SESIÓN SOLEMNE DE LA HONORABLE ASAMBLEA NACIONAL EN CONMEMORACIÓN DEL CENTENARIO DE CREACIÓN DE LA PROVINCIA ECLESIÁSTICA MANAGÜENSE, CELEBRADA EL DÍA VEINTIOCHO DE NOVIEMBRE DEL 2013, CON CITA PARA LAS DIEZ DE LA MAÑANA. (VIGÉSIMA NOVENA LEGISLATURA). PRESIDENTE RENÉ NÚÑEZ TÉLLEZ: Muy buenos días, para todos y para todas. Vamos a iniciar esta Sesión Solemne en Conmemoración de la Creación de la Provincia Eclesiástica Managüense, creada hace cien años por Su Santidad el Papa, pidiéndole a nuestra Primera Secretaria que nos verifique el quórum. PRIMERA SECRETARIA ALBA PALACIOS BENAVIDEZ: Muy buenos días, Presidente. Existe quórum de ley para la realización de esta Sesión Solemne en Conmemoración del Centenario de Creación de la Provincia Eclesiástica Managüense. PRESIDENTE RENÉ NÚÑEZ TÉLLEZ: Se abre la Sesión Solemne. LICENCIADO EDUARDO LÓPEZ MEZA, MAESTRO DE CEREMONIA: A continuación escucharemos las notas de nuestro sagrado Himno Nacional, ejecutado por el Cuerpo de Música del Ejército de Nicaragua. (Himno Nacional). Muy buenos días, honorable y distinguida concurrencia. Se inicia esta Sesión Solemne en Conmemoración del Centenario de Creación de la Provincia Eclesiástica Managüense en la cual se otorgará la Orden General “José Dolores Estrada, Batalla de San Jacinto” en el Grado de “Gran Cruz” al arzobispado de Managua. A continuación tendremos las palabras de Su Eminencia Reverendísima cardenal Miguel Obando y Bravo. SU EMINENCIA REVERENDÍSIMA CARDENAL MIGUEL OBANDO Y BRAVO: Honorable señor Presidente de la Asamblea Nacional, ingeniero René Núñez Téllez; honorables miembros de la Junta Directiva y señores diputados; Excelentísimo Nuncio Apostólico monseñor Fortunatus Nwachukwu; Su Excelencia Reverendísima monseñor Leopoldo Brenes, Arzobispo de Managua; excelentísimos señores obispos ilustrísimos Prelados de Honor de Su Santidad; sacerdotes; miembros de los Poderes del Estado; miembros de la Comandancia de nuestro Ejército Nacional, miembros de la Jefatura de nuestra Policía Nacional; invitados especiales; hermanos y hermanas en Cristo nuestro Señor. El próximo dos de diciembre estaremos celebrando el Centenario de la Creación de la Provincia Eclesiástica de Nicaragua. Cien años han pasado desde que el papa Pío X por medio de la Bula “Quum Iuxta Apostolicum Effatum” separó la Diócesis de León de la Iglesia Metropolitana de Guatemala y la dividió en una Arquidiócesis con sede en Managua; dos Diócesis, León y Granada; y un Vicariato Apostólico en Bluefields. Hoy, de manera especial, recordamos a los primeros obispos nombrados, monseñor José Antonio Lezcano y Ortega, Arzobispo de Managua; monseñor Isidro Carrillo Salazar, Obispo Auxiliar de Managua con residencia en Matagalpa; monseñor Simeón Pereira y Castellón, Obispo de León; monseñor José Piñoly Batres, Obispo de Granada y monseñor Agustín Bernaus, Vicario Apostólico de Bluefields. La gran misión de la Iglesia ha sido su compromiso con la fe en el hombre para su salvación eterna, su superación espiritual y plena realización humana. Movida por la inspiración de esa gran misión de ayer, la Iglesia debe aproximarse a la realidad del hombre para interpretarlo y comprenderlo; la Iglesia debe sentir la necesidad de conocer al pueblo nicaragüense en su contexto histórico con sus variadas circunstancias, este pueblo debe seguir siendo evangelizado como heredero de un pasado, como protagonista del presente, como gestor de un futuro, como peregrino al reino definitivo. Las responsabilidades eclesiales pueden hacer presente al mismo Jesucristo, sumo y eterno sacerdote. Cristo en el ministerio de la iglesia sigue predicando el plan de salvación y santificando al pueblo de Dios mediante los sacramentos de la fe. El ministerio, en efecto, es el nombre de un servicio, no de un honor, ya que le compete más servir que dominar según el mandamiento del Maestro, “quien es más grande entre ustedes, se