Semana de la Conciencia Cultural * Sermón Completo

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Semana de la Conciencia Cultural – Sermón Completo
“EL EVANGELIO DE CRISTO MÁS ALLÁ DE LOS LIMITES”
Un Llamado para Un Verdadero Compromiso de llevar el Evangelio de Cristo.
2 Corintios 10:12-18 (NVI)
“12 No nos atrevemos a igualarnos ni a compararnos con algunos que tanto se recomiendan a
sí mismos. Al medirse con su propia medida y compararse unos con otros, no saben lo que
hacen. 13 Nosotros, por nuestra parte, no vamos a jactarnos más de lo debido. Nos limitaremos
al campo que Dios nos ha asignado según su medida, en la cual también ustedes están
incluidos. 14 Si no hubiéramos estado antes entre ustedes, se podría alegar que estamos
rebasando estos límites, cuando lo cierto es que fuimos los primeros en llevarles el evangelio
de Cristo. 15 No nos jactamos desmedidamente a costa del trabajo que otros han hecho. Al
contrario, esperamos que, según vaya creciendo la fe de ustedes, también nuestro campo de
acción entre ustedes se amplíe grandemente, 16 para poder predicar el evangelio más allá de
sus regiones, sin tener que jactarnos del trabajo ya hecho por otros. 17 Más bien, «Si alguien
ha de gloriarse, que se gloríe en el Señor». 18 Porque no es aprobado el que se recomienda a sí
mismo sino aquel a quien recomienda el Señor.”
ILUSTRACION
El General William Booth, fundador de nuestro Ejército de Salvación fue más allá de
los límites en su compromiso de ayudar a los más necesitados. El lema de William Booth era:
“Ve por las almas y busca a los peores”. Con una oratoria apasionada y una fe militante
marchó al son de trompetas y tambores a los peores barrios de las ciudades de Inglaterra
buscando a los alcohólicos, las prostitutas, los oprimidos, los pisoteados, los empobrecidos.
Todos ellos encontraron esperanza bajo la bandera del Ejército de Salvación.
La Inglaterra victoriana de 1865 era la nación más rica y poderosa de la tierra. Con
todo, Londres tenía los más increíbles barrios bajos que nos podemos imaginar. El llamado
“Este de Londres” era un laberinto de pobreza, miseria, corrupción, alcoholismo y
prostitución. Las aguas sucias y las ratas se veían por todas partes. Las enfermedades y la
muerte eran horriblemente familiares. El cólera les había invadido tres veces desde 1832.
Muchas fábricas inglesas trataban a sus empleados como esclavos. En un caso
investigado por el Ejército de Salvación, una madre y sus dos hijos de nueve años trabajaban
jornadas de dieciséis horas para poder llevar a casa salarios de miseria. Trabajaban sin pausa
y tomaban su ración de pan mientras trabajaban.
El tráfico de prostitutas era muy lucrativo. La parte más lucrativa provenía de las
vírgenes, de las llamadas “fresh girls”. El anzuelo más común era anunciar en los periódicos
que se necesitaban chicas del campo para trabajo doméstico en la ciudad. Cuando las chicas
aparecían para buscar empleo, las raptaban, las violaban y las mantenían prisioneras en los
burdeles.
Esas condiciones tan viles convencieron a Booth de que Dios quería que él fuese
“más allá” para trabajar por esas personas. De manera que durante cuarenta y siete años
cruzó todo tipo de límites, ensanchando sus fronteras para buscar a los peores y solo así
pudo abrazar a las almas con la palabra de Dios. A menudo fue insultado, amenazado y
apedreado por su servicio cristiano; pero nada lo freno para rebasar esos límites en su
ministerio de ir a hablarles de Cristo a los llamados “peores” de las ciudades.
William Booth escribió: “La ambición de algunos hombres es el arte; la de otros la
fama, la de otros el oro. Mi ambición son las almas de los hombres” (1 Corintios 9:22).
INTRODUCCIÓN
Desde los tiempos de Jesús, pasando por el ministerio de sus discípulos y apóstoles,
hasta llegar a nuestros tiempos, la verdad es que en muchos casos ha sido la propia iglesia y
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los líderes religiosos los que se han opuesto a que el evangelio de Cristo sea compartido.
Complot, falsas acusaciones, envidia, persecución, tortura y muerte, han sido el precio para
aquellos, incluido Jesucristo, por anunciar el perdón de pecados, salvación y santidad para los
perdidos y pecadores.
