Vanguardia y campo literario: La Revolución Mexicana como apertura estética Author(s): Ignacio M. Sánchez Prado Source: Revista de Crítica Literaria Latinoamericana, Año 33, No. 66 (2007), pp. 187-206 Published by: Centro de Estudios Literarios "Antonio Cornejo Polar"- CELACP Stable URL: https://www.jstor.org/stable/25485836 Accessed: 14-11-2018 01:59 UTC JSTOR is a not-for-profit service that helps scholars, researchers, and students discover, use, and build upon a wide range of content in a trusted digital archive. We use information technology and tools to increase productivity and facilitate new forms of scholarship. For more information about JSTOR, please contact [email protected]. Your use of the JSTOR archive indicates your acceptance of the Terms & Conditions of Use, available at https://about.jstor.org/terms Centro de Estudios Literarios "Antonio Cornejo Polar"- CELACP is collaborating with JSTOR to digitize, preserve and extend access to Revista de Crítica Literaria Latinoamericana This content downloaded from 148.205.196.147 on Wed, 14 Nov 2018 01:59:48 UTC All use subject to https://about.jstor.org/terms REVISTA DE CRfTICA LITERARIA LATINOAMERICANA Ano XXXIII, No. 66. Lima-Hanover, 2? Semestre de 2007, pp. 187-206 VANGUARDIA Y CAMPO LITERARIO: LA REVOLUCI6N MEXICANA COMO APERTURA ESTETICA Ignacio Af. Sanchez Prado Washington University in Saint Louis Las literaturas nacionales tienen a veces fechas de nacimiento precisas. En Mexico, podria decirse que dicha fecha coincide con el re-nacimiento de la nacion: 5 de febrero de 1917, fecha de promul gation de la Constitution Politica emergida de la Revolucion. El na cimiento de la literatura mexicana moderna coincide con el initio de un proceso de re-institucionalizacion del campo de produccion cul tural en el marco del nuevo regimen post-revolucionario. Conforme el pais se pacificaba gradualmente, la principal preocupacion de la clase intelectual en Mexico seria la constitution de una cultura na cional que diera cuenta del proceso politico que el pais acababa de vivir. Esto no era tarea facil, dado que, en muy pocos anos, se paso del solido edificio institutional del Porfiriato a una atomizacion pro funda y a veces paradojica de los grupos intelectuales del pais, gru pos que iban desde los ultimos modernistas (Tablada, Gonzalez Martinez, Urbina, entre otros), pasando por un conjunto de figuras jovenes muy identificadas con el proceso revolucionario (muy nota blemente Diego Rivera) hasta el influyente Ateneo de la Juventud (Vasconcelos, Reyes, etc.) y su intento de "salvar la cultura por las humanidades", para usar una conocida expresion de Pedro Henri quez Urena (18-28). En este paisaje, emergen las nuevas configura ciones de la literatura y la cultura del Mexico moderno: se trata de un periodo en el cual los diversos grupos intelectuales buscan redefinir la naturaleza de la tradicion y de la cultura nacional. En este marco, la vanguardia mexicana se puede entender como una apertura estetica, como el espacio en el cual se dirimieron las conceptos basicos ("literatura", "escritor", "cultura nacional") que se habrian de institucionalizar de manera paralela al Estado. A partir de esta idea, busco mostrar que, en los inicios mismos del nacionalis mo revolucionario, el "campo literario" (Bourdieu, Las reglas del arte) construye los terminos ideologicos de su propia autonomia relativa y This content downloaded from 148.205.196.147 on Wed, 14 Nov 2018 01:59:48 UTC All use subject to https://about.jstor.org/terms 188 IGNACIO M. SANCHEZ PRADO su position critica, y se empieza a pensar como lugar de emergencia de contranarrativas. En otras palabras, el proyecto hegemonico que emergia en esos anos de intentos estatales de institucionalizar la cul tura (por ejemplo de concursos literarios y artisticos financiados por el carrancismo) se basaba en un nacionalismo fundamentalista que apelaba a la idea de que solo producciones culturales cuyas referen cias directas fueran la nation y la Revolucion Mexicana eran legiti mas (y aqui se usaban como ejemplos la Novela de la Revolucion Mexicana, el emergente cine nacionalista y, por supuesto, el mura lismo). Como contrapeso, surge la idea de una cultura nacional au tonoma con respecto al cada vez mas fortalecido estado posrevolu cionario, que utiliza los codigos de la cultura occidental para consti tuir posiciones criticas de los nuevos proyectos politicos. Los anos veinte y treinta en Mexico, llamados por Pedro Angel Palou como los "anos locos" (1), constituyen un periodo en el cual se desarrolla una pugna entre los diversos grupos intelectuales por la constitucion del discurso hegemonico del regimen posrevoluciona rio. Este periodo, enmarcado principalmente por la presidencia de Plutarco Elias Calles y el llamado Maximato1, se caracteriza por la ruptura del consenso de la ciudad letrada liberal alcanzado durante los anos del Porfiriato (Martinez) y un algido debate sobre la natura leza de las instituciones culturales del regimen emanado de la Revo lution, donde intervienen grupos tan diversos como: el Ateneo de la Juventud (Legras); el conjunto de intelectuales relacionados con los distintos proyectos de izquierda (sindicalistas como Vicente Lom bardo Toledano) y derecha (el caso de Manuel Gomez Morin, funda dor del PAN) durante la fundacion del estado revolucionario, los inte lectuales conocidos como los "Siete Sabios" (Krauze); un grupo de intelectuales, los "colonialistas", encabezados por Francisco Mon terde y Artemio del Valle-Arizpe, quienes planteaban que la funda cion de la nacionalidad radicaba en el encuentro entre estado, cultu ra espanola y catolicismo del virreinato; otro grupo de intelectuales nacionalistas, como Hector Perez Martinez y Ermilo Abreu Gomez, quienes buscaban una "cultura national" que expresara los valores de la Revolucion Mexicana2; y, por supuesto, el grupo Contempora neos, que ya desde los anos veinte empezaba a definir un proyecto propio (Sheridan, Los contemporaneos ayer). La diversidad de enfo ques contribuyo al hecho de que, en estos anos, el regimen carecie ra todavia de una intelectualidad organica solida, debido principal mente a que la Revolucion Mexicana ocurrio sin una estructuracion ideologica proveniente de la clase intelectual3. La consecuencia fue una situation completamente nueva en la historia intelectual de Mexico, puesto que estrategias "tradicionales" en la constitucion de This content downloaded from 148.205.196.147 on Wed, 14 Nov 2018 01:59:48 UTC All use subject to https://about.jstor.org/terms VANGUARDIA, REV0LUCI6N MEXICANA Y APERTURA ESTETICA 189 la "comunidad imaginada" nacional, como la centralization de los medios de comunicacion en manos de la clase letrada y el posterior desarrollo de la prensa como instrumento de constitution de identi dades4 o, mas aun, la posibilidad de una literatura nacional configu rada en torno a "ficciones fundacionales" (Sommer), resultaron invia bles, ya que requerian un consenso entre las clases letradas inexis tente en este periodo. De esta manera, la "hegemonia" no es consti tuida exclusivamente por la consolidation de uno de los proyectos