En el marco del proyecto sismorresistente de estructuras de edificaciones, las irregularidades en planta y elevación constituyen un aspecto del diseño muy importante que no debería tomarse a la ligera, su influencia negativa en la respuesta sísmica se puede comprobar mediante simulaciones numéricas asistidas por ordenador y más concretamente se puede encontrar en reportes post-terremotos tales como: Loma Prieta (1989), Northridge (1994), China (2008), Padang (2009), L’Aquila (2009), Lorca (2011), entre otros. Por su parte, las normas sísmicas recomiendan evitar configuraciones estructurales con irregularidades de masa, rigidez y resistencia que puedan producir concentraciones de daños en la estructura. De igual modo, especifican como abordarlas desde el punto de vista sísmico. Sin embargo, a pesar de estas recomendaciones, a día de hoy es fácil encontrar en zonas sísmicas estructuras con irregulares de este tipo, siendo un claro ejemplo de ello las estructuras con una primera planta diáfana, destinada por lo general al aparcamiento de vehículos. La existencia de una primera planta diáfana, en ocasiones da lugar a lo que se conoce como irregularidad vertical de piso blando, esta irregularidad está asociada a la distribución de rigidez en altura de la estructura y se encuentra claramente definida en las normativas. En sus inicios [1], consistió en una solución arquitectónica que mediante el uso de hormigón armado permitió levantar las casas de la tierra y dar lugar a espacios amplios y luminosos; el concepto se mantiene hoy en día y resulta muy atractivo desde el punto de vista arquitectónico, no obstante, su presencia en zonas sísmicas resulta ser peligroso. En el marco del proyecto sismorresistente de estructuras de edificaciones, las irregularidades en planta y elevación constituyen un aspecto del diseño muy importante que no debería tomarse a la ligera, su influencia negativa en la respuesta sísmica se puede comprobar mediante simulaciones numéricas asistidas por ordenador y más concretamente se puede encontrar en reportes post-terremotos tales como: Loma Prieta (1989), Northridge (1994), China (2008), Padang (2009), L’Aquila (2009), Lorca (2011), entre otros. Por su parte, las normas sísmicas recomiendan evitar configuraciones estructurales con irregularidades de masa, rigidez y resistencia que puedan producir concentraciones de daños en la estructura. De igual modo, especifican como abordarlas desde el punto de vista sísmico. Sin embargo, a pesar de estas recomendaciones, a día de hoy es fácil encontrar en zonas sísmicas estructuras con irregulares de este tipo, siendo un claro ejemplo de ello las estructuras con una primera planta diáfana, destinada por lo general al aparcamiento de vehículos. La existencia de una primera planta diáfana, en ocasiones da lugar a lo que se conoce como irregularidad vertical de piso blando, esta irregularidad está asociada a la distribución de rigidez en altura de la estructura y se encuentra claramente definida en las normativas. En sus inicios [1], consistió en una solución arquitectónica que mediante el uso de hormigón armado permitió levantar las casas de la tierra y dar lugar a espacios amplios y luminosos; el concepto se mantiene hoy en día y resulta muy atractivo desde el punto de vista arquitectónico, no obstante, su presencia en zonas sísmicas resulta ser peligroso. En el marco del proyecto sismorresistente de estructuras de edificaciones, las irregularidades en planta y elevación constituyen un aspecto del diseño muy importante que no debería tomarse a la ligera, su influencia negativa en la respuesta sísmica se puede comprobar mediante simulaciones numéricas asistidas por ordenador y más concretamente se puede encontrar en reportes post-terremotos tales como: Loma Prieta (1989), Northridge (1994), China (2008), Padang (2009), L’Aquila (2009), Lorca (2011), entre otros. Por su parte, las normas sísmicas recomiendan evitar configuraciones estructurales con irregularidades de masa, rigidez y resistencia que puedan producir concentraciones de daños en la estructura. De igual modo, especifican como abordarlas desde el punto de vista sísmico. Sin embargo, a pesar de estas recomendaciones, a día de hoy es fácil encontrar en zonas sísmicas estructuras con irregulares de este tipo, siendo un claro ejemplo de ello las estructuras con una primera planta diáfana, destinada por lo general al aparcamiento de vehículos. La existencia de una primera planta diáfana, en ocasiones da lugar a lo que se conoce como irregularidad vertical de piso blando, esta irregularidad está asociada a la distribución de rigidez en altura de la estructura y se encuentra claramente definida en las normativas. En sus inicios [1], consistió en una solución arquitectónica que mediante el uso de hormigón armado permitió levantar las casas de la tierra y dar lugar a espacios amplios y luminosos; el concepto se mantiene hoy en día y resulta muy atractivo desde el punto de vista arquitectónico, no obstante, su presencia en zonas sísmicas resulta ser peligroso. En el marco del proyecto sismorresistente de estructuras