haga más pequeño”, esto se completa en tres aspectos de la visión y vocación de la Iglesia. La Iglesia, llamada por Dios, a anunciar el Evangelio y llamada a promover la cultura del encuentro; llamada por Dios, significa “actuar en persona Cristi”, como Cristo mismo, contemplarlo, adorarlo especialmente a través de la fidelidad a la vida de oración y el encuentro cotidiano con Él en la eucaristía. El Evangelio es el mismo, pero debe predicarse con palabras de hoy en nueva expresión, nuevo ardor y nuevo método según la exhortación “evangelii nuntiandi” y las palabras del beato Juan Pablo II, “es necesario prestar atención a los nuevos lenguajes, a los signos de los tiempos”. Llamada la Iglesia a promover la cultura del encuentro, hay que convertir en clave misionera a las actividades normales de la Iglesia, permanecer en estado permanente de conversión, salir en búsqueda de los hombres e ir a su encuentro para que la evangelización sea verdadera. Para ser promotora de la cultura del encuentro la Iglesia debe responder a la pregunta formulada por el papa Francisco en la Jornada Mundial de la juventud pasada, ¿somos todavía una Iglesia capaz de abrazar los corazones? Hoy, al cumplir cien años de haber sido creada nuestra Provincia Eclesiástica, debemos pedir a Dios nuestro Señor que continúe infundiendo el Espíritu Santo a todos nuestros obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, para que ellos que están al frente de nuestra Iglesia continúen trabajando por este pueblo que les ha sido encomendado. Que el Señor, Dios de las naciones, bendiga a nuestro pueblo nicaragüense, y que María Inmaculada, patrona de Nicaragua, nos cubra con su manto maternal y nos proteja de todo mal. ¡María de Nicaragua, Nicaragua de María! Gracias. LICENCIADO EDUARDO LÓPEZ MEZA, MAESTRO DE CEREMONIA: Fueron las palabras de Su Eminencia Reverendísima, cardenal Miguel Obando y Bravo. A continuación palabras de Su Excelencia Reverendísima, monseñor Bosco Vivas Robelo, Obispo de la Diócesis de León. MONSEÑOR BOSCO VIVAS ROBELO, OBISPO DE LA DIÓCESIS DE LEÓN: Eminentísimo cardenal Miguel Obando y Bravo, Arzobispo Emérito de Managua; Excelentísimo monseñor Fortunatus Nwachukwu, Nuncio Apostólico de Su Santidad el papa Francisco en Nicaragua; monseñor Leopoldo José Brenes Solórzano, Arzobispo de Managua; monseñor Sócrates René Sándigo, Obispo de Juigalpa y Presidente de la Conferencia Episcopal de Nicaragua; señores obispos; honorable señor Presidente de la Asamblea Nacional de Nicaragua, ingeniero René Núñez Téllez; Mesa Directiva de la Asamblea Nacional, honorables diputados y diputadas; miembros del Ejército, de la Policía de Nicaragua; sacerdotes; invitados especiales; señores y señoras. Cien años han pasado desde que la Diócesis de León en Nicaragua fue constituida madre de la Provincia Eclesiástica Managüense al dividirse su territorio y quedar como una de la Diócesis de este arzobispado junto con las nuevas Diócesis de Granada y el Vicariato Apostólico de Bluefields. Para nosotros los leoneses, es hoy un día de verdadera acción de gracias a Dios nuestro Señor, que nos concedió durante trescientos ochenta y dos años antes de la creación de la provincia, anunciar el Evangelio en todo el territorio de nuestro país e inclusive en el territorio costarricense. La decisión de Su Santidad el papa San Pío X, ciertamente que venía a dar respuestas, primero, a la necesidad de dar atención especial a cada uno de los territorios de la Diócesis antigua de León y convertirla en Provincia Eclesiástica con su arzobispado en Managua. La división facilitó, de esta manera, la propagación del Evangelio de Jesucristo en nuestro país, pero también esta decisión de San Pío X vino a señalarnos a todos en la Iglesia un trabajo más empeñativo de acuerdo a la gravedad de los tiempos que se vivían, no olvidemos que hace cien años eran desgraciadamente una realidad los