Cruzando el abismo Cómo la expiación reúne a Dios y la humanidad Ángel Manuel Rodríguez ASOCIACIÓN CASA EDITORA SUDAMERICANA Av. San Martín 4555, B1604CDG Florida Oeste Buenos Aires, República Argentina Título del original: Spanning the Abyss. How the Atonement Brings Humanity and Cod Together, Review and Hefald Publ. Assn., Hagerstown, MD, E.UA., 2008. Dirección editorial: Francesc X. Gelabert (APIA) Traducción: Félix Cortés A. (APIA) Diagramación: M. E. Monsalve (APIA) Tapa: Ivonne Leichner de Schmidt y Rosána Blasco (ACES) IMPRESO EN LA ARGENTINA Printed in Argentina Primera edición MMVIII - 6,5M Es propiedad. Copyright de la edición original en inglés © 2008 Review and Herald Publ.Assn. © ACES (2008). Qyeda hecho el depósito que marca la ley 11.723. ISBN 978-987-567-431-8 Rodriguez, Ángel Manuel Cruzando el abismo: Cómo la expiaciOn reúne a Dios y a la humanidad ! Rodriguez, Ángel Manuel! Dirigido por Gelabert, Francesc X. - 1· ed. - Florida: Asoc. Casa Editora Sudamericana, 2008. 232 p. ; 20 x 14 cm. Traducido por: Félix Cortés A. ISBN 978-987-567-431-8 1. Cristianismo. 2. Salvación. l. Gelabert, Francesc X., dir. 11. Félix Cortés A., trad. CDD248 Se terminó de imprimir el 26 de junio de 2008 en talleres propios (Av. San Martín 4555, B1604CDG Florida Oeste, Buenos Aires). Prohibida la reproducci6n total o parcial de esta publicación (texto, imágenes y diseño), su manipulación informática y transmisión ya sea electrónica, mecánica, por fotocopia u otros medios, sin permiso previo del editor, -102433- Contenido Página Introducáón ........................................ 5 Capítulo 1. El Dios de la expiaáón .................... 9 Capítulo 2. Perturbaáón cósmica: el origen del pecado y del mal ............. 21 Capítulo 3. Una raza ha caído . ...................... 43 Capítulo 4. La expiaáón y la iniáativa divina ........... 61 Capítulo 5. La expiaáón anunáada ................... 77 Capítulo 6. La expiaáón en sombras: el sistema de sacrifiáos ................... 97 Capítulo 7. La expiaáón en sombras: el Día de la Expiaáón ................... 113 Capítulo 8. La expiaáón y la encamaáón ............. 127 Capítulo 9. Imágenes de salvaáón ................... 143 Capítulo 10. El significado de la cruz: la expiaáón como sufrimientojpathema divino ......... 163 Capítulo 11. Expiaáón y mediaáón de Cristo por nosotros ante el Padre ....... 183 Capítulo 12. Unión con Cristo ....................... 199 Capítulo 13. Expiaáón y purificaáón cósmica ..........213 Resumen .......................................... 227 DEDICADO CON AMOR A EDLYN ENID Que el poder salvador y transformador de la cruz de Jesús te enriquezca constantemente a ti y a tu familia. D ios ha hecho lo indescriptible. Es posible que no podamos comprenderlo plenamente, pero sí podemos disfrutar plenamente de su beneficio. Él remedió la rebelde separación de la existencia humana de la amante armonía de su gobierno cósmico a través del autosacrificio que se manifiesta en la encamación, el ministerio y la muerte en la cruz de su único Hijo. En aquel dolorosísimo acto de la redención, Dios también resolvió apropiadamente el conflicto cósmico. En la doctrina cristiana se llama expiación a esta obra del Señor en beneficio de sus criaturas. En la historia de la teología cristiana se han hecho muchos intentos para descubrir el significado de la expiación, pero ninguna de las teorías propuestas ha encontrado aceptación universal. La profundidad del tema, así como la importante cantidad de información que sobre el mismo se encuentra en la Escritura, dificulta formular una interpretación totalmente integrada a la doctrina. Hay dimensiones de la expiación que escapan a la comprensión humana y que no se pueden integrar en un sistema racionalista de pensamiento. Por ejemplo, no importa cuánto podamos decir acerca de la encamación, siempre permanecerá más allá de nuestro alcance; y lo mismo se puede decir de los efectos de la muerte de Cristo en la cruz sobre las relaciones intertrinitarias. Estos hechos y experiencias se encuentran en el mismo centro de la expiación. El significado de la cruz sigue siendo debatido entre los cristianos de todas las denominaciones. Somos testigos de una fuerte reacción contra la interpretación vicaria de la muerte de Cristo, y muchos cristianos la están abandonando. Algunos consideran el símbolo de la cruz como un símbolo que alienta el abuso de los débiles o como 6 Grandes misioneros de Dios apoyo a los sistemas de opresión. El principal ataque proviene de los teólogos feministas que sostienen que la cruz, cuando se interpreta diciendo que el Padre castiga a su Hijo, infligiéndole dolor y, por último, asesinándolo para salvar a los pecadores, refuerza la victimización, y pone en el centro del evangelio la violencia en las relaciones sociales, y al mismo tiempo valida la opresión de los poderosos. Estas son graves acusaciones, por lo cual, es necesario que los cristianos se aseguren de que la doctrina de la expiación, lejos de hacer eso, es una gloriosa revelación del amor de Dios que trata de poner fin a toda la violencia. El tema del significado de la cruz y la forma en que somos salvados a través de ella es también objeto de debate entre los adventistas. No debemos desalentar eso, pero tenemos que evaluar los elementos que se colocan sobre la mesa de la discusión adventista a la luz de la Escritura. Algunas de las interpretaciones que se ofrecen niegan importantes aspectos bíblicos sobre la expiación que debemos afirmar. Otras nos llevan más allá del ámbito bíblico, al terreno de las especulaciones humanas relacionadas con detalles que tienen un impacto negativo sobre otras doctrinas de la Biblia. Estos diferentes puntos de vista se presentan a menudo como la exclusiva explicación bíblica del significado de la cruz. Sus proponentes invitan con frecuencia a la iglesia a proclamar su propia comprensión de la expiación como la única correcta. Esos debates continuarán entre nosotros. Sin embargo, se ha revelado suficiente en la Escritura para hacer inteligible la doctrina y, más importante, existencialmente significativa para nosotros. De hecho, el aspecto más significativo de la expiación no es el desarrollo de una comprensión que sea lógicamente sólida, sino experimentar su poder salvador en nuestras vidas. Debemos afirmar, y podemos hacerlo con plena confianza, que a través del sacrificio de Cristo nuestros pecados han sido perdonados y que hemos sido reconciliados con Dios. ¡Tenemos la paz que reci- Introducción 7 ben aquellos que han sido justificados por la preciosa sangre del Cordero! Ese es el significado de la expiación. En lo que sigue examinaremos un número significativo de evidencias bíblicas que tratan el tema de la expiación. Reconociendo la complejidad del tema, he optado por permitir que la riqueza bíblica se exprese por sí misma sin tratar de forzarla apoyando un modelo particular de la expiación. Insistiré en la dimensión sacrificial y sustitucionaria de la expiación, porque se encuentra en toda la Escritura y porque la iglesia la ha abrazado correctamente; pero muchos aspectos de otros modelos también serán incorporados en nuestra exposición. Examinaré en particular la participación de la Deidad en la expiación, porque este es un aspecto de ella que no se ha explorado seriamente. No es necesario decir que lo que ofrezco son sugerencias para discusión y análisis, con la esperanza de que conduzcan a una respuesta de gratitud a Dios por todo lo que ha hecho por nosotros a través de su Hijo. El estudio de este tema debe llevarnos a la adoración a Dios y a caminar más cerca del Señor en un espíritu de servicio a él y a los demás. Debemos tratar de entender lo más posible la doctrina de la expiación y asegurarnos de que nos hemos apropiado de sus beneficios y luego proclamarla a otros que todavía no han encontrado en Cristo a su Salvador y Señor. El Dios de la expiación M uy a menudo el principio determina el destino final. Esto ocurre particularmente cuando ahondarnos en el mundo de las ideas y el análisis teológico. En nuestro caso particular, el lugar donde comenzarnos el estudio de la expiación prácticamente establece dónde terminaremos. Por lo tanto, la primera pregunta que debernos abordar es la de los inicios, es decir: ¿Cuál es nuestro punto de partida y qué llevarnos con nosotros al iniciar nuestro estudio del terna? Nuestra preocupación por un comienzo apropiado, sin embargo, no excluye el elemento de sorpresa o la posibilidad de encontrar lo inesperado. De hecho, un buen punto de partida podría conducimos a través de caminos inesperados o, al menos, a través de un campo en el que nuestras ideas preconcebidas pueden ser impugnadas, profundizando así la comprensión del asunto que nos ocupa. Punto de partida en la doctrina de la expiación Entonces, ¿dónde debernos comenzar nuestro estudio de la expiación? Puesto que soy cristiano, comienzo mi análisis con la convicción de fe de que solo la Escritura nos proporciona la información sólida y confiable acerca de la doctrina de la expiación. Es a través del estudio de las Escrituras que podernos hacer declaraciones significativas y verdaderas acerca de este terna. Es con la Biblia en la mano que identificarnos a Dios, la Deidad revelada en la Escritura, 10 Cruzando el abismo como nuestro punto de partida. Lo tomamos para que sea nuestro punto de partida porque podría declararse, sin lugar a dudas, que según la Escritura, la expiación es una obra exclusiva de Dios a través de Cristo a favor de los seres humanos pecadores. En vez de comenzar con el estado pecaminoso de los seres humanos, es decir, con nuestra necesidad de la expiación; comenzamos con un Dios que ha decidido, voluntariamente, proporcionar la salvación que necesitamos, antes, incluso, que sintiéramos la necesidad de ella. Nuestra comprensión de Dios influirá de manera directa una cantidad importante de ideas y conclusiones a las que llegaremos con respecto a la naturaleza de la expiación. Compartiré con ustedes algunos de los aspectos fundamentales de la naturaleza de Dios que influirán en nuestra comprensión de la expiación. Obviamente, lo que la Biblia enseña acerca de la expiación también afectará nuestra comprensión de Dios. Dios: una pluralidad de personas El concepto cristiano de Dios es muy singular, y debiéramos llevar con nosotros esa singularidad mientras estudiamos el misterio de la expiación. La Escritura declara expresamente la existencia de un solo Dios, mientras que al mismo tiempo indica la existencia de una pluralidad de personas divinas dentro de la Deidad. Los cristianos tradicionalmente se han referido a esta enseñanza como la doctrina de la Trinidad. No son tres dioses, sino un solo Dios en tres personas. Encontramos claras indicaciones de esta enseñanza en el Antiguo Testamento, pero es particularmente evidente en el Nuevo Testamento. De hecho, fue la realización del plan de salvación en el ministerio y la obra de Cristo la que reveló de una forma especial la pluralidad divina de personas dentro de la Deidad. Cristo mismo era el Hijo de Dios, la Palabra de Dios en carne humana. El Padre lo envió y en un momento particular Cristo le pidió al Padre que enviara a sus disápulos al otro Consolador, el Espíritu Santo. Los tres El Dios de la expiación 11 trabajaron juntos en favor de la salvación de la raza humana. La primera revelación de este misterio ocurrió en el mismo principio del ministerio de Cristo cuando, durante su bautismo, las tres personas divinas tuvieron comunión entre ellas (Mat. 3: 16). Dios como tres personas. No debiéramos limitar nuestra comprensión de Dios como uno y sin embargo plural, simplemente como obra en el plan de salvación, sino también considerarlo como el misterio de su propia persona. En otras palabras, la relación intertrinitaria que observamos en la obra divina de la salvación revela, en cierta medida, el misterio de las eternas relaciones intertrinitarias dentro de la Deidad. Dios es, en sí mismo, el misterio de la unión de tres personas. Por lo tanto, Dios es, por su misma naturaleza, un ser relacional. Esto es de fundamental importancia en la doctrina de la expiación. La expiación es, finalmente, relaciones. Es, de hecho, la restauración de las relaciones entre Dios y el hombre que estaban rotas. Como resultado, revela a un Dios que está dispuesto a hacer lo inimaginable con el propósito de convencer a un sector de su creación para que vuelva a la comunión con él: "Para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros" (Juan 17: 21). Dios se caracteriza por pathos. La palabra pathos significa que Dios es un Dios de pasiones y emociones, lo que podríamos esperar en un ser relacional. Muy temprano en la historia entró en la teología de la iglesia la idea griega de que los dioses son seres tan perfectos que estaban más allá de las emociones y los sentimientos. Siendo que los dioses griegos no podían experimentar cambio, no podían poseer emociones, porque las emociones, casi por definición, implican cambio. Por lo tanto, los dioses estaban separados, eran indiferentes e inmutables, y no podían ser relacionales en el sentido bíblico. Eran impasibles. La enseñanza bíblica del Dios triuno revela un Dios que interactúa y que, por tanto, experimenta pathos. Se puede identificar, no solo con nuestro gozo y nuestra 12 Cruzando el abismo felicidad, sino también con nuestro sufrimiento y nuestro dolor. Él dijo a Moisés: HBien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores; pues he conocido sus angustias" (Éxo. 3: 7). La doctrina de la expiación revela claramente a un Dios que no está separado, sino uno que desciende a nuestro nivel con el propósito de participar de nuestra miseria, e incluso, tomarla sobre sí mismo. Sin una relación intertrinitaria dentro de Dios, difícilmente habría lugar en la Deidad para un sacrificio expiatorio. Dios es uno. Aunque Dios es tres personas, todavía sigue siendo uno. Está más allá de nuestra capacidad racional tratar de entender a Dios en sí mismo: cómo puede ser uno en el misterio de las relaciones intertrinitarias. Sin embargo, podemos afirmar que, como Dios es Uno, la Deidad posee una unidad de voluntad, propósito, disposición, y acción. No existen tensiones dentro de la Deidad. Siendo que la expiación es la obra de Dios por nosotros, tenemos que postular que las tres divinas personas participaron personalmente en ella en la expresión de una voluntad, un propósito, una disposición y una acción. No debemos desarrollar una doctrina bíblica de la expiación que incluya elementos de venganza por parte de uno o dos miembros de la Divinidad hacia otro de Ellos. i Dios no puede odiarse a sí mismo! Dios se encamó. La pluralidad de personas en la Divinidad nos permite distinguir el papel del Hijo en la expiación, de la obra del Padre y la del Espíritu. Todos ellos están involucrados, pero cada uno tiene una función particular. El Hijo dejó la gloria eterna que gozaba con los demás miembros de la Deidad y se hizo carne (Juan 1: 14). Solo Dios podía darnos la vida. El Hijo es divino y, en consecuencia, tiene y tendrá por siempre vida en sí mismo. En la expiación nos dio vida de sí mismo. Esa vida no deriva de ninguna otra fuente, de lo contrario no habría sido suya y no podría habérnosla dado. En él estaba la vida. El Dios de la expiación 13 Dios es Amor El Dios de la Escritura es descrito como amor (1 Juan 4: 8, 16). Utilizamos el término Ramor" tan casualmente que es difícil entender lo que significa cuando lo aplicamos a Dios o cuando leemos que "Dios es amor". Dios utiliza la experiencia y el idioma humanos para comunicarnos algo sobre sí mismo. Aun así, sólo podemos decir que al utilizar el paralelo humano Dios nos está diciendo que su amor es similar y, sin embargo, diferente al nuestro. Por un lado, su amor refleja el amor humano de una madre por su hijo, o el amor de una esposa o un esposo por su cónyuge, etc. Pero, por otra parte, tiene que ser diferente, no solo porque somos criaturas finitas, sino, porque nuestro amor ha sido distorsionado por la corruptora presencia del pecado y del mal en nuestra propia existencia. En consecuencia, el amor de Dios a menudo nos sorprende en muchas formas únicas y singulares. El amor y la acción divina. El amor de Dios constantemente caracteriza y determina sus actividades. Sin embargo, el amor humano está fundamentalmente distorsionado por intereses egoístas. Cuando leemos que Dios es amor, no nos referimos a un concepto filosófico, sino al carácter dinámico de nuestro Dios. Dado que su naturaleza es amor, cualquier cosa que haga será siempre y eternamente una expresión o manifestación de ese amor. En su interacción con sus criaturas él es lo que es. Juan, después de afirmar que Dios es amor, agrega: REn esto se mostró el amor de Dios con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él" (1 Juan 4: 9). Este pasaje supone que el amor pertenece a la esencia misma de Dios. Al decir: RAsí es como Dios mostró su amor", Juan indica que este amor precedió su expresión concreta, y que el acto divino es una revelación de lo que se encuentra en el centro mismo de la Trinidad. 1 No hay duplicidad en Dios, lo cual hace que su amor sea diferente al nuestro. Mientras que nosotros no siempre expresamos amor a través de nuestras acciones, eso nunca ocurre con Dios. 14 Cruzando el abismo El amor se extiende hacia otros. El amor de Dios está interesado en el bienestar de los demás hasta el punto de un autosacrificio supremo. Aquí podemos establecer una conexión directa e incuestionable entre el amor de Dios y la expiación. Juan comenta, al declarar que Dios es amor: "En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados" (1 Juan 4: 10). Esta es una declaración teológica muy importante. El texto describe al amor divino como autosacrificial. Dios, la Deidad, nos amó, y ese amor se reveló en el acto de Dios de enviar a su Hijo para ser nuestro sacrificio expiatorio. El uso del lenguaje sacrificial señala de inmediato la entrega que Dios hizo de sí mismo en su Hijo para el beneficio total y absoluto de sus criaturas, en particular de sus criaturas manchadas por el pecado. Aquí está fundamentada la expiación y encuentra su plataforma de lanzamiento en la naturaleza misma de la Deidad, definida por Juan como amor. Esta declaración teológica se podría leer en el sentido de que la expiación presupone el amor divino y no necesariamente la ira divina. Sí, el texto bíblico habla de la ira divina, pero no debiéramos interpretarla como si estuviera en competencia, o esencialmente diferente, del amor de Dios. Así, nuestra compren1?ión de la expiación debería enmarcarse dentro de la comprensión bíblica de que Dios es amor. El objetivo del amor: los indignos seres humanos. Cuando Juan dice: "En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados" (1 Juan 4: 10), quiere decir que Dios nos amó cuando aún nos encontrábamos en un estado de rebelión contra él, y éramos, incluso, incapaces de responder a su amor. Si ahora estamos capacitados para amar, es "porque él nos amó primero" (4: 19). Nuestro supuesto valor o la falta de él, no determinan si Dios nos ama o no. Él siempre nos ha amado. Por lo tanto, podemos decir que el amor de Dios es indiferente a nuestro El Dios de la expiación 15 valor, porque él nos amó en nuestra condición indigna. Pablo resume esta sorprendente dimensión del amor divino al comentar: Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros (Rom 5: 8). La divina indiferencia a la falta de valor de los objetos de su amor habla de la libertad de su amor. Nadie puede manipularlo o circunscribirlo, porque supera los poderes y las expectativas de todos, y porque es inseparable de la libertad del ser divino. Por encima de todo, su amor alcanza a los pecadores. Por lo general nos referimos a este aspecto del amor de Dios, como su gracia. La gracia es el poder salvador del amor de Dios que alcanza a las indignas criaturas pecadoras. 2 El misterio de la expiación se centra en el hecho de que es un acto divino de gracia que fluye de la naturaleza misma de un Dios que es amor. Nunca deberíamos divorciar la muerte expiatoria de Cristo del amor eterno de Dios. El amor restaura el valor. El poder del amor de Dios es tan grande que es capaz de restaurar su valor a los pecadores arrepentidos. A través del Espíritu, el amor divino es derramado en el corazón de los que encuentran en Cristo a su Savador y que por la fe habitan en Dios y Dios en ellos (Rom. 5: 5; 1 Juan 4: 13). Nuestro más alto valor se encuentra en nuestra unión con Dios restaurada a través de la manifestación del amor de Dios en Cristo. En otras palabras, el amor nos hace valiosos en la medida en que nos une a Dios, la persona más valiosa en el universo. Es el objetivo de la expiación lograr ese máximo acto de reunión en el ámbito cósmico. H H Dios es Santo La santidad de Dios señala de una forma especial a su naturaleza en contraste con la creación. La Creación es la primera actividad divina revelada a nosotros sin la cual difícilmente se podría decir algo significativo acerca de Dios. De hecho, según las Escrituras, lo primero que sabemos acerca de Dios es que es el Creador (Gén. 1: 1). Es a partir de esta verdad bíblica fundamental que todas las demás verdades 16 Cruzando el abismo bíblica fluyen en una forma armónica y coherente. Todo empezó en el momento en que Dios creó criaturas libres. Y es dentro del marco de referencia de la doctrina bíblica de la creación y la intromisión de la anomalía del mal que también podemos hablar de la necesidad de, y de la provisión que Dios ha hecho de la, expiación. ¿Quién es este Dios que ha creado? Él es el Santo. Hablaremos de varias ideas importantes expresadas por esa fundamental comprensión de Dios. La santidad de Dios señala su singularidad. La santidad de Dios lo distingue del universo creado y, en consecuencia, señala su singularidad. La palabra hebrea qodesh ("santo"), cuando se aplica a Dios "implica una distinción cualitativa entre lo divino, por un lado, y los seres humanos y el mundo, por el otro".3 La Escritura asocia el título "el Santo de Israel" con la obra creativa de Dios, a fin de hacer hincapié en la singularidad del Señor y su libertad (Isa. 45: 9-12). Dado que es el Creador, es, de hecho, incomparable, por el hecho de que todo lo demás es esencialmente diferente de él. Él preguntó: "¿A qué, pues, me haréis semejante o me compararéis? Levantad en alto vuestros ojos y mirad quién creó to~as estas cosas" (Isa. 40: 25, 26). Dios empleó preguntas retóricas que exigen una respuesta negativa: "¡No hay nadie como tú!" Oseas insiste en el hecho de que la santidad divina separa a Dios de cualquier ser humano, porque Dios soy, y no hombre, el Santo de Israel en medio de ti" (Ose. 11: 9). Incluso los llamados dioses no son rivales para él: "¿Quién como tú, oh Jehová entre los dioses? ¿Quién como tú, magnífico en santidad, terrible en maravillosas hazañas, hacedor de prodigios?" (Éxo. 15: 11; cf Isa. 46: 5-7). Él dijo claramente: "Porque yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí" (Isa. 46: 9). El Creador nunca debe confundirse con la criatura. Él es la expresión superlativa y suprema de la santidad: "Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria" (Isa. 6: 3). Esta triada es, evidentemente, enfática y es una expresión idiomática hebrea que se emplea para expresar lo superlativo. De hecho, él no tiene parangón El Dios de la expiadón 17 en el universo, porque es Dios. Él es el que Hhabita en la eternidad, y cuyo nombre es el Santo" (Isa. 57: 15). La expiación se basa en la singularidad de un Dios cuya existencia es infinitamente diferente de la de las criaturas. La santidad de Dios señala su proximidad. La santidad de Dios deja espacio para acercarse a sus criaturas. Aquel que es Santo dice: "Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu" (Isa. 57: 15). Nuestro singular Dios ha escogido ser Hel Santo de Israel". De este modo es, tanto el Dios que está distante por su naturaleza y en su esencia, como el Dios que está muy cerca de nosotros. Su proximidad pone su santidad al servicio de su pueblo, que a veces se ve amenazado por las fuerzas del caos y del mal. En su santidad se aproxima a nosotros "para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados" (57: 15). El Santo es el Rey de toda la tierra, que mora en su santo templo (Sal. 47: 7-8), y que también protege a su pueblo (89: 18). Es el Santo que a través de su majestuosa presencia y actos sublimes salva y redime a su pueblo de la opresión del enemigo: "Porque yo Jehová, Dios tuyo, el Santo de Israel, soy tu Salvador" (Isa. 43: 3); HRedentor vuestro, el Santo de Israel" (43: 14). Su singularidad lo hace invencible. Su amor lo impulsa a estar tan cerca como sea posible de su pueblo. Este acercamiento alcanzó su expresión más sublime en la encamación del Hijo de Dios. Se convirtió en Emanuel, Dios con nosotros (Mat. 1: 23). De hecho, el ángel informó a María que en el misterio de la encarnación Hel santo ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios" (Luc. 1: 35). Encontramos aquí una referencia implícita al Santo de Israel, que ahora se ha acercado tanto a nosotros que se ha convertido en un ser totalmente humano. El propósito de esa proximidad a nosotros es entronizarlo como el eterno Rey de Israel (Luc. 1: 32, 33), Y para Hsalvar a su pueblo de sus pecados" 18 Cruzando el abismo (Mat. 1: 21). La doctrina de la expiación procura explorar cómo nos salva la encamación del santo Hijo de Dios. La santidad de Dios señala preocupaciones éticas. La santidad de Dios revela las preocupaciones morales y éticas de la Deidad. La percepción que tuvo Isaías de la santidad se manifestó con un poder amenazante, y exclamó: "¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios [... ] han visto mis ojos al Rey" (Isa. 6: 5). Estaba refiriéndose principalmente a la impureza moral, a su pecado y culpa, así como a su necesidad de expiación (vers. 7). La unicidad de Dios no sólo implica el hecho de que somos criaturas y que él es el Creador; sino que incluye también la distancia insalvable entre un Dios santo y sus criaturas pecadoras. Cuando el Santo se nos aproxima para santificamos esta santificación incluye la regeneración ética y moral. El llamado divino es: "Santos seréis, porque santo soy yo, Jehová vuestro Dios" (Lev 19: 2). En Israel esto incluía la pureza ritual así como la moral. Él santifico un tiempo determinado (por ejemplo, el sábado) y un lugar (el sagrado tabernáculo y el templo) a fin de compartir su santidad con su pueblo y tener compañerismo con ellos. El hecho de que la santidad de Dios es incompatible con el mal yel pecado hace que sea imposible para los seres humanos pecaminosos relacionarse con ella por sus propios medios. Dios reacciona a la presencia del pecado en el mundo que él creó. El profeta dice que es "mu limpio de ojos para ver el mal" y que él "no puede ver el agravio" (Hab. 1: 13). Es el responsable de la preservación y restauración del orden cósmico que estableció al principio. Como se ha indicado, su santa presencia trae la salvación a su pueblo, pero que también se convierte en una experiencia que amenaza la vida a los que persisten en el pecado y el mal. Este último grupo está formado por aquellos que "dejaron a Jehová, provocaron a ira al Santo de Israel, se volvieron atrás" (Isa. 1: 4). Su santidad se expresa en actos de juicio (5: 24, 25; 10: 16-19). Pero el propósito final de esa mani- El Dios de la expiación 19 festación de santidad es la salvación (Isa. 52: 10). La doctrina de la expiación debe estudiar la forma en que ese Dios santo es capaz de salvar a los seres humanos a pesar de su estado pecaminoso. Conclusión Comenzamos el estudio de la expiación con la comprensión bÍblica de Dios. Nuestro Dios es único. El hecho de que es un Dios triuno en sí mismo será de gran importancia en la comprensión de la expiación. El reconocimiento de que él es amor en su misma naturaleza, proporciona la razón para salvar a los pecadores en una decisión divina, libre de intereses egoístas. La santidad de Dios lo distingue de sus criaturas y explica su reacción contra el mal y el pecado. Pero el hecho de que él es santo, no significa que es tan absolutamente diferente que no podemos aproximamos a él. La santidad de Dios se manifiesta en su acercamiento a sus criaturas inteligentes para santificarlas. Él mora con ellos. Fue este maravilloso Dios quien, antes de la creación del mundo, decidió sacrificarse a sí mismo por la salvación de sus criaturas pecadoras. Referencias 1. Geoffrey Grogan comenta en el mismo sentido: "Se dice que la actividad de Dios es mostrar amor. De hecho, lo que se muestra existe antes de ser mostrado. Así que el amor debe ser una cualidad en el carácter y la naturaleza de Dios, que luego se revela en sus amantes hechos, y especialmente en la obra expiatoria de Cristo" ("A Biblical Theology of the Love of God", en Nothing Greater, Nothing Better: Theological Essays on the Love of God, ed. Kevin J. Vanhoozer [Gran Rapids: Eerdmans, 2001], p. 65). 2. D. Guthrie y R. P. Martin escribe con respecto al concepto de la gracia en Pablo: "El concepto total de la gracia yace en el corazón de la soteriología paulina y en esa conexión notamos que "la gracia de Dios" denota un rasgo esencial del amor de Dios. Cuando se aplica a Dios, la palabra gracia denota el favor de Dios hacia aquellos que no merecen su favor y, por lo tanto, son los beneficiaros de la obra salvadora de Dios en Cristo. Se ha convertido en una suposición fundamental, particularmente como ocurre con frecuencia, en los saludos y en las bendiciones al 20 Cruzando el abismo final de las cartas paulinas. Dios es considerado como quien otorga favores inmerecidos sobre los que son objetos de su amor. La gracia de Dios es más que sus actos de gracia, aunque los incluye. Implica su naturaleza. Su amor es de tal calidad que se da a todos sin distinción. La gracia es otro nombre para el carácter extrovertido del amor de Dios, especialmente para los pecadores y para su pueblo elegido" (D. Guthrie y R. P. Martin "God", en Dictionary of Pau/ and His Letters, ed. Gerald F. Hawthome y Ralph P. Martin [Downers Grove, Ill.: InterVarsity, 1993], p. 364 [en lo sucesivo DPL]. No deberíamos ver esto como si el pecado activara la gracia de Dios, sino, más bien, que la violación del pacto uproporciona la oportunidad para su demostración" (Michae1 S. Hartan, Lord and Servant: A Covenant Christ%gy [Louisville: Westminster John Knox, 2005], p. 60). 3. W. Komsfield, uQds: 1. 1. Etimology", en Theologica/ Dictionary ofthe OT, t. 12, eds. G. Johannes Botterweck, Helmer Ringgren, y Heinz-Joseph Fabry (Grand Rapids: Eerdmans, 2003), p. 532 (en lo sucesivo TDOT). Perturbación cósmica: El origen del pecado lj del mal E l testimonio bíblico es claro: Todo lo que Dios creó es bueno. Esto transforma la existencia del mal y el pecado en el universo en uno de los temas más difíciles que la teología tiene que afrontar. La mayor parte de la teología cristiana ha abordado tradicionalmente el origen del pecado desde la perspectiva de la libertad, argumentando que una verdadera relación requiere la libertad de todos los que participan en ella. En ese caso, y desde la perspectiva divina, la cuestión fundamental parece haber sido: ¿Deberíamos crear criaturas inteligentes con libre albedrío, o seres irracionales que carezcan de autodeterminación? Una creación significativa en la que el amor gobernaría libremente, requeriría la presencia de criaturas dotadas de libertad. La libertad, el pecado, el mal, y la responsabllidad Con respecto al origen del pecado y del malla relación entre la libertad y la responsabilidad es importante. Si Dios creó criaturas libres e inteligentes, ¿no será responsable de alguna manera por el fenómeno del pecado? Si es responsable, entonces, la expiación no se fundamentaría en el amor sacrificial de Dios, sino en la necesidad de resolver un problema que él mismo había creado. Para abordar esta preocupación tenemos que empezar por la convicción de que las criaturas inteligentes que Dios trajo a la existencia eran buenas. Dado que solo algunas de ellas desarrollaron malos deseos, mientras que 22 Cruzando el abismo las otras se mantuvieron fieles al Creador, debemos concluir que el mal no es inevitable, sino que está directamente relacionado con el uso de la voluntad.! La distinción entre la naturaleza y la voluntad es de gran valor en la búsqueda de una respuesta a nuestra pregunta. Podríamos decir que la naturaleza de sus criaturas, como las creó originalmente, era buena, pero el mal ejercicio de su voluntad los llevó al pecado y al mal. En ese caso, Dios es el responsable del primero, pero no del segundo. El mal uso de la voluntad se basa en, pero no está determinada por, la libertad con la que Dios ha investido a sus criaturas inteligentes. 2 Por consiguiente, la Escritura excluye la posibilidad de que el mal y el pecado se hayan originado en Dios. De hecho, con respecto a la distorsión del pecado en el universo, no asigna ningún nivel de responsabilidad a Dios. El texto bíblico atribuye este inquietante fenómeno a un ser celestial que se rebeló contra Dios. La información acerca de esta rebelión se encuentra especialmente en dos pasajes proféticos. Uno está ubicado en un discurso pronunciado contra el rey de Babilonia (Isa. 14: 12-15) yel otro en un discurso similar contra el rey de Tiro (Eze. 28: 11-18). Ambos emplean el lenguaje y las imágenes originales de la rebelión en los cielos para describir el profundo nivel de corrupción de los poderes terrenales y su colapso final. Examinaremos esos pasajes y varios otros. Origen y naturaleza del querubín Uno de los pasajes más importantes que informan sobre el iniciador del mallo identifica como un querubín (Eze. 28: 14, 16). Un querubín es un ser celestial, angelical que está al servicio de Dios. Esta identificación nos ayuda a comprender su naturaleza y su función. Fue un ser creado. Los seres celestiales no son divinos ni tienen existencia propia, son parte de la creación de Dios. Hubo un Hdía H cuando este querubín fue creado (Eze. 28: 15). Ezequiel utiliza el verbo bara'(Hcrear") para describir su origen. Es el mismo verbo utili- Perturbación cósmica: El origen del pecado y del mal 23 zado en Génesis 1: 1. En el Antiguo Testamento el verbo biira' se utiliza para expresar claramente la incomparable obra creadora de Dios, en contraste con todos los productos secundarios y las semejanzas hechas por el hombre a partir de los materiales existentes".3 El hecho de que este ser angélico era un ser creado es significativamente importante en cualquier debate sobre el origen del mal y del pecado. En primer lugar, establece claramente que Dios no es la fuente de esas aberraciones y que, por lo tanto, no es responsable de la presencia del pecado en el universo. El hecho de que Dios creó a la criatura con libertad la hace responsable de la forma como emplea esa libertad. En segundo lugar, el hecho de que es una criatura indica que el mal y el pecado no son eternos, coexistiendo como una fuerza paralela con Dios. El texto bíblico excluye cualquier comprensión dualista del mal y el pecado. En tercer lugar, al ser una criatura significa que este querubín no tenía vida en sí mismo y que, por lo tanto, finalmente llegará a su fin. Esto sugiere que el mal y el pecado también llegarán a su fin. Estaba cerca de Dios. Un querubín era una especie de ángel que estaba especialmente cerca de Dios. La Escritura a veces lo asocia con el trono de Dios, como es el caso con el trono-carro divino en Ezequiel 10:1. Una lectura de Ezequiel capítulos 1 y 10 indica que fIel trono de Dios es movible; que tenía ruedas y que era tirado por seres vivos (Eze. 1), Ezequiel 10 (vers. 15, 20) se refiere a ellos como ken1.bfm [querubines]".4 El lenguaje es altamente simbólico. El profeta describe a estos "seres vivientes" (1: 15) como si tuvieran semejanza de animales, pero teniendo el aspecto general de un ser humano (1: 5-7). Su verdadero aspecto no se describe en la Biblia. El libro de Ezequiel los describe simbólicamente como teniendo cuatro rostros, uno como un buey; y los otros como un león, un águila y un hombre (1: 10), indicando, probablemente, la trascendencia de estos seres. s Juan da una descripción un poco diferente de estos mismos seres, aunque también los coloca cerca del trono de Dios en el templo 24 Cruzando el abismo celestial (Apoc. 4: 6-8). Esta asociación de los querubines con la morada de Dios tiene su contraparte en el tabernáculo terrenal, en las figuras de querubines bordados en el velo del Santuario y en la cubierta interior (Éxo. 26: 1, 31). Salomón adornó las puertas del templo con talladuras de querubines (1 Rey. 6: 29-35). La conexión entre el trono de Dios y los querubines también se comunica a través de las dos figuras de querubines en el arca del pacto. En este caso parece que solo tenían una cara (Éxo. 25: 17-22). El arca del pacto se asócia, comúnmente, en el AT con el trono de Dios. Quizá es mejor decir que funcionó como el estrado del trono de Dios (1 Sam. 4: 4; 1 Crón. 28: 2; Sal. 132: 7). Era un querubín protector. Con respecto al querubín en Ezequiel, el texto dice que era un querubín protector". Los traductores algunas veces rinden la frase como "un querubín guardián" [sakak] (Eze. 28: 14, 16). Pero en este caso, el verbo hebreo no significa Hproteger", sino ucubrir, proteger, velar". El verbo también aparece en conjunción con los querubines sobre el arca del pacto. Sus alas se extendían hacia arriba "cubriendo [sakak] la cubierta [del Arca] con ellas", mientras miraban hacia la cubierta (Éxo. 25: 20; 37: 9). El contexto no exige la idea de protección porque los querubines mismos están en una actitud de adoración, mirando reverentemente hacia el lugar de expiación y, quizá, meditando en el misterio de la misericordia y la justicia divinas (ef 1 Pedo 1: 12). Sus alas parecen formar un dosel dentro del cual Dios se reveló a Moisés (eJ. 25: 22). Salomón, por instrucción divina, hizo dos grandes querubines de madera con recubrimiento de oro y colocó entre ellos el arca del pacto misma: uLos querubines tenían extendidas las alas sobre ellugar del arca, y así cubrían los querubines [sakak] el arca y sus varas" (1 Rey. 8: 7; ef 1 Crón. 28: 18). La Escritura no dice nada sobre la función de estos dos querubines. Las alas extendidas formaban un dosel sobre el arca de la alianza, indicando, quizá, que por encima se encontraba el invisible trono de Dios. 7 En ese caso, estarían asociaH Perturbación cósmica: El origen del pecado y del mal 25 dos con el reinado y la soberanía de Dios: su gobierno universal. No es necesario postular que la cobertura tiene un significado protector. Con respecto al querubín que se menciona en Ezequiel, el texto emplea el verbo siikak en el absoluto, es decir, el texto no menciona lo que cubría. De hecho, el verbo es un participio acompañado de un articulo definido: "querubín ungido, el querubín uno". La referencia es a un querubín en particular que tenía una función cubridora. Los querubines asociados con el arca del pacto proporcionan el mejor paralelo únicamente en el sentido de que esos textos indican claramente que los querubines se colocaron cerca del trono de Dios, como coparticipantes en la administración del reino de Dios y como instrumentos en la comunicación de su voluntad. Esto sugiere que este querubín tenía un lugar de honor en el cielo, estaba frente a la luz de la presencia de Dios, y funcionaba como vehículo para revelar los propósitos de Dios para los demás. 8 Como era una posición de honor concedida por el Señor, sería apropiado concluir que "Lucifer había sido el querubín cubridor. Había estado en la luz de la presencia de Dios. Había sido el más alto de todos los seres creados y el primero en revelar los propósitos de Dios al universo".9 Era influyente. Como ya se hizo notar, Dios asignó a este querubín una posición de honor. El texto dice: "Tú, querubín grande, protector, yo te puse en el santo monte de Dios, allí estuviste; en medio de las piedras de fuego te paseabas" (Eze. 28: 14). El verbo "ungir" se explica en la segunda línea con la frase, "Yo te puse". El verbo niithan ("ordenado") expresa aquí la idea de nombrar a alguien para una responsabilidad. Este nombramiento especifico aumenta la influencia de este ser celestial. El texto añade: "En medio de las piedras de fuego te paseabas" (28: 14). El verbo hii1ak significa "ir y venir, para caminar sobre" y expresa "su libertad y, sobre todo, su papel de supervisión"lO (véase, Job 1: 7). El querubín se desplazaba libremente observando lo que ocurría a su alrededor. Este tipo de andar tenía un propósito determinado (Gén. 13: 17). Se movía libremente "en el santo monte 26 Cruzando el abismo de Dios", el que previamente se había denominado"el huerto de Dios", Edén (28: 13, 14). El "monte de Dios" es el lugar de su morada celestial y donde se encuentra y donde se reúne el concilio celestial con el Señor. Isaías se refiere a ese monte como "el monte de la asamblea" (14: 13). Al referirse a ella como el "Huerto de Edén" el autor bíblico enfatiza la naturaleza paradisiaca de la morada celestial. El querubín reside en ese glorioso lugar, sirviendo al Señor y, en consecuencia, ejerciendo un importante liderazgo entre las huestes celestiales. Era perfecto. La Escritura describe los "caminos" de esta figura celestial, es decir, su conducta, como "perfecto" (Eze. 28: 15). La descripción se aplica tanto a su ser interior como a su expresión exterior en su comportamiento personal. El objetivo de la declaración es indicar que no había nada fundamentalmente malo en él. Dios lo había creado en un estado de perfección, sin ningún defecto. El sustantivo tamim expresa principalmente la idea de totalidad, sin daños, sin defecto; y de ese uso concreto se desarrollan significados éticos y religiosos. Por lo tanto, tamim es algo que es completo, "una totalidad sin disminución". Los usos éticos, morales y religiosos del término se basan en la convicción de que es importante preservar el orden de la vida en la sociedad, los lazos que la mantienen unida. La frase, "perfecto eras en todos tus caminos", designa a una persona que contribuye a la preservación de ese orden. En relación con el Señor mismo, la Escritura declara: "En cuanto a Dios, perfecto es su camino [tamim]" (2 Sam. 22: 31). El que crea orden en el mundo no lo cambia, sino que lo preserva. Los Salmos de una manera particular proporcionan una idea clara del significado religioso y ético de tamim. Ser perfecto es caminar de acuerdo a la Torah, la instrucción divina (119: 1). El salmista se pregunta: "Señor, ¿quién habitará en tu tabernáculo?" Y la respuesta es, "el que anda en integridad y hace justicia, y habla verdad en su corazón [tamim]" (Sal. 15: 1, 2). El salmista explica un poco más diciendo que es una persona que "hace lo correcto", que es ver- Perturbación cósmica: El origen del pecado y del mal 27 dadera de corazón, que no calumnia, que no hace ningún mal a los demás, que honra y teme al Señor, que cumple sus juramentos, y que no explota y abusa a otros para su beneficio personal (vers. 2-4). Un estilo de vida intachable honra a Dios y muestra respeto por los demás. El querubín que moraba en el monte de Jehová se caracterizaba por este tipo de vida desde el momento en que fue creado. La caída del querubín El origen del pecado es y seguirá siendo para siempre un misterio más allá de la comprensión de cualquier criatura inteligente en el universo. Pero aunque escapa a nuestra comprensión total, todavía podemos comprender algo, como ocurre, por ejemplo, con el misterio de la encamación. Es, simplemente, que el pecado carece de una razón para su existencia. A primera vista, el hecho de que llegó a existir puede dar la impresión de que podría tener un propósito. Pero nuestra discusión acerca de su origen revelará que no tiene propósito, ni significado, y que roba todo lo demás de su significado. El pecado está basado en una mentira. Se halló en él maldad. El misterio de su origen se hace evidente en Ezequiel 28: 15 uPerfecto eras en todos tus caminos desde el día en que fuiste creado hasta que se halló [eawlah] maldad [matsa'] en tiu. Si bien la Escritura explica claramente la perfección del querubín como producto de la creación divina, la maldad es un fenómeno inesperado que simplemente use le halló u. Dios no lo hizo originalmente así. Los contextos legales con frecuencia emplean la forma pasiva del verbo matsa ("encontrar") para indicar que lo que se encontró fue el resultado de un proceso judicial (ef. Est. 2: 23; Sal. 17: 3; 1 Sam. 25: 28). La implicación sería, entonces, que el extraño comportamiento del querubín fue legalmente examinado y Use halló" que era malvado. Lo que hace que el examen jurídico sea necesario es, precisamente, que la conducta del querubín no correspondía a lo que se esperaba de él: estaba perturbando el orden establecido 28 Cruzando el abismo por Dios. El proceso judicial determinó que había en él "maldad" (Cawlah). El sustantivo cawlah significa "maldad, malicia, injusticia", y fundamentalmente se refiere a incorrección y perversidad. El énfasis de este término es menos específico del acto pecaminoso y más en la "evaluación general, más bien negativas, del comportamiento de una persona, y sus acciones".!5 La Escritura llama a esas personas "hijos de cawlah", es decir, su carácter ha sido modelado por laperversidad y la injusticia (2 Sam. 3: 34; 7: 10; Sal. 89: 22; 1 Crón. 17: 9). Más concretamente, el término se refiere, en primer lugar, a aquello que es incorrecto e ilegal.!6 Los que han cometido este tipo de delitos se han "apartado de la ruta correcta, del sistema jurídico al que una persona debe adherirse, se han apartado del sistema y lo han violado"!7 (ej. 2 Sam. 3: 28-30, 34). Incluso se podría sostener que "el rasgo característico de estas personas es que no se adhieren a la voluntad proclamada de Dios",!8 a su ley (Ose. 10: 9). En segundo lugar, el término expresa la idea de duplicidad, es decir, la persona pretende estar haciendo lo correcto cuando en realidad no lo está (Deut. 25: 13-16). Estas acciones ponen de manifiesto la condición interior de la persona en el sentido de que utiliza la astucia y el engaño (ef Sal. 64: 7). En tercer lugar, cawlah expresa la idea de deslealtad. Según Sofonías 3: 13, los que tienen cawlah hablan mentiras, que en este caso se refiere "no a una falsa acusación, sino a la deslealtad y el engaño en las relaciones humanas cotidianas y en su relación con Yahvé"!9 (ef Isa. 59: 3; Ose. 7: 13). El discurso se usa en contra de Dios, poniéndolo al servicio de la injusticia, la falta de paz (Mal. 2: 6), la falsa representación (Job 13: 7) y la calumnia (Eze. 22: 9). En cuarto lugar, en algunos pasajes bíblicos cawlah designa el rechazo del Señor de parte de su pueblo y expresa la idea de apostasía (Jer. 8: 5; Sal. 78: 36-37). Podemos concluir que el término cawlah no solo describe un acto particularmente ilegal que perturba el orden social y moral dañando Perturbación cósmica: El origen del pecado y del mal 29 a otros de diferentes formas, sino también la disposición interna de la persona a cometer la falta. El uso del término hebreo en el Antiguo Testamento sugiere que el querubín mostró deslealtad a Dios actuando de una manera que alteró significativamente el orden social y jurídico. Es probable que algunos elementos de duplicidad también estuvieran presentes. Multitud de negociaciones, violencia, y pecado. Ezequiel describe al querubín como involucrado en muchas contrataciones (r"kullah) que lo llenaron de violencia (úamas) y resultó en pecado (cha<a'; Eze. 28: 16). El texto lo describe como un comerciante, que, en el contexto, esta comerciando (difundiendo o vendiendo) un espíritu de rebelión. Sugiere que hay otros que le están escuchando. La raíz original de la expresión r"kullah describe a una persona que anda alrededor, y de allí se aplica al comerciante que camina de un lugar a otro vendiendo sus productos, un vendedor ambulante. 21 El pasaje de Ezequiel ve al querubín como activamente involucrado en la propagación de lo que considera que son sus mercancías. La palabra r"kullah está también relacionada con el sustantivo riikil que significa "calumnia". Si este significado se aplica a este contexto, entonces el texto significaria que el querubín difamaba al Señor en muchas formas, es decir, hablando mal, falsa y maliciosamente en su contra. Al hacerlo, fue "lleno de iniquidad [úamas]". El Antiguo Tesamento usa el sustantivo hebreo úamas, generalmente traducido como "violencia", principalmente en el contexto de la interacción social y jurídica o legal. Designa una manera inadecuada de relacionarse con otros que viola sus derechos, involucra "la apropiación ilegal de lo que pertenece a Dios o al prójimo", yestá "motivada por la codicia y el odio y, a menudo, haciendo uso de la violencia física y la brutalidad" (Sof. 3: 4; Eze. 22: 26). Este tipo de violencia puede resultar en el asesinato (Gén. 49: 5; Juec. 9: 24). Puede ser verbal, que consiste en la humillación de la víctima "a través del engrandecimiento personal insolente" (Gén. 16: 5), por influir en 30 Cruzando el abismo otros induciéndolos al mal (Prov. 10: 6), o por acusar falsamente a alguien (Sal. 55: 3, 9). En el caso de las falsas acusaciones, el odio es su fuente (Prov 10: 3; Sal. 27: 12). Con respecto a la atribución de violencia al querubín, muy probablemente se refiere a la violencia verbal, en forma de acusaciones falsas, influir a otros induciéndolos a hacer el mal, y el autoengrandecimiento. Nótese que son sus muchas contrataciones/calumnias las que llenan su interior (hebreos tiiWek, "dentro de, en el interior de, parte interna") de violencia. Expresando sus sentimientos negativos se corrompe aún más y los sentimientos dan paso a un espíritu de violencia. El querubín estaba lleno de violencia, estaba infectado por ella, y se corrompió totalmente desde adentro hacia afuera. Una vez llegado a ese punto en su autocorrupción no había nada que el Señor pudiera hacer, sino pronunciar una sentencia en su contra. Del mismo modo que los habitantes del mundo antediluviano, que también se llenaron de violencia (Gén. 6: 11), el querubín tuvo que enfrentar el juicio de Dios contra él. Ezequiel 28: 16 utiliza otro término para describir la conducta del querubín: "Fuiste lleno de iniquidad, y pecaste". La violencia es pecado. El verbo hebreo chii<a' ("pecar") se utiliza en el AT para designar el pecado en su sentido más amplio, como una acción que no alcanza el objetivo de Dios para los seres humanos, o el fracaso humano para vivir a la altura de las expectativas divinas, y que los separa de Dios".2s "Del mismo modo que otras palabras relacionadas con el concepto de 'pecado' supone una norma absoluta o ley", que es violada. 