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REYNAGA TOMO 1 VOL 3

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FAUSTO REINAGA
OBRAS COMPLETAS
TOMO I / VOL. III
TOMO I / VOL. III
Vicepresidencia del Estado Plurinacional de Bolivia
Jach´a Marrka Sullka Irpataña Utt´a
Taqi Markana Kamachi Wakichana Tamtachawi Utt´a
Ñawra Kawsaypura suyuta sullk´a Kamana
Rimanakuy u-mallina suyu kamana
Tëtat guasu juvicha ja┼kuerigua jembiapoa
Tëtaguasuiñomboat juvicha jembiapoa
Depósito legal: 4-1-399-14 P.O.
ISBN: 978-99974-825-7-0
Impreso por el
Instituto Internacional de Integración del Convenio Andrés Bello (III-CAB)
Av. Sánchez Lima Nº 2146
Casilla 7796/Tel (591) (2) 2410401 - (591) (2) 2411041/Fax (591) 2411741
La Paz - Bolivia
Noviembre de 2014
Se autoriza la libre difusión de esta obra siempre y cuando se cite la fuente y el nombre del autor. Se prohibe
utilizarla para fines comerciales.
Indice General
TOMO I
Volumen I
Mitayos y Yanaconas
Víctor Paz Estenssoro
Nacionalismo Boliviano
Tierra y Libertad
Volumen II
Belzu
Franz Tamayo
Revolución, Cultura y Crítica
Volumen III
El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
Alcides Arguedas
España
TOMO II
Volumen IV
El Indio y El Cholaje Boliviano
La “Intelligentsia” del Cholaje Boliviano
El Indio y los Escritores de América
Volumen V
La Revolución India
El Manifiesto del Partido Indio de Bolivia
Tesis India
Volumen VI
América India y Occidente
La Razón y El Indio
El Pensamiento Amáutico
TOMO III
Volumen VII
Indianidad
¿Qué Hacer?
El Hombre
Volumen VIII
La Revolución Amáutica
Bolivia y La Revolución de las FF.AA.
La Era de Einstein
La Podredumbre Criminal del Pensamiento Europeo
Volumen IX
Sócrates y Yo
Europa Prostituta Asesina
América 500 Años de Esclavitud Hambre y Masacre
Crimen Socrates, Cristo, Marx, Churchill, Roosevelt,
Stalin, Hitler, Reagan, Gorbachov
El Pensamiento Indio
TOMO IV
Mi Vida
Indice
EL SENTIMIENTO MESIÁNICO DEL PUEBLO RUSO
Prólogo......................................................................................... 13
Capítulo I | Crisis de conciencia....................................................... 19
Exposición de motivos..................................................... 23
La Central Obrera Boliviana,........................................... 25
“El Comité Regional Paceño de la COB......................... 27
El Comité Regional Paceño de la Central Obrera
Boliviana............................................................................. 28
Exposición de motivos..................................................... 29
El II Congreso de la Central Obrera Boliviana
resuelve:.............................................................................. 31
Capítulo II | En peregrinación al mundo socialista.............................. 37
Restablecióse la rutina...................................................... 43
Capítulo III | IV Congreso de la FSM...................................................... 49
Antecedentes de la Revolución Boliviana..................... 53
La batalla definitiva.......................................................... 53
La obra de la Revolución................................................. 54
El Imperialismo y la Revolución..................................... 56
Inflación y Estabilización................................................. 57
II. Congreso de la Central Obrera Boliviana................. 58
Capítulo IV | Moscú, la nueva Jerusalén.................................................. 67
Capítulo V | La tumba de Lenin.............................................................. 95
Capítulo VI | La Plaza Roja en el cuarenta aniversario de la Revolución Rusa......................................................................... 99
Capítulo VII | El sentimiento mesiánico del pueblo ruso..................... 105
Capítulo VIII | La bandera boliviana en la Unión de Escritores
Soviéticos............................................................................ 109
Capítulo IX | Sesión de honor del Soviet Supremo de la URSS
Informe de Nikita Krushchev.......................................... 117
Capítulo X | Rusia y Estados Unidos: la verdad y la mentira............ 149
El 4 de julio; nacimiento de EEUU............................... 173
Puestos a salvo y conservados para los museos
alemanes........................................................................... 206
ALCIDES ARGUEDAS
Una palabra............................................................................... 213
Alcides Arguedas...................................................................... 221
Primero – El historiador................................................. 247
Segundo – El sociólogo.................................................. 247
Tercero – El moralista..................................................... 248
Cuarto – El escritor......................................................... 248
ESPAÑA
El fascismo boliviano...................................................... 258
Una semblanza.......................................................................... 263
Carta de Eugen Relgis.............................................................. 269
EL SENTIMIENTO
MESIÁNICO DEL PUEBLO RUSO
Prólogo
Comienzo las primeras líneas de este prólogo con una confesión, que saliéndome desde las más profundas raíces del alma, resuena y aflora sobre
la carne cálida de mi vida: mi producción intelectual y mi acción política,
hasta la época en que pisé la tierra rusa y vi por mis propios ojos al pueblo
soviético, estaban manchadas de tremendos prejuicios pequeño-burgueses. En Rusia se ha lavado mi conciencia de toda mancha gamonal y burguesa. He vuelto de la URSS con el espíritu iluminado por la luz y la razón
proletaria de nuestro tiempo. Ahora tiene un valor mi destino; un objeto
claro mi vida: trabajar y luchar.
1° Por la libertad de mi martirizada patria; 2° Por la causa de la clase explotada; 3° Por la defensa de la cultura y la civilización, la heredad común
de la humanidad; 4° Por la paz del mundo, contra la guerra atómica que
amenaza extirpar la vida de la faz del planeta Tierra.
* * *
Los progresos fantásticos de la ciencia, la era atómica, la conquista sideral;
a la par que la tensión bélica, la permanente amenaza de la tercera Guerra
Mundial, de la guerra atómica; sobre ello, la desocupación, el hambre, la
explotación de los pueblos coloniales y semi-coloniales, en suma, la opresión del hombre; todo esto, que corroe la existencia y la conciencia de la
humanidad del mundo burgués, han puesto hoy como nunca, en tela de
juicio el valor de la vida.
Si la vida es sólo angustia y dolor ¿para qué se vive? Una conciencia
honrada y libre, una sola respuesta puede dar: se vive para desterrar la
angustia y el dolor de la vida; para defenderla y hacer de ella una vida de
paz y de justicia, de amor y de libertad.
13
Fausto Reinaga
* * *
Mi pluma no estuvo ni está sujeta a controles próximos ni remotos; ni es la
de un diablo predicador, farisea, mercantilista. Es una pluma libre.
La crítica feudal burguesa debe atacarme; esa es su ley y su derecho. El
ataque es preferible a la murmuración mojigata o al silencio cobarde.
* * *
El sentimiento mesiánico del pueblo ruso, es en su género la primera obra que
se publica en el viejo Collasuyo de los incas: Bolivia.
El capítulo “Crisis de conciencia” que trata del movimiento obrero, de
la acción de las masas y el papel que han desempeñado sus conductores
en el proceso de la revolución boliviana, ha tenido que referirse a hechos
y personas que han arrojado una secuela negativa para el país. Esta acusación histórica “es un grito de mi conciencia; no podía ni debía acallarla...
La poderosa Central Obrera Boliviana hoy, es apenas una sombra de su
pretérito esplendor. Muchas veces ha devenido en un simple club político
que sesiona en local prestado, mientras que, ¡cruel paradoja!, todos los dirigentes sindicales (de los años 1952-1955) poseen modernas casas propias,
automóviles de lujo, rentas en dólares y millones de pesos bolivianos, y...
sólo la Central Obrera Boliviana no tiene nada, no posee nada.
La realidad revolucionaria de Bolivia destaca a esta altura del tiempo
hechos macizos para la experiencia, para la historia. En efecto, emergen
de esta realidad dos evidencias: 1° La clase obrera de cualquier latitud de
la Tierra donde impera el sistema capitalista, incluyendo a la clase obrera
de los mismos países coloniales y semi-coloniales, en la curva histórica de
nuestros días, ya no puede ni tiene que luchar por un sistema de vida social
que no sea el sistema socialista. 2° La clase obrera que sigue una dirección
burguesa, que se somete y cree en su enemiga histórica, tarde o temprano
muerde el anzuelo y cae en la inmundicia del trampantojo burgués; y paga
entonces caro, muy caro, su ingenua confianza.
Para el segundo aniversario de la revolución boliviana, 9 de abril de 1954,
escribimos:
...Quienes propugnan y luchan por el necesario advenimiento
y estructuración de una burguesía nacional, burguesía próspera o industrializada, y al lado de ella, un proletariado sano y
fuerte con leyes y beneficios sociales efectivos; con un estándar
de salarios y vida elevados, no hacen sino expresar el punto de
vista reaccionario, expresar los interesas de los resabios del ga-
14
El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
monalismo incrustados en el proceso de la Revolución Nacional. La más rica burguesía y el proletariado más sano y fuerte,
implican la permanencia de la lucha de clases; y la lucha de
clases, ya lo dijimos, no es ningún ideal humano; no hay filosofía ni religión que la justifique. La felicidad burguesa, se ha
levantado en toda época y lugar sobre el infierno y el martirologio de la clase obrera.
Un régimen económico burgués es, sin lugar a duda, la voz
reaccionaria de los hijos y los nietos de la oligarquía que hoy
se han mimetizado en la marejada del movimiento social que
se opera en Bolivia. La derecha, la Gironda para conseguir su
finalidad, trata de adormecer a las fuerzas revolucionarias a
plan de cabriolas, da impulsos y arrebatos de matiz nazistoide.
Ella dice con demasiada frecuencia: lealtad a los postulados de la
Revolución de abril; llevar la Revolución hasta sus últimas consecuencias. Soportar toda privación porque nos espera una Bolivia
próspera. Bajo esta violencia verbal al amparo de esta tempestad
demagógica, en servicio de intereses inconfesables, pretende
llevar la confusión a la conciencia social revolucionaria. Nadie
sabe a punto fijo lo que se quiere decir con aquello: “Postulados de la Revolución de Abril”; tampoco se sabe el contenido
de “La Revolución irá hasta sus últimas consecuencias”. Y sobre una “Bolivia próspera” del mañana, la burguesía dice que
será para ella; pero también el proletariado y el campesinado
creen y esperan que aquella “Bolivia próspera” les pertenece...
(F. R. Revista Abril —La Paz—; mayo-junio, 1954, pp. 13 y 14).
Cerca de seis años han transcurrido desde aquella publicación y el tiempo ha arrojado este hecho: la Bolivia próspera ha devenido en la prosperidad
de la oligarquía sindical solamente. Por obra y gracia de la nueva burguesía nacionalista, el proceso boliviano ha sufrido, inclusive con relación al
propio campo burgués, una infeliz regresión. La burguesía nacionalista es
plebeya, ignorante, salvaje; su individualismo, su egoísmo muchas veces
linda con las normas de existencia de los mismos chacales.
El espíritu de la revolución está en la clase obrera, la que padece la tragedia de no tener una élite socialista. Las masas en Bolivia, conciencial
o instintivamente buscan con lacerante angustia a sus conductores; y los
conductores, los jefes, no aparecen.
He ahí el drama del movimiento obrero boliviano, a que nos hemos referido al revelar nuestra crisis de conciencia; que viene a ser una parte orgánica
del libro.
Bolivia, es un país sin salida al mar; un país embotellado entre las
breñas de Los Andes. Su atraso tiene por causa primordial la pérdida
15
Fausto Reinaga
de su Litoral. Todo boliviano que llega a las orillas del Océano Pacífico,
concretamente a Antofagasta, aumenta inconscientemente copioso llanto al mar. El mar, palpita de generación en generación en la sangre del
pueblo boliviano.
Yo, hijo genuino de la raza de los incas, un indio, vale decir un boliviano
de verdad, con el dolor a cuestas de un pueblo que lucha por vencer su
miseria, su ignorancia, su atraso de siglos, he debido asombrarme tanto,
tanto ante los acontecimientos, que mis deslumbrados ojos vieron en el XL
aniversario de la Revolución Rusa, que siento como una obligación trasmitir a mi pueblo aquella extraordinaria vivencia del mes de noviembre de
1957, vivencia que me depararon factores y circunstancias en más de las
veces imprevistos, vale decir, el destino.
Nunca, en ningún país, ni en Estados Unidos de Norteamérica, ni en ninguno de Latinoamérica, ni en la Europa burguesa, vi por mis propios ojos,
sentí en mi propia alma la felicidad del hombre; del hombre liberado del
hambre y la ignorancia. Sólo una vez, con mística unción, pude contemplar
la dignidad humana, hecha estrella refulgente y sonora: fue la dignidad del
hombre soviético.
La estructura interna, el contenido espiritual de este libro es la revelación
y relación simple y llana de la verdad; de la verdad que me penetró por los
poros de la piel y me llegó hasta lo más hondo del alma.
La colonización intelectual en Bolivia es peor, mucho peor que la colonización económica. No se le priva solamente de pan y agua al intelectual
libre; le asedian y le persiguen propios y extraños, con tal odio que, parece
que fuera odio de caníbales. Erizadas de horribles prejuicios, las hordas le
arrojan en la cabeza como una montaña las maldades más inconcebibles y
de una infinita depravación humana... Por ello, escribir en Bolivia es llorar
sangre.
Mi agradecimiento fervoroso y eterno a la Unión de Escritores Soviéticos
de la URSS; a Anatoly Safronov, Director de la Revista Ogonek de Moscú y
a sus gentiles redactores, como el camarada Serikov Alexander; a Vasiliy
Chichicov, corresponsal de Pravda de Moscú; al Director de la Revista Ilustrada de la República Democrática Alemana de Berlín, camarada Herbert Schoenfeld; al Comité de Redacción de Revue de la Confederación des Syndicats
Libres D’allemagne” (FDGB) de Berlín; a la Federación Sindical Mundial;
al Dr. Josef Némecék, Redactor-jefe de la revista Los Sindicatos Checoeslovacos de Praga; al compañero Vicente Lombardo Toledano de México D.F.; a
Nicolás Guillén, de París; a María Luisa Carnelli, de Buenos Aires, Argentina; a Pablo Neruda y Gustavo Mujica de Santiago de Chile; al Sindicato
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El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
de Escritores de Chile1, etc. Entidades y personas que en forma noble, desprendida e incondicional con las remisiones de sus libros, revistas, folletos, periódicos; con su amistad y su cálida palabra, me dieron un alimento
espiritual tan valioso y tan vital, que El sentimiento mesiánico del pueblo ruso
ha dejado atrás la covacha de tarántulas y batracios humanos, y vestido de
una túnica de luz -porque la verdad es luz- sale a la vida para ayudar a los
hombres en su nobilísima lucha por la paz y por un mundo mejor.
Fausto Reinaga
1 Bajo los auspicios del Sindicato de Escritores de Chile, en la Universidad de Santiago,
dicté, el día 26 de octubre de 1939, mi conferencia: “Los escritores y la Revolución Boliviana”.
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Capítulo I
Crisis de conciencia
Cuando aún estaban humeantes los fusiles obreros y el bélico furor no se
había apagado todavía, se fundó la Central Obrera Boliviana.
Aplaudí su advenimiento con el corazón. Ahí está mi homenaje lleno de
fervor en los primeros números de Rumbo Sindical; como también en el trabajo que emprendí en la capacitación de dirigentes sindicales. El odio con
que me aureolaron los más héroes del día me impidió llegar en esta época a
la Central Obrera Boliviana (COB). Acudieron a su seno gente honesta y
sincera, sobre todo, revolucionaria. Gente dispuesta a entregar su vida por
una Bolivia “económicamente libre, socialmente justa y políticamente soberana” (F.R. “Nacionalismo Boliviano”, p. 27, diciembre, 1932). No se podía esperar una patria libre, justa y soberana, de un régimen, de un sistema
capitalista; habría de ser una patria socialista para ostentar semejantes atributos. Por tanto, las musas y los intelectuales revolucionarios se echaron
a fondo en esta noble labor. Enfrontadas con la inercia, la ignorancia y la
corruptela del medio social, la actividad masiva e intelectual superó en un
momento dado, toda perspectiva y cálculo mezquino; pues, hicieron que
aflorase sobre la conciencia popular una intensa literatura social. En los
ampliados de la Central Obrera Boliviana, que eran asambleas democráticas de tal envergadura, salían a relucir con pasmosa naturalidad los hechos
y los pensamientos de Marx, Engels, Lenin, Mao Tse Tung... Las determinaciones de la COB eran leyes ejecutivas. Una resolución de la asamblea
se convertía de inmediato en acción y hecho. De esto es de donde salía el
prestigio, la autoridad y el poder de la Central Obrera Boliviana.
Las capas dirigentes de los sindicatos, federaciones y confederaciones,
desgraciadamente se formaron en base de improvisación. Los dirigentes
carecían de teoría, y sobre todo de experiencia; por ello es que cayeron
como vulgar carnaza del anzuelo de tanto malandrín pescador que recogía
en río revuelto la cosecha a manos llenas...
19
Fausto Reinaga
El mal ejemplo cunde con más rapidez que el bueno. Esta ley se cumplió con una exactitud satánica entre los dirigentes sindicales de la Central Obrera Boliviana. La burguesía y el imperialismo yanqui minaron la
conciencia y la voluntad revolucionarias de los dirigentes sindicales. La
corrupción utilizando el dinero, el alcohol y la vagina hizo tabla rasa de la
honestidad sindical. La fiebre del enriquecimiento ilícito, la epidemia de
los millonarios relámpagos llegaron como una maldición a la carne y el alma
de la Central Obrera Boliviana. La entidad matriz del proletariado más
revolucionario de Latinoamérica fue atrapada por una oligarquía sindical,
formada o esculpida a semejanza de las corrompidas oligarquías sindicales
de Estados Unidos de Norteamérica.
La traición la sentí como una lengua de fuego en mi espíritu. Mi alma, mi
conciencia, mi fe, sufrían tanto, que el dolor quemaba la parte física de mi vida.
Un día llegué al despacho de un ministro obrero. Había allá más de diez
personas; podríamos decir, que estaba presente el núcleo intelectual y financiero del compañero ministro. La conversación giraba en rededor del
conocimiento de la calidad de los licores finos, que habían aprendido ya a
consumir; y de las nuevas hetairas con las que estaban ensayando a alternar. Esta conversación etílica y genital duró tres horas... Al abandonar el
recinto, apenas pude abrirme paso en las gradas, repletas de trabajadores
y campesinos que habían estado esperando con la boca reseca de hambre y
de sed las tres horas; porque el ministro, según la difusa y profusa propaganda burocrática, se hallaba -­las tres horas - trabajando agotadoramente
en los altos y superiores intereses de la revolución... Los obreros, al verme
salir, me dijeron: “Compañero Reinaga, el compañero ministro, ¿sigue trabajando? Hace ocho días que no podemos verlo...”. Mis lágrimas nublaron
mis ojos. Y no pude contestar nada...
¡Que horrible tragedia para mi fe! Un sincerísimo creyente de la revolución, llega henchido de fe al tabernáculo: y se da de narices, que en el santo
lugar se oficiaba un rito pagano a Falo y Baco... ¡Qué catástrofe espiritual se
vino sobre mi cabeza! dura ilusión obstinada de que habla Romain Rolland;
la agonía de la fe; martirologio del alma comenzó aquel maldito día en
que asomé al despacho del ministro. Mejor hubiera sido no aproximarse:
...Porque este fango me salpicó la lepra de la duda, del escepticismo, del
nihilismo feroz que me han martirizado, que me han torturado en forma
inhumana y cruel. Dudar de una verdad; negarla y a momentos, no creer
en nada, es horrible para uno que ha sido fervoroso creyente.
La fe, como toda fuerza inmanente del alma no se va, no perece con la
primera decepción. Ante el primer golpe mortal parece que se desvaneciera, se extinguiera; pero nada más que se acurruca bajo las cenizas; lucha
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El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
por no morir; ingresa a un vía crucis de sangrante agonía; agoniza desesperadamente; revive cuando se la creía muerta. Cuando la fe padece, padece
la carne. El dolor espiritual afecta profundamente a la materia. El dolor del
alma impone sufrimiento a la carne. La garra de la duda, como una garra
de tigre abre heridas en la piel del creyente en proceso de convertirse en un
ser descreído. Noches enteras mordía mi dolor. Días enteros buscaba a mi
fe. Cuánto padecí para arrancar de mi conciencia revolucionaria a la oligarquía sindical. En esta gigantesca epopeya, bajo las embestidas de un mar
embravecido, la limpidez de mi conciencia revolucionaria se empañaba, y
su solidez cedía. Su fortaleza y su fervor se desmoronaban. Esta conciencia
asediada por los chacales de la duda, el escepticismo, la decepción, el nihilismo, se hallaba en peligro de ser derrotada. La crisis de conciencia que me
asaltó entonces no es para ser descrita. Mi estructura mental, el contenido
de mi inteligencia, mi cultura vacilaban, se agrietaban batidas como por un
terremoto. Sentir el vacío, la nada es mil veces peor que sentir el frío filo de
un puñal en el corazón. Perder el objeto vital de la existencia, el objeto de
la vida, es morir sin morir, morir sin convertirse en polvo; es el acezar sin
fin de un muriente que no muere.
Esta terrible crisis de conciencia se cirnió sobre mí como una sombra
de mala agorería: inmundicia más inmundicia, acá y acullá. Analfabetos,
gansters y rameras se habían convertido por obra de la oligarquía sindical
en amos y dueños de vidas y haciendas. ¿Acaso esta hez social hoy no es el
sector más visible de la nueva burguesía?
Día que pasaba el latrocinio y la prostitución, esto es, el mundo de los
nuevos poderosos, ¡arañaba como una fiera hambrienta la divina carne de
mi conciencia!
Si la oligarquía sindical hubiera sido sincera en la meta que decía perseguir, si hubiera cuidado y trabajado a tono con la alta responsabilidad
de conductores de un pueblo en revolución; si en su debido tiempo y lugar hubiera solucionado los problemas que a cada hora surgían; si al final,
hubiera impedido en su oportunidad el nacimiento y la proliferación de
los rateros de todo pelaje, que como langostas arrasaron con la moral revolucionaria; si en suma, con los millones de dólares de que disponía y el
cetro del poder que empuñaba, hubiera echado los cimientos económicos
e ideológicos para la sustentación y avance de la revolución; entonces, la
corruptela, frente a la obra, a los hechos, acaso hubiera sido cosa innocua,
intrascendente... Pero ha sucedido al revés. Las masas obreras, concretamente mineros y fabriles, han visto y han sentido en carne propia, miseria
y decepción. Cuánto más se enriquecían los dirigentes sindicales, las bases,
las masas se empobrecían cada vez más.
21
Fausto Reinaga
En contraste con la mesa opípara de la oligarquía sindical, la olla del pobre
estaba vacía... Entonces sobrevino como una fatalidad la desmoralización
de las masas. La desilusión, la decepción cundió en el espíritu socialista de
Bolivia. Un negro escepticismo se levantó, la cubrió y la empañó a aquella
conciencia socialista. Se dudó, se renegó del socialismo... Yo que nutría mi
alma en la fe del socialismo, el derrumbe de las masas armadas por falta de
dirección; la extinción de su fe en el socialismo, repercutieron tremendamente en esta mi pobre alma. Y se agudizó mi crisis de conciencia.
“Los hechos fueron destrozando las ilusiones de los más obstinados optimistas”... Y, los hechos, en el caso mío, estaban sepultando mi optimismo,
mi fe, mi conciencia socialista. Como todo ser muriente lucha en forma
desesperada para no morir, yo luchaba, luchaba encarnizadamente. En mi
agonía, una y otra vez fui empujado por la dolorosa pasión de mi fe al turbio fondo de la dirección sindical... Muchas veces busqué un espíritu sano,
puro, fuerte entre los altos dirigentes sindicales y políticos. Pero no hallé lo
que buscaba; todo lo contrario me vi amenazado por un oleaje enfurecido
de “una infinita variedad de la depravación humana”.
Cuando el III Congreso de Fabriles de Cochabamba -diciembre de 1956preguntó a Juan Lechín, Secretario Ejecutivo de la Central Obrera Boliviana sobre la misteriosa estabilización sobre la que el Gobierno anunciaba su
advenimiento mediante una intensa propaganda, Lechín, textualmente,
dijo: “...La inflación desatada amenaza con peligro de muerte a la Revolución Nacional. Cada aumento del salario implica una disminución del
poder de compra. Con la estabilización aquel poder de compra aumentará,
por tanto, la clase obrera como co-gobierno de la revolución, está obligada
a apoyar el plan de estabilización...”. Aquí le interrumpió el delegado Oscar Sanjinés Ovando:
— Compañero Lechín, ¿qué será con la estabilización de los nuevos ricos
que han salido de la revolución?
— “... Desgraciadamente, consolidarán su riqueza; y para ocultar a los
ojos del pueblo, los ricos de La Paz, se vendrán por algún tiempo a Cochabamba o se irán a Santa Cruz; y viceversa”.
— Compañero Lechín, “...y los pobres obreros, ¿qué haremos entonces?”.
— ¡Este es el problema! Los obreros tendrán duros dramas que afrontar.
Si antes luchaban contra tres magnates: Patiño, Hochschild y Aramayo,
después de la estabilización tendrán que enfrentarse con varios cientos de
Patiño, perfectamente organizados; la clase obrera en adelante tendrá que
luchar contra una poderosa burguesía. Esta lucha de clases, impone un deber: una monolítica unidad obrera. Sólo en base a una unidad monolítica
22
El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
de clase, podrá la clase obrera “cumplir con su destino histórico”... Concluyó: “...Entre declararse contra la estabilización y perder el co-gobierno
de la COB; o bien apoyarla y quedar en el co-gobierno, no queda otra cosa
que escoger el último camino. La clase obrera debe apoyar la estabilización
y permanecer en el co-gobierno...”.
El Congreso Nacional Fabril resolvió prestar su apoyo a la política económica de estabilización.
Cuando retorné de Cochabamba a La Paz, hablé con el Presidente Siles
Zuazo sobre la medida que se iba a tomar, y escuché de sus labios:
...La COB es COB para co-gobernar, pero para trabajar y compartir responsabilidades desaparece... Le he rogado al VicePresidente de la República Ñuflo Chávez que trabaje conmigo
en el estudio del Plan de Estabilización... pero él se ha ido a
EEUU; a Lechín, lo mismo le he dicho que se quede, que trabaje
en su difícil etapa de estudio: y Lechín en ese tiempo precisamente, se ha ido a Caracas. ¿Qué quiere Ud. compañero Reinaga que se haga? Si no viene la estabilización, la revolución
perece; con la estabilización la revolución ingresa en su proceso
de organización jurídica y económica; esto es, en su fase histórica de pleno triunfo...
La clase obrera, intuitivamente, presintió que con la estabilización se inauguraría para ella un terrible vía crucis de desocupación, miseria, hambre... En aquellos dramáticos, electrizados, y belicosos ampliados de la
COB, se vio huérfana de una dirección capaz y responsable... Los trotskystas de la COB jugaron una demagogia criminal. Atacaron aparentemente el
plan de estabilización para apoderarse y canalizar el descontento obrero;
pero por debajo, se hallaban de pleno acuerdo con la política del gobierno.
El ambiente estaba preñado de una tempestad de odio, de engaño, de sofisma, de confusión; y los derechos y los intereses de la clase obrera estaban
en riesgo de ser aplastados, hundidos totalmente. La estabilización era un
imperativo fatal, no había fuerza ni poder para oponer, desviar o proponer
una otra solución a la situación crítica del país y de la Revolución. La estabilización, como el día o la noche debía pues venir. Ante esto, conocedor
del pensamiento del Presidente Siles y de Lechín, resolví salvar el derecho
de petición de un salario justo y cabal para llenar las necesidades de la clase obrera... Y, lancé la tesis de 21 de noviembre de 1956.
Exposición de motivos
Como antecedente del Proyecto de Resolución de la COB, se impone una brevísima exposición de motivos. La cual comienzo con el célebre aforismo de Hegel:
23
Fausto Reinaga
Todo lo que es racional es real;
Todo lo que es real es racional.
La izquierda hegeliana aplicó dialécticamente este aforismo contra la reacción, para eliminar “los elementos irracionales incluidos en la realidad”.
¿Cuál es la realidad de la revolución boliviana?
En el plano internacional: no puede zafarse de la órbita del dólar. Se halla
sitiada por Estados burgueses a cual más reaccionarios. Es una isla amenazada por vendavales y trombas.
En el plano interno: toda la clase media enriquecida y empobrecida que,
desde el 9 de abril marchaba con la clase obrera y campesina, hoy ha dado
la espalda a la revolución. La especulación y el contrabando, el cupo y la
divisa han desatado la inflación incontrolada e incontrolable. Habiendo
llegado el dólar a Bs. 16.000. Esto implicaba la extremada carencia de los
artículos de primera necesidad y la desorbitada elevación de los precios en
el mercado negro. Estado de cosas que determinó: 1° el triunfo electoral de
Falange Socialista Boliviana en varios centros urbanos del país; y 2° la asonada rosco-falangista de septiembre. Las dos acciones demostraron el hecho siguiente: que el partido de la revolución, el Movimiento Nacionalista
Revolucionario había pasado cuantitativa y cualitativamente a las manos
de la clase obrera, campesina y selecto grupo de clase media intelectual
revolucionaria.
¿A esta realidad es racional el plan de estabilización?
En primer lugar, en una revolución como la nuestra, implantar la estabilización del signo monetario, no es cosa del otro mundo. El comercio libre,
históricamente, es lícito en un país revolucionario, siempre que se conserve
el poder del Estado en manos de la revolución. Hemos sufrido en carne
propia y no podemos salir del estadio del salvajismo y de la empantanada maraña pequeño-burguesa; y si es un bien el capitalismo respecto del
feudalismo, entonces es racional hacer viable la organización capitalista,
porque sólo ésta echará las bases de la sociedad socialista que anhelamos
con fervor. Si Lenin dijo: “salvemos el rublo y salvaremos la revolución”
nosotros debemos decir: “salvemos el peso boliviano y salvaremos la revolución”.
¿Es racional aceptar la ayuda norteamericana para estabilizar nuestra
moneda y lograr de este modo la producción nacional?
Si no existimos en la órbita del rublo, ¿de quién podemos pedir la ayuda?
La oferta de una ayuda rusa en el occidente no se hace viable. Lenin, en
24
El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
parecidas circunstancias a la presente, dijo: “La cosa parece paradójica: el
capitalismo privado haciendo el papel de auxiliar del socialismo”. La ayuda norteamericana, si no atenta ni pide la abolición de la libertad de que
hoy gozan los obreros de Bolivia, como en ningún otro país. Y si tal ayuda
es nada menos, que el auxiliar de la Revolución Nacional, no veo por qué
se pueda decir: no queremos tu ayuda.
Pero, ¿a qué precio nos da la ayuda?
El precio, a mí modo de ver, es que este país nuestro alcance una organización capitalista, el campesino - sobre todo - sea factor de primer orden
en el consumo de la mercancía yanqui. Aquí otra vez Lenin: “El concesionario es un capitalista, lleva a cabo sus negocios de un modo capitalista,
buscando sus beneficios. Consciente este contrato con el Estado proletario,
con la esperanza de obtener un beneficio - extraordinariamente superior
al acostumbrado, o bien ciertas materias primas que de otra manera le sería imposible o muy difícil conseguir”. El otro precio, según dice el extremismo trotskysta será la “estabilización de la miseria obrera”. Vamos. El
mundo capitalista se ha erigido, verdad, explotando a hombres, mujeres y
niños obreros sin humanidad ni piedad. Los niños y mujeres trabajan 14,
15, 16 horas diarias; además las mujeres sujetas a la prostitución obligatoria
del sobre trabajo... El mundo socialista también está avanzando merced
al sudor y la fuerza de trabajo de la clase proletaria. El poder de Rusia ha
emergido, sobre todo, del esfuerzo del proletariado ruso.
En consecuencia, si es que no apoyamos el plan de estabilización del Supremo Gobierno, tras breves episodios, entregaremos la revolución a Falange Socialista Boliviana, que afila sus garras sedientas de sangre obrera.
La disyuntiva está planteada: o estabilización o Falange.
Razón porque me permito presentar el siguiente Proyecto de Resolución.
La Central Obrera Boliviana,
Considerando: Que el Plan de Estabilización, al disponer el cambio único ha contenido la inflación y ha cortado la especulación
y el contrabando,
Considerando: Que han desaparecido los cupos y las divisas, que
fueron la causa de un sinnúmero de enriquecimientos ilícitos.
Considerando: Que el comercio libre no atenta la sustancia ni
la forma del Estado surgido de la Revolución del 9 de abril de
1952.
Resuelve:
25
Fausto Reinaga
1° Apoyar el Plan de Estabilización del Supremo Gobierno.
2° Dentro del proceso de la ejecución del plan, pedir la dictación de medidas que resuelvan con equidad el problema de la
desproporción entre los salarios, sueldos y los precios de los
artículos de consumo.
La Paz, diciembre de 1956
Fausto Reinaga
El trotskysmo ante el peligro de quedar desnudo en su felonía me puso
una zancadilla. Y pidieron mi expulsión de la Confederación de Trabajadores en Harina de Bolivia, atribuyéndome, “desviación de los principios de
la COB”. Uno de estos que se había apropiado de muchos millones de bolivianos de los fondos de la confederación harinera, exclamó: “…Reinaga
ha infamado al jefe de la revolución, escribiendo este canallesco folleto...”,
dijo, exhibiendo mi Víctor Paz Estenssoro. La asamblea votó contra mi expulsión.
Y en el ampliado de la COB, cuando terminé de hacer uso de la palabra
el mismo sector trotskysta me saltó, cual perro furioso a la garganta... Un
nuevo rico de la revolución me escupió esta ponzoña: “...ese documento ha
salido de la embajada de Norteamérica...”.
El ambiente sindical habíase saturado de mala fe y rufianería, a tal punto
que me vi obligado a renunciar a la Central Obrera Boliviana.
Después de haber agotado todas las argucias y esgrimido toda la astucia
de la fuerza y la demagogia canalla, la oligarquía sindical acabó esculpiendo una resolución, la que en última instancia apoyaba el plan de estabilización monetaria del gobierno. Y en vez de pedir, como decía mi tesis, optó
solamente sugerir al Gobierno la dictación de medidas en favor de la clase
trabajadora. En vez de pedir, sólo sugerir; he ahí lo que ha dado la oligarquía, en esta ocasión, al proletariado de Bolivia.
El lector se preguntará, ¿cómo pudo esta oligarquía dominar aquel volcán
y convencer a las masas a contentarse con una simple y pura sugerencia?
Consiguió tal cosa bajo la promesa de llamar al II Congreso de la COB.
Magna asamblea en la que la clase obrera de Bolivia definiría su posición
tanto sobre la estabilización, la justa compensación, como sobre el co-gobierno o la independencia sindical.
Convencido de que el móvil supremo de la conducta de la oligarquía
sindical era el lucro, la venalidad feroz, reuní a los diputados de izquierda
del Parlamento: y previa una amplia explicación les entregué un proyecto
de ley. O porque eran también los nuevos ricos o porque la oligarquía les
26
El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
infundía un miedo cerval, los diputados guardaron silencio. Ante tal elocuencia en la primera sesión de la Central Obrera Departamental paceña en
mi calidad de Secretario de Cultura repuse tal proyecto de ley. La asamblea
aprobó y dispuso elevar a la COB con solicitud expresa de que la matriz del
proletariado pida su sanción al Congreso Nacional; caso de haber resistencia, ordene la movilización de las masas.
Vale la pena de que sea insertado el documento:
“El Comité Regional Paceño de la COB.
Considerando: Que la situación por la que atraviesa el pueblo
de Bolivia es de sacrificio. Los artículos de primera necesidad:
el pan, la carne, el arroz, el azúcar, el café, etc., escapando al
control-cómplice de las autoridades pertinentes, se evaporan
antes de llegar a la boca de la clase obrera, la campesina y la
media empobrecida. Las largas colas que pasan la noche a la
intemperie y sobre el frío cemento o el empedrado de las calles, sufren el tormento de Tántalo: ya que camiones repletos de
artículos de primera necesidad circulan a vista y paciencia de
dichas colas, de las cuales muchas personas y muchas veces no
logran recibir ni un mendrugo de pan, ni un adarme de carne;
Considerando: Que a la otra orilla, desafiando la miseria y el
dolor del pueblo, desembozada, cínica, criminal y vertiginosamente crece el número de los nuevos ricos, que exhiben sus lujosos automóviles, sus palacios, sus dólares y hasta sus mujeres
alquiladas a oro contante y sonante. Estos flamantes barones
de divisas y cupos, la nueva rosca de malversadores, contrabandistas y especuladores, trabajan en acuerdo tácito con Falange
Socialista Boliviana y la oligarquía minero-feudal cavando la
sepultura de la Revolución;
Considerando: Que la “traición a la patria —dice la Constitución
Política del Estado— es la complicidad con el enemigo durante
el estado de guerra extranjera”, el sabotaje, el contrabando, el
desfalco, la especulación, el enriquecimiento a base de robo y
fraude, todo esto no sólo es complicidad, sino es un ataque a
mansalva a la Patria; por tanto una traición típica y sin atenuantes;
Considerando: Que si no se castiga con la pena capital a los enemigos de la Patria y de su revolución, la Revolución perecerá
y la Patria se hundirá en una tiranía bárbara de colgamientos y
masacres. La historia es elocuente: ninguna Revolución en el
mundo se ha salvado sin haber decapitado a sus enemigos y
sin haber redoblado el trabajo, la producción. En otras pala-
27
Fausto Reinaga
bras, para salvarse la Patria en Revolución tiene un solo camino: castigar con la pena capital a sus enemigos y aumentar la
producción mediante el trabajo redoblado y moralizado.
El Comité Regional Paceño de la Central Obrera Boliviana
Resuelve:
Pedir, y en su caso, exigir con la movilización de las masas, que
el II Congreso Nacional sancione el siguiente artículo constitucional:
Art. — No existe la pena de infamia y la de muerte civil.
La Pena capital se aplicará en los casos de asesinato, parricidio
y traición a la patria; entendiéndose por traición la complicidad con el enemigo durante el estado de guerra extranjera; y
también es traición a la patria el sabotaje, la malversación, el
contrabando, el desfalco, la especulación y el enriquecimiento
ilícito.
Es dado en el local de la COB a los...
(Fdo.) Fausto Reinaga”.
Es de imaginar la indignación que provocó este documento en la oligarquía sindical. El odio erizado contra mi persona ardía, con infinitas ganas
de liquidarme físicamente. Frente al poder y el dinero del clan yo, es cierto
que tenía la verdad, pero mi verdad era acallada, enmudecida. Ni una sola
vez más pudimos reunir a la Central Obrera Departamental. Menos conseguimos movilizar a las masas ni a nadie para la sanción del Proyecto de
Ley en el Congreso Legislativo.
Esto de tener la verdad anudada en la garganta, sin poderla gritar, ¡es
horrible!
Reducido a la impotencia para acusar y castigar la traición a las masas
y a la revolución, tuve que tragarme la saliva, y contemplar con pavorosa
indignación el avance de mi crisis de conciencia.
Entretanto, la estabilización monetaria se puso en vigencia. Las masas
maldecían la traición de la oligarquía sindical de la COB, oligarquía que
para retomarlas con platillo, sonaja y bombo, preparaba el II Congreso de
los Trabajadores de Bolivia...
El Secretario General de la Central Obrera Departamental, Félix Lara,
llamó a asamblea, y en ella fui designado delegado de la COD ante el II
Congreso de la COB. Mas el clan trotskysta, en el momento en que se consideraban ya las credenciales, reunió en la antesala del Congreso a cuatro
28
El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
elementos ajenos a la COD y nombró otro delegado, a uno de sus congéneres; yo resulté apenas un adscrito. La salvajada llegó a tanto que la misma
credencial no fue extendida ni firmada por el compañero Lara, sino por
otro trotskoide... La Comisión de Poderes la aprobó ésta, y no la extendida
por el Secretario General de la Central Obrera Departamental.
Los nuevos ricos sindicales entraron en el Congreso, dispuestos a cosechar
la desesperación, el odio, la violencia de la clase obrera. El plan era provocar la renuncia del Presidente Siles, para sentarle en la curul de la Primera
Magistratura de la República a Ñuflo Chávez, el diablo predicador.
En la consecución del plan todo tejemeneje tomó cariz de licitud... Mas
el clan no esperaba ni sospechaba la audacia que se había condensado en
el espíritu del Presidente Siles. De esta dramática lucha hablaremos otra
ocasión. Por ahora no se dice sino aquello que guarda relación con la crisis
de mi conciencia... Especté el desarrollo del Congreso. Vi por mis propios
ojos la canallada entronizada en lugar de la verdad y la justicia. Los nuevos
ricos, la oligarquía sindical, afilaban sus garras para capturar otra vez la
dirección total de la Central Obrera Boliviana. Ante este desplante, en un
esfuerzo supremo de valor, intelectual, agrupando en un haz mis desperdigadas energías de lucha, presenté al Congreso el siguiente proyecto de
resolución.
Exposición de motivos
El proletariado de Bolivia ha luchado por una revolución como la del 9
de abril, desde hace más de treinta años. Lapso en que ha padecido: explotación, persecución, cárcel, hambre, masacre. El martirologio obrero de
nuestra patria, no tiene parangón en los ámbitos de Indoamérica. Cuando
se recuerda las matanzas proletarias desde la primera masacre de Uncía
hasta la de Villa Victoria de 1950, aún llora sangre el corazón humano. El
mandato de los miles de mártires que murieron no fue ni puede ser otro
que éste; una mejor vida para los trabajadores de Bolivia.
La Revolución del 9 de abril ha determinado una alianza de tres clases
sociales en el poder. En efecto, el proletariado, el campesinado, la clase media, la pequeña burguesía y un sector de la propia burguesía, tuvieron que
hacer un frente común ante las asechanzas de la rosca minera y del gamonalismo feudal. La clase media, la pequeña burguesía y la burguesía aglutinándose entre sí, a la postre, forman una sola clase: la burguesía; la que
por su constitución sustantiva, su impulso esencial, su proceso vital como
clase, en suma, por su fatal imperativo histórico, debía marchar hacia la
edificación de una sociedad burguesa. La burguesía de la Revolución Na-
29
Fausto Reinaga
cional en su estadio primario era mendiga, hambrienta, harapienta. De ahí
que no pudo implantar ni crear industria alguna, por tanto, su actual poderío económico no ha salido de la plusvalía del trabajo obrero no pagado. Su
riqueza es el producto de la más escandalosa y descarada rapiña o bien del
fraude más criminal. La divisa, el cupo, el contrabando, la especulación, el
chantaje, el asalto, el despojo, la demagogia, el robo han sido la levadura
con que la nueva rosca ha amasado su actual fuerza o poderío económico.
La burguesía de Bolivia, como la de cualquier parte de la tierra o latitud
de la historia, ha tratado de hacer una sociedad burguesa, su sociedad. Ese
es su destino histórico. En dos palabras, entre nosotros: estaba en su derecho de enriquecerse robando.
En tanto que la misión de la clase obrera en el poder, ya no era la estructuración de una sociedad burguesa, sino la colocación de la primera piedra
fundamental, por lo menos, de una sociedad socialista. Y esto implica que
la conducta de los dirigentes sindicales debía, tenía que ser diametralmente opuesta a la conducta de los dirigentes de la clase burguesa. Si la moral
burguesa decía: haz riqueza para ti; la moral obrera tenía que decir: haz
riqueza para la sociedad, porque la riqueza social elevará tu clase. De la
garganta burguesa salía: explota y roba; la garganta proletaria debía gritar:
trabaja, trabaja y conquista una mejor vida para tu clase.
El argumento que esgrimen algunos dirigentes en sentido de que la responsabilidad del enriquecimiento de los dirigentes comprende también
a las masas, porque ellos toleraron y permitieron tal enriquecimiento, es
un sofisma. Porque una ley de la revolución, dice: “Las masas vencedoras
vuelven a las minas y a las fábricas; los dirigentes toman a plena conciencia la conducción del proceso revolucionario”. Entonces, ¿dónde está la
responsabilidad de las masas en la traición y en el ilícito enriquecimiento?
Cuando las masas obreras han visto a sus conductores y dirigentes practicar la moral burguesa, esto es, cuando han visto robar y enriquecerse;
cuando han visto convertirse en dueños de empresas industriales, de palacios, de chalets, de camiones, colectivos, autos lujosos: cuando han visto alhajados de joyas costosísimas, manejando múltiples chequeras de sus
múltiples depósitos bancarios dentro y fuera del país; cuando han visto las
masas a sus dirigentes opíparamente nutridos y vestidos del mejor casimir
inglés; estas masas —que hoy retornan a sus harapos, y en sus estómagos
casi vacíos sienten las mordeduras del hambre—, estas masas corren el
riesgo de desilusionarse, de perder toda fe y esperanza en la Revolución.
¡Ay del día en que se haya apagado la chispa de la fe en el alma de las
masas! ¡Ay del día en que se haya convertido en páramo el corazón de
las masas, ese día habrá perecido la Revolución! Hay que hacer lo posible
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El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
para que se mantenga la chispa de la fe en el alma de las masas; hay que
evitar que se convierta en páramo el corazón de la clase obrera de Bolivia.
Y para que las masas eleven la mirada y vean brillar de nuevo la estrella de
la esperanza; para que la esperanza retorne a las masas, hay que castigar a
los traidores, a los caínes desclasados. Porque si no se les castiga, las masas
se irán de la revolución. Y si alguien observara de que es improcedente la
creación de tribunales especiales, nosotros respondemos que existe el Tribunal Militar, que es un tribunal especial; y lo que pedimos no es más que
una cosa semejante.
Razón porqué nos permitimos presentar el siguiente voto resolutivo para
que este II Congreso de la Central Obrera Boliviana pida de inmediato al
Supremo Gobierno convertir en Decreto-Ley dicha resolución.
El II Congreso de la Central Obrera Boliviana resuelve:
Artículo 1°— Créese el Tribunal Supremo de Justicia Sindical, compuesto
de cinco miembros titulares y tres suplentes, que serán elegidos por el II
Congreso de la COB. El Tribunal Supremo tendrá por sede la ciudad de La
Paz y durará en sus funciones de Congreso a Congreso.
Articulo 2°— Habrá en la República diecisiete Tribunales Regionales de
Justicia Sindical. En el asiento de cada Comité Regional de la COB funcionará un tribunal. Los miembros de este tribunal, tres titulares y dos suplentes, serán elegidos democráticamente en asamblea pública.
Artículo 3°— El Tribunal Supremo de Justicia Sindical conocerá y juzgará
en última instancia, los procesos elevados en apelación o consulta por los
tribunales regionales. Su fallo será inapelable y definitivo.
Artículo 4o— Las atribuciones de los tribunales regionales consistirán en investigar, procesar y juzgar los delitos cometidos por los dirigentes sindicales.
Artículo 5°— Los procesos se sustanciarán sumariamente. Los tribunales
regionales darán su fallo en el término perentorio de veinte días; y el Tribunal Supremo de Justicia Sindical, en el término de quince días.
Artículo 6°— Las sanciones para los delincuentes sindicales serán: la
pena capital, prisión desde uno hasta veinte años, obras públicas, confinamiento y destierro.
Artículo 7°— Los bienes de los delincuentes que se han enriquecido desde el 9 de abril de 1952, comerciando o negociando con la dirección sindical, pasarán a la COB y se consolidarán como bienes propios de la institución matriz, la que en su caso podrá distribuir entre los sectores laborales
más necesitados.
31
Fausto Reinaga
Artículo 8°— Son delitos sindicales: a) el ejercicio de la dirección sindical
como negocio lucrativo para enriquecerse; b) la implantación del terror físico, intelectual o moral sobre las bases sindicales; c) el robo, el fraude, el
engaño, el abuso de confianza, el uso indebido e inconsulto de los fondos
del sindicato, la coima, la extorsión y la traición.
Artículo 9°— Estos tribunales administrarán justicia sindical exclusivamente, y sus fallos tendrán el valor de los fallos de la justicia ordinaria.
Artículo 10°— La Caja Nacional de Seguridad Social pagará a los miembros del Tribunal Supremo y Regionales los sueldos en el mismo monto
que a los vocales obreros.
Es dado en la sala de sesiones del Segundo Congreso de la COB.....
La Paz, 7 de junio de 1957
(Fdo.) Fausto Reinaga
Delegado Adscrito del Comité Regional de La Paz.
Lechín, después de leerlo detenidamente me dijo: “Fausto, no lo presentes tú; no conviene que hables; no te dejarán hacer uso de la palabra. Entrégale a Daniel Saravia, que es el Presidente de la Comisión de Asuntos
Sindicales: le diré que haga poner en el orden del día con informe favorable
para su aprobación...”. El hechizo de la palabra de Lechín, me atrapó en sus
redes. Hice lo que me había indicado... Pero la comisión por instrucciones se
abstuvo de informar.
Estaba erguido el lodo; y la luz de mi fe revolucionaria en riesgo de ser
definitivamente apagada. La crisis de conciencia rota, sin piedad ni descanso mi vida toda...
El 2 de agosto de 1957, cuarto aniversario de la Reforma Agraria, llegué
de nuevo a los campos de Ucureña, donde años atrás conviviera lapsos largos con los campesinos de aquel histórico lugar. Esta vez la concentración
campesina puso ante mis ojos dos cosas: una amarga desilusión respiraba el
alma del indio a la par que en los líderes afloraba una prepotencia cínica y
salvaje. Los nuevos caciques, ricos, poderosos por un lado; y las masas extorsionadas y esclavizadas por el otro, se enfrentaban esta vez en Ucureña.
En el cenit del domingo 2 de agosto de 1953 de pie, verticales,
dos millones y medio de campesinos conquistaron Tierra y Libertad! y los 200.000 indios presentes en Ucureña escucharon la
voz libertaria de la revolución en quechua, aymara y castellano: conforme avanzaba la lectura del D. S. aquella masa lloraba
a raudales, parece que con sus lágrimas, lavaba sus heridas de
cuatro siglos de esclavitud.... Se sentía, se veía cómo el alma de
32
El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
la raza ya sin cadenas se desperezaba, se incorporaba y recibía,
no de rodillas sino de pie, el fuego de Prometheo: ¡la Libertad!
En aquel infinito vértigo de felicidad, la raza se estremecía al
sentir la caricia de la Pachamama... El indio, este domingo 2 de
agosto de 1953, lloró, cantó, bailó... y ¿cómo no había de llorar,
cantar, bailar, si había reconquistado después de cuatro siglos
de rapiña y opresión su Tierra y Libertad?... Yo, indio de carne
y alma en medio de sollozos entrecortados, a la conclusión de
la lectura del decreto fui el primero en gritar: ¡Viva la liberación
del indio! ¡Viva la Reforma Agraria!...
Océanos de emoción: negros recuerdos y rosadas esperanzas
cruzaron por la mente y el corazón. .. Con un puñado de tierra en la mano y una aureola de libertad en la frente, seguían
—cuando yo abandonaba Ucureña— bailando mis hermanos
indios” (Reinaga, Fausto. Belzu).
Aquella eclosión primaveral de esperanza y libertad, se había entenebrecido a tal punto que no era más que un negro crepúsculo. El caudillo de los
indios, el Lechín de los indios resultó nada menos que Ñuflo Chávez, esto es,
la antítesis de lo que es el indio en Bolivia. Un gamonal de generaciones;
uno que respira fobia por todos los poros. Uno que es foráneo, extranjero
para el alma y la carne del indio. El jefe de los indios no habla ni una sílaba
de aymara ni de quechua. Que se entiende con los indios, como cualquier
gringo, mediante intérpretes.... Frente a la esperanza india convertida hoy
en abyección, exhibí a la luz una mueca de dolor; y como escucharon mi
protesta y maldición, los secuaces de la oligarquía sindical me tomaron
preso; se apoderaron de mi valija y me transportaron desde Ucureña hasta
la policía de Quillacollo. En la policía violaron la valija; se apoderaron de
los libros y dinero que eran de mi hijo, estudiante en la Universidad de Cochabamba. Un organismo tan debilitado por el trabajo y las privaciones,
como el mío, cayó víctima de la influenza. Torné a La Paz gravemente
enfermo.
El veneno nihilista irrumpía por las reconditeces más misteriosas de mi
alma; mi conciencia revolucionaria se prendía y se apagaba como una luciérnaga moribunda en riesgo inminente de ser definitivamente aplastada
por la pezuña del medio ambiente. El ludibrio en la oligarquía sindical,
la miseria y desesperación de las masas, agravaron pues mi crisis de
conciencia.
Antes de recibir el último adiós de mi fe en el socialismo, en una postrera
y brava decisión de mi voluntad, en el oceánico hervor de mi dolor; en una
contracción de infinita angustia de mi ser, en un último y supremo esfuerzo, resolví hacer un peregrinaje a la nueva santa tierra del socialismo: Rusia.
33
Fausto Reinaga
La lejana y misteriosa Rusia que había alimentado mi fe en el socialismo;
y que había arrojado montañas de fuego a mi valor en mi dramática lucha,
aún tenía, en mi misma tragedia actual, cierta sugestiva fuerza para mi
alma, para mi vida cercenada por la decepción, golpeada por la duda, y en
riesgo de ser destruida, por el detritos del más pavoroso nihilismo.
Al festival de la juventud de agosto 1957 en Moscú, los jóvenes bolivianos
me invitaron a viajar como escritor y amigo de ellos. No obstante mi gran
deseo de adjuntarme a los muchachos, no pude; porque no logré conseguir
los tres millones y medio de pesos bolivianos que se requería para pagar
el pasaje. Se fueron, me quedé desolado. En esto, casualmente, me llegó de
México un número de la CTAL, donde se registraba la convocatoria al IV
Congreso de la Federación Sindical Mundial que debía realizarse del 4 de
15 de octubre de 1957, en la República Democrática Alemana, ciudad de
Leipzig.
Cuatro años atrás, un grupo boliviano fue al III Congreso de la Federación Sindical Mundial. En aquella ocasión, la oligarquía impuso al Presidente de Bolivia, erogar varios miles de dólares para el pasaje y viáticos
de dicha gente; la misma que alcanzó llegar a Rusia. Esta experiencia me
sirvió de acicate para hacer cosas casi imposibles... Se requería sobre todo
dinero; y yo no tenía seguro ni el pan nuestro de cada día. ¿Qué hacer? ¿A
quién pedir? La fiebre quemaba mis sienes. Mi cuerpo amortajado por mil
privaciones y esfuerzos sobrehumanos, resistía inflamado: por el deseo, no
se rendía a la enfermedad, todo mi ser se convirtió en voluntad.
La voluntad gritaba: ¡Viajar! ¡Si es necesario morir viajando a Rusia! Este
deseo fue una tabla de salvación. Yo que me iba a hundir en la negra sima
del escepticismo, me agarré como quien se escapa en el hundimiento de
un barco y se prende con uñas y dientes de algo, que no son las olas ni los
tiburones, así me prendí de mi voluntad de viajar.
¿Dinero? ¡Sí, que habría!
El pasaje costaba 600 $US. (600 dólares) en barco (tercera clase) y tren de
segunda Hamburgo-Leipzig; suma que recibí de Hernán Siles Zuazo, Presidente de Bolivia; y de la enfermera María Roggero, 3 millones de pesos
bolivianos por concepto de anticresis de mi chocita de Killi-killi en La Paz.
Pedí a Siles Zuazo ordenar a la Caja Nacional de Seguridad Social la entrega de mil doscientos cincuenta ejemplares de Franz Tamayo y la revolución
boliviana que me correspondía por derechos de autor, para —con el producto de la venta— comprarme el pasaje.
Siles me dijo: “La CNSS no puede todavía pagar la edición de su libro,
tiene Ud. que esperar”.
34
El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
— La única posibilidad de procurarme el pasaje es la venta de mis libros.
— Le daré para el pasaje de ida; y si no puede volver, le haré repatriar.
En mi calidad de asesor legal del Ministerio de Trabajo, obtuve un pasaporte oficial, y faltando un par de días para emprender viaje, el Ministro
de Relaciones Exteriores me hizo decomisar dicho pasaporte. El pobre Ministro tuvo un miedo cerval de que su pasaporte llegara a Moscú, y de consiguiente le ocasionara una desgracia en su feliz pupilaje de la Embajada
norteamericana. Se me extendió pasaporte especial, negándoseme la nota
para la visa en la embajada de Checoslovaquia.
Los mineros y los campesinos, las fuerzas más vivas y poderosas de Bolivia, emocionados por el evento de un congreso de trabajadores de todo
el mundo; algo más, con la decisión de saludar a través de mi persona en
su 40 aniversario a la Revolución Rusa, y a su conductor genial Lenin, me
hicieron llegar las siguientes credenciales:
Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia.
Credencial.
La Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia
Acredita como Delegado Fraternal, ante el IV Congreso Sindical Mundial, que se efectuará en la ciudad de Leipzig, Alemania, del 4 al 15 de Octubre del año en curso, al c. Fausto Reinaga, escritor proletario y Secretario de Educación y Cultura del
Comité Regional de la “Central Obrera Boliviana”.
La presente le servirá de suficiente Credencial al indicado compañero.
La Paz, (Bolivia) 20 de agosto de 1957
(Fdo.) Mario Torres Calleja. Secretario General FSTMB; Sinforoso Cabrera, Secretario de Relaciones; Pedro Arismendi, Secretario Cooperativas; Grover Araujo, Secretario Permanente”.
“Credencial
La Confederación Sindical de Trabajadores Campesinos de Bolivia.
Acredita como delegado fraternal ante el IV Congreso de la
Federación Sindical Mundial, que se llevará a cabo del 4 al 15
de octubre, año en curso, en la ciudad de Leipzig, República
Alemana, al compañero Fausto Reinaga, luchador y revolucionario indio, quien llevará nuestro fervoroso saludo de los dos
millones de indios-campesinos de Bolivia, que hoy se hallan
empeñados en la lucha por la liberación nacional de la Patria.
La presente le servirá de suficiente credencial al c. Reinaga
para el lleno de sus funciones.
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Fausto Reinaga
La Paz, 25 de agosto de 1957
(Fdo.) José Rojas, Secretario General de la CSTCB, y diputado
indio ante el Parlamento nacional; Víctor Torrico. Secretario
Ejecutivo de la Federación Sindical de Cochabamba y diputado campesino”.
Además de estas credenciales, la Central Obrera Departamental de La
Paz, la Confederación Sindical de Trabajadores en Harina de Bolivia y el
Sindicato de Escritores Revolucionarios me dieron otras
Como un crótalo se enroscó en mi garganta la obsesión en la muerte. Desde las raíces profundas e instintivas sentí subirme el presentimiento. Una
voz interior, como el demonio de Sócrates, me gritaba que en mi camino a
Moscú, moriría.
Entre el vivir en la abyección y el triunfo de la canalla que había puesto
en trance de decapitación mi conciencia revolucionaria o morir en viaje
a la nueva tierra santa, escogí la muerte. Un misterioso empuje fatalista
me acompañó en mis combates con la mezquindad humana; con la rutina
avinagrada de mala fe de los burócratas. Pero ese mismo fatalismo cual
aguja de fuego se clavó en mi corazón provocando el latido que parecía un
extraño escozor del reino de la muerte.
El hecho es que el corazón y el alma me auguraban siniestras, desgracias, tragedias, como preludios de mi definitiva desaparición del reino de
la vida. Y algo peor todavía. Presentía, casi era conciencia clara, aquello
con que el demonio socrático me taladraba el corazón, el alma; una voz
profunda que decía: “Fausto, muerto o vivo no recobrarás tu fe; no renacerá tu conciencia revolucionaria”.
Que del fondo de la ceniza escéptica no saldría más a resplandecer mi esperanza. Que mi ideal socialista estaba liquidado para siempre. El demonio
con su persistente voz de mala agorería no me dejaba en paz ni de día ni de
noche. A la par que el fantasma de la muerte tampoco me dejaba ni a la luz ni
a la sombra. La vacuna internacional, cosa insignificante, se convirtió en una
concha purulenta. El dolor físico atizaba el dolor psíquico. Ya dije que estuve enfermo con la recaída de aquella influenza, que cegando vidas recorrió
por estas breñas andinas... El presentimiento de mi muerte fue anterior a mi
enfermedad y a la vacuna; pero éstas me exacerbaron casi hasta la obsesión.
El cruzado de los siglos XII y XIII hervía de fe; yo un cruzado del siglo XX
al comenzar mi peregrinaje tenía la fe vacía. He aquí un terrible drama, que
espero estudiarlo en otra ocasión; para mostrar la crisis de conciencia en
estas alturas nevadas y en las sociedades que detestan y odian las excelsas
y sublimes manifestaciones del espíritu.
36
Capítulo II
En peregrinación al mundo socialista
La noche aquella que precedía al día lunes 26 de agosto de 1957, la pasé sin
dormir; vueltas y revueltas en el lecho y no logré conciliar el sueño. A las
cuatro de la mañana salté de cama; tomé un baño de agua fría y a las 5 y 30
José Mamani, el adobero, y yo descendimos de Killi-killi a las oficinas del
Lloyd Aéreo Boliviano. A poco llegó Ramiro, mi hijo. Estaba con mi familia:
el adobero y mi hijo. Me asaltaron infinitas ganas de llorar. Mamani, indio
aymara, con su boca verdosa, teñida por la coca y sus ojos perdidos en las
simas profundas de su cara seca y pétrea, comprendió mi dolor y dijo: “No
tener pena; yo ver no más al Ramiro”.... Partió la góndola transportando a
los pasajeros al aeropuerto de El Alto...
Esa mañana, fría, triste, dejé la oquedad urbana de La Paz. Ciudad donde había volcado toda una vida; donde había luchado a brazo partido por
mis ideales y había mordido más de una vez la derrota, pero también alguna vez había sentido la caricia del triunfo. Y esta mi ciudad de piedra,
arrodillada ante su dios blanco, el Illimani, despegaba apenas el párpado
somnoliento... Presentimientos raros anudaban mi garganta; golpeaban mi
corazón anegado en llanto; estrujaban mi alma, como si fuese la última vez
que contemplase esta querida ciudad “colgada como un nido de cóndores
en la cumbre de los Andes...”. Cuando el avión se elevó, desde el cielo, en
fugaz mirada divisé todavía mi chocita y rodaron por mi mejilla gruesos
lagrimones y tronó en mi garganta un ¡ay! de despedida...
La gente que volaba conmigo se persignó y rezó. Yo como ya nada sé, ni
siento del dios de ellos, permanecí mudo e inmóvil. Aterrizamos en Cochabamba. Se me apoderó la necesidad de hablar con alguien. Mi alma se
ahogaba: había urgencia de relacionarme. Llamé por teléfono a Eduardo
Ocampo Moscoso, mi dilecto amigo.
Partió el avión. Mi dolor de despedida cedió al sueño...
37
Fausto Reinaga
Dormí largo rato. Cuando desperté viajábamos sobre una alfombra verde, rasgada por víboras relucientes de plata: los ríos, que surcaban la entraña de la selva. Bosques y más bosques. Estábamos en Santa Cruz de la
Sierra, la ciudad del oriente. Junto al castellano camba, escuchamos el checheo del castellano porteño de Buenos Aires. Gente masculina y femenina
del sud del continente acuciada por la fiebre de riqueza, se había dado cita
en esta tierra de promisión que posee el poder de un hechizo.
En el seno de mi propia patria me vi avasallado por otra lengua, que
implicaba otra raza, otra tierra, en fin, otra alma. Aquí comenzó mi padecimiento. La gente del avión argentino, muy posible por mi cara de indioincaico mostró frente a mi persona un gesto de superioridad o de soberbia.
Me impidieron, sin dar razones, ocupar el asiento de la primera ventanilla
que en mí es un hábito.
Rumbo sud avanza el avión. Solo, con la cara pegada a la ventanilla, rumiaba mis dolores que salían de mi pecho como una cascada de ascuas. Los
recuerdos de mi niñez, sin juguetes y sin zapatos; la vida sufrida, miserable
de mis padres analfabetos; el agro, la mina, la arriería. Los sufrimientos, en
la escuelita de Colquechaca, los primeros años del Colegio Bolívar de Oruro... Pasaban en procesión los recuerdos que me acribillaron como agujas
ígneas. Volví en mí con el aullido del hambre... En esto ya descendíamos,
dejando atrás las montañas.
Aterrizamos en Salta. La gente salteña tiene la plenitud estomacal y la
tranquilidad espiritual de un rebaño de vacas.
En Bolivia, la gente lleva a cuestas una angustiosa pasión encendida; está
siempre en permanente tensión de lucha. En Salta la intangibilidad de la
vida es una evidencia vulgar. Las personas, como dentro de una cofradía
conventual se cuidan, se protegen, hay apoyo mutuo para evitar un leve
rasguño, sea de carne o de alma. En Salta se respira catolicismo e hipocresía aldeanas ópimas y libérrimamente. Cuando una que otra persona se
percató de mi nacionalidad, con miedo y prevención, me clavó una saeta
de odio. Porque Bolivia no era más que revolución, en aquellos predios de
Dios.
Tras el expedienteo de revisión de las valijas, pasaportes, certificados de
vacunación, etc., reemprendimos el viaje casi con las sombras de la noche...
De trecho en trecho y de rato en rato aparecían a nuestros pies islotes de
luces. Eran las poblaciones iluminadas de la fecunda pampa argentina. Y
de repente nos dimos con un mar de estrellas a ras de tierra: estábamos en
Buenos Aires. En el aeropuerto anuncia el altoparlante: “Al señor Fausto
Reinaga lo espera el señor Carlos Dujovne”... Averiguo por tan feliz noti-
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El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
cia, evidentemente me esperaba el Sr. Dujovne, en las oficinas de Aerolíneas de la Capital.
Carlos Dujovne, ex miembro del Partido Comunista argentino, con mi
colaboración abandonó su anónima existencia de Buenos Aires y vivió cerca de tres años en Bolivia; como Asesor de la Comisión de Coordinación y
Planeamiento, e influyó en el proceso de la revolución boliviana.
El largo viaje me molió los nervios, a ello hay que añadir mi estado delicado de salud. La vacuna internacional llena de pus, dolía tremendamente.
La gigantesca Buenos Aires donde diez años atrás, viví dos años como Pedro en su casa, esta noche me sacudió desde mis más recónditas entrañas;
me sentí como una sanguijuela aplastada: tuve un miedo cerval de dar un
paso; de mirar, de hablar... Que si no estaba Dujovne para conducirme al
hotel sólo Dios sabe lo que hubiera sucedido con mis huesos.
Dujovne tenía todavía a la revolución boliviana como parte integrante de
su vida; elemento de su conciencia. Hambre y ansiedad de noticias le quitaban el apetito y el sueño. De ahí que me tuvo hasta la madrugada conversando; discutiendo, sobre éste o aquel aspecto del proceso revolucionario...
Me caía ya de cansancio y de sueño, pero él seguía inquiriendo sobre las
personas y los hechos que batallaban en el país del Altiplano.
En la Exprinter de La Paz, compré pasaje de tercera clase en Navi Franco,
que debía llevarme hasta Hamburgo; la Compañía, en forma insólita, me
notificó que debía reintegrar 800 pesos argentinos; porque Exprinter de La
Paz, se había equivocado en el cobro del valor del pasaje.
Ante tal inesperado evento, me quedé perplejo. La Exprinter de Buenos
Aires hizo un cable a Bolivia, el tiempo corría y no había respuesta. Zarpó
el barco de Navi Franco. Me quedé plantado. Un día cuando turnaba de las
oficinas de la compañía, justamente en la esquina Corrientes y San Martín, el humo que despedían los congestionados vehículos me ocasionó el
súbito cierre de la tráquea. La falta total de aire en mi aparato respiratorio,
determinó el desencadenamiento de los fenómenos inherentes a la muerte.
Huyó la luz de mis ojos. Se abrió desmesuradamente mi boca para dar
paso a la mayor cantidad posible de aire; pero la garganta la tenía herméticamente cerrada; el aire no pasaba a los pulmones. No pude tenerme más
de pie, me desplomé y caí de cuclillas. La gente continuaba su camino, en
esa mañana fría, sin reparar en la guadaña que iba decapitando mi vida...
Con infinita dificultad, como un chirrido semejante de una puerta hinchada que resiste la fuerza que trata de abrirla, así... así penetró a los pulmones
una milagrosa burbuja de aire... poco a poco, con una lentitud que abarcaba siglos de angustia la respiración estertorosa me devolvía la vida...
39
Fausto Reinaga
Los últimos destellos de mi pensamiento, fueron Bolivia, su revolución
y la evidencia de que tenía que morir... Después de una lucha de dos horas, me incorporé; desencajado el gesto, tatuada el alma llegué a mi hotel
a seguir pensando y esperando morir en esta peregrinación. Mas el grito,
el alarido maternal de la Pachamama, la voz de la tierra, resonaba en las
bóvedas de mi conciencia, y me indicaba buscar el sepulcro al pie de las
montañas de nieves perpetuas, en la soledad del yermo andino...
Como ya no podía proseguir el viaje por falta de dinero, resolví retornar
a Bolivia. Recogí de Exprinter el valor de mi pasaje pagado en La Paz, y me
eché a vivir la vida intelectual de Buenos Aires... Estuve con personas, grupos intelectuales y políticos de toda tendencia. Dicté varias conferencias
sobre la revolución boliviana. Los escritores Silvio Frondizi, Rodolfo Puiggros, Jorge Abelardo Ramos, Juan José Hernández Arregui, Alicia Ortiz,
Rómulo Rodríguez Zelada, Marcos Kaplán, etc., me dedicaron sus libros
y compartieron fraternalmente, ¡Cuánto bien me hizo todo esto! ¡Cuánto
bien me hicieron Juan José Real, María Luisa Carnelli, Solano Lima, Juan
Andrés Cuello Freyre, Ricardo Napuri, Codovila, Iscaro, Dujovne, etc.; políticos, intelectuales, escritores; mas una pléyade de juventud universitaria
y obrera al unirse y homenajear en mi persona a la revolución boliviana.
Fue Juan José Real, la divina chispa que reavivó la llama de mi voluntad
de proseguir el peregrinaje a la Jerusalén socialista: Moscú.
¿Qué 800 $ para mi pasaje?
Con la ayuda de Real, Dujovne, la Carnelli, hubo 1.500 $ y una libra esterlina. . . Se consiguió la visa para el mundo socialista; se compró el pasaje
en el Transatlántico Comte Biancamano. El miércoles, 11 de septiembre de
1957, a horas 20, partí de América hacia Europa. Dos obreros bolivianos me
acompañaron hasta el puerto, Estrechándome corazón con corazón, entre
sollozos, me dieron el adiós. . .
Amanecimos en Montevideo. Anduve por calles y plazas. En el movimiento humano sorprendí un alma social triste: la pupila empañada de
desesperanza. Pasado el medio día nos echamos al mar-océano. Se descompuso el tiempo provocando la furia del viento. Aquí vi y sentí en carne
propia la fuerza del mar. Ola tras ola chocaban y tras el estallido la superficie líquida se cubría de blanca espuma... El pobre buque, el poderoso transatlántico Comte Biancamano, gemía de dolor, el azote persistente de las
olas, hería mortalmente sus carnes de madera y hierro. La gente vomitaba
por los ojos miedo... Trataba inútilmente de disimular... El miedo, como el
cuenco de la mano estrujaba a todo ser viviente... Ante el impío restallar de
las olas, el barco crujió toda la noche... Navegamos largo tiempo bordeando
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El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
las costas del Brasil. En las paradas forzosas de sus puertos, conocimos a su
gente y sus cosas. El puerto de Santos nos produjo náuseas. La mayoría de
la población negra saturaba el clima social de vasallaje. El negro del Brasil
respira esclavitud, humildad de perro castrado y, cuando puede, furor de
fiera herida. Santos, como nota predominante de su fisonomía ostenta una
mendicidad general lacerante y una prostitución inmunda de la peor hampa. Hombres, mujeres y niños piden limosna. Hombres que se derriten en
la mugre, y que de arpías parecen osamentas, mercan al menudeo el sexo.
Río de Janeiro, una belleza geográfica debidamente aprovechada por el
esfuerzo creador del hombre. Asombroso y poético paisaje y un intenso
hormigueo humano constituyen la nota predominante de la capital carioca. Al final, Recife, ciudad tropical que vive abrazada por el bosque y el
mar; acariciada por el susurro del follaje y el rumor de las olas. Pero el
hampa aquí también exhibe impúdicamente sus lacras...
El mar hizo un daño terrible a mi pobre humanidad. Hasta Recife me
convertí en un rosario de enfermedades. Períodos largos de insensibilidad
en el muslo izquierdo. Ininterrumpido y agudo dolor de todos los huesos;
punzadas de fuego en los músculos, erupciones cutáneas en el cuero cabelludo; hinchazones e incordios en ambos lados del nacimiento de los muslos. Cansancio y agotamiento casi total físico y psíquico. Las articulaciones,
los músculos se negaban a obedecer el mandato de la voluntad... Me vi,
pues, atingido a tocar las puertas del hospital del barco.
El médico, me dijo: “Estos dolores son casi naturales en las personas que
navegan por primera vez... Su patria debiera tener mar, para evitar a sus
súbditos estas dolencias...”.,
Si Bolivia hubiera tenido mar, yo no hubiera enfermado. El mar... la soledad, el aislamiento, el silencio... ¡Ah!, es un espectáculo magnificante.
Nada rompe entonces la fascinación poderosa y uno comprende que a no
mediar la voluntad ajena, la propia quedaría postrada para siempre ante
aquella fuerza irresistible que la oprime… Por la temperatura de nuestro
cuerpo y por la composición de nuestra sangre, llevamos en la intimidad
más profunda el recuerdo obscuro de génesis marino en el instante mismo
en que por una feliz combinación de átomos apareció sobre el universo
inerte el prodigioso equilibrio de la materia viva.
Los antiguos, que habían hecho del mar una divinidad, algo debieron
comprender de todo, porque afirmaron en una leyenda hermosa que navegar era más necesario que vivir. Cuando entre cielo y agua la visión del
mar nos subyuga hasta dominarnos, nuestra emoción es mucho más que
el confuso temor que nos asalta ante todas las fuerzas capaces de quebrar
41
Fausto Reinaga
nuestro destino; es el sentimiento de la criatura que al mirar de frente la
divinidad generosa que la ha formado con su propia substancia, comprende de pronto que son las aguas del mar las que siguen corriendo en sus
propias arterias, y que es también su ritmo incansable el que continúa impulsando su corazón...
Al privarme mi patria del mar, me separó de mi propia substancia y del
ritmo incansable que impulsa mi propio corazón...
Ahora pagaba con mis enfermedades la tragedia de mi involuntario divorcio de “las aguas del mar, las que siguen corriendo en mis propias arterias...”.
¿Pero, fue mi patria la que me privó del mar? No. Los intereses de explotación fueron los que privaron a mi patria de su mar... Por este despojo
histórico, yo padecía mi tardía readaptación a mi elemento primario, a mi
propia substancia.
Pido a los hombres de la tierra, ¡que no priven del mar a nadie!
* * *
Me transporto un instante al mismo viaje. En el barco ocupo la cama número 348/B cabina 14 di terza classe. La gente rica viaja en primera, y la
menos rica en segunda. Los pobres debíamos viajar en tercera clase. Tengo
tres compañeros de cabina. Un mecánico ítalo-argentino y los otros dos son
árabes, pequeños comerciantes. Trabamos amistad, los árabes viajan a su
tierra, Russel, después de cuarenta años de ausencia. Había salido adolescente, hoy vuelve viejo y solo. Katra es un joven, sin horizonte; lleva ropa
vieja, para vender. El ítalo-argentino, Lelio, vuelve a Italia al seno de su
familia con mucha ropa nueva y bastante dinero. Dieciocho días de mar me
unió a estos hombres de Dios. La inculta cabeza de Lelio no hace otra cosa
que buscar hembras por medio del baile y la natación; en tanto los árabes,
tienen la manía del negocio; el dinero, para ellos posee un poder satánico
que les subyuga y les obsesiona.
