“VIVIR PARA CREER” Les voy a contar la historia que viví en el año de 1976, cuando era una jovencita de 24 años, y que al mismo tiempo me encontraba recién casada, por lo que por usos y costumbres me mudé a vivir al hogar de mi esposo Manuel, el cual se localiza en el pequeño poblado denominada “Ixtayopan”, ubicado al pie del cerro llamado el “Teutli”. Debo decirles que aquel cerro se caracterizaba por tener un difícil acceso, sin embargo, no importando tal circunstancia, recuerdo que en cierta ocasión, le pedía a Manuel me ayudara a subir al mismo, sin embargo, esa experiencia no fue muy grata, sin que fue algo extraña, pues al encontrarme en la cumbre del mismo, sentí una sensación muy rara, no sé qué pasó en aquella ocasión, pues si bien el aire a esas alturas es un poco frío, en aquella ocasión el susurro del aire era más que frío, situación que en aquella época no le día importancia, y ahora al pasar varios años, comprendo por qué mi temor de aquel cerro, que en sus alrededores se ve siempre verde y frondoso, pero eso lo entenderán más adelante… Ahora bien, en aquel poblado denominado “Ixtayopan”, las actividades cotidianas de las personas concluían al atardecer, pues en dicha localidad no contábamos con el servicio de electricidad, por lo que por obvias razones acostumbrábamos ir a dormir regularmente a las 20:00 horas, yo solía dormir sola, pues Manuel se empeñaba en un horario laboral nocturno, en una ocasión al tratar de conciliar el sueño, sentí un escalofrío que me acogió todo el cuerpo, recuerdo que a esa sensación no le di importancia, pues creí que solo había pasado una mala noche, sin embargo, dicha situación se presentó con más frecuencia, por lo que decidí comentarse lo a Manuel, quien a su vez solicitó a su madre la señora Juanis, (como la llamaban), que me acompañara por las noches o en su defecto que Argelia su sobrina durmiera con migo, debo confesar que cuando dormía acompañada, no sentía miedo, pero había ocasiones que no era posible que alguien durmiera a mi lado, y desafortunadamente cuando eso sucedía se presentaba esa rara sensación de miedo, no sé cómo explicarlo pero era una angustia y desesperación por no poder gritar, por no poder moverme, pues mi cuerpo se quedaba inerte al sentir esa presencia que me dada pánico, y es por ello que no me atrevía a abrir los ojos; suele ser que en una ocasión y ya angustiada por lo que me acontecía decidí contarle lo sucedido a la señora Juanis quien solo le comento – ¡estás loca!, seguramente Miryss cenaste mucho y por eso no duermes bien, si eso fuese cierto - porqué a mí no me ha pasado, ¡alucinas! – Me decía-, ante tal respuesta no comenté nada y decidí olvidarlo, pasaron los días y el incidente nuevamente volvió a acontecer, pero esta vez aparte del escalofrío en mi cuerpo, sentí que una mano muy fría me tocaba la planta de mis pies – ¡Dios mío que es eso, ayúdame! – en esos momentos mi cuerpo no lo sentía, es decir me quedaba inerte ante tal presencia. Así pasaron los días y el incidente persistía, fue por ello, que Manuel y la señora Juanis, decidieron llevarme con el párroco de la Iglesia esto a efecto de que el mismo me aconsejara que debía hacer; cuando estuve en conversación con el párroco, éste me indicó - Hija tienes que armarte de valor y preguntarle a aquella alma en pena, ¿qué es lo que quiere? si ¿necesita algo? – no Padre como cree que voy a hacer eso, me niego a realizarlo, le contesté, sin embargo, estaba desesperada pues las noches seguían transcurriendo de la misma manera, no obstante ello el párroco por su parte realizó un par de misas y oraciones en nombre de aquella alma en pena que me aturdía por las noches, sin embargo, el resultado seguía siendo el mismo, pues las noches de terror se presentaban con más frecuencia. Cierto día, al sentir la presencia del ente que la aterraba, decidí abrir los ojos y en ese momento observé frente a mí a un hombre alto, de vestimenta obscura y una cabellera rizada larga, el cual que me tendía la mano, sin embargo éste no dejaba ver su rostro, entonces murmuré – Dios mío eres tú?, tu cabello largo, pero… algo no está bien, no veo tu corona de espinas-, fue en ese momento cuando aquel ente enderezó su cabeza y me percaté que aquella persona no era lo que yo creía, sino que era todo lo contrario, aquella sombra que me tendía la mano era un espíritu impuro (demonio)… no sé cómo, ni donde saque fuerza para signar