Semejante a Jesús Domingo 21 de Septiembre, 2014

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Semejante a Jesús
SEMEJANTE A JESUS
Serie: Aprendices de Jesús
Ps. Antenor Tejada
INTRODUCCION
¿Es posible ser como Jesús? ¿Realmente podemos tener el carácter
del Padre celestial?
¿Es posible, como Pablo le dijo a los efesios (5:1) ser imitador de “Dios,
como hijos muy amados?
Es posible, ahora lo creo, revestirse “del Señor Jesucristo” (Romanos
13:14). Si tú eres un creyente en Cristo, tienes que vestirte
continuamente hasta ser transformado a Su imagen y semejanza. La
imagen que utiliza para describir este proceso Pablo, es la de quitarse
y ponerse ropa, una acción que simboliza los pensamientos y la
conducta.
“y renovaos en el espíritu de vuestra mente y vestíos del nuevo
hombre; creado según Dios…” Efesios 4:23-24
Tu salvación incluye tu mente que es el centro de tus pensamientos,
entendimiento y la capacidad para creer, así como de los motivos y
acciones. (Colosenses 3:1, 2,10)
Si eres creyente Dios te ha dado una capacidad espiritual y moral
nueva que una mente separa de Cristo nunca podría adquirir.
¿Es posible ser semejante a Jesús? Si es posible porque él te capacita
para alcanzar esta meta en tu vida.
¿Cómo se da este proceso? Quiero que nos enfoquemos en lo que Pablo
escribe en 2 Corintios 3:18. Y es mi oración que Su Palabra toque
nuestros corazones para ver lo que Dios quiere hacer en nosotros.
2 Corintios 3:18Reina-Valera 1960 (RVR1960)
Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un
espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en
la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.
18
Tres cosas se dan en este proceso para ser semejantes a Jesús. Y
usaremos tres palabras para recordar este proceso.
I.
Contemplación.
“Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en
un espejo la gloria del Señor”
Esta carta es dirigida a los creyentes es decir a todo aquel que
ha recibido a Cristo en su corazón. Y si tú has hecho esto,
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también es dirigida a ti. “nosotros todos” dice Pablo. No es para
unos cuantos privilegiados, es un llamado para todos.
Es mi oración que entiendas esto, no te contentes con poco, Dios
tiene mucho más para ti.
Pablo dice; nosotros todos, mirando a cara descubierta como en
un espejo la gloria del Señor.
“Mirar” sugiere contemplación y meditación, no una mirada
momentánea. Si quieres que la transformación se de en tu vida,
tienes que desarrollar una vida de contemplación y meditación
profunda. No superficial o ligera.
“Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo
honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que
es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de
alabanza, en esto pensad.” Filipenses 4:8
Escúchame, lo que dejamos entrar en nuestra mente determina
lo que expresamos con las palabras y acciones.
¿Tienes problemas con pensamientos impuros? Examine lo que
está dejando entrar en su mente a través de la televisión, los
libros, la conversación, las películas y las revistas. Remplace
estos materiales dañinos con materiales útiles. Sobre todo, lea la
Palabra de Dios y ore.
Pablo nos indica lo que tenemos que mirar; “nosotros todos,
mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del
Señor.”
Esto debe llenar nuestra mente “la gloria de Dios”, y podemos
mirarla a “cara descubierta” porque para nosotros no existe nada
que pueda obstruir nuestra visión de Cristo y de Su gloria.
Por favor, pon atención, aquí hay muchas cosas profundas, no
puedo referirme a todas ellas ahora, pero quieres que escuches
esto.
¿De qué manera está presente y visible la gloria de Cristo?
Vamos a ir a uno de los pasajes más importantes de la Biblia.
2 Corintios 4:3-6Reina-Valera 1960 (RVR1960)
Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se
pierden está encubierto;
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en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los
incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de
la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios.
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Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo
como Señor, y a nosotros como vuestros siervos por amor de
Jesús.
5
Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la
luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para
iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de
Jesucristo.
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Pablo está presentando la conversión, algo que Satanás se opone
por eso muchos aún están cegados. Pero tú que ya te has
convertido a Cristo, cuando escuchaste Su evangelio, es Dios que
dice al corazón “Sea la luz”.
Por medio de la gloria de Cristo en el evangelio, y por causa de
la gloria de Cristo en el evangelio, Dios restaura nuestra visión
solo en la presencia de Cristo en el evangelio.
