COMUNICADO DE PRENSA B S. XX

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DELEGACIÓN EPISCOPAL DE MCS
CASA DIOCESANA “PÍO XII”
C/ SAN JUAN, 5
42002 SORIA
COMUNICADO DE PRENSA
BEATIFICACIÓN DE CUATRO MÁRTIRES SORIANOS DEL S. XX
522. Es el número total de los mártires asesinados “in odium fidei” durante el S. XX en España que serán
beatificados en Tarragona este Domingo 13 de octubre. Después de que el Papa Francisco autorizara en
julio a la Congregación para las Causas de los Santos a publicar los últimos cuatro Decretos para esta gran
Beatificación que se enmarca dentro del Año de la fe, 42 mártires se unieron al grupo de los futuros beatos
alcanzando así la cifra de más de medio millar.
Entre los mártires que serán elevados al honor de los altares se encuentran cuatro sorianos (al menos de
nacimiento): el Hno. Gabriel Barriopedro Tejedor, claretiano; el P. Domingo González Millán,
benedictino; y los Hnos. Segundo Pastor García y Silvestre Pérez Laguna, religiosos de la Orden
Hospitalaria de san Juan de Dios.
El grupo de los próximos beatos está compuesto por 3 Obispos, 82 sacerdotes diocesanos, 3 seminaristas,
15 sacerdotes operarios diocesanos, 412 consagrados y 7 laicos.
Hno. Gabriel Barriopedro Tejedor, CMF
Nacido el 18 de marzo de 1915 en Barahona y bautizado en esta misma parroquia. Claretiano, recibió la
palma del martirio el 28 de julio de 1936 a los veintiún años en Fernán Caballero (Ciudad Real).
Benedicto XVI firmó el Decreto de martirio el 1 de julio de 2010; sus restos mortales se encuentran en la
parroquia de San Antonio María Claret (Sevilla). Los mártires de Fernán Caballero lo conforman un
grupo de catorce jóvenes seminaristas en vísperas de ser ordenados sacerdotes (cuyas edades oscilaban
entre los 20 y 26 años) y el Hno Felipe González (de 47 años); en la Causa de Beatificación les acompaña
el P. José Mª Ruiz Cano (de 29 años), el único sacerdote del grupo.
Un viajero del tren donde fueron detenidos cuenta: “Ordenaron a los frailes que bajasen, que habían llegado a su
sitio. Unos bajaron voluntariamente diciendo: Sea lo que Dios quiera, moriremos por Cristo y por España. Otros se
resistían, pero con las culatas de los fusiles les obligaron a bajar. Los milicianos se pusieron junto al tren y los frailes
frente a ellos de cara. Algunos de los frailes extendieron los brazos, gritando ¡Viva Cristo Rey y Viva España! Otros se
tapaban la cara. Otros agacharon la cabeza. Uno que era muy bajito daba ánimos a todos. Empezaron las descargas y
todos los frailes cayeron al suelo… Al incorporarse, algunos con las manos extendidas gritaban ¡Viva Cristo Rey!;
volvieron a dispararles y cayeron”.
MÁS INFORMACIÓN:
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P. Domingo González Millán, OSB
Tres monasterios benedictinos, y los tres de advocación mariana, quedaron en julio de 1936 en la zona
republicana: Montserrat (Barcelona), El Pueyo (Diócesis de Barbastro, Aragón) y Montserrat de Madrid.
El gran santuario mariano de Montserrat había visto renacer la vida monástica benedictina en 1844. Al
poco de producirse el Alzamiento Nacional del 18 de julio de 1936, los comités izquierdistas se adueñaron
de los alrededores y comenzó el incendio de iglesias y la caza de sacerdotes y religiosos: la evidencia de la
inminente persecución religiosa llevó a los monjes de Montserrat a decidir en capítulo el abandono del
monasterio y la dispersión de la Comunidad. Los monjes de Montserrat se dispersaron por diversos
lugares pero un total de 23 (de los que uno estaba en El Pueyo) fueron detenidos y martirizados. Entre
este grupo de valientes testigos de la fe se hallaba el P. Domino González Millán, nacido y bautizado en
La Losilla (Soria) el 16 de septiembre de 1880. Fue martirizado el 16 de agosto de 1936 en Barcelona; sus
reliquias se hayan en la Basílica Abacial de Santa María de Montserrat. Los mártires del monasterio de
Montserrat fueron asesinados entre el verano de 1936 e inicios de 1937; llama la atención la gran
diversidad de edades: desde los 18 años (Dom Hildebrando Casanovas) hasta los 82 (P. José Mª
Fontseré). Sus martirios no se produjeron en el santuario sino en distintos sitios al ser reconocidos como
religiosos, apresados y asesinados.
El soriano P. Domingo González indicó al hermano de un monje que “yo ya he ofrecido mi vida a Dios
cuando entré en religión, y de muy buen grado la daré por Él si llega el momento”.
