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el camino de la democracia

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EL CAMINO DE LA DEMOCRACIA
Bartolomé Miranda Jurado
El camino de la democracia
2ª edición
Mayo de 2022
Libros libres
Permitida su difusión por el autor
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El camino de la democracia
El camino de la democracia
Bartolomé Miranda Jurado
Fernán Núñez (Córdoba)
Mayo de 2021
© Bartolomé Miranda Jurado.
Ilustración portada: Bartolomé Miranda Jurado.
Diseño y maquetación: Bartolomé Miranda Jurado.
Editado: mayo de 2021.
1ª edición en mayo de 2021 en:
Vive Libro
ISBN papel: 978-84-18635-96-0
ISBN ebook: 978-84-18635-97-7
Depósito Legal: M. 12.507-2021
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El camino de la democracia
“Una sociedad es democrática en la medida en que
sus ciudadanos desempeñan un papel significativo
en la gestión de los asuntos públicos”.
Noam Chomsky
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El camino de la democracia
Índice
Presentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Pág. 7
Prólogo del autor . . . . . . . . . . . . . . . . Pág. 9
1. La democracia “primitiva” . . . . . . . Pág. 12
2. La democracia antigua . . . . . . . . . Pág. 35
3. La democracia moderna . . . . . . . . . Pág. 68
4. El presente de la democracia . . . . . Pág. 105
5. El futuro de la democracia . . . . . . . Pág. 122
Autor
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Pág. 137
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El camino de la democracia
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El camino de la democracia
Presentación
El camino de la democracia es una reflexión crítica sobre
la democracia, desde sus orígenes hasta hoy, de su contenido,
posibilidades, realidad y mitos, con la pretensión de hacer una
aportación en el interesante debate sobre la democracia. En
este análisis se intenta aclarar el concepto de democracia, su
origen histórico como sistema político, su evolución, la actualidad de los llamados sistemas democráticos, sus principales
problemas y sus posibilidades en el futuro.
Para esta reflexión el autor echa mano, así como de sus
propias ideas y opiniones, de conocimientos procedentes de la
antropología, la historia y la filosofía política.
El objetivo de esta obra no es otro que compartir una
preocupación que deberíamos tener todos sobre la convivencia humana, inquietud que podríamos sintetizar en esta
cuestión: ¿cómo podemos construir una sociedad y un mundo
donde haya justicia social y la dignidad alcance a todos los
seres humanos?
Parece claro que los sistemas democráticos son
preferibles a cualquier forma de sistema totalitario o dictatorial pues suponen un avance social, pero las democracias
actuales son más bien oligarquías permitidas por el pueblo,
pues aunque se dice que este tiene el poder, en realidad, las
instituciones políticas están muy mediatizadas por los intereses del poder financiero – industrial, siendo sistemas muy
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El camino de la democracia
mejorables, tanto, que la DEMOCRACIA, en su sentido
pleno, sigue siendo una utopía, estando todavía por conquistar. Para avanzar en el camino de la democracia es necesario
que se lleve a cabo una socialización del poder mediante una
mayor participación directa de los ciudadanos en la toma de
decisiones sobre la organización social. También una socialización de los recursos económicos para que podamos hablar
de justicia social. Tal vez así se puedan poner remedio a los
problemas actuales a nivel global: desigualdad, pobreza,
exclusión social, conflictos bélicos, violencia social y crisis
ecológica, entre otros.
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El camino de la democracia
Prólogo del autor
Aristóteles pensaba que el ser humano es un ser “político”
por naturaleza, es decir, está “condenado” o tiene tendencia
natural a vivir en la “polis”, en sociedad, porque solo viviendo
con otros seres humanos, en comunidad, puede desplegar todo
su potencial individual y colectivo. La cuestión es cómo
organizar esta vida en comunidad.
Por su parte, Kant expone la idea de la insociable sociabilidad según la cual en el ser humano hay una doble tendencia,
dos fuerzas naturales que lo empujan. Por un lado, el egoísmo,
que lleva al individuo a querer disponer para sí de todo y del
máximo de libertad; por otro, la sociabilidad, que lo empuja a
vivir con sus semejantes para beneficiarse de la vida en grupo
(seguridad, relación, satisfacción de necesidades…). Pero ¿cómo
armonizar o compaginar esas dos fuerzas antagónicas? ¿Qué
forma de organización política puede hacer que el ser humano
se sienta libre, aun viviendo con las restricciones a la libertad
que la vida en sociedad supone?
Estas cuestiones han encontrado respuestas diferentes en
la historia del ser humano. También desde la filosofía política. Si
echamos un vistazo a nuestra historia, encontramos sistemas
más o menos absolutistas, presencia o no de jefes o reyes, sistemas más o menos comunales o democráticos, aspiraciones
imperiales o regímenes más autárquicos, etc. Desde la teoría
política, innumerables pensadores, además de los mencionados
anteriormente, han intentado dar respuesta a estas cuestiones
(Hobbes, Locke, Maquiavelo, Rousseau, Kant, Marx, Bakunin,
Mill, Rawls, entre otros). Todavía hoy, el ser humano sigue
buscando el mejor sistema político posible, una forma de
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El camino de la democracia
organización social que pueda servir a la dignidad y felicidad de
todas las personas.
Otra cuestión a debatir es la idea de “bien común”, o en su
forma actual, la idea de “interés general”, ideas manejadas por
la clase política, sin estar muy claro, pues no se explica lo
suficiente, a qué se refieren con ellas. Además, ¿existe realmente el bien común o interés general? ¿Cómo se establecen?
Porque es evidente que la sociedad se compone de personas,
grupos o clases sociales, determinadas por distintos elementos,
con diferentes intereses, muchas veces, contrapuestos. Cualquier decisión política del gobernante seguro que afecta de
forma distinta a esas personas y grupos sociales. Seguro que no
todos estarán de acuerdo en que esa decisión es conforme con
el bien común o interés general. Habría pues que establecer y
explicar bien el contenido del bien común (de la colectividad) o
del interés general. ¿Es lo mismo el bien común que el bien de la
mayoría? ¿En qué consiste el bien colectivo? ¿Cómo establecerlo?
En la actualidad predomina la idea de que la democracia,
en su forma representativa, concretada en diversos modos de
parlamentarismo, es el mejor sistema político posible, la mejor
forma de establecer y proteger el bien común o interés general
de la sociedad. En nuestro entorno, a través de los medios de
comunicación o de formación de masas, desde el poder político
y desde determinadas instancias culturales, se nos repite hasta
la saciedad que vivimos en un sistema democrático, que este es
el mejor de los mundos posibles, que no hay alternativa a este
sistema; por ello, debemos cuidarlo, no ponerlo en peligro, no
vaya a ser que se debilite, y lo que venga será peor.
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El camino de la democracia
Dicen que a fuerza de repetir una idea muchas veces y
durante mucho tiempo se puede convertir en una "verdad"
indiscutible; pues eso pasa con esta idea sobre la democracia,
aunque se trate, como veremos, de una idea más que discutible.
Un sistema democrático, tal como se nos presenta en los países
llamados "democráticos", etc., puede y debe ofrecer mayores
posibilidades de libertad y bienestar que un régimen dictatorial,
pero ello no significa que esta democracia no pueda cuestionarse ni que no haya alternativas que la mejoren como este
sistema social.
En las páginas que siguen intento hacer un análisis sobre la
democracia, desde sus orígenes hasta hoy, de sus contenidos,
posibilidades, realidades y mitos, dejando claro que esta crítica
solo pretende ser una pequeña aportación en el interesante
deba-te sobre la democracia.
Invito a los lectores de este escrito a realizar una mirada
crítica, desde la reflexión, de las ideas que en él aparecen,
porque el objetivo no es otro que compartir una preocupación
que deberíamos tener todos, que podríamos sintetizar en una
cuestión: ¿cómo podemos construir una sociedad y un mundo
donde la justicia social y la dignidad alcancen a todos los seres
humanos?
Espero y deseo que esta lectura sea de provecho, que
ayude a comprender el mundo en que vivimos, a conocer de
dónde venimos y a reflexionar sobre la necesidad de mejorar la
convivencia social y construir un mundo mejor. Salud.
Fernán Núñez, mayo de 2021
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El camino de la democracia
1. La democracia “primitiva”
Está claro que resulta difícil aventurar cómo era la
forma de organización política de las comunidades humanas
primitivas. Hay escasa información al respecto y es difícil
interpretar esa información, pero las investigaciones de diferentes ciencias como la historia, la arqueología, la antropología, la etnología y la etnografía, con base en el estudio de
la información disponible y de las llamadas comunidades
“primitivas” contemporáneas y actuales de diferentes lugares
del mundo, han permitido dibujar y reconstruir cómo
debieron vivir y organizarse las comunidades humanas del
Paleolítico Superior y de las primeras aldeas y pueblos del
Neolítico, es decir, en base a todos esos estudios imaginamos
cómo parece ser que vivían y se organizaban los humanos de
las comunidades ágrafas.
Los seres humanos difícilmente pueden vivir de
manera aislada e individual. Para poder satisfacer todas sus
necesidades materiales, intelectuales y afectivas, necesitan de
otros seres humanos, por ello, hay en la humanidad una
tendencia natural a vivir en grupo, en comunidad, habiendo
en esa convivencia social grandes ventajas de supervivencia y
desarrollo, pero también grandes inconvenientes, porque la
relación con los demás puede generar conflictos de intereses y
cada individuo debe restringir sus apetencias personales,
resultando necesario regular esa convivencia mediante reglas
o normas, más menos explícitas, que garanticen cierta cooperación entre los miembros de la comunidad, controlando a la
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El camino de la democracia
vez las tendencias egoístas y antisociales de los individuos
que orientan a cada uno hacia el máximo de libertad, posesión y poder. En el ser humano hay esa doble tendencia hacia
la solidaridad y el dominio con respecto a los demás, pudiendo dominar unas tendencias u otras, dependiendo de las
circunstancias y del contexto sociocultural.
Todo parece indicar que los humanos del Paleolítico
Superior (35000 a 10000 a. n. e.) formaban pequeños grupos
o comunidades (bandas) que podían oscilar entre cuarenta y
cien individuos aproximadamente, grupos que se movían por
la geografía buscando alimento, aunque podían permanecer
en un mismo territorio, instalados en chozas o cavernas,
semanas, meses e incluso años, dependiendo de los ciclos
naturales de plantas y animales, de los periodos estacionales
y de los recursos disponibles en ese espacio físico, teniendo en
cuenta que el desarrollo de ciertas tecnologías, como utensilios de piedra, redes, etc., permitían explotar los recursos de
un área geográfica durante más tiempo, pudiendo permanecer en un mismo lugar un periodo prologando.
Las actividades económicas de estas bandas iban encaminadas a subsistir; era una economía depredadora que tenía
por objetivo la satisfacción de las necesidades básicas de
alimentación y protección. Para ello extraían recursos de la
naturaleza, mediante la caza de animales, que les permitía
conseguir carne y otros materiales (pieles, hueso). También,
la pesca en ríos, lagos y costas era una fuente importante de
alimento para las comunidades que tenían acceso a estos
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El camino de la democracia
ecosistemas. La recolección de frutos vegetales y forrajes del
entorno, antepasados del trigo y la cebada, etc., permitían el
abastecimiento de alimento distinto a la carne o el pescado.
También dedicaban su tiempo a la talla de instrumentos que
utilizaban para la caza, la defensa o elaborar alimentos y
otros materiales de pieles, madera, etc. El trabajo industrial
producía guijarros tallados y bifaces, puntas de lanza y flechas, raederas, cuchillos, buriles, arpones, arcos, flechas,
agujas, trampas, redes, hoces, molinos de mano, anzuelos,
primeras formas de embarcación y adornos personales como
collares y pulseras, utilizando para ello diferentes materiales
del entorno como piedra, madera, hueso o asta. Algunas
comunidades aprovecharon los refugios naturales como cuevas o cavernas para instalarse. Otros grupos construyeron
pequeñas cabañas o chozas de material vegetal para resguardarse de la intemperie y protegerse de amenazas. El
descubrimiento y dominio del fuego permitió la elaboración
de alimentos, la defensa y la protección del frío en lugares
donde este era más significativo y constante, además de
favorecer la comunicación alrededor de la hoguera. Posteriormente, el fuego permitiría el trabajo con metales para
elaborar diferentes instrumentos, utensilios y armas.
También comienzan a desarrollarse las primeras manifestaciones religiosas en las comunidades humanas. Como
consecuencia de sueños, visiones y deducciones erróneas,
aparece el animismo o época mágico-religiosa, caracterizada
por la creencia en espíritus, con los que se podían relacionar
mediante rituales ceremoniales dirigidos por chamanes,
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El camino de la democracia
hechiceros o “sacerdotes”, que lideraban la magia o el ritual
para relacionarse con esos espíritus o los “dioses”,
destacando los ritos de caza, asociados a las pinturas
rupestres; ritos de fertilidad o fecundidad, relacionados con la
aparición de pequeñas estatuillas femeninas que representaban a la Tierra o diosa madre (venus paleolíticas), al parecer, primera divinidad creada por la cultura humana y a la
que asocian los ciclos de la naturaleza y la fertilidad; el culto
a los muertos y los antepasados, relacionado con la creencia
en otra vida y que llevaba a enterrar a los semejantes (o sus
cenizas) con todo un ajuar que se suponía necesario en el más
allá; así como otros ritos asociados a los ciclos estacionales,
fenómenos naturales y la creencia en seres superiores, que
podían controlar todo y con los que había que llevarse bien
mediante ofrendas y “sacrificios” rituales; estableciéndose
también códigos normativos morales sobre el bien y el mal,
así como premios y castigos asociados al hecho religioso y las
divinidades.
El hombre primitivo se sentía afectado por el misterio de
la muerte, la procreación o los procesos de la naturaleza. En
su precariedad natural sentía una fuerte dependencia de una
providencia divina que regía las fuerzas naturales y proporcionaba bienestar, aunque también podía proporcionar
sufrimiento; por eso, intentaba establecer relaciones de
amistad con dichas fuerzas sobrenaturales, de las que dependía su destino, deseando que no todo terminase con la muerte, sino que hubiese algo más allá de ella.
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El camino de la democracia
Las representaciones artísticas solían estar asociadas a
rituales mágico-religiosos y estaban formadas principalmente
por pinturas y grabados sobre piedra, hueso o pieles; estatuillas de barro, hueso, asta, marfil o madera, que representaban animales o divinidades.
Desde estas primeras manifestaciones religiosas se desarrollarían posteriormente el politeísmo, mediante el cual se
unifican aspectos concretos de la realidad en diversas divinidades; y, más tarde, el monoteísmo, al concentrar todos los
poderes en una única divinidad.
Podríamos decir que el hecho religioso es una creación
cultural de la humanidad para dominar intelectualmente el
entorno donde vive, dando respuesta a todo aquello que
desconoce, ignora o le supone un misterio, produciéndose
posteriormente otras creaciones culturales distintas a la
religión, como la filosofía, el arte, la literatura y la ciencia.
¿Cómo se tomaban decisiones en estos grupos humanos?
¿Cómo decidían lo que iban a hacer? Parece ser que en ellos
había ausencia de jerarquía o dominio de unos sobre otros, es
decir, no había dentro del grupo individuos que mandasen a
todos los demás o que tomasen decisiones generales por todo.
Había cierta división del trabajo (cooperación) atendiendo a
criterios de sexo y edad, así, posiblemente, las mujeres, niños
y ancianos se dedicaban principalmente a la recolección, a la
preparación de alimentos y a las crías pequeñas. Por su parte,
los hombres más jóvenes se dedicaban sobre todo a la caza y
a la pesca, pero esa diferenciación en el reparto de las tareas
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El camino de la democracia
no tenía ninguna significación social, sino que todas ellas
eran complementarias para la supervivencia de la comunidad, no asignaban mayor o menor poder social a tal o cual
tarea, porque eran igual de importantes para poder sobrevivir.
Había periodos de buena caza, pero había otros de escasez o
dificultad. En estos casos, la recolección proporcionaba alimentos al grupo de una manera más estable que la caza o la
pesca, es decir, la recolección realizada por mujeres, ancianos
y niños proporcionaba una mayor seguridad alimentaria a la
comunidad. Investigaciones actuales parecen indicar que en
las comunidades humanas nómadas no había tanta distinción
de género como se pensaba hasta ahora en cuanto a las tareas
que llevaba a cabo cada sexo, sino que hombres y mujeres
compartían tareas, dependiendo de las circunstancias del
momento, es decir, la visión rígida del hombre-cazador y
mujer-recolectora parece no responder a la realidad histórica
pues las mujeres también participaban en tareas que se
pensaban propias sólo del hombre. Dichas investigaciones
apuntan a que la diferenciación social de género se desarrolla
con el proceso de revolución neolítica. El trabajo, por tanto,
basado en la complementariedad y la cooperación de los
miembros del grupo, no asignaba rango de ningún tipo. En
estos grupos, donde todos se conocen, la reciprocidad y el
interés colectivo dominan en la vida social. Las desigualdades
en el acceso a los recursos y herramientas son insignificantes,
no hay riqueza ni acumulación de alimentos o herramientas,
comparten el alimento y se prestan los utensilios unos a otros.
La propiedad individual no se ejerce sobre tierras o recursos
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El camino de la democracia
alimentarios, se reduce a armas, ropas, recipientes, útiles,
redes, flechas, lanzas, etc. Cada uno dispone de lo que
produce, pero también los demás miembros del grupo pueden
disponer de esos elementos si lo necesitan, basta con pedirlo
cuando sea necesario, y cuando ya no lo necesita, puede
devolverlo, o tal vez, su dueño anterior, elabore otro. Hay
reciprocidad e intercambio para equilibrar lo que a cada uno
le falta, la propiedad no suele generar conflictos relevantes.
Un aspecto importante a tener en cuenta es que la
descendencia tenía un carácter matrilineal, es decir, las
mujeres marcaban la línea de descendencia de la prole de la
comunidad.
En estas sociedades igualitarias no había ninguna autoridad o institución de poder que impusiera decisiones al grupo, sino que estas decisiones se basaban principalmente en el
liderazgo. El líder natural era aquel individuo que tenía
ciertas aptitudes que destacaban sobre los demás para determinadas tareas, pero no para otras; así, por ejemplo, cuando
cazaban, el líder o guía, el que tenía mejores cualidades y
habilidades para la caza, era el que organizaba al grupo de
cazadores, elegía el terreno, la presa, y los demás lo seguían
como a una “autoridad”, porque despertaba su confianza en
él, pero una vez terminada la caza, el líder era un miembro
más del grupo. Cuando se hacía otra tarea, como construir
chozas, recolectar, pintar en las paredes de las cuevas o tablas
(ritos), tallar materiales naturales como la piedra o el hueso,
hacer figurillas o grabados sobre hueso o piedra, o defenderse, el líder podía ser otro miembro del grupo, hombre o
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El camino de la democracia
mujer (menos frecuente), aquella persona con dotes naturales
para esa tarea concreta. Por ejemplo, en el tallado, el líder era
el que tenía mayores habilidades para ello, los demás seguían
sus consejos o instrucciones sobre posiciones, habilidades y
materiales para realizar mejor la talla en piedra u otro
material. Podemos hablar, por tanto, de roles sociales que se
ponen al servicio de toda la comunidad o banda, útiles en
momentos determinados de la vida social en comunidad,
pero sin relevancia política posterior, porque, al parecer, la
solidaridad interna y el mutualismo eran el fundamento de la
comunidad. El liderazgo carece de poder para exigir obediencia, va asociado y se fundamenta en habilidades personales y
el prestigio que tiene dentro del grupo. Sus decisiones u
opiniones cuentan en el momento de realizar la actividad
para la que es considerado más competente que los demás.
Una vez finalizada esa tarea, sus opiniones no valen más que
las de otros miembros del grupo; su “autoridad”, más persuasiva que impositiva o coactiva, desaparece. En caso de
“discusión” en un momento o tarea determinada, o en un
conflicto entre personas, el líder en ese momento, debe tener
en cuenta las opiniones generales que predominan en el
grupo para mantener la suya propia, debe procurar convencer
a los demás para que colaboren en lo que se está haciendo,
porque es bueno para la comunidad. El líder asume la responsabilidad en un momento dado, para unas actividades concretas, por ello puede ser admirado y respetado por los demás,
pero esa admiración puede invertirse si el grupo no comparte
sus opiniones o decisiones; entonces el líder pierde la auto19
El camino de la democracia
ridad y el liderazgo. En ocasiones, estos liderazgos adquirían
cierta estabilidad social, con cierto liderazgo “político”, pero,
lejos de tener prebendas por ello, el líder o cabecilla de la
banda tenía que contar con los demás y dar ejemplo, persuadir más que imponer o mandar, mediar en los conflictos con
justicia, ser generoso, trabajar más de los demás, etc., para
seguir manteniendo la confianza del grupo. Cuando las
bandas crecían en población o se agrupaban formando tribus,
el liderazgo podía adquirir, a veces, ciertos rasgos de
“autoridad” en tareas de redistribución y reparto, pero siempre contando, según el tamaño de la tribu, con el respaldo de
los demás miembros de la comunidad o un consejo de
ancianos.
Cada banda tenía su espacio físico territorial, aunque
podía entrar en conflicto con otros grupos por el control de
los recursos, pero, en la medida de lo posible, intentaban
evitar el conflicto y la guerra entre comunidades, a veces,
mediante la fusión de distintas bandas, formando un grupo
mayor (tribu), otras veces mediante el alejamiento de una de
ellas hacia otros territorios. Es importante tener en cuenta
que en esa época la densidad de población era muy pequeña
en los territorios habitados, por lo que podemos suponer que,
salvo momentos y lugares concretos, estos grupos humanos
podrían disponer de espacio físico en el que poder subsistir
sin grandes dificultades. Los conflictos internos se resolvían
mediante la actuación de un líder mediador, el cabecilla del
grupo, la aceptación de recompensas, y, en casos más
extremos, una banda podría separarse en diferentes grupos
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El camino de la democracia
más pequeños. Otras veces los conflictos internos se resolvían
mediante la decisión colectiva, por aclamación o presión
sobre los implicados o responsables; también podía imponerse el aislamiento temporal o alejamiento de grupo. Sería una
ingenuidad pensar que estos seres humanos vivían en armonía permanente. Seguro que el conflicto y la violencia estaban
presentes en el interior de las comunidades y en las relaciones
entre distintas bandas y tribus, pero parece que estos conflictos o “guerras”, por las circunstancias antes descritas, eran
esporádicos y se podían resolver con un bajo grado de
violencia. En los casos más extremos, por ejemplo, en el de
asesinato, un líder, un mediador o la comunidad, intenta
convencer a quienes han perdido a su pariente más cercano
para que acepte una compensación antes que recurrir a la
venganza, además de tomar medidas de aislamiento temporal
o definitivo contra el responsable, si se considera “culpable”.
También podía haber conflicto interno si en el grupo había
individuos que pretendían vivir a costa del trabajo de los
demás. Son los llamados “gorrones” o “gandules”, personas
que no colaboran con la comunidad de manera suficiente,
que se hacen los remolones a la hora de “trabajar” para
satisfacer las necesidades. La presión social o la opinión
pública actúan sobre estos individuos para que colaboren. Si
no cambian su actitud, se enfrentan a sanciones de alejamiento e incluso expulsión en los casos irresolubles, aunque,
normalmente, estos gorrones, una vez descubiertos, participan más con la comunidad.
21
El camino de la democracia
Desde el décimo milenio anterior a nuestra era, las
comunidades humanas desarrollan nuevas técnicas de
producción de alimentos relacionadas con la pesca y el
manejo de cultivos y animales, lo que lleva a un aumento de
la producción. Este desarrollo cultural culmina en la
agricultura y la ganadería como actividades de supervivencia
más importantes; también en la construcción de asentamientos humanos más estables (sedentarismo). Estamos
hablando de la revolución neolítica, que llevaría al desarrollo
de aldeas y pueblos, nuevas tecnologías más productivas por
el uso de instrumentos y herramientas más eficaces, el
desarrollo de la cerámica (horno) para elaborar diversos
recipientes, la creación del telar para tejer con lino, cáñamo,
lana o esparto; el desarrollo de nuevas técnicas de pulimento
de piedra, hueso y asta; la construcción de viviendas menos
precarias, más estables, utilizando materiales más fuertes
como la madera, la piedra y el adobe o ladrillo de barro;
construcciones de uso público para el regadío o con significación religiosa para la celebración de rituales; la invención
de la rueda, que potenció el transporte y posteriormente el
comercio entre distintas comunidades o aldeas; perfeccionamiento de instrumentos y herramientas como hachas,
puñales, hoces, azadas, etc., a los que se irían añadiendo el
arado, el telar y el torno o rueda alfarera. Parece ser que estas
comunidades agrícolas, ganaderas o mixtas, siguieron, en
principio, practicando la economía depredadora anterior,
basada en la caza, la pesca y la recolección, como complemento para la alimentación. Primero se desarrollaron en
22
El camino de la democracia
lugares con menos recursos, es decir, en comunidades más
pobres, con más población, como una respuesta a nuevas
necesidades, aunque también hubo factores culturales y de
desarrollo intelectual que incidieron en estas transformaciones. Con respecto a la agricultura, parece ser un
descubrimiento por asociación mental. Las mujeres, que
junto a niños y ancianos trasladaban los frutos de la
recolección de grano a los hogares, observaron que, con el
tiempo, donde caía semilla crecían nuevas plantas, surgiendo
así la idea del cultivo y comenzando a practicarse el
sembrado de manera intencional, en lugares más controlados.