26 Nos enfrentamos una vez más al hecho de que el querubín, a través de sus acciones y sus palabras contra Dios, estaba trastornando el orden establecido por el Señor al no someterse a su ley. "Se enalteció tu corazón" (Eze. 28: 17). Hasta ahora el énfasis principal se ha puesto en las acciones externas del querubín que reveló la presencia de la autocorrupción. Ahora examinaremos su ser interior, su corazón. Aquí estamos cara a cara con la inexplicable naturale- Perturbación cósmica: El origen del pecado y del mal 31 za de pecado. El pecado está directamente relacionado con el orgullo. El verbo gabah significa literalmente Hestar enaltecido" (Job 5: 7; 1 Sam. 10: 23), ya partir de ese significado concreto llegó a significar tanto Hser exaltado" de una manera positiva (Job 36: 7), como "ser arrogante" (Isa 3: 16; Eze. 16: 50). El orgullo hace que uno se perciba a sí mismo como superior a los demás. Es, fundamentalmente, una visión distorsionada de sí mismo que contribuye a alterar el orden social y religioso Y De este modo designa a las personas que "indebidamente se elevan a sí mismas a posiciones exaltadas, reclamando poder y autoridad sobre circunstancias que están más allá de su control"28 y a las cuales no pueden aspirar legítimamente (2 Crón. 26: 16). El querubín se hizo orgulloso y trató de justificar esta actitud y este sentimiento irracionales basándolos en su propia "belleza" (hebreo tpi) y Hesplendor" (hebreo rip'ah). La belleza está asociada en la Biblia con la forma del objeto, su apariencia (Gén. 39: 6; 41:18; 1 Sam. 17: 42). También incluye las acciones y habilidades de una persona (Cant. 6: 10; Prov 11: 22). Ezequiel hace mucho énfasis en la impresionante apariencia del querubín que lo llevó a volverse orgulloso. La belleza podría dar lugar a un Harrogante desprecio" hacia Dios (Isa. 3: 16-24; Eze, 27: 3-5). El "esplendor" se refiere al brillo del querubín, a su apariencia. La forma verbal del sustantivo (yapa') significa "brillar, producir brillo", que a menudo se refiere a la aparición del Señor (Deut. 33: 2-4; Sal 50: 2-6; 94: 1-3). Cuando se muestra la luz de su presencia reluce indicando su majestuoso poder. Según Salmo 80: 1, la luz de la presencia de Dios resplandece desde su trono por encima de los querubines. Siendo que los querubines están tan cerca de Dios parecen participar de su esplendor. Esta condición de alguna manera "corrompió" (shacha<), la "sabiduría" (chakmah) del querubín. En el Antiguo Testamento la sabiduría designa la inteligencia, las habilidades, y la astucia necesaria para dominar la vida, conservarla, y disfrutar de ella; y se caracteriza por las preocupaciones 32 Cruzando el abismo soáo-religiosas. Es considerada como un don de Dios (1 Rey. 5: 9, 26; Santo 1: 5), que contribuye a la adecuada interacáón soáal y religiosa de las personas entre sí y con Dios. Por lo general, la Escritura relaáona a la sabiduría con la adhesión a la ley de Dios, y se considera una fuente de la sabiduría (Deut. 4: 6). A causa de su orgullo el querubín "corrompió" su sabiduría (Eze. 28: 17), se convirtió en un neáo por ponerla al serviáo de su propio interés personal. El verbo shaeha< ("corromper") significa "arruinar, destruir, aniquilar". El querubín tomó lo que era bueno y, misteriosamente, lo arruinó al hacer mal uso de él. Esto sin duda resultó en el despreáo de los demás y en la alteraáón del orden soáal y religioso y la paz. Cuestiones en el conflicto Hemos estado describiendo la corrupáón interna del querubín que fue estimulada por su percepáón superfiáal de su aparienáa exterior y su sabiduría inusual. En un acto de autoengaño, los sentimientos de belleza y sabiduría superior dieron paso a una raáonalizaáón de su orgullo. Pero el texto bíblico lleva más allá esa autopercepáón haáa las motivaáones internas profundas de su corazón, que nos ayudan, al mismo tiempo, a comprender mejor algunas de las cuestiones centrales en el conflicto. En el mismo centro del conflicto se encuentran las verdaderas intenáones del querubín: "Tú que deáas en tu corazón: Subiré al áelo; en lo alto, junto al trono de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré a los lados del norte [... ]. Y seré semejante al Altísimo" (Isa. 14: 13, 14; ef. Eze. 28: 8). Ser semejante al Altísimo. La Escritura interpreta ahora el orgullo del querubín en términos de su insatisfacáón con el papel espeáfico que le fue asignado por Dios como una de sus criaturas. Ya no estaba satisfecho con su posiáón privilegiada como querubín protector, aspiraba a más, y, en consecuenáa, desarrolló sentimientos de inferioridad. Al parecer jugaba con la idea de cruzar el umbral infinito que Perturbación cósmica: El origen del pecado y del mal 33 separa la criatura del Creador. El objetivo final de su orgullo quedó claro: Deseaba ser tan alto/exaltado como Dios. Usurpando las funciones de Dios, procuró su propia entronización en el templo celestial como el rey cósmico (o al menos compartir el trono con él: "En el monte del testimonio me sentaré" (Isa. 14: 13). Era, fundamentalmente, un conflicto entré este querubín particular y Dios. Si nos preguntáramos cómo una criatura perfecta podría aventurarse en ese nuevo modelo de pensamiento, nos enfrentaríamos con una oscuridad impenetrable. Lo único que podríamos reafirmar es el hecho de que es la libertad de la criatura la que lo podría lleva a explorar ese improbable camino de pensamiento. En este punto cabría preguntar acerca del estado de las facultades racionales del querubín. ¿No debería haberlo alertado su razonamiento inmaculado sobre el hecho de que lo que estaba explorando era totalmente irracional y, obviamente, más allá de las posibilidades de una criatura? El proceso de autocorrupción debe haber ya durado una cantidad significativa de tiempo durante el cual la parte emocional del querubín tomó el control de su vida y le produjo desequilibrio e inestabilidad a su ser interno. Ciertamente, estaba haciendo mal uso de la libertad que Dios le había concedido, ahondando en emociones y pensamientos que lo llevaron poco a poco al camino de la oscuridad. El mal estaba gestándose misteriosamente dentro de su mismo ser. La descentralización del yo. Los textos que describen la autocorrupción del querubín hacen bien claro que sus actividades contribuyeron a la alteración del orden establecido por Dios. El orden divino se centraba en la voluntad amorosa del Creador hacia sus criaturas. Dentro del sistema divino, el servicio desinteresado a Dios y a los demás constituye el núcleo de la existencia de cada ser; es decir, les proporcionaba la orientación existencial y les daba significado a sus vidas dentro de ese orden. En ese estado original de las cosas, la monstruosidad del mal se expresó como la descentralización Y la desorientación del yo. El mal era una reclamación de independencia del sistema 34 Cruzando el abismo de orden que nutre la criatura, que ha hecho posible la existencia, y que lleva a la realización del yo, mediante el servicio desinteresado. Un querubín reclamaba ahora ser tan autosuficiente como Dios mismo siempre había sido. Pero es más profundo que eso. En contraposición a Dios, no sólo reclamaba la autosuficiencia, sino el centro del yo manifestado en el orgullo. En el momento en que uno de los segmentos de la creación buena e inteligente de Dios se separó de los demás, la shalom (paz) cósmica quedó perturbada y dañada. Oposición a la voluntad expresa de Dios. En estrecha relación con lo que acabamos de discutir está la rebelión del querubín contra la ley de amor de Dios. Impulsado por su orgullo rechazó el principio de amor desinteresado que gobernaba el universo. En su lugar, promovía el autogobierno, rechazando la voluntad de Dios para él y para los demás. Juan escribe: "El diablo ha estado pecando desde el principio" (1 Juan 3: 8). Este verso nos lleva de vuelta al momento en que el cielo encontró el pecado en el querubín. Como se indicó anteriormente, el pecado consiste en hacer lo que es ilegal o simplemente apartarse del sistema jurídico establecido por Dios (hebreos cawlah, "injusticia"; Eze. 28: 15). Desde entonces, dice Juan, el diablo ha estado pecando constantemente, es decir, que ha estado actuando en continua oposición a la ley de Dios. Existe una relación estrecha entre el pecado y la ley: "Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley [anomia] " (1 Juan 3: 4). El término anomia está formado por el prefijo privativo a ("no, sin"), mas el sustantivo nomos ("ley"), significa "sin respeto a la ley", refiriéndose a un "estado o condición de estar dispuesto a lo que es ilegal". Con respecto a los seres humanos, siempre que se incrementa la "anomia", su amor por los demás disminuye (Mat. 24: 12); porque la "la ley y los profetas" no son más que la explicación de la orden de amar a Dios y al prójimo (22: 34-40).31 Esta misma actitud y condición debe haber caracterizado al querubín. La ley eterna del amor divino fue sustituida por la anomia. Pero Perturbación cósmica: El origen del pecado y del "mal 35 Cristo vino "para deshacer las obras del diablo" (1 Juan 3: 8), y los que pertenecen a él saben que son hijos de Dios y no del diablo, porque se aman entre sí (vers. 11). Desde el principio el enemigo ha estado promoviendo la ilegalidad, mientras que Cristo proclamó la ley de amor. El conflicto todavía no ha terminado. El adversario histórico y escatológico de Cristo, es el anticristo que Pablo describe como "el inicuo" (2 Tes. 2: 8). El apóstol considera esta actitud antiley de acuerdo o "por obra de Satanás" (vers. 9). Este texto es importante porque establece que la oposición de Satanás a la ley de Dios al comienzo del conflicto cósmico será un tema importante en la clausura del conflicto. Su objetivo, como "el inicuo" será "la destrucción de todo ese omniabarcante orden de cosas revelado en el nomos [ley]".32 Esta ha sido su intención desde el momento en que se rebeló contra Dios. Podemos concluir que en el conflicto cósmico el sometimiento a la amorosa voluntad de Dios expresada en su ley de amor sigue desempeñando un papel importante. Ataque contra el carácter y el gobierno de Dios. Un ataque contra la voluntad divina es, casi por definición, un ataque contra el carácter de Dios, porque la leyes un reflejo de su carácter. Ezequiel reveló que el querubín se caracterizaba por sus ataques calumniosos y la violencia verbal. Tal actitud es inseparable del orgullo y es una expresión de orgullo. El orgullo incluye ataques que tienen el propósito de disminuir y menospreciar el valor real de los demás, en este caso, Dios. Podríamos usar dos ejemplos bíblicos para ilustrar la forma en que el enemigo trató de hacer esto. Relato de Génesis 3: La primera de ellas se registra en Génesis 3, y tuvo lugar durante la conversación entre Eva y la serpiente. La narración revela varias cosas acerca del espíritu rebelde del enemigo de Dios. En primer lugar, trató de malinterpretar a Dios. Se acercó a Eva y le preguntó: "¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?" (3: 1). La pregunta insinuaba que Dios no les había revelado sus verdaderas intenciones para los seres humanos, y que, 36 Cruzando el abismo por consiguiente, no era confiable. En segundo lugar, el enemigo de Dios contradijo abiertamente la voluntad expresa de Dios para Adán y Eva. Acusó a Dios de haberles mentido (Gén. 3: 4). Aunque Dios había dicho que comer del árbol prohibido daría lugar a la muerte, la serpiente replicó, diciendo: "No moriréis". La serpiente sugirió que hay un lado oscuro de Dios acerca del cual los seres humanos no saben nada. Los seres humanos, continuó argumentando, eran sus esclavos, incapaces de lograr la plenitud de su ser por causa del miedo a la muerte que Dios mismo les había inculcado. La libertad en unión con Dios era una ilusión. La autorrealización solo es posible a través de la autodeterminación. En tercer lugar, la serpiente reveló la baja opinión que tenía de Dios cuando les aseguró a los seres humanos que ellos podrían ser como Dios. Esta nueva comprensión de la criatura era una expresión de su orgullo personal que se había manifestado cuando él, en la montaña del Señor, como el querubín protector, había tratado de ser como Dios. La única barrera a esa exaltadísima posición era la restrictiva voluntad de Dios. Pero, al tratar de exaltar a la criatura estaba rebajando a Dios de su exaltada posición como Creador de la criatura. Relato de Job 1 y 2: La segunda narración se encuentra en el libro de Job. Durante la reunión del concilio celestial Dios y Satanás tuvieron una conversación acerca de Job, el fiel siervo de Dios. Dios consideraba a Job como un hombre "perfecto y rect<;>, temeroso de Dios y apartado del mal" (1: 8). La conversación que siguió reveló los pensamientos y los sentimientos más íntimos del enemigo. En primer lugar, trató de establecer que los seres humanos no sirven a Dios por amor desinteresado. Job, según Satanás, consideraba a Dios como proveedor y mientras continuara supliendo sus necesidades continuaría sirviéndole. En otras palabras, la relación entre Dios y Job no estaba basada en el amor, sino en el interés propio. La afirmación de que era posible para las criaturas responder a Dios, y relacionarse con él, sobre la base del amor puro, era infundada. El Perturbación cósmica: El origen del pecado y del mal 37 egoísmo, argumentaba, era lo que regía el universo, no el amor sacrificial. En segundo lugar, sostuvo que la verdadera naturaleza de la criatura se manifiesta en el contexto del caos y no en el orden establecido por Dios. La disolución de esa estructura artificial permitiría a la criatura llegar a ser autosuficiente al desligarse del Señor, es decir, maldiciéndolo. Por lo tanto, Satanás pidió a Dios que dejara de ser el proveedor, con el propósito de que Job fuera genuino (1: 11; 2: 5). Esto, según él, demostraría que la relación estaba, en esencia, determinada por el egoísmo. En tercer lugar, y aún más importante, Satanás estaba rechazando de una manera particular la integridad del carácter de Dios y su sistema de gobierno. Sostuvo que Dios es, por naturaleza; un ser egoísta, interesado únicamente en el servicio de sus criaturas inteligentes. Ello quedó de manifiesto, según él, en dos maneras interrelacionadas. Dios los sobreprotegía a fin de ganar su lealtad, por lo tanto, satisfaciendo sus propios intereses, y como resultado de este proceso, desarrollaba y fomentaba el egocentrismo en sus criaturas. La naturaleza egoísta de Dios se manifestaba también, añadió Satanás, en la forma en que gobernaba el universo. Les estaba dando constantemente, enriqueciéndolos, con el fin de hacerlos depender de él. Si hacían bien con lo que les habia dado, entonces, les daría todavía más para que administraran para él. Era a través de este tipo de relación, que ganaba su servicio. Así, el sistema que utilizaba para preservar la unidad cósmica estaba anclado en el egoísmo y motivaba más de lo mismo. Lo que gobernaba el universo no era el amor desinteresado, sino el principio de la autopreservación, según la cual nos adherimos a los demás con el fin de obtener de ellos lo que necesitamos para sobrevivir. Dios, según argumentaba Satanás, era responsable de este estado de cosas, que él trataba de ocultar alegando que lo que sostiene el cosmos unido era un amor desinteresado Yde autosacrificio. Si Dios retirara su protección, poniendo fin a su papel de proveedor, se haría claro que la relación entre él y sus criaturas 38 Cruzando el abismo estaba motivada por el interés propio, mentalidad que Dios mismo había cultivado. Estos no solo eran graves cargos contra Dios, sino demostraban la actitud constante y el pensamiento del ángel caído. El conflicto era, de hecho, entre él y Dios. La expulsión del Monte de Dios En algún momento durante el conflicto de voluntades en la morada celestial de Dios se pronunció un veredicto final con respecto al ángel rebelde. La preservación del orden exigía la expulsión del querubín caído: "Por lo cual yo te eché del monte de Dios y te arrojé de entre las piedras del fuego, oh querubín protector" (Eze. 28: 16; Isa. 14: 12). El querubín obtuvo el apoyo de un gran número de ángeles "que no guardaron su dignidad, sino que abandonaron su propia morada, los ha guardado bajo oscuridad, en prisiones eternas, para el juicio del gran día" (Judas 6; 2 Pedo 2: 4). El libro de Apocalipsis utiliza las imágenes de este conflicto original en el cielo para describir la victoria de Cristo sobre el diablo en la cruz y en el proceso nos da un poco más de información acerca de lo que ocurrió en el cielo. El propósito de esta vislumbre del conflicto original no era solo para indicar que Cristo derrotó a los ángeles rebeldes en el cielo, sino también que los derrotó de nuevo, de una vez por todas, en la cruz: "Después hubo una gran batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles; pero no prevalecieron, ni se halló ya lugar para ellos en el cielo. Y fue lanzado fuera, el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él" (Apoc. 12: 7-9). El conflicto cósmico no terminó entonces, solo acababa de comenzar. Dios había decidido no destruir inmediatamente a los ángeles rebeldes, sino permitir que su libertad se expresara, aunque fuera en una forma corrupta. El origen del mal afectó al cosmos en formas que no somos capaces de comprender, y trajo consigo la de- Perturbación cósmica: El origen del pecado y del mal 39 sorientación. Este era un nuevo fenómeno y las criaturas inteligentes de Dios no sabían cómo relacionarse con él. La interrogante seguía siendo: ¿Quién tiene razón en este conflicto? ¿Cómo podríamos saberlo? Solo un juicio cósmico podría aclarar todas las cuestiones. Conclusión La Biblia asigna el origen del pecado a un ser celestial inteligente que misteriosamente se corrompió y se rebeló contra Dios. Las acusaciones formuladas contra Dios vinieron a ocupar un lugar central en el conflicto cósmico. La doctrina de la expiación debe abordar en una forma plenamente satisfactoria la naturaleza cósmica del mal y el pecado. Debe ser capaz, sobre la base de la vida, la obra, y el ministerio de Cristo, de responder plenamente a todas las preguntas planteadas por el querubín rebelde relativas a la naturaleza de Dios, su carácter, la justicia, el amor y la integridad de su gobierno y su señorío cósmico. Referencias 1. Agustín de Hipona (354-430), presentó originalmente la idea como sigue: HNo es permisible para nosotros dudar que los apetitos contrastantes de los ángeles buenos y de los ángeles malos se han suscitado, no por una diferencia en su naturaleza y origen, porque Dios, el buen Autor y Creador de todas las sustancias, las creó a ambas; sino con una diferencia en sus voluntades y deseos" (The Cil)' of God Against the Pagans, XII. 1,498). 2. Véase Gordon Graham, Evil and Christian Ethics (Nueva York: Cambridge University Press, 2001), pp. 200, 201. 3. Karl-Heinz Bernhardt, "baTaN: 111. Meaning", en TDOT, t. 2, p. 246. 4. D. N. Freedman y M. P. O'Connor, "Ken1b" en TDOT, t. 7, p. 312. 5. Seña útil señalar que aunque la selección de estos animales puede parecemos arbitraria, 'eran perfectamente naturales para el mundo de Ezequiel. No solo aparedan frecuentemente en la iconografía antigua y en el arte de los glifos; también tenían significado simbólico para los israelitas. El león era renombrado por su fuerza, su ferocidad, su valor (Juec. 14: 18; 2 Sam. 1: 23; 17: 10), y servía como símbolo de la realeza. El águila era el ave más rápida y majestuosa (Deut. 28: 49; Isa. 40: 31; Jer. 48: 40). El buey (o ganado -sor no especifica sexo) era, no solo el más valioso animal Perturbación cósmica: El origen del pecado y del mal 41 27. R. Hentschke, "Gabhah", en TDOT, t. 2, p. 359, declara: "Gbh se usa para caraterizar las aspiraciones y relaciones de los hombres con Dios y con sus prójimos en un sentido ética y religiosamente negativo (Prov. 16: 5 es severo cuando dice que todo el que es orgulloso de corazón es "abominación a Jehová"), y así debiera ser traducido "altivo, orgulloso, presuntuoso, etc.". 28. GayV. Smith yVictor p. Hamilton, "Gbh" en NIDOITE, t. 1, p. 797. 29. Helmer Ringgren, "Yapah", en TDOT, t. 6, p. 219. 30. Danker, Greek-English Lexicon, p. 85. 31. M. Limbeck, "Anomia", Lawlessness, Breaking of the Law", en Exegetical Dictionary of the New Testament, eds. Horst Robert Balz y Gerhard Schneider (Gran Rapids: Eermans, 1990-1993), t. 1, p. 107 (en lo sucesivo EDNT). 32. Ibíd., p. 107. Una raza ha caído L a cuestión del origen de la vida en nuestro planeta sigue siendo motivo de controversias entre los especialistas quienes, hasta este momento, no han logrado ponerse de acuerdo en una respuesta común. Pero aún más intrigante es la cuestión del origen de la vida humana (autoconsciente) en nuestro mundo. La respuesta bíblica es, en muchas fórmas, sencilla y, al mismo tiempo, profunda y misteriosa. Nuestro origen se encuentra en las meditaciones de la mente divina: comenzamos como un pensamientos de Dios. En algún momento de la eternidad de Dios decidió crear seres humanos a su imagen, una nueva raza en el cosmos. Cada uno de los aspectos de sus complejas criaturas fué planeado por Dios, no dejó nada al azar. Prepararía el ambiente físico adecuado para ellos, un hermoso planeta con una flora caracterizada por una maravillosa diversidad de color y de expresión y una fauna rica en diferentes formas de vida. Después colocaría a los seres humanos allí. El equilibrio cósmico creado por el Señor hizo posible la existencia de una multiplicidad de formas de vida, así como la de la vida inteligente. Seres humanos inm~cuIados El texto bíblico no trata de resolver el misterio de la existencia de los seres humanos, sino más bien la profundiza conectando directamente su origen con Dios. Que Dios nos creó significa que no somos un accidente, que no somos simplemente el producto final 44 Cruzandoelab~o de las leyes naturales sin sentido. Somos el resultado de la reflexión y el análisis divinos, y la expresión de la libertad, el poder y el amor divinos. Esta intencionalidad divina coloca un gran valor sobre la raza humana y nos vincula indisolublemente a Dios en una relación Creador-criatura. En su nivel más profundo el hecho de que somos creados a la imagen de Dios significa, precisamente, que podemos tener compañerismo con él. Compañerismo con Dios. Como ya se ha indicado, la pluralidad de personas dentro de la Deidad revela el hecho de que Dios es social y que, por consiguiente, el compañerismo forma parte de su esencia. Al ser creados a la imagen de Dios los seres humanos se definen por naturaleza como seres sociales que existen en compañerismo con los demás. La primera relación social que Adán estableció fué con Dios. El Creador sopló el aliento de vida en su nariz y Adán se convirtió en un ser viviente. Esta era la vida, pero no vida divina, como si Adán participara ahora de la misma vida de Dios. Más bien, era vida creada. Cuando Adán abrió sus ojos, su cerebro registró su primera imagen, la de Dios. Dos personas se observaron mutuamente en el Jardín del Edén y, en consecuencia, se vincularon entre sí en el más glorioso compañerismo que los seres humanos podrán tener jamás. También la primera interacción social de Eva no fué con Adán, sino con Dios. Él lo planeó intencionalmente de esa manera. Puso a Adán a dormir, no porque no quisiera que Adán sufriera dolor durante la "cirugía", sino para que Eva gozara de los mismos privilegios que él había tenido, a saber, la experiencia de compañerismo con Dios antes de tener compañerismo con Adán. El gozo y el privilegio de la unión con Dios definió a los seres humanos como únicos, separándolos del resto del mundo creado. Su mayor alegría en la vida se encontraba en una existencia caracterizada por el libre compañerismo con el Señor. Una raza ha caído 45 Compañerismo con otros seres humanos. La principal relación de los seres humanos, y la que determinaba la posibilidad y la calidad de cualquier otra relación, era su unión con Dios. Después de establecer esa relación básica, el Señor unió a Adán y Eva. Al hacerlo estableció un nuevo tipo de relación que era polifacética. No consistía solo en una relación entre dos seres humanos, sino también era una relación entre marido y mujer, y entre una pluralidad de personas (Dios y los seres humanos). Dios les prometió de inmediato, en forma de una bendición, que su círculo social aumentaría a medida que se multiplicaran a través de la procreación (Gén. 1:28). Era la intención divina que esa unión de amor se mantuviera para siempre en el hermoso y pacífico entorno creado por él para disfrute de los seres humanos. La interacción con la naturaleza. El entorno natural en el que los seres humanos fueron colocados por Dios requería la interacción con la naturaleza. Este entorno se caracterizaba por el equilibrio ecológico perfecto. Su perfección contribuia a la felicidad de los seres humanos. Como seres creados a la imagen de Dios, los seres humanos, hombres y mujeres, debían de representar al gobierno de Dios en la esfera del mundo natural. En cierto sentido se podría decir que, con respecto al resto de la creación, ellos eran corregentes de Dios. El Creador les dijo: "señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra" (1: 26). El Antiguo Testamento emplea el verbo "gobernar" (hebreo radah) para referirse a la autoridad del rey (Sal. 72: 8; 110: 2; Isa. 41: 2). Su uso en el Génesis implica que si bien el dominio real se les confió a Adán y·Eva, no era absoluto. Siendo que eran corregentes con Dios, el mundo natural no les pertenecía. El Señor de inmediato puso límites a ese poder, estableciendo que ellos sólo podían comer "plantas que producen semillas [... ] y todo árbol que tiene frutos con semillas en él" (1: 29). No tenían derecho a tomar la vida de los animales para preservar la suya. Más 46 Cruzando el abismo bien, debían ejercer su poder dentro de una creación que era "muy buena". Además ellos eran parte de esa misma creación. Su dominio presuponía un entorno edénico en el que su integridad se mantenía intacta. Libertad de voluntad y acción. Cuando Dios creó a los seres humanos los dotó de libertad, hecho que se puso de manifiesto en la narración de varias maneras. En primer lugar, el compañerismo presupone la libertad. La unión con Dios no tiene lugar fuera del ámbito de la historia de la humanidad, es decir, en una esfera mística dentro de la cual la autoconciencia se pierde. Más bien, la unión con Dios es compañerismo con él en nuestro modo de existencia como criaturas y presupone la voluntad por parte de los seres humanos de participar en ella. De lo contrario no hay libertad. En segundo lugar, el compañerismo con otros seres humanos también presupone el mismo tipo de libertad por medio de la cual no solo interactuamos con ellos, sino que los aceptamos y los amamos. En tercer lugar, la capacidad para gobernar, de ser un corregente, exige la libertad para pensar y actuar, pues de otra manera los seres humanos no podrían cumplir satisfactoriamente su responsabilidad. Por último, la dimensión intelectual de la naturaleza humana necesita ejercitarse en el contexto de la libertad de pensamiento. Esta capacidad de pensar y de analizar aparece en el relato bíblico cuando el Creador le pidió a Adán que pusiera nombres a todos los animales y a todas las aves (2: 19). Esta tarea no simplemente indica que estaban bajo el dominio de Adán, sino también que el estudiaría su comportamiento a fin de que el nombre correspondiera con la naturaleza del animal. Implicaba libertad de pensamiento y de palabra. Posiblemente el texto más importante que apoya el hecho de que los seres humanos fueron creados por Dios con libertad es Génesis 2: 16-17: "De todo árbol del huerto podrás comer; pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás, porque el día que de él comas, ciertamente morirás". Comer es una respuesta Una raza ha caído 47 instintiva a una necesidad innata en nuestro ser para la cual no es necesaria la libertad. Incluso decirles a los seres humanos qué deben comer no es necesariamente una negación de libertad. La idea de la libertad sale a la superficie en todo su poder y belleza cuando se les mandó no comer de ciertos árboles. El mandato en sí mismo solo era significativo en el contexto de la libertad de los individuos para obedecerlo o no. De otra manera, ¿por qué sería necesario dar una orden? ¿Por qué no hacer la abstención de comer de ese árbol en particular una respuesta instintiva, una acción mecánica? Pero, ¿qué tipo de libertad es la que solo le da la opción de elegir la muerte? ¿No podría ser que la amenaza de muerte se convirtiera en un poder esclavizador que privaría de libertad a los seres humanos para actuar? Con el fin de explorar las verdaderas implicaciones de esas preguntas hay que enfocarlos desde el punto de vista de las opciones disponibles para los seres humanos. Es difícil pensar en un ser creado como un agente libre. Por razones obvias, Adán y Eva no tuvieron la oportunidad de elegir si querian ser creados. Dios, en su libertad y soberanía, decidió crearlos. La libertad llegó después de su creación, en la forma de la posibilidad de una elección. Las opciones a disposición de Adán y Eva no eran muchas, sólo tenían dos. Las dos opciones a las que se enfrentaban se encuentran en el texto antes citado. Una lectura superficial del texto puede dar la impresión de que la opciones eran comer o no comer del árbol. Pero no se trataba realmente de comer, aunque la comida estaba involucrada. El relato nos lleva a la gran profundidad de la naturaleza de la libertad humana y establece que esa libertad tiene que ver con la cuestión más fundamental que una criatura tiene que abordar: la cuestión de elegir la vida o la muerte. El escritor bíblico no nos dice que hay dos poderes eternamente antagónicos en el universo, es decir, el poder de Dios, como la vida y el poder de otra persona, o de algo, como la muerte; y que podemos elegir entre estas dos potencias. Las cuestiones son mucho más complejas. 48 Cruzando el abismo Permítame sugerir, para su consideración, que lo que el texto establece es que sólo Dios es, y que, aparte de él no hay nada más. La elección no es entre Dios y otra cosa, sino entre ser con Dios o no ser. Esto hace sentido absoluto dentro de la corriente del relato. Como ya se ha indicado, Adán y Eva fueron creados sin darles la libertad de escoger entre ser creados o no. Se trata de una imposibilidad lógica. Ahora, el creador les estaba dando la libertad de elegir entre existir o no, es decir, aceptar libremente el don de la vida o volver a la nada. Las opciones se les ofrecieron en la forma de un mandato firme, porque el Creador tenía una preferencia. Él quería que ellos eligieran la vida y, por lo tanto, hizo un énfasis tan fuerte como fuera posible de que si elegían la muerte el honraría su elección, y que "ciertamente morirían". Obviamente, rechazar el regalo divino de la vida sería un rechazo de Dios, un acto de rebelión, pero Dios estaba dispuesto a aceptar su elección. Dado que la intención de Dios para los seres humanos era positiva, es difícil imaginar que Adán y Eva hayan considerado seriamente la posibilidad de rechazar la vida. Pero la opción existía, de lo contrario habrían sido esclavizados por Dios para vivir en este planeta por siempre sin su consentimiento. Esto nos lleva a la serpiente. La caída de los seres humanos en el pecado La caída de Adán y Eva fue el resultado de la interpretación engañosa que hizo Satanás de las órdenes divinas que acabamos de discutir. Dicho esto, debo señalar que cuando se trata de pecado contra Dios, los seres humanos son inexcusables. Lo que sorprende es que en el Jardín del Edén Satanás utilizó a una de las buenas criaturas de Dios para lograr sus propósitos destructivos. Esto sugiere que el conflicto cósmico tiene reglas que lo rigen. Al tentador se le permitió tener acceso a la pareja, pero Dios tenía la libertad de alertarlos acerca de las intenciones de este ángel caído y advertirles para Una raza ha caído 49 estar atentos. El resto iba a ser determinado por la forma en que los seres humanos utilizaran su libertad, una libertad que los haáa responsables de sus acciones. 1 El mandato le dio al enemigo la oportunidad de entablar un diálogo con Eva y para evaluar las intenciones de Dios hacia los seres humanos. Él tentó a Eva a explorar nuevas posibilidades para la autorrealización a través del mal uso de su libertad. Como mencionamos anteriormente, el enemigo atribuyó a Dios malas intenciones considerando la orden como una manera de limitar su desarrollo y no como una afirmación de la libertad humana. Le ofreció a Eva una nueva posibilidad. Dios había dicho a la pareja que ellos tenían la libertad de aceptar o rechazar la vida: eso era la verdadera libertad. Ahora el enemigo le presentó a la mujer una tercera opción: la autonomía absoluta. De acuerdo con el enemigo, este tipo de existencia ITO depende de nadie más y trasciende la posibilidad de la muerte. Le estaba ofreciendo el modo divino de existencia: ''Y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal" (Gén. 3: 5). La serpiente invitó a Eva a rechazar su infantil dependencia de Dios para abrazar la auto-determinación absoluta. La caída del querubín se había originado en sus aspiraciones a ser divino. Ahora tentó a la mujer a la misma experiencia, y tuvo éxito. El centro de la existencia humana comenzó a alejarse de Dios hacia sí mismo. Eva ya estaba experimentando algo emocionante: "Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría" (3: 6). Hay varias ideas importantes en este texto, que necesitan ser desarrolladas. En primer lugar, la mujer llegó a la conclusión de que el fruto del árbol "era bueno". La frase "vio que era bueno" se utiliza en todo el capítulo 1 de Génesis al resumir la opinión de Dios acerca de su creación (1: 10, 12, 18,21, Y 25). Al parecer, Eva ahora asumió el papel de Dios en la evaluación de un fragmento de la creación y llegó a la conclusión de que era bueno. Pero hay una importante diferencia 50 Cruzando el abismo aquí. En el caso de Dios, él simplemente declaró la bondad de su creación. En el caso de Eva, era bueno como medio para lograr algo para ella. Se puede decir que lo "bueno se había degradado en la mente de la mujer. Su definición ya no es el veredicto de Dios, sino tiene sus raíces en la apelación a los sentidos y en el valor utilitario. El egoísmo, la codicia y el interés propio gobiernan ahora la naturaleza humana". En segundo lugar, Eva no sólo estaba corrompiendo la bondad de la creación, estaba redefiniendo también la función de la creación. Dios le había dicho que el árbol no era bueno para comer, que su propósito en el jardín no era alimentarlos sino destacar el hecho de que eran libres. Ella ahora examinó el árbol y le asignó un nuevo papel, y al hacerlo se atribuyó a sí misma una prerrogativa divina. Más allá de los límites y en contra de la separación de funciones que Dios asignó a los diferentes elementos de su creación, y en particular al árbol del bien y del mal, Eva declaró que el árbol era bueno como alimento, que comer su fruto enriquecería su vida. En tercer lugar, Eva llegó a la conclusión de que el árbol "era deseable [ehamad] para obtener sabiduría [sakal]". Ahora estaba involucrada en una búsqueda de sabiduría independientemente de Dios e impulsada por la codicia. Quizá más importante es que la fuente de sabiduría ya no era Dios, sino la propia creación y es accesible a los seres humanos, aparte del "temor de Jehová" (ef. Prov. 1: 7). El verbo ehamad se utiliza en Génesis 2: 9 para referirse a los árboles del jardín que eran buenos para la alimentación siendo "deseables y de encantadora apariencia". Ahora el escritor bíblico emplea el mismo verbo para describir la deseabilidad del árbol del conocimiento del bien y del mal como un medio para alcanzar la sabiduría. Es cierto que el mundo natural es uno de los medios de revelación de Dios, pero en este caso Eva lo pervirtió en el sentido de que dividió o separó la creación de Dios y se convirtió en un medio para satisfacer Una raza ha caído 51 sus deseos egoístas. Adán y Eva aceptaron la autoexistencia aparte de Dios. Usaron mal su libertad al elegir una ilusión. Resultados de la caída El acto de rebelión contra Dios de la pareja se manifestó al comer del árbol. Ellos ciertamente habían elegido, pero su elección fue vaáa. A la vista de Dios sólo había dos opciones y nada más. Por lo tanto, ellos, de hecho, habían escogido la muerte, no la vida; porque aliarse con el querubín caído era un rechazo de la vida. Perturbación social. El resultado de la proclamación de independencia de Dios fue la disolución del centro que haáa posible para los seres humanos la coexistencia armoniosa con ellos mismos. No había un centro interior de gravedad para preservar el orden establecido por Dios en la creación. Cada ser humano se convirtió en su propio centro de gravitación en una desesperada búsqueda de la autopreservación o auto existencia. En un imprevisto giro de los acontecimientos, Adán y Eva encontraron la presencia del otro amenazante. Pereció la coexistencia armoniosa. En una experiencia que les abrió los ojos se dieron cuenta que estaban desnudos (3: 7). Según Génesis 2: 25, la desnudez sin vergüenza era la condición natural de los seres humanos en el Jardín del Edén. La bondad de la creación no requería que ellos mediaran su presencia mutua a través de las prendas. 3 Ellos, como expresión de la creación de Dios, no necesitaban añadir ningún material para mejorar su apariencia, para ser aceptables entre ellos. Pero el pecado arruinó permanentemente esa condición original y adquirieron conciencia de su desnudez. Su relación no fue como antes, ahora sentían vergüenza. La vergüenza se produce en presencia de la otra persona y pone de manifiesto una alteración de la armonía social. Perturbación de la naturaleza. El egoísmo que caracterizó a los seres humanos después de la caída los llevó a la explotación de la naturaleza. Adán y Eva buscaron una forma de manejar su vergüenza 52 Cruzando el abismo y culpabilidad en el mundo natural. Ellos "entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales" (Gén. 3: 7). Comenzaron a privar a la naturaleza de su belleza natural utilizándola de una manera que Dios no había tenido la intención de utilizarla. En el proceso dañaron el mundo natural. Este daño fue más significativo de lo que nunca habrían imaginado. Pablo describe las consecuencias del pecado y del mal en la naturaleza como una forma de esclavitud: "Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó" la "esclavitud de la decadencia" (Rom. 8: 20). El término griego traducido "frustración" (mataioti's) significa "vanidad", "la nada". Pablo personifica a la naturaleza y la describe como teniendo una existencia sin sentido, bajo el poder de otra persona, y muriendo. Algo extraño le aconteció a la naturaleza: "El espíritu de rebelión, al cual él mismo había dado entrada, se extendió a toda la creación animal. De este modo, no sólo la vida del hombre, sino la naturaleza de las bestias, los árboles del bosque, el pasto del campo, hasta el aire que respiraba, hablaban de la triste lección del conocimiento del mal".4 Interrupción de la unión con Dios. La entrada del pecado en el corazón del hombre puso fin a la unión con Dios. Ahora los seres humanos lo percibían como su enemigo, la amenaza final a su existencia. La serpiente plantó en la mente humana la idea de que el Creador estorba el desarrollo humano limitándolo al modo de vida de una criatura. Después de su caída Adán y Eva fueron persuadidos de que Dios era realmente su enemigo. Cuando fue en busca de ellos, trataron de encontrar refugio y protección de la amenazante presencia del Señor entre los árboles del jardín Pero la llamada divina los convocó a comparecer ante él y no tuviero más remedio que responderle: "Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí" (Gén. 3: 10). Su conciencia culpable distorsionaba su comprensión de Dios y ahora lo consideraban como alguien a quien debían temer; el enemigo de quien debían escapar. La referencia a la Una raza ha caído 53 desnudez como la razón para esconderse del Señor significa que ellos estaban plenamente conscientes de su indignidad delante el Señor. Ya no estaban en la condición en la que el Señor los había creado y se dieron d.1enta de que la cobertura que prepararon para ellos no era lo suficientemente buena. Les creaba un profundo senti~ miento de culpa y temor. Desde entonces los seres humanos han percibido a Dios como su enemigo, no como su amigo. La historia de las religiones revela el sorprendente hecho de que la multiplicidad de los actos religiosos realizados por los seres hu~ manos ha sido fundamentalmente un intento de influir en los dioses para que los amaran y los aceptaran. Los seres humanos han sacrifi~ cado a sus propios hijos ante los dioses en un intento desesperado por apaciguarlos. Atribuyeron a sus dioses las necesidades de los se~ res humanos y luego satisficieron esas necesidad a través de sus ofrendas, a fin de demostrar que eran dignos del amor de sus dio~ ses. Esta visión distorsionada de Dios se originó en la mente corrup~ ta del querubín caído y se pasó a la conciencia corrompida de los se~ res humanos caídos. Pérdida de la libertad. Adán y Eva rechazaron el Señorío del Creador en una vana búsqueda de autonomía y se convirtieron en esclavos de un poder corruptor que trabajaba en oposición a Dios. La pareja llevó en ella misma la vergüenza de la derrota. En el Antiguo Testamento, las ideas de la desnudez y la vergüenza son de particular importancia en el contexto de la derrota. La desnudez simboliza cautiverio. Era una práctica común en el mundo antiguo forzar al ejército derrotado, los prisioneros de guerra, a marchar desnudos y avergonzados a la ciudad del rey victorioso (e.g., Isaías 20: 4; cf Job 12: 17, 19; 2 Crón. 28: 15; Deut. 28: 48).5 Yo sugeriría que el énfasis en la desnudez de Adán y Eva también puede indicar que habían si~ do derrotados por el enemigo y se habían convertido en prisioneros de guerra. Cruzando el abismo 54 Esclavos del pecado a través de la muerte: Pedro escribió: UPorque el que es vencido por alguno es hecho esclavo del que lo venció" (2 Pedo 2: 19), y Pablo añadió: u ¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia?" (Rom. 6: 16). Consecuentemente, los seres humanos viven para servir a la inmundicia y a la iniquidad (Rom. 6: 19). Después de la caída el pecado se esparció por toda la tierra con alarmante rapidez (Gén 6: S, 11), lo que indica que es imposible para cualquier ser humano escapar de su poder. El dictum de Pablo es correcto: "Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios" (Rom. 3: lO, 11; ef Sal. 14: 13). La Biblia describe la condición humana en una forma deprimente. El profeta se refiere al corazon humano como: "Engañoso [... ] más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?" (Jer. 17: 9). El pecado controla a los seres humanos hasta el punto que sus mentes son hostiles a Dios y no están en condiciones de someterse a su ley (Rom. 8: 7, 8). La imagen de Dios, aunque no totalmente borrada en el hombre, ha sido seriamente dañada (cf. 3: 23). Los seres humanos reconocen que hay algo extrañamente malo en ellos, que son conscientes de ello, pero que son incapaces de remediarlo (ef Jer. 13: 23). Los seres humanos desean ansiosamente tener paz interior, amar y ser amados, estar libres de temor, de dolor emocional y físico; para poder lograr sus objetivos más nobles de la vida sin ningún obstáculo. Sin embargo, incluso sus mejores esfuerzos solo tienen un éxito parcial y les producen una profunda frustración. En su condición natural nunca están plenamente satisfechos con lo que han logrado o con lo que son, existiendo en la angustia y el absurdo. El pecado ha desorientado a los seres humanos y los ha dejado en la oscuridad y espiritualmente incapacitados. El control del pecado es tan fuerte que por sí solos nunca podrán librarse de él. La búsqueda humana de la autorrealización termina en un estado H H Una raza ha caído 55 o condición en la que el pecado gobierna sobre ellos como un rey déspota privándolos de la vida verdadera. La profunda relación que existe entre el pecado y la muerte hace que la condición humana sea aún más desesperada. Pablo comentó: "Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron" (Rom. 5: 12). Cuando Adán y Eva pecaron, la primera víctima no fue solamente su vida natural, sino, particularmente, su vida espiritual: su unión con Dios. El pecado poseyó su propia existencia, produciendo una condición existencial caracterizada por la desconexión, por la muerte. Toda la humanidad quedó enredada en la universalidad del pecado. Romanos 5: 12 describe un fenómeno universal que toca a toda la humanidad como consecuencia del pecado de uno: Adán. No hay aquí referencia a la imputación del pecado de Adán a "todos". Si bien hay un claro elemento de solidaridad con él, es el resultado, no el acto. Lo que él hizo, como representante de la raza humana, afectó a sus descendientes. Pablo no especula acerca de la relación específica entre el pecado de Adán y el pecado de todos. Simplemente declara que el acto de uno trajo el pecado como un poder en el mundo, el pecado trajo consigo la muerte, y puesto que los seres humanos nacen en un estado de muerte, separados de Dios y con la necesidad de salvación, no están en condiciones de superar el pecado (ef Rom. 8: 6-8). Para Pablo la muerte es la paga del pecado (Rom. 6: 23), y al mismo tiempo lo que hace que el pecado sea inevitable, es decir, lo que permite que el pecado reine sobre los seres humanos (Rom. 5: 21, 17). Teológicamente, la muerte "designa la condición física-espiritual de la humanidad en Adán", "la que llegó inicialmente a través del pecado de Adán (Rom. 5: 12-21, 1 Coro 15: 21-22)".6 Los seres humanos están por naturaleza muertos en sus delitos y pecados (Efe. 2: 1). 56 Cruzando el abismo El hecho de que la muerte haya alcanzado a todos los seres humanos, hace que toda la humanidad esté constituida por pecadores? Debemos tomar la declaración de Pablo y llegar a la conclusión de que "la muerte así pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron". La muerte, tanto física como espiritual, así como el pecado, constituyen un fenómeno universal. Siendo que el pecado de Adán trajo tanto la muerte espiritual como la muerte física y la separación de Dios, el pecar llegó a ser inevitable para la totalidad de sus descendientes ("todos pecaron"; cf 3: 9, 10). Solo a través de la obra expiatoria de Cristo los seres humanos pueden ser libertados del poder del pecado y de la muerte. Esclavos de las potencias del mal: La caída ha convertido a los seres humanos en esclavos de las potencias del mal. La Biblia describe a Satanás como el príncipe de este mundo (Juan 12: 31, 14: 30, 16: 11). Pablo se refiere a los gentiles como quienes fueron esclavizados a aquellos que "por naturaleza no son dioses" (Gál 4: 8), es decir, a los poderes espirituales que se hacen pasar por dioses. Juan va aún más lejos cuando dice: "Sabemos que el mundo entero está bajo el control del maligno" (1 Juan 5: 19). El término "mundo" tiene aquí una connotación negativa que designa a la humanidad que está en oposición a Dios. Esta masa humana "está en un estado de alienación y una condenación caracterizada por la oscuridad ([Juan] 1: 5; 12: 46), la muerte (5: 19-27; 8: 37, 44), el pecado (8: 21, 34), la esclavitud (8: 34-36), y la falsedad (8: 44)".8 Es ese mundo que está bajo el control del maligno, que no pueden vencer o libertarse de su poder. Por fortuna, el Señor no permitió que los seres humanos quedaran bajo el control absoluto de las potencias del mal. Como resultado de su plan para restaurar a la raza humana a una amorosa relación con él, Dios le pone límites a su poder sobre los seres humanos. Tan pronto como Adán y Eva pecaron, el Señor dijo a la mujer y a Satanás: "Pondré enemistad entre ti y la mujer" (Gén. 3: 15). Los Una raza ha caído 57 dos coexistirán en un estado de hostilidad, incapaces de trabajar en armonía la una con el otro. Fue parte de las reglas para actuar en el conflicto cósmico en la tierra; dando a los seres humanos la oportunidad, si lo deseaban, de elegir la vida con Dios y no la muerte. Así, la humanidad existe en un estado de tensión, incapaz de hacer siempre lo que es bueno y al mismo tiempo odiando la maldad que practican. Esclavos de la Ley: La visión distorsionada de Dios, llevó a los seres humanos a convertirse en esclavos de la ley. Ellegalismo es el resultado de la arraigada convicción de que Dios es, en efecto, un enemigo que tiene que ser aplacado y que podemos hacerlo haciéndonos dignos de su amor. El pecado también ha afectado el propósito divino de la ley. De hecho, el enemigo del Señor ha estado en constante oposición a la ley de Dios, incluso haciendo mal uso de ella para estimular la caída naturaleza humana a la rebelión a través de la desobediencia a los mandamientos (Rom. 7: 8). Fué a través de la oposición a la santa ley de Dios que manifiestó su oposición al orden establecido por Dios y rechazó su sistema de gobierno. Los seres humanos pecadores consideran la ley como una amenaza. Pablo dice que la ley, a través de la obra del Espíritu en el corazón humano, nos hace conscientes de que somos pecadores (3: 20; 7: 7), pero es totalmente incapaz de damos vida (Gál 3: 21). Este uso de la ley agrava la difícil situación humana en la que, si bien, por un lado, los seres humanos han buscado la aceptación ante el Señor a través de la sumision a la ley, por otra parte la ley los condena ante el Señor (cf. Rom. 4: 15). Como resultado, se encuentran en una situación en que les es imposible encontrar una forma de salir de su difícil situación a través de sus propios esfuerzos y, sin embargo, están constantemente tratando de hacerlo por sí mismos. Esta es una esclavitud sin sentido, autodestructiva que nos hemos impuesto a nosotros mismos. Pero la Escritura declara: "Ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él (Dios); porque por medio de la 58 Cruzando el abismo ley es el conocimiento del pecado" (Rom. 3: 20). Solo la obra redentora de Cristo restaura la ley a su lugar legítimo en la experiencia cristiana y nos libra de la condenación (Rom. 3: 31; 8: 1-4; Gál3: 13). Conclusión El origen del pecado en el mundo sigue siendo inexcusable en la Escritura y es absolutamente innecesario. La caída de Adán y Eva, creados a imagen de Dios, no puede ser plenamente comprendida. Sólo podemos señalar, como en el caso de Lucifer, que usaron mal su libertad y, por lo tanto, experimentaron el extraño fenómeno de la autocorrupción de la criatura. El daño que causaron fue irreparable y permanente. Habían elegido la muerte. Su caída los hizo esclavos de un poder que estaba más allá de su control. La raza humana se dirigía hacia la extinción total. Si Cristo no hubiera intervenido, la separación entre Dios y el hombre habría sido definitiva. Referendas 1. Elena G. de White, apoya la idea de que un asunto clave en el relato fue la libertad humana. Ella escribió: "Dios tenía poder para retener a Adán impidiéndole tocar el fruto prohibido; pero si lo hubiese hecho, Satanás hubiera tenido un asidero para acusar de arbitrario al gobierno de Dios. El hombre no hubiera sido un ser morallibre, sino una mera máquina" (Comentarios de Elena G. de White, Comentario bíblico adventista del séptimo dia, t. 1, p. 1098). 2. Nahum M. Sarna, JPS Torah Commentary: Genesis (Filadelfia: Jewish Publication Society, 1989), p. 25 3. Una tradición judía antigua y una tradición cristiana dicen que Adán y Eva estaban cubiertos por un manto de luz; véase Edgar Haulotte, Symbolisme du vétement sélong La Bible (Aubier: Editions Montaigne, 1966), pp. 186, 187. Elena G. de White, la apoya cuando se refiere a "la luz del vestido de la inocencia celestial", o "la clara y perfecta luz que ... los rodeaba" (Comentarios de Elena G. de White, Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 1, p. 1098). 4. Elena G. de White, La educación (Mountain View: Publicaciones Interamericanas, 1974), p. 23, 24. 5. H. Niehr, "arom", en TDOT, t. 11, p. 353. 6. 1. I. Scott, Ir., "Life and Death", en DPL, p. 54. Una raza ha caído 59 7. Thomas R Schreiner, Ramans (Grand Rapids: Baker, 1998), pp. 274-277; Otfried Hofius escribe: "Lo que la declaración dice es que como resultado del hecho de que el pecado entró en el mundo a través de Adán, y la muerte a través del pecado, ahora la muerte se nos aplica a todos, porque todos estamos de forma inescapable bajo el signo de este hecho, y por lo tanto, todos hemos pecado· ("The AdamChrist Antithesis and the Law', en Pau/ and the Masaic Law, ed. James D. G. Dunn [Grand Rapids: Eerdmans, 1996), p. 104. 8. D. Moody Smith, NT Thea/agy: The Thea/agy af Jahn (Cambridge: Cambridge University Press, 1995), p. 81 La expiación' y la iniciativa divina L a previsión de los acontecimientos o eventos posibles en el futuro es importante en la preservación del orden y la seguridad en la sociedad. Tome, por ejemplo, las pandemias de griPe. Tres de ellas atacaron durante el siglo pasado. La más devastadora que ocurrió en 1918 mató a medio millón de estadounidenses y a veinte millones de personas en todo el mundo. Por lo general, les toma a los especialistas de seis a ocho meses para desarrollar una vacuna para la griPe. Eso es demasiado tiempo cuando se trata de derrotar a un enemigo potencialmente mortal. Por lo tanto, diferentes países han elaborado planes con antelación para estar preparados para hacerle frente si llegara a surgir esa situación. De hecho, saben que va a ocurrir, es, simplemente, una cuestión de tiempo y de estar listos para ello. En el caso del origen del pecado, Dios no fue tomado por sorpresa.. La reacción de Dios: encarando el problema ¿No podría Dios haber evitado el problema del pecado no creando a Lucifer? La pregunta es válida. Dado que Dios es omnisciente, supo con anticipación que algunas de sus criaturas inteligentes se rebelarían contra él. Dado que él es' omnipotente, tenemos que concluir que el pecado y el mal existen porque Dios les permitió existir. Ya hemos dicho que no hay una conexión causal entre Dios y el pecado. Debo reconocer que es prácticamente imposible dar una 62 Cruzando el abismo respuesta satisfactoria a la pregunta en cuestión. Dado que este tema no se aborda explícitamente en la Biblia, cualquier intento de responder esa pregunta quedaría incompleto e incluiría un elemento de especulación al tratar de llenar las lagunas del conocimiento. Uno puede teorizar que Dios podría haber hecho lo que sugiere la pregunta. Sin embargo, quisiera postular que, para que Dios sea siempre quien es, tenía que permitir que Lucifer se convirtiera en lo que quería ser, a saber, Satanás. Cuando tratamos de adivinar lo que Dios podría o no haber hecho no tenemos más remedio que utilizar un lenguaje analógico. Es decir, tenemos que usar el lenguaje, las experiencias y las condiciones humanas; en otras palabras, lo que sabemos, para tratar de imaginar lo que Dios podría haber hecho. Pensando en eso quiero hacer una sugerencia para su consideración. Sería correcto decir que en algún momento de la eternidad Dios decidió, en su propia libertad, crear criaturas libres e inteligentes. También sabía que una de esas criaturas se rebelaría contra él. ¿No debería Dios haber reexaminado en ese momento su decisión original y tal vez cambiarla? Desde la perspectiva humana la respuesta más racional sería: ¡Sí! Al hacer esto habría abortado el origen del mal. Analógicamente esperaríamos que Dios arribara a la misma conclusión y cambiara su plan. Pero debemos examinar un poco más detenidamente nuestra pronta respuesta. Deberíamos preguntamos, ¿por qué tendríamos que cambiar de opinión? La respuesta fundamental sería probablemente que queremos evitar un problema grave. La verdad es que renunciaríamos a nuestros planes, porque tememos enfrentar un problema difícil. Por lo tanto, el problema que esperábamos nos derrotó en el sentido en que nos obligó a cambiar lo que habíamos decidido hacer. ¡Pero Dios no es como nosotros! Una vez que decidió crear criaturas libres e inteligentes no había ninguna fuerza real o potencial capaz de forzarlo a cambiar sus planes. Cuando vio el problema, la cuestión que pudo haber venido a su mente no fue, ¿debemos cambiar nuestros La expiación y la iniciativa divina 63 planes?, sino ¿cómo debemos resolver este problema? De lo contrario, el temor de tener que hacer frente a sus criaturas rebeldes lo habría derrotado en el sentido de haberse visto obligado a cambiar su plan. No hay poder fuera de la propia naturaleza de Dios capaz de obligarlo a modificar o abandonar lo que pretende hacer. Un Dios derrotado no es un Dios verdadero. Nuestro Dios es el Valiente que, sin cambiar su plan, decidió enfrentar el problema del pecado y del mal para resolverlo de una vez por todas a través de su Hijo. Además, la imposición de sanciones morales y espirituales en seres inteligentes los privaría de su verdadera libertad. La reacción de Dios al pecado: la gracia divina Cuando la condición de la raza humana era desesperada Dios decidió restaurarla al favor divino a través de la obra redentora de su Hijo. En cierto sentido se podría decir que la reacción de Dios al pecado humano fue inesperada. En lugar de retirar la vida permitiendo que su ira se expresara, Dios liberó la energía creativa de su gracia. Esta gracia, oculta dentro de las profundidades de la esencia divina, fue en un momento puesta en operación, con el propósito de recrear un mundo arruinado por el pecado y la rebelión. Es allí donde encontramos el origen de la expiación. La grada y la Deidad. La revelación de sí mimsmo que Dios le hizo a Moisés establece firmemente que él es por naturaleza generoso: ¡¡Jehová!! ¡¡Jehová!! Fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado" (Éxo. 34: 6-7). El Nuevo Testamento reafirma la naturaleza divina cuando habla de "la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo" (2 Tes. 1: 12). La gracia pertenece a la esencia misma del Padre y del Hijo, en quien encontramos la plenitud de la gracia (Juan 1: 16). Pero la Escritura también asocia la gracia con el Espíritu, que se conoce como "Espíritu de gracia" (Heb. 10: 29), haciéndose eco del Antiguo 11 64 Cruzando el abismo Testamento (Zac. 12: 10). Encontramos que el Espíritu está mencionado directamente en las salutaciones epistolares, por ejemplo: "Gracia y paz a vosotros, del que es y que era y que ha de venir, y de los siete espíritus que están delante de su trono y de Jesucristo" (Apoc. 1: 4, 5). Este último pasaje claramente asocia la gracia con las tres personas de la Trinidad. Ese énfasis no nos permite vincular la gracia exclusivamente con Cristo, como si los demás miembros de la Trinidad tuvieran que ser persuadidos por Cristo para mostrar gracia a los seres humanos pecadores. La gracia es una dimensión definida y determinada del mismo ser de Dios como una pluralidad de personas y, por lo tanto, no hubo un momento cuando no fuera una característica de alguno de ellos. El desbordamiento de la gracia hacia los seres humanos es una experiencia simultánea y una actividad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Esto es teológicamente fundamental para una comprensión bíblica de la expiación. La gracia como un favor inmerecido. En la Biblia "gracia" es la benevolencia y la bondad de Dios para los pecadores. Esta idea se basa en el uso de las palabras hebreas ehesed y ehen en el Antiguo Testamento. Chesed designa al pacto eterno de Dios, su amor y fidelidad, la bondad, y la gracia (ef Isa. 54: 10; Jer. 31: 3). Su gracia otorga el perdón a los pecadores (Miq. 7: 8) Y libera a los que están en necesidad de salvación (Sal. 6: 5). A menudo señala la clase de "generosidad espontánea con la que él responde a su pueblo del pacto" (1 Rey. 8: 23; Isa. 55: 3; Sal. 89: 29, 50; 106: 45) y que es "un anuncio de la gracia que pareció llevar la salvación a todos los pueblos en Cristo" (Tito 2: 11).1 De hecho, el inagotable amor de Dios llena toda la tierra (Sal. 33: 5).2 El término hebreo ehen designa "gracia" y "favor" y, en general, se refiere "a la disposición positiva que tiene una persona hacia otra". 