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EL DINERO DE PLÁSTICO-Marta Colls Borrás

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MARTA COLLS BORRÁS
E,L DINE,RO
DE, PLASTICO
Todo sobre las tarletas de crédito
EDICIoNSS on,cÁLoco
@ Ediciones Decálogo
Sepúlveda, 147-149, pral., l.a - 08011 BARCELONA
ISBN: 84-87.404-19-7
Depósito legal: 8.-36.380-90
Púnted in Spain
Imprime: Novoprint, S. A.
C/. de la Técnica, s/n.
Ctra. Nac. II Km. 593
08740 Sant Andreu de la Barca
(Barcelona)
SUMARIO
ll
INtnoouccróu
ANTEcEDENTBS rrrslÓRlcos Y EVoLUcIÓu oB
TARJETAS os cnÉorto
TRANSACCIONES
r¡s
coMo MEDro DE pAGo EN
COMERCIALES
España
LAS
15
Evolución de las tarjetas en
18
FuT.¡cIÓN EcoNÓMICA
27
LA TARJETA DE PAGO: TARJETA DE DEBITO Y TARJETA
CRÉDITO
25
REGULACIoN LEGAL
27
CoNcepto
29
Crases
31
DE
ELEMENTOS
...
EFEcTos ¡unÍorcos, DEREcHoS
35
y
oBLIGAcToNES
39
¿Er coNtRATo DE LA TARJETA DE cRÉDrro?
NATURALEZA JURÍDICA
47
P¡RpnccIÓN DEL coNTRATo
51
RBNov¡crón Y EXTINCION
Extinción
53
53
53
Las ran¡nrAs DE cRÉDITo DE EMeRESA . . .
55
Renovación
PnosTnMÁTICA JURÍDICA DE LAIJTILIZACIÓN DE
MEDros DE pAGo erectnóNrcos. (ELEcrRoNIc
LOS
59
BANKING)
LA pAToLocÍA DE LAS TARJETAS: uSoS ANTt¡unÍoIcos,
ABUSoS on cnÉorto. LA pnoteccróN pENAL DE
LAS
TARJETAS
Breve referencia a las formas comisivas más corrientes
Necesidad de adecuar la tipificación penal a las nuevas
formas comisivas.
El delito de fraude informático
63
65
69
REPERCUSIONES FISCALES DEL USO DE LA TARJETA
COMO MEDIO DE PAGO Y EL DERECHO A LA
INTIMiDAD
71
¿Exls:te RESPONSABILIDAD DEL TITULAR DE LA
TARJETA, CUANDO EL EMISOR ES INSOLVENTE?
73
PERSPECTIVAS DE FUTURo: LA TARIETA INTELIGENTE
75
APÉNDICE
JURISPRUDENCIA
81
Sentencia del Tribunal Supremo, de 22 de noviembre
de 1976
8
81
Sentencia de la Audiencia Provincial de Madrid
de 11 de abril de 1987
83
Sentencia de la Audiencia Provincial de Madridde 5 de marzo de 1985
83
Sentencia de la Sala Segunda de la Audiencia Territorial
de Madrid, de fecha 19 de octubre de 1988
84
DEREcHo coMUNITARIo
Código europeo de buena conducta en materia de pago
electrónico
l. Contratos
2. Interoperabilidad .
3. Equipo
4. Protección de los datos y seguridad
5. Acceso equitativo al sistema
1,.
2.
3.
87
90
92
92
93
g3
94
Relativas a las relaciones entre emisores v
prestadores
94
Relativas a las relaciones entre emisores v
consumidores ....
Relativas a las relaciones entre prestadores y
consumidores....
95
Anexo
95
100
BrnlrocR¡pÍ¡
1,25
INTRODUCCIÓN
La verdad, flunca pensé que un dla escribiría un libro sobre
este tema. Y ahora, creo que ha sido una experiencia interesante. Y ello porque aunque casi todo el mundo tiene o ha
tenido en sus manos un instrumento tan cotidiano como es
una simple tarleta de plástico, que utilizamos, sin dade mayor
importancia, en cajeros, tiendas, restaulantes, cuando vamos
de viaje, etc..., pocas veces nos hemos detenido a Pensar qué es
una ta4eta, ni tampoco qué relaciones iuddicas, ni qué consecuencias se derivan su uso.
Con este trabajo, la awtora intenta encontrar una resPuesta
a estos inteffogantes; aunque más que una fesPuestl concreta,
lo que se pretende es que el lector encuentre los elementos de
juicio para poder hacerse una idea de las dudas, polémicas y
controversias que pueden surgir.
Se ha querido hacer una exposiciót clan, concisa, y lo más
legible posible, sin olvidar que los temas iuddicos, Por sus
tecnicismos, suelen se¡ de por sl algo farragosos.
Asimismo, en el apéndice documental, se incluyen los
textos de las más recierites disposiciones de derecho comunitario, sobre la cuestión, Por su evidente interés, y porque quizás
al lector le sean más desconocidos o menos próximos; también,
t3
porque se espera que dichas normas puedan ser la base sobre la
que va a girar la futura legislación sobre el tema.
Por último he de expresar que la autora ¡ecibi¡á gustosa_
mente
cuantas sugerencias o cdticas le sean planteadas sobre
este texfo, cuyo primordial objetivo es que su lectura pueda
ser
provechosa e interesar al posible lector.
t4
ANTECEDENTES HISTORICOS Y
EVoLUcróN DE LAS TARJETAS coMo
MEDIOS DE PAGO EN
LAS TRANSACCIONES COMERCIALES
Siguiendo la evolución histórica de la moneda, desde el
tm€que hasta el dinero, y después hacia una mayor abstracción
y total desmaterialización de la moneda, con la introducción
de otros medios de pago (cheques, letras, pagatés,transferencias, órdenes de pago, domiciliaciones de pago, etc'..), llegamos, en una etapa más, hacia una sociedad en la que bienes y
servicios pueden adquirine sin dinero en efectivo, a uno de los
últimos eslabones: la introducción del llamado dinero de plástico, las TARJETAS.
Esquemáticamente se puede expresar que del <dineromercancía> hemos pasado al <dinero-papeb, de éste al <dinerobancario>r, y después al <dinero-electrónico>, en lo que se ha
llamado casbhss socie!, donde los pagos en efetivo se han sustituido por simples compensaciones mediante sofisticados sistemas electrónicos.
El primer antecedente histórico de las TARJETAS lo encon-
tramos a principios de este siglo, aproximadamente hacia
7914, en Estados Unidos. Las primeras tarjetas fueron emitidas
por una cadena de hoteles, a fin de que sus clientes abonaran
sus gastos. Posteriormente, y siempre dentro del sector tudstico, aparecen otras tarjetas emitidas Por emPresas privadas, no
15
financieras ni bancariasr 1l ilue servlan pare-pagar los servicios
de las empresas que las emitían (grandes almacenes, gasolineras, llneas aéreas, ferrocar¡iles
y
agencias de viafes).
Con la restricción crediticia ocasionada por el erack del 29,
y con la Segunda Guerra Mundial, prácticamente desaparecen
del mercado este tipo de tarjetas.
Por ello, se sihia como fecha clave, del nacimiento de este
medio de pago, el año 1949, en que aparece el <Diner's Club>
y su tarjeta, la cual, como su nombre indica, servla en sus
inicios p^ra. pagar los servicios de una cadena de restaurantes.
Después su uso se amplió a otras ofertas del sector tudstico, y
su evolución ha sido imparable, sirviendo en la actualidad para
pagar todo tipo de bienes y servicios.
Pocos años más tarde, y asimismo en EE.UU., aparcce la
tarleta Al,rsnrc¡N EXIRESS, que en un principio también
estuvo ligada al sector tudstico.
A partir de 1951 aparecen las primeras tarjetas emitidas por
entidades bancarias. Al principio la panicipación de la banca
estadounidense en esta nueva actividad no resultó rentable, y
ocasionó innumerables pérdidas.
Para que fuera rentable la tarleta, el banco-emisor tenla
que tener la previa aceptación de un amplio sector comercial,
Pero, patl que ello fuera posible, a la vez tenTa que tener los
suficientes clientes que hubieran aceptado la tarleta, para que
los comerciantes aceptaran las condiciones (comisiones) que
les imponía el banco-emisor. Po¡ ello, para lograr una amplia
difusión de este medio de pagp, se enviaron miles de tarjetas por corÍeo. Lo que produjo en
la ptáctica multitud
de
abusos.
Este lanzamiento masivo de un nuevo producto, utilizando
el correo, que en EE.UU. se produjo en los años 60-65, vemos
que es un fenómeno similar al que ha ocurrido en España,
recientemente, en la etapa de difusión del uso de las tarjetas.
Así, en nuestro pals, hasta lz fecha, además de ser frecuente el
16
masivo envío por correo, o el encargo por teléfono de las
tarletas, existen entidades bancarias que las ofrecen gratuitamente a sus clientes, y pasado un período de uno o dos años, a
veces sin notificado previamente al cliente, le cargan el canon
anual.
En Europa, las tarjetas aparecen un poco más tardíamente
que en EE.UU. Poddamos situar sus comienzos en los años
67-68.
Hay que diferenciar, claramente, entre Gran Bretaña y el
resto de la Europa continental.
En Gran Bretañ,a, se inicia antes, y está en la actualidad
muy generalizado su uso. Como datos históricos, de staca¡emos:
la creación, en 1951, del <Diner's Club Ltd.>; la aparicián, en
1958, de la <American Express>r, y en 1966 la creación de la
primera tarleta autóctofia, la <Barclaycard> del Banco Barclay's.
Es el pals europeo donde está más desarrollado el dinero de
plástico, con unos treinta millones de tarjetas en circulación
que se wtilizan en el 11 0/o de las transacciones.
En la Europa continental, en sus inicios, destacaremos en
Francia la aparición de una tarleta que permitl^ pagar a fin de
mes (<Carte Bleue>) y la <<Carte d'Oor, más reciente, y que ya es
propiamente una tarjeta de crédito. Tanto en Francia, Alemania, como Bélgica, el despegue inicial de este medio de pago
viene impulsado por la difusión de la tarjeta <Diner's> y la
<<American Express>. Posteriormente se van creando productos
autóctonos, aunque al principio las entidades bancarias locales
eran bastante reacias a estas innovaciones.
En Italia y España su introducción entre los consumidores
es mucho más tardía que en el resto de Europa. De todas
maneras, en nuestro pals, en los últimos cinco años, se ha
experimentado un auge tal que ha situado a España a la cabez.a
de Europa en cuanto a titulares de tarjetas.
17
Evolución de las tarietas en España
En nuestro país existen hoy, aproximadamente, unos veintiocho millones de tarjetas en circulación, de los cuales ocho
millones han sido emitidos por organizaciones internacionales
y unos veinte millones por instituciones financieras españolas.
De estos veintiocho millones de tarjetas en circulación,
trece millones y medio son tarjetas de débito, es decir, que se
catgan automáticamente los pagos en la cuenta del cliente, y
unos seis millones y medio de tarjetas son tarjetas de crédito
propiamente, es decir, con posibilidad de pago aplazado.
Mientras que en España el 25 o/o de las operaciones efectuadas mediante ta4eta lo son de crédito, y el resto es de
débito, en el ámbito anglosajón y en el europeo la proporción
es la inversa.
Como dato significativo, para darnos cuenta del gran auge
experimentado en los últimos años, destacaremos que en 1980
existlan en España unos cuatro millones de tarjetas en circulación; es decir, que en los últimos diez años se han multiplicado
por siete el número de tarjetas emitidas en España.
En cuanto a volumen de facturación, si en EE.UU. las
tarjetas se utilizan en el 20 0/o de las transacciones, y en Europa
en el 12 o/o, en España, hasta la fecha, su uso representa el
3,5 o/o de las transacciones.
Si nos fijamos en el volumen de negocio, tenemos que en
España, en el año pasado, contabilizando tan sólo los datos
correspondientes a las tarjetas bancarias, se realizaron operaciones del orden de los cuatro billones de pesetas, mientras
que en el año anterior (1988) el volumen de negocio era de
unos tres billones de pesetas, lo que representa un crecimiento
anual del 25 o/o.
Estos pequeños apuntes y cifras, asl como los datos de las
entidades emisoras, permiten predecir un crecimiento espectacular en los próximos años, y una mayor generaliz,ación de su
18
uso en nuestro país. A la vez que cada dia van surgiendo
servicios nuevos que pueden rcalizarse con todo tipo de tarletas.
Centrándonos en las tarietas bancarias, en España existen
tres grandes organizaciones:
o
Sistema 6.000 (de la CECA, Confederación Española de
Cajas de Ahorro, con un volumen estimado del orden de
los 2.255.000 millones de Ptas.).
o 48 (que se estima tiene un volumen
de operaciones de
unos 938.000 millones de Ptas.).
o
VISA-España (comercializada por la SEMP, Sociedad
Española de Medios de Pago, con un volumen de operaciones de unos ó50.000 millones de Ptas.).
De hecho, España es quizás el único país en el cual la
tarleta (VISAD está gestionada por dos organizaciones distintas:
la SEMP y el grupo n4-Br; igual ocurre respecto a las tarjetas
y <Mastercard>, que son distribuidas al propio
tiempo por las dos organizaciones.
Como tarjetas extranieras, introducidas plenamente en el
mercado español, tenemos, al igual que en el resto de Europa,
la <American Expressn y la <Diner's>>, esta última se distingue
por su vocación de ser ana tarleta de elite, dirigida a lrl.a
clientela más reducida; prueba de ello es que es la tarjeta más
cara del mercado.
Además de las tarjetas bancarias, hay que añadir una breve
referencia a las tarjetas privadas emitidas por entidades comer-.
ciales, que últimamente van proliferando y se van introduciendo incluso en el sector del crédito, asociándose con entidades
<Eurocard>
l9
financieras. Este tipo de tarjetas, cuya característica principal
es que ligan al titular con el establecimiento vendedor, también suelen denominarse tajetas bilaterales. En España se estima
que existen unos ocho millones de estas tarjetas, destacando las
emitidas por dos grandes cadenas de almacenes.
20
FUNcIóN EcoNótvuce
Es evidente que las tarletas surgen en el mundo comercial
moderno debido a una necesidad, pues, como muy bien expresó el profesor Garrigues, (coda creación iurídica responde a
una necesidad técnica realmente sentida en la vida del tráficoD.
La ta4eta cumple, hoy por hoy, cuatro funciones básicamente: a) como instrumento de pago; &) como instrumento de
crédito; r) como instrumento de garantia, y d) como medio
para obtener sumas dinerarias (bien en las oficinas bancarias,
bien en cajeros automáticos).
Además de estas funciones, puede servir para cosas tan
diversas como: 1) extruet información de cuentas bancarias del
titular, o rcalizar operaciones bancarias, a través de los cajeros
automáticos, servicios que cada día van progresando con la
introducción de nuevos y sofisticados avances tecnológicos, y
que permitirán próximamente solicitar talonarios, o incluso
comprar divisas; ) beneficiarse de seguros colectivos si se
abonan los medios de transporte a través de Ia tarleta.
Las principales ventajas que presenta su uso, las resumire:
mos esquemáticamente del siguiente modo:
A) Vmtajar para el titular (usuario de la tarjeta): sustituye
al dinero en efectivo (mayor seguridad, es útil en los viajes y
para los imprevistos), supone una concesión de un cierto
21
llmite de crédito, al aplazar los pagos; puede ser slmbolo de un
cierto prestigio social (por ejemplo, las famosas tarjetas <Oro>r),
facilitan la contabilidad mediante los extractos que envla la
entidad bancaria o el establecimiento emisor; puede servir para
abonar gastos de terceras p€rsonas (familiares, o empleados,
como en al caso de las tarietas familiares y de las tarjetas de
empresa).
B) Vntajar paa l¿ ntidad amisora: significa un nuevo servicio más que ofrecer a la clientela, tanto si se trata de entidades
financieras o de establecimientos comerciales; en el caso de las
entidades financieras, éstas cobran una comisión a los comerciantes que aceptan sus tarjetas, y un canon al cliente titular de
las mismas (aunque algunas tarjetas son gratuitas), además del
cobro de altos intereses por las cantidades aplazadas.
C)
Vntajas para los estabhcimintos (vendedores): hay que
el aumento de clientelar eu€ €s quiás el factor más
determinante, además de la seguridad en el cobro, y el hecho
de significar a veces un signo de imagen o distinción comerdestacar
cial.
Pero, como todo en esta vida, el uso de las tarjetas, además
de múltiples ventajas, también tiene sus inconvenientes, que
resumiremos, principalmente, del siguiente modo:
A)
para el titular (tswzrio): Existen ciertos
o pérdida de la tarieta y el
posible uso indebido de la misma. El titular, en estos casos,
está obligado a comunicar a la entidad emisora cualquier
anomalTa, para exonerarse de responsabilidades; la obligación
de pagar un canon anual por su utilización, es otro de los
inconvenientes, si bien algunas de las tarietas son gratuitas;
otros inconvenientes son la posibilidad de que se gaste mucho
Ixconaenientes
riesgos en caso de robo, extravlo
22
más de lo debido o de lo previsto (de hecho, las tarietas
incentivan el consumo); por otra P^rfe, el uso de la ta4eta
comporta un mayor control administrativo y contable de los
gastos y de las actividades del usuario.
B)
Inconaenientes
para la entidad
emisora:
Dado que son quie-
nes ponen en circulación las tarjetas, se supone que calculan el
riesgo que ello les puede comportar, asl como los posibles
abusos (titular insolvente, robos, falsificaciones, Por ejemplo);
otro factor a considerar es el gasto comercial (publicidad,
marketing, selección de la clientela) y los gastos de gestión, asl
como toda la infraestructura técnica y humana (cajeros automáticos, personal cualificado).
C) Inconaexieúes para el estabhcimiento (vendedor): El principal escollo es la comisión que el Banco cobra al comerciante
(en España, la media global de la comisión sobre la venta se
sitúa en el 2,8 0/0, porcentaje bastafrte más alto que el que se
aplica en otros palses); en algunos palses, el comerciante tiene
que correr con los gastos de la instalación del terminal en su
establecimiento, mientras que en España va L c^rgo de las
entidades gestoras de las tarjetas.
23
LA TARJETA DE PAGO: TAR|ETA
DE DÉBITO Y TARJETA DE CRÉDITO
Como cuestión previa, conviene señalar que, lo que normalmente conocemos como <Tarieta de crédito)), es en realidad
un medio de pago para la adqusición de bienes y servicios, y que
sirve, además, para obtener una serie de servicios financieros,
como por ejemplo la obtención de dinero en efectivo en
cajeros automáticos.
Existen gran variedad de tipos de tarjetas, y si bien todas
sustituyen al dinero al efectuar el pago, sólo estrictamente es
TARJETA DE CRÉDITO la que nos ofrece un servicio de crédito;
es decir, la posibilidad de aplazar el pago sin tener que liquidar
in integrum el saldo deudor, posibilitando su fraccionamiento
(generalmente por meses y, a veces, con un pago mlnimo
mensual), cargándose un interés por el saldo deudor. Mientras
que en las TARJETAS DE DÉBITo se abonan lntegramente las
operaciones realizadas, aunque a vece s implique un pago diferido (desde que se realiza el gasto hasta que se adeuda en la
cuenta del titular, por lo general, y como mucho, al cabo de un
mes), sin que pueda considerarse propiamente un crédito.
