DIÓCESIS DE CARAPEGUA DIA DEL EVANGELIZADOR 23 Y 24 DE AGOSTO DE 2014. Queridos hermanos y hermanas: Qué alegría volver a encontrarnos todos los evangelizadores de nuestra Diócesis de Carapeguá!!! El año pasado hemos reflexionado sobre “La fe, experiencia personal y comunitaria, aprendida desde la familia”. En grandes líneas hemos asumido el compromiso de: “Propiciar el encuentro personal con Cristo para vivir y testimoniar la fe en la familia y en la comunidad; Iniciar y/o fortalecer la catequesis familiar en cada una de nuestras comunidades; Tomar en serio comunitariamente la pastoral de la caridad testimonial”. (Cf Compromisos del día del Evangelizador 2013). ¿Cómo evaluamos nuestro caminar a nivel de nuestra comunidad de base y parroquial sobre estos compromisos asumidos un año atrás? Han habido grandes cambios en nuestra Iglesia, sin duda alguna la figura del Papa Francisco y la Exhortación Apostólica post sinodal “Evangelii Gaudium” replantea toda nuestra actividad pastoral, que gracias a Dios reconfirma la línea teórica del Documento de Aparecida. Pero la audacia pastoral consiste en pasar de lo teórico a las prácticas concretas; es allí donde encontramos resistencias y dificultades, inseguridades y crisis, por eso el tema sugerido es: UNA IGLESIA EN ESTADO PERMANENTE DE MISIÓN”, más que como realidad, un deseo a llevar a cabo. No queremos correr sin metas (cf. 1 Cor 9,26) urge renovar nuestro Plan Pastoral Diocesano, cuya elaboración vamos trabajando, y que depende del aporte de todos, al igual que su ejecución. Teniendo en cuenta estas orientaciones, y sin olvidar que estamos en el último año dedicado a la Familia, les invitamos a mirarnos a nosotros mismos como Iglesia, analizar algunas propuestas del Papa Francisco y manifestar características de la Iglesia que queremos, señalando caminos para alcanzar lo deseado. 1. FUERZA EVANGELIZADORA DE NUESTRA IGLESIA LOCAL La vida litúrgica: nuestra comunidad diocesana se halla animada por la celebración de la Palabra, guiada y animada por los celebradores, y la Eucaristía, celebrada por cada sacerdote en su parroquia y capillas respectivas, en las misas periódicas, mensuales o fiestas patronales. Hay que destacar la valoración que se hace de la religiosidad popular que fortalece las comunidades y les dan vida. La celebración de la Palabra de los domingos y la Eucaristía, unen a los fieles y hacen sentir la presencia de la Iglesia en la comunidad. Las CEBs en las capillas son un espacio ideal para que todos los fieles se comprometan y participen activamente en su comunidad para instaurar el Reino de Dios. Muchas veces la excesiva centralización en el sacramentalismo y en un culto sospechoso a los santos con un olvido de la centralidad de Cristo, lleva a reclamar un trabajo serio para que cada día sea más real la unidad entre fevida; en el conocimiento de la Iglesia y de la vida de Jesús que indican los valores y las decisiones de los miembros de la Iglesia. Existen dos peligros que rodean a las parroquias y capillas: Por un lado, el indiferentismo, que aparte de provocar una deserción cada vez mayor en la Iglesia (cristianos sin Iglesia), hace que sea engañosa la presencia de los fieles en las fiestas patronales y otros actos cultuales. Por otro lado, la influencia de iglesias y movimientos sectarios, no católicos, que promueven la división y nublan con sus acciones la presencia unificadora del Espíritu. Los Agentes pastorales: como comunidad eclesial, la diócesis de Carapeguá, cuenta con gran cantidad de agentes pastorales al servicio de la comunidad y de la Iglesia (catequistas, celebradores de la Palabra, coordinadores). Gracias al compromiso y dedicación de estos agentes se lleva adelante la tarea evangelizadora de las parroquias, capillas, orientados y acompañados por los sacerdotes de cada comunidad parroquial. Como colaboradores muy cercanos al párroco ayudan a llegar, como Iglesia, en las comunidades, hogares o familias más alejadas y ayudan en gran medida a la unidad de los fieles como comunidad de hermanos en la fe, centrados en la Palabra de Dios y la Eucaristía. Se valora el esfuerzo que realizan estos agentes pastorales que muchas veces se ven limitados en su servicio a la Iglesia por algunas