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Vampiro

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Vampiro
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Este artículo es sobre la criatura mítica. Para otros usos de este término, véase
Vampiro (desambiguación).
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Hombre disfrazado de vampiro. Se pueden observar los característicos colmillos largos
y puntiagudos.
Un vampiro es, en la cultura popular de varios países, una criatura que se alimenta de
sangre de seres vivos para mantenerse activo. Probablemente la base de la mayoría de
las ideas acerca de vampiros que forman parte de la cultura popular actual sea el libro
Drácula de Bram Stoker, y las películas de cine basadas en él, como Nosferatu y
Drácula de Bram Stoker. Algunos estudiosos del vampirismo han sugerido que estas
leyendas se hallan relacionadas total o parcialmente con casos de patologías reales como
la rabia; interesante el estudio del neurólogo español Juan Gómez Alonso Los vampiros
a la luz de la medicina; o la porfiria. Junto con el hombre lobo, el vampiro es quizás el
más famoso ser sobrenatural de la cultura popular humana.
La palabra "vampiro" viene de las lenguas eslavas (del alemán vampir, que se deriva del
polaco temprano vaper y éste a su vez del eslavo arcaico oper; con raíces indoeuropeas
paralelas en el turco y en el persa). Significa a la vez "ser volador", "beber o chupar" y
"lobo", además de hacer referencia a cierto tipo de murciélago. Durante la expansión del
Romanticismo en Europa, la principal reacción al periodo previo de Ilustración
enciclopédica y racionalista, el vampiro se convirtió en una temática común y pasó de la
leyenda oral a los castillos y los salones elegantes.
Otros nombres son vurdalak (ruso moderno), vrolok (eslovaco), strigoï o strigoiul
(rumano moderno), bukolako o vukodlak (serbio), upiro (polaco), nosferatu (del griego
nosophoro (νοσοφορος), portador de enfermedad) y vampyrus (latín).
Tabla de contenidos
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1 Características de los vampiros
2 Historia de los vampiros
o 2.1 Los vampiros en la Antigüedad
o 2.2 El vampiro en la Edad Media
3 Patología psiquiátrica y vampirismo
4 El vampiro en la ciencia
o 4.1 Exhumación: Explicación científica de los vampiros
o 4.2 ¿Dos enfermedades vampíricas?
5 El vampiro en el arte
o 5.1 El vampiro en la literatura
o 5.2 Principales relatos de vampiros
o 5.3 El vampiro en la escultura
o 5.4 El vampiro en la pintura
o 5.5 El vampiro en la cultura contemporánea
o 5.6 El vampiro en la pantalla
o 5.7 Vampiros en los videojuegos
6 Véase también
o 6.1 Vampiros en la cultura moderna
o 6.2 Filmografía sobre Vampiros
7 Referencias
o 7.1 Lectura adicional
8 Enlaces externos
Características de los vampiros [editar]
La descripción de estas criaturas varía de autor en autor, de mitología en mitología. Las
siguientes son el conjunto de características que les han sido atribuidas, pero es
importante recalcar, por lo tanto, que hay quienes rescatarán tan solo un par de
características esenciales, mientras que otros, se preocuparán de adornar el personaje
con un sin fin de supersticiones.
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Fueron humanos mortales, pero ahora están en un estado no exactamente vivo
pero tampoco muerto, de ahí que se les llame no-muertos.
Necesitan sangre fresca para vivir. (antiguamente no se centraba concretamente
en la sangre como base de su alimento, sino en el "fluido vital" de los humanos,
algo tan etéreo como el alma, pero que nuestra sociedad identifica con la
sangre.)
Poseen grandes caninos (colmillos).
Pueden infectar a otros al morderlos y convertirlos a su vez en vampiros; los
detalles varían.
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Permanecen eternamente jóvenes, eternamente del aspecto en que fueron
creados
Son capaz de transformarse en murciélago, o en una nube de polvo o vapor
Poseen una fuerza sobrenatural, percepción, talento, seducción, capacidad de
imitación, agilidad, velocidad sobrenaturales.
No se reflejan en los espejos, ya que no poseen alma (bueno a excepción de los
vampiros de Crepúsculo, Luna Nueva y Eclipse de Stephanie Meyer y los de
Cronicas Vampiricas de Anne Rice)
Suelen tener fobia a los crucifijos y al agua bendita, si son -o eran- creyentes.
Se pueden alejar con ajo, pues lo odian por su fuerte olor. Tampoco tolerarían el
olor a rosas.
Duermen en ataúdes, zócalos, mazmorras, cementerios o bajo tierra. Algunos,
como Drácula de Stoker, necesitan dormir en tierra de suelo natal.(bueno otra
excepción de los vampiros de la saga de crepúsculo de Stephenie meyer que no
pueden dormir)
Sus ojos cambian de color de rojo a negro y viceversa(si beben sangre humana)
o de dorado a negro(si beben sangre de animales)
En cuanto al aspecto han sido:
1. Iguales a su aspecto mortal excepto por sus dientes característicos
2. De piel pálida, estilizados y más bien delgados
3. Vestimenta preferentemente negra, desde la capa y lino dieciochescos hasta
ropas modernas.
4. Cadavéricos, famélicos, de dedos y uñas largas, ojos desorbitados por la extrema
delgadez.
5. Mitad humano, mitad monstruo; cuerpo de humano y cara de murciélago, cara
de humano con nariz de murciélago y una subsecuente gama de combinaciones.
6. Ojos que cambian de color dependiendo de su dieta

En cuanto a la luz del sol:
1. Algunos vampiros el sol les afecta la vista, a otros, los mata.
2. Unos preferirían la oscuridad, y algunos, la luz (de ahi proviene la leyenda de los
guardianes de la noche y del día, en Rusia; los que prefieren la oscuridad, son
iluminados; pero los que prefieren la luz, son oscuros).
3. La luz del sol de medio día los debilita, y pueden sufrir ceguera temporal.
4. Los verdaderos Nosferatus pueden soportar la luz del sol, aunque la odian. Los
demás vampiros no la toleran, ya que puede destruirlos o herirlos gravemente. Si
les da la luz del sol a los vampiros de baja categoría pueden morir, pero si llegan
a tiempo a la sombra, pueden curar sus quemaduras, pues tienen gran capacidad
de regeneración.
5. A otros vampiros no les hace daño,solo brillan como si tuviera muchos
diamantes incrustados y por eso no los puede ver ningún humano normal sin que
se ponga en pánico

En cuanto a la muerte:
1. La mayoría sólo puede ser destruido por la luz del sol o al ser decapitado. Los
verdaderos Nosferatu sólo pueden morir si se introduce plata bendita en su
4.
5.
cuerpo y no hay sangre cerca de ellos en ese momento; de lo contrario,
simplemente su cuerpo se destruirá sólo para reconstruirse nuevamente.
Si se le clava una estaca en el corazón, el vampiro no muere, sino que queda
paralizado mientras tenga la estaca clavada. Según otras fuentes, sí muere, pero
hay que dejar la estaca clavada. Y debe ser de madera de ciertos árboles, como
el roble.
Si se le decapita muere, en caso de que sea un vampiro de baja categoría
(mordido por un vampiro no original).
A través del fuego
Se le corta en pedazos y despúes se queman
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En cuanto a la sexualidad:
2.
3.
1. virilidad extraordinaria y extremadamente sensual.
2. Conquistadores irresistibles, tanto hombres como mujeres.
3. Seres asexuados /bisexuales.
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Proyecta sombra, aunque la mueven a placer y según la acción que realicen.
Es el señor de los murciélagos, las polillas, el lobo, la rata, el zorro y el búho.
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Los vampiros actuales suelen llevar una vida normal.
Algunos, sin sangre, pueden sufrir de amnesia por un momento.
Tienen una afinidad natural con la magia, en especial con la magia negra y
concretamente la necromancia, capaces de dominarla con mucha más facilidad
que el hechicero humano más diestro.
En las mujeres, los perfumes pueden hacerlas sufrir quemaduras leves o
invisibles.
Los nuevos vampiros suelen tener los dientes delanteros no muy desarrollados
como los antiguos.
En las madrugadas,los autovampiristas pueden cambiar el color de sus ojos, o
también cuando los atacan.
Para que un vampiro no original, o de baja categoría se vuelva un verdadero
Nosferatu debe beber voluntariamente la sangre de aquel que lo mordió (que en
este caso debe ser un Nosferatu).
No toleran el oro, en las mujeres; lo pueden utilizar con una base de plata
Cuando les pica un mosquito o bicho les salen varias manchas rojas; esto
significa que el vampiro no toma diariamente sangre fresca o la necesita.
Pueden contar con habilidades que se trajeron de su vida anterior(como leer la
mente,ver el futuro, controlar emociones, telequinesis, teletransportación,
invisibilidad, etc).
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El transformarse en vampiro habiendo nacido mortal conlleva un castigo
inimaginablemente pesado: perder el derecho a morir. Aún si su cuerpo es
compleramente destruido seguirá teniendo consiencia de su existencia para
siempre, a pesar de no poder regenerar su cuerpo nunca más,seguirá existiendo
sin poder encontrar descanso jamás. A pesar de que será más poderoso que las
criaturas vivientes que puedan llegar a existir, este es solo un gozo pasajero,
pues su naturaleza humana les hará aburrirse de existir, tal vez en cien años, tal
vez el mil o en un millón de años; y es ahí donde empieza su castigo, aún si
intenta autodestruirse, seguirá existiendo por toda la eternidad, incapaz de morir,
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pues en su ignorancia cambió su valiosa mortalidad por el efímero sueño de
llegar a ser algo más, condenado a existir para siempre, aún sin un cuerpo su
conciencia sobrevivirá. No se puede matar a un vampiro, es imposible, solo se
puede destruir su cuerpo permanentemente.
Los vampiros tienen poderes y fuerza sobrenatural, pero un vampiro jamás llega
a su máximo desarrollo. Los vampiros se vuelven más poderosos con el tiempo,
así que en una batalla entre vampiros termina ganando el más viejo. De
cualquier manera hay mortales con mucha y poca afinidad a los poderes de los
vampiros, de manera que es impredecible al transformar un mortal si este será un
vampiro inutil o uno particularmente poderoso.