En la práctica se confunden a veces estas funciones (pago y
crédito), ya que existen tarjetas que pueden operar al propio
25
tiempo como tarjetas de crédito o de débito, indistintamente, y
según convenga al usuario.
Seda más idóneo hablar de TARJETAS DE PAGO, puesto que
ésta es su principal función, y quedadan englobadas en esta
terminologla todo tipo de tarjetas (de crédito, de débito, tarjetas de compra,*etc...); ¡o obstante, atendiendo a que generalmente se las conoce como <Tarjetas de crédito>, tengan o no
esa finalidad, es por lo que, en principio, utilizaremos esa denominación.
26
REGULACIÓN LEGAL
La tarleta es un instrumento de pago creado por la práctica
económica, no regulado en forma alguna por la actual legislación.
Asl, el Tribunal Supremo, en sentencia de 1l-4-87, considera que (el contrato de crédito mediante tarjetas de uso
normal (tarjetas de crédito) es una institución relativamente
reciente, de la que no existe tratamiento legal, cuya validez
nace del principio de libertad contractual que consagran y
reconocen los arts. 1.091 y 1.255 del Código Civil>.
A falta de legislación, como en muchos contratos bancarios, surgidos sencillamente de la práctica mercantil, hay que
atenerse: 1) a las condiciones del contrato (teniendo en cuenta
que se trata de un contrato de <adhesiónD, es decir, que el
titular de la tarjeta se limita a <adherirse>¡ a las condiciones
formuladas eri contratos-tipo por las entidades emisoras; 2) a
los reglamentos confeccionados por el emisor, y que a veces no
suelen entregarse al titular; y 3) por analogia, pueden ser de
aplicación supletoriamente todas aquellas norrnas previstas
para corftratos similares, (préstamo, arrendamiento de servicios, comisión mercantil, contrato de apertura de crédito,
contrato de cuenta corriente).
Recientemente, y dentro del movimiento legislativo tendente a proteger los derechos de los consumidores, las instituciones de la Comunidad Económica Europea se han interesa27
do por llenar este vaclo legislativo. Destacaremos como un
primer paso importante la Recomendación de la Coruisifu de l.as
Comunidades EwEeas de 17 de noúembre de 1988, relativa a los
sistemas de pago y las relaciones eritre titulares y emisores de
tarjetas. Esta Recomendación debía revisarse un año después
(en 1989) y todavla no se ha resuelto si se va a adoptar al
respecto por el Consejo una Directiva. (Recordemos que las
Directivas, que dicta el Consejo, son disposiciones comunitarias cuyos destinatarios son los Estados miembros, que están
obligados a incorporadas a su ordenamiento juddico interno,
pues son vinculantes; mientras que las Recomendaciones, dictadas por la Comisión, como su nombre indica, no son vinculantes.)
Otras disposiciones de Derecho Comunitario, que inciden
en parte en el tema del uso de las tar'1etas, son: la Directiaa del
Consejo de 22-12-86, relativa a la aproxirnación de las disposiciones legales, reglamentarias y administrativas de los Estados
miembros en materia de crédito al consumo)y,laRecomendaciótt
de la Comisión, de fecba 8-12-87 sobre un <Código Europeo de
buena conducta en materia de pago electrónico>.
Asimismo, en España, son aplicables, de forma genérica,
las disposiciones en materia de consumo contenidas en la Ley
26/84, de 19 de julio, de protección a los consumidores.
Pero no es suficiente. Se echa en falta una legislación
especlfica en contratación bancaria y wr,a regulación concreta
de este nuevo medio de pago que es la tarleta.
28
CONCEPTO
En una primera aproximación poddamos definir la ta4eta
como un documento mercantil, perconalísimo e instransferible, materializado en un soporte de plástico rígido, que posibilita a su titular efectuar el pago de bienes o servicios, y en
algunos supuestos de obtener efectivo dinerario.
El documento en sí (tarieta) contiene una serie de datos
(identificación del titular y de la entidad emisora, fecha de
caducidad, y a veces, el llmite) y suele llevar incorporada una o
más bandas magnéticas, o algún otro sistema que faculte los
pagos electrónicos.
Para Gómez Mendoza, la tarleta de crédito <es un documento que permite a su titular obtener bienes o servicios sin
tener que efectuar su pago inmediatoD; y por su parte, Arúllaga
las define como un <documento emitido por una entidad
mercantil, de carácter general (Bancos, grandes almacenes,
empresas turísticas) o especializada e¡ este tipo de negocios,
mediante el cual una persona, llamada titular, puede obtener
una serie de prestaciones, a crédito, del propio emisor o de
otras empresas relacionadas con éste, en vez de pagar su
importe con dinero o cheques en el acto ("al contado")>.
No existe definición legal alguna, es más, la Recomendación de la Comisión de las Comunidades Europeas, de 17 de
noviembre de 1988, se limita, en el art. 1." de su anexo, a
relacionar las operaciones posibles.
Por otra parte, el Tribunal Supremo, en la Sentencia de 22
de noviembre de 7976, define alas ta4etas como una (concesión por parte de un Banco de un préstamo de numeratio>>, con
una serie de peculiaridades que, en realidad, tan sólo serían
aplicables, propiamente, a las tarjetas bancarias.
Es difícil poder concretar qué es exactamente una tarleta, y
ello a pesar de ser un objeto de uso corriente y
bastante
genenlizado, qaizá porque, como iremos analizando, en realidad existen muchos tipos diferentes de tarjetas, que pueden
rcalizar una gran diversidad de funciones, y que comportan
todo un complejo entramado de relaciones juddicas.
Como conclusión, destacaremos que la principal característica para definir la tar¡eta es su funciónt tan medio de pago.
30
CLASES
Siguiendo las clasificaciones doctrinales más extendidas,
podemos esquematizar las diferentes tipologlas de tarjetas existentes en el mercado, agrupándolas de la forma siguiente:
1. - Segín quién sea la ntidad emisora;
7.1. - Tarjüar bancarias: el emisor es un Banco o una asociación de Bancos.
7.2. - Tarjetas no barcarias (o Tarjetas conerciale); emitidas por
entidades no financieras (por un comerciante o grupo de
comerciantes para efectuar pagos en los establecimientos asociados (por ejemplo, en grandes almacenes).
7.3. - Tarjetas emitidas por soeiedada erya actiaidad es la emisión1
gestión de este tipo de itsttzmextos de pago. Es lo que se llama un
<institutoo, quien, por una parte, se obliga con los comerciantes a abonar las facturas (con un descuento) y por otra contrata
con los Bancos para que éstos ofrezcan las tarjetas a sus
clientes. (Por ejemplo, en España, la SEMP -sociedad Española de Medios de Pago- que comercializa <VISA-Españo).
2.
-
Según el ánbito de su utilizsción:
2.1.-Ánbito
2.1.7.
objetiuo.
-
Tarjetas uriaersaler sirven
-
Tarjetas panictkrcs:
p^n
pagar todo
tipo
de
bienes o servicios.
2.7.2.
sirven p^n pagan un servicio o
31
bien determinado (por ejemplo, tarjetas de cadenas de hoteles,
gasolineras, compañías aéreas, alquiler de coches, servicios de
grúas, almacenes, supermetcados, etc...).
Tan sólo pueden utilizarse en los establecimientos comerciales del emisor o asociados con el mismo (son las llamadas
tarietas comerciales).
2.2 - Ánbito tcritorial.
2.7.7. - Interraciorahs: válidas en la mayoúa de palses.
2.2.2. - Nacioxahs: de ámbito nacional (por ejemplo, en
España, la <<Tarleta 6000rr).
2.2.3. - Loeales: de ámbito de utilización reducido a urla o
varias localidades determinadas.
2.2.4. - Para an estabhciuinto eutctetz.
- Ánbito tetzporal.
2.3.1. - Liuitado: la mzyoúa de tarjetas se emiten por un
23.
período de tiempo limitado (de un año generalmente) y caducan transcurrido dicho pedodo, pudiendo ser renovadas.
2.3.2. - Ilinitado: hay tarjetas (es más excepcional) que no
caducan nunca.
3.
-
3.1.
Según la forna
-
de pago:
Tarjetar de débito: son un medio de pago que sustituye
al dinero, cargándose automáticamente eri la cuenta designada
el importe de los gastos de los bienes o servicios adquiridos.
3.2. - Tarjetas de eompra: es una tatleta de débito (se cargan
lntegramente las operaciones rcalizadas con dicha tarjeta), pero
implica un pago diferido (normalmente se liquidan todas las
operaciones una vez al mes). También se denomina¡ t^ietas
de pago. Un ejemplo clásico son las tarjetas comerciales. Aunque impliquen un crédito a corto plazo (de uno a dos meses),
no son propiamente <tarietas de crédito>.
3.3. - Tarjetar de eredito: su finalidad, además de ser un
medio de pago, incluye un crédito. Es decir, se posibilita
32
fraccionar el pago y aplazarJ'o. No hay que abonar íntegramente el saldo de todos los gastos, cabe la posibilidad de ir pagando
cada mes una cantidad a cuenta (fija o variable), con los
correspondientes intereses por los saldos deudores (intereses
que suelen ser bastante elevados).
Hay que mencionar que existen taqetas que pueden ser
utilizadas combinando el débito o el crédito (es una forma de
utilización diferente, pero puede darse con la misma ta4eta).
4. - Segin quién sea el usaario;
4.1. - Tarjaa de titulan coinciden el titular con el contratarite (es lo más habitual).
4.2. - Tarjeta
o faniliar el titular contratante de
la tarleta, solicita otras tlietas para sus familiares (normalmente existe una cuota reducida para este tipo de tarletas suplementarias), los cuales serán titula¡es de las mismas, aunque los
gastos suelen cargarse en la cuenta del titular-principal.
4.3. - Tarjetas de empresa: este tipo de tarleta, al que por sus
peculiaridades dedicaremos un apartado especial, consiste en
que la empresa co{rtrata tarletas a nombre de sus empleados
(titulares de las tarjetas) para que abonen los gastos ocasionados por cuenta de la empresa, quien asume los pagos.
5. - Otros tipos de tarjetar
5.7. - Tarjetar <ffini!>: son aquellas que en virtud de un
contrato entre la entidad emisora y un comerciante, incorporan una marc determinada que identifica unos servicios.
5.2. - Tarjetas con micmprocesadon sirven para realizar pagos
electrónicos (peajes, teléfono, gasolineras).
5.3. - Tarjüar <irteligentea>: frente a la tarleta clásica de
banda magnética, ésta es una nueva generación de tarjetas, de
más avanza"da tecnologla, que lleva incorporado uno o más
cbips o pastillas microelectrónicas, lo que aumenta su seguridad
y sus funciones.
33
5.4.
-
Tarjetar
de
garantía de cbeqta prácticamente desconoci-
das en España. Acompañan al cheque
y gat^rrtiz^n
su pago, sin
que tengan un uso independiente.
6.
-
Por
sws
fuxciones o prcstacionec
6.1. - Como medio de pago (función principal).
6.1.1. - Sin línite de cantidad.
6.1.2- - Hasta una cierta cantidad (linitadas).
6.2. - Para otras funciores especiales o accesotias:
6.2.1. - Fiarzt (función de garantla).
6.2.2. * Bonifcacirín (o descuento).
6.2.3. - P ago aplazado (mídito).
6.2.4. - Entrega de dinero en efectivo metálico (cajems automáticos bancarios).
6.2.5. - Segtm de accidentes (en transportes públicos cuyo
pago se haya efectuado con tarietas).
6.2.6. - Recepción gratuita de mtistas .1 púlicaciones pata
clientes de determinadas tarietas.
6.2.7. -Vmtas Por eoffel
34
o correspondencia.
ELEMENTOS
1.
-
1.1.
ELEMENToS PERSONALES:
- CoMUNES o ESENCIALES:
- Emisor o (persona que, en el marco de su actividad
1.1.1.
profesional, pone a disposición de un cliente un instrumento
de pago en virtud de un contraro suscriro con éb (definición
legal, del art.2 del Anexo de la Recomendación 88/590/CEE
de la Comisión de las Comunidades Europeas, de 17 de noviembre de 1988). Es quien expide la tarleta, puede ser un
comerciante, una sociedad cuya actividad sea precisamente la
emisión y gestión de tarjetas, o una entidad bancaria o crediticia, o bien una asociación. A veces, una misma tarjeta es
comercializada por sociedades distintas en cada pals.
1.1.2. - Titt4kr (o usuario), es la persona (que, en virtud de
un contrato suscrito con el emisor, posee un instrumento de
pagoD (an. 2 del Anexo de la mencionada Recomendación).
No siempre el titular es el contratante (por ejemplo, en las
tarjetas de empresa, en que los empleados son los titulares y la
emPfesa-contratante quien asume los pagos; o bien, en las
tarjetas suplementarias familiares, donde hay un solo cont¡atante y dos o más tarjetas de las que son titulares los familiares
del mismo), lo que sl cabe es identificar titular con usuario,
puesto que únicamente el titular está facultado pata ttiliz.ar la
35
ta4eta, constando en la misma sus datos personales de
identifi-
cación.
htablecimiento (vendedor), es quien proporciona los
bienes o servicios que el titular abona con la tarleta. Puede ser
1.1.3.
-
el propio emisor (por ejemplo, cuando es una tarletabancaÁay
el titular extrae dinero de cajeros automáticos del propio
emisor; o en tarietas comerciales, en las que el emisor es el
propio establecimiento vendedor), o puede tratarse de un
comerciante con el que el emisor ha contratado estos servicios
(con el descuento pertinente), asumiendo el emisor los pagos
que después carga en la cuenta designada por el titular.
1.2. _
No
7.2.1.
CoMUNES O ACCESORIOS:
-
Solicitante o contratante,
en los casos en que el contra-
tante o peticionario de la tarieta no es el usuario o titular
(como en los ya citados ejemplos de las taqetas de empresa y
las tarjetas suplementarias familiares).
7.2.2. - Aaalista. En determinados supuestos cabe que una
tercera persona avale los pagos. Puede incluir o no una cláusula de excusión (es decir, que a veces se exige acreditar Ia
insolvencia del titular para obligar al pago al avalista, y otras
veces, cuando se pacta la renuncia al beneficio de excusión, el
acreedor, normalmente el Banco, puede dirigirse de forma
indistinta contra el avalista o contra el titular, o contra ambos
al mismo tiempo).
En todo caso, el régimen legal aplicable es el propio de
todo aval, y depende de las cláusulas contractuales.
1.2.3. - Franquicia. Muchas tarjetas se comercializan por distintos emisores, utilizando una determinada m^rca comercial
cedida por una empresa en régimen de franquicia (por ejemplo, la tarleta (VISAT).
36
2. _ ELEMENTOS FoRMALES
2.1. - La Soticitud, en la que normalmente constan ya redarctadas por la entidad emisora las cláusulas contractuales, puesto
que se trata de un contrato de adhesión.
Suele incluir los datos personales y económicos que permi-
ten analizar la solvencia del solicitante.
Normalmente se trata de unos impresos, que el contratantE
rellena con sus datos, y que incluyen al dorso, en letra pequeña, las condiciones de aso o Reglammto, que son las cláusulas contractuales.
La Recomendación de la Comisión, de 17 de noviembre de
1988, en el art. 3 de su Anexo, especifica que las cláusulas
deberán constar por escrito, en palabras <comprensibles y de
forma tan clara que resulten de fácil lectura), incluyendo los
gastos y el plazn en que se efectúan los cargos. (Hay que
resaltar que estas ganntias no siempre se cumplen en la práctica.)
Esta Recomendación de la CEE prohíbe, de forma expresa,
enviar una tarleta sin previa solicitud. Y esto es bastante usual,
paru lograr una mayor captación de clientela.
Otn práctica, que asimismo considero abusiva y que es
frecuente, es la oferta por parte de entidades bancarias de
tarjetas supuestamente (gratuitas>, ocultando premeditadamente al usuario que al cabo de uno o dos años se le van a cobrar
dichos servicios.
- El eortrato ertre la entidad emisoral los e$abhcimientos andedorar. Que sólo existirá cuando no coincidan ambas figuras.
Por otra parte, cuando la tat'yeta es emitida por sociedades
cuya actividad es la emisión de este tipo de medios de pago (el
<institutoo>), existe wn cortrato con los Bancos 1 ettidada
para que distribuyan entre sus clientes las tarjetas.
2.3. - La Tarjeta, como soporte plástico y como doatmento, qae
2.2.
presenta un carácter uniforme (rectángulo de medidas están-
5l
dar, 8,5x5,5 cm), y lleva incorporados los d¿tos de identificación de su titular, su firma, la fecha de caducidad, a veces
incluso la cantidad máxima o llmite, asl como los datos de la
entidad emisora. Se identifica por un número de serie, y puede
llevar incorporada una banda magnética u otro mecanismo
electrónico (un microprocesador, un chip, que sirve p^ra. oprlr
en las transferencias de pago.
2.4. - Otros elementos formales, no constitutivos, pero que
son consecuencia de la *ilización de las tarjetas, son: las nota¡
de catgo (documento que firma el titular cuando se le entrega el
bien o servicio); los boletincs o extractos que los establecimientos comerciales remiten a la entidad emisora; los extrados que
mensualmente la entidad emisora remite al titular.
3.
*
EreT{eNToS REALES
Son los siguientes: la anta dc insctipción, los aitoncs periódicos
por su utilización (normalmente anuales), que no se dan en
todas las tarjetas (las hay gratuitas), y de todos modos las
tarietas cuyo uso implica el pago de un crnoo; éste suele ser
una módica cantidad (que actualmente puede oscilar entre las
1.000 a 6.000 pesetas anuales); y los recmbobos o reintegros de
los cargos correspondientes por su utilización.
38
EFECTOS JURÍDICOS:
DERECHOS Y OBLIGACIONES
1.
-
DBnncHoS Y oBLIGAcIoNES DEL TITULAR
- DERECHoS: Esquemáticamente, y de forma genérica, los principales son los siguientes:
- Utiltzar la taqeta como medio de pago en las adquisiciones
de bienes y servicios (de forma general, o bien limitada a
los establecimientos asociados, en el supuesto de tarjetas
1.1.
comerciales).
-
Obtener efectivo metálico, bien en cajeros automáticos
bancarios, o bien en las oficinas de entidades bancarias.
- En las tarjetas <de crédito>, tiene derecho el titular
a
aplazar el pag9, en las condiciones pactadas. Lo que,
según la Sentencia de la Audiencia provincial de Madrid, de 11 de abril de 1987, significa que <el usuario de
la tarleta de crédito tiene un derecho exigible frente el
emisor de la mism^ pa;a que se le conceda todo el
crédito que el límite de su tarjeta le concede>.
1.2. _ OBLIGACIoNES:
1.2.1.
-
Ratpeao a
la
tenencia de
la tarjeta:
a) Fimtada, a su recepción. Al respecto, entiende la
Sen-
tencia de la Audiencia Provincial de Madrid, de 11 de abril de
39
1987, que el nacimiento de derechos y obligaciones entre el
titular y la entidad emisora se produce <<mediante la mera
firma y el uso de la tarjeto.
b) Deber de custodia. Que implica: 1.'.) un deber de conservación de la ta4eta, y 2.".) la obligación de notificar al emisor,
con la debida diligencia y de forma inmediata, cualquier anomalla (pérdida, robo, falsificación, errores o irregularidades en
el uso de la tarleta, cargos indebidos, etc...).