enfrentamientos ideológicos y políticos en nuestro país. Se realizaba incluso una intervención extranjera en nuestro territorio. Eran tiempos que requerían un cuidado especial del rebaño. El recorrido de estos cien años hasta hoy, nos ha permitido constatar la acción divina que guió y sigue guiando a la Iglesia. Ha habido ciertamente durante estos cien años, problemas y dificultades causados por catástrofes de la naturaleza, y lo que es más doloroso, sufrimientos humanos causados por guerras fratricidas, egoísmos, envidias y hasta odios. Hoy el reconocimiento de esta provincia y de la celebración de su centenario nos da un mensaje a los nicaragüenses y particularmente a la Iglesia. Nos señala un camino “empeñativo” y serio de evangelización que conduzca efectivamente a nuestro país a una auténtica reconciliación con Dios y entre todos y cada uno de los nicaragüenses. Yo pienso que Nicaragua merece vivir en paz, asimismo darle el espacio y el tiempo de desarrollarse económicamente, pero sobre todo moralmente. Somos un pueblo de fe, creemos en Jesucristo y lo reconocemos como nuestro Señor, es Él quien nos invita a todos a trabajar por la construcción de la paz en nuestro país; el ambiente mariano que respiramos en nuestros días seguramente nos ayudará a todos a vencer obstáculos, a perdonarnos, a unirnos y a comprometernos a no repetir errores del pasado, confiando en el amor y en la misericordia del Señor. Gracias, señor Presidente; gracias, hermanos diputados y diputadas católicos y no católicos; gracias por este reconocimiento que más que a las personas que hoy guiamos la Iglesia en nuestro país, es un reconocimiento a la fe valiente, humilde y sencilla de un pueblo que merece respeto y merece un cuidado especial, ya que así nos lo está exigiendo nuestro Señor Jesucristo, a quien damos la gloria por lo siglos de los siglos. LICENCIADO EDUARDO LÓPEZ MEZA, MAESTRO DE CEREMONIA: Hemos escuchado las palabras de Su Excelencia Reverendísima monseñor Bosco Vivas Robelo, Obispo de la Diócesis de León. A continuación tenemos las palabras de Su Excelencia Reverendísima Pablo Schmitz Simon, Obispo del Vicariato Apostólico de Bluefields. PABLO SCHMITZ SIMON, OBISPO DEL VICARIATO APOSTÓLICO DE BLUEFIELDS: Su Eminencia cardenal Miguel Obando y Bravo, Obispo Emérito de la Diócesis de Managua; también el Nuncio Apostólico Monseñor Fortunatus Nwachukwu, Representante del papa Francisco; monseñor Leopoldo Brenes, Arzobispo de la Arquidiócesis de Managua; monseñor René Sándigo, Presidente de la Conferencia Episcopal de Nicaragua; los demás miembros de la Conferencia Episcopal; el Presidente de la Asamblea Nacional, ingeniero René Núñez Téllez; honorables miembros de la Asamblea Nacional, mis hermanos todos en el Señor, ¡paz y bien! Nicaragua, tierra de lagos y volcanes, son palabras del famoso poeta Rubén Darío; lo triste es que esta frase expresa solamente la mitad de Nicaragua, en ella no se menciona la otra mitad, la mitad más bonita, la Costa Caribe, con sus ríos, ríos más grandes, más largos, más numerosos que cualquier otro país de Centroamérica, y yo como costeño veo la opción, siento que -como dice también el poeta- “si pequeña es la patria, uno grande la sueña”, así soñamos nosotros los de la Costa Caribe. Me siento privilegiado de estar viviendo en este momento histórico como el quinto Obispo del Vicariato Apostólico de Bluefields; conozco la historia de mis hermanos capuchinos y todo el trabajo que ellos realizaron desde 1913. Yo he vivido solamente cuarenta y dos años en la Costa, siendo obispo veintinueve años. ¿Qué hemos realizado los frailes Capuchinos, ya sean de Cataluña o de los Estados Unidos de América, en estos cien años en la construcción del reino de Dios? La visión de la Iglesia durante estos cien años ha sido una evangelización integral: educación de las niñas desde 1920 con la llegada de las religiosas de la Madre del