3 Más concretamente, la gracia encuentra su expresión en actos de benevolencia "mostrados por los ricos hacia los pobres o, al menos, por una persona con medios hacia uno que tiene poco o ningún La expiación y la iniciativa divina 65 medio".4 La gracia divina va aún más allá de la expresión humana de la gracia. La gracia de Dios está disponible para los justos (Gén. 6: 8, 9) Y los arrepentidos (Isa. 30: 19), pero también se muestra a los impenitentes (Neh. 9: 17, 31). En el Antiguo Testamento "la gracia de Dios se basa finalmente, no en lo que las personas hacen, sino en su disposición a manifestar misericordia en formas que están más allá de toda fórmula o de cálculos humanos" (Éxo. 33: 19; 34: 6).5 La palabra griega charis, a menudo traducida como "gracia" en el Nuevo Testamento, fue utilizada en el mundo griego para designar a "una benéfica disposición hacia alguien, favor, gracia, amable atención y ayuda, buena voluntad'~ 6 La gente la empleaba comúnmente en el sentido de favor o buena voluntad. 7 Cuando se usa para referirse a "una cualidad de la benevolencia que le concede favor a un inferior", 8 charis está muy cerca de expresar el contenido o significado que tiene en el Nuevo Testamento. Siempre que Dios o Cristo son el sujeto de la gracia, es decir, siempre que ellos "actúan en gracia hacia la humanidad, es un favor inmerecido".9 La gracia es generosidad divina, un favor inmerecido de Dios a los pecadores. No es motivado por la bondad humana, y los seres humanos no tienen derecho a recibirla. Más bien, fluye desde el corazón amoroso de Dios hacia aquellos que son indignos. Él muestra su gloriosa gracia a los que están muertos en sus transgresiones (Efe. 2: 5), y los que están "destituidos de la gloria de Dios" (Rom. 3: 23-24). La Gracia toma la iniciativa y sale en busca de los pecadores, y les ofrece lo que ellos no merecen, a saber, la bondad y la aceptación divina. Esto supone que la gracia es una expresión particular de la naturaleza amorosa de Dios. Es amor divino hacia criaturas rebeldes que no lo merecen. lO Si bien el pecado no activa la gracia divina, la violación del pacto "ofrece una ocasión para que se manifieste".ll Gracia y Cristo. La gracia divina no es algo abstracto y difícil de comprender con nuestro intelecto. En el Nuevo Testamento tal grada es una realidad visible, porque está encarnada en Cristo en su plenitud 66 Cruzando el abismo (Juan 1: 16). En la encamación y el ministerio de Cristo nos enfrentamos a la epifanía de la gracia de Dios: "Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres" (Tito 2: 11). La bondad y el don de la salvación de Dios nos llegó a través de su persona. En un sentido podríamos decir que él no nos trajo la gracia, sino que él era la gracia de Dios en forma humana. Para Pablo la gracia de Dios es Jesucristo (Rom. 5: 15). Pablo añade: "Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos" (2 Coro 8: 9). La gracia de Cristo consiste en que se convirtió en lo que éramos para que pudiéramos participar de lo que él tenía. Su naturaleza de autosacrificio se hizo especialmente visible en el momento en que la gracia pendía de la cruz del Calvario (Gál. 2: 21). Siendo que Cristo es la singular expresión de la gracia, el Nuevo Testamento equipara la gracia con el evangelio de salvación (Hech. 20: 24), también llamada "la palabra de su gracia" (20: 32). En la proclamación de ese mensaje la gracia "está llegando a más y más personas" (2 Coro 4: 15). La conclusión inevitable es que la gracia está disponible para todos y exclusivamente a través de Cristo. Es sólo por medio de él "por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes" (Rom. 5: 2). Leemos que esta gracia de Dios "os fue dada en Cristo Jesús" (1 Coro 1: 4), o que ha sido "según el puro afecto de su voluntad [... ], con la cual nos hizo aceptos en el Amado" (Efe. 1: S, 6). Segunda de Timoteo 1: 9, 10 expresa bellamente el significado teológico fundamental de la relación entre Cristo y la gracia: "la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos, pero que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio". La iniciativa divina para salvamos tuvo lugar l/antes del comienzo de los tiempos", cuando la Deidad determinó que la gracia nos iba a ser pro- La expiación y la iniciativa divina 67 porcionada exclusivamente en Cristo. Dios ha vencido la muerte mediante el poder de su gracia como favor inmerecido para los seres humanos pecadores. La provisión Divina: un plan eterno Dios no solo anticipó la emergencia del pecado sino que también preparó una forma de salir de él. La Biblia se refiere a su divino acto como a un "misterio", no en el sentido moderno de algo más allá de la comprensión, sino como algo más allá de la creatividad, comprensión y sensibilidad; pero que ahora ha sido revelado. Deberíamos explorar más cuidadosamente la naturaleza de ese misterio. Dios la preordenó. La mente divina concibió el misterio. Ninguna criatura tenía la sabiduría para configurar un plan que pudiera tratar efectivamente el problema del pecado y la maldad. Primera de Corintios 2: 7 asocia este misterio con la sabiduría divina y la describe como algo preordenado (griego, proorizo, "predestinar", "decidir de antemano") por Dios. Él no solamente definió la naturaleza del misterio, sino también decidió que debía tener lugar. Ninguno podría ser capaz de desbaratar o frustrar la intención divina para nosotros. Por lo tanto, el misterio divino es una expresión del "puro afecto de su voluntad, según su beneplácito". Lo que Dios determinó hacer no era algo que se le impuso desde el exterior, sino que decidió voluntariamente, dando forma de esa manera al futuro por su voluntad "de acuerdo a su beneplácito". La traducción del término griego eudokia, "beneplácito", se refiere a la buena voluntad de una persona, a su bondadosa disposición. La decisión de Dios era una expresión de su bondad. El misterio divino también tenía ese propósito. No era una decisión irracional, tuvo su origen en la sabiduría divina con una intención específica. Un misterio escondido. El misterio divino fue un secreto bien guardado dentro de la Deidad. El Nuevo Testamento declara que este misterio estuvo "escondido desde los siglos en Dios, que creó todas 68 Cruzando el abismo las cosas" (Efe. 3: 9; cf 1 Coro 2: 7), o que el misterio "había estado oculto desde los siglos y edades" (Col. 1: 26). Esos pasajes no solo señalan que este misterio tiene su origen en Dios, sino que allí existieron durante un tiempo cuando era totalmente innecesario para sus criaturas saber de su existencia. De hecho, la razón para usar el término "misterio" es que en la Biblia un misterio es algo guardado en secreto o escondido por un período de tiempo. Eso presupone una comprensión de la historia basada en un plan divino para sus criaturas. Dios ha establecido algunas cosas que, aunque por un tiempo no son claramente reveladas, en un momento particular serán reveladas. Cristo como el misterio de Dios. ¿Cuál es el contenido de ese misterio? De acuerdo con Colosenses 2: 2, 3, es Cristo: "El misterio de Dios el Padre, y de Cristo, en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento". Mucho antes de que Dios creara alguna cosa, la Deidad configuró este glorioso misterio que consistía en la venida de Dios en carne humana en la historia de pecado y muerte sobre nuestro planeta. Primera de Timoteo 3: 16 describe claramente esta realidad: "E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne, justificado en el Espíritu, visto de los ángeles, predicado a los gentiles, creído en el mundo, recibido arriba en gloria". En otras palabras, el misterio que proporcionó las bases para una vida piadosa es la persona y la obra de Cristo por la raza humana: su encamación, ministerio, y exaltación. El misterio no es una idea abstracta que estamos sencillamente llamados a captar intelectualmente, sino la misma persona de Dios como apareció en la historia humana y el poder redentor de esa divina epifanía. Es esa dimensión redentora de Cristo como el misterio de Dios que se destaca en Efesios 1: 9, 10, particularmente, cuando el apóstol declara que el misterio se había propuesto "reunir todas las cosas en Cristo, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra". La expiación y la iniciativa divina 69 El divino misterio, Cristo, tenía una función cósmica. El pecado había fragmentado el universo, ahora Dios lo está reuniendo, y el lugar donde la reunificadón del cosmos se está llevando a cabo es en ·la persona de Cristo. La reconciliadora efectividad de Cristo como el misterio de Dios, escondido por las edades en Dios, es tan abarcante que Pablo equipara el misterio con el evangelio mismo (Rom. 16: 25, 26). Pero para establecer que el misterio es una persona, el apóstol describirá la apropiación del misterio como Cristo morando en la vida del creyente (Col. 1: 27). Elementos especifico s del misterio. El Nuevo Testamento menciona algunos aspectos especificos d~l misterio divino, todos ellos relacionados con la naturaleza y la obra de Cristo, la suprema manifestación de ese misterio. Como ya se ha mencionado, esto incluye nuestra incorporación a Cristo para participar en "las riquezas gloriosas de este misterio" (Col. 1: 27). También involucra, entre otras cosas, las enseñanzas cristianas (1 Tim. 3: 9), la consumación escatológica de la obra de Cristo que está todavía por ser totalmente revelada (Apoc. 10: 7), la total transformación de los cristianos en el momento del regreso de Cristo (1 Coro 15: 51), el plan escatológico de Dios para Israel (Rom. 11: 25), y la glorificación de los creyentes (1 Coro 2: 7). Dios fijó todos esos elementos en la eternidad como parte de su plan secreto en Cristo y, consecuentemente, se llevarán a efecto como él se propuso. La revelación y la proclamación del misterio. Los seres humanos llegan a conocer el misterio divino a través de la revelación divina. La sabiduría humana no es suficiente para descubrir o develar lo que Dios escondió en sí mismo. Pero los profetas anunciaron el misterio: es decir, proclamaron, como Dios se los reveló, que él cumpliría su plan en la historia (Apoc. 10: 7; Rom. 16: 26). La experiencia de Daniel ilustra bien cómo se involucran los profetas en la revelación del misterio de Oios. El libro de Daniel llama al sueño del rey, algo que la sabiduría humana no podía revelar y explicar, un 70 Cruzando el abismo °misterioo (Dan. 2: 28). La palabra original aramea es raz (UsecretoO), traducida al griego como mysterion (Umisterio"). El sueño fue la revelación de un misterio divino que estaba más allá del control o acceso humano. Daniel y sus compañeros oraron y °durante la noche el misterio fue revelado a Daniel en una visión" (vers. 19). Ellos supieron que Dios había decretado lo que pasaría en el curso de la historia humana (vers. 28), espeáficamente el futuro (vers. 45). °El mysterion en Daniel contiene lo que queda de la historia humana y está particularmente enfocada en el acto escatológico de Dios de someter todo bajo su dominio. Además, incluso esa parte de la historia humana que todavía está por cumplirse, con todo lo que eso implica para el pueblo de Dios, es parte del propósito de Dioso.12 El sueño fue una revelación parcial del misterio divino que en el futuro Dios revelaría totalmente (Dan. 12: 9). Entonces, en el momento apropiado, Dios hace público el misterio en Cristo, quien °fue escogido desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros" (1 Pedo 1: 20; cf. Gál. 4: 4). El evento de Cristo u según la revelación del misterio que se ha mantenido oculto desde los tiempos eternos, pero que se ha manifestado ahora" (Rom. 16: 25-26). En otras palabras, Cristo como la revelación del misterio de Dios está en conformidad con la revelación profética. Dios nos ha °dado a conocer el misterio de su voluntad [... ], el cual se ha propuesto en sí mismo" (Efe. 1: 9). Él fue °revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu" (Efe. 3: 4). Pablo dice espeáficamente que Dios Ole dio a conocer" el misterio de él u por revelación" (vers. 3) y que °ahora ha sido manifestado a sus santos" (Col. 1: 26). El misterio divino nos llega como una revelación de Dios y no como resultado de la actividad humana. Es responsabilidad de los creyentes proclamarlo a todos. Ellos son ahora portadores del divino misterio (1 Coro 2: 7; Efe. 2: 19; Col. 1: 27; 4: 3), mayordomos de los misterios de Dios (1 Coro 4: 1). La expiación y la iniciativa divina 71 Resumiendo, en algún momento en la eternidad la Deidad determinó tratar con el problema del pecado a través de Jesucristo. Este es el misterio que Dios escondió en sí mismo durante las edades eternas hasta que llegó el tiempo de revelarlo en el contexto de un mundo de pecado y de rebelión. Al colocar la dedsión del plan de salvadón antes de crear la Escritura indica que Dios, voluntariamente, por causa de su naturaleza que es amor, determinó que iba a restaurar a la humanidad a la armonía con él. La vida y el ministerio de Cristo revelaron que Dios estaba cumpliendo el plan divino como prometió, en la arena de la historia humana. La sumisión de Cristo al plan divino La venida de Cristo a nuestro mundo fue indispensable para im- plementar el plan divino. Él cumplió, desde el prindpio hasta el final, el propósito divino para su vida en carne humana. En su sermón del día de Pentecostés, Pedro señaló que Dios estuvo totalmente activo en el ministerio de Jesús, que Jesús fue entregado por los líderes judíos Hpor el determinado consejo y antidpado conodmiento de Dios, prendisteis y matasteis por manos de inicuos, crudficándole; al cual Dios levantó, sueltos los dolores de la muerte, por cuanto era imposible que fuese retenido por ella" (Hech. 2: 23, 24). El apóstol añade que Dios lo exaltó a su diestra y que Hle ha hecho Señor y Cristo" (vers. 36). Dios estuvo activo y presente de una manera espedal en Cristo Jesús. Implementando el plan de Dios. Lo que Cristo logró para la raza humana fue posible porque vino y cumplió su misión en obedienda con el plan eterno. Vemos esto particularmente enfatizado por el verbo impersonal en griego dein Cesto es necesario", Huno debe", Huno tiene qué"), empleado con mucha frecuenda en conjundón con las actividades redentivas de Jesús. En la literatura griega el uso religioso de este verbo con frecuenda se refiere a la fuerza del destino que es inescapable y que se impo¿e sobre el mundo. Los escritores bíblicos 72 Cruzando el abismo que pensaban de "Dios en términos de la voluntad la cual emplaza personalmente al hombre y da forma a la historia de acuerdo a su plan",13 rechazan esa necesidad o destino impersonal o neutral. En la Escritura el terreno para la necesidad es, teológicamente hablando, la voluntad divina. 14 Tal es el caso en el Antiguo Testamento, que considera la sumisión a la ley, como una expresión de la voluntad de Dios, como un deber (LXX Lev. 5: 17), yen el Nuevo Testamento en el cual la "voluntad de Dios conocida por la comunidad cristiana, le señala sus deberes, así como sobre el cristiano individual" y se espera que viva de acuerdo a ellos (1 Tes. 1: 4; 1 Tim. 3: 2, 7,15; Tito 1: 7).15 Pero el verbo dei conlleva la idea de un plan divino que necesita ponerse en práctica y que llegará a tener efecto en la historia humana. Encontramos la raíz de esta comprensión en el pensamiento bíblico apocalíptico,16 espedficamente en Daniel 2: 28, 29, donde Daniel comunica al gobernante babilonio el sueño y su significado. Le dice al rey que Dios le mostró "lo que ha de acontecer en los días por venir" o "que es necesario que acontezca". La versión griega del Antiguo Testamento (LXX) utiliza en estos dos pasajes el verbo dei: "Lo que es necesario/que debe pasar". El verbo llegó a tener un contenido escatológico señalando el orden establecido de los eventos escatológicos "hasta, e incluyendo los, últimos días" y su inevitabilidad. 17 En el Nuevo Testamento este verbo "es normalmente una expresión del decreto divino y especialmente del plan de Dios".18 Ese plan divino llegó a ser efectivo en, y a través de, Cristo, cuya urgencia por cumplirlo dio forma a su vida completamente. El Nuevo Testamento aplica el verbo dei a una variedad de situaciones en la vida de Jesús. Primero, califica los viajes de Jesús. Es necesario que vaya a la casa de Zaqueo (Luc. 19: 5), pasar por Samaria (Juan 4: 4), estar en la casa de su Padre (Lue. 2: 49), estar constantemente viajando (Lue. 12: 33), y subir a Jerusalén (Mat. 16: 21). Todos sus movimientos fueron motivados por la necesidad de hacer la voluntad de Dios mientras seguía el plan divino para la raza humana. Segundo, Jesús dijo que era La expiación y la iniciativa divina 73 necesario que predicara las buenas nuevas a las ciudades "porque para esto he sido enviado" (Luc. 4: 43). Necesitaba "hacer las obras del que me envió" (Juan 9: 4) Ytraer a las ovejas que no son de este redil para tener un rebaño y un pastor (Juan 10: 16). El impulso de proclamar las buenas nuevas del reino de Dios determinó la divina compulsión a visitar lugares y personas. También movió a Pablo a proclamar el evangelio en Roma (Hech. 23: 11). Tercero, anunció algunos eventos que debían ocurrir antes del fin. El evangelio necesita ser predicado a toda nación (Mar. 13: 10). Guerras y rumores de guerras son cosas que "es necesario que suceda así; pero aun no es el fin" (vers. 7; cf Mat. 24: 6; Luc. 21: 9). Otros escritores del Nuevo Testamento emplean el verbo dei para referirse a los eventos escatológicos que deben ocurrir de acuerdo con el plan divino. Juan se refiere a los eventos escatológicos en Apocalipsis como aquello que "debe [es necesario que] suceder pronto" (Apoc. 1: 1; cf 4: 1; 22: 6). Más específicamente, menciona la necesidad de volver a profetizar (Apoc. 10: 11), que los reyes duren por un tiempo breve (Apoc. 17: lO), y que Satanás sea desatado por un poco de tiempo (Apoc. 20: 3). Pablo se refiere al juicio en el tiempo del fin, diciendo: "Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo" (2 Coro 5: 10). En la segunda venida de Cristo, es necesario que "esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad" (1 Coro 15: 53). Todos esos eventos están directamente relacionados con, o son el resultado de, la sumisión de Cristo al plan que inevitablemente debe ser cumplido en la historia de la humanidad. Cuarto, la pasión de Jesús estaba en el mismo corazón del plan divino y era algo que él tenía que hacer para redimir a la raza humana. Era inevitable que subiera a Jerusalén, que fuera rechazado, que sufriera, y que fuera asesinado (Mat. 16: 21; Mar. 8: 31; Luc. 9: 22; 17: 5). Les dijo a los discípulos: "El Hijo del Hombre debe [necesita] ser entregado en manos de pecadores" (Luc. 24: 7), y que "así como 74 Cruzando el abismo Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario [debe] que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna" (Juan 3: 14, 15; ef 12: 34). A causa del sufrimiento de Cristo, aun el sufrimiento de los creyentes ha sido incorporado en el plan divino (Hech. 4: 12; 16: 30). La pasión del Señor fue parte del misterio eterno escondido en la Deidad y ahora hecho visible sobre la cruz. Pero eso de ninguna manera exculpó a los perpetradores humanos de la culpabilidad. Su acción y el plan divino coincidieron, pero ellos siguen siendo culpables de su crimen. Quinto, si la muerte de Cristo fue algo que él tenía que experimentar, así también lo fue su resurrección. El anuncio de su pasión incluía la resurrección' de la muerte como algo que "debía [era necesario que] pasar" (Mar. 8: 31; Luc. 24: 7). Pablo proclamó que "era necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos (Hech. 17: 3). Juan añade un nuevo elemento cuando dice, concerniente a los discípulos que "aun no habían entendido la Escritura, que era necesario que él resucitase de los muertos" (Juan 20: 9). La necesidad estaba fundamentada ahora en la naturaleza profética y la autoridad de las Escrituras. La razón es que ellos anunciaron el cumplimiento del plan divino en la vida del Mesías. Dios había establecido y determinado en las Escrituras que Jesús resucitaría de los muertos y que esto debía pasar, como estaba predicho, en la vida del Salvador. ¡El resultado fue que su tumba está ahora absolutamente vacía! Seis, era necesario, no solamente que él sufriera, sino también que "entrara en su gloria" (Luc. 24: 26). Aquí el texto se refiere tanto a su resurrección como a su ascensión. El cielo es su nuevo lugar y "es necesario que reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas" (Hech. 3: 21). En la ascensión él tomó su lugar a la diestra del Padre "porque preciso es [es necesario] que él reine hasta que él haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies" (1 Coro 15: 25). La entronización de Cristo y su victoria final sobre las fuerzas del mal no serían dejadas al azar, sino La expiación y la iniciativa divina 75 fueron predeterminadas en el concilio divino como eventos que debían ocurrir dentro del flujo de la historia de la redención. Así que, el uso del verbo dei en conjunción con la vida y las experiencias de Jesús indica que su mismo ser permaneció bajo la compulsión de un amor sacrificial que no se detuvo ante nada para cumplir el plan divino para la salvación de una raza pecadora. La determinación que caracteriza las profeáas apocalípticas de la Biblia fueron en un sentido encamadas en la vida y obra de Cristo. Obviamente no quiere decir que Jesús fue un títere controlado por fuerzas más poderosas que él. Su sumisión al plan divino fue un acto voluntario de su parte. Ese determinismo apocalíptico está misteriosamente operando en la historia humana, llevándola al establecimiento del reino de Dios. El pensamiento apocalíptico incuestionablemente orientó el ministerio de Cristo. Conclusión La Biblia llama a la amorosa disposición de Dios hacia los peca- dores que no merecen misericordia, gracia divina. Por causa de esa gracia Dios diseñó un plan para rescatar a la raza humana del esdavizador y destructivo poder del pecado. Dios lo ordenó con anticipación, pero lo mantuvo escondido en el misterio de la Deidad hasta el momento cuando los seres humanos cayeron en pecado. Entonces Dios comenzó a revelarlo en diferentes maneras. En el tiempo apropiado la Deidad lo puso en práctica en, y a través de, la persona del Hijo de Dios. A través de su ministerio en la tierra Cristo llevó a cabo el plan divino para la salvación de los pecadores. El plan alcanzó su culminación en su voluntaria sumisión a su muerte sobre la cruz. Referendas 1. L. B. Smedes, "Grace", en International Standard Bible Encyclopedia, ed. GeoffreyW. Bromiley (Grand Rapids: Eerdman;, 1982), t. 2, p. 549 (en lo sucesivo, ISBE). 76 Cruzando el abismo 2. Se ha establecido correctamente que el uso de chesed en el Antiguo Testamento se amplía desde el reino del "compañerismo de la familia y el dan a la nación de Israel y finalmente a todo el mundo" (H. J. Zobel, "Chesed", en TDOT, t. 5, p. 63). 3. D. N. Freedman y J. R. Lundbom, "Chanan", TDOT, t. 5, p. 24. 4. Ibfd., p. 28. 5. Terence E. Fretheim, "Chnn", en NIDOTfE, t. 2, p. 205. 6. Danker, Greek-English Lexicon, p. 1079. 7. Conzelmann, "charis", TDNT, t. 9, p. 374. 8. Smedes, "Grace", en ISBE, t. 2, p. 548. Ver también, K. Berger, "charis, grace, gratitude; esteem", en EDNT, t. 3, p. 457, quien comenta que el término "se utiliza en esrntos no rnstianos para referirse tanto a la 'generosidad' como a la 'gratitud', ytambién con 'lleno de gracia' y "belleza': y así librar de coerción, conceder alegre y libremente apertura unos a otros, y de este modo en relación con Dios otorgando 'tanto salvación concedida por él como 'gratitud' humana. Aristóteles (Rh. 1i.7. 138Sa) destacó la gratitud natural de charis en contraste con la recompensa". 9. A. B. Luter, Jr. "Grace", en DPL, p. 372. 10. Ciertamente, el concepto completo de gracia descansa en el corazón de la soteriología de Pablo y en esa relación notamos que 'la gracia de Dios' denota un rasgo esencial del amor de Dios. Cuando es aplicado a Dios, la palabra gracia denota el favor de Dios hacia aquellos que no lo merecen [... ). Dios es visto como uno que otorga favor inmerecido a los objetos de su amor [... ). Gracia es otro nombre para el carácter extrovertido de su amor, especialmente hacia los pecadores y a su pueblo elegido" (D. GuthrieyR. P. Martín, "God" en DPL, p. 364). 11. Horton, Lord and Servant, p. 60. Elena G. de White comenta, "Nunca habríamos aprendido el significado de esta palabra 'gracia' si no hubiéramos caído. Dios ama a los ángeles sin pecado que hacen su servicio y son obedientes a todos sus mandamientos, pero no les confiere su gracia. Estos seres celestiales no saben nada de la gracia; nunca la han necesitado, porque nunca han pecado. La gracia es un atributo de Dios mostrada a los seres humanos indignos. Nosotros no la buscamos, fue enviada en busca de nosotros. Dios se regocija otorgando esta gracia a todos los que tienen hambre de ella, no porque son dignos, sino porque son totalmente indignos. Nuestra necesidad es la cualidad que nos asegura que recibiremos este don" (My Life Today [Washington, D.C.: Review and Herald, 1952), p. 100). 12. Chrys C. Caragounis, The Ephesian Mysterion: Meaning and Content (Suecia: CWK Gleerup, 1977), p. 124. 13. Walter Grundmann, "Dei", en TDNT, t. 2, p. 22. 14. W. Popkes, "Dei it is necessary", en EDNT, t. 1, p. 279. 15. Grundmann, "Dei", p. 21. 16. W. J. Bennett, Jr., "The Son of Man Must... ," Novum Testamentum, 17 (1975): 119 124; Y Popkes, "Dei," p. 270. 17. Bennett, Jr., "The Son of Man Must ... ," pp. 120, 122. 18. Popkes, "Dei" p. 279. La expiación anunciada E l misterio de Dios fue anunciado tan pronto como el pecado entró al mundo. En ese momento era una promesa de salvación para los pecadores, quienes solo podrían apropiarse de sus beneficios totales a través de la fe en la venida del Salvador. Muchos pasajes en el Antiguo Testamento revelan diversos aspectos del plan divino para el pueblo de Dios. Aquí solo podremos tratar un número limitado de ellos, seleccionados en base a su importancia general para anticipar la naturaleza y los resultados de la obra expiatoria de Cristo. La simiente de la mujer Dios les anunció a Adán y Eva el plan divino para la salvación de la raza humana inmediatamente después de su caída, mientras estaban todavía en el Jardín del Edén. El Señor les dijo: ''Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, Ytu le herirás en el calcañar" (Gén. 3: 15). Los cristianos le han llamado el protoevangelium (Hevangelio primitivo"), es decir, el primer anuncio del evangelio de salvación a la humanidad. Varios factores señalan a una lectura mesiánica del texto. La serpiente y el enemigo de Dios. Primero, en el contexto del relato, la serpiente representa algo más importante que un simple reptil. Es, fundamentalmente; un poder opuesto a Dios cuya principal función en la narración es presentar mal a Dios e invitar a otros a Cruzando el abismo 78 rebelarse contra él. La Escritura en otra parte identifica a Satanás como "la serpiente antigua llamada diablo" (Apoc. 12: 9). Como lo hemos señalado previamente, el enemigo del Creador usó mallo que era bueno. Era parte del conflicto cósmico cuyo origen fue anterior a la creación de la raza humana. Enemistad entre la mujer y la serpiente. Segundo, la enemistad o antagonismo es algo que el Creador puso entre la serpiente y la mujer. Dios deseaba que existiera un conflicto constante entre ellos dos. Como se señaló, esa enemistad implica que la relación entre los seres humanos y la serpiente nunca sería armoniosa. El poder del mal no esclavizaría total o absolutamente a los seres humanos, aunque los venciera. En otras palabras, la enemistad pone límites al control del mal sobre la humanidad. De esta manera preserva Dios la libertad de la humanidad, indispensable para el cumplimiento del plan divino de salvación de la raza humana. Uso colectivo y singular de zera Tercero, otro factor que señala la lectura mesiánica del texto es el término zeraC ("simiente, descendientes") que no siempre expresa un significado colectivo. En varios de los casos se refiere a un individuo en particular. Por ejemplo, en Génesis 4: 25, Eva dice: "Dios me ha sustituido otro hijo [zerac, "descendiente"] en lugar de Abel". El término "simiente" especifica a Seth y no es un nombre colectivo. El paralelo en Génesis 15: 3 entre "simiente" y "heredero" sugiere que estamos tratando de individuos. Después, Dios identifica a Ismael como el descendiente/simiente de Abraham (Gén. 21: 13; véase también 38: 8, 9). Uno de los mejores ejemplos del uso de "simiente" en su forma singular aparece en 1 Samuel 1: 11. Cuando Ana ora por un hijo pide al Señor "un hijo varón [lit.,descendiente "varón"], entonces yo lo dedicaré a Jehová" (ef 1 Sam. 2: 20). En este caso el antecedente del pronombre singular "él" es la "simiente/hijo", indicando que el sustantivozeracdesigna a un descendiente espeáfico. Lo mismo se aplica para Salomón, C• La expiación anunciada 79 llamado el Hdescendiente" de David (2 Sam. 7: 12). Todos son descendientes inmediatos de una persona en particular. En el caso de Génesis 3: 15 el uso colectivo está presente, pero al mismo tiempo la posibilidad de una referencia a un descendiente individual no se descarta como sugiere la traducción común de la última parte del versículo como Hesta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar". La pregunta es ¿podemos interpretar el pronombre singular como colectivo y traducirlo Bellos" o HelIo"? El hecho de que la Bsimiente" podría designar a un individuo y que nuestro pasaje emplea un pronombre singular sugiere que estamos tratando con una ambigüedad, por lo tanto la referencia podría ser un descendiente específico y los descendientes, como un todo, de la mujer. Victoria final sobre la serpiente. Cuarto, una lectura mesiánica de Génesis 3: 15 señala que el conflicto entre la simiente de la mujer y la simiente de la serpiente tendrá un final. El pasaje contiene tanto juicio como buenas nuevas. La frase "esta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar" anticipa la derrota final del mal. El verbo traducido "aplastará" es el mismo que Hherir" (hebreo, shuph), yeso suscita la cuestión de la traducción apropiada. El principal problema es que el verbo aparece solamente en dos pasajes (Sal. 139: 11 y Job 9: 17) y ni aun allí está claro su significado. Uno podría sugerir que "herir en" podría expresar la idea básica del verbo y que la intensidad del golpe dependería del objeto que lo recibe. l Siendo que la serpiente tiene como blanco el calcañar, solo le produce Brasguños" o "mordiscos", mientras que un golpe en la cabeza tiene el propósito de "aplastar" la cabeza de la serpiente y puede ser mortal. Si el pasaje no incluye una victoria, entonces lo que tenemos es una batalla perpetua entre el bien y el mal. En ese caso la maldición no sería solamente contra la serpiente sino también contra los seres humanos. Consecuentemente, "el hombre y la mujer son castigados dos veces" y la serpiente recibe un castigo más liviano del que se le impone a la pareja humana". 2 Tal lectura es ajena al texto. 80 Cruzando el abismo Significado del término "simiente". Quinto, uno no debiera pasar por alto el hecho de que el tema de la "simiente/descendiente" desempeñaría una función significativa en el resto del libro de Génesis. Los usos singular y colectivo prácticamente se funden unos con otros a medida que la historia avanza en la narración patriarcal. Las promesas hechas a uno van también para los demás. No se refiere solamente a la preservación de la existencia del pueblo de Dios, sino también acerca del cumplimiento de sus promesas. Eva estaba preocupada por la pérdida de la simiente/hijo, Abel, pero el Señor le dio otra simiente/hijo, Set (Gén. 4: 25). El pacto que Dios hizo con Noé incluía también a sus futuros descendientes (Gén. 9: 9). Las promesas del pacto son la fuerza histórica impulsora a través de los descendientes y se convierten en uno de los contenidos teológicos más significativos en la vida de Abraham. Para que Dios cumpliera sus propósitos con la raza humana, eligió a Abraham y a sus descendientes (Gén. 12: 7). A él Y a sus descendientes Dios les prometió la tierra (Gén. 13: 15) y hacerlos innumerables, como el polvo de la tierra (vers. 16). Las promesas estaban orientadas hacia el futuro. La necesidad de un descendiente, un hijo, llegó a desempeñar la mayor función en las historias. Abraham sospechaba que, como él no tenía hijo, Eliezer, su sirviente, llegaría a ser su heredero (Gén. 15: 3). Pero el Señor le aseguró que tendría un hijo (vers. 4). Ahora la promesa de un descendiente y la promesa de un hijo se mezclan la una con la otra. Esta promesa de un descendiente así como también de futuros descendientes, que serían tan numerosos como las estrellas (Gén. 15: 5; 22: 17) será ahora la fuerza impulsora del curso de la historia. El futuro era el lugar donde las promesas verían su cumplimiento. Incluiría el tiempo de esclavitud en Egipto, la liberación de Israel de allí, y la entrega de la tierra a ellos como herencia (Gén. 15: 13, 18). El pacto que el Señor hizo con Abraham era permanente porque incluía a sus descendientes (Gén. 17: 7-10). Las promesas encontrarían su cumplimiento a través La expiación anunciada 81 de Isaac, el hijo/simiente de Abraham (Gén. 17: 19; 21: 12). Su simiente/descendiente vencería a sus enemigos y llegaría a ser una bendición para las naciones de la tierra (Gén. 22: 17; 12: 18; 24: 60). El cumplimiento de las promesas a través de la simiente de Abraham daría forma a la historia (Gén. 24: 7). Ese es el significado de la constante renovación de las promesas de descendientes y de la tierra a Isaac (Gén. 26: 3, 4, 24), Y Jacob (Gén. 28: 4; 32: 12; 48: 4). En una forma particular, las promesas comenzaron a modelar la historia cuando los hijos de Jacob aumentaron y fueron a Egipto (Gén. 46: 6, 7; cf 48: 11, 19). Esta comprensión orientada al futuro de la simiente/descendiente de Abraham está fundada en la naturaleza orientada al futuro de la simiente de la mujer en Génesis 3: 15. Un profundo interés en el descendiente/descendientes a través de quien Dios cumpliría sus promesas corre a través de todo el Antiguo Testamento y llega hasta el Nuevo Testamento. En el Antiguo Testamento la conexión del descendiente/hijo con David y su dinastía llega a ser de importancia particular. Las Escrituras emplean el plural y el singular en una forma casi fluida. El Señor levantaría un hijo/descendiente de David y establecería su dinastía después de él (2 Sam. 7: 12, 16). Las promesas de un descendiente de David que siempre se sentaría sobre su trono se repiten en otros pasajes (2 Rey. 2: 33; 11: 39). El Señor dijo a David: "Para siempre confirmaré tu descendencia [zera y edificaré tu trono por todas las generaciones" (Sal. 89: 4; véanse también los verso 29 y 36). A través de la dinastía de David los enemigos de Israel serían vencidos (2 Sam. 22: 38-41; cf Salmo 89: 23, 24), la promesa de la tierra se cumpliría, y sus enemigos lamerían "el polvo" (véase Sal. 72: 8, 9)3. En el Nuevo Testamento el que se sentaría en el trono de David es Jesús, el Hijo de Dios y el Hijo de David (Luc. 1: 31-33; Mar. 10: 47); el único que por su naturaleza humana era descendiente [lit., "del linaje"] de David (Rom. 1: 3). C ], 82 Cruzando el abismo Génesis 3: 15 y el Nuevo Testamento. Sexto, encontramos en el Nuevo Testamento alusiones a Génesis 3: 15 en el contexto de la obra de Jesús y su pueblo. El NuevO Testamento describe a la serpiente como un poder maligno y engañoso (Apoc. 12: 9) en el contexto de una experiencia reveladora que representa al pueblo de Dios como una mujer, Jesús como su hijo,' y al final del tiempo a los hijos de la mujer como "el resto de la descendencia" (vers. 5, 6, 17). Aquí el descendiente de la mujer es Jesús y al mismo tiempo los hijos de Dios. La simiente de la mujer, Jesucristo (Apoc. 12: 5), quien también lo venció en la cruz (Apoc. 12: 10), finalmente destruye a la serpiente o el dragón. Otra alusión a Génesis 3: 15 aparece en Romanos 16: 20, donde Pablo escribe: "Y el Dios de paz aplastará en breve a Satanás bajo sus pies". La referencia no es exclusiva a la derrota de falsos maestros sino extensiva "a la victoria escatológica final del pueblo de Dios cuando Satanás sea lanzado al/lago de fuego'".4 El pueblo de Dios participa en la victoria divina sobre el malo. Siendo que esto sucederá a través de su Hijo, entonces el uno y los muchos son inseparables en ella, la victoria de uno es también la victoria de sus hermanos y hermanas (1 Coro 15: 25, 26). Cuando ponemos Génesis 3: 15 dentro del testimonio de la totalidad de las Escrituras, su contenido mesiánico se hace más claro. La promesa fue la primera indicación de un plan para la redención de los pecadores, formulado dentro del misterio de la Divinidad. Desde la perspectiva del Nuevo Testamento llega a ser claro que Génesis 3: 15 señala a un tiempo cuando el Hijo de la mujer, quien es el Hijo de Dios, vencerá una vez y para siempre a las fuerzas del mal y traerá la paz entre Dios y la humanidad. Dios los vistió La bondad de Dios hacia los seres humanos caídos la vemos demostrada en el misericordioso acto de vestirlos: "Dios el Señor hizo túnicas de piel para Adán y su esposa y los vistió" (Gén. 3: 21). El La expiación anunciada 83 énfasis está en la actividad divina. El pasaje, dentro de su contexto, "contiene una sorpresa. Los maldecidos son protegidos. El que prueba es quien finalmente provee (3: 21; 22: 1-14). Después de pronunciar la sentencia, Dios hace (3: 21) por la pareja lo que ellos no pueden hacer por sí mismos (3: 7). Ellos no podían lidiar con su vergüenza. Pero Dios puede, podrá y lo hace. Ser vestidos es ser dotados de vida (ef. Gén. 37: 3, 23, 32; 2 Coro 5: 4). Pero finalmente las criaturas no pueden vestirse a sí mismas, ni unas a otras".5 El pasaje contiene un mensaje de salvación en embrión. Pero uno también puede ser tentado a leer mucho más de lo que hay allí, creando el peligro de pasar por alto aspectos importantes de su mensaje. Uno de los detalles que fácilmente se pueden perder es que Dios confeccionó las túnicas de piel de animales. Contextualmente, el contraste está entre lo que Adán y Eva hicieron, Le., vestirse con hojas de higuera (Gén. 3: 7), y Dios vistiéndolos con "túnicas de piel". El texto implica que al menos un animal murió para proporcionar lo que Eva y Adán necesitaban, es decir, el regalo de una túnica que quitaría su vergüenza y les permitiría estar delante de Dios. Si es verdad que el acto divino de vestirlos significa otorgarles vida, entonces esa vida fue posible por la vida de otro; en este caso, la de un animal, tomada por la de ellos. El pasaje implica una víctima sacrificial que toma el lugar del pecador. El Nuevo Testamento fundamenta la eficacia de las ofrendas sacrificiales del Antiguo Testamento sobre la convicción de que Cristo es "el Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo" (Apoc. 13: 8). Tan pronto como apareció el pecado en nuestro planeta, el plan divino entró en efecto a través de tipos que señalaban la venida del ministerio sacrificial de Jesús. El sacrificio de Abraham. Uno de los relatos más dramáticos de la Biblia está en Génesis 22. Dios pidió a Abraham que sacrificara a Isaac su único hijo, a 84 Cruzando el abismo quien amaba, como holocausto. La historia se desarrolla en forma lenta. Desde el mismo principio el escritor bíblico informa al lector que es una prueba y por implicación que Dios no permitirá a Abraham que sacrifique a Isaac. El Señor procura proporcionar una oportunidad para que Abraham revele la profundidad de su compromiso con él. Una prueba es un medio a través del cual lo que está escondido o está cuestionado se hace presente y visible a otros. ¿Por qué fue necesario que Abraham revelara su fe, la naturaleza de su compromiso con Dios? El relato mismo no proporciona una respuesta. En ella solamente vemos lo doloroso y angustioso de la prueba. El hecho de que al final de la experiencia Dios renueva su pacto sugiere que la prueba tenía relación con el pacto que él había hecho con Abraham. Antes Dios le había dicho: °Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto. Y pondré mi pacto entre mí y ti, y te multiplicaré en gran manerao (Gén. 17: 1-2). La promesa divina iba a cumplirse a través de su descendiente, Isaac, nacido de Sara (vers. 16). Isaac nació como un regalo de Dios, el resultado de una intervención divina y milagrosa. Pero Abraham no fue totalmente fiel a las estipulaciones pactadas y no °había andado en forma perfecta delante" del Señor. En ese sentido había violado el pacto. Era importante que Abraham manifestara su fe, que la revelara de una manera sin precedente. Por eso tuvo que hacerle frente a una prueba que debe haber estremecido el mismo centro de su ser. No es difícil establecer la naturaleza de la prueba, yes muy probable que Abraham mismo fuera consciente de ello. La cuestión teológica fundamental que está detrás del sacrificio involucra el tema importante de la simiente/descendient ;? a través del cual Dios cumpliría la promesa de salvación. Isaac, como la verdadera simiente, era un regalo divino para Abraham y Sara. Pero ahora Dios estaba recogiendo el regalo: lo quería de regreso. Como ya no era un verdadero compañero en el pacto, Abraham no lo merecía. De hecho, el pacto estaba llegando a su final y con ello la elección del patriarca. La expiación anunciada 85 ¿Estaba dispuesto Abraham a rendirse al regalo o rebelde y egoístamente se proclamaría dueño de él? ¿Sería capaz de confiar plenamente en el Señor y esperar pacientemente en él, creyendo que el Señor cumpliría fielmente las promesas que le había hecho a pesar de la violación del pacto? Fue capaz, confiando en Dios tanto que creyó en lo imposible, es decir, en la resurrección de su hijo (Heb. 11: 19; Gén. 22: 5). El sacrificio literal no se realizó porque Dios proporcionó otra víctima sacrificial. El texto dice sencillamente: "y fue Abraham y tomó el camero, y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo" (Gén. 22: 13). Lo único que el lector puede hacer es imaginar las emociones profundas y los sentimientos en el corazón del patriarca mientras se apresuraba sobre el terreno escabroso para agarrar el camero y ofrecerlo al Señor como sustituto de su hijo unigénito. El holocausto era un sacrificio expiatorio y a través de él venía el perdón y la renovación del pacto (Gén. 22: 15-18; cf 8: 20, 21; Lev. 1: 3, 4). El relato combina una serie de elementos que serán importantes para la comprensión del sacrificio expiatorio en la Biblia. Une el rompimiento del pacto, el abandono divino, la posibilidad de la muerte, un sacrificio sustitutivo, y la restauración del compañerismo con Dios a través de la renovación del pacto. No es extraño encontrar algunas alusiones a él en el Nuevo Testamento en el contexto del rol sacrificial de Jesús. Mencionaremos solo algunas de ellas. Durante el bautismo de Jesús se escuchó "de los cielos" la voz del Padre diciendo: "Tu eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia" (Mar. 1: 11). Génesis 22: 2 describe a Isaac no solamente como el hijo de Abraham sino como el único "a quien amas [griego, agapetos]". Jesús es el Hijo de Dios "a quien yo [el Padre] amo [agapetos]" (cf Juan 3: 16). El único lugar en el Antiguo Testam~nto en el cual alguien escuchó una voz del cielo es Génesis 22: 15. Ahora la voz del Padre mismo se dirige a su Hijo desde el cielo. La manifestación Cruzando el abismo 86 salvífica de la presencia de Dios ahora ocurre en la persona de su amado Hijo. Dios dijo a Abraham: NNo me has rehusado[LXX, pheidomai) tu hijo, tu único hijoN (vers. 16). Pablo escribe, HEl [Dios) que no escatimó [pheidomai) ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas" (Rom. 8: 32). Tanto la traducción griega del Antiguo Testamento como Pablo usaron el mismo verbo, pheidomai (Oreservó, retención de algoN). El paralelo es, de hecho, un contraste. El hijo de Abraham fue preservado (retenido) pero el Hijo de Dios, no lo fue. La experiencia de Abraham tipificó o señaló al verdadero acto sacrificial de Cristo. Otras referencias a Génesis 22 ponen el énfasis en la fe de Abraham quien confió en Dios al punto de estar dispuesto a sacrificar a su hijo. Hebreos declara que Abraham confió tanto en Dios que estuvo seguro que el Señor resucitaría a Isaac de los muertos para cumplir las promesas que le había hecho (Heb. 11: 17-20). Santiago utiliza la historia para demostrar que la fe tiene que ir acompañada por las obras de amor y obediencia a Dios (Sant. 2: 31, 32). Los escritores bíblicos utilizan el relato no solamente para ilustrar el significado sacrificial de la muerte de Cristo sino también la calidad de respuesta de fe del creyente a Dios que proporciona el sacrificio por nosotros. La experiencia de Abraham en el Antiguo Testamento prefigura elementos importantes de la muerte sacrificial de Cristo. Reveló algunos aspectos del plan de redención de Dios para la raza humana. El Antiguo Testamento mismo hizo un monumento del incidente: NPor tanto se dice hoy: 'En el monte de Jehová será provisto'" (Gén. 22: 14). La referencia es, muy probablemente, a uno de los más dramáticos momentos en la historia; el momento cuando Isaac preguntó: ¿Dónde está el cordero para el holocausto?" y su padre respondió: NDios se proveerá del cordero" (vers. 7). Cuando sus descenN La expiación anunciada 87 dientes fueran a adorar al monte del Señor ellos también anticiparían que, finalmente, el Señor supliría la víctima sacrificial para ellos. El Siervo del Señor: Isaías 52: 13-53: 12 El eunuco etíope leía Isaías 53, pero estaba confundido acerca del significado del texto. Cuando Felipe se le acercó, le preguntó al apóstol: "Te ruego que me digas: ¿De quién dice el profeta esto; de sí mismo, o de algún otro? (Hech. 8: 34).6 Felipe le explicó acerca de Jesús en ese pasaje yen otras partes de la Biblia. Isaías 52: 13-53: 12 desempeña un papel significativo en el ministerio y las enseñanzas de Jesús así como también en la proclamación apostólica de su obra redentora. A través de Isaías el Señor anunció la obra de Cristo a favor de su pueblo. Ese pasaje, escrito en poesía hebrea, se divide en cinco secciones o estrofas. 7 Primera sección: Isaías 52: 13-15. El poema comienza en la forma como termina, concretamente con una exaltación del Siervo del Señor (ef Isa. 53: 10-12), enfatizando la victoria y el éxito de su misión. La oración de apertura es casi un grito de victoria: "He aquí mi Siervo será prosperado, será engrandecido y exaltado, y será puesto muy en alto" (Isa. 52: 13; ef. Fil 2: 9). El orador parece ser Dios quien, a través del profeta, anuncia que algo inesperado sucederá. El poema comienza con la reacción de las naciones, quienes sabían poco o nada acerca de la obra de Dios por medio de su Siervo (ef Rom. 15: 20-21). Al principio la condición humillante del Siervo horrorizó a "muchas naciones". Se veía como un ser humano rechazado, desfigurado su parecer más allá de la apariencia humana (Isa. 52: 14). Pero con el tiempo serían silenciados, "porque verán lo que nunca les fue contado, y entenderán lo que jamás habían oído" (vers. 15; ef 1 Coro 1: 18,25; Rom. 15: 21). Segunda sección: Isa. 53: 1-3. El orador es "nosotros", el pueblo. Esta sección comienza con una pregunta retórica dirigida a aquellos que sabían que el Siervo vendría, pero que no lo reconocieron cuando 88 Cruzando el abismo llegó. El profeta, representando al Señor, pregunta: "¿Quién ha creído a nuestro anuncio ... ? (vers. 1; ef Rom. 10: 16). Luego sigue el discurso del "nosotros". Arguye que cuando venga el Siervo del Señor, no podrán reconocerlo porque, primero, él no parece como el Siervo del Señor: "no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, más sin atractivo para que le deseemos" (Isa. 53: 2). Juzgado por su apariencia, el Siervo era el candidato más improbable para esa función. Segundo, también era socialmente inadecuado pues estaba bajo gran presión emocional y sufrimiento. Lo identificaron como un "varón de dolores" (vers. 3), no como el Siervo del Señor. Consecuentemente, los seres humanos lo "despreciaron y rechazaron" (ef Mar. 9: 12). A través del poema encontramos varias confesiones del grupo identificado como "nosotros". La primera ocurre en el versículo 3: "No lo estimamos [ehashab]". El tono de la frase es casi el de un lamento e implica tristeza y arrepentimiento. En este contexto, el verbo ehashab significa "respetar, tener en alta estima", incluso "valorar" (e.g. Isa. 13: 17; 33: 8). Basados en lo que observaron con respecto a la experiencia y apariencia del Siervo, lo devaluaron por no ser capaces de percibir en él ninguna importancia redentora divina. Tercera sección: Isaías 53: 4-6. Aquí el "nosotros" describe la nueva comprensión que han obtenido acerca del significado de la experiencia del Siervo del Señor. Se dieron cuenta que el Siervo pasó por algo que ellos deberían haber pasado, que "él llevó nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores" (vers. 4; el verbo hebreo nasa' significa"cargar", ef Mat. 8: 16, 17). Tal descubrimiento situó su actitud negativa previa hacia él en una luz incluso más dolorosa, así que los fuerza a hacer una segunda confesión: "Nosotros lo tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido". La admisión reconoce la errónea comprensión que tenían de la actitud de Dios hacia el Siervo. Ellos pensaban que estaban del lado de Dios cuando lo rechazaron y proyectaron sobre Dios sus propios sentimientos y actitudes hacia el La expiaci6n anunciada 89 Siervo. En un sentido la frase expresa una verdad, a saber que Dios estaba en realidad directamente involucrado en lo que el Siervo estaba experimentando, pero el poema tratará esto más tarde. Sin embargo, esto no parece ser lo que Hnosotros" teníamos en mente. El lenguaje utilizado en la primera parte de Isaías 53: 4 introduce el concepto de sustitución al establecer un fuerte contraste entre Hnosotros/nuestro" y Hél". Él experimentó, él llevó, lo que era Hnuestrono La condición del Siervo, que había sido disminuido su valor ante sus ojos, era precisamente la propia condición personal de ellos que él les había quitado y la había puesto sobre éI.B El versículo 5 desarrolla mucho más este pensamiento cuando declara que él "herido por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados" (ef Rom. 4: 25). No es que él hubiera participado en la condición de ellos, sino que sufrió o tomó sobre sí el resultado final de la alienación de Dios. El Siervo asumió su lugar y recibió lo que ellos meredan, como el "nosotros" lo expresó explícitamente en la última parte del versículo S, la tercera confesión del pueblo: Hel castigo de nuestra paz fue sobre él"; más adelante explica cómo "por [Heb., li', "al costo de"] sus heridas fuimos nosotros curados" (ef 1 Pedo 2: 24). Aquí está su reconocimiento de que la salvación vino a través de la experiencia del Siervo. Porque él tomó Hnuestro" eastigo "nosotros" recibimos de él paz: sus llagas nos traen sanidad. La idea de sustitución está aun más clara en Isaías 53: 6. El versículo comienza con la cuarta confesión del pueblo. A la luz de la obra salvadora del Siervo, la percepción del pueblo cambia radicalmente. Reconocen su necesidad de salvación al compararse con ovejas que se extraviaron; todas ellas se fueron por sus propios caminos (ef Isa. 42: 24; 48: 17; 1 Pedo 2: 25). Ahora han comprendido que lo que en realidad sucedió fue que HJehová cargó en él el pecado [Heb.,'awon, Hdeuda" Hculpa"] de todos nosotros" (ef Juan 1:29). Vemos aquí la idea de una transferencia sustitutiva de iniquidad/culpa del pueblo al Siervo. Así·es como fueron sanados. 