La mayoria de los autores considera que los vampiros no se pueden reproducir
por métodos sexuales, solo convirtiendo a un mortal. Casi ningún autor cree que
para los vampiros sea placentero el sexo, para ellos el beber sangre de una
victima viva hasta dejarle sin una gota de sangre es un acto muchisimo más
placentero.
En Drácula se afirma también que sólo puede entrar en un edificio si se le invita
previamente -un innegable simbolismo sexual- y que tiene que dormir en un
ataúd que contenga algo de su tierra natal. Le repugna la flor del ajo (una
minúscula flor violeta que despide ese característico olor, no su bulbo, que no
despide ningún olor hasta que se corta) y la luz del día le molesta, pero no le
daña significativamente. La suposición de que la luz del sol hiere o mata a los
vampiros es un mito aparecido en los últimos sesenta años.
Suele considerarse que las armas (balas, dagas, espadas, proyectiles) fabricadas en plata
pura le pueden herir, pero no las más comunes de plomo o acero. Existen, por el
contrario, opiniones contradictorias sobre la utilidad del fuego para destruir a un
vampiro, incluso cuando el fuego procede de armas modernas de alta energía. En cuanto
al crucifijo y el agua bendita, es algo que Stoker se sintió obligado a incluir en su novela
dado el carácter fanáticamente religioso de la sociedad de su tiempo, pero no parece que
tengan más fuerza que la de su propio simbolismo. Esto significa que si el vampiro era
cristiano cuando estaba vivo, puede sentirse espantado ante tales símbolos, pero si no lo
era, no servirán de gran cosa. Con los vampiros más viejos, que nacieron muchos
milenios antes de la aparición del cristianismo, la cruz y el agua bendita no serían más
que curiosidades históricas carentes de todo poder.

Anne Rice, por su parte, sólo considera al sol y el fuego como aquello que puede
eliminar al vampiro, y es algo contra lo cual, tras miles de años, se puede ir
creando resistencia. Así mismo el hábito de consumir sangre también puede ir
disminuyendo (muy lentamente), pasando así el Vampiro Antiguo desde la más
absoluta dependencia física y psicológica hasta una eterna ayuna. Por otro lado,
es más común que ocurra la muerte antes que este tipo de evoluciones: si no es
eliminado por un par, la desesperación existencialista, la Soledad y la locura
pueden ser el verdadero asesino de un vampiro.
Historia de los vampiros [editar]
Ilustración moderna de un vampiro
Si bien existen sugerentes leyendas en todas las civilizaciones de la Antigüedad, desde
Egipto a Sumeria, la primera referencia histórica del vampiro se encuentra en la obra de
Lucio Apuleyo, un escritor y filósofo romano, que vivió entre los años 125 y 180. Su
novela De Asino Aureo cuenta la historia de dos hermanas malignas, Meroe y Panthia,
que bebieron la sangre de un tal Sócrates (ninguna relación con el gran filósofo griego).
Las hermanas cerraron las heridas de Sócrates con una esponjilla para que éste no se
diera cuenta de la pérdida de sangre, pero cuando al día siguiente se inclinó para beber
agua de un río, la esponjilla se cayó al agua, y tras ella la última gota de vida.
El vampiro como muerto viviente bebedor de sangre ya era conocido en las leyendas de
algunos países, siendo posible encontrar relatos en Inglaterra y Dinamarca durante el
siglo XII que nos hablan de seres parecidos. Con el tiempo, y especialmente gracias a
las novedades que aportaba el llamado Siglo de las Luces, donde se vive el triunfo de la
razón y el desprestigio de las supersticiones, fueron poco a poco desapareciendo. Pero
años más tarde surgió una de las personas que más hizo para avivar estas creencias en el
vampirismo, aunque su idea inicial era rebatir su existencia: el padre benedictino Dom
Augustin Calmet (1672-1757). Calmet vulgarizó en el siglo XVIII las leyendas y
fábulas de Centroeuropa sobre los vampiros, exponiendo en su obra Tratado sobre los
vampiros (1746) las historias de estos seres en tierras de Austria, Hungría, Polonia,
Serbia, Moravia, Silesia y Prusia, aunque también anotó casos de lugares tan distantes
como Perú, Laponia o Inglaterra.
También han existido las leyendas de vampiros en España, como muestran las guaxas
en Asturias, las guajonas en Cantabria y las meigas chuchonas en Galicia, todas ellas
con un solo colmillo para succionar la sangre de sus víctimas, sobre todo niños.
Los vampiros en la Antigüedad [editar]
En Mesopotamia se invocaba a los dioses protectores para que acabaran con los Utuhu y
a los Maskin, seres muy similares a los vampiros que eran los culpables de las
enfermedades y las pestes, por parte del pueblo. Estos seres junto con las huestes de
Alal y Telal, pueden considerarse como antecesores de los vampiros.
En el Antiguo Egipto encontramos deidades vampíricas como Srun, caracterizada por
tener aspecto de lobo y largos colmillos. Solían alimentarse de los cuerpos de sus
víctimas humanas. Los fenicios tenían la creencia de que la mortandad de niños era
debida a los ataques de Lilitu, espectro errante que se alimentaba de la sangre de los
infantes. Se hicieron exorcismos para devolver a los chupasangres (también llamados
chtonios, "amigos de la sangre") a sus tumbas.
Kali Ma, en la India era una diosa sanguinaria y feroz, con cuatro brazos y una larga
cabellera. Se le ofrecían sacrificios humanos en los que la sangre era el elemento
principal. Otros seres eran los butchas.
En la antigua China se consideraba que se convertían en vampiros aquellos que habían
cometido crímenes en vida. Cuando éstos morían, se les exhumaba y se les cortaban
todos sus miembros a trozos.
En América, el pueblo amerindio Mapuche tiene entre sus creencias la existencia de un
ser vampírico conocido como el Pihuychen que atacaría principalmente a animales, pero
también a humanos. Igualmente creían en la existencia de una criatura vampírica
acuática conocida como Trelke-wekufe (El cuero). Posteriormente ambos seres
formarían también parte de la tradición chilena. También los Aztecas creían en un ser
vampírico conocido como Civatateo que atacaba a los niños que después morían de una
extraña enfermedad. También se dice que atacaba en las noches y especialmente en los
cruces de caminos.
Ya en Europa, más concretamente en la antigua Grecia, existía en su mitología la
leyenda de Lamia, que era hija del rey oriental Belus y cuyos hijos fueron asesinados
por la diosa Hera al conocerse que Lamia tuvo un romance con Zeus. Para vengarse,
Lamia comenzó a perseguir a todos los niños que se encontraba para extraerles la sangre
para alimentarse. Esta leyenda se convirtió en superstición que se transmitía en las
zonas rurales de Grecia y que contaba que Lamia atacaba a todos los viajeros
extraviados, seducidos por la belleza de la "chupasangre". Este caso es el más parecido
a la concepción histórica de vampiro. También en la mitología griega se encuentra el
caso de Empusa, hija de la diosa Hécate, un ser con pies de bronce y monstruoso que
podía transformarse en una bella mujer y conquistaba a los hombres para aprovecharse
de su sangre. Además en la Hélade existían en sus leyendas las striges, deidades con
rostro de mujer y cuerpo de pájaro que absorbían la sangre de los humanos mientras
estos dormían. También existía un ser llamado Vrycolaka, que atacaba a su familia
después de muerto.
Los romanos tenían a los larvae, no-muertos que no habían pagado sus crímenes en
vida, y se vengaban de su estado esquelético y fantasmal absorbiendo la vida de los
vivos.
El vampiro en la Edad Media [editar]
En la Edad Media, en los países de religión musulmana se hablaba de unos vampiros
llamados gul, en el caso de ser varón, y gola siendo mujer, que se convertían en tales
por haber tenido una muerte violenta. Estos seres tienen su aparición en uno de los
relatos de Las mil y una noches llamado Honor de un Vampiro.
En la primera expedición de los vikingos hacia Islandia en diferentes grupos, ocurrió
que en la primera noche allí, uno de los grupos (que se componían de una treintena cada
uno) fue masacrado por una especie de vampiros que les absorbieron la sangre.
La palabra upir (también como en polaco significa vampiro) llegó a utilizarse por
primera vez en Rusia en el año 1047 para referirse a un príncipe ruso.
En 1190 Walter Map escribe De Nagis Curialium, en donde escribe hechos ocurridos
por ataques vampíricos en Inglaterra. También recoge casos ingleses William de
Newburgh en sus Chronicles, en 1196.
Durante la Edad Media, las pulgas, que son también chupadoras de sangre, se
consideraban un ser vampírico por su implicación a la hora de extender la Gran Peste
Negra de 1348. De aquí surgieron varias referencias literarias sobre "el Señor de las
Pulgas" y, por extensión, "el Señor de los Insectos" y "el Señor de las Moscas". Los
celtas enterraban a sus muertos boca abajo, para que entraran en el "otro mundo"
mirando en la dirección correcta: hacia abajo. En Europa Oriental, era frecuente
introducir un diente de ajo en la boca de los muertos antes de inhumarlos.
También en la Edad Media y en Cataluña se encuentra la historia del Conde Arnau de
Mataplana. Este conde prometía una medida de trigo a todo aquel que le suministrara
una medida de piedra para la construcción de su castillo. Una vez construido el mismo,
Arnau no cumplió con lo dicho respecto a sus súbditos. La población en venganza avisó
a las brujas del lugar para que realizara hechizos sobre el conde y estos se realizaron. El
conde, no enterado de estas conjuras contra él, estaba enamorado de una abadesa del
convento de San Juan de las Abadesas, a quien, después de haber sido rechazado, violó
y secuestró para llevársela a su nuevo castillo. Era noche de difuntos. Cuando a la
mañana siguiente fueron unos hombres a parlamentar con Arnau, se encontraron con la
espantosa imagen del conde y la abadesa despedazados por lo que dijeron unos perros
vampíricos. Se dijo que hasta el siglo XIX cada noche de difuntos el conde, la abadesa y
la jauría de perros salían del más allá para chupar la sangre y despedazar a todo aquel
que se encontraran por la noche en aquellos lares catalanes.
En Pratdip, existe la leyenda de que unos perros vampíricos atacaban a los habitantes de
esta población, además de historias de conjuros y hechizo.