Divino Pastor, quien además, cuidaban el hospital de San Pablo; la Escuela de Enfermería, el Asilo de Ancianos en Bluefields; los Hermanos de La Salle abriendo institutos Públicos en Bluefields y Bilwi para hombres y mujeres, no importando su credo o etnia, lo importante es que todos somos hijos e hijas de Dios; la Iglesia logró mantener la fe y otras necesidades de los campesinos que emigraron hacia la RAAS y RAAN con el sueño de una vida mejor, un lugar donde ellos pudieran practicar su fe y vivir con dignidad en comunidades eclesiales de base con los delegados de la palabra, siendo sus guías espirituales. Con estas estructuras, la Iglesia, las comunidades de fe, el pueblo de Dios, ha logrado demostrar su fe en obras por medio de la pastoral educativa. Con la ayuda del gobierno tenemos escuelas para los niños y las niñas. Nuestra filosofía ha sido, que donde terminan las escuelas del gobierno, la Iglesia comienza sus escuelas rurales. Actualmente hay más de trescientas setenta y siete escuelas multigrado, seiscientos dieciocho maestros y catorce mil setecientos sesenta y seis alumnos. En la salud, nuestra pastoral de salud está enfocada en el valor de la vida, promovemos la formación de parteras, promotores de salud y líderes de salud; entregamos botiquines comunitarios; revisamos proyectos de VIH-SIDA, de seguridad alimentaria y rehabilitación de albergues porque no hay clínicas en muchas de nuestras comarcas; el Vicariato tiene casi sesenta mil kilómetros, cincuenta y nueve mil seiscientos setenta y tres punto seis kilómetros cuadrados para ser más exactos, su población siempre fue considerada como multiétnica, multicultural, multilingüe, pero cuando uno dice que es de la Costa, lo dice con mucho orgullo. Sin embargo, Bluefields es la única cabecera departamental en América Latina que hasta el día de hoy no tiene carreteras que lleguen a ella. Nuestra realidad en la RAAS y RAAN está cambiando más rápido en estos años, que desde la reincorporación o anexión de la Costa en 1894, aunque hay algunos comentarios, por ejemplo en Tasba Pouni dicen, la reincorporación de la Costa era la toma de la Costa por el Pacífico, y es cuando la Costa o los costeños perdimos nuestra soberanía. Se avecinan muchos cambios que van a afectar la RAAS y la RAAN en los próximos años: carretera a Bluefields; posible encuentro de petróleo fuera de Bluefields, Laguna de Perlas, Cayos Misquitos; la presa hidroeléctrica en Tumarín; la palma africana; ganadería; madera; bambú; pesca; aumento de la población. ¿Cuál debe ser la respuesta de la Iglesia? En el Vicariato seguimos evangelizando en tres siglos; en casa, con la computadora y los teléfonos celulares estamos evangelizando en el siglo XXI; cuando caminamos por nuestros pueblos y caseríos evangelizando, estamos en el siglo XX; poniéndonos nuestras botas de hule, montando en mula para ir a la montaña, estamos evangelizando en el siglo XIX. Así como los primeros misioneros capuchinos en el Vicariato Apostólico trataban de llevar la buena nueva del mensaje de esperanza a todos con grandes riesgos de su vida, hoy en día con la nueva evangelización tenemos que seguir el ejemplo de servicio y humildad de los primeros misioneros, pero “no podemos poner vino nuevo en odres viejos”, la nueva evangelización, como dice el papa Francisco, necesita odres nuevos. “Ay de mí si no anuncio el mensaje de la alegría del Evangelio”, es la nueva exhortación del papa Francisco, especialmente a los marginados, los pobres del Vicariato de Bluefields. No podemos ni debemos parar el desarrollo, pero tenemos que humanizar este desarrollo, y la manera de asegurar esto es poner a Cristo como el centro de todo desarrollo. Invito a los miembros de este ilustre grupo de la Asamblea Nacional, a venir y conocer casi la mitad de su país, no solamente pasando por encima de la Costa en su vuelo hacia Miami. Gracias. LICENCIADO EDUARDO