La agricultura se convierte en la actividad económica
fundamental, añadiendo nuevos cultivos al trigo o la cebada,
como las lentejas, los garbanzos y las habas; más tarde, el
olivar. Con respecto a la ganadería, los animales se acercaban
a los cultivos humanos donde tenían más fácil el alimento.
Esto facilitó su control por los “ganaderos”, primero sin
obstáculos naturales, pero posteriormente se utilizaron vallados para controlar mejor a estos animales y los cultivos según
los intereses. Se cogían los animales según necesidades. Es así
como se desarrolla la ganadería, primero con animales como
la oveja o la cabra, después con la vaca y el cerdo. Más tarde
se utilizarían algunos animales como el asno y el buey para
las labores agrícolas (arado) o el transporte. Otros animales se
aprovecharon para la extracción de leche. Este proceso de
transformación neolítica se desarrolló en diferentes periodos.
En Asia comienza sobre el décimo milenio a. n. e. Después,
este fenómeno se extiende a otros lugares, a Egipto y próxi23
El camino de la democracia
mo Oriente sobre el séptimo milenio y al Mediterráneo sobre
el cuarto milenio. Aparecen otros focos neolíticos en América
y China, al parecer, como fenómenos independientes de otros
lugares, entre el sexto y el tercer milenio a. n. e.
En principio, las comunidades neolíticas mantienen
las estructuras sociales y formas de funcionamiento anteriores, basadas en el reparto del trabajo, pero sin relaciones de
dominio o jerarquía. El liderazgo (líder o cabecilla) sigue
siendo la base de la organización política, dentro de la
diversidad antes explicada. Comienza a desarrollarse una
mayor diferenciación de género en el reparto de tareas. Los
hombres se dedican sobre todo a la caza, el pastoreo y la
defensa. Las mujeres y ancianos, a la recolección, sembrar en
los huertos, cuidar las casas y atender a los más pequeños. La
mujer también participa en la elaboración cerámica, tejido y
reparto de alimentos. La tierra es comunal, se comparte, así
como la organización del trabajo y la distribución de los
productos obtenidos. En algunas comunidades aparece la
pequeña propiedad privada, al distribuirse la tierra comunal
en pequeños trozos, para el cultivo familiar del huerto, pero
en esta distribución no hay discriminaciones, se hace para
todos. Parece ser que la estabilidad de esta nueva forma de
vida facilita el crecimiento de la población, lo que lleva a que
la mujer estuviera más ocupada en la crianza y tuviera
menos tiempo entre parto y parto, impidiendo esto que se
pudiera dedicar a tareas que antes sí realizaba. Algunas
investigaciones señalan este momento como el punto de
partida del patriarcado, asociado al patrilocalismo, donde las
24
El camino de la democracia
mujeres eran las que se desplazaban a otras aldeas para
contraer matrimonios concertados, llevando nuevos genes y
conocimientos a otras comunidades.
Una primera conclusión que podemos extraer de todo
este análisis es que en las comunidades paleolíticas y los
primeros pueblos (aldeas) horticultores y ganaderos del
Mesolítico y del Neolítico, con los problemas de convivencia
antes explicados, predomina una estructura sociopolítica que
podríamos llamar como “democracia primitiva”. El poder
emanaba de todos los miembros de la comunidad, que
participaban de alguna manera en la toma de decisiones que
afectaban a todo el grupo. El término democracia aparece
mucho después, en la Grecia clásica, pero su contenido sí
podemos identificarlo en estas comunidades. Si el significado
general de la democracia es que el poder está en el pueblo,
entendiendo por pueblo al conjunto de la comunidad, creo
que es adecuado emplear el término “democracia primitiva”
para definir esta forma de organización social de las
comunidades primitivas del Paleolítico y el primer Neolítico;
una forma de organización social que se fundamenta en el
comunalismo, denominada por el marxismo como “comunismo primitivo”; lo que para algunos antropólogos es una
especie de anarquía ordenada, donde no hay jefes ni
autoridad política que se imponga al grupo, sino que de
forma colectiva, con la participación de todos, se organiza la
convivencia social. Una democracia directa, basada en la
reunión de aldeanos (asamblea), donde no hay diferencias de
25
El camino de la democracia
clases sociales, sino un igualitarismo en el acceso a los
recursos disponibles y a la toma de decisiones.
Pero esta situación de igualdad y comunalismo iría
cambiando poco a poco. El desarrollo económico y cultural
del Neolítico va acompañado del desarrollo urbano.
Aparecen núcleos de población más grandes, pueblos y
ciudades que comienzan a fortificarse. Se desarrolla el regadío, ya utilizado anteriormente, pero con nuevos sistemas de
acumulación y distribución del agua; aumentan la capacidad
productiva y la población. Aparecen los excedentes de producción, es decir, se empiezan a acumular alimentos, herramientas, tejidos, etc. Se desarrolla la artesanía y el comercio,
con nuevos medios de transporte facilitados por la rueda y la
embarcación de vela; posteriormente, la minería, con el uso
de los metales como el cobre, el bronce y el hierro. Con todo
ello se produce una mayor especialización de las actividades
económicas y sociales. Se consolidan los grupos de artesanos,
comerciantes, guerreros, mineros, sacerdotes, junto a agricultores y ganaderos. Comienza a desarrollarse la escritura
como medio de control de excedentes, registro de población,
anotaciones sobre tributos y control sobre redistribución.
Aparece el dinero como vehículo de cambio en el comercio
para sustituir al trueque, primero con el uso de abalorios y
conchas, después con la acuñación de moneda de diferentes
metales, desde el cobre a la plata o el oro. La moneda facilita
el intercambio, también la acumulación, lo que supondrá
fuente de innumerables conflictos, porque la riqueza y el
26
El camino de la democracia
poder se verán desplazados desde el control de alimentos a la
acumulación de dinero.
En una mayor complejidad social surgen elites que
controlan la producción, los almacenes comunales, la
redistribución de excedentes, los sistemas de regadío y el
desarrollo técnico. También organizan el trabajo de la
comunidad y dirigen los ritos religiosos. Es decir, algunos
miembros de la comunidad (líderes o cabecillas), desde la
posición o cargo social que ocupan por la confianza que la
comunidad les ha dado, empiezan a tomar decisiones sin
tener en cuenta a la comunidad. La asamblea popular va
dando paso a los consejos locales, donde los ancianos y los
cargos de control tienen el poder de decisión. Se desarrolla la
desigualdad social y la jerarquía, pues mientras unos mandan, otros tienen que obedecer sin opinar. Mientras unos
acumulan riquezas, otros se ven despojados de ellas. Así
comienza a desarrollarse una nueva estructura política basada
en la “burocracia estatal”. Desaparecen o se reducen los
rasgos de igualitarismo y complementariedad, la mujer irá
siendo apartada de las tareas productivas más importantes o
se da mayor importancia a las tareas productivas realizadas
por los hombres, es decir, se desarrolla la jerarquía entre
sexos. El poder de los hombres aumenta a la vez que el de la
mujer se reduce. El matricentrismo se debilita en favor del
patricentrismo, que dará lugar al patriarcado, con el establecimiento de la línea sucesoria paterna sobre tierras y bienes
familiares. También se produce la sustitución de las diosas
por los dioses como elementos de culto.
27
El camino de la democracia
Desde estos grupos de poder o elites locales se irá
desarrollando una burocracia formada por funcionarios,
escribas y guerreros, que irán dando forma al Estado como
estructura de poder en la comunidad. En principio se
conforman sistemas de jefaturas o cacicatos, en los que algún
personaje de una familia o grupo con mayor poder social se
convierte en jefe o cacique de la comunidad. Estos personajes, apoyados por los grupos o familias más cercanas,
dirigen a la sociedad de manera autoritaria, utilizando diferentes medios de control físico mediante los guerreros (policía) y con diferentes formas de control ideológico y cultural a
través de los “sacerdotes”, que dirigen los actos de culto, el
pensamiento y la moralidad de los miembros de la comunidad, habiendo siempre una connivencia de intereses entre
elites, soldados y sacerdotes, pues serán quienes se beneficien
en el reparto de la riqueza, las tierras y el poder. Mediante
estos mecanismos de control y dirección se produce una
internalización mental de la jerarquía como algo natural,
racional y lógico. Se desarrolla la propiedad privada sobre las
tierras y otros elementos. Mientras unos individuos y grupos
acumulan tierras y riquezas, otros son “desheredados” de la
propiedad comunal y de la riqueza social. Los grupos de
poder, las elites, consolidan ese poder y el apoyo social con
base en favores sobre el control de los recursos, de manera
que conceden más tierras y medios a los que prestan su
apoyo, discriminando y marginando a quienes cuestionan esa
desigualdad sobre los recursos o el poder de decisión. Es
decir, el acceso a tierras cultivables y recursos naturales, que
28
El camino de la democracia
antes era un derecho igual para todos los miembros de la
comunidad, se convierte ahora en un favor del jefe y de las
elites locales, pero no un derecho. Solo aquellos que son
partidarios del jefe y los grupos que lo apoyan pueden
disponer de tierras y recursos, convirtiéndose en campesinos,
aunque tendrán que contribuir con parte de su producción
(tributos) al régimen. Los demás van siendo excluidos del
acceso a los recursos. Se consolida la propiedad privada sobre
la tierra, otros recursos y excedentes. El igualitarismo social
va a dar paso a la estratificación, distinguiéndose diferentes
clases sociales, siendo los propietarios, los guerreros y los
sacerdotes los grupos más privilegiados y con mayor poder
sobre la comunidad. Se conforma así la clase dirigente. El
resto de grupos sociales se verán forzados a trabajar para las
elites si quieren sobrevivir, tanto si son ciudadanos libres sin
recursos, o con escasos recursos, como si son esclavos que
han sido sometidos por su pobreza o en conflictos bélicos
entre distintas comunidades o pueblos. Poco a poco se va
abriendo una brecha que separa la esfera doméstica de la
esfera civil. En la mayoría de las comunidades la mujer queda
prácticamente excluida de la esfera pública y de decisión
social, dominada por los hombres libres de la polis, sobre
todo por aquellos que disponen de ciertos recursos y poder.
Este tránsito hacia jefaturas, acompañado del desarrollo
de la desigualdad y la jerarquía social entre grupos, no se
produce en todas las comunidades. Algunas siguen con sus
estructuras anteriores, aunque las sociedades con Estado van
a colonizar y absorber a las comunidades igualitarias, que por
29
El camino de la democracia
esa presión también irán tomando formas estatales para
defenderse. Hay que tener en cuenta que, aunque en la
situación social anterior se producen conflictos internos y
externos, la actividad guerrera se intensifica cuando el
Neolítico se extiende, ocupando los guerreros una posición
de privilegio y poder dentro de las comunidades. El conflicto
interior es ahora más agudo y generalizado como consecuencia del desarrollo de la desigualdad y el conflicto entre
clases (lucha de clases). Los conflictos externos (guerra entre
comunidades) también son más frecuentes y crueles en la
lucha por el control de recursos y tierras mejores, así como
por la defensa y el saqueo de los excedentes, la tecnología, la
toma de esclavos y el control del comercio. La revolución
neolítica parece iniciar la era de la guerra que llega hasta
nuestros días. El desarrollo económico facilitó la acumulación de alimentos excedentes y otros recursos, lo que
supuso cierta tranquilidad y seguridad para las comunidades,
pero también potenció la desigualdad, el conflicto y la guerra
dentro de las comunidades y entre comunidades. El
“bienestar”, el “progreso”, se produce sobre todo para una
minoría, una elite, pues la mayoría vive en condiciones de
carencia. Muchos viven en una situación de inseguridad
alimentaria y vital que podríamos considerar incluso peor que
antes. Es decir, la acumulación de riquezas, recursos y poder
por parte de unos se cimentó sobre la exclusión, la escasez y
las penalidades de otros. El desarrollo de la esclavitud se
produce a partir de este momento, pues en el conflicto entre
comunidades los vencedores toman como esclavos a los
30
El camino de la democracia
perdedores y los utilizan para realizar las actividades
económicas de agricultura, ganadería, minería, obras públicas
o servicio doméstico. Los esclavos son un botín de guerra y
un elemento de desarrollo económico para los vence-dores de
los enfrentamientos, que se convierten en sus amos.
La racionalidad “democrática”, “comunal” o “libertaria”, dominante en las comunidades del Mesolítico y de la
primera etapa neolítica, irá transformándose, con todos estos
cambios, en una racionalidad jerárquica y autoritaria: unos
mandan y otros obedecen. Quien tiene el poder lo usa para su
beneficio, para mantener sus privilegios. Quien cuestiona ese
estado de cosas, o se rebela a ese poder, es sancionado de
diferentes formas, desde el desprecio social hasta la pérdida
de su libertad o la propia vida.
Las jefaturas darían paso a las monarquías. Los jefes
establecen el sistema de linaje familiar, basado en la tradición
o en la fuerza, para heredar el poder en las comunidades,
aunque, siempre, jefes, caciques y reyes tuvieron que contar
con el apoyo de algunos grupos sociales para conservar su
poder, habiendo simbiosis de intereses entre todos ellos, con
el fin de conservar los privilegios y el dominio sobre los
demás grupos sociales. La desigualdad, el dominio y la
coacción van impregnando todos los ámbitos sociales.
Soldados, funcionarios y sacerdotes, al servicio del poder, se
encargarán de ello. Se desarrollan las ciudades-estado, con
una aldea o núcleo de población mayor y las tierras cercanas
donde hay aldeas más pequeñas. Los grupos dominantes
ejercen presión sobre campesinos y otros grupos sociales
31
El camino de la democracia
mediante tributos, cediendo tierras de cultivo a otros grupos,
que aceptan esa dependencia a cambio de seguridad, protección y no tener que irse a otras tierras. A medida que
aumenta la desigualdad, el Estado tiene mayores necesidades
de control físico e ideológico de la población. Para ello se
apoya en el control de la disidencia mediante la represión
militar y la coacción física. También mediante el control del
pensamiento a través de las instituciones y ritos religiosos,
que santifican el poder asignándole un origen divino y
mitológico.
Podemos hacer distintas hipótesis sobre si este cambio
necesariamente tenía que producirse así, es decir, si el tránsito
desde comunidades paleolíticas hacia las primeras comunidades agrícolas y ganaderas, y el posterior desarrollo
urbano y económico, hubo de suponer, por necesidad, el
nacimiento de la jerarquía y la desigualdad en las comunidades humanas; pero no hay obstáculos en el análisis que nos
permitan pensar y decir que las estructuras anteriores de
solidaridad y complementariedad pudieron también servir
para esta transformación neolítica. Si estas estructuras fueron
sustituidas por el desarrollo de la jerarquía, la jefatura y el
Estado, fue porque algunos individuos y grupos utilizaron
ciertos mecanismos de poder, en los primeros desarrollos
urbanos, sobre el consentimiento y la confianza de los demás.
Cuando estos echaron cuentas, las nuevas formas de poder
podían controlar todo intento de volver a estructuras
anteriores. Desde entonces, las comunidades humanas viven
32
El camino de la democracia
en tensión y conflicto entre esas dos formas de ver la
sociedad; entre los que apoyan las estructuras jerárquicas de
poder y la desigualdad entre clases sociales, y los que
defienden una sociedad de iguales, sin jerarquía de dominio
político y sin privilegios. Claro que las cosas no son tan
simples, porque en todo este proceso se han desarrollado
diferentes concepciones e ideologías sobre cómo deben organizarse las comunidades humanas. Con ello, el conflicto
social se ha ido haciendo más complejo.
No hay motivo para no pensar que el cambio pudo
consolidar las estructuras democráticas de las comunidades
humanas, la distribución de recursos y el control social de las
nuevas actividades económicas y nuevas necesidades.
Podrían haber sido las claves de esa evolución neolítica.
Entonces las ventajas o beneficios de este desarrollo y progreso habrían sido para todos, no solo para una minoría. Es
cierto que la humanidad ha progresado mucho, pero en qué
términos y cómo se han distribuido los beneficios de ese
progreso es otra cuestión; además de las consecuencias de ese
progreso para algunas comunidades humanas y el propio
entorno natural. Las investigaciones apuntan a poder decir
que la forma de vida del final de Paleolítico y los primeros
tiempos del Neolítico garantizaban al conjunto de las
comunidades humanas una alimentación superior en calorías
de lo que hoy se dispone en muchos países del mundo.
Todo podría haber sido de otra manera, pero eso es
ficción histórica. Lo cierto es que las estructuras jerárquicas y
la desigualdad de clases continuaron su desarrollo en la
33
El camino de la democracia
historia de la humanidad, tomando distintas formas, en
diferentes lugares y épocas, desde la esclavitud a la servidumbre y a la explotación salarial, desde los primeros imperios hasta la colonización moderna. Todas ellas con un factor
común: una minoría privilegiada domina y explota a una
mayoría desheredada, unos grupos dominan a otros, unas
regiones del mundo dominan y explotan a otras.
Tanto el pensamiento griego clásico como la cultura
hebrea ayudan a consolidar la jerarquía en la cultura occidental. En un caso, el poder de la razón; en otro, el poder de
fe, van a fundamentar la desigualdad. El propio Aristóteles
justificaba la esclavitud con base en una inferioridad
intelectual de algunas personas que no pueden autogobernarse y necesitan que alguien las gobierne y dirija (el amo).
Aunque como veremos, en el pueblo griego hay un intento de
recuperar la “democracia” perdida, que siempre ha estado
ahí, pues los excluidos de todos los pueblos y civilizaciones
siempre han reclamado justicia. La llama de la igualdad no se
apagó nunca, siempre han existido grupos sociales que
quisieron recuperar, en su realidad histórica, el comunalismo
perdido.
Tampoco podemos olvidar que muchas comunidades
indígenas, en determinados lugares del planeta, mantuvieron
esas estructuras que podemos denominar de “democracia
primitiva” hasta prácticamente nuestros días. Ellas han
permitido a la antropología y a la historia poder reconstruir
nuestro pasado, pero han ido desapareciendo poco a poco.
Incluso hoy, algunas de ellas, en determinados lugares de
34
El camino de la democracia
Nueva Guinea, África, Australia o América del Sur, se
extinguen como consecuencia de la presión sobre sus territorios por parte de la llamada “civilización”, que tiene como
finalidad el control y expolio de los recursos naturales de esos
territorios.
Para terminar este primer capítulo me gustaría decir
que no he pretendido dar una imagen o idea del hombre
“primitivo” como del “buen salvaje”, que era bueno, vivía
muy bien, sin dificultades o conflictos, presentándose esa
manera de vivir como una situación deseable e idílica. Cada
cual podrá valorar como quiera, desde sus propias estructuras
ideológicas, deseos o situación, pues la interpretación es libre;
pero el objetivo de este análisis no es ver las posibilidades de
volver “allí”, sino la reflexión sobre los procesos humanos,
analizar las posibilidades de recuperar algunos de aquellos
valores para poder conseguir una auténtica democracia, definida por esencia, a mi modo de ver, como igualitarismo y
comunalismo, tanto en lo que se refiere a la disponibilidad
sobre los recursos materiales de la comunidad como al acceso
a la toma de decisiones que afectan a todos.
2. La democracia antigua
En el capítulo anterior hemos visto cómo los sistemas
jerárquicos acaban imponiéndose al comunalismo propio de
finales del Paleolítico y primeros tiempos del Neolítico. Ahora veremos cómo durante el primer milenio a. n. e. reaparece
la llama de la democracia, sobre todo, en Grecia.
35
El camino de la democracia
Al parecer, algunas ciudades-estado de la India, entre
los siglos VII a. n. e. y II tomaron forma de repúblicas (sistemas no monárquicos), o monarquías, en las que los gobernantes o reyes dependían de un consejo, pero hemos de
suponer que la participación política solo llegaba a un grupo
reducido (elite) de la población de esas comunidades.
Parece ser que Herodoto, historiador griego del siglo V
a. n. e., utilizó el término “democracia” (demokratía) para
referirse al sistema político o forma de organización social
que se había desarrollado en Atenas desde el siglo VI a. n. e.,
que era diferente al sistema aristocrático de Esparta y otras
ciudades-estado. Etimológicamente, el término democracia
significa “poder del pueblo”, es decir, el pueblo ejerce el
poder. Así que tenemos que Herodoto pensaba que en Atenas
el pueblo tenía el poder, y llamó democracia a ese sistema
político, aunque lo primero que había que aclarar es, la
siguiente cuestión, ¿qué es el pueblo?
Como veremos después, el concepto de pueblo que hoy
manejamos es diferente a la concepción griega, aunque nace
en ella. Los demos eran distritos territoriales, demarcaciones o
circunscripciones de ciudadanos en las polis griegas, dentro
de otra división más amplía, la tribu. El término democracia
surge del hecho de que algunos legisladores de algunas polis
griegas, principalmente en Atenas, van a reducir los poderes
tradicionales de las instituciones aristocráticas y van a dar
cierta participación política, en lo que respecta a tomar
decisiones y ocupar cargos públicos, a los demos. Es decir,
los ciudadanos pueden tomar decisiones en lo que respecta a
36
El camino de la democracia
los asuntos de la polis o ciudad-estado, compuesta por varios
demos distribuidos entre el núcleo urbano principal y las
aldeas cercanas. Los demos eran el pueblo o conjunto de
ciudadanos, pero el pueblo solo era una parte reducida de
toda la población de la polis, pues la condición de ciudadano
solo se otorgaba a los varones libres, nacidos de al menos un
progenitor griego. Después, cuando se consolida el sistema
democrático, se exige que ambos progenitores sean griegos
para poder inscribirse en los demos y de esta forma adquirir
la ciudadanía, así como los derechos que ello conlleva.
No parece que en aquella época hubiera mucha
oposición al uso del término democracia para designar a
dicho sistema político. En unos casos se utiliza en sentido
positivo, para defender esa idea y ese sistema. Serían los
casos de Esquilo, Sófocles y los sofistas de la primera
generación (Protágoras, Gorgias…). En otros casos, en sentído negativo, para resaltar sus defectos. Serían los casos de
Platón o Aristóteles, que usan el término democracia en
sentido peyorativo, como demagogia o manejo del pueblo
por parte de personajes de fácil palabra. Así nace en Grecia la
democracia frente a otros sistemas políticos. Veamos cuáles
eran sus características, centrándonos en la democracia
ateniense, por ser considerada la de mayor desarrollo de la
Antigüedad.
La población de Atenas, como la de otras polis
griegas, estaba formada por una masa social en la que se
incluían los esclavos, que realizaban los trabajos productivos
en el campo, minas, artesanías, obras públicas, servicio
37
El camino de la democracia
doméstico, etc., y los campesinos libres, que dependían de las
familias más poderosas, la aristocracia, que era la que detentaba el poder económico y político en la polis. Los campesinos libres podían disponer de tierras y esclavos, pero
estaban en régimen de servidumbre con respecto a las
familias aristocráticas, que fundamentaban su poder en la
polis mediante el linaje y el pasado guerrero o mítico de sus
antepasados. Este poder se ejerce mediante una institución
local, el Areópago, donde solo están representadas las
familias aristocráticas. En principio, estas polis tienen un
régimen monárquico, es decir, un rey (basileus) tiene el poder
fundamentado en la tradición y el linaje, pero este régimen va
a ir dando paso a la aristocracia, pues las familias más ricas
de la nobleza exigen compartir el poder con el rey. Es así
como se desarrolla el sistema aristocrático de arcontado, en el
que varios arcontes ejercen el poder, apoyándose en una
especie de senado de familias aristocráticas y nobles, el Areópago, formado por viejos arcontes y representantes de esas
clases más poderosas. Al principio hay tres arcontes, uno de
ellos el rey, otro que se ocupa de los asuntos militares y otro
de los asuntos religiosos. Más tarde el arcontado se amplía a
nueve arcontes que asumen más poder legislativo y ejecutivo,
aunque con cierto control por parte del Areópago.
En las polis griegas existe conflictividad social
derivada de la desigualdad de derechos entre los distintos
grupos sociales. La presión demográfica y la falta de territorio
potencian la emigración y colonización de otras zonas cercanas en el Egeo. Esto va a potenciar a su vez el comercio y la
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El camino de la democracia
artesanía, dando lugar a la aparición de una clase emergente
que va a acumular riqueza, pero que no tiene poder político.
