LEYENDA DEL “CHIRU CHIRU” Por: Victor Montoya Hacia tiempo que no entraba en el cuarto del Tio. No se si por temor o porque no tenia nada que confesarle. Pero ayer, como pocas veces, me entraron ganas de preguntarle si conocia la leyenda orureña del Nina Nina, ese personaje justiciero que, segun el fabuloso relato de la tradicion oral, tuvo una vida tan misteriosa como su muerte. El cuarto del Tio estaba impregnado de harto olor a tabaco, coca y alcohol. Apenas me vio aparecer, como gato deslizandome en la oscuridad, giro la cabeza como Regan en “El exorcista”, me ilumino con la brasa de sus ojos, se relamio los labios y me miro un buen rato, hasta que su ronca voz rompio el silencio: – ¿Que quieres? –Saber si conoces la leyenda del Nina Nina –conteste desde el umbral de la puerta. – ¡Ah, carajo! –Dijo–: ¿Y que bicho te ha picado ahora para venir a preguntarme sobre una de las leyendas mas mentadas de Oruro? –Estuve leyendo la obra de un escritor que hace poco murio fulminado por un ataque cardiaco. El dice en su libro que el Nina Nina era uno de los personajes mas celebre y temidos en las comarcas de la meseta andina. –Asi fue –afirmo el Tio–. Pero si quieres que te lo cuente, primero sirveme un trago para templar el cuerpo en este frigido invierno. Despues te sientas donde ya sabes y paras las orejas para escuchar la voz de la sabiduria y la experiencia. Levante la botella que estaba a sus pies y le servi el ultimo chorro en su copa. Luego me sente frente a el, guardando un respetuoso silencio, como cada vez que iba a referirme una leyenda sacada del pozo inagotable de su memoria. El Tio, cigarrillo en boca y copa en mano, asumio de pronto un aire de cuentero en trance. Respiro profundo y se dispuso a encantarme con las inflexiones de su voz, sus gestos y su ingenio. –Aqui comienza la leyenda –dijo, y de inmediato solto la cotorra–: El Nina Nina, oriundo de la Real Villa de San Felipe de Austria (actual ciudad de Oruro), era el Robin Hood urbano en los tiempos de la colonia. Vivia en una cueva del cerro Pie de Gallo, vestia en harapos, pedia limosna, recolectaba velas y lucia una cabellera semejante al nido de un pajaro andino que en su trino parecia decir: ¡chiru... chiru! Durante el dia, mientras dormia en un lecho de paja, soñaba con los encantos de una moza del barrio de K’onchupata. Y por las noches, sombrero calado hasta las cejas y poncho al viento, atracaba cuchillo en mano y a sangre fria a los acaudalados mineros de los yacimientos de plata. No tenia escrupulos ni dejaba huellas de sus correrias, pero cumplia a pie juntillas su unico y sagrado lema: robar a los ricos para distribuir el botin entre los pobres. –Entonces el Nina Nina, aunque no tenia mascarilla, latigo, caballo, capa ni espada, era como el legendario Zorro, amigo de los pobres y enemigo de los ricos –irrumpi de manera espontanea, acaso sin quererlo. –Era mucho mas que el Zorro –dijo el Tio–. De sus hazañas, contadas de boca en boca, se supo incluso en el virreinato del Rio de la Plata, donde todos se preguntaban quien seria ese buen ladron, que arriesgaba su pellejo a cambio de su caridad por los desprotegidos. De hecho, nadie podia imaginarse que un mendigo, de aspecto indefenso y rostro risueño, representaba una real amenaza para los intereses de los señores de la Real Villa de San Felipe de Austria. Los ricos, desesperados por atraparlo vivo o muerto, lo buscaban dentro y fuera de los socavones. En cambio las familias pobres de los pobres mineros, que trabajaban como mitayos bajo las Ordenanzas del virreinato, se empeñaban en proteger su identidad y su paradero. Asi se mantuvo el Nina Nina por mucho tiempo, hasta que una noche, en un intento por apropiarse de la alforja de un comerciante que simulaba estar dormido, fue mortalmente herido con una daga de doble