como ideologia univoca del estado5. Mas bien, como ha propuesto William Roseberry, este concepto no se debe usar [...] para entender el consenso, sino para entender la lucha; las maneras en que las palabras, imagenes, simbolos, formas, organizaciones, institu ciones y movimientos usados por poblaciones subordinadas [y por las cla ses intelectuales en pugna ISP] para hablar, entender, confrontar, acomo darse a o resistir su domination adquieren forma por el proceso mismo de domination. Lo que la hegemonia construye, entonces, no es una ideolo gia compartida, sino un material comun y un marco significante para vivir en, hablar de y actuar en ordenes sociales caracterizados por la domina cidn. (360-1, mi traduction)6 En este ambiente se desarrolla una polemica sobre el caracter de la cultura nacional en la sociedad posrevolucionaria: el debate de 1925 sobre la "literatura viril". El ano de 1925 es una encrucijada pa ra los distintos grupos en pugna, quienes inician una de las polemi cas mas algidas en la historia cultural en Mexico. El detonante fue un articulo titulado "El afeminamiento de la literatura mexicana" de Julio Jimenez Rueda, publicado por El universal ilustrado el 21 de diciem bre de 1924, seguido casi de inmediato por una afirmacion de sus tesis en el articulo de Francisco Monterde "Existe una literatura viril" del 25 de diciembre. El argumento de estos dos textos es resumido asi por Guillermo Sheridan: Por una metonimia que explica solo la sempitema disposition nacional a poner siempre la virilidad por delante, se comenzo a aducir que si la Revo lution habia sido un logro de machos y la literatura se negaba a dar cuenta de eso, esto se debia a que los escritores poseian una sexualidad dudosa. Jimenez Rueda, asi, concluye que "hasta el tipo del hombre que piensa se ha degenerado. Ya no somos gallardos, altivos, toscos [. . .] Es que ahora suele encontrarse el exito, mas que en los puntos de la pluma, en las complicadas artes del tocador". (256) A esta valoracion, Monterde agrega la idea de que ya existen es critores viriles y que si no son valorados es por falta de una autentica critica (257). Al otro lado de la polemica se encontraban escritores jovenes como Jose Gorostiza y Xavier Villaurrutia que, tanto en sus primeros libros de poesia como en la plataforma de la revista Con This content downloaded from 148.205.196.147 on Wed, 14 Nov 2018 01:59:48 UTC All use subject to https://about.jstor.org/terms 190 IGNACIO M. SANCHEZ PRADO tempor&neos, comenzaban un gesto renovador de la literatura mexi cana que fue recibido con un grado de profundo recelo por intelec tuales con mayor posicionamiento en el reciente campo cultural (in telectuales tan disimiles como el porfiriano Victoriano Salado Alva rez, el naturalista Federico Gamboa, el estridentista Manuel Maples Arce o el socialista Ermilo Abreu Gomez). El caracter eclectico del bando nacionalista se explica cuando uno observa, siguiendo a Diaz Arciniega, que 1925 se caracterizo por la busqueda de "crear una intuition de la vida nueva, el modo de sentir nuevo y una manera de ser nueva dentro de la dinamica social del Mexico nuevon, busqueda que, consciente o inconscientemente, se dirige a la instauracion de"una institution social denominada Cultura de la Revolucion" (22). Esta "querella por la cultura revolucionaria", como el propio Diaz Ar ciniega la ha llamado, se dividio en dos bandos: por un lado, un con junto heterogeneo de intelectuales que buscaba el origen de dicha institution social desde diversas y hasta contradictorias trincheras; por otro, un conjunto tambien heterogeneo, pero cohesionado en un grupo intelectual en torno a la revista Contemporaneos y otras publi caciones menores, que en mas de un sentido puso en entredicho la posibilidad de dicha institutionalization. Aquies importante subrayar la palabra heterogeneo, porque no se trataba de dos esteticas mo noliticas en pugna, ni mucho menos de dos grupos visibles peleando por la hegemonia (algo que en realidad sucedera hasta la polemica de 1932). Mas bien, se trataba de una guerra de descalificaciones mutuas entre aquellos que buscaban activamente la definition de una tradicion monolitica denominada "cultura de la Revolucion" y aquellos que preferian mirar al exterior como una manera de exorci zar los demonios del nacionalismo, quienes sentian que los terminos planteados por modelos como la emergente narrativa de la Revolu tion o el muralismo limitaban en demasia las posibilidades de la produccion cultural del pais7. La polemica de 1925 plantea tres cuestiones que me interesa en fatizar. Primero, lo "viril" y lo "afeminado" surgen como metonimias intercambiables a terminos como "national" y "extranjerizante" y me parece necesario poner en cuestionamiento la lectura de estos ter minos exclusivamente desde las coordenadas del genero. Robert McKee Irwin, en su libro Mexican Masculinities, ha propuesto una relectura de todo el periodo que gravita en torno a cuestion de gene ro. Irwin ha senalado que el debate se caracterizo precisamente por no plantear una definition concreta de lo que caracteriza a la literatu ra viril (118). La estrategia de lectura propuesta por Irwin es sugesti va, dado que hace con los terminos viril y afeminado algo que no hicieron sus acunadores: una lectura de la literatura y la cultura del This content downloaded from 148.205.196.147 on Wed, 14 Nov 2018 01:59:48 UTC All use subject to https://about.jstor.org/terms VANGUARDIA, REV0LUCI6N MEXICANA Y APERTURA EST__TICA 191 periodo desde la ansiedad generada por el suplemento queer y las maneras en que se introdujeron en el discurso de las figuras predo minantes de la cultura mexicana ciertos deslizamientos homoeroti cos que ponen en entredicho su propia retorica. Si bien el mapa propuesto por Irwin es sumamente productivo como lectura de las tensiones de genero en la cultura mexicana pos revolucionaria, no hay que pasar por alto el hecho de que dicha defi nition fue hecha por un par de grupos nacionalistas y que, de cierto modo, el centrar el debate en estas cuestiones implica legitimar esta lectura de la cultura mexicana. Mas bien, hay que considerar que, al usar los terminos "viril" y "afeminado", los nacionalistas buscaban deslegitimar las posturas de sus adversarios no por el debate de ideas, sino por el ataque personal (Diaz Arciniega 56). Independien temente de la discusion sobre la posible homosexualidad de los miembros de la generacion de Contemporaneos, bianco directo de estos terminos, "viril" y "afeminado" son significantes sustituibles que se colocan en lugar de lo que verdaderamente importa en esta contienda: nacionalista-cosmopolita, mexicanizante-europeizante, etc. Esto no quiere decir, sin embargo, que la cuestion sea irrelevan te, puesto que la caracterizacion de los Contemporaneos como es critores homosexuales galvanizo a los nacionalistas de tal manera que dejaron de lado diferencias profundas y resulto en situaciones como la constitution de un "Comite de Salud Publica" del Congreso de la Union, donde participaron figuras como el por entonces dipu tado Manuel Maples Arce. Mas bien, el uso del genero y de la pro