Esos líderes religiosos, (sumo sacerdotes, escribas, fariseos, etc.) que enseñaban en las
sinagogas, que presidian las ceremonias en el Templo y que lideraban el Sanedrín, se
atribuían el derecho de decir quienes podían ser llamados hijos de Dios, y además, de otorgar
el perdón de pecados. Griegos, gentiles, samaritanos, cobradores de impuestos, leprosos,
prostitutas, eran algunos de los que no eran dignos de ser parte del pueblo de Dios, y además
nadie, a parte de los líderes religiosos, tenía la autoridad de alcanzarlos con Su palabra, Su
amor y Su misericordia.
Que gran injusticia cometieron esos líderes religiosos, pues asumían y manipulaban el
conocimiento de Dios y Su ley para tratar de “parar” la obra redentora del evangelio de Cristo
a todos por igual.
Sin embargo, frente a ese escenario de falso juicio e injusticia, un día el Señor Jesús
dijo a Pablo en visión: “No temas, sino habla, y no calles; porque Yo estoy contigo, y
ninguno pondrá sobre ti la mano para hacerte mal, porque yo tengo mucho pueblo en
esta ciudad” (Hechos 18:9-10). En otras palabras, en este texto Dios le estás diciendo a
Pablo: “no pares, debes ir más allá para que el campo de acción entre ustedes se amplíe
grandemente”.
En la escritura seleccionada para este mensaje; 2 Corintios, capitulo 10, versículos del
12 al 18, el apóstol Pablo trata de evitar que la iglesia de Corinto se dividiera por la influencia
de falsas doctrinas, y por esta causa enfrenta una dura oposición, críticas, acusaciones,
descalificaciones, y estorbo de parte de falsos apóstoles.
Los judaizantes vinieron y se jactaron de una obra que nunca realizaron. Esos falsos
apóstoles se comparaban entre sí, adjudicándose toda autoridad moral, espiritual y el
establecimiento de la obra en Corinto, cuando realmente fue Pablo el fundador. Estos falsos
maestros eran miembros de una “sociedad de admiración mutua”, ya que se comparaban unos
con otros; y por consiguiente, tenían un exagerado concepto de sí mismos. Esta actitud
concatenaba con una soberbia religiosa extrema basada en el fariseísmo neotestamentario.
Ellos mostraban con su actitud una especie de “patriotismo” el cual se oponía al mensaje de
reconciliación y de servicio a Dios, allí en Corinto y más allá de las regiones.
Esos falsos líderes no aprobaban que Pablo y sus discípulos siguieran llevando el
evangelio de Cristo a otras regiones, pero la costumbre de Pablo era llevar el evangelio a
donde nadie había ido antes. Después de reflexionar y de considerar su llamado y
compromiso con la obra de Cristo, el apóstol Pablo les responde a los falsos apóstoles con
una exhortación clara y directa acerca del verdadero propósito y motivación que le impulsaba
a predicar el evangelio de Cristo: la salvación está disponible para todos. La verdad es que
Dios ama a todos los pueblos y desea derramar sobre ellos Su perdón y misericordia.
El llamamiento de Pablo de ir “más allá”, se refiere al continuo trabajo de llevar el
evangelio mundialmente. Las palabras de Pablo sobre anunciar el evangelio en “los lugares
más allá de vosotros”, revelan que nunca se satisfizo con reservar el mensaje para beneficio
propio de la comunidad cristiana, incluidos los líderes religiosos.
2 Corintios capítulo 10, contiene un mensaje de exhortación a los detractores del
evangelio que están en la iglesia de Corinto, dejando claro cuáles deben ser los verdaderos
motivos de lealtad y amor por el ministerio.
Pablo, con su ardiente celo por la obra de Dios, defiende y proclama el mandato dado
a la Iglesia de Cristo de forma clara: “Id, y haced discípulos a todas las naciones” (Mateo
28.19); “Predicar el evangelio a toda criatura” (Marcos 16.15); “Predicar en el nombre de
Cristo el arrepentimiento y el perdón de pecados” (Lucas 24.47); y “Como me envió el
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Padre, así también yo os envío” (Juan 20.21), “Predicar el evangelio de Cristo hasta lo
último de la tierra”(Hechos 1.8).
Es duro entender que los propios líderes religiosos se oponían a la gran comisión.
Pablo sabía que cuando el mandamiento es plenamente obedecido, la promesa se cumple a
plenitud. La iglesia y los pastores, y en nuestro caso como oficiales del Ejército de Salvación,
tenemos la responsabilidad de ser los instrumentos a través de los cuales Dios engrandece Su
evangelio; por lo tanto es importante examinar los verdaderos motivos de servir al Señor en
Su iglesia.
El secreto espiritual de una vida abundante dentro de la iglesia está en “ir más
allá” de lo ordinario, no conformándonos con una vida rutinaria y sin acción en nuestra
condición de oficiales, pastores, líderes y miembros. Todos tenemos un llamado a
compartir el evangelio de Cristo, y para cumplirlo, debemos cruzar todo tipo de límites para
alcanzar este propósito.
