le
asignaremos la w, que viene a ser muy similar a una m puesta boca abajo.
— Cuatro. Al número 4 le asignaremos su inicial, c. Por similitud fonética,
añadiremos también las letras k y q.
— Cinco. ¿Recuerdas cómo se escribía el 5 en números romanos? ¿Y el cincuenta?
Así pues al número 5 les asignamos las letras v y l.
— Seis. Al 6 le asignaremos su letra inicial, s, y también la z, que además de tener
cierta similitud de pronunciación con la s se escribe igual pero del revés.
— Siete. La letra f se parece mucho a un 7 escrito a la inversa; así pues, queda
asignada a este número. También la letra j, que se asemeja a un 7 escrito boca
abajo.
— Ocho. La letra g es la que más se parece escrita al número 8. También le
asignaremos la x por su similitud de pronunciación con el sonido «ch» de «ocho».
— Nueve. Para el 9 nos reservamos las letras p y b, que además de tener un sonido
similar, fácilmente nos recuerdan un 9 al dibujarse también con una línea y un
círculo.
Todavía nos queda un número, el 0. No podemos emplear su inicial c por estar
asignada al número 4, pero sí podemos utilizar su siguiente consonante, la r, que además
es la última letra que nos queda libre.
100
Aquí hemos utilizado todas las consonantes que aparecen en nuestro abecedario, sin
embargo, se quedan en el aire los sonidos que no representamos con una consonante,
sino con dos. Me refiero al sonido «rr» de carro, «ll» de llama y también «ch» de charco.
Vamos a utilizarlos asignando rr al 0 (igual que la r), ll al 5 (igual que la l) y ch al 8 por
formar parte de la palabra que define al propio número.
En resumen, nuestro código fonético va a quedar confeccionado según la siguiente
tabla:
NOTA. Esta relación no deja de ser una elección personal, eres libre de asignar a
cada número las consonantes que consideres más apropiadas. Lo importante es que
una vez confeccionada tu tabla, siempre te ciñas a ella. Todos los ejemplos
descritos en este libro se basan en el modelo expuesto más arriba.
101
CONVERTIR NÚMEROS EN PALABRAS
Ahora ya tenemos la herramienta necesaria para convertir números en palabras. Veamos
algunos ejemplos:
El 1 será una palabra formada con una consonante t o d: día, tía, tea… cualquiera de
ellas sirve. El 2, siguiendo la tabla del código fonético, será una palabra construida con n
o ñ: año, Noé, uña. El 3 puede ser amo, humo, mayo, yema… recuerda que las letras h
(muda) e y (suena igual que la vocal i) no se tienen en cuenta.
¿Y el 10? Bien, el 10 está compuesto por un 1 y un 0, por tanto, le corresponderá una
palabra formada con las consonantes t y r, por ejemplo, toro. También valdría diario
(utilizando la d en lugar de la t) o torre (rr también representa el 0, además de r). Sin
embargo, rata no sería válida, puesto que al incluir la r antes que la t estaría
representando el número 01, que no es lo mismo que 10.
El 11 (primera consonante t o d, segunda consonante también t o d) podría ser dato,
dedo, teta… El 12 (primera consonante t o d, segunda consonante n o ñ): atún, diana,
tuna… y así con cualquier cifra. ¿El 85? Gol, gallo, chal, chivo, axila. ¿Y el 100?
Torero, terror. ¿Y el 562? Lasaña, visón.
Creo que queda claro el funcionamiento de este mecanismo, ¿verdad? Perfecto,
llevemos ahora estos nuevos conocimientos a la práctica.
Supongamos que no quieres olvidarte de tu próxima visita al dentista el día 10. Pues
muy fácil, sólo tienes que ver a tu dentista perseguido por un toro (toro = 10). Imagínate
la escena: un toro se ha colado en la consulta del dentista y anda persiguiéndolo dando
vueltas alrededor del sillón donde se acomodan los pacientes, y como es muy grande, va
tropezando y dando cornadas a todo lo que encuentra, armarios, sillas… ¡qué desastre!
Vaya, resultará imposible pensar en el dentista y no acordarse del toro (día 10). Se
trata, como siempre, de aplicar los principios mnemotécnicos que ya hemos practicado,
imaginando una escena inusual, extraña, sorprendente… en definitiva, que nos llame la
atención.
Otro ejemplo. ¿No te acuerdas nunca cuándo es el cumpleaños de tu novio/a? ¡Pero si
es muy fácil! Supongamos que la fecha es el 21 de julio. Pues bien, imagínate a tu
novio/a con la cara manchada de nata (nata = 21), que le vas quitando a lametones, pero
cuando llegas a la boca y vas a besarla, resulta que ha estado comiendo ajo ¡bahhh! (ajo
= 7, mes de julio).