Sería la “burguesía” de la época griega. Esta clase quiere
compartir el poder político con la nobleza y la aristocracia
militar. Por otra parte, los campesinos sin tierra o más empobrecidos, que están en un régimen de servidumbre con
respecto a la nobleza, reivindican el reparto de las tierras de
cultivo y ciertos derechos. Esta situación produce tensiones y
conflictividad, que a veces se intenta superar delegando en un
legislador poderes especiales. Este legislador debía contar con
el apoyo de la mayoría de los grupos sociales y no siempre
procedía de la aristocracia, sino que a veces se confiaba el
poder a un comerciante con gran poder económico.
En el año 624 a. n. e. Dracón, miembro del arcontado y
legislador de Atenas, consigue la aprobación de un código
legislativo escrito para sustituir el derecho de tradiciones que
era aplicado con arbitrariedad por la nobleza. En dicho
código se establecen una serie de derechos y obligaciones de
los ciudadanos y unas penas muy rigurosas, que en la mayoría de los delitos imponía como castigo la pena de muerte.
Habría que decir que estas leyes no suponen un avance de
derechos importante en su contenido, pero, por estar escritas,
disminuyó el abuso por parte de la nobleza a la hora de
impartir la “justicia”, entendida como la aplicación de la ley.
Solón, de origen eupátrida y enriquecido mediante el
comercio, que tiene buenas relaciones con los suyos y con los
campesinos más pobres, es elegido en el año 594 a. n. e.
arconte y legislador ateniense con poderes especiales, casi
39
El camino de la democracia
dictatoriales. Este gobernante desarrolla medidas legislativas
que suponen un mayor protagonismo para la asamblea de
ciudadanos (demos), que ya se celebraban anteriormente.
Ahora se llevarían a cabo con mayor frecuencia. En ellas se
decidirá por votación de los ciudadanos sobre ciertos asuntos
que antes estaban controlados por el Areópago. En las
asambleas se decide sobre la guerra y la paz, se votan leyes y
se elige a los gobernantes que formarán las distintas estructuras del poder. El poder legislativo recae en el Consejo de los
400 (Boulé), elegidos por sorteo para un año y en la
asamblea. El Areópago (senado de la nobleza) mantiene
prerrogativas legislativas. El poder ejecutivo recae sobre los
magistrados: por un lado los arcontes, elegidos por sorteo
cada año, y por otro los estrategos o generales, que son
elegidos por las tribus cada año, aunque pueden repetir
mandato, teniendo poderes no solo militares, sino también
relacionados con la política exterior y el comercio. El poder
judicial recae sobre los tribunales populares formados por
más de quinientos ciudadanos elegidos por sorteo, aunque
todavía el Areópago mantiene la jurisdicción sobre determinados asuntos. En este reparto de poder se tiene como base
la proporcionalidad de las diferentes tribus o grandes demarcaciones de la polis. Dicho así parece que los ciudadanos
empezaban a tener el poder de las polis, pero, como vamos a
ver, esto no era así.
Todos los ciudadanos no tenían los mismos derechos
políticos, sino que estos dependían de la clase social a la que
pertenecían según sus propiedades. Solón, conforme a la
40
El camino de la democracia
riqueza agraria, establece cuatro clases sociales. Las dos
primeras, la de los grandes y medianos propietarios, que
disponían de recursos agrarios y militares importantes, tenían
acceso a los cargos públicos en el Consejo, podían ser
arcontes o formar parte de los tribunales públicos. La tercera
clase podía acceder al Consejo, pero la cuarta clase (tetes),
formada por los campesinos más pobres y trabajadores que
no disponen de tierras, tenía voz pero no voto; en las
asambleas solo podían acceder como jurados a los tribunales
públicos (Heliea). La asamblea (Ecclesia) de ciudadanos
ratificaba a los arcontes (poder ejecutivo), elegía a los miembros del Consejo (poder legislativo) y la Heliea. También
decidía sobre algunos asuntos de la polis por aclamación o
votación. En principio, las decisiones de las asambleas tenían
que ser supervisadas por la institución aristocrática anterior,
el Areópago, que tenía que dar el visto bueno a lo que el
demos decidía. Hay por lo tanto dos estructuras de poder
paralelas: el pueblo, o una parte del pueblo, decide algunas
cosas en las asambleas, pero eso debe ser ratificado por la
nobleza y la aristocracia militar (Eupátridas). Podríamos
decir que es un paso hacia la democracia, aunque muy
pequeño, pues la gran mayoría de personas que viven en la
polis están excluidos de todo este proceso: mujeres, esclavos
y extranjeros. Sin olvidar que los ciudadanos más pobres
apenas participan en tomar decisiones y desempeño de cargos
públicos. Con las reformas de Solón se consolida un sistema
de gobierno plutocrático, donde los ricos tienen el gobierno y
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El camino de la democracia
el poder, aunque se protege al pueblo mediante algunas leyes
sociales.
El sistema de Solón no fue del agrado general. Sus
reformas no consiguen la “pacificación”. Los conflictos sociales continúan. Aparecen nuevos legisladores o mediadores
que se convierten en arcontes con poderes especiales. Algunos de ellos imponen y desarrollan el sistema de la Tiranía,
una especie de despotismo ilustrado. Las tiranías surgen en el
enfrentamiento por el poder entre familias aristocráticas que
cuentan con apoyos entre los soldados (hoplitas). Habría que
destacar a Pisístrato, sobre todo desde el 546 a. n. e., que
intenta seguir las leyes de Solón en lo que respecta al reparto
de poder entre aristocracia y grandes comerciantes y artesanos, pero va a gobernar contra el poder de la aristocracia.
Este legislador promueve el reparto de tierras a los campesinos pobres, favorece el comercio colonial, las obras públicas,
la artesanía, el uso de la moneda y la cultura, pero las instituciones de poder donde participan los ciudadanos pierden
importancia. Cuando muere Pisístrato, en el año 528 a. n. e.,
sus hijos, Hiparco (asesinado poco después) e Hipías, intentan seguir la obra de su padre. En el año 511 a. n. e. la
aristocracia recupera terreno perdido, aunque debe hacer
concesiones al pueblo, que ahora va a confiar el poder a un
miembro de la aristocracia para que desarrolle unas leyes con
mayores garantías de libertad. Es así como Clístenes, arconte
y legislador de Atenas con poderes especiales, llega al poder
en el año 511 a. n. e.
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El camino de la democracia
Clístenes realiza unas reformas con el objetivo de
impedir el desarrollo de tiranías. Para ello retoma las reformas de Solón, con algunos cambios. Amplía el Consejo a 500
miembros y aparece la Pritanía, un comité reducido del
Consejo, formado por miembros de la misma tribu y que se
renueva cada 36 días. Sus funciones son las de dirigir el
Consejo y preparar medidas legislativas, habiendo un
presidente que cambia cada día. El Areópago sigue siendo un
poder fáctico que supervisa las leyes, mantiene algunas
atribuciones judiciales y cierto control sobre los arcontes.
Estas reformas intentan dar mayor participación a los
ciudadanos, pero consiguen pocos cambios al respecto. Quizá
la reforma más importante sea la implantación de un sistema
que permite el control de los cargos públicos más relevantes,
se trata del ostracismo, un mecanismo político y judicial por
el que la asamblea puede denunciar a los gobernantes y
cargos políticos importantes, que pueden acabar siendo
condenados al destierro o la inhabilitación por abusos de
poder, corrupción, traición, etc. Esta práctica se extendió
después a otras polis griegas.
Después de nuevos periodos de inestabilidad, y de la
guerra entre griegos y persas, aparece Efialtes como legislador
de Atenas en el año 461 a. n. e. Efialtes pretende importantes
reformas constitucionales en la búsqueda de un mayor equilibrio entre el poder de la aristocracia y los ciudadanos. Va a
limitar las competencias del Areópago, que queda reducido a
un tribunal para casos de delitos de sangre o a cuestiones en
materia de religión. Además, va a potenciar las subvenciones
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El camino de la democracia
económicas a las instituciones democráticas y el desempeño
de cargos en dichas instituciones (Consejo, Heliea, magistrados). También potencia el papel de la asamblea con nuevas
competencias y abre el Arcontado a la tercera clase social, los
zeugitas, campesinos que disponían de pequeña propiedad y
aparejo propio, y que podían integrarse como soldados de
infantería al ejército (hoplita). Ahora, junto a los grandes
propietarios (pentakosi) y los medianos propietarios (hippei),
podrían desempeñar el cargo de arconte. Hemos de tener en
cuenta que la división social en clases se establecía por las
propiedades y por las posibilidades de aportar a la polis en la
guerra, de manera que las clases más altas eran las que
podían mantener al menos un navío de guerra; después
estaban aquellos que podían costearse un equipo para poder
integrarse en la caballería militar. La siguiente clase estaba
formada por aquellos campesinos de pequeña propiedad que
podía costearse un equipo para incorporarse como hoplita o
soldado de infantería. Los campesinos pobres, es decir, los
ciudadanos trabajadores sin bienes, podían asistir a la asamblea, con voz pero sin voto, no podían acceder a los cargos
públicos importantes y solo podían formar parte como jurados en los tribunales públicos, aunque iban a la guerra con los
medios que la polis aportaba mediante los otros grupos
sociales. Efialtes también pretendía dar mayor poder ejecutivo a los estrategos, nombrados como delegados de la asamblea, reelegibles y con atribuciones ejecutivas en lo militar y
en lo civil (mediante la Pritanía). Estas reformas de Efialtes
no salen adelante en la práctica, porque es asesinado cuando
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El camino de la democracia
empieza a desarrollar su proyecto; se supone que a manos de
los sectores más aristocratizantes de Atenas.
Sería Pericles, seguidor de Efialtes, quien desarrollara
esas reformas desde el año 443 a. n. e., cuando se convierte
en legislador de Atenas. Esta época, que se prolonga hasta el
año 429 a. n. e., cuando Pericles muere en una Atenas asediada por los espartanos, se considera la de mayor
profundidad de la democracia ateniense en la Grecia clásica.
Pericles pone en marcha las reformas de Efialtes con el
objetivo de consolidar la democracia. Para ello, otorga mayores poderes de decisión a la Heliea (tribunal popular), al
Consejo (Boulé), la Pritanía y la Ecclesia (Asamblea), a la vez
que reducía el poder del Areópago y los arcontes. Ahora los
ciudadanos de la tercera clase pueden ser arcontes y se otorga
mayor poder ejecutivo a los estrategos, que asumen atribuciones ejecutivas en lo militar y en lo civil mediante la
Pritanía (comité del Consejo). Se subvencionan económicamente las instituciones de poder y se retribuye el
desempeño de cargos públicos, incluso la asistencia a las
asambleas. De esta manera, Pericles pretende compensar a
los partidarios de la democracia para que esta adquiera
mayor solidez frente a las pretensiones aristocráticas. Todos
los cargos se eligen en sorteo por un año, menos los estrategas, que se presentan o proponen para la elección y pueden
ser reelegibles cada año. Pericles es elegido estratega autokrátor (poderes especiales), aunque debe someterse a la
reelección ante la asamblea cada año. Este gobernante populariza su poder, potencia la asistencia gratuita a espectáculos
45
El camino de la democracia
públicos y baños, el comercio colonial, las obras públicas,
etc., dando a su legislatura un tono de liderazgo personal que
le produjo algunos problemas con la asamblea de ciudadanos,
que a veces no compartían sus decisiones o su forma
personalista de gobernar en Atenas. Desarrolla un sistema de
impuestos para mantener a la “armada” y costear obras
públicas y espectáculos. Este sistema de impuestos era
jerarquizado, de manera que se pagaba según la clase social a
la que se pertenecía. Las clases más altas pagaban más
impuestos. Otro cambio importante en esta época es la
redefinición de la ciudadanía. Hasta entonces bastaba con ser
descendiente de un ciudadano ateniense para adquirir tal
condición; a partir de ahora debían ser atenienses los dos
progenitores para adquirir la ciudadanía de Atenas y todos
los derechos que esto conlleva. Con esta medida Pericles
intenta que las asambleas, que ahora tienen mayores atribuciones, estén controladas por los intereses de ciudadanos
de Atenas, evitando posibles influencias de otros ciudadanos
que, aunque fuesen atenienses, pudieran tener intereses
distintos por sus orígenes familiares. Los cargos políticos solo
son asequibles a los ciudadanos casados y que tengan
propiedades en el Ática.
El hecho de que este periodo sea considerado el más
radical de la democracia ateniense ha de interpretarse en el
sentido de que fue la época donde los ciudadanos tuvieron
más derecho a la participación política, pero no nos podemos
llevar a engaños, porque en esa época de Pericles se aprobaron muchas leyes que eran más conservadoras de lo que el
46
El camino de la democracia
optimismo democrático podría hacer pensar. No podemos
olvidar que Pericles era de procedencia aristocrática y que,
por tanto, los valores de la aristocracia y de la tradición
religiosa impregnan muchas de esas leyes. Por ejemplo, no se
reconocía la libertad religiosa en sentido moderno, sino que
aquel que negase a los dioses tradicionales podía ser condenado por impiedad. En este periodo “dorado” de la democracia ateniense seguían teniendo más peso e influencia los
ideales tradicionales de la nobleza y la aristocracia que los
nuevos ideales de racionalidad, igualdad y libertad que los
sofistas intentaban extender. Los sofistas pusieron en cuestión
el sistema esclavista al hablar de la igualdad de todos los seres
humanos, también de la igualdad de las mujeres, cuando ni
siquiera a todos los ciudadanos se les reconocía la igualdad
de derechos. Estos ilustrados de la Antigüedad, en una
sociedad esclavista, pensaban que todos los seres humanos
están dotados de la misma racionalidad y proponían la
igualdad de derechos para todos. El movimiento sofista podría ser una consecuencia del avance hacia la democracia. En
sus propuestas van mucho más allá de lo que esa democracia
dio de sí y ofreció. El sofista Hipías hablaba a finales del siglo
V a. n. e. de igualitarismo de todos los individuos y de cosmopolitismo.
Después de la muerte de Pericles, durante la guerra del
Peloponeso (431-404 a. n. e.), comienza un periodo de inestabilidad para el sistema ateniense. Las disputas entre sectores
partidarios de la democracia y sectores partidarios de la aristocracia (apoyados por Esparta) van a provocar tensiones
47
El camino de la democracia
permanentes y una guerra civil en Atenas. Hay alternancia de
periodos más aristocráticos con periodos democráticos.
Trasíbulo reinstaura la democracia después del gobierno de
los treinta tiranos, instalado en Atenas por Esparta en el año
404. Este periodo democrático no es comparable a la época
de Pericles. Hay una continua tensión y enfrentamientos
entre los diferentes partidos, unos partidarios de la aristocracia, otros de la democracia. Por otra parte, la identificación del ciudadano con la polis también entra en crisis al
desarrollarse los intereses individuales frente a los intereses
del Estado, sin olvidar que aparece una oposición ideológica
importante contra la democracia en pensadores como Platón
y Aristóteles, que hacen propuestas más aristocráticas y
elitistas por considerar que la democracia puede llevar al
poder a los ignorantes y que estos, al no saber lo que es la
justicia, no podrán desarrollarla. Incluso van más allá, pues
en el caso de Aristóteles, llega a justificar la esclavitud con
base en el déficit racional (alma) por naturaleza en algunas
personas que solo están capacitadas para ser esclavos y
obedecer. Algunos pensadores sofistas, sobre todo los eristas
(Eubúldes) y algunos políticos (Trasímaco, Lisias...), pierden
la cultura más democrática de los primeros sofistas, cayendo
en una política demagógica. Hay conflicto de intereses entre
aquellos ciudadanos más pobres, partidarios de una política
de expansión colonial para poder obtener tierras, apoyados
por comerciantes; y los grupos más conservadores, que prefieren mirar hacia la política interior. Todos estos elementos
suponen una crisis permanente y un desprestigio para la
48
El camino de la democracia
democracia, que desaparecerá de Atenas y otras polis griegas
cuando Filipo II de Macedonia conquista estas tierras desde
el año 338 a. n. e., tierras que posteriormente formarían parte
del imperio de Alejandro Magno, hijo de Filipo.
En este análisis sobre la democracia hemos de tener en
cuenta un elemento importante: se trata de una supuesta
relación entre la aparición de la democracia y la guerra. Al
parecer, los ciudadanos son llamados por la aristocracia y la
nobleza a colaborar en la defensa de la polis en sus procesos
bélicos contra otros territorios. En este caso estamos hablando de la guerra que algunas ciudades de Atenas tienen con los
persas por la defensa de los territorios coloniales, el control
marítimo y comercial de la zona del Egeo. Los ciudadanos
organizados por distritos territoriales (demos) se incorporan a
la guerra para participar en la defensa de la polis (ciudadestado), ponen sus recursos y sus vidas a su disposición, pero
no cuentan para tomar decisiones políticas. En algunas polis,
sobre todo en Atenas, estos ciudadanos exigen participación
política, quieren contar para decidir, lo mismo que cuentan
para morir por la polis. De esta forma pueden obtener derechos civiles y económicos. Parece ser que así comienza el
proceso que lleva a desarrollar una serie de instituciones en
las que los ciudadanos pueden opinar y decidir, proceso que,
como hemos visto, tiene el mayor desarrollo en la Atenas de
Pericles. Hay otras hipótesis sobre el origen de la democracia
antigua. Se puede relacionar su surgimiento, en algunos lugares, con la crisis del sistema imperante (jefaturas o monarquías primitivas), con su decadencia e incapacidad para dar
49
El camino de la democracia
respuesta a los cambios y nuevos problemas sociales; momento en el que renace la aspiración popular de recuperar el
poder perdido desde un pasado de mayor igualdad (sociedades igualitarias), aspiraciones después gestionadas por una
minoría para establecer un régimen acorde a sus intereses.
Ahora llega el momento de hacer una valoración sobre
este proceso de democracia desarrollado en algunas polis
griegas. Desde el punto de vista cuantitativo, es una democracia muy reducida, si tenemos en cuenta al conjunto de la
población de la polis. Por ejemplo, en Atenas, los esclavos,
que representaban la mitad de la población, no eran ciudadanos, no tenían derechos. Ellos no iban a la guerra como
soldados, pero eran botín de guerra y la sufrían como los
demás. Tampoco las mujeres, niños y jóvenes, eran ciudadanos. Ni los extranjeros. Todos estos grupos no participan
en las instituciones democráticas. Las mujeres estaban
relegadas al cuidado del hogar y de la infancia. Sus derechos
políticos eran nulos, solo algunas mujeres de la clase más
alta, o que se relacionaban con personajes públicos importantes, llegaron a poder participar en esta época, a la sombra,
en el ámbito político o cultural. Sería el caso, entre otras, de
Aspasia de Mileto, segunda mujer de Pericles; Hiparquia,
seguidora del cinismo, o Arete, filósofa del siglo IV a. n. e.,
que dirigió la escuela cirenaica a la muerte de su padre,
Aristipo de Cirene. Es decir, que esto que hemos llamado
democracia implicaba a un número reducido de la población.
Se calcula que solo el 12% de la población total de Atenas
50
El camino de la democracia
eran ciudadanos. De este porcentaje, se calcula que la
participación real en las asambleas públicas estaría en torno
al 10% de los ciudadanos, pues a las asambleas solían acudir,
sobre todo, aquellos ciudadanos que tenían voto. Los que
solo tenían palabra acudían de manera más esporádica. Esto
nos lleva a deducir que la participación real en la toma de
decisiones políticas en la democracia griega, en Atenas,
estaría, en el mejor de los casos, por debajo del 2% del
conjunto de la población de la polis, un porcentaje muy
insuficiente para hablar de democracia en sentido pleno.
Aunque si lo comparamos con el de la democracia moderna,
en términos cuantitativos de participación en la toma de
decisiones políticas, ese porcentaje adquiere mayor relevancia, pues, por ejemplo, en España, si suponemos que el
Parlamento representa al conjunto de la población y decide
por todos (legislativo), el porcentaje estaría sobre el 0,0025 de
la población total. Ese porcentaje se reduce todavía más
cuando el sistema democrático permite que los gobiernos,
unas cuantas personas, al margen de los parlamentos, tomen
decisiones. Si esto mismo lo aplicamos a las corporaciones
locales como órganos de representación del pueblo, el porcentaje, por ejemplo, para una población de unos 10.000
habitantes, no supera el 0,15% de la población total. Es decir,
en cuanto a la toma de decisiones políticas, la participación
ciudadana en la democracia moderna está por debajo de la
democracia antigua; aunque el concepto de ciudadanía y los
derechos civiles llegan a casi toda la población, implicada en
el sistema de representación política mediante el derecho al
51
El camino de la democracia
voto, delegando su capacidad de decisión política en un
grupo muy minoritario para que decida por todos. La democracia moderna también contempla el instrumento del
referéndum, como consulta popular para cierta toma de
decisiones políticas, pero, además de ser un mecanismo poco
utilizado por los gobiernos, en muchos casos, tiene el carácter
de “no vinculante”, es decir, el gobernante consulta al pueblo, pero no está obligado a ejecutar el resultado de esa
consulta.
Volviendo a Grecia, si por democracia se entiende que el
poder de decisión y la soberanía está en el pueblo, pero
resulta que ese pueblo apenas existe porque más del 85% de
la población no se considera pueblo, ¿hasta dónde llega esa
democracia?
En los textos académicos se habla de la democracia
griega como de una democracia directa, aunque limitada.
Que era limitada está claro, pues la condición de ciudadanía
era muy restringida y afectaba a una proporción muy reducida de la población. En lo que respecta a “democracia
directa”, también hay que admitirlo con serias reservas, pues
desde el punto de vista cualitativo vemos que también hay
restricciones importantes en el ejercicio de la participación
política de los ciudadanos, incluso en el periodo que se
considera más democrático, en la época de Pericles, pues una
parte significativa de ciudadanos no participan en igualdad.
Los campesinos sin propiedades, es decir, los ciudadanos
trabajadores atenienses más pobres, solo podían acceder a los
tribunales públicos como jurados, pero tenían restricciones en
52
El camino de la democracia
su participación en la asamblea, en la que podían hablar pero
no votar. También tenían restricciones en el acceso a cargos
públicos de magistrados (arcontes y estrategos). Por tanto, las
clases más ricas eran las que dominaban el ámbito de las
decisiones políticas. No todos los ciudadanos, de forma
directa, participaban en dichas decisiones.
La conclusión que podemos extraer de todo este análisis
es que la democracia griega supuso un paso importante en el
camino hacia lo que se llama democracia, pero se mitifica
este proceso. Se vende la idea de que la democracia griega era
que el poder estaba en manos del pueblo, porque se traduce la
palabra democracia como demokratía: demos se toma como
pueblo, y kratía, como poder, pero la palabra demos podría
llevarnos a confusión. Es cierto que demos hace referencia al
pueblo (conjunto de ciudadanos o de población), pero creo
que, en sus orígenes, la palabra democracia hacía referencia
al hecho de que no solo las clases aristocráticas participaban
en la política, mediante el Areópago, sino que también lo
hacían los demos, como unidades administrativas, cantones o
distritos territoriales en los que se subdivide la población de
las tribus, proponiendo candidatos y haciendo propuestas
para debatir y votar en la asamblea. Es decir, la democracia
supone en Grecia que se controla, limita o restringe el poder
las clases aristocráticas. Habría por tanto que traducir el
término democracia, cuando nos referimos a algunas polis
griegas, no por el “poder del pueblo”, sino por “el pueblo
tiene cierta participación” en el poder político que antes
53
El camino de la democracia
estaba exclusivamente en las familias aristocráticas. Sobre
cómo se produce esa participación del pueblo en el poder
político es lo que acabamos de analizar en los párrafos anteriores. Y hemos visto que es de una manera muy reducida,
tanto desde el punto de vista cuantitativo como cualitativo.
Creo que a esta conclusión hemos de llegar si por demos
entendemos población, o si por pueblo entendemos población, independientemente del concepto o la condición de
ciudadanía, que es un término político que se aplica a una
parte muy reducida de la población. Ahora, si pensamos que
los esclavos, las mujeres y los extranjeros no son población,
esa democracia mejora en su valoración, pero entonces estas
personas ¿qué son?
La democracia griega hay que interpretarla como un
proceso en el que una nueva clase social, que podríamos
considerar como una burguesía en términos modernos,
comerciantes y artesanos, que se enriquecen en el proceso
colonial, no se conforman con tener solo poder económico,
también quieren acceder al poder político, al ámbito donde se
toman las decisiones políticas con el objetivo de defender y
potenciar sus intereses económicos. Por ello, este acceso al
poder se hace realidad, sobre todo, para las clases más
adineradas. Los grupos sociales más pobres, incluso entre los
ciudadanos, van a tener poca influencia política por las
restricciones impuestas, o simplemente van a ser excluidos de
todo el proceso, en el caso de esclavos y mujeres. También
hemos de tener en cuenta que aunque se diga que la democracia antigua era una democracia participativa (directa),
54
El camino de la democracia
porque en la asamblea se decidía de forma directa, estamos
hablando más de un formalismo que de una realidad, pues ni
la asamblea eran toda la población ni allí se podía decidir
sobre todos los asuntos. Ya hemos visto las grandes restricciones que había al respecto.