90 Cruzando el abismo Cuarta sección: IsaÍas 53: 7-9. El discurso del pueblo termina y ahora esuchamos, probablemente, la voz del Señor, como sugiere la frase, "mi pueblo", en el versículo 8. 10 que tenemos es la perspectiva del Señor con respecto a la experiencia del Siervo. Demuestra que la nueva comprensión del pueblo, con respecto a la obra del Siervo, era correcta. El versículo 7 lo describe como sometido. Mientras afrontaba la opresión y la aflicción no abrió su boca (ef Mat. 26: 63; 27: 12, 14; 1 Pedo 2: 23). Fue como una oveja ante sus trasquiladores, como un cordero llevado al matadero (ef Hech. 8: 32, 33; Apoc. 5: 6; 12). Calladamente se sometió al plan divino para él. Aunque sufrió una ejecución ilegal, ¡SU descendencia será numerosa! El poema anuncia su muerte redentora: "Porque fue cortado de la tierra de los vivientes, y por la rebelión de mi pueblo fue herido" (Isa. 53: 8; cf. 1 Coro 15: 3). Su muerte no fue el resultado de su pecado, sino del pecado del pueblo de Dios, que él había tomado sobre sí. Como había sido ejecutado como un crimfnal, debía ser sepultado como uno de ellos, pero en cambio fue sepultado como una persona rica. El pasaje explica el contraste señalando el hecho de que el Siervo era totalmente inocente: él fue sin pecado, libre de violencia y engaño (ef 1 Pedo 2: 22; 1 Juan 3: 5). Aquí tenemos el testimonio de Dios mismo concerniente a su Siervo. Quinta sección: IsaÍas 53: 10-12. La última estrofa presenta el significado teológico de la experiencia del Siervo. Completa el cuadro descrito en los versículos anteriores al repetir y aclarar el papel de Dios en el proceso y los beneficios plenos de la misión del Siervo. 10 que le ocurrió no fue un accidente sino el resultado de la voluntad divina. Fue parte del plan divino que incluía quebrantarlo, hacerlo sufrir. La Escritura interpreta esa humillante experiencia en términos del sistema sacrificial israelita. Dios lo ofreció como ofrenda por la culpa: como un sacrificio expiatorio. Ahora todo el lenguaje de sufrimiento, desfiguración, heridas, castigo y su asociación con las transgresiones e iniquidades quedó clard. Tratado como una víctima La expiación anunciada 91 sacrificial, llevó el pecado del pueblo sobre sí, murió como una VÍctima sacrificial: en lugar del pueblo. Pero su muerte lleva a la resurrección: "Verá linaje" (vers. 10); "Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho" (vers. 11). Al volver de la oscuridad de la muerte, el Siervo continuará cumpliendo la voluntad del Señor: el plan de redención. El siguiente aspecto es la aplicación de los beneficios de su muerte sacrificial a los que creen: "Por su conocimiento justificará mi Siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos" (vers. 11). La frase "por su conocimiento" podría significar "como resultado de su experiencia", es decir, por su muerte sacrificial, o "por el conocimiento de él", es decir, por tener un conocimiento personal o una fe relacional con él. En el propósito redentor de Dios los dos son inseparables. Es a través de ese conocimiento que el Siervo declara justos a "muchos" (cf. Rom. 5: 19). Los "muchos" son todos aquellos que, de acuerdo con el poema, encuentran en el sufrimiento, la muerte, y la resurrección del Siervo un propósito redentor para sus vidas. La declaración de justicia es posible porque él llevó las iniquidades de ellos (vers. 11). La resurrección del Siervo también incluye su exaltación (vers. 12; ef 52: 13). El texto nos da la razón de su exaltación: porque fue obediente hasta la muerte. Haciendo que "fuera contado con los pecadores" (vers. 12; ef Lue. 22: 37). Pero no es, simplemente, compartir el destino de los pecadores. De hecho, él "llevó los pecados de muchos" (Isa. 53: 12; ef Heb. 9: 28; 1 Pedo 2: 24). Tomando lo que pertenecía a los "muchos": sus pecados, él los cargó en su lugar. Se puso entre Dios y el pecador como intercesor para quien no había intercesor. Después de su humillación siguió su exaltación (ej. 1 Pedo 1: 9, 10). Podríamos también interpretar la referencia a su mediación en términos de lo que haría por los seres humanos después de su exaltación (ef Rom. 8: 34). En ese caso Isaías 53: 12 empieza y termina con una referencia a la exaltación del Siervo. 92 Cruzando el abismo Isaías 52: 13-53: 12 es una asombrosa profeáa de la futura experiencia del Mesías. El pasaje describe al Siervo como profeta (él mismo es una revelación de Dios), como rey (a través del uso del título Siervo del Señor ya través de su exaltación), y como sacerdote (intercede por los pecadores). El poema del Siervo Sufriente encierra y contiene una poderosa forma de vida, ministerio, muerte, resurrección, exaltación y mediación de Cristo. Anticipando el significado expiatorio de su muerte sacrificial por los pecadores, cuyos pecados él cargó como su sustituto. Siglos antes del nacimiento de Jesús, Dios ya estaba anunciando su plan para la raza humana. La venida del Mesías: Daniel 9: 23-27 Entre los libros bíblicos Daniel se destaca de los demás porque contiene algunas de las más significativas predicciones relacionadas con el plan de salvación de los pecadores. Ese plan se desarrollaría dentro de la historia humana y conduciría al establecimiento del reino de Dios sobre la tierra. Este es particularmente el caso en Daniel 7 -9 que bosqueja el conflicto entre los poderes del mal, operando por medio de sistemas políticos y religiosos; y el Hijo del Hombre, el Mesías, y su pueblo. La profeáa de Daniel 9: 24-27 es especialmente importante porque predice el momento de la llegada del Mesías. Anuncia la venida del Ungido (Dan. 9: 25), así como también su muerte (vers. 26). Su obra consistiría en establecer un pacto firme con muchos, poniendo fin a los sacrificios (vers. 27), terminando la transgresión, haciendo expiación por la iniquidad, estableciendo la justicia eterna, e inaugurando los servicios del Santuario (vers. 24). Daniel predice que todos estos eventos tendrían lugar dentro del período de setenta semanas (490 años), particularmente hacia el final de ese período. Con asombrosa precisión bosquejó la obra redentora de la venida del Mesías. Otro maravilloso aspecto de la profeáa de Daniel es que incluye un punto de partida para la iniciación del período profético. Co- La expiación anunciada 93 menzaría con la promulgación de un decreto para ureconstruir y restaurar" a Jerusalén (vers. 25). El libro de Esdras (Esd. 7: 11-26; 4: 7-13) registra tal decreto y podemos fecharlo en el séptimo año del rey Artaxerxes (vers. 7) 0457 a. de C. utilizando el antiguo calendario de otoño a otoño (cf. Neh. 1: 1; 2: 1). El período profético fue segmentado en siete semanas, sesenta y nueve semanas (para que el Ungido apareciera; 27 d. C.), Y la última, la semana setenta, dividida en dos mitades. Durante la primera mitad el Mesías moriría (31 d. C.), trayendo la justicia y la expiación y estableciendo un pacto firme con muchos. El nuevo pacto llevaría a la segunda mitad de la semana cuando la fe de Israel sería universalizada (34 d. C. cf. Hech. 7; 8: 4, 5,27-39; 9: 31; 11: 19; 28: 28). Cuando recordamos que esta profecía apareció cientos de años antes de Cristo, su cumplimiento en la vida y el ministerio de Jesús es sencillamente impresionante. Su muerte sacrificial puso punto final al sistema de sacrificios del Antiguo Testamento al encontrar su cumplimiento en él (Mat.27: 51; Heb. 10: 8-10). Por medio de su sangre estableció un nuevo pacto que de una vez por todas restauró la comunión con Dios (Heb. 8: 6). Su sacrificio expiatorio era, y continúa siendo, el único medio de perdón del pecado (1 Juan 1: 9; 2: 2; Efe. 1: 7). Por medio de Daniel Dios anunció una serie de aspectos vitales del plan de redención relacionados con la venida del Mesías, y encuentran el inicio de su cumplimiento en la persona del Hijo de Dios. Conclusión Hemos examinado brevemente algunos de los pasajes del Antiguo Testamento en los cuales el Señor anunció la obra de Cristo a favor de su pueblo. Él quiso que comprendieran que no habían sido dejados solos bajo el poder del pecado y la muerte y que un plan divino se había configurado en el misterio de la Deidad para salvarlos. La promesa de salvación fue suficientemente específica para que reconocieran su cumplimiento. La palabra profética lentamente develó 94 Cruzando el abismo el misterio de la expiación. Pedro describe el proceso de la siguiente manera: "Los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros, inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación, escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos. A estos se les reveló que no para sí mismos, sino para nosotros, administraban las cosas que ahora os son anunciadas por los que os han predicado el evangelio por el Espíritu Santo enviado del cielo; cosas en las cuales anhelan mirar los ángeles" (1 Pedo 1: 10-12). Referencias 1. Véase Kenneth A. Matthews, Génesis 1-11: 26 (Nashville: Broadman and Holman, 1996), p. 245. 2. T. S. Desmond Alexander, "Messianic Ideology in the Book of Genesis", en The Lord's Anoínted: Interpretation o[ OT Texts, eds. Philip Satterhwaite, Richard S. Hess, and Gordon J. Wenham (Grand Rapids: Baker, 1995), p. 30. 3. Walter Wifall, en "Gen. 3: 15 -A Protoevangelium?" Catholic Bíblical Quarterly 36 (1974): 361-365, ha argumentado que la ideología davídica y mesiánica, como está descrita en 2 Samuel 1-1 Reyes 2, está detrás de Génesis 3: 15 como también la mitología de la realeza del antiguo Cercano Oriente, y concluye que el Nuevo Testamento aplica tal marco mesiánico o de realeza a Jesús. Es cuestionable que uno construya el contexto de Génesis 3: 15 en armonía con esas ideas. Sin embargo, es importante observar el significado de la conexión de una comprensión teológica de la "simiente/descendientes" con la dinastía de David. 4. Douglas Moo, Epistle to the Romans (Grand Rapids: Eerdmans, 1996), p. 933. C. E. B. Cranfield, Epístle to the Romans (Edimburgo: T &. T. Clark, 1979), t. 2, p. 803, quien va mucho más allá y declara: "Que la promesa se refiere a la consumación escatológica y no a alguna reflexión divina especial en el transcurso de sus vidas [de los cristianos en Roma], nos parece prácticamente cierta". 5. Walter Brueggemann, Genesis (Atlanta: John Knox, 1982), p. 50. 6. Los eruditos todavía debaten esta cuestión. La cantidad de literatura escrita sobre el tema sobre ese pasaje es enorme y con frecuencia llega a conclusiones contradictorias. Para una visión del conjunto. Véase G. P. Hugenberger: "The Servant of the Lord in the 'Servant Songs' of Isaiah: A Second Moses Figure", en The Lord's Anointed: Interpretation o[ OT Messianic Texts, pp. 101-139. Nos aproximaremos al texto desde la perspectiva del Nuevo Testamento, el cual identifica al Siervo del La expiación anunciada 95 Señor con Jesucristo. El poema contiene algunos problemas textuales y versículos que son difíciles de interpretar. La lectura de diferentes traducciones alertará al lector respecto a esas dificultades. El espacio, sin embargo, no nos permite anotarlas. 7. John N. Oswalt, The Book of Isaiah: Chapters 40-66 (Grand Rapids: Eerdmans, 1998), p. 376. 8. Oswalt, Isaiah 40-46, p. 386. .... • .. ~~~ -" c~~ r ;¡; ~/~~ - -,. La expiación en sombras: El sistema de sacrificios E staba amaneciendo en Babilonia cuando los sacerdotes abrieron las puertas del templo. Pronto ofrecerían los sacrificios matutinos y llevarían la carne al interior del templo. Las cortinas de lino daban una sensación de privacidad a la imagen de oro y a la mesa sobre la cual los sacerdotes colocaban la comida. La carne sacrificial era el plato principal y estaba acompañado por frutas y bebidas. Los sacerdotes estaban alimentando al dios. Al colocar la comida frente a la imagen y vaciar la bebida en las copas delante de la imagen cúltica, la deidad podría asimilar la esencia del alimento. Luego los sacerdotes retiraban de la mesa la comida que había sido bendecida a través del contacto con la deidad y la llevaban al palacio donde el rey y sus oficiales disfrutaban los alimentos. El personal del templo repetía el mismo ritual a la caída de la tarde. El obvio propósito del sacrificio no era expiar el pecado sino suplir las necesidades de los dioses. El pueblo y el rey disfrutaban los favores de los dioses al proporcionarles comida apropiada. Pero en la Biblia Dios estableció el sistema de sacrificios para ilustrar la forma como resolvería el problema del pecado y restauraría y fortalecería la relación de pacto entre él y su pueblo. Consecuentemente, desempeñaba un papel significativo en la interpretación de la muerte de Jesús. Los cristianos consideraban que el sistema había tenido un significado tipológico, señalaba a la obra de salvación de Cristo por nosotros y encontraba su cumplimento en él. 98 Cruzando el abismo Los servicios del Santuario revelaban una forma de ordenar el mundo al establecer distinciones y límites que los seres humanos debían respetar para coexistir en armonía con Dios y los demás. Primero debemos examinar en forma general ese concepto universal y luego explorar su significado. Los servidos del Santuario y la cosmovisión israelita La cosmovisión presupuesta por los servicios del Santuario descansa en el orden establecido por Dios durante la semana de la creación. También toma en consideración la interrupción de ese orden por el pecado. 1 Cuando examinamos esa perspectiva, descubrimos una red de conceptos que configuraban la forma en que los israelitas debían relacionarse unos con otros, con Dios, y con el resto del mundo. Aquí solamente podemos proporcionar un incompleto y breve resumen de ese universo conceptual.2 Dentro de ese universo conceptual, el elemento más importante en la vida de los israelitas era la presencia de Dios en el Santuario. El Santuario era un espacio para el Señor separado de lo común. 3 Como un espacio exclusivo solamente era accesible para los sacerdotes y levitas y, bajo ciertas circunstancias, para los israelitas. Aquellos que se aproximaban al Señor en su tabernáculo tenían que hacerlo con sumo cuidado. Lo que hacía único a aquel espacio era el hecho de que Dios había decidido habitar allí. En la mentalidad bíblica cualquier otro espacio carecía por naturaleza de santidad. La santidad era de origen divino. ¿Cuál era, entonces, la condición del resto del mundo? Para los israelitas, a quienes Dios había apartado de las naciones, estaba en un estado de pecado y separación de Dios, pertenecía a lo común y profano, o estaba en una condición de inmundicia/impureza (cf Lev. 20: 26).4 El Señor creó en medio del caos de lo profano, lo inmundo, y lo pecaminoso un Lugar Santísimo, para hacer posible que los seres humanos se aproximaran a él, la fuente de la vida. La expiación en sombras: El sistema de sacrificios 99 Consecuentemente, habían, por así decirlo, dos esferas de existencia. Una estaba básicamente caracterizada por la muerte y la separación de Dios: común, pecaminosa e inmunda. La otra tenía como carácter fundamental la vida y la unión con Dios: lo santo y lo puro. Dios era la fuente exclusiva de santidad. El pecado y la impureza también tenían una fuente primaria. Levítico 16 lo identificó como Azazel, de quien diremos que era una figura demoníaca. Esto significa que los servicios del Santuario describían claramente el conflicto cósmico como una lucha de Dios y su pueblo contra las fuerzas del mal. Los israelitas concebían que, fuera de la esfera de santidad, las fuerzas del pecado y lá impureza tenían un control casi total sobre el mundo. Digo casi, porque no todo estaba en estado de impureza. Había lugares limpios (ef, Lev. 4: 12; Núm. 19: 9), y había animales limpios que uno podía utilizar para alimento y para sacrificios (Lev. 11). Y lo común no era necesariamente malo, a menos que uno tratara lo sagrado irrespetuosamente, como algo que era común, profanándolo así. s Pero, finalmente, toda persona o cosa viva que estaba bajo el poder ae la impureza, entraba a la esfera de la muerte. La muerte ciertamente reinaba. ¿Era posible para los seres humanos moverse de la esfera de la impureza a la de la santidad? ¡Sí! Incluso aquellos que no eran descendientes de Abraham podían tener esa experiencia. Israel entró a la esfera de la santidad a través de la elección de Dios y a través de una relación de pacto con él (ef Deut. 7: 6; 14: 2, 21).6 Ellos, y todos los demás interesados en pasar de una esfera a la otra, debían pasar a través de ciertos rituales de transición en los cuales los sacrificios eran de primera importancia. Los inmundos tenían que ser limpiados y purificados, primeramente a través del agua, el fuego, o la sangre. Lo común debía hacerse santo, o sea permitirle participar de la santidad del Señor, a través de los rituales de santificación que empleaban sangre y aceite. Y el pecado debía ser removido a través de la sangre sacrificial y el perdón divino. Tales sacrificios capacitaban a los seres 100 Cruzando el abismo humanos para aproximarse al Santo y a su morada santa. P~0~~ ,ticlai!~~jS':qtre~Iá1t~€áfe:~ilñ?~IDtfdi~;" Lo santo transformaba aquellos que se aproximaban al Señor y se convertía en un estilo de vida que reflejaba su santidad: su carácter divino. ;~mM~tfeJQ.~ID;iG.ont~.,unr~~,~~o disiiiigdt<fd~,~"eé~~tírr:y'f~illmund{f Aquí el pacto se convirtió en una parte intrínseca de la vida religiosa del pueblo de Israel. El pacto era la expresión ética de la santidad de Dios en sus vidas. Al instruir a los israelitas en cuanto a la forma de relacionarse unos con otros y, particularmente, con Dios, se creaba una barrera contra la incursión del pecado y la impureza en la esfera de santidad. Por lo tanto, cualquier violación del pacto era una seria amenaza tanto para el individuo como para la comunidad. Tales violaciones colocaban a los israelitas dentro de la esfera de lo común y lo impuro, lo pecaminoso, y finalmente bajo el poder de la esfera de la muerte. Ciertos tipos de impureza eran prácticamente inevitables para los israelitas, haciendo que la presencia de lo impuro fuera inevitable dentro de la comunidad del pacto. La.c~~~~~­ conp¡¡;í~e¿<\;.é¡!.!S~,@,~~d~hti~r~itSi,perSO~~ siu;fufeit§i&i. Esto sugiere que las dos esferas, la de la santidad y la de la impureza y el pecado, no estaban totalmente separadas, sino que en algunos puntos se traslapaban en formas muy complejas.? Tales fenómenos revelaban la convicción de que la naturaleza humana necesitaba constantemente purificación y perdón para ser capaz de existir en la presencia de un Dios Santo. Aquí el sistema de sacrificios se convirtió en el vehículo que diariamente podía librar de la impureza y el pecado, particularmente a través de los rituales expiatorios que el Señor utilizó para establecer, mantener, y restaurar el orden. 8 El pecado/impureza y el individuo Como sugerimos arriba, la relación de pacto tomaba muy en serio las violaciones morales y rituales. Las violaciones de las leyes ri- La expiación en sombras: El sistema de sacrificios 101 tuales resultaban en un estado de impureza. De hecho, podríamos decir que la impureza, en el contexto del Santuario, indicaba una condición de separación de Dios y de los seres humanos. Una persona inmunda no podía tener contacto con otros y no debía entrar al Santuario. Tales individuos eran, en un sentido, quitados de la esfera de la plenitud de la vida y se consideraban dentro de la influencia del poder de la esfera de la muerte. La Escritura identifica algunas fuentes específicas de impureza, como los cuerpos de muertos (Núm. 6: 6, 7, 11), las enfermedades (Lev. 13; 14) yel derramamiento de sangre y de semen (la "semilla" de la vida). La lista sugiere que Israel asociaba fundamentalmente la impureza con la esfera de la muerte. Una buena ilustración es el leproso, considerado dentro de la esfera de la muerte (Núm. 12: 9-12). Entonces, podemos sugerir que la cosmovisión bíblica consideraba que la persona impura estaba en el reino de la muerte, dirigiéndose hacia una absoluta alienación de la comunidad y de la presencia de Dios que estaba en ella. Obviamente, era una condición muy seria que requería liberación a través de la remoción de la contaminación del individuo o librar a la comunidad del individuo.~- ~ita1:~~~tá~lk~~~w"'~~~~el Las faltas morales son, en un sentido, de una naturaleza diferente; aunque el resultado final es básicamente el mismo, es decir, la separación de Dios. Aquí el énfasis está sobre el pecado como una carga y no como una contaminación física. El resultado de pecar es un estado de "culpa" ('asham, Lev. 5: 2), yel Antiguo Testamento describe a la persona como "portadora de pecado"(nasa' Cawon, verso 1). Cuando el pecador es el sujeto de la frase nasa' Cawon significa que la persona es responsable de su pecado y está sujeta al castigo o penalidad. El contexto identifica la penalidad, y lo aplica el pueblo o Dios (véase Lev. 20: 20; 24: 14, 15; Éxo. 28: 42, 43; Núm. 9: 13). La frase "llevará su pecado" es una declaración legal indicando 102 Cruzando el abismo que una persona en particular es responsable por un pecado espeáfico y que una penalidad, consecuencia del pecado, es aplicable. Encontramos la idea de penalidad expresada también por el verbo 'asham, normalmente traducido "ser culpable". Se puede referir a una acción pecaminosa (Sal. 68: 21) así como también al castigo por un mal hacer: las consecuencias (Ter. 51: 5; Gén. 26: 10). En el contexto de los servicios del Santuario la tendencia es emplear el significado consecuencial del verbo, por ejemplo, Hsentir culpa", o experimentar las consecuencias que resultan de la culpa del pecado. 9 Esto incluye ideas como Hllegar a ser responsable" (Lev. 4: 3; 6: 5, 7), Y "experimentar la responsabilidad" (Lev. 4: 13, 27; 5: 2-5, 17).10 Aquellos que se encontraban en estado de responsabilidad, cargando su propio pecado, necesitaban liberación inmediata. Note que en el contexto donde se describe a los pecadores a punto de experimentar la penalidad total de sus pecados, se les permitía traer un sacrificio ante el Señor a través del cual recibían gratuitamente expiación y perdón del pecado. La víctima sacrificial desempeñaba un papel significativo en su liberación de la carga de pecado o en la remoción de su contaminación. Los actos rituales y Levítico 17: 11 nos ayudan a entender ese papel. Sangre y expiadón Aunque el sistema de sacrificios se encontraba con una variedad de necesidades, tenía una función fundamental. Con respecto a la sangre de la víctima sacrificial, Dios dijo: "Yo os la he dado para hacer expiación sobre el altar por vuestras almas; y la misma sangre hará expiación de la persona" (Lev. 17: 11). Existe una conexión directa entre el sacrificio, el uso de la sangre, y el proceso expiatorio. Lo primero que debemos notar es que la expiación es un don divino. Dios mismo proporcionó los medios y los puso a disposición de los israelitas. Él les dio lo que necesitaban para restaurar su relación con él, a saber, la sangre (Lev. 17: 14; Gén. 9: 4; Deut. 12: 23). La expiación en sombras: El sistema de sacrificios 103 Segundo, en Levítico 17: 11 la sangre está en lugar de la vida: "Yo os la he dado [la sangre como vida] para hacer expiación sobre el altar por vuestras almas [lit., por su vida] la misma sangre [como vida] hará expiación [a cambio de una vida] de la persona". El texto señalaba el aspecto fundamental de la vida humana, pero la vida que por causa del pecado o la impureza está puesta en peligro. En el proceso de expiación la sangre/vida del animal está en lugar de la vida del individuo, y Dios, como el propietario de la sangre/vida, recibía la vida del animal como si fuera la vida del pecador arrepentido. De este modo, el sistema del Santuario preservaba la vida humana al costo de la vida de la víctima sacrificial. Tercero, en Levítico 17: 11 el verbo kipper ("hacer expiación) expresa la idea de re~catar la vida. u La frase técnica "hacer expiación por la vida" podría entonces significar "dar un rescate por la vida human.!!", implicando que la sangre/vida de la víctima sacrificial es el rescate ofrecido para preservar la vida humana. En este caso, el rescate y la sustitución son inseparables porque la vida de la víctima se pone en lugar de la vida de la persona culpable. 12 Esta comprensión del verbo es particularmente válida cuando su objeto es un ser humano y se aplica no solamente para casos de faltas morales sino también para la contaminación ritual. 13 Lo que necesitamos examinar es la forma en que esa comprensión de la expiación se expresa en los sacrificios. Sacrificio y expiación Los servicios del Santuario israelita tenían dos principales sacrificios de expiación, a saber, la así llamada "ofrenda por el pecado" (Lev. 4) y la "ofrenda por la culpa" (Lev. 5: 14-6: 7). Los sacrificios adicionales, aunque su principal función no era la expiación, también contenían elementos de expiación. Trataremos primero los sacrificios de expiación. 104 Cruzando el abismo Sacrificios de expiación: la ofrenda por el pecado. Encontramos la ocasión para la "ofrenda por el pecado", u Hofrenda de purificación", claramente estipulada en el texto: "Cuando alguna persona pecare por yerro en alguno de los mandamientos de Jehová" (Lev. 4: 2). Tenía que ver con faltas morales no intencionadas. Pero el sistema del Santuario también la requería cuando una persona quedaba ritualmente impura. Los casos enlistados indican que en prácticamente todas las situaciones la contaminación era casi inevitable (Lev. 12: 1-8; 15: 2, 13-16, 25-30). Los israelitas traían también el mismo tipo de sacrificio por el pecado intencional (Lev. 5: 1-13). Aquí nos estamos refiriendo a los pecados que eran ofensas no desafiantes en contraste con las que eran violaciones flagrantes y desafiantes",14 para las cuales no había ningún medio de expiación (Núm. 15: 3D, 31). El procedimiento para el sacrificio dependía de quién la ofreáa. Cuando un laico traía el sacrificio él o la oferente colocaba sus manos sobre él, identificándose de esta manera con la víctima, al punto de que cualquier cosa que estuvieron experimentando lo transferían a la víctima (Lev. 16: 21; 4: 29; ef. 7: 18). El animal era sacrificado y una porción de la carne la comía ritualmente el sacerdote (Lev. 6: 30). De esta manera el sacerdote cargaba el pecado del oferente sobre su propia persona como representante del Señor (Éxo. 28: 38). Algo de la sangre era puesta sobre los cuernos del altar de las ofrendas quemadas y el resto se derramada en la base del altar (Lev. 4: 30). La sangre/vida perteneáa al Señor y a través de ese rituallos israelitas retomaban a él. Pero, como ya hemos indicado, esta sangre/vida era el rescate-sustituto por el pecador arrepentido. Al retomar la vida del pecador en la forma de la vida de la víctima sacrificial, la sangre llegaba a ser un vehículo para transferir el pecado/impureza al Santuario. Sin embargo, cuando el sacrificio era ofrecido por la congregación o el sacerdote, la transferencia del pecado era representada simbólicamente de modo diferente. En aquellos casos el sacerdote no comía nada de la carne del animal porque H La expiación en sombras: El sistema de sacrificios 105 él no podía cargar su propio pecado. La sangre era, entonces, llevada dentro del Santuario, donde el sacerdote rociaba algo de ella delante del velo interior, colocaba algo sobre los cuernos del altar del incienso, y el resto lo derramada en la base del altar de las ofrendas quemadas (Lev. 4: 5, 7). Sacrificios expiatorios: La ofrenda por la culpa. Un israelita traía el "sacrificio por la culpa", u "ofrenda de restitución" por varios tipos de pecados que requerían restitución, más un veinte por ciento de penalidad, y un camero para expiación (Lev. 5: 14-6: 7). Debía ser ofrecida "cuando una persona cometiere falta, y pecare por yerro en las cosas santas de Jehová" (Lev. 5: 15), casos en los cuales alguien profanaba lo sagrado accidentalmente apropiándoselo equivocadamente. La persona no era consciente del hecho de que era propiedad de Dios. Una vez que el individuo llegaba a estar consciente de la profanación, debía restaurar la propiedad al Señor, añadir una compensación del veinte por ciento, y luego traer la Hofrenda por la culpaH al sacerdote quien Hhará expiación por él con el camero del sacrificio por el pecado, y será perdonadoH (vers. 16). Las personas también ofreáan la Hofrenda por la culpaH por sospecha de pecado. Quizá una persona pasaba por una experiencia difícil y concluía que probablemente había cometido pecado contra el Señor. Su conciencia la molestaba, pero era incapaz de identificar un pecado espeáfico. En esos casos Dios les dijo a los israelitas que trajeran una Hofrenda por la culpa" (vers. 17-19). El Señor se preocupaba por el bienestar psicológico de su pueblo y le proporcionaba un medio para restaurar la paz del corazón humano, incluso en casos en los cuales no hubiera cometido ningún pecado. En este caso Dios no requería restitución y compensación porque el individuo solamente sospechaba que había cometido pecado. Ciertos pecados intencionales también requerían el mismo tipo de sacrificio (Lev. 6: 1-7). Incluían los casos cuando alguien se apropiada equivocadamente de la propiedad perteneciente a otra persona, 106 Cruzando el abismo subsecuentemente agravada por una negativa de parte del culpable de la falta quien podría, incluso, hacer un juramento exculpatorio ante el Señor, profanando así su nombre. Si el pecador empezaba a sentirse culpable, tenía que hacer restitución y compensación y traer un camero como "ofrenda por la culpa". Si el arrepentimiento ocurría y la persona reparaba apropiadamente el daño hecho, el Señor siempre estaba dispuesto proporcionar los medios para la expiación. El procedimiento sacrificial para la "ofrenda por la culpa" difería del procedimiento de la "ofrenda por el pecado" solo en el uso de su sangre (Lev. 7: 1-7). En ese caso el sacerdote rociaba la sangre/vida del sacrificio, que estaba en lugar de la vida pecadora del pecador arrepentido, en los lados del altar de las ofrendas encendidas (vers. 2). Es probable que la sangre ritual era simplificada por causa de la restitución y reparación, lo cual en un sentido atenuaba el acto pecaminoso, antecedía al sacrificio, haciendo la función expiatoria del sacrificio menos prominente. Otros sacrificios. La Escritura registra otros dos sacrificios cuya función primaria no era expiatoria, pero todavía estaba asociada con la expiación. La primera es la "ofrenda quemada" (Lev. 1), en cuyo caso el sacerdote quemaba la ofrenda de la víctima sacrificial totalmente sobre el altar. Cualquier israelita podía traer una ofrenda quemada al Señor como un acto voluntario de adoración (vers. 2). El procedimiento incluía colocar las manos sobre la cabeza del animal (vers. 4), y derramar la sangre sobre los lados del altar de las ofrendas encendidas (vers. 5). Un israelita traía la ofrenda encendida para ser acepto delante del Señor (vers. 3 y 4), más adelante se define como "hacer expiación por él" (vers. 4). La aceptación de la ofrenda por Dios determinaba la aceptación del oferente. Era, por lo tanto, vital para el individuo traer una víctima sacrificial sin defecto (Lev. 1: 3; 22: 22-25), y realizar el acto de colocar sobre ella las manos. Los individuos también la traían como una ofrenda votiva o voluntaria (Lev. 22: 17-19). La ofrenda votiva era una expresión de gratitud al La expiación en sombras: El sistema de sacrificios 107 Señor y la ofrenda voluntaria expresaba devoción personal, agradecimiento, y gozo. Pero siendo que las personas siempre requerían el perdón, también eran un medio de expiación. El hecho de que la ofrenda expresaba diferentes ideas explica por qué la manipulación de la sangre era simplificada. Indica que incluso en los casos en los que no se mencionaba un pecado en particular, el corazón humano todavía estaba en constante necesidad de limpieza y perdón. La "ofrenda de paz" o "hacimiento de gracias" era, básicamente, un sacrificio voluntario. Podemos subdividirla en tres tipos, a saber, ofrenda de gratitud, ofrenda votiva, y ofrenda de sacrificio voluntario (Lev. 7: 12, 15, 16). El oferente colocaba las manos sobre la cabeza de la víctima, la degollaba (vers. 2), y haáa que el sacerdote rociara la sangre en los lados del altar del holocausto (Lev. 3: 2). La diferencia significativa entre la ofrenda de paz y la ofrenda encendida es que aquí el sacerdote daba de regreso la carne de la víctima al oferente para una comida de comunión con su familia y sus amigos (Lev. 7: 15; Deut. 12: 17, 18). Sugería que el acto de sacrificio era una ocasión de gozo (cf. Gén. 31: 54; 1 Sam. 11: 14, 15; 1 Rey. 8: 62, 63), Y que se servía para fortalecer la relación pactual a través de la comunión con Dios y con otros israelitas (ef Deut. 27: 7; 1 Rey. 8: 63). El pecho de la víctima y su muslo derecho se daba al sacerdote oficiante (Lev. 7: 32-34) quien los comía con su familia. Levítico no asigna explícitamente significado de expiación a la ofrenda de paz. Pero tenía alguna función expiatoria, como se sugiere por el hecho de que la sangre se aplicaba igual que en la ofrenda encendida y en la ofrenda por la culpa. Además, Ezequiel 45: 15, 17 establece claramente que la ofrenda tenía un carácter expiatorio (ef Lev. 17: 11). Este sacrificio señalaba el hecho de que antes que Dios pudiera aceptar la devoción y las expresiones de gratitud y amor de los israelitas necesitaban experimentar el poder purificador del sacrificio expiatorio. Siendo que la significación expiatoria de este sacrificio era muy limitada el pueblo y el sacerdote podían comer la carne Cruzando el abismo del animal para expresar comunión con el Señor. Lo que quitaba el pecado era, al mismo tiempo, un medio de comunión con Dios. Significado tipológico Nuestro análisis previo indica, primero, que el sistema de sacrificios pareáa presuponer que el corazón humano está en constante necesidad de limpieza. Si Dios permitía a los seres humanos existir dentro de la esfera de la santidad, no se debía a que eran santos; sino porque él les otorgaba la santidad como un regalo y estaba listo para preservarles y restaurarles la santidad sobre una base diaria. La fragilidad humana se manifestaba en cometer pecados involuntarios y en algunos casos siendo incapaz de evitar la contaminación ritual. El Señor conoáa esa condición e hizo provisión para ella a través del sacrificio de expiación sustitutiva. La condición humana también manifestaba sus distorsionados contornos cuando los individuos, aunque en lo más profundo de su corazón no querían romper con el Señor, todavía cometían pecados. Era una disonancia existencial perturbadora que los seres humanos nunca fueron capaces de resolver. Una vez más, el Señor proporcionó el camino para remover esa condición mediante la purificación y el perdón a través de un sustituto. El sistema de sacrificios señalaba que Dios estaba dispuesto a perdonar cualquier pecado excepto una expresión de arrogante rebelión contra él que involucraba resistencia permanente a su misericordiosa oferta del sacrificio expiatorio. Segundo, el sistema de sacrificios también revelaba la gravedad del pecado y la reacción de Dios hacia él. El pecado provocó su ira al bloquear la corriente de su amor hacia el pecador. Aquellos que fueron manchados por la impureza y el error moral se colocaron en la esfera de la muerte y se separaron de la plenitud de la pureza y la santidad del Señor. Ellos cargaron la responsabilidad y la penalidad de sus pecados. Sin la intervención divina se dirigían hacia la alienación permanente de Dios: hacia la muerte. Pero el Señor podía, a La expiación en sombras: El sistema de sacrificios 109 través de un sustituto, quitarlos de esa esfera, limpiándolos y perdonándolos a través de un sustituto. Mucho más que eso, él lo hizo cargando él mismo sus pecados: H¡Jehová! ¡Jehová! Fuerte misericordioso y piadoso; tardo para la ira y grande en misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, [lit., Hcargando la maldad/penalidad H(nasa' e awon)], la rebelión y el pecado H(Éxo. 34: 6, 7). Esa amante disposición divina hacia los pecadores se manifestó en el sistema sacrificial que simbólicamente representaba la muerte final de los pecadores a través de la muerte de la víctima sacrificial cuyo pecado/impureza era transferido a la misma presencia de Dios cuando el sacerdote como su representante la cargaba por él. Fue como resultado de ese enfrentamiento entre el pecado/impureza y la santidad de Dios que la expiación era posible, trayendo limpieza y perdón para el pecador arrepentido. Tercero, el Antiguo Testamento revela que el sistema de sacrificios tenía limitaciones. Era imposible que la sangre sacrificial de los animales resolviera el problema humano. Los israelitas sabían que el problema del pecado estaba tan profundamente arraigado en el corazón humano que se requería que Dios mismo luchara con él. Así que el salmista oró: HTen piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones. Lávame más y más de mi maldad, y límpiame de mi pecado H (Sal. 51: 1,2). En un sentido, el salmo está diciendo que para ser purificado tenemos que depender finalmente de la gracia de Dios. El problema humano es extremadamente grave: HHe aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre H(vers. 5). Una condición tal no es un problema que pueda resolverse a través de ofrendas sacrificiales. Por lo tanto, el salmo apela a Dios mismo para el perdón, reconociendo que el poder purificador estaba ciertamente localizado en el Señor. Levítico 4: 26 también sugiere el reconocimiento de que los servicios sacrificiales eran insuficientes en y por ellos mismos: HAsí el 110 Cruzando el abismo sacerdote hará por él la expiación de su pecado, y tendrá perdón". Incluso después de realizar el rito de expiación, el perdón no era automático. Se traduce el verbo pasivo como "él será perdonado", es un "pasivo divino", e implica que el Ser que está otorgando el perdón es Dios mismo. Podemos sugerir, entonces, que el ritual en sí mismo tenía un valor simbólico y servía para exteriorizar los sentimientos y experiencias del adorador y para visualizar el costo del perdón y prefigurar la resolución final para el predicamento humano. El hecho de que en los actos rituales la Escritura describe al sacerdote como cargando los pecados del pueblo también puede sugerir que, en última instancia, la limpieza y el perdón no podrían venir a través de la sangre de un animal. La humanidad necesitaba un mediador humano ante Dios quien pudiera cargar la responsabilidad y la penalidad por el pecado. Sí. La víctima sacrificial cargaba el pecado del israelita arrepentido y su sangre era rescate/sustituto por su vida, pero algo de mayor valor se requería. Vemos este concepto representado simbólicamente en el acto del sacerdote de cargar los pecados del pueblo. El "algo de mayor valor" era lo que el Siervo del Señor iba a ofrecer por la raza humana, concretamente su propia vida como una "ofrenda por la culpa" por los pecados de muchos. Como ya vimos, él habría de cargar los pecados de muchos e interceder por ellos. En este punto el anuncio de la venida del Mesías en Isaías y Daniel, y el significado tipológico del sistema de sacrificios, fusiona uno con otro, proclamando en el Antiguo Testamento la futura intervención salvífica de Dios en la persona de su Hijo. Conclusión Dios anunció su plan de redención para la raza humana a través de los servicios del Santuario. El sistema de sacrificios llegó a ser un libro de estudio para los israelitas relacionado con la forma como el Dios del pacto estaba tratando con el poder alienante del pecado y la impureza, y señalaba su resolución final. Bajo el simbolismo de La expiación en sombras: El sistema de sacrificios 111 los sacrificios escucharon la voluntad amorosa de Dios que proclamaba la provisión de una gracia abundante, de tal magnitud, que resolvería de una vez y para siempre la invasión del pecado en el corazón humano y en el mundo. La esfera de santidad que Dios había creado con Israel rodearía, en el futuro, la totalidad de la tierra, cubriéndola con su gloria. Eso no ocurriría a través de la sangre de los animales, sino a través de la muerte sacrificial de su Siervo, que estaba prefigurado en el simbolismo de la muerte sustitutiva de una VÍctima sacrificial. A través de él, Dios mismo cargaría los pecados del mundo. Referencias 1. ef., Frank H. Gonnan, Jr., The Ideology of Ritual: Space, Time and Status in the Priestly Theology (Sheffield: Sheffield Academic Press, 1990), pp. 39-45. 2. Para un análisis moral técnico véase Philip Peter Jenson, Graded Holiness: A Key to the Priestly eonception of the World (Sheffield: Sheffield Academic Press, 1992), y Gonnan, Ideology of Ritual, pp. 39-60. 3. Véase Saul M. Olyan, Rites and Ranks: Hierarchy in Biblical Representations of eult (Princeton: Princeton University Press, 2000), p. 16. 4. Jenson, Graded Holiness, p. 47, sugiere que la purificación "abarcaba el estado normal de la existencia humana en el reino terrenal". Esto es verdad con relación a los israelitas, pero desde su perspectiva difícilmente lo era respecto a las naciones que no conocían las leyes de santidad. La diferencia entre Israel y las naciones era hasta cierto punto representada a través del significado de las leyes de las comidas. David P. Wright declaró: "Así como Dios separó al pueblo de las naciones, de la misma manera el pueblo hace una separación entre los animales puros e impuros. Así la dieta codifica la situación social y política de Israel entre las naciones" ("Holiness in Leviticus and Beyond", lnterpretation 53.4 [1999]: 353-354). 5. Lo común era en principio la esfera que mediaba o facilitaba el movimiento hacia lo impuro o, en la dirección opuesta, hacia lo puro y santo. En Israel, lo común no era necesariamente una condición negativa. Existían tanto la profanación legal como también la ilegal. Por ejemplo, una profanación legal o legítima de lo santo tenía lugar a través de la redención del primogénito de los seres humanos y de los animales inmundos (Éxo. 13: 12, 12-15; Núm. 18: 15-18). Una profanación ilegítima era un asunto grave, como sería el caso, por ejemplo, de la profanación del nombre de Dios (Lev. 20: 3), yel sábado (Éxo. 31: 14). Véase Olían, Rites and Rank, pp. 26-27, yWright, "Holiness in Leviticus", pp. 352-360. 112 Cruzando el abismo 6. !búl., p. 353. 7. Jenson, Graded Holiness, p. 49. 8. Gorman, ldeology of Ritual, 52. 9. Jay SIdar, Sin, lmpurity, Sacrifice, Atonement: The Priestly Conceptions (Sheffield: Sheffield Phoenix Press, 2005), pp. 39-41. 10. Roy Gane, Leviticus and Numbers: The NIV Application Commentary (Grand Rapids: Zondervan, 2004), pp. 120, 121. 11. Véase Jacob Milgrom, Leviticus 17-22 (Nueva York: Doubleday, 2000), p. 1474. 12. Véase William K. Gilders, Blood Ritual in the Hebrew Bible: Meaning and Power (Baltimore: John HopJdns University Press, 2004), p. 176. 13. Gane, Leviticus and Numbers, p. 305; and SIdar, Sin, ltnpurity, Sacrifice, pp. 154-159. 14. Gane, ibúl., p.123. La expiación en sombras: el Día de la Expiación D urante la primavera los babilonios celebraban el festival del año nuevo. Como parte de las celebraciones los sacerdotes paganos purificaban sus templos. En el quinto día de la fiesta, muy temprano por la mañana, un sacerdote se bañaba y se vestía con ropas de lino. Entraba al templo con un incensario, una antorcha, y un vaso sagrado para purificar el edificio. llevaba agua desde los ríos Tigris y Éufrates, la rociaba en el Santuario y colocaba aceite de cedro sobre las puertas del templo. Un camero era sacrificado y un sacerdote realizaba la limpieza del templo llevando la carne del animal dentro del edificio y, mientras caminaba alrededor de la nave, levantaba la carne del animal sacrificado. Luego salía del templo, iba al río y arrojaba el cadáver del animal en las aguas. Los babilonios purificaban sus templos de la presencia de los demonios. Se creía que a los demonios les gustaba habitar en los templos de los dioses. Si los sacerdotes no los expulsaban de allí, los dioses abandonarían los templos y al pueblo. En Israel la situación era totalmente diferente. El Santuario era purificado una vez al año de los pecados y las impurezas del pueblo de Israel que habían sido transferidos allí a través de los sacrificios diarios (Lev. 16). Este ritual representaba simbólicamente el tiempo cuando Dios, desde su santa morada, pondría fin al problema del pecado, restaurando todo el universo a la armonía que lo caracterizaba cuando Dios lo creó. 114 Cruzando el abismo Resumen del ritual Mencionaremos brevemente algunos de los elementos principales del complejo ritual del Día de la Expiación. En preparación para la limpieza del tabernáculo, el sumq.sacerdote debía someterse a un baño ritual y vestirse como un sacerdote regular (Lev. 16: 4). Debía traer un becerro como ofrenda por el pecado y un carnerC} como ofrenda encendida. El pueblo debía traerle dos machos cabríos para ofrenda por el pecado, y un camero como ofrenda encendida. Luego echaba suertes sobre los dos machos cabríos, para seleccionar uno para Dios como ofrenda por el pecado, yel otro para Azazel (vers. 7, 8). El sumo sacerdote ofreáa el becerro como ofrenda por sus pecados, para hacer expiación por sí mismo y por su casa; tomaba brasas del altar del incienso que estaba en el Lugar Santo, y rociaba una vez sangre sobre el propiciatorio y siete veces frente a él (vers. 11-14). Después el sumo sacerdote pasaba al Lugar Santo, ponía algo de sangre sobre los cuernos del altar del incienso y rociaba siete veces frente a éF. Haáa lo mismo con la sangre del macho cabrío como ofrenda por el pecado del pueblo (vers. 15). De esta manera haáa la expiación del Lugar Santísimo. Finalmente, el sumo sacerdote mezclaba la sangre tanto del becerro como del macho cabrío y haáa la expiación del altar de las ofrendas encendidas. Untaba algo de la sangre sobre los cuernos del altar y también rociaba siete veces sobre él para consagrarlo (vers. 18-19). Una vez que la obra de expiación en el tabernáculo estaba terminada, el sumo sacerdote se acercaba al macho cabrío vivo, traído por el pueblo sobre el cual había caído la suerte por Azazel. Colocaba ambas manos sobre él, confesaba sobre él todos los pecados del pueblo de Israel transfiriéndolos sobre él, y luego enviaba al macho cabrío al desierto (vers. 20-21). El macho cabrío llevaba sobre sí todas las iniquidades del pueblo a una tierra solitaria y desierta (ver. 22). La expiación en sombras: el Día de la Expiación 115 Propósito del ritual El propósito del Día de la Expiación era purificar el tabernáculo "de las impurezas de los hijos de Israel, de sus rebeliones y de todos sus pecados" (vers.16). El sumo sacerdote aplicaba la sangre sobre el altar de las ofrendas encendidas "para limpiarlo y santificarlo de las inmundicias de los hijos de Israel" (vers. 19). La impureza y el pecado llegaban al Santuario a través de las ofrendas de sacrificio traídas durante el año por los israelitas. Esta "contaminación" no era algo forzado sobre Dios o sobre su santa morada, sino algo que él deseaba que sucediera. Como ya vimos, les daba a los israelitas la sangre de los sacrificios para hacer expiación por sus vidas sobre el altar (Lev. 17: 11). Dios le decía a su pueblo: "Si ustedes cometieron pecado o quedado impuros, traigan esa impureza o pecado a mí y yo la quitaré de ustedes transfiriéndola a mi Lugar Santo". Durante el Día de la Expiación el Señor purificaba el Santuario de los pecados expiados y de las impurezas quitadas de los israelitas. Durante ese día la obra de expiación en Israel alcanzaba dimensiones inesperadas. El propósito del ritual no era perdonar los pecados de los israelitas. La expiación se hacía para (kiPper'eth) el Lugar Santísimo, el Lugar Santo, yel altar (vers. 33). Pero esta expiación se hacía para beneficio de (kipper"al) el pueblo (vers. 33). El objetivo de la expiación (indicada en hebreo por la partícula 'eth), no era personal, eran el Santuario y el altar los que debían purificarse. En ese caso el verbo kipper expresa la idea de remover o limpiar. Al mismo tiempo que limpiaba los objetos santos beneficiaba al pueblo. Durante el Día de la Expiación el perdón y la limpieza alcanzaban su consumación. El problema del pecado y la impureza estaba completamente resuelto solo cuando eran removidos de la morada del Señor. No era un asunto de perdón del pecador porque el perdón había sido otorgado a todo israelita hombre o mujer que había traído sacrificio. Al limpiar los objetos santos de los pecados del pueblo un evento om-· niabarcante tomaba lugar beneficiándolos: "Porque en este día se 116 Cruzando el abismo hará expiación por todos vosotros, y seréis limpios de todos vuestros pecados delante de Jehová" (Lev. 16: 30). Hay un elemento de finalización o consumación en esa declaración. Los pecados cometidos durante ese año, la impresión que habían dejado sobre el tabernáculo, eran ahora borrados para siempre. ¡No quedaba ningún registro de ellos! El D~ de la Expiación reafirma el hecho de que los servicios de expiación en el Santuario eran un proceso. La Escritura no restringe el uso del verbo hebreo Kipper Chacer expiación") al sistema de sacrificios a un elemento específico de los rituales. El Antiguo Testamento lo asocia con la víctima sacrificial (Lev. 1: 4), con el uso de la grasa y la sangre en los rituales (Lev. 4: 20), con el consumo de la carne de la víctima sacrificial por el sacerdote (Lev. 10: 17), con el rociado de la sangre (Lev. 16: 16), con el uso de la sangre sobre el altar (Lev. 17: 11), y con el ritual en su totalidad (Lev. 5: 6,10; 10: 1-9). La expiación era resultado de la totalidad del sistema de sacrificios que incluía el sacrificio de la víctima y el ministerio del sacerdote en favor de los pecadores arrepentidos. Pero el Día de la Expiación indicaba que también incluía las actividades de purificación, es decir la consumación de las actividades diarias de expiación a favor del pueblo. 2 El papel de Azazel Posiblemente el elemento más intrigante en el ritual de la purificación del Santuario es la presencia del macho cabrío para Azazel. Algunas versiones bíblicas traducen el término Azazel como "Chivo expiatorio" pero esta interpretación está lejos de ser correcta. Los eruditos han propuesto varias explicaciones del nombre, pero todavía no conocemos el significado exacto de la raíz de la palabra. En un sentido, no es necesariamente importante conocer el significado de su raíz mientras seamos capaces de identificar su función durante el Día de la Expiación. Cuando examinamos el texto varias cosas son relativamente claras. La expiación en sombras: el Día de la Expiación 117 Primero, la figura de Azazel aparece en el texto una vez que la limpieza del Santuario se ha terminado: "Cuando hubiere acabado de expiar el Santuario y el tabernáculo de reunión y el altar, hará traer el macho cabrío vivo" (Lev. 16: 20). Como se ha indicado, la purificación del Santuario traía con ella algunos beneficios para los israelitas. El término hebreo killah significa "completar", "llegar al final" indicando que cualquiera fuera la obra del macho cabrío, no hacía ninguna contribución a la purificación del tabernáculo mismo. Las impurezas y los pecados del pueblo ya habían sido quitadas de allí. Segundo, Azazel es puesto en contraste con Jehová. Había dos machos cabríos y se echaron suertes para elegir uno "para [l"] Jehová" y el otro "para [l"] Azazel" (vers. 8). La preposición "para" [Hebreo le] significa "perteneciente a", sugiere que uno será usado en el servicio del Señor y el otro en el de Azazel, estamos luchando aquí con nombres personales y por lo tanto con personas. El primer macho cabrío no es el Señor y tampoco el otro macho cabrío es Azazel, sino sus respectivos roles están relacionados con esas dos figuras. De hecho, el macho cabrío podría no ser Azazel porque era enviado a Azazel (vers. 10). Tercero, Azazel existe fuera del campamento israelita, en el desierto. El segundo macho cabrío era para ser enviado "a Azazel", al "desierto" (ver. 10; Heb. midbar). El término midbar se emplea en la Biblia en maneras diferentes, pero particularmente se usa para describir tierras que son hostiles a la vida humana (por ej. Núm. 20: 5; Sal. 107: 4-5; }er. 2: 6), desolados (por ej. Jer. 4: 26), y habitados por animales salvajes (Deut. 8: 15). Desde allí el enemigo y otras fuerzas del caos amenazan con invadir y trastornar la vida social organizada (por ej. Jer. 5: 6; 12: 12; 13: 24). Es también un lugar para los demonios (por ej. Isa. 13: 21; 34: 14). Azazel mora en el desierto, en una tierra caracterizada por el caos y la ausencia de plenitud de vida. Ha sido correctamente identificado como un poder demoníaco. 3 118 Cruzando el abismo Cuarto, el macho cabrío para Azazel funcionaba como un medio de transportación. Sobre él el sumo sacerdote colocaba y enviaba a Azazel "todas las iniquidades de los hijos de Israel, todas sus rebeliones y todos sus pecados, pomiéndolos así sobre la cabeza del macho cabrío, y lo enviará al desierto por mano de un hombre desti• nado para esto" (Lev. 16: 21). Esto es lo que los eruditos llaman rito de eliminación, tan común en todo el antiguo Cercano Oriente. Tales rituales procuraban hacer volver a los dioses o demonios el mal que estaba afligiendo a una persona, una ciudad, o un ejército. El animal u objeto se llevaba el mal y la intención era volverlo a su lugar de origen. Azazel pertenecía a la esfera de la muerte y el caos y la carga de pecado era enviada de regreso a él, la fuente originaria del ma1. 