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Manual de Ciencia Política herramientas para la co... ---- (Capítulo 9 Lo viejo y lo nuevo de la comparación en ciencia política)

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Capítulo 9
Lo viejo y lo nuevo de la comparación en
ciencia política
Octavio Avendaño1
Copyright © 2014. RIL editores. All rights reserved.
Introducción
En este capítulo se analizan los principales enfoques, dimensiones
y procedimientos del análisis comparativo en la ciencia política. Para
esta disciplina, la comparación permite estudiar fenómenos y procesos políticos que se producen en contextos muchas veces distantes, en
términos temporales y espaciales. Desde la década del sesenta, hasta
nuestros días, hemos sido testigos de un importante incremento de
investigaciones y estudios que privilegian la comparación. Son diversos
los temas que desde aquel entonces se transforman en estímulo para
los estudios comparados, lo que permite el desarrollo de una serie de
estrategias metodológicas en la misma dirección. Así fue ocurriendo
con temas asociados a la construcción de los Estados, el desarrollo de
las instituciones políticas, la modernización, los procesos de democratización, la participación, la acción colectiva y el comportamiento de
los actores políticos ante ciertas circunstancias. Aquello que se situaba
a nivel de las estructuras y de los procesos de uno o varios casos, en
las últimas dos décadas se ha extendido al análisis de fenómenos internacionales, como por ejemplo, el estudio de la diferenciada condición
que poseen los países que conforman la Unión Europea.
Si se sigue con atención la evolución de la ciencia política desde
el período inmediatamente posterior a la posguerra, como lo ha registrado Von Beyme (2011: 29), se podría afirmar que el aumento de los
estudios e investigaciones que se abordan en perspectiva comparada
1
El autor agradece a Nicolás Berho, Karina Cárdenas y Jorge Vergara V., por los
comentarios y sugerencias realizados a las primeras versiones de este capítulo.
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han contribuido al desarrollo y la consolidación de la disciplina2. Junto
con integrar el uso de técnicas cualitativas y cuantitativas, los estudios
comparados han obligado a mejorar los instrumentos de recolección
de información empírica y a sofisticar los procedimientos para el análisis de dicha información. Las mayores evidencias de estos avances
se observan en la actualización del «método de la semejanza y la diferencia» formulado por John Stuart Mill el año 1843, la incorporación
del álgebra booleana al uso de «tablas de verdad» (truth tables) y el
análisis de «conjuntos difusos» (fuzzy sets).
Son diversos los autores y corrientes de la ciencia política que han
contribuido a desarrollar el método comparativo. Por cierto, también
se cuenta con aportes de otras disciplinas —sociología e historia—, que
contribuyeron con una serie de enfoques para el estudio de las transformaciones políticas y el cambio estructural (Caïs, 2002: 63-82; Skocpol,
1984; Skocpol, 2003; Mahoney, 2003). Sin embargo, ha sido la ciencia
política la que ha promovido una mayor cantidad de estudios sobre
contextos y realidades políticas variadas (Von Beyme, 2011: 31-ss.). De
igual manera, también ha sido la ciencia política la que ha proporcionado los procedimientos de formalización que hoy permiten asumir las
complejidades que presentan una serie de fenómenos políticos.
El capítulo ha sido estructurado en función de cuatro apartados.
El primero aborda el significado que tiene la comparación para el estudio de los fenómenos políticos, destacando algunas de sus principales
características. El segundo describe la evolución del análisis comparativo, hasta la adopción de las estrategias metodológicas definidas
desde la ciencia política. El tercer apartado presenta algunos criterios y
dimensiones a la hora de llevar a cabo estudios comparados. El cuarto
apartado presenta los procedimientos y criterios de formalización que
se desprenden de la lógica inductiva y del álgebra booleana, y que
facilitan las combinaciones múltiples entre los factores causales.
2
Una conclusión similar presentan Badie y Hermet al señalar que «la ciencia política
se constituyó gracias al método comparativo, que no tardó en imponerse como
sustituto de la experimentación» (Badie y Hermet, 1993: 15).
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I. Definición y rasgos generales de la comparación
La comparación ofrece a la ciencia política un campo bastante
amplio para la producción de conocimiento y el análisis empírico. Con
ello, nuestra disciplina logra asumir temas que van desde el análisis de
las transformaciones macrohistóricas, el estudio de las instituciones y
el comportamiento de los actores. Las comparaciones macrohistóricas
consideran los procesos de cambio que van experimentando las bases
constitutivas de la sociedad, lo que incluye la organización política
junto con los ámbitos económico y sociocultural (Tilly, 1991: 82). El
análisis macrohistórico, por lo general, ha sido asumido por la llamada
«sociología histórica» que se desarrolla desde mediados de los años
sesenta (Skocpol, 1984, 2003; Wagner, 2003), aunque existen aportes
significativos a este respecto desde la propia ciencia política, como lo
demuestran los trabajos de Apter, Eisenstadt, Rokkan y Huntington.
Por su parte, las comparaciones de nivel medio privilegian el estudio
de las instituciones políticas y la organización del poder político. Finalmente, aquellas que se orientan hacia el comportamiento ponen
énfasis en el tema de la acción colectiva e individual, la participación
y las decisiones adoptadas en las instancias de deliberación política.
Independiente del nivel en el cual se sitúe y dirija el análisis, la
comparación implica proceder de manera lógica en base a criterios de
formalización específicos. Al funcionar de esta manera, según ha dicho
Sartori (1994: 30-ss.), la comparación permite el control de las hipótesis
y de las variables que han sido definidas por cada investigador. Dicho
control, en opinión de Collier (1994: 56), se torna dificultoso cuando
se trabaja con un reducido número de casos, dado que eso obliga a
una ampliación de la cantidad de variables. Los procedimientos de
control de las variables son diversos. Estos van desde la identificación
de las semejanzas y las diferencias, la adopción de criterios para el
reconocimiento de la existencia o ausencia de una determinada circunstancia, hasta el establecimiento de combinaciones entre las variables, como lo demuestra el análisis de conjuntos difusos (fuzzy sets)
propuesto por Ragin (2008). Adicionalmente, la comparación permite
predecir algunos acontecimientos o fenómenos políticos en términos
probabilísticos. Es decir, promueve un tipo de predicción que es más
o menos similar a la definida por Max Weber (2006) para el caso de
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las ciencias histórico-sociales. Por cierto, existe una pretensión mucho
más cientificista en la ciencia política reciente al insistir, por medio del
uso de la estadística, en la construcción de modelos explicativos y en
la medición de relaciones entre las variables.