Cuando cruzábamos de América al África, en el fragor horrísono de la
tempestad nos mandaron salir de las cabinas con los salvavidas en el cuerpo, para enseñarnos a afrontar el peligro. Es entonces que al viejo árabe
casi le saltaron los ojos. Le temblaba la mandíbula. Se le desencajó el gesto.
Enmudeció... Lo arrastramos al hospital. Por el efecto de una inyección,
recobró el juicio; entonces cual un epiléptico, llorando a raudales, refirió
su histeria: era joven de dieciocho años. Alto como un junco y fuerte como
un roble. El barco en que iba para América se hundió, en el mismo lugar
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El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
por donde ahora navegábamos. Él, gracias a su salvavidas y a su destreza
como nadador, escapó por dos veces de las mandíbulas de los tiburones...
Luchó en plena tormenta por ocho horas. Al cabo de este tiempo un barco
recogió a los sobrevivientes. Y a los pedazos de cuerpos que flotaban sobre
las olas, a las sobras de los tiburones, amarrando a trozos de hierro, precipitaron al fondo del mar... A esta altura de su trágico relato exhibe su certificado de náufrago. Besando aquel documento, llorando como un niño,
grita: “Una vez me salvé; pero ahora no; moriré tragado por este mar”. La
furia de las olas restallaba contra los flancos del barco; el cual, con un dolor
intensamente humano gemía larga y quejumbrosamente.
El dramático relato dentro de aquel cuadro tenebroso de la feroz batalla
del buque con las olas embravecidas, hizo en mi alma un efecto horrible.
La siniestra presencia de la muerte se puso ante mis ojos. El presentimiento fatalista que me había torturado desde el comienzo de mi viaje, hoy
se anunciaba como una realidad inmediata. Reducidos todos a la mínima
expresión de la impotencia queríamos convertirnos en una partícula de
aire, en un jirón de nube, siquiera en una hojita de árbol para flotar sobre el
abismo y salvar así la chispa de vida hecha conciencia que rutilaba en cada
uno de nosotros.
La tormenta pasó y la extrema tirantez de nervios bajó.
Restablecióse la rutina
En el barco, y especialmente en terza classe, va gente italiana y española.
De abuelos a nietos, familias íntegras se puede decir que emigran de la
Argentina a Europa. Personas hay que tornan a la patria de origen después
de medio siglo de ausencia. Llegaron como inmigrantes a América, ahora
regresan con sus hijos americanos, por tanto inmigrantes también a sus
viejos pueblos. La baja del peso argentino, el bajo salario y el costo elevado
del estándar de vida han determinado esta migración en masa. Los gobiernos de Italia y España pagan los pasajes de sus súbditos trabajadores y de
sus familias. Los llevan contratados para tres años y medio. Mas si en este
lapso sobreviniera la guerra, huirán de ella; regresarán a América como
ciudadanos de la Argentina, Uruguay, etc. Así, buscando mejores salarios
y huyendo de la guerra han vivido y seguirán viviendo estos inmigrantes
que llevan desgraciadamente la patria en el estómago; o mejor, que para
ellos no hay más patria que el estómago.
Como el antípoda de esta gente con patria estomacal, emigraba, un grupo de jóvenes israelitas de ambos sexos. Todos frisaban entre los 17 y 23
años. Dejando en América: casa, padres y hermanos se marchaban a Israel
43
Fausto Reinaga
para trabajar una parcela de tierra hasta convertirla en una colonia agrícola
moderna. Estos jóvenes llevaban en el cerebro la ciencia necesaria y en la
voluntad el poder suficiente para la empresa. Pero en el corazón ardía la
vieja patria humillada, perseguida y abatida desde hace veinte siglos. Esta
juventud se sentía ofrenda orgullosa y vital a la patria de sus mayores, que
ahora llamaba a sus hijos de todas las latitudes del orbe, Esta juventud que
ama la libertad y el progreso impulsado por el trabajo, frente al imperativo
de las realidades del mundo, estoy seguro que se convertirá en la pionera
del socialismo israelí. Ese es el aliento que he sentido al asomarme a sus
generosos corazones.
Entre Río de Janeiro y Recife, en mi mayor desolación y amargura tropecé
con una crecida delegación uruguaya, un paraguayo y un brasileño que
iban también rumbo al mundo socialista; concretamente como yo, al IV
Congreso de la Federación Sindical Mundial.
Leyeron mis libros y luego me pidieron una conferencia sobre la revolución boliviana. Sobreponiéndome a mis dolencias físicas y a las tribulaciones de mi alma, una tarde entera en el salto proal les hice una relación
de los sucesos que acaecían desde abril de 1952 en el país del altiplano. Al
concluir mi charla, Enrique Pastorino, diputado y por su personalidad jefe
nato de la delegación uruguaya, me felicitó efusivamente.
Luego, la juventud israelita me pidió otra charla más amplia con libre acceso para el público. Esta segunda conferencia la dicté en el lujoso salón de
popa de la primera clase, la misma que provocó violentas interrupciones;
momentos hubo en que se erizó la polémica apasionada. Una muchacha
israelí con una sindéresis digna de toda ponderación, puso fin a la polémica y permitió la prosecución hasta el desenlace final. Ronald Alarcón,
joven estudiante boliviano, ebrio de emoción y con los ojos humedecidos
me invitó un vaso de champagne; homenaje al que se adhirió otra gente
respetuosa y amante de las cosas de la inteligencia, la misma que quiso
pagar 20 dólares por cada ejemplar de mis obras.
Mis compañeros de cabina escucharon esta conferencia; y perplejos, sin
poderse explicar, inquirieron razones por las que yo viajaba en tercera clase. Se le metió a Russel, el náufrago, que yo debía llevar encima cientos de
miles de dólares. Que mi misión debía ser muy alta. Tal idea no dejaba en
paz su alma. Comenzó a asediarme con mil estúpidas interrogaciones y
proposiciones. Una de estas: que en su país había ingenieros que dragan la
tierra para meter brazos de mar. Como Bolivia no tiene mar, aquellos ingenieros podrían meter hasta el territorio boliviano un brazo de mar; que él
se encargaría de organizar la empresa, siempre que yo le diera un anticipo
de 50.000 dólares... Este viejo que en toda su vida y con tanta mala suerte
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El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
había buscado la riqueza, no podía creerme, que yo carecía de dólares hasta para comprar un pasaje de segunda en el tren de Génova a Leipzig. La
idea se convirtió en obsesión. Cuando yo dormía, él estaba en vela con los
ojos fijos en mis bolsillos. Cuando salía, me seguía sigilosamente por todas
partes... al final se convirtió en una especie de sombra tenebrosa que me
perseguía... Era a la entrada de una noche, cuando yo contemplaba el mar
desde la popa, de improviso me sentí atrapado... era Russel; me dijo: “me
da sus dólares o lo arrojo al mar”. En el preciso momento se acercaron dos
jóvenes israelitas... el pobre viejo, desilusionado fue conducido a la policía
del barco...
El presentimiento fatalista de mi muerte de nuevo me golpeó el corazón;
esta vez reavivado por la tentativa del atraco.
Nos acercábamos a las costas del África. El calor abatía. En la proa, la
popa y los puentes, como perros envenenados, con la lengua fuera acezaba la gente. En el hospital no había sitio para un alfiler. Mi cabina vomitaba lenguas de fuego. Todas mis articulaciones se endurecieron. Las
hinchazones de la ingle y los incordios empeoraron. El adormecimiento y
la insensibilidad del muslo izquierdo se prolongaban cada vez por mayor
tiempo. Las erupciones cutáneas del cuero cabelludo ardían como si se
me clavaran cien dentelladas de cien áspides. El mismo acto de vestirme
o de desvestirme se convirtió en un tormento de dolor indomeñable...
Este estado físico, el sufrimiento de la materia, repercutía en mi alma en
una inconsolable e infinita pena; y la sordidez, la pasión cainista, el robo
y la explotación de la gente del barco, avivaba, mejor exasperaba mi crisis
de conciencia.
Un domingo, 22 de septiembre, encallamos en Dakar, la capital de la colonia francesa, Senegal. Hubiera sido preferible en el estado de ánimo que
llevaba, quedarme en el barco. Pero mis compañeros uruguayos me invitaron a dar un paseo por la ciudad. Nunca imaginé lo que era la vida en una
colonia, y nunca llegué a entender, como ahora, la mordacidad de Lituli de
Romain Rolland. La culta Francia, la cima de la libertad, allí tenía como a
bestias a los aborígenes del Senegal. Ahí estaba Francia domándolos, con el
hambre y el látigo; ahí estaba domesticándolos con un pienso de inmundicias, para que tolerasen el saqueo, la explotación de sus riquezas naturales
y de su fuerza de trabajo. Los rubios franceses gozaban de viviendas modernas, aire acondicionado, agua filtrada, baños perfumados. En cambio
los negros se hacinaban como conejos en los hoyos de los muladares. Sus
cuchitriles apestaban cual una cueva de fieras. En aquella promiscuidad
asquerosa imperaba una prostitución inmunda. Yo vi a mujeres negras con
la mitad de la cara comida por la lepra. La mendicidad con el fraude y el
45
Fausto Reinaga
asalto alternaban con la abierta complicidad de la feroz policía cipaya. El
chofer negro que nos engañó haciéndonos girar como a la mula de noria
una manzana asfaltada, llamó a la policía para hacerse pagar 10 dólares.
Un pobre negrito, al ofrecer estatuitas talladas en hermosa madera negra,
tropieza y rompe una botella de Coca-cola; el policía le arrebata toda su
mercadería, y sobre ello de un vergajazo casi le rompe la columna vertebral. Uruguayos, brasileños, paraguayo y boliviano, todos teníamos miedo
de ser atrapados por estos perrazos uniformados; por ello y a pesar de que
teníamos una sed que quemaba hasta nuestras entrañas, no nos animamos
aproximarnos a beber un refresco. Yo que ya me iba a desplomar, alcancé
en un restaurant a pedir un vaso de agua; la rubia francesa me contestó:
“cuesta 75 cvts.” Me tragué la saliva…
De un templo entraban y salían solamente nativos. Al acercarnos, vimos
un gran crucifijo negro. Era un templo de negros. Los rubios tenían el suyo.
Ni en el campo religioso asomaban en estos predios la igualdad y la fraternidad.
Desafiando el sol canicular de África, retornamos a pie al barco. Por la
acción de aquel terrible calor, apareció sobre nuestra piel una capa negrusca y granulosa, que al simple contacto de la camisa dolía como una herida
abierta y sangrante.
Una nauseabunda impresión trasuntaba mi alma. La lógica se mancornó.
La razón cerró los ojos en una mueca bestial. La Francia de la revolución,
ahí tenía su obra: ¡Dakar!
Paramos en Barcelona de la España franquista. La ciudad me pareció
como la de Cochabamba en Bolivia, pero su gente, no. Porque la de Cochabamaba respira fuerza y salud y nunca ha faltado allá el pan y la chicha, literalmente, para nadie. Mientras en Barcelona la gente pobre vive
hundida hasta el cuello en el lodo de la miseria y aplastada por el tacón
de la tiranía. Como el rasgo más típico de la fisonomía social no llegué a
ver otra cosa que hambre y opresión. Niños desnutridos, descalzos, andrajosos y hambrientos pululan por doquier. Jovencitas desmirriadas se
ofertaban a los pasajeros con un gesto que era mitad sonrisa y mitad mueca de dolor. Hombres y mujeres trabajadores rezumaban alternativamente aburrimiento o desesperación. El chofer gana al día como un salario 50
pesetas, el quilo de carne cuesta 80 pesetas. En Barcelona es angustiosa la
situación de la clase obrera. Mi primer encuentro con Europa ha tenido
un desastroso efecto: carne y alma me trasudaban náusea y desilusión.
En Cannes, ciudad francesa sobre la Costa Azul, vi y sentí cosas y personas parecidas a las de Barcelona
46
El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
Estamos a 28 de septiembre, sábado horas 16 en punto; tal como se anunció en Buenos Aires, el barco llegó a Génova, Italia.
La raza de los Césares ha degenerado. La gente no tiene el clásico tipo romano, al contrario exhibe una facha menuda, y va modestamente vestida.
Acusa por el rostro las huellas de la insatisfacción. La sed de la usura ha
trasminado todas las células de la población. Sin antes haber pagado no se
puede respirar ni el aire; esta es la esencia del alma italiana.
Barcelona, Cannes, Genova, no sólo que abandonaron mi desilusión y
exacerbaron mi decepcion sino que echaron abono en el nihilismo que
como una infección irrumpía mi ser.
Cambiamos el barco por un tren eléctrico. Recorrimos gran parte de la
península, cruzamos Suiza y en la ciudad de Stuttgart, Alemania Occidental, trasbordamos a otro tren de carbón de piedra. Cambiamos nuestra comodidad holgada y amplia del tren eléctrico, por una estrechez inconcebible. Tuvimos que viajar parados o sentados sobre nuestras valijas. Como
ninguno de nosotros hablaba alemán, nos sentimos todos encobardecidos
por no decir derrotados por el miedo ante un ambiente desconocido y que
se nos antojaba por la falta del idioma, aquel impenetrable muro divisorio
entre los seres humanos.
Argentino, uruguayo, chileno, brasileño o boliviano, la gente de Latinoamérica paga muy cara su novatada en Europa. Desde que descendimos del
barco hemos caminado tropezando a cada instante y en cada recodo. Cuando pusimos pie en tierra, sin motivo justificado nos sentimos en el cepo de
una aprensión. El temor de que tendríamos, por falta de dinero vicisitudes
para arribar a nuestro destino nos estaba haciendo estragos. Bajo la férula
de este temor, hasta bien entrada la noche no probamos bocado. Pero el
hambre rugía y estaba visto que no la podríamos acallar con la lógica de
la aprensión. Buscamos una fonda, la más humilde. Escogimos los menús
más baratos, que fueron nada más que un aperitivo... Unidos todos en redor de una mesa, recobramos nuestra personalidad, nos sobrepusimos a
los temores y comimos y bebimos hasta el hartazgo. Pero al día siguiente
la aprensión nos hincó su garra con una furia satánica... Acobardados, angustiados nos aprovisionamos de comida seca. Cuando bordeábamos los
hermosos lagos Suiza, recibimos cada cual una magra ración de pan duro
y de carne fría bastante apestada.
El tren que tomamos en Stuttgart, más que tren era un entrelazamiento
de hierrro viejo, que apenas se puso en marcha se calentó a tal temperatura
que nos quemaba, que nos cocía. Unos tenían diarrea, otros suspensión de
orina, hinchazón en los testículos, dolor en los riñones, etc.
47
Fausto Reinaga
Yo que durante el trayecto marítimo había sido ya pasto de tantas dolencias físicas, y víctima de una hipersensibilidad que exasperaba e irritaba mi
debilitada psiquis; en este tren desfallecí, creí que ya ingresaba a un estado
comatoso y que llegaría cadáver a Leipzig.
Mi espíritu atribulado no percibía en torno suyo, sino negror y tragedia.
Eran las dos de la mañana cuando nos preparábamos a tomar la segunda
magra ración, nos sorprendió un movimiento de gente uniformada: habíamos cruzado la famosa cortina de hierro; habíamos penetrado en el mundo
socialista. Desde este instante, aquella juventud nos colmó de atenciones...
Al amanecer estábamos en la ciudad de Leipzig.
48
Capítulo III
IV Congreso de la FSM
La propaganda antisocialista de Norteamérica, en forma insospechada había logrado instalarse y saturar todo mi ser. Desde el primer día se presentaron en mi alma sentimientos de prevención y desconfianza acerca de las
cosas que mis ojos veían en Leipzig. En mi cerebro tomaba contorno de veracidad aquella intensa propaganda yanqui que a lo largo y a lo ancho de
Bolivia golpea cotidianamente la conciencia social. Todo cuanto se dice, se
lee o se exhibe en contra del socialismo me parecía que cobraba una realidad corpórea, comprobada, visible y tangible. Una fuerza interior maligna
me decía: he ahí el mundo con que soñaste.
La ciudad tenía manzanas enteras convertidas en escombros. Hermosos
edificios y casas humildes estaban destrozados; y en la parte que semejaba
muñones, habitaba gente; la que también llevaba una vida mutilada. Las
huellas de la guerra a tres lustros aún estaban frescas: escombros en lugar
de plazas, teatros, templos, bibliotecas, museos, aulas, fábricas, puentes,
etc. Y en la vida de carne y hueso, eran peores aquellos escombros. Se veía
solamente ancianos y niños dentro del sexo masculino. Había un claro entre los 20 y los 50 años de edad. Desaparecieron los hombres de veinte a
cincuenta años. Este vacío humano tenía contornos y aliento de una tragedia griega. El espíritu de estos seres, que fueron segados por la guerra,
parecía decir a través de los escombros: ¡no más guerra! Los ojos de aquellos ancianos y de aquellos niños, que corrían al rayar el alba camino de la
fábrica, vomitaban mundos indescriptibles de tristeza, ojos que tronaban
tempestades de dolor; aullaban como lobos hambrientos maldiciones mil
contra la guerra. Almas doloridas que de rodillas elevaban sus preces al
cielo pidiendo la paz para toda una eternidad.
El primer paso que di, la primera tierra que hollé del mundo socialista
era la ciudad de Leipzig; y Leipzig tenía: casas mutiladas y vidas mutiladas. En mi espíritu se estereotipó una mueca, que era mitad tristeza y mi-
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Fausto Reinaga
tad sarcasmo. Lloraba mi alma junto al lloro de aquella humanidad; y mi fe
convertida en fría ceniza de decepción, me gritaba con una satánica ironía:
¡he ahí el paraíso socialista!
Armado de mi dolor y mi ironía comencé a ver las cosas de la República
Democrática Alemana.
A simple viste las dos alemanias, la Federal y la Democrática, tenían un
mismo ritmo de vida social. La misma lengua, la misma raza, la misma religión, la misma preocupación por el pan nuestro de cada día. En cuanto a
las costumbres, casi todas idénticas en ambos lados. Por ejemplo, el gusto
por la cerveza, el jamón, el tocino, el teatro, el baile, etc. En Leipzig, la vida
nocturna se vuelca en los bares y los cafés donde se bebe y se baila.
La mujer trabajadora, ha conquistado su independencia económica. Ella
dispone del fruto íntegro de su trabajo. Sin menoscabar la congénita delicadeza femenina, se siente tan igual, y tal vez, en ciertas cosas y momentos,
superior al otro sexo. De ahí que sea ella la requirente de las expansiones.
Dice, con una humildad, que es más un poder subyugante, incontrastable,
avasallador.
— Hágame el bien de bailar conmigo esta pieza.
— Por favor, acépteme este vaso de licor.
— Camarada, se lo suplico pase esta noche en casa.
De principio a fin, y durante el proceso de estas relaciones, no asoma el
interés de lucro, el dinero contante y sonante. La mujer no se marea. En su
conciencia no hay idea ni sombra de explotación.
Mientras que en la parte de Berlín, que se halla bajo la hegemonía de los
aliados occidentales, la prostitución es un negocio libre y lícito. Grupos de
muchachas y mujeres adultas, tal como en la Avenida de San Juan de Letrán de la ciudad de México, lo capturan y lo llevan casi a rastras al varón
con dinero a los gineceos instalados en todo lugar y abiertos a toda hora.
La gente senecta como la adulta lleva una vida intelectual adversa a la
cultura socialista. Rezuma un indisimulable odio contra la ideología marxista. La ideología burguesa colma la conciencia de estas generaciones. En
la clase media que existe visiblemente todavía, no hay la hospitalidad fraternal, la camaradería proletaria; no entiende ni quiere entender al mundo
nuevo que sale palpitando de debajo los escombros de las casas y almas
mutiladas. Suspira y añora por un Hitler. A regañadientes y tragándose la
saliva de indignación e impotencia marcha con el nuevo orden.
Yo que esperaba encontrar un régimen de vida socialista eufórico, pujante en la patria de Carlos Marx y Federico Engels; una vida socialista, tal
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El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
como pensaron y soñaron, predicaron y acariciaron con el alma los fundadores del socialismo científico. Una vida en la que había desaparecido la
explotación del hombre por el hombre; en que cada uno recibe, de acuerdo
a su capacidad y rendimiento; en que se ha desmoronado la odiosa muralla
entre el trabajo material y el intelectual; en que el campo se ha compenetrado carnal y espiritualmente con la ciudad y viceversa; en la que los bienes
culturales, como herencia legítima de toda la humanidad, son para uso y
goce de todos, igual que el aire y el sol. Una sociedad, en la que el hombre
ya no es el lobo del hombre, sino un hermano del hombre. Una sociedad en
que la fraternidad aroma el fondo y el dintorno de la vida. Una sociedad
que se halla saturada de sinceridad y amor; de verdad y justicia; en suma,
una sociedad en que ha sido dominada la necesidad y se respira a pulmón
lleno la libertad.
Una sociedad así, no la encontré. Lo que hallé hasta ahora fue un
quejumbroso esfuerzo por restañar las dantescas heridas de la guerra; y un impulso harto incomprendido por estructurar un régimen
socialista.
El día viernes 4 de octubre de 1957, a las 9 de la mañana, se inauguró el IV
Congreso de la Federación Sindical Mundial. El gigantesco local del Zookongresshalle, era el majestuoso recinto en que se habían dado la suprema
cita los hombres y mujeres de todos los continentes, de todas las razas, de
todos los pueblos, de todas las naciones, de todas las semicolonias y de
todas las colonias del orbe.
En el lenguaje de las cifras 105.770.820 trabajadores, organizados deliberaron sobre la suerte del proletariado, principalmente en las colonias y
semicolonias a través de más de 800 delegados, sin contar los observadores
de 80 países.
Hoy, 4 de octubre de 1957, los representantes de los millones de trabajadores del mundo entero estaban codo a codo, pisando una misma alfombra y bajo un mismo techo. Europeos y asiáticos, americanos-yanquis y
africanos, egipcios y chinos, hindúes e ingleses, canadienses y bolivianos,
chilenos y españoles, etc., etc. nos vimos cara a cara, nos abrazamos y nos
besamos. De pie con los ojos empañados, entonamos con fervor religioso,
con místico arrobamiento, con un tremolar rojo de nuestras almas, entonamos La Internacional.
Arriba los pobres del mundo,
de pie los esclavos sin pan,
y gritemos todos unidos:
¡Por la internacional!
51
Fausto Reinaga
El día que el triunfo alcancemos,
ni esclavos ni hambrientos habrán;
la Tierra será el Paraíso,
¡de toda la Humanidad!
Agrupémonos todos,
en la lucha final:
y se alcen los pueblos con valor,
Por la internacional...
El aire se pobló de hurras y vítores... Nunca los hombres bajo un mismo
techo y agrupados todos se sintieron menos bestias e infinitamente humanos, semidioses para el trabajo y el amor, el progreso y la paz, el bien y la
verdad, la justicia y la libertad. Nunca los hombres de todas las latitudes
y confines de la tierra se miraron, como ahora, cara a cara, pupila con pupila; y jamás se estrecharon como ahora, corazón con corazón y alma con
alma. Ni la religión, ni la lengua, ni la raza, ni las fronteras patrias eran
valladares para entendernos y proponernos un trabajo unísono y común
en los destinos del hombre sobre la tierra. Eso percibimos y escuchamos
en la sonrisa desnuda cual una estrella y en la esencia de la palabra tejida con perlas de sinceridad y animada con el prometheico fuego de la
verdad.
El discurso inaugural pronunciado por el presidente del Congreso por la
verdad del fondo y la elocuencia de la forma fue una magistral pieza demoteniana. Ocuparon luego la tribuna mundial otros oradores en riguroso
orden de inscripción, que aparecía en el flanco derecho del Palacio.
Me tocó subir a la ecuménica tribuna el día sábado, 5 de octubre, a horas 11 y 30 de la mañana... Veinticuatro horas después de la 1a sesión del
Congreso, pasado el instante de la novedad inaugural habíase producido
la descarga del entusiasmo electrizado, en aquel momento de pausa, de
aflojamiento emocional, momento de descenso de la atención, ocupé la tribuna. Cuando el público se percató del tema: la Revolución Boliviana, me
brindó su atención.
El discurso que pronuncié fue el siguiente:
“Compañero Presidente, compañeros delegados:
Les saludo en nombre de 70.000 mineros, de dos millones y medio de
indios campesinos, de diez mil harineros, la Central Obrera Paceña y el
Sindicato de Escritores Revolucionarios de Bolivia, les saludo en nombre
de estas organizaciones cuya delegación traigo al IV Congreso de la Federación Sindical Mundial.
52
El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
Antecedentes de la Revolución Boliviana.
Bolivia, el viejo Collasuyo de los incas, donde floreció por varios siglos un
sistema de vida socialista, desde el 9 de abril de 1952 está viviendo una
revolución obrera y campesina. Desde hace 6 años obreros y campesinos
armados sostienen y sobre todo garantizan el proceso de la lucha de una
semicolonia por su liberación nacional.
Al finalizar el siglo pasado, Bolivia como una factoría productora de
estaño, ingresó en el Mercado Mundial. La riqueza estañífera fue el nido
donde se acunaron y crecieron los tres barones del estaño: Patiño, Hochschild y Aramayo, que de hecho constituyeron el superestado. A esta
trilogía nosotros llamamos la rosca.
Esta rosca se dio la mano con los 40.000 terratenientes latifundistas que
explotaban a dos millones y medio de campesinos-indios convertidos en
siervos, A estos terratenientes llamamos: la casta gamonal. La rosca y la casta
gamonal desde hace 50 años manejaron a la nación con la punta del zapato.
Todos los dones de la civilización fueron su privilegio, mientras que para
el pueblo quedaba explotación inhumana, miseria, hambre y estupidez.
Cuando los miserables levantaban la voz y los puños pidiendo un poco de
pan, justicia y libertad, la rosca y los gamonales contestaban con la metralla.
Treinta años de masacres mineras, masacres fabriles; se impuso el reinado
de un terror indescriptible. Porque sin pudor ni asco asesinaron y colgaron
de los faroles a los revolucionarios, colgaron hasta a los presidentes de la
República, caso Villarroel. Ríos de sangre y montañas de cadáveres eran
el saldo de cada masacre. ¿Y las masacres indias? Estas no tienen historia,
porque ni la fuerza de trabajo ni la propia vida del indio bruto valían en la
Bolivia rosco-gamonal.
Los barones del estaño y los terratenientes educaban a sus hijos en las
mejores universidades del mundo. Su inteligencia, esto es sus escritores,
sus periodistas, sus diplomáticos se encargaron de desfigurar o silenciar
la realidad ante la opinión pública de América y del mundo. América y
el mundo nada sabían sobre la masacrada Bolivia, así como hoy, por rara
paradoja, nada o poco saben de la Revolución Boliviana.
La batalla definitiva.
La revolución popular de 1952 reventó como un volcán contra el terror
implantado. Los obreros en el asalto del arsenal dejaron miles de cadáveres, pero asaltaron y se armaron. Obreros: mineros y fabriles en tres días
de sangriento combate destrozaron al ejército de la rosca. El 11 de abril
se formó en Latinoamérica un gobierno revolucionario con participación
53
Fausto Reinaga
de obreros y campesinos. De diez ministerios cinco fueron ocupados por
obreros.
Los obreros en el poder debían de realizar una política de clase. Para ello
se aglutinaron en masa en el partido político: Movimiento Nacionalista
Revolucionario, el cual recibió esta vez un pudoroso impulso ideológico
marxista. Las masas armadas, respirando una atmósfera de ideología revolucionaria, ejercieron poderosa presión en el Gobierno. De ahí que no es
temerario afirmar: la obra positiva de la revolución se debe a las armas de
las masas. Asimismo, si actualmente vive todavía la revolución dentro del
cerco imperialista, se debe a la presencia de las armas obreras y campesinas... Porque el MNR que no tuvo ideología ni programa de realizaciones;
es más; que cobijó y cobija en su alta dirección, y en su seno a gente inclusive de ideas e intereses encontrados y adversos, que no se hallaba con la voluntad ni la capacidad de ejecutar realizaciones que son indiscutiblemente
del campo de la filosofía y la acción de la clase obrera.
La obra de la Revolución.
En efecto a las pocas horas de la victoria de abril, con sus fusiles aún humeantes, los obreros alcanzaron a realizar el Ideal de la Central Única.
Nació la Central Obrera Boliviana (COB); la que ya ostenta una historia
gloriosa. La COB pronto se convirtió en un poderoso organismo sindicalpolítico. De hecho, fue una organización estatal de doble función: legislativa y ejecutiva. La Revolución sembró sindicatos de un confín a otro del
territorio nacional. Las organizaciones sindicales nacían cada hora en las
masas obreras y campesinas; clase media, pequeña burguesía y burguesía
misma; ya que los ladrones, los nuevos ricos, se organizaron en sindicatos
de importadores. Otra cosa nueva: las masas sindicalizadas se politizaron
con rapidez extraordinaria. Enarbolado los fusiles grandes masas urbanas
y dos millones y medio de indios a través de su matriz del proletariado, la
COB, impusieron al Gobierno:
1. Nacionalización de las minas del súperestado;
2. Reforma agraria;
3. Sufragio universal;
4. Milicias armadas de obreros y campesinos. Son
200.000 personas que viven, por así decirlo, con el
fusil bajo el brazo;
5. Control obrero con derecho a veto en toda la industria nacionalizada, y también en la industria privada; el Banco Central,
los Ministerios y en la propiedad colectiva del agro;
54
El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
6. Vivienda obrera;
7. Creación de policlínicos con la consiguiente socialización
de la medicina;
8. La implantación de la Policía Sindical en las minas, las ciudades y el campo;
9. Creación de pulperías sindicales para obreros, empleados
públicos. Había dos clases de cambio: la divisa costaba 180
pesos bolivianos y el mismo dólar al cambio libre costaba
hasta 15.000 Bs. El gobierno daba divisas dólar a 190 a los
sindicatos con destino a la compra de artículos de primera
necesidad. La clase obrera durante tres años comió bien,
vistió bien; mucha gente pudo guardar, almacenar parte de
los artículos de la pulpería con que ha podido afrontar la
crisis actual. Además la clase obrera conquistó subsidio de
lactancia, matrimonio, alquiler de vivienda, inhabilidad,
vejez.
10. El derecho obrero de los supernumerarios. Explico. Trabajadores de minas y fábricas que fueron echados por la rosca,
reconquistaron con carácter retroactivo todos sus derechos.
El gobierno dispuso el pago de sus salarios y beneficios tal
como si trabajaran al día, y como si no hubieran sido retirados.
11. La reforma agraria ha dado tierra y libertad a dos millones
y medio de indios campesinos. Además armas para defenderlas. Los sindicatos campesinos recibieron divisas para sus
cooperativas y compra de instrumentos de labranza. La gleba
de ayer hoy viste y come. Goza de libertad y dignidad.
12. En el campo de la cultura se organizaron bibliotecas sindicales, se editaron periódicos, revistas, libros; inclusive aparecieron escritores obreros, escritores indios. Un ejemplo
vivo lo tenéis en mi persona. Yo soy un escritor indio. La
dramática lucha sindical y política ha esculpido en mí un
escritor proletario. Hasta la fecha he escrito y publicado:
Mitayos y yanaconas; Paz Estenssoro; nacionalismo boliviano;
tierra y libertad; Belzu —precursor de la revolución boliviana—;
Franz Tamayo y la revolución boliviana y revolución, cultura
y crítica; obras que como expresión de mi más profundo
respeto, homenaje y adhesión a este glorioso Congreso, las
entrego en la Secretaría para la Biblioteca de la Federación
Sindical Mundial.
13. Lo más importante de este capítulo es la fundación y florecimiento de cientos y cientos de escuelas campesinas. La
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Fausto Reinaga
raza india en sus concentraciones cultiva la sublime música incaica. Después de cuatro siglos y medio de opresión
ha asomado al alma india una sonrisa de esperanza.
14. La libertad y el fuero sindical que habían sido cancelados
durante el tenor de la rosca, recobraron todo su imperio y
fuerza, En el lapso de la revolución todos los sindicatos,
federaciones y confederaciones han llevado a cabo, con
subsidios económicos del Estado, cientos de conferencias y
congresos. Para el Segundo Congreso de la Central Obrera
Boliviana, junio 1957, el Gobierno revolucionario ha erogado 360 millones de pesos bolivianos.
El Imperialismo y la Revolución
El imperialismo yanqui desde el comienzo se ha propuesto abrogar la Revolución. Bolivia, como país monoproductor, en el mercado mundial no
puede ofrecer otra cosa que su estaño. Es más, el estaño lo exportamos en
barrilla, vale decir, mineral sin fundir. Por eso, el ideal nuestro es tener
hornos de fundición propios, para vender estaño fundido a cualquier país.
La propaganda yanqui ha adormecido al pueblo boliviano sobre que no
hay en el mundo otro consumidor del estaño que no sea EEUU. Ni Rusia
ni ningún otro país del sector socialista, según aquella propaganda, consumen el estaño. Ójalá yo pueda constatar por propia experiencia esta especie de leyenda del dólar.
La producción de una libra de estaño fino nos costaba 1,25 dólares y debíamos vender a EEUU aquella libra de estaño en 0.95 centavos dólar. Más
adelante insistiré sobre este asunto. Deseo hablar dos palabras sobre la
moral capitalista. El imperialismo no contento con la extorsión económica,
se ha propuesto descabezar el movimiento sindical. Lleva por manadas a
dirigentes sindicales a su país; según él, para enseñar el sindicalismo yanqui. Los dirigentes que visitan EEUU son homenajeados con abundantes
dólares, whisky y prostitutas rubias. Explota el complejo del indio con el
pigmento blanco. El tío Sam desempeña el papel de proxeneta mejor que
la célebre Teodota. Posiblemente, es aquí donde hay que buscar la raíz de
la venalidad y la corrupción de muchos dirigentes que forman hoy la grey
de los nuevos millonarios, la nueva rosca, que desvergonzadamente y contrastando con la miseria actual de las masas, ostenta lujosos automóviles.
Hay dirigentes sindicales que asisten a las sesiones, conferencias, congresos de sus gremios, vestidos de overol; estos mismos, acto continuo y en
las narices de las bases, pasean en sus lujosos autos, alahajados de joyas
costosísimas y acompañados de mujeres hermosas; estos son los que noche
a noche se emborrachan en los bares y hoteles de primera clase a plan de
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El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
bebidas finas. Estos son los que dejan a sus esposas y sus hijos de los tiempos de lucha y sacrificio, para manejar mujeres de lujo. Ilustra el hecho el
diálogo siguiente que es real: Una mujer del pueblo, pariente espiritual del
flamante ministro, obrero, se encamina con un ramo de flores para felicitar
a su compadre.
— Compadre, te felicito por tu alto cargo.
— Gracias, comadre. Ahora que soy ministro me tienes a tus órdenes.
— ¿Y dónde está mi comadre? qué feliz debe estar, a ella también la
quiero felicitar.
(El ministro aturdido llama a su mujer, y aparece una joven rubia). La
felicitadora se queda perpleja, e interroga al compadre.
— Pero, esta señorita, compadre, ¿quién es?
— Ah, me distraje, esta señorita, es mi esposa de la revolución; su comadre fue mi esposa de la oposición.
Son estos dirigentes los culpables para que cundiese la decepción entre
las masas. Hecho de que los opositores de dentro y fuera de la frontera se
valen para acusar a la Revolución de demagogia, imperio de negociados,
cueva de ladrones que engendran la miseria del pueblo.
Inflación y Estabilización
Durante los cuatro años del período de Paz Estenssoro, Bolivia tuvo por
ingresos extraordinarios la suma de 365.000.000 de dólares; y por ingresos
ordinarios 746.007.838; que suman 1.113.007.838 dólares.
La población boliviana es de 3 millones y medio de habitantes. Aquella
suma pudo haber diversificado nuestra industria minera. Pudimos haber
alcanzado montar algunas fábricas y tecnificar algo del agro. Pero el advenimiento de la nueva rosca, la aparición de los millonarios relámpagos lo
ha impedido. Sumas grandes de dólares fueron a parar en divisas a manos
privadas. Algo peor, tales dólares fueron exportados y depositados en bancos extranjeros. La ayuda americana concretamente consiste en el préstamo
que hemos recibido del Fondo Monetario Internacional; en 1933 recibimos
2.500.000 dólares y 25.000.000 en el año 1956. Y otra parte consistente en
obsequio dudoso de artículos de subsistencias, más asistencia técnica, esta
parte alcanza la suma de 60.000.000 de dólares. Las tres partidas arrojan un
total de 87.500.000 dólares.
Esta ayuda es la paga por nuestro estaño. La producción de una libra de
estaño fino nos cuesta un dólar con 25 centavos; y Estados Unidos nos paga
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Fausto Reinaga
por esta libra 95 centavos. Después esta ayuda ha influido, por no decir
otra cosa, en la reorganización del Ejército; el cual jura ser de la Revolución;
pero se halla celoso con la presencia de las milicias armadas de obreros y
campesinos. Algo más. El imperialismo nos ha obligado a aceptar como
técnicos, con sueldos pagados en dólares por nosotros, y en todas las reparticiones del Estado a su propia gente. De ahí que mi Patria, Bolivia, se haya
convertido en una isla revolucionaria amenazada por vendavales furiosos.
Pues nada de raro que a fin de sobrevivir la Revolución tenga que soportar
peores condiciones del Tío Sam.
II. Congreso de la Central Obrera Boliviana
En diciembre del año pasado, cuando recibimos los 25.000.000 de dólares,
la cantidad del circulante del peso boliviano fue dividida entre esta suma;
el resultado arrojó 7.600 pesos bolivianos. Este es el nuevo tipo de cambio.
Un dólar vale 7.600 bolivianos. Verdad que el cambio único suprimió la especulación, el contrabando, el robo y repletó los mercados de artículos de
subsistencia; pero elevó el estándar de vida a alturas casi inaccesibles para la
clase minera, fabril y media. El aumento de salarios y sueldos no estaba en
relación con la elevación del costo de vida. El salario mínimo del minero es
de 8.000 Bs.; el kilo de carne cuesta 5.000 Bs. el pan de 20 pesos se elevó a 200,
el kilo de café de 1.000 a 8.000 Bs. El autobús de 30 a 300, el petróleo de quemar pasó el litro de 30 a 300. Tal que el salario de los obreros no alcanza sino
para comer una vez al día. En estas condiciones se realiza el II Congreso de
la COB (4 a 15 de junio 1957), donde el sector trotskysta se empeñó, usando
medios vedados, para echar a los obreros contra la Revolución. Fueron éstos
quienes plantearon la alternativa de una huelga general que debía estallar
el primero de julio, un salario mínimo de 23.000 pesos bolivianos. En las
condiciones en que vivía el país cualquier aumento implicaba la emisión de
billetes sin respaldo; lo que era desatar de nuevo la espiral de la inflación y
la consiguiente escasez o desaparición de los artículos de primera necesidad.
La Revolución se puso en un dilema: nueva inflación o sacrificio obrero. La
nueva inflación era el entierro de la Revolución; y el sacrificio obrero era la
supervivencia de ella. La COB eligió el sacrificio obrero. Desbaratando las
criminales pretensiones del trotskysmo boliviano, el gobierno en perfecto
entendimiento con la COB rebajó el pan a Bs. 150; la carne a 2.500, etc.; a
la par que aumentó el subsidio de lactancia, desayuno escolar, alquiler de
vivienda, etc. Además, creó el seguro de desocupación para los trabajadores
que debían ser retirados por el forzoso cierre de las fábricas.
En la actualidad baja la producción minera; por el auge de nuestro petróleo no tenemos ingreso en dólares, porque hacemos trueque con los países
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El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
vecinos; los productos agrícolas que van en aumento gracias a la Reforma
Agraria, no se pueden vender por la excesiva escasez del circulante. Al
propio tiempo que EEUU nos inunda con su mercadería superior a la nacional y a precios más bajos, determinando de esta manera el cierre de las
fábricas con la consiguiente desocupación de las masas.
Estamos cercados por gobiernos capitalistas. Si los compañeros obreros de
Latinoamérica no estudian con responsabilidad el caso de Bolivia hasta llegar
a encontrar soluciones, Estados Unidos degollará a la Revolución de los Andes;
y aparecerá un nuevo Castillo de Armas boliviano en la América del Sud.
70.000 mineros y dos millones y medio de campesinos me han mandado
al IV Congreso de la Federación Sindical Mundial, para pedir al proletariado mundial reunido en esta magna asamblea, solidaridad, apoyo y ayuda
a la Revolución Boliviana”.
Pasado el exordio pude ver un inusitado movimiento de los filmadores,
fotógrafos, redactores, corresponsales; y en la asamblea una atención tensa
continuamente interrumpida por aplausos. Es que hablaba de una Revolución de obreros y campesinos en pleno corazón del imperialismo más
poderoso de nuestro tiempo.
Ésta es la razón del entusiasmo y el interés que despertó mi discurso.
Cuando descendí de la tribuna, los corresponsales y reporteros me solicitaron copias de mi discurso. Asimismo las delegaciones tanto de occidente
como de los países socialistas me reclamaron. La delegación portuguesa
compuesta de gente sumamente fraternal me invitó a compartir su mesa.
Igual cosa hicieron las delegaciones de la República Democrática Alemana,
Alemania Federal, de la República Popular China. Entre los corresponsales, Serikov Alexander, de Ogonyok de Moscú, me invitó escribir. “Compañero Reinaga, para el número de gala de Ogonyok del 7 de noviembre,
40 aniversario de la Revolución Rusa, hágame el bien de escribir sobre los
siguientes puntos: De cómo se hizo Ud. revolucionario; su opinión sobre la
Revolución Rusa; y sobre Lenin”.
Aquella noche empleé veinte minutos en el artículo; y diez minutos al
amanecer en releerlo y pulirlo. Se lo entregué. Al día siguiente vino a sacarme una fotografía y me dijo: “Nuestro traductor-crítico ha dicho que está
bien el artículo... ¿Dónde le vamos a mandar el pago?
— ¿Qué pago?
—El valor del artículo; nosotros pagamos todo lo que publicamos.
—Yo nunca he cobrado; todo lo que escribo lo hago gratis; ni nadie jamás
ofreció pagarme.
59
Fausto Reinaga
— ¿Ud. va a ir a Rusia?
—Muy posible.
— ¡Ah! entonces allí arreglamos.
Tanto los redactores de Leipziger Wolkszeitung de Leipzig, Vochenpost de
Berlín, como de la Revista de la FDGB de Berlín, Treptow y otros órganos,
tras mi arenga, se interesaron por la Revolución Boliviana, y acerca de sus
problemas, éxitos y dificultades. Les expliqué en largos reportajes y en citas intelectuales con escritores y artistas.
En la sesión matinal del día 9 de octubre, el gran cubano Lázaro Peña
vice-presidente de la FSM, con referencia a mi discurso dijo:
He escuchado con suma atención al compañero Fausto Reinaga, escritor revolucionario y dirigente sindical y político en
su elocuente y patético informe sobre el caso de Bolivia; y he
hecho conciencia del angustioso llamado de ayuda y solidaridad del compañero Reinaga para la Revolución Boliviana, que
admiro...
Pero yo le llamo a meditar sobre esa idea profunda contenida
en el informe de los compañeros Dongo y Saillant, que podría
ser una contribución de este Congreso a los mayores progresos
que tanto deseamos de la Revolución Boliviana...
Se llevaría la lucha por elevar el nivel de vida de los trabajadores como los mismos esperan, reclaman y merecen, sin por
ello debilitar, sino por el contrario fortalecer la alianza con la
burguesía nacional y con las demás fuerzas interesadas, pero a
fin de diversificar la industria y la agricultura, salvar el estaño
del exclusivo mercado yanqui que los monopolios controlan y
colocarlo en todos los mercados del mundo; continuar la batalla por la plena soberanía de Bolivia y por su independencia
nacional completa. Al exponer esa reflexión nacida de mi mejor
buena voluntad, recojo su llamamiento a promover la solidaridad con Bolivia atacada por el imperialismo con responsabilidad honrosa de nuestra atención inmediata... (Intervención Nº
113 c.c).
Las declaraciones y recomendación del camarada Lázaro Peña, sobre la
política sindical mundial, destacan en plano universal la importancia que,
a través de mi informe, tuvo en el Congreso la Revolución Boliviana. Y,
no se diga que el interés que se despertó cuajó solamente en el espíritu de
un latinoamericano, pues, los delegados chinos, rusos, alemanes, ingleses,
árabes, ceilandeses, etc. sintieron la angustia de la Revolución Boliviana.
Fue esta la razón para que mi presencia haya sido requerida en las reunio-
60
El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
nes gremiales que se llevaban a cabo. Las delegaciones mineras estudiaban
entre sí sus problemas, los ferroviarios ídem; los petroleros, los electricistas, los fabriles, etc. analizaban las cuestiones atingentes a su actividad peculiar; y en esta labor de aprehensión y conocimiento analítico tuve que
estar como elemento de informe de juicio o de aprendizaje.
El día 5 de octubre de 1957, la Asamblea quedó pasmada ante la noticia
de que el hemisferio socialista, a través de Rusia, lanzó al espacio sideral
un satélite artificial. El milagro de la ciencia soviética puso en éxtasis el
espíritu del IV Congreso de la FSM. Ningún acontecimiento de la historia humana fue de semejante proyección de luz en el misterio cósmico.
El Sputnik, que estaba girando en redor del planeta Tierra, era el símbolo
del avance del poder del hombre sobre los designios impenetrables de un
mito: Dios. El hombre, merced a la ciencia rusa holló el misterio sideral;
hecho por el que la dignidad del alma se sintió sublimizada y saturada de
un aroma de divinidad. Los sabios y el pueblo ruso llegaron a tal excelsitud, gracias a la organización socialista; el Sputnik era la prueba perentoria
e irrefrenable de la superioridad del sistema soviético sobre la organización capitalista de la sociedad. El Congreso rindió su fervoroso homenaje
al triunfo de la ciencia rusa y a la sin par capacidad productiva del pueblo
socialista, que ha permitido para la Patria de Lenin, el galardón histórico
científico más grande de todos los tiempos. El cable de felicitación se leyó
entre los eufóricos aplausos de fe en la salvación de la humanidad a través
del socialismo.
Fuera del Congreso, las calles, las plazas, parques, fábricas, almacenes;
la escuela, el templo, etc., anduve con la pupila abierta, la atención tensa,
con la garra en acecho de la observación y el análisis. No era para menos
aquella tristeza infinita que trasudaba el alma del pueblo alemán. La organización socialista, sobre aquellas enormes heridas sangrantes y el trágico
testimonio de la guerra, no cuajaba, digamos, con el beneplácito de la sociedad. Todo lo contrario, saltaba a la vista en forma elocuente: el encono,
la aversión sin disimulo ya casi a gritos, violenta... En busca de las razones
sobre este estado de ánimo en un apreciable porcentaje humano, fui a una
reunión de la juventud.
Largo, doloroso, pero sincero se desarrolló el diálogo. Me acribillaron
ellos con preguntas hasta incisivas sobre la Revolución Boliviana. A mi turno les clavé las saetas de mis observaciones críticas. Escuché como respuesta esta exposición: “Ahora, en comparación con lo de antes, ya nos hemos
parado. Producimos y ya tenemos qué comer. Para nosotros ya ha pasado
la época de las siete vacas flacas. Ayer, el hambre rugía; el frío minaba; la
desmoralización y la decepción hacían estragos en nuestras vidas. Si un día
61
Fausto Reinaga
comíamos patatas, al siguiente, sus cáscaras; y al otro día literalmente nada
teníamos para comer. Lo mismo sucedía con el vestuario: caminábamos
con ropa vieja y sin calzado... Los soldados rusos, refiriéndonos a épocas
semejantes o peores, que con trabajo y disciplina las habían llegado a superar, levantaban nuestra moral que reptaba a ras de tierra. Naturalmente,
no tenemos medios para persuadir de la bondad del socialismo a mucha
gente, que en el régimen anterior no carecía de nada, más bien disponía
de todo; pero que ahora sufre y muchas de sus necesidades se hallan insatisfechas. En vista de no poseer medios de persuasión, hemos dejado de
lado a esta gente; inclusive, con sus hábitos y sus propios gustos literarios.
Y hemos cargado toda nuestra capacidad de entusiasmo y trabajo sobre la
juventud universitaria y obrera; y hemos puesto un esmeradísimo cuidado
en la formación del alma socialista en la niñez. Hemos establecido cada
seis meses, distinciones y condecoraciones para los mejores estudiantes del
marxismo. (Prendiéndome una medalla en la solapa). Esta es la más alta
condecoración al talento, y Ud. compañero Reinaga se la merece. Quédese
un tiempo entre nosotros; conviva con la juventud y la niñez y se convencerá de la verdad de lo que decimos...”.
Yo vi en aquel selecto grupo de jóvenes una llama de fe que emergía de
un mundo de sufrimiento. El dolor palpitaba como recuerdo y cosa viviente a la vez; y la fe ardía como augurio de un mundo de satisfacción y
esperanza.
Pero era un grupo, nada más que una isla en este mar de sollozo mudo;
de decepción y desesperanza. Citando aquella tarde me iba camino al hotel, vi unas palomas al borde de un charco, con una timidez que les calaba
los huesos; temblando de un miedo cerval, al más leve ruido, a la más leve
sombra huían despavoridas. Eran la imagen de la angustia torturante que
quemaba al alma de aquel pueblo en trance supremo de edificación socialista.
Agonizar no es morir. Es luchar sufriendo mortalmente; es vivir zambullido en el dolor más agudo. Mi crisis de conciencia enfrentada a esta dura
realidad social me devoraba. Del trance de la muerte, en que antes estuve,
ingresé a un estado agónico que literalmente laceraba y desollaba a mi pobre alma, la que extendía por todas partes su lúgubre mirada en pos de la
limosna de una chispa de fe. Hasta este momento, el socialismo alemán,
con excepción del grupo a que me he referido, ha hecho solamente daño en
mi conciencia enferma de escepticismo.
El Congreso que fue una extraordinaria cita fraternal para los trabajadores de todo el mundo, después de una intensa y agotadora labor, debía
clausurar sus sesiones. En este Congreso los proletarios dialogaron. Na-
62
El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
die mintió. Hablaron todos con suprema veracidad sobre los problemas
económicos, políticos, sindicales, culturales, etc. de sus países. Pintaron el
martirologio de la clase obrera dentro del régimen capitalista. Los pueblos
coloniales y semi-coloniales, expusieron sus tremendas tragedias de atraso, miseria, analfabetismo y esclavitud. Rugieron como fieras enjauladas
contra la inhumana explotación y rapiña de su fuerza de trabajo y sus riquezas naturales por la burguesía de las metrópolis y por la nativa que se
halla entrelazada en contubernio con aquella.
Los hombres del Congreso no sólo que se abrazaron y se obsequiaron
sus productos típicos y autóctonos, sino que se supieron, se conocieron
y se sintieron los unos a los otros. Comprendieron sus necesidades, sus
padecimientos, sus problemas, sus fracasos y sus éxitos. Cotejaron sus
dificultados y sus ideales y trazaron un derrotero común para el mañana. Se compenetraron como hombres y como pueblos. Brilló en su
excelsa y máxima realidad el apotegma de Carlos Marx: ¡Trabajadores
del mundo uníos!
Y los trabajadores del mundo, unidos fuerte y fraternalmente, entrelazando las manos con las manos; juntando la mejilla con la mejilla; mezclando las lágrimas que saltaban de los ojos deslumbrados de optimismo;
en suma, con las almas individuales de cada trabajador y de cada pueblo
amasaron una sola y grande alma, y soñaron y acariciaron un alma proletaria universal.
¡Trabajadores del mundo uníos! Y ahora aquí estaban los trabajadores del
mundo unidos en carne y espíritu para extender el régimen socialista al
resto de la tierra donde aún impera la explotación del hombre por el
hombre.
En medio de una lluvia de mixtura y flores se fundieron en un abrazo y
un beso los asiáticos con los europeos; y los africanos con los americanos.
Las notas de La Internacional como un hosanna celestial, saturando los
espíritus de valor y optimismo los templaba para la lucha por la victoria
final...
Así, clausuramos el IV Congreso de la Federación Sindical Mundial, a
horas 2 y 30 de la tarde del día martes 15 de octubre de 1957; y salimos a
la calle en un grandioso miting; los hurras y los vítores y las notas de La
Internacional; el grito de las mujeres y los hombres de las fábricas; la marcialidad de las bandas de música de los trabajadores manuales o intelectuales de la República Democrática Alemana; de todo esto, se desprendía
un vaho místico que se elevaba al cielo rojo donde moran los sagrados
manes de Carlos Marx, Federico Engels y Nicolás Lenin.
63
Fausto Reinaga
Después de recorrer calles, avenidas y parques, desembocó la multitud
en la gigantesca plaza Carlos Marx.
La olímpica tribuna de los congresales se alzaba con la vista al naciente,
y enfrentándosele estaban los retratos de Carlos Marx, de su compañero
Federico Engels y del genial discípulo Nicolás Lenin. Tal que los delegados del Congreso tenían cara a cara a las efigies de los espíritus-guías más
grandes, que han liberado ya a las tres cuartas partes de la humanidad y
que constituyen la esperanza del resto de la humanidad oprimida.
Los ojos de Marx, a mi parecer, se iluminaron. Vi en ellos la llama del
divino moro, del cuál decía en 1841 Moses Hes:
...Prepárate para conocer al más grande, más bien, al único verdadero filósofo viviente. Pronto se hará conocer por el público
con sus escritos y sus discursos y atraerá sobre sí las miradas
de toda la Germania. Por las cualidades y el vigor de su inteligencia supera a Strauss y aun a Feuerbach. Lo que no es poco
decir. El doctor Marx, así se llama mi ídolo, es todavía muy joven (tendrá, cuando más, veinticuatro años) y dará el golpe de
gracia a la religión y a la política medieval. Une a la más profunda seriedad filosófica, la más mordaz ironía. Imagínate a
Rousseau, Voltaire, Holbach, Lessing, Heine y Hegel reunidos
en una sola persona, reunidos digo, y no mezclados; y tendrás
al doctor Marx2.
La plaza está repleta, bote a bote, de los niños de escuela, los colegios, la
juventud universitaria y la clase obrera; hombres y mujeres, viejos y adolescentes, esto es, trabajadores de todas las ramas de la economía y la superestructura de la sociedad se han dado cita.
En la tribuna estallaron y tronaron todas las lenguas del mundo. Vicente
Lombardo Toledano habló en la lengua castellana. Desfilaron oradores de
todas las razas del orbe. Se percibía el hálito de todas las naciones y los
pueblos del mundo en aquella multitud. En este instante pude sorprender
y aprehender el espíritu socialista que ardía en el pecho de los niños, de la
juventud universitaria y de los héroes del trabajo y pioneros ideológicos de
la clase obrera. Enfervorizados, cantando La Internacional y otros himnos,
aplaudiendo a los oradores, lanzando hurras a los delegados; la mirada de
estos niños, de estos jóvenes se encendía con la fe socialista. La juventud
y la niñez creían en el socialismo; y vivían su fe. He ahí el milagro. La decepción que corroe los corazones viejos será sustituida mañana por una fe
ardiente y una voluntad creadora. Esto está visto y hay seguridad. Chiquillas y chiquillos, jóvenes de ambos sexos se disputaban para dar un abrazo
2 Werden, Eugenio. El materialismo dialéctico según Henri Lefebvre. p. 15.
64
El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
y un beso a los delegados y regalarles su pañuelo, su propia blusa; o un
mechón de cabello que se lo arrancaban para entregárselo a los delegados
como un recuerdo... Aquella tierna humanidad lloraba a sollozos de felicidad; con el alma elevada hacia la más lejana estrella, saturaba el ambiente
de una rosada esperanza. Esta tierna humanidad alemana tiene su fe y vive
su fe. Es feliz. Tiene su norte. En la escuela y la universidad se ha instituido
un culto: el culto de la verdad. La ideología marxista se halla consubstanciada con la vida real. Se vive lo que se piensa y se piensa lo que se vive.
Al disolverse la soberana concentración, aquellos chiquillos tomaron
rumbo de la casa-aula; y los jóvenes de la plaza del municipio donde bailaron y cantaron con los hombres y mujeres de todas las razas y pueblos
de la tierra.
¿Cómo quedó ante este acontecimiento mi crisis de conciencia?
Yo me había perdido y confundido como la gota en el mar en aquel universo emocional. El resplandor de la fe más pura y de la más bruñida conciencia, junto a la voluntad más viril de acometividad y conquista me habían cegado. Los pensamientos más elevados y las acciones más heroicas,
es cierto, que hervían en el volcánico espíritu de aquella humanidad auroral; y yo no podía haber hecho otra cosa que entregarme a esta ebriedad
sublime.
Pero, cuando pasaron las horas y se incorporó mi unidad individual;
cuando mi yo se diferenció de la marejada y trepó a su roca solitaria, crujió
de nuevo la osamenta de mi fe renacida y cayó otra vez de rodillas en su
crisis mi conciencia. ¿Por qué? por una sencilla razón. Lo que vi en la niñez
y la juventud alemanas, no era la realidad de ahora, no era el presente, no
era el hoy; era el mañana, el porvenir, el futuro. Y lo que mi alma buscaba
para la enfermedad de mi fe y de mi conciencia era el hoy, el socialismo de
nuestros días, de nuestro tiempo. Esto no lo hallé en la República Democrática Alemana...
Y así, con mi fardo de penas y mi cruz a cuestas proseguí el camino de mi
calvario. ¡En la Alemania socialista no estaba mi soñado Tabor!
65
Capítulo IV
Moscú, la nueva Jerusalén
Dejamos Leipzig la tarde del día viernes, 18 de octubre de 1957. La gente
que nos había deparado atenciones y bondades quedó sollozando. Hombres y mujeres, niños y ancianos se dieron cita en la puerta del hotel para
decirnos adiós.
Cruzamos tierras labrantías que asemejan mesas de billar donde robustos
campesinos y campesinas recogían la cosecha y nos saludaban respirando
optimismo. Inmensas fábricas en los que se mueven miles de máquinas
y millones de brazos. Los autobuses se deslizaban velozmente por un camino perfecto, ¡qué hermoso camino! El trazo, la solidez y la limpidez del
asfalto, la arborización, etc., testimoniaban el alto progreso vial del pueblo
alemán. Al caer la tarde llegamos a Berlín, atravesamos la gigantesca avenida Stalin, hasta rematar en una estación de ferrocarril; en cuyos suntuosos comedores nos servimos la cena. Luego tomamos un tren ruso. El tren
es de una sola clase. Cada cabina contiene 4 camas-asientos, cómodos y
lujosos y una radio receptora. Las delegaciones de Latinoamérica que tuvimos la suerte de alcanzar una invitación para Rusia, ocupamos dos vagones juntos. El viaje nos estrechó, nos intimó hasta más allá de la cordialidad
de nuestra diplomacia servil y falseada. Nos miramos sin prevenciones
ni careta y, quién sabe, soñamos con nuestros corazones unidos. Pero la
verdad es que los latinoamericanos, ahora, en este tren, nos sentimos hijos
de una misma tierra y de una misma desgracia: la de nuestra condición de
semicolonialidad y la balcanización de nuestro territorio. Siendo súbditos
o ciudadanos de una sola nación, hemos levantado fronteras absurdas y
trágicas en cada provincia. Los intereses cantonales se han antepuesto a
los designios supremos de la patria grande, la verdadera, la auténtica; en
suma, la salvadora de todos los pueblos de Indoamérica. Verdad que por
ahora los intereses del imperialismo yanqui, la causa principal de nuestro
destino semicolonial y de nuestra segmentación, no nos permitirán unirnos, pero la vida que es mucho más fuerte que aquel poder, hoy deviene
67
Fausto Reinaga
en su disfavor. En este tren ruso, los latinoamericanos al ser tratados como
gentes de un mismo pueblo, de una misma nación; como hijos de una misma patria, nos hemos sentido avergonzados, hasta humillados de existir
separados, siendo así que en el mundo no se nos puede tomar sino como
unidos por el imperativo de la unidad de la tierra, lengua, historia, carne
y espíritu.
En el tren ruso debí aprender que Bolivia, Brasil, Argentina, etc. para perfilar su personalidad en el concierto mundial, no tienen otro remedio que
unirse en una sola y grande patria latinoamericana.
Aquel rubio muchacho, de mirada tan dulce y sonrisa tan amable y leve;
cuya alma respira una rara mezcla de bondad y algo de dogmatismo sindical; Vadim Cocherguín, el responsable de las delegaciones de Latinoamérica, nos despertó a la dura realidad: “Ustedes compañeros dejan de ser
mexicanos, uruguayos, colombianos o chilenos, caminarán o vivirán como
un grupo humano de una región; como latinoamericanos...”.
Esta fraternal y severa advertencia nos encajó en una vida familiar. Nos quisimos, nos odiamos; regañamos y peleamos; esto es que vivimos en familia.
En pequeña burbuja vivimos una patria del futuro.
Amaneció el tren en Polonia. Atravesamos Varsovia, su bella capital.
Desde las ventanillas del tren veíamos los campos polacos con su magra
cosecha. En lugar de tractores, muchas veces, tiraba del arado un caballo
cansino. Y detrás del jamelgo iba el labrador con toda su familia. Es que la
tierra exigía el esfuerzo de muchos brazos. En muchas parcelas de tierra
había paupérrimas chozas con techos de latas viejas o simplemente heno;
eran las viviendas de los humildes y denodados constructores del socialismo polaco. Al declinar la tarde traspusimos el confín de aquel territorio. Y
estábamos en el histórico lugar de Brest-Lilovsky. Pisábamos tierra rusa. El
tren se detuvo por algunas horas, lo que nos permitió caminar por nuestra
cuenta.
Cuando tropecé con la primera estatua de Lenin, mi alborozo era indescriptible. En torbellino los recuerdos emergieron a la superficie de la memoria. Brest-Litovsky era el teatro de la tremenda lucha diplomática entre
el primer Estado proletario del mundo y la burguesía europea sobre la paz
que ofrecía el Soviet al Kaiser y a los Aliados. Ya que hemos derrotado a
nuestra burguesía, decía la flamante diplomacia roja, no podemos permitir
que nuestras tropas continúen derramando su sangre bajo el látigo de la
burguesía extranjera. Luego la arremetida de la barbarie nazi en la última
guerra; aquel combate que duró más de veinte días... Estos parajes parecían conservar la sombra y los ecos del diplomático Kühtmann, el general
68
El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
Hoffmaun y el conde Czernin; como también la presencia siniestra de las
hordas de Hitler. En este Brest es donde, tras una intensa y feroz lucha
diplomática, se definió la suerte de la Revolución bolchevique y el futuro
de Europa y del mundo; y en la última guerra, se afirmó la fortaleza del
espíritu soviético. Entonces, ¿cómo no había de estar estupefacto y mudo
ante el peso del valor histórico que deslumbraba mi alma?
La gente de esta región nos recibió con flores y abrazos; no obstante, percibí cierto aire contradictorio en la recepción. Parecía tener una sonrisa desabrida, o mejor estereotipada a fuerza de disciplina. Tuve la impresión de
que quería o trataba de ocultar su alma en los más profundos estratos de
la intimidad de su ser. La primera gente rusa en masa con que me topé en
Brest-Litovsky no me cayó, digamos, en gracia. Una fría sonrisa se aposentó en la comisura de mis labios y mis ojos se entrecerraron bajo un desconocido peso de hiriente escepticismo.
Proseguimos viaje durante una noche y un medio día. El domingo 20 de
octubre de 1957 a horas 14 y 30 descendimos del tren en la Meca socialista.
Fuimos recibidos por verdaderos aluviones de gente moscovita; que pugnaba para abrazarnos y entregarnos ramilletes de flores. Un delegado del
Consejo Central Sindical de Moscú nos dio, en un discurso afable, la bienvenida. El compañero Carlos Grebe, de nacionalidad chilena, respondió
por todos nosotros.
Llegamos al hotel Ucrania, “el primero de Europa y uno de los mejores
del mundo”3. Me instalé en el piso sexto, pieza número 678. Desde sus
ventanas amplias se ven el río Moscova y el hermoso edificio del Ministerio de Relaciones Exteriores; y de las ventanas del hall de dicho piso, se
divisan las torres del Kremlin y las cúpulas de la Universidad. La pieza que
me ha tocado dispone de un cuarto de baño moderno, teléfono propio (por
el que se puede hablar prescindiendo de la central telefónica del hotel),
una radio receptora. En otros departamentos existen además aparatos de
televisión y piano.
El servicio de las mucamas es esmeradísimo.
El comedor se halla en la planta baja, con capacidad para más de tres mil
personas.
El desayuno estilo latinoamericano es desconocido. Por la mañana se
come en forma abundante. ¿Y qué es lo que se come? Lo que uno quiere. Al
finalizar la cena de la noche, uno tiene que escoger los platos y las bebidas
de su gusto; tiene que dar el menú para el día siguiente.
3 Martorelli, Victorin. No País dos Sputniks.
69
Fausto Reinaga
Para cada diez personas habían dos intérpretes. Los cuales convivieron
con los invitados. Comían, dormían y viajaban con ellos. Si los huéspedes
deseaban de acuerdo a su querer y su soberana voluntad visitar los extramuros, pues los intérpretes complacían.
Retomo el hilo en el instante en que puse pie a tierra en esta ciudad
misteriosa. Una vez que nos instalamos en el hotel, la numerosa delegación sindical latinoamericana fue requerida al comedor. Una mesa larga
y opípara nos aguardaba. Era el banquete de recepción que nos ofrecían
los dirigentes supremos del Consejo-Central Sindical de la capital soviética en nombre del Consejo-Central Sindical de la URSS. Gente de México,
América Central y Sud comieron y bebieron copiosamente. En la euforia
alcohólica salían discursos y juramentos de la garganta latinoamericana sin
tasa ni medida, hasta sin ton ni son... Bolivia, que estaba en mí, no abrió la
boca. Tanto en Leipzig como en Moscú, los hombres y mujeres que sirven
y atienden en el comedor llevan un riguroso traje de etiqueta; igual que en
cualquier hotel de lujo de París o Nueva York.
Después del banquete, mientras los demás dormían, yo salí de paseo y
llegué ante las murallas del Kremlin. Al cruzar la Plaza Roja, me asomé a
un flanco del mausoleo de Lenin, y lo contemplé largo rato con una quietud andina de roca y nieve. Torné al hotel y antes de meterme en cama escribí en mi diario: “Desde horas 2 y media p.m. me encuentro en la ciudad
de Moscú. Una rara insensibilidad se ha presentado en mi espíritu, en la
confrontación de mis grandes sueños con la realidad. Me hallo de alma,
corazón y pensamiento, algo así como adormecido...”.
Estas líneas, dan la medida del estado de mi cuerpo y de mi alma. El
mundo del espíritu enmudeció y el de la materia se petrificó. La facultad
de pensar y de querer se puso en suspenso y mis dolores de la materia se
desvanecieron como por ensalmo. Otro acápite de mi diario del día 20 de
octubre dice: “Son las 11 y 30 de la noche, me siento terriblemente cansado,
pero eso sí, sano. No me duele nada. Los dolores y el agotamiento que me
iban a derrumbar en Leipzig, han desaparecido”.
El primer día de Moscú, comenzamos visitando la casa donde Lenin pasaba sus fines de semana, donde se postró y murió. Ella está a dos horas
de Moscú, en las lomas de Gorki. Antes de la revolución pertenecía a un
militar del ejército del Zar. La casa tiene dos pisos, está rodeada de bosques; hermosas avenidas de pinos, álamos y flores conducen a sus puertas.
Todos los días del año afluye gente de todas las latitudes de la tierra. De ahí
que las personas que trabajan en la atención de los huéspedes sean una especie de autómatas que defraudan y hieren el fervor con que se contempla
las cosas de la vida íntima de Lenin.
70
El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
Los visitantes, por razón de lengua, fuimos separados en grupos. Los que
hablaban inglés, español, chino, etc., ingresaban con sus respectivos intérpretes. Lo primero que nos mandaron hacer, es cubrir nuestros zapatos con
unas bolsas de lona, para evitar que el polvo de los pies manchase el piso.
Luego comenzó en cada habitación el papel del especialista, que relataba
con una voz henchida de respeto, tal como si hablara de cosas sagradas, la
historia de los objetos personales de la familia Ulianov. Ahí estaba la cama
de Vladimiro Ilich; su ropa, su comedor, su asiento, su libreta de notas con
las palabras postreras de su puño y letra. Ahí estaban los efectos personales, ahí estaban las huellas de su enfermedad y muerte... En fin, estaba
allá ya amarillento el almanaque foliado en la hoja del 23 de enero. Quedó
así, en esta fecha, porque la propia mano de Lenin que arrancaba cada día,
ahora yacía sin vida. Cuando el expositor hablaba sobre este o aquel objeto,
trasmitían los intérpretes en puja abierta a su auditorio. Esto es, que cada
uno se esforzaba por ganar al otro y no perder el hilo del relato. Y sin darse
cuenta expedían las palabras; y elevaban cada vez el tono de la voz. El pobre auditorio estirando los oídos se estrechaba en redor de su intérprete...
No sólo que las voces y las palabras de las distintas lenguas se mezclaban,
se confundían; sino que los intérpretes de un mismo idioma por concluir
antes que el otro la frase u oración, se atropellaban unos contra otros. El
efecto de semejante método era desastroso: una Torre de Babel. En esta
confusión de lenguas nadie entendió a nadie.
Yo me desprendí de esta concentración babélica y me fui a recorrer por
los lugares por donde Vladimir Ilich caminaba. Una senda empedrada
conduce a un pequeño kiosco donde existe un banco de madera. Allá sentado Lenin, con la vista al poniente en la tranquilidad de la tarde, meditaba. Estuve solo, sobre el mismo banco, imaginando a Lenin en la fiesta
de la ola revolucionaria más brava de todos los tiempos. Tanto he debido
sumergirme en el éxtasis que Yura, el intérprete de mi grupo me buscaba, y
al encontrarme me despertó a gritos. Era la hora de regreso a Moscú.
El grito de Yura, se me antojó como una implacable orden de disciplina.
Mi voluntad se vio en el riesgo tremendo de ser encajada en una manera,
en un modo de ser totalmente regimentado... En mi indignada impotencia
me dije: “Caminaré por donde ellos me señalen; me aproximaré a los lugares que me permitan; hablaré con personas indicadas. En una palabra,
viviré con anteojeras; como un caballo cochero. Estoy obligado a ver teatro
y farsa en vez de la realidad y la verdad. ¿Para qué sirve el mundo? Engaño
y farsa por un lado; farsa y engaño por otro lado. El hombre es un gusano
inmundo, indigno de mirar el sol”. Con este amargo y desilusionado rezo
puse la testa en la almohada.
71
Fausto Reinaga
Al día siguiente, oponiéndome a la fatalidad de mis pretensas anteojeras
y enfrentándose con un esfuerzo infinito al poder del miedo, a esa fuerza cruel, sin entrañas que hiela, que paraliza como el roce de la guadaña,
me propuse determinar por mi sola cuenta mi horario del día. Compañero
Yara, le dije, yo me desprendo del grupo, he de ir por mi cuenta a una
fábrica de motores. Y heme aquí camino de la fábrica Ordjonikidze, que lleva como sigla tres letras: ZIO. Esta gigantesca mansión vulcánica se halla
dentro la ciudad de Moscú. Aquí se burilan, se troquelan, se labran las
más variadas piezas de toda clase de motores, máquinas y herramientas.
El director de la fábrica, que no esperaba ninguna visita, entre sorprendido
y medroso, reunió para nuestras investigaciones, a los jefes de sección. Yo,
prevenido, irónico como si me hubiese constituido allá para juzgar, no me
contenté con el gerente y los jefes solamente, les pedí me trajeran obreros...
Como si ello fuera poco, solicité ingresar a la fábrica; ver cara a cara a la
gente sobre su mismo trabajo.
Los directores tienen, a ojos vista, una responsabilidad tremenda. Es gente sumamente grave, seria. Habla con absoluto dominio de la materia. Su
espíritu está permanentemente embebido en los problemas inmanentes de
la fábrica. Las necesidades y los deseos de los trabajadores, el metabolismo
de la producción eligen la máxima atención y estudio de los directores. De
ahí que no asoma al rostro ni la risa chacotona ni el ceño fruncido. Todo lo
contrario, se percibe a través del aire severo, una seriedad y seguridad en
la conducción de la empresa.
Ingresamos en la mansión de Vulcano. Aquello era la misma cosa que la
que vimos en las fábricas de Norteamérica; un drama en que centenares
de hombres y mujeres exprimían su fuerza de trabajo. El acto de trabajar
en el régimen capitalista implica sufrimiento, dolor. La máquina en su movimiento lo somete, esclaviza al hombre hasta lo indecible. La dignidad,
el pensamiento, la voluntad se desvanecen frente a la máquina. Una leve
desobediencia, un milímetro de indisciplina; un insignificante descuido,
generalmente es castigado con una mutilación, esto es si no con la misma
muerte fulmínea. En el régimen socialista, el hombre frente a la máquina,
seguía trasudando sufrimiento y dolor. Ojos y manos trabajaban con la
máxima atención, sirviendo la exigencia deshumanizada del movimiento
del acero. El traje pringoso, raído; los labios resecos; los ojos enrojecidos y
lacrimosos por la acción del polvo metálico que flota es el dintorno de cada
individualidad. Almas que braman cansancio; corazones que se estrujan
de angustia; espíritus vencidos y aplastados por el peso y el poder incontrastable de la máquina. Hombres y mujeres con los rostros tatuados y el
rictus amargo; la carne martirizada y el alma gemebunda eran la leña de
aquel fuego dantesco de la fábrica ZIO.
72
El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
Pero estos obreros rusos en compensación a los sacrificios físicos y espirituales que implica todo trabajo de esta naturaleza, tienen y disponen
de bienes materiales y culturales. En primer lugar, en el restaurant de la
fábrica, existe un cuerpo de médicos dietistas, cuya misión es la de suministrar alimentos especiales y condignos a los trabajadores que deben elevar o doblar esfuerzos por las exigencias que impone el ritmo de la fábrica.
Alimentos vitaminados para los obreros agotados o cansados. En fin, aquel
comedor fuera de servir un buen menú al trabajador en general, adereza
platos especiales para la gente que por su condición de trabajo, debe alimentarse de manera y modo particular.
Después visité el teatro, el cine, el gimnasio, la casa-cuna, los campos deportivos, los jardines, y las viviendas de los trabajadores. La sensación que
me produjeron era reconfortante. Fuera del trabajo, aquel ser humano, a
diferencia del trabajador occidental, se veía seguro, confiado; volvían a su
corazón la fe y la esperanza en la vida. El trabajador de ZIO ignora las mil
y una necesidades insatisfechas que le asaltan el sueño y atizan el hambre
a la gente de las fábricas del mundo burgués. Es también una verdad que
el “sobretrabajo obligatorio de la prostitución” de las jóvenes no existe en
ZIO. La trabajadora de la fábrica es toda una digna mujer; independiente
en lo económico, es libre y soberana en el campo del espíritu. Aquí en la
fábrica es donde comencé a percibir vagamente aquello que después tuve
que confirmar en hechos: la mujer en Rusia es el ser más digno y sublime
que existe sobre la faz de la tierra.
Al final, tanto en la gerencia, en la sala de máquinas, en el teatro, la biblioteca, en todo lugar, están los cuadros de honor. Estos cuadros contienen la
fotografía y el nombre de los héroes del trabajo. Quien ha merecido entrar en
el cuadro de honor recibe salario elevado, es acreedor al respeto y admiración de sus compañeros; y siempre es el indicado a ocupar altos cargos en
la administración de la fábrica.
Con una mezcla de desolación y pálidos atisbos de consuelo para mi angustiada alma sufriente, abandoné ZIO.
Después de haber visto la fábrica, tuve imperiosa necesidad de una vivencia en el agro. Debía contemplar el rostro del mujik a cuarenta años de la
revolución; de aquel campesino ruso doblado por el knut, el látigo feudal, y
el alma enmohecida por la superstición de la ortodoxia ; aquel que sólo de
rodillas hablaba con el “padrecito Zar”. Para hablar y verle trabajar al exmujik del mundo socialista tuve que recorrer 45 kilómetros fuera de Moscú;
por un camino sin asfalto y con muchos charcos.