El art.4-1 del Anexo de la Recomendación de la Comisión
de las Comunidades Europeas 88/590/CEE)' impone una
serie de obligaciones, relacionadas con el deber de custodia.
Entre ellas destacaremos la obligación de observar unas normas de precaución, tales como no anotar el número secreto o
código personal de identificación del titular en la propia tarjeta, o en otro documento que pueda facilitar el acce so al mismo
en caso de pérdida o robo.
La Sentencia de la Audiencia Provincial de Bilbao, de 19
de diciembre de 198ó, establece que <<incumbe al titular de una
ta4eta de crédito (...) rt deber de custodia, que, desde luego,
puede generar responsabilidad, pero que al propio tiempo, no
incluye la adopción de medidas de diligencia excepcional, sino
simplemente (art. 1.104 del Código Civil) la que corresPonda a
las circunstancias de las personas, del tiempo y del lugar,
exigiéndose, en definitiva, la diligencia que corresPonderia a
un buen padre de familio.
Se exige, pues, una diligencia de custodia mlnima, y normal. Por ejemplo, esta misma Sentencia considera que no
existe tal falta de diligencia por el hecho de dejarse l^ ta4eta' erl
el interior del vehículo, (pues es obvio que no puede adquirirse el compromiso de llevada siempre encima, amén de que
tampoco asl se excluye el riesgo de robo>.
Como contrapartida a la obligación de notificar cualquier
situación de pérdida, robo, falsificación y demás irregularidades, el titular queda exonerado de toda responsabilidad, desde
40
que se produce tal notificación, respecto a cualquier gasto que
se ocasione por el uso indebido de la tarleta por tercera
persona. Tal exoneración sólo se produce siempre que no
exista fraude o negligencia grave por parre del titular.
El art. 8-3 del Anexo de la mencionada Recomendación va
más allá, puesto que establece una limitación (150 ECUS) en
cuanto a la responsabilidad del titular, previa a la notificación.
En la práctica, hoy por hoy, las entidades bancarias y los
emisores de tarjetas tan sólo admiten la exoneración de responsabilidades del titular tras la oportuna notificación. La ampliación que de esta exoneración hace la Recomendación, no ha
sido aceptada por la banca europea, lo que dificulta, puesto que
existen divergencias en los diversos Estados miembros, que se
adopten medidas legislativas concretas y obligatorias (ya qüe la
Recomendación no es vinculante, y no deja de ser un código de
El fundamento de esta ampliación de la
exoneración de responsabilidad está en una mayor protección a
los consumidores y en la búsqueda de un reparto de los riesgos
que comporta la ttilización de este medio de pago.
buena conducta).
En cuanto a la notificación al emisor, cabe que ésta se
efectúe de cualquier forma, mientras llegue con la mayot
npidez al emisor (por teléfono, telégrafo, carta, etc...).
A veces, se exige la posterior comunicación por escrito, o
incluso la denuncia policial.
r) Obligación de devolver la ta1eta cuando se exija por el
emisor, y la obligación de destruida o devolveda cuando ya flo
pueda ser utilizada (por caducidad, o bien porque ha quedado
invalidada, como ocuffe, por ejemplo, cuando, al operar en
cajeros automáticos o en peajes de autopistas, se alteran o
borran los datos de la banda magnética).
1.2.2. - En cuanto a sa utilizsción:.
a) No sobrepasar el límite autorizado.
b) Aceptar el cargo en la cuenta designada y, según las
condiciones pactadas, de las operaciones rcalizadas. En lo que
41
refiere Ll pago, además del reintegro de los gastos efectuados
(bienes o servicios adquiridos), hay que incluir el pago del
carlon periódico y el pago de la cuota de inscripción, en su
caso. Asl como los intereses correspondientes de demora.
r) Identificarse, cuando asl lo exija el establecimiento vense
dedor (DNI o pasaporte).
4 L^ utilización en el extranjero está suieta a los llmites
que en su caso determine la legislación sobre el control de
cambios.
1.2.3.
-
En
los
stpuatos de cambio de la¡ drrunstancias pcrsonahs del
titulor
a) Obligación de comunicar los cambios de domicilio, asl
como los cambios en cuanto a la cuenta designada para abonar
los pagos.
ü) Obligación de comunicar cualquier circunstancia que
modifique la solvencia del titular.
2.
-
2.1.
DERECHOS Y OBLIGACIONES DE
LOS ESTABLECIMIENTOS VENDEDORES
-
D¡nscHos:
a) Pablicidad. Pan el establecimiento adherido a este sistema de pago, el hecho de aceptar las tarietas implica que
tienen derecho a que el emisor incluya su establecimiento en
las relaciones que envla a los titulares; de igual forma, los
establecimientos acreditan su adhesión a un medio de pago
determinado exhibiendo un emblema o distintivo que rePresenta tal afiliación. Potencialmente, significa una mayor clpt^ción de clientela, al facilitar los pagos.
b) Cobro. El establecimiento ostenta un derecho al reintegro de las Notas de cargo firmadas por los titulares de las
tarjetas, cuyo pago asumen los emisores, con las deducciones o
comisiones pactadas.
42
2.2.
-
OBLIGACIoNES:
a) Aceptar h tajeta, cualquiera que sea el importe de la
venta, aplicando los mismos precios y condiciones que a los
demás clientes. Indicaremos que de forma irregular y abusiva,
hay comercios que se niegan Lcepta;r el pago con tarieta en el
^ el margen por venta es mlniperíodo de rebajas, en el que
mo.
b) Exonerar al emisor de cualquier reclamación del titular
por defectos de los pagos o servicios adquiridos.
r) En cuanto a la gestitín: deben disponer de los medios
adecuados para rcúiztr las operaciones (terminales de venta,
datáfonos, notas o facturas de carge, boletines, etc...). Y remitir oportunamente la documentación al emisor.
d) L^ wrifcacnín del uso cor¡ecto de la tarieta, es quizá la
obligación que más problemática conlleva. Implica una comprobación en cuanto a la identidad del titular, su firma, y en
cuanto a que la tarleta no esté caducada, anulada o excedida.
Asl, la Sentencia de la Audiencia Provincial de Bilbao, de 19
de diciembre de 1986, establece que el vendedodr tiene la
<obligación de diligencia, que se concreta en todo caso en
comprobar la ide ntidad entre la firma obrante en la tarleta y la
extendida en las correspondientes facturas, y en solicitar, cuando menos siempre que exista una diferencia entre una y otra,
la identificación mediante la exhibición del DNI del titular de
la mismu.
a) Comunicar al emisor cualquier cambio en el negocio
(traspaso, cesación del negocio).
,f)
Aceptar que en los reembolsos que le efectria el emisor,
le sean cargadas las comisiones
3.
pactadas.
- DenscHos Y oBLIGAcIoNES DEL EMISoR
D¡nncnos:
a) Fnnte al titshn 1." El cobro de la cuota periódica o
canon por la utilización de la tarieta, y de la cuota de inscrip3.1. -
43
ción o renovación; 2.". Reembolsarse de las cantidades pagadas
en nombre del titular por las notas de cargoi 3.". Reclamar
intereses de demora y daños y perjuicios (en caso de uso
abusivo o fraudulento); 4.". Rescisión unilateral, en cualquier
momento, y sin previo aviso.
De estos derechos, correlativos a las obligaciones que frente al emiso¡ corltrae el titular, destacaremos, por su problemática, la RESCISIÓN UNILATERAL, en virtud de cláusula contractual que suele incluirse en todos estos contratos (que por ser
contratos-tipos o de adhesión, no puede ser cuestionada por el
titular), y que considero abusiva.
A tltulo de eiemplo, se transcribe literalmente la siguiente
cláusula del Reglamento o condiciones de uso de un contratotipo: <El Banco-contrataflte, entendiendo que la concesión de
las tarjetas constituye un acto de deferencia hacia los titulares,
meramente graciable y plr prestades un servicio, podrá en
cualquier momento, sin necesidad de justificar las causas, resolver el presente contrato, siendo también potestativo del
Banco-contratilnte renovar o no las ta4etas a su vencimiento>.
Otras cláusulas similares, incluidas en este tipo de coritratos, son del siguiente tenor literal <<LaTarleta X es propiedad
de la entidad B y, por tanto, se res€rva el derecho de suspender
o extinguir su validez cuando lo estime oportuno, debiendo el
cliente devolver laTai:pta cuando la entidad B lo requiera; de
igual forma, deberá entregada cuando desee cancelar la cuenta
relacionada con la Tatleta mencionado; o bien, establecen:
<Esta entidad se reserva la facwltad de cancelar la ta4eta
durante eI plazn de vigencia de la misma, asl como la de no
proceder a su renovación a su vencimiento, perdiendo el
titular todos los derechos relativos a su uso. En el supuesto de
cancelación de la taqeta por causas no imputables al titular, la
entidad devolverá a éste la parte de la cuota anual proporcional al tiempo que medie hasta la ftnalizaciín del pedodo
satisfecho. Además, la entidad se reserva la posibilidad de
44
poder dejar retenida la tarleta dentro del Cajero Automático,
de donde se retirará por la propia entidad, pudiendo invalidarla o devolveda nuevamente a su titulaD.
Se trata de una rescisión unilateral, sin previo aviso o
comunicación a su titular, ad nutsm (sin causa), lo que comPorta vna total inseguridad para el usuario.
Este supuesto no ha sido contemplado por la Recomendación de la Comisión. y ello a pesar de que dicho texto responde
a la necesidad de paliar las prácticas abusivas y prePotentes de
las entidades emisotas, buscando una mayor protección de los
consumidores.
Por otra parte, un supuesto tanclaro de rescisión sin causa,
es contrario a nuestra legislación en materia de obligaciones y
contratos, contenida básicamente en el Código Civil. También
podrla cuestionarse su validez aplicando la Ley 26/84, de 79
de julio, de protección a los consumidores.
b) Frerte al estabhcimiento.' 1.'. Cobrar la comisión o descuento, según lo pactado contractualmente, que se aplica sobre el
saldo de las notas de cargo que el emisor le liquida; 2-"
Rescisión, en las condiciones pactadas (normalmente suele
convenirse una rescisión unilateral y potestativa, sin causa ni
previo aviso, cuando el que quiere desistir del contrato es el
emisor; y, por el contrario, suele exigirse un preaviso cuando el
que opera la rescisión es el establecimiento).
3.2.
_ OSTIGACIONES:
a) Frente a los titulares. La recomendación de la Comisión
establece las siguientes obligaciones: 1) no revelar el número o
código de identificación personal, ni otros datos confidenciales, sino al propio titular; 2) obligación de remitir, iunto con la
tarleta, las cláusulas contractualés por las que se rigen las
relaciones entre emisor y titular (lo cual no siempre se cumple); 3) obligación de llevar un registro de operaciones; 4)
obligación de facilitar un extracto de operaciones al titular,
45
cuando éste lo solicite; 5) responsabilidad frente al titular por
las operaciones no ejecutadas, o ejecutadas erróneamente; 6)
obligación de facilitar los medios para que el titular pueda
notificar (de dla o de noche) la pérdida, ¡obo o falsificación de
su tarjeta.
Segin la Orden de 26 de junio de 1988, que regula la
información que las entidades de depósito deben facilirar a sus
clientes, deberán incluirse en los contratos los datos concernientes a intereses (interés efectivo anual), gastos y condiciones de su modificación.
De igual modo, los arts. 3-3 y 3-4 del Anexo de la Recomendación de la Comisión exigen una transparencia informativa en lo referente a intereses y gastos, que por todos los
conceptos deba abonar el titular de la tarjeta por su tenencia
y
uso.
b) Frente cl estabhciniento:
La obligación principal es la
liquidacidtt de las notas de c Ígo, es decir, el emisor asume el
l)
pago de los bienes y servicios adquiridos por el ritular mediante la tarleta. <<Se obliga (...) a abonar, con el de scuento que haya
concertado, cuantas facturas de gastos sean emitidas con el
respaldo de la peculiar tarleta>> (Sentencia de la Audiencia
Provincial de Madrid, de 11 de abril de 1987).2) Como
obligaciones accesorias, podemos señalar: facilitar al establecimiento el material (facturas, terminales de veñta, etc...) necesario para rcalizar las operaciones.
46
¿EL CONTRATO DE TARJETA DE
CRÉDITO?: NATURALEZA JURÍDICA
LaTa4eta tiene como base juddica una relación compleja y
multipersonal. En realidad se conjugan, plra su existencia y
eficacia, una serie de relaciones contractuales. Básicamente,
podemos señalar las siguientes;
a) La relaciót ntre el emisor 1 el titular, que es lo que se ha
llamado también (contrato de tarjeta de crédito>; se sustenta
documentalmente en la solicitsd de tarjetas de crédito (por la
que el titular se adhiere a las normas de uso preestablecidas
por el emisor).
b) La relacióx eüre la ntidad emisora 1 qaines la admitex como
medio de pago (los establecimientos vendedores).
c) La relacidn ntre la ntidad emisora 1 el Banco o ntidad dc crédito.
Todos estos contratos son atlpicos (no tienen una regulación ptopia), de carácter mercantil, consensuales (se perfeccionan por el mero consentimiento), bilaterales y onerosos.
En cuanto a la solicitad de tarjeta de crddito, es un contrato de
adhesión. Y presenta caractedsticas o elementos de otros contratos (arrendamiento de sercicios, comisión mercantil, apeftura de crédito, contrato de cuenta corriente mercantil, etc...). Al
tratarse de un contrato atlpico y complejo (que incluye otras
muchas relaciones), poddan aplicarse las normas de cada uno
de estos contratos subyacentes, en lo que le sea de aplicación,
cuando el conflicto revista las caractedsticas propias de los
mismos (por ejemplo, si se incumple un pago pactado con una
entidad de crédito, derivado del uso de una tarleta, se aplicaút
la regulación de las cuentas de crédito; o si el conflicto afecta a
los seguros concertados por los emisores de tarjetas, se aplicará
obviamente la regulación en materia de Seguros).
El contrato entre emisor y establecimiento vendedor, que
normalmente también es de adhesión, puede asimilarse al
contrato de mandato, y tiene elementos propios del contrato
de comisión mercantil (ya que el emisor le carga un descuento
o comisión al establecimiento vendedor), así como del contrato de aftanzamiento mercantil (por cuanto el emisor asume los
pagos, aftanza al titular).
Por último, la relación entre el emisor y el Banco o entidad
de crédito, que quizás es la menos compleja, poddamos definida como un contrato bancario, atlpico, pero asimilable al
contrato de cuenta cor¡iente o de cuenta de crédito. La característica básica es que el Banco actúa como intermediario.
Se trata de contratos, todos ellos, de eiecución continuada.
También se ha discutido doctrinalmente si se trata de contratos en favor de terceros, ya que en el caso de los contratos
entre el emisor y el establecimiento vendedor, el interesado es
claramente el titular de la tarleta.
Además de las tres relaciones básicas ya mencionadas,
subyacentes en una Ta4eta, puede existir un cnfltrato defranqaicia, entre el emisor y la sociedad propietaria de la marca de la
tarleta.
Más discutido e s todavla la natu;aleza jtlridica de la propia
tarleta. Hay quien la asimila a un título-valor (>or ejemplo en
la Sentencia de 22 de noviembre de 7976 del Tribunal Supremo), pero no se adecua bien a las caractedsticas del tltulo48
valot ya que no basta la posesión patl estar legitimado, y
tampoco se cumple el requisito de la literalidad del derecho.
Para Alrillaga, se trata de un tltulo directo (dado que reconoce
el derecho a una persona determinada), nominativo y personalísimo, intransferible (no cabe cesión, endoso ni transferencia),
y temporal (este último dato, no siempre es asl, puesto que
existen tarjetas que no caducan).
49
PERFECCIÓN DEL CONTRATO
a) Relación contractual ntre el emisorl el titrlar. Es diflcil, por
la ausencia de legislación, y porque en la práctica las situaciones son muy variadas y complejas, establecer cuándo se perfecciona el contrato.. En parte, Porque es habitual, que como
polltica comercial, las entidades emisoras envlen sin más, sus
tarjetas, haciendo una' selección de potenciales clientes.
En otras ocasiones, las entidades emisoras envlan los impresos y formularios con las condiciones de uso, lo que podría
considerarse como una <<oferta unilaterab, no vinculante' a no
ser que el destinatario de la misma devuelva rellenados y
firmados dichos impresos (que en este caso se convierten en
una solicitud).
La ftrma de los impresos de solicitud implica la aceptación
por parte del titular de las condiciones de uso que le impone el
emisor. No obstante, se suele afumar que el contrato no nace
hasta que se firma la tarleta. Y ello porque en los suPuestos en
que el titular no ha solicitado la tarleta, y sin embargo, si la ha
recibido, puede optar por devolveda, destruida, o bien aceptada, con lo que para su utilización deberá firmada. Este
planteamiento teórico choca con el hecho de que la firma de la
tarleta es un hecho no constatable por el emisor, quien no
podni tener la seguridad de que el titular que ha recibido sin
solicitar una tarieta la acepta, a no ser que éste la utilice.
51
Por ello, la Sentencia de la Audiencia Provincial de Madrid, de 11 de abril de 1987 señala que <el conrrato se perfecciona mediante la mera firma y uso de la tarleta de crédito>.
Pero puede objetarse que no queda muy claro que sea
preciso el uso de la taqeta, pues de la mera tenencia pueden
derivarse obligaciones para el titular (por ejemplo el deber de
custodia).
El art. J del Anexo de la Recomendación considera que <<el
contrato entre el emisor y el titular se considerará celebrado
un vez que éste haya recibido el instrumento de pago y un
ejemplar de las cláusulas por él aceptadasD. Es decir, se basa
en la recEción del documnto, tras la solicitud. Y ello, porque en el
propio Anexo se prohlbe, expresamente, el envlo de tarietas no
solicitadas.
Concluyendo, cuando no exista solicitud para entender que
el titular ha aceptado las condiciones del contrato, será preciso
que la utilice (ya que el acto de la firma, previo a la utilización
no puede ser conocido por el emisor); en cambio, cuando
exista solicitud por parte del titular, bastará la recepción y
firma del documento (tarleta), para considerar perfeccionado
el contrato.
b) Relación cortractual entre el emisor 1 el atabhciniento uexdedor.
(En los supuestos en que el vendedor no coincida con el emisor.)
Normalmente, es el establecimiento vendedor quien se
afilia a un sistema de pago, es decir, quien solicita al emisor
dichos servicios. Evidentemente, se trata de un contrato de
adhesión, con unas condiciones preestablecidas por el emisor
en unos formularios tipo, que el establecimiento rellena con
sus datos económicos. La perfección del contrato, tras la
solicitud, se produce cuando el emisor comunica la aceptación.