Todo estudio e investigación que implique realizar una comparación
se enfrenta al dilema entre privilegiar el número de casos o el número
de variables (Della Porta, 2011: 204-ss; Caramani, 2009: 16-ss.). Por
lo general, siguiendo sobre todo el ejemplo de los estudios clásicos en
política comparada, como los de Bendix, Moore y Skocpol, el análisis
comparativo promueve el estudio de un número reducido de casos, que
van desde los dos a los ocho. Un estudio con un reducido número de casos
(dos o tres) permite un análisis más detallado y exhaustivo; asimismo,
facilita la combinación de diferentes fuentes informativas y el uso articulado de técnicas cualitativas y cuantitativas. Esto se explica por el hecho
de que un reducido número de casos permite aumentar el número de
variables y factores explicativos. En cambio, la comparación en función
de un elevado número de casos obliga a reducir las variables y factores
a considerar. Al optar por esta segunda alternativa, la información y el
tipo de análisis tienden a ser mucho más generales. Cuando se estudian
más de veinte países, es necesario asegurar que existe información conmensurable y aplicable a todos esos casos. La conmensurabilidad de la
información con la que se trabaja obliga muchas veces a depender de
datos generales, dificultando cualquier intento de profundización.
Mediante la comparación no solo pueden ser estudiados países sino
también fenómenos que ocurren dentro de un mismo país. Un claro
ejemplo de este tipo de comparaciones se encuentra en el ya clásico
trabajo de Putnam: Making Democracy Work: Civic Traditions in Modern Italy (1993). En esta obra, Putnam compara seis regiones de Italia,
constatando cómo la tradición cívica de cada una de ellas determina las
diferencias en el desarrollo entre el norte y el sur de ese país. En ocasiones,
el estudio de países distintos se lleva a cabo a través del contraste entre
áreas o espacios continentales que poseen, internamente, cierto grado
de homogeneidad sociocultural, o comparten similares condiciones en
términos de modernización. Al respecto existen una serie de investigaciones destinadas a analizar fenómenos que ocurren en el sur de Europa,
en Europa del Este o en América Latina. Cuando se contrastan países
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y sociedades las opciones son amplias. Como ya se ha indicado, estas
pueden ir desde un análisis sobre el funcionamiento general del sistema
democrático, el desempeño de algunas instituciones específicas, o bien
se pueden concentrar en el comportamiento de determinados actores.
Finalmente, la comparación posee importantes atributos que justifican su incorporación para el estudio de los fenómenos políticos (Ragin,
1987; Caïs, 2002; Morlino, 2005; Landman, 2011). En primer lugar,
mediante la comparación es posible vincular realidades y procesos locales con tendencias de carácter global. En segundo lugar, la comparación
permite conocer las particularidades de un fenómeno o caso específico.
Por ejemplo, si se estudian los procesos de transición que ocurren desde la primera mitad de los años ochenta en los países del Cono Sur, es
posible constatar que en Argentina no hubo una fase de negociaciones
entre los representantes del régimen autoritario y la oposición como sí
ocurrió en Brasil, Chile y Uruguay, debido a que la derrota en la guerra
de las Malvinas provocó la crisis y el colapso del proyecto político de
los militares. En tercer lugar, en términos conceptuales la comparación
permite someter a juicio crítico el uso de determinadas categorías, como
pueden ser las de burocracia, corrupción, populismo e incluso la propia
noción de democracia. En el caso de la noción de democracia, el juicio
crítico puede significar un cuestionamiento a un determinado sesgo
normativo, o bien la referencia con la cual se construye dicha noción,
como puede ser la definición existente en la Grecia clásica u otras que
permiten caracterizar a las democracias contemporáneas.
II. La comparación en las ciencias sociales y en la
ciencia política
Tres son las fases que se distinguen en el uso y el desarrollo de la
comparación. La primera comprende el periodo previo a la aparición
de las ciencias sociales, hasta el arraigo de la sociología en los medios
académicos europeos y norteamericanos a inicios del siglo XX. La segunda se ubica entre el periodo inmediatamente posterior a la segunda
posguerra y la primera mitad de los años sesenta, en donde la compa-
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ración se vincula directamente al quehacer y los intereses de la ciencia
política. La tercera comprende desde esa época hasta la actualidad.
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2.1 Primera fase: la comparación y la formación de las
ciencias sociales
En esta fase se observa una primera aproximación al uso de la
comparación que antecede a su incorporación en las ciencias sociales.
Esta forma de comparación, que privilegiaba el relato de determinados
acontecimientos, se hizo en base a la reflexión filosófica y al conocimiento
histórico, como ha quedado evidenciado en los trabajos de Maquiavelo,
Montesquieu, Constant y Turgot. En el momento en que se están formando las ciencias sociales, hacia mediados del siglo XIX, Tocqueville
lleva a cabo una forma de comparación mucho más sistemática, orientada al estudio de un caso particular y con una selección específica de la
dimensión temporal. En su trabajo El antiguo régimen y la revolución,
Tocqueville analiza el real impacto que ha significado la Revolución
Francesa en la estructura social de ese país, sus instituciones y principales
grupos sociales. La comparación se realiza en función de un solo caso, el
de la sociedad francesa, considerando dos momentos distintos: el periodo
previo a la Revolución y aquel inmediatamente posterior.
