Subido por faustino mesa

ANÁLISIS CRÍTICO DEL ÚLTIMO INFORME DEL OBSERVATORIO VENEZOLANO DE PRISIONES

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ANÁLISIS CRÍTICO DEL ÚLTIMO INFORME DEL OBSERVATORIO
VENEZOLANO DE PRISIONES.
Es un hecho cierto, que las cárceles existen en las sociedades desde hace
mucho tiempo. En la mayoría de los casos, son lugares en que seres humanos
son retenidos hasta que se les somete a un proceso judicial determinado. Tal vez,
se espera que sea solamente imputado, acusado o condenado en proporción a la
falta o el delito cometido, mediante un juicio, con arreglo a las garantías
constitucionales que rodean el estado de detención, tales como la prohibición de la
incomunicación o de la tortura, o ciertos aspectos del derecho al debido proceso y
las formalidades previstas por la ley.
Asimismo, este derecho se encuentra estrechamente ligado al respeto de los
derechos humanos, en cuanto a la integridad física o corporal; al derecho a la
alimentación; a recibir atención médica hospitalaria en su centro de internamiento
o fuera de él; a mantener contacto con sus familiares; a no ser desplazado a la
fuerza de su lugar de reclusión sin ninguna justificación aparente, entre otros
derechos que preceptúa la norma internacional sobre la materia.
En este sentido, se trata de proteger al convicto y de que conserve sus
derechos fundamentales con las limitaciones que expresamente consten en la
sentencia condenatoria, en el sentido de la pena y en la norma penitenciaria.
Sin embargo, en atención del presente informe del Observatorio venezolano de
Prisiones, los derechos fundamentales de las personas privadas de libertad en
Venezuela están restringidos, no solamente con el ánimo de salvaguardar el orden
público y la armonía social sino para que cada día sean violados y envilecidos por
los mismas autoridades encargadas de garantizar su internamiento.
Es en estas circunstancias, cuando los derechos se vuelven altamente
vulnerables; sobre todo, cuando estas personas corren el riesgo de ser sometidas
a la tortura, al sufrimiento, y a un sinnúmero de penas aflictivas, entonces, surge la
necesidad de establecer derechos mínimos como el respeto a la dignidad, respeto
del derecho a la vida y a la integridad personal, física y psíquica. Prohibición de la
tortura, y de otros tratos o penas crueles, inhumanas o degradantes. Trato no
discriminatorio de recibir atención sanitaria y de recibir medicamentos, así como
también una alimentación nutritiva, etc.
En efecto, las personas privadas de libertad, en su paso por un centro
penitenciario, se tornan vulnerables frente a la autoridad penitenciaria, quien en
infinidades ocasiones ejerce poder y tiende a cometer arbitrariedades y abusos.
Por ejemplo:
…según las denuncias recibidas por OVP de parte de personas privadas de
libertad y familiares, y además constatadas por los coordinadores de esta
organización, los privados de libertad habían presentado pérdidas de peso
de 40 a 50 kilos… Fueron pocos los presos que trasladaron a un centro de
atención médica alegando que no había una orden de un tribunal o
transporte para ser trasladados y cuando fueron referidos a un centro
hospitalario es porque ya iban sin signos vitales o era muy poco lo que se
podía hacer para salvarles la vida.(2020, P-54).
De lo anterior expuesto, se hace notorio, público y comunicacional, que nuestro
país incumple flagrantemente con llevar a la praxis los convenios y acuerdos
suscritos y ratificados mediante los diferentes instrumentos internacionales en
materia de derechos humanos con respecto a las normas que regulan las
condiciones óptimas de vida de la población carcelaria; al contrario sus políticas
penitenciarias parece más bien un calco de mecanismos de profilaxis social,
aplicados por países comunistas, autoritarios o rígidamente islámicos contra los
llamados “elementos indeseables de la sociedad”.
En
relación
al suministro de alimentos en las dependencias carcelarias
venezolanas, el mencionado informe observó un patrón común referente a los
niveles alarmantes de hambruna o desnutrición padecida por la mayoría de los
reclusos, debido, en muchos casos, a la restricción impuesta por las autoridades
penitenciarias a sus familiares de recibir la paquetería, alegando motivos de bio
seguridad ante la propagación de COVID-19.