4 Esto sugiere que el pecado y la impureza no se concebían en Israel como ~ifestaciones demoníacas, más bien como originadas en los demonios. Quinto, en un sentido el macho cabrío para Azazel estaba involucrado en la purificación. El texto dice: "Mas el macho cabrío sobre el cual cayere la suerte por Azazel, lo presentará vivo delante de Jehová para hacer la reconciliación sobre él, para enviarlo a Azazel al desierto" (vers. 10). Esto no significa que los pecados y las impurezas del pueblo eran expiadas a través de Azazel. Dios los expiaba a través de los servicios diarios y a través del macho cabrío para el Señor durante el Día de la Expiación. La expiación se hacía sobre el macho cabrío para Azazel en el sentido de que eran puestos los pecados del pueblo en él para enviarlo a Azazel, porque está identificado como la fuente del pecado y la impureza (e!. verso 21, 22).5 Significado del ritual Los elementos del significado del ritual ya han sido presentados en las reflexiones previas, pero debemos desarrollarlos más y debemos explorar otras ideas. Aunque Levítico 16 es el único lugar donde La expiación en sombras: el Día de la Expiación 119 el ritual se discute específicamente, su contenido teológico también se encuentra en otras partes de la Escritura. Purificación total. Necesitamos examinar la naturaleza total de la purificación efectuada durante el Día de la Expiación. El hecho de que una vez al año el tabernáculo y el altar fueran totalmente purificados sugiere que el pecado y la impureza no deben concebirse como que tienen existencia permanente. Siendo que por un corto período de tiempo ellos dejaban de estar presentes, uno podría concluir que deben considerarse de naturaleza transitoria y, consecuentemente, que podrían ser permanentemente extinguidos. El Día de la Expiación era como una muestra de un futuro perpetuamente libre de la presencia del pecado y la impureza en el campamento de Israel. Mientras se repitiera año tras año quedaba claro que la solución final del problema del pecado/impureza todavía no era una realidad. Pero la repetición anual del ritual era, en un sentido, una representación tipológica que anticipaba la llegada de la erradicación final. Encontramos algo de apoyo para esto en la proclamación del Jubileo durante el Día de la Expiación. El Jubileo introducía un nuevo comienzo en la vida de los israelitas y se convirtió en el AT en "una esperanza escatológica de la restauración final que Dios haría de la humanidad y la naturaleza a su propósito original".6 Por lo tanto, el Día de la Expiación no era sencillamente promulgar de nuevo una condición pasada, un retorno momentáneo a la condición original paradisíaca después de la creación, sino la anticipación de un evento futuro que recrearía permanentemente esa condición original. Hemos descubierto aquí un interés escatológico dentro de los servicios del Santuario. Los profetas del AT se hacen eco de esta purificación total en el contexto de la restauración del pueblo de Dios. A través de Isaías el Señor proclamó: "Yo deshice como a nube tus rebeliones, y como niebla tus pecados; vuélvete a mí, porque yo te redimí" (Isa. 44: 22; ej., Sal. 103: 12). Fue el anuncio de un nuevo comienzo para el 120 Cruzando el abismo pueblo de Israel del mismo tipo del que estaba anticipado en el ritual del Día de la Expiación. Ambos señalaban a un futuro libre del problema del pecado. Ezequiel proclamó la llegada del tiempo sa de Israel no se desvíe más de en pos de mí, ni se cuando contamine más n todas sus rebeliones; y me sean por pueblo, y yo les sea por Dios" 4: 11). El profeta anunció la venida de lo que se anticipaba a través el Día de la Expiación, concretamente que la incursión del pecado entre el pueblo de Dios terminaría. Después que volvieran del exilio: "Ni contaminarán ya más con sus ídolos, con sus abominaciones y con todas sus rebeliones; y los salvaré de todas sus rebeliones con las cuales pecaron, y los limpiaré; y me serán por pueblo, yyo a ellos por Dios" (37: 23; ef, Miq. 7: 18). Sería la realización permanente de la extirpación final del pecado ritualmente expresado durante el Día de la Expiación. En el libro de Daniel, el Mesías es el único que pone fin al problema del pecado. El vendrá u para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable" (9: 24). Este evento tiene un significado cósmico y señala a la purificación final del pecado. Este es particularmente el caso en Daniel 8, donde la ideología del Día de la Expiación desempeña un papel central. En ese capítulo encontramos una referencia a la obra sacerdotal del Príncipe de las huestes celestiales durante los servicios diarios en el templo celestial y en la oposición a este del cuerno pequeño (8: 11). Luego la visión cambia al momento cuando el templo de Dios será restaurado a su estado original por medio de una purificación cósmica (8: 14). Esa purificación trae con ella la derrota final de los enemigos del Señor. El profeta emplea las figuras y la teología del Día de la Expiación para anunciar la liberación escatológica del universo del miasma de la impureza y el pecado. Esta misma idea está anunciada en Hebreos 9: 23 como un aspecto futuro del ministerio sacerdotal de Cristo por su pueblo en el Santuario celestial. En los escritos apocalípticos judíos, "el Yom Kippur anual se La expiación en sombras: el Día de la Expiación 121 percibía, al menos por algunos, como una anticipación ritual de la purificación escatológica del pecado de la creación de Dios".7 La purificación final vindica al pueblo. El Día de la Expiación confirma la aceptación del pueblo ante el Señor. El ritual presuponía que los israelitas habían sido limpiados y perdonados por el Señor a través de las ofrendas del pecado y la culpa y que su relación de pacto con él había permanecido intacta. Durante ese día esta dimensión espiritual del pueblo se haáa claramente patente por un espíritu de sumisión y confianza en el Señor. No añadía nada nuevo a su condición espiritual, sino, más bien, revelaba lo que ya había allí. Un procedimiento judicial analizaba la calidad de la vida espiritual del pueblo. El de la Expiación era un día de juicio en Israel. Al involucrarse Dios en el problema del pecado y la impureza de su pueblo haáa necesario un examen de su condición espiritual. Él los había purificado y perdonado, pero la pregunta permaneáa: ¿Habían aprovechado el don de gracia divina o se habían apartado del Señor? La naturaleza judicial del Día de la Expiación reconoáa que algunos de aquellos que se habían beneficiado del perdón y la gracia purificadora del Señor podrían más tarde abandonarlo. La justicia divina demandaba que a tales individuos no se les debía conceder los beneficios de la purificación total ofrecida en el Día de la Expiación. Para que dicha decisión fuera confiable, debía fundarse sobre las bases legales provistas por el juicio divino. El Señor estipulaba claramente el criterio que debía utilizarse en la investigación legal: "En el mes séptimo, a los diez días del mes, afligiréis vuestras almas, y ninguna obra haréis, ni el natural ni el extranjero que mora entre vosotros. Porque en ese día se hará expiación por vosotros" (Lev. 16: 29, 30). El Señor procuraba encontrar entre su pueblo total dependencia en él en el momento en que la purificación total estaba a punto de producirse (ef., Deut. 8: 2). El verbo "afligirse" probablemente incluía diferentes expresiones de humildad, pero seguramente incluía el ayuno (Isa. 58: 3, 5). El ayuno 122 Cruzando el abismo cambiaba la preservación de la vida de las manos del individuo y la ponía en las manos del Señor. Era una total dependencia en el poder preservador y sostenedor de Dios (ef, Esd. 8: 21). El descanso requerido al pueblo era del mismo tipo que el del sábado semanal. Ese día ningún trabajo debía realizarse. La productividad que contribuía a la autopreservación estaba prohibida. Al abstenerse de tales cosas expresaban exteriormente su dedicación total al Señor quien gratui~ ~amente los p~rificaba y los perdonaba a través de su sistema de sa~ficios. Aquellos que demostraban total dependencia en el poder purificador del Señor recibían la purificación total ofrecida como un regalo durante el Día de la Expiación. Sin embargo, aquellos que eran autodependientes y rebeldes eran expulsados de la comunidad. De hecho, el Señor mismo participaba en la fase ejecutiva del juicio: "Porque toda persona que nos se afligiere en ese mismo día, será cortada de su pueblo. Y cualquier persona que hiciere trabajo alguno en ese día, yo destruiré a tal persona de entre su pueblo" (Lev. 23: 29-30). La decisión de Dios concerniente al futuro del individuo y la comunidad no se hacía arbitrariamente. Al fundamentarlas sobre una base legal la justicia de las decisiones era apoyada y las personas mismas eran vindicadas en el sentido de que su purificación final se consideraba como una expresión de su total dependencia en el Señor. La idea de que Dios establecía diferencias entre el pueblo a través del juicio divino tiene dimensiones escatológicas en las Escrituras. Ezequiel anuncia que el retomo a la tierra sería acompañado por una obra de juicio a través del cual, dice el Señor: "Apartaré de entre vosotros a los rebeldes, y a los que se rebelaron contra mí; de la tierra de sus peregrinaciones los sacaré, mas a la tierra de Israel no entrarán; y sabréis que yo soy Jehová" (20: 38). Jesús señaló en sus parábolas el momento escatológico cuando el Juez divino separará en medio de su pueblo a los fieles de los infieles (Mat. 13: 24-30, 47-50). La figura de la siega escatológica proporcioaa una dimensión cósmi- La expiación en sombras: el Día de la Expiación 123 ca para esa separación. Vemos esto particularmente en Joel3: 11-13, donde las naciones de la tierra vienen ante el juez de la tierra; y en Apocalipsis 14: 14-20, donde se describe la cosecha universal. Es apropiado concluir que el Día de la Expiación era la expresión ritual de ese juicio escatológico tan importante que llevará a un nuevo comienzo de armonía y paz. Teodicea cúltica. 8 El término "teodicea" se deriva del griego Theos ("Dios") y dike ("justicia"), y se usa para indicar que Dios es justo a pesar de la presencia del mal en el mundo. El Día de la Expiación servía para justificar la forma como Dios obraba con el problema del pecado y la impureza en Israel, tal como se indica en varias formas en el ritual. Primero, como ya hemos mencionado, la presencia del concepto de juicio en el ritual sugiere que estamos tratando con una teodicea. Un juicio procura descubrir la verdad en situaciones en las cuales no está obviamente accesible para el observador común. Durante ese día Dios fungía como Juez para demostrar que la forma como trataba con el pecado/impureza del pueblo era legalmente justificable y no una decisión arbitraria de su parte. Él daba a cada uno lo que legalmente mereáa. Segundo, la remoción del pecado/impureza del lugar de la morada de Dios revelaba que Dios no tenía nada en común con eso. Consecuentemente, era imposible que coexistieran dentro del campamento. El Día de la Expiación reafirmaba el hecho de que cuando Dios asumía la responsabilidad por el pecado/impureza en el tabernáculo, era portador de él como manifestación de su gracia perdonadora y no como alguien que estuviera directamente o naturalmente relacionado con él. (Éxo. 34: 7). Su encuentro con el pecado/impureza tenía un propósito salvador y nada más. Durante el Día de la Expiación la incompatibilidad entre la santidad y el pecado/impureza era gráficamente ilustrada por la remoción del pecado/ impureza del tabernáculo fuera del campamento, y finalmente al enviarlo al desierto. 124 Cruzando el abismo Tercero, la remoción del pecado/impureza del tabernáculo de Dios revelaba que la santidad era superior al pecado/impureza. Esto era ciertamente un mensaje de esperanza. Ni siquiera en el acto de perdonar y purificar a su pueblo se contaminaba Dios con el pecado/impureza. Sí, en la expiación el pecado/impureza y la santidad se tocaban uno a la otra, pero la santidad de Dios permaneáa sin daño absolutamente y, asombrosamente, lograba restaurar la santidad a su pueblo. Vemos esa superioridad ritualmente manifestada durante los servicios del Santuario cuando la víctima sacrificial portaba el pecadojaimpureza pero su carne era muy santa. El mismo fenómeno está presente en el caso del sacerdote quien, después de comer la carne de ofrenda por el pecado, y portándo los pecados del pueblo, aun así todavía era santo. El Día de la Expiación clarificaba la naturaleza de la conexión entre el pecado/impureza y el Santo de Israel. Cuarto, al remover el pecado/impureza del tabernáculo proclamaba ritualmente el poder y la soberanía de Dios sobre los poderes del mal. Azazel era, sencillamente, impotente para oponerse a la obra de Dios durante el Día de la Expiación. Su silencio era el silencio del acusado quien, cuando es confrontado con la evidencia en su contra, queda sin palabras, totalmente incapaz para rebatirla. El macho cabrío llevaba el pecado del pueblo para Azazel en sumisión a Dios y bajo la dirección de un instrumento señalado por él. Incluso podríamos decir que la inactividad de Azazel era un reconocimiento de culpabilidad. En esta poderosa demostración de su soberanía, Dios estaba sencillamente restaurando las cosas al orden original establecido por él. La creación, a través de la separación, encontró su contraparte en la obra recreativa de Dios a través de otro acto de separación. Quinto, al remover el pecado/impureza del tabernáculo durante el Día de la Expiación revelaba que Azazel era el origen y la fuente última del pecado/impureza. La morada de Dios entre los israelitas estableáa una relación fuerte entre él y su pecado/impureza. Fue así La expiación en sombras: el Día de la Expiación 125 particularmente cuando Dios decidió asumir la responsabilidad por su pecado/impureza permitiendo que se transfiriera a su santo Santuario, removiéndolo del pecador arrepentido al tabernáculo. De hecho, la transferencia de esas miasmas a la morada de Dios podría fácilmente dar la impresión a su pueblo de que las estaban enviando a su lugar de origen a través de la VÍctima sacrificial y la obra del sumo sacerdote. Pero el rito de eliminación impidió esa mala interpretación. La teodicea cúltica estaba presente particularmente en el rito de eliminación por Azazel. Ciertamente es asombroso que la figura de Azazel se introduce inesperadamente en el ritual del Día de la Expiación. ¿La razón? Como ya se ha indicado, el rito aclaraba que el pecado/impureza no se originó en el Señor sino en la esfera del caos y la muerte. Así Dios era exonerado de cualquier cargo potencial contra la integridad de su carácter fundado sobre la presencia del pecado/impureza dentro de su creación. Esta es una teodicea por excelencia y es completamente compatible con la visión bíblica de un conflicto cósmico entre Dios y los poderes del mal. La figura de Azazel aclaró que había un poder, inferior al del Señor, que trataba constantemente de desbaratar el orden establecido por Dios, mientras que el Señor trataba constantemente de preservarlo y restaurarlo. El Día de la Expiación proclamaba que Dios finalmente saldrá victorioso. Conclusión El Día de la Expiación era el momento culminante en los servicios del Santuario en Israel. La complejidad del ritual revela la complejidad involucrada en la solución final del problema del pecado/ impureza. Su significación escatológica expresaba en forma ritual el anuncio profético de un futuro para el pueblo de Dios libre de la presencia del pecado a través de un acto divino de recreación. En ambos casos el juicio y la teodicea desempeñan un papel central en la solución futura de la presencia del pecado/impureza en la creación Cruzando el abismo 126 de Dios. Un espíritu de dependencia y sumisión total, de parte de su pueblo, al poder de Dios sobre el pecado y el mal debía acompañar la obra divina de salvación. liI< Referencias 1. Esto no se declara explícitamente en Levítico 16, pero el versículo 16 señala que Aarón iba a limpiar el Lugar Santo, y Éxodo 30: 10 hace claro que una vez al año se hada expiación por el altar del incienso (véase, Gane, Cu/t and Cardcter, pp. 226230). 2. Véase, R. J. Thompson, "Sacrifice and Offering: 1. Old Testament," en New Bible Dictionary, eds. J. D. Douglas, F. F. Broce, J. 1. Packer, N. Hillyer, D. Guthrie, A. R. Millard, y D. J. Wiseman (Wheaton: InterVarsity, 1982), p. 1052. Él nos alerta Hcontra el confinamiento de la expiación a un sencillo acto, como si fuera solamente la muerte, o la presentación de la sangre, o la disposición de la víctima, que expiaba". 3. Véase, entre muchos otros, David P. Wrigth, u Azazel", en ABD, t.1, p. 536. 4. Daniel Stokl comenta: HEI macho cabrío originalmente enviado a Azaze/ era visto [en la literatura apocalíptica Judía] como la personificación de az'aze/, la fuente demoníaca del pecado en sí misma ("Yom Kippur in the apocalyptic imaginaire and the Roots of Jesus' High Priesthood H, en Transformation of the Inner Se/f in Ancient Religions, eds. Jan Assmann y Guy G. Stroumsa [Leiden: Brill, 1999], p. 356; las cursivas están en el original). 5. Gane, Cu/t and Character, pp. 261, 262. 6. Christopher J. H. Wright, HJubilee, year of, en ABD, t. 3, p. 1029. 7. Stokl, "Yom Kippur H, p. 356 8. Gane, Cu/t and Character, pp. 305-354, proporciona el mejor tratamiento completo del Día de la Expiación como una teodicea. H H La expiación lj la encarnación A l comenzar a examinar lo que enseña la Biblia acerca de la encamación del Hijo de Dios debemos reconocer su preexistencia. La encamación no es la reencarnación de una idea, sino de una persona. Eso por sí mismo indica que tal persona tuvo una existencia previa y que ahora esa existencia ha tomado una nueva expresión. Este hecho es de fundamental importancia cuando tratamos con la encamación de Cristo. En otras palabras, para que podamos hablar en forma significativa de la encamación del Hijo de Dios tenemos que presuponer que existió antes de su encamación. Existe abundante apoyo bíblico para esta idea. Evidenda de la preexistenda del Hijo de Dios Él fue el Creador. Posiblemente las declaraciones más importantes acerca de la preexistencia de Cristo son aquellas donde se le identifica como el instrumento de la creación. Pablo lo identifica como: "Un Señor, Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas" (1 Coro 8: 6) y añade que "en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él" (Col. 1: 16). Hebreos utilizó un lenguaje cósmico más explícito al identificar al Hijo de Dios como el Único "quien hizo el universo" (1: 2; cf ver. 10). Posiblemente la más penetrante descripción del poder creativo del Hijo de Dios fue 128 Cruzando el abismo dada por Juan: "Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho" (1: 3). Él fue el instrumento de la creación de Dios en todas su expresiones. Juan descarta la idea que el Hijo fue el primer acto de la creación divina. Siendo que él hizo todas las cosas que fueron hechas, existe por sí mismo. Antes de la creación del universo él ya era. Él estuvo activo en la historia de Israel. El NT establece una relación directa entre Cristo y su pueblo durante el período del AT. Pablo identifica a la Roca que seguía a los israelitas como Cristo (1 Coro 10: 4). Había una roca natural de la cual fluía el agua (Éxo. 17: 6; Núm. 20: 11), pero también había "una roca espiritual" (1 Coro 10: 4). Es una referencia a varios pasajes en Deuteronomio donde Dios es identificado como la Roca (32: 4) y el Salvador (vers. 15), el Creador del pueblo de Israel (ver. 18), la Roca que estaba a cargo de ellos (vers. 30, 31). La Roca que creó a Israel y guió al pueblo a través del desierto era Cristo. Fue a él a quien el pueblo tentó y como resultado muchos perecieron por causa de las serpientes (1 Coro 10: 9). Cristo también estuvo activo en la revelación e inspiración de los profetas del AT. A ellos les reveló la salvación futura que se efectuaría a través de él. Ellos trataron de descubrir" qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos" (1 Pedo 1: 11). Aunque la frase "Espíritu de Cristo" se presta para diferentes interpretaciones (el Espíritu que anunció al Mesías o el Espíritu que más tarde se reveló en Jesús), el uso de frases similares en el NT sugiere que ese Espíritu es el único enviado por Cristo y que este testifica acerca de él (Rom. 8: 9; Hech. 16: 7; Gál. 4: 6; Fil. 1: 19). La implicación es que, siendo que el Espíritu que inspiró a los profetas del AT fue enviado a ellos por Cristo, él estaba activamente involucrado en la obra de revelación durante ese mismo período. De esta manera se confirma su preexistencia. La idea no es extraña para Pedro, quien, después de La expiación y la encamación 129 declarar que Cristo fue elegido para ser el Cordero sacrificial desde antes de la fundación del mundo, añade que él había sido "manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros" (1 Pedo 1: 20). Siendo que aquel que se revela es Cristo mismo, no un plan divino impersonal, se requiere su preexistencia para una apropiada lectura del texto. 1 Él descendió/vino. La presencia de Jesús entre nosotros está descrita en la Biblia como un descenso y una venida, sugiriendo que estuvo en algún otro lugar antes de estar aquí (ef. Juan 3: 13,31). Él descendió del cielo con una misión muy especial y la cumplió (6: 38). Encontramos que este lenguaje se refiere a su origen, idea que está apoyada por el hecho de que los judíos que lo escuchaban se preguntaban: "¿No es este Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? ¿Cómo, pues, dice éste: Del cielo he descendido? [katabaino, "descender"]" (Juan 6: 42). En una declaración que anticipaba su ascensión, Jesús explícitamente indicó su lugar de origen: "¿Pues qué, si viereis al Hijo del hombre subir adonde estaba primero?" (6: 62). El descenso estaba seguido por un ascenso. También encontramos a Jesús diciendo: "Yo he venido ... ", en contextos donde se presupone su preexistencia. 2 Esa fórmula está seguida comúnmente por un propósito infinitivo, indicando que la venida fue deliberada, que tenía un propósito particular en mente. Por ejemplo, Jesús dijo: "Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos" (Mar. 10: 45). Él vino para hacer algo que no podría haber hecho donde estaba antes de venir aquí. Posiblemente el mejor paralelo para el uso del verbo "venir" se encuentra en la experiencia de los ángeles en el AT. El ángel Gabriel dijo a Daniel: "Daniel, ahora he salido para darte sabiduría y entendimiento [... ]. He venido para enseñártela [... ] (9: 22, 23): "Fueron oídas tus palabras; ya causa de tus palabras yo he venido" (10: 12).3 El NT no describe a Cristo como un ángel, pero "el advenimiento de Cristo y de los ángeles son de 130 Cruzando el abismo la misma clase" en el sentido en que ambos vienen de la esfera del cielo con un propósito en particular. 4 De nuevo, esto presupone su preexistencia. Divinidad de Cristo Con respecto a la encamación de Cristo, la Biblia la describe como la encamación de Dios. El Preexistente era divino. Durante la noche de la natividad los ángeles dijeron a los pastores: "Que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor" (Luc. 2: 11). Los judíos estaban esperando la venida del Ungido del Señor, pero el que vino fue el Señor mismo. El término griego kurios ("Señor") se usa en la versión griega del AT para traducir el nombre hebreo Yahweh. De hecho, en todo el NT encontramos pasajes del AT que originalmente describieron la obra del Señor/Yahweh aplicándoselos a Cristo, indicando así su divinidad (Isa. 44: 6; Apoc. 1: 17; Sal. 102: 26, 27; Heb. 1: 11, 12; Deut. 32: 43; Heb. 1: 6). Filipenses 2: 6-11 trata explícitamente la preexistencia, divinidad, encamación y exaltación de Cristo. Antes de la encamación estaba en "forma de Dios" (vers. 6), luego durante la encamación "se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres" (vers. 7). Como ser humano "se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz" (vers. 8). Finalmente fue exaltado a través de la resurrección (vers. 9-11). Esta es una poderosa narración del viaje del Hijo de Dios desde la misma presencia de Dios hasta el caos de este mundo. En Juan 8: 56-58 la preexistencia y la divinidad del Hijo de Dios vienen juntas. Jesús dijo a los líderes judíos: "Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó". Ellos entendieron que estas palabras querían decir que Jesús había visto a Abraham y sarcásticamente le dijeron: "Aun no tienes cincuenta años, iY has visto a Abraham?" Y jamás habían esperado oír la respuesta que recibieron de Jesús: "¡Antes que Abraham fuese, yo soy!" La expiación y la encarnación 131 Siendo que la gramática de la oración no está correcta, tenemos que interpretar la frase "Yo Soy" como una referencia al nombre de Dios en el AT. En Éxodo 3: 14 el Señor se revela a sí mismo como "YO SOY EL QUE SOY". Isaías 43: 10-11 contiene la fórmula "Yo mismo soy", y luego continúa, "antes de mí no fue formado dios, ni los será después de mí. Yo, yo Jehová, y fuera de mí no hay quien salve" (vers. ID, 11). Por lo tanto, la designación "Yo soy" afirma la suprema y exclusiva superioridad de Dios sobre cualquier otro dios. "Antes que Abraham fuese, Yo Soy", no es una sencilla declaración acerca "solamente de la preexistencia; es la eterna preexistencia"; la misma existencia de Dios. 5 Hay varios pasajes donde los escritores del NT se refieren explícitamente a Jesús como Dios (Rom. 9: 5; Heb. 1: 8; Tito 2: 13; 2 Pedo 1: 1). El más conocido es Juan 1: 1: "En el principio era el Verbo, yel Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios". Una vez más encontramos afirmadas la preexistencia y la divinidad de Jesús. La traducción, "el Verbo era Dios" está correcta, como lo vemos confirmado en Juan 1: 18: "A Dios nadie le vio jamás; el Unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer". Dios, el Hijo; revela a Dios, el Padre. Hacia el final del Evangelio Tomás vio a Jesús y exclamó, "¡Señor mío, y Dios mío!" (20: 28). Su reacción ante la presencia del Señor resucitado fue una confesión cristiana de fe. La encarnación y el nacimiento virginal Juan habla de la resurrección cuando escribe: "Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros" (Juan 1: 14). La eterna Palabra de Dios, que estaba con Dios, y que era Dios, vino a morar entre nosotros. Hay un movimiento de la esfera divina a la esfera humana, descrita aquí como "carne" (griego, sarx). La revelación de que Cristo vino en carne era tan importante que Juan la utiliza para distinguir un espíritu verdadero de uno falso (1 Juan 3: 2), y los verdaderos maestros de los falsos (2 Juan 7). Pablo se hace eco de este 132 Cruzando el abismo mismo pensamiento cuando declara que Dios "enviando a su Hijo ep semejanza de carne de pecado [sarx, "carne"]" (Rom. 8: 3). En la epístola a los Hebreos la encamación del Hijo de Dios juega un papel central y está considerada indispensable para su ministerio sacerdotal. Él se identificó con los seres humanos "por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo" (2: 14). El Hijo "debía ser en todo semejante a sus hermanos" (2: 17), y esto ocurrió a través de la encamación. Dios preparó un cuerpo para él (10: 5) y, de hecho, "Dios fue manifestado en carne" (1 Tim. 3: 16). Consecuentemente el apóstol puede hablar acerca de "Cristo, en los d1as de su carne" (Heb. 5: 7) durante los cuales sufrió y fue obediente a la voluntad de Dios. Esta es otra forma de expresar las mismas ideas que se encuentran en Filipenses 2: 7. Cristo "Se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres". Gálatas 4: 4 expresa el mismo misterio: "Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley". Fue a través de la encamación que aquel que era rico "por amor a vosotros se hizo pobre" (2 Cor 8: 9). En el Salvador encamado "habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad" (Col. 2: 9). Cuando el ángel dijo a María que iba a tener un niño, ella le preguntó: "¿Cómo será esto? Pues no conozco varón" (Luc. 1: 34). El ángel respondió: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra, por lo cual ta.mbién el santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios" (ver. 35). La teología cristiana le llama a eso la concepción virginal de Jesús. Jesús no era hijo de José. María ya estaba comprometida para casarse con él, pero "antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo" (Mat. 1: 18). El ángel informó a José que el niño que ella había concebido había sido engendrado por el Espíritu Santo (vers. 20). Para enfatizar la concepción virginal de Jesús, el escritor bíblico nos dice que José "no la conoció hasta que dio a luz a su hijo La expiación y la encamación 133 primogénito" (vers. 25). La promesa que Dios le había hecho a Eva en el Génesis ahora se cumplía: la simiente de la mujer es el Salvador. El nacimiento virginal proclama que la salvación es, desde el principio hasta el fin, obra de Dios, no humana. Sin el nacimiento virginal Jesús habría sido un ser humano como cualquier otro, pero no Dios en carne humana. La humanidad de Cristo Hay abundante evidencia bíblica que apoya la afirmación de que Jesús era un ser humano; que tenía la naturaleza humana. Los seres humanos han estado estudiando su propia naturaleza durante muchos siglos y no han sido capaces de llegar a una posición que sea universalmente aceptable. Para nuestro propósito, sugeriré que de acuerdo con el relato bíblico de la creación un ser humano se caracteriza por ser una entidad física, emocional, espiritual, intelectual, social y moral. Jesús era un ser físico cuyo cuerpo lo distinguía de otras personas. Nació como cualquier otro ser humano (Luc. 2: 7), y creció y llegó a ser fuerte como cualquier niño normal (2: 40). La gente sabía dónde había nacido, quiénes eran sus padres, sus hermanos y sus hermanas; y que tenía el oficio de carpintero (Mat. 13: 54-56). Su cuerpo necesitaba alimento (Mat. 4: 2; Mar. 4: 16) y agua para preservar su vida (Juan 19: 28). Se cansó (Juan 4: 6) y sintió la necesidad de dormir (Mat. 8: 24). Finalmente, experimentó la muerte (Mat. 27: 50). Jesús fue un ser emocional. Conocía el gozo que se experimenta a través del Espíritu (Luc. 10: 21). Pero también experimentó tristeza (Mat. 26: 38), se sintió perturbado emocionalmente (Juan 12: 27; 13: 21), lloró en presencia de los amigos (11: 35) y durante la oración (Heb. 5: 7). Jesús no tuvo emociones negativas relacionadas con el pecado, como odio hacia otros. Jesús fue un ser espiritual que disfrutó la comunión con el Padre. Constantemente disfrutaba y alimentaba esa comunión con Dios a través de una vida de oración (Mat. 14: 23; Mar. 1: 35) y una vida 134 Cruzando el abismo dedicada a la misión que se le había confiado (Juan 17: 4). Tenía completa confianza en la dirección y la presencia del Padre en su vida (11: 41, 42). Encontró en la obselVancia del sábado una magnífica oportunidad para adorar al Señor (Luc. 4: 16) y un día para enseñar y seIVir a los demás (ver. 31; 14: 3, 4). Jesús era también un ser intelectual, que creció en conocimiento, era inteligente, y podía razonar con otros: "Se llenaba de sabiduría, y la gracia de Dios era sobre él" (2: 40 cf verso 52). Cuando tenía doce años, aquellos que lo escucharon en el templo se "maravillaban de su inteligencia y de sus respuestas" (2: 4,; cf Mat. 7: 28, 29). Había un poder persuasivo en sus palabras que maravillaba a sus oyentes. Jesús fue un ser social que constantemente buscaba la compañía de otros. Se relacionó con los líderes judíos, con los pecadores, las prostitutas, los no israelitas, los líderes romanos, etc. Más allá de todo eso, sentía la necesidad de compañerismo humano (Mat. 26: 40, 43. Se interesaba constantemente en las necesidades de otros (Juan 11: 5). Y su vida fue, ciertamente, una vida pública abierta a cualquiera que quisiera acercarse a él. Por sobre todas las cosas, Jesús fue un ser moral por excelencia. Vino a hacer la voluntad del Padre y nunca se desvió de su propósito específico (Juan 8: 28, 29). Aun en el momento más crucial de su misión, se sometió voluntariamente a la voluntad del Padre y fue a la cruz (Mat. 26: 42). Es particularmente en este punto donde encontramos una discontinuidad fundamental entre Jesús y los seres humanos, como los conocemos en la actualidad. Fue moral y espiritualmente impecable. Nunca pecó. Jesús sin pecado El pecado no pertenece a la esencia del ser humano. Por lo tanto, la ausencia del pecado en Cristo no cuestiona la plenitud y legitimidad de su humanidad. Como el pecado ha dañado la naturaleza humana, corrompiendo significativamente la perfección original dada por Dios; ahora todos "están destituidos de la gloria de Dios" La expiación y la encarnación 135 (Rom. 3: 23). Ser genuinamente humano no significa que uno tiene que ser pecador. Los testimonios del NT son unánimes: Jesús fue inmaculado. Plenamente consciente de ese hecho, desafió a sus oponentes a que le probaran ser culpable de pecado (Juan 8: 46). Estaba consciente del hecho de que siempre había hecho la voluntad de su Padre (8: 29; 15: 10), y que Satanás tInada tenía en él" (14: 30), o "no es que él tenga poder sobre mí" (NBE) Durante la anunciación el ángel se refirió a Jesús como "el Santo que nacerá" (Luc.1: 35); y años más tarde, después de su ascensión, Pedro llamó a Jesús "el Santo y el Justo" (Hech. 3: 14; cf. 4: 30; 13: 35). El claro testimonio de las Escrituras es que "no hay pecado en él (Jesús)" (1 Juan 3: 5). Él fue "sin pecado" (Heb. 4: 15), él fue "un cordero sin mancha y sin contaminación" (1 Pedo 1: 19), "el cual no hizo pecado" (2: 22). El hecho de que Jesús no fue tocado por el pecado, lo señala como un ser único entre los seres humanos. Sería un error equiparar su naturaleza humana con la de Adán, porque"él tomó la naturaleza humana, debilitada y deteriorada durante cuatro mil años de pecado, aunque sin corrupción y sin mancha".6 Su impecabilidad no debería interpretarse como que Jesús no podría haber pecado. Después de su bautismo fue severamente tentado por el enemigo en condiciones que estaban muy lejos del ideal, y sin embargo, lo venció (Mat. 4: 1-11). En el Getsemaní, enfrentó la tentación de no tomar la "copa", pero él rindió su voluntad a la del Padre (Mat. 26: 39). La posibilidad de caer en la tentación o de rebelarse contra la voluntad de Dios no necesariamente presupone una naturaleza humana caída. Todo lo que se requiere para eso es libre albedrío. El conflicto cósmico ha demostrado que criaturas libres y perfectas, que existen en la misma presencia de Dios, pueden decidir rebelarse contra Dios. El libre albedrío puede ser mal empleado, pero Jesús decidió nunca usarlo mal. El hecho de que él venció cada tentación y que se mantuvo libre de pecado fue indispensable en la 136 Cruzando el abismo obra de redención y reconciliación de Cristo. La expiación está fundada firmemente en el hecho de que Jesús vivió una vida sin pecado. La unión de las dos naturalezas La unión de las dos naturalezas en Cristo continúa siendo un misterio impenetrable. Desde el principio de la historia de la iglesia cristiana los teólogos debatieron la naturaleza de esa unión y ofrecieron diferentes definiciones conflictivas entre sí. 7 En un esfuerzo por poner fin al debate o darle un poco de claridad, se convocó un ~ concilio de la iglesia en la ciudad de Calcedonia en el año 451 d.C. La así llamada "definición de Calcedonia" ha sido ampliamente aceptada por el mundo cristiano. Establece que Cristo era verdaderamente Dios y verdaderamente humano, que la propiedad de cada naturaleza permaneció intacta, y que las dos naturalezas estaban unidas en una Persona, el Hijo de Dios. Esas mismas definiciones fundamentales se encuentran en los escritos de Elena G. de White. De acuerdo con ella, la unión no fue la unión de dos naturalezas, sino la unión del Hijo de Dios con la naturaleza humana. 8 En esta unión la naturaleza divina "no estaba humanizada; ni tampoco la humanidad estaba deificada por la mezcla o unión de las dos naturalezas; cada una retenía su carácter y propiedades esenciales".9 Los seres humanos "tenemos razón, conciencia, memoria, voluntad, afectos "10. Jesús "tuvo razón, conciencia, memoria, voluntad, y afectos del alma humana los cuales estaban unidos con su naturaleza divina".u El Hijo de Dios ciertamente tomó la naturaleza humana. El hecho de que las dos naturalezas permanecieran diferenciadas implica que sería correcto sugerir que en la encarnación había dos voluntades, la humana y la divina. Eso nos ayuda a comprender la posibilidad de que Jesús podría haber caído en tentación. 12 Dios no puede ser tentado a pecar, pero la naturaleza humana podría serlo. Eso también nos ayuda a entender que aunque la naturaleza divina era omnisciente, la humana no lo era. La naturaleza humana cre- La expiación y la encarnación 137 ció en la comprensión de la naturaleza y misión del Hijo de Dios (Luc. 2: 52).13 Esto no quiere decir que las dos naturalezas estaban radicalmente separadas, y que por lo tanto tenemos dos personas en lugar de una. La divina y la humana estaban unidas y, consecuentemente, lo que la naturaleza humana experimentó también lo experimentó la naturaleza divina. Aquí debemos hacer cuidadosas distinciones. La naturaleza divina experimentó los sentimientos, emociones, luchas y tentaciones de la naturaleza humana. Por ejemplo, cuando la naturaleza humana estaba sedienta, tentada, etc., la naturaleza divina experimentaba en una forma única y directa lo que esa experiencia significaba para los seres humanos. Era la totalidad de la Persona la que lo experimentaba. Por otra parte, cuando la naturaleza divina usaba el poder divino para curar, la naturaleza humana se convertía en el vehículo a través del cual ese poder alcanzaba a los otros. Cuando una mujer enferma tocó el manto de Jesús y fue sanada, Marcos dice que Jesús supo que un poder "había salido de él" (Mar. 5: 30). Fue el poder del Hijo de Dios el que sanó a la mujer, pero su naturaleza humana experimentó en una forma única el poder que no poseía en sí misma. Esto fue el resultado de la unión de las dos naturalezas. 14 Esa unión permitió a los apóstoles aplicar "las cualidades tanto humanas como divinas a la misma persona. De este modo, el que sostiene todas las cosas por el poder de su palabra creció y llegó a ser fuerte en estatura y en sabiduría. El que era antes que Abraham fuese, nació en un pesebre. Aquel que murió es el que cumplió todo en todos". 15 La encarnación presupone que al llegar a ser humano el eterno Hijo de Dios experimentó limitaciones de algún tipo. Los intérpretes han encontrado dificultades para identificar esas limitaciones. En sus discusiones Filipenses 2: 6-11 ha desempeñado un papel muy importante. Como ya se indicó, en el pasaje se establece que antes de la encarnación Cristo era Dios. En ese pasaje se introduce la encarnación con esta frase: Él "se despojó a sí mismo" [kenoo, "se vació"] 138 Cruzando el abismo (2: 7). Sería inapropiado argüir que cuando llegó a ser humano Cristo se despojó de todos o algunos de sus atributos divinos. En ese ~ncarnación no habría sido la manifestación completa de Dios en carne humana. ¿Qué quiere decir Pablo, entonces, cuando dice que Cristo se "despojó a sí mismo"? Sugeriré que la segunda parte de Filipenses 2: 7 es una explicación de esa frase. Él llegó a ser nada (despojarse) "tomando la forma de siervo, hecho semejante a los hombres".16 En otras palabras, al despojarse, al humillarse, Cristo llegó a ser un siervo obediente de Dios. Los atributos y poderes divinos se limitaron en el sentido en que él~olo los usaría como el Padre lo viera conveniente y, por lo tanto, en exclusiva obediencia a élY Pero todavía tenemos que preguntar: ¿No se despojó literalmente a sí mismo de algo? La respuesta tiene que ser, "sí". Pablo dice: "Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a nosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos" (2 Coro 8: 9). No importa cómo interpretemos "siendo rico", pero el hecho de que es seguido por la frase "se hizo pobre" significa que se despojó de algo cuando llegó a ser humano. Juan parece arrojar un rayo de luz en este misterio. Jesús oró al Padre: "glorifícame tú alIado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese" (17: 5). La oración presupone que el Hijo "había disfrutado una gloria única con el Padre en ese estado preexistente".18 Sería correcto concluir que "la peregrinación de Jesús sobre la tierra no significa meramente entonces un cambio irrelevante en la escena, sino una pérdida de esa existencia preterrena que una vez poseyó". 19 Podríamos arguir que el verbo traducido "se despojó a sí mismo" (Fil. 2: 7), implica que el Hijo de Dios perdió su gloria original divina. Si ese es el caso, el verbo kenoo se refiere a "despojarse de su posición o prestigio", 20 entonces podríamos decir que cuando Cristo vistió su divinidad con humanidad, "fue Dios durante todo ese La expiación y la encamación 139 tiempo, pero no apareció como Dios. Veló las demostraciones de su divinidad que antes habían sido motivo de homenaje, y despertó la admiración del universo de Dios. Fue Dios mientras estuvo en la tierra, pero se despojó a sí mismo de la forma de Dios, y en su lugar tomó la forma de hombre [... ], puso a un lado su gloria y majestad. Era Dios, pero abandonó por un tiempo las glorias de la forma de Dios". 21 Conclusión Es incuestionable que sin la encamación no habría expiación. En el misterio de la encamación Dios penetró o invadió la esfera de sus criaturas en forma única. Llegó a ser permanentemente inmanente entre nosotros y accesible a nosotros en dimensiones que no podemos comprender completamente. Su vida sin pecado le permitió morir en lugar de los pecadores. Y su divinidad, encamada en carne humana, pagó la penalidad del pecado e hizo posible la gracia y la vida para los pecadores arrepentidos. Al descender no solamente reveló el amor sacrificial de Dios, sino también el ideal de Dios para los seres humanos. Cristo proporcionó un ejemplo para que nosotros lo sigamos mientras que, a través del poder del Espíritu, llegamos a ser más y más a semejantes a él. Referencias 1. Paul J. Achtemeier, 1 Peter: A Commentary on First Peter (Minneápolis: Fortress, 1996), pp. l31, l32. 2. Para una minuciosa investigación de esa fórmula ver, Simon J. Gathercole, The Preexistent Son: Recovering the Christology 01 Matthew, Mark, and Luke (Grand Rapids: Eerdmans, 2006), pp. 83-176. 3. Gathercole, ibíd., pp. 119-121. 4. Ibíd., p. 147 5. Raoul Dederen, "Christ: His Person and Work", in Handbook 01 5eventh-day Adventist Theology, ed. Raoul Dederen (Hagerstown: Review and Herald, 2000), p.162. 140 Cruzando el abismo 6. Ibíd., p. 165. 7. Para un resumen de as discusiones ver, Wayne Grudem, Systematic Theology: An Introduction to . cal Doctrine (Grand Rapids: Zondervan, 1994), pp. 554-558. 8. El . e White comentó: "Las dos naturalezas fueron misteriosamente mezcladas en una misma persona -el hombre Cristo Jesús" (Lift Him Up [Hagerstown: Review and Herald, 1988], p. 76). 9. Elena G. de White, Manuscript Releases (Silver Springs: E. G. White Estate, 1993), t. 16, p. 182. 10. Elen) G. de White, Mensajes Selectos, (APIA) t. 3, p. 147 11. Elena G. de White, Manuscript Releases, t. 16, p. 182. 12. "La naturaleza divina, combinada con la humana, lo haáa capaz de ceder a las tentaciones de Satanás" (lbúl.). No necesitamos especular sobre lo que pudiera haber pasado si la naturaleza humana hubiera cedido a las tentaciones ¡porque eso no sucedió! 13. "Mientras Cristo enseñaba a los demás, él mismo estaba recibiendo luz y conocimiento acerca de su propia obra y misión en el mundo; Está completamente aclarado que Cristo 'creáa en conocimiento" (Elena G. de White, Youth Instructor, 12 de diciembre de 1895). Mientras Cristo contemplaba las ofrendas que se traín como sacrificio al templo, el Espíritu Santo le enseñó que su vida iba a ser sacrificada por la vida del mundo' (Youth Instructor, 12 de diciembre de 1895). 14. Los milagros de Jesús fueron resultado de su poder divino. Elena G. de White dedara: "Jesús revelaba su divinidad por sus poderosos milagros" (El Deseado de todas las gentes, p. 551). Ellos proporcionaban una "evidencia inequívoca de la divinidad" de Cristo (Spirit o[ Prophecy [BanIe Creek: Steam Press, 1878], t. 3, p. 145). Él nunca usó su poder divino para su beneficio personal: "El que obró milagros para otros, no los realizó para sí mismo. Había revestido su divinidad con humanidad, y había venido para traer poder divino al hombre. Se encontró con el enemigo en cada paso con un 'Éscrito está'" (Signs o[ the Times, 30 de septiembre de 1889). 15. Dederen, "Christ", p. 169. 16. Ver, Gordon D. Fee, "The NT and Kenosis Christology", en Exploring Kenotic Christology: The Sel[-Empting o[ God, ed. C. Stphen Evans (Oxford: University Press, 2006), pp. 32, 33. 17. Uno quizá podría decir que "parece probable que cuando sanaba al enfermo, revelaba lo que estaba en la gente y resucitaba los muertos, consideraba esas ocasiones apropiadas para revelarles más de sus capacidades divinas. Cada una de esas revelaciones de su naturaleza divina fueron realizadas en armonía con la dirección del Espíritu Santo y en cumplimiento de los propósitos del Padre" (Gordon R. Lewis y Bruce A. Demarest, Integrative Theology [Grand Rapids: Zondervan, 1996], p. 285). 18. Leon Morris, Commentary on the Gospel o[ John (Grand Rapids: Eerdmans, 1971), p. 721. 19. Emst Haenchen, John 2: A Commentary o[ the Gospel o[ John 7-21 (Filadelfia: Fortress, 1984), p. 152. 20. Danker, Greek-English Lexicon, p. 539. La expiación y la encamación 141 21. Comentario de Elena G. de White, Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 7-A, p. 446 (inglés). En otro lugar ella comenta: "El que comandaba las huestes celestiales puso a un lado su manto real y su corona real, y revistió su divinidad con humanidad, vino a este mundo para ponerse a la cabeza de la raza humana" (Ibíd., t. 7, p. 904). Imágenes de salvación L a muerte sacrificial de Cristo sobre la cruz es como un diamante. Para apreciar su belleza es necesario examinarlo desde diferentes ángulos y permitirle reflejar la luz de sus diferentes facetas. Cada ángulo revela detalles particulares que de otra manera podríamos perder con facilidad. El significado de la muerte de Cristo no se puede abarcar totalmente con una sola expresión espeáfica. La diversidad de imágenes que se han usado enriquece nuestra comprensión de ella. En el texto bíblico las imágenes se entrecruzan unas con otras haciendo difícil discutir una separada de las otras. El elemento común en todas ellas parece ser la comprensión de la muerte sacrificial de Cristo. Comentaremos solo unas pocas de esas imágenes. Laredendón El NT interpreta la muerte de Cristo como un acto de redención. El concepto de redención lo encontramos en todas las Escrituras, desde Mateo (20: 28) hasta Apocalipsis (5: 9). Era un concepto usado ampliamente en el mercado durante el período del NT. La terminología designaba la redención de prisioneros de guerra y de esclavos a través de un rescate. El uso que se hace del concepto en el NT está influido primariamente por el significado de la redención en el AT. El trasfondo del AT. En Israel era posible redimir personas, animales y propiedades. Nos interesan particularmente aquellos casos 144 Cruzando el abismo que asocian a Dios directamente con la redención. La legislación relacionada con la redención del primogénito de los animales y de los seres humanos también es útil. Dicha legislación se basaba en el hecho de que durante la décima plaga de Egipto, Dios preservó la vida de todos los primogénitos de los israelitas. Los israelitas debían sacrificar el primogénito de los animales limpios, pero en el caso de los animales inmundos era necesaria la redención. Por ejemplo, el primogénito de un asno, que es un animal inmundo, podía ser redimido dándole al Señor un cordero. Si el animal inmundo no era redimido, se le daba muerte quebrándole el cuello (Éxo. 13: 13). En este caso la redención consistía en una liberación legal de lo que perteneáa al Señor, el primogénito de un asno, a través de un sustituto, un cordero, para que así pudiera ser utilizado por el nuevo dueño. No era un acto de compra venta porque el asno originalmente perteneció al Señor. Los israelitas podían conservar los animales inmundos a través de un sustituto redentor o a través del pago de un rescate (Núm. 18: 14-16). El primogénito de los seres humanos también tenía que ser redimido porque Dios no aceptaba sacrificios humanos. La redención ocurría a través del pago de una cantidad espeáfica de dinero, el precio de la redención (Núm. 18: 15-16; cf. Éxo. 13: 13, 15). El Señor aceptaba el dinero en lugar de la vida del primogénito. La idea de la redención está asociada en aquellos contextos legales con la sustitución, una redención pagada (un rescate) y con la liberación. En el AT Dios es, en última instancia, el Redentor. Él llegó a ser el pariente cercano de Israel y actuaba en su favor para redimirla de sus opresores. Él Señor trajo a la existencia a Israel, la nación, al redimirla de Egipto (Éxo. 6: 6; 15: 13; Deut. 9: 26; Sal. 106: 10). Aquí la idea de liberación predomina sin ninguna referencia a algún pago. Lo mismo se aplica a muchos casos en los cuales Dios redime los individuos de una multitud de dificultades y situaciones amenazantes de la vida (Sal. 31: 4, 5; 26: 11; Jer. 15: 21), y a la futura redención es- Imágenes de salvación 145 cato lógica (Isa. 1: 27-28; Miq. 4: 10; Ose. 7: 13; 13: 14; Jer. 50: 34). A través de todo el AT la redención designa fundamentalmente la liberación, un cambio de dueño que a menudo es el resultado del pago de un rescate. El concepto de redención alcanza nuevas alturas de significado cuando se pone en el contexto del pecado humano. En ese caso la Escritura exhorta a Israel a poner su esperanza en el Señor, sabiendo que con él hay "abundante redención", es decir, que "él redimirá a Israel de todos sus pecados" (Sal 130: 7, 8). El salmista no nos dice cómo realizará el Señor esa redención omniabarcante. Es solamente a través del sistema de sacrificios que obtenemos algunas percepciones sobre el tema. Ya hemos señalado que la vida del pecador arrepentido era preservada al costo de una VÍctima sacrificial (Lev. 17: 11; Hebreo kofer, "rescate"). La vida de la víctima sacrificada funcionaba como rescate sustituto por la persona. El AT reconoce que la redención de la vida humana está más allá de lo que los seres humanos podían realizar. El salmista confiesa que "ninguno de ellos podrá en manera alguna redimir al hermano, ni dar a Dios su rescate (porque la redención de su vida es de gran precio, y no se logrará jamás)" (Sal. 49: 7, 8). Solamente Dios puede llevar a cabo una redención tal: "Pero Dios redimirá mi vida del poder del Seol, porque él me tomará consigo" (ver. 15). Estamos cerca de las ideas que se encuentran en Isaías 53. La redención en el NT. En el Nuevo Testamento la redención señala el resultado final y/o el proceso de redención. Cuando el NT enfatiza el resultado final, no expresa explícitamente la idea de un rescate/un pago. En tales casos, el resultado de la redención es liberación o salvación (Lue. 1: 68; 2: 38; 24: 21). Este es también el caso cuando la redención es descrita como una expectativa escatológica; por ejemplo: La futura "redención de nuestros cuerpos" (Rom. 8: 23); "el día de la redención" (Efe. 4: 30; cf Lue. 21: 28; Efe. 1: 4). En esos contextos redención es sinónimo de salvación. Nos gustaría 146 Cruzando el abismo poner particular atenció~ a aquellos pasajes que tratan o sugieren cómo se produce la redención. La mayoría de esos casos utilizan terminología e ideología sacrificial. El primer texto que analizaremos es Efesios 1: 7: "En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia". El contexto de este pasaje analiza la "gloriosa gracia" de Dios que hemos recibido "gratuitamente" en Cristo. Esa gracia se manifestó en un acto de redención. La mención de la "sangre" introduce una comprensión sacrificial de la muerte de Cristo. La redención se logra aquí a través de la muerte sacrificial de Cristo. Esta redención se define más adelante como "perdón de los pecados" y une a la expiación y el perdón aquí en la misma manera como en Levítico 4. En Levítico la víctima sacrificial era ofrecida como un sacrificio de expiación y entonces el pecado del pueblo o del individuo era perdonado por el Señor (Lev. 4: 20, 26, 30). La redención era liberación del pecado. Ahora se logra, no a través de la sangre de animales dada como rescate, sino a través de la sangre de Cristo. Lo que el creyente recibía gratuitamente era muy costoso para Dios. El segundo pasaje es 1 Pedro 1: 18, 19: "Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un Cordero sin mancha y sin contaminación". Este pasaje contiene varias ideas importantes. Primera, la cláusula introductoria, "sabiendo", implica que Pedro se refiere a algo que sus lectores ya conocen porque es parte de las enseñanzas cristianas comunes. Era parte de la interpretación cristiana tradicional de la muerte de Cristo. Segundo, la redención se obtiene aquí a través del pago de un rescate, conclusión apoyada por el contexto. El pago se introduce con una cláusula negativa: el precio no fue pagado con oro o plata. Él rechaza el valor de tal pago por nuestra redención porque el oro y la plata son corruptibles; son perecederos. Luego sigue una declaración positiva contrastante: el precio Imágenes de salvación 147 real fue la "preciosa [timios] sangre de Cristo". La palabra timios no significa solamente "preciosa" sino también "costosa". El precio pagado para redimir a los creyentes fue costosísimo. Aquí encontramos la respuesta a la preocupación del salmista en Salmo 49: 8, 9. Tercero, de acuerdo con Pedro la redención solamente se logra a través de la muerte sacrificial de Cristo. Él hace claro que en la comprensión apostólica de la expiación los creyentes, interpretaban la expresión "la sangre de Cristo" en términos sacrificiales. Declara explícitamente que la sangre sacrificial de Cristo era la de un cordero sacrificial sin mancha ni defecto. La referencia no es solo al cordero pascual sino a todas las víctimas sacrificiales en general (cf. Éxo. 29: 30; Lev. 12: 6) y, probablemente, a Isaías 53: 7 (cf. 1 Pedo 2: 21, 22).1 Los creyentes fueron redimidos de su "vana manera de vivir" que habían recibido de sus antepasados. Esto se refiere a su antigua forma de vida pecaminosa caracterizada por la oscuridad (2: 9). Cristo cargó con sus pecados para que fueran libertados del poder del pecado (2: 24; 3: 18). El contraste entre la sangre/vida de Cristo y el oro y la plata sugiere que, para redimir a la humanidad, la vida fue dada en lugar de la vida de los pecadores. Esta comprensión de la muerte de Cristo nos lleva de regreso a Jesús mismo. El tercer texto es Marcos 10: 45: "Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos". Es posible que el texto esté relacionado con Isaías 53. Primero, encontramos tres conexiones lingüísticas entre Marcos 10: 45 e Isaías 53: 11, 12: "dar", "su vida", y "muchos". Es suficiente para defender la dependencia del uno del otro. Segundo, hay también una relación conceptual. Ambos pasajes tienen la idea de sustitución. El Siervo sufre y muere vicariamente, y lo mismo hace el Hijo del Hombre. En este caso la preposición "para" ('anti) es muy importante. Significa "en lugar de", y expresa claramente la idea de sustitución. Podría argumentarse que 'antí podría traducirse corno "con la ventaja de", pero el texto declara que si no hubiera sido por Jesús, 148 Cruzando el abismo lo que le ocurrió a él podría haberle ocurrido a muchos. Por lo tanto él tomó el lugar de ellos. 