Esta experiencia y enseñanza de Pablo nos alerta que a veces los obstáculos y desafíos
de llevar el evangelio de Cristo surgen desde la propia iglesia, contradiciendo así la misión de
que Su evangelio transforme y cambie este mundo de maldad y egoísmo.
SERMÓN
¿Qué debemos hacer los cristianos frente a la oposición y a los obstáculos para
llevar el Evangelio de Cristo? Los cristianos debemos asumir tres acciones para ir más
allá de los límites y cumplir con la gran comisión; “Por tanto, id, y haced discípulos a
todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”
(Mateo 28:19).
“Debemos Cruzar Nuestros Límites, Debemos Ensanchar Nuestras Fronteras y
Debemos Abrazar a Otros con el Evangelio de Cristo para Su Gloria”
1. DEBEMOS CRUZAR NUESTROS LÍMITES PARA LLEVAR EL EVANGELIO DE
CRISTO. (vs. 12-13, NVI)
12No nos atrevemos a igualarnos ni a compararnos con algunos que tanto se recomiendan
a sí mismos. Al medirse con su propia medida y compararse unos con otros, no saben lo
que hacen. 13 Nosotros, por nuestra parte, no vamos a jactarnos más de lo debido. Nos
limitaremos al campo que Dios nos ha asignado según su medida, en la cual también
ustedes están incluidos.
La Biblia nos habla de hombres y mujeres que vencieron todo tipo de limitaciones y
cambiaron su destino con el propósito de obedecer el llamado que Dios hizo a sus vidas.
En este pasaje, Pablo responde a la crítica y a la oposición de otros líderes de la
iglesia en Corinto. Ellos juzgaban a Pablo por su apariencia física, por su pasado, por su falta
de conocimiento y por su trabajo como seguidor de Cristo. Los líderes alegaban que Pablo no
tenía ninguna autoridad y legitimidad para decir que él era fundador de la iglesia en Corinto,
y que ahora estaba en crisis. Los líderes se comparaban entre ellos mismos, justificándose
como mejores que Pablo y sus discípulos.
Pablo critica este tipo de actitud en Gálatas 6:3-4 (NVI) “Si alguien cree ser algo,
cuando en realidad no es nada, se engaña a sí mismo. 4 Cada cual examine su propia
conducta; y si tiene algo de qué presumir, que no se compare con nadie”.
Además, esos falsos apóstoles se atribuían el crecimiento de la iglesia y no estaban
interesados en llevar el evangelio por otras regiones. La realidad era que los falsos apóstoles
habían extralimitado manifiestamente sus límites para traspasar y anular el trabajo de Pablo.
Al entrar como intrusos a la iglesia de Corinto, los falsos apóstoles se habían cruzado
en la línea de Pablo que era la línea que Dios había marcado para él y que lo había traído a
los corintios como su genuino apóstol. En contraste, Pablo no tiene ninguna intención de
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invadir el territorio marcado para otros y reclamar la obra como de él, así como estos falsos
maestros estaban haciendo.
Pablo conocía muy bien su misión y además su llamado. Pablo tenía el poder que
viene de Dios para superar ese límite que proviene de la crítica y la oposición, y por eso les
responde: “nosotros, por nuestra parte, no vamos a jactarnos más de lo debido. Nos
limitaremos al campo que Dios nos ha asignado según su medida, en la cual también ustedes
están incluidos”.
Pablo, como líder tenía muy claro el “campo que Dios le había asignado” y este
estaba afuera de la iglesia; donde estaban los perdidos. Esos falsos apóstoles se declararon
enemigos del ministerio de Pablo, pero con todo, Pablo les mostró amor y la verdadera
naturaleza de su vocación, como Cristo lo hizo. Mateo 5:43-48 (NVI) “Ustedes han oído que
se dijo: “Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo.” Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y
oren por quienes los persiguen, para que sean hijos de su Padre que está en el cielo. Él hace
que salga el sol sobre malos y buenos, y que llueva sobre justos e injustos. Si ustedes aman
solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa recibirán? ¿Acaso no hacen eso hasta los
recaudadores de impuestos? Y si saludan a sus hermanos solamente, ¿qué de más hacen
ustedes? ¿Acaso no hacen esto hasta los gentiles? Por tanto, sean perfectos, así como su
Padre celestial es perfecto”.
Al igual que la experiencia de Pablo, ¿cuáles son esos “limites” que impiden que
podamos cumplir con la gran comisión de hacer discípulos para Cristo por medio de la
evangelización? ¿Cuáles son esos límites que impiden cumplir el amar a nuestro prójimo?