Es un sovjose denominado El bosque: una enorme empresa granjera,
donde se mueven activamente miles de almas. La tecnificación de la pro-
73
Fausto Reinaga
ducción agropecuaria asombra. A la entrada de cada sección, entre otros
slogans hay esta leyenda.- “Este año superaremos a los Estados Unidos de
Norteamérica”. Aguijoneado el sovjose por una obsesión y una concentrada fuerza de voluntad, arrecia cada vez más el volumen de su productividad. Tiene miles de cabezas de ganado porcino, centenas de ganado
caballar, asnal, ovino, vacuno; miles de aves de corral. La producción de
la carne, huevo, y sobre todo leche, alcanza índices tales, que ha originado
una fiebre colectiva por conquistar el galardón de el héroe del trabajo. Este
sentimiento desconocido en el mundo occidental, sentimiento heroico del
trabajo, es un agudo aguijón que expolea la emulación socialista; excita al
máximo la iniciativa privada al competir, emular y luchar tenaz y obstinadamente por la mayor producción, hasta alcanzar el glorioso título de
el héroe del trabajo. El poderoso sentimiento humano que ha descubierto el
régimen socialista, puede substituir, y con ventaja, a la piedra filosofal de
la iniciativa privada, del interés privado del régimen capitalista.
Cada establo, cada sección laboral en la parte más visible, igual que en
ZIO, ostenta en un cuadro de honor los nombres y fotografías de sus héroes del trabajo. Este incentivo por otra parte, ha desvanecido el cretinismo
rural que idiotiza y petrifica al campesino del mundo occidental. Tal que
ni hombres ni mujeres, ni viejos ni niños, ni sobre el trabajo ni en el aula
llevan el antiguo gesto del mujik. La pose servil, la mueca del esclavo son
cosas que pertenecen a la prehistoria de la humanidad rusa. Hoy en lugar
de aquella condición infamante se respira un aire de severa dignidad y de
alegría sana en el campo.
La escuela y la casa-cuna tienen a los niños dentro de un ambiente de tal
fraternidad y solidaridad que emociona hasta las lágrimas. Niños y niñas
perfectamente nutridos, debidamente aseados y ataviados pasan los días
de la semana sorbiendo a pulmón lleno la confianza y la seguridad física, y
despiertan con asombro y alegría social a las delicias sublimes del espíritu.
Estos niños, que biológicamente se creen hijos y hermanos de todos los
hombres de la tierra, me anudaron con sus rubios y regordetes brazos el
cuello: me devoraron a besos; y que al despedirse entre sollozos, me dijeron: “Saluda a nuestro nombre a los niños de Bolivia’’.
El subterráneo, el metro de Moscú, es una magistral arquitectura. Gigantescas escaleras mecánicas penetran a varios cientos de metros de profundidad. Es el testimonio visible del poder del trabajo colectivo. Su fama
es universal. Maravillosas portadas dan paso a los ambientes suntuosos,
palacios marmóreos y encantadores. Escaleras límpidas me condujeron al
andén, penetré en el tren libre y holgadamente, sin empellones ni pisotones, como ocurre en las ciudades del occidente. Cada estación es una obra
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El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
magnífica de arte con estilo propio, de mármol blanco, rosa, gris. Gigantescos cuadros adornan las arcadas y las columnas; cuadros de los fastos de
la Revolución, figuras de grandes artistas, científicos y héroes del trabajo y
de la paz. Esta eclosión de esfuerzo y de belleza se halla a disposición del
pueblo soviético.
El Kremlin, el legendario y misterioso Kremlin, es una vieja fortaleza al
margen del Moscova. En el interior de las altas murallas de ladrillo existen cuatro catedrales de los siglos XV y XVI. Cada cual es una acabada
expresión de una maravilla arquitectónica. Artistas especializados se encargan de conservarlas en todo su esplendor y brillo, borrando las huellas de la acción destructiva del tiempo. Con igual esmero y cuidado se
conservan los palacios de los zares; en cuyo interior aún pueden admirar
los ojos humanos, los fabulosos tesoros, las joyas y efectos personales; en
varias vitrinas se exhibe aquel regio boato zarista. Hay vitrinas que lucen
los descomunales mantos de armiño de Catalina II, de la zarina Elizabeth
los trajes de montar de Pedro el Grande, Pedro II, Michael Romanov, etc. Es
sorprendente e increíble el celo con que se ha conservado esta gigantesca
fortuna miliunanochesca. Montones de oro, perlas, todo género de piedras
preciosas están allí a la vista de cualquier mortal. No hay dato histórico de
ningún otro museo del mundo que guarde, igual que el Kremlin, tesoros en
tanta cantidad y de tan altísimo valor.
La Exposición Industrial y Agrícola de la URSS es una otra ciudad enclavada dentro de Moscú. Este gigantesco espectáculo es permanente. Cada
una de las repúblicas europeas y asiáticas que forman parte de la Unión
Soviética tiene su pabellón en el que está palpitando la vida peculiar de
cada región, de cada pueblo. Sus fábricas, su industria, su agro, su fauna,
sus trajes típicos, sus costumbres, su folklore, etc.; se hallan representados en maquetas acicaladamente logradas. Por ejemplo, la producción de
la seda desde el moreral, los gusanos de seda, las máquinas tejedoras, el
teñido, es decir el proceso íntegro de la elaboración, hasta que los lienzos
cuelgan en los almacenes; todo esto le entra a uno por los ojos. Ante esta
lección objetiva, se puede prescindir del servicio de los informantes y de
los intérpretes.
Sucede lo mismo con la conquista de la Siberia. En lugar de los montes y
las pampas de hielo, se ven florecientes ciudades industriales y agrícolas.
Exactamente igual ocurre en la industria liviana y pesada. Desde el trabajo de las minas, las fundiciones, las fábricas, hasta que uno ve correr el
ferrocarril, navegar el buque, volar el avión, rodar el automóvil... Para ver
y conocer toda la Exposición no alcanzan sesenta días. Tan majestuoso es
aquello que es una de las actuales maravillas del mundo.
75
Fausto Reinaga
Pienso que el pueblo soviético no tiene tanta necesidad de viajar para ver
y sentir su patria. Quien haya visto esos pabellones alcanza una idea cabal
de la extensión del territorio soviético, de la densidad y costumbres de sus
poblaciones y de la pujanza de su economía y cultura.
Los almacenes de Moscú son por el estilo de los de París. Gigantescos
edificios con amplios accesos. Las largas vitrinas exhiben una riquísima
variedad de mercaderías de todo género y gusto. Los artículos alimenticios, menajes, utensilios, muebles de dormitorio, etc.; las sedas, las pieles,
los ungüentos, licores, cigarrillos, viandas, en fin, todo cuanto requiere una
sociedad civilizada se halla en estos parajes en cantidades insospechadas.
Los compradores salen y entran sin cesar; los vendedores tienen un espíritu tal de fraternidad y simpatía que de inmediato el adquirente se siente
envuelto en una atmósfera de familiaridad. El vendedor no recurre a ningún enjuague ni sofisma para encajar el artículo al comprador; le manifiesta la verdad sobre la calidad, condiciones, duración, y además lo aconseja
ver y buscar en otros almacenes. En Rusia no existe racionamiento ni limitaciones para ningún género de mercaderías.
El cliente al pagar el valor, deja la dirección de su casa y se marcha con la
factura. El servicio de vehículos del almacén se encarga de entregar lo comprado en su domicilio. El comercio libre no existe; es estatal. Los precios
son únicos. No hay competencia, fraude, doblez ni engaño. El comprador
tiene la absoluta confianza en la calidad y cantidad de la mercancía que
compra como en el precio que por ella paga.
En Moscú no hay brizna ni sombra de la propaganda comercial intimidatoria y cruel de las ciudades del mundo occidental. La competencia descarada, la puja abierta para atrapar, para cazar al comprador brillan por su
ausencia. Ni el avisaje iluminado en las calles y plazas, ni la sección comercial en los periódicos y revistas, ni el anuncio estridente que en forma salvaje se intercala en los programas radiales, televisados; nada de esto existe.
El comercio es una actividad tranquila, hasta agradable. Y ha hecho conciencia la sociedad de su licitud y corrección; repito, que ni en la conciencia
del que vende ni en la del que compra hay la más leve desconfianza. El
comercio se desenvuelve dentro de un clima social de fe colectiva imperturbable.
Los chóferes no usan la bocina, pues hay no obstante, la cantidad y
afluencia de vehículos, orden y disciplina en el tránsito urbano.
Desde el piso 20 de mi hotel, muchas veces he contemplado a la ciudad
de Moscú. Los gigantescos edificios públicos se destacan y hieren con sus
76
El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
torres el infinito azul. Las miríadas de casas de cinco a ocho pisos que se
extienden por avenidas enteras, exhibiendo sus fachadas modernas por
fuera y su confort por dentro. Se alojan allí miles de familias de trabajadores. Dentro de este panorama hay algunos claros, donde se acurrucan
los caseríos con techos destartalados de teja o lata vieja; con portezuelas
estrechas y pequeñas ventarrucas. Estos barrios son los restos de la antigua
Moscú, la prerrevolucionaria. Accediendo a la picazón de mi curiosidad he
ingresado en el interior de estas viviendas. La gente que las habita se encuentra estrecha. Pero lo que sorprende es la extrema limpieza y orden. En
ninguna faltan flores, una radio receptora y la pequeña biblioteca personal.
Aquellas gentes nos dicen afablemente: “Pronto, tendremos resuelto este
problema de la vivienda. Nosotros también dispondremos de un departamento moderno. El Estado y el pueblo trabajan todo cuanto pueden...”, con
esta filosofía no se oculta la dura realidad. Aquella estrechez que es casi la
de un conventillo, me ha causado un rasguño en el alma.
Hemos estado varias veces en la biblioteca Lenin; y no hemos conocido,
dada su enormidad, toda ella. El arte y la ciencia en íntimo abrazo se han
puesto al servicio de esta magistral organización de la cultura. Casi todos
los libros que se producen en el universo están allá. Ningún autor clásico
de la humanidad falta. Los libros están al alcance del lector de cualquier
lengua. Y el servicio técnico y humano es digno de toda alabanza y gratitud. El lector científico, el artista, el escritor, se hallan rodeados del augusto
silencio, de la comodidad, disponiendo a sus anchas del recado de escribir
o de investigar. El soberano ambiente mantiene viva la llama del reinado
de la inteligencia.
Ya que hablamos del libro debemos decir dos palabras acerca de las librerías. ¡Qué cosas raras tiene Moscú! He visto en más de una librería enormes
colas de gente. Hacer cola para comprar un libro es un milagro. Es para el
mundo occidental una cosa increíble. Las librerías son tan grandes como
para alojar una parte de los millones de ejemplares de que consta la edición
de cada obra. Y cientos de empleados trabajan en la atención del inagotable
público comprador. En Rusia, ha desaparecido totalmente el analfabetismo; las masas han ingresado y se han habituado a gozar de las delicias del
espíritu.
Los museos estaban atestados de gente de toda edad y sexo. Niños y
ancianos, mujeres y hombres colmaban las diferentes salas del gran museo
Lenin. El público contemplaba en la pantalla cinematográfica los fastos de
la revolución del año 1917. En silencio admiraba a Lenin y escuchaba su
arenga. La histórica ciudad de San Petesburgo, envuelta en llamas y sacudida por el trueno de los cañones, se exhibía ante el público sobrecogido
77
Fausto Reinaga
de asombro y épica admiración. En la otra sala estaban los efectos personales de Lenin y su familia. Las diferentes fases de su vida palpitaban en
su plena objetividad. Aquí comencé a notar una especie de santificación de
Lenin. De sus prendas de vestir, sus papeles, su caldera de hervir té, etc.,
parecía que salían, efluvios de santidad que el corazón soviético recogía
henchido de profunda religiosidad.
En el cine vimos varías cintas históricas del año 17 y siguientes. El público muy circunspecto seguía el desarrollo de los acontecimientos con
emoción renovada. Las salas estaban siempre llenas. Los tickets había que
comprarlos con muchas horas de anticipación. El teatro de Moscú es un
acontecimiento singular. En 1935, veintidós años atrás. Aníbal Ponce, todo
emocionado escribió sobre el teatro ruso lo siguiente:
Cuando el estreno de Ricardo III se acercaba, todo decía en el
ambiente la grave responsabilidad de los directores y la crítica
de los actores y los realizadores...La sala entera desbordaba. En
un silencio impresionante. Ricardo III desnudó su alma a través del talento de Nonakov que lo encarnaba, y todo el espanto
de la tragedia feudal comenzó a vivir delante de nosotros. De
la platea a los palcos, de la tertulia a las galerías, nada más que
hombres y mujeres que estudian y trabajan. Muy pocos años
atrás, la enorme mayoría, la aplastante mayoría, no conocía el
nombre de Shakespeare ni de oídas. En muy poco tiempo se
ha vuelto para ellos un amigo. “No se imaginaría usted - me
decía un compañero en uno de los intervalos- hasta qué punto
Shakespeare es conocido en Rusia. No hay teatro de campaña ni teatro de sindicato que no lo haya representado muchas
veces. Y es que el espectador soviético no sólo ha aprendido a
desentrañar en Shakespeare la profunda lección estética y social que nuestra critica ha contribuido a elaborar, sino que el
tono de las piezas de Shakespeare está al diapasón de la vida
soviética”. Héroes de Shakespeare y héroes de los planes quinquenales podían, en efecto, a través del abismo de los siglos y
de las clases, tratarse de igual a igual por la fuerza de la vida,
la exuberancia creadora, el impulso ardoroso que los lanza a la
lucha. Pero aquella sala repleta de un público como todavía no
conoce igual ningún teatro de la tierra, sabía que los héroes de
Shakespeare, inmortales en el arte, no son inmortales en la vida.
Y que el enorme trágico, con ser tal vez la más alta cumbre del
arte, no fue el historiador del “alma humana”, sino de uno de
sus tantos aspectos fugitivos; porque esa alma humana ha presentado a través de los siglos los reflejos que las clases sociales
le imponen, las transformaciones que los modos de producción
le van dejando. No de otro modo, las imágenes dramáticas en
78
El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
que Shakespeare volcó sus criaturas llevan consigo la marca de
la clase social en cuyo nombre hablaban, y son como esas clases, transitorias y perecederas. El desdichado “monstruo rojo”
que Shakespeare tanto había calumniado en Calibán, ¿no estaba acaso con una alma nueva en aquella inmensa sala en que
la hoz y el martillo ocupaban el sitio de la corona y las águilas?
Frente al telón rojizo en que tres luchas gloriosas se repiten sin
cesar - 1871, 1905, 1917 - un mundo nuevo que Shakespeare
ni siquiera pudo imaginar, ¿no estaban allí para decirnos cuan
poca cosa sabemos todavía del hombre, y cómo ha bastado ponerlo en posesión de sí mismo rico con toda la técnica, rico con
toda la cultura de los siglos, para que haya empezado a realizar
lo que no creamos posible?4.
En los veintidós años transcurridos, aquella fervorosa admiración de
Aníbal Ponce se ha quintuplicado en mí. Los más grandes trágicos, dramaturgos, comediógrafos de la humanidad se han familiarizado a través del
teatro con el pueblo ruso. El humanismo socialista ha libado la quintaesencia de la cultura universal. Los espíritus geniales de la historia se hallan
incorporados insusceptivamente, vitalmente, en el cerebro y el corazón, en
el pensamiento y el mundo afectivo del hombre soviético.
La cultura socializada es otra maravilla que Rusia ha logrado. Shakespeare, de la época en que Ponce visitó aquella sociedad, se ha amplificado en
extensión y profundidad en el alma soviética. Nosotros vimos magistrales
representaciones. Aquel público de mujeres y hombres trabajadores estaba
mejor vestido y mejor nutrido, pero sobre todo mucho más culto que el de
hace veintidós años. Su corazón ya habituado a lo sublime y bello palpitaba echando a raudales el oro puro de su goce intelectual y afectivo; aquel
oleaje emocional era un océano de belleza y placer. El pueblo ruso es el
más feliz de la tierra en cuanto se refiere a las manifestaciones del espíritu.
Conoce y siente permanentemente toda la excelsa producción artística del
orbe. Al mismo tiempo que fomenta y protege con primor y fervor el folklore de cada región. La poesía, la música, el teatro, el baile de cada pueblo
se cultiva y se expande. El teatro ruso, en sus múltiples manifestaciones y
modalidades, tiene tal amplitud e ímpetu que no hay acto social donde no
se matice, donde en entre-actos no haya números de baile, canto, gimnasia,
vodeville, comedia, etc., aderezados con todo el ingenio y picor de esta o
aquella región de Rusia. En el Palacio de los Sindicatos, un monumento
suntuoso y marmóreo, donde se llevó a cabo la recepción oficial de los
huéspedes sindicalistas del mundo, espectamos en los entreactos hermosas danzas, escuchamos deliciosas canciones y representaciones de títeres,
4 Ponce, Aníbal. De Erasmo a Romain Rolland. p. 165- 68.
79
Fausto Reinaga
comedias, etc. La gravedad del recinto y de los discursos no impedía que
la gente riera a desternillarse.
La escuela y la universidad soviéticas dan la pauta irrefutable del grado
de cultura del pueblo ruso. Selecciones del Reader’s Digest de mayo 1958 trae
un artículo condensado del libro Inside Russia Today de John Günther; en
el que se lee estas referencias:
Como es ahora bien sabido, se concede atención especial a la
enseñanza de las ciencias y la técnica, ya se trate de muchachos
o de muchachas. Además del estudio continuo de las matemáticas durante 10 años, todo niño debe estudiar cuatro años de
química, cinco de física y seis de biología. Un norteamericano perito en la materia, me dijo en cierta ocasión que el estudiante ruso al final del décimo año (es decir, el equivalente
de las escuelas elemental y secundaria), posee mayor cultura
científica – especialmente en matemáticas – que la mayoría de
los norteamericanos que hayan hecho cuatro años de estudios
universitarios.
Actualmente existen unas 800 instituciones de enseñanza superior en Rusia, de las cuales 33 son universidades. La de Moscú – conocida oficialmente como Universidad Estatal M.V. Lomonosov, en honor del primer gran científico ruso – cuenta con
el mayor rascacielos de la ciudad. La altura de este edificio es
de 240 metros, por lo que, a excepción hecha de la torre Eifiel,
es la más alta estructura de Europa.
Cuando la visitamos un guía muy atento nos mostró la universidad y nos abrumó con estadísticas. La universidad fue
construida de 1948 a 1953 y costó el equivalente de 750 millones de dólares. Cuenta con 1700 laboratorios, 15.000 salones, un personal docente de 2400 personas y aproximadamente 16.000 estudiantes de los que más o menos la mitad
son mujeres.
El plan de enseñanza es igual en todas las universidades soviéticas. Los estudios duran cinco años y el 65 por ciento de los
estudiantes está formado por aspirantes a grados en ciencias.
Estos cursos se orientan hacia las ciencias puras, la especialización, la especialización teórica y, más que nada, la investigación. Dicho sea de paso, todos los estudiantes de ciencias deben
hacer cursos de filosofía y economía, también es obligatorio el
estudio de un idioma extranjero.
Los estudiantes de la Universidad de Moscú proceden de todas
partes de la Unión Soviética, así como de 22 países extranjeros.
Los estudiantes que no son de Moscú viven en habitaciones de
80
El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
los dormitorios de la universidad, por cuyo alquiler pagan el
equivalente a 5.25 dólares al mes.
Ni el estudiante ruso ni sus padres tienen problemas económicos, ya que el Estado paga a los alumnos por asistir al colegio o
Universidad. Su estipendio comienza con 75 dólares mensuales
y va elevándose hasta llegar a $ 125 en el quinto año, sin que sea
esto óbice para que además reciban adehalas sustancias aquellos estudiantes especialmente aplicados. El estudiante está asimismo exento del servicio militar. (A las autoridades soviéticas
nunca se les ocurriría interrumpir los estudios de un distinguido
joven alumno de ciencias físicas, para meterlo en las filas).
Lo más importante que se observa en la educación en la Unión
Soviética, aparte de su interés en las ciencias, es su universalidad. El gobierno ha cumplido su promesa de proporcionar
enseñanza a toda la nación. En un país donde el analfabetismo
era regla general, éste ha sido virtualmente eliminado. Todo el
progreso alcanzado por el país hasta ahora es el resultado de
la enseñanza en poco más de una generación. ¿Adónde podrá
llegar la Unión Soviética en dos o tres generaciones más?
El señor Günther, que es el espíritu sobrecargado de los prejuicios del
mundo occidental, ha debido enfrentarse a una realidad de piedra de toque para haber tenido que decir: “Una vez creada la clase (quiero pensar
que se refiere a la “clase corriente” de que habló Marx; FR) a la que se ha
enseñado a pensar, especialmente en términos científicos, tarde o temprano principiará a pensar en otros tantos con la perspectiva de descubrir más
amplios horizontes”.
La escuela y la universidad burguesas se hallan con la fe anquilosada. Su
prédica de la filosofía del odio y la mentira sólo inspira decepción o escepticismo. Del Alma Mater del occidente, ha huido la diosa Minerva y se ha
apagado el fuego de Prometheo que vitaliza el espíritu del hombre.
En contraste, en la universidad soviética, arde la llama del ideal en la
redención humana. Con el pensamiento tensamente elevado y el alma en
oración, largo tiempo contemplé a la Universidad de Moscú.
Informaciones Exclusivas de 29 de mayo de 1958, de México; órgano de
laUnión Cívica Internacional registra una nota bajo el título: “En la Rusia
Creyente”.
El beso de Pascua, una de las más bellas costumbres religiosas,
ahora suprimidas brutalmente por el ateísmo comunista.
Cuando Rusia tenía iglesias todavía, sacerdotes y días de fiesta
religiosos, en todas partes era costumbre que una semana an-
81
Fausto Reinaga
tes de la Pascua, los creyentes explorasen su alma para ver si
tenían disputas pendientes con el vecino o con algún familiar.
Una vez que asistían, con todo recogimiento y devoción, a los
servicios religiosos de Pascua, donde se bendecían las velas
nuevas y se escuchaban las palabras del mensaje de resurrección, debía salir de la iglesia para abrazar y besar a su vecino
o familiar hasta entonces hostil y decirle con ternura: “Cristo
ha resucitado”. El otro, por su parte, tenía el serio deber de
contestar la atención diciendo: “Cristo real y verdadero ha resucitado”.
A partir de entonces, ambos se sentían reconciliados y a nadie
le mordía ya el espíritu de pelea.
Si yo no hubiera visitado las iglesias, si no hubiese ido a misa acompañado de los sindicalistas latinoamericanos católicos, si no hubiera visto a
los sacerdotes católicos, ortodoxos y protestantes en mi mismo hotel, y si
no hubiera alternado con gente rusa religiosa que se bautiza, que asiste a
misa, que se casa de acuerdo a los principios de su fe; yo hubiera creído,
como tantos otros seres del mundo occidental, aquella filfa, aquella calumnia vil: “Cuando Rusia tenía iglesias todavía y sacerdotes…”
El beso de Pascua en la Rusia zarista como en la iglesia del capitalismo es
el beso de la traición. El terrateniente al besar a su siervo que se rebeló lo
reduce a total indefensión. El explotado que besa a su explotador contra
quien declaró la guerra, le entrega sus armas y su rebeldía y firma y acepta
para sí una paz de la mansa oveja. Esto no hay evidentemente en la Rusia
socialista, porque ha desaparecido la clase explotadora en todos sus grados
y matices: como han desaparecido el servaje y la ignorancia. La sociedad
rusa la colma una sola clase: la clase trabajadora, que es superior en sentimiento, dignidad y cultura a la burguesía del mundo occidental. Esta clase
trabajadora rusa hoy da “el beso de Pascua” en un plano infinitamente
elevado al desgraciado mujik que de rodillas besaba al terrateniente, el cual
no rezumaba otra cosa que mala fe, injusticia para él. El beso soviético es
un beso de fraternidad, de sinceridad y de ideal en la redención total del
hombre.
Los rusos que sienten la necesidad de una religión la tienen y la practican
libremente. Libros, revistas, periódicos exhiben las liturgias del culto. La
revista Ogonyok del 10 de octubre de 1957 registra en todo su esplendor un
matrimonio religioso. Cuando una persona, mujer y hombre lleva un anillo
de alianza hay que estar seguro de que es religiosa. El religioso ruso es el
cristiano primitivo puro. No roba, ni mata, ni da falso testimonio. “Ama a
su prójimo como a sí mismo”.
82
El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
El hombre después de tener seguro el sagrado pan nuestro de cada día,
necesita junto al maestro de escuela, un médico. Rusia ha realizado plenamente este ideal. El hambre, la ignorancia, el dolor y la muerte prematura
que son el azote y la maldición de los pobres en el mundo capitalista, han
desaparecido del mundo soviético.
La salud del pueblo es la preocupación fundamental del Estado y de la
sociedad. No hay escuela ni centro de actividad, donde no se ejerza un
minucioso control sanitario. En la Rusia soviética, ha dado los más excelentes frutos la socialización de la medicina. La atención médica, las drogas
y todo género de intervenciones quirúrgicas son absolutamente gratuitas
para todos los estantes y habitantes del país.
Yo que sufrí tanto, porque mis enfermedades de Leipzig se agravaron por
el intenso trabajo que me vi obligado a realizar por mi propia voluntad.
El ardor de la planta de los pies, la insensibilidad del muslo izquierdo, el
temblor y la hinchazón de los párpados, los dolores del corazón; el estreñimiento que alternaba con diarreas violentas, las explosiones nerviosas.
Con motivo de estas dolencias, tuve que tratar con médicos de primeros
auxilios y especialistas en los policlínicos.
Entonces constaté por mis propios ojos la excelsa y plena función de la
medicina socializada. El médico es algo así como un ser divino en Rusia.
De su ciencia fluye el bálsamo contra los males que aquejan a los hombres.
El sentimiento popular hacia el médico es un sentimiento de respeto y gratitud. Y el médico es un ser digno de merecer tal atributo.
El galeno ruso desde el día que ejerce la misión de curar a los enfermos,
no tiene que pensar ni preocuparse sino de su misión. Para nada cuenta en
su vida la atribulada, la desgarradora lucha por la vida por el prestigio profesional que implica mayores entradas económicas en el mundo de la libre
competencia. Un médico de talento y de ideología socialista en el sistema
burgués, para surgir y para triunfar tiene que renunciar a sus convicciones
y convertirse en lacayo del capitalismo; de lo contrario éste, talento y todo
lo aplastará como a una cucaracha. En cambio en Rusia, la inteligencia colmada de ciencia goza de tal clima, de tal ambiente económico y social, que
no hay más que bendecir aquel fruto benefactor de la medicina socializada
de la que hoy disfruta el pueblo soviético.
En suma, quiero dejar sentado este hecho admirable y envidiable para
todos los profesionales del sistema burgués. Donde para ser médicos y
ejercer la profesión tienen que sufrir mil privaciones y sacrificios, y lo peor,
muchas veces tienen que vender y prostituir al mejor postor su ciencia y
especialidad; esto no hay en Rusia. El médico allá, lejos y libre de toda
83
Fausto Reinaga
preocupación económica para sí y para su familia, ya que el Estado se encarga de dotarle de comodidades y pagar un sueldo condigno, con el cual
literalmente se halla en condiciones de satisfacer todas sus necesidades: el
médico, digo, goza de morada alegre y amplia, movilidad propia y si sus
dones naturales dan para más, puede cuantas veces desee salir de Rusia a
los eventos científicos de cualquier país que visare su pasaporte. En estas
condiciones el médico ruso, no hace más que estudiar e investigar durante
toda su vida.
Lo mismo se puede decir acerca de las enfermeras; gente que luce a flor
de labio la alta y humanitaria misión de mitigar el dolor del prójimo. Mis
ojos han visto florecer la sonrisa franca en las palabras preñadas de sabiduría de los médicos; y mi epidermis ha sentido la mano maternal de hermana o de hija en las curaciones de las enfermeras. El consuelo que desciende
de los ojos y de la boca de estas mujeres sabían a lluvia celestial para mi
alma. ¿Quizá porque yo era un extranjero? No. Estas sublimes virtudes,
me consta, son la heredad común de todos los pacientes que llegan a estas
verdaderas casas de Dios.
Serikov Alexander, que en Leipzig me dijo: “Nos veremos en Moscú”;
aquel rubio corresponsal de Ogonyok que armado de su mirada de águila y
su fino don intuitivo para llegar al fondo de la personalidad de las gentes,
aquel que anduvo en el IV Congreso de la Federación Sindical Mundial,
un día me encontró en el hotel Ucrania. Sus ojos echaban llamas de alegría,
sus manos palpitaban fraternales y su voz era la voz de la confianza. En su
abrazo sentí el aliento de un hermano, con el cual yo hubiera ya dado una
vuelta por el mundo. “Compañero Reinaga, me dijo, lo esperan el director
y el cuerpo de redacción de la revista. Estoy feliz porque su artículo con
su cliché saldrá en el número de gala del 7 de noviembre”… Con estas palabras me estrechaban sus manos. Junto a él sonreía Vadim, “el Grande”.
Vadim Poliakovsky es un tipo hermoso de varón, alto, simpático y culto.
Por sus ojos, su boca y su palabra exhala una suave ironía, la que lejos de
provocar aversión, envuelve al interlocutor en un denso aire de familiaridad inmediata. Habla el castellano latinoamericano con todos sus matices
y tonalidades regionales.
Serikov nos conduce en su auto a la redacción de Ogonyok. Subimos muchas gradas de madera gastada. En la dirección nos esperaba la gente de la
revista. El director Anatoliy Safronov, de estatura baja, grueso de cuerpo y
de una poderosa y penetrante mirada. Con una sonrisa llana y voz afable
me dice: “Compañero Reinaga, lo felicito a nombre de Ogonyok por su artículo. Lo publicaremos en nuestro número de gala. Ya está traducido (toca
el timbre y un gráfico entra trayendo el artículo y la prueba de una carátu-
84
El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
la). Usted puede escribir – prosigue – cuanto quiera y todo lo que quiera en
nuestra revista. Ser nuestro corresponsal en su patria. Se lo pagamos, ahora
mismo por adelantado. Por favor, hable de su país ¿Cómo es Bolivia?... Nosotros la vemos envuelta en misterio; casi nada sabemos de ella…”.
Yo les hablé con cargada emoción de esta tierra, donde revolucionariamente se movía un pueblo entero. Les hablé de su pasado incaico; de la
conquista y el coloniaje ibéricos, de la República. Les transmití los fastos y
el espíritu de la Revolución de abril de 1952. De los obreros y campesinos
armados, de la Central Obrera Boliviana, de la Nacionalización de las Minas, la Reforma Agraria, la inflación, el gobierno y las clases sociales; en fin,
del cerco burgués y de la presión yanqui.
El cuerpo de redacción y el director me escucharon con intensa emoción;
Safronov, volvió a hablar y me dijo: “Compañero Reinaga, escriba todo lo
que nos ha dicho; publicaremos en la mejor parte de nuestra revista”.
Cuando volvió a repetir aquello del pago adelantado. No puedo, le contesté, recibir ningún dinero como pago de un trabajo que aún no he hecho.
Me miraron con extrañeza. “Bueno – repuso – esa es su voluntad. Pero
ahora haga el bien de acompañarme a la caja; le vamos a pagar de su artículo que nuestro número de gala ha de publicar”. Descendimos las gradas
y nos aproximamos a un intenso movimiento de caja. Cruzaron por mi
imaginación ideas como ésta. Pagarme por un artículo que hice en veinte
minutos?... Me asoman a la ventanilla, me insinúan firmar un recibo; y luego me alcanzan la suma de 738.75 rublos; que en la moneda de mi patria
se traduce en 2.770.200 pesos bolivianos. No pude contener mi asombro.
Cruzó por mi imaginación mi via crucis intelectual. Mis pupilas se nublaron y gruesos lagrimones rodaron por mis mejillas… Vadim, con el ceño
fruncido me increpó: “Compañero Reinaga, si los más grandes escritores,
que tienen fama mundial, cobran así, esta cantidad, y no más, ¿Por qué
Ud., se descontenta?”.
Vadim, le respondí, mis lágrimas otra razón tienen. Es la primera vez en
mi vida que por mi trabajo recibo una remuneración. Los escritores en mi
país, siempre hemos tenido que pagar caro para publicar nuestras obras;
pagar –muchas veces – hasta para que nos lean. ¿Cómo entonces mi querido Vadim, no quieren que mi emoción se convierta en llanto?... El Director
y los redactores que no cabían en sí de asombro y perplejidad, comprendieron el significado de mis palabras; me abrazaron y me besaron y lloraron
de emoción conmigo.
Guardo como chispa de oro, un pensamiento del director. En un momento dado, cuando mis interrogaciones de agresiva filosofía con matiz y esen-
85
Fausto Reinaga
cia burguesa le cercaron con sus porqués trascendentalmente metafísicos;
aquel hombre, cultísimo humanista, con una humildad franciscana, musitó
dos palabras: “Podemos ya morir tranquilos porque hemos hecho algo por
la redención material y espiritual del hombre sobre la tierra”. Y, ese algo,
era la Revolución Rusa que yo ahora la veía en su 40 aniversario.
Mi artículo que Ogonyok publicó es el siguiente:
“Mística remembranza de Lenin”
Por Fausto Reinaga, escritor boliviano
Díganos algo sobre su raza y su formación revolucionaria.
—He nacido en el pueblo de Macha —Potosí—. Por mi madre corre en mis venas la sangre de Tomás Katari, el caudillo
que gestó y encabezó la rebelión campesina de 1780-81. Aquel
alzamiento campesino de la raza india fue el primero de la independencia nacional de Bolivia. Igual que mis padres trabajé
desde niño en la agricultura y en la mina. A los 16 años aprendí
a leer. En la ciudad de Sucre, hacia 1930, mis compañeros de
trabajo, obreros tipógrafos, me hablaron por primera vez de
la Revolución Rusa y de Lenin y me prestaron los pocos libros
que pasaban de mano en mano. Por aquel tiempo yo era ateo;
ya no tenía dios, vivía sin fe ni esperanza; caminaba a la deriva, sin norte; devorado por un escepticismo cruel. Cuando
conocí a Lenin y supe del milagro de la gran Revolución Rusa,
sentí desde mis más lejanas células el calor, el santo calor de
un ideal... Lenin hace en mí cosas increíbles... Contemplando
su retrato veo salir de sus ojos una luz intensa con la que se
ilumina mi alma de valor, de verdad y de justicia... Como soy
emotivo, sensible, me puse a llorar a sollozos cuando vi la película muda “Lenin en Octubre”... En el silencio religioso de
mi biblioteca, cuántas veces he llorado y me he quedado en
meditación, en éxtasis ante la efigie de Lenin.
En un mundo canalla, de lodo y podre, como es el mundo
del colonialismo, merced a mi misticismo leninista he logrado conservarme como un luchador y escritor consciente de mi
responsabilidad; escritor que ama por sobre todas las cosas la
verdad. Sólo gracias a Lenin he tenido el valor de decir de viva
voz y de escribir en mis libros esto: “Mi producción intelectual
contiene un concentrado rencor contra la injusticia, la explotación, la mentira, la simulación, la vanalidad, el latrocinio. Soy
enemigo irreductible de los mercaderes del ideal: y de aquellos
que han confundido el ideal con los apetitos... El odio sañudo
con que se me distingue es la paga a mi sincera devoción a
la justicia y la libertad. En medios sociales encanallecidos el
86
El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
pensar es un delito. A pesar de ello he pensado y hecho lo que
he pensado. Mi delito es el haber pensado libremente, sinceramente. Una dolorosa experiencia me ha convencido que: en un
mundo purulento cuesta mucho mantenerse libre. Cuesta mucho no ser esclavo, caco ni falsario. Mucho cuesta ser sincero y
veraz. Veraz porque “es la verdad y no la mentira, el auténtico
‘motor’ del progreso”.. He luchado codo a codo con las masas
obreras y campesinas; he pensado y escrito para ellas con la
más alta calidad de sinceridad que puede haber en el alma humana”. (Reinaga, Fausto. Franz Tamayo y la Revolución Boliviana)
— ¿Pero por qué en concreto admira Ud. a la Revolución Rusa
y a Lenin?
—Vea Ud. camarada: Bolivia, como territorio y como pueblo
es un ser minúsculo en comparación a Rusia. Pero encuentro
en mi Patria, en forma, esencia y perspectiva, un raro parecido
con la Madre Rusia. Desde luego el mujik zarista es idéntico
al indio boliviano. En el altiplano ilímite el indio se mueve
como piedra hecha vida; o bien una vida petrificada; una vida
tan hondamente encarnada en la tierra, igual que el hijo en el
claustro materno. El indio lleva en la entraña el calor y el color de la tierra. Este siervo feudal arrojado por el terrateniente
de su tierruca es el que marcha a la mina o la fábrica. La raza
india-incaica es la madre del proletariado boliviano. En las luchas del proletariado se halla también la fuerza de la oprimida
raza incaica; mi raza. De ahí que las masacres obreras y campesinas sólo sirvieron para acelerar, a semejanza de las masacres
zaristas, la Revolución.
La Revolución Boliviana que ha armado a obreros y campesinos y que ha llevado al poder a obreros y campesinos, que
forman la mitad del gobierno nacional, ha acometido obras de
audacia desconocida en Latino América: la nacionalización de
las minas del imperialismo yanqui y la reforma agraria, por la
cual a dos millones y medio de campesinos se ha dado tierra
y libertad. La presión de las masas armadas ha impuesto estas
dos grandes medidas revolucionarias. Los teóricos llevándolos al cerebro de estas masas, ideas y experiencias arrancadas
del oro puro de la Revolución Rusa. Cuando tuvimos que enfrentarnos a las duras tareas de la revolución, es entonces que
sentimos y comprendimos la inmensidad y la profundidad de
la Gran Revolución de Octubre y la inmensidad y profundidad
del Genio de Lenin.
Este misticismo leninista he predicado con la palabra y el
ejemplo a lo largo de mi vida dramática de persecuciones,
87
Fausto Reinaga
cárceles, destierros, etc. Trabajador manual o intelectual;
como maestro de escuela, colegio secundario, catedrático de
universidad, periodista, escritor, dirigente sindical y político he escudriñado y estudiado los problemas de mi Patria a
través del crisol de la más grande y luminosa lección y experiencia que ha recibido la Humanidad: la Gran Revolución
de Octubre... Al calor de mi devoción leninista, desafiando
el terror del imperialismo y de sus lacayos nacionales, en
1944, pedí como diputado nacional y conseguí el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con la Rusia socialista, y también la ruptura de ellas con el dictador fascista de
España, Franco.
Puede ahora imaginarse el lector de la felicidad que sentirá mi
corazón, el éxtasis con que se arrodillará mi alma ante el Mausoleo de Lenin en Moscú.
Mi visita a Ogonyok despertó interés en la Unión de Escritores Soviéticos.
Trabé amistad con ilustres miembros de aquella entidad. Con José Grigulevich, del Comité Estatal de Relaciones Culturales con el Extranjero, conversamos largo y tendido en castellano. Grigulevich es un espíritu preclaro
y penetrante. En aquella entrevista, estuvo también el profesor de Historia
de Latinoamérica de la Universidad de Moscú, Vasilio Ermolaer; el cual ya
había conocido mi artículo que iba a publicar Ogonyok; fue la razón para
qué cambiásemos ideas sobre la trascendencia de la revolución india de
1780 en el Alto Perú. Tres horas de intercambio de ideas y pensamientos,
criterios y posiciones con estos dos espíritus, libres de toda mancha farisea
y pancista; me sentí reconfortado moralmente.
La compañera Esperanza, doctora en literatura y filosofía, vino a buscarme al hotel. Habla castellano, lo cual permitió nuestra rápida aproximación espiritual. Esperanza es una mujer ya madura, pero su resistencia
y agilidad intelectual y física hacen que respire eterna juventud. Por otra
parte, envuelve a su persona el halo de una gran fuerza moral; sobre la que
descansan una dulce afabilidad y una sinceridad acrisolada; en suma, una
amistad fina, delicada, que Esperanza sabe regalar a todos sin tasa ni medida. Después de nuestras largas conversaciones me dijo un día: “Fausto,
quédate unos meses con nosotros; conoce Rusia; ella no es como la que pintan en el occidente... Vamos a la Unión de Escritores Soviéticos. Te espera
Elena Romanova para conversar contigo...”.
Llegamos al local de la UES., silencioso, conventual. Luce por dentro una
austeridad franciscana. Elena Romanova es una hermosa mujer; está en el
cénit de su vitalidad intelectual. Fue pródiga la naturaleza con ella, junto
a su hermosura exterior le dio un brillante cerebro. Sus ojos, su boca exha-
88
El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
lan como la flor el perfume una intensa fuerza espiritual que por encima
del idioma penetra en el alma del interlocutor. Toda una tarde departimos
con esta subyugante mujer. Me hizo la misma proposición que Esperanza:
“Quédese Fausto con nosotros un tiempo, conózcala y siéntala a Rusia;
luego escriba. A través de sus libros, le conocíamos ya a Ud.; queremos
que sea franco entre nosotros; quédese un tiempo...”. Con estas palabras
nos despedimos afectuosamente. Al abandonar el local, Esperanza subrayó, “la Romanova se halla feliz de haberte oído. Es una de las mujeres más
inteligentes con que cuenta la institución...”.
Por este tiempo, entre la gente de revistas, periódicos, corresponsales,
llegó una muchacha periodista de Yudoe: Irene Yonovna. Habla castellano,
tiene 23 años, es la esposa de un jurista; madre de un hijo. Alta y esbelta,
viste con sencillez, yo diría, una sencillez lujosa; porque en la simplicidad
de su ropa se halla implícita la calidad. Gracias a Irene yo llegué y vi las
cosas más insospechadas e íntimas de la vida rusa. Nuestra amistad intelectual se elevó hasta las nubes. La sinceridad y la intimidad libres de toda
idea o intención mezquina unió a nuestros espíritus dentro de una amistad
tan superior, que Irene obtuvo el consentimiento de su casa para viajar
conmigo a Pekín, después a Bolivia, viaje que esperaba fuese para ella su
segunda universidad. No fui a la China y partí en forma precipitada para
Bolivia; por estas razones ajenas a su deseo, la Yonovna no llegó al viejo
Collasuyo de los Incas.
La escuela y la universidad soviéticas, han conformado un tipo humano
con las mejores esencias de la cultura universal. Para los niños y los adolescentes, lo que en el occidente llamamos primaria y secundaria, allá son
realmente obligatorias; en consecuencia, la cultura del pueblo es increíblemente elevada. La escuela rusa en la formación del hombre para una sociedad socialista ha arrojado todos los prejuicios sociales y religiosos por la
borda, y con la verdad en la mano ha esculpido un alma y una conciencia
llenas de luz, de fe y esperanza. La generación de Irene, por ejemplo, es
hija legítima del humanismo socialista, edificado con la doctrina de Marx,
el pensamiento y la acción de Lenin. La juventud femenina rusa llena en
la mente el aforismo heleno: “Mente sana en cuerpo sano”. A diferencia
de la juventud del mundo burgués, no hay la más lejana y leve sombra de
ninguna de las formas conocidas en la historia de la prostitución. La mujer
rusa, como las vírgenes del medioevo, conserva su pureza virginal hasta
el matrimonio, el cual se consuma por el amor; nada más que por el amor.
Los factores sociales, económicos, religiosos o de realeza han desaparecido
en el matrimonio ruso. Si el sueldo o salario del marido es suficiente, la
esposa puede criar a sus hijos en su casa; pero si los dos cónyuges trabajan,
89
Fausto Reinaga
como es casi la regla general, los niños pasan con sus padres los sábados y
domingos. Por los ojos de Irene fluía un amor maternal tan hondo y sincero
por su nene de cuatro años, que yo no he visto amor más intenso de madre
en el mundo capitalista.
La estructura mental, el contenido de la inteligencia de la juventud rusa
es cosa seria. Su volumen de ciencia y su magnitud universal le han dado
tal sentimiento de superioridad, a la vez que una desconocida fuerza íntima, una fuerza interior de confianza en sí misma y seguridad en la lucha
por la liberación total del hombre. La juventud rusa, con todas sus necesidades materiales solucionadas, vale decir, sin hambre, sin las perplejidades
angustiosas de la desocupación, sin los altibajos del costo de la vida y los
salarios; sin la secuela de la delincuencia juvenil que traen consigo las crisis
que periódicamente sacuden la estructura capitalista; con una escuela y
una universidad abiertas de par en par y que les paga a todos los estudiantes por ser tales, y a los que tienen talento más y mejor; aquella juventud
tiene una visión optimista, meliorista de la vida. Frente a la miseria, el dolor y el escepticismo en que naufraga la juventud del occidente, la juventud
rusa es feliz.
John Günther, al sorprender esta poderosa realidad que se mueve en el
fondo de la vida rusa no ha podido enmudecer; ha tenido que confesar:
“Todo el progreso alcanzado por el país (Rusia FR.) hasta ahora es el resultado de la enseñanza en poco más de una generación. ¿A dónde podrá
llegar la Unión Soviética en dos o tres generaciones más?”.
¿A dónde puede llegar una juventud colmada de ciencia y arte, y que
idolatra un ideal, el ideal de la redención de la humanidad? Si el milagro
del socialismo ha engendrado una juventud tan noble, tan pura, tan heroica e idealista, que ama a su Patria con el alma y la sangre, y que quiere para
toda la humanidad una Patria como la suya propia: he aquí el verdadero
“divino tesoro”, el prístino orgullo, la fuerza más pura del devenir del gran
pueblo de Lenin.
El discurso que pronuncié por la radio Moscú, como los artículos que
escribí para Yudoc y la Unión de Escritores Soviéticos son nada más que el
resultado del estado de mi conocimiento de la realidad rusa. Vale la pena
de insertar lo que dije en Radio Moscú:
Bolivia es un pueblo sitiado no sólo por sus montañas perpetuamente nevadas, sino también por varios Estados burgueses
que hasta le han arrebatado su salida al mar. En la cumbre de
los Andes y en la maraña de sus selvas vírgenes, Bolivia, para
Europa, Asia, inclusive para América Latina, aparece moviéndose dentro de una nube de misterio. Y a la par que se la siente
90
El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
en Bolivia a Rusia, extendiéndose hacia la infinitud por la estepa siberiana, también misteriosa. Es más, en Bolivia, la Rusia
misteriosa ejerce un poder hipnótico en el alma popular. El espejismo de la distancia y la falta de intercambio de personas,
cosas e ideas, deforman la realidad y empeñan la magnitud de
los hechos, y por ello, se ven las virtudes rozando el cielo y los
errores hundiéndose en el lodo. El misterio engendra concepciones fantásticas. Se cree que después de la Gloriosa Revolución de Octubre, el socialismo ha descendido como el maná del
cielo; que por milagro el feudalismo se ha convertido en una
sociedad donde los hombres, cual si fuesen ángeles, dan a cada
uno según su necesidad. Hay que añadir a esto que la maligna
propaganda imperialista intensifica esta labor de deformación,
porque sabe que a la postre, sacará partido a su causa del cotejo
entre la creencia y la desnuda realidad.
Los libros, las revistas, las radios, los periódicos nacionales y
yanquis hablan casi siempre en hipérbole. Por haberse prostituido, estos medios de información han sido condenados al
descrédito; no se les cree; o en el mejor de los casos, todo cuanto dicen se pone en tela de duda. Pues se duda de los libros que
hablan en pro o en contra de la Rusia socialista.
En estas condiciones, escritor popular y apasionado como soy,
he debido llegar plagado de prevenciones y prejuicios al territorio ruso. El desvanecimiento de muchos sueños y el conocimiento objetivo de muchas realidades han sido una experiencia dolorosa, pero muy feliz al mismo tiempo. Mas a esta hora
veo que ya puedo decir libre y sinceramente mi verdad. Que me
ha entrado por los ojos el mundo socialista; en mi conciencia se
opera una revolución que espero sea provechosa para el porvenir. El socialismo no baja del cielo, sale del esfuerzo humano.
El trabajo colectivo sin explotadores ni explotados edifica el
socialismo. Hombres y mujeres doblan su capacidad vital, su
fuerza de trabajo espontánea y voluntariamente para crear el
socialismo. La actividad delirante de las manos y el cerebro ha
logrado estructurar una conciencia social: que hombres y mujeres en Moscú son realmente iguales entre sí y pueden adquirir
todo cuanto quieran de acuerdo al rendimiento en el trabajo.
Yo vengo de un mundo donde la explotación del hombre por
el hombre ha recrudecido, donde la desocupación y la miseria
hacen estragos, donde la enfermedad y el hambre han desatado el reinado de la muerte para pueblos enteros; en fin, donde
el imperialismo somete a sus aliados y de manera peor a los
pueblos coloniales y semi-coloniales para asaltar sus materias
primas y luego imponer por la fuerza la compra de mercancías
91
Fausto Reinaga
elaboradas con aquellas materias primas; donde el imperialismo tortura la vida humana, con la angustia de un mar de fuego
de la guerra atómica.
En contraste con este cuadro pavoroso, no he visto en Moscú
hambre ni miseria; brillan por su ausencia la mendicidad y la
prostitución, que son de las urbes capitalistas su timbre de honor. Todo lo contrario, he visto en las fábricas y el campo, en las
multitudes que colman los almacenes, teatros, calles, etc., una
firme voluntad de vivir, un noble gesto del alma que ilumina
la pupila de hombres y mujeres, de ancianos y niños; y que
juntos, todos juntos miran con confianza, con fe y esperanza
el porvenir. Fe y esperanza que han desaparecido del mundo
capitalista.
Para terminar, camaradas, compañeros y amigos: En nombre
de Bolivia y su revolución de obreros y campesinos armados
y de elementos de la clase media que hoy tienen el poder y la
libertad, saludo al Gran Pueblo Ruso y a la gloriosa Revolución de Octubre, y rindo con el alma mi homenaje a su genial
conductor, Lenin. Que el 40 aniversario de la Gran Revolución
Rusa reavive la esperanza y la fe de la humanidad proletaria
del sistema capitalista en un mundo mejor, a la vez que tense,
que enarque su voluntad por la paz y la conquista definitiva de
una Patria mundial para el hombre total y pleno.
Fausto Reinaga
Secretario General del Sindicato de Escritores Revolucionarios de
Bolivia.
Mi intervención en la radio, duró seis minutos; me pagaron 197 rublos,
que equivalen a 738.750 pesos bolivianos.
La ciudad de Moscú, la Meca del imperio comunista-soviético,
no se parece a ninguna otra capital del mundo. Por sus doradas agujas y sus cúpulas rutilantes se ha dicho que parece una
Constantinopla mediterránea, un Cairo cristiano... La vida en
este centro comunista ha perdido todo su encanto, y la rutina
diaria que sigue la mayor parte de su vecindario es indescriptiblemente tediosa. Günther.
Yo no sé, hasta qué punto puede ser tedioso un vecindario culto; que
tiene a su disposición y alcance: el libro, el cine, la televisión, el teatro, la
ópera, el circo. Bellísimos paseos, exposiciones, museos, jardines zoológicos y botánicos, planetarium, etc. En París, Roma, Madrid, Genova, etc., en
estas ciudades, sí que la gente sin dinero se muere de tedio, de tristeza, de
cansancio, de hambre.
92
El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
Moscú es una ciudad extraordinariamente limpia, pero casi no
tiene árboles, ni siquiera en sus anchos y hermosos bulevares.
Los rusos sin embargo, como tantos otros habitantes de este
planeta, anhelan la verdura viviente del follaje y, por tanto, en
Moscú sí abundan las plantas, Günther.
La educación masiva de Moscú manda depositar, digamos, la colilla del
cigarro al cenicero; por mucho que se halle a cien metros de distancia, el fumador debe marchar para depositar en su lugar. La gente es la que recoge
cualquier basurilla, la traslada y la echa en su lugar. El pueblo moscovita
es quien vela por la limpieza de cristal de Moscú.
¿Que casi no tiene árboles? Sin embargo mis ojos han visto hermosas
praderas, árboles gigantescos en los parques y en las avenidas. En la parte
trasera del mismo Kremlin hay un bosque, al lado del hotel Ucrania existe
un jardín de niños dentro de otro bosque.
Los rusos son un pueblo pujante, magnífico. Poseen admirables dotes de
buen humor, de robustez, de curiosidad, de sociabilidad, así como de gran
capacidad de organización y de inventiva y notables aptitudes técnicas. En
nuestro viaje no vi una sola cara hostil. Esto es especialmente significativo
si se tiene en cuenta que estamos en medio de una guerra fría en la que los
norteamericanos son el enemigo... Son generosos, sencillos y amantes de
servir al prójimo. Cierto día, no podía hacerme entender en una tienda;
al minuto, dos o tres individuos conocedores de algunos rudimentos de
inglés salieron a mi auxilio. Los ciudadanos soviéticos conservan destellos
profundamente humanos.
El vestido de las gentes es lo que más contribuye a dar a Moscú su aspecto de parduzca melancolía. Algo ha mejorado en estos últimos años;
sin embargo, aunque los niños van bien apañaditos la mayor parte de la
gente se viste sin gusto ni atractivo de ninguna clase. Sus ropas raídas por
el uso, hechas de materiales de inferior calidad, descoloridas, son de una
monotonía increible.
No sé a qué lugar de Moscú de aspecto de parduzca melancolía se refiere
Günther. Quien ha visto el invierno en Bolivia, no vacilará en calificar de
horrible el invierno europeo. El clima seco, el cielo límpido sin vientos ni
neblina; rarísimos años, un poco de nevada; la gente se halla con frío nada
más hasta que despunta el sol; el dios Inti calienta la sangre y la savia de
los hombres. En cambio, en las ciudades costeras es sencillamente horrible,
hasta doloroso, el tiempo invernal. Largos lapsos de densa neblina; un frío
que cala los huesos. Epidemias de tos, neumonías dan en tierra con la vida
de los seres pobres. Barcelona, Génova, Leipzig, París, Londres, etc., desde
mediados de otoño y todo el invierno se convierten en ciudades tristes; la
93
Fausto Reinaga
gente literalmente sufre. Los bulevares, los parques se hallan poblados de
esqueletos de árboles. La verde grama de los jardines toma un color tétrico.
La gente, con la cabeza y el cuello cubierto de gruesas ropas, parece moverse dentro de un paisaje polar. Este tiempo en Moscú, mitad de otoño y
todo el invierno, fuera de la presencia de la nieve, es igual al que reina, por
ejemplo, en París. Pero lo que no es igual es la inmundicia, la basura que
vomita París por todos sus poros. ¿Que la mayor parte de la gente se viste
sin gusto ni atractivo de ninguna clase?, ¿y que en Moscú, sus ropas son
raídas, de color inferior, descoloridas y de una monotonía increible? Esto
es confundir la sobriedad con la monotonía y tener astigmatismo para la
policromía que mis ojos han visto en el vestido de la población moscovita.
Moscú es una ciudad extraordinariamente limpia, y la mayor parte de
ella modernísima. Bulevares y parques hermosos adornan sus principales
arterias, y hay que añadir el río Moscova que serpenteando cruza por la
mitad de la urbe... Pero lo que más llama la atención y sorprende al genio occidental-capitalista es aquel efluvio espiritual que sale de la sociedad
moscovita; es un efluvio de sencillez y fraternidad, de severa sobriedad y
sinceridad. Diría yo que en Moscú reina el espíritu socialista en tal grado
e intensidad, que me supo nada menos que una realidad quintaesenciada
del cristianismo primitivo, vivo y palpitante. Yo sentí en Moscú, el “ama a
tu prójimo como a ti mismo” en carne y alma propios.
94
Capítulo V
La tumba de Lenin
Ayer, por tercera vez, visité la tumba de Lenin. Es uno de los espectáculos más soberbios que conozco. De una severa elegancia, se desciende a la tumba por una triple escalera de mármol. En una gran caja de
cristal, el cadáver maravillosamente conservado recibe una luz que lo
destaca. Viste un uniforme sencillo de obrero o de soldado en campaña
y descansa la cabeza sobre la bandera roja de la Comuna de 1871 que
los obreros de París regalaron, para eso, a los obreros de Moscú. La
vista de aquel cadáver que parece dormido es una de las emociones
más hondas que he sentido. Aníbal Ponce.
Día frío, cargado de neblina: como los pasados días, tampoco hubo sol.
Llegué a la Plaza Roja. La doble fila para entrar a la tumba de Lenin
era larga que no se supo el lugar hasta dónde se prolongaba; el hecho es
que atravesando toda la plaza se internaba y se perdía por una calle. A
trescientos metros del sepulcro, por intercesión del intérprete, me coloqué
entre gente inglesa, escandinava, yanqui y rusa; avanzamos con extrema
lentitud. A horas 13, sombrero en mano, traspusimos el umbral. Una atmósfera sacratísima invadía el ambiente. Tras de descender las gradas
marmóreas, me vi de improviso frente a Lenin. Caí fascinado. Los ojos
desorbitados, la respiración en suspenso, con la última gota de mi sangre
helada quedé inmóvil; quedé plantado como un paralítico frente a Lenin.
De súbito, como en un movimiento cósmico, surgieron en mi mente todos los episodios de su vida. Oí su sollozo y vi su llanto de adolescente,
cuando en 1887, el Zar Alejandro III ahorcó a Alejandro Ulianov, hermano
mayor de Vladimiro. Le acompañé en todas sus vicisitudes en Siberia. Le
contemplé con la pluma violenta en la mano escribiendo Iscra5 en Leipzig.
Le seguí en la dura batalla ideológica con los empiriocriticistas, con Jorge
Plejanov, con los mencheviques; y batí palmas por su victoria, que deter5 Cuyos incunables vimos en el Museo Lenin de Leipzig; allí están amarillentos los números de Iscra en tamaño tabloide.
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Fausto Reinaga
minó el advenimiento y la vitalidad férrea del partido bolchevique. Asistí
a las contingencias de la Revolución Rusa de 1905. Le vi abandonar Suiza
y cruzar el territorio alemán, en un tren precintado en abril de 1917. Le
escuché “Las Tesis del 4 de abril”. “El gobierno auténtico es el Soviet de
delegados de los trabajadores”. Retumbó en nuestros tímpanos aquella
censura áspera dirigida al núcleo central de su partido: “¿Por qué no os
apoderásteis del poder... nuestra confianza en el gobierno? Esto sólo puede explicarse por haberse embriagado con la Revolución. Es el fin del socialismo...”. Luego... luego vi a Lenin a la cabeza de la borrasca humana en
aquella “aurora que inundó el cénit de un día pleno de sol”. Le vi radiante
de gloria, presidiendo el gobierno de los Soviets. Le vi después trabajar,
trabajar día y noche. Sin descanso, durante la guerra civil; durante el hambre, el sabotaje, el robo, la traición, la concupiscencia. Le vi cercado por
las potencias capitalistas; asediado por los chacales que querían beber su
sangre. Le vi conteniéndose con la mano el boquete abierto por la bala de
Fanny Kaplan. Vi a este hombre, que no comió ni vistió, sino aquello que
comía y vestía su pueblo, el pueblo ruso de trabajadores. Nuestros ojos
vieron los documentos auténticos del racionamiento de alimentos para la
persona de Vladimiro. Lenin recibía la misma cantidad y la misma calidad
de artículos comestibles que cualquiera otra persona de la Rusia soviética.
Le vi confundido entre obreros, trabajando con sus manos en los “sábados
comunistas”.
Al final, cosa rara, increíble, le vi enfermo, postrado, muerto. Pero el redentor real de los hambrientos e ignorantes, el redivivo Prometheo que ha
bajado el fuego de los dioses y ha entregado a los hombres de la tierra; el
artífice del poder de Rusia, el Mesías de los explotados del mundo, el demiurgo de la paz, la libertad y la unidad de los hombres, no podía morir.
Lenin es eviterno, inmortal.
En este instante desperté de mi fascinación. Aquel remolino sideral que
llenaba mi cabeza cesó de pronto; y salí de mi arrobamiento; y vi y constaté
que me encontraba todavía bañado en lágrimas frente a Lenin.
Momento en que sentí, que como un volcán que raja montañas de roca
maciza, arranca los árboles de cuajo y vomita fuego por el cráter; así, así,
haciendo crujir mis huesos, quemando mis entrañas, desollando y lacrando mi carne, hirviendo en llamas mi alma enferma de duda; así, así sentí
salirme desde muy dentro de mí, una fe de luz y de fuego.
Se había producido el milagro. Lenin, como a Lázaro Jesús, le dijo a mi fe:
¡levántate y anda! y ella se reencendió y resucitó una fe viva en la Revolución; una fe viva en el socialismo.
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El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
Tras de rezar a viva voz esta oración: “no hay nada más bello que acercarse a la divinidad y derramar sus irradiaciones sobre la raza humana”, me
sentí poseído de una extraña y santa alegría.
Con los ojos centellantes, con el corazón desbordante de felicidad, con el
alma bañada de intensísima luz miré a Lenin y vi en ese instante, iluminársele su cara, iluminarse de vida... Sumergí en aquella luz toda mi conciencia; saturé con aquella vida toda mi vida... Entonces, apresuré mis pasos y
abandoné el sepulcro rojo de la nueva Jerusalén6.
6 A la salida vi el cadáver de Stalin, que se halla a la derecha de Lenín. La momificación
por ser reciente o porque ha sido mejor, hace que su físico y en especial su gesto tengan
mayor expresión fisonómica de su genio.
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Capítulo VI
La Plaza Roja en el cuarenta
aniversario de la Revolución Rusa
“Movidos por un común impulso, de pronto nos encontramos todos
de pie, unidas nuestras voces en el lento crescendo de La Internacional. Un viejo soldado, con el pelo gris, sollozaba como una criatura. Alejandra Kolontay retenía las lágrimas. El canto se extendía
poderosamente a través de la sala, sacudiendo las ventanas y puertas,
yendo a perderse en la calma del cielo...” “...Por fin Lenin se levantó.
Apoyándose en el borde de la tribuna, paseó sobre la concurrencia sus
ojuelos parpadeantes, aparentemente insensible a la inmensa ovación
que se prolongó durante varios minutos. Cuando ésta se terminó, dijo
simplemente.
—Ahora pasemos a la edificación socialista.
Nuevamente estalló en la sala una formidable borrasca humana.
—En primer lugar es necesario adoptar medidas prácticas para realizar la paz... Ofreceremos la paz a todos los pueblos de los países beligerantes, tomando como base las condiciones soviéticas: nada de anexiones, nada de indemnizaciones; derecho de los pueblos a disponer de
sí mismos”... “...La Revolución del 7 de noviembre —terminó— ha
abierto la era de la Revolución social... El movimiento obrero, en nombre de la paz y del socialismo, vencerá y cumplirá su misión...”7.
El 7 de noviembre del año 1917, era un día miércoles, y el 7 de noviembre
de 1957 era un jueves. Un jueves frío y encapotado de neblina. No obstante
el estado del tiempo, a las 7 de la mañana tomábamos ya posesión de nuestros puestos en la Plaza Roja de Moscú. Elegí mi asiento en una fila cercana
al Mausoleo de Lenin, que a la sazón era la augusta tribuna del Estado
Mayor del mundo socialista. Millares de gente de todas las latitudes de la
7 Reed, John. Diez días que conmovieron al mundo. p. 85-84.
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Fausto Reinaga
tierra: embajadores, representaciones especiales, diplomáticos, delegados
sindicales, invitados intelectuales, artistas, periodistas, corresponsales, fotógrafos, etc. Católicos, protestantes, mahometanos, budistas, esto es, de
todas las creencias religiosas, supersticiones y mitos. Igual en el plano político había de todos los credos: liberales, monárquicos, demócratas, social
cristianos, nacionalistas, nazifranquistas. Panegiristas del imperialismo
yanqui, devotos de la libertad del mundo occidental. En suma, millares de
seres de todos los pueblos de la tierra esperaban en la Plaza Roja, con ansiedad febricitante, el desfile.
A las 10 en punto de la mañana, truenan cuarenta cañonazos que hacen
palpitar la ciudad de Moscú como un enorme corazón. De la garganta del
pueblo ruso y de la garganta de los delegados de todos los pueblos de la
tierra, al mismo tiempo que rugían los cañones, salían las notas enfervorecidas de La Internacional. Pasado el desfile militar, de súbito se escucharon gritos multitudinarios estentóreos y sorprendieron los huéspedes que
por la parte izquierda de la plaza ingresaba, mejor irrumpía una compacta
masa humana como un mar desbordado. Hombres y mujeres, ancianos y
niños, portando banderas, retratos, afiches, estatuas; los puños crispados
en alto agitando pañuelos y sombreros, avanzaban por la plaza. Criaturas
cabalgadas en la nuca de sus padres deliraban de felicidad. Todo indicaba
que esta muchedumbre marchaba en son de ataque. Se produjo el ataque.
Lanzaba la muchedumbre a la tribuna de Krushchev y Mao al rostro de la
gente de los pueblos del mundo, lanzaba como dardos, como pedazos de
fuego ardiendo: rosas, claveles, lirios, azucenas, margaritas; lanzaba sus
hermosos y perfumados pañuelos de seda. Tanto, tanto era el frenesí, que
una mujer radiante de gloria y amor, nos arrojó con su propia criatura; la
pilló en el aire mi vecino, un árabe, la devoró a besos, y la volvió a arrojar;
la criatura ebria de risa retornó por el aire a los ágiles brazos maternos.
Cerré los ojos. Invoqué a Minerva la lucidez de mi juicio para ver y comprender lo que sucedía a esta hora en Moscú.
¿Eran las muchedumbres del pueblo de José que se habían puesto en
marcha bajo la conducción de Moisés hacia la tierra de Canaán?
¿Eran las huestes de Espartaco que victoriosas habían logrado penetrar
en Roma?
¿O bien era el pueblo que seguía a Jesús, y que recibía con la mirada
vuelta a Dios y el alma de hinojos el Sermón de la Montaña? ¿Era el pueblo
cristiano de los tiempos de la predicación de los apóstoles que derramaba
la fuerza del corazón, contra la prepotencia y el poderío del paganismo?
¿Eran los cristianos de las catacumbas que predicaron con el ejemplo el
100
El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
“ama a tu prójimo como a ti mismo”? ¿”Bienaventurados los que padecen
persecución por causa de la justicia”; “bienaventurados los pobres, porque
ellos heredarán la tierra”? ¿Era ésta aquella gente que buscaba morir en el
martirio para alcanzar el cielo; aquella que iluminaba con sus carnes y sus
huesos las orgías de Nerón, aquella que fue el pasto de los leones en el circo
romano? ¿Y que ahora, a veinte siglos de la ejecución del mártir en la cima
del Gólgota, había heredado la tierra y había extirpado de ella a los ricos
como a la hierba mala?
Por la presencia innúmera de los estandartes que lucían la cruz, no la
del Vaticano, sino la del trabajo, la hoz y el martillo; por el paso guerrero
con que avanzaban, por la pasión mística que centellaba sus pupilas, ¿era
esta la marcha de las Cruzadas que iban a la reconquista de los “santos
lugares”?
¿O es que Tupaj Amaru, el Moisés de la raza quechua, había aniquilado a
los chapetones, e ingresaba con su pueblo a la capital virreinal?
¿O bien era el ejército aymara de Tupaj Katari que había roto la resistencia española y transportado a un plano de supremo heroísmo tomaba la
plaza de armas de Nuestra Señora de La Paz?
¿O bien era la explosión de la Revolución Francesa? Porque aquí había,
se veía “audacia, más audacia y siempre audacia”: ¿era este aquel pueblo
francés, que en el paroxismo del coraje revolucionario había derrumbado
la Bastilla y había bailado ebrio de sangre y de gloria sobre sus escombros?
¿Era el pueblo que manejó la guillotina para segar cabezas de reyes y de la
nobleza feudal?
¿Era este el pueblo que derramó por la faz del mundo la luz del evangelio
humanista: Libertad, Igualdad y Fraternidad?
¿O era el proletariado de la Comuna de París, que “había comprendido
que su deber imperioso y su derecho absoluto era hacerse dueño de su
propio destino, tomando las riendas del gobierno”; y con tal supremo objeto había movilizado al pueblo, que ahora a mi vista pasaba con el alma
refulgente de gloria por la plaza moscovita?
Sí que había mucho del pueblo de Israel, de aquel que había roto sus cadenas aherrojadas por los Faraones; que había pasado por el mar Rojo, comido el maná del cielo en el desierto; de aquel pueblo nimbado del espíritu
de Moisés, que en la cumbre del Sinaí, en medio de una música de truenos,
recibió los mandamientos de la ley de Dios. El pueblo que dijo en el fragor
del combate: Párate sol, y que éste se detuvo para que ganase la batalla. Este
pueblo ruso en la curva del siglo veinte era la encarnación del pueblo elegido
101
Fausto Reinaga
de Dios; que gracias a la productividad socialista de su trabajo, había hecho
de Rusia la tierra de promisión.
Si no eran las mismas legiones formadas por esclavos rebeldes, aunque
del eterno Espartaco centellaba la chispa sublime de la libertad: se le veía a
Espartaco en Espíritu “con el mismo torso erguido sobre la tumba de un
pasado lleno de sufrimientos”, pero hollando un presente de resplandor y
gloria, de fe y esperanza.
Y el ceño admonitor de los cruzados por la reconquista de los santos lugares, estaba impreso en el devoto gesto del triunfo de la fe, de la verdad, la
libertad y la justicia social del pueblo ruso.
Lo mismo había lampos del alma de Tupaj Amaru y Tupaj Katari. Ya que
estos rebeldes levantaron a la raza de los Incas, con la misma divisa de
Manko Kapaj: “ama suwa, ama llulla, ama qhella” (ni ladrón, ni mendaz,
ni holgazán); bajo cuyo imperativo desde el siglo XIII hasta el XVI habíase
desterrado del imperio del Tawantinsuyo: el hambre y el frío, el sufrimiento y la desesperanza. La rebelión colla del siglo XVIII que fue un poderoso
grito de libertad, al mismo tiempo que brasa incendiaria de la guerra de la
independencia latinoamericana tuvo que estar también en esta majestuosa
marcha.
Y había muchísimo del pueblo francés de la revolución. Eran estos que
pasaban los mismos jacobinos, pero “armados de teoría marxista”. Se hallaban en espíritu Robespierre, Saint Just, Dantón, y después de 168 años,
los mártires y los héroes de aquella revolución se habían reencarnado en
los bolcheviques del 7 de noviembre de 1917; los cuales tumbaron el régimen de opresión más poderoso que en el siglo XX hubo sobre la faz de la
tierra; y bailaron como sus gloriosos precursores de la toma de la Bastilla,
en la fortaleza de Pedro y Pablo, por cuyas puertas abiertas de par en par,
transitaba ahora radiante de gloria la libertad. El alma de la Marsellesa retumbaba en las viriles notas multilingües de La Internacional. Era el paso
revolucionario del pueblo de París del 5 de octubre, 1789, en su marcha a
Versalles. El espíritu de la Revolución Francesa nimbaba la frente de cada
uno de los seres de esta masa de millones de personas que como un mar
humano llenaba la Plaza Roja.
Las innumerables y gigantescas efigies de Marx y Engels que cruzaban
la bandera de la Comuna de París, en la que ahora descansa la cabeza de
Lenin, dan testimonio irrefutable, sobre la relación o la continuidad que
existe entre la comuna y la revolución proletaria.
“Los trabajadores de París, con su Comuna, serán siempre considerados
como los gloriosos precursores de una nueva sociedad. La memoria de sus
102
El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
mártires será cuidadosamente conservada en el gran corazón de la clase
trabajadora”; había dicho Marx en mayo de 1871.
“...La Comuna nos ofrece el modelo más grandioso del más grandioso
movimiento proletario del siglo XIX; hay momentos en que los intereses
del proletariado exigen la exterminación implacable del enemigo en los
combates declarados. La causa de la Comuna es la de la Revolución social,
la de la emancipación integral, política y económica de los trabajadores, la
del proletariado universal. En este sentido es inmortal”; había a su turno
dicho Lenin en 1900 y 1911.
Ahora estaban cumplidas las dos profecías. Y fue el mismo Lenin, la reencarnación de Marx, la visibilidad de su alma, la vitalización de su sueño,
la auroral realización del pensamiento del genial moro, quien poseído de
una audacia desconocida verificó, ejecutó en hechos reales, el espíritu de
la Comuna de París. En 1957, a 86 años “el modelo más grandioso del más
grandioso movimiento proletario del siglo XIX” como realidad viva y palpitante, estaba pasando delante del mismo Lenin. El genio, incorporándose desde su tumba roja, revistaba su obra de cuarenta años de edificación
socialista. Este movimiento de masas liberadas del hambre y la ignorancia,
de la explotación y la miseria, de los presidios de la Siberia; liberadas del
knut, de la horca y los progroms; en verdad era el fruto maravillosamente
sazonado de la simiente de la Comuna de París. El espíritu de sus héroes y
mártires se hallaba presente y consubstanciado en el júbilo infinito de estas
masas soviéticas que radiantes de felicidad, entonando aleluyas victoriosas, en epifánica marcha triunfal cruzaban la Plaza Roja de Moscú.
103
Capítulo VII
El sentimiento mesiánico
del pueblo ruso
“Nada grande se ha producido en el mundo sin pasión, y ella es la
condición para que algo grande nazca del hombre” J. G. Hegel
“Los hombres como los pueblos guías solamente pueden vivir mientras estén ebrios de pasión mesiánica” Nietzsche
La noche del 6 de noviembre víspera del 40 aniversario de la Revolución,
después de un encapotamiento nuboso de días y noches, se despejó de improviso. Y en un cielo claro, apareció una magnífica luna llena. En esta noche
serena y solemne de plenilunio, allá en las alturas del cielo, de en medio de
las estrellas emergió Lenin; bañado con una luz de azul tenue y orlada con
lampos níveos de raro esplendor; abajo en la tierra, iluminación magistral;
bosques, montañas, ríos, pampas, todo, todo estaba cubierto de rutilantes estrellas, cuyo matiz llegaba al infinito. La ciudad de Moscú esta noche lucíase
de gala. Un manto de oro, arrebol, argento, diamante, obsidiana, amatista y
rojo punzó, cubría su cuerpo de mujer plena de gracia y de vida. Era una noche de fiesta jerosolimitana de las épocas legendarias del rey Salomón.
Aquel mar miliunanochesco de luces respondía a la ardiente imaginación
oriental. De en medio de la luna llena y las fúlgidas estrellas, sobre una
ciudad celestialmente iluminada, proyectose Lenin.
Para mi visión, era el espíritu santo que descendía del cielo a la tierra; pero
no lo sentía como el de los cristianos primitivos, sino lo sentía a un Lenin
de sangre y conciencia... Lenin en persona, desde su cielo rojo, rojo como de
amanecer, rojo como de incendio, descendía sobre la ciudad que palpitaba a
esta hora, arrebolada de roja gloria; y cantaba y bailaba en la ebriedad de
una roja efervescencia... Descendía sobre el alma y la carne de su pueblo
que le venera, le adora, le rinde culto.
105
Fausto Reinaga
El pueblo ruso contempló a Lenin, con unción religiosa, y el alma arrodillada; y sus ojos se humedecieron de gratitud...
Mi amiga Irene Yonovna, despertando de su éxtasis, dijo: “Lenin para
nosotros es un Dios...”. Como siempre un ser anónimo tuvo que decir la
gran palabra, la palabra integral, continente del concepto real y exacto. La
palabra de Irene fue la del pueblo soviético.
El desfile de las armas bélicas de la URSS por la Plaza Roja de Moscú, será
inolvidable para los millares de hombres, mujeres y niños que en este rincón del planeta habíamos unido nuestras almas y nuestros pensamientos...
Eran las 12 en punto del gran día 7 de Noviembre, cuando la voz multitudinaria que saludaba el paso de las masas se centuplicó de súbito en
intensidad y tonalidad...Aquello era un rugido de enloquecidos leones. Las
gargantas tronaban; las manos aplaudían o crispadas batihondeaban como
banderas en medio de una batalla; los pies electrizados brincaban. Mujeres
y hombres arrojaban jirones de su atuendo.
Un bramido de océanos en tormenta; silbido de bosques huracanados;
estrépito de rayos; terremotos que desgajan montañas... Hombres, mujeres
y niños, con los ojos desorbitados, crispados los puños; el alma hecha llama
roja y el corazón brasa crepitante bullían con gritos, himnos, hozannas...