realidades que les afectan como la pobreza, la falta de materiales y medios adecuados, la distancia de una comunidad a otra, etc. Como comunidad diocesana se proyecta también una buena formación y capacitación para estos agentes pastorales a través de cursos, charlas pero que nunca resultan suficientes por carecer de medios adecuados y personas comprometidas verdaderamente que lleven a cabo un buen plan de trabajo y darle su seguimiento. En cuanto a las relaciones interpersonales se ven afectadas por muchas carencias humanas que desembocan en la conformación de grupos (grupismos) o una sensación de inseguridad y miedo al fracaso y que provocan una desconfianza basada en “chismeríos, calumnias y criticas destructoras” que afectan no solo a nivel personal, eclesial, sino también a nivel familiar y a la vida pública de parejas y por consecuencia optan no comprometerse con el Evangelio y vivir una vida comunitaria. Los jóvenes: un grupo importante de jóvenes existe en cada una de nuestras parroquias o capillas que trabajan en la evangelización ya sean como catequistas o la conformación de grupos juveniles que con sus entusiasmos, disposición para trabajar, espíritu de servicio, de responsabilidad y creatividad van dando vida a nuestras Iglesias. Reconocemos y valoramos el esfuerzo que realizan muchos jóvenes en sus comunidades, capillas o parroquias a pesar de las limitaciones impuesta por esta sociedad actual en cuanto al tiempo y compromiso personal que cada uno tiene pero que siguen respondiendo a su Iglesia. Muchos desean encontrar un espacio de integración en la Iglesia para desarrollar sus capacidades personales o grupales pero se encuentran con la realidad del poco acompañamiento y compresión de los adultos. Hace falta mayor captación, asesoramiento y capacitación de líderes juveniles que tengan participación en los proyectos parroquiales y comunitarios Otra realidad que afecta profundamente la manera de vivir y de pensar de nuestros jóvenes es el relativismo, consecuencia de la influencia de los Medios de Comunicación social, que a la hora de asumir un compromiso serio y duradero les resulta difícil. Los medios generan preocupación y desconcierto, ya que no siempre las comunidades virtuales basan sus principios o criterios precisamente en los valores humanos y cristianos. Urge de toda la Iglesia una actualización y capacitación en este aspecto para orientar y acompañar mejor a nuestros jóvenes. Las crisis, por la que atraviesan hoy la familia, les produce carencias afectivas y conflictos emocionales y están expuestos a las falsas ilusiones y a los paraísos engañosos de la droga, el placer, alcohol y toda forma de violencia. Las migraciones que se han dado y se dan hasta hoy en nuestros pueblos hacia la capital del país, la Argentina, España por la falta de oportunidad laboral que trae como consecuencia el ausentismo de jóvenes en las Iglesias. En su búsqueda del sentido de la vida, son capaces y son sensibles para descubrir la llamada particular del Señor. Tenemos que dar gracias a Dios por los jóvenes, aunque no sean muchos, que van optando por el compromiso con el Reino de Dios desde el presbiterado o la vida religiosa. Muchos reciben la invitación en nuestras Iglesias y se plantean jugarse la vida por el Reino de Dios. Hay que seguir trabajando por la conformación de la Pastoral Vocacional e ir allí donde están los jóvenes y plantearlos para seguir a Cristo a pesar de la dificultad que encontremos en la promoción vocacional, por la desintegración familiar, resistencia al compromiso, el ambiente anti-eclesial. Hay que seguir echando las redes y saber aprovechar los espacios para llegar en los corazones de tantos jóvenes generosos. 