En Lucas 10:25-37 hay una verdad maravillosa, una enseñanza eterna que nos puede
ayudar a ver más claramente el valor de cruzar los límites para llevar el mensaje de Dios. Se
trata de la parábola del Buen Samaritano, enseñada por Jesús a un experto de la ley que le
quiso poner a prueba haciéndole la siguiente pregunta: Maestro, ¿qué tengo que hacer para
heredar la vida eterna? Entonces Jesús le contestó: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo la
interpretas tú? Y como respuesta el hombre citó: “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón,
con todo tu ser, con todas tus fuerzas y con toda tu mente”, y: “Ama a tu prójimo como a ti
mismo”. Entonces dijo Jesús, tu respuesta es correcta, haz eso y vivirás. Pero el experto de la
ley quería justificarse, así que le preguntó a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo? En lugar de
involucrarse en términos abstractos, Jesús presentó una enseñanza sobre la verdadera
responsabilidad de ser siervo de Dios, exponiéndola en forma de parábola. Al terminar la
enseñanza el erudito comprendió que “nuestro prójimo es todo aquel que nos necesita,
cualquiera al que podamos ayudar”. De acuerdo a la parábola de Jesús, los expertos de la
ley trataron al herido como un tema de discusión; los ladrones, como un objeto de
explotación; los sacerdotes, como un problema a evitar; y el levita, como un objeto de
curiosidad. Solo el samaritano lo trató como una persona a la que se debía amar. Finalmente,
el maestro de la ley reconoció que el héroe de la historia fue el samaritano que cuidó del
judío, pues el sacerdote y el levita, quienes eran los profesionales de la religión, no hicieron
nada por ayudar al judío.
La iglesia de hoy también pierde tiempo en discusiones y evasivas a la hora de cruzar
los límites para mostrar el amor de Cristo a los olvidados, perdidos y desamparados. Si no
podemos guardar el más grande de los mandamientos: “Ama al Señor tu Dios con todo tu
corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. El segundo es: “Ama
a tu prójimo como a ti mismo” (Marcos 12:28–34), ¿cómo podemos jactarnos de nuestra
autoridad espiritual dentro de la iglesia, si somos incapaces de amar al que está allá afuera,
esclavizado por Satanás?
Pablo, al igual que Jesús, sabía muy bien que esos falsos apóstoles con sus
acusaciones nunca le impedirían llevar la verdad del Evangelio de Cristo. Pablo no cedió
frente al límite de la crítica, falta de apoyo, falso juicio, comparaciones, descalificativos, etc.
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Pablo llega al corazón del problema para los corintios: el verdadero propósito de esos
falsos apóstoles era el de enseñar falsas doctrinas y esto no era, desde luego, para el bienestar
espiritual de los corintios, ni para las otras regiones donde querían expandir su esfera de
influencia, invadiendo el territorio de los demás con sus falsas enseñanzas.
Por eso, Pablo debió actuar rápidamente, con perseverancia y autoridad. En 2
Timoteo 4:2 dice, “Predica la Palabra; persiste en hacerlo, sea o no sea oportuno; corrige,
reprende y anima con mucha paciencia, sin dejar de enseñar”. Pablo entendió que lo más
apropiado era exhortarlos y apartarse de ellos. Romanos 16:17 (NVI): “Les ruego,
hermanos, que se cuiden de los que causan divisiones y dificultades, y van en contra de lo
que a ustedes se les ha enseñado. Apártense de ellos”.
Una de las grandes tragedias del prejuicio religioso es que nos separa de quienes
pueden eventualmente estar en necesidad. Cristo ha venido a romper todo tipo de separación
entre los seres humanos.
Si de verdad somos intencionales de llevar el evangelio de Cristo, debemos superar
todo tipo de límites. Esos límites están allí para impedir el avance del evangelio, sin embargo
debemos avanzar y cruzarnos en su camino para llevarles el evangelio de Cristo. Si nosotros
no vamos más allá de los límites para compartir el evangelio de Cristo, Satanás sí hará su
trabajo, llegando a esos lugares para matar robar y destruir.
Cuando nos comparamos con otros, podemos sentirnos orgullosos porque pensamos
que somos mejores. Pero cuando nos medimos con las normas de Dios, llega a ser obvio que
no somos lo suficientemente buenos. No se preocupe por los logros de otros; al contrario,
pregúntese continuamente: ¿Cómo encaja mi vida en lo que Dios quiere? ¿En qué forma se
compara mi vida con la de Jesucristo?