funda homofobia imperante fue estrategico: un punto a favor para borrar del debate a aquellos que cuestionaran la posibilidad de la institutionalization cultural. A partir de esta cuestion, se debe leer el segundo punto central de este debate, a saber, los inicios de la constitution de un canon nacionalista. La literatura "viril" adoptada por los nacionalistas tiene un nombre: Los de abajo de Mariano Azuela. Aun cuando Irwin de construye con bastante efectividad la caracterizacion de la novela de Azuela como "viril" con el argumento de las relaciones homoeroticas veladas entre los personajes (123-31), la election de Los de abajo no responde directamente a una politica de genero, sino a una estetica emergente en busqueda de legitimidad, una estetica que hable de los "hechos" de la Revolucion y permita, a partir de ahi, sentar las bases de una cultura nacional. En otras palabras, la election de Azuela no responde a su "virilidad", puesto que, como Jose Gorosti za apunto en su respuesta a Jimenez Rueda, estas categorias en realidad no apuntaban a ningun criterio literario preciso (cit. en Diaz Arciniega 56). Mas bien, la novela representa una serie de principios This content downloaded from 148.205.196.147 on Wed, 14 Nov 2018 01:59:48 UTC All use subject to https://about.jstor.org/terms 192 IGNACIO M. SANCHEZ PRADO que Jimenez Rueda y otros nacionalistas buscaban utilizar como ba se de una posible "cultura nacional". Entre los distintos principios invocados por Jimenez Rueda en "El afeminamiento de la literatura mexicana", Diaz Arciniega destaca: "se autoriza la violencia matiza da; se autoriza el desencanto ante los hechos de la Revolucion, se autoriza -y fomenta- el deseo por reivindicar a los caidos, por ensal zar o deturpar a los caudillos y por recrear la geografia de triunfos y fracasos, y se autoriza el retrato escatologico de las hordas semisal vajes y hambrientas" (142). Para presentarlo de otro modo, esta ca racterizacion nos lleva a comprender el tipo de canon que buscaban los nacionalistas de 1925: una literatura cruda, realista, fundada en los estrechos temas de la Revolucion. Esto no quiere decir que los nacionalistas sirvieran necesariamente al poder estatal, puesto que la novela de Azuela es un texto muy critico de la dimension populista de la Revolution8. En cierto sentido, tambien operaba en ellos el hecho de pertenecer a un campo de produccion cultural donde la hegemonia no estaba constituida. Mas aun, es importante tener en cuenta que esta estetica tampoco era un consenso entre los nacio nalistas. Manuel Maples Arce, por ejemplo, se inclina mas a una es tetica de claros tintes proletarios y de vocation citadina en su poe ma Urbe. Super poema Bolchevique, donde el poeta es mas cercano a una idea alegorica de la Revolucion que a los hechos concretos del movimiento armado. Maples Arce, como todos sus contemporaneos, vivio un periodo profundamente inestable de la politica mexicana en calidad de diputado y, de hecho, se enfrento directamente a ciertos grupos institucionales del regimen obregonista9. En cierto sentido, podria decirse que buena parte del impulso de la polemica de 1925 se da precisamente porque los intelectuales nacionalistas de todas las vertientes abogaban por la constitucion de una cultura nacional que permitiera "civilizar" la institutionalization del proceso revolu cionario en contrapeso al caudillismo imperante en el medio politico de esos anos10. Por ello, la construccion de criterios morales y eticos les parece esencial para cumplir esta funcion, y la estetica de los Contemporaneos, mas europeizante, les parecia ajena a la coyuntura sociopolitica. Aqui entra tambien otro factor emanado del articulo de Monterde: el hecho de que tanto los nacionalistas como los Contemporaneos perciben la falta de una critica literaria. En otras palabras, la carencia de un grupo hegemonico capaz de dictar los lineamientos de la cul tura desde el poder estatal o simbolico causa un problema de posi cionamiento tanto para unos como para otros, puesto que ambos bandos carecen de un "arbitro" que permita resolver la contienda. Esta nocion de falta de critica es central en la constitucion de la This content downloaded from 148.205.196.147 on Wed, 14 Nov 2018 01:59:48 UTC All use subject to https://about.jstor.org/terms VANGUARDIA, REVOLUCION MEXICANA Y APERTURA EST_ETICA 193 identidad intelectual de muchos autores de esta generacion. En uno de sus articulos de la polemica de 1932, resultante de la de 1925, Cuesta define lo que en su perception es la trayectoria de los inte lectuales jovenes: Nacer en Mexico; crecer en un raquitico medio intelectual; ser autodidac tas; conocer la literatura y el arte principalmente en revistas y publicacio nes europeas; no tener cerca de ellos, sino muy pocos ejemplos brillantes, aislados, confusos y discutibles; carecer de estas companias mayores que decidan desde la mas temprana juventud un destino; y, sobre todo, en contrarse inmediatamente cerca de una produccion literaria cuya cualidad esencial ha sido una absoluta falta de critica. (II, 130-1) En medio de preocupaciones similares, otro contemporaneo al debate de 1925, Alfonso Reyes pone en el centra de su quehacer intelectual la necesidad de desarrollar una critica literaria que supere el "impresionismo", proyecto que se encuentra al centra de libros neuralgicos como El deslinde o La experiencia literaria, pero que en escritos tempranos como Cuestiones esteticas (1911) ya estaba pre sente. Para poner un ejemplo se puede invocar el analisis de Robert Conn, quien sugiere que el joven Reyes construyo una serie de ca nones esteticos con el fin de construir una nueva "institution litera ria" que otorgara a la literatura una funcion critica frente a la herencia decadentista del modernismo (84). En estos terminos, se puede afirmar que en los albores mismos del movimiento revolucionario, una decada antes de los debates nacionalistas, la necesidad de una literatura critica ya estaba en el centra de las preocupaciones de las nuevas generaciones intelectuales del pais. Aquellos que participa ran en los debates de los veinte y los treinta se formaron con esta preocupacion en mente. Esta perception sobre la critica es uno de los puntos centrales de la emergencia de una identidad generational que permitira tanto a los nacionalistas como a los Contemporaneos localizarse en los distintos debates. Los nacionalistas lo logran en 1925 con el descu brimiento de Azuela y la posibilidad de constituir una estetica a partir de una figura representativa. Los Contemporaneos, quienes, segun Salvador Oropesa, no creen en el sentido utopico de la idea de revo lucion (68), y, por ende, no pueden adscribirse a una identidad este tica afirmativa y monolitica emanada del movimiento, llegan a una conclusion distinta: es necesario construir una literatura autonoma11. Por su parte, Alfonso Reyes, quien vivio buena parte del proceso re volucionario fuera del pais, sospecha constantemente del cierre na cionalista y busca la construction, desde la critica, de un proyecto de dimensiones cosmopolitas (en encarnaciones americanistas o This content downloaded from 