Hno. Segundo Pastor García, religioso de la Orden Hospitalaria de san
Juan de Dios
Era hijo del matrimonio formado por Félix Pastor de Vicente y Escolástica García Chamorro y el
segundo de dos hermanos. Nacido el 29 de abril de 1885, fue bautizado con el nombre de Pedro al día
siguiente, en la parroquia de Ntra. Sra. de la Concepción, de Mezquitillas. Sus padres eran un matrimonio
sencillo, de condición más bien humilde, pues el hogar vivía del trabajo de pastoreo, que ejercitaba el
padre del Siervo de Dios. Así, en ese ambiente de sencillez creció y se desarrolló, pero recibió una
educación sana y cristiana que se unía a su carácter apacible y bondadoso.
Su vida en la Orden fue ejemplar. Formando parte de la comunidad del Hospital San José de Málaga, fue
testigo de la situación tan tensa y crítica que se vivía en la ciudad con iglesias y otros edificios siendo pasto
de las llamas, manifestaciones violentas, etc.; el temor estaba en que todo ello podía extenderse al
sanatorio en contra de los miembros de la comunidad y de los mismos enfermos. Es entonces cuando el
superior ofreció a los religiosos la posibilidad de salir del sanatorio hasta que pasasen esos momentos
críticos y se normalizaban las cosas; cada uno de los religiosos manifestó su voluntad de continuar en su
misión hospitalaria. La disposición personal de Fr. Segundo era de “confianza en el Señor” y de solidaridad
con los otros Hermanos y con su misión en ayuda de los enfermos: “Me quedo junto a los enfermos, pase lo que
pase, y quiero correr la misma suerte...”. Esta actitud le manifestó a su misma madre, cuando le escribió que
fuera con ella, ya “que con lo que habían heredado de su tía y los ahorros que ella tenía, lo podían pasar bien”; a lo
cual el Siervo de Dios le respondió: “que él no abandonaba la Comunidad pasara lo que pasara”. El 17 de
agosto de 1936 por la tarde, al ser detenida la comunidad, el Siervo de Dios Fr. Segundo Pastor no estaba
con los demás. Los milicianos le echaron en falta y prometieron volver por él. Una hora más tarde, el
Siervo de Dios se presentó a ellos y se lo llevaron. Momentos después, desde la misma casa, se oyeron
unos disparos cayendo asesinado a poca distancia del sanatorio, junto al puente llamado de los Martiricos.
Hno. Silvestre Pérez Laguna, religioso de la Orden Hospitalaria de san
Juan de Dios
Sus padres se llamaban Doroteo Pérez y María Laguna y fue tercero de ocho hermanos; bautizado al día
siguiente en Villar del Campo, su localidad natal, se le impuso el nombre de Silvestre por el santo del día.
A los 13 años, después de los estudios primarios en su pueblo, ingresó en la Escuela apostólica de los
Hermanos de San Juan de Dios en Ciempozuelos, recibiendo el hábito religioso el día 9 de febrero de
1890, con el nombre de Fr. Silvestre.
Durante su vida como religioso hospitalario se distinguió por sus dotes intelectuales, gran bondad,
exquisito trato y extraordinaria prudencia. Personalmente era muy austero y sobrio, y como enfermero
hospitalario vivía siempre muy cercano de los pobres y enfermos siendo muy servicial. Su disponibilidad
le dispuso para ocupar distintos cargos hospitalarios tanto en España como en América Latina.
En 1931, por especial deseo del entonces General de la Orden, Fr. Faustino Calvo, fue trasladado a
Roma, donde se ocupó de la farmacia pública de la Isola Tiberina; en el mismo puesto permaneció hasta
el Capítulo provincial de España, donde se determinó la división en tres de la Provincia española (1934).
Fr. Silvestre quedó incorporado en la Provincia Bética y pasó a formar parte de la comunidad del hospital
psiquiátrico de Málaga como viceprior de la comunidad. Con las revueltas políticas, sociales y religiosas
que se intensificaron en Málaga en 1936, Fr. Silvestre dio una vez más signos de su maduro espíritu
religioso y entereza de ánimo. Ante los registros inconsiderados al hospital, con amenazas por parte de los
milicianos, el Siervo de Dios para liberar al superior, entonces blanco de las insidias, se ofreció
personalmente para permanecer momentáneamente al frente del Centro, con el fin de que el responsable
directo del hospital se librara de la fuerte tensión y posible muerte, en bien del sanatorio y de los enfermos.
De poco sirvieron su apoyo y ofrecimiento pues los acontecimientos se precipitaron y los planes de los
milicianos en combinación con el comité de empleados formado dentro del Centro acabaron con la vida
de Fr. Silvestre, juntamente con casi todos los miembros de la comunidad de Hermanos Hospitalarios del
hospital. Sorprendentemente se salvó el superior. El día 17 de agosto, por la tarde, mientras los religiosos
estaban dando la cena a los enfermos, repartidos por los pabellones, milicianos juntamente con varios de
los empleados del comité irrumpieron en el sanatorio en varios coches, apresaron a los religiosos y se los
llevaron, siendo asesinado Fr. Silvestre juntamente con los otros religiosos.
P. Rubén Tejedor Montón
Delegado episcopal de MCS
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