2. DEBEMOS ENSANCHAR NUESTRAS FRONTERAS PARA LLEVAR EL
EVANGELIO DE CRISTO (Vs. 14-15)
“14Si no hubiéramos estado antes entre ustedes, se podría alegar que estamos rebasando
estos límites, cuando lo cierto es que fuimos los primeros en llevarles el evangelio de
Cristo. 15No nos jactamos desmedidamente a costa del trabajo que otros han hecho. Al
contrario, esperamos que, según vaya creciendo la fe de ustedes, también nuestro campo
de acción entre ustedes se amplíe grandemente,”
Pablo no se daría por vencido. El llamado de Dios sobre él como representante a los
gentiles, aún incluía a la iglesia de Corinto, pero además, esa autoridad no lo hacía
involucrarse o meterse en la labor de otros. Gálatas 2:8 “El mismo Dios que facultó a Pedro
como apóstol de los judíos me facultó también a mí como apóstol de los gentiles”.
Extraordinaria la actitud de Pablo al responder con humildad y firmeza a los falsos
líderes: “fuimos los primeros en venir a Corinto antes que ustedes con el evangelio de
Cristo”. Esto comprueba que Dios había legitimado la comisión de Pablo, produciendo frutos
en Corinto. Ese es el privilegio que tenemos cuando ensanchamos nuestras fronteras con el
evangelio de Cristo. Sin embargo, los falsos maestros querían tomar el crédito para ellos. Por
el contrario, Pablo sí reconocía la labor de otros dentro de la iglesia: “No nos jactamos
desmedidamente a costa del trabajo que otros han hecho”.
Para poder ensanchar nuestras fronteras llevando el evangelio de Cristo,
debemos dejar todo egoísmo y reconocer y valorar el trabajo de todos en la iglesia.
En ocasiones los desafíos internos de la iglesia nos ayudan a tomar conciencia de los
límites de la evangelización. Algunas personas se dan por vencidas y aceptan el NO que les
impone la realidad, sin embargo, para otros los límites sirven para reconocer que deben
emplear otros recursos y estrategias para conquistar sus metas, así como Pablo lo hizo.
La iglesia de nuestros tiempos enfrenta el reto de ensanchar su territorio. Hoy la
iglesia parece estar confinada en sus propias fronteras, ignorando que Dios nos da un
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campo particular de ministerio más allá, como lo fue para Pablo Corinto, Roma y otras
regiones. Dios ha designado a cada uno de nosotros un campo de ministerio, en un tiempo
determinado. Observa lo que el apóstol Pablo escribió en el versículo 14: "Si no hubiéramos
estado antes entre ustedes, se podría alegar que estamos rebasando estos límites".
Asimismo, cuando Dios nos da un campo particular de ministerio, también debemos
terminar el trabajo en ese territorio. Un ejemplo fue cuando Pablo se reunió con los ancianos
de la iglesia de Éfeso para despedirse de ellos (Hechos 20:17), él les señaló: “Porque no he
rehuido anunciaros todo el consejo de Dios” (Hechos 20:27). A pesar de que Pablo dijo esto
a la iglesia de Éfeso, también pudo decir lo mismo a todas las iglesias que él fundó incluida la
iglesia en Corinto. Pablo sembró humildemente y “con muchas lágrimas”, pero nunca huyó,
nunca se rindió. El mensaje de salvación era demasiado importante de manera que no perdió
oportunidad alguna para anunciarlo. Y además, predicó el mensaje de diferentes formas y a
diferentes audiencias. Sin embargo, el mensaje permaneció inalterable: Arrepiéntanse de sus
pecados y vuélvanse a Dios por la fe.
La vida cristiana tendrá sus tiempos difíciles, sus lágrimas y alegrías, pero debemos
estar siempre listos para contar a otros las cosas bellas que Dios ha hecho en nuestro favor.
Sus bendiciones aligeran el peso de las dificultades de la vida. La senda de los creyentes no
es fácil. Ser cristiano no libra de todos los problemas.
Pablo no hizo nada en secreto; todos conocían su mensaje y sus métodos. Servía al
Señor, no al hombre. Fue un líder humilde, no un orgulloso dictador. Sabía lo que es regar
con lágrimas la semilla de la Palabra (Hechos 20:19,31). Pablo predicaba el consejo de Dios
públicamente y de casa en casa. Predicaba a toda persona y exaltaba a Jesucristo. Este es el
modelo que debe seguir el oficial y pastor de hoy.
La iglesia y sus líderes deben evitar caer en la “zona de comodidad” dentro del
ministerio, al contrario, deben ensanchar sus fronteras con el evangelio de Cristo.
ILUSTRACIÓN.