Otro vampiro en Cataluña, también en el Ampurdán, es el caso de Ugarés. Fue un
hombre que vivió en un megalito y que fue poseído por espíritus malignos por extraños
personajes venidos desde el Mar Caspio. Se dice que murió en el siglo X en una batalla,
en la que sufrió un ataque de posesión que descargó contra sus enemigos. Luego en el
siglo XV se construyó un castillo donde había sido enterrado, justo en el megalito en
donde vivió. Durante las obras y luego ya construido hubo toda clase de desgracias,
como enfermedades plagas y muertes extrañas. El que rigió el castillo también ha
pasado a la historia con el nombre de Ugarés y se dedicó a realizar todo tipo de tropelías
como asesinar niños y luego beberse la sangre de estos y comerse sus cuerpos (decían
que le había poseído el espíritu del antiguo Ugarés). Todos los habitantes de la villa
decían que nunca envejecía y que adivinaba el futuro. En 1427 hubo un terremoto en la
zona y todos creyeron que Ugarés había muerto, pero en 1483 aparecieron de nuevo las
epidemias y las desapariciones de personas y durante siglos la leyenda de los Ugarés
pervivió.
En el siglo XV existió una familia vampírica que vivía en East Lothiam, Escocia.
Primero fueron una pareja que ingerían la sangre y comían a los viajeros que se
hospedaban en su casa. Luego sus hijos heredaron estas actuaciones de vampiros.
Michel Beheim, un juglar germánico, compuso en 1463 una canción con el título Von
ainem wutrich der hies Trakle waida von der Walachei donde relataba la historia de un
noble rumano llamado Vlad Draculea. Beheim era súbdito del rey húngaro Matías
Corvino, en cuya corte se refugió Draculea cuando tuvo que huir de Valaquia. Valaquia,
fundada en 1290 por Rodolfo el Negro es una comarca de Transilvania (Rumania).
Transilvania significa "las tierras más allá de los bosques". El otro nombre de esta
región, Siebenbürgen, se deriva del alemán y significa "los siete castillos", lo que da a
entender bien su importancia estratégica y la complejidad del sistema defensivo que allí
existía en aquellos tiempos. De hecho, los intrincados valles y montañas de la remota
Transilvania constituyen la puerta meridional de Europa; todo invasor que, procedente
de Asia, desee conquistar por el sur las fértiles llanuras del continente europeo tiene que
pasar obligatoriamente por Valaquia y Transilvania. Y por esa razón, la guerra y la
crueldad han sido allí moneda común desde hace miles de años.
Vlad Tepes
Dracul (que significa el dragón, aunque la palabra rumana utilizada para referirse al
Demonio es idéntica) era el apodo del voivoda (príncipe) valaquio -la idea de que era
transilvano es aportación de Bram Stoker- Vlad II Dracul, caballero de la Orden del
Dragón, un colectivo secreto fundado por el Sacro Emperador Romano en 1410. Vlad
Dracul fue el padre de Vlad III Tepes (el Empalador) que vivió en constante estado de
guerra durante 1431 y 1476. Vlad IV Tepes fue el modelo que recogería el escritor
Bram Stoker para crear su famosísimo personaje, el Conde Drácula. Draculea significa
hijo de Dracul, y este apodo pronto derivó a Drácula. Pese a lo que se dice en la novela
de Stoker, los rumanos no establecen conexión entre Vlad III Tepes y el vampirismo; de
hecho, debido a su capacidad para expulsar a los turcos de Valaquia (mediante métodos
extremadamente crueles y brutales, pero quizás apropiados para el lugar y la época) se
le considera un héroe nacional en Rumania, el salvador de Europa. Por los mismos
métodos, también logró que desapareciera toda delincuencia de su reino -algo muy
difícil en tiempos tan convulsos de invasiones y revueltas-. Para más información sobre
la figura histórica de Vlad III Tepes se recomienda leer L'Histoire du Prince Dracula,
de Matei Cazacu, que incluye los trabajos de M. Beheim.
Creando a su alrededor un aura demoníaca, logró que unos y otros se lo pensaran dos o
más veces antes de atacarle. Paralelamente, la leyenda de Draculea, hijo de Dracul, el
Dragón, el Diablo, el Vampiro, pudo surgir. Como mínimo desde 1460, sus enemigos
en el exterior y en el interior estaban convencidos de que Vlad disponía de poderes
necrománticos, pues sólo así podía explicarse su conducta, y pensaban que su reducido
ejército diurno quedaba reforzado durante la noche por las cien mil almas de sus
víctimas convertidas en raptores de niños y doncellas, chupadores de sangre,
fantasmales guerreros de la oscuridad en busca de implacable venganza contra los
vivos. El concepto moderno de vampiro había nacido.
Despues de Dracul, podemos encontrar a otro personaje que existio en la historia, era
hijo bastardo de Enrique VIII y su nombre era Henry Fitzroy, supuestamente murio de
unas extrañas fiebres a la edad temprana, aunque no para la epoca, de 19 años. Algunos
cuentan que despues de su aparente "muerte", volvio a ser visto por las calles de
Londres un siglo despues, ya siendo cohetaneo de William Shakespeare.
Patología psiquiátrica y vampirismo [editar]
Adicionalmente, se debería destacar un origen etiológico del mito que se repite con
cierta frecuencia en la galería de monstruos del cine: las enfermedades mentales. Este
apartado se refiere específicamente a la patología psiquiátrica.
La historia ha dejado una serie de personajes a los que se le ha atribuido una atracción
patológica por la sangre humana. Desde el caballero Gilles de Rais (1400-1440),
antiguo compañero de armas de Juana de Arco, que buscando en la sangre el secreto de
la piedra filosofal torturó y dio muerte a unos 300 niños, hasta la ya conocida condesa
Erzsébet Báthory, que supuestamente bebía sangre de doncellas para mantenerse joven.
El primer vampiro moderno fue el húngaro Bela Kisz que inició sus actividades en 1912
a raíz de la infidelidad de su joven esposa. Cuando se fue a la guerra dos años después y
no volvió, se le supuso muerto, y al entrar en sus propiedades las autoridades
descubrieron dos barriles metálicos con los cuerpos de su mujer y su vecina.
Posteriormente, encontraron otros diecisiete barriles más con otras tantas mujeres en su
interior que habían sido estranguladas; además, presentaban unas heridas en el cuello y
no se halló ni una gota de sangre en sus cuerpos. Bela Kisz nunca fue encontrado, y se
le consideró un desaparecido de la guerra.
La fama de vampiro la tuvo mayormente el alemán Peter Kürten (1883-1931), más
conocido como "El Vampiro de Düsseldorf", que inició sus actividades de muy joven,
torturando y matando a animales. A los cinco años intentó ahogar a un compañero
mientras jugaban en una embarcación y a los nueve años preparó un accidente en el que
murieron dos muchachos. Pese a sus maneras apacibles y su aspecto imperturbable y
pese a ser considerado por sus vecinos como una persona seria, honesta y amable, fue
condenado por diversos delitos como robo, asalto o deserción de sus obligaciones
militares. Su primer homicidio, una niña de ocho años, tuvo lugar en 1913, y al final de
su vida fue acusado de nueve asesinatos y siete intentos de asesinato. Murió sin
arrepentirse de sus actos y sin sufrir remordimientos por ellos. Su pasión por la sangre
le hizo decir antes de ser guillotinado: "Después de que me decapiten, podré oír por un
momento el sonido de mi propia sangre al correr por mi cuello. Ese será el placer para
terminar con todos los placeres". Esta historia fue llevada al cine como M, el vampiro de
Düsseldorf de Fritz Lang (1931), donde Peter Lorre hacía una magnífica interpretación
del asesino.
Otros asesinos han sido definidos como vampiros por su atracción por la sangre. Se
puede citar a Martin Dumollard, quien mató a varias mujeres en Francia en 1861 y
bebió su sangre. También en Francia en 1878 Joseph Vacher bebió la sangre de una
docena de sus víctimas. En Italia, Vincenzo Verzenia asesinó a dos mujeres para beber
su sangre y Eusebius Pleydagnelle mató a seis mujeres por el mismo motivo. En
Polonia, Stanislav Modziellewski y Juan Koltrun, el llamado "Vampiro de Podlaski",
obtuvieron fama porque bebieron la sangre de sus víctimas, al igual que el argentino
Florencio Roque Fernández. En la década de los 70 fueron descubiertos el milanés
Rantao Antonio Cirillo y Richard Trenton Chase, "El Vampiro de Sacramento", que
según dijo necesitaba beber sangre para renovar la suya. La californiana Deborah Finch
en 1992 que ingirió la sangre de su víctima tras un supuesto pacto suicida. John
Crutchley que, entre otros asesinatos sangrientos, mantuvo prisionera a una de sus
víctimas en 1985 para poder beber su sangre poco a poco. Marcello de Andrade que
mató en 1991 a 14 jóvenes en Río de Janeiro para rejuvenecerse con su sangre.
Magdalena Solís, una mujer mexicana que desarrolló una psicosis teológica al creerse
una diosa y organizó un culto pseudo religioso y orgiástico con sacrificios humanos que
terminaban bebiéndose la sangre de sus víctimas. James Riva, que fascinado por los
vampiros desde los 13 años, mató a su abuela en 1980 para beber su sangre como
método defensivo, pues creía que era una vampira que se alimentaba de él mientras
dormía.
La lista es larga y continua con el famoso Fritz Haarmann "El Vampiro de Hannover" y
seguir con Wayne Boden "El Vampiro Violador", Nicolas Claux "El Vampiro de París",
etc. Así como otros que han sido apodados vulgarmente por la gente o mayormente por
los medios de comunicación como "vampiros" o "dráculas".
Han existido también fraudes vampíricos en los asesinos en serie; el ejemplo más
llamativo es el de John George Haigh, apodado como "El Vampiro de Londres", quien
utilizó la imagen del vampiro para crear el terror en la mente de las personas y, pese a
que no se encontraron evidencias de que bebiera la sangre de sus víctimas ni de que
actuara bajo ningún tipo de compulsión por ella, alegó el vampirismo para que le
declararan incapacitado mental cuando lo arrestaron en 1949.
