El culto de los santos es expresión del artículo de la fe: «Creo en la comunión de los santos». Su culto no es el centro de la piedad de la Iglesia oriental, pero tampoco un mero apéndice de ella, por ser precisamente una derivación de su concepto de Iglesia como cuerpo místico del Señor, que une el más acá y el más allá. La solemnidad de Todos los Santos tiene su origen en la Dedicación del Panteón de Roma a la Virgen y a todos los santos, realizada en el año 610. Conmemoramos a "la muchedumbre que nadie puede contar", como Asamblea de la Jerusalén Celeste. Su fecha de celebración es el primer día de noviembre. Hoy día el culto a los santos a nivel de calendario universal tiene como criterio el que sean santos de importancia mundial dejando a los calendarios particulares las celebraciones y memorias de aquellos santos que sean de devoción más localistas o de familias religiosas. Existen tres categorías de culto. Culto de Latría, de Hiperdulía y de Dulía. El de latría es el culto supremo de adoración que se rinde a Dios solamente. Se usa el término de latría para Dios, para distinguirlo del culto de Dulía que es el culto relativo a veneración que se rinde a los santos, distinto de la Hiperdulía, que es el culto especial que se da a la Santísima Virgen. al culto de Dulía se venera a todos los santos que están en presencia de Dios, no por las imágenes en sí misma sino por lo que representan, recibiendo solamente culto de veneración. Hemos de venerarlos porque ellos que están en presencia de Dios interceden por nosotros si se lo pedimos. Latría es el culto supremo de adoración que se debe rendir únicamente a Dios único verdadero. En el libro del profeta Isaías dice el Señor: “ Yo soy Dios, y no hay otro. Por Mí mismo lo juro; de mi boca sale justicia, y mi palabra no será revocada, pues ante Mí se doblará toda rodilla, y toda lengua prestará juramento.” ( Is.45: 22-23;) Idolatría en cambio es rendir honores o culto divino a cualquier persona o cosa en vez de Dios,, así como doblar las rodillas antes los ídolos formados por manos de hombres, que no representan a nada de los bienaventurados del cielo. El culto de los santos comenzo con los martires. Cada Iglesia, bajo el obispo, inscribieron a sus santos en su martirologio (recibiendo culto particular, como ahora los beatos), y lo comunicaban a tras iglesias; cuando el culto era universal, se podia considerar como la actual canonización. Pero propiamente significaba lo mismo beato que santo, y aun más (todavía decimos en latín: la Beata Virgen María, los beatos Pedro y Pablo...)