Pienso que la democracia, en su nacimiento, tiene más
carácter representativo que participativo. Son representantes
de los demos los que pueden acceder a los cargos políticos
importantes; y nace más oligárquica que popular, o más
exactamente, nace como timocracia, pues solo la minoría que
dispone de poder económico tiene realmente influencia en el
poder político y en la toma de decisiones. Es una democracia
censitaria en la que los ciudadanos que tienen más renta
ejercen el poder político. Tampoco en el terreno de la igualdad social, valor que se asocia a la democracia, avanzó
mucho esta democracia griega, pues la esclavitud y la
marginación de la mujer eran dos elementos de desigualdad
que formaban parte de la realidad social y que no se
cuestionaron seriamente desde el punto de vista político, a
pesar de afectar a un elevado porcentaje de la población, aunque sí desde el punto de vista teórico, pues algunos sofistas
defendieron la abolición de la esclavitud y la igualdad, e
incluso el propio Platón, pues su proyecto de república no se
apoya sobre estos parámetros de desigualdad, aunque sí sobre
otros elementos diferenciales que el filósofo considera desde
sus concepciones antropológicas y sociales.
En lo que respecta a igualdad ante la ley (isonomía), un
factor importante para definir lo que es la democracia, solo se
55
El camino de la democracia
cumple para un porcentaje muy reducido de población, e
incluso entre los ciudadanos no se desarrolla esa igualdad,
pues los derechos de unos y otros no son los mismos. Hay
distintas clases de ciudadanos y distintos derechos políticos.
En lo que respecta a la situación económica, hubo intentos de
compensar a los ciudadanos más pobres, mediante el reparto
de tierras y la potenciación de la colonización de nuevas
tierras, pero todo fue insuficiente para paliar la enorme
desigualdad social existente.
En la política exterior hay un elemento que algunos
historiadores consideran contradictorio con el desarrollo de la
democracia. Se refieren al hecho de que mientras en la
política interna de Atenas se desea potenciar los elementos
democráticos, en política exterior se desarrolla la necesidad
de captar el máximo de recursos mediante el control marítimo y la hegemonía en la zona, imposiciones e impuestos en
otros territorios, y con estos recursos potenciar la política
interior, supuestamente basada en esos principios de igualdad
y progreso social. Tampoco hay concesiones de autogobierno
a esos territorios controlados. Cuando la hegemonía y el
poder ateniense se debilitan también se debilita su sistema
democrático. ¿Son compatibles estos elementos “imperialistas” de política exterior con los principios democráticos
que se quieren defender y desarrollar en política interna? ¿Se
sustenta esta democracia sobre el imperialismo y la colonización?
Hay, pues, que desmitificar la democracia griega en
cuanto que no era, a mi modo de entender, lo que se desea
56
El camino de la democracia
que hubiese sido cuando es interpretada desde la democracia
moderna. Aunque hay que valorarla en cuanto que supone
un paso importante hacia la democracia y establece algunas
diferencias políticas con otros sistemas donde el poder estaba
en manos de una minoría aún más reducida, como en la
aristocracia de Esparta en esa misma época, donde la asamblea popular o Apella, formada por todos los ciudadanos de
Esparta (guerreros con lote de tierras, homoioi), nombraba a
los miembros de la Gerusía o consejo de ancianos (gerontes),
pero solo entre las familias más poderosas, y a los cinco
éforos o magistrados (Eforado), encargados de ejecutar la
decisiones de la Gerusía, que era la que realmente tenía
mayor poder decisión y el derecho de veto sobre la asamblea
que, sin deliberación, también votaba por aclamación algunas
cuestiones que la Gerusía o el Eforado le presentaba sobre
cuestiones judiciales, alianzas, guerra o paz, etc. En cuanto a
la población de Esparta observamos las mismas diferencias
que en Atenas. Hay una parte importante de ella que no son
ciudadanos y por tanto no tienen derechos políticos: los ilotas
(miembros de otros pueblos sometidos a esclavitud y que se
encargaban del trabajo productivo) y los periecos, gentes
libres (descendientes sin lotes y otros), pero sin participación
política y con derechos civiles limitados, que se dedicaban
principalmente a la artesanía y el pequeño comercio. En
definitiva, la participación política de los ciudadanos en
Atenas es mayor que en Esparta.
Sería una injusticia no saber valorar el progreso en la
sociedad griega con la implantación de la democracia, porque
57
El camino de la democracia
ese progreso seguro que costó mucho esfuerzo y vidas
humanas, por las resistencias y obstáculos que estos cambios
encontraron en las clases aristocráticas, que se oponían a
todo cambio que pudiera suponer una pérdida de su poder.
Es una constante histórica, pues, de manera general, quien
tiene el poder no lo comparte amablemente. La presión social
desde los sectores y grupos sociales desfavorecidos en el
reparto de la riqueza económica, o marginados del poder
político, puede llevar al cambio social.
Pero, aun teniendo en cuenta la distancia histórica en
nuestra valoración, también sería un engaño presentar a la
democracia griega como un ideal de democracia, sin saber
reconocer que solo fue, aunque grande, un “pequeño” avance
social, pues la mayoría de la población no participaba en esa
democracia. Las mujeres estaban excluidas de toda actividad
política y social. Las clases que sostenían a la sociedad desde
el punto de vista económico, es decir, los esclavos y los
campesinos pobres, los que trabajaban las tierras, en la
artesanía, las minas, las obras públicas, el servicio doméstico,
etc., tenían escasos o nulos derechos políticos y sociales. La
democracia, en su contenido social y económico, en términos
de búsqueda de igualdad y justicia social, como hemos visto,
tuvo escaso desarrollo en la democracia griega. La preocupación por las cuestiones sociales y por la pobreza no es un
elemento fundamental de esta democracia.
Como conclusión final sobre el origen de la democracia
griega podríamos decir que cuando se usa el término democracia, para llamar al sistema político ateniense, y se inter58
El camino de la democracia
preta posteriormente como el “poder del pueblo”, habría que
aclarar lo que entendemos por pueblo en este caso, que no
hace referencia al conjunto de personas o población de una
comunidad, Estado o territorio, sino al reducido grupo de
ciudadanos que tiene reconocidos ciertos derechos a participar en la vida política de la sociedad en que viven.
El rastro de la democracia prácticamente desaparece en
el mundo occidental hasta la modernidad, aunque durante la
república de Roma hay ciertos elementos que llevan a algunos historiadores a hablar de estructuras democráticas, pero
que, como veremos, siempre se quedaron lejos de lo que
había sido la democracia en Atenas, sobre todo en la época
de Pericles.
En Roma, durante el periodo monárquico, el poder está
en manos del rey, que es aconsejado por el Senado, formado
por ancianos de la aristocracia y por un colegio sacerdotal.
Por su parte, la plebe o pueblo, ordenado en unidades militares y administrativas llamadas curias, participaban como
grupos en algunos comicios, para aclamar al rey y sobre otros
asuntos que el Senado o el rey les consultaban. En el siglo VI
a. n. e., el rey reformador Servio Tulio realiza una reestructuración de la población romana mediante la creación de
distritos territoriales, que sustituyen a la estructura por gens,
apareciendo la nueva división en tribus y centurias, dentro de
las cuales la población también queda dividida en cuatro
clases sociales según la riqueza económica. Los derechos
políticos estaban relacionados con el poder económico y la
59
El camino de la democracia
aportación al ejército romano. De las cuatro clases sociales,
los proletarios, aquellos que no cuentan con propiedades
inmuebles, que son considerados únicamente por su capacidad de tener y criar hijos (prole), son excluidos de toda
participación política. Por su parte, los pequeños propietarios
tienen reducida esa participación. Las reformas de Servio
Tulio consolidan un sistema en el que la aristocracia patricia,
que dispone de grandes propiedades agrarias, concentra,
junto al rey, prácticamente todo el poder político. Su descendiente, Tarquimio, fue destronado por la aristocracia, como
consecuencia de querer gobernar de manera dictatorial,
abriéndose paso, de esta manera, desde el año 509 a. n. e., la
República Romana, que se organiza políticamente mediante
el Senado patricio (aristocracia) como asamblea consultiva y
de asesoramiento de enorme poder político y moral para los
magistrados patricios, que asumen el poder legislativo y
ejecutivo, pero con cierto control por parte del Senado. Los
magistrados se estructuran de manera jerárquica y con distintas funciones: los cónsules, los más altos cargos, asumen la
dirección del Estado y el ejército; los pretores dirigen la
administración de justicia; los censores controlan el censo de
ciudadanos y los impuestos; los ediles desarrollan una labor
policial-militar y los cuestores administran el erario público.
La plebe participaba como en época anterior, mediante comicios elige por aclamación a los magistrados y decide sobre
algunos asuntos legales que el Senado o los magistrados les
presentan, pero sin previa discusión. A veces, también puede
actuar como tribunal de apelación.
60
El camino de la democracia
Dentro de la plebe se desarrolla un grupo social que se
había enriquecido principalmente por el comercio y la
artesanía, que va a promover tensiones sociales y revueltas,
en la exigencia de derechos jurídicos y políticos frente a los
abusos del Senado o de los magistrados. A medida que Roma
se extiende en sus conquistas tiene nuevas necesidades militares, se hace necesaria la participación de nuevos grupos
sociales en la guerra. Los patricios tendrán que ir cediendo
derechos a la plebe, sobre todo, a sus elites enriquecidas, para
asegurar el poder militar que proporcione la conquista de
nuevos territorios. No podemos olvidar que el poder de
Roma se asienta en la conquista y saqueo de otros pueblos
(recursos, esclavos, comercio, etc.). Los intereses de los
patricios y la “nueva burguesía” son los mismos: conseguir
nuevos territorios que dominar y abrir nuevas rutas comerciales que aumenten su poder económico y político. La
república, controlada por los patricios, va a ir dando paso a
una república gobernada por una oligarquía en la que se
fusionan patricios y plebeyos ricos. Ahora la contraposición
social ya no es principalmente entre patricios y plebeyos, sino
entre clases ricas y clases pobres. La plebe accede a las
magistraturas, es decir, los plebeyos pueden ocupar cargos de
tribunos, ediles, etc., e incluso, desde la reformas de Licinio,
en el 367 a. n. e., un plebeyo podía ser cónsul. Se suponía que
los magistrados plebeyos tenían la función de representar y
defender los intereses y derechos de la plebe, que participa en
los comicios ciudadanos que se organizan por centurias o
tribus territoriales para nombrar a los magistrados y decidir
61
El camino de la democracia
sobre las cuestiones que presentaban los convocantes de estos
comicios (magistrados o cónsules). La plebe también consigue nuevos derechos como la libertad de matrimonio entre
patricios y plebeyos, y eliminar la posibilidad de esclavitud
por deudas.
Todo este proceso de reformas no está exento de
tensiones entre el Senado, poco dado a hacer concesiones a la
plebe, y los cónsules y generales militares, que tienen grandes
ambiciones de nuevas conquistas que consoliden su poder
económico y político. En términos modernos, podríamos
hablar de todo este proceso de reformas como de una revolúción burguesa en la que una nueva clase social, la burguesía,
formada por plebeyos ricos, con importante poder económico, estaba excluida del poder político. Para conseguirlo, se
apoya en el pueblo o plebe (con aspiraciones naturales de
lograr sociedades más igualitarias), pero después se fusiona
con la clase que antes tenía el poder y entre ambas controlan
la sociedad, según sus intereses económicos y políticos, que
suelen coincidir. Entre ambas controlan todo tipo de participación ciudadana en la organización política, que toma una
estructura aparentemente democrática, en la que el Senado,
que tenía el derecho de ratificación o no sobre las decisiones
de los comicios populares, se veía obligado a respetar las
decisiones de dichas asambleas populares.
Pero, en realidad, tal democracia es prácticamente nula,
porque el poder social, político y económico está en manos
de una oligarquía formada por los nuevos ricos plebeyos y la
antigua aristocracia patricia, que son quienes ocupan las
62
El camino de la democracia
magistraturas y controlan, mediante una especie de “clientelismo”, los resultados de los comicios populares. Las clases
más pobres, formadas por pequeños propietarios y proletarios
(trabajadores de la agricultura, la artesanía o el comercio), ni
en la época de mayor participación política de los ciudadanos
podían acceder a magistraturas, teniendo escasa importancia
sus opiniones, pues el sistema de elección o decisión no era
individual, como persona o ciudadano, sino que se hacía
como en épocas anteriores, separando a los asistentes por
grupos de tribu, centuria o curia (según el tipo de comicio), y
una persona votaba por el grupo si estaba de acuerdo o no
con la propuesta que hacía el convocante del comicio, pero,
como la mayoría de los votos se asignaban a los grupos más
ricos, a veces, los grupos más pobres no llegaban ni a votar,
porque cuando les llegaba su turno ya se habían obtenido
mayorías. Además, en esos comicios populares, convocados
por los magistrados, solo se podía hablar u opinar si se era
invitado a ello por quien convocaba el comicio. Al principio
solo acudían los hombres, después acudían también algunas
mujeres. Estos comicios se desarrollaban, principalmente, en
la ciudad de Roma. En otros territorios romanos eran menos
frecuentes. Sin olvidar que, desde el siglo IV a. n. e., se había
implantado la esclavitud, por lo que una parte importante de
la población eran esclavos y esclavas sin ningún tipo de
derecho al no ser considerados ciudadanos, aunque podían
adquirir la libertad (libertos) como una gracia de sus amos, o
comprarla, lo que suponía que el resto de sus vidas estarían
pagando tributos a sus antiguos amos. Estos libertos solo así
63
El camino de la democracia
adquirían ciertos derechos. Sus hijos sí podrían ser considerados ciudadanos de Roma.
El control del pueblo, además de por medios políticos y
policiales, se realizaba por medio del poder religioso. Los
colegios sacerdotales, herederos de antiguos jefes religiosos
patricios que guiaban a sus comunidades, formados ahora
por una jerarquía que iba desde los pontífices hasta los
augures, conservaban poderes culturales importantes. Tenían
influencias en las ideas, culto, calendarios, organización de
ritos y fiestas, etc., e incluso tenían influencia en las decisiones de magistrados y Senado, que solían hacer consultas a
estos colegios sacerdotales antes de tomar decisiones importantes. La plebe pudo acceder a ciertos cargos de los colegios
sacerdotales desde el siglo III a. n. e. Las mujeres podían
ingresar como doncellas al servicio del templo de Vesta
durante treinta años para cuidar el fuego sagrado, guardando
castidad y pureza durante ese tiempo.
Las necesidades militares eran cada vez mayores para
garantizar la pacificación de los territorios ocupados, que se
levantaban contra el yugo romano. También para promocionar nuevas conquistas, sin olvidar los problemas internos
que la esclavitud plantea, incluso en los territorios más
cercanos, mediante sublevaciones para cambiar esa situación
de esclavitud (Espartaco, 73-71 a. n. e.). Por ello, el ejército
se fue abriendo a nuevos grupos sociales mediante reformas
sucesivas que rebajaban los límites censitarios para ingresar
como soldado, lo que empobreció a muchos pequeños
propietarios, que tenían que abandonar sus tierras para acudir
64
El camino de la democracia
a las campañas militares. Más tarde, los proletarios también
ingresaban en el ejército, incluso extranjeros de las tierras
sometidas, pues de esta manera podían adquirir la ciudadanía
romana y sus derechos. El ejército romano se fue transformando desde una elite agraria, que participaba en campañas
militares para conquistar nuevas tierras que aumentaran su
patrimonio, hasta una estructura más profesionalizada, cada
vez mayor, controlada por esas elites, que pugnaban por sus
ambiciones de conquista y poder político, utilizando para ello
a las clases más pobres, que encontraron en el ejército una
forma de vida, y en algunos casos veían en esta actividad
militar una oportunidad de ascenso social, pues si participaban en conquistas y destacaban ante sus jefes, podían
recibir lotes de tierras a cambio, ya que parte de las tierras
conquistadas se distribuían entre militares veteranos destacados.
Ante las tensiones y conflictos tanto internos como
externos, en una Roma que se extendía por el Mediterráneo,
la república fue cediendo poder ante los cónsules con poderes
especiales desde el siglo I a. n. e., en detrimento del Senado y
los comicios populares. Los conflictos entre republicanos, que
se resistían a ceder poder del Senado a cónsules, y estos, que
asumían poderes dictatoriales; además de las luchas por el
poder entre distintas familias que querían controlar el
consulado, terminarían con la República, abriéndose paso
formas absolutistas de poder a partir de la segunda mitad del
siglo I a. n. e. Primero en forma de dictadura (Julio César).
Después en forma de Imperio (Octaviano es nombrado por el
65
El camino de la democracia
Senado emperador augusto en el año 27 a. n. e.). El emperador asume el poder político, militar, fiscal y religioso,
controlando todas las instituciones mediante la formación de
una burocracia administrativa. El Senado queda reducido a
un poder ficticio, en manos del emperador, que otorgará
privilegios personales según sus intereses. Las asambleas
populares podrán participar para abordar asuntos religiosos y
abusos de poder del gobernador, pero en ellas solo participarán los más ricos. Aunque la plebe de la ciudad de Roma
y territorios cercanos había perdido todo papel político, los
gobernantes procuraban evitar su descontento controlando a
la población con algo de trigo y entretenimiento (pan y circo),
para garantizar la estabilidad interna en el núcleo del
imperio, mientras se extendían sus fronteras. En los territorios alejados de Roma, el poder local recae en manos de una
elite aristocrática de guerreros y conquistadores, tanto de
origen patricio como plebeyo, que se convierten en los
gobernadores de esos territorios, con el apoyo del emperador
o el Senado, controlando las magistraturas, el Senado y los
comicios locales.
Un elemento a destacar durante toda esta etapa romana,
que se prolonga por más de diez siglos, es la formación del
derecho romano como estructura jurídica. Más que por las
mejoras prácticas en el desarrollo de criterios de igualdad en
la convivencia social, se considera importante por el desarrollo de las concepciones de ciudadanía y de derechos de esa
ciudadanía, que iban a servir de base para el desarrollo del
derecho moderno.
66
El camino de la democracia
La crisis y descomposición de Roma darían paso en
Europa y otros territorios a las estructuras feudales, a la
servidumbre como forma de organización social en la que los
derechos políticos y económicos se asignan por estamentos:
caballeros nobles, clérigos y trabajadores. En algunos lugares
de Europa, durante la Edad Media, aparecen ciudades y
territorios denominados “libres”, bien porque han roto con la
servidumbre con respecto a reyes y señores, bien porque han
obtenido ciertos privilegios (fueros). En algunas de estas
ciudades-estado, sobre todo en Italia, Suiza, Flandes y la Liga
Hanseática, el pueblo participaba en asambleas locales, que
eran manejadas de acuerdo a sus intereses, por las familias
más ricas, que controlaban el gobierno de la ciudad, por lo
que no se puede hablar de estructuras democráticas propiamente dichas, sino de regímenes aristocráticos. Por otra
parte, determinadas estructuras sociopolíticas de algunas
comunidades podrían ser consideradas elementos precursores
de la democracia moderna, por algunas de sus características,
como el parlamentarismo representativo (consejos), la limitación y separación del poder, establecimiento normativo de
cierta igualdad, etc., pero no pueden considerarse como
democracias, pues, generalmente, solo alcanzaban a determinados grupos sociales o elites locales. Aquí podríamos
nombrar, entre otros ejemplos, el Althing o Parlamento de
Islandia, creado en el año 930; los cantones rurales de la
Confederación Suiza en el siglo XVI; la República o Mancomunidad de las dos Naciones (Polonia y Lituania), fundada
en la segunda mitad del siglo XVI; o la Liga Democrática de
67
El camino de la democracia
Haudenosaunee en el siglo XVIII, en Norteamérica, una
alianza entre distintas naciones indígenas.
3. La democracia moderna
Para comprender la democracia moderna hemos de partir del desarrollo urbano, que se produce en las estructuras
feudales desde el siglo XI y que va a reactivar los conflictos,
pues aparecen nuevos grupos sociales formados por comerciantes y artesanos, que desean compartir las estructuras de
poder social con la nobleza local. En principio, los comerciantes (patriciado) obtienen mayor poder, pero los gremios
artesanales, sobre todo, sus cabezas visibles más enriquecidas,
quieren entrar también en esos círculos de poder. Se producen pugnas entre comerciantes y gremios artesanales, aunque
a veces se unen para obtener concesiones de la nobleza local.
¿Y el pueblo llano? Cuando hay sublevaciones populares, los
campesinos pobres, aprendices y escalones más bajos de los
gremios artesanales apoyan a unos u otros grupos sociales
según sus intereses. Otras veces son utilizados por unos y
otros, aunque hay mayor coincidencia de intereses con los
gremios artesanales, en contra del poder de comerciantes y
nobleza local (agraria o eclesiástica). Los conflictos y las
sublevaciones populares para exigir una mayor igualdad y
participación serán sofocados por coincidencia de intereses
entre reyes, nobles y esa nueva burguesía formada por comerciantes y artesanos enriquecidos, que en principio tenía como
aspiración ingresar en el círculo de la aristocracia, pero des68
El camino de la democracia
pués unirá sus quejas a las protestas de campesinos y otros
grupos del tercer estado, adquiriendo mayor fuerza todo ese
movimiento social, que pondría en jaque al sistema feudal.
Hasta el siglo XVI hay cierta disgregación del poder en los
reinos que se han ido formando en Europa. Los reyes quieren
controlar el territorio, pero las oligarquías locales y los
gobiernos urbanos, donde participan, junto a la nobleza, los
comerciantes y los gremios artesanales, reducen y limitan
esas posibilidades absolutistas del poder real. Los reyes, en
sus conflictos con los señores de la guerra, nobles con poder
económico, político y militar en sus territorios, se apoyan a
veces en la nueva burguesía. En Inglaterra, desde 1215, se
establece la Carta Magna, que reconoce el Consejo Real
estamental, que luego sería el Parlamento, donde están
representados los derechos de la nobleza, el clero y las
ciudades (eligen a sus diputados desde 1295), existiendo ciertas limitaciones al poder del rey. En esta situación de
condominio se producen continuas tensiones sociales. Poco a
poco se irá consolidando el absolutismo como forma de
poder, donde el rey, junto a algunos grupos aristocráticos,
ejerce el poder político, económico y jurídico en el territorio
que está bajo su control, apoyándose en un sistema impositivo, una burocracia y un ejército, para hacer efectivo ese
poder. La burguesía, como nuevo grupo social, queda excluída de este círculo de poder, aunque posteriormente, cuando
aumente su peso social, luchará contra este poder absolutista.
Este sistema absolutista, justificado por el origen divino
del poder, en el que el rey comparte ese poder y los privi69
El camino de la democracia
legios junto a nobleza y alto clero, entra en crisis, porque se
desarrolla la teoría de la soberanía popular (teorías del
contrato social), que cuestiona esa justificación del poder, al
considerar que este no emana de ninguna divinidad, sino del
pueblo, de los ciudadanos, que por libre voluntad ceden su
poder natural a una “autoridad”, que puede tomar distintas
formas, para que lo ejerza por todos, mediante unas leyes que
reconocen ciertas libertades y derechos para todos. Los
primeros movimientos importantes que conducirán a la
limitación del poder absolutista de los monarcas se producen
en Inglaterra, donde hay un choque de intereses entre las
viejas estructuras feudales y la nueva burguesía, que está
promoviendo el desarrollo capitalista industrial como consecuencia de la expansión colonial en América. El rey, junto a
quienes lo apoyan, controla la política y el comercio, lo que
supone trabas y restricciones a la libertad de movimiento
mercantil que la nueva burguesía necesita para desplegar sus
estructuras comerciales. Desde 1640 se inicia un conflicto
entre el Parlamento y el rey que terminará con la decapitación de Carlos I en 1648 y el inicio de la República de
Cromwell. Cuando este muere, en 1658, continúan los
conflictos entre monárquicos y republicanos, habiendo un
pacto entre burguesía y nobleza para restablecer la monarquía
con Carlos II en 1660, dando un giro conservador a todo el
proceso revolucionario, aunque estableciendo una monarquía
parlamentaria, que supone el final del absolutismo y de los
privilegios de la vieja aristocracia, abriéndose paso en el
poder la nueva burguesía, quedando en manos del Parla70
El camino de la democracia
mento la aprobación de las leyes, los impuestos, etc. La
llegada al poder de Jacobo II en 1685 supone un intento de
retroceso por querer volver a las viejas estructuras absolutistas
y aristocráticas, pero de nuevo la alianza entre la burguesía y
la aristocracia más liberal llevan a destronar a este rey en
1688 y ofrecer la corona a Guillermo de Orange (Guillermo
III), que acepta la limitación de su poder mediante un Parlamento donde están representados la nobleza, el clero y la
burguesía urbana, que es la gran beneficiada de todo este
proceso, pues consigue acabar con la arbitrariedad del poder
real, ejerciendo cierto control sobre las finanzas y el ejército,
a la vez que asegurando ciertas libertades constitucionales
para los ciudadanos en la declaración de derechos de 1689. El
pueblo llano, que participa para avanzar en sus derechos
políticos y económicos, ve que queda excluido de todo
progreso, pues ni siquiera se le reconoce el derecho al voto,
que queda exclusivamente para nobles y alta burguesía. Es
decir, de este pequeño paso hacia la democracia el pueblo
apenas se beneficia.