Aquel pueblo al paso de su potencia bélica se había transfigurado; en su
frente fulgía una misteriosa luz. Cruzaban los proyectiles intercontinentales; los cañones atómicos, y aquellos que lanzaron los Sputniks; pero,
cuando llegó y pasó por la plaza aquella bala gigante, aquel cohete con
carga atómica, el delirio de la gente tocó los lindes del paroxismo, la euforia colectiva relampagueaba y restallaba como un trueno. El alma salía
por los ojos desorbitados; el corazón golpeaba como un badajo de enorme
campana. La Plaza Roja de Moscú era un caldero que hervía a borbotones
una pasión mesiánica...
Aquel corazón soviético se movía en un fondo de amor mesiánico. La atmósfera social estaba totalmente saturada de una fe mesiánica. Y en aquella conciencia popular reverberaban la verdad y la pasión abrazadas en
íntimo connubio mesiánico.
Por otra parte, aquella euforia, aquel grito de clímax guerrero, me parecieron como una simbolización del arcángel San Miguel guiando las fuerzas
celestiales pertrechadas de armas flamígeras en defensa del reino de Dios.
Dios, que según el profeta Ghandi, “se encarna a través de las edades —en
uno u otro pueblo— para la redención del mundo”; y hoy había signos
inequívocos de que Dios se hallaba encarnado en el pueblo ruso; he ahí la
razón de la presencia de este valor que conmovía todo, un valor mesiánico.
106
El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
Y aquella inteligencia, que ha sido capaz de añadir planetas a nuestro
sistema solar; esa inteligencia es de esencia mesiánica.
Este gran día, repetimos, en la frente del pueblo ruso, como en la frente
de Jesús, fulguraba una estrella: testimonio de que Rusia era el pueblo elegido de Dios. Y, ¿quién es Dios? O bien, ¿qué es Dios? El apóstol San Pablo
de la India, Vivekananda, responde: “Si queréis hallar a Dios, servid a los
hombres”. Y en su estandarte místico lucía este grito patético: “Mi Dios,
los miserables. En tanto que haya en mi país un solo perro hambriento, alimentarle será toda mi religión”, Ramakrishna, el maestro de Vivekananda,
había tenido el valor de proclamar: “La religión no es para los estómagos
vacíos”. “El espíritu tampoco.....”, dijo a su turno Reamain Rolland.
Rusia, marchando entre las realidades, ha tenido para sus esfuerzos un
solo fin: “Ver a la idea traducida en hechos”. El Marx-leninismo, traducido
en hechos. Y, ¿qué significa esto? Significa servir a los hombres. Rusia ha
enseñado y enseña que la mejor manera de servir a los hombres es desterrar de la faz de la tierra la explotación del hombre por el hombre, vale
decir, hacer y vivir la revolución.
El mesianismo ruso no es un mito. Todo lo contrario, es la suprema y
excelsa síntesis de los mesianismos de toda la historia humana. Buda, Confucio, Zaratustra, Sócrates, Jesús... bullen en la esencia del mesianismo
soviético, en cuyo estandarte, a imagen y semejanza del grito patético de
Vivekananda, está el; Proletarios del mundo, uníos. Este grito mesiánico en
Rusia hoy es excelsa y bella realidad. En la sangre y la conciencia del pueblo, que en éste instante pasaba en marcha triunfal por la Plaza Roja de
Moscú, Marx en espíritu, contemplaba su idea traducida en hechos.
La resurrección radiante de Jesús, para mi sensibilidad y entendimiento,
se diría que se hizo visible y tangible en el pueblo de Lenin. Y la unidad
personal de Cristo refulgía transfigurada en la típica unidad colectiva de la
sociedad rusa. Si el hombre es su pueblo, Rusia es Lenin.
Obedeciendo el mandato de mi conciencia, diré una vez más que: aquel
halo de luz que nimbó a Jesús de Nazaret, de cierto que iluminaba y ardía
en el corazón del pueblo ruso. La divina estrella que centellaba en la frente
del Mesías de Judea, fulgía en la frente del pueblo soviético...; porque ambos lucharon contra un pasado lleno de ignominia o injusticia; y porque
en ambos se clavaban y se clavan los ojos de los oprimidos de antes y de
ahora...
Y saturando la tierra, los mares y los ríos; perfumando los bosques, las
granjas y las isbas; atizando la pujanza de las ciudades; tesando la voluntad productiva de las minas y las fábricas; motorizando el ansia, el deseo,
107
Fausto Reinaga
la pasión heroica de la victoria en los planes quinquenales y septenales;
incensando las nieves, las flores, las nubes, los cielos... he visto arder el
sentimiento mesiánico del pueblo ruso.
¡Salve oh Rusia, la estrella polar de la humanidad!
108
Capítulo VIII
La bandera boliviana en la
Unión de Escritores Soviéticos
A horas 16 y 30 del día jueves, el gran jueves del 7 de noviembre, la
Unión de Escritores Soviéticos festejó en su local el 40 aniversario de
la Revolución. Como el espíritu más luminoso, como la conciencia más
profunda, como el corazón más sensible del pueblo ruso, debíase celebrar este acontecimiento con la solemnidad digna de las cosas del pensamiento.
Concluido el desfile, aquella eclosión de masas que mis deslumbrados
ojos presenciaron, en la Plaza Roja de Moscú, fui invitado al almuerzo de
la UES, el cual se llevó a cabo en la biblioteca de los trabajadores intelectuales del pueblo ruso. Entre los invitados hubieron escritores de todos los
continentes, de todos los pueblos, de todas las lenguas y de todas las razas
de la tierra. Hombres y mujeres del Asia y África, de Europa y América nos
reunimos en torno a una mesa. Por el clima de sinceridad, por el ambiente
de fraternidad, era aquello sencillamente un pedazo de cielo, un pedazo de
tierra convertida en cielo. Así sentía mi alma y entendía mi corazón a este
momento de la intelectualidad soviética.
Estos samaritanos del espíritu reflejaban intensos destellos de su alma, un
alma que por ser demasiado humana parecía divina; por la carga de su
comprensión del dolor del mundo y por el sendero de luz por el que guiaban a los creyentes de la verdad y la justicia. El alma de estos escritores no
indicaba para la salvación de la humanidad el camino del cielo, sino fijaba
aquí en la tierra el camino y el modo de la liberación carnal y espiritual del
hombre; por ello, en vez de ser una chispa divina, era más bien un alma
demasiado humana, vale decir, un alma demasiado cristiana; porque por
todos los poros de su piel respiraba el santo evangelio de Cristo: “ama a tu
prójimo como a ti mismo”.
109
Fausto Reinaga
En este ambiente de suprema dignidad, palpitaba el pensamiento de los
más grandes genios, de los más grandes espíritus que la humanidad ha
producido en su doloroso via crucis hacia la libertad. Rotas las cadenas de
la esclavitud del hombre, las cadenas de la lobuna ferocidad en la lucha por
“el pan nuestro de cada día”, es aquí y no en ninguna otra parte, donde el
espíritu desplegaba las alas de su poder creador,
Yo no he visto en el rostro de las mujeres intelectuales soviéticas, el maquillaje, artificio imprescindible en la mujer occidental; tampoco he visto
joyas ni alahajas en el cuello ni en las manos; yo no he visto oro sobre la
piel de esta gente. Otra clase de oro había allá; he visto oro en el corazón y
oro en el cerebro.
Miguel Ángel, el día de Todos los Santos de 1512 “retira los andamios
sobre los cuales había trabajado durante años en La Creación y toda Roma
admira esa obra inmortal y única, – el Papa Julio II – el santo padre luego de
contemplar mudo y extasiado, a esos profetas deja oír su comentario, entre
quejoso y decepcionado: “Pero no hay oro en todo esto”.
La intelectualidad burguesa del mundo capitalista después “de contemplar mudo y extasiado” a estos artífices, a estos demiurgos que han hecho
de la mente rusa el paraíso del espíritu, dirá igual que el Papa Julio II de
La Creación de Miguel Ángel: “Pero no hay oro en todo esto”. A lo que respondería: Estáis ciegos de odio y de mentira. No veis el esplendor aúreo de
estos corazones, de estos cerebros. La verdad áurea de la cultura socialista
os irrita, os desespera hasta la negación, hasta la traición de la verdad.
El ilustre presidente de la UES inauguró el almuerzo de honor con el
ritual saludo a los escritores huéspedes. Luego concedió la palabra a cada
uno de los combatientes y obreros de la pluma. Filósofos, poetas, novelistas, ensayistas, etc. de todas las latitudes de la tierra, dijeron su palabra,
mejor, el verbo de su mensaje. Cuando me tocó hablar, yo no pronuncié un
discurso académico envuelto en una diplomacia melosa de celofán, hice
una confesión; una confesión plena de fe y de verdad. Desnudas y palpitantes las exhibí, mi alma y mi conciencia, ante aquella augusta opinión
pública, que alerta escuchaba y me prestaba un calor profundamente humano.
Estas inteligencias límpidas, estos espíritus sinceros, juntaban su emoción a la mía; y al calor de su comprensión aplaudían mi voz.
Yo vengo de un país – comencé – de montañas perpetuamente nevadas y de selvas vírgenes sin fin. Mi pueblo visto desde
acá es un pueblo que palpita zambullido en lagos de sangre
y envuelto en nubes de gloria y misterio. Bolivia, como per-
110
El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
sonalidad colectiva, como espíritu histórico luce la presencia
de la raza de los incas. De aquellos señores que organizaron el
imperio del Tawantinsuyo, y que bajo el influjo de la prédica
y la práctica del evangelio incanista ama suwa, ama llula, ama
quilla (ni ladrón, ni falsario, ni holgazán) desterraron de sus
dominios el hambre, el andrajo y la desesperanza.
Los obreros armados y campesinos armados de este pueblo
indio-incaico, que tuvieron desde 1952 hasta 1954 la mitad del
poder en las manos, hoy han caído en las redes del imperialismo yanqui. La asfixia ideológica junto a la dentellada del hambre han determinado la desorientación y la desesperación de
las masas revolucionarias de Bolivia.
El Movimiento Nacionalista Revolucionario, partido político
que recogió la herencia de treinta años de lucha revolucionaria; lucha que estaba aureolada por el martirio y sacrificio de
intelectuales revolucionarios, y abrasada y enrojecida con la
sangre de millares de obreros y campesinos masacrados por la
metralla feudal e imperialista, metralla que celosamente protegía el saqueo de nuestras riquezas naturales y la explotación
salvaje de nuestra fuerza de trabajo. Esta lucha, hecha pasión
y conciencia, tenía que estallar: la Revolución Boliviana era ineluctable.
En abril de 1952, obreros de La Paz y mineros de Oruro en tres
largos días de combate derrotaron a las fuerzas armadas de la
Nación; derrotaron a los ejércitos cipayos del imperialismo y
de la oligarquía feudal; y cuando los obreros victoriosos debían
organizar su propio gobierno, los dirigentes sindicales entregaron el poder a la clase media del MNR.
Yo, un ser surgido de la clase más humide, la más explotada, la
clase campesina que gracias a mis propios sacrificios y esfuerzos lacerantes, alcancé a trasponer el umbral de la república
de las letras y me hice escritor. Escritor salido de las entrañas
de las masas explotadas, embrutecidas, debí consagrarme a las
masas y luchar por su liberación. En esta lucha, Dios sabe lo
que padecí. Cuando creí y esperé que la fuerza de la revolución sería la fuerza de la libertad de las masas, por ende, de
la liberación de mi patria, semicolonial, oprimida, cercenada y
saqueada.
¡Cuán dolorosa decepción fue la mía cuando constaté que la
Revolución Boliviana había sido vendida por un plato de lentejas!
Ante esta evidencia, el cáncer de la duda se apoderó de la carne de mi fe, de mi fe en la Revolución y el socialismo. Luego,
el escepticismo se atrincheró en mi conciencia; una desolación
111
Fausto Reinaga
mortal, un sudario frío cubrió mi alma, el nihilismo heló la última gota de mi sangre.
Descreído, escéptico, nihilista, casi dispuesto a abrazar como
buena filosofía de la vida el cinismo arrabalero del hampa; sollozaba de hinojos mi conciencia en la desolación de su crisis…
Con esta mi crisis de conciencia a cuestas y con la lanza en ristre de mi despiadada y maligna ironía, llegué a Moscú. Llegué
a Rusia con tales ganas de “barrer la isba” y exhibir con una
carcajada satánica su mugre al mundo. A este pecado, a esta
maldad, a este crimen que devoraba diabólicamente mi cerebro y entenebrecía mi conciencia, me habían precipitado por
una parte la asfixia de mi revolución, por otra el escepticismo
que convirtió en cadáver mi fe; y mi verdad en una verdad
crucificada, La agonía de mi alma, de mi espíritu era cruel; era
una agonía de expiación en el silicio, en el fuego, en el plomo
hirviendo.
Yo comprendí, sentí que mi espíritu sin fe y sin verdad, no podía vivir ni morir. Y esto era un doble suplicio de Tántalo.
Con la tragedia de mi conciencia rota, con el peso de montañas
de carámbano, con mi dolor helado; con mis dientes castañeando en un frío de muerte anduve buscando con furia de chacal
todo aquello que era un error, imperfección, maldad, delito,
crimen en la sociedad soviética; yo buscaba nada más que la
paja en el ojo ajeno… Pero de repente, por la luz de una maravilla, quedé enceguecido, estuve en mi camino a Damasco. El
espíritu socialista, como el espíritu de Dios a Saúl, me gritó:
Fausto Reinaga, “¿por qué me persigues?” Ante la llamarada
deslumbrante del bien y la verdad, ante este universo abrasado
de fe y esperanza, esto es, ante el espíritu socialista, me puse
de rodillas y di las gracias a Lenin y a su obra; porque Lenin
y los hechos de su pueblo determinaron en mí el milagro; la
resurrección de mi fe.
Ahora comprendí la tragedia de la agonía de toda la vida de
Romain Rolland; y en ella la tragedia de la agonía de la intelligentsia occidental; la que por desoír el evangelio de Marx: “no
es la conciencia la que determina la existencia, es la existencia la que determina la conciencia” ha convertido en ceniza las
mejores fuerzas de su alma. Los intelectuales que buscaron la
era espiritual, que lucharon por la independencia del espírtu; que
quisieron como Eugen Relgis, “desarrollar su lucha inmensa,
guiada por la voluntad lúcida y unitaria de realizar definitivamente la paz y de hacer reinar la humanidad en los corazones
de los hombres”. El humanitarismo de Relgis, como el cristia-
112
El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
nismo, se olvida de las necesidades de la materia, del estómago
del hombre; viene a ser, los hechos han probado, una utopía
más, en este valle de lágrimas de la explotación del hombre por
el hombre. No se puede esperar la era espiritual por separado de
la era socialista; aquella es con respecto al régimen socialista,
lo que el aroma con respecto a la flor. No se puede pedir la paz
entre las categorías sociales y condenar la guerra y la revolución
por igual.
Romain Rolland estaba más cerca de la verdad, cuando tomó
como axioma definitivo esto: “sin remedios económicos no
habría salud espiritual”. “Soy el servidor de los hambrientos,
dijo, de los explotados y de los oprimidos. Antes de darles, si
puedo, los tesoros del espíritu, les debo el pan, la justicia y la
libertad. Creo que la revolución, así como la evolución, es una
forma necesaria y fatal del desarrollo humano, es la variación
brusca de Vries, es una ley, no definida aún, pero augusta y
elemental. La revolución es un tempo, casi inevitable, de la sinfonía de la historia. No hay que negar su grandeza ni tampoco
sus beneficios”.
Romain Rolland, el 19 de septiembre de 1939, a sus 73 años,
escribió una carta al jefe del gobierno francés, carta que produjo una tremenda conmoción en la conciencia universal; en ella
dijo: “En estos días decisivos en los cuales la República francesa elévase para atajar el camino a la tiranía hitleriana desbordante sobre Europa, permitid a un viejo combatiente de la
paz que siempre denunció la barbarie, la perfidia y la ambición
desenfrenada del Tercer Reich, de expresarle su entera abnegación a la causa de las democracias, de Francia y del mundo hoy
en peligro…”.
Esta carta determinó su excomunión: y el excomulgador fue
nada menos que Eugen Relgis, su discípulo, el heredero predilecto de su obra. Aquel incorruptible Robespierre rumano,
le dirige su De Profundis Clamans a Romain Rolland. “… ¿Es
aún hoy este hombre al que hemos considerado entre los pocos
que encarnaron el destino de la humanidad en diversas épocas
de la evolución como una aparición de las que el vulgo llama
divinas?”.
“Es una grave contradicción, si no una renegación del hombre
y su obra”,
Haciéndose la garganta vox populi, cree que Rolland ha cometido un acto de suicidio intelectual y moral, le grita Relgis a su
maestro:
“¡Sí, suicidarse!”
113
Fausto Reinaga
Sin embargo, Romain Rolland, al oponerse a las fuerzas de Satán, al oponerse a Hitler estaba en su gran puesto de lucha,
seguía en la dura brega en defensa del reino del espíritu.
Los intelectuales revolucionarios tenemos el devoto deber de
darle la razón a Romain Rolland.
Esta luminosa comprensión, el cabal entendimiento del destino de la lucha de Romain Rolland, como el astigmatismo, la
incongruencia, el error; en suma, la mutilación de la verdad,
por parte de Relgis, me fueron revelados gracias a mi contacto
personal y viviente con el mundo soviético.
En cuanto se refiere a los problemas de la Revolución Boliviana, por mi feliz vivencia con el mundo socialista, se han ellos
destacado ante mi conciencia con tal perfil y claridad, que mi
visión acerca de ellos, ha sufrido esenciales cambios. Mi punto
de vista, mi convicción y pasión sobre la Revolución Boliviana
se han superado. He dejado de pensar, mejor, de creer en la
eficiencia de la ayuda americana para transformar la miseria feudal burguesa, en la abundancia de una civilización industrial.
Ahora ya no creo que pueda alcanzar, lograr Bolivia, su industrialización merced y dentro del sistema capitalista; Bolivia no
saldrá jamás de su miseria semicolonial, mientras no cambie
su modus operandi burgués por la implantación de un régimen
socialista.
A mi nacionalismo pequeño burgués he tenido que enterrarlo en Moscú, para abrazarme fervorosamente, místicamente
al nacionalismo socialista. Sólo los obreros y campesinos de
Bolivia con el socialismo y la experiencia histórica de nuestro
tiempo pueden llegar a industrializar el país. Lo demás es seguir adormeciéndose al hechizo del canto de Liluli; lo demás
es ilusión.
Si ésta es mi nueva conciencia purificada, si ésta es mi nueva
fe ardiente, conciencia y fe que han salido de la fragua del dolor, de la experiencia sangrante, lacerante, no pueden ellas en
adelante imprimir a mi vida otro deber que el deber del socialismo. Yo que soy por mi sangre incanista, por mi raza india
el alma viva de mi tierra, el espíritu indomable y eviterno de
mi pueblo; la carne y esencia de mi patria, como homenaje de
agradecimiento y gratitud por el milagro que ha operado la
Rusia Soviética en mí, entrego en manos de la unión de Escritores Soviéticos este paquete de mis libros, libros que están envueltos en al bandera boliviana. Los libros del pensamiento de
mi pueblo, con todas sus contradicciones, errores y esperanzas;
y la bandera es el alma y el corazón de mi santa patria, mutila-
114
El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
da de su mar, martirizada por el imperialismo y el feudalismo,
y hoy con su revolución empantanada por el nacionalismo pequeño burgués; pero, eso sí, en lucha tenaz y en camino hacia
su liberación por el socialismo.
Me siento feliz; hoy tengo mi destino claro, definido y definitivo: luchador revolucionario, sin partido político, escritor revolucionario, me entrego con todas mis armas y con toda mi
fuerza a la causa de la paz por el socialismo.
Fue el discurso que pronuncié en el histórico almuerzo de la UES, la tarde
del glorioso 7 de noviembre de 1957; los escritores de Rusia y del mundo
desplegaron e izaron la bandera boliviana, y puestos de pie rindieron su
homenaje a Bolivia en Revolución
115
Capítulo IX
Sesión de honor del Soviet Supremo de
la URSS Informe de Nikita Krushchev
Es la víspera del gran 7 de noviembre, las delegaciones, los invitados, los
huéspedes de todos los continentes, de todos los pueblos de la tierra, con
el alma sobrecargada de emociones, a primera hora de la mañana van
camino al palacio de deportes, donde se celebra la sesión de honor conmemorativa del 40 aniversario de la Revolución Rusa. Por lo gigante y lo
majestuoso el palacio es único, acaso sin par en el mundo; dentro de esta
majestuosidad reverberan una rara sobriedad y una suprema dignidad.
La atmósfera de la suprema dignidad, parece que emergiera de la enorme
efigie de Lenin. Colocada entre las banderas y flores enfrente al Soviet
supremo de diputados. El presídium que se halla a la testera, se diría como
a los pies de Lenin, es una obra de arte; el matiz que resalta del color y
brillo de los muebles, a la alfombra y el piso marmóreo, dan tal tonalidad
al cuadro, que a uno le entra, como la luz por los ojos, aquello que es lo
específico, lo típico, lo sublime en el alma del pueblo soviético: el color y
el calor del espíritu socialista.
Algo más, en la visión de conjunto, había una percepción objetiva, y era
de que Lenin seguía presidiendo al Soviet Supremo de la URSS.
A horas nueve en punto de la mañana, Nikita Krushchev se levantó del
lado de Bulganin, con paso lento pero seguro y firme avanzó hacia la tribuna; tomó posesión de ella; tras una venia que fue una unción religiosa a
Lenin, y otra venia a los mortales que se cobijaban bajo este techo, comenzó a leer su histórico informe. Su voz no delataba la mínima nota de vejez
o de cansancio; era viril y plena de fuerza elocutiva. El gesto firme y vivo
testimonio de una absoluta confianza en sí mismo. Krushchev fue recibido
con una ovación universal. Y comenzó con la palabra sin la más leve pose;
simple, sencilla y naturalmente; tal como si un hermano hablara a sus her-
117
Fausto Reinaga
manos; tal como si un hermano contara de las cosas de un largo camino
recorrido en 40 años.
Camaradas diputados del Soviet Supremo, camaradas obreros,
Koljosianos e intelectuales de la Unión Soviética, estimados huéspedes
extranjeros llegados a la Unión Soviética de todos los ángulos de la tierra,
en nombre y por encargo del Presídium del Soviet Supremo de la URSS,
del Gobierno soviético y del Comité Central del Partido Comunista de
la Unión Soviética os felicito cálidamente con motivo de esta grande
y alegre fiesta del 40 aniversario de la gran Revolución Socialista de
Octubre.
Hoy nos reunimos en la capital de la Unión Soviética, en la sesión solemne del Soviet Supremo con representantes de la opinión pública soviética e invitados extranjeros para celebrar nuestra gran fiesta del socialismo
triunfante en la URSS la fiesta internacional de los trabajadores del mundo
entero.
La Revolución Socialista de Octubre tiene grandioso significado en la
historia de la humanidad. El mundo entero quedó profundamente estremecido cuando, bajo la dirección del partido bolchevique, encabezado por
el gran Lenin, el proletariado de Rusia, del brazo de los campesinos más
pobres, tomó el poder y proclamó el nacimiento del nuevo régimen social
y estatal. El primer estado de obreros y campesinos conocido en el mundo enarboló la bandera roja revolucionaria del socialismo, aureolada por
la gloria de las luchas y de las victorias, la gran bandera del marxismoleninismo.
En el día del cuarenta aniversario de la Revolución de Octubre, los pueblos de la Unión Soviética presentan ante toda la humanidad las victorias
históricas del socialismo. La clase obrera de nuestro país siempre se ha
considerado como uno de los destacamentos del movimiento obrero internacional y en sus éxitos la victoria de los trabajadores de todos los países,
su aportación a la gran obra de liberar a la humanidad de los grilletes del
imperialismo y del colonialismo, a la gran obra de construir la sociedad
nueva socialista.
Al volver la mirada a las jornadas históricas de la Revolución de Octubre,
al contemplar el glorioso camino de la Patria Socialista, nuestro partido,
todo el pueblo soviético y toda la humanidad progresista pronuncian con
ardiente amor el luminoso nombre de aquel cuyo genio inmortal, cuya voluntad indoblegable de combatiente revolucionario alentó y alienta a millones de trabajadores en la lucha por la victoria del comunismo, el nombre
de Vladimir Ilich Lenin.
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El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
Con motivo del cuarto aniversario de la Revolución de Octubre, Vladimir Ilich escribió inspiradamente:
Tenemos derecho a enorgullecernos y nos enorgullecemos de
que nos haya correspondido la felicidad de iniciar la construcción del Estado Soviético, de iniciar así una nueva época de la
historia, la época de la dominación de una clase nueva, oprimida en todos los países capitalistas y que avanza por doquier hacia una vida nueva, hacia la victoria sobre la burguesía, hacia
la dictadura del proletariado, hacia la liberación de la humanidad del yugo del capital y de las guerras imperialistas.
Hace cuarenta años, nuestra patria, martirizada por la guerra imperialista,
atravesaba por un grave desbarajuste económico, se hallaba al borde de la
catástrofe. La política de la burguesía y de los terratenientes había condenado a Rusia a ser desmembrada por los chacales imperialistas, a verse convertida en colonia de las potencias colonialistas de occidente. Los partidos de
los mencheviques y de los escristas ayudaban a la burguesía y a los terratenientes a aplicar esa política de traición. Y sólo un partido actuaba como una
fuerza auténticamente patriota y revolucionaria, exponente de los intereses
cardinales de la clase obrera y de los campesinos trabajadores, de los afanes
y de las aspiraciones de todo el pueblo. Era el glorioso partido leninista de
los bolcheviques, el cerebro, el honor y la conciencia de nuestra época.
Nuestro pueblo, estrechamente agrupado en torno al partido comunista, marchó con paso firme en pos de éste, abriendo ante la humanidad el
camino hacia el futuro feliz y luminoso, hacia el socialismo. Este camino
era nuevo, inexplorado en la historia. La clase obrera, los trabajadores de
nuestro país –dueños por primera vez de su destino– dieron muestras de
insólita firmeza, de heroísmo y entereza de las conquistas socialistas, de fidelidad y lealtad infinitas a la causa de la revolución, de abnegacion frente
a las dificultades y las privaciones, de perseverancia inquebrantable y de
auténtica sabiduría popular en la construcción de la sociedad nueva, socialista, sin burguesía y contra la burguesía.
Los imperialistas no podían resignarse con la victoria de la revolución proletaria en Rusia. No podían resignarse, no sólo porque se habían desplomado
sus planes de sojuzgamiento económico de nuestro país, sino, ante todo, porque la Revolución de Octubre era el ejemplo alentador para el proletariado de
todos los países capitalistas, para los pueblos de las colonias, porque significaba un golpe demoledor para el sistema imperialista mundial en su conjunto.
En un intento de retrotraer la historia, los imperialistas nos impusieron la
guerra civil, emprendieron la intervención militar a fin de yugular con las
armas la revolución socialista en su cuna.
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Fausto Reinaga
En dura lucha, los pueblos de nuestro país salvaguardaron las conquistas de octubre. Al lado de los trabajadores de la Rusia soviética, contra los
enemigos de la revolución combatieron unidades internacionales formadas por camaradas revolucionarios chinos, húngaros, polacos, yugoslavos,
finlandeses, rumanos, alemanes, checoslovacos, por trabajadores de otros
países que se encontraban entonces en la Rusia soviética. La clase obrera,
los trabajadores de todos los países prestaron una gran ayuda a la joven
república soviética en lucha contra los guardias blancos y los intervencionistas. La vida demostró que los obreros y campesinos que defienden su
poder, sus conquistas, son invencibles si están bien organizados y animados por las ideas del socialismo. Al ver fracasada su intervención, los imperialistas quisieron asfixiar a la joven República de los soviets mediante el
bloqueo económico. Sin embargo, el pueblo soviético, apoyado por la clase
obrera y los trabajadores de todos los países, también desbarato ese artero
designio de la reacción mundial.
En el cerco capitalista, en la lucha incesante contra las maquinaciones
del imperialismo internacional, quebrantando la resistencia furiosa de los
enemigos de clase, los trabajadores de la Unión Soviética, dirigidos por el
partido comunista, edificaron el socialismo en un breve plazo histórico,
mostrando al mundo entero las ingentes fuerzas creadoras del pueblo que
se ha liberado de la férula del capitalismo, fuerzas que se despliegan en un
gigantesco trabajo constructivo.
Los trabajadores de todos los países, toda la humanidad progresiva siguieron con atención continua y ardiente simpatía la hazaña sin parangón
que en el trabajo realizaron los soviéticos en los años de los primeros quinquenales, celebrando las victorias del Estado soviético.
Al propio tiempo, los cabecillas del imperialismo mundial tramaban sangrientos planes de destrucción de la Unión soviética. En 1941, los imperialistas lanzaron contra nuestra patria su fuerza de choque más feroz: el
fascismo hitleriano. La guerra impuesta por la artera agresión de los invasores fascistas fue una rigurosa prueba de solidez del régimen soviético, de
la fuerza y de la vitalidad del estado socialista.
El pueblo soviético, sus gloriosas Fuerzas Armadas padecieron el peso
fundamental de la segunda guerra mundial y no sólo salvaguardaron la
libertad y la independencia de su patria, sino que hicieron una aportación
decisiva a la obra de salvar a la humanidad del peligro del sojuzgamiento
fascista. Algunos querían silenciar o minimizar el significado de esta victoria. ¡Pero nadie podrá borrar de la memoria de los pueblos, de la historia,
la gran hazaña del pueblo soviético! No sólo nuestros contemporáneos,
sino también las generaciones venideras rendirán tributo a la memoria de
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El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
los heroicos luchadores que en batallas a muerte derrotaron a las hordas
fascistas, rendirán tributo a los que salvaron el futuro luminoso de la humanidad.
Hombro a hombro con el pueblo soviético y sus valientes Fuerzas Armadas, sostuvieron una corajuda lucha contra el fascismo Alemán los pueblos
de Polonia, Yugoslavia, Checoslovaquia, Albania y, más tarde, las fuerzas
armadas de Rumania, de Bulgaria y de otros países de Europa. Una enorme
contribución a la derrota del imperialismo japonés hizo el heroico pueblo
chino y su glorioso Ejército Popular de Liberación. En la lucha común de
los pueblos adictos a la paz contra la Alemania hitleriana y el militarismo
japonés, desempeñaron un gran papel los pueblos de los Estados Unidos
de América, de Inglaterra, de Francia y de otros países de la coalición anti
hitleriana.
Como resultado de la gran victoria sobre el fascismo hitleriano y el imperialismo nipón en la segunda guerra mundial, los pueblos de varios países
de Europa y Asia acabaron con la tiranía capitalista y colonial, hiciéronse
dueños de su destino, emprendieron la construcción del socialismo.
El pueblo soviético siempre percibió y percibe el apoyo amistoso y fraterno del proletariado internacional, de millones de trabajadores del mundo
entero. Rompiendo él primero el frente del imperialismo en 1917, edificando el socialismo y destruyendo la máquina militar hitleriana, nuestro
país ha cumplido con honor su deber internacional ante los trabajadores
de todos los países, ante el movimiento comunista y obrero internacional,
ante todas las fuerzas progresivas del mundo.
El socialismo triunfante al principio en un solo país - la Unión Soviética
-, es hoy poderoso sistema mundial. Nos llena de felicidad y de alegría el
que al lado del pueblo soviético marche el pueblo chino con seiscientos
millones de habitantes dirigidos por su partido comunista; marchan los
trabajadores de todos los países que contribuyen al socialismo bajo la dirección de sus partidos comunistas y obreros.
Al celebrar hoy el cuarenta aniversario del gran Octubre, todos los soviéticos recuerdan con profunda gratitud a los que conquistaron con su lucha
heroica y su trabajo abnegado las victorias de la revolución socialista, a los
que lucharon, por la instauración y el afianzamiento del poder soviético,
por el robustecimiento del poderío y la prosperidad de la patria socialista. Los pueblos de la Unión Soviética guardarán para siempre la preclara
memoria de todos los camaradas que dieron su vida por la causa de la
revolución, por la defensa de sus conquistas, por el triunfo del socialismo
en nuestro país.
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Fausto Reinaga
En este día memorable, el pueblo soviético dirige palabras de cordial
agradecimiento y de saludo a la clase obrera, a los trabajadores de todos
los países que siempre prestaron su apoyo fraternal a la clase obrera, a los
trabajadores de nuestro país en la lucha por el socialismo, por la paz.
A nuestra sesión solemne de hoy asisten delegaciones de todos los partidos y gobiernos de todos los países socialistas, representantes de los partidos comunistas y obreros hermanos de sesentaiún países del mundo.
Por encargo del Presídium del Soviet Supremo, del Consejo de Ministros
de la URSS, del Comité Central del Partido Comunista en nombre de todos
nuestros queridos invitados.
Saludamos de todo corazón a la delegación gubernamental y del partido
de la República Popular China, dirigida por el Presidente del Comité Central del Partido Comunista de China y Presidente de la República Popular
China, camarada Mao Tse Tung;
a la delegación gubernamental y del partido de la República Popular de
Bulgaria, encabezada por el primer secretario del C.C. del Partido Comunista Búlgaro, camarada Todor Zhivkov;
a la delegación gubernamental y del partido de la República Popular
Húngara, dirigida por el primer secretario del C.C. del Partido Socialista
Obrero Húngaro y Presidente del Gobierno Revolucionario Obrero y Campesino Húngaro, camarada Janos Kadar;
a la delegación gubernamental y del Partido de la República Democrática
del Vietnam, encabezada por el presidente de C.C. del Partido de Trabajadores y Presidente de la República del Viet-Nam, camarada Ho Chi Minh;
a la delegación gubernamental y del partido de la República Democrática
Alemana, presidida por el primer secretario del C.C. del Partido Socialista
Unificado de Alemania, camarada Walter Ulbricht;
a la delegación gubernamental y del partido de la República Democrática Popular Coreana, dirigida por el presidente del C.C. del Partido del
Trabajo de Corea y Presidente del Consejo de Ministros de la República,
camarada Kim Ir Sen;
a la delegación gubernamental y del partido de la República Popular de
Mongolia, encabezada por el primer secretario del C.C. del Partido Popular Revolucionario Mongol, camarada Dashiin Damba;
a la delegación gubernamental y del partido de la República Popular Polaca, encabezada por el primer secretario del C.C. del Partido Obrero Unificado Polaco, camarada Wladyslaw Gomulka;
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El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
a la delegación gubernamental y del partido de la República Popular Rumana, dirigida por el miembro del buró político del C.C. del Partido Obrero Rumano y Presidente del Consejo de Ministros camarada Stoica Chivu;
a la delegación gubernamental y del partido de la República Checoslovaca, presidida por el primer secretario del C.C. del Partido Comunista de
Checoslovaquia, camarada Antonin Novotny;
a la delegación gubernamental y del partido de la República Popular Federativa de Yugoslavia, encabezada por el miembro del comité ejecutivo del C.C.
de la Unión de Comunistas de Yugoslavia, camarada Edvard Kardelj;
a la delegación del Partido Comunista Francés, presidida por el secretario general del partido, camarada Mauricio Thorez;
a la delegación del Partido Comunista Italiano, encabezada por el secretario general del partido, camarada Palmiro Togliatti;
a la delegación del Partido Comunista de Austria, dirigida por el presidente del partido, camarada Johann Koplening;
a la delegación del Partido Comunista de la Gran Bretaña, encabezada
por el presidente del comité ejecutivo del partido, camarada Harry Pollitt;
a la delegación del Partido Comunista de Alemania, dirigida por el primer secretario del partido, camarada Max Reimann;
a la delegación del Partido Comunista de España, presidida por el secretario general del partido camarada Dolores Ibarruri;
a la delegación del Partido Comunista de la India, presidida por el secretario general del partido, camarada Ajoy Ghosh;
a la delegación del Partido Comunista de Indonesia, encabezada por el
miembro del buró político, camarada Sudisman;
a la delegación del Partido Comunista de Siria y del Líbano, Presidida
por el secretario general del partido, camarada Khaled Bagdach;
a la delegación del Partido Obrero Progresista de Canadá, dirigida por el
secretario general del partido, camarada Tim Buck;
a la delegación del Partido Comunista de Finlandia, encabezada por el
secretario general del partido, camarada Ville Pessi;
a la delegación del Partido Comunista de la Argentina, presidida por el
secretario general del partido, camarada Victorio Codovilla;
a la delegación del Partido Comunista de México, dirigida por el secretario general del partido, camarada Dionisio Encina;
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Fausto Reinaga
a la delegación del Partido Comunista de Suecia, encabezada por el presidente del partido, camarada Hilding Hagberg;
a la delegación del Partido Comunista de Noruega, presidida por el presidente del partido, camarada Emil Lovlien;
a la delegación del Partido Comunista de Dinamarca, encabezada por el
presidente del partido, camarada Aksel Larsen;
a la delegación del Partido Comunista de Bélgica, encabezada por el secretario general del partido, camarada Ernnste Burnelle;
a la delegación del Partido Comunista de Holanda, dirigida por el secretario general del partido, camarada Paul de Groot;
a la delegación del Partido Comunista de Australia, encabezada por el
secretario general del partido, camarada Lawrence Sharkey;
a la delegación del Partido Comunista del Japón, encabezada por el
miembro de la presidencia del partido, camarada Yoshio Shiga;
a la delegación del Partido del Trabajo Suizo, encabezada por el secretario general del partido, camarada Edgar Voog;
a la delegación del Partido Comunista de Luxemburgo, dirigida por el
secretario general del partido, camarada Dominique Urbany;
a la delegación del Partido Socialista Unificado de Islandia, presidida por
el camarada Einar Olgeisson;
a la delegación del Partido Comunista de Israel, dirigida por el secretario
general del partido, camarada Samuel Mikunis;
a la delegación del Partido Comunista del Uruguay, presidida por el primer secretario del partido, camarada Rodney Arismendi;
a la delegación del Partido Comunista de Túnez, encabezada por el
miembro del buró político del C.C. camarada Mohamed Harmel;
a la delegación del Partido Comunista de Ecuador, encabezada por el
secretario general, camarada Pedro Saad;
a la delegación del Partido Socialista Italiano, encabezada por el miembro de la directiva y del secretariado, camarada Tulio Vecchietti.
Saludamos cálidamente a los invitados a los festejos del cuarenta aniversario, dirigentes de los partidos democráticos Unión Agraria Popular
Búlgara, Partido Democrático y Partido Socialista de Vietnam, Partido
Democrático Liberal, Partido Democrático Nacional, Partido Democrático
Campesino y Unión Democrática Cristiana de Alemania, Partido Campesi-
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El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
no Unificado y Partido Democrático de Polonia y Partido Socialista y Partido Popular de Checoslovaquia, organizaciones políticas que forman parte
de los frentes populares y nacionales, conjuntamente con los comunistas,
construyen en las democracias populares la sociedad socialista.
Saludamos de todo corazón a los gloriosos veteranos del movimiento
obrero, llegados para asistir a nuestra fiesta. Muchos de ellos participaron
personalmente en la lucha por el triunfo de las ideas del Gran Octubre y
por el afianzamiento del Poder Soviético en nuestro País.
Saludamos, asimismo, calurosamente a los representantes y a los miembros de las delegaciones de otros países llegados para asistir a la conmemoración del cuarenta aniversario de la Revolución Socialista de Octubre.
También saludamos cálidamente a las delegaciones extranjeras de los trabajadores y de los sindicatos, de los intelectuales, científicos, de las sociedades de amistad y de relaciones culturales con la Unión Soviética, de la
Federación Sindical Mundial, de la Federación Mundial de la Juventud Democrática, de la Federación Democrática Internacional de Mujeres, de los
veteranos del Movimiento Revolucionario y de los participantes en la lucha
por el Poder soviético en nuestro país llegadas a la Unión Soviética para asistir en la celebración del cuarenta aniversario de “la Revolución de Octubre”.
Camaradas: la cuestión principal, cardinal de toda revolución es la cuestión del poder. La historia de la humanidad registra no pocas revoluciones,
pero ninguna de las anteriores reportó la victoria del hombre trabajador
sobre las clases explotadoras, ninguna afianzó el Poder de los trabajadores.
Sólo la Revolución Socialista de Octubre solucionó definitivamente, por
primera vez en la historia, esta cuestión en favor de los trabajadores, en favor del pueblo, inaugurando de este modo una nueva era, la era del triunfo
del socialismo y del comunismo.
… En 1871 fue proclamada la gloriosa Comuna de París, el primer intento
de la clase obrera, de los trabajadores de instaurar su poder, de afianzar
la dictadura del proletariado. Las fuerzas reaccionarias de la burguesía
ahogaron la Comuna de París en ríos de sangre obrera. Aquel feroz ensañamiento puso de relieve el brutal odio de la burguesía a la clase obrera.
Cuando la burguesía francesa vio en peligro su dominio, despavorida ante
el pueblo insurrecto olvidó sus querellas internas, su vieja enemistad con
los militaristas prusianos, se coaligó con las fuerzas reaccionarias de Alemania, y las tropas alemanas fueron lanzadas para aplastar la Comuna de
París. Este hecho histórico muestra palmariamente que al primer intento
de afianzar el poder de la clase obrera, la burguesía de distintos países
aglutinó sus fuerzas de lucha contra el proletariado revolucionario…
125
Fausto Reinaga
… La Revolución de Octubre fue la revolución más humana porque liberó
del yugo de los explotadores a millones de trabajadores, liberó del sojuzgamiento nacional a todos los pueblos de Rusia, elevó la creación consciente
a ingentes masas populares, creó un tipo superior de democracia, la democracia socialista, la democracia para los trabajadores, para todo el pueblo…
En la experiencia de cuarenta años de construcción del socialismo en la
URSS han quedado persuasivamente demostradas las grandes ventajas
del trabajo liberado respecto al trabajo forzado, del trabajo para sí mismo
respecto al trabajo para los explotadores, las ventajas del desarrollo planificado de la economía respecto a la anarquía de la producción a la caza del
beneficio máximo. La construcción socialista despertó un auge sin paralelo
de la actividad de ingentes masas de trabajadores, lo que se manifestó con
toda rotundidad en la emulación socialista del pueblo.
En el trabajo para construir el socialismo - trabajo sin precedente por su
complejidad y dificultad -, el partido comunista y el Gobierno soviético se
rigieron por el sabio plan leninista, aplicaron consecuentemente la línea
general del partido en cuanto a la industrialización del país, la colectivización de la agricultura y la revolución cultural.
Era este el único camino certero. Sólo mediante la creación de una poderosa industria propia podía nuestro país, en el cerco capitalista, afianzar la
victoria de la revolución proletaria, garantizar su independencia y resolver con buen éxito los problemas del desarrollo de la economía sobre la
base de su reequipamiento técnico. Sólo mediante la fusión de las pequeñas haciendas agrícolas en cooperativas y la creación de una agricultura
socialista en grandes haciendas se podía sacar de la pobreza secular a los
campesinos que formaban la abrumadora mayoría del país e incorporarlos
a la participación activa en la construcción de la nueva vida. Sólo gracias a
la revolución cultural se podía acabar con el analfabetismo y la ignorancia,
penosa herencia de la Rusia zarista, poner todos los adelantos de la ciencia
y de la cultura al servicio del pueblo, formar una intelectualidad nueva,
verdaderamente popular, asegurar un poderoso auge en el fomento de la
ciencia y de la cultura.
... el Partido Comunista y el poder soviético apoyaron toda su actividad
en la alianza indestructible de la clase obrera y los campesinos que, como
dijo Lenin, es la fuerza más prodigiosa del mundo.
…por primera vez en la historia ha sido resuelto el problema de acabar
con la desigualdad económica y cultural de los pueblos. En todas las repúblicas federadas ha sido creada una poderosa industria moderna, se han
forjado especialistas de la clase obrera e intelectuales, se ha desarrollado,
126
El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
en todos los aspectos, la cultura; nacional por la forma y socialista por el
contenido.
… Después de restañar las heridas causadas por la Gran Guerra Patria,
nuestro país siguió el avance a ritmo mayor aún.
Los adelantos de la economía del país en los años del poder soviético
pueden reunirse con las siguientes cifras:
La fundición de acero pasó de 4,2 millones de toneladas en 1913 a 51millones de toneladas en 1957. Si en 1913 nuestro país producía 2,5 veces
menos de hierro colado que Inglaterra y menos que Francia, ahora producimos bastante más hierro colado que Inglaterra, Francia y Bélgica juntas.
La URSS ocupa el primer lugar de Europa y el segundo del mundo por la
extracción de hulla y el tercer lugar del mundo por la de petróleo. Respecto
a 1913, la extracción de hulla ha aumentado de 29,1 millones de toneladas
a 462 millones de toneladas en 1957; la extracción de petróleo de 9,2 millones de toneladas a 98 millones de toneladas. Tan solo el incremento de
la extracción de petróleo el año pasado rebasó casi vez y media toda su
extracción anual en Rusia antes de la revolución.
La generación de energía eléctrica pasó de 1,9 mil millones de kilovatios - hora en 1913 a 210 mil millones de kilovatios/hora en 1957. Tan sólo
la central hidroeléctrica de Kuibishev, puesta con antelación en servicio a
toda potencia para el cuarenta aniversario de Octubre, genera anualmente
cinco veces más fluido eléctrico que el que producían todas las centrales
eléctricas de Rusia en 1913. Veinte veces se ha incrementado en los años de
poder soviético la dotación de fluido eléctrico por obrero en la industria.
Han sido electrificadas todas las ciudades y casi todos los poblados obreros
y más de una tercera parte de los Koljoses.
…Al considerar estos datos del desarrollo de la economía de la Unión
Soviética debe tenerse en cuenta que de los cuarenta años de existencia del
Estado soviético casi veinte los ocupan las guerras que nos impusieron y el
restablecimiento posterior de la economía nacional. En consecuencia, ese
poderoso auge de la industria soviética fue alcanzado virtualmente no en
cuarenta años, sino en unos veinte o veintidós.
… La pérfida agresión de la Alemania hitleriana causó a la economía
nacional de la URSS daños, que con los gastos militares y la pérdida temporal de los ingresos de la industria y de la agricultura en las zonas ocupadas, ascendieron a dos billones quinientos sesenta y nueve mil millones de
rublos. Si estos gigantescos recursos hubieran sido invertidos en la construcción pacífica, en la edificación de fábricas, de ferrocarriles, de centrales
127
Fausto Reinaga
eléctricas, de casas, en aumentar la fabricación de mercancías de consumo
popular, hace mucho que tendríamos abundancia de bienes materiales.
A pesar de esto, la Unión Soviética ha desarrollado y desarrolla con buen
éxito su economía. Un incremento tan vertiginoso de la producción industrial, especialmente de la industria pesada - piedra angular de toda economía - no conocía la historia. Para incrementar el volumen de la producción
industrial unas treinta veces, los Estados Unidos de América, Alemania e
Inglaterra necesitaron de ochenta a ciento cincuenta años.
El rápido desarrollo de la industria y, ante todo, de la industria pesada
fue clave de la restauración socialista de la agricultura.
El plan cooperativista de Lenin señalaba el único camino acertado de solución de este problema de la revolución proletaria, sí más difícil después
de la toma del poder. La victoria del sistema koljustano convirtió a la URSS
en el país de la agricultura, con las haciendas más grandes del mundo.
Todos los campesinos soviéticos se han agrupada en Koljoses, cuyo número
asciende cerca de ochenta mil. Han sido cercados 5.800 sovjoses, grandes
empresas socialistas que tienen cerca de cincuenta y cinco millones de hectáreas de tierras de cultivo, o sea, un 25 por ciento de la tierra labrantía
del país. La agricultura socialista dispone de una poderosa base técnicomaterial. En los campos de los Koljoses y sovjoses funcionan 1.632.000.000
tractores (reducidos a 15 HP), cerca de 660.000 camiones, 420.000 segadoras trilladoras, millones de otras complicadas máquinas agrícolas.
Camaradas: los éxitos del pueblo soviético han hecho que se disipe, como
si fuera humo esa leyenda propalada por nuestros enemigos, de que la revolución bolchevique lleva consigo la destrucción y, casi, el hundimiento
de la civilización. La experiencia acumulada en los cuarenta años de vida
de nuestro Estado ha demostrado convincentemente que el pueblo, después de tomar el poder, es el amo más hacendoso, un infatigable creador
de nuevos y nuevos valores materiales y espirituales. Esa experiencia ha
evidenciado también que sólo con el socialismo empieza un progreso rápido y verdaderamente masivo, pues en él participa todo el pueblo en todas
las esferas de la producción y un florecimiento inusitado de la ciencia y de
la cultura.
Una de las más brillantes realizaciones de la revolución socialista, ésta es
la emancipación de la mujer y su enérgica incorporación a la vida social.
Con su fructífero trabajo en todas las ramas de la economía y de la cultura,
las mujeres soviéticas hacen una enorme contribución a la lucha de todo
el pueblo por la victoria del comunismo y la educación de la generación
creciente.
128
El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
La victoria del socialismo en la URSS ha puesto fin, para siempre, al paro,
terrible azote de los trabajadores. La revolución socialista no sólo ha proclamado el derecho de los ciudadanos de la URSS... al trabajo, la insurrección y el descanso, sino que ha garantizado esos derechos prácticamente.
Rasgo característico de la sociedad socialista, la más humana de las sociedades, es la solicitud de que todo el pueblo rodea a la creciente generación
y a la vida, que ha trabajado concienzudamente en bien del pueblo, en el
bien del socialismo.
En cumplimiento de los acuerdos del XX Congreso del partido han sido
tomadas mediadas como la elevación de los salarios de los obreros y empleados modestamente retribuidos y la reducción de la jornada de trabajo
en vísperas de los días de fiesta y de descanso. Se está llevando a la práctica
el acuerdo del partido y del gobierno en cuanto al paso a las jornadas de
siete horas, y en los trabajos del subsuelo, en la industria hullera y en la
minería, a la de seis. En los últimos años ha aumentado considerablemente
el volumen de la construcción de viviendas.
El gobierno soviético invierte anualmente grandes sumas en seguros sociales, en el pago de subsidios, pensiones, becas, en la instrucción gratuita,
en la asistencia médica gratuita, etc., etc.
La elevación del bienestar material del pueblo soviético puede apreciarse
en el aumento del consumo popular y en el desarrollo del comercio soviético. Los trabajadores soviéticos pueden adquirir más y más artículos cada
día, y comen, se visten y viven mucho mejor que antes.
Este año los establecimientos comerciales del Estado y de las cooperativas han vendido más que en 1940: carne y derivados, 3,3 veces; leche, mantequilla y otros productos lácteos, 3,5 veces, azúcar, 3,3 veces; tejidos, 2,8
veces, con la particularidad que se ha vendido casi cuatro veces más tejidos
de lana y nueve veces más tejidos de seda. En 1956, la población compró
más de 21.000.000 de relojes, más de 3.000.000 de bicicletas y 4.200.000 de
aparatos de radio y de tv. Este año la venta de dichos artículos es mayor
todavía.
Una gran conquista del socialismo es la revolución cultural en la URSS,
gracias a la cual el país ocupa hoy uno de los primeros lugares del mundo
en cuanto al desarrollo de la ciencia y la técnica. Antes de la Segunda Guerra mundial, el analfabetismo ya había sido prácticamente liquidado en la
URSS. Hoy día, en el país estudian, en los diversos centros de enseñanza,
más de 50.000.000; sólo en las escuelas superiores y de peritaje hay matriculados más de 4.000.000 de ciudadanos, contra 182.000 en 1914. En la economía nacional trabajan actualmente más de 6.000.000 de especialistas con
129
Fausto Reinaga
instrucción superior o media, es decir casi 33 veces más que en la Rusia anterior a la revolución. El enorme ejército de ingenieros, peritos, agrónomos,
zootécnicos, maestros, médicos y otros especialistas participa activamente
en la gran construcción del comunismo. Se han logrado notables éxitos en
el desarrollo de la literatura y las demás artes. Los escritores y otros artistas
constituyen uno de los destacamentos de vanguardia de nuestro ejército
intelectual y luchan enérgicamente por el triunfo de los grandes ideales
del comunismo, por la educación del hombre nuevo, constructor de la sociedad comunista.
Al hacer el balance de los cuarenta años transcurridos desde la Revolución de Octubre, debemos hablar, con especial gratitud, de la fecunda labor
de los hombres de ciencia soviéticos, que benefician a nuestro país y toda
la humanidad con descubrimientos e inventos de universal trascendencia.
Imposible enumerar aquí las relevantes conquistas de los hombres de ciencia soviéticos. Me limitaré a recordar que nuestro país ocupa el puesto de
vanguardia en el empleo pacífico de la poderosa fuerza del átomo y que
hace poco hemos hecho, con buen éxito, las pruebas de un cohete balístico
intercontinental.
Han coronado las realizaciones científicas y técnicas la creación y el feliz lanzamiento, el 4 de octubre de este año, del primer satélite artificial
de la tierra. Un mes escaso después, se ha lanzado al Cosmos el segundo
satélite artificial soviético, dotado de más y mejores aparatos científicos y
“tripulado” por un animal sometido a experimento. El primer satélite no
se aburrirá en el cosmos, pues tiene ya quién le acompañe en sus paseos.
Los dos mensajeros de la unión soviética, los dos luceros de la paz vuelan
en torno a la tierra. Nuestros científicos, diseñadores, ingenieros, peritos y
obreros han hecho a los ciudadanos de la URSS, con motivo del cuarenta
aniversario de octubre, un regalo verdaderamente magnífico, que colma
de alegría sus corazones, y han dado vida a los atrevidos sueños de la humanidad. Estas realizaciones del País del Socialismo, que abren una nueva
era del desarrollo de la ciencia y la técnica, han emocionado, lo que se dice
literalmente, a todo el mundo.
… Nuestros “sputnik” dan vueltas alrededor de la tierra y esperan a que
se les reúnan las “lunas” norteamericanas y otras para formar con ellos
una comunidad de satélites. Esa comunidad, esa emulación sería incomparablemente mejor que la emulación en la carrera armamentista, en la
producción de mortíferas armas.
Los hombres de ciencia y de la técnica, así como nuestros obreros industriales que han aportado sus geniales pensamientos y su fecundo trabajo
a la creación de los primeros satélites artificiales de la tierra, se han hecho
130
El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
acreedores al aprecio de todo el pueblo y a la sincera gratitud de todos
los amigos del progreso y del florecimiento de la ciencia. Permitidme que
desde esta alta tribuna les felicite calurosamente en nombre del partido del
gobierno por la gran victoria obtenida y que les exprese profundo agradecimiento.
Camaradas: la construcción del socialismo en la URSS es el principal resultado de la Gran Revolución de Octubre.
La sociedad socialista es una sociedad nueva, sin precedentes en la historia de la humanidad. La sociedad soviética no se halla dividida en clases antagónicas. Está fundida por su comunidad de interés y de fines, y
se agrupa estrechamente en torno a su vanguardia, el Partido Comunista.
Nuestro partido ha crecido, se ha robustecido y ha madurado en lucha
contra todo lo ajeno y hostil al marxismo y a los intereses de clase del proletariado. Toda su historia demuestra que el partido no hubiera podido
cumplir su papel de dirigente de la Revolución Socialista, de organizador
e inspirador de la victoriosa construcción del socialismo en nuestro país, si
no hubiese desplegado una lucha implacable contra los mencheviques, los
escristas, los anarquistas, los trotskistas, los desviacionistas de derecha, los
nacionalistas burgueses y otros enemigos del marxismo-leninismo; si no
hubiera derrotado ideológica y políticamente a estos enemigos.
Desde los primeros días de la victoria de la Revolución de Octubre, el Partido Comunista, encabezado por el gran Lenin, su fundador y jefe, orientó
todos los esfuerzos del pueblo soviético a la defensa de las conquistas de
octubre, al cumplimiento de los planes de la edificación socialista y al fortalecimiento del poderío del Estado soviético. Después de la muerte de
Vladimir Ilich Lenin, el partido cerró las filas en torno a su Comité Central,
encabezado por José Stalin. El partido cumplía firme y consecuentemente
los planes trazados por Lenin y llevaba al país de éxito en éxito. Bajo su
dirección, el pueblo soviético dio cima a la industrialización socialista del
país y a la colectivización de la agricultura, construyó la sociedad socialista
y obtuvo en la Gran Guerra Patria una victoria de trascendencia universal.
Estos triunfos convirtieron a nuestro país en una vigorosa potencia socialista y elevaron su prestigio internacional.
Al analizar el camino recorrido y trazar los planes para el futuro, el XX
Congreso puso de manifiesto una elevada fidelidad a los principios del
marxismo-leninismo y firme intolerancia para con las diferencias y errores
existentes, elevó a mayor altura la crítica y la autocrítica bolchevique y dio
ejemplo de espíritu creador en la solución de las tareas que la vida planteaba en la etapa dada de la edificación comunista. El congreso sometió a
una crítica basada en los principios marxistas los errores relacionados con
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Fausto Reinaga
el culto a la personalidad de Stalin y trazó medidas para superar sus consecuencias. En su crítica del culto a la personalidad, el congreso partió de
las tesis fundamentales del marxismo-leninismo, de las observaciones críticas de Lenin acerca de los defectos y los rasgos negativos del carácter de
Stalin, que se acentuaron particularmente en el último periodo de su vida
y causaron grave perjuicio a nuestra causa común. Esta crítica y la gran labor del partido para liquidar las consecuencias del culto a la personalidad,
han contribuido a mejorar toda la actividad del partido Comunista, a la
aplicación consecuente de los principios leninistas de dirección colectiva y
de las normas de la vida de un partido, a la rigurosa observancia de la legalidad revolucionaria, a un mayor desarrollo de la democracia interna del
partido y de la democracia soviética, a la elevación del trabajo ideológico
y al aumento de la fecunda iniciativa y la actividad de las grandes masas
trabajadoras.
Nuestro partido criticó, por iniciativa propia en el XX Congreso, los errores de Stalin. Los criticó, en primer lugar, para enmendarlos, en segundo
lugar, para que no volvieran a repetirse y, en tercer lugar, para consentir
un enfoque dogmático y libresco del marxismo-leninismo y para asegurar
una actitud creadora hacia la gran teoría del socialismo científico, velando
rigurosamente, al mismo tiempo, por su pureza.
Los comunistas criticamos el culto a la personalidad como algo extraño
al espíritu del marxismo-leninismo, como un fenómeno intolerable en los
partidos comunistas y en la sociedad socialista. El partido obra así para fortalecer sus posiciones, para fortalecer el sistema socialista, para que jamás
vuelvan a tolerarse tales fenómenos. Pero no podemos estar de acuerdo
con quienes tratan de aprovechar la crítica del culto a la personalidad para
atacar al sistema socialista, al partido comunista. Al criticar los aspectos
negativos de la actividad de Stalin, el partido ha luchado y luchará contra
todos los que calumnian a Stalin, contra todos los que, haciendo como si
censuraran el culto a la personalidad presentan falsamente, tergiversando,
todo el periodo histórico de la actividad de nuestro partido en que Stalin
encabezaba el comité Central. Como fiel marxista-leninista y firme revolucionario, Stalin ocupará en la historia en el lugar que le corresponde.
Nuestro partido y el pueblo soviético recordarán a Stalin y sabrán aquilatar
su labor.
Hay “críticos” que tratan de denigrar este periodo de la lucha de nuestro
partido, de denigrar la vía magna que abrió la Unión Soviética en su lucha
por el socialismo. Llaman stalinistas en un sentido peyorativo a los dirigentes fieles al leninismo, a hombres que, sin regatear esfuerzo, han luchado y luchan por los intereses del pueblo, por la causa del socialismo. Con
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El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
ello quieren desacreditar y comprometer a los dirigentes de los partidos comunistas y obreros que son fieles al marxismo-leninismo y a los principios
del internacionalismo proletario. Esos “críticos” o son calumniadores declarados o gente que se desliza a las podridas posiciones del revisionismo
y que quieren con sus gritos acerca del “stalinismo”, ocultar su dejación de
los principios del marxismo-leninismo. No es casual que la propaganda
imperialista haya incorporado a su arsenal la consigna provocadora de la
lucha contra el “stalinismo” y los “stalinistas”.
Sólo un partido marxista-leninista, un partido fuerte, con fe en el pueblo,
indisolublemente ligado a él y poseedor de su confianza y apoyo sin reservas, ha podido dar un paso tan valiente como la crítica franca y abierta de
las deficiencias y los errores relacionados con el culto a la personalidad.
¿Qué partido gobernante de los países capitalistas podría hacer nada semejante? ¡Ninguno! Al contrario, todos esos partidos tratan de silenciar,
de ocultar al pueblo los aspectos negativos y los errores en su actividad,
de blanquear los incurables vicios y lacras del capitalismo y de engañar a
los trabajadores con falsas teorías que hablan de “paz entre las clases” y de
“armonía” en la sociedad burguesa.
La clase obrera, clase ascendente, revolucionaria, no necesita ocultar ni
velar las deficiencias o los errores en la construcción de la nueva vida. “El
proletariado - subraya Lenin - no teme reconocer que en la revolución unas
cosas le han salido magníficamente y otras mal. Todos los partidos revolucionarios que han perecido hasta ahora se han hundido porque se envanecían y no sabían ver en qué consistía su fuerza y temían hablar de sus defectos. Pero nosotros no pereceremos porque no nos da miedo hablar de
nuestras debilidades y porque aprenderemos a vencerlas (Obras. Tomo
33. p. 278).
Observando celosamente las normas leninistas en la vida del partido, el
nuestro mejora sin cesar las formas y los métodos de trabajo, perfecciona
su estilo y aplica con la mayor consecuencia en todos los eslabones, de arriba abajo, el principio de la dirección colegial y el de la democracia interna
del partido.
La dialéctica marxista enseña que todo desarrollo se opera poniendo al
desnudo las contradicciones y venciéndolas.
Los cuarenta años de experiencia del Estado soviético enseñan que sin
el partido, unido y monolítico como una roca, sin el partido, pertrechado
del conocimiento de las leyes que rigen el desarrollo de la sociedad, sin
el partido, fiel a los grandes principios del marxismo–leninismo, la clase obrera, los campesinos trabajadores y todo nuestro pueblo no hubieran
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Fausto Reinaga
podido conquistar el poder, derrotar a sus enemigos, construir la sociedad
socialista e ir pasando con éxito al comunismo. Velemos, como de las niñas
de nuestros ojos, la unidad leninista de nuestro glorioso partido, fortalezcamos su ligazón con el pueblo, sigamos manteniendo en alto la gran y
victoriosa bandera del marxismo-leninismo.
La indestructible unidad del partido y del pueblo en su lucha por el comunismo y la estrecha unión de todos los pueblos de la URSS en torno a
su probada vanguardia, el partido comunista, es la garantía de los futuros
éxitos del país soviético.
Perspectivas y tareas de la edificación
comunista en la URSS
Camaradas: al hacer el balance del desarrollo en los cuarenta años transcurridos desde la proclamación del poder soviético, nuestro pueblo mira con
seguridad el futuro y ve claramente las perspectivas de la construcción del
comunismo.
La comprensión marxista-leninista del comunismo está vinculada indestructiblemente con la actividad práctica, viva, de las masas populares
orientada a la transformación revolucionaria de la sociedad. Las fórmulas
del comunismo verdadero, del comunismo científico y vivo, y no del libresco y dogmático, se distinguen de la verborrea altisonante, precisamente porque conceden una importancia decisiva a una organización más perfecta de la producción socialista, a las condiciones de trabajo de los obreros
y campesinos, al aumento de la producción de los artículos necesarios para
elevar el bienestar del pueblo y las relaciones entre los hombres en el trabajo y en la vida.
Hoy, cuando gracias al desarrollo de la Unión Soviética en el transcurso
de cuarenta años, se ha conseguido notables éxitos en el fomento de la
economía nacional, la ciencia, la técnica y la cultura, y hemos construido el
socialismo, podemos afirmar con todo fundamento que el comunismo no
es ya un futuro remoto y que su majestuoso y bello edificio se perfila cada
día con mayor claridad ante los pueblos, podemos afirmar que crece y que
sus contornos serán más y más perfectos a cada éxito que obtengan con
su trabajo los obreros, los campesinos y los intelectuales de nuestro país
plurinacional.
El pueblo soviético ha conseguido grandes éxitos en la elevación de la
economía del país y sabe justipreciar su importancia, pero al mismo tiem-
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El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
po, tiene plena conciencia de que hay tareas por cumplir, de que existen
deficiencias y grandes dificultades aún no superadas.
Sabemos que hay una gran escasez de viviendas. Las causas de ello son
comprensibles. En primer lugar, el viejo Régimen dejó en herencia al Poder
Soviético una inconcebible crisis de habitación. En segundo lugar, en la
época soviética la población de las ciudades y de los poblados obreros ha
aumentado en más de tres veces y media. En tercer lugar, en la post guerra
nos vimos obligados a hacer economía en todo, comprendida la construcción de viviendas, y a destinar cada kopek a la creación de la industria
pesada. En cuarto lugar, la guerra que dejó sin techo a unos veinticinco
millones de personas, causó grandes daños al fondo de viviendas de la
unión soviética.
A pesar de todo, dicho fondo ha aumentado, en comparación con 1913,
en 3,7 veces. En la época soviética se han construido y restaurado viviendas
(sin contar con la construcción de casas por los campesinos y los intelectuales del agro) con una superficie habitable total de más de 500 millones
de metros cuadrados. Pero no queremos darnos por satisfechos haciendo
comparaciones con el pasado o con los países capitalistas “ricos”, en los
que millones de seres están privados de techo y docenas de millones viven
hacinados en cuchitriles.
La mayor preocupación, entre todas del partido Comunista y el Gobierno
Soviético en cuanto a la elevación del bienestar material del pueblo, es hoy
la de incrementar la construcción de viviendas.
El programa de edificación trazado por el partido y el gobierno de la
URSS y calurosamente acogido por el pueblo, plantea la tarea de asegurar
un considerable incremento del fondo de viviendas para terminar en los
próximos diez o doce años con la escasez de habitación. No cabe duda de
que el problema de la habitación será resuelto con buen éxito en los próximos años.
Sabemos también que va todavía retrasada, tanto por la cantidad como,
especialmente, por la calidad, la producción de algunos artículos de consumo popular y que el costo y los precios son todavía elevados.
Hay que realizar una gran labor con vistas a perfeccionar, especializar,
mecanizar y automatizar la industria y la agricultura, elevar la tecnología
del trabajo y a conseguir un aumento importante de su rendimiento para,
sobre esta base, garantizar el aumento de los salarios. En tiempo próximo
hay que tomar medidas para poner en orden en el sistema de salarios, eliminar los defectos en el pago del trabajo de algunas profesiones y establecer una correlación más acertada entre las tarifas y los sueldos. Debe pres-
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Fausto Reinaga
tarse mucho más atención a perfeccionar el comercio en la ciudad y en el
campo y a mejorar la alimentación pública, los servicios para la población,
la asistencia médica y la red de instituciones dedicadas a la labor cultural.
La preocupación por satisfacer las necesidades cotidianas de los trabajadores es un deber primordial de las organizaciones del partido, de los soviets,
y de las organizaciones económicas, cooperativas y sindicales.
Ahora, hasta nuestros enemigos reconocen que la URSS ocupa uno de los
primeros lugares del mundo por el nivel alcanzado en el equipo técnico
de las distintas ramas de la economía nacional y por el gran número de
especialistas altamente calificados de que dispone. La ciencia, la técnica y
la industria soviética no conocen problemas técnicos ni de la producción
que no podamos resolver con nuestras propias fuerzas. El país soviético ha
alcanzado un nivel técnico–científico y de la producción, tan elevado, que
puede aprovechar sus riquezas naturales en escala cada vez mayor y desarrollar las fuerzas productivas a un ritmo con el que antes no podíamos
siquiera soñar.
En efecto, ¿era concebible hace unos veinte años levantar en un plazo tan
breve centrales hidroeléctricas gigantes como las que hoy construimos en
el Volga, el Angara y el Fenisei? ¿Acaso se podía realizar antes, en el plazo
de dos o tres años, la grandiosa tarea de roturar y poner en cultivo 36 millones de hectáreas de tierras vírgenes y baldías? Hace diez o quince años,
problemas como el del empleo de la energía atómica con fines pacíficos y
la creación de aviones reactivos ultrarrápidos, de cohetes balísticos intercontinentales y de un satélite artificial de la tierra se consideraba cosa de
lejano futuro. Hoy, esos complejos problemas de nuestra época se resuelven prácticamente. Los hombres de ciencia soviéticos y nuestra industria
contribuyen dignamente a su solución. Hoy podemos afirmar con todo
fundamento que la Unión Soviética ocupa un honroso lugar en el desarrollo de la ciencia mundial.
El Partido Comunista y el Gobierno Soviético seguirán haciendo todo lo
posible para que nuestra ciencia y nuestra técnica se desarrollen al máximo, para que florezca la multinacional cultura socialista y para que las
realizaciones de la ciencia y de la técnica hallen la más rápida aplicación en
la producción, alivien el trabajo de los soviéticos y eleven su rendimiento.
Camaradas: grande es el papel que corresponde al Partido Comunista y
al Estado soviético en el cumplimiento de las tareas de la edificación comunista planteadas ante el país en la etapa actual.
La actividad del Partido Comunista y del Estado soviético se orienta,
principalmente, a dirigir la edificación económica y cultural, a elevar in-
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El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
cesantemente el bienestar del pueblo, a organizar, agrupar y movilizar a
todos los trabajadores para llevar a cabo el paso al comunismo y a educar
a las masas para que adquieran una conciencia comunista.
El socialismo no es algo petrificado, inmutable, dado de una vez para siempre. El socialismo es una sociedad viva, que se desarrolla y perfecciona incesantemente, que tiende en todo momento a satisfacer con mayor plenitud
las crecientes demandas materiales y culturales de todos sus miembros. Lo
mismo que ella, el Estado socialista tampoco puede ser una forma inmutable,
petrificada, dada de una vez para siempre. El Estado socialista también se
desarrolla y modifica a medida que se progresa hacia el comunismo.
Las principales funciones del Estado socialista de los trabajadores consisten hoy en organizar la producción social, dirigir la economía, fomentar la
cultura y controlar en interés de los trabajadores, el trabajo y el consumo de
la sociedad, educar en todos los aspectos a los trabajadores e inculcarles una
nueva disciplina de trabajo y una actitud comunista hacia éste; en política
exterior es función del Estado socialista aplicar la política leninista de coexistencia pacifica de los países con distinto sistema social y político y fortalecer
la paz, así como robustecer la amistad indestructible, la colaboración fraterna
y la ayuda mutua de los países del campo mundial del socialismo.
Lenin enseñaba que para la extinción completa del Estado había que
llegar al comunismo en pleno, que el Estado no se extinguiría definitivamente mientras no se llegara a la fase superior del comunismo, cuando la
sociedad pudiera aplicar el principio: “de cada cual, según su capacidad;
a cada cual, según sus necesidades”; cuando, sobre la base de una elevada
productividad del trabajo, existiese plena abundancia de todos los productos, el trabajo, fuera de la primera necesidad vital y los hombres trabajaran
voluntariamente según su capacidad.
Naturalmente, no podemos olvidar una función tan primordial del Estado socialista como es la de defender el país del peligro de una agresión del
exterior, la de defender el régimen socialista del peligro de una agresión de
las fuerzas imperialistas del exterior y de sus agentes con el fin de restaurar
el capitalismo. La importancia que tiene esta función de nuestro Estado
no depende sólo de nosotros, mejor dicho, no depende tanto de nosotros
como de nuestros enemigos. Cuanto menor sea el peligro de agresión del
exterior, menos fuerzas y medios gastaremos en el cumplimiento de esta
función de nuestro Estado, y viceversa.
A medida que la sociedad progresa hacia la fase superior del comunismo,
la teoría marxista-leninista acerca del Estado y de su extinción adquiere
una importancia inmensa.
137
Fausto Reinaga
La fuerza del pueblo soviético, que se ha merecido su prestigio mundial
de pueblo creador, de pueblo héroe, consiste en que su lucha por la libertad
y por la dicha, por los elevados ideales del comunismo, la encabeza hace ya
más de medio siglo nuestro Partido Comunista, creado por el gran Lenin y
templado en los combates por el socialismo, inspirado por la invicta doctrina del marxismo-leninismo, el partido encauza los esfuerzos del pueblo
soviético al cumplimiento de las tareas de la edificación comunista.
El país soviético cumple estas tareas en una nueva situación histórica,
cuando, con el pueblo soviético, marchan el gran pueblo chino y los trabajadores de todos los países socialistas. La amistad fraterna y la ayuda
mutua de los pueblos de los países socialistas y la unidad de sus partidos
marxistas-leninistas facilitan en gran medida y aceleran el avance de la
humanidad hacia el socialismo, hacia el progreso, hacia la paz y la prosperidad.
Fiel a su deber internacional, el Estado socialista soviético, fundado bajo
la dirección de Lenin, ampliará y fortalecerá por todos los medios la amistad indestructible con los pueblos de todos los países socialistas y desarrollará su fecunda colaboración en la lucha por construir el socialismo y el
comunismo.
Significación internacional de la gran Revolución de
Octubre y desarrollo de las fuerzas del socialismo mundial
Camaradas: Los cuarenta años transcurridos desde la Revolución de Octubre no tienen igual en la historia del mundo por lo saturados que están
de acontecimientos de inmensa trascendencia universal y por los cambios
radicales de índole social y económica que han producido en la vida de
muchos pueblos.
El mayor acontecimiento histórico después de la gran Revolución de Octubre ha sido la Revolución en China y la formación de la República Popular China. Siguen el camino de la construcción socialista los pueblos de
Albania, Bulgaria, Hungría, República Democrática de Vietnam, República
Democrática Alemana, República Democrática Popular Coreana, República Popular Mongola, Polonia, Rumania, Checoslovaquia y Yugoslavia. Los
trabajadores de estos países han construido y construyen el edificio socialista basándose en la experiencia de la Revolución de Octubre.
Hoy existen dos sistemas mundiales: el socialista y el capitalista. Cada
uno de ellos tiene sus leyes específicas de desarrollo.
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El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
Lenin enseña que el desarrollo económico y político desigual es una ley
absoluta del capitalismo. Bajo el capitalismo es imposible el desarrollo económico igual, sus acompañantes inevitables son la anarquía de la producción, las crisis, la encarnizada lucha de competencia entre los monopolios,
entre los estados capitalistas. Bajo el capitalismo domina el principio de
la fuerza. De ahí la tendencia a resolver las contradicciones mediante las
amenazas, la imposición, las guerras, las anexiones de territorios ajenos, de
fuentes de materias primas y de mercados de venta. Si algunos Estados capitalistas se adelantan, es al precio del saqueo de millones de trabajadores
por un puñado de monopolios capitalistas, al precio de la explotación implacable de los países dependientes y semidependientes, los Estados Unidos se han abierto paso hasta las primeras filas de los países imperialistas;
ahora pugna por llegar allí Alemania Occidental, desplazando y dando de
codazos a la Gran Bretaña, a Francia y a otros países capitalistas. Tal es la
ley del capitalismo; el fuerte golpea al débil, domina el más frío interés.
Unas relaciones completamente distintas existen entre los países del sistema mundial del socialismo. En el actúa la ley del desarrollo económico planificado. El rápido ascenso de las fuerzas productivas, el incremento de las
riquezas nacionales caracterizan el desarrollo de la economía de la sociedad
socialista, que tiene por fin el dar la máxima satisfacción a las crecientes demandas del pueblo. Todos los países del socialismo –grandes y pequeños–,
los que registran un gran avance por la senda del socialismo o los que acaban de emprender esta senda, gozan de absoluta igualdad de derechos. Ninguno de ellos pretende tener ventajas ni privilegio alguno. La experiencia de
un país socialista se convierte en patrimonio de otro, los éxitos de cada país
no sólo lo fortalecen a él, sino a todo el campo del socialismo.
La Unión Soviética fue la primera en construir el socialismo. La URSS
acumuló una valiosa experiencia y la transmite a todos los países hermanos, ayudándoles a construir la nueva vida. A su vez, otros países socialistas, poseedores igualmente de abundante y valiosa experiencia en distintas
esferas del desarrollo económico y cultural, transmiten gustosos su experiencia a la Unión Soviética, le prestan su ayuda.
