Subido por MACARENA PERROTE

Un diseño con fósforos

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ESPECIALIZACIÓN EN ENSEÑANZA DE LA MATEMÁTICA EN LA ESCUELA SECUNDARIA
Módulo: PERSPECTIVAS PARA LA ENSEÑANZA
DE LA MATEMÁTICA
Clase 2: La gestión de una comunidad matemática en
el aula
Diseño con fósforos. Una experiencia en un contexto real.
A continuación, sintetizaremos una experiencia comentada.
El siguiente problema lo propusimos en un 1º año de una Escuela Secundaria de la
Pcia. de Bs. As. (7º año de escolaridad), luego de haber trabajado las cuatro
operaciones con números naturales.
El grupo –a su vez organizados en grupos de 4 integrantes- reciben en forma impresa
el enunciado del problema:
Jugamos con fósforos a armar un diseño como te mostramos en la figura. Con una
caja de 222 fósforos, ¿cuál es la máxima cantidad de triángulos que puede tener
nuestro diseño?
Describimos algunos de los registros tomados durante esta clase e incluimos algunas
expresiones coloquiales tal como las usaron los alumnos.
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Los alumnos comienzan a dialogar con la situación (acción) -que, en este caso, se
trata de la lectura e interpretación del enunciado- y a organizar la forma de trabajo.

Un grupo no entiende qué pide el problema. Debemos aclararle la consigna.

Un grupo pregunta si pueden pedir una caja de fósforos. Ante nuestra negativa,
preguntan si se puede dibujar o si se tiene que hacer, sí o sí, con una cuenta. Le
damos libertad de elección. Deciden dibujarlo.

El primer grupo, al que le aclaramos la consigna, escucha esta conversación y
toma la misma decisión.

Un tercer grupo, también atento a lo que hablábamos, decide que usarán una
cuenta.

Un grupo anota la cantidad de fósforos que tiene cada diagrama: 5, 8, 11, 14.
En contextos áulicos reales los integrantes de un mismo grupo no acuerdan
necesariamente la misma organización y desarrollo de la actividad. Se forman
subgrupos. Otros deciden hacerlo solos (aunque permanezcan físicamente dentro del
grupo) porque su propuesta no es aceptada por los demás.
En ocasiones, la decisión que adopta un grupo es copiada por otro que se encuentra
bloqueado.
La clase continúa. Los alumnos comunican lo que hacen en el seno del grupo y
explicitan sus conjeturas, adecuan sus formas de expresión para que sus compañeros
los entiendan. Están en plena fase de formulación.

En un grupo dividen 222 por 3 (porque un triángulo tiene tres lados). Obtienen
74. Creen tener resuelto el problema. Les pedimos que nos digan cómo pueden
estar seguros que esa es la respuesta correcta (validación). Uno de sus
integrantes nos dice: tráiganos un caja y se lo muestro. Otro duda y comenta: Te
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dije que no era así. Hay que dividir por 5. No ves que cada triángulo tiene 5
fósforos. A lo que un compañero le responde: Sí, pero el segundo triángulo
comparte 3 con el primero. Lo estamos contando dos veces.
Les proponemos que pongan a prueba el modelo (de división), por ejemplo,
reduciendo la cantidad de fósforos en la caja a 30.
En este tipo de trabajo es importante que el docente tenga en
cuenta las variables didácticas del problema. Una variable didáctica es
cualquier componente de una situación cuya modificación produce un
cambio en las relaciones que pone en juego el alumno.
En este ejemplo, la cantidad de fósforos es una variable didáctica, ya que
modifica las estrategias de resolución que desarrolla el alumno.
El hecho de utilizar 222 fósforos obliga al alumno a buscar una forma de
llegar a la respuesta que no sea la de la comprobación empírica (ya sea
dibujando 222 fósforos o utilizando los fósforos de una caja).
Al mismo tiempo, se ve cómo el docente propone el uso de una cantidad
menor (por ejemplo 30) para facilitar un contraejemplo y así mostrar que la
conjetura que el alumno propone no es verdadera. Como consecuencia, el
alumno cambiará la estrategia general de obtener la respuesta con solo
dividir por 3 la cantidad de fósforos que tiene la caja del enunciado.
Seguimos…