de edificaciones, las irregularidades en planta y elevación constituyen un aspecto del diseño muy importante que no debería tomarse a la ligera, su influencia negativa en la respuesta sísmica se puede comprobar mediante simulaciones numéricas asistidas por ordenador y más concretamente se puede encontrar en reportes post-terremotos tales como: Loma Prieta (1989), Northridge (1994), China (2008), Padang (2009), L’Aquila (2009), Lorca (2011), entre otros. Por su parte, las normas sísmicas recomiendan evitar configuraciones estructurales con irregularidades de masa, rigidez y resistencia que puedan producir concentraciones de daños en la estructura. De igual modo, especifican como abordarlas desde el punto de vista sísmico. Sin embargo, a pesar de estas recomendaciones, a día de hoy es fácil encontrar en zonas sísmicas estructuras con irregulares de este tipo, siendo un claro ejemplo de ello las estructuras con una primera planta diáfana, destinada por lo general al aparcamiento de vehículos. La existencia de una primera planta diáfana, en ocasiones da lugar a lo que se conoce como irregularidad vertical de piso blando, esta irregularidad está asociada a la distribución de rigidez en altura de la estructura y se encuentra claramente definida en las normativas. En sus inicios [1], consistió en una solución arquitectónica que mediante el uso de hormigón armado permitió levantar las casas de la tierra y dar lugar a espacios amplios y luminosos; el concepto se mantiene hoy en día y resulta muy atractivo desde el punto de vista arquitectónico, no obstante, su presencia en zonas sísmicas resulta ser peligroso. En el marco del proyecto sismorresistente de estructuras de edificaciones, las irregularidades en planta y elevación constituyen un aspecto del diseño muy importante que no debería tomarse a la ligera, su influencia negativa en la respuesta sísmica se puede comprobar mediante simulaciones numéricas asistidas por ordenador y más concretamente se puede encontrar en reportes post-terremotos tales como: Loma Prieta (1989), Northridge (1994), China (2008), Padang (2009), L’Aquila (2009), Lorca (2011), entre otros. Por su parte, las normas sísmicas recomiendan evitar configuraciones estructurales con irregularidades de masa, rigidez y resistencia que puedan producir concentraciones de daños en la estructura. De igual modo, especifican como abordarlas desde el punto de vista sísmico. Sin embargo, a pesar de estas recomendaciones, a día de hoy es fácil encontrar en zonas sísmicas estructuras con irregulares de este tipo, siendo un claro ejemplo de ello las estructuras con una primera planta diáfana, destinada por lo general al aparcamiento de vehículos. La existencia de una primera planta diáfana, en ocasiones da lugar a lo que se conoce como irregularidad vertical de piso blando, esta irregularidad está asociada a la distribución de rigidez en altura de la estructura y se encuentra claramente definida en las normativas. En sus inicios [1], consistió en una solución arquitectónica que mediante el uso de hormigón armado permitió levantar las casas de la tierra y dar lugar a espacios amplios y luminosos; el concepto se mantiene hoy en día y resulta muy atractivo desde el punto de vista arquitectónico, no obstante, su presencia en zonas sísmicas resulta ser peligroso. En el marco del proyecto sismorresistente de estructuras de edificaciones, las irregularidades en planta y elevación constituyen un aspecto del diseño muy importante que no debería tomarse a la ligera, su influencia negativa en la respuesta sísmica se puede comprobar mediante simulaciones numéricas asistidas por ordenador y más concretamente se puede encontrar en reportes post-terremotos tales como: Loma Prieta (1989), Northridge (1994), China (2008), Padang (2009), L’Aquila (2009), Lorca (2011), entre otros. Por su parte, las normas sísmicas recomiendan evitar configuraciones estructurales con irregularidades de masa, rigidez y resistencia que puedan producir concentraciones de daños en la estructura. De igual modo, especifican como abordarlas desde el punto de vista sísmico. 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Sin embargo, a pesar de estas recomendaciones, a día de hoy es fácil encontrar en zonas sísmicas estructuras con irregulares de este tipo, siendo un claro ejemplo de ello las estructuras con una primera planta diáfana, destinada por lo general al aparcamiento de vehículos. La existencia de una primera planta diáfana, en ocasiones da lugar a lo que se conoce como irregularidad vertical de piso blando, esta irregularidad está asociada a la distribución de rigidez en altura de la estructura y se encuentra claramente definida en las normativas. En sus inicios [1], consistió en una solución arquitectónica que mediante el uso de hormigón armado permitió levantar las casas de la tierra y dar lugar a espacios amplios y luminosos; el concepto se mantiene hoy en día y resulta muy atractivo desde el punto de vista arquitectónico, no obstante, su presencia en zonas sísmicas resulta ser peligroso. 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