El Oficial Directivo había predicado un sermón muy impresionante acerca del trabajo
de ganar almas. Después de esto, un oficial local se le acercó y le dijo: “Yo estoy viejo y un
poco enfermo y tengo que trabajar en casa reparando relojes desde muy temprano por la
mañana hasta muy tarde en la noche. ¿Qué tiempo me queda para ganar almas?” El Oficial lo
miró bondadosamente y le dijo: “¿Quién le trae la leche?” Él contestó: “El lechero”. El
Oficial le preguntó: “¿Quién le trae el correo?” Él respondió: “El cartero”. El Oficial
sonriente lo miró y le dijo: “Hermano, que Dios le ayude”.
El oficial local se fue a su casa, y como ya era de noche se acostó; pero no pudo
dormir ni olvidar las palabras de su Oficial, y estuvo pensando en su deber de ganar almas.
La mañana siguiente se levantó más temprano que de costumbre y no sacó la botella vacía.
Cuando el lechero llegó y no vio dicha botella tocó en la puerta. Salió el oficial local y con
voz temblorosa le dijo al lechero: Escúcheme usted un momento por favor. Quiero hacerle
una pregunta: ¿Alguna vez ha pensado en el lugar a donde irá cuando muera? El lechero lo
miró con ansiosa mirada y le dijo: -Esta pregunta ha estado molestándome durante las dos
últimas semanas. El oficial local le dijo: -Entre usted y le diré algo sobre este asunto.
En ese lugar y en ese momento aquel oficial local condujo a su lechero a Cristo, y él
lo aceptó como su Salvador. En el corto espacio de un año aquel oficial local ayudó a
veintiséis personas a que aceptaran al Señor Jesús como su Salvador personal.
No hay límites para presentar a Cristo a los perdidos, solo debemos decidir ensanchar
nuestras fronteras y dejar las excusas para que Su evangelio pueda ser predicado a todos y en
todas las regiones más allá de nosotros.
En 1 Crónicas 4:10 encontramos una poderosa oración de un hombre que quería
hacer algo extraordinario con su vida. “E invocó Jabes al Dios de Israel, diciendo: !!Oh, si
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me dieras bendición, y ensancharas mi territorio, y si tu mano estuviera conmigo, y me
libraras de mal, para que no me dañe! Y le otorgó Dios lo que pidió”.
A Jabes se le recuerda por un pedido de oración, más que por un acto heroico. En su
oración, Jabes reconoció a Dios como el verdadero centro de su vida. Cuando oramos por la
bendición de Dios, también debemos pedir que Él tome su posición legítima como Señor
sobre nuestra vida, nuestra familia, nuestro trabajo y nuestro ministerio. Obedecerle en las
responsabilidades diarias es una muestra de fidelidad.
“Ensanchar nuestras fronteras”, es una decisión vital para expandir el reino de Dios en
la tierra. Como cristianos, enfrentamos desafíos a la hora de cumplir con nuestras
responsabilidades espirituales, y al mismo tiempo nos sentimos sin compromiso para la total
obediencia a los mandamientos que Dios nos ha dado, en especial, el llamado de llevar Su
evangelio.
No esperemos que sea Satanás quien tome la delantera de ir más allá de nuestras
fronteras y gane la batalla de destruir al pueblo de Dios.
Hay dos clases de cristianos: Los que dicen "no puedo" y los que dicen "¿Por qué no
voy a poder? ¿Puedes tu ensanchar tu territorio? Tu territorio puede ser tu familia, tu
vecindario, tu lugar de trabajo, tu ministerio, tu ciudad, tu universidad, etc.
3. DEBEMOS ABRAZAR A OTROS CON EL EVANGELIO DE CRISTO PARA SU
GLORIA (Vs.16-18)
16 para poder predicar el evangelio más allá de sus regiones, sin tener que jactarnos del
trabajo ya hecho por otros. 17 Más bien, “Si alguien ha de gloriarse, que se gloríe en el
Señor”. 18 Porque no es aprobado el que se recomienda a sí mismo sino aquel a quien
recomienda el Señor.
Dios no solo le dio a Pablo un campo particular de ministerio, y acabar su trabajo allí,
sino que después debió “llevar el evangelio más allá de sus regiones,” para abrazar a otros
con las buenas nuevas de salvación (v.16). Mientras los falsos apóstoles se envolvían en sus
propios argumentos, Pablo está decidido a continuar con su trabajo de alcanzar a otros.
Pablo sugirió a los Corintios que, como su fe había crecido, su presencia ya no era
necesaria allí. Ahora es el momento para Pablo de expandir su ministerio en nuevas regiones,
como Roma, como lo había indicado en Hechos 19:21: “Después de todos estos sucesos,
Pablo tomó la determinación de ir a Jerusalén, pasando por Macedonia y Acaya. Decía:
“Después de estar allí, tengo que visitar Roma”.
