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Libro en el libro en el libro

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140 | LECTURAS | 27 de octubre de 2004
Entrar y descubrir qué pasa en... El libro en el libro en el
libro de Jörg Müller
por Marcela Carranza
Tales invenciones sugieren que si los personajes de una ficción pueden ser lectores o
espectadores, nosotros, sus lectores o espectadores podemos ser personajes ficticios.
Jorge Luis Borges
Mucho se viene diciendo acerca de la experimentación en el libro álbum. Se ha destacado en
este tipo de libros su carácter lúdico, sus innovaciones formales, y especialmente el rol que
parece asignar al lector; un doble juego de distanciamiento frente a las convenciones literarias,
y de activa participación para la reconstrucción del sentido. Libros en apariencia muy simples
resultan sumamente complejos. ¿Cuál es el destinatario al que este tipo de libro se dirige?
Pareciera que ya no se puede pensar sólo en un lector pequeño, ni siquiera infantil
exclusivamente; los adultos se sienten interpelados, atrapados por estos libros e incluso
pueden llegar a preguntarse si no están dirigidos a ellos.
"Entrar en el libro para develar sus misterios" es la metáfora que la
pequeña lectora, personaje de El libro en el libro en el
libro (1) de Jörg Müller (2), lleva a cabo de manera literal. Junto con
el personaje, el lector es interpelado a participar en un juego en el
cual la imagen habla sobre sí misma; la realidad y la ficción borran
sus fronteras, con la misma espontaneidad con que la pequeña
lectora resuelve la paradoja que obsesiona al ilustrador-personaje.
En este artículo nos hemos propuesto aceptar el desafío e ingresar
en El libro en el libro en el libro, para develar algunos de sus
misterios. Nos centraremos en la lectura de la imagen, en sus efectos
de significación, en su diálogo con el texto y con otros elementos del
libro como objeto.
Lector y personaje, el libro en el libro...
La cubierta de papel de El libro en el libro en el libro tiene un moño dibujado y está rota. Se
trata de una simulación, la cubierta simula estar rota. Al ver la primera página empezamos a
comprender: en la ilustración una niña rompe el envoltorio de su regalo (exactamente igual a
la cubierta), un libro cuya tapa es idéntica a la del libro que estamos leyendo.
El narrador está en segunda persona, alguien parece hablarnos a la vez que lo hace a la niñapersonaje que abre su regalo. Es inevitable pensar que somos esa niña, identificarnos con el
personaje que sostiene un libro entre sus manos, en la misma posición (de espaldas al lector)
que nosotros sostenemos el nuestro. El lector está representado por aquella niña, que a su
vez sostiene un libro, en cuya tapa es representada como personaje que se repite sosteniendo
ese mismo libro hasta el infinito.
Primera traición: imagen y realidad
"La relación entre una metaimagen (3) (el libro que sostiene la niña personaje) y el resto de la
imagen que la contiene (la niña, la habitación, su gato...) plantea la cuestión de la relación
entre imagen y realidad. Cuando una imagen contiene una metaimagen, todo lo que queda
fuera de la metaimagen aparece significado como real." (Alessandría. 1996: 81)
Gracias a este efecto en la ilustración entre imagen y metaimagen puede significarse la
diferencia entre la imagen y la realidad. Esa diferencia está señalada por el marco que delimita
el libro que sostiene la niña, y por la diferencia de los colores. El mundo "real" del personaje:
ella, su cuarto, su gato, aparecen coloridos; mientras el libro que la niña sostiene está
representado en blanco y negro.
Cuando la pequeña observa asombrada su imagen al infinito sosteniendo un libro como el que
ella sostiene frente al espejo, el borramiento entre "mundo real" y "mundo representado" es
mayor. Pero hay algo que a la pequeña le preocupa: en su mundo "real" no hay ningún conejo
como el que aparece detrás suyo en la tapa del libro. Hay algo que no funciona en la
equivalencia entre su mundo y el mundo del dibujo.