2 Implícita en el texto está la idea de que la vida de muchos estaba en peligro. A menos que algo sucediera los "muchos" perecerían. Cristo vino a pagar el precio por su liberación de la muerte. Él entregó su propia vida como rescate sustituto por ellos. Esto se acomoda muy bien con lo que dijo Jesús en Marcos 8: 37. En el contexto del anuncio de su propia muerte formuló la pregunta retórica: "¿Qué recompensa dará el hombre por su alma? La respuesta obvia era negativa. Pero nuestro pasaje, Marcos 10: 45, nos proporciona la respuesta final. Pablo expresa la misma idea diciendo que Cristo "se dio a sí mismo en rescate ['anti-lutron] por [hupér] todos" (1 Tim. 2: 6). En este caso particular, la posición 'anti está como prefijo del sustantivo lutron ("rescate") que está seguido por la preposición hupér (para, o a favor de). Tanto la preposición como el prefijo sirven para enfatizar la idea de sustitución. La vida de Cristo fue un rescate dado, no solo para nuestro beneficio, sino particularmente en nuestro lugar. El cuarto pasaje es Gálatas 3: 13, donde el apóstol declara que "Cristo nos redimió ['exagorazo] de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición". El verbo 'exagorazo significa "redimir", "comprar" y aparece en contextos legales griegos para referirse a la liberación de un esclavo. El libro de Gálatas emplea el verbo para referirse a la redención de la maldición de la ley. Este es un pasaje importante que merece una cuidadosa atención. Primero, la maldición de la ley cae sobre aquellos que, tratando de observar toda la ley, demuestran en su propia experiencia la incapacidad humana para cumplirla verdaderamente (vers.lO). El resultado d,,'la maldición es muerte. Para Pablo "todo el mundo es prisionero de pecado" e identifica a la ley como la portera de la prisión: "todos están bajo (pecado)" (Gál. 3: 22). Siendo que la ley no puede dar vida (vers. 21), y los seres humanos son incapaces de por sí para cumplir sus demandas, se encuentran bajo la maldición de la ley, o sea, condenados por ella. Imágenes de salvación 149 Segundo, Pablo sostiene las demandas de la ley, es deár, su maldiáón. Esa maldiáón está ordenada por Dios y expresa su voluntad haáa los pecadores impenitentes. El apóstol no cuestiona su validez sino, más bien, la confirma. La maldiáón de la ley ocupa un lugar legal en la experienáa humana como consecuenáa de la rebelión. La universalidad del pecado significa que la funáón condenatoria de la ley toca a todos los seres humanos. Tercero, las demandas de la ley deben ser satisfechas. La maldiáón no puede ser cancelada, neutralizada, o ignorada. El juiáo de la ley contra los pecadores debe realizarse porque es un juiáo justo. Sorpresivamente, Pablo anunáa que las exigenáas de justiáa de la ley, su maldiáón contra los pecadores, fue completamente satisfecha con la muerte de Cristo. Se realizó sobre el Inocente. Al tomar lo que era nuestro, experimentó lo que nosotros debiéramos haber experimentado. Esta es redenáón sustitutiva. Cuarto, a través de la muerte vicaria de Cristo fuimos redimidos de la maldiáón de la ley. Él llegó a ser maldiáón "por nosotros" (hupér). El hecho de que el concepto de sustitución está presente en el contexto apoya la sugerenáa de que la preposiáón hupér expresa la idea de sustituáón. El acto redentor de Cristo fue sacrifiáal porque murió en el proceso. Es también vicaria porque aceptó la maldiáón mortal de la ley por nosotros/en nuestro lugar. Gálatas 3: 13 señala claramente que los seres humanos estaban separados de Dios y bajo la maldiáón de la ley. La maldiáón no actúa independientemente de Dios, sino que es, más bien, una expresión de la voluntad divina y, por lo tanto, revela la justa actitud de Dios haáa el pecado y los pecadores. La liberaáón de ese estado de condenaáón ocurre solamente a través de la muerte redentiva y sustitutiva de Cristo. En este acto redentivo "la justiáa no es puesta a un lado sino satisfecha".3 Los escritores del NT interpretan la muerte de Cristo como un acto de redenáón. Un preáo fue pagado para la salvaáón de los ISO Cruzando el abismo seres humanos caídos. 4 Para poder expresar el alto precio de la redención, el NT halló necesario combinarlo con la comprensión sacrificial de la muerte de Cristo. Los escritores bíblicos comprendieron que el precio fue extremadamente alto, es decir, la vida de Cristo. Se dio Vida en lugar de vida. Los malditos fueron redimidos por el que llegó a ser maldito. El NT no pregunta: ¿A quién le fue dado el rescate? Si alguien fuera a ser identificado, sería Dios. Reconciliación La interpretación de la muerte de Cristo como un acto de reconciliación viene de la interacción social. En general los comentaristas han considerado que se refiere a la restauración de una buena y apropiada relación entre antiguos enemigos. En el proceso de restauración de la armonía normalmente es indispensable un mediador. En el NT la reconciliación no es sencillamente la experiencia de individuos. Es la intención de Dios de restaurar la armonía en la totalidad del universo a través de la obra de Cristo (Col. 1: 20). Por ahora daremos cuidadosa atención a 2 Corintios S: 18-21, uno de los pasajes más importantes sobre el tema de la reconciliación en el NT. Primero examinaremos su estructura. 5 18. Todo esto proviene de Dios, A quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo B y nos dio el ministerio de la reconciliación 19. Eso es, JI: Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomando en cuenta contra ellos sus transgresiones, B' y encargándonos el mensaje de reconciliación. 20. B' Así que somos embajadores de Cristo, Dios rogando a través de nosotros. Les rogamos en el nombre de Cristo, reconciliaos con Dios. Imágenes de salvación 21. K 151 Por nuestra salvación hizo pecado a quien no conoció el pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él. La reconciliación y los creyentes. El texto hace varias declaraciones estrechamente relacionadas con el acto divino de reconciliación. Las ideas están repetidas y desarrolladas a través de los versículos A B 1\ B' en estructuras paralelas. El paralelismo es desarrollo básicamente y sirve para explicar lo que Pablo entiende por reconciliación y cómo se lleva a cabo. En la primera declaración Pablo describe la situación de la comunidad cristiana: Dios, a través de Cristo, Hnos reconcilió consigo mismo y nos dio el ministerio de la reconciliación". Estas dos ideas serán desarrolladas más adelante. Por ahora, note que los verbos están en el tiempo pasado: "reconcilió" y °dioo. Dios hizo por los creyentes dos cosas: los reconcilió y les dio el ministerio de la reconciliación. Las oraciones pasadas indican que para los creyentes cristianos la reconciliación es un hecho totalmente realizado. Dios el Reconciliador. El versículo 19 amplía la reconciliación más allá del horizonte de los creyentes, reforzando al mismo tiempo la idea que en la obra de la reconciliación Dios tomó la iniciativa: ODios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo". De no haber sido por Dios, los seres humanos permanecerían separados de él para siempre. No podrían hacer nada absolutamente para restaurar la relación armoniosa entre ellos y Dios. El hecho de que Dios haya tomado la iniciativa cuando ellos eran pecadores revela su amoroso carácter. No solo tenía el deseo de reconciliar a los seres humanos con ét sino que también proporcionó los medios para lograrlo. Pablo introduce el método de la reconciliación mediante el uso de las preposiciones °por" (dia; verso 18) y °en/a través de" (en; verso 19) Cristo. Esto sugiere claramente que la reconciliación presupone el amor divino. El Mediador de la reconciliación no tuvo que cambiar la actitud de Dios hacia nosotros de la hostilidad al amor. El texto no 152 Cruzando el abismo dice que Dios estaba reconciliándose con nosotros como si él nos hubiera ofendido. Más bien, nos estaba reconciliando consigo porque estábamos en el partido rebelde y alienado. Él es siempre el sujeto del verbo y nunca el objeto de reconciliación. Como lo demostraremos, esto no significa que Dios era indiferente al pecado y a la rebelión humana. Naturaleza de la reconciliación. Lo que acabamos de declarar suscita la cuestión de la naturaleza de la reconciliación de la cual habla el apóstol. Como ya hemos indicado, los comentadores, por lo general, interpretan que reconciliación significa que una relación pacífica se ha restablecido entre dos antiguos enemigos. Pero si Dios estaba reconciliando al mundo en Cristo, entonces, el individuo, el pecador, no era personalmente afectado por ello; en realidad él no fue reconciliado. Entonces, ¿en qué sentido podemos hablar aquí acerca de reconciliación del mundo? Esto es lo que el resto del pasaje nos aclara. El versículo 19 introduce nueva información que no se encontraba en el versículo 18. Menciona dos acciones de Dios que explican la forma como llevó a cabo la reconciliación y lo que implica. La primera acción divina fue "no tomó en cuenta sus transgresiones en contra de ellos". Lo que hacía imposible que los seres humanos tuvieran compañerismo con Dios no era la actitud de Dios hacia nosotros, que como hemos señalado siempre fue de amor, sino el pecado, "nuestro propio pecado", que requería una expresión de la ira de Dios. Por tanto, desde la perspectiva de Dios, la reconciliación significa quitar aquello que hacía imposible que nosotros tuviéramos comunión con él: el pecado. Por tanto, podemos sugerir que la reconciliación se produjo en el amante corazón de Dios desde el momento en que él determinó no tomar en cuenta el pecado de los seres humano. "Dios reconcilió consigo al mundo" podría significar, entonces, que Dios unilateralmente decidió poner a un lado la condenación y la ira en contra de un mundo pecador para reconciliarlo con Imágenes de salvación 153 él. ¿Cómo podría ser eso posible? Él colocó el pecado sobre Cristo, quien de esta manera asumió la responsabilidad por ello. Esa idea está expresada en el versículo 21. Ese versículo desarrolla el significado de la frase: uNo tomando en cuenta a los hombres sus pecados". Es decir, Dios no le dio a la raza humana lo que merecía por causa de su pecado. Más bien, puso ese pecado, los pecados de rebelión de la humanidad y la penalidad por ellos, sobre Cristo. Como resultado, es extremadamente difícil evitar la conclusión a la que Pablo llega aquí con las ideas de la transferencia y la sustitución del pecado. Fue solamente porque Jesús era sin pecado que pudo cargar los pecados de otros. En otras palabras, el pecado que no fue contado contra el mundo fue contado contra Cristo. Detectamos aquí un eco de Isaías 53: 6, lO, Y 12. Dios no es moralmente indiferente con el pecado. La penalidad por el pecado fue experimentada por Cristo: UPorque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron" (2 Coro 5: 14). La preposición Upor" lleva en si la idea de la sustitución. La provisión de reconciliación es tan abundante que no hay razón para que alguno muera, o se pierda eternamente. Cristo experimentó la alienación de todos como su sustituto y la agotó en su propio sacrificio. Siendo que ya no había obstáculo para el completo compañerismo con Dios, el Señor inició entonces su segunda acción en la obra de reconciliación. Trajo a la existencia el umisterio de la reconciliación" que consiste en la proclamación del Umensaje de reconciliación". Pero no es una tarea o trabajo humano. Pablo dice que u so_ mos embajadores de Cristo", pero que es Dios quien está rogando a través "de nosotros". Cuando, como cristianos, decimos al mundo: "Recona1iense con Dios", lo estamos haciendo en nombre de Cristo. La clara implicación de este análisis es que "el acto total de reconciliación por el lado de Dios tiene dos partes. Está el acto de reconciliación en Cristo, y está el ministerio de reconciliación que 154 Cruzando el abismo consiste en la proclamación de este acto prioritario de Dios "en Cristo" como una apelación a los seres humanos a reconciliarse con Dios. 6 El acto divino de reconciliación no está completo hasta que los seres humanos responden a la oferta de reconciliación. En otras palabras, "el mensaje proclamado por el apóstol es parte de la actividad conciliatoria que Dios ha estado haciendo en Cristo; no es sólo una estratagema construida de tal manera que los hombres puedan apropiarse lo que Dios ha hecho en Cristo".7 Por lo tanto, el acto divino de reconciliación incluye la obra de Dios en Cristo en la cruz que consistió en la remoción de la barrera del pecado, es decir, no imputándolo a nosotros, y la creación e implementación del ministerio de reconciliación. Uno podría hablar, quizá, de tres actos en la reconciliación del mundo. Los dos primeros son realidades objetivas, la obra exclusiva de Dios, es decir, la remoción nuestro pecado colocándolo sobre Cristo, y la creación del ministerio de la reconciliación. El tercero es una experiencia subjetiva que ocurre cuando los seres humanos escuchan lo que Dios hizo por ellos en la cruz y, movidos por el Espíritu, ponen fin a su hostilidad contra Dios. Finalmente, Pablo no dice que "Dios reconcilió al mundo consigo". La forma verbal que utiliza, "estaba reconciliando", indica que la reconciliación es un proceso más que algo que ocurre en punto específico en el tiempo. Esto es necesario por la comprensión de la reconciliación que tiene Pablo. Según él consiste de tres etapas y no una sola que tuvo lugar en el pasado. Es interesante notar que el verbo "no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados" es un participio presente, sugiriendo que la acción que describe "es considerada intemporal y por lo tanto presente".8 Es algo que Dios todavía está haciendo. Por otra parte, Dios "dio" el ministerio de la reconciliación a la iglesia: una acción pasada. Es únicamente a la totalidad de la actividad divina a la que podemos llamar apropiadamente, reconciliación. Imágenes de salvación 1SS En este punto será útil regresar a 2 Corintios s: 21: "Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él". El propósito del acto de reconciliación de Dios fue justificamos por fe. Una vez que somos justificados por la fe, el acto objetivo de la reconciliación alcanza su cumplimiento y, consecuentemente, tenemos paz: "Justificados, pues por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo" (Rom. S: 1). Reconciliación y justificación no son 10 mismo, pero están estrechamente asociadas. Justificación El NT toma la imagen de justificación de los tribunales de justicia y la usa para interpretar el significado de la muerte de Cristo. Romanos S: 10-11 y 2 Corintios 5: 18-21 unen a la reconciliación y la justificación por la fe. Son casi sinónimos. Y sin embargo expresan diferentes ideas. Lo que nos permite ponerlas juntas es el hecho de que ambas acciones de Dios son hechas posibles a través de la muerte sacrificial de Cristo. De acuerdo con Romanos 5: 9, "[hemos sido] justificados en su sangre". La justificación es una realidad solo porque Cristo murió como víctima sacrificial por nosotros. En cualquier interpretación de la muerte sacrificial de Cristo y su relación con la justificación por la fe, Romanos 3: 21-26 debe desempeñar un papel muy significativo. En primer lugar, Pablo ha estado arguyendo que tanto los gentiles como los judíos estaban bajo el juicio de Dios; responsables ante él (3: 19). La palabra traducida "ser responsable" (hupodikos) significa "responder a". El apóstol describe a la humanidad como estando de pie ante el tribunal divino, encontrada culpable, y esperando la condenación de Dios. Segundo, Dios proporcionó lo que la humanidad necesitaba, concretamente un medio de justificación. Dios exhibió a Cristo o lo "puso como propiciación por medio de la fe en su sangre" (3: 25). Siendo que los seres humanos no podrían expiar sus propios pecados para ser 156 Cruzando el abismo aceptados por Dios, el Señor proporcionó la VÍctima sacrificial que necesitaban. Encontramos aquí el cumplimiento de Levítico 17: 11, donde el Señor mismo les proporcionó a los israelitas los medios de expiación a través de la sangre de la VÍctima sacrificial sobre el altar. Tercero, Pablo anuncia las buenas nuevas de que "ahora" Dios, a través de la muerte de Cristo, declara a los creyentes inocentes¡ justos ante él (3: 21). El evento de Cristo revela esta justificación y está disponible para todo aquel que ponga su fe en él. Es un don gratuito de la gracia divina. ¿Cómo podría Dios justificar libremente a aquellos que creen? La respuesta es, a través de la obra redentora de Cristo. Esta redención fue posible porque Dios presentó a Cristo como un sacrificio expiatorio. Es muy probable que la frase "por su sangre" indique el precio de la redención y podría traducirse "al precio/costo de su sangre". Este sacrificio redentor proporcionó el fundamento para que Dios absolviera a los pecadores arrepentidos. Era necesario porque la humanidad estaba enfrentando el juicio y la ira de Dios. Cuarto, la justificación que es por la fe está fundamentada en la muerte sacrificial de Cristo como nuestro sustituto. La sentencia de muerte pronunciada contra los seres humanos en el tribunal divino fue ejecutada, no sobre ellos, sino sobre Cristo quien murió en su lugar. A causa de ese evento expiatorio, Dios voluntariamente declara inocentes a los pecadores arrepentidos, absueltos de todos los cargos. Pablo hace claro que la muerte de Cristo libera a la humanidad del pecado y de su penalidad. Quinto, al tratar con el pecado en la persona de un sacrificio sustituto, Dios muestra que no toma el pecado ligeramente. No compromete su justicia ni siquiera por gracia. La cruz reveló tanto la verdadera actitud de Dios hacia el pecado como el hecho de que es justo; primero, en la manera como trató el problema del pecado, y segundo, en la manera como está tratando con él ahora. Por una parte, Dios reveló su justicia al condenar a los pecadores y por otra reveló su misericordia al redimirlos y justificarlos. La cruz cierta- Imágenes de salvación 157 mente revela la justicia punitiva y salvadora de Dios. La muerte de Jesús combinó maravillosamente la misericordia y la justicia. Finalmente, el sacrificio expiatorio de Cristo enriquece el significado de la justificación y de la redención. Pablo establece una estrecha relación entre sacrificio, justificación y redención. El concepto básico es el sacrificio. Sin su sacrificio, la redención y la justificación serían imposibles. En Romanos 3: 21-26, la justificación está relacionada con la terminología cúltica. El Antiguo Testamento no limita el vocabulario de la justificación a la esfera legal. Esta terminología también es importante en el culto: los rituales del sistema sacrificial. La declaración de justicia también se pronunciaba en el templo (Sal. 24: 3-6; 15: 1,2). Los conceptos legales y cúlticos así como las convicciones forenses y redentivas encuentran un fundamento común en el sistema sacrificial. Sacrificio expiatorio/propiciatorio Ya hemos señalado que la imagen de un sacrificio sustitutivo se usa en la Biblia para interpretar el significado de la muerte de Cristo. En este punto nos gustaría comentar el objetivo de ese sacrificio. ¿Es un sacrificio expiatorio o propiciatorio? Es decir, ¿se propone realizar algo por los seres humanos (la expiación) o intenta cambiar la actitud de Dios hacia los seres humanos (la propiciación)? Mientras que la expiación se refiere a quitar o remover el obstáculo para el compañerismo con Dios, la propiciación expresa la idea de apaciguar a Dios, presuponiendo la presencia de la ira divina hacia el pecador. La terminología usada en el NT para expresar la idea de expiación podría también expresar la idea de propiciación. El verbo hilaskomai en Hebreos 2:18 podría traducirse "apropiar", "expiar"; pero en este caso "expiación" es la mejor. Sus derivados hilasmos ("propiciación", "expiación"; 1 Juan 2: 2; 4: 10), y hilasterion ("instrumento de expiación, propiciación"; Rom. 3: 25) expresan las mismas ideas. 9 Uno debería reconocer que la perspectiva primaria en 158 Cruzando el abismo estos textos parece ser la de expiación. Sin embargo, la idea de propiciación no está totalmente ausente, particularmente el caso de Romanos 3: 25. El contexto de ese pasaje es precisamente un análisis de la ira de Dios contra los pecadores (1: 18; 2: 2, 4-5, 8, 16; 3: 4-6).10 Dentro de ese marco Pablo describe a Cristo como la persona que nos libertó de esa ira. El uso que se hace en 1 Juan señala, así como en el contexto más amplio de la epístola, la idea de propiciación al identificar a Cristo como nuestro Mediador ante Dios. De acuerdo con Juan, la muerte es el resultado del juicio de Dios (2: 28; 4: 1718) Y de la incredulidad (2: 17; 3: 14).11 Solamente el sacrificio de Cristo trae liberación de la muerte. La ira de Dios contra el pecado es real. Pero aquí debemos ser cuidadosos para no dar la impresión de que el Hijo tuvo que persuadir al Padre para que nos amara, convirtiéndose en el objeto de su ira vengativa y sin misericordia. El término Npropiciación", si decidimos usarlo, debe ser comprendido o definido bíblicamente como autopropiciación divina; es decir, Dios en Cristo se propició a sí mismo, motivado por su propio amor. Fue por causa de ese amor que Dios envió a su Hijo como una propiciación/expiación por nuestros pecados (1 Juan 4: 10). Debemos enfatizar que "no es la idea pagana de que un dios enojado podía ser apaciguado por el sacrificio: porque Dios mismo proporcionó los medios para la propiciación y la justificación. En Cristo, Dios mismo absorbió las consecuencias destructivas del pecado. De aquí que el evangelio crea una división entre aquellos que son libertados de la ira a través de la confianza en el amor misericordioso de Dios (1 Tes. 1: 10; S: 9; Rom. S: 9) y aquellos que permanecen bajo la ira porque desprecian su misericordia (Rom. 2: 4, S, 8; 9: 22, 23; Efe. 2: 3; 5: 6; Col. 3: 6)",12 La puesta en escena del amor de Dios La muerte de Cristo sobre la cruz se describe en el NT como una revelación del amor de Dios por los pecadores. Juan dice explícita- Imágenes de salvación 159 mente que Dios mostró/hizo conocido su amor por nosotros al enviar a su Hijo para darnos vida (1 Juan 4: 9). No consiste "en que nosotros hayamos amado a Dios, sino que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados" (4: 10). Pablo añade: "Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aun pecadores, Cristo murió por nosotros" (Rom. 5: 8; cf. Efe. 2: 4, 5). La manifestación de su divino amor tuvo lugar sobre la cruz antes que pudiéramos personalmente y completamente beneficiarnos de él; incluso antes que voluntariamente lo aceptáramos. En la revelación de ese amor Dios no tomó en consideración nuestra buena voluntad para aceptarlo; sino que sencillamente tomó la iniciativa y envió a su Hijo para revelar la inescrutable profundidad de su amor por nosotros (Juan 3: 16). Jesús aclaró: "Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré [helko] a mí mismo" (Juan 12: 32). El verbo helko significa "atraer, arrastrar", pero en el caso de personas significa "obligar, atraer". En el Evangelio de Juan parece describir al Dios beneficente tratando de atraemos a la salvación. Jesús dijo: "Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere [helko]" (Juan 6: 44). Los seres humanos son incapaces de venir a Dios, por eso el Padre exhibió su amor por nosotros en la cruz para atraemos a él. Es esta sublime manifestación del amor de Dios la que llevará el conflicto cósmico a su fin. En la teología cristiana se desarrolló una teoría completa de la expiación usando exclusivamente el modelo de la cruz como una revelación del amor de Dios. Esta teoría, llamada teoría de la influencia moral de la expiación, argumenta que el poder expiatorio de la muerte de Cristo está localizado solamente en el efecto que produce sobre los pecadores. La cruz es comprendida como una revelación del carácter de Dios, comprendido como un ser amante; y es esa revelación la que transforma a los pecadores. Para los teólogos que apoyan esta interpretación, "el problema del cual el hombre necesita 160 Cruzando el abismo ser liberado no es de la esclavitud del pecado o de los poderes demoníacos, sino de la ignorancia o incomprensión de Dios':13Aquellos que promueven esta teoría rechazan la enseñanza bíblica de la muerte sustitutiva de Jesús sobre la cruz. Muchos discuten, con frecuencia, que es legalmente incorrecto que una persona inocente muera en lugar del culpable, particularmente si Dios es el que inflige el castigo sobre el inocente. Estamos de acuerdo en que, si un juez hiciera sufrir y morir al inocente para librar al culpable, seríamos testigos de una violación de la integridad de un sistema legal. Pero ese razonamiento implica que hay tres personas involucradas en el proceso: la parte culpable, una persona inocente y un juez. El juez entonces ordena o permite que la parte inocente reciba el castigo que merecía el culpable y el culpable queda libre. Ese no es el caso en la expiación. La expiación es lo que Dios mismo, y solamente Dios, ha hecho por nosotros. Es un asunto entre Dios y nosotros. ¡No hay una tercera parte involucrada! El Inocente, el Uno que muere en lugar del pecador no es otro que Dios en carne humana. También es el mismo contra quien pecamos. Jesús era consustancial con el Padre y, como representante de la Deidad, se ofreció a sí mismo voluntariamente para asumir la responsabilidad por nuestro pecado. 14 De aquí que la expiación sustitutiva sea, ciertamente, la más grande revelación del amor de Dios. Es blasfemia acusar a Dios de ser inmoral porque decidió asumir la responsabilidad por nuestros pecados para mostrar su amorosa gracia hacia nosotros, indignos pecadores. ¿Quién osaría considerar injusto a Dios por perdonar a aquellos que lo ofendieron, echando sobre sí mismo la carga de su pecado? Cualquier intento para definir el significado de la cruz exclusivamente en términos de una revelación de amor, esto es, sin tomar en consideración la sustitución sacrificial; no solo es parcial, sino también infiel al mensaje salvífico de la Biblia. La muerte de Cristo "debe beneficiamos si es que ha de revelar amor por nosotros. No Imágenes de salvación 161 deberíamos decir que nos beneficia porque, o en el sentido en que, revela amor. Eso sería un razonamiento árcular".15 Así, la muerte de Cristo es en realidad la mayor revelación del amor de Dios, porque "Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados", sino más bien "al que no tenía pecado lo hizo pecado por nosotros" (2 Coro 5: 19,20). Conclusión . La iglesia apostólica proclamó la obra redentora de un Salvador crucificado: una forma particularmente vergonzosa de morir. La cuestión a la cual le hicieron frente fue el significado de esa crucifixión en particular. El contexto del Antiguo Testamento ayudó, guiado por las enseñanzas de Jesús y la presencia del Espíritu Santo, a revelar el significado de la horrorosa muerte de Cristo. El significado tipológico del sistema sacrificial proporcionó el marco teológico fundamental de referencia. La iglesia interpretó la humillante muerte de Jesús como un sacrificio sustitutivo, expiatorio y propiciatorio a través del cual Dios nos redimió, nos reconcilió y nos justificó; revelando las incomprensibles profundidades de su amor sacrificial. Pero la pregunta permanece todavía: ¿Cómo realizó la muerte sacrificial de Cristo todo lo anterior? ¿Qué ocurrió realmente sobre la cruz? Referencias 1. J. Ramsey Michaels, 1 Pedro (Waco: Word, 1988), p. 66 2. F. Büchsel, "Lútron", en TDNT, t. 4, p. 343. 3. Herman Ridderbos, Paul: An Outline of His Theology (Grand Rapids: Eerdmans, 1975), p. 196. 4. También se ilustra la redención por medio de la imagen de un mercado. El Nuevo Testamento utiliza a veces el verbo agorazo ("comprar") para referirse a la obra de Cristo a favor de los creyentes. Ellos pertenecen a Dios porque "fueron comprados por un precio" (1 Coro 6: 19, 20; 7: 23; ef. 2 Pedro 2: 1). El precio pagado se menciona en Apocalipsis 5: 9: "Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque 162 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13. 14. 15. Cruzando el abismo tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios". AquÍ se describe la muerte de Cristo como un sacrificio único. Él fue "el Cordero" (Apoc. 5: 6) cuya sangre fue usada para pagar por la redención de la humanidad. Apocalipsis 5: 9 señala el precio a través de la frase en to haimati ("con la sangre"). La preposición 'en está aquÍ como el genitivo del precio y debe ser traducido "al precio de [su sangre]". Esta estructura se ha tomado de Howard Marshall, "significado de la reconciliaeón", en Unity and Diversity in Ancient Greek Literatura with Referente to the Pauline Writings (Córdoba: Ediciones el Almendro, 1994), p. 128. Marshall, "Reconciliation", p. 122. Richard T. Mead, "Interpreting 2 Corinthians 5: 14-21: An Exercise in Hermeneutics", ed. Jack P. Lewis [Lewiston: Edwin Mellen Press, 1989], pp. 155, 156. Ibíd., p. 155. El significado predominante de esa familia de palabras en la literatura griega es propiciación; ver, Jintae Kim, "The concept of Atonement in Hellenistic Thought and in 1 John", JoumaI of Greco-Roman Christianity and Judaism 2 (2001-2005): 100-116. Ver Raoul Dederen, "Christ", pp. 178-180. Con M.A. Seifrid, "Death of Christ", en Dictionary af the Later New Testament &1 its Develapments, eds. Ralph P. Martin and Peter H. Davis (Downers Grove, I1I.: Inter Varsity, 1997), p. 282. También, Georg Strecker, The Jahannine Letters (Minneápolis: Fortress, 1996), p. 39, donde escribe: "La idea concreta del 'sacrificio expiatorio de Jesús' no debiera ser excluida, de acuerdo con la argumentación precedente (1:7: haima Iesau [sangre de Jesús]; 1:9: katharise hemas [él nos limpió])". Travis, "Wrath ofGod (NT)", enABD, t. 6, p. 997. Alister McGrath, "The Moral Theory ofThe Atonement: An Historical and Theological Critique", Scattish JaumaI ofThealagy 38 (1985): 211. Ver Robert Letham, The Work of Christ (Downers Grove: Inter Varsity, 1993), p. 137. John Knox, The Death af Christ: The Cross in NT Histary and Faith (Nueva York: Abingdon Press, 1958), p. 151. ... ... ?iS",{t,~'6 - ..... (J~~ ro - "'"%~~ - ~ El significado de la cruz: La expiación como sufrimiento/pathema divino J esús se dirigía a Jerusalén por última vez. Era el momento decisi- vo de su misión en nuestro planeta y la razón por la cual había descendido del cielo. Después de esta visita nada iba a permane- cer igual. Estaba a punto de experimentar lo inimaginable en manos de los seres humanos y en el reino de las tinieblas. Estaba bajo la sombra de la cruz, anticipándola. El conflicto cósmico encontraría en la muerte de Cristo sobre la cruz su solución final. Examinaremos el significado de ese evento salvífico en términos de su significado expiatorio. La pregunta básica es: ¿Qué ocurrió en la cruz? Cristo sufrió El testimonio de la Escritura es claro y consistente, Cristo sufrió en forma y magnitud nunca experimentadas o que se experimentarán por ser humano alguno. Los cristianos sufren por su fe (Rom. 8: 18; 1 Pedo 2: 19,20; 3: 14), pero encuentran en el sufrimiento de Cristo y en la forma como él lo sobrellevó, un ejemplo para imitar (1 Pedo 2: 21; 4: 1; cf. 2 Coro 1: 5, 6). La vida de Cristo en un mundo de pecado fue de constantes sufrimientos mientras observaba y experimentaba los efectos del pecado y del mal sobre los seres humanos y sobre la naturaleza. También sufrió bajo la presión de las tentaciones que el enemigo puso sobre él (Heb. 2: 18) y como resultado de su sumisión a la voluntad de su Padre (5: 8). 164 Cruzando el abismo Cuando el encuentro entre Cristo y las fuerzas del mal estaba aproximándose a su clímax, Jesús sabía que era necesario "ir a Jerusalén y padecer mucho ... , y ser muerto" (Mat. 16: 21). El sufrimiento que culm~nó con su muerte también incluía ser tratado con desprecio, es decir, iba para ser tratado como nada (Mar. 9: 12; del griego exoudeneo, "tratado con desprecio/burla"), y "rechazado" (Mar. 8: 31; Griego, apodoquimatso). Este último verbo implica que iba a ser escudriñado por los líderes judíos e iba a ser declarado inútil, completamente indigno. Iba a ser menospreciado por los seres humanos (Isa. 53: 3). Sus sufrimientos habían sido predichos por los profetas de Israel (1 Pedo 1: 11). Hebreos 2: 9 resume la singularidad del sufrimiento de Cristo: "Pero vemos a Aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y de honra, a causa del padecimiento [pathema] de la muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos". El pasaje comienza con una referencia al momento de la encamación y a la glorificación del Hijo después de su ascensión. Su exaltación estaba anclada en su sufrimiento hasta el punto de la muerte. Pero lo que hizo único ese sufrimiento mortal fue lo que él experimentó por "cada uno". La magnitud del sufrimiento fue incomprensible. El pathema/sufrimiento de Cristo está particularmente asociado en el NT con su muerte sacrificial (Heb. 9: 26; 13: 12). Pedro establece que "él padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevamos a Dios" (1 Pedo 3: 18).1 La frase en griego peri hamartion, traducida "por los pecados", se usa a menudo en la versión en griego del AT para referirse a la ofrenda por el pecado. Si Pedro tenía eso en mente, estaba diciendo que Cristo sufrió por causa de nuestros pecados como una víctima sacrificial expiatoria. Esto ocurrió en el momento de su muerte sobre la cruz, cuando su sufrimiento alcanzó inimaginables dimensiones. La misión de Cristo era venir a sufrir y morir por los pecadores e hizo eso vicariamente: "el justo por los injustos".2 Pedro declara espedficamente que Cristo su- El significado de la cruz: La expiación como sufrimiento ... 165 frió en la carne, es deár, como ser humano (1 Pedo 4: 1). La encarnaáón, el sufrimiento y la muerte de Cristo eran inseparables de su misión. Necesitamos explorar la naturaleza de ese sufrimiento. El sufrimiento emocional y espiritual de Cristo Poco antes de su pasión, Jesús dijo: "Ahora está turbada mi alma; iY qué diré? ¿Padre, sálvame de esta hora? Mas para esto he llegado a esta hora. ¡Padre, glorifica tu nombre!" (Juan 12: 27,28). La antiápaáón de su muerte en la cruz perturbó terriblemente el ser interior de Jesús. Sentía un disgusto natural haáa la muerte. El verbo tarasso, traduádo "estar angustiado", se refiere al trastorno interior, a la agitaáón mental y espiritual, incluso confusión, 3 en antiápaáón a la aproximaáón de un evento extraordinario. 4 En el caso de Jesús el elemento de confusión no estaba presente porque ya había hecho su deásión. Él aceptó voluntariamente su destino en cumplimiento del plan divino para la salvaáón de la humanidad. La experienáa que él antiápaba era la cruz interpretada en forma única. Mientras Jesús se aproximaba al huerto del Getsemaní su estado emoáonal cambió radicalmente, de uno de paz y descanso a uno de profunda agitaáón emoáonal. Una alteraáón emocional interna de tal naturaleza lo sobrecogió, que amenazó seriamente su misma vida. Jesús dijo a tres de sus discípulos: "Mi alma está muy triste, hasta la muerte" (Mar. 14: 34). Perilupos se refiere a un estado de profunda tristeza y sufrimiento y sugiere una lucha interna (ef. Mar. 6: 26; Lue. 18: 23). En el caso de Jesús, esta condición interna era tan dolorosa que consideró estar en el umbral de la muerte. Esta condición se describió más adelante como estar "profundamente afligido" [ekthambeo] y angustiado [ademoneo]" (Mar. 14: 33). El verbo ekthambeo describe un estado o condición caracterizado por intensa exátación emoáonal causada por algo inesperado, o desconcertante. En el caso de Jesús, la excitación era de una naturaleza negativa y probablemente designado como un estado de alarma o asombro 166 Cruzando el abismo causado por su incapaádad para entender la naturaleza de la experienáa por la que estaba pasando. UEstaba profundamente angustiado". El verbo ademoneo añade, de una manera más explíáta, la idea de ansiedad -"estar ansioso", "estar afligido" o "angustiado"s. En el Getsemaní, el mismo ser de Jesús estaba pasando por una fuerte, destructora y amenazante tormenta emoáonal que ya había dejado agotado su cuerpo. Se sentía como si estuviera a punto de morir, de rendir su vida por indignos pecadores como tu y yo. Lucas dice que él "estaba en agonía" (Lucas 22: 44). El término griego que se traduce como "en agonía" (agonias) se refiere en general a "aprensión mental, espeáalmente cuando se enfrenta con enfermedades inminentes, aflicción, angustia"6. También expresa varias ideas importantes difíáles de combinar en una sola palabra castellana. Significa "ansiedad" o "miedo" pero es la ansiedad que precede y que acompaña a un conflicto o lucha y que se propone ser victorios07 • Tal como lo usa Lucas sugiere que Jesús estaba pasando por una fiera lucha y que estaba afrontándola con ansias de salir victorioso. El nivel de la ansiedad y la lucha fue tan intenso que su vida comenzó a escaparse como lo muestran las gotas de sudor como sangre, la tangible expresión de vida, que caían al suelo. Si no hubiera sido por un ángel de Dios que vino a fortalecerlo, probablemente habría muerto en Getsemaní (Luc. 22: 43). En esa angustiosa condiáón Jesús oró. Aunque no sería correcto limitar la descripáón de la experienáa de oraáón de Jesús registrada en Hebreos 5: 7 a la del Getsemaní, se aplica en forma particular a ese momento de su vida. Allí declara: "En los días de su carne ofreáendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído por causa de su temor reverente". La terminología utilizada indica la intensidad emoáonal y espiritual de las oraáones y la dimensión del sufrimiento por el que estaba pasando el Señor. Oraba por la liberaáón de la muerte, un detalle significativo en el caso del Getsemaní. También dice que "fue escucha- El significado de la cruz: La expiación como sufrimiento ... 167 do". La respuesta a la oración vino el domingo de mañana corno resultado de su "reverente sumisión" al Padre. Aquí, de nuevo, la relación con el Getsemaní es clara. Razón del sufrimiento de Cristo La narración de la pasión en los evangelios no nos dice explícitamente por qué pasó Jesús por una experiencia tan terriblemente dolorosa en el Getsemaní. Hasta ese momento de su experiencia no había experimentado ningún dolor físico, corno sería el caso en las siguientes horas. Consecuentemente, tenernos que concluir que el sufrimiento fue de naturaleza emocional y espiritual. ¿Qué lo causaba? Experimentó el juicio del mundo. En Juan 12: 31 Jesús asoció el momento de su muerte con el juicio del mundo: "Ahora es el juicio de este mundo". La cruz pronunció un veredicto contra el mundo, no simplemente en el sentido de que los seres humanos y los poderes malignos eran culpables de crucificar al Hijo de Dios; sino particularmente en que el juicio del mundo tuvo lugar en el Hijo. Él fue "el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo" (Juan 1: 29). El propósito de ese juicio era la salvación del mundo: "Porque no envió Dios a su Hijo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él" (3: 17). En otras palabras, "la sentencia de juicio pronunciada contra este mundo cayó sobre aquel a quien este mundo asesinó". 8 De acuerdo con Juan, una salvación tal es otorgada a los que creen en él (vers. 18). Cuando Cristo fue levantado en la cruz, Dios reveló tanto su juicio contra el mundo corno el poder salvador de la cruz (3: 14; 12: 32). Fue la carga de ese juicio la que produjo tan grave confusión al amante Salvador. El único Ser sin pecado sufrió en lugar de los demás, soportando el juicio que ellos merecían. El elemento del juicio está presente en la imagen de la copa de la cual Jesús tenía que beber. Mientras pasaba a través de la indescriptible angustia y sufrimiento, Jesús oró: "Padre mío, si es posible, pase 168 Cruzando el abismo de mí esta copa" (Mat. 26: 39). En el AT la copa del Señor se refiere en forma figurada a su poder salvador y a su juicio contra los pecadores impenitentes. En este último caso "el contenido de la copa [... ] es la ira judicial de Dios (Jer. 25: 15). Como una bebida intoxicante, le arrebata al que la bebe su sano juicio y lo hace tambalear y caer, tanto que no podrá volverse a levantar".9 Jesús percibió su inevitable muerte como directamente relacionada con el problema del pecado y con la actitud de Dios hacia él. De lo contrario, su experiencia al morir no habría sido sin paralelo en su intensidad y propósito. Enfrentando las fuerzas del mal. Jesús relacionó la cruz con la expulsión de Satanás: "Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera" (Juan 12: 31). El verbo griego ekkballo, traducido como "expulsar", es un término técnico en los evangelios, que Jesús usaba cuando echaba fuera demonios (por ej., Mat. 8: 16; 12: 28; Mar. 1: 34, 39). Su ministerio fue una constante victoria sobre los poderes demoníacos. El evangelio de Juan no contiene ningún registro de Jesús echando fuera demonios, excepto en Juan 12: 31. Siendo que el pasaje no menciona el lugar del cual Satanás fue expulsado, sugiere que este fue un encuentro directo entre Cristo y Satanás. Jesús entró en el reino de las tinieblas y confrontó personalmente al poder del mal, el príncipe de nuestro mundo. En el evangelio de Juan las tinieblas se refieren a la esfera del mundo en rebelión contra la luz de Dios y contra Cristo que es la luz. La oscuridad caracteriza al mundo bajo el control del príncipe del mundo (Juan 1:5, 9; 8: 12). El Nuevo Testamento identifica sin ninguna duda a Satanás con las tinieblas del pecado y la muerte (por ej., Hech. 26: 18). La cruz fue la hora cuando las tinieblas reinaron (Luc. 22: 53), y cuando Cristo entró voluntariamente al reino de las tinieblas. En un sentido fue el descenso de Cristo al "infiemo ". 10 Él entró al reino de las tinieblas por su propia voluntad, se encontró de frente con las fuerzas del mal y las derrotó. Poco antes de la crucifixión Jesús El significado de la cruz: La expiación como sufrimiento ... 169 anunció a los disópulos: nviene el príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí" (Juan 14: 30). Las tinieblas no tenían ningún lugar en la vida de Jesús y, consecuentemente, cuando fue levantado sobre la cruz, invadió el reino de las tinieblas y destronó a Satanás (cf. Col. 2: 15; Heb. 2: 14). Así, cuando este intenso conflicto empezó en el Getsemaní, Jesús experimentó un profundo trastorno emocional y espiritual. Entregado a los poderes impíos y a la muerte. La Biblia utiliza el verbo que se traduce como "pasar", "encomendar", "entregar" (paradidomi) para referirse a lo que tuvo lugar en la vida de Cristo desde el Getsemaní hasta su muerte en la cruz. Es un verbo muy importante porque arroja luz sobre el significado de la cruz. De hecho, desempeña un papel vital en las narraciones de la pasión y en otras partes del Nuevo Testamento. Los seres humanos entregaron a Jesús: Muy temprano en la narrativa de los evangelios se identifica a Judas como uno que iba a "traicionar" o "entregar" a Jesús (Mat. 10: 4; Mar. 3: 19) a los dirigentes judíos (Mat. 20: 18), "entregado en manos de pecadores" (Mar. 14: 41), o "entregado en manos de hombres" (Mar. 9: 31; Mat. -17: 22). De hecho, en el resto de la narración de la pasión "lo entregaron" desempeña un papel importante. Los dirigentes judíos entregaron a Jesús a Pilato (Mat. 27: 2; Mar. 15: 1), y él lo entregó a los soldados romanos para ser crucificado (Mar. 15: 15; Luc. 18: 32). Los seres humanos orquestaron su muerte. Jesús percibió en su entrega a través de instrumentos humanos algo siniestro. Detrás de la peIVersa acción de Judas, Jesús vio la actividad de Satanás quien había "entrado en Judas" poco antes de entregarlo a las autoridades judías (Luc. 22: 3). Uno de los aspectos significativos del verbo paradidomi es esa "entrega a una esfera diferente de poder". TI Aquí esa esfera es la del pecado y el dominio del demonio (cf. 1 Coro 5: 5; 1 Tim. 1: 10). El verbo "designa el acto por 170 Cruzando el abismo el cual algo o alguien es transferido a la posesión de otrO. 12 Esto es teológicamente muy significativo. Jesús se entregó a sí mismo: Sin embargo, la entrega de Jesús a los poderes del mal no es un resultado sencillo de la acción humana. Junto con los perversos actos y la malas intenciones de los seres humanos y de los demonios están una acción y un propósito divinos. Jesús dijo a los judíos: "Yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre" (Juan 10: 17, 18). Las voliciones humanas y divinas coincidieron al expresarse en sus acciones mientras que diferían en sus intenciones y propósitos. Jesús tenía el control de lo que estaba pasando, no los seres humanos: "Yo conozco al Padre y pongo mi vida por las ovejas" (Juan 10: 15); él vino "para dar su vida en rescate por muchos" (Mar. 10: 45); "se entregó a sí mismo por mí" (Gál. 2: 20), y por la iglesia (Efe. 5: 25). Finalmente, sobre la cruz "habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu" (Juan 19: 30). Su vida no se la arrebataron ni los seres humanos ni las agencias satánicas; él la rindió voluntariamente. Los seres humanos siguen siendo responsables por haberlo matado, pero fue Jesús quien voluntariamente entregó su vida. Dios entregó a Jesús: La Biblia también dice que el Padre tuvo una parte directa en la entrega de Jesús a los malvados y a las fuerzas del mal. Jesús declaró que al dar su vida, estaba obedeciendo al Padre (Juan 10: 18). En Romanos 4: 25 encontramos el uso de la forma pasiva del verbo, dando a entender que era Dios quien realizaba la acción: "Él (Cristo) fue entregado para morir por nuestros pecados". Obviamente, los malvados no tenían la intención de llevar a Jesús a la muerte por nuestros pecados. Dios estaba haciendo eso por nosotros. El pasivo divino está probablemente presente en Marcos 9: 31: "El Hijo del hombre será entregado en manos de hombres" (cf Hech. 24: 7). Cuando en la Escritura el sujeto del verbo "entregar" (paradi- El significado de la cruz: La expiación como sufrimiento ... 171 domi) es Dios, comúnmente connota un resultado y propósito negativo y presupone una experiencia negativa sobre el objeto del verbo. Permítame darle algunos ejemplos. Hechos 7: 42 dice que Dios entregó a los israelitas que se rebelaron contra él a las consecuencias de sus propios pecados, o a los resultados de sus pecados. Es también el caso en Romanos 1: 24, 26, 28, donde dice que Dios entregó a los gentiles a sus propios caminos pecaminosos. Este es el modo en que se reveló la ira de Dios contra ellos (Rom. 1: 18). El verbo paradidomi ("entregar") lleva en tales casos la idea de juicio divino y podría traducirse como "entregar para juicio/castigo". Este uso es común en el Antiguo Testamento griego (por ej. Isa. 34: 2; Jer. 21: 10; 32: 28; Eze. 11: 9).13 Parece que esas ideas estaban en la mente de Pablo cuando comentó: "El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?" (Rom. 8: 32). La oración "el que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros" contiene un pensamiento profundo que corresponde al que hallamos en el relato que encontramos en el evangelio. Cuando el sujeto del verbo "entregó" (paradidomi) es Dios, indica que él entregó activa e intencionalmente a Cristo al poder del pecado y de la muerte, el reino de las tinieblas (Rom. 4: 25). El Antiguo Testamento colocó a quienes estaban ritualmente impuros en la esfera de la impureza/muerte. La víctima sacrificial era ritualmente transferida a esa esfera a favor o en lugar de los pecadores arrepentidos y experimentaba lo que los seres humanos debían haber experimentado. Ahora era a Jesús a quien el Padre entregó para morir en la forma en que todos los pecadores debían haber muerto. El lenguaje usado por Pablo en Romanos 8: 32 es un eco del contenido de dos pasajes del Antiguo Testamento, y ambos apoyan la idea de que fue Dios quien entregó a Jesús al sufrimiento y a la muerte. El primero es Génesis 22: 16. En el último momento Dios 172 Cruzando el abismo proporcionó una víctima sacrificial como sustituto para el hijo de Abraham. Pero en el caso de Jesús Dios no lo "escatimó" sino que lo entregó como sacrificio por nuestros pecados. La frase "no escatimó a su Hijo" implica que la entrega fue una experiencia dolorosa tanto para el Padre como para el Hijo. El verbo "escatimar" [pheidomai] significa "salvar de la pérdida o el daño".14 Ambas ideas están presentes en nuestro pasaje: Jesús se hizo pobre por nosotros y murió por nosotros. El segundo pasaje está en (la Septuaginta) Isaías 53: 6. El texto declara que fue el Señor quien dio o entregó al Siervo por los pecados del pueblo. Nótese que el versículo 12 explícitamente declara que el Siervo entregó su propia vida hasta la muerte. Ya hemos señalado que el Siervo del Señor en Isaías fue transferido a la esfera de la muerte como un sustituto de los seres humanos rebeldes quienes no merecían la misericordia divina. La entrega de Jesús está en el mismo centro de su obra redentora. El clamor de abandono de Jesús El hecho de que Jesús fue entregado al poder de las tinieblas sugiere que soportó el abandono de Dios. La experiencia fue una expresión de la ira divina y consecuentemente su sufrimiento fue intenso e insoportable más allá de lo imaginable. En ese contexto, debiéramos tomar seriamente el clamor de Jesús: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?" (Mar. 15: 34; cf Mat. 27: 46). Marcos introduce el grito, "Jesús clamó a gran voz", en la narración después de la declaración: "Hubo tinieblas sobre toda la tierra" (Mar. 15: 33). Los escritores de los Evangelios no dan una interpretación explícita de la oscuridad o del grito. Las Escrituras mismas se convierten en el contexto para comprenderlas. La oscuridad es, primariamente, un símbolo de juicio divino (Isa. 13: 9-16; Amós 5: 18-20; Jer. 13: 16)15 y probablemente sirve en Mateo y Marcos para indicar que la cruz fue el juicio del mundo, idea que encontramos en Juan. El significado de la cruz: La expiación como sufrimiento ... 173 Abandono divino. Fue en esa espantosa hora que Jesús exclamó: "¿Por qué me has abandonado?" Lo menos que podemos decir es que su pregunta revela la condición en que Cristo se encontraba. Experimentando el abandono de Dios, se apropió de las palabras del salmista registradas en el Salmo 22: 1. En un sentido estaba soportando lo que los seres humanos a menudo experimentan en sus vidas: la aparente ausencia de Dios. Por lo tanto, Jesús estaba identificándose con la condición humana, pero más particularmente con el sufrimiento de los justoS. 16 En su caso el abandono de Dios era real y único. Como ya hemos visto, en el contexto de la narración de la pasión en los Evangelios y en el resto del Nuevo Testamento, el abandono de Dios fue el resultado de la entrega de Jesús por parte del Padre a la esfera del pecado y de la muerte por nosotros. Fue una separación real de Dios. El Justo que no conoció pecado, lo hizo pecado por nosotros (2 Coro 5: 21). Amor divino y juicio. El juicio de Dios contra el pecado, contra la violación de su ley, cayó sobre su propio Hijo. Como demostraremos, nunca debiéramos leer esto como si Dios castigara a su Hijo vengativamente, mientras su Hijo procura persuadir al Padre a que nos ame. Ellos no estaban uno contra el otro, más bien, estaban obrando juntos para salvarnos. "Cualquier cosa que haya ocurrido en la cruz en términos de 'el abandono de Dios', fue voluntariamente aceptado por ambos en el mismo santo amor que hizo necesaria la expiación"Y Elena G. de White añade: "Dios amó a su Hijo en su humillación. Él lo amó más cuando la penalidad por la transgresión de la ley cayó sobre él ".18 Sin embargo, Jesús experimentó la separación eterna de Dios que experimentarán los pecadores. Sería correcto concluir que los sufrimientos de Cristo tuvieron como causa fundamental la anticipación y la experiencia de su separación del Padre. 19 Profunda sed por Dios. El evangelio de Juan analiza este tema teológico al informar que sobre la cruz Jesús dijo: "Tengo sed" (Juan 19: 28). Obviamente él estaba físicamente sediento, pero a la luz del 174 Cruzando el abismo significado de su muerte en el Nuevo Testamento, la declaración es mucho más significativa. Es probablemente una alusión al Salmo 22: 16. "De acuerdo con el Salmo el Justo tuvo que soportar tanto la persecución, así como privación corporal de toda clase; uno reconoce en la experiencia de estar sediento la particular profundidad de la miseria y el agotamiento humanos".2o Pero la referencia pudo también ser del Salmo 42: 1, 2 en la que el salmista describe el deseo de disfrutar la presencia de Dios como una profunda sed de él. Los seres humanos son caracterizados por la sed, y para ellos Jesús ofreció el agua de vida (Juan 4: 7-14; 7: 37), prometiéndoles que cualquiera que la beba nunca tendrá sed otra vez (Juan 4: 10-14). Pero ahora era Jesús mismo quien estaba sediento y, desafortunadamente, su sed no podría ser apagada. Era una sed ocasionada por el sentimiento de la intensidad de su necesidad del compañerismo con Dios en un momento cuando no podía satisfacerla. En un sentido, "estoy sediento" es el equivalente del clamor de abandono encontrado en Mateo y en Marcos. Habla del abandono de Dios usando una imagen diferente. 