LÓPEZ MEZA, MAESTRO DE CEREMONIA: Escuchaban las palabras de Su Excelencia Reverendísima monseñor Pablo Schmitz Simon, Obispo del Vicariato Apostólico de Bluefields. Seguidamente tendremos lectura de Resolución de Otorgamiento y del Diploma y de la Orden General José Dolores Estrada, Batalla de San Jacinto, en el Grado de “Gran Cruz”, por la licenciada Alba Palacios Benavidez, Primera Secretaria de la Asamblea Nacional. PRIMERA SECRETARIA ALBA PALACIOS BENAVIDEZ: RESOLUCIÓN Nº.01-2013. EL CONSEJO DE LA ORDEN GENERAL JOSÉ DOLORES ESTRADA, BATALLA DE SAN JACINTO CONSIDERANDO I Que el territorio de la Arquidiócesis de Managua fue parte de la antigua Diócesis de León de Nicaragua, fundada por el papa Clemente VII, en consistorio el 26 de febrero de 1531. II Que la Provincia Eclesiástica Managüense fue creada por “Bula Quum Iuxta Apostolicum Effatum”, según el mandato apostólico del 3 de diciembre de 1913 del papa San Pío X, dándole como sede arzobispal la ciudad de Managua y como nueva Catedral la antigua parroquia de Santiago. III Que el día 3 de diciembre se cumple el centenario de haber fundado la Provincia Eclesiástica Managüense. Por tanto, En el uso de las facultades que otorga la Ley número 123, Ley Creadora de la Orden “General José Dolores Estrada, Batalla San Jacinto”. Resuelve: Primero: Otorgar a la Arquidiócesis de Managua la Orden “José Dolores Estrada, Batalla de San Jacinto” en el Grado de “Gran Cruz”. Segundo: La insignia y el diploma serán entregados en Sesión Especial. Para tal efecto, se verificará a las diez de la mañana del 28 de noviembre del año 2013. Dado en la Sala de Reuniones de la Presidencia de la Asamblea Nacional, edificio “Presbítero Tomás Ruiz”, a los veinticinco días del mes de noviembre del año 2013. Presidente René Núñez Téllez Asamblea Nacional Gran Maestre de la Orden Diputada Alba Palacios Benavidez Primera Secretaria Asamblea Nacional Cancillera de la Orden La Asamblea Nacional de la República de Nicaragua otorga a la Arquidiócesis de Managua la Orden “General José Dolores Estrada, Batalla San Jacinto” en Grado de “Gran Cruz”, por sus relevantes méritos como guía de la Iglesia Católica en Nicaragua y de su pueblo en sus cien años de existencia, promoviendo la paz, la caridad y la concordia. Dado en la ciudad de Managua, sede de la Asamblea Nacional de la República de Nicaragua, el día 28 de noviembre del año 2013. Ingeniero René Núñez Téllez Gran Maestre de la Orden José Dolores Estrada Batalla de San Jacinto Licenciada Alba Palacios Benavidez Cancillera de la Orden José Dolores Estrada Batalla de San Jacinto LICENCIADO EDUARDO LÓPEZ MEZA, MAESTRO DE CEREMONIA: Hemos escuchado la lectura del Diploma y Resolución de otorgamiento de la Orden “General José Dolores Estrada, Batalla de San Jacinto” en el Grado de “Gran Cruz” por la licenciada Alba Palacios Benavidez, Primera Secretaria de la Asamblea Nacional. A continuación, imposición de la Condecoración Orden “General José Dolores Estrada, Batalla de San Jacinto” en el Grado de la “Gran Cruz” a Su Excelencia Reverendísima Leopoldo José Brenes, Arzobispo de Managua, por el ingeniero René Núñez Téllez, Presidente de la Asamblea Nacional. En estos momentos el ingeniero René Núñez Téllez, Presidente de la Asamblea Nacional, impone la Condecoración Orden “General José Dolores Estrada, Batalla San Jacinto” en el Grado de “Gran Cruz” a Su Excelencia Reverendísima Monseñor Leopoldo José Brenes Arzobispo de Managua. También en este momento se hará la entrega de Resolución y Diploma de otorgamiento de la Orden “General José Dolores Estrada, Batalla de San Jacinto” en el Grado de “Gran Cruz” por la licenciada Alba Palacios Benavidez, Primera Secretaria de la Asamblea Nacional. En estos momentos la licenciada Alba Palacios Benavidez, Primera Secretaria de la Asamblea Nacional, hace la entrega de Resolución y Diploma de otorgamiento de la Orden “General José