El pintor Belga René Magritte ya nos advirtió acerca de "La traición de las imágenes". En la
pintura de la pipa bajo la cual se lee "esto no es una pipa" se enuncia lo que es obvio pero que
sin embargo es olvidado por los espectadores, y por el lenguaje mismo. La imagen es
traicionada cuando se olvida que esa es una imagen y no una pipa real, pero la traición está
en el poder mismo de las imágenes capaces de producir confusión entre imagen y realidad.
Es esta confusión la que poco a poco se va acentuando en el libro de Müller. Pero la pequeña
se enfrenta a un segundo problema: ¿cuál es el último libro de la serie?, ese dibujo parece no
tener final, parece infinito.
Para observar la tapa del libro la pequeña recurre a una lupa. Este mismo acto de mirar con la
lupa es narrado por la imagen desde dos puntos de vista diferentes. En el primero el
Observador (4) es situado frente al personaje desde una perspectiva similar a la que este
pudiera tener frente al libro, como si el lector se hallara también arrodillado observando el otro
extremo de la tapa.
En la ilustración siguiente el Observador coincide con el punto de vista de la niña, vemos a
través de sus ojos la imagen deformada por la lupa, la mano que la sostiene en el extremo
derecho de la ilustración bien podría ser por sus dimensiones la del pequeño lector real.
La voz narrativa que se dirige al personaje (y que también se dirige al lector) le sugiere mirar
la imagen con "las gafas mágicas". Por primera vez el personaje ha abierto el libro y asistimos
a una nueva puesta en abismo. Las páginas que la niña observa con las gafas son idénticas a
las que estamos observando los lectores, en ellas a su vez se encuentra la pequeña
observando el mismo libro en el que otra vez se ve a la pequeña observando el libro...
Las gafas existen como objeto real y el lector podrá imitar a la lectora-personaje. La acción del
lector de mirar la imagen con las gafas azules y rojas no sólo acentúa su identificación con el
personaje, le permite también percibir lo bidimensional como tridimensional, acrecentando la
confusión entre la imagen y la realidad. El juego, un reverso de la propuesta de Magritte,
parece decirnos: "esto sí es una niña sosteniendo un libro donde una niña sostiene un libro...
del mismo modo que vos sostenés este libro".
Segunda traición: salto de mundos
Para resolver el enigma del conejo, la niña decide entrar al dibujo de ese libro (que es uno y
son muchos a la vez) e intentar llegar hasta el último, el más pequeño. Se materializa en la
imagen la metáfora del lector ingresando al libro. El personaje disminuye de tamaño a medida
que transita de un cuadro a otro, a la vez que su imagen desaparece del libro ya recorrido; por
otra parte el conejo antes en blanco y negro (plano de la ficción) adquiere movimiento y color
(plano de lo real) y acompaña a la pequeña en su camino.
Como ya señalamos, la relación entre la metaimagen (el libro en blanco y negro) y el resto de
la imagen en la que está incluida (la niña personaje en su cuarto y su gato) es, o aparenta ser,
equivalente a la relación entre la imagen (la ilustración del libro de Müller) y la realidad que la
rodea (nosotros los lectores reales).
Ahora bien, como señala Alessandria, "entre la imagen y el resto de realidad se intercala el
marco de la imagen. El marco no solo delimita y define a la imagen, sino que marca el paso
del mundo real al mundo representado" (Alessandría, 1996: 87). Si recordamos las reflexiones
de Magritte sabremos que se trata sólo de un efecto ilusorio, ya que ambos mundos, el que
está fuera y dentro de la metaimagen son representaciones. Sin embargo entre metaimagen e
imagen siempre existe la posibilidad de traspasar ese marco. De que un personaje "salte" de
la metaimagen a la imagen o viceversa. (5) Cuando este límite es franqueado, lo que la
imagen está representando es la transgresión de la frontera entre ficción y realidad, entre el
libro leído y el lector que lo lee en este caso.
