La Ley de Ingresos es inercial y muy optimista, no establece ningún plan de reactivación económica, por lo que es previsible que tampoco se va a lograr la meta del gobierno. Ya que es evidente que la política fiscal y tributaria no cuenta con bases sólidas para cumplir el objetivo de crecimiento anual. Por lo tanto al reducir el gasto público, se acentúa la caída de la demanda y de la actividad económica y esto, a su vez, agrava la situación financiera del sector productivo y por consecuencia, los ingresos de las familias mexicanas