Apuntes domingo 25° durante el año: a. Contexto de las lecturas

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Apuntes domingo 25° durante el año:
a. Contexto de las lecturas
Pobreza y riqueza. Administración de los bienes
Telón de fondo bíblico/general
. Pobre:
- Es imagen de Dios, Dios habla a través del pobre. Como en el Éxodo, Dios escucha
su clamor y actúa frente a toda forma de opresión, manipulación.
- La comunidad/cada miembro debe ser imagen de Dios liberador para el pobre,
porque recuerda, tiene memoria de que en la situación de peligro e indigencia que
vivió en Egipto, Dios se hizo presente para salvarlo y regalarle una tierra fértil y
apta para la vida.
. Idolatría: Dios/Mammona.
- Toda forma de idolatría traiciona la verdad sobre Dios. Dios es generoso, gratuito,
no como los ídolos.
- La idolatría condiciona la vida social y comunitaria. Todo sistema basado sobre la
falsa divinización de las fuerzas de la naturaleza o la prosperidad, el falso éxito o el
poder, termina alejando a las personas, cerrándolas y en última instancia matando.
La idolatría es asesina.
. Los bienes/la riqueza:
- Todo pertenece a Dios, en cuanto creado por Él, y por lo tanto es don suyo. Las
personas y las naciones administramos.
- Los bienes son necesarios. Son signo de la bendición de Dios, de su providencia.
- Pero la ausencia de bienes no es signo de maldición. Muchas veces es síntoma de
una sociedad enferma, que olvida lo que Dios ha hecho y margina al pobre e
indigente, llevándolo muchas veces a la esclavitud y la muerte.
Telón de fondo del Evangelio de Lucas
En este Evangelio, la temática de pobreza y riqueza es muy importante.
Posiblemente, es el Evangelio que más énfasis pone en la cuestión social.
Subraya la necesidad de compartir, de no dejarse esclavizar por los bienes.
. El llamado “Evangelio de la Infancia” (Lc 1,5-2,52) ubica a María, madre de Jesús, en la
tradición de los “pobres del Señor” del Antiguo Testamento, en el canto de María
(“Magnificat”) se proclama que Dios “derribó a los poderosos de sus tronos y elevó a los
humildes, colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías”
(Lc 1,52-53), narra que los pastores fueron los primeros en recibir la noticia del nacimiento
del Señor Lc 2,8-18).
. En el texto del profeta Isaías (Is 61,1-2) que Jesús proclama en la sinagoga de Nazaret, el
Espíritu del Señor envía al ungido (= Mesías) a anunciar la Buena Noticia a los pobres. En
Jesús se cumple la profecía.
. En el texto de las bienaventuranzas, la primera habla de los “pobres” directamente (Lc
6,20) y en los “ayes” que siguen a las bienaventuranzas, menciona a “los ricos, porque ya
tienen su consuelo” (Lc 6,24).
. La avaricia es una verdadera “necedad”, no tiene sentido porque los bienes que la persona
recibe son para compartir. Sólo vale la pena ser rico a los ojos de Dios, acumular un tesoro
en el cielo, ya que nadie puede saber cuándo será llamado a presentarse ante Dios (Lc
12,13-34).
. Lc 14,12-14: Al organizar un banquete, invitar en primer lugar a los pobres, paralíticos,
lisiados, ciegos, porque no tendrán como retribuirte, y la recompensa vendrá del ÚNICO
que nos puede dar una verdadera recompensa: el Señor.
. Lc 14,33: Para ser discípulo de Jesús, hay que renunciar a todo lo que se posee.
. Lc 16,1-13, el texto del Evangelio de este domingo: El dinero es llamado “dinero de la
injusticia”, “dinero injusto”, porque detrás del sistema económico siempre hay
desigualdades, acumulaciones, vulneración de la dignidad y de los derechos de las
personas. Ningún sistema económico es considerado totalmente justo y evangélico. El
dinero (y los bienes en general) también es llamado “ajeno” porque en realidad sólo somos
sus administradores.
. En el mismo capítulo 16 de Lucas, 19-31, Jesús narra la parábola del hombre rico
(anónimo) y el pobre Lázaro. La distancia creada por la indiferencia del rico ante el
sufrimiento del pobre no puede ser superada luego de la muerte.
b. Algunas indicaciones para interpretar los textos:
Amós 8, 4-7
Amós es uno de los primeros profetas llamados “escritores”. Era del reino del Sur (Judá),
del pueblo de Tecua, pero profetizó en el reino del norte (Israel). Predicó en el siglo VIII
a.C., aproximadamente entre el año 782 y 753 a.C. El reino de Israel vivía entonces un
tiempo de paz y prosperidad material, pero aquella sociedad estaba enferma de injusticia
social, de sincretismo (mezcla de elementos religiosos auténticos, del culto al Señor, con
otros cultos) religioso e idolatría. Amós no era “profeta” de profesión, sino que era
granadero o granjero, y fue llamado por Dios para llamar a la conversión al pueblo. Un
componente fundamental de su predicación es la crítica al lujo desmedido y a la opresión
de los más pobres. Los profetas condenaban la exclusión y opresión social como contrarias
a la Alianza con Dios, ya que Dios mismo había liberado a su pueblo cuando vivía
oprimido e indigente en Egipto.