Tercera traición: el infinito
Cuando una imagen contiene una metaimagen que a su vez representa la imagen total que la
contiene, y así sucesivamente, se produce el efecto de infinito. Se trata de un infinito en
potencia, ya que su representación material resulta obviamente un imposible. Sin embargo en
la mente del espectador este infinito es posible como significado. (6)
Una vez dentro de las sucesivas metaimágenes (los libros), la niña-personaje descubre a
alguien. Se trata del autor-ilustrador agobiado por su propio dibujo, por el problema del infinito
que él mismo ha creado. Descubrimos entonces que la voz narrativa es la del autor-personaje,
dirigiéndose a la niña lector-personaje. Que la llamada de auxilio en el globo de historieta
ubicado en el comienzo del libro (a la que no habíamos prestado atención) es la voz de este
"autor" y que su problema es haber caído en la trampa de su propia creación.
La relación autor-lector se transforma así en el centro literal del contenido de este libro, ya que
ocupa físicamente ese lugar en las páginas y en la imagen de los libros representados
infinitamente.
La ilustración nos muestra al pintor pintando, la imagen enuncia así su propia enunciación. El
pintor obligado eternamente a pintar infinitos dibujos materializa una de las paradojas
producidas por las imágenes: la representación del infinito. Como dijimos, la representación
del infinito no se produce a nivel del significante (en la tapa aparecen unos diez u once libros),
sino de su significado en el espectador. El infinito se vuelve "real" en el mundo del autorpersonaje, condenado a pintarlo eternamente. (7)
"—(...) ¿qué hace este conejo aquí? A mí me gustan mucho más los gatos."
"—Sabes, ahora todos los ilustradores de cuentos que se precien hacen libros de conejos."
"—Conejos los hay por todas partes. Hazme un libro de gatos y te sacaré de aquí."
El diálogo se establece entre los personajes que a su vez son representación del autor y el
lector. La niña lectora opina y participa en la creación que le está destinada. Pero además, las
palabras del "ilustrador" no están exentas de ironía en torno a la abundancia de conejos en las
ilustraciones de libros infantiles. Entre la pequeña y el autor se establece un pacto y la niña
acaba con la compleja paradoja que agobia al adulto de forma espontánea y sencilla.
Contagio de mundos
Una vez liberado el autor ambos retoman el camino de regreso. El movimiento es hacia fuera,
desde el "último" cuadro hacia la imagen incluyente (la habitación de la niña y su gato). El
autor, que dice no pertenecer al libro, escapa de él sobre el lomo del conejo, la niña le sigue
pero descubre que no es posible escapar por la mitad del libro, ella debe desandar todo el
camino para crecer lo suficiente.
La imagen de la cabeza enorme del gato que nos observa en un primer plano, nos sitúa en el
lugar de la pequeña, otra vez estamos viendo a través de sus ojos.
El punto de vista del Observador se modifica en la página siguiente donde podemos ver al
gato de cuerpo entero frente al libro abierto y una cabecita diminuta asomada entre sus
páginas.
Se trata del mismo momento narrativo representado a través de dos ilustraciones que
modifican el punto de vista. En la primera ilustración el Observador "es el personaje", vive su
situación; en la segunda el Observador ve al personaje y la situación narrada desde cierta
distancia. El tamaño de los objetos y personajes (el gato, el libro, la niña) se modifica según el
punto de vista, las dimensiones se relativizan según quién o desde qué lugar se este mirando.
El movimiento hacia fuera, aumenta la oscilación entre el mundo real y su representación. Más
aún cuando nosotros lectores reales somos invitados junto a la niña a mirar el camino de
regreso con las gafas mágicas.
"Al cambiar la orientación, el punto de infinito deja de ser el último lugar, inalcanzable, para
convertirse en el punto de origen a partir del cual las imágenes se suceden hacia fuera. La
imagen parece engendrarse a sí misma."