Si se presentan cifras elevadas de más de dos o tres dígitos, encontrar una palabra con
las consiguientes consonantes puede resultar una tarea difícil, cuando no imposible. En
102
estos casos aplicaremos la técnica del divide y vencerás, fragmentando la cifra en grupos
de dos o tres dígitos que formarán números fácilmente convertibles en palabras. Veamos
un ejemplo: supongamos que nunca logras recordar el año en que Cristóbal Colón
descubrió América: 1492. La verdad es que no se me ocurre ninguna palabra con las
consonantes necesarias para este número, así que lo divido en dos, 14 y 92. Ahora sólo
tengo que imaginarme a Colón bajando de la carabela comiendo un taco (14) y fumando
un habano (92).
O si prefieres, podríamos componer nuestra escena para los números 1 y 492: Colón,
que es todo un caballero, baja de la carabela llevando a tu tía (1) en brazos —para que
no se moje los pies—, dejándola en una cercana cabaña (492). Si tu tía es muy
habladora, imagínate que va dándole la lata a Colón y éste, con una cara como pensando
«¿no se atragantará esta mujer?», en cuanto ve una cabaña, la encierra allí para no oírla
más. O si tu tía pesa algún kilo de más, el esfuerzo de Colón para llevarla en brazos hasta
la cabaña…
Un caso concreto: no sé por qué, no había forma de que me entrara en la cabeza el
número de matrícula de mi moto: 9029. Hasta que un día me di cuenta de que cuando la
moto se ensucia de barro (90) la tengo que limpiar con una nube (29). Y ya no he vuelto
a tener dificultad.
Ahora enfrentémonos al reto de memorizar, no 10, sino los primeros 20 decimales del
número pi:
14159265358979323846
Así de pronto puede parecer una tarea imposible, pero en realidad es tan sencillo como
aplicar el método de la cadena —por ejemplo— para recordar la siguiente lista de
palabras:
141 592 653 58 97 93 238 46
ducado (141) – alpino (592) – islam (653) – lago (58)
paja (97) – puma (93) – enemigo (238) – queso (46)
No es tan complicado ¿verdad? Por supuesto, no deja de ser una elección personal de
cada cual el agrupar los números de esta forma y seleccionar estas palabras para cada
uno de ellos. Es mi propuesta, pero tú eres libre de proceder como gustes.
A continuación, mostraré un par de ejemplos en los que se emplea el código fonético
para memorizar números. Pero más que el sistema en sí, lo importante es que observes
cómo voy creando un estilo e improvisando mis propias reglas según el caso.
103
104
En este ejemplo, aprovechamos la idea de la nube para incluir en nuestro mapa de
aprendizaje las palabras que nos permitirán memorizar las constantes matemáticas.
Recordar dónde va la coma en estos números no es problema: detrás de la primera
palabra; por si acaso, también utilizo otra regla: la coma siempre detrás de la palabra que
empieza por h.
Además, las ramas no están puestas en este orden por azar: si te fijas, el número de la
primera empieza por 1, el de la segunda por 2, el de la tercera por 3 (no es un factor
determinante, pero sí un detalle que ayudará a recordar mejor)...
Ejemplo 2
En este caso, vamos a memorizar en qué año inició Colón cada uno de sus cuatro
viajes a América.
Como sé que todos fueron después del año 1000, descarto el 1 inicial de cada cifra y
consideraré solamente los tres últimos dígitos (así tengo menos información que
memorizar). La fecha del primer viaje la recordaré con la imagen de una cabaña (492).
Como se trata de una sola palabra —es breve—, no hace falta recurrir a una nube, la
incluiré en el mapa de aprendizaje como una nota personal.
Y para el resto de fechas, en lugar de memorizar el número del año, memorizaré el
tiempo transcurrido entre un viaje y otro, pues siempre será más fácil recordar un 1 que
un 493. Pero, ¡ojo! Para saber que no se trata del año 1, sino que debo sumar el 1 a la
cifra anterior, en lugar de 1 consideraré la cifra 01: el cero a la izquierda no altera el
valor del número y me sirve de indicativo para saber que no se trata de la cifra final, sino
de un número que tengo que añadir a la cifra anterior. Así, para las siguientes fechas
consideraré las palabras rata (01; 492 + 01 = 493), rollo (05; 493 + 05 = 498) y rico (04;
498 + 04 = 502).
Veamos cómo sería la aventura con el truco de la historieta: al entrar en una cabaña
(492), Colón sorprende una rata (01) que huye a esconderse en un rollo (05) de papel; al
105
cogerlo, descubre unas indicaciones que le harán rico (04).