52
RENOVACIÓN Y EXTINCIÓN
Renovación
Las tarietas suelen tener uria vahdez determinada (normalmente anual), que se indica claramente en el soporte plástico,
caducando expirado dicho plazo. Y respecto a la posible renovación, que suele consistir en el envío de una nueva tarleta a
su titular, es siempre potestatiua, dado que el emisor se reserva
en las condiciones de uso o cláusulas a las que se adhiere eI
titular al solicitar la tatleta,la posibilidad de proceder o no a la
renovación (expresa paru eI emisor y tácit^ pan el titular).
En cambio, los contratos entre el emisor y los establecimientos vendedores suelen ser indefinidos, por lo que no
precisan renovación.
Extinción
La relación entre emisor y titular puede extinguirse: a) por
eadreidad de la tarieta y su no renovación; y b) por rucisión
(unilateral, sin previo aviso y sin causa, para el emisor, como
ampliamente se ha comentado al ttatat de los efectos iurídicos).
53
Por otra pane, la relación entre el emisor y los estableci_
mientos vendedores, que es de carácter indefinido, es también
rescindible, por las causas generales (incumplimiento), y asi_
mismo, como también se ha expuesto pr...J.rrt"-ente,'suele
reservarse el emisor la posibilidad de rescindir el contrato, sin
causa, mediante una simple notificación fehaciente.
.
54
LA TARJETA DE CRÉDITO
DE EMPRESA
Es frecuente, hoy en dla, que las emPresas contraten el uso
de tarjetas de crédito con las entidades emisoras, y que dichas
tarjetas se adjudiquen a nombre de directivos o empleados de
las empresas contratantes' Para que las utilicen como medio de
p^go p^ra abonar los gastos derivados de la relación laboral o
de la actividad empresarial.
Es decir, que en este tipo de tarietas existen dos suietos
diferenciados: la empresa (o contratante de la tatleta), y el
usuario (que es un empleado o directivo de la emPresa contratante).
La ta4eta va a nombre de la Persona física (empleado o
directivo), y sin embargo todos los ga.stos derivados de su
wtllizació¡ (canon anual, gastos de reembolso Por servicios o
bienes adquiridos con la tarleta, intereses, etc...) son abonados
por la peñiona iuddica o emPresa-contratante.
Existe un titular básico (empresa) y titulares suplementarios, que pueden ser uno o varios (los usuarios de la tatjeta,
empleados o directivos de la empresa).
El problema esencial que suscita este tipo de tarieta con
dos titulares (el titular aParente o usuario -empleado-; y el
titular real, por cuenta de quien se utiliza la taqeta -emPresa-), es el de la responsabilidad por los pagos.
55
En estos supuestos las entidades emisoras de tarjetas de
crédito suelen exigir una reEonsabilidad ¡olidaria de ambos titulares (empresa-empleado). Y ello porque, al no poder compro_
barse en cada caso concreto si el uso delatarletade crédito por
el empleado o usuario es correcto, es decir, si realmente
corresponde a gastos derivados de su actividad empres arial, o
bien si se trata, por el contrario, de un g sto pirronal del
empleado-usuario; por lo que de no pactarse dicha responsabilidad solidaria, la empresa-contr^tante podda n.g"rr. hacer"
se cargo de dichos pagos.
Existen muchas modalidades de este tipo de tarjetas, pudiéndose condicionar su uso según las necesidades de la empfesa.
Centrándonos, po¡ su interés juddico, en el pacto de solidaridad, hay que mencionar que dicho pr.to poéd. ser declar:ado irefea2, según establece la Sentencia de 19-10-88 dictada
por la Sala Segunda de la Audiencia Territorial de Madrid.
Se basa dicha resolución judicial en la aplicación del numeral tercero del artlculo 10." de laLey 26/1994, de defensa del
consumidor, que establece que se considerarán <cláusulas abu_
de manera. desproporcionada o no
equitativa al consumidor o compoften una posición de desequilibrio entre los derechos y las obligaciones de las partes, en
perjuicio de los consumidores o usuarios. por ello, declara nula
dicha cláusula de solidaridad, al sufoner una <siruación de
desequilibrio>, dado que los gastos se efectúan por el empleado
por cuenta de tercero (la empresa), lo que implica que la
responsabilidad de dichos actos rcalizados por el empleado
como mandatario de la empresa tiene que recaer sobre la
misma, según resulta de una aplicación estricta de lo dispuesto
en el art. 285 del vigente código de comercio, al regular el
mandato mercantil.
Es decir, que dicha resolución judicial, al declarar ineftcaz
el pacto de solidaridad, hace responsable directo y único de
sivas> las que perfudiquen
56
dichos pagos, frente a la entidad emisora de las tarjetas de
crédito, a la empresa contratante.
Obviamente, la llamada cláusula de solidaridad que suele
pactarse en este tipo de tarietas, por exigencias de las entidades
imisoras, dado que se trata de un contrato de adhesión, puede,
en la práctica, dar Iugar a todo tipo de situaciones abusivas,
tanto Por parte del usuario (por eiemplo, usuario insolvente
que se aprovecha e n beneficio propio de la tarleta, corriendo la
empresa con los gastos que son personales), como Por Parte
de la empresa (por eiemplo, eri caso de insolvencia de la
misma).
Seda necesario regular de una forma más clara y precisa las
relaciones entre los diferentes titulares de este tipo de tarietas,
se articula la posible responsabilidad, teniendo en
cuenta que, como hemos mencionado, las cláusulas que suelen
aplicarse, hoy por hoy, podrían ser declaradas ineficaces' por
no ser equitativas, ni cumplir los requisitos establecidos en
y cómo
materia de derechos del consumidor.
una mayor comPrensión del tema' en el Apéndice se
reproducen los fundamentos iurídicos núms. 2 al 5, de la mencionada
Sátencia de la Sala 2.". de la Audiencia Territorial de Madrid, de 19 de
octubre de 1988.
Nota del aúor: P¿ra
57
PROBLEMÁ,TICA JURÍDICA DE
LA UTILIZ,ACIÓN DE LOS MEDIOS
DE PAGO ELECTRÓNICOS
(ELECTROMC 8.4\[üNG)
El cambio tecnológico ha significado en los últimos años
toda una revolución en el sistema bancario.
La introducción del llamado (pago electrónico> ha sido
posible gracias a la informática y a las telecomunicaciones.
Pot pago electnínico, entendemos <<cualquier operación de
pago efectuada con unata4eta de pista/s rnagnética/s o con un
microprocesador incorporado, en un equipo terminal de pago
electrónico (TPE) o terminal de punto de venta (TPV))I.
(Definición legal, contenida en el art. 1 del tltulo II del Código
eflmpt de bsena conducta ex materia de pago ehctrónico, de la Recomendación de las Comunidades Europeas de 8 de diciembre
de 1987,87/598/CEE).
Estos soportes técnicos (cajeros automáticos, o aüomated
teller macbita, tarjetas inteligentes, terminales de puntos de
venta, videotext, etc...), permiten una mayor velocidad en las
transacciones dinerarias, y una gestión que posibilita ddr unos
servicios masificados, inviables de no ser por la aplicación de
las nuevas tecnologlas.
La implantación de estos sistemas informáticos reguiere
una uniformidad entre las diversas entidades bancarias, la
creación de un denguaje común> mucho más simplificado, lo
que presupone unas relaciones (interconexión) y convenios de
59
asistencia entre las mismas. Por otra parte, significa un cambio
total en la documentación mercantil (y pot ende en la contabilidad). También implica unos contratos de asistencia técnica
entre las entidades financieras y las empresas que comercializan estos productos informáticos.
Por lo que respecta alas telecomunicaciones (imprescindibles para garantizar u¡ eficaz funcionamiento de estos nuevos
sistemas de pago), se nos plantean cuestiones de derecho
público, ya que normalmente en casi todos los palses las redes
de telecomunicaciones son estatales. Asl, por ejemplo, en
España estamos actualmente ante un reto tecnológico, ya que
las deficiencias en el servicio de la red nacional de telecomunicaciones (Telefónica) poddan significar un retraso imporrante,
teniendo en cuenta que próximamente (está en fase de estudio)
será una realidad la interconexión europea de cajeros automáticos.
Las
Transferencias Electrónicas de Pago
(T.E.F.) han sido defini-
das por la UNCITRAL como <<transferencia de fondos en la que
una o más de las operaciones del proceso, que antes se desarro-
llaban sobre la base de técnicas documentales, se efectúan
ahora mediante técnicas electrónicau (Guía Ju¡ldica de la
UNCITRAL sobre transferencias electrónicas de fondos, período
1982-1987).
La c^racterística más peculiar de las transferencias electrónicas es la supresión de la base documental.
Adernás de una uniformidad informática, se requiere urra
uniformidad jurídica (del significado de los datos).
Entre los juristas se ha planteado la polémica acerca de Ia
nataraleza juddica del pago electrónico. Nos encontramos con
una realidad económica que desborda todos los esquemas
juddicos actuales. De hecho, hay un vaclo no sólo doctrinal,
sino también nomativo y legislativo, sobre el tema.
A nivel comunitario europeo, además de la Recomendación sobre un código europeo de buena conducta en materia
60
de pago electrónico ya citada, y que no es vinculante, hay que
resaltar que desde 1986 existe un proyecto, en fase Preparatoria, paralognt un (Programa comunitario relativo a las transferencias electrónicas de datos de uso comercial utilizando las
redes de comunicacióD (TEDIS).
Para tener una aptoximación de la importancia y magnitud
de estas nuevas técnicas, señalaremos que, según un estudio
del instituto británico Batelle, el número de caieros automáticos existentes en Europa supera los 56.000 (el 24o/0, aproxima-
damente, del total mundial), lo que equivale a una media de
158 cajeros por millón de habitantes, en Europa. En España
tenemos unos 233 cajeros por millón de habitantes, cifra
bastante superior a la media europea, por encima de Francia,
con 209, o Alemania, con tan sólo 84 cajeros por millón de
habitantes. De los países euroPeos, destacan los palses escandinavos, donde existe una gran implantación; asl, por ejemplo,
en Finlandia se estiman unos 431 caieros por millón de habitantes.
En cuanto al número de operaciones, se estima que unas
dos mil operaciones por caiero al mes es el mínimo Par^ que se
considere rentable. En los palses escandinavos el promedio es
de unas ocho mil operaciones por cajero al mes, mientras que
en España nos hallamos entre las 1.800-2.000 operaciones por
caiero al mes, siendo la operación más habitual la retirada de
efectivo metálico.
61
LA PATOLOGÍA DE LAS TARJETAS:
usos AI\TIJUnÍOTCOS, ABUSOS DE
CRÉDITO. LA PROTECCIÓN PENAL
DE LAS TARJETAS
Planteamiento
En la utilización de las tarletas, asl como de los cajeros
automáticos bancarios, se dan disfunciones o anomallas que
pueden ser debidas a errores (fallos mecánicos, errores involuntarios, tanto por parte del emisor como por parte del
titular), o bien a prácticas de mala fe (intencionadas), ya sel
por parte del titular de la tarjeta, como por parte de terceras
o sin el consentimiento de aquéI.
La desviación intencionada, con mala fe, en la utilización
normal o contractual, el llamado uso abil$lo o patológico de las
tarjetas, que presenta múltiples variantes, de diflcil estudio y
clasificación, dado que de hecho cadz dla van surgiendo de la
picaresca cotidiana nuevas formas de comisión, no siempre
puede considerarse como una conducta encuadrable en el
personas, con
ilícito penal.
De las nu€vas formas de pago que sustituyen al dinero en
efectivo, el derecho penal español tan sólo contempla, de
forma epeclfica, la protección al cheque sin fondos (art. 563
bis del Código Penal); y sin embargo, esta protección penal,
que en la práctica sirve como coacción para lograr el cobro de
63
forma extrajudicial, no ha sido suficiente p^ta devolver al
cheque su función, y existe cierta desconftanza por pafte de los
comerciantes hacia este medio de pagg, que se evidencia con
el hecho de su no aceptación genenlizada, sobre todo en pagos
de pequeña cuantia, en los que es preferible perder una venta
que asumir los costes del riesgo de su cobro.
Sin embargo, se aceptan sin reservas por los comerciantes
las tarjetas de crédito así como los cheques garantizados con
tarjetas bancarias, que no tienen una protección penal especlfica. Ello se explica, porque en estos instrumentos de pago no es
esencial para el comerciante la solvencia del titular de la
tarleta. Al vendedor le basta con la solvencia de la entidad
emisora.
Por ello, con estos nuevos medios de pago, el perjudicado
no es ya el comerciante o vendedor, sino la entidad bancaria o
de crédito, que asume el pago.
El Tribunal Supremo, en Sentencia de 22-17-'76, ha establecido básicamente tres formas de defraudaciín: a) lafakifcación de la tarjeta; b) el fzginierto o aparimcia de bienes; y c) el
del crédito concedido. Conductas que quedan protegidas
penalmente por la tipificación de los delitos de falsificación en
documento me¡cantil (ar' 303 y 302-6." y 9." del Código
Penal) y estafa (arts- 529-7.". y 528 del Código Penal).
Sin embargo t gan parte de la doctrina e spañola (Romeo
Casabona, Bacigalupo, Bajo Fernández), como extranjera (|eandidier, en Francia; Offermann, en Alemania), consideran que
no pueden calificarse como estafa la conducta del titular que se
excede del crédito concedido, por cuanto no se dan los requisitos o elementos básicos de este delito (engaño, perjuicio patrimonial y una relación de causalidad entre ambos elementos).
Consideran estos autores, que se trata de un illcito civil o
mercantil, de un riesgo que tiene que ser asumido por los
comerciantes y especialmente por las entidades bancarias y
crediticias, como contrapartida a Lrfla mayor captación de
64
clientela; ya que, de lo contrario, estadamos ante una posible
prisión por deudas.
Breve referencia a las formas comisivas más corrientes
Para una mayol comprensión, a continuación, de forma
esquemática y a título de ejemplo, expondremos la casuística o
formas comisivas más corrientes, dentro del uso irregular de
las tarjetas:
1.
-
1.7.
Uso ildebido por el propio titular de la tarjüa.
- Ergaño al solicitar la tarjeta (aparimcia de binu). Supues-
to que el Tribunal Supremo considera como delito de estafa
(Sentencia de 22-77-76), aplicando los arrs. 529-7." y 528 del
Código Penal.
1.2.
-
Faha de reembolso de las cantidad¿s debidas (abam de rédito):
Puede ser de buena fe (extralimitación en el uso de la tarjeta) o
con ánimo defraudatorio.
El abaso de rédito (uso de la tarleta a pesar de haberse
agotado el crédito concedido), ha sido considerado en diversas
ocasiones por el Tribunal Supremo como un delito de estafa
(<la ficción o apariencia ante comerciantes y vendedores de no
haber agotado todavla el referido crédito hasta el límite máximo (...) ofrecen la particularidad de producirse y desarrollarse
ante un sujeto mientras que el perjuicio patrimonial lo sufre
otro, el Banco, el cual, en aras a la seguridad en el tráfico
juddico y haciendo honor al crédito concedido, ha de satisfacer
el importe de las facturas incluso por encima del límite fijado>
--Sentencia de 22-71-1976); sin embargo, si no existe
ánimo
defraudatorio o mala fe, la extralimitación del crédito (que
además a veces es tolerado por las propias entidades bancarias,
ya que supone un grari negocio, puesto que aplican sobre estos
descubiertos intereses que en ocasiones poddamos calificar de
65
leoninos), no es en ningún caso delito, y es un supuesto de
reclamación civil.
Hay supuestos de abuso de crédito que por su ánimo
defraudatorio podrían considerarse claramente como una estafa, aunque hasta la fecha son pocos los casos que llegan hasta
nuestros Tribunales. En algunos casos se ha planteado la
existencia de un delito continaado, el uso de la tarieta, por el
propio titular o por un tercero, en múltiples establecimientos'
a sabiendas de la insolvencia.
Respecto al abuso de crédito, con mala fe (a sabiendas), la
doctrina penalista es contraria a su incriminación. Además de
que oo encaja exactamente dentro del delito de estafa, hay
lo ha denominado
<estafa impropio, principalmente
porque el que acept^ el pago (vendedor) no es engañado porel
titular eri cuanto a su solvencia, ya que le basta con la solvencia de la entidad emisora, y le es indiferente que el titular se
haya o no excedido del llmite concedido.
Existe además una razan de polltica criminal, ya que extender el derecho penal supone frenar el crédito y el consumo,
por lo que se considera innecesaria Ia penalización de estos
hechos, que deben ser protegidos por las propias entidades
bancarias o crediticias, quienes se benefician de la utilización
masiva de este nuevo medio de pago, por lo que deben asumir
los riesgos que puede comportar.
7.3. - Falsifcación o alteracitín de la tarjeta por su titular. Normal-
quien
mente, la falsificación se opera por terceras personas; no
obstante , cabe que el titular de Ia tarleta altere alguno de los
datos para conseguir un beneficio patrimonial (por eiemplo, Ia
alteración de la fecha de caducidad, o del llmite del crédito); es
un supuesto de delito de estafa, en relación con una falsificación en documento mercantil (la falsificación es el medio para
cometer la estafa). Otros ejemplos de alteraciones fraudulentas
de la tarieta son el hecho de inventarse un cliente ficticio, o
alterar la tarleta para que no se carguen los adeudos.
66
Abuso del titular de la tajeta m los cajeros automáticos
ha discutido si el hecho de obtener dinero rebasando el crédito concedido es o no delito (estafa, hurto, apropia1.4.
-
banearios. Se
ción indebida). Y es difícil que dicho hecho encaje en alguno
de estos tipos penales. En derecho francés, la Sentencia de
24-17-83 consideró que la retirada de un distribuidor automático de billetes (DBA) por el titular de una taqeta magnética de
una suma que excede el saldo crediticio de su cuentabancaria
<<se
analiza en la inobsewancia de una obligación contractual y
no entra en las previsiones de ningún texto represivoD.
2.
-
Uso indebido de la larjeta por terceras persnfias no titulares de la
misma.
2. 1. - Dentro de las conductas a analizar en estos supuestos, tenemos en primer lugar la obtencidn de la tarjeta: robo, hurto,
laallazgo de una tarleta extta-via'dl, compra de la tarjeta en el
mercado negro (en estos casos su valor se determina en función del tiempo transcurrido entre su sustracción y la venta).
Aunque el titular, cumpliendo con su obligación
y
parz-
exonerarse de responsabilidad, lo comunique inmediatamente
a la entidad bancaria para que proceda a anwlar la tarleta, cabe
que ésta sea utilizada en algunos casos. (Por ejemplo, debido a
la desconexión de los cajeros automáticos del ordenador central, por funcionar con el sistema of-line, que permite un mayor
número de operaciones que el sistema on-line, pero pierde
seguridad; o bien, en supuestos de compras de poca ctrantTa, err
las que el comerciante no dispone de una terminal de venta
que verifique y autorice la operación, y *iliza el sistema
mecánico conocido popularmente como <bacaladeru).
2.2. - U¡o de la tarjeta por persona no titular de la misma, en cajeros
En este supuesto, el caso más interesante
es cuando el tercero consigue obtener el número personal de
acceso al cajero (puede ser por error involuntario del titular; o
automáticos bancarios.
por coacción). Se ha discutido si se trata de un hurto (art. 514
67
del Código Penal) o de un robo con fuerza en las cosas (art.