El grupo que comenzó a dibujar está convencido de que, cuando lleguen a usar
222 fósforos, quedará resuelto el problema y el dibujo será la validación de su
respuesta. Sin embargo, se dan cuenta de que el diagrama se va a salir de la
hoja, que tiene que haber una forma más rápida. Uno de ellos propone dibujar
hasta 111 fósforos y multiplicar el resultado por 2. Piden ayuda (a los compañeros
y al docente).
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
Uno de los alumnos notó que los cuatro primeros números van de tres en tres, y
propone ir sumando de tres en tres hasta llegar a 222. Toma la calculadora y
comienza el trabajo. Otros lo siguen. Les preguntamos por qué pueden asegurar
que va a continuar de tres en tres con solo mirar los cuatro primeros diseños. Un
alumno mira su hoja, dibuja el diagrama que sigue, cuenta la cantidad de fósforos
y nos dice: Ve, ahora hay 17: tres más. Inmediatamente otro, que lo estaba
mirando, comenta: No tenías que contar desde el principio, ¿no viste que
agregaste tres fósforos al anterior?
Podemos apreciar que, en situaciones reales, se produce el
solapamiento de la acción, la formulación y la validación.
Sobre esta última, percibimos que los alumnos no tienden a validar sus
afirmaciones.
En el caso de aquellos que proponen la división, la justificación se apoya en la cantidad
de lados que tiene un triángulo o de fósforos que forman cada triángulo del diseño.
Del diálogo con ellos surge la opinión generalizada: solo puede quedar corroborada
empíricamente, construyendo el diseño con los 222 fósforos.
Para alguno de los que descubrieron que la secuencia aumentaba de tres en tres, la
justificación se basa en el comportamiento de los cuatro primeros números, con eso
es suficiente. Es interesante la acción del alumno que dibuja el quinto diseño pero no
se percata que agregó tres, y cuenta todos los fósforos.
Se producen varios bloqueos, interrupciones, desánimo.
Por ejemplo, los alumnos que sumaban 3 con la calculadora, en algún momento, se
equivocaban y perdían los cálculos, se enojaban y no querían seguir trabajando.
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Nuestras intervenciones son permanentes y necesarias para desbloquear.
Se hace una puesta en común para compartir las formulaciones y validaciones
diferentes que han surgido.
En contextos reales se producen formulaciones y validaciones en el
interior de cada grupo. Deberíamos decir que, más que validaciones, se trata
de argumentaciones ya que los alumnos tratan de convencer a sus
compañeros de que lo que afirman es correcto (aunque no lo sea). Por ello,
es necesario hacer una pausa y someter todo lo trabajado en cada grupo a
consideración del grupo áulico. Es en este momento donde la validación
adquiere las características de una demostración, aunque no en el sentido
estrictamente matemático.
Siguiendo con el análisis, se ponen a consideración las cuatro propuestas emergentes:
222: 3, 222: 5 , dibujo del diseño hasta cubrir 222 fósforos, sumar de a tres con la
calculadora.
Las dos primeras son descartadas a partir de las explicaciones que da uno de los
alumnos: 30: 3 = 10 y 30: 5 = 6, pero dibujado el diseño, tratando de utilizar los 30
fósforos, se llega a 9 triángulos y sobra un fósforo. Conclusión: la cuenta de dividir
por 3 o por 5 no sirve.
Llamamos la atención sobre la provisionalidad de estas conclusiones.
La propuesta del dibujo fue aceptada como válida pero impracticable.
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Discutimos la validez de la regularidad: aumenta de tres en tres. Es aceptada por
todos ante la evidencia visual: en cada paso se agregan tres fósforos al diseño
anterior.
Discutimos si una evidencia visual es suficiente.
Se organiza la información en una tabla que dé cuenta de la cantidad de triángulos
en cada diseño y la cantidad de fósforos empleados.
Proponemos dejar sentado en las carpetas todo lo que fuimos desarrollando, correcto
o no, aceptado o no, provisorio o definitivo. Las carpetas de los alumnos deben oficiar
de memoria de la clase.
Analizamos el procedimiento de ir sumando de a tres con la calculadora. Acordamos
que pasa lo mismo que con el dibujo: no se termina más.
Un alumno comenta: Tiene que haber una forma más fácil de hacerlo con la
calculadora.
La experimentación con la calculadora permite que un alumno descubra que:
3 x 1 + 2 = 5,
3 x 2 + 2 = 8,
3 x 3 + 2 = 11
Este descubrimiento entusiasma al grupo y surgen dos procedimientos:

Tanteo con diferentes números hasta llegar a 3 x 73 + 2 = 221
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
Otros hacen 222 : 3 – 2 = 72
Esta segunda propuesta es muy habitual cuando los alumnos
deciden recorrer el camino inverso: invierten naturalmente las operaciones
pero en el mismo orden que en la operación original.
Una nueva discusión: ¿por qué da uno de diferencia? Se calcula 3 x 72 + 2 = 218
Sobran 4 fósforos que permiten agregar un nuevo triángulo. ¿Pero por qué no da el
cálculo 222 : 3 – 2? Un alumno experimenta con la calculadora y descubre que,
cambiando el orden (restando 2 y luego dividiendo por 3), se obtiene 73.
Llega el momento de la primera institucionalización: recogemos todos estos
conocimientos puestos en juego, los organizamos, proponemos otras formas de mirar
y analizar, asignamos nombres: sucesión, constante, variable, tabla de valores…
Mencionamos primera institucionalización porque no surge con este grupo la
necesidad de algebrizar, de traducir a una fórmula (expresión algebraica). La
regularidad aceptada junto con la posibilidad de usar la calculadora para aproximar
la respuesta son razones suficientes para dejar resuelto provisoriamente el problema.
En situaciones reales de enseñanza, es decir, no controladas para
los
fines
de
una
investigación,
es
el
docente
quien
decide
qué
institucionalizar y en qué momento hacerlo.
El objetivo del trabajo era introducir a los alumnos en las prácticas algebraicas: el
uso de letras, números y operaciones para lograr una expresión matemática (fórmula)
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válida para expresar una regularidad y, a partir de ella, predecir comportamientos.
No lo logramos con las dos sesiones de 60 minutos que nos demandó el trabajo
expuesto aquí.
Sin embargo, creemos -si bien en esta descripción estamos haciendo foco en los
momentos de la clase- que hay elementos para un análisis didáctico mucho más
amplio.
Consideramos que el problema seleccionado y la gestión de la clase posibilitaron:

interacciones alumno-alumno, alumno-docente, alumno-objetos matemáticos,
que producen desequilibrios y reorganizaciones,

apreciar la red de conceptos involucrados,

desplegar más de una estrategia de resolución,

vislumbrar una posible respuesta al problema,

apoyarse en los conocimientos previos,

que todos puedan participar de la resolución-
En este tipo de trabajo son importantes las relaciones que se
establecen entre los tres polos: docente, alumno, saber. Guy Brousseau
propone la noción de contrato didáctico: el conjunto formado por los
comportamientos (explicitados o no) que el docente espera del alumno y los
comportamientos (explicitados o no) que el alumno espera del profesor, y
que regulan las relaciones docente-alumno-saber.
Abordaremos, nuevamente, la noción de contrato didáctico en la Clase 6.
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Cómo citar este texto:
Instituto Nacional de Formación Docente (2015). Diseño con fósforos. Una
experiencia en un contexto real. Clase 2. La gestión de una comunidad
matemática en el aula. Módulo: Perspectivas para la Enseñanza de la
Matemática. Especialización docente de Nivel Superior en Enseñanza de
la Matemática en la Escuela Secundaria. Buenos Aires: Ministerio de
Educación de la Nación.
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