148.205.196.147 on Wed, 14 Nov 2018 01:59:48 UTC All use subject to https://about.jstor.org/terms 194 IGNACIO M. SANCHEZ PRADO trasatlanticas) que en su ejercicio mismo cuestiona las esteticas ins titucionales del proyecto de los virilizantes. El debate de 1925 es sintomatico de la manera en que se plan tearan las relaciones entre la clase intelectual y el Estado en la deca das siguientes y puede verse, incluso, como un momento clave en la constitucion de la autonomia del campo literario. Hay que enfatizar el hecho de que el campo literario mexicano de este periodo no tenia una representacion particularmente importante en el regimen. Por un lado, los intelectuales que ocuparon un lugar central en los alzamien tos y en el proceso constitucionalista de 1917 (como Luis Cabrera o Lucio Blanco)12 pertenecian a un perfil muy diferente al de los parti cipantes del debate de 1925: se trataba o de lideres obreros y cam pesinos o de sociologos positivistas readaptados del Porfiriato al ca rrancismo. En cambio, el debate de 1925 es el primer reclamo del derecho de la literatura a representar la identidad nacional dentro de los confines de la Revolucion. No es casual que este mismo ano aparezca publicado La raza cosmica de Jose Vasconcelos ni que Diego Rivera y otros pintores mexicanos se encuentren casi al mis mo tiempo pensando en una estetica nacional-revolucionaria. Este debate es, por lo tanto, uno de los momentos sintomaticos de un proceso mayor: el proceso de institutionalization de la cultura. Otro punto de importancia es la diversidad ideologica de los dos bandos del debate. El debate no gira en torno de un concepto de nation o a una estetica especrfica como al lugar que la literatura de be ocupar en Mexico. Por ello, los nacionalistas tenian entre sus filas gente tan disimil como Julio Jimenez Rueda, un dramaturgo profun damente conservador que, entre su trabajo, cuenta con diversas re cuperaciones del pasado colonial, o Manuel Maples Arce, miembro de un grupo que b?sicamente buscaba la destruction del canon lite rario e historico de Mexico desde una conception poetica que el mismo llamaba "bolchevique"13. Por su parte, los Contemporaneos tampoco pueden ser definidos de manera muy precisa. Sheridan ha senalado que [Qos Contemporaneos es un lugar imaginario en el que coincidieron diver sos discursos y maneras de ejercer el quehacer literario y cultural entre los anos de 1920 y 1932 y alrededor de un cierto numero de empresas como revistas, grupos de teatro y sociedades de conferencias [...] Existen mas como una azarosa concatenation de voluntades crfticas que como un de signio literario programatico. (11) El grupo Contemporaneos, al igual que los nacionalistas, se componia de autores con un espectro ideologico y estetico que, aunque no tan disperso como el de sus contrapartes, mantenia dife rencias importantes. Esto se puede observar simplemente al evocar This content downloaded from 148.205.196.147 on Wed, 14 Nov 2018 01:59:48 UTC All use subject to https://about.jstor.org/terms VANGUARDIA, REV0LUCI6N MEXICANA Y APERTURA EST__TICA 195 algunos de sus poemas escritos en las fechas del debate. Salvador Novo trabaja con humor un discurso poetico antiacademico en XX poemas: "Los nopales nos sacan la lengua;/ pero los maizales por estaturas/-con su copetito mai rapado/ y su cuademo bajo el brazo nos saludan con sus mangas rotas" (Nuevo amor 31). Jose Gorosti za, por su parte, experimentaba, en un movimiento que Evodio Esca lante ha identificado con la estetica del vasconcelismo14, con la mez cla entre formas clasicas y voces populares ("GQuien me compra una naranja /para mi consolation?/ Una naranja madura/ en forma de corazon" (43)). Finalmente, para no abundar demasiado, Gilberto Owen se encuentra en un transito entre la estetica modernista y un nuevo modelo de poesia filosofica: "GNada de amor -de nada- para mi? / Yo buscaba la frase con relieve, la palabra / hecha carne del alma, luz tangible,/ y un rayo de sol ultimo, en tanto hacia luz / el confuso piar de mis polluelos" (26). Los Contemporaneos, a la som bra especialmente de la estetica de Ramon Lopez Velarde, se en contraban pensando una dimension critica del lenguaje, que en mas de un sentido era opuesta a proyectos como la epica urbana de Ma ples Arce y la vanguardia estridentista y, sobre todo, a un status quo poetico que consagraba a poetas como Amado Nervo o Juan de Dios Peza. No hay mejor ejemplo de la diversidad ideologica y estetica de estos anos y de las ambiguas relaciones entre los grupos en pugna que las dinamicas de publicacion de revistas de vida corta. De entre los muchos ejemplos que se podrian invocar (La Falange, Ulises, Contemporaneos, entre otras)15, me interesa detenerme en la revista Antena16, publicacion mensual con una vida de cinco numeros entre julio y noviembre de 1924, justo en la vispera de la polemica del afeminamiento. El responsable de esta publicacion era Francisco Monterde, una de las voces predominantes del debate de 1925. La revista tuvo un origen curioso, que Francisco Monterde plantea asi: "se pretendia orientar a las nacientes radiodifusoras que empezaban a transmitir programas de musica selecta, con algo de literatura, an tes de que las invadieran los mensajes mercantiles" (9). Este origen es muy significative puesto que resulta sintomatico de los constan tes intentos de acomodamiento del campo literario en el seno de la sociedad posrevolucionaria. La emergencia del medio de comunica cion radial fue leida por los intelectuales como un espacio posible de articulacion a la esfera publica, especialmente considerando que la mayor parte de las revistas intelectuales de la epoca dificilmente du raban mas de un ano. En lugar de las restricciones economicas y la dificil distribution, el radio ofrecia un espacio que permitia llegar a mas gente. El proyecto de Antena eventualmente fracasa no solo por This content downloaded from 148.205.196.147 on Wed, 14 Nov 2018 01:59:48 UTC All use subject to https://about.jstor.org/terms 196 IGNACIO M. SANCHEZ PRADO la corta vida de la revista (Monterde expresa que el sexto numero no se publico por falta de financiamiento), sino porque la intelectualidad no logr6 incorporarse del todo al radio. Antena, sin embargo, es una revista sumamente significativa para la comprension de las din&micas del campo literario. A pesar de su proposito especifico, la revista lleno en ese tiempo el espacio ocu pado en anos anteriores por otras revistas efimeras, como Pegaso y San-ev-ank. Sheridan observa que parte del intento de la revista fue unificar al campo literario despues de la fuerte escision que significa ron los estridentistas (161). Por ello, mas que ser una revista faccio sa, se trataba de un foro que incluia intelectuales de todos los cunos ideologicos y esteticos, y dificilmente podria encontrarse otro foro de la epoca con tal diversidad. Participaron, entre otros, Xavier Villaurru tia, Alfonso Reyes, Julio Jimenez Rueda, Jose Gorostiza, Enrique Gonzalez Martinez, Genaro Estrada, Mariano Azuela, Gilberto Owen, Jorge Cuesta y Salvador Novo. De hecho, todos los numeros son acompanados por una advertencia que reproduzco