Las nuevas ideas ilustradas y liberales, donde destacan
Locke, con su teoría del contrato social y la defensa de los
derechos ciudadanos mediante la ley; Montesquieu, con su
teoría de la división de los poderes del Estado; Voltaire, con
su defensa de la libertad de pensamiento y la tolerancia;
Rousseau, con su teoría sobre la voluntad general del pueblo,
que debe participar en el gobierno y en las leyes; la idea
ilustrada de progreso, la ideas utilitaristas de Hume; las
propuestas políticas de Kant que intentan sintetizar
71
El camino de la democracia
liberalismo (libertades individuales) y democracia (la soberanía de la voluntad colectiva), etc., se extienden para
reforzar todo este proceso que lleva a la crisis del antiguo
régimen feudal y la caída de las monarquías absolutas
mediante el proceso de las revoluciones burguesas, que irían
dando paso a nuevas formas de gobierno, caracterizadas por
la soberanía popular, parlamentarismo representativo, separación de poderes, igualdad de los ciudadanos ante la ley y
reconocimiento de ciertas libertades públicas. El pueblo llano,
en principio, no se benefició de estos cambios. La sociedad
seguía bajo dominio de las clases adineradas (vieja aristocracia y nueva burguesía).
El proceso de las revoluciones burguesas tiene esquemas similares en diferentes lugares, cada uno con sus
peculiaridades, diferencias y protagonistas, teniendo que
señalar, por su relevancia histórica, la Declaración de Independencia de Estados Unidos (1776-1787) y la Revolución
francesa de 1789.
En 1767 comienzan los conflictos entre las colonias
inglesas en América y la metrópoli por cuestiones económicas (impuestos), dando lugar a una guerra entre milicias y
ejército inglés. A la vez, se inicia un proceso revolucionario
de la burguesía contra las viejas estructuras feudales,
produciéndose en 1776 la Declaración de Independencia y la
Declaración de los Derechos de Virginia; y posteriormente,
en 1783, el nacimiento de los Estados Unidos de América,
donde se establece un régimen constitucional (Constitución
de 1787), con soberanía nacional y sufragio para los ciuda72
El camino de la democracia
danos, además del reconocimiento de ciertos derechos y
libertades individuales (vida, propiedad, juicio justo, libertades de expresión y religiosa…), triunfando, de esta manera,
los ideales burgueses de la revolución, aunque los esclavos y
las mujeres quedan fuera de esos derechos, pues no se
consideran ciudadanos.
En Francia se inician los conflictos en 1789 cuando el
rey Luis XVI, por exigencia de la aristocracia, a la que le
exige impuestos, convoca los estados generales para resolver
el problema económico del Estado y se encuentra con la
oposición de la burguesía, que ha promovido un movimiento
social de masas contra el sistema feudal de privilegios,
formándose una Asamblea Constituyente, que quiere terminar con los privilegios de la nobleza, limitar el poder del rey y
establecer una constitución que reconozca las libertades
políticas (Declaración de los Derechos del Hombre y del
Ciudadano, 1789). En este proceso revolucionario hay
diferentes sectores sociales con aspiraciones también diferentes. La alta burguesía, representada por los girondinos
(Brissot) y los constitucionalistas (La Fayette), no quiere más
revolución que la inicial, de la que surge un régimen con
sufragio censitario (Constitución de 1791). Los jacobinos
(Robespierre y Danton), que representan las ideas republicanas de las clases medias y populares, presionarán para
establecer una constitución más democrática (1793), después
de la ejecución del rey; haciéndose con el poder, apoyados
por el pueblo, en 1794, instaurando un poder dictatorial
contra los enemigos de la República, siendo después
73
El camino de la democracia
derrocados por los girondinos, que recuperan un tono más
moderado de la revolución con la proclamación de un
Directorio y la Constitución de 1795, que establece un
régimen de libertades políticas, sobre todo para los más ricos,
pues el régimen electoral censitario solo reconoce el derecho
al voto para los propietarios, triunfando los ideales revolúcionarios de la burguesía, que en alianza con parte de la vieja
aristocracia se hace con el poder, que después acabaría en
manos de Napoleón. Los grupos demócratas (Marat) propugnan el sufragio universal y la soberanía del pueblo, sin llegar
a formar parte de la Asamblea. Los igualitarios (Babeuf)
quieren dar una orientación socialista a la revolución con
ideales de supresión de la propiedad privada, la nacionalización de la producción y la organización social del trabajo,
pero desde 1797 son reducidos después de varios intentos
revolucionarios. Las aspiraciones imperiales de Napoleón en
Europa iban a producir el retroceso de la revolución en
Francia, con periodos de restauración de los privilegios
absolutistas y periodos revolucionarios en los que la burguesía liberal y el pueblo lucharon por esas conquistas anteriores.
La revolución de 1830 contra Carlos X llevaría a una
monarquía constitucional con Luis Felipe de Orleáns, donde
se reconocen ciertas libertades políticas, aunque con sufragio
censitario, habiendo poco beneficio en esta revolución para
las clases medias y los obreros. Todos estos procesos revolucionarios de Francia tendrían influencia en gran parte de
Europa, habiendo, en muchos Estados, intentos de seguir
esos procesos.
74
El camino de la democracia
Aprovechando la guerra de la Independencia española
(1808-1814), en el contexto de los conflictos europeos de esa
época (guerras napoleónicas), las colonias de España en
América inician, desde 1808, procesos de independencia que
darían paso a la formación de nuevos Estados, produciéndose
a la vez procesos de revoluciones que llevarían al poder a la
burguesía criolla, descendientes de los colonos, ahora
enriquecidos por el comercio y la propiedad de la tierra, que
inspirados por los ideales de la independencia de Estados
Unidos y de la Revolución francesa, desean separarse de la
metrópoli, para salir de las trabas políticas y económicas que
obstaculizan su propio desarrollo, así como establecer sistemas con características democráticas. Desde 1810 hasta 1829,
no sin conflictos bélicos con la metrópoli ni conflictos
internos entre diferentes orientaciones políticas, aparecen
nuevos Estados en América (Argentina, Venezuela, Chile,
Colombia, México, Bolivia, etc.). La Constitución de Venezuela de 1811 es considerada la primera constitución del
mundo hispánico. En España aparece la Constitución de
1812, en plena guerra de la Independencia.
En todos estos movimientos revolucionarios, la burguesía y todo el tercer estado se levantan en contra de las monarquías absolutas y de los grupos privilegiados que ostentan el
poder social (nobleza y clero) para buscar una situación social
de mayor igualdad y libertad. No olvidemos que libertad,
igualdad y fraternidad eran los símbolos de la Revolución
francesa. En las revoluciones burguesas se producen diferentes etapas, y hay diversos grupos en conflicto, con obje75
El camino de la democracia
tivos e intereses prioritarios distintos. La burguesía ascendente, de acuerdo a sus intereses comerciales e industriales,
tiene como objetivo consolidar un liberalismo democrático
bajo su control. Los sectores obreros intentan orientar la
revolución hacia un tono más socialista. Estas pugnas se
reproducen en las diferentes revoluciones burguesas, aunque
será la burguesía la que implantará sus criterios, y en alianza
con las clases privilegiadas del antiguo régimen irán desarrollando las bases de los sistemas políticos liberales, la
llamada democracia moderna, que llega hasta nuestros días,
asociada de forma clara al sistema económico capitalista.
Los obreros, que en principio están al lado de la burguesía en los procesos revolucionarios, a medida que se vean
excluidos del poder y de los beneficios del cambio irán
tomando conciencia de ser una clase diferente, la clase
trabajadora, que tendrá que hacer sus propias revoluciones
para que la realidad cambie para ellos. Como hemos dicho
anteriormente, los obreros y las clases medias no perciben
claras mejoras tras la revolución de 1830 en Francia. En
1848, las masas obreras y las clases medias se levantan contra
la burguesía dominante y la monarquía constitucional de
Luis Felipe de Orleáns, que se ve obligado a abdicar, abriéndose paso la República, con un gobierno provisional donde
están presentes los obreros. Esta revolución ya no pretende
solo cambiar la forma de gobierno, sino que busca alterar
todo el orden social mediante grandes reformas que lleguen al
pueblo (república, sufragio universal, reformas económicas,
etc.). Pero la alianza de las clases medias y la pequeña
76
El camino de la democracia
burguesía con la alta burguesía reorientan el proceso revolucionario hacia sus intereses de clase, quedando en el olvido
las reformas sociales que habrían de llegar al pueblo,
marginando del poder a los sectores obreros. A partir de
ahora el proletariado se distanciará de la burguesía, buscará
sus propias revoluciones, siendo la Comuna de París de 1871
un primer paso a partir del cual los asalariados y los grupos
sociales más pobres buscarán, a su manera, su propia
“salvación”, pues la burguesía, cuando participa del poder,
deja de ser una clase revolucionaria y se convierte en una
clase conservadora, que, junto a la nobleza y el clero,
obstaculiza cualquier avance de la revolución hacia otros
sectores sociales.
La democracia moderna se caracteriza por el sufragio
electoral para formar parlamentos que toman las decisiones
políticas y por el reconocimiento de ciertas libertades sociales
en las cartas constitucionales, pero en principio estos
derechos políticos serán exclusivos de la burguesía y las
antiguas clases privilegiadas, pues este sufragio no es
universal, todos no pueden votar ni ocupar cargos políticos,
sino que se implantan sistemas de sufragio censitario, de
acuerdo a un censo elaborado según rentas económicas. Con
estos sistemas, la burguesía, en alianza con la aristocracia y el
alto clero, se asegura el control social. Las monarquías absolutas dan paso a otros sistemas de monarquía parlamentaria o
repúblicas, con división de poderes y sufragio electoral, pero
los trabajadores, obreros industriales y del medio agrario, que
junto a otros sectores sociales desfavorecidos quedan excluí77
El camino de la democracia
dos de todos estos avances políticos y sociales, irán consolidando sus propias ideologías y sus propios sueños. La
burguesía liberal irá consiguiendo diferentes cotas de democracia, pero se olvida de quienes la apoyan en sus procesos
revolucionarios, aunque esta fiebre democrática contagia a
todos los sectores sociales que quieren participar de ella. Así
es como el proletariado comenzará a construir su propio
camino hacia la democracia, entendida como democracia
socialista, aunque desde diferentes perspectivas dentro del
movimiento obrero.
Vemos, pues, que la “democracia moderna” se ha
abierto camino desde diferentes tendencias. Las clases
económicamente más poderosas irán consolidando un sistema democrático más formal que real, mientras que los grupos
sociales menos favorecidos y la clase trabajadora pretenderán
llevar esa democracia hacia una realidad diferente, llenándola
de contenido político, social y económico. Esas diferentes
visiones de la democracia ha producido luchas y conflictos de
todo tipo, enfrentamientos y guerras civiles, siendo la
dictadura militar un instrumento de las clases poderosas
cuando la situación ha sido crítica para su sistema, porque las
masas obreras han querido desarrollar su visión de la
democracia, que, como hemos dicho anteriormente, es una
visión socialista, aunque, tampoco podemos olvidar que la
perspectiva marxista de la democracia dispone, como paso
previo, como periodo de transición del capitalismo al comunismo, una dictadura de clase, la dictadura del proletariado,
que ha de preparar el camino para la llegada del socialismo;
78
El camino de la democracia
aunque la realidad histórica de ese proyecto “marxista”, el
llamado “socialismo real”, por ahora, no haya conseguido
esa pretendida democracia socialista.
Las revoluciones burguesas, a lo largo del siglo XIX, irán
consolidando un modelo de democracia liberal caracterizado
por la separación de poderes, donde, en teoría, debe haber
independencia entre los distintos centros de poder: legislativo
(elabora las leyes), ejecutivo (desarrolla las leyes) y judicial
(vigila su cumplimiento); separación de poderes que muchas
veces es distorsionada en la realidad política. Esta democracia también se caracteriza por una igualdad social de
derechos entre todos los ciudadanos, aunque, como veremos,
esa igualdad, en principio, es más teórica que real, pues las
diferencias entre las clases sociales hacen que esa igualdad en
derechos quede desfigurada. La burguesía, que se irá consolidando como clase dominante, da prioridad a los aspectos
económicos que vienen bien para todo el proceso de
revolución industrial, un liberalismo dirigido por un supuesto
“libre” mercado, después, en parte, controlado, siendo los
demás aspectos secundarios. La igualdad, libertad y fraternidad pregonadas en momentos revolucionarios irán dando
paso a otro tipo de políticas más favorables a sus intereses
económicos.
En el ámbito político, aunque la democracia liberal se
apoya en la idea de soberanía popular, la alianza entre
burguesía y antiguas clases privilegiadas escatimará toda
participación política de las clases obreras. El derecho a voto
para todos, es decir, el lógico sufragio universal acorde con
79
El camino de la democracia
un sistema democrático formal, será una conquista que
costará décadas de lucha social. En principio, ese derecho
solo será factible para los niveles altos de renta. Durante el
siglo XIX los hombres irán adquiriéndolo, en diferentes fases,
pero las mujeres accederán a él a lo largo del siglo XX, sobre
todo en su segunda mitad; sin olvidar que hoy, en muchos
países, bajo dictaduras o que pasan por pseudodemocracias,
las mujeres no tienen todavía ese derecho. Sin olvidar
tampoco que en ese avance ha habido retrocesos, pues derechos reconocidos han sido eliminados o reducidos por
regímenes totalitarios que se han implantado en determinadas
etapas históricas en esos países, que ya habían reconocido
tales derechos en otros momentos históricos. En España,
hasta 1891 no se extiende el sufragio universal para los
hombres, mientras que las mujeres tendrán que esperar hasta
la II República, en 1931, para tener reconocido ese derecho.
En Estados Unidos se extiende el sufragio universal en 1920,
aunque hasta 1965 no será efectivo para los afroamericanos.
En Grecia, en 1822 se extiende el sufragio universal para los
hombres y en 1952 para las mujeres. En Francia, en 1848
para los hombres y en 1944 para las mujeres. En Reino
Unido, en 1918 para los hombres y en 1928 para las mujeres.
En el ámbito cultural, la clase obrera queda totalmente
marginada, pues desde pequeños todos los miembros de la
familia deben implicarse en el mantenimiento económico,
alejándose de cualquier posibilidad de progreso cultural. Los
grupos más conservadores mantienen ese derecho solo para
las clases más pudientes, mientras los grupos más liberales
80
El camino de la democracia
pretenden extender una educación primaria para todos los
niños y niñas y acabar con la situación de la infancia, sometida a explotación desde muy pequeños, aunque con miedo a
los efectos que una educación para todos tendría sobre la
situación social. Por eso, siempre se ha producido un control
sobre la enseñanza por parte de los grupos que tienen el poder
político.
En el ámbito económico y social, la igualdad predicada
en las revoluciones burguesas es pura teoría. La burguesía
liberal defiende, en principio, la cuestión social, pero se
confía a la libertad de mercado para su solución, y esta no
llega, sino que incluso empeora la situación en algunos lugares. Muchos derechos, como el de sindicación o reunión,
quedarán fuera de los marcos jurídicos, por temor de la
burguesía liberal a que puedan ser vías que pongan en peligro
su sistema socioeconómico. En el proceso de industrialización, paralelo al proceso de las revoluciones burguesas, el
liberalismo económico sustituye a las proclamas de la
revolución, siendo las bases de este liberalismo, el mercado y
la libre competencia, minimizando, al menos en teoría, la
intervención del Estado en asuntos económicos. El papel
principal del Estado, según el liberalismo, debe reducirse a la
seguridad y el orden en la sociedad.
En este contexto, la clase trabajadora, formada por el
proletariado industrial, obreros agrarios y campesinos, se
beneficia poco de todo progreso, sometida por la burguesía a
unas condiciones de vida miserables, con jornadas de trabajo
81
El camino de la democracia
que sobrepasan las doce horas diarias, sueldos de miseria, sin
protección social de ningún tipo, la utilización del trabajo
infantil, etc. La burguesía se enriquece a costa de una
explotación “salvaje” de los obreros. En esta situación surge
la conciencia de clase, es decir, la idea de que el proletariado
es una clase diferente a la burguesía, que ahora, en alianza
con los viejos grupos sociales privilegiados, controla la
sociedad y las condiciones de vida y trabajo de la clase
obrera. Surge también, por necesidad, la solidaridad de clase,
las organizaciones obreras y sindicatos, que van a luchar de
diversas maneras para mejorar sus condiciones de vida. Se
desarrolla así el movimiento obrero, que, en líneas generales
y con diferencias internas, aspira a una sociedad socialista (o
comunista), donde haya una propiedad social de los medios
de producción, una participación del pueblo en la vida
política y la intervención del Estado (no como órgano de
poder sobre la sociedad, sino como distintos órganos de
representación-gestión de la sociedad) en asuntos económicos
y sociales para proteger los intereses colectivos. Es decir, el
movimiento obrero, en última instancia, pretende desarrollar
una democracia socialista en la que el poder, tanto político
como económico, esté en manos del pueblo, de los ciudadanos, de la sociedad como colectividad, en una sociedad sin
clases sociales.
A partir de aquí se produce un enfrentamiento entre
estas dos formas de entender la democracia. Por un lado, la
democracia burguesa o capitalista, constituida por una
práctica de economía liberal y por un control político por
82
El camino de la democracia
parte de las clases poderosas mediante sufragios censitarios,
caciquismo y manipulación. Por otro, la democracia socialista, que desea instaurar el movimiento obrero, que, por su
parte, no aparece como algo homogéneo, sino que desde las
diferentes tendencias presentes en la propia Revolución
francesa se irán formando diferentes corrientes, desde el
socialismo utópico de principios del siglo XIX (Saint-Simon,
Fourier, Owen, Cabet, etc.) hasta el socialismo de Blanc o
Proudhon, y las diferentes corrientes en el seno de la
Asociación Internacional de Trabajadores (I Internacional),
donde destacan Marx, Engels y Bakunin, durante la segunda
mitad de siglo, una AIT que funciona entre 1864 y 1876
como órgano de discusión teórica y estratégica del movimiento obrero, que terminaría por disolverse, principalmente,
por el enfrentamiento entre socialistas autoritarios, tendencia
liderada por Marx, partidaria de dotar a la AIT de un poder
centralizador y rector del movimiento obrero, y anarquistas o
socialistas antiautoritarios, que se oponen a una dirección
centralizada de la AIT, tendencia liderada por Bakunin, que
participó en la creación de la Alianza Internacional de la
Democracia Socialista en 1868, para contrarrestar el poder de
los socialistas autoritarios en la AIT. Los anarquistas, que
fueron expulsados de la AIT en 1872, crearon la Internacional de Saint-Imier, organización que funcionó hasta
1877. La principal discrepancia entre estas dos tendencias
estaría en que Marx y sus seguidores pensaban que para
alcanzar la sociedad comunista habría de pasar, como etapa
transitoria, por la “dictadura del proletariado”, idea recha83
El camino de la democracia
zada por la tendencia anarquista, que se muestra en contra de
cualquier forma de poder autoritario. Otra diferencia estaría
en que los marxistas propugnan la participación electoral en
la democracia burguesa mediante partidos políticos obreros,
mientras que los anarquistas rechazan esa participación,
priorizando la creación de sindicatos.
Las diferentes tendencias del movimiento obrero comparten el internacionalismo y, en principio, el mismo objetivo: alcanzar la sociedad socialista, una democracia socialista. Pero difieren en la manera de llegar a ella. Hay
organizaciones obreras que van a apostar por la participación
en el parlamentarismo burgués, a través de partidos políticos,
pensando que al ser mayoritaria en la sociedad, la clase
trabajadora, por medio de procesos electorales, irá ocupando
el poder. Una vez en las instituciones, irá conquistando
derechos mediante el cambio legislativo. En una evolución
gradual, podrá acercarse a esa democracia socialista que se
pretende, pero evitando la lucha de clases y la revolución
para centrarse en la acción política y sindical. Es la vía
comúnmente denominada “socialista”. Aquí entrarían los
partidos socialdemócratas y laboristas que se forman desde
finales del siglo XIX, destacando las ideas de Bernstein, entre
otros.
Por otro lado, hay sectores obreros que apuestan por la
vía de la revolución social para llegar a esa sociedad
socialista, formándose así partidos políticos y sindicatos, que,
además de llevar a cabo una acción de reivindicación de
mejoras sociales para la clase trabajadora, preparan la situa84
El camino de la democracia
ción social para llevar a cabo esa revolución, mediante la
concienciación obrera sobre la necesidad de una transformación total de la sociedad para poder alcanzar el sueño
socialista. Dentro de estos grupos revolucionarios aparecen
también diferencias, principalmente entre marxistas y anarquistas.
El marxismo, entendido como la obra de Marx, las
aportaciones de Engels y las interpretaciones posteriores
(Lenin, entre otras), propone una “dictadura del proletariado” que ha de instaurarse durante la revolución, periodo
dirigido por la clase proletaria, que debe hacerse con el
Estado para reducir los obstáculos de la burguesía y llevar a
cabo las transformaciones económicas (socialización), políticas y sociales que faciliten la etapa posterior. La dictadura
sería la etapa socialista; después, el Estado autoritario perderá
su carácter político para asumir, sobre todo, funciones de
gestión en una democracia socialista (comunismo). Es la vía
comúnmente denominada “comunista”. El concepto de
“dictadura del proletariado” ha generado controversia dentro
del propio marxismo y de las teorías del materialismo histórico. Hay corrientes que consideran que Marx utiliza este
término en contraposición a la dictadura de la burguesía, y
que no significa una forma de gobierno autoritaria sobre la
sociedad, sino un gobierno democrático controlado por el
proletariado para defender sus intereses y poner en marcha
una sociedad comunista. Pero ¿cómo se forma ese gobierno
del proletariado? ¿Elecciones? ¿Sufragio universal o solo del
proletariado? ¿Vanguardia del proletariado? ¿Partido prole85
El camino de la democracia
tario? Para otras interpretaciones no hay dudas sobre a qué se
refiere Marx con esa expresión, resultando incompatible un
poder autoritario con la democracia. Otros estudiosos del
marxismo consideran que el término “dictadura del proletariado” presenta ambigüedad, por falta de una explicación
más concreta del propio Marx o Engels, lo que genera
diferentes interpretaciones, predominando en el devenir
histórico-político del “marxismo” la interpretación leninista
(el denominado “marxismo-leninismo”), que considera que la
“dictadura del proletariado” es la dictadura del partido
proletario, que para Lenin es el partido de los comunistas,
desfigurando en parte la esencia del término, pues el partido
de los comunistas representa solo a una parte del proletariado, y en este caso, la dictadura comunista también se
ejerce sobre el proletariado que no es comunista, por
considerarse contrarrevolucionario. En la interpretación
leninista, “dictadura del proletariado” se transforma en dictadura de partido único y, de forma más concreta, en la
dictadura del partido de los comunistas (bolcheviques). Hasta
qué punto esto corresponde con las aportaciones de Marx y
Engels es una discusión incluso dentro del propio marxismo.
Por su parte, los grupos anarquistas, también denominados comunistas o socialistas libertarios (Bakunin, Kropotkin…), que se oponen a esa etapa autoritaria, por entender
que supone un peligro para el socialismo, ya que los grupos
que detenten el poder en ese periodo, que se supone
transitorio, no van a querer avanzar hacia ese verdadero
socialismo, sino que van a desarrollar un Estado totalitario.
86
El camino de la democracia
Por ello, el proceso de revolución social debe llenarse de
contenido con el desarrollo de las formas comunistas de
organización social de manera inmediata, llevándose a cabo
la democracia directa, es decir, un control de la economía y
del poder político por parte del pueblo, organizado en comunidades descentralizadas, autogestionarias, siendo el
“Estado” (autoridad con poder sobre sociedad) sustituido por
un conjunto de instituciones u órganos de gestión de las
decisiones tomadas por los ciudadanos, en diferentes ámbitos. En eso consiste la democracia para el anarquismo como
movimiento social y político. La participación directa del
individuo en la comunidad y el federalismo a distintos niveles
como bases de la organización social. Es la vía comúnmente
denominada “anarquista” o “libertaria”, que también ha
dado lugar a diferentes interpretaciones y organizaciones.
Las diferencias en el seno del movimiento obrero se
sitúan en el ámbito de los principios teóricos y sus lógicas
consecuencias en la acción política y social, pero no han sido
tan claras en determinados momentos históricos, donde
grupos, en teoría, menos revolucionarios, han apostado por la
vía revolucionaria, o al revés, grupos teóricamente defensores
de la revolución inmediata han tomado vías “más moderadas”, además de la diversidad de matices e interpretaciones
en las distintas tendencias y organizaciones del movimiento
obrero, diferencias que a veces, a lo largo de la historia, han
llevado a conflictos, pugnas y enfrentamientos, siendo la falta
de unidad un obstáculo para el avance hacia la democracia
87
El camino de la democracia
socialista, que en principio debería ser la aspiración de todo el
movimiento obrero.