En el trabajo mencionado, Tocqueville asume una comparación que
desde el punto de vista temporal corresponde a una de tipo diacrónica
y, junto con ello, desarrolla un enfoque particular para el estudio de la
transición política y social, que comienza durante el antiguo régimen. El
hecho de que Tocqueville identificara más elementos de continuidad que
de cambio, al analizar el impacto de la Revolución, transforman a su obra
en una referencia para el estudio de las formas de transición producidas
en épocas más recientes. En particular, deviene en referencia para quienes
en los últimos años han abordado la herencia de los autoritarismos, y
su influencia en el funcionamiento de las democracias en los países del
sur de Europa y de Europa del Este. Según explica Grilli di Cortona:
El tema de la revolución es emblemático, desde el momento en que los
fenómenos revolucionarios se configuran siempre como rupturas con
el pasado, o innovaciones radicales que invierten el poder, la sociedad
y el sistema económico. Sin embargo, en las revoluciones el tema de
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la herencia deviene relevante para explicar las particularidades y los
éxitos sucesivos (Grilli di Cortona, 2011: 12)3.
Otro hito de esta fase reside en el carácter metódico y sistemático
que adopta la comparación con la formación y el arraigo institucional
de la sociología. En este nuevo contexto, especial relevancia revisten
una serie de trabajos efectuados por Durkheim y Weber a partir de
la década de 1890. Ambos autores utilizan el análisis comparativo
para estudiar fenómenos tales como el contraste entre las sociedades
modernas y premodernas, el suicidio, las religiones y las formas de
representación colectiva, en el caso de Durkheim; o las diferencias
en la modernización entre algunos contextos regionales, los procesos
de racionalización, las diferentes religiones, los tipos de Estado, las
formas de dominación y la formación de los partidos, en el caso de
Max Weber. Pero, a diferencia de Weber, que hace comparaciones sin
definir explícitamente los procedimientos y los criterios, Durkheim
lleva a cabo una reflexión metodológica para su incorporación en el
estudio de los hechos sociales4. En Las reglas del método sociológico
([1895] 1995), Durkheim afirmaba que la sociología, junto con adoptar un método propio, requería necesariamente de la comparación.
Por medio de la comparación, decía Durkheim, es posible conocer las
particularidades y las diferencias que existen entre las sociedades, o
bien entre los fenómenos sociales que se pretenden abordar. Los criterios de comparación por él definidos tomaron como referencia los
formulados medio siglo antes por John Stuart Mill en su clásico libro
Sistema de lógica (1843). Pensando en el estudio de los fenómenos
naturales, Mill planteaba que su estudio debía estar centrado en los
atributos y las particularidades externas de cada uno de ellos. Tras el
reconocimiento de los rasgos externos de cada fenómeno, se procedía
3
4
La interpretación que hace Grilli di Cortona no solo sería aplicable a las transiciones desde el autoritarismo producidas en Europa, sino también, como lo han
venido realizando otros autores, para conocer cuán determinante puede ser «el
peso del pasado» autoritario en el desempeño de las democracias latinoamericanas
(O’Donnell, 1997; Hite y Morlino, 2004; Morlino, 2007; Pachano, 2011).
Cabe destacar que si bien Weber no plantea directamente criterios metodológicos
para la comparación, sí entrega una serie de elementos que permiten estudiar y
contrastar sociedades distintas. El más importante de estos elementos es, sin duda,
la noción de «tipo ideal».
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a contrastarlos con el fin de identificar las diferencias y semejanzas.
Durkheim rescata esta idea al proponer los criterios de comparación
y de definición de los hechos sociales5.
Tras estos hitos la comparación deja de ser utilizada en la sociología
con la frecuencia y en los términos que la entendieron los clásicos de
esa disciplina6. A diferencia de lo que va a ocurrir con las otras ciencias
sociales, como la economía y la antropología, que se institucionalizan
entre fines del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX, la ciencia política tendrá un desarrollo más tardío que influirá en la escasa
promoción de estudios comparados y en la ausencia de estrategias
metodológicas para tal fin. Como ha explicado Wallerstein (1997: 22),
la ciencia política tuvo un desarrollo posterior debido a la resistencia
de las facultades de derecho, sobre todo en las universidades europeas,
de renunciar al monopolio que tenían sobre el estudio del Estado, las
instituciones y la política en general. De todas maneras, entre los años
treinta y el periodo inmediatamente posterior a la Segunda Guerra, se
produjeron importantes aportes desde la investigación histórica, entre
los que destacaron algunos trabajos realizados por la llamada Escuela
de los Annales (Caïs, 2002).
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2.2 Segunda fase: en busca del objeto y el método
comparativo para la ciencia política
El inicio de la segunda fase está marcado por un fuerte impulso
en los estudios comparados llevados a cabo desde la ciencia política, y
luego en algunas contribuciones que se hacen desde la sociología histórica. Existe en esta etapa una fuerte influencia del funcionalismo y del
estructural-funcionalismo, en base a los cuales se definen los objetos de
5
6
En el segundo capítulo de Las reglas del método, Durkheim afirma: «Solo se ha
de tomar como objeto de investigación un grupo de fenómenos anteriormente
definidos por ciertos caracteres exteriores que les son comunes y comprender en
la misma investigación a cuantos respondan a esta definición» (Durkheim, 1995:
61).
Dentro de la sociología, el declive de la comparación se ve afectado por el énfasis
que determinadas corrientes dan a fenómenos vinculados con la acción individual,
los procesos de interacción y de socialización. Influye además el énfasis que una
parte de la sociología hace en la adopción de métodos de corte etnográfico y la
primacía de ciertas concepciones evolutivas acerca del cambio social.
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estudio de la ciencia política y las unidades de análisis para los efectos
de la comparación. El funcionalismo y el estructural-funcionalismo
ejercerán una fuerte influencia en el estudio sobre el desarrollo político,
abordado por los trabajos de Lipset y de Almond, así como en la teoría
de la modernización, que se pone en boga desde los años cincuenta y
que tuvo como representantes a Lerner, Apter, Eisenstadt y Coleman.
La teoría de la modernización aparece en el momento en que se están
llevando a cabo los procesos de descolonización en los países africanos,
lo que motiva a muchos cientistas políticos a estudiar en detalle la organización política, así como la construcción de los Estados en ese tipo de
países. Dicha teoría asumió una perspectiva diacrónica con la finalidad
de comparar, y de este modo comprender, la magnitud del cambio social
en gran parte de los países del Tercer Mundo. Por medio de la comparación, se pudo distinguir entre las sociedades modernas propiamente tal
y aquellas sociedades que se modernizaban e intentaban reproducir los
sistemas políticos vigentes en las democracias avanzadas.