Dolores Estrada, Batalla de San Jacinto” en el Grado de “Gran Cruz” a Su Excelencia Reverendísima monseñor Leopoldo José Brenes. A continuación, de acuerdo al orden del programa de esta Sesión Solemne, tendremos las palabras de Su Excelencia Reverendísima monseñor Leopoldo José Brenes, Arzobispo de Managua. SU EXCELENCIA REVERENDÍSIMA MONSEÑOR LEOPOLDO JOSÉ BRENES, ARZOBISPO DE MANAGUA: Mi querido ingeniero René, Presidente de la Asamblea Nacional; mis queridos miembros de la Directiva de la Asamblea Nacional; miembros todos de nuestra Asamblea Nacional de Nicaragua; mi querido señor cardenal Miguel Obando y Bravo, nuestro gran maestro y amigo; mi querido monseñor Fortunatus Nwachukwu, Nuncio Apostólico de Su Santidad aquí en Nicaragua; querido monseñor René Presidente de nuestra Conferencia Episcopal de Nicaragua; querido monseñor Bosco; monseñor Pablo; monseñor David; diputados; amigos en el episcopado; queridos sacerdotes aquí presentes; miembros de la Policía Nacional; del Ejército; de los diversos Poderes del Estado; invitados especiales: Recibo hoy esta Condecoración como Arzobispo metropolitano en nombre de esta Iglesia que peregrina en Nicaragua, una Iglesia que ha venido trabajando fuertemente para que la presencia de Jesucristo esté en nuestros corazones, como bien nos pide hoy el santo padre Francisco, que sea él el centro, sea él el rey de nuestras vidas, como lo hemos celebrado en la fiesta del domingo pasado. Hace cien años todo el territorio de nuestra nación tenía un solo obispo, con no pocas dificultades podía visitar su Diócesis e impulsar la vida pastoral de esta Iglesia a él encomendada. El papa Pío X, con el celo pastoral que lo caracterizaba, quiso crear la Provincia Eclesiástica Managüense a través de la Bula Quum Iuxta Apostolicum Effatum, al separar la Diócesis de León en Nicaragua de la Iglesia metropolitana de Guatemala, crea tres jurisdicciones más en el país, la Arquidiócesis de Managua, la Diócesis de Granada y el Vicariato Apostólico de Bluefields. A lo largo de estos cien años serían creadas sucesivamente otras cuatro Diócesis, Matagalpa en 1924, Estelí en 1962, y la Diócesis de Jinotega y Juigalpa en el año de 1991. Hoy nos estamos reuniendo estas ocho iglesias particulares para dar gracias, no sólo por aquel acontecimiento, sino por la fe que ha permanecido en nuestra nación a lo largo de estos cien años. Y si miramos hacia atrás, a lo largo de mucho más tiempo, cien años representa ya una larga peregrinación que nos invita a releer el pasado, descubriendo en él la providencia de Dios y el amor con que el Señor nos conduce a través de caminos difíciles. Hoy, el número de sacerdotes es superior a los cuatrocientos, y el número de parroquias sobrepasan las trescientas, con más de mil templos católicos donde se reúnen nuestras comunidades en todo el país; muchas parroquias y comunidades en los barrios de nuestras ciudades y en las comarcas rurales son atendidas por sacerdotes, pero muchas otras reciben la guía pastoral de delegados de la palabra, religiosas consagradas o catequistas que suplen la ausencia de nuestros sacerdotes. En estas parroquias y capillas se ha fortalecido el espíritu cristiano de nuestro pueblo, el culto eucarístico que congrega a los católicos cada jueves para la adoración, la contemplación del Nazareno que nos llena de esperanzas en medio de las pruebas, la entrañable devoción a la Virgen María y a los santos patronos y el amor a los pastores de esta Iglesia. Durante estos cien años, en momentos cruciales de la vida del país, los pastores de esta Iglesia, cuarenta y uno en total, hemos ofrecido nuestras aportaciones desde la doctrina social de la Iglesia, con el único fin de colaborar al bien de Nicaragua, ya que nuestro ministerio es eminentemente religioso, como testigo de Cristo y servidores de nuestros hermanos en su nombre. Como pastores de la Iglesia Católica, no es nuestro