De esta forma, cuando nuestros ojos se abren y la luz
resplandece,
glorificamos.
es
a
Cristo
al
que
vemos,
disfrutamos
y
Juan 1:14Reina-Valera 1960 (RVR1960)
14 Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y
vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de
gracia y de verdad.
En otras palabras Juan está diciendo, El verbo eterno el Hijo de
Dios entro en la historia y revelo “la gloria de Dios en la faz de
Jesucristo”
De modo que ahora, cuando se predica la Palabra de Dios, la
misma gloria de Jesucristo resplandece. Por eso llegar a ser
cristiano significa ver su gloria cuando escuchamos el evangelio.
Y aquí es donde podemos ver la relación entre la Palabra de Dios
y la gloria de Dios. Y esto es necesario que tú lo entiendas.
Dios decreto que ver lo espiritual se produzca principalmente por
oír.
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Cristo no está visualmente entre nosotros. Él se nos presenta hoy
en la Palabra de Dios, especialmente en el evangelio.
Pablo dijo: “la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios”
(Ro. 10:17)
Dios utiliza la palabra como medio para ver la gloria de Dios. La
Biblia no habla de oír la gloria de Dios, sino de verla. Ver es la
meta. El objetivo de oír la verdad de Dios es ver la gloria de Dios.
Pero algo más, nuestro objetivo no solo debe ser ver la gloria de
Dios sino disfrutar de El para siempre. Si ver no produce deleite,
Dios no será glorificado al ver la gloria.
Y esto ocurrirá, y nuestro corazón se llenara de gozo, si
batallamos para ver la gloria de Dios.
Al llegar Jesús a la última noche antes de su crucifixión, Juan, el
discípulo amado, dice: “como había amado a los suyos que
estaban en el mundo, los amo hasta el fin” (Juan 13:1). Una de
las demostraciones de ese amor fue la oración que elevo al Padre
por sus discípulos y por nosotros. (Juan 17:20).
Y el clímax de esta oración se produjo con esta palabras: “Padre,
aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también
ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado;
porque me has amado desde antes de la fundación del mundo.”
(v.24)
¿Por qué oraría Jesús de esa manera por nosotros? Es decir para
ver su gloria. Sabes ¿porque? Porque la posibilidad de ver su
gloria para siempre es el regalo más grande que puede darnos.
Por lo tanto orar y morir para que pudiéramos tener ese regalo
es un acto de amor.
Por eso luchar con todas nuestras fuerzas para que podamos ver
aquello por lo cual El murió, es una gran honor para Cristo.
Por lo tanto, mirar la gloria de Cristo implica cambiar nuestra
manera de pensar. “No mirando nosotros las cosas que se ven,
sino las cosas que no se ven” (2 corintios 4:18)
¿Quieres ser semejante a Jesús? Aquí empieza el proceso
“mirando…la gloria de Dios”. Batalla para ver su gloria. Cuando
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Semejante a Jesús
alcances esto estás listo para que se produzca lo que dice nuestro
segundo punto.
II.
Transformación.
“somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen”
Al ver la gloria de Cristo en el evangelio somos transformados.
¿De qué manera? No primero en lo exterior, sino en lo interior.
¿Cuál es la transformación interior que viene con “mirar”…la
gloria del Señor?
John Piper dice: “Es el despertar de gozo en el mismo Cristo y en
todo lo que Dios es para nosotros en El. Es el despertar de un
nuevo deleite de la realidad espiritual centrada en Cristo. Es la
capacidad para gustar una nueva dulzura de la gloria de Dios en
la Palabra de Dios.”
De esto se trata esta transformación, cuando miramos la gloria
de Dios, cuando nos gozamos en El, cuando nos deleitamos en
El, cuando gustamos esa nueva dulzura de la gloria de Dios en la
Palabra de Dios, “somos transformados de gloria en gloria”.
Es decir eres transformado de un nivel de gloria a otro nivel de
mayor gloria por que la gloria del Señor crecerá en tu vida
cuando tu más te enfoques en El y más seas afectado por esa
presencia de Dios.
Lo que Pablo está diciendo que cada vez que te enfocas en Él se
Produce una transformación continua y progresiva. “de gloria en
gloria”
Todo este proceso de transformación que se da primero en lo
interior afecta también lo externo.