Los trabajos de Almond y Powell, y al mismo tiempo de Apter,
aportaron con la precisión del objeto de estudio de la ciencia política
y sobre todo con la elaboración de un método que permitiera llevar
a cabo estudios comparados. Al insistir en la comparación, estos
autores planteaban la necesidad de superar el «parroquialismo» y el
etnocentrismo predominante en la disciplina. De acuerdo a Almond
y Powell (1972: 18-ss.), existía la marcada costumbre, en la ciencia
política norteamericana y europea, de estudiar experiencias asociadas
a esas realidades, o a comparar entre los países que pertenecían a esos
contextos. En cuanto a la definición del objeto de estudio, Almond y
Powell, y el mismo Apter, avanzaron en la precisión de la noción de
«sistema político», tomando como referencia elementos provenientes
del estructural-funcionalismo y de la teoría weberiana. La única forma
de revertir el localismo de las ciencias sociales era generando un esquema que permitiera vincular las dinámicas locales con los fenómenos que
ocurren a escala global. Como señalaba el propio Apter: «Necesitamos
comparar, tratar cada sistema como un experimento y, además, retornar
a la manera en que la gente piensa, siente y actúa a fin de aumentar
nuestro conocimiento directo con las circunstancias inmediatas de su
vida» (Apter, 1970: 11). Relacionar lo local con lo global facilita la
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identificación de aquellos valores que pueden llegar a tener carácter
universal. Más concretamente, el método comparado permite constatar
que existen pautas de comportamiento y normas que se asumen en
función de orientaciones de tipo universales. Antes de llevar a cabo
la comparación, agregaba Apter, el análisis debe estar centrado en las
cambiantes relaciones que surgen, normativa y estructuralmente, entre
la sociedad, el gobierno y los diversos subgrupos organizados.
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2.3 Tercera fase: del análisis sociohistórico a las nuevas
propuestas metodológicas
La tercera fase se relaciona en sus inicios con el debate y las
contribuciones que se hacen desde la «sociología histórica», y recoge
además el aporte que venían realizando, desde la ciencia política, los
teóricos de la modernización. Parte importante de la producción que
se lleva a cabo desde mediados de los años sesenta, como la de Bendix,
Moore y Tilly, se centra en el estudio de los Estados nacionales y los
sistemas políticos originados con la modernidad. De esta fase habría
que destacar el impacto del libro de Barrington Moore, Los orígenes
sociales de la dictadura y la democracia. El señor y el campesino en la
formación del mundo moderno ([1966] 2002) y el posterior trabajo
de Theda Skocpol, El Estado y las revoluciones sociales. Un análisis
comparativo de Francia, Rusia y China ([1979] 1984).
La relevancia del trabajo de Moore, Los orígenes sociales, reside
tanto en la forma en que lleva a cabo la comparación como en el
significado que posee su interpretación acerca de la transición, pensando nuevamente en la transformación de los regímenes políticos
contemporáneos. Moore parte analizando una situación que es común
a muchos de los casos que él selecciona: Inglaterra, Francia, las excolonias norteamericanas, Alemania, Japón, Rusia y China. Tal situación
se expresa en la presencia de una monarquía absoluta, u otras formas
de despotismo, junto a una estructura social en la que persisten relaciones tradicionales, la gran propiedad y una economía preindustrial.
El proceso revolucionario que permite disolver y transformar a las
monarquías absolutas y a los otros despotismos se desencadena, en
la mayoría de los casos, tras el intento, por parte de los sectores más
dinámicos de la economía —integrados por sectores de la nobleza o de
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la burguesía—, por controlar el excedente y la comercialización de los
productos agrícolas. Sin embargo, el resultado de la transición no fue
el mismo en todos los casos7. En Inglaterra la monarquía absoluta se
transformó en monarquía constitucional y parlamentaria; en Estados
Unidos y Francia se estableció la democracia liberal y republicana;
en cambio, en países como Alemania y Japón se conformó un Estado
autoritario que llevó a cabo la modernización mientras salvaguardaba
la estabilidad de una sociedad altamente jerarquizada y el predominio
de valores tradicionales; y, finalmente, en Rusia y China se llevaron
a cabo revoluciones campesinas que transformaron radicalmente a la
sociedad, pero que terminaron con la aplicación de proyectos contrarios
a los intereses de ese sector.
De acuerdo a lo anterior, Moore constata que los procesos de
transición se despliegan de manera diferenciada y por ende los resultados tienden a ser distintos, a pesar de que entre ellos las circunstancias
políticas y sociales iniciales coincidan o tiendan a ello. El hecho de
haber identificado vías y resultados distintos transforma al trabajo
de Moore en una referencia obligada para los posteriores estudios
que abordaron los procesos de transición que se dieron con la finalización de la Segunda Guerra en Europa Central y del Sur, y sobre
todo aquellos que tuvieron lugar en América Latina y Europa del Este
entre los años ochenta y noventa. Desde luego, entre los trabajos más
importantes acerca de las transiciones destacan las «Conclusiones
tentativas» del estudio compilado por O’Donnell, Schmitter y Whitehead, Transiciones desde un gobierno autoritario ([1986] 1994). De
acuerdo a lo en él señalado, los procesos de transición no se dan de
manera lineal ni adoptan un sentido teleológico8. En efecto, no todos
los países que experimentan procesos de transición logran consolidar
sistemas democráticos o instituciones democráticas que funcionan de
7
8
Tras el estallido de las revoluciones, ha señalado Barrington Moore ([1966] 2002:
607-ss.), los sistemas parlamentarios o representativos se tendieron a establecer
en aquellos países en los cuales una nueva elite capitalista, o burguesa, logró
arrebatarle a los Estados absolutistas el dominio de la comercialización de los
productos agrícolas. Mientras más estrechos eran los vínculos entre la burguesía y
la aristocracia, mayores posibilidades existían para impulsar una transición hacia
los sistemas democráticos-representativos.