De este modo la carencia de alimentación, o el suministro de comida con déficit
calórico, sumado a las condiciones anti higiénicas en su preparación, es un factor
de primer orden que incide en la alta tasa de mortalidad que presenta los privados
de libertad, tal como a reglón seguido, lo expresa el OVP, tomando como
ilustración los:
…acontecimientos denunciados por reclusos de la Cárcel 26 de julio en el
estado Guárico, en la que a través de un video mostraron la comida
proporcionada por el Ministerio del Poder Popular para el Servicio
Penitenciario (MPPSP), la cual consistía en agua mezclada con algún otro
producto, entregada en envases plásticos donde, se pudieron visualizar:
chiripas, patas de cucarachas, entre otros animales y suciedades. Son
deplorables las malas condiciones alimentarias a la que se expone a la
población reclusa, e incluso, en el año 2020, se reportaron varios casos
donde por largos periodos las personas privadas de libertad fueron
castigadas con la prohibición de alimentos como forma de castigo y
tortura.(2020;p-51).
Generalmente, esta situación desequilibrada entre los unos y los otros se da en
un ambiente de corrupción del sistema penitenciario, donde los internos dependen
de la economía de sus familiares para sobrevivir en prisión. La condición de
vulnerabilidad provoca la violación de los derechos fundamentales en la población
reclusa, estimulando los motines, la extorsión, el tráfico de drogas, las riñas y las
terribles masacres perpetradas por los grupos delincuenciales con el fin de ejercer
el control efectivo en las prisiones, muchas veces bajo la mirada complaciente de
los custodios y los guardias.
Es evidente, en este contexto, el control y autoridad sobre las personas que
cumplen una condena, debido a que la Administración para el servicio
penitenciaria pasa a ser la responsable de su vigilancia y resguardo, lo cual
genera alta vulnerabilidad para ellas, y los derechos pueden ser violentados o
suprimidos.
Hay que añadir a toda esta problemática institucional, la clausura y desalojo de
numerosos establecimientos carcelarios, pese al galopante aumento de la
delincuencia y la sobrepoblación de la población reclusa, desbordando, de este
modo, la capacidad instalada de los recintos penitenciarios existentes.
A respecto el informe del OVP afirma que:
Esta acción ha traído como consecuencia una disminución significativa en el
número de plazas para albergar personas en prisión. En teoría, las cárceles
venezolanas tienen una plaza de 26.238 personas privadas de libertad, pero
con el cierre de 10 establecimientos esa capacidad se ha visto reducida. Al
año 2020 la capacidad real instalada se sitúa en 21.188 plazas, es decir, se
estarían desaprovechando 5.050 plazas, los cuales podrían adecuarse con
las condiciones mínimas de reclusión establecidas y contribuir con el
descenso de los índices de hacinamiento; aunado a lo anterior, este cierre de
establecimientos. (2020, P-30).
Así, de esta manera, se viola el derecho al reo de contar con espacios dignos
que ofrezca adecuadas condiciones de reclusión y mejoras en la calidad de vida,
de acuerdo a las Reglas Mínimas para el Tratamiento de reclusos de la ONU; por
lo tanto, se busca evitar el llamado “hacinamiento carcelario” pues esa violación
se consuma cuando se niega al detenido, procesado o convicto la posibilidad de
permanecer en un lugar seguro.
En este momento crítico
que vive Venezuela, es importante revisar la
declaración constitucional de derechos, para adecuarla a las exigencias de los
instrumentos internacionales sobre derechos humanos de los sujetos que no
gozan de libertad
y a los aportes brindados por las organizaciones no
gubernamentales, como el OVP, encargados de la defensa de los reclusos,
facilitando así la labor de los distintos operadores jurídicos. Esta revisión debe
comprender al derecho a la libertad y a la seguridad personal, al derecho al
debido proceso, y al respeto irrestricto de la dignidad humana en todo su ámbito.
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