El movimiento obrero se consolida en el último tercio
del siglo XIX. Un episodio clave en su historia es la Comuna
de París de 1871, en plena guerra franco-prusiana. En este
estallido social, desde una situación de penalidades y miseria
absolutas, la alianza obrera y la guardia nacional se apoderaron de la capital francesa, haciendo huir al Gobierno
burgués y atrayéndose a burgueses liberales radicales, convocando unas elecciones por sufragio universal para formar un
Consejo General de la Comuna, que actuaría como poder
legislativo y ejecutivo, haciendo un llamamiento a todo el
país para que se sumara a la revolución, cosa que no sucedió.
Las primeras reformas de la Comuna se dirigieron a la
separación entre la Iglesia y el Estado, abolir la propiedad
privada, regular los alquileres y prohibir los trabajos nocturnos, reformas que fueron efímeras porque más de cien mil
soldados fueron lanzados por el Gobierno contra París,
aplastando el intento revolucionario y produciendo una
fuerte represión entre los comuneros y comuneras que habían
soñado con una república social durante dos meses. El
“fracaso” de este intento revolucionario alimentó la controversia dentro de la AIT acerca de las estrategias del movimiento obrero para conseguir sus objetivos.
El movimiento obrero irá, poco a poco, consiguiendo
derechos políticos y económicos. La tendencia socialista va a
luchar por el sufragio universal, con la esperanza de que la
fuerza obrera llevaría a los parlamentos a los partidos
88
El camino de la democracia
socialistas y desde ahí poder realizar reformas y conquistas
hacia el socialismo, formándose la II Internacional en 1889,
con influencia de Bernstein, que, frente a la revolución,
defiende la estrategia de las reformas para llegar al socialismo. Otros personajes de la época, como Rosa Luxemburgo
o Kautsky, se oponen a ese revisionismo alemán y defienden
la acción de masas en la revolución. En otros países habrá
intentos revolucionarios para llegar al socialismo. La
burguesía, por su parte, que se resiste a ceder derechos,
echará mano de las dictaduras y los sistemas autoritarios para
controlar y reprimir esos deseos revolucionarios de las masas
obreras.
En 1905 se produce una revolución burguesa en Rusia,
que llevó a la formación del Parlamento, o Duma, de
mayoría liberal, pero obstaculizado en las reformas por el zar
y la aristocracia, que disuelven dicho parlamento. En 1914
comienza la I Guerra Mundial. Rusia está en guerra con
Alemania y la miseria se extiende entre el proletariado ruso.
En febrero de 1917 estalla la revolución rusa, iniciada con el
movimiento huelguístico en contra de la guerra, que hace
abdicar a Nicolás II, formándose un Gobierno provisional de
tendencia liberal, partidario de un sistema burgués. Por su
parte, los mencheviques (socialistas moderados) y bolcheviques (comunistas, procedentes del Partido Obrero Socialdemócrata), reclaman reformas sociales profundas que no
llegan, lo que provoca conflictos sociales. Se forma un nuevo
gobierno con el social-revolucionario Kerenski, que intenta
calmar la situación, pero fracasa y cede el poder a los
89
El camino de la democracia
mencheviques. Hay una situación de gran inestabilidad
social, con pugna entre distintas tendencias políticas, unas
partidarias de una democracia al estilo occidental, otras de un
socialismo moderado, y los bolcheviques, marxistas, partidarios de un socialismo revolucionario y de dar al poder a los
soviets. Los bolcheviques, ayudados por las milicias de
algunos soviets, se hacen con el poder en la revolución de
octubre de 1917. Los soviets eran consejos o asambleas
populares que aparecen desde 1905 formados por obreros,
campesinos y soldados, controlados por los partidos de
izquierda, que desde estructuras locales o de base irán
formando estructuras regionales y estatales. El nuevo Gobierno, bolchevique (comunista), encabezando por Lenin, firmó
la paz con Alemania y lleva a cabo, a finales de 1917, las
pendientes elecciones de distintos gobiernos provisionales
anteriores, para formar una asamblea constituyente, pero al
perder esas elecciones, que ganaron los social-revolucionarios, disolvió la asamblea a principios de 1918 y afianzó
el poder de los soviets. En un contexto de guerra civil, el
Gobierno bolchevique, cada vez más centralista, disuelve
todos los partidos políticos, menos el partido comunista, y
suprime las libertades de expresión y reunión, encontrando
una oposición muy diversa, desde generales zaristas,
apoyados por potencias extranjeras, hasta campesinos y
obreros, muchos de ellos anarquistas, partidarios de mantener
el poder de los soviets. En este proceso, que termina cuando
el ejército rojo derrota a los generales zaristas, en 1923, se
consolida la dictadura bolchevique. Se lleva a cabo la nacio90
El camino de la democracia
nalización o socialización (estatalización) de los recursos
productivos. Los soviets pierden influencia a medida que
aumenta el poder de un Estado dictatorial y centralizado,
dirigido cada vez más por la cúpula del Partido Comunista,
poniéndose fin a la joven democracia e iniciándose un
periodo de dictadura, que se prolongaría hasta 1991, reprimiendo toda disidencia y sin llegar a establecerse la pretendida sociedad socialista (democracia socialista). A la vez,
Rusia aspira a exportar la revolución a otros países, formándose en 1919, la III Internacional, comunista. A finales de
1922 se formó la Unión Soviética mediante la federación de
las repúblicas socialistas de Rusia, Ucrania, Bielorrusia y
Transcaucasia, que terminaría siendo dirigida por el poder
centralizado del Partido Comunista de la Unión Soviética, no
sin pugnas internas, en las que tras la muerte de Lenin,
terminaría imponiéndose Stalin.
La revolución rusa, en principio, abre ciertas esperanzas
para el movimiento obrero, lo que alentará conflictos no solo
en Europa, sino en otros continentes. En muchos países hubo
una fuerte movilización social, que no termina en procesos
revolucionarios. Entre 1918 y 1924 los partidos comunistas
europeos intentaron repetir la revolución rusa en otros países,
como en Alemania en 1919, pero fracasan. En 1924 la
Internacional Socialista apuesta por el parlamentarismo para
consolidar y extender las conquistas obreras alcanzadas hasta
el momento.
91
El camino de la democracia
En España, el movimiento obrero comienza a desarrollarse con la aparición de organizaciones de carácter
laboral (oficios), de ámbito local o comarcal, bien entrado el
siglo XIX, en principio, como sociedades de ayuda mutua. La
primera de ellas fue la Asociación de Tejedores de Barcelona,
en 1840. El obrerismo empieza a tomar fuerza a finales del
siglo XIX y se consolida en el primer tercio del siglo XX.
Aparecen diferentes partidos políticos y sindicatos, señalando, entre otros, la Federación Regional Española de la
AIT (1864), que daría lugar después a la Federación de
Trabajadores de la Región Española (de preponderancia
anarquista); el Partido Socialista Obrero Español (PSOE,
1879, marxista); la Unión General de Trabajadores (UGT,
1888, marxista); Solidaridad Obrera (1907, en Cataluña, de
carácter anarquista), precursora de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT, 1910). Las diferentes sociedades
obreras locales y comarcales se asociaban, según sus preferencias ideológicas, a las organizaciones de ámbito nacional
(UGT-marxistas o CNT-anarcosindicalistas). Durante el
llamado trienio bolchevique (1918-1920) se produce un
aumento de la movilización social de campesinos y obreros
industriales, con huelgas generales, ocupación de tierras,
proliferación de las organizaciones obreras (aparece el
Partido Comunista de España, PCE, en 1921), etc. Cabe
destacar la huelga de la Canadiense, liderada por la CNT,
que en febrero de 1919 paraliza gran parte de la industria y de
la economía catalana en una Barcelona declarada en estado
de guerra. En abril de ese mismo año, como consecuencia de
92
El camino de la democracia
dicha huelga, el Gobierno decreta la jornada laboral de ocho
horas, un logro importante del movimiento obrero en
España. La llegada de la II República en 1930 supone una
esperanza para las pretensiones de mejora de la clase obrera,
pero los intentos de involución (fallido golpe de Estado de
Sanjurjo en agosto de 1932) y los impedimentos que presentan las clases dominantes y grupos sociales conservadores a
las reformas republicanas, junto a la insuficiencia o lentitud
en el desarrollo de algunas de ellas, van generando un
desapego con la República en parte del proletariado, reavivándose el movimiento obrero, produciéndose huelgas y
protestas diversas; también hechos como la insurrección
anarquista en enero de 1933 (Casas Viejas) o los sucesos
revolucionarios de octubre de 1934, sofocados por los
Gobiernos republicanos de turno. Con la llegada al poder del
Frente Popular, en febrero de 1936, reaparecen las esperanzas
de reformas sociales desde el Gobierno republicano para
mejorar la penosa situación del proletariado, pero parte del
ejército, junto a algunos grupos sociales más conservadores,
con poder económico e ideológico, contando con el apoyo de
los fascismos de Italia (Mussolini) y Alemania (Hitler), se
levantaron en contra de la República en julio de 1936. El
golpe de Estado fracasa en gran parte del país, iniciándose
una guerra civil que se extendería hasta 1939, contando el
Gobierno republicano con el apoyo de la Unión Soviética
después de la declaración de “no intervención” de las
democracias occidentales (Francia e Inglaterra). Durante este
periodo de guerra civil, en algunas regiones de la zona
93
El camino de la democracia
republicana, el movimiento obrero, sobre todo por influencia
anarcosindicalista de la CNT, llevó a cabo una revolución
social aplicando, con mayor o menor logro, y en diversas
formas, la democracia directa, mediante colectividades que
practicaron la socialización de los recursos, la autogestión y
la federación. Aunque algunas de estas colectividades fueron
disueltas por el Gobierno de la república, otras se extendieron
hasta el final de la guerra, cuando la dictadura militar se
instaura en todo el país, con Franco en la Jefatura del Estado.
La dictadura supone la eliminación de la democracia y la
represión de todo intento del movimiento obrero de acercarse
a sus objetivos “socialistas”, estando dicho régimen
autoritario-fascista al servicio de los grupos sociales que
apoyaron la sublevación militar contra la República (clases
adineradas, grupos tradicionales, Iglesia…). Aunque hay
oposición y resistencia al régimen por parte de distintas
organizaciones obreras (partidos y sindicatos), tanto en el
interior (clandestinidad) como en el exilio, la dictadura se
prolongó hasta la muerte del dictador (1975), cuando
distintos agentes políticos, sociales y sindicales, apoyados por
los Gobiernos de algunas democracias occidentales, promueven una transición hacia la monarquía parlamentaria que
ahora hay en España, sustentada por la Constitución de 1978.
La II Guerra Mundial tendría también como consecuencia el desarrollo de procesos revolucionarios en los que el
movimiento obrero tiene protagonismo. En algunos países
del este de Europa, tras la derrota de Alemania en 1945, se
forman gobiernos provisionales con liberales, socialistas y
94
El camino de la democracia
comunistas. Poco después, estos, con apoyo de la URSS,
instalan sistemas de dictadura del partido comunista. En
China, el ejército rojo se hace con el poder en 1949,
abriéndose paso una dictadura “comunista” (Mao Zedong),
sistema que se abre a Occidente desde 1976, intentando
conjugar dictadura “comunista” y capitalismo, dirigido por
un partido único (partido comunista). Los procesos de
independencia en África y Asia tras la II Guerra Mundial
fueron acompañados en algunos países de procesos revolucionarios desde principios comunistas (Vietnam, Angola…). En otros, las oligarquías locales terminaron implantando dictaduras militares. Los principios de la revolución
marxista influyeron en la revolución cubana de 1959, que
terminó en la instauración de una dictadura “comunista”
(Castro). Desde unos principios más peculiares se produce la
revolución de Nicaragua, en 1979, que, tras un periodo de
gobierno revolucionario (FSLN, Frente Sandinista de
Liberación Nacional) y la presión de la denominada “contra”
(grupos insurgentes financiados por Estados Unidos), se abrió
a la participación electoral, ganando las elecciones de 1984 el
FSLN, aunque, tras las elecciones de 1990, la Unión Nacional Opositora, que representa los intereses de la burguesía,
llega al Gobierno.
Todos estos procesos revolucionarios, el empuje del
movimiento obrero y las necesidades de adaptación del
propio sistema llevaron a los países capitalistas más avanzados a desarrollar nuevas estrategias para dar cierta estabilidad a su sistema económico. Comienza a desarrollarse lo
95
El camino de la democracia
que se ha venido a llamar el “estado del bienestar”, caracterizado por dar una cara más social al sistema político y
económico, mediante una transferencia de rentas de unos
grupos sociales a otros, a través de sistemas impositivos,
desarrollándose protección social al desempleo, servicios
sanitarios, educación básica, regulación laboral, viviendas
sociales, jubilación-pensiones, servicios públicos y atención a
las familias; así como extender los derechos políticos de
asociación, voto, libertad de expresión, etc. De esta manera,
mejoran en parte las condiciones de vida de los trabajadores
en estos países. Además, el capitalismo necesita consumidores, y si los trabajadores son muy pobres, ¿quién va a
comprar los productos que se ofrecen a través de la
publicidad y la creación de nuevas necesidades?
Esta mejora en las condiciones de vida de la clase obrera,
junto al control ideológico llevado a cabo desde la cultura, la
educación y los medios de comunicación, en manos de los
grupos sociales más poderosos, hace manejable su conciencia
de clase, influenciada y adormecida por la ideología de la
burguesía.
Queda, pues, en gran parte, desactivada, esa clase obrera
que en estos países, años atrás, quería transformar la sociedad
para llegar al socialismo como forma de salir de la miseria en
que vivían. Es la época dorada de la democracia moderna
(burguesa), la socialdemocracia, suavizando el capitalismo
con influencias del socialismo, desarrollada entre los años 6090 del siglo XX, en algunos países capitalistas con demo96
El camino de la democracia
cracias más avanzadas. Desde entonces hay un retroceso del
estado de bienestar.
Esta es la situación en los países que se consideran a sí
mismos la punta de lanza en los avances democráticos.
Desde sus centros de poder cultural y político se extiende la
idea de que este es el mejor de los mundos posibles, que no
hay alternativa, que en esto consiste la democracia.
La caída del muro de Berlín (1989), la disolución de la
URSS y del sistema soviético (1991), así como la situación
actual de algunos países que, siguiendo las tesis del
marxismo-leninismo, iniciaron procesos revolucionarios
(China, Vietnam, Cuba…), el llamado “socialismo real”, se
ven, desde el capitalismo y las democracias burguesas, como
el fracaso del socialismo; aunque, analizando la evolución y
realidad de estos países, podemos decir que, por diversos
motivos internos (desigualdad, falta de libertades, corrupción,
etc.) y externos (oposición del capitalismo occidental y de las
democracias burguesas, la “guerra fría”…), quedaron estancados en dictaduras comunistas, sin llegar a desarrollar un
verdadero socialismo (democracia socialista). Estos sistemas,
llamados comunistas, repúblicas socialistas o democracias
populares, no eran (caso de la URSS) o no son (caso de
China o Vietnam) sino sistemas autoritarios dominados por
un partido político, sistemas en los que una jerarquía burocrática de dicho partido (en general, el partido comunista de
dicho país) dirige y controla todos los resortes del poder de la
sociedad, aunque en algunos de ellos los ciudadanos participan en la elección de algunos cargos o de instituciones
97
El camino de la democracia
“locales”, pero todo muy controlado por el partido en el
poder.
Rusia, así como otros estados de la URSS, de Europa del
Este y de otras zonas del mundo, transitó desde la dictadura
“comunista” hacia la democracia parlamentaria y el capitalismo liberal en poco espacio de tiempo, siendo las
oligarquías anteriores las que van a mantener un gran poder
económico y político. La evolución en China ha sido
diferente: desde los años 80 se produce una transición hacia
la llamada economía de mercado socialista, un capitalismo
con economía de mercado mixta en la que conviven
empresas estatales (propiedad social o estatal en creciente
proceso de privatización), empresas mixtas (propiedad estatal
y privada) y empresas privadas; proceso dirigido y controlado
desde el poder de Estado, por la cúpula del Partido
Comunista Chino, asociada con la nueva burguesía surgida
de la jerarquía del partido y promoviendo la inversión de
capital internacional. Aunque existe alguna descentralización, y se ha producido cierta liberalización política, el
Partido Comunista mantiene el poder en un Estado autoritario, impidiendo cualquier intento de cambio político
(represión de levantamientos populares a finales de los 80 en
contra del sistema —revuelta de Tiananmén—). Por otra
parte, en Cuba se mantiene la dictadura de corte marxistaleninista, con una economía estatalizada o socializada en sus
tres cuartas partes, que ha sufrido el bloqueo/embargo
comercial de Estados Unidos desde 1960 y la disolución de la
URSS, que había sido un apoyo importante para su
98
El camino de la democracia
economía. Desde principios de los noventa, la economía de
Cuba se está abriendo al sector privado (turismo, inversión
extranjera, empleo por cuenta propia…), siempre bajo control
estatal. Sus defensores consideran que se trata de un Estado
socialista o una democracia popular, porque los ciudadanos
participan en la elección de cargos a distintos nivel de
organización social, pero todo el proceso socio-político está
controlado por el único partido permitido, el Partido
Comunista de Cuba, considerado por el propio sistema como
“fuerza política dirigente superior”.
Estas experiencias y modelos, que se venden como
muestra del fracaso del socialismo, creo que no deben
interpretarse en esa línea, pues en todo caso mostrarán el
fracaso de la vía de la “dictadura del proletariado” hacia el
socialismo, porque ningún país con dictadura “comunista”
ha conseguido evolucionar hacia el socialismo, entendido
como democracia socialista que con todo su contenido
político y económico sigue siendo, pienso, una alternativa
como proyecto social.
Sea como fuere, el capitalismo neoliberal, dominado por
las grandes corporaciones financieras e industriales del
mundo, que priorizan la economía financiera sobre la
economía real, pretende extender su modelo económico y
político a todo el planeta mediante la globalización. Entre sus
objetivos están el establecimiento de una libre (pero
controlada) circulación de capitales y mercancías y desarrollar sistemas políticos basados en una democracia liberal,
controlada por los grupos dominantes, regímenes al servicio
99
El camino de la democracia
de sus intereses, todo ello con la finalidad de acrecentar su
poder económico y político. Además, cuentan para ello con
la colaboración de algunas organizaciones políticas y sindicales que supuestamente deberían tener como referente la
democracia socialista, pero que están tan integradas en el
sistema que forman parte de él, pareciéndoles ajenos, en
muchos casos, los intereses de los trabajadores. Estas organizaciones, partidos y sindicatos “institucionalizados” tienen
parte de responsabilidad en la situación actual porque su
actitud ha generado pasividad y conformidad social, lo que
ha venido muy bien al funcionamiento del sistema. Dicho de
otro modo: el capitalismo mundial ha perdido el miedo al
socialismo y a las aspiraciones obreras porque mediante diferentes formas de control económico, político, social y cultural
ha conseguido que queden reducidos; es decir, no hay mucha
oposición a sus pretensiones. Son pocas, y en la mayoría de
los casos minoritarias, las organizaciones que sostienen la
bandera del obrerismo de manera digna. El movimiento obrero aparece desarticulado. La conciencia de clase trabajadora
queda disuelta en la ideología y la cultura burguesas, que se
han impuesto a todas las capas sociales, predominando el
individualismo, la competitividad, el consumismo, etc.
Por todo ello, en los últimos años, como consecuencia
de la globalización capitalista, hay un deterioro del estado del
bienestar, con pérdida de derechos de los trabajadores y la
reducción de los servicios públicos, que tras procesos de
deterioro, se orientan hacia el negocio capitalista, sobre todo
la sanidad, la educación, el sistema de pensiones y algunos
100
El camino de la democracia
servicios a la comunidad. Un ejemplo sería el deterioro de la
sanidad pública mediante la reducción presupuestaria, empujando a la ciudadanía hacia el seguro privado. O reducir la
enseñanza pública a la vez que aumentan los conciertos
educativos y las licencias para la enseñanza privada. Es el
neoliberalismo, o la vuelta de un capitalismo de rostro más
duro. El estado del bienestar, que en muchos países frenó, en
cierto modo, las aspiraciones revolucionarias de los obreros,
se está desmontando poco a poco porque el capitalismo ahora
no encuentra mucha oposición. Esta vuelta de un capitalismo
menos social, marcada por la flexibilidad de los mercados
financieros y laborales, está suponiendo la pérdida de
derechos conquistados por los trabajadores; además de un
menor gasto social y una creciente privatización de servicios
públicos. El neoliberalismo extiende una globalización de
derechos para los trabajadores, pero lo está haciendo a la
baja, lo que supone un empeoramiento en la calidad del
empleo que lleva a un empobrecimiento de los trabajadores,
que en muchos casos, a pesar de tener un trabajo, viven en el
umbral de la pobreza y la exclusión social. Sirva de ejemplo
que muchas empresas de los países “desarrollados” están
consiguiendo que sus trabajadores acepten reducciones en sus
salarios y derechos a cambio de que no se trasladen a otros
lugares, donde las ventajas para el capital son todavía
mayores. La globalización está extendiendo la docilidad y la
pasividad de la clase trabajadora bajo la amenaza del paro y
la pobreza, lo que otorga todavía mayor poder a los grupos
sociales que ya controlan estas sociedades. Por esto surge la
101
El camino de la democracia
necesidad de revitalización del movimiento obrero, sindicatos, partidos y otras organizaciones, para recuperar derechos y poder avanzar hacia una verdadera democracia.
De todas formas, hemos de tener en cuenta que el estado
del bienestar mencionado anteriormente solo ha alcanzado a
una pequeña parte de la humanidad, pues solo en algunos
países más desarrollados, de Europa sobre todo, este
bienestar ha alcanzado logros considerables, pero en otros
países se ha desarrollado menos o no se ha desarrollado. Una
gran parte de la humanidad sigue sumida en una pobreza
generalizada, bajo sistemas autoritarios o pseudodemocráticos, situación provocada, además de por causas internas,
por el control que los Gobiernos y empresas transnacionales
de los países más desarrollados han efectuado (y efectúan)
sobre sus recursos y sus Gobiernos, contando para ello con la
colaboración interesada de una elite local que se aprovecha
de esa situación. Otras veces interviniendo de forma directa
en esas zonas mediante conflictos bélicos y sustitución de
Gobiernos. La riqueza generada por el capitalismo, bajo
distintas formas políticas, en algunos países, beneficiando
principalmente a una minoría, se ha cimentado, y se sigue
cimentando, desde el empobrecimiento y el subdesarrollo de
otras regiones del mundo, generando grandes desequilibrios,
conflictos armados, movimientos migratorios, etc. El imperialismo de tiempos anteriores no ha desaparecido, sino que
ha tomado otras formas.
102
El camino de la democracia
A España ese estado del bienestar, que desde hace unos
años se cuestiona y reduce, llegó tarde, a partir de los años
80, es decir, hace apenas cuarenta años, y nunca ha sido
comparable al de aquellos países donde más desarrollo ha
tenido (Suecia, Dinamarca, Países Bajos, Luxemburgo,
Alemania, Francia, etc.). Tampoco es comparable al de otros
países de su propio entorno (Unión Europea). El gasto social
en España en 1975 era del 14 % del PIB, en 1993 era del 24
%, en 2004 bajó al 20 %, cuando la media de la Unión
Europea (15) era del 27,5 %. La mayoría de los socios de la
Unión Europea (15), para 2004, tenía niveles más altos de
gasto social en sanidad, educación, protección social, ayudas
a las familias, empleo de mayor calidad, etc. Según datos del
Anuario Social de España de 2004, elaborado con la colaboración de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona,
España se situaba a la cola de Unión Europea (15), pues si el
PIB per cápita de España era del 86,5% del PIB per cápita
promedio de la Unión Europea, el gasto de protección social
per cápita en España era solo del 60 % del gasto en
protección social promedio de la Unión Europea. Es decir,
España gastaba mucho menos que sus socios europeos en
protección social, de acuerdo a lo que le correspondería según
su renta en el contexto de la Unión. Desde 2004, la cosa no
ha mejorado, sino más bien al revés, ha habido un retroceso
del estado de bienestar, con un deterioro de las condiciones
de vida de los trabajadores y los grupos sociales más empobrecidos: deterioro del salario, precarización del empleo,
deterioro de los servicios públicos y de asistencia social, etc.
103
El camino de la democracia
Según datos de Eurostat (Oficina Estadística de la Unión
Europea), el gasto social en España para 2016 fue del 16,8%
del PIB, estando la media de la zona euro en el 20%. Para
2017, la media de gasto social en la Unión Europea se situó
en el 27,9% del PIB, mientras que para España fue del 23,4%.
En España, que se considera un país desarrollado, rico y
democrático, según datos de 2019, hay cerca del 25% de la
población (más de 10 millones de personas) en riesgo de
pobreza o exclusión social; y más de tres millones de personas que sufren privación material severa.