504-4." del Código Penal), equiparando la clave secreta como
si de una llave se tratara. También se plantea quién es el
perjudicado (el titular o el Banco), puesto que no siempre el
Banco asume el reintegro de las cantidades sustraldas.
Evidentemente, hay supuestos comisivos que sí son claramente un robo (por ejemplo, cuando el tercero coacciona al
titular y le obliga s c^r el dinero del caiero y entregárselo -el
^
tlpico atraco-).
Los casos más curiosos son los supuestos de piraterla informática. Por ejemplo, en Francia se dio un supuesto de copias
de una misma tarleta, que se utilizaro¡ en varios cajeros simultáneamente, plra que el ordenador central no detectase las
diversas operaciones y las diera como válidas. En España, un
supuesto reciente, de falsificación y creación de libretas que
operaban en cajeros automáticos, ha sido el más espectacular
de este tipo de fraudes informáticos. En estos dos delitos, el
engaño fue posible por la intervención de empleados del
mantenimiento de los cajeros automáticos o de las empresas
suministradoras de los mismos.
La wtilización de una tarleta hallada, realizada por tercera
persona no titular en los cajeros automáticos bancarios, reviste
las ca¡acterlsticas de una apropiación indebida (at- 535 del
Código Penal).
2.3. - Uso de la tarjeta por tercera persnna, n establecimiento¡
comerciahs. Es el supuesto más corierite, y puede tipificarse
como una falsificación documental (al falsificarse la firma de la
factwra de venta), y como una estafa. Y reviste una peculiar
caractedstica, por tratarse de <estafas triangulareu (porque el
perjudicado no es el comerciante, sino el Banco). Puede existir
negligencia por parte del comerciante, que no compmeba la
identidad entre el titular de la tatleta y el cliente que rcaliza la
comPfa.
2.4. - Falsifcaciór o alteración de la tarjeta -y su
68
uso
por
tercerar
percnnar. Pot ejemplo, la falsificación de datos de identificación (nombre y apellidos) del titular legítimo; o falsificación
de su firma; de la fecha de caducidad, o incluso del límite de
crédito. Todos estos supuestos revisten laforma de una estafay
una falsificación en documento mercantil, lo que por la doctrina y jurisprudencia se califica como corlcurso real de delitos, ya
que la falsedad es el medio para cometer la estafa.
En la utilización de una tarleta de crédito falsificada en
varios establecimientos por la misma persona, concurren los
elementos pata apreciar la figura del delito continuado o delito
de masa, dado que existe el mismo modus operandi, el mismo
propósito crimimoso, con homogeneidad de la ley violada
(Sentencia de 2l-4-1979 del Tribunal Supremo).
Necesidad de adecuar la tipificación penal a las nuevas
formas comisivas. El delito de fraude informático
Algunas de las hipótesis planteadas suponen un perjuicio
patrimonial conseguido de una forma atipica, no contemplada
en la legislación penal, consistentes en Ia altención de los
datos informáticos que permiten operar con estos nuevos mecanismos de pago. (Como, por ejemplo, la altetación de los
datos de la banda magnética de la tarjeta.)
Recientemente se está introduciendo en el derecho penal
comparado alguno de estos supuestos; por ejemplo, en Alemanis, donde la <<Zweite Gese¿ Zur Bekámpfung der \üTirtsehaftzkriminalitdt>>, de 15-5-1986, introdujo el delito de fraade o
estafa inforrzática, que establece penas de hasta cinco años al que
<lesiona el patrimonio de otro interfiriendo en el resultado de
un tratamiento de datos, mediante una estructuración incorrect^ del programa, la utilización incorrecta o incompleta de
datos, la wtilización de datos sin autorización, o la intervención
de cualquier modo no attorizado en el proceso>.
69
En España, Romeo Casabona, cuando a¡aliza las formas
comisivas con tarjetas de crédito en cajeros bancarios automáti-
cos, propone la introducción de estos nuevos delitos en el
derecho penal español, relacionándolos de forma subsidiaria
con el delito de hurto.
tecnológico, y la búsqueda de
Aunque el creciente
^vaflce
(como
por ejemplo, las tarjetas
más
son,
fórmulas
seguras
inteligentes), intentan paliar los riesgos que Presentalattllización masiva de estos medios de pago, como sea que muchas de
estas conductas irregulares difícilmente encajan en los delitos
patrimoniales previstos en nuestro Código Penal, es evidente
que deberían adoptarse las medidas legislativas oPortunas para
lograr una mayor protección y seguridad en el tráfico juddico.
70
REPERCUSIONES FISCALES DEL USO
DE LA TARJETA COMO MEDIO DE
PAGO Y EL DERECHO A LA INTIMIDAD
La utilización de tarjetas como medio de pago implica que
las transacciones queden registradas (en el establecimiento
vendedor, en la cuenta corriente del titular donde se han
domiciliado los pagos de la taqeta, en la contabilidad o extractos que mensualmente confeccionan las entidades emisoras);
por ello, es una pista <fácib de seguir para el fisco.
El Tribunal Económico Administrativo Central (TEAC),
en Resolución de 27 de octubre de 1987, consideró que la
inspección de Hacienda podia requerir el censo de titulares de
una determinada taqeta de crédito, en base a los arts. 77 y 140,
letra d), de la Ley General Tributaria.
Se ha planteado en este tema, al igual que en otros tanros,
la cuestión de dónde se halla el llmite entre la fiscalización del
Estado y el derecho a la intimidad, reconocido en el art. 18 de
la Constitución Española, y desarrollado en la Ley Orgánica
7/82, de 5 de mayo, de protección al derecho al honor,
intimidad personal y familiar, y a Ia propia imagen.
La Dirección General de la Inspección Financiera y Tributaria se ha pronunciado de forma expresa en contestación de
fecha 25 de febrero de 1988, y considera respecto alas tarletas
de crédito y la obligación de efectuar las declaraciones anuales
71
de operaciones, que no se vulnera el derecho a la intimidad,
por cuanto la relación anual que las entidades emisoras están
obligadas a presentar no presenta el importe total de los pagos
efectuados por un titular.
Para poder acceder a los datos detallados de una determinada tatleta de crédito, individualizada y correspondiente a un
titular concreto, entiende la Inspección que tiene que existir
un fundamento, debe estar iustificadala necesidad de obtener
dichos datos (que se da, por ejemplo, cuafldo existe una inspección que afecte a dicho contribuyente), pues de lo contrario sl
afectaría al derecho a la intimidad, exigir sin causa dicha información.
Estos requerimientos de información tendían que estar
autorizados por el Director General o Delegado de Hacienda,
según lo dispuesto en el art. 37,6 del Reglamento de Inspección Tributaria (RIGT), en relación con el art. 1.11-5 de la Ley
General Tributaria y arts. 2,7 y I de la Ley Orgánica l/82, de
5 de mayo, ya citada anteriormente.
72
¿EXISTE RESPONSABILIDAD DEL
TITULAR DE LA TARJETA, CUANDO
EL EMISOR ES INSOLVENTE?
Esta es una curiosa hipótesis que se planteó ante los
Tribunales británicos e n el año 1982, a raiz de la insolvencia y
posterior liquidación de la compafla <<Change Card Sewices,
Ltd.>, la caalhabla comercializado una tarleta como medio de
pago en garages y talleres mecánicos.
Jurídicamente es un tema interesante y polémico, ya que el
problema principal está, sin duda, en determinar si el pago con
taryeta de crédito es: a) un pago con efecto liberatorio (como
ocuffe cuando el pago se efectúa con dinero), o b) si por el
contrario se trata de un pago condicionado, <salvo buen fin>>
(como se da, por ejemplo, en los pago mediante cheques y
letras de cambio). De la conclusión que lleguemos con esta
premisa se desprenderá quién responderá ante el comerciante
(la compañía emisora, o el consumidor que efectuó Ia compra).
Pues bien, tal y como claramente estableció el tribunal
británico, en el supuesto antes mencionado, y entendemos que
es una solución igualmente válida en relación con nuestro
derecho positivo, el pago efectuado con una tarleta de crédito
tiene efeaw liberatorios, es un pago eñcaz y absoluto, respecto al
consumidor.
73
Es decir, que el comerciante, tan sólo podrá dirigirse a la
compañía, banco o entidad emisora que gestiona las tarietas. Y
ello porque el comerciante que acept^ el pago con tarjeta no
concede ningún crédito al consumidor, en realidad el crédito
lo otorga el comerciante a quien asume los pagos (el banco o
entidad emisora), con el descuento concertado.
Al comerciante le basta con la solvencia de la compañía
emisora; y de ahl se deriva lógicamente la gran aceptación de
este medio de pago, frente al desprestigio creciente en la
realidad cotidiana de otros medios de pago, en los que el riesgo
derivado de la solvencia del consumidor lo asume directamente el comerciante.
Concluyendo, el pago con taiet^ tiene efectos liberatorios
respcto al consumidor y frente al comerciante, que
debe
dirigirse, en todo caso, contra la entidad emisora.
El riesgo sobre la posible insolvencia del titular o usuario
lo asume la entidad emisora.
Y respecto al supuesto planteado, es decir, en caso de
insolvencia de la compañla emisora de las tarjetas, el comerciante no puede dirigir su reclamación contra los usuarios de
tales tarietas.
74
PERSPECTIVAS DE FUTURO:
LA TARJETA INTELIGENTE
Hasta ahora hemos analizzdo el funcionamiento de las
tarjetas que actualmente están en el mercado, y que todos
cofrocemos, las llamadas <tarietas de banda magnéticu. Pero ya
es una realidad la creación de lo que poddamos calificar como
segunda generación de tarjetas, o tajetar inteligenter, conocidas también por smart cards, en inglés, o carles d mámoire, en
francés.
El creciente desarrollo tecnológico, la demanda de nuevos
servicios (especialmente servicios bancarios), asl como la necesidad de paliar la inseguridad que puede derivarse de la utiliza-
ción masiva en Ia actividad económica del llamado dinero
electrónico en supuestos tales como las sustracciones de fondos
con tarietas robadas, u otro tipo de fraudes, han desembocado
en que la industria de este sector, buscando cada vez una
mayor seguridad, se encamine hacia la producción masiva de
ufr nuevo tipo de tarletas, mucho más sofisticadas.
Se trata de tarjetas que inco¡poran un microprocesador, lo
que permite acumular en una sola tarjeta variados servicios,
por ejemplo, además de las funciones clásicas, sirven para
hablar por teléfono, pudiendo operar con códigos secretos,
I)
pueden utilizarse como agenda, con memorización de datos,
pueden facilitar el llevar una contabilidad, etc...
El primer antecedente comercializable de este tipo de
tarietas se presentó er m rzo de 1979, por una empresa francesa: se trata de la <Tarjeta Bull-CP8>. Su proyecto inicial incor-
poraba dos chips o pastillas microelectrónicas, una para la
memoria y la otra para eI microprocesador. Posteriormente,
esta <Tarjeta Bull-CP8> ha ido evolucionando y básicamente se
ftata de un circuito formado por un microcomputador autoprogramable, con tres tipos de memoria (RAM o de capacidad
reducida pafa operaciones concretas; ROM o memoria permanente grabada por el fabricante, de sólo lectura que sirve para
efectuar las operaciones de identificación, y que es el soporte
<inteligente> de la tarleta, con algoritmos o secuencias de pasos
que posibilitan su funcionamiento; y EPROM, o memoria
permanente, de una sola lectura y progr^m^ble, con varias
zonas diferenciadas, cada una de ellas con un grado de protección diverso, que sirve para acumular todos los datos que se
derivan de su utilización).
Por otra parte, en Estados Unidos, desde 1986, se está
experimentando parallegar a la comercialización masiva de las
tarjetas inteligentesr ] su pronta implantación en el sector
bancario norteamericano es una realidad no muy lejana.
En esta fase actual de estudio, que poddamos calificar
como experimental, existen varios tipos de tarietas inteligentes, algunas de ellas son un modelo mixto de tarleta inteligente
y tarleta con banda magnética, otras incorporan un pequeño
microprocesador, y por bajo coste serán posiblemente las que
más fácilmente van a comercializarse, y por último las más
sofisticadas, de un coste mayor, llevan incorporada una pantalla de cristal líquido y son alimentadas por fotocélulas.
Algunas'de las funciones que pueden cumplir estas tarjetas
las hacen idóneas para incorporar datos de uso personal, por
ejemplo, para llevar el historial clínico de su propietario.
76
Así, por ejemplo, próximamente
sF empezará a
comerciali-
zar rona tarleta de salud, que permitirá a cualquier médico,
mediante una simple llamada telefónica, acceder al historial
clínico del paciente.
Las tarjetas de salud no sorl nuevas en el mercado; de
hecho, las primeras de ellas datan de los años 70, aunque
ofreclan limitaciones, al incorporar un sistema de microfilme
que no estaba universalizado, y precisaba del sistema de lectura
correspondiente. Otro intento fue una taqeta que incorporaba
un microchip, con 8, 6 o 72 bits. El último sistema en estudio
es La tarleta <lásen>, que también presenta algunos inconvenientes de lectura y de almacenamiento y renovación de datos.
Otras de las funciones que posibilitan las tarjetas inteligentes pueden realizarse con las tar"letas de banda magnética (por
ejemplo, el acceso a cajeros automáticos, o el acceso mecaniz.ado para abrir puertas de edificios, garajes, habitaciones de
hotel, etc...)i pero la principal innovación de las tarletas inteligentes está en su mayor seguridad, dada su mayor sofisticación
tecnológica, que permitirá que el propietario de las mismas
pueda ser identificado en base a datos físicos que pueden
programarse en su memoria, tales como huellas dactilares, o la
presión que se ejerce al ftrmar con un bollgrafo, o cualesquiera
otros que permitan una más exacta identificación del legltimo
propietario de las mismas con mayor fiabilidad.
La introducción en el mercado de este tipo de tarjetas
puede significar de hecho todo un ¡evulsivo en la práctica de
las transacciones económicas, especialmente en el sector financiero, puesto que básicamente se han diseñado para h sustituyendo paulatinamente al dinero, lo que significará un crecimiento espectacular de lo que se ha venido en denominar
<<Banca electrónica> (elatroüc barking).
Hay que resaltar que no estamos hablando de cienciaficción, es ya una realidad que se va introduciendo en la vida
77
cotidiana. Algunas de las aplicaciones prácticas de este tipo de
taqetas ya están en funcionamiento, bien para acceder a edificios con avanzados sistemas de seguridad, o bien, por citar un
ejemplo, lallamadaTélécarte, en Francia, que se utlliza tanto en
los teléfonos públicos como más recientemente en las autopistas, siendo posible el pago de las mismas mediante la lectura de
una tarleta electrónica, sin que los vehículos tengan que pararse en el correspondiente peaje.
En resumen, las llamadas darietas inteligentesD, que en un
futuro próximo sustituirán a las actwales tarjetas de banda
magnética, se caracterizan básicamente por incluir una o dos
pastillas microelectrónicas, o eltips, y ser un verdadero microprocesador que contiene un pequeño banco de datos sobre la
identidad de su titular, asl como sobre las operaciones rcalizadas, lo que comporta una m yor seguridad en el tráfico económico, ya que, según sus creadores, no será posible, con este
tipo de tarleta, realizar algunos de los más corrientes fraudes
que en la actualidad se efectúan medianre la ureilización de las
actuale s tarjetas de crédito de banda rnagnética, tales como su
alteración, su falsificación o, incluso, será posible evitar los
abusos cometidos por el propio titular, consistentes en extralimitarse del crédito concedido.
78
APENDICE
JURISPRUDENCIA
Sentencia del Tribunal Supremo, de 22 de noviembte de
1976
<CoNSlo¡nANDo: Que la denominada ta4eta de crédito
bancaria supone la concesión, Por parte de un Banco, a un
particular, de un préstamo de numerario, con la particularidad
de que no se fija exactamente la cantidad prestada, sino un
límite máximo que no puede sobrepasar el prestatario, sin que
las sumas en cuestión sean entregadas directamente al referido
prestatario, comprometiéndose simplemente el Banco a satisfacer, a los vendedores, el importe de las adquisiciones mobiliarias que realice el titular de la tarieta y que no exceda del tope
o llmite señalado, debiendo reembolsar, más tarde, el prestatario, al Banco, las cantidades satisfechas por cuenta de aquéI,
más los intereses o prestaciones complementarios convenidos,
rcalizando el titular las adquisiciones mentadas mediante la
presentación de la taqeta y la suscripción o aceptación de las
oportunas facturas, cuyo importe perciben los vendedores Presentándolas al Banco expedidor de la tarieta. Su naturaleza
jurldica es semejante a la de los títulos valores, pues en ella
concurre la nota de inco¡poración del derecho a un título, pero
ni la literalidad es absoluta desde el momento en que no todo
lo convenido entre Banco y titular se refleja en la tarleta, ni el
principio de autonomía o independencia entre el tltulo y el
81
negocio subyacente resplaridece con toda nitidez, siendo además, dichas tarjetas, personallsimas e intransferibles, estando
proscrita la transmisión a terceros de las mismas y de los
derechos que representan. Y cuando instaurada, en el mercado
crediticio, una nueva forma, por lo general el ingenio de los
que gustan hallarse al margen de la ley, encuentra en ella
fuente y posibilidad de aplicación delictiva, de la taqeta de
crédito surgen o pueden surgir hasta tres modos diferentes de
defraudación, a saber: a) la falsifrcación de la ta4eta, bien
simulándola enteramente de modo que se induzca a error
sobre su autenticidad, bien introduciendo, en tar-leta verdade-
ra, alteraciones que modifiquen su texto, ampliando asl el
llmite máximo del crédito concedido o sustituyendo el nombre
y apellidos del titular legltimo por los del agente falsario,
defraudando con ello bien al Banco, bien a los comerciantes
que entregan mercadedas, objetos o efectos fiados en la autenticidad de la tarleta y en la conftanza que en ellos despierta la
entidad bancaria de que se trate -arts. 303, 302, núms. 6." y 9.",
529, n3m. 7.", y 528 del Código Penal-; á) el fingimiento o
apariencia de bienes, empresa o cualidad, con el fin de obtener
la tarleta, la que es concedida por el Banco creyendo y confiando en la veracidad de los datos facilitados mendazmente por el
futuro titular de la misma, el cual más tarde efechia las
compras correspondientes y no reembolsa su importe al Banco,
arts. 629, núm. 1.o, y 528 del Código Penal, y c) el agotamiento
del crédito concedido y, aprovechando que no se reflejan en la
tarleta las operaciones realizadas, la ficción o apariencia ante
los comerciantes y vendedores, de no haber agotado todavla el
referido crédito hasta el llmite máximo, en cuyo caso la falaciz
o mendacidad engendradoras del engaño ofrecen la particularidad de producirse y desarrollarse ante un sujeto mientras que
el perjuicio patrimonial lo sufre otro, el Banco, el cual, en
^ras
de seguridad del tráfico juddico, y haciendo honor al crédito
concedido, ha de satisfacer el importe de las facturas incluso
82
por encima del llmite máximo fiiado -arts. 529, núm.