Para poner el punto psiquiátrico final a este tema, cabe destacar a un "vampiro" que
surgió recientemente influenciado de forma directa por el cine. Se trata de Allan
Menzies, un joven escocés de 22 años adicto al cine que se obsesionó con la película
"Queen of the Dammed" ("La Reina de los Condenados") de Michael Rymer
(2002)basada en la novela homónima de Anne Rice, según declaró posteriormente a su
detención tras matar a Thomas McKendrick (un amigo de 21 años que le facilitó la
película por primera vez), vio la película más de cien veces durante ese mes y al final
hizo un pacto con Akasha, la vampiresa interpretada por la fallecida cantante
estadounidense Aaliyah, para que le convirtiera en inmortal si mataba a alguien. Cuando
un día su amigo se burló e hizo comentarios sexuales sobre la actriz, Allan se abalanzó
sobre él, le asestó 42 puñaladas y le destrozó la cabeza con más de 10 martillazos;
finalmente se bebió su sangre y comió parte de su cerebro. Durante el juicio no se
mostró arrepentido en ningún momento e insistía en haberse convertido en un vampiro
inmortal; el juez dictó la sentencia en 2003 condenándolo a cumplir al menos 18 años
en prisión sin posibilidad de salir en libertad condicional, opinando que era "un
demonio, violento y altamente peligroso, no apto para estar en libertad". Este individuo
apareció muerto en su celda dandose la noticia el 15 de Noviembre de 2004. Se cree que
se quitó la vida.
Es de destacar que la psiquiatría se ha interesado por estos casos de conducta anormal
donde hay una necesidad compulsiva de sentir o ingerir la sangre, existiendo o no el
autoengaño creencial de ser un vampiro. Muchos han sido diagnosticados como
psicóticos o esquizofrénicos, aunque otros han definido su enfermedad como lo que
podría encuadrarse en el llamado "vampirismo clínico" y que se ha intentado renombrar
como Síndrome de Renfield, en referencia al personaje enfermo mental y siervo de
Drácula que aparece en la obra de Stoker, un comedor compulsivo de moscas y arañas
cuyo fin era el de absorberles su fuerza vital.
Pese a que este síndrome no está establecido ni aceptado completamente por el mundo
médico, el psicólogo Richard Noll, en su libro "Bizarre Diseases of the Mind" (1990),
dice que suele producirse con mayor frecuencia en los varones, e intenta establecer una
serie de fases en su desarrollo:
1. Infancia: el primer estadio suele producirse durante la infancia, cuando el niño
se ve involucrado en un incidente sangriento en el que descubre la excitación de
la sangre.
2. Autovampirismo: donde descubre el placer que le provoca la visión o el sabor
de su propia sangre.
3. Zoofagia: donde pasan a probar la sangre de animales, siendo especialmente
atraídos por los denominados animales de compañía.
4. Vampirismo clínico: es el estado más avanzado del síndrome, en el que pasa a
ingerir voluntariamente la sangre de otros seres humanos mordiendo a las
víctimas por placer, lo que les proporciona una enorme satisfacción hasta llegar
al éxtasis, ya que el sabor de la sangre actúa para ellos como si fuera una droga.
El vampiro en la ciencia [editar]
La ciencia llama "vampiro" (nombre que le dio el naturalista Buffon en 1761) al
murciélago hematófago conocido como Desmodus rotundus que vive en zonas oscuras,
es de hábitos nocturnos y se alimenta de sangre. Son murciélagos de un tamaño entre
los 6 y los 9 centímetros y un peso de 25-40 gramos, de pelaje denso color café
grisáceo, con cara aplanada y orejas pequeñas y puntiagudas, hocico corto y labio
inferior en forma de V, con incisivos superiores anchos y filosos e inferiores pequeños,
siendo los caninos largos, de punta aguda y borde posterior afilado.
Su técnica de alimentación es la siguiente: gracias a sus agudizados sentidos localiza a
sus víctimas (habitualmente ganado bovino, equino o porcino) y se acerca a ellas
volando, arrastrándose por el suelo o saltando, mordiéndoles en los hombros, espalda,
región perianal, en las patas, pezuñas, así como en la base de los cuernos o en las orejas.
Suelen atacar cuando el animal duerme, produciendo poco dolor y, gracias al
anticoagulante de su saliva, hace fluir la sangre a través del canal de su labio inferior.
La sangre consumida por el vampiro rara vez daña al animal afectado, pues suelen
tomar unos 25 mL en media hora, aunque suelen acudir cada noche a alimentarse de la
misma víctima, pues si pasan 48 horas sin comer mueren de inanición; curiosamente es
un animal que comparte habitualmente el alimento con otros compañeros incapaces de
conseguir alimento, mediante la regurgitación de sangre.
Uno de los primeros en relatar su experiencia con un vampiro de este tipo fue Gonzalo
Fernández de Oviedo en su Sumario de la Natural Historia de las Indias (1526), ya que
fue mordido por ellos y tuvo que usar el método de los indígenas para curar sus heridas.
En el siglo XVI la ola de superstición desatada hizo que surgieran obras como Los
vampiros a la luz de la medicina (1749) de Próspero Lambertini (que llegaría al papado
con el nombre de Benedicto XIV y desde donde siguió luchando contra las falsas
creencias) o el Informe médico sobre los vampiros (1755) de Gerard van Swieten,
médico y archidiácono de María Teresa de Austria, donde tras criticar el vampirismo y
considerar poco frecuente aunque dentro de la normalidad los casos de incorruptibilidad
de los muertos, desacreditaba a médicos y comisarios pues en muchas ocasiones y
siguiendo sus indicaciones se realizaban sacrilegios, poniendo en entredicho el buen
nombre del finado, violando tumbas y ultrajando cadáveres. Pese a todo, obras que
nacieron a su sombra y en contra del vampirismo como la Dissertatione sopra i vampiri
(1774) del arzobispo de Florencia Guiseppe Davanzati, sólo consiguieron incrementar
aún más la creencia en ellos.
El doctor en medicina al servicio de la emperatriz María Teresa I, Gerard Van Swieten
(1668-1738), aseguró en unas de sus investigaciones que los vampiros eran reales. Esto
lo aseguró en la Convención de Belgrado. Investigó dando a conocer varios casos de
cuerpos incorruptos y muertes alrededor del pueblo en donde estaban las tumbas, en
Austria. Tuvo que dejar los casos que fue recopilando sobre vampiros por repugnancia y
por haberle superado el tema.
Convendría hacer una recapitulación sobre las posibles explicaciones sobre el fenómeno
del vampirismo. La medicina ha intentado esclarecer la imagen del vampiro, no del
cinematográfico (que ha sido muy desvirtuada y ha ido sumando nuevas características,
a cada cual más sorprendente, según la voluntad de los guionistas o directores); sino del
vampiro folclórico que inauguró el tema.
Se debería comenzar por una explicación tan simple y, a la vez, tan compleja y
verosímil como fueron las epidemias de peste (enfermedad infecciosa producida por la
Yersinia pestis, transmitida por las pulgas de las ratas y otros roedores) que convirtieron
en endémico al vampirismo. Curiosamente este fenómeno se refleja en obras
cinematográficas como el Nosferatu de Murnau o de Herzog.
Durante el siglo XIV, especialmente en Prusia oriental, Silesia y Bohemia, para evitar el
contagio, las víctimas de la enfermedad eran enterradas rápidamente sin constatar la
muerte clínica. Muchos de ellos sufrieron por ello una larga y atroz agonía,
infligiéndose heridas en su intento de escapar de su cárcel de madera. No es de extrañar,
por tanto, que al abrir los ataúdes se encontraran al cadáver conservado y con manchas
de sangre, lo que a falta de una explicación mejor estimularía la imaginación
supersticiosa de la gente atribuyéndoles una condición de vampiros, y que los ingleses
denominaron de una forma más o menos técnica como "cadáver sanguisugus".
A esta creencia ayudaron indudablemente los conceptos desarrollados por el
cristianismo que, basados en la idea neoplatónica de la vida después de la muerte,
fomentaron la idea de la corrupción del cuerpo y la supervivencia del alma hasta el día
del Juicio Final, teniendo la posibilidad de acceder a este estado todos aquellos que
murieran arrepentidos de sus pecados y que hubieran recibidos los últimos sacramentos.
Con esta fórmula, todos aquellos que no fueran enterrados en tierra consagrada
(especialmente los suicidas y los excomulgados) y los que no hubieran recibido la
extremaunción, podrían convertirse en espectros corpóreos o vampiros.
Otro dato importante a remarcar fue la creencia en la afectación de los vecinos y
familiares allegados al presunto vampiro. Las víctimas del vampiro presentaban una
severa palidez acompañada de intensa fatiga, cansancio y respiración entrecortada. Este
fenómeno tiene una sencilla explicación si pensamos en una enfermedad clásica, la
anemia, un déficit en la cantidad o calidad de los glóbulos rojos de la sangre encargados
de transportar el oxígeno a todo el cuerpo.
Aunque casi siempre se atribuía a la pérdida de sangre, lo cierto es que en esa época era
frecuente la desnutrición (incrementada en periodos de epidemias), cuando no por
ayunos con motivaciones religiosas que tenían el objetivo de purgar los pecados y verse
libre del peligro de la peste. También hay quien ha querido ver en los enfermos de
carbunco (enfermedad muy contagiosa de los animales producida por el Bacillus
anthracis y que puede transmitirse al hombre, capaz de crear gravísimas epidemias) la
sintomatología de la persona atacado por los vampiros. Los afectados presentan fiebre
alta, sed intensa, convulsiones, afectación respiratoria y alucinaciones que se atribuyen a
la falta de oxígeno, por lo que la sensación de asfixia por parte de la víctima podía ser
expresada como el estrangulamiento a manos de un vampiro.
Sin embargo, existe una enfermedad infecciosa que lo explicaría mejor, especialmente
cuando el auge del vampirismo coincidió con epidemias de este tipo en las regiones
balcánicas durante los siglos XVI y XVII, siendo la más importante la ocurrida en
Hungría entre 1721 y 1728. Nos referimos a la rabia, enfermedad producida por un virus
RNA de la familia rabdoviridae que se transmite de los animales a los humanos.
Muchos de los animales que han sido relacionados con los vampiros son portadores
habituales de la enfermedad: perros, lobos y, cómo no, murciélagos. Un dato que hace
pensar en ello es que un médico anónimo ya defendió en 1733 que el vampirismo era
una enfermedad contagiosa de una naturaleza parecida a la que sobreviene tras la
mordedura de un perro rabioso.