106
Capítulo 11
CASILLEROS NUMÉRICOS
LAS 100 PALABRAS CLAVE
Llegados a este punto, siempre se recomienda formar una tabla o casillero numérico con
los números del 1 al 100, y a cada número, asignarle una sola palabra de entre las
distintas posibilidades que ofrece el código fonético; esa será su palabra clave.
El propósito es que cuando surja cualquier número, no tengas que perder tiempo
pensado a ver qué consonantes le corresponden, qué palabra podía encajar con el
número, etc., sino que, automáticamente, tan pronto como aparezca un número tengas
lista una palabra apropiada, su palabra clave, con la que siempre identificarás ese número
a partir de ahora.
La experiencia indica que las mejores palabras clave son aquellas formadas por tantas
sílabas como dígitos tiene el número que representan, es decir, palabras de una sola
sílaba para los números del 0 al 9, de dos sílabas para el resto hasta el 99. Por ejemplo, el
número 0 normalmente solemos asociarlo mejor con la palabra aro o rey antes que con
arroyo, aunque los tres términos son válidos.
Si además, cada una de las sílabas se compone de sólo dos letras, en el orden
consonante más vocal, mucho mejor. Por ejemplo, para el número 10 una buena palabra
clave podría ser toro o torre (primera sílaba empieza con t, número 1, la segunda sílaba
con r, número 0), aunque palabras como atar, autor, hiedra, idear, odre, teoría, trío, útero,
etc. también representan el número 10 y perfectamente pueden constituir una palabra
clave. Normalmente, la primera que te venga a la mente suele ser la más acertada.
También suelo recomendar que si en una palabra clave eliges la letra t para el número
1, siempre que sea posible, continúes utilizando la t también en el resto de palabras
clave. Así, si elegiste toro para el número 10 (letra t), podrías seleccionar teta para el 11,
tuna para el 12, timo para el 13, etc. Si por el contrario, elegiste duro (letra d),
aconsejaría dedo para el 11, duna para el 12, dama para el 13, etc.
Bien, pues pasemos a la acción. Ahora te toca a ti coger papel y lápiz para
confeccionar tu lista de las 100 palabras clave (sugiero el lápiz por si más adelante para
un número dado se te ocurre algún término más acertado y quieres cambiarlo).
107
VENTAJAS DEL CÓDIGO FONÉTICO
Supongamos que debemos memorizar una lista de diez palabras tal como:
minero – rana – papel – fútbol – tapas – arena
sombrero – verduras – importante – belén
Si fuese a utilizar el método «loci», crearía en mi imaginación escenas en las que
asociaría cada una de estas palabras con un mueble de casa. Pero como ahora tengo un
casillero numérico con palabras clave, vamos a proceder de la siguiente forma: asociaré
la palabra clave del número 1 con la primera palabra de la lista, la palabra clave del 2
con la segunda… y así sucesivamente.
Por ejemplo, vamos a asociar tea (tea es mi palabra clave para el número 1) con
minero: resulta que a los mineros se les han estropeado las clásicas bombillas que llevan
en sus cascos y en su lugar están utilizando teas. Imagínate al minero atando una tea a su
casco y encendiéndola para tener alguna luz con la que bajar a la mina.
Sigamos con año (palabra clave para el 2) y rana: en la fiesta de año nuevo han
encontrado una rana en el ponche. El camarero no se ha dado cuenta y al ir a llenar una
copa, la rana ha caído dentro. Imagínate la sorpresa al tomar un sorbo, la rana saltando
por la pista de baile, etc.
Y así sucesivamente. Cuando quiera recordar la lista de palabras, tan solo debo contar
del 1 al 10:
• Uno (tea) > ¿Qué pasa con las teas? Ahora van atadas al casco del minero.
• Dos (año) > ¿Qué pasó en la fiesta de año nuevo? En el ponche encontraron una
rana.
• Etcétera.
Trabajar con el código fonético y su lista de palabras clave ofrece ciertas ventajas
frente a sistemas clásicos como el método «loci».
Primero. En una habitación rara vez encontrarás más de veinte objetos que utilizar
como elementos o puntos de asociación. Sin embargo, sólo con las 100 palabras clave
del casillero numérico tienes ya 100 puntos de asociación; y en un momento dado,
puedes seguir ampliando la lista hasta donde necesites.
Segundo. Si en un momento dado necesitas saber cuál era la séptima palabra de la
lista, tradicionalmente deberías empezar por el principio e ir contando hasta siete. Con el
código fonético no hace falta contar, pues la séptima palabra vendrá asociada con la
108
palabra clave del número 7: ¿cuál es la palabra clave del 7? Hoja. ¿Y qué término
tenemos asociado con hoja? Sombrero. Luego la séptima palabra de la lista es sombrero.
