Subido por Julia Sarahi Montes de Oca Vázquez

El ensayo por Yolanda Villaseñor

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EL ENSAYO
El ensayo es una hipótesis, una idea que se explora:
Aunque los orígenes del ensayo pueden remontarse quizás hasta las antiguas literaturas
orientales, del Antiguo Testamento o en la época clásica griega, no es sino hasta el siglo XX
cuando adquiere gran impulso gracias al periodismo. El término se debe a Montaigne, quien
publica en 1580 unos escritos a los que llama “mis reflexiones” y que titula Ensayos.
Recientemente se ha considerado al ensayo como un género narrativo moderno. A continuación
presentamos algunas definiciones que reseña Arturo Souto (1973: 7ss).
1) La referencia al ensayo como “inspección, reconocimiento y examen del estado de las
cosas”; esta definición no connota al ensayo como forma literaria.
2) Se ha definido al ensayo como género literario, aunque no de manera rigurosa.
3) “Composición literaria breve que trata de un solo tema, por lo común desde un punto de
vista personal y sin intentar ser más completa”.
Por su parte, Souto opina (Ibid. 8), “lo que deslinda el ensayo de otros géneros literarios” es “un
rasgo propio, que consiste precisamente en lo que sugiere la palabra misma: ensayar. Esto es,
pesar, probar, reconocer, examinar”.
Características:
Algunas de las condiciones que debe satisfacer el ensayo moderno, son las siguientes:
 Variedad y libertad temática.
 Actitud no dogmática, es decir, una visión que se establece respecto a la posibilidad de
duda.
 La intuición, mediante formas hipotéticas que no definen verdades definitivas.
 Originalidad al enfocar un problema de un modo novedoso.
 Indefinición de fronteras entre ciencia y literatura, de ahí que se ha llamado al ensayo
un género literario-científico.
 Tono polémico, donde el autor se sostiene en contra de algo.
 Subjetividad, el ensayo es un escrito personal y por ello tiene que ver con una visión
particular de quien lo escribe.
 Estilo, que configura la visión subjetiva, el espíritu de su autor.
Por último, el ensayo es uno de los géneros literarios que actualmente cuenta con un gran número
de escritores y lectores.
Discurso científico-literario.
La libertad que se toma el ensayista en el tratamiento de sus temas, le conduce continuamente a
moverse en dos direcciones:
a) Por una parte, la anécdota, el suceso, la opinión personal, la descripción subjetiva.
b) Por otra parte, el esfuerzo dedicado a extraer un punto de vista universalmente válido, el cual
consiste en el análisis que tiende a ser objetivo, argumentado a través de la presentación de
pruebas.
De esta manera, el ensayo aparece como algo intermedio entre la dimensión creativa del autor,
quien se abandona a la singularidad irreductible de las situaciones y los actos; y la necesidad del
discurso filosófico o científico que ensaya la demostración de lo que debe ser. El ensayo trata de
reunir la frescura y espontaneidad de la imaginación creativa con el rigor del pensamiento
científico.
La estructura de un ensayo.
Como en casi cualquier escrito, el ensayo puede presentar una composición muy elemental de
tres partes: una introducción, una fase de desarrollo donde se manifiestan las argumentaciones, y
un espacio de conclusiones. A continuación expondremos en qué puede consistir cada una de
estas tres partes que componen esquemáticamente un ensayo. Queremos aclarar que no todos
los ensayos se construyen con esta lógica: cada texto traza su propio camino en función de los
temas que desarrolla, la información que el autor puede manejar y en función, entre otros, del
estilo y la libertad expresiva que el autor asume.

Introducción:
El punto de partida del ensayo es con frecuencia una constatación. Así, en un principio el escritor
parece pretender dar cuenta de un suceso o de una opinión, de un dato inicial que adquirirá una
conformación plena sólo al concluirse el escrito.
La función discursiva de esta parte introductoria del ensayo es familiarizar al lector con una
determinada temática: presentar lo relevante del asunto a tratar, quizá su problemática o sus
rasgos enigmáticos o curiosos.
Así, la introducción consiste en dar a conocer o hacernos llegar una perspectiva sobre un
fenómeno o tema cualesquiera, presentando ciertas posibilidades de tratamiento, ciertos caminos
de abordaje.

Argumentación o desarrollo.
A medida que el ensayo avanza en su desarrollo, la perspectiva de partida se amplía: el escritor
establece determinadas consideraciones generales. Entonces, el estilo se vuelve explicativo y en
ocasiones demostrativo. En el sentido de la explicación y la demostración, el ensayo propone
argumentos, es decir, un conjunto de razonamientos a favor o en contra de una determinada tesis
o afirmación.
De esta manera, a través de la argumentación, el dato, el punto inicial se convierte, claramente, en
un punto de partida, en un lugar de referencia. Mediante la argumentación se trata no solo de
exponer una perspectiva determinada, sino de alguna manera, de probar su legitimidad.
En este sentido, el ensayista tiene a configurar, ante la mirada del lector, una posición didáctica:
aun cuando el escritor se divierte y apela al humor del lector, trata de enseñar algo: toma al lector
de donde está, es decir, de la cotidiana trivialidad y lo conduce hacia una visión si no nueva en
todos los casos, sí renovada.

Conclusión.
La o las conclusiones, en términos generales, pueden considerarse como el resultado o la decisión
a la que llega el escritor, después de haber recorrido un camino particular.
Quizá un apartado que no interesa demasiado al ensayista es el de las conclusiones, pues el
ensayo en tanto género tiene la característica importante de mostrar una posición, y aun, una
pluralidad de perspectivas sin dogmatismos. Es decir, la función del ensayo, en términos
generales, es la de abrir horizontes y en tal entendido, mostrar una posición posible.
No obstante, a través de las consideraciones finales, el escritor señala su posición personal, la
cual puede enfatizar, soslayar y aún ironizar. Estos matices dependerán tanto de las temáticas
abordadas como el estilo de cada autor.
Fuente de consulta:
VILLASEÑOR López, Victoria Yolanda, “Literatura I”, edit. Nueva Imagen, México, 2000, pág. 196199.
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