¿Qué es la base de la unidad de los países de la gran comunidad socialista? La identidad de los principios del régimen estatal y social, la unidad de
la ideología marxista-leninista, el internacionalismo proletario, la unidad
de los magnos fines de la construcción del socialismo, la igualdad de derechos y la asistencia mutua, la defensa de la independencia nacional y de las
conquistas revolucionarias en cada país y en todo el sistema mundial del
socialismo, la defensa de la paz y de la seguridad de los pueblos. Esa es la
base sobre la cual se desarrolla esta comunidad fraterna.
139
Fausto Reinaga
…Fieles a los principios del internacionalismo proletario, los partidos
comunistas y obreros luchan por la consolidación de sus filas, contra las
tendencias revisionistas y los nocivos prejuicios de la limitación nacional y
del aislamiento.
Rigiéndose por su vieja norma de “divide y reinarás”, los imperialistas
se aferran a todo género de prejuicios nacionalistas en la lucha contra el
campo socialista, y bajo la bandera del llamado “Comunismo Nacional”,
emprenden una operación divisionista ideológica. Los ideólogos del imperialismo y sus agentes siembran las ponzoñosas semillas del chovinismo
y del nacionalismo burgués para enfrentar entre sí a los países socialistas.
Ciertos personajes que se llaman comunistas y que han picado en el anzuelo de esa propaganda postulan un socialismo sin dictadura del proletariado, sin dirección de la vida social por la clase obrera y su vanguardia, el
Partido comunista, sin aplicación de los principios del internacionalismo
proletario. Nuestros enemigos denominan esa política con el terminejo de
“comunismo liberal”, descubriendo de tal modo su deseo oculto de convertir a los comunistas en modosos liberales burgueses. Los ejemplos de
Djilas o de Imre Nagy que llegaron a traicionar sin recato la causa del socialismo, los intereses nacionales de sus países, nos dicen a dónde conduce el
camino del revisionismo moderno. El desmantelamiento de las posiciones
políticas e ideológicas de estos enemigos del socialismo en Yugoslavia y en
Hungría es un buen servicio a la potencialización del socialismo en estos
países y de todo el sistema socialista.
En las circunstancias actuales han surgido diversas formas de Estado
socialista. Al propio tiempo, debe subrayarse que sin partido marxista-leninista es imposible la existencia del Estado socialista, es imposible organizar a la clase obrera como fuerza dirigente de la sociedad, es imposible
asegurar la alianza indestructible de la clase obrera y los campesinos, es
imposible cumplir felizmente las tareas de la edificación de la sociedad
socialista.
Vladimir Ilich Lenin decía que todos los pueblos y países llegarán al socialismo, pero no del mismo modo, sino que cada uno aportará su peculiaridad a una u otra forma de democracia, a una u otra modalidad de dictadura del proletariado, en fin, al ritmo de las transformaciones socialistas de
los distintos aspectos de la vida social.
El prestigio del socialismo ha crecido en la conciencia de los trabajadores,
las ideas del socialismo han dominado hasta tal punto la mente de las masas, que ahora los enemigo más perspicaces del socialismo y adeptos del
capitalismo están dispuestos incluso a aceptar el nombre de socialismo,
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El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
pero con una pequeña añadidura; “socialismo nacional” o “comunismo
nacional”.
Al desplegar sus ataques contra los países socialistas, contra su unidad,
las esferas imperialistas y sus agentes dirigen sus esfuerzos principales
contra la Unión Soviética. ¿Por qué? Porque la URSS es el Estado socialista
más potente. Es inmensa la influencia de su ejemplo sobre el movimiento
comunista y obrero internacional, sobre los pueblos coloniales que contienden por su liberación nacional y social. Los imperialistas temen la fuerza
y el poderío del país soviético, temen las ideas del marxismo-leninismo.
Camaradas: el socialismo ejerce hoy una influencia inmensa y creciente
sobre la marcha de la historia universal, cambia el aspecto de la tierra. La
vida confirma la gran verdad del marxismo acerca de que el socialismo
crea la posibilidad de un rápido desarrollo social. ¿Qué puede oponer a
esto el capitalismo moderno? En el periodo de 1937 a 1956, en que los países socialistas cuadruplicaron con creces su producción, el mundo capitalista a pesar de todas las medidas de animación artificial de la coyuntura,
incluyendo entre ellas la desenfrenada carrera armamentista, no hizo más
que duplicar su producción. Pero la cosa no reside sólo en esto.
La crisis general del capitalismo continúa ahondándose, se enconan las
contradicciones antagónicas que desgarran al mundo capitalista. En nuevas formas se desenvuelve la lucha tanto entre los países capitalistas como
en el seno de ellos entre el trabajo y el capital. La crisis general del capitalismo se manifiesta, igualmente, en el desempleo crónico y en la utilización
incompleta de las empresas, en la superproducción y en los fenómenos de
crisis que de vez en cuando aparecen en diversos países capitalistas. En la
época general del capitalismo, un rasgo inseparable de la política imperialista de agresión y de la economía es el gigantesco incremento del militarismo, ese tumor canceroso de la sociedad capitalista moderna.
El sistema capitalista, condenado por la historia, no está ya en condiciones de plantearse objetivos capaces de alentar y de atraer a millones de
personas. Ansiosos de prolongar su existencia, los capitalistas apelan a las
formas más refinadas de disimulo y engaño, valiéndose de frases hipócritas como el “capitalismo popular”, el “capital democrático”, el Estado burgués “de bienestar universal”, etc. Pero ni las baratas argucias propagandistas de los abogados del capitalismo, ni los intentos de los imperialistas
de contener por la fuerza de las armas el desarrollo del socialismo pueden
paralizar la marcha de la historia.
Los reformistas bendicen el capitalismo moderno y ponen por las nubes la legislación social que en los últimos cuarenta años ha aparecido en
141
Fausto Reinaga
algunos países capitalistas. Pero ocultan que lo principal es que si los capitalistas han hecho ciertas concesiones, éstas han sido arrancadas por la
lucha empeñada de la clase obrera. Los adelantos de los países socialistas
alientan a los trabajadors de los países capitalistas en la lucha contra los
explotadores y al propio tiempo obligan a la burguesía deseosa de mantener su dominio, hacer concesiones de carácter económico-social. A este
propósito no puedo menos de recordar las palabras del magnífico escritor
norteamericano Teodoro Dreiser, quien, refiriéndose a la legislación social
prolongada en los EEUU en los años del 30, decía: “Por todo esto doy las
gracias a Marx y a la Rusia roja”.
En los países del imperialismo, se recrudece la explotación, se despliega
una ofensiva contra el nivel de vida y los derechos democráticos de los trabajadores, se agrava el peligro del fascismo y de guerra. Pero en esos países
hay clase obrera, hay otros núcleos de trabajadores, existe la intelectualidad progresista, es decir, las fuerzas del pueblo que en términos generales
se mantienen en posiciones socialistas y democráticas y preconizan la paz.
Es indudable que a esas fuerzas pertenece el futuro.
La agravación de la crisis general del capitalismo se manifiesta con fuerza particular en el desmoronamiento del sistema colonial. Asistimos a la
liquidación completa de ese oprobioso sistema.
Se han liberado la India, Indonesia, Birmania, Egipto, Siria y otros países.
Los países orientales que han arrojado el yugo colonial buscan los caminos
de un rápido resurgimiento de su economía y de su cultura. En todos los
países coloniales y dependientes se agiganta el movimiento de los pueblos
por la independencia nacional y la libertad.
Países que hasta hace poco eran colonias o semicolonias quieren ahora,
no sólo la liberación política, sino que aspiran a manumitirse también
en las trabas económicas que les condenan a depender de las potencias
capitalistas. Entre los grupos imperialistas de los EEUU y de Inglaterra
se libra una lucha encarnizada por la influencia en los países coloniales
y semicoloniales. Los colonialistas han sido obligados a abandonar algunos países, pero han dejado en ellos agentes suyos entre la burguesía
y los elementos feudales. Esos auxiliares de los colonialistas, que de palabra abogan por los intereses de sus países, siguen de hecho la política
de los imperialistas.
Ahora aparecen otras formas de política colonial, practicadas principalmente por los Estados Unidos de América. Después del fracaso de la aventura militar de Inglaterra, Francia e Israel contra Egipto, los imperialistas
estadounidenses han proclamado la “doctrina Dulles- Eisenhower”, ase-
142
El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
gurando que en el oriente medio se ha formado un “vacío” que ellos están
llamados a rellenar.
Pero es público y notorio que en el Oriente Medio no hay ningún vacío.
Las tierras aptas para la vida están densamente pobladas, en ellas viven,
trabajan y conquistan los frutos de la naturaleza los pueblos árabes liberados, pueblos de antiquísima cultura. La teoría colonialista del vacío significa virtualmente el desdén de los imperialistas por las naciones árabes,
la negativa a reconocer la independencia de estos países, que, según ellos,
deben estar sometidos a los colonialistas ingleses y franceses o a los colonialistas de los Estados Unidos de América. Pero los pueblos del Levante
Árabe luchan tanto contra el imperialismo Inglés y Francés como contra el
norteamericano, comprendiendo que todos los imperialistas constituyen
un peligro de muerte para ellos. Ahora, los imperialistas norteamericanos
traman un complot contra Siria y utilizarán en esa inmunda obra a Israel,
empujan a Turquía a aventuras y provocaciones.
… El socialismo y el capitalismo existen en el mismo planeta y su convivencia es una inevitabilidad histórica.
Nosotros sustentamos la política de coexistencia pacífica con los Estados
capitalistas y preconizamos tanto los convenios amistosos bilaterales en
bien de la paz como los convenios de seguridad colectiva en Europa y en
Asia.
Las relaciones entre Estados con distinto sistema se rigen por los conocidos cinco principios: respeto mutuo de la integridad territorial y de la
soberanía, no agresión, no ingerencia en los asuntos privados de la otra
parte por motivos económicos, políticos o ideológicos, igualdad y provecho mutuo, coexistencia pacífica. Hay que reconocer el hecho real de que
existen Estados socialistas y Estados capitalistas, de que marchan todos
por sus propios caminos, de que el régimen existente en ellos es un asunto
que incumbe a sus pueblos. En las relaciones entre los Estados hay que resolver todas las cuestiones litigiosas a través de negociaciones, sin guerra.
Si todos los Estados y ante todo la URSS y los EEUU, como países que
disponen de los recursos económicos y militares más poderosos, consiguieran en un espíritu de colaboración y de comprensión mutua solucionar importantes problemas internacionales, entre ellos los del desarme, las
probabilidades de conjurar una nueva guerra y de instaurar una paz firme
y duradera para todos los países y pueblos aumentarían considerablemente. La Unión Soviétiva seguirá sin desviaciones su rumbo hacia el alivio
de la tirantez en las relaciones entre los Estados, hacia el mejoramiento
de las relaciones entre los estados, hacia el mejoramiento de las relaciones
143
Fausto Reinaga
con todos los países, incluidos los Estados Unidos de América, ya que la
comprensión entre la URSS y los EEUU puede ejercer influencias decisivas
en el saneamiento de toda la situación internacional. Queremos mejorar
las relaciones entre nuestros dos países no a expensas de otros, no empeorando las relaciones de los Estados Unidos con Inglaterra, Francia y otros
Estados. Es más, nuestro país querría tener buenas relaciones con todos
los Estados adversarios de la guerra, que se mantienen en las posiciones
de la coexistencia pacífica, y hacemos todo lo posible para instaurar tales
relaciones. El camino seguro para ello es renunciar a la política “desde posiciones de fuerza”, ya que la etapa siguiente de esa política es la guerra.
Incluso un hecho como el lanzamiento por la Unión Soviética del satélite
artificial de la tierra es utilizado por los imperialistas para sus fines. Los
imperialistas han trompeteado y tocado a rebato, declarando que el lanzamiento del “Sputnik” soviético es un peligro para la paz, que una nueva
arma amenaza a los Estados capitalistas.
Nosotros declaramos solemnemente que nuestro pueblo jamás ha pensado ni pensará emplear ningún medio de exterminio, si nuestro país no es
agredido por los Estados imperialistas. Tenemos en cuenta que si la Unión
Soviética ha conseguido con los esfuerzos de los científicos, de los ingenieros y de los obreros crear un satélite de la Tierra, otros países, en particular
un país tan desarrollado como los Estados Unidos de América, pueden
hacer lo mismo. Desde luego, lo que ha conseguido nuestro país tiene gran
significado, porque nos adelantamos en la emulación con los países capitalistas. Pero el Estado que ha logrado ser el primero en alcanzar ese fruto
no puede encender pasiones que envenenen todavía más la atmósfera de
la guerra fría y que instauren condiciones para la carrera armamentista. Y
es sabido que la política desde posiciones de fuerza, la competición en la
carrera armamentista conduce a la guerra, a una guerra que en las condiciones modernas significa víctimas innumerables y la destrucción de gigantescos valores materiales.
La Unión Soviética ha sido y es partidaria de la paz mundial y hará todo
lo posible para conjurar el peligro de una nueva guerra. Seguiremos gestionando el desarme, la prohibición de las armas de exterminio en masa,
lucharemos por la instauración de una atmósfera de confianza entre los
pueblos, por la transformación de la ONU en un auténtico instrumento
de paz.
Las esferas más agresivas del imperialismo tratan de crear conflictos
donde es posible, de agravar el peligro de guerra, apartando del trabajo
constructivo considerables fuerzas y recursos de los países socialistas. La
144
El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
táctica de las esferas agresivas consiste en envolver a los países socialistas
con bases militares, pactar y ampliar bloques de guerra.
La política de conservar y recrudecer la tirantez internacional es la línea
de la reacción imperialista. Los imperialistas siguen la política de la guerra
fría y procuran continuar la carrera armamentista, hecho que tiene su exponente más concreto en la concepción de Dulles de mantener el mundo
constantemente “al borde de la guerra”. De este modo, los imperialistas
quieren asegurar una elevada coyuntura a los monopolios de los EEUU,
que se enriquecen con la carrera armamentista, aumentan la presión fiscal
sobre los trabajadores. A los imperialistas no les conviene el debilitamiento
de la tirantez internacional ni el desarme. La renuncia a la carrera de los
armamentos supondría para los monopolios abandonar la producción de
la guerra y tener que pasar a la producción civil. Este ajuste favorecerá al
pueblo, pero atemoriza a los monopolistas puesto que implica el descenso
de los beneficios que proporcionan los pedidos militares. Los monopolistas
temen que empeore la coyuntura y se agraven las dificultades para vender
la producción civil. También temen que el alivio de la tirantez y la renuncia
a la carrera armamentista les impidan mantener a los trabajadores en el
miedo, atemorizar al pueblo con el “peligro del comunismo” y reprimir
con este pretexto a las fuerzas progresistas que preconizan la paz. La política de guerra fría, la carrera armamentista y de agravación de la tirantez
internacional la necesitan los imperialistas para vigorizar la dictadura del
capital monopolista. Los imperialistas quieren convencer a los obreros de
que la coyuntura militar asegura un alto grado de ocupación y que eso es
favorable para los obreros. Pero los obreros avanzados comprenden bien
la inseguridad de la coyuntura militar, comprenden que su bienestar no se
puede basar en la guerra armamentista.
Hay otra perspectiva: el desarrollo de las ramas de producción civil. Existen inmensas posibilidades de comercio mutuamente provechoso entre todos los países.
La vida demuestra que el único camino acertado de las relaciones internacionales en la etapa actual es la política de coexistencia pacífica, la política de robustecimiento de la paz y de la amistad entre los pueblos.
Al propugnar la política de coexistencia pacífica de Estados con distinto
sistema social, no pretendemos afirmar, desde luego, que no existan contradicciones entre el socialismo y el capitalismo, que se pueda establecer
entre ellos la “armonía” completa, que sea posible conciliar la ideología
comunista y la ideología burguesa. Quien abrazara ese punto de vista renegaría del marxismo-leninismo. Las disparidades ideológicas son incon-
145
Fausto Reinaga
ciliables y subsistirán. Pero eso no descarta la coexistencia pacífica, la emulación pacífica entre los países socialistas y capitalistas.
Con el desarrollo moderno de la técnica militar, un intento de los imperialistas de desencadenar la guerra mundial conduciría a destrucciones y
pérdidas ingentes; el empleo de las armas atómicas y de hidrógeno y de
los cohetes balísticos acarrearía inmensas calamidades a toda la humanidad. Si da lugar a esas calamidades, el régimen capitalista se condenará
ineluctablemente a la muerte. Los pueblos no tolerarán más un régimen
que impone a la humanidad torturas y sufrimientos, que desencadena sangrientas guerras de agresión.
Aunque estamos persuadidos de que como resultado de una nueva guerra, si fuera desencadenada por las esferas imperialistas, se hundiría el sistema que engendra las guerras, es decir, el sistema capitalista, y vencería
el sistema socialista; nosotros los comunistas, no queremos vencer por ese
camino. Los comunistas jamás hemos buscado ni buscaremos nuestros fines por medios tan espantosos; eso es amoral y está en pugna con nuestra
filosofía comunista.
Nosotros partimos del criterio de que el socialismo no necesita la guerra
para triunfar.
El sistema mundial del socialismo dispone de poderosos recursos económicos, políticos y militares. Por mucho que se enfurezcan los imperialistas,
no conseguirán doblegar la creciente fuerza del sistema mundial del socialismo, no conseguirán detener el movimiento ascensional de la sociedad
hacia el comunismo.
El movimiento comunista y obrero internacional avanza bajo la bandera
del internacionalismo proletario, bajo el glorioso lema combativo de “¡proletarios de todos los países, uníos!”. Al mirar el camino recorrido por el
movimiento obrero mundial, señalamos con satisfacción que nuestros precursores fueron los gloriosos cartistas ingleses, los héroes de las barricadas
proletarias de 1848 en Francia, Alemania y Hungría, los combatientes de
la Primera Internacional, los héroes inmortales de la Comuna de París y
los obreros norteamericanos, a cuya iniciativa los trabajadores de todos
los países comenzaron a celebrar el 1º de Mayo, jornada de solidaridad
proletaria.
Con motivo de un mitin celebrado en Petersburgo en conmemoración del
décimo aniversario de la Comuna de París, Marx y Engels escribieron en
1881: “Cuando la Comuna de París cayó, después de la furiosa carnicería
organizada por los defensores del orden, los vencedores no podían suponer que en menos de diez años después, en el lejano Petersburgo se produ-
146
El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
ciría un acontecimiento que, al fin y a la postre, debería conducir, aunque
después de una prolongada y cruenta lucha, a la creación de la Comuna
de Rusia”8. La lucha fue prolongada y cruenta. La previsión de los grandes
maestros del marxismo se convirtió en realidad 35 años después.
Han transcurrido otros cuarenta años de lucha tesonera y hoy, bajo la
gloriosa bandera del marxismo-leninismo, bajo la dirección de los partidos
comunistas y obreros probados en los combates, centenares de millones de
hombres marchan con paso seguro por el camino del comunismo. Y nosotros nos enorgullecemos de que la clase obrera de la Unión Soviética fuera
la primera en llevar a cabo la revolución socialista, nos enorgullecemos de
que hoy en las filas de vanguardia marcha hacia el comunismo nuestro
país, el gran pueblo soviético, dirigido por su glorioso Partido Comunista
leninista.
…El socialismo hace mucho que dejó de ser una cuestión de teoría para
convertirse en una cuestión de práctica, el socialismo es la obra viva y fecunda de muchos pueblos.
Hoy, centenares de millones de hombres siguen las banderas del marxismo-leninismo. Mañana, decenas y centenares de millones de trabajadores
seguirán esta bandera victoriosa.
Al celebrar el cuarenta aniversario de la gran Revolución Socialista de
Octubre, el pueblo soviético presenta ante la humanidad entera sus éxitos
conquistados bajo la dirección del Partido Comunista. ¿Quién puede negar que la Unión Soviética es hoy un poderoso Estado socialista, un país
de cultura, de ciencia y de técnica elevadas? El éxito más notable de la
Revolución Socialista es el enorme incremento de la cultura del pueblo; la
educación del nuevo hombre, activo constructor del comunismo. Es rico
el mundo espiritual del hombre de la sociedad socialista, son grandes y
audaces sus sueños y sus obras.
Si antes se decía que fulguraban las estrellas rojas del Kremlim de Moscú,
merced al trabajo fecundo del pueblo soviético, se ha creado y lanzado al
Cosmos nuevos luceros: los primeros satélites artificiales de la tierra soviéticos. Esos satélites son heraldos del progreso, heraldos del triunfo de
la ciencia y la técnica soviética. Con razón se les llama los “Sputnik” de la
paz. Al girar en torno a nuestro planeta, los “Sputnik” soviéticos anuncian
que cumbres tan altas ha alcanzado el desarrollo de la ciencia y de la técnica, toda la economía del país soviético, cuyos pueblos construyen una
nueva vida bajo la bandera del marxismo-leninismo.
8 Marx, C.; Engels, F. Cartas escogidas. 1953. p. 348.
147
Fausto Reinaga
El país soviético entra en su quinto decenio. Las perspectivas de nuestro
progreso son claras y grandiosas. Para nosotros son sagrados los legados
de Vladimir Ilich Lenin acerca de que el mejor modo de conmemorar la
Revolución de Octubre es concentrando la atención en los problemas no resueltos. El Partido Comunista y el pueblo soviético marchan hacia el futuro, su atención está concentrada en las grandiosas tareas de la construcción
del comunismo planteadas ante nosotros. El Partido y el pueblo cumplen
estas tareas con firme certidumbre y profunda fe en sus fuerzas creadoras,
en el triunfo del comunismo.
¡Viva el 40 aniversario de la Gran Revolución socialista de Octubre!
¡Viva el gran pueblo soviético, constructor del comunismo!
¡Viva el poderoso campo socialista!
¡Que viva y se fortalezca la fraterna amistad del pueblo soviético con los
pueblos de todos los países socialistas, con todos los pueblos pacíficos del
mundo! ¡Viva la paz Mundial!
¡Viva el Partido Comunista de la Unión Soviética, inspirador y organizador de todas las victorias de nuestro pueblo en la lucha por la construcción
del socialismo y del comunismo!
¡Viva el marxismo-leninismo, nuestra grande e invencible bandera!
He ahí la sustancia del célebre documento.
Después de su lectura, el informe circuló profusamente en todos los idiomas conocidos en el mundo. Mi ejemplar cuidado, vigilado y querido pasó
por las narices de la policía de Franco y de Pérez Jiménez. Hoy, en mi biblioteca tiene el valor de un incunable.
Después de Nikita Krushchev ocupó la tribuna Mao Tse Tung, y después
de éste los jefes de los Estados socialistas, y luego los dirigentes de los
grandes partidos comunistas de occidente.
148
Capítulo X
Rusia y Estados Unidos: la
verdad y la mentira
En el mes de abril de 1946, anduve por la población mexicana Pedrito, que
se halla a la margen derecha del río Bravo. A la otra orilla está Romita, una
ciudadela yanqui. México, como territorio y como pueblo es tan semejante
a Bolivia, que si estuvieran uno al lado del otro, ya se habrían unido, dando
así el primer paso hacia la unidad de Latinoamérica: un deber, una obligación y un derecho. La persona que llega al borde de los EEUU, siente una
tentación, una impaciencia de ver y sentir a aquel pueblo tan grande, tan
rico, tan poderoso y tan odiado por los hombres que habitan hacia el sur
del río Bravo. Pedí a mis amigos, ingenieros mexicanos, me acompañaran
a visitar Romita, por lo menos por cinco minutos. Atravesé el puente con
la ansiedad anudada en la garganta y la mirada fija en el montículo sobre
el que está sentada como una mujer, Romita. Mis amigos mexicanos se resistieron en complacerme, no quisieron que paseara un poco “…primero,
dijeron, hay que ir a la comandancia, porque estos… son muy malos”; yo
que era diputado nacional, y como tal llevaba un pasaporte oficial, con visa
de la embajada de los EEUU en Bolivia, les seguí a la comandancia, con incredulidad y de mala gana. El comandante era un joven rubio, alto, fuerte.
Nos recibió como un rey déspota a sus lacayos. Tomó mi pasaporte, lo leyó
y a cuatro metros de sí lo arrojo al suelo. Luego nos dijo: “regresen por la
otra calle, y basta para Uds...”.
Ahora en el puente, vi que una mitad estaba bien cuidada y pintada y
tenía placas, y en las placas leyendas y flores; y la otra mitad, no estaba ni
pintada, ni cuidada y no había ni placas ni flores. Mis amigos mexicanos
me explicaron: “Esta parte cuidada y pintada pertenece a EEUU y estas
placas son de sus héroes…; a nosotros, ellos no nos permiten ni pintar ni
colocar flores en memoria de nuestros héroes…”.
149
Fausto Reinaga
Mis pupilas se humedecieron y mis puños se crisparon.
Así, en esta forma, fui recibido en la tierra del Tío Sam.
En Brest-LitovsKy, el día sábado 19 de octubre de 1957, una muchedumbre emocionada bajo una lluvia de flores, abrazos, besos, le recibieron a
Fausto Reinaga, que no era diputado, ni llevaba pasaporte oficial, ni era
miembro o militante de ningún partido comunista.
Después de la Revolución Boliviana de 1952, EEUU ha acarreado, con fines inconfesables, manadas de dirigentes sindicales, políticos, estudiantes,
maestros, catedráticos, rectores de la universidad, periodistas, escritores
bolivianos; frente a este hecho, y en la esperanza de volver a ver al pueblo
estadounidense, fui a la embajada yanqui, y hablé con el agregado cultural, le dije: “...Soy Fausto Reynaga, escritor. Acabo de volver de Rusia. He
estado en el cuarenta aniversario de la Revolución bolchevique en Moscú;
estoy escribiendo un libro sobre lo que he visto; necesariamente debo y
tengo que ocuparme de EEUU. Desearía visitar por segunda vez para volver a sentir la vida de su pueblo…”.
Muy bien, dijo el agregado cultural. Me dio un formulario para llenarlo.
El cual contenía un interrogatorio cuasi inquisitorial. Lugar y fecha de
nacimiento. Nombre y profesión de los progenitores. Domicilio, nombre
y profesión del cónyuge. Estado civil, número, sexo, edad y ocupación de
los hijos. Lenguas que habla. Empresa y tiempo donde trabaja. Antes en
qué y dónde ha trabajado. Qué religión profesa y cuáles son sus convicciones y pasiones políticas; en qué partidos políticos ha militado o milita.
Si ingresó a EEUU, cuándo, con qué objeto y qué hizo. Qué clase de pasaporte llevó y dónde obtuvo la visa. Qué otros países visitó; o dónde vivió.
Si habla inglés o necesita intérprete. Por qué quiere visitar ahora. Cuál es
su intención y cuáles sus planes. Con qué clase de personas, medios de
difusión, y propaganda piensa ponerse en contacto. Cómo y qué piensa
hablar. Se exige una fotografía.
Llevé el formulario, y entregué firmado, rubricado y con fotografía el 7
de junio de 1957. Al recibir el agregado cultural me dijo: “Dentro de un mes
le comunicaré el resultado”.
Cuando ingresé al campo socialista, nadie en ninguna parte, ni verbal
ni por escrito, me había sometido a ningún interrogatorio. Es más; por un
descuido, crucé la frontera de la URSS sin visa, y anduve cerca de dos semanas en Moscú, sin ningún visado soviético; y, repito, nadie me dijo nada.
Algo más, en Moscú hice lo que quise. Yo que había llegado como un
invitado del Consejo Central Sindical de la Unión Soviética, hasta cierto
punto, y con cierto abuso de la gentileza de mis anfitriones, me desprendí
150
El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
de ellos, no fui a Leningrado ni a Kiev; me quedé en Moscú a vivir mi vida,
por mi exclusiva cuenta.
* * *
Entre los libros que circulan sobre Norteamérica, hay uno editado en Buenos Aires en 1956 Estados Unidos, una mentira, de Daniel Ayres, escritor argentino. Contiene una documentación de visa: y estimo conveniente
transcribir algunos párrafos que servirán para un miraje y estudio del tema
del presente capítulo.
Los Estados Unidos de Norteamérica constituyeron siempre el sueño de
mi vida. Durante los últimos treinta años estuve varias veces por embarcarme en una nave de las que van a Nueva York. Sentía la necesidad fisiológica de penetrar la psicología de ese pueblo que aspira a dirigir los
destinos del mundo…
Nunca dude de su potencialidad ni de sus quilates morales e intelectuales, pues toda ella despertaba mi admiración sincera y sin límites.
Intuía que viéndola, habría de proclamar el renacimiento de Atlántida.
NEW ORLEANS.- Las chicas y los chicos blancos de hasta catorce y quince años, en su mayoría iban “en pata”, descalzos, contaminándose con las
pestilencias de la calle, porque sus padres no habían tenido dinero bastante
para comprarles zapatos. Una seriedad de adulto ensombrecía sus ingenuidades.
En las entradas de algunos negocios de la “downtown” he visto maniquíes de pie representando una gruesa y sonriente negra ataviada con
prendas de esclava.
La niña negra, hacendosa e hija ideal, huye de la lujuria de los blancos
depravados. Muchas de ellas desaparecen diariamente: veinte, treinta, cincuenta; algunas vuelven marchitas, otras dejan la vida en la tortura del
crimen sexual, y las demás siguen siendo esperadas todavía. Los estadounidenses blancos, y en desgracia, tienen la creencia de que poseyendo sexualmente una mujer negra en el momento en que el último minuto del
año deja el sitio al primer minuto del nuevo año, todas sus desaventuras se
truncan en maravillosa suerte9.
9 “Los Ángeles, 12 (AFP)- Un norteamericano se volvió negro con el exclusivo propósito
de comprender “desde adentro” la segregación racial. Jhon Howard Griffin, novelista
del Sur de los EEUU, relató sus experiencias al diario Los Ángeles News.
Fue un médico de Nueva Orleans el que aceptó cambiar la pigmentación de Griffin
mediante un tratamiento que incluyó baños de rayos ultravioletas. Luego comenzó la
151
Fausto Reinaga
El imperio del dólar, como todos los imperios de la historia del mundo,
usa la masa informe para capitalizarse y, para explotarla sin conatos reactivos, la mantiene subdividida, sojuzgada e ignorante. Tal es la condición
actual del pueblo estadounidense.
Una prueba de la falta de educación sanitaria en este caso, es la suciedad
en medio de la que se desenvuelven. No se cumplen ni las reglas profilácticas más vulgares, las cuales por otra parte, tampoco se sancionan oportunamente.
Estados Unidos es el país de la poliomielitis, o parálisis infantil; de la
tuberculosis de los negros; y de los “boderlands” psiquiátricos de los mestizos y blancos tarados.
Una estadística ha demostrado que el 70% de las menores de los internados educacionales privados está constituido por embarazadas.
Otra estadística revela asimismo que desde el mes de enero hasta septiembre de 1952 hubo en Estados Unidos dos millones de crímenes, en su
mayoría obra de menores.
Los blancos estadounidenses de la clase “bien” y adinerada se muestran
ante sus espectadores como si estuvieran representando ininterrumpidamente una comedia de impostura.
El mal alimento espiritual que embota la psique del pueblo, se complementa con el mal alimento físico con que se sirve a su instinto de conservación individual.
La carne, la verdura y la fruta de ese país no tiene sabor; de ahí la extensión de la divergida industria de condimentos, colmada por complejas
mixturas, con especies de las más exóticas, hasta conseguir a veces por
miedo de lo desagradable, una originalidad gustativa.
Muchas mujeres, imbuidas por la estilización de la flacura cinematográfica, apenas se alimentan. He visto a empleadas comer sobre el mismo es-
odisea, de la que Griffin sacó como conclusión que, en el sur de EEUU, no solamente es
peligroso para un negro contemplar a las mujeres blancas en el autobús, sino aun mirar
con insistencia los carteles publicitarios que representan mujeres blancas.
Además en la región del Mississipi, Griffin aconseja a los negros, por propia experiencia,
no tratar de penetrar en los lavabos públicos reservados a los blancos.
En Nueva Orleans, por ejemplo, el falso negro miró a una mujer blanca en el autobús,
y ésta le increpó diciendo: “¿por qué me mira usted así?” Ante las excusas de Griffin, la
mujer agregó: “los negros se vuelven más audaces cada día”. Griffin declaró que durante las seis semanas que duró su falsa existencia, vivió en hoteles reservados a los negros
y aceptó trabajos que muchos de ellos aceptan todavía, a falta de algo mejor, como el de
limpiabotas”. El Diario, de La Paz-Bolivia, 13 de marzo de 1960.
Así se practica en EEUU “el racismo: la más venenosa hierba en el jardín de la humanidad”.
152
El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
critorio en que trabajan un miserable sándwich de pan negro con una hoja
de lechuga verde y rodajas de tomates espolvoreadas de sal y pimienta, y
de postre una pastilla de complejo vitamínico.
La salud del pueblo de la Unión es desastrosa y no puede compararse con la
del pueblo europeo, que en esta faz lo sobrepasa extraordinariamente.
La conservación de las sustancias orgánicas a bajas temperaturas (de las
que se alimenta el pueblo yanqui, cuyas neveras son sus despensas FR.) los
priva de su energía alimenticia, y su ingesta resulta insuficiente en calorías.
El pueblo de los Estados Unidos, en consecuencia, es un pueblo mal alimentado, aun en los raros casos en que algunos de sus hijos comen con
exceso.
Algo que no podré olvidar fue el espectáculo dantesco del paro obrero
de las fundiciones de hierro de Birmingham, sobre la ruta 11 en Alabama.
La inmovilidad estaba representada en los mismos obreros, desalentados
en su rigidez de mendigos sin gestos, vestidos miserablemente, algunos de
ellos beodos; otro rasguñando el fondo de una lata de conserva; y los más
sentados en los bordes de las calles, en sus barriadas de madera, plagados
de moscas y basuras, fumando.
Las mujeres trabajaban como locas para atender todo, hasta la cobardía
de sus maridos y la grita de los hijos por un pedazo de pan o un poco de
leche.
Las mujeres jóvenes y agraciadas de algunas casas de obreros se internaban en la downtown en pos de quienes las invitaran a beber una copa.
La miseria es tan extraordinaria en los Estados Unidos que cuesta acostumbrase a su espectáculo, tratándose precisamente del país que domina la
mitad del mundo con su poder monetario, por medio del cual impone las
más agotadoras condiciones a estados y pueblos.
El pueblo, por lo bajo, se lamenta de esa desgracia y por ello un obrero
con familia, mujer y dos hijos, por ejemplo, para vivir con alguna holgura
se ve obligado a trabajar no menos de diez y seis a diez y ocho horas diarias, sin contar con el trabajo de la esposa, también fuera de la casa, mientras los niños quedan bajo la custodia de alguna vecina, a su vez ocupada
en los quehaceres domésticos y por lo tanto sin cuidado alguno.
Como la prostitución es la elocuencia de los Estados Unidos, muchos de
sus niños, comienzan a educarse en la pornografía, tan derramada como el
Hi y el My goodness.
Repasando los escaparates de librerías y puestos callejeros para la venta
de diarios y revistas, admiré, como en un jardín, sus carátulas multicolores,
153
Fausto Reinaga
representando escenas de turbulentas pasiones centralizadas en una mujer
provocativa a medio vestir o a medio desvestir o por vestir o por desvestir,
de una caterva de libros formato de bolsillo, con títulos absorbentes, aspirativos, para los insatisfechos o descentrados sexuales.
En Estados Unidos, la inteligencia da formas contrahechas desarquitecturizadas, híbridas o sencillamente no da nada y en tanto el humano evoluciona su cartilla de bestia.
De vez en vez, un pájaro anónimo deja caer del pico goloso una semilla
poderosa que da una inteligencia estupenda, capaz de enamorar la fama.
Pero son muchas las veces en que no alcanza a conectarse, pues la alimaña
se comisiona veloz para privarle del sol y agua, de aire y tierra en lo indispensable.
La inteligencia es casi irrealizada. Goza de la más vigorosa potenciabilidad, pero el medio la paraliza metódicamente.
Casi ningún creador ha totalizado su concepción artística o científica, que
en propiedad han aprovechado otros: aquellos que la industrializaron para
su propia fortuna.
La inteligencia de los yanquis da para todo, dirían los miembros conspicuos del Ku Klux Klan10.
EL ABISMO POR DENTRO.- Penetré en el subterráneo, recorrí la cavidad del subsuelo, donde todo se mostraba desgastado por el uso agrisado,
por la pátina del descuido en limpieza y conservación, llevé la vista hacia
las bóvedas de destorpado “wagon”, donde leí que la junta municipal de
transporte de la ciudad “Number one” ante la ola de asaltos y crímenes
sexuales que se incrementaban a mansalva, había dictado normas de seguridad para las damas que usan “subway”.
Los cartelones impresos aconsejaban: “No espere los trenes en los extremos de las plataformas de las estaciones semidesiertas. Si hay dos o tres
personas en la estación, permanezca lo más cerca posible de la caseta de
cambios, hasta que oiga que el tren se aproxima. No se siente en los carros
vacíos o semivacíos de los trenes. Trate de ir en uno en que viajen numerosas personas, o siéntese cerca del conductor del tren. No abandone el tren ni
trate de salir huyendo de la estación si algún individuo ha estado molestándola. Corra en cambio, hacia la caseta de cambios, en donde el cambista
10 Esta es una institución secreta de bandidos rubios desalmados, entre cuyos fines está
la opresión de los negros, por medio del terror, el flajelo, la violación y el asesinato, de
acuerdo a las cartillas extractadas de Mi lucha de Adolfo Hitler. Esta siniestra banda,
tiene el poder político y económico en la mayor parte del sur de los Estados Unidos.
154
El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
tiene un teléfono, y llamaría a la policía para que la escolte hasta su casa
por las calles obscuras. No lleve a un lado su cartera cuando ésta sea de las
que cuelgan del hombro mediante una correa. Manténgala en la falda o
téngala en las manos. Si la lleva a un lado está expuesta a la rapacidad de
los carteristas. No deje de llamar al conductor del tren en que viaja, si algún
individuo está molestándola. El conductor tiene un sistema de pitos mediante el cual puede pedir auxilio, y éste usted lo tendrá al llegar el tren a
la próxima estación, pues él lo empleará en cualquier caso de emergencia
que usted afronte”.
La circunstancia no se prestaba a comentarios y conclusiones, pero una
desagradable sensación de podredumbre fermentaba en el ambiente.
Las criaturas abandonadas en Estados Unidos suman millones, ruedan
por las calles entre manos ásperas y sin control; y hacen una humillante
propaganda de la limosna.
El barrio italiano del ghetto reivindicado, anexo al barrio negro de
Harlem, es un sector edilicio de monoblocks de seis pisos, todos ellos
sin ascensor, pero con escaleras accesorias de seguridad contra incendios al frente y por detrás. Las aceras, sin árboles, escasez de anchura,
estaban cubiertas de residuos y de criaturas abandonadas a sus juegos
sin juguetes.
Pronto descubrí la enfermedad de New York: la sinusitis. Ella se instala
o recrudece en el invierno, por la violencia de los cambios de temperatura
entre los interiores caldeados de las casas y el frío exterior. En el verano se
alivia, y entonces toma el nombre de alergia.
Las mujeres trabajan de sol a sol, sin descanso, con una paga exigua con
respecto a la del hombre en la misma labor.
La mujer en los Estados Unidos es la india del pasado vergonzante o la
mujer de los salvajes, madre y peona a la vez, mientras el macho se comporta como el cacique: César de la doméstica que vota.
He visto mujeres que han debido trabajar por primera vez fuera de la
casa a los sesenta años de edad. ¡Qué terrible es la miseria de New York y
desnivelada su organización social!
Los limosneros, los ciegos que mendigan, los alineados, las seniles dementizadas, dan la función de callejera denigrante. He contemplado a una
de ellas comer su lunch de cara a la vidriera de un bar, que parecía beber
con los ojos, mientras masticaba un sándwich de retazos de comida vieja;
el papel en que estuvo envuelto le sirvió para sacar la grasa de sus labios
ajados y de sus manos temblorosas.
155
Fausto Reinaga
Algunos esquizofrénicos silenciosos gesticulaban con los anuncios y soliloquiaban sin sonidos con invisibles interlocutores.
A tres por cuadra, en la parte céntrica sobre la quinta y la sexta avenidas, los mendigos, aparentemente ciegos, tocaban música de acordeones y
violines. En dos horas, no percibí el retintín de los óbolos al caer contra el
fondo de las cajas de lata atadas al correaje de sus perros lazarillos. Nadie
se había compadecido de los “artistas”.
La cinematografía norteamericana es otro de los desastres educacionales
y artísticos que desgraciadamente se difunde por la humanidad sembrando infamia, locura y crimen.
Al salir y enfrentar el “Exit”, la gente se ve obligada a leer avisos que emanan
órdenes como éstas: “Si ocurre el ataque aéreo, permanezca en su sitio”.
Son calculadores: saben bien contar y están llenos de ingenio para las
trampas si las cosas no marchan a su favor, en cuyo caso las truecan de
cualquier manera.
Otro índice de su idiosincrasia lo tenemos en esta estadística norteamericana que, desde la aspiración del primer automóvil Ford en movimiento
hasta la fecha, registra un millón de muertos en accidentes automovilísticos, y tantos heridos y accidentados leves como millones de hombres se
perdieron en las dos últimas guerras mundiales sumadas.
Este drama del progreso se debe al hábito alcohólico excedido, y también
a la estupidez congénita de los que conducen a paso de suicida.
Los extravagantes apeados por el atavismo ambulan por las calles y
los caminos haciendo escuela de sus atrofias éticas: religión de barbarie.
Aborrecen la cultura tanto como le cantan loas. No les atrae la sociabilidad, viven solamente en contigüidad, vestidos como los hipomaniáticos.
Están perplejos en su autoexilio, tratando de inventar un modelo de estadounidenses, porque los modelos básicos no han bajado todavía de la
horca.
La inmadurez intelectual los ha hecho sin conciencia del respeto por algo
o alguien. No consideran a los ancianos ni a los propios padres si estos
carecen de medios. Los viejos, aunque quisieran, tampoco pueden dar asesoramiento moral a los jóvenes, pues los invalidan para hacerlo los inenarrables errores de conducta que arrastran desde la niñez y a lo largo de
toda su existencia. Odian instintivamente la civilización.
No han edificado nada sublime que los eleve ante la dignidad humana.
156
El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
Hoy son la improvisación mejor liada.
Su verdad no es la verdad, ni su moral es la moral, ni su democracia es la
democracia, ni su libertad es su libertad.
En la edad prepuberal, tomada como jalón central, y su alrededor desde la niñez hasta la pubertad, el joven estadounidense se impersonaliza
y “perfecciona” no sólo con leyendas de indios y “Cody”, de detectives,
ladrones y criminales, sino también con fiestas de brujas y de negros. Los
festejos de la noche de las brujas se realizan el 31 de octubre, es decir, la
víspera del día de Todos los Santos.
La perversión de la niñez y de la juventud, preparada por la indiferencia
dolosa de los mayores, en esas ocasiones insurge, son pretexto de una función
absurda en la que hacen homenajes a la creencia salvaje del pasado en que
debía matarse a las mujeres sentenciadas como brujas de poderes malignos.
Esta barbarie tumultuosa fue reeditada por Lynch, magistrado de la Carolina del Sur, con su ley de linchamiento, justificativa de la canalla de
lobos sanguinarios que ejecuta la pena de muerte sin proceso contra el presunto delincuente, y que sólo sirve para disimular el asesinato político,
la venganza de las sectas influyentes y la “ejemplarizadora” matanza de
negros rebeldes.
En las patrullas de malhechores se enrolan niños y jovencitas hermanas
y amigas de aquellos.
Días más tarde reconocí a dos de los varones de la región siniestra dedicados a amarse. Seguramente acababan de salir del High School, y después
de caminar unas cuadras se echaron sobre la gramilla de la plaza, donde
los observé besuqueándose y repasando sus anatomías.
El espectáculo era público, pero no parecía llamar la atención de los tripulantes del auto parado en la guardia que llevaba en la carrocería la tremebunda palabra: Police.
En aquel rincón del estado la escena resultaba más llamativa que en el
“Central Park” de Manhattan, donde las parejas cohabitan a la vista, entre
desocupados y vagabundos, adormilados y hambrientos.
En una esquina de la calle Cana hacía música una orquesta de profesionales vestidos de ocasión y encamarados en una carroza; en la acera, tres
niños blancos, pintados de negro, bailaban temas del folklore colonial. A
las dos horas esas criaturas, dos nenas y un varón de ocho años de edad,
más o menos, estaban prácticamente agotados. Pero las exigencias de la
propaganda y el contrato los obligaba a continuar, disneicos y vacilantes.
Algunas monedas cayeron a sus pies.
157
Fausto Reinaga
A los estadounidenses, desde la más corta edad se les insufla en la conciencia el sentimiento del poder absoluto del dólar.
En los Estados Unidos no hay felicidad del espíritu, pero en cambio se
sublima el espasmo de los placeres y, por consiguiente, es falsa la alegría
que usan como fondo de la expresión facial.
La sonrisa es un deporte comercial practicado con singular esmero por
todos los yanquis, quienes obtienen de él innúmeras ventajas.
Cuando un estadounidense dice: I am clean, o I am sincere sonríe; luego,
miente.
La Constitución estadounidense estructurada por los convencionales de
Philadelphia se sostiene a pesar de sus deficiencias y contradicciones de
poderes, desde el año 1789; las mentalidades democráticas la consideran
desde ese entonces plaza de notoria perfectibilidad.
La inadaptada inmigración europea, sistemáticamente anti anglosajona,
con sus religiones en irreconciliable conflicto y el problema de la procreación negra delimitada en una mestización incontenible, forman la constelación también siguiente:
Una avalancha informe, carente del impulso de conjugación, se desarrolla sin penetrarse y sin plasticidad necesaria para dar nacimiento a una
nación y un pueblo modelos.
Simbolizan así los extraños peregrinos, los distintos convergidos por rutas de trasplante tendidas a la conquista de un solo ideal: el oro. Los conduce el nomadismo de la internacionalidad, y es su religión próxima el
interés.
He visitado un cementerio político y sólo he visto un fantasma estudiando El judío internacional de Henry Ford, encaramado sobre las tumbas: el
Ku-Klux-Klan. No he oído nada a su respecto, pero tengo la intuición de su
vuelta a la existencia.
El imperialismo yanqui se comporta como un pulpo que con sus tentáculos y ventosas abraza y succiona las presas desde lo distante.
Las sangrientas reacciones de sus víctimas sólo rechazan esos garfios invisibles al principio y por un momento para luego exhaustos quedar más
fácilmente a su merced.
La manera de exterminar este mal despiadado e inexorable que carcome
la humanidad es solamente destruyendo el centro motor de su cabeza.
Los veinte millones de negros racialmente puros y más de cincuenta millones de mestizos de sangre negra que actualmente habitan el territorio
158
El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
norteamericano esperan aún ese acto para recibir la Libertad; y también
la mayoría de las naciones de Europa y de América que son vasallas, ansiosas por deshipotecar la independencia moral y militar de sus pueblos
torturados.
Es que la unión del norte ha llegado a la cumbre del poder simbólico y
después de querer apropiarse infructuosamente de la fuerza se enfrenta en
estos momentos a su decadencia y fin.
Los Estados Unidos necesitan de todos, pero los demás podemos prescindir de ellos.
* * *
Otra pintura.
¿Qué quieres decir con eso de que están mejor? ¿De qué manera puede
ser mejor la vida porque puede alardear de una institución como la drugstore, donde diariamente por lo menos setenta millones de seres humanos
comen su almuerzo en medio de máquinas para extraer el vello, purgantes
y jarabes catarrales? Una vida que transcurre en medio de un perpetuo
ruido…¡vamos soy músico! Una vida en medio de perpetuo hedor a gasolina… ¿No tiene nariz? Una vida en donde cada diez casas hay un garaje,
y cada veinte un taller mecánico. Una vida que sacrifica el encanto por la
comodidad y simplifica ciertas cosas de tal modo que la gente odia molestarse por otras cosas que son difíciles. Una vida donde la radio tiene que
informarme sobre cierta loción o desodorante antes que anunciar quién ha
sido elegido presidente. Una vida donde las frases “lindo día, ¿verdad?”
agotan todas las potencialidades de conversación. Una vida donde me
abruman titulares periodísticos que, primero, no alcanzo a entender y, segundo no son ciertos. Una vida donde en las iglesias hacen propaganda de
postres con frutilla y pollos asados. Una vida donde se valora a un hombre
por su salario semanal. Una vida estandarizada, amante de la cantidad,
carente de imaginación, pasión, misterio… una cadena que corre igual en
New York que en Filadelfia, en Filadelfia como en Cincinnati, en Cincinnati
- ¡Dios me perdone! -, como en Hollywood. Por la mañana, café y copos de
trigo, o café y copos de maíz; a la oficina por subterráneo o algún transporte de superficie; treinta minutos libres a la hora del almuerzo, para comer
un sándwich en un restaurant de moda; de vuelta a la oficina; de vuelta a
la casa durante la hora de tránsito más intenso, por subterráneo, transporte
de superficie o automóvil particular; cena en una cafetería o restaurant de
moda, o en casa: jugo de tomate, bife, papas fritas a la francesa, torta de
manzanas. Una vida donde todos comen lo mismo, leen lo mismo, hacen
159
Fausto Reinaga
las mismas preguntas, reciben las mismas respuestas. ¡El señor me salve de
una monotonía, superficialidad e impersonalidad tan criminales! 11.
* * *
El día martes, 6 de mayo de 1958, Richard M. Nixon, vicepresidente de los
Estados Unidos de Norteamérica, llegó a la cuidad de La Paz. Al abrazar
al presidente de Bolivia, Hernán Siles Zuazo, le dijo: “Ud. ha ganado la
admiración y afecto de Norteamérica…”.
El pueblo de Bolivia, en especial, los estratos laborales, recibieron a Nixon
con una mudez que era mitad odio y mitad desprecio. Las autoridades
edilicias y los talcualillos del palacio de gobierno se deshicieron en genuflexiones; y el gringo bajo el peso de los homenajes ramplones, satisfecho
exclamó: “Me siento como en mi casa”.
La entrevista con los dirigentes sindicales, desvaneciendo el espejismo de
su feliz somnolencia, lo puso frente a la descarnada realidad de las relaciones boliviano-yanquis.
Un dirigente ferroviario le dijo a Nixon:
“…El punto IV en Bolivia sólo se concreta a limpiar caminos ya construidos y descuida la construcción de nuevas vías a zonas de producción
agrícola; no se ha interesado por establecer la vinculación ferroviaria entre
el altiplano y el oriente”.
Un dirigente fabril señaló:
“…Los gobernantes norteamericanos, deben comprender que Bolivia no
se favorece con una ayuda económica de cuenta gotas. Deben decidirse a
conceder una suma global que permita dar también soluciones a constantes huelgas”.
Un representante de la Central Obrera Boliviana expuso:
“…que Estados Unidos no paga precios justos a sus provisiones de materias primas”.
Otro dirigente sindical petrolero:
“… Bolivia, ayudó a Estados unidos durante la guerra contra el nazifascismo y que en cambio ahora recibía de la Unión una ayuda onerosa y
humillante”.
Un dirigente bancario:
11 Lotear, Ernst. El ángel de la trompeta. 2ª ed. Buenos Aires: Peuser. p. 359, 360. ..
160
El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
“… No queremos regalos y limosnas, lo que buscamos es una cooperación mediante préstamos a largo plazo. Los pueblos latinoamericanos tienen desconfianza en la policía norteamericana porque estiman que gran
parte de su riqueza es producto del esfuerzo de los países subdesarrollados. La visita del señor Nixon debe servir para que varíe la orientación del
gobierno de Whasington, encaminándola a fomentar la explotación de las
renglones de la economía de los países subdesarrollados, no sólo de los
que interesan a sus capitales, sino también de los que benefician a estos
pueblos. En el futuro el capital norteamericano debe cumplir una función
social y humana para merecer la confianza y el respaldo de los países atrasados”.
Nixon, al responder a los dirigentes sindicales, entre otras, dijo:
Nosotros queremos continuar colaborando a países como Bolivia en el desarrollo de sus recursos materiales, con el fin de alcanzar un progreso efectivo y un mayor bienestar para su pueblo… Otra ilusión a la que quería referirme es la denominación
como democracias populares de la Unión Soviética, Polonia,
Hungría, y otros países. No puedo estar de acuerdo con esta
descripción. Lo único que debo destacar es que no hay sindicatos libres detrás del telón de hierro y nunca habrá en tanto impere el comunismo. Los obreros de Hungría, gente como Uds.,
gente como los trabajadores de Estados Unidos, aprendieron en
el dolor y cuando quisieron reclamar sus derechos la respuesta
fue extinción… el himno Nacional Boliviano, en su elocuente
frase, dice: “Morir antes que esclavos vivir”. Los obreros de
Budapest, decenas de millares de ellos escogieron lo que dice
vuestro himno… Ahora veamos un momento el movimiento
sindical libre que existe aquí y en Estados Unidos: es uno de los
baluartes de la verdadera democracia en contradicción con la
esclavitud… tengo por cierto que los bolivianos podrán caminar hasta un verdadero progreso material por el camino de la
libertad, en lugar del camino de la esclavitud…”12.
A Nixon, los pueblos del Perú y Venezuela lo recibieron no sólo con
muestras de odio y desprecio, sino con el puño cerrado de amenazas. A
consecuencia de este hecho, Life en español de 28 de julio de 1958, publicó
un extenso artículo inquiriendo el origen o la causa de la animadversión
latinoamericana hacia EEUU aquel artículo, entre otras cosas, dice:
… En la encuesta realizada en seis capitales latinoamericanas,
aparecen pruebas de que esos pueblos aún consideran “buen
vecino” a los EEUU, pero también se ven alarmantes indicios
12 El Diario. 7 May 1958. p. 9.
161
Fausto Reinaga
(¿indicios nomas? F.R.) de que en las relaciones entre ésta y
aquellas repúblicas se ha operado un cambio ominoso y fundamental: hay una marcada tendencia de la América Latina
hacia una actitud de neutralidad en la guerra fría entre las dictaduras comunistas y los aliados occidentales”… “El consenso parece ser que la ayuda económica de EEUU es fluctuante
y poco práctica; que el norteamericano se muestra a menudo
ignorante de las costumbres del país, y no tiene en cuenta su
dignidad; que aprecia más la habilidad mercantil que la cultura, y que es dado a adoptar actitudes de condescendencia y
superioridad…13.
13 A consecuencia de la publicación por la revista Time de Nueva York del artículo “Caos
en las nubes”, se produjeron en Bolivia, en los primeros días de marzo de 1939, cosas
inesperadas para Estados Unidos.
He aquí el artículo:
“Bolivia caos en las nubes”.
“Si como se cree a menudo, el antídoto fácil y automático contra la pobreza y el atraso
fuese el de suministrar grandes dosis de democracia y ayuda económica norteamericana, Bolivia, país rico en minerales (3.300.000 habitantes) debería ser ahora un paraíso.
La sangrienta rebelión de 1952 convirtió a Bolivia, directamente, desde un estado de
semifuedalismo en el país de la revolución social más avanzada en Sud América. Los
trabajadores conquistaron un programa de seguridad social, el más completo y amplio
del mundo, los indios analfabetos obtuvieron tierras y el derecho al voto, el Ejército
–propenso a los glopes cuarteleros- fue abolido; y las minas, que habían enriquecido
desde antiguo a los barones del Estaño, fueron confiscadas por el Gobierno. Los EEUU
suministraron 129 millones de dólares en ayuda durante los seis años que siguieron a la
revolución –la proporción más alta de dólares yanquis en ayuda para cada ciudadano
boliviano, que la ayuda acordada a ninguna otra gente en ninguna otra parte de la tierra.
Hace una semana, un funcionario de la Embajada Americana resumiendo los resultados,
dijo con un gesto: “No tenemos ni maldita la cosa para señalar como saldo positivo”.
“Estamos malgastando el dinero”. “La única solución a los problemas de Bolivia”, añadió un poco jocoso “es abolir a Bolivia, y que sus vecinos se dividan el país y sus problemas”.
Allá en La Paz, cerca de las nubes (altitud 3.700 metros), dentro del hosco y gris Palacio
donde una ametralladora y su tirador lo protegen constantemente, el Presidente de Bolivia, Hernán Siles Zuazo (44 años), admite: “la situación es crítica y explosiva”.
AÑO DE 14 MESES.- En lugar de trabajar más y más. Ahora que son dueños de las
minas y que manejan el gobierno, los obreros bolivianos apenas sí se molestan en cumplir sus labores. Los trabajadores han exigido y obtenido un sueldo número 13 como
bonificación de fiestas, y otro sueldo 14 como participación de utilidades (aunque pocas
empresas logran alguna utilidad), 100% de salario por días de huelga, sobretiempos fijos
semanales, sean que trabajen o no, y una ley prohibiendo cierres y despidos. Las empresas privadas tienen la obligación de contribuir a la Caja de Seguridad Social con una
suma igual al 60% de su planilla de salarios y se ven en el caso de querer hacer utilidades
contando con un nivel de productividad que es 50% más bajo que el que existía antes
de la Revolución. Hace una semana decía desesperado el propietario de una fábrica de
vidrios: “He ofrecido muchas veces entregar mi fábrica a los del Sindicato, pero ellos no
aceptan. Lo único que quieren es que yo siga con la obligación de pagar salarios y que
me haga cargo de las pérdidas. Cuando intentamos argüír no hacen más que mandar
milicias armadas”.
162
El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
La situación de la Comibol, la entidad gubernamental que expropió 16 minas de estaño,
es igual mala. Los mineros trabajan cuando quieren y en 1958 quisieron trabajar exactamente sólo 138 días. Los ingresos brutos por el estaño, de donde derivan dos tercios
de los ingresos del país por concepto de exportaciones, cayeron desde de 93.000.000
millones de dólares en 1951, a 57 millones de dólares en 1957, y continúan bajando. La
Comibol ha sufrido déficits todos los años, la producción nacional bruta de Bolivia bajó
en un 10% entre 1957 y 1958, y el peor caso de inflación que se recuerde en el mundo llevó al peso boliviano desde 200 por dólar en 1952 hasta 11.900 en enero último. Un efecto
político colateral ha sido que el enorme departamento oriental de Santa Cruz se halla
ahora en manos de rebeldes descontentos.
Sólo la ayuda de los EEUU ha salvado a Bolivia de la catástrofe económica. Dicha ayuda
comenzó en 1953 en dólares 1.300.000.- y ahora los contribuyentes norteamericanos sufragan un promedio de 25 millones de dólares anuales, más de lo que los propios contribuyentes bolivianos pagan a su propio erario nacional. Paradójicamente, los bolivianos
han exportado al exterior más de 150 millones de dólares en capital evadido.
En Bolivia se han acostumbrado ahora a esperar la remesa de Washington como cosa
normal. El Ministro de Hacienda Eufronio Hinojosa dijo la semana pasada: “El presupuesto de 1959 quedará perfectamente balanceado” apresurándose a añadir enseguida
“contando, por supuesto, con la Ayuda Americana para cubrir el déficit del 30%”.
Resultado inevitable de esta relación de dependencia es su creciente antagonismo contra
los EEUU. El ministerio de Relaciones, Víctor Andrade, ex embajador de Washington,
y ex profesor de Maniatan (en la New School For Social Reserch) se queja de que EEUU
remolonea. “Los Americanos están contestando siempre a nuestro problema diciendo:
¿Cuánto ha de costar esto? ¿Podríamos transar por 50 ctvs. por cada dólar? En tono
indulgente y como quien perdona Andrade agrega: “Creo que todo el mal proviene de
que EEUU ha sido forzado a asumir el rol de líder del mundo antes de estar lo suficientemente capacitado para dicho papel. Uds. Los americanos necesitaban cierta educación
preventiva antes de salir al exterior”.
Hasta el propio Siles suspira diciendo: “Si no fuera por la recesión económica de los
EEUU, Bolivia estaría gozando ahora de la época más feliz de su historia”. Luego dirige
la mirada a dos expresidentes que adornan su oficina, uno de ellos, un suicida desilusionado y el otro un colgado por la turbamulta, y concluye amargamente. El hombre que
ocupa este despacho siente siempre la soga alrededor del cuello”.
El Director de Time, Henry R. Luce, asegura que “la información publicada por Time,
era un análisis basado en hechos de las dificultades económicas de Bolivia…”.
El artículo “El caos de las nubes” cayó en Bolivia, como una bofetada en pleno rostro.
De las escuelas y la universidad salió el agudo grito de protesta del sentimiento nacional
herido. Escuelas, colegios secundarios, universitarios, recorriendo las calles y las plazas
alentando en coro: “Bolivia libre, sí; colonia yanquee, no”… Y, todas las clases sociales
se levantaron a los acordes del himno nacional: “¡Morir antes, que esclavos vivir!” y
atacaron la embajada de EEUU, los garajes del punto IV. Destrozaron ventanas y vidrios,
tanto de la embajada como del servicio informativo (propaganda americana), y también del Centro audiovisual de Operaciones norteamericanas. Incendiaron vehículos.
Arrastraron por las calles el escudo y las banderas de los yanquis, y los quemaron. Las
manifestaciones violentas se manifestaron por tres días consecutivos.
Recogiendo la impresión general de los circuitos financieros y políticos de la Casa Blanca
de Washington, el senador Styles Bridges, líder de la política republicana en el senado,
declaró enfáticamente: “EEUU debería cesar toda ayuda a Bolivia y emplear la fuerza
militar… en vista de las manifestaciones contra EEUU allí realizadas”. Añadió haber
comunicado “su punto de vista” a la Casa Blanca y al Departamento de Estado.
“El virulento fermento antiyanquee que pulsa en la Américalatina” y que eruptó en
163
Fausto Reinaga
La libertad: “El camino de la Libertad”, musita Nixon. La libertad es una utopía yanqui. La libertad y el hambre se excluyen; no pueden coexistir. Ningún
ser hambriento e ignorante puede sentir los divinos efluvios de la libertad.
En una sociedad que se asienta en la más cruel explotación del hombre
por el hombre; en la más lobuna lucha para desgarrar y aplastar al semejante, en una en que enarbolando la verdad, la justicia, el bien, con la cruz
de Cristo en la mano y profiriendo de dientes para afuera sus mismas palabras de bondad, le aplastan el alma y el cuerpo del hombre; en una sociedad así es un sarcasmo cruel porfiar de que la libertad existe.
Cuando el Vicepresidente de Norteamérica, dice a los obreros bolivianos:
“…el movimiento sindical libre que existe aquí y en Estados Unidos: es
uno de los baluartes de la libertad, es uno de los baluartes de la verdadera
democracia en contradicción con la esclavitud”.
marzo de 1959, en Bolivia, no fue como comentó Excelsior de México, “obra de la acción
envenenada e insidiosa del comunismo”.
Oscar Únzaga de la Vega, Jefe de Falange Socialista boliviana, como el Presidente Siles
Zuazo, que no sólo son adversarios, sino enemigos mortalmente enconados del comunismo, hablaron al unísono. Aquél desde las columnas de El Diario, dijo: “Ningún intento de repartición, disgregación o fragmentación del territorio en cualesquiera de sus
fronteras, será posible sin encontrar a todos los bolivianos firmemente unidos, por encima de discrepancias políticas, regionales, de clase, y resueltos a defender, con su sangre,
su soberanía y su integridad… El solo anuncio de una polonización boliviana es una
afrenta para América…” El Diario. 4 Mar 1959. p. 5. Y, el Prsidente Hernán Siles Zuazo, ante una multitud que rebalsaba la Plaza de Armas, desde los balcones del Palacio
“quemado”, dijo: “…por medio de nuestro trabajo, hagamos efectivo el postulado de la
independencia económica… Y, para lograr esa independencia económica, es preciso que
gobernantes y gobernados hagamos un examen de conciencia para confrontar la realidad con nuestro ideales nacionalistas… La solución a los grandes problemas nacionales,
se encontrará a través de la solidaridad de los países latinoamericanos y de su unidad,
fundada en una tradición, en una raza, en una religión y en una lengua comunes. Pero
mientras se ralice este ideal, la afirmación de nuestra nacionalidad y de nuestra independencia económica, está en nosotros mismos…”.
Fue verdad que antes de Time el mismo Presidente Siles denunció que: los jerarcas movimientistas habían “enviado $us- 150.000.000 en capital fugitivo al extranjero”. Los
fabriles y los mineros tras su victoria del 9 de abril de 1952, esto es la clase obrera de
Bolivia, que gracias a la oligarquía sindical puso en el gobierno a la clase media; clase
media y oligarquía sindical, inspiradas y corrompidas por la filosofía utilitaria, la práctica financista, la idolatría del dólar; con semejante lección y semejantes cacos. ¿Qué es lo
que querían los EEUU de Norteamérica que se hiciese en Bolivia? El advenimiento de la
“nueva burguesía revolucionaria”, de la “nueva Rosca”, como la estafa a la revolución y
la traición a los destinos de la Patria, eran, cosas que debían sobrevenir.
Mas la sola idea de abolir a Bolivia levantó a los bolivianos (explotados y explotadores,
honrados y rateros, cholos e indios, blancos y mestizos, oligarcas y movimientistas, falangistas y comunistas), como una chispa de fuego en reguero de pólvora.
Los acontecimientos de marzo, 1959, en Bolivia, marcan el grado de odio que fermenta
en Latino América contra EEUU de Norteamérica.
Este es el valor del hecho desnudo: y conviene no perderlo de vista…
164
El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
¿Cuál fue el espíritu de estas palabras, la intención de su alma?
Bolivia tiene tres millones y medio de habitantes; de los cuales dos y
medio, indios-incaicos son analfabetos y esclavos, que vegetan al margen
de la vida civilizada. Duermen sobre el suelo desnudo, hacinados en una
promiscuidad de madriguera conejil; contra el rigor del altiplano, cubren
apenas el cuerpo con la áspera y burda bayeta; se alimentan sin carne, leche, fruta ni pan; sólo de algunos granos, el chuño (papa helada y seca) y
la funesta coca.
En las pequeñas ciudades, los obreros, clase media y la misma burguesía
viven asediados, atenazados, torturados por la inseguridad del mañana:
ninguna de estas clases sociales, y mucho menos la clase obrera tiene o
conoce lo que es una nutritiva comida cotidiana. La angustia infinita que
lúgubremente se halla cuajada en la pupila de la gente, es el testimonio
irrebatible del mundo de dolor en que se debaten la conciencia y la carne
del pueblo. El sufrimiento, el dolor de Bolivia tiene una sola razón: su esclavitud económica en la que se halla implícita, su esclavitud ideológica.
La tortura del estómago abraza y bestializa la inteligencia. La Bolivia, que
vio Mister Nixon, se movía las 24 horas del día, con el gesto estereotipado
del hambre: cierre de fábricas, cierre de minas, la baja del precio del estaño;
desocupada en masa: epidemia de huelgas: extrema escasez de divisas.
Esta Bolivia que vio Nixon, es verdad que en 1952 había abatido a la rosca
y la oligarquía feudal–terrateniente, pero para caer a su turno víctima de su
propia inermidad e impotencia de país monoproductor de materia prima
(estaño): que en su soñada industrialización, no alcanzó a fabricar ni un alfiler. De esta Bolivia hambrienta y esclava, vino a burlarse Nixon hablando
de la libertad, y de un “movimiento sindical libre”.
Arthur Erwin, del Departamento de Relaciones Profesionales y Asuntos
Jurídicos de la Cámara de Comercio de Estados Unidos y Nathan Goldfinger, del Departamento de Estudios de la Federación Americana del Trabajo
– Congreso de Organizaciones Industriales (AFL – CIO); hablan sobre la
libertad y el “movimiento sindical libre” de esta manera:
Arthur Erwin dice:
El derecho de los trabajadores a unirse a otros para organizarse
sindicalmente, con el propósito de discurrir y negociar colectivamente con los empleadores, está ya ampliamente protegido
por la legislación federal, que deroga cualquier ley estatal que
pudiera oponerse a ello. En cambio, el derecho contrario, es
decir, el reconocimiento de que la afiliación sindical es un acto
verdaderamente voluntario en Estados Unidos, no se encuen-
165
Fausto Reinaga
tra suficientemente protegido. Las organizaciones sindicales
obreras están autorizadas por la ley para obligar a los trabajadores a adherirse a ellas, sin tener en cuenta si tal es el deseo
de estos.
Aquí debemos fijarnos en tres cosas. El derecho a unirse para organizarse
y para defenderse de los patronos; no es una ley nacional; es una aspiración. Segundo, el “reconocimiento de que la filiación sindical –como– un
acto verdaderamente voluntario”, “no se encuentra suficientemente protegido”. Vale decir, que el derecho de sindicalizarse o no, no existe, tercero,
los sindicatos obligan a los trabajadores a adherirse. Donde hay una obligación coactiva, no hay ni derecho, ni libertad.
Esta facultad de los sindicatos constituirá una medida progresista, siempre que ellos fueran la expresión fiel de los intereses de clase. Pero la realidad nos demuestra que sólo sirven los intereses de su alta dirección corrompida.
Hace algún tiempo una comisión de ciudadanos destacados de Estados
Unidos, bajo la presidencia de Archivald Me Leish, redactó una “declaración de libertad”. Uno de cuyos párrafos dice así:
¿Qué es la libertad? La libertad es el derecho a escoger, el derecho a crearse uno mismo posibilidades de elección, si no tiene la posibilidad de escoger y no puede ejercer esa opción, un
hombre no es un hombre, sino un miembro, un instrumento,
una cosa.
En una sociedad en que rige la oferta y la demanda de la fuerza de trabajo
con millones de desocupados crónicos, es absurdo pensar en el “derecho a
escoger entre dos o más posibilidades de decisión”; un absurdo, aquel “derecho a crearse uno mismo posibilidades de elección”. El derecho a elegir
el trabajo, donde no hay trabajo, es una ilusión satánica. Luego el obrero en
Norteamérica, es un instrumento, una cosa; no es un hombre.
Y la libertad sindical, “el ejercicio por los trabajadores de la plena libertad
sindical” son palabras vacías. Y si tiene algún contenido, no puede ser otro
que el que de un estupefaciente destinado a mantener la estupidez de los
hambrientos esclavos.
Con la sindicalización obligatoria y la retención de las cuotas
sindicales de los salarios del personal en cada empresa han
llegado a hacer innecesario para los dirigentes la menor preocupación por los deseos o las necesidades de los sindicalizados. Un excesivo número de tales dirigentes vive en un mundo
aparte, un mundo en el que la consagración y el signo distintivo del éxito alcanzado por un sindicalista son sus altos salarios,
166
El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
los costosos automóviles en que se pasean, los country clubs a
que pertenecen y otras manifestaciones externas de la riqueza.
He ahí la forma y la sustancia del sindicalismo libre de Estados Unidos.
Y éste es el sindicalismo que han enseñado a las manadas de dirigentes
obreros que día a día han transportado de Bolivia a yanquilandia. Los sindicalistas bolivianos no han sido ni cortos ni perezosos en el aprendizaje
de la dirección sindical al estilo y la usanza yanqui; porque solamente a la
ominosa acción de estos corrompidos discípulos de AFL–CIO, se debe la
destrucción física e ideológica de la poderosa Central Obrera Boliviana.
En la información iniciada por la comisión McClellan, nombrada para investigar las irregularidades cometidas por los sindicatos o por los jefes de empresa, cuando compareció un testigo
de calidad, Wallace Turner, del Portland Oregonian, declarando que “el temor a represalias es una de las armas más potentes
para reducir al silencio a cuantos se atrevan a criticar dentro
del sindicato”. Invitado a explicar en qué consistían tales represalias, el señor Turnes agregó: “por lo menos, la retirada de
la tarjeta de miembro del sindicato, lo que significa la pérdida
de empleo”.
Esta sórdida realidad persiste impávida.
Por su parte, el señor Goldfinger, argumenta, filosofa kantianamente sobre el derecho al trabajo.
La expresión “derecho al trabajo” parece anunciar un programa de pleno empleo; pero en la realidad esa es una falsa apariencia. Las leyes sobre el “derecho al trabajo” no confieren a
nadie el derecho a tener empleo, y tampoco dan al que solicita
un empleo el derecho a trabajar. Esta engañosa expresión ha
llevado a engaño y ha nacido en el fraude. Es preciso arrancar
esa impresionante máscara de falsedad para ver lo que constituyen efectivamente esas leyes.
Este párrafo no requiere ningún comentario; puesto que el famoso derecho al trabajo concebido en el engaño sirve para el fraude contra el trabajador manual e intelectual.
¿Cuáles son los objetivos de los sindicatos?
Las organizaciones sindicales de Estados Unidos persiguen objetivos similares a los que han fijado las organizaciones sindicales libres en otros países democráticos, a saber: la protección
y mejoramiento de los salarios, horas y condiciones de trabajo,
y nivel de vida de los obreros y asalariados, así como la salvaguardia de los derechos y procedimientos del orden social.
167
Fausto Reinaga
La protección, mejora salarios, del tiempo, condiciones de trabajo, nivel de vida, etc. Puede que sea cierto, normal, lógico, razonable y hasta
efectivo y real. Puede inclusive que muchas veces se haya verificado
tamaña labor benefactora a favor de los asalariados; pero lo que es inadmisible, lo que indigna, es que la gran masa laboral de EEUU, en esta
hora solemne de la Historia, la hora del proletariado, la hora del supremo trance histórico en pro de una sociedad socialista, se fije como la
razón y objeto de la existencia de los sindicatos: “la salvaguardia de los
derechos y procedimientos democráticos y el fortalecimiento del orden
social” capitalista. Muy razonable que los dueños del capital se impongan las normas pertinentes para salvaguardar su riqueza, su poder, su
democracia, su orden social; pero que eso hagan los asalariados que no
poseen nada, nada como no sea su fuerza de trabajo y su crónica desocupación, pues, sencillamente esto huele a cosa de esclavos o cretinos.
Es más, la hora obrera, en muchos pueblos de la tierra ya ha edificado
y consolidado una sociedad de explotados y explotadores, sin lugar a
dudas, se perfila, por la fuerza y la lógica de los hechos se impone como
una sociedad mejor; como una sociedad feliz, dentro de la relatividad
de las cosas humanas.
Viene a ser una sinrazón que en EEUU tengan que ser precisamente los
obreros los que han de salvaguardar y defender los intereses de sus amos,
de sus verdugos; éste es el caso de los esclavos que muerden la lima que
trata de romper las condenas que arrojan su cuerpo y su alma.
Los grandes millonarios que detrás de la riqueza acumulada, manejan y
disponen del poder, hacen y gozan su democracia; la democracia norteamericana es de los ricos y para los ricos; así como la libertad, fundamento
de la democracia, es un don privativo, un privilegio de los dueños del
capital; en tanto que para los pobres de la clase media y los asalariados,
sólo quedan espejismos de libertad.
La clase media, empleados, profesores, pequeños comerciantes, artistas, intelectuales, etc., llevan una vida peor que la del proletariado. Sin un
hogar digno, cariñoso, respetable; donde los hijos honren a sus padres, y
éstos les deban asistencia, alimento, lecho, techo, vestuario y educación.
Un hogar donde los hijos y los padres, unidos partan “el pan nuestro de
cada día” y compartan los sinsabores cotidianos, y alguna vez se iluminen por igual con el resplandor de una chispa fugaz de felicidad; un hogar así ha desaparecido de este estrato social. En la fiebre desenfrenada,
en la carrera despiadada de todos los días, padres e hijos, hermanos y
hermanas corren en pos del dólar por caminos divergentes. Una noche
será el marido quien no llega a casa; otra noche será la mujer la que pase
168
El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
lejos del lecho conyugal; y así otras veces serán las hijas o los hijos, lo cual
ya no importa. El hábito se ha hecho costumbre.
En la clase obrera, dentro de un miraje general, el hogar cristiano ha sido
destrozado. En tanto los padres pasan trabajando, los hijos reciben educación encanallecida de la calle. Aquellos y éstos, bajo la presión de puño
de hierro de la explotación, se agrupan, se gargarizan y al impulso de la
fuerza del instinto de conservación entran en la contienda de la lucha por
la vida como la clase en sí. Defendiéndose, apoyándose, cuidándose mutuamente. En la ofensiva como la defensiva se sienten solidarios, y ante las
consecuencias son responsables en mancomún.