El hecho de que la mordedura de un vampiro convirtiera a la víctima en otro vampiro
quedaría explicado por el método habitual de transmisión de la enfermedad. Además, el
largo periodo de incubación (habitualmente entre 1 y 3 meses), la sensación anormal
expresada como parestesias o dolor en la zona de mordedura, y la sintomatología
inespecífica inicial (fiebre, pérdida de apetito, fatiga, depresión, temor, ansiedad y
sueños angustiosos) ayudarían a creer en una progresiva transformación de una persona
al estado vampírico.
La rabia puede manifestarse en un bajo porcentaje de casos como "rabia paralítica",
aunque lo más frecuente es la llamada "rabia furiosa", con una sintomatología
extrapolable a lo que se dice sobre los vampiros. Aquí se desarrolla un cuadro de
encefalitis, con una predilección del virus por afectar al sistema límbico (importante en
el control de las emociones y la conducta), siendo frecuente la inquietud y agitación
creciente que puede llegar hasta la agresividad, insomnio persistente con alteración del
ritmo del sueño y modificaciones de la conducta sexual que suele expresarse como
hipersexualidad.
Son frecuentes los espasmos musculares que afectan al área facial, faríngea y laríngea,
favoreciendo que el paciente emita sonidos roncos y ahogados, y que se produzca una
retracción de los labios de forma que asoman los dientes como si fuera un animal.
También presentan una exaltación de los reflejos, originando accesos de furor maníaco
frente a pequeños estímulos, como son los leves contactos, las corrientes de aire, la luz,
los ruidos, ciertos olores o a excitaciones mínimas como ver su imagen reflejada en un
espejo; más característica es la reacción frente al agua provocando la hidrofobia,
nombre por el cual se conoce también a esta enfermedad, que origina un fuerte espasmo
faríngeo que origina intensos dolores al intentar tragar agua o simplemente con su
visión (¿sería extrapolable al agua bendita?); igualmente a veces presentan problemas
para tragar su propia saliva, por lo que gotea por su boca formando espumarajos. Las
pesadillas y las alucinaciones también suelen estar presentes en este tipo de cuadro
florido de la rabia.
Exhumación: Explicación científica de los vampiros [editar]
Comúnmente, cuando en una aldea o pueblo corría el rumor de una "epidemia
vampírica", consistente en alguna de las enfermedades descritas en esta sección, la
gente enterraba a sus muertos en los cementerios, solo para que los cuerpos fuesen
exhumados días después, para corroborar que, efectivamente, no se "hubiesen
convertido en vampiros" y descansaran en paz.
Uno de los factores que más fortaleció la teoría de que los vampiros existían y dormían
en sarcófagos, se debía al fenómeno de putrefacción e incubación de esporas y bacterias
en los pulmones de los difuntos. Tras un tiempo de estar sepultados, en los pulmones de
algunos cuerpos se desarrollaba una gran cantidad de bacterias y esporas, dadas las
condiciones de temperatura, humedad y nutrientes adecuadas dentro del cadáver. Estas
bacterias por sus mismos procesos metabólicos, llenaban los pulmones con gases
fermentados y putrefactos.
En el momento en que un cuerpo era exhumado, y se intentaba manipularlo o clavar una
estaca en su pecho, evidentemente provocaba que el mismo cadáver, por la presión
ejercida sobre los pulmones, exhalara con una especie de "suspiro", una nube de estas
bacterias y esporas altamente tóxica, lo cual hacía pensar a los exhumadores que el
cadáver era efectivamente un vampiro, y que la estaca había dado fin a la existencia del
mismo.
Esta labor de exhumación, en la cual participaban sacerdotes, autoridades de las aldeas e
incluso los familiares del difunto, era temida ya que mucha gente sufría enfermedades
serias por la inhalación del gas fermentado y cargado de bacterias que exhalaba el
cadáver al ser manipulado.
¿Dos enfermedades vampíricas? [editar]
Además de la rabia, una infección por rabdovirus, también se ha especulado con que la
porfiria eritropoyética congénita, también llamada enfermedad de Günther (en honor a
su descriptor), podría ser la causa del vampirismo. Esta otra enfermedad, no infecciosa
sino hereditaria, clásicamente se ha alzado con el título de "enfermedad de los
vampiros" pero, aunque curiosa y merecedora de estudio, no se cree que explique las
formas epidémicas del vampirismo. Esto se debe a que es muy poco frecuente,
existiendo hoy en día cerca de 250 casos diagnosticados con seguridad de esta extraña
variedad de porfiria (aunque es posible que muchos estén en el archiconocido "cajón de
sastre" de los médicos).
Las porfirias se producen por errores del metabolismo de las porfirinas, pigmentos
precursores de la hemoglobina (ya que forman parte del grupo Hemo de la misma) que
se encargan del transporte de oxígeno en la sangre y le da su característico color rojo.
Un defecto en el ADN produce una alteración de la actividad enzimática, encargada de
producir las porfirinas, incrementando su velocidad de formación y produciendo una
acumulación excesiva de las mismas.
El depósito de porfirinas en la piel sería causa de una de las características principales
que se atribuyen a los vampiros, ya que provoca una hipersensibilidad a ciertas
radiaciones del espectro solar (las de 400 nm de longitud de onda y en menor grado las
de 500 a 600 nm), lo que desencadena un proceso de producción de peróxidos que, al
liberar oxígeno atómico en los tejidos, provoca la destrucción celular. Esta exquisita
fotosensibilidad hace que la exposición a la luz solar origine un fuerte enrojecimiento
cutáneo, con formación de ampollas que se infectan fácilmente y forman erosiones y
úlceras que al cicatrizar dejan marcas y deformaciones en la zona afectada; la piel se
agrieta y con la exposición solar es frecuente que sangre con facilidad.
Por otro lado, la clásica "facies vampírica" se explicaría cuando las lesiones faciales son
extensas y por su carácter recidivante se vuelven mutilantes, destruyendo los labios (que
dejan la dentadura al descubierto, aparentando ser los dientes de mayor tamaño que el
normal), así como los cartílagos de la nariz (mostrando frontalmente los agujeros
nasales) o los auriculares (dando ocasionalmente un aspecto puntiagudo a las orejas). Al
acumularse las porfirinas, los ojos pueden aparecer de color rojizo así como los dientes
(donde aparece la llamada eritrodoncia por el depósito porfirínico en la dentina).
Por otra parte, los defectos en la producción de hemoglobina dan lugar a un cuadro de
anemia hemolítica con toda la sintomatología característica de las anemias, siendo
llamativa la palidez general tal y como presenta la imagen clásica del vampiro. Un
tratamiento habitual son las transfusiones de sangre o del grupo Hemo, que no sólo
mejoran la anemia sino que frenan la producción de porfirinas; muchos han alegado que
por esa razón los vampiros ansían la sangre, pero aunque antiguamente la terapéutica
médica para las anemias incluía beber sangre de otros animales, lo cierto es que los
jugos digestivos la destruirían (y mucha sangre tendrían que ingerir para que pudiera
absorberse una mínima parte del grupo Hemo)
Para completar el cuadro, el organismo actúa y en un intento de proteger la piel del sol,
desarrolla un hirsutismo o desarrollo anormal del vello en la frente, pómulos y
extremidades, afectando a zonas tan poco habituales como las palmas de las manos (una
característica que Bram Stoker narra en su novela al describir por primera vez al conde
Drácula).
Existe un dato muy curioso y que anima mucho a los amantes de las explicaciones
vampíricas. Nos referimos al efecto que tiene el ajo para ahuyentar a los vampiros; el
ajo ha sido casi un estandarte, junto al limón, para los defensores de la medicina natural,
ya que le atribuyen propiedades antisépticas, antiparasitarias, expectorantes o
hipotensivas. En 1978 se expuso a la comunidad científica que algunos extractos del ajo
producirían un bloqueo de la coagulación de la sangre al inhibir la agregación
plaquetaria; por otra parte, el grupo Hemo que forma parte del citocromo P-450 podría
ser destruido por uno de los elementos del ajo, el alquildisulfuro. Quizá por ello, los
vampiros porfíricos huirían de él, pues su ingesta u olor podría agravar rápidamente su
estado de salud.
Este tipo de porfiria no trastorna, curiosamente, la sensación de bienestar del enfermo,
aunque por el tipo de vida al que se encuentra sometido es frecuente que altere las
facultades mentales, lo que podría explicar las obsesiones y crueldades que se atribuyen
a los vampiros.
Aunque la teoría porfírica del vampirismo no explica bien las epidemias de vampiros, se
ha intentado acercar al mito suponiendo que al darse antiguamente entre clases nobles
(donde era frecuente el derecho de pernada feudal) sería de suponer una diversificación
del material genético del afectado de porfiria entre el pueblo llano, por lo que se podrían
producir varios casos en un mismo periodo y con relativa frecuencia, explicando
además los casos de vampirización dados en el entorno familiar del supuesto vampiro
original. Por otra parte, entre las diversas variedades de la porfiria (especialmente en las
variedades aguda intermitente, variegata y coproporfiria) puede desencadenarse una
crisis por la ingesta de determinados medicamentos como los anticonceptivos, el
diazepam, el fenobarbital o la metoclopramida (entre otros muchos más) o, más
especialmente en el tema que nos ocupa, por la toma de alcohol o incluso por el estrés
intenso (situación que se crearía con relativa facilidad en el ámbito supersticioso y
aterrador de la creencia en los ataques vampíricos).
El vampiro en el arte [editar]
El vampiro en la literatura [editar]
Ver: Vampiros en la literatura
Philip Burne-Jones, The Vampire, 1897
Durante los siglos XVII y XVIII varias oleadas vampíricas (probablemente incidentes
de epidemias e histeria colectiva) barrieron numerosos países de Europa Oriental. Esto
produjo un interés generalizado en los vampiros, que llegarían a ser comentados por
personajes de la talla de Descartes y Rousseau.
Uno de los autores más importantes que han trabajado el vampirismo fue el monje
benedictino francés Dom Augustin Calmet (1672-1757), abad de Senones, destacado
exégeta e ideólogo de la Inquisición que escribió, entre otras muchas obras, un libro
titulado El Mundo de los Fantasmas. En él se incluye el ensayo que lleva por nombre
Negociación y explicación de la materia y características de los Espíritus y los
Vampiros, y así de los retornados de la muerte en Hungría, Moravia, etc. Con esta
obra, Calmet realizó la primera diferenciación clara entre los vampiros, por una parte, y
los demás espíritus y demonios, por otra. El distinguido abad se preguntaba en este
estudio si el vampiro está realmente muerto, mediante qué mecanismo es capaz de
escapar de la tumba, y qué clase de energía mueve su cuerpo. Llegó a la conclusión de
que, a pesar de su naturaleza maligna, los vampiros son seres creados por Dios. E indicó
que el mero hecho de ser pagano era causa insuficiente para convertirse en vampiro,
pues de lo contrario los romanos y griegos, que adoraban a dioses paganos, se habrían
transformado todos en vampiros.