(Alessandria, 1996: 114)
En otras palabras, lo real (la situación del lector) parece convertirse en una nueva imagen a
punto de ser engendrada al final del camino (y así infinitamente). Este efecto de confusión de
planos aumenta cuando la pequeña, otra vez en su cuarto, puede comprobar que el ilustrador
cumplió con su parte del pacto. La metaimagen con el gato coincide con la imagen en espejo
del mundo del personaje.
El lector podrá comprobar también que la contratapa de su libro es equivalente a esa imagen,
pero invertida. Es decir que podrá verla como en la última ilustración del libro, si reproduce el
acto de mirar la contratapa frente a un espejo. (8)
Doble movimiento de la ficción que pretende realidad y de la realidad que se contagia de
ficción.
La invitación al juego
En El libro en el libro en el libro la relación entre el autor-ilustrador (adulto) y el lector infantil
es tematizada, forma parte del contenido del libro, pero en una variante que nos hace pensar
en el tipo de pacto que los pequeños lectores establecen con los libros álbum. El autorpersonaje se desplaza de su lugar de "autoridad" en la obra que está creando, el niño ingresa
al libro y resuelve el enigma a su manera.
El diálogo entre el narrador-autor y la protagonista, metáfora del diálogo entre el autorilustrador real y los lectores, es una invitación al juego. Juego con las imágenes y el texto, y
sus posibilidades de significación llevadas al límite en la transgresión de los planos entre
ficción y realidad. El mundo representado se contagia de realidad al tiempo que el mundo
extratextual parece contagiarse de ficción. La complejidad del texto en su significación, pero
también en los procedimientos utilizados nos lleva a interrogarnos una vez más acerca del
destinatario de un libro como éste.
Carole Scott (9) nos ayuda a responder este interrogante cuando señala:
"Creo que los álbumes proporcionan una experiencia única para lo que considero una relación
de colaboración entre niños y adultos, porque los álbumes facultan a niños y adultos de
maneras más o menos equivalentes.
(...) Esta forma ha redibujado las fronteras y al hacerlo ha desafiado las formas aceptadas y
las expectativas aprendidas. Aquéllos que se encuentran menos apegados a las convenciones
aceptadas sobre cómo se decodifica un texto se encuentran más libres para responder a
obras menos tradicionales; de manera que la ingenuidad de los niños es útil en este terreno, y
los convierte en verdaderos compañeros de la experiencia de lectura."
Las consecuencias de este cambio en la comunicación literaria no son pocas, de este modo
los adultos nos veríamos destronados de nuestra relación privilegiada con el libro. Como viene
sucediendo hace algún tiempo con las nuevas tecnologías, los niños pueden llevarnos la
delantera, o simplemente transformarnos en sus compañeros de viaje.
Notas
(1) El libro en el libro en el libro, de Jörg Müller (texto e ilustraciones). Adaptación de Jordi
Pujol i Manyà. Barcelona, Ediciones Serres, 2002.
(2) Jörg Müller nació en 1942 en Lausanne (Suiza). Estudió
artes gráficas y lleva casi 30 años publicando libros-álbum. En
1994 ganó el Premio Hans Christian Andersen en
reconocimiento por su obra como ilustrador.
"Durante muchos años, Jörg Müller ha trabajado estrecho y
productivamente con el autor Jörg Steiner, con quien ha
publicado varios títulos. Estos libros muchas veces tratan
temas socio-políticos y critican ciertos fenómenos de nuestro
mundo industrializado y mecanizado. Las ilustraciones de
Jörg Müller se destacan por su realismo y por su precisión
casi fotográfica que impide que la realidad se muestre coloreada." (Jochen Weber,
en "Panorama de la literatura infantil y juvenil contemporánea en lengua alemana". En la
página web del Goethe Institut de México: www.goethe.de/hn/mex/retro/spb98_1a.htm).