1Timoteo 2, 1-8
Las dos cartas a Timoteo y la carta a Tito, que forman parte del “cuerpo paulino” (escritos
redactados por San Pablo o alguno de sus discípulos inmediatos), hablan de la vida de la
Iglesia, de las comunidades cristianas, minoritarias y pequeñas a finales del primer siglo
después de Cristo. Contemplan los distintos ministerios (servicios) dentro de la comunidad,
con las virtudes que debe tener cada miembro de la comunidad. Estas comunidades viven
ya en una disyuntiva difícil: por un lado, deben mostrar el cristianismo como una opción
válida y plenamente integrada a la vida del imperio romano, en el que viven. Es decir, que
el cristianismo es perfectamente legal y aporta al crecimiento de la sociedad. Por otro lado,
empiezan a enfrentar el rechazo de gran parte de la sociedad y la tendencia a la divinización
de los emperadores, que se mostraba totalmente contraria al Evangelio.
¿Qué actitud nos invita a tener frente a la sociedad en general y frente a los gobernantes y el
Estado en general? Nos recuerda que todos estamos llamados a la salvación. La fe cristiana
condena el pecado, pero siempre confía en posibilidad de la conversión del que peca. Nos
invita a rezar por los que tienen la responsabilidad de gobernarnos, y por todos los que en la
sociedad tienen un poder especial de decisión (hoy: empresarios, dirigentes en general).
Que el Señor les muestre el camino de la justicia, la solidaridad y la verdad que dignifica.
Evangelio: Lc 16,1-13
El texto que proclamamos en la liturgia tiene varias partes:
vv. 1-8: Una parábola, llamada en algunas traducciones “del administrador sagaz”. Luego
del capítulo 15, que presenta tres parábolas en respuesta a la observación de los fariseos y
escribas (“este hombre recibe a los pecadores y come con ellos”), viene otra parábola, pero
esta vez el tema es distinto. Como todas las parábolas, ésta también desconcierta. Presenta
como modelo a un administrador acusado de “malgastar” los bienes (¿corrupto?), que al
recibir la noticia de que va a ser despedido, cambia los “recibos” de los deudores de su
señor. Según algunos autores, la parte “adicional” de la deuda correspondía a la
remuneración del mismo administrador. Renunciando a la parte que debía recibir, el
administrador se asegura de que al quedar sin trabajo alguien lo reciba en su casa.
¿En qué consiste la astucia-sagacidad del administrador? Frente a una situación de
fragilidad, de tener que rendir cuentas, de quedar en la indigencia, no se cierra en su
angustia, sino que actúa con iniciativa, con audacia, con capacidad creativa. Se anticipa al
futuro y encuentra respuestas allí dónde todo parecía cerrado.
vv. 9-11: Jesús aplica el mensaje de la parábola a los que lo escuchan (nosotros). Con el
dinero de la injusticia (es decir, considera que todo dinero es de alguna manera “injusto”),
debemos “ganarnos amigos”, es decir ser solidarios, compartir, promover. Si somos fieles
en lo poco (lo mucho o poco que tenemos aquí, en cuanto a bienes: materiales o aquellos a
los que no se les puede poner precio, pero que son dones, capacidades, etc.), podremos ser
fieles en lo mucho (los bienes con mayúscula: vivir en gracia de Dios, ser verdaderamente
felices, recibir la salvación). El verdadero bien no se puede “tasar”, está más allá de
cualquier valor económico. El dinero, los bienes, etc. son de alguna manera siempre ajenos,
no somos más que administradores.
v. 13: En la más fiel tradición profética, Jesús denuncia que el dinero y los bienes en
general pueden transformarse en “ídolos”, falsos dioses que no dan sentido a la vida y
terminan por destruir a las personas. Hoy pensamos en las llamadas “estructuras de pecado”
que tanto daño hacen.
c. Elementos de la tradición redentorista:
. La invitación a ser fieles en el uso del dinero recuera al desprendimiento o desapego
(“distacco”) de la que hablaba San Alfonso. Si bien la “distacco” tiene que ver no sólo con
los bienes, sino sobre todo es un camino de espiritualidad y conversión, también abarca la
liberación de la esclavitud del “tener”. Alfonso, aun cuando venía de una familia bien
ubicada socialmente, siempre mostró una gran sensibilidad hacia el mundo de los pobres.
Como sacerdote, vivía en una gran austeridad, que casi “avergonzaba” a su familia. En las
misiones, los redentoristas debían actuar con total desinterés y con austeridad de vida.
. Los redentoristas deben prestar atención especialmente a los pobres, a los de condición
más humilde, y a los oprimidos (Constituciones Redentoristas, n° 4)
. La astucia-sagacidad del administrador recuerda a la constitución 13: “Al realizar su
misión la Congregación procura actuar con iniciativas audaces y tenso dinamismo”. La
constitución 14 lo llama “dinamismo misionero”.
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