En nuestro país, la democracia y el estado del bienestar se han debilitado, además de por las políticas neoliberales
de los últimos años, por los distintos episodios de corrupción
que han afectado, desde hace tiempo, a distintos ámbitos
políticos (ayuntamientos, comunidades autónomas, Gobierno central y otras instituciones), todo ello mediante el abuso
de poder, el desvío de fondos públicos, financiación ilegal de
partidos, enriquecimiento ilícito, comisiones ilegales, fraude
fiscal, apropiación indebida, puertas giratorias, presiones en
la separación de poderes, etc. La corrupción política es el
ejemplo más claro del “personaje” que está en política para
servirse de la sociedad de acuerdo a unos intereses particulares, y no como debería ser, para servir a la sociedad.
Para finalizar este capítulo, decir que el fenómeno de la
globalización económica, dirigida por instituciones donde los
intereses de las clases más ricas (poder financiero) son los que
mandan, permite controlar a los Estados que intenten salirse
104
El camino de la democracia
de los parámetros que el capitalismo marca, de manera que
los propios Estados han perdido capacidad para tomar medidas sociales o económicas diferentes a esos intereses, y cuando esto sucede, es decir, cuando un país o Estado intenta
desarrollar algunas políticas más sociales, es advertido por
esas instituciones que manejan la economía mundial, corriendo el peligro de ser víctimas, en una economía globalizada,
de manejos financieros y comerciales que le provoquen
inestabilidad política y social.
4. El presente de la democracia
En el capítulo anterior hemos visto el desarrollo de la
democracia moderna, claro está, hablando de los países
donde mayor progreso ha tenido, porque en el resto esa
democracia es todavía de menor grado, o se debaten en
sistemas dictatoriales o autoritarios, donde ciertas oligarquías
controlan todos los resortes del poder social. Por tanto,
parece claro que resulta preferible una democracia, en mayor
o menor grado, que un sistema totalitario, autoritario o
dictatorial, aunque a veces las democracias pueden degenerar
tanto que se asemejan a los sistemas autoritarios.
La democracia actual más avanzada se presenta como
un Estado liberal de derecho en el que teóricamente se
reconocen los derechos humanos y las libertades fundamentales, así como la igualdad de todos los ciudadanos, pero
es una ingenuidad creer que la democracia representativa
105
El camino de la democracia
funciona tal como se predica en teoría, según la cual el
pueblo tiene el poder, es decir, es soberano para elegir a los
Gobiernos en los que delega su poder. Es una democracia
representativa en la que, mediante unas elecciones supuestamente abiertas, los ciudadanos eligen a sus representantes en
los distintos ámbitos políticos (ayuntamientos, regiones o
departamentos, parlamentos, etc.), que son los que toman las
decisiones de organización social. Pero sucede que los
ciudadanos solo cuentan en época de elecciones. Se les ha
formado la idea de que eso es la democracia, solo tienen que
votar y después despreocuparse de todo, pues los elegidos,
según unos programas políticos, serán los que gobiernen por
todos. Los programas electorales se llenan de promesas de
participación ciudadana; después, solo en el ámbito local, se
desarrollan algunos órganos o comisiones de participación a
las que pueden acudir los ciudadanos o asociaciones, pero
todo ello no es más que un “simulador” de democracia, pues
solo tienen capacidad informativa o consultiva. Las decisiones importantes no pasan precisamente por allí. En estos
sistemas electorales suele ocurrir que, gane quien gane, lo
esencial del sistema económico y político no cambiará
mucho, porque los partidos que suelen tener más apoyo
social son los que el propio sistema ha promocionado como
únicas alternativas posibles. Los partidos, que controlan las
listas cerradas de candidatos, acaparan tal poder político que
la democracia queda convertida en partitocracia, pero
además, detrás, en la sombra, los grupos de poder económico suelen controlar a los partidos políticos con posibilidades
106
El camino de la democracia
de gobernar. Este control se lleva a cabo de diferentes formas,
entre ellas, mediante subvenciones y créditos para la
promoción social y el mantenimiento de sus estructuras
burocráticas. Dicho de otro modo, los Gobiernos elegidos por
los ciudadanos están controlados por el poder económico,
sobre todo por las grandes corporaciones financieras y
empresariales, cuyos intereses condicionan, en gran parte, las
decisiones políticas y económicas de dichos Gobiernos.
Aunque puedan existir diferencias entre las opciones
políticas que se presentan en unas elecciones, esas diferencias
no son esenciales entre los partidos con posibilidades de
acceder al poder en los países llamados democráticos. El
conflicto escenificado por estas opciones, más que por
discrepancias políticas relevantes, suele ser una pugna
partidista o personalista por el poder. Hay una tendencia más
liberal (neoliberalismo), cercana al poder financiero, que
mediante la reducción del papel del Estado, intenta menguar
la democracia, sobre todo, en los derechos económicos y
sociales, con el pretexto de que el mercado debe regular esos
ámbitos; y otra tendencia más social, que mediante la
intervención del Estado, intenta poner freno a los planes del
neoliberalismo, teniendo en cuenta los derechos económicos
y sociales que aparecen en las bonitas constituciones democráticas. Pero puede ocurrir que si la tendencia que se hace
con el Gobierno intenta profundizar en la democracia, desde
una visión algo más socialista, intentando desarrollar una
mayor justicia social, cumpliendo los derechos sociales y
económicos, dignificando el mundo laboral y los servicios
107
El camino de la democracia
públicos, desarrollando un sistema tributario justo para
responder a las necesidades sociales, etc., enseguida es
acusada de radical, comunista, extremista, antisistema, etc.,
desarrollándose toda una oposición desde el poder financiero
que utilizará todos los recursos mediáticos, políticos y
económicos para desprestigiar y derribar a ese Gobierno. Por
otra parte, si surgen movimientos sociales de protesta contra
medidas de retroceso democrático o exigiendo “más
democracia”, se intentan encauzar desde el poder para manejarlos, y si no, acallar, amedrentar, criminalizar o reprimir
dichos movimientos y protestas, a veces, sin contemplación
alguna. Por otra parte, si surgen movimientos sociales de
protesta contra medidas de retroceso democrático o
exigiendo “más democracia”, se intentan encauzar desde el
poder para manejarlos, y si no, son criminalizados y
reprimidos, a veces, sin contemplación alguna. En la actualidad, la social-democracia, como sistema que desde la
segunda mitad del siglo XX intenta compatibilizar capitalismo
y socialismo en las democracias representativas, mediante el
desarrollo del estado del bienestar, ya le parece radical y
extremista al poder financiero, que nunca ha creído en la
democracia más allá de sus propios intereses, utilizándola
como instrumento solo cuando le ha resultado más eficaz que
el autoritarismo para lograr sus objetivos económicos y
políticos. En la España actual parece revolucionario exigir
que se cumplan derechos reconocidos en la Constitución
como la alimentación, la vivienda, un trabajo y un salario
108
El camino de la democracia
dignos, unos servicios públicos y sociales de calidad, unas
pensiones decentes, etc.
En los niveles más altos, a nivel mundial, mediante
grupos de presión (lobbies) o de forma más directa, son las
grandes corporaciones de los sectores industriales y financieros los que realmente gobiernan el mundo, dan las pautas
y criterios de actuación política a las instituciones internacionales y a los Gobiernos nacionales, que han perdido
gran parte de su autonomía e independencia a la hora de
tomar decisiones, que si no gustan al “poder real”, tomará
medidas contra ese Gobierno o Estado hasta provocar una
crisis que lleve a un cambio de Gobierno favorable a sus
intereses. La democracia queda desfigurada cuando los
gobiernos y parlamentos nacionales pierden soberanía frente
a organismos e instituciones de las que forman parte, pero
cuyos poderes, alejados de la soberanía popular, están bajo
influencia y presión, cuando no al servicio, de las oligarquías
dominantes. Un ejemplo puede ser la Unión Europea, en la
que los gobiernos nacionales que la componen pierden parte
de su soberanía para tomar determinadas decisiones. En otros
muchos casos, los mismos gobernantes son los representantes
directos de esos poderes financieros que controlan la
economía mundial, porque forman parte de ellos, porque han
sido promocionados en la política con el objetivo de situar a
elementos propios en los centros de poder. También ocurre
que personas que han ocupado cargos políticos o tareas de
gobierno terminan sentados en los consejos de administración, o como asesores, en grandes empresas o multi109
El camino de la democracia
nacionales (puertas giratorias). Existe una aristocracia del
poder formada por corporaciones financieras, grupos
industriales,
energéticos,
industria
militar,
sector
inmobiliario, cúpulas políticas y dueños de grandes medios
de comunicación de los países más poderosos; es la
oligarquía que realmente dirige el mundo, mediante el
control de los Gobiernos, organismos e instituciones
internacionales. Estos grupos de poder, que quieren extender
el capitalismo y la democracia liberal a todo el mundo, están
detrás de las decisiones importantes en política internacional,
siempre en la búsqueda de las mejores condiciones para sus
intereses particulares. Para ello preparan intervenciones
políticas, económicas, y, si es preciso, militares allí donde
esos intereses se cuestionen. En otros casos apoyan regímenes
dictatoriales, si es necesario, para salvaguardar esos intereses
en un momento dado. También a través de la deuda, que,
además de ser un negocio para las elites financieras, se ha
convertido en nueva forma de control o chantaje a los
Gobiernos y Estados, es decir, en una nueva forma de poder
político o de imperialismo. Esta aristocracia, formada por
diferentes clubes “selectos” de los que forman parte los
grupos financieros más ricos, las grandes corporaciones, son
los “dueños del mundo”, los que diseñan la política, la vida
social y la economía a nivel mundial. Es la globalización a
modo capitalista. Todo lo demás no existe, es marginal,
antidemocrático, radical, etc. Y es más, los países que dicen
liderar la democracia en el mundo son los que se oponen al
avance de la democracia, en el momento en que los intereses
110
El camino de la democracia
capitalistas que esas democracias representan corren el
mínimo peligro. Es decir, la democracia llega hasta donde
“los poderosos” quieren, siendo a veces verdaderos obstáculos para la democracia, pues no permiten que ningún país
avance en el camino de la democracia (mejor redistribución
de recursos, desarrollo de servicios públicos, potenciación del
empleo público, implantación de un sistema de impuestos
más redistributivo, preservación del medio ambiente, etc.)
más allá de sus intereses, relacionados siempre con el
mercado y el negocio, alejados, generalmente, de orientaciones éticas. En El miedo a la democracia Noam Chomsky nos
dice: “En la democracia capitalista estatal (…), en principio,
el pueblo gobierna, pero el poder efectivo reside en su mayor
parte en manos privadas, con efectos a gran escala en todo el
orden social”. Más claro no se puede decir.
En los ámbitos más cercanos al ciudadano, por ejemplo,
en los ayuntamientos, con reducidas competencias en la
estructura general del Estado, los gobernantes, según su
ideología o partido, se mueven con márgenes limitados para
gestionar un presupuesto, aunque con diferencias, según los
municipios, pues a mayor población, más posibilidades de
que ese “juego político” que se da en niveles políticos más
altos se repita aquí, y menos posibilidades de que los gobernantes antepongan el bien común o el interés general de los
ciudadanos, sus problemas, a intereses particulares o
partidistas.
111
El camino de la democracia
Una contradicción política que podemos observar está
en aceptar, sin mucha controversia, que una democracia
puede incluir a la monarquía como forma de establecer la
jefatura del Estado, es decir, la institución que formalmente
está por encima de todas se pasa por linaje y tradición, pero el
pueblo no elige ese cargo de máxima representación política.
Si la democracia representativa consiste en que los ciudadanos eligen a sus representantes en las instituciones políticas, ¿por qué esa manera de entender la democracia no se
extiende, en estos casos, a este ámbito? ¿Hay incompatibilidad teórica, racional, entre democracia y monarquía? Yo
creo que sí. Quienes defienden la compatibilidad argumentan
que una monarquía parlamentaria puede ser, en contenido
social y político, tanto o más democrática que una república.
Puede ser que sí, que así sea en determinados casos, porque
la república puede ser autoritaria o democrática, o puede ser
más o menos democrática, pero esto no supera la contradicción antes expuesta: en un sistema democrático no parece
democrático que la Jefatura del Estado sea un cargo no
electo.
En el terreno económico, la democracia liberal se
fundamenta, al menos en teoría, en una economía capitalista,
caracterizada por una concentración de la propiedad privada
de los medios de producción, el crecimiento continuo, la libre
circulación de capitales y mercancías, el libre mercado y la
competitividad, pero luego hay control de mercados, sobre
todo en cuanto a mercancías y precios, buscando especulaciones financieras que aporten altos beneficios. Y cuando no
112
El camino de la democracia
hay beneficios, o hay pérdidas, en época de crisis o desastres,
ese liberalismo empresarial se torna, por arte de magia, en
“socialismo”, pide ayudas, exenciones fiscales y subvenciones de todo tipo al Estado, que intervenga para salvar sus
empresas con recursos públicos (de toda la sociedad). Pero
cuando tienen muchos beneficios, no avisan al Estado para
pagar más impuestos, sino al contrario, escatiman lo que
pueden, de distintas maneras, más o menos legales.
Podríamos decir que su idea es “privatizar” al máximo los
beneficios, pero cuando haya pérdidas, procurar socializarlas.
Es más, hay Gobiernos que se hacen con empresas privadas
en quiebra, las “sanean” con recursos públicos; después,
cuando vuelven a ser rentables, las venden, a veces, incluso a
los dueños anteriores.
No podemos llamar democracia a un sistema
sociopolítico en el que hay grandes desigualdades económicas, pues mientras algunos disponen de muchos o exagerados
recursos, otros apenas cuentan con los medios necesarios
para poder vivir dignamente, y otros muchos malviven como
pueden, instalados en una precariedad permanente. En las
sociedades que se llaman democráticas el fenómeno de la
exclusión social es una realidad para sectores de la población
que se ven privados de los derechos y recursos más básicos.
La democracia moderna más desarrollada toma como
elementos fundamentales la defensa de los derechos humanos
y las libertades públicas, pero eso, muchas veces, solo aparece
en las leyes, pues en la realidad social esos derechos y
libertades no son para todos por igual. Hay una estructura
113
El camino de la democracia
social jerarquizada, con una desigualdad muy acusada en
cuanto a la distribución de recursos, de manera que las clases
más adineradas tienen muchas más posibilidades que los
grupos más desfavorecidos en el marco de esos derechos y
libertades públicas. Por ejemplo, en las leyes aparece la
igualdad ante la ley, la igualdad de oportunidades para poder
adquirir una formación académica y profesional, el derecho
al trabajo, a la vivienda, etc., pero todos sabemos que eso no
es verdad. Las posibilidades de cada uno vienen marcadas
por los recursos económicos de los que dispone. Según la ley,
todos los ciudadanos tienen derecho a una vivienda, pero hay
familias que viven en palacios o grandes haciendas, mientras
otras hipotecan toda su vida laboral para comprar un piso de
60 metros cuadrados o tienen que esperar el turno para poder
adquirir una vivienda social, o viven en infraviviendas,
chabolas, o en la calle. Según la ley, existe igualdad de
oportunidades cuando se habla de educación, pero todos
sabemos que eso es mentira, que cada uno está condicionado,
en gran parte, por el contexto socioeconómico y cultural en
que vive, pudiendo aspirar a promocionar en el sistema
educativo según sus recursos; lo que a su vez condicionará
todo su futuro laboral y social. Y lo mismo ocurre con la
sanidad: cada persona, según sus recursos, dispondrá de más
medios para garantizarse un mejor servicio sanitario. La
libertad de prensa y de información forma parte de los
modernos Estados democráticos, pero, en realidad, ¿quién
dispone de recursos para poner en marcha un periódico, una
radio, una televisión, una plataforma digital o red social
114
El camino de la democracia
capaces de crear estados de opinión en la sociedad de forma
relevante? Aunque las nuevas tecnologías de la comunicación
abren mayores posibilidades a la libertad de información y a
la diversidad, los grandes medios de comunicación social
están “controlados” por el poder financiero, bancos, fondos
de inversión, aseguradoras y corporaciones comerciales e
industriales, que manejan la información (o desinformación),
marcando la línea ideológica y estados de opinión adoctrinando a la población, siempre de acuerdo a sus valores e
intereses. Sin olvidar los límites u obstáculos que las propias
leyes imponen, más allá de lo razonable, a las libertades de
opinión y expresión. Así podríamos seguir con otros ejemplos
para analizar la realidad de esa igualdad teórica que aparece
en las leyes, con ejemplos de accesibilidad al ocio y la cultura, a unas pensiones dignas, a una atención en caso de enfermedad o vejez, etc.
Incluso la libertad individual de los sistemas democráticos puede ser conformada, pues el control ideológico
(pensamiento) y de las formas de vida (posibles opciones) que
se ejerce desde el poder político y los grupos dominantes en la
sociedad es tal que el ámbito de la libertad entendida como
capacidad de razonar por uno mismo, de decidir, queda
reducida, teniendo que hablar de una desfiguración de la
libertad o de una libertad bastante condicionada. Pensamos
que somos libres para pensar y querer lo que queremos, pero
¿por qué queremos lo que queremos? Esta manipulación
facilita el control social al poder establecido.
115
El camino de la democracia
La oligarquía dirigente a nivel global, quienes a la
sombra manejan los hilos del poder a nivel mundial, dispone
de un complejo sistema de control social, fortalecido por el
desarrollo de las nuevas tecnologías. La formación y el
control de las poblaciones (masas sociales) mediante el
manejo del pensamiento (ideología) y el comportamiento, de
acuerdo a los intereses políticos y económicos de esa minoría
de poder, se lleva a cabo por medio de diferentes estrategias:
el sistema educativo, los medios de comunicación, el control
y la manipulación de la información y las comunicaciones,
campañas de desinformación, la dictadura digital, la
publicidad, las redes sociales, el manejo del miedo ante crisis
y catástrofes, el entretenimiento y el ocio, internet y
plataformas digitales, la manipulación política, la vigilancia y
el “espionaje” a nivel individual y social por distintos medios
a los que los ciudadanos se prestan con las nuevas
tecnologías, y otras formas de control social que aparecerán
en un futuro próximo, intentando incidir de forma directa en
la mente humana, condicionando su pensamiento y
comportamiento mediante nuevos sistemas electrónicos de
acuerdo a unos patrones establecidos según los intereses de la
oligarquía dominante. Todo esto lleva a una homogenización
social (rebaño) y a la anulación del pensamiento crítico,
siendo cada vez más difícil la disidencia, y más fácil el
manejo social por parte del poder. ¿Cómo rebelarse ante esto?
Pues desarrollando el espíritu crítico, no dejarse manipular,
buscando distintas fuentes de información y organizarse con
116
El camino de la democracia
otros para cambiar ese horizonte que se presenta tan
deshumanizado.
El sistema político y económico de la democracia liberal
capitalista se construye sobre los principios de la competitividad y el individualismo, el desarrollo de una industria
cultural que extiende esos principios como forma de vida y
una economía en la que unos grupos sociales explotan a
otros, haciendo que la democracia quede desfigurada.
Mediante esa industria cultural formada por la educación, la
cultura, el espectáculo, el ocio, los medios de formación de
masas y las nuevas tecnologías de la información, los grupos
que detentan el poder social crean estados de opinión
(ideología) favorables a sus intereses, además de controlar, de
una manera más o menos directa; y promocionar, a determinadas organizaciones políticas, para que las decisiones de
gobierno, a distintos niveles, les sean lo más propicias
posible. Y otra cosa a tener en cuenta pudiera ser que detrás
de los distintos grupos industriales, financieros, mediáticos y
políticos estén las mismas personas y grupos, las más
poderosas (elites financieras), los que dirigen y controlan la
sociedad según sus intereses particulares. Nunca un grupo tan
reducido de personas acumuló tanto poder a nivel mundial.
Esta es una conclusión que debemos hacer visible. La
“democracia capitalista”, que se ha impuesto en gran parte
del mundo como el mejor de los sistemas posibles, no es una
verdadera democracia, sino un sistema político basado en el
sufragio representativo manejado por y al servicio de los
117
El camino de la democracia
grupos sociales con más poder económico. Además, debemos
ser conscientes de que una verdadera democracia es incompatible con el capitalismo, porque los principios y valores de
ambos son diferentes. Creo que hay una incompatibilidad
entre la democracia y el capitalismo como sistema económico, pues la igualdad, la solidaridad y la libertad son
incompatibles con los pilares del sistema capitalista, basados
en la explotación de unos seres humanos por otros, de unos
grupos sociales por otros, de unas regiones o países por otros,
todo ello con base en los intereses particulares de una minoría
dominante, que hace lo posible por mantener su dominio
político y económico, por reproducir una situación social que
no es verdaderamente democrática. Un sistema que defiende
la competitividad, el individualismo, el mercado como
elemento regulador de precios de bienes, trabajo y servicios;
la mercantilización de aspectos tan esenciales para la vida y
la convivencia social como la alimentación, la salud, la
educación, los servicios sociales, la vivienda, las fuentes de
energía o recursos comunes, como el agua, etc., se aleja de
una verdadera democracia. Un sistema basado en un
consumismo irracional e irresponsable, en un desarrollismo o
crecimiento económico supuestamente ilimitado, pero que
resulta insostenible, anteponiendo el beneficio económico de
una minoría a los derechos humanos, generando enormes
problemas ecológicos, sociales (pobreza y grandes desigualdades) y de salud pública, se aleja de los principios y valores
de una verdadera democracia. Hay datos que hablan por sí
mismos, que muestran el fracaso del capitalismo, tanto en las
118
El camino de la democracia
democracias liberales como en las formas políticas autoritarias, su insuficiencia para desarrollar la democracia y la
justicia social: el 1 % de los más ricos acumula más del 80 %
de la riqueza mundial. Las 26 personas más ricas del mundo
acumulan tanta riqueza como los 3.800 millones de personas
más pobres, que malviven o sufren extrema pobreza (datos de
2018). Millones de trabajadores sufren pobreza en todo el
mundo, también en los países llamados “ricos”, porque,
aunque trabajan, su salario es de miseria y su subsistencia
depende de ayudas sociales o ayuda humanitaria (ONG).
Esta desigualdad sigue creciendo. Más de 150 millones de
niños en edad escolar son explotados en el mundo mediante
el trabajo infantil, en minas, manufacturas, fábricas, agricultura, etc., la mitad de ellos, en régimen de semiesclavitud.
¿Dónde están los derechos humanos y los derechos de la
infancia para estos niños y niñas? Podríamos seguir exponiendo datos que nos hacen ver la deshumanización en la que
vive una gran parte de la humanidad, así como la necesidad
de desarrollar sistemas sociales, políticos y económicos más
justos a nivel global. ¡Cómo ayudarían a esto, cada año, los
cerca de dos billones de euros de gasto militar mundial (datos
de 2020), en el marco de una alianza global por la paz y la
justicia social, auspiciada por la ONU y los organismos
internacionales! Muchos hechos muestran la incompatibilidad entre democracia y capitalismo. No tenemos más
que mirar el “mercadeo” y el “negocio” que en la actualidad
giran en torno al asunto de las vacunas para la COVID-19,
donde los intereses económicos de las corporaciones
119
El camino de la democracia
farmacéuticas, en manos de una minoría, chocan con los
criterios democráticos a nivel mundial (salud pública y
derechos humanos).
Democracia significa que el pueblo, los ciudadanos y
las ciudadanas, tienen el poder. Esto quiere decir, digo yo,
que entre todos, mediante diferentes mecanismos, decidimos,
de manera colectiva, la convivencia social, qué sistema
económico (necesidades de consumo y sistemas de producción) queremos desarrollar, qué órganos de coordinación
política queremos establecer, etc. Y si el pueblo somos todos,
la democracia también debe ser económica, es decir, una
verdadera democracia debe buscar la igualdad de oportunidades para todos los ciudadanos, debe poner los recursos
disponibles al servicio de la comunidad para que todas las
personas puedan llevar una vida digna. El concepto de
democracia debe quedar asociado al de dignidad para todos
los ciudadanos, derechos humanos, libertad responsable,
igualdad, solidaridad y justicia social. Eso es la democracia,
socializar derechos, obligaciones y recursos. Por eso pienso
que la democracia, por esencia, debe entenderse como
“democracia directa” y “democracia socialista”, pero la
realidad en la que vivimos, o como se entiende la democracia
en nuestra sociedad, se aleja de eso. A su vez, el socialismo
debe entenderse como “socialismo democrático”, pues
socializar significa poner en manos de la comunidad el poder
político y la organización económica.
120
El camino de la democracia
Por tanto, creo que la democracia está asociada al
socialismo, a al comunismo, aunque con ello no me refiero a
los sistemas desarrollados en los llamados países “comunistas” de Europa y otros continentes durante el siglo XX,
que, como hemos visto, aunque surgieron como movimientos
revolucionarios, que supuestamente pretendían establecer
sistemas socialistas democráticos, quedaron estancados, con
mayor o menor influencia del socialismo, en sistemas de
Estado autoritario o dictaduras de las burocracias de los
partidos comunistas de esos países. La democracia socialista
supone una socialización o comunalismo, tanto del poder
político (participación de los ciudadanos en distintos ámbitos
de decisión sobre asuntos sociales y funcionamiento de
órganos o instituciones de gestión para desarrollar esas
decisiones) como de la economía (propiedad social de los
medios productivos así como de los recursos comunes y de
interés social, delimitando de forma clara la propiedad
privada o personal).