1.",
"crédito", y
528 del Código Penal-, habiendo sido estudiada
esta última hipótesis delictiva por la Sentencia de este Tribunal
de 19 de abril de 1,976. entre otras.>
Sentencia de la Audiencia Ptovincial de Madri4 de 11 de
abril de
1987
<En el contrato de crédito mediante tarjetas de uso personal, la relación juddica que se genera es plurimembre y compleja a) de una parte, un institutor, generador o empresario, se
obliga con los expendedores, establecimientos o arrendatarios
de servicios, a abonar, con el descuento que haya concertado,
cuantas facturas de gastos sean emitidas con el respaldo de la
peculiar tarleta de crédito que el institutor emite ; b) al propio
tiempo, el institutor concierta con establecimientos bancarios,
mediante el premio que se corivenga, Para que éstos ofrezcan
sus tarietas de crédito a los clientes solventes (también puede
ofrecer directamente sus tarjetas a los particulares resPecto a
los que el institutor haya investigado la solvencia); r) el establecimiento bancario remite a los clientes que estima solventes
sus respectivas tarietas, cofl esPecificación de los llmites de
solvencia que reconoce, y d) a la recepción u ofeta de la
ta4eta, el cliente puede destruida, fumarla y no usada o usada
(sólo en este último caso nacen sus derechos frente al institutor
y sus obligaciones frente al banquero).>
Sentencia de la Audiencia Ptovincial de Madrid, de 5 de
rrr^tzo de 1985
<Las tarjetas crediticias que expenden a sus clientes, los
entes dedicados al ttáftco mercantil, como uno de los medios
83
para incremeritar las ventas, haciendo más aceptable la oferta
de sus mercancías, carecen de una legislación especlfica en
nuestro ámbito juddico, viniendo a representar un pago aplazado de lo vendido, con base a la buena fe que se otorga al
cliente deudor, en la esperanza de que en su dla se atienda el
pago de lo que se adquirió mediante esta relación crediticia,
que suele ser de breve plazo, ! eue, indudablemente, concede
beneficios a los compradores al disfrutar y poseer así los
objetos que necesitan, sin necesidad del desembolso inicial de
su valor económico o precio.>
Sentencia de la Sala Segunda de la Audiencia Territorial
de Madrid, de fecha 19 de octubre de 1988
FuNoaupuros JURÍDrcos
SEGUNDo.
- Ambas parres litigantes, A.E.
de E.S.A., y
don E.M.M., han admitido y reconocido los hechos en los que
tiene su origen fundamento la pretensión esto es, a) contratación de la llamada tarleta suplementaria de empresa entre la
actora y la S.I. de M.M.S.A. -IBEMO-, por la que ésta asumió
y permitió que el demandado, a su servicio como Delegado,
wtilizara la tarleta en sus pagos relacionados con la empresa en
la que estaba empleado, cargándose en la cuenta abierta por
dicha sociedad en el B. de B., en B., las órdenes de pago
presentadas por A.E., la que enviaba, únicamente, a la citada
IBEMO los corres¡rondientes saldos y noras de adeudo; &)
conformidad con la realidad del débito y con su montante,
934.429 pesetas, correspondiente a factu¡as por compras y
servicios comprensivos de pasajes de avión y cambios de moneda durante los meses de enero y febrero de 1986; c) la
84
la tarleta' solicitó el22 de
rto de 1986 el estado de suspensión de Pagos ante el
empresa IBEMO, titular básico de
^
dos de los de B., en el
Juzgado de Primera Instancia número
que se sigue el expediente 3.791/86.
TpncBRo. - Las tarjetas de crédito, como medio moderno
de pago no previsto en los Códigos Civil y de Comercio ni en
su denominación, natwraleza y efectos' ni en la regulación, por
lo tanto, del contrato atlpico por el que se conviene su emisión
y uso, más permitido en virtud de la libertad de pactos que se
contiene en el artlculo 7.255 de dicho Código Civil, en su
semejanza con el pago de las obligaciones Por tercero -arts'
1.158 y 1.159 del Código Civil- y con la novación de las
obligaciones por subrogación del deudor -arts. 7.203-2'",
L.270-2.'y 7.212 del Código Civil- establece, como asimismo
se conviene, la obligación del usuario de la tarleta de reembolsar con sus intereses las cantidades anticipadas por la entidad
emisora por cuenta y beneficio de aquéI, tras la comunicación
del saldo correspondiente y comisión de reclamación sobre tal
estado de cuentas.
llamadas condiciones tíPicas que en las
tarjetas A.E. regula los derechos y obligaciones de los titulares
de las tarietas y de la sociedad emisora, sin insertar en las
solicitudes, se consignan y se deia constancia pública de ellas,
como condiciones contractuales a las que se adhiere el solicitante al suscribir el impreso de solicitud, er acta de 2 de iunio
de 1978, attorizada por el notario de M. don J. A. G. S-, en
cuya condición decimoctava se establece la responsabilidad
solidaria entre el titular básico o principal y los titulares
suplementarios y, no obstante la claridad de dicha cláusula
inserta en un contrato de adhesión, debe interpretarse el total
contexto del contrato conforme a las pautas de los atts- 7-287 y
siguientes del Código Civil, en su relación con los atts- 3,4,6 y
Cu¡nto. -Las
85
7 del mismo Código, por los que ha de prevalecer la intención
de los contratantes, aun cuando las palabras parecieren contra-
rias, ha de atenderse al sentido más adecuado para que el
contrato produzca efecto y, primordialmente, han de tenerse
en cuenta los conceptos de buena fe, equidad y abuso de
derecho, aplicando analóg¡camente los arts. 3, 1c, 3.3 del
Estatuto de los Tnbaladorcs de 10 de matzn de 1980, Ley
8/80, pór los que no pueden establecerse condiciones en
pe{uicio del trabajador, pues, partiendo, como asl se ha acreditado, que los gastos satisfechos por la entidad emisora de la
tarleta, cuyo pago ahora se reclama, fueron derivados de una
relación laboral o profesional, en único y exclusivo beneficio
de la empresa a la que el titular de la tarjeta suplementaria
prestaba sus servicios, no puede imponerse a éste, a pesar de la
cláusula de responsabilidad solidaria, el abono de los gasros
por servicios que, si bien fueron prestados al demandado, se
ocasionaron por cuenta, riesgo y provecho de la sociedad,
principal titular de la ta4eta, a cuyo servicio se encontraba el
demandado, recibiendo tal empresa los saldos o notas de
adeudos y satisfacla sus importes la cuenta bancaria,propia de
la empresa, deducción que, igualmente, se obtiene áe lo
dispuesto en los arts. 285 y concordantes del Código de Comercio.
QurNro. - Del mismo modo, como correctamente es raz-onado en la sentencia de instancia, es de plena aplicación al
supuesto que se estudia lo establecido en el numeral tercero
del art. 10 de la Ley 26/1984, de 79 de julio, de defensa del
consumidor, al suponer la referida cláusula de solidaridad una
situación de desequilibrio en perjuicio, desproporcionado y no
equitativo, con respecto al consumidor que implica y produce
su nulidad e ineftcacia, debiéndose por todo lo anteriormente
expuesto, en concordancia y adicción con lo argumentado en
la sentencia recurrida, confirmar lntegramente ésta.
86
DERECHO COMUNITARIO
Recomendación de la Comisión de las Comunidades
Eutopeas de 8 de diciembte de 1987, sobre un Código
europeo de buena conducta en materia de pago
electrónico. (Relaciones entre organismos financietos,
comerciantes-ptestadores de servicios y consumidotes.)
(87/598iCEE)
LA COMISIÓN DE LAS COMUNIDADES
EUROPEAS
Visto el Tratado constitutivo de la Comunidad Económica
Europea, y en Particular el segundo guión de su artícu-
lo
155,
Considerando que en eI Libro Blanco patalaplenarcaliz'a-
ción del mercado interior, la Comisión se comPrometió a
formular proPuestas para adaptar a las dimensiones de este
mercado las innovaciones y las legislaciones relativas a las
nuevas formas de Pago;
Considerando que la Comisión dirigió al Conseio, el 12 de
enero de 1987, una Comunicación con el tltulo: <<Una baza
para Europa: las nuevas tarjetas de pago>;
Considerando que, Puesto que el desarrollo tecnológico
guarda una estrecha relación con la unificación del mercado
87
interior, el pago electrónico debería cont¡ibuir a la úpida
modernización de los servicios bancarios, del comercio y de las
industrias de telecomunicaciones y de información;
Considerando que los consumidores tienen derecho a espe_
rar ventajas concretas de este proceso;
Considerando que la acción comunitaria debe hacer posi_
ble además la consecución de un gran mercado;
Considerando que el desarrollo de los nuevos medios de
pago se inscribe en la perspectiva de la integración financiera y
monetaria de la Comunidad y en el de la ampli{icación de la
Europa de los ciudadanos;
Considerando que la libre circulación de mercancías y
capitales sólo llegará a ser plenamente efic^z si se dispone del
apoyo tecnológico de los nuevos medios de pago;
Considerando que éstos deben ponerse a disposición de los
intedocutores económicos en condiciones comparables en todos los Estados miembros y de que existen otras alternativas;
Considerando que es necesario aictuar en común para con_
seguir norrnas y modalidades de utilización qo. p.rmit"rr, ..,
interés de los usuarios, la compatibilidad y complementariedad
de los sistemas de pagO;
Considerando que conviene formular algunos principios
generales de comportamiento leal en las relacion.r.rtr.
-g"_
nismos financieros (Bancos y establecimientos de crédió),
comerciantes o prestadores de servicios y consumidores titula¡es de ta4etas;
Considerando que tal formulación favorecerá la aplicación
rápida y eftcaz de las nuevas tecnologlas;
Considerando que el desarrollo heterogéneo y no coordi_
nado de estas tecnologlas no debeda reducir las posibilidades
que ofrecen de conseguir la deseada compatibilidad de los
sistemas de pago electrónicos europeos;
Considerando que debe lograrse la compatibilidad de las
ta4etas y la interconexión de las redes europeas para hacet
88
posible el acceso mutuo de los sistemas y la uniformidad de las
principales norrnas sobre la utilización;
Considerando que, aunque los Bancos y demás organismos
financieros interesados son los que han de decidir si se van a
hacer compatibles los sistemas, la Comisión tiene la responsabilidad de garantizar que los progresos realizados en esta vía no
serán un obstáculo pan la libre competencia del mercado europeo;
Considerando que es evidente que tratar de definir, a nivel
comunitario, de una manera rlgida y detallada, el funcionamiento de sistemas que se encuentran en plena evolución,
podda conducir al establecimiento de normas rápidamente
superadas que, incluso,frenarian el desarrollo electrónico; que
esto no prejuzga en nada la oportunidad de determinar los
principios esenciales de la protección de los consumidores en
la
mateÁa;
Considerando, sin embargo, que es conveniente que la
Comisión procure, en la fase actual, que todos los cambios en
Ia materia tengan lugar dentro del respeto de las normas del
Tratado y $ate de establecer y promover un consenso sobre la
evolución de estos sistemas en el interés euroPeo;
Considerando, en efecto, que, si estas tecnologlas no se
desarollan a, gr^n escala en todos los Estados miembros, no se
podrán delimitar con precisión todos los problemas especlficos
que pueden surgir, sobre todo en la etapa final de las redes y de
utilización de los nuevos medios de pago;
Considerando, por todo ello, que un enfoque (estimulanteD
como un código de buena conducta flexible debe facilitar la
adaptación a la evolución de estas nuevas tecnologías,
RECoMIENDA:
A todos los intedocutores económicos implicados que se
atengan a las disposiciones del <Código europeo de buena
89
conducta en materia de pago electrónico> que a continuación
se describen:
Código erropeo de buena conducta en materia de pago
elecüónico
I. - FINALIDAD
1. En el Código se resumen las condiciones que deben
reunirse para que las nuevas formas de pago electrónico se
desarrollen de manera que sean beneficiosas para todos los
intedocutores económicos y puedan ofrecer:
o
o
seguridad y comodidad a los consumidores,
más productividad y seguridad a prestadores y emisores,
o un mercado
importante L la industria europea.
2.
Todos los que apliquen o utilicen los sistemas de
tarleta de pago tendrlan que resperar los principios de lealtad
expuestos en el Código.
3. La evolución tecnológica tendrla que responder a una
concepción europea de los medios de pago electrónico con una
interoperabilidad lo más general posible para evitar la compartimentación de los sistemas y, por consiguiente, del mercado.
90
II. _ A LOS EFECTOS
DEL PRESENTE CÓDIGO SE ENTENDERÁ:
1.
Por <pago electrónico>: cualquier operación de pago
efectuada con una tarleta de pista/s magnética/s o con url
microprocesador incorporado, en un equipo terminal de pago
electrónico (ree) o terminal de punto de venta (TPV).
Quedan excluidas de este Código:
-
Las tarjetas privadas que no correspondan a la definición de
pago electrónico anteriormente exPuesta;
Las tarletas con fines distintos del pago directo
o
apla-
zado;
Los pagos con cheque gatantizados con una tatletabancuia;
Los pagos con tarleta por procedimientos mecánicos (notas
de cargo).
2.
Por <emison: cualquier establecimiento de crédito u
organización de tarjetas que expidan tarletas de pago de uso
electrónico, cualquier emPresa de producción o de servicios
que expidan también tarjetas de este tipo.
3. Por (grestaciones>r: las empresas de comercio o servicios.
4.
5.
Por <consumidoreu: los titulares de tarietas;
Por <interoperabilidad>: situación en la cual las tarietas
emitidas en un Estado miembro y/o pertenecientes a un
determinado sistema de tarietas puedan utilizarse en otros
Estados miembros y/o en las redes de otro sistema; esto
presupone una compatibilidad tecnológica de las tarietas y
lectores utilizados en los distintos sistemas, asl como una
de los mismos mediante acuerdos basados en el prin^pertlta
cipio de reciprocidad.
91
III. _ PRINCIPIoS
1.
GENERALES
Contratos
a) Los
contratos celebrados entre los emisores o su
representante y los prestadores o los consumidores revesti-
rán la forma escrita y deberán ser objeto de una petición
previa. Definirán con precisión las condiciones generales y
específicas del acuerdo.
b) Se redactarán en la/s lengaa/s oficial/es del Estado
miembro en que se haya celebrado.
c) Cualquier tarifación del baremo de cargas se fijarát
con transparencia, teniendo en cuenta las cargas y riesgos
reales, y no supondrá ningún obstáculo a la libre competencia.
d)
Todas las condiciones, siempre que sean conformes
a la ley, serán libremente negociables y se establecerán
claramente en el contrato.
e)
Las condiciones especlficas de rescisión del contrato
y comunicarán a las partes antes de la celebra-
se precisarán
ción del contrato.
2. Interopembilidad
La interoperabilidad deberá ser en una fecha determinada (1), total y universal, por lo menos en la Comunidad, para
(1)
Fecha de la plena rcalización del mercado
diciembre de 1992.
92\
interior,
es decir,
el 31 de
que el prestador de servicios y el consumidor puedan afiliarse a
la/s red/es o emisor/es que elijan, pudiendo cada terminal
tratar todas las tarjetas.
3.
Equipo
a) Los terminales de pago electrónico registtarán, controIatán y transmitirán el pago y podrán integrarse en un terminal
de punto de venta.
b)
Si el prestador asl lo desea, podrá tener la posibilidad
de dotarse de un único terminal polivalente.
c) El prestador tendrá la posibilidad de elegir libremente
su terminal de punto de venta, de alquilado o comprado, con
la única condición de que esté ürtorizado para satisfacer las
exigencias del sistema de pago en coniunto y Para incorporarse
al proceso de interoperabilidad.
4. Protección de los datos y
seguridad
a) El pago electrónico
será irreversible. La orden dada
medio
de
una
tarleta
será
irrevocable e impedirá cualpor
quier oposición.
b) Al efectuar el pago, los datos transmitidos
al Banco
del prestador y posteriormente al emisor no afectarán, en
ningún caso, a la protección de la vida privada. Se limitarán
estrictamente a los datos previstos normalmente para cheques y transferencias.
c)
Todos los problemas que plantean la protección de los
datos y la seguridad deberrín ser claramente expuestos y resueltos, en todas las etapas, en los contratos entre las partes.
93
d) Los contratos no afectarán ala libertad de gestión y
de competencia entre prestadores de servicios.
5.
Acceso equitativo al sistema
a) Todos los prestadores de servicios interesados podrán
acceder de forma equitativa al sistema de pago electrónico, sea
cual fuere su importancia económica. Sólo se podrá impedir el
acceso a un prestador por motivos legltimos.
b) La remuneración de los mismos servicios pa:i;a operaciones rcalizadas dentro de un Estado miembro y para las
operaciones transnacionales con otros palses de la Comunidad
no deberá dar lugar a diferencias injustificadas entre los servicios intemos y transnacionales, especialmente en las regiones
fronterizas.
IV. -
1.
DISPOSICIoNES CoMPLEMENTARIAS
Relativas a las relaciones entre emisores y prestadores
a)
Para facilitar Ia apertura entre distintos sistemas de
ta4etas, los contratos que se celebren entre emisores, por un
lado, y entre prestadores, por otro, no incluirán ninguna cláusula de exclusividad en la que se exija al prestador que se limite
al sistema con el que ha contratado un acuerdo.
b) Los contratos deberán permitir a los prestadores de
servicios establecer una competencia efectiva entre los distintos emisores. Las disposiciones obligatorias se limitarán estrictamente a las exigencias técnicas que garanticen el buen funcionamiento del sistema.
94
2.
Relativas a las telaciones entre emisores v consumi-
dotes
El consumidor titular de la tarleta
adoptará las precauciodelatarpta emitida
para
la
seguridad
nes razonables
garantizat
y observará las condiciones específicas (pérdida o robo) del
contrato que se haya firmado.
3.
Relativas a las relaciones entre prestadotes y consumidores
El
prestador escribirá en forma perfectamente visible las
tarjetas o las siglas de las taletas objeto de su afiliación y que
esté obligado acept^r.
^
Hecho en Bruselas, el 8 de diciembre de 1987.
Recomendación de la Comisión, de 17 de noviembre
de 1988, relativa a los sistemas de pago, y en particular
a las telaciones entre titulates y emisores de tarietas
(88/590/CEE)
LA COMISIÓN DE LAS COUUNTOADES
EUROPEAS
Visto el Tratado constitutivo de la Comunidad Económica
Europea y, en pafticular, el segundo guión de su artlculo
155,
Considerando que uno de los objetivos principales de la
Comunidad es la plena realización, a más tardar en 1992, del
mercado interior, constituyendo los sistemas de pago un elemento esencial del mismo:
95
Considerando que en el punto 18 del Anexo al programa
preliminar de la Comunidad Económica Europea p^r^ vna
política de protección e información de los consumidores,
aprobado por el Consejo en su Resolución de 14 de abril de
1975, se indicaba que la protección de los intereses económicos de los consumidores debeda basarse en los siguientes principios:
D
D
los compradores de bienes y servicios deben estar
protegidos contra los contratos tipo y, en particula4 contra la exclusión de derechos esenciales en
los contratos.
el consumidor debe estar protegido contra
los
perjuicios causados a sus intereses económicos por
unos servicios insuficientes, y
m)
la presentación y promoción de bienes y servicios,
incluidos los servicios financieros, no deben concebirse de forma que induzcan directa o indirectamente, a etror a la persona a la que se ofrecen o
por quien han sido solicitadas.