Como fundador de iglesias, el apóstol Pablo no se quedó más tiempo del necesario
allí. Salió de Corinto después de pasar un año y medio de servicio fiel para ir a otro campo.
En el versículo 16, Pablo revela dos puntos débiles que a menudo se encuentran en el anuncio
del Evangelio: uno, la tendencia de los líderes religiosos de competir entre sí, y dos, tratar al
mismo tiempo de aprovecharse del trabajo ministerial que otros ya han hecho.
Es muy fácil llevar el evangelio de Cristo donde ya se ha pagado el precio de
evangelizar. Pero Pablo dice: “¿dónde estaban estos ‘grandes maestros’ cuando yo arriesgué
mi vida para empezar la iglesia en Corinto? Cualquiera puede venir después que el trabajo
duro se ha hecho, criticar al fundador y ¡recibir toda la gloria!” Pablo se había esforzado todo
lo posible para alcanzar a la gente de Corinto con el evangelio de Cristo y esperaba obtener
de ellos ayuda para llevar el evangelio “más allá de sus regiones”.
Pablo no tenía miedo de aceptar las tareas más grandes; Dios lo había llamado al
trabajo sin importar los peligros que le esperaban. Fue a lugares donde las personas eran
hostiles al Evangelio. Pablo soportó penurias como ser apedreado, encarcelado, azotado, así
como muchos otros dolores infligidos a su cuerpo.
Los judaizantes vinieron y se jactaron de una obra que nunca realizaron. La costumbre
de Pablo era llevar el evangelio a donde nadie había ido antes (Romanos 15:20): “Y de esta
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manera me esforcé a predicar el evangelio, no donde Cristo ya hubiese sido nombrado, para
no edificar sobre fundamento ajeno”; en tanto, la costumbre de los judaizantes era invadir el
territorio de otro y apoderarse del trabajo que ya estaba hecho, y hasta destruirlo con sus
falsas doctrinas, doble moral y fingida espiritualidad.
Cuando hacemos algo bien queremos decírselo a otros para ser reconocidos. Pero el
reconocimiento es peligroso, puede inflar nuestro orgullo. Es mucho mejor buscar la
aprobación de Dios antes que la de los hombres. Luego, cuando somos tomados en cuenta
somos libres de darle a Dios la honra.
Pablo fue lo suficientemente sabio como para dejar sólo al Señor la cuestión de los
elogios. En el versículo 17 se refiere a Jeremías 9:24: “Si alguien ha de gloriarse, que se
gloríe de conocerme y de comprender que yo soy el Señor, que actúo en la tierra con amor,
con derecho y justicia, pues es lo que a mí me agrada, afirma el Señor”.
Después de todo, es el Señor el que da la gracia para que podamos servirle y
únicamente Él conoce nuestros corazones y motivos. El apóstol Pablo estaba dispuesto a
esperar de Dios el “¡bien hecho!” y también debemos hacerlo nosotros.
Pablo anhelaba abrazar a otros con la palabra y el amor de Cristo. Ya había
experimentado la bendición de ver gentiles y griegos ser transformados por el evangelio de
Cristo. Ese era su propósito de vida: abrazar a otros. Por eso, las barreras personales,
culturales y geográficas no fueron un impedimento para él. Durante ese tiempo de crítica,
Pablo en vez de darse por vencido, manifiesta su deseo de establecer más iglesias y que estas
contribuyesen entre ellas para el fortalecimiento de la obra de Cristo en la región.
Abrazar a otros con el evangelio de Cristo comienza por reconocer que todo lo que
hacemos es para la gloria y honra del Señor. No buscamos beneficios ni reconocimientos.
En Mateo 19:16-22 un joven rico vino Jesús y le dijo: Maestro bueno, ¿qué bien haré
para tener la vida eterna? Jesús le respondió: más si quieres entrar en la vida eterna, guarda
los mandamientos. El joven le dijo que todos esos mandamientos los había guardado desde su
juventud, entonces, ¿qué más le podía faltar? Y Jesús le dijo que si quería ser perfecto,
entonces, debía vender todo y darlo a los pobres, y después que le siguiera. Después de esas
palabras, el joven se fue triste porque tenía muchas posesiones. Este joven encontró “limites”
para “abrazar a otros” y para seguir a Cristo.
En esta historia podemos encontrar varios límites para abrazar a otros con el
evangelio de Cristo y para Su gloria, más allá de nuestras regiones:
 El límite de la comodidad y avaricia
 El límite del conformismo y la rutina
 El límite del pasado y la culpa
 El límite de la crítica y la oposición
 El límite de la desconfianza y temor a lo desconocido
 El límite de los prejuicios
 El límite del temor al fracaso
Es tiempo de abrazar la gracia abrazando a lo que es difícil amar. Romanos 5:7-8:
“Difícilmente habrá quien muera por un justo, aunque tal vez haya quien se atreva a morir
por una persona buena. 8 Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando
todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros”.