2. MODELO DE IGLESIA QUE NOS PRESENTA EL PAPA FRANCISCO. Una Iglesia misionera que se involucre con la realidad de nuestro pueblo y de nuestra historia, teniendo presente los cambios que van surgiendo y los desafíos actuales, en este sentido nos exhorta el santo padre: “Prefiero un Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a las calles, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades”. La pastoral en clave de misión pretende abandonar el cómodo criterio pastoral del “siempre se ha hecho así”. Con esto nos llama a ser audaces y creativos en esta tarea de repensar los objetivos, las estructuras, el estilo y los métodos evangelizadores de las propias comunidades. Una Iglesia comprometida, cercana a los más débiles. Una Iglesia pobre para los pobres; porque la nueva evangelización es una invitación a reconocer la fuerza salvífica de sus vidas y a ponerlos en el centro del camino de la Iglesia. Estamos llamados a descubrir a Cristo en ellos, a prestarles nuestra voz en sus causas, pero también a ser sus amigos, a escucharlos, a interpretarlos y a recoger la misteriosa sabiduría que Dios quiere comunicarnos a través de ellos. No distorsionar en ningún momento el evangelio, sino centrarnos en su mensaje siendo fieles a las verdades contenidas. Porque el evangelio es ante todo una invitación a dar respuesta a Dios que nos ama y nos salva. Una Iglesia que propone el Reino de Dios e invita a buscarlo. Una Iglesia guiada por el Espíritu Santo, contemplativa y cristocéntrica. Una Iglesia misterio, y por eso libre y liberadora. Una Iglesia intercesora y agradecida, teniendo como modelo a María, nuestra Madre, porque sin ella no terminamos de comprender el espíritu de la nueva evangelización. Ella es la estrella de la evangelización, que vive y camina en la fe. Se dejó conducir por el Espíritu Santo, en un itinerario de fe, hacia un destino de servicio y fecundidad. La misión de la Iglesia, por lo tanto, tiene que ser alegre, entusiasta que busque la eficacia de la Palabra de Dios llegando a todos. Una misión que nazca de una auténtica conversión pastoral de la Iglesia; para que la Iglesia no sea autorreferencial sino abierta a todos sin excepción, privilegiando a los pobres, los excluidos y enfermos. Invita a los misioneros a ser audaces y convencidos porque todo cristiano es misionero en la medida en que se ha encontrado con el amor de Dios en Cristo Jesús. La misión de la Iglesia tiene que estar enraizada en la piedad popular, ya que ahí se percibe el modo en que la fe recibida se encarnó en una cultura y sigue transmitiendo, es una fuerza misionera, donde los sencillos y los pobres, reflejan una sed de Dios. Son manifestaciones de una vida teologal animada por la acción del Espíritu Santo; conlleva la gracia de misionariedad, de salir de sí y del peregrinar. Todos estamos llamados a crecer como evangelizadores; también todos tenemos que dejar que los demás nos evangelicen constantemente. La tarea de todo misionero tiene que ser iluminadora, con la asistencia del Espíritu, que bendice, vivifica, levanta, sana y libera. Ser discípulo es tener la disposición permanente de llevar a otros el amor de Jesús y eso se produce espontáneamente en cualquier lugar: en la calle, en la plaza, en el trabajo, en un camino. Dicha tarea debe ser trasmitida con alegría y vaya a lo esencial contagiando lo que hemos contemplado. También nos invita a trabajar por las vocaciones en nuestra Iglesia, ya que en muchos lugares escasean las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada. Esta realidad se da ya que no hay un fervor apostólico contagioso, lo cual no entusiasma ni suscita atractivo. Donde hay vida, fervor, ganas de llevar a Cristo a los demás, surgen vocaciones genuinas. Es la vida fraterna y fervorosa de la comunidad la que despierta el deseo de consagrarse enteramente a Dios y a la evangelización, sobre todo si esa comunidad viva ora insistentemente por las vocaciones y se atreve a proponer a sus jóvenes un camino especial de consagración. 3. PREGUNTAS DE REFLEXION El Equipo encargado de la renovación del Plan Pastoral Diocesano nos propone, que para dar respuestas adecuadas a sus necesidades y las de la sociedad, nuestra Iglesia diocesana debería caracterizarse por su: vida en comunión, compromiso misionero y vocación de servicio “Samaritano”: ¿Estamos de acuerdo con un modelo de Iglesia Diocesana que tenga estas características? Si la respuesta es no, fundamentar. ¿Qué otras características quisiéramos que tenga nuestra Iglesia: (citar tres por lo menos) Comunidad de base Parroquia Diócesis * ¿Por qué queremos que tenga esas características? Fundamentar. * ¿Cuáles son los medios a nuestro alcance que nos pueden llevar a esas características y qué aportaríamos al respecto?