En el mundo de la magia o ilusionismo hay un número clásico en el que el mago
simula tener una memoria prodigiosa. Consiste en solicitar al público que vaya diciendo
palabras hasta un total de veinte. A continuación, y habiéndolas oído una sola vez, el
mago es capaz de volverlas a recitar de delante hacia atrás, de atrás a delante, e incluso
salteadas: ¿cuál era la séptima?, ¿y la onceava?, etc.
Evidentemente, el mago no tiene mejor memoria que cualquiera de los asistentes, lo
que sí tiene es preparada una lista de veinte palabras clave: conforme el público va
diciendo las palabras, y mientras un voluntario las va anotando en papel para luego
comprobar sus respuestas, el mago va creando en su imaginación escenas en las que
asocia el término elegido por el público con la palabra clave correspondiente.
Luego, para recitar la lista de palabras lo único que hace es, mentalmente, ir contando
del 1 al 20 (cada palabra clave le evocará la palabra propuesta por el público). Para
recitar la lista del revés, contará del revés, del 20 al 1. Y si le preguntan salteado, pues
todavía más fácil, ni siquiera tiene que contar.
Evidentemente, quienes no conocen las técnicas de memorización se quedan
asombrados. Pero quien ya tiene un poco de práctica con la mnemotecnia, puede hacer
este truco con facilidad. Tú también, ahora que ya sabes cómo funciona. Aunque sólo
sea con diez palabras… ¡Inténtalo!
Ejemplo
Este sea quizá un ejemplo algo tonto, pero que muestra muy bien las ventajas del código
fonético. Más que memorizar los meses del año, algo que todos sabemos ya, vamos a
memorizar su posición, de forma que cuando veas el mes siete —por ejemplo—,
inmediatamente recuerdes que se trata de julio.
109
En primer lugar, vamos a tener que buscar un símbolo o una palabra sustituta para
cada mes, de forma que resulte fácil crear en nuestra mente una imagen de cada uno de
ellos. Por ejemplo, enero es un mes de invierno en el que hace mucho frío (enero-frío);
en febrero es cuando suelen celebrarse los carnavales (febrero-carnaval); en marzo se
encuentra la festividad del día del padre, San José (marzo-papa); etc.
Después, como siempre, vamos a imaginar escenas en las que vincularemos tea (1)
con frío (enero), año (2) con carnaval (febrero), humo (3) con papá (marzo), etc. Por
ejemplo, el frío te ha pillado de sorpresa y no tienes leña ni estufas, estás tratando de
caldear la habitación encendiendo una tea, etc.
Una vez terminado este proceso, ya lo tenemos todo hecho. Por ejemplo, yo siempre
me imagino a Julio César arreglándose con mucho cuidado las hojas de su corona de
laurel. Así, cuando leo el mes 7 (hoja) inmediatamente me viene a la mente la imagen de
Julio César, lo que me señala el mes de julio.
¡Pruébalo! Completa los 12 meses y verás como realmente funciona. Evidentemente,
cada cual buscará sus propias representaciones: por ejemplo, si vives en Argentina, enero
no es un mes frío, sino caluroso; o si tienes un amor, quizá febrero te recuerde más a tu
novio/a por aquello de San Valentín, día de los enamorados; etc.
110
EL CASILLERO AUXILIAR
Además de la tabla o casillero numérico con las 100 palabras clave, en ocasiones será
necesario disponer de una segunda tabla o casillero auxiliar, donde los números vendrán
representados por otra palabra distinta a la palabra clave de la tabla o casillero principal.
Para remarcar esta diferencia, el casillero auxiliar no se formará según el código
fonético, sino mediante otro criterio.
Un sistema muy habitual consiste en representar cada número con un objeto cuya
forma se asemeje al trazado del propio número. Por ejemplo, el 1 podría ser una columna
o un pilar (algo parecido a la raya vertical con que se escribe el 1); el 2 sería un pato o un
cisne (su silueta recuerda la forma del 2); el 3, un tridente (o un triángulo, figura
geométrica de 3 lados); etc. Es decir, elegimos objetos que de una forma u otra nos
recuerdan al número en cuestión.
De esta forma, cuando en nuestra imaginación tengamos que componer una escena en
la que aparecen dos cifras distintas, un número lo cogeremos del casillero principal y el
otro del casillero auxiliar, de forma que no puedan confundirse.
Veamos algún ejemplo.
Ejemplo 1
Recordar las fechas en que vivió el rey de Aragón Fernando II (1452-1516).
111
Aquí hay dos tipos de número, el de la dinastía del rey (II, segundo) y el de los años
(1452 y 1516). Para no confundir una cosa con otra, para el segundo utilizaré la figura
del cisne y para los años, el código fonético.
Imaginaré la crónica que cuenta cómo el rey Fernando, el que de pequeño siempre
quería montar sobre un cisne, nació rodeado de su clan y hasta el día de su muerte le
llamaron alteza.