Considerando que el punto 24 deI Anexo al mencionado
ptograma preliminar especifica que la protección del consumidor contra las prácticas comerciales abusivas, en particular con
respecto a las cláusulas contractuales, debe recibir un trato
prioritario el ejecutar dicho programa;
Considerando que el Libro Blanco de la Comisión sobre da
plena realización del mercado interion>, comunicado al Consejo en junio de 1985, se refiere, en el punto 127, a las nuevas
tecnologlas que transformarán el sistema europeo de comercia96
lización y distribución, y requerirán la adecuada protección del
consumidor y, en el punto 722, a los sistemas electrónicos de
banca, las tarjetas de pago y el videotexto;
Considerando que el documento de la Comisión, titulado
<Nuevo impulso a la polltica de protección de los consumidoresD, comunicado al Conseio en julio de 1985, y que fue ojeto
de una Resolución del Consejo, adoptada el 23 de junio de
1986, hacia refercncia, en el punto 34, a la transferencia de
fondos por medios electrónicos y enunciaba en el calendario
contenido en el Anexo una propuesta de directiva en esta
r;rateria, que debeda ser adoptada por el Consejo en 1989; que
conviene acelerar la protección financiera del consumidor en
el ámbito de los sistemas de pago y de algunos otros servicios a
disposición de los consumidores; que con respecto a los tipos
de servicios financieros -incluido el autoservicio financiero- y
los medios de adquisición de bienes y sewicios, actualmente
utilizados en los mercados de los Estados miembros (algunos
de ellos incluso en el domicilio particular del consumidor), las
cláusulas contractuales y la protección del consumidor varlan
de un Estado miembro a otto;
Considerando que, en los últimos tiempos, los tipos de
servicios financieros ofrecidos a los consumidores y utilizados
por éstos han experimentado grandes cambios, especialmente
en lo que se refiere a los sistemas de pago y a la adquisición de
bienes y servicios; que han aparecido y siguen desarrollándose
nueyas formas;
Conside¡ando que las cláusulas contractuales acfualmente
aplicadas en esta materia en los Estados miembros no sólo son
diferentes de un Estado miembro a otro (e incluso dentro de
un mismo Estado miembro), sino que, en algunos casos, resultan desfavorables para el consumidor; que se puede llegar a
una protección más eñcaz del consumidor mediante la adopción de cláusulas comunes aplicables a todos estos ripos de
servicios financieros;
97
Considerando que el consumidor debe recibir información
aptopiada sobre las cláusulas contractuales, incluidos los cánones y otros gastos eventuales que el consumidor deba pagar por
dichos servicios, y sobre sus derechos y obligaciones con arreglo al contrato; que esta información debe indicar de manera
inequívoca el alcance de las obligaciones del consumidor en su
calidad de titular de una tarleta o de cualquier otro medio
(denominado en adelante citulan)) que le permita efectuar
pagos en favor de terceros y realizar determinados servicios
financieros por cuenta propia;
Considerando que el consumidor, como titular, se beneficiará de una mejor protección si esos contratos revisten la
forma escrita y contienen unas precisiones mlnimas sobre las
cláusulas, incluido el plazo en que normalmente se acreditarán, adeudaúrn o facturarán las operaciones;
Considerando que no debe enviarse a ningún cliente ningún instrumento de p^go -y^ sea en forma de tarjeta de
plástico o en cualquier otra forma-, a no ser que éste lo
solicite expresamente; que el contrato celebrado entre dicha
persona y el emisor de un instrumento de pago no debe ser
vinculante hasta que el solicitante nohaya recibido tal instrumento y conozca las cláusulas aplicables;
Considerando que, dada la natwraleza de la tecnología que
actualmente se emplea en materia de instrumentos de pago, en
particular en su fabricación y uso, es indispensable que las
operaciones efectuadas con ellos se consignen en un registro,
de tal m r,.era que quede constancia de las mismas y puedan
rectificarse los errores; que el titular no tiene acceso a tales
registros y 9ue, por consiguiente, la obligación de probar que
una determinada operación ha sido correctamerite registrada y
contabilizada, y que no se ha visto afectada por alguna averia
técnica o cualquier otra anorrralla, corresponde a la persona
que, en virtud del contrato, le suministra el instrumento de
pago, es decir, el emisor;
98
Considerando que las órdenes de pago comunicadas electrónicamente por el titular deben ser irrevocables, con el fin de
que los pagos efectuados no sean anulados; y que debe facilitarse al titular urr extracto de las operaciones que tealiza con el
instrumento de pago;
Considerando que deben establecerse noünas comunes relativas a la responsabilidad del emisor por no ejecución o
ejecución incorrecta de las órdenes de pago y demás operaciones conexas del titular, y por operaciones no autorizadas por
éste, siempre que el titular cumpla las obligaciones que le
incumban en caso de pérdida, robo o falsificación del instrumento de pago;
Considerando que deben establecerse asimismo cláusulas
contractuales comunes en lo que respecta a las consecuencias
para eI titular en caso de pérdida, robo o falsificación del
instrumento de pago;
Considerando que, a fin de garantizar el funcionamiento
de las redes de pago por medios electrónicos y la tilización de
los instrumentos de pago a nivel internacional, es necesario
que puedan transmitirse allende las fronteras, en determinadas
condiciones, datos mlnimos sobre un titular;
Considerando que la Comisión controlará la aplicación de
la presente Recomendación, y que si transcurridos doce meses
no la considerase satisfactoria, adoptatá las medidas pe frinentes:
RECOMIENDA:
Que, a más tardar, doce meses después de la fecha de la
presente Recomendación:
7.
Los emisores de instrumentos de pago y suministra-
|
99
dores de sistemas desarrollen sus actividades con arreglo a
las disposiciones contenidas en el Anexo.
2, Los Estados miembros gtranticen, con el fin
de
facilitar las operaciones a que se refiere el Anexo, la trans-
misión de los datos relativos a los titulares, siempre y
cuando dichos datos:
- se reduzcan al mlnimo necesario; y
- sean mantenidos en secreto por aquellas personas que
tengan conocimiento de los mismos en el curso de
tales operaciones.
Hecho en Bruselas, el 17 de noviembre de 1988.
ANEXO
1.
El presente Anexo se aplicari a las siguientes operacio-
nes:
. pago por medios electrónicos que suPonga el uso de
tarleta, especialmente en el punto de venta;
o rctirada de billetes, depósito de billetes y cheques, y
operaciones conexas, por medio de mecanismos electrónicos,
como distribuidores automáticos de billetes y cajeros awtomáticos;
o pago conta4eta por medios no electrónicos; se incluyen
las operaciones que exigen una firma y la entrega de un
justificante, pero no las tarjetas, cuya única función es garantizar
el pago rcalizado mediante
cheque;
. pago por medios electrónicos realizado por un particular sin emplear wa tarleta, como las operaciones bancarias
desde el propio domicilio.
100
2. A
los efectos del presente Anexo, se entenderá por
o cualquier otro medio que
permite a su usuario efectuar operaciones como las especificadas en el punto 1;
Emisor. la persona que, en el marco de su actividad profesional, pone a disposición de un cliente uri instrumento de
pago, en virtt¡d de un contrato suscrito con él;
Saministrador de sistemas: la persona que facilita un producto
financiero corl una marca comercial concreta vinculado normalmente a una red, permitiendo asl que los instrumentos de
pago se utilicen pan las operaciones mencionadas anteriormente;
Titular la persona que, en virtud de un contrato suscrito
con el emisor, posee un instrumento de pago;
Tarjetas comerciales: toda taryeta emitida por un detallista y
destinada a su cliente, o por un grupo de detallistas para sus
clientes, con el fin de permitir o facilitar, sin dar acceso directo
a wna cuenta bancaria, el pago en la compra de bienes o
servicios adquiridos directamente del detallista o detallistas
emisores, o de detallistas que, en virtud de contrato,
^ceptanla
tageta.
Instramenta de pago: toda tarleta
3.7. Todo emisor establecerá por escrito cláusulas contractuales completas y leales, que regirán la emisión y uso de
Ios instrumentos de pago.
3.2. Dichas cláusulas se expresarán:
o en palabras fácilmente comprensibles y de forma tan
clara que resulten de fácil lectura;
o en la lengua o lenguas que habitualmente se utilicen
con éste o parecidos fines en las regiones donde se
propongan las cláusulas contractuales.
3.3. En las cláusulas contractuales se especificarálabase
de cálculo del importe de los gastos (incluidos los intereses), si
los hubiere, que el titular debe pagar al emisor.
101
3.4. En las cláusulas
contractuales se especificará:
si el cargo o el abono en cuenta se rcalizarán de forma
inmediata y, de no ser asl, en qué plazo;
o en aeuellas operaciones que impliquen la entrega de
factvra al titular, el plazn de facturación.
3.5. Las cláusulas contractuales no serán modificadas, a
no ser que exista acuerdo previo entte las partes; sin embargo,
se presumirá que existe tal acuerdo cuando el emisor proponga
una modificación de cláusulas contractuales y el titular, tras
habe¡ recibido la correspondiente notificación, siga utilizando
o
el instrumento de pago.
4.7 Las cláusulas contractuales impondrán aI titular la
obligación, frente al emisor, de:
a) tomar las debidas precauciones plta ganntizar la seguridad del instrumento de pago y del procedimiento (por ejemplo, el número de identificación personal) que le permiten utilizarlo;
b) notificar al emisor o a la agencia central, sin excesiva
demora,
o la pérdida, robo o falsificación
o
del instrumento de
pago o de los medios que hacen posible su uso;
el cargo en la cuenta del titular de cualquier transac-
ción no attorizada;
cualquier error o irregularidad en la gestión de la
cuenta por parte del emisor;
c) no anotar en el instrumento de pago el número o
código de identificación personal del titular ni tampoco en
cualquier otro documento que el interesado conserve o ttansporte con el instrumento de pago, especialmente si existe la
posibilidad de que se pierda, se robe o se falsifique al mismo
tiempo que aquél;
d) no anular una orden que el titular haya dado mediante
su instrumento de pago.
o
t02
4.2. En las cláusulas contractuales se establecerá que,
siempre y cuando el titular cumpla con las obligaciones que se
le imponen con arreglo a la letra a), primer guión de la letra b)
y la la letra e) del numero 1 del presente punto, y no actúe con
grave negligencia ni fraudulentamente cuando utilice su instrumento de pago, no será responsable, previa notificación del
daño que resulte de tal uso.
4.3. Las cláusulas contractuales impondrán al emisor la
obligación, frente al titular, de no revelar el número o código
de identificación personal, o, en su caso, otros datos de naturaleza igaalmente confidencial sino al propio titular.
5. No se enviará ningún instrumento de pago a un cliente, a menos que éste asi lo haya solicitado expresamente; el
contrato entre el emisor y el titular se considerará celebrado
vr;.a yez que éste haya recibido el instrumento de pago y un
ejemplar de las cláusulas contractuales por él aceptadas.
6.1,. En lo que respecta a las operaciones a que se hace
referencia en el punto 1, los emisores llevarán o procurarán
que se lleven registros internos suficientemente detallados, de
m^fleÍ que quede constancia de dichas operaciones y puedan
rectificarse los errores. A este fin, los emisores se concertarán
con los suministradores de sistemas sob¡e las medidas necesarias.
6.2. En cualquier controversia con el titular en relación
con cualquiera de las operaciones a que se hace referencia en
el primero, segundo y cuarto guiones del punto 1 y en lo que
resPecta a Ia responsabilidad por una transferencia de fondos
por medios electrónicos no autorizada, corresponderá al emisor probar que la operación fue correctamente cottabilizada, y
que no resultó afectada por alguna avetia técnica o cualquier
otta anomalla.
6.3. Se facilitará al titu,lar, cuando así lo solicite, un
103
extracto de sus operaciones, inmediatamen'te o poco después
de su realización; no obstante, cuando se trate de un pago en el
punto de venta, el recibo de caja facilitado por el detallista en
el momento de la compra, y que contendrá las referencias al
instrumento de pago, deberá reunir los requisitos de la presente disposición.
7.7. Sin perjuicio de lo dispuesto en los puntos 4 y 8, el
emisor responderá frente el titular:
- por la no ejecución o ejecución incorrecta de las operaciones del titular a las que se hace referencia en el punto 1,
incluso cuando la operción se inicie a través de mecanismos electrónicos que no estén bajo el control directo o
exclusivo del emisor;
- de las operaciones flo a:utoniz^das por el titular.
7.2 Salvo lo dispuesto en el número 3 de este punto, la
responsabilidad a que se refiere el número anterior tendrá las
siguientes limitaciones:
- en caso de no ejecución o de ejecución incorrecta de una
operación, la responsabilidad del emisor se limitará al
importe de la operación no ejecutada o incorrectamente
ejecutada;
en el caso de una operación
no awtorizada, el importe de
la responsabilidad será igaal a la cantidad necesaria para
permitir al titular recuperar la situación que tenla antes
de tealizar la operación no at¿torizada.
7.3. Cualquier otra consecuencia ftnancieta, y en particular las cuestiones relativas al alcance del perjuicio para el que
haya de pagat vn^ compensación, se regirán por la ley aplicable al contrato celebrado entre el emisor v el tirular.
-
8.1. Todo emisor facllitará los medios por los que sus
clientes puedan notificar, a cualquier hora del dla o de la
noche, la pérdida, robo o falsificación de sus instrumentos de
704
pago; pero que, en el caso de las tadetas comerciales, sólo
podrá disponerse de dichos medios de notificación durante las
horas de apertura de las empresas emisoras.
8.2. Una vez que el titular haya notificado al emisor, o a
la agencia central, con arreglo a lo dispuesto en la letra b) del
número 1 del punto 4, el titular quedará exento de responsabi_
lidad; no obstante, la presente disposición no será dé apfica_
ción cuando el titular haya actwado con grave neglig.rr.i, o
fraudule ntamente.
8.3. El titular será
hasta
responsable por la pérdida sufrida,
el momento de la notificación, por la pérdida, robo o
falsificación del instrumento de pago, pero tan sólo hasta el
equivalente de 150 ECUS en cada caso, excepto cuando haya
actuado con grave negligencia o fraudulentamente.
8.4. El emisor, vna vez recibida la notificación, deberá
incluso en el supuesto de que el titular haya obrado con grave
negligencia o f¡audulentamente, procurar por todos los medios
a su alcance impedir la ulterior utilización del instrumento de
pago.
Ditectiva del Conseio de las Comunidades Europeas,
de 22 de diciembre de 1986, relativa a la aproximación
de las disposiciones legales, reglamdtarias y
administrativas de los Estados miembros
en materia de crédito al consumo (87/102/CEE)
Er CoNsn¡o DE LAS Corr¡uNroaDES EuRopEAS,
Visto el Tratado constitutivo de la Comunidad Económica
Europea y, en particular, su artlculo 100,
Vista la propuesta de la Comisión,
Visto el dictamen del Padamento Europeo,
105
Visto el dictamen del Comité Económico y Social,
Considerando que existen amplias diferencias en las legislaciones de los Estados miembros en materia de crédito al consumo;
Considerando que tales diferencias de legislación pueden
conducir a distorsiones en la competencia entre los prestamis-
tas en el Mercado Común;
Considerando que tales diferencias limitan las oportunida-
des que tiene el consumidor para obtener crédito en otro
Estado miembro; considerando que afectan al volumen y a la
natwraleza del crédito solicitado, y asimismo a la adquisición
de bienes y servicios;
Considerando que, en consecuencia, tales diferencias eiercen una influencia sobre la circulación de bienes y sewicios
asequibles a los consumidores mediante el crédito y que, de
este modo, afecta¡ directamente al funcionamiento del Mercado Común;
Considerando que, dado el volumen creciente del crédito
concedido a los consumidores en la Comunidad, la creación de
un mercado común de crédito al consumo beneficiada por
igual a los prestamistas, a los fabricantes, a los mayoristas y
minoristas, asl como a los proveedores de servicios;
Considerando que los Programas de la Comunidad Económica Europea para una Plotección del consumidor y una
polltica de información disponen, en Particular, que debeda
protegerse al consumidor contra las condiciones abusivas de
crédito y que debeda emprenderse prioritariamente una affnonizació¡ de las condiciones generales que regulan el crédito al
consumo;
Considerando que las diferencias en la legislación y en la
práctica ocasionan una protección al consumidor desigual en
el ámbito del crédito al consumo de un Estado miembro a
otfo;
Considerando que en los últimos años se han producido
106
muchos cambios en las modalidades de crédito a disposición
de los consumidores y a los que éstos han acudido; considerando que han surgido y continúan desarrollándose nuevas formas
de crédito al consumo;
Considerando que el consumidor deberla recibir información adecuada sobre las condiciones y el coste del crédito y
sobre sus obligaciones; considerando que dicha información
debeda incluir, entre otras cosas, el porcentaie anual de cargas
financieras por el crédito o, en su defecto, el importe total que
el consumidor tiene que pagar por el crédito; considerando
que, hasta que no se adopte una Decisión relativa al método o
a los métodos comunitarios de calcular el porcentaje anual de
c rgas financieras, los Estados miembros debedan poder continuar con los métodos o con las prácticas existentes para
calcular dicho porcentaje o, en su defecto, deberfan establecer
disposiciones para indicar el coste total del crédito al consumidor;
Considerando que las condiciones del crédito pueden ser
desventajosas para el consumidor y que se puede conseguir una
protección mejor de los consumidores mediante la adopción de
determinados requisitos válidos para todas las formas de cré-
dito;
Considerando que, en razón del carácter especlfico de
determinados contratos de crédito o clases de operaciones,
dichos acuerdos u o¡reraciones debedan excluirse parcial o
totalmente del ámbito de aplicación de la presenr€ Directiva;
Considerando que los Estados miemb¡os debedan tener la
posibilidad, en consulta con la Comisión, de exceptuar de la
Directiva determinadas formas de crédito de carácter no comercial concedido en condiciones particulares;
Considerando que las prácticas existentes en algunos Estados miembros con respecto a los documentos auténticos autorizados por notario o juez son de una naturaleza tal que hace
innecesaria la aplicación de determinadas disposiciones de la
107
presente Directiva; considerando que, por consiguiente, los
Estados miembros deberían tener la posibilidad de exceptuar
tales documentos de dichas disposiciones;
Considerando que los contratos de crédito de cuantías muy
elevadas deben considerarse diferentes de las transacciones
habituales en materia de crédito al consumo; considerando que
la aplicación de las disposiciones de la presente Directiva a
contratos de cuantías muy pequeñas podda crear trabas administrativas innecesarias tanto a los consumidores como a los
prestamistas; considerando que, por lo tanto, los contratos que
superen o no alcancen las cuantías especificadas deberían
excluirse de la Directiva;
Considerando que facilitar información sobre el coste del
crédito a través de la publicidad y en los locales comerciales
del prestamista o intermediario puede facilitar al consumidor
la comparación entre distintas ofertas;
Considerando que se mejora aún más la protección del
consumidor si los contratos de crédito se hacen por escrito y si
contienen determinadas cláusulas contractuales mínimas;
Considerando que en el caso del crédito concedido parala
adquisición de bienes, los Estados miembros deberían estipulal
las condiciones erl que los bienes pueden recuperarse, en
particular, si el consumidor no ha dado su consentimiento; y
considerando que la liquidación entre las partes, en caso de
recuperación del bien por el prestamista, debeda rcalizarce de
tal forma que se garantice que dicha recuperación no ocasione
un enriquecimiento injusto;
Considerando que debeda permitirse al consumidor liberarse de sus obligaciones antes del vencimiento; considerando
que el consumidor debeda tener derecho en dicho caso a una
reducción equitativa sobre el coste total del crédito;
Considerando que no debeda permitirse que la cesión de
los derechos del acreedor derivados de un contrato de crédito
debilite la posición del consumidor;
108
Considerando que aquellos Estados miembros que permitan a los consumidores utilizar letras de cambio, pagarés o
cheques en relación con los contratos de crédito, debedan
garantizar que el consumidor esté suficientemente protegido al
wtilizar tales instrumentos;
Considerando que en lo que se refiete a los bienes o
servicios que el consumidor adquiera en el marco de un
acuerdo de crédito, el consumidor, al menos en las circunstancias que posteriormente se definen, debeda tener, respecto del
prestamista, derechos adicionales en relación con los que normalmente tendda contra é1 y contra el proveedor de los bienes
o servicios; que las circunstancias a que se refiere el supuesto
anterior son aquellas en que entre el prestamista y el proveedor de bienes y sewicios existe un acuerdo previo en virtud del
cual exclusivamente dicho prestamista podrá conceder crédito
a los clientes de dicho proveedor panla adquisición de bienes
o servicios suministrados por este último;
Considerando que el ECU ha sido definido en el Reglamento (CEE) ¡." 3180/78, modificado en último término por
el Reglamento (CEE) n." 2626/84; que los Estados miemb¡os
deberían, hasta un cierto límite, disfrutar de la libertad de
redondear los importes en moneda nacional como corlsecuencia de la conversión de los importes expresados en ECUS en la
presente Directiva; y considerando que los importes contemplados en la presente Directiva debedan volver a examinarse
periódicamente en función de las tendencias económicas y
monetarias en la Comunidad y, si es necesario, revisarse;
Considerando que los Estados miembros debedan adoptar
las medidas adecuadas a fin de conceder las correspondientes
awtorizaciones a los prestamistas, a los intermediarios o a
quienes se dediquen a inspeccionar o supervisar las actividades
de los prestamistas o intermediarios o a los consumidores a
formular sus quejas sobre los contratos de crédito o las condiciones de crédito:
109
Considerando que los contratos de crédito
no
debedan
sustraerse, en perjuicio del consumidor, a las disposiciones
adoptadas en ejecución de la presente Directiva o que correspondan a dichas disposiciones; y considerando que dichas
no debedan eludirse como consecuencia del
modo en que los contratos estén redactados;
Considerando que, puesto que la preseflte Directiva prevé
un cierto grado de aproximación de las disposiciones legales,
reglamentarias y administrativas de los Estados miembros en
materi^ de crédito al consumo y un cierto nivel de protección
al consumidor, no debería impedirse a los Estados miembros
que mantengan o adopten medidas más estrictas para proteger
al consumidor, teniendo debidamente en cuenta sus obligaciones en virtr¡d del Tratado;
Considerando que, a más tardar el 1 de enero de 7995, la
Comisión debeda presentar al Consejo un informe relativo a la
aplicación de la presente Directiva,
disposiciones
HA ADOPTADO LA PRESENTE DNECTIVA:
AnrÍcuro
1,. La
1
presente Directiva se aplicará a los contratos de
crédito.