in extenso preci samente por su peculiaridad: Esta Revista no es portavoz de ningun grupo -ni literario ni politico-. Tam poco es un reflejo egoista. No siendo posible haceria an6nima, como obra de conjunto, por ser necesario que alguien aparezca como responsable de los articulos sin firma, su director se considera RECOPILADOR del mate rial. No teniendo ninguna limitacibn de criterio, ni estando circunscrita a las preferencias de un grupo, se halla dispuesta a reconocer todos los valores intelectuales, sin aceptar o rechazar ciegamente los consagrados o los desconocidos, por el hecho de que asi se les considere, ya se trate de valores nuestros o mas alia de nuestras fronteras. Publicara toda clase de trabajos -literarios, cientificos- de quienes sepan hallar el matiz justo y ofrecer sus ideas vestidas con esa propiedad que las hace gratas porque no desentonan en ninguna parte. Con un nacionalismo consciente, no apasionado, dara cabida a todas las manifestaciones de nuestra cultura que se destaquen por su valer, tomando en cuenta la produccion exterior no como un modelo sino como un punto de referencia; viendo primero en torno y despues hacia lo lejos. No tiene un numero limitado de colaboradores ni excluye de sus paginas a ningun escritor, porque sus propositos son de franca y abierta concordia. ANTENA permite la reproducci6n de los articulos que publica, rogando unicamente- que al hacerio se indique de donde proceden. (12) Este curioso texto puede interpretarse como un manifiesto de un campo intelectual heterogeneo, que, desde los margenes del proce so politico, busca encontrar un espacio publico de consolidation. Se trata, si se quiere, del unico punto en que todos los debates se dejan atras para cumplir con la "mision" mas importante: reinstituir a la lite ratura como el discurso privilegiado de la esfera publica. Esta mi This content downloaded from 148.205.196.147 on Wed, 14 Nov 2018 01:59:48 UTC All use subject to https://about.jstor.org/terms VANGUARDIA, REV0LUCI6N MEXICANA Y APERTURA ESTETICA 197 sion, discutida extensamente por Ruben Gallo en su estudio sobre el radio en Mexico (Mexican Modernity 117-67) se deja ver en la inten tion reflejada por esta cita: la creacion de una causa compartida por intelectuales de curios distintos como un intento de presentar un frente comun en la busqueda de espacios de la emergente sociedad civil. Por ello, la revista se ofrece como un espacio abierto, cuyas unicas limitaciones parecen ser la "literariedad" del texto ("de quie nes sepan halter el matiz justo y ofrecer sus ideas vestidas con esa propiedad que las hace gratas porque no desentonan en ninguna parte") y su adscripcion a una estetica que se entienda explicitamen te a si misma como "nacional" ("tomando en cuenta la produccion exterior no como un modelo sino como un punto de referencia; vien do primero en torno y despues hacia lo lejos"). En otras palabras, cualquier texto era aceptable siempre y cuando pudiera inscribirse dentro de la produccion de un campo literario interesado en su rol como constructor de la literatura y la cultura nacional. La vida efime ra de la publicacion es un signo del caracter implosivo del campo literario emergente, marcado tanto por sus carencias economicas como por la incapacidad de establecer instituciones culturales dura deras: aunque todos los sectores buscaban a su manera la defini tion de la literatura nacional, a final de cuentas las diferencias resul taron insalvables. Poco menos de un ano despues de la aparicion del numero de Antena, Monterde hara eco de las acusaciones de Jimenez Rueda, dirigidas principalmente contra Novo y Villaurrutia. No importo siquiera que este ultimo hubiera sido, poco tiempo antes, uno de los colaboradores mas entusiastas de su proyecto editorial. Podria decirse entonces que Antena fue un breve parentesis en un estado de atomizacion ideologica y estetica que resulto precisa mente la incapacidad de los intelectuales del campo literario de arti cularse eficientemente al proyecto del Estado. Incluso los estriden tistas, quienes establecieron relaciones cercanas con el gobierno de Veracruz al principio de los anos veinte, tuvieron fuertes polemicas con las figuras politicas del obregonismo. En esta dimension emerge una de las grandes paradojas del campo literario mexicano. Por un lado, existe una aspiration constante a definir una cultura nacional "oficial" y a adquirir para la literatura y el arte el derecho a definir los parametros de la mexicanidad; por otro, parte de la legitimidad ad quirida por el campo proviene de su capacidad de criticar al estado. La apropiacion que los nacionalistas hicieron de Los de abajo de Mariano Azuela resulta muy sintomatica de esto y es clave para comprender a figuras herederas de esta polemica, como Octavio Paz o Carlos Fuentes. Aun cuando la novela de Azuela se publica originalmente una decada antes, Irwin tiene razon en senalar que el This content downloaded from 148.205.196.147 on Wed, 14 Nov 2018 01:59:48 UTC All use subject to https://about.jstor.org/terms 198 IGNACIO M. SANCHEZ PRADO verdadero nacimiento de la novela de la Revolucion Mexicana como g6nero representative se ubica en la busqueda de una estetica "viril" que represente lo m?s directamente posible los criterios nacionalis tas propugnados por Jimenez Rueda y Monterde (123-4). De hecho, Francisco Monterde siempre ha sido acreditado con el descubri miento del libro en Mexico y a lo largo de su carrera se consolido como el primer critico de la obra de Azuela17. Jorge Von Ziegler ha planteado que este hecho es contradictorio, dado que al trabajo de Monterde "se le recuerda sobre todo como exponente de una ten dencia: el colonialismo o virreinalismo" (Monterde IX), tendencia que se ubicaba en uno de los puntos mas conservadores del cuadrante ideologico del campo literario. Segun von Ziegler, el descubrimiento de la novela fue interpretado como prueba de la existencia de una literatura viril mas alia de las teorizaciones y poco a poco se fue con virtiendo en el estandar del genero. Mas aun, esta aceptacion dentro de la obra de Monterde signified un cambio radical de sus posturas esteticas, puesto que en 1922, Monterde publica una nouvelle de tema obrero, Danton. Aqui se ve precisamente la emergencia del nacionalismo revolu cionario como ideologia predominante a lo largo de todo el espectro ideologico en Mexico. Los colonialistas o virreinalistas buscaban en el virreinato las bases culturales de la nation, reaccionando simulta neamente a las tendencias europeizantes que ingresan al discurso literario mexicano con el modernismo y la primera vanguardia y al prehispanismo e indigenismo que comenzaban a manifestarse con fuerza en la obra de Manuel Gamio18. El virreinalismo combinaba en un solo movimiento el intento intelectual de buscar origenes a la na tion, una ideologia conservadora que buscaba la redencion del or den social y del catolicismo en medio de un movimiento revoluciona rio caotico y jacobino y una valoracion de la herencia criolla frente a la emergencia de discursos que valoraban con creciente fuerza el pasado prehispanico y el mestizaje19. El hecho