Mateo utiliza la misma palabra “transformación” o metamorfosis
para describir la transfiguración (Mateo 17:2).
Así como Cristo manifestó de forma breve y limitada su
naturaleza interior divina y su gloria en la transfiguración, los
cristianos deberían manifestar a través de su conducta externa
que su naturaleza interior ha sido redimida.
De allí que Pablo nos dice: “…habiéndoos despojado del viejo
hombre con sus hechos y revestíos del nuevo…”
El plan de Dios para ti, y para todos los creyentes, es que
progresen a medida que se vuelven cada vez más semejantes a
Jesucristo. “en la misma imagen”
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Semejante a Jesús
“Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a
ser transformados según la imagen de su Hijo” Romanos 8:29
Este es el “premio del supremo llamamiento” que seamos hechos
semejantes a Jesucristo.
Efesios 4:13Nueva Versión Internacional (NVI)
De este modo, todos llegaremos a la unidad de la fe y del
conocimiento del Hijo de Dios, a una *humanidad *perfecta que
se conforme a la plena estatura de Cristo.
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Lo que Dios quiere es que cada creyente muestre las cualidades
de su Hijo. Que muestre el carácter de su Hijo. Y esto se da
cuando somos “transformados de gloria en gloria en la misma
imagen”
Pero esto no lo puedes producir tú en tu vida sino por la
intervención de Su Espíritu. Se da por una acción sobrenatural.
III.
Sobrenatural.
“como por el Espíritu del Señor”
La presencia del Espíritu Santo siempre puede reconocerse por
la forma en la que nos impulsa a lo que Jesús seria y haría.
“Cuando venga el Espíritu de verdad, él los guiará a toda la
verdad. Él no hablará por su propia cuenta, sino que les dirá lo
que ha oído y les contará lo que sucederá en el futuro. 14 Me
glorificará porque les contará todo lo que reciba de mí. 15 Todo lo
que pertenece al Padre es mío; por eso dije: “El Espíritu les dirá
todo lo que reciba de mí”. Juan 16:13-15
Cuando en nuestro interior experimentamos la dulzura celestial
y el poder de la vida, el amor, gozo y paz, que Jesús conocía, esa
es la obra del Espíritu en nosotros.
Externamente, la vida en el Espíritu se manifiesta de dos
maneras:
La primera es a través de los dones del Espíritu que nos capacitan
para servir a los propósitos de Dios entre su pueblo, pero no
necesariamente reflejan el estado de nuestro corazón.
La segunda es a través del fruto del Espíritu, esto si es una señal
segura de un carácter transformado. Cuando nuestras actitudes
y acciones son las de Jesús, es debido a que hemos aprendido a
permitir que Espíritu fomente su vida en nosotros.
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Semejante a Jesús
Pablo confeso: “He sido crucificado con Cristo, y ya no vivo yo
sino que Cristo vive en mí. Lo que ahora vivo en el cuerpo, lo
vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amo y dio su vida por
mí”. (Gálatas 2:20)
El resultado de la vida de Cristo dentro de nosotros a través del
Espíritu es el fruto: amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad,
bondad, humildad, y dominio propio. (Gálatas 5:22-23)
Pero escúchame, los dones como el fruto son el resultado, no la
realidad, de la presencia del Espíritu en nuestras vidas. Lo que
resulta en nuestra transformación a la semejanza de Cristo es
nuestra interacción directa y personal con Cristo a través del
Espíritu.
Es el Espíritu que hace presente a Cristo para nosotros y nos
atrae para que nos asemejemos a él. Es mientras nosotros
contemplamos “la gloria del Señor” que somos constantemente
“transformados a su semejanza con más y más gloria por la
acción del Señor, que es el Espíritu.” (2 Corintios 3:18)
Nadie puede cambiarse solo; todos necesitamos ayuda. Y el
Espíritu Santo es el maravilloso acompañante que Dios nos ha
dado en la vida para eso. Contemos con su presencia y su guía.
Prestemos atención a las restricciones y advertencias con las
cuales nos alerta a situaciones difíciles o peligrosas en la vida.
Dejemos que él nos guíe y nos transforme de día en día hasta
que lleguemos a ser parecidos a Cristo nuestro Señor.
De esa manera Dios nos va transformando «con más y más
gloria».
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