En este ejemplo, utilizo las palabras clave clan (452) y alteza (516) para recordar las
fechas (omito el 1 porque en principio ya sabemos que sucedió después del año 1000) y
aprovecho la figura del cisne (número 2 en el casillero auxiliar) para saber que se trata de
Fernando II (segundo).
Por cierto, observa que si dividimos la frase de la crónica, la última palabra de cada
parte es la que representa al número. Esta técnica era muy popular en las mnemotecnias
del siglo XIX, pero ha ido cayendo en desuso porque para que la palabra del número
estuviera siempre al final, a veces había que componer frases tan enrevesadas que
resultaban más difíciles de recordar que los propios números en sí.
Ejemplo 2
En este caso, el objetivo es memorizar los diez ríos más largos de España. La dificultad
radica en que se trata de una lista numerada, es decir, para cada río debemos recordar
tanto su longitud como su posición en la lista; si nos preguntan cuál es el séptimo río,
debemos saber que se trata del Genil y que tiene una longitud de 337 kilómetros (datos
tomados del Instituto Geográfico Nacional de España).
112
Así pues, debemos imaginar escenas en las que se relacionen tres datos: el nombre del
río, su posición en la lista y la longitud en kilómetros.
— Primero. Para el nombre del río, buscaremos un símbolo o una palabra sustituta que
nos permita hacernos una imagen clara e inconfundible del mismo. Tajo es la
abreviatura de trabajo (TrabAJO); Ebro suena parecido a ebrio (borracho); para
Duero pensaré en una botella de vino marca «Ribera del Duero»; etc.
— Segundo. Para el número que indica la posición, utilizaremos el casillero auxiliar,
que ya nos proporciona una figura; no hay que preparar nada en este punto.
— Tercero. Para la longitud, buscaremos un término conforme el código fonético.
Para el número 1.007 no se me ocurre ninguna palabra, así que lo divido en dos
partes, 10 y 07: toro rojo; el 910 sería potro; 895, chabola; etc.
¿Por qué utilizo el código fonético para la longitud y no para la posición? Porque para
números altos es mucho más fácil encontrar una palabra mediante el código fonético. El
casillero auxiliar normalmente suele estar limitado a los números del 1 al 10, por eso se
reserva para las cifras más bajas.
Ahora ya sólo nos queda componer escenas en las que se relacionan los datos de cada
río. En una pequeña isla que se forma en medio del río, sobre una columna (1) con
mucho trabajo (Tajo) están poniendo la estatua de un toro rojo (1.007); hay un cisne (2)
que cuando prueba el agua del río, se pone ebrio (Ebro) e intenta cocear como un potro
113
(910); remontando río arriba, con su tridente (3) Neptuno ha pescado una botella
«Ribera del Duero» (Duero) y se ha escondido a saborearla en una chabola (895); etc.
Seguro que tú crearías otras frases con otras palabras y otras imágenes, y encontrarías
mejores ejemplos que los que acabo de citar. Perfecto, siempre que en tu imaginación
compongas buenas escenas —llamativas, vívidas, detalladas (donde destaquen los
elementos que representan los datos que debes recordar)— el éxito está garantizado.
114
ANEXOS
115
Anexo I
EL ORDENADOR
Hoy día existe una herramienta que nos puede ayudar en la realización de mapas de
aprendizaje: el ordenador. El debate no está en qué aplicación es mejor o peor —las hay
por docenas—, sino en la conveniencia o no de usar esta tecnología. Veamos los puntos
a favor y en contra.
Ventajas e inconvenientes
La libertad que ofrece una hoja de papel en blanco no puede ser alcanzada por la pantalla
del ordenador, por muy flexible que sea el programa que utilices. Con un bolígrafo en la
mano puedes dibujar cualquier cosa con total libertad; los ordenadores, además de ser
más limitados
—tienes que amoldarte a las posibilidades del programa—, requieren un período de
aprendizaje.
En consecuencia, los mapas hechos a mano tienen un aspecto más natural, mientras
que los diseñados con ordenador resultan cuadriculados, como ajustados a una rejilla.
Rara vez encontrarás parecidos entre mapas trazados a mano, cada cual tendrá su
particularidad; por el contrario, usando el ordenador, todos parecen cortados por el
mismo patrón (de hecho, así es).
La naturalidad es un aspecto positivo que no debemos evitar. Ahora bien, a veces
puede derivar en un caos incomprensible; ahí es donde el ordenador toma ventaja, pues
los mapas formados a base de teclado y ratón siempre presentan un aspecto ordenado,
limpio, fácil de seguir y leer (ese cuadriculado también tiene su parte positiva).