En la fotografía: Jörg Müller exhibiendo un ejemplar de su obra El libro en el libro en el
libro durante las sesiones preliminares al 28° Congreso de IBBY realizado en Basilea (Suiza)
en 2002. Foto gentileza de IBBY.
(3) "Definimos metaimagen como la imagen de una imagen. Así como las imágenes
representan diferentes objetos (personas, animales, cosas), y al ser una imagen un objeto
material (dibujo, cuadro, foto, etc.), existen imágenes que representan
imágenes." Alessandría, J. 1996: 13. El texto entre paréntesis es nuestro.
(4) El Observador "es un lugar abstracto o vacío desde el cual se ve. Y ese lugar es ocupado
por los diferentes espectadores, pero sigue siendo un lugar vacío." En algunos casos el
Observador corresponde a un personaje de la historia. "Vemos lo que otro está viendo, vemos
‘a través de sus ojos’ (...) El lugar desde el cual se ve la imagen se corresponde con el lugar
desde el cual un determinado personaje ve. (...) El Observador deja de ser un lugar abstracto
frente a la imagen, una mirada anónima, para convertirse en un lugar significativo interior al
mundo representado en la imagen. Pero es importante tener presente que el
Observador (...) no ‘entra’ en la imagen más que metafóricamente." (Alessandría J. 1996: 6365).
(5) El relato "Continuidad de los parques" de Julio Cortázar es un ejemplo literario de este
"salto de mundos". En la literatura infantil, Bastián ingresa al mundo de Fantasía en La historia
interminable de Michael Ende. En el cine, por ejemplo, La Rosa Púrpura de El Cairo de Woody
Allen...
(6) Alessandría, 1996: 113.
(7) Entre los materiales del ilustrador descubrimos el libro de Italo Calvino Si una noche de
invierno un viajero. Tal aparición no es casual, ambos textos, tanto el de Calvino como el de
Müller, nos invitan a reflexionar acerca de las posibilidades de la ficción de enunciar sus
propios problemas. La ficción permitiéndose discurrir sobre sí misma.
(8) Aquí se sugiere conseguir un gato blanco y que el espejo sea el del cuarto de baño.
(9) Scott, Carole. "Dual Audience in Picturebooks." Transcending Boundaries: Writing for a
Dual Audience of Children and Adults. Ed. Sandra L. Beckett. Children’s Literature and
Culture. Nueva York: Garland, 1999: 101. Citado por Cecilia Silva Díaz Ortega, 2002.
Bibliografía
 Alessandría, Jorge. Imagen y metaimagen. En Enciclopedia semiológica (Buenos Aires,
Universidad Nacional de Buenos Aires, 1996.
 Silva Díaz Ortega, Cecilia. "¡Qué libros más raros!. Construcción y evaluación de un
instrumento para describir las variaciones metaficcionales en el álbum". Tesis doctoral.
Universidad Autónoma de Barcelona. Dir. Dra. Teresa Colomer Martínez. Barcelona, 2002.
Nota de Imaginaria
Las imágenes que ilustran este artículo fueron extraídas con autorización de los editores de El
libro en el libro en el libro, de Jörg Müller (texto e ilustraciones). Adaptación de Jordi Pujol i
Manyà. Barcelona, Ediciones Serres, 2002.
Imaginaria agradece a Poppy Grijalbo, Directora de Ediciones Serres, las facilidades
proporcionadas para la reproducción de las ilustraciones de Jörg Müller.
Marcela Carranza es maestra y Licenciada en Letras Modernas de la Universidad Nacional de
Córdoba (Argentina). Como miembro de CEDILIJ (Centro de Difusión e Investigación de
Literatura Infantil y Juvenil) participó en el programa de bibliotecas ambulantes "Bibliotecas a
los Cuatro Vientos" y en el equipo Interdisciplinario de Evaluación y Selección de Libros.
Actualmente se desempeña como docente de literatura infantil en la Escuela de Capacitación
(CePA) del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
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