Conclusión reafirmada posteriormente en los trabajos de Przeworski ([1991] 1995),
O’Donnell (1997) y más recientemente por Schmitter (2011).
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manera efectiva. En las transiciones se pueden producir situaciones
de regresión, así como también tales procesos pueden derivar hacia
otras formas de autoritarismo o hacia la conformación de regímenes
de carácter híbrido.
Por su parte, Skocpol estudia tres experiencias revolucionarias
ubicadas en contextos espaciales y temporales distintos. Se trata de
las revoluciones francesa (1789-1800), rusa (1917-1921) y china
(1911-1949), que ella define como exitosas. El calificativo de exitosas
se debe a que las tres revoluciones transformaron radicalmente a la
sociedad y concluyeron con la construcción de un nuevo tipo de Estado
notoriamente centralizado. Para la realización de este estudio, Skocpol
aplica el «método de la semejanza y la diferencia» de John Stuart Mill
de un modo bastante sistemático (véase la Tabla N° 1). Utiliza dicho
método para la identificación de los casos, el estudio de cada proceso
y el análisis del resultado final. El criterio de la semejanza es aplicado
para la selección de los tres casos que, como se señaló anteriormente,
corresponden a revoluciones exitosas (y). Además, el criterio de la
semejanza se utiliza para identificar un factor de tipo causal (x) que
es común a las tres revoluciones: la crisis económica, derivada de la
participación de los tres Estados en conflictos bélicos internacionales.
En los tres casos se pudo observar que la participación en guerras y
conflagraciones internacionales —como Francia durante el proceso
independentista de Estados Unidos, o Rusia durante la Primera Guerra Mundial—, generó una crisis económica que derivó en la masiva
agitación social que antecedió a cada una de las revoluciones.
Junto con el criterio de la semejanza, Skocpol se hace también cargo
de las diferencias, las que son presentadas a través de las circunstancias
particulares de cada caso, que se reconocen en el comportamiento
que tienen otras variables explicativas, como son la característica de
la estructura social o del Estado prerrevolucionario. Las diferencias
se aprecian además en la dinámica y en la forma en que se va desencadenando el proceso revolucionario, el protagonismo de los grupos
organizados, la formación de los liderazgos y el comportamiento de
determinados sectores sociales.
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Tabla N° 1:
Aplicación del método de J. S. Mill en el estudio de Skocpol
Criterio de la semejanza
Caso 1
Caso 2
Caso 3
a
b
c
d
e
f
g
h
i
x
y
x
y
x
y
Diferencias generales
Similitudes cruciales
Criterio de la diferencia
Caso positivo
Caso negativo
a
b
c
a
b
c
Similitudes generales
x
y
no x
no y
Diferencias cruciales
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Fuente: Cf. Morlino (2005: 86).
Por otra parte, Skocpol también utiliza el criterio de la diferencia para
incorporar en su estudio casos negativos. Los casos negativos estarían
conformados por revoluciones fracasadas que no lograron transformar a
la sociedad ni al Estado. Tal fue el caso de la revolución inglesa del siglo
XVII, la alemana de 1848 y la rusa de 1905. En el caso de la revolución
inglesa, solo se producirá una revolución en el plano político que permitirá
reemplazar la monarquía absoluta por una constitucional y parlamentaria.
Sin embargo, no se registrará en ella una masiva insurrección del campesinado, como sí ocurrirá en la experiencia francesa de 1798, rusa de 1917 y
china de 1911. A pesar del carácter urbano-popular, la revolución alemana
tampoco logra involucrar al campesinado, fracasando rápidamente. De la
misma manera, como un fracaso es catalogado el intento revolucionario
ruso de 1905, que culminó siendo aplacado por el régimen zarista.
A partir del trabajo de Skocpol se visualiza una mayor reflexión
acerca de los criterios y procedimientos de formalización del análisis
comparativo, y desde su propia experiencia en las investigaciones de
corte sociohistóricas (Skocpol, 1984, 2003). La propuesta metodológica
de Skocpol permite superar con creces la mera narración y descripción
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de los procesos históricos. En el caso particular de su trabajo El Estado
y las revoluciones sociales ([1979] 1984), el uso del método de Mill
permite circunscribir la comparación a los procedimientos típicos de la
lógica inductiva. Si se relaciona este trabajo con Los orígenes sociales
de Barrington Moore, en ambos se constata un esfuerzo importante
por profundizar en el análisis de los procesos en sí. No obstante, la
identificación de causalidad, en el desarrollo mismo del proceso, se
vería mejor reflejada en el trabajo de este último autor.
En las décadas más recientes, y tomando como base al aporte de
Moore, se establece una proposición metodológica más concreta para el
estudio de las cadenas de orden causal. La más importante de estas proposiciones se expresa en el uso del process tracing. Se trata de un método
que puede ser considerado un complemento del método de J. S. Mill. Al
igual que este último, el process tracing resulta adecuado para la comparación de pocos casos. Además, se sustenta en la dimensión temporal de
tipo diacrónica, lo que permite identificar las diferentes causas que surgen
de un proceso histórico y llegar a conclusiones que sean generalizables9.
En palabras de George y Bennett: «El process-tracing permite identificar
el proceso de intervención causal —la cadena causal y el mecanismo
causal— entre una variable independiente (o variables) y el resultado de
la variable dependiente» (George y Bennett, 2005: 206). Según añaden
George y Bennett, el aumento del número de casos solo permite encontrar
la repetición de ciertas causas. Finalmente, con el process tracing no se
busca la elaboración de una nueva teoría, sino más bien la reafirmación
de una ya existente. Por tanto, este método resulta apropiado cuando se
establecen hipótesis en las que un mismo factor causal lleva a resultados
diversos (Morlino, 2005), como ocurre muchas veces en los procesos de
transición. Del mismo modo, el uso de este método resulta adecuado
para estudios en los cuales las variables explicativas y sus resultados están
separados por un largo período de tiempo.