Otro autor famoso que trató el tema del vampirismo fue Montague Summers (El
Vampiro en Europa, publicado por primera vez en 1929), quien realiza un recorrido de
la presencia vampírica a lo largo de la historia, desde la Antigua Grecia hasta la época
moderna, a través de los diversos países de Europa.
El legendario poeta inglés Lord Byron (1788-1824) escribió el poema épico The Giaour
(1813). Aquí ya está presente la combinación del horror y de la lujuria que el vampiro
siente y el concepto de los no-muertos que pueden pasar su maldición a los vivos. En
1816, Byron pasaba unos días en las orillas del Lago Leman (Suiza) junto a un amigo,
el médico John William Polidori. Mientras se hallaban en lugar tan paradisíaco, dieron
una fiesta a la que acudió el reconocido poeta Percy Shelley y su última mujer, Mary.
Entonces se desató una tormenta alpina, y se vieron obligados a permanecer en el
interior de la casa, contando historias de miedo. En un determinado momento, el
ambiente se caldeó por el alcohol y varios de los presentes se retaron a escribir la mejor
historia de terror y misterio de todos los tiempos. Mary Shelley empezó en ese momento
a escribir la famosísima novela Frankenstein, un mito mefistofélico de nuestro tiempo;
Byron redactó el citado fragmento, pero no llegó a completar la obra. Su amigo Polidori
lo incluiría después en El Vampiro, un Cuento, novela publicada en 1819; irónicamente,
la propia vida de Byron se convirtió en el modelo para el «señor Ruthven», el
protagonista. Una secuela no autorizada de esta novela es llamada Lord Ruthwen ou les
Vampires (1820) del autor francés Cyprien Bérard, la cual fue adaptada por Charles
Nodier en el primer melodrama de vampiros teatral. También a principios del siglo XIX
se estrenó en Leipzig la ópera Der Vampyr, escrita por Heinrich Marschner. Era el año
1828.
Drácula personifica la fascinación de lo prohibido y es una figura simbólica clásica
para la sexualidad reprimida de todas las sociedades que oprimen de un modo u otro
esta manifestación de la naturaleza humana; específicamente, la sociedad victoriana que
Bram Stoker sufrió, era tan represora de la sexualidad que sólo era una cuestión de
tiempo que Drácula renaciese.
La capa de terciopelo o cuero negro en el exterior y seda roja en el interior, quizás el
más característico de los leitmotivs vampíricos, fue añadido por Hamilton Deane en
1924 para simbolizar al murciélago. Bela Lugosi, el actor que más brillantemente ha
representado el papel del vampiro, exigió y consiguió que se le enterrara envuelto en su
capa. Y hablando de actores, Drácula apareció en el teatro por primera vez en 1897, con
la obra Drácula, o el No-Muerto escrita por el propio Bram Stoker. La première tuvo
lugar en el Royal Lyceum Theatre de Londres. Más popular resultó la versión del ya
mencionado Hamilton Deane, estrenada en 1923. El musical Tanz der Vampire se sigue
representando en Viena.
Un escritor británico, Brian Lumley, desarrolló otra generosa aportación al género de
los vampiros. En su serie del Necroscopio (las Crónicas Necrománticas) narra los
enfrentamientos de su protagonista contra diversos seres de procedencia vampírica. Sin
embargo Lumley se desmarca completamente de las convenciones del origen de los
vampiros, y los presenta como parásitos que se sirven de los humanos (aunque también
podrían parasitar animales si así lo desearan) para sobrevivir, mejorando biológicamente
a su hospedador y otorgándole poderes sobrehumanos, mientras va sustituyendo la
propia personalidad por la del vampiro.
Principales relatos de vampiros [editar]
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El vampiro, Heinrich August Ossenfelder, 1746 (poesía).
El castillo de Otranto, Horace Walpole, 1764.
Leonore, Gottfried Burger, 1773.
Vathek, William Beckford, 1786.
La novia de Corinto, Johann Wolfgang Goethe, 1797.
Christabel, Samuel Taylor Coleridge, 1797.
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Thalaba el Destructor, Robert Southey, 1801.
El Vampiro, John William Polidori, 1819.
La Lamía, John Keats, 1819.
Vampirismo, E.T.A. Hoffmann, 1828.
Ligeia, Edgar Allan Poe, 1838.
La muerta enamorada, Théophile Gautier, 1836.
Varney, el Vampiro, Thomas Preskett Prett, 1847.
La Familia del Vourdalak , Alexei Tolstoi, 1847.
La Historiadora, Elizabeth Kostova, 2005.
Le Vampire, Alejandro Dumas, 1851.
Carmilla, Sheridan Le Fanu, 1872.
La Tierra más allá del Bosque, Emily Gerard, 1888.
Olalla, R. L. Stevenson.
Drácula, Bram Stoker, 1897.
El claro del bosque, W. Fernández Flórez.
Soy Leyenda, Richard Matheson, 1954.
El osito de felpa del profesor, Th. Sturgeon.
Salem's lot,Stephen King, 1975
Sueño del Fevre, George R. R. Martin, 1986.
Crónicas Necrománticas, Brian Lumley.
Crónicas Vampíricas una saga de 10 libros de Anne Rice
Cirque du Freak una saga de Doce libros de Darren Shan2003
Vlad, Carlos Fuentes, 2004
Crepúsculo de Stephenie Meyer, 2005
Luna Nueva de Stephenie Meyer, 2007
Eclipse de Stephenie Meyer, 2007
Amanecer de Stephenie Meyer, 2008
Cirque du Freak de Darren Shan
Vittorio, el vampiro de Anne Rice
El Beso de Plata de Annette Curtis Klause
Entrevista con el vampirode Anne Rice
Armand el vampirode Anne Rice
la reina de los condenadosde Anne Rice
Merrickde Anne Rice
El vampiro en la escultura [editar]
Apenas ha sido representada la figura del vampiro en la escultura. Prácticamente las
únicas obras sobre tema vampírico son las que representan a seres mitoógicos que, sin
ser vampiros, están relacionados con ellos o incluso pueden considerarse origen del
mito, como las lamias o ciertas representaciones de Lilith.
El vampiro en la pintura [editar]
En pintura destacan obras con El vampiro de Edvard Munch, realizada en el año 1895 o
"El Vampiro Glorioso", de Boleslas Biegas, que data de 1916 y pretende ser un alegoría
del horror de la Primera Guerra Mundial, aunque también de la mujer fatal, representada
por un ser con más semejanza con las lamias que con el vampiro propiamente dicho.
El vampiro en la cultura contemporánea [editar]
La figura del vampiro se encuentra a lo largo de los siglos no sólo en Europa, sino
también en Asia, América y Oceanía. El miedo es una de las fuerzas más poderosas que
mueve a las personas, y la experiencia del temor a lo misterioso y desconocido se
encuentra profundamente presente en la cultura de todas las naciones del mundo. En
esta experiencia, la figura del vampiro, con sus evocaciones antropofágicas de telúrica
espiritualidad pagana, irresistible sexo salvaje, sangre caliente derramada y gélida
autoridad, ocupa un lugar central. En palabras de Albert Einstein, "fue la experiencia
del misterio combinada con el miedo lo que engendró la religión". Pero también,
siguiendo al famoso científico, "la experiencia más hermosa que se tiene a nuestro
alcance es el misterio. Es la emoción fundamental que está en la cuna del verdadero
arte y de la verdadera ciencia. El que no la conozca y no pueda ya admirarse, y no
pueda ya asombrarse ni maravillarse, está como muerto y tiene los ojos nublados."
El vampiro en la pantalla [editar]
Imagen de la película: Nosferatu, eine Symphonie des Grauens (1922)
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Ver: Vampiros en el cine
Ver: Vampiros en la televisión
Ya en 1922 el vampiro fue llevado al cine por primera vez, bajo el título Nosferatu, una
Sinfonía del Horror, con la genial representación de Max Schreck y dirigida
magistralmente por F.W. Murnau. Desde entonces, el vampiro, como siempre inmortal,
ha protagonizado incontables producciones cinematográficas y televisivas. Desde las
películas Nosferatu y Drácula, se han filmado una infinidad de películas en cine y
televisión sobre vampiros.
El vampiro-Drácula por excelencia en el cine de las primeras épocas ha sido el actor
Bela Lugosi. Muchos comediantes incorporaron esporádicamente y en tono de humor la
temática del vampirismo en sus producciones, tales como Los Tres Chiflados, Bud
Abbot y Lou Costello.
Un toque de comedia negra era el poseído por la película El baile de los vampiros, en
que cazadores de vampiros intentan destruir a varios de estos seres. Algunos sostienen
que el posterior asesinato de la actriz Sharon Tate, figura femenina protagonista de esta
película de Roman Polański, a manos del Clan Manson tuvo algo que ver con el
irreverente tono del film de Polański sobre este tema oscuro.
La asociación con el vampirismo se dio también con algunos criminales sexuales y
asesinos en serie, siendo el más representativo el caso de M, el vampiro de Düsseldorf,
que inspirara un memorable film de Fritz Lang.
El cineasta John Carpenter también hizo un aporte a este género con su película
Vampiros. Por otra parte, el género de acción también tiene un personaje vampiro, la
película Blade con el actor Wesley Snipes está basada en el personaje del comic del
mismo título, y trata de un cazador de vampiros contemporáneo.
Una de las más recientes adaptaciones cinematográficas de este género literario en cine
es Inframundo (Underworld en inglés), la cual narra una antigua guerra entre vampiros
y hombres lobo la misma fue exhibida en el año 2004 y en 2006 salió la secuela titulada
Underworld: Evolution.
En televisión, y con intención de entretener a un público preferentemente adolescente,
ha destacado recientemente la serie Buffy, la cazavampiros, de la cual se desprendió un
personaje secundario (Ángel), en una nueva serie con el mismo nombre que su
protagonista.