paradojico de que Monterde y Jimenez Rueda se apropiaran del libro de Azuela se en tiende precisamente por su utilitarismo. En vista de que la estetica virreinalista no habia todavia logrado ocupar un lugar particularmen te prominente en la cultura revolucionaria, Los de abajo representa un argumento que le permite tanto a Jimenez Rueda como a Mon terde reaccionar contra varias de las esteticas y politicas en pugna. Por un lado, se trata de un texto que se adapta perfectamente a las tesis esgrimidas contra la estetica de los jovenes Contemporaneos. Si el argumento de una "literatura viril" parecia sin fundamentos, el ejemplo de Los de abajo proporciona exactamente los elementos This content downloaded from 148.205.196.147 on Wed, 14 Nov 2018 01:59:48 UTC All use subject to https://about.jstor.org/terms VANGUARDIA, REV0LUCI6N MEXICANA Y APERTURA ESTfETICA 199 literarios necesarios para llenar de sentido dicho significante: violen cia, guerra, realismo. Aun mas significativo es que el origen de la novela de la Revolu tion como genero coincide con la emergencia de una intelectualidad liberal que, al no estar relacionada con el movimiento, mantiene una relacion de distancia y critica frente al nuevo regimen (Dessau 104). De esta intelectualidad saldran Alfonso Reyes y Jorge Cuesta, pero tambien un conjunto de autores conservadores, Monterde entre ellos, que forjaran alianzas ideologicamente contradictorias con los liberates porfiristas para plantear criticas al regimen revolucionario como una forma de institutionalization. La relacion Azuela-Monterde es por mucho la mas significativa. Azuela es un intelectual letrado que ve con profunda desconfianza la institutionalization del proceso revolucionario y cuya novela manifiesta una relacion ambigua que juzga el caos y la "barbarie" de los revolucionarios a la vez que se deja seducir por la situacion. Marta Portal observa que Azuela "diag nostica que [el mai en el poder establecido] se extendera a las nue vas instituciones" (76). De hecho, continua Portal, "[L]a Revolucion no se deja apresar ni definir. Se hace laboriosa la sintaxis del acon tecer revolucionario. Cuando Demetro Macias ya cree saber por que causa pelea, se encuentra con que ya no es la causa del pueblo, ni unos principios o ideates abstractos: el ideal se ha personificado, se lucha por la causa de Villa, de Natera, de Obregon, de Carranza... El idealismo se ha vuelto caudillismo" (78). El intelectual liberal ocupa una posicion externa a este proceso y desde ahi rearticula la sempi terna dicotomia civilizacion-barbarie como una estrategia de des acreditacion de las causas revolucionarias. Cervantes, el intelectual de Los de abajo, se percata de estas contradicciones, pero siempre es un agente externo, que se mueve entre la seduction por Demetrio Macias y su incapacidad de comprenderlo. Por ello, la novela de Azuela transmite un aire de fatalidad: la corruption del movimiento radica precisamente en la imposibilidad de ajustarlo a los ideates de la clase letrada aparentemente progresista. Por su parte, Monterde es un intelectual conservador que enfati za en esta posicion una critica abierta a la Revolucion y que, en el gesto mismo de fundar una literatura nacional, crea un imperativo critico para la clase intelectual. Por esa exclusion originaria del mo vimiento revolucionario, el campo literario en Mexico adoptara para si, de manera paradojica y simultanea, tanto la responsabilidad de disenar las caracteristicas esenciales de "lo mexicano" a partir de la produccion de una literatura restringida siempre a la representacion de dichas prescripciones como el deber civico de criticar al regimen cuando este "traiciona" el espiritu politico de estas. La alianza ines This content downloaded from 148.205.196.147 on Wed, 14 Nov 2018 01:59:48 UTC All use subject to https://about.jstor.org/terms 200 IGNACIO M. SANCHEZ PRADO perada, impensada, entre los virreinalistas y la novela de la Revolu ci6n es el punto fundacional de la literatura mexicana oficialista: una voz autorizada de definici6n constante de la nacion desde una posi ci6n aut6noma pero siempre seducida por una posible articulacion al campo de poder. Si la revista Antena representa el mayor momento de apertura estetica del Mexico posrevolucionario, la consolidation de Los de abajo en el discurso critico de Monterde es una instancia particularmente significativa de su cierre institucionalizador. En esta clave se puede leer la rememoracion, ofrecida por Mon terde mismo, del descubrimiento de Los de abajo, narrada en un en sayo titulado "La novela de la Revolucion". En este texto, Monterde describe el estado del campo intelectual en la segunda mitad de la decada de 1910 y cuenta la historia del concurso de cuento convo cado por El Mexicano, diario oficial del regimen de Venustiano Ca rranza. Segun el recuento de Monterde, los participantes del concur so siguieron dos tineas: la narrativa que tematizaba la Revolucion Mexicana y una literatura nacionalista que seguia una linea pasatista. Monterde participa con textos en ambas vertientes. Los cuentos de tema revolucionario fueron dejados de lado, mientras una narrativa de tema virreinalista titulada El secreto de la Escala recibio recono cimiento de parte del jurado. Monterde concluye afirmando que este concurso fue decisivo "para la vocation de mas de un joven se (sic) esos dias prefirio remontarse a lo preterito, al comprender que el ambiente no era propicio para obras que trataran temas de la revo lution mexicana" (220-21). Existen varios puntos que pueden ex traerse de esta anecdota. Primero, el concurso de cuento es muy sintomatico de los origenes de una cultura institucionalizada por el nuevo estado posrevolucionario. El regimen de Venustiano Carranza es el primer punto importante de este proceso. No es casual que es te mismo gobierno fuera el responsable de la Constitution de 1917 ni que uno de los pilares de ese documento haya sido un detallado proyecto educativo, el Articulo Tercero, que efectivamente sento las bases de todo el sistema publico de education del pais en el siglo XX. En este sentido, la convocatoria de El Mexicano es un primer in tento de establecer un puente entre el campo literario y el nuevo re gimen, considerando, como mencione anteriormente, la ruptura de la alianza entre intelectuales y estado forjada en el Porfiriato y el hecho de que en el periodo inmediatamente anterior al carrancismo el campo de produccidn cultural se encontraba intimamente ligado al conflicto belico20. En consecuencia, el triunfo de los virreinalistas en el certamen no es de sorprender a nadie, precisamente porque una plataforma oficialista dificilmente podria premiar textos potencial mente criticos del regimen. Mientras que libros como Los de abajo, This content downloaded from 148.205.196.147 on Wed, 14 Nov 2018 01:59:48 UTC All use subject to https://about.jstor.org/terms VANGUARDIA, REV0LUCI6N MEXICANA Y APERTURA ESTETICA 201 cuya escritura y publication original es estrictamente contempora nea al carrancismo, introducian una vision critica del movimiento re volucionario que cuestionaba la legitimidad del proyecto constitucio