21 El clamor desde la cruz revela el terror y la desesperación que el Hijo afrontaba sobre el instrumento de tortura para que otros pudieran disfrutar el agua de la vida (Juan 19: 34). No significa que él abandonó al Padre. Por el contrario, su fe permaneció intacta en medio de la lucha que afrontaba. Experimentó el abandono, pero al mismo tiempo se dirigió al Padre como "Dios mío". La unión de dos naturalezas y el sufrimiento Pathemafdivino No podemos separar la encarnación del Hijo de Dios de su muerte sacrificial sobre la cruz. De hecho, como ya lo señalamos, la encarnación hizo posible que el Hijo de Dios se ofreciera por nosotros. Para explorar las implicaciones de esta declaración necesitamos proporcionar un breve resumen de lo que ya hemos dicho acerca de la encarnación y añadir unos pocos comentarios adicionales. El significado de la cruz: La expiación como sufrimiento ... 175 Implicaciones de la unión de las dos naturalezas. Hemos sugerido, primero, que la encamación fue la unión de lo divino y lo humano en una Persona, el preexistente Hijo de Dios. Segundo, cada naturaleza retiene sus propiedades, la humana no fue divinizada ni la divina humanizada, implicando la presencia de dos voluntades en la encamación del Hijo de Dios. Tercero, la unión de las dos naturalezas significa que lo que la naturaleza humana experimentaba, también lo hada la divina; y que la naturaleza humana también experimentaba la manifestación del poder de la divina. Lo que la naturaleza divina percibía eran las emociones y necesidades humanas. Cuarto, la encamación fue la "unión permanente de lo divino y lo humano en una Persona. El Hijo de Dios llevó nuestra naturaleza humana ante la misma presencia de Dios (1 Tim. 2: 5). A través de toda la eternidad Jesús continuará siendo humano. La unión permanente de lo humano y lo divino en la persona de Cristo significa que sobre la cruz las dos fueron inseparables. Si reconocemos que como resultado de esa unión eterna la naturaleza divina experimentaba lo que la naturaleza humana sentía, entonces uno podría sugerir que los sufrimientos de Jesús desde el Getsemaní hasta su muerte en la cruz fueron experimentados por las dos naturalezas, tanto la humana como la divina; es decir, por la totalidad de la Persona. Antes que desarrollemos estas ideas permítaseme clarificar algo muy importante. Cuando tratamos este asunto deberíamos ser cuidadosos para no dar la impresión de que la divinidad de Cristo murió sobre la cruz. Dios es, por definición, inmortal. La expiación no requiere la muerte de Dios sino la muerte de las criaturas rebeldes pecadoras. A través de la rebelión y el pecado ellas perdieron el don de la vida y escogieron la muerte, la muerte eterna. Era la muerte de las criaturas rebeldes, como penalidad por el pecado, la que el Hijo de Dios tomó sobre sí como nuestro sustituto. Sobre la cruz la naturaleza humana pecaminosa fue, por así decirlo, ejecutada; haciendo 176 Cruzando el abismo posible para los creyentes en Cristo morir al pecado y renacer a la semejanza del Hijo de Dios. Cristo y el sufrimientojpathema divino. Desde que Dios, en su Hijo, asumió la responsabilidad por nuestro pecado, voluntariamente decidió experimentar en su propia persona nuestra penalidad eterna por el pecado. Esto habría requerido más que saber, a través de la encamación, lo que los pecadores no arrepentidos sentirán cuando enfrenten y experimenten el juicio de la muerte eterna. Nosotros no fuimos salvados a través del sufrimiento humano, sino a través del sufrimientojpathema divino. De otra manera, Dios mismo no habría asumido la responsabilidad por nuestro pecado. La encamación precisamente hizo posible que Dios experimentara en su propia persona el sufrimientojpathema divino por nuestro pecado. Con el propósito de tener una vislumbre de lo que estaba involucrado en esa experiencia, tendríamos que conocer lo que estaba pasando en el interior de la relación intertrinitaria mientras Cristo moría sobre la cruz. AqUÍ nos estamos aproximando al campo de la especulación humana y la precaución es de importancia extrema. Dos importantes declaraciones de Elena G. de White nos ayudarán a explorar este tema. Lo que ella dice encuentra apoyo en la comprensión bíblica de la encamación del Hijo de Dios, particularmente en la unión permanente de las dos naturalezas. AqUÍ está la primera: "En la hora más oscura, cuando Cristo estaba soportando el mayor sufrimiento que Satanás podía producir para torturar su humanidad, su Padre escondió su faz de amor, consuelo, y compasión. En esta lucha su corazón se quebrantó. Él clamó: 'Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?'"22 Varios aspectos de su declaración necesitan destacarse. Primero, ella localiza a Cristo en el reino de las tinieblas, exactamente lo que el Nuevo Testamento indica a través del uso del término "entregó". Implica aumento del distanciamiento entre el Padre y el Hijo. Él estaba entrando en el reino de las tinieblas. Segundo, par- El significado de la cruz: La expiación como sufrimiento ... 177 te del sufrimiento del Hijo era resultado de la tortura infligida sobre su naturaleza humana por Satanás. Esto incluía no solo su dolor físico, sino también las constantes tentaciones con las cuales Satanás lo asaltaba. Tercero, una fuente más de sufrimiento afligía intensamente al Hijo: ¡el abandono divino! El Padre retiró su amor, consuelo, y compasión del hijo. Esto no significa que Dios no amara a Jesús, sino que no había un mediador disponible a través de quien el amor del Padre pudiera alcanzar al Hijo. Él estaba ciertamente separado del Padre por causa de nuestro pecado. Cuarto, el retiro del favor divino resultó en un dolor insoportable en el mismo ser del Hijo de Dios. Esa remoción "rompió" o, quizás mejor, "suspendió" la relación personal y amante que había existido desde la eternidad entre el Padre y el Hijo. No podemos ni siquiera comenzar a imaginar la magnitud de la intensidad del dolor que Cristo experimentó sobre la Cruz. Él conoció el abandono en la plenitud de su profundidad abismal, y esto es lo que causó que clamara preguntándose qué le pasaba al Padre que así lo estaba abandonando. De esta manera el divino Hijo de Dios experimentó en su propio ser, como nuestro sustituto, la penalidad por nuestro pecado: nuestra eterna separación de Dios. El pathemajsufrimiento de Dios. La segunda declaración trata más directamente con la cuestión del sufrimiento en el interior de la Divinidad. "Su [la de Cristo] alma fue hecha una ofrenda por el pecado. Fue necesario que las horrendas tinieblas rodearan su alma porque se le retiró el amor y el favor del Padre; porque él estaba en lugar del pecador; y cada pecador debe experimentar esas tinieblas. El Justo debió sufrir la condenación y la ira de Dios, no como venganza; porque el corazón del Padre clamaba con gran dolor cuando su Hijo, el inmaculado, estaba sufriendo la penalidad del pecado. Este desgarramiento de los poderes divinos nunca más volverá a ocurrir por las edades eternas ". 23 178 Cruzando el abismo Se imponen uno pocos comentarios. Primero, ella interpreta la muerte de Cristo en términos de una ofrenda por el pecado, insinuando que es sustitutiva y que expía el pecado. Segundo, ella declara explícitamente que la entrega de Jesús al reino de las tinieblas fue el resultado del abandono divino. El Padre retiró su amor y su favor del Hijo. Tercero, ella da la razón para esto: El Hijo estaba muriendo como sustituto por los peca res. En otras palabras, los rebeldes seres humanos debieran hab experimentado el retiro del amor y el favor de Dios, pero él prop rcionó un sustituto quien sufrió todo eso en lugar de ellos. Cuart , el Hijo estaba sufriendo la ira y la condenación de Dios, pero no engativamente. No era que el Padre, controlado por un espíritu de revancha contra el Hijo, se regocijara en infligir dolor sobre él. Al contrario, el Padre nunca dejó de amar a su Hijo, incluso cuando estaba muriendo por nuestro pecado. Era, sencillamente, porque él estaba cargando nuestro pecado que ese amor no podía alcanzarlo. Quinto, la Deidad sufrió con el Hijo cuando cargó la penalidad del pecado. Nosotros sabemos muy poco acerca de la naturaleza del pathema/sufrimiento divino. Del único sufrimiento que tenemos algo de experiencia y comprensión es del nuestro. Pero sabemos que "Dios sufrió con su Hijo, como solamente el ser divino podría sufrir, para que el mundo pudiera reconciliarse con él".24 Tal pathema/sufrimiento divino tiene una relación directa con el retiro del amor y el favor de Dios del Hijo. Esto es lo que Elena G. de White procede a desarrollar. Sexto, ella describe el desamparo del Hijo de Dios como una "fractura (rompimiento) de los poderes divinos" la frase "poderes divinos" se refiere a los miembros de la Deidad. Ella escribió: "Hay tres personas vivientes en el trío celestial; en el nombre de estos tres grandes poderes, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, son bautizados los que reciben a Cristo mediante la fe".25 En el momento en que Cristo estaba experimentando el abandono de Dios sobre la cruz, algo extremada- El significado de la cruz: La expiación como sufrimiento ... 179 mente "doloroso" le estaba ocurriendo a la Deidad. Yo lo llamo "pathema/sufrimiento divino". Hubo una "fractura de los poderes divinos". "Fractura" no significa una sencilla "separación", tiene un grandísimo sentido de "separar por rompimiento", implica voluntad de separar lo que de otra manera debería permanecer unido. El pensamiento expresado aquí es profundo y difícil de comprender plenamente. Cuando Cristo colgaba de la cruz la Deidad experimentaba una "fractura", ¡un "rompimiento!" Ese fue el precio pagado por nuestra redención, sin el cual no habría existido un medio de expiar nuestros pecados. La eterna separación de Dios de las criaturas pecadoras fue experimentada por la Deidad con la exclusión del Hijo del amor y el compañerismo con los otros miembros de la Deidad. ¿Cómo fue posible el rompimiento de la Deidad? A través de la encamación del Hijo de Dios. Siendo que la unión de las naturalezas humana y divina del Hijo de Dios era permanente, cuando la naturaleza humana experimentó la separación de Dios como resultado del pecado, la divina también sintió esa separación de la Deidad a un nivel infinitamente más elevado. Fue a causa de esa separación que lo humano murió. Pero como lo divino no podía morir, quedó separado del círculo del amor y del favor de Dios en una dimensión que nosotros como seres humanos no podemos comprender. En este punto, el despojo de sí mismo (kenosis) del Hijo de Dios alcanzó insondables dimensiones. La naturaleza permanente de la encamación no nos permite sugerir que fue suspendida cuando Cristo estaba muriendo sobre la Cruz. Yo sugeriría que la separación consistía en la exclusión del Hijo de la interacción de amor que reposa en el mismo corazón de las Personas de la divinidad, algo que era imposible que ocurriera aparte de la encamación. Tal exclusión tuvo que ser un dolor inmensurable para los tres miembros de la Deidad, no solo para el Hijo. El rompimiento de la Deidad, el divino pathema, fue la penalidad por los pecados de la raza humana que Dios experimentó sacrificialmente por nosotros para volver a reunimos con él. Fue posible a 180 Cruzando el abismo través de Cristo, quien, como sustituto, cargó nuestros pecados y como consecuencia fue excluido del círculo del amor y el compañerismo divino en nuestro lugar. Yo sugeriría que el sufrimiento experimentado por la Deidad sobrepasó la totalidad de la penalidad del pecado de toda la raza humana si todos hubieran perecido. En otras palabras, el divino pathema fue más intenso que la magnitud de la muerte eterna de todos los pecadores. Consecuentemente, hay ahora abundancia de gracia divina (Rom. 5: 21). En este punto alguien podría suscitar una pregunta: ¿No sacrifica este punto de vista la unidad de la Deidad para preserv':l{ la unidad de las dos naturalezas de Cristo? No, no lo hace. El hecho de que el abandono del Hijo significó el alejamiento del favor y el amor de Dios de su Hijo y su consecuente pathemajsufrimiento divino, no se debiera interpretar diciendo que significa que el Trío Divino ya no era Uno. Ellos misteriosamente continuaron siendo uno, unidos alrededor de un objetivo común, concentrados en la salvación de los pecadores. No hubo egoísmo en ellos. Lo que estaban haciendo era exclusivamente en beneficio de los indignos pecadores a un alto costo para la Deidad. Hubo también unidad en el sufrimiento (pathema divino). Se podría decir, sin oscurecer o empañar los papeles distintivos de cada miembro de la Divinidad en el plan divino, que "Dios mismo fue crucificado con Cristo; porque Cristo era uno con el Padre".26 No es simplemente que la persona de Cristo, sus naturalezas divina y humana, sufrió sino que los otros miembros de la Divinidad también agonizaron con él. Podemos decir con seguridad que sobre la cruz "el Dios Omnipotente sufrió con su Hijo"Y Lo asombroso es que "la justicia demandaba el sufrimiento del hombre; pero Cristo ofreció el sufrimiento de Dios".28 Un sacrificio de amor se produjo en el interior de las relaciones intertrinitarias. Esa experiencia común en la Deidad preservó la unidad de las tres personas, fue la unidad en una autoentrega divina total. El significado de la cruz: La expiación como sufrimiento ... 181 Conclusión Sobre la cruz el Hijo de Dios encamado experimentó el abandono de Dios. La unión permanente de las dos naturalezas hizo posible que el Hijo de Dios cargara, como nuestro sustituto, nuestro pecado y culpa. El desamparo divino resultó en la muerte de la naturaleza humana y, a causa de la unión de las dos naturalezas, causó un intenso, indescriptible, sufrimiento dentro de la Deidad. La fractura de la Trinidad, que yo llamo "pathemafdivino". El Hijo de Dios fue, durante un período de tiempo, excluido del círculo amoroso y de comunión de la Trinidad, pero sin destruir la unidad de la Deidad. Dios, ciertamente, aceptó la responsabilidad por nuestros pecados a través de su Hijo. Tal rompimiento nunca más volverá a ocurrir. Referencias 1. En varias versiones de la Biblia se lee "Cristo murió" (apethanen) en lugar de "padeció" (epathen). Pera sobre la base de los manuscritos y el contexto del pasaje la mejor lectura es "padeció". 2. La: gente usaba la preposición huper, traducida "para", durante el tiempo del Nuevo Testamento, y significaba "en lugar de". Esta aparece ocasionalmente en el Nuevo Testamento (ver, M. J. Harris, "Appendix. Prepositions Theology in the Greek NT", en New International Dictionary of NT Theology, t. 3, pp. 1196-1197; Y H. Patsch, "Huper for, for the sake of, in place of", en EDNT, t. 3, pp. 396, 397). 3. Danker, Greek-English Lexicon, p. 990. 4. H. Balz, "Tarraso stir up; confuse, trouble, disturb", en EDNT, t. 3. p. 335. 5. Danker, Greek-English Lexicon, p. 19. 6. Ibíd., p. 17. 7. EthelbertStauffer, "Agonía", TDNT, t. 1, p. 140. 8. George R. Beasley-Murray, John (Nashville: Thomas Nelson, 1999), p. 213. 9. Leonhart Goppeh, "Poterion", en TDNT, t. 6, p. 149. 10. C. F. John R, W. Stott, The Cross ofChrist (Downers Grave: InterVarsity, 1986), p. 79. 11. W. Popkes, "Paradidomi hand over; pass on," en EDNT, t. 3, p. 20. 12. Ibíd., p. 18. 13. Ver Peter G. Boh, The Cross from the Distance: Atonement in Mark's Gospel (Downers Grave: InterVarsity, 2004), p. 53. 14. Danker, Greek-English Lexicon, p. 1051. 182 Cruzando el abismo 15. Ver Dale C. Allison Jr., Studies in Matthew: Interpretation Past and Present (Grand Rapids: Baker, 2005), p. 97; también, Donald A. Hagner, Matthew 14-28 (DalIas: Word, 1995), p. 844. 16. Ver Rikk Watts, "The Psalms in Mark's Gospel", in The Psalms in the NT, eds. Steve Moyise and Maarten J. J. Menken (Nueva York T & T Clark, 2004), pp. 41/44; and Maarten J. J. Menken, "The Psalms in Matthews's Gospel·, OO., pp. 78, 79. 17. Stott, Cross, p. 151. 18. Elena G. de White, •A Crucified and Risen Saviour", Signs the Times, 12 de Julio de 1899. 1> 19. Raoul Dederen, comenta: HEn su muerte Jesús tomó nuestro lu identificándose con los pecadores. De esta identificación, sin embargo, su alma se r Mat. 26: 36-39,42-44; Luc. 21: 41-44). Esto da significado a su clamor de abandono,' ios mío, Dios mío ¿por qué me has desamparado?' (Mar. 15: 34). ¿Por qué tuvo temor Jesús cuando afrontó la muerte? ¿Era temor a la tortura que afrontaría? Muchos que son inferiores a él han afrontado la muerte tranquilamente. 10 que lo hada vacilar no era la muerte como tal, sino la muerte que era la muerte de los pecadores, esa muerte en la cual él, el Inmaculado, experimentaría el horror de ser separado del Padre, abandonado por él. A esto parece referirse Pablo cuando escribió que Dios, por nuestra salvación [hyperJ, 'Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él' (2 Coro 5: 21). Cristo llegó a ser algo que nunca había sido. Debe significar que en una forma inimaginable tomó el lugar de aquellos que de otra manera sufrirían la muerte. El apóstol no quiso decir que Jesús fue un pecador, sino que llegó tan cerca como era posible, dándonos a entender que Dios lo consideró a él en la misma forma como consideraba a los pecadores" ("Christ", p. 177). 20. H. J. van der Minde, "Dipsao thirst", en EDNT, t. 1, p. 337. 21. Ver George R. Beasley-Murray, John (Nashville: Thomas Nelson, 1999), p. 351. 22. Elena G. de White, Manuscript Releases, t. 12, p. 407. 23. Elena G. de White comentarios, Comentario bíblico adventista del séptimo dia, t. 7, p. 924. 24. Elena G. de White, "Satan's Malignity Against Christ and His People", Review &1 Herald, 22 de octubre de 1895 (las cursivas son añadidas). 25. Elena G. de White, El evangelismo (APIA, 1975), p. 446. En la p. 448 ella añade, "Debemos cooperar con los tres poderes más elevados del cielo. El Padre, el Hijo, el Espíritu Santo, y estos poderes trabajarán mediante nosotros ... " 26. Elena G. de White, "Christ's Victory Gained Through Pain and Death", Signs ofthe Times, 26 de marzo de 1894. 27. Elena G. de White, Upward Look (Washington: Review and Herald, 1972), p. 223. 28. Elena G. de White, Faith We Live By (Washington: Review and Herald, 1958), p. 102. Expiación y mediación de Cristo por nosotros ante el Padre L os miembros de la iglesia querían un mural pintado en una de las paredes exteriores del templo. Obviamente deseaban un cuadro con un tema religioso. Después de alguna búsqueda encontraron un artista, un pintor que era miembro de una congregación no lejos de la de ellos. Después de explicarle lo que tenían en mente, el hombre aceptó el trabajo. Pocos días después trajo un boceto de lo que pensaba que podía ser apropiado, y pronto comenzó a trabajar lentamente en la pared del templo. Después de bosquejar la obra de arte en la pared, los colores pronto empezaron a aparecer. Estaba poniendo todo su corazón en aquella obra. Por desgracia, los médicos descubrieron accidentalmente que el artista tenía una enfermedad terminal. Estaba tan avanzada que inesperadamente murió, dejando inconcluso el proyecto. Todavía está allí sobre la pared, sin terminar. Si la hubiera terminado, habría sido una hermosa pintura del rostro de Cristo sobre la cruz. Hoy, cuando usted mira a la pared, puede ver casi la sombra de un Cristo incompleto. El sacrificio expiatorio de Cristo sobre la cruz, a diferencia de aquella pintura, es una obra terminada. A su debido tiempo Jesús proclamó: "Consumado es", y murió. Voluntariamente entregó su vida al Padre. El conflicto estaba terminado: había salido victorioso. El sacrificio de Cristo es un maravilloso lienzo viviente de la redención, del perdón y de la reconciliación para que todos puedan verlo. El poder salvador de ese sacrificio incluye su descenso a la tumba, 184 Cruzando el abismo su resurrección, su ascensión y su mediación ante el Padre. La eficacia redentiva de la muerte de Cristo está disponible para nosotros solamente a través de la obra mediadora de Cristo. De la tumba al trono de Dios El Hijo de Dios descendió a la tumba. Tenía que permanecer allí el tiempo asignado de acuerdo al plan divino (Mar. 8: 13). Siendo que las dos naturalezas so .nseparables y sin embargo diferentes, no podemos de . a muerte las separó. Tampoco podemos decir que la naturaleza humana permaneció viva en la divina o que la divina literalmente murió juntamente con la-.a humana. Recuerde que lo humano no estaba divinizado ni lo divino humanizado. Tenemos que concluir que ellas permanecieron unidas incluso en la muerte (ef Rom. 8: 38, 39). Los cristianos han especulado con respecto a la experiencia de Cristo mientras estuvo en la tumba. Hasta cierto grado basan tales conjeturas en la doctrina de la inmortalidad del alma. ¿Qué pasó con el espíritu/alma de Jesús mientras estaba muerto? Pronto algunos antiguos teólogos formularon la enseñanza del descenso de Cristo al infierno. De acuerdo con esto, él predicó durante tres días a las almas que estaban encarceladas en el infierno; pero aquellos teólogos nunca llegan a un claro consenso con respecto a lo que estaba haciendo específicamente. La Biblia no apoya la idea de la inmortalidad del alma. Cuando una persona muere él o ella pierden la conciencia y nada sobrevive en ninguna forma. Esto podría significar que la naturaleza humana de Cristo experimentó la muerte en la misma forma en que nosotros la experimentamos, es decir, ninguna parte de su naturaleza humana sobrevivió a su muerte física. En el momento de la resurrección Cristo no tuvo que llamar a su alma o a su espíritu del cielo para unirse con su cuerpo muerto. Por lo tanto, nuestra pregunta se refiere a la experiencia de la naturaleza divina de Expiación y mediación de Cristo por nosotros ante el Padre 185 Jesús mientras estaba en la tumba. Él, ciertamente, descendió a la tumba (Mat. 12: 40; Hech. 2: 24-25; Efe. 4: 9; Apoe. 1: 18). Aunque el Hijo de Dios estaba en la tumba por haber tomado nuestro lugar, su naturaleza divina descansó, como lo sugirió su grito triunfal sobre la cruz antes de expirar: "¡Consumado es!" (Juan 19: 30). Su obra de redención sobre la tierra había llegado a su fin y ahora la tumba era el lugar de descanso, no de conflicto. Su victoria final sobre los poderes del mal y el pecado estaba asegurada. Del mismo modo que el descanso divino siguió a la creación, ahora el descanso divino vino después de la redención o re-creación. La naturaleza humana descansó en el sueño de la muerte mientras que la divina descansó en la completa seguridad de una victoria ganada. De todos modos, la naturaleza espeáfica de ese descanso sigue siendo un misterio para nosotros. También podríamos sugerir que por causa de la unión de las dos naturalezas, durante el tiempo que el Hijo de Dios estuvo en la tumba, miró de una manera singular el abismo del no ser de las criaturas pecaminosas; en las tinieblas totales y la inconsciencia del no ser. Siendo que la muerte es la penalidad por el pecado, podemos también sugerir que el Hijo de Dios estuvo en la tumba durante tres días como resultado de asumir la responsabilidad por nuestro pecado y culpa. Su descanso terminó cuando el Padre llamó al Hijo a salir de la tumba a través del poder de su naturaleza divina. Hasta ese momento su naturaleza divina impartió vida nuevamente a su naturaleza humana. Abrió la tumba desde adentro y dejó la puerta abierta para aquellos que, a través de la fe en él, están dispuestos a seguirlo. Sacrificio expiatorio y mediación Cristo terminó la obra que había venido a hacer aquí sobre la tierra y después de la resurrección ascendió al trono de Dios, al Santuario celestial. Su mediación en ninguna forma ensombrece o sustituye su muerte sacrificial expiatoria. Terminó su obra sacrificial 186 Cruzando el abismo sobre la cruz pero todavía está trabajando como Rey y Sacerdote en el Santuario celestial. Uno podría argumentar, incluso, que "la simple resurrección de la muerte en el sentido de regresar a la vida no sería suficiente para explicar la función salvadora de Cristo; una verdadera comprensión del evento salvífico se produce solo a través de la interpretación de la resurrección como exaltación y entronización".l Jesús, como sumo sacerdote, está ahora aplicando los beneficios de su sacrificio a aquellos que creen en él. 2 Apocalipsis 5: 6-10 expresa la permanente eficacia del sacrificio de Cristo a través del símbo de un Cordero de pie ante el trono de Dios "como inmolo". La obra de redención no está terminada, solamente el C ero puede llevarla a su consuwación total (vers. 9). Su sacrificio es la base de su obra como sumo sacerdote y "su ascenso y entronización hace posible que aplique continuamente los beneficios de su sacrificio de una vez y para siempre a las necesidades de su pueblo ([Heb.] 7: 25): hace su sacrificio eterno en sus efectos (9: 12,23-26; 10: 12-14, 19ss)".3 Podemos concluir que la expiación, como un evento sacrificial sobre la cruz, está terminada; pero que la expiación, como proceso que conduce a la purificación del Santuario celestial y de todo el universo de la impureza del pecado permanece todavía sin terminar. Ya hemos demostrado que el Antiguo Testamento aplicaba el término hebreo kipper ("expiar") no solo al sacrificio, sino también a la totalidad del proceso que lleva a la purificación final durante el Día de la Expiación. Se ha comentado correctamente que en Hebreos el cumplimiento tipológico del sistema sacrificial del Antiguo Testamento y de la obra sacerdotal en la persona y obra de Jesús indica que "la expiación no estaba completamente terminada cuando Jesús murió como sacrificio sobre la cruz. Es un proceso que encuentra análogo cumplimiento en las actividades subsecuentes de Jesús como sumo sacerdote y fungiendo como tal. Además de su crucifixión, ese proceso incluye su resurrección, su ascensión y su coronación Expiación y mediación de Cristo por nosotros ante el Padre 187 como el Hijo de Dios y sumo sacerdote 'según el orden de Melquisedee' (Heb. 5: 5-6)".4 La expiación como proceso es una aplicación y una manifestación del poder expiatorio del sacrificio de Cristo sobre la cruz, y ocurre a través del ministerio y la mediación de Cristo en el Santuario celestial (Heb. 7: 25). La mediación de Cristo y Dios La mediación implica distancia que debe ser recorrida. Uno podría argumentar que la necesidad de un mediador entre Dios y su creación siempre existió, desde el momento en que Dios creó todas las cosas. De hecho, la creación fue mediada a través del Verbo de Dios: él dijo y fue hecho. El Nuevo Testamento identifica a esa Palabra con Cristo (Juan 1: 1-3). La caída de los seres humanos en el pecado creó un abismo entre ellos y Dios que era imposible cruzar. Solo podría construirse un puente a través de un infinito sacrificio por parte de Dios mismo. En este caso la mediación tomó la forma de ese sacrificio. Consecuentemente, el sacrificio de Cristo es la más sublime expresión de la mediación divina. Él se puso entre Dios y nosotros y tomó sobre sí lo que nosotros merecíamos para que nosotros recibiéramos y disfrutáramos lo que él merecía. Para decirlo con propiedad, la mediación expiatoria de Cristo comenzó en el momento en que fue necesario mantener el mundo. Job 37: 13 (NRV 1990) dice que él "Envía las nubes para [... ] regar la tierra o mostrar su amor". La forma como Dios proporciona el mantenimiento de la tierra es una revelación de su amor: "Visitas la tierra, y la riegas; en gran manera la enriqueces" (Sal. 65: 9). Si el pecado amenaza un elemento particular de la creación de Dios en una forma directa, ese es el misterioso fenómeno de la vida sobre nuestro planeta. A través de su amor misericordioso manifes~ tado por medio de Cristo, Dios ha preservado la vida que creó a pesar de la contaminación del pecado. Pablo dice: "Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos" (Hech. 17: 28). Esta es la esfera de su 188 Cruzando el abismo gracia hecha posible a través de la obra mediadora de Cristo. De nuevo el salmista añade: "Oh Jehová, al hombre y al animal conservas. ¡Cuán preciosa, oh Dios, es tu misericordia!" (Sal. 36: 6, 7). El verbo traducido "conservas" es yashac• EIi este caso significa "salvar, ayudar". La palabra "inestimable" viene de una raíz cuyo significado es "escaso, raro" (yagar; cf. 1 Sam. 3: 1). Se usa para referirse a piedras preciosas porque son raras. De allí se desarrolló el significado "precioso, valioso". El amor de Dios es como una piedra preciosa, pero contrario al caso de las emas, su amor no es raro o escaso. Uno puede verlo y experime tarlo constantemente en la preservación de la vida humana y anim sobre el planeta. La vida no continúa como resultado de una ley ecánica que trabaja independientemente de Dios: "El organism 'sico del hombre está bajo la supe~sión divina, pero no es ca o un reloj que se pone en operación y debe funcionar por si solo. El corazón palpita, un pulso sucede a otro, la respiración es consecutiva, pero todo el ser está bajo la supervisión de Dios [... ]. Cada latido del corazón, cada respiración, es la inspiración de aquel que sopló en la nariz de Adán el aliento de vida, la inspiración del Dios omnipresente, el gran YO SOY". 5 Provisión para las necesidades temporales. Para preservar la vida humana sobre el planeta Dios tuvo que suplir las necesidades básicas de sostén de la vida de sus criaturas; una vez más como resultado del sacrificio y mediación de Cristo por nosotros. Pablo y Bernabé dijeron a un grupo de paganos: "(Cristo) no se dejó sin testimonio, haciendo bien, dándonos lluvia del cielo y tiempos fructíferos, llenando de sustento y de alegría nuestros corazones" (Hech. 14: 17). Es él quien "hace producir el heno para las bestias, y la hierba para el servicio del hombre, sacando el pan de la tierra" (Sal. 104: 14). Aun "los leoncillos rugen tras la presa, y para buscar de Dios su comida" (vers. 21). Un pasaje más de Salmos: "Visitas la tierra, y la riegas; en gran manera la enriqueces; con el río de Dios, lleno de aguas, preparas el grano de ellos, cuando así la dispones" Expiación y mediación de Cristo por nosotros ante el Padre 189 (Sal. 65: 9). Todo esto es totalmente inmerecido por sus criaturas y es una expresión de su misericordiosa gracia a través de la mediación de Cristo. Nuestro Dios "hace salir el sol sobre malos y buenos, y hace llover sobre justos e injustos" (Mat. 5: 45). Él es "benigno para con los ingratos y malos" (Lue. 6: 35). Impacto social. La gracia común de Dios mediada a través de Cristo tiene un impacto social. La violencia y el sufrimiento que vemos por doquier hace que algunos hallen difícil creer que Dios controla activamente las fuerzas del mal en nuestro planeta. Pero el m~ que vemos es significativamente pequeño comparado con lo que sería si Dios hubiera dejado el planeta completamente en las manos de los poderes del mal. Dios quiere emplear los sistemas legales de las naciones para restringir el aumento del mal y la violencia (Rom. 13: 3, 4, 6). Dios utiliza los poderes civiles para limitar la extensión del mal en la sociedad, haciendo posible que vivamos en relativa paz para cumplir nuestra misión. Dios retiene el impacto de las agencias del mal sobre las naciones hasta el momento señalado, cuando desempeñarán una función en el plan de Dios (ef 2 Tes. 2: 6, 7). Eso es lo que muestran las profecías de tiempo de los libros de Daniel y Apocalipsis. De esta manera esos libros señalan el hecho de que Dios es el Señor de la historia. Que la filosofía de la historia descansa en el hecho de que el evento más significativo de la historia tuvo lugar en el Calvario. Sin él, la historia carecería de propósito y dirección; y sin él, las naciones de la tierra se encaminarían, junto con todos los seres humanos, a la extinción total. Las Escrituras testifican que Dios está involucrado en la historia de la humanidad, dirigiéndola a un objetivo particular: el establecimiento de su reino sobre la tierra. En este tiempo su mano permanece escondida en el misterio de sus actos providenciales; pero está completamente activo entre nosotros. Daniel reconoció la presencia invisible de Dios en la historia cuando declaró: "Él muda los tiempos 190 Cruzando el abismo y las edades; quita y pone reyes" (Dan. 2: 21). Dios no ha renunciado a su control sobre las naciones de la tierra. Él trabaja en el corazón de los líderes, silenciosa pero efectivamente, para cumplir sus propósitos (Esd. 1: 1). La caída de las naciones impías ocurre bajo el control de nuestro Dios. Con respecto a Babilonia, anunció: "Por_ que yo levanto y hago subir contra Babilonia reunión de grandes pueblos de la tierra del norte; desde allí se prepararán contra ella, y será tomada" (Jer. 50: 9; cf. 51: 11). Las profedas contra las naciones en los libros proféticos del Antiguo Testamento proporcionan una evidencia clara del hecho de que Dios es quien gobierna sobre la tierra. La situación política del mundo estaría en peor situación caótica si no fuera porque Dios todavía está activo. Esa intervención divina es posible porq das las naciones de la tierra pertenecen a nuestro Señor por causa del sa . io de Cristo. Restricción de la pecam osidad humana. Es en el corazón humano donde se libran las m s feroces batallas entre Dios y la raza humana. El corazón es la ciudadela del mal o del bien. Como resultado de la mediación de Cristo, el Espíritu obra en el corazón del hombre impidiendo su total corrupción. A veces Dios detiene a los seres humanos para que no cometan ciertos pecados. El rey Abimelec se declaró inocente de pecado ante Dios y cuestionó la justicia de Dios al castigarlo. Dios le digo: "Yo también sé que con integridad de tu corazón has hecho esto; y yo también te detuve de pecar contra mí, y así no te permití que la tocases" [a Sara] (Gén. 20: 6). Cualquier cantidad de bien que todavía haya en el corazón humano, se debe a que Dios ha obrado pra refrenar su pecaminosidad. El corazón no es bueno por naturaleza (Sant. 1: 17). Fuente de sabiduría y conocimiento. Debemos atribuir el continuo desarrollo de las ciencias, las artes y la tecnología a la presencia de Dios entre nosotros: "Da la sabiduría a los sabios, y la ciencia a los entendidos. Él revela lo profundo y lo escondido; conoce lo que está en tinieblas, y con él mora la luz" (Dan. 2: 21, 22). Dios habilita Expiación y mediación de Cristo por nosotros ante el Padre 191 a las personas con toda clase de "sabiduría e inteligencia, en ciencia y en todo arte y [... ] para trabajar en toda clase de labor" (Éxo. 31: 3-5). Si la mente humana es todavía capaz de pensar racionalmente, si los seres humanos están todavía interesados en entenderse a sí mismos y al mundo que los rodea, si todavía andamos en busca de significado; es porque Dios ha preservado su imagen en nosotros. Él es capaz de hacer eso por nosotros, sin comprometer la santidad de su carácter, porque trabaja a favor de nosotros a través de Cristo. Atrayendo todo a Cristo. Como resultado de esta gracia común, el Espíritu del Señor está totalmente activo sobre nuestro planeta, señalando y dirigiendo a los individuos hacia la cruz como el único medio de salvación. Jesús dijo a sus discípulos que después de su partida, les iba a enviar el Espíritu, y que él "convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio" (Juan 16: 8). El término griego traducido "convencerá" es elegcho, que significa "reprender, culpar, corregir, castigar" l/mostrar a alguien su falta" o "convencer a alguien de su error o falta". El propósito de la reprensión es el mejoramiento de la persona. Esto es gracia común. El Espíritu procura convencer a cada persona de pecado, de justicia y de juicio. Su obra deja a los individuos en un estado de culpa, haciéndolos conscientes de su alienación de Dios y su pecaminosidad. Procura ayudar a los seres humanos a comprender que están perdidos en el universo y sin Dios. Es entonces cuando señala la cruz como el único medio para que la humanidad salga de su difícil condición. Sin esta obra del Espíritu la cruz llega ser inútil en sí misma. Pero es precisamente por causa de la cruz que el Espíritu está activo en el mundo, conduciendo a los pecadores a la efectividad de la cruz para su salvación. Todos los buenos dones y todas las bendiciones que los seres humanos reciben y disfrutan vienen de parte de Dios y tienen el propósito de guiarlos por medio del Espíritu a la cruz del Calvario (Rom. 2: 4). 192 Cruzando el abismo La mediadón y la vida cristiana Aquellos que han puesto su fe en Cristo necesitan constantemente la obra de mediación de Cristo ante el Padre. Pablo proclamó que HCristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros" (Rom. 8: 34). La frase Hpor nosotros" afirma que Cristo está mediando en favor de los creyentes. La mediación de Cristo "por nosotros" presupone que el pecado es todavía una amenaza para los creyentes, en el sentido en que puede dañar su relación con el Señor. La posibilidad de pecar después de ser bautizados es real y constante y cuando quiera que ocurra Dios no lo ignora. Ese hecho hace que el papel de Cristo como nuestro mediador ante el Padre sea un elemento indispensable en la vida cristiana. Juan estaba completamente consciente de esa situación: "Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo" (1 Juan 2: 1). Luego sugiere que el perdón del pecado a través de~ción de Cristo ante el Padre está asegurada para todos -creyentes y nd-ueyentes- porque Hél es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo n (vers. 2). Dios nos perdona exclusivamente a través de la mediación de Cristo (Efe. 4: 32). Los cristianos fueron santificados a través de la sangre de Cristo en el momento de su conversión (Heb. 10: 29), pero Cristo continúa afirmando sus corazones en santidad (1 Tes. 3: 13). De hecho, las Escrituras los exhortan a ser santos porque Dios es santo (1 Pedo 1: 15, 16). Pero la exhortación está fundada en la convicción de que Cristo media la santidad de nosotros a través de su obra en el Santuario celestial. Las Escrituras instan a los creyentes: "Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro [tiempo de necesidad] (Heb.4: 16). Los cristianos enfrentarán un utiempo de necesidad", pero lo harán a través de su Salvador y Señor (cf. Rom. 3: 25, 26). Expiación y mediación de Cristo por nosotros ante el Padre 193 La mediación de Cristo es indispensable en el sentido en que sin ella el Padre no habría enviado al Espíritu Santo. Obviamente, no deberíamos interpretar ese hecho como sugiriendo una falta inicial de deseo, de parte de Dios, para enviamos el Espíritu. El interés era encontrar la forma apropiada para cumplir el propósito divino. Una vez que Cristo se ofreció como sacrificio y ascendió al Padre, hubo un Mediador a través de quien el Espíritu sería enviado al mundo y particularmente a su iglesia. Jesús informó a los discípulos que al comenzar su mediación, después de su ascensión, su primera petición al Padre sería que les enviara el Espíritu (Juan 14: 15). Entonces en el día de Pentecostés los discípulos recibieron el derramamiento del Espíritu y comprendieron que indicaba que Cristo había iniciado su obra de mediación (Hech. 2: 33). La mediación de Cristo y la gracia común Tan pronto como Adán y Eva pecaron Cristo llegó a ser su Mediador, haciendo que los beneficios de su futuro sacrificio expiatorio estuvieran disponibles para ellos. Él era el Cordero de Dios l/que fue inmolado desde el principio del mundol/ (Apoc. 13: 8). A través del sacrificio y la mediación de Cristo la gracia ahora rodeaba al planeta. 6 Esa esfera de gracia hizo posible que Dios continuara comunicándose con los seres humanos a través de Cristo, invitándolos a aceptar la salvación. La teología cristiana generalmente se refiere a tal gracia como l/gracia comúnl/, la demostración del interés de Dios por su indigna creación. Esta gracia no solo beneficia al mundo natural sino particularmente a los seres humanos; y sin tomar en cuenta si realmente sirven al Señor o no. Pero esa gracia común no se considera salvífica, es decir, recibir sus beneficios no significa que hemos sido salvados o que estamos creciendo en santidad. ¿Cuál es, entonces, el propósito de esta obra de Cristo y cómo se manifiesta? Preserva y mantiene la naturaleza y la vida. Como resultado del sacrificio y la mediación de Cristo, Dios no ha abandonado 194 Cruzando el abismo nuestro mundo sino que continúa sosteniéndolo. El salmista dice: "Bueno es Jehová para con todos, y sus misericordias sobre todas sus obras" (Sal. 145: 9). Su misericordia no conoce límites. La compasión de Dios se esa en su regular e infalible encamación. En su propia persona llevó ·untas la humanidad y la divinidad. Él fue la expresión objetiva de la econciliación entre Dios y los seres humanos. Su persona fue el luga onde se localizó el puente entre ambos. Con una mano pudo alcanzar los cielos y con la otra llegó hasta nosotros para restauramos a nuestro estado original. Cristo fue singular porque él, el Único Mediador, había nacido unido a Dios. Esa unión con Dios fue universalizada, es decir, llegó a estar disponible para todos, cuando la sacrificó por nosotros en la cruz. Su mediación en el Santuario celestial no puede estar separada de su mediación sobre la cruz. Podemos ser incorporados en su unión con Dios a través de su mediación por nosotros ante el Padre. Su mediación significa que solo existe una manera de acceder a Dios. "Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos" (1 Tim. 2: 5, 6). La mediación de Cristo está firmemente anclada en su mediación sacrificial. Su mediación constante ante el Padre significa para los seres humanos que "la salvación no se encuentra en ningún otro" (Hech. 4: 12). Su singularidad le da el derecho a ser nuestro exclusivo Mediador. Pero su mediación ante el Padre no significa que tiene que persuadirlo para que nos acepte. La mediación presupone que el Padre está amorosamente dispuesto a restaurarnos a su compañerismo a través del Hijo. También significa que desde la perspectiva celestial la solución para el problema del pecado todavía no se ha consumado. Incluso los cristianos continúan siendo manchados por el pecado y por lo tanto en constante necesidad de la gracia santificadora de Dios que nos alcanza a través de Cristo. Esa gracia fluye libremente del Padre, pero nos llega a través de Cristo. Nunca podremos procla- Expiación y mediación de Cristo por nosotros ante el Padre 195 mar nuestra independencia de la mediación de Cristo cuando nos aproximamos al Padre. Es por causa de su mediación que el pecado ya no es un obstáculo para tener acceso a Dios. La mediación de Cristo ante el Padre es indispensable porque el conflicto cósmico todavía prosigue. Las fuerzas del mal tratan con frecuencia de limitar nuestro acceso a los beneficios del sacrificio de Cristo. Señalan nuestra detestable condición para argüir que si Dios nos concediera esos beneficios revelaría que la justicia divina no es confiable en sí misma (e!. Zac. 3: 1,2; Job 1: 6-11; Apoc. 12: 10). La mediación de Jesús ante el padre y ante los ángeles es el fundamento de la recepción de la gracia de Dios por los seres humanos pecadores sobre la base de la muerte sacrificial de Cristo. Demuestra que Dios puede correctamente justificar a los pecadores que por la fe han aceptado a Cristo como sumo sacerdote celestial y 0btendrán la ayuda que requieren para afrontar esos momentos difíciles. Nuestro Salvador no nos ha abandonado para luchar solos en nuestra vida cristiana. Él fue el "Abandonado" y, consecuentemente, nunca nos abandonará sino que estará con nosotros hasta el fin (Mat. 28: 20). Conclusión La obra expiatoria de Cristo incluye su muerte, su resurrección, su ascensión y su obra de mediación ante el Padre. Nunca debemos limitar la expiación al acto sacrificial, sino debemos interpretarla como un proceso. El poder expiatorio del sacrificio de Cristo está siendo aplicado ahora a los creyentes a través de la mediación del Hijo de Dios. Esa mediación hizo posible que los seres humanos disfrutaran la presencia del Espíritu en nuestro planeta y todas las muchas bendiciones que conlleva, tanto a los creyentes como a los no creyentes. La "gracia común" mediada a través de Cristo en la obra del Espíritu tiene como objetivo mover el corazón humano para que encuentre en Cristo a su Salvador. "La gracia salvadora/santificadora" es la obra del Espíritu en el corazón de aquellos que han rendido su 196 Cruzando el abismo corazón a Cristo. Incluso para ellos la mediación de Cristo en el Santuario celestial continúa siendo indispensable. A través de ella los cristianos reciben por gracia el perdón de sus pecados postbautismales, continúan creciendo en la gracia, y son sostenidos mientras afrontan~ebas y tentaciones en la peregrinación cristiana. \ Referencias 1. Martin Hengel, Studies in E4r1y Christology (Edimburgo: T & T Clark, 1995), p. 153. Comentando sobre el uso del término leitourgos ("ministro") en Hebreos 8: 2, David J. Mac Leod dice que está atrayendo la atención al hecho de que aunque su obra sacrificial está terminada, hay un ministerio que continúa" ("The Present Work of Christ in Hebrews", Bibliotheca Sacra 148 [1991]: 187) El pensamiento que ya ha sido expresado por Donald Guthrie, The Letter to the Hebrews": An Introduction and Commentary (Grand Rapids: Eerdmans, 1983), p. 171. 2. Cf. David Peterson, Hebrews and perfection: An Examination of the Concept of Perfection in the 'Epistle to the Hebrews' (Cambridge University Press, 1982), p. 115, quien escribe: "El énfasis que se pone sobre la naturaleza terminada de su obra expiatoria, particularmente en 1O:11ss, significa que los creyentes están siendo desafiados a disfrutar de los beneficios actuales de esa obra (10: 19ss) y la imagen del intercesor se utiliza para enfatizar la capacidad y disposición de Cristo para continuar aplicando esos beneficios (cf. 12:24)". La declaración en principio es correcta pero debilita la obra intercesora de Cristo interpretándola como una "figura". Hebreos identifica a Jesús como un mediador a través de quien el pacto nuevo fue puesto en operación y como nuestro mediador en el cielo. Por lo tanto "El perdón asegurado de una vez por todas tiene su aplicación en la ayuda esencial que proporciona a los 'hijos' en la difícil senda a la gloria" (M. A. Seifrid, "Death of Christ", Dictionary of the NT & Its Developments, eds. Ralph P. Martin and Peter H. Davids. (Downer Grove: Inter Varsity Press, 1997), p. 275). 3. Paterson, Hebrews and Perfection, p. 119. 4. John Mc Ray, Paul: His Life and Teachings (Grand Rapids: Baker Academic, 2003), p. 324. Hace algunos años J. G. Davies expresó la misma idea en su He Ascended into Heaven: A Study in the History of Doctrine (Nueva York: Association Press, 1958), p. 66, cuando escribió: "Al realizar esta ofrenda Jesucristo hizo expiación, y este acto es un proceso: la muerte por la cual su sangre fue derramada; la resurrección, mediante la cual 'El Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto etemo'[Heb. 13: 20]; y la ascensión, por medio de la cual entra al cielo mismo con la sangre 'para presentarse ahora por nosotros ante Dios' [Heb. 9: 24]". Ver también Hengel, Studies, p.160. Expiación y mediación de Cristo por nosotros ante el Padre 197 5. Elena G. de White, Ministerio médico (APIA, 2001), p.10. 6. Elena G. de White lo expresa muy bien: "En el don incomparable de su Hijo, Dios rodeó al mundo entero con una atmósfera de gracia tan real como el aire que circula alrededor del globo. Todos los que decidan respirar esta atmósfera vivificante vivirán y crecerán hasta alcanzar la estatura de hombres y mujeres en Cristo Jesús· (Camino a Cristo [APIA, 2005], p.10). Unión con Crislo C risto realizó una obra de salvaáón por nosotros independiente y externa a nosotros. Por medio de él Dios derribó la barrera de pecado que impedía la reconáliaáón de la humanidad con él. En la cruz Cristo tomó sobre sí nuestro pecado y su penalidad sin preguntamos si queríamos o no que él hiáera eso por nosotros. Murió en lugar de los pecadores antes que quisiéramos aceptarlo voluntariamente como Salvador y Señor. Al morir por todos, Dios contó su muerte como la penalidad por la muerte de todos. Él pagó con su propia vida por nuestra redenáón antes que nos diéramos cuenta que éramos esclavos del pecado, de la muerte y de los poderes del mal. Esa obra objetiva de Cristo reveló la justiáa y el amor sacrlfiáal de Dios por los indignos seres humanos en el mundo no solo sobre la tierra sino en el resto del universo. Sin embargo, esa obra objetiva de Cristo no tiene poder salvador para nosotros como individuos a menos que nos la apropiemos a través de la fe en él. La inidativa de Dios en nuestra aceptadón de la salvadón La obra salvadora de Cristo incluye la actividad del Espíritu en el corazón humano invitándonos como pecadores a ver en Cristo la actividad redentiva de Dios por nosotros. La apropiaáón de la redenáón que Cristo obtuvo está directamente relaáonada con su obra como Mediador ante el Padre y con la obra del Espíritu en el 200 Cruzando el abismo corazón humano. Como señalamos en el capítulo anterior, a través de la mediación de Cristo la gracia de Dios fluyó a todos los seres humanos, en lo que hemos llamado gracia común. También es parte de la obra objetiva de Cristo por nosotros. La gracia estaba allí, obrando a favor de nosotros antes que la entendiéramos y mucho menos que la aceptáramos. Pero esa gracia, a través de la obra del Espíritu, ha estado guiando a los seres humanos a Cristo como su Salvador. En medio de nuestra rebelión el Espíritu estuvo trabajando en nuestros corazones, convenciéndonos e invitándonos a mirar a la cruz: a nuestro Sustituto. Dios no solamente incluyó en su plan la mediación de Cristo y la obra del Espíritu, sino también involucró a otros seres humanos. Aquellos que rinden sus corazones a la suave influencia del Espíritu, permitiéndole que los santifique, llegan a ser instrumentos del Espíritu para proclamar la obra de Dios en Cristo. Este es el ministerio de la reconciliación, acerca del cual ya hemos hablado. Es maravilloso que otros escuchen la voz del Espíritu a través de las voces de seres humanos santificados que han aceptado el don gratuito de la salvación a través de Cristo. Llegan a ser sus embajadores en un mundo en guerra con Dios, anunciando que la muerte del Hijo de Dios derribó la barrera, el pecado, que obstaculizaba la relación pacífica con Dios. El Señor tomó la iniciativa e instituyó el ministerio de la reconciliación para la salvación de los pecadores. Llamado y elección El movimiento hacia la apropiación personal de la salvación comienza con el llamado divino a creer en Cristo como Salvador y someterse humildemente a él como Señor. Es, fundamentalmente, un llamado a la salvación y la fe en Cristo. Dios es el que llama (1 Pedo 1: 15; 1 Tes. 5: 24), y su llamado está fundado en su libre voluntad y propósito, es decir, no está motivado por nuestras bondades o por nuestras obras y, consecuentemente, es únicamente el resultado de Unión con Cristo 201 la gracia de Dios hacia nosotros (Gál. 1: 6). Es universal e incluye, tanto a judíos como a gentiles (Rom. 9: 24) y los alcanza a través del evangelio de salvación (2 Tes. 2: 14). Es un llamado a salir de "las tinieblas a su [de Dios] luz admirable" (1 Pedo 2: 9), conduce a la paz (1 Cor. 7: 15), a la libertad (Gál. 5: 13), al compañerismo con Cristo (1 Coro 1: 9), a compartir su gloria (2 Tes. 4: 7; 1 Coro 1: 2), a llegar a ser parte de su pueblo, la iglesia (Col. 3: 15; ef 1 Tes. 2: 12), a la vida eterna (1 Tim. 6: 12), ya la esperanza de una iglesia gloriosa (Efe. 1: 18). Lo que distingue a los cristianos de otros seres humanos es que han escuchado el llamado y lo han aceptado (1 Coro 1: 2), identificándose a sí mismos como llamados por Dios (Rom. 1: 6; 9: 24). En ese sentido se han apropiado del don de la salvación que se les ofrece divinamente. La aceptación del llamado conduce a la justificación por la fe en Cristo (Rom. 8: 30), que presupone el arrepentimiento y la confesión de los pecados. La elección no se puede separar del llamamiento divino a la salvación y el servicio. En la Escritura la elección es un acto libre de Dios que escoge a uno de entre un grupo. Algunos ejemplos bíblicos son la elección de Israel entre todas las naciones de la tierra (Dent. 7: 6, 7), el nombramiento de Cristo para ser nuestro Salvador (Luc. 9: 35), y la elección de Pablo como misionero para los gentiles (Hech. 9: 15). En su soberana voluntad Dios elige a algunos individuos para realizar alguna tarea en particular (Rom. 9: 14-24). Cuando el Nuevo Testamento utiliza teológicamente el término 1telección", siempre se refiere a aquellos que han puesto su fe en Cristo, y a quienes Dios ha elegido para una función o misión particular. Podría designar tanto a las personas (Hech. 1: 24) como a la iglesia (Tito 1: 1; 1 Pedo 1: 1). La Biblia no sabe nada acerca de la doble predestinación: que Dios escoge a algunos para salvación y a otros para perdición. Tampoco enseña la Biblia la elección universal de todos los individuos para salvación, independientemente de una relación de fe con el Señor. Encontramos un elemento de universalidad, pero se 202 Cruzando el abismo entiende que el significado es que a través de la predicación del evangelio y la obra del Espíritu, Dios escoge no solo a los judíos sino también a los gentiles (1 Tes. 1: 4). Jesús dijo: "Porque muchos son llamados y pocos escogidos" (Mat. 22: 14). Aquí el llamamiento y la elección están juntos, y aquellos que han sido elegidos están identificados como aquellos que aceptaron el llamado divino. Dios ha estado haciendo todo lo que puede para movemos a todos a aceptar el llamamiento y ser salvos (1 Tim. 2: 4). Nuestra elección es una expresión de la gracia divina, algo que Pablo tenía en mente cuando escribió que Dios "nos escogió en él antes de la fundación del mundo" (Efe. 1: 4). La decisión divina tuvo lugar antes que existiéramos, antes de la creación del mundo y, consecuentemente, esto era parte del misterio divino para la salvación de los pecadores~ 1 El texto solo habla de la preexistencia de Cristo. Es la decisión de elegimos en Cristo la que ocurrió antes de la creación del mundo. 