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Sigan adelante, perseveren, no desmayen
Texto: Hebreos 10:19-25
Introducción:
A. El autor de hebreos llega aquí a las consecuencias prácticas de todo lo que ha estado
diciendo.
B. De la teología pasa a la exhortación práctica.
I. Tres cosas acerca de Jesús
A. Jesús es el camino vivo a la presencia de Dios (v.19-20). Entramos a la presencia de
Dios a través del velo, es decir, la humanidad de Jesús.
1. Es una idea difícil, pero lo que quiere decirnos es lo siguiente: En el tabernáculo,
había un velo delante del Lugar Santísimo que ocultaba la presencia de Dios.
2. Para que los hombres entráramos a esa presencia, el velo tenía que ser
rasgado. La humanidad de Jesús era lo que velaba Su divinidad. Fue cuando fue
rasgado Su cuerpo físico en la Cruz cuando los hombres pudimos ver realmente
a Dios. Jesús mostró a Dios a lo largo de toda Su vida; pero fue en la Cruz
donde se reveló a las claras y totalmente el amor de Dios.
3. Como al rasgarse el velo del Lugar Santísimo quedó abierto el acceso a la
presencia de Dios, así al rasgarse en la Cruz la humanidad de Cristo se reveló
plenamente la grandeza de Su amor y se abrió definitivamente el acceso a Dios.
B. Jesús es el sumo sacerdote sobre la casa de Dios en el cielo (v.21). Como hemos
visto a menudo, la misión del sumo sacerdote era tender un puente entre Dios y el
hombre.
1. Esto quiere decir que Jesús, no sólo nos muestra el camino hacia Dios, sino que
también nos introduce a Su misma presencia.
2. Cualquiera puede indicar a otra persona el camino al palacio real, pero no
introducirla a la presencia del Rey. Pero Jesús sí.
C. Jesús es el único que puede limpiar de veras la mancha del pecado (v.22). En el ritual
sacerdotal, las cosas santas se purificaban rociándose con la sangre de los sacrificios.
1. El sumo sacerdote se tenía que bañar una y otra vez en el mar de bronce con
agua limpia. Pero estas cosas eran ineficaces para quitar la verdadera
contaminación del pecado. Jesús es el único que puede limpiar de veras al
hombre.
2. La Suya no es una purificación meramente externa; con Su presencia y con Su
Espíritu limpia los pensamientos y los deseos más íntimos de una persona hasta
que queda totalmente limpia.
II. Una triple exhortación
A. Acerquémonos a la presencia de Dios (v.22, Ro 12:1-2, Stg 1:27, He 10:25). Es
decir, no nos olvidemos nunca de darle culto. A toda persona humana se le permite
vivir en dos mundos: el del espacio y el tiempo, y el de las cosas eternas. Pero
corremos peligro de estar tan ocupados en las cosas de este mundo que olvidamos el
otro.
B. Mantengamos firme y sin desviarnos la esperanza de nuestra profesión de fe (v.23).
Es decir, no nos soltemos de lo que creemos: Voces cínicas tratarán de apartarnos de
nuestra fe; los materialistas intentarán con sus argumentos hacer que nos olvidemos
de Dios; los azares y avatares de la vida conspirarán para sacudir nuestra fe.
C. Apliquemos nuestra mente a la tarea de estimularnos mutuamente al amor y alas
buenas obras (v.24). Es decir: acordémonos de que somos cristianos no sólo por
cuenta propia, sino también por cuenta ajena.
1. Nadie conseguirá salvarse si no está pendiente nada más que de salvarse; pero
muchos se han salvado preocupándose tanto por los demás que se olvidaron de
sí mismos.
2. Es fácil acomodarse en un cristianismo fácil; pero el Cristianismo y el egoísmo
son incompatibles.
III. Nuestro deber para con los demás de una manera práctica
A. Debemos animarnos mutuamente a vivir con nobleza (v.24).
1. La mejor manera de hacerlo es con el ejemplo. Podemos hacerlo recordándoles
a los otros sus tradiciones, sus privilegios y sus responsabilidades cuando estén
en peligro de olvidarlos.
2. Se ha dicho que un santo es alguien en quien Cristo vive otra vez; y debemos
tratar siempre de animar a otros a la bondad mostrándole a Cristo.
B. No descuidemos el reunirnos con los hermanos en el culto (v.25). Había algunos entre
los destinatarios de la Carta a los Hebreos que habían abandonado el hábito de
reunirse con los hermanos. Es posible que alguien se considere cristiano y, sin
embargo, deje de reunirse con el pueblo de Dios para dar culto a Dios en la casa de
Dios en el día de Dios. Puede que trate de ser lo que llamaba alguien “una partícula
piadosa”, un cristiano en solitario.
1. Puede que no vaya a la iglesia por miedo. Puede que le dé vergüenza que le
vean ir a la iglesia. Puede que viva o trabaje con gente que se ríe de los que
van. Puede que tenga amigos que no tienen tiempo para esas cosas, y tema
sus críticas o burlas. Así es que puede que trate de ser un discípulo secreto;
pero se ha dicho con mucha razón que eso es imposible, porque, o “el
discípulo” acaba con “el secreto”, o “el secreto” acaba con “el discípulo”.
Debemos tener presente que, aparte de otras cosas, el ir a la iglesia es dar
muestras de fidelidad. Aunque los sermones nos parezcan aburridos y los
cultos sosos, el asistir nos da ocasión de dar testimonio de nuestra fe.
2. Puede que no vaya, porque quizás le fastidie relacionarse con gente que “no es
como uno”. Hay iglesias que son más clubes que congregaciones.
3. Puede que no vaya por engreimiento. Puede que se crea que no necesita de la
iglesia, o que está por encima de lo que se hace y dice allí (I Co 4.6).
C. Debemos animarnos mutuamente. Uno de los deberes humanos más elevados es el
del estímulo (Job 4.4). Es fácil reírse de los ideales de otros, o darle un baño de agua
fría a su entusiasmo para desanimarlos; pero nosotros tenemos el deber cristiano de
animar a los hermanos. Muchas veces una palabra de aprecio o de gracias o de
alabanza le ha mantenido a uno en pie. Bienaventurados los que saben decirla.
IV. Nuestro deber hacia los demás es urgente debido a que el tiempo es corto
A. Hebreos 10:25c.
B. Está pensando en la Segunda Venida de Cristo, cuando llegará el fin de las cosas tal
como las conocemos ahora. La Iglesia Primitiva vivía con esa expectación. ¿Vivimos
nosotros igual? En cualquier caso, debemos darnos cuenta de que ninguno sabemos
“el día ni la hora” en que se nos llamará a dar cuenta. Mientras tengamos tiempo
tenemos la obligación de hacerles todo el bien que podamos a todas las personas que
podamos de todas las maneras que podamos.
Conclusión:
A. Lo que tenemos en Jesús es lo más grandioso, no hay bada mejor.
B. Tenemos una triple exhortación: Acerquémonos a la presencia
mantengámonos firmes y estimulémonos mutuamente.
C. Nuestra relación con Jesús hace que tengamos una relación con otros.
D. El tiempo es corto, hagamos todas las cosas lo mejor que podamos.
de
Dios,
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