El desarrollo y la sofisticación que ocurre del método comparado,
se verá favorecido por algunas discusiones metodológicas que se llevan
a cabo dentro de la ciencia política. Fundamental a este respecto será la
9
En opinión de Pascal Vennesson, el process tracing «ofrece la oportunidad de
combinar enfoques explicativos e interpretativos en la realización de un estudio
de casos» (2011: 232).
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contribución que se hace en el trabajo de King, Keohane y Verba (1994),
que permite superar con creces aquella antigua disputa entre lo cualitativo y lo cuantitativo. Esta disputa se remonta a discusiones que desde los
años sesenta se vienen dando en el plano de la filosofía de las ciencias,
y, posteriormente, en el resto de las ciencias sociales. El aporte de King,
Keohane y Verba gira en torno a otorgarle a las metodologías cualitativas
la misma capacidad de inferir que han tenido las metodologías cuantitativas. Vale decir, le otorgan a las metodologías cualitativas la posibilidad
de alcanzar conclusiones generales de lo obtenido mediante el uso de las
entrevistas o del análisis de materiales históricos. Para ellos la diferencia
entre metodología cualitativa y cuantitativa es solo de forma, ya que las
diferencias entre ambas tendrían una importancia mínima. Este tipo de
propuesta facilita el posicionamiento y la difusión de procedimientos de
orden lógico definidos para efectos de la investigación comparativa, y
que contemplan también la incorporación del análisis de tipo cualitativo.
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III. Dimensiones y niveles de la comparación
En el momento de llevar a cabo una determinada investigación,
que implique realizar una comparación, es necesario tener presente
ciertos procedimientos básicos. Toda investigación en ciencia política
parte con la formulación de la pregunta, que obliga necesariamente a la
definición y precisión de los conceptos. Luego, es necesario determinar
si la pregunta puede ser dirigida orientando la investigación al estudio
del comportamiento de las variables, o bien a centrar la atención en
las características que poseen los casos. La distinción entre optar por
privilegiar el análisis de los casos o el comportamiento de las variables
es un dilema no siempre fácil de resolver, pese a que se insista en el
carácter de la pregunta formulada y en la adopción de procedimientos de orden lógico (Ragin, 1987: 34-68)10. En relación a los casos,
tampoco es fácil resolver si se escogen en función de semejanzas o de
diferencias. Optar por la semejanza, como criterio de selección, permite
relevar y profundizar en las diferencias cuando estas aparecen a nivel
10
Como dilema se observa ya en la forma en que Durkheim y Weber asumieron la
comparación para el estudio y el análisis de la realidad social (Caïs, 2002: 18-22;
Della Porta, 2008: 203).
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de las variables frente a determinada circunstancia. Pero en ocasiones
conviene considerar la diferencia como punto de arranque, siempre
y cuando exista algún elemento de contexto que garantice un nivel
mínimo de comunalidad. Lo que sí resulta más fácil de resolver es el
problema de la distancia temporal y espacial entre los casos. Desde la
historia comparada, uno de los principales representantes de la Escuela
de los Annales, Marc Bloch, llegó a plantear que la comparación debía
ser realizada tomando en cuenta la cercanía temporal y espacial de los
casos (Cf. Caïs, 2002: 66). Más aún, cuando se refería a la dimensión
espacial, Bloch derechamente decía que se debían comparar países
y/o sociedades colindantes territorialmente. Esta forma de entender
la comparación ha quedado completamente superada ya que, por la
naturaleza de algunos temas, no siempre lo que se pretende estudiar
se encuentra entre países o contextos territoriales colindantes.
De todos modos, es fundamental considerar una serie de aspectos
que sirven para definir lo espacial y lo temporal. La definición de estas
dos dimensiones depende de procedimientos de orden lógico, pero
también de razones prácticas y de viabilidad que un investigador debe
contemplar.
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3.1 Dimensión espacial
La dimensión espacial se relaciona directamente con el número de
casos que se pretenden estudiar o comparar. La definición del número
de casos se relaciona con la identificación de las variables más pertinentes. De hecho, el aumento del número de casos, si bien otorga la
posibilidad de una visión más amplia, aunque menos detallada, trae
consigo el problema de la incorporación de nuevas variables. En otras
palabras, el aumento del número de casos tiende a acrecentar el peso
y la relevancia de las variables ya definidas.
La comparación en función del número de casos se subdivide
en binaria o pequeña, de área y múltiple. La comparación binaria se
concentra en el estudio de dos países, u otro tipo de unidades. Además,
la comparación binaria se divide en implícita y explícita. Se habla de
comparación binaria implícita cuando se estudia un solo país con el
propósito de compararlo, consciente o inconscientemente, con el país
al que pertenece el investigador. Por el contrario, mediante la com348
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paración binaria explícita se estudian dos casos con el propósito de
demostrar las causas de la singularidad de cada uno de ellos. Permite
una confrontación detallada que es casi imposible de lograr en aquellos
estudios que incluyen un amplio número de casos. Además, permite
reconocer las similitudes como las diferencias que se presentan entre
ambos casos.
Entre la comparación binaria y la de múltiples casos se ubica la
comparación de área. Normalmente comprende el estudio de tres a
ocho países. Como se señaló en el primer apartado, se toma en consideración un área geográfica caracterizada por cierta comunalidad
histórica, cultural, lingüística e incluso socioeconómica, como pueden
ser los países escandinavos, del Sur de Europa, del área andina o del
Cono Sur de América Latina. Por ejemplo, cuando O’Donnell (1997)
presenta la noción de «Estado burocrático-autoritario» lo hace pensando en una serie de condiciones que solo se dan en los países del Cono
Sur (Brasil, Argentina, Uruguay y Chile), con lo cual no sería aplicable
a la realidad de los países andinos o centroamericanos.