filo. Al llegar a su cueva, donde se dejo caer entre ¡ayees! de dolor, tuvo una revelacion divina como otras veces: ante sus ojos aparecio la Virgen de la Candelaria, quien le auxilio curandole la herida y rezo por el hasta que exhalo su ultimo suspiro. Dias despues de su muerte, los vecinos de la zona del Socavon, al notar la ausencia del pordiosero en las calles, fueron a buscarlo en su refugio, donde encontraron su cadaver, que yacia de cubito dorsal, la mirada al cielo y las manos cruzadas sobre el pecho. Los vecinos, para su gran asombro y consuelo, descubrieron tambien unos cirios al pie de la Virgen pintada en la pared frontal de la cueva. Desde entonces, en la Real Villa de San Felipe de Austria, el Nina Nina se convirtio en el heroe de los pobres; en tanto la santisima Virgen de la Candelaria, a quien le elevaba plegarias y le prendia velas en un acto de profunda devocion, paso a convertirse en la patrona protectora de las familias mineras... –Parala un momentito, Tio –le corte justo cuando tenia la palabra en la punta de la lengua–. ¿En la ultima parte de tu relato no estaras confundiendo la leyenda del Chiru Chiru con la leyenda del Nina Nina? – ¡Nada de confusiones! –Respondio sin titubeos–. Segun mi version, y al margen de lo que digan los presbiteros y escribanos, el Chiru Chiru y el Nina Nina eran el mismo personaje, el mismo que durante el dia era el pordiosero de la comarca y por la noche el temible Nina Nina. Asi que ya sabes, el Chiru Chiru y el Nina Nina eran las dos caras de una misma moneda. Lo que pasa es que la gente, como suele ocurrir en los mitos y leyendas cuyos protagonistas son capaces de realizar acciones imaginarias que trasponen la realidad, tenia una gran necesidad de crear un heroe que tuviera no solo una doble vida, sino tambien varios nombres como los niños mimados. Me quede absorto por un instante. No sabia si creer o desoir sus palabras. Luego manifeste mi duda: –No se que decirte, Tito, pero tus aseveraciones me confunden demasiado. –No cabe duda de que eres un cabeza dura –refunfuño, y añadio–: Los seres amados pueden tener varios nombres y varios rostros. Eso ocurre con las Virgenes habidas y por haber. Todas ellas son las replicas de la Virgen Maria, la que concibio a Cristo por obra y gracia del Espiritu Santo. Lo que pasa es que los misioneros, en su afan por evangelizar en las tierras conquistadas a nombre de Dios, del Papa y de los reyes de España, hicieron aparecer, como por actos de milagro, Virgenes de todos los colores y tamaños por doquier... Ni bien el Tio empezo a meterse en un tema sagrado, vire el curso de la conversacion y le pedi que mejor siguiera contandome la leyenda del bandido Nina Nina. El Tio no dijo nada, se rasco la nuca, echo una boconada de humo denso y, atravesandome con el fuego de su mirada, sorbio de un solo trago lo poco que quedaba en su copa. –Una ultima pregunta –le dije– ¿Tu, que siempre estabas sentado en tu galeria, mirabas desde alli todo lo que hacia el Nina Nina? –No solo lo miraba –replico–, sino que lo protegia tanto como la Virgen del Socavon, mientras no se llevara mis riquezas minerales sin mi permiso. Es mas, le segui los pasos hasta que murio y resucito convertido en leyenda. Y si Dios no lo tiene en su gloria, debe andar en las catacumbas del infierno, atracando guadaña en mano a los poderosos que prefirieron el castigo del fuego que desprenderse de sus riquezas, pues como bien enseñaba Cristo: es mas facil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el reino de los cielos. Tras escuchar la celebre frase de los evangelios, me despedi del Tio, mientras me levantaba de la silla y miraba en derredor. El me siguio con la luz de su mirada y cerro la puerta con la fuerza de su aliento, antes de quedarse solo y sereno en la oscuridad de su cuarto.