El profeta Malaquías dijo (1:5): “Ustedes lo verán con sus propios ojos y dirán:
“¡Se ha engrandecido el Señor aún más allá de las fronteras de Israel!”
ILUSTRACIÓN
Richard Baxter, un teólogo protestante y escritor del siglo XVI dijo esto sobre los que
predican el evangelio de Cristo.
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Debemos predicar con entrega. "Sea lo que hagas, deja que la gente vea que tienes
una gran entrega. No puedes quebrantar el corazón del hombre por bromear con ellos o
diciéndoles un fascinante cuento o mencionando una oración ostentosa. Los hombres no
desecharán sus placeres más queridos por una petición indolente de alguien que no parece
significar lo que habla o preocuparse por si su petición fue aprobada o negada".
Debemos predicar con la vida. "¡Oh señores, de qué manera tan clara, tan cerca, tan
entregada debemos de dar un mensaje como el momento nuestro, en donde la vida eterna o la
muerte eterna de nuestros compatriotas está involucrada! No hay nada más indigno de tal
negocio, que ser apático y aburrido. ¡¿Qué?! ¿Hablar fríamente por Dios y por la salvación
del hombre? ¿Podemos creer que nuestra gente debe ser convertida o condenada, y hablar en
un tono monótono? En el nombre de Dios, hermanos, esfuércense para despertar sus
corazones antes de subir al púlpito, para que estén listos para despertar los corazones de los
pecadores. Ay, no digas ni una sola palabra fría o sin importancia acerca de tan gran asunto
que es el cielo o el infierno. Sea lo que sea, haz que la gente vea tu gran entrega y seriedad.
Un sermón lleno de meras palabras, por bello que esté compuesto, si falta alguna luz
de evidencia y la vida de celo, es tan solo una imagen o un elegante cadáver".
CONCLUSIÓN
El Señor ha hablado claro a la misión de la iglesia: Los cristianos debemos asumir tres
acciones para ir más allá de los límites y cumplir con la gran comisión de llevar el Evangelio
de Cristo: ¡Debemos Cruzar Nuestros Límites, Debemos Ensanchar Nuestras Fronteras y
Debemos Abrazar a Otros con el Evangelio de Cristo para Su Gloria!
La obra de Dios involucra a muchos individuos con una variedad de dones y
habilidades. No hay superestrellas en esta tarea, solo miembros de equipo que desarrollan sus
funciones específicas. Nos convertimos en miembros útiles del equipo de Dios al poner a un
lado el deseo de recibir gloria por lo que hacemos. La alabanza que viene de la gente es
comparativamente sin valor, la aprobación de Dios es la que cuenta.
1 Corintios 3:5-9 (NVI): “Después de todo, ¿qué es Apolos? ¿Y qué es Pablo? Nada
más que servidores por medio de los cuales ustedes llegaron a creer, según lo que el Señor le
asignó a cada uno. 6 Yo sembré, Apolos regó, pero Dios ha dado el crecimiento. 7 Así que no
cuenta ni el que siembra ni el que riega, sino sólo Dios, quien es el que hace crecer. 8 El que
siembra y el que riega están al mismo nivel, aunque cada uno será recompensado según su
propio trabajo. 9 En efecto, nosotros somos colaboradores al servicio de Dios; y ustedes son
el campo de cultivo de Dios, son el edificio de Dios”.
Pablo fundó la iglesia en Corinto y Apolos la construyó sobre dicho fundamento.
Trágicamente, los creyentes en Corinto se habían divido en grupos, ofreciendo lealtad a
diferentes falsos apóstoles.
Después que el trabajo de los predicadores ha sido completado, Dios continúa
haciendo crecer a los cristianos. Nuestros líderes, ciertamente deben ser respetados, pero
nunca debemos colocarlos en pedestales que creen barreras entre las personas o levantarlos
como sustitutos de Cristo.
Como embajadores del mensaje de Cristo, debemos entender que el evangelio de
Jesucristo es la única respuesta tranquilizadora al corazón inquieto y angustiado.
Asimismo, la hermosa verdad del evangelio de Cristo, es que cambia todo.
Romanos 10:14-15:“Ahora bien, ¿cómo invocarán a aquel en quien no han creído?
¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán si no hay quien les
predique? 15 ¿Y quién predicará sin ser enviado? Así está escrito: “¡Qué hermoso es recibir
al mensajero que trae buenas nuevas!”
Prediquemos el evangelio de Cristo más allá de los límites.
El Espíritu Santo hace que la Iglesia vaya “más allá de los límites” Amén.
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