La serie canadiense El Señor de las tinieblas tuvo como protagonista a un vampiro de
800 años trabajando como detective de homicidios. Trabajaba solo de noche, tenía su
refrigerador bien abastecido de sangre de animales, y poseía un coche clásico con un
enorme maletero, para ocultarse del sol si el día lo sorprendía.
Una exitosa franquicia de animación japonesa titulada Vampire Hunter Do Hellsing
tiene como protagonista a un vampiro. De igual manera la franquicia del mismo país
Kamen Rider en 2008 produjo la temporada Kamen Rider Kiva, que cuenta la lucha de
un joven mitad vampiro que combate contra un grupo de seres que succionan la energía
vital de los humanos.
El cine de animación cubano produjo ¡Vampiros en La Habana!, una comedia sobre las
aventuras de un vampiro adolescente cubano. Otra serie animada sobre vampiros ha
sido El conde Pátula, un desopilante pato-vampiro que fue pensado para audiencia
infantil.
La más importante revisitación del mito del vampiro se produjo a finales del siglo
pasado. Una escritora norteamericana llamada Anne Rice publicó las Crónicas
Vampíricas, una trilogía compuesta por las novelas Entrevista con el Vampiro, Lestat el
Vampiro y la Reina de los Condenados, que después, dado su enorme éxito comercial y
cinematográfico, ha continuado con secuelas como Memnoch el Demonio y Armand el
Vampiro. Las Crónicas Vampíricas constituyen el último gran éxito de este personaje,
que ha demostrado una vez más estar tan de actualidad como siempre.
No obstante, los vampiros de las Crónicas son seres de ficción adaptados al blando
gusto de las sociedades contemporáneas, totalmente carentes de la maligna crueldad sin
remordimientos de un Vlad Tepes. En las Crónicas, los vampiros se nos muestran como
unos entes elitistas, posmodernos y confusos, sólo un poco pervertidos, con
sentimientos de culpabilidad y humanizados, aptos para todos los públicos, sumergidos
en el pensamiento filosófico de la Nueva Era. No destilan las gotas de maldad en estado
puro que, en todas las culturas y civilizaciones, caracterizan al Draculae, el Dragón, el
Demonio.
Vampiros en los videojuegos [editar]
La popularidad del vampiro como icono de la cultura contemporánea ha llevado a este
personaje a aparecer en videojuegos.
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En la serie del juego Legacy of Kain: Blood Omen, el personaje principal al que
se controla es un despiadado vampiro.
Bloodrayne es un juego de acción (De la cual ya se han hecho dos peliculas y se
espera pronto una tercera en el 2009) donde la protagonista principal es una sexy
vampiro llamada Rayne que su primera intension es vengarse de su padre por
haber matado a la madre de ésta.
Castlevania, título muy famoso en Japón, Europa y Estados Unidos. Es un juego
de plataforma 2D y fue una gran sensación durante la década de los 90, lo que
causó que Konami realizara una saga a este videojuego. Relata la historia de
Drácula, quien revive cada cien años en su castillo llamado Castlevania y una
familia de cazavampiros, los Belmont (empezando por Leon Belmont en el siglo
XI) quienes han ido tras el famoso conde y su legión de seres infernales. La
historia del juego data desde el siglo XI hasta el año 2036.
Un juego de rol llamado Vampire:The Masquerade ha conocido dos
adaptaciones al videojuego: Redemption y Bloodlines.
Véase también [editar]
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Vampiro chino
Vurdalak (vampiro de la tradición rusa)
Pihuychen (vampiro de la tradición de Chile)
Vampiro (animal) (Un tipo de murciélago)
Cuento de terror.
Vampiros en la literatura
Vampiros en el cine
Vampiros en la televisión
Vampiros en la cultura moderna [editar]
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Trinity Blood, Shingetsutan Tsukihime, Karin, Vampire Princess Miyu, Blood+,
Hellsing, Vampire Knight, y Rosario + Vampire entre otras series de animación
japonesa
Vampiro: La Mascarada (juego de rol)
El caso de Arnold Paole
Conde Pátula
Drácula
Lestat de Lioncourt
Edward Cullen
Filmografía sobre Vampiros [editar]
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Nosferatu, eine Symphonie des Grauens, (1922).
Drácula, (1958).
Las novias de Drácula, (1960).
Drácula, príncipe de las tinieblas, (1966).
Drácula vuelve de la tumba, (1968).
Las cicatrices de Drácula, (1970).
Lujuria para un vampiro, (1971).
Dracula AD 1972, (1972).
Los ritos satánicos de Drácula, (1974).
Nosferatu: Phantom der Nacht, (1979).
Sangre inocente, (1992).
Drácula de Bram Stoker, (1992).
Entrevista con el vampiro, (1994).
Del crepúsculo al amanecer, (1996).
Blade, (1998)
Dracula 2000, (2000).
Blood: The Last Vampire, (2000).
La sombra del vampiro, (2000).
La reina de los condenados, (2002).
Blade II, (2002)
Underworld, (2003).
Vampiros en La Habana, (2003).
Van Helsing, (2004).
Blade: Trinity, (2004)
Underworld: Evolution, (2006).
30 días de oscuridad, (2007).
Crepúsculo, (2008).
Referencias [editar]
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Barber, Paul : Vampires, Burial and Death: Folclore and Reality. Yale
University Press.1988. ISBN 0300048599
Bell, Michael E.: Food for the Dead: On the Trail of New England's Vampires.
Carroll & Graf Publishers, 2001. ISBN 0786708999
Flo, Ferran y Ardanuy.: Vampiros. Magia póstuma dentro y fuera de España. La
Luna Negra, 1994.
Bunson, Matthew: The Vampire Encyclopedia. Crown Trade Paperbacks, 1993.
ISBN 0517881004
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McNally, Raymond T.: Dracula era una mujer. McGraw Hill, 1983. ISBN
0070456712
Wright, Dudley: El Libro de los Vampiros. 1914 (disponible en varias
reediciones)
Frayling, Christopher: Vampyres, Lord Byron to Count Dracula. 1991. ISBN 0571-16792-6
Lectura adicional [editar]
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Tratado sobre los vampiros. Agustín Dom Calmet. 1746.
Vampiros, el mito de los no-muertos. Noelia Induraín y Óscar Urbiola. Editorial
Tikal. 1999
Vampire Chronicle. Historia natural del vampiro en la literatura anglosajona.
Antonio Ballesteros. Editorial Unaluna. 2000.
Vampirismo, magia póstuma de los no-muertos. Miguel G.Aracil. Ediciones
Arbor, Bastet y Protusa.
Vampiros, mito y realidad de los no-muertos. Miguel G. Aracil. Editorial EDAF.
2002.
Historias y leyendas de vampiros. Fritz Strafer. Editorial FERMA.
Un sueño de Drácula. Leonard Wolf. Panaeuropea de ediciones. 1972.
Vampiros. Bestiario de Ultratumba. Javier Arries. Editorial Zenith (Grupo
Planeta). 2007
El misterio de Salem's Lot. Stephen King, 1975
Enlaces externos [editar]
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Wikimedia Commons alberga contenido multimedia sobre
Vampiro.Commons
Sociedad Española de Estudios sobre vampiros.
Vampiros.cl, Sitio chileno dedicado al tema del vampiro (literatura, cine, arte,
mitos, etc.).
Historia, Leyendas, Comunidad de Vampiros. Información y Datos.
Boletín acadèmico L'Upir sobre vampiros (en catalán).
Información / Cronología
[1](Guardianes de la noche)
[2](Guardianes de la noche)
[3](Guardianes del día)
Javier Arries. La Cripta Página sobre upirología y recursos sobre vampirismo.
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Características de los vampiros
Aunque la descripción de estas criaturas varía un poco entre autores, tienen varias
características en común:
Fueron humanos mortales, pero ahora están en un estado no exactamente vivo pero tampoco
muerto, de ahí que se les llame no-muertos.
Suelen ser de aspecto delgado y lánguido, con largas uñas y piel mortecina.
Según algunos autores, los vampiros sí se reflejan en los espejos, pues son corpóreos.
Necesitan sangre fresca para vivir.
Los verdaderos Nosferatus pueden soportar la luz del sol, aunque la odian, los demás vampiros
No soportan la luz del sol, que puede destruirlos o herirlos gravemente.
Pueden infectar a otros al morderlos, y convertirlos a su vez en vampiros. Detalles varían.
Algunos, como Drácula de Stoker, necesitan dormir en tierra de suelo natal.
Poseen una fuerza sobrenatural.
Pueden convertirse en criaturas como lobos, ratas o murciélagos cuando se siente en peligro.
La mayoría sólo puede ser destruido, ya sea por la luz del sol, o decapitado nuevamente, los
verdaderos Nosferatu sólo pueden morir si se introduce plata bendita en su cuerpo y no hay
sangre cerca de ellos en ese momento, de lo contrario simplemente su cuerpo se destruirá sólo
para reconstruirse nuevamente.
Si se le clava una estaca en el corazón, el vampiro no muere.
Si se decapita muere , en caso de que sea un vampiro de baja categoría (mordido por un
vampiro no original).
Si le da la luz del sol, puede morir pero si llega a tiempo a la sombra, se puede curar sus
quemaduras pues puede regenerarse.
Se pueden alejar con ajo pues lo odian por su olor muy fuerte.
Para que un vampiro no original, o de baja categoría se vuelva un verdadero nosferatu debe de
beber voluntariamente la sangre de aquel que lo mordió (que en este caso debe ser un
nosferatu)
El vampiro es un ser físicamente poderoso, tan fuerte como veinte hombres, de una virilidad
extraordinaria. Proyecta sombra aunque se mueven a placer y no en la acción que hace, pero
no se refleja en los espejos. Debido a su consumo de sangre permanece eternamente joven, y
es el señor de los murciélagos, las polillas, el lobo, la rata, el zorro y el búho. Es capaz de
transformarse en una nube de polvo o vapor, trepa por las paredes con la facilidad de un
insecto y, al menos de un modo limitado, es capaz de controlar la furia de los elementos. En
Drácula se afirma también que sólo puede entrar en un edificio si se le invita previamente -un
innegable simbolismo sexual- y que tiene que dormir en un ataúd que contenga algo de su
tierra natal. Le repugna la flor del ajo (una minúscula flor violeta que despide ese característico
olor, no su bulbo, que no despide ningún olor hasta que se corta) y la luz del día le molesta,
pero no le daña significativamente. La suposición de que la luz del sol hiere o mata a los
vampiros es un mito aparecido en los últimos sesenta años.