La principal ventaja de la pantalla, irreproducible en papel, es la inclusión de enlaces a
páginas web (accesibles con un solo «clic» de ratón) y la posibilidad de añadir
fragmentos de audio y vídeo. Quizá estos elementos rompan con la idea principal de lo
que debe ser un mapa de aprendizaje, pero es indudable que tienen gran valor como
atrezzo.
116
Respecto a los dibujos, los defensores del ordenador argumentan lo fácil que resulta
buscar e incluir en el mapa alguno de los miles de dibujos disponibles en los bancos de
imágenes, sin necesidad de ponerse a dibujar nada. Para los torpes y perezosos puede ser
una noticia excelente, pero en mi opinión, no vale: los dibujos de los mapas de
aprendizaje deben salir de nuestra mano; el arte de «copiar y pegar» les quita casi todo
su sentido (salvo que sea como atrezzo). E incluir en pantalla un dibujo realizado a mano
por nosotros mismos no es tan sencillo.
Ahora bien, sí es verdad que los bancos de imágenes vienen muy bien a la hora de
encontrar un ejemplo que copiar. Muchas veces he utilizado un buscador de imágenes
para encontrar una figura que me sirva de modelo para el dibujo que quiero incluir en mi
mapa de aprendizaje.
Conclusiones
Después de ver las razones a favor y en contra, la respuesta a la pregunta de si debemos
usar o no el ordenador es esta: depende.
Hay cierto consenso al afirmar que, inicialmente, los mapas de aprendizaje deben
trazarse a mano. Con posterioridad, si es necesario pasarlos a limpio, podemos optar por
117
hacerlos nuevamente a mano (para nuestro uso particular) o bien usar teclado y ratón
para un resultado más limpio y ordenado (si hay que presentarlos en público).
En cualquier caso, aunque pueda haber algún otro pequeño detalle a favor o en contra,
la decisión final está en ti. Mi propuesta es que te habitúes a realizar los mapas a mano, y
si tienes ocasión, pruebes también con algunos programas informáticos para ver sus
posibilidades (y limitaciones).
Programas informáticos
Inicialmente contemplé la posibilidad de incluir aquí una relación de algunos de los
programas utilizados para trazar mapas de aprendizaje.
Pero finalmente he descartado esta opción, ya que para cuando leyeses estas líneas
algunos de los programas mencionados ya no existirían y muchos otros habrían surgido
en su lugar.
Por tanto, te invito a buscar en Internet información más actualizada.
Para tener en cuenta:
• Como decía en el primer capítulo, se tiende a confundir y emplear como sinónimos
los nombres de unos mapas y otros. Por esto, infórmate tanto sobre mapas de
aprendizaje como sobre mapas mentales y mapas conceptuales.
• Igual que cada persona tiene su estilo, cada programa tiene su forma de trazar mapas,
y no siempre se ajustan a las normas de cómo debe dibujarse un buen mapa de
aprendizaje. Es útil analizar ejemplos de mapas dibujados con un programa
determinado para ver si te gustan los resultados y así considerar si vale la pena o no
probarlo por ti mismo.
• Hay programas que se descargan y debes instalar en tu ordenador (sólo podrás
dibujar mapas desde el ordenador que tenga instalado el programa). Hay otros que
trabajan en línea a través de un navegador (necesitarás disponer de conexión a
Internet para poder dibujar los mapas). Ten también en cuenta estos detalles a la
hora de elegir tu programa.
118
Anexo II
MAPAS PROPIOS Y AJENOS. TRABAJO EN
EQUIPO
La gran cuestión
Siempre llega un momento en el que surge la siguiente pregunta: ¿vale utilizar los mapas
creados por otros?
Casi todos se plantean este tema, curiosamente, cuando deben enfrentarse al estudio
de una extensa materia y ven que no disponen de tiempo suficiente. Resulta una
tentación tomar prestado el trabajo de otra persona y usar su mapa de aprendizaje como
si fuese propio.
Pues bien, la respuesta no admite dudas: si realmente quieres dominar una materia, no,
no vale utilizar mapas creados por manos ajenas, debes dibujar tu propio mapa de
aprendizaje.
Te contaré una pequeña anécdota. Cuando estaba en el instituto, nuestra profesora de
filosofía, Angustias —siempre pensé que era un nombre muy apropiado para la materia
que impartía—, nos prestaba la posibilidad de consultar, durante el examen, algún
pequeño esquema que hubiéramos preparado para la prueba. Yo, junto con cuatro
amigos poco dados a trabajar, justo antes del examen le pedíamos prestado su esquema a
la chica que siempre sacaba las mejores notas, y nos repartíamos unas fotocopias.
Nuestro planteamiento era el siguiente: si ella, con su esquema, era capaz de sacar la
mejor nota de clase, nosotros, con el mismo material —más algo de improvisación—, al
menos el aprobado ramplón lo teníamos asegurado.
Pues no.