nalista, un nacionalismo fundado en algo tan inane como las recrea ciones nostalgicas e idealizadas de la cultura virreinal no ponian di rectamente en entredicho al proyecto gubernamental, aun cuando se encontrasen informadas por una ideologia de cuno conservador. Podria decirse, incluso, que el premio otorgado al virreinalismo en el certamen narrativo es el punto fundacional de los mecanismos de cooptacion del estado: a partir de este punto, intelectuales con pro yectos ideologicos muy diferentes al liberalismo populista del consti tutionalism? se vuelven voceros del proyecto nacionalista. Por ello, no sera de sorprenderse que un virreinalista como Genaro Estrada, autor de un libro llamado Visionario de la Nueva Espana (1921), even tualmente sea tambien el autor de una parodia de su propio movi miento cultural (Pero Galfn, publicada en 1926) y el artifice, en su ca lidad de Secretario de Relaciones Exteriores durante el Maximato, de la "doctrina Estrada", un principio de no intervencionismo que a la fecha sigue estando en el centro de la politica diplomatica del pais21. Al otorgar al virreinalismo la sancion del estado, el programa nostal gico e ideologico del grupo pierde su funcion como intento de rei vindicar la ideologia catolica conservadora en contra del liberalismo revolucionario y deviene un costumbrismo anacronico que permite a intelectuales con posturas antagonicas al regimen convertirse en sus voceros. Volviendo a Monterde, es muy claro que su valoracion del ce men incluye un cierto tono autoapologetico. Si parafraseamos poco la narration, podria decirse algo como: es cierto que en anos del certamen cultivamos el virreinalismo, que a la larga, resu ria inefectivo, pero el mundo literario no estaba listo para otra co Por ello, Monterde enfatiza que el mismo intento escribir textos d Revolucion, como una manera quiza de justificar el hecho de qu 1922 volviera al tema en Danton22, una suerte de narration en cla partir de la figura del conocido revolucionario frances. Resulta mu significativo pensar Pero Galfn como una parodia resultante de bate de 1925, cuya "estetica viril", indirectamente, desautorizo gesto nostalgico del virreinalismo y consagro la literatura azue como el nuevo estandar de la narrativa. El otro punto que me interesa comentar del texto de Monterde la interpretacion concreta que privilegia del libro de Azuela: "El p co de la capital y de los Estados se dio a leer Los de abajo, la no neorrealista, de la que, a diferencia de anteriores relatos sobre luchas civiles, podia desprenderse una filosofia, ligada con el f This content downloaded from 148.205.196.147 on Wed, 14 Nov 2018 01:59:48 UTC All use subject to https://about.jstor.org/terms 202 IGNACIO M. SANCHEZ PRADO lismo racial, con el desenlace" (223-24). Dos puntos destacan aqui. En primer lugar es la caracterizacion de Los de abajo como "novela neorrealista", algo que implica una election estetica. Este realismo se relaciona con un cierto autobiografismo que Monterde como criti co privilegia: "el doctor" Azuela escribe sus vivencias de la endeble situacion politica (230), tal y como el naturalista Federico Gamboa describio las suyas en los arrabales cuando escribio Santa (212). La idea de expresar las vivencias propias se desdobla en dos cuestio nes importantes aqui. Por un lado, este testimonialismo de la novela otorga autoridad a las criticas que la novela de la Revolucion lleva a cabo: si "el doctor" Azuela vio el caos de las cuadrillas villistas, en tonces su vision critica, pesimista de la Revolucion es legitima y por ende se trata de un punto de partida para el cuestionamiento del movimiento armado. Por otro, si se habla de Los de abajo como una novela "neorrealista", aun a despecho de algunas tiaras caracteristi cas vanguardistas en su estilo, la estetica "viril" puede distinguirse de las obras vanguardistas de la epoca, como El cafe de nadie del estridentista Arqueles Vela o El joven del "contemporaneo" Salvador Novo, que cuestionaban fuertemente el paradigma realista de la na rrativa mexicana al incorporar estrategias narrativas subjetivistas que privilegian la perception individual y rechazan tropos como el paisa je. La otra cuestion, aun mas crucial, es la filosofia "ligada con el fa talismo racial" que Monterde desprende de la muerte de Demetrio Macias. Aun cuando Monterde se integro abiertamente a la constitu tion de la "literatura nacional", su forma de concebir la novela de la Revolucion mantiene la semilla de una concepci6n profundamente reaccionaria al movimiento: el hecho de que la articulacion de los in telectuales al nuevo regimen marque la posibilidad de fundar una li teratura nacional es una forma de corregir un "error original". La lite ratura "revolucionaria" debe deslindarse de las condiciones histori cas del movimiento. Entender la novela fundacional de la literatura mexicana de la Revolucion como una narrativa del "fatalismo racial" inmediatamente genera dos funciones para el intelectual: la "civiliza tion" del movimiento intelectual contra esa "barbarie" originaria del movimiento belico y la obligation de evitar que la nueva sociedad quede marcada por esa semilla de corrupcidn en su origen. Por ello, no es casual que la novela de la Revolucion se desarrolle subse cuentemente en versiones de esos dos problemas: representaciones costumbristas de los milicianos iletrados (como Tropa vieja de Fran cisco L. Urquizo) o denuncias de los procesos de corruption de la Revolucion en las altas esferas del nuevo Estado (la conocida obra de Martin Luis Guzman). This content downloaded from 148.205.196.147 on Wed, 14 Nov 2018 01:59:48 UTC All use subject to https://about.jstor.org/terms VANGUARDIA, REV0LUCI6N MEXICANA Y APERTURA ESTETICA 203 El debate de 1925, en suma, es el momento culminante del pri mer proceso de articulation de un proyecto de literatura nacional, iniciado en 1917, y el signo que marca el origen de un campo litera rio en el Mexico posrevolucionario. Encontramos una fuerte compe tencia de esteticas y de estrategias de relacion con el poder que preconizaran los distintos procesos de articulation del campo litera rio en el siglo XX: los duelos entre literatura autoctonista y vanguar dista, las polemicas entre nacionalismo y cosmopolitismo, la ambi gua relacion entre el campo literario y el estado y las distintas mane ras del imperativo de critica al poder que operan incluso en la obra de autores identificados plenamente con el regimen. El esbozo de estos procesos de institutionalization que he venido haciendo hasta aqui, enfatizando la figura de Francisco Monterde, abre paso ahora a la conformation de un conjunto de ideas y esteticas que entraran en tension con las emergidas en el proceso que va del constitutiona lism? de 1917 al debate de 1925. Esta conformation, con el tiempo, recibira el nombre de "literatura mexicana moderna". NOTAS: 1. Para una description politica y economica de este periodo, vease Meyer 1186 yss. 2. Estos dos ultimos los grupos intervienen en las polemicas descritas por Palou, Diaz Arciniega y Sheridan. 