objetivo ofrecer soluciones técnicas de carácter jurídico o político, no es la misión que ha encomendado a la Iglesia el Señor. Nuestra contribución no pretende ser otra cosa sino servir a la formación de las conciencias en la política y contribuir a que crezca la percepción de las verdaderas exigencias de la justicia, y al mismo tiempo la disponibilidad de actuar conforme a ella. Papa Benedicto XVI, Deus Caritas Est, 28. También en este siglo de vida eclesial hemos asistido a un gran impulso por educación católica, llegaron o regresaron a nuestra tierra varias órdenes y congregaciones religiosas para mencionar los Hermanos de las Escuelas Cristianas, la Compañía de Jesús, los salesianos, los dominicos, los franciscanos, las Hermanas del Buen Pastor, las Hermanas de San Vicente de Paul, las Hermanas de la Asunción y muchas otras; bajo la sombra de la Iglesia, han surgido cienes de escuelas parroquiales que han elevado el nivel educativo de este país, de manera especial entre los más pobres; hemos tenido santos y ejemplares pastores, cada uno en sus respectivas iglesias y todos juntos en espíritu eclesial. Después del Concilio Vaticano II, sus encuentros periódicos se han convertido en la brújula que orienta el caminar de este pueblo católico; en este siglo de vida eclesial se han celebrado congresos eucarísticos, concilios y sínodos, cuántas peregrinaciones, cuántas misiones populares, cuántas griterías, cuántas manifestaciones masivas en las que se ha vivido una verdadera fiesta de la fe. La presente celebración de nuestro centenario ha golpeado las puertas del corazón de cada católico en esta nación, nos ha convocado como un pueblo en todos los rincones de la patria y se ha hecho presente provocando en todos la alegría de sentirnos una sola Iglesia que peregrina en esta hermosa nación. Ofrecer hoy nuestro parecer en este momento histórico de Nicaragua, es sólo un discreto servicio a partir de nuestra fe y del magisterio social de la Iglesia, para que todos los nicaragüenses sin discriminación de ningún tipo tomemos conciencia de que -como bien lo dijo el papa Francisco en el encuentro con los jóvenes en Brasil, dirigiéndose a la clase política-, “es nuestra responsabilidad, aunque siempre sea limitada, la comprensión de la totalidad de la realidad, observando, sopesando y valorando, tomando decisiones en el momento presente, pero extendiendo la mirada hacia el futuro, reflexionando sobre las consecuencias de las decisiones”. Al iniciar hoy todos los católicos de Nicaragua el novenario en honor a la Santísima Virgen María, agradecemos a Dios el don de los cien años a los pies de ella como patrona de Nicaragua. Nos ponemos junto a María para que ella que camina al lado de todos y cada uno de los nicaragüenses que la aman, no nos suelte de su mano y nos anime a ser verdaderos discípulos y misioneros libres, con la audacia y la generosidad de su hijo Jesús que dio la vida para que todos tuviéramos vida. Agradezco a todos los miembros de esta Asamblea Nacional por el gesto de ofrecer esta Sesión para conmemorar el Centenario de la creación de nuestra Provincia Eclesiástica, y pedimos al Señor derrame su espíritu para que vuestras decisiones siempre estén enfocadas en buscar el bien común de todos los nicaragüenses. Gracias. LICENCIADO EDUARDO LÓPEZ MEZA, MAESTRO DE CEREMONIA: Hemos escuchado las palabras de Su Excelencia Reverendísima monseñor Leopoldo José Brenes, Arzobispo de Managua. A continuación tendremos las palabras del ingeniero René Núñez Téllez, Presidente de la Asamblea Nacional. PRESIDENTE RENÉ NÚÑEZ TÉLLEZ: Buenos días, Su Eminencia Reverendísima cardenal Miguel Obando y Bravo; Reverendo monseñor Leopoldo Brenes, Arzobispo de Managua; monseñor Bosco Vivas Robelo, Obispo de la Diócesis de León y Chinandega; monseñor Sócrates René Sándigo Jirón, Presidente de la Conferencia Episcopal de Nicaragua; Su Excelencia monseñor