Suspendíamos miserablemente. Nunca entendimos cóomo, utilizando el mismo
esquema, ella sacaba las mejores notas y nosotros suspendíamos. Claro, años después lo
entendí: el trabajo de preparar el esquema lo hacía ella, por tanto, quien comprendía la
materia era ella, no nosotros. Por otra parte, cuando durante el examen veíamos su
esquema, la mitad de las notas no las entendíamos y luego a la salida le preguntábamos:
¿y esto que quiere decir? ¡Ah, vale! Pero para entonces ya estaba todo perdido…
119
En resumidas cuentas: siempre debes preparar tus propios mapas de aprendizaje, si es
que realmente quieres dominar una materia.
Por dos razones:
1. Como cada cual tiene su propio estilo, al ver un mapa de aprendizaje creado por
otra persona muchas cosas no sabrás qué significan y no lo comprenderás.
2. Desarrollar el mapa de aprendizaje supone la mitad —o más— del trabajo necesario
para dominar la materia de estudio. No aprende el que lee un mapa, sino quien lo
dibuja.
Por cierto, al final logré aprobar la asignatura en las pruebas de recuperación, pero
estudiando todo lo que había intentado evitar y preparando mis propios esquemas (entre
otras cosas porque la chica que nos prestaba sus apuntes, como ya había aprobado,
estaba de vacaciones).
Mapas de otras personas
Esto no significa que consultar mapas preparados por otros no tenga su utilidad. Hay
circunstancias en las que los mapas ajenos resultan de gran ayuda.
1. Cuando sólo necesitas tener claras cuatro ideas, sin necesidad de dominar la
materia.
Es conveniente que quien ha diseñado el mapa de aprendizaje lo haya preparado
pensando en otras personas, que sea fácil de entender. Y mejor si está presente para
explicarlo.
Cada vez es más habitual acudir a una conferencia y comprobar cómo el ponente
muestra un mapa de aprendizaje y, apoyándose en él, va explicando los diversos puntos
de la materia; con el mapa a la vista, al auditorio le resulta más fácil seguir el hilo de las
explicaciones y asimilar las ideas.
2. Cuando quieres aprender o mejorar tus mapas de aprendizaje.
Siempre resulta instructivo ver cómo han trazado los mapas de aprendizaje otras
personas. Sobre todo al principio, cuando todavía no somos muy hábiles y a veces no
sabemos muy bien cómo trazar nuestro mapa; observar de qué forma lo han hecho otros,
es una forma de aprender: cómo utilizan los colores, la distribución y trazado de ramas,
el uso de llaves y líneas de enlace, etc.
También es muy interesante comparar tu mapa de aprendizaje con el que ha dibujado
otra persona sobre la misma materia. Es curioso, pero no es menos cierto que rara vez
dos personas trazarán dos mapas iguales. Al comparar el tuyo con el de otro encontrarás
cosas raras —¡eso es absurdo!—, pero posiblemente también alguna idea genial que a ti
120
no se te hubiese ocurrido nunca y que perfectamente puedes incorporar a tu mapa de
aprendizaje.
Esto nos lleva a considerar el siguiente punto, el trabajo en equipo.
El trabajo en equipo
Una cosa es tomar el mapa de otras personas y otra distinta es desarrollar ese mapa
conjuntamente con otros.
Crear un mapa de aprendizaje en grupo puede tener el inconveniente de que lleva algo
más de tiempo, pues requiere una discusión —contraste de ideas— y decisiones
consensuadas, pero a cambio también nos aporta algunas ventajas:
• Cuantas más personas hay pensando en la solución de un problema, más fácil es
resolverlo. Quizá alguien suelta una idea disparatada y sin sentido, pero abre la
puerta a otra posibilidad que al final termina por ser válida.
• El resultado final es más completo, ya que siempre habrá alguien que se fije en ese
detalle que a ti se te había pasado por alto.
• Aunque no se puede hablar con rotundidad de errores —cada cual entiende las cosas
a su manera—, sí nos van a ayudar a detectar ideas equivocadas; cuando nosotros
creíamos que eso era así y en realidad es de otra forma.
• Es más entretenido que trabajar en soledad (aunque esto ya es algo más subjetivo).
Ahora bien, además requiere cierta disciplina, pues es fácil enredarse con tonterías y
que al final se pasen las horas sin lograr nada.
El procedimiento que seguir para el trabajo en grupo es el siguiente:
1. Se marca un tiempo durante el cual cada uno realiza en silencio una prelectura de la
materia en cuestión. Luego, de forma conjunta, se definen objetivos (qué es
importante y qué no, la cantidad de material que debe abordar el mapa, etc.).
2. Una vez definidos los objetivos, se vuelve a marcar un tiempo (tantos minutos), que
cada cual empleará para dibujar su mapa de aprendizaje, de forma similar a como se
describe en el procedimiento general (pasos 2, 3 y 4).