3. Esto es subrayado por Horacio Legras, quien, siguiendo la tesis de Alan Knight a este respecto, enfatiza que la intervention de los intelectuales en el proceso revolucionario sucede a posteriori. Jorge Aguilar Mora, en Una muerte sencilla, justa y eterna busca demostrar que la Revolucidn fue un proceso ideol6gico, polemizando con el sentido comun que entiende a la Revolucion como un mo vimiento espontaneo y desarticulado. Lo que digo aqui no contradice a Aguilar Mora. Mas bien, me parece que su estudio demuestra la manera en que los in telectuales estaban inmersos en el enorme movimiento politico que implico la Revolucion y que en esos anos no existe un campo intelectual identificable como el que venia del Porfiriato. De hecho, como sugieren sus analisis de Villa o Zapata, el conjunto de figuras que articularon ideologicamente a la Revolu tion en esos anos trascendia por mucho a la esfera letrada y hasta podria de cirse que la cultura letrada era ancilar al movimiento politico. Quiza la mejor ilustracion de esto sea la proporcionada por Mariano Azuela en Los de abajo con el personaje de Cervantes. 4. Sigo aqui el argumento de Benedict Anderson. 5. Horacio Legras sugiere que esta ideologia de estado emanaria de las tesis del Ateneo, lo cual es verdad hasta cierto punto, porque debemos considerar que el Ateneo cuenta tanto con proyectos que conforman directamente la base le gitimadora del estado revolucionario (como La raza cosmica de Jose Vascon celos) como ideas que se mantienen solamente en ciertos estratos de la clase This content downloaded from 148.205.196.147 on Wed, 14 Nov 2018 01:59:48 UTC All use subject to https://about.jstor.org/terms 204 IGNACIO M. SANCHEZ PRADO intelectual y no se articulan del todo con el priismo emergente, como el huma nismo de Alfonso Reyes. 6. Cabe anotar que esta conclusidn tedrica se presenta a partir de la lectura de los textos sobre Mexico incluidos en el volumen Everyday forms of State For mation. En otras palabras, esto no es una teoria sobre la hegemonia en gene ral, sino mas bien una teoria sobre la constitution de la hegemonia en Mexico en estos anos. 7. Esto es discutido con detalle en el primer capitulo del libro de Victor Diaz Arciniega. 8. Un punto enfatizado por un amplio rango de la critica de la novela de Azuela. Vease Dessau. 9. Evodio Escalante cita a Maples Arce en este sentido: "En la Camara de Dipu tados, la razon de los discursos se trocaba sucesivamente en un relampago de pistolas. Los entorpecedores del progreso de Mexico fanatizaban a grupos de militares para aduenarse del poder, los obreros desfilaban en manifestacio nes de alerta, y, por mi parte, miraba estos espectaculos y reflexion aba sobre las circunstancias y responsabilidades de los hombres que podrian influir en los destinos nacionales" (Elevacion y caida del estridentismo 53). Aqui se pue de ver el doble movimiento: por un lado una critica al sistema caudillista y anti intelectual del estado obregonista y por otro el deseo de constituir una clase intelectual que senalara el camino a seguir de la cultura revolucionaria. 10. Una preocupacidn presente en muchos textos mas relacionados con el pro yecto de consolidacidn estatal. Vease nota 25. 11. Siguiendo de nuevo a Bourdieu, quien entiende "literatura autonoma" como un sistema de practicas discursivas con una economia simbolica propia y sin una relacidn directa o automatica al poder politico. Vease la primera parte de Las reglas del arte (25 y ss). 12. Para una lectura del trabajo de Carrera y Blanco en relacidn con la Revolution, vease Aguilar Mora. Una muerte sencilla, justa, eterna. 13. En el primer caso, se puede destacar Moisen. Novela de judaizantes e inquisi dores publicada en 1924. En el segundo, basta recordar el caso del Manifiesto Estridentista y sus consignas: "Caguemonos: primero: en la estatua del Gene ral Zaragoza, bravucdn insolente de zarzuela" (Osorio 125). 14. Este es el argumento central de su libro Jose Gorotiza. Entre la redencion y la catastrofe. 15. Un recuento amplio de las distintas publicaciones culturales puede encontrar se en Pedro Angel Palou. Escribir en Mexico durante los anos locos 37-82. 16. Las referencias a Antena provienen de la edicion facsimilar publicada por el Fondo de Cultura Economica en su serie Revistas Literarias Mexicanas Mo dernas. El volumen que incluye Antena abarca tambien Monterrey, Examen y Numero, tres publicaciones a las que hare referencia a lo largo de este capitu lo y el siguiente. Todas las referencias a estas revistas provienen de este vo lumen facsimilar. 17. En un texto llamado "La novela de la Revolucion Mexicana", Monterde recuen ta que un investigador norteamericano, John Englekirk, le envid un ejemplar de la primera edicion, publicada en 1916 por la imprenta "Paso del Norte" de El Paso, Texas y sigue la suerte de la novela hasta su publicacidn en Mexico pre cisamente en el 25. Para un recuento completo, vease Monterde 217-25. This content downloaded from 148.205.196.147 on Wed, 14 Nov 2018 01:59:48 UTC All use subject to https://about.jstor.org/terms VANGUARDIA, REV0LUCI6N MEXICANA Y APERTURA ESTETICA 205 18. En Forjando patria (1916), Gamio reintroduce con fuerza la necesidad de reva lorar el componente indigena en la conformation de un discurso nacional. 19. Entre las obras mas destacadas de esta corriente, publicadas entre 1916 y 1926 se pueden mencionar El madrigal de Cetina y El secreto de la Escala de Monterde, Moisen, historia de judaizantes e inquisidores de Julio Jimenez Rue da, Arquilla de Marfil de Mariano Silva y Aceves, El corcovado de Ermilo Abreu Gomez, Pero Galin de Genaro Estrada y Doha Leonor de Caceres y Acevedo y cosas tenedes de Artemio del Valle Arizpe, que seguira cultivando el genero hasta su muerte en 1961. 20. Aqui refiero de nuevo a Una muerte sencilla, justa, eterna de Jorge Agular Mo ra, que abarca fundamentalmente el periodo que va de 1910 a 1915. 21. La trayectoria de Genaro Estrada se puede seguir en sus Obras completas, editadas en dos tomos por Luis Mario Schneider, que permiten ver su evolu tion desde el virreinalismo, pasando por Pero Galin y las obras poeticas y en sayisticas que escribiria hasta su muerte en 1937. El prologo a Pero Galin es un argumento sobre los motivos de la election del tema virreinalista. 22. Sin mencionar aqui el hecho paradojico de que Monterde, abogado del nacio nalismo, nombra su novela en honor a un personaje de la Revolucion France sa. OBRAS CITADAS: Abreu Gomez, Ermilo. El corcovado. Un amor de don Juan Ruiz de Alarcon doza. Mexico: E. Gomez de la Puente, 1923. ?, ed. Carta Atenagorica de Sor Juana Ines de la Cruz. Mexico: Botas, 1 Aguilar Mora, Jorge. Una muerte sencilla, justa, eterna. Cultura y Guerra dur revolucion mexicana. Mexico: Era, 1990. Anderson, Benedict. Imagined Communities. Reflections on the Origin and of Nationalism. Londres: Verso, 1991. Antena 1924. Monterrey 1930-1937. Examen 1932. Numero 1933-1935. R Literarias Mexicanas Modernas. Mexico: Fondo de Cultura Economica, Azuela, Mariano. Los de abajo. Ed. Jorge Rufinelli. Madrid: ALLCA XX, 1988 Bourdieu, Pierre. Las reglas del arte. Genesis y estructura del campo literar Thomas Kauf. 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