una cruz con los dedos de mi mano, pues cuando sentía aquella energía mi cuerpo se erizaba impidiéndome haber movimiento alguno, por lo que al hacer dicho movimiento, aquel ente hecho su brazo al rostro volteándose y desapareciéndose en ese momento, hasta ese momento comprendí que eso que yo sentía no era nada bueno… Al siguiente día, acudí con el párroco de la iglesia le conté lo sucedido y éste me indicó que aquel espíritu la buscaba reencarnar en mí, pues yo ¡poseía la luz que éste buscaba, que terror sentí!, ante tal aseveración, salí de la iglesia y lo único que quería era no volver a vivir lo sucedido la noche anterior, por lo que hable con Manuel solicitándole nos mudáramos a otro lugar, lejos pues no quería seguir viviendo aquella mala experiencia. Miryss Así fue, en muy poco tiempo cambiamos de residencia, siendo un gran alivio para mí, pues aquella terrible pesadilla no volví a vivir, sin embargo, el temor de aquella presencia me seguía afectado, así pasaron varios años, y recuerdo que fue en el año de 2010, cuando Sofía, Carmen, Luz, hermanas de mi fallido esposo, me invitaron a un una reunión, la cual se llevaría a cabo en el cerro del “Teutli”, pues el punto a discutir sería la repartición de un pequeño predio que se encuentra en las faldas del mismo, y como formaba parte de su familia, fui requerida para dicho evento, aquel día recuerdo que por circunstancias ajenas a mi voluntad, llegue tarde a la cita, al arribar al lugar indicado, no había nadie, - que raro, ya es tarde, esas mujeres deberían de estar aquí, ellas son muy puntuales- murmuré, entonces a lo lejos escuche el susurro de voces y viré hacia la loma del cerro y decidí dirigirme en aquella dirección, creyendo que ahí encontraría a mis cuñadas, al estar en la loma miré hacia todos lados, no encontrando a nadie, sin embargo, una vez más decidí explorar la zona cuando de repente frente a mí, a escasos metros se encontraba aquel hombre alto, de vestimenta obscura y larga cabellera el cual se encontraba observándome, al mirarlo me aterroricé y vinieron a mi mente aquellos recuerdos no gratos, entonces vi cómo se agachó y sin encontrar explicación alguna, no sé de donde ni como, pero aquel hombre al enderezarse salió al vuelo en forma de un “perro negro” muy grande, que se dirigía hacia el lugar en donde me encontraba, de hecho daba sus saltos grandes y al aire…, en ese momento corrí, corrí lo las fuerte que pude, voltee por éste seguí tras de mí, comencé a descender el cerro, sin importar el que pudiese caer entre las hierbas y rocas, fue cuando por segunda ocasión volví a voltear llevándome la sorpresa que “el perro” ya no estaba, ya no me seguía, donde quedó, como y porque ya no me siguió?, y no encuentro respuesta a ello, solo sé que en ese momento lo único que quería era llegar a donde se encontraban las pocas cosas que hay alrededor del cerro, que terrible sensación viví, creí que aquel perro me alcanzaría y…, no, no, creí que moriría en ese momento… Después de lo sucedido y ya un poco tranquila, me dirigí a casa de Sofía mi cuñada, ahí la encontré y me comento, - que pena se me olvidó comunicarte que la reunión se había pospuesto para otro día, pues a Carmen y Luz y las demás personas se les complicaba acudir..., no comenté nada, solo recuerdo que me solté a llorar sin encontrar consuelo, entonces Sofía me comentó –¿qué pasa mujer?, ¿qué tienes?, ¿qué te sucedió?, ¿por qué el llanto?, ya estando un poco tranquila le comencé a contar lo sucedido y me contó que hacía muchos años, su madre la señora Juanis, quien había fallecido años atrás, le había contado que a su padre el Miryss señor Cirilo y su hermano Pascual, les había sucedido algo similar, que al encontrarse en el cerro sembrando frijol, se percataron que sin saber de dónde ni como, pero “un perro negro” apareció frente a ellos, pero que en aquella ocasión al sentirse atacados por aquel “perro negro”, éstos le mostraron el machete que llevaban consigo, sin embargo el perro no cesaba de gruñirles mostrando intención de atacarlos, fue por ello, que comenzaron a correr sin dirección alguna, hasta que perdieron de vista a aquel perro que ellos lo denominaban “el nahual”… No sé si ésta última parte de mi historia esté relacionada con la narrativa antes indicada, pero lo que sí sé, es que desde aquella mañana no he vuelto a subir al cerro, y no creo que lo haré por los años que me queden de vida… Magy…