3. Transcurrido el tiempo señalado, y con los mapas de aprendizaje finalizados, se
inicia la fase de intercambio de ideas. ¿Estamos de acuerdo en que debe haber
tantas ramas principales con estos conceptos? Sí. Pues no. ¿Por qué? ¿Qué has
puesto tú? Etc.
Es conveniente que alguien realice las funciones de moderador y vaya dibujando un
mapa conforme a las decisiones tomadas de común acuerdo. Ese será el mapa del grupo.
121
Una vez finalizado, se pueden hacer unas fotocopias para repartir entre los miembros
del grupo. Pero mejor que eso, es que cada cual haga una copia a mano en su cuaderno,
aprovechando la ocasión para añadir al mapa un toque personal y que quede a su gusto.
Por ejemplo, si para dibujar la lluvia todos hacen unas rayitas y tú prefieres un paraguas,
pues copias el mapa de aprendizaje pero representando la lluvia con un paraguas; o si
para trazar tal rama te gusta más el color rojo que el verde, pues en tu copia dibujas esa
rama de color rojo.
Lo importante es participar en la elaboración del mapa de aprendizaje y, cuando se
toma una decisión, ser consciente de porqué se ha tomado. Si te limitas a copiar el
resultado final, es como si no hubieras hecho nada y le sacarás muy poco provecho. No
adoptes la postura de dejarte llevar, ¡participa! Aunque sólo sea para decir «estoy de
acuerdo».
122
Índice
Créditos
Índice
PRÓLOGO
CAPÍTULO 1. PRESENTACIÓN
5
6
10
12
El texto
Máquinas retóricas
Árboles
Ruedas
Tablas
Mapas
Mapas conceptuales
Mapas mentales
Mapas de aprendizaje
En resumen
12
14
14
16
17
19
19
23
23
25
CAPÍTULO 2. CREAR UN MAPA DE APRENDIZAJE
Estructura
La hoja de papel
El título
Ramas
Conceptos
Mayúsculas
Colores
Imágenes
26
26
26
26
27
28
29
31
32
CAPÍTULO 3. PROCEDIMIENTOS
Procedimiento general
Paso 1. Prelectura
Paso 2. Subrayado
Paso 3. Dibujar el mapa
Paso 4. Finalizar el mapa
Paso 5. Repaso
Procedimiento para libros
Procedimiento de actualización
35
36
36
36
37
38
38
40
41
123
Paso 1. Dibujar el mapa
Paso 2. Análisis del texto
Paso 3. Repasar
41
41
41
CAPÍTULO 4. ELEMENTOS DE LOS MAPAS DE
APRENDIZAJE
Enlaces
Llaves
Vallas
Nubes
Numeración
Notas personales
Atrezzo
Fotografías
Signos y onomatopeyas
Imaginación
Ejemplo
42
43
45
46
47
48
49
50
50
50
52
53
CAPÍTULO 5. MAPAS DE APRENDIZAJE Y MEMORIA
Orden
Comprender
Imágenes
Breve
Atractivo
55
56
57
61
62
64
CAPÍTULO 6. PRINCIPIOS DE LA MNEMOTECNIA
Atención
Imaginación
La historieta
Asociación
Método de la cadena
65
66
68
68
70
71
CAPÍTULO 7. DAR SENTIDO AL SINSENTIDO
Símbolos
Ciudades y países
Palabras sustitutas
Nombres propios
Idiomas
Imaginar buenas escenas
74
75
75
77
77
78
80
124
CAPÍTULO 8. MEMORIZAR MAPAS DE APRENDIZAJE (I)
Método «loci»
Mapas de aprendizaje
Mapas de referencia
Ramas secundarias
82
82
84
87
89
CAPÍTULO 9. MEMORIZAR MAPAS DE APRENDIZAJE (II)
Interferencias
Variaciones
En la calle
Especialidades
La familia
Tu cuerpo
Palacios de la memoria
92
92
94
94
96
97
98
98
CAPÍTULO 10. Y AHORA LOS NÚMEROS
El código fonético
Convertir números en palabras
Ejemplo 1
Ejemplo 2
99
100
102
104
105
CAPÍTULO 11. CASILLEROS NUMÉRICOS
Las 100 palabras clave
Ventajas del código fonético
Ejemplo
El casillero auxiliar
Ejemplo 1
Ejemplo 2
107
107
108
109
111
111
112
ANEXOS
115
Anexo I. El ordenador
Ventajas e inconvenientes
Conclusiones
Programas informáticos
Anexo II. Mapas propios y ajenos. Trabajo en equipo
La gran cuestión
Mapas de otras personas
El trabajo en equipo
125
116
116
117
118
119
119
120
121
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