La lucha de razas, la segregación racial, es el baldón, la infamia de lesa civilización que pesa sobre EEUU, el negro norteamericano que ha exprimido
el jugo de su vida en favor, en pro de la energía, la grandeza y el poder del
imperio del dólar, hoy como ayer sigue siendo tratado, manejado y visto
como la lepra. El fermento de odios ancestrales lleva a la conciencia negra
una evidencia: de que la impostura, el prejuicio y la violencia de que echan
mano las fieras rubias para oprimirla, constituye una injusticia. Y quien se
siente víctima de una injusticia no duerme; vive en permanente vigilia,
vale decir, asedio y acecho del instante supremo y preciso para clavar el
zarpazo y arrancar junto con el rubio corazón opresor la libertad negra;
¡Libertad negra! ¡Que es justicia y derecho de nuestro tiempo!
* * *
Ahora vamos con el trabajador intelectual. La suerte del escritor en Norteamérica es desgarradoramente sombría, trágica acaso. El escritor en este
país, donde reina la bendición de la libertad, esto es, una libertad convenida
y entendida, no sólo que se halla expuesto a recibir la descarga de los más
torpes insultos, de las más crueles burlas, sino que inclusive corre el riesgo
de ser asesinado por sus ideas; asesinado por hablar la verdad.
La opinión de William Lloyd Garrison determinó, fue la causa del gran
movimiento abolicionista de la esclavitud negra en el siglo pasado.
Garrison era un agitador, joven sin dinero y sin amigos, pero
pronto encendió los ánimos con su audaz periódico, El Libertador. No admitía ninguna componenda. Según él la frase: “vida
libertad y la búsqueda de la dicha”, se aplicaba también a los
negros, y, por lo tanto, era necesario abolir la esclavitud. Cuando se le recordó que la Constitución admitía la esclavitud, denunció aquel documento como “un acuerdo con el infierno”,
quemando públicamente una de sus copias. Garrison estaba
169
Fausto Reinaga
tan seguro de sí mismo, que no tardó en hacer muchos prosélitos. Eminentes literatos Whittier, Longfellow y Emerson se
unieron al movimiento, así como muchos conocidos ministros
de diversas religiones. Las sociedades abolicionistas se multiplicaron en el norte y el oeste.
La agitación antiesclavista de Garrison era especialmente odiada por los hombres de negocios que deseaban mantener buenas relaciones con el sur. Los fabricantes de tejidos de nueva
Inglaterra, por ejemplo, obtenían el algodón del sur. En la década del 30 Garrison fue arrastrado por las calles de Boston
con una cuerda al cuello y escapó por muy poco de la muerte.
Poco después un escritor abolicionista murió asesinado por las
turbas en Alton, Illinois14.
En los primeros años del siglo XX periodistas y escritores se enfrentaron
a los poderosos monopolios que hacían negocios criminales. Denunciaron
las pingües ganancias como producto del fraude.
Periodistas y escritores excitados por las consecuencias del monopolio, realizaron serios estudios acerca de las distintas fases
de la vida industrial. Upton Sinclair se ocupó de la industria
de conservas en The Jungle; Ray Stannard Baker examinó los
ferrocarriles; Ida Tarbell escribió una Historia de la compañía
petrolera Standard, mientras otros menos famosos se interesaron por otras industrias. El presidente Teodoro Roosevelt llamó
a estas personas “removedores de estiércol”, se le ocurrió llamarnos así – dicen los autores citados – pensando en el hombre
que removía el estiércol, y que por estar absorto en buscar basura, perdió una corona en el cielo15.
Sacar los trabajos sucios de la burguesía imperialista era, según el primer
ciudadano de Norteamérica, una labor detestable, propia de un porquero,
de un estercolero; y que por esta inmunda labor, los escritores perdían una
corona… no en el cielo, que no existe; la corona en cuestión se la daban y
así la dan los ricos de la tierra a sus escritores; a aquellos que transforman
mediante un hechizo y el poder de la palabra impresa, la podre burguesa
en acrisolada virtud cristiana.
Si éste es el trato que se les da a los escritores en Norteamérica, ¿cómo no
había de producirse la escasez de intelectuales de que se lamenta Jean Paul
Freyre?
Es muy conocida de todos la emoción y angustia creadas en los
medios pedagógicos de los EEUU por los éxitos indiscutibles
14 Faulkner; Kepner; Bartlett. Vida del pueblo norteamericano. p. 292.
15 Faulkner. Ob. cit. p. 293.
170
El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
obtenidos por los rusos en el dominio de los cohetes modernos.
Desde hace más de treinta años, los norteamericanos venían
considerando como axiomática la superioridad científica de su
país, que parecía estar demostrada suficiente y definitivamente
por el extraordinario desarrollo que habían alcanzado en los
EEUU los automóviles, la aviación y las ciencias electrónicas.
Así, el vuelo sobre su órbita de los Sputniks soviéticos produjo
una brusca sorpresa de todos, y un verdadero escándalo nacional.
Elmer Roper, Director de una gran firma norteamericana especializada en el sondeo de la opinión pública, ha afirmado
en un discurso recientemente pronunciado ante el Congreso
de Libreros de los EE. UU. lo siguiente: “Los EEUU deberán
pasar por un periodo de renacimiento intelectual, o bien conocerán una nueva derrota próxima; en efecto, la búsqueda
de la cultura y de la calidad intelectual no es ya facultativa,
sino una cuestión de interés e importancia nacional. La búsqueda y la apreciación del saber en sí, sin fin utilitario no
puede actualmente ser abandonado al patrimonio exclusivo
de algunos de nuestros conciudadanos, o de esos grandes
intelectuales que ciertos dictadores extranjeros han expulsado de sus países originarios, y que se han refugiado en el
nuestro”.
Roper, plantea dos problemas: 1) ¿Por qué los norteamericanos
no leen? y 2) ¿Cómo se podrá, puesto que el libro es a la vez el
punto de partida y el producto o resultado de la cultura intelectual, llevar a los norteamericanos a leer?
Es muy conocido de todos –ha declarado Roper– que la tradición norteamericana consiste en burlarse de cualquier género
de preocupación intelectual. En efecto, basta para convencerse de ello, recordar los sobrenombres con que los intelectuales
norteamericanos suelen ser abrumados por sus conciudadanos
de una manera constante y natural: odd ball (bola rara) high
brow (frente alta) egg head (cabeza de huevo), doublé dome (loco
doble), etc.
Roper sugiere la puesta en marcha de una vasta campaña que
tienda asegurar la aprobación de la sociedad a los jóvenes que
intentan realizar una carrera intelectual, esa campaña podría,
también dar la seguridad a la juventud de que el ejercicio “activo”, es decir, una actividad tan “excitante” como un deporte y
la sociedad está dispuesta a reconocerlo así, y a honrar esa profesión. Roper, subraya que el talento intelectual ha sido animado y reconocido de este modo en la Rusia soviética, y que gra-
171
Fausto Reinaga
cias a ello ha sido posible a los soviéticos obtener los resultados
que hoy suscitan la envidia de todos los norteamericanos16.
Upton Sinclair, cuyo prestigio y autoridad ha transpuesto las fronteras
de EEUU y ha llegado a los confines de todo el orbe civilizado, ha tenido
muchas veces que escribir bajo pseudónimo.
Sinclair, que ha atacado a todo el mundo, a los falsos dioses del
dólar, a los fabricantes de armamentos, a los especuladores de
Wall Street, a los cómicos del cine –y sobre todo, a los gigantescos productores–, a los aristócratas, a los plutócratas, a los
jerarcas de las iglesias militares, Sinclair ha usado pseudónimos varios, como Clark Fitch, Frederie Garrison y Arthur Sttirleng… por no alterar las normas del mercado literario, según
las cuales el autor no debe dar más de una obra al año17.
La egoísta organización de la producción capitalista, que obliga al productor de huevos, por ejemplo a romper el excedente, a los cafetaleros
a echar al mar el excedente, obliga a los intelectuales a no producir sino
aquello que no altera, que no perturba el precio, el valor en el mercado
literario. Un genio, dejará de inspirarse, de producir, de escribir, porque
las normas del mercado literario se lo prohíben. Qué hermosa democracia
ésta, que obliga a la mente a no pensar.
La democracia norteamericana, se dice que existe para establecer la justicia
y asegurar las bendiciones de la libertad, la democracia política es el gobierno
del pueblo, por el pueblo y para el pueblo; y la democracia social es la verdad
evidente de por sí, según la cual todos los hombres son iguales ante la ley y la
“democracia económica significa que todo norteamericano tiene libertad
de sacar el mayor provecho posible de sus facultades y oportunidades.
Pero esto no equivale a la libertad de aprovecharse de otros, especialmente
de los débiles”18.
Norteamérica es hoy el pueblo más libre del mundo. La libertad religiosa y la tolerancia de razas ha llegado a un nivel que
sólo la democracia hace posible. La “educación para todos los
hijos del mundo. La humildad de la cuna no encadena para
siempre. La libertad de prensa y de expresión abre las puertas
de millones de hogares a la voz de los reformadores. “La búsqueda de la dicha” “no es frase hueca”.
A esta propaganda dulzona, a esta literatura del hartazgo de Falulkner,
Kepner y Bartlett, quita la máscara Franklin D. Rooselvelt y mete en los
16 El Diario. 19 Oct 1958.
17 El Diario. 19 Oct 1958.
18 Faulkner; Kepner. Ob. cit. p. 376.
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El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
ojos esta verdad de fuego: “entre los peligros que amenazan a la nación,
está en que un tercio se halla “mal alojado, mal vestido y mal nutrido”. El
problema de la vivienda económica está resuelto. El paro y la superproducción son los problemas que las generaciones venideras herederán de la
presente”19.
Algo más. Waldo Frank, como si en 1958 recogiera aquella visión sombría del presidente Roosevelt, prosigue amargando la lúgubre pintura de
Estados Unidos.
El 4 de julio; nacimiento de EEUU.
De nuevo, una vez más, Estados Unidos ha celebrado la fecha de su nacimiento, 4 de julio (el 182 aniversario desde que 13 colonias de Inglaterra declararon su independencia). A comienzos del siglo cuando yo era
un muchacho, el famoso ”cuatro” significaba principalmente ruido, mucho
ruido. Al amanecer saltábamos de la cama para hacer estallar petardos.
Durante todo el día, en el aire ordinario pesado, resonaban sin parar los
bombardeos de juguete. Por la noche, los políticos locales pronunciaban
pomposos discursos acerca de “la mayor y más libre nación del planeta” otra especie de ruido -; y había desfiles y juegos artificiales. Fuera del país,
las embajadas y legaciones también celebraban la jornada con recepciones
y comidas, y todo el mundo parecía compartir nuestro orgullo y fidelidad.
Ahora, los triquitraques casi son silenciosos. En algunos Estados están
prohibidos por ley. Los legisladores dicen que muchos niños perdían sus
dedos en las explosiones de los petardos, y ésa es la razón por la cual la
ley los prohibe. Ahora bien hay causas más profundas para este silencio
de nuestro 4 de julio, hay en todo el mundo muchos cañones auténticos
que apuntan y disparan, demasiadas bombas compiten con los fuegos artificiales… cuando estábamos seguros (como lo estaba el mundo en 1900)
que la guerra pertenecía al pasado, producir explosiones de juguetes era
una especie de juego nostálgico. La escena ha cambiado ominosamente y
el otro género de ruido - los discursos del 4 de julio ensalzando los buenos
y razonables que éramos - se desvaneció. Ahora reina en todo el país un
estado de espíritu embargado por la inquietud, la inseguridad y la duda.
La tv todavía formula el elogio superadjetivado de un automóvil, de una
máquina de lavar, de una determinada marca de cigarrillos; pero no hay
que juzgar al pueblo americano por su más baja y degradada forma de
expresión. Cuando el americano medio piensa ahora en el mundo y en el
lugar que ocupa su país, guarda silencio. ¿Qué es lo que piensa de este 4
19 Faulkner. Ob. cit. p. 377.
173
Fausto Reinaga
de julio el americano medio que piensa? En la crisis de guerra en el Oriente
Medio. En la crisis de Francia, cuna de la libertad de Europa, obligada a
llamar a un soldado y a disolver el parlamento, con el fin de combatir la
parálisis de la República… en la conferencia recién iniciada en Ginebra, en
donde se dan los primeros pasos científicos para controlar las explosiones
atómicas, mientras América y Rusia continúan fabricando y almacenando
bombas… en la corrupción comercial en la propia Casa Blanca, que no es
otra que el inevitable resultado de la penetración de los grandes negocios
en todas las formas de la vida americana…
O quizá el americano medio piensa en el crecimiento de la delincuencia
infantil y en los desórdenes nerviosos de nuestra población… o en los peligros intensos y sutiles, de un pueblo suficientemente rico para instalar un
aparato de tv en cada casa, mas no bastante inteligente para proporcionar
espacio escolar a cada niño…O tal vez piensa en la suprema ley del país
contra la segregación en nuestras escuelas, que es burlada y evadida en
doce estados. O en los peligros de nuestra actitud con respecto a la China,
cuyo gobierno ignoramos, y cuyos 600 millones de hombres y mujeres,
nuestra política oficial está transformando de amigos potenciales en adversarios…
Pensando en todo eso, con motivo de la celebración de la fecha de nuestro nacimiento nacional, el ciudadano americano no censura a nadie directamente. Cree en la buena voluntad del presidente, de sus secretarios y
asistentes. Respeta la ciencia rusa y el poder ruso. Y cuando, casualmente,
se encuentra con un ruso (por ejemplo, el grupo de agrónomos soviéticos
que visitó nuestras granjas hace un par de años), simpatiza con él. Se siente orgulloso del joven pianista de Texas que ganó un premio en Moscú.
Sabe vagamente que el liderato mundial fue confiado a Estados Unidos en
razón de las catástrofes del pasado siglo en Europa; que nos hemos visto
obligados a transformarnos rápidamente en conductores en medio de un
caos producido por dos guerras mundiales, la liquidación de varios imperios, incontables revoluciones, el resurgimiento de Asia; y toda la desconcertante escena, complicada y agravada por la fatal coincidencia de esta
perfección de las armas que podrán llevar a cabo la destrucción del género
humano.
Cierto que es una tarea difícil la que entraña este liderato mundial que
ha sido confiado a Estados Unidos, no en razón de sus propios méritos,
sino a causa de la bancarrota de naciones más antiguas. No hay normas
escritas para que puedan seguirlas los hombres de Washington. El ciudadano americano medio lo sabe o lo presiente. Una equivocación hoy
día podrá significar un desastre. ¿Y quién no comete equivocaciones?
174
El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
No es extraño, pues, que los triquitraques y los discursos altisonantes
hayan pasado de moda…
Cuando Estados Unidos celebra su aniversario de libertad, sus ciudadanos empiezan a darse cuenta de que la libertad no significa independencia;
que no hay de hecho independencia, puesto que el mundo es uno e inseparable. Lentamente, vagamente, está surgiendo un modo de auto–investigación en nuestro país. Empezaron a sospechar que la corrupción es
inherente a cualquier sistema social cuyo motivo fundamental sea el lucro;
y es asimismo inevitable en otros sistemas que se llaman a sí mismos socialistas o comunistas, cuya primordial razón de ser es el poder. Empezamos
a descubrir nuestra romántica adoración por la ingerencia y la ciencia. Forzados por el deseo de sobrevivir en un mundo peligroso, los ciudadanos
de Estados Unidos, cada vez en mayor número, examinan sus responsabilidades en el mundo, se dan cuenta de la manera equivocada de enfocarlas,
y adoptan una actitud de humilde contrición.
Creo que éste es el gran cambio esperanzador en la creación de Estados
Unidos, desde los pequeños petardos que se hacían estallar hace medio
siglo. Mister USA ya no es un personaje seguro de todo; incluso (desde el
sputnik ruso) de la supremacía americana en la destreza e investigación de
gadgets. Todavía es ignorante. Y no pretende que pasa la mayor parte del
tiempo especulando sobre los problemas de la vida. Pero cuando piensa,
descubre que no sabe nada. Las fuentes generales de información: tv, prensa, escuela, aunque lo abruman con “informaciones” no consiguen disipar
su ignorancia.
Este intuitivo reconocimiento de ignorancia, ¿no es el comienzo de la gracia? Si podemos evitar la guerra, si podemos asegurar nuestra incierta paz
al menos por otra década, ¿acaso esa gracia no crearía y alimentaría en nosotros lentamente el comienzo del conocimiento, revelando dentro de nosotros, una fuente que nos defiende de nuestras locuras y pasiones conduciéndonos a una acción social que nos haga sobrevivir al género humano?
Me parece que en este 4 de julio que acaba de transcurrir, los fuegos artificiales hubiesen debido ser reemplazados por una fervorosa oración…20.
Los más grandes cerebros del norte recomiendan, aconsejan y acuden a
la “oración” para el “liderato mundial que ha sido confiado a EEUU, no
en razón de sus propios méritos, sino a causa de la bancarrota de naciones
más antiguas”; pero lo sensato y lo racional, en este caso, en que se halla en
juego la suerte y el destino de toda la Humanidad, no es la “oración” pre20 El Diario. 27 Jun 1958.
175
Fausto Reinaga
cisamente, a la que hay que acudir, sino la buena fe íntimamente abrazada
de la verdad; la buena fe abrazada de la verdad; la buena fe abrazada de la
ciencia y de la justicia. ¿Qué es lo que quiere la humanidad? No quiere otra
cosa, Dios lo sabe, que ¡vivir en paz!
Y en Norteamérica no hay un cielo de paz: hay negros nubarrones que
presagian el apocalipsis de la guerra atómica que arrasará con toda la civilización y la cultura, y acaso dará fin con la vida misma, que milenios de
años ha requerido para aparecer célula vital y, después, conciencia humana, sobre la faz de la tierra. ¡La Tierra! Que está en peligro de convertirse
en un planeta muerto…
La oración no salvará a la humanidad ni a nadie, ni mucho menos al
pueblo norteamericano: la clase obrera, campesina, media y los intelectuales que producen la riqueza material y espiritual de los EE. UU. no se salvarán ni se liberarán mediante la oración: sino se liberarán y se salvarán
mediante la Revolución. La Revolución socialista para Estados Unidos es
tan necesaria, como la ruptura del capullo de la crisálida para que salga la
mariposa…
* * *
A este cuadro humano de angustia, de desesperación, desocupación, hambre, latrocinio, crimen, ignorancia, de barbarie encasquillada con los fulgores de una civilización de compraventa, debemos contraponer el cuadro
ruso.
Y comencemos por el mundo infantil. El niño en Rusia como queda
dicho, es un ser amado, respetado, adorado; el niño está rodeado de un
halo de divinidad. Como en Rusia no existe la lobuna lucha de clases,
el niño amanece en un mundo donde la igualdad es una bella realidad
objetiva y tangible. Desde la casa-cuna hasta la universidad goza de
iguales comodidades materiales (casa, comida, vestuario, útiles de estudio) e intelectuales (bibliotecas, conferencias, viajes, etc.) en esta sociedad, el talento está rodeado de cuidados, de admiración, de bondad. La
inteligencia es un bien supremo, en la sociedad soviética se la respeta y
se la protege. El niño ruso es el ser más feliz de la tierra. No conoce la
dentellada del hambre, ni el cierzo duro agrieta su epidermis. La ciencia
médica y la pedagogía son sus solícitos ayos. El médico y el pedagogo
esculpen con celo y pasión de artistas esta humana planta tierna, posibilitando, capacitando para una sociedad de trabajadores, donde la
solidaridad fraternal hace verdaderos milagros al calor e impulso de un
gran ideal de humanidad.
176
El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
La mujer goza en la URSS de derechos iguales que el hombre.
La mujer tiene acceso a la instrucción, a cualquier actividad
en la producción, en la vida política y social, cultural o estatal.
Su trabajo se remunera sobre los mismos principios que el del
hombre: a trabajo igual, salario igual.
La única limitación que se pone a la mujer es la prohibición
mediante ley de su empleo en labores que puedan perjudicar
el organismo femenino. Pero nadie deplora esta “discriminación”. En los demás casos cuesta trabajo hallar una esfera de
actividad en la que no actúen las mujeres con los hombres. Las
mujeres guían con éxito trenes de metro, funden acero, conducen máquinas cosechadoras-trilladoras. Realizan complicadas
operaciones quirúrgicas, manejan gigantescas excavadoras,
presiden koljoses, dirigen fábricas, pilotean aviones más rápidos que el sonido y hacen investigaciones científicas.
Las mujeres constituyen en la URSS más de la mitad de especialistas con enseñanza superior. Ochenta mil mujeres soviéticas trabajan en el campo de la ciencia, 348 son diputados al
soviet supremo de la URSS, más de dos mil son diputadas a los
soviets Supremos de las repúblicas de la unión y medio millón
largo, diputados a los Soviets locales.
El poder soviético ha hecho mucho para dar a la mujer la posibilidad de conjugar con éxito el trabajo útil y social con las
nobles obligaciones de la madre. Todas las mujeres de las ciudades y más del 90% del agro reciben asistencia médica gratuita en el parto. La mujer trabajadora obtiene por cuenta del Estado, 112 días de vacaciones en caso de embarazo y si lo desea,
puede gozar de tres meses más de vacaciones por su propia
cuenta. El estado abona subvenciones en dinero a las madres
de familia numerosa. Al nacer un hijo se da a todas las madres
subvención extraordinaria21.
Ya dijimos, que en la juventud rusa ha renacido el culto de la virginidad.
La virginidad es la base y el fundamento de la fidelidad conyugal. Ni el
hombre ni la mujer se hallan poseídos de la insaciable apetencia sexual,
que es norma virtuosa en el mundo occidental donde el adulterio, por ejemplo, resulta un signo de caballerosidad en el hombre y hace a la mujer chic.
La dama que no adultera en Estados Unidos por ejemplo, piensa que no es
una esposa a la moderna.
En Rusia “para proteger la pureza de las relaciones sexuales, el Estado prohibe la publicación y divulgación en el país de libros, ilustracio21 Vistin, Mark. La libertad del individuo de la URSS. p. 45.
177
Fausto Reinaga
nes, anuncios pornográficos, así como la presentación de espectáculos
indecorosos”22.
La independencia de la mujer rusa es superior a la decantada independencia de la mujer yanqui. Ésta trabaja, lucha, estudia para ganar, para
tener dinero, porque el tener dinero la libera económicamente. La mujer
yanqui con dinero, es evidente que tiene una altísima conciencia de su independencia material; nada más que material. La dignidad, que es un valor moral es muy pálida allá donde el cerebro se halla atestado con cosas
baladíes. La mujer yanqui, cuando no se desvive por la conquista del dólar,
se embriaga cada día y cada noche; el olaje etílico y los impulsos de un sexo
exacerbado, colman totalmente su existencia. Su preferida lectura es la pornografía, la novela policial o la inocua sentimental y la burda propaganda.
Para esta clase de mujer yanqui el marxismo o comunismo es sinónimo de
crimen. Los comunistas son criminales; tal como se los pinta a través de la
tv, el cine, la radio, que difunden hazañas imaginarias de supuestos héroes
anticomunistas (Capitán Silver, Ojo de Águila, etc.). Los discos distribuidos
por la BBC de Londres, por ejemplo, tratan de formar conciencia de odio
contra el mundo socialista.
En cambio la mujer rusa, trabaja, lucha, estudia, y no con el objeto exclusivo de conquistar y alcanzar el dinero. La mujer rusa que ha logrado
su independencia económica, no queda ahí como la yanqui; no; aparte
del salario o sueldo, la mujer rusa continua estudiando, investigando en
forma infatigable, incesante. En el alma de la mujer rusa palpita vívido
e intenso el riesgo del placer intelectual de que habla Guyau. La mujer
rusa estudia, porque cuánto más sabe, se siente más digna más patriota,
más soviética, vale decir, más rusa. Vengo a un ejemplo: Vasily Chichicov, corresponsal de Pravda, con residencia en México, que anduvo en
Bolivia en el mes de octubre de 1958, tiene por madre de su hijo y por
esposa, a una doctora en biología. Chichicov gana muy bien; lo que le
permite vivir cómoda y lujosamente, su vivienda es una mansión señorial y su coche de último modelo. A su esposa, como es de suponer,
le sobra dinero. Y, sin embargo, aquella rusa estudia su materia y los
problemas de la cultura general con el mismo tesón y fervor que cuando
era universitaria; ¿para qué? Para superarse, para emular noblemente
con otras mujeres y hombres rusos que estudian tanto o más que ella.
Las mucamas, ascensoristas, sirvientes de hotel Ucrania donde viví,
eran estudiantes. Estas muchachas tan gentiles y dulces, después de
llenar sus obligaciones laborales en el hotel, se iban alegres, optimistas
camino del aula. Repito ¿para qué? Para superarse.
22 Vistin, Mark. Ob. cit. p. 40.
178
El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
En Rusia “no es el hombre el que busca trabajo; es el trabajo que busca al
hombre”; por eso, la palabra “Se necesita” no se borra de los anuncios, se
dirige a los jóvenes, o bien a los que desean cambiar de trabajo.
Cada ciudadano soviético tiene garantizado su derecho al trabajo, un trabajo garantizado con una remuneración que depende de la cantidad y la calidad del trabajo. Cada uno utiliza ese
derecho a su gusto, cada uno elige su actividad conforme a sus
inclinaciones, conocimiento y experiencia. El sistema planificado de la economía nacional del país, el carácter socialista de la
economía, excluye radicalmente toda decadencia, toda depresión, desempleo. La libertad de elección de trabajo es real para
todos en absoluto.
Todos los años se invierten millones de rublos para sanear las
condiciones de trabajo y la técnica de seguridad. En el taller
de laminado de la fábrica metalúrgica de Verj-Iset-Skoe de los
Urales, donde día y noche se agitan las llamas de docenas de
hornos, no se percibe el calor ni en los más tórridos días estivales. El taller dispone de potentes ventiladores de construcción
original, hechos ex profeso por el Instituto de Experimentación
Científica de Protección del Trabajo de los Urales. Unos abanicos gigantescos refriegan una gran superficie, saturando el aire
de partículas finísimas de agua fría.
Alivia sustancialmente el trabajo la reducción consecutiva de
la jornada de trabajo. En 1956, se implantó en todo el país la
semana reducida de trabajo. Los obreros de las principales profesiones de las industrias minera y carbonífera gozan desde
1956 de la jornada de seis horas. Desde 1937 ha comenzado el
paso paulatino a la jornada de siete horas de todos los obreros
y empleos23.
“De cada uno según su capacidad. A cada uno según su trabajo” es el
principio que impera en Rusia. “Aquel que trabaja mejor y con mayor
fruto, cuyo trabajo es más calificado y exige mayores conocimientos,
gana más”.
Los obreros pueden construir sus propias casas si así lo desean. Los soviets locales les asignan terreno gratuito para una casa con su huerto o jardín. En “1956 los obreros y empleados construyeron 115.000 casas propias,
en 1957 casi 50% más”.
Los beneficios de la ciencia médica son asequibles a todos… “En las ciudades y aldeas se practica con amplitud un sistemático reconocimiento
médico a la población con fines profilácticos. La estancia en el hospital, el
23 Vistin, Mark. Ob. cit.
179
Fausto Reinaga
traslado del paciente en avión a centenares de Kilómetros, todos los análisis de laboratorio, operaciones complicadísimas de la víscera cardíaca, de
los pulmones, del cerebro y de la médula espinal son gratuitas”. (Mientras
que en Norteamérica ni una cafiaspirina es gratis. Ni enterrarse pueden los
muertos. Si no tienen en la faltriquera 400 dólares…).
El ciudadano ruso goza del derecho de seguro, del derecho de las vacaciones anuales, del reposo en bellos lugares y clima delicioso. Los hombres
se jubilan a los sesenta, con veinticinco años de trabajo, y las mujeres a los
cincuenta y cinco con veinte años de trabajo. El estado fija pensiones a los
incapacitados y a los huérfanos menores de 16 años y de 18, si estudian.
En Rusia no hay la más remota noción de la segregación racial “A nadie le
interesa el color de la piel ni la forma de los ojos”. “Se ha aniquilado todo
yugo nacional y de raza”.
La igualdad nacional es hoy la ley de la vida social. Las tradiciones nacionales, las costumbres, la lengua de cada pueblo
gozan en igual medida del respeto general. Todos tienen posibilidad de dar instrucción a sus hijos en la lengua materna,
así como de utilizar esta lengua en el trabajo, al hablar desde
una tribuna del estado público. El estado apoya al máximo el
desarrollo de la cultura nacional de cada pueblo: bajo el poder
soviético, 48 pueblos y nacionalidades de la URSS han obtenido por primera vez su escritura y desarrollan su literatura en
el idioma materno.
El poder soviético ha acabado para siempre y sin remisión con
el poder de la burocracia y el poder del dinero. En Rusia no
existen cargos vitalicios y mucho menos hereditarios. Si algún
dirigente no está a la altura de su puesto deberá cederlo a otro
que sea más acreedor a él. Un alto funcionario no goza de privilegios especiales, aparte de los que se infieren directamente
del cargo que desempeña, mucho menos tendrán derecho a
pretenderlos sus parientes.
Como la tierra, el subsuelo, los medios de producción son propiedad social en la URSS, no se venden por consiguiente. Por
lo tanto, el hombre más adinerado no puede capitalizar sus
bienes, convertirlos en fuente de ingresos no provenientes de
su trabajo. Al propio tiempo, la ley prohíbe tener más de un
departamento en la ciudad y más de una casa de campo. Todos
los artículos se venden a precio fijo, y los servicios se prestan
también con arreglo a tarifas fijas.
De tal suerte, los hechos prueban que en la URSS no hay capas
privilegiadas.
180
El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
Cuando un reportero norteamericano preguntó al famoso
piloto soviético Valeri Chkálov (primer aviador que en los
años del 30 hizo un vuelo sin escalas de la URSS a los Estados Unidos) a cuánto ascendía su fortuna, Chkálov le respondió:
− ¡Oh!, mis negocios van viento en popa. Tengo sobrado fundamento para creer que soy uno de los hombres más ricos del
mundo.
El reportero se deshizo en una sonrisa servil:
− ¿Cuánto dinero tiene usted señor?
− Calcule usted mismo –le dijo Chkálov con una chispa maliciosa en sus claros ojos– Soy propietario de todos los bienes
nacionales de la URSS. Todos mis conciudadanos trabajan en
cierta medida para mí lo mismo que trabajo para ellos… Esas
mismas palabras proverbiales puede repetir con el mismo fundamento cualquier ciudadano soviético.
En la economía de la URSS domina exclusivamente la propiedad socialista. La tierra y el subsuelo, las fábricas y los bancos,
las explotaciones petroleras y las líneas de aviación, las grandes casas de vivienda, los comercios y los trolebuses, las salas
de espectáculos, todas las ramas de producción y los servicios
públicos constituyen en las URSS una propiedad colectiva, social, es decir, son propiedad de todos los ciudadanos. Su único
amo es el pueblo24.
* * *
La libertad absoluta es un atributo de los dioses. Hacer lo que uno quiere,
no necesitar de nadie nada, es tener, indudablemente, una potencia divina;
cosa de los dioses… Prometheo robó el fuego del cielo para los hombres;
vale decir, la libertad de los dioses para los seres humanos. Prometheo, por
su audacia sin par, por su descomunal atrevimiento, fue condenado y entregado a la ferocidad satánica del buitre devorador de sus vísceras, las que
al propio tiempo de ser consumidas, renacían y se rompían, eternizando
el suplicio, la agonía infinita del Titán. El mito heleno fue reeditado por la
pasión y muerte de Jesús; cuyo evangelio esencial no es más que un grito
de libertad para el hombre.
La libertad es una innata aspiración del espíritu humano hacia lo alto,
hacia el cielo, si se quiere hacia Dios. Y Dios en este caso no es más que la
24 Vistin, Mark. Ob. cit.
181
Fausto Reinaga
encarnación de la verdad y la justicia. En ciertos hombres y en ciertos pueblos esta aspiración se transfigura y se convierte en una fuerza de conciencia de tal magnitud, que sin temor ni miedo al alarido prometheico o a la
crucificción de Cristo, buscan, se entregan en el holocausto y se consumen
ardiendo en el ara de la libertad. En América Latina, Bolivia, mi querida y
santa patria, es un pueblo prometheico. En Europa, ayer fue Francia; y hoy
es Rusia.
La libertad en nuestro tiempo se proyecta sobre dos planos: libertad ideal
y libertad real. La primera, cobra contenido y fisonomía solamente en los
espíritus elevados, en las conciencias luminosas. En este caso la libertad es
una obsesionante pasión por desasirse, por escapar a toda norma, regla o
ley. Una pasión tal se revela inclusive contra la naturaleza. Bolívar, en el
paroxismo de su pasión libertaria, dijo: “Si la naturaleza se opone a nuestra
obra, pues lucharemos contra ella”… Estos espíritus privilegiados sienten,
pulsan la libertad del plano ideal; y se entregan a su conquista sacrificando
como tributo necesario y fatal su propia vida.
Sócrates, Jesús, Spinoza, Marx, Lenin, Rolland, Relgis, Mariátegui, Ponce vivieron, padecieron, murieron con su cruz a cuestas en el delirio de
la libertad… Estos seres, en la dolorosa marcha de la humanidad, son las
estrellas polares, los Mesías… Alguna vez los hombres − ¡gracias a ellos!
− podremos, venciendo el reino de la necesidad, entrar plenamente en el
reino de la libertad.
La libertad en el plano ideal es una innata y eterna aspiración del espíritu
del hombre; y tiene para las grandes conciencias el esplendor y la majestad
del sol.
La libertad en el plano real, en la vida real tiene un contenido y una fisonomía concretos. La libertad, como la verdad, siempre es concreta. Y con el
perdón de la carga elocutiva, hasta se puede decir, la libertad es corpórea,
tangible y visible. Se la siente, se la quiere, la goza el hombre común de
nuestro tiempo. El cual ya que casi no se apercibe de la libertad del plano
ideal, en cambio se la tiene a la libertad real, algo así como un instrumento
bendito y útil al mismo tiempo, para dominar y vencer sus necesidades.
Vaya un ejemplo. Un obrero con libertad debe trabajar en una cosa que él
mismo ha elegido; por tanto, sea de su gusto y placer. En este caso, no debe
el hombre buscar trabajo, sino al revés, es el trabajo quien debe buscar al
hombre, para que éste pueda elegir; elegir sin presión ni coacción, espontáneamente, digamos libremente.
Ahora vayamos a un intelectual. Desde luego, que se halle lejos, por encima de la feroz, de la lucha asesina por el pan de cada día; porque esta lu-
182
El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
cha devora su mejor inspiración, su mejor fuerza creadora… un escritor sin
hambre, puede que ya no sea un lacayo. Y si no es un lacayo, entonces, en tal
caso, con mayor espontaneidad, con mayor libertad que el obrero manual,
escogerá a su gusto, a su placer su trabajo. Un trabajo en el que será dueño
de sí, pleno en sí, un poder creador ante sí y ante los demás. El corazón y el
pensamiento del escritor libre trabajarán en la verdad y por la verdad, en la
justicia y por la justicia de los hombres; y gracias a los latidos del corazón y a
las hebras áureas del pensamiento palpitante del escritor libre, los hombres
se bestializarán cada vez menos y se humanizarán cada vez más….
En el mundo capitalista, en EEUU jamás el trabajo busca al hombre; es
el hombre quien se esclaviza al trabajo. El hombre realiza un trabajo, en la
mayoría de los casos, contra su gusto, su vocación, su aptitud, hasta contra
su ciencia, su arte y sus más caras creencias y convicciones; por ejemplo,
un fervoroso pacifista que trabaja armas para la guerra… Ante el trágico
crónico espectro de la desocupación, el hombre, un pobre gusano, que se
aplasta bajo el inmisericorde peso de una y mil necesidades insatisfechas,
es enajenado, sin consultar para nada su voluntad ni su libertad, encajado
en cualquier actividad, ocupación; porque gracias a ella, puede contar con
el mendrugo cotidiano que le permita arrastrar, en el mejor de los casos,
una existencia opaca y triste… el ente trabajador, manual o intelectual, en
la sociedad burguesa, se halla poseído de una endemoniada obsesión: trabajar para no morirse, trabajar para vivir. La miseria y el hambre dominan
y amenazan de muerte a cada instante la carne y la conciencia de los trabajadores de Occidente.
Entonces, ¿para quién es la tan mentada libertad del mundo capitalista?
Para la clase burguesa. Y quizá ni para ella…
La oligarquía monopolista de Estados Unidos, que está por encima de
la misma clase burguesa, ya que tanto la riqueza como el poder se hallan
concentrados en manos de los omnipotentes trusts, cuya prepotencia y devoradora sed de lucro, avasallan muchas veces los más genuinos intereses
de clase de la burguesía. Para la oligarquía plutocrática en especial y para
la burguesía en general, la libertad no tiene contenido ni la fisonomía de
una aspiración sublime, de conquista prometheica, del robo ígneo. Para los
millonarios la libertad no tiene aquel divino temblor de dioses en la carne
humana. El alma y la conciencia de la plutocracia multimillonaria están
plenamente saturadas, colmadas hasta el tope por una trágica pasión de
lucro. El cerebro y el corazón sólo reaccionan ante el oro. El pensamiento,
los sentimientos y los actos volitivos de esta gente se hallan en su totalidad
bajo los impulsos o el control de los intereses financieros. Para ellos todo el
valor en la vida está trasminado del poder del dinero. De ahí que al comer,
183
Fausto Reinaga
al beber, al bailar, al amar y… al soñar, al suicidarse o asesinar no se piense
ni se hable sino del satánico espíritu del dólar. Día y noche, a toda hora,
en todo instante, lugar y situación, las sutiles y complicadísimas operaciones financieras dominan en forma absoluta la totalidad de la existencia
de la gente que dirige y gerenta los poderes y la fuerza del imperialismo
yanqui. Por tanto, en estos seres no asoma un destello de libertad. Todo lo
contrario, las cosas más elevadas y nobles, dígase, la unción religiosa, las
maravillas de la ciencia, el arrobamiento extático del arte pictórico, el deliquio sublime de la poesía, de la música… y los más excelsos arreboles de
las cumbres del ideal, lo ven y los sienten con los ojos ávidos y el corazón
acezante de oro. El fetiche áureo se halla entronizado en la vida total de
los reyes del petróleo, del carbón, del acero, etc.; y los maneja como títeres,
como infelices payasos.
Los desventurados esclavos rubios, corren acá y acullá como perros con
hidrofobia en pos del oro. En esta deshumanizada existencia, en esta fiebre
brutal, en esta carrera furiosa y fiera en nada reparan, ante nada se detienen;
el adulterio, la bigamia, la prostitución, la mendicidad, la compraventa de
la religión, de la ley, la traición, la masacre, el suicidio, el hambreamiento,
el asesinato de millones de hombres; las guerras que arrasan, que devoran,
que destruyen como un incendio, como un terremoto, como una bomba
atómica a ciudades enteras, a pueblos enteros. Hiroshima y Nagasaki son
el testimonio desgarrador y sangriento del poder del fetiche áureo que se
halla entronizado en la conciencia y la carne del espíritu del imperialismo
yanqui. En este averno de ambición, de dominio y de crimen no existe ni
la sombra de la libertad. La que ocupa su lugar y fulge su divino nombre
es una desvergonzada prostituta; una esclava lacerada por el látigo de sus
más criminales pasiones de lucro.
La libertad en este paraje cainista tiene, “gorro frigio, camisa abierta sobre los velludos pectorales y un látigo de carretero en el puño”; y su solícita
e incansable tarea consiste en poner yugo y chicha a sus esclavos: la feligresía del becerro de oro.
* * *
Jules Moch, político socialista francés, diplomático, escritor, ministro de Estado en el gobierno de Blum, en su último libro La URSS con los ojos abiertos,
dedica al problema de la libertad un extenso capítulo: “¿Qué libertad?”.
El comentarista de la solapa del libro, entre otras cosas, dice sobre el autor; “…su conocimiento del marxismo-leninismo y de la lengua rusa –hacen de él– un hombre libre de prejuicios y sectarismos…”.
184
El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
Y, sin embargo, Moch detrás de su coquetona imparcialidad y su pretendido conocimiento del marxismo-leninismo respira por todos los poros, un
ánimo prevenido de odio burgués sobre las cosas soviéticas.
“La libertad política, en el sentido en que la entendemos, no podría existir en el país del partido único”. En un país como Francia donde hay muchos partidos, la libertad política no es para la clase explotada; los obreros
y campesinos sufragan, para sí mismos, sino para tal o cual partido de
sus explotadores. La clase burguesa imperialista de Estados Unidos, no
permite la existencia o el crecimiento de ningún partido político de la clase
trabajadora, y mucho menos de uno de la raza negra. El partido republicano y el partido demócrata, siameses del capital monopolista, se turnan con
descocado cinismo en el ejercicio del gobierno. Ya se halle el uno, ya el otro,
en el poder, el movimiento general de la sociedad sigue un solo cauce y a
un mismo ritmo. Los dos partidos bien pudieran unirse, y ser un mismo y
único partido, la cadencia social seguirá como una fuerza hipnotizada por
todo el poderoso dólar. Esto es, que los obreros continuarán trabajando
para los dueños del capital, y sobre todo ejerciendo la famosa libertad política en contra de sus intereses y derechos genuinos. Esto significa y salta
a la vista que la clase obrera de EEUU no tiene libertad política; aquí es, y
no en Rusia, donde está “la carencia de toda la libertad política”. ¿Que los
trabajadores franceses más auténticos dan sus votos al partido comunista,
al socialista, al MRP, a veces, a los radicales e incluso a los conservadores?
Cuando los trabajadores franceses dan su voto para tal o cual partido, ¿en
qué forma coadyuvan o defienden sus intereses de clase, o por lo menos
mejoran sus condiciones de vida, de trabajo o de cultura, sindical o individualmente hablando? Dentro del régimen burgués, el obrero que sufraga
para este o aquel partido, no mejora su destino; es el esclavo que vota.
Y ésta no es la libertad política para la clase obrera señor Moch.
La libertad política para el obrero es una cosa concreta. La tiene, la ejercita el
obrero dicha libertad, cuando detenta el poder; si el obrero no tiene el poder
en sus manos, no puede tener ninguna libertad, y menos la libertad política.
De ahí que para el ciudadano soviético el partido es el núcleo más conciente y capaz de su clase. Luego su lema: “Un solo partido, una sola clase”, es racional y real. “A nuestras mentes occidentales les cuesta mucho
asimilar” dice Moch. Así es, para los marxista − leninistas de cuño burgués,
cuyas mentes padecen dispepsia, el marxismo–leninismo vivo, vale decir
ruso, es inadmisible.
Si la clase obrera está en el poder, para qué requiere dos o más partidos;
¿qué tendrán que disputarse estos partidos? ¿El poder?
185
Fausto Reinaga
En la URSS antes de promulgarse todas las medidas legales, técnicas,
culturales o científicas; digamos los planes quinquenales o las adaptaciones anuales, son objeto de grandes y apasionadas discusiones en la fábrica,
en el agro, en los sindicatos, en la universidad. El partido recibe todas las
sugestiones e indicaciones.
La constitución rusa es un cuerpo de leyes, sabio y justo, acuerda al ciudadano soviético garantías materiales y espirituales, base de sus libertades. Jules Moch llegó a Rusia al día siguiente de la muerte de Lenin; vivió
tres meses trabajando como ingeniero; según él “ya desde entonces conocía
las características permanentes del alma eslava”. En 1924 publicó su libro
La Rusia de los Soviets. Moch, que volvió en 1956 hecho un Catón occidental,
de aquella constitución dice:
Esta constitución, ¿acaso se la respeta hoy? ¿Existen aún los
campos de deportación? A lo largo de todo mi viaje procuré averiguarlo, sin lograr ninguna precisión al respecto. Un
miembro de la Academia de Ciencias de Moscú –al que prefiere no nombrar- contestó de esta guisa a una pregunta que
le hice hallándonos solos: “esas son cosas de las que sólo se
pueden hablar siendo únicamente dos personas”. Más adelante, di lugar a esto, pero mi interlocutor me dio a entender
que prefería tratar otros temas. Un periodista, a quien hice
igual pregunta, respondióme: “Nada me permite afirmar que
tales campos existen actualmente”.
Para procurar ver más claro, decidí pedirle una entrevista al
ministro del interior soviético, advirtiéndole del tema que deseaba tratar con él.
El señor Dudorov me recibió inmediatamente, acompañado
de su viceministro el señor Petuchov. La entrevista tenía lugar
en un amplio despacho, que había sido el de Beria.
–Ya sabe usted cómo, en los medios poco favorables a la
URSS., se insiste acerca de sus campos de concentración.
¿Qué puede decirme sobre el particular?
He apuntado cuidadosamente todas las respuestas del ministro del interior. Las transcribo fielmente, sin comentarlas ni
darlas por mías:
–“No hay campos de concentración. Ni ahora, ni antes. Existen sólo campos de reeducación colectiva por el trabajo, regidos por mi ministerio. Estas instituciones sólo comprenden a
individuos sentenciados por un tribunal, y a los que conviene
aislar. Se encuentran en ellos delincuentes, o criminales de
derecho común, reos, en particular, de robos, asaltos, homici-
186
El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
dios, premeditados o no, y otros condenados por crimen contra
el Estado. Tal es el caso, por ejemplo de un director de una
empresa nacional que robaba los bienes de ésta.
Nuestros establecimientos son de dos clases: campos y colonias. Los condenados que viven en los campos trabajan en
obras del exterior, a las que acuden bajo la vigilancia policíaca. Esto es para ellos un peso moral. Por eso preferimos las
colonias. Trátase de recintos muy amplios, en el interior de
los cuales se halla la empresa en la cual trabajan los detenidos, sus viviendas, su restaurante, su club, su cine, campos
de deporte y tiendas de productos alimenticios. Allí viven
separados del mundo exterior, pero libres dentro los límites
de la colonia, pues la guardia está estacionada fuera, y no al
interior de las rejas.
La jornada de trabajo es de ocho horas. Los presos pueden
después hacerse visitas unos a otros, ocupar su tiempo como
les place. Si están casados, tienen derecho, el domingo, a recibir la visita de su mujer. Cuando no son obreros profesionales,
pueden seguir curso y, a la salida, obtener una calificación. Ya
en libertad, siempre se les proporciona un empleo. Si se portan bien, la jornada de trabajo les es contada como si fuesen
dos o tres días de prisión. Perciben el salario de los trabajadores libres, del que se descuentan los gastos de comida, ropas y
calzado; todo lo demás, incluyendo la educación profesional,
se les proporciona gratuitamente.
Muchas de nuestras colonias son beneficiarias. El producto se
destina a mejorar la colonia. Además, les damos primas a los
presos que trabajan bien, para estimular su ardor y la competición socialista entre criminales. Esta bonificación la emplean
en mejorar su comida, o la mandan a su familia, o se constituye un peculio en la caja de ahorros de la colonia. Así es como
hay presos que, al salir, se han comprado un automóvil.
Colocamos de cuatrocientos cincuenta a quinientos sentenciados en cada colonia, y de trescientos a mil en cada campo”.
Estas declaraciones no respondían a mi preocupación: yo
pensaba en los “políticos” no en los de “derecho común”.
–Pero ¿Quién permanece en la cárcel, en la URSS?
–“En la cárcel, en las ciudades, sólo están los que aguardan
se les juzgue. Tan pronto se les condena, son enviados a un
campo, o a una colonia. Además, que cada criminal pasa el
tiempo de su detención en su propia República, o en su provincia de origen. Esta disposición le permite ver a su familia,
187
Fausto Reinaga
estar en relación con organismos sociales que ya le conocen y
se ocupan de su reeducación durante su detención. Cuando
haya cumplido, le ayudarán a colocarse. Estos organismos, en
efecto, tienen una parte de responsabilidad en su evolución.
Uno siente ganas de decirles: Hicisteis un criminal; haced de
él de nuevo un hombre honrado. El detenido que observa
buena conducta puede ser autorizado a vivir fuera de la colonia, o del campo, y a que se le reúna su familia. Si prosigue en
el buen camino, la administración tiene derecho de libertarle
condicional y anticipadamente”.
Mas yo quería abordar el tema que me preocupaba:
–Usted me habla de criminales sentenciados. Yo pienso en políticos, especialmente en los intelectuales, enviados al campo
de concentración sin haber sido juzgados ¿Cuántos son?
El señor Dudorov, hombre frío, de aspecto por otra parte simpático, no se inmutó. Esperaba esta pregunta, y la contestó
sinceramente:
–“Los hubo hasta 1953. En aquel tiempo, un número crecido
de hombres fueron entonces deportados sin haber sido juzgados. Hoy en día, todos están libres. Ya no hay deportados
de esta clase. Aquello era una violación de la ley soviética.
Tras el aniquilamiento de la pandilla de Beria, todas las reglas
quedaron restablecidas”.
Esta fórmula, en el propio despacho del antiguo jefe supremo
de la policía estaliniana, me estremeció. Esbocé un gesto, que
mi interlocutor advirtió. Lo tomó por manifestación de escepticismo, y, con voz enérgica, martillando cada sílaba, dijo:
–“Con plena conciencia de mis responsabilidades, le repito
que todo ese pasado ha sido abolido. Los hombres en quienes
piensa han vuelto a ser ciudadanos que gozan de la plenitud
de sus derechos”.
–¿Qué autorización se requiere actualmente en Rusia para
viajar?
Y es que me preguntaba si políticos libertados de su campo de
concentración no se verían obligados a permanecer lejos por
carecer de autorización para viajar. La respuesta, tajante, no
se hizo esperar:
–“No se precisa ninguna autorización para circular por toda la
Unión Soviética. Basta con el pasaporte, sin necesidad de visado. Cada ciudadano tiene el suyo. Únicamente no lo tienen
los sentenciados durante su detención. Pero se les devuelve el
188
El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
día de su salida, y entonces pueden circular libremente como
todo el mundo, y dirigirse a donde gusten”.
Intenté descorrer otra punta del velo:
–¿Qué se arriesga diciendo lo que se piensa?
–“Uno puede expresar libremente su opinión en el seno del
partido, del koljoz o del sindicato. Pero la mayoría decide”.
–No me refiero a los debates internos. Un ciudadano que públicamente criticara la política del gobierno soviético, ¿arriesgaría la vida o la libertad?
–“No sé de ningún caso de ejecución o detención por delito
de opinión”.25
Esta respuesta me asombró, para no decir más. Dije entonces:
–¿Y las purgas estalinianas, para dónde las deja?
–“Tenemos a respecto una declaración oficial del Partido, a
raíz del discurso de Jruschiov. Eso acabó. Fue un episodio
(textual). Un episodio trágico para muchas víctimas, y que
le costó caro a la URSS en el terreno de las relaciones internacionales. Desde luego, habría sido preferible que aquello no
hubiera sucedido. Pero la nación ya va olvidándose de esos
incidentes dolorosos. Los que perpetraron ya han pagado: la
pandilla de Beria ha sido fusilada”.
E insistiendo en una fórmula que ya había empleado, el ministro tornó a afirmar:
–“Le declaro formalmente, y bajo mi entera responsabilidad,
que todos los intelectuales y políticos detenidos antes de 1953,
o deportados, han regresado a sus casas, y que, en todo caso,
ya no se registran internaciones sin previo juicio”26.
Lo trascrito habla por sí mismo, a pesar de que en Moch no
hay vestigio del espíritu marxista–leninista.
25 Pasternak, Boris L. autor de El doctor Zhivago, novela de esencia y espíritu individualista;
en la que el autor, tozudamente cierra los ojos al doloroso proceso y advenimiento del
régimen socialista, y la entrega al occidente como venenosa arma ideológica contra la
URSS.
La intelectualidad burguesa hizo un escándalo del Premio Nobel de 1953, que pronto fue
descubierta la verdadera intención y fines políticos de dicho premio.
Pasternak, autor intelectual y material del daño inferido a la cultura soviética, vive tranquila y cómodamente en el huerto de su casa de dos pisos, situada en el Peredelkino,
suburbio de Moscú, donde viven algunos escritores soviéticos; repetimos, que vive con
su libertad intangida e intangible.
He ahí otra evidencia de la realidad rusa.
26 Moch, Jules. La URSS con los ojos abiertos. p. 76-82. México: Grijalbo; 1958.
189
Fausto Reinaga
* * *
El espectro del “marxista príncipe”, del “heredero y exégeta por excelencia
de las teorías del fundador del socialismo científico” –como decía y afirmaba la II Internacional– se ha extendido y prolongado como una sombra tenebrosa, hasta nuestros días, sobre la realidad soviética. Julis Moch es una
probanza palpitante. El renegado Kautsky dejó una escuela de vilipendio y
calumnia contra Rusia. Carlos Kautsky pedía libertad, abnegación, etc., a
la primera República socialista que acababa de nacer.
No cabe duda de que los elementos idealistas de entre los directores del bolchevismo creen de buena fe que ellos son los
que poseen la única verdad y que sólo los malvados pueden
pensar de distinta manera. Pero esta misma buena fe hay que
concedérsela a los hombres de la Santa Inquisición española.
Con el régimen de éstos no resultó muy favorecido el proceso
de la elevación del nivel cultural de la masa. Hay, sin embargo, una diferencia entre los inquisidores y los directores de la
República de los soviets. Aquellos no pedían la elevación material y espiritual de las masas en la otra. Los hombres del soviet
creen poder elevar con los métodos inquisitoriales en todos los
sentidos el nivel de las masas y no se dan cuenta de hasta qué
punto la degradan.
Junto con el alto nivel de la educación popular, es condición
previa del socialismo una moral elevada de las masas, una
moral que se expresa no sólo en fuertes instintos sociales,
sentimientos de solidaridad, de sacrificio, de abnegación,
sino también en la extensión de estos sentimientos más allá
del círculo estrecho de los camaradas, hasta la comunidad
entera. La moral comunista debió estar ya formada antes de
la socialización; después de la expropiación ya es tarde para
desarrollarla.
El bolchevismo venció a sus adversarios comunistas porque
convirtió la brutalidad inicial del movimiento obrero en fuerza
motriz de su revolución, degradando el socialismo, haciendo
de él una causa de los obreros, en vez de una causa de la humanidad; proclamando la omnipotencia de los obreros asalariados (junto con la de los campesinos pobres), condenando a
la carencia de derechos y a la mayor miseria a todos aquellos
que no comulgasen con sus ideas e iniciando la supresión de
las clases con la creación de esos nuevos ilotas, que son los antiguos burgueses. Transformando así la lucha socialista por la
emancipación y elevación de la humanidad entera, en un estallido de saña y de venganza sobre algunos individuos, que
fueron sometidos a los más crueles abusos y tormentos, no sólo
190
El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
no elevó el nivel moral del proletariado, sino que los desmoralizó profundamente.
Así, gracias a los métodos bolchevistas para hacer las dichas
de la humanidad por el socialismo, sólo queda un grupo de
luchadores honrados en medio de una ola creciente de ignorancia, corrupción y egoísmo, que sube incesantemente y que
amenaza con acabar por ahogarlos.
Para escalar el poder tuvieron que arrojar por la borda sus principios socialistas. Como personas se mantienen en el poder, pero
han sacrificado todos sus principios, mostrándose como verdaderos oportunistas. Hasta ahora el bolchevismo ha triunfado en
Rusia, pero el socialismo ha sufrido la derrota más lamentable.
La guerra civil asoladora, en la que se combate con ametralladoras y bombas, tiene que ser más fatal para el país que lo que
fue la guerra de los treinta años: esta guerra civil, que diezma
a la población, que convierte su brutalidad en la más desenfrenada barbarie, ¡éste ha de ser el camino para producir la forma
más elevada de vida que el socialismo implica!
Los mismos bolcheviques no confían gran cosa en su victoria
final. Pero ponen su esperanza en un áncora de salvación. Si
Rusia deja de ser el pueblo elegido de la revolución mundial
tiene que ser el Mesías que redima al pueblo ruso.
La democracia con el sufragio universal es el método de transformar la lucha de clases, que comenzó siendo una lucha de
puños, en una lucha de cabezas, en la cual sólo puede vencer
una clase siendo superior moral e intelectualmente a sus adversarios. La democracia es el único método que puede producir aquellas formas de vida superiores que el socialismo significa para el hombre civilizado. La dictadura no conduce sino
a aquella forma de socialismo que se ha llamado asiático. Con
grave injusticia, pues Asia ha producido un Confucio y Buda.
Más bien debiera llamársele socialismo tártaro27.
Lenin salió al encuentro de Kautsky, fue él quien le encajó genialmente
el epíteto de el renegado; y le acusó de “extirpar del marxismo su alma revolucionaria”; de transformar a “Marx en un liberal vulgar”; de pedir a
la democracia proletaria una democracia burguesa. “Kautsky se ha hecho
un virtuoso en el arte de ser marxista en palabras y lacayo de la burguesía
en hechos”. Los hechos han demostrado que “La revolución proletaria es
imposible sin la destrucción brutal del estado burgués, y su sustitución por
un nuevo aparato”.
27 Kautsky, Carlos. Terrorismo y comunismo. p. 125-157.
191
Fausto Reinaga
…cuando la guerra es desesperada y encarnizada, cuando la
historia pone en el orden del día la cuestión de vida o muerte
para los privilegios seculares y milenarios, ¡hablar de la mayoría y minoría, de democracia pura, de inutilidad de la dictadura, de igualdad entre explotadores y explotados! ¡Qué abismo
de estupidez, qué abismo de fariseísmo se necesita para esto!
El signo indispensable, la condición necesaria de la dictadura, es el aplastamiento por la fuerza de los explotadores
como clase, y, por consiguiente, la violación de la “democracia pura”, es decir, de la igualdad y de la libertad, respecto
de esta clase.
… los obreros del mundo entero comprenden cada día más
claramente que la táctica de los Scheideman y de los Kautsky
no les ha preservado de la guerra imperialista ni de esclavitud asalariada en provecho de la burguesía imperialista, y que
esta táctica no puede ser presentada al mundo como ejemplo,
las masas proletarias del mundo entero comprenden cada día
más claramente que el bolchevismo es la única tabla de salvación contra los horrores de la guerra y del imperialismo, que
el bolchevismo puede servir de modelo de táctica para todos.
Indudablemente estamos todavía lejos de la victoria completa del socialismo. Un país solo no puede hacer más. Pero este
país solo, gracias al poder de los soviets, ha hecho tanto, que si
mañana el poder de los soviets en Rusia fuese aplastado por el
imperialismo mundial, por una coalición entre el imperialismo
inglés y el imperialismo anglo-francés, en el caso más desfavorable, la táctica bolchevique habría rendido un servicio de la
revolución mundial invencible.
El heroísmo de las masas de trabajadores que consienten en
sacrificarse concientemente por el triunfo del socialismo da
al ejército rojo la base de una disciplina nueva, fundada en
el compañerismo, y permite así restablecer y afianzar este
ejército.
El heroísmo de los obreros en el interior del país, no es menos
digno de atención. La organización espontánea por los obreros
de los sábados comunistas, tiene, desde este punto de vista,
una importancia verdaderamente considerable. Esta organización, que está todavía en sus comienzos, es de una enorme
importancia, porque marca el principio de una revolución más
difícil, más esencial, más decisiva que el derrocamiento de la
burguesía, porque significa nada menos que la victoria obtenida sobre nuestra propia inercia, sobre el “dejar hacer”, sobre el
egoísmo y todos los demás vicios que el maldito régimen capi-
192
El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
talista ha legado en herencia al obrero y al campesino. Cuando
esta victoria esté consolidada, y sólo entonces, se habrá creado
una nueva disciplina social, la disciplina socialista; entonces y
nada más que entonces, llegará a ser imposible la vuelta atrás,
al capitalismo, el comunismo será realmente invencible28.
En el intervalo de una audición en el teatro Tchaikovski. La noche del 7
de noviembre de 1957, vimos en un solo acto esta representación. Lenin, en
su gabinete de trabajo, recibe a un escritor inglés.
–Mister Lenin, usted está equivocado, está soñando en querer electrificar
a Rusia, y porfiar en edificar un régimen socialista. Yo he de escribir 20
voluminosos tomos, atacando a usted y sacando a la luz el absurdo de sus
ideas y de sus proyectos.
–Señor escritor; está Ud. en todo su derecho de atacarme y de sacar a luz
todos los absurdos que cree que contienen mis ideas y mis proyectos. Pero
vuelva usted a Rusia dentro de 10 años; y entonces veremos a cuál de nosotros ha dado la razón la vida, los hechos.
La vida le ha dado a Lenin la razón. Inglaterra y los demás países han
visto, sienten que la victoria bolchevique está consolidada; que el socialismo triunfó plenamente en Rusia, a tal punto que se halla ya en proceso de
transformación en un régimen comunista. Hay evidencia de que “el comunismo será realmente invencible”. ¡Lenin tuvo razón!
La Unión Soviética lleva 40 años avanzando sin cesar a través
de las frenéticas injurias y las siniestras profecías del mundo
capitalista. Las maldiciones y los denuestos son en general invariables y no han brillado por su originalidad.
Los profetas de los años 1917–1918 se caracterizaban por su extraordinaria integridad del tipo, por la seguridad en sí mismos,
por el convencimiento de su clarividencia. Si se quiere, incluso
por su sinceridad. El profeta de aquellos tiempos no se limitaba
en sus augurios a decir: el socialismo y el poder soviético han
de perecer. No. Él señalaba con precisión cuándo, dónde y de
qué había de sucumbir. Fijaba los plazos y observaba su cumplimiento hora por hora.
“La liquidación de la aventura de los bolcheviques es sólo una
cuestión de días o, quizá de horas”, proclamaba el profeta de
un periódico francés Le matan, el 12 de noviembre de 1917.
Transcurridas esas “horas”, otro profeta estableció en el Daily
Telegraph londinense el cálculo de la profecía por meses: “el
gobierno soviético puede dejar de existir en cualquier momen28 Lenin, Nicolás. La victoria proletaria y el renegado Kautsky. p. 58-182.
193
Fausto Reinaga
to y no hay persona sensata que le conceda más de un mes de
vida”. Esto escribía ese periódico el 5 de enero de 1918.
The Times, el sesudísimo periódico inglés vaticinaba el 10
de noviembre de 1917, repitiendo las palabras del abogado
Makalkov, ex embajador del gobierno provisional en París: “no
cabe la menor duda de que el movimiento (de los bolcheviques) será aplastado por el primer regimiento cosaco…”.
En diciembre de 1918, ciertos mencheviques auguraban melancólicamente en el Vorwarts social democrático alemán que “el
gobierno soviético pronto será derrotado por la Entente”.
Las predicciones a plazo fijo de la muerte del socialismo resucitaron por poco tiempo cuando la Alemania hitleriana atacó a la
Unión Soviética. Goebbels se retorcía ante el micrófono como
la antigua pitonisa sobre su trípode.
De nuevo volvía a calcularse por meses, incluso por semanas.
El Dr. Ley predecía en el Angriff, el 28 de septiembre de 1941:
“En el norte y el sur, el frente bolchevique ha sido vuelto patas
arriba y ahora pende en el aire para pronto desplomarse definitiva y estrepitosamente”.
Han desaparecido la convicción y la integridad de antes. Entonces se podía “no reconocer” al socialismo. Iniciaba únicamente
su vida. Ahora es imposible “no reconocer” al sistema socialista,
que agrupa a más de una tercera parte de la humanidad.
…Los augurios de los actuales profetas de la burguesía resuenan a graznido de cuervos desplumados… en abril de 1957,
la revista norteamericana Nations Business profetizaba: “Ahora
con la clara perspectiva de días más difíciles aun en el futuro, el
comunismo padece de las mismas enfermedades que, según la
predicción de Marx, han de causar la caída del capitalismo…”
Un destacado conocedor inglés del sistema económico soviético, A. Nouv, dice: “La economía soviética sufre dificultades
y algunos defectos de los que padece pueden resultar incorregibles”.
El profeta a la antigua no puede convencer ya ni a sus colegas
de profesión. Por eso han buscado los de ahora otra onda. No
anuncian ya la muerte del socialismo. Sino que el socialismo no
puede alcanzar al capitalismo. Bien mirado, ésta es una duda
profunda en cuanto a la vitalidad del capitalismo y no del socialismo.
El economista Ensley predice en el ya citado Nations Business
(enero de 1957): “La economía comunista, aún introduciendo
194
El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
en ella modificaciones considerables, no podrá nunca alcanzar
a nuestra economía”. ¿En qué se basa su seguridad? ¿En un
conocimiento exacto? Nada de eso. Descansa sobre la misma fe
ciega que la de los primeros profetas de la burguesía.
Esa fe ciega, dictada por el miedo al porvenir, ha obligado al
congressman Wilson, de California, a declarar en el congreso:
“Estos últimos tiempos hemos podido leer las manifestaciones
de un bien informado columnista del New York Times en las que
se afirma que la Unión Soviética se halla muy rezagada respecto a los EEUU en el terreno de la creación de cohetes balísticos
intercontinentales y de cohetes de mediano radio”.
Así se consolaba en julio de 1957 el crédulo congressman con la
profecía de un síbilo tan “bien informado”. Pero en agosto del
mismo año se enteró de que un cohete soviético había realizado
su histórico vuelo. Y, a las pocas semanas, el satélite artificial de la
Tierra lanzado por la Unión Soviética volaba sobre la cabeza de
Mister Wilson y sobre los fracasados profetas del New York Times.
Esto de profetizar se ha puesto muy difícil, dicen, los señores
augures… Sin embargo, nosotros no creemos que esta raza de
hombres ineptos se extinga en los países capitalistas. Sus gritos
son necesarios para ocultar al pueblo la verdad de la victoria
del socialismo29.
Norman Thomas, seis veces candidato a la presidencia de los
EEUU de Norteamérica, además dice haber sido “un socialista
que antaño” confió en la Revolución Rusa. De acuerdo a sus
convicciones –ahora- se ha mostrado tan enérgico en criticarla,
como en alabar los distintos elementos de la política y la economía de su país.
El comunismo, escribe, doctrina y movimiento que en su fervorosa juventud revolucionaria prometió conducir al hombre
hacia la utopía, lo ha llevado en cuarenta años, hacia un nuevo
e incierto imperialismo. No hay “Sputnik” que logre borrar del
espíritu de los trabajadores europeos los crímenes que Kruschev reconoció, el cruel aplastamiento de la revolución húngara, el encarcelamiento de Djilas en Yugoslavia y la falta de
libertad en la misma Unión Soviética...
El gobierno de la poderosa Rusia ha desarrollado, es cierto, la
ciencia, pero paró las armas y no para el pan; para la pompa y
el poder, y no para la paz y la libertad”30.
29 Zaslayky, D. Tiempos nuevos. (45): 7 Nov 1957. Moscú.
30 Cuarenta años de Comunismo, folleto publicado por el instituto de investigaciones del trabajo.
México, 1958.
195
Fausto Reinaga
León Denne, comentarista y crítico literario, que menta que su producción se desparrama sobre Europa y América; que ha estudiado largos años
los problemas de la Unión Soviética; y al final, que es autor de muchos
libros, ha escrito en la revista Combate de San José de Costa Rica –julio,
agosto de 1958– un artículo intitulado “¿Qué ha ocurrido con el ‘nuevo’
hombre soviético?”.
Para Denne, no existe el hombre soviético. El pueblo ruso está sobrecargado de sufrimientos y, con un cinismo de piedra, afirma: el “trágico fracaso de la revolución bolchevique”… “la revolución está muerta y aun el
mito se está marchitando rápidamente. Después de un periodo oscuro de
cuatro décadas, el pueblo ruso cansado de sufrir, comienza a moverse. Una
vez más en la historia de Rusia: “el gruñido se extiende y crece, la rebelión
está fermentando”.
A mi paso por Lima, Perú, asistí en la Casa del Pueblo a dos asambleas
del Apra, donde escuché la apostasía de sus principios socialistas; y leí con
rubor indignado en su revista Presente, Nº 49 de 10 de diciembre de 1957,
p. 24-25, el artículo “Sputnik y harapos”, que termina así: “…Rusia vive su
extraña paradoja de un pueblo en harapos que es capaz de lanzar satélites
en torno a la tierra y de prepararse para conquistar la luna, cuando aún su
industria no puede atender la necesidad de producir suficientes artículos
de consumo para su propio pueblo”.
La profecía burguesa estaba y está en su derecho de pronosticar la caída
del socialismo, o la imposibilidad de que éste alcance y supere al capitalismo. Los augures de occidente, como los dioses bárbaros que pierden
creyentes, se han entregado al odio y al miedo; y lanzan sus ideas cual
maldiciones contra el régimen soviético. La ideología capitalista que está
tejida e inspirada de fraude, la falsía, la mentira y el crimen, es muy cierto,
que ha logrado poner una nube espesa en rededor de los ojos, del cerebro
y el sentimiento del mundo occidental… Pero los pueblos de este mundo y
desde hace rato, viéndose atenazados, y cada día peor, han puesto en tela
de juicio la infatigable predica antisoviética de EEUU y compañía.
La voz del capitalismo debe atacar, es su ley y derecho. La mentira, la
calumnia; el escándalo de “la paja en el ojo ajeno”, son pues, sus legales
instrumentos de combate. Pero lo vil, lo canallesco, es que haya gente, que
habiendo nutrido su espíritu y su carne en la doctrina marxista; y respirando la vivencia de la realidad rusa, se haya entregado al enemigo de Rusia,
para arrojar lodo al armiño de la cumbre excelsa: la realidad socialista.
¿Es el complejo cainista el que ha determinado que Milovan Djilas e Imre
Nagy, escribieran sus libros apóstatas de La nueva clase y Contradicciones del
196
El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
comunismo? La escuela cainista de Kautsky ha dado sus mejores frutos en
Djilas y Nagy. Éstos, como aquél, no habiendo podido alcanzar el sitial del
bíblico Abel, han tomado la pluma fratricida para escribir sus obras, las
cuales hoy son explotadas a maravilla por todos los enemigos del socialismo y del régimen soviético.
La agencia noticiosa de la UP (United Press) de París, en 2 de mayo de
1958, anunció que el premio “Prix de Liberté” de 100.000 francos, se acordó
por la Academia Francesa a favor de Milovan Djilas, por su libro La nueva
clase. Y Life, en español de EEUU, de 28 de julio de 1958, refiriéndose al destino final de Nagy, dice: “A medida que las mentiras se vayan destruyendo, el comunismo se irá desmoronando. La verdadera guerra fría, a la
que los hombres libres deben consagrarse, es la guerra entre la verdad
y la mentira”.
Life, debería haber dicho de esta manera: a medida que las mentiras se
vayan destruyendo, el comunismo se irá cimentando en la conciencia, el
corazón y la voluntad de la Humanidad entera. La verdadera guerra fría a
la que los hombres libres deben consagrarse, es la guerra entre la verdad y la
mentira. Ahora sí que el concepto es lógico, porque es justo y verdadero en
la forma y en el fondo. En las páginas de Life el concepto de hombres libres y
el de la verdad y la mentira, ha sido desprestigiado, teñido, trastrocado de
forma y de substancia.
Y es ésta la escuela que hace la opinión pública en EEUU. De ahí, que
toda la gama de escritores que redactan: Life, Selecciones de Readers Digest,
etc., crea, piense y predique, que EEUU: es la verdad; en tanto que Rusia
la mentira.
La verdad es siempre una realidad, como la mentira una ficción. ¿Dónde
han desaparecido la explotación, el hambre, el analfabetismo y la ignorancia? ¿Dónde han desaparecido la fe y la esperanza?
¿Cuál es la esencia del ideal en EEUU? La conquista y el dominio de las
colonias, semicolonias y del mundo para su mercado. Y para conseguir o
conservar le da lo mismo emplear la rapacidad de su capital financiero,
instituir dictaduras, hacer contrarrevoluciones y al final desatar la guerra;
pero el móvil supremo y de la última instancia es el lucro.
¿Cuál es la ciencia del ideal soviético? El trabajo organizado socialmente para vencer y superar la barbarie feudal, la explotación burguesa; y establecer un régimen en el que haya desaparecido el hambre, la
desocupación, la miseria y la ignorancia. En suma, el ideal soviético es
el socialismo y la paz.
197
Fausto Reinaga
Entonces, ¿dónde está la mentira y dónde la verdad?
En América latina, antes un continente ingenuo, pero ahora conciente
ya en la lucha por su libertad, esto es, en la lucha contra su colonización
económica e ideológica. EEUU no puede ahora disponernos como en el
pasado. Conforme se están consolidando en los pueblos indoamericanos
el sentimiento y la conciencia de su común destino, EEUU va siendo mejor
conocido, en consecuencia, repelido y odiado cada día más, a pesar de la
propaganda de sus escribas, para quienes, igual que para los yanquis imperialistas, la sociedad soviética es obra de criminales. Escuchemos a uno
de estos, un “prestigioso publicista y catedrático de la Universidad de La
Paz”, José María Salinas “… en Rusia perviven la mentalidad de tribu; el
culto bestial de la fuerza y los abismos obscuros donde se arrastran las
ciegas alimañas de la promiscuidad, las fieras insaciables de apetitos, los
monstruos de orgullo y de terror…” (El Diario, La Paz, Bolivia, 14 de noviembre de 1958).
¿Puede haber mejor probanza sobre la colonización mental de Latinoamérica por Estados Unidos?
En este clima intelectual los mercaderes de la pluma y de la traición, tipo
Eudocio Ravines, han alentado, ¿por qué negar? de manera exitosa la causa de la mendacidad y rapacidad yanquis.
Eudocio Ravines, autor de La gran Estafa (1952) y de América Latina, un
Continente en erupción (1956), ha organizado y realizado en 1958 dos congresos anticomunistas en Montevideo y Guatemala.
Ultima Hora, de 29 de octubre de 1958, de Santiago de Chile, comentando
estos eventos, dijo:
Congresos Anticomunistas. Los últimos días han sido pródigos
en congresos anticomunistas en el escenario americano. El primero tuvo por sede a Montevideo y por “vedette” principal
al tristemente célebre periodista peruano Eudocio Ravines. El
susodicho campeón del anticomunismo se hizo conocido como
jefe de los comunistas peruanos allá por los tiempos del Frente
Popular. Tuvo decisiva injerencia en su época en el comunismo
chileno. Después apostató. Publicó su Gran Estafa donde quema lo que hasta ayer adoró y adora lo que hasta entonces había
quemado. Se convirtió luego en panegirista rabioso de los yanquis; se vincula a los altos círculos pro imperialistas del Perú e
inicia, convenientemente apertrechado de dólares, toda suerte
de giras propagandísticas por el continente para denunciar los
peligros del comunismo y ponderar las excelencias del “mundo libre”. Montevideo ha sido su última etapa.
198
El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
Fuera de Ravines, no llegó hasta la capital oriental otra figura
de alguna significación. Por Chile concurrió un señor Labbé,
también como el anterior comunista “salido”.
Poco después se celebró otro torneo de similar naturaleza,
organizado por una entidad anticomunista continental que
tiene por jefe al imponderable almirante brasileño Penna
Botto, que también ha llegado a estas tierras en otras ocasiones a ponernos sobre aviso sobre los tenebrosos manejos
comunistas. El número de fondo de este segundo congreso
realizado en Guatemala, lo fue el inefable especialista chileno anticomunista, el ex senador Fernández Larraín, archivero máximo de datos y fichas relativas al comunismo y autor
de un conocido informe sobre la penetración comunista en
Bolivia. Cuyo único defecto consiste en no haberse percatado su autor de que los revolucionarios bolivianos no sólo
no son comunistas, sino tienden a una posición beligerante
frente a aquellos.
El congreso anticomunista de Guatemala se clausuró con homenaje especial, propuesto por Sergio Fernández, al ex dictador Castillo Armas, verdugo de la democracia guatemalteca. Inquietó mucho a los congresales el peligroso avance
experimentado por el comunismo y fuerzas afines del tipo
marxista en Chile, acerca de lo cual rindió un pertinente informe la delegación de nuestro país. No menor fue también
la preocupación mostrada por los asistentes por el porvenir
de la democracia venezolana a la que se estimó orientada
en una peligrosa pendiente favorable también a los intereses comunistas. Por último, fue objeto de especial consideración la penetración comercial soviética en América Latina
juzgada por los delegados concurrentes como una simple
maniobra rusa destinada a crear problemas y a atentar contra la unidad del hemisferio. El almirante Penna Botto fue
reelegido como presidente de la singular organización que
patrocina este tipo de torneos.