La comparación múltiple, o de n-grande, incluye un número de
casos que normalmente es superior a los treinta, aunque en ocasiones
también se habla de más de veinte. Este tipo de comparación tiende
a ser asumida en base a datos secundarios e información de tipo
estadística. Su aplicación exige una adecuada operacionalización de
los conceptos que se van a utilizar. Sin embargo, existen una serie de
inconvenientes que se sugiere tener presente. Entre ellos cabe destacar
las diferencias metodológicas en la producción de datos entre un país
y otro. Si se analizan encuestas, es necesario que existan equivalencias en las preguntas y similitudes en los tamaños muestrales, de lo
contrario se requiere de una ponderación o de un análisis caso a caso
de los datos estadísticos. Existen, eso sí, indicadores, sobre todo económicos, que resultan fáciles de comparar, como el Producto Interno
Bruto (PIB), los índices de precios o las tasas de desempleo. También
resulta fácil comparar el porcentaje de los resultados electorales, como
pueden ser las tasas de participación o la evolución del apoyo hacia
una determinada fuerza política. Normalmente, lo que se hace para
salvaguardar «armonización» en los datos es acudir a los estudios de
organismos internacionales o de instituciones que registran información
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en diversos países, como por ejemplo Latinobarómetro, que además
es equiparable al Eurobarómetro, al Barómetro africano y asiático. En
el caso de los datos de los organismos internacionales, estos siempre
se expresan a un nivel general. Además, en términos de consistencia,
tales datos suelen presentar diferencias significativas respecto a lo que
puede ser registrado con fuentes de cada país.
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3.2 Dimensión temporal
Esta dimensión se relaciona con el arco temporal que comprenda
un determinado estudio e investigación. Cuando se habla de hechos
políticos normalmente se hace mención a acontecimientos más bien
coyunturales: elecciones, guerras, crisis. O, en sus efectos, se asocian
con un sentido más bien sincrónico, dado que se desarrollan en un
período muy acotado de tiempo. Pero las investigaciones comparadas
más importantes son aquellas que incorporan el sentido diacrónico
(Bartolini, 1994; Morlino, 2005: 58) o multidimensional del tiempo
histórico. Por un lado, en los estudios de carácter sincrónico el tiempo
es artificialmente reducido, lo cual configura un tipo de estudio menos
profundo. Por otro lado, al renunciar o reducir la dimensión temporal
se niega el análisis sobre el cambio, o acerca de la transformación que
van experimentando las instituciones o estructuras de la sociedad. Este
es un aspecto que ha sido resaltado, desde la historia social, por Braudel, al desarrollar su noción de «larga duración». Para muchos autores
(Tilly, 1991; Mahoney, 2003; Skocpol, 2003; George y Bennett, 2005),
la dimensión diacrónica y los procesos de cambio que esta conlleva
serían lo más importante de estudiar.
La incorporación de la dimensión temporal impone una serie de
dilemas a resolver, ya sea si se trata de un «tiempo corto» o «largo»
(Morlino, 2005: 59). De hecho, es siempre importante establecer periodos o etapas significativas y relevantes, sobre todo si se opta por un
«tiempo corto»; o bien saber periodizar, si es que se opta por la «larga
duración». La forma de resolver este último problema es a través del
establecimiento de fases, o usando secuencias que permitan reconocer
las relaciones causales entre los fenómenos. Por tanto, no se trata de
una simple sucesión temporal sino del establecimiento de relaciones
causa-efecto. Otro problema generado por la dimensión temporal, que
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se asocia al estudio de fenómenos complejos, es el de la «multicolinearidad». Con este término se indica la presencia de un fenómeno que está
compuesto o se explica por una serie de otros fenómenos específicos
que transcurren de manera paralela11. Esto genera la dificultad para establecer relaciones correctas entre los distintos fenómenos. Al respecto,
Bartolini (1994) plantea como solución no partir de las explicaciones
de tendencia general sino, por el contrario, de los casos individuales que
derivan de esa tendencia. A su vez, sostiene la necesidad de pasar por
los diferentes planos de la dimensión sincrónica a través del estudio de
distintos casos. En otras palabras, plantea que es necesario combinar
investigación diacrónica y sincrónica entre unidades diferentes.
IV. Los procedimientos y criterios metodológicos
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4.1 La formalización a través del álgebra booleanas
Se habla de formalización lógica a partir de la publicación del
trabajo de Ragin (1987). La formalización se propone a través de
la construcción de tablas de verdad (truth tables) en las cuales son
aplicados los cánones de Mill y los procedimientos derivados directamente del álgebra booleana. A diferencia del álgebra lineal, que trata
de espacios vectoriales, el álgebra booleana se sustenta en la lógica
binaria, permitiendo con ello identificar la presencia o ausencia de un
fenómeno. Si se pretende establecer una relación causal entre desarrollo
económico (condición) y nivel de democracia (resultado), es necesario
dicotomizar los dos conceptos. La existencia se representa con el valor
1; en cambio, la inexistencia se representa con valor 0. Mientras el
álgebra lineal posee dos operaciones, la suma y el producto, el álgebra
booleana posee solo una operación: la suma, que viene representada
a través de la construcción de las tablas de verdad.
11
Según señala Bartolini: «La multicolinearidad es un problema bien conocido en la
investigación sincrónica (...) Lo que se entiende por multicolinearidad en series temporales de observaciones es la posibilidad de que ellas sean todas fuertemente asociadas
una con otra. Dicho de otro modo, que el cambio en el tiempo esté constituido por
conjuntos paralelos de fenómenos que varían tendencialmente y para los que es difícil
establecer la precedencia temporal y el peso causal relativo» (1994: 138).
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En la Tabla N° 2 se presenta un ejemplo en el cual se pretende
identificar si los factores, o variables explicativas, presencia (1) de
partidos de izquierda (X1) y presencia (1) de organización sindical
(X2) explica la existencia (1) del Estado de Bienestar (Y). El caso 2
de esta Tabla muestra que la presencia de un partido de izquierda es
condición necesaria pero no suficiente para explicar la existencia del
Estado de Bienestar. Como lo demuestra el caso 1, para que exista
Estado de Bienestar se requiere tanto de partidos de izquierda como
de organizaciones sindicales.
Tabla N° 2
Análisis sobre el establecimiento del Estado de Bienestar
Casos
Partido de izquierda
X1
Sindicato
X2
Estado de Bienestar
Y
1
1
1
1
2
1
0
0
3
0
0
0
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Fuente: Wagemann (2007: 401).