Suele considerarse que las armas (balas, dagas, espadas, proyectiles) fabricadas en plata pura
le pueden herir, pero no las más comunes de plomo, acero (o uranio empobrecido). Existen,
por el contrario, opiniones contradictorias sobre la utilidad del fuego para destruir a un vampiro,
incluso cuando el fuego procede de armas modernas de alta energía. En cuanto al crucifijo y el
agua bendita, es algo que Stoker se sintió obligado a incluir en su novela dado el carácter
fanáticamente religioso de la sociedad de su tiempo, pero no parece que tengan más fuerza
que la de su propio simbolismo. Esto significa que si el vampiro era cristiano cuando estaba
vivo, puede sentirse espantado ante tales símbolos, pero si no lo era, no servirán de gran cosa.
Con los vampiros más viejos, que nacieron muchos milenios antes de la aparición del
cristianismo, la cruz y el agua bendita no serían más que curiosidades históricas carentes de
todo poder
Dracul (que significa el dragón, aunque la palabra rumana utilizada para referirse al Demonio
es idéntica) era el apodo del voivoda (príncipe) transilvano Vlad III Dracul, caballero de la
Orden del Dragón, un colectivo secreto fundado por el Sacro Emperador Romano en 1410.
Vlad Dracul fue el padre de Vlad III Tepes (el Empalador) que vivió en constante estado de
guerra durante 1431 y 1476. Vlad IV Tepes fue el modelo que recogería el escritor Bram Stoker
para crear su famosísimo personaje, el Conde Drácula. Draculea significa hijo de Dracul, y este
apodo pronto derivó a Drácula. Pese a lo que se dice en la novela de Stoker, los rumanos no
establecen conexión entre Vlad III Tepes y el vampirismo; de hecho, debido a su capacidad
para expulsar a los turcos de Valaquia (mediante métodos extremadamente crueles y brutales,
pero quizás apropiados para el lugar y la época) se le considera un héroe nacional en
Rumania, el salvador de Europa. Por los mismos métodos, también logró que desapareciera
toda delincuencia de su reino -algo muy difícil en tiempos tan convulsos de invasiones y
revueltas-. Para más información sobre la figura histórica de Vlad III Tepes se recomienda leer
L'Histoire du Prince Dracula, de Matei Cazacu, que incluye los trabajos de M. Beheim.
Creando a su alrededor un aura demoníaca, logró que unos y otros se lo pensaran dos o más
veces antes de atacarle. Paralelamente, la leyenda de Draculea, hijo de Dracul, el Dragón, el
Diablo, el Vampiro, pudo surgir. Como mínimo desde 1460, sus enemigos en el exterior y en el
interior estaban convencidos de que Vlad disponía de poderes necrománticos, pues sólo así
podía explicarse su conducta, y pensaban que su reducido ejército diurno quedaba reforzado
durante la noche por las cien mil almas de sus víctimas convertidas en raptores de niños y
doncellas, chupadores de sangre, fantasmales guerreros de la oscuridad en busca de
implacable venganza contra los vivos. El concepto moderno de vampiro había nacido.
El vampiro en el Arte
El vampiro en la Literatura:
Durante los siglos XVII y XVIII varias oleadas vampíricas (probablemente incidentes de
epidemias e histeria colectiva) barrieron numerosos países de Europa Oriental. Esto produjo un
interés generalizado en los vampiros, que llegarían a ser comentados por personajes de la talla
de Descartes y Rousseau.
Uno de los autores más importantes que han trabajado el vampirismo fue el monje benedictino
francés Dom Augustin Calmet (1672-1757), abad de Senones, destacado exégeta e ideólogo
de la Inquisición que escribió, entre otras muchas obras, un libro titulado El Mundo de los
Fantasmas. En él se incluye el ensayo que lleva por nombre Negociación y explicación de la
materia y características de los Espíritus y los Vampiros, y así de los retornados de la muerte
en Hungría, Moravia, etc. Con esta obra, Calmet realizó la primera diferenciación clara entre los
vampiros, por una parte, y los demás espíritus y demonios, por otra. El distinguido abad se
preguntaba en este estudio si el vampiro está realmente muerto, mediante qué mecanismo es
capaz de escapar de la tumba, y qué clase de energía mueve su cuerpo. Llegó a la conclusión
de que, a pesar de su naturaleza maligna, los vampiros son seres creados por Dios. E indicó
que el mero hecho de ser pagano era causa insuficiente para convertirse en vampiro, pues de
lo contrario los romanos y griegos, que adoraban a dioses paganos, se habrían transformado
todos en vampiros.
Otro autor famoso que trató el tema del vampirismo fue Montague Summers (El Vampiro en
Europa, publicado por primera vez en 1929), quien realiza un recorrido de la presencia
vampírica a lo largo de la historia, desde la Antigua Grecia hasta la época moderna, a través de
los diversos países de Europa.
El legendario poeta inglés Lord Byron (1788-1824) escribió el poema épico The Giaour (1813).
Aquí ya está presente la combinación del horror y de la lujuria que el vampiro siente y el
concepto de los no-muertos que pueden pasar su maldición a los vivos. En 1816, Byron pasaba
unos días en las orillas del Lago Leman (Suiza) junto a un amigo, el médico John William
Polidori. Mientras se hallaban en lugar tan paradisíaco, dieron una fiesta a la que acudió el
reconocido poeta Percy Shelley y su última mujer, Mary. Entonces se desató una tormenta
alpina, y se vieron obligados a permanecer en el interior de la casa, contando historias de
miedo. En un determinado momento, el ambiente se caldeó por el alcohol y varios de los
presentes se retaron a escribir la mejor historia de terror y misterio de todos los tiempos. Mary
Shelley empezó en ese momento a escribir la famosísima novela Frankenstein, un mito
mefistofélico de nuestro tiempo; Byron redactó el citado fragmento, pero no llegó a completar la
obra. Su amigo Polidori lo incluiría después en El Vampiro, un Cuento, novela publicada en
1819; irónicamente, la propia vida de Byron se convirtió en el modelo para el «señor Ruthven»,
el protagonista. Una secuela no autorizada de esta novela es llamada Lord Ruthwen ou les
Vampires (1820) del autor francés Cyprien Bérard, la cual fue adaptada por Charles Nodier en
el primer melodrama de vampiros teatral. También a principios del siglo XIX se estrenó en
Leipzig la ópera Der Vampyr, escrita por Heinrich Marschner. Era el año de 1828.
Drácula personifica la fascinación de lo prohibido y es una figura simbólica clásica para la
sexualidad reprimida de todas las sociedades que oprimen de un modo u otro esta
manifestación de la naturaleza humana; específicamente, la sociedad victoriana que Bram
Stoker sufrió era tan represora de la sexualidad que sólo era una cuestión de tiempo que
Drácula renaciese.
La capa de terciopelo o cuero negro en el exterior y seda roja en el interior, quizás el más
característico de los leit-motifs vampíricos, fue añadido por Hamilton Deane en 1924 para
simbolizar al murciélago. Bela Lugosi, el actor que más brillantemente ha representado el papel
del vampiro, exigió y consiguió que se le enterrara envuelto en su capa. Y hablando de actores,
Drácula apareció en el teatro por primera vez en 1897, con la obra Drácula, o el No-Muerto
escrita por el propio Bram Stoker. La première tuvo lugar en el Royal Lyceum Theatre de
Londres. Más popular resultó la versión del ya mencionado Hamilton Deane, estrenada en
1923. El musical Tanz der Vampir se sigue representando en Viena.
Principales relatos de vampiros:
El vampiro, Heinrich August Ossenfelder, 1746 (poesía).
El castillo de Otranto, Horace Walpole, 1764.
Leonore, Gottfried Burger, 1773.
Vathek, William Beckford, 1786.
La novia de Corinto, Johann Wolfgang Goethe, 1797.
Christabel, Samuel Taylor Coleridge, 1797.
Thalaba el Destructor, Robert Southey, 1801.
El Vampiro, John William Polidori, 1819.
La Lamía, John Keats, 1819.
Vampirismo, E.T.A. Hoffmann, 1828.
Berenice, Edgar Allan Poe, 1835.
La muerta enamorada, Théophile Gautier, 1836.
Varney, el Vampiro, Thomas Preskett Prett, 1847.
La Familia del Vourdalak , Leon Tolstoi, 1847.
Le Vampire, Alejandro Dumas, 1851.
Carmilla, Sheridan Le Fanu, 1872.
La Tierra más allá del Bosque, Emily Gerard, 1888.
El castillo de los Cárpatos, Julio Verne, 1892.
Drácula, Bram Stoker, 1897.
Soy Leyenda, Richard Matheson, 1954.
Sueño del Fevre, George R. R. Martin, 1986.
Crónicas Vampíricas de Anne Rice
Véase también En Tierra Cruenta, de la mexicana Patricia Flores Figueroa, 2005
El vampiro en la pintura
En pintura destacan obras con "El vampiro" de Edvard Munch, realizada en el año 1895. Otra
obra es la de Boleslav Biegas titulada "Vampiro con forma de víbora" del año 1914.
El vampiro en la cultura contemporánea
La figura del vampiro se encuentra a lo largo de los siglos no sólo en Europa, sino también en
Asia, América y Oceanía, como por ejemplo en Brasil en donde le llaman lobisomen que ataca
solo a mujeres y cuyo efectos secundarios es la ninfomanía. El miedo es una de las fuerzas
más poderosas que mueve a las personas, y la experiencia del temor a lo misterioso y
desconocido se encuentra profundamente presente en la cultura de todas las naciones del
mundo. En esta experiencia, la figura del vampiro, con sus evocaciones antropofágicas de
telúrica espiritualidad pagana, irresistible sexo salvaje, sangre caliente derramada y gélida
autoridad, ocupa un lugar central. En palabras de Albert Einstein, "fue la experiencia del
misterio combinada con el miedo lo que engendró la religión". Pero también, siguiendo al
famoso científico, "la experiencia más hermosa que se tiene a nuestro alcance es el misterio.
Es la emoción fundamental que está en la cuna del verdadero arte y de la verdadera ciencia. El
que no la conozca y no pueda ya admirarse, y no pueda ya asombrarse ni maravillarse, está
como muerto y tiene los ojos nublados."
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