El señor Alfredo Candía, cuya ignorancia sobre el marxismo no le ha impedido escribir y publicar un libro de 241 páginas, intitulado Bolivia, experimento comunista, ha representado a Bolivia en el congreso de Guatemala.
La traición es maldita; un crimen. Si es que todos los Ravines se hubieran
pasado al campo capitalista, con el objeto de mejorar la suerte miserable,
el destino de incertidumbre y mortal angustia de los pueblos y clases explotadas, tal acción no sería maldita, menos un crimen; todo lo contrario.
La humanidad sufrida de esta parte del mundo en goce y posesión de una
suerte ya mejorada les habría exornado inclusive con un halo de libertado-
199
Fausto Reinaga
res. Pero Ravines y pandilla, ¿qué de bueno han traído para Latinoamérica, con su traición al marxismo? ¿Dónde está la obra benéfica ora para el
cuerpo ora para el alma de los pueblos hispanoamericanos? La traición de
Ravines, nada de bueno ha aportado para nuestra suerte de pueblos semicoloniales y gimientes bajo el tacón del imperialismo yanqui.
Su persona, ella sola, recibió el alto estándar de vida del capitalismo yanqui del que ahora participa como un cerdo epicúreo (empleamos la frase
con el sentido groseramente material) conforme a su sensibilidad ancestral
pequeño–burguesa; la que se resintió en la Rusia Soviética, donde impera
austeridad y sinceridad. Su niñez piojosa y hambrienta y su ancestro judaico individualista, le tuvieron a raya para que no lograse sentir ni percibir
la esencia revolucionaria de la clase proletaria, y menos identificarse con
su histórica misión.
Ravines que fue testigo –como él dice– de tantas cosas y hasta de las purgas estalinistas a las que hoy denuncia vehementemente; ¿por qué no tuvo
el valor, valor intelectual, valor revolucionario, y al tenor de la enseñanza
de Aníbal Ponce, por qué no denunció ante el mundo, los crímenes de Stalin
en el mismo momento y lugar?
Decir la verdad, allá donde le pueden castigar, esa es la misión suprema
del escritor revolucionario; pues aquí surge la autoridad de su persona y el
prestigio de su palabra.
Un traidor y un cobarde no pueden aspirar a que su palabra tenga autoridad y prestigio.
Ravines y adláteres han traicionado a un pueblo, el abanderado del ideal
humanista, y han escogido para sí otro pueblo, el de “las cenas sibaríticas,
del torrente de palabras con gotas de ideas, de las carcajadas sin sentido,
de la lectura de las revistas imbéciles, del descreimiento, de la mofa que se
hace de todo aquel que rechaza lo substancial”.
Ravines y pandilla están excomulgados y malditos de la verdad y de la
historia del proletariado latinoamericano. La maldición obrera, que es la
maldición socialista, llegará hasta su última generación31.
31 Nos hemos referido en las p. 154 la actitud del senador yanqui Styles Bridges, líder de
la política republicana en el Senado norteamericano, que con motivo de una airada protesta del pueblo boliviano contra EEUU, pidió –aquel Senador- no sólo la cesación de la
“ayuda americana”, sino “emplear la fuerza militar” yanqui para aplastar “las manifestaciones contra EEUU”. Eudoxio Ravines, el marrano-cipayo del imperialismo yanqui
en Latinoamérica, en febrero 1960, dijo: “La Revolución Boliviana, después de mayo
de este año, se hallará ante una disyuntiva: o la imposición de un Thermidor drástico
y firme o la expansión o el desborde más allá de las fronteras. En la frontera boliviana
estamos nosotros, lo que plantea un deber inevitable al país, al gobierno, a las clases
200
El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
* * *
¡Cuán doloroso via crucis ha tenido que padecer la especie humana, desde
el estadio del salvajismo hasta el de la civilización! Sócrates, que simboliza
el milagro de la cultura helena, quiso que el espíritu fuese libre de la tiranía
del Olimpo; Sócrates proclamó la libertad; pero la justicia de Grecia le condenó a beber la cicuta. El cristianismo, desde su creador que murió crucificado, millones de seres humanos ha expuesto a la hoguera, a la horca, a
las masacres y a las noches de San Bartolomé. La Revolución Francesa se ha
bañado en martes de sangre. A los cañones de Napoleón que hicieron correr ríos de sangre en todos los pueblos de Europa, Egipto y Rusia, hay que
añadir la guillotina que mondó millares de cabezas; de reyes, incluso de
los más grandes revolucionarios, como Dantón Saint- Just, Robespierre. La
revolución socrática, la cristiana y la burguesa han tenido, como dijimos,
que desarrollarse por una ley no definida aún, pero augusta y elemental.
Eugen Relgis, subyugado por Rolland, exclamó: “estoy a vuestro lado
para magnificar la revolución ideal, la revolución que es el término final de
la evolución: un impulso creador, de otra cima… Permitidme seguir vuestro pensamiento íntimo, a fin de iluminarme a mí mismo”.
Sócrates murió por enseñar a los hombres libres, y a asemejarse a los dioses en lo posible; tal como lo hizo él, en su vida, pasión y muerte. Jesús, expiró en la cruz predicando a los hombres este evangelio: “la verdad os hará
libres”. A su turno la grandiosa Revolución Francesa proclamó: la libertad,
la igualdad y la fraternidad para todos los hombres de la tierra.
Pero, ¿cuál de estas revoluciones consiguió lo que se propuso?, ¿cuál de
ellas alcanzó su objetivo?, ¿cuál de ellas obtuvo la liberación real del hombre? ¡Ninguna!
Genios, santos, héroes, profetas, apóstoles, más millones de seres anónimos han ofrendado su vida por la libertad y la justicia; y sin embargo, no
hubo ni libertad ni justicia en la tierra. La Revolución Francesa ha llegado
a devorar a sus mejores y propios hijos, ¿y para qué? Para nada. Ya que la
triada excelsa de libertad, igualdad y fraternidad devino, cómo antes, en
privilegio de una mínima parte de la sociedad. La burguesía se adueñó de
dirigentes y muy en especial a nuestras Fuerzas Armadas. El Perú no podrá consentir
jamás una base soviética ubicada en sus fronteras. Bolivia no podrá, no deberá ser Cuba,
jamás”. El Diario. 4 Mar 1960. El sábado 19 de marzo, a los 15 días justo de la publicación
de la “célebre” difidación ravinista, se levantó un Regimiento de Carabineros a la voz
de mando contrarrevolucionaria y cañoneo al corazón de la Revolución durante una
noche y un día. Pero la Revolución no sólo que resistió inconmovible, sino que aplastó la
subversión. Ahora Ravines sabe que ni las oligarquías autóctonas ni el poderío del dólar
pueden hacer lo que quieran en Latinoamérica, y menos en Bolivia.
201
Fausto Reinaga
la riqueza, la cultura y el poder para explotar a los pueblos y a las clases
desposeídas del orbe. ¿Para qué murió Sócrates, para qué Cristo, para qué
hizo rodar cabezas la guillotina revolucionaria, si el hombre seguía siendo lobo del hombre? ¿Para qué tanto martirio, tanta sangre en la Francia
jacobina y en la Comuna parisina, si al fin y al cabo persistía la satánica
explotación del hombre por el hombre?
Tal que en suma, el tremendo martirologio y la crudelísima efusión de sangre
no consiguieron la liberación de ningún pueblo, y menos de la humanidad.
Mas un día del año 17 de nuestro siglo, en que en pleno cenit iluminó una
aurora roja, envolviendo a la inmensa Rusia, ese día llegó a la tierra la hora
de la libertad.
La Revolución Rusa verdad que también ha hecho correr sangre de reyes,
de héroes y de sus propios hijos revolucionarios32.
El recuerdo de los errores de Stalin estremece aún la delicada epidermis
de la burguesía y de sus lacayos apóstatas. Pero la humanidad frente a los
hechos que exhibe la actual realidad rusa, comprende, sopesa, compara el
bien y el mal. La humanidad piensa, enfrenta y coteja los errores con las
obras de la edificación socialista; y entonces ve y palpa que tales errores
pierden valor, volumen, contenido, magnitud y perspectiva.
Un corazón que sabe del dolor de este valle de lágrimas como el mío, al
ver, al sentir, al tocar la grandiosa obra de los bolcheviques, no puede menos que exclamar con los ojos humedecidos. ¡Oh Revolución Rusa bendita
seas!, porque has alcanzado la liberación de un pueblo de 200 millones de
seres humanos. ¡Oh Revolución Rusa bendita seas!, porque has desencadenado al Prometheo y has hecho un mundo en el que el hombre se va
divinizando a sí mismo, y está haciendo descender a Dios del cielo sobre la
tierra. ¡Oh Revolución Rusa bendita seas!, porque has derrotado de la tierra
el hambre, la miseria, la desocupación, la ignorancia y el analfabetismo:
y has entregado al pueblo la cornucopia plena, más la iluminación de los
cerebros a través del libro, vale decir, el arte y la ciencia33.
Los revolucionarios rusos que murieron, igual que los Danton, Saint
Just, Robespierre de la Revolución Francesa, en el oleaje embravecido de
32 En los años difícles que exigían las víctimas más diferentes, no sólo de los hombres que
había hecho la revolución…”. Fedin; Agapov; Simonov; Krivitski; Lacreniov. Carta a
Boris Pasternak, sobre El Doctor Zhivago. La Paz: El Pueblo; 1958. p. 12.
33 Kruschev, el 7 de noviembre de 1958, 41 aniversario de la Revolución Rusa, dijo “…no
está lejano el día en que la Unión Soviética ocupará el primer puesto en el mundo en la
producción absoluta y en la producción per cápita. Esto garantizará para nuestros pueblos el más alto nivel de vida del mundo.
202
El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
la lucha libertaria, conforme avance en el orbe la implantación del sistema
socialista: y en la Rusia Soviética avance la estructuración del sistema comunista; conforme el hombre supere y destierre para siempre el reino de
la necesidad, e ingrese iluminado y feliz en el reino de la libertad, aquellos
rusos revolucionarios que murieron, serán valorados de nuevo y muchos
de ellos redimidos para la historia. Porque acaso con su muerte no hicieron
otra cosa que ser de piedra, un ladrillo necesario para elevar el bastión inexpugnable del socialismo.
¿Será tal vez muy aventurado afirmar que sin la ejecución de los revolucionarios rusos, los soviets no habrían, acaso, alcanzado en 40 años, lo que
no se pudo alcanzar en 400 años, esto es, una liberación tan radical y tan
real, como es la liberación del hombre soviético de nuestro tiempo? Ellos
murieron justa o injustamente. Pero la humanidad recoge una nueva sociedad, donde ya fulgen los resplandores del reino de la libertad.
A esta altura se impone como una necesidad lógica, un paralelo entre
EEUU y Rusia.
Norteamérica es grande, fuerte y poderosa. Asia, Europa (no socialistas),
África y América Latina están bajo su dominio económico e ideológico. El
Tío Sam hace de las suyas en estos parajes de Dios.
En Norteamérica, yo he visto y he sentido, existe una filosofía a la vez
que religión: la plutocracia. Conciencial y pasionalmente se adora el dinero. El dólar es dios y la razón suprema de la vida. El hermano no ama al
hermano, ni la esposa al marido, ni el hijo al padre; todos los seres humanos están allí en tensión permanente, en riesgo inminente de robarse y de
despellejarse los unos a los otros. El robo − no importa que lleve cualquier
nombre − es la fuerza vital y elemental en el alma y la carne de EEUU Por
el dólar se explota a los hombres y a los pueblos; por el dólar se engaña se
mata. El dólar es un dios todopoderoso, cruel y sanguinario. La oración
cotidiana es: One day, one dollar.
Los más grandes piratas de la tierra y de la historia, la plutocracia imperialista se ha dado cita, se ha concentrado y se ha entronizado en Estados
Unidos para gobernar y dirigir los destinos históricos de aquel pueblo y
del mundo que se halla bajo su dominio. Esta plutocracia no tiene ningún
ideal humanista, y no siente ningún amor a Dios, al prójimo, ni a nada,
como no sea el dólar. Al lado de este multimillonario clan deshumanizado, se arrastran 8 millones de mujeres, que necesitan comer. Millones de
negros segregados, reptan como víboras, rumiando su veneno de odio secular. Norteamérica es la tierra de la injusticia y de la esclavitud. Y muchos pueblos del orbe que sufrieron extorsión, asalto, rapiña por Estados
203
Fausto Reinaga
Unidos de sus riquezas naturales, y que ahora por razones de su estrategia
militar, cargan con su rosario de necesidades materiales y espirituales insatisfechas, estos pueblos maldicen de todo corazón a este coloso brutal que
no conoce ni piedad ni gratitud.
Los latinoamericanos estamos clasificados en Norteamérica en la misma
casilla o fichero de los chinos, los japonenses, los árabes y los negros. Los
latinoamericanos para Estados Unidos, somos una raza inferior; y como tal
no merecemos otra cosa que su desprecio o su odio.
Mi querida y santa Patria, Bolivia, es un país semicolonial que aspira,
que lucha tenaz y trágicamente por su independencia y su libertad, es
para Estados Unidos un pueblo de indios y salvajes, un pueblo desahuciado para la civilización, y que padece una epidémica piojera de
comunismo.
En Bolivia, en esta curva histórica, luchar por la independencia económica y la libertad política, no significa otra cosa, que producir lo bastante, lo
suficiente, todo aquello que requiere el consumo del pueblo. Producir para
comer y para alcanzar la industrialización, he ahí el quid de la Revolución
Boliviana. Bolivia tiene todos los climas, la mayor parte de los tipos de la
fauna y la flora conocidos sobre la faz de la tierra; y en cuanto a su riqueza
mineralógica, muy posible no tenga cotejo en América; y sin embargo, de
esta inagotable y potente riqueza natural, es un pueblo analfabeto en un
85%, desnutrido, castigado por la morbilidad y la mortalidad, quizá como
ningún otro en el mundo.
Esta Bolivia en ocho años de revolución, no ha conseguido producir lo
que debe comer, ni ha podido industrializarse. No tiene, no cuenta con
el pan cotidiano seguro ni ha llegado a elaborar un alfiler. ¿Por qué? Porque la voluntad de EEUU así lo quiere, así lo manda, así dispone. Somos
su almacén de materias primas, su mercado y su campo de reservas (las
actuales concesiones petroleras, el hierro de Mutún, etc., lo evidencian).
Con nuestra industrialización, que significa nuestra libertad, nos perdería.
Razón porqué tiene la fuerza de una certeza, esto: esperar nuestra industrialización por el sistema capitalista, es una utopía. Si alguna vez Bolivia
puede industrializarse, ha de ser por el sistema socialista. No hay otro camino ni otro destino.
Yo, un latinoamericano para EEUU, soy de una raza inferior, raza despreciada. Mi patria, Bolivia, un pueblo de indios contumaces a la civilización;
un territorio de materias primas, y zonas de reserva, a la par que, un mercado para su industria.
Entonces, ¿qué queda? ¿Qué sentimiento queda en mí para EEUU?
204
El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
En el mundo socialista, países más pobres y pueblos más hambrientos
que el de Bolivia, con una celeridad que pasma, alcanzan su industrialización; lo que quiere decir, que producen su pan cotidiano y sus instrumentos técnicos de progreso.
Si esto he visto, he gustado y he tactado, ¿acaso no debo bendecir a Rusia
que ayuda, que impulsa, que logra, en suma, que alcanza la industrialización de los pueblos semicoloniales?
Y, ¿por qué ayuda Rusia?
Porque es socialista.
He visto el museo del Louvre, los campos Elíseos y otros lugares de París,
locupletados de obras de arte que fueron de la propiedad de otros pueblos,
las más esplendorosas obras de la estatuaria griega, las geniales esculturas: la maravillosa Venus, la victoria de Samocrática, el obelisco de Egipto,
etc., están en Louvre, la Plaza de la Concordia y otros museos. Obras de la
antigua Roma, Asiria, China, India, etc.; los cuadros de los pintores más
celebres de la historia; las joyas y prendas de emperadores, reyes y conquistadores, están en París.
En Francia nadie piensa en la restitución de estas obras. Pero en otros lugares y en otros pueblos se espera este milagro de la restitución. La Revista
Ilustrada de la Republica Democrática Alemana. Nº. 9, 1958, en la página V,
publica este singular acontecimiento:
La URSS devuelve a Alemania grandes tesoros artísticos
… algunos tesoros artísticos que habían sido salvados de las
llamas de la segunda guerra mundial y guardados hasta la fecha en la Unión Soviética. Como se sabe, la URSS había devuelto hace ya unos años los cuadros de la Galería de Pinturas de
Dresde, que los nazis habían depositado en húmedos subterráneos y que después de salvados por las tropas soviéticas fueron
restaurados en largos años de ímprobo trabajo.
La población de nuestra República ve en la devolución de estas
obras artísticas, cuyo valor total no puede ser calculado todavía, una nueva prueba de la sincera amistad que une a ambos
países. Junto al friso de mármol del altar de Pérgamo podremos admirar de nuevo hermosos cuadros originales, así como
reproducciones de esculturas artísticas de la antigua Grecia. A
estas obras hay que añadir toda una serie de preciosos ejemplares del arte del cercano Oriente, de la vieja China, etc.. y junto
a ellos, cuadros de pintores holandeses, franceses, italianos, españoles y alemanes. Volverán también a nuestro país las joyas
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Fausto Reinaga
del “Grünes Gewobbe”, así como la colección de estampas y
esculturas de la galería de Dresde.
Después de ser representados a la población de Moscú, Leningrado y Kiev, el millón y medio de objetos, para cuyo transporte se necesitarán 300 vagones, será entregado en octubre a una
delegación gubernamental de la R.D.A.
Y en el número 12, 1958, páginas 6 y 7 de la misma revista, se registra el
siguiente comentario:
Puestos a salvo y conservados para los museos alemanes
Cerca de millón y medio de preciosos objetos de arte que fueron puestos a salvo por las tropas soviéticas durante la segunda
conflagración mundial y conservada después en la Unión Soviética, han vuelto a ocupar sus antiguos lugares de los museos
de la República Democrática Alemana. Entre ellos se encuentra
el friso en relieve de 120 metros de largo del altar del Pérgamo,
que representa la lucha de los dioses del Olimpo contra el hijo
de la tierra. Esta obra maestra de talla, del arte barroco, se halla
expuesta ahora en el ala norte del museo de Pérgamo, no lejos
del cual, en la Galería Nacional, los aficionados al arte pueden
admirar numerosas obras de destacados pintores, escultores y
gráficos alemanes, italianos y holandeses. En Dresde, lo mismo
que en Berlín, los visitantes han acudido en tropel a la Exposición de estas obras maestras, entre las cuales figuran bustos de
importantísimas colecciones antiguas, estatuas de la colección
llamada Grünes Gewolbe (la bóveda verde). Grabados en cobre
y preciosos objetos de porcelana. Todas estas obras han sido
expuestas en el edificio de la galería de pinturas de Dresde,
cuya reapertura hace tres años fue acogida con gran satisfacción en el mundo entero. Tanto entonces como ahora, el pueblo
alemán ha recibido estos tesoros artísticos de manos amigas, y
por eso, la firma del protocolo de devolución que tuvo lugar el
8 de septiembre de 1958, más que un acto oficial, ha sido una
promesa para proteger y estudiar lo que los hombres soviéticos salvaron de la destrucción.
A través de este gesto, el primero en la historia, se evidencia: que en Rusia va desapareciendo el lodo de la carne y el odio de corazón. Allá se ha
prendido una chispa divina en el alma del hombre.
Al concluir esta obra, y a esta altura y trance de mi vida, me he sumergido en una profunda y larga meditación, y dentro de un silencio soberano,
he preguntado a mi conciencia desnuda y madura:
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El Sentimiento Mesiánico del Pueblo Ruso
− Dime tú, conciencia mía, ¿dónde y cómo deseas estar en paz contigo
misma? ¿En Estados Unidos, una sociedad capitalista; o en Rusia, una sociedad socialista?
Yo, un ciudadano de Latinoamérica, súbdito de la República de Bolivia,
quiero en la vida, en primer lugar, vivir de mi trabajo. Trabajar con mi cerebro. Pensar, hablar y escribir mi pensamiento. Dormir bajo un techo. Ir
continuamente al campo. Meterme y confundirme con la madre naturaleza. Viajar cuando quisiere. Deleitarme en el arte; no separarme jamás del
libro. Amar a una mujer dulcemente; y a mi prójimo como a mí mismo. Y
creer, y esperar.
He ahí lo que yo quiero; he ahí lo que yo entiendo por Libertad.
Y mi conciencia, que me conoce, obrero apasionado de la verdad, me responde:
− Querido hermano, si te fuera dado a elegir entre Estados Unidos y Rusia, yo me encontraría en paz conmigo misma en Rusia.
La voz de mi conciencia es la suprema ley de mi vida.
Mi deber, entonces es trabajar y luchar porque mi santa patria y la humanidad explotada y sufrida, sigan el camino de Rusia: ¡el camino de la
verdad!
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ALCIDES ARGUEDAS
El presente opúsculo (un pequeño grande libro) es un enfoque original, valioso y oportuno. Fausto Reinaga, escritor revolucionario, enjuicia al más fecundo y famoso escritor de la oligarquía rosco-feudal:
Alcides Arguedas.
Reinaga, autor de Franz Tamayo y la Revolución Boliviana, con este
opúsculo que es parte de un libro que pronto verá la luz, se ha reafirmado como uno de los pioneros indiscutibles de la demolición de
la cultura que nos impusieron las vacas sagradas de la oligarquía;
labor útil, necesaria, para echar las bases de la Verdad, la Justicia y la
Libertad: la buena simiente de la futura cultura nacional de Bolivia.
(El editor 1960)
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Una palabra
Para el estudio de Alcides Arguedas, es necesario echar una visión por lo
menos sobre el proceso de la intelligentsia feudal-burguesa; porque es el
fruto más sazonado de ella… Su obra es el testimonio del grado que ha
alcanzado la colonización de los cerebros bolivianos, como del sentimiento
europeo o yanqui, con el que se ha pulsado y manejado la vida nacional. El
fielato arguediano, formado de pequeños grupos de blancos y blancoides,
sintió la realidad india de la patria, a imagen y semejanza de Pueblo enfermo; y por ello, igual que el maestro, fue ajeno y estaba lejos de la realidad
vital, de la substancia india; que palpita en la carne y el alma, en la sangre
y la conciencia de la nación colla.
El presente ensayo, viene a ser una denuncia y una acusación a la vez del
astigmatismo, mejor, de la escuela del fraude y la falsía; al mismo tiempo
que una reivindicación del derecho de hablar la verdad; la verdad sobre la
vida y el destino del pueblo boliviano.
213
Fausto Reinaga
En los doce lustros del siglo en que existimos, la humanidad conmovedora
y apasionadamente ha vivido: La Primera Guerra Mundial, la Revolución
Rusa, la insurgencia del nazi-fascismo, la Segunda Guerra Mundial, la división de los pueblos de la Tierra en dos sistemas: el capitalismo y el socialismo, la era atómica y la conquista sideral.
Dentro de este volcánico devenir de fenómenos tan prodigiosos, han aparecido ideologías del más diverso matiz y fondo. Podemos entre ellas citar:
la democracia wilsoniana, el socialismo marxista, el nazismo, el leninismo,
el gandhismo, etc. El drama del Mahatma occidental, Romain Rolland, es
el más vivo espejo de la presencia fugaz y caleidoscópica de las ideologías que han palpitado en la conciencia humana en el lapso que va del
presente siglo.
En Bolivia, país de grandes montañas de armiño y de hombres conductores minúsculos y ridículos, hubo muchas cosas dentro los ámbitos de la
intelligentsia, Después de la Guerra de 1879 con Chile, en que fue privado
de su litoral marítimo, Bolivia se acurrucó, se encuevó en las breñas de Los
Andes. Lejos del mundo, divorciada física e intelectualmente, la vida altiplánica fue pintoresca, dramática y trágica al mismo tiempo. La cultura
europea que llegaba como un rocío leve, apenas rutilaba en covachuelas de
invernadero. El pueblo compuesto de indios y de cholos analfabetos, no
sospechaba de los acontecimientos que hervían en la entraña de la conciencia mundial. Ellos, los indios y los cholos, eran las bestias humanas; bestias
que los criollos y los mestizos cultos y ricos usaban y abusaban a discreción.
El servaje, la gleba era un orden natural de la sociedad, justificado por el
derecho y bendecido por la iglesia.
La casta dominante de criollos, blancoides y mestizos indioides o simplemente indios, hacía política, manejaba la economía y las finanzas, dirigía la
cultura, en suma, tenía en su puño el Poder.
Al comenzar el siglo XX, hizo su entrada en el poder Ismael Montes, jefe
del Partido Liberal. Según sus admiradores, Montes fue un carácter, no un
ideólogo. Este juicio es metafísico. La verdad, que Montes fue un déspota
blancoide, poseído de tremendos odios y rencores rácicos. Le salían desde
las profundidades de su psiquis, humos de un providencialismo caciquista. Sin la cultura, la voluntad o la visión de una Francia o de un García Moreno, gobernó cuatro lustros, con un grotesco pulso europeo a una nación
india, india carnal y espiritualmente. Sentía repugnancia por la indiería,
pero sin rubor aprovechaba la fuerza del trabajo y las tierras del indio, que
constituían la inefable fuente de donde provenían la riqueza y el boato de
su clan.
214
Alcides Arguedas
La libertad de culto, de expresión, de sufragio y de comercio, eran en
teoría la substancia y la columna vertebral del montismo; mas en los hechos, concretamente con relación al indio, el cacique Montes no salió un
ápice de los cánones del feudalismo gamonal. La posteridad ha recogido
su ejemplo: la historia de Taraco. Una comunidad india convertida por la
acción de la fuerza en latifundio y los comunarios reducidos a siervos del
Presidente Montes. El montismo elevó a la categoría de institución el despojo de las tierras comunitarias y el esclavizamiento y arraigo forzado de
sus dueños. No hubo ciudadano liberal que no haya llegado a ser patrón
terrateniente.
De este cuadro se desprende una ideología trashumante y anacrónica
que colma la conciencia social de la oligarquía montista. El cerebro liberal
vive de las ideas mal digeridas de la burguesía europea finisecular, mientras asienta sus pies sobre el lomo cobrizo de una nación peladamente india. Sus excentricidades, como la lucha por la libertad de cultos, lindaron
en grotescas bufonadas. El ateísmo liberal se confesaba en masa y recibía
también en masa la santa hostia de la comunión. La libertad de sufragio,
era la imposición del voto por el garrote, la suplantación y el fraude. La
decantada trabazón comercial del país con la economía mundial, en resumidas cuentas, se redujo a la cimentación del superestado minero, que
ha deformado la economía nacional y ha deparado al país, hasta nuestros
días, desastres funestos y hasta quizá irreparables.
Montes fue llamado por Franz Tamayo “la flor de la raza”. ¿De cuál o
de qué raza? ¿De la raza india, a la que oprimía y explotaba, o bien de la
raza criolla, de la cual el mismo Tamayo llegó a decir: “birlochaje anfibio,
dudoso y delicuescente”... Montes, el más grande terrateniente de Latinoamérica, alternaba su vida entre el altiplano y París. Junto con la más
depravada corrupción utilitaria, impuso un silencio casi sepulcral a las manifestaciones de la inteligencia. Sus ideas y nada más que sus ideas tenían
derecho a la vida; para las adversas, tenía el herraje de las bestias, con el
que clausuraba las imprentas de la oposición… Aquí un pasaje que le retrata − en la materia que tratamos – de cuerpo y alma a Montes: Cuando se
publicó Pueblo enfermo de Alcides Arguedas, comentó: “Argueditas no dice
más que vulgaridades. Las verdaderas enfermedades de Bolivia son una
falta absoluta de criterio y un servilismo sin tasa ni medida…”1.
Su criterio personal y el servilismo que había instituido como una religión en las filas del Partido Liberal, fueron la savia y la sangre en la estructuración de la ideología social que encajó a la clase dominante, puesto
1 Suetonio. El Montismo, p. 6.
215
Fausto Reinaga
que, dicha ideología estuvo perfectamente dirigida y controlada desde la
escuela hasta la universidad.
Dentro del régimen liberal aparecieron y actuaron como ministros de
Educación: Daniel Sánchez Bustamante y Bautista Saavedra. Franz Tamayo fue diputado en el segundo periodo de Montes.
Alcides Arguedas, Daniel Sánchez Bustamante, Bautista Saavedra, Franz
Tamayo y Daniel Salamanca, todos liberales, fueron los demiurgos, los cerebros cumbres, la levadura dinámica de la ideología feudal-burguesa. La
escuela de estos pro-hombres se ha prolongado hasta nuestros días a través de Demetrio Canelas, Alberto Ostria Gutiérrez, Gustavo Adolfo Otero,
Guillermo Francovich, etc… Conviene se haga alguna referencia para tener
una visión de la presencia y la lucha de la ideología feudal-burguesa en la
revolución boliviana.
Sánchez Bustamante fue, según Guillermo Francovich, un guía espiritual
de la juventud boliviana, a la que predicó la necesidad de vencerse a sí misma por “los poderes formidables del amor, de la tolerancia, de la gentileza
y del patriotismo”. Gustavo Adolfo Otero, a su turno dijo:
“Los hombres de mi generación inevitablemente tocados del
arielismo rodoniano, creyeron descubrir en la figura apostólica
de Bustamante a su conductor y lo nombraron Maestro de la
Juventud. Ningún título, en efecto, cuadraba tan perfectamente a este demócrata de acentos evangélicos, a este nacionalista
constructivo, y en fin, al hombre que simbolizó las más hermosas aspiraciones de una Bolivia nueva”.
José Antonio Arze, por su parte añadió: Sánchez Bustamante fue un
hombre muy atento a las inquietudes no sólo estudiantiles, sino políticas
de las generaciones de esa época. Dijo:
… si el comunismo llega a ser aceptado como una Filosofía por
las grandes mayorías nacionales, yo no me opondré al comunismo.
Pero el juicio estimativo exacto sobre este personaje, pertenece a la pluma
nunca ponderada de Carlos Medinaceli:
Sánchez Bustamante, pudiendo haber sido un apóstol no lo
ha sido. Que se le hubiese proclamado “Maestro de la Juventud” por las frívolas Federaciones de Estudiantes, no significa
nada; son actos externos de aparatosidad, pero sin sentimiento,
ni valor real. Porque si Bustamante, realmente, hubiera sido
“Maestro de la Juventud”, habría formado escuela, habría tenido “discípulos”, hombres que le sigan, capaces de sacrificarse
por la doctrina predicada “por el maestro”.
216
Alcides Arguedas
Lo que le falta a Bustamante es precisamente eso: personalidad
intelectual. Como todos los hombres que más piensan en las
ideas de los demás y no en las propias de ellos. Bustamante da
la impresión de que vive siempre de prestado. Es un intelectual,
tiene una ágil mente asimilativa, se encuentra al tanto de la
última novedad europea; pero detrás de toda su cultura, de su
erudición y de su fría inteligencia, nosotros encontramos siempre al maestro (en el mal sentido de la palabra), al que quiere
enseñar, pero no encontramos al hombre. Podemos admirarlo
y respetarlo, pero no quererlo y mucho menos seguirlo. No nos
despierta ningún entusiasmo o pasión. Tiene alma de profesor,
de catedrático, pero no de apóstol.
Es una erudición, pero nada más que una erudición.
El caso de Bustamante, se parece al de Rodó. Nos dogmatiza
sin movernos a la acción. Nos da muy buenos consejos, pero lo
que nos aconseja es tan cuerdo, que esos consejos ya nos lo dio
nuestro maestro en la escuela, en clases de moral barata. No
seguimos esas normas, porque no nos llegan al alma.
No nos inspiran ni una gran pasión, ni nos arrancan un grito
de protesta o de rebeldía. Somos muchachos y queremos ser
héroes; nuestros maestros son viejos y quieren hacernos santos.
No son hombres como Pascal o Amiel, que nos hablan a la intimidad del alma, o como Dostoievski que nos torturan, pero
nos vuelven más humanos, o como Nietzsche o Lesseing, que
cuando nos visitan nos despiertan las energías, nos enseñan a
andar por las cumbres.
De maestros como Rodó, Sánchez Bustamante, Manuel Céspedes o Marden, salimos con el tedio de haber escuchado una
excelente lección de moral casera, mas sin una gota de dinamismo en el espíritu.
Y, es que ellos mismos, en su vida, no son más que eso: un mar
de aguas tranquilas, sosegadas y majestuosas como el Amazonas, que se deslizan por vastas planicies, calmosas, solemnes,
sin tropiezos, sin una caída, sin una exaltación, con belleza,
pero sin inquietud. Sin dolor.
Lo que dignifica la vida y engrandece al hombre, “doctor” Bustamante, es el dolor2.
Por las razones que anota Medinaceli, Sánchez Bustamante tuvo un prestigio transitorio y su autoridad fue de campanario, localista: La Paz. En
el interior del país casi era un desconocido. El valor de su obra cultural
2 Medinaceli, Carlos. Estudios críticos, Potosi. 1929. p. 48, 49..
217
Fausto Reinaga
ha desaparecido. En la hora actual nadie recuerda ni menta al hombre ni
a su obra; porque ni ésta ni aquel tuvieron consistencia para sobrevivir y
consubstanciarse con el futuro. Mi generación nada tuvo que aprender ni
imitarle. Una fama fugaz como el tiempo fue la fama de Bustamante. Es
que hizo discípulos gamonales, para quienes fue un maestro de sacristía.
En suma, cruzó por la vida dando las espaldas a la esencia y la carne de la
nación: el indio.
Bautista Saavedra fue, indudablemente, el mejor espíritu de esta generación. En 1903 publicó El ayllu. (La 2ª edición con prólogo de Rafael Altamira fechado en 1913, vio la luz en 1938). Su obra bibliográfica ha sido
amplia. Su acción caudillesca se caracterizó por la exaltación al poder del
cholaje regional aymara. La juventud estudiosa no encontró en Saavedra
un conductor, un ideólogo; no obstante que, para su época y su medio,
poseía una cultura, quizá después de Tamayo, la más amplia y profunda
entre sus coetáneos. La juventud universitaria se le enfrentó por la razón
de que todo cuanto dijo, como profesor, como escritor, como jefe político,
desde el llano, en los hechos, desde el poder los contradijo; hizo todo lo
contrario a su prédica opositora… Gabriel Gosálvez, Abraham Valdez,
Francisco Lazcano y otros le rodearon y le siguieron como discípulos,
cuando Saavedra insertó a su partido el membrete socialista; mas, ninguno alcanzó el valor y la estatura del caudillo; todos se esfumaron en
el derrotero oportunista y claudicante. Y con ellos el saavedrismo se fue
para siempre de Bolivia.
En esencia, como ideología ¿qué fue el saavedrismo? Lo que fue el liberalismo doctrinario en la oposición, y montismo crudo en el poder:
prédica libertaria en el llano, despotismo caciquista en el gobierno.
Daniel Salamanca, según Demetrio Canelas, su devoto discípulo era
“un esteta oculto bajo la armadura del tribuno… Bajo su apariencia modesta, centelleaba en él una inteligencia fulgurante, extraordinaria, por
todos los conceptos, una inteligencia nutrida de cultura fundamental…
La probidad intelectual era el principal atributo de su naturaleza. No
tuvo un verdadero contendor; nunca apareció un ministro, un diputado
oficialista capaz de debatir con él de igual a igual. Sus costumbres y menesteres personales eran de una frugalidad monástica…”. Porfirio Díaz
Machicao, dice: “Un estómago destrozado y una cabeza deslumbrante en
carne morena”. Fernando Diez de Medina, añade: “Salamanca dominó
muchos años la escena interna con su figura de conductor intelectual”.
“Casi una fealdad…; morena la tez, áspero el rostro, pequeños los ojos…
la estatura era un poco inferior a la mediana conocida en el país; y la contextura de su cuerpo era débil… La profundidad de su mirada, dirigida
218
Alcides Arguedas
siempre hacia lontananza, revelaba la intensidad de su vida interior…;
las altas cualidades de su inteligencia, irresistiblemente seductora…”3.
En La Danza de las Sombras, p. 224, Alcides Arguedas, escribe: “Salamanca
era en el país una especie de símbolo. Representaba la honradez sin tacha, la honestidad de pensamiento, la altura de concepción, el desinterés
sumo. En momentos de crisis y de angustia institucional, cuando todo
parecía naufragar y hundirse, se volvía los ojos a él como al solo punto de
salvación. Y era el faro de las conciencias atormentadas por los males de
la patria, el refugio de todos los sedientos de justicia, libertad, seguridad.
Cualquier desfallecimiento, cualquier pecado, cualquier flaqueza se consideraban factibles en otros hombres, por destacados y culminantes que
se presentasen. En Salamanca, no”.
Salamanca, por antonomasia el hombre símbolo, evidente que fue el dueño absoluto de la ideología social de la clase dominante de su tiempo. Su
figura gandhiana tomaba matices milagreros al calor de su prédica tribunicia. El hombre símbolo, era la fe y la esperanza; el índice que señalaba un
ideal, que Gustavo Adolfo Otero lo define de esta manera: “Los grandes
temas oratorios de Salamanca fueron la defensa de las libertades individuales, la exaltación de la pureza del sufragio, el mantenimiento intocado
de la libertad de prensa. Su famoso discurso dirigido a combatir el estado
de sitio y a defender el habeas corpus concentra todo el pensamiento de
Salamanca sobre su doctrina filosófica del derecho constitucional.
Libertad individual, pureza del sufragio, libertad de prensa; esto es, el
mismo verbo y la misma carne del liberalismo montista, contra el cual
descargaba su odio catilinario.
Salamanca, tan terrateniente como Montes, fue también ciego y sordo,
igual que éste, para el indio; de ahí que en substancia Salamanca no fuese
otra cosa que el vocero de los terratenientes feudales, que habían perdido el poder con la derrota de Alonso en la revolución federal. Salamanca, cuya cultura sustantiva era ecléctica, y por ello, neutra, híbrida, no
ofrecía nada positivo y progresista a la juventud ni al país; incapaz de
percibir las irradiaciones del porvenir, con una tozudez enconada, acurrucado en su concha metafísica, maldijo y lanzó su excomunión contra
el socialismo. La juventud y las masas obreras, que padecían la piojera
socialista pagaron con sus vidas en las arenas del Chaco. La Guerra del
Chaco, donde cayeron 50.000 hombres, pasará a la posteridad como la
obra maestra que el hombre símbolo infligió a Bolivia so pretexto de extirpar el comunismo boliviano.
3 Alvéstegui, David. Salamanca, p. 353, 354.
219
Fausto Reinaga
En suma, Salamanca fue nada más que un espíritu valluno, hirviendo
prejuicios y odios regionales. Su cochabambinismo, orgullo mal disimulado, fue su lastre y su venda. El cumu yuyu, el apodo que le clavaron
en su tierra de origen, expresa el tapujo con que ocultaba el fondo de su
personalidad: infernal ambición por el poder y satánico desprecio por
el indio.
220
Alcides Arguedas
El escritor típico y prolífico de la feudal burguesía indígena de Bolivia, es
Alcides Arguedas. Arguedas, desde París ve, siente, piensa y escribe sobre
las cosas y las personas de la República del altiplano. Hijo de terrateniente
y ponguero; a su turno terrateniente y ponguero él, además de succionar
del presupuesto diplomático del país. La explotación de la tierra y de los
siervos pongos en sus latifundios, los haberes de cónsul o ministro y la
protección munífica del multimillonario minero Simón I. Patiño, le permitieron vivir en medio de la fortuna. Arguedas fue un escritor rico. Tuvo
tierras y pongos, sueldo en divisas y también lo tuvo a Patiño. La conservación de estos “dones” alertaba sus desvelos. En el prólogo de la segunda
edición de Pueblo enfermo, p. 11, anota: “…alto capital metálico y que es
falta de orden perderlo…”.
Porque desplegó celo en conservar su riqueza y cuidar con máxima solicitud las fuentes de ella, fue conservador. Esto tiene su explicación. Pero
¿cuál es la explicación de su pesimismo? ¿Dónde se hallan las raíces del
pensamiento de Arguedas?
Arguedas, joven, rico y culto; (culto entre los feudales bolivianos de fines
del siglo XIX y en lo que va del XX), vivió en París, donde su cultura y su
riqueza, por sus ridículas dimensiones, cobraron gestos y contorsiones de
amarga comicidad. Arguedas, en la vida intelectual parisina, no fue más
que un indio latinoamericano, que “tala los árboles ornamentales del patio
de su casa, para sembrar maíz”, planta gramínea incaica, por la cual se
amartelaba. Arguedas, alcanzó una cultura mezquina y unilateral; y tuvo
por amigos a escritores españoles de renombre y a algunos franceses de categoría trasera. El boliviano de la tez cobriza, que se olvidó mirarse al espejo4, no
pudo empinarse en el mundo intelectual franco-español; todo lo contrario,
4 Sánchez, Luis Alberto. ¿Tuvimos maestros en América? p. 137, y ¿Existe América Latina?
221
Fausto Reinaga
arrastró una chatura opaca5. Cultura opaca que en su país de origen, en el
altiplano de los Andes, se había convertido, a causa de la universal ignorancia, en gigantanasia intelectual. Arguedas, en Bolivia de aquella época
devino en la encarnación del súper-hombre nietzscheano.
De esta situación, mejor, de esta vivencia tan sui generis, dentro del ámbito cultural y político de Bolivia, Arguedas arranca:
Primero: la adoración de su propia persona.
Segundo: su verbo admonitor de moralista, verbo que muchas veces
tomó acentos apocalípticos.
Pero en el hecho viviente, en la realidad cruda, como impulso masoquista, se repite el drama del desclasamiento, mejor del desgarramiento rácico
del indio aymara letrado. Si el indio aymara alienado se emborracha con
alcohol, el escritor Arguedas se emborracha de pesimismo amargo.
El drama es vulgar y de rutina cotidiana en Bolivia. El autóctono, individualmente hablando, que aprende a leer, siendo un piojo entre los letrados
blancos, enfrentado a su clan, resulta un semidios. “El hombre capaz de
concebir ideales sufre infinitamente más que el bruto incapaz de concebirlos” (Schopenhauer). En semejante trance, el aymara se da por entero
al alcoholismo. La borrachera consuetudinaria del indio letrado adquiere
características funestas dentro las normas del ayllu. La letradura alcoholizada, despierta, sin duda, aquella inteligencia elemental, porque el sujeto
comienza pronto a envidiar las cualidades y las comodidades de la vida
civilizada; a la par que maldecir y renegar del orden y la forma de la vida
social autóctona. El no poder alcanzar, menos asimilar intususceptivamente el nivel cultural de la vida ciudadana, y al mismo tiempo, no poder ya
desandar hacía atrás, regresionar hacia el ancestro, borrando de la conciencia el vestigio civilizado; todo esto determina, en nuestro hombre aymara
letrado, el fermento y la manifestación de un pesimismo destructor y negativo; pesimismo que mácula de negra bilis todo cuanto mira, siente y tacta.
El pesimismo de Arguedas, puede ser explicado por la semejanza o quizá
identidad del drama del indio aymara letrado. En efecto, en París no consigue un nombre universal, casi es un don nadie; mientras que en Bolivia,
es el espíritu más grande, más famoso y más fecundo. Y en América y en
España, a causa del trágico silencio intelectual boliviano, se proyecta como
5 “…encomendarme la misión apostólica de promover en los círculos intelectuales de
nuestra América un movimiento coordinado para concluir la guerra comenzada y evitar
la que se esperaba. Misión que yo no quise realizar directamente por mi poco relieve en
los círculos intelectuales de habla española y encomendé a don Rafael de Altamira…”.
Arguedas, Alcides. La Danza de las Sombras, Segunda Parte, p. 330.
222
Alcides Arguedas
el único escritor del viejo Kollasuyo, José Enrique Rodó, Manuel Ugarte y
otros en Indoamérica, y Ramiro de Maeztú, Miguel de Unamuno, Rafael
de Altamira y otros en España, dijeron su palabra sobre Alcides Arguedas.
Y vieron y sintieron a Bolivia nada más que por la palabra arguediana…
El destino fue fatal con nosotros, se exacerbó todavía hondamente nuestra tragedia intelectual: a Bolivia no sólo que no llegaron los grandes intelectuales de América y menos de Europa; sino que aquellos escritores de
España y de Indoamérica, repito, pulsaron y sintieron a Bolivia nada más
que por la palabra tétrica de Arguedas. Esto es, que conocieron una Bolivia de blancos híbridos e infecundos, de cholos semi alfabetos, atiborrados
y tatuados de todos los vicios humanos habidos, y de indios aymaras y
quechuas, que por su cretinismo habían llegado a extremos tales, que eran
poco menos que las bestias. “En el fondo todos están convencidos de que
sólo puede servir (el indio) para ser explotado”, afirma Arguedas, el autor
de Raza de bronce, obra que en el fondo substancial, es la historia novelada
de su propio hogar gamonal y del imperio del martirologio indio.
La obra de Arguedas abarca y comprende tres disciplinas: Arguedas es
historiador, sociólogo y moralista. Además, como otros escritores de su
tiempo, raza y clase, llegó también a ser estadista, fue diputado, senador,
ministro de agricultura de un rústico presidente militar, vale decir, de un
caudillo bárbaro de hogaño, y alcanzó la jefatura del partido liberal.
* * *
En la historia de Arguedas, no asoma este principio rector: “La historia
de los pueblos no ha sido ni es otra cosa que la historia misma de la lucha
de clases. Hombres libres y esclavos, opresores y oprimidos, en oposición constante, han estado en guerra no interrumpida, ora franca, ora
encubierta; guerra que acababa siempre con una transformación revolucionaria de la sociedad entera o con la destrucción de las dos clases en
lucha”. Para Arguedas, la única clase digna de ser historiada, es la clase
dominante; a blancos, criollos y cholos los ha descrito con cargada tinta
biliosa. La historia de Arguedas, olvida que Bolivia es un pueblo indio.
A lo largo y a lo ancho del tiempo y del espacio colma tierra y cielo la
raza incaica. Dominaron esta raza, primero los españoles, después los
mestizos. Mas, unos y otros no constituyeron sino una isla en un océano
indio. Pequeños grupos étnicos de advenedizos en posesión de la cultura
y la riqueza explotaron por siglos, explotación que no alcanzó felizmente
anular las excelsas virtudes del hombre incaico. La raza india, el pueblo
indio, gracias a su instintiva dinámica social y a la reciedumbre de sus
instituciones, ha resistido a las más funestas asechanzas y adversidades.
223
Fausto Reinaga
El indio ha sido y es en Bolivia la energía misma de la nacionalidad. Y
este elemento primo, ha sido tratado por Arguedas de dos modos tajantes: en teoría, con una piedad del Padre Las Casas, y en los hechos, con la
fobia de la fiera rubia europeizante.
Es un disector unilateral. Mete el rabioso escalpelo solamente al criollo,
al mestizo o el cholo de la era republicana, su papel es negativo: saca a luz
nada más que mugre y podredumbre. Su historia es la historia de bandoleros que se instauran en el poder para consumar fechoría tras fechoría: caudillos letrados, plebe en acción y caudillos bárbaros en sucesión carnavalesca,
llegan y pasan por el gobierno de la nación. A esta epidemia caudillista, a
esta pasión febril de la política, llama Arguedas enfermedad, enfermedad de
un pueblo. ¿De qué pueblo? ¿Qué es el pueblo?6 Arguedas toma con tal irresponsabilidad, con tal impropiedad nombra pueblo a una clase social, mejor
a una casta de mestizos que han hecho de la politiquería y de la demagogia
un negocio suculento; porque a través del negocio, pueden asaltar el poder,
primero; luego, conquistar riqueza, honores, gloriola aldeana, en suma, satisfacer pasiones y ambiciones. “Arguedas, como René Moreno, no supo
entender al pueblo y lo confundió con cien o doscientos demagogos que
han agitado al país. Y a esos doscientos bribones los ha confundido con tres
millones de habitantes” (Franz Tamayo). Para Arguedas, la historia es una
recopilación de papeles, de dimes y diretes, de traiciones, de crímenes, de
adulterios documentados a través de cartas personales, recortes de prensa
cantonal, revistas o el libro provinciano. Arguedas, debía tomar y conocer
la realidad histórica de Bolivia: factoría colonial española; la dominación
ibérica enfrentándose con la organización económico-social y la conciencia
incanista; las universidades escolásticas, la Audiencia de Charcas, la evangelización de la indiada y la cholada, la horrible explotación del mitayo
y del siervo yanacuna; el fracaso de España en su intento de conseguir la
6 “…es necesario ante todo saber quiénes son el ‘pueblo’ y quiénes son los ‘enemigos’
del pueblo. El concepto de ‘pueblo’ tiene diferentes contenidos en los diversos Estados.
Examinemos, por ejemplo, la situación de nuestro país. Durante la guerra contra los
invasores japoneses, el pueblo lo integraban todas las clases, capas y grupos sociales
partidarios de ofrecer resistencia al Japón, mientras que los imperialistas nipones, los
traidores nacionales y los elementos pro-japoneses eran los enemigos del pueblo. En
el periodo de la guerra de liberación, los enemigos del pueblo fueron los imperialistas
norteamericanos y sus lacayos (la burguesía burocrática, los terratenientes y los reaccionarios del Kuomintang que representaban a estas clases); el pueblo lo constituían todas
las clases, capas y grupos sociales que luchaban contra esos enemigos. En la etapa actual,
en el período de la edificación del socialismo, integran el pueblo todas las clases que
aceptan y apoyan la causa de la edificación del socialismo y participan activamente en
ella. Los enemigos del pueblo son todas las fuerzas sociales y los grupos sociales que se
oponen a la Revolución socialista, que se muestran hostiles a la edificación socialista y
la perturban”. Mao Tse Tung “En torno al problema de la justa solución de las contradicciones
que existen dentro del pueblo”, Discurso del 27 de febrero de 1957. p. 4,5.
224
Alcides Arguedas
unidad de la lengua y la unidad de la fe, y su total derrota en la lucha de las
sangres (el quechua y el aymara, el Inti y la Pachamama, la raza y la sangre
incaica, ayer como hoy, fueron siempre invencibles).
En la era de la república, hasta fines del siglo XIX, el caudillaje mandarín,
militar o civil, hizo lo que quiso de Bolivia; pero, y esto es lo importante,
sirviéndose siempre del indio. Belzu, monta su poderío, apoyándose en el
indio. Morales derrota a Melgarejo, apoyándose en el indio. Pando triunfa
en la guerra civil y traslada la capitalía de la república, apoyado en el indio.
Aun en el siglo XX, el indio va a la Guerra del Chaco; irrumpe en las minas
y las fábricas, el indio fue y es la levadura del proletariado boliviano; y en
nuestros días, es el fantasma con que asustan los que pasan por el poder a
sus adversarios políticos.
Arguedas, debía estudiar las causas del reinado impune del caudillismo
en el siglo XIX; el localismo o cantonalismo, el regionalismo impenetrable,
el orgullo gamonal exacerbado, los prejuicios estañados e impermeables
del pigmento blanco y de la sangre azul. En la dinámica social, la vanidad,
la ambición, el orgullo, la ignorancia general, el servilismo, hasta la traición
y el crimen, ingredientes con que amasa su historia, son nada más que aspectos y manifestaciones de la superestructura social. Arguedas emplea la
sátira y el libelo sobre los defectos, los vicios y crímenes de la clase dominante. Con mentalidad chola, hace crónica de la cholada. Su miopía no le
permite ver a Bolivia en la dimensión universal: un país localista, mediterráneo, agricultor y minero, encerrado dentro las breñas de los Andes. Despues, semi-colonial proveedora de materias primas para el imperialismo.
Un país insular y crucificado dentro del sistema individualista, desahuciado en la angustia de su industrialización.
Como sociólogo, Arguedas estudia y analiza las llagas morales y físicas
también de la clase dominante, de la raza mestiza, de la clase social que
gobierna a un pueblo indio. Las gentes de rango, con poder y fortuna, para
este escritor que vive en París, son ridículas y trágicas. No hay movimiento
intelectual, no hay poesía ni teatro. No hay escritores de idoneidad y responsabilidad. La prensa es tan opaca y tan servil que infunde compasión
o asco. Las prendas morales de occidente son totalmente desconocidas o
ridículamente falsificadas. No existe lealtad ni amistad. El honor de caballero tiene tintes tragicómicos. La política es la práctica de la adulación y la
felonía. La religión es el burdo comercio de la fe. La universidad una sombra grotesca de la universidad europea. La raza blanca, demográficamente
mínima, es arrogante y viciosa de empleomanía. La raza mestiza, lleva en
sus entrañas más taras que virtudes de sus progenitores: el español y el
indio. La raza india, es salvaje, mansa y ovejuna a la vez. Ninguna de estas
225
Fausto Reinaga
razas, posee la energía congénita de conductora. El liderato mesiánico está
ausente de las tres razas. En consecuencia, Bolivia es un pueblo enfermo.
Arguedas, sin abrir los ojos al estudio de la evolución social en que se
encuentra el pueblo boliviano en sus diferentes clases sociales, incluyendo
a la raza madre, que lleva en su espíritu una cultura milenaria, sin parar
las mientes en la composición geográfica en función de riqueza natural, y
como valor influyente de la tipología rácica tan variada del hombre boliviano, sin compulsar la pujanza de la voluntad colectiva ni la llamarada de
la conciencia incanista del indio, sin medir ni sopesar la tenacidad heroica
para vivir y superar las adversidades del mestizo; el cual, alejado de la organización individualista y dentro de un sistema de vida socialista, crearía
y daría filigranas de originalidad y de potencialidad; Arguedas, el sociólogo, a un pueblo de estas magníficas cualidades, simple y llanamente, lo
califica de Pueblo Enfermo.
* * *
Confrontamos algunas opiniones de escritores:
Se dice que
Arguedas antes que nada fue un escritor moralista; y no un pensador ni
filósofo.
El pesimismo de Arguedas... fue un déspota que atormentó las mejores
horas de su vida y el látigo que azotó con mayor crueldad sus momentos
de felicidad y de triunfo. Profesó el dolor como un bien, porque no fue la
vida la que le clavó las espinas ni le dio ese sabor trágico… esta melancolía
que el árbol que ofreció las flores malditas de un humor sombrío, de su
amargura y de su resentimiento… (G.A. Otero).
Arguedas fue en el fondo un moralista. Estaba más cerca de los profetas
bíblicos que fustigaban su época y anunciaban catástrofes a su pueblo. Por
eso muchos de sus trabajos carecen de rigor científico, su obra tiene el valor
de una profunda requisitoria moral… El hombre, el agente de la vida real,
era el objeto fundamental de sus preocupaciones… Arguedas hizo violentamente volver los ojos del país sobre su propia alma con un amargo pesimismo… (G. Francovich).
Se ha impuesto la rara misión de moralizar a su pueblo. Todo lo que
escribe es desde un punto de vista moral y su mente es moralizar a su pueblo, imponerle una disciplina, pero dentro de la moral que él profesa: totalitaria, dogmática, sin matices. Arguedas pretendió ser el profeta bíblico al
criticar su pueblo en los más sombríos tonos, desde el sentencioso hasta el
226
Alcides Arguedas
apocalíptico. El moralista Arguedas envenenó a su pueblo con la idea de
curarlo (Tristán Marof).
Predicador amargo y desencantado, tan injusto por lo general como Joaquín Costa, aparece influido por la prédica pesimista de la generación española del 98 (F.D. de Medina).
El espíritu extranjerizante de la casta antinacional cobró personería intelectual en la obra del escritor montista Alcides Arguedas, quien tomó
a su cargo la devastación moral del pueblo y de la historia bolivianos (A.
Céspedes).
Pueblo enfermo, es un libro de crítica negativa (Carlos Medinaceli).
Arguedas es un difamador de Bolivia, tonto y vil (Franz Tamayo).
Arguedas… su espíritu no tiene seguramente aptitud sino para ver lo
malo que los hombres y las cosas encierran. De ahí su amargura; de ahí su
pesimismo (Ignacio Prudencio Bustillo).
Arguedas, es un autor de un panorama pesimista de Bolivia: Pueblo enfermo. Corresponde este libro a la etapa “medicinal” de la sociedad americana. César Zumeta rompió la marcha con su Continente enfermo, le siguió
Carlos Octavio Bunge con Nuestra América. Arguedas se documenta de lo
peor, como Zumeta y Bunge para evidenciar las enfermedades de su pueblo. Corrían los días en que Max Nordeau ponía en boga el concepto catastrófico de Die Entartung. Degeneración era la palabra cabalística de los novecentistas doctos en psicología social e individual… (Luís Alberto Sánchez).
Y así se podría llenar página tras página con los juicios y las opiniones de
los escritores de todo jaez e ideología.
El pesimismo de Arguedas no tiene sustancia de ninguna filosofía. Es el
pesimismo vulgar, pedestre; de un señor que lleva una vida tranquila, sin
necesidades insatisfechas ni angustias desesperadas. Es el patrón feudal
con tintes liberales y mariposeador del pensamiento de su época.
Juan María Guyau, cuando trata de los móviles de la conducta humana,
escribe del pesimismo:
Es menester diferenciar los pesimistas por sistema, como Schopenhauer, de los que lo son por un gran dolor violento. La vida
de los primeros puede asemejarse a la de todo el mundo, y
pueden ser, en suma, muy dichosos, porque cabe estar triste
intelectualmente, sin que la tristeza llegue al fondo del corazón. Los pesimistas por sistema pueden, pues, tener larga vida
y larga posteridad; es porque son, digámoslo así, felices a su
pesar…
227
Fausto Reinaga
Es posible dar una especie de vida artificial a la cabeza de un
decapitado; si entonces su boca pudiera abrirse y articular palabras, éstas no serían, seguramente, más que gritos de dolor…
cerebros, cabezas sin cuerpo. Seres de esta naturaleza sólo viven por sorpresa, por artificio; no pueden hablar más que para
quejarse; cantar para gemir; y sus lamentaciones son tan sinceras que nos llegan al corazón… Que si el pesimismo arraigase
mucho en el corazón humano, podría disminuir por grados la
vitalidad y llevar a un lento y continuo desvanecimiento de la
vida; una raza pesimista, realizando de hecho su pesimismo, es
decir, aumentando con la imaginación la suma de sus dolores;
una raza tal no subsistiría en la lucha por la existencia. Si la
humanidad y las demás especies animales subsisten es precisamente porque la vida no es demasiado mala para ellas. Este
mundo no es el peor de los mundos posibles, puesto que, en
definitiva existe y dura7.
El pesimismo de Arguedas, no puede ni lejanamente asemejarse al de
Schopenhauer. El padre del pesimismo, vivió como pensó. Las tres décadas
últimas de su vida las pasó en Francfort, acompañado nada más que de su
perro, para el que tocaba una flauta. El pesimismo sistemático además de
una elevada moral esculpida con la unidad del pensamiento y la vida misma de su creador, no asoma en Arguedas. El dolor de Bolivia, en él, carece
de razón y de raíz filosófica. ¡Qué cosa estupenda! Arguedas mismo no tiene filosofía; dentro de su cerebro se mueve, como una nebulosa, un sincretismo alejandrino de la peor especie; de ahí que Arguedas aparece según la
ocasión idealista, materialista, kantiano, cartesiano, utilitarista, platónico,
holbachiano, liberal, socialero, nazifascista… Arguedas en el plano de la
filosofía es la confusión: es todo y es nada.
En Arguedas no hay ninguna tesis pesimista, para la solución de la tragedia boliviana. En el programa que inscribe al final de la 2ª edición de Pueblo
enfermo, explaya vulgaridades inaceptables8, educar, educar, educar. Educar
7 Guayau. Juan Maria: Esbozo de una moral sin obligación ni sanción, p. 48, 49.
8 “La obra histórica de Arguedas, exceptuando su Fundación de la República es un denso
panorama sombrío y tempestuoso que sirve de telón de fondo a las trivialidades y despropósitos de Pueblo Enfermo. Apotegmas intrascendentes y un servilismo incondicional a la literatura francesa Pueblo Enfermo, trasunta el incurable complejo del resentido
con su patria y con sus gentes, resentimiento que llevó a Arguedas a la torva convicción
de que era un libro de ‘permanente actualidad en el país’. En él no existe ninguna fórmula o programa para la solución efectiva de la problemática social boliviana ni para la
transformación de la “desventurada psicología” que, según Arguedas, nos caracteriza.
Sorprendente y extraño es que dicho autor, en el transcurso de 25 años de la primera a
la última edición de 1936, no hubiese modificado sus conceptos, de acuerdo a las nuevas
direcciones de las ciencias sociológicas y a los avances de la Psicología. Paladinamente
228
Alcides Arguedas
a quién, para qué, con qué clase de pedagogía; educar ¿para qué clase de
vida social? Haced hombres, crear hombres. ¿Cómo? ¿Hombres de qué clase,
hombres para qué, hombres como quién o cómo quiénes? Decir: educar y
crear hombres, sin indicar, con razones y persuasión, el derrotero y la finalidad o la meta; es decir nada más que palabras vacías, cosas banales.
Alcides Arguedas, no llega al apostolado del pesimismo. El no conoció
jamás un dolor violento. Su corazón no se zambulló en un mar de sangre
hirviente de dolor; en su vida nunca “habló sólo para quejarse, tampoco cantó sólo para gemir”, sus lamentaciones nunca llegaron al corazón
de sus semejantes por insinceras. Predicar una manera de pensar con el
ejemplo, enfervoriza, inspira devoción. El pesimismo de Arguedas, sólo
estaba en sus libros. Porque su persona tenía la suerte de ser “rico terrateniente, eterno cónsul y ministro en el exterior y como el intelectual
boliviano de mayor prestigio internacional”. (A. Céspedes: El dictador
suicida, p. 52). A ello hay que añadir todavía la protección munífica del
rey del estaño: Patiño.
Entonces, ¿cómo se explica este pesimismo? Por el lado que se le mire,
salta una actitud hipócrita. Este pesimismo exuda, en sus lamentaciones de
cocodrilo, no un dolor, no un sufrimiento, sino exuda odio, desprecio; una
pasión satánica de exterminio de las razas inferiores e inservibles: el mestizo, el cholo, el indio; exterminio, por las razas privilegiadas; ¡Arguedas,
el cobrizo predicando las prácticas selectivas hitlerianas en un universo
indio! Paradojas de la intelligentsia feudal-burguesa en el país de las nieves
eternas y el altiplano límite…
* * *
Ahora vamos a enjuiciar al escritor, y para ello, es preciso que anotemos
algunas opiniones previas.
En el escritor no cabe el bivio ni la duda. No se aspira a vivir
bajo el signo de la inteligencia sin contraer al mismo tiempo
obligaciones estrictas; y porque Spinoza era un espíritu libre,
“se creyó obligado a llevar la vida de un santo”. La obediencia
del hombre a sí mismo, que es el fundamento de la razón sin
trabas, exige a su vez, esta virtud que puede darle la vida: el
culto de la dignidad personal como norma directriz de la condeclara que se dedicó, más bien, a ensanchar el marco de sus prédicas deprimentes. El
capítulo ‘Terapéutica Nacional’ que está incluso en ‘La danza de las sombras’ (II Tomo,
1934), resalta por su extrema puerilidad y alude a medidas simplistas y repetidas hasta
el cansancio”. Eduardo Ocampo Moscoso: La antítesis Arguedas – Mendoza – La Nación, La
Paz-Bolivia, 24 Jul 1955.
229
Fausto Reinaga
ducta. Nada que pueda merecer un reproche, nada que pueda significar una obsecuencia. Ahogar por eso las ambiciones
mezquinas, los anhelos pequeños, el apetito de tantas cosas
sin corazón ni belleza. Vigilarse por eso sin piedad, hacha en
mano, como quien cruza una selva: Si el camino es largo, más
larga es la dicha de marchar sobre él. Un pensador que sea al
mismo tiempo un santo ¿es posible concebir de otra manera los
deberes de la inteligencia?
¿Cómo, al encontrarse de pronto con el drama del mundo, no
habría de sorprenderse ante tanta miseria, ante tanta iniquidad, ante tanta injusticia?
Frente a la terrible realidad, ¿quién tendría el valor de declararse indiferente? Y aún así, ¿no estaría también definiéndose?
Dos son los tipos de injusticia: la que cometemos por nosotros
mismos, y la que de no impedirla estando en posibilidad de
hacerlo.
Preocupación incesante, superación continua, perfeccionamiento infinito. Mirar todo lo hecho con nuevos ojos, empinarse para ver más lejos y más alto, apoyándose sobre hoy para
alcanzar mañana. Junto al pensador y al santo, el profeta y el
predicador. Ya no más la inteligencia que encuentra en sí el
propio gozo; ¿de qué modo comparar su placer egoísta con el
crecimiento generoso del profeta que alza una esperanza nueva, del predicador que la desparrama y la vivifica, la multiplica
en las almas, la enciende en los corazones? – Aníbal Ponce
“Crece el hombre con la magnitud de los fines que persigue”, Schiller.
Debemos rememorar el caso de dos hombres. Romain Rolland y Mahatma
Gandhi, coetáneos de Alcides Arguedas. Rolland y Gandhi, vivieron como
pensaron; mientras que el escritor Arguedas, no vivió como pensó; vivió a
la inversa de lo que pensó. El ejemplo, ese soplo vital del escritor frente al
mundo no existe en la vida. Su palabra mal agorera, ha quedado como una
lección permanente, una enseñanza fecunda para la perdurabilidad de la
corruptela mestiza y criolla. Su moral hipócrita, encajó y avivó a maravilla
las llagas de la injusticia y de la explotación. La clase social dominante
de generación en generación sostuvo y mantuvo el ritmo de la corrupción
denunciada y también practicada por Arguedas. La generación de Enrique
Valdivieso, Gabriel Gosálvez, Carlos Montenegro, Gustavo Adolfo Otero,
Augusto Céspedes, Fernando Diez de Medina, etc., con placer singular se
hundió en el atolladero de los vicios, defectos y llagas acusados y flagelados por Arguedas.
¿Y por qué ha sucedido así?
230
Alcides Arguedas
En gran parte muy posible por culpa de Arguedas, porque el violó la ley
suprema del escritor, enunciada por Stefan Zweig, también coetáneo suyo,
que dice: “Porque un autor, un artista, no influye sino parcialmente con lo
que escribe y manda imprimir. Sólo adquiere verdadero poder sobre los
hombres cuando su vida, su existencia y su personalidad confirman su palabra y su enseñanza”. “El hombre vale cuanto vale su ideal”. “El hombre
sube cuanto sube su ideal”. Sócrates, el gran heleno, tuvo un ideal: la verdad. Jesús, “el más divino de los hombres y el más humano de los dioses”,
tuvo un ideal: la verdad. “El culto y la cultura del ideal demanda un coraje
extraño y a veces sobrehumano; es verdad. Hay que comprar cara aquella
grandeza que se alcanza en el áspero camino del ideal”. Sócrates y Jesús la
pagaron con sus vidas. “La fuerza destructora del mal que la verdad posee
probablemente es una de las mayores fuerzas que mueven la historia y sus
elementos tumultuosos. Y aquellos que pretenden uncir aquella fuerza al
carro de sus intereses materiales, son víctimas de la más extraña de las ilusiones y del más terrible de los extravíos, pues no comprenden que de su
obra saldrá su propia ruina” (F. Tamayo).
El escritor es un pastor de almas. Tiene siempre a flor de labio el evangelio de Cristo: “Quien me sigue no camina en tinieblas”. “Soy el servidor de
los hambrientos, de los explotados y de los oprimidos. Antes de darles, si
puedo, los tesoros del espíritu, les debo el pan, la justicia y la libertad”. Exclama el Mahatma occidental. Aquel espíritu, el más luminosos de nuestro
tiempo, el arquetipo paradigmático del escritor, el más grande humanista,
quizá más grande que el mismo Erasmo de Rotterdam, aquel hombre que
tenía fulguraciones divinas cumplía el 29 de enero de 1926, sesenta años.
Los escritores de Europa, Asia, América y África, le rindieron el más alto
homenaje de todos los tiempos. Liber Amircorum. “El libro de los amigos de
Romain Rolland”, “apareció con los cuidados de Georges Duhamel, Stefan
Zweig y Máximo Gorki en Zúrich, y en sus cuatrocientas páginas publicábanse (los juicios, las opiniones, los homenajes, F.R) las colaboraciones de
ciento cuarenta escritores, artistas, sabios, sociólogos” de todo el mundo.
“Augusto Forel, Thomas G. Masarky, Alberto Einstein, George Fr. Nicolai,
Georges Duhamel, Unamuno, todos coinciden, como políticos, como sabios, como intelectuales, en señalar en Romain Rolland a la primera figuracentinela del espíritu y la cultura”… Gorki, dice: “Romain Rolland es el
León Tolstoi de Francia sin el odio de la razón, sin este odio extraño que
para el racionalista ruso ha sido el origen de sus grandes sufrimientos.
Después de la muerte de Tolstoi, en medio de este desierto de amor y razón, en medio de estas convulsiones de libertinaje y el odio que presenta
nuestro mundo europeo, Rolland es nuestra gran esperanza”. Forel, expresa: “Es la humanidad entera quien debiera gritaros un cordial ¡gracias! si
231
Fausto Reinaga
cada uno de sus miembros supiese pensar…”. Nicolai, dice: “Es el pionero
y guía del provenir; encarna para nosotros, los que vivimos el ideal de la
humanidad pura… Su popularidad no podía mantenerse constante, pues
sobrepasó mucho a su siglo”. “Las palabras que George Duhamel y Miguel
de Unamuno envían escritas de puño y letra: “Ha proclamado realidades
a cuya realización asistirán las generaciones de mañana”, dice su colega
francés, “¿Por qué se le maldijo?”, se preguntarán nuestros hijos, ya que en
suma decía lo que todos pensamos, subraya Unamuno.
De nuestra América hispana, según Bernardo Ezequiel Koremblit, el único hombre que dijo su palabra, en este trascendental homenaje del espíritu, fue Manuel Gálvez, “que a la aparición de Liber Amicorum era aún el
novelista humano, solidarizado con los pobres y con el dolor de todos los
sufrimientos del mundo y no todavía el autor de biografías intencionadas
y sectarias, no exentas de confusión premeditada… cuando aún era aquel
Gálvez (traductor con Roberto Giusti de Clerambault), que había declarado para el homenaje de Romain Rolland: “La lectura de ’Juan Cristóbal’ ha
sido un hecho trascendental en mi vida. Puede decirse que ese gran libro
es una Biblia de los tiempos modernos. Y lo amo, no solamente por su valor literario, que es, no obstante, excepcional; sino también por su bondad,
por el espíritu de tolerancia, esparcido en sus páginas, por su sentido de la
amistad, del amor, la vida, el arte, el trabajo… Es un libro lleno de cordialidad y humanidad”.
Gandhi, Tagore, Alí No-Rouze, le declaran ciudadano del mundo. Luego
el nombre del profeta que le asigna Ahmed Deif: “Los orientales nombran
profetas a los hombres de almas puras, pues tienen su potencia bienhechora de Dios y no pueden ser sino mensajeros de Paz”.
“Los mejores intelectos del Japón señalan como un acontecimiento el que
el pensamiento del humanista occidental haya llegado ya ‘a las islas aisladas y que las semillas de las ideas de Romain Rolland hayan empezado a
ser sembradas’, como escribe Tetsuo Hirasawa…”.
No queda un solo espíritu, una sola conciencia libre que no participe
del libro. H.G. Wells, Uptón Sinclair, Selma Lamerlo, Waldo Frank, Israel
Zangwill, Ricardo Strauss, Panait Istrati, Ellen Key, Hermann Bahr, todos
ellos y muchos más saludan al campeón de la independencia espiritual,
al insomne vigía del destino de la humanidad. Pues lo era, en efecto,
y por serlo es el Liber Amicorum Romain Rolland, podía cerrarse con la
opinión que había enviado George Sarton: “Tales intérpretes de la humanidad son raros. Cada gran pueblo nos da a lo sumo dos o tres en el
transcurso de un siglo”.
232
Alcides Arguedas
Romain Rolland, que había escrito miles de cartas a los combatientes de
las trincheras de la primera Guerra Mundial, y miles de cartas a las hermanas, novias, esposas, madres de los soldados de ambos frentes; que había
escrito desde Vidas de hombres ilustres, Juan Cristóbal, hasta Lilulí, Quince
años de combate, Por la Revolución a la Paz; y que declaró ser “el servidor
de los hambrientos, de los explotados y de los oprimidos. Antes de darles – expresó − si puedo, los tesoros del espíritu, les debo el pan, la justicia, la libertad. Mi propia participación –subrayó − en los privilegios de la
inteligencia me proporciona los medios y me ordena el deber de ayudar
eficazmente a la humanidad, iluminándola en su marcha política y social,
denunciando a los que engañan y enseñándole, si puedo, el buen camino
y los peligros”.
El 2 de noviembre de 1916, día de los difuntos, en plena guerra, Romain
Rolland, publicó en Demain de París su artículo: “A los pueblos asesinados”. Rolland buscó en aquel artículo las palabras más tremendas que pudieran haberse pronunciado para mostrar a la conciencia universal qué era
y en qué consistía la “cultura” del continente que pretendía tomar para sí
los mejores títulos y las mejores prerrogativas. Citó, con ese fin, un discurso pronunciado por aquel ruiseñor de la India, por aquella alma infinitamente generosa y un intelecto exageradamente transigente con los errores
humanos, Rabindranath Tagore.
La civilización de Europa es una máquina de torturar. Ella consume a los pueblos que invade; extermina o aniquila a las razas que extirpa su paso de conquistador. Es una civilización
de caníbales: oprime a los débiles, enriqueciéndose a su costa.
Siembra por doquier envidia y odio, y hace el vacío ante ella.
Es una civilización científica e inhumana. Su potencia proviene
de que concentra todos sus esfuerzos hacia el único objetivo de
enriquecerse… Bajo el nombre de patriotismo, falta a la palabra
empeñada; tiende desvergonzadamente sus redes, tejidas con
mentiras; erige gigantescos y monstruosos ídolos en los templos elevados al Dinero, el dios que adora. Nosotros profetizamos, sin vacilación alguna, que esto no durará toda la vida…
Al final de aquel artículo, escribió:
¡Pueblos infortunados, eternamente engañados, eternamente
mártires, pagan las faltas de los demás!.. ¡Pueblos envenenados por la prensa, la mentira, el alcohol y las rameras! ¡Pueblos
laboriosos a quienes se acostumbra a no trabajar! Pueblos generosos a los cuales se les hurta la piedad fraternal. ¡Pueblos a
los que se desmoraliza, se corrompe y se mata…!” “¡Pueblos,
uníos! Pueblos de todas las razas, más o menos culpables, to-
233
Fausto Reinaga
dos ensangrentados y doloridos, hermanos en la desdicha,
¡sedlo también en el perdón y en el renacimiento! ¡Olvidad los
rencores en que todos perecéis! Y haced comunes vuestros duelos, que atormentan a toda la familia humana… Si no lo hacéis
así, si esta Guerra no tiene como primer fruto una renovación
social en todas las naciones, entonces, ¡adiós Europa, reina del
pensamiento, guía de la humanidad! Habrás perdido tu camino; marcharás sobre un cementerio. Y tu puesto será ése. ¡Sepúltate! ¡Y otros sean los que guíen al mundo!
No lo deseó así Romain Rolland, dice Koremblit, su impetración al perdón lo prueba, y es pueril apuntarlo, pero los hechos
posteriores parecieron obedecer una orden suya. En efecto, la
“paz de Versalles, el pacto de Múnich, la guerra civil española,
la “no” intervención anglo francesa y la conflagración estallada
en septiembre de 1939, con su secuela de campos de concentración, bombardeos a las poblaciones civiles y toda la hierra
de trágicos etcéteras mostraron que Europa perdería su camino, que marcharía sobre un cementerio… Al no escucharse ni
obedecer el consejo del 2 de noviembre, Día de los Muertos, de
1916, el continente que era reina del pensamiento y guía de la
humanidad, pasó a ser continente suicida del más estúpido a la
vez que lamentable suicidio9.