2. A efectos de la presente Directiva se entenderá pot:
a) <<consumidon>: la persona física que, en las operaciones
reguladas por la presente Directiva, actúa con fines que pueden considerarse al margen de su oficio o profesión;
b) <prestamistor: la persona flsica o juddica, o cualquier
agrupación de tales personas, que conceda créditos en el desempeño de su oficio, actividad o profesión;
c) (coritrato de crédito>: aquel mediante el cual un prestamista concede o promete conceder a un consumidor un crédito
110
balo la forma de pago aplazado, préstamo o cualquier otra
facilidad de pago.
A los efectos de la presente Directiva, no se considerarán
contratos de crédito los que consistan en la prestación de
servicios -privados o públicos- con carácter de continuidad y
en los que asista al consumidor el derecho de pagar tales
servicios a plazos durante el perlodo de su duración;
d) (coste total del crédito al consumoD: todos los gastos
del crédito, incluidos el interés y las demás cargas vinculadas
directamente al contrato de crédito, que se determinarán con
arreglo a las disposiciones o prácticas existefltes o previstas en
los Estados miembros:
e) <<porcentaje anual de cargas financieras>r: el coste total
del crédito al consumo, expresado en términos de un porcentaje anual sobre la cuantla del crédito concedido y calculado con
areglo a los métodos existentes en los Estados miembros.
AnrÍcuro
2
1,. La presente Directiva no se aplicará a:
a) los contratos de crédito o de promesa de crédito:
o destinados fundamentalmente a la adquisición o conservación de derechos de propiedad sobre terrenos o inmuebles construidos o en proyecto;
destinados
a la renovación o mejora de inmuebles;
o
b) los contratos de arrendamiento, excepto cuando éstos
prevean que el tltulo de propiedad pase en última instancia al
arrendatario;
c) los créditos concedidos o puestos a disposición sin pago
de intereses o cualquier otro tipo de cargas;
d) los contratos de crédito que no devenguen interés,
siempre que el consumidor esté dispuesto a reembolsar el
crédito en un solo pago;
111
e)
los créditos en forma de anticipos en una cuenta corriente, concedidos por una entidad de crédito o una entidad
financiera, diferentes de una cuenta de tarieta de crédito; no
obstante, lo dispuesto en el artlculo 6 se aplicará a tales créditos;
los contratos de crédito cuyo importe sea inferior a
200 ECUS o superior a 20.000 ECUS;
g) los contratos de crédito en virtud de los cuales se exija
al consumidor reembolsar el crédito:
o bien dentro de un plazo que no rebase los tres
f)
fneSCS;
o bien mediante
cuatro pagos, como máximo, dentro de
un plazo que no rebase los doce meses.
2. Los Estados miembros podrán, previa consulta a la
Comisión, eximir de la aplicación de la presente Directiva a
determinadas clases de crédito que cumplan los siguientes requisitos:
. que hayan sido concedidos a tipos de interés inferio¡es a
los practicados en el mercado, y
. que no se ofrecieren al público en general.
3. Las disposiciones del artlculo 4 y de los artlculos
6 a 72
de
no se aplicará¡ a los contratos de crédito o de promesa
crédito con garantía de hipoteca inmobiliaria, siempre y cuando éstos no hayan quedado ya excluidos de la Directiva en
virrud de la letra a) del apartado 1.
4. Los Estados miembros podrán exceptuar de las disposiciones de los artlculos 6 a 12 a los contratos de crédito en
forma de documento auténtico autorizado por notario o
iuez.
ARTÍCULo 3
Sin pe{uicio de lo dispuesto en la Directiva 84/450/CEE
lt2
del Consejo, de 10 de septiembre de 1984, relativa a la aproximación de las disposiciones legales, reglamentarias y administrativas de los Estados miembros en materia de publicidad
engañosa, y de las noffnas y principios aplicables en materia de
publicidad desleal, todo anuncio o toda oferta exhibida en
locales comerciales, por la que una.Pefsona ofrezca un crédito
u ofrczra servir de intermediario Para la celebración de un
contrato de crédito y en la que estén indicados los tipos de
interés o cualesquiera cifras relacionadas con el coste del
crédito, deberán asimismo indicar el porcentaje anual de cargas
financieras, mediante un ejemplo representativo, cuando
c rezra de otros medios idóneos.
AntÍcuro
se
4
1.
Los contratos de crédito se harán por escrito. EI consumidor recibirá una copia del contrato escrito.
2. El contrato escrito incluirá:
a) la indicación del porcentaje anual de cargas financieras;
b) la indicación de las condiciones en las que
podrá
modificarse el porcentaje anual de cargas financieras.
Cuando no sea posible indicar dicho porcentaje anual de
cargas financieras, el consumidor recibirá la información pertinente en el contrato escrito. Esta información contendrá,
como mlnimo, la información prevista en el segundo guión del
apartado 1 del artículo 6.
3. El contrato escrito incluirá, además, las restantes condiciones esenciales del contrato.
A modo de ilustración, el Anexo de esta Directiva contiene una lista de las condiciones consideradas esenciales que los
Estados miembros podrán exigir gue se incluyan en el contrato
escrito.
173
AnrÍcuro
5
No obstante lo dispuesto en el artlculo 3 y en el apanado 2
del artlculo 4,yhasta que se cuente con una decisión sobre la
implantación de un método o métodos comunitarios de cálculo del porcentaje anual de cargas financieras, los Estados
miembros que, en el momento de la notificación de esta
Directiva, no exijan que se indique dicho porcentaje anual o
que no posean un método establecido para calculado, exigirán
al menos que se indique el coste total del crédito al consumido¡.
ARTÍCULO 6
1. No obstante la exclusión prevista en la letrr- e) del
apanado 1 del artlculo 2, cuando exista un contrato entre una
entidad de crédito o una entidad financiera y un consumidor
para la concesión de un crédito en forma de anticipos en
cuenta corriente que no sea una cuenta de taqetade crédito, el
consumidor deberá ser informado, en el momento de la celebración del contrato, o con anterioridad:
o del llmite del crédito, si lo hubiere;
r del tipo de interés anual y de los gastos aplicables a
partir del momento en que se celebre el contrato y de
las condiciones en las que podrán modificarse;
o del procedimiento para la recisión del contrato.
Esta información será confirmada por escrito.
2. Además, mientras dure el contrato, el consumidor será
informado de cualquier cambio que se produzca en el tipo de
interés o en los gastos pertinentes en el momento en que se
produzca. Se facilitará esta información en un extracto de
cuenta o de cualquier otra manera aceptable para los Estados
miembros.
l14
3.
En los Estados miembros en los que se permita
la
existencia de descubiertos aceptados tácitamente' el consumidor deberá ser informado del tipo de interés anual y de los
posibles gastos a su cargo, asl como de todas las modificaciones
de los mismos cuando dicho descubierto se prolongue más allá
de un pedodo de tres meses.
AnrÍcuro
7
En el caso de créditos concedidos pan la adquisición de
bienes, los Estados miembros deberán establecer las condiciones en virtud de las cuales puedan recuperarse dichos bienes,
efl particular cuando el consumidor no haya dado su consentimiento. Garantizarán además, que cuando el acreedor recupere la posesión de los bienes, la liquidación entle las partes se
efectúe de tal forma que la recuperación de dichos bienes no
ocasione un enriquecimiento injusto.
AnrÍcuro
8
El consumidor tendrá derecho a liberarse de las obligaciones que haya contraído en virtud de un contrato de crédito
antes de la fecha ñjada por eI contrato. En este caso, de
conformidad con las normas establecidas por los Estados
miembros, el consumidor tendrá derecho a una reducción
equitativa del coste total del crédito.
AnrÍcuro
9
Cuando los derechos del prestamista en virtud de un contrato de crédito sean cedidos a un tercero, el consumidor
115
tendrá derecho a promover contra dicho tercero cualquier
acción que fuere posible contra el acreedor original, entre ellas
la compensación, cuando esta última esté pemitida en el
Estado miembro de que se t¡ate.
AnrÍcuro
10
Aquellos Estados miembros que, con respecto a los contratos de crédito, permitan al consumidoc
a) pagar mediante letras de cambio o pagarés,
b) conceder una garantía mediante letras de cambio, pagarés
o
cheques,
asegararán la adecuada protección del consumidor cuando
haga uso de dichos instrumentos en los casos indicados.
AnrÍcuro
11
l. Los Estados miembros gara¡tizrán que la existencia
de un contrato de crédito no afecte en modo alguno los
derechos del consumidor frente al proveedor de los bienes o
servicios adquiridos mediante dichos contratos, cuando los
bienes o servicios no se suministren o no sean conformes al
cofitrato de suministro.
2. Siempre que:
a) para comprar bienes y obtener servicios, el consumidor
concierte un contrato de crédito con una persona distinta del
proveedor de dichos bienes o servicios; y
b) entre el prestamista y el proveedor de los bienes o
servicios exista un acuerdo previo en virtud del cual exclusivamente dicho prestamista podrá conceder crédito a los clientes
de dicho proveedor para la adquisición de bienes o servicios
suministrados por este último; y
116
a que se refiere la letra a) obtenga el
crédito en aplicación del acuerdo previo mencionado; y
¿) los blenes o servicios obieto del contrato de crédito no
sean suministrados o lo sean parcialmente' o no sean conformes al contrato de suministro; Y
e) el consumidor haya reclamado contra el proveedor,
pero no haya obtenido la satisfacción a la que tiene derecho,
c) el consumidor
el consumidor tendrá derecho a dirigirse contfa el prestamista.
Los Estados miembros establecerán en qué medida y bajo qué
condiciones se podrá eiercer dicho derecho.
3. El apartado 2 no se aplicará cuando la transacción
individual de que se trate sea una cantidad inferior al equivalente de 200 ECUS.
AnrÍcuro
12
1.
a)
Los Estados miembros:
gatantizarán que los prestamistas o los intermediarios
en las operaciones de crédito estén en posesión de una autorización áfi.i^I, bien especl[rca, o bien como proveedores de
bienes y servicios; o
b) gur^ntiz^ráL¡que los prestamistas o los intermediarios en
las operaciones de crédito estén sometidos a inspección o
control de sus actividades por parte de una institución u
organismo oficial; o
c) promoverán la creación de organismos apropiados Para
recibir 1as queias relativas a los contratos de crédito o las
condicione s de crédito y pata facilitar la información pertinente o asesoramiento a los consumidores.
2. Los Estados miembros podrán prever que no se exiia la
awtorización mencionada en la letra a) del apartado 1 cu¿ndo
las personas que otorguen créditos o que actúen como interr77
mediarios en operaciones de crédito cumplan con lo dispuesto
en el artlculo 1 de la primera Directiva del Consejo de 12 de
diciemb¡e de 7977 sobre la coordinación de las disposiciones
legales, reglamentarias y administrativas referentes il
la actividad de las entidades de crédito y a su ejercicio,"....o
y esrén"
autorizadas con arreglo a las disposiciones de la citada Directiva.
Cuando dichas personas hayan obtenido a la vezuna auto_
¡izaciín especlfica conforme hayan lo dispuesto en la letra a)
del apartado 1, asl como una autorizacjón en virtud de la
mencionada Directiva, y posteriormente sea retirada esta últi_
ma ar;:toti?,ación, se informará a la autoridad competente res_
ponsable de la concesión de la autorjzación espiclfica pan
conceder créditos con arreglo alaletra a) del apartado 1, y-ésta
ffela decidir si las ¡rersonas interesadas poedin seguir ,árr.._
diendo créditos o actuando de intermedlarios pari'la concesión de créditos, o si la awtorización especláca concedida
conforme a la letra a) del apartado 1 debe retirarse.
AnrÍcuro
13
A efectos de la presente Directiva, el ECU es el
d9lnido en el Reglamento (CEE) n." 3180/7g, modiñcado por
el Reglamento (CEE) n." 2G26/84. El equivalenre en divisa
nacional se deberá calcular inicialmente al tipo de cambio
existente en la fecha de adopción de la presente Directiva.
1,.
Los Estados miembros podrán redondlar las cantidades en
moneda nacional resultantes de la conve¡sión de las cantidades
!1_E_CUS,
ECUS.
siempre que dicho redondeo no supere los 10
2. Cada cinco años, y por primera vez en 1995, el Conse_
jo, a propuesta de la Comisión, examinatáy, si fuere necesario,
modificará las cantidades especificadas en la presente Directi118
va, en función de la evolución económica y monetaria de la
Comunidad.
AnrÍcuro
14
Los Estados miembros ganrrtizaútn que los contratos de
crédito no se sustraigan, en periuicio del consumidor, a las
disposiciones de la legislación nacional que apliquen o que
correspondan a lt Presente Directiva2. Los Estadoi miembros gar rrtizutárl además que las
disposiciones que adopte¡ p ra la aplicación de la Presente
Diiectiva ,ro ,á"tt eludidas como consecuencia de la forma en
que se otorguen los contratos, y en particular mediante el
procedimiento de la distribución de la cuantla del crédito
entre varios contratos.
AnrÍcuro
15
La presente Directiva no impedirá que los Estados miembros conserven o adopten disposiciones más severas para la
protección del consumidor, y que sean acordes cofl sus obligaciones en virtud del Tratado.
AnrÍcuro
16
1.
Los Estados miembros adoptuán las medidas necesarias para dar cumplimiento a la Presente Directiva a mis tardar
el 1 de enero de 1990 e infor1nrlará¡ de ello inmediatamente a
la Comisión.
2. Los Estados miembros comunicarán a la Comisión eI
texto de las disposiciones básicas de Derecho interno que
adopten en el ámbito regulado por la Presente Directiva'
r79
AnrÍcuro
17
presentará w informe al Consejo sobre la
-.La -Comisión
aplicación de la presente Directiva a más tardar el
1 de enero
de 1995.
AnrÍcuro
18
Los destinatarios de la presente Directiva son los Estados
miembros.
Hecho en Bruselas, el22 de diciembre de 19g6.
ANEXO
Lista de las condiciones a que se refiere el apartado 3
del
artículo número 4
7. Contratos de crédito para la financiación del suminis_
tro de determinados bienes o servicios.
D
U)
m)
ry)
120
descripción de los bienes o de los servicios estipula_
dos por el contrato;
precio al contado y precio p^g r con arreglo al
^
contrato de crédito;
en su caso,
del depósito, cantidad e impor_
importe
te de los plazos
y fechas de vencimiento de^ los
mismos, o métodos de determinación de los mis_
mos en su caso de desconocerse en el momento de
celebrarse el contrato;
indicación de que el consumidor tendrá derecho,
con arreglo al artículo g, a una reducción en caso
de reembolso anticipado;
v)
VD
vr)
vIr)
quién es el propietario de los bienes (en caso de
que la propiedad no se transmita inmediatamente
al consumidor) y las condiciones en las que el
consumidor accede a la propiedad de los mismos;
en su caso, descripción de la garantla exigida;
en su caso, peíodo de reflexión;
en su caso, indicación del o de los seguros exigidos
y, cuando la elección del asegurador no se deje al
consumidor, indicación del coste del o de los mismos.
2. Contratos de crédito ligados a la utilización de tarjetas
de crédito.
I) en su caso, importe del llmite del crédito;
D las condiciones de reembolso o las formas de determinadas;
m) en su caso, pedodo de reflexión.
3. Contratos de crédito en forma de créditos de caia no
regulados por otras disposiciones de la presente Directiva.
D en su caso, importe del llmite del crédito, o método
empleado para determinado;
II) condiciones de uso de reembolso;
ilI) en su caso, período de reflexión.
4.
Otros contratos de créditos cubiertos por la presente
Directiva.
I) en su caso, importe del límite del crédito;
il) en su caso, indicación de la ganntla exigida;
III) condiciones de reembolso;
IV) en su caso, pedodo de reflexión;
V) indicación de que el consumidor tendrá derecho a
una reducción, con arreglo a lo dispuesto en el artlculo 8, en caso de reembolso anticipado.
727
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