Efecto Positivo De La Confesión PASTOR: EFRAIN VALVERDE Sr No es de extrañar el que más de alguno de mis lectores, de entre aquellos que en otro tiempo estuvieron presos mentalmente en el Confesionario Romano, al leer el encabezado de este artículo puedan pensar que estoy tratando de volverlos a algo parecido, o a lo mismo. La verdad es que del texto bíblico inicial no es originario de Roma ni de alguna otra institución religiosa autodenominada cristiana, sino la instrucción del Espíritu Santo para los creyentes en Jesucristo el Señor por medio del apóstol Santiago, o sea “Jacobo el hermano del Señor” (Gálatas 1:19). La realidad es que tanto “el confesionario” como otras doctrinas de error entre el profesante cristianismo hasta hoy, son interpretaciones sacadas del Libro Santo, “las cuales los indoctos e inconstantes (han torcido), como también las otras Escrituras, para perdición de sí mismos” (II Pedro 3:16). Y han sido “muchos (han seguido) sus disoluciones, por los cuales el camino de la verdad (ha sido) es blasfemado” (II Pedro 2:2). Mas delante del Señor tenemos que sostener el hecho de que todas las interpretaciones torcidas nunca podrían invalidar las verdades que residen en la bendita y santa Palabra de Dios. ¿Cuál es la verdadera confesión? La declaración del apóstol Santiago es sencilla, clara y sin complicaciones: “Confesaos vuestras faltas unos a otros”. La expresión no implica en ninguna manera que el penitente tuviere que ir ante algún personaje con poderes mágicos a darte razón de sus debilidades, tentaciones o pecados, sino “unos a otros”. En el caso de esta sencilla “confesión”, el intento principal delEspíritu es invitar al creyente para que humille su carne descubriendo aquellas cosas y acciones en su vida que le son penosas y vergonzosas al descubrirlas. Ya desde la antigüedad estaba ordenado al pueblo de Israel que no encubriera sus pecados, porque al hacerlo acarreaba anatema(maldición) sobre el resto del pueblo de Dios (léase Josué 7:26). Y el proverbio dice claramente que: “el que encubre sus pecados no prosperará, mas el que los confiesa y se aparte, alcanzará misericordia.”(Prov. 28:13). Ciertamente que el Señor sabe todo lo que hacemos y decimos, como también todo lo que pensamos y sentimos, y nadie puede encubrir delante de Él sus culpas y pecados. Mas la voluntad de Dios es que el creyente avergüence y humille su carne al decírselos a alguien más aparte de Dios. Es grande el número de cristianos que he conocido y tratado durante los años de mi ministerio (miembros y ministros), quienes han acarreado maldición sobre sí mismos, y aun sobre sus familias, al encubrir sus pecados al son de retener “su dignidad y honorabilidad”. A estos cristianos el enemigo los ha engañado haciéndolos creer que con guardar silencio y fingir un nivel de espiritualidad que en verdad no tienen, al pasar del tiempo todo se va a normalizar y a estar bien. La verdad es que tal cosa nunca ha podido ni podrá ser así. Ciertamente que ante los ojos de los hombres, “el que encubre sus pecados” sí, puede adquirir un grado menor o mayor de normalidad con su silencio y con su fingimiento. Pero el Señor nos dice que Él “mira no lo que el hombre mira. Pues que el hombre mira lo que está delante de sus ojos, mas el Señor mira el corazón” (I S. 16:7), así que “Dios no puede ser burlado” (Gálatas 6:7). Por tanto, tarde o temprano el pecado escondido tiene que salir a luz. Y si aun el orgulloso e inconfesado cristiano consigue vivir toda una vida escondiendo sus pecados, al final está “El Tribunal de Cristo” (II Co. 5:10) en el cual no habrá escape (Léase Salmo 50:16-23). Así que la confesión en una humillación de corazón es la medicina que puede aliviar y sostener sano al creyente que desea en realidad ver el rostro del Señor en gloria. Por eso he intitulado este tema: “El Efecto Positivo de la Confesión”.