Una verdadera democracia exige sustituir las actuales
estructuras sociales jerárquicas por unas estructuras cooperativas. Como consecuencia del control cultural ejercido
sobre el pueblo por parte de los grupos dominantes, hemos
interiorizado la idea de que orden significa jerarquía, es decir,
el orden ha de ser por esencia jerárquico, en el que unos
mandan y otros obedecen, donde unos seres humanos
dominan a otros. Pero eso es falso, un orden puede ser
cooperativo. La democracia no debe significar un orden
jerárquico, sino un orden cooperativo, donde el pueblo, todos
121
El camino de la democracia
los ciudadanos, en colaboración, deciden sobre los distintos
aspectos de la vida social y se dotan de órganos de gestión
capaces de llevar a cabo esas decisiones.
La crítica a la democracia que se describe en las páginas
anteriores no significa que frente a ella sean preferibles los
sistemas autoritarios, sino que se nos dice que vivimos en una
democracia y creo que no es así, que no vivimos en una
verdadera democracia. Las democracias modernas suponen
un avance hacia la democracia, pero no estamos ante el final
de la historia, ni ante el mejor sistema sociopolítico posible.
Aunque con diferencias entre Estados, estas democracias son
más formales que reales. Por sus estructuras y contenidos
podríamos llamarlas aristocracias u oligarquías “consentidas”, sociedades controladas por unas minorías con poder
económico y/o político. Por todo esto, es necesario seguir
avanzando en la conquista de una democracia de verdad, no
entendida como algo definitivo o cerrado, sino como algo
dinámico. Siempre habrá cuestiones por solucionar y
mejorar.
5. El futuro de la democracia
Habiendo visto lo que, a mi parecer, debe entenderse
por democracia, podríamos preguntarnos si será posible que
las sociedades humanas puedan vivir en un régimen de
democracia, o se trata de una utopía irrealizable para el ser
humano. Yo creo que la democracia habría que plantearla
122
El camino de la democracia
más como una necesidad universal que como una posibilidad
y, por tanto, habría que partir de aquí, de la necesidad de la
democracia, a nivel global, para dar solución a los problemas
sociales, políticos, económicos y medioambientales actuales.
Una vez reconocida la necesidad de la democracia, lo
primero es denunciar la realidad social actual, alejada de una
verdadera democracia. Es decir, reconocemos la necesidad de
la democracia como alternativa para solucionar los problemas que la humanidad tiene hoy, principalmente la miseria y
la pobreza de gran parte de la población, la paz entre los seres
humanos y la destrucción del medio ambiente del que
formamos parte; pero después debemos reconocer que la
democracia hay que construirla, porque lo que ahora se nos
presenta por democracia no es más que una oligarquía en la
que el poder financiero gobierna, porque los mercados
financieros marcan el rumbo a los gobiernos.
Hay que acelerar la marcha en el camino hacia la
democracia, desarrollar su principio fundamental, que es la
participación política directa de los ciudadanos en la toma de
decisiones sobre aquellos aspectos que afectan a todos, la “res
pública”, lo colectivo: producción, distribución, desarrollo
científico y tecnológico, medios de comunicación, salud
pública, educación, cultura, servicios sociales, protección
medioambiental, etc. Las nuevas tecnologías de la información y la comunicación pueden potenciar y facilitar esta
participación. Exigir y “luchar” para que valores como la
igualdad, la justicia social, la libertad individual armonizada
con los derechos y la dignidad de los demás, el respeto
123
El camino de la democracia
mutuo, la solidaridad, el diálogo como forma de resolver
conflictos para una convivencia pacífica, una vida digna para
todos, etc., valores que definen y se asocian a la democracia,
comiencen a ser una realidad y no solo conceptos que
aparecen en las leyes, que sirven para disfrazar una realidad
alejada de la verdadera democracia; sabiendo que todo eso no
va a venir por arte de magia, que los grupos dominantes en
las estructuras sociales actuales no van a facilitar nada el
camino de la democracia; y que esta tendrá que ser una
“conquista” del pueblo, de los ciudadanos y ciudadanas
organizados.
Pero ahora nos surge una serie de cuestiones. ¿Se
puede conseguir eso? ¿Cómo? ¿Está el ser humano dotado
para vivir de esa manera o hay condicionantes biológicos y
culturales que lo obstaculizan? ¿Está el ser humano dotado
para la barbarie o para la civilización? ¿Podemos confiar en
las capacidades del ser humano para desarrollar comunidades
de esas características o se lo impiden su ambición y
egoísmo? ¿Qué somos o podemos ser por naturaleza y qué
por cultura?
Podemos ver la historia de la humanidad como la
historia del conflicto, de la pugna, entre tendencias civilizadoras y tendencias de barbarie, que se dan entre
individuos, grupos humanos y clases sociales, entendiendo
por barbarie el predominio de la violencia y los valores
egoístas e individualistas, una situación en la que se imponen
los intereses personales de una minoría; y entendiendo por
civilización lo que a mi modo de ver debe ser la democracia,
124
El camino de la democracia
es decir, el hecho de que las sociedades humanas sientan las
bases para el bienestar y la dignidad de todas las personas, en
libertad, paz, igualdad y cooperación, donde el límite de la
libertad de cada uno esté situado en la libertad y los derechos
de los demás. Pues bien, si analizamos el devenir histórico
humano, y nos preguntamos sobre si ha predominado la
barbarie o la civilización, podríamos decir que, por diferentes
factores humanos, económicos, ideológicos, sociales, etc., de
manera general, la humanidad ha estado viviendo más cerca
de la barbarie que de la civilización. Si observamos la
situación actual global, no en lugares concretos, sino como
generalidad, a nivel mundial, tendremos que admitir que
predomina la barbarie (guerras, hambre, pobreza, exclusión,
desigualdad, violencia, destrucción medioambiental, etc.).
¿Podrá la humanidad desarrollar una civilización democrática? ¿Hay condiciones para ello o está condenada a un
predominio de la barbarie? ¿Es la civilización democrática
una utopía inalcanzable porque es más fácil pensar o diseñar
un plan que ejecutarlo?
A lo largo de la historia del pensamiento humano ha
habido corrientes y autores, como Hobbes, que pensaban que
por naturaleza el ser humano tiende a dominar y agredir a los
demás, habiendo en los seres humanos un afán de poder,
ambición y codicia, que les llevan a una situación de conflicto
permanente, siendo necesario el establecimiento de una
autoridad. Otros, como Rousseau, han defendido lo contrario, que por naturaleza los seres humanos somos libres e
iguales entre sí, además “buenos”, pues hay en nosotros una
125
El camino de la democracia
tendencia innata a la compasión y a la solidaridad, siendo el
egoísmo y la violencia un producto de la cultura represiva
que nacen con el Estado como estructura de poder social y el
establecimiento de las desigualdades dentro de la comunidad.
Por su parte, Kant pensaba que en el ser humano hay tendencias naturales al egoísmo y a la sociabilidad; la cuestión es
encontrar un sistema sociopolítico capaz de armonizar ambas
fuerzas.
Yo pienso que el ser humano, por naturaleza, puede
tener inclinaciones egoístas para dominar a los demás, para
ser-tener más que los otros, afán de poder y dominio,
ambición de riqueza, “fama” y “honores”; pero también, por
naturaleza, tiene tendencias sociales, solidarias hacia los
demás, es capaz de compartir sus sufrimientos, de ayudar y
cooperar con los demás. Por su condición hay en el ser
humano tendencias a la barbarie y tendencias a la civilización. Un ser humano es capaz de lo peor: quitar la vida a
otro ser humano. Pero también puede ser capaz de lo mejor:
exponer su propia vida para salvar la de otra persona. Y
pienso que de una forma general, la cultura, la vida en
comunidad, los valores y la realidad social son fundamentales
para que en las personas florezcan, en mayor o menor
medida, esas tendencias. En los seres humanos existen
“semillas” de esas tendencias; de lo que se trata es que
predominen las tendencias a la civilización, de manera
individual y de manera colectiva, para avanzar hacia sociedades más democráticas.
126
El camino de la democracia
Por ello, sobre si el hombre es capaz de desarrollar
sociedades en igualdad y armonía, de vivir en una verdadera
democracia, creo que teóricamente tiene “herramientas”
biológicas y culturales para ello. Dependerá del devenir de
diferentes tendencias, conflictos de intereses y grupos/clases
sociales, que triunfen más o menos las tendencias de la
civilización o de la barbarie. No podemos olvidar la realidad.
Hay muchos intereses y determinados grupos sociales que no
desean ese tipo de sociedad, porque ahora ellos son los que
dominan. Tienen el poder y harán todo lo posible para
impedir el desarrollo de esas tendencias de civilización,
porque preferirán, por sus propios intereses, mantener a la
humanidad más cerca de la barbarie. Tampoco, que una
parte de la población de las sociedades más enriquecidas
(mayor consumismo) opondría resistencia a todo cambio que
signifique modificar su estilo de vida. Quienes desean una
sociedad auténticamente democrática, personas y organizaciones sociales de diversos ámbitos, tendrán que empujar
para avanzar en ese camino de la democracia, coordinar
esfuerzos para acercarse a la civilización, sabiendo que habrá
grandes resistencias, y que deberá ser, sobre todo, una
conquista cultural, basada en el conocimiento y en el
convencimiento social de la necesidad de esas propuestas; y
lo que es más importante, que una mayoría de la población
quiera y desee lograrlo. Solo así podrían predominar las
tendencias cooperativas y solidarias frente a la competitividad, el individualismo y la insolidaridad. Es improbable
que el cambio hacia una sociedad de este tipo venga como
127
El camino de la democracia
consecuencia de una acción súbita o de una explosión social,
más o menos revolucionaria. Si no hay convencimiento
social, es decir, si la mayoría de la sociedad no comparte los
nuevos horizontes, antes o después, ese cambio está condenado al fracaso, o será aprovechado por una minoría para
hacerse con el poder e imponer sus criterios. La base del
cambio social no puede ser la imposición, sino la evolución
cultural, el convencimiento moral de que las sociedades
humanas pueden y deben forjar el camino de la civilización
frente a la barbarie en la búsqueda de una sociedad más justa,
más igualitaria y más solidaria. Una sociedad en la que todos
los seres humanos puedan vivir con dignidad en una
democracia de verdad.
Toda transformación social tiene que cimentarse
desde la base. La mayoría de la gente tiene que desear el
cambio y participar en la construcción de la nueva sociedad,
porque la fuerza que empuja hacia la democracia está en la
gente, es la gente. Por eso es tan importante la extensión de
una cultura democrática, para que una mayoría social se
convenza de la necesidad de la transformación social, que la
desee, que se implique más en ella de manera activa y
coordinada, median-te diferentes movimientos asociativos,
espacios alternativos comunitarios y proyectos sociales, que
en su seno deben funcionar con esos principios democráticos
que se buscan para toda la sociedad. Decidir de forma
colectiva, sin “jefes” que decidan por todos, los principios de
la organización social. Solo de esta manera habrá garantías
de que los cambios puedan prevalecer en el tiempo, de que la
128
El camino de la democracia
sociedad, con la participación de los individuos, vaya
adaptándose a las nuevas necesidades, deseos y planes. Hay
que democratizar las relaciones sociales y exigir participación
directa en la vida política, en los servicios públicos, en la
organización de la economía, en el desarrollo tecnológico, en
la cultura, etc., mediante asambleas, a diferentes niveles, y
otros mecanismos que las modernas tecnologías pueden
facilitar. Las estructuras de gobierno (Estado) deben asumir
un papel más de gestión de las decisiones colectivas que de
poder sobre la sociedad. Cuando esto sea así, es decir,
cuando la mayoría, por conciencia, voluntad y acción,
avance en la conquista de la democracia, y quiera “luchar”
para conseguirlo, el camino será más fácil, porque la
resistencia a esos cambios será menor.
No puede haber una transformación social si no hay
una transformación cultural. Las personas, grupos sociales y
asociaciones que queremos acercar a la humanidad hacia la
civilización, ahora, estamos perdiendo la “batalla” cultural.
Los grupos dominantes de la sociedad, a nivel político y
económico, manejan los resortes necesarios para que la
cultura mayoritaria sea la que viene bien a sus intereses.
Mediante su poder en la enseñanza, la cultura, los modernos
medios de comunicación, las redes sociales y otros sistemas
de control y vigilancia social hacen todo lo posible para crear
estados de opinión y estilos de vida favorables a sus intereses,
manipulando la información y minimizando o silenciando la
crítica a esos intereses. De lo que se trata es de invertir la
situación, de abrir y desarrollar canales culturales alternativos
129
El camino de la democracia
para que los valores cambien, para que la sociedad pueda
cambiar. Esto es difícil porque la base social no cuenta con
los medios y recursos necesarios para ello. Hay que desarrollarlos, desde los ámbitos más cercanos a los ciudadanos,
hasta espacios más amplios, pues solo así se podrá tener
alguna posibilidad de cara al futuro. Hay que empezar por
desarrollar una actitud crítica, denunciar la hipocresía y la
manipulación que se realiza en nuestra sociedad, por parte de
los grupos de poder, a través del desarrollo de la industria
cultural, medios de formación de masas y vigilancia social,
sobre todo. Nos quieren hacer creer que solo porque se
escriban en un papel determinados derechos y libertades ya
forman parte de la realidad social. Aunque la Declaración
Universal de los Derechos Humanos, proclamada por la
ONU en 1948, suponga un avance en el camino de la
democracia, y muchos estados la hayan asumido en sus
constituciones, la realidad, para la mayoría de los seres
humanos, queda lejos de esa declaración y leyes, que muchas
veces quedan en simples intenciones, siendo utilizadas para
ocultar y falsear la realidad.
La “revolución” que supone el desarrollo de una
sociedad plenamente democrática no tiene sentido si no se
apoya en una evolución social, en un cambio en la mentalidad, en las ideas y en las perspectivas de quienes componen
esa sociedad. Esta evolución supone que a la vez del cambio
cultural debe haber una transformación social que nos
acerque a la civilización, a la democracia, sabiendo que esa
sociedad democrática no está determinada, sino que habrá
130
El camino de la democracia
que construirla desde los principios democráticos básicos.
Cuando una parte muy importante de la sociedad marque el
nuevo rumbo, los demás no tendrán más remedio que
seguirlo.
Todo lo expuesto anteriormente puede parecer
utópico, un ideal irrealizable, una ficción. ¿Ingenuidad? Para
otros, esa forma de organización social solo sería posible en
pequeñas comunidades. No sé, pero es necesario que esa
utopía democrática sea el faro de las comunidades humanas,
siendo conscientes de que cualquier paso dado hacia adelante, cualquier mejora, puede ser importante en el camino
hacia una sociedad democrática. La democracia, es decir, “el
poder del pueblo”, no puede estar en manos de una clase
política, que en muchas ocasiones, en vez de estar para
“servir a” la sociedad (solucionar los problemas sociales y de
los ciudadanos), está en política para “servirse de” la sociedad, según unos intereses particulares, partidistas o de
determinados grupos de poder. Además, la actual democracia, en la sociedad del espectáculo y el “postureo”,
degenera en una demagogia en la que la clase política se
muestra, sin pudor, entre la farsa, el engaño y la propaganda
política, utilizada como publicidad para el consumidor
(elector), teniendo como objetivo principal, según el caso,
obtener o mantener el poder de turno.
Por todo lo dicho, el trabajo a realizar para avanzar en
el camino de la democracia está en conseguir una mayor
participación política efectiva de los ciudadanos, una mayor
justicia social, un reparto del trabajo (cada vez más
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El camino de la democracia
tecnificado) y una mejor redistribución de los recursos
(riqueza social), unos servicios públicos de calidad, así como
una mejor protección de la salud pública y el medio
ambiente. Hay que oponerse a la privatización (mercantilización) de los servicios públicos y los bienes comunes, pues
ello supone un retroceso democrático. Hemos de conseguir
que todas las personas puedan tener una vida digna. El
interés colectivo y el apoyo mutuo deben prevalecer sobre el
individualismo para que la democracia vaya teniendo cada
vez un mayor contenido social o socialista (democracia
socialista o socialismo democrático).
Para empezar, hay que exigir a los Gobiernos,
organismos e instituciones internacionales que los derechos
humanos, esos que se incluyen en las constituciones denominadas democráticas, sean una realidad, que se cumplan para
todas las personas. Es nuestra responsabilidad moral personal
y social. Si no es así, ¿para qué están? Kant decía que el
progreso no se mide por la moral, sino por el derecho, es
decir, no basta con que pensemos en qué consiste el bien
moral, sino que eso que consideramos como “bueno” hay
que plasmarlo en leyes. Yo creo que hay que ir más allá. No
basta con que el bien moral (por ejemplo, los derechos
humanos) se plasme en una ley, sino que hay que hacerlo
realidad, hay que llevarlo a cabo mediante la acción política.
Pues bien, hoy, en pleno siglo XXI, incluso en las sociedades
más democráticas, exigir que se cumplan los derechos
humanos es considerado por los grupos sociales dominantes
como algo radical o antisistema. Reclamar que todas las
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El camino de la democracia
personas tengan comida, una vivienda, un trabajo, un salario
digno, las necesidades básicas cubiertas, una educación
pública de calidad, una asistencia sanitaria pública suficiente,
una pensión digna, etc., es considerado por el poder como
algo extremista o revolucionario, cuando eso debería ser
normal en una sociedad que se considera democrática.
Esto dice mucho sobre la tarea que queda para
avanzar en el camino de la democracia, para desarrollar un
nuevo modelo social que nos acerque a una civilización más
humana, donde los valores morales predominen sobre los
intereses económicos de una minoría.
Uno de los principales problemas actuales está relacionado con la destrucción medioambiental y las catástrofes
asociadas que el ser humano está provocando, poniéndose en
peligro la existencia de la humanidad como especie y de la
vida sobre el planeta. ¿Qué se puede hacer para afrontar la
crisis ecológica? ¿En qué medida podrá la ciencia-tecnología
ayudar a superar esta encrucijada?
Parece claro que la causa principal de esta situación
está en el estilo de vida desarrollado por una parte de la
humanidad, basado en el desarrollo urbano, un consumismo
irracional y en la creación continua, mediante la publicidad,
de nuevas necesidades, que son más superfluas que reales.
Esta forma de vida, que depende de grandes necesidades de
recursos y energía, se asocia a los intereses del sistema
capitalista, en sus distintas formas, generando los problemas
ecológicos que todos conocemos, además de los desequili133
El camino de la democracia
brios regionales en el mundo, así como los problemas sociales
y políticos ligados a esos desequilibrios (pobreza y precariedad para una gran parte de la humanidad). El planeta
puede todavía, si se distribuyen bien los recursos en
sociedades más democráticas y justas, ofrecer una vida digna,
confortable, a sus habitantes, pero no puede sostener el
despilfarro que conlleva el estilo de vida de una parte de la
humanidad. Hay que procurar un equilibrio razonable, desde
el punto de vista ecológico, entre los sistemas de producciónconsumo y las necesidades reales de la población. ¿Hasta
dónde está dispuesto a renunciar el “mundo rico” que
despilfarra recursos para participar en la construcción de un
mundo más justo y saludable?
Aunque tanto la ciencia como la política han asumido
el problema medioambiental del que vienen advirtiendo
grupos ecologistas desde hace décadas, y se sabe que hay que
actuar antes de que sea demasiado tarde (colapso ecológico),
no se toman medidas importantes para poner solución ante
las catástrofes ambientales. Muchas reuniones, cumbres y
congresos que en realidad suponen poco avance real. Ahora
se habla de transición ecológica y de economía verde, pero
esto parece una quimera si no se modifican las estructuras
económicas de producción y consumo actuales, basadas en
una idea de crecimiento ilimitado, competitividad, mercado
y consumismo, en gran parte causantes del destrozo
ambiental actual, además de otros problemas sociales,
estructuras controladas por minorías de poder que priorizan
sus negocios y beneficios particulares, al margen del bien
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El camino de la democracia
común, la democracia, la justicia social y la protección
ambiental.
Por otra parte, debemos reflexionar sobre el papel del
desarrollo científico-tecnológico, sobre su ambivalencia, pues
la historia nos muestra que puede generar bienestar y
comodidad, pero también que puede generar grandes
problemas, sobre todo cuando se pone al servicio de
determinados intereses económicos, políticos, industriales o
militares de unas minorías de poder. Por esto, hay que exigir
que la ciencia y el desarrollo tecnológico sirvan al bien social,
potenciando sus aspectos positivos y reduciendo sus aspectos
negativos, usándose para mejorar la vida individual y
colectiva afrontando los problemas sociales, ecológicos y
sanitarios que tenemos.
Esto nos lleva a cuestionarnos, a reflexionar, sobre las
posibilidades de una verdadera democracia en las complejas
sociedades industriales y las grandes aglomeraciones urbanas.
A este respecto podemos considerar las propuestas del
ecologismo social de Murray Bookchin, según las cuales el
futuro de la humanidad y de la vida sobre el planeta pasa por
una deconstrucción social que ha de llevar de forma paulatina
a una “desurbanización” y descentralización de la organización social, teniendo como base las ecocomunidades
semiautogestionarias, federadas territorialmente mediante
órganos democráticos de coordinación y gestión para la
organización de la vida social, la economía, el intercambio de
productos, mercancías, ciencia y tecnología, cultura, etc.,
teniendo como valores esenciales la cooperación y la
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El camino de la democracia
solidaridad entre personas y comunidades. En definitiva, una
nueva forma de vivir y organizarse, basada en un mejor trato
entre los seres humanos y a la naturaleza. Una nueva forma
de civilización, basada en un municipalismo libertario, que
puede ser denominada como “democracia ecosocialista”.
Algunos sectores críticos con la democracia capitalista
piensan que la alternativa está en un asociacionismo desde la
base social para ir creando, desde las principios de autogestión y solidaridad, una red de comunidades que funcione
con independencia del sistema establecido, para organizarse
en los distintos ámbitos de convivencia social de acuerdo a
principios democráticos, e ir tejiendo, poco a poco, una
sociedad verdaderamente democrática en detrimento del
sistema dominante.
Hemos de ser conscientes de que los intereses de las
elites dirigentes y de determinados grupos sociales, que
siempre han tenido miedo a la democracia, además de las
limitaciones de la propia condición humana, hacen que el
camino hacia la democracia sea difícil y que lo veamos como
algo utópico, pero, como dije anteriormente, la utopía
democrática debe ser el referente necesario para las comunidades humanas. No solo debemos aspirar a construir un
mundo mejor, sino que es nuestro deber contribuir a ello,
teniendo confianza en las capacidades del ser humano para
avanzar en la civilización. No parece que haya muchas
alternativas.
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El camino de la democracia
Autor
Bartolomé Miranda Jurado nació en Fernán Núñez
(Córdoba) en 1959. Realizó los estudios de Magisterio en la
especialidad de Ciencias Sociales, en Córdoba, acabando
dichos estudios en 1980. Comenzó a trabajar como profesor
de E.G.B. en 1984, estando en distintos centros educativos,
queriendo destacar, por las influencias educativas y pedagógicas recibidas en el contexto de “experimentación educativa”, su paso por el C.P. Carmen Romero, de Aguilar de la
Frontera, entre 1986 y 1992.
Desde 1991 compatibilizó su trabajo en la enseñanza
con los estudios de Filosofía en la UNED de Córdoba,
terminando dichos estudios en 1996. Desde 1999 trabaja
como profesor de Filosofía, primero en el I.E.S. Ategua, de
Castro del Río, y desde el año 2006 en el IES Francisco de
los Ríos, de Fernán Núñez.
Ha publicado diversos trabajos y artículos sobre
enseñanza y otras temáticas en diferentes revistas y medios.
Tiene como obras inéditas “Senderos de libertad”, en la que
aborda cuestiones de política y democracia, ecología y
desarrollo tecnológico, educación y libertad religiosa; “Pido la
palabra I” y “Pido la palabra II”, dos compilaciones de artículos sobre distintas temáticas escritos desde 1995, además de
dos relatos cortos: “El huerto de Zeo”, de 2002, y
“Sembrando flores”, de 2009. En 2007 publicó ¿Qué escuela
queremos?, realizando en ella una mirada crítica a la
enseñanza.
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El camino de la democracia
Ahora nos presenta El camino de la democracia, un
estudio y análisis de las formas de organización política de
los seres humanos desde la Antigüedad hasta el desarrollo
de los llamados sistemas democráticos, todo ello desde una
perspectiva crítica e intentando dar respuesta a las siguientes cuestiones: ¿Cómo podemos organizarnos los seres
humanos para poder vivir en paz y justicia social? ¿Cuál es
la mejor forma de organización política para acercarnos a
esa “utopía”?
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