2 En realidad estamos hablando acerca del plan precreativo de Dios para nosotros; que él había predeterminado hacer a favor de su pueblo. El cielo reveló entonces ese plan para nosotros en la persona de Cristo y en él nos dio el don de la salvación (1 Tim. 1: 9, 10). La frase "otorgado/dado a nosotros en Cristo" "significa que nos es dada a través de la persona y la obra de Cristo".3 De acuerdo con Efesios 1: 4, Dios, de acuerdo con su propósito y soberana voluntad, predeterminó que nuestra elección tendría lugar exclusivamente "en Cristo". Esa es una frase importante a la que deberemos volver, pero por ahora significa que nuestra elección es una realidad a través de, y en unión con, Cristo. Y eso es posible porque él es el Elegido (Luc. 9: 35; 1 Pedo 2: 4) y, por lo tanto, él es la persona, la esfera dentro de la cual ocurre nuestra elección. Solamente somos elegidos/escogidos en el Elegido: nunca fuera o aparte de él. Podemos concluir que "aquellos que responden a la atracción de Cristo, a través de la soberana misericordia de Dios, son elegidos para ser salvados como obedientes Hijos de Dios. Sobre ellos es mani- Unión con Cristo 203 festada la libre gracia de Dios, el gran amor con el cual nos ha amado. El Padre pone su amor sobre su pueblo elegido, que vive en medio de los hombres porque ellos aceptaron la redención que Cristo ha comprado para ellos mediante su preciosa sangre".4 Tal elección se manifiesta en una vida "santa y sin mancha" (Efe. 1: 4). De hecho, la elección no es simplemente ser escogido para la salvación sino para una vida santa. Lo uno no puede estar separado de lo otro sin robarle a la elección su significado y contenido. La apropiación del poder salvador de la-muerte expiatoria de Cristo tiene un poderoso impacto en la vida del creyetlte. Unido a Cristo La gracia de Dios tiene el propósito de unir a los pecadores arre- pentidos con Cristo para que reciban todos los beneficios de su muerte salvadora. Sobre la cruz Cristo murió como nuestro sustituto, pero en nuestra unión con él nos unimos a él como nuestro Señor y Salvador. En ninguna parte del Nuevo Testamento leemos que los creyentes mueran "en Cristo", es decir, en unión con él. Él murió solo en la cruz, abandonado por todos, incluyendo al Padre. Nuestra unión con Cristo designa la experiencia de la nueva criatura y presupone la muerte del viejo hombre. Esa unión con él es la experiencia subjetiva de la expiación. "En Cristo". 5 El Nuevo Testamento expresa espedficamente la idea de unión con Cristo a través de las frases Den Cristo ", "en él", y Den el Señor". La diferencia del significado entre ellas es insignificante, con la excepción de que Den el Señor" parece enfatizar más que las otras dos la idea de su Señorío. Para simplificar los asuntos, en lo que sigue usaremos la frase más común "en Cristo", aun en los casos donde el texto emplea "en él/en el Señor". En la frase la preposición "en" (griego, en) podría expresar la idea de instrumentalidad ("a través") o localidad ("en", "en la esfera de"). 204 Cruzando el abismo Dios y "en Cristo": Varios pasajes nos informan que Dios háce al~ go por nosotros "en Cristo". Por ejemplo, es en Cristo que Dios nos concede su gracia (Efe. 1: 6, 7; 2: 7; 2 Tim. 1: 9), el llamado (Fil. 3: 14; 1 Coro 7: 22), la elección (Efe. 1: 4, 11), el perdón (Efe. 4: 32), la justificación (Gál. 2: 17; cf 2 Coro 5: 21), la reconciliación, (2 Coro 5: 19), la redención (Efe. 1: 7), la santificación (1 Coro 1: 2), las b,endiciones (Efe. 1: 3; Gál. 3: 14), vida eterna (Rom. 6: 27) y la glorificación (2 Tes. 1: 12). También es Dios quien nos da libertad en Cristo (Gál. 2: 4) y la victoria (2 Coro 2: 14), nos fortalece y anima (Fil. 4: 13; 2: 1), es accesible para nosotros (Efe. 3: 12), y se sienta con nosotros en los lugares celestiales. La implicación del uso que hace Pablo de la frase "en Cristo" es que Dios ha estado y sigue estando plenamente activo en Cristo. Es a través de Cristo y en unión con Cristo que el Padre nos ha otorgado tantos dones. Cristo es la esfera de la actividad divina a favor de los seres humanos, el "lugar" donde Dios hace muchas cosas maravillosas por nosotros y donde no hay condenación para nosotros (Rom. 8: 2). Los creyentes están "en Cristo": Mientras Dios estaba activo en Cristo para nuestra salvación, los creyentes están también en Cristo disfrutando los beneficios y las responsabilidades de esa salvación. Aquí la frase describe la esfera de existencia de aquellos que han puesto su fe en él. Ellos son nuevas criaturas en Cristo (2 Coro 5: 17), encuentran la justificación que es por la fe (Fil. 3: 9), y son santos y fieles (Efe. 1: 1; Fil. 1: 1; 4: 12; Col. 1: 2). Murieron para el pecado y ahora están vivos para Dios en Cristo (Rom. 6: 11), viviendo una vida santa en él (2 Tim. 3: 12). Pablo se refiere a los creyentes como aquellos que "están en Cristo Jesús" (1 Coro 1: 30). Todos son hermanos solamente en Cristo (Fil. 1: 14; File. 16). Siendo que Cristo determina la existencia de los creyentes, ellos se regocijan (Fil. 3: 1; 4: 4), se glorian (1 Coro 15: 31; Fil. 3: lO), se jactan (1 Coro 1: 31), trabajan (1 Coro 15: 58; Rom. 16: 12), y esperan en él (1 Coro 15: 19; Efe. 1: 12). Han puesto su fe en él (Gál. 5: 6) y Unión con Cristo 205 vivido su vida en él (Col. 2: 6, 7). Están orientados y determinados totalmente por él (1 COf. 4: 17). De hecho, la unión de los creyentes con Cristo es tan íntima y tan abarcante, que estar "en Cristo" es otra forma de decir que una persona es cristiana. Cuando Pablo dice que Andrónico y Junias "fueron antes de mí.en Cristo" quiere decir que ellos se hicieron cristianos antes que él se convirtiera (Rom. 16: 7). La frase "niños en Cristo" indica cristianos inmaduros (1 Coro 3: 1), y ser "prudentes en Cristo" (1 Coro 4: 10) es el equivalente a ser un cristiano sabio. En estos casos deberíamos entender que la frase "en Cristo" todavía retiene la idea de una unión personal con Cristo que determina la calidad de vida del cristiano. Unidad de los creyentes "en Cristo": Hay una comunidad de creyentes que está colectivamente en Cristo, una unión que se refleja en su relación unos con otros. Lo que ocurrió es que "somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros" (Rom. 12: 5). Pablo describe cada congregación local como estando en Cristo (Gál. 1: 22; 1 Tes. 2: 14). La iglesia es como un edificio que está siendo construido en Cristo en el cual los miembros también están "juntamente edificados, para morada de Dios en el Espíritu" (Efe. 2: 22). Dentro de esta colectividad de creyentes "no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús" (Gál. 3: 28). Lo que determina cómo se relacionan unos con otros no es la cultura, ni lo social, ni lo religioso, ni las distinciones de género, sino su unión con el Señor resucitado. Común para ellos y de fundamental importancia para todos es el hecho de que todos están en Cristo. Eso determina todo lo que toma lugar dentro de la congregación. Los hijos van a obedecer a sus padres en el Señor (Efe. 6: 1) los hombres y las mujeres son interdependientes en el Señor (1 Coro 11: 11), y aquellos que se casan debieran casarse en Cristo, es decir, con un creyente (1 Coro 7: 39). La unión común con Cristo que los creyentes disfrutan impacta la totalidad de la vida de la congregación. Sus miembros se envían 206 Cruzando el abismo saludos unos a otros en Cristo (Rom. 16: 22; 1 Coro 16: 19), y se exhortan, se instan, y se hablan unos a los otros en Cristo (Efe. 4: 17; 1 Tes. 4: 1; 1 Coro 12: 19). Los líderes ejercen su autoridad dentro de esa misma unión espiritual. Deben ministrar a la congregación "en el Señor" (1 Tes. 5: 12), y darán sus órdenes y mandatos en Cristo (File. 8; 2 Tes. 3: 12). Los que ministran se refieren unos a los otros como compañeros obreros/siervos "en el Señor" (Rom. 16: 3, 9; Col. 4: 7). En estos casos Pablo usa la frase "en Cristo/el Señor/él" para definir "la forma en que los creyentes iban a vivir bajo el señorío salvador de Cristo" y, consecuentemente, las frases "llegan a ser un medio por el cual Pablo describe la vida de fe bajo el señorío de Cristo en un mundo donde otras fuerzas y tentaciones estaban presentes. Actuar 'en Cristo' es actuar en fe y obediencia al enfrentar falsas alternativas". 6 Significado cósmico de "en Cristo': La frase nos lleva más allá de los confines de la iglesia, y aun del mundo, a la inmensidad del universo. Pablo describe ahora el cosmos en su totalidad como estando "en Cristo" (Col. 1: 16). En muchas versiones españolas se lee "por medio de él" (a través de Cristo) dándole un posible significado instrumental. Pero no debemos excluir totalmente la idea de unión con Cristo. Él trajo a la existencia un cosmos en perfecta unión y armonía con Dios. Fue creado bajo su señorío y a través de su poder: "en él" "todas las cosas en él subsisten" (vers. 17). Él es el centro del cosmos, proporcionándole estabilidad, consistencia y permanencia. El pecado amenazó esa armonía pero Cristo la ha restaurado. Nuestra discusión de la frase "en Cristo", y de otras similares, indica que no se refiere a una unión mística con Cristo en la cual los creyentes están separados de las experiencias de la vida diaria. Por el contrario, la frase señala al reino o la esfera de la existencia en la cual los creyentes viven su fe cristiana. La obra de salvación y el Señorío de Cristo condicionan y determinan la vida entera del cristiano. El Nuevo Testamento contrasta esa forma de ver la vida cris- Unión con Cristo 207 tiana con un reino de existencia "en la carne", caracterizada por una existencia mundanal (Fil. 3: 3; 1: 21, 22; Rom. 8: 8, 9; 1 Tim. 3: 16; File. 16).7 La frase "en Cristo" se refiere a una relación íntima con el Salvador resucitado que constantemente reconoce su Señorío en la vida del creyente y en la iglesia. Proclama que el centro existencial de la humanidad, perdido por la caída en el pecado, ha sido restaurado a través de, yen, Cristo. Dos humanidades. Todavía necesitamos aclarar un poco más cómo es posible para los seres humanos estar en Cristo. Nuestro punto de partida debería ser, probablemente, la enseñanza bíblica de los dos Adanes de los cuales se originaron dos humanidades. Pablo habla de un "primer hombre/Adán" y un "último/segundo hombre/Adán" (1 Coro 15: 45, 47). Los seres humanos pertenecen por naturaleia al primer Adán, es decir, son parte de la raza humana caída cuya cabeza o padre fue Adán. Son nacidos "en Adán" en el sentido de que pertenecen o están inexorablemente unidos a la humanidad pecadora, y como tales su destino está fijado: "en Adán todos mueren" (Vers. 22). La frase "en Adán" no se refiere a la presencia de cada ser humano "en Adán", un tipo de presencia corporativa o mística en él, sino de la condición espiritual en la cual los seres humanos se encuentran como resultado de la caída del primer Adán. Ellos no han logrado escapar de la esfera del pecado que él trajo a la existencia. El Nuevo Testamento compara y contrasta a los dos Adanes para demostrar que el destino de los seres humanos ya no está determinado por estar "en Adán", sino por estar o no estar "en Cristo". Examinaremos los principales elementos de ese contraste. Primero, la Escritura llama a los dos Adanes un "Hijo de Dios" (Lucas 3: 38, 22). Adán es hijo de Dios por creación, mientras que Cristo, el segundo Adán, es el eterno Hijo de Dios. Segundo, el primer Adán "era del polvo de la tierra", pero el segundo Adán es "del cielo", indicando su lugar de origen (1 Coro 15: 47). Tercero, el primer Adán "fue hecho alma 208 Cruzando el abismo viviente" (vers, 45): en otras palabras, no tenía vida en sí mismo. La recibió de Dios. Pero el segundo Adán es Hespíritu vivificante" (vers. 45). Tiene vida en sí mismo y puede dar, y ha dado, vida a otros. Cuarto, el primer Adán escogió la desobediencia o la transgresión de la ley de Dios en un acto de rebelión contra él (Rom. 5: 19). Cristo vino y nunca quebrantó su relación con el Padre. Fue perfectamente obediente a Dios. Quinto, el primer Adán trajo el pecado al mundo (vers. 12); pero Cristo, como el segundo Adán, trajo el don que consiste en una superabundancia de gracia para todo el que la recibe (vers. 15, 17). Sexto, fue a través de Adán que la muerte entró al mundo, y ha pasado inexorablemente Ha todos los hombres" (Rom. 5: 12; 1 Coro 15: 21). De hecho, el reino del pecado se funda en la realidad de que todos mueren. De allí que lo que conseguimos de Adán es la muerte física y la muerte espiritual, no su pecado personal, en el cual no participamos. Cristo trajo a la raza humana vida eterna (Rom. 5: 21). Séptimo, el resultado de la transgresión de Adán, fue un juicio de condenación contra la humanidad pecadora (vers. 16, 18). A través de un acto de justicia el segundo Adán hizo posible lajustificación para los seres humanos pecadores (vers. 16), una justificación que trae Nvida eterna" a todos los hombres (vers. 18,21). Estos contrastes revelan que el primer Adán originó una familia humana separada de Dios, muerta espiritualmente. Como resultado de su pecado la muerte aflige a todos. Su condición ha hecho imposible para los seres humanos vencer el pecado en sus vidas y, consecuentemente, el pecado llegó a ser inevitable. Cristo trajo a la existencia en su propia persona una familia humana unida a Dios. Él ha dado a todos aquellos que le pertenecen nueva vida y, consecuentemente, el pecado ya no es su destino inevitable. Están vivos en él y el pecado ya no reina sobre ellos. Miembros de una nueva humanidad. Como se ha indicado, los seres humanos han nacido en la familia de Adán a través de su naci- Unión con Cristo 209 miento natural. Para ser parte de la familia del segundo Adán nosotros también necesitamos nacer en ella. A todos los que creyeron en el nombre de Jesús, "les dio potestad de ser hechos hijos de Dios, los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios" (Juan 1: 12, 13). Una declaración divina nos constituye hijos de Dios, poniendo fin a nuestra participación en la condición Adánica de muerte y pecado. La Escritura describe nuestra transferencia de una humanidad caída a una reconciliada como nuevo nacimiento. Los creyentes son aquellos que han "nacido de Dios" (1 Juan 3: 9; 4: 7). Jesús habló acerca de la experiencia del nuevo nacimiento como "nacer de nuevo" no a través de la debilidad de la carne, el nacimiento natural, sino a través del poder del espíritu obrando en la vida de la persona (Juan 3: 3, S, 6). De hecho, Pablo agrega que el viejo hombre, el que nació en la condición caída de Adán, ha muerto; y una nueva persona ha venido a la existencia, experiencia efectuada ritualmente en el rito bautismal, mediante el cual los creyentes se unen a Cristo (Rom. 6: 4-6). Cuando fueron bautizados el "viejo hombre fue crucificado con Cristo" (vers. 6) y fueron resucitados a una nueva vida en unión con Cristo. La nueva creación anunciada por los profetas fue inaugurada a través de la muerte y resurrección de Cristo, y aquellos que están en él son parte de esa nueva creación (2 Coro 5: 17). Se han vestido del "nuevo hombre creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad" (Efe. 4: 24). Los cristianos son llamados a convertirse en lo que Dios ha declarado que sean. Consecuentemente, Pablo los exhorta: "No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno" (Col. 3: 9, 10). A través del poder del Espíritu los miembros de la nueva humanidad ya no permiten que el pecado reine sobre ellos (vers. 4: 12). 210 Cruzando el abismo Cristo en nosotros. Estar Hen Cristo" es básicamente el equivalente de HCristo en nosotros H (ef, Rom. 8: 12; 2 Coro 13: 15; Col. 1: 27; Gál 4: 19; Efe. 3: 17). Hay una cierta reciprocidad entre las dos frases que hace que sea imposible reconocer la una sin afirmar la otra. Juan utiliza la metáfora de una viña para expresar las dos ideas en el contexto de la fructifitación de la vida cristiana: "Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí" (Juan 15: 4). En Gálatas 2: 20 Pablo proclama que fue crucificado con Cristo y que, consecuentemente, él ya no está vivo sino que Hvive Cristo en mí H. El hecho de que Cristo esté en el creyente demuestra la presencia de la justificación y señala el señorío de Cristo en la vida del cristiano. La morada de Cristo en el interior ocurre a través del Espíritu. Leemos: HEI Espíritu de Dios mora en vosotros" (Rom. 8: 9), él Hmo_ ra en vosotros" (vers. 11), y Dios nos da vida a través del Espíritu Hque mora en vosotros" (vers. 11). Cristo nos da poder a través del Espíritu para vivir una vida verdadera de servicio como nuevas criaturas. Podemos concluir que "vida 'en el Espíritu' es vida 'en Cristo' porque el Espíritu es la presencia del Resucitado, el Cristo espiritual. Esta es la base para la unión vital que existe entre el creyente y Cristo".s Conclusión Todos los beneficios de la expiación están disponibles para nosotros a través del Hijo de Dios. Nos apropiamos de ellos en unión con él. Esa unión tiene lugar a través del llamado divino a la fe y a la salvación y nuestra elección en Cristo, y se expresa en el rito bautismal. La frase Hen Cristo" coloca el énfasis en un compañerismo íntimo con Cristo basado en el reconocimiento de que él es Salvador y Señor. Aquellos que están en Cristo pertenecen a la nueva humanidad inaugurada a través de la obra redentiva de Cristo. Han nacido Unión con Cristo 211 de lo alto, a través del Espíritu, y son nuevas criaturas en Cristo. Para ellos el reino de la muerte y el pecado, la condición natural de aquellos que están en Adán, ha llegado a su fin. Cada uno de ellos ha encontrado en Cristo el centro de su vida. Referencias 1. "Decir que la elección tuvo lugar antes de la creación indica que la decisión de Dios fue hecha por su propia libre decisión y amor, que no dependió de circunstancias temporales o méritos humanos. Las razones de esta decisión estaban fundadas en la profundidad de su naturaleza misericordiosa y soberana". Peter T. O'Brien, Letter to the Ephesians (Grand Rapids: Eerdmans, 1999), p. 100). 2. Ibíd. "Uno podría decir que Dios determinó la existencia de la iglesia antes de la creación del mundo" (Emst Best, A Critical and Exegetical Commentary on Ephesians [Edimburgo: T &. T Clark, 1998], p. 624). 3. George W. Knight III, Pastoral Epistles: A Commentary on the Greek Text (Grand Rapids: Eerdmans, 1992), p. 375. 4. Elena G. de White, "The Elect of God", Messenger, 12 de abril de 1893. 5. Para un tratamiento más completo del tema ver: Ivan T. Blazen, In Christ: Union with Him as Savior and Lord in Paul, Biblical Research Institute Releases-2 (Silver Spring: Biblical Research Institute, 2005). 6. M. A. Seifrid, "In Christ", in DPL, p. 436. 7. W. Elliger, "En in, on, at," en EDNT, t. 1, p. 448. 8. Blazen, In Christ, p. 10. .... - ~'''!''!E *' ¿;¡jt'.\~ • ... ~~ r - ~ Expiación y puriffcación cósmica E l poder expiatorio de la muerte de Jesús alcanzará dimensiones cósmicas a medida que el conflicto entre Dios y Satanás llega a su fin. La Biblia describe la extirpación final del pecado y de los poderes del mal de la creación de Dios como una purificación. En ese sentido es la consumación de la obra expiatoria de Cristo como víctima sacrificial y como sumo sacerdote. Como hemos señalado, el ritual israelita del Día de la Expiación señalaba tipológicamente ese importante aspecto de la obra de Cristo. Comentaremos brevemente el Día de la Expiación en el libro de Daniel, la contribución de Hebreos, y los eventos escatológicos especificos que resultarán en un cielo nuevo y una tierra nueva libres del miasma mortífero del pecado. Visiones de purificación cósmica En el Antiguo Testamento el libro de Daniel desarrolla en forma particular el tema del conflicto cósmico y su solución. Describe la caída y levantamiento de los reinos, su oposición a Dios y a su pueblo, y su derrota final. Estamos interesados en la forma en que la batalla espiritual concluye. Al describir la solución final del problema del pecado Daniel lleva al lector al tribunal de justicia celestial (Dan. 7: 9, !O, 26, 27) Y al Día de la Expiación en el templo celestial (8: 13, 14). Los dos están estrechamente relacionados por el hecho de que el templo era también un lugar de juicio. La referencia al 214 Cruzando el abismo tribunal de justicia indica que la solución del conflicto cósmico toma lugar en un foro legal y público y que las decisiones adoptadas no serán arbitrarias sino legalmente defendibles. La justicia prevalecerá. El escenario del templo celestial coloca el énfasis sobre el objetivo final del proceso legal, es decir, la remoción de la impureza de la creación' de Dios y la restauración de la armonía en el universo. Ambas son inseparables porque la última no se podría ganar sin la primera. De hecho, como ya hemos indicado, el Día de la Expiación en los servicios del Santuario israelita era un día de juicio. En 'Daniel 7 la escena de juicio viene al final del conflicto sobrenatural y corresponde a la escena del Santuario en el capítulo 8, que también ocurre al final del conflicto cósmico. Ambas escenas nos llevan a la resolución escatológica del conflicto cósmica. El juicio vindica al pueblo de Dios, condena a sus enemigos, y clarifica completamente ante el universo como se ha involucrado Dios en el problema del pecado. Es a ese conjunto de ideas al que se refiere el Día escatológico de Expiación. Daniel proporciona más información al poner el juicio/purificación del Santuario celestial dentro de la corriente de la historia en un momento particular. La referencia a los 2300 días en Daniel 8: 14 señala al momento cuando la obra de purificación/juicio iba a comenzar, anunciando que el conflicto cósmico llegaría pronto a su culminación. El análisis contextualle permite al intérprete de la profeáa determinar que el período de los 2300 días comienza en el 457 a. C. y finaliza en 1844 d. C. Muchos cristianos consideran ofensivo ese aspecto de la visión apocalíptica. Una actitud tal es comprensible aunque no aceptable. Es comprensible que aquellos que crecieron bajo la influencia del racionalismo moderno no están dispuestos a aceptar que un ser humano era capaz de hacer predicciones que recibieran su cumplimiento 2300 años más tarde. Pero esa actitud no es aceptable porque las Escrituras deberían determinar las suposiciones y presuposiciones del lector y no al con- Expiación y purificación cósmica 215 trario. La interpretación de esa profecía no es arbitraria. Está fundamentada sobre terreno exegético y teológico.! Dios colocó esos períodos de tiempo profético en las Escrituras para ayudamos a comprender dónde nos encontramos dentro de su esquema escatológico de salvación y para motivamos a reconocer la importancia y la urgencia de los tiempos en que vivimos. El conflicto cósmico está llegando a su fin. La consumación de la obra de salvación de Cristo ha comenzado en la iniciación de su obra sumo sacerdotal de juicio en el Santuario celestial. En él está cumpliendo el servicio antitípico del Día de la Expiación. El escatológico Día de la Expiación en Hebreos La interpretación escatológica del Día de la Expiación también aparece en el Nuevo Testamento. La purificación como una imagen de expiación presupone que entendemos al pecado como un agente contaminador que necesita ser removido para restaurar las cosas a su estado prístino original. Este es particularmente el caso en ellibro de Hebreos, en el cual la imagen de purificación alcanza un importante nivel de significación en la historia de la salvación. La idea de que Cristo ha hecho purificación por los pecados es central en la epístola a los Hebreos. Purificación en el Día de la Expiación en Hebreos. El libro de Hebreos introduce rápidamente la idea de purificación. El apóstol escribe: "Habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas" (Heb. 1: 3). El pasaje describe dos eventos importantes en la obra de Cristo por nosotros. Primero hay purificación y luego entronización o asiento a la diestra de Dios. El pasaje sugiere claramente la finalidad, la terminación de una tarea en particular (purificación) y la exaltación del Hijo (sentarse en el trono). Pero no aclara cómo realizó Cristo la purificación. Con respecto al segundo elemento, cuando lo leemos a la luz del resto del libro el sentarse no debe ser 216 C11lZtIndo el abismo interpretado como descanso de todo trabajo, sino como el comienzo de una obra que está estrechamente relaáonada con, y que revela la naturaleza y significado de, la actividad de purificaáón. Hebreos utiliza varias expresiones para explicar la obra purificadora de Cristo en conjunáón con su entronizaáón: oPero Cristo, habiendo ofreádo una vez para siempre un solo sacrifiáo por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dioso (Heb. 10: 12). O[Cristo] sufrió la cruz, menospreáando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dioso (Heb~ 12: 2). Encontramos en ambos pasajes la combinaáón de los mismos dos eventos que se encuentran en Hebreos 1: 3, uno relaáonado con la obra sacrifiáal de Cristo y el otro con su entronizaáón. En el primer pasaje (Heb. 10: 12), en lugar de utilizar el término °purificaáón° el apóstol se refiere al °solo (único) sacrifiáo por los pecados ° ofreádo por Cristo. El segundo pasaje habla del sacrifiáo que Cristo ofreáó sobre la cruz, indicando que el autor bíblico está interpretando su muerte en términos sacrifiáales. Esto sugiere que su muerte es el instrumento de purificaáón. Podríamos deár que el sacrifiáo de Cristo hace posible la purificaáón y el perdón de los pecados (ver Rom. 3: 24-26). El sacrifiáo purificador/expiatorio fue ofreádo una vez y para siempre y, consecuentemente, Cristo no necesita dejar la presenáa de Dios para presentar un sacrifiáo adiáonal. Puede sentarse como rey. Pero luego continúa su ministerio en el Santuario celestial (Heb. 8: 2), directamente relaáonado con su obra de mediaáón y purificaáón. Hebreos señala que el sacrifiáo de Cristo purifica con eficaáa en tres maneras relaáonadas. Purificación de los pecados cometidos bajo el primer pacto: °Así [Cristo] es mediador de un nuevo pacto, para que interviniendo muerte para la remisión de las transgresiones que había bajo el primer pactoO (Heb. 9: 15). El sacrifiáo de Cristo legitimiza la purificaáón realizada simbólicamente en el tabernáculo y en el templo de Jerusalén. De este modo su sacrifiáo sobre la cruz perdona los peca- Expiación y purificación cósmica 217 dos de los pecadores arrepentidos. Es una purificación de los pecados pasados, cometidos bajo el pacto antiguo como transgresiones de la ley del pacto. Este efecto retrospectivo del poder purificador del sacrificio de Cristo no se registra únicamente en Hebreos, sino que está implícito en otros lugares del Nuevo Testamento (cf. Rom. 3: 25; Hech. 17: 30). Purificación del pecado ahora: El sacrificio de Cristo sigue siendo efectivo para los pecadores arrepentidos. Como ya lo hemos demostrado, Cristo aplica el poder expiatorio de la cruz a aquellos que encuentran en él a su sumo sacerdote celestial: lila sangre de Cristo [... ] limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo" (Heh 9: 14). Las obras muertas de las cuales somos limpiados IIson las mismas obras muertas de las cuales los cristianos son llamados al arrepentimiento (6: 1), y contrastan con 'las buenas obras' que los cristianos son llamados a realizar en amor (10: 24). No son obras de la Ley, sino los pecados que contaminan la conciencia ll.2 Esta purificación presente es parte intrínseca de la obra intercesora de Cristo a la diestra de Dios (Heb. 7: 25), y considera, no solamente a nuestros pecados pasados, sino también a los pecados no deliberados cometidos durante nuestro peregrinaje cristiano (Heb. 10: 26). En esa peregrinación debemos IIdespojamos de todo peso y del pecado que nos asediall (Heb. 12: 1). Es a través del poder del sacrificio de Cristo sobre la cruz, donde cargó los pecados de muchos (Heb. 9: 28), que Dios perdona nuestros pecados. El sistema israelita lo ilustraba a través de los servicios diarios. El sacrificio de Cristo cumple el significado tipológico de la purificación efectuada a través de los servicios diarios. La purificación y el D(a antitípico de la Expiación: El poder purificador del sacrificio de Cristo tiene también una expresión futura, representada por la limpieza ritual durante el Día de la Expiación, tipología que está presente en Hebreos: IIFue, pues, necesario que las figuras de las cosas celestiales fuesen purificadas así; pero las cosas 218 Cruzando el abismo celestiales mismas, con mejores sacrificios que estos" (9: 23). Es verdad que el libro no desarrolla completamente el significado de esa declaración, pero la mención indica que el apóstol tenía en mente un Día escatológico de Expiación. Muestra continuidad con el Antiguo Testamento en el cual, como ya lo hemos comentado, el ritual del Día de la Expiación señala a un futuro Día escatológico de la Expiación. El sacrificio de Cristo y el Día de la Expiación. El contexto inmediato de Hebreos 9: 23 discute la cuestión del sacrificio que se debía emplear en el Día antitípico de la Expiación. En los versículos 25,26 el pensamiento cambia brevemente del Santuario a ese sacrificio, para explicar por qué el sacrificio de Cristo es superior a aquellos empleados en la purificación del Santuario terrenal. El sacrificio es mejor porque este es único, lo cual el escritor demuestra contrastando el sacrificio de Cristo con los que ofreóa el antiguo sumo sacerdote. El sumo sacerdote Aarónico ofreóa cada año la sangre de diferentes víctimas sacrificiales, pero Cristo no aparece ante Dios para ofrecerse a sí mismo vez tras vez. Eso sería absurdo porque requeriría que Cristo sufriera sacrificialmente muchas veces desde la fundación del mundo. Así el autor establece que el sacrificio de Cristo es eficaz para tratar con todos los pecados cometidos desde el comienzo del mundo. La conclusión es que Cristo "se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado" (vers. 26). Él no entró al Santuario celestial para ofrecerse vez tras vez, sino para representarnos ante el Padre. Cristo se ofreció a sí mismo por nosotros sobre la cruz para quitar la barrera que nos separaba de Dios -la purificación mencionada en Hebreos 1: 3- y del acceso al Santuario celestial. Eso sucedió cuando tomó nuestros pecados sobre sí y murió por nosotros (vers. 28). Es importante observar que el versículo 26 no describe el sacrificio de Jesús en términos del ritual del Día de la Expiación sino, más bien, como una manifestación pública, el propósito de la cual era quitar o "erradicar el peca- Expiación y purificación cósmica 219 do".3 El contraste no es entre la entrada de Cristo en el Santuario celestial para iniciar el ritual del Día antitípico de la Expiación y la entrada del sumo sacerdote al Lugar Santísimo del Santuario terrenal durante el Día de la Expiación. Es, más bien, entre el sacrificio no repetitivo de Cristo sobre la cruz como una demostración pública y la multiplicidad de sacrificios ofrecidos por el Sumo Sacerdote año tras año durante el Día de la Expiación. El apóstol comenta aquellos sacrificios para ilustrar el hecho de que el sacrificio de Cristo es superior a los ofrecidos en esas ocasiones porque este nulifica al pecado una vez y para siempre, haciendo innecesario presentar otro sacrificio por el pecado. La implicación es que, siendo que el sacrificio de Cristo es único y final, no hay necesidad de ofrecer otro sacrificio para limpiar el Santuario celestial. Su sacrificio es mejor y más eficaz que aquellos traídos por los sacerdotes Aarónicos. Ese único sacrificio es efectivo en la solución final del problema del pecado. Propósito del Día de la Expiación en Hebreos 9: 27, 28. Los versículos 27, 28 hablan del propósito final de la purificación del Santuario celestial. El escritor utiliza una ilustración para dar énfasis a la obra final de Cristo como VÍctima sacrificial, y al hacerlo introduce una idea central con del ritual del Día de la Expiación. "y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio, así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos". El sacrificio de Jesús es tan final como la muerte de un ser humano. Él murió una vez llevando los pecados de muchos (véase Isa. 53). El autor bíblico relaciona implícitamente esto con la purificación del Santuario celestial cuando nos dice que el Hijo de Dios tomó nuestros pecados sobre sí mismo, es decir, asumió la responsabilidad por ellos. El juicio final sigue a la muerte de una persona, y en modo similar la muerte sacrificial de Jesús sería seguida por algo que es también inevitable: la segunda venida. La referencia al juicio puede parecer casual pero no lo es. El juicio está estrechamente relacionado 220 Cruzando el abismo con el significado teológico de la purificación del Santuario, como indiCó Daniel, y con la segunda venida. De acuerdo con Hebreos el juicio final es un evento futuro. Hebreos claramente establece que uel Señor juzgará a su pueblo" (Heb. 10: 30). Es precisamente en la segunda venida que Dios revelará a todos las decisiones que se adoptaron durante el juicio celestial (ef Rom. 2:5). El juicio del pueblo de Dios resultará en su salvación o vindicación, 4 como lo encontramos establecido inequívocamente en Hebreos 9: 28: uCristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado para salvar a los que le esperan". Ese pasaje nos lleva del evento de la cruz (Cristo cargando nuestros pecados) al tiempo del fin (segunda venida). Cristo llena ese vaáo temporal con su ministerio sumo sacerdotal upor nosotros" en el Santuario celestial. Hebreos expresa la consumación de su obra de salvación a través de dos ideas importantes. Primero, en el momento de su retorno en gloria su relación con el pecado terminará: aparecerá "sin pecado". Él trató con el problema del pecado sobre la cruz, como nuestro sacrificio, y sigue tratando con él en el Santuario celestial como nuestro Mediador; pero esa mediación concluirá después que termine su función mediadora ante el Padre. Segundo, él viene a utraer salvación a aquellos que lo están esperando". Este es el momento cuando la salvación del pueblo de Dios será consumada. En la segunda venida su pueblo estará esperando a su Sumo Sacerdote cuando salga del Santuario celestial con la salvación eterna para ellos. A la luz del resto de la epístola, esta purificación también señala hacia el establecimiento del reino de Dios (Heb. 12: 28; cf. Dan. 7), y al momento cuando todos los enemigos de Cristo, que ya han sido derrotados (Heb. 2: 14) sean upuestos por estrado de sus pies" (Heb. 10: 13). La última frase señala a la uvindicación final de Cristo donde sus enemigos son completa y finalmente sometidos a él".s Esta purificación resultará en un juicio ejecutivo que uconsumirá a los enemigos de Expiación y purificación cósmica 221 Dios" (vers. 27). Esa será la purificación final del universo de la presencia del pecado y de todas las potencias malignas. En Hebreos la purificación del Santuario celestial se refiere a las realidades del juicio final, a la consumación de la salvación del pueblo de Dios, y a la derrota final de las potencias del mal. De esta manera la epístola revela el significado tipológico del Día de la Expiación, enriqueciendo nuestra comprensión de la obra de Cristo por nosotros. La consumación de la salvación del pueblo de Dios La solución del problema del pecado es compleja y se realizará a través de eventos escatológicos especificos, estrechamente relacionados. Tiene tanto una dimensión terrena como una cósmica. La terrena trata con el pueblo de Dios mientras el problema de los impíos se resuelve junto con el destino de las fuerzas malignas cósmicas. Comentaremos ambos eventos. La salvación del pueblo de Dios. El regreso de Jesús en gloria es para los creyentes el momento más esperado en su peregrinación cristiana. Es su única esperanza en un mundo de maldad omnipresente. Viven en constante expectación de la realización de esa esperanza maravillosa. Para ellos, existir es esperar confiando en la fiabilidad de la palabra de aquel que dijo: ''Vendré otra vez" (Juan 14: 3). Para los hijos de Dios ese momento no es un momento de juicio en el sentido de la determinación de su destino final, sino de vindicación y revelación de la salvación. Incluso antes de la aparición del Hijo de Dios en las nubes de los cielos ellos están vindicados en el tribunal celestial. Allí su amante Salvador testificará de su fe y su profundo compromiso con él en medio de las más adversas y conflictivas circunstancias. El tribunal celestial llamará sus nombres para demostrar que Dios, a través de Cristo, fue justo y misericordioso al otorgarles el perdón de los pecados y la vida eterna. El universo reconocerá que sus obras de amor fueron ciertamente la encamación de 222 Cruzando el abismo una vida de fe en la sangre expiatoria de Cristo. La sentencia del tribunal celestial será a favor de ellos, consumando su salvación en Cristo (Dan. 7: 22). El momento del regreso de Cristo es, incuestionablemente, un momento de salvación para ellos. El Señor viene, no a juzgarlos sino a darles su recompensa de la vida eterna. Difícilmente podemos imaginar lo que sienten los redimidos mientras ven a su Salvador acercarse con esplendor celestial para llevarlos al hogar. Aquello que durante muchos siglos el pueblo de Dios solo podía ver con los ojos de la fe, será una realidad maravillosa que disfratarán con gozo. Serán glorificados por el poder del Señor resucitado y glorificado. La gloria que Adán y Eva perdieron será, finalmente, restaurada a la raza humana en cuerpos libres de la influencia corruptora del pecado y de la muerte. Los muertos resucitados, miembros de la familia terrenal de Dios, se unirán con aquellos que todavía viven y, revestidos de inmortalidad, Dios los sacará a todos de este mundo donde el pecado y el mal reinaron. Los portales de la eternidad se les abrirán mientras la presencia y la influencia corruptora del pecado y de la muerte cesarán para siempre. Para ellos, personalmente, el conflicto cósmico ha llegado a su fin. Están, finalmente, en su hogar. Los redimidos participarán en la solución de los aspectos cósmicos del problema del pecado. Durante mil años juzgarán a los impíos e incluso a los ángeles caídos (1 Cor. 6: 3; Apoc. 20: 4). Mientras examinan los registros celestiales serán testigos de la justicia del veredicto legal de Dios contra las fuerzas del mal. Ese juicio cósmico vindicará el carácter de Dios ante los ojos de aquellos que permanecieron fieles a él a través de la historia del pecado y la muerte en el universo. Si hubiera habido alguna duda en sus mentes con respecto al amor y la justicia de Dios, ahora quedan disipadas para siempre mientras ellos alaban a Dios por sus justos juicios contra el mal. Solución de la dimensión cósmica del pecado. Dios todavía tiene que resolver otra dimensión del problema del pecado antes Expiación y purificación cósmica 223 que se produzca la reconciliación cósmica. Satanás, sus ángeles caídos y sus seguidores de la tierra deben unirse a la familia celestial en el reconocimiento del amor y la justicia de Dios al tratar con el problema del pecado. Mientras los malvados están muertos como resultado del retomo de Cristo (2 Tes. 2: 8; Apoe. 19: 21), Satanás y sus ángeles tienen mil años sobre nuestro planeta para reflexionar en su participación personal en la crisis del pecado (Apoe. 20: 2, 3). El milenio es un período de tiempo extremadamente importante en el plan divino para restaurar la paz del universo. Es un período de transición de un mundo de muerte a uno de vida, de un mundo de rebelión a uno de armonía total. Mientras los poderes del mal reflexionan sobre todo lo que ha sucedido, comienza un proceso que los llevará finalmente a comprender que ellos estaban equivocados y que erróneamente proyectaron en Dios su propia maldad y su falta de amor. Pero al final del milenio, en el momento cuando Dios traiga de regreso a la vida a los malvados (Apoc. 20: 5), todavía no están listos para reconocerlo públicamente. En un intento desesperado para volver a obtener el control sobre la tierra como su centro de gobierno, Satanás y los impíos lanzarán un ataque contra la ciudad de Dios que ha descendido del cielo (Apoc. 20: 7-9; 21: 2). Mientras se apresuran para atacarla se encuentran confrontados con su propio pasado. Los libros del cielo se abren ante ellos, y ven sus propias vidas y el papel que desempeñaron en el conflicto cósmico (Apoe. 20: 11-13). Incapaces de defenderse contra los cargos y la evidencia, se dan cuenta que lo único que les queda es reconocer que son culpables de los cargos. La guerra cósmica llega a su fin: no solo a través de la persuasión, sino particularmente a través de la rendición de las fuerzas del mal ante el victorioso Rey, Jesús el Señor. Es en ese momento que sus rodillas se doblan mientras confiesan que incuestionablemente Cristo es el Señor (Fil. 2: 9-11). Ahora la gran controversia cósmica puede clausurarse. El carácter de Dios está vindicado aun ante los ojos de sus enemigos. 224 Cruzando el abismo Satanás, sus ángeles, y sus seguidores pueden entonces justamente ser removidos del universo. Aunque por un momento se resisten a rendir su vida, finalmente lo hacen, y Dios se las quita. Experimentarán el desamparo y abandono total de Dios mientras sucumben a la muerte segunda. El conflicto cósmico está resuelto en sus propias mentes mientras entran a la muerte eterna, completamente persuadidos de que Dios ciertamente era amor y que son culpables de todas las cosas de las que Dios los acusa. Un universo en paz. La nueva creación que comenzó con la encarnación del Hijo de Dios y que continuó con la regeneración a través del nuevo nacimiento de aquellos que pusieron su fe en la muerte expiatoria de Cristo, ahora llega a su consumación con la recreación de la tierra. Dios quitará permanentemente de ella todas las huellas del pecado y de la muerte a través del poder limpiador del fuego purificador. Juan dice: ''Vi un cielo nuevo y una tierra nueva" (Apoe. 21: 1). Las palabras del profeta Isaías se cumplen ahora: "Morará el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará; el becerro y el león y la bestia doméstica andarán juntos, y un niño los pastoreará" (Isa. 11: 6). Ahora el universo tiene perfecta armonía: en su centro se encuentra el amor de Dios demostrado en la vida sacrificial y en la muerte expiatoria de Cristo. Es, ciertamente, la cruz de Cristo la que hará el universo seguro para siempre y que hará imposible el resurgimiento del pecado. El poder de la muerte expiatoria de Jesús, lejos de disminuir con el paso de las edades eternas, continuará aumentando, revelando nuevas dimensiones de significado de la insondable profundidad del amor de Dios hacia sus criaturas. Los redimidos se regocijarán en el estudio de ese tema y continuarán alabando a Dios y a Jesucristo por el magnífico don de la vida eterna conseguido para ellos al costo de un divino sufrimiento/pathema que nunca serán capaces de comprender plenamente. Expiación y purificación cósmica 225 Conclusión El significado tipológico del Día simbólico de la Expiación señalaba al momento cuando la obra redentora de Cristo resultaría en la purificación del templo celestial y del universo. La purificación del Santuario consuma la salvación del pueblo de Dios, revelando que él ciertamente había sido justo y misericordioso al perdonar sus pecados y borrarlos para siempre de los registros del cielo. La obra de expiación a través de Cristo hizo posible que ellos literalmente se unieran a la familia celestial. El Señor vuelve en gloria para llevarlos al hogar celestial. La purificación del universo del miasma mortal del pecado no puede realizarse hasta que las fuerzas del mal mismas reconozcan que son culpables de todo lo que se les acusa y voluntariamente le pongan fin a su guerra contra Dios. El milenio prepara el camino para la clausura del conflicto y conducirá al reconocimiento de la justicia de Dios, incluso de parte de los poderes del mal. En ese momento el pecado y la rebelión llegan a su fin, sobrecogidos por el incomprensible amor del Crucificado. El resto de la historia todavía está por experimentarse en el contexto de la eternidad. Por lo menos sabemos una cosa: que será una experiencia de gozo eterno en la presencia de nuestros seres amados y en compañía del que nos amó tanto que cargó nuestra culpa y nuestra muerte en la cruz. Referencias 1. La mejor fuente de información aparece en la serie de Daniel y Apocalipsis del Committee Series que incluye títulos como Frank B. Holbrook, ed., Symposium in Daniel (Washington: BRI, 1986); ídem., 70 Weeks, Leviticus, Nature of Prophesy (Washington: BRI, 1986); ídem., Issues in the Book of Hebrews (Washington: BRI, 1989); Arnold V. Wallenkampf and Richard Lesher, eds., The Sanctual}' and the Atonement (Silver Spring: BRI, 1989); Y los artículos sobre "Divine Judgment n y "Sanctuary" en Raoul Dederen, ed., Handbook of Seventh-day Adventist Theology (Hagerstown: Reviewand Herald, 2000). 2. Harold W. Attridge, Hebrews (Filadelfia: Fortress, 1989), p. 252. 226 Cruzando el abismo 3. El griego eis athetesis (Lit., "para la remociónfanulamiento"), es una frase con significado legal "declaración de anulación" (M. Limbeck, Athetheo, "invalida, declara invalidado", EDTN, t. 1, p. 35). La preposición eis expresa una meta o propósito deseado. "El autor reconoce que el pecado permanece como una fuexza (12: 1), pero su condición dominante a sido abolida" (Craig R. Koester, Hebrews [Nueva York: Doubleday, 2001), p. 422). Hay una condición de "todavía no" en la remoción del pecado. Aunque su remoción ya es una realidad, su consumación todavía está en el futuro. Podríamos sugerir que la "remoción del pecado" ·es el equivalente de la redención que Cristo obtuvo por nosotros (Heb. 9: 12) y su victoria sobre los poderes del mal (Heb. 2: 14, 15). 4. En Hebreos "el pueblo de Dios no está exento de juicio (10: 30), y en la Nueva Jerusalén encontrarán que Dios es el juez de todos (12: 23). Sin embargo, el autor puede impulsar 'a los oyentes a permanecer fieles en la segura esperanza de que el juicio de Dios les traerá salvación (4: 9-10; 12: 22-24) en lugar de condenación" (Koester, Hebrews, p. 429). 5. Donald A. Hagner, Hebrews (Nueva York: Harper and Row, 1983), p. 141. ...... r - - S!;!t,~---!E ~~ ~~ - .J -.. Resumen E n la Biblia y en la doctrina y la teología adventistas la expiación es la solución final para el conflicto cósmico. El problema del mal y del pecado no es sencillamente una cuestión humana, sino algo que ha tocado en alguna forma a la totalidad de la creación de Dios. Su origen se encuentra en el pasado, en un período de tiempo anterior a la creación de la humanidad. Y su solución todavía precede a su origen. Mucho antes que existiera una criatura, la Deidad planeó la creación de seres inteligentes y la forma como afrontaría la posibilidad del mal. Fue en ese momento que Dios luchó con el problema del pecado y formuló un plan que, incuestionablemente, lo resolviera de una vez y para siempre. El santo, justo, misericordioso y amante Dios, el Creador, iba a tomar personalmente sobre sí la mayor parte del problema, no porque se sintiera responsable por ello, sino por su gran amor por sus criaturas. El costo sería sumamente alto, pathema/sufrimiento divino, concretamente. Durante las edades eternas el plan divino permaneció oculto en el seno de la Deidad. Con la entrada del pecado y la muerte en la familia humana, el Trío eterno activó el plan formulado en la eternidad. En el Jardín del Edén la totalidad de los beneficios del sufrimiento divino fueron anunciados y se pusieron a la disposición de Adán y Eva y de sus futuros descendientes. En el mismo centro del plan estaba la decisión de mostrar gracia a la humanidad pecadora, en lugar del rechazo divino. Dios reveló los elementos del plan en la 228 Cruzando el abismo experiencia de algunos de sus siervos (Abraham) y lo prefiguró en el sistema sacrificial. Incluso en el Edén mismo quedó claro que Dios iba a proporcionar un Sustituto, un Salvador, que cargaría sobre sí la penalidad del pecado en lugar del pecador. La totalidad del sistema sacrificial del Antiguo Testamento era un anuncio y anticipación de la venida del Salvador quien moriría. por los pecadores. El ministerio sacerdotal ilustraba la forma como el Señor trataría con el pecado personal (servicios diarios) y con el problema cósmico del mal (Día de la Expiación). Los diferentes rituales señalaban a la expiación como un proceso por medio del cual la impureza y la santidad se pondrían en contacto, trayendo como resultado la: expiación y el perdón del pecado. Los profetas proclamaron la venida del Siervo del Señor (Isaías), el Mesías, quien llegaría en un momento en particular para expiar los pecados del pueblo a través de su propio sacrificio (Daniel). Isaías anunció en forma magnífica la experiencia y la: obra del Salvador. Describió el rechazo del Siervo por los pecadores y su muerte sustitutiva como víctima sacrificial, cargando los pecados de todos para otorgarles inmerecida justificación. Esos elementos de la expiación, ya revelados en el Antiguo Testamento, pertenecen a la misma naturaleza de la expiación y deben llegar a ser una parte de cualquier discusión del tema. Lo que debemos evitar es desarrollar el tema de la sustitución de tal manera que mine la unidad de la Deidad y el amor de Dios. Lo que el Antiguo Testamento anunció y proclamó, llegó a ser una realidad en Cristo. El costoso sacrificio de Dios comenzó en el momento de la encamación de su Hijo. En el mismo tiempo una nueva creación que estaba en paz con Dios irrumpió en la antigua era del pecado y de la muerte. En la unión permanente de lo humano y lo divino en la persona del Hijo de Dios, Dios estaba ofreciendo a la humanidad un Mediador a través del cual podrían también unirse a él. Todo el ministerio de Cristo fue una revelación de la gra- Resumen 229 cia y el amor de Dios invitando a los seres humanos a reconciliarse con el Padre y unos con otros. No solo derribó las barreras del pecado que separaban a los seres humanos del Padre; sino cualquier cosa que pudiera separarlos unos de otros. En el centro del plan divino de la salvación de la raza humana está la cruz de Cristo. Era el medio de la redención, de la reconciliación, del perdón, de la expiación/propiciación, de la justificación, etc. La Escritura utiliza todas esas imágenes para enfatizar la riqueza del sacrificio de Cristo y cómo resolvió el problema del pecado en todas sus manifestaciones y ramificaciones. Sobre la cruz Dios estaba, ciertamente, llevando sobre sí la penalidad de todas las transgresiones de la raza humana, es decir, estaba asumiendo personalmente toda la responsabilidad por el pecado. Siendo que Dios no era, de hecho, responsable por el pecado, la cruz llegó a ser una gloriosa revelación de su amor sacrificial. Cristo experimentó sobre la cruz la penalidad por nuestro pecado, a saber, la eterna separación de Dios. Llegó a ser humano para tomar nuestro lugar y recibir lo que era justificable y legalmente nuestro; para que nosotros recibiéramos de él lo que era justificable y legalmente suyo. Pero es en este punto que el misterio de la expiación surge en toda su profundidad, poniendo límites a nuestra comprensión. Hemos sugerido que a causa de la unión permanente de la divinidad y la humanidad en el Hijo de Dios, la separación de la naturaleza humana del Padre fue al mismo tiempo la separación del Hijo del Padre. No podría ser de otra manera. El Hijo experimentó total y singularmente ese abismo y con ellos vino una indescriptible separación dentro de la Deidad. Dios sufrió como solo Dios podía sufrir. Experimentó la penalidad humana por el pecado en sí mismo. Consecuentemente, la expiación está firmemente fundada, no en el sufrimiento humano, sino en el pathema/sufrimiento divino. La resurrección, la ascensión y la entronización de Cristo en el Santuario celestial siguió a su muerte. Como Mediador ante el Padre, 230 Cruzando el abismo constantemente está aplicando los beneficios de su muerte expiatoria a los pecadores arrepentidos. Sin embargo, los seres humanos reciben muchos beneficios de su muerte, independientemente de que tengan o no una relación de fe con él. Hemos sugerido que aquellos actos misericordiosos son la "gracia común", utilizada por el Espíritu para inducir a los humanos al arrepentimiento. Aquellos que aceptan la invitación divina son los escogidos, y ellos reciben, a través de la mediación de Cristo, la plenitud de los beneficios de su obra expiatoria. A través del bautismo son incorporados a su evento salvador y son unidos a él. Ahora "en él", pertenecen a la nueva humanidad instituida por Cristo y no a la humanidad adámica de pecado y muerte. Ellos han nacido de nuevo y, por lo tanto, son una nueva creación. La mediación reconciliadora de Cristo en el Santuario celestial (la obra diaria antitípica de los sacerdotes) concluye con su obra de juicio (el Día antitípico de Expiación). La solución del conflicto cósmico tendrá su clímax en una teodicea ante el tribunal divino. Es a través del juicio que las fuerzas del mal se convencerán de la justicia y la misericordia de Dios en la obra de la expiación. La vindicación de su pueblo así como también la extinción de los malvados proveerá el escenario para una proclamación pública de la justicia y el amor divinos. Persuadidas del hecho de que son culpables de los cargos, las fuerzas del mal se rendirán en el conflicto en un completo reconocimiento del carácter amoroso de Dios. En ese momento el conflicto terminará y el cosmos será purificado de la presencia e influencia destructiva del pecado y del mal. El originador del mal y todos aquellos que decidieron seguirlo experimentarán la muerte eterna. Después de eso ... ¡La eternidad!