Este tipo de formalización tiene como ventaja el permitir evidenciar la causalidad de tipo coyuntural. Además permite evidenciar el
fenómeno de la multicausalidad de un fenómeno. Pero también posee
inconvenientes importantes, como la pérdida de información o el alejamiento con la realidad estudiada (Morlino, 2005: 90). Se presenta
también como desventaja el enorme trabajo que puede significar la
elaboración de las tablas de verdad, para que sean significativas o no
deriven en una mera trivialización de la realidad.
En buenas cuentas, el álgebra booleana permite un procedimiento más sistemático y riguroso del análisis comparativo. Además, por
el hecho que los datos y la construcción de las tablas de verdad se
realizan usando programas computacionales específicos, es posible
aumentar el número de casos. También es posible trabajar con un nivel
intermedio, en relación al número de casos. Incluso más, posibilita una
mayor inclusión de variables, al punto de permitir que su número sea
superior al número de casos a estudiar. En este sentido, se trata de un
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paso adelante respecto de la comparación a través del «método de la
semejanza y la diferencia» propuesto por Mill.
4.2 El análisis comparativo cualitativo (QCA)
Existe otra forma más sofisticada de formalización consistente
en la combinación de condiciones que satisfagan las características
de suficiencia o necesidad para dar cuenta de un resultado. Se trata
de un procedimiento de análisis introducido por Charles Ragin en su
libro The Comparative Method (1987)12. Identificando la condición
suficiente o necesaria de una variable es posible cumplir a cabalidad
las expectativas de un mayor aumento de los casos y de las variables.
La lógica que está detrás de este tipo de análisis es simple:
•
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•
X → Y. Esta relación indica que X es condición suficiente para explicar
lo que ocurre en Y. Por ende, si existe X, entonces se deduce que también
existe Y.
Se procede nuevamente dicotomizando las variables, con 1 y 0.
Siguiendo a Wagemann (2007: 390) se podrían tomar como hipótesis que el desarrollo económico avanzado produce una democracia
avanzada, o, si se quiere, de alta calidad. Si se cumple la hipótesis,
nuevamente estaremos en presencia de la anterior relación entre X e
Y. Pero al considerar condiciones suficientes y necesarias se incorporan
otras variables en el análisis. Aquí vemos que desarrollo económico
avanzado ya no es suficiente. Los datos pueden arrojar que la condición
suficiente de una democracia avanzada ahora depende del desarrollo
económico, así como también de una sociedad civil fuerte (B) y de un
sistema de partidos pluralista (C).
•
•
12
La relación será entonces X + BC → Y.
Existe ahora más de una condición suficiente. X por sí sola no basta para
explicar el desarrollo democrático, o el nivel de calidad alcanzado por
una democracia. X pasa a ser condición necesaria, pero no suficiente.
Para el análisis comparativo cualitativo (Qualitative Comparative Analysis,
QCA), Ragin ha elaborado un software que se encuentra disponible en este sitio:
www.u.arizona.edu/~cragin/fsQCA/
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Esto último permite evidenciar la complejidad o la multicausalidad
que está detrás del desencadenamiento de un fenómeno, o de la propia
realidad social. Complejidad que se logra asumir cuando se trata de
aspectos o elementos coyunturales, pero que deviene mucho más dificultosa cuando se trabaja con una serie larga de tiempo. Nuevamente
surge el problema de la «multicolinearidad» y el reconocimiento de
aquellos factores que son más decisivos respecto de otros.
Tabla N° 3:
Hipótesis en tabla de verdad sobre la caída y el fracaso de un régimen autoritario
Condiciones
Fracaso del
régimen
Número de
casos
A
B
C
0
0
0
0
9
1
0
0
1
2
0
1
0
1
3
0
0
1
1
1
1
1
0
1
2
1
0
1
1
1
0
1
1
1
1
1
1
1
1
3
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A: conflicto entre los jóvenes y los viejos oficiales.
B: muerte de un dictador.
C: insatisfacción con el régimen.
Fuente: Ragin (1987: 90. Tabla Nº 4).
La Tabla N° 3 es un ejemplo típico en el cual se busca analizar
efectos combinados en un número de casos más amplios que en el
ejemplo anterior. Como se evidencia en esta Tabla, la caída o fracaso
del régimen autoritario no requiere del efecto combinado entre las tres
variables (A, B, C), sino que en algunos casos (tres de ellos) ha bastado
con la muerte del dictador (B). En tal sentido, esa variable es condición
suficiente para que se produzca el efecto esperado.
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V. Consideraciones finales
Al interior de la ciencia política, la comparación permite incorporar
una serie de alternativas para el análisis de ciertos hechos, junto con
posibilitar la producción de información empírica. Las estrategias,
inicialmente provenientes de la sociología y la historia, han dado paso
a una serie de procedimientos de orden lógico que logran recoger
tanto la vocación explicativa como comprensiva de las ciencias sociales. El desarrollo de un método comparado propio, que se separa
de lo conocido previamente en la sociología histórica y en la historia
comparada, se evidencia a través de los nuevos procedimientos y criterios de formalización. Estos, a su vez, han sido una derivación de los
debates que surgieron en las propias ciencias sociales, como también
de los avances técnicos y computacionales. No resulta casual que el
mayor desarrollo, incluso sofisticación, que alcanzan las propuestas
metodológicas sobre la comparación, coincidan con una notoria institucionalización de la ciencia política, cuyo arraigo se percibe también
a nivel regional y nacional.
Por otro lado, la comparación, como estrategia de análisis y como
método, ofrece a la ciencia política una amplia gama de opciones temáticas, a ser abordadas en sus diferentes dimensiones. Asimismo, ofrece
una variada alternativa de enfoques, a través de los cuales es posible
mantener la preocupación por los procesos de carácter macrohistórico, hasta el interés por aquellos fenómenos que transcurren a un nivel
micro, como lo son el comportamiento y la disposición manifestada
por los ciudadanos. En definitiva, la comparación ofrece a la ciencia
política notorias garantías de pluralidad.
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