Pablo Schmitz, Obispo del Vicariato Apostólico de Bluefields; Su Excelencia monseñor David Zywiec, Obispo auxiliar del Vicariato de Bluefields; Su Excelencia Fortunatus Nwachukwu, Nuncio Apostólico de Su Santidad; Prelados de honor de Su Santidad monseñores Bismark Carballo, Eddy Montenegro y Francisco Castrillo; doctor Roberto Rivas Reyes, Presidente del Consejo Supremo Electoral y magistrados que lo acompañan; doctor Marvin Aguilar, Vicepresidente de la Corte Suprema de Justicia y magistrados que lo acompañan; compañeros y compañeras miembros de la Junta Directiva de la Asamblea Nacional; doctor Guillermo Argüello Poessy, Contralor General de la República; licenciado Omar Cabezas, Procurador de los Derechos Humanos; doctor Carlos Guerra, Magistrado de la Corte Centroamericana de Justicia; diputadas y diputados de la Asamblea Nacional; primera comisionada Aminta Granera Sacasa, Jefa de la Policía Nacional y miembros de la jefatura que la acompañan; señores miembros del Cuerpo Diplomático y Organismos Internacionales acreditados en Nicaragua; miembros del Ejército de Nicaragua; invitados especiales; periodistas; señoras y señores. La Diócesis de León nace en 1531, cuando fue erigida como tal por el papa Clemente VII y fue confirmada al siguiente año por el papa Pablo III; su jurisdicción abarcaba en ese entonces el territorio de Nicaragua y de Costa Rica y se denominaba Provincia Eclesiástica de Nicaragua y Costa Rica. Desde su nacimiento fue sufragánea de la Arquidiócesis de Sevilla y pasó a serlo después de la de Lima, luego de la de México, y para 1913 que se da la Bula Papal, la Diócesis era sufragánea de la Catedral metropolitana de Guatemala, y como ya se dijo aquí, el Obispo era monseñor Simeón Pereira y Castellón, último Obispo de Nicaragua y después primer Obispo de León. Vale la pena decir algunas cosas de monseñor Pereira y Castellón. Monseñor Pereira, era sacerdote jesuita que en 1881, recién ordenado, fue expulsado junto con su Orden por el gobierno del presidente Joaquín Zavala, en ese entonces los jesuitas eran eminentemente educadores y traían las ideas modernas europeas y eso no cayó bien al gobierno conservador y decidió expulsar a toda la Orden Jesuita de Nicaragua, incluyendo a monseñor Pereira y Castellón. Siendo ya obispo a los treinta y dos años, creo que fue uno de los obispos más jóvenes de Nicaragua, también fue expulsado en dos ocasiones por el presidente José Santos Zelaya, lógicamente por diferencias políticas e ideológicas que tenía con el gobierno. Siendo Obispo de Nicaragua con sede en León, conoció el dolor de las guerras civiles, supo y sintió el ataque contra León de los conservadores al mando del general hondureño Durón la ocupación de Catedral como cuartel por estas tropas y la defensa denudada por el pueblo de León para expulsar a los conservadores; igualmente conoció la invasión de la marinería norteamericana en 1912 y la sufrió, y fue con ese motivo que escribió su carta muy conocida al Obispo de Baltimore de los Estados Unidos, rogándole que la Conferencia Episcopal Norteamericana intercediese para que cesase la intervención norteamericana en Nicaragua. La parte más dramática de su carta dice: “ustedes no han sentido el dolor del Obispo ni del ciudadano al oír el resonar de las forradas botas militares en la acera de sus templos”. También el obispo Pereira y Castellón fue el que declaró a la virgen de la Merced patrona de León hace ciento un años, y fue también el que ordenó a través de un Decreto Eclesial firmado por él, que se le diese a Rubén Darío el ceremonial establecido para los funerales de los príncipes y nobles; también autorizó que éste fuese enterrado en la Catedral de León. Es decir, este obispo, por su actuación multifacética y por haberse involucrado en su sociedad y en su realidad, tuvo una actuación destacada que merecidamente la historia lo señala. Para el año 1909…...