Este mismo Romain Rolland, el 19 de septiembre de 1939, remite una
carta al jefe del gobierno francés, Edouard Daladier:
“El apolítico, el amigo de todos los pueblos y enemigo de todos los gobiernos, escribe y ofrece su solidaridad a uno de los signatarios de Múnich”. Y he aquí el documento:
En estos días decisivos, en los cuales la República francesa elévase para atajar el camino a la tiranía hitleriana desbordante sobre
Europa, permitid a un viejo combatiente de la paz que, siempre,
denunció la barbarie, la perfidia y la ambición desenfrenada del
Tercer Reich, de expresarle su entera abnegación a la causa de
las democracias, de Francia y del mundo hoy en peligro.
El dolor, la grandeza de tal combate –usted lo ha dicho noblemente- es, por nuestra parte, sin odio hacia el desgraciado
pueblo alemán, que el más atroz despotismo opone al nuestro,
después de haberlo subyugado y envilecido.
Nosotros le llamamos para liberarse.
Dentro de pocos días, septiembre nos traerá el aniversario de
Valmy. En aquel tiempo, Goethe, dibujando las fronteras de
9 Koremblit, B. E. Romain Rolland –humanismo, combate y soledad, p. 113.
234
Alcides Arguedas
Francia, inscribía: “Aquí comienza la tierra de la libertad”. Ella
lo ha seguido siendo.
La libertad es el tesoro común más precioso de la humanidad.
Es para la humanidad que la defendemos; que la humanidad
nos ayude a salvarla…
La carta fue un acontecimiento extraordinario. Toda Francia se estremeció…
Y la réplica no se dejó esperar. Se elevó como la humareda de un incendio
el De profundis clamans de aquel “severo e incorruptible Robespierre rumano”… Eugen Relgis, es quien le acusa al Maestro de “renegar del hombre
y de su obra”; le acusa de “un acto de suicidio intelectual y moral…”. A la
carta de Romain Rolland, que convulsionadamente estremeciera el mundo, su discípulo predilecto, el heredero de su pensamiento, el escogido y
elegido por el mismo Maestro, Eugen Relgis, es quien lanza su Excomunión.
De profundis clamans, tiene el efecto de una tormenta volcánica, que vomita
el fuego lapidario, lava y ceniza al rostro y al espíritu de Romain Rolland…
y éste, cierra su boca y se cubre de un silencio esfíngico hasta la hora de
su muerte (30 de diciembre de 1944). El cuerpo torna a ser polvo, mientras
que su espíritu encarnado en la verdad desafía al tiempo…
Del sumum de la vida y la obra de Romain Rolland y Mahatma Gandhi,
fluye una inmensa llama de espiritualidad. En un cotejo, no podríamos
atinar, en cuál de ellos arde con mayor pureza y fuerza: la fe en la especie
humana, y en cual de ellos reverbera con mayor intensidad: la esperanza
del triunfo de la verdad y la libertad.
Resumamos en siete mandamientos el evangelio de estos espíritus:
ROLLAND
I Lo que une a los hombres tiene raíces profundas que aquello que los
separa.
II No quiero odiar. Quiero hacer justicia aun a mis lenemigos. Deseo
conservar en medio de todas las pasiones, la claridad de mi vista
para poder comprender y amar todo (Juan Cristóbal).
III A la tierra de gloria y de servidumbre de los imperios de un día y de
los pensamientos eternos. Al pueblo que desafía al tiempo. A la India
(dedicatoria de “Vida de Gandhi “)
IV Si el error está en tu hermano, en hermano, en alguna colectividad de
hombres que pueblan algún angulo de la tierra, debes poner cuantos
medios estén a tu alcancel, a fin de conducirlos al camino de la
verdad.
235
Fausto Reinaga
Si así no lo haces, traicionas tu deber.
V La paz del mundo está lejos. No tenemos iluciones. Hemos visto
abundantemente, en el transcurso de medio siglo, las mentiras, las
cobardías y las crueldades de la especie humana. Lo que no impide
en ningún modo aquello de amarlos.
VI No ser jamás pasivo en nada, tampoco en la aceptación. Someterse
quizás, ser sometido,no. Sacrificarse pero no resignarse.
VII Conocer a los hombres,y sin embargo amarlos.
GANDHI
I “La religión está hecha de leyes que unen a todos los hombresdel
mundo.
II Recomendaba no usar los objetos manufacturados en el exterior porque son el producto de la miseria explotada y de lossufrimientos del
pueblo obrero Europa. Al mandamiento: “Ama a tu prójimo como a
ti mismo” adhiere Gandhi:Todo lo que vive es tu prójimo.
III Gandhi, con Tagore, lanza su mensaje al mundo: debemos emancipar
al hombre de las redes que ha tejido al rededor suyo de esas organizaciones de egoismo nacional. Nos es preciso mariposa que la libertad del cielo vale más que el abrigo del capullo.
IV La imagen de Dios está grabada en el alma inmortal de nuestros semejantes.
V Nuestra lucha tiene por fin la amistad con el mundo entero. La noviolencia ha llegado entre los hombres y quedará. Ella es la anunciadora de la paz del mundo.
VI Ghandi era el más puro y genuino representante del leader “vehemente sin odio, contrario sin violencia, político sin mentira” habiendo sido luego”el primer mártir espiritual de sus ideas”.
VII Por dura que sea la naturaleza, se fundirá al fuego del amor. Si no se
fundirá al fuego del amor. Si no se funde es por que el fuego no es lo
bastante fuerte.
El evangelio de Romain Rolland y Mahatma Gandhi parece que ya palpita cálidamente en el corazón de los hombres de nuestra era e ilumina la
conciencia de una gran parte de la humanidad. La vida, santa y santificada
por el dolor, que llevaron estos seres, viene como un rocío para las almas de
los hombres que tiemblan horrorizados, ante los anuncios de una guerra
236
Alcides Arguedas
atómica. La voz de Gandhi y de Rolland, preñada de amor y de esperanza,
se enfrenta a la prédica del odio arrasador del capitalismo de nuestro tiempo. La humanidad debiera meter, consubstanciar su conciencia y su sangre
con el evangelio rolland-gandhiano; entonces sí, que seguro y pronto, alcanzaría su salvación.
* * *
Arguedas, que vivía en París, no dijo nada ni nadie se acordó de él en
el grandioso homenaje que rindieron a Romain Rolland los escritores de
todos los continentes. Para Arguedas, la publicación de Liber amicorum, el
más relevante acontecimiento del espíritu, pasó desapercibido. El escritor
Arguedas, ignoró el pulso y el clima de la intelligentsia europea y mundial.
Ha debido ser tal su aislamiento o su insignificancia en París, que en aquella liturgia intelectual del orbe al hombre cuasi divino entre los hombres,
no estuvo el escritor Arguedas.
Cuando Eugen Relgis, publicó su De profundis clamans, la “admonición
más grande que haya sido dirigida” al más grande de los hombres, que
sacudió violenta y apasionadamente a los escritores, sabios y artistas del
mundo, la tormenta cruzó, sin embargo, por encima de Arguedas, sin moverle un pelo.
Y los siete mandamientos de Mahatma Gandhi y Romain Rolland, restallan en el rostro de Arguedas, provocando un maligno efecto. De su autorretrato, parece que emergiera una sombra apocalíptica, frente al amor universal de los Mahatmas humanistas occidente-oriental: “Arguedas − dice
el escritor Arguedas −, juez de una época. Treinta años vive alejado de su
medio, nostálgico de su tierra, pero desconfiado de sus hombres, añorando sus montañas, pero miedoso de su clima moral, roído por la morriña
del recuerdo, pero espantado por la perspectiva de tener que codearse con
gentes de alma ruin, rastrera y envenenada” (A. Arguedas: La danza de las
sombras, T. II pp. 182, 301). El libro, − éste que citamos entre paréntesis − comienza con una dedicatoria muy digna de él: “Pisotea esta obra, oh público
estúpido, bajo tus estúpidos cascos, pisa fuerte sobre ella y lánzala a la
letrina o a los canales, y si puedes destruirla, destrúyela…”.
Arguedas, ejerce el sacerdocio de la prepotencia pretoriana, ostenta la
egolatría del superhombre nietzscheano, y no tiene para sus semejantes y
compatriotas, más que el odio y el desprecio. Si Rolland y Gandhi son nada
más que amor y bondad, Arguedas no es más que odio y maldad.
El escritor Arguedas, enfrentado a Romain Rolland y Mahatma Gandhi,
es un pobre diablo…
237
Fausto Reinaga
* * *
Oigamos el concepto que Arguedas tenía de Franz Tamayo y Tristán Marof.
“Tamayo, el singular personajillo… tipo del simulador grotesco. Dice dominar el griego, conocer varias lenguas y nutrirse únicamente de Virgilio, Dante, Shakespeare y Goethe,
tiene el coraje de no conocer el ridículo y sabe disfrazar su
envidia de esclavo con ardides sórdidos, con calculadas mañas…, gente de pasta impura y de baja categoría moral”.
“Marof, espíritu primario criollo, pavoroso por su complejidad, su tortuosidad y su hipocresía… Se enamora de las
teorías, pero no es un convencido, sino en la apariencia. Las
toma únicamente como un arma formidable y fácil para soliviantar las masas, y con su ayuda, alcanzar los fines secretos que persigue y que no son otros que el Bienestar y
Riqueza…”10.
Sin embargo, los hechos han hablado otro lenguaje. Marof sobrevivirá a
su vida física; su estrella no se apagará después de su muerte; por sus ideas
y su lucha ingresará a la prosperidad. Tristán Marof, el viejo apóstol de la
revolución boliviana, el ideólogo de la liberación nacional, el escritor revolucionario que alcanzó, como nadie, fama continental, y que dio renombre
y prestigio a su patria; en fin, el que a manos llenas arrojó la buena simiente
de la revolución. Marof, raíz y tronco, tronco de donde se desprendieron,
raíz por la que se alimentaron piristas, movimientistas, socialistas, comunistas, poristas, etc., hoy se halla, como todo apóstol, purgando el delito de
haber hecho bienes a los hombres. Marof pasa miseria y hasta hambre; y a
esto hay que añadir, el oprobio de ciertos escribas de la revolución nacional, que a manos limpias usufructúan sus ideas esenciales y adjetivas para
consumar hechos criminosos de lesa-revolución –estos escribas-- le ladran,
le muerden, le cubren de lodo y podre…
Y Tamayo con todos los tremendos errores y traiciones, que hemos estudiado y demostrado en nuestra obra Franz Tamayo y la revolución boliviana,
por su Creación de la pedagogía nacional y también por su producción poética, tendrá sitio en la memoria y la gratitud de los hombres; suerte que
no alcanzó ni alcanzará Alcides Arguedas. “Pedagogía ha conquistado
por sobre sus coetáneos un raro destino: el de la perenne actualidad. La
perennidad actuante es el espíritu singular que anima la obra. ¿La razón?
Es que ella está ligada a la esencia misma de la nacionalidad boliviana:
el indio”11.
10 A. A. La danza de las sombras, T. II. pp. 299, 300, 329, 330, 190.
11 Reinaga, Fausto: Franz Tamayo y la revolución boliviana.
238
Alcides Arguedas
Las dicciones de Arguedas sobre Tamayo, son palabras encanallecidas.
Tamayo que tocó los lindes de la genialidad, fue tildado de “divertido personajillo, pasta impura y de baja categoría moral”.
Y enfrentado con Marof, Arguedas es un calumniador vil. La vida nos ha
demostrado que el escritor de nombre disfrazado no había luchado simple y
llanamente para alcanzar bienestar y riqueza, no; sino que cumplió una misión apostólica: sembrar ideas, consumar actos por la justicia y la libertad
de los hombres que padecen explotación, miseria y dolor.
Se nos puede observar o interrogar en el sentido de que Arguedas, con
su novela Raza de bronce, fue el primero que se ocupó de la suerte del indio.
Sí, fue el primero. En su tiempo aquella devino como una novela magistral, tal vez la precursora del advenimiento de la literatura indigenista.
Pero como obra de arte, a mi modo de ver, está lejos de alcanzar la inmortalidad. En efecto, por la pintura del paisaje y del hombre, el medio social
y moral, el manantial psicológico y el estilo, no se aproxima, por ejemplo, a
la Chascañawi de Carlos Medinaceli, ni a Tierras hechizadas de Adolfo Costa
du Rels.
En cuanto a su valor social, político o redentor de antes, hoy por hoy ha
desaparecido tal valor de la parte literaria y substancial de la obra. Porque
los señores terratenientes, los caballeros Pantoja (que no fueron otros que los
mismos Arguedas), desde la Reforma Agraria, 1953, pertenecen al pasado,
y los Quilco, Manuno y Cachapa, esto es, la gleba serval, el colonato indio,
hoy mal que bien, poseen tierra y tienen libertad; y una parte de la raza,
para la defensa de la reforma Agraria, hasta tiene fusiles y cañones…
El pongo, como el gamonal, ha desaparecido de la Patria boliviana. Luego Raza de bronce ya no se halla en condiciones de inspirar ni protestas ni
rebeldías. Es una novela caduca; y pronto será una obra anticuada, y como
tal dormirá cubierta de polvo en algún rincón del mundo de las letras…
* * *
Arguedas, jefe del partido liberal, diputado, senador, ministro de agricultura, pero sobre todo: rector del pensamiento nacional, mejor dictador intelectual de Bolivia, con el cetro en el puño, señala admonitor: “La forma ideal
de regimen político para Bolivia, es el totalistarismo nazi…”.
La Revista Punto y Coma de La Paz, 1934, pregunta:
Frente al desmoronamiento del mundo democrático. Frente a
la delictuosa política del acecho y oportunismo del asiático Sta-
239
Fausto Reinaga
lin, vale la pena de preguntar a los encargados del juicio y la
forma política, cuál es su programa, actitud y sentido de renovación de sus cuadros políticos… hemos querido realizar una
encuesta entre los jefes visibles de partido. Para ello nos hemos
dirigido al partido liberal, republicano socialista, socialista y
republicano genuino.
El señor Alcides Arguedas, jefe del liberalismo boliviano, contesta:
1) Confrontando la situación política mundial, ¿cuál considera
la forma ideal de régimen político para Bolivia?
Hace tiempo que tengo fijado mi criterio sobre “la forma
ideal del régimen político para Bolivia”. Y un criterio formado es la madurez de una vida consagrada al estudio de
los problemas nacionales ya no se modifica al azar de las
circunstancias ni menos por razones de índole personal.
Ese criterio se cristaliza así:
El régimen político ideal para un país de contextura étnica
tan enrevesada como Bolivia y de tan complicada estructura
geográfica sería la dictadura o, en lenguaje del día, el totalitarismo nazi.
2) ¿Qué medidas, qué estructuración política propugnaría
como acción inmediata su partido?
Aplicar los principios de la economía doméstica a los asuntos del Estado… es la gran política de todos los tiempos, la
única que no conoce ni produce conflictos.
…un animador de gran potencia, un hijo del pueblo. Hitler,
quien logra infundir una nueva mística social que abomina
del viejo liberalismo y hasta siente una especie de horror
por el concepto mismo de la libertad….
Se puede decir que es una nueva religión la que ha nacido en este pueblo, o por lo menos, un nuevo culto; el de la
patria. Su pontífice sumo, el gran sacerdote, es Mussolini,
“dios de una magnífica fe”. “Su característica, disminuir la
libertad”12.
Ahí tenemos a Arguedas, presentando para Bolivia a Mussolini, el dios de
una magnífica fe, y señalando y aconsejando la svástica de Hitler, el súperhombre de la raza aria, el providencial para conquistar y dominar el mundo, presentándonos a Hitler y Mussolini, como a prototipos paradigmáticos para los indios de Bolivia.
12 A. A.. La danza de las sombras, Tomo I, p.. 368, 369.
240
Alcides Arguedas
Arguedas, bien vistas las cosas, tampoco puede ser de utilidad y provecho para el nazifascismo boliviano de nuestro tiempo: porque su pensamiento endeble y superficial corre por canales tan confusos y contradictorios, y desemboca en una irresponsabilidad punible.
Hitler y Mussolini, estructuraron e impusieron un régimen bajo el aliento
mesiánico de la misión de la raza superior, la fobia extirpadora del marranismo judío, y el poder impúdico del capital industrial y financiero. En
Bolivia, no hubo ningún aliento mesiánico de la misión y la superioridad
rácicas; no hubo ningún problema judío, y no hubo capital industrial y
financiero del volumen y magnitud nazifascista. El totalitarismo a imagen
y semejanza de Hitler y Mussolini para Bolivia era antes, y lo es ahora, un
absurdo, una ilusión histérica y nada más.
Ahora transcribamos las opiniones del nazifascista Arguedas, acerca del
socialismo y el comunismo. Repitiendo las palabras de Günther, historiador y teórico del nazismo, dice: “La dictadura del proletariado sostenida
por un puñado de conductores que se ocultan detrás de ella. He ahí lo
que es el comunismo y lo que será siempre”, hasta aquí la trascripción de
Günther. Ahora Arguedas, pone de su cosecha. “Y este comunismo no es
un socialismo; hasta es opuesto al socialismo en lo más absoluto; es la pérfida explotación por fines materialistas de la noción idealista del socialismo
y de los hombres que le son adictos porque si el socialismo es sinónimo del
bien público, de espíritu colectivo y de justicia y en este sentido todo hombre
honesto en Bolivia es y debe ser socialista”13. Y anotaremos aún otro concepto
suyo: “…el comunismo, concepción que va contra la naturaleza misma del
hombre, animal posesivo por excelencia”14.
La patria se halla en peligro. El país está al borde de la Guerra del Chaco.
No hay conductores ni pensadores en esta hora crucial. Pero Arguedas no
se mueve de París, porque la propiedad que adquirió le ata a París; a París,
con “sus gentes hurañas y aun hostiles para el extranjero y donde el corazón
no echa raíces porque a la tierra le falta calor de simpatía”15; y Arguedas, el
escritor, se contenta con lanzar este quejido amargo: “Somos los desheredados de la tierra. Aquí en Europa nadie nos conoce: allí, en América, nadie
nos toma en cuenta”… “Sabe que la explosión está próxima, que muy pronto los pueblos serán destrozados unos contra otros y que todos sus anhelos
y sus trabajos de paz desaparecerán bajo el esfumino de las defidaciones.
La inconsciencia matará la razón, la violencia asesinará a la verdad y el cri13 A.A. Pueblo enfermo, p. 256. 2ª edición. Ercilla, Santiago de Chile, 1937.
14 A.A. La danza de las sombras, p. 376. T.II.
15 A.A. Ob. cit. p. 328.
241
Fausto Reinaga
men ajusticiará a la justicia. Todos los bienes espirituales serán ahorcados y
colgados implacablemente por la ignorancia, la brutalidad y la ceguera”; y
toda esta catástrofe que convulsa tiembla al borde del abismo, sabe y siente
el escritor Arguedas, pero sigue, continúa en París atado a su casa.
Arguedas, ante la demanda histórica de la patria, ante la acusación del
espíritu de la raza, ante la voz de su propia conciencia que le grita: Arguedas ¿por qué no predicas con el ejemplo? Descarado y vulgar, con un cinismo
que espanta, responde una por todas: Yo no doy el ejemplo. Escribo. Y eso
basta. “El ejemplo tienen que darlo los jóvenes”. Y ¿quiénes eran aquellos
jóvenes que debían dar el ejemplo? Estos jóvenes eran: “…una descarada
fábrica al por mayor de servilismo y achatamiento intelectual y volitivo.
De la universidad no se sale a la vida de la libertad del pensamiento y de la
dignidad de la conducta, sino a la del incondicional sometimiento al caudillo o patrón y de la abdicación del decoro ante el ara del ‘haber mantenimiento’ que decía el Arcipreste. Porque la acción nulificadora de la universidad, es eficazmente secundada por la acción corruptora del caciquismo
ociocrático en que vivimos. No hay más que observar la diligencia y tartufino olfato con que los caudillos políticos están a la atisba de los muchachos
que se han distinguido en la Facultad o las Letras, para caerles encima,
uncirlos al carro de sus ambiciones y transformarlos de hombres dignos,
en vocingleros voceros de las ignominias políticas y los ilusorios redentorismos caciquiles. ¡Qué fruición sienten éstos cuando a una conciencia pura
y blanca como la piel del armiño, la manchan con el lodo putrefacto de
la politiquería eleccionaria y de un limpio corazón juvenil hacen la moral
túrbida y de manga ancha de los monopódicos traficantes de la fe pública!
No, no es posible que ellos los corruptores profesionales, disfrazados de
providenciales salvadores de la patria, permitan que haya un hombre digno, mirlo blanco, en el rebaño de Panurgo que ellos aborregan y borreguilmente conducen. Excelentes discípulos de la buena madre Celestina, como
ella, ellos sienten verdadero placer de comadrejas cuando de la honesta
doncella que era Melibea, la convierten en la lasciva manceba de Calixto.
Estos son los grandes Celestinos de la tragicomedia nacional, a quienes,
por cortesía o por cortesanía solemos llamar maestros de la juventud”16. De
esta juventud purulenta, esculpida y troquelada por Arguedas y su gene16 Medinaceli, Carlos. Nuestra generación, 1935. Estudios Críticos, p. 231.
En mi libro “Tamayo y la revolución boliviana”, página 73, escribí: “En Bolivia, la “intelligentsia” gamonal y rosquera ha instruido, obligado a veces, a la juventud consagrar
maestros a repugnantes peleles. Víctor Aramayo hizo proclamar maestros de la juventud a un señor Salmón, para lanzarlo a la candidatura de la vicepresidencia de la República junto al tunantillo Willy Gutiérrez”. Arguedas no podía faltar de este carnaval, y
naturalmente fue proclamado: “…el más sincero maestro de la juventud boliviana”. A.
Arguedas. La danza de las sombras, T. I. p. 92.
242
Alcides Arguedas
ración a imagen y semejanza del añoso tronco gamonal, de esta juventud
esperaba el ejemplo de la regeneración; a esta juventud pedía el ejemplo
de purificación.
¿Qué es lo que hay en este petitorio de Arguedas? ¿Estupidez o sarcasmo? Quizá más estupidez que sarcasmo.
“Máximo Gorki, que en su niñez hubo de recoger basura entre las cloacas y los sumideros de la ciudad (los compañeros de escuela negábanse a
sentarse a su lado por el hedor que despedía), enviaba una carta a Romain
Rolland, proponiéndole que escribiera una biografía sobre Beethoven”.
“Gorki, quería que se escribiera biografías sobre Beethoven, Addinson,
Colón, Moisés, para la niñez − y sobre todo − para la juventud –que se batía
en la guerra de 1914. Recordémosle, pues, a la juventud – decía − que los
hombres no fueron siempre tan débiles y malos como lo son ahora. Recordémosle que todos los pueblos han tenido y tienen aún grandes y nobles
corazones”.
En la misma carta, Máximo Amargo, subrayaba: “Nosotros, los adultos,
que pronto abandonaremos este mundo, dejaremos a nuestros hijos una
pobre herencia. Les legaremos una tristísima vida”.
Ya veis, caro lector, los genios estelares de la humanidad, de nuestro
tiempo, los apóstoles de la verdad y la bondad, Gorki y Rolland, buscaban
paradigmas, ejemplos para la juventud; mientras que el escritor Arguedas,
exigía el paradigma de la juventud; pedía a la juventud el ejemplo para los
viejos.
* * *
Consciente de su poder y su fuerza, con plena capacidad y visibilidad de
su dominio, con absoluta seguridad y confianza en el cetro de su autoridad
y la sumisión y obediencia servil de la intelligentsia oligárquica y también
de la progresista nacionales, Arguedas tuvo y sostuvo en un puño de hierro la vida del pensamiento boliviano. Por ello, su autoridad, mejor, el poder de su prestigio se manifiesta en Bolivia hasta nuestros días como una
fuerza física, compulsiva. Arguedas midió, supo, y muy bien, el poder de
su pensamiento y el tiempo que podía retener el dominio del reinado del
pensamiento; razón por la que dispuso: que la parte inédita de su obra viese la luz al cabo de 50 años después de su muerte. Tal como eran sus deseos
y previsiones, el pensamiento de Arguedas, comenzaría, mejor, seguiría
ejerciendo la rectoría, el gobierno intelectual de Bolivia hasta más allá de
1946 (Arguedas murió en 1946).
243
Fausto Reinaga
Los hijos, los nietos y los tataranietos de los hombres del partido liberal y del grupo cismático que tomó el nombre de partido republicano
y las ramificaciones posteriores de ambos partidos; (llámense pursistas,
socialistas, piristas, poristas o falangistas), se han mantenido en el reino del espíritu y en la descarnada realidad de la vida, como si hubiesen
sido modelados a imagen y semejanza del pensamiento de Arguedas. En
cuanto la idea es la rectora de los hechos, los tales hijos, nietos y tataranietos de la generación de Arguedas, ejecutaron y ejecutan sus actos; en sus
acciones devienen también a imagen y semejanza de sus progenitores,
de aquellos hombres que hicieron demagogia: odiaron, despreciaron y
explotaron ominosamente al indio; y vivieron de la imitación grotesca de
la vida europea…
Después del partido liberal, ningún otro partido fuera del Movimiento
Nacionalista Revolucionario (MNR), ha subido al poder y ha gobernado
con sus propios elementos, en forma totalmente excluyente, respecto de
otros partidos. Es más, ningún partido ha hecho tanto alarde sobre la liberación del indio, sobre la resurrección de la raza kolla, sobre la exaltación
de la dignidad autóctona; ¡bah! Sobre el nacionalismo, crisol de la simbiosis dinámica de cholos e indios en la marcha ascensional del progreso a
través de la revolución de la Patria…
Pero el lenguaje de los hechos ha sido bien distinto de aquel alarde. Para
el núcleo central del MNR, tiene un valor absoluto, como para Arguedas,
el color del pigmento. Aquel núcleo siente hasta el dolor la vergüenza de
tener que ver siempre masas indias en las ciudades y masas indias en el
agro; cuán felices serían ellos, si estas masas tuvieran no un color cobrizo,
sino que fueran masas rubias, como las masas de Estados Unidos de América, de Francia, Alemania o Italia. A los ojos europeos o yanquis, ocultan
igual que Arguedas, como una tara, como una lepra, ocultan la vergüenza
de la carne india.
El que marcha al exterior, v.gr. en un cargo diplomático, debe, ante todo,
tener: piel blanca; y si además de eso fuera macrocéfalo, mucho mejor…
El cuerpo diplomático boliviano… − de antes y de ahora − es rubio; y el
pueblo de Bolivia es indio. Yo he visto en Europa y en Estados Unidos de
Norteamérica a los diplomáticos del África y del Asia, son ellos la más fiel
expresión de sus pueblos. En la conformación craneana, en el color del
pigmento, en la indumentaria, en la lengua, aquellos diplomáticos son un
pedazo de vida viviente de su tierra y de su pueblo. Mientras que entre
nosotros la imitación de lo rubio nos devora como una fiebre satánica. A
través de nuestra diplomacia nos negamos enfáticamente al afirmar y al
exhibir aquello que no somos…
244
Alcides Arguedas
La segregación racial, ominosa enseñanza yanqui, se practica en Bolivia
como un rito sagrado. Los blancoides – congestión de estupidez y pedantería −
tratan de hacer consentir al mundo que Bolivia son ellos… Los cretinos racistas no se dan cuenta que a través de los poros de su piel, tatuada de pigmento
anti indio, estalla la sangre kolla hecha pensamiento, conciencia y acción.
La morbosa prédica del sentimiento de inferioridad, la filosofía valetudinaria, el puebloenfermismo, ha logrado producir en la conciencia nacional
un nefasto y doloroso complejo de ineptitud o de inhabilidad. Bolivia: un
pueblo enfermo, alcoholizado, sin voluntad ni disciplina; incapaz de ningún
sacrificio altruista, pueblo zambullido en el engaño, la falsía, el latrocinio,
el crimen. En Europa nadie nos conoce; en América nadie nos toma en cuenta;
he ahí la sustancia de la enseñanza de Arguedas.
El pesimista Arguedas, como hombre, como unidad humana y personal,
no vive, no siente su pesimismo. Hace todo lo contrario de su prédica teórica: terrateniente y gamonal, explota a millares de indios siervos; se mete,
igual que todos sus congéneres en el lodo de la política; la política, que fue
el blanco de sus ataques en toda su obra. El autor de la Raza de bronce en la
vida material se conduce exactamente igual que los caballeros Pantoja con la
gleba de sus latifundios.
Arguedas ha dejado instituida en Bolivia una nefasta escuela: la del diablo predicador.
Al final, Arguedas ¿qué descubre? Que el mal mayor de todas las desgracias, desventuras y tragedias del país, es la política, y en la que, como
queda dicho, se mete como el pez en el agua. En esta faena llega a tanto,
que en el propio Palacio Quemado recibe una pateadura de Germán Busch,
Presidente de Bolivia; torna a su periódico El Diario y se convierte en una
especie de esfinge silenciosa y maligna, que a sotto voce derrama una admiración enfervorecida y plena de esperanza y muy digna de un miembro del
fielato de Mussolini y de Hitler, ya que se le creía a Busch un ser providencial, ¡un Führer boliviano!
El nazifascista Arguedas, olvidándose de su cara cobriza (por no mirarse
al espejo), fue un idólatra de la piel blanca: Las fieras rubias de Europa, eran
su pasión; a la par que por el color indio sentía repulsión, odio y furia de
exterminio.
* * *
Arguedas, el diablo predicador, no ha enseñado nada en la vida; de sus
escritos después de su muerte (1946), nada se puede aprovechar. Su obra, el
245
Fausto Reinaga
monumental fárrago, para nada nos sirve. Marof, declara: la “casi inutilidad
de su obra…”; la ¿casi nomás? ¡La total! Toda la producción de Arguedas,
la obra en conjunto es inútil. No sirvió ayer, no sirve hoy y menos servirá
en el futuro.
Carlos Medinaceli, el ecce homo de los escritores dignos y libres de Bolivia,
el de la cristiana pasión por la libertad del pensamiento boliviano, el que
regó su largo vía crucis con la sangre de su alma, tan luminosa, Medinaceli, a quien el poder y la oligárquica intelligentsia de la feudal-burguesía
le crucificaron en el Gólgota del andrajo, del frío, de la sed y del hambre;
Medinaceli, este Cristo nuestro que vivió, padeció y murió por el amor de
la verdad de Bolivia, es quien ha dicho: “de Arguedas hemos heredado
tan poco de bueno, que ya casi no nos queda nada de aprovechable para la
acción de hoy y menos para la de mañana…”17.
Ante la pavorosa perspectiva del devenir de su vida y de su obra, Arguedas no pudo resistir el nudo en la garganta, y… tronó la voz de su propia
conciencia: “Yo como escritor, no soy nada, nada valgo ni represento en el
país… mi obra no sirve para nada…”18.
La oligárquica intelligentsia de la derecha y la juventud nazifascista, verdad que todavía seguirán amando en ideas y hechos a Arguedas; pues les
viene a gusto esta clase de conductores espirituales: “anacrónicos cancerberos de los museos de ideas retrospectivas”; pero la Bolivia revolucionaria
– aun más la Bolivia socialista del porvenir − tiene el deber de exhibir la
obra de Alcides Arguedas, como un baldón, como una infamia, como un
monumento de indignidad, de ponzoña y de crimen de lesa-inteligencia.
Ahora está probado el hecho: la pluma de Arguedas es la pluma de la
traición a la Patria.
Y sólo los judas bolivianos, pueden seguir lactando la negra bilis de la
traición. Pero la vida que es la razón suprema del ser y del no ser de los
hombres y de los pueblos, acaso pronto, y muy pronto, resplandecerá su
verdad: el destierro definitivo de la escuela de Arguedas, del espíritu y la
sangre de Bolivia.
17 Medinaceli, C.. Estudios críticos, p. 229. 1935.
18 Arguedas, A. La danza de las sombras. T. I. p. 91.
246
Alcides Arguedas
Sinopsis
Primero – El historiador
Arguedas, historiador, ha estudiado y ha escrito la vida de los cholos que
hacen política, manejan la cultura y la economía del país. Arguedas, como
Moreno, “ha confundido – al pueblo de Bolivia − con cien o doscientos
demagogos que han agitado al país. Y a esos doscientos bribones los ha
confundido con tres millones de habitantes” (F. Tamayo). Las correrías y
las trapacerías de los bribones demagogos, Arguedas ha pintado con desmañados brochazos de verticidad. En tanto que los indios, obreros, clase
media, esto es el pueblo, se deslizaba como un majestuoso río en su ancho
cauce de trabajo y sacrificio, generosidad y heroísmo. Arguedas, sólo vio
la turbia superficie; no alcanzó a escudriñar y sentir, y menos comprender
el caudal de vida que entrañaba y entraña el pueblo boliviano. La historia
de Arguedas, es una crónica de periodismo libelista de baja estofa. Toda su
obra histórica respira concentrada mala fe y calumnia venenosa. Lacera el
alma y apaga toda chispa de amor y de ideal.
Segundo – El sociólogo
El sociólogo camina por el mismo derrotero que el historiador. Descubre
todas las llagas morales y físicas de la clase dominante; de los mestizos
y los cholos, los cuales llevan sólo purulencias en la carne y el alma. Son
seres enfermos de empleomanía, demagogia, felonía, traición y crimen; enfermos de riqueza y honores mal habidos; y la enfermedad que padecen es
trágica por incurable. Tomando una parte mínima por el todo, concluye el
sociólogo de marras: Bolivia es un Pueblo Enfermo. Sin embargo el pueblo
enfermo ha tenido que enfrentarse y vencer, como ningún otro pueblo de
Hispanoamérica, vicisitudes de magnitud catastrófica: las mutilaciones territoriales, la pérdida del Chaco, explotación inhumana en las minas y los
feudos del agro; masacres, dictaduras, revoluciones y contrarrevoluciones
sangrientas; miseria, ignorancia, hambre, etc.…; y el pueblo de Bolivia subsiste; y algo más, que en toda su desgracia conserva lo mejor de su ser: su
vigor vital y su fe incólume en el porvenir.
El pueblo enfermo que vio Arguedas, era el pueblo, vale decir, la casta de
los terratenientes, su casta; esa sí, que se hallaba enferma; y ahora padece
los estertores de la muerte… La casta gamonal de terratenientes ha desaparecido de la vida boliviana; y conforme corren los tiempos, no es de esperar
su resurrección. La teoría mórbida arguediana, ha tenido que acurrucarse
como una chullpa en un rincón sombrío del museo de las ideas anticuadas.
247
Fausto Reinaga
Tercero – El moralista
La moral pesimista, la negra bilis de Arguedas, brota de una fuente de despecho: no pudo empinarse en Europa y en Bolivia alcanzó la gigantanasia. Su pesimismo no es filosófico ni tiene vitalidad ética; ya que el
pesimismo filosófico en el fondo es una fuerza constructiva, progresista:
conocer los defectos, las imperfecciones, los errores de las cosas y de los
hombres, para superarlos; arrancar el bien del conocimiento del mal.
El moralista Arguedas es el diablo predicador. Hombre rico; servidor
de los poderosos políticos y de los poderosos millonarios mineros. Su
moral pesimista no fue sincera, Arguedas era de “aquellos que se levantan todas las mañanas haciendo homenajes a la bandera, se desayunan
con la ‘patria’ y almuerzan con los multimillonarios mineros bolivianos…”. “El que todo ve negro no tiene una visión amplia”. “Schopenhauer que despreciaba a los hombres, también era un reaccionario…”19.
Pero, eso sí, que Schopenhauer alcanzó una genial unidad entre su obra
y su vida; vivía como pensaba; en tanto Arguedas, pensaba de una manera y vivía de otra distinta; del pesimismo de Arguedas, rezuma insinceridad e hipocresía.
Cuarto – El escritor
En el escritor Arguedas ¿hay la belleza de estilo de Romain Rolland, de
Juan María Guayu, de José Enrique Rodó? ¿En la prosa de Arguedas hay
por ventura la belleza llena de luz, de perfume y de néctar como en la obra
de Ignacio Prudencio Bustillo; o bien crepita la verdad amarga, apostólica
y profética, sinceramente gorkiana y cristianamente amorosa, como en el
estilo de Carlos Medinaceli? No. En la obra de Arguedas, chocarrera, ramplona, estridente, no hay belleza.
¿Entonces, hay verdad?
¿Está en la obra de Arguedas la verdad, grande, plena, la verdad verdadera? ¿Está desnuda la terrible realidad boliviana: 2.500.000 de seres humanos esclavos, los indios reducidos a la condición de bestias, los cholos y
los criollos, embrutecidos y encanallecidos? ¿Está desnuda la terrible realidad de un pueblo incaico, de un pueblo indio que solloza en un mar de
fuego de injusticia, falsía, engaño, fraude, explotación, miseria, ignorancia,
andrajo y hambre; de un pueblo que necesita con la fuerza de la sed quemante, hombres grandes, conductores espirituales que, sean voz y clamor de
los sollozos y angustias que estrangulan nuestra conciencia?
19 Marcuse, Ludwig. Pesimismo, un estado de madurez, p. 20, 21.
248
Alcides Arguedas
Este cuadro, Arguedas no lo vio: cerró los ojos; hizo libelo acerca de los
vicios y la corruptela de una casta politiquera, bosquianamente individualista; corruptela política donde, para desgracia suya y la de sus discípulos,
se metió Arguedas en carne y alma, sangre y conciencia, como el cerdo en
la bosta apantanada. En una palabra, el escritor Arguedas no practicó ni
predicó la verdad. Practicó y predicó la mentira. Mintió en su vida; mintió
en sus obras y mintió en su acción. Mintió como político; mintió como escritor y mintió como hombre.
¿Quizá entonces haya amor?
Arguedas no conoció ni sintió el amor. El amor en el fondo es sacrificarse, es darse como Sócrates en la cicuta, como Cristo en la cruz; Arguedas
ni un pelo suyo sacrificó a nada ni a nadie; no se dio todo pleno, íntegro,
no se dio jamás de los jamás, alma, vida y corazón, ni a la Patria, ni a ninguna idea, y mucho menos al ideal. Todo le acusa que vivió filisteamente,
cuidando, por sobre todas las cosas, su bolsa. El dinero viene del odio y
engendra odio. De ahí que Arguedas fuese un apóstol del odio: odiólatra.
Y, si amaba algo, Arguedas amaba el odio.
En el escritor Arguedas, no hay belleza; no hay ideal; no hay verdad; no
hay amor. Hay una sola cosa: odio. Arguedas es odio.
249
ESPAÑA
España
España. Si no hubiera logrado verla con mis propios ojos y sentir su aliento
con mi propia alma, me hubiera ido de esta vida con mi tremendo odio a
España. En efecto, en mi conciencia indiaincaica se hallaba sedimentado
un odio de siglos contra España. Desde el asesinato a mi Rey-Inca Atahuallpa, hasta la tragedia de la cuesta de Chataquila, en que fue despeñado
mi tatarabuelo Tomás Katari; desde la infernal mita hasta la gleba yanacunal; desde la posesión violenta de las ñustas del Tawantinsuyo hasta la
estigmatización de mi sangre y de mi raza, latían en mi conciencia y en mi
corazón. Mi odio se alimentaba del hecho oprobioso de la destrucción del
sistema social incaico, y de la institución de la esclavitud para un pueblo
feliz: que no sabía mentir ni robar y que trabajaba alegremente para vivir.
¿Que España dejó en América su lengua y su religión? Sí. La lengua castellana y la religión católica.
El idioma español, que en su Siglo de Oro había obligado a la cultura europea estudiar y aprender las letras y las sílabas de la parla de Cervantes,
en nuestro tiempo tanto había caído, que esa misma Europa hoy la tomaba
como una lengua inferior. En el IV Congreso de FSM y el 40 aniversario
de la Revolución Rusa, grandes acontecimientos esencialmente culturales,
el idioma español estaba casi preterido. El ruso, inglés, chino, francés y el
alemán se hallaban a la vanguardia; el español se movía a remolque entre
las lenguas catalogadas como bárbaras. En todos los países donde anduve
sentí en la carne de mi alma el dolor y la humillación de mi idioma.
Vamos con la religión. Yo soy fervoroso admirador de Cristo; toda mi voluntad he ofrendado a su evangelio. El catolicismo es enemigo apóstata del
cristianismo; poco bien ha hecho España dejando su catolicismo a las capas
sociales de gente blanca y criolla. Porque la raza autóctona de aymaras y
quechuas se ha mantenido impermeable, no lo siente ni lo pasa aquel catolicismo: la raza sigue siendo sabeísta: adora al Sol y a la Tierra. Sus únicos
dioses son el Inti y la Pachamama.
En el IV Congreso de FSM, donde se hablaron todas las lenguas vivas que
hay en la tierra, tuve que hacer un solo haz con la gente de España. El idioma, esa fuerza espiritual que penetra en los cerebros y une los corazones y
las conciencias de los hombres, me echó entre aquella gente como una gota
en el mar. Españoles y bolivianos, españoles y mexicanos, hicimos pronto e intususceptivamente una misma cosa, una misma unidad material y
espiritual. Desde muy dentro de nosotros sentimos fluir una misma alma
dolorida que buscaba un camino para salvar su fe, su esperanza, su vida.
Me asomé al corazón de aquellos desterrados españoles que caminaban
por todos los países de Europa rumiando la amargura de la ausencia de
253
Fausto Reinaga
la patria; con el peso a cuestas de la patria gimiente, humillada y lejana. Y
como si esto fuera poco, escuché, con los puños crispados de indignación,
la palabra de los delegados españoles que habían logrado escurrirse de
entre las garras de la policía de Franco, y que alcanzaron llegar a Leipzig,
para denunciar desde la tribuna del Congreso el oprobio de un régimen
nazifascista que con el apoyo económico y bélico de los Estados Unidos de
América y con el beneplácito de los gobiernos de la democracia occidental,
había, desde hace más de cuatro lustros, cancelado toda libertad y hacía
escarnio de todos los sentimientos de la dignidad humana: desde hace cuatro lustros tenía aplastado bajo un terror sangriento a un grandioso pueblo.
Me sumergí en el dolor de los desterrados españoles, lloré con el llanto
de aquellos delegados, fue entonces cuando tomé resolución de visitar
España.
El día miércoles 27 de noviembre de 1957, salí de París a horas 14; sobrevolé gran parte del territorio francés, tramonte Los Pirineos; después
de cruzar pampas yermas, sembradíos, aldeas y ciudades de la península
ibérica, a horas 16 y 45 puse pie en tierra madrileña.
En Madrid, hora tras hora, minuto tras minuto, tuve sorpresas inolvidables. El idioma, ora muro inaccesible que separa a los hombres ora todopoderosa fuerza que como un imán los atrae y los junta, para mí esta
vez se presentó, como la muestra de atracción y de unión. Me despojé del
timbre y la tonalidad boliviana; agarré la elocución madrileña, y pues, que
me puse hablar al mismo tono y calor de aquella gente. Para Unamuno “la
lengua es el supremo bien que ha creado el hombre. La lengua lo es todo:
es el pensamiento (sin la lengua no se puede pensar), es la patria, la raza y
el imperio. El único imperio que él reconoce es el de la lengua”. Por esto,
a su juicio, “el verdadero imperio español, el del idioma, empieza cuando
termina el político, cuando sus colonias americanas proclaman su independencia y se transforman en otras tantas Nuevas Españas”1.
Dudo que en nuestro tiempo hubiera en alguna parte una separación tan
abismal entre pobres y ricos, como aquella que existe en España. Mientras
los ricos se refocilan en el hartazgo, se recogen cadáveres en la alborada de
las plazas y las calles que literalmente habían muerto de hambre. Mientras
los palacios crecen hacia los cielos, en el mismo corazón de Madrid, las
chabolas (cuevas abiertas en la tierra), se multiplican cual agujeros de un
hormiguero, donde la gente habita en una promiscuidad increíble. Todo
es común dentro la chabola; mientras unos buscan la vida, otros duermen
y viceversa. La chabola por su reducida capacidad, determina pues, que
1 Unamuno. “América y los Vascos”. El Diario. 8 Feb 1959.
254
España
unos la ocupen de día y otros de noche. En este hacinamiento, el crucifijo y
el sexo no llevan ningún vestigio o atributo de la propiedad privada.
Algunos intelectuales (escritores, poetas, pintores, periodistas) me invitaron la noche del domingo 1º de diciembre al Café Sésamo. Hombres
y mujeres, en su mayoría jóvenes, nos aguardaban. Poniendo centinelas
a la puerta, por si la policía nos sorprendiera, comenzamos a usar de la
libertad de la palabra… ¡Ah! cuántas cosas me revelaron sobre la martirizada España. Escuché sobre Miguel de Unamuno esto: que era un
burgués que llevaba el crucifijo hipócrita bajo la chaqueta; que Ortega
y Gasset era un estilo sin fondo ni vida… Yo comprendí aquella noche
el valor substancial, vital de la libertad. Aquella gente quería por sobre
todas las cosas: libertad. Y, como no había en las condiciones actuales
posibilidad para lucha y menos para conquistarla, la desesperación y el
nihilismo, como perros hambrientos, roían el alma de estos seres… En
coro, llorando comenzaron a cantar aquel tango desesperanzado y
desolador: “Yira. Verás que todo es mentira; verás que todo es amor,
Yira… Yira…”
Una mañana en La Puerta del Sol, me di de narices con una chola. Llevaba
una pollera lila, jubón rojo con encajes blancos y manta ploma de espesa
flecadura; algo más, estaba sobre la espalda el infaltable atado, y en la mano
una canasta. Creyéndola una chola cochabambina o sucrense, le hable en
quechua. Mas la buena mujer, me dijo: “No he salido nunca de España.
Vivo en Gartera: soy garterana. El traje que a Ud. le asombra, es el que
llevan todas las mujeres de aquella región”. Conversando con esta chola
española, llegué al mercado que se encontraba tres cuadras debajo de la
Plaza Mayor. El siglo y medio de ausencia española de América, concretamente de Bolivia, nada significa. En este mercado constaté: que entre las
gateras de todo jaez y color de La Paz, Bolivia y las de Madrid había tanta
similitud, que me era difícil si no imposible consentir de que me hallaba en
el Mercado Camacho de La Paz.
Todo dolor que arranca de la opresión y de la injusticia inunda mi alma
y mi corazón. La causa del dolor de esta naturaleza es sagrada; y sentirla y
lucharla y pelear por ella, es en mí, una obligación un deber de conciencia.
El dolor de los españoles penetró en mis sentimientos; se hizo carne de mi
carne y alma de mi alma. Me zambullí en aquella vida palpitante de dolor;
vida generosa, noble, plena de verdad y de sacrificio; la viví en la calle, la
escuela, el cine, el teatro, la iglesia, el hospital, la universidad, el hotel, el
agro, la fábrica. Me sentí tan unimismado, en tal identidad como el color en
la forma, como la gota en el río… Si los españoles me sintieron su hermano,
yo me sentí hermano entre mis hermanos…
255
Fausto Reinaga
Aquí la consecuencia: mi clásico odio a España se desvaneció y para
siempre.
El militar (vale decir Franco) y el clero han postrado en la más espantosa
miseria y esclavitud al pueblo español. La presencia misma del tricornio
y la sonata abruma y aplasta el espíritu de la persona que por primera
vez llega a la Península; aplasta en forma tal que se siente el miedo de los
tiempos de la Inquisición. El catolicismo español se ha convertido en una
caverna clerical. Se marca desvergonzada y cínicamente, no sólo el culto,
sino que las mismas Casas de Dios se han convertido en garitos de especuladores y tahúres. Un curita punateño me llevó a un convento, donde el
prior a competencia y puja abierta con los clérigos, me cambió a 57 pesetas
el dólar (el cambio oficial estaba a 42 pesetas el dólar). Allí supe la política
internacional que el clericalismo español lleva a cabo. Vienen a Bolivia,
por ejemplo, sacerdotes y monjas por manadas. Los pesos bolivianos que
estos comerciantes en religión católica, convertidos en dólares, remiten a
España, se distribuyen entre Franco y el clero; por consiguiente, el clero y
el franquismo tienen pues interés en mandarnos mayor cantidad de curas
y de monjas, porque cuanto más sea el número de recolectores de pesos
bolivianos, percibirán ambos socios mayores entradas. Lo que sucede con
Bolivia sucede con cada uno de los países de Latinoamérica.
La burguesía de la América hispana tradicionalmente se ha educado en
España. Los estudiantes indoamericanos que desde hace veinte años han
ido a la universidad franquista han aprendido solo franquismo y clericalismo. ¿Para qué lleva entonces a sus hijos la burguesía imbécil de Latinoamérica a España? ¿Acaso no sería más racional para los intereses de su patria y de su misma clase, que con la suma de sus dólares que deja a Franco
y al clero, pueda contratar y por consiguiente radicar, en su respectivo país
a los mejores profesores de la Península misma?
Franco y el clero, a través del estómago, han llegado a poner yugo en el
cerebro. La persona que no se casa religiosamente; la que no se confiesa y
comulga cada semana, literalmente muere de hambre. En la administración pública, en las oficinas de las empresas, en la fábrica, en el agro, semanalmente debe, el que trabaja, presentar el certificado de la comunión. La
no presentación del documento confesional significa el despido inmediato
del trabajo… Nadie puede ingresar y menos radicarse en Madrid si no tiene trabajo y vivienda. Para una reunión entre nueve personas, con asuntos
religiosos o familiares, se requiere expresa autorización de la Policía… Los
mozos y las mucamas de hotel son espías que no pierden de vista ni de
día ni de noche a los huéspedes… Una mañana húmeda fría en la Plaza
Mayor, me encontré con una larga cola de viejecitos y viejecitas; muchos
256
España
de ellos, ciegos o cojos; y muchos de ellos descalzos. Contemplé, esta vez,
el rostro mismo del hambre: una tétrica mirada enclavada en una mueca de
maldición… ¿Qué hacen aquí mis abuelos? pregunté : “Nos han dicho que
nos han de anotar en la lista para darnos un regalo de Navidad… A ver qué
sucede… Nosotros ya no creemos en nada ni en nadie… Dios con nosotros
es malo e injusto… Ni la muerte nos manda éste…”, exclamó uno que apenas se sostenía en el hombro del nieto y su bastón… Por la lujosa Cancha
de toros, una tarde se presentaron obreros de electricidad. Debían cortar los
cables y sacar los postes… el vecindario se creyó ser víctima de uno de los
tantos abusos que caen continuamente sobre sus amargadas y miserables
existencias. Se levantó, se alzó. Encabezaban las mujeres. Aquí presencié
una cosa extraordinaria: soldados, curas y monjas acudieron para aplacar
los ánimos y bajar los puños crispados… A las amonestaciones de: “Dios,
en su infinita bondad y misericordia, no permitirá que Uds. queden sin
luz ni techo… Tendrán; pero no se rebelen…”. Saltó del grupo revoltoso
una gallarda mujer de treinta años, sacudiendo la hermosa cabellera y levantando los puños amenazantes, gritó a voz en cuello y a pleno rostro de
los curas: “Me cago en Dios!”. ¡Me cago en Dios! En coro acompañé a la
muchedumbre; ¡Me cago!..
¿A dónde está empujando el catolicismo hipócrita y mercantilista el alma
del pueblo español?
¡España es un sollozo mudo que quiere gritar al mundo su dolor!
Los españoles desterrados con los que traté en Alemania, Italia, Suiza,
Rusia, Checoslovaquia, Francia, como con aquellos que se hallan dentro
del país, me hicieron no sólo la impresión, sino una certidumbre de que
América y España forman un solo y mismo bloque de tierra y espíritu; un
bloque de historia y de destino. Tuve la evidencia de que en ellos, había la
misma carga emocional y volitiva de lucha como en cualquier latinoamericano. Criticaban, discutían, analizaban los problemas de Chile, de Bolivia,
de México o de España, tal como si Chile, Bolivia y España constituyeran
un solo territorio, un solo país, una sola patria. Los españoles de nuestro
tiempo, han olvidado la historia del siglo XIX; para ellos, América es ahora una hermana, mejor, una madre. La intelectualidad que pasó conmigo
aquella noche en el café sésamo, creía que en su América estaba la jaula
soñada; la cornucopia plena; que en su América seguían corriendo los ríos
de oro… por ello decía “mi más grande deseo, mi más grande ambición es
irme a América”. Qué maravillosamente ha hablado Unamuno sobre esta
realidad:
La verdad verdadera es que la América es hoy para los más
de los españoles un país de refugio… Se van los que pueden.
257
Fausto Reinaga
Y no vamos otros porque no podemos ya ir. Ah, si el que esto
escribe fuese más joven y no estuviese prendido al suelo de
esta vieja España por raíces de hábitos de necesidad, habríase
ido ya. Y habríase ido en busca de España, de su España, que
no encuentra aquí, a buscar algo siquiera de lo que aquí pudo
haber llegado a ser. ¿Pudo?.. aquel máximo Domingo Faustino
Sarmiento nunca fue más Español que cuando habló mal de
España, de la España colonial, de la que aquí como allí no pasó
de ser una colonia, de la que no gozó de verdadera soberanía
popular. ¿Y hoy? Lo mismo, o peor aún. Hay que dejar esta España geográfica y nominal, este triste patrimonio de logreros,
ir fuera en busca de la España que pudo haber sido y que debió
ser. Y quién sabe si desde allí nos la devolverán. ¡Felices los que
pueden emigrar a otra España!2.
En la unidad mundial que nos promete – y a corto plazo – el socialismo, las
dos Españas o las dos Américas (la España de aquí y la de allende los mares;
la América de allende los mares y la de aquí), unidas en carne y alma, en un
connubio total, harán en el socialismo una unidad hispánica dentro de la
unidad mundial. Entre tanto que llegue aquella suprema hora, no nos queda
otra cosa que amarnos los unos a los otros, ayudarnos los unos a los otros, y
trabajar todos por la causa de la era socialista en el mundo
* * *
Ahora huelgan las explicaciones o las razones que determinaron la publicación del artículo “El Fascismo Boliviano” que provocó la cólera de
la Embajada de Franco en Bolivia. Los diplomáticos franquistas corrieron
llevando su queja al Gobierno, el cual dispuso el deslinde de las responsabilidades. He aquí tanto el artículo como la nota que salió de la cancillería:
El fascismo boliviano
El día jueves 10 de julio de 1958, una bala ha dado fin con la
vida de un obrero. Inocencio Mamani Cahuaya ha caído víctima del ardor sanguinario de Falange Socialista, el fascismo
boliviano. El espíritu y la voluntad, teoría y acción en suma, el
ideal del fascismo, es matar obreros. La clase proletaria debe
morir de hambre o masacrada, e ahí la suprema razón de ser y
de existir del fascismo de Únzaga como Franco.
El año 1957, yo vi por mis propios ojos la obra de Francisco
Franco… he visto a hombres, mujeres y niños morir de ham-
2 “Esto escribía Unamuno en 1920, tal vez un poco injustamente para la España de entonces. ¿Qué pensaría ahora de la España de hoy?”.
258
España
bre en las plazas y las calles, en los suburbios y las chabolas
(conventillos y cuevas enclavados en el corazón mismo de Madrid). Franco ha impuesto su régimen en el nombre de Dios, y
se mantiene, sobre un volcán de odio y maldición merced a la
fuerza bruta de la punta del zapato de una policía de africanos. Hay monedas de cobre de una peseta que llevan su efigie
con esta leyenda: “Francisco Franco caudillo de España por la
gracia de Dios”. Y la “famosa” guardia mora que protege su
palacio y su persona, es una tribu bárbara del África que tortura y escarnece el alma y la carne del heroico pueblo español,
sometido hoy a una dictadura sin cotejo ni paralelo en toda la
redondez de la tierra. España por el imperio del fascismo, ha
caído en la ignominia de la pobreza mendicante y la miseria
cultural. El descarado comercio de la religión ha llevado a su
alma la incredulidad más absoluta. En las chabolas y las fábricas, en las oficinas y el agro, en los sacerdotes, monjas, empleados, artistas, escritores, maestros, periodistas, etc… Pudimos
constatar el desvanecimiento de la religión; la verdad es que
ella se ha ido del alma del pueblo español; y en su lugar se halla
entronizada una refinada hipocresía litúrgica. Espanta a un espíritu libre aquella propaganda y competencia cínica del culto.
Las cosas de Dios se han convertido en bártulos de quincallería,
baratijas de turco pobre o de judío hambriento. Las puertas de
los templos están atiborradas de avisos como este: “se advierte
a los feligreses no dar limosna para la parroquia de San Juan;
los que desobedezcan irán al infierno”. (Un sello y Fdo. La secretaría de la caridad). De donde se deduce que el comercio más
lucrativo de la España franquista es la compra-venta católica y
clerical de los artículos de fe y de adoración de los santos.
En España , la justicia social es una utopía; la libertad ha sido
encadenada en los pirineos. Franco a través del confesionario
ejercita un despiadado terrorismo físico y espiritual; espía a
cada conciencia; el alma del hombre está estrictamente vigilada por la celosa policía de sotana; aquel que no lleva consigo el
certificado de la última confesión queda despedido- ipso facto
del trabajo. En España ha muerto la libertad para el cuerpo y
para el alma.
* * *
El 14 de abril de 1935 se inauguró en París la conferencia europea de ayuda a las víctimas del fascismo en España…Desde
puntos distintos, la Asociación Jurídica, los Amigos del Pueblo
Español, el comité mundial contra la guerra y el fascismo, se
259
Fausto Reinaga
propusieron convocar a los representantes más significativos
de la lucha anti-fascista en Europa y en América… Las diversas
agrupaciones tomaron la iniciativa de enviar a España, previamente, una delegación formada por miembros de las tendencias más diversas a objeto de recoger sobre el mismo terreno
las pruebas terminantes de la reacción terrorista. Formaban la
comisión de encuestas, la señora Sonia Bratting de Westerstajl,
abogada del foro de Estocolmo e hija del famoso primer ministro socialista de Suecia, el novelista, historiador y crítico inglés,
Lionel Britto; el profesor Friedenson, y el escritor Aníbal Ponce… El informe de la Comisión. En una de las salas del Palacio
de Industria, frente a la Iglesia de Saint Germain, los delegados de todas las partes del mundo, escandinavos y búlgaros,
italianos y checos, holandeses y alemanes, caldeaban el basto
recinto. La mesa directiva era ya un testimonio bien cálido de
esa unión antifascista que se extiende más allá de los partidos:
desde Lord Listowel, miembro del partido laborista hasta Elie
Faure, escritor independiente Gaillaud de la Liga de los derechos del Hombre, hasta Margarita Melken, diputada socialista
en las cortes de España, y desde Cudenet, del Partido Radical
Socialista, hasta el Professor Henry Wallon, ajeno a las luchas
políticas, pero no a la lucha antifascista… Bajo la presidencia
de Henry Wallon, las sesiones comenzaron. Y uno a uno los
miembros de la delegación fueron narrando lo que vieron en
los diversos sectores adonde llevaron su encuesta… El histórico informe –concluye– 60 mil prisioneros españoles y 7 mil
masacrados después de la represión de la Comuna de París,
no se había visto en la Historia una barbarie tan encarnizada,
un tormento tan horripilante… el miserable señorito feudal y
su aliada la Iglesia, no menos miserable han hecho en España.
La piedra de toque; ahí está la España actual, desolada puntapiés; mujeres en cuyas espaldas se ha dejado correr agua hirviendo
en chorros finos, muchachos cuyos labios les han cocido con agujas
colchoneras …3
* * *
Lo que acabamos de transcribir es una certeza de montaña. La piedra de
toque; ahí está la España actual, desolada de cuerpo con el alma cercenada por el catolicismo fenicio. La España esclava e ignorante, andrajosa y
hambrienta es una acusación perentoria e inapelable contra el fascismo;
la negra fuerza regresiva, reaccionaria, terrorista , fuerza que se opone a
3 Ponce, A. Apuntes de viaje. p. 277.
260
España
la marcha del progreso, a la marcha de la historia. El fascismo es el peor
enemigo de la clase obrera y la clase campesina.
Si la falange ibérica ha hundido la milenaria y universal grandeza de España, la Falange Socialista Boliviana que ha comenzado matando al obrero
Mamani Cahuaya ¡si triunfase! Arrancará de raíz la libertad de que hoy
gozan los obreros y campesinos de Bolivia, libertad que no existe en ninguna parte del mundo occidental; luego arrasará con las organizaciones
sindicales, y terminará arrojando al sepulcro anónimo a las masas obreras
y las masas indias ¡Si triunfase! FSB, reventará a patadas el hígado y los
riñones de Bolivia; hará correr agua hirviendo sobre las espaldas desnudas
de la mujer y cocerá la boca del pueblo con agujas colchoneras, para que no
se atreva a pedir ni pan, ni justicia, ni libertad.
La Paz, julio de 1958
Fausto Reinaga, Secretario General del Sindicato de Escritores Revolucionarios
(SER) (La Nación. 15 Jul 1958. p. 4).
El mismo órgano periodístico del día 16 de julio de 1958, publicó esta
nota, la que como hemos dicho líneas arriba, salió de la cancillería de Bolivia:
El Fascismo Boliviano
Con este título registramos ayer un artículo del señor Fausto
Reinaga. La Dirección deja constancia de que las opiniones vertidas en dicho trabajo son de la exclusiva responsabilidad de
su autor, especialmente en lo que se refiere a el enjuiciamiento
de algunos aspectos de la política interna de España, con cuyo
gobierno mantiene el nuestro las más cordiales relaciones4.
4 La Nación. 16 Jul 1958. p. 1.
261
Una semblanza
Reinaga, escritor
Por Tristán Marof
Fausto Reinaga es un escritor inconformista por sus ideas, por su trayectoria, por la finalidad que persigue. Puede la mala fe dudar del escritor, pero
él mantiene su constancia, y lo que es mejor, su crítica contra el ambiente
donde le ha tocado vivir y se desarrolla. Pueden inclusive silenciarlo, pero
ahí están sus libros, de los cuales no podrá prescindirse cuando se haga
una justa valoración social, ajena al tiempo y a las pasiones presentes.
Por otra parte, es muy difícil definir a un hombre de letras si se lo considera solamente hombre en la vida diaria y en el trato rutinario. Entonces no
se juzga su obra o se la juzga como simpleza. Esto sucede en los ambientes
pequeños en los cuales “el compadre juzga al compadre”.
El hombre como ser humano tiene que luchar despiadadamente con el
medio, empleando todas sus armas, dejando muchas veces pedazos de piel
y, en estas condiciones se pierde si no está poseído de un gran carácter y si
no le salva su propia conciencia. Le ha sucedido con frecuencia al luchador
perder no solamente amistad si no el propio mantenimiento si es que no le
obligan a la propia claudicación.
Reinaga sabe mucho de esto y su vida ha sido una tremenda lucha con
todos, con sus amigos, con sus correligionarios, con sus familiares5. Es-
5 Estimo convenientemente hablar de mi vida; porque en las condiciones de mi existencia
era una tarea sobrehumana el no corromperse, no encanallecerse; y al contrario, seguir
el camino de la verdad y la justicia.
263
Fausto Reinaga
cribir y analizar con desparpajo la sociedad significa tener muchos enemigos. En estas tierras donde la pasión política anula todo sentido de
Nací en Macha, el 27 de marzo de 1906. mis padres quechuas–indígenas, eran analfabetos. Igual que los demás niños de mi mísera condición y clase social no conocí ni zapatos
ni juguetes y trabajé desde el día en que pude tenerme en pie. Mi padre poseía minúsculas parcelas de tierra cultivable, tres cabezas de ganado vacuno, dos mulas, un caballo
y cuatro asnos. Era yo el tercero de sus hijos vivos; tenía tres hermanos menores. Mis
mayores se casaron y se fueron del hogar. Sentí una obligación prematura: la dura faena
de ganar el pan cotidiano para mí y para mis hermanos menores. Fui agricultor, arriero,
minero, leñador, pastor, etc. En 1922 estuve cinco meses y en 1923 tres meses en la escuela de Colquechaca. Aprendí a leer a mis 16 años. Luego estudié secundaria en Oruro y
Derecho en Sucre. En este período trabajé de maestro de escuela, reporter y corrector en
pruebas en La Patria de Oruro, diario de Demetrio Canelas y en Sucre 1930, desempeñé
el cargo de director de El Tribuno, órgano del diputado y profesor universitario Emilio
Mendizábal. A dos años de mi bachillerato fui profesor de filosofía en el Colegio Nacional “Junín” de Sucre, y obtuve el título de abogado en 1936.
Desde 1924, año en que llegué a Oruro, hasta 1936, año en que dejé Sucre, me ligué carnal y espiritualmente a las luchas universitarias, pero sobre todo, a la suerte y destino
del servaje indio - campesino y de los sindicatos obreros de las minas y de las ciudades.
En este lapso padecí todo género de persecuciones, confinamientos, cárceles, atentados
y ultrajes de hecho. Mis cicatrices trasuntan todavía sangre y lágrimas.
En 1937 cometí un error. Me casé en La Paz con una mujer que tenía dos hijos pequeños. Su familia de arraigado e impenetrable tronco feudo - gamonal paceño, me repelió
ostensiblemente; ¿por qué?, por mi roja fama de comunista. El odio junto al sabotaje
me precipitaron en las filas de la desocupación. Asomó el hambre a mi hogar. Tuve que
salir con mi familia de La Paz en busca de trabajo. Fuimos primero a Uyuni, después a
Colquechaca. Allá en un accidente y en mi ausencia murieron los pequeños. Jugando a
la borrachera se intoxicaron. La intervención del médico no consiguió salvarlos.
Por este tiempo el pueblo y la clase trabajadora se hallaban en una intensa propaganda
para mi diputación. Mis adversarios políticos aquí largaron esta bola de nieve: “Reinaga
ha matado a sus entenados, para quedarse con las casas de los chicos en La Paz…”. Frente
a la calumnia, fui por mi espontánea voluntad ante el Juez del Crimen a pedir mi procesamiento. En la refriega electoral y en la lucha revolucionaria, la bola de nieve aumentó
desmesuradamente de volumen… Siete largos años de increíbles e inauditos sacrificios
expuse en la defensa de mi inocencia. Tuve que enfrentarme a la terrible prensa rosco –
gamonal, a la revancha y sed de latrocinio de la parentela de mi consorte, a la prevención
y furia canina de los jueces de Partido de los pueblos donde imperaba el poder incontrastable del feudalismo gamonal, a la Corte del Distrito de Potosí, al final, a la Corte
Suprema de Justicia. Todos los medios y las fuerzas de la clase dominante se pusieron en
siniestro movimiento contra mi persona. Diputados y senadores, fiscales y jueces, magistrados de la Corte Superior y de la Suprema; instituciones católicas, ex - combatientes
de la Guerra del Chaco, la Cruz Roja, el maestrescuelismo, asociaciones de padres de
familia, el Patronato de menores; en suma, la Iglesia, la Policía, hasta el Presidente de la
República (General Peñaranda) pedían la pena capital para el comunista asesino.
Solo y pobre, sin dinero y sin ningún poder ni influencia, luché con la única arma de la
verdad y el escudo de mi inocencia.
El 14 de junio de 1943, la Corte Superior del Distrito de Potosí dictó el Auto de Vista pertinente, declarando: “inocente a Fausto Reinaga”. Y a los pocos meses de la sentencia judicial, el pueblo que mis feroces enemigos dijeron que era “el teatro de mi crimen”, me eligió
diputado nacional ante la Constituyente de 1944. Desde esta parte mi vida está relatada en
el prólogo de Tierra y Libertad y en el Apéndice de Franz Tamayo y la Revolución Boliviana.
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España
crítica y de equilibrio, el escritor que se dedica a su oficio tiene que sentir
el rigor de sus conterráneos que le negarán inclusive honradez y talento
al escritor.
En realidad su obra está destinada al tiempo y a la historia. Serán el
tiempo y la historia quienes darán el veredicto en la frialdad del recuerdo
o silenciarán para siempre lo que en un instante tuvo fervor. Por eso, su
fallo es implacable e inapelable. Pero ningún escritor es desperdiciado,
nada le es indiferente. Lo que se escribió en una época puede no valer ni
ser apreciado en su justo mérito.
El ideólogo, el crítico social, el sociólogo, los luchadores sociales no gozan de la popularidad del momento. Su misión es otra: aplicar el lente
de su crítica sobre la piel palpitante de la sociedad de su tiempo. Su goce
está en la calidad de su escalpelo; su mejor recompensa en la cantidad de
enemigos que le ladran al pasar…
Yo juzgo a Fausto Reinaga desde su posición de escritor inconformista.
Desde el ángulo que merece ser juzgado. Su prosa no es bella ni relamida,
ni jactanciosa; pero es fuerte y vigorosa. Sabe atacar y sabe herir; sus juicios sobre los fenómenos de su tiempo y sobre los hombres son certeros…
Prefiero leer a Reinaga incisivo, cuidadoso de la cita, acucioso en las
referencias que a los escribas políticos de un régimen que carece de esencia. En Reinaga hay esencia y novedad; y también originalidad. Cuando
escribe sobre alguien tiene a mano el documento, relame y se jacta sorprenderlo en pañales; entonces es el instante que le aplica la estocada de
muerte.
Lo que interesa a Reinaga es la objetividad de sus apreciaciones en un momento dado. Bolivia es un país de contradicciones y de paradojas. Reinaga
analiza estas contradicciones y se revela teórico capaz, sirviéndose de su
método dialéctico. Así cuando examina el pasado encuentra una sociedad
feudal que no ha acabado de salir de su cáscara y que vive de los privilegios. Esta sociedad naturalmente tiene escritores que coinciden con ella,
le halagan y le rinden pleitesía. El inconforme no puede desarrollarse ni
sobrevivir. Pero viene la Revolución y ella es también contradictoria porque
no sale de la cáscara, una mezcla de socialismo verbal, nacionalismo de maceta, anhelo de crecer sembrando un almácigo de enanos, pequeña burguesía resentida que lo único que intuye es su reivindicación personal, cobrando su resentimiento en bienes tomados al vecino, financieros apurados para
quienes el coche, la querida gorda y la juerga constituyen ideales políticos,
mientras los indios explotados en todos los tiempos les cuidan las espaldas
por míseras porciones de tierra, que tampoco son de ellos sino en el papel.
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Fausto Reinaga
Reinaga conoce el proceso dialéctico de la revolución nacionalista y es
el único que se ha atrevido a criticarla, analizándola, sin que nadie, ni los
líderes se hubieran preocupado de darle un contenido serio. De ahí vemos
y asistimos a su proceso de liquidación.
Es una persona interesantísima el escritor Reinaga. Todo él respira euforia y una especie de fascinación autóctona. Fuerte de estructura: hombros
fornidos y unos ojos de águila en permanente alerta, negros y avizores. Cabellera renegrida de ala de tordo; dientes blanquísimos y una apostura de
caudillo indígena, mecido por el aire del altiplano, especie de Tupaj Katari,
pero docto y al corriente de las más modernas doctrinas de su tiempo. Por
eso, su pluma es vigorosa y rebelde, como si estuviera en continua comunicación con su tierra de donde brotaron caciques que dieron que hablar a
la historia.
Fausto Reinaga ha escrito y publicado muchos libros y ha nacido escritor. Es un escritor de raza y lleva en la sangre el mensaje de la tierra
dura; el yermo sagrado e ilímite como el mar, misterioso y cuna de civilizaciones y culturas que todavía permanecen inéditas; pero ahí están los
hombres silenciosos, que cuando adquieren cultura tienen personalidad
y un sello original. Reinaga que ha escrito sobre Tamayo, criticándole su
aspecto político, sus veleidades como político, es también semejante al
maestro aymara en su contextura y en su afán de superación.
Pocos libros se han escrito en Bolivia como Franz Tamayo y la Revolución Boliviana, y los críticos sólo han incidido en el ángulo amable, en la exégesis del
hombre. Reinaga, escritor indio, analiza y psicoanaliza el temperamento de
este hombre contradictorio, genial en el ambiente, que tan lo mismo era luz y
sombra, centella y rodillas en el suelo, amable y tierno, feroz en sus panfletos
y soberbio en la consideración que tenía a sus semejantes, especie de cometa
en el espacio, fanal encendido en medio de un pueblo ignaro que nunca le
contradijo y le juzgó desde su bajeza moral, adorándole sin entenderlo.
El libro de Reinaga tiene, además, un mérito que lo sitúa dentro de la
revolución Boliviana que todavía se halla en ciernes y nadie ha hecho una
crítica sagaz y dialéctica, encargándose el proceso mismo de los hechos
de ponernos ante los ojos sus tremendos errores, puesto que la dirección
y la ideología corresponden a la pequeña burguesía resentida y con ansias de lucro y de poder. Las masas indígenas y obreras no son actores
sino acompañantes, nada tienen que ver en el conflicto; su revolución
está por hacerse, se hará cuando en el Continente broten los verdaderos
conductores con sangre india y con el corazón en llamas. Cuando en esta
porción de América el cerebro frío e intrépido sea contagiado por el cora-
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España
zón y la vieja estructura indoespañola sea remplazada por la técnica, sin
que se pierda sus ancestrales raíces autóctonas.
Este estudio tampoco puede ser completo sobre un autor de tantas aristas
como Reinaga. Puede darnos muchas obras serias de investigación y cultura. Se halla en plena creación.
La Paz, septiembre de 1958
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Carta de Eugen Relgis6
Montevideo, 22 de marzo de 1960
Gaboto 903 ap. 77
Estimado Fausto Reinaga:
He recibido el libro enviado con nuestro amigo Bothelo Gozálvez. Gracias por la dedicatoria y los párrafos consagrados a mi De profundis clamans,
cuyos ecos persisten todavía veinte años después. Parece, empero, que Ud.
conoce esta carta por los fragmentos citados en el libro de Koremblit, que
ha utilizado sólo mi primer libro sobre Romain Rolland, publicado en 1951.
De todos modos, no he lanzado una “excomunión”. Hay que leer la carta
en mi libro (le envió uno de los pocos ejemplares disponibles). Dice Ud.
bien: “El cuerpo torna a polvo, mientras que su espíritu encarnado en la
verdad desafía al tiempo”.
He señalado en el índice los textos que podrían interesarle en esta controversia (ver mi entrevista con Romain Rolland y el resumen sobre el humanitarismo). Le envío también Un caso de conciencia: Romain Rolland, publicado por la Universidad, estudio sobre la evolución de las ideas y la acción
de Romain Rolland. Éste es también el proceso de cada lector, desde luego.
El ensayo crítico Perspectivas culturales en Sud América, sirve para aclarar mi actuación cultural en el sentido de una síntesis europeo - americana. Y estos libros, en su conjunto ayudan, quizás, a conocer mejor mi
concepto humanitarista que se expresa en varias obras. Pueda ser que
Ud. hallará algunas sugestiones y “points de repére” para el libro que
está preparando.
6 “No existe un europeo, (cual Eugen Relgis. - F.R.) en cuyas manos remita yo con más
confianza, en el ocaso de mi vida, mi pensamiento pacifista y universalista, para trasmitirlo al porvenir. Pues nadie tiene de él una inteligencia más integra ni comulga con él
más íntimamente”. Romaín Rolland.
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Fausto Reinaga
Le envío también uno de mis últimos libros: Sendas en espiral, para el servicio de prensa. Desde años no tengo relaciones en su país (en 1948-50 he
publicado en el suplemento literario de La Razón unos treinta ensayos y
capítulos de mis Peregrinaciones europeas). Si Ud. no hace crítica literaria, le
ruego entregar este libro a uno de sus cofrades bolivianos. Sudamérica es
demasiado “ancha y…… ajena” para que yo pueda relacionarme con todos
sus representantes culturales.
Dejo que mis libros hablen por mí. Estoy corrigiendo las pruebas de Doce
capitales, un tomo que reúne los tres libros de testimonios y viajes europeos.
Con mis mejores votos de paz, salud y buen trabajo.
(Fdo.) Eugen Relgis
P.S. Si le es posible, ruego enviar algunos ejemplares de Alcides Arguedas
para mis amigos; y las últimas dos obras señaladas en la solapa.
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